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Refrigeración

Este documento discute la eficiencia energética en instalaciones de refrigeración de invernaderos. Analiza factores como la ventilación natural y forzada, la refrigeración por evaporación de agua, el sombreado y la fertilización con dióxido de carbono. Explica cómo estos factores están relacionados y cómo afectan al clima dentro del invernadero. También presenta los principales métodos de refrigeración, incluyendo paneles evaporadores, nebulización fina y ventilación, e identifica sus ventajas e inconvenientes. El
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Refrigeración

Este documento discute la eficiencia energética en instalaciones de refrigeración de invernaderos. Analiza factores como la ventilación natural y forzada, la refrigeración por evaporación de agua, el sombreado y la fertilización con dióxido de carbono. Explica cómo estos factores están relacionados y cómo afectan al clima dentro del invernadero. También presenta los principales métodos de refrigeración, incluyendo paneles evaporadores, nebulización fina y ventilación, e identifica sus ventajas e inconvenientes. El
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EFICIENCIA ENERGÉTICA EN

INSTALACIONES DE
REFRIGERACIÓN DE
INVERNADEROS
ÍNDICE

Página
OBJETIVOS .................................................................................................................................. 3 
INTRODUCCIÓN........................................................................................................................... 5 
4.1.  REFRIGERACIÓN........................................................................................................ 7 
4.1.1.  BALANCE DE ENERGÍA DIURNO EN INVERNADERO.................................... 7 
4.1.2.  VENTILACIÓN................................................................................................... 10 
4.1.3.  VENTILACIÓN NATURAL ................................................................................. 12 
4.1.3.1.  Efecto térmico...................................................................................... 12 
4.1.3.2.  Efecto eólico (o del viento) .................................................................. 13 
4.1.3.3.  Tasas de ventilación de diferentes invernaderos ................................ 14 
4.1.3.4.  Características de las aperturas.......................................................... 15 
4.1.3.5.  El cultivo y los movimientos de aire..................................................... 18 
4.1.3.6.  Las mallas anti-insectos ...................................................................... 18 
4.1.4.  LA VENTILACIÓN FORZADA O DINÁMICA..................................................... 19 
4.1.5.  REFRIGERACIÓN CON EVAPORACIÓN DE AGUA....................................... 20 
4.1.5.1.  Paneles evaporadores (Hidrocooling o Cooling System).................... 20 
4.1.5.2.  Nebulización fina (Fog System)........................................................... 21 
4.1.5.2.1  Sistemas de alta presión ............................................................... 22 
4.1.5.2.2  Sistemas de baja presión .............................................................. 22 
4.1.5.2.3  Sistemas aire/agua........................................................................ 22 
4.1.5.3.  Refrigeración por evapotranspiración.................................................. 23 
4.1.6.  SOMBREO ........................................................................................................ 23 
4.1.7.  OTROS MÉTODOS........................................................................................... 24 
4.1.8.  VENTILACIÓN Y GESTIÓN DEL CLIMA .......................................................... 25 
4.1.8.1.  Valores umbrales de la temperatura del aire ...................................... 25 
4.1.8.2.  Valores umbrales de la humedad del aire ........................................... 26 
4.1.9.  DESHUMIDIFICACIÓN ..................................................................................... 26 
4.1.9.1.  Calefacción asociada........................................................................... 26 
4.1.9.2.  Sistemas de deshumidificación ........................................................... 26 
4.2.  MOVIMIENTO DEL AIRE EN EL INVERNADERO.................................................... 27 
4.3.  FERTILIZACIÓN CARBÓNICA.................................................................................. 27 
4.3.1.  TÉCNICAS DE FERTILIZACIÓN CARBÓNICA................................................ 28 
4.3.1.1.  Gas puro .............................................................................................. 28 
4.3.1.2.  Gases de combustión .......................................................................... 28 
4.3.1.2.1  Fertilización carbónica con pequeños quemadores...................... 29 
4.3.1.2.2  Fertilización carbónica desde caldera central............................... 29 
4.3.2.  DISTRIBUCIÓN DE CO2 ................................................................................... 29 
4.4.  ILUMINACIÓN ARTIFICIAL ....................................................................................... 30 
RESUMEN................................................................................................................................... 33 

1
OBJETIVOS
 Destacar la ventilación como el principal medio de refrigeración de
invernaderos

 Analizar el efecto y las ventajas de la refrigeración sobre el clima en


invernadero en relación con la mejora de la calidad de los cultivos

 Presentar los métodos e instalaciones de refrigeración en invernadero más


usuales insistiendo en sus principales ventajas e inconvenientes

 Manifestar el interés que representa la fertilización carbónica en cultivos


intensivos y conocer los métodos más usuales.

 Exponer las características de la iluminación artificial de invernaderos y las


propiedades de las luminarias más empleadas.

3
INTRODUCCIÓN
Esta unidad repasa los distintos factores que influyen en la refrigeración del
invernadero, como son la reducción de radiación solar, la evapotranspiración del
cultivo, la ventilación y la evaporación de agua. Dichos factores están ligados entre sí
por las ecuaciones del balance de energía y de humedad, de modo que al cambiar uno
(por ejemplo, la radiación que llega al cultivo si se sombrea el invernadero) pueden
cambiar los otros, por ejemplo la velocidad de transpiración. Se presenta un balance
simplificado de energía y humedad y se resuelven las ecuaciones para ver el efecto de
los distintos sistemas de refrigeración en el clima.
Después se analiza la ventilación natural y su influencia sobre el clima del
invernadero (temperatura interna y contenidos de vapor de agua y de CO2). La
ventilación natural tiene como motor al viento externo, o bien, a la diferencia de
temperatura entre el invernadero y el aire exterior. Está mas extendida que la
ventilación mecánica o forzada, fundamentalmente por el menor coste de instalación y
mantenimiento. A continuación se discuten las tasas de ventilación de algunos
invernaderos arquetipos, como el modelo Venlo de cristal, el multitúnel y el parral
almeriense. Se aportan datos de ventilación con las ventanas orientadas de cara al
viento (barlovento) y de espaldas al mismo (sotavento). Se analiza la reducción de
ventilación ocasionada por las mallas contra insectos. Finalmente, se discuten los
factores que influyen sobre el coeficiente de descarga de las ventanas y se aportan
algunas sugerencias para aumentar el intercambio de aire del invernadero.
A continuación se presentan los equipos empleados en ventilación mecánica,
refrigeración por evaporación, mallas de sombreo y deshumificación. También se hace
un análisis de la gestión del movimiento del aire en el invernadero.
La parte final de la unidad se dedica al análisis del abonado carbónico (CO2) y la
iluminación artificial de invernaderos.

5
4.1. REFRIGERACIÓN
Durante la mayor parte del ciclo productivo, la temperatura del invernadero es
excesiva, tanto para el buen rendimiento del cultivo, como para la salud de los
trabajadores que realizan las labores de cultivo en pleno verano. La reducción de la
temperatura es uno de los mayores retos de la horticultura protegida en climas cálidos,
porque no es fácil refrigerar el invernadero sin inversiones económicas relativamente
altas en instalaciones y equipos.
Los principales factores que permiten bajar la temperatura son:
 La limitación de la radiación solar que llega al cultivo (blanqueado, sombreo,
etc.).
 La evapotranspiración del cultivo.
 La ventilación.
 La refrigeración por evaporación de agua (pantalla evaporadora, nebulización,
etc.)
Estos cuatro factores están ligados por los balances de materia y energía, de
modo que si uno de ellos cambia, también lo hacen los demás. Por ejemplo, al
sombrear se reduce la radiación solar que entra en el invernadero y con ello la
temperatura del aire del invernadero, pero también disminuye, en la mayoría de los
casos, la velocidad de transpiración. Un efecto frena al otro, por lo que es necesario
estudiar los métodos de refrigeración en su conjunto.

4.1.1. BALANCE DE ENERGÍA DIURNO EN INVERNADERO


La radiación solar es la principal fuente energética del invernadero durante el
día. Las plantas absorben la mayor parte de la energía y el resto es absorbida por el
suelo, la estructura y la cubierta del invernadero. Puesto que se trata de conocer el
clima diurno del invernadero, se prescinde de los términos energéticos de menor
importancia, tales como la transmisión de calor en el suelo y su acumulación en el
mismo, la condensación y los flujos de radiación térmica. Se supone que la
temperatura y la humedad del aire son homogéneas. Por simplicidad, sólo se
establecen los balances de energía de la cubierta y el aire del invernadero.
La cubierta del invernadero se puede considerar un sistema cerrado, por lo que
la expresión 3.4 permite escribir su balance de energía diurno como:
ra  q ce  q ci  0 (W/m2)
Expresión 4.1 Balance de energía diurno para la cubierta de un invernadero

Donde se emplean letras minúsculas para indicar que se trata de magnitudes


energéticas por unidad de superficie.
ra   rs (W/m2)
Expresión 4.2 Radiación solar absorbida por la cubierta y la malla de sombreo

Siendo
  = Poder de absorción de la radiación solar por la cubierta del invernadero.
 rs = Radiación solar exterior (W/m2).

7
q ce  6,2 v 0e,8 (Tc  Te ) (W/m2)
Expresión 4.3 Transferencia de calor por convección desde la cubierta al aire exterior

Siendo
 ve= Velocidad del aire exterior (m/s)
 Tc = Temperatura de la cubierta (ºC)
 Te = Temperatura del aire exterior (°C)

q ci  0,64 (Tc  Ti )1,25 (W/m2)

Expresión 4.4 Transferencia de calor por convección desde la cubierta al aire interior (Tc>Ti).
Régimen laminar

Siendo
 Ti = Temperatura del aire del invernadero (°C)
q ci  1,7 (Ti  Tc )1,33 (W/m2)
Expresión 4.5 Transferencia de calor por convección desde el aire interior a la cubierta (Tc<Ti).
Régimen turbulento

Para el aire del invernadero, recordando la expresión 4.9, se puede escribir:


ri  q ci  q t  q v  q e (W/m2)
Expresión 4.6 Balance de energía diurno para el aire del invernadero

Donde
ri   rs (W/m2)
Expresión 4.7 Radiación solar transmitida y absorbida en el invernadero

Siendo
  = Transmisividad del invernadero a la radiación solar.
q t es la energía utilizada por las plantas para transpirar. Cada cultivo responde
a una o varias de las siguientes expresiones según la radiación recibida, la
arquitectura, la densidad y el desarrollo del cultivo, la velocidad de aire a la que está
expuesto, y su contenido en humedad. Ejemplos de dichas expresiones son los
siguientes.
q t  0,32 ri  5,5 DPV  5,3 v (W/m2)
Expresión 4.8 Energía consumida por la transpiración en tomate

Siendo
 DPV = Déficit de presión de vapor (KPa)
 v = Velocidad del aire del invernadero en (m/s)

8
q t  3,6  0,669 ri (W/m2)
Expresión 4.9 Energía consumida por la transpiración en Ficus benjamina con índice de área foliar
(IAF) 3,18

 
ri e0,052 Ti  47,5 IAF  3 DPV 
  d
Qt  (W/m2)
r 
2 e0,038 Ti  0,00262  i 
 d
Expresión 4.10 Energía consumida por la transpiración en Ficus benjamina en invernadero

Siendo
 IAF = Índice de área foliar
2
d (W/m2)
1 1
  
L A 
Expresión 4.11 Dimensión característica de las hojas (m)

Siendo
 L y A = Longitud y anchura de las hojas, respectivamente (m)
54.500
ri  46  (s/m)
55  I
Expresión 4.12 Resistencia estomática del cultivo

Siendo
 I = Radiación fotoactiva (E/m2s)

ri  142,7  953,9 e 0,0081ri



(s/m)
Expresión 4.13 Resistencia estomática del pepino

q vf es la potencia perdida en el invernadero por ventilación o renovación de aire.


q v  m
 (he  hs ) (W/m2)
Expresión 4.14 Potencia perdida por ventilación o renovación de aire en el invernadero

Siendo:
 = Flujo másico de aire renovado por unidad de área (kg/s m2 suelo) = V / 
 m

 V = Caudal o flujo volumétrico de aire renovado por unidad de área (m3/s m2)
  = Volumen específico del aire (m3/kg)
 he y hs = Entalpía específica del aire húmedo (J/kg) en la entrada y en la
salida, respectivamente.
h = 1,005 T + 2.501 ω (J/kg)
Expresión 4.15 Valor aproximado de la entalpía del aire húmedo

Siendo

9
 ω = Humedad específica del aire húmedo (kg vapor/kg aire seco)
 T = Temperatura seca del aire (°C)
 e es la potencia consumida al evaporarse el agua aportada en los
Por último, q
equipos de humidificación por unidad de área cubierta.
q e  m
 l hlv (W/m2)
Expresión 4.16 Potencia consumida en la evaporación del agua de los humidificadores por unidad
de área de invernadero

Siendo

 ml = Flujo másico de agua aportado en los humidificadores por unidad de área
(kg/s·m2)
 hlv = Variación de entalpía del agua al evaporarse (J/kg). Se calcula usando la
expresión de la entalpía del aire húmedo con T igual a la temperatura del agua
a evaporar y ω = 1.
El proceso de cálculo se completa determinando la humedad dentro del
invernadero. Para ello, se establece el balance de masa del vapor de agua del aire
interior que se puede expresar como el flujo de vapor de agua inicial (proviene del
exterior) más el flujo de vapor de agua aportado tanto por los humidificadores como
por el cultivo (evaportranspiración), es igual al vapor de agua final (en el interior) que
sale del invernadero. Esto es:
 e  m
m  l  (q t / cl)  m
 i
Expresión 4.17 Balance de masa para el vapor de agua

Siendo
 cl = Calor latente de vaporización del agua (J/kg)
Si se resuelven simultáneamente las ecuaciones de los balances de energía de
la cubierta y el del aire del invernadero y el balance de vapor de agua del aire del
invernadero, se pueden determinar las temperaturas de la cubierta y del aire y la
humedad ambiental en función de las condiciones iniciales de partida (temperatura,
humedad, radiación y velocidad del viento del aire exterior y parámetros que definen el
invernadero).
Como en todo modelo, los cálculos corresponden a una simplificación de la
realidad y los resultados deben analizarse como orientativos de lo que ocurre en el
invernadero real. Es importante señalar que el modelo de cálculo da resultados válidos
siempre que las condiciones del invernadero permitan la transpiración adecuada del
cultivo, esto es, es preciso evitar temperaturas y déficits de presión de vapor (DPV)
elevados.

4.1.2. VENTILACIÓN
La ventilación es un proceso que influye en el clima interior del invernadero,
debido a su efecto sobre el intercambio de masa y energía con el ambiente exterior.
En consecuencia, un buen diseño de los sistemas de ventilación puede mejorar tanto
el control climático como el uso de la energía, lo que influye de un modo determinante
en el crecimiento y desarrollo de los cultivos.
En primer lugar, la ventilación afecta a la temperatura interna. Todos los
invernaderos necesitan evacuar el exceso de calor que se produce en los momentos

10
de alta insolación. Debe haber suficiente intercambio de aire para limitar la subida de
temperatura. Además, es necesario que se produzca una mezcla homogénea del aire
entrante con el aire interno. Por último, se requiere un movimiento del aire interior que
favorezca el intercambio de calor y masa entre las plantas y el aire del invernadero.
En segundo lugar, la ventilación incide en la composición del aire interior.
En este caso, la falta de ventilación incide negativamente, principalmente al producirse
déficits en la concentración de CO2. Ello se debe a que la entrada de aire externo es
la principal fuente de CO2 de los cultivos en aquellos invernaderos que no cuentan con
enriquecimiento carbónico, como son la mayoría de los situados en zonas cálidas.
El tercer factor climático que queda afectado por la ventilación es la humedad.
La falta de ventilación, sobre todo en los meses fríos, provoca excesos de humedad,
que favorecen la condensación en la cara interior de las cubiertas y el goteo sobre el
cultivo. Esto se traduce en una disminución en la transmisión de radiación solar, con la
consecuente pérdida de producción. La humedad excesiva favorece además el
desarrollo de enfermedades criptogámicas y restringe la capacidad de transpiración
del cultivo (DPV excesivamente bajo) que puede originar deficiencias minerales en los
cultivos.
Aunque los fundamentos de la ventilación natural están claramente establecidos,
todavía no es posible predecir en todos los casos cual va a ser la tasa de ventilación
de un invernadero determinado, ni cuál será el movimiento de aire en su interior. Ello
se debe a la complejidad del proceso, en el que influyen un buen número de factores
entre los que pueden destacarse el carácter fluctuante del viento (en dirección e
intensidad), la resistencia que oponen las ventanas al paso del aire, y el efecto de la
geometría del invernadero (pendiente del techo, anchura de las naves, anchura del
invernadero, posición y forma de las ventanas, etc.) en el campo de presiones del
viento sobre la estructura (figura 4.1).

Figura 4.1.- Esquema idealizado de ventilación natural en un invernadero. Arriba: en un invernadero con
suelo seco, sin riego ni cultivo, la evacuación de calor por renovación de aire es muy poco
eficiente debido a la baja humedad del aire interior. Abajo: en un invernadero con
pulverización de agua o con cultivo, la evacuación de calor es grande pues el agua se
convierte en vapor absorbiendo mucho calor y sale del invernadero por renovación de aire. Ti
= temperatura del aire interior; Te = temperatura del aire exterior

La tasa de ventilación de un invernadero suele expresarse como la tasa de

11
renovación de aire (R) del mismo, que se obtiene como

volumen de aire int ercambiado  m3 


R 
volumen de invernadero  hora  m3 h 
Expresión 4.18 Tasa de renovación de aire en un invernadero

Aunque se puede expresar también en relación a la superficie de suelo del


invernadero. La ventilación por m2 de suelo (V) es

volumen de aire int ercambiado  m3 


V  2 
sup erficie suelo invernader o  hora  m h 
Expresión 4.19 Ventilación por unidad de superficie en un invernadero

La relación entre ambas tasas es


V  R H
Expresión 4.20 Relación entre la tasa de renovación y la ventilación por unidad de superficie

Siendo H = altura media del invernadero (m).


En general, todos los invernaderos reducen su temperatura conforme aumenta la
tasa de ventilación. A partir de un cierto valor de ésta última, el descenso térmico es
proporcionalmente menor. Los sistemas de ventilación de invernaderos se diseñan
para obtener, al menos, una tasa de ventilación de unas 20 renovaciones/hora.

4.1.3. VENTILACIÓN NATURAL


La ventilación natural, cuantificada por la tasa de renovación de aire (R) depende
de las condiciones climáticas: velocidad y dirección del viento exterior, y diferencia de
temperatura entre el interior y el exterior. Estos dos efectos, térmico y eólico (o del
viento), generan diferencias de presión que hacen moverse el aire (convección
natural), desde las presiones mayores a las menores. La eficiencia de la ventilación
también depende de las características de las aperturas (área y posición) y de la
vegetación (disposición de las líneas de cultivo respecto de las ventanas laterales).

4.1.3.1. Efecto térmico


La existencia de gradientes de temperatura, y en consecuencia del volumen
específico del aire, es el origen de las corrientes de convección, al elevarse el aire
caliente más ligero y descender el aire frío más pesado. En ausencia de viento, la tasa
de ventilación depende de la diferencia de temperaturas entre el interior y el exterior
del invernadero (figura 4.2).
Una abertura en la cumbrera favorece la ventilación (efecto chimenea). La
eficacia de la ventilación cenital (o del techo) depende de la altura de invernadero.
Debido al efecto chimenea, los invernaderos más altos ventilan mejor, por lo que es
recomendable que tengan, al menos 3 m de alto hasta el canalón.

12
Figura 4.2.- Esquema idealizado de los flujos de ventilación de un invernadero cuando la velocidad del
viento es nula y sólo se genera efecto térmico

El efecto del gradiente de temperaturas sobre la ventilación es importante con


viento débil, alta radiación y aberturas limitadas. En los invernaderos mediterráneos, el
efecto térmico tiene poca importancia sobre la ventilación si la velocidad del viento
excede de 1,5 m/s, valor normalmente superado en la costa mediterránea durante las
horas diurnas. Sin embargo, con el uso de mallas anti-insectos muy poco porosas o la
gran concentración de invernaderos muy próximos en determinadas áreas, la
ventilación por efecto térmico está ganando importancia.

4.1.3.2. Efecto eólico (o del viento)


Cuando el aire sopla sobre o alrededor de un objeto, el campo de velocidades
del viento genera diferentes presiones en distintas localizaciones (campo de
presiones), lo que se traduce en una determinada distribución de presiones sobre
las superficies exteriores de dicho cuerpo (figura 4.3).

Figura 4.3.- Arriba: Coeficientes de presión del viento sobre diversos tipos de estructura. Zabeltitz,
Greehouse structure. En: Greenhouse ecosystems. Elsevier. Amsterdam. 17-79. Abajo:
Esquema de los efectos de un viento perpendicular a la línea de cumbrera sobre un túnel
cubierto de lámina plástica, que puede llegar a romperse.

Con velocidades de viento mayores de 1,5 m/s, el número de renovaciones del


invernadero es proporcional a dicha velocidad, variando con el número de módulos del

13
mismo, las dimensiones de los módulos (coeficiente de presión dinámica) y la forma y
disposición de las ventanas con respecto a la dirección del viento. Según un modelo
simplificado, la ventilación natural debida al efecto eólico es función de la superficie de
ventanas, del coeficiente de descarga de las ventanas, de los coeficientes de presión
sobre el invernadero y de la velocidad del viento exterior. De todas estas variables, los
coeficientes de presión eólica son el cuello de botella en el cálculo de la tasa de
ventilación, puesto que existe muy poca información al respecto. Por este motivo los
modelos de cálculo se utilizan relativamente poco, y a cambio se suele recurrir a la
medida directa de la tasa de ventilación de invernaderos representativos de las
estructuras más utilizadas.

4.1.3.3. Tasas de ventilación de diferentes invernaderos


En los invernaderos Venlo la tasa de ventilación depende fuertemente del
ángulo de apertura de las ventanas. En este tipo de invernadero, los estudios con
modelos a escala indican la mayor eficacia de las ventanas a barlovento.
En el caso de los invernaderos multitúnel, la ventilación a barlovento es
claramente superior a la ventilación a sotavento, tanto para el caso de las ventanas sin
mallas, como con mallas anti-pulgón o anti-trip. La incorporación de mallas anti-pulgón
y anti-trip en las aperturas de ventilación provoca un importante descenso de la tasa
de ventilación del invernadero de forma que en condiciones habituales no se alcanzan
las tasas de ventilación recomendadas internacionalmente (de 0,75 a 1 renovaciones
por minuto).
En los invernaderos tipo parral suelen instalarse dos tipos de ventanas
cenitales: las de tipo enrollable (más económicas y habituales) y las abatibles. En el
caso de ventanas de tipo enrollable es indiferente la ubicación de las ventanas
cenitales con relación a la dirección del viento incidente, barlovento o sotavento. Sin
embargo, las ventanas abatibles presentan tasas de ventilación entre un 35% y un
60% más altas a barlovento que a sotavento, para velocidades de viento entre 2 y 7
m/s. A barlovento, la ventana abatible es bastante más eficaz que la enrollable, con
tasas de ventilación entre 3 y 4 veces más altas, para el mismo rango de velocidades
del viento. A sotavento, nuevamente la ventana abatible se muestra más eficaz que la
ventana enrollable, con tasas de ventilación de 2 a 2,5 más altas que con ventanas
enrollables en el mismo rango de velocidades figura 4.4).

Figura 4.4.- Diagramas resultantes del estudio de la ventilación, mediante técnicas de dinámica de fluidos
computacional, según la dirección del viento: barlovento (frente al viento) y sotavento
(reguardado del viento). Invernadero tipo parral, de 5 módulos, con ventanas cenitales
abatibles y velocidad del viento de 4 m/s (Datos de Estación Experimental Las Palmerillas.
Almería.

14
Parece claro que en las ventanas abatibles, el alerón ejerce un efecto
modificador sobre el flujo de aire que se aproxima a la ventana, de forma que se
incrementa la velocidad de entrada y salida a través del hueco abierto, con lo que se
obtienen mayores caudales de renovación de aire que en las ventanas enrollables.
En todos los casos, la combinación de ventanas cenitales con ventanas
laterales mejora notoriamente la tasa de ventilación del invernadero y hace que las
diferencias señaladas (barlovento/sotavento, enrollables/abatibles) se reduzcan
drásticamente.

4.1.3.4. Características de las aperturas


Las aperturas pueden caracterizarse por su área y su posición (figura 4.5). El
índice de apertura, relación entre la superficie total de aberturas y la superficie de
suelo cubierto por el invernadero, expresado en porcentaje permite la comparación
entre distintos invernaderos. La tasa de ventilación de aire aumenta con el índice de
apertura. Existe un valor óptimo de este índice, por encima del cual una abertura
complementaria resulta menos eficaz (figuras 4.6 y 4.7). Este índice óptimo de
apertura, en ventanas sin mallas, es del 15 al 20% en túneles (con ventanas bien
colocadas) y del 25 al 33% en invernaderos multicapilla.

Figura 4.5.- La superficie útil de ventilación es, como máximo, la del marco de la ventana (ABCD en la
figura). Un ángulo de apertura (a) pequeño limita la superficie útil de ventilación. En la figura,
la superficie útil es la formada por el rectángulo EFCD más la de los triángulos AED y BFC,
siempre que no supere la superficie del marco de la ventana (ABCD).

Figura 4.6.- En un invernadero túnel con combinación de ventanas laterales y cenitales y viento débil, el
aumento del índice de apertura, a partir de un valor umbral, apenas incrementa la renovación
de aire. La ventilación sólo lateral es menos eficiente que la combinación de ventanas
laterales y cenitales. Si el invernadero es multitúnel, los índices de apertura deben ser
mayores que en un túnel simple con ventilación lateral y cenital. Castilla, Invernaderos de
plástico, tecnología y manejo. Mundi-Prensa. 2007

15
Figura 4.7.- Aumentos de temperatura del aire de un invernadero respecto al exterior, en función de la
radiación global incidente para diversas condiciones de ventilación. Verde claro: 11% de
superficie de ventilación, sólo lateral. Verde: 13% de superficie de ventilación sólo cenital.
Rojo: 22% de superficie de ventilación sólo lateral. Azul: 11% y 13% de superficie lateral y
cenital, respectivamente. Castilla, Invernaderos de plástico, tecnología y manejo. Mundi-
Prensa. 2007

En latitudes medias, las ventanas suelen ser corridas, a lo largo del invernadero,
preferiblemente en cumbrera, recomendándose superficies de ventilación del 15 al
25% en condiciones de alta radiación. Los sistemas más eficientes y versátiles de
ventilación disponen de ventanas en ambos lados de la cumbrera y en las paredes
laterales. Cuando las ventanas tienen mallas, estos índices de apertura deben
aumentarse.
La disposición de las ventanas es primordial para complementar los
movimientos convectivos dentro del invernadero con las diferencias de presión en las
paredes debidas al viento, en beneficio de una mejor ventilación.
En invernaderos pequeños, la ventilación lateral es muy importante y contribuye
a la renovación de aire igual o más que la cenital. Los sistemas más empleados suelen
ser de ventana enrollable o plegable (ventana flexible que se enrolla o pliega sobre un
eje). Sin embargo, en invernaderos grandes la ventilación cenital es la que predomina.
Estas ventanas suelen ser de banda deslizante, ventana abatible (ventana rígida que
gira sobre un eje para abrir y cerrar), ventana enrollable o sin ventilación. En túneles
monocapilla y bicapilla, la ventilación más eficaz se consigue asociando ventanas en
cumbrera con ventanas laterales (proporción 1,5 por 1,0). El efecto chimenea,
utilizando aberturas laterales y cenitales, es de especial interés si el viento es menor
de 1 m/s, y triplica en eficacia a una sola abertura. Con velocidad del viento media o
fuerte, la ventilación en cumbrera es suficiente.
En multicapillas de gran superficie, las ventanas cenitales colocadas en ambas
vertientes facilitan una utilización alternativa en función de la dirección del viento:
 Con viento nulo o débil: abrir en las dos vertientes.
 Con viento moderado: abrir preferentemente la ventana a sotavento en una
primera fase para aprovechar el efecto de succión. La apertura de la ventana
cara al viento (barlovento) se retrasa hasta que las necesidades de ventilación
crecen.
 Con viento fuerte: la ventana de cara al viento se abre aun menos, o incluso
se cierra si el viento es muy fuerte. En caso de vientos extremos, se cierran
ambos lados para evitar roturas, aunque la ventana de sotavento se deja muy
poquito abierta para equilibrar las presiones interior y exterior, y limitar los
posibles daños en la estructura por efecto de la succión.

16
La ventilación es muy similar en invernaderos multi-túnel y en los tipo Venlo. Los
invernaderos parral ventilan mucho peor.
La combinación de ventanas laterales y cenitales es más eficiente que el empleo
de un solo tipo de ventanas, a iguales superficies de ventilación. Las ventanas
cenitales junto a la cumbrera son más eficientes que las situadas junto al canalón. En
ventanas enrollables, la tasa de renovación de aire no depende de la dirección del
viento, al menos en invernaderos de poca pendiente.
En cada caso, se emplean ubicaciones concretas de las ventanas. Por ejemplo,
si hay vientos muy regulares (brisas de tierra y del mar, en áreas litorales) como ocurre
en la costa mediterránea, se puede orientar el invernadero con las aperturas a
barlovento y a sotavento. En regiones tropicales, los túneles se ventilan bien si se
orientan en la dirección de los vientos alisios con los frontales abiertos, dada su poca
longitud. En el caso de ventilación lateral, hay que evitar corrientes de aire demasiado
frío o seco directamente sobre las plantas, por una apertura demasiado grande o baja.
Para protegerse de los daños por insectos y, sobre todo, de las virosis que
transmiten, se puede filtrar el aire en las aperturas con la ayuda de mallas de trama
fina. Éstas frenan el aire y reducen notablemente la ventilación, por lo que hay que
aumentar el índice de apertura o adoptar un dispositivo de mayor superficie de malla
que la superficie de apertura (figura 4.8).

Figura 4.8.- Tasa de ventilación de aire en función de la velocidad y de la dirección del viento en un
invernadero multitúnel con ventanas abatibles (con alerón) sin obstrucciones (arriba) y con
ventanas dotadas de malla anti-trips (abajo). Muñoz, Ventilación natural en invernaderos
multitúnel. Tesis Doctoral. Universidad de Lleida. 1998

17
4.1.3.5. El cultivo y los movimientos de aire
La presencia de plantas afecta a la tasa de ventilación y a los movimientos
convectivos, según la importancia de la vegetación y la disposición de las líneas de
cultivo.
Las plantas, al transpirar, refrigeran el aire y modifican su volumen específico.
Una vegetación elevada reduce el gradiente de temperatura y modifica el efecto
chimenea, dado que forma una pantalla que limita el movimiento del aire. Por ello, la
dirección de las líneas de cultivo paralela a los vientos dominantes mejora la
circulación del aire y la ventilación.
En invernaderos altos, en los que hay una cámara de aire grande entre el cultivo
y la cubierta, la vegetación influye poco en los movimientos de aire si no obstruye las
ventanas laterales.
Cuando el invernadero está cerrado, el viento también influye en los movimientos
interiores del aire. En la cubierta, la circulación es paralela y en el mismo sentido que
el viento exterior, retornando por la parte baja donde se recalienta y humedece. El
punto más caliente se encuentra del lado expuesto al viento (figura 4.9).

Figura 4.9.- Efecto del viento exterior en el movimiento del aire dentro de un invernadero cerrado.
Wacquant, La construction des abris et serres. Ed. CTIFL. París. France. 2000

4.1.3.6. Las mallas anti-insectos


Se trata de barreras hechas de filamentos uniformes formando mallas. El tipo de
malla a emplear depende del tamaño del insecto a excluir. Puede ocurrir que algunos
biotipos de insectos tengan tamaños distintos, como ocurre con la mosca blanca
biotipo Almería, que es más pequeña que el biotipo americano, al alcanzar sólo
240 µm (micras). La nomenclatura internacional de las mallas en la escala mesh (del
inglés mesh = malla) designa el número de filamentos por pulgada en cada dirección.
Así una pantalla de 64 mesh tiene 64 filamentos por pulgada (2,54 cm) en cada
dirección en ángulos perpendiculares. Para valorar la superficie abierta hay que
conocer el diámetro de los filamentos.
Tabla 4.1.- Mallas recomendadas para diferentes insectos en función de su tamaño

Insecto a excluir Tamaño del insecto (µm) Hueco de malla (µm)

Minador 640 266 x 818


Pulgón del melón 340 266 x 818
Mosca blanca 462 266 x 818
Trips 192 150 x 150

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En España, la nomenclatura empleada para designar las mallas es imprecisa,
pues no permite conocer sus características exactas. Por ejemplo, una malla (20 x 10)
indica que tiene 20 hilos/cm en una dirección y 10 hilos/cm en la perpendicular, pero
no especifica el grosor del hilo, que oscila entre 0,23 y 0,29 mm de diámetro.
La porosidad de la malla es la relación, en tanto por uno o porcentaje, entre la
superficie de huecos y la superficie total. La porosidad depende del diámetro del hilo y
del número de hilos por unidad de superficie y determina la reducción de la tasa de
ventilación.
Al cubrir una ventana con malla, la superficie útil de ventilación de dicha ventana
queda restringida a la superficie libre de la malla (área neta de orificios de la malla), lo
que hay que tener en cuenta al calcular la superficie de ventana útil, corrigiendo en
función de la porosidad de la malla. En algunos casos, se colocan mallas de área total
mayor que la de la ventana que recubren, de modo que se aumenta la superficie libre
de la malla (área neta de orificios de la malla) y se limita así la reducción de ventilación
que provoca.
La presencia de mallas cuando se emplea ventilación forzada implica que haya
que incrementar las prestaciones de los ventiladores.
Los orificios de las mallas tienden a ensuciarse con enorme facilidad por su
pequeño tamaño, obturándose, por lo que es necesaria su limpieza periódica para que
no limiten todavía más la ventilación.
Aunque en invernaderos mediterráneos se ha descrito como suficiente una
superficie de ventilación (cenital más lateral) del 15 al 20% de la superficie de
invernadero, para un cultivo desarrollado bien regado, la utilización de mallas anti-
insectos en las ventanas hace que ese valor sea insuficiente.
Las mallas anti-insectos colocadas en ventanas cenitales reducen la tasa de
ventilación el 20% en ventanas abatibles y el 33% en enrollables, para una malla del
39% de porosidad en invernadero parral.
Las mallas reducen la tasa de ventilación del orden del 40% con malla anti-
pulgón, al 70 u 80% con mallas anti-trips, aunque la reducción de la tasa de ventilación
puede ser mayor con velocidad del viento muy baja.

4.1.4. LA VENTILACIÓN FORZADA O DINÁMICA


Para inyectar o extraer aire del invernadero se emplean ventiladores, de tipo
helicoidal, que proporcionan grandes caudales a poca presión. Estos ventiladores
están hechos para trabajar a poca velocidad de giro, pues si se incrementa su
velocidad, son muy ruidosos y consumen mucha electricidad.
Además, hay que evitar velocidades de aire mayores de 1 m/s (que perjudican a
las plantas) por lo que es conveniente usar ventiladores de gran diámetro. Pueden
trabajar insuflando o extrayendo aire, con sobrepresión o depresión menor de 30 Pa.
La circulación de aire suele hacerse horizontalmente.
La distancia entre dos ventiladores de la misma pared no debe superar entre
8 y 10 m. La separación entre ventiladores y ventanas debe ser menor de 30 ó 40 m.
Se requiere evitar obstáculos en la dirección del movimiento del aire como mínimo a la
distancia de 1,5 veces el diámetro del ventilador. La superficie de ventanas debe ser
superior, en un 25% al menos, a la del ventilador. Estas ventanas deben cerrar
automáticamente, al parar el ventilador.
El caudal de los ventiladores se calcula para conseguir de 20 a 30
renovaciones de aire por hora, en otoño y primavera, y de 40 a 80 en verano.

19
El sistema genera un gradiente de temperaturas en el invernadero, y el consumo
de energía en verano es importante.
Los invernaderos impermeables a los insectos necesitan ventilación dinámica.
En este caso la ventilación debe ser por inyección desde el exterior funcionando a
sobrepresión. Las tomas de aire deben protegerse para evitar el acceso de insectos.
Para conseguir mayor uniformidad, es preferible emplear varios ventiladores
pequeños en lugar de uno grande. Para invernaderos de plástico, la regla práctica es
usar un caudal máximo de ventiladores de 2,1 a 3,0 m3/min por cada m2 de superficie
de suelo del invernadero. A fin de optimizar el manejo en las diversas condiciones
climáticas, es útil disponer de variadores de velocidad de giro de los ventiladores, que
generan niveles de renovación de aire, lo que permite limitar los consumos de
electricidad. Actualmente se está estudiando el uso de pequeños generadores
instalados en el exterior, frente a los ventiladores, para recuperar así una parte de la
energía consumida.
La eficiencia de un sistema de ventilación forzada es del orden del 80%. En el
cálculo de la ventilación hay que considerar la altura sobre el nivel del mar, pues la
densidad del aire decrece con la altura y se reduce la eficiencia de la ventilación.
Como factor de corrección puede emplearse el cociente de presiones barométricas
medidas entre el lugar y el nivel del mar.

4.1.5. REFRIGERACIÓN CON EVAPORACIÓN DE AGUA


Los sistemas de refrigeración por agua se basan en las propiedades del aire, o
más exactamente de la mezcla aire seco-vapor de agua, por las cuales al aumentar el
contenido en vapor de agua del aire se reduce su temperatura. El diagrama de Mollier
(o programas informáticos específicos), que representa las propiedades psicrométricas
del aire y sus relaciones, permite calcular el descenso teórico alcanzable en la
temperatura en cada caso concreto.

4.1.5.1. Paneles evaporadores (Hidrocooling o Cooling System)


Uno de los laterales del invernadero está equipado con ventiladores de
extracción de aire y el otro posee unos paneles porosos, que se mantienen
húmedos mediante un equipo de riego. El aire exterior circula a través de estos
paneles, evapora el agua de los paneles y por tanto se enfría, penetrando dentro del
invernadero aire más frío y húmedo que el aire exterior (figura 4.10). Se recomiendan
unas 60 renovaciones de aire por hora. Esta técnica permite reducciones de
temperatura del aire de 4 a 6ºC en condiciones mediterráneas.

Figura 4.10.-Esquema de un sistema de paneles evaporadores (hidrocooling o cooling system). Castilla,


Invernaderos de plástico, tecnología y manejo. Mundi-Prensa. 2007

La refrigeración por evaporación es mucho más efectiva en climas secos. En


clima húmedo el invernadero debe tener tasas de ventilación elevadas para que su

20
temperatura esté por debajo de la exterior. En clima seco la combinación de la
evaporación y la ventilación puede reducir la temperatura hasta cerca de 10°C por
debajo de la exterior.
Para asegurar una homogeneidad de temperatura y humedad en el invernadero,
la distancia a recorrer por el aire (entre extractores y paneles) es limitante y no debe
superar los 40 m. Es deseable una buena calidad del agua, pues las sales disueltas
pueden obstruir los paneles, lo que obligaría a su renovación. El agua, si se recicla,
debe filtrarse y tratarse con alguicida.

4.1.5.2. Nebulización fina (Fog System)


Estos sistemas tienen por objetivo crear una niebla para refrigerar el interior del
invernadero. Las gotas de agua han de ser lo suficientemente pequeñas como para no
mojar las plantas y evitar la proliferación de enfermedades y la deposición de las sales
del agua, cuando ésta se evapora desde la superficie de las hojas.
Para una adecuada eficiencia, se consideran óptimos los tamaños de gota de
0,5 a 50 µm. Además, las gotas deben producirse a cierta altura por encima de las
plantas, para que caigan lentamente y se evaporen antes de alcanzar la cubierta
vegetal. En este proceso, las gotas absorben energía y reducen su temperatura. Es un
sistema caro, aunque cada vez menos, que permite obtener reducciones de hasta
unos 10ºC, en condiciones mediterráneas. Cuando la radiación solar es elevada, esta
técnica se puede emplear conjuntamente con el sombreo (figura 4.11).

Figura 4.11.-Aumentos de la temperatura del aire del invernadero (respecto a la del exterior) en función a
la tasa de renovación de aire en un invernadero con cultivo desarrollado, en varias
condiciones. Verde: con sombreo. Azul: con sombreo y humidificación del aire. Rojo: sin
equipo de sombreo y de humidificación. Castilla, Invernaderos de plástico, tecnología y
manejo. Mundi-Prensa. 2007

El primer efecto de la nebulización de agua es el enfriamiento del aire por


evaporación al extraer 2.445 kJ/kg del interior del invernadero. El aire enfriado
desciende, por su mayor densidad, e induce un movimiento convectivo. Si el sistema
está bien regulado, el agua no llega a tocar las plantas. Por otro lado, la nebulización
fina reduce la PAR (Photosynthetically Active Radiation), aunque mucho menos que
otras técnicas como el encalado o el sombreado.
Durante el tiempo de uso de los equipos de evaporación el invernadero debe
estar ventilado, aunque solo medianamente: por una parte se evita un aumento
excesivo de la humedad, y por otra parte se limitan la entrada de aire caliente del
exterior y las pérdidas de vapor de agua por deriva. En invernaderos con cultivo
desarrollado, la cifra de 20 a 30 renovaciones horarias parece un buen término medio,
y es una tasa de ventilación que puede alcanzarse en la mayoría de invernaderos con

21
ventanas cenitales incluso en días de poco viento.
Se emplean tres tipos de sistemas de nebulización: de agua a alta presión, de
agua a baja presión y el sistema agua/aire.

4.1.5.2.1 Sistemas de alta presión


La presión de funcionamiento supera 70 bar. Los tubos deben ser de cobre o
acero. Hay dos tipos de difusores: de cámara de turbulencia, que dan un tamaño de
gota del orden de 1 µm, y de aguja, que consiguen gotas menores de 10 µm y son los
más usados en invernaderos tecnificados.
El caudal de estos difusores es de unos 7 L/hora. Su densidad oscila entre 0,06
y 0,1 difusores/m2 de invernadero. El consumo de agua varía entre 2,5 y 4,2 L/m2 al
día, con 6 h de funcionamiento diarias. Este gasto puede representar la mitad del
consumo de agua de riego en verano.
El agua debe ser de muy buena calidad con un prefiltrado de 50 a 100 µm,
seguido de un filtrado de 0,5 a 5 µm. En aguas con bicarbonatos hay que inyectar
ácido para llevar el pH a 6,6 ó 6,8. Si el contenido de sales es alto (más de 0,7 dS/m)
hay que desalinizar, para lo que suele emplearse la ósmosis inversa. En la práctica, lo
más funcional es emplear agua de lluvia. Las aguas desalinizadas han perdido sus
carbonatos y su poder tampón y, en contacto con el aire, disuelven el CO2 y su pH
baja de 5, pudiendo ser corrosivas.
Las obstrucciones inducen un aumento del tamaño de las gotas, por lo que es
necesario limpiar los difusores preventivamente, incluso con inmersión en una solución
ácida.

4.1.5.2.2 Sistemas de baja presión


Funcionan a menos de 5 bar. Los difusores generan gotas de 20 a 100 µm, con
caudales de 10 a 120 L/h. Con una densidad de 0,025 a 0,01 difusores/m2 y 6 h diarias
de actividad, representan consumos de agua de 0,6 a 18 L/m2 día.
Este sistema es más barato y no tiene problemas de obstrucciones, aunque moja
las plantas y deja depósitos sobre las hojas y frutos, goteando al inicio y final de la
nebulización.

4.1.5.2.3 Sistemas aire/agua


Este tipo de instalaciones emplea dos circuitos. Uno de agua a baja presión
(entre 2 y 6 bar) y otro de aire comprimido (entre 2 y 3,5 bar). El agua y el aire se
dirigen al interior de un atomizador donde se produce la nebulización fina. El tamaño
de las gotitas y el caudal de los difusores varían en función de las diferencias de
presión entre el aire y el agua. Para conseguir gotitas de diámetro inferior a 10 µm es
necesario que la presión del aire sea, al menos, igual a la del agua. Por el contrario, si
la presión del aire es menor, el tamaño de gota supera las 50 µm de diámetro, con
caudales de hasta 50 L/h.
Los mejores resultados se consiguen con presiones de agua entre 2 y 2,5 bar y
de 3 a 3,5 bar para el aire, siendo los consumos similares a los sistemas de alta
presión (de 6 a 7 L/h), con densidades de 0,06 a 0,1 difusores/m2.
Este sistema no tiene tantas obstrucciones y es fácil de instalar pero resulta más
caro que el de alta presión, dado que necesita un compresor para el aire. Es necesaria
una adecuada regulación, suele gotear al inicio y al final del proceso de nebulizado y

22
consume bastante energía.

4.1.5.3. Refrigeración por evapotranspiración


El método más simple para refrigerar es la evaporación de agua en forma de
transpiración de la planta. Esto implica un suministro de agua sin restricciones y una
renovación de aire que ayude a la transpiración a para evacuar el calor y permita
controlar la humedad relativa.
Cuando la radiación global exterior es de 700 W/m2, la tasa de ventilación ha de
ser de 20 renovaciones/hora, como mínimo, para conseguir un microclima aceptable
en invernaderos con cultivos desarrollados.
En los invernaderos sin equipos de evaporación, en las primeras fases de
cultivo, cuando la evapotranspiración es muy baja, se precisan por lo menos 60
renovaciones/hora para alcanzar un clima aceptable. En estos casos, los equipos de
refrigeración por evaporación son muy eficaces, incluso en climas húmedos, y logran
descensos térmicos del orden de 15 y 20°C en invernaderos con mala ventilación.
Tanto la transpiración del cultivo como el aporte de humedad por medio de equipos
apropiados son dos maneras de evaporar agua que pueden complementarse.

4.1.6. SOMBREO
La limitación de radiación solar, como medio para evitar las altas temperaturas
en invernadero, implica la reducción de la fotosíntesis, lo que conlleva una disminución
de la producción.
Según su acción, los sistemas de sombreo pueden ser estáticos o dinámicos.
Puede ocurrir que por problemas de calidad del fruto (por ejemplo, mancha solar en
tomate o pimiento) sea necesario sombrear. En este caso, es conveniente emplear
dispositivos móviles para minimizar la reducción de la PAR. El principal problema de
los dispositivos móviles es que molestan cuando están plegados o recogidos y limitan
la transmisión de la luz. Pueden ser de varios tipos: de corredera, plegables (por hilo
colgado o por raíles) y enrollables. Pueden instalarse dentro o sobre el invernadero y
deben ser móviles cuando los niveles de luz son bajos. Siguiendo con este criterio,
según su actividad se distingue entre mallas, cuando sólo son de sombreo, y
pantallas, cuando también son térmicas, esto es, son o llevan fibras aluminizadas.
Atendiendo a su ubicación, los dispositivos de sombreo pueden ser exteriores
o interiores al invernadero. Desde un punto de vista energético, los dispositivos
exteriores son preferibles dado que evitan la entrada de calor en el invernadero,
aunque deben resistir a los agentes atmosféricos (viento, lluvia o temperaturas
extremas). La colocación sobre la cubierta de láminas enrollables, de madera, cañas o
materiales similares, se empleó hace décadas. Por su sensibilidad al viento y dificultad
de manejo fueron desechadas. Actualmente, se usan mallas de sombreo, con buena
resistencia mecánica, y existe una amplia gama de sistemas de sujeción.
El encalado o blanqueo de la cubierta con diversos productos que reflejan la
radiación es una práctica usual en períodos de alta radiación. Es una técnica eficaz
para reducir las temperaturas excesivas en épocas de alta radiación pero limita
notablemente la PAR, lo que conlleva pérdida del potencial productivo. La duración
depende de las características de la solución empleada (aditivos) y de la lluvia, que
puede lavarlos.
Los dispositivos interiores (mallas y pantallas) no tienen que ser tan
resistentes como las exteriores y hay una amplia gama en el mercado. Estas pantallas
también son útiles como doble cubierta que impide el goteo directo de la condensación

23
de agua sobre las plantas en épocas de excesiva humedad. En lo referente al paso
del aire, pueden ser abiertas o ventiladas y cerradas o no ventiladas. Las abiertas
presentan la ventaja de ser muy útiles en verano al permitir la evacuación del exceso
de temperatura y, a su vez, reflejar gran parte de la radiación infrarroja durante la
noche. Las pantallas cerradas limitan las pérdidas por convección del calor en el aire y
reducen el volumen de aire que hay que calentar, con lo que el ahorro de cara a la
calefacción es mayor.
Existen distintos tipos de pantallas, si bien la mayoría presenta una base tejida
con hilos sintéticos y láminas de aluminio. En otras se tejen directamente las láminas
del material reflectante entre sí o con otra lámina plástica (poliéster, polipropileno,
etc.). La composición, disposición y grosor de los elementos es variable, ofreciendo
distintas características de transmisión de luz visible y retención (reflejo y absorción)
de la energía en forma de calor (radiación infrarroja de onda corta durante el día y
onda larga durante la noche), que permiten adecuar el clima dentro del invernadero a
un cultivo y zona climática concreta. Cuando se utilizan láminas de aluminio o se
aplica la técnica del aluminizado de la lámina plástica, se dota al dispositivo de la
posibilidad de reflejar la radiación. Por tanto, en caso de emplear estas modalidades
de pantallas de sombreo, el lado con aluminio debe ocupar la cara externa (superior).
Por el contrario, cuando se trata de dispositivos de ahorro de energía, el lado con
aluminio se sitúa hacia abajo (cara interior).
El límite que separa una pantalla térmica de una malla de sombreo no está bien
determinado, pues todas ellas actúan sobre las pérdidas y los aportes radiativos, y los
agricultores tratan de emplear una sola pantalla polivalente, por lo que es frecuente
buscar un compromiso en las prestaciones de la pantalla para que cumpla con ambos
objetivos.
El sombreo tiene mucha más influencia sobre el clima del invernadero si la
ventilación es escasa. Así, cuando el cultivo está desarrollado, si la tasa de renovación
horaria es 10 renovaciones/hora, la malla blanca desciende la temperatura en 3 ó 4°C,
mientras que si es 60 renovaciones/hora el descenso térmico es de apenas 1°C.
En los invernaderos sin refrigeración por evaporación, el sombreo reduce en
gran manera la temperatura (más de 10°C en muchos casos). Sin embargo cuando
hay otra fuente de refrigeración, ya sea la transpiración del cultivo, la evaporación de
agua o el aumento de la tasa de ventilación, el sombreo pierde importancia relativa y
tiene menos efecto sobre el clima interno.
Los filmes antitérmicos bloquean la entrada de la radiación infrarroja del Sol sin
afectar a la PAR. Por consiguiente, estos cerramientos se pueden convertir en una
solución si se mejora su eficiencia para limitar la radiación infrarroja solar y su empleo
se convierte en rentable, aunque todavía su uso es muy limitado. Hay en pruebas,
pero de momento los resultados no son muy buenos.

4.1.7. OTROS MÉTODOS


Hasta ahora, los sistemas de refrigeración activa basados en bombas de calor
(aire acondicionado) han sido inviables debido a que, en general, la potencia eléctrica
que demandan no puede ser suministrada a los invernaderos porque no disponen de
la infraestructura eléctrica necesaria. En la actualidad se encuentran en el mercado
equipos de aire acondicionado a gas (propano o gas natural) con un consumo
mínimo de electricidad, que sí pueden ser instalados en invernaderos, aunque sus
costes, tanto de instalación como de operación, son elevados. Una ventaja adicional
de estos equipos es que proporcionan también calefacción con una eficiencia superior
a la de equipos tradicionales como calderas y generadores de aire. La refrigeración
con bombas de calor puede aplicarse enfriando el aire del invernadero a través de un

24
sistema de tuberías de agua fría. Si el invernadero cuenta con un sistema de tuberías
para calefacción por agua caliente, en la mayoría de los casos dicho intercambiador de
calor puede utilizarse para refrigeración haciendo circular agua entre 7 y 15 ºC.
La refrigeración del suelo y el sustrato consiste en circular agua fría por un
tubo o una moqueta en contacto con el suelo o el sustrato. El agua se enfría con una
bomba de calor agua/agua. Es un sistema costoso y sólo se emplea en invernaderos
muy sofisticados.
En los meses estivales, la circulación de una película de agua por la cubierta del
invernadero permite su refrigeración y limita la radiación solar, que es absorbida en
parte, con lo que la temperatura del invernadero se puede reducir hasta 3°C. En climas
cálidos, esta técnica puede suponer un importante consumo de agua. Sin embargo, no
se ha usado en invernaderos mediterráneos.
Existen varias posibilidades para refrigerar los invernaderos, aunque ninguna
consigue por sí misma el objetivo completo y se requieren combinaciones de varias de
las posibilidades comentadas anteriormente que exigen inversiones y mantenimientos
muy altos. Aun así, en períodos cálidos en zonas muy soleadas, como el Sur de la
península, los niveles de temperatura siguen siendo elevados y castigan a los cultivos,
con resultados negativos tanto en la cantidad, por no producir todo lo que deberían,
como en la calidad. Actualmente se produce en verano en el Sur de España, tanto en
invernaderos de malla como en invernaderos de plástico muy altos, de hasta 5,5 m de
altura de canalón.
Actualmente, existen líneas de investigación que buscan soluciones basadas en
la energía solar para satisfacer las necesidades de calefacción y refrigeración de los
invernaderos.

4.1.8. VENTILACIÓN Y GESTIÓN DEL CLIMA

4.1.8.1. Valores umbrales de la temperatura del aire


La eficiencia de la ventilación para disminuir la temperatura depende de la
cantidad de calor a evacuar, que a su vez es función de la radiación solar recibida, de
la tasa de renovación del aire y del estado de la vegetación.
Para conseguir dentro del invernadero temperaturas próximas a las exteriores,
son necesarias tasas de ventilación de 20 volúmenes de invernadero/hora en invierno,
40 en primavera y 80 o más en verano, siempre que haya un cultivo transpirando
normalmente. La temperatura umbral para iniciar la ventilación natural suele situarse
entre 23 y 26°C, en función de las condiciones climáticas y del cultivo. En invierno, la
temperatura umbral para iniciar la ventilación debe ser superior, en unos 4 a 6°C, a la
correspondiente para calefacción, a fin de evitar ventilación y calefacción simultáneas.
Cuando el aire exterior está muy frío (<5°C), se debe introducir cuidando que se
mezcle con aire del interior (más caliente), antes de llegar al cultivo para evitar un
cambio brusco de la temperatura de planta.
En verano, en condiciones mediterráneas con valores máximos de intensidad de
radiación global exterior entre 900 y 1.000 W/m2 en las horas centrales del día, el
aporte energético que entra en el invernadero es próximo a 700 W/m2. El cultivo
emplea del 60 al 70% de la energía solar en transpirar, siendo necesario evacuar el
resto (entre 210 y 280 W/m2). Esto exige unas tasas de ventilación de aire muy
elevadas.

25
4.1.8.2. Valores umbrales de la humedad del aire
A partir de la puesta del Sol, la temperatura interior baja a presión constante y en
consecuencia, la humedad relativa aumenta hasta que el aire se satura y mantiene
esta situación durante toda la noche. En invernaderos con calefacción (sobre todo si
es por aerotermos), resulta muy conveniente realizar algún riego nocturno, puesto que
la temperatura se mantiene elevada y, en consecuencia la humedad no aumenta tanto,
y la planta sigue transpirando.
A la salida del Sol, la temperatura interior puede ser aún inferior a la temperatura
de consigna para ventilar. El aire del invernadero se aproxima a la saturación de vapor
de agua y, al estar las paredes más frías, éste condensa en ellas. Con posterioridad,
se puede producir condensación en otras partes del invernadero e, incluso, en las
partes más frías de las plantas, como los frutos. En esta situación, una pequeña
apertura de las ventanas permite evacuar gran parte del aire cargado de humedad y
reducir condensaciones indeseables.
A veces, en invernaderos calefactados se emplean temperaturas nocturnas de
consigna bajas para ahorrar energía. Sin embargo, este modo de operar puede
incrementar notablemente las condensaciones de agua al salir el Sol. Para evitar esta
situación se recomienda elevar la temperatura antes del amanecer.
La eficacia de la ventilación para reducir la humedad del aire varía en función del
estado del aire que se introduce. En invierno y a principios de primavera, cuando el
aire exterior está frío y con poca humedad, una moderada tasa de ventilación es
suficiente para deshumidificar, sobre todo si va asociada a un aporte energético
(ventilación caliente).
En verano, cuando el aire exterior es caliente y seco, una ventilación abundante
permite un importante descenso de la humedad en invernadero. Para evitar una caída
excesiva, se puede limitar la ventilación y tolerar un ligero incremento térmico.
El manejo de la ventilación recomendado en condiciones mediterráneas
españolas sitúa la temperatura de consigna en 25°C (o superior, si hay abonado
carbónico) y la humedad relativa entre 75% (consigna de día) y 85% (de noche).
Al principio del ciclo de cultivo, cuando la transpiración es escasa por el limitado
desarrollo de las plantas, la nebulización de agua es recomendable para favorecer la
disminución de la temperatura.

4.1.9. DESHUMIDIFICACIÓN

4.1.9.1. Calefacción asociada


En la mayoría de invernaderos no se emplean equipos específicos para este fin,
por lo que la deshumidificación se consigue mediante un aporte energético y con
ventilación. Este método es eficaz, pero consume mucha energía y exige una
calefacción potente. El consumo de energía en esta operación puede llegar al 15% del
total empleado en la calefacción del invernadero. Al calentar el aire, se reduce su
humedad relativa y con la ventilación se evita el ascenso de temperatura y se evacua
el vapor de agua en exceso, introduciendo aire fresco de menor contenido en
humedad.

4.1.9.2. Sistemas de deshumidificación


Los sistemas convencionales, por bombas de calor o circuito frigorífico, no son
económicamente viables. Otra opción es circular el aire húmedo por un fluido

26
higroscópico (cloruro cálcico, trietilenglicol, etc.) que absorbe parte del vapor de agua
del aire y se diluye. Periódicamente, hay que calentar el fluido para regenerarlo. Su
rentabilidad no está clara.

4.2. MOVIMIENTO DEL AIRE EN EL INVERNADERO


Un invernadero con calefacción por convección presenta una distribución de
temperaturas muy heterogénea, con importantes gradientes verticales y estratificación
de temperaturas, de modo que las capas superiores del aire del invernadero están
más calientes que las inferiores. Los sistemas de calefacción por agua con tubos
horizontales dan mayor uniformidad, al igual que los suelos calefactados. En los
invernaderos sin calefacción, la estratificación de temperaturas tiene menor
importancia.
Para uniformizar y homogeneizar las temperaturas es necesario remover el aire
en el invernadero. Además, el movimiento del aire tiene un gran impacto en la
morfología, fisiología y reproducción de las plantas, puesto que afecta a la
temperatura, al intercambio gaseoso y a la resistencia de la capa límite de la hoja y,
por tanto, a la fotosíntesis, a la transpiración y al uso del agua. La capa límite es una
fina película de aire que rodea la superficie vegetal, y donde se producen los
intercambios de energía, de vapor de agua y de CO2 de la planta con el medio
ambiente.
En invernadero, la velocidad del viento es del orden del 10% de la velocidad del
viento exterior como valor medio. Este reducido movimiento de aire en invernadero
induce un gran grosor de la capa límite de las hojas que dificulta notablemente, en
relación a las condiciones de aire libre, la difusión de CO2 y de vapor de agua desde
los estomas, limitando la fotosíntesis.
El movimiento del aire a través de la vegetación reduce la resistencia de la capa
límite y afecta a la transferencia de energía, a la transpiración y a la absorción de CO2.
Además, influye sobre el crecimiento de las plantas, puesto que genera mayor grosor
del tallo y acortamiento de entrenudos, contribuyendo a un robustecimiento de las
plantas (endurecimiento).
Se recomiendan velocidades de aire entre 0,5 y 0,7 m/s como óptimas para el
crecimiento, por facilitar el intercambio gaseoso (CO2 y vapor de agua) en las hojas.
Velocidades superiores a 1 m/s en la hoja restringen el crecimiento. También se
recomienda remover todo el aire del invernadero por encima del cultivo a velocidades
de 0,2 m/s, evitando la estratificación de las capas de aire, pero sin generar
turbulencias. Para ello pueden emplearse ventiladores que deben situarse por encima
del cultivo, pero sin sobrepasar 0,9 ó 1,0 m al cultivo, para que remuevan el aire dentro
del mismo. El eje del ventilador debe colocarse paralelo a la superficie del suelo y en
la dirección de la cumbrera. El caudal necesario es de 0,01 m3/s y m2 de invernadero,
y la separación entre dos ventiladores debe ser inferior a 30 veces su diámetro.
Cuando se dispone de una red de distribución de aire, como la empleada en
abonado carbónico, se puede hacer circular el aire del invernadero insuflado a través
de esa conexión.

4.3. FERTILIZACIÓN CARBÓNICA


En invernadero, es importante mantener una elevada concentración de CO2
cerca de las hojas para conseguir un aumento de la fotosíntesis y un incremento de la
productividad. Sin embargo, el escaso movimiento horizontal del aire dificulta el
suministro de CO2 a los estomas de las hojas. Incluso con ventilación forzada, la
velocidad del aire raramente supera los 0,3 m/s.

27
Las concentraciones de CO2 recomendadas dependen de criterios
agronómicos y económicos. En hortalizas se aconseja no exceder de 1.500 ppm en
pepino, ni de 1.000 ppm en tomate y pimiento. Se considera que 1.000 ppm es un
límite máximo adecuado para todas las especies, excepto pepino, berenjena y
gerbera. En berenjena, no deben superarse las 700 ppm.
En un invernadero, en condiciones normales de estanqueidad, es muy difícil
conseguir que la diferencia de concentración de CO2 entre el aire exterior y el aire del
invernadero supere 600 ppm. En la práctica, alcanzar niveles de CO2 próximos a 1.000
ppm sólo es técnica y económicamente viable con invernaderos cerrados.
Hay que evitar problemas derivados de contaminación por aporte de gases
tóxicos. Desde el punto de vista de la seguridad laboral, el límite máximo es de
5.000 ppm, esto es, 0,5% de CO2 en el aire.
El método más económico para evitar niveles bajos de CO2 en el aire del
invernadero consiste en ventilar, aunque como máximo sólo es posible alcanzar los
niveles cercanos a los del aire exterior (350 ppm). Sin embargo, en muchos casos no
es aconsejable ventilar, por lo que el enriquecimiento artificial es práctica usual.
Mantener un nivel elevado de CO2 requiere el cierre de las ventanas para evitar
fugas, y esto puede provocar temperaturas excesivas. Para evitar estas situaciones,
una estrategia usual consiste en mantener concentraciones de 350 ppm por inyección,
o simplemente anular la inyección cuando hay que tener las ventanas abiertas para
limitar excesos térmicos. Al cerrar las ventanas, se incrementa la concentración a 600
o 700 ppm.

4.3.1. TÉCNICAS DE FERTILIZACIÓN CARBÓNICA


Existen dos fuentes principales de aporte de CO2:
 Gas puro.
 Gases de combustión.

4.3.1.1. Gas puro


Es el método más adecuado. Permite realizar los aportes en cualquier momento
y en la dosis deseada, sólo limitada por la capacidad del equipo. Su precio de
adquisición es muy superior al del CO2 de gases de combustión.
En estado gaseoso es incoloro, inodoro e incombustible. Es más pesado que el
aire (densidad: 1,52). Se suministra en pequeñas botellas, o desde un tanque central
con una red de distribución, en forma de líquido y gas a baja temperatura y a gran
presión.
Cuando no es posible determinar la concentración de CO2 del aire, se aconseja
añadir 5,6 g/h m2 de invernadero.

4.3.1.2. Gases de combustión


Los gases deben estar exentos de componentes nocivos, por lo que los
combustibles han de ser de bajo contenido en azufre, como gas natural, parafina o
propano.
El gas natural es el más usado. La combustión de 1 m3 de gas natural, a 20ºC y
presión atmosférica normal, produce 1,8 kg CO2 y requiere 1,77 m3 de O2 (equivalente
a 8,5 m3 de aire a igual temperatura y presión). En la práctica, se suministra un 60%
más de aire (factor de aire de 1,6).

28
En calderas de gas natural se puede recuperar el calor y el CO2 de los humos. El
gas natural, como el propano y el butano, apenas presenta problemas de gases
nocivos (NOx y SO2). Si la combustión es completa, se evita la formación de CO
(monóxido de carbono) y otros gases como etileno y propileno. En cualquier caso, es
muy conveniente instalar un analizador de CO.
Cuando las necesidades de calefacción y de CO2 no coinciden, se recurre al
almacenamiento de agua caliente.
Los quemadores de CO2 tienen un coste bajo y también calefactan, pero
aumentan la humedad del aire. La relación entre volúmenes aportados de CO2 y de
vapor de agua por cada volumen de gas quemado es la siguiente: 3/4 para el propano,
4/5 para el butano y 1/2 para el gas natural. Por tanto el butano consigue el mayor
aporte de CO2 con el menor aporte de vapor de agua.

4.3.1.2.1 Fertilización carbónica con pequeños quemadores


El uso de quemadores que envían los gases de combustión directamente al
invernadero puede tener como finalidad solamente el incremento de la concentración
de CO2, o el aporte de CO2 y la calefacción de aire de forma simultánea. En el primer
caso, los equipos son de menor capacidad.
Los quemadores pueden disponer de ventilador o no. En general, el suministro
de aire es crítico para una buena combustión. Si el quemador se usa mucho y no hay
renovación de aire (ventilación), la concentración de O2 puede ser insuficiente para
producir una combustión completa. Por este motivo se suele sobredimensionar el
aporte de aire (factor de aire = 1,6) o bien se emplea un ventilador para mejorar el
suministro de aire exterior al quemador.
El empleo de pequeños quemadores suele ser poco preciso. Si se usan para
calentar el aire, puede llevar a niveles de CO2 muy altos, indeseables a veces,
mientras que si no hay necesidad de calentar, su empleo supone un inconveniente
aporte energético.

4.3.1.2.2 Fertilización carbónica desde caldera central


En un sistema de calefacción central, los gases de combustión de la caldera
pueden usarse para aportar CO2 si son suficientemente puros. La ventaja es que el
aporte de CO2 y la calefacción pueden tener lugar en el invernadero por separado. Al
ser grande la caldera, la combustión se puede controlar mejor.
Además, el vapor de agua contenido en los gases de combustión se puede
extraer, evitando que llegue al invernadero.
Cuando se produce CO2 por combustión en una caldera central, el destino de la
energía en forma de calor originada por la combustión puede ser:
 Directamente en calefacción.
 Se almacena de día y se emplea en calefacción de noche. No es conveniente
disiparlo al exterior (aire o agua freática) debido al impacto ambiental.

4.3.2. DISTRIBUCIÓN DE CO2


El objetivo es que la concentración de CO2 sea lo más uniforme posible en toda
la superficie del invernadero y también en todo el volumen de aire interior (del dosel
vegetal). Los tubos de distribución pueden colocarse dentro del cultivo, apoyados en el
suelo, de modo que el aire enriquecido atraviese la cubierta vegetal antes de dirigirse

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hacia las ventanas en cubierta. El sistema de distribución varía en función del origen y
las características del CO2.
Para la distribución del CO2 puro hay dos métodos. En el primero, el CO2 se
evapora mediante un dispositivo eléctrico y, por su propia presión, fluye por la red de
distribución. El otro método es inyectar el CO2 en la corriente de aire de un ventilador,
que conecta con la red de distribución. Este es el más empleado.
Una forma especial de distribución es disuelto en el agua de riego (0,6 a 0,8 g
CO2/L) por el sistema llamado carborain. Se admite que este método no mejora la
fotosíntesis significativamente, pero tiene efectos positivos en el crecimiento radicular
y la absorción de nutrientes.
El CO2 procedente de gases de combustión precisa de una red de transporte
adecuada, con tubos de aluminio si la temperatura es alta, o de PVC si es baja. La
distribución se hace mediante tubería de polietileno. Una red de tubo de lámina de
polietileno (de 50 mm de diámetro) perforado con agujeros (de 1 mm de diámetro)
cada 20 a 120 cm es una solución usual. Los conductos no deben superar los 40 m de
longitud. Se aconseja una presión en el principio del tubo de 750 Pa mediante un
ventilador. Las perforaciones en los tubos de distribución deben ser más frecuentes en
los finales de la red que en sus inicios.
El CO2 debe liberarse junto a las plantas. Inicialmente el tubo se sitúa sobre el
suelo. Posteriormente el tubo se eleva a la altura de los cultivos a medida que éstos
crecen. En invernaderos con cultivos en líneas pareadas, se emplea un tubo por cada
doble línea.
Como norma general, se aconseja un suministro mínimo de 4,5 g/h m2 o su
equivalente como gases de combustión de gas natural. Se puede realizar en cualquier
momento desde el amanecer hasta el anochecer, y en muchos casos se limita a las
horas centrales del día por motivos económicos.

4.4. ILUMINACIÓN ARTIFICIAL


La iluminación suplementaria tiene como principales finalidades el aumento de la
fotosíntesis (iluminación de día) y la modificación del período de luz (fotoperíodo, o
respuesta de las plantas a la alternancia de día o noche), para controlar la floración de
algunas especies ornamentales, mediante su acción sobre el fitocromo.
La iluminación artificial es frecuente en invernaderos sofisticados para cultivos de
alto valor añadido, en latitudes superiores a 40ºN en América y 50ºN en Europa. Su
empleo más extendido es en cultivos de flor cortada (rosa y crisantemo) y en la
primera fase de crecimiento de plantas jóvenes. En cultivos de hortalizas en el área
mediterránea, la iluminación artificial no es económicamente viable.
En relación con el fotoperiodo, hay tres categorías de plantas: de día corto
(florecen o aceleran su floración en días cortos), de día largo (florecen en días largos)
y neutras (su floración no depende de la duración del día). Para conseguir noches
largas se emplean pantallas de oscurecimiento sobre los cultivos. La transmisión de la
radiación solar en estas pantallas debe ser inferior al 0,1%, lo que se consigue con
láminas de polietileno negro o con tejidos negros. Por otro lado, se puede alargar la
duración del día o interrumpir la noche con iluminación de baja intensidad, típicamente
en torno a 0,5 W/m2 PAR, generalmente conseguida con lámparas incandescentes, y a
veces con fluorescentes.
Un aspecto primordial a considerar es el espectro de emisión de radiación de la
lámpara, en el intervalo PAR, a fin de que la radiación emitida sea lo más similar
posible a la PAR.

30
Los tipos de lámparas empleadas en invernadero son incandescentes,
fluorescentes y lámparas de descarga de alta intensidad. Las lámparas de
incandescencia son poco eficientes en convertir la electricidad en PAR (del orden del
6%) emitiendo la mayor parte de la energía en el rango infrarrojo. Se emplean para
control del fotoperiodo, o como complemento de otras lámparas, puesto que inducen
respuesta morfogénica.
Las lámparas fluorescentes son más eficientes que las incandescentes, con un
20% de eficiencia de conversión en PAR. Suelen ser de luz blanca, aunque las hay de
diversos colores. Son útiles en la germinación y en las fases iniciales del crecimiento
pero son poco empleadas, debido a que no son compactas y por tanto, sombrean
bastante, limitando la radiación solar diurna.
Las lámparas de descarga de alta intensidad se usan cuando se requieren altos
niveles de intensidad de radiación. Entre este tipo de lámparas están las de mercurio,
de halógenos, de sodio a baja presión, de sodio a alta presión y de xenón. Las de
mejor eficiencia energética (en conversión a PAR) son las de halógenos y de sodio, de
alta y baja presión, que alcanzan eficiencias del 26 al 27%.
En la elección de lámparas para iluminación complementaria, hay que
considerar las características de emisión de radiación de influencia morfogénica (luz
roja y luz roja lejana), además de su eficiencia energética (en conversión a PAR) y la
similitud del espectro de luz emitida con el de la radiación PAR. Las más usadas son
de vapor de sodio de alta presión, con una potencia unitaria entre 400 y 450 W, que
suelen instalarse ocupando hasta 10 m2 cada una, lo que proporciona una potencia
instalada cercana a 50 W/m2 y una PAR de 10 W/m2. Estas lámparas suelen
disponerse entre 1,5 y 2 m de altura, en marcos entre 2,2 x 2,2 y 3,2 x 3,2 m2 para
cubrir entre 5 y 10 m2 por lámpara.
Hay que valorar la uniformidad de la distribución de la luz recibida por las plantas
y evitar al máximo el sombreo de las lámparas, de manera que se reduzca lo menos
posible la radiación solar. Por ello, es preferible el empleo de reflectores rectangulares
que dan una distribución de luz rectangular, mientras que los reflectores redondos
distribuyen la luz en formas circulares que dificultan una aceptable uniformidad en la
iluminación.
El encendido del sistema de iluminación suele hacerse cuando el nivel de
radiación PAR natural baja de 10 o 15 W/m2. El día se prolonga hasta un total de unas
12 h, sin exceder de 16 h, pues esto es perjudicial para la mayoría de los cultivos. Sin
embargo, algunas especies como la lechuga, permiten iluminación permanente. Los
niveles de iluminación recomendados en hortalizas oscilan entre 12 y 24 W/m2 PAR en
pepino, pimiento y tomate, y entre 12 y 48 W/m2 PAR en berenjena y lechuga.
El suministro de energía de la red eléctrica para iluminación suele ser caro, por
lo que es frecuente recurrir a la cogeneración (producción simultánea de calor, que se
usa en calefacción, y de electricidad), que es más eficiente y barata, aunque con una
mayor inversión inicial. También depende de la posibilidad de acceder a tarifas
eléctricas nocturnas ventajosas. Actualmente, los invernaderos con sistema de
cogeneración en los países del Norte de Europa venden electricidad durante el día, al
tiempo que aprovechan el calor residual en calefacción y los gases de combustión
tratados en fertilización carbónica, y durante la noche compran energía eléctrica de la
red para iluminar artificialmente ya que es más barato que producir su propia energía.
El uso de la iluminación artificial no se ha extendido en el Sur de Europa. En la
proximidad de algunos núcleos urbanos del norte de Europa, su empleo se ha
prohibido por la mañana temprano y por la noche, debido a que altera los ritmos
biológicos naturales de las personas. Si se restringe su empleo resulta difícil de
rentabilizar.

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Para alargar la vida de las lámparas, no deben encenderse y apagarse con
frecuencia. Se recomienda mantenerlas encendidas durante 20 min como mínimo,
teniéndolas apagadas de 10 a 15 min, antes de encenderlas de nuevo.
Las lámparas aportan gran parte de la energía consumida en forma de calor (del
orden del 75%) lo que disminuye las necesidades energéticas, aspecto a considerar
en el manejo del sistema de calefacción.
Las lámparas deben protegerse de los sistemas de nebulización. La rentabilidad
de la iluminación suplementaria depende mucho de la habilidad del horticultor para
optimizar las condiciones culturales, a fin de evitar que otros factores puedan ser
limitantes de la productividad.

32 MASTER EN GESTIÓN Y DISEÑO EN PROYECTOS E INSTALACIONES


RESUMEN.
 Se incide en la importancia de la ventilación natural en el clima interior del
invernadero y se emplean balances de energía y materia para cuantificar
dicha relación

 Se presenta la ventilación natural y se analizan los efectos que la condicionan


(térmico y eólico)

 Se analiza cómo influyen sobre la ventilación natural, esto es, sobre el clima
interior, diferentes variables como el tipo de estructura del invernadero, las
características de las ventanas o la presencia de mallas anti-insectos

 Se exponen las principales características de la ventilación forzada

 Se indican los principales métodos de refrigeración por evaporación de agua y


sombreo y se exponen sus principales características

 Se citan los sistemas de deshumidificación más empleados en este tipo de


aplicaciones

 Se pone de manifiesto el interés que representa la fertilización carbónica en


cultivos intensivos y se explican los métodos más usuales

 Finalmente, se abordan las características de la iluminación artificial de


invernaderos y las propiedades de las luminarias más empleadas.

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