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Principios y Predestinación Mariana

Este documento presenta los principios fundamentales de la mariología católica. Resume que el principio básico es la maternidad divina de María, y presenta principios secundarios como sus privilegios singulares y asociación con la redención. Explica que María fue predestinada desde la eternidad a ser Madre de Dios, y a un grado de gracia y gloria mayor que cualquier otra criatura. Finalmente, señala que la predestinación de los hombres depende de la de Cristo y María.
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Principios y Predestinación Mariana

Este documento presenta los principios fundamentales de la mariología católica. Resume que el principio básico es la maternidad divina de María, y presenta principios secundarios como sus privilegios singulares y asociación con la redención. Explica que María fue predestinada desde la eternidad a ser Madre de Dios, y a un grado de gracia y gloria mayor que cualquier otra criatura. Finalmente, señala que la predestinación de los hombres depende de la de Cristo y María.
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MARIOLOGÍA
PARTE II: LOS GRANDES DOGMAS Y TÍTULOS MARIANOS

Capítulo I: PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA TEOLOGÍA MARIANA


1) El principio primario y fundamental
Es necesario que exista un 1er ppio. fundamental que informe, cohesione y de unidad a toda la mariología.
Condiciones: a) Que sea una verdad de fe (pues “los ppios. de la teología son los artículos de la fe”);
b) Que sea uno solo, esto es, que exprese una sola verdad absoluta;
c) Que sea el ú ltimo fundamento y la base de todas las demá s verdades marioló gicas.

Por lo tanto el ‘Primer principio bá sico y fundamental’ de toda la Mariología es:


“La Maternidad Divina de María, considerada integralmente en sí misma”

La maternidad divina es la base de la relació n de María Con Cristo, de aquí que es la base de su relació n con la obras de Cristo, con el
Cristo total, con toda la teología y el cristianismo; es por tanto, el principio fundamental de toda la mariología.

2) Principios mariológicos secundarios:

No está n expresamente definidos como dogmas de fe; pero son verdades fundamentales deducidas de otras que son de fe y
constituyen, por lo mismo, ppios. 2rios o auxiliares que iluminan y ponen del todo en claro las inconmensurables riquezas que Dios
quiso depositar en la Madre de Dios y de los hombres.

- “Siendo la Virgen María una persona enteramente singular, trascendente a todas las demá s y
constituyendo ella sola un orden aparte, justamente le corresponden privilegios singularísimos que a ninguna
otra persona humana o angélica pueden convenir.”

- “Dios concedió a María, de hecho, todas aquellas gracias, dones y privilegios que realmente convenían
a su excelsa dignidad de Madre del Verbo encarnado”

- “Cualquier gracia o don sobrenatural que Dios ha concedido a algú n santo o criatura humana, lo ha
concedido también a la Virgen María en la misma forma, o en grado mas eminente, o en modo equivalente”

- “Existe una verdadera analogía entre los privilegios de la humanidad de Cristo y los de María; lo cual
quiere decir que los privilegios que recibió de Dios la humanidad adorable de Cristo los recibió también la
Virgen María, aunque <analó gicamente>, o sea en grado muy distinto y proporcional, conforme a la condició n
de cada uno”

- “María fue asociada a su Hijo Redentor en la magna obra de la redenció n del género humano”

- “María es la antítesis de Eva. Lo que hizo Eva, asociada a Adá n, para ruina del género humano, fue
reparado por María, nueva Eva, asociada a Cristo, nuevo Adá n”
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Capítulo II: LA PREDESTINACIÓN DE MARÍA


La predestinació n es “el plan de la transmisió n de la criatura racional al fin de la vida eterna, preexistente en la mente divina”

1º- La Predestinación de María a la divina maternidad

- Desde toda la eternidad Dios predestino a la Santísima Virgen María para ser la Madre del Verbo
encarnado.
+ ‘Ineffabilis Deus’, Pio IX.
+ Nada sucede ni puede suceder que no haya sido predestinado por Dios desde toda la eternidad, x lo tanto es una
verdad clara y evidente.

- De hecho, en la presente economía de la salvación del genero humano, la santísima Virgen fue
predestinada por Dios para ser la Madre de Cristo Redentor.
+ ‘Ineffabilis Deus’, Pio IX.
+ La Encarnació n del Verbo fue decretada para redimir al gº humano. Luego, de hecho, la Virgen María fue
predestinada para ser Madre de Cristo Redentor. Esta doctrina es de gran importancia para la Corredenció n mariana.

- La Virgen María fue predestinada Madre de Dios y de los h’s en el mismo decreto con que Cristo-Hombre
fue predestinado Hijo de Dios y Cabeza de la humanidad.
+ ‘Ineffabilis Deus’, Pio IX. (cf. Prov. 8, 22-25.30)
+ Los términos madre e hijo, maternidad y filiación, son correlativos, x lo tanto necesaria// simultá neos, no existe uno
sin el otro.

- Por el hecho mismo de haber sido predestinada María Madre de Dios y de los h’s con el mismo decreto x el
q Cristo-H’ fue predestinado Hijo de Dios y Cabeza Universal de la humanidad, la de María fue una
predestinación diversa de las otras criaturas racionales; tanto por su termino primario –la
maternidad divina- como por su extensión, que incluye los dones naturales de María además de los
sobrenaturales.
+ El fin 1rio para el que Dios quiso crear a la Virgen Stima. no fue la gloria eterna (á ngeles y h’s), sino la maternidad
del H’-Dios y Cabeza Universal, de manera que sin esa maternidad Ella no habría ni siquiera existido. En María, como
en Cristo, todo es efecto de la providencia que rige el orden sobrenatural, y x eso todo lo que Ella es, natural y
sobrenatural//, lo debe a la predestinació n para su misió n de Madre del Creador y de las criaturas.

- La predestinación de María, precisamente por ser singularísima y excepcional, fue tb anterior (de
naturaleza, no de tiempo) a la de todas las demás criaturas racionales. Por lo cual, la Virgen María
puede ser llamada –dp de Xto-H’ y en absoluta dependencia de El- “primogénita” de todas las criaturas.
+ Dp de Xto-H’, Primogénito de toda criatura, a nadie ha amado mas el Padre que a la que había de ser en el tiempo la
Madre de su Hijo encarnado. Por consiguiente, dp. de Xto, el Padre pensó eterna// en María antes que en cualquier
otra criatura.

- Por parte de Dios, y en el orden de la intención, la predestinación de María a la maternidad divina fue
total y absoluta// gratuita e independiente de cualquier merito previsto en María. Pero en el orden de
la ejecución, la Virgen se dispuso conveniente//, mediante la gracia divina, para ser digna Madre del
Verbo.
+ “Se dice que la Bienaventurada Virgen María que mereció llevar en su seno a N.S.J.C., no xq mereciese que Dios se
encarnara, sino xq, en virtud de la gracia q le fue concedida, alcanzo un grado de pureza y santidad tal que pudo
dignamente ser Madre de Dios” (Sto. Tomas)

- Probablemente, si no se hubiera producido el pecado de Adán, el Verbo no se hubiera encarnado, y por lo


mismo, la Stma. Virgen María ni siquiera hubiera existido.
La escuela tomista enseñ a como mas probable esta tesis. Pero de hecho no “sabemos lo que Dios hubiera hecho”

2º- La Predestinación de María a la gracia y la gloria

- La predestinación de María a la maternidad divina encierra, como consecuencia moral// necesaria, su


predestinación a la gracia y a la gloria.
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+ Ambas predestinaciones se desprenden clarísima//, como moral// necesarias, del hecho colosal de su
predestinació n a la divina maternidad

- Como en la predestinación a la gracia y a la gloria caben grados muy diversos, hay que decir que el grado
de gracia y de gloria a que fue eterna// predestinada María Stma. es tan grande y sublime, que rebasa con
mucho el de todos los ángeles y bienaventurados juntos, siendo superado única// por la gracia y la gloria
de su divino Hijo Jesús.
+ Definido en ‘Ineffabilis Deus’, Pio IX.
+ El grado de amor con q Dios ama una cosa determina y causa el grado de bondad o de excelencia de esa cosa. Ahora
bien, como Dios ama a la Virgen María inmensa// mas q a todas las creaturas juntas, puesto q la eligió nada menos
que para Madre de su Unigénito Hijo, hay q concluir inevitable//, que la bondad, excelencia, santidad, gracia y gloria
de María exceden inmensa// a la de todos los á ngeles y santos juntos.

- La predestinación de María a la gracia y a la gloria fue enteramente gratuita por parte de Dios en el
orden de la intención, sin tener para nada en cuenta los futuros meritos de María; pero en el orden de la
ejecución la Stma. Virgen mereció con la gracia de Dios el grado altísimo de gloria que goza actualmente
en el cielo.

3º- La Predestinación de María y nuestra predestinación

- La predestinación de Cristo es causa ejemplar, meritoria, eficiente y final de la nuestra, no en cuanto al


acto de la voluntad divina, sino en cuanto al termino y efecto de la predestinación.

- Dada la intima e indisoluble unión entre Cristo y María desde su misma predestinación eterna en un solo
y mismo decreto, puede decirse sin dificultad alguna que la predestinación de María es causa “secundaria”
ejemplar, meritoria, eficiente y final de la nuestra; no en cuanto al acto de la voluntad divina, sino en cuanto al
termino y efecto de la predestinación.
+ Todo lo que se dice esencial y primaria// de JC como Cabeza de la Iglesia puede decirse tb secundaria y
proporcional// de la Stma. Virgen María como Madre de esa misma Iglesia. La gracia capital de Cristo se relaciona
estrecha//, con la gracia maternal de María.

Consecuencia final: Todos los hombres predestinados a la gloria deberán su salvación a Cristo y María. No solo
en cuanto que su misma predestinación dependió de la de Jesús y María, sino tb xq JC les mereció y María les
conmereció todas las gracias habituales y actuales que, a través de toda su vida y de sus propios meritos
personales, les condujeron de hecho a la perseverancia final y a la consecución efectiva de la gloria eterna.
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Capítulo III: LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA


“Su dignidad es en cierto modo infinita” (Sto. Tomas); “Por su maternidad divina, alcanza los limites de la divinidad” (Card. Cayetano)

En el orden cronológico, el 1ro de los grandes privilegios concedidos por Dios a la Stma. Virgen Mª, en atenció n
a su futura maternidad divina, fue el privilegio singularísimo de su concepció n inmaculada.

La maternidad divina esta por encima de la filiació n adoptiva de la gracia, ya que ésta no establece mas que un
parentesco espiritual y místico con Dios, mientras que la maternidad divina de María establece un parentesco
de naturaleza, una relació n de consanguinidad con JC y una especie de afinidad con toda la Stma. Trinidad. Este
orden hipostático supera inmensamente al de la gracia y la gloria, y aun a cualquier naturaleza creada.

Doctrina de Fe

1º “Por gracia y privilegio singularísimo de Dios omnipotente, en atención a los meritos previstos de
Jesucristo Redentor, la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original
en el primer momento de su concepción”

A) En la Sagrada Escritura no hay ningú n texto explicito sobre este misterio, pero si algunas insinuaciones que,
elaboradas por la tradició n cristiana y puestas del todo en claro por el magisterio infalible de la Iglesia (bula
“Ineffabilis Deus” de Pio IX), ofrecen algú n fundamento escriturístico para la definició n del dogma. Son,
principal//, las siguientes:

“Dijo Dios a la serpiente en el paraíso: pongo perpetua enemistad entre ti y la mujer y entre tu linaje y el suyo,
este te aplastara la cabeza” (Gn. 3,15)

“Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo” (Lc. 1,28)

“¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!” (Lc. 1,42)

“Porque ha hecho en mí maravillas el Poderoso, cuyo nombre es Santo” (Lc. 1,49)

B) En la Historia:

1- Periodo de creencia implícita y tranquila:


- Santos Padres: “santa”, “inocente”, “purísima”, “intacta”, “inmaculada”, etc.
- San Efrén lo atestiguo en el s. IV, y s. Agustín en el s. V
- En el añ o 431 Concilio de É feso: Theotokos-Mater Dei

2- Periodo inicial de la proclamació n explícita:


- Fiesta de la Inmaculada en algunas Iglesias de Oriente desde el s. VIII
- En Irlanda desde el s. IX, Inglaterra desde el s. XI. Dp se propaga a Europa

3- Periodo de las grandes controversias:


- ss. XII-XIV: no podían armonizarlo con el dogma de la Redenció n universal de Cristo, q no
admite una sola excepció n. Muy a pesar suyo pusieron en duda el dogma (S. Bernardo, s.
Anselmo, s. Buenaventura, S. Alberto Magno, Sto. Tomas, etc.)

4- Periodo de reacció n y de triunfo del Privilegio:


- ss. XIV-XIX: Iniciado x Guillermo de Ware y Escoto. Logran solucionar el problema anterior.

5- Declaració n del Dogma: “Ineffabilis Deus”, Pio IX, 8/Dic./1854

- “…declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen
María, en el primer instante de su concepción, por gracia y privilegio singular de Dios
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omnipotente, en atención a los meritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, fue
preservada inmune de toda mancha de la culpa original, ha sido revelada por Dios y, por tanto,
debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles…”

C) Razó n teoló gica:

“Dios pudo hacer inmaculada a su Madre; era conveniente que la hiciera; luego la hizo” (Escoto)

Dios omnipotente, previendo desde toda la eternidad los meritos infinitos de JC Redentor rescatando al gº
humano con su sangre preciosísima, derramada en la cruz, aceptó anticipada// el precio de ese rescate y lo
aplico a la Virgen María en forma de redención preventiva, impidiéndole contraer el pecado original, que,
como criatura humana descendiente de Adá n por vía de generació n natural, debía contraer y hubiese contraído
de hecho sin ese privilegio.

Argumentos de conveniencia (tenidos antes de la declaració n del dogma):


-¿La Reina de los á ngeles bajo la tiranía del demonio, vencido por ellos?
-¿Mediadora de la reconciliació n y enemiga de Dios un solo instante?
-Eva que nos perdió , fue creada en gracia y justicia original, y María, que nos salvo, ¿fue concebida en pecado?
-¿La sangre de Jesú s brotando de un manantial manchado?
-¿La Madre de Dios esclava de Sataná s?

2º “La Santísima Virgen María fue, por especial privilegio de Dios, enteramente inmune durante toda su
vida de todo pecado actual, incluso levísimo”

- Definició n implícita en Trento

- Sto. Tomá s: Pues a los que Dios elige para una misió n determinada, les prepara y dispone de suerte que la
desempeñ en idó nea y conveniente//, segú n aquello de s. Pablo: ‘Nos hizo Dios ministros idóneos de la nueva
alianza’ (2Cor. 3,6). Así no sería idónea Madre de Dios si alguna vez hubiera pecado, aunque fuera leve//, y esto
por 3 razones:
1-Porque el honor de los padres redunda en los hijos, Prov (17,6): “Gloria de los hijos son sus padres”

2-Por su especialísima afinidad con Cristo, que de ella recibió la carne. Y s. Pablo dice: “¿Qué concordia
puede haber entre Cristo y Belial?” (1Cor. 1,24)

3-Porque el Hijo de Dios, que es la Sabiduría divina, habito de un modo singular en el alma de María y en
sus mismas entrañ as virginales. Pero en el libro de la Sabiduría se nos dice: “En el alma maliciosa no
entrará la Sabiduría , ni morará en el cuerpo esclavo del pecado” (1,4)

- Se concluye que la bienaventurada Virgen María no cometió JAMÁ S la menor imperfecció n moral, ningú n
pecado, ni mortal ni venial, para que en ella se cumpla lo que dice la escritura: “Toda hermosa eres, amada mía,
y no hay en ti mancha ninguna” Cant. 4,7

Consecuencias teológicas:

1º La Stíma. Virgen María fue enteramente libre del <fomes peccati>, o sea de la inclinación al pecado,
desde el primer instante de su concepción inmaculada.
- Pues como la Virgen fue entera// preservada del pecado original, síguese que estuvo entera// exenta
del fomes, que es su consecuencia natural. Pero no fue exenta del dolor y la muerte (al igual q JC), pues
no afectan el orden moral, y eran convenientes para su “Corredenció n”.

2º La Stíma. Virgen María no sólo no pecó jamás de hecho, sino que fue confirmada en gracia desde el
primer instante de su inmaculada concepción y era, x consiguiente, impecable.
Tres clases de IMPECABILIDAD, segú n q el pecado sea metafísica, física o moralmente imposible:
- Impecabilidad Metafísica: solo Dios (y obviamente el Verbo Encarnado)
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- ‘’ Física (intrínseca): corresponde a los á ngeles y bienaventurados x la visió n


beatífica
- ‘’ Moral (extrínseca): Dios x un privilegio especial, asiste y sostiene a una
determinada alma en el estado de gracia, impidiéndole caer de hecho en el pecado, esta es la que
tuvo María Stíma. durante los añ os de su vida terrestre.

3º La Stma. Virgen María en el primer instante de su concepción inmaculada fue enriquecida con una
plenitud inmensa de gracia, superior a la de todos los ángeles y bienaventurados juntos

- Es el aspecto positivo de la Inmaculada concepció n de María mas sublime todavía que la mera
preservació n del pecado original, que es su aspecto negativo. Pruebas:

a- En la S.E. se insinú a esta doctrina: “Ave María, llena de gracia, el Señor es contigo” (Lc. 1,28)
Esa llenes o plenitud de gracia no hay razó n alguna para circunscribirla al tiempo de la anunciació n y no
antes. Habiendo sido concebida en gracia, lo mas natural es que tuviera esa plenitud desde el 1er
instante de su concepció n. Eso mismo parece insinuar el verbo es: no ‘fue’, ni ‘será’, sino simple// ‘es’ sin
determinar especial// ningú n tiempo.

b- en el Magisterio: Dicho por la bula “Ineffabilis Deus”…

c- Razó n Teoló gica: Siendo Cristo el principio de la gracia: autor por su divinidad, instrumento por su
humanidad. Y la Virgen María estando cercanísima a Cristo segú n la humanidad, puesto q de ella recibió
Cristo la naturaleza humana. Se concluye qe debió obtener de É l una plenitud de gracia superior a la de
los demá s. Pues el mismo Verbo divino amo a la Stíma. Virgen María, en el instante mismo de su
concepció n, má s que a todos los á ngeles y santos juntos; y como la gracia responde al amor de Dios y es
efecto del mismo, a la Virgen se le infundió la gracia con una plenitud inmensa, incomparablemente
mayor que la de todos los á ngeles y bienaventurados juntos.
Sin embargo, la plenitud de la gracia de María, con ser inmensa no era una plenitud absoluta, como la de
Cristo, sino relativa y proporcional a su dignidad de Madre de Dios.
Siempre llena y siempre creciendo: tal fue la maravilla de la gracia santificante en el corazó n
inmaculado de la Madre de Dios.
La plenitud de la gracia de María lleva consigo, naturalmente, la plenitud de las virtudes infusas y dones
del E.S., así como también de las gracias carismá ticas que eran convenientes a la dignidad excelsa de la
Madre de Dios.
La concepció n inmaculada de María y su plenitud de gracia en el momento mismo de su concepció n es
privilegio exclusivo de María.

“María no fue un mero instrumento en el plan de Dios. La Palabra de Dios… no paso simplemente a través de Ella, como puede pasar por
nosotros en la Sgda. Comunión. No se trataba de que el Hijo eterno asumiera un cuerpo celestial… No: se embebió, absorbió su sangre y su
sustancia en su Persona divina. Se hizo hombre de Ella y recibió sus facciones y rasgos como la apariencia y carácter bajo los que se
manifestaría al mundo. Sin duda, se le reconocía como hijo suyo, por el parecido con Ella… ¿No era oportuno… que el Padre eterno le
preparase para este servicio con alguna preeminente santificación?” (Newman)

Capítulo IV: LA VIRGINIDAD PERPETUA DE MARÍA


“En orden a que debía mostrarse que el cuerpo de Cristo era un cuerpo real, nació de una mujer. En orden a que
debía quedar clara su divinidad, nació de una Virgen” (Sto. Tomas)
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Doctrina de fe

1º La Stma. Virgen María concibió milagrosamente a Jesús por obra y gracia del Espíritu Santo,
conservando intacta su perfecta virginidad

A- Sagrada Escritura:
-La virginidad de María en la concepció n del Mesías fue vaticinada por el profeta Isaías ocho
siglos antes de que se verificase: “He aquí que concebirá una virgen y dará a luz un hijo, cuyo nombre será
Emmanuel” (7,14)
- Que esa virgen es María y ese Emmanuel es Cristo, lo dice expresamente el evangelio de s.
Mateo (1,22-23). Y el mismo s. Mateo nos dice expresamente que la Stma. Virgen concibió del Espíritu
Santo sin intervenció n alguna de su esposo San José : “La concepción de JC fue así: Estando desposada
María, su Madre, con José, antes de que conviviesen, se hallo haber concebido María del Espíritu Santo”
(1,18, cf. v.20)
-Con ello se cumplía también el hermoso vaticinio del profeta Ezequiel, que la tradició n cristina
siempre ha interpretado de la perpetua virginidad de María: “Esta puerta ha de estar cerrada. No se
abrirá ni entrara por ella hombre alguno, porque ha entrado por ella Yahvé, Dios de Israel” (44,2)

B- Magisterio:
- Símbolo de los Apó stoles: “Y nació de Santa María Virgen”.
- Concilio de Letrá n (649): “Si alguno no confiesa, de conformidad con los Santos Padres, que la santa Madre de
Dios y siempre virgen e inmaculada María, propiamente y según la verdad, concibió del Espíritu Santo, sin cooperación
viril, al mismo Verbo de Dios, que antes de todos los siglos nació de Dios Padre, e incorruptiblemente le engendro,
permaneciendo indisoluble su virginidad incluso después del parto, sea condenado”

C- Razó n teoló gica (conveniencias de la concepció n virginal de JC, segú n Sto. Tomas de Aquino):

a) Por la dignidad de su Padre Celestial, que le envió al mundo. Siendo JC verdadero y natural hijo de
Dios, no fue conveniente que tuviera otro padre fuera de Dios.

b) Por la propia dignidad del Hijo, que es el Verbo de Dios; pues era conveniente que la carne humana
tomada por el Verbo para hacerla suya, fuera concebida sin corrupció n alguna de la madre.

c) Por la dignidad de la humanidad de Cristo, que venia a quitar los pecados del mundo. Era conveniente
que su concepció n nada tuviera que ver con la concupiscencia de la carne, que proviene del pecado.

d) Por el fin de la Encarnación de Cristo, ordenada a que los hombres naciesen hijos de Dios, por la
virtud del mismo Dios, cuyo ejemplar debió aparecer en la misma concepció n de Cristo.

2º La Stma. Virgen María permaneció virgen intacta en el nacimiento de su divino Hijo Jesús y
después de él durante toda su vida

-Razones principales de la perpetua virginidad de María, segú n Sto. Tomá s:


1- Porque sería ofensivo para Cristo, hijo Unigénito y absolutamente perfecto del Padre. Convenía, x
lo mismo, q fuese tb hijo Unigénito de su Madre, como fruto perfectísimo.
2- Porque sería ofensivo para el Espíritu Santo, cuyo sagrario fue el seno virginal de María, en el que
formo la carne de JC, y no era decente que fuese profanado por ningú n varó n.
3- Porque ofendería la dignidad y santidad de la Madre de Dios, que resultaría ingratísima si no se
contentara con tal Hijo, y consintiera en perder tan milagrosa virginidad.
4- Al mismo San José, finalmente, habría que imputar una gravísima temeridad si hubiera intentado
manchar a aquella de quien había sabido por la revelació n del á ngel que había concebido a Dios
por obra del Espíritu Sto.

El voto de perpetua virginidad


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La mayoría de los Santos Padres y expositores sagrados creen que María ratifico con un voto, desde jovencita, su propó sito de
mantenerse virgen durante toda su vida.

La Stma. Virgen María ratifico con un voto su propósito de conservarse virgen perpetuamente.

- Sagrada Escritura: Lo insinú a claramente en las palabras que dirigió María al á ngel de la anunciació n:
“¿Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco varón?”(Lc. 1,3)
Precisamente por su propó sito de perpetua virginidad pregunta al á ngel de que manera se verificará el
misterio de la Encarnació n que acaba de anunciarle. María no duda, no pone condiciones: simplemente
pregunta que es lo que tiene que hacer teniendo en cuenta su propó sito de perpetua virginidad, pues si
bien está comprometida con José, no iba a tener oportunidad de concebir un hijo.

- Razó n teoló gica (Sto. Tomá s):


“Las obras de perfecció n son mas laudables si se hacen en virtud de un voto. Pero como en la
Mare de Dios debió resplandecer la virginidad en su forma mas perfecta, fue muy conveniente que su
virginidad estuviera consagrada a Dios con voto”.
Acerca de este “voto” de María hay que notar lo siguiente:
- No fue un voto absoluto, sino condicionado a la voluntad de Dios.
- Y lo hizo, probablemente, de acuerdo con san José y juntamente con él.

“(Pues) en la Antigua Ley era preciso que así los hombres como las mujeres atendiesen a la generació n, pues
el culto divino se propagaba por ella, hasta que Cristo naciese de aquel pueblo. No es, pues, creíble que la
Madre de Dios hubiera hecho voto absoluto de virginidad antes de desposarse con San José; porque, aunque
lo deseara, se encomendaba sobre ello a la voluntad divina. Mas una vez que recibió esposo, segú n lo exigían
las costumbres de aquel tiempo, junto con el esposo hizo voto de virginidad”

Por lo tanto los que cuestionan la virginidad de María no tienen una pá gina de la Escritura en que apoyarse (argumentos
rebatidos en R.M. p. 88-89); y ademá s toda la Tradició n cristiana esta unívocamente en su contra (siempre se la llamo
“VIRGEN” María)

Capitulo V: LA MATERNIDAD DIVINA DE MARÍA

1. Nociones previas:

En los seres intelectuales o racionales (Dios, el h’) el termino de la generació n es otra persona distinta del
generante. Pero la diferencia entre la generació n de la persona divina del Verbo x su Eterno Padre y la generació n de una
persona humana x otra persona humana consiste –entre otras- en que, en la generació n divina del Verbo, el Padre le
comunica su mismísima naturaleza divina –numérica// la misma, aunque no su propia personalidad de Padre-, mientras
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que en las generaciones humanas la naturaleza humana q recibe el hijo de su padre no es la misma de su padre
numérica//, sino solo especifica// (los 2 son h’s, o sea seres pertenecientes a la raza humana)

2. Doctrina de fe

• La Santísima Virgen María es propia, real y verdaderamente Madre de Dios, puesto que
engendró según la carne al Verbo de Dios encarnado

a) En la S.E. no se emplea la formula María Madre de Dios explícitamente, pero ello se deduce con toda certeza:
- Nos dice repetidas veces que la Virgen María es madre de Jesú s (Mt. 1,16; Lc. 2,37-48; Jn. 2,1;
Hch. 1,14; etc.). Y É l mismo es presentado como concebido (Lc. 1,31) y nacido (Lc. 2,7-12) de la
Virgen
- Y que Jesú s es Dios, lo dice expresamente San Juan en el pró logo de su Evangelio (Jn 1,1-14) y
consta por el expreso testimonio del mismo Cristo (cf. Mt. 26,63-64), confirmado por sus
milagros, hechos en nombre propio (p.e. Lc. 7,14) y por la prueba definitiva de su propia
Resurrecció n.

b) En el Magisterio:
- Concilio de É feso, 431, el papa Celestino I, con la gran ayuda de San Cirilo de Alejandría,
proclama el dogma de la personalidad única y divina de Cristo bajo las dos naturalezas, y por
consiguiente, la Maternidad divina de María (contra las herejías de Nestorio).
- Conc. de Calcedonia, 451, (papa: S. Leó n Magno). Condena el “monofisismo”, y definió
solemne// que en Cristo hay dos naturalezas -divina y humana-, en una sola persona o
hipostasis –la persona divina del Verbo-.
- Conc. de Constantinopla, 553 (papa: Vigilio). Alabó e hizo suyos en fó rmula dogmatica los 12
anatematismos de San Cirilo contra la doctrina de Nestorio.

c) Explicació n Teoló gica:


- Las madres son madres de la persona de sus hijos (compuesta de alma y cuerpo) aunque ellas
proporcionen ú nicamente la materia del cuerpo (y Dios le infunde el alma convirtiéndola en persona humana).
Pero Cristo no es persona humana, sino Divina, aunque tenga una natura humana desprovista de personalidad
humana, que fue sustituida por la personalidad divina del Verbo en el mismísimo instante de la concepció n de
la carne de Jesú s. Luego María concibió realmente y dio a luz según la carne a la persona divina de Cristo
(única persona que hay en Él), y, por consiguiente, es y debe ser llamada con toda propiedad Madre de
Dios. No importa que María no haya concebido la naturaleza divina en cuanto tal (tampoco las demá s madres
conciben el alma de sus hijos), ya que esa naturaleza divina subsiste en el Verbo eternamente y es por
consiguiente, anterior a la existencia de María. Pero María concibió una Persona, como todas las demá s madres,
y como esa Persona, Jesú s, no era humana, sino divina, se sigue ló gicamente que María concibió segú n la carne a
la persona divina de Cristo, pero siempre Ella es la Madre del hijo entero: porque es Madre segú n la humanidad
de una Persona que tiene divinidad y humanidad.

- Solo se podría negar la Maternidad Divina de María Stima. si se afirmara dos hipó tesis erró neas: que la humanidad
de Cristo fue concebida y dada a luz antes de que se hubiera unido a ella el Verbo de Dios (herejía de Fotino); o que la humanidad de
Cristo no hubiese sido tomada por el Verbo de Dios en unidad de persona o hipó stasis (herejía de Nestorio). Luego es herético negar que
la bienaventurada Virgen sea Madre de Dios.

3. Consecuencias teológicas

1º La maternidad divina eleva a la Santísima Virgen María al orden hipostático relativo, por lo que
su excelencia y dignidad es incomparablemente superior a la de todas las demás criaturas, siendo en
cierto modo infinito.
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-Es elevada a un orden hipostá tico debido a su maternidad divina, no absoluto q pertenece solo a Cristo,
sino de un modo relativo, en virtud de esa relació n esencial e inevitable que hay entre una madre y su
verdadero hijo, o sea, tiene un relació n real con el Verbo de Dios hecho carne en sus virginales entrañ as.
Esta relació n termina en la persona increada del Verbo encarnado, e.d., concibió y dio a luz segú n la carne
a la persona misma de Jesú s, la persona Divina del Verbo de Dios. Por eso la Virgen pertenece al orden
hipostá tico de una manera intrínseca y directa, aunque relativa.
- Al pertenecer de esta manera al orden hipostá tico (relativamente) todas las demá s criaturas (á ngeles,
bienaventurados, etc.) está n incomparable// x debajo de la excelsa dignidad de María.
- Tiene cierta dignidad infinita, debido a su mayor afinidad con Dios.

2º Aunque la maternidad divina eleva a la Virgen al orden hipostático relativo –superior de todo el
orden sobrenatural- , sin embargo, en sí misma no santifica formal// a María, aunque lleva consigo la
exigencia moral de la gracia y la gloria en grado muy superior al de cualquier criatura humana o
angélica.
- La santidad formal consiste en una forma sobrenatural (la gracia santificante) físicamente inherente e
intrínsecamente recibida en el alma, y la maternidad divina no es forma intrínseca// inherente al alma de
María, sino una pura relació n. Pero santifica de una manera relativa y extrínseca, x su intima relació n con
su Hijo-Dios.

3º En virtud de su maternidad divina, la Stíma. Virgen María tiene verdadera afinidad y


parentesco con Dios y relaciones especialísimas con cada una de las personas de la Stíma. Trinidad
- Pues en virtud de su misma maternidad contrae una especial relació n y parentesco con la naturaleza
divina del Hijo y, por lo tanto, con las Tres Personas de la Stíma Trinidad.

- Con relació n al Padre ha contraído:


a) Una singular semejanza: pues así como el Padre engendro al Hijo ab eterno, María lo hizo en el
tiempo. Es Unico Hijo de ambos, engendrado virginal// también x el Padre y x María. En fin,
“tuvieron naturalmente un mismo Hijo comú n”.
b) Singular filiación: pues hubo de ser la má s amada entre todas las criaturas. Su hija predilecta,
primogénita.

- Con relació n al Hijo adquirió una triple relació n:


a) Relación de consanguinidad: ninguna madre fue tan madre respecto a su hijo como lo fue María
respecto a Jesú s. Porque mientras todas las demá s madres dan al propio hijo una parte solamente
de su sustancia corporal (la otra la da el padre), María Stíma, y solo ella, se la dio toda, pues fue
concebido Jesú s por obra del E. Sto.

b) Relación de semejanza: Pues no puede Jesú s no ser semejante a su Madre xq su humanidad


procede solamente de Ella.

c) Relación de dominio: Por razó n de su naturaleza humana, Cristo esta sujeto a María (cf. Lc.
2,51) con su voluntad humana, en todas las cosas en las que un hijo esta sujeto al gobierno
materno. Sobre todo, en las cosas referentes a las cosas domesticas de la vida corporal. En cuanto
a las cosas referentes al Padre Celestial, la Virgen María no tuvo un estricto derecho a la
obediencia o sujeció n. Pues es evidente que Cristo en cuanto Dios no está ni puede estar sujeto a
ninguna criatura, ya que, propiamente hablando, no esta sujeto ni siquiera al Padre celestial, pues
tienen la misma y ú nica esencia divina.

- Con relació n al Espíritu Santo:


a) Templo o sagrario: En 1er lugar, por el hecho de que todo justo se convierte en templo vivo del
E. Sto., y con cuanta mayor razó n fue María templo y sagrario del Espíritu Santo por la plenitud
inmensa de su gracia. En 2do lugar por haber tenido el singularísimo privilegio de llevar
corporal// durante 9 meses en su purísimo seno al Verbo Encarnado; y x lo tanto la inhabitació n
particular tb del E. Sto. y del Padre celestial.
b) Esposa Inmaculada: pues Cristo fue concebido por obra y gracia de E.Sto., quien suplió
milagrosa y sobrenatural// la acció n del varó n en la concepció n, pero no procede de É l como otro
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hijo cualquiera procede de su padre. (En realidad el misterio de la Encarnació n no se verificó x la acció n
del E. Sto., sino de toda la Stíma. Trinidad, como todas las operaciones divinas ad extra. Pero por tratarse de
una obra de inmenso amor misericordioso, se atribuye con mucha propiedad al E. Sto.)

4º La dignidad de la divina maternidad de María es incomparablemente superior a la dignidad


sacerdotal.
- Pues María es Madre del Sumo y Eterno Sacerdote, N.S.J.C., y fue asociada x El a su misma obra sacrificial
y redentora. María forma parte intrínseca del sacrificio redentor, mientras que el sacerdote se limita a
reproducirlo de una manera extrínseca e instrumental en cada Sta. Misa.
- Ademá s, por su maternidad divina, pertenece al orden hipostá tico relativamente, que supera en dignidad
todo en el orden de la gracia y de la gloria. Trajo al mundo al Verbo encarnado engendrá ndolo, no lo trajo
sacramentalmente como el sacerdote. Y gracias a María que trajo al mundo al Verbo encarnado, existe la
Eucaristía y los sacerdotes; etc.

5º La Stíma. Virgen María conoció perfectísima// desde el momento mismo de la anunciación que
iba a concebir en sus entrañas virginales al Mesías, Hijo de Dios y Redentor de la humanidad; y con este
perfecto conocimiento pronuncio su “fiat” en nombre propio y de toda la humanidad.
- “le fue perfectamente revelado que Cristo era Dios y hombre; pues se lo indicaron suficientemente el
á ngel Gabriel, Isabel, los Reyes magos, los pastores y los profetas”
- De lo contrario deberíamos afirmar que la Virgen asume algo sin saber qué (y x ésto no cree, ni reconoce,
ni agradece), y que Dios se lo oculta. Siendo así no verdadera entrega de amor, sin que Ella se dé como
Madre a quien se le da como Hijo.
- El Verbo se dio 1ro a la mente que al seno de su Madre
- Solo así, sabiendo lo que consentía, pudo ser libre y verdadero su consentimiento. Solo así pudo serle
pedido por Dios y dado por Ella.

6º La maternidad divina es la raíz y la suprema razón de todas las demás gracias y privilegios
concedidos por Dios a la Stíma Virgen María.
- Por ser su oficio (Madre de Dios) el mas sublime que puede darse a una criatura…
- Por ser su maternidad divina respecto a las demá s prerrogativas de María, lo que la unió n hipostá tica
en Cristo es respecto a las gracias y dones con que su humanidad fue adornada

Capítulo VI: LA MATERNIDAD ESPIRITUAL DE MARÍA

1. Fundamento teológico

El verdadero fundamento de la maternidad espiritual se encuentra en nuestra incorporación a Cristo (“filii in


Filio”). En virtud de la Encarnació n redentora, en efecto, el Verbo encarnado en el seno virginal de María queda
constituido Cabeza mística de toda la humanidad, y la humanidad queda constituida Cuerpo místico suyo.
Cristo puede ser considerado bajo un doble aspecto: como Hombre-Dios, y así tiene un cuerpo físico; y como
Redentor, tiene un cuerpo Místico. La Stíma Virgen al engendrar física y naturalmente a Cristo, engendraba
espiritual y sobrenaturalmente a todos los cristianos, miembros místicos de Cristo. Se sigue que tanto la Cabeza
como sus místicos miembros son fruto del mismo seno de María; y Ella queda constituida así Madre del Cristo
total, e.d., de la Cabeza y de sus miembros, aunque de modo diverso: físicamente de la Cabeza, espiritualmente
de los miembros.

2. Verdadero senti do de la maternidad espiritual de María

a) Sentido FALSO: Maternidad metafórica (María nos ama y nos ayuda como si fuera nuestra madre, e.d.,
una maternidad figurada)
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b) Sentido INCOMPLETO: Maternidad adoptiva (En el momento de la cruz ella nos adopta como si nos
hubiera dado al mundo, pero no fundamenta su verdadera maternidad)

c) Sentido VERDADERO: María nos transmite la vida sobrenatural (tan verdaderamente como nuestras
madres nos han dado la vida natural. Y que como nuestras madres lo hacen en la vida natural, Ella nutre, protege,
acrecienta y extiende nuestra vida sobrenatural a fin de conducirla a su perfecció n. Pues “nuestra vida es Cristo.
María nos ha dado a Cristo. Luego Ella nos ha dado la vida”)

3. Las etapas de la maternidad de María

1ro Maternidad predestinada: la existencia misma de María estaba orientada por Dios, desde toda la eternidad,
a ser Madre física de Jesú s y Madre nuestra espiritual.

2do. Maternidad dispositiva o preparatoria. Comprende desde la Concepció n inmaculada hasta la Encarnació n.
Es que desde su concepció n todo en Ella, lo humano y lo divino, la disponía para ser Madre.

3ro. Maternidad esencialmente constitutiva. En el momento mismo de la encarnació n del Verbo en las entrañ as
purísimas de María, concibió y engendró físicamente a JC como Redentor de la humanidad, y, por consiguiente, concibió y
engendró espiritualmente a todos los redimidos, o sea, a todo el género humano.

4to. Maternidad gestativa. Desde la Encarnació n hasta Belén. Es sobre todo en este período donde todos los
actos de María tenían un alcance maternal y corredentor.

5to. Alumbramiento formal. Nuestro alumbramiento como hijos espirituales de María comenzó en el portal de
Belén. Pero no se completó de una manera formal y definitiva hasta el Calvario

6to. Proclamación de la maternidad espiritual. Para que a nadie cupiera la menor duda de que María es real y
verdaderamente nuestra Madre espiritual, el mismo Redentor, agonizante en la cruz, quiso proclamarlo solemnemente a la
faz del mundo entero.

7mo. Maternidad distributiva o de generación individual. La Stíma. Virgen concibe individualmente a cada alma
en el momento de recibir el bautismo. Pero su labor de Madre no queda ahí; sigue formando a sus hijos en su seno
maternal: 1) Alimentándolos mediante las gracias que les procura; 2) Educá ndolos a conocer y amar a JC; 3)
Defendiéndolos, solícita, pró diga, constante y amorosamente contra todo enemigo del cristiano.

8vo. Maternidad consumativa o gloriosa. Será nuestra Madre espiritual también por toda la eternidad en el
cielo. Esa es la suprema aspiració n de María, a ella encamina todos sus desvelos maternales.

4. Extensión de la maternidad espiritual de María

Nuestra filiació n mariana tiene como raíz y fundamento nuestra incorporació n a Cristo como miembros de su
Cuerpo místico (Encarnació n) y como pecadores redimidos por El (Redenció n) y corredimidos por Ella. Como Verbo
encarnado es cabeza de todos los á ngeles y de todos los hombres del mundo, aunque en diversos grados:
1- De los ángeles y bienaventurados, de modo perfectísimo e inamisible y x lo tanto tb de María, por el estado
perfectísimo de gracia que poseen y por su impecabilidad intrínseca, procedente de la visión beatífica
2- De las almas del purgatorio, ídem, pero por su perfecta confirmació n en gracia por especial asistencia extrínseca
de Dios.
3- Los bautizados en Cristo que permanecen en este mundo en estado de gracia son miembros perfectos de Cristo y, x
lo mismo, hijos perfectos de María.
4- Los NO bautizados no son miembros actuales del Cuerpo místico de Cristo, pero lo son en potencia . Pero aun estos
paganos está n vinculados a Cristo como Redentor de todo el género humano, y, x lo mismo, tb a María como
Corredentora y Mediadora.
5- Los demonios y condenados de ninguna manera son miembros de JC, ni lo será n jamá s, y, por lo mismo, no son ni
será n nunca hijos de María.

5. Perfección de la maternidad espiritual de María


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Por razones claras la maternidad espiritual de María es má s perfecta que la maternidad natural de nuestras
madres. Ambas obran como instrumentos secundarios, pero María para una actividad incomparablemente superior, pues
nos comunica la vida misma de Dios.
María nos ama como só lo puede amar la madre má s perfecta que la naturaleza y la gracia han formado , nos ama
con el amor mismo con que ama a Jesús, pues nosotros formamos una sola cosa con El.
María y solo Ella, posee la maternidad en toda su pureza y plenitud, y nuestras madres en tanto son madres en
cuanto se asemejan a esta Madre ideal.

6. María, Madre de la Iglesia

Glorioso título que coincide con el de su maternidad espiritual sobre todo el Cuerpo místico de JC.
Declarado solemnemente por Pablo VI, en su discurso de clausura de la 3ra sesió n del C.V.II, el 21-11-1964

Capítulo VII: LA MADRE CORREDENTORA


1. Nociones previas
a) Finalidad redentora de la Encarnación del Verbo
b) Concepto de redención: “recuperació n del h’ al estado de justicia y de salvació n, sacá ndole del estado de injusticia y
de condenació n en que se había sumergido por el pecado, mediante el pago del precio del rescate: la sangre de
Cristo Redentor ofrecida x É l al Padre”.
c) Clases de redención: Objetiva (adquisició n del beneficio de la redenció n para todo el género humano, realizada de
una vez para siempre x JC); y Subjetiva (aplicació n de los méritos y satisfacciones de JC a cada uno de los
redimidos por El)
d) Concepto de Corredención: “participació n-cooperació n que corresponde a María en la obra de la redenció n del
género humano realizado por JC”
e) Clases de Corredención: inmediata o directa, no solo x habernos traído con su libre consentimiento al Verbo
encarnado, sino tb x haber contribuido directa y positivamente, con sus méritos y dolores inefables al pie de la
cruz, a la redenció n del género humano realizada x JC. La mediata o indirecta no es la má s admitida.

2. Existencia de la Corredención Mariana

I. La Sagrada Escritura:

No se halla en la S.E. de una manera expresa y formal. Pero de aquí no se sigue que no se encuentre en
ella de algú n modo. Oscura y como implícita// la encontramos en la 1ra promesa del Redentor, que había de ser
del linaje humano, y por tanto, nacido de mujer (Gn. 3,15). En el proceso progresivo de la revelació n divina, se
va determinando cada vez mas cual es esa mujer de la cual nacerá el Redentor: “una virgen” (Is. 7,14)… “en
Belén” (Miq. 5,2). Cf. Mt. 1,23; 2,1-6; Lc. 2,4-7.
La unió n de María con Jesú s se extiende a todos los pasos de la vida del Salvador. Después de darlo a
luz, lo muestra a los pastores y Reyes Magos para que lo adoren; lo cría y sustenta; lo defiende de Herodes; lo
presenta en el Templo, etc. Interviene en el comienzo de su vida publica en las ‘Bodas de Caná ’. Y al fin, asiste a
la inmolació n de su vida en la cruz por nosotros, co-inmolá ndolo y co-ofreciéndolo ella tb en su espíritu al
Padre para conseguir a todos la vida.
Ahora bien dada la unió n tan estrecha que en la predestinació n y revelació n divina tienen Jesú s y María
acerca de nuestra redenció n, seria gran torpeza no ver y percibir en estos hechos el lazo tan intimo y profundo
que los une en el gran misterio de nuestra salvació n.

II. El Magisterio de la Iglesia

No hay definición dogmática hasta ahora, pero si mú ltiples declaraciones expresas del magisterio
ordinario, tanto por parte de los Sumos Pontífices como de los obispos y de la liturgia oficial de la Iglesia:
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- Pío IX: “…así como Cristo clavo triunfante en la cruz (al demonio)… Así la Stíma. Virgen, unida a
El con apretadísimo e indisoluble vinculo, ejercitando con El y por El sus sempiternas enemistades
contra la venenosa serpiente y triunfando de la misma plenísimamente, aplastó su cabeza con el
pie inmaculado”. (Bula ‘Ineffabilis Deus’, 1854)

- León XIII: “La Virgen, exenta de mancha original, escogida para ser Madre de Dios y asociada a
la obra de la salvación del género humano goza de un favor y poder… ú nico”.
“La que había sido cooperadora en el sacramento de la redención del hombre, sería también
cooperadora en la dispensación de las gracias derivadas de El” (AAS 28 [1895-96])

- San Pío X: “…María mereció ser reparadora dignísima del orbe perdido…”

- Benedicto XV: en la epíst. Inter sodalicia (1918), afirma los dos grandes aspectos de la
mediació n universal de María: la adquisitiva (Corredenció n: “…redimió al linaje humano con
Cristo…”) y la distributiva (distribució n universal de todas las gracias: “…Y por esta razó n toda
suerte de gracias que sacamos del tesoro de la redenció n nos vienen, de las manos de la Virgen
dolorosa”)

- Pío XI: “La Virgen Dolorosa participó con JC en la obra de la redención…” (epíst. ‘Explorata res
est’, 1923)

- Pío XII: Enc. ‘Haurietis aquas’ (1956)

- C.V.II: evito utilizar la palabra “Corredentora”, pero expuso de una manera clara e inequívoca
la doctrina de la Corredenció n mariana (cf. L.G. nn. 53, 56-58, 61)

III. La Tradición:

El Magisterio se apoya en el testimonio implícito de la S.E. y en el del todo claro explicito de la


tradició n cristiana. Ya desde s. Justino y s. Ireneo (s.II) hasta nuestros días no hay Santo Padre o escritor
sagrado que no hable de María como Corredentora de la humanidad.

IV. La razón teológica:

El fin de nuestra redenció n comprende dos partes bien caracterizadas y distintas: la


adquisición de la gracia y su distribución a nosotros. Tal es adecuada// el fin del orden hipostá tico, en
el cual quedó insertada María por razó n de su maternidad divina. Por eso mismo JC es esencial y
absoluta// el Mediador y el Redentor (“Ú nico Mediador”); y María la co-Mediadora y co-Redentora. Y
por esto mismo la parte que corresponde a los dos en la adquisició n y distribució n de las gracias es muy
distinta. Pero debido a su asociació n a JC, es verdadera co-mediadora y co-redentora con Cristo del
género humano. La misma maternidad divina unida a la voluntad de Dios en el orden hipostá tico,
postula esto, segú n el sentido de la Iglesia, de una manera firme y segura.

Entre Jesú s y María se puede establecer, por tanto, una verdadera analogía en cuanto a la unió n
de ambos en el misterio de nuestra Redenció n. Ontológicamente, JC, se constituye en redentor nuestro
por la unió n hipostá tica. Moralmente, x la libre aceptació n de una unió n y del fin a que estaba ordenada
por Dios. Y efectivamente, por todos los actos de su vida santísima, culminando en la muerte de cruz. En
María, la maternidad divina es el fundamento ontológico de su unió n con Cristo en el orden hipostá tico
y en el fin de nuestra redenció n, elevá ndose sobre toda criatura, asociá ndose íntimamente con Cristo en
el orden hipostá tico y en el fin de la encarnació n. Moralmente, por el consentimiento prestado por
María a la maternidad divina y a su cooperació n con JC en la obra de nuestra redenció n. Y
efectivamente, por todos los actos que, en unió n indisoluble con su Hijo, realizo, desde su
consentimiento para ser madre de Dios hasta la oblació n de su Hijo en la Cruz, en la que juntamente con
el Hijo hizo entrega al Padre de sus derechos maternales sobre El.
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3. Naturaleza de la Corredención

Existen profundas y esenciales diferencias entre la acció n de Cristo como Redentor único de la
humanidad y la de María como asociada (co-Redentora) a la obra redentora de Cristo.

Se podría preguntar: ¿Por qué quiso Dios que el precio de nuestra redenció n
estuviese como integrado por los meritos y satisfacciones de María Santísima, aun siendo suficientísimos por sí mismos
(de valor infinito) los meritos y satisfacciones de JC? Solamente lo quiso, podríamos responder, no para añ adir nada a los
meritos y satisfacciones de JC, no para complementarlos, sino por la armonía y la belleza de la obra redentora. Como
nuestra ruina había sido obrada no por Adá n solo, sino por Adá n y Eva, así nuestra redenció n debía ser realizada, por
Cristo y María, el nuevo Adá n y la nueva Eva.

4. Las diferentes vías o modos de la redención y corredención

La pasió n de JC fue causa de nuestra salvació n de cinco modos distintos: por vía de merito, de
satisfacción, de sacrificio, de redención y de eficiencia instrumental. Ahora bien, dada las íntimas relaciones
entre la redenció n realizada por Cristo y la Corredenció n que corresponde a María, esta ultima revestirá las
mismas vías en sentido analó gico.
- El mérito corredentivo de María fue universal (=JC, xq se extiende a todo el genero humano) pero
insuficiente (sin JC no podría redimirnos), finito (pues es un acto infinito que ninguna criatura puede
realizar), y no de rigurosa y estricta justicia (solo en JC), ni tampoco de simple congruo, sino de justicia
imperfecta o proporcional (de condigno ‘ex condignitate’).
- Por el misterio de su compasió n al pie de la cruz, la Stíma. Virgen María, en estrecha dependencia y
subordinació n a la pasió n de Cristo, ofreció tb al Padre una satisfacción universal e intrínseca (x su
asociació n a Cristo en el fin mismo de la redenció n); pero insuficiente y finita, aunque dignamente
proporcional.
- Los inmensos dolores de María, sobre todo los de su compasió n al pie de la cruz de Cristo, tienen razó n
de verdadero y auténtico sacrificio, enteramente subordinado al de Cristo Redentor y en forma aná loga
y proporcional (debido a la relació n de afinidad existente entre los dos y las sobrenaturales gracias).
(María no fue sacerdote en el sentido en que lo son los que han recibido el sacramento del orden; pero fue supersacerdote, en
cuanto que cooperó intrínsecamente con el mismo Cristo al sacrificio redentor de la humanidad)
- La Virgen María, guardando las debidas proporciones y diferencias con Cristo Redentor, causo nuestra
salud por vía de redención, principalmente con su compasió n al pie de la cruz; por lo que debe ser
llamada y es con toda propiedad nuestra Corredentora (pues ha cooperado a liberarnos con su compasió n,
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ofreciendo, no solo la vida y sangre de su divino Hijo, sino tb sus propios dolores, o sea, el valor conmeritorio y consatisfactorio
de su compasió n…)
- La Stma. Virgen, como Corredentora, contribuyó también eficientemente a nuestra redenció n; pero no
con una causalidad física principal ni instrumental (solo JC), sino con una causalidad moral y eficiente
dispositiva universal.

Capítulo VIII: LA MEDIADORA Y DISPENSADORA UNIVERSAL DE TODAS LAS GRACIAS


“Del hecho de que María Stíma sea verdadera Madre del Creador (Madre física) y de las criaturas (Madre espiritual) se siguen dos
consecuencias: la mediación universal -Ella en efecto esta en medio, como un anillo de trabazó n entre el Creador y las criaturas- y la
realeza universal, puesto que Ella tiene verdadero dominio sobre todo el universo” (Roschini)

I. La mediación de Cristo y la de María


1º Cristo en cuanto hombre es Mediador perfectísimo entre Dios y los hombres (cf.1Tim. 2,5-6; Heb. 8,6;
9,15)

2º La mediació n ppal. y universal de Cristo no impide que haya otros mediadores secundarios ,
dispositivos (como los justos del A.T.) y ministeriales (los sacerdotes de la Nueva Ley) entre Dios y los
hombres

3º Por libre disposició n divina, la Stma. Virgen, como nueva Eva, es verdaderamente Mediadora
universal entre Dios y los hombres; no de una manera ppal. y necesaria, sino secundaria (asoció sus
dolores a la sangre de JC) y enteramente dependiente y subordinada a la mediació n de Cristo.
- Mediació n y Corredenció n son dos conceptos distintos, pero absolutamente inseparables. María
Stma es Mediadora xq es Corredentora, y es Distribuidora de todas las gracias xq es Mediadora y
Corredentora. cf. L.G. nn. 60 y 62

II. La mediación universal adquisitiva


La Stma. Virgen María adquirió su titulo de Mediadora universal de todas las gracias por los mismos
actos con que adquirió su titulo de Corredentora del género humano

- La redenció n objetiva se consumó en la tierra sobre el ara de la cruz al decir el mismo Cristo: Todo está
acabado (Jn. 19,30); la subjetiva se continú a en los cielos, donde Cristo vive siempre para rogar por nosotros (Heb.
7,25)
- De igual modo, María, asociada santamente al Redentor desempeñ o su ministerio de mediadora, cooperando
con El tanto a la misma obra de la redenció n objetiva como a la aplicació n de sus frutos, o sea, a la redenció n
subjetiva. De aquí que la mediació n mariana comprenda dos partes o funciones:
1ª una Cooperació n remota, dando a JC no solo física sino tb voluntaria//, un cuerpo para que
pagara el precio de la redenció n humana; y próxima, cooperando a la obra redentora con sus actos
personales (especialmente con su compasió n materna). Esta funció n la cumplió en la tierra.

2ª Pertenece a la aplicació n de los frutos de la redenció n o distribució n de las gracias,


obteniéndolas de Dios con su intercesió n poderosísima y dispensá ndolas a los hombres. É sta
funció n (abogada en el negocio de nuestra salvació n) la ejerce continuamente en los cielos.

III. María, Dispensadora universal de todas las gracias


La distribució n de todas las gracias por parte de la Virgen María es una consecuencia ló gica de su cooperació n a
la obra de la redenció n (adquisició n de todas las gracias) y de su maternidad espiritual sobre todos los redimidos.
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a) Sentido de la cuestión:
Al afirmar que nuestra Señ ora es dispensadora de todas las gracias, queremos decir que las obtiene
<de hecho> para nosotros mediante cierta verdadera causalidad por su parte. Al decir ‘todas las gracias’
significa todo lo que produce, conserva, aumenta o perfecciona la vida sobrenatural del h’.

b) El hecho de la dispensación universal:


Por libre disposició n de Dios, que quiso asociar a María a la obra de la redenció n en calidad de
Corredentora, ha sido constituida tb por el mismo Dios Dispensadora Universal de todas las gracias que se
han concedido o se concederá n a los hombres hasta el fin de los siglos.
La mediació n mariana en su doble aspecto adquisitivo y distributivo de todas las gracias, parece
desprenderse con toda naturalidad de los grandes ppios. marianos ya vistos:
1º María, Madre de Dios: x eso nada tiene de extrañ o que María tenga una cierta comunidad de
bienes con su divino Hijo y pueda disponer de ellos .

2º María, Madre espiritual de los hombres; luego nada mas natural que nos alcance y distribuya
todo cuanto necesitamos en el orden de la gracia y nuestra salvació n.

3º María, Corredentora; luego no solo en la adquisición de la gracia para nosotros (al pie de la
cruz), sino en la distribución de la misma a través de los siglos.

4º Principio de eminencia. Si los santos pueden impetrar de Dios muchas gracias p/el h’, cuanto
mas María, santa de las santas y Madre de todos.

5º Principio de analogía o de semejanza con Cristo: É l Mediador universal por naturaleza, y Ella
por gracia.

c) Naturaleza de la cooperación de María en la distribución de todas las gracias:


De qué manera ejerce María este singular privilegio hay varias opiniones. Pero la mayoría le
atribuyen una causalidad moral universal, o sea, de intercesió n eficacísima ante Dios. Esto lo hace en
subordinació n a Cristo. Ademá s en esta funció n, hay que observar que: a) Ella sabe todas nuestras necesidades
espirituales, x ser nuestra Madre espiritual; b) Su ilimitada caridad materna le impele a orar x nuestras
necesidades; c) Su intercesió n es eficacísima y poderosísima (omnipotencia suplicante), pues Dios no dejará de
oír a la que honra y ama sobre todas las criaturas.
La intercesió n de María es presentada a Dios expresa o explícitamente (rogando de hecho); otras
veces implícitamente, presentando humilde, pero confiadamente, sus derechos de Madre o de corredentora.
Ahora bien María no presenta individualmente a su Hijo todas y cada una de las gracias que le
pedimos a Ella; es una intercesió n que solo se da en el cielo. Donde la Virgen contemplando y amando a Dios, ve
en É l, las necesidades y oraciones de los hombres. Para interceder por ellos se contenta con mirar a Dios, con
una mirada suplicante a su Hijo consigue todo lo que sea necesario. Pero esta intervenció n universal e
incesante de la Virgen en los asuntos humanos no estorba para nada la calma gozosa de su incomprensible
beatitud. Es Dios mismo quien quiere que la Virgen recurra a su misericordia. Los favores que Ella solicita para
sus protegidos los pide sabiendo que Dios quiere que ella los pida y que los concede solamente xq ella los pide.

Capitulo IX: LA ASUNCIÓN DE MARÍA

I. ¿Murió realmente María?


La opinió n que sostiene la Asunción gloriosa de María después de su muerte y resurrección, no
solamente reú ne los sufragios de la inmensa mayoría de los marió logos, sino que parece objetivamente mucho
mas probable que la que defiende Asunció n sin la muerte previa de la Virgen.
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Histó ricamente no puede demostrarse la muerte o no muerte de María. Pero el hecho de la muerte
real de María está íntimamente relacionado con otras muchas verdades pertenecientes a la fe. Los principales
argumentos teoló gicos son:
1º Tradició n Cristiana, su testimonio, sobre todo a partir del s. III, es abrumador a favor
de la muerte de María. Ademá s el mismo pueblo fiel y numerosísimos papas lo profesan.
2º La Liturgia. Desde la mas remota antigü edad la liturgia oficial de la Iglesia recogió la
doctrina de la muerte de María. Y la Iglesia no puede proponer oraciones falsas o
erró neas a sus fieles.
3º Razó n Teoló gica. Su muerte parece ser exigida por varias razones:
a) Por haber recibido la naturaleza caída de Adá n. No contrajo el pecado
original, pero tuvo el debito del mismo.
b) Por exigencias de su maternidad divino-corredentora. Si dio al redentor
carne pasible y mortal, debió tenerla también Ella. Ademá s su muerte tb
tiene un sentido corredentor.
c) Cristo murió , ¿y María sería superior a É l al menos en este aspecto
relativo a la muerte corporal?
d) Para ejemplo y consuelo nuestro.

II. El dogma de la Asunción


“…con la autoridad de N.S.J.C., de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos,
declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que la inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen
María, terminado el curso de su vida terrena fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”
(Pio XII, Bula “Munificentissimus Deus”, 1/11/1950)

III. Explicación teológica del dogma:

1º Es una exigencia de su Concepción Inmaculada.


Por eso venciendo así al pecado, “…no estuvo sujeta a la ley de permanecer en la corrupción del sepulcro, ni tuvo que esperar la
redención de su cuerpo hasta el fin del mundo…”

2º Es una exigencia moral de su excelsa dignidad de Madre de Dios y del amor hacia Ella de su divino Hijo.

3º Por su condición de nueva Eva y Corredentora de la humanidad.


“…Pues está estrechamente unida al nuevo Adá n, si bien sujeta a El, en aquella lucha contra el enemigo infernal, que había de
terminar con la plenísima victoria sobre el pecado y la muerte... Por eso también para María la comú n lucha debía terminar con
la glorificació n de su cuerpo virginal…”

4º Por el conjunto de sus demás Privilegios excepcionales.


“…como supremo coronamiento de sus privilegios, fue preservada de la corrupción del sepulcro, y, vencida la muerte, como
antes por su Hijo, fue elevada en alma y cuerpo a la gloria del cielo, donde resplandece como Reina a la diestra de su Hijo…”

IV. Cómo se realizó la Asunción de María


- En el mismo momento en que el alma santísima de María se separo del cuerpo, entro inmediatamente
al cielo y quedó incandescente de gloria, en grado incomparable. Su cuerpo mientras tanto fue llevado al
sepulcro por los discípulos del Señ or. Cuando llego el momento su cuerpo resucitó , e.d., el alma gloriosa de
María Stíma. volvió a informar su cuerpo santo. A su vez el alma comunico al cuerpo su propia glorificació n.
-Ahora bien, el traslado al cielo, lo hizo María por sí misma, en virtud de una de las dotes o cualidades de
los cuerpos gloriosos que es la agilidad. Sin duda alguna fue acompañ ada por los á ngeles, pero no fue llevada
por ellos en volandas al cielo.
- La distinció n con la Ascensión del Señor, es que É l podía “subir” a los cielos x su propio poder, cuando
quisiere, aun antes de su muerte y gloriosa resurrecció n. María Stma, en cambio, solo después de su muerte y
glorificació n, utilizando su propia agilidad gloriosa.
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Capitulo X: MARÍA, REINA Y SEÑORA DE CIELOS Y TIERRA


“La realeza universal de María es el resultado necesario de la misma misión a la que fue predestinada por Dios y que constituyo la razón de
su existencia: la misión de Madre del Creador y de las Criaturas, y de Mediadora entre el Creador y las criaturas. Ella nació Reina porque fue
predestinada ab aeterno Reina…”

II. María, Reina


- “Que María es Reina es un hecho proclamado por la tradició n de toda la Iglesia, oriental y occidental,
así como tb por la Liturgia y el testimonio de los autores de todos los tiempos…”
- “…fue enaltecida por el Señ or como Reina del Universo, para que se asemejara mas plenamente a su
Hijo, Señ or de los que dominan y vencedor del pecado y de la muerte.” (C.V.II)

III. Naturaleza de la realeza de María


Hay discrepancias en esto debido a que algunos buscan la explicació n de la realeza de María por analogía con las realezas de este mundo,
cuando en realidad hay que buscarla por analogía con la realeza de JC.

a) La realeza de Cristo:
1º Cristo-hombre es Rey del Universo no sólo en sentido metafórico, sino también en sentido estricto,
literal y propio. (cf. Lc. 1,32-33; Jn. 18,37; Apoc. 19,16, etc.)
2º El fundamento de la realeza de Cristo-hombre es la unión hipostática de su naturaleza humana con la
persona del Verbo divino.
3º Cristo-hombre es Rey del Universo también por derecho de conquista, como Redentor del mundo. (cf. 1
Pe 1,18-19)
4º La potestad real de Cristo abarca el triple poder legislativo, judicial y ejecutivo. (cf. Mt 5,21-22; Jn 13,34;
Jn 5,22; Act 10,42; 17,31; 1 Pe 4,5, etc.)
5º El reino de Cristo no es un reino temporal y terreno, sino mas bien un reino eterno y universal: reino de
verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz.
a) NO ES TEMPORAL: ≪Mi reino no es de este mundo...≫ (Jn. 18,36). Lo cual no quiere decir que no tenga
absoluto y pleno dominio real sobre todos los reinos de la tierra y sobre todas las cosas creadas, sino
ú nicamente que su reino es de naturaleza espiritual y extratemporal.
b) SINO ETERNO Y UNIVERSAL: ≪Y su reino no tendrá fin≫ (Lc. 1,33). ≪Se me ha dado toda potestad en
el cielo y en la tierra≫ (Mt 28,18).
c) DE VERDAD Y DE VIDA . Cristo es personalmente el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14,6). Vino al mundo
≪para dar testimonio de la verdad≫ (Jn 18,37) Y para que ≪todos tengan vida, y la tengan en
abundancia≫ (Jn 10,10).
d) DE SANTIDAD Y DE GRACIA : ≪El hijo engendrado será santo y será llamado Hijo de Dios≫ (Lc. 1,35).
≪Lleno de gracia y de verdad≫ (Jn 1,14).
e) DE JUSTICIA, porque vino a establecerla en el mundo y juzgará a todos los hombres ≪segú n sus obras≫
(Rom 2,5-6), con toda equidad y justicia.
f) DE AMOR, porque es el reino de la caridad, y la caridad es la virtud eterna que no pasará jamá s
(1Cor.13,8).
g) DE PAZ, porque la paz es ≪obra de la justicia≫ (Is 32,17), y Jesucristo es el ≪Príncipe de la paz≫
anunciado por el profeta: Isaías 9,6.

b) La realeza de María:
1º La Virgen María es Reina del Universo no solo en sentido metafórico (por su singular excelencia
que la coloca junto con JC como reyes de toda la creació n) , sino también en sentido estricto, literal y
propio (a causa de su primado no solo de excelencia, sino también de poder sobre todas las cosas, pues Jesú s, en
cuanto H’, y María participan de la realeza universal que conviene esencial// solo a Dios)

2º El fundamento principal de la realeza de María es su divina maternidad, que la eleva al orden


hipostático y la une indisolublemente con su divino Hijo, Rey universal (ya desde el mismo momento
de su concepció n, fue Madre del Creador)
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3º María es Reina del Universo también por derecho de conquista, como Corredentora de la
humanidad (e.d., por su asociació n a Cristo en la redenció n del género humano, aunque en sentido limitado y
analó gico con relació n a Cristo)

4º La potestad regia de María, aunque muy propia y verdadera, no es total y absoluta como la de
su Hijo, sino limitada y relativa, o sea recibida y participada de la de JC (de donde se sigue que JC es
también rey de María. Jesú s y María no son dos reyes absolutos e independientes, sino potestades ambas
propiamente regias dentro de un mismo orden, de las cuales la de María es total// dependiente y subordinada a la
de JC)

5º En sentido análogo y en plena dependencia y subordinación a la realeza de JC, corresponde tb


a María la triple potestad legislativa (como Maestra o Mediadora de la gracia-ley en el reinado de Cristo-) ,
judicial (posee en grado eminente todas la condiciones necesarias y goza, x consiguiente, de verdadero poder
para juzgar a los hs’) y ejecutiva (por su cooperació n en la adquisició n de la gracia y en su papel de
dispensadora de todas las gracias, haciéndose notar su influencia en todas las actividades del gobierno de este
reino) en el reino de Cristo.

6º A semejanza y en perfecta dependencia de JC, el reino de María no es un reino temporal y


terreno (como el de los reyes de la tierra, pero no xqe no tengan pleno dominio, sino xqe el fin del reino de Jesú s
y María es la bienaventuranza eterna de todos los redimidos) , sino más bien un reino eterno y universal
(se extiende al cielo, a las almas del purgatorio, a la tierra y a los abismos) : reino de verdad y de vida, de
santidad, de gracia, de justicia, de amor y de paz.

7º María empezó a ser Reina en el momento mismo en que concibió por obra del E.S. a JC Rey;
reafirmo su realeza por derecho de conquista con su compasión al pie de la cruz de Jesús; la
ejerció sobre la Iglesia primitiva sobre los apóstoles y primeros discípulos del Señor, y sigue y
seguirá ejerciéndola eternamente en el cielo sobre todos los seres creados.

Capitulo X: LA VIRGEN MARÍA EN EL CIELO


I. Introducción
La infinidad de favores por ella dispensados no tienen otro objetivo que el de dar a Cristo, en el cual van incluidos
todos los demá s dones. Este don es su razó n de ser; destinada María por el Creador a dar al mundo a su Salvador,
ha consagrado todo su amor y toda su gloria celestial a facilitarnos este don para unirnos con Cristo.

II. Conclusiones
1º La Stma. Virgen ejerce en el cielo el oficio de Abogada del género humano, orando e
intercediendo por los hs’ ante el trono de Dios.

2º La Stma. Virgen María ruega en el cielo por nosotros no solo con una oración puramente
interpretativa o interponiendo ante Dios sus propios meritos (o sea presentando ante Cristo por nosotros sus
inmensos méritos contraídos en este mundo, y, sobre todo, los sufrimientos inauditos que sufrió al pie de la cruz como
Corredentora); sino también con una oración explicita y formal (e.d., pidiendo muchas veces a Dios,
concretamente alguna gracia que desee alcanzar para alguno de los que la invocan o para toda la Iglesia, etc.).

3º La oración de la Stma. Virgen es más eficaz y poderosa que las preces de todos los santos y
bienaventurados juntos (pues los supera en gracia y caridad a todos juntos, y está unida a Dios mucho mas que todos
ellos, que, al fin no son sino siervos e hijos adoptivos de Dios, mientras que María es Madre de Dios, consanguínea con
Cristo y tan cercana a Dios que esta como inscrita en la familia divina)

4º El poder de la oración de María es tan grande que con razón se la llama “Omnipotencia
suplicante” (Pues es la Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa del E.S.; lo cual quiere decir que Dios no puede negarle
nada de cuanto le pida, y en este sentido tiene la omnipotencia misma de Dios a su disposició n por la plegaria. Ademá s,
María no pedirá nunca a Dios nada que no entre en los divinos designios conceder a los hs’)

5º La oración de la Stíma. Virgen fue y es siempre escuchada por Dios (se sigue de lo anterior)
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6º La Stma. Virgen María intercede ante Dios por las almas del purgatorio (Si cualquier miembro del
Cuerpo Místico de Cristo puede y debe interceder por sus hermanos que padezcan alguna necesidad, esta razó n vale
principal// con relació n a la Virgen María. Ella no es solo miembro ppal. del Cuerpo místico de Cristo, sino tb Madre de la
Cabeza y de todos los demá s miembros, ademá s de esclarecida compañ era de Cristo en redimir a los hs’ e incorporarlos a
El, incorporació n que al fin se completa y consuma en el Cielo)

7º La Stma. Virgen María intercede en el cielo por todos los hombres del mundo, buenos y malos,
justos y pecadores, fieles o infieles, sin excepción alguna (La razó n es xq, siendo Madre –actual o en potencia- y
Corredentora absolutamente de todos, a nadie absoluta// excluye de su oració n y desvelo maternal – a excepció n de los
condenados del infierno, para los que ya no es posible redenció n alguna-)

Capitulo XII: LA STÍMA. VIRGEN MARÍA, MADRE DE DIOS, EN EL MISTERIO DE CRISTO Y DE LA IGLESIA

- L.G. nn. 52 al 60 (en resumidas cuentas expone toda la doctrina ya dicha arriba)

PARTE IV: LA DEVOCIÓN A MARÍA

Capítulo I: LA DEVOCIÓN EN GENERAL


En sentido teoló gico estricto, la devoció n consiste en una voluntad pronta para entregarse con fervor a las cosas
que pertenecen al servicio de Dios. Los verdaderos devotos están siempre disponibles para todo cuanto se refiera al culto o
servicio de Dios. La devoció n es un acto de la virtud de la religió n, aunque proviene tb de la virtud de la caridad. Si se
intenta con ello la unión amorosa con Dios, es un acto de caridad; si se intenta el culto o servicio de Dios, es acto de religió n.
La devoció n recae propiamente en Dios, no en sus criaturas, en los santos veneramos propiamente lo que tienen de Dios.

Capítulo II: NATURALEZA DE LA DEVOCIÓN A MARÍA

1. El culto debido a la Virgen María


La Virgen ocupa un lugar intermedio entre Dios y los santos, que da origen a un culto del todo propio y especial:
muy inferior al de Dios, pero muy superior al de los santos.

1º A Dios se le venera con culto de adoració n o de latría, en virtud de su excelencia infinita.


2º A los santos les corresponde el culto de dulía o de simple veneració n (sin adoració n), por lo que
tienen de Dios.
3º A la Stma. Virgen María, por su singular dignidad de Madre de Dios, se le debe el culto de hiperdulía,
o de veneració n muy superior a la de los santos. Pero no se la adora como a Dios

2. Principios fundamentales de la verdadera devoción a María


1º JC ha de ser el fin último de la verdadera devoción a María
- María no es el fin de la vida cristiana, sino la plena configuració n a JC para gloria de Dios y salvació n nuestra. Si
nosotros, pues, establecemos la solida devoció n a María Stma., solo es para establecer mas perfectamente la de JC y
para ofrecer un medio fá cil y seguro de hallarlo: (“A Jesú s por María”)
- De modo que es falsa la objeció n de que la devoció n a María empañ a u oscurece el culto y devoció n que se debe a JC.

2º La verdadera devoción a María ha de incluir, a la vez, la veneración, el amor, la gratitud, la


invocación y la imitación de sus excelsas virtudes
- Singular veneración (hiperdulía), pues es la Madre de Dios. “Con todo el corazó n y con todos nuestros
afectos y deseos veneramos a María, porque ésta es la voluntad de Aquel que ha querido que todo lo tuviéramos
por medio de María” –S. Bernardino-
- Amor intensísimo, pues es nuestra Madre amantísima. Nada podemos hacer que sea mas grato a N.S.J.C.
que amar con inmensa ternura filial a Aquella que El mismo veneró y amó como a su Madre queridísima.
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- Profunda gratitud, porque es nuestra Corredentora. Le debemos nuestra gratitud interior, reconociendo
los grandes e incalculables beneficios que se nos han derivado de sus inmensos dolores. Le debemos mostrar tb
nuestra gratitud externamente con palabras, alabá ndola y dá ndole incesante// las gracias. Y mostrarnos
agradecidos externamente con las obras, devolviéndole por sus beneficios y sacrificios algú n obsequio, sacrificios,
y, sobre todo, ofreciéndole nuestro corazó n.
- Confiada invocación, porque es la Dispensadora universal de todas las gracias. Pues Ella sabe ayudarnos,
porque nos ve a todos y todas nuestras necesidades en Dios; Ella puede ayudarnos, porque es omnipotente ante
Dios; Ella quiere ayudarnos, porque nos ama en Dios.
- Imitación perfecta, porque es Modelo sublime de todas las virtudes. Esta imitació n consiste en
reproducir en nuestra vida, con la mayor fidelidad que podamos, la vida de María: su modo de pensar, de hablar, y
de obrar. Así tomá ndola como modelo se reconoce su excelencia y superioridad moral y nuestra sumisió n a Ella,
siendo esto un verdadero culto a María.

3º La verdadera devoción a María ha de ser interior, tierna, santa, constante y desinteresada


a) Devoción interior: e.d., nace del espíritu y del corazó n, que proviene del amor que se le profesa
b) Devoción tierna: Ella hace que el alma recurra a María en todas sus necesidades de cuerpo y de espíritu,
con mucha sencillez, confianza y ternura; e.d., llena de confianza en la Stma. Virgen, como la del niñ o en su
cariñ osa madre.
c) Devoción santa: e.d., hace que el alma evite el pecado e imite las virtudes de la Stma. Virgen.
d) Devoción constante: consolida al alma en el bien y hace que no abandone fá cilmente sus prá cticas de
devoció n, le da á nimo para su lucha contra el mundo, la carne y el demonio.
e) Devoción Desinteresada: e.d., que inspira al alma que no se busque a si misma, sino solo a Dios en su
Stíma. Madre. El verdadero devoto de María no sirve a esta augusta Reina por espíritu de lucro o de interés, ni por
su bien, ya sea temporal o espiritual, sino ú nicamente porque Ella merece ser servida, y Dios solo en Ella.

3. La falsa devoción a María


En total oposició n a lo anterior se encuentran los “devotos” críticos, que nada creen y todo lo censuran; los
“devotos” escrupulosos, que temen ser demasiados devotos de María, por respeto a JC; los “devotos” exteriores, que hacen
consistir toda su devoció n en las practicas exteriores; los presuntuosos, que, bajo el pretexto de su falsa devoció n a la
Virgen, se encenagan en sus pecados; los inconstantes, que por ligereza, cambian sus prá cticas de devoció n o las
abandonan completamente a la menor tentació n; los hipócritas, que ingresan en las cofradías y se visten la librea de María
para ser tenidos por buenos; y, en fin, los “devotos” interesados, que no recurren a la Stíma. Virgen má s que para que los
libre de los males del cuerpo y les conceda otros bienes temporales.

Capítulo III: NECESIDAD DE LA DEVOCIÓN A MARÍA

1º Necesidad de la devoción a María para la salvación


1) La necesidad de la devoción a María para salvarse no es absoluta, sino hipotética, o sea, por
haberlo dispuesto Dios así.
- “Todo el influjo salvífico de la Stma. Virgen sobre los hs’ no dimana de una necesidad ineludible, sino del
divino beneplácito, y de la superabundancia de los meritos de JC; se apoya en la mediació n de É ste,
depende totalmente de ella y de la misma saca todo su poder…”
- “Esta necesidad de recurrir a la Virgen en reconocimiento de la funció n esencial que Dios le asignó , es
aná loga a la necesidad de pertenecer a la Iglesia. Pero la acció n mariana se sitú a en un nivel superior a la
Iglesia, pero inferior a Cristo y total// dependiente de É l”

2) La necesidad de la devoción a María para salvarse no afecta por igual a todos los hs’ del
mundo. Obliga de una manera explícita a los que conocen a María y saben que es necesaria su devoción
para salvarse. Los demás pueden salvarse con una devoción implícita e incluso interpretativa.
- Los que ignoran inculpable// la existencia de María o la necesidad de profesarle una devoció n expresa,
pueden salvarse de todos modos si cumplen –bajo el influjo de la gracia de Dios- la ley natural que les
dicta su recta conciencia. Con ello ya honran a María, y se salvaran ú nicamente por Cristo, pero a través de
María y de la Iglesia, por haberlo determinado libremente el mismo Dios así.
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2º Necesidad de la devoción a María para la santificación


“Si la devoció n a María es necesaria a todos los hs’ para conseguir simplemente la salvació n, lo es
mucho mas todavía a los que se sienten llamados a una perfecció n particular; y no creo que una persona pueda
adquirir una unió n intima con N.S.J.C. y una fidelidad perfecta al E.S. sin una estrechísima unió n con María…”

“El gran molde de Dios, hecho por el E. Sto. para formar al natural un Dios-Hombre por la unió n
hipostá tica, y para formar un hombre-Dios por la gracia, es María. Ni un solo rasgo de divinidad falta en este
molde. Cualquiera que se meta en él y se deje manejar, recibe allí todos los rasgos de JC. Y esto de manera suave,
sin grandes trabajos ni agonías; de manera segura, sin ilusió n o engañ o alguno; de manera, en fin, santa e
inmaculada…” (San Luis Mª. Grignion de Monfort); en definitiva es el camino mas corto y expedito para
remontarse en poco tiempo hasta las cumbres mas altas de la unió n con Dios.

Capítulo IV: LA PERFECTA CONSAGRACIÓN A MARÍA

1. Excelencia de la perfecta consagración


Entre todas las formas objetivas de devoció n a María ocupara el 1er lugar de perfecció n la perfecta
consagración a Ella en alma y cuerpo, ya sea en calidad de esclavo, considerá ndola como Reina (esclavitud
mariana), o en calidad de hijo, si se prefiere considerá ndola como Madre (piedad filial mariana).

Afirma San Luis Mª que no conoce practica mas perfecta que ésta, y que solamente la captará n en toda su
grandeza las almas destinas por Dios a una santidad eximia en Cristo Jesú s: “…no he conocido practica de
devoció n a María semejante… la cual exige de un alma má s sacrificios por Dios, que la vacíe de un modo má s
completo de sí misma y de su amor propio, que la conserve mas fielmente en la gracia y a la gracia en ella, que
la una mas perfecta y fácilmente a JC y, finalmente, que sea mas gloriosa a Dios, mas santificante para el alma y
mas ú til para el pró jimo”

2. ¿Esclavitud mariana o piedad filial?


Ambos métodos coinciden substancialmente que se los podría unir en uno, solo que cada persona debería
elegir segú n su devoció n, si hace su perfecta consagració n a María en calidad de esclavo o en calidad de hijo.
Aunque ambos aspectos se abrazan perfectamente.

La doctrina de San Luis Mª G. de Montfort es como un presentimiento de la del P. Chaminade y la esclavitud de


amor se orienta hacia la piedad filial apostó lica a imitació n de Cristo.

3. Finalidad de la perfecta consagración a María


Coincide con la finalidad misma de la vida cristiana: nuestra perfecta configuració n con JC. “Ahora bien siendo
María, de todas las criaturas, la mas conforme a JC, se sigue que, de todas las devociones, la que mas conforma y
consagra un alma a JC es la devoció n a María, y cuanto mas perfecta sea la consagració n a María tanto mas lo
será a JC. He aquí por qué la má s perfecta consagració n a JC no es otra cosa que una perfecta y entera
consagració n de sí mismo a la Stma. Virgen”

4. En qué consiste la perfecta consagración a María


“Consiste en darse por entero, como esclavo, a María y a Jesús por Ella, y, además, en hacer todas las cosas
por María, con María, en María y para María”

1º La entrega total a María : cuerpo y alma, bienes exteriores y fortuna, como casa, familia, rentas; bienes
interiores del alma, a saber: sus meritos, gracias, virtudes y satisfacciones. Se inmola el alma a Jesú s por María, con
un sacrificio, que ni en ninguna orden religiosa se exige: sus propias oraciones y satisfacciones.
- María viene a ser Señ ora del valor de nuestras obras, nada de cuanto bueno hace es ya uno dueñ o.
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- De los tres grados de esclavitud: de naturaleza, forzada y de amor; la mas perfecta consagració n es la 3ra.
- Se trata de dar a toda nuestra vida cristiana un giro y matiz eminentemente mariano, con el fin de vivirla con
mayor perfecció n e intensidad. Es una especie de “profesió n mariana”, que deja grabada su impronta en el alma
para toda su vida.

2º La verdadera vida mariana:


a) Obrar CON María: e.d., tomar a la Virgen Stma. por modelo acabado en todo lo que ha de hacer.
Ponerse en las manos de María como instrumentos suyos para que ella obre en nosotros y haga de
nosotros lo qe bien le parezca para gloria de su Hijo y para gloria del Padre.
b) Obrar EN María: e.d., recogerse dentro de si mismo, para formar un retrato espiritual de la Stma.
Virgen, siendo para el alma su recurso universal y su todo: todo lo q hace lo hace EN María.
c) Obrar POR María: jamá s hay que acudir a N.S.J.C. sino por medio de María, por su intenció n y su
crédito para con El, de suerte que nunca le hallemos solo cuando vallamos a pedirle.
d) Obrar PARA María: pues como esclavos que somos de esta augusta Reina, no trabajemos mas que
para Ella, para su provecho y gloria como fin pró ximo y para gloria de Dios como fin ultimo y supremo.

5. Motivos para consagrarse plenamente a María


1º Porque nos consagra por entero al servicio de Dios
“…nos hace, sin reserva, dar a Jesú s y María todos nuestros pensamientos, palabras, acciones y sufrimientos y todos los
momentos de nuestra vida… en virtud nuestro ofrecimiento…”

2º Porque con ella imitamos el ejemplo de JC (que no desdeñ o encerrarse 9 meses en su seno purísimo de María,
y de estarle sometido y obediente durante su vida) ;
- de toda la Stíma. Trinidad (el Padre nos dio al Hijo y nos comunica sus gracias por medio de Ella; el Hijo vino a través
de Ella y forma a los miembros de su Cuerpo místico por Ella, el E. Sto. dispensa sus dones y favores por medio de Ella);
- y practicamos en grado excelente la virtud de la humildad (pues considerá ndonos indignos de comparecer
delante de Dios, nos presentamos ante El a través de su Madre Stíma.)

3º Porque nos atrae el amor y los servicios especialísimos de María


a) María se da tb total// y de una manera inefable a aquel que se le entrega todo.
b) María purifica nuestras buenas obras de toda inmundicia del amor propio y de todo apego; las embellece,
adorná ndolas con sus meritos y virtudes; y las hace aceptas a su Hijo, procurando que acepte las buenas obras por
pequeñ as que sean, y no guarda nada para si, sino que todo lo ofrece a JC con fidelidad.
4º Porque es un medio excelente para procurar la mayor gloria de Dios

5º Porque conduce a la perfecta unión con Cristo


a) Es el camino más FÁCIL: porque “es el camino que JC ha abierto viniendo a nosotros y en el que no hay obstá culo
alguno para llegar a El.”
b) Es el camino más CORTO: “porque en él no se extravía nadie, y porque por él se anda con mas alegría y facilidad
y, por consiguiente, con mas prontitud…”
c) Es el camino más PERFECTO: porque María “es la más santa y la má s perfecta de las criaturas, y JC la eligió como
el camino más perfecto para venir a nosotros”
d) Es el camino más SEGURO: “porque el oficio de María es conducirnos con toda seguridad a su Hijo, así como el
de JC es llevarnos con seguridad a su Eterno Padre”

6º Porque nos da una gran libertad de espíritu


“… En recompensa de la cautividad amorosa a que nos sometemos: 1º) JC nos quita de ntra alma todo escrú pulo o
temor servil; 2º) ensancha nuestro corazó n por medio de una segura confianza en Dios; 3º) Nos inspira un amor
tierno y filial…” En definitiva nos da una gran libertad interior, que es la libertad de los hijos de DIOS.

7º Porque procura grandes bienes al prójimo


“Por ella se ejerce para con él la caridad de una manera eminente, pues se le da, por el intermedio de María, todo lo
que se tiene de mas caro, que es el valor satisfactorio e impetratorio de todas las buenas obras … Por poquito que sea,
María Stíma. lo convierte en un bien todopoderoso para lograr la conversió n de algú n pecador y/o liberar almas del
purgatorio…”

8º Porque es una medio admirable de perseverancia


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Pues uno se confía a la Stíma. Virgen, se la toma como depositaria universal de todos los bienes, para que ella los
guarde, y aumente nuestras virtudes, méritos y fidelidad a Dios

6. Frutos de la perfecta consagración a María


1) Perfecto conocimiento y desprecio de si mismo

2) Gracia del puro amor, que excluye todo temor servil

3) Confianza grandísima en Dios y María

4) Comunicació n intima del espíritu y del alma de María

5) Transformació n mística del alma en María a imagen de Cristo Jesú s

6) La mayor gloria que podemos tributar a Jesucristo

Capitulo V: LA DEVOCIÓN A MARÍA, LA PREDESTINACIÓN Y LA PERSEVERANCIA FINAL


1. La divina predestinación
1º) Dios quiere que todos los hs’ se salven
2º) Cristo murió por todos los hs’ sin excepció n
3º) En virtud de su voluntad salvífica y en atenció n a los méritos de Cristo Redentor, Dios ofrece siempre a todos
los hs’ las gracias necesarias y suficientes p/q’ de hecho puedan salvarse si quieren.
4º) Dios no ha predestinado a nadie al mal
5º) Que algunos se salven es don del que salva; pero que algunos se pierdan, es merecimiento de los que se
pierden.
6º) Los malos se perdieron NO porque no pudieron ser buenos, sino porque NO QUISIERON ser buenos
7º) Dios no manda cosas imposibles a nadie, nos pide que hagamos lo que podamos, le pidamos lo que no
podamos y nos ayuda para que podamos.

2. La perseverancia final
Es un gran don de Dios que consiste en morir en gracia de Dios. Forma parte de la divina predestinació n, como
acto elícito de la misma:
1º Ningú n justo, por muy perfecto que sea, puede perseverar largo tiempo en el estado de gracia sin un auxilio
especial de Dios.

2º La perseverancia final en la gracia es un don de Dios enteramente gratuito

3º Nadie puede saber con absoluta e infalible certeza, si recibirá o no este gran don.

4º Sin embargo, podemos conjeturarla, en cierto modo, a base de las llamadas señales de predestinación.

5º Con la oració n, revestida de las debidas condiciones, puede obtenerse infaliblemente de Dios el gran
don de la perseverancia final.

- Las debidas condiciones son: a) Que se pida algo para sí mismo; b) que se trate de cosas necesarias o
convenientes para la salvació n; c) que se pida piadosamente; d) con perseverancia.
Cuando se juntan las 4, se obtiene, infaliblemente, lo que se pide, en virtud de la promesa de Cristo (cf. Mt.
7,7-8; Jn. 14,13-14; etc.).
- Puede obtenerse, no dice merecerse. No por vía de justicia, sino de pura liberalidad y misericordia.

3. La devoción a María, gran señal de predestinación


1º Dios ha dispuesto que todas las gracias que han de concederse a los hs’ pasen por María, como
Mediadora y Dispensadora universal de todas ellas.
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2º La devoció n a María es necesaria para la salvació n de todos los que conocen la existencia de María y
saben que es obligatoria la devoció n a Ella. El verdadero devoto de María cumple esta obligació n y muestra, x lo
mismo, que esta en camino de salvación, a la que llegara infaliblemente si no abandona esta devoció n salvadora.

a) Tradició n (son muchísimos los testimonios)


San Ireneo: “María ha sido constituida causa de salvación para todo el genero humano”
S. Pedro Damiano: “No podrá perecer ante el eterno Juez el que se haya asegurado la ayuda de su Madre”
S. Juan Damasceno: “…prenda segura de salvación”

b) Magisterio (son numerosos los Papas y obispos que defienden y fomentan esta convicció n profunda)
Benedicto XV: “…no perecerán eternamente los que tengan a la Virgen por Patrona”
Pio XII: “…Tú eres, después de tu Unigénito, salvación cierta…”
S. Juan XXIII: “Quien agitado por las borrascas de este mundo, rehú sa asirse de la mano auxiliadora de
María, pone en peligro su salvación”

c) Liturgia cató lica (la enseñ anza anterior se manifiesta también a través de la liturgia. “Lex orandi, statuit
lex credendi”) Son textos de la S.E., que en un 1er sentido se refieren a Cristo:
“Quien me hallare, hallara la vida y alcanzara la salvació n del Señ or” (Prov. 8,35)
“Los que me honran, obtendrá n la vida eterna” (Eclo. 24,31)

4. La devoción a María y la perseverancia final


1º Con la oración revestida de las debidas condiciones, puede obtenerse infaliblemente de Dios
el gran don de la perseverancia final.

a) Sagrada Escritura: nos dice con toda claridad que obtendremos de Dios todo cuanto le pidamos en
orden a nuestra salvació n; y, como es obvio, ninguna otra cosa es mas necesaria para conseguirla que la
perseverancia final (cf. Mt. 7,7-8; 21,22; Jn. 14,13-14; 15,7.16; 1Jn. 5,14-15)

b) Magisterio de la Iglesia: II Conc. de Orange, D.183; Conc. de Trento, D. 804-806

c) Razó n teoló gica: “Con la oració n podemos impetrar incluso lo que no podemos merecer. Porque Dios
escucha a los mismos pecadores cuando le piden perdó n, aunque de ningú n modo lo merecen… De
semejante manera podemos impetrar el don de la perseverancia final para nosotros o para otros, aunque no
caiga bajo el merito” (I-II q. 114, a. 9, ad 1)
“Tiene que haber un medio seguro e inefable de salvació n colocado al alcance de todos los hs’ (sino seria
vano e injusto el precepto divino que nos obliga a salvarnos), y ese medio no es otro que la oració n de
suplica revestida de las debidas condiciones”.
Dios ha determinado desde toda la eternidad conceder algunas cosas a condición de que se las pidan, o sea
vinculá ndolas a nuestras oraciones. No se trata pues de que Dios mude o cambie su voluntad (es
imposible, pues Dios no se equivoca), sino de que nosotros cumplamos la condició n que El ha señ alado
para concedernos tales gracias. De modo que la predestinació n conseguirá sin falta su objetivo, pero a
base de la libre cooperació n del hombre; de tal manera que no se conseguirá sin esta cooperació n… por
eso es una gran señ al de predestinació n el vivir habitualmente en gracia de Dios y cumpliendo sus
mandamientos, pues con ello aparece claro que vamos efectuando los planes de Dios en orden a nuestra
salvació n eterna…

2º Es moralmente imposible que deje de obtener de Dios el gran don de la perseverancia final
quien se lo pida ferviente y diariamente por intercesión de María
- Porque a la eficacia de la oració n, se añ ade, la intercesió n eficacísima de María como Mediadora
universal de todas las gracias y como “Omnipotencia suplicante”, que obtiene cuanto quiere de Dios.

3º Es moralmente imposible que deje de obtener de Dios, por intercesión de María, el gran don
de la perseverancia final todo aquel que rece diaria y piadosamente el santo rosario con esta finalidad.
¿Puede concebirse acaso que María deje de asistir efectiva y eficazmente a la hora de la muerte a quien se lo
pidió durante toda su vida 50 veces cada día?
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