Libro San Franciscok
Libro San Franciscok
Comité Editorial
José Mercé Gandía
José Gallegos Arias
Inés Pazmiño Gavilanes
Elena Noboa Jiménez
Producción
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural
Escuela Taller San Andrés
Programa de Preservación del Patrimonio para el Desarrollo. AECID - Ecuador
Diseño Editorial
Tribal, Alfredo Ruales
Fotografías
Las fotografías son del archivo fotográfico del Proyecto San Francisco y del archivo de la Escuela Taller
San Andrés. Las históricas pertenecen al Archivo del Banco Central y las actuales al Sr. Christoph Hirtz.
Tiraje
2 000 ejemplares
Quito, 2011.
Contenido
Presentación
9
Introducción
13
Antecedentes
15
Estudio Histórico
23
Investigación Arqueológica
101
Restauración Arquitectónica
173
Museología
315
Museografía
329
Bibliografía General
347
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 9
Presentación
L
María Fernanda Espinosa a historia de las ciudades puede ser leída a través de la arquitectura que sobrevive
Ministra Coordinadora de a las sucesivas generaciones. Esta referencia al lenguaje arquitectónico se torna
Patrimonio
evidente con relación a la estructura urbana de la ciudad de Quito y, en particular,
al conjunto patrimonial de San Francisco (plaza, iglesia y convento).
La religión católica se estableció como el orden universal que organizó y puso a los
pueblos conquistados dentro del cosmos de la dominación española. Inmediatamente,
después de la derrota de los incas, los conquistadores españoles destruyeron los templos y
palacios del Tahuantinsuyo vencido y, sobre ellos, construyeron los primeros edificios dis-
tintivos del nuevo poder. Así, a través de la arquitectura, se empezó a reforzar el mensaje
del final de una organización económica y social anterior y una cosmovisión y su dominio
por parte de otra. Los miles de brazos indígenas encomendados y esclavizados constituye-
ron la fuerza de trabajo gratuita que levantó ciudades, caminos, puentes, iglesias: realidad
e imaginación a través de sus formas, líneas y volúmenes que alcanzaron a congregar, en
un solo espacio y al mismo tiempo, todos los pensamientos y voces para crear un mensaje
de símbolos contradictorios en el centro espiritual de nuestro pueblo.
El complejo arquitectónico de San Francisco (plaza, iglesia y convento) dentro de
una superficie de casi cuatro hectáreas, cuya construcción de templo y convento la inició
fray Jodoco Ricke, a poco tiempo de fundada la ciudad, en 1536, es una obra monumental
que constituye, en primer lugar, un verdadero símbolo de la dominación española.
De otro lado, San Francisco está edificada bajo los cánones renacentistas del neocla-
sicismo grecorromano, con una fachada de templo y convento, sobria, apenas insinuada
su decoración sucinta que contrasta con características volumétricas imponentes, equi-
parable al Monasterio de El Escorial, sobre un amplio atrio extendido de un extremo a otro
de la plaza, expresándose un sentido de unidad, orden y proporción. El conjunto proyecta
una imagen de rigurosa horizontalidad, conseguida mediante el equilibrio de las formas,
al arriesgar el empleo de volúmenes geométricos simples, resaltar la desnudez de las lí-
neas constructivas y reforzar la sensación de simetría. La belleza del edificio se basa en la
sólida monumentalidad del conjunto y en la correcta utilización de los principios y órde-
nes clásicos, con marcada preferencia por los más escuetos, llegando a alcanzar un sen-
tido abstracto de la proporción y de la medida, que dan al edificio un carácter simbólico.
Esta concepción de códigos respondió al esforzado diseño de grandes creadores y
estudiosos europeos, que tenían un sólido soporte en formas estructurales y ornamenta-
les que eran el producto de una evolución de siglos, extraordinariamente rica y densa. Los
nuevos colonizadores las adaptaron al paisaje de manera magistral para lograr imponer
las conexiones simbólicas entre los súbditos, el uso de los espacios y los objetos, la inter-
pretación de los valores sociales o espirituales como formas de responsabilidad social y
pedagógica.
La nueva significación cultural comenzó a cobrar vida merced a la conjunción de lo
material y lo inmaterial, de la necesidad de proporcionar un sentido y unos límites a la
10 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
A
Erika Sylva Charvet finales del siglo XX la ciudad de Quito experimentó un importante proceso de re-
Ministra de Cultura cuperación y puesta en valor de su centro histórico debido al trabajo conjunto de
instituciones nacionales y la cooperación internacional, mediante proyectos inte-
grales en bienes arquitectónicos emblemáticos de la ciudad. Uno de estos proyectos fue el
desarrollado en el Convento de San Francisco, gracias al convenio firmado entre el Institu-
to Nacional de Patrimonio Cultural y la Agencia Española de Cooperación Internacional.
El trabajo desplegado en el Convento de San Francisco, a lo largo de dos décadas,
constituyó una experiencia enriquecedora que acercó a técnicos nacionales y españoles
en la búsqueda de las mejores metodologías de intervención del conjunto arquitectónico
y sus bienes culturales; posibilitó el intercambio de saberes y conocimientos en técnicas y
oficios relacionados a las artes; abrió el espacio para la investigación histórica y arqueoló-
gica, como pilares básicos para el conocimiento de la sociedad prehispánica, colonial y re-
publicana en relación a la ocupación y vinculación del espacio conventual con la ciudad;
potenció la formación de profesionales en áreas relacionadas al patrimonio cultural; y de-
sarrolló destrezas de oficios tradicionales en jóvenes, mediante el programa de formación
que lleva adelante la Escuela Taller San Andrés.
Es así como arquitectos, arqueólogos, historiadores, restauradores, químicos, mu-
seógrafos y obreros trabajaron de manera articulada para recuperar la historia restaurar la
arquitectura y bienes culturales de la iglesia y convento y brindar a la sociedad la posibili-
dad de disfrutar del Museo de Arte Religioso Fray Pedro Gocial.
Este libro, sin duda, nos brinda la posibilidad de conocer con mayor profundidad el
proceso llevado a cabo en uno de los monumentos arquitectónicos más importantes del
país y constituye un interesante testimonio de cómo el trabajo integral e interdisciplinario,
nos permite disfrutar hoy de la riqueza del patrimonio cultural.
12 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
E
Federico Torres Muro s algo universalmente asumido que el derecho a la identidad y a la defensa de la di-
Embajador de España en versidad cultural son componentes irrenunciables del desarrollo humano integral.
Ecuador
La recuperación del Patrimonio de los pueblos en un sentido amplio (material e
inmaterial, cultural y natural) se convierte también, en ocasiones, en uno de los principa-
les recursos para alcanzar un desarrollo sostenido, pues contribuye a reafirmar y afianzar
la tan necesaria identidad cultural de la ciudadanía.
Este libro, que tengo el placer de presentar con estas líneas, constituye y compendia
el esfuerzo que España y Ecuador hicieron durante más de veinte años, para recuperar y
preservar uno de los tesoros arquitectónicos más importantes de Iberoamérica “El Con-
vento e Iglesia de San Francisco de Quito”. A lo largo del mismo podemos ver con detalle el
cómo y el porqué de la intervención, los estudios realizados, las vicisitudes que fueron sur-
giendo en el camino con el progreso de los trabajos, los esfuerzos ingentes para llevarlos a
buen término y también destacar la participación activa en esta recuperación patrimonial
de la Escuela Taller “San Andrés”, otro proyecto de la AECID y el INPC donde se capacitan
jóvenes ecuatorianos en las distintas disciplinas de la restauración y la conservación.
Esta publicación trata de la historia y los procedimientos de restauración utilizados
en uno de los conventos más importantes de la época colonial, en una ciudad como Quito
que fue cuna del mayor número de órdenes religiosas, con una significativa producción
de monumentos arquitectónicos durante los siglos XVI, XVII y XVIII, y una notable escuela
local de pintura y escultura religiosa durante ese período.
En este sentido, el trabajo de rehabilitación del Convento e Iglesia de San Francisco
por parte de la Cooperación Española con la colaboración de las instituciones ecuatoria-
nas involucradas en este importante emprendimiento desde el año 1983 en adelante, sig-
nificó un aporte sustantivo a la ciudad de Quito, y también emprender un camino nuevo
en aquel entonces, acerca de la visión del patrimonio cultural edificado como reafirma-
ción de las señas de identidad de los pueblos.
Con este libro, tanto la Embajada de España como el INPC persiguen dotar a las ac-
tuales y futuras generaciones del Ecuador de un documento que narra parte de su historia
y hacerlas partícipes de la importancia que tiene la preservación de su patrimonio cultural.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 13
Introducción
L
a Iglesia y el Convento de San Francisco acogieron, por casi dos décadas, a un im-
portante y numeroso grupo de técnicos y obreros que asumieron un mismo ob-
jetivo: recuperar y poner en valor este magnífico conjunto arquitectónico, para el
disfrute de la sociedad en su conjunto.
Este objetivo, que pudo cumplirse gracias a la decidida acción de los gobiernos del
Ecuador y España, mediante la firma de un convenio de cooperación entre el Instituto
Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) y la Agencia Española de Cooperación Interna-
cional (AECI), respectivamente, permitió aunar esfuerzos, experiencias, conocimientos y
técnicas tradicionales para dar forma a este ambicioso proyecto.
La tarea no fue fácil, pues se requirió de una planificación detallada que permitiera
articular los resultados de las investigaciones previstas, con las intervenciones puntuales
de técnicos y obreros, en un verdadero trabajo interdisciplinario.
La documentación técnica es abundante y voluminosa y constituye la memoria del
proyecto más consistente, desarrollado para salvaguardar uno de los patrimonios más im-
portantes de la ciudad de Quito.
Por ello, esta publicación pretende dar una mirada integral del trabajo desplegado, a
lo largo de todos estos años, y nos permite disfrutar hoy de un mayor conocimiento sobre
la Orden Franciscana, su iglesia y convento; de una edificación y bienes muebles remoza-
dos; y de un museo que difunde la riqueza cultural que poseemos.
Las primeras secciones: Antecedes, El Convento de San Francisco, Reseña Histórica
y Tipológica del Convento y El Proyecto de Restauración, contextualizan los inicios del
proyecto desde la firma del convenio, pasando por la importancia del conjunto arquitec-
tónico de San Francisco y los objetivos y alcance del plan establecido.
La sección Estudio Histórico nos permite conocer sobre el establecimiento de la Or-
den Franciscana en Quito, su doctrina y proyecto de evangelización; la distribución y uso
del espacio conventual y de la iglesia a lo largo del tiempo; la historia constructiva y de
ornamentación de la iglesia y el convento desde el siglo XVI al siglo XX; y la intervención
de los distintos sectores sociales en las obras de construcción.
La Investigación Arqueológica plantea la evolución espacial del sitio desde la época
prehispánica hasta la actualidad, basada en los datos históricos y la relación de los niveles
topográficos para evaluaciones arquitectónicas; estos resultados complementan el análi-
sis de los bienes culturales encontrados.
La sección Restauración Arquitectónica describe en términos generales el diagnós-
tico efectuado en el conjunto, que permitió detectar las necesidades y las intervenciones
anteriores; el plan de restauración arquitectónica, planteado desde el inicio del proyecto,
así como las reformulaciones frente a las nuevas urgencias debido al sismo de 1987; y las
obras ejecutadas por años.
14 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
En Artesonado Mudéjar del Coro se expone, a manera de ejemplo de los trabajos rea-
lizados, el proceso de intervención para resolver los problemas de estructura del artesona-
do y la restauración de los elementos de madera.
La obra de la Escuela Taller San Andrés da a conocer cómo nace esta iniciativa, que
permite la formación de jóvenes en oficios artesanales tradicionales, relacionados con la
restauración patrimonial y el trabajo desarrollado en el proyecto de San Francisco en los
diversos oficios.
La sección Restauración de Bienes Muebles describe algunos principios de la conser-
vación y restauración y los diferentes talleres que se establecieron, de acuerdo al tipo de
bien mueble intervenido en San Francisco.
Finalmente, la sección Museología y Museografía permite conocer cómo se conju-
garon, en el Museo de Arte Religioso Fray Pedro Gocial, el espacio arquitectónico, como
objeto de exhibición, y los bienes culturales, en una propuesta conceptual de diálogo en el
propio escenario y contexto histórico.
Esperamos que esta obra, que narra la historia de un proceso enriquecedor de coope-
ración, formación y trabajo, sirva para motivar proyectos similares y concienciar a la socie-
dad sobre la importancia de conocer y salvaguardar el patrimonio que tenemos.
Antecedentes
José Mercé Gandía/José Gallegos
Sobre sus tres hectáreas y media de superficie se han construido trece Claustros, seis
de ellos de gran magnitud, tres templos, un gran Atrio; en suma, aproximadamente cuarenta
mil metros cuadrados de edificación. Allí se desarrollan múltiples actividades, las conven-
tuales y religiosas, y las de atención pública en las áreas de salud, de comunicación, edu-
cativas y otras de corte popular que mantienen vivo al edificio. Atesora más de 3 500 obras
de arte colonial, de múltiples manisfestaciones artísticas y variadas técnicas. El trabajo de
destacados artistas indígenas y europeos conforman este tesoro patrimonial; por citar algu-
nos mencionaremos: Andrés Sánchez Gallque, Mateo Mexia, fray Francisco Benítez, Miguel
de Santiago, Gregorio Vásquez, Bernardo Rodríguez, Manuel de Samaniego, Diego de Ro-
bles, Bernardo de Legarda, Manuel Chili «Caspicara», a ellos deben sumarse muchos autores
anónimos. Completa esta riqueza cultural la magnífica biblioteca franciscana, descrita en el
siglo XVII como la mejor del Virreinato del Perú.
Las características arquitectónicas especiales y la significativa carga histórica del edi-
ficio —el Convento más antiguo de Ecuador— le confieren por sí mismo el atributo de
«objeto de exhibición», participando e interactuando con los demás bienes culturales en
su propio escenario y contexto histórico. Es, pues, justo calificarlo con una doble categori-
zación: Museo Monumento y Museo de Arte Religioso.
Le precede una gran plaza, asentada en el escenario urbano más representativo de
la ciudad: durante años la abasteció de agua de su fuente central; ha funcionado como
mercado popular, como espacio de concentraciones militares y políticas, y como lugar de
encuentro y recreación sociales.
Después de permanecer por los años veinte del siglo pasado y durante un buen lap-
so con un diseño afrancesado, con parterres y jardines, se la vuelve a convertir en el gran
Mercado popular en la
espacio abierto que facilita sus variados usos. En el conjunto se debe mencionar otro ele- Plaza en 1870.
mento arquitectónico destacado: la magnífica escalera cóncavo-convexa que comunica la Foto: Archivo Banco
plaza con el Atrio, en el que resalta la bella fachada manierista-barroca del templo mayor, Central.
Aguateros en la Plaza en
1910.
Foto: Carlos Rivadeneira. Archivo
del Banco Central.
22 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
edificarse en 1537 y termina a fines del siglo XVI, mientras la Basílica del Escorial solo comienza en 1575
y termina en 1582.
En efecto, el primer edificio italianizante del más puro estilo barroco que se construyó en América
es la Iglesia de San Francisco de Quito, con su Convento anexo, cuyo Claustro Principal, terminado
en 1605, es el cortile italiano del siglo XV, con sus dos órdenes de galerías superpuestas: la inferior
con arcos peraltados y la superior con arco escarzano; patio que luego fue el modelo para todas las
construcciones civiles, no solo de Quito, sino de Lima y Cusco.
Nada tiene de particular que hubiesen sido dos flamencos quienes introdujeron el Renacimiento
italiano en América, pues sabido es que otros dos flamencos, Anequín de Egas y su hijo Enrique, lo
llevaron a España. Aún más, como probables constructores del famoso monasterio podemos citar a
dos flamencos que figuran en ciertos contratos hechos por fray Jodoco durante la época de su edi-
ficación: uno llamado Germán, el alemán, y otro, Xácome, flamenco. El primero era conocido por
los indios como hermano de fray Jodoco y, a juzgar por ciertos documentos del archivo franciscano,
era de la intimidad y confianza del fraile. Al segundo lo encontramos figurando como testigo de la
cesión de tierras que hizo fray Jodoco al albañil Jorge de la Cruz, en pago de su trabajo en la iglesia.
Y como prueba y constancia de su cooperación, dejaron una huella imborrable en el crucero de ella:
la ornamentación de las cuatro pilastras que sostienen los arcos torales con un grupo de nichos de
tipo Renacimiento flamenco.
Más tarde, en el siglo XVII, dirige varias obras, entre ellas el Segundo Claustro, fray Antonio Rodríguez,
lego franciscano, autor de la hermosa iglesia de Santa Clara, del Claustro Principal del Convento de Santo
Domingo y del Convento de San Diego. La iglesia tiene planta de cruz latina, cubierta de artesonados
mudéjares y muros revestidos íntegramente de una rica decoración tallada en madera y realzada con oro
y colores, a excepción del nártex que luce su almohadillado de piedra labrada, ornamentado con una li-
gera faja de oro laminado en las junturas de los sillares, siguiendo una tradición de los artistas aborígenes
en sus templos y palacios. Pero de toda esta admirable decoración de templo franciscano, que debía ser
imitada por muchos templos en la América española y aun en la portuguesa, es el crucero el que produce
la impresión más formidable, con sus arcos torales agudos como los de una mezquita musulmana, que
se levantan de un grupo de edículos, tipo Renacimiento flamenco, para soportar un artesonado cupular
morisco, con un alto friso de sabor bizantino formado con una teoría de santos de media talla, mientras
a un lado y otro los altares laterales de madera dorada, indochinos en las cornisas de los cimacios, elevan
sus remates hacia las bóvedas completamente cubiertas de lazo mudéjar.
La iglesia está llena de detalles decorativos interesantes: magníficos retablos con columnas de di-
versas variedades, estípites caprichosos, telamones y embutidos de raro carácter, contrastando con
el correcto estilo barroco renacentista del cuerpo principal de la fachada y del nártex, que forman un
hermoso conjunto con el Atrio elegante y espacioso: ese elemento de la arquitectura bizantina des-
tinado a los catecúmenos y penitentes que, abandonado ya en Europa, vuelve a la vida en América,
primero como lugar reservado a la catequización de los indios y, más tarde, como simple elemento
de composición en la arquitectura religiosa. Precisamente la Iglesia franciscana de Quito inaugura
ese detalle arquitectónico en la América del Sur.
Es verdad que el atrio de nuestras iglesias, con pretil, es el atrio de la Edad Media, casi siempre circuido
por muros bajos y situado ante el pórtico principal de las iglesias; por eso mismo llama la atención que en
los siglos XVI y XVII, es decir, en pleno Renacimiento, mientras en España apenas una que otra iglesia se
hacía con Atrios y pretiles, en Quito se hubieren construido casi todas con un detalle casi abandonado.
Las iglesias quiteñas, casi sin excepción alguna, han tenido y conservan todavía Atrios con pretiles.
San Francisco, la Catedral, la iglesia del Hospital, la del Carmen antiguo, conservan sus pretiles hermosos
y elegantes; habiendo sido inconsultamente despojadas de ellos la Capilla Mayor, la Compañía y La Mer-
ced. Otras iglesias, como San Agustín y el Carmen moderno, tienen solo Atrio, y Santo Domingo y Santa
Clara, nada: la Iglesia y el Convento en estos casos se levantan directamente del nivel del suelo.
Sobre el magnífico Atrio al que aludimos se ostentan tres templos: el de San Francisco, el de Cantu-
ña y el de San Buenaventura. Junto a la iglesia grande, hacia el lado derecho del espectador, a la cual se
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 23
ingresa por un portal de dos arcos de medio punto. Resguardan la entrada dos rejas de hierro, abiertas
las cuales se penetra en una hermosa sala de piedra, espléndidamente adornada con un artesonado
de madera y magníficos cuadros de la época que cubren sus paredes. Estos cuadros están adosados a
los muros formando una galería o pinacoteca, y detenidos con lujosas y adecuadas molduras talladas.
El Convento desarrolla sus construcciones dentro del plan tradicional de los antiguos monas-
terios benedictinos: la iglesia orientada y rodeada de sacristía, capillas y otras dependencias para
depósito y servicios; al norte y junto a ella, el Claustro Principal, al que se suman los de la cocina, de
los coristas, noviciado y otros más con numerosas celdas y habitaciones: todo ello entre huertos y
jardines, y rodeado de una gran muralla que lo defiende.
Como es de suponer, el Claustro Principal excede en hermosura a los demás. Alrededor de un
enorme patio de 160 metros cuadrados, corren dos galerías superpuestas: la inferior edificada sobre
104 columnas de piedra, dóricas, de módulo reducido como las empleadas frecuentemente en la ar-
quitectura medieval, enlazadas por arcos de ladrillo peraltados a la manera morisca; la superior con
sus arcos escarzanos apeados sobre unas columnas cortas, bulbosas, muy originales, inéditas en la
arquitectura clásica europea y que, nacidas en este Claustro, vemos desarrollarse en los conventua-
les de la Merced y San Agustín de la misma ciudad de Quito, hasta llegar a ser características de toda
la arquitectura colonial sudamericana. Para subir de la galería inferior a la superior hay una elegante
escalera de piedra, cuyas pilastras tienen remates de inequívoco sabor oriental.
En el claustro de la cocina, en cambio, fray Antonio Rodríguez empleó el pilar de planta rectangu-
lar con las esquinas cortadas a bisel, tan profundamente que su sección da casi un octógono regular:
apoyo típico de la arquitectura mudéjar religiosa en la que se emplea sistemáticamente.
Tanto el monasterio como la iglesia conservan y guardan maravillosas obras de arte: cuadros,
estatuas, mobiliario eclesiástico, orfebrería, brocados y bordados de toda clase, y su rica y vieja bi-
blioteca se enorgullece de poseer no pocas ediciones góticas, algunas de las cuales llevan autógrafos
de fray Jodoco. Guarda también la iglesia el recuerdo de dos personajes unidos a la historia de la
conquista de estos reinos: la capilla llamada de Santa Marta y las del Corazón de Jesús y San José, la
primera fundada por el célebre Rodrigo de Salazar, y las segundas por la familia del inca Atahualpa.
La capilla es pequeña y tiene tres altares: el frontero, dividido en dos secciones, y dos laterales,
uno de ellos destruido. En uno de los nichos del retablo principal se aloja una estatuita de la virgen
de Pilar de Zaragoza, una de las dos copias auténticas que se han hecho de la conocida imagen obse-
quiada a su ciudad natal por el padre Maldonado, quiteño de origen, y que fue Comisario General de
Indias por nombramiento de Felipe IV y confesor de doña Margarita de Austria. Por un documento
que se conserva de esta donación, es muy probable que la copia sea una obra de Alonso Cano. Junto
con este obsequio, regaló también todas las reliquias que existen en dicha capilla, entre las que están
un pantuflo de San Pío V y un hábito de San Jácome de la Marca. Algunas han desaparecido, entre
ellas un lignum y una santa espina.
La capilla de San José, lo mismo que la del crucero dedicada al Corazón de Jesús, fue de la familia
del inca Atahualpa. La primera lo fue hasta mediados del siglo XVII, en que don Carlos Atahualpa
Inca, alcalde mayor de los naturales, se presentó ante los frailes para oponerse a una cesión que
estos habían hecho de dicha capilla a los mayordomos de la cofradía de la Inmaculada Concepción,
don Juan de Ruiz y don Juan Vélez de Zúñiga.
Junto a la iglesia y en el sitio en que se halla el Convento de las Hermanas de la Caridad, fundó el
padre fray Francisco de Morales, en 1555, el Colegio de San Andrés, que más tarde sería el Colegio de
San Buenaventura, por obra y gracia del padre fray Dionisio Guerrero, que recurrió a la caridad pública
para reconstruir el viejo edificio en que antes funcionaba. El Convento e iglesia de San Buenaventura,
aunque tenía una autonomía propia, se hallaba, con todo, unido al Convento e Iglesia franciscana, ya
por el coro en la parte de arriba, ya por el corredor que va a lo largo de la iglesia grande, junto y paralelo
al otro que comunica la capilla del comulgatorio con la de San Benito. La iglesia de San Buenaventura
ha sido totalmente destruida. La entrada que existe intacta, con solo la falta de la estatua en el tímpano,
ofrece un conjunto verdaderamente clásico con su puerta de orden jónico, de jambas sencillas y arco
24 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
semicircular, encuadrada o circunscrita en una moldura barroca. A los flancos de la puerta están dos
pilastras del mismo orden, sobre dados que corresponden a las líneas del zócalo del edificio. El enta-
blamento es admirable de proporciones, con su friso perfilado barroco, sobre cuya cornisa se levanta
un tímpano triangular interrumpido, para dar cabida en un nicho a una estatua. Del resto del edificio
no existen sino las paredes con su abovedado: han desaparecido los nueve altares con sus retablos, el
revestimiento de los muros, el púlpito tallado y dorado y el coro.
Pasemos ahora al tercer templo franciscano que, llamado de Cantuña, está dedicado a la Virgen
de los Dolores…
… La puerta que da acceso a la iglesia, construida a fines del siglo XVI, puede ser considerada
una de las más originales de la arquitectura virreinal, por su conjunto armónico de detalles pertene-
cientes a épocas diversas. Sobre dados desproporcionados se levantan dos columnas corintias que
soportan un tímpano triangular, y dentro de esta organización se halla la puerta de entrada, de arco
semicircular y sencillas molduras. Detrás de las columnas, y flanqueándolas, se perfilan ligeramente,
junto a las jambas, que tanto en la parte superior como en la inferior giran en ángulo recto, dos pilas-
tras del mismo orden corintio. Encima del arco, una tarjeta con el escudo de la Orden franciscana lo
decora. Las dos columnas van ornamentadas bajo el capitel, con unos paños largos, delicadamente
esculpidos, a manera de festones que interrumpen sus estrías. En la base de esas mismas columnas,
y precisamente en el toro, unas hojas de acanto recuerdan las sencillas hojas ornamentales, ligera-
mente enrolladas, con las cuales los arquitectos de la Edad Media ligaban la moldura convexa y cir-
cular, colocada en la base de las columnas románicas y de los haces de columnitas de estilo ojival, al
zócalo o pedestal cuadrado, colocado inmediatamente debajo de dicha moldura. Sobre el tímpano
se han colocado pilastras que sirven de base a remates de forma esférica.
La capilla es abovedada, de una sola nave. La bóveda del cuerpo de la capilla es de tres puntos
con nervaduras de pie derecho. Tiene ocho retablos, un coro y una sacristía. Sobre el presbiterio se
levanta una cúpula con su linterna, lo que hace interesante la capilla.
El retablo mayor ocupa por completo el fondo testero de la capilla. El arquitecto levantó en este sitio
un gran nicho de arco semicircular, que fue decorado por los escultores, con un derroche de figuracio-
nes que a veces impide descifrar su verdadera forma. La parte principal de ese retablo que se destaca
nítida es un gran nicho central con puerta de aldabones en el que se halla un calvario de tamaño natu-
ral con su Cristo, que tiene sus potencias grandes de plata, su paño de honestidad de seda con franja
de oro y la Virgen de las Angustias vestida a la manera española, con una sencilla aureola de plata que
sustituye a la que tuvo en tiempos mejores, de oro, con doscientas perlas, cincuenta esmeraldas, veinte
amatistas, amén de un estoque de acero con puño y guarnición de oro, dieciséis perlas, siete amatistas
y una esmeralda en el remate y la daga de cristal con punta de plata, guarnecida con filigrana de oro.
No sabemos la fecha en que se comenzó a edificar esta capilla, ni aquella en que se la terminó;
pero es fácil fijarlas aproximadamente, teniendo en cuenta el año de la muerte de su fundador, 1574,
y la fecha grabada en el retablo del altar de San Francisco, 1669. Recibida la herencia por los religio-
sos, si es verdad que fueron estos los albaceas de indio, de lo cual no hay más comprobante sino que
siempre fueron los que tuvieron a su cargo el cuidado material y el culto en esa capilla, es natural
suponer que el trabajo principiaría inmediatamente, tanto más cuanto que Cantuña dejó herederos
que debieron vigilar el cumplimiento de la voluntad del testador. Así, pues, podemos fijar como
fechas 1575-1669.
Además del Convento Máximo, del Colegio de San Buenaventura y de la Capilla de Cantuña, los
franciscanos levantaron en Quito dos conventos más: el Convento y Colegio de Misiones de Santa
Clara y Santa Rosa de Pomasqui, en el pueblo de este nombre y el de la Recolección de San Diego, en
las afueras de la ciudad2...
2) José Gabriel Navarro, Artes Plásticas Ecuatorianas, segunda edición, 1985, pp. 45.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 25
La construcción del templo se inició en 1537 y a finales del siglo XVI —ya se había reem-
plazado la primitiva iglesia por la que hoy conocemos— se avanzaba con la construcción
de las capillas de Cantuña y San Buenaventura y estaba casi concluido el Claustro Princi-
pal, de planta cuadrada y de fuerte carácter español con resabios mudéjares, formado por
galerías de arcos de ladrillo sobre columnas de piedra de orden toscano; al igual que se
terminaba el pretil de piedra, almohadillado, del cual parte hacia la plaza la escalera. Por
tanto y de acuerdo a estas fechas, la edificación se constituyó en la obra más interesante
de la arquitectura de América del Sur del siglo XVI.
Durante el siglo XVII se añadieron nuevos Claustros, así, hacia 1650 se terminó el
Claustro del Museo que posee solo tres lados, pues el cuarto es el muro posterior norte del
Claustro Principal, al que adosa en U, es obra del arquitecto fray Antonio Rodríguez; el de
Servicios de carácter mudéjar y el de la sacristía de estilo barroco, edificados al occidente
que fueron igualmente adosados en U, a finales de este siglo. Se concluyó gran parte de los
bienes muebles y la decoración de la iglesia, incorporando elementos artísticos de estilo
barroco que se fusionaron con los precedentes de características mudéjares y flamencas,
que aparecieron por primera vez en Quito en el Convento de San Francisco. En el siglo
XVIII la actividad sísmica mantuvo ocupada a la comunidad realizando reparaciones en
gran parte del recinto conventual.
26 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Iglesia de
San Francisco
aproximadamente en
1868, se aprecian las
torres antes de que
fueran destruidas por
el terremoto de ese
año.
Foto: Archivo del Banco
Central.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 27
Plaza y fachada de
San Francisco en
1880, sin el cuerpo
superior y el remate
de las torres, caídos
en el terremoto de
1868.
Foto: Benjamín
Rivadeneira. Archivo del
Banco Central.
Capilla de madera
y paja instalada
en la Plaza de San
Francisco luego del
sismo de 1868.
Foto: Archivo del Banco
Central.
Mercado popular en la
Plaza en 1870.
Foto: Archivo del Banco
Central.
Mercado popular en
la Plaza entre 1880 a
1900.
Foto: Archivo del Banco
Central.
Plaza y Convento en
1920.
Foto: José Domingo
Lasso. Archivo del Banco
Central.
Iglesia y Atrio de San
Francisco en 1920.
Foto: Carlos Moscoso.
Archivo del Banco
Central.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 31
Iglesia de San
Francisco,
aproximadamente en
1930.
Foto: Foto Pacheco.
Archivo del Banco
Central.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 33
El proyecto de restauración
1 3
Investigación Conservación-restauración
El nivel de investigación fue muy im- Fue quizá unos de los niveles más im-
portante, pues permitió contar con una in- portantes de la cadena, y dio lugar al géne-
formación de primera mano desde el punto sis de una intervención que propendió al
de vista histórico, arqueológico y científico, absoluto respeto por lo original y auténti-
siendo uno de sus principales productos el co, a la mínima intervención y, fundamen-
Registro, inventario y catalogación de los talmente, a preponderar la conservación
bienes culturales pertenecientes a la iglesia antes que a la restauración propiamente
y al Convento. dicha.
Para enfrentar el trabajo de restaura- Por la gran variedad y complejidad de
ción, el proceso se realizó fundamental- los trabajos ejecutados surgió la necesidad
mente en dos áreas trascendentales: 1. Los de la conformación de algunos equipos de
estudios sobre el edificio, que a su vez se profesionales capaces de enfrentar, de for-
dividieron en dos ramas. Por una parte, ma coordinada y coherente, las diversas
los análisis arquitectónicos que se ocupan problemáticas de la edificación.
de examinar los contenidos constructi-
vos formales y funcionales; por otra, las Difusión y didáctica
investigaciones históricas que establecen Este último nivel se puede apreciar
la evolución que ha tenido la edificación en una serie de manifestaciones y testimo-
en el tiempo, que incluyen los estudios nios, como la incorporación y puesta en
documentales de archivo con abundante valor de innumerables sitios y áreas para
bibliografía y en los que también se toma la visita y disfrute de visitantes nacionales
en cuenta la arqueología del edificio. Esta y extranjeros (exhibición), como es el caso
división solo simplificó la clasificación de del Museo Fray Pedro Gocial.
los estudios realizados, pues es obvio que No menos importante fue el valioso
este análisis se orientaba a un solo obje- aporte de la capacitación, que contó con
tivo: entender la evolución histórica del una serie de cursos y talleres con la presen-
monumento para comprender sus suce- cia de destacados profesionales, facilitado-
sivas etapas arquitectónicas. 2. El registro, res e instructores españoles de importantes
inventario y catalogación del importante y instituciones dedicadas a la preservación
rico patrimonio mueble. del Patrimonio Cultural del Estado.
Protección
La protección permitió poner en prác-
tica una serie de acciones e instrumentos
legales, tanto de origen nacional como in-
ternacional, que facilitaron la creación de
una escuela de intervención en el Patrimo-
nio Cultural.
36 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
histórico detallado más adelante), se adop- edificación, interesantes datos sobre la his-
tó un proceso de intervención intentando toria de la ciudad de Quito, que es donde
ser respetuosos con el edificio (criterio se encuentra.
basado en las distintas experiencias pro- Dentro de este enfoque, la conside-
fesionales de los técnicos que han contri- ración del Convento de San Francisco de
buido en la recuperación de este bien pa- Quito como un sistema complejo y diná-
trimonial), reforzando la intervención en mico, de muchas variables, implicó que
aquellos lugares que fuera conveniente a su estudio se haya realizado recurriendo
las necesidades propias de la edificación a métodos científicos, con la intervención
adaptada a sus nuevos usos; estableciendo de profesionales técnicos e investigado-
así un sistema de planificación por etapas res especializados en las distintas áreas.
acorde a sus características específicas y Esta complicada tarea, en cierto modo, ha
dirigido a unos fines concretos. Con estos sido descontextualizada, de manera que
criterios, se realizaron desde 1983 alrede- se pudieron establecer sistemas de actua-
dor de 10 000 m² de restauración arquitec- ciones independientes, pero en un trabajo
tónica, trabajos cuyo resumen se expone a estructurado y concreto. Los estudios, que
su consideración. son el resultado de esta investigación ar-
queológica e histórica, se incluyen en este
Los estudios históricos documento.
raíz de este siniestro, se decidió realizar un todos los daños causados en el monumen-
gran volumen de obras en el Santuario de to por el terremoto de marzo de 1987.
Guápulo (recoleta franciscana), en el Mo- Desde 1997 se ejecutan obras de
nasterio de Santa Clara y en el Monumen- restauración en dos salas en la crujía oc-
to a la Independencia en la Plaza Grande, cidental y en las galerías norte y este del
todos enmarcados dentro del convenio Claustro del Museo, que involucra trabajos
Ecuador-España. de consolidación y reforzamiento de cielo
En mayo de 1993, se entregó a la co- raso, y limpieza y restauración de la pin-
munidad franciscana y al público las pri- tura mural. Otro de los frentes de trabajo
meras cuatro salas del Museo en la galería que se abordarán a partir de ese año será
norte del Claustro Principal; y en octubre la adecuación del Patio Inglés en la franja
de 1995, dos salas y una galería en la crujía occidental del Claustro del Museo, junto a
occidental del Claustro del Museo, com- las salas de exposición, con el propósito de
pletándose aproximadamente 500 m² de sanear humedades, para lo cual se efectúa
área visible de museo (seis salas de expo- la excavación del piso a lo largo de todo el
sición y una galería), se debe anotar que muro y en un ancho de 4 m, con la cons-
esta superficie se duplicó al concluir la in- trucción de las respectivas zanjas de dre-
tervención, constituyéndose, con la mues- naje, cambio de las tuberías matrices de
tra presentada a esa fecha, en un Museo aguas lluvias y servidas de este sector; así
de Arte Religioso de significativo valor en como la construcción del muro de conten-
Ecuador. Se realizó un importante trabajo ción, obra que se realiza con los alumnos
en la restauración del artesonado mudéjar de la Escuela Taller.
del coro y, hasta ese año, se intervinieron Los últimos años se dedican a la rea-
más de 500 obras de arte. Estaba terminada lización de obras en las galerías del Segun-
la rehabilitación integral de los jardines del do Claustro, para la instalación técnica del
Claustro Principal y se encontraban en eje- Museo. Cabe señalar que no ha sido posi-
cución los jardines del Claustro del Museo, ble intervenir en varios locales del subsue-
obras de la Escuela Taller San Andrés. lo, que dan hacia la calle Cuenca, ya que
Para 1995, ya se habían concluido y se encontraban ocupadas por almacenes
complementado las investigaciones de y otros usos. Para el montaje definitivo de
carácter histórico y arqueológico que se la obra fue necesario abordar un estudio
realizaron paralelamente a la ejecución de definitivo de la museografía y museología,
obras de restauración arquitectónica y de para lo cual se contrató profesionales en
conservación de bienes muebles iniciadas estas áreas.
en 1983, anotando resultados muy impor- Con la tercera entrega del Museo rea-
tantes para el conocimiento de la historia lizada en abril de 2002, están abiertos al
ecuatoriana. público más de 1 000 m² de área visible
Pero en 1996 todavía estaba por eje- del Museo (8 salas de exposición y 3 gale-
cutarse un 50 por ciento de las obras pro- rías), en el que se expone alrededor de 300
gramadas en 1984 y reprogramadas en obras de gran calidad, constituyéndose en
1992. Debe tomarse en cuenta que la pro- el más importante Museo de Arte Religio-
gramación inicial fue afectada, como ya se so de Ecuador en su género y uno de los
mencionó, por la inmediata reparación de más significativos de América, por el gran
40 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Estudio histórico1
Soledad Castro / Sonia Fernández
El proceso de ocupación de la Provincia de Quito fue parte de esa gran campaña en la que
el interés principal era la conquista del Imperio Inca, del que ya habían tenido noticia los
españoles.
A partir de la promulgación de las ordenanzas de Granada (1526), se dispuso formal-
mente que toda expedición de descubrimiento lleve consigo «al menos dos religiosos de
misa, para enseñanza y conversión de los naturales, y para que velasen por su buen trata-
miento; su acuerdo sería necesario para todo desembarco, población o rescate»2.
Con las ordenanzas (parte de los primeros intentos de legislación indiana) y frente a
las denuncias que llegaban al Consejo de Indias sobre los abusos de los conquistadores en
contra de los naturales, el Estado español intentaba, con la ayuda de los religiosos, contro-
lar esa situación3. En realidad, una importante corriente indigenista abanderada por los
primeros franciscanos que se establecieron en México (Los Doce Apostólicos) impulsó la
promulgación de esas primeras leyes a favor de los indígenas.
De esta manera, con la expedición de Alvarado llegaron a Quito los primeros fran-
ciscanos —entre otros, fray Marcos de Niza—, marcando con su presencia un momento
importante en la etapa de establecimiento de la Orden en lo que hoy es Ecuador.
A su llegada a la actual Riobamba, fray Marcos de Niza procedió inmediatamente a
fundar un monasterio, como lo demuestra el poder que dejó a Gonzalo Pizarro una vez
que decidió regresar a Nueva España, abandonando con ello la idea de establecerse en
Quito4 para que:
1) Tomado del estudio realizado en el Proyecto de Restauración y Puesta en Valor del Convento e Iglesia de San Fran-
cisco de Quito.
2) Lino Gómez Canedo, «Aspectos característicos de la acción franciscana de América», en Actas del II Congreso
Internacional sobre los franciscanos en el Nuevo Mundo (siglo XVI), Madrid, Editorial Deimos, 1984, p. 161.
3) La presencia de los religiosos en las huestes permitieron, además, darle a la Conquista un matiz pacificador y es-
piritual. Sin embargo, fueron tales las denuncias que siguieron llegando al Consejo de Indias que «en 1549 acordó
la suspensión de toda expedición» (Lino Gómez Canedo, op. cit).
4) Según fray Jerónimo de Mendieta, en su Descripción de la Provincia del Santo Evangelio que es en las Indias Oc-
cidentales que se llama la Nueva España, fray Marcos de Niza «partió para la Nueva España en el año de mil
quinientos y treinta y uno. Antes de llegar acá (a Nueva España) se quedó en la Isla Española, de donde se partió
44 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
... pueda tomar posesión del monasterio y poner persona que edifique la casa y resida en el monas-
terio en su lugar, e para que pueda gozar de todos los privilegios como padre espiritual de toda la
dicha custodia5...
Como es cosa sabida, el establecimiento definitivo de los franciscanos tuvo lugar solo unos
meses después, con la llegada a San Francisco de Quito de fray Jodoco Rique y fray Pedro
Gocial 6 (forma españolizada del flamenco Joos de Ricke y Goltzius, respectivamente)7.
Más allá de cualquier consideración, el arribo de los dos frailes evidencia la política
del Estado español con respecto al reclutamiento de religiosos para América. Y es que a
fin de suplir las necesidades cada vez más crecientes de religiosos en Indias, conforme
avanzaba la conquista de los nuevos territorios, la corona debió tomar una serie de medi-
das con la finalidad, por un lado, de poder cubrir esas necesidades y, por otro, de regular
debidamente su aislamiento y traslado a América.
En ese orden de cosas, en 1532, aprovechando el Capítulo General de los franciscanos
reunido en Toulouse (al que asistía fray Jodoco y, con seguridad, fray Pedro Gocial) la Reina
mandó a los...
Provinciales de nuestra Orden de estos nuestros reinos de Castilla, que cada uno de ellos provea de
enviar a las dichas nuestras Indias, en los tiempos y a las partes y provincias que por los de nuestro
Consejo de ellas les fuere señalado, un Padre celoso del servicio de Dios Nuestro Señor y vuestro, con
otros siete u ocho religiosos de su Provincia, que sean de buena vida y ejemplo para que comiencen
a plantar una custodia, en nombre de la tal Provincia donde fueren enviados8...
para el Perú, que era recién conquistado; y no hallando allí el cómodo que deseaba para convertir y doctrinar los
naturales de aquellas partes, se tornó a la Nueva España, a esta provincia del Santo Evangelio».
5) AGI, Quito, 5, [Poder que fray Marcos de Niza le dio a Gonzalo de Almagro], s.f. Se sabe con certeza que fray Marcos de
Niza vino acompañando a la expedición de Alvarado de acuerdo al testimonio que rindió en la [Probanza de las] cosas
que pasaron entre el adelantado don Diego de Alvarado y el Mariscal Diego de Almagro, AGI, Patronato 66, Ramo 6.
6) A pesar de que se ha dado por hecho de que con ambos religiosos vino también fray Pedro Rodeñas, no se ha
encontrado ninguna evidencia cierta al respecto.
7) La comunidad franciscana manifiesta que fray Jodoco Rique llega a Quito solo; Pedro Gocial lo haría después, no
especifican una fecha [N. del E.]
8) AGI, Indiferente General, 1961, Registro de Reales Cédulas, Tomo II, desde 4 de noviembre de 1530 hasta 23 de
enero de 1533, f. 200.
9) La gestión de este religioso contó, indudablemente, con el favor de la reina, quien expidió una cédula real a su favor en
los siguientes términos: «Reverendos y devotos padres religiosos, el General y Capítulo de la Orden de San Francisco,
que se ha de hacer en la ciudad de Toulouse de Francia. Fray Antonio de la Cruz, que esta os dará ha venido ahora de la
Nueva España y va a ese Capítulo a ciertas cosas de que os informará; y porque, por ser la persona que es, y haber servido
mucho en aquellas partes en la conversión de los naturales de ellas y fundación de vuestra Orden, deseo que lo que para
la conversión y aumento de ella, fuere necesario sea bien mirado y despachado, y así mismo lo que su persona tocare,
ruegos lo cigais y, en lo que os pidiere, proveais y despacheis luego, con toda brevedad y buena voluntad…». AGI, Ibíd.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 45
Así en el marco del Capítulo, fray Jodoco Rique fue autorizado por el Comisario Gene-
ral de Indias a embarcarse a Nueva España, quien (seguramente en compañía de fray Pe-
dro Gocial) se trasladó a Sevilla, en donde debió permanecer un año aproximadamente10
en espera de que la Casa de la Contratación, por cuya cuenta corrían los gastos de viaje de
los religiosos a América, apruebe su pasaje y matalotaje11.
Una vez en América, y ya en Nicaragua12, las expediciones de conquista al Perú, que
se encontraban en pleno desarrollo a la llegada de ambos religiosos, determinaron que se
dirija hacia los territorios recientemente conquistados.
Según el testimonio de Diego de Trujillo, fray Jodoco Rique desembarcó en Túmbez
en 153413. Desde allí «parece que acompañó siempre y siguió las huellas del ejército expe-
dicionario que capitaneaba Benalcázar al dirigirse a Quito por segunda vez»14.
Ya en Quito, procedió a fundar con su compañero el Convento franciscano con el
nombre de San Pablo que, en atención a la organización burocrática y administrativa de
la Orden, pasó a depender de la Provincia franciscana de la Nueva España hasta 1538, año
en que se estableció la Custodia de San Pablo de Quito, sujeta en este caso a la Provincia
de los Doce Apóstoles de Lima. Solamente, el 29 de mayo de 1565, el Capítulo General de
la Orden, reunido en Valladolid, dispuso la erección de la Custodia de San Pablo de Quito
en Provincia.
Fray Jodoco Rique fue «un típico humanista del Renacimiento», pero, a diferencia de Las
Casas y de Niza —según Arturo Roig— el fraile franciscano no luchó a favor de la autono-
mía relativa de los indígenas en contra del conquistador y encomendero, sino en contra
del poder monárquico. Y es que si bien en Europa el Humanismo se expresó como el retor-
no al pleno valor de la personalidad humana, «en América la humanidad indígena fue la
10) A pesar de que una vez en España obtuvo de la reina una cédula dirigida a los oficiales de la Casa de Contratación
en la que les manifiesta que: «Fray Jodoco de Cante, natural del mío condado de Flandes, de la Orden de Sant
Francisco, con voluntad de servir a Nuestro Señor, quiere pasar a la nueva España para emplear su persona en la
conversión y doctrina de los materiales della, trae obediencia del General de su Orden; por ende, yo vos mando en
su pasaje le favorezcáis y para en la cuenta de los religiosos de Sant Francisco, a quien tenemos mandado que se
de pasaje y matalotaje hasta la Nueva España, en lugar de los que dellos estuvieren por pasar, nombréis al ducho
fray Jodoco de Gante y lo hagáis proveer de lo que hubiere de haber…». AGI, Ibíd., Medina del Campo, 19 de julio
de 1532.
11) Consta que en junio de 1533 el tesorero de la Casa de Contratación, Juan Tello entregó: «a Fr. Juan de San Antonio,
Fr, Eustaquio, Fr. Esteban, Fr. Dionisio, Fr. Juan de Letran, Fr, Francisco Salinero, Fr. Juan de Santa Cruz, Fr. Simón,
Fr. Pedro Cocheo, Fr. Roque, Fr. Honorato, Fr. Antonio Saco, Fr. Juan de Tertanga, Fr. Juan de Padilla, Fr. Bartolomé
de Valencia y Fr. Miguel de Parma, 32.0000 maravedises para su mantenimiento hasta la Española, quedando por
pagar otros cinco religiosos a cuenta de los 21 que se espera lleguen a Sevilla», AGI, Contratación, 4675 A, Cuader-
no 5, ff. 79-79v.
12) Véase Fernando de Cózar, Descripción Inédita de la iglesia y Convento de San Francisco de Quito, publicada por
Alfredo Flores Caamaño, Lima, Talleres Tipográficos de La Tradición, 1924, p. 1.
13) Véase Diego de Trujillo, Relación del descubrimiento del Reyno de Perú, Sevilla, Editada por Raúl Porras Barrene-
chea, 1948.
14) Fray Francisco María Compte, Varones ilustres de la Orden seráfica en el Ecuador, desde la fundación de Quito hasta
nuestros días, Imprenta del Gobierno, Quito, 1883, p. 4.
46 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
16) Para esta parte nos hemos basado en Lazaro Iriarte, Historia Franciscana, Valencia, ed. Asís, 1979.
17) Federico González Suárez, Historia general de la República del Ecuador, I, Quito, Edit. Casa de la Cultura Ecuato-
riana, 1969, p. 1070.
18) Frank Salomón, «Crisis y transformación de la sociedad aborigen invadida (1528-1573)», en Nueva Historia del
Ecuador, Vol. 3, Quito, Corporación Editora Nacional-Grijalvo Ecuatoriana, 1983.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 47
lado, las procesiones organizadas por los franciscanos —una cada ocho días— desperta-
ron el fervor popular y atrajeron a San Francisco a los vecinos de la ciudad.
Sin embargo, ya a partir de 1565, con la política reguladora del Obispo de la Peña, los
franciscanos tuvieron que enfrentar abiertamente la oposición del Clero Secular, que se
expresó en un permanente conflicto de jurisdicciones con la Orden hasta la segunda mitad
del siglo XVIII, cuando el Estado español dispuso la total secularización de las doctrinas.
Ahora bien, para la cristianización de indígenas urbanos los franciscanos aplicaron
un programa de apostolado que incluyó, por un lado, la creación de una escuela para in-
dígenas, que retomó la misma línea de orientación humanista, práctica y manual de la Es-
cuela de San José de Naturales fundada por fray Pedro de Gante en México y, por otro lado,
el establecimiento de cofradías, que constituyeron un eficaz medio de evangelización de
los naturales. Pero además, ateniéndose a uno de los métodos de adoctrinamiento inspi-
rados en España, que consistió en brindar atención preferente a los señores principales y a
sus hijos, para que a través de ellos se pudiera extender rápidamente a la sociedad indíge-
na el cristianismo, la Orden se vinculó con las élites inca y local, acogiendo en el Convento
a la descendencia de Atahualpa, a los caciques que vivían en el barrio de San Sebastián,
así como a los caciques de las comunidades indígenas situadas dentro de las cinco leguas
alrededor de Quito. De los franciscanos, entonces, dependió la evangelización de una élite
nativa poderosa, con enorme capacidad de liderazgo sobre las comunidades indígenas.
Desde que comenzó la preocupación por la cultura artística del período colonial sudame-
ricano, el Convento de San Francisco de Quito ha motivado un enorme interés entre diver-
sos historiadores del arte.
José Gabriel Navarro puso mucho esmero en la descripción pormenorizada del or-
namento arquitectónico del edificio, que le conjugó con un importante trabajo de inves-
tigación histórica-documental que hicieron de él —parafraseando a Damián Bayón— la
persona más calificada para hablar de la historia de los hechos de San Francisco19.
Para este autor, este monumento religioso acusa en su composición una fuerte in-
fluencia del arte español. Encontró muy parecida su fachada a la de El Escorial lo que,
entre otras cosas, le llevó a atribuir los planos a Juan de Herrera y a pesar de su posición
manifiestamente hispánica encontró en San Francisco otras fuentes de influencia estética,
sin presentar lastimosamente ninguna explicación coherente de su configuración.
Con respecto al aporte autóctono Navarro es categórico al afirmar que:
... la manera como se realizó la conquista de América y el modo tan español que se tuvo en colonizar-
la, hicieron que no se aprovechare absolutamente de aquel elemento genuinamente americano para
que, completado con la ciencia y experiencia del arte civilizado europeo, diere frutos que hubieren
podido constituir una verdadera revelación por lo nuevos y originales (1952: IV: 6).
19) Bayón –con quien las autoras de este capítulo no están de acuerdo, al menos en este punto– le concede ese mérito
a Marco Dorta en Sociedad y arquitectura colonial sudamericana, España, Ed. Gustavo Gili, 1974, p. 41.
48 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
A partir de Navarro se inauguró lo que fue una larga discusión académica con res-
pecto a San Francisco: determinar el parentesco estético del monumento con sus posibles
similares europeos.
Marco Dorta, responsable de los capítulos 11 al 17 del Tomo I de la Historia del Arte
Hispanoamericano, de Angulo Íñiguez, define a la Iglesia de San Francisco como «templo
esencialmente mudéjar», aunque también «encuentra (...) patente el influjo del arte fla-
menco» (1945: I: 598).
En la búsqueda incesante de los orígenes estilísticos de San Francisco, no se pasó por
alto la reflexión sobre una posible influencia del gótico. Si Navarro vio «decoraciones pro-
pias del gótico» en «los doseletes donde se encuentran colocadas las estatuas que adornan
el segundo cuerpo» de la fachada fraciscana (1929: 214), Dorta la encontró en la iglesia «en
los arcos apuntados que forman el crucero» (1945: 599).
Pero, sin duda, fue Jacinto Jijón y Caamaño quien más resaltó su influjo al recono-
cerlo no solo en los arcos del crucero sino «en el trazo de la planta y la proporción de la
ancha nave central con respecto a las angostas laterales...» (1976: 10). A pesar de que esta
observación (en lo que respecta a la planta) es hoy insostenible, este autor tiene el mérito
de haber buscado no solo en los elementos decorativos, sino en la organización espacial
(aspecto casi siempre olvidado por la historiografía tradicional) la explicación de los orí-
genes estéticos de San Francisco.
Sin embargo, en las últimas décadas la opinión generalizada entre los historiadores
del arte es que San Francisco «ofrece un repertorio interesante para caracterizar el manie-
rismo como transición al barroco» (Vargas: 1982: 35).
El origen de esta propuesta se remonta en realidad a la obra de Angulo Íñiguez quien,
tal como lo advirtieron José de Mesa y Teresa Gisbert, fue el primero en mostrar el influjo
de Serlio en la arquitectura hispanoamericana (1983: 68).
El mismo Dorta detectó la presencia de ciertos elementos manieristas en San Fran-
cisco, aunque sin haber desarrollado una reflexión sistemática al respecto. Según Santiago
Sebastián «el ilustre historiador (Dorta) notó la vinculación de la portada que comunica al
Claustro con la capilla de Villacís a las portadas de ‘obra rústica’ de Serlio» (1964:116).
En la crítica arquitectónica el uso del término manierismo atravesó por distintas fa-
ses, la primera poco favorable: se acusaba a Serlio (considerado el teórico del manierismo)
de haberse «alejado de las normas lógicas de la naturaleza», que habían sido la fuente de
inspiración de la arquitectura clásica.
Así, solo a principios de siglo se inicia una «revalorización del manierismo arquitec-
tónico como movimiento estilístico en sí mismo», que desembocará en «un intento de
reducir la aceptación de formas que denote hechos arquitectónicos específicos y no solo
un clima de conjunto» (Battisti: 1984: 150).
Un buen ejemplo son los trabajos de Santiago Sebastián, Teresa Gisbert y José de
Mesa20, quienes además fueron los primeros en sugerir la influencia del manierismo en el
20) Véase de Santiago Sebastián La ornamentación arquitectónica en Nueva Granada, Tunja, 1966; «La influencia
italiana en la arquitectura de Bogotá», en Archivo Español de Arte, 152, Madrid, (1956), pp. 321-326; «La huella
italiana en la arquitectura colonial de Colombia y Ecuador», en Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y
Estéticas, Universidad Central de Venzuela, Caracas, Nro. 12 (noviembre, 1971), pp. 45-75; «Notas sobre la arqui-
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 49
tectura manierista en Quito», en Boletín del..., Nro. 1 (enero, 1964), pp. 113-120; «La influencia de los modelos
ornamentales de Serlio en Hispanoamérica», en Boletín del..., Nro. 25 (diciembre, 1983), pp. 30-67.
De Teresa Gisbert y José de Mesa, «La iglesia de las Carmelitas de Cochabamba», en Anales del Instituto de Arte
Americano e Investigaciones Estéticas, 7, Buenos Aires, 1954; «El Convento de Capuchinos en Antigua, Guatema-
la», en Anales del..., 16, Buenos Aires. 1963: «Un diseño de Bramante realizado en Quito». En Boletín del..., Nro. 25
(diciembre, 1983), pp. 68-73. Este artículo, tal como lo indican los autores, es la reimpresión revisada y aumentada
de uno publicado en Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, I, 1961.
21) Un estudio prolijo acerca de la forma como se difundió el Tratado de Serlio en Hispanoamérica véase en Santiago
Sebastián «La influencia de los modelos ornamentales de Serlio en hispanoamérica», Boletín del Centro de Inves-
tigaciones Históricas y Estéticas, Caracas, Nro. 25 (diciembre, 1983).
22) Con este nombre se fundó el Convento y se le conoció así hasta las primeras décadas de la segunda mitad del siglo XIX.
52 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
23) J. M. Ots Capdequi, El estado español en las indias, México, Fondo de Cultura Económica, 1976, p. 26
24) Frank Salomón, Los señores étnicos de Quito en la época de los Incas, Nro. 10, Colección Pendoneros. Editorial
54 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
26) Rosemarie Terán Najas, Factores dinámicos en el desarrollo urbano de Quito colonial, inédito, 1991.
27) Frank Salomón, Los señores étnicos..., op. cit. pp. 157-159.
28) Fernando de Cozar, Crónica..., op. cit. Precisamente esta cita es utilizada por Salomón como importante evidencia
documental para determinar la ubicación del recinto inca en el barrio de San Francisco-San Sebastián. Testimo-
nio escrito que en el marco del proyecto de Restauración de San Francisco ha sido sometido a la correspondiente
demostración arqueológica, cuyos resultados todavía no se conocen.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 55
El proceso constructivo
29) Ricardo Descalzi, La Real Audiencia de Quito. Claustro en los Andes, Vol. I, Siglo XVI, España, Seix y Barral, 1978.
30) AM/Q Libro de Cabildos, Tomo I, gf. 124, Quito, 17 de junio, 1538.
56 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
las condiciones arquitectónicas desventajosas que presentaba Quito (por ejemplo, ausen-
cia de mano de obra calificada, falta de materiales de construcción, etc)31 y los ingresos
escasos de la Orden, provenientes en su mayoría de la limosna piadosa; a pesar de que
la corona, mediante una Cédula Real había señalado, en 1552, que de las Cajas Reales se
entregue para la construcción de los conventos franciscanos una suma correspondiente a
la tercera parte de su costo total.
En 1555, de acuerdo a una Provisión Real, se mandó que los oficiales reales den a los
franciscanos la suma de 1 500 pesos de oro para que reparen el «techo pajizo» de la iglesia
provisional, que poco tiempo atrás se había caído, a fin de que «no se dexe de celebrar en
ella el culto divino»32.
Sin embargo, independientemente de esa orden —que se hizo efectiva recién en 1564—,
a partir de ese mismo año y hasta 1567 los franciscanos recibieron la suma de 1 632 pesos, en
este caso, para la construcción definitiva de la iglesia. En ese mismo año se terminó de cons-
truir su caja muraria envolvente que, de todas las dependencias conventuales, fue la primera
en edificarse.
En realidad, la construcción de la casa o Claustro Principal, seguramente, comenzó
muy poco tiempo después; en la Descripción de la ciudad de Quito del arcediano Pedro Ro-
dríguez de Aguayo, escrita a finales de la década de 1560, el cronista se refiere al Convento
franciscano como de «bien labrado, con buena iglesia de piedra y la casa comenzada33. Y
ya en 1572, fray Pedro de la Peña decía que en Quito «ay un monasterios de San Francisco
muy bien modificado de yglesia y casa a donde rreside la mayor parte del tiempo fray Mar-
cos Jofre provincial y el guardián (...) fray Antonio Jurado»34.
Para ese año se encontraba levantada la primera de las cuatro galerías del Claustro
Principal, esto es la galería del dormitorio o de las celdas de los religiosos, seguramente la de
su lado oriental. Y es que la comunicación directa desde las celdas con el coro, adonde los re-
ligiosos debían acudir varias veces al día a orar y la necesidad de crear un ambiente de clau-
sura interior, debieron condicionar el inicio de la construcción del Claustro por ese lado.
Siguiendo con la secuencia cronológica de la construcción, la descripción del Con-
vento en 1583 de Toribio de Ortiguera ilustra perfectamente el estado arquitectónico en
que se encontraba para ese año:
... un Convento de San Francisco con uno de los mejores templos del reino, y gran Claustro, y otro
31) Recién el 14 de abril de 1551 Rodrigo Núñez de Bonilla solicitaba al Cabildo abrir una calle hacia la cantera del
Pichincha (que hasta ahora se conoce como la calle de la Cantera) para poder traer la piedra necesaria para las
construcciones (Ricardo Descalzi. La Real Audiencia... op. cit., p. 168). Con respecto a la mano de obra en la Re-
lación Anónima de la Ciudad de Quito de 1573, el cronista evidencia esa falta al referirse a las casas del Ayunta-
miento como de «poco edificio y malo, porque se labraron al principio que se pobló la tierra, donde no había la
comodidad de oficiales que hoy hay. Suelo hay en que se puede edificar: no se ha hecho, por los pocos propios
que la ciudad tiene». Anónimo, «La Cibdad de Sant Francisdo de Quito 1573», en Relaciones Geográficas de Indias,
Tomo III, Imprenta de los Hijos de M.G. Hernández, Madrid, 1897.
32) AM/Q Provisión real por la que se ordena terminar la obra de la Iglesia de San Francisco de Quito, Oficios o Cartas,
Vol. V, Quito, 7 de febrero de 1567, pp. 363-364.
33) «Descripción de la ciudad de Quito y vecindad de ella, por el Arcediano de su iglesia, licenciado Pedro Rodríguez
de Aguayo», en Relaciones Geográficas de Indias, Tomo III, p. 609.
34) AGI, Escribanía de Cámara, 912 A, Informe del Obispo de Quito Fr. Pedro de la Peña al Rey, 1572.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 57
algo menor, todo de cal y canto y ladrillo, con la techumbre de la iglesia de cedro, enlazada como la
iglesia mayor. Ricas portadas de cantería, y lindos y adornados retablos y muchas capillas de caba-
lleros vecinos y conquistadores de aquella tierra, dorados los artesones de la capilla mayor y coro,
con un recibimiento y plaza de gran majestad, con jardines, huertos y fuentes que le dan mucho
lustre: que en España, en pueblos de buena con mucha anchura35.
En definitiva, tenemos que en un lapso de treinta años —entre 1555 y 1583— se cons-
truyeron la iglesia, el Claustro Principal y otro más pequeño, conocido con el nombre de
Claustro de Servicios, junto al primero por el lado occidental, que, descritos en su conjun-
to, ya dan cuenta del carácter monumental de San Francisco, clara expresión del poder
religioso y social que la Orden alcanzó durante el siglo XVI.
La actividad misionera y doctrinal de los franciscanos, sin embargo, determinó, por
la misma época, la introducción en ese esquema de dos dependencias más: el Colegio de
San Andrés fundado en 1552 con el nombre de Colegio de San Juan Evangelista36 y la capi-
lla de la Cofradía de la Veracruz de Naturales.
Creemos que, dadas las circunstancias iniciales, el Colegio San Andrés debió haber
funcionado en una construcción provisional hecha ex profeso. Sin embargo, para 1572 ya
se componía de un Claustro y una iglesia, al lado sur del conjunto conventual.
En cambio, la capilla de la Cofradía de la Veracruz de Naturales no es otra que la Capi-
lla de Cantuña, que dio lugar a la famosa leyenda sobre el indio Cantuña (del que proviene
su nombre) y que fue narrada por primera vez por el padre Juan de Velasco en su Historia
del Reino de Quito37. De acuerdo a una probanza de los indios de la Veracruz de Naturales38,
esta capilla fue hecha por los propios indígenas cofrades, quienes comenzaron su cons-
trucción poco antes de 1581. A finales del siglo XVII los derechos sobre el uso de la capilla
fueron traspasados a la Tercera Orden Franciscana y a la Cofradía de la Virgen de los Dolo-
res, que había despertado para entonces una enorme devoción entre la feligresía quiteña.
Para la segunda mitad del siglo XVIII, la actividad constructiva se desplegó en tres
frentes: complementación de trabajos en la iglesia, que determinaron cambios cualita-
tivos en su configuración; adecuación de nuevas dependencias en los Claustros existentes
y la edificación de tres Claustros más (el llamado de la sacristía, el segundo y tercero, junto
al Principal).
De esta visión del proceso se podría decir que su construcción no dependió de un
plan arquitectónico unitario, ya que sus diferentes partes se fueron haciendo paulatina-
mente en conexión con ciertos acontecimientos. Sin embargo, llama la atención que, a
pesar de ello, se logró crear un todo armónico y articulado de masas.
35) Toribio de Ortiguera, «Jornada del Río Marañón con todo lo acaecido en ella, y otras cosas notables dignas de ser
sabidas, acaecidas en las Indias Occidentales», en M. Serrano y Sanz, Historia de Indias, Tomo II de la Biblioteca
de Autores Españoles, Madrid, 1909, p. 326.
36) AGI, Quito, 46, [Probanza hecha a pedimento del Convento de San Francisco de Quito], Quito, 8 de julio de 1557, f.3.
37) Juan de Velasco, Historia del Reino de Quito, II, Biblioteca de Autores Ecuatorianos, Guayaquil, Ariel, s.a., pp. 123-
126.
38) ABC/Q. Audiencia de Quito, Nro. 23. Tira 10. «Los diputados de la Veracruz de la ciudad de San Francisco de Quito,
sobre que se haga merced a la cofradía della de alguna limosna y gracias», Quito, 20 de febrero, 1587.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 59
41) Este gran espacio abierto, rectangular, de 95 metros de largo por 12 de ancho, se desplaza a lo largo del conjunto
conventual sobre una plataforma de 14 metros de altura. Tiene un pretil o pasamano que se interrumpe en el cen-
tro en donde está la escalera cóncava-convexa, copia de un diseño de Bramante recogido y publicado por Serlio,
que sirve para acceder a él desde la enorme plaza franciscana.
43) No sabemos exactamente cuándo. En todo caso en 1640 el Colegio San Andrés ya había dejado de funcionar, de
allí que el mismo fray Fernando de Cozar en su Descripción de la iglesia... se refiere a este espacio conventual al
describir el Atrio.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 61
La iglesia Mayor
44) Fernando Checa y José Miguel Morán, El barroco, Madrid, Ediciones Istmo, 1985, p. 252.
45) Ibíd.
62 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
desde mediados del siglo XVI en Quito. Pero, como lo expresa Damián Bayón, en el análisis
del conjunto, los resultados, en ningún caso, pueden ser iguales al modelo. En el crucero
los arcos ojivales asentados sobre las cuatro columnas indican la pervivencia de elemen-
tos góticos que han dado lugar a cambios en la forma, pero que se funden con la planta
manierista de una forma muy interesante, produciendo una simbiosis armónica de esti-
los. El artesonado mudéjar, elemento peninsular que cubría totalmente la techumbre de
la iglesia (coro, nave central y crucero), debió producir esa tensión dialéctica entre espacio
y envolvente.
Pero el clima de lujo y brillantez que reflejan actualmente los retablos dorados, la
abundancia decorativa de los muros, es un fenómeno posterior que se inició, seguramen-
te, con las primeras décadas barrocas en España (1600).
En este sentido, hay que considerar la incidencia que tuvo sobre la decoración la anti-
gua costumbre europea trasladada a América de ceder las capillas a particulares a cambio
de donativos —casi siempre en forma de capellanías—, entregándoles derechos exclusi-
vos sobre su uso, lo que convertía al particular en su virtual propietario, y por supuesto
dándole entre estos derechos el de decorarlo a su manera. Este sistema debió condicionar
el lenguaje artístico e iconográfico de la iglesia, dependiendo en un caso del gusto estético
de unos cuantos particulares, y en otro, de sus devociones.
Con relación al altar mayor, su construcción definitiva se inició en 1619 y terminó en 1625.
Luego, con la introducción de los grandes retablos arquitectónicos y la superabundancia decora-
tiva en otros elementos, se hizo presente en la iglesia el lenguaje barroco de la Contrarreforma,
de cuyo espíritu se impregnó el pensamiento teológico quiteño a partir del Concilio de Trento.
Aunque no se tiene la documentación necesaria para establecer de forma precisa la
dinámica iconográfica que caracterizó a este espacio conventual, se sabe que ya para la
década de 1620 la distribución de capillas en San Francisco había sufrido profundas mo-
dificaciones. Así, para 1630, se registraron en la iglesia las siguientes capillas: la de Santa
Marta, de la Resurrección y Santa Ana, de la Limpia Concepción —al lado derecho del cru-
cero—, la de Santa Catalina, que colinda con la de la Cofradía de San Antonio de Padua46, la
de San Joan Bautista y la de la Cofradía de San Eloy Platero —establecida en San Francisco
en el año de 1585— cuya ubicación, como de la anterior, se desconoce.
Entendida la iglesia como una estructura, cada parte participa, en cierta forma, del carác-
ter excepcional y sagrado que otorgan los fieles al púlpito y el confesionario47.
En América, la prédica fue uno de los métodos más utilizados para adoctrinar a los
indígenas. En tal virtud, los púlpitos ocuparán en sus iglesias un lugar preferente y tendrán
un enorme valor estético como elementos ornamentales, destacando por sus grandes di-
mensiones sobre el resto.
De acuerdo a Marco Dorta, la construcción del púlpito en San Francisco no es ante-
rior a 1650; sin embargo, en el título de posesión de la capilla de la Limpia Concepción de
Joan López de Galarza, de 1619, aparece mencionado como punto referencial en el seña-
lamiento de linderos de la capilla.
46) AGOFE/9-1 VI, Donación del negro Joseph... [para el servicio de la capilla de San Antonio], 16 de enero de 1632.
Considerado por los historiadores del arte como unos de sus elementos manieristas
más destacados, está decorado con tres figuras que sostienen la tribuna, una cuarta que
está colocada en el arranque de la escalera y una quinta que remata la barandilla.
La Capilla de Cantuña
49) Bula de la Vera Cruz de Naturales [otorgada por Sixto V; más copia no coetánea], Roma, 8 de junio de 1588.
50) Carlo Ginzburg, Pesquisa sobre Piero, España, Muchnik Editores, 1984. p. 33.
51) AGOFE/6-1 [Libro de actas capitulares y definitoriales de la provincia franciscana], Sesión del 22 de julio, 1719, f.
198 v.
66 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Fuerza de trabajo
Los maestros arquitectos del conjunto conventual
Uno de los temas centrales de reflexión sobre San Francisco ha girado alrededor de la
preocupación por identificar al posible autor del diseño de unos hipotéticos planos del
monumento. Preocupación que responde a la tendencia general de la historia de la arqui-
tectura, basada en el esquema esteticista que percibió la arquitectura como «expresión
individualista» y no como fenómeno social.
Así, fue frecuente buscar entre los arquitectos españoles, residentes en España, a los
responsables del diseño de ciertas obras americanas. En ese marco, hace unas décadas Na-
varro atribuyó a Juan de Herrera, el famoso arquitecto de El Escorial, los planos de San Fran-
cisco. Este planteamiento carece, hoy, de todo fundamento52. Para el caso mexicano Kubler
sostiene que:
En primer lugar los constructores europeos no confiaban tanto en los dibujos arquitectónicos. Existían
muy pocas de las convenciones del dibujo arquitectónico, las existencias se referían a las nociones más
generales de los parti (partidos arquitectónicos) y el plano. La previsión gráfica exacta de los detalles
de la construcción era imposible en el siglo XV. En segundo lugar, la abundancia de documentación
oficial de la Colonia no contiene referencias a dibujos hechos en España para su uso en América53.
52) Quien sostuvo por primera vez esta tesis fue José Gabriel Navarro. Benjamín Gento Sanz dedicó algunas páginas
de su obra a invalidar tal hipótesis. Historia de la obra ..., op. cit.
53) George Kubler, Arquitectura mexicana del siglo XVI, México, Fondo de Cultura Económica, 1982, p. 111.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 67
54) Para toda esta última parte véase Ramón Gutiérrez y Graciela M. Viñuales, «San Francisco de Quito», en Trama,
Revista de Arquitectura, 1, pp. 36-38.
68 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
constituyeron en Quito, al igual que en otras ciudades americanas, las dos vías más im-
portantes de transmisión de conocimientos arquitectónicos y que le dieron a esta mani-
festación artística un carácter profesional. Así, desde 1550 hasta mediados del siglo XVII
encontramos vinculados a los grandes proyectos religiosos a hábiles maestros europeos,
que desde allí difundieron sus conocimientos55; principalmente, a los mismos religiosos
que, como en el caso de fray Antonio Rodríguez, van a cumplir un papel protagónico en la
evolución arquitectónica de Quito, de la segunda mitad del siglo XVII.
Así, en el caso de San Francisco, la administración y dirección de la obra dependió
de los mismos religiosos, escogidos entre los más hábiles o con conocimientos arquitec-
tónicos. Entonces, si al principio el mérito de su diseño le correspondió a un arquitecto
español, las transformaciones y añadidos posteriores estuvieron a cargo de diestros maes-
tros arquitectos franciscanos. De los que se conocen hasta mediados del siglo XVII, fray
Francisco Benítez que, en 1627, se le calificaba como «maestro de arquitectura en todo
género de obras»56, y el mismo fray Antonio Rodríguez que, con otros, fue una importante
pieza de administración arquitectónica de la ciudad, en especial para la segunda mitad
del siglo XVII.
La enorme empresa constructiva iniciada en Quito requirió una ingente cantidad de mano
de obra indígena que fue enrolada a la construcción, principalmente por medio de dos
instituciones: la encomienda y la mita.
La encomienda responsabilizó al encomendero la instrucción religiosa de un cierto
número de indígenas a él señalado, a cambio de lo cual estos se obligaban con aquel al
pago de una determinada cantidad de tributos, ya sea en dinero o especie, y a la prestación
de su fuerza de trabajo para el laboreo en el campo, la construcción de casas y otros. Pero,
por los enormes abusos de los encomenderos, se empezó a prohibir el servicio personal
como forma de pago de tributos.
A partir de entonces, paulatinamente, la mita sustituyó a la encomienda, convirtién-
dose en una eficaz forma de obtención de mano de obra indígena. La mita «debe ser en-
tendida como la obligación que tenían las comunidades indígenas de facilitar mano de
obra en forma rotativa, para la realización de trabajos en las minas, en las tareas agrícolas,
en las obras públicas y en servicios de carácter personal, a cambio de un salario»57.
En el distrito de Quito, un quinto de los indios de cada pueblo estaba obligado a acu-
dir a la ciudad a prestar sus servicios en algunas de las tareas enumeradas. Las órdenes
55) A propósito del arquitecto Marcos de Guerra, el padre Pedro Mercado manifestaba que «con ocasión de hacer
las obras de nuestro colegio enseñó a otros y de su enseñanza salieron grandes oficiales, con que se le deben al
hermano Marcos, no solo los edificios que él fabricó a gloria de Dios, sino también los que han edificando sus
discípulos». Pedro Mercado, Historia de la Provincia..., Tomo 4, p. 108, en Arte ecuatoriano, Volumen 2, España,
Salvat Editores Ecuatoriana, 1985.
56) AGI/Colección Vacas Galindo, 4ta Serie, vol. 7, pp.292-307, en Arte Ecuatoriano, op. cit.., p. 62.
57) Nicanor Jácome, «Economía y sociedad en el siglo XVII», en Nueva Historia del Ecuador, Época colonial I, Volu-
men 3, Quito, Corporación Editora Nacional/Editorial Grijalvo Ecuatoriana, 1989, p. 156.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 69
religiosas, en general, se beneficiaron del sistema de la mita, lo que les permitió asegurar
abundante mano de obra para la edificación de sus conventos, siendo una práctica común
solicitar a la Audiencia asignaciones extraordinarias de mitayos.
Al margen de esta fuerza de trabajo, también se enroló a la construcción un tipo de
fuerza de trabajo voluntaria y asalariada. Se trata de los yanas o yanaconas, «cuya capacidad
productiva es aprovechada directamente por el español que obtiene mano de obra barata
mientras el indígena aislado del sistema se favorece por la exclusión de la mita y el tributo»58.
Ya dentro del proceso constructivo, los yanaconas desarrollaron las actividades de
mayor especialización, a diferencia de los mitayos a quienes se les asignó las tareas más
duras, por ejemplo, el acarreo de materiales de construcción, a veces desde lugares muy
apartados de la ciudad.
El caso de Jorge de la Cruz, mitima, y de Francisco Morocho, su hijo, es muy ilustra-
tivo. Originarios de Guaclachiri, comunidad en el Perú, dada en encomienda al español
Diego de Carvajal, se trasladaron con él a Lima, en donde aprendieron la construcción de
casas al estilo europeo. Con este español llegaron a Quito acompañando a las tropas espa-
ñolas que venían a sofocar el movimiento de Gonzalo Pizarro. Una vez en Quito y muerto
Carvajal, fueron contratados por los franciscanos para la construcción del Convento en
donde trabajaron por más de 20 años. Bajo su dirección estuvo la construcción de la iglesia
y el coro. Los dos debieron ser hábiles constructores ya que, a más de estos trabajos, tuvie-
ron a su cargo otras obras e inclusive, en 1625, Francisco Morocho, ya viejo, fue contratado
para dirigir la construcción de la iglesia del Convento de los franciscanos en Riobamba59.
Si en el caso de Jorge de la Cruz y Francisco Morocho los conocimientos arquitectó-
nicos los recibieron en Lima, el aprendizaje del resto de yanaconas que servían en el Con-
vento se debió, en parte, al Colegio San Andrés. De esta manera, los franciscanos pudieron
contar con mano de obra especializada para le edificación del Convento, cuya construc-
ción, no se sabe si coincidencialmente, se inició pocos años después de fundado el Cole-
gio. La habilidad de los indígenas, aspecto reiterativamente exaltado por los españoles,
determinó que, posteriormente, se les contrate como «oficiales o maestros» del Colegio.
Sin embargo, no toda la destreza desarrollada por los indígenas fue producto de la acción
hispanizadora. La tradición prehispánica, relacionada con el conocimiento de ciertos ofi-
cios, tuvo mucho que ver con ello.
Ahora bien, tratándose de fuerza de trabajo asalariada, los franciscanos estaban obli-
gados a pagar a los yanaconas una determinada suma de dinero, previamente convenida
entre las partes60. Sin embargo, aduciendo que el Convento no tenía rentas suficientes con
qué pagarles y a fin de compensarlos de alguna manera, se intercedió varias veces ante el
Cabildo y particulares para que, por vía de limosna, se les asignaran ciertas tierras, donde
pudieran construir sus casas y sembrar los productos para su sustento.
60) Según Cédula real expedida en 1550, los yanaconas «no debían servir a persona alguna si no fuere de su voluntad
y pagándoles su trabajo, aquello que merecen justamente». AM/Q, Libro de Cédulas Reales, Volumen IX, p. 136.
70 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
El financiamiento
Poco se puede decir sobre este aspecto, ya que un registro pormenorizado de los gastos
por concepto de las obras en el Convento se tiene solo a partir de finales del siglo XVII. Ello
hace difícil establecer, para esa época, de dónde provinieron los fondos de la construcción,
sus montos, quién los administraba, qué significado tuvieron con relación a toda la eco-
nomía conventual.
Como lo advierte Rosemarie Terán61, para finales de ese siglo, la Provincia y el Con-
vento mantenían cuentas separadas de sus finanzas administrativas por un síndico nom-
brado para cada caso. Los ingresos de la Provincia provenían principalmente de los benefi-
cios doctrinales; en cambio, el Convento Máximo se sustentaba de los ingresos por censos
y limosnas.
Según se ha podido establecer, una parte de los ingresos de la Provincia se destinaba
a las obras de construcción y reparación del Convento, cuyas cuentas eran llevadas en los
denominados Libros de Obra. Sin embargo, no se sabe desde cuándo estuvo a cargo de la
Provincia la administración de los gastos de las obras conventuales. Bien puede haber sido
solo a partir de las primeras décadas del siglo XVII, cuando recién, parece ser, empezó a
percibir ingresos regulares por concepto de los beneficios doctrinales62.
En el siglo XVI el financiamiento de la construcción debió depender fundamental-
mente de la limosna piadosa y de las asignaciones por cuenta de la Real Hacienda63. Aun-
que, las cofradías y los particulares, que tenían en la iglesia sus capillas propias, debieron
gastar buen dinero en la construcción, mantenimiento y decoración de éstas.
61) Rosemarie Terán, Censos y capellanías en Quito y en el caso del Convento de San Francisco. Primera mitad del siglo
XVIII, tesis de maestría de la FLACSO, Quito, 1988, inédito.
62) Y es que hasta principios de este siglo, cada doctrinero manejaba, individualmente, los estipendios que recibía
por la evangelización de los indígenas. En virtud de los abusos que tal práctica había dado lugar, la corona mandó
en 1578 que los conventos se encarguen de su administración, entregando a los doctrineros solo lo necesario para
su sustento. Orden que, seguramente, no se cumplió porque, en 1618, volvió la corona a insistir sobre lo mismo.
63) Entre 1555 y 1567, la Real Hacienda entregó asignaciones periódicas, aunque muy bajas, a los franciscanos para
invertir en la obra del Convento.
La Orden de San Francisco en los siglos XVII y XVIII
Doctrinas franciscanas
A lo largo de los siglos XVII y XVIII, la vida conventual se vio matizada por una serie de
acontecimientos. Algunos emanaron del seno mismo de la comunidad y otros surgieron
por querellas con el clero secular (curas dependientes del Obispado).
Recordemos que la corona entregó la carga de la evangelización de los indígenas del
nuevo continente a las Órdenes Mendicantes. En un primer momento, y a falta de los se-
culares, la acción de los frailes fue muy apreciada. Pero muy pronto surgieron diferencias
por sus respectivas competencias; con la creación y fortalecimiento del Obispado, se inició
un proceso encaminado a recuperar los espacios de catequesis usurpados por los frailes.
Como se mencionó, la Orden, a través de la evangelización, logró un control directo
sobre las fuerzas productivas. Entre los años de 1535 y 1565, los indígenas que poblaron la
ciudad de Quito fueron formados en el Colegio San Andrés en diversos oficios (carpinte-
ros, herreros, pintores), y utilizados para trabajos en el Convento. Pero además de la utili-
dad práctica, este instituto educativo se convirtió en la fuente de formación bicultural de
las élites indígenas que, como bien anota Frank Salomón, «representaban, no solamente
el interés, sino también la cultura del Estado Colonial»64.
Una vez consolidado el Obispado, se inició un proceso encaminado a desplazar a
los frailes, que para los franciscanos representó tres momentos importantes. Veamos cada
uno de estos, con sus circunstancias particulares y sus efectos.
64) Frank Salomón, «Crisis y transformación de la sociedad aborigen invadida», en Nueva Historia del Ecuador. Vol. 3,
Época Colonial I, Corporación Editora Nacional-Grijalbo, Quito, 1988, p. 113.
72 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Si al finalizar el siglo XVI, como queda expresado, los seculares recuperaron al menos en
parte los beneficios inherentes a sus funciones, no es menos cierto que la independencia
establecida por los franciscanos respecto del Ordinario se acrecentó, pues el Provincial
nombraba a los frailes que debían ir a los curatos, sin permiso del Obispado.
Por este motivo, durante algunos años se mantuvo una querella con el obispo que
intentaba disminuir el poderío de los franciscanos; finalmente terminada la controversia,
el obispo fue el perdedor, pues su intento fallido de conseguir mayor injerencia y control
sobre la Orden franciscana sirvió para que el presidente de la Audiencia redimiera con
mayor fuerza su capacidad de intervenir en asuntos de la Iglesia.
En la primera mitad de la centuria décimo octava, los intentos de supremacía del Ordinario
sobre los frailes se agudizaron. Los obispos supieron aprovechar muy bien las liviandades
de un grupo reducido de religiosos que, olvidando las enseñanzas de sus fundadores y los
principios de sus reglas de observancia, cayeron en un período de relajación que redundó
en un total descuido de su principal misión.
Estas circunstancias llevaron a los obispos de toda América, en el año de 172665, a ele-
var quejas al rey de las actuaciones de los regulares en los curatos o doctrinas de los natura-
les. Pese a las acusaciones y en gratitud a los servicios, el rey no otorgó providencias directas,
sino que entregó la búsqueda de soluciones a los superiores, y solo en caso de no existir
reformas se procedería a entregar las doctrinas al clero secular, como en efecto sucedió.
La Alternativa de Oficios
En el siglo XVII, la Orden de San Francisco se vio inmersa en querellas al interior de la co-
munidad por la pugna entre criollos y peninsulares66.
En la segunda década de este siglo, la nación criolla superó en número a la hispana.
En 1639, el Capítulo General de la Orden Franciscana, reunido en Roma, aprobó dentro
de sus constituciones la Ley de la Alternativa de Oficios67, según la cual debían alternarse
entre españoles y criollos tanto los cargos provinciales como conventuales.
El cumplimiento de la Alternativa enfrentó algunas dificultades. Según el Concilio de
Trento, el nombramiento de doctrineros estaba supeditado al manejo prolijo de las len-
guas nativas. Esta condición fue aprovechada por los frailes criollos para excluir a los his-
panos de estos oficios.
65) AGOFE 8-5, Doc. V. (Manifiesto ante el rey elevado por los religiosos de este Convento, Santo Domingo y La Mer-
ced sobre varios asuntos relativos a los curatos de indios) 3 I-1726, fol. 22-28.
66) CFR, Guillermo Céspedes del Castillo, «Las Indias durante los siglos XVI y XVII», en Vinces Vives, J. Historia de
España y América social y económica, Vol. III, Quinta Edición, Ed. Vinces Vives, Barcelona, 1985, p. 482.
67) AGOFE 5-2, Libro de patentes auténticas de los ministros generales, provinciales, etc. Patente del Comisario Ge-
neral, fray Juan de Marinero, sobre la ley de la alternativa, Madrid 16-II-1644, fol. 4-8.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 73
A pesar de que en 1737 se celebró una nueva concordia para repartir los cargos entre
criollos y españoles, la aplicación de la Ley de la Alternativa produjo alteraciones intraclau-
sura, pues la paz franciscana se vio alterada en las proximidades de cada Capítulo. Los frailes
fueron testigos y actores de las pugnas de poder entre españoles y criollos, que varias veces
terminaron en batallas campales, con frailes heridos, ofendidos y destituidos de sus funcio-
nes. Estos acontecimientos rebasaron, en muchas ocasiones, el ámbito de la clausura.
Durante la primera mitad del siglo XVIII se hicieron muchos esfuerzos encaminados
a equilibrar las dos facciones. A pesar de las acciones adoptadas, la falta de religiosos eu-
ropeos durante este período fue una constante.
68) Ramón Gutiérrez, «Nota sobre la organización de la arquitectura en España, América y el Río de la Plata», en
Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas, Universidad de Venezuela, Facultad de Arquitectura y
Urbanismo, No. 21, Caracas, noviembre, 1975, p. 139.
71) Juan de Dios Navas, Guápulo y su Santuario 1581-1926, Primera Edición, imprenta del Clero, Quito, 1926, p. 143.
74 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
La arquitectura franciscana de la primera mitad del siglo XVII está representada por el
trabajo de dos frailes: el criollo fray Juan Bohórquez72 y el español fray Francisco Becerra,
jesuita expulso, quien fue Guardián del Convento de Quito en 1622 y Provincial en 164473.
Estos frailes fueron los artífices del Claustro de Servicios y posiblemente de la actual
sacristía, además de otras obras que se ejecutaron en el Convento de Quito y probable-
mente en la Recolección de San Diego74, a lo largo de la primera mitad de la centuria dé-
cima séptima.
72) ABC/Q, Microfilms de Archivo de Indias, Quito 88, tira 23, Memoria de todos los religiosos de esta Provincia de San
Francisco de Quito 1628, fol. 3.
73) Ibíd.
74) En el año de 1611 en la Recoleta de San Diego, se edificaría el patio de la Cruz, probablemente en estos trabajos
intervinieron estos frailes.
75) ABC/Q, microfilms del Archivo general de Indias, Quito 63, tira Nº 4, Traslado sobre las patentes remitidas por el
Comisario General de la Orden de San Francisco para que fuese a la ciudad de los Reyes fray Antonio Rodríguez,
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 75
sus cabildantes, de los frailes de Santo Domingo y de las monjas de Santa Clara, la orden de
salida fue anulada. Permitiendo a este religioso terminar las obras en estos dos conventos y
continuar con otras.
Dado que por estos años se levantó la iglesia del pueblo de Guápulo, la historiografía
del arte ecuatoriano atribuye la obra de este templo al lego franciscano.
A partir de la década de los noventa se hacen notables los nombres de tres frailes diestros
en este oficio, fray José Janed, fray Antonio de Villamarín y fray Manuel de Almeida.
Fray José Janed, español, que vino a Quito por el año de 1671, se ocupó de la cátedra
de Artes y posteriormente de Teología. Aproximadamente por el año de 1692, encontrán-
dose la iglesia de la recolecta franciscana de San Diego, «amenazando ruina» y conocedo-
res de la capacidad arquitectónica de este religioso, se lo nombró obrero mayor78.
Lamentablemente, y a falta de información que exprese los trabajos llevados a efecto
en el Convento de San Pablo, desde 1690 hasta 1693, años probables de su actividad como
arquitecto, no se han podido precisar estos. En el año de 1694, este religioso fue nombrado
Provincial y, en la primera década de la centuria décimo octava, levantó el segundo piso
del Claustro actual del estudiantado79.
Entre los años 1694 y 97 el puesto de obrero mayor de Provincia fue ocupado por el
fray Antonio Villamarín80. De la vida de este religioso se conoce poco.
En cambio el nombre del fraile criollo, fray Manuel de Almeida, es conocido y recor-
dado en la ciudad de Quito por la célebre leyenda del cura relajado que se escapaba de
la recoleta franciscana de San Diego en busca de placeres. El 30 de agosto de 1698 se lo
nombró obrero mayor del Convento de Quito para que continúe con los trabajos de los
20-XI-1659, fol. 1.
76) AGOFE 6-2, op. cit., Renuncia del Guardián de Saquisilí, Quito, 5-II, 1670, fol. 38.
78) APSF/Q, microfilms del Archivo General de Indias, Quito 200, Informe de méritos y servicios de fray Joseph Janed,
Quito, 7-XII-1696.
79) AGOFE 6-1, op. cit., Definitorio Octavo, Quito, 2-VII-1710, fol. 157 v.
cupulines del primer Claustro, que fueron iniciados por José de la Cruz Moreno, y para que
realice trabajo similar en el Segundo Claustro81. En 1704 ejecutó obras en el Convento de
Quito y en San Diego82.
Por último se debe recordar al obrero mayor, fray Esteban Guzmán, que trabajó el
artesonado barroco de la nave central de la iglesia, que se cayó a consecuencia del sismo
de 1755. El 11 de octubre de 1769 se le encargó esta labor expresando, en el nombramiento
expedido, su capacidad para ejecutar el trabajo de tanto interés para la comunidad.
Fuerza de trabajo
81) AGOFE 10-3, Libro que tiene el Síndico, de recibo y gasto de lo perteneciente a la derrama de la obra constructiva,
21-VI-1694/8-II-1736, fol. 54 v.
82) Ibíd.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 77
Los aportes de las Reales Cajas de Quito a los franciscanos no solo se destinaron a
las obras arquitectónicas o a la ornamentación, sino también para vino, aceite, medicinas
y pago de estipendios de algunas doctrinas. Estas ayudas se justificaron por ser éste un
período de transición, dado que en un principio los frailes no contaron con suficientes
medios para emprender obras constructivas. Hasta mediados del siglo XVII, se continuó
entregando limosna de vino y cera a los Mendicantes de Quito.
Economía de la Orden
Cada orden religiosa, como el clero secular, tuvo formas comunes y singulares para obte-
ner sus recursos económicos. Para el clero secular, el diezmo se constituyó en uno de los
fundamentos de su riqueza.
Para los mercedarios, agustinos y jesuitas, la producción textil fue dominante en la
economía de la Audiencia, de la cual estos religiosos fueron partícipes. Tenían obrajes,
batanes y chorrillo que, junto con la adquisición de tierras, fueron las fuentes principales
de su bonanza.
Para la Orden Seráfica, si no le era permitido acceder a los bienes terrenales, ¿de dón-
de provenían sus recursos? ¿Cuáles fueron los determinantes ideológicos, sociales y polí-
ticos que hicieron posible que los franciscanos se convirtiesen en los depositarios de Dios
sobre la tierra de tanta riqueza?
Estos interrogantes solo pueden ser resueltos partiendo de un análisis minucioso de
la economía de la Provincia y del Convento, porque el Convento de San Pablo de Quito
cumplió una doble función. Por un lado, era Guardianía; por otro, era la Casa principal
de toda la Provincia franciscana de Quito, en donde residía el Provincial y todo el cuerpo
definitorial que gobernaba los destinos de los frailes.
El Síndico, un civil, era el encargado de llevar las cuentas, de manejar el dinero y de
todos los negocios de la Orden; ya que, por su calidad, los religiosos no podían tener tratos
de ninguna índole, éste se convirtió en el administrador civil de los bienes terrenales de la
comunidad franciscana.
Cajas de Provincia
Cajas conventuales
Los ingresos del Convento provenían del accionar propio de su instituto y de aquellas activi-
dades lucrativas que definían la economía general de Audiencia. Tres fueron los rubros fun-
damentales de donde procedían estos fondos: sacristía, limosnas y memorias perpetuas.
Sacristía: consistía en el pago por servicios religiosos, sobre todo de las misas cantadas o
rezadas por variedad de motivos: difuntos, intenciones de particulares o de religiosos, por los
cofrades y fiestas de sus patronos. Este rubro ocupó el segundo lugar en el total de ingresos del
Convento.
Limosnas: los ingresos recibidos sin cargo de misas o servicios religiosos. Existían li-
mosnas de cebo, cera y de plaza.
Memorias perpetuas: bajo esta denominación quedaron registrados, en los libros de
cuentas, los ingresos por concepto de réditos o pensión anual provenientes de censos,
capellanías, memorias perpetuas, aniversario de misas u obras pías. Este rubro constituyó
el ingreso fundamental del Convento.
Censo es el derecho de percibir una pensión anual o rédito proveniente de un capital o principal
impuesto sobre los bienes raíces de otra persona, quien por esta razón está obligado a pagarlo83.
Capellanía es la afectación de una suma de dinero a la vinculación de un bien para que con sus in-
tereses o renta se remunere a un Capellán encargado de decir misas por el alma de su fundador, sus
deudos y las almas del purgatorio84.
Sin duda, uno de los casos más sobresalientes y tempranos con relación al estable-
cimiento de capellanía a favor del Convento es la que instituyó, en el siglo XVI, el capitán
Martín de Mondragón y Galarza y doña Isabel de Andagoya, su mujer, que dotaron una
capilla con el título de la Limpia Concepción de Nuestra Señora.
Otros ingresos: dentro de estos estuvo la venta de lanas de los carneros consumidos
en la alimentación de los frailes; la venta de hábitos para mortajas, las limosnas en especie
que los religiosos recogían de los diferentes corregimientos: papas, trigo, lechones y carne-
ros. Por último, a partir del siglo XVIII, los arriendos de las tiendas del pretil.
Bienes del Convento: al igual que la Provincia, los conventuales tuvieron ciertos bienes raíces que
llegaron a sus manos por vía de donaciones. En el siglo XVI, además de los terrenos para el edificio
conventual, recibieron dos pedazos de tierra en la ciudad y uno en Cumbayá. Propiedades que fue-
ron entregadas a los indios yanaconas que prestaron servicios en el Convento85.
83) Real Academia Española, Diccionario de Autoridades, Edición Facsímil, A-C. Editorial Credos, Madrid, 1984, p.
141.
86) C.F.R., Fernando Jurado Noboa, Plazas y Plazuelas de Quito, Ediciones Banco Central, Quito 1989, p. 43-58.
87) AGOFE 12-86, Venta de casas, Quito, 12-X-1696, fol. 7v. Fernando Jurado Noboa, Calles de Quito, Banco Central del
Ecuador, Quito, 1889, p. 67.
Una de las reglas que debían seguir los Frailes Menores, según decreto del Capítulo Ge-
neral del año de 156589, era el cultivo de los estudios. En los primeros años de la Provincia
Franciscana de Quito, los frailes jóvenes —al igual que acontecía durante el siglo XVI en
Europa90— tuvieron una educación informal a través del diálogo con los religiosos de ma-
yor cultura que pasaban por los Claustros.
Por esto, muchos de los franciscanos acudieron a la cátedra de Teología y Moral, es-
tablecida en la ciudad de Quito por el obispo de la Peña. Como bien afirmó en 1569 un
mercedario, «a ésta acudían frailes de todas las órdenes y seglares»91.
A falta de la casa de estudios formal, en el Convento de Quito y en San Diego se im-
partían las cátedras de Arte y Teología. Para ello, en los Capítulos se eligieron lectores que
dieron estas enseñanzas a los jóvenes aspirantes a religiosos coristas. A lo largo del siglo
XVII, a saber hasta el año de 1674, los franciscanos tenían estudios en Artes y Teología, no
en un colegio separado del Convento, sino en el mismo espacio. Así en 1647, estas aulas
estaban en el Claustro Principal92.
En el año de 1675 se elevó solicitud de licencia al Comisario General de Indias para
fundar un colegio intramuros del Convento de Quito. Aclarando que para financiarlo con-
taban con la oferta de varios vecinos de los establecimientos de capellanías, cuyos capita-
les superaban los 10 000 ps93.
En la tabla capitular del día 9 de noviembre de este año, siendo Provincial fray Dio-
nisio Guerrero, aparecen por primera vez los nombramientos de los lectores para el Cole-
gio de San Buenaventura94. El nombre fue tomado del primer establecimiento franciscano
fundado en el año de 1587 en Italia95.
El espacio destinado para esta casa de estudios fue aquel que en el siglo XVI ocupó el
de Artes y Oficios de San Andrés. En la historiografía ecuatoriana hay tendencia generali-
zada a concebir el establecimiento del Colegio de San Buenaventura como una prolonga-
ción y mantención del primero. No debemos confundirnos, este último fue destinado a la
formación teológica de los hermanos.
En el primer tercio del siglo XIX, según expresa fray Benjamín Gento Sanz, el colegio
franciscano había decaído, apenas se encontraban profesores aptos para regentarlo, razón
por la cual el Gobierno ocupó el local, desde 1845 hasta 1864, para que funcionara en él un
colegio militar96.
89) Lázaro Iriarte, Historia Franciscana, Editorial Asís, Valencia 1979, p. 383.
91) Jacinto Jijón y Caamaño, Disertación acerca del establecimiento de la Universidad de Santo Tomás, Boletín de la
Academia de la Historia, p. 7.
Como se mencionó, el Atrio tenía una doble connotación. Por un lado, era el espacio que
unía la vida conventual con la terrena y, por otro, se convirtió desde su edificación en un
campo santo destinado al entierro de personas, particularmente indígenas.
Cumpliendo esta función, a este espacio se le denominaba como «ciminterio» y bajo
este nombre lo describe, en 1647, fray Fernando de Cosar de la siguiente forma: «Todo el
labrado de cantería cuatro varas de alto: en este ciminterio están tres escaleras de piedra
repartidas por su orden juntamente»97.
En principio, esta descripción parece corresponder a lo que actualmente se observa.
Sin embargo, si se toma la frase textual «tres escaleras repartidas en su orden juntamente»,
se podría suponer que el Atrio estuvo cerrado por su lado norte y sur; que el acceso se lo
hacía solo a través de la plaza, por medio de tres escaleras que pudieron haber estado dis-
tribuidas de dos formas:
1. Una central en el eje de la iglesia y destinada a ella; la segunda que daría acceso a
las capillas de la Veracruz de los españoles y de los indígenas y la tercera en dirección a la
portería del Convento.
2. O en su defecto, teniendo como eje una escalera principal, al lado derecho e iz-
quierdo, de forma inmediata se ubicarían las dos restantes.
Hasta el año 1646, el espacio edificado por los franciscanos, en el sector norte, ter-
minaba en el primer Claustro. La construcción del Segundo Claustro, en 1649, conllevó la
búsqueda de una solución de adaptación del Atrio a estos nuevos espacios.
Entre el Atrio y el Segundo Claustro existe una diferencia de nivel bastante conside-
rable, que fue cubierta con la ejecución del graderío. Solución arquitectónica que, además
de guardar armonía y consonancia con el estilo primitivo del Atrio, permitió marcar hacia
el exterior la propiedad de los frailes sobre todas sus edificaciones.
Es difícil precisar la fecha exacta de las modificaciones que sufrió este espacio. Consi-
deramos que estos trabajos debieron ejecutarse entre los años 1650 y 1680. En 1698 el Atrio
se vio sujeto a una nueva remodelación. En este año se levantaron las tiendas o covachas
del pretil franciscano. Para este trabajo el Convento contó con la asistencia arquitectónica
de José de la Cruz Moreno, quien ocupó el puesto de Alarife de la ciudad entre los años
1690-1692.
La edificación de la bóveda del pretil, con la consecuente apertura de las tiendas,
imprimió un cambio no solo arquitectónico sino también de uso. La actividad comercial
o mercantil —consecuentemente de lucro— que llevó a estas modificaciones, reemplazó
a la tradicional ofrecida por los frailes de servicio a los indígenas, que lograron encontrar
en este espacio un sitio «sacro» para sus muertos. Este hecho se convierte en la evidencia
material de un cambio fundamental en la Orden.
97) Fray Fernando de Cosar, Relación, copia y descripción de esta Provincia de Quito, 1647, p. 14.
82 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
La estructura jerárquica del Convento estuvo encabezada por los sacerdotes, de este grupo
se elegirán los Provinciales, Definidores, Guardianes, Lectores y Rector del colegio.
Los aspirantes a frailes podían profesar bajo tres modalidades:
1. Coristas: aquellos postulantes que contaban con prestigio social y respaldo econó-
mico, y que probaban cierta capacidad para ingresar al régimen de estudios del Colegio.
De estas aulas salieron los sacerdotes y predicadores.
2. Legos: no recibían estudios formales, pues su misión no era la del sacerdocio. Se
ocupaban de otras actividades: ayudantes de los sacerdotes en los oficios divinos, recoger
limosnas, etc. A este estrato podían acceder con mayor facilidad los mestizos o criollos
empobrecidos.
3. Donados: este nivel estaba ocupado por mestizos, indios y negros. Se los utilizó en ser-
vicios menores: cocineros, ayudantes de enfermería, porteros, campaneros y sacristanes.
A cada una de estas categorías le correspondió un espacio en el Convento.
El Claustro Principal era el lugar destinado a la jerarquía conventual. En la planta alta
se ubicaron las celdas y estudios del Provincial, Definidores y del Guardián. En la planta
baja, la sala De Profundis, refectorio y las aulas de Artes y Teología. El Colegio les corres-
pondería a los coristas.
El Segundo Claustro estuvo destinado a la vivienda de los sacerdotes de menor jerar-
quía y quizá a algunos de los legos. Las habitaciones de los donados, que no eran muchos en
relación a los demás grupos, se ubicaron en espacios aledaños al Claustro de Servicios.
El Claustro de Servicios se convirtió en el eje comunal en el que convergían las dife-
rentes actividades que tenían todos los frailes. Ubicándose la cocina, el comedor de los
legos y donados, la panadería, enfermería y botica.
En 1647, fray Fernando de Cosar describe tres Claustros: Principal, Servicios, sacristía
y uno que estaba en obra. Este último probablemente correspondía a la edificación de la
planta baja del Claustro del noviciado. De 1649 al 50 se construyó el Segundo Claustro. A
partir de 1650 se levantaron los restantes espacios. A saber, el edificio continuo al Segundo
Claustro, que actualmente es utilizado por la Policía, y los complementarios al de Servicio,
el de las lavanderías y el inmediato al de Servicios en el sector occidental.
Para este período, a diferencia de los anteriores, se cuenta con gran número de fuentes
relativas a las actividades constructivas.
Los documentos que registran los trabajos en la iglesia y Convento de San Francisco
de Quito están ubicados en tres series del archivo de la Orden: los libros de disposiciones
conventuales, actas capitulares y definitoriales y, por último, el fondo más rico está con-
formado por los libros de cuentas que se llevan a partir del año 1694.
Desde el siglo XVII y hasta 1765, el mayor contingente de recursos empleados en ac-
tividades constructivas procedió de los aportes entregados por los indígenas a los frailes
por concepto de adoctrinamiento. Los ingresos del Convento en su mayoría estuvieron
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 83
La fecha de inscripción de este altar llevó a considerar que la antigua capilla dejó de
ser utilizada en ese año. Fragmentándose el espacio, la mayor parte quedó al servicio de
los conventuales y solo un tercio del mismo se destinó al culto y devoción de la Virgen. Por
este año debió levantarse la portada de cantería, con su portón, que separa el sitio desti-
nado al culto del área conventual.
La veneración a la Virgen de los Dolores en la ciudad de Quito es muy antigua, se
remonta al siglo XVI. Sin embargo, empezó a florecer en la segunda mitad del siglo XVII,
teniendo su mayor apogeo en el año 1776, con el establecimiento de la cofradía en la Ca-
pilla de Cantuña99. Probablemente el altar de la portería, levantado en 1676, fue dedicado
a esta imagen. Con toda seguridad sabemos que para 1700 estuvo dedicado al culto de la
Dolorosa.
El 16 de marzo de 1696, quizá con el objeto de proteger este altar, Francisco Cantuña,
herrero de la ciudad, terminó la puerta de hierro del Zaguán. Este altar se mantuvo hasta
1919, año en que el Definitorio conventual decide retirar la mesa del altar, para evitar los
daños que provocaban al lienzo las velas que permanentemente encendían sus devotos100.
En junio de 1698, con el objeto de evitar los constantes daños de las cubiertas, en el
Claustro Principal y segundo (norte), se iniciaron los trabajos de los cupulines esquineros
en sus segundos pisos y en los años 1725 y 1728 se optó por una solución similar en el
Claustro del Colegio de San Buenaventura.
El 3 de enero de 1714 se registró, en el libro de cuentas, el gasto que se hizo en «reedi-
ficación del Claustro Principal de la Casa Grande, que se cayó y lo costeó la Provincia»101.
98) José Gabriel Navarro, Contribuciones a la historia del Arte en el Ecuador, tipografía y encuadernación es Salesiana,
Quito, 1925, p.61.
99) AGOFE 2-14, Ejecución de la cofradía de Nuestra Señora de los Dolores en la capilla de Cantuña, 28-VI-1776/9-
VII-1787, fol. 22.
Al interior del Convento, para el servicio litúrgico de sus frailes se contaba con capillas en
la enfermería, noviciado, sala De Profundis y en la Huerta.
Al exterior, para el culto de los civiles se edificó la Iglesia de San Francisco, la capilla
de la Veracruz de los Españoles —que a partir del año 1674 pasó a ser utilizada por los cole-
giales de San Buenaventura—, la de la Veracruz de los Naturales (Cantuña o de los Dolores)
y la capilla de la portería.
a) Capilla de Villacís
El caso más sobresaliente en la segunda mitad del siglo XVII fue el de don Francisco
de Villacís que, el 6 de noviembre de 1659, fundó capellanía de diez mil pesos, impuestos
a censo sobre sus bienes, de manera especial sobre la hacienda de Guachalá, situada en el
valle de Cayambe, constituyéndose en su patrono; luego de sus días a sus hijos legítimos;
a falta de estos, al natural que tuviese, y no existiendo herederos directos, nombró como
su sucesor a su hermano Juan de Villacís104. Quedando establecido que los gastos de orna-
mentación de la capilla correrían a cargo de su patrono, estos habían sido encargados a
fray Antonio Rodríguez.
En 1939 los frailes tuvieron dificultades con algunos herederos de Francisco de Villa-
cís, quienes reclamaban derechos sobre la capilla. De manera especial sobre la cripta que
les pertenecía y que el Convento había entregado, unos seis años atrás, al señor Pacífico
Chiriboga, creyendo que no existían herederos con derecho a este espacio105. Los patronos
de la capilla perdieron sus derechos al no aceptar un contrato, por el cual les ofrecían la
cripta antigua tras la sacristía, donde se enterraba a los religiosos, a cambio de que entre-
garan de contado la cantidad de diez mil sucres106.
De tal forma, en el año de 1947, dentro de un proceso general de la Orden, de puesta
en valor de sus tesoros artísticos, la comunidad emprendió la reparación y los arreglos de
este espacio. El 26 de octubre de este año, se procedió a la bendición de ésta, destinándose
al culto del Sagrado Corazón107.
104) Trascripción hecha por fray Agustín Moreno, O.F.M, Archivo del Convento de San Francisco, Legajo 7, Nº 20, p. 30,
Escritura de Villacís.
105) AGOFE 6-9, Actas del Venerable Definitorio de la Provincia de San Francisco de Quito, 3-XII-1903/11-XI-1943,
Sesión del 21-VII-1939, fol. 254.
107) Archivo del proyecto San Francisco, copia de invitación como padrinos al Sr. Alfonso Ortiz Bilbao y señora para la
bendición de la Capilla del Sagrado Corazón de Jesús, Quito, 19 de octubre de 1947.
108) Fray Benjamín Gento Sanz, O.F.M., El arte colonial en la Iglesia de San Francisco de Quito, Inédito, copia Biblioteca
del proyecto San Francisco.
109) Ibíd.
110) Ibíd.
86 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
de forma prioritaria de su Convento. Falleció en julio de 1794, los pocos meses de su gobierno
determinaron que muchos de los trabajos que planeó quedaran sin ejecutarse o en obra.
La Orden franciscana entró en litigio con el Cabildo de la Catedral por los derechos
que estos frailes decían tener sobre los expolios del obispo Díaz de la Madrid. El Obispo
hizo donación del tabernáculo nuevo a la imagen de la Inmaculada Concepción del altar
mayor, tallada por Bernardo de Legarda en 1734. Para lo cual «destruyó y echó al suelo el
que tenía de excelente madera de cedro, dorado y muy decente, sin defecto que el de no
ser de moda».111 Los franciscanos fueron favorecidos con la sentencia y de las cantidades
tasadas el Convento solo recibió, en el año de 1796, 2 300 ps. cantidad que sirvió para la
paga de los gastos efectuados en la terminación de esta obra.
Esta Capilla fue edificada por los indígenas en el siglo XVI, estuvo a su cargo y en ella esta-
blecieron cofradía dedicada al culto y devoción de la Santa Cruz.
De los seis retablos que posee en la actualidad, dos fueron trabajados en la década
de los sesenta. En 1668, uno de estos fue dedicado a San Lucas, patrono de los pintores y
escultores, con imagen tallada por el padre Carlos. Probablemente, este hecho supone la
fundación de una cofradía para este gremio en esta Capilla. En el siglo XVIII, efectivamen-
te, esta hermandad estuvo ligada a este espacio. En 1762, siendo Síndico de la Cofradía el
artista Bernardo de Legarda, éste retocó la imagen del Santo Patrono115.
El 3 de noviembre de 1668, Francisco Cantuña, «hizo data de capilla y sepultura con
los franciscanos (...) frente al púlpito en la Capilla de la Veracruz de cuatro varas en cuatro»
a cambio de lo cual se obligó «como maestro oficial cerrajero a construir un adorno para el
retablo, una hechura de la virgen de la Concepción y otro de San Francisco»116.
Al año de esta concesión, el 22 de noviembre de 1669, según quedó registrado en
el altar de la impresión de las llagas de San Francisco —alto relieve atribuido a Manuel
Chilli, Caspicara—, se terminó esta Capilla mandada a hacer por Francisco Cantuña y
111) AN/Q, Religiosos, Caja No. 44, expediente del Síndico General del Convento de San Francisco de Quito en que se
demanda los expolios del Ilustrísimo Sr. Dr. Joseph Díaz de la Madrid para el tabernáculo del altar de la Inmacu-
lada Concepción, Quito, 1694-1796, s.f.
112) AGOFE, 10-2, op. cit., Definitorio, Quito 29-VII-1719, fol. 38-38v.
113) AGOFE, 4-15, Libro de disposiciones conventuales, Aumentos de iglesia y sacristía, Quito, 5-VIII-1747, fol. 44-45.
115) Fray José María Vargas, O.P., Historia del Arte Ecuatoriano, Editorial Santo Domingo, Quito, 1964, p. 135.
116) Fernando Jurado Noboa, «Desarrollo histórico y evolución social de las primeras casas quiteñas y de la plaza ma-
yor», en Cultura No. 20, Revista del Banco Central del Ecuador, p. 312.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 87
sus herederos; la lápida de ingreso a la cripta está hoy en la pared oriental del Claustro
Principal.
Dado que esta información, de entrega de capilla, es la única que relaciona a este
espacio con el herrero, se puede afirmar que este hecho determinó que, desde esos años,
se la conociera con su nombre.
La Capilla de Cantuña fue única y exclusivamente de los indígenas hasta 1719. En
este año, el Comisario de la Tercera Orden Franciscana elevó solicitud al Definitorio de
adjudicación «de la capilla de los naturales para dicha tercera orden». Se le concede bajo la
condición «que a los naturales no se les haga prejuicio e impida devoción»117.
Con el establecimiento en Quito de la Tercera Orden, es lógico suponer que se les en-
tregó a estos un lugar dentro de la iglesia para el culto y enterramiento de sus hermanos.
Hasta la segunda mitad del siglo XVIII, los terciarios tuvieron exclusiva competencia sobre
la Capilla de Cantuña.
El creciente fervor por la Dolorosa llevó a solicitar licencia para la fundación de una
cofradía, la misma que estuvo conformada por los personajes más representativos de la
esfera religiosa, política, económica y social de la época.
La Cofradía de los Dolores y los terciarios, pese a varias dificultades iniciales, com-
partieron esta Capilla hasta finales del siglo XIX. Al parecer la Cofradía estuvo en vigencia
hasta aproximadamente el año 1895.
Durante estos años la economía de la Provincia Franciscana de Quito sufrió uno de sus
más duros golpes. Los principales ingresos provenían de los estipendios entregados por
los indígenas a cambio de enseñanzas evangélicas. En el año de 1755 se decretó la secula-
rización de los espacios doctrinales, determinando cambios fundamentales en los meca-
nismos económicos tradicionales al dejar de recibir estos ingresos.
La situación se agrava por las actividades sísmicas de este período. El terremoto re-
gistrado en Quito el 26 de abril de 1755 —cuyos temblores se sucedieron hasta el 26 de
mayo— causó grandes daños en todos los edificios de la ciudad, provocando temor en-
tre sus vecinos «que andaban confundidos y atropellados por salir al campo en busca de
seguridad»118.
Los trabajos de refacción se iniciaron en agosto de 1755. Se nombró como obrero
principal a fray José de Jesús Olmos y secundario a fray Félix de San Agustín119.
En el año de 1769, se ejecutó el tallado del magnífico artesonado barroco, trabajo que
estuvo terminado un año más tarde, y el dorado fue ejecutado algunos años después. En
1786 se entregó diez mil pesos para este efecto120.
117) AGOFE, 6-1, op. cit., Definitorio Capitular, Quito, 22-VII-1719, fol. 198.
118) ABC/Q, microfilms del Archivo de Indias, Quito 188, tira 1, Informe del Cabildo, Consejo y Justicia y Regimiento
de Quito, de la ruina de la ciudad ocurrida como consecuencia del terremoto y temblores de la tierra sucedidos el
26 de abril 1755, Quito, 28-V-1755.
119) Fray Benjamín Gento Sanz, Historia de la Obra Constructiva... op. cit., p. 202.
120) Fray Benjamín Gento Sanz, Historia de la Obra constructiva... op. cit., p. 221.
88 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
A lo largo del siglo XIX la Orden estuvo atravesada por una profunda crisis que se inició en
sus primeras décadas, alcanzando su clímax en los años setenta cuando el papa Pío IX, a
instancias del arzobispo Ignacio Checa y Barba, resolvió convertir el Convento Máximo en
Seminario de la Arquidiócesis.
La crisis no fue particular a los franciscanos, sino que se generalizó en todo el clero
regular y tuvo su origen en el proceso independentista, y es que, de acuerdo a últimas
interpretaciones, se ha llegado a establecer que la participación del clero fue mucho más
destacada de lo que hasta hace poco la historiografía tradicional se encargaba de señalar121.
A lo largo de toda la etapa independentista, la administración de la Orden experi-
mentó un fuerte debilitamiento cuando, según el rumbo que tomaban los acontecimien-
tos, criollos o españoles eran confirmados o descalificados de sus empleos.
En este sentido, la intromisión del gobierno civil tuvo enorme trascendencia. En
1811, las autoridades de Quito mandaron que en el Capítulo Intermedio a realizarse ese
año «se inhabilitase a los RR. PP. de la nación española (...) para obtener oficios»122. De esta
manera, entre ese año y 1812, la dirección de la Orden estuvo en manos de los criollos. En
1813, restituido el gobierno español en Quito, el Capítulo reconoció el derecho de los es-
pañoles a ocupar las dignidades de la Orden y persiguió a los criollos que habían tomado
parte en la revuelta del 10 de agosto de 1809123.
Una vez triunfante el movimiento libertador, el gobierno decretó que, en la provisión
de beneficios, se elijan solamente americanos de «reconocido patriotismo».
La inestabilidad aumentó cuando se creó el Patronato Eclesiástico y así, durante los
años en que las relaciones entre el poder civil y el eclesiástico estuvieron normadas por la
Ley del Patronato, los negocios de la Orden quedaron sujetos a la inspección y sanción del
Estado, que entre sus facultades tenía la de aprobar el nombramiento del Visitador Gene-
ral, encargado de presidir los Capítulos.
Desde el punto de vista de su estructura institucional, ese permanente estado de ines-
tabilidad interior —que se agravó, aún más, con los terremotos de 1859 y de 1868— trajo
como consecuencia la desaparición definitiva de la Provincia. Los franciscanos debieron
concentrar sus esfuerzos en conservar el Convento Máximo cedido, según Rescripto Pon-
tificio del 22 de septiembre de 1871, al Arzobispado de Quito. Con ese propósito se vieron
obligados a emprender una rápida y obligada reforma de la Orden, recurriéndose a traer,
121) Véase por ejemplo Marie-Danielle Demelas e Ivés Saint Geours, Jerusalem y Babilonia: Religión y política en el
Ecuador, 1780-1880, Ecuador, Corporación Editora Nacional e Instituto Francés de Estudios Andinos, 1988; José
Luis Morán Mérida, «Formación de los estados nacionales: Primeros idearios de la iglesia, los eclesiásticos y el
neoestado», en Libro de Ponencias, VIII Encuentro de Historia Nacional, I Encuentro de Historia Andina, ADHI-
LAC, ADHIEC, Quito, mayo, 1991.
122) AGOFE, 6-5, Libro de Actas Capitulares, Sesión del 13 de octubre reunida en Riobamba fs. 124/125.
123) AGI, Quito, 586 [Carta de Toribio Montes, Presidente de la Real Audiencia de Quito al P. Comisario general de Infias
Fr. Pablo Moya, informándole sobre las pesquizas del 10 de agosto de 1809], Quito, 16 de octubre de 1815.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 89
por segunda ocasión, a varios frailes reformadores de los colegios del Perú.
La medida más importante, sin embargo, tiene que ver con la unión, en septiembre
de 1875, en una sola comunidad del Convento Máximo con el Convento de San Diego que,
en 1863, había sido transformado en Colegio de Misioneros Apostólicos124, con total auto-
nomía de la Provincia.
Las difíciles condiciones de la Orden a lo largo de este período son un referente indis-
pensable para comprender la historia arquitectónica del Convento Máximo durante este
período, caracterizada, fundamentalmente, por el traspaso de algunas de sus dependen-
cias a particulares o al Estado, y por graves daños en el edificio debido a la falta de recur-
sos, descuido y desastres naturales.
Evolución arquitectónica
En este nuevo período, que se extiende hasta finales de siglo, la evolución arquitectónica del
conjunto conventual atravesó por dos momentos. El primero (entre 1810 y 1874) caracteriza-
do por un enorme deterioro de sus dependencias, que se agravó a consecuencia de los terre-
motos de 1859 y principalmente de 1868 y el segundo (entre 1874 hasta principios de la década
de 1890), en el que se reinició un renovado interés por su conservación y restauración.
Hasta 1874, el cuidado de las dependencias conventuales se mantuvo, por lo menos
formalmente, a cargo de la Provincia, pasando a partir de entonces a depender de la Guar-
dianía del Convento.
Ahora bien, durante esta etapa el mantenimiento del Convento se limitó, casi exclusi-
vamente, a las reparaciones más indispensables. Los esfuerzos se concentraron en la repara-
ción de cañerías, cubiertas, bóvedas y pisos, en pequeños arreglos en las celdas, ventanas y
puertas; en el cuidado de la fachada, torres y muralla. De todos estos trabajos, la compostura
del piso de la iglesia, vuelto totalmente a enladrillar, fue sin duda la obra más importante.
Hay que indicar que una vez que se instaló la red de agua potable en la ciudad —a
principios de siglo— el Convento perdió todo derecho de posesión sobre ésta, a la vez que
debió utilizar este nuevo abastecimiento de agua.
Desde el punto de vista arquitectónico, los terremotos de 1859 y 1868 marcaron este
período. Aunque no se tiene información puntual acerca de los destrozos que ocasionó el
de 1859, se sabe que fueron menores al de 1868. Las torres sufrieron las más graves conse-
cuencias, una de ellas se vino abajo y solo fueron restauradas en 1866, bajo el auspicio de la
Guardianía.
Para el segundo momento (1874-1892), cuando la Guardianía asumió la responsa-
bilidad del mantenimiento físico del Convento, los gastos por ese concepto volvieron a
subir significativamente. Y es que si bien años antes ya se había manifestado cierta pre-
ocupación por el estado ruinoso de San Francisco125, solo la reforma de la Orden creó las
124) Según decreto del Comisario General de la Orden, Pedro Gual se comunicaba «que por voluntad del Papa Pío IX
y de su delegado Apostólico... este nuestro Convento de la Recoleta de San Diego debe ser erigido en Colegio de
Misioneros Apostólicos de nuestra Seráfica Orden». AGOFE/6-7. Libro de elecciones capitulares [de San Francisco
y San Diego], Quito, 27 de septiembre de 1863, f. [128].
125) El 1863 el Obispo de Cuenca le decía al Provincial de San Francisco, Fr. Antonio Proaño: «Me cabe la satisfacción
90 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
La mano de obra
de acompañar a V.R. en copia autorizada, el auto que ha pronunciado en la visita del conventillo de San Fco. de
Quito. Su Paternidad se hará cargo por este auto del estado de atraso en que se halla el conventillo, y de la necesi-
dad que hay de tomar medidas prontas y oportunas, si se quiere que esta casa no se arruine moral no físicamente
hablando». AGOFE/6-6 Carta del Obispo de Cuenca al Provincial de San Francisco, Cuenta, 12 de marzo de 1862,
f. [212].
126) En 1874 el gobierno se comprometió a entregar a la orden la suma de 20 000 pesos para los reparos del Convento.
Este dinero fue entregado en cuotas sucesivas y puede ser considerado como una forma de indemnización, para
compensar a los franciscanos por la calera de Nono, la cuadra de Cotocollao, otros terrenos frente a la misma y
el Tejar que se habían visto obligados a entregar al Seminario de la Arquidiósesis cuando, a cambio, renunció a
establecerse en el Convento Máximo. Benjamín Gento Sanz, Historia de la obra...., pp. 273-274.
128) En 1880 el guardián dirigió una carta a la Junta de Beneficencia, señalando que la misma no tenía derecho a hacer
un inventario de los bienes del monasterio ya que «al hacer el inventario de cosas como propias es un acto de
dominio que no se puede concentir». AGOFE, 13-299b [Documentos y papeles varios].
129) Alexandra Kennedy Troya y Alfonso Ortiz Crespo, «Continuismo colonial y cosmopolitanismo en la arquitectura
y el arte desimonónico ecuatoriano», en Nueva Historia del Ecuador, Volúmen 8, Corporación Editora Nacional,
Editorial Grijalvo Ecuatoriana, 1990, p. 119.
94 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
130) AGOFE, 6-9, Actas del Venerable Definitorio de la Provincia de San Francisco de Quito, 3-XI-1903-11-IX-1943, fol.
4v.
en 1937 se hacen cargo de la parroquia de Santa Elena. Por último, cabe mencionar que en
1950 aceptan la Prefectura Apostólica de las Islas Galápagos136.
136) AGOFE, 6-11, Libro de Actas del Venerable Definitorio de la Provincia de San Francisco de Quito. 27-IX-1943/11-
XI-1963, Sesión 25-VIII-1950, p. 225.
139) 6-11, Libro de Actas del Venerable Definitorio de la Provincia de Quito, 27-IX-1943/11-XI-1963, Sesión 25-VI-1945,
p. 45.
A partir de los años veinte, en Quito surgió un movimiento tendiente a revalorizar y con-
servar el patrimonio artístico y cultural de la ciudad. La Junta de Embellecimiento de Qui-
to, en 1918, se encargó de conseguir fondos y de incentivar todo tipo de actividad relativa
al rescate y conservación de los valores artísticos.
Bajo estos principios el señor Luis Veloz inició en 1924 la restauración de los lienzos
de la portería y del Claustro Principal del Convento de San Francisco de Quito.
En este mismo año visita la ciudad de Quito una misión italiana, precedida por el Em-
bajador Guiriati y acompañado de los personajes más representativos de todos los ramos de
las artes y la ciencia141. Dentro de los programas se contempló una visita al Convento de San
Francisco, en donde se instaló una exposición en uno de sus Claustros, encargándose de su
montaje Cristóbal Gangotena y Jijón, Juan León Mera Iturralde, miembros de la Academia
de Historia, y Luis Veloz142.
Entre las felicitaciones y elogios que recibieron los franciscanos por la exposición,
debemos rescatar las afirmaciones vertidas por el maestro Julio Arístides Sartorio, «figura
prominente de Italia, en el ramo de la pintura y de la escultura»143, relativas a la riqueza
artística que pudo observar en su visita al Convento. Atribuyendo autoría a los planos de
San Francisco y de algunas obras, las mismas que se han venido repitiendo una y otra vez
por nuestros historiadores del Arte:
El fue quien aseguró que nuestra iglesia ha de haber sido dirigida por el arquitecto Herrera, el mismo
que dirigió el Escorial (España) y lo dijo apoyándose en las líneas de construcción de nuestra iglesia
y sacristía con los del Escorial 144.
El fue quien, con todo el peso de su conocimiento, dijo que el Señor con la cruz a cuestas, era de
Montañés y de Zurbarán, una pintura de San Francisco 145.
La presencia de la misión italiana en Ecuador sirvió para reforzar los intentos de algu-
nos grupos tendientes a salvaguardar el patrimonio cultural de nuestro país.
En efecto, en 1925 el subdirector de la Academia de Historia, Luis Felipe Borja, remite
una comunicación al Provincial franciscano, exhortando a la búsqueda de medios eficaces
para la preservación de los bienes artísticos. Proponiendo tres puntos para la conserva-
ción de todo el patrimonio religioso: 1. Revisión de inventarios o hechura de otros más
completos. 2. Prohibición a los señores curas de vender el más insignificante de los obje-
tos inventariados. 3. Formación en la casa obispal de un museo con los objetos que en las
iglesias se retiren del culto146.
141) Ibíd.
142) Ibíd.
144) Ibíd.
145) Ibíd.
146) AGOFE, 13-297, Circular enviada por Luis Felipe Borja, hijo, subdirector de la Academia Nacional de Historia,
exhortando mayor cuidado por el patrimonio artístico del país, Quito, 3-VI-1925.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 97
iglesia
En mayo de 1923, la linterna de la media naranja del presbiterio sufrió daños considera-
bles a consecuencia de los temblores fuertes que se sucedieron durante todo este mes.
Para su reconstrucción se contrató al arquitecto Luis Aulestia, que ejecutó los planos y
dirigió los trabajos de la nueva linterna «que es exactamente igual a la antigua, y en la que
se han conservado los mismos azulejos que la revestían»149.
Un mes antes de la conclusión de la linterna, el 6 de septiembre, dos miembros de
la Academia de Historia, Cristóbal Gangotena y Jijón y Juan León Mera —que siempre
estuvieron ligados a los franciscanos—, junto al guardián fray Rufino Urtaza y el vicario
fray Askúnaga, redactaron un documento que daba cuenta de la situación política, social,
económica del país y del estado en que se encontraba la linterna presbiterial, el mismo
que fue guardado, con monedas de la época, dentro de un cilindro metálico y depositado
dentro de la esfera que remata la linterna.
En los años treinta, la comunidad puso todo su empeño en la compra de un órgano
nuevo para su iglesia. Con el apoyo de la sociedad quiteña se fueron recolectando los fon-
dos necesarios, procediéndose a la compra del nuevo órgano a la casa Duorte de Bilbao.
La colocación de este instrumento musical conllevó algunas remodelaciones del
coro. A estos años corresponde la ejecución de la grada de abanico en reemplazo de la
recta que antes existía. Para colocar los dos cuerpos del órgano se retiró buena parte de la
sillería coral, que continuaba hasta donde hoy se encuentran las mencionadas cajas.
149) Documento encontrado en la esfera metálica que remata la linterna de la cúpula del presbiterio.
98 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Convento
Claustro Principal
En junio de 1925, bajo el asesoramiento y ayuda económica de la Junta de Embellecimien-
to de Quito y con el objeto de preservar las pinturas restauradas por Luis Veloz, se empezó
a poner tumbados en las cuatro galerías bajas para «impedir que vayan las golondrinas
a dormir y cuidar de este modo los cuadros ya restaurados que adornan las paredes del
Claustro y se conserven con mayor limpieza»150.
Un año después, entre los trabajos que ejecutó la municipalidad y el guardián del Con-
vento están: el cambio del piso de los corredores bajos, los antiguos ladrillos son sustituidos
por piedra, se pinta las paredes de azul para resaltar los cuadros restaurados, se encajan en
las paredes las lápidas funerarias que se encontraban en el piso y se sustituyen las mesas de
adobe de los altares esquineros por las de cemento sobre dos columnas de piedra151.
Claustro norte
Hasta 1934, como quedó expresado, éste fue local destinado al Colegio Seráfico. En este
año casi todo el Claustro fue ocupado por la Guardia Civil, a excepción de los sótanos que
daban a la calle Cuenca. En 1937 se pone a consideración un proyecto de habilitarlos y
luego arrendarlos; además de aumentar los ingresos, se impedía cualquier intento de ocu-
pación por parte de la Policía152.
Dos años más tarde, los franciscanos entregaron los sótanos a la Juventud Antoniana,
con la condición de que esta organización cristiana se hiciera cargo de las adecuaciones,
acuerdo que se dio por terminado al poco tiempo, por incumplimiento de la agrupación.
Aunque sin éxito, varios fueron los intentos de los frailes por recuperar este Claustro.
En 1943, el Ministerio de Gobierno presenta una propuesta para que se le entregue parte
de la Huerta a cambio de la devolución de un tramo ocupado. La comunidad resuelve ce-
der una parte de la Huerta bajo estas cláusulas: 1. La parte a entregarse debe ser contigua
al edificio de la Policía. 2. Se exige una cantidad de dinero. 3. Se solicita indemnización
por los prejuicios causados por la ocupación. 4. El nuevo departamento a construirse no
debería tener ventanas a la Huerta. 5. La superficie de terrenos a cederse están sujetos a
nueva consideración153.
El 17 de enero de 1945, sin que se haya llegado a ningún acuerdo, en sesión del De-
finitorio, se leyó el Decreto del Presidente de la República, fechado el 21 de diciembre del
44, por el que se devolvía el tramo del Convento ocupado hasta ese día por el cuerpo de los
Guardias Civiles y se ordenaba la expropiación de dos mil quinientos metros cuadrados de
la Huerta para la edificación del local para estos fines154.
El 13 de noviembre de 1947, el edificio fue devuelto a la comunidad, se entregó una
indemnización de cien mil sucres155. Con relación al nuevo uso de este Claustro, se decidió
ubicar en la planta baja la imprenta fray Jodoco Ricke, en el segundo piso en galería norte,
la biblioteca, y, en 1952, el museo.
La biblioteca durante los siglos coloniales estuvo ubicada en el Claustro Principal, en
1942 se trasladó «a los departamentos actuales de cafetería y que esa funcione en adelante
en la misma cocina, pudiendo servirse el café en el refectorio»156. No sabemos si esta dis-
posición tuvo efecto, pues en 1948 ocupó la planta baja de las actuales dependencias del
Colegio de San Andrés157.
Investigación arqueológica 1
Paulina Terán
Introducción
Al iniciar los trabajos de restauración del Convento, se puso especial énfasis en el replantea-
miento de la evolución del conjunto conventual a través del rescate y análisis de documen-
tos históricos; así como la investigación arqueológica. Éste constituyó un proyecto de gran
envergadura no solo por la extensión que cubre el Convento —tres hectáreas y media de te-
rreno—, sino también por su trascendencia histórica y las connotaciones socio-económicas
del pueblo que forma su comunidad, pues el Convento de San Francisco es un monumento
vivo, de gran actividad e incesante labor mendicante de los franciscanos en ella.
El concepto de restauración planteada para el Convento e iglesia se enmarca en una
visión totalizadora que cubre las diferentes áreas artísticas y arquitectónicas bajo cánones
que integran sus diversos campos. En este enfoque, la investigación arqueológica en el
monumento histórico contempla dos campos de acción.
Uno que toma como punto de partida los datos históricos hacia inferencias dentro de
un período que abarca desde los tiempos prehispánicos hasta nuestros días, en un sentido
de evolución espacial de apropiación del sitio.
Otro que relaciona el subsuelo con la estructura arquitectónica, como componentes
íntimamente ligados; no solo dentro del campo de la construcción, sino también en el
análisis del tipo de suelo existente en el lugar, para evaluaciones de tipo arquitectónico.
Por lo tanto, en este estudio se pretende plantear la apropiación espacial a través del
análisis de los niveles topográficos y su inferencia hacia los períodos Inca y Colonial.
Los datos obtenidos serán complementados con el estudio de los restos culturales,
como medio de análisis sobre la influencia y consolidación del Imperio Inca en el área del
Valle de Quito. Información que será dirigida al período colonial para examinar su posible
trascendencia en la fabricación cerámica y su evolución en la implementación del torno.
1) Tomado de la investigación realizada en el Proyecto de Restauración y Puesta en Valor del Convento e Iglesia de
San Francisco de Quito
104 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Relación histórico-espacial
Además, estos centros cumplían las funciones de hospedaje temporal para las tropas
militares que controlaban a la gran población transeúnte.
Así, el emplazamiento de San Francisco respondería a una conceptualización prehis-
pánica: un espacio —plaza— de grandes dimensiones en la planificación urbana repetiti-
va del Imperio Inca, controlado por el gobierno central.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 105
Causa y contexto
Para la definición de un nuevo estrato, se deben analizar como posibles causas la acción
de varios elementos, tanto los naturales como los producidos por la acción del hombre,
que pueden dar paso a nuevas depositaciones en el sitio. Este proceso en la estratificación
arqueológica es, por lo tanto, una amalgama de patrones naturales de erosión y deposita-
ción entrelazados con alteraciones humanas del paisaje, debidas a la acción de excavar o
a la constructiva (Harris 1979:33).
La diferencia entre el estrato formado por la naturaleza y la hecha por el hombre se puede ver de
la siguiente manera: al hacer un estrato, la naturaleza trata de seguir el curso de resistencia menor,
las rocas más suaves son las primeras en erosionarse, y a mayor inclinación mayor la erosión. Un
estrato causado por el hombre es el resultado de preferencias culturales, la tierra amoldada al gusto
humano. Cuando la disposición de una capa estratigráfica es dejada a la acción de la naturaleza, la
tendencia de la superficie será mantenerse horizontal y desplazar a sus márgenes asperezas que
luego son acarreadas por la gravedad (Ibíd: 1979).
Problemática metodológica
1979:54) sugiere el uso de secciones acumulativas, como alternativa a los bancos o seccio-
nes verticales en el sitio excavado.
Harris observa una ventaja en este sistema de Barker: la información acumulativa en-
tre los cortes estratigráficos y su relación inmediata con los datos obtenidos y registrados
en planta. Sin lugar a dudas, los dos planteamientos están enfocados en una metodología
de excavación en la que se optimizan los datos de excavación, así como una mayor agili-
dad en el período de campo. Sin embargo, para un sitio arqueológico dentro de un monu-
mento histórico, donde existe la dinámica de los quehaceres normales de una comunidad
religiosa, el período de excavaciones tiende a ser reducido, por las molestias que conlleva
levantar el piso de su hábitat.
Debido al factor tiempo, se optó, dentro de sus limitaciones, por los sistemas plan-
teados por los investigadores, tomando como principio, como ya se indicó, el sistema de
pozo de cateo, para luego, dentro de un transepto, unificar la información de acuerdo a la
estratigrafía de rellenos y niveles naturales. Dentro de cada unidad de excavación se regis-
traron por niveles los diferentes elementos o concentraciones para una elaboración final
con los cortes estratigráficos de cada pozo de cateo.
Es de entenderse que la adaptación de esta metodología al caso específico de un
monumento viviente, como es el Convento de San Francisco, responde a varios factores,
como ya se ha establecido, no solamente dentro de parámetros humanos, sino también a
la optimización de los datos obtenidos, a la cual no se ajustaría una metodología por cál-
culos aleatorios dada la existencia de un inmueble en perfectas condiciones.
La apropiación de un sitio para levantar una estructura no necesariamente implica
la destrucción de la estratigrafía existente. Se da, generalmente, la destrucción de la capa
superior, que luego se integra a las capas artificiales creadas por el hombre.
Si se parte del concepto de la Arqueología como ciencia social; o sea, el rescate de eviden-
cias culturales que nos ayuden al planteamiento de hipótesis e inferencias de una socie-
dad, se debe tener como principal protagonista al hombre y sus respuestas a diferentes es-
tímulos. Como se mencionó anteriormente, el concepto edificio debe ser analizado como
una unidad, pero estableciendo una armonía de significado entre el subsuelo y la unidad
expuesta: el monumento.
Entender a un edificio implica compenetrarse con el punto de vista del construc-
tor y tratar de obtener las respuestas a un problema específico para el uso espacial de
la construcción. Para que el arqueólogo pueda conceptualizar la relación espacial con el
edificio, debe haber una reflexión basada en las evidencias materiales, dentro de factores
temporales. En el caso de la práctica de la arqueología en un sitio urbano, la comparación
con datos escritos puede llevarnos a un análisis en términos absolutos, dentro de una cro-
nología constructiva.
Se ha establecido anteriormente que debe haber una relación directa entre el sub-
suelo y la edificación; esta dialéctica puede, en muchos casos, verse reflejada en fallas ar-
quitectónicas o en otras problemáticas como la humedad. Estos fenómenos pueden ser
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 109
indígenas de San José de los Naturales, en 1532 (Kubler 1982:573), y en Quito el colegio de
San Buenaventura, en el año 1552 (Sanz 1942).
Varias son las consideraciones históricas que se tomaron en cuenta en el análisis de
la evolución espacial del Convento de San Francisco, un monumento de representación
trascendental con la preponderante presencia del Atrio, una unidad de características sin-
gulares en América, pues en ella se suple la necesidad de crear áreas amplias para la con-
gregación de masas, con el propósito de la catequización.
En el Convento de San Francisco el seguimiento constructivo, en un primer momen-
to, abarcó la reutilización de elementos encontrados in situ. Una etapa primaria que esta-
ría relacionada con la implementación de nuevas técnicas; por ejemplo, la construcción
de hornos para la quema de ladrillos; pero, por otro lado, la incorporación ideológica de la
población indígena. El sitio mantiene sus características topográficas originales, con una
expansión limitada en el plano constructivo. A este primer nivel se le podría definir como
de ordenamiento primario y planificación limitada.
La segunda etapa denota una división planificada del espacio, con una visión puesta
en el reordenamiento topográfico mediante el empleo de rellenos. Esta fase entraría en su
momento de implementación con la construcción del Claustro Principal, reflejo de una
intervención consolidada bajo un planteamiento de desarrollo de la fábrica franciscana.
Este giro implicaría el empleo de numerosa mano de obra indígena para movilizar enor-
mes cantidades de tierra para rellenos y prolongar la plataforma original hacia el lado nor-
te del conjunto conventual.
La tercera etapa constructiva se diferencia de las anteriores por una alteración del
orden natural superficial, empleándose rellenos como efecto de un sistema agresivo de
construcción. La topografía del sitio se amoldó a la voluntad, con una delimitación espa-
cial de diferentes sectores de acuerdo al quehacer religioso. Arquitectónicamente, fue una
época de complementación y rectificación de las estructuras existentes; las áreas delimita-
das para enterramientos se saturan, circunstancia que obligó a la comunidad a la creación
de espacios especiales dentro de su infraestructura.
En un cuarto y último momento, los trabajos arquitectónicos estuvieron dirigidos al
mantenimiento y reemplazo de los elementos existentes, registrándose el cambio superfi-
cial de pocos centímetros. Este accionar arquitectónico a través del tiempo, en un espacio
delimitado por el Cabildo en 1535, llegó a su fin; las futuras construcciones se realizarán
en el siglo XX, dentro de una misma área, pero a su vez fraccionada por las circunstancias
sociales que obligaron a la comunidad a vender ciertos locales que no podían mantener
por carecer de medios económicos.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 111
Investigación arqueológica
Planteamiento metodológico
Gráfico 1 El Convento de San Francisco de Quito, en su conjunto total, cubre tres hectáreas y media
Localización de los
de terreno, incluyendo las áreas edificadas. La investigación arqueológica abarcó el área
pozos de cateo
central de la fábrica franciscana.
CALLE IMBABURA
MURALLA DE LADRILLO
NOVICIADO
CLAUSTRO
S
MIDERO
DEL CORISTADO
DE LA SACRISTÍA
5
CLAUSTRO
CALLE
JARDÍN DE LA HUERTA
CLAUSTRO 20 3
DE SERVICIOS HUERTA
21
SACRISTIA
PATIO
INGLÉS
17 29
11
TEMPLO MAYOR SAN FRANCISCO
19
12N-13-14 4
1
12 27
28
15 10 2
IGLESIA DE CANTUÑA
16
CALLE BOLIVAR
CLAUSTRO
8 CLAUSTRO PRINCIPAL DEL MUSEO
18
IGLESIA DE SAN CARLOS 26
6
7 25
22-23-24 ATRIO 9 CALLE CUENCA
E
SUCR
CALLE
A
CALLE IMBABUR
MURALLA DE LADRILLO
C
D
NOVICIADO
S
MIDERO
CLAUSTRO
DE LA SACRISTÍA
DEL CORISTADO
CLAUSTRO
CALLE
JARDÍN DE LA HUERTA
HUERTA
CLAUSTRO
DE SERVICIOS
SACRISTIA
PATIO
INGLÉS
TEMPLO MAYOR SAN FRANCISCO
E E
IGLESIA DE CANTU„A
CALLE BOLIVAR
CLAUSTRO
CLAUSTRO PRINCIPAL DEL MUSEO
Todos los pozos de cateo se cavaron hasta encontrar el nivel estéril, logrando estable-
cer por medio de las coordenadas el nivel topográfico original del sitio. Este análisis final
fue de gran valor para lograr inferencias históricas de conformación del sitio e interpretar
su apropiación en un período anterior a la conquista española. Para este tipo de informa-
ción es de vital importancia la comprensión global de los problemas estructurales. Este
último análisis ha sido enfocado, tradicionalmente, en los aspectos de carga estructural y
análisis de suelos dirigidos a resistencia de cargas. Con la intervención de la Arqueología,
el análisis de los sistemas constructivos (materiales o aparejos) y el establecer las causas
del deterioro del nivel superficial tratan al edificio y su estrato inferior como una unidad
común. Las múltiples causas que pueden afectar a un edificio pueden ser: tipo de suelo,
material utilizado en las cimentaciones, humedad, rellenos, etcétera.
Para todas las excavaciones se tuvo como punto referencial la nivelación del sitio rea-
lizada por el Departamento de Arquitectura, partiendo de un punto dato, que se ubicó a la
entrada de la iglesia Mayor.
Los pozos de cateo no siguieron una numeración secuencial; ésta se dio por razones de
diferente índole, entre ellas la coordinación con otros departamentos dentro del Proyecto de
restauración, que estaban distribuidos por los espacios más importantes del Convento:
Claustro Principal: 1, 2, 6, 7, 8, 10, 27, 11, 25 y 26
Claustro del Museo: 4, 29 y 30
Claustro de la Sacristía: 5
Claustro de Servicios: 20 y 21
Huerta: 3
Iglesia de San Francisco: 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 22, 23, 24 y 28
Atrio: 9
Transepto B
nivel natural. Este último estrato tenía una alta concentración de cerámica prehispánica,
filtración Inca, Panzaleo y del área de Imbabura y Comales.
La excavación del pozo de cateo 6 se realizó en la esquina sur-oeste, en el Zaguán
o ante portería; presentó una secuencia evolutiva de depositación de estratos de relleno
sobre el nivel natural, este último se encuentra a 1,10 m de profundidad (1). A diferencia
de la excavación anterior, los entierros se hallaban en el estrato natural del sitio. El sector
fue rellenado en 50 cm, sellándose estas depositaciones con una capa de arena (3), para
luego nivelar la superficie con una segunda capa de tierra de relleno y la colocación de un
primer piso de ladrillo (A).
La cimentación de la segunda pared, paralela a la exterior, alcanzó una profundidad
de 2,90 m, a partir del primer piso de ladrillo (B). Esta construcción cortó con los estratos
artificiales y naturales; al realizar la zanja de pared para la cimentación se destruyeron
parcialmente los entierros que se encontraban depositados en el sector. Situación que se
repitió al construir la pared sur, que sirve de división de ambientes entre el Zaguán y la
escalera principal, donde existe una diferencia de 20 cm entre las dos cimentaciones. Esta
última cimentación funciona a su vez como muro de contención en sentido norte-sur,
como punto fijo antes del declive de la ladera en esa dirección.
Gráfico 3
Pozo de cateo 6,
esquema utilizado
para registro de todas
las excavaciones.
El transepto B tiene un sentido paralelo a la crujía sur. Los pozos de cateo 8, 10, 27 y
11 se encuentran alineados junto a la pared de la Iglesia de San Francisco, hacia el interior
de la crujía sur. La evidencia recuperada comprobó que el nivel natural (1) responde a un
área plana o plataforma, donde existen pocos centímetros de diferencia en los 49,76 m que
cubren la extensión de la galería. Se mantuvo una constante en todo el transepto en rela-
ción a la remoción y rellenos de tierra. Sobre el nivel natural se depositó una capa de tierra
de relleno (2), disminuyendo su potencia en las excavaciones que se encuentran hacia el
120 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
oeste. Nuevamente, con carácter intrusivo, se depositaron diversos entierros (1-33; 1-6;
1-8 [C]); extendiéndose estos de forma longitudinal en un área de aproximadamente 33 m,
a partir de la pared este del Claustro. No se encontró evidencia de remoción de tierras en
la esquina oeste de la galería.
Pozo de cateo 6
Transepto A
Como punto de eje entre los dos trazos en el sector del Claustro Principal, para una rela-
ción estratigráfica, se hizo la excavación en el área del Zaguán o ante portería (pozo de ca-
teo 6). Las excavaciones en el transepto A muestran el declive de la ladera en sentido norte,
y los grandes rellenos que se realizaron para la construcción del edificio en esta área. Se
encuentran dentro de este transepto las excavaciones registradas como pozos de cateo 6
(Zaguán) y 25 y 26 (locutorio).
Para el análisis de la evolución espacial se partió del nivel natural encontrado, rela-
cionándolo con elementos no topográficos —como los entierros— en la puntualización
de eventos constructivos. Como quedó establecido en el análisis del transepto B, el nivel
natural en el Zaguán se encontró a 1,10 m de profundidad, que continuó hacia el norte
en el pozo de cateo 26 y fue definido a 3,20 m. Los niveles superiores corresponden a dos
depositaciones artificiales realizadas con tierra de las mismas características que la natu-
ral. Esta última nivelación de la pendiente, con dos estratos que cubren 2,10 m de relleno
vertical, fue hecha para alcanzar la plataforma natural. La remoción de tierra fue realizada
antes de la construcción del Claustro Principal, como lo indican los entierros depositados
en este estrato y el material empleado en la construcción de la cimentación oeste sobre las
osamentas. Se encontraron dos concentraciones de cerámica claramente definidas entre
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 121
los 3,4 y 3,8 m y los 2 y 3 m de profundidad con filiación prehispánica. A partir de esta de-
positación con tierra de relleno, o sea los primeros 1,50 m de profundidad, se registró la
presencia de cerámica colonial.
Pozo de cateo 26
Es posible que la expansión norte, a partir de la iglesia, al ser utilizada como ce-
menterio entre 1535-1567, haya tenido una cierta ornamentación o infraestructura,
como un trazo de caminos, pues así lo evidencian varios ladrillos alineados sobre
una base o replantillo, procedimiento necesario para asentar un piso (A). Lo que se
relaciona con una actividad previa a la construcción de la galería este, al encontrarse
80 cm por debajo de la línea superior de la cimentación oeste (B) e inicio de la pared
de ladrillos.
El siguiente estrato (2) fue definido como tierra de relleno, por el contenido de ma-
terial de construcción que cubre el espacio vertical entre los ladrillos alineados y el final
de la cimentación. Lo que se entiende como una acción posterior a la construcción del
locutorio, al asociarlo con el basamento.
En el momento de realizar las excavaciones arqueológicas, el locutorio se encontraba
en proceso de restauración, cuyo mayor problema arquitectónico fue la humedad, que se
evidenciaba en las paredes por un proceso de capilaridad. Dada la magnitud del problema,
y el interés arqueológico, se realizaron dos pozos de cateo hacia el centro de la habitación.
El pozo de cateo 25 se realizó junto a la pared este, que corresponde a la fachada del
Claustro Principal. Se pudo establecer el nivel natural del terreno a 3,17 m de profundidad
(1). Sobre esta superficie se procedió a depositar tierra de relleno para alcanzar la platafor-
ma original y ampliar el espacio hacia el norte. El relleno varíaba en su contenido, se tra-
taba de material de desecho de construcción, como fragmentos de ladrillo entremezclado
con restos culturales y tierra (2).
122 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Gráfico 4
Planta del locutorio y
ubicación de los pozos
de cateo 25 y 26.
la cimentación antes mencionada, estaban depositados los restos de tres niños, en el lado
opuesto dos adultos y en el norte no se pudo definir. En todo caso, está claro que la bóveda
correspondió a un sitio de enterramiento familiar.
Como se dijo anteriormente, el problema fundamental de la habitación era la hume-
dad. En el pozo de cateo 26 se tomaron cinco muestras de un mismo nivel para obtener
un promedio de humedad. Se estimó la mayor concentración en 85,27% de agua a 1,60 m
de profundidad; en los niveles inferiores el índice de humedad decrece paulatinamente.
Al comparar esta información con la obtenida en el pozo de cateo 8, donde se deposita-
ron fragmentos de cerámica a modo de drenaje a 1,55 m de profundidad, nos indicaron
la presencia ancestral de una bajante de agua a nivel superficial desde las inmediaciones
del volcán Pichincha. Con el transcurso del tiempo y las acciones de relleno del sitio con
fines constructivos, la bajante fue cubierta y pasó a convertirse en un problema freático.
Estuvo claro que la bajante de agua no era un cauce dirigido; por el contrario, su acción se
extendía por la superficie de la plataforma afectando a todas las dependencias localizadas
al este del Claustro Principal.
Transepto C
los estratos tenían una concentración de cerámica que correspondía al período colonial,
definido su origen tanto por el acabado superficial como por la técnica de fabricación con
torno. Se registró la presencia de pocos fragmentos de cerámica prehispánica.
La mayor concentración de humedad fue definida entre los 2,70 y 3 m de profundidad,
donde había tres ojos de agua en los 2 m² que cubrían la excavación, que producían el 100
por ciento de humedad. La bajante de agua definida, antes de rellenar el sitio, constituyó
un cauce superficial, razón por la cual se construyó un canal con piedras. La evidencia de
esta estructura se identificó a los 2,55 m, con una dirección noroeste-sureste. La acción de
rellenar sobre la bajante de agua nuevamente obligaba al cauce natural a deslizarse a nivel
freático, lo que ocasionó grandes estragos a la edificación.
El Claustro de Servicios está en el noroeste del conjunto conventual. Su disposición
arquitectónica le otorga una cierta independencia de los otros Claustros. Su puerta prin-
cipal en el pasadizo norte evidenció una evolución espacial, que luego fue remodelada al
construir bóvedas sobre el pasaje que actualmente une el Claustro Principal con el área
posterior. Su acceso a través de un portón con campanario le otorga privacidad al interior
del Claustro. En la esquina noroeste se encuentra una habitación anteriormente usada
como bodega, luego ocupada como oficinas centrales del proyecto de Restauración, junto
a ésta se hallan las instalaciones de la cervecería franciscana. La galería oeste está ocupada
por bodegas. La cocina ocupa toda el área sur, con conexión hacia el Claustro de la Sacris-
tía y comedores. En la esquina noreste está la cafetería.
Las excavaciones se realizaron en las dependencias de la cafetería y en la oficina del
Proyecto; correspondían a los pozos de cateo 20 y 21.
Siguiendo con el trazo para el transepto, a la cafetería le fue asignado el número 21. La
excavación se realizó junto a la pared este, en una extensión de 2,50 por 2 m. Se decidió ex-
cavar en este lugar para aprovechar los trabajos de construcción de las cámaras de aireación
realizadas por el Departamento de Arquitectura. Al hacer las excavaciones para solucionar
los problemas ocasionados por la humedad, en la esquina noreste se encontró una estructu-
ra alargada de ladrillo que atravesaba la habitación hacia la pared sur. Esta concentración de
ladrillos de 68 cm de ancho, más tarde sería identificada como un canal de agua.
Siguiendo con la metodología general establecida para todas las excavaciones dentro
de esta investigación arqueológica, al medir la profundidad de la cimentación los datos de
la pared este con la pared sur difieren: la pared sur tiene 95 cm de profundidad; la pared
este alcanza 2,30 m. La diferencia se debe a la construcción realizada mediante un sistema
escalonado que hizo que esta estructura sirviera, a la vez, de muro de contención. El últi-
mo tramo de la cimentación era 55 cm más angosto que el resto de la estructura.
Un canal de 68 cm cruzaba la habitación en sentido sur-norte; por la orientación
que mantuvo, posiblemente en algún momento sirvió para el desalojo del agua de la pi-
leta central del Claustro de Servicios. Estaba construido con tres ladrillos, uno de base en
posición horizontal y dos verticales que conformaban las paredes del canal. La evidencia
muestra que, mientras estaba en servicio, era cubierto por un cuarto ladrillo. La parte in-
terior del canal tenía un ancho aproximado de 25 cm y una altura de 15 cm.
La construcción del canal estratigráficamente coincidía con el levantamiento de la
pared de ladrillo que tapaba el acceso al refectorio desde esta habitación. La remodelación
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 125
Transepto D
Para un análisis topográfico del área que cubre actualmente la iglesia y su corresponden-
cia global con otros sectores que conforman el conjunto conventual, se trazó un transepto
sobre la nave lateral derecha del templo. Esta delimitación encierra las excavaciones con
las siguientes numeraciones:
Pozo de cateo 12: Nave central junto al púlpito
Pozos de cateo 12N, 13, 14: Entre arco toral y segunda columna
Pozo de cateo 15: Entre segunda y tercera columna
Pozo de cateo 16: Entre tercera y cuarta columna
Pozo de cateo 18: Entre cuarta y quinta columna
Pozo de cateo 19: Sobre el crucero
Todos los pozos de cateo fueron realizados con la técnica de excavación por estratos,
ya que el área abierta lo permitía. Los pozos de cateo variaron en su tamaño entre los 3
y 7,50 m. El trabajo fue lento por la gran cantidad de entierros y restos culturales que se
encontraron en cada excavación, especialmente por el tiempo invertido en la limpieza de
los huesos y el posterior dibujo de cada planta.
Dentro del trazado del transepto D, la depositación de los estratos naturales fueron
identificados a una profundidad entre los 1,30 y los 1,70 m. La cimentación corría a lo largo
de la nave de la iglesia, en el primer tramo entre el arco toral y segunda columna (pozos de
cateo 12N, 13 y 14); su ancho se desplazaba al norte, siendo parte del subsuelo de la nave
lateral derecha, y no como cadena entre las columnas. En la esquina suroeste del cateo
se observó su prolongación que correría, en parte, por debajo de la zapata de la primera
columna. No se removió la cimentación de la columna para no afectar a la estabilidad de
la estructura de la iglesia.
126 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
En los pozos de cateo 15, 16 y 18, entre la segunda y quinta columna, se registró un
incremento horizontal de la cimentación en 2,20 m de ancho. En este punto se debe ano-
tar que todas las excavaciones se hicieron hasta encontrar tierra estéril; luego se realizaron
cortes laterales a las cimentaciones para una observación cronológica completa del siste-
ma constructivo y la evolución del sitio, lo que permitió deducir la reutilización del mate-
rial lítico. En el caso de estos últimos cateos, el perfil norte de la cimentación con piedras
de río y mortero de chocoto difería del perfil sur del muro, que estaba formado por piedras
de cantera con mortero de cal y arena.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 127
Del análisis realizado a los restos humanos encontrados en la iglesia, en los que fue posible,
se obtuvo información sobre sexo, estatura, grupo racial, patologías, esperanza de vida, etc,
(Ubelaker s.e.). En esta primera descripción interesa la especificidad de algunos entierros,
que no está relacionada con sexo o edad sino a la posición social del muerto. Esta diferencia
se observó en la construcción de bóvedas individuales o familiares (pozos de cateo 19 y 12).
Estos elementos marcaron una distinción social al separar su espacio mortuorio de áreas
«abiertas» donde estuvieron enterradas las personas que pertenecían a las cofradías.
El análisis espacial en la iglesia se hizo en tres momentos cronológicos de deposi-
tación. En las matrices de los pozos de cateo 12N, 13, 14, 15 y 16 existen constantes que
podrían inferirse a momentos (tiempo) relacionados con la existencia o no de retablos
laterales. Así, se observó que en los estratos inferiores los entierros estaban orientados
hacia el altar mayor. La población enterrada en cada uno de los espacios se diferenciaba
cuantitativamente; es posible que obedeciera al número de devotos que conformaba las
cofradías. Se observó una segunda división con una clara orientación hacia los retablos
laterales (pozos de cateo 12N, 13 y 14) [15]. En la excavación 16 no existía un período in-
termedio de orientación, saltándose a un tercer momento. El último estrato de entierros
se caracterizó por un desorden de relación con una directriz en cada espacio, dirigiéndose
caprichosamente hacia cualquier punto cardinal.
En el último estrato se registró una remoción casi constante del suelo funeral. Cavar
el piso de la iglesia representó una desarticulación con el anterior entierro depositado, a
este momento estaría ligado un accionar sobre el piso general de la iglesia en el que se
reemplazó el ladrillo por la madera, en el año 1883 (AGOFE 6.6). Esta última intervención
fue precedida por otras para reparar el enladrillado (AGOFE 10.32, 10.30, 10.34, 10.52).
Sin embargo, el trabajo realizado a finales del siglo XIX consistió en la remoción de hasta
un metro de tierra, conjuntamente con osamentas y restos culturales. Las osamentas se-
rían depositadas en la cripta familiar que originalmente fue de Rodrigo de Salazar y luego
pasó a ser lugar de sepultura para los presidentes de la Audiencia de Quito; los entierros
desarticulados fueron depositados en un osario común, convertido en tal la bóveda de la
Capilla de la Virgen del Pilar de Zaragoza. La cámara es una construcción de cañón corrido
en donde se hallaban depositadas las cajas de exhumación. Se desconoce la asignación
específica de sus ocupantes. En todo caso, el espacio fue utilizado hasta comienzos del
siglo XX, según la evidencia encontrada en los cofres.
Vale destacar el hallazgo de la pared de ladrillo al excavar en la nave central (pozo de ca-
teo 12); en la que se hizo un boquete y se examinó su construcción. La pared correspondía a la
128 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
parte posterior de un recinto abovedado de planta 2,15 por 1,80 y 2,10 m a la clave. El acceso
normal se realizaba por un orificio hecho con este propósito en la parte superior, al nivel del
piso de la iglesia, donde calzaba una lápida de piedra. Al interior de la cripta había mucho
material de desecho. En un nivel inferior se encontraron improntas de ataúdes que cedieron al
peso de los desechos arrojados al interior de la bóveda. Por la evidencia cronológica de cimen-
taciones y entierros aledaños no removidos, se estableció que hubo una construcción tem-
prana luego de la concesión del espacio. En el interior de la bóveda los féretros se hallaban en
estado laminar, por lo que la excavación se hizo mediante la técnica de decapage.
Junto a la pared sur de la
Elementos
cripta se halló una tabla con
encontrados en la
varias letras grabadas, indesci- excavación
frables debido a su mal estado
de conservación. Al levantar la
madera se recuperó una cruz
metálica de doble travesaño y
rosetones pentabulados en los
seis extremos. Además, se en-
contraron siete cuentas negras
de fondo plano, biseladas con
cuatro perforaciones laterales
para enhebrar un hilo y atar con
otras piezas similares forman-
do un collar. Entre los varios
restos culturales se registraron
anillos de carey decorados con
un rosetón y una sortija negra
con una simbología grabada en
su exterior. Los anillos tienen
diámetros pequeños para ser
usados por una mujer, junto a
ellos se halló una trenza de ca-
bellos largos.
Se ha mencionado la difi-
cultad de establecer en las ex-
humaciones una secuencia de depositación, no obstante, se pudo reportar su procedencia
y rasgos superficiales. La mayoría de entierros de la iglesia es de ancestro europeo.
El análisis practicado a las muestras de los textiles recuperados, ya sea siendo parte
de la vestimenta o del recubrimiento de los ataúdes, hablan del estatus social de las per-
sonas enterradas en la Iglesia de San Francisco. En su mayoría se trataba de seda en tejido
llano o tafetán, y en algunos casos con hilos de plata. Se utilizó cáñamo para la confección
de los cordones a modo de hábito franciscano que llevaban los terciarios, y lino para el
tejido de los encajes que decoraban los cofres. La madera utilizada para los ataúdes tiene
un amplio margen de variedad: nogal, canelo blanco, cedro y capulí.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 129
Las lápidas de piedra fueron retiradas, y fue recién en el año 1926 que se les colocó en
las paredes de las galerías del Claustro Principal (AGOFE 13.295 B). Se supone que fue en
el proceso de traslado que algunas de las losas se destruyeron y no pudieron llegar hasta
nuestros días.
En toda el área de la iglesia, a partir de los 40 cm de profundidad, se depositó material
de relleno, para luego cimentar líneas guías con ladrillos pasteleros (25 por 25 cm) en sen-
tido norte-sur como replantillo para el entablado sobre vigas de madera, en 1883.
Transepto E
La excavación 28 se realizó entre el arco toral y la segunda columna sobre la nave lateral
izquierda. Para el pozo de cateo se delimitó un área de 3,27 por 2,60 m, coincidiendo el
espacio a investigar con el centro del retablo. Se siguió con la metodología establecida
para las otras excavaciones, esto es, una combinación entre niveles arbitrarios de 20 cm
y remoción por estratos. La variabilidad se dio por la evidencia encontrada, es el caso de
entierros y estratos de relleno o estériles.
La excavación se trabajó en el intercolumnio, así se pudo observar más fácilmente
la cadena de amarre entre las columnas. Esta cimentación fue construida con piedras de
cantera y mortero de cal, arena y chocoto (arcilla) a una profundidad de 1,47 m. Se cimentó
sobre tierra firme del sitio, abriendo una zanja de pared de 1,35 m de profundidad, con
suficiente anchura para cubrir una medida horizontal que sobrepase por lo menos 35 cm
a la zapata del arco toral. La información obtenida sirvió para establecer que el muro se
cimentó directamente sobre tierra firme, sin que existiera una evolución o reutilización de
elementos construidos en una etapa previa a la edificación de la iglesia.
Los cuatro entierros encontrados en el área y su orientación permitieron inferir un
ordenamiento delineado y espacialmente conveniente. Todos los esqueletos mantenían
una orientación hacia el retablo de acuerdo a una directriz. La única excepción eran varios
huesos exhumados que se encontraban casi a nivel superficial, esta depositación secun-
daria estaba relacionada con una visible remoción ocurrida al pie del banco del retablo,
donde se habían enterrado pedazos de estuco de una pintura mural.
Entre los restos secundarios se encontró una gargantilla confeccionada en una rama
vegetal recubierta con textil, un pendiente realizado con textil y cuentas.
Las características de los entierros del área del Zaguán mostraban rasgos de una etapa
previa a la construcción del Claustro Principal, pues estos entierros primarios denotaban
la conjunción de lo prehispánico con los nuevos conceptos foráneos en relación al ritual
funerario.
La interrelación de lo nativo con una nueva ideología se encontraría en un período
de transigencia e incorporación de los indígenas a través de sus representantes o caciques.
Estos últimos compartiendo el nuevo mandato sobre las etnias locales de acuerdo con las
políticas de conquista y reorganización del espacio económico-social prehispánico.
Excavar el sitio para las diversas exhumaciones, en el siglo XVI, dio paso a una remoción
del contexto original. En varios casos, los restos depositados en un primer momento fueron
removidos parcialmente al realizar una nueva fosa para enterramientos posteriores. Como
consecuencia de esta acción, el trabajo arqueológico registró varias procedencias de carácter
secundario. El accionar funerario, a su vez, entremezcló ofrendas depositadas junto a los en-
tierros. Sin embargo, la mayor concentración de cerámica de continuidad o de características
prehispánicas se encontraban en el estrato natural correspondiente a los rasgos primarios.
Todos los esqueletos fueron depositados de espaldas, con las piernas extendidas, los
brazos junto al cuerpo o descansando sobre el estómago con los dedos entrecruzados o
una mano junto a la otra. La tierra junto a los esqueletos se encontraba suelta y granulada
con pedazos de carbón.
Las diferencias estaban marcadas por elementos del ritual funerario, como es el
caso de los entierros registrados E 1 A y E 12 D, este último estaba depositado en un fardo
funerario, que es una envoltura realizada con estera o petate luego de cubrir el cadáver
con ocre.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 133
Gráfico 5
Registro de entierros
en el pozo de cateo 6
134 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
El análisis óseo del entierro registrado E 15 D sugería por la morfología de los huesos Gráfico 6
y el grado de atrición dental una edad en el momento de morir entre los 20 y 25 años y de Registro de entierro en
el pozo de cateo 26
sexo masculino (Ubelaker 1990). Junto al esqueleto se encontró una funda o chuspa de
piel. En su interior, una placa metálica de forma rectangular envuelta en textil.
El análisis óseo realizado por Douglas Ubelaker, de la muestra excavada en el área del
Zaguán (pozo de cateo 6), llegó a conclusiones sobre datos demográficos, estatura en vida,
patologías, datos dentales, ancestro racial y comparación con la población prehispánica.
Se identificaron treinta individuos «Trece de ellos tienen menos de 15 años y 17 más de 15
años. El sexo de los menores no se pudo establecer en forma confiable. El sexo de 12 adul-
tos fue determinado: tres masculinos y nueve femeninos. El promedio de edad al morir
para los hombres es de 25,2 años y para las mujeres de 27,1 años» (Ibid: 1990). La muestra
correspondía exclusivamente a individuos de origen indígena.
El área designada para la construcción del primer Claustro de la fábrica franciscana
(Claustro Principal) fue destinada inicialmente para cementerio de indígenas, antes de la
expansión hacia el norte de la Iglesia de San Francisco. La extensión de este cementerio,
según las evidencias arqueológicas, cubriría aproximadamente 33 m a partir de la facha-
da, en sentido oeste y 36 m hacia el norte. El área aproximada de 1 188 m2 se ha delimi-
tado gracias a las evidencias encontradas en los pozos de cateo 6 (Zaguán), 27 (crujía sur,
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 135
La excavación del pozo de cateo 9 ratificaba el uso del Atrio como cementerio. La secuen-
cia en su designación como tal se hallaría entre una modificación constructiva del Claus-
tro Principal y la elevación de la superficie general del Atrio. Respaldaba esta aseveración
136 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
la acción de cubrir el zócalo de piedra tallada con tierra de relleno y que corría a lo largo
del área claustral, lo que alteró la planificación arquitectónica original. Cambio que posi-
blemente se daría a finales del siglo XVI.
La muestra del Atrio, para el análisis óseo, constó de 19 individuos: «un feto, ocho
recién nacidos, dos niños entre seis y diez años, dos adolescentes entre 11 y 15 años, dos
entre 15 y 20 años y un adulto entre los 36 y 40 años, dos adultos de edad indeterminada»
(Ubelaker 1990:32).
La población enterrada fue definida como de ancestro indígena y sería de aproximada-
mente 2 326 individuos; cifra calculada tomando como base la superficie de 753 m² que cubre
el Atrio y relacionándola con el número de entierros por metro excavado en el pozo de cateo 9.
Los cambios arquitectónicos observados hasta el siglo XVII: la construcción de las co-
vachas dispuestas hacia la Plaza de San Francisco, la construcción de la escalinata central
y la reutilización e implementación de otros elementos, conllevaron la remoción del es-
pacio funerario. Los restos humanos removidos fueron depositados en un osario común,
construido para estos fines en el subsuelo del nártex de la Iglesia de San Francisco (pozos
de cateo 22, 23 y 24). Se construyó una bóveda de cañón corrido de medio punto, en sen-
tido este-oeste, de 6,5 por 3,70 m. El acceso se realizaba por un pequeño espacio marcado
en el piso, que debió haber estado cubierto por una lápida. En el diseño y construcción
de la bóveda se notó la ausencia de un ducto para despojo posterior de esqueletos, lo que
denotó un momento único para su uso. Posiblemente, fue sellada en 1747 con el cambio
de piso en la iglesia, el asentamiento de piedras sillares a la entrada de la iglesia y el enla-
drillado de todo el cuerpo de las naves hasta el crucero (AGOFE 10.13).
orla hacia los filos y la impronta de dos elementos que correspondieron a las bases del al-
tar que se encontraba bajo el cuadro de la Virgen de los Dolores. Este piso fue remplazado
en 1843.
La enorme energía constructiva desplegada hasta mediados del siglo XVII, continuó
con la edificación de las dependencias hacia el norte (Claustro del Museo):
El Segundo Claustro, a continuación del Principal, comenzóse a edificar el 5 de febrero de 1649 y
el primer tramo se hallaba concluso el 20 de agosto de 1650, en el provincialato del P. Fernando de
Cosar» (Gento Sanz 1942:29).
Análisis cerámico
El proceso seguido para las excavaciones en los diferentes sectores del área conventual e
iglesia permitió el rescate de información sobre su evolución, tanto estructural como de
uso singular del espacio. La diversificación del material cultural asociado a contextos es-
pecíficos, como el caso de los entierros en el área del Zaguán, hizo posible establecer una
cronología del uso espacial.
En el caso de la cerámica prehispánica, su dispersión mantuvo una constante dentro
de los diferentes sectores de apropiación temprana por parte de la comunidad francisca-
na. En los años siguientes a 1535, año de fundación del Convento, se procedió a la remo-
ción parcial del sitio, con fines constructivos. Esta remoción, sin embargo, no destruyó
los contextos basados en la creación de una nueva estratigrafía artificial. El principio de
asociación de los objetos se ve disminuido, pero no desvanecido. Este análisis del proceso
de formación estratigráfica en un sitio urbano conceptualiza los principios básicos de la
sobreposición, asociación y recurrencia dentro de la Arqueología.
La cerámica Inca tuvo mayor incidencia en la parte central del conjunto conventual,
esto es en la iglesia y las áreas de enterramientos tempranos de la clase indígena de los
siglos XVI y XVII (Zaguán y Atrio); los restos de la iglesia que representaban el 25,4%, del
Claustro Principal el 39,4% y del Zaguán con 27,1%, son los más altos porcentajes de cerá-
mica Inca. En los otros sectores, como el Claustro de Servicios, no se registró cerámica de
este período, posiblemente por el desbanque ocurrido en el sector debido a la planifica-
ción constructiva que comenzó en 1567. Esta remoción del estrato cultural prehispánico
se puede ocultar en la tierra de relleno de los pozos de cateo 25 y 26.
Por el estado fragmentado de la cerámica del Convento de San Francisco no fue posi-
ble establecer con certeza una tipología amplia de formas. Se optó por conformar catego-
rías basadas en los tiestos diagnósticos, como aribaloides, ollas, platos (escudillas) y que-
ros. En este sentido, la división de Meyers se adaptó mejor a la problemática de la muestra.
En la primera categoría conventual estarían las formas A, B, C y D; en la segunda categoría,
E; en la tercera, F; y en la cuarta, la división G de la clasificación de Meyers.
En las provincias, el aríbalo predominaba sobre las otras formas de cerámica. La alta
incidencia de esta forma fuera del núcleo del Imperio podría estar relacionada con el apro-
visionamiento de alimentos y chicha para las tropas del incario. Su importancia se debe a
un aspecto ideológico, pues es el recipiente que contiene el aswa, que es un elemento de
aproximación personal, hospitalidad y ofrenda ceremonial. Actitudes seguramente practi-
cadas con mayor frecuencia en las nuevas áreas conquistadas, como un paso para formar
alianzas locales.
La distinción de aspectos morfológicos para la división E, como el labio recto y el pe-
destal, fue el principal requerimiento para clasificar las vasijas de carácter utilitario, como
las ollas para la cocción. En el porcentaje establecido para esta categoría, solo el 3,27%
estaría cumpliendo su función utilitaria en la preparación de alimentos. Esta asociación
144 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
sería parte del contexto de la vivienda o del hospedaje temporal, en el área correspondien-
te a la actual iglesia. El resto de las vasijas se encontraban asociadas a ajuares funerarios
en el Zaguán y Atrio, con fechas posteriores a 1535.
En la división de platos o escudillas se optó por una clasificación con cierta reserva,
ya que la muestra se encontraba fragmentada, lo que no permitió establecer una más am-
plia clasificación comparativa. En cuanto a su utilización, se les clasificó como utensilios
para servicio unitario, de alimentos sólidos. Dentro del cuerpo cerámico del Convento
constituyeron el 3,59%, en el área asociada a vivienda y hospedaje, y el 6,54% en sectores
de enterramientos.
Dentro de la última clasificación estaban los queros o vasos. La utilización de este
tipo de utensilios se podría inferir que estuvieron restringidos a un carácter ceremonial.
Dentro del área para vivienda y hospedaje representaban el 0,16%, a diferencia de los aso-
ciados a entierros que son el 1,47%. Lo que podría denotar la asociación de este vaso a una
elite o un uso restringido a ceremonias funerarias.
Acabado superficial
Para el estudio del acabado superficial la muestra constaba de 612 fragmentos; se preten-
dió con este estudio establecer patrones de recurrencia en el manejo de ciertas técnicas,
asociadas a las formas. La variabilidad del tratamiento superficial podría estar relacionado
con la importancia del complejo cerámico Inca y su significado dentro de las políticas
adoptadas en las provincias. Así como la utilización de vasijas como parte de su cosmovi-
sión ideológica.
A la cerámica del sitio del Convento de San Francisco, como se indicó, se la clasificó
de forma global en cuatro divisiones básicas: aribaloides, ollas para cocción, platos y que-
ros. Estas cuatro estarían dentro de la clasificación utilitaria (Bingham 1915; Jijón 1918;
Rivera 1976; Meyers 1976; Bray 1990), ya que muchas de ellas han sido encontradas en el
Convento como parte del ajuar funerario. En estas últimas no se detectaron huellas de uso
utilitario, como sería el hollín.
El grupo más significativo fue del tipo con acabado superficial: exterior engobe e in-
terior alisado (formas 1, 7, 10, 11 y 13, en Meyers: 1976), alcanzando el 34,11%. Se clasificó
el material basándose en tres rasgos fundamentales que les distinguen: «mejor calidad
de la pasta, un pulido brillante. Otros aparecieron engobados, sobre todo en blanco pero
también en rojo o negro» (Ibid: 1976).
En el conjunto cerámico del Convento la forma predominante fue el aríbalo, dentro
de un contexto funerario, como son el área del Zaguán y el Atrio, notándose una escasa
diferencia entre el tratamiento de superficie, que, en los primeros años después de la Con-
quista, se mantuvo sin cambios o modificaciones en el empleo de técnicas prehispánicas.
Además, se notó que los conocimientos alfareros fueron reproducidos en los sitios provin-
ciales obedeciendo los cánones establecidos en el Imperio.
Dentro del tipo bícromo, la mayoría de fragmentos fueron cuerpos de vasijas. La de-
coración, en el conjunto conventual, se encontraba solo en el exterior, en diseños geomé-
tricos. Predominaban las líneas negras con un punto negro al final y el diseño de filas
paralelas con triángulos. Otros diseños encontrados fueron: rombos, líneas verticales,
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 145
Gráfico 8.
Formas básicas de
la cerámica incaica.
Fuente: Albert
Meyers, 1976.
lineales y el café oscuro sobre rojo, que tiene diseños geométricos, con el 6,42% cada uno.
De la decoración blanco sobre negro, de diseños lineales, encontrados al borde del
aríbalo, la muestra fue tan reducida como el blanco sobre rojo.
Generalmente, la decoración se encuentra en la superficie exterior o al interior del
borde, con excepción de los platos cuya superficie total estaba decorada con bandas y
rayas entrecruzadas formando un patrón.
En la variedad policromo A se trataba de dibujos geométricos a base de bandas rojas y
líneas negras verticales combinadas con otras perpendiculares u oblicuas a las anteriores;
presentaba líneas finas, en número de dos o tres, terminadas en un punto grueso. Por lo
general, eran de colores rojo y negro sobre fondo natural ante-crema o anaranjado pulido
y en ocasiones se empleaba también el blanco. Se ajustaba a la descripción de los diseños
encontrados en el Convento; correspondían al 3,73% de la colección.
La variedad policromo B era de rombos concéntricos unidos en bandas rojas, líneas
rojas cruzadas sobre bandas blancas, entramado negro y rojo, filas de triángulos negros
sobre fondo rojo oscuro. Diseños que se repetían en la colección conventual; constituían
el 1,79%.
Cerámica Caranqui
Análisis cerámico
Durante el estudio se excavaron restos culturales que fueron identificados con el área nor-
te de las actuales provincias de Pichincha e Imbabura o área Caranqui, muestra que se ha
denominado de continuidad, entendida como la presencia de manufactura cerámica con
características prehispánicas.
La escasa investigación arqueológica en el norte de las provincias de Pichincha, Im-
babura y Carchi no permitió una clara delimitación de las fronteras culturales o de la re-
gión Caranqui, pero se retomaron las clasificaciones llevadas a cabo por varios investi-
gadores. La cerámica fue dividida en cuerpos decorados y bordes. El material se hallaba
muy fragmentado, por lo que no pudo obtenerse formas completas, y la fechación estaba
relacionada con eventos de apropiación espacial por parte de la comunidad franciscana y
al levantamiento estructural de ciertas áreas del conjunto conventual.
La enorme remoción de tierras que conllevó la construcción ocasionó altera-
ciones, no solo en la conformación topográfica original del sitio, sino también en las
bajantes naturales de agua que descienden desde el Pichincha. El amoldamiento del
terreno trajo consigo implementaciones estructurales que aseguraban el correcto fun-
cionamiento de la estratigrafía vertical. Éste sería el principio seguido para depositar
un estrato de fragmentos cerámicos perfectamente ordenados. Esta concentración
fue excavada en el pozo de cateo 8. La función del estrato cerámico sería la de se-
cante, porque produciría evaporación a través de los fragmentos, resultado imposible
de conseguir al rellenar el sector con otro material; esta acción sería complementada
con la creación de un acceso fácil para el desplazamiento de la corriente de agua o su
encauzamiento.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 147
Gráficos 9 y 10
Cerámica Inca
Gráficos 11 y 12
Cerámica Inca
En los histogramas de los pozos de cateo 6, 8, 9, 25 y 26, de los primeros años de apro-
piación espacial con la construcción de Claustro Princip al, se evidenció un progresivo in-
cremento en la depositación de restos culturales del área Caranqui, de mediados del siglo
XVI y comienzos del XVII. Esto debió responder a una mayor presencia de personas de una
misma etnia y a su capacidad de fabricación y uso de estas piezas cerámicas. Los restos
culturales Caranqui tuvieron relación específica con la construcción de este Claustro, pues
existió el antecedente de la solicitud de la comunidad franciscana pidiendo «cincuenta
mitayos por ocho años para la fábrica de la dicha casa e yglesia con que lo ocupen en esto
presisamente» (AGI., Quito 10, tira 1).
148 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Gráficos 13 y 14
Cerámica Inca
Gráficos 15 y 16
Cerámica Inca
150 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Morfología
Forma 1
A este grupo correspondieron vasijas con el cuello un tanto recto y corto. «Esta forma de
borde puede ser enteramente adjudicada a una determinada forma de vasija, que es la
de las asimétricas u “ollas zapato”. «Pueden estar relacionadas a cuerpos esféricos y base
redonda» (Meyers 1981:236).
Gráfico 17.
Cerámica Caranqui:
forma 1
Forma 2
Dentro de este grupo estaban las vasijas de cuello largo, borde evertido y labio redondea-
do. La prolongación de la escasa curvatura del cuello, continuaría en un vientre ligeramen-
te redondeado. Existió una variedad en el tamaño, registrándose el diámetro de la boca
más pequeño con una media de 12,26 cm y un máximo de 22,6 cm. La moda en el segundo
grupo es de 24 cm.
La tendencia en este grupo fueron las vasijas sin decoración, únicamente alisadas. Sin em-
bargo, se registró el 13,88% de fragmentos de vasijas decoradas y el 86,11% sin decoración. El
diseño es de líneas entrecruzadas sin un patrón, que nacen desde el labio o el cuello de la vasija;
con una variedad de tonalidad para las líneas, pero siempre dentro de la gama de marrones.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 151
Gráfico 18
Cerámica Caranqui:
forma 2
Forma 3
El grupo consistió en un borde evertido casi horizontalmente y engrosado, que acaba pun-
tiagudo o se ensancha en forma ligera hacia el final y que tiene aristas algo redondeadas.
Como ejemplo de la forma de vasija se ofreció un ejemplar conservado completo, ventru-
do, de base redonda o casi puntiaguda, hombros levantados y cuello casi cilíndrico (Meyers
1981:241).
La clasificación de Cochasquí estuvo asociada a la Fase I, sin continuidad en las de-
positaciones posteriores.
Forma 4
La forma de estos bordes tiene una ligera orientación evertida; sigue una prolongación
a un cuello recto y el labio redondeado. La forma del cuello sugiere una vasija alargada,
posiblemente con base redonda o anular.
Se hacen evidentes restos de hollín en varios fragmentos, lo que supondría la utili-
zación de las vasijas para cocción; la base terminada en punta no sería la indicada. Sin
embargo, dentro de esta división existen bordes decorados que corresponderían a vasijas
para almacenamiento. Los fragmentos decorados representan el 9,30% y los no decorados
el 90,69%. El diseño continúa con el patrón ya establecido para las otras formas de líneas
entrecruzadas, partiendo desde el borde o cuello. El trazo de las líneas ha sido realizado de
forma libre, sin mantener un orden aparente.
Los bordes con restos de hollín tienen 17 cm de diámetro. El grosor de la vasija es de
14 mm en la parte más ancha y el mínimo es de 10 mm.
Gráfico 19
Cerámica Caranqui:
forma 4
152 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Forma 5
La forma del borde puede ser comparada con un triángulo (Meyers 1981:243) o, desde la
parte externa, a una banda sobrepuesta al contorno de un cuello vertical. Forma típica
del ánfora con base alargada y de cono agudo. El diámetro del borde de la vasija es de una
media de 20 cm. Los fragmentos encontrados en el Convento de San Francisco tenían una
banda de color rojizo oscuro que contrastaba con el resto de la vasija.
Forma 6
La forma de este borde denota una relación con una vasija de cuerpo globular. El borde
tiene un contorno equilibrado para ser una vasija pequeña. El grosor de las paredes es de
8 mm. La presencia de esta forma tenía un 3,97% de recurrencia. En el sitio Cochasquí la
forma estaba relacionada a la Fase II. Según Bray (1990), esta vasija pequeña podría ser
parte del conjunto de platos para el servicio individual.
El acabado superficial puede ser un alisado para toda la vasija, y decorado con líneas. El
diámetro de la parte superior de la vasija variaría en 3 tamaños: 10, 14 y 18 cm.
Gráfico 20
Cerámica Caranqui:
forma 6
Forma 7
La forma de este borde es restringido a la altura del cuello, continuando hacia el borde con
una ligera inclinación evertida. Por la parte exterior estaba decorado con una banda y a
continuación con el diseño de líneas entrecruzadas. Del sitio Cochasquí, Meyers reporta
que «en algunas piezas el borde estaba decorado con muescas triangulares colocadas en
fila» (Meyers 1981:251-252). (Gráfico 21).
Gráfico 21
Cerámica Caranqui:
forma 7
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 153
Forma 8
El borde se caracteriza por un triángulo «rectángulo cuyo ángulo apunta hacia arriba»
(Ibid:245). Por lo observado en Cochasquí, este borde correspondía a varias formas de va-
sijas, desde ánforas de base alargada en forma de cono agudo hasta una vasija trípode de
«vientre esférico» (Ibíd:245).
El borde hacia el exterior se encuentra engobado en forma de banda. El grosor de las
paredes de la vasija es de 4 mm y 9 mm al borde. Dentro de este grupo existía una variación
del acabado superficial exterior con un diseño de líneas horizontales y, por dentro, una
banda engobada al filo del borde.
Forma 9
Un borde evertido con un ángulo pronunciado para el cuerpo de la vasija globular. El bor-
de se ensancha por igual hacia los dos lados. El exterior e interior de la vasija se encuentran
alisados, resaltando el borde con engobe. Meyers, en su clasificación de bordes, no registró
esta variedad. Bray la identificó con el borde II-E (lámina 5.16:213), atribuyéndole la fun-
ción utilitaria para cocción.
Forma 10
Este grupo de bordes con acabados recto-cuerpo-redondeado es identificado por Meyers
y Bray como escudillas (bowls). En el sitio Cochasquí estaba identificada como forma típi-
ca de la Fase II.
Bray establece una media del diámetro al borde de 16 cm. Para la colección conven-
tual se registraron dos medias: 17,5 cm y 24 cm. Por la medida de las paredes finas (6 mm)
y el filo redondeado habría sido un recipiente ideal para beber líquidos, específicamente la
chicha. El exterior e interior de la escudilla tiene un acabado superficial alisado y engobe
uniforme.
Gráfico 22
Cerámica Caranqui:
forma 10
154 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Cerámica Panzaleo
Antecedentes
La procedencia del material cerámico conocido como Panzaleo representa para los ar-
queólogos un enigma parcialmente descifrado. Se sabe que existió desde 420 a. C. (Porras
1975) hasta el período colonial.
La dispersión de la cerámica fina cubre casi toda el área andina, y en todos los sitios
el material Panzaleo ha sido identificado como intrusivo. Hasta el momento no ha sido
posible ubicar un sitio netamente Panzaleo. Una gran parte de la cerámica encontrada
en varios yacimientos arqueológicos fue excavada en asociación con tumbas y material
de producción local; esta peculiaridad ha sido interpretada como ceremonial o suntuaria.
En el año 1975 se publicó el trabajo realizado por el P. Porras en el área de Quijos.
Como conclusión, propone el sector oriental de la Cordillera de los Andes como área geo-
gráfica para el desarrollo del grupo Panzaleo, renombrado como Cosanga. El nombre Pan-
zaleo fue asignado por J. J. y Caamaño en 1920 basándose en varios puntos y considerando
que en las actas del Cabildo quiteño «correspondientes al 17 de julio de 1537 y 20 de mayo
de 1549, nombraba Panzaleo como un pueblo indígena o un tambo situado a media dis-
tancia entre Quito y Mulaló» (Moreno 1981:111), proponiendo que las cerámicas habían
sido hechas por artesanos del pueblo de Pujilí (J. J. y Caamaño 1920:81).
Gráfico 23
Tipología Cosanga.
Fuente: P. Porras,
1975: 109-110
un nivel entre los 1,80 y los 2,40 m de profundidad, y estuvo relacionada al estilo arqueo-
lógico antes de la construcción de la fábrica franciscana. Los histogramas registraron la
mayor concentración de cerámica Panzaleo correspondiente al último período prehispá-
nico, conjuntamente con la colección Inca e Imbabura/Caranqui, donde se dio una fuerte
caída en la representación cultural a partir del año 1567, siendo estas tres las colecciones
más importantes rescatadas en el Convento de San Francisco. Su cuantificación permitió
establecer que tan solo la Panzaleo no alcanza una representación significativa luego de
finales del siglo XVI; en los contextos fechados en períodos posteriores, esta cerámica apa-
reció en escasos fragmentos.
Morfología
Comales
La magnificencia de un «tiesto»
El significado social de los comales o tiestos (como se lo conoce hoy en día), en el período
prehispánico y colonial, ha sido tomado en cuenta muy poco en el análisis global de las
diversas sociedades.
La muestra cerámica de comales en el Convento de San Francisco en su mayoría es-
tuvo asociada a contextos funerarios, en las áreas tempranas para enterramiento como el
Zaguán, locutorio y Atrio. La evidencia cerámica de comales correspondió al 70,75% de la
muestra. Las singulares circunstancias para la designación como área de enterramiento a
la crujía sur del Claustro Principal incidió en la muestra de comales que es de 4,61%. Esta
cifra baja sería representativa de un período de crisis de la población indígena afectada
por epidemias, por lo que debió romper con la tradición en los rituales al momento de los
funerales.
El concepto general de ajuar funerario se basó principalmente en la asociación con
objetos suntuarios o de «valor» para el difunto. Esta valoración material supondría piezas de
orfebrería, cerámica, textiles, etc, de fina factura. Sin embargo, el concepto de valor debe-
ría entenderse en la representación de la persona fallecida a través de sus pertenencias.
La acción desarrollada alrededor del tiesto estuvo asociada a la mujer y sus diversas
156 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Tipología de comales
La colección de bordes recuperados en las varias excavaciones del área conventual corres-
pondían en su totalidad a fragmentos. Por esta particularidad se optó por una metodología
en el análisis que tomó en consideración solo aquellos fragmentos que mantenían al menos
el 10% del diámetro total de la vasija. Este principio permitió una correcta orientación del
borde. Las varias categorías de comales fue el resultado de este procedimiento; la orienta-
ción de los bordes con relación al cuerpo horizontal y la concavidad plana o convexa del
centro y paredes de la vasija establecieron categorías morfológicas amplias.
El comal se encontró entre las vasijas prehispánicas que tuvieron una continuidad en
la producción alfarera y en el uso cotidiano durante el período colonial y republicano.
La colección conventual se dividió en cuatro categorías: Borde recto poco profundo;
Borde recto profundo; Borde recto base plana y Borde recto base curva. En todos los casos
existió la evidencia de hollín en el exterior de la vasija.
Gráficos 24 y 25
Comales
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 157
Clasificación morfológica
Para la división de la cerámica colonial se tomó en cuenta solo aquellos fragmentos y for-
mas que presentaban un acabado superficial vidriado, decoración en vivos colores y pasta
de coloración SYR 5/3 reddish brown.
La clasificación se hizo en cuatro grupos, de acuerdo a la orientación del borde. El
manejo cerámico según su función fue dividido en utilitario para cocción y para servicio
individual. La función fue marcada por el tamaño de la pieza y la presencia o ausencia de
hollín, como en el caso de las vasijas de gran tamaño.
La innovación se dio en la implementación de formas europeas, como en el caso del
plato tendido; pequeños recipientes con asas, como las jarras o tazas y vasijas de mayor
tamaño para el servicio colectivo. El cambio radical se dio en el manejo de la arcilla de
textura fina para el moldeado con el torno, acabado superficial con vidriado, horneado y
decoración.
La división morfológica se realizó tomando en cuenta la dirección del borde y el aca-
bado superficial. Las categorías en las que se clasificó las vasijas utilitarias fueron: Bor-
de recto (I.a.1, I.b.1, I.c.1, I.e.1, I.f.1,); Borde evertido (I.a.2, I.b.2, I.c.2, I.e.2, I.f.2), y Borde
invertido (I.a.3). Todos los tipos se caracterizan por sus anchas paredes, decoradas con
vidriado verde, generalmente aplicado en forma libre sobre el borde, y excepciones en las
que se hace con vidriado en toda la superficie interior.
La numeración para la clasificación estuvo dada por la utilización, variedad y tipo.
Los números romanos antepuestos marcan la clasificación general; por ejemplo: (I) utili-
taria (a) variedad y (1) tipo de borde. Con la numeración II, se asignó el menaje de mesa.
Dentro de la clasificación de cerámica de innovación, estaban: jarras, escudillas (borde
y bases), fuentes, platos (borde y bases). En la numeración III están los apéndices y la IV
señala los diferentes diseños en cuerpos (difuso, bicolor, línea recta, compuesto, floral,
ondulado, lineal).
A partir del numeral II existe un común denominador: la pasta con coloración SYR
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 159
5/3 reddish brown y mayólica como denominación para esta cerámica de vivos colores. El
análisis de la mayólica concluye señalando los bordes de acuerdo a la dirección.
Vasijas utilitarias
Borde recto
La clasificación de los fragmentos que corresponderían a vasijas utilitarias se realizó se-
gún el hollín presente en la superficie exterior. Un común denominador de esta categoría
formal es la pared gruesa y en el borde, la decoración de color verde en varias tonalidades.
El cuerpo de la vasija debió ser alisada con una decoración zonal de vidriado verde en el
borde, en la mayoría de los casos.
Forma I.a.1: El borde es una continuación del cuerpo. El labio forma una línea ondu-
lante que conforma la decoración de la vasija.
Forma I.b.1: El labio tiene una ligera curvatura hacia el exterior, terminando en una
forma redondeada luego de una hendidura que se refleja por el lado interno.
Gráficos 26 y 27
Vasijas de borde recto,
evertido e invertido
Gráficos 28 y 29
Bordes de jarras y
sección de escudillas
Forma I.f.1: El borde tiene un acabado o labio redondeado, que se pronuncia al exte-
rior. La parte superior se divide en dos lomos ondulantes.
Borde evertido
Forma I.a.2: Ligeramente convexo, con el labio redondeado.
Forma I.d.2: Hacia el centro del objeto la pared es más delgada, se ensancha de forma
paulatina hasta el labio, formando una pared recta.
Forma I.e.2: Se engrosa en el cuerpo de la vasija, para luego afinarse y formar una
banda alrededor del borde.
Forma I.f.2: Un borde recto-evertido, con el labio redondeado.
Borde invertido
Forma I.a.3: El borde se ensancha hacia el labio y termina en forma redondeada.
Menaje de mesa
Los utensilios o enseres que conformaban el menaje para uso individual se caracterizaban
por adoptar formas europeas como platos, jarras, escudillas y vasijas de mayor tamaño. La
decoración era profusa en el empleo de colores.
Luego del análisis de los muchos fragmentos, se procedió a compararlos con los di-
seños observados en los azulejos que fueron rescatados de la cubierta de la iglesia. Los
datos históricos sobre la producción de azulejos se remontan a comienzos del siglo XVIII,
entre los años 1700 y 1722, con la compra de miles de unidades para el recubrimiento de
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 163
Gráfico 30
Cerámica colonial:
plato
Gráficos 31 y 32
Gráficos 33 y 34
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 165
Gráficos 35 y 36
El común del pueblo, es de suponer, continuaría con sus tradiciones alfareras que
tenían relación con la preparación de alimentos, consumo y quehaceres realizados por
siglos en la intimidad particular.
Una segunda etapa se relacionaría con un acercamiento a la naturaleza y a diseños
de movimiento. El nuevo giro se pudo apreciar en las series II.c.2; II.e.2; II.f.2¸ II.g.2; II.h.2;
II.i.2, de diseño compuesto, floral y líneas onduladas. El floral es el que más se emplea, ge-
neralmente dentro de una cromática verde esmeralda, combinado con azul claro y ramas
marrones. La división del espacio se manejó bajo una clara delimitación del utensilio.
En el caso de los tejuelos, la repetición del esquema decorativo se ubica ya sea en
las esquinas o hacia el centro. Cuando la decoración es con flores, se utilizó sobre toda la
superficie del utensilio, como lo demuestran las bases y bordes decorados. El delicado tra-
bajo del trazo alcanzó un notorio avance que rompió con los límites visuales que imponía
la parte física del utensilio. El diseño era complejo y de mucho movimiento, pasando la
apreciación visual a un segundo plano sobre el fondo crema delimitado por el verde oscu-
ro como diseño mediato al que sobreponen elementos de color ladrillo.
A finales del siglo XVIII, el manejo del color y el control de hornos especiales para
alcanzar altas temperaturas logró una nueva técnica en acabados y decoración, como la
aplicación del oro sobre las piezas.
Según Navarro (1989: 71, 72, 73), la fábrica instalada en Quito en 1774 alcanzaría una
diversificación en su producción con piezas que iban desde el menaje utilitario hasta el
moldeado de la arcilla para la elaboración de floreros y estatuas. Sin embargo, los docu-
mentos encontrados en relación a la fábrica de los señores Diez de la Peña-Sánchez Pareja
166 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
hacían referencia a la «loza fina», entendiéndose por ésta únicamente los utensilios para el
menaje diario. Es posible que en Quito, en el período en cuestión, hayan existido otras ins-
talaciones con producción diversificada como figurillas escultóricas en arcilla. De a poco,
la fábrica fue decayendo hasta su venta en 1788.
Cerámica al estaño
La muestra fue analizada luego de seleccionar diez de once fragmentos que mostraban la
variedad establecida en el dato histórico. Fue sometida a análisis mediante difracción de
Rayos-X para la identificación mineralógica que ha intervenido en la obtención de los varios
colores: mostaza, celeste, verde, gris, azul, naranja, marrón, habano, blanco y amarillo.
La técnica del vidriado empleado en la mayólica quiteña pudo proceder de una gran
tradición que se extendió a la mayoría de países europeos desde el mundo islámico. «La
mayor atracción del barro cocido vidriado al estaño era su superficie blanca, relativamen-
te fácil de obtener, uniforme y agradable de manejar, que proporcionaba una excelente
superficie para la decoración pintada» (Cooper 1987:119).
El desarrollo de un sistema de hornos para la industria alfarera en Quito alcanzaría
una avanzada tecnología. Los datos obtenidos de diez fragmentos analizados por difrac-
ción de Rayos-X corroboró la utilización de óxido de estaño o casiterita y cuarzo para lo-
grar el vidriado blanco opaco.
Tejuelos
Se recuperaron ocho tejuelos de 18,7 por 18,7 por 2,6 cm. Presentaban un biselado a los
dos lados para una mejor unión entre cada una de las piezas. La producción de tejuelos se
hizo mediante moldes para conseguir uniformidad en el tamaño y un correcto empate al
momento de la colocación (Gráficos 37, 38 y 39).
Se pudieron diferenciar ocho diseños, en dos de los cuales se reconstruyó la decora-
ción total (1, 2, 3, 4, 5, 6). Se estableció una constante en el fondo blanco-crema y en el uso
de los colores verde, azul y marrón. Todos los diseños estaban delimitados por una banda
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 167
Gráficos 37 y 38
Gráficos 39 y 40
168 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Gráficos 41 y 42
verde alrededor del tejuelo. La decoración parte de un punto central o inciso logrado por
el molde.
Los diseños se dividen entre lo simbólico y lo abstracto. Para los tejuelos de piso, el
orden esquemático se mantuvo dentro de una simetría, al disponer los diseños hacia las
esquinas de los tejuelos. El espacio estaba cubierto por decoraciones en forma radial y
rotativa. En el primer caso (tejuelo 3), en forma de hojas que parten del centro del tejuelo
hacia las cuatro esquinas para formar un triángulo azul con dirección al interior de uno
mayor en verde. La utilización de colores fríos y sin una marcación de límites permitía una
visualización plana del objeto. El fondo blanco-crema se mezcla con la totalidad suave del
diseño, desapareciendo un posible realce del esquema.
En el caso de los tejuelos 2 y 4, los círculos decorativos formaban una o varias ban-
das teniendo como centro de partida el inciso de fábrica. En el tejuelo 2, la repetición
de círculos en azul y verde crea un efecto visual de rotación por asociación con la flor
(inciso) central. Las dos bandas ondulantes situadas a los bordes del tejuelo rompen con
las líneas rectas del elemento. El uso monocromático en la representación de los círculos
del tejuelo 4 no permite una visualización de profundidad que podría partir del centro
hacia los extremos. Sin embargo, con el empleo del color verde se obtuvo una figura ro-
tativa dentro de la simetría de las partes, rematado por cuatro bandas ondulantes hacia
el filo del tejuelo.
El tejuelo 1 podría ser denominado movimiento de las cintas, por el enlazado que
forma una atadura central. El movimiento cinético hacia las esquinas estaba marcado por
cuatro cintas azules que terminan en una relación dinámica y envolvente. El diseño puede
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 169
ser dividido en dos o cuatro partes que al unir los componentes son el reflejo del opuesto,
conformando un todo armonioso.
La estilización de los elementos naturales se reproducía por medio de círculos redon-
dos o alargados y el entrelazado de líneas. En el caso de los tejuelos 5 y 6, el diseño es un
reflejo en diagonal de la esquina opuesta. En el 5, las ramas marrones marcan dos puntos
focales, concepto que se aparta de los esquemas observados en los otros tejuelos.
Este tipo de azulejos tiene una dimensión de 27 por 27 por 1,9 cm, sin bicelado. Se resca-
taron dos tejuelos enteros y un fragmento. En los tres casos se mantiene un fondo blanco-
crema con decoración en verde y marrón.
El esquema se realizó en forma de bandas, representando flores estilizadas. El borde
está delimitado por una banda vertical en color verde. La visualización del zócalo decora-
do pudo ser de bandas horizontales, pero particularizando cada uno de los tejuelos por la
banda que corre vertical al diseño focal.
La identificación de la comunidad franciscana fue reproducida en el tejuelo 10. El
cordón y 5 estigmas de San Francisco de Asís se encuentran en el centro del tejuelo. Los
cinco nudos dan acción envolvente a la cuerda, lograda por la desigualdad de cada uno
de ellos. Las cuatro esquinas están decoradas con flores estilizadas, unidas por una banda
verde que circunscribe al tejuelo.
En el tejuelo 11, el diseño central compuesto por aspas convexas crea un movimiento
rotativo, acentuado por un intercalado de partes verdes con otras menores en marrón. Para
complementar el diseño global, cuatro flores están dispuestas en cada esquina.
Epílogo
[1647]1924:1). La topografía del sitio, al pie de la ladera del volcán Pichincha, y de fácil ac-
ceso a la cantera (calle Rocafuerte) y al agua que fluía por diversas vertientes y quebradas
reunía características singulares para el asentamiento en ambos períodos.
En Quito, restos arqueológicos de similares características a los encontrados en el si-
tio del Convento de San Francisco se encontraron en el lugar donde se levantó el Hospital
San Juan de Dios (comunicación personal de Agnes Rousseau), ubicado entre las calles
Rocafuerte y García Moreno. Las dos evidencias podrían tratarse de dos puntos extremos
de la Plaza Inca. Extensión de mediana dimensión entre los 300 y 330 m². El trazo damero
dividiría su magnitud en varias manzanas, afectando al espacio del comercio o trueque en
las plazas de menor tamaño: San Francisco y la plazuela de Alonzo Casco (Santa Clara). El
planteamiento de extensión hacia el sur de la ciudad de Quito se compaginó con los datos
históricos y la jerarquización espacial de asentamiento en el sector de «San Sebastián, que
sugiere fuertemente pertenecer a la elite indígena de la Ciudad, ya que esta área fue el pro-
bable asiento de la casa de Atahualpa y definitiva residencia de su hijo El Auqui, Francisco
Atouchi» (Salomón 1980:168).
Del material Inca analizado, es interesante anotar que el aríbalo constituía la forma
más popular. No solo en el caso de la colección conventual, sino también en otros sitios
del norte del país (Bray 1990). Posiblemente, por el carácter de gran significación social e
ideológica con el aswa o chicha como elemento especial de intercambio con la elite de los
grupos conquistados. Un alto porcentaje de fragmentos analizados tenían relación con las
ofrendas en los enterramientos del período inicial colonial (Zaguán). La importancia de la
vasija en el ajuar funerario hablaría de un carácter singular, no solo como un principio de
diferenciación social y adopción por parte de los grupos locales, sino también de un pri-
mer paso hacia la aculturación de un segmento social. La adopción primaria de elementos
incas, en el caso de Quito, no desplazó a las expresiones locales. Un buen porcentaje de
cerámica de fabricación local estaba presente formando parte de las ofrendas junto a los
entierros. Lo que evidencia los mecanismos establecidos para el control económico y de
mano de obra entre los grupos locales a través de los caciques, en respuesta a las retribu-
ciones y deferencias de la elite.
Desde el período preinca, en el área de la Costa se conocía la existencia de un plato
de grandes dimensiones, con uso utilitario, al que caracterizaba un borde bajo y una su-
perficie cóncava (Stemper 1989). Era conocido arqueológicamente como comal, la gente
campesina lo conocía y conoce como tiesto. Su uso se relaciona con el tueste de granos,
especialmente maíz, en la Costa y la Sierra.
En el conjunto cerámico del Convento se encontró este plato utilitario, asociado
principalmente al contexto de las cimentaciones incásicas. La abundancia del maíz en la
región septentrional debió constituir para las tropas incas el alimento fundamental dentro
de la variedad de preparaciones locales. La adopción de esta base alimenticia en los ámbi-
tos regionales se reflejó en el área conventual. No en vano Salomón (1980) hizo la diferen-
ciación y caracterizó a la zona norte del Imperio, en contraste con la del sur y centro, como
los «Andes de Maíz y Andes de Papa» (1980:123).
La conquista inca representó un control sobre las vías de intercambio que se concen-
traban en el tianguez o plaza. Significó la centralización de diversos productos, entre ellos
172 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Restauración arquitectónica
José Mercé Gandía / José Gallegos
Estado inicial
Las torres del templo, muy esbeltas según los testimonios fotográficos y las vistas urbanas pintadas
antes de 1868, fueron rebajadas después del terremoto de ese año, que las afectó gravemente. En
1987, después de un nuevo terremoto, pudimos constatar en el interior de la torre grandes fisuras
de trayectoria fundamentalmente vertical, que muy posiblemente correspondían a las antiguas de
1868.
Otras reparaciones llevadas a cabo sin criterio de conservación afectaron al templo. Las linternas
de la nave de la epístola habían sido suprimidas para evitar reparaciones más costosas, perdién-
dose sus volúmenes en el exterior, y las sensaciones espaciales y lumínicas originales en el inte-
rior. Desapareció una gran parte de la decoración barroca que, de acuerdo a las descripciones de su
época, cubría por completo el templo con molduras y paneles dorados entre los lienzos y retablos
hasta ocultar por completo los parámetros. En algunas zonas fue sustituida por madera doradas,
176 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
torpemente reutilizadas como rellenos, y en otras, como en las embocaduras de algunos vanos, por
buenas copias contemporáneas de madera tallada y policromada. Se aprovechó entonces la tradi-
cional habilidad artesanal de los talladores del pueblo de San Antonio de Ibarra.
Sin embargo y a pesar del mal estado de conservación de la mayoría de las obras, aún se podían sen-
tir en los restos originales los efectos de aquella fastuosa decoración. Todos los retablos, los lienzos
y la decoración de madera precisaban de intervención para su limpieza. También era preciso con-
solidar las imágenes de madera policromada, los marcos y molduras doradas y las pinturas murales.
Se trataba de hacer intervenciones que aseguren su conservación e hicieran posible su adecuada
valoración. El original púlpito, la repintada sillería, los retablos de la capilla de Santa Marta y de Villa-
cís, todos exponentes del máximo nivel artístico ecuatoriano, también reclamaban una importante
tarea de restauración. Uno de los mayores peligros radicaba en el estado de las redes eléctricas del
templo, completamente obsoletas, que podían provocar un incendio de consecuencias devastado-
ras, tanto por la inflamabilidad de los materiales como por la falta de medios para hacerle frente.
El estado de las cubiertas era otra zona de riesgo evidente. La sacristía, un lugar de gran magnitud,
contenía bienes como las pinturas de Miguel de Santiago situadas sobre la cajonería o una Virgen de
Legarda bajo el retablo del testero sur. En locales anejos se almacenaban algunas piezas de platería,
como frontales o candeleros.
Nada de la decoración que tuvieron los otros locales del Claustro quedaba a la vista en 1983. Algunas
pinturas modernas imitaban antiguos murales decorativos en el locutorio y, en el lado opuesto, la
crujía que albergó el De Profundis y el mejor refectorio de Quito había sido demolida décadas atrás
para reedificarla en hormigón. Una moderna artesa cubría la nueva estructura del techo en el De
Profundis. El refectorio, con sus vigas de hormigón que se encastraban en el marco del gran lienzo
que presidían el local y las grandes ventanas del testero, claramente desproporcionadas, era un gran
espacio despersonalizado. Las esquinas del Claustro mantenían sus retablos renacentistas, los más
antiguos del Convento, con serios problemas de conservación. La gran escalera con decoración chi-
nesca precisaba también la restauración de sus sillares y de su techo de artesa, además de la enorme
pintura al óleo que ocupaba la totalidad del mayor de sus paramentos, dedicada a la genealogía
franciscana. El Claustro alto contenía un bello tríptico en el desembarco de la escalera con una vir-
gen que, una vez que se restauró, fue robada. La falta de seguridad de las piezas, en ese sentido, era
y aún es, uno de los problemas más serios que afecta a los bienes culturales. Todas las cubiertas del
Claustro, sin impermeabilizantes de ningún tipo, exigían un mantenimiento constante que no fue
eficiente y presentaba goteras.
Gran parte de las artesas tradicionales que cubría las galerías superiores del Claustro eran sin em-
bargo modernas, con la rigidez que delataban su reciente factura y el abandono de las técnicas anti-
guas. En el Segundo Claustro del siglo XVII también se habían sustituido forjados enteros por otros
de hormigón y suprimido los antiguos techos, pero en su lado oeste, en planta baja, se mantenía con
sus abombamientos e irregular textura, un largo fragmento de artesa original que reveló ser soporte
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 177
de bellas pinturas murales que se pudieron rescatar. Esas exploraciones nos develarían otros ejem-
plos de la decoración original del edificio, techos de madera con su viguería bellamente decorada
oculta bajo falsos techos de cañizo y milagrosamente conservadas.
Entre los locales de la planta baja del Claustro mayor, solo los que correspondían al lado norte pa-
recían mantener algunas artesas originales. Los paramentos habrían sido decorados con pinturas
murales en sucesivas ocasiones, y retirando las capas de cal que ocultaban las pinturas se rescataba
el pasado esplendor de tales locales. No quedaban carpinterías originales en casi ningún lugar.
En el Segundo Claustro, todos los locales del lado este habían sido transformados y subdivididos para
albergar la emisora de radio y un dispensario médico gratuito, una elogiable labor social en el casco
histórico de Quito (…) Las propuestas que se realizaron para sustituir el uso comercial de locales por
el de los servicios sociales de los franciscanos, que así liberarían la planta superior para desarrollar
un gran museo, nunca tuvieron eco en la comunidad franciscana; esa acción sigue pendiente...
Durante las últimas décadas, el esfuerzo continuado de la comunidad franciscana para acondicio-
nar su Convento y mejorar su habitabilidad, creando celdas con aseos y sustituyendo las viejas es-
tructuras y acabados por otros más modernos habían contribuido a la desaparición de elementos
importantes de la arquitectura, así como de una parte de los bienes muebles, habiéndose conside-
rado gran cantidad de maderas doradas de la antigua decoración del templo y Claustros como restos
irrecuperables cuyo almacenamiento resultaba inútil1.
Los Claustros y dependencias situadas más al oeste, en niveles sucesivamente más altos, son de gran
1) Ramón Gutiérrez, Quito: El gran Convento de San Francisco, Restauración de Convento de San Francisco, José
Ramón Durralde/Diego Santander, Edicón Ministerio de Asuntos Exteriores, Agencia Española de Cooperación
Internacional, Ediciones El Viso, 2003, p. 30.
178 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
interés arquitectónico y como todos, a excepción del principal, constan de tres lados y se adosan a la
parte posterior de otro más antiguo. Las antiguas cocinas del Convento servían de comedor habitual
a la comunidad. Serían restauradas junto con otras dependencias cercanas, donde se instalaría la
oficina del Proyecto y el almacén de material de restauración. En el Claustro Principal, un jardín de
parterres con palmeras tenía por eje de simetría una fuente de alabastro reparada de manera incon-
veniente. Aunque el ajardinamiento no respondía al carácter original de este espacio sino más bien
a una visión decimonónica de la jardinería, la propuesta optó por su mantenimiento, mejorándolo
y eliminando algunos detalles.
La Capilla de Cantuña, templo muy popular, paralelo al de San Francisco pero separado de él por
la iglesia de San Buenaventura (llamada de San Carlos por la congregación religiosa a la que hoy
pertenece), incluía un extraordinario contenido artístico, con la mejor imaginería repartida en sus
retablos mayor y laterales. Aunque el estado de conservación era aceptable, el terremoto de 1987
obligó a atenderlo de emergencia, pues los machones de ladrillo, soporte de la cubierta que cabal-
gaban sobre las claves de los arcos fajones, agrietaron toda la bóveda del templo, dañando además
sus pinturas murales.
Fuera del recinto del Convento, el pretil que le antecede y constituye su basamento sobre la plaza,
con su escalinata de planta circular, era otro elemento a ser recuperado, restaurando la sillería y se-
leccionando el más convenientemente para los usos de las covachuelas que contenía, con portada a
la plaza. La labor que en todos los órdenes exigía una actuación global en el Convento abarcaba tam-
bién el estudio y conservación de la antigua biblioteca y los libros corales de pergamino, de los orna-
mentos litúrgicos y de la orfebrería. Se estimaba que los bienes culturales superaban las cuatro mil
obras, estando pendiente de realizar un buen inventario de todas ellas. Tampoco se había realizado
un estudio arqueológico del conjunto ni tampoco uno histórico en detalle, aunque existían algunos
avances apreciables que serían de utilidad. Faltaba además un levantamiento preciso de planos del
conjunto. Otra tarea pendiente era la de relocalizar dentro del Convento aquellas actividades que se
realizaban en espacios que habrían de transformarse para recuperar la distribución original del edi-
ficio y para ser incorporadas al área de exposición del futuro museo. Los planes previstos en el Pro-
yecto derivaban en una exigencia racional de aprovechamiento y valorización del propio edificio2.
Estado final
Desde 1983, fecha de inicio del Proyecto, y después de un exhaustivo registro de datos
para los levantamientos planimétricos y la elaboración de la propuesta global de interven-
ción arquitectónica del convento e iglesia, se actuó sobre varios sectores del monumento:
Claustro Principal, Claustro del Museo, Claustro de la Sacristía, Claustro de Servicios, sala
del De Profundis, en el Templo Mayor, en la Capilla de Cantuña, y en restauraciones me-
nores pero consideradas inaplazables.
Varias obras fueron ejecutadas a consecuencia del sismo de marzo de 1987, princi-
palmente la de reforzamiento estructural en la cubierta de la Capilla de Cantuña; conso-
lidación de fisuras de las dos torres y de las bóvedas de la nave lateral norte de la iglesia;
reforzamientos estructurales puntuales, a nivel superior, en la crujía norte del Claustro
de Servicios y otras intervenciones de menos escala; lo que permite afirmar que, si bien
el Convento de San Francisco no presentó daños espectaculares por tal motivo, si fue el
2) Ibíd.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 179
primer monumento que se recuperó como consecuencia de ese daño, pues contaba con
un grupo propio para la ejecución inmediata de las tareas de rescate.
Como obras puntuales dignas de destacar cabe mencionar la restauración del zaguán
de acceso al Convento donde, además de las portadas de piedra, rejas de hierro, nuevo
piso de piedra en espina de pez (recuperada su forma original tras conocerse la impronta
por las excavaciones arqueológicas), se restauraron quince lienzos de la escuela de Miguel
de Santiago y el techo barroco plano, de los más antiguos del Convento; sirve este primer
espacio como anuncio del escenario que vino a continuación. Se mejoró la portería y el
locutorio, el primero para uso conjunto del Convento y de la actividad museística pro-
puesta; mientras que en el segundo los religiosos desarrollarán actividades inherentes a
su función.
En el Claustro Principal se aprecia el arreglo del piso y los muros de las cuatro galerías
bajas, las caminerías y los jardines del patio, así como la conservación de los retablos y
zaquizamíes de las cuatro esquinas. Las cubiertas de las crujías norte, oriental y occiden-
tal se restauraron íntegramente. En la escalera principal se intervinieron los tres grandes
lienzos que adornan sus paramentos; adecuaciones menores se ejecutaron en la sala De
Profundis; en el conjunto, se destaca la habilitación de toda la crujía norte baja en la que
se dispuso, en cuatro salas de exposición, la primera muestra provisional del Museo, en
mayo de 1993.
Es importante resaltar la restauración del artesonado mudéjar del coro del templo
mayor, conjuntamente con el reforzamiento estructural (del artesonado y de la cubierta) e
impermeabilización de la cubierta de teja que protege este espacio.
En los últimos diez años se hizo un trabajo especial y laborioso al intervenir en el
Segundo Claustro o del Museo, pues en sus galerías durante algunos años estuvo embo-
degada en condiciones inadecuadas una buena parte de la reserva de obras de arte y la
biblioteca. En casi la mitad del patio se habían instalado los talleres de carpintería y el área
restante servía de deposito de materiales; se reubicaron los talleres en galpones que se
construyeron en la Huerta, para proceder a recuperar los jardines, pisos y bordillos. Igual-
mente, se realizó una obra de restauración completa de las cubiertas, muros, carpinterías
y pisos de las cuatro crujías. En octubre de 1995 se finalizó la rehabilitación de las galerías
bajas de la crujía occidental, aperturándose tres salas de exposición; así se cumplió con la
segunda etapa de la puesta en pie del Museo.
Años después y concluida la restauración de las dos salas adicionales en la crujía oc-
cidental (en donde se realizó, además, un buen trabajo de saneamiento de humedades y la
construcción del Patio Inglés) y de las salas de las crujías norte y oriental, a mediados del
año 2001, se procedió al montaje e instalación integral del Museo.
En abril de 2002 se entregó el Museo de Arte Religioso Fray Pedro Gocial, en el que
se materializó la idea de integrar las salas del Museo con la magnífica presencia del Con-
vento, se expusieron alrededor de 300 obras y se adoptó un criterio temático en la presen-
tación de la muestra, con la siguiente secuencia: Origen de la Comunidad Franciscana;
Influencia Europea, que se resaltó con los pasos de la Pasión; Inicios del Barroco, y, como
figura representativa, Miguel de Santiago y su obra sobre la Doctrina Cristiana. La Sala
del Barroco presenta obras en alabastro de gran belleza. Se dedicó toda una galería a la
180 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
cuidadoso que resaltara el conjunto; así lo evidencian las juntas de piso y lápidas, y los
bordes y setos.
La restauración de los cuatro retablos esquineros, los más antiguos del Convento,
y los zaquizamíes que cubren las esquinas representan un trabajo de primer orden en la
conservación de los bienes muebles.
En la escalera principal se recuperó un antiguo vano —señalándolo sin abrirlo—, evi-
denciando que su construcción fue posterior. En uno de sus paramentos se aloja el lienzo
más grande de la colección franciscana, tarea ejecutada durante seis meses por una do-
cena de restauradores in situ, pues sus dimensiones y construcción original, en partes, lo
impedían.
La sala De Profundis estaba alterada por la incorporación de elementos constructivos
deslucidos, su liberación puesta en práctica fácilmente le devolvió su riqueza original, con
tan buenos resultados que su ambiente ha sido usado para reuniones ceremoniales como
la entrega del Premio Toledo 1993, al que se hizo merecedor el Proyecto de Restauración
y Puesta en Valor del Convento e Iglesia de San Francisco y los proyectos del Santuario de
Guápulo y Monasterio de Santa Clara, entre otros acontecimientos.
Es necesario resaltar la obra de restauración del artesonado del coro y la cubierta.
Aquel tuvo como principio fundamental de intervención la actuación in situ, sin desmon-
tar sus estructuras, consolidando sus elementos de maderas, liberando e independizando
el artesonado y la cubierta y reforzándolas con anclajes metálicos. Este tipo de actuación
posibilitó el tratamiento de cada una de las piezas, desmontando únicamente la tablazón
de recubrimiento, a la que se identificó previamente para no alterar en ninguna medida la
composición de la lacería mudéjar de este artesonado.
Incluso el uso de los materiales guardó afinidad con los de la construcción original,
usándose ladrillos, adobes, madera, piedra y tejas árabes. En el caso del uso de nuevos
materiales como vidrios y rejas en elementos arquitectónicos diversos, su identifica-
ción y su retiro son fáciles, en la mayoría de los casos, por si en el futuro surgen mejores
soluciones.
184 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Áreas de intervención
del Proyecto
CALLE IMBABURA
O
MURALLA DE LADRILL
MURALLA DE LADRILLO
BODEGAS DEL
PROYECTO
S
MIDERO
NOVICIADO
DE LA SACRISTIA
CALLE
CLAUSTRO
LA HUERTA
HUERTA
PATIO DE
CLAUSTRO
SACRISTIA DE SERVICIO
PATIO
INGLES
TEMPLO MAYOR SAN FRANCISCO
IGLESIA DE CANTUÑA
CALLE BOLIVAR
CLAUSTRO
CLAUSTRO PRINCIPAL DEL MUSEO
CALLE CUENCA
CALLE SUCRE
Restauración arquitectónica
s 2ESTAURACIN Y ADAPTACIN DE LOCAL PARA OlCINA DEL 0ROYECTO
s 4RABAJOS DE MEJORAMIENTO EN PISOS PARAMENTOS Y CARPINTER¤A PARA ADECUAR LOCALES
de talleres y bodega general del Proyecto.
Limpieza y
consolidación de piso
original
Colocación de tablón
de caoba
s )NICIO DE OBRAS DE RESTAURACIN DEL LOCAL "
EN LA CRUJ¤A NORTE DEL #LAUSTRO 0RINCIPAL
s !DECUACIONES DE LOCALES PARA TALLERES DE RESTAURACIN
s ,IBERACIN DE CONSTRUCCIN A¶ADIDA EN EL PATIO DEL MUSEO
s 4RABAJOS PREVIOS A LA SUSTITUCIN DE LA CUBIERTA TRASLADO DE LOS LIBROS DE LA
biblioteca).
186 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Intervención en
locales B 300
Colocación de pisos de
caoba en locales B
660, para la ubicación
temporal de talleres
Retiro de construcción
añadida en el Claustro
del Museo
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 187
s #ONSOLIDACIN DE lSURAS CAUSADAS POR EL TERREMOTO DE MARZO DE EN LA BVEDA
de local donde funcionaba la enfermería.
s !TIRANTAMIENTO ESTRUCTURAL EN EL TRANSEPTO NORTE DEL TEMPLO MAYOR
s 2EFORZAMIENTO ESTRUCTURAL Y CONSOLIDACIN DE lSURAS DE LAS TORRES CAMPANARIO DEL
templo mayor.
s #ONSOLIDACIN DE lSURAS Y SUJECIN DE REMATES BOLAS DE PIEDRA EN LAS TORRES )MPER-
meabilización del cuerpo superior.
s ,IBERACIN DE VANOS Y CAMBIO DE VENTANAS DE LOCALES "
Torres Campanario
Reforzamiento
estructural,
consolidación de
fisuras.
Testigo de yeso en la
fisura
Desprendimiento de
las esferas de remate
en las torres.
Colocación de chicotes
para asegurar las
esferas.
188 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Transepto norte
Fisura en el transepto
norte
Capilla de Cantuña
Sustitución,
reforzamiento
estructural e
impermeabilización
de la cubierta de la
Capilla de Cantuña
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 189
Locales B-300
Intervención en
pisos y trabajos de
carpintería.
s #ONSTRUCCIN DE CUBIERTA PROVISIONAL SOBRE LA SACRIST¤A
s )NTERVENCIN EN LA CUBIERTA NORTE DEL #LAUSTRO DE 3ERVICIOS
s #ONCLUSIN DE LAS OBRAS EN LA CUBIERTA DE LA #APILLA DE #ANTU¶A
s 2EPARACIN DE LA LINTERNA DE LA #APILLA DEL #ALVARIO
s 2ECONSTRUCCIN DEL DINTEL EN EL TRANSEPTO NORTE DEL TEMPLO
s %XCAVACIN ARQUEOLGICA COLOCACIN DE NUEVO FORJADO DE PIEDRA Y CONSTRUCCIN DE
banca perimetral en el el Zaguán.
s #OLOCACIN DE NUEVO PISO DE MADERA Y CONCLUSIN DE OBRAS EN LOCALES "
Excavación
arqueológica en el
Zaguán
Detalle de banca
perimetral y nuevo
forjado de piedra en el
piso
Capilla de Cantuña
Armado de andamiaje
e intervención en torre
campanario
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 191
Colocación de caña
guadúa sobre las vigas
de chanul.
Entejado de la
cubierta.
Colocación de
tensores de hierro.
Colocación de
crucetas.
192 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
s )NTERVENCIN EN LA CABEZA DE MURO Y ZCALO DE LA MURALLA DE LADRILLO
s #ONSOLIDACIN DE lSURAS EN LAS BVEDAS DE LA NAVE NORTE DEL TEMPLO
s #OLOCACIN DE TEJUELO SOBRE LINTERNAS Y TERRAZA DE LA NAVE SUR DEL TEMPLO
s #ONSOLIDACIN DE lSURAS EN LA BVEDA Y LUNETOS DE LA #APILLA DE #ANTU¶A
s #ONSTRUCCIN DE CUBIERTAS PROVISIONALES SOBRE LAS CRUJ¤AS ESTE Y OESTE DEL PATIO DEL
museo.
Intervención en fisuras en
la Capilla de Cantuña
Muralla de ladrillo
Estructura para
la instalación de
cubierta de protección
provisional en la
crujía este y la
misma después de la
intervención.
Retiro y colocación de
nuevo tejuelo en pisos
y cupulines.
Emporado de juntas
del tejuelo.
194 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
s )NTERVENCIN EN EL ARTESONADO MUD£JAR Y EN LA CUBIERTA DEL CORO
s #ONCLUSIN DE LAS OBRAS DE CONSOLIDACIN DE lSURAS Y OTRAS INTERVENCIONES EN LA #A-
pilla de Cantuña.
s #ONCLUSIN DE LA INTERVENCIN EN LA MURALLA PERIMETRAL DE LADRILLO
s 4RABAJOS DE RETIRO DE TEJADO EN LA CUBIERTA ESTE DEL #LAUSTRO DEL -USEO
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 195
Armado de andamiaje
para intervención en
el alero; retiro de teja,
relleno de cascajo y
base de carrizo
196 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Muralla de ladrillo
Consolidación y
reposición de faltantes
s 3USTITUCIN REFORZAMIENTO ESTRUCTURAL E IMPERMEABILIZACIN DE LA CUBIERTA OESTE DEL
Claustro del Museo (50%).
s #OLOCACIN DE PASARELA DE INSPECCIN E INTERVENCIN EN EL ARTESONADO DEL CORO !CA-
bados en el acceso a la torre norte.
s )NICIO DE LA INTERVENCIN EN LA PORTER¤A Y EL LOCUTORIO
s #ONCLUSIN DE LAS OBRAS DE INTERVENCIN EN LA CUBIERTA ESTE DEL #LAUSTRO DEL -USEO
Retiro del piso y
s #OLOCACIN DE NUEVOS PISOS EN LOS LOCALES DE LA CRUJ¤A NORTE DEL #LAUSTRO DE
limpieza de la bóveda
Servicios.
Relleno y construcción
de cámara de
Locutorio y portería ventilación
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 197
Locutorio después de
la intervención
Viga de hormigón en
la cabeza del muro
198 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Colocación de vigas,
correas y aleros en
madera de chanul
Re-atormentado de
cielo raso en sector
del provincialato
Colocación de pletinas
para refuerzo de las
vigas originales que se
conservaron
Pasarela central de
inspección
Entejado de la
cubierta
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 199
Retiro de canecillos
Limpieza y
consolidación de
muros
202 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
s )MPERMEABILIZACIN DE LOS CUPULINES ESQUINEROS DE LAS CRUJ¤AS NORTE Y SUR DEL #LAUS-
tro Principal.
s )MPERMEABILIZACIN DE LOS CUPULINES ESQUINEROS DE LA CRUJ¤A NORTE DEL #LAUSTRO DEL
Museo.
s #ONCLUSIN DE LA SUSTITUCIN REFORZAMIENTO ESTRUCTURAL E IMPERMEABILIZACIN DE LA
cubierta oeste del Claustro del Museo (50%).
s )NICIO DE LA INTERVENCIN EN LA GALER¤A OCCIDENTAL DEL #LAUSTRO DEL -USEO
s )NTERVENCIN EN EL PISO DE ACCESO A LA TORRE NORTE
s )NTERVENCIN EN LA LINTERNA DE LA ESCALERA CIRCULAR
s 2EFORZAMIENTO DE LA ESTRUCTURA DE MADERA DE LA CUBIERTA DEL CORO
s #ONCLUSIN DE LA INTERVENCIN EN EL LOCUTORIO PISOS TECHO PUERTA lNAL
s 0INTURA GENERAL DE PARAMENTOS DEL #LAUSTRO 0RINCIPAL
Colocación de
canecillos y
construcción de solera
de hormigón
Colocación de anclajes
en vigas y soleras
Nueva estructura en
madera de chanul
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 203
Antes y después de la
Intervención
Restauración del
cupulín nor-este del
Claustro del Museo
204 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
s 0INTURA EN BODEGAS DEL PROYECTO EN EL #LAUSTRO DE LA 3ACRIST¤A
s 4RABAJO EN CIELO RASO RETIRO DE VIGAS DERROCAMIENTO DE CORNISA INSTALACIN EL£CTRICA
y pintura general en la sala del De Profundis.
s 2ETIRO Y REPOSICIN DE MORTERO EN EL PASAMANO Y PINTURA DE ESCALERA PRINCIPAL
s %LIMINACIN DE RECUADROS DE CEMENTO EN LÕPIDAS Y CONFECCIN DE CA¶A EN MUROS
limpieza de columnas de piedra y curado de vigas del Claustro Principal.
s 2ESANE Y PINTURA DE LA CRUJ¤A ESTE DEL #LAUSTRO DEL -USEO
s #ONSTRUCCIN DE CÕMARAS DE VENTILACIN PRESERVACIN Y EMPOTRADO DE VIGAS SELLADO
de vanos, derroque de pisos y de muros, construcción de nuevas paredes y losetas en
los locales de la crujía occidental del museo.
s -ONTAJE DE REJAS EN #LAUSTRO 0RINCIPAL
s )NTERVENCIN EN LA CUBIERTA DEL CORO
Retiro de entablado
y de estructura de
carrizo de cielo raso
del subsuelo
Derrocamiento de
muros
Construcción de
nuevos muros
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 205
Armado de loseta
Construcción de
cámara de ventilación
Colocación de vigas de
chanul
De Profundis
Intervención en la sala
del De Profundis
206 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Claustro Principal
Puerta en el extremo
nor-oriental del
Claustro Principal
antes de su retiro
Colocación de reja,
reemplazando la
puerta de madera
s )NTERVENCIN EN LA CRUJ¤A OCCIDENTAL BAJA DEL #LAUSTRO DEL -USEO PISOS MADERA Y PIE-
dra), liberación y sellado de vanos, construcción de artesas y de muro divisorio en su
lugar original.
s 0INTURA GENERAL DE LAS CUATRO FACHADAS DEL #LAUSTRO 0RINCIPAL
s #OLOCACIN DE PUERTAS DE VIDRIO
s 3USTITUCIN DEL PISO DE CEMENTO DEL ANTECORO POR GRES
Antecoro
Intervención en paredes, puerta
en acceso a la torre, gradas y
reemplazo del piso de cemento
en el antecoro
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 207
Retiro de ventanas y
reparación de vanos
Enlucido y colocación
de ventanas
Colocación de tablón de
caoba en locales
hacia el Patio Inglés y
retiro de ventanas de
madera
Colocación de marcos
de ventanas y puertas
de hierro en vanos
hacia el patio
208 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
s )NTERVENCIN EN SALAS DE LA CRUJ¤A OCCIDENTAL BAJA 3USTITUCIN DE PISOS LIBERADO Y
sellado de vanos, construcción de artesas, instalación de ventanas y mampara, cons-
trucción e instalación de gradas de ingreso, acabados en paredes y pisos, iluminación
de la galería y construcción de cuatro muros provisionales.
s !CABADOS Y NUEVA PINTURA EN LOS PARAMENTOS DEL CORO CAMBIO DE VENTANA ARREGLO DE
sillería y respaldos. Iluminación del artesonado.
s )NSTALACIN DE NUEVA PORTER¤A EN EL LOCUTORIO TRABAJOS DE CARPINTER¤A EN LA MAMPARA
y confección de divisiones. Pintura e iluminación.
s #ONSTRUCCIN DEL GALPN PARA BODEGAS DEL PROYECTO Y COMUNIDAD 4RABAJO CONJUNTO
con la Escuela Taller San Andrés Quito II.
Entrepiso del
subsuelo
Estado de la escalera
de la galería oeste
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 209
Reconstrucción de
grada
Reasentado de
escalones y pilastras
Conclusión de trabajos
en la escalera. Se
aprecia las ventanas
con los antepechos
rebajados y la
recuperación de los
jardines
Sellado y revoque de
juntas
Ventanas después de
la intervención
210 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Galería y locales
occidentales después
de la intervención en
pisos, muros, vanos y
cielo raso
Paralelamente se
realiza la intervención
en la planta alta
de esta crujía y la
restauración integral
de sillería, respaldos e
iluminación del coro
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 211
Portería
Retiro de mampara
oriental
Mampara norte
restaurada
s #AMBIO DE DESAGÓES CONSTRUCCIN DE CAJAS DE REVISIN EN LA (UERTA Y SANEAMIENTO
de humedades.
s $ERROCAMIENTO LIMPIEZA EXCAVACIN PARA LA CONSTRUCCIN DEL 0ATIO )NGL£S
s 2ESTAURACIN DE DOS SALAS DE LA CRUJ¤A OCCIDENTAL Y LA CRUJ¤A NORTE DEL #LAUSTRO DEL
Museo.
Colocación de vigas de
chanul
Colocación de tablón
de caoba y lacado
212 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Patio Inglés
Ampliación de
vanos de las salas
occidentales del
museo
Excavación para
construcción del patio
s 2ESTAURACIN DE DOS SALAS DE LA CRUJ¤A OCCIDENTAL Y LA CRUJ¤A NORTE DEL #LAUSTRO DEL
Museo.
s 2ECUPERACIN DE PINTURA MURAL
Recuperación de
pintura mural
Detalle de la pintura
mural
Galería concluida su
intervención
Colocación de
ventanas
Elevación norte
después de la
intervención
216 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
s 2ESTAURACIN DE LA SALA DE LA CRUJ¤A ORIENTAL DEL #LAUSTRO DEL -USEO
Preparación de
contrapiso
Instalación de marcos
de hierro en las
ventanas
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 217
s #ONCLUSIN DE OBRAS EN LA GALER¤A ORIENTAL DEL #LAUSTRO DEL -USEO
Instalación de
puertas de vidrio y
mantenimiento de la
pintura general de la
sala y pintura mural
Instalación de vidrios
con lámina de
protección
218 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Mantenimiento
Obras ejecutadas durante el año 2001 general de la pintura
de las salas del museo
s 4RABAJOS VARIOS DE LIMPIEZA Y MANTENIMIENTO LIMPIEZA DE PINTURA MURAL COLOCACIN Limpieza y
de instalaciones eléctricas y luminarias en las salas del museo. mantenimiento de
pintura mural
s ,IMPIEZA GENERAL Y MANTENIMIENTO DE LAS SALAS Y MONTAJE DEL -USEO DE !RTE 2ELIGIOSO
Fray Pedro Gocial. (Colaboración de la Escuela Taller San Andrés).
Montaje de las obras
Montaje de obras en
la Sala 2
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 219
Instalación final de la
obra
Instalación final de la
obra
La Escuela Taller
La Escuela Taller San Andrés, nombrada así en memoria del primer colegio de artes y ofi-
cios fundado por los franciscanos en el siglo XVI, inició sus actividades en octubre de 1992,
a partir del convenio binacional suscrito entre la AECID y el INPC, con el propósito de
colaborar con las obras de este convenio, especialmente con las que se ejecutaban en el
Convento de San Francisco.
Esta iniciativa española se instaura en Ecuador y con el lema «Aprender a trabajar
trabajando», se desarrolla un proceso formativo eminentemente práctico en el que diaria-
mente se capacita, de forma técnica y humana, a un grupo de 100 jóvenes en seis especia-
lidades y diez talleres.
Hasta abril de 2009 la Escuela graduó a seis promociones de becarios, egresados que
han logrado insertarse con facilidad en el mercado laboral. Actualmente, se encuentra en
proceso de capacitación la séptima promoción de alumnos, iniciada en mayo de 2009.
Gran parte del éxito del Proyecto se debe al respaldo y seguimiento de las dos enti-
dades auspiciantes, a las que debe sumarse el aporte del Instituto Nacional de Empleo de
España (INEM) y, de 2007 a 2009, la ayuda de la Corporación Andina de Fomento (CAF).
Objetivos
Objetivos específicos
s &ORMAR ESPECIALISTAS EN DISTINTOS OlCIOS ARTESANALES ALGUNOS EN V¤AS DE DESAPARECER
s #APACITAR HUMANA Y T£CNICAMENTE AL JOVEN ARTESANO
s )NTEGRAR E INSERTAR PROFESIONALMENTE A JVENES SIN TRABAJO
s 2EVALORIZAR LOS OlCIOS ARTESANALES
s 0ROMOCIONAR Y DIFUNDIR LAS TAREAS DE REHABILITACIN Y CONSERVACIN DEL 0ATRIMONIO
224 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Los alumnos
Los alumnos becarios provienen de grupos sociales de escasos recursos económicos, sin
opciones educativas ni de empleo, pero con deseos de superación, que provienen en su
mayoría de barrios urbano-marginales y parroquias cercanas a la ciudad de Quito.
El requisito básico para ingresar como becario es haber concluido la instrucción
primaria; la experiencia en el oficio o en algún trabajo afín no es necesaria, aunque sí
importante.
Al momento del ingreso, los jóvenes están entre los 15 y 22 años de edad; en cuanto
a formación escolarizada, en promedio tenemos: 74% en primaria, 22% en ciclo básico de
secundaria y 4% en ciclo diversificado de secundaria.
Una vez aprobado el período de prueba, el o la joven aspirante se hace acreedor/a a
una beca, que, además de toda la formación técnica y humana, comprende: ayuda eco-
nómica, ayuda alimenticia, fondo de herramientas, seguro de accidentes personales, los
servicios de una clínica para la atención en medicina preventiva, y la entrega de ropa de
trabajo y equipo de seguridad.
La formación
El período de formación dura tres años y está dividido en fases de seis meses, con
evaluaciones trimestrales.
El 80% del tiempo se dedica al aprendizaje práctico de los secretos del oficio, al desa-
rrollo de destrezas y a ejecutar trabajos para varios proyectos de restauración. Por lo tanto,
la formación es eminentemente práctica y se realiza en proyectos concretos asignados por
las entidades auspiciantes, conforme a una programación establecida.
El restante 20% del tiempo se dedica a la instrucción teórica, en materias técnicas, em-
presariales y de cultura general; capacitación complementada con una importante formación
humana. En la última fase del período, se orienta a los jóvenes hacia la conformación de mi-
croempresas como una buena alternativa de organización para su desempeño futuro y, con
este mismo fin, se pone en marcha módulos productivos. Para una completa capacitación se
realizan cursos, conferencias y seminarios, y se complementa con actividades sociales, deporti-
vas y culturales que procuran la integración y socialización de los alumnos.
La preocupación permanente es el desarrollo social de los alumnos; para materializar
este propósito se le orienta de forma permanente hacia el cumplimiento de su principal
objetivo: ser un artesano con una gran formación técnica, humana y disciplina de trabajo.
El Plan de Formación es de carácter dinámico, se lo revisa al inicio de cada período y se
lo ajusta en cada fase, para reforzar conocimientos y períodos formativos. Al inicio de cada
período de capacitación, se elabora la ficha curricular de formación teórica, en la que se
registran las materias, seminarios y conferencias que se impartirán a los alumnos durante
las seis fases; también se elabora un cronograma general de actividades extracurriculares,
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 225
que constituyen una herramienta importante para organizar el proceso de formación teó-
rica del becario en todos los aspectos.
Talleres de Carpintería-ebanistería
El Taller de Jardinería, además del trabajo en los distintos frentes de obra para la práctica de
cultivos, siembra y reproducción de plantas, cuenta con cuatro invernaderos y un huerto.
Taller de Picapedrería
Ingreso antes de la
intervención
Estado actual
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 229
Desde el año 1993, la Escuela Taller colaboró con los trabajos de restauración que el conve-
nio Ecuador-España ejecutaba en el Convento, que se constituyó, hasta 2003, en su prin-
cipal frente de prácticas y en donde se realizó un significativo volumen de obra en restau-
ración arquitectónica y jardinería artística en el Claustro Principal, Claustro del Museo,
Claustro de Servicios, Claustro de la Sacristía, Noviciado, Jardín de la Huerta, Patio Inglés,
Corredor de la Amargura, sala De Profundis, museo y antecoro; se intervino en pisos, mu-
ros, techos; se hicieron nuevas ventanas, contraventanas y puertas, así como rejas y pro-
tecciones metálicas.
En todos los espacios verdes de estos claustros se realizó un completo trabajo de jar-
dinería. Por otra parte, se resanaron enlucidos, se estucaron los muros y se pintaron las
torres del campanario y la fachada del Convento.
CALLE IMBABURA
MURALLA DE LADRILLO
MURALLA DE LADRILLO
BODEGAS DEL
PROYECTO
OS
MIDER
NOVICIADO
DE LA SACRISTIA
CALLE
CLAUSTRO
LA HUERTA
HUERTA
PATIO DE
CLAUSTRO
SACRISTIA DE SERVICIO
PATIO
INGLES
TEMPLO MAYOR SAN FRANCISCO
IGLESIA DE CANTUÑA
CALLE BOLIVAR
CLAUSTRO
CLAUSTRO PRINCIPAL DEL MUSEO
CALLE CUENCA
CALLE SUCRE
s 0INTURA DE MÀ DE MUROS DEL CORREDOR ALTO DEL #LAUSTRO 0RINCIPAL
s 2ETIRO Y RESTITUCIN DE JUNTAS DEL PISO DE PIEDRA DEL #LAUSTRO 0RINCIPAL
s 2ETIRO DE VEGETACIN PREPARACIN DEL SUELO Y SIEMBRA DE C£SPED EN LOS JARDINES DEL
Claustro Principal.
Claustro Principal
Antes de la intervención
Cuidado de césped,
seto de arrayán y
coronas de escancel
rojo
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 231
s #ONSTRUCCIN Y COLOCACIN DE REJAS Y VENTANAS EN EL #LAUSTRO DE LA 3ACRIST¤A
s #ONSTRUCCIN Y COLOCACIN DE REJAS EN EL #ORREDOR DE LA !MARGURA
s 2EINSTALACIN DE LUMINARIAS EN LAS TORRES
s #ONSTRUCCIN Y COLOCACIN DE PUERTAS EN LA PLANTA ALTA DE LA CRUJ¤A ESTE DE LOS #LAUS-
tros Principal y del Museo.
s #ONSTRUCCIN Y COLOCACIN DE VENTANAS Y CONTRAVENTANAS EN LA PLANTA ALTA DEL
Claustro del Museo.
s #ONSTRUCCIN DE LOSAS PARA CANAL DE AGUAS LLUVIAS DEL PATIO DEL -USEO
s #ONSTRUCCIN Y COLOCACIN DE CANALES DE AGUAS LLUVIAS EN LOS LADOS ESTE Y SUR DEL
Claustro del Museo.
s )NTERVENCIN EN EL *ARD¤N DE LA (UERTA CAMBIO DE PISOS ALBA¶ILER¤A GENERAL ILUMINA-
ción y renovación de jardines, construcción de cámara de ventilación y colocación de
nuevo piso de piedra bola en corredor este.
s 2ENOVACIN DE JARDINES DEL #LAUSTRO 0RINCIPAL Y #LAUSTRO DE 3ERVICIOS
Jardín de la huerta
Jardín antes de la
intervención
Siembra de césped;
protección con malla
Recuperación de pisos
y muro este
232 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Trabajos en cabeza
del muro sur
Construcción de la
reja para el Corredor
de la Amargura
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 233
Colocación
de ventanas y
recuperación de
muros en la galería
oriental
Claustro Principal:
construcción y
colocación de puertas
en galerías orientales
altas del Claustro
Principal y del Museo
Claustro de Servicios:
construcción de reja
para este Claustro
Claustro de Servicios:
construcción y colocación
de la reja en la sala De
Profundis
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 237
s #ONSTRUCCIN DEL GALPN PARA BODEGAS DEL 0ROYECTO Y COMUNIDAD 4RABAJO CONJUNTO
con el Proyecto.
s &INALIZACIN DE TRABAJOS PISOS JARDINES MUROS REJAS E ILUMINACIN EN EL *ARD¤N DE LA
Huerta.
s #OLOCACIN DE CANALES DE AGUAS LLUVIAS EN LA CRUJ¤A NORTE DEL #LAUSTRO 0RINCIPAL
s $ESMONTAJE Y TRASLADO DE LOS TALLERES DE OBRA PROVISIONALES DEL #LAUSTRO DEL -USEO A
las bodegas de la Huerta.
s 2ESTAURACIN DE MUROS DEL #LAUSTRO DEL -USEO Y COLOCACIN DE REJAS EN VENTANAS DEL
subsuelo norte.
s 2ECUPERACIN INTEGRAL Y MANTENIMIENTO DE LOS PARTERRES DEL *ARD¤N DEL #LAUSTRO DEL
Museo.
s 2EPOSICIN DE PLANTAS Y MANTENIMIENTO DE LOS JARDINES DEL #LAUSTRO 0RINCIPAL #LAUS-
tro de Servicios y Jardín de la Huerta.
Jardín de la Huerta
Fundición de
contrapiso y asentado
de piedra laja
Siembra de escancel
rojo
Jardín de la
Huerta luego de la
intervención
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 239
Desarmado de las
bodegas del Proyecto
en el Claustro del
Museo
Siembra de césped
en los parterres del
lado sur. Claustro
en proceso de
recuperación
Estado antes de la
intervención de los
parterres del sector
norte
Claustro en proceso
de recuperación
Reparación de
enlucidos y pintura de
fachadas
240 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Claustro de Servicios
En proceso de recuperación
Noviciado:
recuperación integral
de los jardines
Claustro Principal:
mantenimiento de
jardines
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 241
s 2EPOSICIN DE PLANTAS Y MANTENIMIENTO DE JARDINES DE LOS #LAUSTROS 0RINCIPAL DEL
Museo y del Jardín de la Huerta.
Jardín de la Huerta:
mantenimiento de
jardines
Patio Inglés
Después de la
excavación realizada
por el Proyecto,
se continúa con la
construcción del
muro perimetral y la
cámara de ventilación
para el muro
oriental del museo.
Por la profundidad
requerida se construye
con pantallas de
hormigón.
Desencofrado de viga
244 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Colocación de rejas en
ventanas del subsuelo
este
Patio Inglés
Excavación para
construcción del muro
norte
Construcción de muro
interior de ladrillo
Fundición de
contrapiso y enlucido
de muros
246 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Construcción de grada
sur
Jardín de la Huerta
Resane de enlucidos y
pintura en sector norte
Mantenimiento de
jardines
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 247
Pintura de fachada
oeste
Mantenimiento de
jardines
248 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
s #ONSTRUCCIN DE GRADA NORTE COLOCACIN E IMPERMEABILIZACIN DEL TEJUELO EN MUROS
colocación de pisos de piedra bola y pintura de las fachadas que dan al Patio Inglés.
s #ONSTRUCCIN DE REJAS Y VENTANAS PARA LAS SALAS DEL -USEO
s 2ETIRO DE PIEDRA FUNDICIN DE CONTRAPISO REASENTADO DE PIEDRA LAJA Y REVOQUE DE
juntas.
s 2ELACADO DE VENTANAS Y CONTRA VENTANAS DE LA GALER¤A OCCIDENTAL
Construcción del muro
s ,IMPIEZA Y TRASLADO DE LA IMPRENTA norte
s 2EPOSICIN DE PLANTAS Y MANTENIMIENTO DE JARDINES DEL #ONVENTO
Colocación de piedra
bola y ventanas de
Patio Inglés subsuelo occidental
Colocación de tejuelo
Detalle de la forja
Pintura general
Detalle de ventana y
reja
s #ONSTRUCCIN DE PUERTAS PARA TALLERES DEL 0ROYECTO
s 2ELACADO DE VENTANAS DE LA GALER¤A OCCIDENTAL Y SUR DEL -USEO
s 2ESANE DE ENLUCIDOS Y PINTURA DEL #LAUSTRO 0RINCIPAL
s ,IMPIEZA DE LA PIEDRA Y JUNTAS DEL #LAUSTRO DEL -USEO
s 2EPOSICIN DE PLANTAS Y MANTENIMIENTO DE LOS JARDINES DEL #ONVENTO
Claustro Principal
Resane de enlucidos y
pintado de paredes
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 251
Reposición de plantas
y mantenimiento
Trabajos de
mantenimiento y pintura
254 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
s 2ESANE DE ENLUCIDOS Y PINTURA DE MUROS DEL #LAUSTRO DE LA 3ACRIST¤A #ORREDOR DE LA
Amargura, Jardín de la Huerta, Patio Inglés, Claustro del Museo.
s 2ETIRO Y COLOCACIN DE REVOQUE EN PISOS DE PIEDRA DE LOS CORREDORES Y PATIO DEL #LAUS-
tro de Servicios, Claustro de la Sacristía, sala del De Profundis, Calle de la Amargura,
y en las cuatro galerías y patio del Claustro Principal.
s 2ESANE DE ENLUCIDOS Y PINTURA DE LA FACHADA PRINCIPAL
s #ONSTRUCCIN Y COLOCACIN DE REJAS EN CORREDORES
s 2EPOSICIN DE PLANTAS Y MANTENIMIENTO DE LOS JARDINES DEL #LAUSTRO 0RINCIPAL #LAUS-
tro del Museo, Claustro de Servicios y Jardín de la Huerta.
Claustro Principal
Reparación de piso de
piedra
Limpieza de juntas
después de la
colocación del nuevo
revoque.
Trabajos de pintura
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 255
Resane de enlucidos
y pintura general del
patio
Mantenimiento de
palmeras y jardines
Jardín de la Huerta
Trabajos de pintura
Mantenimiento de
jardines
Claustro de Servicios:
resane de juntas
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 257
Fachada principal
s ,IMPIEZA GENERAL Y MANTENIMIENTO DE LAS SALAS Y MONTAJE DEL -USEO DE !RTE 2ELIGIOSO
Fray Pedro Gocial.
s 0INTURA DE LAS GALER¤AS DEL #LAUSTRO 0RINCIPAL
s 0INTURA DE MUROS DEL 0ATIO )NGL£S
s 2EPARACIN Y PINTURA DE MUROS DE LA #ALLE DE LA !MARGURA
s 2EPOSICIN DE PLANTAS Y MANTENIMIENTO DE LOS JARDINES DEL #LAUSTRO 0RINCIPAL #LAUS-
tro del Museo, Claustro de Servicios y Jardín de la Huerta.
s 2ESANE DE ENLUCIDOS Y PINTURA DEL CUERPO SUPERIOR DE LA TORRE
Claustro Principal
Masillado y pintura de
galerías del Claustro
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 259
Torres del
Campanario:
resane de enlucidos
y pintura del cuerpo
superior de la torre
260 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Museo
Limpieza y
mantenimiento de
ventanas y rejas
Artesonado mudéjar del coro
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 263
Referencia histórica
Los artesonados mudéjares, conocidos también como armaduras de lazo mudéjar, apare-
cieron por primera vez en Quito en las primitivas techumbres de San Francisco e influye-
ron en la ejecución de los de la iglesia de San Diego, La Catedral y Santo Domingo; de estos,
el de la Catedral fue el último en construirse.
En estas techumbres se reconoce la habilidad de los artistas que solían fijar con pre-
cisión las líneas de ensambladura de cada una de las innumerables piezas que componen
un alfarje.
El origen de los artesonados se remonta a las antiguas edades. La Historia del Arte nos afirma que
los egipcios y caldeos, hindúes y persas, griegos y romanos los utilizaron indistintamente, ya en
los pórticos de sus templos, ya en las salas de sus palacios. Sabemos por la Historia del Arte que el
artesonado del templo Délfico se hallaba recubierto de chapas de oro. La bóveda del Panteón de
Roma se encontraba enchapada de labradas láminas de bronce y artísticos adornos de plata. Hasta
en los templos incaicos del Cuzco, sino los artesonados que nunca existieron, al menos sus paredes
estaban laminadas de oro, a decir de los primitivos cronistas...
...En la Edad Media, con la creación y predominio del gótico, desapareció por completo el artesona-
do siendo sustituido por florones, nerveras y bóvedas de crucería y de artista rematando no pocas
veces como es dado ver en diversas catedrales como la de Burgos, Toledo y la Zeo de Zaragoza, mo-
dificando sus formas para que también los artesonados y casetones hiciesen acto de presencia y se
los utilizase sin reservas en los templos y palacios en los siglos XV y XVI. El resurgimiento de la nueva
manifestación, a comienzos de la Edad Moderna, tuvo lugar en Florencia, en donde sus artífices flo-
taban en el ambiente del plastisismo ayudados por sus mecenas los Médicis, extendiéndose de esta
ciudad a toda Italia, vulgarizándose, como antes afirmábamos, en iglesias y palacios. Magníficos
ejemplares del estilo se conservan en su lugar de origen, como los del Palacio Viejo de Florencia, en
Ferrara, por no citar los de otras ciudades italianas.
...Se sabe también que el primer constructor de techos mudéjares o alfarjes en el virreinato de la
Nueva España, no fue un musulmán ni un oriental, sino un cristiano y español, llamado Juan Díaz
1) Tomado del informe para el Proyecto de Restauración y Puesta en Valor del Convento e Iglesia de San Francisco de
Quito
264 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
... Juzgamos, pues, que así como de Sevilla llegaban a América los productos peninsulares, de allí
mismo también saliesen esos artistas mudéjares, tan españoles como los demás, para dejarnos en
techos de templos y algunas veces de casas particulares las filigranas y atarugues, los alisares, alica-
tados y mocárabes, que tantos ejemplares hemos visto en España2.
Análisis estético
Ya en la mitad de la centuria décima séptima era descrito con su cohermano del Crucero y destruido
en 1755 que cubría toda la nave central, como triunfantes y primeros en todo el Virreinato del Perú
en el peregrino estilo mudéjar. Su forma es un octógono irregular en forma de artesa, un tanto abo-
vedada. Después de una cenefa pintada viene el friso constituido por una serie de mútulos y den-
tellones para dar inicio a otra serie de arquitos con sus correspondientes columnitas, aprisionando
atauriques pintados.
De aquí parte propiamente el alfarje, rampado en su comienzo hasta tener el nivel del plano su-
perior. La primera faja se halla representada por casetones en forma de estrella y entrelazados con
almocárabes, los cuales se suceden y enlazan en todo el resto de la fábrica. La segunda faja rueda
alrededor de todo el artesonado como el anterior, pero aquí los casetones son hexágonos, alongados
de dispar longitud, pues mientras los más pequeños son hexágonos perfectos, en los más grandes
comienzan y acaban en puntas de estrella, dorados, de suerte que forman un juego perfecto de im-
presionismo artístico.
Finalmente, llegase al remate constituido por un bellísimo y peregrino almizate o harneruelo octo-
gonal, dorado papeloneado y con un rosetón colgante en la cúspide. Haciendo guardia este mag-
nifico almizate, correspondiente a cada uno de los ángulos del octógono y rodeando el harneruelo,
como se destacan ocho grandes almocárabes cual si fueren ocho estalactitas, talladas y doradas, y
que impresionan agradablemente tanto por su disposición como ejecución.
Son a nuestro parecer el alfarje coral con el del crucero, los mejores existentes en Quito3.
2) Benjamín, Gento Sanz, El arte colonial en la Iglesia de San Francisco de Quito. Estudio inédito, capítulo 7,
pp.1-24, Biblioteca del convenio Ecuador-España, E709.006.
3) Ibíd.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 265
Historia material
El artesonado del coro data del siglo XVI, se desconoce a su autor y está compuesto de
madera ensamblada, tallada, dorada y policromada, en un área de 109,86 m². Desde que
fue elaborada esta magnífica obra de arte han transcurrido aproximadamente cinco si-
glos y, obviamente, ha sufrido innumerables intervenciones en pro de su mantenimiento
y preservación.
Mencionaremos varias de las intervenciones realizadas en el transcurso del tiempo,
las que han permitido que perdure esta obra hasta nuestros días.
El quincuagésimo tercero provincial de la provincia de San Francisco de Quito, respondía al nombre
de Fr. Francisco Blanco del Valle, cuyo régimen se inauguró el 17 de septiembre de 1731, perdurando
hasta el 4 de diciembre de 1734. Dedicó gran parte de su tiempo y trabajo al admirable y maravi-
lloso artesonado mudéjar del coro, una de las joyas más preciadas de su género en toda América
del Sur, por las muchas y continuas goteras que por sus casetones se introducían, estaba en peligro
de arruinarse por completo. El P. Blanco del Valle considerando que si no se ponía pronto remedio
existía el peligro inminente de ver desaparecer una joya artística que no volvería a repetirse más en
el templo franciscano ordenó que de inmediato se destechara todo el coro, se repararan las maderas
semipodridas y de esta suerte, se conservara para la posterioridad, el tesoro colonial del artesonado
mudéjar coral...
...Fr. Antonio de Jesús Bustamante, septuagésimo segundo provincial, cierra el siglo XVIII, trabajó
también en la recomposición de los artesones, tanto del coro de la iglesia como el de San Buena-
ventura que con la caída continua de terrones y otros vestigios de escombros causaban infinitas
goteras en los techos, con peligro manifiesto de podrirse el maderaje y desaparecer para siempre, en
particular, el maravilloso artesonado mudéjar coral...
...Dio nuestro hermano el síndico doscientos veinticinco pesos para refaccionar por tres ocasiones
los dos coros, del Convento Máximo y Colegio de San Buenaventura, por motivo de que en tan di-
latada composición de las torres, caían los terrones y despedazaban los techos, y si no se reparaban
con prontitud las lluvias causaban daño notable a las maderas y artesones con el peligro de que
despedazaban los techos, y si no se reparaban con prontitud las lluvias causaban daño notable a las
maderas y artesones con peligro de destruirse...
...El P. Fr. Antonio de la Torre, electo el provincial en septiembre de 1822, fue incansable restaurador
del Convento máximo. Hizo de una sola vez el gasto de 1.781 pesos en la total refacción del coro...
...Fr. Saturnino Gorri, trabajador incansable, procuró en todo momento el ornato conventual. Se
ocupó preferentemente de los magníficos a la vez que insuperables artesonados mudéjares del coro
y del Crucero. Con el correr del tiempo, se iban desprendiendo retazos y más retazos, concluyendo,
si no se hubiera puesto remedio, con su ruina a lo menos parcial, inconveniente que se atajó gracias
al celo desplegado por el dinamismo de Fr. Saturnino Gorri 4.
4) Sanz, Benjamín Gento, El arte colonial en la Iglesia de San Francisco de Quito, Estudio inédito, capítulo 7,
p.p.1-24, Biblioteca del convenio Ecuador-España, E709.006.
266 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Propuesta de intervención
Ésta se programó de forma paralela con la intervención en la cubierta del coro, para facili-
tar los trabajos sobre todo en la parte superior del artesonado, pues había poca separación
entre las dos estructuras (cubierta y artesonado); lo que dificultaba todo tipo de actuación.
La compleja situación debida al manifiesto deterioro se puso más en evidencia cuan-
do se iniciaron los trabajos y se detectaron todos los problemas estructurales por solucio-
nar. Al principio no se pensaba desmontar los tableros para restaurarlos, pero se cambió
de decisión por ésta y otras razones que se explican más adelante.
El trabajo fue programado y realizado entre el equipo del Taller de Maderas y el De-
partamento de Arquitectura, para consensuar criterios y adoptar decisiones conjuntas en
Sistema de sujeción
procura de la mejor solución. de pares para el
Así, la propuesta integral contempló dos aspectos: 1. Resolver los problemas de la faldón suroriental
estructura del artesonado desde el punto de vista
arquitectónico, con el aporte de los restauradores
de maderas y un ingeniero. 2. También la restau-
ración técnica de todos los elementos de made-
ra debía contar, en ciertos casos, con criterios
arquitectónicos.
Para resolver lo estructural se requerían solu-
ciones que devolvieran a las vigas su funcionalidad
y resistencia. Se consideró importante conservar-
las porque, al formar parte del artesonado, tienen
decoraciones y pintura; la propuesta se basó en la
inclusión de elementos metálicos (prótesis y ancla-
jes) que no afectaran mayormente a la madera.
En los pares, limas y faldones del teste-
ro norte y suroriental se utilizaron pletinas de
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 267
hierro, sujetas con tornillos que atraviesan las puntas de apoyo de los pares, y en sus par-
tes laterales se soldaron sistemas de freno que descansan sobre un soporte metálico, que
se asienta sobre la solera mediante tornillos que la hacen trabajar a manera de estribo. Los
puntos de apoyo de los pares correspondientes a los faldones norte y sur, además de la
Sistema de sujeción “prótesis metálica”, cuentan con un sistema idéntico de sujeción, lo que hizo necesaria la
de pares, propuesto recuperación de las vigas soleras.
para las manguetas Se pretendía sostener el peso exagerado de la decoración central (mocárabes y cubo)
del testero oriental
con un diseño de listones de madera sobrepues-
tos en el tramo central del artesonado, con la ayu-
da de tensores que repartieran la carga en forma
homogénea, liberando al harneruelo.
En el testero oriental y lima testero noro-
riental se propuso usar el sistema metálico, pero
sujetando las pletinas mediante tornillos que
crucen lateralmente; en estos hierros se soldaría
transversalmente un chicote que, depositado en
un soporte también metálico, ascendería sobre la
solera utilizando ésta a manera de estribo. En la
lima testero suroriental se usaría el mismo siste-
ma de soporte, pero el chicote atravesaría el par.
Se consideró, también, la eliminación total
de todos los apoyos de la cubierta exterior, que
afectan directa o indirectamente a la estructura
del artesonado.
Respecto a la restauración de los demás ele-
mentos de madera se planteó, para una mejor organización de los trabajos, una propuesta
en dos fases.
Con la dirección técnica de restauradores del INPC, la asesoría de una experta española y
la colaboración de ocho personas como equipo de trabajo, se inició la intervención de la
obra el 8 de marzo de 1990.
En principio se planeó realizar labores de conservación en donde no se incluía el
desmontaje, consolidación y reintegración de faltantes. Analizado el estado de deterioro
de la estructura y los tableros, se replantea el alcance de la intervención, coincidiendo en
realizar un tratamiento integral del artesonado, secuenciándose el trabajo de la siguiente
manera:
268 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Tratamiento superior
1. Registro fotográfico y levantamiento gráfico con dibujos y planos del estado actual,
enfocados en los detalles de ensambles, uniones y deterioros.
2. Limpieza superficial ligera con el fin de retirar el polvo acumulado.
3. Al desmontar los tableros se pone en evidencia la acumulación de polvo en los casetones
y zonas interiores, y estos con y sin policromía, y su avanzado deterioro; lo que hace ne-
cesario un tratamiento de desinsectación, consolidación y reintegración de faltantes.
4. Limpieza de todas las vigas pares y casetones, utilizando agua, agua-alcohol y aceto-
na. Luego se las trata con insecticidas (permadera), con la finalidad de contrarrestar
la proliferación de microorganismos.
5. A todos los tableros de los faldones (con y sin policromía) se les realizó el tratamiento
de limpieza, desinsectación y consolidación. La consolidación se efectuó mediante
el sistema de inmersión en resina palaroid B 72 diluida en thinner, en porcentajes de
5 a 20, por el avanzado grado de deterioro del soporte.
6. Refuerzo y reintegro del soporte en los tableros que presentan grietas, fisuras y faltan-
tes. Se restituyeron los faltantes con madera de cedro y se usó doble cola de milano y
toledanas para la unión de grietas y fisuras.
7. Una vez concluido el tratamiento de los tableros se procedió al montaje con pletinas y
puentes, sujetos con pernos incrustados en cápsulas de aluminio. En la parte inferior
de los faldones se colocaron tableros nuevos de cedro para sustituir los de eucalipto de
mala calidad, de excesivo peso, sin ninguna policromía y atacados por xilófagos.
Tratamiento inferior
1. Luego del registro fotográfico, se efectuaron varios análisis de laboratorio para deter-
minar los tipos de soporte de madera que tenía el artesonado, así como un análisis
estratigráfico y de aglutinantes en las decoraciones. Con los resultados se comprobó
que existía en mayor cantidad madera de cedro y nogal.
2. Limpieza del polvo, deyecciones de insectos en todas las tiras estriadas del
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 269
Se realizó en una superficie aproximada de 72 m², que correspondía al faldón norte, har-
neruelo y faldón sur. Con la experiencia obtenida en la intervención de la primera fase, se
efectuó el trabajo manteniendo el mismo criterio.
Cuando se retiraron los tableros, se puso en evidencia que las vigas pares de la es-
tructura del harneruelo (almizate), respecto a la viga del sostén central, tenían un desli-
zamiento de aproximadamente 8 cm. Visto el problema, se plantearon dos alternativas
de solución: la primera sugería levantar el deslizamiento con gatas hidráulicas desde su
parte inferior; la segunda proponía levantar el cuerpo plano del harneruelo con tensores,
poniendo vigas cruzadas por la parte inferior.
En una reunión técnica se decidió optar por la segunda opción, que consistía en la
utilización de cuatro tensores de 5/16 cm (7 mm), suspendidos en vigas que descansaban
en los pares de la estructura de la cubierta, y en la parte inferior se instalaron vigas distri-
buidoras del esfuerzo en los faldones norte, sur y el harneruelo.
Por la complejidad de su ejecución, por el valor histórico y artístico que representa el
artesonado, el trabajo se realizó con extremo cuidado; se colocaron niveles de referencia
para controlar el desplazamiento. Los alzados se realizaron periódicamente para que la
estructura no sufriera ninguna modificación en el momento de subir los nudillos. La pri-
mera lectura señaló 1,5 cm, 3 cm en la segunda lectura y de 6,5 cm en la tercera; como se
mencionó, el nivel de caída era de aproximadamente 8 cm.
Mientras tanto, en el taller se hizo la limpieza del soporte y la policromía de los table-
ros, para su posterior tratamiento de desinsectación, en el que se aplican dos manos de
fungicida (permadera). El proceso de consolidación se efectuó con el método de inmer-
sión con resina palaroid B 72 diluida en thinner en porcentajes de 5 a 20, colocando a los
tableros en cámara plástica, produciendo así la evaporación del solvente y permitiendo
272 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Registro fotográfico
Artesonado antes de la
intervención
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 273
Vista antes de la
intervención
Detalle de
tableros dorados
y policromados
utilizados para cubrir
los espacios
Sistema de sujeción
de pinjantes y
mocárabes
Desmontaje de
mocárabes
276 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Mocárabes retirados
del artesonado
Estructura de la
cubierta
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 277
Refuerzos en la
sujeción de elementos
Sistema de sujeción
de los faldones en
la estructura de la
cubierta
278 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Nivelación de desfases
con tensores
Faldón desmontado
para trabajo en taller
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 279
Identificación
de tableros,
reforzamientos y
colocación
Colocación de injertos
y refuerzos en los
tableros policromados
280 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Confección de tableros
para reemplazar los
muy deteriorados y los
de madera de mala
calidad
Restitución de tablas
estriadas
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 281
Instalación de pletinas
en puntas de vigas
pares
Reforzamiento
estructural en las
puntas de las vigas
Limpieza de faldones
cubre soleras
282 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Reintegración de color,
dorado y policromado
Reposición de
faltantes elaborados
en estuco
Desinsectación de
solera
Artesonado después
de su intervención
Restauración de Bienes Muebles
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 287
Criterios de conservación
1) Tomado del informe para el Proyecto de Restauración y Puesta en Valor del Convento e Iglesia de San Francisco de
Quito
288 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
1. Ingreso de la obra
FASE DE INGRESO DE LA OBRA
2. Estudio histórico-artístico
Autor- Escuela
Historia
Estudio de la obra e investigación histórica Época-Estilo
Técnica
Examen organoléptico y diágnostico
Datos técnicos de registro, documentación fotográfica y gráfica
FASE DE EXAMEN Y DIAGNÓSTICO
Examen organoléptico
Bastidor
Soporte
INFORME TÉCNICO
Tela
Preparación
Capa
Pictórica
Capa superficial
Anexos
Exámenes globales
Observaciones Documentación gráfica
Análisis puntuales
Laboratorio especializado
Conclusiones
Diagnóstico
Propuesta y proyecto de restauración
Proyecto, procesos que hay
Establecimiento, criterios que hay que seguir
que realizar
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 291
3. Intervención
Desmontaje
Marco Otros procesos
Desmontaje
Limpieza
Desinsectación
Bastidor Consolidación
Cambio de elementos
Otros procesos
Sobre el
Cambio bastidor
soporte
Limpieza
FASE DE INTERVENCIÓN SOBRE LA OBRA
Eliminación de elementos
Desinfección
Aplanado
INFORME TÉCNICO
Tela
Reparación de roturas
Refuerzos
Reentelado
Otros procesos
Protección de la Puntual
capa pictórica General
Fijación de la capa Puntual
pictórica General
Limpieza de capa pictórica
Capa superficial Regenerado
Sobre la Barniz
Eliminación
capa
Capa de preparación: Estucado
Ilusionista
Arqueológica
Capa pictórica: reintegración
Tratteggio
Otras técnicas
Barnizado
Montaje del marco y presentación final
292 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
4. Entrega de la obra
INFORME TÉCNICO
Embalaje
Documentación económica
Fotográfica
Escrita
Documentación especializada
Gráfica
Soportes informáticos
Documentación organizativa del taller
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 293
Para rescatar todo el numeroso tesoro artístico del Convento se crearon grupos de
trabajo en las diferentes especialidades de la restauración, con técnicos que fueron
capacitados por el Proyecto y entraron a formar parte de los varios talleres que se ins-
talaron con tal propósito, de acuerdo con la especialidad y la tecnología de los bienes
a intervenirse: Escultura, Maderas y mobiliario, Metales, Papel y bienes documentales,
Pintura de caballete, Pintura mural y Textiles.
Se presenta a continuación un breve registro de las labores desempeñadas en
estos talleres y, de forma sucinta, el trabajo ejecutado por sus integrantes en algunas
obras representativas.
Taller de escultura
Esculturas de formato
pequeño, para su
ubicación posterior en
el Museo
Serie de seis
arcángeles en
miniatura, encarnados
y policromados, del
siglo XVIII
Siete crucifijos de
una serie de nueve
restaurados
Calvarios de
cuatro piezas, con
urnas doradas y
policromadas
Virgen de Legarda
Escultura antes de la
intervención
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 295
Detalles de las
afectaciones:
suciedad, polvo, grasa,
rajaduras
Rajaduras y
agrietamientos del
encarne
Regeneración del
dorado
Barnizado final y
colocación de manos
296 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Antes de la
intervención,
se aprecian los
agrietamientos del
encarne
Detalle de la base de
la escultura luego de
la intervención
Estado final
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 297
Restauración y
montaje de cuatro
retablos del siglo
XVI, que contienen
en total 4 esculturas,
12 pinturas y
8 altorrelieves.
Representan a Santa
Lucía, Santa Bárbara,
Santa Catalina y
Santa Margarita,
con dimensiones
promedio de 3,50 m
de alto y 2,60 m de
ancho, ubicados en
las esquinas de los
corredores bajos del
Claustro Principal.
298 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Tríptico de la esquina
sur-oriental del
corredor alto del
Claustro Principal.
Tríptico de la esquina
nor-occidental del
corredor alto del
Claustro Principal. Al
igual que el anterior
se restauró la pintura
tabular, la policromía y
el dorado.
Taller de metales
Intervino en 12 campanas de las dos torres y 5 campanas del interior del Convento; restau-
ró la portada de hierro del Atrio colocando pan de oro en sus dos escudos; intervino en dos
lucernarios y dio tratamiento a varias cerraduras, aldabones, bisagras, clavos de forja, que
forman parte de los muebles museables.
Rejas antes de la
intervención; le habían
añadido elementos y
sufría oxidación.
Eliminación de
pintura verde y
descubrimiento de
escritura en el hierro.
Eliminación de pintura
beige que ocultaba el
dorado original.
Aplicación de tanino
como inhibidor.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 303
Evidencia de pan de
oro original en la cruz.
Aplicación de papilla
para limpieza. Al
secarse se forma una
película vinílica que
puede ser retirada
fácilmente.
304 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Retiro de película de
limpieza. Se eliminan
los cloruros, sulfuros y
óxidos
Colocación de pan
de oro en la cruz
mediante el proceso
de mixtión.
Estado final
Campanas de la torre
norte
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 305
Grabados
Después de la
inmersión de la obra
en agua a 40 ºC para
hidratar el almidón,
se procede al retiro
de la tela; debajo del
grabado se utiliza
pellón como soporte
para manipular el
papel húmedo.
306 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Detalle de la
obra concluida su
restauración
Solucionado el
problema de las
roturas, se lamina
la obra con papel
japonés para montarla
en cartón permanente
Antes de la
intervención. Se
puede notar los
esquineros de metal y
la decoración grofada
del cuero.
Detalle de viñeta
antes del tratamiento,
decorada con motivos
arabescos en pan de
oro alrededor de la
letra capitular.
Disolución de la tinta
como consecuencia
de una limpieza
antitécnica y con
agua.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 307
Limpieza mecánica
de la herrumbre y
sedimentos de los
esquineros metálicos
con un pulidor
eléctrico
308 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Libros corales
Intervención de la
obra artística ubicada
en el Zaguán de la
portería. Conservación
y restauración de 16
pinturas de gran tamaño
pertenecientes al siglo
XVII y atribuidas a
Miguel de Santiago.
Conservación y
restauración del
zaquizamí (cielo
raso) con paneles
policromados y
decoración con pan de
oro, en un área de 40
m²
Pintura restaurada
que hace referencia
a la vida de San
Francisco
Conservación y
restauración de cuatro
lienzos de Bernardo
Rodríguez sobre los
milagros de San
Antonio de Padua.
Intervención en los
marcos policromados.
Obras del siglo XVIII
(3,50 x 2,00 m)
Conservación y
restauración de 13
pinturas referentes a
la Virgen María, San
José, Santa Mariana
de Jesús y San
Antonio de Padua.
Siglo XVIII
Pintura en alabastro,
luego de la
intervención.
Antes de la
intervención. El cuadro
se compone de varios
fragmentos que han
sido adheridos o
cosidos entre sí.
Se limpia el soporte
por la parte posterior,
trabajando en
cuadrículas, aplicando
gacha (almidón)
al que se adhiere
la tierra y el polvo,
que se eliminan con
espátula y bisturí.
Son alrededor de 288 obras que se encuentran ubicadas en los distintos espacios, salas del
Museo, depósitos y locales de reserva. Muchas de estas obras son series de pinturas sobre
temas determinados, que pertenecen o son atribuidas a artistas de los siglos XVII y XVIII
como Miguel de Santiago, Matheo Mexia, Bernardo Rodríguez, Samaniego y Andrés Sán-
chez Galque, entre otros. Algunos lienzos son de dimensiones considerables; se llegaron a
intervenir obras que llegan a 8 m de alto x 5 m de ancho y 27 pinturas de 2,80 m de ancho
x 2,20 m de alto.
También se conservó y restauró pintura tabular de tumbados y zaquizamíes en un
área total de 244 m².
Durante el
desencalado, se
encontró un vano
tapiado del que se
dejó evidencia
Vista general de la
sala hacia el este
312 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Desencalado y
conservación de la
pintura mural de
artesa, cenefas, arcos,
dinteles y zócalos de
las tres galerías de la
planta baja del Claustro
del Museo. Área
intervenida: galería
norte 20 m², galería
sur 53 m², galería
occidental 80 m². Vista
de la galería occidental
y de la sala 2.
Desencalado y
restauración de
100 m², de pintura
mural en pechinas,
y nervaduras de los
arcos de las bóvedas
de las cuatro esquinas
del corredor alto del
Claustro Principal
Recuperó alrededor de 405 m² de pintura mural en varios sitios del Convento; descubrió la
pintura y procedió al desencalado de varias capas de cal; hizo la conservación y la respec-
tiva restauración.
La intervención se realizó principalmente en las cuatro galerías del Claustro del Mu-
seo, en los arcos de las bóvedas de la planta alta del Claustro Principal, en los muros de
acceso a las salas del Museo, en el costado noroccidental de la escalera principal, en la sala
Casulla restaurada
Vestimenta de Virgen.
Brocado en seda:
El vestido consta de
un brocado de seda,
una combinación de
algodón y un forro
de lino
Para su presentación
final se le añadió el
forro
Museología
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 317
Museología.1
Magdalena Gallegos / Lucy Vega
El catálogo ha sido redactado como un trabajo previo a la síntesis de los textos que han
sido colocados en los paneles y tiene como objetivo ayudar a la comprensión de los conte-
nidos que se quieren poner de manifiesto con la muestra de arte. No pretende ser un guión
museológico; estos suelen presentar objetivos, directrices e insumos, que incluyen listas
de bienes culturales y de elementos museográficos.
La orden de los franciscanos debe su nombre a San Francisco de Asís, su fundador. Fran-
cisco Bernardone nace en Asís –región del Valle del Espoleto, Italia– en 1182 en el seno de
una rica familia. Por voluntad de su madre, se le impone el nombre de Juan al momen-
to del bautizo, pero al volver de Francia, a donde viaja constantemente a comprar telas,
su padre quiso que se le llamase Francisco (François o Francesco, que significa francés),
nombre que más tarde prevalecería sobre el de Juan.
El cambio radical en la vida de Francisco, cuando decide dedicarse a atender al los me-
nesterosos y enfermos, terminan por causarle conflictos con su familia. Su padre, llegó al ex-
tremo de apresarlo buscando doblegar su voluntad y le obligó a renunciar a todas sus rique-
zas ante el Obispo Guido de Asís, quien a partir de entonces se convertiría en su protector.
Reemplazó el hábito de ermitaño por una túnica sencilla, ceñida al cuerpo con una
cuerda y mantuvo los pies descalzos. Con la ayuda del Obispo Guido de Asís y el Cardenal
de San Pablo, consigue del Papa Inocencio III, entre 1209 y 1210, la aprobación verbal de
su forma de vida y con ello, la creación de la «fraternidad» de Frailes Menores, conformada
por él y sus doce compañeros. Tras una larga enfermedad, muere el sábado 3 de octubre de
1226. El 16 de julio de 1228 es solemnemente canonizado en Asís por el Papa Gregorio IX.
Las series pictóricas que representan la vida de los santos fundadores de las diferentes ór-
denes religiosas fueron muy frecuentes en Hispanoamérica. Cada una de ellas se preocu-
pó de ponerlas en cada convento, recoleta o colegio, con un fin netamente didáctico: que
1) Tomado del Documento: Catálogo de la Exposición permanente del museo franciscano “Fray Pedro Gocial”
318 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
sirvan de modelo de vida y de perfección para los religiosos y los fieles que los visitaban.
La serie pictórica de la Vida de San Francisco del Convento Máximo de Quito tiene 27
lienzos, que hasta aproximadamente 1989 –año en que se intervinieron– se encontraban
repartidos en las paredes del claustro principal.
La influencia europea
En España el uso de las imágenes, especialmente escultóricas, para el culto religioso era ya
tradicional. La escultura española había desarrollado una amplia gama de representacio-
nes religiosas, incluyendo los «Pasos de la Semana Santa», que la caracterizaron de manera
especial. Obviamente, esta costumbre fue importada a América y en Quito se organizaron
las cofradías para los Pasos de Semana Santa, con sus respectivas procesiones.
Los franciscanos utilizaron como medio de su apostolado la devoción a las Estacio-
nes, que sometían a consideración del pueblo con los episodios de la Pasión de Cristo. Ob-
viamente esta devoción se intensificaba en la Cuaresma y culminaba con la procesión de
los pasos el día Viernes Santo: los conjuntos escultóricos cumplían un papel protagónico
por su dramatismo y cercanía a la realidad.
Miguel de Santiago
Su vida artística
Lamentablemente se desconocen el taller en que se formó y el maestro del cual aprendió
el arte de la pintura. Para Fray José María Vargas, se trató muy posiblemente del hermano
jesuita Hernando de la Cruz, que practicó el arte pictórico con mucha destreza.
La primera obra de gran trascendencia, fue el encargo que recibiera para pintar en
el Convento de San Agustín la serie de cuadros de la vida de este santo, utilizando como
referencia unos grabados flamencos, trabajo que lo concluye en 1656,
La segunda etapa artística de Miguel de Santiago corresponde a la representación de la
Inmaculada Concepción, uno de los cultos más populares y tradicionales de Quito. Durante
los primeros años de la ciudad, no había una imagen que representara la auténtica devoción
popular. Las únicas de esa época corresponden a una pintura de estilo manierista existente
en la Catedral y a una escultura que fue tallada en 1586 por Diego de Robles para la Cofradía
de la Iglesia de San Francisco. Estas imágenes pertenecían a una iconografía nacida de la
devoción en España y que fue importada a América. Los pintores españoles (Zurbarán, Mu-
rillo, entre otros) representaban a la Inmaculada mediante una mujer muy joven y hermosa,
vestida de túnica blanca, manto azul y coronada por doce estrellas; bajo sus pies, la media
luna invertida y el dragón; y, en lo alto, Dios Padre o el Espíritu Santo.
La primera interpretación de la Inmaculada Concepción realizada por Miguel de
Santiago data de 1643 y en nada se diferencia de los modelos españoles. Sin embargo, en
1645 la pinta rodeada de la serie de alegorías de la letanía lauretana.
De ahí en adelante, el pintor marca una manera quiteña de representar a la Inmacu-
lada, haciendo hincapié en la cabeza del dragón hollada. Sin embargo, donde mayor gala
hace de originalidad es en la llamada Inmaculada Eucarística, en donde recogió el senti-
miento religioso popular que vinculaba la Eucaristía con la Inmaculada, a través del salu-
do usado desde el Sínodo de 1570 y lo representó mediante la Inmaculada con la Custodia
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 321
La Doctrina Cristiana
Otro encargo que Miguel de Santiago recibió de los franciscanos fue una serie sobre la
Doctrina Cristiana, para hacerla mas comprensible para el pueblo. El trabajo constituía
un nuevo desafío, dado el rico fondo teológico y la complicada composición, lo que habría
llevado al pintor a realizar la serie de bocetos que se encuentran en El Carmen de San José
de Cuenca. Miguel de Santiago demuestra con esta serie haber estado al tanto de la ico-
nografía religiosa de su tiempo. Sabía representar simbólicamente conceptos intangibles
como las virtudes, los vicios y los dones.
La serie de la Doctrina Cristiana consta de ocho cuadros en los que se agrupan los
mandamientos presentándolos en carteles sostenidos por ángeles en la parte superior.
Otro ángel muestra un don del Espíritu Santo, representado por un símbolo. Las peticio-
nes del Padrenuestro se simbolizan con alegorías femeninas a un lado, mientras que al
otro aparece la figura de un Papa, obispo o sacerdote que sostiene el letrero de un sa-
cramento. Finalmente, al centro, Miguel de Santiago colocó la obra de misericordia con
el vicio o pecado capital en la parte inferior. La serie está ordenada según la oración del
Padrenuestro y no según los Mandamientos. El último lienzo representa el octavo, noveno
y décimo mandamientos.
El barroco quiteño
y era lo suficientemente bueno como para exportar prototipos artísticos a toda Sudamé-
rica. En escultura se exportaron las Inmaculadas, los Calvarios y los Belenes en urnas de
madera, y otros materiales exóticos y, en pintura, las series de vidas de santos.
Muebles y miniaturas
Fray Jodoco Rique tuvo la iniciativa de organizar el Colegio de San Andrés como una Es-
cuela de Artes y Oficios, previendo que al llegar a América los españoles ya no querrían
ejercer sus antiguos oficios y los dejarían para sustento de los mestizos e indígenas. Ni
siquiera la pintura y la escultura eran consideradas como artes, de modo que las conocidas
como menores o suntuarias, también se catalogaban como oficios.
Orfebrería y Platería
La orfebrería y la platería fueron las artes más codiciadas y también las más comunes entre
los indígenas, que ya las practicaban antes de la llegada de los españoles e incluso de los
Incas.
Los primeros orfebres y plateros españoles trabajaban principalmente para el Ca-
bildo en la hechura de monedas y en el control del pago de los impuestos. Desde el siglo
XVI, los joyeros y plateros habían establecido sus talleres y tiendas en una calle específica
de Quito, conocida como la «Calle de la Platería». Se había desarrollado también el arte
de reducir el oro y la plata a laminillas, que se utilizaban para el dorado de la madera y en
esculturas.
Miniaturas
Durante la segunda mitad del siglo XVII y todo el siglo XVIII surgen otras formas de arte,
no siempre académicas, pero más cercanas a las necesidades, a la vida y al pensamiento
de los americanos. En la escultura nacen los pesebres, con innumerables figuras que re-
presentan a la sociedad de la época. El mundo del Belén quiteño es una antología de la
vida popular, de sus vestidos, de sus costumbres.
Además de los pesebres, proliferaron las figuras escultóricas en miniatura –traba-
jadas con un sinfín de materiales como madera, cera, vidrio, espejo, metales, tela, entre
otros– que, con carácter religioso, fueron creadas para proporcionar recogimiento de tipo
personal a sus poseedores y constituyen una muestra representativa del arte popular de la
Escuela Quiteña.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 323
Bernardo Rodríguez
El pintor de la luz y el color
A partir del siglo XVIII el arte comenzó a valorarse; pero, la decadencia del imperio de los
Austrias que afectó a la economía de España y de América, también marcó una época de
recesión en las artes.
Bernardo Rodríguez, uno de los pintores más destacados de este siglo, surgió preci-
samente cuando la pintura quiteña atravesaba por esa situación. En el convento de San
Francisco pintó una serie de lienzos representativos de los milagros de San Antonio de
Padua y una Inmaculada coronada por la Santísima Trinidad. En 1797 y 1783, respectiva-
mente, pintó a San Camilo de Lelis y el Descendimiento.
Satisfacía la demanda religiosa de su clientela con uno de los temas más codiciados:
la Flagelación de Cristo. Posiblemente se inspiró para ello, en los grabados de un libro de
Reinies y Josua Altens, que contiene las principales imágenes del Antiguo y Nuevo Testa-
mento. Precisamente dos de esos grabados fueron reproducidos por Bernardo Rodríguez
en los cuadros de San Pedro y San Pablo de la Iglesia de la Catedral.
En el convento de Santo Domingo reposa una de sus mejores pinturas: la representa-
ción de las Almas, realizada hacia 1794. En el de San Agustín pintó los lienzos de los docto-
res de la Iglesia, que se conservan en la sala superior del convento.
Su pintura, llena de rojos y azules intensos, utiliza como elementos decorativos las
famosas rocallas, típicas del rococó francés, e introduce la arquitectura neoclásica en los
fondos, influencia que el arte recibía de la nueva corte del rey de España, perteneciente a
la Casa de los Borbones, de Francia.
Discípulo y pariente de Bernardo Rodríguez, su obra data de finales del siglo XVIII y prin-
cipios del XIX. Nació en el barrio de San Blas poco antes de 1767 y se casó muy joven con
Manuela Jurado López de Solís, que al parecer era pariente de Vicente López de Solís, pla-
tero de renombre.
En 1803 Samaniego recibió el encargo de erigir el duomo de la Iglesia de la Catedral
cuando el arquitecto español don Antonio García, quien había iniciado la obra, tuvo que
regresar a Popayán. De estos dos datos se colige que, además de la pintura, Samaniego
practicaba también la arquitectura.
Su estilo se caracteriza por la armonía cromática lograda mediante la aplicación de
sus colores favoritos: el azul, el rojo, el verde y el blanco. Gustó del uso de suaves veladuras,
que dieron a su pintura una frescura y una gracia, resaltadas por la perfección del dibujo.
Destaca el tratamiento de los paisajes, las aguas y la arquitectura, ésta última con caracte-
rísticas neoclásicas. Los temas más representados fueron la Divina Pastora, la Inmaculada,
el Tránsito de la Virgen. En la Iglesia de la Catedral se encuentran la Asunción de la Virgen,
el Nacimiento del Niño Dios, la Adoración de los Reyes Magos, el Sacrificio de San Justo y
324 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Así catalogó el historiador jesuita Juan de Velasco a Bernardo de Legarda, el mejor repre-
sentante de la escultura barroca quiteña.
Ebanista, tallador, imaginero, pintor, espejero, impresor y platero, Legarda nació a
inicios del siglo XVIII en la parroquia de la Catedral o Sagrario. Sus padres fueron don Lu-
cas Legarda y doña María del Arco y tuvo tres hermanos: Juan Manuel (artista también),
María Gertrudis y Juana de Jesús. Con el primero trabajó algunas obras: ambos ejercían
oficios artesanales complementarios y tenían sus casas en las inmediaciones de San Fran-
cisco, donde seguramente funcionaron sus talleres de artes y oficios.
El 1 de junio de 1773 se registra su fallecimiento en la parroquia del Sagrario.
Su vida artística
En 1731, con ocasión de convertirse en prioste de la fiesta de San Lucas, patrono del gre-
mio de escultores y pintores, Legarda retocó por primera vez la imagen del santo Evange-
lista, tallada por el padre Carlos en 1688.
Tres años más tarde, en 1734, tallaría para el altar mayor de la Iglesia de San Francis-
co su famosa Inmaculada, luego conocida como Virgen de Quito, firmando y fechando la
obra en el elemento que sirve de ensamble entre la mano y la muñeca. Otra Inmaculada,
un poco más pequeña, fue realizada para la sacristía franciscana y también presenta la
fecha en ese mismo elemento.
Desde enero hasta junio de 1745, trabaja en el dorado del tabernáculo del altar ma-
yor de la Iglesia de la Compañía. Al año siguiente, decora la media naranja de la Iglesia del
Sagrario.
Entre 1748 y 1751 Legarda se encuentra comprometido en varias obras. Construyó
el altar mayor de la Iglesia de la Merced, que fue terminado por el escultor Gregorio. En la
Capilla de Cantuña se encargó del altar y talló el conjunto escultórico del Calvario, situado
en el nicho central. Junto a su discípulo, Jacinto López, hace los retablos de El Carmen
Moderno y del Hospital, y el del coro de la Iglesia de la Catedral, que tiene en el centro la
pintura del Tránsito de la Virgen.
Navarro atribuye a su gubia, el retablo del Cristo del Amor y los dos laterales de la
Iglesia de la Merced, además de varios de la Iglesia de la Compañía.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 325
Entre 1767 y 1770 fue contratado por los dominicos para realizar la mampara labrada
bajo el coro de la Iglesia de Santo Domingo pero no pudo realizar ese trabajo. No obstante,
pintó para la Capilla del Rosario de esta misma iglesia un Nacimiento, una Adoración de
los Reyes Magos, una Degollación de los Santos Inocentes y Nuestra Señora de los Dolores.
Las imágenes de Legarda son la representación fehaciente de la devoción popular de
mediados del siglo XVIII. Con ellas, el barroco no solo logra transmitir un mensaje religio-
so, sino que llega a conmover el alma.
Legarda fue el mejor intérprete del dogma de la Virgen Inmaculada. Un siglo antes,
Miguel de Santiago la había representado con el mismo sentido iconográfico, pero fue
Legarda quien logró transmitir a la imagen el movimiento y el candor de una bella dama,
sin desmerecer su pureza.
La Virgen de Quito
Caspicara
La cúspide de la escultura quiteña
El sucesor de Legarda en el arte de la imaginería fue Manuel Chili, más conocido con el
nombre popular de Caspicara. Se sabe de su nombre auténtico por la inscripción encon-
trada en el reverso de una tabla sobre la que se había tallado un Niño Dios dormido. Esta
escultura es la única que lleva consignado su nombre, pese a que ya era costumbre de
los artistas firmar sus obras. Este hecho nos hace conjeturar que posiblemente no sabía
escribirlo.
En la ciudad se han encontrado obras en la Iglesia de la Catedral: las Virtudes y la Sá-
bana Santa; en la Iglesia de San Francisco: el grupo escultórico del Tránsito de la Virgen; y,
en el Convento del mismo nombre, una Virgen del Carmen, un San José, entre otras obras.
Aparte de estas imágenes hay muchos Cristos y Niños Dios atribuidos al artista.
Los Cristos de Caspicara disminuyen los rasgos de dolor de la figura y suavizan la
anatomía. Igualmente, las miniaturas y los conjuntos escultóricos muestran la delicadeza
de los rasgos y un perfeccionismo hasta en el menor detalle. Toda su obra está signada por
una exquisitez que, dados los parámetros estéticos de la época, sorprendía por venir de un
artista indígena.
3) GALLEGOS DE DONOSO, Magdalena, Arquetipo, ícono y símbolo en la Virgen de Quito (Resumen), s.l, inédito,
s.f., pp. 7.
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 327
Contenido Museológico
Museografía1
Fausto Gómez Aguirre
La edificación
La Museología
1) Tomado del informe realizado para el Proyecto de Restauración y Puesta en Valor del Convento e Iglesia de San
Francisco de Quito
332 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Temas principales
Son los temas que presiden el discurso museográfico. Primer nivel de información:
s /RIGEN DE LA #OMUNIDAD &RANCISCANA
El «poverello«» de Asís
Desarrollo de la Orden Franciscana
s )NmUENCIA %UROPEA
Llegada del arte europeo
Los frutos del arte europeo
s -IGUEL DE 3ANTIAGO
El príncipe de la pintura americana
s "ARROCO 1UITE¶O
El siglo del simbolismo
Del barroco al rococó
s "ERNARDO 2ODR¤GUEZ
El pintor de la luz y el color
s -ANUEL DE 3AMANIEGO
El artista más destacado del final de la Colonia
s "ERNARDO DE ,EGARDA Y DEL !RCO
«Hombre de monstruoso talento y habilidad para todo».
s -ANUEL #HILI Caspicara
La cúspide de la escultura quiteña
Subtemas
Son los temas que apoyarán directamente a los principales, por su aspecto didáctico y la
atracción que ejercen en el visitante. Segundo nivel de información:
s &RAY *ODOCO 2ICKE Y FRAY 0EDRO 'OCIAL
Inventores de las buenas artes en aquellas provincias
s 3EMANA 3ANTA EN 1UITO
La imagen viva y milagrosa
s $OCTRINA #RISTIANA
El catecismo ilustrado
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 333
s %L CAMBIO DEL FORMATO ART¤STICO
Muebles y miniaturas
s )NMACULADA #ONCEPCIN
Virgen de Quito
Cédulas
La Museografía
Bien cultural
Puntos de interés
Estos puntos coinciden con los Subtemas y, al ser trasladados a un eje de coordenadas,
generan una curva a intervalos de tiempo, nivel de información y espacio diferentes que
marcan un ritmo discontinuo en el recorrido del visitante.
Mobiliario museográfico
Este rubro contempló los trabajos de carpintería, hierro, vidrio, etc, en vitrinas, anclajes y
demás piezas para la ubicación de cada elemento, con las especificaciones técnicas res-
pectivas para garantizar su elaboración e instalación.
En cuanto a las vitrinas, se utilizó el diseño preexistente, desarrollando el mismo con-
cepto para la elaboración de los elementos nuevos: bases, paneles y atriles.
334 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
En la elaboración de los pasos de Semana Santa, por ser un caso específico, se anali-
zaron diferentes estudios para lograr el concepto del mobiliario, el estereotipo de la proce-
sión establece que las esculturas de pasos deben ser vistos desde una perspectiva diferente.
El material utilizado (fórmica) en los acabados de vitrinas, pasos y bases es resultado
de dos condicionantes; por un lado la formal: se trataba de lograr un contraste entre el
bien cultural y su contenedor; por otro lado, lo económico: los colores escogidos refuerzan
la presencia del bien cultural.
Montaje
Se estableció un concepto formal único, que codificara los diferentes aspectos del mon-
taje: color, elementos formales de la arquitectura, mobiliario museográfico, elementos vi-
suales, tipografía, material, tema, longitud de textos.
Los Temas principales, para ser percibidos de manera directa y clara, están ubicados
en puntos estratégicos del recorrido, marcando hitos temáticos para guiar al visitante. Su
contenido desarrolla tres niveles de información: 1. Texto titular; 2. Texto de contenido;
3. Información gráfica (fotos a color), a manera de icono que identifique al tema. Su con-
tenedor es un mueble atril que permite una correcta visualización, elemento útil para el
usuario-estudiante que desee tomar notas del contenido teórico; esto condicionó, en el
diseño final, el uso de vidrio como protección del impreso.
Los Subtemas al empatar con los puntos de interés manejan conceptos específicos de
forma netamente didáctica. Su contenido desarrolla dos niveles de información: informa-
ción visual apoyada con macrofotografía y texto de contenido. El formato de la fotografía
nos condiciona a utilizar el blanco y negro, por un lado, y la instalación desde el piso, por
el otro; siempre con el afán de que, al ser elementos museográficos, no compitan con los
bienes culturales. Los temas utilizados son detalles o reproducciones de elementos que no
constan en el recorrido del Museo, pero sí pertenecen al Convento de San Francisco.
Las divisiones que marcan los diferentes temas podrán establecerse ya sea con los mis-
mos bienes culturales o los elementos museográficos considerados; en todo caso, los muros
estarán exentos de estos elementos para que no se pierda el concepto espacial de los locales.
En el caso particular de este Museo, en las salas que corresponden a los corredores del
Claustro, la luz natural fue el elemento a tomar muy en cuenta en el montaje museográfi-
co, pues de su buena orientación iba a depender que no se produjeran deslumbramientos
y reflejos que incidiern negativamente en la percepción visual de los objetos.
Los bienes culturales participan directamente de la arquitectura del edificio, su ubi-
cación definitiva depende del diálogo que asuman con los diferentes elementos que la
conforman, entre otros: las arquerías, los artesones, la pintura mural y tabular, etc, que
también deben ser apreciados museográficamente.
Los pasos de Semana Santa están colocados en su verdadera dimensión, el efecto es que
el visitante participe de la procesión. Se aprovecha del elemento sorpresa, para que el visitante
en un momento del recorrido se encuentre con la procesión en pleno, la disposición de los
pasos junto a la longitud del corredor y lo angosto del espacio permiten este efecto visual,
que de manera rápida ayuda a establecer el concepto; para consolidar el tema se utilizó la
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 335
Anclajes
Se establecieron dos sistemas de anclaje a los muros, dependiendo del formato de las
obras: para formato mediano y grande, cuatro o hasta seis puntos de apoyo con sistema de
colocación simple; para formato pequeño, por seguridad, se estableció un sistema de an-
claje que represente cierto nivel de dificultad, incluyendo tornillos hexagonales de ajuste
con llave especial.
El anclaje de las obras en los muros, por requerimientos técnicos de la Unidad de
Restauración, se realizó de forma que quede un espacio entre unas y otros y así evitar la
acumulación de polvo y demás elementos nocivos a la obra.
Para las obras que van dentro de las vitrinas se utilizó hilo de nylon y cinta doble faz,
el sistema de uso común en estos casos.
Diseño gráfico
Reproducción de
grabado Sala 2
UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 337
Registro fotográfico
Ingreso al Museo
Vista general de la
sala 1, en la galería
oriental
Sala 3, Miguel de
Santiago
338 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Vistas de la sala 2, en
la galería norte.
Sala 4, Gregorio
Vásquez
342 SAN FRANCISCO UNA HISTORIA PARA EL FUTURO
Sala 8, obra de
Bernardo Rodríguez
Sala 7, Miniaturas y
Muebles.
Inauguración del
Museo Fray Pedro
Gocial por parte de
don Gustavo Noboa,
Presidente de la
República del Ecuador
y de don Andrés
Collado, Embajador de
España.
Visita al Museo en
su inauguración:
arquitecto José Mercé,
don Andrés Collado,
monseñor Antonio
González, don Gustavo
Noboa.
de locutorio y en los paramentos del coro de la iglesia.
La identificación de la pintura mural fue posible por la prospección de calas estrati-
gráficas, previa a toda intervención tanto arquitectónica como de bienes muebles.
COMANDANCIA DE
POLICÍA
CALLE CUENCA
INGLES
PATIO
CLAUSTRO
PATIO DE
LA HUERTA DEL MUSEO
Pintura Mural
REFECTORIO
PROFUNDIS
ATRIO
CLAUSTRO PRINCIPAL
COMANDANCIA DE
POLICÍA
CALLE CUENCA
INGLES
PATIO
GALERIA OCCIDENTAL
Sala 7
Sala 5
CLAUSTRO
Pintura Tabular
PATIO DE
Sala 6
GALERIA SUR
Pintura Mural
REFECTORIO
PROFUNDIS
ATRIO
CLAUSTRO PRINCIPAL
COMANDANCIA DE
POLICIA
Influencia Europea
Pintura Mural Pintura Mural en cenefas
Mateo Mejía
CALLE CUENCA
Semana Santa Sala 2 Semana Santa
Miguel de
Gregorio
Vasquez
Santiago
INGLES
Sala 4
PATIO
Sala 3
GALERIA NORTE
Sánchez
Galque
Doctrina Cristiana
GALERIA OCCIDENTAL
GALERIA ORIENTAL
Miniaturas y muebles
Sala 1
Sala 5
Sala 7
Jodoco Ricke
Fray
Pintura Tabular
CLAUSTRO
Barroco
Quiteño
PATIO DE
Sala 6
GALERIA SUR
Samaniego
Caspicara
Sala 11
Bernardo Bernardo
Sala 9
Rodríguez de Legarda
Sala 8 Sala 10
Pintura Mural
REFECTORIO
PROFUNDIS
ATRIO
CLAUSTRO PRINCIPAL
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Valencia, Editorial Asís, Nueva edición, 1979, p. 610. La Colonia y la República, Puebla, Editorial J.M. Cajica
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KENNEDY TROYA, Alexandra, La esquiva presencia
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VARIOS AUTORES, S.A., Historia del arte ecuatoriano,
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LARA, Jaime, Un arte para un Nuevo Mundo que ARTESONADO MUDÉJAR DEL CORO
es fin del mundo: Las postrimerías visuales en el
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Ediciones Encuentro, 1985, p. 478.
Equipo técnico:
Arq. Renato Aguirre, Arq. Guillermo Balarezo, Lic. Piedad Brito, Arq. Diana Dueñas, Arq. Evelyn Marroquí,
Arq. Santiago Morales, Arq. Ruth Sánchez, Monitores y Alumnos Becarios de las Promociones:
1992 - 1995, 1995 - 1997, 1997 - 2000, 2000 - 2003 y 2003 - 2006.
Equipo técnico:
FICHA TÉCNICA
Auspiciantes:
Por Ecuador:
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural del Ecuador (INPC).
Por España:
Programa de Preservación del Patrimonio Cultural de la Agencia Española de Cooperación Internacional
para el Desarrollo (AECID).
Inmueble y Obra:
Convento de San Francisco de Quito.
Aproximadamente 10.000 m² de intervención en obras de arquitectura. Más de 1.300 obras de arte
restauradas de la colección de bienes muebles. 405 m² de pintura mural intervenidos. Investigación
histórica. Investigación arqueológica. Montaje del “Museo de Arte Religioso Fray Pedro Gocial” en más
de 1.000 m² de arquitectura restaurada, con la exposición de alrededor de 300 obras de Arte Colonial,
distribuidas en once salas de exposición.
Proyecto:
Arq. Cervantes Martínez, Arq. José Ramón Duralde y Arq. José Mercé por parte española.
Arq. Diego Santander y Arq. Marco Silva por parte ecuatoriana.
Estudio Histórico:
Soledad Castro y Sonia Fernández
Investigación Arqueológica:
Paulina Terán
Fechas de realización:
Comienzo de las obras en 1983; entrega de la primera etapa del museo (4 salas) en mayo de 1993;
conclusión de la segunda etapa (3 salas) en octubre de 1995; entrega e inauguración del “Museo de
Arte Religioso Fray Pedro Gocial” con sus 11 salas en abril de 2002. Desde esta fecha hasta el primer
semestre del 2004 se realiza el mantenimiento de los jardines del Convento.
Inversión Total:
Fondos españoles: Aprox.: 2’650.000 USD.
Fondos ecuatorianos: Aprox.: 1’450.000 USD.