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El Príncipe Castigado por Hadas

El príncipe cortó los árboles del bosque de las hadas para construir un palacio. Como castigo, una bruja lo maldijo con un hambre insaciable. El príncipe devoró todo lo que tenía pero nunca se saciaba, y tuvo que vender su reino y mendigar con su hija Mestra. Finalmente intentó comerse a Mestra, pero ella escapó transformándose en un pescador, y luego en la esposa de un ladrón para escapar del hambre de su padre.
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El Príncipe Castigado por Hadas

El príncipe cortó los árboles del bosque de las hadas para construir un palacio. Como castigo, una bruja lo maldijo con un hambre insaciable. El príncipe devoró todo lo que tenía pero nunca se saciaba, y tuvo que vender su reino y mendigar con su hija Mestra. Finalmente intentó comerse a Mestra, pero ella escapó transformándose en un pescador, y luego en la esposa de un ladrón para escapar del hambre de su padre.
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EL PRÍNCIPE

tuvieron un momento de vacilación, pero él, con un .lacha,


empezó a dar golpes sobre el gran roble que se levantaba en
el centro de la arboleda, exclamando:
HAMBRIENTO — ¡Aunque este árbol fuera un hada, y no solamente
su hogar, lo tiraría, para sacar de él las vigas que necesito
para mi palacio!
Al pronunciar estas palabras, hundió el hacha con
ABÍA una vez un príncipe tan frívolo y vano, todas sus fuerzas en el tronco del roble; se escuchó un

H que sólo pensaba en comer y beber. Cuando


tuvo edad suficiente, decidió levantar un gran
palacio donde poder agasajar a sus amigos con
gemido, y pareció que por la corteza corría sangre y no la
savia. Volvió el joven a hundir su hacha y al hacerlo, hojas
y bellotas se tornaron completamente blancas, mientras una
regios banquetes. Pero en el reino de su padre no había voz gritaba desde las ramas:
árboles suficientes para construir palacios; sólo existía una — ¡Hombre cruel y despiadado, no golpees más!
arboleda que nadie se atrevía a tocar, pues en cada uno de Éste es el árbol de las hadas, y si sigues haciéndole daño,
los árboles vivía un hada. nuestra reina te castigará.
El príncipe, empero, no se preocupaba en absoluto Pero el príncipe, riendo, contestó:
de las hadas o de sus árboles, y acompañado de sus amigos, — ¡Ten cuidado, hermosa hada, no sea que hunda mi
armados de sierras y hachas, se dirigió al bosque a cortar hacha en tu propia carne! Este árbol, y todos los que están a
los árboles necesarios para levantar su palacio. En aquel su alrededor, van a convertirse en vigas para mi palacio,
entonces, era más fácil construir con madera que con donde celebraré regias fiestas con mis amigos. Siguió
piedra, y se necesitaban grandes vigas y tablones para golpeando el árbol y la voz volvió a exclamar:
cualquier construcción. — ¡Pronto recibirás el castigo de tu maldad y tu
Al acercarse a la arboleda, los amigos del príncipe saña! Ten cuidado, pues soy el hada de este roble, y nuestra
reina me ama más que a todas las otras hadas. interior sin extinguirse nunca.
El príncipe rió burlonamente y siguió golpeando El hada tuvo que hacer un largo y peligroso viaje;
hasta que el árbol cayó en medio de un gran estruendo. pero, al fin, llegó a la cueva de la bruja, y le dio su mensaje.
Poco después, todos los robles y álamos yacían por el La bruja, que era sólo un saco de huesos y pellejos, al
suelo; y durante varias semanas se vio a los criados del escuchar las órdenes que el hada le llevaba, rió con una risa
príncipe cortar vigas y tablones, que los albañiles usa-ban que producía escalofríos y se frotó las huesudas manos.
en la construcción del palacio en donde el príncipe, una vez Después, se alejó corriendo y gritando jubilosamente entre
terminado aquél, se dedicó a agasajar a sus ociosos amigos las ráfagas del frío viento del norte.
con festines y banquetes que siempre terminaban ya muy Dormía el príncipe profundamente después de una
avanzada la noche. gran fiesta, cuando llegó la bruja; y empezó el joven a
El hada, mientras tanto, había ido al palacio de la soñar que estaba en su hermoso palacio, sentado ante una
reina de cuantos árboles, plantas y flores crecen en el mesa cubierta de espléndidos platos conteniendo los más
mundo, y le había suplicado que castigara al príncipe refinados manjares del mundo. Y en el momento en que se
malvado que había osado talar el bosque de las hadas. disponía a disfrutarlos y los llevaba a sus labios, se
—Será castigado —contestó la reina—. Sube a mi convertían en aire helado... Y era inútil que apretara los
carro tirado por dragones, y ve en busca de la bruja del dientes tratando de aprisionarlos, pues al morder, mordía
hambre. Vive muy hacia el norte, en una cueva abierta en la sólo aire.
árida montaña. Habla con ella y dile que le ordeno que vaya Se despertó, tembloroso, sintiendo un hambre voraz,
al palacio del príncipe y arroje sobre él. su maldición para y ordenó que le trajeran inmediatamente toda la co¬mida y
que sufra siempre de hambre y cada día sea más terrible; todo el vino que pudiera haber en el palacio. Veinte
que se le convierta en un fuego rabioso que arda en su cocineros se atarearon preparando suculentos platillos; doce
criados le servían, llenaban y volvían a llenar su copa. Pero ratoncillos; vendió, finalmente, su reino para obtener
mientras más comía, más aguda se tornaba su hambre; y comida y vino, y llegó a ser tan pobre que tuvo que salir a
mientras más bebía, más le atormentaba la sed. Sin mendigar por los caminos con su hija Mestra, lo único que
embargo, el vino nunca se le subía a la cabeza; y se pasó podía llamar de su propiedad.
días, semanas y meses, devorando cuanto le ponían Padre e hija se internaron en países extraños,
enfrente, pero consumiéndose al mismo tiempo, como si no siempre mendigando un trozo de pan; y el príncipe se
hubiera probado, durante años, ni un miserable trozo de detenía, como los animales, a devorar la más insignificante
pan. hierbecilla que encontraba en su camino, y mordía aun las
Se suspendieron las grandes fiestas en el palacio; el duras cortezas de los árboles.
príncipe se sentaba, completamente solo, a comer y a beber. Un día, cruzando una árida región, no lejos de las
Sus padres, el rey y la reina, afligidos y avergonzados por arenosas playas del mar, el príncipe, sintiendo un hambre
el terrible destino a que había sido condenado el príncipe, atroz, decidió comerse a su propia hija. Pero la joven, al
daban toda clase de disculpas a los que venían a visitarlo: darse cuenta de las intenciones de su padre, huyó
—No está. . . Está enfermo, pues un jabalí le hincó aterrorizada, implorando la ayuda de las hadas del profundo
los colmillos. . . Se fue a la montaña a vigilar y a contar sus océano, quienes, compadecidas de Mestra, le concedieron
rebaños. . . No puede ver a nadie pues se hirió durante los el poder de cambiar de forma.
juegos.. . Corrió el príncipe tras ella y cuando creyó que la
Y murieron, embargados por la desesperación, al ver alcanzaba, desapareció la joven repentinamente, y sólo
que, a pesar del tiempo transcurrido, nada podían hacer por quedó a la orilla del mar un alto y fornido pescador.
salvar a su hijo. —Te deseo un mar en calma, y que muchos peces
El príncipe, acosado por su hambre insaciable, piquen en tu anzuelo
devoró sus rebaños y su ganado, sus caballos y sus mulas, y —le gritó el príncipe impacien¬te—. Pero, dime, por
hasta al pequeño minino que lo divertía al atrapar a los favor, hacia dónde se dirigió la joven que corría por aquí
hace unos momentos; su cabello estaba en desorden, y sus la siguiente ciudad, la vendió como esclava, ordenándole
ropas eran sólo harapos. ¡Acabo de verla, precisamente que más tarde usara sus poderes y se reuniera con él al otro
donde estás ahora! ¡Mira, aquí mismo se pierden sus lado de la población.
huellas! Y de esta manera viajaron de país en país, vendiendo
Mestra, que no era otra que el pescador, comprendió el príncipe a Mestra en todas las ciudades, yéndose con ella
que las hadas del mar la habían escuchado, y encantada al más tarde, pues siempre lograban burlar al comprador; la
oír a su padre preguntarle a ella misma, hacia dónde se joven se transformaba en algún animal y huía sin que nadie
había dirigido, contestó con la voz del pescador: sospechara la verdad El padre, con el dinero obtenido en
—No lo sé. Sólo yo he estado en esta playa; te juro la venta, conseguía calmar, aunque malamente, su hambre.
que no he visto a nadie más. Pero un día, cometió el error de vendérsela a un
El príncipe se sintió profundamente decepcionado, ladrón de nombre Autlico, cuya especialidad era robar
pues comprendió que no podía matar al fornido pescador ganado y cambiarle el color para reconocerlo y Mestra no
para comérselo; y tuvo que contentarse con un pescado que pudo escaparse, ni él la dejó, pues la convirtió en su esposa
en ese momento sacaba el hombre del agua. para que le ayudara en sus rol.
La joven, mientras tanto, había estado pensando que, El príncipe hambriento, al perder a su hija.. y con
con el poder que le habían dado las hadas, podría escapar ella el modo de conseguir dinero para comer, se adentró en
en cualquier momento de su padre, convirtiéndose, por el desierto, donde murió de hambre debido a su poco amor
ejemplo, en un pájaro. Así que volvió a tomar su forma a los árboles y al castigo que por ello recibió.
original, con gran asombro del príncipe.
Este, al contemplar nuevamente a Mestra por su
parte, que su problema para conseguir comida, estaba
solucionado con los poderes mágicos de su hija. Al llegar a
* Tomado del libro: “HABÍA UNA VEZ” (título
original en inglés: Once Long Ago), los mejores cuentos
infantiles de todo el mundo, relatados por Roger Lancelyn
Green,ilustrado por Vojtech Kubasta .versión castellana de
Mercedes Quijano de Mutiozábal . Publicado por Editorial
Novaro-México . Primera Edición 1964

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