Teología de María: Ortodoxia vs. Roma
Teología de María: Ortodoxia vs. Roma
Aunque antes del siglo V las evidencias de veneración por la Santísima Madre de Dios
y Siempre Virgen María son desiguales, la existencia histórica y arqueológica de tal
veneración es indudable. Aunque las referencias a la Madre de Dios son pocas en el
Nuevo Testamento, los cristianos la veneran desde época muy temprana por su papel en
la encarnación de Cristo y esto es totalmente imposible ponerlo en duda. Hacia finales
del siglo II algunos escritos apócrifos, especialmente un texto llamado el Protoevangelio
de Santiago, que cuenta la historia de su concepción, nacimiento e infancia, circulaban
entre los fieles por devoción y amor a ella. El obispo Ireneo de Lyon enfatizó la
importancia de María en el nacimiento de Cristo como la antítesis de Eva: “Porque era
necesario…que una virgen deshiciera y destruyera la desobediencia virginal con la
obediencia virginal.” Los libros del Antiguo Testamento que habían profetizado el
nacimiento de la Virgen junto con todos los demás aspectos de la nueva preparación
proporcionaron una base mucho mayor para la el creciente exaltación culto en honor de
la Madre de Dios María.
Es interesante hacer notar que algunos de los textos del siglo IV que honran a la Virgen
María enfatizan su papel como santa. Una carta que sólo se conserva en copto, pero que
probablemente fuera escrita por el Patriarca Atanasio, describe a María como el modelo
ideal para las vírgenes cristianas: era tranquila y pura, modesta, amaba las buenas obras
y oraba constantemente a Dios. Quería hacer progresos todos los días y trabajaba
incansablemente para mejorar su estado espiritual.
Los comienzos del siglo V fueron el período en que la veneración el culto a la Madre de
Dios adquirió de repente una sanción oficial generalizada y la justificación teológica en
el Imperio bizantino. La controversia iniciada por Nestorio y Cirilo, Patriarcas de
Constantinopla y Alejandría, respectivamente, se centró en el título otorgado a María
como la “que da a luz a Dios”, o Theotokos, de María. La polémica estalló debido a sus
puntos de vista divergentes sobre la forma en que la humanidad y la divinidad se
combinaban en la persona de Cristo. No hay duda de que el grupo liderado por los
alejandrinos, que apoyaban la idea de que la Virgen hubiera dado a luz a Dios, estaba
motivado en parte por su reverencia por la propia María. Por otro lado, Nestorio
pensaba que su exaltación era desproporcionada para el papel que desempeñó realmente
en la encarnación de Cristo. También es probable que su verdadera humanidad, así
como la de su Hijo, estuviera comprometida por una alabanza tan exaltada.
Tras el triunfo de los alejandrinos en el concilio de Éfeso (431), se permitió que el culto
de la Theotokos se desarrollara con naturalidad. A partir de este período, la alabanza
litúrgica de la Madre de Dios, que aparece tanto en sermones poéticos como en himnos,
empezó a proliferar. A medida que se incluía en el calendario eclesiástico fiestas en su
honor durante el siglo VI, empezaron a componerse textos sobre su natividad, su
presentación en el Templo cuando era niña, la anunciación y su muerte. Otras fuentes
históricas comenzaron a recoger las intervenciones milagrosas de la Virgen en la
historia humana a partir del siglo VI. Es en este período que la ciudad de Constantinopla
adoptó a la Theotokos como su patrona y protectora especial.
La historia más famosa relacionada con el papel de la Madre de Dios como defensora de
la ciudad imperial es la del sitio de los ávaros y los persas en el año 626. Con estos dos
enemigos planeando un asalto combinado y muy bien organizado de Constantinopla por
tierra y por mar, la situación parecía desesperada. El emperador Heraclio estaba ausente,
en una campaña en Asia Menor, pero el patriarca Sergio, a cuyo cargo había dejado
Constantinopla, alentó a sus ciudadanos pidiendo ayuda a la Theotokos. El patriarca
organizó procesiones en torno a los muros de la ciudad, y en ella los clérigos y los laicos
llevaban iconos de Cristo y de la Madre de Dios y cantaban himnos y oraciones. Esta
implicación sin precedentes de todos los ciudadanos en la defensa de la ciudad pudo
haber jugado una parte determinante en la confianza de los enemigos. Los ávaros y
persas sufrieron una humillante derrota y finalmente se retiraron. Los propios bizantinos
atribuyeron su salvación a la protección divina. Según una fuente de aquella época, la
Virgen María había sido vista luchando desde los muros junto a los soldados. El sitio
del año 626 pronto entró a formar parte del folclore popular, y un famoso himno
llamado Akathistos, fue dotado de un nuevo prólogo que conmemoraba estos
acontecimientos.
«El cristianismo solamente con Cristo, pero sin la Madre de Dios: eso es esencialmente
una religión diferente de la Ortodoxia, y el protestantismo está separado de la Iglesia
no por algunas de sus doctrinas erróneas y por cercenamientos arbitrarios, sino
principalmente y de manera más esencial por su falta de sensibilidad hacia la Madre
de Dios». Así expresaba el arcipreste Sergij Bulgakov en el año 1927 su extrañeza por
la falta de veneración que hay en el protestantismo hacia la Madre de Dios. En ese
mismo año Bulgakov estremeció a los participantes de la Conferencia de Fe y
Constitución reunida en Lausana, con la afirmación de que todo acercamiento entre las
partes separadas de la Iglesia dividida debía ir precedido por la veneración común de la
Madre de Dios.
Una mariología ortodoxa es siempre una «teotokología», un aspecto especial de la
cristología; en consonancia con ello, los teólogos dogmáticos ortodoxos de escuela y los
catecismos ortodoxos renuncian a un capítulo «mariológico», algo a lo que la teología
dogmática católica no puede ya renunciar por principio desde el año 1854. En la
teología dogmática de Christos Androutsos no se encuentra ninguna sección que se
refiera, toda ella, a María la Madre de Dios. Y tampoco la «Teología dogmática
ortodoxa» del metropolita Makarij contiene ningún capítulo 'mariológico', pero contiene
significativamente tres párrafos de la cristología que hacen referencia, por su mismo
título, a la Madre del Señor: «§ 134. Jesús el Señor tiene una naturaleza humana; en
efecto, es el Hijo de la Virgen María»; § 135. Jesús el Señor, según su humanidad, nació
consecuencias de la unión hipostática en Jesucristo] b) en relación con la santísima
Virgen, la Madre del Señor de Jesús el Señor». Lo único sorprendente e infrecuente en
el catolicismo romano es que el título de «Virgen» aparezca con más frecuencia que el
título de «Madre de Dios», que es el título «mariológico» más importante en de la
teología ortodoxa.
a) La Madre de Dios es Virgen antes del parto, en el parto y después del parto. Cristo
«no nació de la voluntad de la carne, ni de la voluntad de un varón, sino de Dios»
(Jn 1, 13). La «zarza», que es símbolo de que «el fuego de la divinidad» no quemó
ni consumió a María, es símbolo también de que la Madre dio a luz siendo virgen y
siguió siendo virgen1. Corresponden aquí también los «tipos» de la «tierra no
sembrada»; del monte desde el que, sin que intervenga la mano del hombre, se
1
Theotokion del culto vespertino del sábado, segundo tono, Parakletike, 65
desprende una piedra. Y corresponde aquí sobre todo la imagen del pórtico cerrado,
por el cual sólo puede entrar el Señor 2. Por el hecho de que Dios entrara en ella, el
seno de María es «santo», es decir, es accesible únicamente a Dios 3. Por eso, el
interés de la teología ortodoxa se centra en la virginidad perpetua de María, no (o no
primordialmente) en ideas acerca de su ejemplaridad ética.
c) Por el hecho de haber dado a luz a Dios, la Madre de Dios es puente entre el cielo
y la tierra, es cumplimiento y realce de la imagen del Antiguo Testamento que
hablaba de la escalinata de Jacob (Gn 28). Por ella no sólo descienden los ángeles,
sino que Dios mismo desciende del cielo 7. Por consiguiente, también el atributo de
la escalinata se relaciona con la encamación. Este atributo no debe interpretarse en
sentido moral. Esta escalinata no tiene nada que ver con la escalinata de treinta
peldaños de la que habla Juan Clímaco. Principalmente, los tipos
veterotestamentarios que contienen en sí lo santo son interpretados como modelos
anticipados de la Madre de Dios: el vaso del maná, el «venerable vaso del Señor», la
«nube luminosa», el trono de Dios, su templo y tabernáculo santo. Ella es el arca de
la alianza y la morada viva de Dios.
d) Por eso, a María se la puede llamar también cielo o como «la que está más allá
del cielo», porque ella contiene y abarca en su cuerpo a Dios, el Infinito se limita
dentro de ella, Aquel que no se puede circunscribir, permite circunscribirse dentro
de ella. Siempre se trata de que en María se realiza el misterio: finitum capax
infiniti; «el que es incontenible es contenido en su seno».
Puesto que, cuando se habla de María, se habla siempre de Dios en ella, ya que en casi
todos sus iconos es representada con su hijo Cristo, se desvanecen los límites entre el
himno a Cristo y las alabanzas de la Madre de Dios. En los teotokios, más todavía que
en los poemas litúrgicos dirigidos a Cristo, se canta la cristología ortodoxa, la doctrina
de las dos naturalezas, el milagro de la encarnación. Y, así, se dice en el teotokion del
sexto tono, que se canta antes del rito de entrada, en el culto divino vespertino del
sábado:
2
Canon de la mañana del domingo, tercer tono, irmos de la novena oda: Parakletike, 152
3
Y, así, juzga san Ambrosio, en su Comentario de San Lucas, que José fue justo y que, por tanto, no
podía vulnerar el Templo del Espíritu Santo, la Madre del Señor, el seno del misterio de la encarnación:
Expositio Evangelii Secundum Lucam n 6: PL 14, 1635.
4
Theotokion de la hora de Tercia
5
Gregorio Nacianceno, ep. 101: PG 36,181; cf. Juan Damasceno, De fide orthodoxa III 12: PG 94, 1028
C.
6
G. Florovsky, The Ever-Virgin, 179
7
Séptima oda, canon de la Madre de Dios, domingo, primer tono: Parakletike, 13
¿Quién no cantaría el hecho de que dieras a luz sin dolor? Porque el Hijo
Unigénito, que irradia del Padre
al margen del tiempo, Él mismo brotó de ti, la Virgen pura, encarnándose de
manera inefable,
Aquel que según la naturaleza es Dios
y según la naturaleza se hizo hombre por nosotros:
no dividido en dos personas, sino conocido
en dos naturalezas que no se mezclaron...8
En virtud de esta estrecha relación, de esta casi identidad, las alabanzas dirigidas a
Cristo son aplicadas a la Madre de Dios. Así es como el más importante y hermoso
cántico de alabanza en honor de la Madre de Dios comienza por estas palabras de las
cuales deriva su título “Digno es en verdad” o “Axion Estin”: Digno es en verdad
llamarte bienaventurada, a ti que a Dios diste a luz; a ti, siempre dichosa e inmaculada,
Madre de nuestro Dios. A ti, más excelsa que los querubines, y sin comparación más
gloriosa que los serafines, a ti que sin perder la integridad diste a luz a Dios Verbo; a ti,
verdadera Madre de Dios, te ensalzamos9. Es justo en verdad (Axion Estin) magnificarte
¡Oh Theotokos! Siempre bienaventurada e inmaculada Madre de Dios nuestro, más
honorable que los Querubines e incomparablemente más gloriosa que los Serafines, tu
que sin mancilla diste a luz al Verbo Dios, verdaderamente eres la Madre de Dios, por
eso te engrandecemos.
La verdad teológica de que María dio a luz a Dios sin sufrir detrimento, no se contempla
aparte del signo que la anunciaba: «Así como la zarza ardiente no se consumía, así
también tú diste a luz virgen y seguiste siendo virgen» 10. Pero la Madre de Dios es «más
excelsa que los querubines, y sin comparación más gloriosa que los serafines», porque
los querubines y los serafines, según la angelología de Dionisio Areopagita, son -entre
todos los coros angélicos- los que más cerca se hallan de Dios, pero María está aún más
cerca de Él, porque ella «dio a luz a Dios Verbo», llegó a ser su vaso, la que lo contuvo.
En sentido «teotokológico», no en sentido moral -a diferencia de lo que se ve en el
escrito de san Jerónimo contra Helvidio11_ hay que explicar el interés del Oriente
cristiano por la perpetua virginidad de la Madre de Dios, conservada intacta después de
dar a luz a Cristo. El pórtico (Ez 44) por el que entra el Señor, es santo y está reservado
únicamente para Dios; el seno materno de la Madre de Dios es un templo santo, y no
debe ser profanado.
Es muy significativo cómo se enlazan aquí las referencias teotokológicas con las
eclesiológicas. Con la imagen del arca se aborda expresamente la referencia
eclesiológica. Pero la imagen del tabernáculo, que aquí debe entenderse seguramente
en sentido eclesiológico, es también en otras partes una imagen de aquella que
contiene en sí misma lo Santo, es decir, una imagen teotokológica.
A su vez, deben entenderse con toda claridad en sentido teotokológico las imágenes
del «incensario», que contiene el carbón ardiente y el aromático incienso, y el
«candelero». En el candelero se halla la luz de Cristo. Por el contrario, la vara que
milagrosamente está verde florece es imagen de la Virgen, que da a luz y, a pesar de
todo, permanece virgen.
Esta posición de la Madre de Dios, por ser quien ha llevado en su cuerpo a Dios y se
ha convertido en «trono de los querubines» y goza de παρρησία ante Cristo, son la
razón del culto común en las celebraciones litúrgicas ortodoxas, y en la vida de fe de
la Ortodoxia y que de alguna manera provoquen la irritación de los protestantes y que
incluso a los católicos romanos les parezca «exagerados», «atrevidos» y «audaces», tal
como teólogos romanos modernos han expresado. Sólo que esos enunciados no hay
que entenderlos en sentido «mariológico», sino que deben comprenderse en sentido
«teotokológico». Todos los enunciados «exagerados», «atrevidos» y «audaces» acerca
de la Madre de Dios se refieren al nacimiento del Redentor o a la intercesión de María.
En este sentido se le puede cantar como «Mediadora», como la que ha «redimido» y
como la «salvación de mi alma». Siempre puede y debe añadirse a esos llamados
enunciados «exagerados»: “... porque Tú diste a luz al redentor de nuestras almas” y
esta frase completa el sentido pleno y correcto ortodoxo.
La teología ortodoxa no sólo está caracterizada por «exageraciones» y «expresiones
audaces» que tratan de separar del resto de la humanidad a la Madre de Dios, sino que
también lo está por enunciados que afianzan en ella la humanidad y lo humano de
Cristo. «Con sangre inocente de María se preparó sobrenaturalmente la carne para el
Hacedor del universo»16. En el seno de María Él se revistió de carne. Esta idea es tan
importante, que la Iglesia ortodoxa conoce incluso una oración de acción de gracias a
14
Esta formulación se encuentra en la Apología 21 (BSEK 322). La convicción acerca de la intercesión de
la Madre de Dios fue compartida también por los estamentos evangélicos en Augsburgo en el año 1530,
sin embargo, para la eclesiología ortodoxa, cuando se habla de “Iglesias” no se refiere a otros grupos
creados fuera de la Única Iglesia de Cristo, sino a aquellas comunidades que, teniendo diferentes
administraciones jurisdiccionales, profesan la Única Fe Ortodoxa.
15
Paraclesis de la Madre de Dios
16
Culto matutino del domingo del quinto tono, irmos, novena Oda: Parakletike,246
María, después de la recepción de la comunión17, que no debe entenderse en sentido
«mariológico», sino «teotokológico».
Claro que en la teología bizantina tardía se efectuaron desarrollos teológicos que, sin la
constante corrección de los himnos y con la reavivación de temas mariológicos, no
«teotokológicos», de la Iglesia antigua, hubieran podido conducir y condujeron de
hecho en cierto grado a una independización de la mariología. Evidentemente, el interés
por la vida de los santos, desarrollado gracias a la actividad de Simeón Metafrastis
(siglo X), repercutió cada vez más intensamente en la veneración de la Madre de Dios y
en la mariología. Reflexionó teológicamente sobre María, entre otros, el gran teólogo
Nikolaos Kavasilas (nacido hacia 1320, fallecido entre 1363 y 1391), famoso por su
comentario sobre la liturgia y por su «Vida en Cristo»; junto a él, Gregorio Palamas y
Teofanes de Nicea (fallecido en 1280/1381) son también responsables de los nuevos
acentos que se fijaron en la doctrina acerca de la Madre de Dios.
En contraste con los enunciados puramente teotokológicos, nosotros en la fe ortodoxa
reconocemos la santidad personal absoluta de la Madre de Dios, su papel activo en la
economía de la salvación y su relación con la doctrina acerca de la Iglesia. En la
Santísima Madre de Dios y siempre Virgen María (como se la debería llamar siempre),
según la doctrina de Kavasilas, se alcanza la meta de la creación. Así como el árbol
tiende hacia el fruto, así también la creación tiende hacia la Madre de Dios. Ella es la
representante de la humanidad y el símbolo de la Iglesia. En María se muestra el poder
y la posibilidad de la humana συνεργία (sinergia - cooperación), que se hace patente en
la capacidad del ser humano, revelada en María, para llegar a ser Θεοτόκος (Theotokos -
Madre de Dios).
San Juan Damasceno, siguiendo a San Gregorio Nacianceno, acentuó una idea que se
condensó también en los poemas hímnicos de la Iglesia ortodoxa: la Madre de Dios no
es sólo un «canal», por medio del cual el Logos llegó a encarnarse, sino que Cristo tuvo
de ella su carne, su naturaleza humana, que es ομούσιος (Omousios - esencialmente
igual) a la naturaleza de todos los hombres 18. Georgij Florovskij recoge esta misma
idea, pero acentúa en relación con ella la intimidad de la relación de Madre a Hijo con
Cristo, y la participación, que esto significa, de la Madre de Dios en la obra de la
redención19. Con ello adquieren importancia en su pensamiento algunos rasgos que
aparecen en la teología de los Padres de la Iglesia, pero que habían quedado relegados
en la experiencia litúrgica de la Iglesia ortodoxa. Entre ellos se cuenta, por ejemplo, el
destacar la respuesta dada por la Madre de Dios al mensaje del ángel y la importancia
salvífica de esa respuesta. Esta especial acentuación del fiat de la Madre de Dios
corresponde al sinergismo ortodoxo. Corresponde también al paralelismo que se
establece entre Eva y María, un paralelismo que se encuentra ya en Justino Mártir 20, y
17
¡Oh! Santísima Madre de Dios, Luz de mi alma entenebrecida, mi esperanza y protección, mi consuelo
y alegría: Te doy gracias por darme la oportunidad a mí, indigno, de ser partícipe del Cuerpo y de la
Sangre de tu Hijo. Tú que diste a luz a la Verdadera Luz, ilumina los ojos de mi mente y corazón. Tú
que diste a luz a la Fuente de la Vida, revíveme a mí, muerto por el pecado, ¡Oh! Madre de Dios
misericordioso, llena de compasión. Apiádate de mi corazón, concentra mi mente distraída y alcánzame
la gracia de recibir el santo Sacramento sin pecado, desde ahora hasta el último día de mi vida, y que
siempre sea para curación de mi alma y de mi cuerpo. Concédeme lágrimas de arrepentimiento sincero, y
la gracia de una confesión completa; y permíteme alabarte y glorificarte todos los días de mi vida; porque
bendita y glorificada Eres por todos los siglos. Amén.
18
Juan Damasceno, Defide orthodoxa III, 12
19
G. Florovsky, The Ever-Virgin, 176s
20
Justino, Dial. 100: PG 6, 709.712; D. Ruiz Bueno, Padres Apologetas Griegos, B.A.C. (Madrid
21979) 451s
sobre todo en Ireneo de Lyon21, pero que en la poesía hímnica de la Iglesia ortodoxa no
desempeña ningún papel esencial.
La teología y la piedad ortodoxas conocieron y ensalzaron siempre la virginidad de
María antes del parto, en el parto y después del parto. Poner en tela de juicio esta fe en
lo intacto que permaneció el pórtico por el que entró Dios, seria una blasfemia.
El título más importante de María, y el más frecuentemente usado, no es el título de
Virgen, sino el de «Madre de Dios». Cabe indicar que ciertamente el titulo “Virgen” es
el único usado en el Credo Nicenoconstantinopolitano, pero en razón que para la época
era la manera de recalcar esa condición de la Madre de Dios.
Como doctrina ortodoxa obvia, presenta el autor Sarycev la convicción acerca de la
asunción corporal de María al cielo. De la concepción católica romana se separa el
hecho de que para la Iglesia ortodoxa «no existe ninguna necesidad de dar carácter de
dogma» a esta verdad22.
El concepto de «Mediadora» se utilizó ya en los himnos bizantinos. Pero el autor
Sarycev llama «Mediadora» a la Madre de Dios no sólo porque, por medio de ella, tuvo
lugar la unión de la naturaleza divina y de la naturaleza humana en Cristo, o porque su
intercesión maternal sea especialmente eficaz, sino también porque ella hace posible
nuestra entrada en la Iglesia, porque Cristo concede por medio de ella a la humanidad la
filiación divina. Y, por eso, a la Santísima Madre de Dios y siempre Virgen María se la
llama con razón «Mediadora de la salvación de nuestro género humano». La traducción
al eslavo eclesiástico del theotokion griego, aquí citado, de las vísperas del domingo del
tercer tono, había relacionado con razón el concepto μεσιτεσασα (mesitesasa-
intercesora) con la intercesión de la Madre de Dios y, por tanto, la había designado a
ella como hodatajstvovavsja, como la que ha realizado la intercesión. Ahora bien,
Vasilij Sarycev traduce literalmente, pero entendiendo erróneamente el término en
sentido más bien mariológico, como posredstovovavsaja, «Tú que has mediado».
Vasilij Sarycev, para sus exposiciones, se basa esencialmente en el tercer autor ruso que
mencionamos: el padre Sergij Bulgakov. Una de sus obras mariológicas más
importantes lleva el título: «La zarza ardiente que no se consumía», pero sin que se
ocupe de explicar detenidamente la imagen «teotokológica» de la «zarza». Por el
contrario, las exposiciones de Bulgakov -a diferencia de las de Sarycev- nos permiten
ver que él, en la doctrina acerca de la Madre de Dios, no presenta el consenso ortodoxo
general, sino que propugna una tendencia específica que se inclina a intensificar los
enunciados acerca de la Madre de Dios. Bulgakov va incluso un poco más allá que el
dogma de la Inmaculada Concepción, definido en el año 1854. En su opinión, no es un
dogma herético. «Nuevas herejías sobre la Madre de Dios aparecieron tan sólo en los
últimos tiempos, más que nada en el protestantismo, que rechazó por completo la
veneración de la Madre de Dios». Sin embargo, el defecto que muestra el dogma de
1854, lo ve Bulgakov, no sólo en el hecho de que sobre él se proyectara ya la sombra
del dogma de la infalibilidad papal, definido en el año 1870, sino también en la
circunstancia de haber dado una «expresión equivocada» «a la idea correcta de la
impecabilidad personal de la Madre de Dios», porque esa expresión se basaba en una
presuposición antropológica equivocada. Ésta consistiría, en la doctrina católica romana
acerca del donum superadditum. Según la antropología católica romana, el pecado
original significaría la pérdida del donum superadditum, de la ayuda sobrenatural que
preservaría del pecado al hombre, mientras que la naturaleza humana se inclinaría al
pecado, si no tuviera esa ayuda sobrenatural.
21
Ireneo, Contra haer. V 19.1: PG 7, 1175s
22
V. D. Sarycev, O pocitanii Boziej Materi, 81
Por medio de un acto especial de la voluntad divina, María habría sido liberada del
pecado original. Sin embargo, Bulgakov expone que semejante acto de arbitrariedad
divina destruye la libertad humana.
Nuestra Iglesia es un organismo vivo, que tiene a Cristo por cabeza, es la Iglesia del
Señor en la tierra, es la cristiandad original y pura, es el Cuerpo de Cristo en la
Tierra…” columna y baluarte de la verdad” (1ª Tim. 3:15) 31. La Iglesia Ortodoxa de hoy
28
1 JUAN 4: 20 Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el
que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto.
29
ROMANOS 13: 8 No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo,
ha cumplido la ley.
30
JUAN 3: 16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
31
1ª Tim. 3:15 si me retraso, sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios
viviente, columna y fundamento de la verdad.
pertenece a Cristo, sus miembros tratan de vivir en Cristo, como Él fue revelado,
entendido y enseñado en la Iglesia Primera e Indivisa.
La Iglesia de Roma cree que Santa Ana concibió a la Virgen sin mancha de pecado. La
Iglesia Ortodoxa cree y enseña claramente que la concepción de María fue natural y que
justamente por ello, es excelsamente meritorio que nunca se haya entregado o inclinado
al mal o en contra a la Voluntad de Dios, lo cual le hace inmaculada de pecado y
acreedora a toda la Gracia de Dios, debido a que, siendo humana, se santificó y mucho
más en el momento en que consiente y acepta la encarnación del Verbo en su seno,
convirtiéndose en la Perfecta Redimida y en la Madre de Cristo Dios. Aseverar lo
contario implicaría que Dios hizo un robot sin capacidad de decisión o libertad, que es
una de las cosas fundamentales que otorgó a los hombres al crearlos, esto haría de Dios
un contradictorio y así negaríamos que Él es Dios porque implícitamente sugerimos que
Él es capaz de contradecirse y que por ende hay error en El siendo imperfecto, y en Dios
no cabe ni el error ni la imperfección.
El Papa Pío IX, en la Bula Ineffabilis Deus, del 8 de Diciembre de 1854 definió
solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción de María: "Declaramos,
pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María,
en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y privilegio de Dios
omnipotente en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano,
preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios, por
tanto, debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles"32.-
c) Este privilegio y don gratuito le fue concedido sólo a la Virgen y a nadie más, en
atención a que había sido predestinada para ser la Madre de Dios.
(4) La enseñanza de que la Madre de Dios fue preservada del Pecado original, al
igual que la enseñanza de que ella fue preservada por la Gracia de Dios de
pecados personales, hace a Dios inmisericorde e injusto, porque si Dios podía
preservar a María del pecado y purificarlos antes de Su nacimiento, ¿por qué Él
no purifica a otros hombres desde su nacimiento, sino que más bien los deja en
pecado? De esto se sigue igualmente, que Dios salva a los hombres
independientemente de su voluntad, predestinando a algunos a ser salvos antes
de su nacimiento.
(5) Esta enseñanza, la cual parece que tiene como objetivo exaltar a la Madre de
Dios, en realidad, niega todas sus virtudes. Después de todo, si María, incluso en
el vientre de Su madre, cuando Ella no podía ni siquiera desear nada ya sea
malo, ya sea bueno, fue preservada por la Gracia de Dios de toda impureza, y
luego, fue preservada de todo pecado después de su nacimiento, entonces, ¿en
qué consiste Su mérito? Si ella podía ser puesta en una condición tal que no
pudiera pecar, y no pecó, ¿entonces para qué Dios La glorificó? Si Ella, sin
ningún esfuerzo, y sin tener ningún tipo de impulsos para pecar permaneció
pura, ¿entonces por qué Ella fue coronada más que cualquier otro? No hay
victoria sin ningún adversario.
No es una exaltación o una gloria más grande; sino un menosprecio para Ella, este
“regalo” que Le fue dado por el Papa Pío IX y por todos aquellos que piensan que ellos
pueden glorificar a la Madre de Dios buscando nuevas verdades. La Santísima María ha
sido glorificada enormemente por Dios mismo… tan exaltada es Su vida en la Tierra y
33
San Juan Crisóstomo, Comentario sobre Juan, Homilía 85; San Basilio el Grande, epístola 160
Su gloria en el Cielo, que invenciones humanas no pueden añadir nada a Su honor y
gloria. Lo que la gente inventa por sí misma, termina obscureciendo Su rostro ante sus
ojos. “Rebaño, mirad que ninguno os engañe por filosofías y vanas sutilezas, según las
tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según el Cristo”,
escribió el apóstol Pablo inspirado por el Espíritu Santo34.
Tal “vana sutileza” es la enseñanza de la Inmaculada Concepción por Ana de la Virgen
María, que a primera vista La exalta, pero de hecho La menosprecia. Como cada
mentira, se trata de la semilla de el “padre de la mentira” 35 el diablo, quien ha tenido
éxito engañando a muchos que no entienden que con estas ideas blasfeman contra la
Virgen María.
Junto con esta enseñanza, también debería ser rechazada toda otra enseñanza que
provenga de ella o le sea afín. El esfuerzo de exaltar a la Santísima Virgen en igualdad
con Cristo, atribuyendo a Sus torturas maternales en la Cruz una significancia
equivalente a la de los sufrimientos de Cristo, y así el Redentor y la “Corredentora”
sufrieron igualmente, de acuerdo a la enseñanza de los papistas, o que “la naturaleza
humana de la Madre de Dios en el cielo, junto con el Dios-Hombre revelan la imagen
completa del hombre”36- es igualmente una gran sutileza y una seducción de la filosofía.
En Cristo Jesús, no hay hombre ni mujer 37, y Cristo ha redimido a toda la raza humana;
entonces, en Su Resurrección hizo que “Adán danza de alegría y Eva se regocija”
(Kontaquio del domingo de los primeros y terceros tonos), y por Su Ascensión el Señor
levantó a toda la naturaleza humana.
De la misma manera las ideas, que la Madre de Dios es un “complemento de la Santa
Trinidad” o una “ cuarta hipóstasis”; así “el Hijo y la Madre son la revelación del Padre
a través de la segunda y la tercera hipóstasis”; que la Virgen María es una “creatura,
pero también no más una creatura” -todo esto es un fruto vano, falsa sabiduría que no
está en concordancia con lo que la Iglesia ha sostenido desde el tiempo de los
Apóstoles, sino que se esfuerza en glorificar a la Santa Virgen más allá de lo que Dios
La ha glorificado.
Así se cumplen las palabras de San Epifanio de Ciprus: “Ciertos obtusos, en sus
opiniones sobre la Siempre Santa Virgen, se han esforzado y se esfuerzan en ponerla en
el lugar de Dios”38. Pero, lo que es ofrecido sin sentido alguno a la Virgen María, en
lugar de alabarla, la blasfema; y el Todo y Único Inmaculado rechaza la mentira, siendo
la Madre de la Verdad (Jn. 14:6).
Es importante recordar que solo después de varios siglos de tensiones entre maculistas e
inmaculistas en occidente, el 8 de diciembre de 1954, Pío IX definía unilateralmente el
falso dogma de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios.
Los defensores del dogma capitaneados por los franciscanos y posteriormente por los
jesuitas, se habían basado durante siglos en las doctrinas de Duns Scoto, mientras que
los maculistas contarios al dogma y centrados sobre todo en las filas de los dominicos se
ceñían a la de Tomás de Aquino.
Lo que al principio se consideró una pía opinión fue ganando adeptos poco a poco hasta
hacer imposible la vida de los que defendían la opinión contraria que llegaron en el
siglo XVII y XVIII a tener prohibida la predicación en contra del error teológico. En la
34
Col. 2:8
35
Jn. 8:44
36
presbítero S. Bulgakov El arbusto sin quemar, p. 142
37
Gal. 3:39
38
San Epifanio, (“Contra los Antidikomarionitas”)
defensa inmaculista se mezclaron intereses religiosos y políticos tal como se puede ver
en la insistencia de los Austrias en la defensa del mismo.
Al final, en la bula Ineffabilis Deus, se declaró como dogma de Fe, que:
“...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima
Virgen María fue preservada inmune de toda mancha y de la culpa original en el
primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente,
en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada
por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles...”
No ha ocurrido lo mismo en la Iglesia Ortodoxa que constantemente invoca a la Madre
de Dios como purísima e inmaculada más como fruto de su santa ascesis. Occidente,
obviando esto y basándose en un erróneo concepto de pecado original en términos
puramente jurídicos tuvo como consecuencia que inventar este nuevo pseudodogma
para poder conservar la pureza de María.
En su afán legislativo sobre todo a partir de las tarifaciones 39 penitenciales irlandesas
que se trasladaron a toda Europa se desarrolla paralelamente una errónea concepción del
pecado original mediante la cual la humanidad entera queda presa de la culpa original, a
la que se trasmite el pecado de Adán desde el momento de la concepción, quedando así
manchados desde el seno de nuestras madres con una tacha moral que nos hace
incapaces, en nuestra propia naturaleza, de llegar a conocer y amar a Dios. Así pues, el
pecado de Adán es también el pecado de cada hombre nacido de mujer, manchándolo
irremediablemente desde el momento mismo de su concepción y por lo tanto
incapacitados esencialmente para la realización de cualquier obra buena.
¿Es esto la tradición constante y la fe de la Iglesia desde sus primeros siglos? ¿Es esto lo
que nos dicen los Padres y la Tradición?
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que los Santos Padres nunca hablan de
pecado original, sino de pecado ancestral y lo hacen refiriéndose al mismo como una
consecuencia del pecado de Adán que merma la plenitud del ser humano, más no lo
incapacita para que mediante la gracia y la comunión con Cristo pueda colaborar en la
tarea de su salvación. Se da así la colaboración de la voluntad humana con el poder y la
acción salvadora de Cristo. Es precisamente esta unión de colaboración y gracia lo que
hizo de la Madre de Dios la Panaghía, la Toda Santa o Santísima. Más sin esta culpa
sólo nació Cristo igual en todo a nosotros menos en el pecado y sus consecuencias.
Es muy sencillo comprender este misterio. Es Adán el que come del fruto del árbol
prohibido por Dios, es él que rompe el ayuno ascético impuesto por el Creador, Él es el
que desobedece a Aquél que lo formó del barro y le insuflo el espíritu de vida. Más no
somos nosotros los que desobedecimos, ni comimos del fruto, más sufrimos las
consecuencias terribles de este acto que hicieron que irrumpieran la muerte y el pecado,
por el pecado del primer hombre y sus descendientes sufren las consecuencias de este
acto, más no somos nosotros los que pecamos, sino él. El ejemplo resultará clarificador:
Si mi padre roba un banco y es condenado a prisión, no soy yo el que ha cometido
pecado de robo, ni seré yo el que pague en la cárcel la pena por el delito, más como su
hijo sufriré las consecuencias de su acto, creceré sin su compañía, me veré privado en
ocasiones de lo necesario y tendré que sufrir la vergüenza de verme señalado como el
hijo de un ladrón.
Así pues, nació María concebida de forma natural y no sobrenatural por sus padres los
justos Joaquín y Ana que en su ancianidad se vieron libres de la carga oprobiosa de la
infertilidad. Más fue concebida como todos los seres humanos y con las consecuencias
de esta culpa. No podría ser de otra manera y así debería de ser pues ella es el orgullo de
39
A cada pecado se le colocaba un valor o acto que debía ser ofrecido a Dios para conseguir el perdón
del mismo
nuestra raza. Si no, lo que hubiera nacido sería un engendro, se hubiera trastocado todo
el plan de salvación y sobre todo se hubiera quitado el libre albedrío que en la Madre de
Dios se manifiesta en el momento de la Encarnación, preguntando al Ángel y aceptando
libremente el plan de Dios sobre ella y su maternidad divina.
¿Más como es pues que la Iglesia la invoca como Panaghía?
Magníficamente lo expresan los textos de la fiesta de la Entrada en el Templo de la
Madre de Dios. Ella libremente colabora con la gracia y la acción del Espíritu Santo,
libremente y por medio de la ascesis, ayudada por Dios, huye del pecado manteniéndose
libre y alejada de él, rechazando al demonio. Es por esto que la Iglesia la ha considerado
la primera y el modelo de todos los ascetas, el ejemplo más perfecto de ascesis para
todos nosotros. Más Ella estaba también necesitada de Redención y es la primera de los
redimidos por Cristo. Dios no la pone fuera de la condición humana por ningún extraño
privilegio, ni hay ningún anticipo redentor; Ella en su libertad colabora plenamente con
Dios para el bien de todos los nacidos de Eva, es por ello la nueva Eva por la que viene
el bien para todos los hijos de Adán.
No hay una predestinación desde antes de todos los siglos pues esto sería una absoluta
barbaridad. Nadie, ni la Madre de Dios es predestinada a nada, pues si no fuera así se
vería privada de su libertad. Su santidad está en que siendo plenamente mujer optó
libremente por cumplir con la voluntad de Dios cada segundo de su vida y es esto lo que
causa que el Ángel al saludarla la llame “llena de gracia”. No hemos sido creados
ninguno de nosotros esclavos de ningún fatal destino, incluso tristemente podemos
rechazar la acción de la gracia y al mismo Cristo. Más Ella ante el misterio divino se
reconoce como la Sierva de Dios abierta totalmente al cumplimiento de su voluntad.
Esta es la causa pues de que los papistas añadieran esta nueva herejía, consecuencia de
sus errores sobre el pecado ancestral, el libre albedrío y la gracia, que han sido
ampliamente explicados por los Padres de la Iglesia.