🙏🙏🙏EL CUARTO DE HORA DE ORACIÓN🙏🙏🙏
NOVENA SEMANA
Meditación LVIII (para el martes)
Vida gloriosa de Jesús sobre la tierra
Composición de lugar. Contempla a Jesús tratando del reino de los cielos con sus
Apóstoles.
Petición. Viva, Señor, vida de amor.
ORACION
Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorosísimo, yo creo que por razón de vuestra
inmensidad estás presente en todo lugar, que estáis aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón,
viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de vuestros
divinos ojos… Os adoro con la más profunda humildad y reverencia desde el abismo de mi miseria
y de mi nada… os pido perdón de todos mis pecados, que detesto con toda mi alma, y os pido
gracia para hacer con provecho este cuarto de hora de oración, que ofrezco a vuestra mayor
gloria…¡Oh Padre Eterno! Enseñadme. Por Jesús, por María, por José y Teresa de Jesús enseñadme
a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amen
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Punto primero.
Cuarenta días se quedó Jesús con sus Apóstoles después que resucitó. ¿Qué hace Jesús? Medita
sus obras, sus apariciones... Consuela a su Madre afligida... a la Magdalena penitente... a Pedro
pecador... a los discípulos y Apóstoles miedosos y cobardes... Los fortalece en la fe... devuelve la
paz a su turbado espíritu... les da el Espíritu Santo y la potestad de perdonar los pecados... No
sosiego el corazón paternal de Cristo...; y como amaba tanto a sus hijos, aunque pecadores e
ingratos, se multiplica, digámoslo así, apareciéndoseles innumerables veces, y siempre
animándoles a la confianza, a la paz, al amor... ¡Oh Corazón de Cristo glorioso! Las aguas de la
tribulación y de la muerte no han podido apagar el incendio de tu caridad, antes bien se ha
avivado más con ellas. Cuéntame en el número de tus hermanos, aunque alguna vez, como Pedro,
te haya negado.
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Punto segundo
¿De qué habla Jesús? Loquens de regno Dei. Les habla siempre del reino de Dios... de su Iglesia...
de los trabajos y de los triunfos que les esperan... “No puede ser más el discípulo que el Maestro,
les repetía Jesús; si a Mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros... Mas tened
confianza, que así como Yo he vencido al mundo y al infierno, también los venceréis vosotros,
porque Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos...” ¡Oh Cristo y Señor mío! Habla
a mi corazón palabras de aliento y consuelo... Mira, Bien mío, que me dejaste acá, en tierra
enemiga de tu nombre, donde es continuo el batallar, sin tregua el combate y la pelea... Ven,
Maestro mío, sosténme con tus palabras de vida eterna en esta continua lid, y burlaré las
asechanzas del mundo y de los enemigos de tu nombre. Amén.
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Punto tercero.
¿Son así tus obras y palabras después de resucitada a la vida espiritual o de oración, hija mía?... la
abundancia del corazón habla la boca. ¿Son vanas tus palabras?... ¿de orgullo?... ¿de
murmuración?... ¿de ira?... ¿Son tus obras de pecado?... ¿de tibieza?... Pues no imitas la conducta
de Jesús resucitado... Si no amas al prójimo como a ti misma, y esto lo pruebas con las obras; si no
tienes celo por los intereses de Jesús, que son la salvación de las almas y aumento de la Iglesia; si
no aspiras con tu oración, consejos y buen ejemplo a embalsamar con el buen olor de Jesucristo el
mundo corrompido, tu vida no es perfecta: aún yaces en el sepulcro del pecado... de la tibieza... de
la muerte eterna... ¡Oh tú, alma descuidada, que duerme al borde de abismo de la perdición
eterna! Levántate de tu postración, y te iluminará Jesucristo con la luz de sus obras y palabras
gloriosas... Feliz tú mil veces, hija mía, si al herir la vista interior de tu alma el rayo de la divina
claridad que despide Jesús con su vida gloriosa, le sigues, recibiéndole con cariño y
agradecimiento... Será para ti luz, vida y camino que te llevará a la felicidad eterna. Amén.
Padre nuestro y la Oración final.
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Después de la meditación podrás decir con toda pausa y fervor la siguiente.
Oración. Os doy gracias, Dios mío, por los buenos pensamientos, afectos y propósitos que me
habéis inspirado en este rato de oración… Todo os lo ofrezco a vuestra mayor honra y gloria… y os
pido gracia eficaz para ponerlos por obra… ¡Oh Padre Eterno! Por Jesús, por María, por José y
Teresa de Jesús dadme gracia ahora y siempre para cumplir en todas las cosas vuestra santísima
voluntad. Amen.
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Fruto. Me presentaré a Jesucristo en mi corazón en el día de hoy, y cuidaré de ajustar mis actos y mis
palabras en lo posible a las suyas, y diré muchas veces: Todo por Jesús; todo en unión con Jesús.
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Examen de la meditación, que es muy provechoso hacer todos los días después de ella, para
aprender a meditar bien.
1º. Antes de empezar la meditación, ¿he reflexionado a qué iba y a qué fin?
2º. ¿La he comenzado con deseo eficaz de hacerla bien y aprovecharme de ella?
3º. ¿He prevenido antes los propósitos que debía hacer, y las gracias especiales que debía pedir?
4º. ¿He avivado la fe en la presencia de Dios, creyendo que iba a hablar con el mismo Dios, que es
mi Padre muy amado?
5º. ¿Le he ofrecido la meditación, y he pedido gracias para hacerla con fruto?
6º. ¿He descuidado la composición de lugar?
7º. ¿He leído con determinación los puntos, pensando que Dios me hablaba, y he aplicado lo que
leía al estado presente de mí alma?
8º. ¿He sacado de aquí propósitos prácticos?
9º. ¿He guardado la conveniente compostura del cuerpo?
10. ¿Me he dejado vencer del sueño o de la pereza?
11. ¿He dado lugar a pensamientos inútiles?
12. ¿Me he envanecido por el fervor sensible?
13. ¿Me he inquietado por las sequedades o desolaciones?
14. ¿He dejado los coloquios y súplicas?
15. ¿Me he detenido demasiado en discurrir, o en otra operación del entendimiento?
16. ¿Me he detenido poco en la moción de los afectos?
17. ¿He abreviado la meditación por motivos de sequedad, tentación u otro pretexto?
18. ¿Qué propósitos he sacado? ¿Pienso hoy mismo ponerlos en práctica? ¿en qué ocasiones?
19. ¿He pedido para este fin la gracia que necesito?
20. ¿He dejado de rogar por quienes estoy obligado y por toda la Iglesia?
Si se halla haber faltado, se pedirá perdón y se propondrá la enmienda; y si no se encuentra falta
alguna, se dará gracias a Dios por ello.
Por fin, aquello que más habrá movido se recogerá como una flor para tenerla en el corazón todo
el día a fin de animarnos a la práctica de la virtud o vencimiento de algún vicio, en especial de la
pasión dominante.