Principios y Predestinación Mariana
Principios y Predestinación Mariana
MARIOLOGÍA
PARTE II: LOS GRANDES DOGMAS Y TÍTULOS MARIANOS
La maternidad divina es la base de la relació n de María Con Cristo, de aquí que es la base de su relació n con la obras de Cristo, con el
Cristo total, con toda la teología y el cristianismo; es por tanto, el principio fundamental de toda la mariología.
No está n expresamente definidos como dogmas de fe; pero son verdades fundamentales deducidas de otras que son de fe y
constituyen, por lo mismo, ppios. 2rios o auxiliares que iluminan y ponen del todo en claro las inconmensurables riquezas que Dios
quiso depositar en la Madre de Dios y de los hombres.
- “Siendo la Virgen María una persona enteramente singular, trascendente a todas las demá s y
constituyendo ella sola un orden aparte, justamente le corresponden privilegios singularísimos que a ninguna
otra persona humana o angélica pueden convenir.”
- “Dios concedió a María, de hecho, todas aquellas gracias, dones y privilegios que realmente convenían
a su excelsa dignidad de Madre del Verbo encarnado”
- “Cualquier gracia o don sobrenatural que Dios ha concedido a algú n santo o criatura humana, lo ha
concedido también a la Virgen María en la misma forma, o en grado mas eminente, o en modo equivalente”
- “Existe una verdadera analogía entre los privilegios de la humanidad de Cristo y los de María; lo cual
quiere decir que los privilegios que recibió de Dios la humanidad adorable de Cristo los recibió también la
Virgen María, aunque <analó gicamente>, o sea en grado muy distinto y proporcional, conforme a la condició n
de cada uno”
- “María fue asociada a su Hijo Redentor en la magna obra de la redenció n del género humano”
- “María es la antítesis de Eva. Lo que hizo Eva, asociada a Adá n, para ruina del género humano, fue
reparado por María, nueva Eva, asociada a Cristo, nuevo Adá n”
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- Desde toda la eternidad Dios predestino a la Santísima Virgen María para ser la Madre del Verbo
encarnado.
+ ‘Ineffabilis Deus’, Pio IX.
+ Nada sucede ni puede suceder que no haya sido predestinado por Dios desde toda la eternidad, x lo tanto es una
verdad clara y evidente.
- De hecho, en la presente economía de la salvación del genero humano, la santísima Virgen fue
predestinada por Dios para ser la Madre de Cristo Redentor.
+ ‘Ineffabilis Deus’, Pio IX.
+ La Encarnació n del Verbo fue decretada para redimir al gº humano. Luego, de hecho, la Virgen María fue
predestinada para ser Madre de Cristo Redentor. Esta doctrina es de gran importancia para la Corredenció n mariana.
- La Virgen María fue predestinada Madre de Dios y de los h’s en el mismo decreto con que Cristo-Hombre
fue predestinado Hijo de Dios y Cabeza de la humanidad.
+ ‘Ineffabilis Deus’, Pio IX. (cf. Prov. 8, 22-25.30)
+ Los términos madre e hijo, maternidad y filiación, son correlativos, x lo tanto necesaria// simultá neos, no existe uno
sin el otro.
- Por el hecho mismo de haber sido predestinada María Madre de Dios y de los h’s con el mismo decreto x el
q Cristo-H’ fue predestinado Hijo de Dios y Cabeza Universal de la humanidad, la de María fue una
predestinación diversa de las otras criaturas racionales; tanto por su termino primario –la
maternidad divina- como por su extensión, que incluye los dones naturales de María además de los
sobrenaturales.
+ El fin 1rio para el que Dios quiso crear a la Virgen Stima. no fue la gloria eterna (á ngeles y h’s), sino la maternidad
del H’-Dios y Cabeza Universal, de manera que sin esa maternidad Ella no habría ni siquiera existido. En María, como
en Cristo, todo es efecto de la providencia que rige el orden sobrenatural, y x eso todo lo que Ella es, natural y
sobrenatural//, lo debe a la predestinació n para su misió n de Madre del Creador y de las criaturas.
- La predestinación de María, precisamente por ser singularísima y excepcional, fue tb anterior (de
naturaleza, no de tiempo) a la de todas las demás criaturas racionales. Por lo cual, la Virgen María
puede ser llamada –dp de Xto-H’ y en absoluta dependencia de El- “primogénita” de todas las criaturas.
+ Dp de Xto-H’, Primogénito de toda criatura, a nadie ha amado mas el Padre que a la que había de ser en el tiempo la
Madre de su Hijo encarnado. Por consiguiente, dp. de Xto, el Padre pensó eterna// en María antes que en cualquier
otra criatura.
- Por parte de Dios, y en el orden de la intención, la predestinación de María a la maternidad divina fue
total y absoluta// gratuita e independiente de cualquier merito previsto en María. Pero en el orden de
la ejecución, la Virgen se dispuso conveniente//, mediante la gracia divina, para ser digna Madre del
Verbo.
+ “Se dice que la Bienaventurada Virgen María que mereció llevar en su seno a N.S.J.C., no xq mereciese que Dios se
encarnara, sino xq, en virtud de la gracia q le fue concedida, alcanzo un grado de pureza y santidad tal que pudo
dignamente ser Madre de Dios” (Sto. Tomas)
+ Ambas predestinaciones se desprenden clarísima//, como moral// necesarias, del hecho colosal de su
predestinació n a la divina maternidad
- Como en la predestinación a la gracia y a la gloria caben grados muy diversos, hay que decir que el grado
de gracia y de gloria a que fue eterna// predestinada María Stma. es tan grande y sublime, que rebasa con
mucho el de todos los ángeles y bienaventurados juntos, siendo superado única// por la gracia y la gloria
de su divino Hijo Jesús.
+ Definido en ‘Ineffabilis Deus’, Pio IX.
+ El grado de amor con q Dios ama una cosa determina y causa el grado de bondad o de excelencia de esa cosa. Ahora
bien, como Dios ama a la Virgen María inmensa// mas q a todas las creaturas juntas, puesto q la eligió nada menos
que para Madre de su Unigénito Hijo, hay q concluir inevitable//, que la bondad, excelencia, santidad, gracia y gloria
de María exceden inmensa// a la de todos los á ngeles y santos juntos.
- La predestinación de María a la gracia y a la gloria fue enteramente gratuita por parte de Dios en el
orden de la intención, sin tener para nada en cuenta los futuros meritos de María; pero en el orden de la
ejecución la Stma. Virgen mereció con la gracia de Dios el grado altísimo de gloria que goza actualmente
en el cielo.
- Dada la intima e indisoluble unión entre Cristo y María desde su misma predestinación eterna en un solo
y mismo decreto, puede decirse sin dificultad alguna que la predestinación de María es causa “secundaria”
ejemplar, meritoria, eficiente y final de la nuestra; no en cuanto al acto de la voluntad divina, sino en cuanto al
termino y efecto de la predestinación.
+ Todo lo que se dice esencial y primaria// de JC como Cabeza de la Iglesia puede decirse tb secundaria y
proporcional// de la Stma. Virgen María como Madre de esa misma Iglesia. La gracia capital de Cristo se relaciona
estrecha//, con la gracia maternal de María.
Consecuencia final: Todos los hombres predestinados a la gloria deberán su salvación a Cristo y María. No solo
en cuanto que su misma predestinación dependió de la de Jesús y María, sino tb xq JC les mereció y María les
conmereció todas las gracias habituales y actuales que, a través de toda su vida y de sus propios meritos
personales, les condujeron de hecho a la perseverancia final y a la consecución efectiva de la gloria eterna.
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En el orden cronológico, el 1ro de los grandes privilegios concedidos por Dios a la Stma. Virgen Mª, en atenció n
a su futura maternidad divina, fue el privilegio singularísimo de su concepció n inmaculada.
La maternidad divina esta por encima de la filiació n adoptiva de la gracia, ya que ésta no establece mas que un
parentesco espiritual y místico con Dios, mientras que la maternidad divina de María establece un parentesco
de naturaleza, una relació n de consanguinidad con JC y una especie de afinidad con toda la Stma. Trinidad. Este
orden hipostático supera inmensamente al de la gracia y la gloria, y aun a cualquier naturaleza creada.
Doctrina de Fe
1º “Por gracia y privilegio singularísimo de Dios omnipotente, en atención a los meritos previstos de
Jesucristo Redentor, la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original
en el primer momento de su concepción”
A) En la Sagrada Escritura no hay ningú n texto explicito sobre este misterio, pero si algunas insinuaciones que,
elaboradas por la tradició n cristiana y puestas del todo en claro por el magisterio infalible de la Iglesia (bula
“Ineffabilis Deus” de Pio IX), ofrecen algú n fundamento escriturístico para la definició n del dogma. Son,
principal//, las siguientes:
“Dijo Dios a la serpiente en el paraíso: pongo perpetua enemistad entre ti y la mujer y entre tu linaje y el suyo,
este te aplastara la cabeza” (Gn. 3,15)
B) En la Historia:
- “…declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen
María, en el primer instante de su concepción, por gracia y privilegio singular de Dios
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omnipotente, en atención a los meritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, fue
preservada inmune de toda mancha de la culpa original, ha sido revelada por Dios y, por tanto,
debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles…”
“Dios pudo hacer inmaculada a su Madre; era conveniente que la hiciera; luego la hizo” (Escoto)
Dios omnipotente, previendo desde toda la eternidad los meritos infinitos de JC Redentor rescatando al gº
humano con su sangre preciosísima, derramada en la cruz, aceptó anticipada// el precio de ese rescate y lo
aplico a la Virgen María en forma de redención preventiva, impidiéndole contraer el pecado original, que,
como criatura humana descendiente de Adá n por vía de generació n natural, debía contraer y hubiese contraído
de hecho sin ese privilegio.
2º “La Santísima Virgen María fue, por especial privilegio de Dios, enteramente inmune durante toda su
vida de todo pecado actual, incluso levísimo”
- Sto. Tomá s: Pues a los que Dios elige para una misió n determinada, les prepara y dispone de suerte que la
desempeñ en idó nea y conveniente//, segú n aquello de s. Pablo: ‘Nos hizo Dios ministros idóneos de la nueva
alianza’ (2Cor. 3,6). Así no sería idónea Madre de Dios si alguna vez hubiera pecado, aunque fuera leve//, y esto
por 3 razones:
1-Porque el honor de los padres redunda en los hijos, Prov (17,6): “Gloria de los hijos son sus padres”
2-Por su especialísima afinidad con Cristo, que de ella recibió la carne. Y s. Pablo dice: “¿Qué concordia
puede haber entre Cristo y Belial?” (1Cor. 1,24)
3-Porque el Hijo de Dios, que es la Sabiduría divina, habito de un modo singular en el alma de María y en
sus mismas entrañ as virginales. Pero en el libro de la Sabiduría se nos dice: “En el alma maliciosa no
entrará la Sabiduría , ni morará en el cuerpo esclavo del pecado” (1,4)
- Se concluye que la bienaventurada Virgen María no cometió JAMÁ S la menor imperfecció n moral, ningú n
pecado, ni mortal ni venial, para que en ella se cumpla lo que dice la escritura: “Toda hermosa eres, amada mía,
y no hay en ti mancha ninguna” Cant. 4,7
Consecuencias teológicas:
1º La Stíma. Virgen María fue enteramente libre del <fomes peccati>, o sea de la inclinación al pecado,
desde el primer instante de su concepción inmaculada.
- Pues como la Virgen fue entera// preservada del pecado original, síguese que estuvo entera// exenta
del fomes, que es su consecuencia natural. Pero no fue exenta del dolor y la muerte (al igual q JC), pues
no afectan el orden moral, y eran convenientes para su “Corredenció n”.
2º La Stíma. Virgen María no sólo no pecó jamás de hecho, sino que fue confirmada en gracia desde el
primer instante de su inmaculada concepción y era, x consiguiente, impecable.
Tres clases de IMPECABILIDAD, segú n q el pecado sea metafísica, física o moralmente imposible:
- Impecabilidad Metafísica: solo Dios (y obviamente el Verbo Encarnado)
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3º La Stma. Virgen María en el primer instante de su concepción inmaculada fue enriquecida con una
plenitud inmensa de gracia, superior a la de todos los ángeles y bienaventurados juntos
- Es el aspecto positivo de la Inmaculada concepció n de María mas sublime todavía que la mera
preservació n del pecado original, que es su aspecto negativo. Pruebas:
a- En la S.E. se insinú a esta doctrina: “Ave María, llena de gracia, el Señor es contigo” (Lc. 1,28)
Esa llenes o plenitud de gracia no hay razó n alguna para circunscribirla al tiempo de la anunciació n y no
antes. Habiendo sido concebida en gracia, lo mas natural es que tuviera esa plenitud desde el 1er
instante de su concepció n. Eso mismo parece insinuar el verbo es: no ‘fue’, ni ‘será’, sino simple// ‘es’ sin
determinar especial// ningú n tiempo.
c- Razó n Teoló gica: Siendo Cristo el principio de la gracia: autor por su divinidad, instrumento por su
humanidad. Y la Virgen María estando cercanísima a Cristo segú n la humanidad, puesto q de ella recibió
Cristo la naturaleza humana. Se concluye qe debió obtener de É l una plenitud de gracia superior a la de
los demá s. Pues el mismo Verbo divino amo a la Stíma. Virgen María, en el instante mismo de su
concepció n, má s que a todos los á ngeles y santos juntos; y como la gracia responde al amor de Dios y es
efecto del mismo, a la Virgen se le infundió la gracia con una plenitud inmensa, incomparablemente
mayor que la de todos los á ngeles y bienaventurados juntos.
Sin embargo, la plenitud de la gracia de María, con ser inmensa no era una plenitud absoluta, como la de
Cristo, sino relativa y proporcional a su dignidad de Madre de Dios.
Siempre llena y siempre creciendo: tal fue la maravilla de la gracia santificante en el corazó n
inmaculado de la Madre de Dios.
La plenitud de la gracia de María lleva consigo, naturalmente, la plenitud de las virtudes infusas y dones
del E.S., así como también de las gracias carismá ticas que eran convenientes a la dignidad excelsa de la
Madre de Dios.
La concepció n inmaculada de María y su plenitud de gracia en el momento mismo de su concepció n es
privilegio exclusivo de María.
“María no fue un mero instrumento en el plan de Dios. La Palabra de Dios… no paso simplemente a través de Ella, como puede pasar por
nosotros en la Sgda. Comunión. No se trataba de que el Hijo eterno asumiera un cuerpo celestial… No: se embebió, absorbió su sangre y su
sustancia en su Persona divina. Se hizo hombre de Ella y recibió sus facciones y rasgos como la apariencia y carácter bajo los que se
manifestaría al mundo. Sin duda, se le reconocía como hijo suyo, por el parecido con Ella… ¿No era oportuno… que el Padre eterno le
preparase para este servicio con alguna preeminente santificación?” (Newman)
Doctrina de fe
1º La Stma. Virgen María concibió milagrosamente a Jesús por obra y gracia del Espíritu Santo,
conservando intacta su perfecta virginidad
A- Sagrada Escritura:
-La virginidad de María en la concepció n del Mesías fue vaticinada por el profeta Isaías ocho
siglos antes de que se verificase: “He aquí que concebirá una virgen y dará a luz un hijo, cuyo nombre será
Emmanuel” (7,14)
- Que esa virgen es María y ese Emmanuel es Cristo, lo dice expresamente el evangelio de s.
Mateo (1,22-23). Y el mismo s. Mateo nos dice expresamente que la Stma. Virgen concibió del Espíritu
Santo sin intervenció n alguna de su esposo San José : “La concepción de JC fue así: Estando desposada
María, su Madre, con José, antes de que conviviesen, se hallo haber concebido María del Espíritu Santo”
(1,18, cf. v.20)
-Con ello se cumplía también el hermoso vaticinio del profeta Ezequiel, que la tradició n cristina
siempre ha interpretado de la perpetua virginidad de María: “Esta puerta ha de estar cerrada. No se
abrirá ni entrara por ella hombre alguno, porque ha entrado por ella Yahvé, Dios de Israel” (44,2)
B- Magisterio:
- Símbolo de los Apó stoles: “Y nació de Santa María Virgen”.
- Concilio de Letrá n (649): “Si alguno no confiesa, de conformidad con los Santos Padres, que la santa Madre de
Dios y siempre virgen e inmaculada María, propiamente y según la verdad, concibió del Espíritu Santo, sin cooperación
viril, al mismo Verbo de Dios, que antes de todos los siglos nació de Dios Padre, e incorruptiblemente le engendro,
permaneciendo indisoluble su virginidad incluso después del parto, sea condenado”
C- Razó n teoló gica (conveniencias de la concepció n virginal de JC, segú n Sto. Tomas de Aquino):
a) Por la dignidad de su Padre Celestial, que le envió al mundo. Siendo JC verdadero y natural hijo de
Dios, no fue conveniente que tuviera otro padre fuera de Dios.
b) Por la propia dignidad del Hijo, que es el Verbo de Dios; pues era conveniente que la carne humana
tomada por el Verbo para hacerla suya, fuera concebida sin corrupció n alguna de la madre.
c) Por la dignidad de la humanidad de Cristo, que venia a quitar los pecados del mundo. Era conveniente
que su concepció n nada tuviera que ver con la concupiscencia de la carne, que proviene del pecado.
d) Por el fin de la Encarnación de Cristo, ordenada a que los hombres naciesen hijos de Dios, por la
virtud del mismo Dios, cuyo ejemplar debió aparecer en la misma concepció n de Cristo.
2º La Stma. Virgen María permaneció virgen intacta en el nacimiento de su divino Hijo Jesús y
después de él durante toda su vida
La mayoría de los Santos Padres y expositores sagrados creen que María ratifico con un voto, desde jovencita, su propó sito de
mantenerse virgen durante toda su vida.
La Stma. Virgen María ratifico con un voto su propósito de conservarse virgen perpetuamente.
- Sagrada Escritura: Lo insinú a claramente en las palabras que dirigió María al á ngel de la anunciació n:
“¿Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco varón?”(Lc. 1,3)
Precisamente por su propó sito de perpetua virginidad pregunta al á ngel de que manera se verificará el
misterio de la Encarnació n que acaba de anunciarle. María no duda, no pone condiciones: simplemente
pregunta que es lo que tiene que hacer teniendo en cuenta su propó sito de perpetua virginidad, pues si
bien está comprometida con José, no iba a tener oportunidad de concebir un hijo.
“(Pues) en la Antigua Ley era preciso que así los hombres como las mujeres atendiesen a la generació n, pues
el culto divino se propagaba por ella, hasta que Cristo naciese de aquel pueblo. No es, pues, creíble que la
Madre de Dios hubiera hecho voto absoluto de virginidad antes de desposarse con San José; porque, aunque
lo deseara, se encomendaba sobre ello a la voluntad divina. Mas una vez que recibió esposo, segú n lo exigían
las costumbres de aquel tiempo, junto con el esposo hizo voto de virginidad”
Por lo tanto los que cuestionan la virginidad de María no tienen una pá gina de la Escritura en que apoyarse (argumentos
rebatidos en R.M. p. 88-89); y ademá s toda la Tradició n cristiana esta unívocamente en su contra (siempre se la llamo
“VIRGEN” María)
1. Nociones previas:
En los seres intelectuales o racionales (Dios, el h’) el termino de la generació n es otra persona distinta del
generante. Pero la diferencia entre la generació n de la persona divina del Verbo x su Eterno Padre y la generació n de una
persona humana x otra persona humana consiste –entre otras- en que, en la generació n divina del Verbo, el Padre le
comunica su mismísima naturaleza divina –numérica// la misma, aunque no su propia personalidad de Padre-, mientras
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que en las generaciones humanas la naturaleza humana q recibe el hijo de su padre no es la misma de su padre
numérica//, sino solo especifica// (los 2 son h’s, o sea seres pertenecientes a la raza humana)
2. Doctrina de fe
• La Santísima Virgen María es propia, real y verdaderamente Madre de Dios, puesto que
engendró según la carne al Verbo de Dios encarnado
a) En la S.E. no se emplea la formula María Madre de Dios explícitamente, pero ello se deduce con toda certeza:
- Nos dice repetidas veces que la Virgen María es madre de Jesú s (Mt. 1,16; Lc. 2,37-48; Jn. 2,1;
Hch. 1,14; etc.). Y É l mismo es presentado como concebido (Lc. 1,31) y nacido (Lc. 2,7-12) de la
Virgen
- Y que Jesú s es Dios, lo dice expresamente San Juan en el pró logo de su Evangelio (Jn 1,1-14) y
consta por el expreso testimonio del mismo Cristo (cf. Mt. 26,63-64), confirmado por sus
milagros, hechos en nombre propio (p.e. Lc. 7,14) y por la prueba definitiva de su propia
Resurrecció n.
b) En el Magisterio:
- Concilio de É feso, 431, el papa Celestino I, con la gran ayuda de San Cirilo de Alejandría,
proclama el dogma de la personalidad única y divina de Cristo bajo las dos naturalezas, y por
consiguiente, la Maternidad divina de María (contra las herejías de Nestorio).
- Conc. de Calcedonia, 451, (papa: S. Leó n Magno). Condena el “monofisismo”, y definió
solemne// que en Cristo hay dos naturalezas -divina y humana-, en una sola persona o
hipostasis –la persona divina del Verbo-.
- Conc. de Constantinopla, 553 (papa: Vigilio). Alabó e hizo suyos en fó rmula dogmatica los 12
anatematismos de San Cirilo contra la doctrina de Nestorio.
- Solo se podría negar la Maternidad Divina de María Stima. si se afirmara dos hipó tesis erró neas: que la humanidad
de Cristo fue concebida y dada a luz antes de que se hubiera unido a ella el Verbo de Dios (herejía de Fotino); o que la humanidad de
Cristo no hubiese sido tomada por el Verbo de Dios en unidad de persona o hipó stasis (herejía de Nestorio). Luego es herético negar que
la bienaventurada Virgen sea Madre de Dios.
3. Consecuencias teológicas
1º La maternidad divina eleva a la Santísima Virgen María al orden hipostático relativo, por lo que
su excelencia y dignidad es incomparablemente superior a la de todas las demás criaturas, siendo en
cierto modo infinito.
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-Es elevada a un orden hipostá tico debido a su maternidad divina, no absoluto q pertenece solo a Cristo,
sino de un modo relativo, en virtud de esa relació n esencial e inevitable que hay entre una madre y su
verdadero hijo, o sea, tiene un relació n real con el Verbo de Dios hecho carne en sus virginales entrañ as.
Esta relació n termina en la persona increada del Verbo encarnado, e.d., concibió y dio a luz segú n la carne
a la persona misma de Jesú s, la persona Divina del Verbo de Dios. Por eso la Virgen pertenece al orden
hipostá tico de una manera intrínseca y directa, aunque relativa.
- Al pertenecer de esta manera al orden hipostá tico (relativamente) todas las demá s criaturas (á ngeles,
bienaventurados, etc.) está n incomparable// x debajo de la excelsa dignidad de María.
- Tiene cierta dignidad infinita, debido a su mayor afinidad con Dios.
2º Aunque la maternidad divina eleva a la Virgen al orden hipostático relativo –superior de todo el
orden sobrenatural- , sin embargo, en sí misma no santifica formal// a María, aunque lleva consigo la
exigencia moral de la gracia y la gloria en grado muy superior al de cualquier criatura humana o
angélica.
- La santidad formal consiste en una forma sobrenatural (la gracia santificante) físicamente inherente e
intrínsecamente recibida en el alma, y la maternidad divina no es forma intrínseca// inherente al alma de
María, sino una pura relació n. Pero santifica de una manera relativa y extrínseca, x su intima relació n con
su Hijo-Dios.
c) Relación de dominio: Por razó n de su naturaleza humana, Cristo esta sujeto a María (cf. Lc.
2,51) con su voluntad humana, en todas las cosas en las que un hijo esta sujeto al gobierno
materno. Sobre todo, en las cosas referentes a las cosas domesticas de la vida corporal. En cuanto
a las cosas referentes al Padre Celestial, la Virgen María no tuvo un estricto derecho a la
obediencia o sujeció n. Pues es evidente que Cristo en cuanto Dios no está ni puede estar sujeto a
ninguna criatura, ya que, propiamente hablando, no esta sujeto ni siquiera al Padre celestial, pues
tienen la misma y ú nica esencia divina.
hijo cualquiera procede de su padre. (En realidad el misterio de la Encarnació n no se verificó x la acció n
del E. Sto., sino de toda la Stíma. Trinidad, como todas las operaciones divinas ad extra. Pero por tratarse de
una obra de inmenso amor misericordioso, se atribuye con mucha propiedad al E. Sto.)
5º La Stíma. Virgen María conoció perfectísima// desde el momento mismo de la anunciación que
iba a concebir en sus entrañas virginales al Mesías, Hijo de Dios y Redentor de la humanidad; y con este
perfecto conocimiento pronuncio su “fiat” en nombre propio y de toda la humanidad.
- “le fue perfectamente revelado que Cristo era Dios y hombre; pues se lo indicaron suficientemente el
á ngel Gabriel, Isabel, los Reyes magos, los pastores y los profetas”
- De lo contrario deberíamos afirmar que la Virgen asume algo sin saber qué (y x ésto no cree, ni reconoce,
ni agradece), y que Dios se lo oculta. Siendo así no verdadera entrega de amor, sin que Ella se dé como
Madre a quien se le da como Hijo.
- El Verbo se dio 1ro a la mente que al seno de su Madre
- Solo así, sabiendo lo que consentía, pudo ser libre y verdadero su consentimiento. Solo así pudo serle
pedido por Dios y dado por Ella.
6º La maternidad divina es la raíz y la suprema razón de todas las demás gracias y privilegios
concedidos por Dios a la Stíma Virgen María.
- Por ser su oficio (Madre de Dios) el mas sublime que puede darse a una criatura…
- Por ser su maternidad divina respecto a las demá s prerrogativas de María, lo que la unió n hipostá tica
en Cristo es respecto a las gracias y dones con que su humanidad fue adornada
1. Fundamento teológico
a) Sentido FALSO: Maternidad metafórica (María nos ama y nos ayuda como si fuera nuestra madre, e.d.,
una maternidad figurada)
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b) Sentido INCOMPLETO: Maternidad adoptiva (En el momento de la cruz ella nos adopta como si nos
hubiera dado al mundo, pero no fundamenta su verdadera maternidad)
c) Sentido VERDADERO: María nos transmite la vida sobrenatural (tan verdaderamente como nuestras
madres nos han dado la vida natural. Y que como nuestras madres lo hacen en la vida natural, Ella nutre, protege,
acrecienta y extiende nuestra vida sobrenatural a fin de conducirla a su perfecció n. Pues “nuestra vida es Cristo.
María nos ha dado a Cristo. Luego Ella nos ha dado la vida”)
1ro Maternidad predestinada: la existencia misma de María estaba orientada por Dios, desde toda la eternidad,
a ser Madre física de Jesú s y Madre nuestra espiritual.
2do. Maternidad dispositiva o preparatoria. Comprende desde la Concepció n inmaculada hasta la Encarnació n.
Es que desde su concepció n todo en Ella, lo humano y lo divino, la disponía para ser Madre.
3ro. Maternidad esencialmente constitutiva. En el momento mismo de la encarnació n del Verbo en las entrañ as
purísimas de María, concibió y engendró físicamente a JC como Redentor de la humanidad, y, por consiguiente, concibió y
engendró espiritualmente a todos los redimidos, o sea, a todo el género humano.
4to. Maternidad gestativa. Desde la Encarnació n hasta Belén. Es sobre todo en este período donde todos los
actos de María tenían un alcance maternal y corredentor.
5to. Alumbramiento formal. Nuestro alumbramiento como hijos espirituales de María comenzó en el portal de
Belén. Pero no se completó de una manera formal y definitiva hasta el Calvario
6to. Proclamación de la maternidad espiritual. Para que a nadie cupiera la menor duda de que María es real y
verdaderamente nuestra Madre espiritual, el mismo Redentor, agonizante en la cruz, quiso proclamarlo solemnemente a la
faz del mundo entero.
7mo. Maternidad distributiva o de generación individual. La Stíma. Virgen concibe individualmente a cada alma
en el momento de recibir el bautismo. Pero su labor de Madre no queda ahí; sigue formando a sus hijos en su seno
maternal: 1) Alimentándolos mediante las gracias que les procura; 2) Educá ndolos a conocer y amar a JC; 3)
Defendiéndolos, solícita, pró diga, constante y amorosamente contra todo enemigo del cristiano.
8vo. Maternidad consumativa o gloriosa. Será nuestra Madre espiritual también por toda la eternidad en el
cielo. Esa es la suprema aspiració n de María, a ella encamina todos sus desvelos maternales.
Nuestra filiació n mariana tiene como raíz y fundamento nuestra incorporació n a Cristo como miembros de su
Cuerpo místico (Encarnació n) y como pecadores redimidos por El (Redenció n) y corredimidos por Ella. Como Verbo
encarnado es cabeza de todos los á ngeles y de todos los hombres del mundo, aunque en diversos grados:
1- De los ángeles y bienaventurados, de modo perfectísimo e inamisible y x lo tanto tb de María, por el estado
perfectísimo de gracia que poseen y por su impecabilidad intrínseca, procedente de la visión beatífica
2- De las almas del purgatorio, ídem, pero por su perfecta confirmació n en gracia por especial asistencia extrínseca
de Dios.
3- Los bautizados en Cristo que permanecen en este mundo en estado de gracia son miembros perfectos de Cristo y, x
lo mismo, hijos perfectos de María.
4- Los NO bautizados no son miembros actuales del Cuerpo místico de Cristo, pero lo son en potencia . Pero aun estos
paganos está n vinculados a Cristo como Redentor de todo el género humano, y, x lo mismo, tb a María como
Corredentora y Mediadora.
5- Los demonios y condenados de ninguna manera son miembros de JC, ni lo será n jamá s, y, por lo mismo, no son ni
será n nunca hijos de María.
Por razones claras la maternidad espiritual de María es má s perfecta que la maternidad natural de nuestras
madres. Ambas obran como instrumentos secundarios, pero María para una actividad incomparablemente superior, pues
nos comunica la vida misma de Dios.
María nos ama como só lo puede amar la madre má s perfecta que la naturaleza y la gracia han formado , nos ama
con el amor mismo con que ama a Jesús, pues nosotros formamos una sola cosa con El.
María y solo Ella, posee la maternidad en toda su pureza y plenitud, y nuestras madres en tanto son madres en
cuanto se asemejan a esta Madre ideal.
Glorioso título que coincide con el de su maternidad espiritual sobre todo el Cuerpo místico de JC.
Declarado solemnemente por Pablo VI, en su discurso de clausura de la 3ra sesió n del C.V.II, el 21-11-1964
I. La Sagrada Escritura:
No se halla en la S.E. de una manera expresa y formal. Pero de aquí no se sigue que no se encuentre en
ella de algú n modo. Oscura y como implícita// la encontramos en la 1ra promesa del Redentor, que había de ser
del linaje humano, y por tanto, nacido de mujer (Gn. 3,15). En el proceso progresivo de la revelació n divina, se
va determinando cada vez mas cual es esa mujer de la cual nacerá el Redentor: “una virgen” (Is. 7,14)… “en
Belén” (Miq. 5,2). Cf. Mt. 1,23; 2,1-6; Lc. 2,4-7.
La unió n de María con Jesú s se extiende a todos los pasos de la vida del Salvador. Después de darlo a
luz, lo muestra a los pastores y Reyes Magos para que lo adoren; lo cría y sustenta; lo defiende de Herodes; lo
presenta en el Templo, etc. Interviene en el comienzo de su vida publica en las ‘Bodas de Caná ’. Y al fin, asiste a
la inmolació n de su vida en la cruz por nosotros, co-inmolá ndolo y co-ofreciéndolo ella tb en su espíritu al
Padre para conseguir a todos la vida.
Ahora bien dada la unió n tan estrecha que en la predestinació n y revelació n divina tienen Jesú s y María
acerca de nuestra redenció n, seria gran torpeza no ver y percibir en estos hechos el lazo tan intimo y profundo
que los une en el gran misterio de nuestra salvació n.
No hay definición dogmática hasta ahora, pero si mú ltiples declaraciones expresas del magisterio
ordinario, tanto por parte de los Sumos Pontífices como de los obispos y de la liturgia oficial de la Iglesia:
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- Pío IX: “…así como Cristo clavo triunfante en la cruz (al demonio)… Así la Stíma. Virgen, unida a
El con apretadísimo e indisoluble vinculo, ejercitando con El y por El sus sempiternas enemistades
contra la venenosa serpiente y triunfando de la misma plenísimamente, aplastó su cabeza con el
pie inmaculado”. (Bula ‘Ineffabilis Deus’, 1854)
- León XIII: “La Virgen, exenta de mancha original, escogida para ser Madre de Dios y asociada a
la obra de la salvación del género humano goza de un favor y poder… ú nico”.
“La que había sido cooperadora en el sacramento de la redención del hombre, sería también
cooperadora en la dispensación de las gracias derivadas de El” (AAS 28 [1895-96])
- San Pío X: “…María mereció ser reparadora dignísima del orbe perdido…”
- Benedicto XV: en la epíst. Inter sodalicia (1918), afirma los dos grandes aspectos de la
mediació n universal de María: la adquisitiva (Corredenció n: “…redimió al linaje humano con
Cristo…”) y la distributiva (distribució n universal de todas las gracias: “…Y por esta razó n toda
suerte de gracias que sacamos del tesoro de la redenció n nos vienen, de las manos de la Virgen
dolorosa”)
- Pío XI: “La Virgen Dolorosa participó con JC en la obra de la redención…” (epíst. ‘Explorata res
est’, 1923)
- C.V.II: evito utilizar la palabra “Corredentora”, pero expuso de una manera clara e inequívoca
la doctrina de la Corredenció n mariana (cf. L.G. nn. 53, 56-58, 61)
III. La Tradición:
Entre Jesú s y María se puede establecer, por tanto, una verdadera analogía en cuanto a la unió n
de ambos en el misterio de nuestra Redenció n. Ontológicamente, JC, se constituye en redentor nuestro
por la unió n hipostá tica. Moralmente, x la libre aceptació n de una unió n y del fin a que estaba ordenada
por Dios. Y efectivamente, por todos los actos de su vida santísima, culminando en la muerte de cruz. En
María, la maternidad divina es el fundamento ontológico de su unió n con Cristo en el orden hipostá tico
y en el fin de nuestra redenció n, elevá ndose sobre toda criatura, asociá ndose íntimamente con Cristo en
el orden hipostá tico y en el fin de la encarnació n. Moralmente, por el consentimiento prestado por
María a la maternidad divina y a su cooperació n con JC en la obra de nuestra redenció n. Y
efectivamente, por todos los actos que, en unió n indisoluble con su Hijo, realizo, desde su
consentimiento para ser madre de Dios hasta la oblació n de su Hijo en la Cruz, en la que juntamente con
el Hijo hizo entrega al Padre de sus derechos maternales sobre El.
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3. Naturaleza de la Corredención
Existen profundas y esenciales diferencias entre la acció n de Cristo como Redentor único de la
humanidad y la de María como asociada (co-Redentora) a la obra redentora de Cristo.
Se podría preguntar: ¿Por qué quiso Dios que el precio de nuestra redenció n
estuviese como integrado por los meritos y satisfacciones de María Santísima, aun siendo suficientísimos por sí mismos
(de valor infinito) los meritos y satisfacciones de JC? Solamente lo quiso, podríamos responder, no para añ adir nada a los
meritos y satisfacciones de JC, no para complementarlos, sino por la armonía y la belleza de la obra redentora. Como
nuestra ruina había sido obrada no por Adá n solo, sino por Adá n y Eva, así nuestra redenció n debía ser realizada, por
Cristo y María, el nuevo Adá n y la nueva Eva.
La pasió n de JC fue causa de nuestra salvació n de cinco modos distintos: por vía de merito, de
satisfacción, de sacrificio, de redención y de eficiencia instrumental. Ahora bien, dada las íntimas relaciones
entre la redenció n realizada por Cristo y la Corredenció n que corresponde a María, esta ultima revestirá las
mismas vías en sentido analó gico.
- El mérito corredentivo de María fue universal (=JC, xq se extiende a todo el genero humano) pero
insuficiente (sin JC no podría redimirnos), finito (pues es un acto infinito que ninguna criatura puede
realizar), y no de rigurosa y estricta justicia (solo en JC), ni tampoco de simple congruo, sino de justicia
imperfecta o proporcional (de condigno ‘ex condignitate’).
- Por el misterio de su compasió n al pie de la cruz, la Stíma. Virgen María, en estrecha dependencia y
subordinació n a la pasió n de Cristo, ofreció tb al Padre una satisfacción universal e intrínseca (x su
asociació n a Cristo en el fin mismo de la redenció n); pero insuficiente y finita, aunque dignamente
proporcional.
- Los inmensos dolores de María, sobre todo los de su compasió n al pie de la cruz de Cristo, tienen razó n
de verdadero y auténtico sacrificio, enteramente subordinado al de Cristo Redentor y en forma aná loga
y proporcional (debido a la relació n de afinidad existente entre los dos y las sobrenaturales gracias).
(María no fue sacerdote en el sentido en que lo son los que han recibido el sacramento del orden; pero fue supersacerdote, en
cuanto que cooperó intrínsecamente con el mismo Cristo al sacrificio redentor de la humanidad)
- La Virgen María, guardando las debidas proporciones y diferencias con Cristo Redentor, causo nuestra
salud por vía de redención, principalmente con su compasió n al pie de la cruz; por lo que debe ser
llamada y es con toda propiedad nuestra Corredentora (pues ha cooperado a liberarnos con su compasió n,
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ofreciendo, no solo la vida y sangre de su divino Hijo, sino tb sus propios dolores, o sea, el valor conmeritorio y consatisfactorio
de su compasió n…)
- La Stma. Virgen, como Corredentora, contribuyó también eficientemente a nuestra redenció n; pero no
con una causalidad física principal ni instrumental (solo JC), sino con una causalidad moral y eficiente
dispositiva universal.
2º La mediació n ppal. y universal de Cristo no impide que haya otros mediadores secundarios ,
dispositivos (como los justos del A.T.) y ministeriales (los sacerdotes de la Nueva Ley) entre Dios y los
hombres
3º Por libre disposició n divina, la Stma. Virgen, como nueva Eva, es verdaderamente Mediadora
universal entre Dios y los hombres; no de una manera ppal. y necesaria, sino secundaria (asoció sus
dolores a la sangre de JC) y enteramente dependiente y subordinada a la mediació n de Cristo.
- Mediació n y Corredenció n son dos conceptos distintos, pero absolutamente inseparables. María
Stma es Mediadora xq es Corredentora, y es Distribuidora de todas las gracias xq es Mediadora y
Corredentora. cf. L.G. nn. 60 y 62
- La redenció n objetiva se consumó en la tierra sobre el ara de la cruz al decir el mismo Cristo: Todo está
acabado (Jn. 19,30); la subjetiva se continú a en los cielos, donde Cristo vive siempre para rogar por nosotros (Heb.
7,25)
- De igual modo, María, asociada santamente al Redentor desempeñ o su ministerio de mediadora, cooperando
con El tanto a la misma obra de la redenció n objetiva como a la aplicació n de sus frutos, o sea, a la redenció n
subjetiva. De aquí que la mediació n mariana comprenda dos partes o funciones:
1ª una Cooperació n remota, dando a JC no solo física sino tb voluntaria//, un cuerpo para que
pagara el precio de la redenció n humana; y próxima, cooperando a la obra redentora con sus actos
personales (especialmente con su compasió n materna). Esta funció n la cumplió en la tierra.
a) Sentido de la cuestión:
Al afirmar que nuestra Señ ora es dispensadora de todas las gracias, queremos decir que las obtiene
<de hecho> para nosotros mediante cierta verdadera causalidad por su parte. Al decir ‘todas las gracias’
significa todo lo que produce, conserva, aumenta o perfecciona la vida sobrenatural del h’.
2º María, Madre espiritual de los hombres; luego nada mas natural que nos alcance y distribuya
todo cuanto necesitamos en el orden de la gracia y nuestra salvació n.
3º María, Corredentora; luego no solo en la adquisición de la gracia para nosotros (al pie de la
cruz), sino en la distribución de la misma a través de los siglos.
4º Principio de eminencia. Si los santos pueden impetrar de Dios muchas gracias p/el h’, cuanto
mas María, santa de las santas y Madre de todos.
5º Principio de analogía o de semejanza con Cristo: É l Mediador universal por naturaleza, y Ella
por gracia.
Histó ricamente no puede demostrarse la muerte o no muerte de María. Pero el hecho de la muerte
real de María está íntimamente relacionado con otras muchas verdades pertenecientes a la fe. Los principales
argumentos teoló gicos son:
1º Tradició n Cristiana, su testimonio, sobre todo a partir del s. III, es abrumador a favor
de la muerte de María. Ademá s el mismo pueblo fiel y numerosísimos papas lo profesan.
2º La Liturgia. Desde la mas remota antigü edad la liturgia oficial de la Iglesia recogió la
doctrina de la muerte de María. Y la Iglesia no puede proponer oraciones falsas o
erró neas a sus fieles.
3º Razó n Teoló gica. Su muerte parece ser exigida por varias razones:
a) Por haber recibido la naturaleza caída de Adá n. No contrajo el pecado
original, pero tuvo el debito del mismo.
b) Por exigencias de su maternidad divino-corredentora. Si dio al redentor
carne pasible y mortal, debió tenerla también Ella. Ademá s su muerte tb
tiene un sentido corredentor.
c) Cristo murió , ¿y María sería superior a É l al menos en este aspecto
relativo a la muerte corporal?
d) Para ejemplo y consuelo nuestro.
2º Es una exigencia moral de su excelsa dignidad de Madre de Dios y del amor hacia Ella de su divino Hijo.
a) La realeza de Cristo:
1º Cristo-hombre es Rey del Universo no sólo en sentido metafórico, sino también en sentido estricto,
literal y propio. (cf. Lc. 1,32-33; Jn. 18,37; Apoc. 19,16, etc.)
2º El fundamento de la realeza de Cristo-hombre es la unión hipostática de su naturaleza humana con la
persona del Verbo divino.
3º Cristo-hombre es Rey del Universo también por derecho de conquista, como Redentor del mundo. (cf. 1
Pe 1,18-19)
4º La potestad real de Cristo abarca el triple poder legislativo, judicial y ejecutivo. (cf. Mt 5,21-22; Jn 13,34;
Jn 5,22; Act 10,42; 17,31; 1 Pe 4,5, etc.)
5º El reino de Cristo no es un reino temporal y terreno, sino mas bien un reino eterno y universal: reino de
verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz.
a) NO ES TEMPORAL: ≪Mi reino no es de este mundo...≫ (Jn. 18,36). Lo cual no quiere decir que no tenga
absoluto y pleno dominio real sobre todos los reinos de la tierra y sobre todas las cosas creadas, sino
ú nicamente que su reino es de naturaleza espiritual y extratemporal.
b) SINO ETERNO Y UNIVERSAL: ≪Y su reino no tendrá fin≫ (Lc. 1,33). ≪Se me ha dado toda potestad en
el cielo y en la tierra≫ (Mt 28,18).
c) DE VERDAD Y DE VIDA . Cristo es personalmente el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14,6). Vino al mundo
≪para dar testimonio de la verdad≫ (Jn 18,37) Y para que ≪todos tengan vida, y la tengan en
abundancia≫ (Jn 10,10).
d) DE SANTIDAD Y DE GRACIA : ≪El hijo engendrado será santo y será llamado Hijo de Dios≫ (Lc. 1,35).
≪Lleno de gracia y de verdad≫ (Jn 1,14).
e) DE JUSTICIA, porque vino a establecerla en el mundo y juzgará a todos los hombres ≪segú n sus obras≫
(Rom 2,5-6), con toda equidad y justicia.
f) DE AMOR, porque es el reino de la caridad, y la caridad es la virtud eterna que no pasará jamá s
(1Cor.13,8).
g) DE PAZ, porque la paz es ≪obra de la justicia≫ (Is 32,17), y Jesucristo es el ≪Príncipe de la paz≫
anunciado por el profeta: Isaías 9,6.
b) La realeza de María:
1º La Virgen María es Reina del Universo no solo en sentido metafórico (por su singular excelencia
que la coloca junto con JC como reyes de toda la creació n) , sino también en sentido estricto, literal y
propio (a causa de su primado no solo de excelencia, sino también de poder sobre todas las cosas, pues Jesú s, en
cuanto H’, y María participan de la realeza universal que conviene esencial// solo a Dios)
3º María es Reina del Universo también por derecho de conquista, como Corredentora de la
humanidad (e.d., por su asociació n a Cristo en la redenció n del género humano, aunque en sentido limitado y
analó gico con relació n a Cristo)
4º La potestad regia de María, aunque muy propia y verdadera, no es total y absoluta como la de
su Hijo, sino limitada y relativa, o sea recibida y participada de la de JC (de donde se sigue que JC es
también rey de María. Jesú s y María no son dos reyes absolutos e independientes, sino potestades ambas
propiamente regias dentro de un mismo orden, de las cuales la de María es total// dependiente y subordinada a la
de JC)
7º María empezó a ser Reina en el momento mismo en que concibió por obra del E.S. a JC Rey;
reafirmo su realeza por derecho de conquista con su compasión al pie de la cruz de Jesús; la
ejerció sobre la Iglesia primitiva sobre los apóstoles y primeros discípulos del Señor, y sigue y
seguirá ejerciéndola eternamente en el cielo sobre todos los seres creados.
II. Conclusiones
1º La Stma. Virgen ejerce en el cielo el oficio de Abogada del género humano, orando e
intercediendo por los hs’ ante el trono de Dios.
2º La Stma. Virgen María ruega en el cielo por nosotros no solo con una oración puramente
interpretativa o interponiendo ante Dios sus propios meritos (o sea presentando ante Cristo por nosotros sus
inmensos méritos contraídos en este mundo, y, sobre todo, los sufrimientos inauditos que sufrió al pie de la cruz como
Corredentora); sino también con una oración explicita y formal (e.d., pidiendo muchas veces a Dios,
concretamente alguna gracia que desee alcanzar para alguno de los que la invocan o para toda la Iglesia, etc.).
3º La oración de la Stma. Virgen es más eficaz y poderosa que las preces de todos los santos y
bienaventurados juntos (pues los supera en gracia y caridad a todos juntos, y está unida a Dios mucho mas que todos
ellos, que, al fin no son sino siervos e hijos adoptivos de Dios, mientras que María es Madre de Dios, consanguínea con
Cristo y tan cercana a Dios que esta como inscrita en la familia divina)
4º El poder de la oración de María es tan grande que con razón se la llama “Omnipotencia
suplicante” (Pues es la Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa del E.S.; lo cual quiere decir que Dios no puede negarle
nada de cuanto le pida, y en este sentido tiene la omnipotencia misma de Dios a su disposició n por la plegaria. Ademá s,
María no pedirá nunca a Dios nada que no entre en los divinos designios conceder a los hs’)
5º La oración de la Stíma. Virgen fue y es siempre escuchada por Dios (se sigue de lo anterior)
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6º La Stma. Virgen María intercede ante Dios por las almas del purgatorio (Si cualquier miembro del
Cuerpo Místico de Cristo puede y debe interceder por sus hermanos que padezcan alguna necesidad, esta razó n vale
principal// con relació n a la Virgen María. Ella no es solo miembro ppal. del Cuerpo místico de Cristo, sino tb Madre de la
Cabeza y de todos los demá s miembros, ademá s de esclarecida compañ era de Cristo en redimir a los hs’ e incorporarlos a
El, incorporació n que al fin se completa y consuma en el Cielo)
7º La Stma. Virgen María intercede en el cielo por todos los hombres del mundo, buenos y malos,
justos y pecadores, fieles o infieles, sin excepción alguna (La razó n es xq, siendo Madre –actual o en potencia- y
Corredentora absolutamente de todos, a nadie absoluta// excluye de su oració n y desvelo maternal – a excepció n de los
condenados del infierno, para los que ya no es posible redenció n alguna-)
Capitulo XII: LA STÍMA. VIRGEN MARÍA, MADRE DE DIOS, EN EL MISTERIO DE CRISTO Y DE LA IGLESIA
- L.G. nn. 52 al 60 (en resumidas cuentas expone toda la doctrina ya dicha arriba)
- Profunda gratitud, porque es nuestra Corredentora. Le debemos nuestra gratitud interior, reconociendo
los grandes e incalculables beneficios que se nos han derivado de sus inmensos dolores. Le debemos mostrar tb
nuestra gratitud externamente con palabras, alabá ndola y dá ndole incesante// las gracias. Y mostrarnos
agradecidos externamente con las obras, devolviéndole por sus beneficios y sacrificios algú n obsequio, sacrificios,
y, sobre todo, ofreciéndole nuestro corazó n.
- Confiada invocación, porque es la Dispensadora universal de todas las gracias. Pues Ella sabe ayudarnos,
porque nos ve a todos y todas nuestras necesidades en Dios; Ella puede ayudarnos, porque es omnipotente ante
Dios; Ella quiere ayudarnos, porque nos ama en Dios.
- Imitación perfecta, porque es Modelo sublime de todas las virtudes. Esta imitació n consiste en
reproducir en nuestra vida, con la mayor fidelidad que podamos, la vida de María: su modo de pensar, de hablar, y
de obrar. Así tomá ndola como modelo se reconoce su excelencia y superioridad moral y nuestra sumisió n a Ella,
siendo esto un verdadero culto a María.
2) La necesidad de la devoción a María para salvarse no afecta por igual a todos los hs’ del
mundo. Obliga de una manera explícita a los que conocen a María y saben que es necesaria su devoción
para salvarse. Los demás pueden salvarse con una devoción implícita e incluso interpretativa.
- Los que ignoran inculpable// la existencia de María o la necesidad de profesarle una devoció n expresa,
pueden salvarse de todos modos si cumplen –bajo el influjo de la gracia de Dios- la ley natural que les
dicta su recta conciencia. Con ello ya honran a María, y se salvaran ú nicamente por Cristo, pero a través de
María y de la Iglesia, por haberlo determinado libremente el mismo Dios así.
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“El gran molde de Dios, hecho por el E. Sto. para formar al natural un Dios-Hombre por la unió n
hipostá tica, y para formar un hombre-Dios por la gracia, es María. Ni un solo rasgo de divinidad falta en este
molde. Cualquiera que se meta en él y se deje manejar, recibe allí todos los rasgos de JC. Y esto de manera suave,
sin grandes trabajos ni agonías; de manera segura, sin ilusió n o engañ o alguno; de manera, en fin, santa e
inmaculada…” (San Luis Mª. Grignion de Monfort); en definitiva es el camino mas corto y expedito para
remontarse en poco tiempo hasta las cumbres mas altas de la unió n con Dios.
Afirma San Luis Mª que no conoce practica mas perfecta que ésta, y que solamente la captará n en toda su
grandeza las almas destinas por Dios a una santidad eximia en Cristo Jesú s: “…no he conocido practica de
devoció n a María semejante… la cual exige de un alma má s sacrificios por Dios, que la vacíe de un modo má s
completo de sí misma y de su amor propio, que la conserve mas fielmente en la gracia y a la gracia en ella, que
la una mas perfecta y fácilmente a JC y, finalmente, que sea mas gloriosa a Dios, mas santificante para el alma y
mas ú til para el pró jimo”
1º La entrega total a María : cuerpo y alma, bienes exteriores y fortuna, como casa, familia, rentas; bienes
interiores del alma, a saber: sus meritos, gracias, virtudes y satisfacciones. Se inmola el alma a Jesú s por María, con
un sacrificio, que ni en ninguna orden religiosa se exige: sus propias oraciones y satisfacciones.
- María viene a ser Señ ora del valor de nuestras obras, nada de cuanto bueno hace es ya uno dueñ o.
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- De los tres grados de esclavitud: de naturaleza, forzada y de amor; la mas perfecta consagració n es la 3ra.
- Se trata de dar a toda nuestra vida cristiana un giro y matiz eminentemente mariano, con el fin de vivirla con
mayor perfecció n e intensidad. Es una especie de “profesió n mariana”, que deja grabada su impronta en el alma
para toda su vida.
2º Porque con ella imitamos el ejemplo de JC (que no desdeñ o encerrarse 9 meses en su seno purísimo de María,
y de estarle sometido y obediente durante su vida) ;
- de toda la Stíma. Trinidad (el Padre nos dio al Hijo y nos comunica sus gracias por medio de Ella; el Hijo vino a través
de Ella y forma a los miembros de su Cuerpo místico por Ella, el E. Sto. dispensa sus dones y favores por medio de Ella);
- y practicamos en grado excelente la virtud de la humildad (pues considerá ndonos indignos de comparecer
delante de Dios, nos presentamos ante El a través de su Madre Stíma.)
Pues uno se confía a la Stíma. Virgen, se la toma como depositaria universal de todos los bienes, para que ella los
guarde, y aumente nuestras virtudes, méritos y fidelidad a Dios
2. La perseverancia final
Es un gran don de Dios que consiste en morir en gracia de Dios. Forma parte de la divina predestinació n, como
acto elícito de la misma:
1º Ningú n justo, por muy perfecto que sea, puede perseverar largo tiempo en el estado de gracia sin un auxilio
especial de Dios.
3º Nadie puede saber con absoluta e infalible certeza, si recibirá o no este gran don.
4º Sin embargo, podemos conjeturarla, en cierto modo, a base de las llamadas señales de predestinación.
5º Con la oració n, revestida de las debidas condiciones, puede obtenerse infaliblemente de Dios el gran
don de la perseverancia final.
- Las debidas condiciones son: a) Que se pida algo para sí mismo; b) que se trate de cosas necesarias o
convenientes para la salvació n; c) que se pida piadosamente; d) con perseverancia.
Cuando se juntan las 4, se obtiene, infaliblemente, lo que se pide, en virtud de la promesa de Cristo (cf. Mt.
7,7-8; Jn. 14,13-14; etc.).
- Puede obtenerse, no dice merecerse. No por vía de justicia, sino de pura liberalidad y misericordia.
2º La devoció n a María es necesaria para la salvació n de todos los que conocen la existencia de María y
saben que es obligatoria la devoció n a Ella. El verdadero devoto de María cumple esta obligació n y muestra, x lo
mismo, que esta en camino de salvación, a la que llegara infaliblemente si no abandona esta devoció n salvadora.
b) Magisterio (son numerosos los Papas y obispos que defienden y fomentan esta convicció n profunda)
Benedicto XV: “…no perecerán eternamente los que tengan a la Virgen por Patrona”
Pio XII: “…Tú eres, después de tu Unigénito, salvación cierta…”
S. Juan XXIII: “Quien agitado por las borrascas de este mundo, rehú sa asirse de la mano auxiliadora de
María, pone en peligro su salvación”
c) Liturgia cató lica (la enseñ anza anterior se manifiesta también a través de la liturgia. “Lex orandi, statuit
lex credendi”) Son textos de la S.E., que en un 1er sentido se refieren a Cristo:
“Quien me hallare, hallara la vida y alcanzara la salvació n del Señ or” (Prov. 8,35)
“Los que me honran, obtendrá n la vida eterna” (Eclo. 24,31)
a) Sagrada Escritura: nos dice con toda claridad que obtendremos de Dios todo cuanto le pidamos en
orden a nuestra salvació n; y, como es obvio, ninguna otra cosa es mas necesaria para conseguirla que la
perseverancia final (cf. Mt. 7,7-8; 21,22; Jn. 14,13-14; 15,7.16; 1Jn. 5,14-15)
c) Razó n teoló gica: “Con la oració n podemos impetrar incluso lo que no podemos merecer. Porque Dios
escucha a los mismos pecadores cuando le piden perdó n, aunque de ningú n modo lo merecen… De
semejante manera podemos impetrar el don de la perseverancia final para nosotros o para otros, aunque no
caiga bajo el merito” (I-II q. 114, a. 9, ad 1)
“Tiene que haber un medio seguro e inefable de salvació n colocado al alcance de todos los hs’ (sino seria
vano e injusto el precepto divino que nos obliga a salvarnos), y ese medio no es otro que la oració n de
suplica revestida de las debidas condiciones”.
Dios ha determinado desde toda la eternidad conceder algunas cosas a condición de que se las pidan, o sea
vinculá ndolas a nuestras oraciones. No se trata pues de que Dios mude o cambie su voluntad (es
imposible, pues Dios no se equivoca), sino de que nosotros cumplamos la condició n que El ha señ alado
para concedernos tales gracias. De modo que la predestinació n conseguirá sin falta su objetivo, pero a
base de la libre cooperació n del hombre; de tal manera que no se conseguirá sin esta cooperació n… por
eso es una gran señ al de predestinació n el vivir habitualmente en gracia de Dios y cumpliendo sus
mandamientos, pues con ello aparece claro que vamos efectuando los planes de Dios en orden a nuestra
salvació n eterna…
2º Es moralmente imposible que deje de obtener de Dios el gran don de la perseverancia final
quien se lo pida ferviente y diariamente por intercesión de María
- Porque a la eficacia de la oració n, se añ ade, la intercesió n eficacísima de María como Mediadora
universal de todas las gracias y como “Omnipotencia suplicante”, que obtiene cuanto quiere de Dios.
3º Es moralmente imposible que deje de obtener de Dios, por intercesión de María, el gran don
de la perseverancia final todo aquel que rece diaria y piadosamente el santo rosario con esta finalidad.
¿Puede concebirse acaso que María deje de asistir efectiva y eficazmente a la hora de la muerte a quien se lo
pidió durante toda su vida 50 veces cada día?
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