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Libro Completo Flor y Canto Del Nacimiento de Mexico PDF

Este documento describe la conquista de México como un suceso único en la historia. A pesar de que los indígenas mexicanos eran numerosos y valientes, los españoles lograron conquistarlos gracias a una increíble serie de coincidencias y malentendidos que muchos creyeron que fueron intervenciones milagrosas de Dios. La conquista se debió más a la astucia y alianzas tácticas que a la superioridad militar.

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Este documento describe la conquista de México como un suceso único en la historia. A pesar de que los indígenas mexicanos eran numerosos y valientes, los españoles lograron conquistarlos gracias a una increíble serie de coincidencias y malentendidos que muchos creyeron que fueron intervenciones milagrosas de Dios. La conquista se debió más a la astucia y alianzas tácticas que a la superioridad militar.

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I

LA CONQUISTA DE MEXICO

El choque de dos mundos

México insólito hasta en la geografía.- Antes cultura que


técnica.- Un "Imperio Mexicano" que jamás existió.- Una
increíble serie de coincidencias.- Caso único en la historia.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 1)

Al centro un dibujo de la Cruz Española, la Cruz Pontenzada. A la izquierda el Quincunce Mexicano, que aparece
en el tocado de Huehuetéotl, el dios del fuego teotihuacano. En Laurette Sejourné, Pensamiento y Religión en el
México Antiguo, p. 104.

México es una tierra insólita, donde todo es al


revés. Nuestra propia geografía es rara: Un país tropical, pero
en el que hay de todo un mucho, hasta de lo más imposible de
concebir junto: pluviselvas y desiertos, mar y montaña, hielo y
fuego, y todo a la vista lo uno de lo otro. Para criterios del
Viejo Mundo, el sitio ideal para los grandes asentamientos humanos
hubieran sido los inmensos ríos y fértiles llanuras del norte,
nunca nuestras montañas, pantanos, selvas o eriales; pero es
precisamente allí donde nuestros antepasados indios sientan sus
reales para levantar sus fantásticas ciudades.
En Europa aprenden primero a comer, y después a
adornarse o a instruirse: la técnica precede siempre a la cultura.
Aquí nunca se pasa de la edad de piedra, aun la rueda -que se
conoce- se ignora como instrumento técnico; pero en arte,
astronomía y matemáticas superan a todos los contemporáneos. La
conquista misma es fácil malentenderla, como de hecho la
malentiende la historia oficial, pese a su ridículo chauvinismo:
Aparentemente, unos crueles indios habían formado un gran imperio,
sojuzgando a todos los demás; pero, en el fondo, todos eran tan
débiles y tontos, que se dejaron embaucar y esclavizar por una
gavilla de bandidos blancos, quienes, con la alevosa superioridad
de sus armas de fuego, los derrotaron y sometieron en un dos por
tres...

La realidad es que ese "Imperio Mexicano" jamás


existió. Los indios nada tenían de tontos, y menos de débiles: los
mismos españoles tardaron más de 200 años en conquistar por
completo a los mayas, que estaban para entonces en plena
decadencia, y jamás pudieron por completo con las tribus del
norte, los "Chichimecas", más famosos más tarde como "Pieles
Rojas", que no sólo los tuvieron en jaque durante toda la Colonia,
sino que después siguieron manteniendo a raya no sólo a la
desarrapada República Mexicana, sino también a los ultra-poderosos
Estados Unidos. Simplemente el número de los indios del México
central, que hay quien calcule hasta en 30 millones (1), hubiera
hecho imposible una conquista por enfrentamiento militar directo.

De esto estaban perfectamente concientes los


contemporáneos. No sólo Cortés y todos los demás siempre afirmaron
que sin la ayuda de Dios nada hubieran podido, sino observadores
más críticos también lo analizaron así. El P. Joseph de Acosta, un
jesuita que es el más científico y reflexivo de los historiadores
antiguos, escribe textualmente: "Quien estima en poco a los
indios, y juzga que que con la ventaja que tienen los españoles de
sus personas y caballos, y armas ofensivas y defensivas, podrán
conquistar cualquier tierra y nación de indios, mucho se engaña.
Allí está Chile, o por mejor decir, Arauco y Tucapel, que son dos

1
.- Quien menciona 30 millones es Clavijero: "..esta monarquía contenía el año de 1518 treinta millones de
habitantes" (CLAVIJERO S.J. Francisco Javier: Historia Antigua de México, Ed. Porrúa, Col. "Sepan Cuantos" no.
29, 8a. Edición, México 1987, Libro X, 7a. Disertación, no. 2: "Población del Anáhuac", pp. 561-570.) Clavijero
refuta y diserta a través de 10 páginas, valiéndose de relatos de los contemporáneos. Bartolomé de las Casas no
aventura cifras, pero sí afirma que el territorio "en torno quasi de la ciudad de México e a su rededor, donde
cabrán quatro y cinco grandes Reynos, tan grandes e harto más felices que España. Estas tierras eran las más
pobladas e llenas de gente que Toledo e Sevilla y Valladolid y Zaragoza juntamente con Barcelona, porque no ay
ni uvo jamás tanta población en estas ciudades quando más pobladas estuvieron..." (LAS CASAS Fr. Bartolomé de:
Brevísima Relación de la Destrucción de la Indias, Ed. Fontamara, 5a. Edición México 1992, p. 58). Estudios
más minuciosos y más recientes, basados en investigaciones objetivas, disminuyen un tanto esos números, pero
poco, haciendo hincapié en el inmenso número de la población india y su aterrador desplome a la llegada de los
españoles. Cfr. COOK, SHERBURNE F y LESLEY BIRD SIMPSON: The Population of Central Mexico in the Sixteenth
Century, Berkeley y Los Angeles, 1948. IberoAmericana 44, y COOK, SHERBURN E F. y WOODROW BORAH: The Indian
Population of Central Mexico 1531-1610.
valles que ha más de veinte y cinco años, que con pelear cada año
y hacer todo su posible, no les han podido ganar nuestros
españoles cuasi un pie de tierra, porque perdido una vez el miedo
a los caballos y arcabuses, y sabiendo que el español cae también
con la pedrada y con la flecha, atrévense los bárbaros y entran
por las picas, y hacen su hecho. ¿Cuántos años ha que en la Nueva
España se hace gente y va contra los chichimecos, que son unos
pocos indios desnudos, con sus arcos y flechas, y hasta el día de
hoy no están vencidos, antes cada día más atrevidos y
desvengonzados? [...] No piense nadie que diciendo indios, ha de
entenderse hombres de tronchos; y si no, llegue y pruebe.
Atribúyase la gloria a quien se debe, que es principalmente a Dios
y a su admirable disposición, que si Moctezuma en México y el Inga
en el Perú, se pusieran a resistir a los españoles la entrada,
poca parte fuera Cortés, ni Pizarro, aunque fueron excelentes
capitanes, para hacer pie en la tierra." (2).

Mendieta, otro historiador, franciscano, también


de la época, considera milagro el propio descubrimiento de América
(3), y traslada a México lo que Acosta aduce de Chile: "Y aun los
españoles en días pasados les tuvieron harto miedo (A los
chichimecas) [...] pelean desnudos [...] es cosa increíble con qué
espantable ferocidad menosprecian el resto de los que se les ponen
delante, aunque sean hombres armados y caballos encubertados [...]
son tan alentados, ligeros y sueltos en el correr, que por
maravilla los alcanzan los caballos. Muchos ejemplos se podían
contar del estrago que han hecho en los españoles, pero basta uno
solo que acaeció cerca de un paso que llaman la Entrada de las
Bocas, adelante de Zacatecas, donde no muchos de los chichimecas
desnudos, con sus solas flechas de caña, dejaron muertos a una
capitanía de más de cincuenta soldados, armados ellos y sus
caballos a uso de guerra, con arcabuces y lanzas, sin escapárseles
uno solo que llevase la nueva". (4). Si eso hicieron "no muchos de
los chichimecas desnudos", imaginemos que habría podido hacer una
nación de 30 millones, en el ápice de apogeo militar... ni
teniendo ametralladoras hubieran podido unos pocos miles de
blancos con semejante masa. Por otra parte, los españoles, aunque
incultos los más de ellos, no eran simples bandidos, y traían
2
.- ACOSTA Joseh de: "Historia Natural y Moral de las Indias". Primera edición en Sevilla, 1590. Fondo de
Cultura Económica, México, 1a. reimpresión de la 2a. Edición, 1979, Libro VII, cap. 28, p. 375.

3
.- "... entendamos no haber sido negocio humano, ni caso fortuito, sino obrado por divino misterio, y que
aquel piloto y marineros pudieron ser llevados y regidos por algunos ángeles para el efecto que se siguió, y
que finalmente escogió Dios por medio e instrumento a Colón para comenzar a descubrir y a abrir en camino de
este Nuevo Mundo donde se quería manifestar y comunicar a tanta multitud de ánimas que no lo conocían [.. y
que] Fr. Juan Pérez de Marchena insistió a Colón a la prosecusión de esta empresa y no lo dejó volverse atrás
[...] no por ciencia humana, sino por alguna revelación divina..." (MENDIETA O.F.M. Fr. Jerónimo de: Historia
Eclesiástica Indiana, Editorial Porrúa, 2a. Edición facsimilar, México 1971, libro I, cap. 1, p. 15.).

4
.- Ibidem, libro V, prólogo, pp. 732-3.
consigna de nunca atacar sin ser atacados, que casi siempre
respetaron religiosamente (5).

Los españoles vieron, -muy crédulamente a veces-


un continuo sucederse de "milagros" con los que Dios colaboraba
con ellos, y lo encontraron lógico, puesto que estaban luchando
contra su enemigo el Demonio: "Sucedieron en esta conquista de
México muchas cosas maravillosas, y no tengo por mentira ni por
encarecimiento, lo que dicen los que escriben, que favoreció Dios
el negocio de los españoles con muchos milagros, y sin el favor
del cielo era imposible vencerse tantas dificultades y allanarse
toda la tierra al mando de tan pocos hombres." (6). Y a la verdad,
y prescindiendo de todo maniqueismo, hasta el observador menos
cándido no puede menos de constatar una increíble serie de
coincidencias y malentedidos, ni comprobar, con un examen un poco
más atento, (Que intentaremos hacer), que ésta fue la razón
vertebral de la conquista. Un ateo no podría explicase ésto sino
por un fatal y ciego sucederse de "casualidades", pero un creyente
no puede sino reconocer un designio explícito y firme de la
Providencia.

Mas esto plantea un problema, un grave problema:


En toda la historia de la Humanidad en vano se buscaría un caso
como éste, de un pueblo que, como pueblo -no como individuos-,
fuese tan heroicamente fiel a su religión, y que todo lo que
sacase a cambio -aparentemente al menos- fuera que Dios lo
"premiara" entregándolo inerme a la masacre y a la esclavitud.

Eso sería lógico para quien no tiene fe: "El pez


grande se come al chico", (En este caso, "grande" y "chico" no lo
serían por poderío militar, sino ideológico, como veremos); PERO,
a los ojos de un creyente, eso no tiene sentido: Dios nunca podría
"premiar" en forma tan inícua el heroísmo de quien le ha servido
tan a fondo, aun en el error... Así que hay que ver las cosas más
de cerca, de modo que empecemos por examinar a sus protagonistas:

5
.- Cfr. Supra. Apéndice: "Requerimiento" p.
6
.- ACOSTA: Historia Natural y Moral..., Libro VII, cap. 26,
pág. 371.
II

LOS AZTECAS

Mendigos y nó guerreros.- "Pueblo del Sol".- Mezcla incoherente


de religiones.- Creación del hombre actual.- La sangre "joya
líquida".- El hombre salva al Dios.- Imperialistas religiosos.-
Organización del gobierno indio.- Una "nobleza" que no existió;
unos "esclavos" que no lo eran.

ILUSTRACION
(Libro negro, pagina 5)

Lámina 3a. cap. 5 del Atlas de Durán: Fundación de la Gran Tenochtitlan. (El personaje central del grupo de la
derecha lleva en la tilma el jeroglífico de su nombre: Tenoch: Tuna de piedra.)

Para empezar, no se llamaban así, (ese nombre


lo generalizaron los españoles, y se puso de moda hasta el siglo
XIX), sino "mexicas" o "tenochcas", y eran una tribu relativamente
recién llegada al escenario principal de la historia
precortesiana: el Valle de México.

Aquí se habían ya sucedido cultura tras


cultura, con un ritmo invariable que recuerda a las mareas, en el
que una tribu salvaje llegaba y destruía a su antecesora, ya
civilizada, civilizándose a su vez ella misma, sólo para caer
puntualmente víctima de la siguiente invasión. Los mexicas, sin
embargo, no habian llegado en son de guerra, sino como mendigos
miserables que, después de peregrinar de un sitio a otro, en 1323
acabaron estableciéndose precariamente en los lodazales del centro
del lago:
"Y cuando vinieronlos mexicas
ciertamente andaban sin rumbo,
vinieron a ser los últimos [...]
No fueron recibidos en ninguna parte.
Por todas partes eran reprendidos [...]
Así en ninguna parte pudieron establecerse,
sólo eran arrojados,
por todas partes eran perseguidos.
Vinieron a pasar a Coatépec,
vinieron a pasar a Tollan.
Vinieron a pasar a Ichpuhco,
vinieron a pasar a Ecatépec,
luego a Chiquiuhtepetitlan.
En seguida a Chapultepec [...]"

"Y ya existía señorío en Atzcapotzalco,


en Coatlinchan,
en Culhuacán,
pero México no existía todavía.
Aun había carrizales,
donde ahora es México" (7).

Hay que aclarar que esas continuas expulsiones y


rechazos (a veces francas fugas), se las tenían bien ganadas, pues
eran gente literalmente "de armas tomar", nada simpáticos ni aun a
quien los tenía de aliados. Cuando, por ejemplo, habían conseguido
la buena voluntad del Tlatoani de Culhuacán, en cuyo territorio
residían y con cuya gente habían emparentado por matrimonios, le
pidieron a su hija para convertirla en diosa de la guerra. El
Tlatoani accedió, sin imaginarse cuan literal era el designio de
los aztecas, quienes, con fiel apego a lo declarado, la
sacrificaron, (convirtiéndola así en diosa), y no contentos con
eso, trajeron a su padre para que viniera a adorar al sacerdote
que se había revestido de su piel desollada.

7
.- INFORMANTES DE SAHAGUN: Códice Matritense de la Real
Academia, fol. 196v y 197r. Apud LEON PORTILLA: Los Antiguos
Mexicanos.., cap. 1, pp. 38-9.
Esto lo habían hecho por orden de su dios,
Huitzilopochtli, y por supuesto provocó una guerra. Huyendo de
ella fue como vinieron a ampararse en ese sitio inverosímil: Al
peor lugar de una isla fangosa en el noroeste del lago salado.
Traían, no obstante, una convicción indeleble: la de ser, nada
menos, que "el pueblo del Sol", convicción que los llevó, en menos
de dos siglos y contra toda expectativa, a convertirse en dueños
del Anáhuac ... pero que sería la misma que habría de paralizarlos
ante los españoles. Esa fuerza y esa debilidad, esa grandeza y esa
miseria fueron siempre la absoluta entrega con que vivieron su
religión, de modo que nadie puede entenderlos sin entender algo de
ella y de su historia.

Al fundar su miserable caserío en el barro no


eran otra cosa que tributarios de Atzcapotzalco, que a su vez lo
era de Texcoco, dueño de todo el Valle e ilustre además por la
rancia prosapia de ser los primeros pobladores. Los mexicas
tuvieron más tarde el atrevimiento de querer emparentar con ellos,
pidiendo una esposa para su Tlatoani Acamapichtli, pero fueron
despachados con cajas destempladas (8), lo cual dejó sembrada una
venenosa semilla de rencor, que presto germinó y creció porque el
Señor de Atzcapotzalco, Tezozomoc, se valió de ellos para
destronar y asesinar a su legítimo soberano, Ixtlilxóchitl,
Tlatoani de Texcoco. apoderándose de todos sus territorios, y
añadiendo insulto a la injuria, puso a linajuda Texcoco bajo la
sujeción de la desarrapada Tenochtitlan: "hiço Repartimiento de
los tres Reinos (conviene a saber) del de Tetzcuco, Cohuatlychan,
y Huexotla, dando el Tetzcucano al Rei de Mexico, porque le avia
aiudado en la Guerra, que avia hecho contra èl; y el de Huexotla,

8
.- "El primer Rei Mexicano que huvo (que diò principio a la Monarquia Mexicana) fue Acamapichtli,
Hombre del Linage y Gente Mexicana, el qual fue electo en Rei, por la misma Republica, y Pueblo de estas Gentes
Mexicanas. La causa de su Eleccion, fue, aver crecido en numero, y estar mui rodeados de Enemigos, que les
hacian Guerra, y afligian. [...] El qual, como era Moço Soltero, determinò de tomar Muger, luego que se vido
Rei, y por estender su Nobleça, no la quiso de las Doncellas de su Pueblo, sino que fuese Hija de vno de los
Reies, sus Comarcanos. Para lo qual, embiò à pedirla al Rei de Tlacupa, vna legua de su Ciudad, el qual no
quiso darsela, por no tener à los Mexicanos, por Gente Noble, ni Principal, y despidiò à sus Mensageros, con
palabras desabridas y afrentosas; [...] Hiço la misma Peticion, al Señor de Azcaputzalco, y bolvieron con el
mismo recado; porque asi el Señor de un Pueblo, como el del otro, eran de vna parcialidad; y Padre, y Hijo,
entrambos fueron a Tetzcuco, por ver si tenian mas ventura, con los Aculhuas, [...] despachò su Mensage, y
embajada al Rei de Cohuatlychan, diciendole, que si no se lo tenia a sobervia, le suplicaba le hiciese merced,
de darle vna de sus Doncellas, por Esposa, y que estimaria el Dòn, como verdadero Criado. Oida la humilde
peticion del Mancebo, y satisfecho de como le avian levantado por Rei, los Mexicanos, embiòle una de sus Hijas,
llamada Ylancueitl..." TORQUEMADA O.F.M. Fr. Juan de: "MONARQUIA INDIANA" ("LOS 21 LIBROS RITUALES Y MONARQUIA
INDIANA"), Introducción por MIGUEL DE LEON PORTILLA, Edición facsimilar, 3 volumenes, Editorial Porrúa, Sexta
Edición, México 1986, Libro Segundo de los veinte y un Rituales, y Monarquía Indiana , cap. XIII, pp. 95-96.)
"... No goço de nombre de Rei absoluto (pues tributaba al de Azcaputzalco) y con esta Pension, muriò a los
veinte y vn Año de su Govierno; y dejando Hijos, que le fueron sucediendo en el Señorio..." (Ibidem, p. 98.).
al Señor, y Rei de Tlatelulco por lo mismo; y èl se quedò con el
de Cohuatlychan, aunque mandando à todos, que le reconociesen à
èl, como a Señor Comun, y Universal; y de aqui quedò el
reconocimiento que tuvo Tetzcuco a Mexico..." (9).

No obstante, a la muerte de Tezozomoc le


sucedió su hijo Maxtla, que resultó tan peor tirano que México
cambió de bandera, uniéndose a Netzahualcóyotl, hijo fugitivo del
asesinado Ixtlilxóchilt, y con ayuda de Tacuba, hacia 1428
consiguieron derrotarlo y matarlo, iniciándose así una "Triple
Alianza" de México, Texcoco y Tacuba que, teóricamente, era
igualitaria. Sin embargo, la igualdad no era sino teórica, pues
desde un principio el Tlatoani de México se apoderó de la parte
del león: "hicieron sus Conciertos y Capitulaciones, y entre ellas
vna, que de todo lo que se ganase, concurriendo los tres, se diese
la quinta parte al Rei de Tlacupa, y el Tercio de lo que quedase à
Neçahualcoiotl; y lo demas a Itzcohuatzin como à Cabeça Maior y
Suprema..." (10). Todo eso, por supuesto, abonó la semilla de odio
mutuo que ya ahondaba sus raíces entre ellos y que acabaría siendo
la razón fundamental de la victoria de los españoles cuando éstos
entraron en escena menos de un siglo después.

La fuerza para que unos andrajosos


advenedizos consiguiesen elevarse a tanto en tan corto tiempo, la
obtenían de su convencimiento de ser "pueblo del Sol", apalancada
en una religiosidad totalizante y abrumadora, igual que la de
todos sus coterráneos: "Puédese afirmar por verdad infalible -
asegura Mendieta- que en el mundo no se ha descubierto nación o
generación de gente más dispuesta y aparejada para salvar sus
ánimas (siendo ayudados para ello), que los indios de esta Nueva
España." (11), y Sahagún no se queda atrás: "En lo que toca a
religión y cultura de sus dioses no creo que ha habido en el mundo
idólatras tan reverenciadores de sus dioses, ni tan a su costa,
como estos de esta Nueva España; ni los judíos, ni ninguna otra
nación tuvo yugo tan pesado y de tantas ceremonias como le han
tomado estos naturales por espacio de muchos años.." (12).

En su religión, según Mendieta,


"diferentemente relataban diversos desatinos, fábulas y
ficciones.." (13). De hecho ésta consistía en una mezcla,
9
.- Ibidem, cap. XXI, p. 114.

10
.- Ibidem, cap. XXXX, p. 146.

11
.- MENDIETA: Historia Ecca.: libro IV, cap. 21, p. 437.

12
.- SAHAGUN O.F.M. Fr. Bernardino de: Historia General de las Cosas de la Nueva España, Editorial Porrúa,
Col. "Sepan Cuantos.." no. 300, México 1975, Prólogo, pp. 19-20.

13
.- MENDIETA: Historia Ecca.: libro II, cap. 1, p. 77.
(Ciertamente incoherente para nuestros gustos de exactitud), de
las creencias de los pueblos agrícolas anteriores a ellos, que
veneraban dioses del fuego, del agua, del maíz, etc., y la suya
propia, aun típica de nómadas cazadores, de cuño astral (14). Sus
antecesores admitían sin discusión que que el Anáhuac pertenecía a
Quetzalcóatl, un rey mítico divinizado, que había instruido en
todas las artes a sus afortunados súbditos, creando una edad de
oro, por la que todos seguían suspirando, en la que los frutos de
la tierra crecían gigantescos, el algodón nacía ya coloreado, y
todo mundo era feliz, sin guerras ni sacrificios humanos. Pero ese
"Shangri-La" acabó de repente cuando un dios rival, Tezcatlipoca,
medio diabólico y medio identificado después con el dios tribal de
los propios mexicas: Huitzilopochtli (15), consiguió hacerlo
pecar, embriagándolo. Esto ya en sí era entre ellos un crimen
gravísimo, penado con la muerte, y, además, durante su borachera
había cometido toda clase de indignidades, por lo que después,
lleno de arrepentimiento y de vergüenza, se había purificado
arrojándose al fuego y autoexilándose, aunque prometiendo volver
algún día a reasumir la posesión de sus tierras. Estas, pues,
teológicamente hablando vinieron a quedar de "bienes mostrencos",
y fue ese vacío de poder divino lo que ellos, "Pueblo del Sol",
aprovecharon para instalarse como dueños, aunque con la amarga
certeza de que eso no era más que un arreglo provisional.

Libres de toda preocupación de coherencia,


sostenían también que el Sol, (Que se llamaba Tonatiuh, pero que
identificaron también como Huitzilopochtli), había creado a los
hombres. Para esto se coló al propio Infierno, el Míctlan,
robándole al benevolente esqueleto que lo gobernaba,
Mictlantecutli, huesos de hombres muertos anteriormente en alguno
de los cuatro mundos anteriores, que habian acabado, los cuatro,
en desastre por incuria de sus habitantes. Al cabo de varias
peripecias, al salir del Míctlan con su botín de huesos, los molió
y redujo a fino polvo con la ayuda de un elemento femenino, la
diosa-madre Cihuacóatl, con su propia sangre los amasó, y, de esa
pasta forjó a los hombres. La sangre, pues, que los humanos
llevamos en las venas es sangre divina, y la llamaban con
reverentes títulos: Teóatl, "Agua de dios", Xochíatl, "Agua de
Flores", y, sobre todo, Chalchíhuatl, "Agua de Jade", es decir,
"La Joya líquida", "el Agua preciosa".

14
.- Para una idea de estos mitos y de la religiosisad india, cfr. CASO Alfonso: El Pueblo del Sol, Fondo
de Cultura Ecómica, México 1953, y SEJOURNE Laurette: Pensamiento y Religión en el México Antiguo, Breviarios
del Fondo de Cultura Económica, México 1957.

15
.- "..Tezcatlipuca e Vicilobuchtli. Estos dos demonios decían ser hermanos e dioses de la guerra,
poderosos para matar. destruir e subjetar, el primero dicho hermano mayor, y el segundo hermano menor. A estos
tenían por dioses principales en México y en todas las tierras y provincias sujetas a México.." MOTOLINIA Fr.
Toribio: Memoriales o Libro de las Cosas de la Nueva España y de los Naturales de ella, U.N.A.M., Instituto de
Investigaciones Históricas, Edición de Edmundo O'Gorman, México 1971, 1a. parte, cap. 17, no. 126, p. 61.).
El Sol, a su vez, había nacido en forma
virginal de la vieja diosa madre, La Tierra: Coatlícue Tonátzin,
quien después de haber parido a su esposo Ilhuícatl: el Cielo
innumerables hijos, (Coyolxauhqui, la Luna, y los Centzonhuiznahua
o Centzontlatoa, las Estrellas), vivía en retiro monacal, en su
templo del Tepeyácac. Estando ahí un día, barriendo, le cayó de lo
alto un manojito de plumas preciosas, que se echó al seno,
sintiéndose en seguida embarazada. Al darse cuenta de ello sus
otros hijos, indignadísimos, pretendieron matarla, pero al
intentarlo nació su nuevo hermanastro, el Sol, quien con
serpientes de fuego los mató a todos ellos (16).

Reinó glorioso entonces, en un cielo sin


competidores, llenó con su luz al universo, creó a los hombres, y
todo parecía que iba a salir a pedir de boca, cuando sus
hermanastros se repusieron y lo mataron a su vez, falleciendo él
en un mar de sangre: el crepúsculo vespertino...

Fue a dar a los abismos del mundo


subterráneo, donde fué pasto de los monstruos que lo redujeron a
esqueleto. Y ahi se hubiese quedado para siempre, de no haber
intervenido los hombres, sus hijos, que, brindándole su sangre,
que era la suya propia que antes él les diera, le permitieron
recobrarse e iniciar así la perenne lucha cíclica en que vivimos,
de constante guerrear entre el Sol, la Luna y las Estrellas. Todo
el Cosmos, por tanto, no era algo estable y tranquilo, sino una
situación de precario equilibrio en la que los hombres eran
esenciales, ya que si, por un descuido, llegara a faltarle al Sol
su alimento, el "jade líquido", aunque sólo fuera por unas horas,
moriría para siempre: fenecería este "Quinto Sol".

Quién sabe de dónde sacaron los aztecas la


tan modesta idea de ser, por antonomasia, "El Pueblo del Sol"; hay
quienes creen que la inventaron sus jefes, después, cuando
empezaron a lanzarse a las conquistas en gran escala, para tener
un pretexto y una mística que las inspirase; pero no parece que
haya sido así, pues de siempre la traían y las órdenes de su dios,
que se la reiteraba, eran seguidas ciegamente y a costa muchas
veces de terribles penalidades mucho antes de que hubiesen
adquirido fuerza militar o política, y los mismos pueblos
sometidos, aunque los acusaron ante Cortés de mil abusos, nunca lo
hicieron de haber falsificado la historia a su favor (17). Sea

16
.- Una excelente traducción de los textos que narran los mitos del origen del mundo, del hombre y de
Quetzalcóatl, puede verse en Lecturas Universitarias, No. 11. Antología de Teotihuacan a los Aztecas. Fuentes e
Interpretaciones Históricas. U.N.A.M., 2a. Reimpresión, México 1971, cap. V, no. 1, pp. 471-84. Cfr. también
APENDICE, p.....

17
.- Fue mucho después, ya bajo el dominio español y quizá para congraciarse con los nu evos amos, que
algunos indios se adhirieron a la idea de que la conquista los había liberado de un yugo no sólo político y
como fuere, al momento de la llegada de los blancos, la aceptaban
sin discusión y en aras de ella murieron, como veremos. La
necesidad de alimentar constantemente al Sol, extendida después a
muchos otros dioses, los llevó a convertirse en conquistadores,
aunque sólo muy relativamente en imperialistas, pues los
conquistados quedaban en la práctica enteramente libres,
limitándose ellos a cobrar sus tributos. El "Imperio Mexicano", de
hecho jamás existió.

El fulgurante triunfo y ascensión de los


mexicas, de nómadas salvajes a refinados dueños del Anáhuac, no
había dado tiempo a que se estratificaran en su sociedad clases
hereditarias fijas, y, al llegar los españoles, persistían la
sencillez un tanto rústica de la tribu con la ya visible
complejidad del imperio. Iban en rápido camino de establecer una
aristocracia de sangre, pero ésta aun no se consolidaba y su
gobierno podrfa calificarse aún de "básicamente democrático",
aunque bastante distinto de nuestro concepto de Democracia.

El nervio y base de la sociedad lo


constituían los "macehualtin", los "macehuales", (singular:
"macehualli"), que eran agricultores, artesanos y,
simultáneamente, soldados. Un grupo en fuerte ascensión por su
poder económico eran los comerciantes, "pochteca", pero, al igual
que en el Japón feudal, sus riquezas no les conferían prestigio,
antes debían mostrarse modestos y discretos. Había también un
enorme número de sacerdotes profesionales y célibes.

La "Nobleza" como clase social en sentido


europeo, simplemente aún no existía. Había rangos, no clases
sociales, si bien ya estaba próximo el nacimiento de esa

militar, sino también religioso, puesto que los aztecas habían "inventado" la guerra y los sacrificios en su
propio provecho, corrompiendo la inocencia de los demás: "..venían haciendo ofrenda ante él de los corazones y
la sangre de los cautivos, y comían su carne, de modo que lo enseñaron a los demás y los mecitin [se hicieron]
comedores de carne humana por voluntad de su gran tlacatecólotl ["Brujo"]. Porque no lo sabían todos los que
habían poblado por doquier, no eran comedores de carne humana. Lo que ofrendaban ante los que eran sus dioses
era sólo la sangre de los animales; y la ofrenda que superaba, la gran ofrenda, [era cuando] de gollaban
codornices ante los que eran sus falsos dioses. Porque en ningún lugar estaba extendida la guerra, el combate,
en ninguna parte se habían levantado mojoneras, simplemente toda la gente estaba repartida en la tierra que
habían merecido [..] Y él, el tlacatecólotl de los mecitin, enseñó lo que no es bueno, lo que no es recto, pues
enseñó la enemistad, el combate, el sacrificio humano, el canibalismo. Y todas las cosas que ordenó su
tlacatecólotl a los mecitin no eran buenas, no eran rectas, eran espantosas, eran temibles. No las conocían
todos los diversos pueblos que habían venido primero..." (CASTILLO Cristobal del: Historia de la Venida de los
Mexicanos y otros Pueblo e Historia de la Conquista, traducción y estudio introductorio de NAVARRETE LINARES
Federico, Edición bilingüe del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Colección Divulgación, Proyecto
Templo Mayor, México 1991, 1a. parte, cap. 3, nos. 5 y 6, pp. 137-138.) Del Castillo es un indio o mestizo que
escribe en náhuatl, que problablemente nació poco después de la conquista y murió ya en el siglo XVII. Su
visión, aunque no se declara miembro de ninguna etnia particular, es claramente la "oficial" española, de
hostilidad contra los mexicas.
categoría, pues el prestigio de ser hijo de un padre ilustre
contaba mucho y permitía una mejor educación, inscribiendo a ese
hijo en una no codificada casta de "Pipiltin". "Pilli", (singular
de "pipiltin"), significa simplemente "hijo", pero ya había pasado
a adquirir el sentido español de "hijo-de-algo": "hidalgo", primer
paso a una nobleza de casta. Aun así, un pilli, en principio no
tenía derecho a nada, y si quería ascender en la jerarquía
militar, civil o religiosa, tenía que esforzarse igual que
cualquier otro, y de no hacerlo era inexorablemente degradado. Las
riquezas y el control de la tierra no eran aún instrumento de
poder y prestigio, pues su propiedad se veía aún como algo
comunal, cuyo usufructo se distribuía conforme a las necesidades y
los méritos: A los honores por méritos se añadían las riquezas, y
nó al revés. Todavía un esclavo podía llegar a ser Señor, y
viceversa.

Los "esclavos": Tlatacotin, eran un rango


social sin equivalente europeo: excelentemente tratados, siempre
liberables, por sí o por otro, exentos de toda clase de carga
civil o militar (18). Eran más bien individuos que penaban un
castigo, o voluntariamente se habían vendido en manos de otro por
deseo de zafarse de responsabilidades, cosa explicable si se toma
en cuenta la durísima presión competitiva de la sociedad guerrera
en que vivían.

En cuanto a su gobierno, la tribu estaba


dividida en 20 CALPULLIS (Literalmente: "Grupos de casas"), que
los españoles tradujeron "barrios" y "clanes" los modernos. Cada
uno tenía vida civil propia, con sus propios colegios, ejército,
templos, y cada uno elegía, por períodos indeterminados, a sus
gobernantes, como se sigue haciendo hoy en los pueblos indígenas:
"No se hacía esta elección por escrutinio o por votos, sino que
todos juntos, confiriendo los unos con los otros, venían a
concertarse en uno." (19). Los principales de cada calpulli eran
tres: el CALPULLE, especie de secretario-tesorero, el TEOCHCAUTIN,
jefe de la policía, y, el más importante: el TLATOANI, "El que
habla", que era quien regía todo el calpulli en conjunto, quien no
poseía, pero controlaba la tenencia de la tierra, otorgando a cada
macehual una parcela al casarse, aumentándosela a cada hijo que le
naciese o retirándosela si la dejaba sin cultivar más de tres años
consecutivos y quien representaba al Calpulli en el TLATOCAN, que
era la asamble de todos los tlatoanime, junto con representantes
del Clero y la Milicia.
18
.- "Ningún hijo de esclavo ni esclava, que es mucho más, quedaba hecho esclavo, ni aunque fuese hijo de
padre y madre esclavos. [..] Cada esclavo podía tener mujer y pegujal, del cual muchas veces se redimían;
aunque pocos se rescataban, como ellos no trabajaban mucho y los mantenían los amos. " LOPEZ DE GOMARA
Francisco: Historia de la Conquista de México, Biblioteca Ayacucho no. 65, Caracas 1979, cap. 226, pág. 344.

19
.- SAHAGUN: Historia General, libro 8, cap. 18, p. 473.
Esta asamblea, el TLATOCAN, era quien
efectivamente gobernaba México, y lo hacía a través de cuatro
ejecutivos: la jefatura del culto, cargo dividido en en dos, cuyos
raros nombres: QUETZALCOATL TOTEC TLAMACAZQUI, "Serpiente
emplumada, sacerdote de nuestro Señor", y QUETZALCOATL TLALOC
TLAMACAZQUI. "Serpiente emplumada sacerdote de Tláloc", hablan
bien claro de la mezcla aún no asimilada de las las dos religiones
y de la preeminencia de Quetzalcóatl; el jefe del ejército, que
tenía otro no menos raro apelativo: "Mujer Serpiente", CIHUACOATL,
un nombre de la diosa-madre que ya también aclara la importancia
conferida a la guerra; el "Jefe sobrestante": HUEY CALPIXQUI, que
atendía a los asuntos internos, y el otro, el más importante, el
HUEY TLATOANI, "Gran Tlatoani", cuyo cargo vendría siendo una
especie de "Ministro de Relaciones Exteriores", pues era su
responsabilidad el trato con los otros estados, en especial la
importantísima decisión de guerra o paz, pero que también
desempeñaba funciones judiciales y ejecutivas, que hacían de él
una figura tan singular que necesita ser mejor explicada:
"Cuando moría el señor o rey, para elegir otro
juntábanse los señores que se llaman Tecutlatoque , y también los
viejos del pueblo que llamaban Achcacauhtin ; y también los
capitanes, soldados viejos de la guerra, que llamaban
Yaotequiuaque, y otros capitanes que eran principales en las cosas
de la guerra, y también los sátrapas que llamaban Tlenamacazque o
Papauaque . Todos estos se juntaban en las casas reales, y
escogían uno de los más nobles de la línea de los señores
antepasados, que fuese hombre valiente, ejercitado en las cosas de
la guerra, osado y animoso, y que no supiese beber vino; que fuese
prudente y sabio, que fuese criado en el Calmécac, que supiese
bien hablar, fuese entendido y recatado, y animoso y amoroso, y
cuando todos, o los más, concurrían en uno, luego lo nombraban por
señor..." (20).

Su funciones, y el aprecio de que gozaba,


podemos juzgarlos por la oración fúnebre que entonaba a su muerte
el Sumo Sacerdote: "..¡Ay dolor, que ya se nos acabó nuestra
candela y nuestra lumbre, el hacha que nos alumbraba del todo la
perdimos! dejó en perpetua orfandad y perpetuo desamparo a todos
sus súbditos e inferiores [...], viviente el que murió [el
pueblo] estaba amparado debajo de sus alas, tenía tendidas sobre
él sus plumas [...] ¡Oh pobrecitos de los macehuales que andan
buscando su padre y su madre, y quien los ampare y gobierne, bien
así como el niño pequeñuelo, que anda llorando buscando a su
madre y a su padre cuando están ausentes, y recibe gran angustia
cuando no los halla. ¡Oh pobrecitos de los soldados y hombres de
guerra [...]! ¿A quién apellidarán? Cuando tomaren algún

20
.- Ibidem.
cautivo, ¿a quién lo presentarán? Y si les cautivaren ¿a quién
darían noticia de su cautiverio, para que se sepa en su tierra que
es cautivo? ¿A quién tomará por padre y por madre para que en
estos casos semejantes le favorezca, pues que ya es muerto el que
hacía esto, que era como padre y madre de todos? No habrá ya quien
llore ni suspire por los cautivos, porque no habrá quien dé
noticia de ellos a sus parientes. ¡Oh pobrecitos de los
pleiteantes [...]! ¿quién los juzgará y pacificará y los limpiará
de sus contiendas y porfías? Bien así como el niño cuando se
ensucia, que si su madre no le limpia estáse en su suciedad, y a
aquellos que se revuelven unos con otros, y se abofetean y apuñean
y aporrean, ¿quién pondrá paz entre ellos? Y aquellos que por
estas causas andan llorosos y derramando lágrimas, ¿quién los
limpiará y remediará sus lloros? ¿Podránse ellos remediar a sí
mismos por ventura? Y los que merecen muerte, ¿sentenciarse a sí
mismos por ventura? ¿Quién pondrá el trono de la judicatura?
¿Quién tenderá el estrado del Juez, pues no hay ninguno? ¿Quién
ordenará y dispondrá las cosas necesarias al bien del pueblo,
señorío y reino? ¿Quién eligirá a los jueces particulares, que
tendrán cargo de la gente baja, por los barrios? ¿Quien mandará
tocar el atambor y pífano para juntar gente para la guerra? Y
¿quién juntará y acaudillará a los soldados viejos y hombres
diestros en la guerra?" (21).

Se suponía que una gente "que fuese prudente


y sabio, criado en el Calmécac.. entendido y recatado, animoso y
amoroso", iba a tener siempre el buen gusto de ser modesto y
morigerado, y tanto más si estaba vigilado por cuatro colegas que
limitaban su poder, pero ese poder en la práctica era inmenso,
pues era visto como dios. Es decir, no era adorado como Dios, pues
todos sabían que era tan hombre como todos, pero tomaban
terriblemente en serio la idea de que era representante -"imagen"-
de Dios: "..sois imagen de nuestro señor Dios y representáis su
persona, en quien El está descansando y de quien El usa como de
una flauta, y en quien El habla y con cuyas orejas El oye [..]
aunque sois nuestro prójimo en cuanto al ser de hombres, en cuanto
a oficio sois como Dios. Aunque sois nuestro prójimo y amigo, hijo
y hermano, no somos vuestros iguales, ni os consideramos como a
hombre, porque tenéis ya la persona y la imagen y conversación y
familiaridad de nuestro señor Dios.." (22).

Suena, pues, a una figura cuasidivina, como a


un gran Padre y Dueño de todo, pero no era exactamente así, ya
que, pese a tan enorme autoridad y prestigio, el Huey Tlatoani no
era un jefe absoluto: su autoridad le venía del Tlatocan, que
además le ponía contrapesos elegiendo a "otros cuatro señores que

21
.- SAHAGUN: Historia General, libro 6, cap. 5, nos, 9-20, pp. 309-10.

22
.- Ibidem, libro 6, cap. 10, pp. 324-5.
eran como senadores, que habían siempre de estar al lado del señor
y entender en todos los negocios graves del reino" (23). Su
puesto, y los de todos los demás eran electivos, sus titulares
podían ser llamados a cuentas por el Tlatocan, ser depuestos y aun
condenados a muerte si fallaban, "de donde se puede entender -
razona Acosta- que entre estos, el rey no tenía absoluto mando e
imperio, y que más gobernaba a modo de cónsul, o dux, que de rey;
aunque después, con el poder, creció también el mando de los reyes
hasta ser puro y tiránico.." (24). Al menos en México NO eran
hereditarios, y si de hecho fueron siempre cubiertos por miembros
de la misma familia, esto no obedeció a un derecho dinástico, sino
a que el Tlatocan consideró que esa estirpe había demostrado ser
buena, y no veían razón para cambiarla.

Todo esto es lo que era Moctezuma Xocoyotzin,


(O Motecuhzoma, como se dice correctamente), a la llegada de los
españoles, y por eso le tocó tratar con ellos, y eso mismo fueron
Cuitláhuac, Cuauhtémoc, y todos los demás "reyes" o "emperadores"
que imaginaron éstos, es decir, no un soberano absoluto, dueño de
un estado patrimonial, sino "a modo de cónsul, o dux", lo que, sin
embargo, no quería decir que, en la práctica, no tuviese un poder
tan grande que un desequilibrado bien podría hacerles trizas todo,
como estuvo a punto de pasar con él, modelo de humildad, trabajo y
sencillez hasta su elección, mas ésta lo vino a trastonar como una
droga, precipitándolo en un maratón de megalomanías, que no
acabaron en desastre porque otro desastre mayor, la venida de los
blancos, acabaría antes con él... y con infinitos más.

En fín, la sociedad mexicana presentaba un


cuadro asaz diferente de la española, y diferentísimo del que los
españoles creyeron ver. El choque con ellos iba a ser demoledor
(25).

23
.- Ibidem.

24
.- ACOSTA: Historia Natural.., Libro VII, cap. 11, pág. 337.

25
.- Un excelente resumen del tema puede encontrarse en SOUSTELLES Jacques: " La vie quotidienne des Aztéques
a la vielle de la Conquête Espagnole", Editorial "Hachette", París 1955, capìtulo II: "La Societé et l'Etat au
début du XVIe. Siècle", pp. de 62 a 121.
ILUSTRACION
(Libro negro, pagina 13)

La fundación de México-Tenochtitlan: Un escudo y unas flechas ("In mitl in chimalli", metáfora de la guerra,
sostienen la piedra de la que nace el nopal sobre el que se posa el águila. Arriba una cabaña indica la
construcción del templo de Huitzilopochtli y, a la derecha, una calavera espetada el primer sacrificio.
También se indica la división en cuatro "barrios" y las primeras conquistas, Culhuacán y Tenayucan, que se
simbolizan con un templo en llamas. Códice Mendocino.

III

LOS ESPAÑOLES

Una "España" inexistente.- El Cristianismo como lucha militar


contra quien no lo profese.- Lesa Majestad divina.- Racismo no
racista.- Sociedad por Acciones.- Los teólogos de Burgos
prohiben la Conquista.- "Exhortar" y "requerir" antes de atacar.-
México desconocido durante decenios.- Hernández de Córdoba.-
Primera gran cultura descubierta.

ILUSTRACION
(Libro negro, pagina 15)
Lámina en que aparece un portaestandarte a caballo seguido de otros jinetes. Pintura indígena, muy
influenciada ya por la española, de las muchas que ilustran las obras de Fray Bernardino de Sahagún, llamadas
"Códice Florentino" por el lugar donde se conserva el original.

También es fácil malentender a nuestros otros


protagonistas, uniformándolos en ese cliché ilusorio de
"españoles". Una cosa que puede sonar de primera impresión
absurda, pero que es rigurosamente cierta, es que "España" NO
conquistó México, ni tampoco "los españoles", aunque así se
llamaran ellos mismos. La verdad es que, además de que "la
Conquista" fue una guerra de indios contra indios, provocada y
manipulada por unos pocos blancos, estos no eran de "España", sino
de CASTILLA: Fray Francisco de Aguilar O.P., que en su juventud
peleó con Cortés, detalla una lista de nacionalidades: "...hubo
gente de Venecia, griegos, sicilianos, italianos, vizcaínos,
montañeses, asturianos, portugueses, andaluces y extremeños."
(26), en la que, como puede verse, aunque figuran gentes tan
inesperadamente exóticas como venecianos y griegos, brillan por su
ausencia los catalanes, valencianos, mallorquinos o cualesquiera
súbditos del Reino de Aragón (27), (y no olvidemos que la
procedencia nacional de los "conquistadores" espirituales fue aun
más variada, pues los tres primeros frailes fueron belgas, y más
tarde, entre la mayoría española, hubo italianos, franceses, y
hasta por lo menos un danés.). Y esto no es un dato ocioso de
erudición histórica, sino una realidad que tuvo grandes
repercusiones en el futuro de México, pues Aragón, que tampoco
había tomado parte en la reconquista de
Granada, aunque mucho menos poblado, era un reino más o menos bien
organizado y disciplinado, en tanto que Castilla era un caos donde
campeaban por sus fueros la venalidad y la corrupción política
(28) que, como ya veremos, tuvieron mucho que ver con nuestra
26
.- AGUILAR Fray Francisco de: Relación Breve de la Conquista de la Nueva España. (Se publicó por primera
vez en los Anales del Museo Nacional de México, tomo VII, la. época, entrega 1 de julio de 1900, pp. de 3 a 25)
U.N.A.M. Instituto de Investigaciones Históricas, 7a. Edición, México 1977, Segunda Jornada, p. 66.

27
.- Aunque Bernal Díaz menciona a "un catalán" desde el capítulo 26, el primer súbdito aragonés que pisó
México, que sepamos, fue Miguel Diaz de Aux, que llegó en 1520, buscando nó a Cortés, sino a Alvarez Pinedo,
enviado por Garay, gobernador de Jamaica que prentendió tomar posesión de los nuevos territorios (Cfr. DIAZ DEL
C. cap. 133, p. 274). Así mismo, el primer valenciano fue un Pedro el de la Arca que también vino en la primera
expedición de Garay. (Cfr. DIAZ DEL C. Historia Verdadera, cap. 60, p. 100.)

28
.- Un buen estudio a este respectop puede verse en PUIGROSS RODOLFO: La España que conquistó el Nuevo
Mundo, B. Costa-Amic Editor, "Colección Ciencias Sociales", 5a. Edición, México 1976,
historia.

España apenas comenzaba a existir como nación:


muy pocos años antes, resistía aún un reino musulmán en suelo
ibérico, y los mismos Reyes Católicos lo eran de reinos
celosamente distintos, que sólo se unirían en su nieto, Carlos I
de España y V de Alemania, y no sin serios líos y rebeliones. Hoy
mismo, oyendo hablar de la ETA, de protestas de catalanes, astures
y demás, se da uno cuenta de que su unidad política no está del
todo consolidada que digamos... En aquel entonces, apenas era poco
más que un proyecto. La unidad lingüística era incipiente, en
torno a la lengua de Castilla, (Hoy ya existe, bastante a la
fuerza, pero todavía es fácil toparse con con catalanes o vascos
que se enojen de oír mentar al castellano como "español".), y no
existía -ni existe- homogeneidad racial: de semiafricanos a rubios
de ojos azules hay, hasta la fecha, toda la gama que uno guste.

Sin embargo, en un punto todos concordaban


sin la menor discrepancia: su RELIGION. Morenos o rubios, vascos o
extremeños, todos eran cristianos, sincera, profunda y hasta
fanáticamente cristianos, o, más exactamente, católico-romanos, y
todos entendían el serlo de manera idéntica: como una lucha
militar contra quien no lo fuese. La religión de Cristo floreció
en suelo ibérico casi desde que nació, en el siglo I, acompañando
ahí -no siempre pacíficamente- al Judaismo, que era muy anterior.
Más tarde, a principios del siglo VIII, forzó su arrolladora
entrada una nueva religión oriental: el Islam, y durante siglos
las tres convivieron con inevitable influencia mutua e inesperada
fraternidad (29), pero ésta fue degenerando en lucha, de modo que
cuando se descrubrió el Nuevo Mundo esa convivencia ya había
desembocado en guerra abierta y logrado el curioso efecto de
unificar a todo cristiano español en una radical intolerancia
religiosa, digna del Deuteronomio judío (30), y en un ardiente

29
.- Para un buen estudio sobre estas influencias, puede verse a LAFAYE Jacques: "MESIAS, CRUZADAS, UTOPIAS.
EL judeo-cristianismo en las sociedades ibéricas." Fondo de Cultura Económica, 1a. Edición en Español, México
1984, que es una buena recopilación de artículos sobre el tema, en los que se trata especialmente de México.

30
.- Desde luego que la Inquisición no es judía, pero sí responde al radicalismo judío, como puede verse en
el Deuteronomio (13, 2-17): "Si entre los tuyos aparece un profeta o vidente de sueños y, anunciando un signo o
prodigio, te propone: <<Vamos a seguir a dioses extranjeros y a darles culto>>; aunque se cumpla el signo o
prodigio, no le hagas caso a ese profeta o vidente de sueños. Pues se trata de una prueba del Señor tu Dios,
para ver si aman al Señor, su Dios, con todo el corazon y con toda el alma... Y ese profeta o vidente de sueños
será ejecutado [...] Así extirparás de tí la maldad. Si un familiar tuyo de padre o de madre, o tu hijo, o tu
hija, o la mujer que duerme en tus brazos, o tu amigo del alma te incitan a escondidas proponiéndote: <<Vamos a
dar culto a dioses extranjeros, desconocidos para tí y para tus padres>> [...] no le harás caso ni le
escucharás, no te apiadarás de él ni le tendrás compasión ni lo encubrirás. Antes le darás muerte; tu mano será
la primera en la ejecución [...] Así todo Israel al enterarse, escarmentará, y no volverá a cometerse entre los
tuyos maldad semejante. Si te enteras que en una la de las ciudades que el Señor te da para habitar han
salido canallas que extravían a los vecinos, proponiéndoles: <<Vamos a dar culto a dioses extranjeros y
desconocidos>>, primero investiga, examina, interroga cuidadosamente, y si resulta que realmente se ha cometido
fervor por la "Al-Jihad", la "Guerra Santa" islámica (31),
autogenando en su alma el ser religioso con el ser guerrero, y no
en sentido metafórico, sino belicosamente literal, es decir,
combatiendo y destruyendo aún culturas reconocidas superiores,
como la de los mismos moros.

Un típico y genial español de esa época,


Iñigo López de Recalde, más conocido como San Ignacio de Loyola,
"militar que después de herido o inutilizado para la milicia de
espada, fundó la milicia del crucifijo" (32), como lo describió
Unamuno, resume a perfección ese espíritu en sus "Ejercicios
Espirituales": Vocación cristiana y guerra son sinónimos.
Difícilmente podría ser mejor descrita la quintaesencia del
misticismo-feudalismo-militarismo español que en los tres primeros
puntos de su "Meditación del rey temporal":

"El Llamamiento del rey temporal ayuda a contemplar la vida del


Rey Eternal":

"1o. Puncto. El primer puncto es poner delante de mí un


rey humano, elegido de mano de Dios nuestro Señor, a
quien hacen reverencia y obedecen todos los príncipes y
todos los hombres christianos."

"2o. Puncto. El 2o. mirar cómo este rey habla a todos


los suyos, diciendo: Mi voluntad es de conquistar toda
la tierra de infieles; por tanto, quien quisiere venir
conmigo ha de ser contento de comer como yo, y así de
beber y vestir, etcétera; así mismo ha de trabajar
conmigo en el día y vigilar en la noche, etc.; porque
así después tenga parte conmigo en la victoria como la

esa abominación entre los tuyos, pasarás a cuchillo a los vecinos, dedicarás al exterminio la ciudad con todo
lo que hay dentro..." Y precisamente eso fue lo que hizo la Inquisición: "investigar. examinar, interrogar
cuidadosamente"... con las consecuencias ya conocidas.

31
.- "Al-Jihad" primariamente significa una lucha interna por ser mejores: "Combate en la senda de Dios y no
impongas cargas difíciles a nadie más que a tí mismo." (Corán, Sura IV, versículo 86), pero no hace falta
ninguna exégesis extensiva para aplicarlo a la guerra material, pues el mismo Corán se muestra explícita y
reiteradamente belicoso, como veremos luego (Cfr. Supra: Cap. VI.) Y que los españoles pensaban practicamente
igual no tenemos que suponerlo, pues no solamente así actuaron, como veremos, sino que lo explicitaron
textualmente muchas veces. Por ejemplo, Mendieta asegura que Dios, encantado y agradecido porque "los Reyes
Católicos [...] desterraron totalmente de los reinos de España los ritos y ceremonias de la ley vieja [..] y
luego tras esto alanzaron de todo punto los moros de la ciudad y reino de Granada [...] de manera que
alimpiaron a toda España de la espurcicia con que tantos años atrás con estas dos sectas estaba contaminada
[...] les puso Dios en sus manos la conquista y conversión de infinidad de gentes idólatras.." (MENDIETA:
Historia Ecca., libro 1, cap. 2, pag. 18.)

32
.- UNAMUNO Miguel de: La Agonía del Cristianismo, Ed. Espasa-Calpe, 5a. Ed. de la Colección Austral,
Madrid 1975, cap. 7, p. 89.
ha tenido en los trabajos."

3o. Puncto. El 3o. considerar qué deben responder los


buenos súbditos a un rey tan liberal y tan humano; y,
por consiguiente si alguno no aceptase la petición de
tal rey, quanto sería digno de ser vituperado por todo
el mundo y tenido por perverso caballero." (33),

y, sin el menor remilgo ante malsonancias maniqueas, limpiamente


divide al mundo en buenos y malos, alineándolos en "un gran campo
de toda aquella región de Hierusalén, adonde el sumo capitán
general de los buenos es Christo nuestro Señor; otro campo en
región de Babilonia, donde el caudillo de los enemigos es
Lucifer." (34).

San Ignacio distinguía entre el Rey temporal


y el Rey Eternal, pero su época no distinguió. Era la mentalidad
de entonces, y España la vivió a fondo, derramando torrentes de
sangre, tanto propia como ajena y dentro y fuera de Europa, para
llevar a la práctica esos ideales caballeresco-religiosos. Los
españoles, pues, eran tan religiosos y tan guerreros como los
mexicanos, pero en forma catastróficamente distinta para éstos,
pues no buscaban consolidar un equilibrio cósmico titubeante, sino
-muy islámicamente (35)- eliminar, por conversión o destrucción, a
todo el que no pensara como ellos. Eso: el sólo pensar distinto,
era crimen de lesa Majestad divina, que nada menos que la muerte
podía expiar.

Hoy -en este siglo de incredulidad y


excepticismo- hemos presenciado, por ejemplo en Guyana y en
Persia, a qué absurdos extremos suicidas puede llevar el fanatismo
religioso... No tenemos, pues, por qué extrañarnos de que hace más
de cuatro lo hayan tenido quienes llegaron a México, profundamente
identificados con su Fe y tanto o más convencidos de pelear contra
"el gran Satán" que los fidelísimos del Ayatolah: Si en Europa
exterminaron sin contemplaciones a miles de sus hermanos
cristianos, por disensiones a veces mínimas; si bastaban leves
matices teológicos para encender las hogueras de su Inquisición,
¿qué mucho que aquí, donde como nunca creyeron que "el caudillo de

33
.- LOYOLA Ignacio de: Ejercicios Espirituales, 2a. Semana, "El Llamamiento del rey temporal ayuda a
contemplar la vida del Rey Eternal". En Obras Completas, Biblioteca de Autores Cristianos, 3a. Edición, Madrid
1977, p. 231, nos. de 91 a 94.

34
.- Ibidem, "Preámbulo para considerar estados", 2o. Preámbulo, p. 239, no. 138.

35
.- "Haced la guerra a los que no creen en Dios ni en el día último, a los que n o consideran prohibido lo
que Dios y su apostol han prohibido y a aquellos hombres de las Escrituras [judíos y cristianos] que no
profesan la creencia de la verdad. Hacedles la guerra hasta que paguen el tributo, a todos sin excepción,
aunque estén humillados." (Corán, Sura 9, 29)
los enemigos era Lucifer", se transformasen en implacables
máquinas de guerra? En su perspectiva, cualquier cobardía o
acomodo hubiera constituido alta traición divina (36); cualquier
arrojo, aun llevado hasta la inconciencia y la insensatez, santo
heroísmo (37); cualquier muerte, martirio (38).

Con el descubrimiento de América se abrieron


horizontes vastísimos a la expansión de esa idea: todos vieron en
él una convocatoria de Dios a seguir luchando contra los infieles:
"La mayor cosa después de la creación del mundo y la muerte del
que lo crió, es el descubrimiento de las Indias [...] Nunca nación
extendió tanto como la española sus costumbres, su lenguaje y
armas, ni caminó tan lejos por mar y tierra, las armas a cuestas
[...] Comenzaron las conquistas de indios acabada la de moros,
para que siempre guerreasen españoles contra infieles." (39). Y no
hay que olvidar que podían darse el lujo de juntar otros motivos,
menos nobles pero no menos poderosos, como la ambición de honores
y la avaricia de riquezas: "La causa principal por la que venimos
a estas tierra -arengaba Cortés a los suyos- es por ensalzar y
predicar la fe de Cristo, aunque juntamente con ella se nos sigue
honra y provecho, que pocas veces caben en un saco." (40).

Esa combinación, que era sincera, de


"ensalzar y predicar la fe de Cristo" con un descarado y muy
materialista interés por la propia "honra y provecho", produjo una
curiosa amalgama de valores cristianos y excesos humanos, ambos
tan innegables que tienen razón tanto los que, como un Solís,
exaltan hasta los cielos la gloria de España, como quienes, como
un Las Casas, la execran y acusan de tremendos crímenes. Y, aunque

36
.- "Si no marcháis al combate, Dios os castigará con un castigo doloroso: os remplazará por otro pueblo y
no podréis dañarle (A Dios) de ningún modo. Dios es omnipotente." (Ibidem, Sura 9, 39).

37
.- "¡Oh profeta! excita a los creyentes al combate. Veinte hombres firmes de estos aplastarán a doscientos
infieles. Cien harán huir a mil, porque los infieles no comprenden nada." (Ibidem, Sura 8, 66)

38
.- "Si morís o si sois matados luchando en la senda de Dios, os alcanza la indulgencia y la misericordia
de Dios. Esta vale más que las riquezas que amontonáis." (Ibidem, Sura 2, 151.) "Que los que sacrifican la vida
de aquí abajo por la vida futura, combatan en la senda de Dios: que sucumban o que sean vencedores, les daremos
una generosa recompensa." (Sura 4, 76) Quien va a la guerra sólo puede ganar, pues no puede sino suceder "que
de dos hermosos destinos les ocurra uno: la victoria o el martirio.." (Sura 9, 52) "Los que hayan sucumbido en
el camino de Dios, Dios no hará perecer sus obras. Los dirigirá y hará sus corazones rectos. Los introducirá
en el paraíso que les ha hecho conocer ya. ¡Oh creyentes! si asistís a Dios en su guerra contra los malvados,
El también os asistirá y dará firmeza a vuestros pasos. En cuanto a los incrédulos, ojalá perezcan y ojalá haga
Dios nulas sus obras." (Sura 47, 5-9).

39
.- LOPEZ DE GOMARA Francisco: Historia General de las Indias, Biblioteca Ayacucho, Caracas 1979,
Dedicatoria, pp. 7-8. (Subrayado mío).

40
.- GOMARA: Historia.., cap. 120, p. 189.
recortemos las exageraciones de ambos, el resultado final sigue
siendo desconcertante, pues tan cierto es que España se prodigó
entregando lo mejor de sí misma a sus nuevos dominios, como que
pretendió explotarlos y mantenerlos siempre subyugados. Por
ejemplo, nada más ridículo que acusar de racismo a quienes se
mezclaron tan desenfadadamente con las indias que hasta crearon
una raza nueva; pero, simultáneamente y con desarmante candidez,
siempre sostuvieron poseer una superioridad tan innata que
difícilmente se le podría dar otro nombre que el de "racial": "..
los bárbaros del Nuevo Mundo e islas adyacentes, [...] en
prudencia, ingenio, virtud y humanidad son tan inferiores a los
españoles, habiendo entre ellos tanta diferencia como la que va de
gentes fieras y crueles a gentes clementísimas, de los
prodigiosamente intemperantes a los continentes, y estoy por
decir, que de monos a hombres." (41).

Y eso no sólo lo sostenían los desalmados que


pretendían negar la racionalidad de los indios para mejor
explotarlos, sino los mismísimos misioneros que los amaron con
pasión y se entregaron a ellos sin reservas. Así, v. gr., el P.
Acosta, que no es ningún fanático, antes el más sereno y analítico
de los primeros cronistas, con la desarmante candidez que
decíamos, pues no se siente obligado a aportar la menor
explicación o prueba, afirma como una obviedad a todos evidente:
"... ya que la idolatría fue extirpada de la mejor y más noble
parte del mundo, retiróse a lo más apartado, y reinó en esta otra
parte del mundo, que aunque en nobleza muy inferior, en grandeza y
anchura no lo es." (42), y Mendieta, que no teme apostrofar a
Sepúlveda y a los "hinchados [..] que fundándose en autoridad del
filósofo gentil, traídas de los cabellos, se esfuerzan a sustentar
que los indios son menos nobles.." (43), no teme afirmar que "no
son para prelados ni maestros, sino para siempre súbditos y
discípulos, ni para prelados sino para súbditos, y para esto, en

41
.- "[Novi orbis barbari] prudentia, ingenio, virtute omni ac
humanitate tan longe superantur ab Hispanis quam pueri a perfecta
aetate, mulieres a viris, saevi et immanes a mitissimis, prodigi
et intemperantes a continentibus et temperatis, denique quam
simiae prope dixerim ab hominibus." Esto lo dice JUAN GINES DE
SEPULVEDA, un jurista de la época que escribió, en latín y en
forma de diálogo, un Tratado sobre las Justas Causas de la Guerra
contra los Indios, que tuvo instantáneo e inmenso éxito entre los
españoles de la Nueva España: Democrates Alter, sive de Justi
Belli Causis apud Indos, Fondo de Cultura Económica, Edición
Bilingüe, 1a. Reimpresión, México 1979, p. 100.
42
.- ACOSTA: Historia Natural.. Libro V, cap. 1, pág. 218. (Subrayados míos).

43
.- MENDIETA: Historia Ecca.: libro 4, cap. 39, p. 531.
general, ningunos como ellos." (44).

Por otra parte, también hay que tomar en


cuenta, para entenderlos, que estamos ya en la época del
Renacimiento, cuando el interés humano, reaccionando contra la
candidez de la Edad Media, volvía a centrarse en el hombre, como
puede constatarlo quienquiera que lea el Quijote de Cervantes o el
Príncipe de Maquiavelo (45). Las instituciones, ideales y
principios medioevales se desmoronaban, (Y no olvidemos que
Evangelio y Corán fueron el alma del Medioevo ibérico); los
líderes no se ruborizaban de manifestarse cínicos y egocentristas;
la autoridad intelectual empezaba a cuestionarse y a aceptarse la
observación y la experiencia como base del verdadero conocimiento
científico... pero eso era apenas un inicio, y la fantasía más
desbocada era aún elemento "normal" de cualquier leitmotiv
europeo, confundiéndose casi tanto como antes la realidad con la
fantasía y la ciencia con la magia, por lo que a gentes que
seriamente buscaron amazonas, monstruos, ciudades de oro y fuentes
de eterna juventud, ningún despropósito podía parecerles demasiado
insensato, aunque fuera tan descabellado como enfrentarse unos
cuantos a millones. Además, el océano actuaba como un colador
implacable que detenía toda mediocridad: El viaje a Las Indias era
tan peligroso y tan incómodo (46), que sencillamente ningún

44
.- Ibidem, libro IV, cap. 23, p. 449.

45
.- Cervantes no requiere de presentación, pero no es tan conocido Niccolo Bernardo Machiavelli (1469-
1527), autor de un libro pequeñín: "Il Principe", que de seguro Cortés nunca leyó, pero que parecería su manual
de cabecera; lo que nada tiene de raro, pues simplemente expone lo que hacía todo "buen" político en ese
entonces, y rinde su admiración y propone el ejemplo de españoles como Alejandro VI y Fernando el Católico.
Aunque en 1559 fue puesto en el Indice, cuando se publicó todo mundo, empezando por el Papa Clemente VII, lo
aplaudió como modelo de cómo debía de conducirse un príncipe conquistador.

46
.- Una idea pueden dárnosla las opiniones de dos frailes que tuvieron que conocer lo que era entonces
navegar. El dominicio Fray Tomás de la Torre advertía: "Y porque los que no saben de la mar entiendan algo de
lo que en ella se padece [...] diré algunas cosas [...] primeramente el navío es una cárcel muy estrecha y muy
fuerte de donde nadie puede huir, aunque no lleve grillos ni cadenas, y tan cruel que no hace diferencia entre
los presos, igualmente los trata y estrecha a todos: es grande la estrechura y el ahogamiento y calor, la cama
es el suelo comúnmente [...] Hay más en el navío, mucho vómito y mala disposición que van como fuera de sí y
muy desabridos, unos más tiempo que otros y algunos siempre; hay muy pocas ganas de comer y arróstranse mal las
cosas dulces, la sed que se padece es increíble, acrecienta la sed ser la comida biscochos y cosas saladas
[...] hay infinitos piojos que comen a los hombres vivos y la ropa no se puede lavar [...] hay mal olor,
especialmente debajo de cubierta, intolerable en todo el navío, [...] no tener donde estudiar ni recogerse un
poco, y estar siempre sentados que no hay donde se pasear, todo se ha de tener sentados o echados, o algún poco
en pié; sobre todo, es traer siempre la muerte a los ojos y no distar de ella más que el grueso de una tabla
pegada a otra con pez..." (TORRE DE LA Tomás: "Diario de Viaje", en MARTINEZ José Luis: "Pasajeros de Indias,
Viajes trasatlánticos en elsiglo XVI", Fonde de Cultura Económica, 3a. edición, México 1999, Apéndice 2, cap.
II, pp. 264-265).
El franciscano Fray Antonio de Guevara aconsejaba: "Es saludable consejo que todo hombre que
quiere entrar en la mar, ora sea en nao ora sea en galera, se confiese y comulgue y se encomiende a Dios como
bueno y fiel cristiano, porque tan en ventura lleva el mareante la vida como el que entra en una aplazada
mediocre lo emprendió jamás (47); a América no vino sino lo mejor
y lo peor de España, descartándose todo término medio. Para
nuestra desgracia tuvimos más de lo segundo que de lo primero
(48), y, hablando de números, la proporción de auténticos locos
resultó alarmantemente desbalanceada (49).

Tampoco pensemos que España misma organizaba


expediciones, enviando tropas a sueldo, especialmente entrenadas o
convocadas. Eso sólo fue, y muy poco, al principio, con Colón,
luego las "Conquistas", antes que operaciones militares, se

batalla, [...] haga su testamento, declare sus deudas, cumpla con sus acreedores, reparta su hacienda, se
reconcilie con sus enemigos, gane sus estaciones, haga sus promesas y se absuelva con sus bulas, porque después
en la mar podría verse en alguna tan espantable tormenta que por todos los tesoros desta vida no se querría
hallar con algún escrúpulo de conciencia". (GUEVARA DE Antonio: "Libro de los inventores del arte de marear y
de muchos trabajos que se pasan en las galeras", Ibidem, Apéndice I, cap. X, p. 247).

47
.- Una idea de lo que podía implicar uno de esos viajes podemos tenerla viendo lo que informa a Felipe II
el Conde de Monterrey: "Los frailes de la orden de Sant Agustín que venían en la flota en que yo pasé, pa ra ir
a las Filipinas, según la relación que aquí me ha hecho Fray Diego del Aguila, a cuyo cargo venían, fueron
treinta y ocho y se embarcaron en la urca de Retana, que arribó a Cádiz, y de aquella arribada se volvieron a
embarcar veinte y ocho por haber enfermado o ausentádose por temor de la mar los restantes. Perdióse en Sancto
Domingo un navichuelo de cincuenta toneladas en que venían, poque varó en tierra, acosado de un inglés que le
siguió; y allí escaparon desnudos los frailes, de los cuales dice que se le escondieron seis en la espesura de
los montes de la isla, con la aflicción de subceso y temer lo que faltaba del viaje, y con los veinte y dos
vino en un navío maestre Jerónimo Martín, en que arribaron a Sanctiago de Cuba, y dejando allí dos enferm os,
vinieron a Campeche, de donde salieron y volvieron a arribar con un norte, y después, tomando una barca dieron
con otro en Tabasco, y prosiguiendo de allí el viaje, se les perdió su barca cerca de Guazacoalco, en esta
costa, también con norte, y ellos escaparon. De los veinte frailes se rezagaron dos enfermos y los diez y ocho
vinieron aquí, habiendo, según refiere el dicho Fray Diego, andado muy largo camino por tierra. Representóme
por impedidos con falta de salud a los ocho, y para los diez restante s pidió el avío y despacho ordinario para
las Islas. Dióseles y fueron con priesa a alcanzar al Gobernador y llegaron el día que se querían hacer a la
vela, y no pudiendo acomadarse a satisfacción suya y de los religiosos de las otras órdenes que ya estaba n
embarazados, se quedaron. Doy aviso a V. M. dello para que se pueda dar a su prelado, si para algún fin
pareciere necesario." (Carta del 20 de abril de 1598, en CUEVAS S.J. Mariano: "Documentos Inéditos del Siglo
XVI para la Historia de México", Editorial Porrúa, Biblioteca Porrúa no. 62, 2a. Edición, México 1975,
Documento 83, p. 457.).

48
.- Nadie menos que Miguel de Cervantes Saavedra pinta al típico emigrado con rasgos nada favorables:
"Viéndose, pues, tan falto de dineros, y aun no con muchos amigos, se acogió al remedio a que otros muchos
perdidos en aquella ciudad se acogen, que es el pasage a las Indias, refugio y amparo de los desesperados de
España, iglesia de los alzados, salvoconducto de los homicidas, pala y cubierta de los jugadores a quien llaman
cieros [fulleros] los peritos en el arte, añagaza general de mujeres libres, engaño común de muchos y remedio
particular de pocos". ( "El celoso extremeño", Novelas Ejemplares, 1613, Editorial Juventud, Barcelona, 5a.
Edición, Barcelona 1981, p. 259.)

49
.- Esto lo prueba rigurosamente, partiendo de análisis estadístico de los datos, el Dr. Francisco Herrera
Luque, en su libro Los Viajeros de Indias. (Monte Avila Editores C.A., 2a. Edición, Caracas 1970). El trata
primordialmente de Venezuela y de su "sobrecarga psicopática"; pero casi todo lo que analiza vale igualmente
para el resto de la América española.
convirtieron en empresas básicamente mercantiles, y "de alto
riesgo", pues en ellas, así como se podía ganar muchísimo (50) se
podía perder todo, hasta la vida, y, como en todas las de su
género, el incentivo era ganar lo más invirtiendo lo menos. Bernal
Díaz, por ejemplo, sintomáticamente jamás omite calcular el precio
de todo lo que recibían, así fueran unos cuantos o cientos de
miles de pesos. Además, no era la Corona quien las organizaba,
sino algún particular, con su licencia (51), el cual conseguía uno
o varios capellanes, al menos un notario, y cuidaba de convocar a
"socios" que quisieran participar, sea como "capitalistas", v.gr.
poniendo barcos, pertrechos y mercancías para intercambiar con los
nativos, sea como "industriales", es decir con su trabajo,
alistándose ellos mismos con las armas que pudieran llevar, y las
ganancias -en caso que las hubiera- se repartían en proporción a
lo aportado, cobrando la Corona como impuestos la quinta parte, el
"Quinto Real".

Los nativos y sus bienes venían, pues, a ser


el recurso explotable de esa "Sociedad por Acciones" (52), bien
que templada la cruda agresividad capitalista de esa idea con un

50
.- ".. se han dado en aquella tierra 500 pesos de oro por un trozo de cristal que costaria aquí 2
maravedíes; los indios lo compran con gusto." (De una carta fechada en Sevilla y a 7 de noviembre (1520),
dirigida a Juan de la Peña, a Burgos. En LANDA Fr. Diego de: "Relación de las Cosas de Yucatán". Editorial
Porrúa, Biblioteca Porrúa no. 13, Duodécima Edición, México 1982, Apéndice, p. 230.)

51
.- Pese a la incalculable trascendencia del descubrimiento de América, Carlos V nunca le concedió mayor
importancia "Aunque suene increíble, -comenta José Luis Martínez- en las Memorias que dictó Carlos V en 1550 y
1552 al príncipe Felipe, y que cubren los años 1515 a 1548, no aparece ni una sola mención del Nuevo Mundo o
las Indias, ni de México ni de Hernán Cortés. Todo se refiere a los conflictos europeos, sus viajes, su familia
y su gota. Y en el resto de los documentos personales del emperador, la única mención de Cortés aparece en una
lista de personas a las que se solicitarán préstamos (Madrid, 7 de septiembre de 1546), en la que se anota al
marqués del Valle con 10 mil ducados." (Ibidem, cap. 2, p. 74.).

52
.- Bernal Díaz, por ejemplo, habla y se queja de cómo se manejaron los esclavos en términos meramente
mercantiles: ".. que todos los soldados llevásemos a una casa que estaba señalada para aquel efecto a errar las
piezas que tuviesen recogidas [...] y todos concurrrimos con todas las i ndias y muchachas y muchachos que
habíamos habido, que hombres de edad no curábamos de ellos, que eran malos de guardar y no habíamos menester su
servicio teniendo a nuestros amigos los tlaxcaltecas. Pues ya juntas las todas las piezas y echado el hierro
[...] cuando no nos catamos apartan el real quinto, luego sacan otro quinto para Cortés y, además de esto, la
noche antes, cuando metimos las piezas, como he dicho, en aquella casa, habían ya escondido y tomado las
mejores indias, que no pareció allá ninguna buena, y al tiempo de repartir dábannos las viejas y ruines." (Cap.
135, p. 279). Así mismo, denuncia la piratería de sus compañeros, pero no porque le parezca mal, sino por no
poder ser parte de ella: ".. los soldados que andaban en los bergantines fueron los mejor librados, y hubieron
buen despojo, a causa de que podían ir a las casas de ciertos barrios de la laguna, que sentían habría ropa,
oro u otras riquezas, y también lo iban a buscar en los carrizales a donde los llevanban a esconder los
mexicanos [...] también, so color que iban a dar caza a las canóas que que metían bastimento y agua, si topaban
algunas en que iban algunos principales [...] les despojaban lo que llevaban quiero decir que nosotros los
soldados que militábamos en las calzadas y por tierra, no podíamos haber provecho ninguno.." (Cap. 156, p.
370.)
escrúpulo de justicia y caridad cristiana, conmovedor en su
sinceridad al mismo tiempo que cómico en su tortuosidad: Colón
terqueó siempre que había llegado a la India, pero pronto quedó
claro que "Las Indias" no eran la India, sino un continente nuevo
y virgen, apetitosamente fácil de conquistar. Sin embargo, no era
lo mismo luchar contra invasores moros, que habían arrebatado
territorios cristianos, que contra inocentes antillanos que no
debían el menor entuerto, y es gloria de España, y en particular
de la Orden Dominicana, haberlo percibido desde un primer momento:

En septiembre de 1510 llegaron a la Española


los primeros dominicos, alojándose en una choza. Poco más de un
año después, el cuarto domingo de Adviento de 1511, vísperas de
Navidad, uno de ellos, Antón de Montesinos, pero con la
aprobación de todos, subió al púlpito y pronunció un sermón cuyos
ecos jamás se apagarán en toda la historia del Derecho. El P.
Venancio Carro O.P., analista clásico de la historia de las ideas
teológicas en torno a la conquista, lo sintetiza así:
"Viendo los Dominicos, llegados a la Española el año
anterior, los males que afligían a los indios,
comienzan a platicar entre sí, según refiere Las Casas,
juntando el <<derecho con el hecho>>, <<como hombres
espirituales y de Dios muy amigos>>, <<y preguntarse:
¿Estos no son hombres? ¿Con éstos no se deben guardar y
cumplir los preceptos de la caridad y de la justicia?
¿Estos no tenían sus tierra propias y sus Señores y
Señoríos? ¿Estos hannos ofendido en algo?>> Preparado
el sermón y firmado por todos, se elige el predicador,
que será el P. Montesinos, sin duda por ser el más
elocuente. Después de la exposición obligada del texto,
declina luego al fín principal... Para nuestro objeto
baste recordar sus interrogantes, no elegidas al azar:
<<Decid, les pregunta, ¿con qué derecho y con qué
justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre
aquestos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan
detestables guerras a estas gentes, que estaban en sus
tierras mansas y pacíficas?...¿Y qué cuidado tenéis de
quien los doctrine y conozcan a su Dios y Criador, sean
bautizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos?
¿Estos no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales?
¿No sois obligados a amallos como a vosotros mismos?
¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís?>>" (53)

Estas preguntas, aunque dirigidas a un caso


concreto y circunstancial, trascienden hasta las bases mismas de
la convivencia humana, y, en efecto, provocaron tal polvareda que

53
.- CARRO O.P. Venancio: La Teología y los Teólogos-Juristas Españoles ante la Conquista de América,
Biblioteca de Teólogos Españoles vol. 18, 2a. Edición, Salamanca 1951. Cap. 4, pp. 265-6.
en 1512 Fernando el Católico, quien primero se sintió atacado y
resentido, luego de hablar personalmente con el propio Padre
Montesinos convocó en Burgos un concilio de teólogos, que asentó
por las claras que ningún cristiano, rey o no, tiene derecho a
apropiarse tierras ya con legítimo dueño, razón por la cual la
conquista, como tal, estaba definitivamente descartada; pero que
no solamente era su derecho, sino su estricta obligación de
soberano católico, confirmada, además, explícitamente por el Papa,
llevarles el Evangelio y la civilización, y sólo en caso de que a
tan manifiesta buena voluntad respondieran ellos hostilmente,
podría procederse a una guerra de legítima defensa, en la que sí
cabría hablar de conquista. El P. Matías de Paz O.P., presente en
esa junta, resume así esto:
"1a. Conclusión: No es lícito a los Príncipes
cristianos hacer la guerra a los infieles por ansia de
dominio y de riquezas, y sí sólo por el deseo de
dilatar la fe, para que el nombre del Redentor sea
glorificado en toda la tierra. De esto se infiere que
no es lícito a los Príncipes cristianos invadir y
apoderarse de las tierras de los infieles, que nunca
fueron de cristianos, ni oyeron la predicación, y si
ahora reciben de buen grado a los predicadores y están
dispuestos a convertirse. También se infiere que a esta
clase de infieles, en el caso que fuese necesaria la
guerra, se les debe amonestar antes, si es posible,
para que reciban la fe cristiana." (54)

"2a. Conclusión: Aunque algún rey cristiano, impulsado


por el buen celo de la fe, y autorizado por el Papa,
pudiese hacer lícitamente la guerra a estos indios,
también éstos podrán licitamente defenderse, si antes
no se les amonesta, para recibir la fe y convertirse.
(Matías de Paz quiere consignar aquí la posibilidad de
que la guerra sea justa por la dos partes. Con este
hecho, aplicable a los indios, las consecuencias del
<<Ius Belli>> europeo quedaban descartadas, y éste era
su principal intento. Por eso añade como corolario:)
los vencidos en esta clase de guerras, justas por las
dos partes, no quedan convertidos en esclavos <<ipso

54
.- "Prima conclusio: non licet principibus christianis bellum contra infideles committere libidine
dominandi, aut ditandi cupiditate, sed dumtaxat zelo fidei armatis atque fundatis, ut per totum orbem terrarum
nomem Redemptoris nostri exaltetur atque magnificetur. Primum corollarium: Quapropter non possunt supradicti
principes licite terras illorum infidelium invadere, quae numquam fuerunt subjectae jugo Salvatoris nostri, si
incolae earum praedicatores fidei catholicae libenter audire velint, eamque fidem suscipere parati sunt.
Secundum corollarium: Unde convenientissime sequitur quod tales, priusquam bellum contra eos initiatur, si
congrue possibile est, monendi sunt ut Christi fidem verissimam totis viribus amplectentur atque venerentur."
DE PAZ Matías O.P.: De Dominio Regum Hispaniae super Indos, en Archivum Fratruum Praedicatorum, t. III, 1933,
pp. 145-6. Apud CARRO, op. cit. cap. 4, p. 279.
iure>>, a no ser que rehusen después aceptar la
obediencia del Príncipe cristiano y abrazar nuestra fe.
Mas, si por el contrario, reciben gustosos el Bautismo
y se someten, de ningún modo pueden ser tratados y
regidos en régimen despótico." (55)

"3a. Conclusión: Sólo en virtud de la autoridad del


Papa puede nuestro Rey de Castilla dominar sobre dichos
indios, gobernándolos en régimen político de vasallos
libres, y conservarlos perpetuamente bajo su imperio.
De esto se infiere que están obligados a restituir
todos aquellos que han tenido a los indios en
servidumbre, lucrándose indebidamente y sin mediar otra
causa. Los supone ya convertidos a la fe cristiana.
Esto no impide que nuestros Reyes puedan exigirles
legítimamente algunos tributos, incluso mayores que a
los súbditos españoles, siempre que sean conformes a lo
que dicta la razón, la justicia y la caridad
cristianas. El gobierno de dichos indios, tan alejados
de España, su conversión y el sostenimiento de la paz
implican crecidos gastos, y nuestros Reyes pueden
resarcirse mediante dichos tributos o servicios de los
indios." (56)

(Aun contra esos conceptos se rebelarán otros


Dominicos, sobre todo Bartolomé de las Casas (57) y el inmortal

55
.- "Ibid. p. 146. Secunda Conclusio: Quamvis rex aliquis, zelo fidei Salvatoris nostri munitus , atque
vallatus auctoritate Papae, licite potuerit contra memoratos indos bellum indicere, iuste tamen potuerunt illi
se defendere, si supradicta monitio non praecesserit. Primum corollarium: Unde sic victi non statim
efficiuntur sclavi ipso iure, donec pertinaciter nolint supradicto principi obedire, aut se iugo suavissimo
Salvatoris nostri subiicere. Secundum corollarium: Quapropter si illi postquam sunt capti, cognito nomine
Redemptoris nostri, libenter sacrum Baptisma suscipe velint, nullo modo sunt regendi despotico principatu." Ib.
pp. 279-280.

56
.- "Ibid. p. 146. Tertia conclusio: Auctoritate summi pontificis, et non aliter, licebit catholico atque
invictissimo regi nostro supradictos indos regalis imperio seu politico, non autem despotico, regere, atque sic
perpetuo sub suo dominio retinere. Primum corollarium: Unde quicumque hos hactenus servitute despotica premuit
postquam ad fidem sunt conversi, ad restitutionem de damno et lucro, propter talem servitutem dumtaxat
neccesario tenetur. Secus est si ex alia causa. Secumdum corollarium: Unde licebit etiam post suam
conversionem ad fidem ab eis exigere aliqua servitia, et forte maior quam a christianis in partibus istis, dum
tamen consona sint fidei nostrae rectoque rationis dictamini, propter expensas et labores illuc pergendo
impensas, et ut in pace et bono regimine, sub suavissimo Christi iugo, patriam tam distantem a nobis, rex
noster catholicus et prudentissimus in perpetuum, altissimo atque omnipotente Deo favente, conservet." Ib. pp.
280-1.

57
.- "Es aqui de notar que el título con que entravan e por el qual comenzaban a destruyr todos aquellos
ynnocentes y despoblar aquellas tierras [...] era dezir que viniessen a subjectarse e a obedecer al rey de
españa: donde no, que los avían de matar y hacer esclavos. Y los que no venían tan presto a cumplir tan
irracionales y estultos mensajes, e a ponerse en las manos de tan iniquos e crueles e bestiales hombres:
llamávanlos rebeldes y alzados contra el servicio de su Magestad. Y assi lo escrevían aca al rey nuestro señor,
Francisco de Vitoria, pugnando porque se revisen y corrijan a
fondo, cosa que logran en un plazo asombrosamente corto, apenas en
unos 60 años (58) y en menos de 80 después de Colón, pese a ir
contra acendradas ideas y, sobre todo, contra descomunales
intereses creados. Esto es una gloria de España que nadie puede
negar, que la coloca desde entonces muy por encima de toda otra
potencia colonialista, pero que acontece después de lo que nos
interesa ahora: el descubrimiento y Nacimiento de México.)

En base, pues, a esas opiniones de sus


teólogos, Fernando estipula leyes ese mismo año, reglamentando las
conquistas. Todos los súbditos españoles, pues, tuvieron siempre
la consigna -que, en general, respetaron- de primero "exhortar" y
"requerir", y nunca atacar si no eran previa e injustamente
atacados. Un notario para dar fe oficial de todo ello, era parte
indispensable de toda expedición (59). Claro que los indios podían
entender sabe Dios qué cosas, (En el caso de México, como veremos,
todo fue un continuo juego de errores), pero los hispanos, hasta
donde sabemos, siempre dieron una versión, para ellos adecuada, de
su cosmología y religión como primer preámbulo. Alonso de Ojeda,
por ejemplo, al desembarcar en Las Antillas en 1509 y encontrarse
con la casi adoración de los indios, lejos de aceptársela, les

e la ceguedad de los que regían las yndias no alcanzaba ni entendía aquello que en sus leyes está expresso e
mas claro que otro de sus primeros principios (conviene a saber) que ninguno es ni puede ser llamado rebelde si
primero no es súbdito." (LAS CASAS: Brevísima Relación.., p. 63.)

58
.- En 1573 Felipe II emite 149 minuciosas "Ordenanzas" reglamentando toda futura expedición española. De
ellas no puede decirse sino que son maravillosas, y que se cumplieron religiosamente en el mismo México en las
Misiones del norte y noreste. Por ejemplo: <<los descubridores por mar o por tierra, no se empachen en guerra
ni conquista en ninguna manera, ni ayuden a unos indios contra otros, ni se revuelvan en cuestiones ni
contiendas con los de la tierra, por ninguna causa o razón que sea, ni les hagan daño, ni mal alguno; ni les
tomen contra voluntad cosa alguna [...] Habiendo frailes o religiosos de las Ordenes que se permiten pasar a
las Indias, que con deseo de se emplear de servir a Nuestro Señor, quiseren ir a descubrir y publicar en ellas
el Santo Evangelio, antes a ellos que a otros se encargue el descubrimiento, y se les dé licencia para ello, e
sean favorecidos e preveídos de todo lo necesario para tan santa y buena obra, a nuestra cos ta>> (ord. 22)
<<Los descubrimientos no se den el título y nombre conquista, pues habiéndose de hacer con tanta paz y caridad
como deseamos, no queremos que el nombre dé ocasión ni color para que se pueda hacer fuerza, ni agravio a los
indios.>> (ord. 29) <<Si para que mejor se pacifiquen los naturales fuere menester concederles inmunidad de que
no paguen tributos por algún tiempo, se les conceda, y otros privilegios y exenciones; y lo que se les
prometiese se les cumpla>> (Ord. 117) <<En las partes que bastaren los predicadores del Evangelio para
pacificar los indios y convertirlos y traerlos de paz, no se consienta que entren otras personas que pueden
estobar la conversión y pacificación.>> (ord. 148.) Apud CARRO: op. cit. Cap. 1, pp. 74-77.

59
.- Así por ejemplo en Tabasco, ya con las adversarios encima, "desde que así vió la cosa, mandó Cortés que
nos detuviésemos un poco y no soltasen ni ballesta, ni escopeta ni tiros; y como todas las cosas quería llevar
muy justitificadas, les hizo otro requerimiento delante de un escribano del Rey que se decía Diego de Godoy, y
por la lengua de Aguilar, para que nos dejasen saltar en tierra y tomar agua y hablarles cosas de Dios y de Su
Majestad; y que si guerra nos daban, que si por defendernos algunas muertes hubiese , u otros cualquier daños.
fuesen a su culpa y cargo y no a la nuestra.." (DIAZ DEL CASTILLO: Historia Verdadera.., cap. 31, p. 51).
confesó honestamente: "Dios nuestro Señor, que es único y eterno,
creó el cielo y la tierra, y un hombre y una mujer, de los cuales
vosotros, yo y todos los hombres que han de ser y serán,
descendemos..." (60). Hay bastante diferencia, al menos en línea
de principio, entre eso y el cínico "Manifest Destiny" con que el
Gobierno de Washington cohonestó en el siglo pasado su sistemático
exterminio de los indios: que era un "Destino Manifiesto" que la
raza blanca rigiese en América (61).

Más de 20 años después de Colón, cuando ya


conocían la costa atlántica desde Canadá hasta Argentina, y
contaban con sólidas instalaciones en Las Antillas y en el
Continente, México seguía tan desconocido como Marte. Aunque entre
Cuba y Yucatán no hay más que un paso, las corrientes lo hacian
casi impracticable para los barquitos de la época. Lo descubren,
para su desgracia, 15 náufragos en 1511 procedentes de Panamá. Su
barco, el "Santa María", o lo que quedó de él, tuvo el indeseado
honor de inaugurar el "Cementerio de Navíos" que siguen siendo los
arrecifes de Quintana Roo. De ellos al menos dos sobrevivieron:
Gonzalo Guerrero y Jerónimo de Aguilar, quienes, entre paréntesis,
tipifican a perfección la actitud futura de todos sus paisanos:
Gonzalo Guerrero se casa con una india, se hace rico y poderoso y
más mexicano que los mexicanos; Jerónimo de Aguilar prefiere ser
esclavo antes que contemporizar con ellos. Guerrero es ardiente
partidario de la independencia de todo lo que tenga que ver con
europeos; Aguilar es pieza clave, al menos inicial, en su
sometimiento a éstos.

El naufragio pasó inadvertido, pero en Cuba


un grupo de frustados colonos, nada contentos de haber visto
esfumarse sus sueños de gloria, acabando de prosaicos granjeros
tropicales, se reunieron en torno a un rico hacendado, Hernández
de Córdoba, y fletaron dos barquichuelos para explorar nuevas
islas. El Gobernador, Diego Velázquez, quien también tipifica al
ávido e intrigante cacique que tan bien habríamos de conocer más
tarde todos los latinoanericanos, se asoció con otro barquito y su
autorización.

La casualidad -o la Providencia- intervino en


la forma de una violenta tempestad, que les hizo perder todo
rumbo, y, después de 19 días a la deriva, divisaron tierra en el
horizonte. Era el actual Cabo Catoche: ¡Habían salvado el hasta
entonces infranqueable obstáculo de la Corriente del Golfo!

En Yucatán todo les maravilla: Por primera

60
.- Cfr. infra. Apéndice. 1er. Documento: "Requerimiento".

61
.- Cfr. BROWN Dee: Bury my Heart at Wounded Knee, Ed. Boston Books, 26a. Edición, New York 1978, pp. 8, 31
y 184.
vez en América encuentran grandes conglomerados urbanos, cultura
avanzada, edificios de piedra y, lo más importante, oro en
relativa abundancia. Por lo demás, la acogida de los mayas no
resultó precisamente amistosa. Las enseñanzas de Gonzalo Guerrero
habían surtido efecto y todos sus contactos fueron un continuo
pelear, que acabó con la mitad de los españoles y dejó maltrecho
al resto. Regresaron, pues, (por no decir huyeron), con mil
dificultades, teniendo que ir a dar hasta Florida, (debido a los
vientos y corrientes); pero, aunque el mismo Hernández de Córdoba
murió poco después y "no trujo sino heridas del descubrimiento",
el resultado era fantástico, pues "trajo relación como aquella
tierra era rica de oro y plata, y la gente vestida" (62): Tierras
nuevas y vastísimas, densamente pobladas, oro en hipnotizante
abundancia, (En realidad había bastante poco en Yucatán), y dos
prisioneros mayas, prontamente castellanizados y bautizados como
Julianillo y Melchorejo, que les endilgaron una sarta de mentiras
por el sencillo expediente de asentir a todas las fantasías que
les preguntaban, y que más atizaron las ansias de todos de
lanzarse hacia ese paraíso. Además, se enteraron de que había
algunos náufragos cristianos que rescatar, millones de indios que
evangelizar, y dos intérpretes para iniciar todos los tratos. En
un dos por tres se montó una segunda expedición, de 4 naves y 240
hombres, que zarpó de Cuba el 1 de marzo de 1518, al mando de un
sobrino de Velázquez, Juan de Grijalva.

Esta vez hubo de todo: batallas y


recibimientos amistosos. Los intérpretes poco ayudaron, y más bien
estorbaron, pero consiguieron oro como jamás antes en América, y,
sin sospecharlo siquiera, tocaron tierras de Motecuhzoma, y fueron
sometidos por éste a un riguroso examen para dilucidar si eran o
no dioses, examen que aprobaron -también sin enterarse- tan
ventajosamente que ahí y entonces dieron inicio a la conquista de
México, y no disparando un solo tiro, sino, -como ya veremos-
dando cuenta con buen apetito de un regio banquete, con el que
dejaron a Motecuhzoma tan impactado que, al presentarle sus
enviados en Tenochtitlan las baratijas que le habían obsequiado,
"dixo que era cosa de dioses, que no quería usar de alguna
irreverencia, y llamando a los sacerdotes mandóles que lo llevasen
a la ciudad de Tollan con mucha solemnidad y que lo enterrasen en
el templo de Quetzalcóatl, cuyos hijos eran los que habían
venido." (63).
IV

62
.- GOMARA: Historia.., cap. 5, p. 12.

63
.- DURAN O.P. Diego: Historia de las Indias de Nueva España e Islas de la Tierra Firme. Terminada en 1581.
Primera edición en México 1867-1880. Editorial Porrúa, Colección "Biblioteca Porrúa", nos. 36 u 37, México
1967, II Tomo, cap. 69, no. 27, p. 55l.
MOTECUHZOMA

Antes sacerdote que político.- Conflicto de lealtades entre


Quetzalcóatl y Tezcatlipóca.- Aurora boreal en México.-
Granizada de augurios funestos.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 31)

Motecuhzoma observa un "amoxtli", en el que aparecen un perro, un barco, un cañón disparando y un español a
caballo que enarbola una espada y una cruz. A su lado un anciano sostiene una extraña ave con un espejo en la
cabeza, en donde se ven tres estrellas. Dibujo de Alberto Beltrán, p. 105 de la obra Los Aztecas de Víctor von
Hagen. Ed. Joaquín Mortiz.

Motecuhzoma Xocoyotzin reinaba en


Tenochtitlan para esas fechas. Gran guerrero y hábil político, lo
que, sin embargo, más definía su personalidad era su insondable
religiosidad. Hasta su elección había sido sacerdote, profundo
conocedor de la complicada teología indígena, y, como buen
mexicano, más dado a vivir en el mundo mágico de los dioses que en
el de las apariencias humanas. Su proceder errático y titubeante
ante los españoles sólo se explica si se toma esto en cuenta.

Si a principios de 1519 le hubiéramos


preguntado a un mexicano qué opinaba de su Tlatoani, de seguro que
notaríamos su embarazo en respondernos, y no sólo por el respeto
cuasi divino con que se le rodeaba, sino porque en realidad
resultaba difícil colocarlo en un categoría definida. Nos
explicaría, quizá: "-Ha engrandecido como nadie a Tenochtitlan,
aunque al precio de comportarse como verdadero déspota (64); ha
cargado las tintas en favorecer a las clases altas, desplazando y
humillando a las bajas (65); ha abusado de su poderío político,
económico y militar en el trato con las demás tribus, reduciendo a
la nada la independencia de los estados vecinos: Texcoco (66),
64
.- Un buen ejemplo de ello nos lo da el Códice Chimalpopoca: "En el año 12 casa (1517) Moctezuma dió
muerte a Tzompan Teuctli y a todos sus hijos [..] Le había pedido consejo sobre lo que convenía hacer: <<-Me ha
parecido necesario que sea de oro macizo la casa de Huitzilopochtli, y por dentro sea de chalchihuites y de
plumas de quetzales. Así que será menester el tributo del mundo: porque necesitará de él nuestro dios. ¿Qué te
parece?>> Respondió Tzompan Teuctli: <<-Amo nuestro y rey, no es así! ¡Con esto apresurarás la ruina de tu
pueblo y ofenderás al cielo. Comprende que no ha de ser nuestro dios el que ahora está; que va a llegar el
dueño de todo y hacedor de las creaturas!>>" Al oirle se enfureció Moctezuma y dijo a Tzompan Teuctli: <<¡Vete
y ten asco de tus palabras!>> De esta manera murieron Tzompan Teuctli y todos sus hijos." (CODICE
CHIMALPOPOCA, Anales de Cuauhtitlán, Imprenta Universitaria, México 1945, par. 218.)

65
.- El P. Diego Durán O.P. narra largamente en su capítulo 53 las tiránicas megalomanías en las que
incurrió apenas electo el hasta entonces modestísimo Motecuhzoma. Por ejemplo: "..poner nuevos oficiales, así
en el servicio de su persona como en el régimen de la provincia y reino, y mudar todos los que su tío Ahuítzotl
había puesto, [..] porque muchos de ellos eran de baja suerte e hijos de hombres bajos [..] porque él quería
ser servido a su voluntad y gusto, y entablar su república y reino a su voluntad, y llevar las cosas de su
gobierno por la vía que le diese más contento [..] Y que entre ellos no viniese ningún bastardo, sino todos
legítimos, aunque fuese su hermano [..] Porque como fuese hijo de mujer baja o esclava, siempre tendría así
resalto de acudir a la bajeza de su madre [...] Los cuales los quiero criar y hacer a mis mañas y costumbres y
conformes a mi voluntad y corazón. Y tampoco quiero de los ya muy hombres, sino todos mancebos de poca edad
[..] Y como las palabras reales son de mucho valor y estima y palabras de grandeza, no es justo que anden en
bocas bajas y caigan en orejas serviles [...] Y así quiero que mis pajes, mis camareros y maestresalas, y mis
mayordomos y porteros y todos los que sirviesen en mi casa real y anden en mi presencia, y los que hubieren de
barrer y regar los aposentos de ella y los que han de encender y atizar la lumbre que ha de arder en los
aposentos de ella, quiero que sean hijos de grandes y escogidos. [..] Y si no es falsa otra relación que en la
ciudad de México me dieron, diré que los mandó matar a todos, que ninguno quedó vivo de cuantos sirvieron al
rey Ahuítzotl. Y no me maravillaría que hubiese usado de esta crueldad, porque fue, desde que empezó a reinar,
el mayor carnicero que había habido, sólo por ser temido y reverenciado. Del cual hallo escrito que, por sólo
alzar los ojos a mirarle, como fuese hombre bajo (quien tal hacía) luego le mandaba matar..." DURAN Fray Diego:
Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme, Editorial Porrúa, Biblioteca Porrúa nos, 36 y
37, México 1967, II tomo, cap. 53, nos, 3-25, pp. 403-407.

66
.- Según ALVA IXTLILXOCHITL armó una traición con toda mala fe para que los ejércitos de Tlaxcala
destruyeran a los de Texcoco, cosa que hicieron y "el rey Motecuhzoma [..[ no se movió ni los socorrió, sino
que estuvo quedo con sus gentes, gloriándose de ver la matanza y cruel muerte de la flor de la nobleza
tetzcucana, donde se echó de ver cierta su traición." (IXTLILXOCHITL: Obras Históricas, U.N.A.M., Instituto de
Investigaciones Históricas, 2 tomos, México 1977, 2 tomo, Historia de la Nación Chichimeca, cap. 74, p. 187.)
Más aun, atribuye la muerte de Netzahualpilli a los desaires de Motecuhzoma, pues, una vez que quedaron sin
tropas: ".. con gran soberbia y presunción les dijo a sus embajadores que dijesen a su señor que ya no era el
tiempo que solía ser, porque si en los tiempos atrás se gobernaba el imperio por tres cabezas, que ya al
presente no se había de gobernar más que por una sola, y que él era el supremo señor de las cosas celestes y
terrestres, y que nunca más le enviase a requerir y comunicar negocios, porque si así lo hacía castigaría el
atrevimiento. Cuando Netzahualpiltzintli oyó esta respuesta tan insolente y soberbia, fue muy grande la pena
que recibió, y más viendo que no tenía fuerzas para castigar semejante locura, y vengar las traiciones que
contra él Motecuhzoma había hecho; y así se retiró a lo más interior de sus palacios, donde triste, pensativo y
con harta pena acabó la vida." (Ibidem, cap. 75, p. 188.)
Tacuba y Atzcapotzalco, tanto que acaba de provocar una revolución
en Texcoco, por imponer, contra todo derecho, como sucesor del
difunto Netzahualpilli a un sobrino suyo, Cacamatzin. El heredero
legítimo Cohuanachochtzin, se ha plegado a la imposición. pero
otro hermano, Ixtlilxóchitl, se ha lanzado al monte en abierta
rebeldía, alborotando con eso a gran parte del Tlatocáyotl (67).
¡No tardará en aplastarlo, desde luego, pero eso nunca se había
visto antes! Además, hace más de 10 años sufre una histeria de
terror ante las extrañas señales que están aconteciendo (68), y
mata y atormenta sin piedad a todos los que no le satisfacen en la
forma de interpretarlas..." Pero pese a eso, a que era evidente
que estaba aterrado, a ningún mexica le hubiera pasado por la
cabeza calificarlo entonces de lo que más se le tacharía después:
de cobarde.

El caso de Motecuhzoma, bien poco estudiado,


es digno de una tragedia griega o de un memorable estudio
psicoanalítico: su vida y su muerte fueron un continuo luchar
entre lealtades conflictivas, entre Quetzalcóatl y Tezcatlipoca.
Por su nacimiento, en año Ce-Acatl (Uno-Caña = 1467), estaba
ontológica y perpetuamente consagrado a Quetzalcóatl, y dedicó su
vida a cumplir incondicionalmente con esa consagración. Sin
embargo, precisamente esa vida de ilimitada entrega a sus deberes
religiosos, le mereció que el Tlatocan se fijara en él para
designarlo sucesor de Ahuízotl. Así, al aceptar ser el Huey
Tlatoani de Tenochtitlan, quedaba irrevocablemente avocado a la
gloria de Tezcatlipoca-Huitzilopochtli... ¡Pocos seres humanos
habrían de vivir nada más dramático!

En su calidad de Huey Tlatoani se entregó con


verdadera pasión a la gloria de sus dioses. A juzgar por las
crónicas, llevaba las de hacer una "revolución copernicana" en las
instituciones políticas de su pueblo, pues transformó
profundamente el papel de Tenochtitlan, dejando casi sólo en la
teoría la independencia e igualdad de los estados vecinos, y
centró en su persona un esplendor casi idolátrico, que quitaría a
los españoles toda duda -antes siquiera de concebirla- de su
ilimitado poder "imperial".

67
.- ".. le tenía muy gran odio y enemistad por haber sido causa de la muerte del rey Netzahualpiltzinli su
padre, y deseaba mucho vengarla, si pudiese [..] Asimismo en este atrevimiento y discordia que hubo con sus
hermanos y tíos, se alteraron muchas provincias que querían negar la obediencia a Motecuhzoma por la demasiadas
imposiciones de tributos que cada día les ponía, usando más de crueldad y tiranía que de piedad, como había
sido costumbre entre los reyes sus pasados; y los que esto más frecuentaban fueron los de las provincias de
Totonacapan.." (Ibidem, cap. 76, p. 192.) Y es precisamente ahi, entre los totonacas, donde Cortés empezará su
entrada a México.

68
.- Los augurios funestos que tanto contaron para Motecuhzoma y para el todo el pueblo mexicano pueden
verse en SAHAGUN: Historia General.., lib. 12, capítulos 61, 63, 66, 67, 68, pp. 459-504.
Sin embargo, sabía que sobre todo eso se
balanceaba, funesta, la espada de Damocles del retorno de
Quetzalcóatl, que todo lo realizado bajo el signo y en favor de
Tezcatlipoca-Huitzilopochtli era provisional, poco menos que una
usurpación (69). En su coronación había oído, como todos, que ese
poder se le confiaba provisoriamente: ".. Mirad que no es vuestro
asiento ni silla [..] que de prestado es, y será vuelto a Ce Acatl
Topiltzin Quetzalcóatl, cuyo es, que no habéis de permanecer para
siempre jamás, y ésta la tenéis como arrendada..." (70). Fiel hijo
de Quetzalcóatl por su nacimiento, deseoso de su venida y de su
triunfo, tenía ahora que temerlo y, en parte al menos, combatirlo
como lugarteniente de Huitzilopochtli y responsable del "Pueblo
del Sol". De parte suya no habría habido el menor problema en
entregar a su legítimo dueño lo que él, y todos, habían siempre
considerado como un usufructo sólo temporal, pero, en este caso
como veremos, al llegar los españoles y convencerse que eran él,
de inmediato se dio cuenta, horrorizado, de que el nuevo
Quetzalcóatl difería irreconociblemente del antiguo y parecía más
bien Xólotl, su malévolo gemelo, que en nada contemporizaba con
los valores mexicanos, ya que sus gustos eran atroces y plebeyos,
su desaseo nauseante, sus manera vulgares y groseras, al grado de
proclamar una insaciable sed de oro, cosa incomprensible para un
mexicano, pues oro, en náhuatl, es "teocuítlatl", es decir
"excremento de Dios". Y lo peor, aunque desdeñaba el chalchíhuatl,
"el agua preciosa" cuando se le ofrecía noblemente en sacrificio,
mostraba una rabiosa ansia de ella en el campo de batalla, donde
se comportaba como una bestia enloquecida, hiriendo y matando sin
ton ni son.

Y a él nada se le escapaba de lo que sucedía


en México: Ya desde antes del naufragio de Guerrero y Aguilar
habían llegado a sus manos ropas y armas españolas "que ciertos
hombres de la costa habían poco antes llevado a Moteczuma una caja
de vestidos con aquella espada y ciertos anillos de oro y otras
cosas de las nuestras, que hallaron a la orilla del agua, traídas
con tormenta..." (71), y sus vigías le tuvieron al tanto de lo

69
.- Los mexicanos amargaron todos sus mejores días con la certeza de su futura desgracia. Cuando, por
ejemplo, el invencible Ahuítzotl sometió al lejano Xoconochco, junto a Guatemala, su comentario fue: ".. a eso
había venido de lejas tierras a estar en medio de este mundo para irle ganando y descubriendo [..] y para esto
se crían y nacen los de la nación mexicana, para ganarlos y atraerlos a nosotros con vasallaje, y a nuestro
dios Huitzilopochtli: y nosotros con el tiempo hemos de venir a sujeción, que así está pronosticado por el
mismo Huitzilopochtli, el cuando y el como él solo lo sabe, y no otro.." (TEZOZOMOC ALVARADO Hernando: Crónica
Mexicana, Editorial Porrúa, Biblioteca Porrúa no. 6l, 2a. Edición, México 1975, cap. 79, p. 556.)

70
.- TEZOZOMOC ALVARADO Hernando: Crónica Mexicana, escrita hacia el año 1598. Primera edición en 1878.
Editorial Porrúa, "Biblioteca Porrúa" no. 61, 2a. Edición, México 1975. Cap. 56, p. 439. (El discurso ahí
reseñado no es de la coronación de Motecuhzoma, sino de su antecesor Tízoc; pero es seguro que palabras iguales
o similares le fueron repetidas a él, pues idéntica era la convicción.)

71
.- LOPEZ DE GOMARA Francisco: Historia de la Conquista de México, Biblioteca Ayacucho no. 65, Caracas
sucedido con Hernández de Córdoba. Hasta ese momento, sin embargo,
el problema no le concernía directamente, pues todo pasaba fuera
del territorio del Tlatocáyotl; pero los signos de una descomunal
e inminente catástrofe empezaron a pulular a medida que se
acercaba el nuevo año Ce-Acatl, el año de Quetzalcóatl (1519):

Ya en 1508 había sucedido algo inaudito:


Tlahuizcalpantecutli, la Estrella de la Mañana, el Señor Xólot-
Quetzalcóatl no se había limitado a anunciar el nacimiento
victorioso del Sol, sino que se había opuesto a él, manchando
levemente su faz con un punto negro. A más de este rarísimo
fenómeno, pronto vieron otro, en 1509, del que sólo hay constancia
que se haya verificado otra vez en el Valle de México: una aurora
boreal: ".. como a media noche, media hora más o menos, vino el
uno de los guardas y dijo que, hacia la parte de oriente, había
visto salir humo que espesaba, y estaba tan blanco que relumbraba
y daba tanta claridad que parecía medio día, y que puntualmente
más iba creciendo que venía igual casi con el cielo desde la
tierra, que parecía que venía andando como un gran gigante blanco
[..] hasta que amaneció, y entonces se fue deshaciendo poco a poco
hasta consumirse en nada." (72) (280 años más tarde, el 14 de
noviembre de 1789, se repitió el fenómeno, causando idéntico
terror en el ya cristiano México.)

Netzahualpilli, Tlatoani de Texcoco, experto


mago y astrólogo, que siempre había andado pregonando "a sus
vasallos y a los demás reyes, cómo esta tierra había de ser de los
hijos del sol, hombres valerosos e invencibles, y que tenían un
señor el mayor del mundo, y que su dios era el Tloque Nahuaque que
era el creador de todas las cosas; y que a esta causa no convenía
ser contra ellos, porque los que tal hicieran serían destruidos y
muertos con rayos del cielo, y que un hijo suyo había de ser en
favor de ellos, y había de beberse su propia sangre. Otras muchas
cosas declaró que hallaba en su astrología, y menosprecio de sus
reinos y señoríos, diciendo que todas las cosas se acababan y no
han de durar para siempre." (73), le explicó que eso significaba
que "perderse an todos nuestros señoríos, y esto será con
permisión del Señor de las alturas, del día, de la noche y del
ayer. De lo cual todo as de ser testigo, y lo as de ver, y en tu
tiempo a de suceder.." (74), pronóstico que le confirmó

1979, cap. 145. pág. 230.

72
.- TEZOZOMOC, Crónica..., cap. 100, p. 653.

73
.- ALBA IXTLILXOCHITL Fernando de: Obras Históricas,
U.N.A.M., Instituto de Investigaciones Históricas, 2 tomos, México
1977, 1er. tomo, Compendio Histórico del Reino de Texcoco,
Décimasegunda relación, p. 449.
74
.- DURAN: Historia.., II, cap. 63, no. 11, p. 469.
derrotándolo en el ritual juego de pelota.

A 1510 un cometa vino a darle su ración de


malos augurios: "..parecían tres estrellas juntas que corrían a la
par muy encendidas, y llevaban muy grandes colas; partieron de
hacia el occidente y corrieron de hacia el oriente, iban echando
centellas de sí: de que la gente las vió comenzaron a dar grita, y
sonó grandísimo ruido en toda la comarca." (75).

De ahí en adelante los fenómenos llovieron


cual funesto granizo, parte coincidencias naturales, parte
premoniciones paranormales, fruto de la angustia colectiva de la
nación entera: rayos que caían en seco, templos que ardían de
repente, fantasmas -entre ellos la famosa "Llorona"- y monstruos
que se dejaban ver sólo el tiempo preciso para anunciar
calamidades tan próximas como inevitables. El propio Motecuhzoma
vio con sus ojos a los conquistadores, jinetes en sus caballos y
cubiertos de hierro, en un espejo mágico que llevaba en la cabeza
un extraño pájaro, que le llevaron sus captores y que luego
escapó, empeorando el augurio. (Quien conoce algo de
parasicología, sabe que todo esto es posible, y hasta lógico, en
sus circunstancias). Y, si hemos de creer a las crónicas, hasta
una muerta volvió de la tumba para asegurarle que: "la causa
porque he resucitado es para decirte que en tu tiempo se acabará
el señorío de México, y tú has de ser el último señor, porque
vienen otras gentes y ellas tomarán el señorío de la tierra y
poblarán en México." (76).

Sin saberlo él, el otro protagonista de ese


extraño drama cósmico, hacía años que había atravesado el océano y
estaba ya en la vecina Cuba, listo para entrar en escena.
V

HERNAN CORTES

Un "intelectual" entre analfabetas.- Conquista de Cuba.- Jefe


gracias a, y luego a pesar de Velázquez.- Suerte increíble.-
Intérpretes inesperados.- Oro por baratijas.- El cumpleaños de
Quetzalcóatl.

75
.- SAHAGUN Fray Bernardino de: Historia General de las Cosas de Nueva España, 1a. edición Bustamante 1829.
Editorial Porrúa, Colección "Sepan Cuantos" no. 300, México 1975, libro 12, cap. 1, no. 4, p. 723.

76
.- SAHAGUN: Historia Gral.., libro 8, cap. 1, no. 14, p. 450.
ILUSTRACION
(Libro negro, página 37)

Hernán Cortés recibe las insignias de Quetzalcóatl. Florentino.

El otro protagonista de la historia tampoco


careció de patrón celeste, y hasta con más aparato que
Motecuhzoma. Según cuenta su biógrafo, López de Gómara: "Crióse
tan enfermo Fernando Cortés, que llegó muchas veces a punto de
muerte; mas con una devoción que le hizo María de Esteban, su ama
de leche, vecina de Oliva, sanó. La devoción fue echar en suerte
los doce apóstoles, y darle por abogado el postrero que saliese, y
salió San Pedro, en cuyo nombre se dijeron ciertas misas y
oraciones, con las cuales plugo a Dios que sanase." (77), ni
tampoco a su entrada en la escena americana le faltaron banderolas
semi-sobrenaturales, pues "tenía Fernando Cortés 19 años cuando el
año de 1504 que Cristo nació pasó a las Indias [.... perdidos en
la mar] vino a la nao una paloma el Viernes Santo, ya que se
quería poner el sol, y sentóse en la gavia. Todos la tuvieron por
buena señal, y como les pareciese milagro, lloraban de
placer.."(78).

Ese muchachillo de 19 años, Hernán Cortés y

77
.- LOPEZ DE GOMARA Francisco: Historia de la Conquista de México, Biblioteca Ayacucho no. 65, Caracas
1979, cap. 1, pág. 7.

78
.- Ibidem, cap. 2, pág. 9.
Monroy (79), desembarcó en Santo Domingo huyendo de la inexorable
mediocridad, -si no es que miseria- a que le condenaba en España
su condición de hidalgo pobre (80), luego de haber intentado sin

79
.- Su nombre hoy hubiese sido Hernán Cortés Pizarro, pues era hijo único de Martín Cortés Monroy y
Catalina Pizarro Altamirano; pero en esos tiempos anteriores al Concilio de Trento, los apellidos se escogían
hasta con más libertad que los nombres, pues podía elegirlos el propio interesado.

Al Cortés ya maduro lo describen Gómara y Bernal Díaz con bastante objetividad, sin que el primero
oculte su admiración ni decline en adulación, y sin que el resentimiento opaque el respeto del segundo: "Fue
Fernando Cortés de buena estatura, rehecho y de gran pecho: el color ceniciento, la barba clara, el cabello
largo. Tenía gran fuerza, mucho ánimo, destreza en las armas. Fue travieso cuando muchacho, y cuando hombre fue
asentado; y así tuvo en la guerra buen lugar, y en la paz también [..] Fue muy dado a mujeres, y dióse siempre.
Lo mismo hizo al juego, y jugaba a los dados a maravilla, bien y alegremente. Fue muy gran comedor, y templado
en el beber. Sufría mucho la hambre con necesidad, según lo mostró en el camino de Higueras y en la mar que
llamó de su nombre. Era recio porfiando, y así tuvo más pleitos que convenía a su estado. Gastaba
liberalísimamente en la guerra, en mujeres, por amigos y en antojos, mostrando escasez en algunas cosas, por
donde lo llamaban rico de avenida. Vestía más pulido que rico, y así era hombre limpísimo. Deleitábase de tener
mucha casa y familia, mucha plata de servicio y de respeto. Tratábase como señor, y con tanta gravedad y
cordura, que no daba pesadumbre ni parecía nuevo. Cuentan que le dijeron, siendo muchacho, cómo había de ganar
muchas tierras, y ser grandísimo señor. Era celoso en su casa, siendo atrevido en las ajenas; condición de
putañeros. Era devoto, rezador, y sabía muchas oraciones y salmos de coro; grandísimo limosnero; y así encargó
mucho a su hijo, cuando se moría, la limosna. Daba cada año mil ducados por Dios de ordinario; y algunas veces
tomó a cambio dineros para limosna, diciendo que con aquel interés rescataba sus pecados..." (LOPEZ DE GOMARA
Francisco: Historia de la Conquista de México, Biblioteca Ayacucho no. 65, Caracas 1979, cap. 242, pág. 375.).
"Fue de buena estatura y cuerpo, y bien proporcionado y membrudo, y la color de la cara tiraba algo a
cenicienta, y no muy alegre, y si tuviera el rostro más largo mejor le pareciera, y era en los ojos en el mirar
algo amorosos y por otra parte graves; las barbas tenía algo prietas y pocas y ralas, y el cabello que en aquel
tiempo se usaba de la misma manera que las barbas, y tenía el pecho alto y la espalda de buena manera, y eran
cenceño y de poca barriga y algo estevado, y las piernas y muslos bien sentados; y era buen jinete y diestro de
todas armas, así a pie como a caballo, y sabía muy bien menearlas, y, sobre todo, corazón y ánimo, que es lo
que hace al caso. Oí decir que cuando mancebo en la isla Española fue al go travieso sobre mujeres, y que se
acuchilló algunas veces con hombres esforzados y diestros y siempre salió con victoria, y tenía un señal de
cuchillada cerca de un bezo [..] En todo lo que mostraba, así en su presencia como en pláticas y conversación,
y en el comer y en el vestir, en todo daba señales de gran señor [..] Servíase ricamente como gran señor, con
dos maestresalas y mayordomos y muchos pajes, y todo el servicio de su casa muy cumplido, y grandes vajillas de
plata y oro; comía bien y bebía una buena taza de vino aguado que cabría un cuartillo, y también cenaba, y no
era nada regalado ni se le daba nada por comer manjares delicados ni costosos, salvo cuando había necesidad que
se gastase y los hubiese menester dar. Era muy afable [..] Era algo poeta [..] y rezaba por las mañanas unas
horas y oía Misa con devoción. Tenía por su muy abogada a la Virgen María, Nuestra Señora [..] a Señor San
Pedro y Santiago y a Señor San Juan Bautista, y era limosnero [...] era muy aficionado a juegos de naipes y
dados [..] era con demasía dado a mujeres, y celoso en guardar las suyas; era muy cuidadoso en todas las
conquistas que hacíamos, aun de noche y muchas noches rondaba y andaba requiriendo las velas y entraba en los
ranchos y aposentos [..] cuando estábamos en las guerras de la Nueva España era cenceño y de poca barriga, y
después que volvimos de las Hibueras engordó mucho y de gran barriga, y también ví que se paraba la barba
prieta, siendo de antes que blanqueaba. También quiero decir que solía ser muy franco cuando estaba en la Nueva
España y la primera vez que fue a Castilla, y cuando volvió a segunda vez en el año de IVSXL [sic, por 1540] le
tenían por escaso..." (DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 204, pp. 556-559.)

80
.- Dorantes de Carranza, la principal fuente de las genealogías novohispánicas, y que se gloría de que "no
he escrito letra ni escribiré que no es y sea con informaciones y ejecutorias que pasen por mis ojos" (DORANTES
éxito la carrera de Leyes en Salamanca y un año de "escribano" en
Valladolid. Su inteligencia y capacidad eran asombrosas, pues el
barniz de letrado que con eso adquirió, y su innata habilidad de
escritor, bastaron para convertirlo en el "intelectual" de la
colonia, formada casi toda de semianalfabetos (81), y para
desempeñarse después, y con auténtica soltura, redactando no nada
más ordenanzas a soldados, sino cartas y alegatos a reyes y
tribunales. Sus "Cartas de Relación", aunque teóricamente
dirigidas al Rey, en realidad estaban pensadas para el gran
público, y obtuvieron un doble éxito instantáneo, pues merecieron
tanto ser ávidamente buscadas por miles de lectores ansiosos de lo
exótico y sensacional, como ser prohibidas por la burocracia
española, que mandó quemarlas en plaza pública en 1527.

Siete años después de llegado a América pudo


estrenarse de conquistador acompañando a Velázquez en la poco
gloriosa gesta de arrollar a los indios de Cuba, donde acabó
instalándose como su secretario, puesto muy a la altura de su
condición de "latino". Lo perdió, poco después, por conspirar
contra él y negarse a tomar por esposa a Catalina Suárez, medio
pariente suya, y acabó con sus huesos en la cárcel, de donde
salió, no obstante, poco después, al aceptar casarse con ella.
Velázquez, engatusado por consejeros pagados (con promesas) por
Cortés (82), sentía muy seguro a ese "latino", ahora su "pariente
político", (Catalina Suárez era hermana de su amante), que todo le
debía, y, considerándolo dócil y manejable, decidió ponerlo al
mando de la siguiente expedición, más en forma, a las nuevas
tierras del oro.

DE CARRANZA Baltazar: SUMARIA RELACION DE LAS COSAS DE LA NUEVA ESPAÑA, Ed. Porrúa, Biblioteca Porrúa # 87,
México 1987, p. 86.) da a entender que sus padres emigraron de Castilla a Extremadura para mejor disimular su
pobreza: ".. los padres de Cortés vivían en más estrechez que la que su calidad les permitía, y ésta se
disimulaba más con pasarse y sentirse en Extremadura.." (Ibidem, p. 83). José Luis Martínez en su gran
monografía HERNAN CORTES, calcula los ingresos de su familia en "unos cinco mil maravedíes anuales", lo que él
mismo explica era una verdadera miseria, puesto que era apenas la mitad de "el salario anual más bajo de la
marinería, el de paje, que ascendía en esos años a 9 ó 10 mil maravedíes". (MARTINEZ José Luis: HERNAN CORTES,
U.N.A.M y Fonde de Cultura Econónica, 2a. Edición corregida, México 1990, cap. 4, p. 108, nota.).

81
.- ".. era latino, y oí decir que era bachiller en leyes, y cuando hablaba con letrados u hombres latinos,
respondía a lo que le decían en latín. Era algo poeta, hacía coplas en metros o en prosas, lo que platicaba lo
decía muy apacible y con muy buena retórica, y rezaba por las mañanas en unas horas y oía misa con devoción."
(DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 204, p. 557.) Por contraste, no olvidemos que su homólogo y medio
pariente, Francisco Pizarro, conquistador del Perú, era un porquerizo analfabeta.

82
.- ".. dos grandes privados de Diego Velázquez, que se decían Andrés de Duero, secretario del mismo
gobernador, y un Amador de Lares, contador de Su Majestad, hicieron secretamene compañía con [..] Cortés [..] Y
fue de esta manera: [..] que le hiciesen dar a Hernando Cortés la capitanía general de toda la armada y que
partirían entre todos tres la ganancia del oro, plata y joyas que le cupiese a Cortés..." (DIAZ DEL CASTILLO:
Historia Verdadera..., cap. 19, p. 32.)
Pronto hubo de arrepentirse, pues el dócil y
zalamero intelectual desplegó tanta seguridad e iniciativa que
decidió quitarle el puesto... sólo para darse cuenta de que ya era
demasiado tarde: Cortés ya era el fuerte; Velázquez no tenía
tropas, así que, bramando de rabia, tuvo que aguantar que se le
fuera en sus narices, dándole mil burlonas gracias y seguridades,
y que todavía se diera el lujo de recorrer la isla convocando a
más gente, y hasta saqueando una alquería del propio Velazquez,
ante la impotencia de los alcaldes, a quienes Velázquez no cesaba
de conmimar que lo arrestaran (83). Por fín, el 10 de febrero de
1519, partió de La Habana con 11 barcos, 553 soldados, 110
marineros, más de un centenar de negros e indios y algunas
mujeres. Era una fuerza considerable para el sitio y para la
época, pero una ridiculez para enfrentarse a un imperio de 30
millones de habitantes...

Desde un principio le acompañó una suerte


increíble, tanta que no temieron en calificarla de "milagro"(84).
Cuando ya había dejado definitivamente la isla maya de Cozumel,
donde en vano había esperado por dos semanas la vuelta de alguno
de los náufragos españoles que había mandado buscar, una avería en
una de las naves les obligó a regresar Poco después llegaba un
indio, en todo semejante a los demás, que como indio saludó,
poniendo las manos en el suelo y besándolas, pero farfullando:
"¡Dios, y Santa María, y Sevilla!" (85). Era Jerónimo de Aguilar,
una espada más para la conquista, pero, sobre todo, una lengua
capaz de traducir el maya y el castellano, infinitamente más de
fiar que Julianillo y Melchorejo, de los que el primero ya había
muerto y el segundo pronto iba a morir a manos de sus propios
coterráneos.

83
.- Una idea de la desenfadada corrupción reinante puede dárnosla saber que uno de los dos primeros
mensajeros, -supuestamente de toda la confianza de Velázquez- enviados al pueblo de Trinidad, se incorporó a
Cortés y el otro aceptó regresar con su burlona contestación. Un segundo, enviado a la Habana, llevaba al mismo
tiempo la orden contra Cortés y recados para éste de que se previniera: ".. con este mismo mensajero tuvo aviso
Cortés de lo que enviaba Velázquez, fue de esta manera: Que un fraile de la Mer ced, que se daba por servidor de
Velázquez. que estaba en su compañía del mismo gobernador, escribía a otro fraile de su Orden, que se decía
fray Bartolomé de Olmedo, que iba con nosotros, y en aquella carta del fraile le avisaban a Cortés sus dos
compañeros, Andrés de Duero y el contador, de lo que pasaba." DIAZ DEL CASTILLO: Historia Verdadera..,, cap.
24, p. 40.

84
.- "Y certísimo les pareció milagro haber hecho agua la nao de Alvarado, para que con aquella necesidad
tornasen a la isla, donde, sobreviniendo contrario viento, fuesen constreñidos a estar hasta que este Aguilar
viniese.." LOPEZ DE GOMARA Francisco: Historia de la Conquista de México, Biblioteca Ayacucho no. 65, Caracas
1979, cap. 12, pág. 26.

85
.- DIAZ DEL CASTILLO Bernal: Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, (1a. Edición en
Madrid, en 1632). Editorial Porrúa, Colección "Sepan Cuantos" no. 5, 11a. edición, México 1976, cap. 39, p. 46.
El siguiente desembarco fue hasta el río
Grijalva. Tras recios combates, inspirados por Melchorejo que se
pasó a los indios apenas pudo, en los que la táctica europea, o la
intervención sobrenatural, según ellos, llevó las de ganar:
"Entonces dijo Cortés:<<Adelante, compañeros, que Dios es con
nosotros y el glorioso San Pedro>> [..] y todos dijeron que
vieron por tres veces al del caballo rucio picado pelear en su
favor contra los indios, según arriba queda dicho; y que era
Santiago, nuestro patrón. Fernando Cortés más quería que fuese San
Pedro, su especial abogado; pero cualquiera que de ellos fue, se
tuvo a milagro, como de veras pareció; porque no solamente lo
vieron los españoles, mas aun también los indios lo notaron por el
estrago que en ellos hacía cada vez que arremetía a su escuadrón,
y porque les parecía que los segaba y entorpecía. De los
prisioneros que se tomaron se supo esto." (86).

Sea por los cañones, sea por los Apóstoles,


los tabasqueños reconocieron su derrota, hicieron las paces, se
vengaron de Melchorejo sacrificándolo (87), y se congraciaron con
sus vencedores a base de regalos, entre lo cuales hubo uno
sencillamente inapreciable: una doncella india, de un grupo de
veinte, que no era maya, sino mexicana, y dominaba ambas lenguas.
La historia de esta muchacha, personaje clave en la conquista, no
está muy clara. Ciertamente era un princesa (88), de quien su
madre se deshizo entregándola a unos mercaderes para que la
vendiesen en Tabasco; pero no sabemos bien por qué. Según unos,
porque se había casado en segundas nupcias y no quería que pudiese
disputar el señorío a su nuevo hijo; según Burland, el gran
experto del Museo Británico, porque los sacerdotes decretaron su
muerte, al constatar por el horóscopo de su nacimiento en el día
Ce-Malinalli, Uno-Grama, que sería un peligro gravisimo para
Huitzilopochtli, a quien estaba destinada a oponerse (89). Cierto
o no esto, el hecho es que así fue, pues Bernal Díaz resalta que
ahí mismo y con ella empezaron a cambiar las cosas: Ella y sus
compañeras, prontamente bautizadas y repartidas a los capitanes,
"fueron las primeras cristianas que hubo en la Nueva España" (90)

86
.- LOPEZ DE GOMARA: Historia de la Conquista.., cap. 20, pp.38-9.1

87
.- "Y respondieron [..] que el indio que traíamos por lengua, que se huyó una noche, se los aconsejó, y
que de día y de noche nos diesen guerra [..] que como les vió que en la batalla no les fue bien, que se les fue
huyendo, y que no sabían de él, aunque le han buscado; y supimos que le sacrificaron, pues tan caro les costó
sus consejos.." DIAZ DEL CASTILLO: Historia Verdadera.., cap. 36, p. 59.

88
.- ".. verdaderamente era una gran cacica e hija de grandes caciques y señora de vasallos, y bien se le
parecía en su persona.." DIAZ DEL CASTILLO: Historia Verdadera.., cap. 36, p. 59.

89
.- BURLAND C.A. Montezuma Lord of the Aztecs, Weindenfeld and Nicolson, London 1972, cap. 7, p. 137.

90
.- "Y el mismo fraile, con nuestra lengua Aguilar, predicó a las veinte ind ias [..] y luego se bautizaron
[..] y Cortés las repartió a cada capitán la suya..." (DIAZ DEL CASTILLO: ibidem, p. 59) Puede detectarse una
y los jefes indios derrotados "fueron los primeros vasallos que en
la Nueva España dieron obediencia a Su Majestad." (91), y no está
de más comentar que todo empezó a salirle mal a Cortés desde que
se deshizo de ella, ya conquistado México, casándola con Juan
Jaramillo en su desastroso viaje a Las Hibueras.

Como quiera que haya sido, los españoles


castellanizaron su nombre al bautizarla como Marina, añadiéndole
respetuosamente el nobiliario "Doña" en atención a su linaje, y le
guardaron siempre gratitud, admiración y respeto (92). Gracias a
ella consiguieron comunicarse desde un principio con los pueblos
de habla náhuatl: Cortés hablaba en español a Aguilar, éste
traducía en maya y Marina en náhuatl (93)... Los efectos de esa
triple versión fueron mucho mayores que los de una simple
inexactitud gramatical, pues nada llegaba a sus últimos
destinatarios sino tamizado y matizado por la mentalidad de los
conductos. Así, por ejemplo, Cortés siempre negó ser dios, pero
Marina siempre encabezaba sus traducciones con: "-Estos dioses
dicen..." (94).

Entre luchas y recibimientos amistosos,


Cortés obtuvo magníficos "rescates", (Es decir, oro a trueque de
baratijas), en tierra maya, desconcertando a sus anfitriones su
frenética sed del metal, que más tarde describiría un cronista,
entre divertido y escandalizado:
"Les dieron a los españoles banderas de oro,

cierta influencia islámica en esa prisa por bautizarlas: la moral cristiana en ninguna parte considera menos
incorrecto fornicar con una correligionaria que con una pagana... quien hace esa distinción es el Corán: "No os
caséis con mujeres idólatras hasta que no hayan creído. Una esclava creyente vale más que una mujer libre
idólatra, aun cuando ésta os guste más. No déis vuestras hijas a los idólatras, mientras no hayan creído. Un
esclavo creyente vale más que un incrédulo libre, aun cuando os guste más." (Sura II, 220)

91
.- DIAZ DEL CASTILLO: ibidem, p. 60.

92
.- "Y la doña Marina tenía mucho ser y mandaba absolutamente entre los indios en toda la Nueva España."
(DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 37. p. 62). Y aun ante serios descalabros, le admira que "doña Marina,
con ser mujer de la tierra, qué esfuerzo tan varonil tenía, que con oír cada día que nos habí an de matar y
comer nuestras carnes con ají, y habernos visto cercados en las batallas pasadas, y que ahora todos estábamos
heridos y dolientes, jamás vimos flaqueza en ella, sino muy mayor esfuerzo que de mujer." (Ibidem, cap. 66, p.
115).

93
.- "..Cortés decía lo que quería a Aguilar y él en lengua de Potonchan y Tabasco se lo interpretaba a
Marina, y ella que sabía muy bien esta lengua, la interpretaba en la mexicana; aunque en breves días aprendió
la castellana, con que excusó mucho trabajo a Cortés, que parece haber sido caso milagroso, y muy importante
para la conversión de los naturales y fundación de nuestra santa fe católica." (IXTLILXOCHITL: Historia de la
Nación Chichimeca, cap. 79, p. 198.)

94
.- DURAN, Historia.., II, cap. 69, no. 19, p. 509, et passim.
banderas de plumas de quetzal,
collares de oro."

"Se les puso risueña la cara,


se alegraron mucho,
estaban deleitándose."

"Como si fueran monos levantaban el oro,


como que se sentaban en ademán de gusto,
como que se les renovaba y se les iluminaba el corazón."

"Como que cierto es que esto anhelan con gran sed.


Se les ensancha el cuerpo con eso.
Tienen hambre furiosa de eso.
Como pecaríes hambrientos ansían el oro.
Y las banderas de oro las arrebataban ansiosos,
las agitan de un lado a otro,
las ven de una parte y de otra.
Están como quien habla lengua salvaje;
todo lo que dicen, lengua salvaje es." (95).

ILUSTRACION
(Libro negro, página 43)

"Malacate" circular con el dibujo de un mono. Este era para los mexicanos símbolo de lascivia y estupidez.
Designs from Pre-Columbian Mexico, Jorge Enciso, p. 1.

Ante esa avidez, los mayas constantemente les


comentaban que el oro que ellos tenían era poco; pero que allá,
muy lejos, tras montañas de nubes y nieves, se hallaba "Culúa",
donde lo había por toneladas, puesto que era un imperio fabuloso
ante el cual se quedaba corta cualquier fantasía. Se referían,
desde luego, a Tenochtitlan: hacía siglos que la mítica Tula
había dejado de existir, pero el impacto de su grandeza era

95
.- SAHAGUN, Historia Gral...m lib. 12, cap. 12, nos. 2 y 3,
p. 770.
indestructible, igual que hoy seguimos hablando de Nueva York como
la "Babel de Acero", milenios después de destruida la Babilonia
original.

Tal señuelo hizo inevitable que prosiguieran


la navegación en pos de esa "cueva de Alí Babá". Casi sin escalas
llegaron al actual San Juan de Ulúa el jueves 21 de abril de 1519.
No las traían todas consigo: las instrucciones de Velázquez, -que,
pretendidamente, seguían en pie- eran sólo explorar y rescatar
oro, no colonizar ni internarse tierra adentro. Todos se daban
cuentan de la temeraria desproporción de la empresa, y muchos
sentían que se estaban metiendo en la boca del lobo. Como quiera
que fuese, al día siguiente, Viernes Santo, desembarcaron; quienes
podían hacerlo, vestían de negro... Todos ignoraban por completo
que estaban pisando por primera vez tierra del Tlatocáyotl, y que,
por una increíble casualidad, ese 22 de abril de 1519 era para
Motecuhzoma el día Chiconahui-Ehécatl, (Nueve-Viento) del año Ce-
Acatl, (Uno-Caña), el día exacto del nacimiento de Quetzalcóatl,
en el único año dedicado a Quetzalcóatl dentro del siglo (96).

ILUSTRACION
(Libro negro, página 44)

Dos tipos de atlantes toltecas que figuran a Tlahuizcalpantecutli Quetzalcóatl sosteniendo un altar. Ambos son
de Chichén Itzá.
VI

DOS MUNDOS FRENTE A FRENTE

96
.- BURLAND, o.c., cap. 9, p. 171; cap. 19, p. 187. BURLAND C. A. and FORMAN Werner: Feathered Serpent and
the Smoking Mirror, Orbis Publishing Limited, London 1972, cap. 7, p. 115.
El "test" de Motecuhzoma.- Brillantemente aprobados.- Dioses
innegables.- El conflicto de los dioses se reabre.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 45)

Tezcatlipoca y Quetzalcóatl, los dos grandes protagonistas del conflicto que creyeron los indios se reactuaba a
la llegada de Cortés. Tezcatlipoca tiene un espejo humeante como pie, y Quetzalcóatl está representado como
dios del viento, Ehécatl, con una máscara aviforme y pintado de negro. Tomadas del Códice Borgia.

Para quienes conocemos el "a posteriori" de


la historia, ese momento tipificaría el "cliché" de la gavilla de
bandidos blancos, listos para lanzarse al cuello de un imperio de
idiotas; pero la realidad histórica es tan diversa como
fantástica. En realidad se enfrentaban dos mundos -dos
concepciones del mundo- tan coincidentes en considerar la guerra
como vocación primordial, como divergentes en la forma de actuarla
y de vivirla, que para los mexicanos estaba en total acuerdo con
su cultura y religión, pero para los españoles nó, puesto que eran
cristianos... Pero no hay que asombrarse: Aun los cristianos de
hoy no hemos acabado de aceptar que nuestra religión y la guerra
crudamente militar y fratricida realmente se contraponen.

Es cierto que en el Antiguo Testamento se la


admite (97); pero no lo es menos que Cristo, aunque mucho la
97
.- Basta un vistazo a los libros históricos, como por ejemplo: Ex. 14 y 15; 17, 8-16; Num. 14; 21, 1-3,
21-35; 31; Deut. 1-3; 21, 10-14; Jos. 6-12; el libro entero de los Jueces; 1 Sam. 4-7; 11; 13-15; 17; 28-31; 2
Sam. 3; 5, 6-25; 8; 10; 17-18; 20; 21, 15-22; los libros de los Reyes y de las Crónicas y de los Macabeos.
mencionó, siempre se refirió a una guerra interna, a una lucha
contra nosotros mismos para lograr ser mejores individual y
colectivamente. La única vez que habló de una confrontación
militar, claramente la desaprobó, manifestando que "más vale un
mal arreglo que un buen pleito": "Si un rey va a dar batalla a
otro, ¿no se sienta primero a deliberar si le bastarán diez mil
hombres para hacer frente al que viene contra él con veinte mil? Y
si ve que no, cuando el otro está todavía lejos, le envía legados
para pedir condiciones de paz." (Luc. 14, 31-32), y,
contraponiéndose abiertamente a los criterios antiguos, ordena:
"Os han enseñado que se mandó: <<Ojo por ojo, diente por diente>>.
Pues yo os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario,
si uno de abofetea en la mejilla derecho, vuélvele también la
otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, déjale
también el manto; a quien te fuerza a caminar una milla,
acompáñalo dos [..] Os han enseñado que se mandó: <<Amarás a tu
prójimo..> y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a
vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para ser hijos
de vuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre buenos y
malos y manda la lluvia sobre justos e injustos." (Mat. 5, 38-45).

Esta es la fecha que no acabamos de


aceptarlo, y si hoy, pues, todavía no somos cristianos los
cristianos, nada raro que menos lo fuesen nuestros antepasados, y
es interesante reflexionar que, en eso, eran más bien modelo de
musulmanes, que veían la guerra con celo misional:
"Combatidles hasta tanto que no tengáis que temer la
tentación [De ser infieles] y hasta que todo culto sea
el del Dios único." (Sura 2, 189) "Cuando encontréis
infieles, matadles hasta el punto de hacer con ellos
una carnicería, y estrechad firmemente las trabas de
los cautivos. [...] Si Dios quisiese, triunfaría de
ellos por sí mismo; los exterminaría, pero os hace
luchar para probaros a unos por otros. Los que hayan
sucumbido en el camino de Dios, Dios no hará perecer
sus obras. Los dirigirá y hará sus corazones rectos.
Los introducirá en el paraíso que les ha hecho conocer
ya. ¡Oh creyentes! si asistís a Dios en su guerra
contra los malvados, El también os asistirá y dará
firmeza a vuestros pasos [...] No mostréis cobardía y
no llaméis a los infieles a la paz cuando sois los más
fuertes y Dios está con vosotros, no os privará del
premio de vuestras obras". "...Os llamaremos a ir
contra un pueblo dotado de un poder terrible y
combatiréis a esas gentes hasta que se hagan
musulmanes." (48, 16).

De hecho, ambos protagonistas vivían un mundo


mágico, donde los factores sobrenaturales eran mucho más
importantes que los del vanal mundo de los humanos, no cabiéndoles
a éstos sino el papel de instrumentos o comparsas: para los indios
era Quetzalcóatl quien regresaba a tomar desquite de su antiguo
rival, Tezcatlipoca; para los hispanos, era Jesucristo que llegaba
a desbancar a Satanás... y lo mismo daba que éste se llamara
Tezcatlipoca, o Quetzalcóatl, o Huitzilopochtli, o Tajín, o
Camaxtle... y, de haberlo conocido, hubieran también añadido a esa
lista de nombres diabólicos a Ometéotl, Tloque Nahuaque,
Ipalnemohuani, Tonacatecutli, de quien hablaremos después.

Contra todo lo que desde nuestra cultura


podríamos juzgar, Motecuhzoma, con todo y abrumado por mil
evidencias de que los españoles eran dioses, no era ningún
crédulo, y, a su modo, primero se preocupó de constatar quiénes
realmente eran, y luego, aun creyéndolos dioses, los combatió por
todos los medios que creyó a su alcance. Ya desde Grijalva empezó
por someter a un "test" a los recién llegados: "... deseo mucho
que sepas quién es el Señor y principal dellos, al cual quiero que
le des todo lo que llevares y que sepas de raíz si es el que
nuestros antepasados llamaron Topiltzin y, por otro nombre,
Quetzalcóatl.." (98). El "test" suena risiblemente ingenuo para
nuestro gusto, pero para él era decisivo: observar su reacción
ante los diferentes símbolos y atuendos de los dioses, y, sobre
todo, verificar qué comían: si sangre y carne humanas, como todo
dios que se respetase, o los alimentos de la tierra, como
Quetzalcóatl: "..Yo e proveído de joyas y piedras y plumages para
que los lleves en presente a los que an aportado a nuestras
tierras [...] mandarás, de mi parte, al Señor y gobernador de
Cuetlaxtlan que provea de todos los géneros de comida que se
pudieren hacer [..] y preséntaselo de mi parte, para que lo coma
él y sus hijos y compañeros, y nótale si lo come, porque si lo
comiere y bebiere es cierto que es Quetzalcóatl, pues conoce ya
las comidas de esta tierra y que él las dexó y vuelve a regusto
dellas [..] y no vayas temeroso ni con sobresalto, ni te de pena
al morir a sus manos, que yo te prometo y te doy fe y palabra de
te honrar y a tus hijos, y dalles muchas riquezas de tierras y
cosas, y de los hacer de los grandes de mi consejo, y si acaso no
quisiere comer de la comida que le diéredes, sino personas, dexaos
comer, que yo cumpliré lo que tengo dicho con vuestras mujeres y
parientes..." (99).

Por supuesto que Grijalva y los suyos NO se


comieron a los mexicanos, y SI devoraron, encantados de la vida,
todo lo demás, sin más condición que hacer que sus anfitriones lo
probaran primero, desconfianza que, lejos de enajenarles la buena
voluntad de estos, les confirmó que conocían muy bien los usos de
la tierra, pues era lógico que Quetzalcóatl desconfiase de la

98
.- DURAN, Historia.., II, cap. 69, no. 11, p. 507.
99
.- Ibidem, nos. 12 y 13, pp. 507-8.
gente de Tezcatlipoca, y lo que se recomendaba en tales casos era
eso: "Nota bien, hijo, que si alguno te diere de comer o de beber,
de quien tienes sospechas, no lo comas, ni lo bebas hasta que
primero coma y beba quien te lo da." (100). Ellos no hablaban
náhuatl, pero como pudieron les indicaron que venían de oriente,
(de donde se suponía debía llegar Quetzalcóatl), y que allá
regresaban, pero que volverían más tarde. Llegando, pues, Cortés,
en el día y hora precisos en que lo aguardaban, poca duda podía
caberle a Motecuhzoma de su identidad; pero tampoco lo aceptó así
como así, y quiso ser aún más drástico en su prueba, mandando a
sus enviados esta vez no sólo que estuviesen disponibles para ser
comidos, sino que, además de la comida, se le ofreciese
formalmente un sacrificio.

Ni Cortés ni ninguno de los demás españoles


tenían la menor idea de que estaban siendo sometidos a un examen,
pero lo aprobaron brillantemente, reaccionando como el más
escrupulosamente ortodoxo Quetzalcóatl: ".. A la vista del Capitán
ofrecieron un sacrificio. El se enojó cuando se le presentó la
sangre en el cuauhxicalli y el Capitán mató personalmente con la
espada al que le presentó la sangre..." (101) ".. sintieron mucho
asco, escupieron, se restregaban las pestañas; cerraban los ojos,
movían la cabeza. La comida que estaba manchada de sangre la
desecharon con nauseas.." (102).

Desembarcados de sus casas con alas el día


exacto del cumpleaños de Quetzalcóatl, vestidos como él de negro,
blancos y barbados, con yelmos similares a su gorro cónico y
asegurando Doña Marina, con todas sus letras, que eran los dioses
esperados, mal podían dudarlo los emisarios mexicanos, a quienes,
además, se impresionó ex professo, montando todo un despliegue de
de poderío bélico, con cañonazos, cabalgatas y disparos.

Pronto recibió Motecuhzoma un reporte


pormenorizado, que había estado esperando con ansias en verdad
agónicas:
"Motecuzohma ya no supo de sueño,
ya no supo de comida.

100
.- SAHAGUN, Historia Gral..., lib. VI, cap. 22, no. 16, p.
362.
101
.- Relato de la Conquista por un Autor Anónimo de
Tlaltelolco, (Redactado en 1528). Traducción de Angel María
GARIBAY, en SAHAGUN, Historia General..., libro XII, p. 813, no.
4.
102
.- SAHAGUN, Historia Gral.., libro XII, cap. 8, no. 4, p.
766.
Ya nadie con él hablaba.
Y si alguna cosa hacía, la tenía como cosa vana.
Casi cada momento suspiraba.
Estaba desmoralizado, se tenía como un abatido.
Ya no cosa que da dicha,
ya no cosa que da placer,
ya no cosa de deleite le importaba.
Y por esto todo decía:
¿Qué sucederá con nosotros?
¿Quién de veras queda en pie?
¡Ah, en otro tiempo yo fuí...!
¡Vulnerado está de muerte mi corazón!
¡Cual si estuviera sumergido en chile,
mucho se angustia, mucho arde...!
¿A dónde, pues, nuestro señor?"
"Entonces dio órdenes
a los que tenían cargo de vigilar,
los que guardaban sus principales cosas.
Les dijo:
<<-Aun cuando durmiento esté, decidme:
Ya llegaron los que enviaste a la mar.>>" (103).

Cuando por fin llegaron, primero que nada los


desinfectó con una rigurosa cuarentena mágica, como lo haríamos
hoy a astronautas recién desembarcados que podrían traer sobre sí
sólo Dios qué misteriosos virus o contaminaciones siderales:
Rápidamente mandó detenerlos en la sala de la serpiente, pintar de
yeso a dos cautivos, abrirles el pecho y rociar con su sangre a
los embajadores.

ILUSTRACION. Florentino. (Sin texto)


(Libro negro, página 50)

103
.- Ibidem, cap. 6, nos. 6-8, p. 765.
"La razón de hacer tal cosa es haber ido por camino muy difícil;
por haber visto a los dioses; haber fijado los ojos en su cara y
en su cabeza. Bien con los dioses conversaron." (104). Satisfecho
ese requisito de profilaxis preventiva, les escucha:
"Mucho espanto le causó el oír como estalla el cañón.
cómo retumba su estrépito;
cómo que se desmaya uno, se le aturden a uno los oídos.
Y cuando cae el tiro,
una como bola de piedra sale de sus entrañas:
Va lloviendo fuego, va destilando chispas.
Y el humo que de él sale es muy pestilente,
huele a lodo podrido,
penetra hasta el cerebro, causando molestia."

"Si va a dar contra un cerro,


como que lo hiende,
lo resquebraja;
y si da contra un árbol, lo destroza hecho astillas,
como si alguien le hubiese soplado desde dentro."

"Sus aderezos de guerra son todos de metal:


metal se visten,
metal ponen como capacete a sus cabezas,
metal son sus espadas,
metal son sus arcos [las ballestas]
metal sus escudos,
metal sus lanzas."

"Los soportan en sus lomos unos como venados.


Tan altos están como los techos."

"Por todas partes vienen envueltos sus cuerpos,


solamente aparecen sus caras'
Son blancos, blancos como si fueran de cal.
Tienen el cabello amarillo,
aunque algunos lo tienen negro.
Larga su barba es, también amarilla;
el bigote también amarillo.
Son de pelo crespo fino,
un poco encarrujado."

"En cuanto a sus alimentos,


son como alimentos humanos:
grandes,
blancos,

104
.- Ibidem, cap. 6, no. 12, p. 765.
no pesados,
cual si fueran de paja,
cual madera de caña de maíz,
y como de médula de caña de maíz es su sabor.
Un poco dulces,
un poco como enmielados."

"Sus perros son enormes,


de orejas ondulantes y aplastadas,
de grandes lenguas colgantes;
tienen ojos que derraman fuego,
están echando chispas:
sus ojos son amarillos,
de color intensamente amarillo.
Son muy fuertes y robustos,
no están quietos.
andan jadeando,
andan con la lengua colgando.
Manchados de color, como jaguares,
con manchas de colores..." (105).

No podía, pues, caber duda: eran ellos, los


dioses. Y si alguna podía quedarle, el mensaje que Cortés le
mandaba se la acabó de disipar: Aunque él jamás afirmó ser dios,
antes lo negó explícitamente, a Motecuhzoma le resultó imposible
entender en otro sentido su historia de venir en nombre de El: la
complicada secuencia de enviado del Rey de España, a quien el
Papa, Vicario de Cristo Hijo de Dios, y Dios él mismo, del único
Dios, había confiado difundir la Fe y rescatar a todos los hombres
de las garras del Demonio, pasada, además, por el cedazo de las
traducciónes de Aguilar y de Marina y de las impresiones de los
embajadores, a él le sonó inequívocamente a que Quetzalcoatl
volvía por sus fueros a tomar revancha de Tezcatlipoca. El
conflicto de los dioses se reabría, y a él, del linaje de
Quetzalcóatl por su sangre tolteca y a él consagrado por el
destino que le marcaba la fecha de su nacimiento, le competía
intervenir en forma decisiva. Su decisión de entregarse a él
hubiera sido fácil e instantánea si de él solo se tratara... PERO,
¿qué iba a ser de su pueblo, el "Pueblo del Sol"?
VII

ATL TLACHINOLLI

El agua que arde.- Morir para nacer.- La fortuna de morir


sacrificado.- La mies de las flores.- Confederación antes que
agresión.- Regalos para declarar la guerra.

105
.- Ibidem, cap. 7, nos. de 3 a 10, p. 766.
ILUSTRACION
(Libro negro, página 53)

EL jerolífico del "Atl Tlachinolli": "Agua Quemada": fuego y agua unidos. L. Sejourné, o.c., p. 121.

"-¿Dónde váis? ¿Dónde váis?


-A la guerra. Al agua divina...
Como una flor es la batalla:
¡Váis a tenerla en vuestras manos!" (106).

"Atl Tlachinolli", "agua que arde", "agua


quemada", arquetipo del conflicto cósmico, era el grito de guerra
de los mexicanos, para quienes la batalla era, ante todo, eso: ser
instrumentos de un conflicto cósmico, de una lucha de dioses.
Hemos visto que para los españoles la guerra era la quintaesencia
de la vida y de la religión; para los mexicanos no lo era menos,
pero en un sentido exactamente opuesto, pues no se trataba de
combatir y exterminar a demonios infieles, sino de ser
instrumentos y ejecutores de un "juicio de Dios" para mejor
conservar el orden y la proporción existentes. Ni la actitud de
Motecuhzoma, ni la propia conquista, pueden comprenderse si no se
toma en cuenta el concepto indio de la muerte y de la guerra.

La muerte, para empezar, era para ellos, más


que el fin de esta vida, el nacimiento a otra, nacimiento que al

106
. Manuscrito Cantares Mexicanos, F. 70 R. lin. 19-25. Apud GARIBAY Angel M.: Historia de la Literatura
Náhuatl, Ed. Porrúa, "Biblioteca Porrúa" nos 1 y 5, 2a. Edición, México 1971, Vol. I, cap. 2, no. 3, p. 119.
igual que el nacer a ésta, podía significar privilegios de
aristocracia o cargas de plebeyez. Las leyes indígenas eran duras
y expeditivas: todo elemento antisocial era pronta y radicalmente
eliminado (107), de modo que nunca sintieron la necesidad de
motivar sus conductas con un premio o castigo después de la
muerte. Aceptaban la vida ultraterrena, pero el destino de cada
difunto no correspondía a cómo se hubiese comportado en vida, sino
al género de muerte con que los dioses le hubiesen otorgado salir
de ella:
"Los que morían de enfermedad, ahora fuesen
señores o principales, o gente baja" (108), iban al Míctlan,
especie de Hades, situado bajo las estepas del norte. No era lugar
de tormentos, pero sí tenebroso, frío y desapacible, "lugar
oscurísimo, que no tiene luz ni ventanas" (109), a donde nadie
podía sentir muchos deseos de ser asignado, y tanto menos que el
viaje, lleno de peripecias y penalidades, duraba cuatro años.

Pero no todos tenían un destino tan lúgubre,


pues "los que matan los rayos o se ahogan en el agua, y los
leprosos, bubosos y sarnosos, gotosos e hidrópicos" (110), o sea,
elegidos en alguna forma por el dios del agua, Tláloc, iban a su
jardín, el Tlalocan, muy parecido al paraíso bíblico, vergel
idealizado, pletórico de flores y frutos, donde "había siempre
jamás verdura y verano" (111), y donde vivían felices eternamente,
entre risas y cantos.

Pero los realmente afortunados eran los


"Cuauhteca", "los compañeros del Aguila": guerreros muertos en
batalla, mujeres muertas de parto, (guerreras que caían en el
combate de la vida) (112), y todos los que muriesen sacrificados,

107
.- Desde chicos, en el Tepochcalli o Calmécac, los colegios donde se educaba toda la juventud, cualquier
falta grave, como la embriaguez, no se castigaba con la expulsión, sino que al infractor, "si era macegual
castigábanle dándole de palos hasta matarle, o le daban garrote delante de todos los mancebos juntados, porque
tomasen ejemplo y miedo de no emborracharse; y si era noble el que se emborrachaba, dábanle garrote
secretamente." (SAHAGUN, Historia Gral..., libro 3, cap. 6, no. 1, p. 211.)

108
.- SAHAGUN, Historia Gral.., Lib. III, cap. 1, no. 2, p. 205. En los tres primeros capítulos de su breve
libro III, Sahagún expone lo principal del destino que los mexicanos creían tener después de la muerte.

109
.- Ibidem, no. 4.

110
.- Ibidem, cap. 2, no. 3, p. 207.

111
.- Ibidem, no. 5, p. 208.

112
.- "..si ésta moría de parto [...] los padres y parientes alegrábanse, por decían que no iba al infierno,
sino a la casa del sol, y que el sol por ser valiente la habia llevado para sí.." SAHAGUN, Historia Gral..,
Lib. VI, cap. 29, no. 7, p. 381.
así hombres como mujeres, quienes aun antes de morir "los
regalaban y honraban con tanta reverencia como si fuesen dioses,
llamándolos hijos del sol y del señor de la tierra y merced de los
dioses" (113).

ILUSTRACION
(libro negro, página 55)

El águila solar devora un corazón humano. Tomada de la escultura de un edifico de Tula. Apud L. Sejourné.

Estos formaban el cortejo del águila solar,


acompañándola en su diario combate victorioso y participando de su
esplendor y su gloria. También vivían en un maravilloso paraíso,
podían seguir en contacto con sus seres queridos de la tierra,
cuyas ofrendas recibían, y tornar a la tierra en forma de
colibríes (114), es decir, divinizados como otros tantos
Huitzilopochtlis (115). Para los mexicanos, que apreciaban la
113
.- DURAN: Historia de las Indias.., tomo 2, cap. 19, p. 169.

114
.- ".. y en el cielo hay arboleda y bosques de diversos árboles; y las ofrendas que les daban en este
mundo los vivos, iban a su presencia y allí las recibían; y después de cuatro años [..] se tornaban en diversos
géneros de aves de pluna rica, y color, y andaban chupando todas las flores, así en el cielo como en este
mundo, como los zinzones lo hacen." Ibidem, cap. 3, nos. 4 y 5, p. 208.

115
.- La etimología de Huitzilopochtli, "Colibrí Zurdo", es "Huitizizilin": Colibrí, y "Opochtli": Zurdo, de
la Izquierda, del Sur. Cfr. GLOSARIO.
belleza de las plumas por encima del oro o la plata, esas joyas
aladas que relampageaban, etéreas, de flor en flor, eran el culmen
de la hermosura y de la felicidad, y el sueño de todos convertirse
algún día en una de ellas: "..estos están en contínuos deleites,
gustan y chupan el olor y el zumo de todas las flores sabrosas y
olorosas, jamás sienten tristeza, ni dolor, ni disgusto porque
viven en la casa del sol [..] y esta manera de muerte es deseada
por muchos, y muchos tienen envidia a los que así mueren, y por
eso todos desean esta muerte.." (116). "La causa porque se movían
así tantos a la guerra [..] era no tener su vida en nada y tener
por bienaventurados a los que en la guerra morían, y así llamaban
a la guerra xochiyaóyotl, que quiere decir <<guerra florida>>, y
por el consiguiente, llamaban a la muerte del que moría en guerra,
xuchimiquiztli, que quiere decir <<muerte rosada, dichosa y
bienaventurada>>." (117).

Su actitud, pues, ante el sacrificio era muy


"sui generis": el que lo ejecutaba se sentía benefactor, no
asesino, y quien lo padecia lo encaraba con una actitud análoga a
la del cristiano ante el martirio: mezcla de horror y de
entusiasmo, algo profundamente repulsivo al instinto de
conservación, pero aceptado por la fe como verdadero privilegio.
Un conquistador, de quien ignoramos el nombre, pero que se mostró
agudo observador en lo poco que escribió, alcanzó a entrever el
valor que daban los indios al sacrificio, comentando asombrado que
"ni dejan con vida a ninguno que prenden" (118), (En Europa era
excelente negocio "rescatar" a los prisioneros, es decir,
vendérselos a sus parientes o partidarios), añade el toque galante
de que mataban a todas las mujeres prisioneras, y no sólo a las
feas, como hubiese sin duda optado la lujuria española, y nota,
especialmente incrédulo, que se veneraba como a dios al
sacrificado, y que él mismo parecía muy contento: "..primero lo
llevan por calles y plazas, muy bien adornado y con gran fiesta y
alegría. Cada uno le cuenta sus necesidades, diciéndole que pues
va a do está su dios, se las diga para que las remedie [...]
bailan y hacen gran fiesta, y él también se regocija y baila con

116
.- SAHAGUN: Historia Gral.., lib. Vi, cap. 2, no. 5, p. 356.

117
.- DURAN: Historia de las Indias.., tomo 2, cap. 54, pp. 418-419.

118
.- ANONIMO Conquistador: Relación de algunas cosas de la Nueva España y de la gran ciudad de Temestitan
México; escrita por un compañero de Hernán Cortés, Editorial América, Prólogo y notas de León Díaz Cárdenas.
México 1941, p. 25. También Gómara, con igual admirada extraneza, consigna: "Antes querían cautivar que matar
enemigos; jamás soltaban a ninguno, ni tampoco lo rescataban, aunque fuese capitán. El que prendía señor o
capitán contrario, era muy galardonado y estimado; quien soltaba o daba a otro el cautivo que prendía en
batalla, moría por justicia, por ser ley que cada uno sacrificase sus prisioneros; el que hurtaba o quitaba por
fuerza algún preso en guerra, moría también, porque robaban cosa sagrada y la honra, y como ellos dicen, el
esfuerzo ajeno. [..] Saludaban primero al cautivo que a quien le cautivó, y toda la tierra le daba el parabién
al tal caballero, como si triunfara." (Cap. 228, pp. 347.).
los demás [...] Son estas gentes las más devotas y observantes de
su religión de cuantas Dios ha criado, tanto que ellos mismos se
ofrecían voluntariamente a ser sacrificados, creyendo con esto
salvar sus ánimas; se sacaban también sangre de la lengua, de la
orejas, de las piernas y de los brazos, para ofrecerla en
sacrificio a sus ídolos." (119). Llegó a darse el caso de que un
prisionero tlaxcalteca, llamado Tlahuicole, tan admirable por sus
dotes militares que los propios mexicanos lo pusieron al frente de
sus tropas, a las que llevó de victoria en victoria contra los
tarascos, hubo de exigir, él, su derecho a la muerte, pues sus
anfitriones-captores le estaban dando largas al asunto, por no
quererse privar de tan gran jefe (120).

Como todas las guerras humanas, las de México


tenían móviles políticos y económicos; pero aquí estos eran en
verdad los secundarios, siendo los religiosos los primarios :
alimentar la vida del Sol y de los demás dioses: "..Tu oficio es
dar de beber al Sol con la sangre de los enemigos, y dar de comer
a la Tierra con el cuerpo de tus enemigos..."(121), era lo primero
que oía todo niño al momento mismo de nacer. Una de las regiones
más ricas de México, la Huasteca, nunca fue conquistada, porque
tenían a sus habitantes por semi-locos, indignos del sacrificio
(122); en cambio la paupérrima Tlaxcala, a las puertas mismas de
Tenochtitlan, siempre fue dejada libre, porque la valentía
indomable de sus guerreros hacía que no pudiese haber mejores
víctimas, ni altares más dignos que los suyos en que ser inmolados
(123), tanto que se ajustó con ellos y con otros pueblos cercanos,
todos de raza también náhuatl, el pacto de la Xochilyaóyotl,
"Guerra Florida", es decir, una mies recíproca de las "flores

119
.- Ibidem, pp. 36-8. (Subrayados míos).

120
.- Cfr. MUÑOZ CAMARGO Diego: Historia de Tlaxcala, Ed. Innovación S.A., México 1978, cap. 15, pp. 125 a
128.

121
.- SAHAGUN, Historia Gral.., lib VIO, cap. 31, no. 3, p. 384.

122
.- ".. los guastecos, que era la gente que éstos tenían por
gentiles e idólatras que no guardaban la ley, como los cananeos
entre los judíos.." (DURAN: Historia de las Indias.., tomo 1, cap.
6, no. 26, p. 66.).
123
.- ".. quiero decir a que fin se ordenaban las guerras entre México y Tlaxcallan [..] con mucha
facilidad sujetaran los mexicanos a Tlaxcallan y a Huexotzinco, y a Tepeaca y a Tecalla y a Calpa,
Cuauhtinchan, Acatzinco, Cuauhquechollan y Atlixco, como habían sujetado todo lo restante de la tierra. Pero no
querían, por dos razones que daban los reyes de México: la primera y principal era decir que querían aquella
gente para comida sabrosa y caliente de los dioses, cuya carne les era dulcísima y delicada, y la segunda era
para ejercitar sus valerosos hombres, y donde fuese conocido el valor de cada uno. Y así en realidad de verdad
no se hacían para otro oficio ni fin las guerras entre México y Tlaxcallan, sino para traer gente, de una parte
y de otra, para sacrificar." (DURAN: Historia.., I, cap. 3, p. 33.)
preciosas": los corazones, inusitado pacto de amistosa agresión en
que se concertaba que cada mes se enfrentarían idéntico número de
guerreros, para mutuamente brindarse la gloria de morir en el
campo de batalla, o tomar o ser tomados prisioneros para la
divinización del sacrificio (124).

Unos "enemigos", como puede verse, en verdad


insólitos, pues además el pacto estipulaba no nada más el respeto
a la mutua autonomía e independencia, sino que sólo se atacarían
cuando todo estuviera bien, y se ayudarían cuando no, y, más aun,
que si aparecía por ahí un enemigo auténtico, se unirían los dos
contra él: "..concertaron [..] que si hubiese hambre o carestía en
las tierras de los unos, cesasen las guerras, y pudiesen
libremente los otros entrar en las tierras de los otros a
proveerse [..] y asimismo concertaron que cuando aconteciese que
los unos tuviesen necesidad del favor de los otros para contra
otros enemigos que los tuviesen en algún aprieto y estrechura,
fuesen obligados los otros a ayudarlos con todo su poder.." (125).

Y esto no era letra muerta, se cumplía a tal


grado que el mismo Pomar explica que cuando los de Huexotzinco

124
.- Según el P. DURAN, la "guerra florida" empezó por consejo del gran estadista Tlacaelel, consejero de
los primeros Tlatoanis: "... porque no ha de estar atenido nuestro dios a que se ofrezca ocasión de algún
agravio para ir a la guerra, sino que se busque un cómodo y mercado donde, como a tal mercado, acuda nuestro
dios con su ejército a comprar víctimas y gente que coma, y que bien así, como a boca de comal, de por aquí
cerca halle sus tortillas calientes cuando quisiere y se le antojare comer, y que nuestras gentes y ejércitos
acudan a estas ferias a comprar con su sangre y con su cabeza y con su corazón y vida las piedras preciosas y
esmeraldas y rubíes y plumas anchas y relumbrantes, largas y bien puestas, para el servicio del admirable
Huitzilopochtli. [..] Este tianguis, digo yo, Tlacaelel, que se ponga en Tlaxcala y en Huexotzinco y en Cholula
y en Atlixco y en Tliliuhquitepec y en Tecoac.." (Historia.., II, cap. 28, nos. 46-7, pp. 232-3.)

Ixtlilxóchitl narra lo mismo, pero, dentro de su habitual tendencia a hacer menos a los mexicas,
atribuye la inicitiva a los tlaxcaltecas, cosa poco creíble, pues fueron estos quienes más lo resintieron y les
cobraron por ello un odio mortal. (IXTLILXOCHITL Fernando de Alva: Historia de la Nación Chichimeca, en Obras
Históricas, [1a Edición Kingsborough, Londodn 1848], 2 volúmenes, U.N.A.M., Instituto de Investigaciones
Históricas, México 1977, II, cap. 41, p. 112.)

El resentido punto de vista tlaxcalteca lo refiere MUÑOZ CAMARGO:" [Motecuhzoma] hasta entonces no
los había querido destruir por tenerlos enjaulados como codornices y también para que el ejercicio militar de
la guerra no se olvidase, y porque oviese en que se ejercitaran los hijos de los mexicanos, y también para
tener cautivos que sacrificar a sus dioses..." (MUÑOZ CAMARGO Diego: Historia de Tlaxcala, Anotada por Alfredo
Chavero Editorial Innovación, México 1978, Libro I, cap. 13, pag.. 116.) Pese a lo cual, nunca dejaron de
reconocer que esas guerras eran voluntarias: "Yo, por apurar más esta verdad, lo he prguntado a algunos
tlaxcaltecas, hombres viejos y de autoridad, y me han confesador ser verdad que sus antepasados habían impuesto
de su voluntad las guerras que tenían antiguamente [..] sólo por el ejercicio militar y el servicio de los
ídolos." (POMAR, Relación de Texcoco, p. 43-4.)

125
.- POMAR Juan Bautista: Relación de Texcoco, Ed. Chávez Hayhoe, México 1941, pág. 42.
llegaron a estar casi a punto de extinguirse, no sólo les dieron
tregua, sino gente: "con sobresalto de las guerras, que era
consumición de su patria, porque por morir muchos hombres en ellas
había ya tan pocos, que de cuatro partes de la gente que en ella
había, las tres eran de mujeres [..] y les dieron tanta cantidad
de gente de mexicanos, tepanecas y tezcucanos que bastasen a
defenderlos.." (126). Algo así como si hoy Israel mandase
muchachos judíos a la O.L.P., para que los defendiesen y se
casasen con las viudas árabes, o viceversa, y se abstuvieran de
toda hostilidad "hasta que se reformaran en el número y fuerza que
antes tenían." (127). Además la guerra era tan apreciada por sí
misma, que había quienes ni siquiera esperaban a que apareciesen
"enemigos que los tuviesen en algún aprieto y estrechura", sino
que se juntaban para pelear por el gusto de pelear, y no contra
sino a favor de sus adversarios: "Y no solamente se movían los
mexicanos y sus amigos y parciales, pero también se les juntaban
algunos soldados de los tlaxcaltecas sus enemigos, y cholultecas y
huexotzincas, los cuales sólo por robar, y otros por ejercicio, se
entretejían en las compañías.." (128).

Partiendo de esos principios, en cierto


sentido, toda guerra era "florida", y no tenía sentido la que no
lo fuese. Realmente no podía haber verdadero "enemigos", pues
ambas partes eran útiles y nobles, esenciales para la sustentación
del Sol y para el equilibrio que se deseaba mantener: "Mirad,
hermanos, lo que nos dijeron los viejos en nuestras crianzas y
doctrina del arte de las armas, que el sol comía de ambos
ejércitos.." (129). En extraña pero impecable lógica, la guerra
"ideal" era aquella en que los contendientes fueran no enemigos,
sino preciados y admirados amigos. (En la práctica, sin embargo,
estos no siempre estuvieron tan de acuerdo que digamos, y veremos
que los "amigos" tlaxcaltecas y los "amiguísimos" texcocanos
fueron los verdaderos destructores de Tenochtitlan.). La "guerra
total" que practicaban los españoles, de destruir todo lo posible,
herir, matar, esclavizar o asimilar a los sobrevivientes, estaba
fuera de todas sus categorías: la guerra no era choque de
ambiciones humanas, sino enfrentamiento de dioses. Según
Ixtlilxóchitl: "estas tres cabezas [La Triple Alianza":
Tenochtitlan, Texcoco y Tacuba], se fundaban ser señoríos e
imperios sobre todas las demás, por el derecho que pretendían
sobre toda la tierra, que había sido de los toltecas, cuyos
sucesores y herederos eran ellos, y por la población y nueva

126
.- Ibidem, p. 43.

127
.- Loc. cit.

128
.- DURAN: Historia de las Indias.., tomo 2, cap. 54, p. 418.

129
.- TEZOZOMOC: Cronica.., cap. 99, p. 651.
posesión que de ella tuvo el gran chichimécatl Xólotl su
antepasado.." (130). Esta pretensión pseudohistórica era su
"Manifest Destiny", que justificaba en el plano ideológico su
expansión; pero no era simple disfraz de su mala fe, pues en
verdad la creían y respetaban.

Aunque en esa perspectiva, como nota


Soustelle, toda ciudad independiente era "rebelde", esto no
constituía, por sí solo, un "casus belli", antes, según Durán, los
belicosos mexicas que siempre estuvieron en guerra, pudieron darse
el lujo de no provocar ninguna (131). Si deseaban anexar al
Tlatocáyotl una ciudad, que ya por sus "quimichtin", (Espías,
agentes secretos. Literalmente "ratones"), sabían rica y
conquistable, o incluso si había habido alguna rebelión de otra ya
sometida (132) no lanzaban sin más a sus tropas sobre ella, sino
enviaban ceremoniosos embajadores, "quauhquauhnochtzin", y nó con
un ultimatum de rendición, sino a proponer o reproponer la alianza
de "nunca ser contrarios al imperio, y dejar entrar y salir,
tratar y contratar a los mercaderes y gente de él, enviando cierto
presente de oro, pedrería, plumas y mantas" (133), presente que no
era un tributo, pues era correspondido. Es decir, se trataba de
una alianza ofensiva y defensiva, y libertad de comercio, lo que

130
.- IXTLILXOCHITL: Obras Históricas, Tomo II, Historia de la
Nación Chichimeca, cap. 38, pág. 103.

131
.- "Y una cosa tuvieron buena: que en todas las guerras que en esta tierra hubo, nunca ja más los
mexicanos provocaron a nadie, y ellos siempre fueron provocados e incitados a ella; antes requerían con la paz,
una y dos veces, y siempre salían victoriosos y vencedores, y muy pocas veces fueron vencidos." (DURAN:
Historia.., tomo II, cap. 9, no. 49, p. 82.).

132
.- "... el estilo por do crecieron tanto los mexicanos en señorío, fue por dar a otros sus dioses y
religión, y si no los recibían rogándoles con ellos, dábanles guerra hasta sujetarlos e introducir su religión
y ritos. Movían también a guerra cuando les mataban sus embajadores y mercaderes; pero no lo hacían sin
primero dar parte al pueblo, y aun dicen que entraban en la consulta mujeres viejas, que, como vivían más que
los hombres, se acordaban de cómo se habían hecho las guerras pasadas. Determinada, pues, la guerra, enviaba el
rey mensajeros a los enemigos a pedir las cosas robadas, y tomar alguna satisfacción de los muertos, o requerir
que pusiesen entre sus dioses a los de México, y también porque no dijesen que los tomaban desaper cibidos y a
traición. Entonces los enemigos, que se sentían poderosos a resistir, respondían que aguardarían en el campo
con las armas en la mano; y si no, allegaban muy buenos plumajes, tejuelos de oro y plata, piedras y otras
cosas de precio, y enviábanselas, y demandaban perdón, y a Uitcilopuchtli, para lo poner y tener igual de sus
dioses provinciales. Tomaban a los que hacían esto por amigos, y poníanles algunos tributos; a los que se
defendían, si los vencían, tenían por esclavos, que llamaban ellos, y éranles muy pecheros." (LOPEZ DE GOMARA
Francisco: Historia de la Conquista de México, Biblioteca Ayacucho no. 65, Caracas 1979, cap. 228, pág. 346.)

133
.- Ibidem, cap. 38, p. 103. Cfr. también MOTOLINIA Fray Toribio Paredes de Benavente: Memoriales o Libro
de las Cosas de la Nueva España y de los Naturales de Ella, (1a. edición "Documentos Históricos de México",
vol. I, México 1903). U.N.A.M., Instituto de Investigaciones Históricas, 2a. Edición, México 1971, IIa. Parte,
cap. 12, nos. 642-644, pp. 345-6.
no era una imposición colonialista, antes podía resultar muy
ventajoso para ambos. Tenochtitlan era una economía rigurosamente
industrial: pequeño territorio superpoblado, que importaba
materias primas: metales, plumas, piedras, madera, fibras, cuero,
etc., y las recolocaba elaboradas. Disponía, además, de la
solicitadísima sal del lago, mercancía inapreciable con millones
de consumidores en el altiplano, lejos del mar, y de pedernal y
obsidiana, insustituibles para armas e instrumentos en un mundo
neolítico, aun carente de metales de uso práctico.

Sin embargo, el trato no era exactamente


igualitario, pues se partía del principio de que el dios de México
era superior y debía ocupar el primer lugar -sin desplazar a los
otros, por supuesto, pues todos eran parte del equilibrio global-
por lo que había que poner a Huitzilopochtli en el templo local,
en plano de igualdad con el dios de la tribu, gesto que no era
correspondido en Tenochtitlan, lo que implicaba un vasallaje moral
que no todos estaban dispuestos a conceder (134), y no sólo por
orgullo, sino porque también estaban convencidos que su dios era
superior y eso iría contra el equilibrio general, de cuya
necesidad estaban igualmente convencidos. La tesis, pues, del
"requerimiento" español, redactado por el jurista Juan de Palacios
Rubios, de que había un sólo Dios verdadero, que había nombrado a
Pedro su representante en la tierra, y éste a quienes lo
sucedieran en el cargo, que el Papa había hecho donación a España
de esas tierras, que por lo tanto eran suyas aunque ellos, los
indios, las tuviesen ahora, y que por tanto tenian obligación de
someterse y tributar al monarca español, quien les enviaría
frailes para que los instruyeran en la religión, etc. etc., tenía
que sonarles a todos los indios, mexicas o no, como la misma
historia.

En caso de un rechazo, los embajadores


entregaban ceremoniosamente algunas armas "para que no dijesen en
ningún tiempo que violentamente habían sido conquistados y
ganados..." (135), y se retiraban. Al cabo de otros 20 días, (Un
mes indígena), llegaban nuevos enviados, "achcacauhtzin", esta vez
texcocanos, que repetían la solicitud. No había represalias sino
simbólicas si aceptaban, si no, otra vez regalaban sus simbólicas
armas. Al mes siguiente se repetía todo por tercera vez, ahora con
enviados de Tacuba, que al retirarse dejaban, junto con las
consabidas armas, la advertencia de que si no aceptaban, pasados
otros veinte días, estarían automáticamente en guerra con la

134
.- "..requiriéndoles que recibiesen a sus dioses mexicanos y los tuviesen en su templo, y adorasen y
reverenciasen [..] los pueblos que ansí venían de voluntad, sin haber precedido guerra, tributaban como amigos,
y no como vasallos, y servían trayendo presentes y estando obedientes." MOTOLINIA: Memoriales.., IIa. parte,
cap. 12, no. 644, p. 346.

135
.- IXTLILXOCHITL: Obras Históricas, Tomo II, Historia de la Nación Chichimeca, cap. 38, pág. 103.
Triple Alianza (136), guerra que, sin embargo, si no estaban
preparados, no había la menor prisa en comenzar y se aceptaban
esperas hasta de años: "..era ley entre ellos que antes de la
batalla se avisaban algunos años atrás, para que de una y otra
parte estuviesen avisados y prevenidos [..] lo cual se guardó
hasta el tiempo que vinieron los españoles en esta tierra." (137).

Y lo mismo valía en el caso que algún pueblo


sometido se rebelase: "Cuando algún pueblo se rebelaba [..] si
esta rebelión procedía solamente del Señor de tal pueblo, enviaban
los Señores de los tres Reinos sobredichos capitanes y jueces que
publicamente justiciaban a los Señores que se rebelaban y a los
que eran del mismo parecer; y si esta rebelión era por parecer y
voluntad de todo el pueblo, requeríanlos muchas veces a que fuesen
sujetos como antes y tributasen; y si después de muchas veces
requeridos no querían subjetarse, entonces dábanles ciertas
rodelas y ciertas armas en señal de amenazas y apregonaban la
guerra a fuego y a sangre; pero de tal manera que en cualquier
tiempo que saliesen de paz los tales rebeldes cesaba la guerra."
(138).

La campaña misma podía ser larga, por las


enormes distancias, pero las batallas eran breves: no se trataba
de aniquilar ni destruir a nadie, sino de evidenciar la voluntad y
el poder de los respectivos dioses.
VIII

UNA LITURGIA ARMADA

Derrota del que mataba; victoria del que moría.- Derrota y

136
.- ".. no habiéndose dado de paz, a esta sazón llegaban terceros embajadores, que eran de la ciudad de
Tlacopan [..] apercibiéndolos, por último apercibimiento [..] que procurasen dentro de veinte días dar la
obediencia al imperio, que serían perdonados y admitidos en su gracia; donde no, pasado el tiempo, vendrían
sobre ellos, y a fuego y sangre asolarían toda su provincia, y se quedarían por esclavos todos los cautivos en
ella, y los demás por tributarios vasallos del imperio: los cuales, si dentro de ese término se rendían, sólo
el señor era castigado, y la provincia quedaba sujeta a dar algún más tributo y reconocimiento que en el
segundo apercibimiento, y esto había de ser de las rentas pertenecientes al tal señor; y donde no, cumplidos
los veinte días, los embajadores tepanecas daban a los capitanes y hombres militares de aquella provincia
rodelas y macanas [..] apercibiéndoles que dentro de otros veinte días estarían las tres cabezas o sus
capitanes con ejércitos sobre ellos.." (Ibidem, pág. 104.)

137
.- En el caso concreto de que habla aquí Ixtlilxochitl, afirma que se citaron a batalla en Tultitlán diez
años después de declarada la guerra. (IXTLILXOCHITL, o.c., tomo I, Sumaria Relación de las Cosas de la Nueva
España, cap. 5, p. 280). Aunque pudiéramos pensar que Ixtlilxóchitl exagera, podemos comparar las tan opuestas
actitudes: la calma beatífica con que los indios tomaban algo que para los europeos implicaba ansia, tensión y,
de ser posible, fulminante sorpresa.

138
.- Varias Relaciones Antiguas., Ed. Chávez Hayhoe, México 1941, Cap. IV, pág. 283.
prisión del dios.- Táctica militar casi inexistente.- La imagen
mejor que mil palabras.- Los españoles en guerra contra el
Demonio.- Desproporción aplastante.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 63)

Caballero jaguar en gran uniforme y con insignias a la espalda. Guerrero tlaxcalteca "portaestandarte", pues
lleva encima una garza disecada, símbolo de su clan: Tizatlán. Tomada de G. Tibón, Historia del nombre y de la
Fundación de México, Fondo de Cultura Económica, p. 381.

El combate mismo tenía más de ceremonia


litúrgica que de enfrentamiento militar. Todas las ciudades
reservaban un considerable territorio, Yaotlalli: "Tierra de
Guerra", para campo de batalla (139). Ya sobre él, todavía se
convocaba al comandante enemigo para darle una última oportunidad
de rendirse honorablemente. En caso de negativa, empezaba el
ataque con gritos, piedras, flechas y lanzas; pero tendía a
evitarse el ataque de masas, antes se privilegiaba el combate
cuerpo a cuerpo, es decir duelos individuales simultáneos para que

139
.- "Emplazábanse los unos enemigos a los otros para la batalla,la cual siempre era campal, y se daba
entre términos. Llaman quiathlale al espacio y lugar que dejan yermo entre raya y raya de cada provincia para
pelear, y es como sagrado. .." (LOPEZ DE GOMARA: Historia de la Conquista.., cap. 228, pág. 346.). "Esta era
costumbre general entre todos los pueblos y provincias, que a los términos de cada parte dejaban un gran pedazo
despobaldo, hecho campo, que nunca sembraban, para las guerras, e ya que lo sembraban alguna vez, por maravilla
lo gozaban, porque los del otro término lo destruían." (MOTOLINIA: Memoriales.., 1a. parte, cap. 64, no. 460,
p. 271.).
mejor luciera el valor y arrojo de los grandes guerreros, incluso
era hasta una gloria que uno solo desafiara a muchos (140), lo que
exaltaba la nobleza y gallardía del encuentro, pero volatilizaba
su eficacia militar, pues lo que se buscaba no era herir ni matar
al adversario -lo que sería entregarle la victoria de la
divinización- sino desarmarlo y tomarlo prisionero: "Más pugnaban
por prenderse que por matarse unos a otros, y este era su fin:
prender y no matar, ni hacer otro mal y daño en el hombre, ni
mujer, ni casa, ni sementera, sino sólo traer de comer al ídolo y
a aquellos malditos carniceros.." (141), y esto no era fácil, pues
"muchas veces antes se dejaban hacer pedazos que prender." (142).

La Enciclopedia de México capta perfectamente


este bélico misticismo en su artículo "Guerra Florida":

"Cacería divina del hombre mesoamericano hecha para el


dios Sol. Para el hombre prehispánico el Sol, al salir
en el oriente, mataba con las flechas de sus 400
(innumerables) rayos de luz a las 400 estrellas. Vencía
a la noche y se hacía el día. Era un guerrero celeste,
Ilhuicamina, flechador del cielo. Como el aguila es el
ave suprema cazadora del cielo, ella representa al Sol.
Ella desciende sobre el nopal y atrapa en sus garras
las tunas florecidas que representaban al corazón del
hombre, el cuauhnochtli, la tuna del aguila. En la gran
Piedra del Sol, o Calendario Azteca, a los lados de la
cara del Sol se ven las dos garras del águila
aprisionando corazones humanos, y en la parte trasera
del monolito llamado el Teocalli de la Guerra Sagrada,
está el águila posada sobre las tunas-corazones,
producto del tunal divino que es el nopal."

"Allí mismo el águila muestra en su pico el jeroglífico


atl-tlachinolli, formado por una corriente de agua y
otra de fuego. La primera representa al líquido
precioso que es la sangre humana, o al atlatl, el
lanzadardos, y la segunda al incendio de los templos,
señal de victoria. Este jeroglífico en el pico del
águila es su grito, el pregón de la Guerra Florida. A
ella iban los guerreros tigres, guerreros de la Noche,

140
.- Quien, por ejemplo, hubiese capturado más de veinte prisioneros era nombrado "cuachic" y entraba a
pertenecer a tropas selectas que "tenían de ordenanza que no habían de huir a veinte que les acometiesen, y
eran tan diestros y tan animosos, y habían perdido el miedo con el curso de la guerra que, en fijando el pie en
un lugar, no bastaban cien hombres a moverles de allí, y acontecía que dos o tres de aquellos fuesen causa de
desbaratar un ejército..." (DURAN: Historia.., tomo I, cap. 11, no. 17, p. 115)

141
.- DURAN: Historia de las Indias.., tomo I, cap. 3, p. 34.

142
.- Ibidem, cap. 5, p. 50.
a luchar contra los guerreros Aguila, guerreros del
Día. Iban al campo de batalla a recolectar flores,
porque en la piedra de los sacrificios, al golpe del
cuchillo del sacrificador, surgía la flor más preciosa
de todas las flores, que es el corazón del hombre. De
ahí el nombre de Guerra Florida. Los corazones eran
depositados en el Cuauhxicalli, la jícara o vaso del
águila, y a él descendía el guerrero celeste en forma
de colibrí a libar la miel (la sangre) de aquella flor
preciosa."

ILUSTRACION
(Libro negro, página 65)

Parte trasera del Monolito de la Guerra Sagrada. El vientre encogido de Chalchiuhtlicue, diosa del agua, forma
una calavera, de la que sale el nopal cargado de tunas-corazones que toma el aguila solar, de cuyo pico procede
un grito de guerra. Apud, L. Sejourné, p. 120.

"Esta guerra representaba lo más sagrado de la religión


del hombre mesoamericano: la cacería del hombre hecha
por Dios. Ello está de acuerdo con el pensamiento
religioso del gran doctor de la Iglesia, San Agustín,
cuando decía que los griegos eran soberbios al pensar
que el hombre puede llegar a Dios mediante sacrificios
y penitencias, pues, por el contrario, Dios es el que
viene a capturar el corazón del hombre, y por eso en
los templos agustinos campea un corazón traspasado por
dos flechas que ostenta el epígrafe latino:
<<Sagitaveras tu Domine, cor meum caritate tua>>, que
se traduce: <<Habías traspasado tú, Señor, mi corazón
con las flechas de tu amor>>. Ese misticismo de llegar
a Dios mediante el sacrificio hizo de la Guerra Florida
o Guerra Sagrada la culminación religiosa de los
mesoamericanos: mexicas, tarascos, tlaxcaltecas,
cholultecas."

"Cuando un guerrero era aprisionado doblaba la rodilla


y decía <<Padre mío>> al que lo capturaba, y éste
exclamaba <<Hijo mío>>. Se entendía que Dios mismo era
quien lo capturaba. Morir en la piedra de los
sacrificios era el honor más grande que recibía el
sacrificado y su familia, puesto que era deificado, de
la misma manera que llega al altar un mártir del
Cristianismo. Y huir del sacrificio era una enorme
deshonra..." (143)

Y no solo deshonra, sino también crimen


capital, sobre todo para los jefes:
".. si el que se soltaba era principal, los mesmos de
su pueblo le mataban, porque decían que les volvía a
echar en vergüenza y en afrenta, e ya que en la guerra
no había sido hombre para prender a otro o para se
defender, que muriera allá delante de los ídolos, como
preso en guerra, y que muriendo así moría con más
honra, que no volviendo fugitivo." (144).

"Vueltos de la guerra, era cosa de admiración las


averiguaciones que había de las cosas que en la guerra
sucedían, así de flaqueza y cobardía como de esfuerzo y
valentía [...] para castigar a los unos y premiar a los
otros [...] y si alguno con falsedad se aplicaba algún
prisionero, diciendo haberle prendido, por el mismo
caso, si se averiguaba lo contrario, era sentenciado a
muerte y ejecutada en él la sentencia, aunque fuese el
principal de los hijos del rey, de suerte que en esto
no había cautelas ni favores para salir con ninguna
maldad. Los soldados que iban a la guerra no aguardaban
paga ni salario, ellos ni sus capitanes, sino el premio
digno de sus obras que con muy cierta esperanza
aguardaban del rey, con muchas honras y favores. [...]
Los que escapaban heridos o lisiados eran sustentados y

143
.- ENCICLOPEDIA DE MEXICO, Edición Especial, México 1987,
tomo VII, sub voce "Guerra Florida", pp. 3689-90.
144
.- MOTOLINIA: Memoriales.., 2a. parte, cap. 13, no. 659, p.
349.
curados por el rey, y a su costa." (145).

Más aun, no sólo era crimen capital robar un


prisionero a su legítimo captor, sino que éste de su voluntad lo
cediera a otro, por ser tan flagrante contradicción a la voluntad
de los dioses como un padre renegar de su hijo: "El que tenía
prisionero, si lo daba a otro, también moría por ello, porque los
presos en guerra cada uno los debía sacrificar y ofrecer a los
dioses." (146). Por absurdo que parezca, esa "paternidad" era
aceptada sinceramente, y todos los relatos y códices hablan del
afecto mutuo, y del dolor y llanto del "padre" cuando, finalmente,
tenía que entregar a su "hijo" a la apoteosis del sacrificio (147).

La batalla era todo un espectáculo: "Es una


de las cosas más bellas del mundo verlos en la guerra por sus
escuadrones, porque van con maravilloso orden y muy galanes, y
parecen tan bien que no hay más que ver [...] Mientras pelean
cantan y bailan, y a vueltas dan los más horribles alaridos y
silbos del mundo, especialmente si notan que van alcanzando
ventaja..." (148). ¡Curiosa manera de pelear, cantando y bailando!
Y conocemos algunos de esos cantos, que son verdaderos cantos de
amor, pero amor a la guerra, amor a la muerte. Por ejemplo:
"..las banderas se entrelazan en la llanura,
las flores de obsidiana se entrecruzan,
llueve la greda, llueven las plumas [...]
¡Viniste a ver lo que quería tu corazón:
la muerte a filo de obsidiana!
Por muy breve tiempo se tiene prestada
la gloria de Aquel por Quien todo vive:
¡Se viene a nacer, se viene a vivir en la tierra!
Con tu piel de oro con jades esparcidos
ya eres dichoso en medio del combate.
¡Viniste a ver lo que quería tu corazón:
la muerte a filo de obsidiana!" (149).

145
.- POMAR: Relación de Texcoco, pág. 47.

146
.- MOTOLINIA: Memoriales.., 2a. parte, cap. 13, no. 657, p. 349.

147
.- V. gr., en el banquete ceremonial que seguía al sacrificio, en se comulgaba con la carne divinizada
del cuauhtécatl, "el señor del cautivo no comía de la carne, porque hacía de cuenta que aquella era su misma
carne, porque desde la hora en que le cautivó le tenía por hijo, y el cauti vo a su señor por padre [..] empero
comía de la carne de los otros cautivos .." SAHAGUN: Historia Gral.., lib. II, cap. 21, no. 34, p. 103.

148
.- ANONIMO Conquistador: Relación... p. 25.
149
.- Manuscrito Cantares Mexicanos, fol. 25 v. Apud LEON PORTILLA Miguel: Literatura del México Antiguo,
Ed. Ayacucho, Caracas. Para entender las oscuras metáforas de ese poema, hay que tomar en cuenta que a los
sacrificados se les ataviaba pintándolos de blanco con greda, con plumas y flores, y llevaban en la mano una
banderita y un escudo con flechas. (Cfr. Códice Telleriano-Remensis), de manera que "banderas" :flores de
De los soldados se esperaba que "con alegría,
y no solamente con alegría reciban la muerte, pero que la deseen y
tengan por suave y dulce; y que no teman las espadas ni las
saetas, mas que las tengan por cosa dulce y suave como a flores y
manjares suaves, ni teman ni se espante de la grita y alaridos de
sus enemigos." (150).

La batalla era así mismo una demandante


ascesis: "Eran fidelísimos y constantes en toda adversidad, y
padeciendo con extraña paciencia todos los trabajos de la guerra.
No temían la muerte, sino el hacer cosa infame y afrentosa." (151),
y tanto más demandante porque el guerrero debía vencer no sólo su
miedo a "la muerte.. espadas y saetas y grita y alaridos", sino a
su misma agresividad, ya que no se trataba de matar ni de hacerse
matar, sino de capturar prisioneros, y no se intentaba atacar al
más débil, sino todo lo contrario, al más fuerte: ".. y si alguno
de los contrarios se señalaba en hecho y valor de armas, por el
propio caso discurrían hasta hallarle y pelear con él [...] y
algunos de estos, que eran conocidos por valerosos, se juntaban de
los contrarios los más escogidos para dar con él y prendello o
matallo, y el otro, por defenderse con sus valedores, se fundaban
las más peligrosas peleas..." (152), en las cuales la consigna era
indiscutidamente vencer o morir: "El ser rompidos acontecía pocas
veces, porque por no lo ser ponían todo su valor y esfuerzo,
porque demás del peligro en que se ponían y todo el ejército,
aunque escapasen de manos de contrario eran gravemente castigados
por sus señores con muertes y prisiones, con otros géneros de
tormentos. Y por eso cada cual procuraba hacer el deber o morir
honradamente y no con infamia en poder de los jueces, que con
diligente inquisición averiguaban las faltas que en la guerra
cometían, especialmente los que lo hacían de miedo y cobardía y
por la misma razón hacían lo mismo de los que como valerosos
hacían todo lo posible, cumpliendo con la obligación que de buenos
soldados tenían, para dalles premio y galardón." (153).

Desde luego que no faltaban quienes se

obsidiana", "greda", "plumas", quieren decir: "Cáen, de ambas partes, numerosos prisioneros". Lo de "piel de
oro con jades esparcidos" es alusión a un himno de Xipe Totec, "Nuestro Señor Desollado", el de la piel que se
renueva: La vegetacióno seca, "piel de oro", empieza a reverdecer con "jades esparcidos", gracias a la la linfa
vital que procura al Universo la sangre esparcida en la batalla y en el sacrificio.

150
.- SAHAGUN: Historia Gral.., libro 6, cap. 3, no. 17, p. 305.

151
.- POMAR: Relación de Texcoco, pág. 47.

152
.- Ibidem, pág. 46.

153
.- Ibidem, p. 47
aturdían al sabor de la sangre, convirtiéndose en "grandes
matadores", pero eran vistos con desprecio, teniéndolos por
"inhábiles para cosa de regir" (154), (Cosa que era exactamente lo
que hacían los españoles), y los padres amonestaban mucho a sus
hijos que se guardaran de imitar a "los soldados que se llaman
quachicque, son tenidos en mucho en la guerra porque pelean como
desatinados y no tienen en nada la vida, sino que buscan la muerte
por vía de valentía.." (155).

Más aún, por increíble que parezca, la


batalla se podía suspender a petición de los que llevaran la peor
parte, para darles tiempo de reponerse y ganar. Así por ejemplo:
"Los chalcas, viéndose llevar de vencida, pidieron a los mexicanos
que parasen que les querían decir cierta cosa. Los mexicanos
pararon [..] dijéronles: <<Hermanos mexicanos, habéis de saber que
de hoy en cinco días tenemos la fiesta de nuestro dios Camaxtli, y
queremos celebrar con gran solemnidad y untarle su templo con
sangre de mexicanos, para que sea más servido y honrado. Por
tanto, lo que os pedimos es que el mismo día de este nuestro dios
salgáis al campo, en este mismo lugar, porque queremos celebrarle
su fiesta con vuestras carnes, y dejadnos hacerle plegarias y
sacrificios para ver si es servido de ello. Id y descansad, que no
tenemos priesa, que tiempo habrá para todo.>> Y con esto los unos
y los otros se despartieron, y los chalcas se fueron a su ciudad,
y los mexicanos a México..." (156).

Cuando el enemigo huía, o cuando su número se


había reducido a tal punto que hubiera sido inconsiderado
continuar la lucha, ésta se suspendía. Los vencidos no capturados
podían retirarse sin que se les persiguiera, puesto que todo el
objeto de la guerra era dejar en claro la voluntad y poder de
Huitzilopochtli, evidenciada ésta, no se pretendía aniquilar a
quienes habían osado ponerla en duda, sino sacarlos del error y
retornarlos al buen camino, pues tampoco cabía olvidar que ellos
eran indispensables al equilibrio general.

Aunque resistiesen hasta el final y entrasen


a la misma ciudad enemiga, ésta no era destruida ni saqueada,
solamente quemaban el templo: derrota simbólica del dios (157). En

154
.- SAHAGUN: Historia Gral.., lib. VI, cap. 20, nos. 24-5, pp. 354-5.

155
.- Ibidem, cap. 22, no. 9, p. 361.
156
.- DURAN: Historia.., tomo II, cap. 16, nos. 44-5, p. 141.
157
.- "... dada por tomada y vencida la ciudad, lo cual se
demostraba y era señal de ello el quemar el templo, porque hasta
llegar allí, aun no se daban los de las ciudades por vencidos."
DURAN: Historia..., tomo II, cap. 15, no. 24, p. 129.
seguida, a veces en el campo mismo de batalla, se adelantaba una
delegación de los vencidos: "¡Estábamos en un error! -confesaban-
Solicitamos perdón y el honor de ser admitidos bajo el poderoso
dios de México y su Tlatoani. Ofrecemos esto a cambio..." Y
seguían regateos, por horas y días, hasta que quedaban ambos de
acuerdo sobre el monto del futuro tributo, consignándose esto en
los códices. La escritura mexicana, todavía en gran parte
pictográfica, era inmejorable para esto, tanto que los propios
españoles la adoptaron en un principio, y en la Real y Pontificia
Universidad de México hubo cátedra de píctografía. Para los indios
valía absolutamente el proverbio chino de que "una imagen vale más
que mil palabras."

Todavía los vencedores subrayaban: "-


¡Reflexionad bien en lo que os comprometéis! No vayáis un día a
decir no que no habéis hecho estas promesas..", y se retiraban,
llevándose "preso" al dios local al templo de Coacalco, en
Tenochtitlan. La ciudad derrotada quedaba intacta: su lengua,
organización política, costumbres, religión... todo quedaba como
antes, sin "gobierno títere" ni guarnición mexicana (158), sólo con
la convicción dolorosa del poder mexica y la obligación de un
tributo semestral... y a veces un odio reconcentrado hacia sus
nuevos y lejanos señores.

Desde luego que no faltaban feroces y no tan


infrecuentes excepciones que confirmaran esa ley general de
moderación. Por ejemplo, Alvarado Tezozomoc narra que en una
ocasión los de Ahuizilapan, (la actual Orizaba), y Cuetlaxtlan,
sonsacados por los tlaxcaltecas, no sólo se rehusaron a pagar los
tributos, sino que juntando con engaños a los recaudadores
mexicanos, "mandaron traer ciertos fardos de chile, y cerradas las
puertas los ahogaron en humo bravo de chile, que uno ni ninguno
escapó con vida, muriendo con una cruel y abominable muerte, que
duró el hedor de chile muchos días." Y no contentos con eso,
disecaron los cadáveres y les hicieron mil burlas. Fuera de sí
ante el agravio, Motecuhzoma Ilhuicamina decidió que "han de morir
todos, que ninguno ha de quedar con vida, y esto se haga con toda
brevedad." (159). Y, efectivamente, se inició de inmediato la
campaña, y por poco acaban de veras con todos; mas aun entonces
acabó imponiéndose la moderación, y los mexicas se retiraron sin
imponerles otro castigo que el que ellos mismos ofrecieron de
pagar doble tributo.

158
.- Esto no quiere decir que no hubiese siempre tropas a la mano. Como dice José Luis Martínez, en su
excelente obra Hernán Cortés: "Los aztecas mantenían además guarniciones militares en las fronteras críticas:
Tuxpan y Nautla en el Golfo para controlar la Huasteca; Cuetlaxtlan o Cotlaxta, Tuxtepec y Soconusco, Huaxyácac
y Tehuantepec, para cuidar el sureste, la tierra del cacao y la costa del Pacífico" MARTINEZ José Luis: HERNAN
CORTES, U.N.A.M. y Fondo de Cultura Económica, Segunda Edición corregida, México 1990, cap. 1, p. 24.

159
.- TEZOZOMOC, Crónica Mexicana, cap. 34, p. 344.
La batalla, pues, no era primordialmente un
acontecimiento militar, sino un enfrentamiento mágico del poder de
los respectivos dioses, cuyas insignias vestían los comandantes.
Al igual que con los españoles, las tropas siempre iban
acompañadas de sacerdotes, con imágenes sacras como estandartes;
(Cortés, emulando a Constantino, puso a la Cruz como su insignia,
con un lema en latín lo suficientemente simplón como para pensar
que lo redactó él mismo: "Amici sequamur crucem, et si nos
habuerimus fidem in hoc signo vincemus": "Amigos sigamos la cruz,
y si tuviéramos fe, con este signo venceremos" (160); pero los
indios extendían esta sacralización de la milicia hasta sus
literalmente últimas consecuencias:

Su táctica era casi inexistente: Jamás


peleaban sino de día y de frente, lo más que llegaban a permitirse
era emboscadas, pero nunca impedían la reunión de los dispersos,
ni atacaban por sorpresa, y muchísimo menos a traición, ni
perseguían a los vencidos. Los bellísimos uniformes eran de hecho
ornamentos religiosos: los soldados rasos no llevaban más que el
sello de su calpulli pintado sobre la piel desnuda, más a medida
que iban ascendiendo de grado, conforme al número de prisioneros
capturados, sus atuendos se iban complicando más y más: los de
mayor rango usaban el "ichcahuipilli", una cota ligera y tan
sólida que podía detener un flechazo, que los españoles
prontamente adoptaron dejando sus molestas armaduras, los de la
oficialidad media cubrían todo el cuerpo y la cabeza, imitando
animales, sobre todo jaguares y águilas (161); pero los del "Estado
Mayor" eran tan elaborados que suponían grandes armazones en las
que las plumas, papel, oro, madera, y hasta animales enteros
disecados, hacían del portador cada vez más símbolo y menos
soldado, al grado que el General en Jefe ya no podía ni moverse y
tenía que ser llevado en andas. Obviamente era del todo vulnerable
a cualquier ataque, en el caso de que, "per absurdum" alguien
intentase matarlo, pues si él moría la batalla terminaba tan
automáticamente como en un tablero de ajedrez.

160
.- "Hernando Cortés [...] puso en su nao capitana una bandera de fuegos blancos y azules en
reverencia a Nuestra Señora, cuya imagen, con la cruz, ponía siempre donde quitaba ídolos; y que en al bandera
había una cruz colorada con un letreno en torno que decía: amici sequamur crucem, & si nos habuerimus fidem in
hoc signo vincemus." (LANDA Fr. Diego de: "Relación de las cosas de Yucatán", cap. 4, p. 9.)

161
.- Los caballeros jaguares y águilas eran verdaderas órdenes militares. Representaban a la noche y al día
(La piel moteada del jaguar era el cielo estrellado, el águila es el cazador cel este diurno por excelencia) y
eran tan importantes que sus monasterios flanqueaban el Templo Mayor. Motolinía narra: "en las guerras los que
tal dignidad recibían que eran como armados caballeros, habían de ser en la guerra muy ligeros para seguir y
alcanzar a los enemigos, como águilas, y fuertes y animosos para pelear, como tigres y leones, y ansí llamaban
a los hombres de guerra cicauhtle ucelotle [cuahtle ocelotle], que quiere decir <<águila, león, tigre>> en
vocativo." (MOTOLINIA: Memoriales. 2a. parte, cap. 11, no 630, p. 339.)
ILUSTRACION
(Libro negro, página 72)

Colibrí libando una flor. Sello azteca de barro. Tomado de Jorge


Enciso: Design Motivs of Ancient Mexico.

Esta era la diferencia más incompatible con


el enfoque europeo de la guerra: la idea india de que matar era
deshonra y morir gloria, pues quien mataba no vencía, antes
evidenciaba su torpeza, mientras que el muerto quedaba ungido con
la gloria de haber sabido defenderse de la captura y merecido el
favor de los dioses, tranformándose en un "cuauhtécatl", un
colibrí llameante... Pero esa diferencia, aunque fundamental, era
realmente la única: en todo lo demás los españoles veían la guerra
exactamente igual, con el agravante de que no concebían una
sociedad "pluralista" de dioses, sino a un Dios único e
intransigente, en cuyo nombre había que aplastar a todos los
demás, que no eran sino demonios.

El grito de guerra de ellos "Santiago y


cierra España" era tan religioso y tan incoherente como "Atl
Tlachinolli", y las intervenciones directas del mundo sobrenatural
menudeaban. Bernal Díaz del Castillo, con tanta ingenuidad como
honestidad y quizá con un pellizco de sorna, aclara, por ejemplo,
que aunque él no vio sino a Francisco de Morla en un caballo
castaño en la batalla de Tabasco, no se atrevía a afirmar que no
hubiese sido el apóstol Santiago o San Pedro en persona, como
sostenían otros: ".. que eran los santos Apóstoles señor Santiago,
o señor San Pedro, digo que todas nuestras obras y victorias son
por mano de nuestro señor Jesucristo, y que en aquella batalla
había para cada uno de nosotros tantos indios, que a puñados de
tierra nos cegaran, salvo que la gran misericordia de nuestro
señor en todo nos ayudaba y pudiera ser que lo que dize el Gomara
fueran los los gloriosos Apóstoles, e yo como pecador no fuese
digno de lo ver.." (162).

También para los españoles la guerra era una


indiscutible voluntad de Dios. También -y más- para ellos era un

162
.- DIAZ DEL CASTILLO: Historia Verdadera.., cap. 34, p. 56.
"rebelde" todo el que no se alinease de su lado. También para
ellos la muerte en batalla era un triunfo glorificante. También -
y mucho más- se creían sólo ejecutores de los designios divinos, y
a tal grado que era falta de fe toda sensatez, como tomar en
cuenta la desproporción numérica o, en cualquier forma, material.
Sin esa convicción fanática y profundamente sincera NO se explica
la conquista, pues ningún bandido es tan loco que asalte a sus
víctimas cuando lleva en su contra todas las de perder.

Tenían, desde luego, grandes ventajas


materiales: armas de acero contra otras de madera y piedra,
caballos contra infantes, cañones contra flechas, bergantines
contra piraguas... PERO la desproporción numérica era tan
aplastante que hubiera bastado para desanimar cualquier codicia,
si no hubieran estado totalmente convencidos de que tenían a la
omnipotencia divina de su parte: ".. me respondieron -narra Cortés
antes de la Noche Triste- que bien veían que recibían de nos mucho
daño, pero que ellos estaban determinados de morir todos por nos
acabar [..] y que tenían hecha cuenta de que, al morir veinte y
cinco mil de ellos y uno de los nuestros, nos acabaríamos nosotros
primero, porque éramos pocos y ellos muchos.." (163).

ILUSTRACION
(Libro negro, página 74)

Quetzalcóatl en la actitud de guerrero victorioso recibiendo la sumision de un "hijo" cautivo. Códice


Borbónico.
IX

POCOS FUERTES CONTRA MUCHOS DEBILES

Desproporción sólo aparente.- Guerra "total".- "Comedia de


errores".- Insensato atacar a Quetzalcóatl.- Cellini y Durero

163
.- CORTES HERNAN: Cartas de Relación. (1a. Edición en
Sevilla 1522). Editorial Porrúa, Col. "Sepan Cuantos" no. 7, 9a.
edición, México 1976, 2a. Carta Relación, p. 81.
maravillados.- Riquezas fantásticas y eterna gloria.- Ataque por
hambre a los españoles.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 75)

Los españoles desembarcan. C. Florentino. Los marineros bajan fardos, Marina traduce, los caballos descansan y
-quizá anacronísticamente- también aparecen ovejas, cerdos y una vaca.

Esa desproporción, sin embargo, era sólo


aparente: aparte de que pronto el número de indios aliados fue tan
grande que, objetivamente hablando, es un perfecto malentendido
hablar de "conquista", al menos en el sentido habitual de la
palabra. Según el Diccionario de la Real Academia Española,
"conquistar" tiene dos acepciones: "Adquirir o ganar a fuerza de
armas un estado, una plaza, ciudad, provincia o reino", o bien
"Ganar la voluntad de un persona, o traerla a su partido" (164).
Ambas acepciones se verificaron en México, pues lo que hizo Cortés

164
.- Cfr. Sub voce, REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, "Diccionario Manual e Ilustrado de
la Lengua Española", Espasa-Calpe S.A., 2ª. Edición, Madrid, 1950, p. 424.
fue "traer a su partido" a casi todas las tribus contra México-
Tenochtitlan, pero fueron éstas quienes "la ganaron a fuerza de
armas", nó los españoles solos, (como ya veremos). Y esto tiene
gran importancia, porque quienes sobrellevaron el choque cultural
que implicó la presencia europea, fueron los vencedores mucho más
que los pocos sobrevientes vencidos. A ojos indios lo que
realmente sucedió fue una guerra civil provocada y manipulada por
unos pocos invasores extranjeros (165). Además. dado que ambos
peleaban más en el terreno religioso que en el militar, la
concepción española de la guerra les confería una fuerza
demoledora, en tanto que la concepción mexicana paralizaba a sus
creyentes, haciéndoles actuar en forma tan inadecuada que era
tanto como dejarlos inermes, como ya también iremos viendo.

"Es que los españoles -analiza brillantemente


Soustelle- hacían una guerra <<total>>: para ellos no había sino
un estado -la monarquía de Carlos V- y una sola religión posibles.
Los mexicanos fueron vencidos porque su pensamiento, regulado
sobre una tradición pluralista en el orden político y religioso,
no estaba adaptado al conflicto con el dogmatismo del Estado y de
la Religión unitarios."

"Cuando se estudia los relatos de la conquista, no se


puede dejar de notar que todas las reglas tradicionales a las que
los mexicanos se conformaban por instinto, eran violadas con toda
naturalidad por los invasores. Lejos de negociar antes del
conflicto, se introducen con discursos pacíficos y luego, de
improsivo, masacran a los nobles indios [..] En vez de tomar
prisioneros, matan a cuantos guerreros pueden, en tanto que los
aztecas pierden el tiempo capturándolos [..] En fín, cuando todo
estuvo consumado, los dirigentes mexicanos podían esperar una
áspera discusión a fin de fijar el monto del tributo a los

165
.- Ixtlilxóchitl lo afirma así repetidas veces, quejándose siempre, con sobrada razón, de la ingratitud
de Cortés, que ni siquiera los menciona. Por ejemplo: ".. los primeros españoles que vinieron a estas partes,
sin amigos, eran de poco efecto, y siempre llevaban lo peor; lo cual sucedió muy a la contra a Cortés que donde
quiera que él iba a sujetar o tener guerra con alguna provincia, salía siempre vencedor por tener amigos, los
que eran que guiaban la danza y corrían los primeros riesgos." (IXTLILXOCHITL Fernando de Alva: Obras
Históricas, U.N.A.M., Instituto de Investigaciones Históricas, México 1975, Tomo I, Compendio Histórico del
Reino de Texcoco, Décimatercera relación, pág. 485.) ".. que si no fuera por él y sus hermanos, deudos y
vasallos, hubo ocasiones en donde podían matarlos sin que quedase uno tan solo, si no fuera por él y los suyos
como tengo referido, y me espanta de Cortés que, siendo este príncipe el mayor y más leal amigo que tuvo en
esta tierra, que después de Dios con su ayuda y favor se ganó, no diera noticia de él y de sus hazañas y
heroicos hechos ni siquiera a los escritores e historiadores para que no quedaran sepultados, ya que no se le
dió ningún premio, sino que antes lo que era suyo y de sus antepasados se les quitó... y así mismo nadie se
acuerda de los aculhuas tezcucanos y sus señores y capitanes, aunque es toda una misma casa, si no es de los
tlaxcaltecas, los cuales, según todos los historiadores, dicen que más aínas venían a robar que a ayudar.."
(Ibidem, p. 468.)
vencedores; les era, por asi decir, orgánicamente imposible
imaginar lo que seguiría: la subversión de toda su civilización,
la destrucción de sus dioses y de sus creencias, el aniquilamiento
de sus instituciones políticas, la tortura inflingida a sus reyes
para arrancarles sus tesoros, el hierro al rojo de la
esclavitud..." (166).

Todo esto no puede ser más cierto, y aún se


vio agravado por la increíble serie de coincidencias y
tergiversaciones de que hablábamos en un principio, tan asombrosa
en verdad que parecería el trabajo de un buen libretista en una
"Comedia de Errores"; sólo que en este caso la "comedia" fue
tragedia espantosa para uno de los protagonistas... o
glorificación deificante, si la valoramos con ojos de Fe.
Cuando Motecuhzoma corroboró, sin que para él
pudiese quedar lugar alguno a dudas, que se trataba de
Quetzalcóatl, convocó a su Consejo para decidir qué hacer, y desde
un principio hubo divisiones al respecto. Una parte, acaudillada
por su propio hermano Cuitláhuac, sostuvo que había que oponérsele
con todo su poderío, con tanta más razón cuanto que no era ningún
secreto que venía a desbancarlos: "Mi parecer es, gran señor, que
no metáis en vuestra casa quien os eche de ella, y no os digo ni
aconsejo más." (167), pero, aunque él estaba de acuerdo, dentro de
su formación más sacerdotal que guerrera percibia las cosas tan
distintas que no fue realmente dueño de elegir nada:
Huitzilopochtli-Tezcaltipoca reinaba, y sólo en forma provisional,
aprovechando el vacío de poder que había dejado Quetzalcóatl al
retirarse; por mucho que les doliera a su amor propio, nadie en
México osaba pensar que su advenedizo dios tribal fuera más
poderoso que el titular en su propia casa, de modo que era
insensato resistirle militarmente, pues eso no hubiera sido
hacerle su propio juego, permitiendo una guerra sin esperanzas en
la que Huitzilopochtli conocería sin remedio la humillación de
caer prisionero, como tantas veces la inflingiera él a otros...
amén de que eso podía desatar cataclismos imprevisibles dentro del
siempre frágil equilibrio del Quinto Sol, quizá su destrucción
total.

Sin embargo, su actitud, que para un profano


parece tan cobarde e irresoluta, fue desde un principio
categórica, heróica: hace a un lado sus preferencias personales y
se alínea inequívocamente con los suyos, con Huitzilopochtli-
Tezcaltipoca y contra Quetzalcóatl, creciéndose hasta las
dimensiones de un titán, un Prometeo luchando contra los dioses

166
.- SOUSTELLE: La Vie Quotidienne.., cap. 6, pp. 245-6.

167
.- ALVA IXTLILXOCHITL Fernando de: Historia de la Nación Chichimeca, cap. 80, en 0bras Históricas, UNAM,
Instituto de Investigaciones Históricas, México, l977, II vol., pag. 200.
para favorecer a sus hijos...

Dentro de su cosmovisión, su proceder es


perfectamente lógico y coherente: descartado un enfrentamiento
militar, se lanza de lleno a gestiones diplomáticas, y ataca a
fondo en el solo punto que cree vulnerable: el mágico. Por
principio de cuentas, intenta convencer a Quetzalcóatl de que se
dé por satisfecho con una reparación moral de su antigua derrota,
y que desista, o al menos posponga, de reasumir el control
político de sus tierras: "... que me dexe morir, y que después de
yo muerto, venga mucho de norabuena y tome su reino, pues es suyo
y lo dexó en guarda a mis antepasados.." (168). Añadiendo, además,
ricos presentes, cumplía toda la etiqueta del vasallaje moral,
quedando, por supuesto, implícito que los nuevos dioses tendrían
toda la libertad del mundo para comerciar, cambiando sus baratijas
por oro.

Pero no se contentó con eso, sino que puso a


prueba también la fuerza del retornado Quetzalcóatl, enviando
también secretamente a los brujos de Tezcatlipoca a medir con él
sus armas. El resultado fue desastroso: el nuevo Quetzalcóatl se
demostró invulnerable, al menos por el momento: "Envió Moctezuma
adivinos, agoreros y nigrománticos, para que mirasen si podían
hacer contra ellos algún encantamiento o hechizería, para que
enfermasen, o muriesen, o se volviesen. Y estos hicieron todas las
diligencias, como Moctezuma les había mandado, contra los
españoles; pero ninguna cosa les aprovechó ni tuvo efecto..."
(169). En un segundo intento, junto con presentes aun más regios y
simbólicos: los atavíos de los principales dioses, lanzó otro
ataque mágico, cuya sutileza sólo podemos intuir: Habiendo visto
el retrato de Cortés, pintado por sus tlacuilos, buscó a un
perfecto doble suyo, a quien sólo conocemos por el nombre que le
dieron los españoles de "Quintalbor", y le envió cargado de magia
para debilitar a Cortés, cual burlote para incendiar el navío
enemigo, o cazador ártico cubierto con la piel del reno que
pretende harponear... Las consecuencias fueron aún peores: no sólo
todo el real español celebró a Quintalbor como una buena humorada,
sino que la política de regalos tuvo el efecto diametralmente
contrario: un interés renovado en llegar hasta él y contactarlo
personalmente. El nuevo "round" no podía, pues, terminar peor para
Tezcatlipoca: los dioses insistían en desbancarlo, y su burlote de
hazmereir....

Por su parte los españoles, aunque del todo


ignaros de ese ataque, no quedaron menos fascinados ante el sueño
irreal que protagonizaban, oscilantes entre el miedo y el

168
.- DURAN, "Historia..", tomo 2, cap. 69. p. 507.

169
.- SAHAGUN: "Historia Gral...", lib. 12, cap. 8, nos 7 y 8, p. 767.
entusiasmo, el embeleso y el horror. Para empezar, los regalos los
tenían francamente deslumbrados, por cantidad, calidad, y
halagüenas perspectivas: "... e fueron tantas cosas que como a ya
tantos años que pasó, no me acuerdo de todo" (170), comenta Bernal
Díaz, quien también puntualizó que un casco lleno de pepitas de
oro fué lo que más les encantó: ".. aquel oro del casco tuvimos en
más, por saber cierto que avía buenas minas, que si truxeran
veynte mil pesos.." (171). Cortés no se quedaba menos: "Además de
su valor, eran tales y tan maravillosos, que, considerados por su
novedad y estrañeza, no tenían precio, ni es de creer que alguno
de los príncipes de este mundo de quien se tiene noticia los
pudiese tener tales, y de tal calidad.." (172).

Y debieron ser de veras maravillosos, puesto


que no sólo merecieron tan francos elogios de un leguleyo-
granjero-conquistador, que de arte debía saber bastante poco, sino
de lo "non plus ultra" de la época, como Benvenuto Cellini y
Alberto Durero, que se hicieron también lenguas de su belleza al
verlos, más tarde, en Flandes: "Y también ví allí [en Bruselas],
las cosas que trajeron al rey desde la nueva tierra del oro... Y
eran tan hermosas que sería maravilla ver algo mejor... y nada he
visto a lo largo de mi vida que haya alegrado tanto mi corazón
como estas cosas. En ellas he encontrado objetos maravillosamente
artísticos y me admirado de los sutiles ingenios de los hombres de
esas tierras extrañas." (173). Pedro Mártir de Anglería, un
monseñor italiano presente en la corte española, cuyas cartas a
Roma son una invaluable crónica del primer contacto europeo con
América, con "insight" de verdadero humanista, escribía pcos años
después: "No admiro ciertamente el oro y las piedras preciosas; lo
que me pasma es la industria y el arte con la que la obra aventaja
a la materia; he visto mil figuras y mil caras que no puedo
describir; me parece que no he visto jamás cosa alguna que, por su
hermosura, pueda atraer tanto las miradas de los hombres." (174).

Mas no era sólo su codicia lo que los


mantenía febrilmente excitados, sino su exaltación místico-

170
.- DIAZ DEL CASTILLO, "Historia Verdadera..", cap. 39, p. 66.

171
.- Loc. cit.

172
.- CORTES: "Cartas..", 2a. Carta Relación, p. 61.

173
.- La cita es del diario de su viaje por los Paises Bajos en 1520: DUERER Albrecht: Tagebuch der Reise in
die Niederlande, Anno 1520, en "Albrecht Dürer in seinen Briefen un Tagebüchern" Zusammengestellt von Dr.
Ulrich Peters, Verlag von Moritz Diesterweg. Frankfurt am Main, 1925, pp. 24 -5. Apud LEON PORTILLA Miguel: Los
Antiguos Mexicanos, Fonde de Cultura Económica, 1a. Edición, México 196l, cap. 5, p. 155.

174
.- ANGLERIA Pedro Mártir de: "Décadas del Nuevo Mundo", 2 volúmenes, Editorial Porrúa, México 1964, I
tomo, 4a. Década, libro 9, p. 430.
religiosa, ya que, del que más al que menos, todos se sentían
convocados a una cruzada, épica y excelsa, que "si alguno no
aceptase, quanto sería digno de ser vituperado por todo el mundo,
y tenido por perverso caballero" (175). Ellos no lo sabían, pero
todos los regalos eran insignias y atavíos de los dioses,
cuidadosamente preparados y escogidos por Motecuhzoma en persona,
deseoso de probar la reacción de Quetzalcóatl ante sus rivales.
Sin saberlo él tampoco, produjeron exactamente ese efecto en sus
destinatarios: el de sentirse enfrentados y retados por los
poderes del Enemigo. Sin imaginarse hasta qué punto eran sus
"rivales", captaron el horror y la fascinación que emanaban las
máscaras de los "otros" dioses, cráneos humanos cubiertos de
mosaico de piedras semipreciosas, que les escudriñaban, malévolas
y desafiantes, con sus relampageantes ojos de acerina,
recordándoles que la tierra que pisaban era Reino de Satán, cuyas
crueles garras habían identificado por doquier en los restos de
víctimas humanas, desde Isla de Mujeres hasta la vecina Isla de
Sacrificios, y que era su ineludible deber de caballeros del "sumo
capitán general de los buenos" desbancarlo y destruirlo.

Así pues, la combinación de riquezas


fantásticas y eterna gloria de cruzados que ganar, hizo que Cortés
reaccionara exactamente al revés de como lo esperaba Motecuhzoma.
Lejos de aceptar retirarse complacido por el reconocimiento y los
regalos, insistió en verlo, cuanto antes y personalmente. El
pretexto era que eso era una orden de su soberaro, que había oído
de su grandeza, y no iba ahora a desobedecerlo después de haber
viajado muchos miles de leguas por procelosos mares. Para el pobre
de Motecuhzoma las cosas no tenían pies ni cabeza: los dioses
sencillamente no reaccionaban como se esperaba de ellos: ese
interés, dirigido directa y precisamente a su persona, en la que
se cristalizaba toda la ambivalencia de ser simultánemente de
Quetzalcóatl y de Tezcatlipoca, como lo era todo el Anáhuac, tenía
un evidente sentido mágico, que no alcanzaba a interpretar sino
como un peligro devastador para todo su universo... Fracasada,
pues, su política de regalos y de ataques mágicos, tiene que pasar
a atacarlos de frente:

Como todos saben, los dioses dependen de los


hombres para su sustento, de modo que manda sacrificar a todos los
cautivos disponibles para robustecer a sus manes Huitzilopochtli y
Tezcatlipoca, y prohíbe todo avituallamiento a la nueva hueste de
Quetzalcóatl, y, en especial, ningún oro, el cual, por lo visto,
es su "chalchíhuatl", su "joya líquida", la que sustenta su
corazón.
X

QUETZALCOATL DERROTA A TAJIN

175
.- Cfr. supra, cap. III .
Volver a Cuba cuanto antes.- Para Cortés la horca o la cárcel.-
Heroísmo de fé.- Grietas del monolito.- Argucia jurídica.-
Rebelión contra Motecuhzoma.- Llorosa conversión de los
totonacas.- Candor hispano.

Ilustración
(Libro negro, página 81)

Los totonacas visitan a Cortés en Veracruz. Códice Misantla.

De la noche a la mañana los españoles ven


esfumarse a sus solícitios provedores, que los mantenían como
reyes -o como dioses- y quedan abandonados al sol, a los mosquitos
(176) y a su suerte en los desoladados médanos de Chalchicueyecan.
Como al despertar de un sueño, se percatan de golpe de cuán
precaria es su situación real: dependiendo de la amistad de los
indios hasta para comer, era sencillamente una locura seguir
adelante. No, desde luego, desistir; pero, dadas las
circunstancias, lo único sensato era volver a Cuba al instante, y
ahí, con calma, pertrecharse de hombres, armas y bastimentos, para

176
.- Estos no eran poco problema: "..en aquellos arenales donde estábamos había siempre muchos mosquitos,
así de los zancudos como de los chicos que llaman xexenes, que son peores que los grandes, y no podíamos dormir
de ellos.." DIAZ DEL CASTILLO, Historia Verdadera.., cap.41, p. 70.)
después volver... Y así se lo hacen ver a Cortés, quien -se
suponía- seguía siendo mero lugarteniente de Velázquez, los
partidarios de éste.

Para Cortés, sin embargo, el regreso a Cuba


significaba la cárcel o la horca, y él sentía como nadie la
convocatoria de su Rey divino a "conquistar toda la tierra de
infieles" (177). Ante la necesidad, se reveló político y leguleyo
genial: aplicando el maquiavélico "Dívide et vinces" "Divide y
vencerás", hizo correr rumores, (bastante justificados, por otra
parte), de que el regreso a Cuba significaría solamente que
Velázquez y sus partidarios se apropiaran de todo, desde el oro
hasta la gloria, y que sería, además, volver la espalda a la épica
empresa a la que tenían el privilegio de estar siendo convocados,
traicionando así a Dios, al Rey y a su destino de héroes, iguales
o mayores que los máximos de la antigüedad, como Alejandro o
César.

"Post factum" es fácil pensar que eso era


mero pretexto, pero hay que entender que SI era profundamente
sincero. En ese momento, sus perspectivas únicas eran afrontar con
un puñado de cristianos un reino inconmensurable, pleno de
millones de feroces y antropófagos infieles; nada sabía entonces
de las debilidades intrínsecas de sus adversarios, y su actitud, o
era una locura insensata -Que no lo era, ciertamente, en alguien
tan hábil y genial- o era un verdadero heroísmo de su fe, tan
fuerte, sincero y total como el de los mexicanos en la suya.

Ahora bien, su buena estrella volvió a


brillar casi en seguida en la persona de cinco indios de aspecto
raro que, tímidamente, se acercaron a los centinelas pidiendo ver
a su jefe. En náhuatl explicaron que eran totonacas, y venían en
nombre del Señor de Cempoala a presentar a Cortés sus respetos y
sus excusas de no haberlo hecho antes, por miedo a sus odiados
amos, los mexicanos. Cortes captó al instante que el monolítico
imperio que pretendía enfrentar tenía resquebrajaduras, y tanto
más que también le llegó otra embajada, que él y todos los
españoles callaron siempre, pero que iba a ser la decisiva para su
empresa: ".. y en este medio tiempo llegaron otros embajadores de
Ixtlilxúchitl en competencia contra sus hermanos y el rey
Motecuhzoma su tío, a dar la bienvenida a Cortés y a los suyos y a
ofrecérsele por su amigo, dándole noticia del estado en que
estaban las cosas del imperio, y el deseo de vengar la muerte de
su amado padre Netzahualpiltzintli, y libertar el reino del poder
de tiranos, enviándole algunos dones y presentes de oro, mantas de
algodón y plumería. De que se holgó infinito Cortés saber las
alteraciones y bandos que había entre estos señores [..] y vió
luego abierto el camino para la felicidad que después le sucedió,

177
.- Cfr. supra cap. III.
y que juntándose con uno de los bandos, se consumirían ellos entre
sí, y él se haría señor de entrambos." (178).

Aceptó, pues, de mil amores la invitación a


visitar Cempoala, decidiendo también mover el campamento hacia
Quiahuixtlan, un puerto natural a 50 kilómetros de San Juan de
Ulúa, donde sus exploradores le habían indicado que estarían mucho
mejor. Actuando así no era ni mejor ni peor que los políticos de
su época... basta oír a Maquiavelo:

"El príncipe que anexe una provincia de costumbres,


lengua y organización distintas a las de la suya, debe
también convertirse en paladín y defensor de los
vecinos menos poderosos, ingeniarse para debilitar a
los de mayor poderío y cuidarse de que, bajo ningún
pretexto, entre en su estado un extranjero tan poderoso
como él [...] Lo que ocurre comunmente es que no bien
un extranjero poderoso entra en una provincia, se le
adhieren todos los que sienten envidia del que es más
fuerte que ellos; de modo que el extranjero no necesita
gran fatiga para ganarlos a su causa, ya que en seguida
y de buena gana forman un bloque con el estado
invasor." (179).

Desde luego que el mismo Maquiavelo sabía muy


bien en qué iría a parar semejante "bloque", y lo dice como si
estuviera viendo a los que así se acogieron a Cortés: "Las tropas
auxiliares [..] son aquellas que se piden a un príncipe poderoso
para que nos socorra y defienda [...] Estas tropas pueden ser
útiles y buenas para sus amos, pero para quien las llama son casi
siempre funestas; pues si pierden, queda derrotado, y si ganan, se
convierte en su prisionero." (180)

Pero para los indios, en ese momento Cortés


no era ni un invasor ni un extraño, sino su legítimo soberano que
volvía por sus fueros: el ultrapoderoso Quetzalcóatl... En
realidad no sólo era invasor, sino todavía tan nada poderoso que
la medida desencadenó una crisis entre sus propias tropas: los
partidarios de Velázquez, para quienes regresar a Cuba sí era todo
ventajas, objetaron que eso era en contra de las instrucciones y
exigieron el retorno inmediato. Para Cortés era impensable
debilitar sus magras fuerzas permitiendo el regreso de nadie;
impensable también regresar él mismo con todos, e impensable
romper con la legalidad rebelándose abiertamente, por lo que su

178
.- Alva Ixtlilxóchitl: Historia de la Nación Chichimeca, cap. 80, p. 201.

179
.- MAQUIAVELO: EL Príncipe, cap. 3, p. 31.

180
.- Ibidem, cap. 13, p. 105.
barniz salmantino de leguleyo sacó de la manga una argucia genial:
Hizo que sus partidarios le "exigieran", ahí y entonces, fundar un
Municipio, es decir, una ciudad libre con gobierno propio, a lo
que accedió tras mucho pretender hacerse del rogar, y así hizo
surgir de la nada a la Villa Rica de la Vera Cruz, mera entelequia
jurídica, sin más contraparte real que las míseras cabañas del
campamento, pero que, siendo ya una Villa española hecha y
derecha, dependía "ipso facto" directamente de la Corona, que era
lo mismo que no depender de nadie, pues Carlos V no tenía ni podía
tener la más remota idea de lo que estaba sucediendo allende el
océano; y lo más importante: la jugarreta despojaba legalmente a
Velázquez de todo poder sobre ellos.

Sumisamente renunció entonces a todos sus


poderes en manos del flamante Ayuntamiento, el cual, a su vez, por
propia autoridad y directamente en nombre de Carlos I de España y
V de Alemania, lo constituyó, unánime, su "Capitán General y
Justicia Mayor", y hasta se las ingenió para que le otorgaran un
privilegio del que después se arrepentirían profundamente: un
"quinto real", es decir, un 20% de todas las riquezas que
consiguieran, igual que lo que le tocaba al Rey.

La treta no engañó a nadie: "-Tú me los


ruegas e yo me lo quiero.." (181), comentaba Bernal Díaz, que fue
parte del enredo, pero convenció a todos, pues, para su mentalidad
legalista, todas esa maniobras eran válidas. Trinando de rabia los
partidarios de Velázquez tuvieron que admitirlo, y, para colmo de
su furia, cuando más tarde quisieron ellos retirarse (182), Cortés,
haciéndose el mosca muerta, no se opuso, pero se toparon con el
que flamante Ayuntamiento les negó el permiso, alegando que eso
venía a ser una verdadera deserción y traición (183) , y, cuando
por la mala quisieron los más decididos huir, se enfrentaron
efectivamente a un juicio en el que el recién constituido Justicia
Mayor estrenó sus facultades distribuyendo liberalmente azotes,
mutilaciones y hasta ahorcamientos, con lo que quedó libre de sus
peores enemigos y temido de todos los demás. Este hecho es
importante no olvidarlo para entender el resto de la historia: la

181
.- DIAZ DEL CASTILLO.. Historia Verdadera.., cap. 42, p. 72.

182
.- ".. respondieron soberbiamente que no querían ir ellos a ninguna entrada, sino volverse a sus
estancias y haciendas que dejaron en Cuba [..] que les había prometido en el Arenal que cualquiera persona que
se quisiese ir, que le daría licencia, y navío y matalotaje.." DIAZ DEL CASTILLO: Historia Verdadera.., cap.
50, p. 84.

183
.- ".. y ya que se querían hacer a la vela fuímos todos los compañeros alcaldes y regidores de nuestra
Villa Rica a requerir a Cortés que por vía ninguna no diese licencia a ninguna persona para salir de la tierra,
porque así convenía al servicio de Dios nuestro Señor y de su Majestad, y que la persona que tal licencia
pidiese la tuviese por hombre que merecía pena de muerte, conforme a las leyes de lo militar, pues quieren
dejar su capitán y bandera desamparada en la guerra y peligro.." Ibidem.
justicia de entonces era brutal y expeditiva contra los traidores,
reales o presuntos, y fue suya propia la primera sangre que los
españoles derramaron por eso en nuestro suelo.

A partir de ese momento Cortés empieza a ser


una figura de relieve excepcional, no siempre buena, pero siempre
grandiosa, como muy atinadamente lo describe José Luis Martínez:

"... al fundar el primer ayuntamiento de Veracruz y


decidir internarse en territorio desconocido en busca
del gran imperio, cancelando toda posibilidad de
retorno, Cortés parece transformarse de golpe en un
guerrero y estadista excepcional. Estaba formado por un
conjunto de cualidades, aptitudes y monstruosidades:
calculada audacia y valentía, resistencia física y
adaptación a los climas y posibilidades alimenticias
del nuevo país, necesidad compulsiva de acción,
comprensión y utilización de los resortes psicológicos
y los móviles del enemigo y de sus enemistades
internas, evaluación de las circunstancias de cada
situación y decisiones rápidas ante ellas, con recursos
e invenciones inteligentes; con sólo un barniz de
letras y humanismo, capacidad para armar una
argumentación apoyada en la tradición juridica de Las
siete Partidas que justifique su infidencia, y para
convertirse luego en un cronista admirable de los
hechos de su conquista; dominio de los hombres con una
mezcla de severidad, tolerancia y objetividad; acertada
elección de sus capitanes que se distinguirán, con una
sola excepción, por su eficacia y lealtad; don de mando
para convertir en ejército disciplinado a un grupo
heterogéneo de soldados improvisados, aventureros que
sólo tenían en común su procedencia y la ambición, y
para hacer compatibles con ellos a los millares de
indígenas aliados; aceptación impávida del crimen y la
crueldad por razones políticas y tácticas; ausencia de
escrúpulos morales y de propensiones sentimentales;
codicia por el oro y los bienes patrimoniales y
mezquindad para dar al rey su parte y a sus soldados;
sobriedad en el comer y en el beber; avidez erótica
puramente animal, sin pasión; gusto por la pulcritud
personal y por el trato señorial; interés y amor por la
tierra conquistada y su pueblo, con los que acaba por
identificarse; intensas religiosidad y fidelidad a su
rey, nunca ofuscadoras; capacidad de organización, de
legislación y de reglamentación, y ambición de poder y
de fama más fuertes que el afán de riqueza." (184).

184
.- MARTINEZ: Hernán Cortés, cap. 5, p. 145. y cap. 24, pp. 812-3.
Y en efecto, desde un principio no había
estado ocioso. Se había movido de Ulúa a Cempoala, que, con todo y
ser una pequeña ciudad de los ya decadentes totonacas, maravilló a
los españoles, que jamás habían visto nada similar, ni siquiera en
España. De allí pasó a Quiahuixtlan, a donde fue a buscarlo el
cacique gordo, quien le brindó amplia información de que
Motecuhzoma vivía en perpetua guerra, que todos le temían y
odiaban y que de buenísima gana se rebelarían si pudieran (185).

Tuvo la perfecta ocasión de comprobar la


exactitud de todo eso con la llegado de cinco dignatarios mexicas,
que sumieron al pueblo entero en abyecto terror, reprendiendo
violentamente al Señor por haber desobedecido las órdenes de
Motecuhzuma y exigiendo como reparación 20 jóvenes para el
sacrificio... No eran más que cinco, sin tropas ni armas, pero
bastaban para paralizar de miedo a todos, como los hunos en
tiempos de Atila.

Cortés, en uso sus auto-conferidas funciones


de legado del poderosísimo Señor de allende el Océano, suscitó la
rebelión y los hizo aprender. Los totonacas primero temblaron ante
el sacrilegio, pero cuando luego, envalentonados, quisieron hasta
lincharlos, Cortés -nuevamente árbitro- les salvó la vida haciendo
que solamente los tomaran presos, para dejar más tarde escapar a
dos de ellos, a espaldas de los propios totonacas. Con estas
artimañas quedaba ante estos, como su redentor y libertador, y
ante los mexicas, como defensor y salvador de sus enviados.

Este episodio es pieza clave para entender


todo el resto de la "Conquista", tanto por sus tortuosos métodos
de parte española, como porque describe muy bien la actitud y la
reacción indígena, de modo que vale al pena analizarlo siguiendo
más pormenorizamente la narración de un testigo que lo presenció y
participó:

Para empezar, los aztecas para nada se

185
.- ".. dando tantas quejas de Montezuma; y contaba de sus grandes poderes, y decíalo con lágrimas y
suspíros, que Cortés y los que estábamos presentes tuvimos mancilla. Y demás de contar por qué vía les había
sujetado, que cada año les demandaban muchos hijos e hijas para sacrificar, y otros para servir en sus casas y
sementeras; y otras muchas quejas, que fueron tantas que ya no se me acuerda.." DIAZ DEL CASTILLO, Historia
Verdadera.., cap. 46, p. 78. "..que últimamente Motecuhzoma los había tiranizado, y él y los suyos cada día le
hacían mil agravios, y por salir del poder de tiranos, se holgarían él y otros muchos de las provincias
comarcanas de rebelarse contra México y confederarse con el rey de Castilla, pues aunque era gran señor y
poderosísimo Motecuhzoma, tenía muchos enemigos, especialmente Ixtlilxóchitl su sobrino que estaba rebelado
contra él; y los de Tlaxcalan, Huexotzinco y otros pueblos muy poderosos tenían continua guerra contra él; y
que si Cortés se confederaba con ellos se armaría una guerra contra Motecuhzoma, que no pudiese defenderse de
ellos. A Cortés le pareció muy bien todo esto, y ofreció todo favor, diciendo que la principal causa de su
venida, no era sino deshacer agravios y castigar tiranías." (IXTLILXOCHITL: Historia de la Nación Chichimeca,
cap. 81, p. 203.)
impresionaron ante los españoles: ni siquiera les hicieron caso:
"..pasaron con tanta contingencia y presunción que sin hablar a
Cortés ni a ninguno de nosotros se fueron delante. Y traían ricas
mantas labradas y bragueros de la misma manera [...] y el cabello
lucio y alzado, como atado en la cabeza (186), y cada uno con unas
rosas, oliéndolas, y mosqueadores que les traían otros indios como
criados [...] y les riñeron que por qué nos habían hospedado en su
pueblos [...] y que les demandan ahora veinte indios e indias para
sacrificar a su Dios Huichilobos, porque les de victoria contra
nosotros.." (187). Cortés tomo al vuelo la ocasión, erigiéndose en
árbitro de los destinos y "les dijo que ya les había dicho otras
veces que el rey, nuestro señor le mandó que viniese a castigar
los malechores y no consintiese sacrificios ni robos, y pues
aquellos recaudadores venían con aquella demanda, les mandó que
luego les aprisionasen [...] Y cuando lo caciques lo oyeron
estaban espantados de tal osadía [..] Y todavía Cortés les convocó
que luego los echasen en prisiones, y así lo hicieron [...] y uno
de ellos, porque no se dejaba atar, le dieron de palos" (188). No
contento con eso, consumó la rebelión declarándolos independientes
del Tlatocáyotl, y no sólo a ellos, sino a toda la nación
totonaca: "Y demás de esto mandó Cortés a todos los caciques que
no les diesen más tributo ni obediencia a Montezuma y que así lo
publicasen en todos los pueblos sus aliados y amigos.." (189).

El efecto no se hizo esperar, tanto en fama


de los españoles como en deseo de venganza contra los aztecas:
"..como los vieron presos, fueron cada uno a su pueblo a dar
mandado y a contar todo lo acaecido; y viendo cosas maravillosos y
de tanto peso para ellos, dijeron que no osaron hacer aquellos
hombres humanos, sino TEULES, que así llamaban a sus ídolos en que
adoran. Y a esta causa desde allí en adelante nos llamaron TEULES
que es, como he dicho, o dioses o demonios [..]" y a los
prisioneros "los querían sacrificar por consejo de todos los
caciques, porque no se les fuese alguno de ellos a dar mandado a
México.." (190), cosa que era exactamente lo que Cortés pretendía,
pues su intención, por supuesto, no era ayudar a ninguno, sino
debilitarlos a todos dividiéndolos y enfrentándolos, de manera
que, con lujo de hipocresía, "mandó que no los matasen, que él los
quería guardar, y puso de nuestros soldados que los velasen". Y

186
.- Estos vestidos y peinado indican que eran guerreros de gran prestigio, que habían capturado
personalmente al menos a cuatro prisioneros. Cfr. SAHAGUN: Historia General.., lib. 8, cap. 21, p. 479.

187
.- DIAZ DEL CASTILLO, Ibidem, pp. 78-79.

188
.- Ibidem, cap. 47, p. 79.

189
.- Loc. cit.

190
.- Ibidem, p. 80.
así, teniéndolos él seguros, a medianoche mandó traer "a los dos
de ellos, los más diligentes" y tuvo la cara dura de preguntarles
"por qué estaban presos y de qué tierra eran, como haciendo que no
los conocía". Ellos, lejos de prestarse al juego, le acusaron en
su cara de su villanía, pero él con la mayor candidez se declaró
ignaro e inocente, más aun, amigo de ellos y salvador del honor de
Motecuhzoma: "Y respondieron que los caciques de Cempoal y de
aquel pueblo, con su favor y el nuestro, los prendieron. Y Cortés
respondió que no sabía nada, y que le pesa de ello, y les mandó
dar de comer y les dijo palabras de muchos halagos y que se fuesen
luego a decir a su señor Montezuma cómo éramos todos nosotros sus
grandes amigos y servidores [...] que vayan muy presto, no los
tornen a prender y los maten.." Y dicho y hecho: "luego mandó
Cortes a seis hombrs de la mar que esa noche los llevasen en un
batel obra de cuatro leguas de allí hasta sacarlos a tierra
segura, fuera de los términos de Cempóal." (191).

Al amanecer completó genialmente su doble


juego tanto ante los ahora aterrados totonacas como ante los tres
restantes mexicanos: "..hizo del enojado porque se habían huido
los otros dos, y mandó traer una cadena del navío y echólos en
ella, y luego los mandó llevar a los navíos y dijo que él los
quería guardar, pues tan mal cobro pusieron en los demás. Y
después que los hubieron llevado les mandó quitar las cadenas, y
con muy buenas palabras les dijo que presto los enviaría a
México." (192).

El nuevo día también iluminó a los totonacas,


quienes, pasadas las emociones de su rebelión, cayeron en la
cuenta de la inmensidad del problema en que los había metido:
"Luego que esto fue hecho todos los caciques de Cempoal y de aquel
pueblo y de otros que se habían allí juntado de la lengua
totonaque, dijeron a Cortés que qué harían, que ciertamente
vendrían sobre ellos los poderes de México, del gran Montezuma, y
que no podrían escapar de ser muertos y destruidos" (193). En ese
preciso atolladero era donde Cortés los había manipulado para que
se sintieran desamparadamente acorralados, y lo aprovechó al
instante para acabarlos de someter con todo lujo de aparato
notarial: "y dijo con semblante muy alegre que él y sus hermanos
que ahí estábamos, los defenderíamos y mataríamos a quien
enojarlos quisiese. Entonces prometieron todos aquellos pueblos y
caciques a una que serían con nosotros en todo lo que les
quisiéremos mandar y juntarían sus poderes contra Montezuma y
todos sus aliados. Y aquí dieron la obediencia a Su Majestad, por

191
.- Ibidem.

192
.- Ibidem.

193
.- Ibidem.
ante un Diego de Godoy, el escribano.." (194). ".. todos se alzaron
y rogaron a Cortés que fuese su caudillo, que ellos pondrían en el
campo cien mil hombres de guerra." (195).

Ahora bien, malentenderíamos la realidad


española si sólo tuviéramos en cuenta ese desfachatado cinismo.
Junto con él coexistían, contradictoria pero inseparablemente, un
ardor misional genuino y hasta un quijotesco sentido de rectitud.
Por ejemplo, unos días después, "un soldado que se decía fulano de
Mora, natural de Ciudad Rodrigo, tomó dos gallinas de una casa de
indios, y Cortés, que lo acerto a ver, hubo tanto enojo de lo que
delante de él se hizo por aquel soldado en los pueblos de paz, en
tomar las gallinas, que luego le mandó echar una soga a la
garganta, y le tenían ahorcado, si Pedro de Alvarado que se halló
junto a Cortés, que le cortó la soga con la espada, y medio muerto
quedó el pobre soldado [..] (con eso los indios)vieron que la
justicia es santa y buena, y que las palabras que Cortés les había
dicho que veníamos a desagraviar y a quitar tiranías conformaba
con lo que pasó en aquella entrada, y tuviéronnos en mucho más que
antes." (196).

Como quiera que fuese, los totonacas, que


nada sospechaban de lo que eso iba a costarles en el futuro y sólo
veían la emoción presente, se exaltaron en una borrachera de
felicidad, seguros no nada más de quedar impunes, sino de poder
cambiar papeles pasando de oprimidos a opresores: ¿Qué no podrían
hacer respaldados por semejantes padrinos? De hecho el cacique
gordo intentó en seguida sacarle raja a la ocasión para conquistar
a sus vecinos; pero poco les duró su alegría, pues Cortés, al
darse cuenta, no sólo no se prestó a sus manipulaciones, sino que
les exigió que a más del juramento de vasallaje Carlos V,
renunciaran a sus dioses, y adoptartan los suyos: ".. les dijo que
ahora los tendríamos como a hermanos y que les favorescería en
todo lo que pudiese contra Moctezuma y sus mexicanos, porque ya
envió mandar que no les diesen guerra, y pues que en aquellos sus
altos cues no habían de tener más ídolos, que él les quiere dejar
una gran señora, que es madre de nuestro Señor Jesucristo, en
quien creemos y adoramos.." (197) y, que de no hacerlo, "no los
tendríamos por amigos, sino por enemigos mortales.." (198).

194
.- Ibidem, pp. 80-81.

195
.- IXTLILXOCHITL: Historia de la Nación Chichimeca, cap. 81, p. 204.

196
.-DIAZ DEL CASTILLO: Historia Verdadera, cap. 51, p. 86.

197
.- Ibidem, cap. 52, p. 89.

198
.- Ibidem, cap. 51, p. 87.
Para la mente india semejantes métodos
misionales eran inauditos: jamás había habido un dios que quisiera
aniquilar a los demás, puesto que eso equivalía a destruirse a sí
mismo al romper el equilibrio que sustentaba a todos: en religión
eran tan pluralistas como en política. Para ellos, fieles de
Tajín, no había conflicto en aceptar a Quetzalcóatl -que de hacía
siglos era uno de sus dioses- pero, ¿a qué venía ese exclusivismo
discriminatorio, tan ofensivo para su identidad étnica? ¿Por qué
no seguir como siempre, con Quetzalcóatl y su madre de líderes, si
se quería, y los otros de sus cortesanos?

La medida, siendo totalmente sincera de parte


de Cortés, no podía ser menos política: hería en lo más sensible
la idiosincrasia de sus nuevos aliados, y a grado tal que en poco
estuvo que ahí mismo los exterminaran: El cacique gordo, su
incondicional de hacía un instante, "mandó a otros sus capitanes y
que se apercibiesen muchos guerreros en defensa de sus ídolos.."
(199). El momento era realmente grave, y se repitiría muchas veces
a lo largo de la conquista, siempre con el mismo asombroso
resultado: la inconciliabilidad de dos fanatismos estaba a punto
de hacer saltar lo que sólo había hecho posible una fragilísima
concatenación de equívocos... Mas en ese preciso momento intervino
la buena fe india de Marina, quien no sólo obvió el problema, sino
que le dió a esa endeble cadena de errores una solidez que se iba
a revelar indestructible: con demoledora lógica les hizo ver que
ya no tenían otra opción: ya habían ofendido mortalmente a
Motecuhzoma, y su única defensa contra la inminente venganza de
Huitzilopochtli era ahora Quetzalcóatl, así que no les quedaba
sino aceptar sus exigencias, por más estrafalarias o insolentes
que fuesen.

Llorando lágrimas de infinita amargura los


totonacas comprendieron y se plegaron a lo inevitable, suplicando
tan sólo que no se les exigiese consumar personalmente el
sacrilegio: ".. dijeron que ellos no eran dignos de llegar a sus
dioses, y que si nosotros los queríamos derrocar, que no era con
su consentimiento, que se les derrocásemos.." (200). Los españoles
se lanzaron de mil amores a hacer pedazos a esos "demonios" "y los
caciques y papas [sacerdotes] lloraban y taparon los ojos, y en
lengua totonaca les decían que les perdonasen, y que no era más en
su mano, ni tenían culpa, sino esos teules que os derruecan.."
(201).

Cualquiera podría hoy preguntarse qué validez

199
.- Ibidem.

200
.- Ibidem, p. 88.

201
.- Ibidem.
teológica podría tener una conversión en la que los neoconversos
se despiden de sus antiguos dioses llorando y excusándose; pero
esas minucias no contaban para gentes cuyo Dios tenía por meta
"conquistar toda la tierra de infieles", y Cortés se fué a fondo
en su celo misionero-colonialista. Sin más trámites mandó lavar,
enjabelgar y reacondicionar los templos, los llenó de flores,
plantó una cruz y una imagen de la Virgen, hizo decir Misa y hasta
fundó una especie de monasterio, con "abad" y todo, vistiendo de
blanco a los sacerdotes y enseñándoles a fabricar velas de cera
para que ardiesen siempre de ahí en adelante: "E apercibió a los
papas. que se tresquilasen el cavello e que vistiesen mantas
blancas, e que sirviesen aquella santa Imagen de nuestra Señora en
barrer y enramar, y para que tuviesen más cargo de ello, puso a un
nuestro soldado coxo e viejo, ermitaño, e que mirase que se
hiziese cada día ansí como lo mandaba.." (202).

Por brutal que todo eso nos parezca, no es


posible dejar de percibir el perfume de exquisita poesía que
demuestra la sinceridad y candor hispanos: ¿Podríamos imaginar a
los mongoles, o a los vikingos, a aun a los alemanes de Hitler o a
los americanos en Vietnam, conquistando una población y parándose
a enseñarles a fabricar velas y a poner flores..? Esa buena fe
tuvo la recompensa inmediata de consolidar férreamente los
equívocos, sin necesidad de aclararlos: los totonacas juraron en
bloque vasallaje al Rey de España, aceptando, transidos de pena,
las exigencias de Quetzalcóatl... Que los españoles lo llamaran
"Jesucristo" para ellos no quería decir nada: también en sus
mitologías tenían docenas de nombres.. Esa "conversión", que no
podía ser menos válida del punto de vista moral, no pudo serlo más
del político: pasara lo que pasara, jamás podrían dar marcha
atrás; pasara lo que pasara, su destino quedaba para siempre
ligado a Ce Acatl-Topiltzin-Ehecatl-Quetzalcóatl-Jesucristo-Carlos
V... El nuevo dios, huraño e intransigente, se apuntaba su primera
victoria, suprimiendo a Tajín y arrebatando la primera tajada del
imperio de Huitzilopochtli...

ILUSTRACION
(Libro negro, página 92)

202
.- Ibidem, cap. 52, p. 89.
Huitzilopochtlli según el códice Ramírez. El dios aparece sobre unas andas, con un casco en forma de colibrí,
una bandera de sacrificio y armado con una serpiente, Xiuhcóatl, y un escudo y tres flechas, In mitl in
chimalli, símbolos de la guerra.
XI

DIOSES DE CARNE DURA


Histeria de invasión de marcianos.- Agradecer-reprochar.- Nueva
derrota de los brujos.- La "mordida" inaugurada en tierra
azteca.- Peripecias de carta y tesoro.- Destrucción de las
naves.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 93)

Derrota final de los brujos de Tezcatlipoca. El propio dios se aparece en la figura de un joven chalca
borracho, envuelto en ocho vueltas de cordel, y se niega a ayudar a Motecuhzoma. Cod. Florentino.

En México la noticia cayó como bomba,


provocando una histeria similar a la de una invasión de marcianos.
Motecuhzoma aprestó en seguida una expedición para vengar la
osadía de los totonacas, pero, antes de que ésta partiera,
llegaron los recaudadores liberados por Cortés, y se encontró con
la extraña novedad de que el mismo alborotador que había
soliviantado a sus súbditos resultaba acreedor a su
agradecimiento, por haber protegido a sus enviados. Nuevamente, lo
único que pudo hacer fue detener el ataque militar e intentar el
mágico.

En vez de ejército mandó una nueva embajaba,


con la espinosa misión de agradecer-reprochar a Cortés su
intervención. Y en efecto, al reclamarle haber ofendido a
Motecuhzoma sonsacando a los totonacas, él pudo darse el lujo de
replicar que el ofendido era él, por haberlo abandonado en
Chalchicueyecan, y, que si no tomaba venganza, era sólo por su
buena voluntad, transmutándose así de ofensor en ofendido, y su
dependencia de los indios en dependencia de ellos a él... Los
pobres embajadores sólo pudiero farfullar forzados agradecimientos
y veladas amenazas contra los cempoaltecas, flamantes súbditos ya
del nuevo soberano, y por él exentados del tributo a Motecuhzoma.

En otro plano, sin embargo, las cosas fueron


muy distintas: durante días enteros los españoles padecieron -sin
enterarse siquiera- el cerrado ataque de "encantadores y
hechizeros y los que echan sueño y mandan a las culebras y
alacranes y a las arañas [...] ellos, compelidos por su rey,
fueron a Zempoala y hicieron todo su poder y usaron de sus artes
endemoniadas y fabulosas y, a cabo de muchos días [..] volvieron a
Montezuma y le dixeron como aquellos eran dioses y que sus artes y
hechizerías no les comprendían [...] y que la carne de aquellos
dioses era dura, que no podia entrar en ellos ni hacer impresión
cosa de encantamiento, porque no les podían hallar el corazón..."
(203).

De todo eso, como decíamos, los


españoles por entonces ni se enteraron, pero los indios sí, de
modo que su su carácter de dioses se consolidó, confirmándose
también la fama de invencibles: decididamente Quetzalcóatl era más
fuerte que Tezcaltipoca. Las perspectivas de Motecuhzuma no eran
pues, muy risueñas: su diplomacia fallaba, y la magia resultaba
contraproducente. Otro más pusilánime hubiera desistido,
resignándose a su suerte; pero él, aunque atrapado dentro de las
sutiles telarañas de su cosmovisión, no desistió, ni desistiría
hasta el final... "dixo a los encantadores y a los demás:
descansad, que quizá llegados acá tendrán más fuerzas y efecto
vuestros encantamientos y sueños exercitándolos más a la
continua..." (204).

Mas para Cortés tampoco todo era coser y

203
. DURAN: Historia.., II tomo, cap. 71, nos. 23-25, p. 522.

204
.- Ibidem, no. 26, p. 523.
cantar, antes enfrentaba problemas no menores que los de
Motecuhzoma, tan invisibles para éste como los suyos para él:
Fundada Veracruz había quedado resuelto el problema de Velázquez,
pero sólo provisionalmente. Aunque Carlos V nada sabía, y por ello
nada podía prohibir o autorizar, algún día iba a enterarse, y los
resultados podían ser desastrosos, amén de que Velázquez mismo,
que tenía comprados buenos apoyos en la Corte, no se iba a estar
con los brazos cruzados. Así pues, con su probado método de hacer
hacer a otros lo que él quería, decidió que otros decidieran que
lo propio era que el Ayuntamiento, la tropa y él mismo enviasen de
inmediato cartas a España, dando cuenta y razón de todo lo
realizado y solicitando la autorización definitiva, y, para
facilitar ésta última, anexar no sólo el obligatorio quinto, sino
la totalidad del tesoro reunido hasta entonces.

Sin duda que fue él quien redactó los tres


documentos, o al menos ciertamente los modificó (205). De ellos
sólo conservamos el del Ayuntamiento, obra maestra de habilidad y
diplomacia, pues, aunque sabe que está haciendo un delito punible
con la muerte, insinúa que las mismas leyes de Las Siete Partidas
lo han inspirado y autorizado (206). En esa "Carta de la Justicia y

205
.- Bernal Díaz narra que Cortés modificó la carta de la tropa, que, aunque muy favorable para él, decía
cosas que él ocultaba: "..los pregones que se dieron como veníamos a poblar, y que Diego Velázquez secretamente
enviaba a rescatar y no a poblar [...] cómo hicimos a Cortés que poblase y lo nombramos por capitán general y
justicia mayor [..] como le prometimos el quinto de lo que se hubiese [...] cómo a doquiera que llegásemos se
les hacen buenos razonamientos para que dejen a sus ídolos y se les declara las cosas tocantes a nuestra fe:
como dieron obediencia a su Real Majestad y son los primeros vasallos que tienen en estas partes [...] quién
era Montezuma y lo que se decía de su grandeza [...] y que ahora estamos en camino para ir a la tierra adentro
[...] como esta tierra es muy grande y de muchas ciudades y muy pobladísimas, y los naturales grandes guerreros
y tienen guerra unos con otros; como son idólatras y se sacrifican y matan en sacrificios muchos hombres y
niños y mujeres y comen carne humana y usan otras torpedades; cómo el primer descubridor fue un Hernández de
Córdoba y luego cómo vino Juan de Grijalva [...] cómo quedamos en estos sus reinos cuatrocientos y cincuenta
soldados a muy gran peligro, entre tanta multitud de pueblos y gentes belicosas y grandes guerreros, por servir
a Dios y a su real corona [...] y tenemos pensamiento que don Juan Rodríguez de Fonseca [...] lo dará a algún
su deudo o amigo, especialmente a un Diego Velázquez, [..] que siempre le sirve con presentes de oro y que le
ha dejado en la misma isla pueblos de indios que le sacan oro de las minas, de lo cual había primeramente de
dar los mejores pueblos para su real corona y no le dejó ningunos [...] Y demás de estas relaciones le
suplicamos que, entretanto que otra cosa sea servido mandar, que le hiciese merced de la gobernación a Hernando
Cortés, y dimos tantos loores de él y tan gran servidor suyo, hasta ponerle en las nubes.." Sin embargo, pese a
"dimos tantos loores de él y tan gran servidor suyo hasta ponerlo por las nubes", Cortés , no quiso que
"dijéramos ni mentáramos del quinto del oro que le prometimos, ni que declaráramos quiénes fueron los primeros
descubridores, porque, según entendimos, no hacía en su carta relación de Francisco Hernández de Córdoba ni de
Grijalva, sino de él solo, a quien atribuía el descubrimiento, la honra y el honor de todo.." Ibidem, pp. 92-
93.

206
.- "Desatadas no deben ser las leyes por ninguna manera, fuera ende si ellas fuesen tales que desatasen
el bien que deben hacer: et esto sería si hobiese en ellas alguna cosa contra la ley de Dios, o contra derech o
señorío, o contra grant pro comunal de toda la tierra, o contra bondat conocida... el desatar de las leyes et
tollerlas del todo que non valan, non se debe hacer sinon con grant consejo de todos los homes buenos de la
tierra, los más buenos et honrados et más sabidores... Et después que todo lo hubiesen visto, si fallaren las
Regimiento de la Villa Rica de la Vera Cruz a la Reina doña Juana
y al Emperador Carlos V, su hijo, en 10 de julio de 1519" (207)
reseña brevemente las exploraciones efectuadas, pinta un cuadro
muy favorable de sí mismo, (En tercera persona, por supuesto):
celoso de la gloria de España y de las ganancias de la Corona;
describe con sincera admiración e incipiente cariño las nuevas
tierras y sus fabulosas riquezas, poniendo de paso todo lo mal que
puede a Diego Velázquez, para concluir solicitando la aprobación
regia al hecho consumado: "..supliquemos a vuestras magestades que
provean y manden dar su cédula o provisión real para Fernando
Cortés [...] para que él nos tenga en justicia y gobernación.."
(208).

Y la carta logró su efecto: La aventura


española en América hasta entonces no había producido sino
migajas; oír, pues, hablar de tierras donde el oro "se debe creer
que hay tanto cuanto en aquella tierra de donde se dice haber
llevado Salomón el oro para el templo" (209), y en las que, además,
se gestaba una epopeya para gloria de España en conquistarlas, no
podía dejar de sacudir hasta sus tuétanos a ningún rey de la
época, (pese a los obstáculos que, a distancia, consiguió poner
Velázquez), sobre todo llegando, como llegaba, asistida por todo
un pactolo de exóticas riquezas, que Velázquez jamás habría podido
soñar en igualar.

El argumento decisivo fue aducir los


intereses de Dios y de su religión, describiendo con matices
dramáticos, cargados con toda la fuerza de lo sincero, la urgencia
inaplazable de salvar a tantas y tantas desvalidas ovejas del
Señor de los crueles colmillos de los lobos a los que servían,
incautas, como a dioses:
".. y tienen a sus ídolos que adoran, a los cuales
honran y sirven de tanta manera y con tantas ceremonias
que en mucho papel no se podría hacer de todo ello a
vuestras magestades entera relación [...] todos los
días, antes que obra alguna comienzan, queman incienso
y algunas veces sacrifican sus propias personas,
cortándose unos las lenguas y otros las orejas, y otros
acuchillándose el cuerpo con unas navajas [...] por
manera que ninguna obra comienzan sin que primero hagan

razones de las leyes que tiran más a mal que a a bien, puédenlas desfacer o desatar del todo." (Partida I,
título I, ley XVIII. Apud MARTINEZ: Hernán Cortés, cap. 7, p. 194.)

207
.- CORTES: Cartas.., 1a. Carta-Relación, p. l.

208
.- Ibidem, p. 24.

209
.- Ibidem, p. 21.
allí sacrificio."

"Y tienen otra cosa horrible y abominable y digna de


ser punida que hasta hoy no habíamos visto en ninguna
parte, y es que todas las veces que alguna cosa quieren
pedir a sus ídolos, para que más acepten su petición,
toman muchas niñas y niños y aun hombres y mujeres de
mayor edad, y en presencia de aquellos ídolos les abren
vivos por los pechos y les sacan el corazón y las
entrañas [...]. Y tengan vuestras magestades por muy
cierto que según la cantidad de la tierra nos parece
ser tan grande, y las muchas mezquitas que tienen, no
hay año que, en lo que hasta ahora hemos descubierto y
visto, no maten y sacrifiquen de esta manera tres o
cuatro mil ánimas." (210).

"Vean vuestras reales magestades si deben evitar tan


gran mal y daño, y cierto sería Dios nuestro Señor muy
servido, si por mano de vuestras reales altezas estas
gentes fuesen introducidas e instruidas en nuestra muy
santa fe católica [...] porque es cierto que si con
tanta fe y fervor y diligencia a Dios sirviesen, ellos
harían muchos milagros. Es de creer que no sin causa
Dios nuestro Señor ha sido servido que se descubriesen
estas partes en nombre de vuestras reales altezas para
que tan gran fruto y merecimiento de Dios alcanzasen
vuestras magestades mandando informar y siendo por su
mano traídas a la fé estas gentes bárbaras [...] porque
viven más política y razonablemente que ninguna de las
gentes que hasta hoy en estas partes se ha visto.."
(211).

La carta concluía con un inventario detallado


del tesoro que la acompañaba, por el que podemos darnos cuenta de
que, en realidad, no se le mandó todo lo que habían reunido... ya
desde ese momento las burocrácias inauguraban la "mordida" en
tierras aztecas..

Carta y tesoro pasaron por bastantes


peripecias, pues la nave, contra las prohibiciones reiteradas de
Cortés, atracó en la Habana, y pinta bien el ambiente de puñaladas
por la espalda que se estilaban entonces, que Francisco de
Montejo, uno de sus "fidelísimos" enviados, se las ingenió para
que un marino se escapase "con cartas y avisos para Diego

210
.- Con calculado efecto melodramático, a una con el tesoro y la carta "también enviamos cuatro indios que
quitamos en Cempoal, que tenían a engordar en unas jaulas de madera, para después de gordos sacrificarlos y
comérselos." (DIAZ DEL CASTILLO, Historia Verdadera.., cap. 54, p. 92.)

211
.- Ibidem, pp. 21-22.
Velázquez" (212), el cual, que intentó cuanto pudo para capturarla
y, al no conseguirlo, notificó en seguida a su "compadre"
burócrata, Juan Rodríguez de Fonseca, Presidente del Consejo de
Indias y no poco sinvergüenza, pese a ser Obispo de Burgos y
Arzobispo de Rosano, a quien tenía de su parte a base de jugosas
"mordidas". Carlos no estaba en España, sino en Flandes, de modo
que a quien encontraron los enviados fue a Rodríguez de Fonseca,
quien les quitó tesoro y cartas, los hizo encarcelar y, por su
cuenta, escribió al Rey mil pestes de los "rebeldes", remitiéndole
también parte del tesoro.

Quién sabe cómo hubieran salido las cosas de


no ser que los representantes se las ingeniaron para hacer llegar
a Carlos copia de las cartas, con lo que pudo él tener una idea
fiel de la empresa, cosa que no hubiera sido tan importante, pero
sí que lo fué el enterarse que el tesoro le había llegado muy
incompleto (213), con lo que "fue tanto el contentamiento que
mostró, y los duques y marqueses y condes y otros caballeros que
estaban en su corte, que en otra cosa no hablaban por algunos días
sino de Cortés y de todos nosotros.." (214).

La nave que llevó esa embajada era la menos


mala de las que tenían; otra se hundió de puro vieja, y Cortés
aprovechó la oportunidad no para quemar, sino para "dar al través"
(215) (es decir: encallar y desmantelar) a todas las otras. El
gesto tiene toda la grandeza de un paso del Rubicón, pues cortando
así la retirada a cualesquiera otros deseosos de volver a Cuba,
suprimía nuevos posibles sabotajes, a más que engrosaba sus
fuerzas al dejar en tierra a las tripulaciones (216).
212
.- DIAZ DEL CASTILLO, ibidem, p. 93.

213
.- ".. después que vió Su Majestad que todo era al contrario de la verdad, desde allí adelante le tuvo
mala voluntad al obispo, en especialmente que no le envió todas las piezas de oro, y se quedó con gran parte de
ellas." DIAZ DEL CASTILLO, Historia Veradera, cap. 56, p. 96.

214
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 56, p. 96.

215
.- DIAZ DEL C., Historia Verdadera.., cap. 58, p. 98.
GOMARA FRANCISCO LOPEZ DE: Historia de la Conquista de México, (1a. edición, Zaragoza 1552). Ed. Biblioteca
Ayacucho, Caracas 1979, cap. 42, p. 71.

216
.- Es Bernal Díaz quien apunta que el gesto tuvo también fué cálculo y trapacería por parte de Cortés: "Y
según entendí, esta plática de dar con los navíos al través, que allí le propusimos, el mismo Cortés lo tenía
ya concertado, sino que quiso que saliese de nosotros, porque si algo le demandasen que pagase los navíos, que
era por nuestro consejo y todos fuésemos en los pagar. Y luego mandó a Juan de Escalante, que era alguacil
mayor y persona de mucho valor y gran amigo de Cortés y enemigo de Diego Velázquez, [...] que lueg o fuese a la
villa y que de todos los navíos se sacasen todas las anclas y cables y velas y lo que dentro tenían de que se
pudiese aprovechar [...] Y Juan de Escalante lo hizo según y de la manera que le fue mandado, y luego se vino
a Cempoal con una capitanía de hombres de la mar, que fueron los que sacó de los navíos, y salieron algunos de
ellos muy buenos soldados." (Ibidem.)
ILUSTRACION
(Libro negro, página 99)

Escena totonaca de sacrificio: El Dios de la Muerte preside a la izquierda, mientras el Dios de la Vida
desciende del Cielo para tomar parte en él. (Relieve del tablero noreste del Juego de Pelota de la zona
arqueológica de El Tajín, Ver. I.N.A.H.).

Una ardiente arenga caldeó al rojo vivo todos


los ánimos, finiquitando así -provisionalmente- sus problemas,
dejando a todos resueltos a lanzarse contra la terrible
"Babilonia, donde el caudillo de los enemigos es Lucifer." (217).
XII

QUETZALCOATL DESANDA LO ANDADO

NUEVA ESPAÑA.- Todo el oro presente a cambio de bienestar


futuro.- Incapacidad de Motecuhzoma de ver lo obvio.

217
.- Cfr. supra, p. ....
ILUSTRACION
(Libro negro, página 101)

Sello con la figura de Quetzalcóatl. (Enciso, p. 137, no. II). Nótese que lleva al pecho un pectoral de 5
pequeños caracoles y el corte transversal de uno grande.

El l8 de agosto de 1519 salía por fín Cortés


de Cempoala, dejando a viejos, enfermos y marineros en Veracruz,
pero con una fuerza ya no precisamente modesta: 400 infantes
españoles, 15 caballos, siete cañones y un número de totonacas que
hay quien pone en 13,000, entre cargadores y guerreros, 40 de los
cuales eran Señores, mitad guías y mitad rehenes. El itinerario
había sido cuidadosamente trazado por ellos, tomando en cuenta las
necesidades logísticas de alimentar y alojar a esa multitud, por
lo que iba en un zig-zag de pueblos lo suficientemente importantes
para que pudieran abastecerlos... casi 500 kilómetros de
recorrido, verdadero muestrario de todo lo que es México: selva,
bosque, desierto, hielo y fuego, cuya belleza empezó de inmediato
a conquistar a sus conquistadores, cautivándolos en tal forma que
le dieron el nombre más amado, aquel que ninguna otra región en
todo el continente les había aún merecido: NUEVA ESPAÑA.

El nuevo Quetzalcóatl hacía a la inversa su


antiguo recorrido, sin hacer ningún secreto de sus intenciones:
acabar con la hegemonía y despojar de sus riquezas a Tezcatlipoca-
Huitzilopochtli, el causante de su antiguo destierro. Por ejemplo,
al Señor de Zautla, ya en territorio náhuatl, le espetó sin
ambages: ".. le torné a decir y replicar el gran poder de vuestra
magestad y otros muy muchos y mayores señores que no Moctezuma,
que eran vasallos de Vuestra alteza, y aun que no lo tenían en
pequeña merced, y que así lo había de ser Mutezuma y todos los
naturales de estas tierras, y que así lo requería a él que lo
fuese, porque siéndolo sería muy honrado y favorecido y, por el
contrario, no queriendo obedecer sería punido [...] y para que
tuviese por bien de le mandar recibir a su real servicio, que le
rogaba que me diese algún oro que yo enviase a vuestra magestad.."
(218).
218
.- CORTES: Cartas.., 2a. Carta-Relación, p. 35.
Muchos encontrarían ahí todos los elementos
de la más cínica hipocresía, sobre todo considerando "a
posteriori" lo "muy honrado y favorecido" que acabó el mundo
indígena por ese vasallaje que Cortés con tan celosamente
propugnaba con amenazas directas y cobrándolo tan caro; pero no
olvidemos que la ingenuidad humana puede comulgar con esas y
mayores ruedas de molino, sin perjuicio de su buena fe. De buena
fe los españoles creían que hacían a los indios un gran favor, y
no es cosa de que nos extrañemos, pues no andamos tan lejos en
nuestros días, ya que no es menor absurdo querer implantar, por la
buena o por la mala, un paraíso mesiánico perdido en las brumas de
un inalcanzable futuro, iniciándolo con el inmediato despojo de
todo el oro presente... y estamos hoy viendo a innumerables
idiotas predicar el Comunismo -a veces hasta desde los púlpitos-
sin rubor alguno de su sentido común.

Ahora bien, el juego de equívocos continuaba


reforzándose. Tan paladina y cándida voracidad ni a Motecuhzoma ni
a los demás indios les sonaba a piratería o conquista, antes muy
al contrario, les confirmaba exactamente en lo que esperaban oír,
que Quetzalcóatl era Quetzalcóatl, lo que convencía a Motecuhzoma
de la necesidad de evitar, por todos los medios, una confrontación
directa, en la que estaba convencido que sería humillado y
derrotado, y que era evidente que era lo que él buscaba con sus
continuas provocaciones. Por eso recurría, incansable, a sus
ataques mágicos disfrazados de embajadas que, al fallar
sistemáticamente, más le convencían de su inexpugnabilidad. Preso
en el cepo de su mentalidad religiosa, no podía ver lo obvio: que
los invasores estaban tan indefensos -Y más en ese momento,
debilitados por el frío y las carencias del "Malpaís"- que para
exterminarlos hubiera bastado prohibir a sus súbditos darles de
comer.
A la propia Zautla envió otra embajada,
aconsejando evitar el paso por Tlaxcala que les habían programado
los cempoaltecas: Ellos no eran de temer como aliados de los
españoles; pero muy distinto resultaría que Quetzalcóatl enlistase
también en sus huestes a sus eternos "enemigos de casa", los
tlaxcaltecas, los ínclitos guerreros de la Guerra Florida, de cuya
bravura es buena muestra lo que consigna Gomara: "Tal tlaxcalteca
había cuando Cortés entró allí, que tenía muertos en sacrificio
cien hombres, presos con sus propias manos." (219).

219
.- LOPEZ DE GOMARA Francisco: Historia de la Conquista de México, Biblioteca Ayacucho no. 65, Caracas
1979, cap. 236, pág. 359.
ILUSTRACION
(Libro negro, página 103)

Esta escena del Códice Florentino ilustra uno de los muchos intentos de Motecuhzoma para rehusar
diplomáticamente a los españoles la entrada en Tenochtitlan: manda plantar magueyes para bloquearles el camino.
El obstáculo, desde luego, no es físico, sino moral, pues aun el más maleducado de los mexicanos nunca se
hubiera atrevido a entrar a donde tan enfáticamente se le expresaba que no era grata su presencia. Con los
españoles, por supuesto, su recurso no sirvió para nada.
XIII

QUETZALCOATL ENFRENTA A CAMAXTLE

Más les valía someterse sin chistar.- Ataque tlaxcalteca.- Los


"hijos del Sol" de noche.- Desesperación española.- "Más vale
morir por buenos que vivir deshonrados".- La conquista de los
conquistadores.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 105)
Los cuatro Señores tlaxcaltecas escuchan al embajador totonaca, que sostiene en una caña la carta de Cortés y
les aconseja la rendición. Del Lienzo de Tlaxcala.

Cortés adoptó el parecer de los totonacas, y envió


a dos de ellos a Tlaxcala "a decir que no les íbamos a hazer enojo
sino a tenerlos por amigos" (220), apoyando su embajada con una
carta, pese a que "sabíamos que no la entenderían, y también un
chapeo de los vedejudos colorados de Flandes" (221). Sólo Dios sabe
qué cosa habrán dicho los pobres totonacas, hechos ellos mismos
una maraña teológico-militar; pero no pudo ser otra cosa que lo
que ellos entendían: que se trataba de "teules bravos" (222), es
decir, que Quetzalcóatl volvía por sus fueros; que, bien a pesar
de ellos, ya les había destronado a Tajín y llevaba todas las de
hacer lo mismo con Huitzilopochtli, así que también más les valía
someterse sin chistar.

Para los tlaxcaltecas eso sonaba a insulto:


que Tajín hubiera sido tan débil, no implicaba que Camaxtle, su
dios tribal que había tenido a raya hasta entonces al mismisimo
Huitzilopochtli, no pudiera hacer lo mismo con este nuevo y
agresivo Quetzalcóatl... O ¿no sería todo una triquiñuela de
Motecuhzoma? La incomprensible carta era, sin duda, algún artero
conjuro, y el sombrero rojo el "tecpillotl" de esos teules: el
penacho de cuero carmesí que formaba parte de la declaración de
guerra definitiva, que tenían la desfachatez de mandarles desde la
primera tractativa... De modo que carta y sombrero fueron a parar
como ofrenda a los pies de Camaxtle, y los totonacas considerados
como traidores y espías.

Según lo que dijeron, lograron escaparse de


la prisión a donde fueron lanzados como preámbulo al sacrificio,
(Mentira, de seguro, dada la intocabilidad de los embajadores), y
llegaron llorosos ante Cortés notificándole que el plan de los
tlaxcaltecas era "agora hemos de matar a esos que llamáis teules,

220
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 70, p. 122.

221
.- Ibidem, cap. 61, p. 105.

222
.- Cfr. infra, cap. XIV.
y comer sus carnes, y veremos si son tan esforzados como
publicáis, y también comeremos vuestras carnes pues venís con
traiciones y con embustes de aquel traidor de Montezuma." (223).

No fueron, pues, recibidos de paz, y los


primeros combates no pudieron augurarles nada peor: "..llegados a
la tierra y pueblos de Tlaxcala, se nos doblaron los trabajos y
peligros, porque llegado allí, menos de veinte indios de guerra,
que topamos, que los ejércitos de Tlaxcala habían imbiado por
espías o descubridores, quiriéndolos prender y tomar vivos para
saber la lengua dellos, nos mataron dos caballos e hirieron otros
y algunos de los españoles de a caballo.." (224). También a Cortés
debió impresionarle tremendamente el episodio, pues lo cuenta
Gómara, aclarando que eran seis españoles de caballo, y sólo
quince los indios, los cuales murieron todos, pero "defendiéronse
tan bien un rato de los seis, que hirieron a dos de ellos, y les
mataron dos caballos de dos cuchilladas, que según algunos que lo
vieron, cortaron cercén de un golpe cada pezcuezo, con riendas y
todo" (225). Si quince por poco acaban con seis, dejando a dos
heridos y, sobre todo, matando a dos valiosísimos caballos, no les
costó mucho hacer las cuentas de cómo les podía ir en una batalla
seria, y, cuando vino la primera:
"Turbados y afligidos -por no decir llenos de miedo- de
ver tanto esfuerzo en unos indios y tantos que cubrían
el sol y que era la primera refriega en que se veían, y
ellos tan pocos y no muy bien apercibidos, y con temor
de verse metidos en reino extraño y de bárbaros, y las
espaldas no muy seguras, y entre más gente que las
arenas del mar, que a papirotes los podían matar, oí
decir a un conquistador religioso que se halló seglar
en ese combate y conflicto, que muchos hubo que se les
saltaron las lágrimas y dieron por mucho no ser
nacidos, ya que maldecían al Marqués por haberlos
traído en aquel extremo y punto tan temeroso." (226)

Y en efecto, la batalla fue feroz: "..como


comenzaron a romper con nosotros, ¡qué granizo de piedra de los
honderos! pues flecheros, todo el suelo hecho parva de varas
tostadas de a dos gajos, que pasan cualquier arma y las entrañas a
donde no hay defensa; y los de espada y rodela y de otras mayores

223
.- DIAZ DEL CASTILLO, Historia Verdadera, cap. 62, p. 106.

224
.- VAZQUEZ DE TAPIA Bernardino: Relación de méritos y servicios del conquistador Bernardino Vázquez de
Tapia, U.N.A.M. Dirección General de Publicaciones, Relación, pp. 30-31.

225
.- (GOMARA: Historia.., cap. 45, p. 79.

226
.- DURAN: Historia.., tomo II, cap. 72, no. 19, p. 529.
que espadas, como montantes y lanzas ¡qué prisa nos daban y con
qué braveza se juntaban con nosotros y con qué grandísimos gritos
y alaridos!" (227). Sin embargo, pronto se llevaron la grata
sorpresa de comprobar el patente "milagro" divino de que, pese a
que esos indios eran increíbles guerreros, y pese a que morían
"infinitos, que como estaban apretados hacía riza en ellos la
artillería" (228), al decir de ese mismo "conquistador religioso",
sólo "los dichos naturales salían heridos y muertos, y de los
nuestros ninguno, que parecía cosa de milagro, porque de los
nuestros no hubo ninguno." (229). Los equívocos, como vemos,
continuaban: Morir y matar significaban cosas totalmente
distintas, pues para uno era victoria lo que para el otro era
derrota, a más de que Fr. Francisco de Aguilar exageraba, pues
desde el primer día hubo al menos un muerto de parte española.

Todas las tentativas de paz resultaron


infructuosas, y, sin descansar ni dormir, soportaron el dia 5 de
septiembre un nuevo ataque, que los indios practicamente ganaron,
pues llegaron a entrar al campamento español, aunque no consumaron
su victoria, pues, llegada la noche, "milagrosamente" se
retiraron.

Hubiera bastado continuar peleando para


aplastar a los españoles, mas para los tlaxcaltecas esa campaña
empezaba a resultar desconcertante: sus colosales pérdidas no los
amilanaban -para ellos eran victoria-, pero no acababan de saber
con qué clase de seres estaban peleando: ¿Eran dioses o no? ¿Eran
invencibles, o no? Sus sacerdotes, después de mil sacrificios y
penitencias, aportaron una respuesta clarísima, tan razonable y
nítida que todos los demás la acogieron con entusiasmo, y que nos
habla muy bien de la cosmovisión india: La lucha de Camaxtle
contra esos hijos del Oriente se peleaba en desventaja durante el
día, porque su padre les auxiliaba directamente; en cambio,
atacándolos de noche, sería débiles como niños. Así pues, a la
noche siguiente, de luna espléndida, atacaron de nuevo, felices de
la vida de haber dado con el "¡Abrete Sésamo!" de sus problemas...
pero, en vez de la fácil victoria que esperaban, se llevaron una
derrota más.

Sin embargo, los españoles estaban muy lejos


de festejar su triunfo: con 55 muertos, enfermos o heridos todos
los demás, sin ropas de abrigo ni alimentos, era una victoria
pírrica, otra más y quedaban aniquilados... si la pequeña Tlaxcala

227
.- DIAZ DEL CASTILLO, Historia Verdadera.., cap. 65, p. 112.

228
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdaera.., cap. 78, p. 136.

229
.- AGUILAR Fr. Francisco de: Relación breve de la Conquista de la Nueva España. U.N.A.M., Instituto de
Investigaciones Históricas, México 1977, Tercera Jornada, pp. 71-2.
se veía inconquistable, ¿qué sería Tenochtitlan? El panorama
debió presentárseles de veras negro, porque cundió el pánico, al
grado que muchos vieran en la huida su única salvación, y así se
lo comunicó a Cortés una diputación de siete cuyos nombres decide,
caballeroso, Bernal Díaz "aquí no quiero nombrar por su honor"
(230). En un largo parlamento le expusieron lo que sentían ellos y
otros muchos, que no era, por otra parte, más que la descarnada
verdad: que lo que estaban haciendo era una locura, que nadie
antes, "ni los romanos ni Alejandro" (231), habían acometido nada
semejante... en una palabra, que huyeran a Veracruz, mientras les
quedaba vida.

Nuevamente hemos de considerar que es muy


fácil menospreciar la angustia de los españoles -y el valor que
supuso vencerla- cuando conocemos lo que pasó después. Para
justipreciar el temple de Cortés, enfermo y maltrecho él mismo,
hay que partir del hecho de que confesó cándidamente que en esas
palabras reconocía sus propias ideas y temores; pero que, estando
totalmente de acuerdo con ellos en todo lo que le exponían,
disentía diametralmente de la conclusión que sacaban: ¿Acaso no
habían dejado todo para "combatir en el sendero de Dios"? (232). Si
hasta ahora habían conseguido, con su ayuda, lo verdaderamente
imposible, con qué derecho dudaban de que habría de seguir
auxiliándolos si era tan patente que la obra que estaban haciendo
era suya, "pues desque entramos en la tierra, en todos los pueblos
les predicamos la santa doctrina lo mejor que podemos, y les
procuramos de deshacer sus ídolos" (233). Muy cierto que nadie
había hecho antes lo que estaban protagonizando, pero eso, lejos
de ser motivo para desistir, era la mejor razon para entregarse
con denuedo aun mayor. ¿Qué va a decir Moctezuma, y cómo
reaccionarían los totonacas, a quienes habían comprometido, si los
veían retroceder? Además, "mas vale morir por buenos, como dicen
los cantares, que vivir deshonrados." (234).

230
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 69, p. 118.

231
.- Ibidem, p. 119.

232
.- Nuevamente podemos detectar claras influencias islámicas: "Los que abandonan su país y combaten en el
sendero de Dios pueden esperar su misericordia, pues es indulgente y misericordioso." (Corán, sura 2, 215)
"Dios les ha asignado a estos un lugar más elevado que a aquellos; hace hermosas promesas a todos, pero ha
destinado a los combatientes una recompensa mayor que a los que quedan en sus hogares." (Ibidem, 4, 97) "En
cuanto al que haya dejado su país para abrazar la causa de Dios y llegue la muerte a sorprenderle, su salario
estará a cargo de Dios, y Dios es indulgente y misericordioso." (Ibidem, 4, 101).

233
.- DIAZ DEL CASTILLO, Historia Verdadera, cap. 69, p. 119.

234
. Ibidem, p. 121. También aquí es posible detectar influencias más vetero-testamentarias e islámicas
que cristianas: En el Antiguo Testamento esa fue siempre la actitud ante la conquista y defensa de la Tierra
Prometida, pero aún más categórico es el Corán. V. gr.: "Más de un profeta ha tenido que combatir a un enemigo
seguido de innumerables tropas, y, sin embargo, estos profetas no se han dejado abatir por los reveses sufridos
Semejante discurso, en labios de quien
"ciertamente en todas las batallas se hallaba de los primeros"
(235), y a quien todos reconocían que sabía y vivía lo que estaba
expresando, los hizo retirarse corridos y acalló la pusilanimidad
de las tropas.

El episodio es elocuente para que podamos


librarnos de la impresión apriorística que tenemos, tan injusta
como profunda, de que los españoles se apropiaron de México con la
facilidad y alevosía de quien le arrebata un juguete a un niño. La
empresa fue sobrehumana, y así la vivieron ellos, ignorando hasta
el final el increíble juego de ideas religiosas que se conjuntaron
para convertirlos a ellos, los débiles, en invencibles, y para
dejar al todopoderoso Motecuhzoma prácticamente indefenso.

La conquista de los conquistadores,


totalmente consumada en nosotros, sus hijos, los actuales
mexicanos, que en inmensa mayoría somos españoles por sangre e
idioma, nos ha conquistado a tal extremo que nos identificamos
sólo con los indígenas, y sentimos a nuestros padres como odiosos
opresores "nuestros"... En realidad, su epopeya no sólo es
titánicamente grandiosa y heroica, sino además está toda ella
impregnada de fresca poesía, de infantil candidez: no son fríos
monstruos que exterminan, impávidos, a víctimas inermes, sino
niños grandes -todo lo crueles, rapaces e incongruentes que se
quiera, (¿Qué niño no lo es?)- que, viviendo su Fe sin sombra de
hipocresía, con naturalidad y sinceridad desarmantes, acometieron
y culminaron una gesta "que ni los romanos ni Alejandro", una de
las más portentosas en toda la historia de la Humanidad.

en la senda de Dios; no han vacilado en su fe y no se han sometido cobardemente al enemigo. En verdad, Dios ama
a los que perseveran." (Sura II, 140) "Los creyentes cuando se les anuncia que los enemigos se reúnen y que son
de temer, no hacen más que acrecentar su fe y dicen: Dios nos basta, es un excelente protector." (Sura II, 167)
"Se os ha prescrito la guerra y vosotros le habéis tomado aversión. ¿Es posible que tengáis aversión a lo que
os es ventajoso y que os guste lo que os es dañoso? Dios lo sabe; pero vosotros no lo sabéis." (Sura II, 212-
13) "¡Oh profeta! Dios y los creyentes que te sigan te bastan. ¡Oh profeta! excita a los creyentes al combate.
Veinte hombres firmes de estos aplastarán a doscientes infieles. Cien harán huir a mil, porque los infieles no
comprenden nada." (Sura VIII, 65-66).

235
.- Ibidem, p. 119.
ILUSTRACION
(Libro negro, página 110)

Téchcatl, piedra para el sacrificio sobre la que se recostaba a la víctima. Lleva esculpido el glifo de "Agua
preciosa", "Chalchihuatl". Se conserva en el Museo Nacional de México.
XIV

CAMAXTLE ELIMINADO

"Teules mansos" o "teules bravos".- Rendición de los


tlaxcaltecas.- Embajada a Motecuhzoma.- "..muy mayor que
Granada".- Corromper la propia historia.- Los tlaxcaltecas
españoles.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 111)
A la sombra de una cruz, Cortés recibe la rendición de los Señores de Tlaxcala. Lienzo de Tlaxcala.

No obstante que parecía cerrársele el mundo,


la buena estrella de Cortés continuaba trabajando para él: los
tlaxcaltecas habían llegado a la conclusión que el nuevo
Quetzalcóatl era, efectivamente, más poderoso que Camaxtle, y que,
por lo tanto, había que rendirse; pero el jefe del ejército,
Xicoténcatl, (Uno de los pocos indios que captó desde un principio
la incompatibilidad de su mundo con el de los blancos, y que más
tarde acabaría en la horca por ello.), se opuso terminantemente,
y, por su cuenta y riesgo, decidió someter a los "teules" a un
test similar al de Motecuhzoma, aunque en forma más excéptica y
elaborada:

Envió "cuarenta indios con comida de gallinas


y pan, y fruta y cuatro mujeres indias viejas, y de ruin manera, y
mucho copal y plumas [..] dixeron: Esto os envía el Capitán
Xicotenga, que comáis, si sois <<teules bravos>> como dicen los de
Cempoala, tomad esas cuatro mujeres que sacrifiqueis, e podeis
comer de sus carnes y corazones, y porque no sabemos de qué manera
lo haceis, por eso no las hemos sacrificado agora delante de
vosotros, y si sois hombres comed de esas gallinas y pan y fruta,
y si sois <<teules mansos>>, ay os traemos copal y plumas de
papagallo, haced vuestro sacrificio con ello.." (236).

Las preferencias gastronómicas de los dioses


eran para los indios el mejor criterio de identificación, y los
españoles, que nada entendían de eso, reaccionaron con el mismo
horror: "..que no maten ni sacrifiquen a ninguna persona, y que
todos nosotros somos hombres de hueso y de carne como ellos, y no
teules, sino cristianos.." (237). Los embajadores, por otra parte,
no se retiraron, y pronto estuvo claro para Cortés que eran
espías, y muy torpes además, pues hurgaban y husmeaban por todas
partes sin el menor disimulo, por lo que aprehendió a 17, les
cortó a unos las manos y a otros los pulgares, y los despachó con
el orgulloso mensaje de que "vengan cuando quieran, de día y de
noche, que aquí les aguardaríamos dos días, y que si dentro de dos
dias no viniese, que le iríamos a buscar a su real.." (238).

Esa bravata y la sangre derramada,


(totalmente lógica en un dios que se respete), tuvieron un efecto
devastador, no sólo en sus destinatarios tlaxcaltecas, sino sobre

236
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 70, p. 122.

237
.- Ibidem.

238
.- Ibidem.
todo en Motecuhzoma que veía materializarse lo que tanto temía. Su
nueva embajada aportó, a más de los consabidos regalos, el
ofrecimiento formal de pagar tributo a Carlos V con tal de que se
retirasen: "..que quería ser vasallo de vuestra alteza y mi amigo,
y que viese yo qué era lo que quería que él diese en cada un año
de tributo, así de oro como de plata y piedras y esclavos y ropa
de algodón y otras cosas [...] y que todo lo daría con tanto que
yo no fuese a su tierra, y que lo hacía porque era muy estéril y
falta de todos mantenimientos.." (239). Esos nuevos embajadores
asistieron a las últimas fases de la guerra, vieron la paz y el
recibimiento en Tlaxcala, aguantaron que los tlaxcaltecas soltaran
a Cortés toda clase de males en contra de ellos y les
correspondieron con la misma moneda, dejándole encantado en su
maquiavelismo: "vista la discordia y desconformidad de los unos y
los otros, no hube poco placer, porque me pareció hacer mucho a mi
propósito y que podría tener manera de más aína sojuzgarlos.."
(240).

Esa embajada fue tan inútil como todas en


cuanto a disuadir a Cortés, y mucho más contraproducente que de
ordinario, pues aumentó el prestigio de los teules ante los
tlaxcaltecas, al ver al poderosísimo y odiado tirano sometiéndose
tan mansamente antes de haber disparado una sola flecha, de modo
que, sin que mediase batalla nueva alguna, pronto llegaron a
reconocer su error y la derrota de Camaxtle.

De ahí Cortés quiso corresponder a las muchas


embajadas de Motecuzohma enviándole él una, con la interesada
finalidad de enterarse de primera mano cómo estaban realmente las
cosas, es decír, cómo era Tenochtitlan, cómo estaban los caminos,
etc. Para esto solicitó y obtuvo voluntarios de entre la alcurnia
de sus tropas: Bernardino Vázquez de Tapia y Pedro de Alvarado:

"... tomó ocasión el Marqués de desear imbiar


mensajeros a Montezuma, porque le pareció que convenía
mucho y era muy necesario, así por asegurar a
Montezuma, como porque, los que fuesen, viesen y
supiesen la tierra y los caminos y las ciudades y
pueblos que había, y para que trajesen aviso y relación
de lo que viesen. Estando el Marqués con este deseo,
dijo algunas veces en público, que si tuviera dos hijos
y dos hermanos que mucho quisiera, los enviaría por
mensajeros a Montezuma. Entendiendo el deseo del dicho
Marqués, yo me ofrecí de ir, el cual me lo agradeció
mucho y aceptó mi ofrecimiento. Después, se ofreció
también para ir Don Pedro de Alvarado, y acordó el

239
.- CORTES: Cartas.., 2a. Carta-Relación, p. 42.

240
.- Ibidem.
Marqués que fuésemos ambos y diónos instrucciones de lo
que habíamos de hacer, y presentes de cosas de
Castilla, para que diésemos a Montezuma. Y aunque ambos
teníamos caballos, Cortés dispuso que fuésemos a pie
porque si nos matasen no se perdiesen, que se estima un
caballero a caballo más de trescientos peones." (241).

La tarea no les fué fácil, pues además de que


Motecuhzoma no los quiso recibir, a los tlaxcaltecas no les hizo
la menor gracia esa posible alianza, y trataron de asesinar a los
embajadores en forma que pareciera que lo habían hecho los mismos
mexicas (242). Lo que sí consiguieron fue observar caminos y
ciudades, proporcionando valiosa información para Cortés. Los
tlaxcaltecas, por otra parte, pronto vieron que no tenían nada que
temer, pues, para su grata sorpresa, los teules no pararon mientes
en discutir tributos ni condiciones, repitiendo sólo que deseaban
su amistad y su alianza contra Motecuhzoma, alianza que ellos
pactaron de mil amores.

Tlaxcala era entonces bastante más que ahora,


aunque nada en comparación con Tenochtitlan; pero a Cortés lo
deslumbró: :.. es tan grande y de tanta admiración que aunque
mucho de lo que de ella podría decir deje, lo poco que diré creo
que es es casi increíble, porque es muy mayor que Granada y muy
más fuerte y de tan buenos edificios y de muy mucha más gente que
Granada tenía al tiempo que se ganó.." (243). Su entrada en ella
fue todo un triunfo, pues los tlaxcaltecas celebraron su rendición
con inesperado júbilo, y abrazaron, por supuesto, la fe de
Quetzalcóatl jurando vasallaje a Carlos V, y demostrando verdadera
prisa por mezclar su sangre con la de los teules entregándoles a
sus hijas... el mestizaje se iniciaba bajo sonrientes auspicios.
Ni que decirse tiene que Camaxtle y los demás ídolos, aunque se
salvaron provisionalmente de ir a dar a la basura gracias a la
prudente intervención del P.Olmedo (244), quedaron definitivamente

241
.- VAZQUEZ DE TAPIA Bernardino: Relación de méritos y servicios del conquistador Bernardino Vázquez de
Tapia, U.N.A.M. Dirección General de Publicaciones, Relación, p. 34.

242
.- "Los de la Ciudad de Tlaxcala, como vieron y supieron que íbamos por mensajeros de Montezuma, como
ellos eran grandes enemigos suyos, parecióles que con nuestra ida Montezuma y los de su Reino se habían de
hacer nuestros amigos y, siendo ellos y nosotros amigos, ellos serían destruidos. Acordaron de remediarse con
matarnos y, para que no pareciese que ellos nos habían muerto, ordenaron una cautela [... después de varias
peripecias, ya en Texcoco] dijéronnos que Montezuma estaba malo y en una ciudad cercada de agua, que ni
podíamos entrar a él ni verlo sin gran peligro nuestro; que nos volviésemos [...] viendo aquello y que era por
demás porfiar, nos volvimos por el mismo camino. Bien creo yo, vino allí Montezuma a nos ver." (Ibidem, pp. 34-
36.).

243
.- CORTES, 2a. Carta Relación, p. 41.

244
.- Al requerimiento de Cortés de destruir de inmediato a sus dioses, los tlaxcaltecas respondieron:
"Malinche, ya te hemos entendido antes de ahora y bien creemos que ese vuestro Dios y esa gran señora, que son
desplazados, y en un recién encalado templo campeó en seguida la
cruz y la imagen de la dulce y blanca madre del nuevo
Quetzalcóatl.

Esa conversión, sin prejucio de su invalidez


teológica, iba a revelarse mucho más sólida de lo que Cortés pudo
imaginar: a partir de ese momento los tlaxcalecas dejaron de
serlo, y se convirtieron en "españoles" para bien o para mal, y,
como buenos políticos mexicanos, empezaron por falsificar la
historia a su conveniencia del momento, erigiendo en chivos
expiatorios "a los cuntales estomíes, que son gentes como monteses
y sin razón" (245) echándoles la culpa de los ataques que apenas
ayer lanzaban con arrolladora ferocidad a sus íntimos "cuates"
(246) de hoy. Y no sólo les serían fieles hasta en los peores
momentos, como después de la "Noche Triste", sino durante toda la
Colonia, y habrían de echar mil pestes de la independencia (247)...
Paradójicamente, ese afán por desnaturalizarse permitió que
Tlaxcala, hasta la fecha, sea uno de los rincones más indios de
México, donde aún son usuales apellidos nahuas y muchos usos
prehispánicos, pues los españoles auténticos respetaron bastante
más que en otras partes la idiosincrásia de sus "coterráneos".
XV

QUETZALCOATL EXHAUSIA A TLALOC Y XIUHTECUTLI

Los humos del Popocatépetl.- Audacia inaudita.- "Grandes


llamaradas de fuego y piedras".- Más poderosos que la más alta

muy buenos [..] el tiempo andando entenderemos muy más claramente [..] ¿Cómo quieres que dejemos nuestros
teules, que desde muchos años nuestros antepasados tienen por dioses [...] Y de que vimos aquella respuesta que
la daban tan de veras y sin temor, dijo el padre de la Merced que era hombre entendido y teólogo: <<Señor, no
cure vuestra merced de más les importunar sobre esto, que no es justo que por fuerza les hagamos ser
cristianos, y aun lo que hicimos en Cempoal de derrocarles sus ídolos no quisiera yo que se hiciera hasta que
tengan conocimiento de nuestra santa fe. ¿Qué aprovecha quitarles ahora sus ídolos de un cu y adoratorio si los
pasan luego a otros? [..]>>. Lo que les mandamos con ruegos fue que luego desembarazasen un cu que estaba
allí cerca, que era nuevamente hecho, y quitasen unos ídolos, y lo encalasen y limpiasen para poner en ellos
una cruz y la imagen de Nuestra Señora; lo cual luego hicieron y en él se dijo misa, se bautizaron aquellas
cacicas.." (DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 77, p. 133.

245
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 71, p. 123.

246
.- "Cuate" es un popular mexicanismo para expresar "amigo". Viene del náhuatl "cóatl", que significa
"serpiente", pero también "gemelo". Es muy común en México llamar al amigo "Hermano", "Mano" o "Manito".

247
.- ".. los hombres que al principio de un reinado han sido enemigos, si su carácter es tal que para
continuar la lucha necesitan apoyo ajeno, el príncipe podrá siempre y muy fácilmente conquistarlos a su causa;
y lo servirán con tanta más fidelidad cuanto saben que les es preciso borrar con buenas obras la mala opinión
que en se les tenía." (MAQUIAVELO: El Príncipe, cap. 20, pp. 157-8).
alcurnia del Anáhuac.- Expedición "científica" fallida.- Hacer
como si tal cosa lo imposible.

ILUSTRACION
(Libro verde, página 72)

Sellos aztecas de barro,con las caras de Tláloc y Xiuhtecutli

Durante el mes indígena, (20 días), que


Cortés permaneció en Tlaxcala, aconteció otro episodio que
conferiría a los teules, un prestigio de leyenda sin que ellos
bien a bien se diesen cuenta.

Desde Tlaxcala era imposible no notar al


Popocatépetl, "La Montaña que humea", que enseñorea el paisaje con
su mole gigantesca y justificaba entonces plenamente su nombre,
pues estaba en plena actividad: "aquel el volcán que está cabe
Guaxocingo, echaba en aquella sazón que estábamos en Tlaxcala
mucho fuego, más que otras veces solía echar" (248). Ningún español
había visto nunca eso: "como no habíamos visto tal, nos
admirábamos de ello" (249), y un capitán, Diego de Ordaz, "tomóle
codicia de ir a ver qué cosa era, y demandó licencia a nuestro
general para subir en él, la cual licencia le dió y aun de hecho
se lo mandó.." (250).

Todos los indios quedaron helados de espanto


ante semejante temeridad: De ellos, los únicos diez que habían
tenido la osadía de intentarlo, dos habían muerto ahí mismo, seis
después y sólo dos sobrevivido para contarlo, muriendo también
posteriormente (251). En las nieves eternas del Ixtaccíhuatl se

248
.- DIAZ DEL C., Historia Verdadera.., cap. 78, p. 136.

249
.- Loc. cit.

250
.- Ibidem.

251
.- "..según relación de los naturales, Moctezuma, emprendedor de grandes hecho y animoso, aun para
hallaba el Tlalocan, el jardín de Tláloc, el dios del Agua,
exclusivo para sus elegidos, y en el Popocatépetl reinaba omnímodo
Xiuhtecutli, el Señor del Fuego, el antiquísimo dios que por su
venerabilidad era también llamado Huehuetéotl, el "Dios Viejo",
elocuente nombre para un pueblo que veneraba inmensamente la
vejez. Ambos eran los Señores de más abolengo en todo el Anáhuac;
ante ellos Quetzalcóatl era tan advenedizo como él
Huitzilopochtli, de modo que, por más fuerte que ahora regresara,
¿cómo podía soñar en desafiar así a sus mayores? Con respeto, pero
con firmeza, así lo asentaron: ".. después que estuviese a medio
camino no podría sufrir el temblor de tierra, ni llamas, ni
piedra, ni ceniza que de el sale..", y que, por supuesto, "ellos
no se atreverían a subir más de adonde tienen unos cues de ydolos"
(252).

Xiuhtecutli o no, Ordaz emprendió la


ascención llevando, casi a rastras, a "ciertos indios
principales", que fueron después los fieles cronistas del
apabullante triunfo de Quetzalcóatl (253), porque el Dios Viejo en
nada defraudó las expectativas de sus fieles, reaccionando con
toda la furia que esperaban al allanamiento de sus dominios -En la
propia Ciudad de México notaron que llameaba más que de costumbre-
"al subir comenzó el volcán de echar grandes llamaradas de fuego,
y piedras y mucha ceniza, y que temblaba toda la sierra y
montaña.." (254).

Si los blancos hubieran salido corriendo, los


indios lo habrían hallado lógico y ni siquiera les hubieran
perdido respeto: sencillamente los rangos no se alteraban,
Quetzalcóatl era inferior a Tláloc y a Xiuhtecutli.. pero nó,
ellos "estuvieron quedos, sin dar más paso adelante, hasta que ahí

intentar las cosas imposibles, mandó deseoso de saber de dónde procedía aquel humo, que fuesen señalados
hombres para lo ir a ver, y así fueron señalados diez, los cuales más por fuerza que de grado, fueron, temiendo
el castigo del rey enojado si no se cumplía su mandamiento, y subieron y en el camino murieron los dos, que no
pudieron llegar a la cumbre. Los demás, aunque con trabajo, llegaron, y vieron el lugar por donde aquel humo
salía y bajados a tercer día, al cuarto murieron los seis de ellos, y antes que los demás que quedaban, que
eran dos, muriesen, dieron prisa a llevarlos al gran señor [..] Estos indios jamás tuvieron perfecta salud;
hasta que murieron contaron cosas extrañas..." "A este cerro reverenciaban los indios antiguame nte por el más
principal cerro de todos los cerros [..] Por lo cual le tenían más devoción yle hacían más honra, haciéndole
muy ordinarios y continuos sacrificios.." DURAN: Historia.., tomo I, cap. 18, nos. 3, 4 y 7 pp. 163-5.

252
.- DIAZ DEL C., Historia Verdadera.., cap. 78, p. 136.

253
.- ".. les dieron adalides y guías que los guiasen por las altas sierras de Tetzcuco, e que les mostrasen
desde la más alta cumbre de aquellas montañas y sierras de Tlallocan, altísimas y umbrosas..." (MUÑOZ CAMARGO
Diego: Historia de Tlaxcala, Anotada por Alfredo Chavero Editorial Innovación, México 1978, Libro I, cap. 1.
pág. 35. Idem. pág. 36.).

254
.- DIAZ DEL CASTILLO: Historia Verdadera, cap. 78, p. 136.
a una hora que sintieron que había pasado aquella llamarada y
subieron hasta la boca, que era muy redonda y ancha, y que abría
el anchor un cuarto de legua, y que desde ahí se parescía la gran
ciudad de México y toda la laguna y todos los pueblos que están en
ella poblados.." (255). "Vino el dicho Ordaz, el cual dijo que
venía espantado de lo que había visto; y preguntado que qué había
visto, dijo que había visto otro nuevo mundo de grandes
poblaciones y torres, y una mar, y dentro de ella una ciudad muy
grande edificada, y que a la verdad al parecer, ponía espanto y
temor." (256).

Bernal Díaz, que escribe años después, casi


se siente obligado a disculparse de haber sentido entonces emoción
por la hazaña, porque "en aquella sazón no lo habíamos visto ni
oído como ahora que sabemos lo que es y han subido encima de la
boca muchos españoles y aun frailes franciscos", y apenas si
comenta que los indios "se lo tuvieran a mucho atrevimiento" (257).
No podía imaginarse el impacto demoledor que había dejado en todos
ellos, empezando por Motecuhzoma: ¿Qué clase de dioses podrían ser
esos, más poderosos aún que la más alta alcurnia de los dioses
mexicanos, los verdaderos dueños del Anáhuac? Eso bastó para que
una de las naciones más poderosas entonces, la más cercana al
volcán, viniera espontáneamente a rendirse: "Estando en esta
ciudad Cortés, se le vinieron a dar por amigos los de Huexotzinco,
ciudad principal y república como la de Tlaxcalan, y todos de un
linaje." (258).

Cortés, a quien no le gustaba quedar de


segundo en nada, no menciona a Ordaz, sino que intentó más tarde,
desde Cholula, organizar una "expedición científica" más en forma,
"para poder hacer a vuestra alteza muy particular relación" (259),
con 10 soldados que, aunque casi alcanzaron la cima, "jamás
pudieron a causa de la mucha nieve que en la sierra hay y de
muchos torbellinos de la ceniza que de ahí sale y también porque
no pudieron sufrir la gran frialdad" (260). Bajaron, no obstante,
nieve y hielo, para gran sorpresa de sus compañeros, que no
atinaban a creer que lo hubiese en una tierra situada en el mismo
paralelo de Santo Domingo "donde continuamente hace muy gran

255
.- Ibidem.

256
.- AGUILAR: Relación breve.., Quinta Jornada, pág. 78.

257
.- DIAZ DEL CASTILLO, Ibidem.

258
.- IXTLILXOCHITL: Obras Históricas, 2o tomo, Historia de la Nación Chichimeca, cap. 84, p. 215.

259
.- CORTES: Cartas.., 2a. Carta-Relación, p. 47.

260
.- Ibidem.
calor" (261).

La proeza de Ordaz -que le mereció escudo de


armas- era realmente pasmosa. Aun hoy, a nadie se le ocurre subir
al Popocatépetl sin equipo ni guías, y ni pensaría en hacerlo en
septiembre, época de tormentas, y muchísimo menos en plena
erupción. Sin embargo en ese entonces muchos lo hicieron, y hasta
hubo uno, Francisco de Montaño, que se dio el lujo de bajar al
cráter a sacar azufre para fabricar la pólvora necesaria para el
sitio de Tenochtitlan, de modo que en cierto sentido Xiuhtecutli
colaboró a su destrucción. No obstante, pasada la primera
generación española, según Zamacois, hubo que esperar tres siglos
para que alguien volviera a intentarlo: un inglés, William
Glennie, en 1827... (262). Que gentes habituadas a respirar a nivel
del mar, sin equipo alguno y contra todos los elementos, hayan
podido hacer, como si tal cosa, lo que el científico Alexander von
Humbolt juzgó imposible (263), nos proporciona una prueba más de
cuán verdaderos superhombres forjó España en su siglo de oro, y
del increíble temple de los cofundadores de nuestra nacionalidad.
XVI

XOLOTL CONTRA QUETZALCOATL

Cien mil guerreros de escolta.- Quetzalcóatl contra


Quetzalcóatl.- Incapaces de ser traidores.- La pirámide mayor
del mundo.- Anomalías en Cholula.- Españoles muertos.- Cortés
"defiende" a Motecuhzoma.- Más fuerte que sí mismo.

261
.- Ibidem.

262
.- ZAMACOIS Niceto de: Historia de Méjico, 6 volúmenes, J. F. Parres y Compañía, Barcelona-México, sin
fecha (Fecha de la Introducción: Madrid, 30 de marzo de 1876), tomo II, cap. 35, p. 741.

263
.- HUMBOLT Alexander von: Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España, (1a. edición en español,
París 1822). Editorial Porrúa, Colección "Sepan Cuantos.." no. 39, México 1973, libro 5, cap. 12,pp. 455 -6.
Humbolt, con su acostumbrada erudición, examina y critica todos los reportes españoles, juzgando no creíble la
ascencion.
ILUSTRACION
(Libro negro, página 121)

Xólotl,el gemelo monstruoso de Quetzalcóatl, representado como un sujeto deforme de pies torcidos en un fresco
teotihuacano.

Pese a que después de la alianza de los


totonacas, de Tlaxcala y Huejotzingo y de Ixtlilxóchitl de
Texcoco, Cortés ya nada tenía de débil, y por mucho que todos los
indios estuviesen pasmados ante la reciedumbre de los teules,
ninguno consideraba posible conquistar Tenochtitlan. El jefe de la
escolta totonaca, que ya había convivido con ellos lo suficiente
para comprender que eran "hombres y no dioses", se lo expresó así
a Cortés, aclarando que no se lo manisfestaba por cobardía, pues
estaba pronto a morir, sino simple y sencillamente porque así eran
las cosas:
"Señor, no te fatigues en pensar en pasar adelante de
aquí, porque yo siendo mancebo fuí a México, y soy
experimentado en las guerras, e conozco de vos y de
vuestros compañeros que sois hombres y no dioses, e que
tenéis hambre y sed y os cansáis como hombres; e hágote
saber que pasando esta provincia hay tanta gente, que
peleando contigo cien mil hombres ahora, y muertos o
vencidos estos, vendrán luego otros tantos, e así
podrán remudarse o morir por mucho tiempo de cien mil
en cien mil hombres, e tú e los tuyos, ya que séais
invencibles, moriréis de cansados de pelear, e yo no
tengo más que decir de que miréis en esto que he dicho,
e si determinéis de morir, yo iré con vos." (264)

Los mismos tlaxcaltecas, que sí los creían


aún "teules", también trataron muy en serio de convencerlo: Por

264
.- TAPIA Andrés de: Relación sobre la Conquista de México,
en YAÑEZ Agustín: Crónicas de la Conquista de México, U.N.A.M.,
Biblioteca del Estudiante Universitario, México 1939, pp. 67-8.
mucho que hubieran sido ellos mismos derrotados, conquistar
Tenochtitlan les parecía una locura hasta para Quetzalcóatl. Sus
recomendaciones no caían en el vacío, pues muchos, por no decir
todos los españoles, en el fondo también temblaban al pensarlo
(265); pero Cortés decidió ir, e ir por Cholula, como se lo pedía
Motecuhzoma y se lo desaconsejaban sus nuevos aliados. Es más,
"les dijo que sería bueno tratar paces entre ellos y los mexicanos
para que tuviesen amistad y trajesen sal y algodón y otras
mercaderías" (266), aunque sólo logró demostrarnos que nuestras
rencillas eran ya desde entonces tan enconadas como las que siglos
más tarde habrían de llevarnos a recurrir a otro "Quetzalcóatl"
blanco y barbado, Maximiliano de Habsburgo, antes que aceptar
diálogos con nuestros hermanos de sangre; y aun hoy su respuesta
bien podría hacerla suya cualquier partido minoritario hablando
del PRI: "que eran por demás las paces, y que su enemistad tienen
siempre en sus corazones arraigadas, y que son tales los mexicanos
que, so color de las paces, les harán mayores traiciones, porque
jamás mantienen verdad en cosa ninguna que prometen.." (267).

Nada menos que 100 000 guerreros lo


escoltaron al partir, aunque los más se volvieron sin entrar a la
ciudad, su tradicional enemiga, que tampoco los quiso recibir
(268). Ahí Cortés se haría famoso por una terrible matanza, "la
matanza de Cholula". Lo que pasó nunca lo sabremos exactamente,
pues las fuentes se contradicen: los españoles afirman y los
indios niegan la traición que la motivó. Lo cierto es que a los
españoles no les cupo la menor duda de que ellos la hubieran
sufrido de no haberse adelantado a perpetrarla, y es también
verdad que eso es lo que mejor embona con las ideas de
Motecuhzoma, de quien sí fue la iniciativa y la insistencia de
llevarlos allá.

En base a eso podemos conjeturar que él, a


fuer de profesional de las complicadas teogonías indias, había ido
siguiendo con infinito cuidado todas las fases del retorno de
Quetzalcóatl. Muchas cosas no cuadraban, pero, después de haberlo
visto desafiar -¡Y vencer!- nada menos que a Tláloc y a

265
.- ".. hubo en el real muchas pláticas de desconformidad, porque decían unos soldados que era cosa muy
temerosa irnos a meter en tan fuerte ciudad siendo nosotros tan pocos, y decían de los grandes poderes de
Montezuma. Y el capitán Cortés respondía que ya no podíamos hacer otra cosa, porque siempre nuestra demanda y
apellido fue ver a Montezuma.." DIAZ DEL C., Historia Verdadera.., cap. 79, p. 137.

266
.- DIAZ DEL C., Historia Veradera.., cap. 79, p. 138.

267
.- Loc. cit.

268
.- Bernal Díaz dice que en el capítulo 81 que el número final de los tlaxcaltecas que los acompañaron
hasta México fue de mil, pero en esto su excelente memoria es poco de fiar, pues en su original tacha y corrige
continuamente los miles.
Xiuhtecutli, no podía ya albergar duda alguna de su nuevo e
inaudito poderío, llegando a una conclusión análoga a la de los
tlaxcaltecas de que eran invencibles de día y débiles de noche:
había resuelto que era un Quetzalcóatl si nó distinto sí muy
diferente de su antecesor, quizá no otro que su gemelo Xólotl, su
malévolo otro-yo que, por alguna razón desconocida, habia
adquirido esa fuerza tan descomunal que ningún dios mexicano podía
ya contrarestarla. Ningún dios... salvo él mismo: podría
conseguir, pues, vencerlo si lograba enfrentar a Quetzalcóatl
contra el propio Quetzalcóatl, como que "para que la cuña apriete
ha de ser del propio palo". La idea era buena; pero no fácil. Para
actuarla decidió una estrategia insólita: atacar por sorpresa.
Pero la sorpresa iba a fallar, pues los indios sencillamente no
sabían ser traidores...

Cholula era la ciudad de Quetzalcóatl por


excelencia, y la "Ciudad Santa" del Anáhuac: "Certifico a vuestra
alteza -asegura Cortés- que yo conté desde una mezquita
cuatrocientos treinta y tantas torres en la dicha ciudad, y todas
son de mezquitas." (269). Su templo era el máximo tlachihualtépetl,
("monte hecho a mano", "monte artificial"), de todo México, (Y en
volumen, no en altura, lo sigue siendo, no sólo de Mexico, sino
del mundo); si en algún sitio podía, pues, Quetzalcóatl ser
invencible, era precisamente allí.

Instalados en Cholula, los españoles en


seguida notaron muchas anomalías: no se les atendía apenas, se
veían preparativos de guerra en azoteas y calles, y mil alarmantes
advertencias les llegaban a través de Marina y de los
tlaxcaltecas, entre otras que el Quetzalcóatl local había sido
"tonificado" con el sacrificio de 10 niños para aplastarlos a
ellos, que grandes ejércitos de mexicas se hallaban al acecho en
las afueras. Cortés, además, recibió allí una malísima noticia:

Cuauhpopoca, Señor de Nautla, en la costa,


había llamado a cuentas a los totonacas, y estos recurrido a Juan
de Escalante, gobernador de la flamante villa española de la Vera
Cruz. Se había armado una batalla, en la que los totonacas
corrieron como liebres, y, aunque los españoles llevaron la mejor
parte gracias a caballos y artillería, el mismo Escalante y varios
soldados quedaron muertos, y otro cayó preso vivo y fue expedido
al instante a Tenochtitlan, aunque allá sólo llegó su cabeza, ya
que murió en el camino a causa de sus heridas. Cortés, no
queriendo desmoralizar a sus ya aterrados soldados, no dijo ni
media palabra, pero su angustia aumentó, llevándolo a decidir un
buen escarmiento atacando primero... y no iba a dolerle mucho
traicionar una sospechosa hospitalidad a quien había empezado
traicionando a Velázquez.

269
.- CORTES: Cartas.., 2a. Carta-Relación, p. 45.
Esta política, que trataría de repetir
Alvarado en Tenochtitlan, jamás la hubiera aprobado ni Mahoma, que
expresamente la reprueba (270), pero sí que la hubiera aplaudido
Maquiavelo, quien no menos expresamente aconseja "vencer por la
fuerza o por el fraude" (271) y considera que "son precisamente los
príncipes que han hecho menos caso de la fe jurada, envuelto a los
demás con sus astucia y reído de los que han confiado a su
lealtad, los únicos que han realizado grandes empresas [...] un
príncipe prudente no debe observar la fe jurada cuando semejante
observancia vaya en contra de sus intereses y cuando hayan
desaparecido las razones que le hicieron prometer." (272).

Convocó, pues, a los principales cholultecas


y, enfrente de los infaltables embajadores de Motecuhzoma, les
echó en cara su traición. Ellos le aseguraron lo que tanto él
temía: que actuaban por órdenes de Motecuhzoma; pero su
maquiavélica genialidad halló la salida perfecta, volviéndose a
los embajadores y soltándoles:
"Estos malvados, para disculpar su delito, os
culpan a vosotros y a vuestro rey en la traición; pero
ni os imagino capaces de semejante maldad, ni es
creíble que el gran monarca Moctezuma observase conmigo
una conducta tan irregular [..] Estad pues, seguros de
que haré respetar vuestras personas en el castigo que
se va a ejecutar. Hoy han de perecer a nuestra mano
estos traidores y ha de ser asolada su ciudad. Pongo al
cielo y a la tierra por testigos de que su perfidia es
la que arma nuestros brazos para una venganza tan
contraria a nuestra inclinación!" (273).

Los interpelados, cuidadosamente vigilados


"porque no se fuesen sin licencia y porque no supiese Montezuma
que nosotros sabíamos que él era quien lo había mandado hacer"
(274), tuvieron que asistir impotentes a la carnicería y al saqueo,
y luego todavía que tragarse que Cortés les concediera, magnánimo,

270
.- "Combatid en la senda de Dios contra los que os hagan la guerra,pero no cometáis injusticia
atacándolos primero, pues Dios no ama a los injustos." (Sura 2, 186).

271
.- MAQUIAVELO Nicolás: EL PRINCIPE, traducción de Ricardo Díaz Reyna, Editora de Periódicos S.C.L., 3a.
Edición, México 1978, cap. 7, p. 66.

272
.- Ibidem, cap. 18, pp. 131-2.

273
.- CLAVIJERO Francisco Javier S.J.: Historia Antigua de México, (1a. edición italiana en Cesena 1780).
Editorial Porrúa, Col. "Sepan Cuantos.." no. 29, 5a. Edición, México 1976, libro 8, no. 237, p. 326.

274
s .- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 83, p. 146.
que "toda aquella ciudad merecia ser asolada, que teniendo respeto
a su señor Montezuma, cuyos vasallos son los perdona, y que de ahí
en adelante sean buenos, y que no les acontezca otra cosa como la
pasada, que morirán por ello." (275). Desde luego que todo concluyó
renovando la inevitable jura de vasallaje de los cholultecas y de
todos los vecinos, y el aumento de la ya inmensa fama de
invencible del nuevo Quetzalcóatl, tan poderoso y fuerte que ni el
antiguo, en su propia sede, había podido con él, amén que los
aliados tlaxcaltecas empezaron a percibir las ventajas de su
compadrazgo, pues "quedaron de esta vez ricos, así de oro y mantas
y algodón y sal y esclavos" (276), inaugurando además el singular
fuero -gloriosamente vigente- de la política mexicana, según el
cual quien saquea, mata y roba no sólo puede contar con perfecta
impunidad si lo hace al amparo de un poderoso, sino hasta sentirse
acreedor a la gratitud y "amistad" de sus víctimas: "y demás de
esto, Cortés los hizo amigos con los de Cholula..." (277).
XVII

SAN JORGE QUETZALCOATL

Nueve días de ayuno y penitencia.- Fracaso del Sol de Agua.-


Mentalidad pictográfica.- Crueldad de los dioses confirmación de
su prestigio.- Grosería de los nuevos dioses.- Riesgo de
destruir al Quinto Sol.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 127)

275
.- Ibidem, p. 149.

276
.- Ibidem, p. 149.

277
.- Loc. cit.
Matanza de Cholula: Los embajadores mexicanos observan impotentes a españoles y tlaxcaltecas que, pasando
sobre cadáveres despedazados, masacran a los escasos resistentes, mientras otros están encerrados en un
edificio. Lienzo de Tlaxcala .

Motecuhzoma sufrió, amplificadas, las


angustias y vergüenzas de sus enviados, debiendo tragarse no sólo
la humillación de su derrota, sino hasta tener que agradecer su
"defensa", al haber impedido los españoles que se mancillara su
nombre implicándolo en la traición, como pretendían "esos malvados
para disculpar su delito", y, en cuanto a los ejércitos que no
pudo negar se hallaban apostados en las afueras, hubo de echar la
culpa a "los acatzingas e itzocas, confederados de los
cholultecas, que, aunque vasallos suyos, habían tomado sin su
orden las armas" (278).

A ojos de Motecuhzoma, y de todos los indios,


esa victoria había sido mucho más aplastante de lo que suponía
Cortés (279), pues todos sabían que el Tlachihualtépetl era una
especie de bomba acuática, ya que si se "detonaba" descostrándole
algunas lozas, Quetzalcóatl estallaría en un cataclismo líquido
que ahogaría toda vida circundante, micro "Atonatiuh" como el
último "Sol de Agua" que había acabado con el universo anterior. Y
en su desesperación, los sacerdotes habían detonado esa bomba... y
no había borbotado una sola gota (280). Para todos los indios,
prisioneros de su cosmovisión mágica, eso no significó que ellos
se hubieran equivocado, sino que ¡contra el nuevo Quetzalcóatl
nada podía ni aún el último recurso del antiguo!

Además, había también empezado a meter mano


directa en el gobierno del Anáhuac, quitanto y poniendo jefes,
respetando por ahora a las normas tradicionales, pero también
dejando claro que se reservaba el derecho de cambiarlos a su

278
.- CLAVIJERO: Historia Antigua.., libro 8, no. 29, p. 328.

279
.- ".. esta cosa y castigo de Cholula fue sabido en todas las provincias de la Nueva Es paña. Si de antes
teníamos fama de esforzados [..] desde ahí en adelante nos tenían por adivinos, y decían que no se nos podía
encubrir cosa ninguna..." DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 83, p. 150.

280
.- "..decían los cholultecas que [..] descostrarían y despostillarían todo lo encalado, por donde
manarían fuentes de agua que los anegasen, lo cual hicieron, pusieron por obra cuando se vieron en tan gran
aprieto como el que se vieron, lo cual, aunque lo hicieron, no les aprovechó cosa alguna, de que quedaron muy
burlados..." (MUÑOZ CAMARGO Diego: Historia de Tlaxcala, Libro II, cap. 5, pág. 212.)
gusto: los cholultecas "dijeron que tenían necesidad de que Cortés
les nombrase cacique, porque el que solía mandar era uno de los
que murieron en el patio. Y luego preguntó que a quién le venía el
cacicazgo. Y dijeron que a un su hermano, el cual luego les señaló
por gobernador hasta que otra cosa les fuese mandado." (281).

Ante todo eso, la mentalidad pictográfica de


Motecuhzoma al fín creyó captar el mensaje glífico que no había
sabido interpretar en un principio: Entre los primeros regalos de
Cortés venía una medalla de oro con un San Jorge venciendo al
dragón (282). Para que esos dioses, tan ávidos de oro, se hubieran
desprendido siquiera de un pedacito de su "chalchíhuatl", tenía
que tratarse de algo de la máxima importancia, y ante los nuevos
acontecimientos el significado se le iluminaba ahora clarísimo:
¡Era lo que estaban haciendo: la destrucción del Anáhuac! No
cabía duda: aunque las imágenes eran raras, ahí estaba,
inconfundible, uno de ellos, jinete en uno de los misteriosos
venados sin astas, victimando al Quetzalcóatl mexicano, una
inconfundible serpiente voladora.

La barbarie y crueldad desplegada, lejos de


ser para él prueba en contra de su divinidad, eran su confirmación
meridiana: siempre había sido y tenía que ser así en el Tlaltípac,
el mundo del hombre, tan alejado de la paz y la armonía del
Omeyocan, el mundo de Ometéotl, el Dios único y verdadero. Aquí
los dioses, aunque sin destruirse, se combatían y se combatirían
siempre unos a otros, y el hombre siempre llevaría las de perder
al enredarse en sus lides; la única forma de tenerlos en paz era
buscar su acomodo, gobernando el más fuerte y sometiéndose los más
débiles, y para esto era imprescindible el "Agua divina". la
sangre, prodigada en todos sentidos, saciando la sed de todos,
igual amigos que enemigos... Pero aun en eso estos teules eran
imcomprensibles: la derramaban a raudales por sí mismos, pero en
una forma absurda, sea en el campo de batalla o, como ahora,
salvajemente y a traición, mientras que le hacían ascos en la
noble belleza del sacrificio... ¿¡Qué sentido tenía todo eso!?

Contrariamente a lo que de él han afirmado


muchas historias, Motecuhzoma no era ningun cobarde que vendiese
aún su alma con tal de salvar la vida. Ningún mexicano temía la
muerte, y él menos que nadie. El Padre Durán, en su capítulo 67,
narra con detalle las largas y complicadas gestiones
"diplomáticas" que Motecuhzoma trató con sus dioses para obtener

281
.- DIAZ DEL C. Historia Verdadera, cap. 83, p. 149.

282
.- El catálogo de los primeros regalos de Cortés a Motecuhzoma así lo consigna Bernal Díaz: "..una silla
de taracea y unas piedras margaritas, que tienen dentro de sí muchas labores [..] y un sartal de diamantes
torcidos, y una gorra de carmesí con una medalla de oro de San Jorge como que estaba a caballo con su lanza ,
que mata un dragón..." DIAZ DEL CASTILLO: Historia Verdadera.., cap. 38, p. 64.
su autorización de suicidarse, si eso salvaba a su pueblo, pero la
respuesta de éstos fue desconsoladoramente negativa: Habría, sí,
de morir, pero no como él quisiera (283). Ante eso, él, angustiado
y caviloso en su Mansión de la Negrura, se sentía aplastar por su
responsabilidad de Huey Tlatoani, de tener que decidir qué hacer
con los nuevos dioses: enfrentárseles era un suicidio;
entregárseles, también.

Entre sus consejeros había quienes, como su


hermano Cuitláhuac, más impetuosos y menos expertos en teología,
ya hubieran caído en la trampa del enfrentamiento al que tan
pesada y persistentemente los estaban provocando: "-Mi parecer es,
gran señor, que no metáis en vuestra casa quien os eche de ella, y
no os digo ni aconsejo más." (284), y eso era evidente: de que
venían a "echarlo de su casa", más aun, a destruirlo todo,
incluso al Quetzalcóatl mexicano, ya no podía caber la menor
duda... Había, pues, que defenderse, y defenderse con toda la
fuerza del instinto de conservación... pero ¿cómo? Si todo salía
al revés... ¿¡Cómo...!?

Los días de oración y penitencia por fin


cristalizaron en una decisión drástica y dramática: Había que
rechazarlos a como diera lugar, y, si se excluía la guerra, no
quedaban sino dos caminos: O un tributo capaz de satisfacer su
insaciabilidad, o destruirlos por completo, aun arriesgando el
desplome del Quinto Sol.... Y Motecuhzoma resolvió intentar ambos.
XVIII

CHALCHIHUATL Y VENENO

Casi 10 toneladas de oro.- Terror de los españoles ante los


dioses mexicanos.- Motecuhzoma regañado.- Angustia en México.-
Incomprensibles embajadores.- Veneno mágico.- Mal de ojo de
cerca.- Tezcatlipoca se declara en huelga.- Motecuhzoma notifica
su derrota.- "No huir, ni escondernos, ni dar la menor muestra de
cobardía."

283
.- DURAN: Historia.., II tomo, cap. 67, pp. 491-497. También en TEZOZOMOC: Crónica.., cap. 104, pp. 672-
81.

284
.- IXTLILXOCHITL: Obras Históricas, 2o. tomo, Historia de la Nación Chichimeca, cap. 80, p. 200.
ILUSTRACION
(Libro negro, página 131)

Cortés rechaza el consejo de tomar un camino más suave y elige la ruta de los volcanes. A su espalda humea
el Popocatépetl. Códice Florentino.

Ya cerca de Tenochtitlan, "cuando ya


estábamos de partida para ir nuestro camino a México, vinieron
ante Cortés cuatro principales mexicanos.." (285). La infaltable
embajada con los infaltables regalos, tan opulentos como siempre y
con la petición de siempre, mezclada de amenazas, de que no
continuasen; pero esta vez llevaba anexa una oferta de vértigo: Si
aceptaban retirarse, cuando ya estuviesen en la costa, "él te
promete de te enviar al puerto mucha cantidad de oro y plata y
ricas piedras para ese vuestro rey, y para tí te dará cuatro
cargas de oro, y para cada uno de tus hermanos una carga..." (286).

Una carga azteca eran dos arrobas (287), es


decir, entre 23 y 25 kilos: casi 10 toneladas del mágico metal, de
las que a Cortés le pertenecerían no sólo 100 kilos, (Ya en sí una
fortuna inimaginable), sino 2 toneladas, una quinta parte, igual
que al Rey, según lo estipulado desde la fundación de Veracruz. La
oferta era tan tentadora que no dejó de hacer su efecto: Los
españoles no tenían la menor idea de que Motecuhzoma deseaba a
cualquier precio evitar la guerra abierta, y harto les constaba
que no podrían resistirla, además de que SI creían en la
existencia y el poder de los dioses del Anáhuac, cuya feroz

285
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 87, p. 157.

286
.- Ibidem.

287
.- Esto lo especifica explícitamente Bernal Díaz: "...indios de carga. que en aquella partes llaman
tamemes, que llevan dos arrobas de peso a cuestas y caminan con ellas cinco leguas." (DIAZ DEL CASTILLO:
Historia Verdadera.., cap.45, p. 77.)
enemistad percibían por todos sus poros. Que no los llamaran
"dioses", sino "demonios", no hacía sino aumentar su miedo a
enfrentarlos en su propio terreno, ya que, aunque ciertos del
apoyo de Dios en su cruzada, bien veían que su incolumidad
personal no estaba en lo más mínimo asegurada, pues más del diez
por ciento habían ya sucumbido a filo de obsidiana. ¿Por qué,
pues, no aprovechar esa fabulosa proposición y volverse todos,
sanos, salvos y millonarios, a reorganizar la conquista con
recursos más sensatos?

La idea de Motecuhzoma de ahogar a los teules


bajo un diluvio de su ansiado chalchíhuatl no había andado tan
desencaminada.. Si hubiesen sido simples bandidos, habrían
aceptado de mil amores el cohecho, y se habrían retirados cargados
de botín, con la dulce certeza de poder repetir el saqueo cuantas
veces les viniera en gana; pero no era así: ya no era un puro y
simple invento la embajada de Carlos V que alegaban traer, puesto
que éste ya debía haber recibido sus mensajes, (Como así era, en
efecto), y, además, todo español, en cualquier momento y en
cualquier rincón del mundo, era un heraldo de Dios y de su Rey.
Por lo tanto:
"Cortés les respondió que se maravillaba del señor
Montezuma, habiéndose dado por nuestro amigo y siendo
tan gran señor, tener tantas mudanzas, que unas veces
dice uno y otras envía a mandar el contrario [...] que
si le parecerá bien que estando tan cerca de su ciudad,
será bueno volvernos del camino sin hacer aquello que
nuestro señor nos manda [...] y desde allí en adelante
que no le envíe más excusas sobre aquel caso, porque le
ha de ver y dar razon de todo el recaudo a que hemos
venido, y ha de ser a su sola persona [...] Y cuanto a
lo que nos dice que no tiene comida, sino muy poca y
que no nos podremos sustentar, que somos hombres que
con poca cosa que comemos nos pasamos, y que ya vamos
camino de su ciudad.." (288).

Tan terminantes palabras no dejaban lugar a


nada. México entero era presa de angustias de muerte:

"..reinaba un temor general.. estuvo todo muerto;


no salía nadie a la calle. Las madres no querían dejar
salir a sus hijos; barrida estaba la calle; la calle
estaba limpia, como en las madrugadas; nadie pasaba
frente de otro; se retiraban en sus casas, dedicándose
sólo a su pesar. La gente decía: <<-Dejadlo. ¡Que sea
maldito! ¿Qué queréis hacer? Ya moriremos; ya pronto
nos aniquilarán, ya pronto veremos la muerte...>>"

288
.- Ibidem.
(289).

ILUSTRACION
(Libro negro, página 133)

Brujos disfrazados de nobles tratan de hacer comer a Cortés alimentos mágico-venenosos. C. Florentino.

Motecuhzoma no entendía qué clase de


"quauhquauhnochtzin" podían ser esos embajadores que porfiaban en
verlo a él personalmente, cuando ya estaba arreglado el pacto de
vasallaje. No concebia que desconocieran los usos del Anáhuac, ni
le cabía en la cabeza una declaración de guerra que no se
efectuase en las tres etapas y con todas las formalidades. Ese
interés directo por su persona de seres imprevisibles y
peligrosos, que ya estaba claro deseaban asolar todo, era un
asalto directo al mundo mexicano... A grandes males, pues, grandes
remedios: había recurrido a este expediente del soborno a causa de
una nueva y más humillante derrota:

Cuando los españoles habían dejado por fín


Cholula, desdeñando el camino más expedito que les recomendaban
sus enviados, habían optado por el de Ithualco, a través de los
volcanes. Esa elección de Quetzalcóatl tenía para los indios mucho
de desafío, pues ahí la había pasado bastante mal en su última
retirada: ".. a la pasada de entre las dos sierras, del Volcán y
de la Sierra Nevada, todos los pajes de dicho Quetzalcóatl, que
eran enanos y corcovados, se le murieron de frío [...] y el dicho

289
.- SAHAGUN: Historia Gral..., libro 12, cap. 14, nos. 6 y 7, p. 773.
Quetzalcóatl sintió mucho lo que le había acaecido.." (290). Y en
efecto, a principios de noviembre el frío era ya tan intenso que
varios indios cubanos murieron helados, hasta que al fín, al
llegar "al puerto entre las dos sierras" bajo una terrible nevada,
encontraron excelentes alojamientos y "para todos muy
cumplidamente de comer y muy grandes fuegos y mucha leña.." (291).

Toda esa abundancia la habían dispuesto


nuevos enviados de Motecuhzoma, presididos esta vez por un jefe
que Cortés llama su "hermano", quizá porque Marina no supo
traducirle de otro modo la palabra "cóatl", "cuate", que es
"gemelo", y también "doble", "sosia". Estos embajadores, con
especial diligencia, pretendían que Cortés comiese un guiso
particularmente apetitoso que habían traído exprofeso para él...
Pero Marina sospechó algo siniestro, pues, aunque ricamente
vestidos, se expresaban en "macehuatolli", el mexicano vulgar de
las clases bajas, y no en "tecpillatolli", la refinada lengua de
la Corte.

Puesto en guardia Cortés los sometió a


tormento y les arrancó la extraña verdad: el alimento era carne
humana, ofrecida en sacrificio a Huitzilopochtli. Furioso y
asqueado la hizo quemar y enterrar, y, siguiendo su ya bien
aprendida táctica, optó por no ofenderse contra Motecuhzoma, sino
en mandarle a los brujos disfrazados con la acusación de que
habían intentado dañarlo pretendiendo haber sido enviados por él.

¡Nunca imaginó Cortés la trascendencia de su


gesto! Motecuhzoma había recurrido a eso con la misma
desesperación, y con el mismo riesgo de perder la vida de los
sacerdotes de Cholula a su bomba acuática: Esa carne, al haber
sido ofrecida en sacrifico a Huitzilopochtli-Tezcatlipoca era ya
suya propia, de manera que inevitablemente hubiera causado la
muerte a Quetzalcóatl, si éste la comía, por una especie de divina
y mágica alergia; pero era también muy posible que suscitara un
cataclismo de proporciones cósmicas, como mezclar nitro con
glicerina o materia con antimateria.

Para más seguridad habia confiado el mando de


la embajada a su sosia Tzihuacpopoca, que era idéntico a él, con
la consigna de suplantarlo ante los teules, observar sus
reacciones y, de ser posible, eliminarlos, echándoles "mal de
ojo", más eficaz, por cuanto más de cerca. Sabemos que así fue por
la reacción de los tlaxcaltecas, que descubrieron el engaño cuando
él contestó directamente a sus preguntas, en vez de aguardar a que
el maestro de ceremonias las repitiera, lapsus en que jamás habría

290
.- Ibidem, libro III, cap. 14, no. l, p. 203.

291
.- CORTES: Cartas.., 2a. Carta-Relación, p. 48.
incurrido el Motecuhzoma auténtico:

"..¡Largo de aqui! ¿Por qué nos engañas?


¿Quién crees que somos?
Tú no nos engañarás, no te burlarás de nosotros.
No nos amedrentarás, no nos cegarás los ojos.
Tú no nos harás mal de ojo, no nos torcerás el rostro.
Tú no nos hechizarás los ojos, no los torcerás tampoco.
Tú no nos amortecerás los ojos, no nos los atrofiarás.
Tú no nos echarás lodo a los ojos,
no nos los llenarás de fango..!!" (292).

De nuevo una casualidad imprevista venía a


alterar todo lo que hubiera debido suceder normalmente: Si Doña
Marina no hubiera intervenido, Cortés, que nunca fue remilgoso
para comer (293), jamás habría ni remotamente sospechado nada,
hubiera comido con excelente apetito del plato embrujado, y por
supuesto que no le hubiera pasado nada... todo lo más hubiera
comentado que estaba suculento... pero entonces Motecuhzoma, que
no era ningún tonto, hubiera entendido lo que Cortés jamás ocultó:
que eran simples hombres, y, como al chasquear de los dedos que
rompe una fascinación hipnótica, hubiera también caído en la
cuenta de que nada tenían que ver con los dioses del Anáhuac... y
toda la historia hubiera sido diferente. Mas otra vez la
casualidad -o la Providencia- le presentaron las cosas en tal
forma que lo único que pudo sacar en claro fue una incontrastable
evidencia más de la invencibilidad del nuevo Quetzalcóatl.

Cualquiera ante eso se hubiera dado por


vencido, pero Motecuhzoma nó. Incansable, volvió a lanzarle un
nuevo comando mágico apenas bajaron de las montañas; pero esta vez
el inconciente colectivo, suyo propio y de todo su pueblo, se
evidenció en una experiencia paranormal de los brujos: El propio
Tezcatlipoca, cansado de hacer el ridículo, se les presentó bajo
el aspecto de un joven chalca borracho y se declaró en huelga,
descargando sobre él toda la culpa:
"-¿Por qué, por vuestro motivo, venis vosotros
acá? ¿Qué cosa es la que queréis? ¿Qué es lo que
procura Motecuhzoma, que aun ahora es un infeliz
miedoso?"

"-Ha cometido errores: ha llevado allá lejos a sus


vasallos, ha destruido a las personas [...] ¿Por qué en

292
.- SAHAGUN: Historia Gral.. libro 12, cap. 12, no. 5, p. 771.

293
.- ".. comía bien y bebía una buena taza de vino aguado que cabría un cuartillo, y también cenaba, y no
era nada regalado, ni se le daba por comer manjares delicados y costosos, salvo cuando veía que había necesidad
que se gastase y los hubiese menester dar." (DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 204, p. 557.).
vano habéis venido a pararos aquí? ¡Ya México no
existirá más! ¡Con esto, se acabó para siempre!"

"-¡Largo de aquí! ¡Aquí ya no! ¡Volved allá,


dirigid la vista a México. Lo que sucedió, ya sucedió!"

"Luego vinieron a ver, vinieron a fijar los ojos


con presura: Ardiendo están los templos todos, las
casas comunales, y los colegios sacerdotales, y todas
las casas en México.,." (294).

Con esa trágica visión premonitoria


Motecuhzoma tuvo que dar por terminada su guerra contra Cortés-
Quetzalcóatl. Sin que éste siquiera lo sospechara, las "tantas
mudanzas" del Huey Tlatoani habían sido una agotadora campaña que
había peleado -y perdido- desde que los blancos habían puesto pie
en su territorio: Había intentado reiteradamente un arreglo
diplomático, reconociendo sin ambages la preeminencia de
Quetzalcóatl, enviándolo espléndidos regalos y otorgando a sus
envíados plena libertad de comercio, que era todo lo que se
estilaba entre gentes bien educadas... se lo habían rechazado.
Había intentado una y otra vez el ataque mágico... habían
resultado contraproducentes. Los tlaxcaltecas habían probado la
confrontación directa... habían acabado aliándose con él. Había
intentado enfrentarlo contra sí mismo en Cholula... se había
demostrado más fuerte que nunca. Había intentado el soborno...
habían resistido. Había intentado envenenarlo... había sido
descubierto y puesto en vergüenza. Había solicitado ofrendar su
propia vida... ¿Qué más podía hacer, sino afrontar su destino
conforme al código del prisionero, desplegando no mera
resignación, sino "regocijándose y bailando" (295), y prodigando
colaboración y cariño a su vencedor, "su padre" según la más
pundonorosa ética militar, aceptando lo que desde antes había
visto inevitable:
"No hizo más que esperarlos.
No hizo más que resolverlo en su corazón,
no hizo más que resignarse,
dominó finalmente su corazón,
se recomió en su interior,
lo dejó en disposición de ver y de admirar
lo que pudiera sobrevenir." (296).

Eso era todo lo que le quedaba: hacer frente

294
.- SAHAGUN: Historia General, libro XII, cap. 12nos. 3, 5 y 6, pp. 771-772.

295
.- Cfr. supra, cap. 7.

296
.- SAHAGUN: Historia General, libro 12, 9, no. 12, p. 768.
a su derrota con la estoica dignidad de un buen mexicano,
marchando impávido y por su pie hasta la piedra del sacrificio, y
así lo comunicó a su Consejo de Guerra de la Triple Alianza: "-
¿Qué hemos de hacer si nuestros amigos, es más, nuestros propios
dioses en vez de favorecernos prosperan a nuestros enemigos? Yo
estoy ya resuelto, y quiero que nos resolvamos todos, a no huir,
ni escondernos, ni dar la menor muestra de cobardía, venga lo que
viniere; pero no puede menos de compadecerme de los niños y de los
viejos que no tienen fuerza para defenderse." (297).

Don Gutierre Tibón, investigando en los


archivos de la Inquisición, comprobó que Motecuhzoma todavía
realizó al menos otro desesperado intento de detener mágicamente a
los teules. Al no contar ya con Tezcatlipoca, por consejo del Gran
Sacerdote Papalotécatl, cambió de bandera y recurrió a Chantico
diosa de Xochimilco: "Moctezuma y Papalotécatl, ambos duchos en la
alta magia, determinaron a una medida drástica que tenía que dar
el resultado deseado. Encargaron a dos personas de su confianza:
el hijo de Moctezuma Chimalpopoca, y el hermano de Papalotécatl,
Nexpanécatl, que se llevaran a un muchacho y lo sacrificaran a
Chantico en Mamalhuazocan, cerca de Chimalhuacán, a orillas del
lago de Tezcoco; ahí la víctima fue enterrada un día antes de la
llegada de los dioses blancos. Pese al probado poder de Chantico,
este acto, uno de los muchos intentos mágicos de detener la marcha
de los españoles, tampoco resultó. Cortés y los suyos arribaron a
México Tenochtitlan el día previsto: el 8 de noviembre de 1519, o
Dos quecholli, según el calendario azteca." (298).
XIX

EL CIELO DE LA TIERRA

Fantástico ensueño.- Belleza horrible.- El palurdo en la


metrópoli.- Frutos polícromos y flores negras.- "Cosas de
encantamento que cuentan en el libro de Amadís".- Invierno en
verano y verano en invierno.- Reunir lo irreunible.

297
.- CLAVIJERO: Historia Antigua.., lib. 8, no. 30, p. 331.
298
.- TIBON Gutierre: Historia del Nombre y de la Fundación de
México, Fondo de Cultura Económica, 1a. Edición, México 1975, cap.
6, pp. 296-7.
ILUSTRACION
(Libro negro, página 139)

Dibujo de A. Beltrán del Valle de México con la Gran Tenochtitlan en primer plano. Tomado de Los
Aztecas de Víctor von Hagen, ed. Joaquín Mortiz, p. 43.

"Haciendo círculos de jade está tendida la ciudad


Irradiando luz, cual pluma de quetzal, está aqui México"
(299)

Al descender de los nevados volcanes los


españoles, que ya venían de sorpresa en sorpresa, sintieron llegar
a un "mundo fuera de este mundo". En típico estilo romántico siglo
XIX, don Niceto de Zamacois nos lo pinta:

"Todo cuanto rodeaba a los españoles era sorprendente,


encantado y nuevo para ellos. Risueñas ciudades,
edificadas sobre el agua y esparcidas por la extensa
laguna; jardines flotantes o chinampas, cubiertas de
flores y verdura que se movían de un sitio a otro del
lago, llevadas a merced de los labradores que las
cultivaban, como islas encantadas conducidas por las
hadas; canoas cargadas de comestibles y plantas,
conducidas por los ágiles indios [..] aldeas
semiocultas en las espesas arboledas, que embellecían
las laderas de los montes: bosques de tejocotes y
capulines, amarillando aquellos como pendientes de oro,
y remedando globulillos de azabache los segundos; aves
de brillante plumaje, en que figuraba el matizado
colibrí de alas de esmeralda y de oro, alimentándose
del cáliz de las preciosas flores, menos brillantes y
hermosas que sus delicadas plumas [..] el panorama que
les rodeaba les hacía dudar de la realidad de lo que

299
.- Manuscrito Cantares Mexicanos, fol. 22V. Apud LEON PORTILLA: Los Ant. Mex., cap. 3, p. 93.
veían. Creyendo superior el cuadro a lo que de más
bello pudiera formar la naturaleza, se creían dominados
por algún fantástico ensueño, o transportados a las
encantadoras regiones descritas en el <<Libro de Amadís
de Gaula>>..." (300).

Y, si cerramos un ojo al dislate de capulines


en noviembre, todo eso era rigurosamente cierto. Hijos de una
cultura donde la fábula superaba aún a la ciencia, de veras creían
soñar a la vista de tanta belleza, matizada además por fuertes
elementos psicológicos que hoy ya no podemos evocar. Nunca
podremos reproducir, por ejemplo, el sacro terror y fascinación
que les producía el arte y la arquitectura aztecas en pleno
despliegue de su sobrecogedora grandiosidad: quienes vemos hoy en
los museos los minúsculos fragmentos que sobrevivieron, no dejamos
de percibir su poder expresivo, arrollador en su impactante
paradoja de belleza horrible, pues que provocan horror es
innegable, mas no lo es menos su bravía belleza. Para quienes no
los veían con la profana despreocupación de turistas, sino con el
pavor de creerlos demonios, rabiosamente vivos y hostiles, en
cuyas propias fauces se estaban metiendo, esa paradoja la vivían
como un estrujarse de todas sus fibras, y tanto más que al pasmo
de lo nunca visto se añadía el de su desmesura.

En España, y en toda Europa, no existían


entonces conglomerados urbanos siquiera comparables con México,
que, aunque hay quien le asigne hasta millón y medio de
habitantes, lo más probable es que anduviera por el medio millón,
(Londres no pasaba de 40,000, y París, la ciudad más grande de
Europa, apenas llegaba a 65,000 y ninguna en España (301) llegaba a
50,000), y eso sin contar a las demás poblaciones del Valle, que
no le iban muy a la zaga, como Texcoco, Atzcapotzalco, Ixtapalapa,
Tacuba, etc., que entre todas ciertamente totalizaban mucho más
del millón y medio, así que todos, empezando por Cortés, vivían el
azoro del palurdo que por vez primera pisa la metrópoli.

Otro elemento que se nos escapa, era quizá,


en su sencillez, el más fuerte para ellos y el más irreproducible
para nosotros: la comida. Todavía hoy, aunque cada vez menos,
podemos experimentar la sorpresa de un auténtico mundo nuevo al
sentarnos a una mesa verdaderamente exótica: fascinación y
repugnancia, deleite y sufrimiento, atracción y repulsión,
condensados en una intensa conciencia de alienidad: "-¡Eso no es

300
.- ZAMACOIS: Historia.., tomo II, cap. 36, p. 763.

301
.- Martínez, citando a Ramón Carande, asigna a "Sevilla 45 mil, Valladolid 38 mil, Córdoba 33 mil, Toledo
32 mil, Jaén 23 mil, Medina del Campo 21 mil, Alcázar de San Juan 20 mil, Segovia 15 mil, Mur cia 14 mil,
Salamanca 13 mil, Medina de Rioseco 11 mil, Burgos 9 mil, y Madrid sólo 4 mil." (MARTINEZ: Hernán Cortes, cap.
2, p. 54, nota.)
lo mío! ¡Yo soy diferente!"

Lo que los hispanos de entonces no habían


visto en su vida, hoy es ya parte del menú del mundo entero. Un
mexicano actual tendría que urgar en los más recónditos rincones
del planeta -entre esquimales o bosquimanos, por ejemplo- para dar
con alimentos del todo diferentes a los suyos, pues la minuta
indígena conquistó en seguida a España y al mundo entero; pero
esos, sus primerísimos "descubridores", no acababan de salir de su
sorpresa. Nosotros ya no podemos imaginar siquiera el hambre
endémica que corroyó a Europa antes de disponer de vegetales tan
pródigos como el maíz y las papas, ni tampoco su ansia de
condimentos para animar un poco la monotonía de su dieta, tan
fastidiosa que los llevó a pagar las especies a peso de oro, y
lanzarse en sus cáscaras de nuez a arrostrar el Océano Incógnito.
Aquí, aunque no encontraron las "Tierras de la Especiería" que
buscaban, encontraron mucho más: No sólo especies inimaginadas,
como el chile, ("Pimentón", "¡La gran Pimienta!", lo bautizaron) o
la "Pimienta de Tabasco", (cuyo impacto en los paladares del Viejo
Mundo podemos juzgarlo por el nombre que conserva en inglés:
"Allspice", "¡Todas las especies!"), sino una cornucopia de
alimentos absolutamente inéditos, con sabores y texturas que
hicieron mucho más que exorcizar para siempre el aburrimiento de
sus mesas, pues salvaron para siempre a Europa de seguir
muriéndose de hambre.

Aunque en el Caribe ya conocían bastantes,


¿qué podría comentar quien nunca hubiera probado sino las uvas,
manzanas, peras y las otras escasas frutas que conocían los
europeos, al saborear su primera "mazatli" (piña), o "xalxócotl"
(guayaba), o "chichihuaxócotl" (papaya), o un "tezonzápotl"
(mamey), o un "totocuítlazápotl" (zapote negro), o un "etzápotl"
(chirimoya), o un "xicozápotl"... para no hablar de los demás
"zapotes", ni de tunas, pitayas, guanábanas, etc. ¿Cómo podríamos
reproducir el atónito éxtasis de un tosco paladar hispano al
primer sorbo del extrañísimo "xocólatl", refrescantemente amargo,
o endulzado con miel y aromado con la fruto de la misteriosa "flor
negra", la orquídea "tlilxóchitl", a la que ellos le plantaron el
poco imaginativo nombre de "vainilla" porque, en efecto, es una
vaina.

Por todos los poros les penetraba la


maravilla del paisaje de lo que aún era "la región más
transparente del aire", y no era menos fantástico: "Y desde que
vimos tantas ciudades y villas pobladas, y en la tierra firme
otras grandes poblazones, y aquella calzada tan derecha y por
nivel como iba a México, nos quedamos admirados, y decíamos que
parecía a las cosas de encantamento que cuentan en el libro de
Amadís [..] y aun algunos de nuestros soldados decían que si
aquello que veían que si era entre sueños, y no es de maravillar
que yo escriba aquí de esta manera, porque hay mucho que ponderar
en ello que no sé cómo lo cuente: ver cosas nunca oídas, ni aun
soñadas, como veíamos.." (302). Y el propio Cortés no se quedaba
muy atrás: "Porque para dar cuenta, muy poderoso señor, a vuestra
real excelencia, de la grandeza, extrañas y maravillosas cosas de
esta gran ciudad de Temixtitan [..] no podré decir de cien partes
una de las que de ella se podrían decir, mas como pudiere diré
algunas cosas de las que vi, que aunque mal dichas, bien sé que
serán de tanta admiración que no se podrán creer, porque los que
acá con nuestros propios ojos las vemos, no las podemos con el
entendimiento comprender. Pero puede vuestra majestad ser cierto
que si alguna falta en mi relación hubiere, que será antes por
corto que por largo.." (303).

Ninguno de los invasores era tan refinado


como para expresar mejor que Cortés o Bernal Díaz su sorpresa,
pero, a principios del siglo siguiente, otro español, Bernardo de
Balbuena, compensó cualquier parquedad de sus antecesores
compadeciendo a todo aquel que, habiendo tenido la "desgracia" de
no nacer en México, (El era coterráneo del Quijote, de Valdepeñas,
en La Mancha), tiene que seguir soportando la ausencia de este
"cielo de la tierra". Su poema "La Grandeza Mexicana" merece
leerse íntegro, no obstante el engorro de omnipresentes citas
clásicas, pues, aunque no conoció ninguna de las maravillas de la
ciudad india, pinta como un "fairyland" a la española, su entonces
modesta sucesora:
"...Pida el deseo, forme variedades
de antojo el gusto, el apetito humano
sueñe goloso y pinte novedades"

"que aunque pída al invierno en el verano


y el verano y sus flores en invierno,
hallará aquí quien se las dé a la mano.." (304)

"Al fin, si es la verdad parte del cielo,


México puede ser cielo del mundo,
pues cría la mayor que goza el suelo."

"¡Oh ciudad rica, pueblo sin segundo,


más lleno de tesoros y bellezas
que de peces y arenas el mar profundo..!" (305).

302
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 87, p. 159.

303
.- CORTES: Cartas.., 2a. Carta-Relaciópn, pp. 61-62.

304
.- BALBUENA BERNARDO DE: La Grandeza Mexicana, Editorial Porrúa, Colección "Sepan Cuantos.." no. 200,
México 1975, cap. 4, p. 85.

305
.- Ibidem, cap. 5, p. 91.
Y es que aun hoy, mancillado de smog,
espoliado de sus bosques, exangüe de sus lagos y afrentado por una
megalópolis, en su mayor parte barriadas de las más feas del
mundo, el Valle de México continúa siendo uno de los sitios más
bellos de la Tierra, y posiblemente el más interesante, por reunir
lo irreunible: Para un español el desierto no era novedad, pues
ya tenían reducida a eso a buena parte de España, pero allá
faltaba por completo la desconcertante belleza de agaves y
cactáceas, que aquí pincelan de estética los más desnudos yermos;
en la remotísima "Ultima Thule" -la actual Islandia- de la que
algunos de ellos tenían noticia, se hablaba de montañas de fuego y
de hielo; en la vecina Italia, el Vesuvio había enlosado grandes
extensiones con fuego y ceniza; en los Alpes y los Pirineos
mullidos bosques de coníferas acariciaban los montes con su
terciopelo verdinegro; en la Tierra Santa se rumoraba de un "Mar
Muerto", lejos del océano, pero salado, y lo mismo en la
legendaria Persia... PERO, tener todo eso junto: hielo y fuego,
desierto y bosque, mar y lago..!! Sencillamente no podía ser real:
tenía que ser "cosa de encantamento"!!

ILUSTRACION
(Libro negro, página 144)

Chantico, la diosa a quien Motecuhzoma recurrió en vano para impedir la entrada a los españoles. De su
tocado sale el glifo del agua y del fuego, "Atl Tlachinolli", que la identifican como diosa de la guerra.
Códice Borbónico.
XX

QUETZALCOATL REINSTALADO

Dejar entrar para mejor matar.- Aliados disponibles.- Ultimo


intento de detenerlos.- Llegada a México: maravillosa descripción
del pasmo indígena.- La plegaria del vencido al dios vencedor.-
Cortés dueño sin darse cuenta.- Metidos en la ratonera.-
Desfachatada mentira.

ILUSTRACION
(Libro negro, páginas 145)

Encuentro de Cortés y Motecuhzoma. Dibujo de A. Beltrán tomado de la obra Los Aztecas de Víctor von
Hagen.

Ninguno de ellos, sin embargo, podía gozar de


esas bellezas con la tranquilidad de Balbuena, y menos que ninguno
Cortés, quien recordaba lo de Cuauhpopoca y Escalante. El terror
de los tlaxcaltecas al acercarse a la todopoderosa Tenochtitlan,
por más que vinieran de escolta de Quetzalcóatl en persona, era
contagioso, y todos andaban "con la barba siempre sobre el hombro"
(306), temiendo un ataque en todo momento, ataque que bastaba
observar la potencia numérica de sus -por ahora- afables
anfitriones para saber que sería el último: ".. Y como nos habían
dicho y avisado los de Cuaxicingo y de Chalco que Montezuma había
tenido pláticas con sus ídolos, y todos sus papas le respondieron
que decía su Uichilobos que nos dejase entrar, que allí nos podrá
matar [..] y como somos hombres, y temíamos la muerte, no
dejábamos de pensar en ello, y como aquella tierra es muy poblada,
ibamos
caminando muy chicas jornadas y encomendándonos a Dios y a su
bendita Madre Nuestra Señora, y platicando cómo y de qué manera
podíamos entrar, y pusimos nuestros corazones con buena esperanza,
que pues Nuestro Señor Jesucristo fue servido guardarnos de los
peligros pasados, que también nos guardaría del poder de

306
.- DIAZ DEL C. Historia Verdadera.., cap. 86, p. 154.
México..." (307).

Por lo demás, en seguida comprobaron que podrían


contar también aquí con aliados más o menos dispuestos, pues bastó
su presencia en el Valle para reaminar toda clase de rencillas
entre las tribus que, por envidia y rencor como Texcoco, o por
odio como Chalco, traían entre ojos la supremacía de México, y a
todos Cortés los iba soliviantando con su cuento de siempre: "...
se les declaró las cosas tocantes a nuestra santa fe, como
hacíamos en todos los pueblos por donde veníamos, y, según
paresció, aquellos estaban muy mal con Montezuma, de muchos
agravios que les había hecho, y se quejaban de él. Y Cortés les
dijo que presto se remediaría.." (308).

Entre esos "muchos agravios" es indispensable


destacar al que iba a ser decisivo para él y fatal para México,
tanto que él mismo y todos los cronistas españoles trataron
siempre de ocultarlo o al menos de restarle importancia: El "caso
Ixtlilxóchitl" (309). Recordemosque muerto Netzahualpilli, por
despecho de las trapizondas de Motecuhzoma, éste había manipulado
la elección del nuevo Huey Tlatoani de Texcoco, despojando del
cargo a Coanachtzin, hijo legítimo del difunto, y confiriéndoselo
a Cacamatzin, quien blasonaba el nepotísticamente irresistible
mérito de ser hijo de su hermana: "Muerto Nezahualpiltzintli
creció más la soberbia de Moteczuma que mandaba lo suyo y ajeno, y
así, aunque contra la voluntad de los grandes del reino de
Tezcuco, mandó jurar a su sobrino Cacama hijo natural del rey
Nezahualpiltzintli, habida en una de sus concubinas que era
hermana de Moteczuma.." (310). Un tercer hermano, Ixtlilxóchitl,
que era un feroz matasiete, se había levantado en armas y
arrebatado una parte del reino, primero la más lejana y montañosa:
Metztitlán, en el actual estado de Hidalgo, fortificándose ahí
como soberano independiente, pero ya había invadido Otumba y

307
.- Ibidem, cap. 87, p. 158.

308
.- Ibidem, anotado como tachadura. P. 159.

309
.- ".. hubo ocasiones en donde podían matarlos sin que quedase uno tan solo, si no fuera por él y los
suyos como tengo referido, y me espanta de Cortés que, siendo este príncipe el mayor y más leal amigo que tuvo
en esta tierra, que después de Dios con su ayuda y favor se ganó, no diera noticia de él y de sus hazañas y
heróicos hechos ni siquiera a los escritores e historiadores para que no quedaran sepultados, ya que no se le
dió ningún premio, sino que antes lo que era suyo y de sus antepasados se les quitó [...] y así mismo nadie se
acuerda de los aculhuas tezcucanos y sus señores y capitanes, aunque es toda una misma casa, si no es de los
tlaxcaltecas, los cuales, según todos los historiadores, dicen que más aínas venían a robar que a ayudar.."
IXTLILXOCHITL Fernando de Alva: Obras Históricas, U.N.A.M., Instituto de Investigaciones Históricas, México
1975, Tomo I, Compendio Histórico del Reino de Texcoco, Décimatercera relación, pág. 468.

310
.- IXTLILXOCHITL: Obras Históricas, Tomo I, Compendio Histórico del Reino de Texcoco, Duodécima
relación, pág. 450.
estaba a las puertas de México. Harto sabía que, más pronto que
tarde, el omnipotente Motecuhzoma habría de aplastarlo, de manera
que al ver llegar a "Quetzalcóatl", pescó al vuelo la ocasión para
protegerse y vengarse, y, como ya dijimos, corrió a ofrecer su
alianza a Cortés, alianza que éste aceptó de mil amores (311), sin
rubor de hacer lo mismo con Cacamatzin, y sin imaginarse cuánto y
cuán pronto la iba a necesitar.

Motecuhzoma por su parte, al ya nada poder


hacer directamente, ni con diplomacia ni con magia, para evitar la
entrada de los teules, todavía escogitó un último patético intento
mandando a ese sobrino, Cacamatzin, por obra y gracia suya Huey
Tlatoani de Texcoco, a rogarle que desistiera. Por supuesto que
sus ruegos fueron tan inútiles como siempre, y así, el 8 de
noviembre de 1519, a siete meses de su desembarco en el Anáhuac,
emprendían la marcha final desde Ixtapalapan, en la ribera sureste
del lago, atravesándolo a pie por la portentosa calzada "ancha de
ocho pasos y tan derecha que no se torcía ni poco ni mucho" (312),
entre un emjambre de atónitos mexicas que desde sus canoas
contemplaban a los teules, armados de punta en blanco y en pleno
orden de batalla. Los informantes de Sahagún, en una obra maestra
de épica descriptiva, nos conservaron su impresión, tan poderosa
tanto pictórica cuanto psicológicamente, que vale la pena citarla
íntegra:
"Pues ya entonces se ponen en marcha para entrar acá a México.
Desde luego, se atavían, se ponen sus aderezos guerreros,
se atan y ponen en su persona sus armas.
En seguida sus caballos se ponen en fila, se hacen hilera,
se disponen en grupos, largos como surcos,
se hacen escuadrones."

"Por delante van como guías cuatro de a caballo:


van delanteros, encabezando a los demás,
van en primer lugar ante todos.
Dan la vuelta y vuelven,
están dando vueltas de adelante a atrás;
van por allá, saliendo al paso de la gente:
no tienen dirección fija:
van oyendo y atisbando por todo lugar.
Van siguiendo las calles;
van examinando con detención las cosas;
ven constantemente arriba a las azoteas."

"Igualmente también los perros, los perros de ellos,


van por delante:

311
.- Cfr. supra, cap. IV.

312
.- DIAZ DEL C.:Historia Verdadera.., cap. 88, p. 160.
van olfateando por todas partes en pos de las huellas,
andan jadeantes,
jadean sin cesar."

"Por sí sola viene delante,


viene precediendo,
sola ella enhiesta viene al frente la bandera de tela:
uno la lleva en el hombro,
la viene haciendo tremolar,
la viene girando de un lado a otro:
no la trae en dirección fija.
Viene muy gallardo,
viene echándoselas de muy macho."

"Muy bien lo rodean,


vienen en torno de él,
quieren estar rodeándolo,
viene cercándole hombres de espada:
vienen con la espada desnuda:
viene con la espada reverberando.
Al hombro traen,
del hombro pendiente portan sus escudos:
escudos de madera, escudos de cuero."

"En segundo lugar,


como segundo cuerpo,
vienen los caballos que traen en sus lomos a los hombres.
Con sus cotas de algodón,
con sus escudos de cuero,
con sus lanzas de hierro.
En cuanto a sus espadas, penden del cuello de sus caballos."

"Estos tienen cascabeles,


están encascabelados,
vienen trayendo cascabeles.
Esos <<caballos>>, esos <<ciervos>> bufan, relinchan;
sudan a mares:
como agua de ellos destila el sudor.
Y la espuma de sus hocicos cáe al suelo goteando:
es como agua enjabonada con amole:
gotas gordas se derraman."

"Cuando corren hay estruendo;


hacen estrépito,
se siente el ruido como si en el suelo cayeran piedras.
Luego la tierra se agujera,
luego la tierra se hace hoyos donde pusieron su pata,
por sí sola se desgarra donde pusieron mano o pata."
"En tercer lugar,
como tercer cuerpo,
vienen los ballesteros,
los que portan arco de hierro.
En sus manos está la ballesta:
la van mirando,
la van examinando,
la van probando.
Otros, empero, sobre el hombro la van portando,
llevando su ballesta.
Y el carcaj del lado pende,
bajo sus hombros va colgando.
Pleno y repleto va de flechas;
flechas de hierro lo han llenado."

"Ellos, su cota de algodón


hasta la rodilla les llega:
gruesas y fuertes, bien cosidas:
cotas cual piedras, cual la toba."

"Y en su cabeza vienen portando un casco de algodón.


Y en su cima han colocado plumas de quetzal,
que se esparcen de un lado a otro."

"La cuarta serie también es de hombres de a caballo.


Es semejante su atavío a los que arriba ya se dijo."

"La quinta serie es de arcabuceros.


Son los que traen arma de fuego.
El arcabuz llevan al hombro:
unos lo llevan a lo largo.[..]"

"Y viene al fín, como cerrando la marcha, su capitán,


que es algo así como nuestro tlacatéccatl.
Es diestro como jefe de guerra,
como hombre que guía milicias.
Vienen rodeándolo,
vienen cercándolo,
se aprietan en torno de él,
sus capitanes,
sus guerreros,
sus asistentes..."

"Luego los moradores de los pueblos:


el de Tepoztlan,
el de Tlaxcala,
el de Tliluhquitépec,
el de Huexotzinco.
Vienen siguiendo el camino,
vienen dispuestos en plan de guerra.
Con sus armaduras de algodón,
con sus escudos,
con sus arcos,
con sus carcajes, van bien llenos.
Sus dardos están henchiendo sus aljabas con saetas:
unas son afiladas en punta,
otras son gruesas y romas,
otras tienen punta de obsidiana."

"Van tendidos en hileras,


van dando gritos de guerra con el golpear de sus labios,
van haciendo gran algarabía.
Se revuelven como gusanos,
van diciendo mil cosas,
van agitando sus cabezas."

"Y unos van cargados de fardos:


cargan los fardos de su comida.
Otros los llevan en mecapales;
otros los llevan atados al pecho.
Unos la llevan en cacastles,
otros la llevan en huacales,
otros la llevan en tompeates,
otros la llevan en líos atados a la espalda."

"Unos arrastran los grandes cañones,


que en ruedas de palo van rodando.
Vienen haciendo gran grita." (313).

El trayecto fue largo, retardado además por


los espectadores y, a la altura de Churubusco, por el homenaje de
"hasta mil hombres principales" (314), y nada puede darnos mejor
idea del sentimiento de los indios que la descripción precedente.
Por fin, ya en la ciudad, les vino al encuentro una procesión cuya
magnificencia parecía sacada de "Las Mil y Una Noches":
Motecuhzoma con todo su séquito, quien, después de repetir
humildemente la ceremonia "que a su mismo dios Huitzilopochtli
hacían" (315) de tocar la tierra con la mano y besarla, repartió a
Cortés y a sus capitanes collares de flores y de oro, y en seguida
de pie, pero profundamente inclinado, prorrumpió en sus discurso -
brevísimo para estándares nahuas- del que los españoles lo único
que creyeron entender fue: "Malinche, en vuestra casa estáis vos y
vuestros hermanos; descansa." (316); pero que constituía toda una
síntesis de su drama personal: era la plegaria del derrotado a su
dios vencedor:
"Señor nuestro:

313
.- SAHAGUN: Historia General.., libro 12, cap. 15, nos. l-16, pp. 773-4.

314
.- CORTES, Cartas.., 2a. Carta-Relación, p. 51.

315
.- DURAN: Historia.., II tomo, cap. 74, no. 9, p. 541.

316
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., Cap. 88, p. 162.
Te has fatigado,
te has dado cansancio:
Ya a la tierra has llegado.
Has arribado a tu ciudad: México.
Aquí has venido a sentarte en tu trono.
¡Oh, por tiempo breve te lo reservaron,
te lo conservaron los que ya se fueron,
tus sustitutos!"

"Los señores reyes Itzcoatzin,


Motecuzomatzin el Viejo,
Axayácatl,
Tízoc,
Ahuízotl.
¡Oh, qué breve tiempo guardaron para tí,
dominaron la Ciudad de México!
Bajo su espalda,
bajo su abrigo,
estaba metido el pueblo bajo.
Han de ver ellos,
sabrán acaso lo que dejaron,
de sus pósteros."

"Ojalá que uno de ellos estuviera viendo,


viera con asombro lo que yo ahora veo venir en mí.
Lo que yo veo ahora: yo el residuo,
el superviviente de nuestros señores.
No, no es que yo sueño.
No me levanto del sueño adormilado:
no lo veo en sueños,
no estoy soñando.."

"¡Es que ya te he visto,


es que ya he puesto mis ojos en tu rostro..!"

"Ha cinco, ha diez días estaba yo angustiado:


tenía la mirada fija en la Región del Misterio."

"Y tú has venido entre nubes,


entre nieblas."

"Como que esto es lo que nos habían dejado dicho


los reyes,
los que rigieron,
los que gobernaron en tu ciudad:
Que habrías de instalarte en asiento,
en tu sitial,
que habrías de venir acá..."
"Pues ahora se ha realizado:
ya tú llegaste,
con gran fatiga,
con afán viniste."

"Llega a tu tierra,
ven y descansa;
toma posesión de tus casas reales;
da refrigerio a tu cuerpo."

"¡Llegad a vuestra tierra,


señores nuestros!" (317).

Para él estaba claro todo, irrefutable e


indiscutiblemente claro: él y sus antecesores habían siempre
estado concientes de no ser otra que lugartenientes provisionales
del único soberano, que no sólo era dinásticamente legítimo, sino
religiosamente también, pues era rey y dios de México. Siempre
habían sabido y admitido todos que cuando él lo decidiera "habrías
de instalarte en tu asiente, en su sitial, que habrías de venir".
El, por lo tanto, no podía concebir que tenía ante sí a un
extranjero invasor, sino a alguien totalmente de casa, llegado
"entre nubes y entre nieblas", o sea, como verdadero dios, y
anunciado y esperado siempre desde el día de su partida: "como que
esto es lo que nos habían dejado dicho ...que habrias de
instalarte en asiento, en tu sitial, que habrías de venir acá..."
No había, pues, más que hacer ni qué discutir: "ahora se ha
realizado: ya tú llegaste..."

Luego vino un episodio que ningún español


comprendió, creyéndolo, si acaso, un intercambio de regalos:
Cortés se quitó un collar de vidrio, tan vistoso como barato, "y
se lo eché al cuello; y después de haber andado la calle adelante,
vino un servidor suyo con dos collares de camarones envueltos en
un paño, que eran hechos de huesos de caracoles colorados, que
ellos tienen en mucho, y de cada collar colgaban ocho camarones de
oro de mucha perfección [..] y me los echó al cuello." (318). Lo
que ni remotamente captaba era que ese era el "Ehecacózcatl", el
"Joyel del Viento": un corte transversal de un gran caracol
marino, atributo exclusivo de Quetzalcóatl, con el que Motecuhzoma
estaba expresando gráficamente lo que acababa de reconocer: Hasta
ese momento el vacío de poder creado por la retirada de
Quetzalcóatl había permitido -¡Oh, por qué breve tiempo!- que sus
antecesores y él usufructuaran México... pero eso ya quedaba
terminado: Quetzalcóatl había vuelto. Ahí estaba, pese a sus
titánicos esfuerzos por detenerlo. En ese pectoral estaba
expresado todo eso: al entregárselo le devolvía también a México
entero: Cortés, aun sin saberlo, era ya dueño legal del Anáhuac.

317
.- SAHAGUN: Historia General.., libro 12, cap. 16, p. 775.

318
.- CORTES: Cartas.., 2a. Carta-Relación, p. 51.
Pero como de esto él no tenía la menor idea,
y sí dándose cuenta, a fuer de buen estratega, de la ratonera en
que se estaba metiendo, al ser México una isla comunicada con
tierra firme por calzadas cuyos puentes bastaba retirar para
tenerlos atrapados, muy lejos de seguir el bienintencionado
consejo de ponerse a descansar y dormirse en sus laureles,
organizó en seguida su cuartel con aprestos de campaña, listo para
repeler cualquier asalto, cosa que mucho le facilitó la ciclópea
construcción del palacio de Axayácatl, donde fueron alojados. Para
más impacto ordenó una salva de artillería, que, en efecto, fue el
broche de oro a la impresión de pavura que habían dejado en los
aztecas:

"Cuando ya entraron a la gran casa real,


a la mansión de los señores,
dispararon sus armas,
las echaron a tiro.
Retumban,
se abren,
hacen estruendo,
echan chispas,
y el humo largo sigue,
se difunde largamente:
todo manchado de humo queda.
El humo se tiende,
el humo se ensancha:
cual hedor de ciénega entra a la cabeza,
a todos marea." (319).

Esa misma tarde, después del regio banquete


con que fueron acogidos, se presentó Motecuhzoma en el real
español y tuvo su primera entrevista con Cortes, no exenta de
humor, en la que le franqueó que no le quedaba la menor duda de
que ellos eran los enviados de Quetzalcóatl, pues desde un
principio, desde Hernández de Córdoba, el había estado
minuciosamente atento a todos los contactos españoles. Cortés no
entendió el drama de confrontamientos divinos, y sólo captó el
asunto como algún antiguo pleito dinástico, o rebelión de súbditos
contra su legítimo soberano, y, aunque le dejó claro a Motecuhzoma
que ellos NO eran personalmente dioses, le dejó clarísimo que SI
venían de parte de Quetzalcóatl, pues se apresuró a mentirle con
la mayor desfachatez "satisfaciendo a aquello que me pareció que
convenía, en especial en hacerle creer que vuestra magestad era a
quien ellos esperaban." (320).
319
.- SAHAGUN: Historia General.., libro 12, cap. 15, no. 13m p. 774.

320
.- CORTES: Cartas.., 2a. Carta-Relación, p. 52.
Hay, sin embargo, que aclarar, en descargo de
ese cínico maquiavelismo, que Cortés nunca entendió que estaba
haciéndole a Carlos V usurpar el lugar de un dios, sino sólo el de
otro rey: Bribones sí eran; blasfemos no.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 155)

Quetzalcóatl bajo el aspecto de Ehécatl, Dios del Viento, según el Códice Magliabecchi. Sobre su pecho
se aprecia claramente el Ehecacózcatl, y encima una ringlera de caracoles más pequeños, que son los que Cortés
llama "camarones". Un punzón de hueso, instrumento de penitencia, se clava en su cabeza. La sangre que hace
brotar se convierte en flor, que liba un colibrí.

XXI

EL CODIGO DEL PRISIONERO

Embeleso y horror de los españoles.- Intento de convertir a


Motecuhzoma.- Métodos misioneros más decentes.- Se hace pública
la muerte de los españoles en Veracruz.- Prisión de Motecuhzoma.-
El perfecto prisionero.- Muralla de cristal.
ILUSTRACION
(Libro negro, página 157)

Españoles conociendo México. Dibujo de A. Beltrán, Apud von Hagen, o.c., p.. 12.

El pasmo de los españoles creció hasta lo


inverosímil en los días siguientes, al visitar la fabulosa ciudad:
su inmenso mercado, sus palacios de ensueño, novedades tan
exóticas como jardines zoológicos... pero lo que más los
impresionó fueron los templos, "los malditos templos".

Pese a toda su experiencia anterior de la


religiosidad india, el "schock" que les produjo la del "Pueblo del
Sol" resultó intolerable, y su recuerdo de pesadilla les persiguió
la vida entera... Desde la cima del Templo Mayor Motecuhzoma
mostró orgulloso a Cortés toda la ciudad y todo el fabuloso Valle,
claro como un cristal en aquellos tiempos en que no lo ahogaba
nuestro smog:
"Y luego le tomó por la mano y le dijo que mirase su
gran ciudad y todas las más ciudades que había dentro
del agua, y otros muchos pueblos alrededor de la misma
laguna, en tierra; y que si no había visto muy bien su
gran plaza, que desde ahí la podía ver muy mejor, y así
lo estuvimos mirando, porque desde aquel grande y
maldito templo estaba tan alto que todo lo señoreaba
muy bien..." (321).

más luego éste, "para darle un tiento", le solicitó que "pues que
estamos aquí en vuestro templo, que nos mostréis vuestros dioses y

321
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 92, pp. 173.
teules." (322). La petición excedía la competencia de Motecuhzoma,
quien hubo de turnarla al Quetzalcóatl Totec Tlamacazqui y al
Quetzalcóatl Tlaloc Tlamacazqui, también ahí presentes como
Ministros de Culto, y, obtenida su anuencia, los pasó al interior
de los templos gemelos, el de Tláloc y el de Huitzilopochtli-
Tezcatlipoca, cuyas imágenes Bernal Díaz describe haciendo gala de
su memoria casi fotográfica, pues sólo olvida el casco en forma de
colibrí de Huitzilopochtli y el nombre de Tláloc:

"..Uichilobos, su dios de la guerra, y tenía la cara y


rostro muy ancho y los ojos disformes y espantables; en
todo el cuerpo tanta de la pedrería y oro y perlas y
aljófar pegado con engrudo, que hacen en esta tierra de
unas como raíces, que todo el cuerpo y cabeza estaba
lleno de ello, y ceñido el cuerpo unas a manera de
grandes culebras hechas de oro y pedrería, y en una
mano tenía un arco y unas flechas [...] Luego vimos a
otra parte, de la mano izquierda, estar el otro gran
bulto del altor de Uichilobos, y tenía un rostro como
de oso, y unos ojos que le relumbraban, hechos de sus
espejos, que se dice tezcal, y el cuerpo con ricas
piedras pegadas y de la manera del otro su Uichilobos,
porque, según decían, entrambos eran hermanos [...] y
estaba otra concavidad muy ricamente labrada la madera
de ella, y estaba otro bulto como de medio hombre y
medio lagarto, todo lleno de piedras ricas y la mitad
de él enmantado. Este decían que el cuerpo de él estaba
lleno de todas las semillas que había en toda la
tierra, y decían que era su dios de las sementeras y
frutas; no se me acuerda el nombre, y todo estaba lleno
de sangre, así paredes como altar, y era tanto el hedor
que no veíamos la hora de salirnos afuera.." (323).

El horror, asco y miedo de los hispanos no


conoció límite: "... cosas muy diabólicas de ver [...] tenían
tanto que los doy a la maldición; y como todo hedía a carnicería,
no veíamos la hora de quitarnos de tan mal hedor y peor vista."
(324). Para ellos era el propio Infierno, con mayúscula: ídolos
espantosos, sangre seca y fresca por doquier, hedor "como en los
mataderos de Castilla no había tanto" (325), millares y millares de
calaveras en el Tzompantli, y hasta la propísima arquitectura
infernal: ".. era una casa de ídolos, o puro infierno, porque
tenía la boca de la una puerta una muy espantable boca de las que
322
.- Loc. cit.
323
.- Ibidem, p. 174.

324
.- Ibidem.

325
.- Ibidem.
pintan que dicen que están en los infiernos con la boca abierta y
grandes colmillos para tragar a las ánimas.." (326).

Cortés salió temblando y, aunque esta vez no


pudo darse sus lujos iconocastlas de Cempoala o Tlaxcala, su celo
misionero estalló demandando que quitaran a esos dioses para poner
una cruz y una imagen de la Virgen, y con el agravante de que eso
era para demostrar que sus dioses no eran tales, "sino cosas
malas, que se llaman diablos" (327). Quetzalcóatl tenía todo el
derecho de implantar su imagen -cualquiera que esta fuese- en plan
de igualdad y en el Templo Mayor de los vencidos; pero nunca a
lanzarlos de su propia casa, ni a insultarlos, por lo que
Motecuhzoma y los dos Tlamacazquis se indignaron al grado que tuvo
que pedirles disculpas y batirse prudentemente en retirada, aunque
obtuvo en seguida el permiso, y los albañiles, para levantar una
capilla en su cuartel, desde donde todos conspiraron para
convertirlo con métodos mucho más decentes y cristianos: la
oración y el ejemplo: "..cada día estábamos en la iglesia rezando
de rodillas; lo uno por lo que éramos obligados a cristianos y
buena costumbre, y lo otro, por Montezuma y todos sus capitanes lo
viesen y se inclinasen a ello.." (328).

El temor de que este incidente les hubiese


enajenado la hasta entonces buena voluntad de Motecuhzoma, los
desmanes de los soldados, ("..los españoles somos algo
incomportables e importunos" (329), reconoce -quedándose harto
corto- Cortés), y el haberse hecho pública la confrontación de
mexicanos y españoles en Veracruz (330), aumentó hasta lo
insoportable la presión psicológica a la que estaban sometidos,
que resume muy bien Bernal Díaz:

"...primeramente Nuestro Señor Jesucristo ponía su


divina mano en todas las nuestras cosas, y así lo
teníamos por cierto, [así pues] apartaron a Cortés en

326
.- Ibidem, p. 176.

327
.- Ibidem, p. 174.

328
.- Ibidem, cap. 93, p. 177.

329
.- CORTES: Cartas.., 2a. Carta-Relación, p. 53.

330
.- El terror que eso produjo entre la tropa podemos bien entenderlo: "..Juan de Escalante, que quedó por
alguacil mayor, era muerto, y seis soldados juntamente con él, en una batalla que le dieron los mexicanos, y
también le mataron el caballo y a muchos indios totonaques que llevó en su compañía, y que todos los pueblos de
la sierra y Cempoal y su sujeto están alterados y no les quieren dar comida ni servir en la fortaleza, y que no
saben qué hacer, y que como de antes los tenían por teules, que ahora que han visto aquel desbarate les hacen
fieros, así los totonaques como los mexicanos, y que no les tienen en nada ni saben qué remedio tomar. Y desde
que oímos aquellas nuevas, sabe Dios cuánto pesar tuvimos todos." (DIAZ DEL C. Ibidem, cap. 93, p. 179.)
la iglesia cuatro de nuestros capitanes, y juntamente
doce soldados de quien él se fiaba, y yo era uno de
ellos, y le dijimos que mirase la red y garlito donde
estábamos y la gran fortaleza de aquella ciudad, y
mirase las puentes y calzadas y las palabras y avisos
que por todos los pueblos por donde hemos venido nos
han dado que había aconsejado el Uichilobos a Montezuma
que nos dejase entrar en su ciudad y que allí nos
matarían, y mirase que los corazones de los hombres que
son muy mudables, en especial en los indios, y que no
tuviese confianza de la buena voluntad y amor que
Montezuma nos muestra, porque de una hora a otra hora
la mudaría, cuando se le antojase darnos guerra, que
con quitarnos la comida o el agua o alzar cualquier
puente, que no nos podríamos valer, y que mire la gran
multitud de indios que tiene de guerra en su guarda, y
en qué podríamos nosotros hacer para ofenderlos o
defendernos, porque todas las casas tienen en el agua.
Pues socorros de nuestros amigos de Tlaxcala, ¿por
dónde han de entrar? [...] y que mirase que con todo el
oro que nos daba Montezuma, ni el que habíamos visto en
el tesoro de su padre Axayaca, ni con cuanta comida
comíamos, que todo se nos hacía rejalgar en el cuerpo,
y que de noche ni de día no dormíamos ni reposábamos
con ese pensamiento, y que si otra cosa algunos de
nuestros soldados menos que esto que le decían
sintiesen, que serían como bestias que no tenían
sentido, que se están al dulzor del oro, no viendo la
muerte al ojo." (331).

y no encontraron mejor remedio que secuestrar al propio emperador:


".. con buenas palabras sacarle de su sala y traerlo a nuestros
aposentos, y decirle que ha de estar preso, y que si se altera o
diese voces que lo pagará su persona" (332), y concientes de que
estaban tentando de veras a la fortuna, procuraron garantizarse el
padrinazgo de su mejor aliado: ".. y aun toda la noche estuvimos
rogando a Dios que lo encaminase para su santo servicio." (333).

331
.- Ibidem, p. 178.

332
.- Ibidem, p. 179.

333
.- Ibidem.
ILUSTRACION
(Libro negro, página 161)

Motecuhzoma es tomado preso. C. Florentino.

Con su cantaleta de siempre de "defenderlo"


de las calumnias que otros le levantaban, Cortés obtuvo
inmediatamente de Motecuhzoma el arresto de Cuauhpopoca y sus
compañeros, pero en seguida, mezclando la adulación con las
amenazas, le exigieron que él en persona se constituyese rehén.
Motecuhzoma sufrió horrores: él no temía a la muerte, y ya la
había aceptado, igual que el cautiverio, más no podía tolerar la
afrenta de ser tomado prisionero así, a traición y con pretextos
estúpidos... pero acabó sometiéndose a lo inevitable, y con la
elegancia de aquietar él mismo a los suyos, explicándoles que lo
hacía por gusto y voluntad propios, acatando el dictamen de
Huitzilopochtli.

Una vez en el real español se entregó en


cuerpo y alma a su papel de perfecto prisionero, según la más
pundonorosa etiqueta náhuatl: prepararse a la muerte con la
sonrisa en los labios, bromeando y chanceando con sus captores,
rodeándolos de auténtico afecto y -en este caso- también
satisfaciendo su ansia de chalchíhuatl, y, ya que no querían
sangre sino excrementos, (No olvidemos que oro es en náhuatl
"teocuítlatl", "excremento de dios"), dárselos de contínuo para
apagar su sed.

Sus carceleros, a quienes espantaba su propia


audacia, quedaron desconcertados: no podían dejar de reconocer la
majestad y señorío de su cautivo; su liberalidad con el oro, -que
ellos interpretaban como "regias mercedes"- los tenía encantados,
y su pronta y amable cooperación les era inexplicable: ¿Cómo era
posible que un potentísimo soberano, raptado a traición y con lujo
de ignominia, no estuviera furioso y sediento de venganza? Tenía
que ser un milagro más, o que a los demonios les estaba saliendo
el tiro por la culata, o que personalmente intervenía Dios:
"..tenían pronósticos y señales, según que los sacerdotes
publicaban, de la venida de gente extranjera, blanca, barbuda y
oriental, a señorear aquella tierra [...] Dicen también que el
mismo Moteczuma tenía del oráculo de sus dioses respuesta muchas
veces que se acabarían en él los emperadores mexicanos, y que no
le sucedería en el reino ningún hijo suyo [...] Pues fuese por
esto, o por la voluntad de Dios, que da y quita los reinos,
Moteczuma hizo aquello, y amaba mucho a Cortés y españoles, y no
sabía enojarlos." (334).

Separados por la muralla de cristal de dos


mundos culturalmente incomunicados, no tenían ni la más lejana
intuición de que Motecuhzoma seguía así luchando contra ellos: que
a los ojos de éste los cubiertos de infamia eran ellos, que tan
aviesamente violaban las leyes de la Xochiyaóyotl, mientras que él
los estaba humillando y derrotando al no apartarse un ápice, y que
así seguía también impidiendo que su pueblo cayese en la celada de
enfrentárseles militarmente, pues toda la ciudad sí que ardía de
indignación, llegando esta a tomar proporciones tan concretas que,
para frenarla, tuvo que hacer arrestar a su sobrino Cacamatzin,
Tlatoani de Texcoco... Y su lucha fue heroica: nada se le ahorró y
hubo de apurar hasta las heces el acíbar de la humillación durante
el juicio y ejecución de Cuauhpopoca.
XXII

CUATRO GRANDES HAZAÑAS

El Xiuhtecutli blanco cobra víctimas indias.- Motecuhzoma


encadenado.- Rechaza la libertad para continuar luchando.- Todo
mérito de Cortés.- Primera navegación turística en México.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 165)

334
.- LOPEZ DE GOMARA: Historia de la Conquista .., cap. 92, pág. 146.
Motecuhzoma es encadenado. Códice Florentino.

Al llegar Cuauhpopoca y sus 15 compañeros,


Motecuhzoma los turnó al nuevo dueño legal de México, Cortés,
quien, constituido en Poder Judicial, los halló culpables de
asesinato y los sentenció a la hoguera. Dentro del aislamiento de
sus murallas de cristal, él actuaba en eso de buena fe, y ellos
también:

Para los españoles era justo y necesario


castigar ese "crimen"; los indios no tenían conciencia de crimen
alguno, pero sí de estar en manos de imprevisibles "dioses" -tan
crueles y demandantes como todos los demás- de gustos groseros y
arbitrarios respecto a sus víctimas humanas, que fingían no
querer, rehusándolas en el sacrificio, pero consumiéndolas con
plebeya voracidad en el campo de batalla, o, como ahora, con el
pretexto de un juicio sin pies ni cabeza, pero que culminaba con
toda "normalidad" con un sacrificio bastante parecido al del día
12 Lagarto del mes Xocohuetzi, (25 de agosto), cuando se arrojaban
víctimas al fuego en honor de Xiuhtecutli.

Como Motecuhzoma resultó inodado, pues todos


declararon ser sus súbditos y haber actuado según sus
instrucciones, "nuestro capitán le envió a decir que puesto que
merecía castigo, conforme a lo que nuestro rey manda, que la
persona que manda matar a otros, sin culpa o con culpa, que muera
por ellos; mas que le quiere tanto, y le desea todo bien, que ya
que aquella culpa tuviese, que antes la pagaría él, Cortés, por su
persona, que vérsela pasar a Montezuma." (335).

El ajusticiamiento se efectuó "públicamente


en una plaza, sin haber alboroto alguno" (336), y resultó un gran
éxito para la moral española: "este castigo se supo en todas las
provincias de la Nueva España, temieron, y los pueblos de la costa
adonde mataron nuestros soldados volvieron a servir muy bien a los
vecinos que quedaban en la Villa Rica." (337), y tanto más que
estaban más muertos de miedo que nunca, ya que Cortés "porque no
hubiera algún embarazo entretanto que se quemaban, mandó echar

335
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 95, p. 184.

336
.- CORTES: Cartas.., 2a. Carta-Relación, p. 55.

337
.- Ibidem, p. 185.
unos grillos al mismo Montezuma.." (338). Semejante temeridad,
encadenar a un emperador, atemorizó a sus propios autores, pues,
paradójicamente, lo que ellos más temían era exactamente lo que él
creía que a todo precio deseaban ellos y él estaba decidido a
evitar: acabar con su paciencia y que diera la orden de
exterminarlos. Bernal Díaz, al recordarlo, enumera cuatro hazañas
que le parecen las máximas de cuantas realizaron: "Y han de
considerar los curiosos que esto leyeren tan grandes hechos que
entonces hicimos: dar con los navíos al través; lo otro, osar
entrar en tan fuerte ciudad teniendo tantos avisos que allí nos
habían de matar después que dentro nos tuviesen; lo otro, tener
tanta osadía de prender al gran Montezuma, que era rey de aquella
tierra dentro de su ciudad y en sus mismos palacios, teniendo tan
gran número de guerreros de su guarda, y lo otro, osar quemar sus
capitanes delante de sus palacios y echarle grillos entretanto que
se hacía la justicia." (339).

En realidad, en las dos últimas corrieron


poco o ningún peligro: del punto de vista indio eran fases de un
proceso normal, aunque llevado por vías innobles y tortuosas. El
impensable cariño de Motecuhzoma a sus verdudos, sobre todo hacia
Cortés, no era sino el pundonor propio de todo cautivo mexicano en
impávida espera de la muerte, para quien la libertad constituía
una afrenta, como, para su gran sorpres, lo comprobó Cortés cuando
vio que se rehusaba a aceptarla, y dando por razones nada menos
que su fidelidad a Quetzalcóatl-Carlos V: ".. algunas veces y
muchas le acometí con su libertad, rogándole que se fuese a sus
casas: y me dijo todas las veces que se lo decía que él estaba
bien allí, y que no quería irse, porque ahí no le faltaba cosa de
lo que él quería, como si en casa estuviese, y que podría ser que
yéndose y habiendo lugar, que los señores de la tierra sus
vasallos le importunasen o induciesen a que hiciese alguna cosa
contra su voluntad, que fuese fuera del servicio de vuestra
alteza; y que él tenía propuesto de servir a vuestra alteza en
todo lo a él posible.." (340).

Para los españoles eso resultaba


incomprensible: nada sabían de la ética india de los prisioneros,
y menos que para Motecuhzoma era importantísimo impedir la
confrontación militar. Cortés lo interpretó vanidosamente como que
todo era mérito suyo, "por el buen tratamiento que yo le hice y el
contentamiento que de mí tenía" (341); los demás se imaginaron un

338
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 95, p. 184.

339
.- Ibidem, p. 185.

340
.- CORTES: Cartas.., 2a. Carta-Relación, p. 55.

341
.- Ibidem.
nuevo y cínico maquiavelismo de su capitán que, permitiéndole
retirarse, de trasmano lo amenazaba si lo hacía: "Y a lo que
entendimos, y lo más cierto, Cortés había dicho a Aguilar que le
dijese en secreto que aunque Malinche le mandase salir de la
prisión, que los demás de nuestros capitanes y soldados no
querríamos.." (342).

Era, además, cierto que "ahí no le faltaba


cosa de lo que él quería", disponiendo de toda su corte (343) y del
servicio de los mismos españoles (344), quienes no se estaban
ociosos: construyeron bergantines en el lago, (En los que él
inauguró la navegacion turística, que aun vemos perdurar en
Xochimilco), reconocieron a fondo la ciudad, enviaron expediciones
a diferentes rumbos del imperio en busca de minas de oro y buenos
puertos oceánicos.
XXIII

NUEVOS VASALLOS

Jura de vasallaje al Rey de España.- Lágrimas indias de


humillación.- Seguros de seguir tan libres como siempre.- No
ratas acorraladas.- El clímax de los equívocos.- Ansia de oro.-
Habilidad milagrosa de los orfebres indios.- Regalos en "número
casi infinito".- Miles de millones.- Las cuentas del Gran
Capitán.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 169)

342
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 95, pp. 184-5.

343
.- ".. y allí donde estaba tenía su servicio y mujeres, y baños en que se bañaba, y siempre a la continua
estaban en su compañía veinte grandes señores y consejeros y capitanes, y se hizo a estar preso sin mostras
pasión en ello, y allí venían con pleitos embajadores de lejanas tierras y le traían sus tributos, y despachaba
negocios de importancia." (DIAZ DEL C. Historia Verdadera.., cap. 95, p. 183.)

344
.- "..le pusimos guardas y velas. Y todos cuantos servicios y placeres que le podíamos hacer, así Cortés
como todos nosotros, tantos le hacíamos.." (Ibidem).
Los españoles recogen y funden objetos de oro, quemando toda la obra de plumería. Códice Florentino.

Aunque Cortés ya se comportaba como dueño de


México, ajusticiando capitanes, quitando y poniendo reyes (345), y
apresando a los Señores de Ixtapalapa, Tacuba, Coyoacán,
Tlaltelolco y hasta a uno de los Sumos Sacerdotes, y aunque para
los mexicanos en parte lo era desde que Motecuhzoma le había
entregado el Ehecacózcatl, él no las tenía todas consigo, temiendo
que sus temeridades, que hasta ese momento le habían funcionado
tan bien, le desatasen una tormenta, como harto lo presagiaban ya
el malestar que notaba en México y la abortada rebelión de
Cacamatzin. Así que, para dar plena fuerza legal a su conquista,
exigió a Motecuhzoma una jura de vasallaje al Rey de España
solemne, pública y oficial.

El pretende dar a entender que fue un acto


espontáneo del propio Motecuhzoma, pero nada más lejos de eso:
Bernal Díaz reconoce que empezó su discurso protestando que lo
hacía "porque ahora soy importunado a ello por Malinche" (346), y
en efecto, malditas las ganas que debía tener el pobre de pasar
nuevamente bajo esas horcas caudinas, después de que la entrega
del Ehecacózcatl había sido todo lo solemne, pública y oficial que
se quisiese, pero, decidido a no dar a sus verdugos el gusto de
verle flaquear ni lloriquear compasión, se sometió sin chistar,
convocando a todos los Señores comarcanos.
345
.- Depuso al sobrino de Motecuhzoma, Cacamatzin, de Tlatoani de Texcoco, y también lo tomó preso a
traición, con ayuda de Ixtlilxóchitl: "Cacama [..] se puso en manos de Ixtlilxóchitl y Cohuanacochtzin sus
hermanos, y habiéndose embarcado en la canoa fue preso llevado a México y entregado a Cortés, con cuya hazaña
se atajaron muy grandes inconvenientes y estorbos a los designios de Cortés...: (IXTLILXOCHITL: Obras
Históricas, tomo 2, Historia de la Nación Chichimeca, cap. 86, pp. 223-4); pero no impuso a éste, por entonces,
sino a otro, Cuicuitzcatzin. La imposición de este títere puede darnos idea de hasta que punto la
independencia de Texcoco había llegado a ser letra muerta para Motecuhzoma y hasta que punto era él dependiente
de Cortés, pues, con frescura digna de nuestra moderna "democracia", se dió el lujo de "mandar" que se reuniera
el Tlatocan texcocano nó en Texcoco, sino en México, porque ahí estaba él prisionero, y no a elegir, sino a
aclamar el nombramiento que ya tenía Cortés hecho: "Y luego Cortés fue a los palacios y al aposento de
Motecuhzoma [...] y se dió orden que se alzase por rey de Tezcuco al mancebo que estaba en compañía del gran
Montezuma, que también era su sobrino, hermano de Cacamatzin [...] Y para hacerlo solemnemente y con acuerdo de
toda la ciudad mandó Montezuma que viniesen ante él los más principales de toda aquella provincia, y después de
muy bien platicada la cosa le alzaron por rey y señor de aquella gran ciudad.." (DIAZ DEL C., Historia
Verdadera.., cap. 100, p. 196.).

346
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 101, p. 198.
Lo que dijo, que hizo llorar a todos, lo
ignoramos, pues no contamos sino con la versión falseada -de buena
fe, sin duda- de Cortés, en que no habla de Quetzalcóatl como de
un dios, sino como de un antiguo monarca desairado por sus
súbditos, a quien ahora había que desagraviar en sus
descendientes, sometiéndose a ellos: toda la historia que él había
sabido usurpar; pero lo que realmente le importaba era la
conclusión: "... Y mucho os ruego, pues a todos es notorio todo
esto, que así como hasta aquí me habéis tenido y obedecido por
señor vuestro, de aquí en adelante tengáis y obedezcáis a este
gran rey, pues él es vuestro natural señor, y en su lugar tengáis
a este su capitán; y todos los tributos y servicios que hasta aquí
me hacíades los haced y dad a él, porque yo así mismo tengo que
contribuir y servir con todo lo que me mandare; y demás de hacer
lo que me debéis y sois obligados, a mí me haréis en ello mucho
placer." (347).

El sufrimiento de Motecuhzoma y su real


heroísmo al someterse a ese martirio él, el más orgulloso de los
orgullosos mexicas, podemos colegirlo por su reacción y la de
todos los presentes, no excluídos los españoles: "Lo cual dijo
todo llorando con las mayores lágrimas y suspiros que un hombre
podía manifestar, y asímismo todos aquellos señores que le estaban
oyendo lloraban tanto, que en gran rato no le pudieron responder"
(348), cosa que contagió a los españoles: "Y queriámoslo tanto, y
de tan buenas entrañas, que a nosotros de verle llorar se nos
enternecieron los ojos, y soldado hubo que lloraba tanto como
Montezuma; tanto era el amor que le teníamos." (349).

Tomando en cuenta el estoicismo indígena, que


tenía a gala mantenerse en todo momento imperturbable, sin mostrar
jamás ira, dolor o miedo, y consideraba el ideal de la persona
"ixtlamati yollótetl", es decir: "un rostro sabio, un corazón de
piedra" (350), hemos de suponer que Motecuhzoma sufrió ahí más que
Cuauhpopoca entre las llamas. Quizá creyéramos que podemos
justificar sus lágrimas pensando que todos esos Señores lloraban

347
.- CORTES: Cartas.., 2a. Carta-Relación, p. 60.

348
.- Ibidem.

349
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 101, p. 198.

350
.- ".. Puede decirse -resume Léon Portilla- que <<ixtli>> apunta al aspecto constitutivo del yo, del que
es símbolo el rostro. <<Yóllotl>> implica el dinamismo del ser humano que busca y anhela. Este difrasismo,
encontrado innumerables veces, para designar a las personas, aparece también al tratar del ideal educativo
náhuatl: rostros sabios y corazones firmes como la piedra (<<ixtlamati, yollótetl>>). Culminando la perfección
humana, cuando entrando Dios en el corazón del hombre (<<Yoltéutl>>), pasa a ser éste un artista, <<un corazón
divinizador de las cosas>>: <<tlayolteuviani>>" LEON PORTILLA: FIlosofía Náhuatl, Apéndice 2, pag. 384.
ahí la muerte de su cultura -si no es que la suya propia- que
pronto iba a significar de hecho la conquista, pero NO era así:
ninguno soñaba siquiera que los teules blancos no procederían como
cualquier otra embajada, retirándose en seguida, sino que se iban
asentar ahí para siempre alterando su mundo por completo. Ellos
daban por descontado que seguirían siendo tan libres como antes,
sin más compromiso que el de "nunca ser contrarios al imperio, y
dejar entrar y salir, tratar y contratar a los mercaderes y gente
de él, enviando cierto presente de oro, pedrería, plumas y mantas"
(351), y esto en términos de una federación en la que sólo se les
reconocería a los blancos una hegemonía moral, sin más gravámenes
prácticos que el anual de ese "presente de oro, pedrería, plumas y
mantas" y cambiar de lugar a Quetzalcóatl, pasándolo del templo
que ya tenía a una nueva capilla en la misma plataforma del Templo
Mayor, junto con, no en lugar de Huitzilopochtli-Tezcatlipoca y
Tláloc.

Malentenderíamos y devaluaríamos el altivo


heroísmo de nuestros antepasados aztecas si creyéramos que
murieron como ratas acorraladas, peleando meramente con la
desesperación de quien defiente la vida. Esto no fue así: para
ellos la vida contaba mucho menos que el honor, y no consideraban
que la suya estuviera en peligro, sino solamente su dignidad, su
prestigio.. que fue precisamente lo que Motecuhzoma estimó que no
tenía más opción que sacrificar en defensa de su pueblo, nó por
salvar el pellejo, sino demostrando ser un valiente que sabía
perder, puesto que sí había perdido...

Por muy conmovidos que estuviesen, los


españoles no perdonaron nada de su aparato legalista y, cuando el
notario real hubo asentado cuidadosa fe de todo, al fín respiraron
tranquilos y victoriosos: ¡Ya México era de ellos! Todo el juego
de equívocos que había engarzado sin interrupción la "conquista"
del Anáhuac culminaba ahora con el mayor de todos: cada uno de los
pactantes entendía cosas disparadamente distintas:

Para los españoles, ya Carlos V y sus


sucesores quedaban constituidos "in perpetuum" soberanos del
"Reino" de México, y Cortés como su representante
plenipotenciario; México era ya una provincia más de España,
sometida a sus leyes de inmediato y, apenas posible, también a su
religión y a su cultura, y esto era, con mucho, lo más importante
e inaplazable, puesto que se trataba de liberar a esos infelices
de las garras del mismísimo Demonio... Para los indios, toda esa
petulancia de discursos, juramentos y actas no había sido sino una
exigencia innecesariamente humillante de algo ya perfectamente
entendido: una federación que estipulaba una alianza militar
ofensivo-defensiva, libertad de comercio y la superioridad moral

351
.- Cfr. Supra, cap. 7, p....
de Quetzalcóatl-Jesucristo-Carlos V sobre Huitzilopochtli-
Tezcatlipoca, federación fundada en respeto y libertad mutuos, sin
el mínimo compromiso de cambios en religión, leyes o cultura... y
Cortés no era ya sino un cuauhnochtzin cesante, puesto que estaba
finiquitada su misión, y cuya permanencia entre ellos les estaba
ya colmando el plato.

Cuando Cortés exigió un tributo, ellos


entendieron regalo, y no lo regatearon. Sólo Cacamatzin se rehusó
de plano, y Alvarado, un segundo de Cortés que pronto iba a tener
un trágico primer plano en el desarrollo de la historia, lo
sometió a tormento; los demás trajeron en seguida cuantiosos
presentes, y Motecuhzoma entregó "todo el tesoro que he habido de
mi padre y que está en vuestro poder y aposentos; que bien sé que
luego que aquí vinísteis abrísteis la casa y lo mirásteis todo, y
la tornásteis a cerrar como de antes estaba." (352).

Las relaciones, sin embargo, no fueron nada


cordiales, antes más de enemigos que de asociados, como podemos
juzgarlo por lo que dice Fernando de Alba Ixtlilxóchitl a
propósito de cómo se recaudó ese tributo en Texcoco: "Y luego,
dende pocos días, el capitán mandó que fuesen ciertos españoles al
pueblo de Tezcuco, y recogiesen todo el oro y joyas que pudiesen
haber, y que fuesen con ellos Tetlahuehuezquititzin y
Icpaxuchitzin y fueron hasta veinte españoles con ellos. Llegados
a Tezcuco, luego se mandó recoger todas las joyas y oro en toda su
provincia, del tesoro de Nezahualcoyotzin en una caja o petaca
grande de dos brazas en largo y un estado de alto, la cual caja se
hinchió de oro y joyas, y los españoles no contentos con esto,
mandaron a Tetlahuehuezquititzin y los demás principales que
trujesen más oro porque era poco aquello, y luego tornaron a
henchir la dicha caja, lo cual se recogió de todos los principales
y personas que tenían tesoro, y después de recogido el dicho oro y
traído a México y visto por el capitán el tesoro que le habían
traído, y habiéndole informado de la mucha posibilidad del señorío
de Tezcuco, mandó prender a Cacamatzin, y túvolo a buen recaudo
poniéndole muchas guardas, y mandolo que trujesen algunas mujeres,
hijas de los principales para que las tuviese. Luego mandó
Cacamatzin traer cuatro hermanas suyas y dióselas, y así mismo
mandó el capitan que se recogiesen en México y Tlacopan hijas de
los señores y principales y se las trujesen, y así fue hecho,
cogiendo muchas se las dieron." (353).

A más de esa brutalidad, la actitud de los


españoles ante los regalos chocó profundamente a los donantes por

352
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 104, p. 203.

353
.- IXTLILXOCHITL Fernando de Alva: Obras Históricas, Tomo I, Relación Sumaria de las Cosas de la Nueva
España, no. 6, pp. 388-389.
su avidez y patanería: para ellos el oro -el "excremento de los
dioses"- era sólo un bello medio de ornato, mucho menos apreciable
que la maravillosa piedra de la vida, el jade, el chalchíhuitl,
mucho menos que una bella pluma, quetzalli, a la que llamaban
"teocihualli": "la sombra de Dios" (354), y tanto apreciaban a
ambos, al jade y a las bellas plumas, que el difrasismo "In
chalchíhuitl in quetzalli" era sinónimo no sólo de algo bello,
sino de la Belleza misma. No les cabía, pues, en la cabeza la
barbarie que en seguida presenciaron: "Para verlo y quitarlo de
sus bordaduras y donde estaba engastado tardamos tres días." (355).

"... mucho le rebuscan,


mucho le requerían el oro.
Y Motecuhzoma luego los va guiando.
Lo rodeaban, se apretaban a él [..]
Lo van aprentando, lo van llevando en cerco."

"Y cuando hubieron llegado a la casa del tesoro.


luego sacan fuera todos los artefactos tejidos de pluma,
tales como travesaños de pluma de quetzal,
escudos finos,
discos de oro,
los collares de los ídolos,
las lunetas de la nariz, hechas de oro,
las grebas de oro,
las ajorcas de oro,
las diademas de oro."

"Inmediatamente fue desprendido de todos los escudos el oro


lo mismo que de todas las insignias.
Y luego hicieron una gran bola de oro,
y dieron fuego,
encendieron,
prendieron llama a todo lo que restaba,
por valioso que fuese:
todo lo cual ardió."

354
.- ".. piedras verdes de hijada [..] que aquesta gente es aficionada en gran manera , y así su principal
idolatría siempre se fundó en adorar estas piedras, juntamente con las plumas, a las cuales llamaban <<sombra
de los dioses>>. (DURAN: Historia.., 2 tomo, cap. 25, no. 4, pag. 206.) López de Gómara nos da una idea del
infinito aprecio y cuidado que ponían los artistas indios con las plumas preciosas: "Lo más lindo de la plaza
es las obras de oro y pluma, de que contrahacen cualquier cosa y color; son los indios tan oficiales de esto,
que hacen de pluma una mariposa, un animal, un árbol, una rosa, las flores, las yer bas, las peñas tan al
propio, que parece lo mismo que o está vivo o está natural. Y acontéceles no comer en todo un día, poniendo,
quitando y asentando la pluma y mirando de una parte a otra, al sol, a la sombra, a la vislumbre, por ver si
dice mejor a pelo o contrapelo o al través, de la haz o del envés; y en fín, no la dejan de las manos hasta
ponerla en toda perfección. Tanto sufrimiento pocas naciones le tienen, mayormente donde hay cólera, como la
nuestra." (Historia de la Conquista.., cap. 79, pág. 127.).

355
.- Ibidem.
"Y en cuanto al oro,
los españoles lo redujeron a barras,
y de los chalchihuites,
todos los que vieron hermosos los tomaron,
pero las demás de esas piedras se las apropiaron
los tlaxcaltecas [...]"

"Todo lo cogieron,
de todo se adueñaron,
todo lo arrebataron como suyo,
de todo se apropiaron como si fuera su suerte [...]
como si fueran bestezuelas,
unos a otros se daban palmadas:
tan alegre estaba su corazón.." (356).

Incontables prodigios de arte acabaron así en


el crisol, pero algunas "joyas de oro y plata, y plumajes y
piedras y otras muchas cosas de valor que para vuestra sacra
magestad yo asigné y aparté" (357) eran tan bellas que se
resistieron a fundirlas, amén de otras que ellos mismos mandaron
hacer, aprovechando la casi sobrenatural pericia de los orfebres
indios. "Y no le parezca a vuestra magestad fabuloso lo que digo,
pues es verdad que todas las cosas criadas así en la tierra como
en la mar de que dicho Moctezuma pudiese tener conocimiento,
tenían contrahechas ,muy al natural, así de oro como de plata,
como de pedrería y plumas, en tanta perfección que casi ellas
mismas parecían: de las cuales todas me dió para vuestra alteza
mucha parte, sin otras que yo le di figuradas, y él mandó hacer de
oro, así como imágenes, crucifijos, medallas, joyeles y collares y
otras muchas cosas de las nuestras que yo le hice contrahacer.."

"Demás de esto, me dió el dicho Mutezuma mucha ropa de


la suya, que era tal, que considerada ser toda de algodón y sin
seda, en todo el mundo no se podría hacer ni tener otra tal ni de
tan diversos y naturales colores ni labores [...] y había
paramentos para camas, que hechos de seda no se podrían comparar y
había otros paños como de tapicería que podían servir en salas o
en iglesias [...] y muchas otras cosas que por ser tantas y tales
no las sé significar a vuestra majestad [...] cuyo número es casi
infinito." (358).

Bernal Díaz calcula ese botín "sobre


seiscientos mil pesos, sin la plata y otras muchas riquezas, y no

356
.- SAHAGUN: Historia General.., libro 12, cap. 17, nos. 6 a 10, y cap. 18, nos. 1 y 4. pp. 113-4.

357
.- CORTES: Cartas.., 2a. Carta-Relación, p. 6l.

358
.- Ibidem.
cuento con ellos los tejuelos y planchas de oro y el oro en granos
de las minas.." (359). ¿Cuánto era eso, en términos de hoy?
Imposible contestarlo... Prescott, reduciéndolo a una cuarta
parte, lo estima en casi millón y medio de libras esterlinas de su
época, lo que es ciertamente una cantidad fabulosa, pero que nada
nos dice en realidad, pues para entenderla deberíamos calcular no
cuánto nos darían hoy por ese oro, sino cuánto compraba
entonces... y, así, resulta de dar vértigo: "Todavía a principios
del siglo siguiente -comenta, penetrante, don Lucas Alamán- vemos
a Enrique IV de Francia abrazando con entusiasmo a su ministro
Sully cuando le informó que, en virtud de una grande economía,
tenía el tesoro treinta y seis millones de libras, cerca de un
millón quinientas mil libras esterlinas.." (360). Es decir, que en
nuestros días esa riqueza equivaldría al monto de a lo menos todas
las reservas de una próspera nación europea, si no es que a cuatro
veces más... Una cantidad que hoy sumaría miles de millones.

Bastaba, ciertamente, para convertirlos a


todos en Cresos, pero muy distinto fue el resultado: Los indios,
que lo habían donado a Quetzalcóatl, presenciaron cómo sus
embajadores se lo apropiaban con la mayor frescura, y estos, a su
vez, manejaron ese erario con las mismísimas mañas que, para
nuestra desgracia, tanto había de conocer después México. Según
Bernal Díaz, antes de que se iniciase el reparto, ya se había
esfumado una tercera parte por obra y gracia de Cortés y sus
capitanes; luego "se sacó el real quinto, y luego Cortés dijo que
le sacaran a él otro quinto, como a su Majestad, pues se lo
prometimos en el Arenal [..] luego tras esto dijo que había hecho
cierta costa en la isla de Cuba, que gastó en la armada, que lo
sacasen del montón; y demás de esto, que se apartase del mismo
montón la costa que había hecho Diego Velázquez en los navíos
que dimos al través, pues todos fuimos en ello; y tras esto,
que para los procuradores que fueron a Castilla, y demás de esto,
para los que quedaban en la Villa Rica, y para el caballo que se
le murió, y para la yegua... etc., etc." (361). Total: las cuentas
del Gran Capitán, que produjeron para los soldados rasos apenas
unos 100 pesos. Eso era incomparablemente más entonces de lo que
es ahora, pero tan menos de lo que esperaban que muchos se negaron
a recibirlo, y no sin razón, pues como principio de justicia
distributiva chocaba bastante que a dos les tocasen dos quintas
partes, y a otros menos de dos diezmilésimas.

359
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 104, p. 203.

360
.- PRESCOTT WILLIAM H.: Historia de la Conquista de México, Anotada por don Lucas Alamán, con notas
críticas y esclarecimientos de Don José Fernando Ramírez. Editorial Porrúa, Colección "Sepan Cuantos.." no,
150, México 1970, libro 4, cap. 5, p. 313, nota.

361
.- DIAZ DEL C. Historia Verdadera.., cap. 105, p. 204.
Tan equitativos manejos de los fondos
públicos provocaron, obviamente, un descontento feroz, que los más
se tragaron "porque demandar justicia sobre ello era por demás"
(362), pero no faltaron los líderes que, ante la opresión del
proletariado, alzaran sus altruistas voces, con excelente
resultado... para ellos mismos, pues "Cortés secretamente daba a
unos y otros, por vía que les hacía merced, por contentarlos.."
(363). La historia, pues, de un proletariado convencido de que
esperar justicia es perder el tiempo, y de sus desinteresados
redentores que se compran y se venden, tiene rancia tradición
entre nosotros.
XXIV

EL TEZCATLIPOCA HISPANO

Convertir cuanto antes a México.- Jesucristo a la par con


Huitzilopochtli.- Expulsión de los españoles so pena de muerte.-
Dormir con armas y caballos ensillados.- 19 navíos y 1400
soldados.- Un Tezcatlipoca peor que los autóctonos.- Diplomacia
de Maquiavelo.- La confianza del invencible.- Dádivas quebrantan
peñas.- Defensor del honor regio.- La sorpresa que no existió.-
Los vizcaínos otomíes.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 179)

362
.- Ibidem.

363
.- Ibidem.
Cortés derrota y toma prisionero a Pánfilo de Narváez. Lienzo de Tlaxcala.

Después de tan pingüe saqueo pasó Cortés a la


parte más importante de su misión: el Bautismo de todos los
infieles, y pues que "no cesaba Montezuma de sus sacrificios, y de
matar en ellos personas" (364), acordaron ir a exigirle -como
dueños que ya se sentían de México- que derribase sus ídolos. El
le presume a Carlos V que los derribó personalmente, pero
distorcionando a su favor la realidad, pues, aunque es muy cierto
que lo hizo, eso sucedió mucho después, antes de la Noche Triste.
En esta ocasión, previendo ellos mismos que no lo iban a
conseguir, convinieron en que "si viésemos que se ponían en
defenderlo o que se alborotaban, que les demandase licencia para
hacer un altar en una gran parte del cu y poner un crucifjo y una
imagen de Nuestra Señora.." (365).

Y dicho y hecho: fueron con su amenaza y, al


toparse con una neta negativa, Cortés fingió que se encargaría de
convencer a los demás de que se conformasen con una capilla sobre
el Templo Mayor, sin quitar a Huitzilopochtli-Tezcatlipoca ni a
Tláloc. Ignoraba que ese era su estricto derecho, y, al acatarlo
los "papas" sin la menor dificultad, lo celebraron como un gran
triunfo, seguros de que la simple presencia física de las imágenes
iba a poner en fuga a los "demonios". "Y puesto nuestro altar
apartado de sus malditos ídolos y la imagen de Nuestra Señora y
una cruz y con mucha devoción, y todos dando gracias a Dios, dijo
misa cantada el padre de la Merced..." (366). Para remachar, como
en Cempoala, "mandó poner nuestro capitán a un soldado viejo para
que tuviese guarda en ello, y rogó a Montezuma que mandase a los
papas que no tocasen en ello, salvo para barrer y quemar incienso
y poner candelas de cera ardiendo de noche y de día, y enramarlo y
poner flores.." (367).

364
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 107, p. 207.

365
.- Ibidem, p. 208.

366
.- Ibidem.

367
.- Ibidem. Avidos de milagros, la cosa pareció demasido deslucida a otros
cronistas, como Andres de Tapia, Motolinía y Cervantes de Salazar, que inventaron
que Cortés sí derribó personalmente a los ídolos, y nada menos que ayudado por "los
ángeles que le sostenían en el aire, sin poderle estobar la pesadumbre de las armas
de que estaba armado", y también que sobrevino luego una sequía, terminada
súbitamente por intercesión de Cortés: "..en aquel tiempo faltaba el agua y
secábanse los maizales, y trayendo los indios muchas cañas de maíz que se secaban,
dijeron al capitán que si no llovía, que todos perecerían de hambre. Entonces el
Pero la venganza de los "demonios" se desató
por donde menos lo esperaban: Haber implantado la imagen de sus
dioses a la par de los locales finiquitaba la última diligencia
que podría justificar su presencia en Tenochtitlan, así que un
buen día Orteguilla (368), un paje que había pescado el suficiente
náhuatl para poder hacerla de espía, "vino y dijo que estaba muy
alterado y triste Montezuma, y que aquella noche y parte del día
habían estado con él muchos papas y capitanes muy principales, y
secretamente hablaban que no lo pudo entender." (369).

Se trataba de una sesión plenaria del


Tlatocan, en la que ordenaron a su Huey Tlatoani, en su calidad de
"Ministro de Relaciones Exteriores", que conminase a los
Quauhquauhnochtzin la orden perentoria de dejar la ciudad, so pena
de muerte. Al él transmitírselas, los españoles no entendieron
nada: no les cabía en la cabeza que pudiese nadie dar órdenes a un
emperador, de modo que la única explicación que encontraron fue la
sobrenatural: tenía que ser la furia de los diablos, al no poder
soportar la compañía del Crucifijo y de la imagen de Maria: ".. y
fue que como habíamos puesto en el gran cu el altar que hicimos,
la imagen de Nuestra Señora y la cruz, y se dijo el Santo
Evangelio y misa, parece ser que los Uichilobos y el Texcatepuca
hablaron con los papas y les dijeron que se querían ir de su
provincia, pues tan mal tratados son de los teules, y que donde
están aquellas figuras y cruz que no quieren estar.." (370). ".. el
diablo, como se le aparecía, puso muchas veces en corazón a
Moteczuma que matase a los españoles, o los echase de allí,

Marqués les dió confianza diciendo que ellos rogarían a Dios y a Santa María que les
diese agua, y a sus compañeros rogó que todos se aparejasen y aquella noche se
confesasen a Dios y le demandasen su misericordia y gracia. Y otro día salieron en
procesión, y en la misa se comulgó el capitán, y como estuviese el cielo sereno,
súpito vino tanta agua, que antes de que allegasen a los aposentos, que no estaban
muy lejos, ya iban todos hechos agua. Esto fue grande edificación y predicación a
los indios, porque desde allí en adelante llovió bien y fue muy buen año."
(MOTOLINIA: Carta al Emperador, de Tlaxcala 2 de enero de 1555, en Memoriales..,
apéndice documental, documento I, p. 422. Cfr. también Estudio Analítico, Apéndice
I, nos. 1 y 2, pp. LXXXIX a XCII.). Sin embargo, quien haya inventado eso, ni
siquiera se tomó la molestia de ser verosímil, pues eso tuvo que suceder a
principios -enero o febrero- de 1520, y en el clima monzónico de México en esos
meses no llueve ni se siembran sementeras.

368
.- De él informa más tarde Bernal Díaz: "Y pasó otro soldado anciano que trajo un su hijo que se decía
Orteguilla, paje que fue del gran Montezuma; así el viejo como el hijo murieron en poder de indios." (Ibidem,
cap.205, p. 571.).

369
.- Ibidem, cap. 108, p. 209.

370
.- Ibidem.
diciendo que si no lo hacía, se iría y no le hablaría más, por
cuanto le atormentaban y daban enojo las misas, el evangelio, la
cruz y el bautismo de los cristianos." (371).

Cortés no tenía la menor intención de


retirarse de su conquista, pero no pudo sino agradecer a
Motecuhzoma su aviso y excusarse patentizando que no podía
obedecer por falta de naves. Inmediatamente obtuvo todos los
carpinteros que quisiese, y pronto dos españoles, Martín López y
Andrés Nuñez, salieron con ellos a Veracruz donde, en efecto,
empezaron a aprestar tres navíos, aunque con instrucciones de
nunca acabarlos (372), mientras los que quedaban en México
empezaron a caer presa del delirio de persecución, bajo la agria
mirada de "los Uichilobos y el Texcatepuca": ".. andábamos todos
en aquella gran ciudad tan pensativos, temiendo que de una hora a
otra nos habían de dar guerra, y nuestros naborías de Tlaxcala y
doña Marina así lo decían al capitán [...] de día ni de noche no
se nos quitaban las armas, y con ello dormíamos [...] y los
caballos ensillados..." (373). De dueños y señores habían pasado a
víctimas acosadas de esos "demonios"... Dios, que siempre los
había ayudado, no podía ahora fallarles. Sin su auxilio ya nada
podían, de modo que debía llegarles, y ya, de donde fuese...

Y les llegó, y en forma clamorosa, o al menos


así lo creyeron al informarles Motecuhzoma, y confirmarlo ellos
después por un correo de Veracruz, que habían atracado "19 navíos
y con mil cuatrocientos soldados, en que traían sobre veinte tiros
y mucha polvora, y todo género de aparejos de piedras y pelotas
[..] ochenta de a caballo, y noventa ballesteros, y setenta
escopeteros." (374). Mas, para su desmayo, pronto averiguaron que
esas tropas no venían con vítores y aplausos de parte del Rey,
sino enviadas por Rodríguez de Fonseca y Diego Velázquez y con
orden de apresarlos o matarlos... (375). Todos los temores de un
ataque indio eran ahora nada ante la inevitabilidad de ese enemigo
blanco; ¡Ese Tezcatlipoca coterráneo se perfilaba mil veces más
ominoso que todos los autóctonos!
371
.- LOPEZ DE GOMARA: Historia de la Conquista.., cap. 94, pág. 149.

372
.- "..que hiciese muestra, como cosa de burla, que los labraba, porque lo supiese el gran Montezuma.."
(DIAZ DEL CASTILLO: Historia Verdadera, cap. 108, p. 210), aunque el auténtico terror de los españoles hizo que
no lo obedecieran: "..muy secretamente me dijo Martín López que de hecho y aprisa los labraba, y así los dejó
en astillero, tres navíos." (Loc. cit.).

373
.- Ibidem, p. 210.

374
.- Ibidem, cap. 109, p. 211.

375
.- "..le envió el mismo obispo, en aquella sazón, muchos favores a Diego Velázquez y aviso y mandado para
que nos enviase a prender y que él le daría desde Castilla todo favor [..] para que le llevasen presos a Cortés
y a todos nosotros sus capitanes y soldados, o, al menos, no quedásemos algunos con las vidas.." (Ibidem.).
Nuevamente, todo lo logrado parecía a punto
de desvanecerse. Entregarse a Pánfilo de Narváez, jefe de los
atacantes y sobrino de Velázquez, quedaba fuera de toda discusión:
era para Cortés la prisión y la muerte, y también la prisión para
los demás, o al menos la pobreza. Enfrentársele, locura: los
superaban abrumadoramente en número y armamento, amén de que esa
lucha desvanecería la imagen de legitimidad de la embajada, los
indios comprobarían la realidad y debilidad de los blancos, y
podrían exterminarlos a todos por igual... ¿Qué hacer, pues? ¿¡Qué
hacer!?

En realidad las cosas no estaban tan


desperadas, pues incluso venía con Narváez un Oidor de Santo
Domingo con la intención expresa de evitar un enfrentamiento. Esto
obedecía a que, aunque Rodriguez de Fonseca y Velázquez estaban
furiosos contra Cortés y todos los suyos, tuvieron éstos a su
favor que sus regalos en alguna forma ya habían empezado a
funcionar: Al enterarse en Santo Domingo de los preparativos de
Velázquez, como ellos no tenían ninguna inquina personal contra
Cortés y sí deseaban no comprometer la pingüe conquista que ya
estaba iniciando, mandaron advertir a Velázquez que su acción era
ilegal, que no tenía ningún derecho a hacerse justicia por su mano
y que, si tenía algún agravio, debía ventilarlo ante ellos, en un
tribunal. Este, sintiéndose apoyado por su padrino Rodríguez de
Fonseca y sabedor que en un juicio de ese entonces las cosas
llevarían años y ganaría el que más sobornos aportase, no les hizo
el menor caso, seguro también de que, si triunfaba, la sentencia
se alinearía indefectiblemente de lado del vencedor, de modo que
casi despobló Cuba para asegurarse serlo él (376)... pero no contó
con la genialidad y maquiavelismo de Cortés.

Bernal Díaz dedica 16 minuciosos capítulos,


del 109 al 125, al "affaire Narváez", importantísimo para él y los
suyos, que son del todo recomendables de leerse íntegros, para ver
las mil intrigas, traiciones y enredos que se desarrollaron y que
nos pintan a un Cortés tan genial y hábil como liberado de todo
escrúpulo moral. En un muy breve resumen, digamos que la tropa

376
.- "Pues como lo supieron la real Audiencia y tenían memoria de los muchos y buenos y leales servicios
que hacíamos a Dios y a su Majestad, y habíamos envíado nuestros procuradores con grandes presentes a nuestro
rey y señor, y que Diego Velázquez no tenía razón ni justicia para que con su mano armada venga a tomar
venganza, sino que por justicia lo demandase, y que si venía con la armada que era un gran estorbo para nuestra
conquista, acordaron enviar a un licenciado que se decía Lucas Vázquez de Ayllón, que era oidor de la misma
real Audiencia, para que estorbase la armada a Diego Velázquez y no la dejase pasar, y que sobre ello pusiese
grandes penas [...] y por más penas y requerimientos que le hizo y puso, no aprovechó cosa ninguna, como Diego
Velázquez era tan favorecido del obispo de Burgos y había gastado cuanto tenía en hacer aquella gente de guerra
contra nosotros, no tuvo todos los requerimientos que le hicieron en una castañeta, en nada, antes se mostró
muy bravoso. Y después que aquello vió el oidor, vínose con el mismo Narváez para poner paces y dar buenos
conciertos entre Cortés y Narváez." (Ibidem, pp. 211-212).
entera de Tenochtitlan se alineó con él, aún Velázquez de León,
pariente cercano de su archienemigo, y contó también con la
endémica corrupción castellana para todo lo que fueran asuntos del
Gobierno. Héroes y mártires en su religión, en política los
conquistadores ya eran desde entonces tan cínicos y convenencieros
como tantos de sus modernos sucesores. Afectando lealtad
inconmovible al Rey, hacían de él un término tan abstracto, tan
elástico y casi tan vacío de sentido como hoy "el Partido", o "la
Revolución", (El aprecio en que tenían sus leyes lo indica su
elocuente dicho de "Acátense, pero no se cumplan" (377), usándolo
para justificar todo lo que se les antojara, como ya vimos hacerlo
a Cortés. En las lealtades subalternas podían ser fidelísimos a
las personas, pero menos que poco a la autoridad como tal,
cambiando de bandera a cada pujo del mejor postor... igual que hoy
vemos a algún inmaculado lider estudiantil, vibrante y conmovedor
en su juvenil violencia contra la asquerosa corrupción reinante...
que a la vuelta de un sexenio y con la misteriosa alquimia de los
millones, se metamorfosea en un funcionario más odioso venal que
sus antecesores contra los que se levantó.

Narváez, con la confianza -y también con la


despreocupada ceguera- del invencible, despachó a un notario, a un
capellán y a cuatro soldados a intimar la rendición a los de
Veracruz (378). Sandoval, el nuevo comandante, no sólo no se
rindió, sino que expidió a los seis en calidad de fardos -"en
379
hamaquillas de redes, como ánimas pecadoras" ( )- a ir con su
embajada al propio Cortés. Este los recibió con mil honores y
zalemas, les mostró la ciudad y detalló lo que había logrado,
deslumbrándolos por completo, y así, en apenas dos días y gracias
también a abundantes "mordidas", los trocó de enemigos en

377
.- Absurdo como suena, ese principio era "legal". Los Reyes Católicos al mandar a Nicolás de Ovando como
Gobernador, le autorizaron expresamente a suspender la ejecución de las leyes cuando él, por estar sobre el
terreno, constatase que eran perjudiciales para la Corona. Igualmente a Diego Colón, el l5 de diciembre de
1518, se le dice: ".. porque podría ser que al no ser yo bien informado, mande despachar algunas cartas para
las dichas Indias, en cosa que viniese perjuicio a nuestro servicio, yo vos mando que veáis las tales cartas y
las obedescáis y en cuanto al cumplimiento nos lo hagáis luego saber.." (Cfr. TORO ALFONSO: Historia de México,
3 vol., Editorial Patria, 4a. edición, México 1946, II tomo, cap. 13, p. 494.)

El principio, pues, estaba bien: se trataba de una "Epiqueya" o una "Apelación al legislador mejor
informado"; pero hubiera requerido de santos para su eficaz aplicación. El resultado fue la demagogia
institucional de un Corpus Legislativo maravilloso, como fueron en el papel las Leyes de Indias, sobre todo en
cuanto a proteger y favorecer a los indios, y una situación real desesperada de los "protegidos y
favorecidos"... historia que a los mexicanos actuales también nos suena a conocida.

378
.- "..acordó de enviar a la Villa a un clérigo que se decía Guevara, que tenía buena expresiva, y a otro
hombre de mucha cuenta, que se decía Anaya, pariente de Diego Velázquez, y a un escribano que se decía Vergara
y tres testigos.." (Ibidem, cap. 111, p. 214).

379
.- Ibidem, p. 215.
incondicionales, convencidos de que la tierra era amplísima y no
debían los recién llegados perder tiempo y energías en pelearse,
sino lanzarse a conquistar nuevos reinos... Y desde luego,
también, si alguno quería pasarse con él, bienvenido:
"Y desque el clérigo y los demás sus
compañeros vieron a México ser tan grandísima ciudad, y la riqueza
de oro que teníamos, y otras muchas ciudades en el agua de la
laguna, y todos nuestros capitanes y soldados y la gran franqueza
de Cortés, estaban admirados; y a cabo de dos días que estuvieron
con nosotros, Cortés les habló de tal manera, con prometimientos y
halagos, y aun les untó las manos de tejuelos y joyas de oro, y
los tornó a enviar a su Narváez con bastimento que les dio para el
camino, que donde venían muy bravosos leones, volvieron muy
mansos, y se le ofrecieron por servidores; y así como llegaron a
Cempoal y dieron relación a su capitán, comenzaron a convocar a
todo el real de Narváez que se pasasen con nosotros.." (380).
¡Verdaderamente un curioso final de un ultimatum de rendición!
Amén que le informaron que "Narváez no venía bien quisto con sus
capitanes y que les enviase algunos tejuelos y cadenas de oro,
porque dádivas quebrantan peñas." (381).

Esa labor de zapa prosiguió, sistemática, con


cada enviado de Narváez, que volvía lleno de oro y transformado en
quintacolumnista (382), ayudado, además, por los que también envió
Cortés, cargados de riquezas para engatusar nuevas defecciones.
Tres soldados suyos, "que ya sabían la lengua" (383), se pasaron a
Narváez; pero cinco de los de éste se pasaron a Cortés aun desde
antes de cualquier enfrentamiento, sobre todo porque tuvo la
temeridad de enfrentarse, aprisionar y desterrar a Lucas Vázquez
de Ayllón, el Oidor que era superior suyo y de Velázquez (384), y

380
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. lll, pp. 215-6.

381
.- Ibidem, cap. 212, p. 216.

382
.- Por ejemplo, con un Alonso de Mata y cuatro testigos más, "..apartadamente habló con ellos y les tomó
la manos y les dió cierto oro; y luego se volvieron a su Narváez diciendo bien de Cortés y de todos nosotros. Y
como muchos de nuestros soldados por gentileza llevábamos en las armas joyas de oro y cadenas y collares al
pescuezo, y aquellos que venían a notificar los papeles las vieron, dicen en Cempoal maravillas de nosotros; y
muchos había en el real de Narváez, personas principales, que querían venir a traer pac es y tratarlas con
Cortés, y después que todos los veían ir ricos." (Ibidem, cap. 115, p. 223.).

383
.- Ibidem, cap. 110, p. 213.

384
.- A los ruegos de Cortés "Narváez no quiso dar oídos, porque con facilidad entendió que pudiese prender
a Cortés, echando fama entre los naturales que era fugitivo, ladrón y traidor a su rey, que él no venía más que
a cortarle la cabeza y poner en libertad a Motecuhzoma, porque su señor el rey estaba muy indignado del agravio
de que Cortés había recibido, enviando a congraciarse con Motecuhzoma; por lo cual se enojaron con él muchos de
los que iban en su compañía, y el oidor Ayllon le puso pena de muerte de parte del rey que no tratase el
negocio tan pesadamente, porque de ello se ofendían Dios y el rey muy mucho, pues impedía el bautismo y
practicamente todos los demás, que habían venido pensando en
enriquecerse rápida y fácilmente con los despojos del rebelde,
tomaron nota mental de que enfrentarse con él suponía ahora pelear
contra toda la tierra, que ya lo reconcía como soberano, y quizá
incluso contra el Rey de España, que no iba a quedar nada contento
del trato dado a su Oidor, así como de la conveniencia de estar
del lado del que podía ya cubrirlos de oro y de feudos, de modo
que "deseaban ya estar en nuestro real" (385). Uno de ellos, Andrés
del Duero, cuando ya Cortés venía contra ellos con magras tropas
(386), pero magníficamente armado del irresistible metal amarillo,
con el pretexto de ir a ver si conseguía su sometimiento, fué de
hecho a reclamarle la parte del botín a que sentía tener derecho,
por el convenio que ya vimos habían hecho a trasmano en Cuba.
Cortés poco le dio, pero le prometió la luna y las estrellas, a
cambio de lo cual Duero lo puso al tanto con lujo de detalles de
cuanto podía precisar para atacar el campamento por sorpresa y se
comprometió a sonsacar a cuantos hiciera falta para apresar o
asesinar a Narváez (387).

Cortés definió su postura en una carta,


enviada poco antes de atacar, en la que genialmente mezcla
adulaciones, amenazas y sobornos, haciéndose él el ofendido y
constituyéndose campeón de la justicia y del honor regios. No
esperaba, por supuesto, convencer a Narváez, pero sí quedar bien
con el Rey y dar a las tropas de su enemigo un muy buen pretexto
para traicionarlo, cosa que logró a la perfección:
"Que nos habíamos holgado de su venida, y creíamos que
con su generosa persona haríamos un gran servicio a

conversión de aquellas gentes: por cuya causa le prendió y envió a Diego Velázquez; pero él se soltó y vino a
Santo Domingo. Pasó a tanto el atrevimiento de Narváez, que hizo proceso en forma contra Cortés; y por su
sentencia le condenó a muerte, y publicó guerra contra él, de lo que se reían los de Veracruz y aun los mismos
que traía consigo.." (IXTLILXOCHITL: Obras Históricas, tomo 2o.: Historia de la Nación Chichimeca, cap. 87,
pp. 226-7).

385
.- DIAZ DEL CASTILLO: Historia Veradera, cap. 112, p. 217.

386
.- .- "..doscientos sesenta y seis, contados atambor y pífano, sin el fraile, y con cinco de a caballo, y
dos tirillos y pocos ballesteros y menos escopeteros.." (Ibidem, cap.118, p. 228).

387
.- "...y so color que venía a poner paces y a favorecer a Narváez, en lo que entendió era demandar la
parte de la compañía [...] y como Cortés era sagaz y mañoso, no solamente le prometió de darle gran tesoro,
sino que también le daría mando en toda la armada, ni más ni menos que su propia pers ona, y que después de
conquistada la Nueva España le daría otros tantos pueblos como a él, con tal que tuviese concierto con Agustín
Bermúdez, que era alguacil mayor del real de Narváez, y con otros caballeros que aquí no nombro, que estaban
convocados para que en todo caso fueran a desviar a Narváez para que no saliese con la vida y con honra, y que
le desbaratase; y como a Narváez tuviese muerto o preso, y deshecho a su armada, que ellos quedarían por
señores y partirían el oro y pueblos de la Nueva España. Y para más atraerle y convocar a los que tengo dicho,
le cargó de oro sus dos indios de Cuba." (Ibidem, cap. 119, p. 228).
Dios y a Su Magestad, y que no nos ha querido responder
cosa ninguna, antes nos llama de traidores, siendo muy
leales servidores del rey, y que ha revuelto toda la
tierra con las palabras que envió a decir a Montezuma,
y que le envió Cortés a pedir que escogiese la
provincia que en cualquiera parte que quisiese quedar
con la gente que tiene, o fuese adelante, y que
nosotros iríamos a otras tierras y haríamos lo que
buenos servidores de Su Majestad somos obligados, y que
le hemos pedido por merced que si trae provisiones de
Su Majestad que envíe los originales para ver y
entender si vienen con la real firma, y verlo y qué es
lo que en ellas se contiene, para que luego que lo
veamos los pechos por tierra obedecerla; y que no ha
querido hacer lo uno ni lo otro, sino tratarnos mal de
palabra y revolver la tierra; que le pedimos y
requerimos de parte de Dios y del rey nuestro señor que
dentro en tres días envíe a notificar los despachos que
trae con escribano de Su Majestad, y que lo cumpliremos
como mandado de nuestro rey y señor todo lo que en sus
reales provisiones mandare [...], y que si no trae las
provisiones y se quisiere volver a Cuba, que se vuelva
y no alborote más la tierra, con protestación que si
otra cosa hace, que iremos contra él a prenderle y
enviarlo preso a nuestro rey y señor, pues sin su real
licencia nos viene a dar guerra y a desasosegar todas
las ciudades, y todos los males y muertes y fuegos y
menoscabos que sobre esto acaecieren que sea a su cargo
y no al nuestro. Y esto se escribe ahora por carta
mensiva, porque no osa ningún escribano de Su Magestad
írselo a notificar por temor no les acaezca el gran
desacato como el que se tuvo con un oidor de Su
Majestad; y por donde se vió tal atrevimiento de
enviarle preso, y que allende de lo que dicho tiene,
por lo que es obligado a la honra y justicia de nuestro
rey, que le conviene castigar aquel gran desacato y
delito como capitán general y justicia mayor que es de
esta Nueva España, le cita y emplaza para ello, y se lo
demandará usando de justicia, pues es crimen lege
magestatis [Sic, por "laesae magestatis"] en lo que ha
tratado y que hace a Dios testigo de lo que ahora
dice." (388).

Narváez se sentía tan seguro que hubieron de


presionarlo para por fin "pregonar guerra contra nosotros a fuego
y sangre y a toda ropa franca" (389) "como si fuéramos moros" (390).

388
.- DIAZ DEL C. Historia Verdadera, cap. 116, pp. 224-225.

389
.- Ibidem, cap. 21, p. 234.
La sorpresa, de hecho, no existió sino para él: Cuando Cortés por
fin atacó Cempoala en una noche de tormenta, aunque un centinela
los había puesto sobre aviso y los indios los tenían continuamente
informados, los de Velázquez apenas si quemaron una poca de
pólvora para salvar las apariencias, celebrando al día siguiente
su derrota con tanto descaro de pífanos y tambores, que hasta sus
vencedores llegaron a sentirse molestos. Cuando Narváez, con un
ojo reventado y cubierto de grillos, quiso al menos aliviar sus
despecho soltándole a Cortés: "-¡Tened en mucho esta victoria que
de mí habéis habido y en tener presa mi persona!", éste pudo
contestarle que eso "era una de las menores cosas que había hecho
en Nueva España" (391).. Y tenía razón: no hay enemigo más cómodo
que el que quiere ser vencido.

Tan fácil fue el asunto que le produjo otros


problemas: Había ocultado cuidadosamente todas sus trapizondas a
los suyos propios, cosa que le pareció excelente a Bernal Díaz:
"..jamás nos dijo, tengo tal concierto en el real hecho, ni fulano
ni zutano es en nuestro favor, ni cosa ninguna de éstas, sino que
peleásemos como varones, y esto de no decirnos que tenía amigos en
el real de Narváez fue de muy cuerdo capitán, que por aquel efecto
no dejásemos de batallar como muy esforzados y no tuviésemos
esperanza en ellos, sino después de Dios en nuestros grandes
ánimos."; pero ya no le pareció tan excelente que luego de la
"victoria" no los dejara saquearlos, como era oficial que habían
pretendido hacer ellos, antes exigiera que les devolvieran lo que
ya les habían quitado (392), y menos aún que cubriera de halagos y
regalos no a ellos, los vencedores, sino a los "vencidos" (393);
pero a esto "respondió Cortés que todo cuanto tenía, así persona
como bienes, era para nosotros, y que al presente no podía más
sino con dádivas y palabras y ofrecimientos honrar a los de
Narváez, porque, como son muchos y nosotros pocos, no se
levantasen contra él y contra nosotros y le matasen." (394).

390
.- Ibidem, cap.122, p. 236.

391
.- Ibidem, cap. 123, p. 240.

392
.- ".. pues que en el real de Narváez pregonaron guerra
contra nosotros y a ropa franca, y con aquella intención nos
venían a prender y tomar lo que teníamos, y que siendo nosotros
tran grandes servidores de Su Majestad, nos llamaban traidores, y
que no se las queríamos dar. Y Cortés todavía porfiaba a que se
las diésemos, y como era capitán general, húbose de hacer lo que
mandó.." (Ibidem, cap. 124, p. 243.).
393
.- ".. todas las joyas de oro .. y bastimentos daba a los capitanes de Narváez, y que como si nos
conociera así nos olvidaba, y que no era bien hecho, sino muy grande ingratitud.." (Ibidem.).

394
.- Loc. cit.
ILUSTRACION
(Libro negro, página 189)

Españoles tocando el pífano y el tambor. C. Florentino

Según Bernal Díaz, Narváez se había


comunicado directamene con Motecuhzoma, ofreciendo liberarlo y
prender a su carcelero; pero él, que había recurrido antes a todos
los medios y a todos los dioses para rechazar a Cortés, ya no
intentó siquiera aprovecharse de ese inesperado anti-Quetzalcóatl
que le presentaba en bandeja de plata lo que tanto había anhelado:
Había perdido su batalla, su carrera estaba consumada, estaba
prisionero y la única puerta honorable era la muerte. No sólo
aceptó la boba explicación de Cortés a la incriminación de traidor
que le hacían los nuevos teules, desechándola en términos de los
eternos provincialismos peninsulares: ".. nosotros somos de
Castilla la Vieja, y nos dicen castellanos, y aquel capitán que
está en Cempoala y la gente que tráe, es de otra provincia que
llaman Vizcaya, y se llaman vizcaínos, que hablan como los
otomíes.." (395), sino que ofreció la ayuda de sus propios
guerreros a ese Cortés-Malinche-Quetzalcóatl de cuya fidelidad ya
nada, sino la muerte, podría excusarlo.
XXV

395
.- Ibidem, cap. 115, p. 22l.
QUETZALCOATL QUEBRANTA EL PACTO

La Pascua mexicana.- Balde de agua fría.- No podía no existir la


conspiración.- El honor mexicano no ataca sin guerra.- La
matanza del Templo Mayor.- Lujo de mala fe.- No hacerles el
juego.- "-¡Ya no somos sus vasallos!".

ILUSTRACION
(Libro negro, página 191)

Matanza del Templo Mayor. Atlas de Durán, lam. 29, cap. 75.

"Al quinto mes llamaban Tóxcatl. El primer día de este


mes hacían gran fiesta a honra del dios llamado Titlacauan y por
otro nombre Tezcatlipoca: a éste tenían por dios de los dioses
[..] Esta fiesta era la principal de todas las fiestas: era como
pascua..." (396).

"Motecuzoma dijo a Malintzin: -Favor de que oiga el


dios: ha llegado la fiesta de nuestro dios, es de ahora a diez
días [..] Harán incensaciones y solamente bailaremos [..] Aunque
haya un poco de ruido, eso será todo.." (397).

396
.- SAHAGUN: Historia General.., libro 2, cap. 5, no. 1, p. 81.

397
.- AUBIN, CODICE: Aztekisches Manuskript für die Königliche Bibliotek in Berlin, México, den 2 april
1840. Publicado por Antonio Peñafiel en 1902 y republicado por Editorial Innovación en México, 1919. Tiene los
Muy lejos estaba Cortés de acordarse de haber
dado esa autorizacion antes de salir de México, cuando, sentado en
un sitial y cubierto de seda, recibía el besamanos de sus nuevas
tropas (398). Ahí, en Cempoala, había iniciado lo que parecía una
locura, ahí había regresado a combatir a un enemigo que, aunque
invencible por el hierro, se había sometido gustoso ante el oro, y
ahora se veía al frente de un ejército en toda forma, como jamás
lo había visto el Nuevo Mundo... Al dulce ritmo de sus ensueños,
empezó a sentirse dueño efectivo de ese inmenso país, y hasta como
tal dispuso expediciones al Pánuco y a Coatzacoalcos, y que
algunas de sus recién adquiridas naves -con tripulacion de los
suyos, por si las dudas- se hiciesen a la vela rumbo a Jamaica, en
pos de plantas y animales para empezar en firme la colonización...
Así, en el ápice de su gloria, le cayó el inesperado balde de agua
helada de enterarse de que en México ardía la rebelión, y que el
incendio amenazaba propagarse por todas partes.

Y ese gélido chaparrón le llegó de una


singularísima fuente: Fue uno de sus soldados, con facultades
paranormales de clarividencia, quien le comunicó la primera
noticia: "Estando nosotros en aquel placer y regocijo -narra Fr.
Francisco de Aguilar- Botello Puerto de Plata, montañés e
hijodalgo, llamó y se llegó al capitán Cortés y le dijo estas
palabras: señor no os detengáis mucho, porque sabed que don Pedro
de Alvarado, vuestro capitán que dejaste en la ciudad de México,
está en muy gran peligro, porque le han dado gran guerra y le han
muerto un hombre, y le entran con escalas, por manera que os
conviene dar prisa. Todos se espantaron cómo aquel lo sabía y
decíase que tenía familiar." (399). No mucho después se lo
confirmaron de fuente más convencional: ".. vienen nuevas que
México está alzado, y que Pedro de Alvarado está cercado en su
fortaleza y aposento, y que le ponían fuego por todas partes en la
misma fortaleza, y que le han muerto siete soldados, y que estaban
otros muchos heridos, y enviaba a demandar socorro con mucha
instancia y prisa. Y esta nueva trajeron dos tlaxcaltecas, sin
carta ninguna, y luego vino una carta con otros tlaxcaltecas que
envió Pedro de Alvarado, en que decía lo mismo [...] Y también en
ese instante, ya que queríamos partir, vinieron cuatro grandes

dibujos originales y el texto náhuatl con una malísima traducción. La traducción citada está en LEON PORTILLA:
Visión de los Vencidos, U.N.A.M., Biblioteca del Estudiante Universitario no. 81, México 1969, cap. 9, p. 87.

398
.- ".. iban a besar las manos a Cortés, que estaba sentado en una silla de caderas con una ropa larga de
color como naranjada con sus armas debajo, acompañado de nosotros. Pues ver la gracia con que les hablaba y
abrazaba, y las palabras de tantos cumplimientos que les decía, era cosa de ver, y qué alegre estaba, y tenía
mucha razón de verse en aquel punto tan señor y pujante." (DIAZ DEL C, Historia Verdadera.., cap. 121, p.
241.).

399
.- AGUILAR: Relación.., 6a. Jornada, p. 85.
principales, que envió en gran Montezuma ante Cortés. a quejarse
[..] que Pedro de Alvarado salió de su aposento con todos los
soldados que le dejó Cortés, y sin causa ninguna dio en sus
principales y caciques que estaban bailando y haciendo fiesta a
sus ídolos Uichilobos y Tezcatepuca.." (400).

Y en efecto, al mando de "Tonatiuh" "el Sol",


como llamaban los indios a Pedro de Alvarado por su pelo rubio
(401), en Tenochtitlan habían quedado 80 "soldados que no tuviesen
disposición de ir a aquella jornada. También [...] las personas
sospechosas que sentíamos ser amigos de Diego Velázquez" (402), y
si ya de por sí estaban muertos de miedo, pronto cayeron víctimas
de una auténtica psicosis de terror, con los tlaxcaltecas
calentándoles la cabeza todos los días (403): Ellos y Marina, que a
fuer de indios estaban del otro lado de la muralla de cristal,
para nada compartían la confianza de Cortés por el hecho de que
Motecuhzoma hubiese jurado vasallaje, antes veían con pavor que el
año de Quetzalcóatl había terminado, que puntualmente había
aparecido un Tezcatlipoca blanco, que quizá ya había liquidado a
"su" Quetzalcóatl-Cortés, y que se acercaba la fiesta de Tóxcatl,
el punto cronológico de la máxima fuerza de Tezcatlipoca, en cuya
propia casa estaban metidos, fuerza que sin duda usaría contra
ellos... Como les constaba que habían exasperado a los mexicas
más allá de cualquier paciencia, simplemente ¡no podía no existir
una conspiración! Algo los consolaba saber que NO se verificarían
los sacrificios de Tlitacauan ni de Ixteocale, dos jóvenes
bellísimos que durante el año habían sido dioses vivos; pero eso
no era suficiente: había que prever lo peor, y adelantársele.

La tal conspiración, sin embargo, no


solamente no existía, sino muy al contrario, Motecuhzoma tenía no
pocos problemas para apaciguar a los suyos que, con sobrada razón,
la temían, pero en su contra: ".. Así se hizo en Cholula: no más
los encerraron en una casa. ¡También a nosotros se nos han puesto
difíciles las cosas! ¡Que en cada pared estén escondidos los
escudos! Dijo entonces Moctezuma: ¿Es que estamos acaso en guerra?

400
.- DIAZ DEL C., Historia Verdadera.., cap. 124, p. 244.

401
.- ".. seria de obra de 34 años cuando acá pasó; fue de muy buen cuerpo y bi en proporcionado, y tenía el
rostro y la cara muy alegre, y en el mirar muy amoroso, y por ser tan agraciado le pusieron por nombre los
indios mexicanos Tonatio, que quiere decir el sol; era muy suelto y buen jinete.." (Ibidem, cap. 206, p. 575.).

402
.- Ibidem, cap. 114, p. 220.

403
.- "...los indios de Tlaxcalan dijeron a los españoles que no consintiesen hacer aquello, porque los
querían matar, lo cual era traición que les levantaban los tlaxcaltecas, porque viendo que no habían ejecutado
sus intenciones ni habían robado cosa ninguna de los mexicanos, andaban pensando cómo pudieran resolver a los
españoles con los mexicanos para poder ellos robar." IXTLILXOCHITL: Obras Históricas, Tomo I, Relación Sumaria
de las Cosas de la Nueva España, no. 6, p. 289.
¡Haya confianza!" (404): Por ningún motivo podría decirse que el
honor mexicano se mancilló jamás violando el pacto: ¡Sin guerra NO
se podía atacar!

Mas los aztecas no eran los únicos que se


acordaban de Cholula: también Alvarado la tenía presente... y
decidió repetirla (405), ya que "sabía muy de cierto que en
acabando las fiestas y bailes y sacrificios que hacían a su
Uichilobos y a Tezcatepuca, que luego le habían de venir a dar
guerra [...] que por esto se adelantó a dar en ellos." (406). Dicha
fiesta empezaba desde la noche anterior, con un baile gigantesco
en el que participaba lo más granado de la milicia mexicana: "Toda
la gente del palacio y la gente de guerra, viejos y mozos,
danzaban.." (407) "ocho o diez mil varones ilustres, todos gente de
sangre y nombradía" (408), y contra ellos, totalmente inermes, como
no fuera por sus bastones de oyámetl, se ensañó la famosa "matanza
del Templo Mayor":

"... Pedro de Alvarado mandó poner a las


cuatro puertas del patio cuarenta soldados, diez a cada puerta,
para que por allí ninguno se le fuese, y mandó a otros diez que
[...] matasen al que tañía el tambor y luego, tras él, a todos los
circunstantes. Lo cual los <<predicadores del Evangelio de
Jesucristo>> -o, por mejor decir, ministros de iniquidad- sin
ninguna tardanza hicieron, entrando entre aquellos desventurados,
desnudos en cueros, con solamente una manta de algodón a las
carnes, sin tener en las manos sino rosas y plumas, con que
bailaban, los metieron todos a cuchillo" (409), matanza tan
magistralmente descrita por sus propias víctimas "con un realismo
comparable al de los grandes poemas épicos de la antigüedad
clásica" (410), que vale la pena transcribirla, tomando libremente

404
.- Códice Aubin, p. 98.

405
.- Ixtlilxóchitl, que en general no es favorable a los mexicanos, afirma a este respecto de: ".. Y fue
que ciertos tlaxcaltecas, (según las historias de la ciudad de Tetzcuco que son las que yo sigo, y la carta que
otras veces he referido), por envidia, lo uno acordándose que en semejante fiesta los mexicanos solían
sacrificar gran suma de cautivos de la nación tlaxcalteca, y lo otro que era la mejor ocasion que ellos podían
tener para poder henchir las manos de despojos y hartar su codicia y vengarse de sus enemigos [..] fueron con
esta invencion al capitán Pedro de Alvarado, que estaba en lugar de Cortés, el cual no fue menester mucho para
darles crédito, porque tan buenos filos y pensamientos tenía como ellos.." (IXTLILXOCHITL: Historia de la
Nacion Chichimeca, o. c., II Tomo, cap. 88, p. 228.)

406
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera, cap. 125, p. 246.

407
.- SAHAGUN: Historia General.., libro 2, cap. 24, no. 50, p. 111.

408
.- DURAN: Historia.., Tono II, cap. 75, nop. 13,. p. 548.

409
.- Ibidem.
del Códice Aubin y de Sahagún:

"Luego comienza el canto y el baile.


Va guiando a la gente un joven capitán;
tiene su bezote ya puesto:
su nombre Cuatlázol, de Tolnáhuac [...]"

"Mientras se está gozando de la fiesta,


ya se enlaza un canto con otro,
y los cantos son como un estruendo de olas,
en ese preciso momento
los espáñoles toman la determinación de matar a la gente.
Luego vienen hacia acá,
todos vienen en armas de guerra,
uno a uno van saliendo los cristianos,
van pasando entre la gente,
vienen a cerrar las salidas, los pasos, las entradas;
de cuatro en cuatro fueron a apostarse en las entradas."

"Entonces van a dar un golpe al que está guiando la danza.


Un español golpéa en la nariz a la imagen del dios.
Dieron un tajo al que estaba tañendo:
le cortaron ambos brazos.
Luego lo decapitaron:
lejos fue a caer su cabeza cercenada.
Al momento a todos acuchillan,
alancean a la gente y les dan tajos,
con las espadas los hieren."

"A algunos les acometieron por detrás,


inmediatamente cayeron dispersas sus entrañas.
A otros les desgarraron la cabeza,
les rebanaron la cabeza,
enteramente hecha trizas quedó su cabeza.
Pero a otros les dieron tajos en los hombros:
hechos grietas, desgarrados quedaron sus cuerpos.
A aquellos hieren en los muslos,
a estos en las pantorrillas,
a los de más allá en pleno abdomen.
Todas las entrañas cayeron por tierra."

"Y había algunos que aun en vano corrían:


iban arrastrando los intestinos,
y parecían enredarse los pies en ellos.
Anhelosos de ponerse a salvo, no hallaban a donde dirigirse,
pues algunos intentaban salir:
allí en la entrada los herían, los apuñalaban.
Otros escalaban los muros;

410
.- LEON PORTILLA: Visión.., cap. 9, p. 76.
pero no pudieron salvarse.
Otros se entremetieron entre los muertos,
se fingieron muertos para escapar;
pero si alguno se ponía de pie,
lo veían y lo acuchillaban."

"Entonces atacan solamente con palos de abeto;


pero cuando ven, ya están hechos trizas por las espadas."

"La sangre de los guerreros cual si fuera agua corría:


como agua que se ha encharcado,
y el hedor de la sangre se alzaba al aire,
y de las entrañas que parecían arrastrarse."

"Y los españoles andaban por doquiera,


por doquiera lanzaban estocadas, buscaban cosas:
por si alguno estuviera oculto por ahí,
por doquiera anduvieron, todo lo escudriñaron.." (411).

Y ya drogados por el sabor de la sangre,


continuaron, enloquecidos, asesinando a todo el que se les puso
enfrente, aun a sus propios servidores y servidoras:
"Luego se meten dentro de las casas (del templo)
para matar a todos:
a los que acarreaban el agua.
a los que traían la pastura de los caballos,
a las que molían,
a los que barrían,
a los que estaban de vigilancia." (412)

Con todo, las cosas para nada salieron


idénticas a Cholula, pues aquí la reacción ante esa alevosía fue
violentísima e inmediata. Los tenochcas ya estaban hartos de los
españoles, y si no los habían atacado había sido por la orden
perentoria de Motecuhzoma, basada en argumentos que reconocían
irrefutables: No existía estado de guerra, tenían un pacto de
"nunca ser contrarios" y quien lo violara se cubriría de
ignominia, lo que era mucho más repugnante al honor indio que
seguir aguantando las tropelías de sus invasores. Pero ahora todo
cambiaba: con lujo de mala fe, Quetzalcóatl había perpetrado la
innombrable felonía de atacar a gente inerme, quebrantando así el
pacto y evidenciando su debilidad, pues tenía que tener un terror
pánico al naciente poder de su rival Tezcatlipoca para haberse
rebajado a algo tan vil: "Y fue tanto el alboroto de la ciudad y

411
.- SAHAGUN: Historia General.., libro 12, cap. 20 y 21, pp. 779-181. CODICE AUBIN, loc. cit.

412
.- AUTOR ANONIMO DE TLALTELOLCO: Relato de la Conquista, Apud SAHAGUN, Historia General.., p. 814, no.
21.
vocería que se levantó, y tanto el aullido de las mujeres y los
niños, que a los montes hacían resonar y a las piedras quebrantar
de dolor y lástima, viendo ocho o diez mil señores en quien
consistía la nobleza de México, muertos y hechos pedazos en el
patio del templo, sin haber hecho ni cometido cosa que lo
mereciese, sino era haberles dado sus bienes y haciendas, y de
comer y beber todo lo necesario, con tanta abundancia como queda
referido." (413).

Y en verdad que les hería en lo vivo: "ocho o


diez mil señores en quien consistía la nobleza de México, muertos
y hechos pedazos", y nunca lo olvidaron: "..de aquí a que se acabe
el mundo o ellos del todo se acaben; no dexarán de lamentar y
cantar en sus areytos y bayles como en romances (que acá dezimos),
aquella calamidad e pérdida de la sucessión de toda su nobleza; de
que se preciaban de tantos años atrás." (414). Nada, pues, habia ya
que pudiese contener su represada cólera:
"En este momento un sacerdote vino a dar gritos.
apresurado decía a grandes voces:"

"¡-Mexicanos! ¿No que no en guerra?


¡Capitanes, mexicanos [...]
venid acá, que todos armados vengan:
sus insignias, sus escudos, dardos!
Venid acá de prisa, corred [...]
¡Muertos son los capitanes,
han muerto nuestros guerreros,
han sido aniquilados!"

"Entonces se oyó el estruendo,


se alzaron gritos,
y el ulular de la gente que se golpeaba los labios.
Al momento fue el agruparse,
todos los capitanes, cual si hubieran sido citados:
traen sus flechas, sus escudos."
"Y entonces la batalla comienza:
dardean con venablos,
con saetas, con jabalinas,
con harpones de cazar aves.
Y sus jabalinas furiosos y apresurados lanzan.
Cual si fueran capa amarilla,
las cañas sobre los españoles se tienden.." (415).

413
.- DURAN: Historia.., tomo II, cap. 75, no. 16, p. 548.

414
.- LAS CASAS: Brevísima Relación.., p. 62.

415
.- SAHAGUN: Historia General.., libro 12, cap. 20 y 21, pp. 779-181. CODICE AUBIN, loc. cit.
Siguieron luchas feroces en las que en
seguida fue evidente que los españoles no tenían salvación, pese a
contar con extraños aliados: "Y un día, dándonos un combate muy
recio y que nos tenían puestos en gran peligro, porque nos
entraban por muchas partes y nos habían quemado las puertas del
fuerte a donde estábamos, y estando todos cansados y heridos, que
no les faltaba sino entrar y cortanos las cabezas a todos,
pusieron fuego a la puerta; y súbitamente se apartaron y nos
dejaron sin pelear más, lo cual fue gran descanso para nosotros,
porque ya no hacíamos caso de las vidas e hicimos cuenta que nos
las daban. Y preguntando después a indios principales, que eran
Capitanes, cómo nos habían dejado teniéndonos en tanto aprieto y
peligro, dijeron que, en aquella sazón, que nos entraban y tenían
en tanto trabajo, vieron una mujer de Castilla, muy linda y que
resplandecía como el sol, y que les echaba puñados de tierra en
los ojos y, como vieron cosa tan extraña, se apartaron y huyeron y
se fueron y nos dejaron." (416).

Pero con todo y esa aliada, Alvarado se


aterró al ver que había desatado exactamente lo opuesto a lo que
pretendía, y no le quedó sino retirarse a toda prisa y echar mano
de su rehén, a quien había encadenado como primera precaución...
Después de todo, mientras tuvieran al emperador, era como tener a
la nación entera cogida por la garganta. Motecuhzoma accedió de
inmediato, mas no por darle gusto a Tonatiuh, sino por todo lo
contrario: Ese choque, que tanto había sufrido por evitar, estaba
teológicamente convencido de que iba a favorecer sólo a los
blancos; los suyos, por más que tuvieran toda la razón ante la
perfidia de la que habían sido víctimas, seguían siendo demasiado
débiles para enfrentárseles: No había que hacerles el juego:

ILUSTRACION
(Libro negro, página 1199)

416
.- VAZQUEZ DE TAPIA: Relación.. pp. 41-42.
Motecuhzoma arrenga a los suyos desde una azotea. C. Florentino

"¡Mexicanos, tenochcas, tlatelolcas!:


os habla el rey vuestro, el señor, Motecuhzoma:
os manda decir: Que lo oigan los mexicanos:"

"-Pues no somos competentes para igualarlos,


que no luchen los mexicanos,
que se deje en paz el escudo y la flecha."

"Los que sufren son los viejos,


las viejas, dignas de lástima.
El pueblo de clase humilde,
y los que no tienen discreción aún:
los que apenas intentan ponerse de pie,
los que andan a gatas.
Los que están aún en su cuna y en camita de palo:
los que aun de nada se dan cuenta."

"Por esta razón dice vuestro rey:


-Pues no somos competentes para hacerles frente,
que se deje de luchar..." (417).

Todo eso no lo decia él personalmente, sino


su sobrino Itzcahuatzin, quien, deseoso quizá de sabotear el
mensaje, añadió de su cosecha:
"A él lo han cargado de hierros,
le han puesto grillos en los pies." (418).

Esta última apostilla, y el hecho de que para


entonces ya prácticamente nadie compartía sus escrúpulos
teológicos respecto a la inferioridad militar ante Quetzalcóatl -Y
menos ahora que el año Uno Caña había terminado- hicieron que la
reaccion fuese de furia:
"Cuando hubo acabado de hablar Itzcahuatzin
le hicieron gran grita,
le dijeron oprobios.

417
.- SAHAGUN: Historia General, libro XII, cap. 21, p 781.

418
.- Ibidem.
Se enojaron en extremo los mexicanos,
rabiosos se llenaron de cólera y le dijeron:
-¿Qué es lo que dice ese ruin de Motecuhzoma?
¡YA NO SOMOS SUS VASALLOS!!" (419).

Este grito resonó muy distinto en los oídos


españoles y en los del interpelado. Para ellos era una insensatez
ridícula de una plebe enardecida en sacrílega rebelión contra su
soberano absoluto, pues la idea de que un monarca pudiera ser
depuesto les resultada tan culturalmente inaccesible como para los
mexicanos que hubiese dioses a los que no les gustaba la sangre;
para Motecuhzoma constituyó una clarísima advertencia: el Tlatocan
no tardaría en removerlo, si es que no lo había hecho ya...

ILUSTRACION
(Libro negro, página 200)

Dibujo del cuchillo sacrificial que se conserva en el Museo Británico. Una filosa hoja de ágata color
miel, (Calcedonia), firmemente asida por una empuñadura de madera cubierta de mosaico de turquesas, ma laquita,
madre perla y concha, tallada en forma de un Caballero Aguila, el Cuauhtécatl, compañero del Sol, a quien
alimentaría el sacrificio.
XXVI

EL BUSHIDO AZTECA

419
.- Ibidem.
Bárbaros y no dioses.- Regreso imperturbado de Cortés.- Bochorno
de Cortés ante los de Narváez.- Leyes de guerra innoblemente
violadas.- Mejor esfuerzo que el del día pasado.- ¡Ni diez mil
Héctores troyanos!.- Los mejores soldados, que jamás matan.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 201)

Un oficial captura a un prisionero. Del Códice Nuttall.

Sin embargo, los ataques efectivamente se


suspendieron, limitándose a un estricto bloqueo de bastimentos.
Para los mexicanos hubiera sido lo más simple del mundo acabar con
ese puñado de intrusos, que habían cometido la insensatez de
atacarlos antes de que los reforzara el regreso de Cortés, quien
volvía a marchas forzadas, no sólo con los nuevos españoles, sino
con legiones de totonacas y tlaxcaltecas; pero eso resultaba
sencillamente impensable para su código militar, tan estricto como
el "Bushido" del samurai japonés: Aunque a partir de entonces
empezaron a llamarlos "popolocas" ("bárbaros"), en ves de "teules"
("dioses"), eso, en la práctica, no cambiaba nada: seguían siendo
oficialmente las huestes de Quetzalcóatl, la guerra continuaba,
como siempre guerra de dioses, en la que no estaba permitido
impedir la reunión de dispersos, ni perseguir, y menos eliminar a
los vencidos; por eso, ni siquiera se opusieron a que los correos
entrasen y saliesen, hasta que
"..se corrió la noticia de que ya viene el capitán [...]
Traía consigo muchos españoles,
y muchísimos de Tlaxcala y de Cempoala.
No venían como quiera:
venían como guerreros, venían con sus insignias.."

"Por su parte, los mexicanos,


se pusieron de acuerdo en que no se dejarían ver,
sino que permanecerían ocultos,
que estarían escondidos.
Era como si reinara la profunda noche,
ya nadie hablaba palabra.."

"Si hubieran visto los españoles


la cantidad de guerreros
que el algunas partes estaban al acecho,
luego su corazón se hubiera dado cuenta
de que los mexicanos estaban preparados
para dar principio a la batalla,
que habían de comenzar la guerra en breve." (420).

Cortés, en efecto, arrancado de sus sueños de


gloria, había reaccionado en seguida con la eficiencia y valentía
de un gran soldado, reclutando enormes refuerzos de sus aliados y
poniéndose en camino de inmediato, sin encontrar acogidas
triunfales, pero tampoco las emboscadas que temía: ".. a la mayor
prisa que pude me partí para la dicha ciudad, y en todo el camino
nunca me salió a recibir ninguna persona del dicho Mutezuma como
antes lo solían hacer, y toda la tierra estaba alborotada y casi
despoblada; de que concebí mala sospecha, creyendo que los
españoles que en la dicha ciudad habían quedado eran muertos, y
que toda la gente de la tierra estaba junta esperándome en algún
paso o parte donde ellos se pudiesen aprovechar mejor de mí..".
(421).

La tropa, sobre todo los bisoños recién


llegados de Narváez, se asustó ante la idea de meterse a la
colosal Mexico-Tenochtitlan, sabiéndola ahora abiertamente hostil,
así que "se juntaron ciertos capitanes y otras personas nobles, y
viendo la ciudad tan fortísima y puesta en agua, dijeron al
capitán: señor quedáos aquí en Tacuba o Cuyoacán o Tetzcoco, y
envía por don Pedro de Alvarado y Moctezuma, señor de la tierra,
porque estando en aquellos llanos y tierra firme, si se quisiesen
alzar los indios mejor nos defenderemos que no metidos en el
alaguna, el cual consejo fue muy bueno y muy acertado; mas empero
el capitán Hernando Cortés con demasiado ánimo jamás lo quiso
aceptar, sino había de entrar." (422). Pero nó, si no hubo fiesta,

420
.- SAHAGUN: Historia General.., libro XII, cap. 22, nos. 1,2 y 4, p. 782.

421
.- CORTES: Cartas.., 2a. Carta-Relación, p. 77.

422
.- AGUILAR: Relación Breve.., 7a. Jornada, p. 86.
tampoco hostilidades, y el día de San Juan Bautista, 24 de junio,
llegó hasta sus cuarteles, en pleno corazón de México, sin la
menor dificultad, desconcertándolo sólo el profundo silencio,
"como si reinara la profunda noche."

Haber sido su entrada tan inesperadamente


fácil, encontrar sanos y salvos a los suyos y el sentirse más
poderoso que nunca en fuerza y razón, hicieron que tomara como
cobardía la ausencia de los indios, y que se pusiera furioso de
que problema tan simple le hubiera provocado tanta zozobra, así
que todo lo achacó a la torpeza de Alvarado y a la falta de
colaboración de Motecuhzoma, con quien se negó a hablar. Lo que
más le exasperaba era el papelón que le habian hecho hacer ante el
público que más deseaba impresionar: las tropas de Narváez: ".. y
parece ser que había dicho Cortés en el camino a los capitanes de
Narváez, alabándose de sí mismo, el gran acato y mando que tenía,
y que por los caminos le saldrían a recibir y a hacer fiestas, y
que darían oro, y que en México mandaba tan absolutamente así al
gran Montezuma como a todos sus capitanes, y que le darían
presentes de oro como solían; y viendo que todo andaba muy al
contrario de sus pensamientos, que aun de comer no nos daban,
estaba muy airado y soberbio con la mucha gente de españoles que
traía, y muy triste y mohino." (423).

Segurísimo de poder arreglar todo en un dos


por tres, hasta despachó un correo a Veracruz comunicando que todo
estaba bien y bajo control. Para su gran sorpresa, a los pocos
minutos regresó éste, sangrante, y anunciando que toda la ciudad
en armas se les venía encima, y que "si no se les soltara, que le
tenían ya asido para meterle en un canoa y llevarle a sacrificar"
(424). La misma razón que salvaría la vida a practicamente todos
sus colegas -incluyendo a Cortés- la despreciable violación que ya
vimos de las leyes de guerra: huir cobardemente cuando ya los
dioses habían demostrado la razón y superioridad de sus captores:
"Si se soltaba algún principal que habían preso los contrarios en
la guerra y se iba a los suyos, lo mandaban luego matar, diciendo
que pues no había sido hombre para defenderse y morir en la
guerra, que muriera preso, que era más honra que no volver
fugitivo." (425).

Cortés, habituado ya a su buena suerte y a


vencer siempre, no le dio mayor importancia a la noticia y, casi

423
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 126, pp. 247-8.

424
.- Ibidem, p. 248.

425
.- ZORITA ALONSO DE: Breve y Sumaria Relación de los Señores de la Nueva España. (1a. Edición en García
Icazbalceta, México 1891). U.N.A.M., Biblioteca del Estudiante Universitario no. 32, 2a. Edición, México 1963,
cap. 9, p. 61.
con fastidio, mandó a Diego de Ordaz a silenciar a esos
revoltosos, rápido y sin alboroto: "..que si viese que sin guerra
y ruido se pudiese apaciguar, lo pacificase" (426). Salió, pues,
Ordaz con 400 hombres y la confianza de despachar pronto... para
toparse con la bravura inaudita de los mexicas, ante la que
palidecía la de los tlaxcaltecas, que los desbarató al primer
encuentro, teniendo que replegarse con 46 heridos -de los que
murieron luego 12- y rechazar todo el día violentos embates al
cuartel mismo, que empezó a arder y sólo a duras penas lograron
apagar.

Esa noche, en vela curando heridas y


remendando brechas, después de un agotador día de lucha
ininterrumpida, los españoles no querían creer lo que estaban
viviendo: ¿No eran ellos ya los dueños legítimos del Reino de
México por cesión de su Emperador? ¿No estaba él mismo ahí de
rehén? ¿Acaso no estaba visto y comprobado que contra los indios
eran invencibles, con la ayuda de Dios y de sus armas? Si
cuatrocientos de ellos, y solos, habían batido a Tlaxcala, ¿cómo
era que ahora, más del triple y con miles de aliados, habían sido
deshechos al primer contacto...? No cabía duda: la falla era de
ellos: ¡No habían peleado con suficiente vigor! Había que reparar
eso, y cuanto antes: ".. de que amaneció acordó nuestro capitán
que todos los nuestros y los de Narváez saliésemos a pelear con
ellos [..] que sintiesen más nuestras fuerzas y esfuerzo mejor que
el del día pasado." (427).

Pero, al igual que el día anterior, todo su


"mejor esfuerzo" se esfumó ante la ferocidad de sus contendientes:
".. no aprovechaba mucho nuestros tiros, ni escopetas, ni
ballestas, ni lanzas, ni estocadas que les dábamos, ni nuestro
buen pelear, aunque les matábamos y heríamos muchos de ellos, por
las puntas de las espadas y las lanzas se nos metían; con todo
cerraban sus escuadrones, y no perdían punto de su buen pelear, ni
les podíamos apartar de nosotros. Aunque estuvieran allí diez mil
Héctores troyanos y tantos Roldanes no les pudiesen entrar [..]
porque no aprovechaban tiros, ni escopetas, ni ballestas, ni
matarles treinta ni cuarenta de cada vez que arremetíamos, que tan
enteros y con más vigor peleaban que al principio.." (428).

¡Nunca habían visto nada semejante!: "Y no sé


para qué lo escribo aquí tan tibiamente, porque unos tres o cuatro
soldados que se habían hallado en Italia, juraron muchas veces a
Dios que guerras tan bravosos jamás habían visto entre cristianos

426
.- DIAZ DEL C., loc. cit.

427
.- Ibidem, p. 249.

428
.- Ibidem.
y contra la artillería del rey de Francia, ni del gran Turco.."
(429). Y, con todo y todo, ellos no entendían que sus adversarios
eran aún mucho mejores, pues, pese a su indómita fiereza, sólo
habían muerto "diez o doce soldados, y todos volvimos bien
heridos" (430). No podían negar que enfrentaban a los mejores
soldados que se había visto jamás, ni que, por quién sabe qué
maravillosa razón, (¡Por supuesto un milagro de Dios!), ellos
salían indemnes, o al menos casi ninguno moría... No podían
comprender que eso era el mayor triunfo mexicano: Sólo 12
españoles habían alcanzado la glorificación de la muerte; sólo en
12 casos habían tenido los tenochcas la vergüenza de una
inhabilidad, en tanto que cientos de ellos habían emprendido el
victorioso vuelo de los Cuauhteca, los colibríes refulgentes
compañeros del águila solar... Si los mexicas hubiera peleado con
la misma táctica de herir y matar de los españoles, ni uno solo de
éstos hubiera visto ponerse el sol de aquel día...

Además no era ese el único "milagro", antes


éstos menudeaban, por supuesto siempre partidistamente en contra
de los indios: "Contaron asimismo muchos milagros: que como les
faltase agua de beber, cavaron en el patio de su aposento hasta la
rodilla o poco más, y salió agua dulce, siendo el suelo salobral;
que muchas veces se ensayaron los indios a quitar la imagen de
Nuestra Señora gloriosísima del altar donde Cortés la puso, y en
tocándola se les pegaba la mano a lo que tocaban, y en buen rato
no se les despegaba, y despegada, quedaba con señal; y así la
dejaron estar; que cargaron un día de recio combate con el mayor
tiro, y cuando le pusieron fuego para arredrar a los enemigos, no
quiso salir; los cuales, cuando vieron esto, arremetieron muy
denodadamente con terrible grita, con palos, flechas, lanzas y
piedras, que cubrían la casa y calle, diciendo: ahora redimiremos
nuestro rey, libertaremos nuestras casas y nos vengaremos; mas al
mejor hervor del combate soltó el tiro, sin lo cebar más ni
ponerle de nuevo fuego, con espantoso sonido; y como era grande y
tenía perdigones con la pelota, escupió muy recio, mató muchos y
asombrólos a todos; y así, atónitos se retiraron; que andaban
peleando por los españoles Santa María y Santiago en un caballo
blanco, y decían los indios que el caballo hería y mataba tantos
con la boca y con los pies y manos como el caballero con la
espada, y que la mujer del altar les echaba polvo por las caras y
los cegaba; y así, no viendo a pelear, se iban a sus casas
pensando estar ciegos, y allá se hallaban buenos; y cuando volvían
a combatir la casa, decían: Si no tuviéramos miedo a una mujer y
al del caballo blanco, ya estaría derribada vuestra casa, vosotros
cocidos, aunque no comidos, porque no sois buenos de comer; que el
otro día lo probamos y amargáis; mas echaros hemos a las águilas,

429
.- Ibidem.

430
.- Ibidem, p. 250.
leones, tigres y culebras, que os traguen por nosotros [...] y la
mujer que peleaba era la madre de Cristo, dios de los cristianos,
y el del caballo blanco era apóstol del mismo Cristo, venido del
cielo a defender aquellos poquitos españoles y a matar tantos
indios." (431).

Ahora bien, Cortés no sólo confiaba en


aliados sobrenaturales, que por mucho que tan favoritistamente
"defendieran aquellos poquitos españoles y mataran tantos indios"
no acababan de sacarlo de aprietos, sino en un as que traía oculto
en la manga, (tan oculto, de hecho, que jamás lo mencionó a nadie,
y si lo conocemos es por una fuente india, el Códice Ramírez):
nada menos que "mas de 200 mil hombres" (432) al mando de
Ixtlilxóchitl, que atacaban a los mexicanos a pocas cuadras de su
cuartel: "cuando él estaba en el mayor fuego de la guerra le
socorría con picar a los mexicanos por la parte de San Antón, de
manera que los hazía que acudiesen allí y dejasen de cargar a los
del fuerte (aunque esto lo callan los españoles no sé por qué).."
(433).
XXVII

APOTEOSIS DE MOTECUHZOMA

Confianza de Cortés.- Alas quebradas.- Cortés se traga su


orgullo.- Motecuhzoma depuesto.- Ofrenda su sangre a
Quezalcóatl.- Muerte o asesinato.- Luto español.- Enorme
delito.- Todo el sentir español.

ILUSTRACION

431
.- LOPEZ DE GOMARA: Historia de la Conquista.., cap. 105, pp. 164-5.

432
.- TOVAR JUAN DE S.J.: Códice Ramírez. Aunque consta que este Padre, el primer jesuita mexicano, lo
redacto tomándolo de fuentes indígenas, el nombre está ya indeleblemente asociado al de su primer editor, José
F. Ramírez, quien encontró el manuscrito en el convento de San Francisco. Editorial Porrúa, Biblioteca Porrúa
no. 61, (Junto con Crónica Mexicana de TEZOZOMOC), 2a. edición, México 1975, no. 2, cap. sin número, p. 144.

433
.- Ibidem, p. 145.
(Libro negro, página 207)

El cadáver de Motecuhzoma es sacado por dos servidores. Cod. Florentino.

Cortés, pese a todo, mantenía su confianza:


Cierto que todos estaban agotados y heridos, (El mismo perdió
entonces el uso de dos dedos de la mano izquierda), pero tan
insignificantes bajas le confirmaban en su certeza de invencible,
y seguía interpelando a los indios como un papá a sus niños
alocados, inaugurando también la moda de que en México, después de
que un poderoso ha saqueado, violado y asesinado a mansalva,
todavía se sienta acreedor a la gratitud de sus víctimas: ".. y dí
muchas razones, rogándoles que no peleasen conmigo pues ninguna
razón para ello tenían [!], y que mirasen las buenas obras que de
mí habían recibido [!?] y cómo habían sido muy bien tratados de mí
[...] que no pensasen que les rogaba con la paz por temor que les
tenía, sino porque me pesaba del daño que les hacía y del que les
había de hacer.." (434).

En los dos días siguientes todo lo intentó:


cargas, asaltos de caballería, andanadas de artillería, hasta
"tanques", que construyó de madera... nada sirvió. Los españoles,
aunque maldiciendo los más de ellos a Cortés (435), hicieron
auténticos prodigios de arrojo, hasta asaltando el Templo Mayor y
tomándolo después de horas y horas de combate, que Cortés mismo
hubo de admirar, no explicándose cómo había logrado vencerlos: "Y
los que en aquella azotea quedaron pelearon desde allí tan
reciamente, que estuvimos más de tres horas en los acabar de
matar; por manera que murieron todos, que ninguno escapó [..] y
crea vuestra sacra majestad que si Dios no les hubiese quebrado
las alas, bastaban veinte de ellos para resistir la subida a mil
hombres. Como quiera que pelearon muy valientemente.." (436).

434
.- CORTES: Cartas.., 2a. Carta-Relación, p. 80.

435
.- "..también quiero decir las maldiciones que los de Narváez echaban a Cortés, y las palabras que
decían, que renegaban de él y de la tierra, y aun de Diego Velázquez que acá les envió.." (DIAZ DEL C.,
Historia Verdadera.., cap. 126, p. 252.)

436
.- CORTES, 2a. Carta-Relación, p. 81.
Pero, con todo y esa ayuda de "alas
quebradas", (¡Nunca pensó Cortés cuán acertada era su metáfora!),
que hacía de un enemigo tan extraordinariamente efectivo en
pelear, alguien tan inexplicablemente inefectivo en matar, tuvo
que rendirse a la evidencia de que su situación era insostenible y
tragarse su orgullo yendo a pedir a Motecuhzoma que lo sacara del
atolladero, ofreciendo, además, retirarse (437). En su relación a
Carlos V intenta disfrazar su humillación inventando que
Motecuhzoma se ofreció espontáneamente a "que lo sacasen a las
azoteas de la fortaleza y que él hablaría a los capitanes de
aquella gente y les haría que cesase la guerra" (438), pero nada
más falso: Motecuhzoma no sólo no se ofreció, sino que había
pedido y logrado que su hermano Cuitláhuac, prisionero junto con
él y cuya opinión sobre los españoles harto conocía, fuese dejado
libre, supuestamente para apaciguar a sus concitadinos, y, en
cuanto a calmarlos él mismo, en un principio de plano se rehusó:
"Yo tengo creído que no aprovecharé cosa ninguna para que cese la
guerra, porque ya tienen alzado a otro señor y han propuesto de no
os dejar salir de aquí con vida.." (439).

Mas, a la postre, accedió, consciente quizá


de que iba a su sacrificio. Con fuerte escolta española, revestido
de todas las insignias de su rango, "se puso a pretil de una
azotea con muchos de los nuestros que lo guardaban, y les comenzó
a hablar con palabras muy amorosas que dejasen la guerra y que nos
iríamos de México..." (440). Y aconteció lo que él esperaba: en
medio del silencio general, se adelantó una diputación del
Tlatocan a darle parte oficial, con toda la elaborada etiqueta
india, de que había sido depuesto y ya no fungía como Huey
Tlatoani: ".. y cuatro de ellos se llegaron en parte que Moctezuma
les podía hablar y ellos a él, y llorando le dijeron: <<Oh, señor
y nuestro gran señor, y como nos pesa de todo vuestro mal y daño y
de vuestros hijos y parientes. Hacémoos saber que ya hemos
levantado a un vuestro pariente por señor.>>" (441).

El nombrado era -previsiblemente- Cuitláhuac,


a quien los españoles le hacían tanta gracia como el humo en los
ojos y desde un principio había acaudillado la idea de

437
.- "Y viendo todo esto acordó Cortés que el gran Montezuma les hablase desde una azotea, y les dijese que
cesasen las guerras, y que nos queríamos ir de su ciudad." (DIAZ DEL C., Historia Verdadera, cap. 126, p. 252.

438
.- CORTES: 2a. Carta-Relación, p. 79.

439
.- DIAZ DEL CASTILLO, Historia Verdadera, cap. 126, p. 252.

440
.- Ibidem.

441
.- Ibidem.
oponérseles, de manera que no sólo le notificaron que no iban a
retirarse, sino que "la guerra la habían de acabar y que tenían
prometido a sus ídolos de no dejarla hasta que todos nosotros
muriésemos" (442). Concluída la ceremonia, que a los españoles sonó
a intolerable cinismo, tuvieron la nueva sorpresa de ver
reanudarse el ataque tan instantáneamente que no alcanzaron a
cubrir a su prisionero de la lluvia de flechas y piedras que se
abatió sobre él. Una pedrada y un flechazo lo alcanzaron: la flor
de su sangre, ofrendada en fidelidad a Quetzalcóatl su vencedor,
brotó instáneamente.. Su larga y cruel ascención a la gloria al
fín tocaba su zenit.

Lo que pasó después parecía que nunca íbamos


a saberlo. Ciertamente murió a los tres días, a resultas de sus
heridas según los españoles, o apuñaleado por estos, según los
indios, que no fueron testigos presenciales y es posible que lo
inventaran en su antipatía contra los popolocas. Lo más creíble es
lo primero: las fuentes españolas tienen todo el sabor de la
sinceridad y concuerdan con lo lógico, pues para Motecuhzoma era
afrentosa la propia idea de salvar la vida. Al igual que el
glorioso tlaxcalteca Tlahuicole había caído prisionero, había
llevado de triunfo en triunfo a sus captores, mas no podía
permitir que le defraudaran la divinización del sacrificio: sanar
de esas heridas hubiera sido una especie de apostasía... y así,
aunque "le rogaban se curase y comiese y le decían sobre ello
buenas palabras, no quiso, antes cuando no nos catamos, vinieron a
decir que era muerto." (443). En 1546, o sea 26 años después de su
muerte, Juan Cano, un inesperado e interesado yerno suyo, español
casado con su hija Ixcaxóchitl, Isabel de Moctezuma, hizo levantar
un proceso para demostrar que su esposa había sido despojada de
muchísimas propiedades que le competían por herencia, y presentó
testigos contemporánenos, uno de los cuales, Miguel Tulnaucatl,
que fue "su contino e tenedor de su casa" (444) y le acompaño en su
prisión, declaró: ".. el dicho Montezuma se subió en unas azoteas
grandes después de bvenidos los capitanes, e les habló que no
oviese más e por esto le tiraron con unas hondas en que le
acertaron en los pechos y cabeza e después un flechazo en una
espinilla, e por ser heridas mortales murió desde a pocos días. Y
esto es lo que ganó por dar la tierra y el señorío della al dicho

442
.- Ibidem. (Veremos más adelante que esto es el sentir español, nó el indio. Para el indio no tenía
sentido acabar con los enemigos.)

443
.- Ibidem, p. 253.

444
.- Según informa el libro de PEREZ-ROCHA Emma: Privilegios en lucha La información de doña Isabel
Moctezuma, el proceso se encuentra en el Archivo General de Sevilla en dos expedientes, uno correspondiente a
Patronato 243 R3 y otro a Patronato 181 R8. Fue publicado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia,
Colección Científica, Serie Etnográfica, en noviembre de 1998. La cita concreta corresponde a "Testigo 13
[Miguel Tulnauacatl], p. 141.
Marqués como hera obligado, e le tomaron todos sus bienes que
tenía de su patrimonio, todo lo cual es público e notorio e no
poco lo sienten los naturales e les llora el corazon dello..."
(445)

Es triste constatar que Cortés no sólo lo


despojó de "todos sus bienes que tenía de su patrimonio", sino que
nunca entendió a Motecuhzoma, ni en sus miserias ni en su
grandeza, lo mismo que tampoco los más de los mexicanos de
entonces o de ahora. Cierto que fue un tirano detestable, vanidoso
y arbitrario; pero desde que llegaron los españoles su actuación
fue siempre coherente, más aun, valiente y hasta épicamente
arrojada hasta la muerte, dentro de su cosmovisión... y eso
mismísimo fué lo que más le valió fama de cobarde ante el propio
Cortés y ante la Historia: "Hombre sin corazón y de poco debía ser
Moctezuma, pues se dejó prender, y preso, nunca procuró soltura.."
(446). Mas, pese a todo, su apoteosis estuvo completa aun por parte
de sus captores -Sus "padres" según el protocolo indio- pues, sin
percatarse y aunque invirtiendo los papeles, pues "padre" lo
llamaron ellos a él, cumplieron a conciencia el luto que de ellos
se esperaba: "Y Cortés lloró sobre él, y todos nuestros capitanes
y soldados, y hombres hubo entre nosotros de los que le conocíamos
y tratábamos, de que fue tan llorado como si fuera nuestro padre,
y no nos hemos de maravillar de ello, viendo qué tan bueno era."
(447).

También se contradicen las fuentes respecto a


lo que siguió. Según los indios, su cadáver fue abandonado fuera
del palacio sobre unas tortugas de piedra, o arrojado a los
canales con los de los demás dignatarios prisioneros, que también
asesinaron (448). Según los españoles (y, en esto, son más de
fiar), Cortés lo remitió a sus súbditos con todos los honores,
cuidando de enviar con él a sacerdotes y nobles que habían sido
testigos presenciales de su muerte... Por increíble que parezca,
todavía Cortés pretendía dar órdenes, mandando que depusieran a
Cuitláhuac y nombraran a uno de los que tenía prisioneros, para
continuar conservándolo como rehén (449).

445
.- Ibidem, p. 147.

446
.- GOMARA: Historia.., cap. 89, p. 141. La opinión es del propio Gomara, pero no olvidemos que él nunca
estuvo en México, sino fue capellán de Cortés, quien fue su principal fuente de información, de modo que todo
lo que dice es como un eco del conquistador.

447
.- DIAZ DEL CASTILLO, Historia Verdadera, cap. 126, p. 253.

448
.- El asesinato de todos los demás antes de la huida, sí lo confirma Fr. Francisco de Aguilar: "había
otros muy grandes señores detenidos con él, a los cuales el dicho Cortés, con parecer de los capitanes, mandó
matar, sin dejar ninguno." (7a. jornada, p. 70.)

449
.- "..que fuesen a decir al cacique que alzaron por señor, que se decía Coadlavac a, y sus capitanes como
Antonio Solís y Rivadeneyra, poeta y literato
de fuste, Secretario del Rey y Cronista Mayor de Indias, publicó
siglo y medio después, en 1684, su obra clásica "Historia de la
Conquista de México", tan bella literariamente como parcial en su
veracidad histórica, pues no es una crónica de la conquista, sino
más bien de la vivencia española de la conquista, canto épico a la
gloria de España, encarnada en Cortés, en cuyos labios pone, al
despachar el cadáver, unas palabras que bien pudo proferir, pues
sintetizan perfectamente su pensamiento:
"... que allí les enviaba el cadáver de su rey, muerto
a sus manos, cuyo enorme delito daba nueva razón a sus
armas. Que antes de morir le pidió repetidas veces,
como sabían, que tomase por su cuenta la venganza de su
agravio y el castigo de tan horrible conspiración. Pero
que mirando aquella culpa como brutalidad impetuosa de
la ínfima plebe, y como atrevimiento cuya enormidad
habrían conocido y castigado los de mayor entendimiento
y obligaciones, volvía de nuevo a proponer la paz, y
estaba pronto a concedérsela viniendo los diputados que
nombrasen a conferir y a ajustar los medios que
pareciesen convenientes. Pero que al mismo tiempo
tuviesen entendido que, si no se ponían luego en la
razón y en el arrepentimiento, serían tratados como
enemigos, con la circunstancia de traidores a su rey, y
experimentado los últimos rigores de sus armas; porque
muerto Montezuma, cuyo respeto lo detenía y moderaba,
trataría de asolar y destruir enteramente la ciudad, y
conocerían con tardo escarmiento lo que iba de una
hostilidad poco más que defensiva, en que sólo se
cuidaba de reducirlos, a una guerra declarada en que se
llevaría delante de los ojos la obligación de
castigarlos." (450).

Todo el sentir español está plasmado


ahí: Valentía, heroísmo, insolencia, paternalismo, seguridad
dogmáticamente etnocéntrica de que no puede existir más punto de

el gran Montezuma era muerto, y que ellos le vieron morir, y de la manera que murió y heridas que le dieron los
suyos, que dijesen como a todos nos pesaba de ello, y que lo enterrasen como a gran rey que era, y que alzasen
a su primo de Montezuma, que con nosotros estaba, por rey, pues le pertenecía de heredar, o a otros sus hijos,
y que al que habían alzado por señor no le venía de derecho, y que tratasen paces para salirnos de México, que
si no lo hacían, que ahora que era muerto Montezuma, a quien teníamos respeto, y que por su causa no les
destruíamos su ciudad, que saldríamos a darles guerra y a quemarles todas sus casas, y les haríamos mucho mal."
(DIAZ DEL CASTILLO, Historia Verdadera, cap.127, p. 253.)

450
.- SOLIS Y RIVADENEYRA ANTONIO: Historia de la Conquista de México, Población y Pregresos de la América
Septentrional conocida por el nombre de Nueva España, (1a. Edición, Madrid 1648). Editorial Porrúa, Colección
"Sepan Cuantos.." no. 89, México 1973, libro 4, cap. 15, p. 247.
vista que el propio... El juego de equívocos no había concluído:
Los mexicanos pensaban de muy distinta manera: no habían cometido
crimen alguno ajusticiando a quien, por su incondicionalidad hacia
sus captores se había convertido en su enemigo, que había sido
legítimamente depuesto por el Tlatocan y que jamás había sido su
"rey", ni jamás él pidió venganza alguna, sino sólo que cuidara de
sus hijos. La verdadera traición la hubiera cometido el pueblo de
Huitzilopochtli si se hubiera avenido a pactos con el Quetzalcóatl
que tan alevosamente los había violado... Para los españoles todas
sus amenazas eran absolutamente condignas, y las cumplieron a la
letra después: De ahí en adelante los mexicanos ya no eran
normales seres humanos luchando en legítima defensa de sus vidas,
cultura y haciendas; ya ni siquiera eran nada más "enemigos", sino
"traidores" contra su Rey Moctezuma y su Monarca Carlos V", y como
tales habrían de ser tratados.
XXVIII

LA NOCHE TRISTE

No más salvación que la fuga.- "Sálvese quien pueda".- Pesadilla


subrealista.- Poema indio.- ¿Por qué no los ultimaron?.-
Heraldos perpetuos de la invencibilidad de Huitzilopochtli.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 213)

Una mujer descubre la huída de españoles y tlaxcaltecas y da la voz de alarma. Cod. Florentino.
Con todo y todo, pronto quedó claro que era
imposible cumplir esas bravatas, y el terror de los españoles
aumentaba día con día, llegando hasta el paroxismo de ver
fantasmas y visiones, pues su desquiciante angustia los dejaba
ahora vulnerables a los ataques telepáticos de los brujos, que
nada habían podido antes: "... el nuevo rey de México [...] mandó
llamar a todos los viejos de las provincias y encantadores y
hechiceros, para que los asombrasen y les mostrasen algunas
visiones de noche, y los asombrasen para que alli muriesen de
espanto [...] y así, cada noche procuraban mostrarles visiones y
cosas que ponían espanto: una vez veían cabezas de hombres,
saltando por el patio; otras veces, veían andar un pie solo con un
muslo; otras veces, rodar cuerpos muertos; otras veces oían
aullidos y gemidos que ya no lo podían sufrir. Las cuales
visiones, antes que esta historia me lo declarase, me lo contó un
conquistador religioso, espantándose de las visiones que entonces
vieron, no sabiendo el misterio de donde habían procedido." (451).

Y, en efecto, lo que cuenta ese "conquistador


religioso", es: ".. un soldado estaba retraído en la iglesia que
teníamos por cierta travesura que había hecho, el cual a la media
noche salió huyendo de la iglesia y dando voces que había visto
andar saltando por la iglesia hombres muertos y cabezas de hombre
y entre ellas la suya lo mismo las velas que velaban habían venido
huyendo a decir que habían visto caer en la acequia piernas y
cabezas de hombres muertos todo lo cual salió verdad [..] los que
velaban en las azoteas a las esquinas veían patonas y dejarse caer
en la acequia del agua y esto y lo arriba dicho pudo ser seis días
antes que saliésemos dando a entender lo que nos aconteció de
tantos muertos como en la salida murieron." (452).

Era obvio el desgaste que todo eso producía,


no obstante, Cortés seguía irremovible en su decisión de vencer o
morir, pero sus soldados la compartían cada vez menos. Lo cosa
hizo crisis cuando la magia intervino, también de parte española,
pues Botello "al parecer muy hombre de bien y latino, y había
estado en Roma, y decian que era nigromántico, otros decían que
tenía familiar, alguno lo llamaban astrólogo.." (453), y cuya
autoridad era indiscutible a partir de lo de Cempoala dogmatizó
que o salían una precisa noche, o no saldrían jamás. (Lo de tener
"familiar" era disponer de un diablo a su servicio. Singular
condición de un "muy hombre de bien, que había estado en Roma" y
que, además, de nada le valió, pues moriría como tantos otros esa
misma noche.) La autoridad de Botello para ese tipo de cosas era

451
.- DURAN: Historia.., tomo II, cap. 75, nos. 26-7, p. 550.

452
.- AGUILAR: Relación breve.., Jornada 7a, nota "g", p. 89.

453
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 128, p. 255.
tan indiscutible desde Cempoala que ni Cortés pudo
contrarrestarla, pues, cuando quiso oponerse, se topó con una
rebelión en toda regla de sus capitanes: ".. lo cual oído por
Alonso de Avila se fue a Hernando Cortés y le contó lo que pasaba,
pero como era magnánimo le dijo que no le creyese, que debía ser
un hechicero. Y así Alonso de Avila dio parte del negocio a don
Pedro de Alvarado y a otros caballeros capitanes, los cuales todos
juntos fueron al aposento de Cortés y se lo dijeron, de los cuales
el capitán hizo muy poco caso; pero juntándose todos ellos [...]
le requirieron que se saliese, donde no, que él se quedase, porque
ellos se querían salir e ir y escapar lo que pudiesen. Visto esto
por el capitán Cortés, calló .." (454), hasta que, haciendo a mal
tiempo buena cara, se adhirió "espontáneamente" al hecho consumado
de la resolución: "Acordóse pues entre todos que se fuesen, y
luego, aquella noche, que era la de Botello; el cual presumía de
astrólogo, o, como lo llamaban, de nigromántico, y que dijera
muchos días antes que si se salían de Méjico a cierta hora
señalada de noche, que era ésta, se salvarían, y si nó, que no."
(455).

Cortés separó escrupulosamente el "quinto


real" del oro y asignó 8 caballos y 80 tlaxcaltecas para
transportarlo, (De lo que podemos colegir que su total excedió
ampliamente las 10 toneladas que le ofreciera Motecuhzoma, pues 80
indios y 8 caballos podían portear más de 20), pidiendo al oficial
real que diese fe de que era imposible proceder de otro modo, y
concediese franquicia a quien gustase de tomar todo lo que
quisiera (456). Así se hizo, garantizando la muerte de los más,
aplastados en la huida bajo el peso de su ambición, y de ese
inmenso tesoro practicamente no quedó nada, pues no sólo
dispusieron de él los españoles, sino los miles y miles de
auxiliares indígenas: ".. y aunque algunos digan que se quedó allí
mucha cantidad de oro y cosas, creo que no, porque los
tlaxcaltecas y los otros indios dieron saco y se lo tomaron todo."
(457): "Enseguida sacaron todo lo que estaba guardado en el
palacio, todo el oro y la plata, los chalchihuites, las plumas
finas; de modo que los capitanes lo repartieron entre la gente,
entre todos los españoles lo dividieron, y las plumas las

454
.- AGUILAR: loc. cit.

455
.- LOPEZ DE GOMARA: Historia.., cap. 110, pág. 172.

456
.- "..Cortés llamó a su secretario y a otros escribanos del rey y dijo: <<Dadme por testimonio que no
puedo más hacer sobre este oro; aquí teníamos en este aposento y sala sobre setecientos mil pesos de oro, y
como habéis visto que no se puede pesar ni poner más en cobro, los soldados que quisiesen sacar de ello, desde
aquí se lo doy, como ha de quedar perdido entre estos perros.>>" (DIAZ DEL C., Historia Verdadera.., cap. 128,
p. 255.).

457
.- LOPEZ DE GOMARA: Ibidem, cap. 173, pág 173.
repartieron entre los tlaxcaltecas y los cempohualtecas, pues no
las quisieron los españoles, que únicamente apreciaban el oro y la
plata. De esta forma todos los españoles se llenaron las bolsas,
hasta la boca las llenaron de oro y de plata. No se fijaron para
nada en los preparativos de la guerra, pues empacaron todo el oro
y la plata y llenaron sus bolsas. Y una vez que llenaron de esa
forma sus bolsas, se alegraron mucho, gozaron mucho, puesto que se
irían, se perderían en la noche, con la noche saldrían a
escondidas.." (458).

Esa noche, pues, salió una comitiva muy


distinta de la que había entrado, en la que lejos de ir nadie
tremolando banderas y "echándoselas de muy macho" o "dando gritos
de guerra con el golpear de sus labios", se escurrían medrosos, en
callado sigilo, baldados y heridos muchos de ellos: "Mandó Cortés
que los de caballo tomasen a las ancas los más dolientes y
heridos, y los no tanto, que de las colas y estribos se asiesen, o
hiciesen muletas y otros remedios para ayudarse y poder andar si
no querían quedarse a dar buena cena a los enemigos. Valió mucho
este aviso para lo que les avino, y aun tal español hubo que llevó
a otro a cuestas, y lo salvó así." (459). Optaron por el camino de
Tacuba, pese a ser en dirección opuesta al de Tlaxcala a donde
querían ir, porque era el más corto hasta la tierra firme; para
salvar las cortaduras habían improvisado un puente portátil, que
bien poco iba a servir.

La historia de esa noche es bien conocida: Al


principio todo pareció salir a pedir de boca, pues recorrieron una
distancia considerable, salvando varios canales, pero fueron
descubiertos y en un instante se vieron rodeados de guerreros que
desde sus canoas y sobre la misma calzada los atacaron con la
fuerza e intensidad de un avispero. Pronto el puente portátil se
deshizo y, en la estrechez ineludible de la calzada, la lucha se
convirtió en un "¡Sálvese quien pueda!"... y muchos no pudieron.

Cual cuadro subrrealista pintan los testigos


una confusión de pesadilla, con españoles, indios, caballos, armas
y bagajes desplomándose al agua, en tal número que cegaban las
cortaduras, hasta servir de macabro puente a sus compañeros. El
acorralamiento de la calzada, sin embargo, tuvo una ventaja, que
fue guiar a todos en una sola dirección, evitándoles perderse y
dispersarse, hasta Popotla, mas al llegar ahí se vieron nuevamente
atacados, pues Tacuba era parte de la Triple Alianza. Nueva huida,
hasta ir a dar medio muertos a Otoncalco, pueblo otomí por lo que
ahora es el Santuario de Nuestra Señora de la Remedios. Pero
dejemos que nos narren los hechos los menos oídos de sus

458
.- CASTILLO del Cristobal: Historia de la Venida..., 2a. parte, cap. 37, pp. 177-179.

459
.- LOPEZ DE GOMARA, Historia..., cap. 112, pág. 176.
protagonistas:

"Cuando hubo anochecido, cuando llegó la media noche,


salieron los españoles en compacta formación,
y también los tlaxcaltecas todos.
Los españoles iban delante,
y los tlaxcaltecas los iban siguiendo, pegados a sus espaldas,
cual si fueran un muro se estrechaban con aquellos."

"Llevaban consigo puentes portátiles de madera:


los iban poniendo sobre los canales:
sobre ellos iban pasando."

"En aquella sazón estaba lloviendo,


ligeramente, como rocío,
eran gotas ligeras, como cuando se riega,
era una lluvia muy menuda."

"Aun pudieron pasar los canales de Tecpantzinco, Tzapotlan,


Etenchilcalco, pero cuando llegaron al de Mixcoatechiatitlan,
que es canal que se haya en cuarto lugar,
fueron vistos: ya se van fuera.
Una mujer que sacaba agua los vió,
y al momento alzó el grito y dijo:
-Mexicanos... ¡Andad hacia acá: ya se van,
ya van traspasando los canales vuestros enemigos...
se van a escondidas!"

"Entonces gritó un hombre sobre el templo de Huitzilopochtli:


-¡Guerreros, capitanes, mexicanos...
Se van nuestros enemigos!
Venid a perseguirlos, con barcas defendidas con escudos...
con todo el campo por el camino."

"Y cuando esto se oyó, un rumor se alza.


Luego se ponen en plan de combate
los que tienen barcas defendidas,
siguen, reman afanosos, azotan sus barcas...
Otros también fueron a pie,
se dirigieron rectamente a Nonualco,
encaminando hacia Tlacopan:
intentaban cortarles la retirada."
ILUSTRACION
(Libro negro, página 218)

En la estrechura de la calzada, españoles y aliados huyen ante el ataque mexica. Cod. Florentino.

"Entonces los que tripulaban las barcas defendidas por escudos


lanzaron sus dardos contra los españoles.
De uno y otro lado dardos caían.
Pero los españoles también tiraban a los mexicanos,
lanzaban dardos y tiros de arcabuz,
de uno y otro lado había muertos..."

"Pero cuando los españoles hubieron llegado a Tlaltecayohuacan,


en donde es el canal de los toltecas,
fue como si se derrumbaran,
como si desde un cerro se despeñaran...
Pronto con ellos el canal quedó lleno,
con ellos cegado quedó.
Y aquellos que iban siguiendo,
sobre los cuerpos, sobre los hombres pasaron
y salieron a la otra orilla."

ILUSTRACION
(Libro negro, página 219)
Con magistral realismo el tlacuilo plasma todo el horror y confusión de la derrota en esta cortadura
llena de cadáveres. Cod. Florentino. "Al querer cruzar el llamado Canal Tolteca, el cuarto canal, fue
precisamente donde se aniquilaron los espáñoles y tlaxcaltecas, pues se arrojaron al agua, en el agua cayeron.
No pudieron cruzar todos los tlaxcaltecas y tliliuhquitepecas y muchisimos españoles y caballos que llenaron el
Canal Tolteca. Y también murieron ahí muchísimas mujeres, las concubinas, las señoras de los españoles. Todas
las mujeres muy hermosas, muy bellas, bien vestidas murieron allá, y tod as llenaron el Canal Tolteca hasta que
quedó colmado." (460).

"Y cuando llegaron a Petlacalco,


en donde hay otro canal,
en paz y quietamente lo pasaron...
Allí tomaron reposo,
allí cobraron aliento,
allí se sintieron hombres."

"Y cuando hubieron llegado a Popotla amaneció,


esclareció el cielo:
allí, refrigerados ya, a lo lejos tenían combate.
Pero allí llegaron dando alaridos,
hechos una bola en torno a ellos los mexicanos.
Llegan a coger presos tlaxcaltecas,
y aun van matando españoles.
Pero también mexicanos mueren:
De una y otra parte hubo muertos."

"Hasta Tlacopan los persiguen,


hasta Tlacopan los echaron."

"Luego de ahí vadearon el Tepzólatl, que es un riachuelo;


pasaron al otro lado,
vadearon el Tepzólatl y luego se remontaron al Acueci.
Fueron a detenerse en Otancalpulco.
Su patio estaba defendido por una muralla de madera,
tenían un muro de madera.
Allí se refrigeraron,
allí tomaron descanso,
allí restauraron sus fuerzas y recobraron el aliento..." (461).

La derrota alcanzó porporciones de


exterminio: aunque Cortés pretende reducir los españoles muertos a

460
.- DEL CASTILLO Cristobal: Ibidem, pp. 183-185.

461
.- SAHAGUN: Historia..., libro 12, cap. 24, nos. de 1 a 14, pp. 784-6.
150, Bernal Díaz menciona a 860 (462), es decir, la gran mayoría, y
nó a filo de obsidiana, pues los indios no mataban, sino "a causa
de todo el oro y la plata que habían cargado sobre sus espaldas,
con el que llenaron sus bolsas, que se hicieron pesados, que se
hundieron en el agua" (463), amén de los más de los aliados
indígenas, (entre los que se contaron infinitos texcocanos de
Ixtlilxóchitl que también intervinieron a favor de ellos), y de la
pérdida casi total del fardaje, lo que era trágico, pues
significaba quedarse sin cañones, sin pólvora y hasta sin ropa, y
sin los para ellos valiosísimos documentos de la cesión legal del
"Imperio Méxicano" al Rey de Espana: "las escrituras y autos que
yo había hecho con los naturales y quedando así mismo toda la ropa
de los españoles que conmigo iban, sin llevar otra cosa que lo que
llevaban vestido" (464). Una victoria, pues, aplastante para los
mexicanos, aun del punto de vista español, y, como siempre, sólo
mediante el auxilio divino pudieron explicarse el no haber sido
totalmente liquidados (465)... Nosotros, con un poco más de
excepticismo para aceptar aliados sobrenaturales, podríamos
preguntarnos: ¿Por qué, en realidad, no los ultimaron?

462
.- "..tantos nos mataron así en México como en puentes y calzadas, como en todos los reencuentros y en
esta de Otumba, y los que mataron en los caminos: digo en obra de cinco días fueron muertos y sacrificados
sobre ochocientos sesenta soldados [...] no quedamos sino cuatrocientos y cuarenta, con veinte caballos y doce
ballesteros y siete escopeteros, y no teníamos pólvora, y todos heridos y cojos y mancos.." (DIAZ DEL C.,
Historia Verdadera.., cap. 128, pp. 260-261.).

463
.- DEL CASTILLO Cristobal: Ibidem, p. 185.

464
.- CORTES: 2a. Carta Relación, p. 86.

465
.- "Salido que fue Cortés con los suyos aquella noche con tan gran pérdida, se fue retirando por los
altos de Tlacopan que es hacia el cerro Tototépec, que llaman el dí a de hoy nuestra Señora de los Remedios, en
donde milagrosamente la reina de los ángeles los favoreció y socorrió; y según la relación citada de los
tlaxcaltecas, se paró ahí el capitán Cortés triste, afligido y derramando muchas lágrimas, viendo por una parte
la muerte de tantos compañeros y amigos, y por otra el manifiesto milagro que la reina de los ángeles, su
abogado el apóstol San Pedro y el de los ejércitos españoles Santiago, habían hecho en haberse escapado él y
los más que iban en su seguimiento." (IXTLILXOCHITL: 2o. tomo, Historia de la Nación Chichimeca, cap. 89, p.
232.)
ILUSTRACION
(Libro negro, página 220)

Cuando todavía hay algunas escaramuzas, como se ve en el ángulo superior izquierdo, los mexicanos
ponen manos a la obra de recoger cuanto los españoles y sus aliados perdieron en la huída: armas, escudos,
vestidos, etc. Cod. Florentino.

Ya conocemos la respuesta: porque era


supérfluo, ya estaban liquidados por completo. Las guerras indias
no eran guerras de hombres, sino de dioses: en ésta Quetzalcóatl
había irrumpido como huracán en el Anáhuac, jugando sucio y
derribando a todos los otros, y casi también a Huitzilopoctli-
Tezcatlipoca... pero no, a última hora el dios tutelar de México
se había revelado como el más fuerte, y no recurriendo a
traiciones y trampas, sino jugando limpio y aplastando a su rival.
Ya nada, pues, podía oponerse al poder de México, nada por los
siglos de los siglos... Que hubieran escapado algunos despavoridos
sobrevivientes, lejos de ser una amenaza o vergüenza, era una
certeza más de gloria, cada uno constituiría un perpetuo heraldo
de la invencibilidad de Huitzilopochtli:

"Cuando se hubiero ido los españoles


se pensó que de una vez se iban,
que para siempre se habían ido.
Que nunca regresarían,
nunca jamás darían la vuelta.." (466).

Por eso los dejaron en paz en Petlacalco, y,


atacados de nuevo por los de Tacuba, bastó que volvieran a huir
para que pudieran reponerse en Otancalpulco, y hasta en cierta
forma los escoltaron, apenas hostilizados, para cuidar que
salieran de su territorio (467)... hasta que llegaron a Otumba.

466
.- SAHAGUN: Historia..., cap. 27, no. 14, p. 790.

467
.- "... siempre teníamos escuadrones de mexicanos que nos seguían, mas ya no se osaban llegar, y aquellos
que venían era como quien dice: <<Allá iréis fuera de nuestra tierra.>>" (DIAZ DEL C.: Historia Verdadera..,
XXIX

OTOMPAN

Limpieza de la ciudad.- Todo triunfo y sonrisas en Tenochtitlan.-


Ni Hollywood en su mejor vena.- Victoria para el occiso y
deshonor para el atacante.- Colosal error.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 223)

Detalle del recibimiento en Tlaxcala. La insigna que figura entre Cortés y el Señor indio que le
recibe es la que se supoe capturada en Otumba. Lienzo de Tlaxcala.

Los mexicanos, en tanto, se entregaban en


cuerpo y alma a limpiar su ciudad de toda contaminación popoloca:
Exterminaron a los que habían retrocedido al no poder pasar las
cortaduras, refugiándose de nuevo en el palacio de Axayácalt,
recogieron y honraron a sus propios muertos, ofrecieron a los
dioses el grato homenaje del chalchíhuatl blanco y tlaxcalteca y
desazolvaron los canales del rico botín:
".. fueron acarreados los tlaxcaltecas todos,
y los de Cempoala, y los españoles
que se habían despeñado en el canal de los Toltecas."

cap. 128, p. 261).


"A todos estos desnudaron,
les quitaron cuanto tenían,
les echaron allá sin miramientos..."

"Pero a los españoles en lugar aparte los colocaron,


los pusieron en hileras.
Cual los brotes blancos de las cañas,
como los brotes del maguey,
como las espigas blancas de las cañas,
así blancos eran sus cuerpos.
También sacaron a los ciervos que soportan encima a los hombres,
los dichos caballos."

"También todas las armas de guerra allí fueron recogidas:


cañones, arcabuces, espadas,
y cuanto en lo hondo se había precipitado,
lo que ahí había caído.
Arcabuces, espadas, lanzas, alabardas,
arcos de metal, saetas de hierro.
También ahí se lograron cascos de hierro,
cotas y corazas de hierro;
escudos de cuero, escudos metálicos, escudos de madera."

"Y allá se logró oro en barras,


discos de oro y oro en polvo,
y collares de chachihuites con dijes de oro.
Todo era sacado, era recogido de entre el agua,
era rebuscado cuidadosamente.." (468).

ILUSTRACION
(Libro negro, página 224)

468
.- SAHAGUN: Historia General.., lib. 12, cap. 26, nos. de 5 a ll, pp. 786-7.
Los mexicanos desazolvan de cadáveres la laguna. Cod. Florentino.

Mientras todo era triunfo y sonrisas en


Tenochtitlan, los españoles, ignorando que estaban entrando en
tierras de su aliado Ixtlilxóchitl, creyeron ver llegada su última
hora al desembocar en la llanura de Otompan, y toparse con un
ejército que, según Cortés y Solís era casi infinito, pues su
"frente llenaba todo el espacio del valle, pasando el fondo los
términos de la vista" (469). (Para llenar en esa forma la llanura
de Otumba harían falta nó los 200,000 que asigna, sino varios
millones!). En la batalla que siguió, el bardo de la gloria
hispana, Solís, quizá llegue a su mejor momento: Todo es
grandioso, sereno e ínclito de parte de Cortés y los suyos; todo
confusión, odio y torpeza de parte india:
Los españoles, "más cerca de la ira que de la
470
turbación" ( ), ni siquiera precisan que Cortés los arengue, sino
más bien que los frene, pues están "clamando por la orden de
acometer" y, al recibirla, "no daban golpe sin herida ni herida
que necesitase de segundo golpe" (471). Sitiados por la masa de los
indios, pero firmes como roca vanamente embestida por un proceloso
mar, su único peligro puede ser el desgaste por agotamiento, pues
son tan pocos contra tantos:
"Peleaba Cortés socorriendo con su tropa los mayores
aprietos, y llevando en su lanza el terror y estrago
del enemigo [...] Acordóse de haber oído referir a los
mexicanos que toda la suma de sus batallas consistía en
el estandarte real, cuya pérdida o ganancia decidía sus
victorias o las de sus enemigos [..] y tomó resolución
de hacer un esfuerzo extraordinario para ganar aquella
insignia [...] Llamó a sus capitanes [...] y
haciéndoles una breve advertencia de lo que debían
obrar para conseguir el intento [...] se arrojaron a la
multitud confusa y desordenada con tanto ardimiento y
desembarazo, que rompiendo y atropellando escuadrones
enteros, pudieron llegar sin detenerse [...] Hernán
Cortés cerró con el capitán general de los mexicanos,
que al primer bote de su lanza cayó mal herido por la
otra parte de las andas [..] Juan de Salamanca saltó de
su caballo y le acabó de quitar la poca vida que le
quedaba con el estandarte, que puso luego en manos de
Cortés."

469
.- SOLIS: Historia.., libro 4, cap. 20, p. 265.

470
.- Ibidem.

471
.- Ibidem, p. 266.
"Apenas le vieron aquellos bárbaros en poder de
los españoles, cuando abatieron las demás insignias, y
arrojando las armas se declaró por todas partes la fuga
del ejército. Corrieron despavoridos a guarecerse en
los bosques y maizales: cubriéronse de tropas
amedrentadas los montes vecinos, y en breve rato quedó
por los españoles la campaña..." (472).

¡Ni Hollywood en su mejor vena!: ¡Un


"superman" blanco que, con otros pocos, pulveriza a incontables
miríadas de "red skins" sin apenas despeinarse! (Siempre según
Solís, murieron 20,000 indios, y españoles apenas si "dos o tres"
(473), y eso más tarde, en Tlaxcala). Si eso fuera verdad,
bastaría para probar la tesis de que los indios eran tan bellacos
que unos cuantos europeos bastaron para liquidarlos... Muñoz
Camargo da otra versión, aun más fantástica: la batalla la ganó
directa y personalmente el apóstol Santiago; más aun: ¡el caballo
del apóstol Santiago!:

"... vieron los naturales visiblemente pelear uno de un


caballo blanco, no le habiendo en la compañía, el cual
les hacía tanta ofensa, que no podían en ninguna manera
defenderse del ni aguardalle; y ansí, en memoria de
este milagro, pusieron, en la parte que esto pasó, una
hermita del Apóstol Santiago [...] salio tal y tan
bueno que por este caballo se le atribuyó la victoria,
pues que estando flaco y cansado como lo estaba, a
coces, tocados y manotadas hacía tanto daño a los
contrarios que no osaban acercase a él." (474).

Cortés es más discreto y no hace aparecerse a


ningún Apostol, pero se las arregla para que intervenga, al menos
implícitamente, "San Pedro, su abogado": "Cortés, que andaba a una
y otra parte confortando a los suyos, y que muy bien veía lo que
pasaba, encomendóse a Dios, llamó a San Pedro, su abogado,
arremetió con su caballo por medio de los enemigos, rompiólos,
llegó al que traía el estandarte real de México, que era capitán
general, y dióle dos lanzadas de que cayó y murió.." (475).

¿Qué pasó realmente? Una vez más, quizá nunca


lo sepamos, pero no es difícil suponerlo. Con toda certeza no

472
.- Ibidem.

473
.- Ibidem.

474
.- MUÑOZ CAMARGO Diego: Historia de Tlaxcala, Libro II, cap. 6, pág. 228.

475
.- LOPEZ DE GOMARA: Historia de la Conquista.., cap. 111, pág. 176.
sucedió que "arrojando las armas se declaró por todas partes la
fuga del ejército. Corrieron despavoridos a guarecerse en los
bosques y maizales", pues ya veíamos en el capítulo VIII que eso
era impensable (476), sino aconteció una de estas dos cosas: Según
los informantes de Sahagún, efectivamente hubo una gran batalla,
en la cual
"hubo gran mortandad de mexicanos y tlaltelolcas.
No más ellos se entregaban,
iban a caer en sus manos.
No hicieron más que ir en pos de la muerte.." (477).

Esto parecería confirmación rotunda de Solís;


pero no lo es, ya que, puesto en la perspectiva indígena, en la
que morir en la batalla era victoria para el occiso y deshonor de
su atacante, (y con mucha más razón si el muerto era el jefe), esa
matanza venía a ser no la derrota, sino el broche de oro del
triunfo mexicano.

Ahora bien, puede que la verdad sea mucho más


vanal: Aunque los conquistadores pronto mitificaron su empresa,
exagerando logros y acallando errores, con mentiras tan evidentes
que ya sus contemporáneos no se las creían (478), no pudieron

476
.- "Eran fidelísimos y constantes en toda adversidad, y padeciendo con
extraña paciencia todos los trabajos de la guerra. No temían la muerte, sino el
hacer cosa infame y afrentosa." (POMAR: Relación de Texcoco, pág. 47.); "El ser
rompidos acontecía pocas veces, porque por no lo ser ponían todo su valor y
esfuerzo, porque demás del peligro en que se ponían y todo el ejército, aunque
escapasen de manos de contrario eran gravemente castigados por sus señores con
muertes y prisiones, con otros géneros de tormentos. Y por eso cada cual procuraba
hacer el deber o morir honradamente y no con infamia en poder de los jueces, que con
diligente inquisición averiguaban las faltas que en la guerra cometían,
especialmente los que lo hacían de miedo y cobardía y por la misma razón hacían lo
mismo de los que como valerosos hacían todo lo posible, cumpliendo con la obligación
que de buenos soldados tenían, para dalles premio y galardón." (Ibidem).

477
.- SAHAGUN: Historia General.., lib. 12, cap. 27, no. 5. p. 789.

478
.- Así por ejemplo, el P. Durán, comenta respecto a la prisión de Motecuhzoma, que según una fuente
indígena fue antes de lo que cuentan los españoles: "Lo cual se me hizo cosa dura de creer, porque ningún
conquistador he hallado que tal conceda. Pero, como niegan otras, más claras y verdaderas, y las callan en sus
historias y escrituras y relaciones, también negarán y callarán ésta..." (DURAN: Historia.., tomo II, cap. 74,
no. 13, p. 542.) Entre las "mas claras y verdaderas" que alteran desfachadamente, ya hemos visto que callan de
plano, o minimizan hasta lo insignificante, la ayuda de los indios aliados. Las cifras que dan todos de las
tropas que los acompañaban son siempre insignificantes, cuando sabemos por las fuentes indias que eran cientos
de miles, y en cambio, como en este caso, siempre es abrumador el número de los que los atacan y son vencidos.
Significativamente, Fernando de Alba Ixtlilxóchitl, considera la crónica de Gómara como la menos mala, y no
cesa de atcar a la de Bernal Díaz como falsísima: "Muchas historias he leído de españoles que han escrito las
cosas de esta tierra, que todas ellas son tan fuera de lo que está en la original historia y las de todos
estos, y entre las falsas, la que en alguna cosa conforma es la de Francisco Gó mara, clérigo, historiador que
cancelar todos los indicios de la realidad. Así, muchos años más
tarde, en 1553, uno de ellos, Ruy González, queriendo convencer al
Rey de que haga perpetuas las encomiendas, confiesa que en Otumba
los indios "no querían guerra, sino vivir y tener su libertad y
vuestra victoria para ser desagraviados de México" (479), palabras
no muy claras, que, sin embargo, el Códice Ramírez explica
cándidamente: "Y entendido por don Fernando [Ixtlilxóchitl] lo
sucedido, después de haber tenido una gran batalla con
Cuitlahuatzin su tío, que ya era rey, después de la muerte de
Moctezuma, dió aviso a sus fronteras para que le diesen a Cortés
toda la ayuda necesaria que quisiesen, y aunque les venían algunos
mexicanos dando alcance, los de don Fernando se les oponían y
detenían. Y así fueron caminando hasta que en uno de los llanos,
entre Otumba y Cempohualan llegó don Carlos por orden de su
hermano con más de cien mil hombres y mucha comida para favorecer
a Cortés, pero no conociéndolos Cortés se puso en armas, y aunque
don Carlos se hizo a un lado y les mostró la comida y llegándose a
un capitán que tenía la bandera, se la tomó.." (480).

Esto no sólo puede ser lo cierto, sino que es


lo más probable, tomando en cuenta todas las circunstancias: Ya
habían franqueado las fronteras del territorio controlado por
Ixtlilxóchitl, a quien Cortés y Bernal Díaz muestran una marcada
reticencia a mencionar siquiera, cual si sintieran un molesto
rubor por su persona, pese a que no sólo los salvó en Tenochtitlan
(481), sino que, como veremos, fue decisivo en su conquista.
Cortés, el gran héroe de esta batalla, que siempre cuida de
ponerse en la mejor luz posible ante Carlos V, apenas si se la

fué del emperador don Carlos, [...] y no me espanto, que como son relaciones de pasada unos dicen cestas y
otros ballestas, como se suele decir, por demás por decir una cosa dicen otra, hablando unos de pasión otros de
afición, y otros cuentan fábulas compuestas por palabras sucedidas y ciertas, y otros no entendiendo bien la
lengua y lo que los viejos le dicen..." (IXTLILXOCHITL: Obras Históricas, Tomo I, Relación Sumaria de las Cosas
de la Nueva España, pág 287.)

479
.- En Epistolario de la Nueva España, recopilado por FRANCISCO DEL PASO Y TRONCOSO, Ed. Robledo, México
1939. Apud HINOJOSA RICARDO: Conquistadores, Pobladores, Exploradores y Colonizadores de Nueva España,
Publigráficas S.A., México 1979, III, p. 71.

480
.- Cod. Ramírez, no. 2, p. 145.

481
.- En la misma "Noche triste" pelearon los texcocanos a favor de los españoles, cosa que ningún cronista
español menciona jamás, pero incluso ahí murió un importante general, Xiuhtótotl, ascendiente del historiador
Fernando de Alba Ixtlilxóchil e importante en la historia de la Virgen de Guadalupe, pues su hijo, Francisco
Verdugo Quetzalmamalitzin, a quien los españoles confirmaron en el cargo de Señor de Teotihuacán en premio a la
ayuda de su padre, protagonizó uno de los milagros que narra el Nican Motecpana, y es a través de su familia,
la familia De Alba, que nos llegó la principal narración de las apariciones, el Nican Mopohua: ".. en esta
demanda [La Noche triste] murió Xiuhtototzin uno de los grandes del reino de Tetzcuco señor de Teotihuacan, que
era capitan general de la parcialidad de Ixtlilxóchitl, que en su nombre había ido en favor y ayuda de Cortés y
de los suyos." (IXTLILXOCHITL: Obras Históricas, Tomo II, Historia de la Nación Chichimeca, cap. 88, pág. 231.)
menciona, pues, con modestia inusitada se limita a reseñar que
"con este trabajo fuímos mucha parte del día, hasta que Dios quiso
que murió una persona tan principal de ellos, que con su muerte
cesó toda aquella guerra" (482).

Además, después de un triunfo tan aplastante


y tan milagroso, la moral española debía andar por las nubes,
mientras que la realidad es que, a los pocos días y ya seguros en
Tlaxcala, a donde consideran "milagro" (483) haber llegado, muchos
quieren huir... y en fín, que la épica batalla que "todos los
escritores nuestros y extraños refieren esta victoria como una de
las mayores que se consiguieron en las dos Américas" (484) tal
parece que no fue sino una versión que, "post factum", armaron los
españoles o los texcocanos para encubrir su fenomenal gafe,
versión que pudo hasta contagiar a los informantes de Sahagún, que
declaraban muchos años después. La prosaica verdad, pues, es muy
probable que fuese que los aterrados españoles atacaron y
masacraron a un buen número de sus propios colaboracionistas antes
de descubrir su equivocación... En Tenochtitlan, si lo supieron,
debieron morirse de risa.
XXX

LA TIERRA DEL PAN

Temor a represalias tlaxcaltecas.- Nobleza y fidelidad.- No en


todas partes sonrisas.- Noticias tranquilizadoras.- Exigencia de
regresar a Veracruz.- Admirable temple español.- Ataque a
Tepeaca.

482
.-CORTES: Cartas.., 2a. Carta-Relación, p. 85.

483
.- "Y milagrosamente Nuestro Señor nos libró y nos llevó en salvo a Tlaxcala, a donde, si los halláramos
de guerra, según íbamos cansados y heridos, no se escapara ninguno de nosotros; pero ellos como buenos
guardaron la paz y amistad que a los principios asentaron con el Marqués, y nos recibieron bien y con mucho
amor..." (VAZQUEZ DE TAPIA: Relación, p. 45.).

484
.- SOLIS: Historia.., libro 4, cap. 20, p. 267.
ILUSTRACION
(Libro negro, pagina 231)

Cortés es recibido con todos los honores por sus aliados tlaxcaltecas, quienes le brindan abundantes
bastimentos, sin olvidar ni a los caballos. Lienzo de Tlaxcala.

Al alcanzar, por fín, tierras tlaxcaltecas,


los españoles respiraron, pero no muy hondo, pues sus miedos no
hicieron sino cambiar de motivo, transfiriendo a los indios sus
propios criterios respecto a la conveniencia de cambiar de
bandera, abandonando al vencido y congraciándose con el vencedor:
¿Que podían esperar de unos aliados a quienes habían hecho mil
lisonjeras promesas, pensando en realidad sojuzgarlos; a quienes
habían fallado, comprometiéndolos en una empresa absurda,
matándoles a la mayoría de los que les habían dado por
acompañantes, y asegurándoles una protección que habían tan
palmariamente demostrado no poder brindarles..?: "..No estábamos
muy satisfechos de hallar a los naturales de dicha provincia
seguros y por nuestros amigos, porque creíamos que viéndonos tan
desbaratados quisieran ellos dar fin a nuestas vidas por cobrar la
libertad que antes tenían. El cual pensamiento y sospecha nos puso
en tanta aflicción cuanta traíamos peleando con los de Culúa.."
(485). No olvidemos que estamos en época en que el maquiavelismo es
consigna general, y recurso habitual la traición a la palabra
empeñada: "..la fee ni la verdad nunca en las yndias con los
yndios por los españoles se ha guardado." (486).

Pero no hubo problema alguno: aunque el


contacto inicial fue desanimante, pues en el primer pueblo les
cobraron en oro y joyas cuanto les dieron, sus grandes amigos, los
principales Señores, desplegaron con ellos toda la nobleza y
fidelidad que hasta nuestros días conserva la verdadera amistad
mexicana, reafirmando "que ellos me ayudarían hasta morir para
satisfacerme del daño que aquellos me habían hecho, porque, demás
de les obligar a ello por ser vasallos de vuestra alteza, se
dolían de muchos hijos y hermanos que en mi compañía les habían
muerto y de muchas otras injurias que en los tiempos pasados de

485
.- CORTES: Cartas.., 2a. Carta-Relación, p. 86.

486
,- LAS CASAS: Brevísima Relación.., p. 104.
ellos habían recibido. Y que tuviese por cierto que me serían muy
ciertos y verdaderos amigos hasta la muerte; y que pues que yo
venía herido, y todos los demás de mi compañía estaban muy
trabajados, que nos fuésemos a la ciudad, que está a cuatro leguas
de este pueblo, y que allí descansaríamos y nos repararían de
nuestros trabajos y cansancio." (487).

Tlaxcala, pues, los recibió acogedora,


haciendo honor a su nombre de "Casa del Pan"; aunque es cierto que
no en todos los rostros hubo sonrisas, pues algunos, encabezados
por Xicoténcatl, sí pensaron en eliminarlos, o al menos
expulsarlos. Esto trascendió a los españoles que, además, se
encontraron con que una partida de ellos que habían dejado allí,
con bastante oro y bastimentos, habían caído en manos aztecas al
pretender alcanzar Veracruz, y que igual suerte habían corrido
todos los blancos que se habían aventurado por los caminos, lo que
les hizo temer que Veracruz misma y sus naves, su último reducto,
no existiesen ya.

Pronto tuvieron noticias tranquilizadoras a


ese respecto, pero eso sólo provocó que los más de los
sobrevivientes de Narváez deseasen embarcarse lo antes posible, y
no volver a oír hablar de aventuras sin sentido. Por ello no
querían dár crédito a sus oídos al enterarse de que Cortés pensaba
reconquistar México, y cuanto antes. ¿Estaba loco? -se preguntaban
públicamente- Si a duras penas habían salvado la vida uno de cada
tres, ¿en qué cabeza cabía volver a enfrentarse a esos demonios?:
"¿Que piensa Cortés? ¿Qué quiere hacer de nosotros?
¿Por qué nos quiere tener aquí, donde muramos de mala
muerte? ¿Qué le merecemos para que no nos deje ir?
Estamos descalabrados, tenemos los cuerpos llenos de
heridas y podridos, con llagas, sin sangre, sin fuerza,
sin vestidos; vémonos en tierra ajena, pobres, flacos,
enfermos, cercados de enemigos y sin esperanza ninguna
de subir donde caímos. Harto locos sandios seríamos si
nos dejásemos meter en otro semejante peligro como el
pasado. No queremos morir locamente como él, que en la
insaciable sed de gloria y mando tiene en no estima su
muerte, cuanto más la nuestra, y no mira que le faltan
hombres, artillería, armas y caballos, que hacen la
guerra en esta tierra, y que le faltará la comida, que
es lo principal. Yerra, y de verdad mucho lo yerra, en
confiarse en estos de Tlaxcalan, gente, como todos los
indios son, liviana, mudable, de novedades amiga, y que
querrá más a los de Culúa que a los de España; y que si
bien ahora disimulan y temporizan con él, en viendo
ejércitos mexicanos sobre sí, nos entregarán vivos a

487
.-Cortés, 2a. Carta-Relación, p. 86.
que nos coman y sacrifiquen, que cierto es que nunca
pega bien ni dura amistad entre personas de diferente
religión, traje y lenguaje." (488)

Y así, primero por las buenas, y por las


malas después, con todo lujo de formalidad escrita y notarial, le
exigieron regresar al puerto. Cortés pudo ver el documento,
encabezado por la firma de su compinche Andrés del Duero -quien
había venido en pos de oro y no de riesgos- y una vez más hubo de
echar mano de toda su elocuencia y diplomacia para convencer a sus
colegas de que era posible lo imposible...¡Y lo logró!:
"..Acordándome que siempre a los osados ayuda la
fortuna, y que éramos cristianos y confiando enla
grandísima bondad y misericordia de Dios [...] acordé y
me determiné de por ninguna manera bajar los puertos
hacia el mar; antes, pospuesto todo trabajo y peligro
que se nos pudiese ofrecer, les dije que yo no había de
desamparar esta tierra, porque en ello me parecía que,
demás de ser vergonzoso a mi persona y a todos muy
peligroso, a vuestra magestad hacíamos muy gran
traición. Y que antes me determinaba de por todas las
partes que pudiese, volver contra los enemigos y
ofenderlos por cuantas vías a mi fuese posible.." (489).

A distancia de siglos no es menos admirable


el temple de ese hombre y de sus seguidores, que, en eso, estaban
muy lejos de Maquiavelo quien acepta sin ambages que "los hombres
son enemigos de las empresas demasiado arriesgadas, y no puede
reputarse fácil el asalto a alguien que tiene su ciudad bien
fortificada y no es odiado por el pueblo." (490). Ciertamente
sentían la deuda de honor de vengar el asesinato del "Rey"
Motecuhzoma, y reivindicar los derechos del Rey de España, (que
eran los suyos propios); pero hacerlo en ese momento, todos a cual
más heridos y sin la seguridad de ningún aliado, era algo casi
sobrehumano: "Estuve 20 días curándome de las heridas que traía,
porque con el camino y la mala cura se me habían empeorado mucho,
en especial las de la cabeza, y haciendo curar así mismo a los de
mi compañía que estaban heridos. Algunos murieron, así de las
heridas como del trabajo pasado, y otros quedaron mancos y cojos,
porque traían muy malas heridas, y para se curar había muy poco
refrigerio, y yo así mismo quedé manco de dos dedos de la mano
izquierda.." (491).
488
.- GOMARA: Historia.., cap. 113, p. 179.

489
.- CORTES: Cartas.., 2a. Carta-Relación, pp. 87-8.

490
.- MAQUIAVELO: El Príncipe, cap. 10, p. 86.

491
.- Cortés, 2a. Carta-Relación, p. 87.
Vecino a los territorios amigos estaba el más
inmediato enemigo: Tepeyácac, (la actual Tepeaca, en Puebla), y
contra ella se lanzó Cortés así, "con mancos y cojos y con muy
malas heridas", a apenas 20 días de haber llegado medio muertos al
maternal regazo de Tlaxcala. "Y en aquella jornada no llevábamos
artillería, ni escopetas, porque todo quedó en las puentes, y ya
que algunas escaparon, no teníamos pólvora; y fuímos en 17
caballos y seis ballestas y cuatrocientes veinte soldados, los más
de espada y rodela.." (492) (Y -no lo olvidemos tampoco-
formidables ejércitos de aliados indígenas.)
XXXI

LA REVANCHA DE QUETZALCOATL

Atrocidades reales, pábulo de leyendas.- Extraordinaria lenidad


española.- Minuciosidad jurídica de la declaración de guerra.-
Guerra justa y correcta para ambas partes.- Triunfo español.-
Alud de buena suerte.- Mal andan las cosas en Tenochtitlan.-
Peor que la bomba atómica.- Desquiciamiento radical de las
estructuras indígenas.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 235)

Gran acopio de refuerzos y bastimentos llegan a Cortés desde Veracruz. Nótese en el ángulo superior
derecho a un español cargado por un tameme indio, y, en el inferior, a uno que golpea y patea a otro. Lienzo de
Tlaxcala.

Es esencial que analicemos esa primera

492
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 130, p. 268.
campaña de reconquista para entender a todas las demás, puesto
que, para los españoles, se había replanteado todo el sentido de
la lucha: Ellos no sólo estaban lejísimos considerarse como los
monstruos que ha querido ver la historia oficial del México
independiente, es decir como invasores y saqueadores que, sin más
derecho que el de su fuerza, rapacidad y perfidia, masacraron,
despojaron y martirizaron a incontables inocentes, sino que de
buena fe, como ya dijimos, para ese entonces ya ni siquiera
consideraban que debían enfrentar a enemigos normales, sino a
rebeldes y traidores.

Es cierto que abundaron las atrocidades que


darían amplio pábulo a la leyenda negra, esclavizando a los
vencidos y marcándolos a fuego, pero para calificarlas con
objetividad no sólo hay que situarnos en la burda mente de la
época, sino ponderar a su luz todas sus circunstancias: Recordemos
lo antes dicho, de que, para los españoles, los vencidos en una
guerra justa por ambas partes, "no quedan convertidos en esclavos
<<ipso iure>>, a no ser que rehusen después aceptar la obediencia
del Príncipe cristiano y abrazar nuestra fe.." (493). Para ellos
los tepeyacas eran reos de alta traición, puesto que su Tlatoani
había jurado fidelidad al Rey de España, y eran también asesinos y
salteradores de caminos, al haber matado a una partida de
españoles e indios y asaltado pueblos tlaxcaltecas. El salvaje
rigor con que se castigaba a los traidores (494) no fue invento de
entonces para justificar sus sevicias, sino el derecho común
europeo, cuyas primeras víctimas en suelo mexicano no fueron
indios, sino blancos: Pedro Escudero y Juan Cermeño murieron
ahorcados; Gonzalo de Umbría sufrió la mutilación de ambos pies, y
otros más la casi mortal sentencia de 200 azotes, tan sólo por
haber querido permanecer leales a Velázquez intentando huir de
Veracruz.

Con los indios, en cambio -hay que


reconocerlo en justicia- procedieron con lo que para ellos
constituía extraordinaria lenidad: Por primera providencia
pidieron escrupulosamente permiso a sus propios superiores:
".. acordó Cortés con todos nuestros capitanes y
soldados que hiciésemos relación de todas nuestras

493
.- Cfr. Supra, en el capítulo III, las opiniones de los Teólogos de Burgos.

494
.- Los traidores nunca han sido simpáticos para nadie. Cristo murió orando por ellos, pero Mahoma, cuya
influencia inconciente no andaba muy lejos, fue bastante menos conciliador: "Aquellos con quienes has hecho un
pacto y lo rompen a cada paso y no temen a Dios, si logras hacerlos prisioneros durante la guerra, dispersa con
el espectáculo de su suplicio a los que les sigan, a fin de que reflexionen. Si tienes noticia de alguna
traición respecto de una tribu, obra a la recíproca. Dios no ama a los traidores." (Corán, Sura 8, 58-60) "..
Si no se echan a un lado, si no os ofrecen la paz y se abstienen de combatiros, cogedles y condenadles a muerte
dondequiera que los halléis. Os damos sobre ellos un poder absoluto." (Sura 4, 93)
conquistas a la Real Audiencia y frailes jerónimos que
estaban por gobernadores en la islas de Santo Domingo
[...] y les enviamos a suplicar, atento a las
relaciones ya por mi dichas y de las guerras que nos
dieran, diesen licencia para que de los indios
mexicanos y naturales de los pueblos que se habían
alzado y muerto españoles que si los tornásemos a
requerir tres veces que vengan de paz, y que si no
quisiesen venir y diesen guerra, que les pudiésemos
hacer esclavos, y echar un hierro en la cara [...] Y lo
que sobre ello proveyeron la Real Audiencia y los
frailes jerónimos fue dar la licencia [...] la misma
Real Audiencia y frailes jerónimos lo enviaron a hacer
saber a Su Majestad cuando estaba en Flandes, y lo dio
por bien hecho, y los de su Real Consejo de Indias
enviaron otra provisión sobre ello..." (495).

Tranquilizada así su conciencia, cumplieron


no menos escrupulosamente con todas las formalidades, enviando
primero a Tepeaca una embajada, con 6 prisioneros, pidiendo
explicaciones y ofreciéndoles perdón. Contestaron por boca de los
mismos 6 y de 2 aztecas "con palabras [...] mucho más bravosas"
(496). Cortés, con respeto a los embajadores digno de la cortesía
india, "les mandó dar a cada mensajero una manta, y con ellos les
tornó a requerir que le viniesen a ver y hablar, que no hubiesen
miedo, y, pues ya los españoles que habían muerto no los podían
dar vivos, que vengan ellos de paz y se les perdonará los muertos
que mataron.." (497).

Tornaron a su ciudad los embajadores, para


regresar con la nueva respuesta: ".. que nos volviésemos por donde
veníamos, si no otro día pensaban tener buenas hartazgas con
nuestros cuerpos.." (498). Ante eso, con toda solemnidad y
minuciosidad juridicas, aprobándolo todos, "fue acordado que se
hiciese un auto por escribano que diese fe de todo lo pasado, y
que se diesen por esclavos a todos los aliados de México que
hubiesen muerto españoles, porque habiendo dado la obediencia a Su
Majestad se levantaron y mataron sobre ochocientos y sesenta de
los nuestros, y sesenta caballos, y a los demás pueblos por
salteadores de caminos y matadores de hombres." (499).

495
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 213. pp. 599-600.

496
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 130, p. 268.

497
.- Ibidem.

498
.- Ibidem.

499
.- Ibidem, p. 269.
Eso ya bastaba y sobraba para satisfacer
cualquier escrúpulo europeo, pero todavía se les mandó a advertir
de esa sanción, en que incurrirían por su contumacia, y a rogarles
de nuevo que se sometiesen por las buenas. Con no menos
formalidad "ellos tornaron a a decir que si luego no nos
volvíamos, que saldrían a matarnos, y se apercibieron para ello, y
nosotros lo mismo." (500). En campañas sucesivas se siguieron
cuidando meticulosamente esas formalidades, V. gr., al atacar
Jalancingo y Zautla, "primero que entrasen en su tierra les envió
mensajeros a decirles que viniesen de paz y que diesen el oro y
armas que habían robado, y que la muerte de los españoles se les
perdonaría; y esto de enviarles mensajeros sobre la paz fueron
tres o cuatro veces; y la respuesta que enviaban era que si allá
iba, que como habían muerto y comido los teules que les
demandaban, que así harían al capitán y a todos los que llevaba;
por manera que no aprovechaban mensajes. Y otra vez les tornó a
decir que les haría esclavos por traidores y salteadores de
caminos, y que se aparejasen a defender." (501).

La guerra, pues, era justa y correcta para


ambas partes (502), y hasta, en un pricipio, relativamente
equilibrada, al no disponer los españoles de armas de fuego, bien
que el número de sus aliados se reveló hasta excesivo -cosa de
150,000- , tantos, de hecho, que se relajó la disciplina por la
escasez de alimentos, y Cortés tuvo que hacerse de la vista gorda
cuando los tlaxcaltecas empezaron a devorar enemigos. La campaña
no fue larga, y culminó en triunfo, con miles de prisioneros
marcados por el hierro al rojo de la esclavitud, y, -lo más
importante- un territorio donde los españoles ya pudieron no
sentirse huéspedes ni intrusos, sino dueños y señores, por haberlo
conquistado en el campo de batalla. En él se instaló Cortés su
cuartel general, mudándole el nombre por el de "Segura de la
Frontera", y desde allí escribió su Segunda Carta Relación que
tanto hemos citado, en la que da cuenta a Carlos V de todo lo
hecho hasta entonces y le pide oficialmente que se le comfirme al
país el nombre de "Nueva España del Mar Océano". (503).

La suerte, que tan adversa pareció


mostrársele en Popotla, Tacuba y Otumba, empezó a sonreirle de
nuevo luminosamente: dos barquitos que enviaba Velázquez, quien ni

500
.- Ibidem.

501
.- Ibidem, cap. 134, pp. 276-277.

502
.- ".. y de allí en adelante tenía Cortés tanta fama en todos los pueblos de la Nueva España, lo uno de
muy justificado, y lo otro de muy esforzado, que a todos ponía temor.." (Ibidem, p. 277).

503
.- CORTES: Cartas.., 2a. Carta-Relación, p. 96.
remotamente sospechaba en lo que había parado su expedición
punitiva (504), se pasaron a su bando con armas y bagajes; tres
naves provenientes de Jamaica hicieron lo mismo (505), y hasta una
cuarta, venida directamente de España -de Canarias, para ser
exactos- no en plan de conquista, sino de negocios, a vender armas
y pólvora, colocó al instante toda su mercancía, incluyendo el
propio barco, y todos sus tripulantes quedaron enrolados.

En Tenochtitlan, por otra parte, las cosas no


andaban nada bien. Pasada la euforia del triunfo, Cuitláhuac se
topó con un serio problema, herencia involuntaria de Motecuhzoma:
Los puntos de vista de éste, tan característicos de la cosmovisión
india, eran por supuesto compartidos por otros dentro y fuera de
casa, los cuales pensaban con toda seriedad que, derrotados los
blancos o no, lo correcto era aceptarlos y confederarse con ellos,
y en el propio México este partido resultó tan fuerte como para
que tuviese que imponer su autoridad con una sangrienta "purga",
en la que no perdonó ni a sus parientes, pues por lo menos
murieron cuatro de ellos: Cihuácatl, Tzihuacpopoca, Cipocatli y
Tencuecuénotl. Lo mismo, naturalmente, pasaba en las demás tribus,
y, dado que no había ningún control central, en muchas quien
venció fue el partido hispanófilo, pasándose a los indestructibles
teules y atrayendo la represión azteca, tan inmisericorde que
acabó de alienarles otras simpatías aun indecisas, y haciendo que
México perdiera tiempo y energías peleando contra otros indios,
mientras los españoles más y mejor se reponían; pero lo peor vino
después...

Los padrinos celestiales de los teules, que


hasta entonces se habían mantenido más bien neutrales, dejándose
sólo ver en apariciones no muy de fiar, en ese momento irrumpieron
en escena con una bomba mucho más homicida que las de Hiroshima y
Nagasaki: "Milagrosamente nuestro Señor Dios envió gran
pestilencia sobre todo los indios de esta Nueva España, en castigo
de la guerra que habían hecho a sus cristianos, por El enviados
para hacer esta jornada" (506), sentencia nadie menos que el

504
.- "..enviaba a decir Velázquez que si no había muerto a Cortés, que luego se le enviase a Cuba preso,
para enviarle a Castilla, que así lo mandaba don Juan Rodríguez de Fonseca, obispo de Burgos y arzobispo de
Rosano, presidente de Indias, que luego fuese preso con otros capitanes, porque Diego Velázquez tenía por
cierto que éramos desbaratados, o, al de menos, que Narváez señoreaba la Nueva España." (DIAZ DEL C., Historia
Verdadera.., cap. 131, p. 270).

505
.- ".. dos navichuelos que envió Diego Velázquez, en que venían por capitanes Pedro Barba y Rodrigo de
Morejón de Lobera, y trajeron en ellos sobre veinticinco soldados y dos caballos y una yegua, y luego vinieron
los tres navíos de Garay, que fue el primero capitán que vino Camargo, y el segundo Miguel Diaz de Aus, y el
postrero Ramírez el Viejo; y traían todos esos capitanes que he nombrado sobre ciento y veinte soldados y diez
y siete caballos y yeguas; y las yeguas eran de juego y de carrera.." (Ibidem, cap. 134, p. 276.).

506
.- SAHAGUN: Historia General.., libro 12, Prólogo, no. 11, p. 721.
mexicanófilo por excelencia, Sahagún, y fue festejada por los
españoles como la correcta colaboración de Dios a su causa, que
era la de ellos: "... muy mucho nos ayudó para hacer la guerra y
fue causa de que mucho más presto se acabase, porque, como he
dicho, en esta pestilencia murió gran cantidad de hombres y gente
de guerra y muchos Señores y Capitanes y valientes hombres, con
los cuales habíamos de pelear y de tenerlos por enemigos; y
milagrosamente Nuestro Señor los mató y nos los quitó delante."
(507). Era el "Hueyzáhuatl": "La gran inflamación": la viruela,
llamada también "Teozáhuatl", literalmente un "azote de Dios" que,
peor que Atila, asoló a todo el Anáhuac:

".. y al tiempo que el Capitán Pánfilo de Narváes


desembarcó en esta tierra, en uno de sus navíos vino un
negro herido de viruelas, la cual enfermedad nunca en
esta tierra se había visto; y a esa sazón estaba esta
Nueva España muy en extremo llena de gente, y como las
viruelas se comenzaron a pegar a los indios, fue entre
ellos tan gran enfermedad y pestilencia mortal en toda
la tierra, que en algunas provincias moría la mitad de
la gente, y en otras poco menos, porque como los indios
no sabían el remedio de las viruelas, antes tienen muy
de costumbre, sanos y enfermos, bañarse a menudo, con
esto morían como chinches, y muchos de golpe, no podían
curar unos de otros, ni había quien les hiciese pan, y
en muchas partes aconteció morir todos los de una casa
y otras, sin quedar casi ninguno, y para remediar el
hedor, que no los podían enterrar, echaron las casas
encima de los muertos, así que sus casas fue
sepultura." (508).

ILUSTRACION
(Libro negro, página 241)

507
.- VAZQUEZ DE TAPIA: Relación.. p. 46.

508
.- MOTOLINIA: Memoriales.., Ia. Parte, cap. 2, no. 37, p. 21.
La viruela hace estragos entre los indios. Códice Florentino.

"Cuando [...] aun no contra nosotros se preparaban los españoles,


primero se difundió entre nosotros una gran peste [...]
sobre nosotros se extendió: gran destructora de gente.
Algunos bien los tapó,
por todas partes de su cuerpo se extendió.
En la cara, en la cabeza, en el pecho, etc."

"Era muy destructora enfermedad.


Muchas gentes murieron de ella.
Ya nadie podía andar, no más estaban acostados,
tendidos en su cama.
No podía nadie moverse,
no podía nadie volver el cuello,
no podía hacer movimientos de cuerpo;
no podía acostarse cara abajo,
ni acostarse sobre la espalda,
ni moverse de un lado a otro.
Y cuando se movían, daban de gritos [...]"

"Muchos murieron de ella,


pero muchos solamente de hambre murieron:
hubo muertos por el hambre:
ya nadie tenía cuidado de nadie,
nadie de otro se preocupaba [...]"

"A muchos con esto se les echo a perder la cara,


quedaron cacarañados, quedaron cacarizos.
Unos quedaron ciegos, perdieron la vista..." (509).

De los españoles no sabemos que hayan


padecido una sola baja a resultas de la epidemia, ni siquiera la
del negro que la desató; de los indios... todo está dicho con "la
mitad .. o poco menos". El flagelo fustigó imparcialmente a amigos
y enemigos, (Maxixcatzin, uno de los más fuertes aliados
tlaxcaltecas, murió por ella), pero se cebó especialmente donde se
había incubado, en la insular Tenochtitlan, cobrando la vida del

509
.- SAHAGUN: Historia General.., libro 12, cap. 29, nos, del l al 3, p. 791.
propio Cuitláhuac a las pocas semanas de su entronización.

Y para los indios la plaga no comportó


solamente una disminución drástica en número, sino una
desquiciamiento radical en toda su estructura, incluso mental,
pues no podía resultar más evidente que el nuevo Quetzalcóatl
disponía de recursos aterradoramente invencibles. En Europa, donde
el desaseo, hacinamiento y hambre eran endémicos, las pestes eran,
desde siglos, el triste pan de cada día; en América los gérmenes
patógenos hacía también siglos que se habían "domesticado", y ya
no existía memoria histórica de una pandemia de esas proporciones:
"Averiguóse una cosa digna de admiración, y es que en tiempo de su
infidelidad vivieron sanísimos sin jamás saber qué cosa era
pestilencia, sino que los que morían habían de ser muy viejos o
muy niños y tiernas criaturas [...] y no se halla que sus padres
ni antepasados diesen noticia de haber habido jamás pestilencia ni
mortandad..." (510), cosa que cualquier epidemiólogo de hoy nos
explicaría que nada tiene de extraordinario, antes es lo normal
tratándose de gentes bien nutridas, en sana relación simbiótica
con su ambiente y con excelentes hábitos de aseo... pero,
precisamente por eso, del todo impreparadas mentalmente para
entender algo tan insólito.

Así, toda su concepción de valores éticos en


torno a la guerra se sacudió violentamente: Hasta ese momento se
suponía que Quetzalcóatl era el legítimo y bondadoso soberano,
aborrecedor de la sangre y de la muerte, que volvía a liberarlos
del yugo de los "villanos" Tezcatlipoca y Huitzilopchtli, idea que
los españoles no habían hecho sino fomentar. Sin embargo, este
Quetzalcóatl siempre había procedido al revés, desmintiendo
sistemáticamente sus palabras con sus acciones, al grado de
quebrantar alevosamente un pacto formal, provocando así su
aplastante derrota y evidenciando su inferioridad real, con lo que
había quedado claro que sus adversarios eran en realidad los
fuertes y los leales... A ojos de todos, pues, ya todo quedaba
zanjado: Tezcatlipoca y Huitizilopochtli reinarían en adelante
indiscutidos... Pero hete aquí que, de improviso, el derrotado
Quetzalcóatl se muestra aun más alevoso e innoble de lo que podría
jamás haberse creído, lanzándose a masacrar por igual a amigos que
a enemigos con un arma nueva y desconocida, pero tan
espantosamente eficaz que cobraba de un golpe más víctimas que
todas las antiguas guerras juntas...

Como es lógico, ante eso las reacciones


indias se polarizaron y se rigidizaronn: Los partidarios de
Huitzilopochtli empeñándose más que nunca en luchar con estricto
apego a sus limitantes leyes de guerra, mientras que los alineados
con Quetzalcóatl empiezaron a hallar "divina" la idea española de

510
.- POMAR Juan Bautista: Relación de Texcoco, Ed. Chávez Hayhoe, México 1941, pp. 49-50.
asolar y matar indiscriminadamente, al grado que pronto los
aliados de Cortés, que antes, como todos (511), "mas pugnaban por
prenderse que por matarse [..] ni hacer otro mal y daño en el
hombre, ni mujer, ni casa, ni sementera, sino sólo traer de comer
al ídolo ..." (512), demolieron todas sus represiones ancestrales y
acabaron convirtiéndose en tan desenfrenados asoladores y asesinos
que, a su lado, sus maestros españoles parecían ingenuos
principiantes por no asesinar a mansalva, sino contentarse con
saquear: ".. nuestros soldados hasta romperles y ponerles en huida
no curaban de dar cuchilladas a ningún indio, porque les parecía
crueldad; en lo que más se empleaban era en buscar una buena india
o haber algún despojo, y lo que comunmente hacían era reñir a los
amigos porque eran tan crueles y por quitarles algunos indios o
indias porque no las matasen." (513).

Lo más evidente de este desplome de los


valores indios fue la antropofagia, que, de ser sólo ritual y
exquisitamente respetuosa, pasó a ser brutal revancha (514) e
incluso la manera más expedita de avituallar a los cientos de
miles de tropas, práctica que incluso perduró: "Después que los
españoles anduvieron de guerra, y ya ganada México hasta
pacificarse la tierra, los indios amigos de los españoles muchas
veces comían de los que mataban, porque no todas las las veces los
españoles se los podían defender, sino que algunas veces, por la
necesidad que tenían de los indios, pasaban por ello, aunque lo
aborrecían." (515). Cortés, sin embargo, no se vé que la haya
"aborrecido" mucho, pues la menciona con un desparpajo que suena a
satisfacción, v. gr.: ".. y aquella noche tuvieron bien que cenar
nuestros amigos, porque todos los que se mataron tomaron y
llevaron hechos piezas para comer" (516), "... y así nos volvimos
con harta presa y manjar para nuestros amigos" (517).

511
.- Cfr. supra. cap. VIII.

512
.- DURAN: Historia de las Indias.., tomo I, cap. 3, p. 34.

513
.- DIAZ DEL C., Historia Verdadera.., cap. 142, p. 307.

514
.- Narra Cortés la "guerra psicológica" que hacían sus aliados contra los mexicas: "... sintieron y
mostraron mucho desmayo, especialmente viendo entrar por su ciudad, quemándola y destruyéndola, y peleando con
ellos, los de Tesuico y Calco y Suchimilco [Texcoco, Chalco y Xochimilco] y los otumíes, y nombrándose cada uno
de dónde era; y por otra parte los de Tlascaltecal, que ellos y los otro s les mostraban los de su ciudad hechos
pedazos, diciéndoles que los habían de cenar aquella noche y almorzar otro día, como de hecho lo hacían."
(CORTES: Cartas.., 3a. Carta-Relación, p. 140.)

515
.- MOTOLINIA: Memoriales.., 1a. parte, cap. 2, no. 55, p. 33.

516
.- CORTES: Cartas.., 3a. Carta Relación, p. 154.

517
.- Ibidem, p. 155.
Además, la inesperada desaparición de tantos
jefes, forzó reajustes para la sucesión, que muchas veces llegaron
a la sangre, y la actuación de los recién instalados, al hallarse
sin subalternos en quien apoyarse ni antecesores de quien
aconsejarse, se veía inevitablemente entorpecida, o de plano
desorganizada... todo lo cual venía a redundar en neta ganancia de
la fuerza coherente y férrea que de nuevo representaban los
españoles (518), quienes, además, si alguna duda podían aún
albergar de la lealtad de sus aliados tlaxcaltecas, la disiparon
para siempre cuando éstos respondieron a una embajada mexica, que
les proponía una alianza formal contra los popolocas ofreciendo a
cambio plena libertad política y libre comercio, que de ninguna
manera abandonarían el patrocinio de Quetzalcóatl, por alevoso que
fuese, puesto que tan beneficioso les había resultado (519).

Bien que esta decisión no hubiese sido


unánime, pues Xicoténcatl apadrinó la idea de los mexicas, Cortés
se sintió ya del todo seguro, y, desde su cuartel general de
Segura de la Frontera, continuó expandiendo sus expediciones
contra Atzoncan, (La actual Izúcar), Jalancingo y Teziutlán, en
tal forma que pronto tuvo bajo su control directo a una gran zona,
que le garantizaba a él y cerraba a Tenochtitlan el acceso al
Golfo, y hasta pudo darse el lujo de desembarazarse de estorbos,
dejando volver a Cuba a todos los que nuevamente lo pidieron, otra
vez encabezados por Andrés del Duero, quien -típico burócrata
venal- no mucho después se pondría a intrigar en España contra él,
renegando una vez más de bandera en favor de Velázquez.

518
.- "Y tanta era la autoridad y ser y mando que había cobrado Cortés, que venían ante él pleitos de indios
de lejanas tierras, en especial sobre cosas de cacicazgos y señoríos. Como en aquel tiempo anduvo la viruela
tan común en la Nueva España, fallecían muchos caciques, y sobre a quien le pertenecía el cacicazgo y ser señor
y partir tierras o vasallos o bienes, venían a Cortés, para que por su mano y autoridad alzase po r señor a
quien le pertenecía." (DIAZ DEL C., cap. 134, p. 277.).

519
.- "..y Maseescaci propuso un razonamiento delante de todos, y dijo que si se les acordaba o habían oído
decir que más de cien años hasta entonces que en todo Tlaxcala habían estado tan prósperos y ricos como después
que los teules vinieron a sus tierras, ni en todas las provincias habían sido en tanto tenidos, y que tenían
mucha ropa de algodón y oro y comían sal, y por doquiera que iban sus tlaxcaltecas les hacían honra.." (Ibidem,
cap. 129, p. 264.). Para Ixtlilxóchitl, en esta decisión también intervino Dios mismo, pues la mayoría se
inclinaba a favor de la propuesta azteca, pero "un milagro" los hizo cambiar de parecer, pues hallándose en una
sala donde había una cruz, "milagrosamente todos los que estaban en ella, vieron entrar una nube que cubrió la
cruz, y quedó la sala oscura y triste [...] Todos los del consejo y junta viendo un milagro tan grande mudaron
de intento [...] con que despidieron a los embajadores de México diciéndol es, que ellos habían de defender y
amparar a los cristianos, y perder por ellos las vidas y las de sus mujeres y hijos: y así que los despidieron
salió aquella nube, y quedó aquella sala muy clara y alegre y la cruz muy resplandeciente; por lo que desde
entonces con muchas más veras servían, amparaban y favorecían a Cortés y a los suyos." (Obras Históricas, 2o.
tomo, Historia de la Nación Chichimeca, cap. 90, p. 237.)
ILUSTRACION
(Libro negro, página 245)

Cortés, seguido por un escudero negro, es recibido en Tlaxcala con toda cortesía: ofreciéndosele
flores y plumas. El jeroglífico de la ciudad aparece claramente: un monte y dos manos palmeando una tortilla.
Atlas de Durán.
XXXII

LA CAIDA DEL AGUILA

Estados Unidos Mexicanos.- Mejor Quetzalcóatl que


Huitzilopochtli.- Preparativos para la campaña.- Facción
entreguista.- El enemigo a las puertas.

ILUSTRACION
(Libro verde, página 161)
Ejecución de Cuauhtémoc. Códice Vaticano 3738.

A la muerte de Cuitláhuac, después de la


matanza del Templo Mayor y de los estragos de la viruela, que tan
violentamente desquiciaran no sólo sus rangos, sino sus mentes, el
Tlatocan encontró muy mermadas sus opciones para elegirle sucesor,
y designó al más destacado de los caudillos sobrevivientes,
Cuauhtémoc, "el Aguila que Cáe", un muchacho que no llegaba a los
treinta años (520), pero cuyo valor, autoridad y capacidad nadie
podía poner en duda.

El, aunque mexicano como todos, y como todos


preso en las mallas de la cosmovisión azteca, tuvo la lucidez de
no confiar a ciegas en la superioridad de Huitzilopochtli, sino
que, intuyendo el terrible peligro que amenazaba a su pueblo,
quiso revigorizar la política de federaciones que había sido el
origen y fundamento de su grandeza, ampliando la Triple Alianza a
algo que hubiera sido literalmente unos "Estados Unidos
Mexicanos". Para ello envió embajadas a todas las tribus,
incluyendo a las enemigas -como ya lo había empezado a hacer
Cuitláhuac- llevando el mismo mensaje que hacía más de un siglo
mandara Itzcóatl respecto de Maxtlaton el tirano tecpaneca: "-
¡Unámonos contra el enemigo común!" (521).

Pero sus gestiones no fueron muy eficaces: La


tribus no tenían conciencia alguna de unidad nacional, ni tampoco
la menor sospecha de la naturaleza y consecuencias de la invasión
española, que para ellos no era invasión, sino restauración de un
orden venerado e ideal. Cierto que el nuevo Quetzalcóatl se
mostraba muy diferente del antiguo y luchaba con armas
terroríficas que por igual masacraban a amigos que a enemigos,
pero para muchos, "a priori", el mejor yugo de Huitzilopochtli era
más odioso que el peor de Quetzalcóatl, y tanto más que hasta para
el más miope era patente cuanto habían ganado los tlaxcaltecas con

520
.- Según Ixtlilxpochitl era apenas "de edad de diez y ocho años" (Obras Históricas, 2o. tomo, Historia de
la Nación Chichimeca, cap. 90, p. 236.) Según BERNAL DIAZ: "Guatemuz era de muy gentil disposición, así de
cuerpo como de facciones, y la cara algo larga, alegre, y los ojos más parecían que cuando miraba que era con
gravedad que halagüeños, y no había falta en ellos, y era de edad de veintiséis años, y la color tiraba a matiz
algo más blanco que a la color de indios morenos, y decían que era sobrino de Montezuma, hijo de una su
hermana, y era casado con una hija del mismo Montezuma, su tío, muy hermosa mujer y moza." Se ve que no estaba
muy seguro de la edad, porque en el original tiene tachado "veinte y tres o veinte y cuatro años". (cap. 156,
p. 369.).

521
.- Cuando México empezaba a despuntar, "Itzcóatl [...] envió luego una embajada al príncipe
Netzahualcóyotl para darle parte de su exaltación y ofrecerle unirse a él con todas sus fuerzas contra el
tirano Maxtlaton." (CLAVIJERO: Historia Antigua.., lib. III, cap. 19, p. 93.)
el patrocinio de los blancos: de corral de víctimas a temidos
conquistadores. En algunos casos el resultado fue
contraproducente: ¿¡Qué tan débiles no se sentirían los altaneros
mexicas, como para humillarse a pedir ayuda!? (522).

A más de esos reveses, otra nube obscurecía


el cielo de Cuauhtémoc: había sido intronizado en los nefastos
días "nemonteni", los cinco "días vacíos" que sobraban al año de

522
.- Según Ixtlilxóchitl también Dios mismo se puso a hacer milagros para sabotear a Cuauhtémoc: ".. mas
hizo Dios un caso milagroso, y fue que cuando fueron a ver la prime ra vez los embajadores de estos reyes al de
Michoacán, Tangajuan, le dieron por extenso relación de lo que Cortés y los suyos habían hecho con los de
Cholula y el capitán Pedro de Alvarado con los de México, tratándolos de crueles y tiranos, que se alzaban con
los estados y señoríos: se halló presente la hermana del rey, y oyendo decir las crueldades que los embajadores
significaban de Cortés y de los suyos, y teniendo por cosa cierta profetizada por sus mayores, que los de esta
nación habían de poseer y ser señores de la tierra, desesperadamente por no oirlos ni verlos se dejó morir de
hambre; y fallecida que fue, como era costumbre en aquella tierra a los reyes y grandes señores meterlos en un
sótano del templo mayor, velarlos allí ciertos días, y al cabo de ellos quemarles el cuerpo y guardar sus
cenizas, haciendo con ella la misma ceremonia como hermana que era del rey, al cabo de cuatro días que había
fallecido, resucitó y mandó a los que la velaban que llamasen al rey su hermano, que tenía negocios graves que
comunicar con él, muy importantes al bien de todo su reino y de sus súbditos y vasallos: de que quedaron todos
espantados y admirados, y fueron a llamar al rey, al cual venido que fue le dijo, que se quietase, que no se
alborotase, y con toda atención le escuchase todas las cosas que de parte del verdadero Dios señor del cielo y
de la tierra le quería anunciar y revelar; y estando el rey sy hermano atento, le dijo, que luego de parte de
Dios le mandaba dejase las armas y despidiese las gentes que tenía juntas en dos llanos que llaman de Avallos,
para ir a favorecer a los de México, porque de ninguna manera convenía impedir la entrada de aquellas nuevas
gentes que venían a plantar la ley del verdadero Dios, y que antes procurase admitirlos y recibirlos de paz en
su reino, para que así mismo en él se plantase esta ley y fuese conocido y adorado este Dios; y que en
testimonio de todo (demás del gran milagro que había usado con ella en resucitarla y darle otros quince años de
vida), el día de la feria principal de la ciudad que era cabeza de su reino, vería por la región del aire venir
por la parte del oriente un mancebo con una luz en la una mano que excedería a la del sol, y en la otra una
espada que era la arma que esta naciòn recién venida usaba, y pasando por encima de la ciudad iría a perderse
por la de occidente, y que de ninguna manera porfiase en ser contra esta nación que traía por defensa y amparo
una cruz, que todos los enemigos en viéndola se le rendían; y que ella había visto el lugar donde iba n a parar
todos los que no conocían al verdadero Dios, que era de penas intolerables y eternas, donde estaban todos sus
padres y abuelos padeciendo; y así mismo vido la gloria donde estaban gozando de la presencia de Dios todos
aquellos que se salvaban, mediante la fe y la ley que estas nuevas gentes traían. El rey Tangajuan quedó
admirado de oír todas estas razones y ver a su hermana resucitada hasta la visión que le dijo, y así dejó las
armas y no quiso socorrer a los mexicanos, despidiendo doscientos mil hombres que había juntado en campaña para
irlos a socorrer, que los cien mil eran michoaques que llaman tarascos, y los otros cien mil eran los
teochichimecas, gente la más belicosa que ha habido en esta Nueva España. Todo esto que aquí se ha escrito fue
sacado de las relaciones y pinturas del reino de Michoacán, y se lo oí contar muchas veces a don Constantino
Huitzimengari, nieto de este rey, que era cacique y señor de aquella provincia." (IXTLILXOCHITL, 2o. tomo,
Historia de la Nación Chichimeca, cap. 91, p. 244-5.)

La narración es desde luego inverosímil: para morirse de hambre un ser humano


necesita meses, no días; los indios no tenían concepto de ángeles y jamás pensaríamos hoy que "todos los padres
y abuelos" de gente de buena fe pudiesen estar en el infierno, pero manifiesta bien las creencias de los
españoles y el desconcierto indio ante lo que vivían. Torquemada en su Libro II, capítulo 91 también tráe esta
leyenda, pero la hace protagonizar a un tal Papan, hermana de Motecuhzoma.
18 veintenas. Ignoramos por qué tomó el Tlatocan una decisión tan
extraña, pues en esos días nada en absoluto se hacía; quizá, ante
el holocausto del Teozáhuatl, por querer combatir fuego con fuego,
o porque la presencia de Cortés en Texcoco los forzó a ella. Eso
nada bueno presagiaba, pero Cuauhtémoc no se dejó amilanar: ¿No
era acaso su pueblo el más guerrero del Anáhuac? ¿No era el mismo
la "ixíptatl", "la Imagen", es decir el lugarteniente, el
plenipontenciario, la encarnación casi de Huitzilopochtli-
Tezcatlipoca? ¿No habían ya ellos demostrado palmariamente su
susperioridad derrotando a su enemigo en una lucha limpia y leal?
¿No se había implorado su ayuda desde el día de su elección?" "Os
suplico -había orado el sacerdote- tengáis por bien abrile los
ojos, darle lumbre y abrile las orejas, y guiarle a este pobre
electo, no tanto por lo que es, sino principalmente por aquellos a
quienes ha de regir y llevar a cuestas; suplico, agora desde el
principio, le inspiréis lo que ha de hacer, pues que le habéis
hecho vuestra silla en que os habéis de asentar y también le
habéis hecho como flauta vuestra para, tañendo, significar vuestra
voluntad..." (523).

Con todo eso, pues, se sentía seguro, pese a


todas las aprensiones: Quetzalcóatl era un traidor;
Huitzilopochtli era ahora quien tenía a su favor la razón y la
justicia; él y su pueblo tenían, pues, la verdadera fuerza. Así,
se preparó a conciencia para la guerra que era clara voluntad de
los dioses que pelearan, almacenando víveres, fortificando la
ciudad, y entrenando a los suyos, pues, gracias al botín de la
Noche Triste, disponían de nuevas armas, y debían aprender a
luchar con y contra ellas:

Quiero tornar a decir -reitera Bernal Díaz- los


llamamientos y mensajes que en todos los pueblos
sujetos a México hacían, y cómo les perdonaban los
tributos; y el trabajar que de día y de noche
trabajaban de hacer cavas y ahondar los pasos de las
puentes, y hacer albarradas muy fuertes, y poner a
punto sus varas y tiraderas, y hacer unas lanzas muy
largas para matar a los caballos, engastadas en ellas
las espadas que nos tomaron la noche del desbarate, y
poner a punto sus varas y tiraderas y piedras rollizas
con hondas y espadas de a dos manos, y otras mayores
que espadas como macanas, y todo género de guerra."
(524).

Mas también él hubo de hacer frente al mismo


problema que ya había encontrado Cuitláhuac: no todos estaban de

523
.- SAHAGUN: Historia General.., lib. 6, cap.4, nos. 15-6, p. 307.

524
.- DIAZ DEL C., Historia Verdadera.., cap. 140, p. 298.
acuerdo en que la guerra fuera voluntad de los dioses. El mismo
conflicto de Cortés, cuando los suyos le pedían retirarse para
volver después con mejores pertrechos, ahora le aquejaba a él,
pues una fuerte minoría opinaba -y no sin razón- que a causa del
teozáhuatl las cosas habían quedado demasiado mal para enfrentarse
a los invasores. Mejor, pues, someterse y tributarles, y ya se
vería después qué otra cosa convenía hacer, puesto que todos daban
por descontado que nada se alteraría de sus instituciones
nacionales, y que quedarían tan libres como dejaban ellos a los
que se les sometian. Cierto que era doloroso volver a ser
tributarios; pero, después de todo, ¿no era así como habían
empezado? ¿Por qué no iban después a poder sacudir un yugo
injusto, como ya lo habían hecho en tiempo de los tecpanecas, y
escalar glorias aun mayores?

Esa facción entreguista fue lo bastante


poderosa como para provocar la guerra civil en el seno mismo de la
tribu. Por dos veces, según informa un cronista anónimo de
Tlaltelolco, ya con su ciudad sitiada, "los tenochcas se pusieron
a pleitear unos con otros y se mataron unos a otros. Esta es la
razón por la que fueron matados estos principales: conmovían,
trataban de convencer al pueblo para que se juntara maíz blanco,
gallinas, huevos, para que diera tributo a los españoles.." (525).
Cuauhtémoc hubo, pues, de proceder con mano de hierro, matando y
amenazando matar a todo el que hablara de rendición, pues pronto,
muy pronto, tuvo al enemigo a sus puertas.
XXXIII

"EN REM ROMANO POPULO NON FACILEM"

El rey blanco de Texcoco.- Medio millón contra ciencuenta mil.-


Naves en las montañas.- Cortés a punto de perder la vida en
Xochimilco.- Rogar con la paz.- Empresa de pocos días.

525
.- Anónimo de Tlatelolco, no. 39, p. 815.
ILUSTRACION
(Libro negro, página 253)

Ixtlilxóchitl supervisa la reconstrucción y la botadura de las bergantines en Texcoco. Atlas de Durán.

El infatigable Cortés había dejado Segura de


la Frontera y regresado en triunfo a Tlaxcala a fines de ese año
de 1520. De ahí continuó a Texcoco, que, aunque no opuso
resistencia, saquearon sus aliados y destruyeron su valiosísimo
archivo. Instalado ahí puso manos a la obra de conquistar México,
empezando por arreglar - a su favor- la maraña política que
encontró: Como habíamos dicho, a la muerte de Netzahualpilli,
Motecuhzoma había impuesto a su sobrino Cacamatzin, despojando con
ello a Cohuanacochtzin, a quien el Tlatocan texcocano había
elegido, provocando con eso que Ixtlilxóchitl se rebelara y
enseñoreara de una porción, reinando de hecho como soberano
independiente y que se aliara con Cortés apenas éste desembarcó
(526). Cacamatzin fue preso a traición, encarcelado junto con
Motecuhzoma y muerto en la Noche Triste, quizá a manos españolas.
Ya antes de su muerte había impuesto Cortés, coludido con
Motecuhzoma, no a su incondicional Ixtlixóchitl, que se vé nunca
le inspiró demasiada confianza, sino a otro hermano menor,
Cuicuitzcatzin, que, luego de la derrota, huyó con ellos a
Tlaxcala. Los texcocanos, entonces, desconocieron por supuesto a
ese pelele, y restauraron a Cohuanacochtzin, fiel aliado de
México. Cuicuitzcatzin tuvo la ingenuidad de dejar después el
refugio de Tlaxcala y de presentarse en Texcoco a reclamar "su"
trono, y lo único que obtuvo fue ser apresado y ejecutado por
traidor. A la llegada de Cortés, Cohuanacochtzin huyó a México,
dejando el trono vacante una vez más, y Cortés tampoco ahora
impuso a Ixtlixóchitl, sino a un nuevo títere, Totolcoltzin, hijo
bastardo de Netzahualpilli, que ostentaba el extraño mérito de ser
"muy blanco, tanto cuanto podía ser cualquier español por muy
blanco que fuese." (527).

526
.- Cfr. Infra, cap. IV.

527
.- IXTLIXOCHITL: Compendio Histórico.., 13a. Relación, p. 457.
Este murió pronto, quizá de viruela, sin otra
cosa de provecho que "mandar hacer muchas colchas, rodelas,
flechas, macanas, lanzas arrojadizas y otros géneros de armas y
munición, así para los suyos como para los españoles, y juntar
mucho maíz, gallinas, y lo demás necesario para el sustento de los
ejércitos." (528). Sólo a su muerte consiguió Ixtlilxóchitl hacer
valer sus méritos ante Cortés, quien tranquilamente depuso al
elegido por el Tlatocan texcocano, Ahuaxpiczactzin, para otorgarle
a él el trono (529). De ser cierto lo que dice su bisnieto,
Fernando de Alva Ixtlixóchitl, (Y muy posiblemente lo es, por el
cuidado que puso Cortés en disimularlo (530), practicamente fue él
el verdadero conquistador de México, pues gracias a él dispuso
Cortés de tropas prácticamente ilimitadas -más de medio millón de
guerreros (531)- contra los ya pocos miles de Cuauhtémoc) (532).

Dueño de Texcoco y con tan ingentes recursos,


Cortés podía lanzarse sobre México cuando quisiese, pero recordaba
demasiado bien a esos terribles guerreros para atreverse a un
enfrentárseles sin el dominio del lago, con naves lo
suficientemente grandes y sólidas como para neutralizar los
cardúmenes de canóas aztecas. Su construcción hubiera retardado
meses la empresa... Mas no había problema: Estaban ya casi listos

528
.- Ibidem, p. 456.

529
.- "Luego los acolhuas alzaron por Señor a Ahuaxpiczactzin, que después se llamó don Carlos, uno de los
infantes hijos naturales del rey Netzahualpiltzintli, el cual gobernó muy pocos días, porque luego a pedimento
de Cortés y los demás hicieron señor a Ixtlilxúchitl.." (Ibidem, p. 457.)

530
.- ".. que si no fuera por él y sus hermanos, deudos y vasallos, hubo ocasiones en donde podían matarlos
sin que quedase uno tan solo, si no fuera por él y los suyos como tengo referido, y me espanta de Cortés que,
siendo este príncipe el mayor y más leal amigo que tuvo en esta tierra, que después de Dios con su ayuda y
favor se ganó, no diera noticia de él y de sus hazañas y heróicos hechos ni siquiera a los escritores e
historiadores para que no quedaran sepultados, ya que no se le dió ningún premio, sino que antes lo que era
suyo y de sus antepasados se les quitó... y así mismo nadie se acuerda de los aculhuas tezcucanos y sus señores
y capitanes, aunque es toda una misma casa, si no es de los tlaxcaltecas, los cuales, según todos los
historiadores, dicen que más aínas venían a robar que a ayudar.."

531
.- Según Ixtlilxóchitl había 250,000 guerreros, 8,000 oficiales y 50,000 labradores del propio Texcoco;
50,000 de Chalco, Itzocan, Cuauhnáhuac, Tepeyacac; 50,000 de Otumba, Tolanztzinco, Xicotépec; 50,000 de
Tziuhcohuácaz, Tlatlautitepec y más de 300,000 tlaxcaltecas, huexutzincas y cholultecas, a más de 16,000
canoas. (IXTLILXOCHITL, ibidem, p. 461). Serían, pues 708,000 hombres, a más del torrente de tropas de refresco
que continuaron llegando durante el sitio. Aunque pensemos en una posible exageración, el número es descomunal,
así como todo lo que implica en problemas logísticos de avituallamiento y control.

532
.- A Cuauhtémoc le asigna "casi trescientos mil hombres [...] y así claro parece que fue muy
importantísima cosa la ayuda que tuvieron de Tezcuco dichos españoles; que después de Dios, Izxtlilxúchilt y
los demás sus hermanos y deudos suyos, señores y caudillos [que] ellos eran, se plantó la ley evangélica y se
ganó la ciudad de México y otras partes..." (Ibidem, pp. 462-3.).
13 bergantines, aunque no allí, sino ¡en Tlaxcala!

Un bergantín, aunque su nombre suena a


diminutivo, no era un barco pequeño: eran navíos de dos mástiles,
capaces de llevar cañones, caballos y tropas. Aun en nuestros días
de tersas carreteras y motores, sería empresa titánica transportar
toda una escuadra a través de más de 100 kilómetros de montes y
barrancos, ¿cómo, pues, pudo ocurrírseles entonces semejante
cosa!?

Esto es un detalle más que nos habla de la


reciedumbre y tenacidad de nuestros antepasados españoles, para
quienes simplemente no había empresa imposible. A poco de salir de
México "mancos y cojos y con muy malas heridas", Cortés inició su
reconquista. Por supuesto que no podían contar con astillero
alguno junto al lago, pero eso no los hizo desistir, y su
industrioso Martín López lo improvisó, como si tal cosa, en
Tlaxcala, y no sólo construyó los bergantines, sino que
acondicionó un lago artificial para probarlos, los desarmó, y con
un ejército de tlaxcaltecas que se extendia 10 kilómetros, los
depositó intactos en Texcoco. "¡En rem Romano populo, quando
illustrius res illorum vigebant, non facilem!", se asombra con
todo derecho Pedro Mártir de Anglería: "¡He aquí algo que ni para
los romanos en su máximo esplendor hubiera sido fácil!" (533), ni
tampoco fue fácil armarlos y botarlos, pues hubo de hacerse otra
obra verdaderamente "de romanos": ".. la zanja [..] tenía de largo
más de media legua, y de ancho doce o trece pies, y dos estados y
más profundidad; por las orillas estacada y su albarrada por ambos
lados. Tardaron en hacerla cincuenta días más de cuatrocientos mil
hombres de los reinos de Texcoco que tenía puestos allí
Ixtlilxúchitl para sólo este efecto.." (534).

Pero, en lo que llegaron y se aprestaron,


Cortés no estuvo ocioso. Una y otra vez "rogó con la paz" a los
mexicanos (535), y al nada lograr, empezó a hacer efectivo el cerco
moviéndose contra la ciudades ribereñas: primero Ixtapalapa, que
destruyeron sus propios habitantes, rompiendo sus diques, y donde
por poco perdemos todos la versión más detallada de toda la

533
.- ANGLERIA: Décadas.., Tomo II, Década 5, cap. 8, p. 521.

534
.- IXTLILXOCHITL: Compendio Histórico, p. 461.

535
.- "..Cortés acordó de enviar [...] a decir al señor que entonces habían alzado por rey, que se decía
Guatemuz, que deseaba mucho que no fuesen causa de su perdición ni de aquella tan gran ciudad, y que viniese de
paz, y que les perdonaría las muertes y daños que en ella nos hicieron, y que no se les demandaría cosa ninguna
[...] y que para qué quiere que mueran todos los suyos y la ciudad se destruya y que mire el gran poder de
Nuestro Señor Dios, que es en el que creemos y adoramos, que él siempre nos ayuda, y que también mire que todos
los pueblos sus comarcanos tenemos de nuestro bando ..." (DIAZ DEL C., Historia Verdadera.., cap. 139, pp. 294-
295).
historia de la conquista, pues ahí casi muere Bernal Díaz (536),
luego Xaltocan, Cuauhtitlán, Tenayuca, Atzcapotzalco y Tacuba,
escenario de su anterior derrota, que quiso vengar intentando
desde allí el asalto a Tenochtitlan. De nuevo tuvo que huir,
aunque esta vez no en plan de desastre, sino de "retirada
estratégica" (537), y siguió hacia Chalco, y de ahí a lo que ahora
es el estado de Morelos: Oaxtepec, Yecapixtla, Yautepec, Xiutepec
y Cuauhnáhuac, (la actual Cuernavaca), desde donde regresaron al
Valle contra Xochimilco, siendo curioso notar para quienes hacemos
hoy ese trayecto en pocos minutos de autopista, que a ellos les
resultó tan penoso, que algunos murieron de sed en el camino (538).

De Xochimilco, que expugnó con gran


dificultad y riesgo personal de su vida, pero donde acabó
practicamente derrotado y tuvo que huir, Cortés siguió a
Coyoacán, y en seguida de nuevo a Tacuba, donde se guardó de
repetir sus errores, y no atacó, sino que, bordeando el lago por
la ruta norte: Tenayucan, Cuauhtitlán y Acolman, regresó a Texcoco
diezmadas sus tropas y tremendamente maltrechas, pero ahí le
aguardaban gratas noticias: Tres nuevas naves de las Islas habían
atracado, con armas, pertrechos y hombres, y una cuarta de España
con algo más valioso aún: la autorización implícita de Carlos V,
pues, aunque no mandaba auxilio ninguno, y ni siquiera su
aprobación, sí enviaba a un tesorero real (¡Cuán significativo!),
para que vigilase que no le escamoteran su parte del saqueo.
También se encontró con nuevos pueblos indios que venían a
rendirle obediencia y ayuda contra México, (Aunque aun no se
inventaba el término "La Cargada", vemos que no es novedad entre
nosotros), contando así con tantas tropas que hasta pudo darse el
lujo de dejar marcharse a veinte mil tlaxcaltecas, quienes "se
volvieron a sus tierras muy ricos de despojos, que era lo que
siempre ellos procuraban más que otra cosa" (539).

536
.- "..estaba muy malherido de un bote de lanza que me dieron en la garganta, junto del gaznate, que
estuve de ella a peligro de muerte, de que ahora tengo una señal, y diéronmela en lo de Iztapalapa, cuando nos
quisieron anegar.." (Ibidem, cap. 142, p. 306.).

537
.- Debieron estar muy mal las cosas como para que Bernal Díaz admita que Cortés no se atrevía a continuar
"porque había visto que estábamos muchos de nuestros soldados heridos y dolientes y se habían muerto ocho de
dolor de costado y de echar sangre cuajada, revuelta con lodo, por la boca y narices; y era del quebrantamiento
de las armas, que siempre traíamos a cuestas y de que a la continua íbamos a las entradas, y del polvo que en
ellas tragábamos; y además de esto viendo que se habían muerto tres o cuatro caballos de heridas, que nunca
parábamos de de ir a entrar unos venidos y otros vueltos." (DIAZ DEL C., Historia Verdadera.., cap. 141, p.
303.)

538
.- "Fuimos por unos pinares y no había agua en todo el camino, y como íbamos con nuestras armas a cuestas
y ya era tarde y hacía gran sol, aquejábanos mucho la sed [...] y los amigos tlaxcaltecas se desmayaron y se
murió uno de ellos de sed, y un soldado de los nuestros, que era viejo y estaba doliente, m e parece que también
se murió de sed.." (Ibidem, cap. 145, p. 317.).

539
.- IXTLILXOCHITL, Compendio Histórico..., p. 458. Esta retirada no fue exactamente pacífica. Narra
Con esa labor envolvente tuvo de veras
atrapada a Tenochtitlan; pero le había costado tanto y era tan
pírrica su victoria que tomarla no les parecía fácil ni a los
mismos españoles, ni se atrevió a intentarlo antes de recibir
nuevos ingentes refuerzos de sus aliados. Bernal Díaz refiere que,
en la segunda visita a Tacuba, Cortés se manifestó abatido,
reconociendo que era de ver que México no se rendía por más que
tantas veces "les había rogado con la paz" y que "la tristeza no
la tenía por sólo una cosa, sino en pensar en los grandes trabajos
en que nos habíamos de ver hasta tornarla a señorear.." (540).
Ahora bien, esto en algunos soldados no era sólo "tristeza", sino
franco miedo y rebelión contra el Capitán, y a tal grado que se
armó una conspiración para asesinarlo, tan grande y tan seria que,
al descubrirla, prefirió fingir desconocer sus alcances, ahorcando
sólo al cabecilla, Antonio de Villafaña, y propalando que éste se
había tragado la lista de sus cómplices (541)... Por si las dudas,
sin embargo, organizó una guardia personal que de ahí en adelante
lo acompañara a todas partes. En clave menor, tuvo luego otra
rebelión que reprimir, india esta vez, haciendo también ahorcar a
Xicoténcalt, por haber desertado del campamento.

Aunque dice tanto de la fama de México el que


blancos e indios, pese a su descomunalmente aplastante
superioridad, tuviesen tanto miedo de atacarlo, la verdad de las
cosas era que Tenochtitlan estaba mal: El "Imperio Mexicano", si
nunca había existido, menos que nunca subsistía en ese momento.
Todos los pueblos ribereños, o se habian pasado al bando español,
o estaban ya sometidos, no quedándole a Cuauhtémoc sino la
fidelidad de los malinalcas y matlazincas, demasiado lejanos para
serle de provecho, y que durante el sitio también serían

Torquemada: "Como Cortès viò a los Tlaxcaltecas mui enjoiados de los despojos, cosas, que por su pobreça jamàs
traian, dixo a Ojeda, y à su Compañero Juan Marquez: Pese à vosotros, catadlos y tomadles el Oro, y dexadles la
Ropa; no lo dixo a los Sordos, porque luego lo hiçieron, y hallaron mas de tres mil Pesos; y otro Dia pareciò,
que se avian ido diez mil Tlaxcaltecas; el siguiente Dia se hiço otra cata; y se fueron otros tantos; y al
tercero faltò la tercia parte de ellos, que se presumiò llevar mas de cincuenta mil Pesos, y mas de docientos
mil Ducados de Ropa; y porque se iban, no les quitaron las Joias de allì adelante, y à los Señores no se
cataba, y asì no se fue ninguno." (TORQUEMADA O.F.M. Fr. Juan de: "MONARQUIA INDIANA" ("LOS 21 LIBROS RITUALES
Y MONARQUIA INDIANA", Tomo I, Libro Quarto de los veinte y un Rituales, y Monarquía Indiana, cap. LXXXVI, pp.
534-535).

540
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 145, p. 324.

541
.- "..un gran amigo del gobernador de Cuba, que se decía Antonio de Villafaña, natural de Zamora o de
Toro, se concertó con otros soldados de los de Narváez [..] que así como viniese Cortés de aquella entrada, que
le matasen a puñaladas [..] Y después que tuvimos preso a Villicaña, Cortés le sacó del seno el memorial que
contenía con las firmas de los que fueron en el concierto, y después de que lo hubo leído, y vió que eran
muchas personas en ello y de calidad, y por no infamarlos echó fama que comió el memorial Villafaña y que no lo
había visto ni leido." (Ibidem, cap. 146, pp. 235-236).
destruidos. En el estrecho islote se apiñaban, junto con los
mexicas, todos los refugiados que habían decidido mantenerse a su
lado, y aun entre ellos roía el virus de la división. Todo era muy
diferente a cuando Cortés había puesto pie en el territorio del
Tlatocáyotl: en apenas dos años, él, advenedizo y débil, era ahora
incontrastablemente el más poderoso, "con tan excesivo número de
tropas a su disposición que podría haber empleado en el sitio de
México muchos más hombres de los que armó Xerxes contra los
griegos" (542), y sólo le faltaba someter a una isla minúscula,
minada por la peste, dividida en facciones, aprisionada en un lago
salobre, incapaz de autoabastecese de alimentos y ni aún de agua.
Parecía empresa de pocas horas, a lo más de pocos días, y, sin
embargo...
XXXIV

EL OCASO DEL QUINTO SOL

Convertir, o al menos desear la salvación.- "Pocos y tan


apartados e destituidos de todo humano socorro".- México
inexpugnable.- El hambre enemigo invencible.- Los dioses
desertan del campo azteca.- El Tecolote de Quetzal.- Orden
divina de rendirse.- Plebeyez popoloca.- Desgarrador
Icnocuícalt.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 259)

542
.- CLAVIJERO: Historia Antigua.., libro 10, cap. 27, p. 409. Clavijero se documentó en documentos tanto
indios como españoles, pues desde luego que éstos no admiten esas cifras, sino que las exageran las de los
contrarios y reducen las propias hasta lo ridículo. Bernal Díaz, por ejemplo, que atribuye a Tenochtitlan
"tantos mil xiquipiles de guerreros" (Un xiquipilli eran 8,000. de modo que, aunque no fueran "tantos mil", un
solo millar serían 800,000.), apenas acepta "veinticuatro mil amigos", y eso para decir que, ante los
descalabros, se retiraron casi en su totalidad, y no volvieron sino hasta que ellos, los españoles, habían
sobrepujado solos a los mexicas: "por manera que de más de veinticuatro mil amigos que traíamos, no quedaron en
todos los tres reales sino obra de doscientos amigos, que todos se nos fueron a su s pueblos." (cap. 153, p.
355.).
Un español asalta a una india y a un indio que huyen cargando a dos niños pequeños. El guerrero llora
abundantemente. Cod. Florentino.

"Llorad, amigos míos,


tened entendido que con estos hechos
hemos perdido la nación mexicana." (543).

En vísperas de su salida de Tlaxcala, el 26


de enero de 1520, Cortés habia hecho publicar, a voz de pregonero,
unas largas ordenanzas que, en su introducción, sintetizan a
maravilla el enfoque español de la conquista, o de la
"reconquista", como sentían que era el atacar a México:

".. Yo, Hernando Cortés, Capitán General e Justicia


Mayor en esta nueva España del Mar Océano, por el mui alto, mui
poderoso e mui católico D. Carlos nuestro Señor, electo Rey de
Romanos, futuro Emperador semper Augusto, Rey de España e de otros
muchos grandes reynos e señoríos [...]"

"PRIMERAMENTE [...] exhorto y ruego a todos los


Españoles que en mi compañía fuesen a esta guerra que al presente
vamos, y a todas las otras guerras y conquistas que en nombre de
S. M. por mi mandato hubiesen de ir, que su principal motivo e
intención sea apartar y desarraigar de las dichas idolatrías a
todos los naturales destas partes, y reducillos, o a lo menos
desear su salvación, y que sean reducidos al conocimiento de Dios
y de su Santa Fe católica; porque si con otra intención se hiciese
la dicha guerra, sería injusta, y todo lo que en ella se hubiese
Onoloxio e obligado a restitución, e S. M. no ternía razón de
mandar gratificar a los que en ella sirviesen. E sobre todo ello
encargo la conciencia a los dichos españoles, e desde ahora
protesto en nombre de S. M. que mi principal intención e motivo en
facer esta guerra e las otras que ficiese, por traer e reducir a
los dichos naturales al dicho conocimiento de nuestra Santa Fe e
creencia; y después, por los sojuzgar e supeditar debajo del yugo
e dominio imperial e real de su Sacra Majestad, a quien
jurídicamente pertenece el Señorío de todas estas partes." (544).

543
.- Manuscrito Cantares Mexicanos, fol. 6 v. Apud GARIBAY Angel María: Historia de la Literatura Náhuatl,
Ed. Porrúa, Biblioteca Porrúa no 5, 2a. Edición,México 1971, II tomo, cap. 4, p. 91.

544
.- Apud PRESCOTT: Historia de la Conquista.., Apéndice, 13, p. 641.
Los españoles eran unos cuantos: no pasaban
del millar (545), "tan pocos e tan apartados y destituidos de todo
humano socorro" (546), lloriqueaba Cortés, haciendo el ridículo en
cuanto a esto último (547), pues contaba con innumerables legiones
de aliados -que hacían casi todo, pues en ocasiones hasta
guerrearon solos (548)- y con los que esperaba poder estrechar el
cerco y expugnar el islote por asalto. A este fin dividió en
cuatro sus inmensas fuerzas, para atacar simultáneamente por las
tres calzadas, Ixtapalapa, Tacuba y Tepeyácac, y con los
bergantines.

Mas, contra toda expectativa, Tenochtitlan no


cayó al primer asalto, ni al segundo, ni al tercero, ni a ninguno
por semanas y por meses -"noventa y tres" (549) largos días-,
demostrando los sitiados una resistencia portentosa, y tal
capacidad guerrera que, de no haber persistido en ser fieles hasta
lo último a sus leyes de guerra, que les imponían no matar, sino
capturar para el sacrificio (550), no es temerario creer que
hubiesen vencido, pues, pese a que la lucha fue brutal, hasta

545
.- Exactamente, según Bernal Díaz: "ochenta y cuatro de a caballo y seiscientos cincuenta soldados de
espada y rodela, y muchos de lanzas, y ciento noventa y cuatro ballesteros y escopeteros.." (Cap. 148, p. 328).

546
.- Ibidem.

547
.- Fernando de Alva Ixtlixóchitl, que no era indio, sino mestizo por tres cuartos español, enjuicia muy
duramente a Cortés, acusándolo no sólo de ingrato, sino de criminal: ".. sólo porque la tierra quedase sin
señores naturales [...] él siempre procuró de matar a los señores, y aun a sus nietos, y obscurecer sus hechos
y darse a sí solo la gloria; porque si se mira bien, si él solo y sus compañeros sujetaran toda la tierra,
fuera imposible y cuando eso fuera, no merecían tanta honra; cuanto más el tuvo muchos más amigos que enemigos,
y aun no se pueden decir enemigos los que tienen ese nombre, porque los mismos españoles dieron la ocasión; y
aun no tan solamente obscurecen la ayuda que tuvieron de los de Tezcuco, Tlaxcala, y otras partes, sino que
apocan tanto a los vencidos, que es vergüenza y fuera de toda verdad y razón.." (Obras Históricas, Tomo I,
Compendio Histórico del Reino de Texcoco, Décimatercera relación, pág. 505.)

548
.- "... aunque los primeros cristianos que vinieron a esta tierra se daban a ellos solos el triunfo de la
victoria, los naturales soldados eran siempre los primeros en todos los trabajos..." (Ibidem, pág. 515.) Los de
Chalco, por ejemplo, tuvieron en un principio que defenderse solos; luego, con la ayuda de los españoles,
atacaron Oaxtepec y Yecapixtla, pero luego, al volverse éstos, volvieron a pelear solos.

549
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 156, p. 369.

550
.- "..heridos y entrapajados habíamos de pelear desde en la mañana hasta la noche; que si los heridos se
quedaban en el real sin salir a los combates, no hubiera de cada capitanía veinte hombres sanos para salir.."
(Ibidem, cap. 151, p. 338). ".. ya me habían asido dos veces para llevarme a sacrificar, y quiso Dios que me
escapé de su poder [...] y diré y declaré por que he dicho [..] cuando nos mataron a nuestros compañeros,
lleváronlos y no digo matáronlos, y la causa es esta: porque los guerreros que con nosotros peleaban, aunque
pudieran matar a a los que llevaban vivos de nuestros soldados, no los mataban luego, sino [..] los llevaban a
sacrificar a sus ídolos.." (Ibidem, cap. 156, pp. 372 y 373.)
contra la ciudad misma (551), ganaron muchas batallas, tomaron
prisioneros y sacrificaron a docenas de españoles y a legiones de
indios aliados -salvándose el propio Cortés varias veces de
milagro (552)-, hicieron zabordar bergantines, hasta aprendieron a
defenderse de los cañones...

Pero toparon con un enemigo invencible: el


hambre (553). Tenochtitlan no producía nada, y bastó cortarle el
agua y los suministros, rompiendo el acueducto y destruyendo sus
canoas, para condenarla a una lenta inanición (554), acelerada por
el ansia de venganza de los aliados, la prisa de los españoles
(555) y el orgullo de los propios mexicanos que, al ocultar sus

551
.- "Cortés, con acuerdo de Ixtlilxúchitl y los demás señores, mandó que todas las casas que se ganasen se
derribasen por el suelo, y así despachó Ixtlilxúchitl a Tezcuco y los demás reinos [..] los labradores todos
viniesen con sus coas para este efecto con toda brevedad, y así, cuatro días después que Sandoval estaba en
México, llegaron más de cien mil.." (IXTLILXOCHITL: Compendio Histórico.., pág. 474.) Y, en efecto, dice
Cortés: ".. acordé de tomar un medio para nuestra seguridad y para poder estrechar más a nuestros enemigos, y
fue que como fuésemos ganando por las calles de la ciudad, que fuesen derrocando todas las casas de ellas del
un cabo y del otro, por manera que no fuésemos un paso adelante sin lo dejar todo asolado, y lo que era agua
hacerlo tierra firme, aunque hubiese toda la dilación que se pudiese seguir. Para esto llamé yo a todos los
señores y principales nuestros amigos [...] y holgaron mucho con esto, porque les pareció que era manera para
que la ciudad se asolase, lo cual todos ellos deseaban más que cosa del mundo." (CORTES: Cartas.., 3a. Carta-
Relación, p. 152).

552
.- Lo "de milagro" aseguraba que era literal. Según Torquemada, en Xochimilco "andando mui cansado el
Caballo de Cortès, se hechò, y à pie peleaba, rodeado de muchos Enemigos, que rebolbieron, con Socorro, que les
vino. Llegò vn Tlaxcalteca a socorrerle con Espada, y Rodela, y dixo: No tengas miedo, que soi Tlaxcalteca.
Pelearon un rato; desembaraçaronse de los Enemigos, y aiudòle a levantar el Caballo, que estaba yà algo
alentado; mirò al Indio, pareciòle Valiente, y de buen Cuerpo; acudieron Castellanos, y Indios, que acabaron de
romper los Enemigos. Recogida la Gente, durmiò en la Ciudad, aunque con vigilancia. Otro Dia buscò Cortès al
Indio, que le socorriò, y muerto, ni vivo, no apareciò; Y Cortès, por la devocion que tenia de San Pedro, juzgò
que èl le habìa aiudado." (TORQUEMADA O.F.M. Fr. Juan de: "Monarquía Indiana" Libro Quarto de los veinte y un
Rituales, y Monarquía Indiana, cap. LXXXVII, p. 537.).

553
.- "..Estesuchel [...] dijo a Cortés: <<Señor Malinche, no recibas pena por no batallar cada día con los
mexicanos [..] que los bergantines anden cada noche, y de día, a quitar y defender que no les entren
bastimentos ni agua, porque están dentro de esta gran ciudad tantos mil xiquipiles de guerreros que por fuerza
comerán el bastimento que tienen, y el agua que ahora beben es media salobre, de unas fuentes que tienen
hechas, y como llueve cada día y algunas noches recogen el agua, de ello se sustentan; más qué pueden hacer si
les quitas la comida y el agua, sino que es más que guerra la que ten drían con el hambre y la sed.>>" (BERNAL
DIAZ: Historia Verdadera, cap. 153, p.356.).

554
.- "..los mexicanos metían mucha agua y bastimentos de los nueve pueblos que están poblados en el agua,
porque en canoas les proveían de noche, y de otros pueblos sus amigos, de maíz y gallinas y todo lo que
querían. Y para evitar esto fue acordado por todos los tres reales que dos bergantines anduviesen de noche por
la laguna a dar caza a las canoas [...] no había día que no traían los bergantines que andaban en su busca
presa de canoas y muchos indios colgados de las antenas." (DIAZ DEL C.: cap. 151, p. 340.).

555
.- ".. somos de tal calidad, que no queríamos aguardar tanto tiempo, sino entrarles en la ciudad.."
cadáveres sin tener donde enterrarlos, sencillamente tuvieron que
convivir con ellos: "..del agua salada que bebían, y de la hambre
y mal olor, había dado tanta mortandad en ellos, que murieron más
de cincuenta mil ánimas. Los cuerpos de las cuales, porque
nosotros no alcanzásemos su necesidad, ni los echaban al agua,
porque los bergantines no topasen con ellos, ni los echaban fuera
de su conversación, porque nosotros por la ciudad no los
viésemos.." (556) "..digo que juro, amén, que todas las casas y
barbacoas de la laguna estaban llenas de cabezas y cuerpos
muertos, que yo no sé de qué manera lo escriba, pues en las calles
y en los mismos patios del Tlaltelulco no había otra cosa, y no
podíamos andar sino entre cuerpos y cabezas de indios muertos
[...] y hedía tanto que no habia hombre que lo pudiese sufrir.."
(557).
"Y todo el pueblo estaba plenamente angustiado,
padecía hambres, desfallecía de hambre.
No bebían agua potable, agua limpia.
sino que bebían agua de salitre.
Muchos hombres murieron,
murieron a consecuencia de la disentería."

"Todo lo que se comía eran lagartijas, golondrinas,


la envoltura de las mazorcas, la grama salitrosa.
Andaban masticando semillas de colorín,
y andaban masticando lirios acuáticos,
y relleno de construcción,
y cuero y piel de venado.
Lo asaban, lo requemaban,
lo tostaban, lo chamuscaban,
y lo comían.
Algunas hierbas ásperas, y aun barro."

"Nada hay como este tormento:


tremendo es estar sitiados.
Dominó totalmente el hambre." (558).

Los dioses, por más que se les obedeciese


ciegamente, desertaban del campo azteca: En los Archivos de la
Inquisición consta que, en plena lucha, el Estado Mayor recurrió a
la catoptromancia, sin más resultado que confirmar la inminente
ruina:

(Ibidem, cap. 153, p. 356.).

556
.- CORTES: Cartas.., 2a. Carta-Relación, p. 161.

557
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 156, p. 370.

558
.- SAHAGUN: Historia General.., libro 12, cap. 35, ns. 11-13, p. 799.
"Mientras en la plaza mayor de Tenochtitlan arreciaba
la batalla entre mexicanos y españoles,
Tetlepanquétzal, Señor de Tacuba, subió al templo de
Huitzilopochtli en compañía del Señor de Atzcapotzalco,
Oquiz, del Señor de Texcoco, Coanácoch, y del Sumo
Sacerdote Coatzin. Llegados a la plataforma más alta,
Tetlepanquétzal sacó su espejo adivinatorio y dió
principio a una ceremonia que se hizo a espaldas de las
casas de los ídolos, porque los cristianos andaban
peleando en el patio. También Cuauhtémoc estaba en lo
alto del templo, pero no asistió al rito mágico."

"El Señor de Tacuba pronunció las palabras de


hechicería o encantamiento, y he aquí que el espejo se
oscurece. Sólo queda diáfana una mínima parte; en ella
los cuatro nobles aztecas, aterrorizados, ven aparecer
un escuálido grupo de macehuales. Ya no hay lucha, ya
no hay guerreros, todo se ha acabado, el espejo muestra
la trágica imagen del futuro, que todos los mexicanos
están reducidos a la pobreza. Y dice quedo
Tetlepanquétzal: <<-Hay que decirle a Cuauhtémoc que
baje, que bajemos todos. ¡México está perdido!>> El
espejo era grande y redondo, se lo llevó el Señor de
Tacuba, porque era suyo..".(559).

Y en efecto, hubieron de abandonar


Tenochtitlan y refugiarse en su último reducto, Tlatelolco, donde
también siguieron acudiendo a la magia en patética porfía de
solución: ¡No era posible que les traicionaran sus dioses, a
quienes con tanta fidelidad servían y habían siempre servido!:
"Y por su parte el rey Cuauhtémoc, y con él los capitanes,
tomaron a un gran capitán de nombre Opochtzin [...]
lo revistieron, le pusieron el ropaje de tecolote de quetzal,
que era la insignia del rey Ahuizotzin."

"Le dijo Cuahtemóctzin:


<<-Esta insignia era la propia del gran capitán
que fue mi padre, Ahuizotzin,
Llévela éste, póngasela y con ella muera.
Que con ella espante, que con ella aniquile a nuestros enemigos.
Véanla nuestros enemigos y queden asombrados.>>"

"Y se la pusieron.
Muy espantoso, muy digno de asombro pareció.
Y dispusieron que cuatro capitanes fueran en su compañía,

559
.- Enciclopedia de México, 12 volúmenes, México 1977, sub voce "Adivinación", tomo I, p. 138. (El
articulo es de Don Gutierre Tibón.)
le sirvieran de resguardo.
Le dieron aquella en que consistía la dicha insignia de mago:
Era esto: era un largo dardo colocado en vara,
que tenía en la punta un pedernal [...]
Se dice que en esta insignia
está colocada la voluntad de Huitzilopochtli:
la arroja sobre la gente,
pues es nada menos que la <<Serpiente de Fuego>> (Xiuhcóatl),
el <<Perforador de Fuego>>.
La ha venido arrojando contra nuestros enemigos..."

"Y si acaso a uno, a dos hiere este dardo,


y si alcanza a uno, a dos de nuestros enemigos,
aun tendremos cuenta de vida,
aun un poco de tiempo tendremos escapatoria.." (560)

Y por un momento pareció funcionar: "cuando


lo vieron nuestros enemigos, fue como si se derrumbara un cerro.."
(561), pero un un triunfo y alivio efímero... todo fue inútil.

Según los españoles, y los indígenas de su


partido, Cuauhtémoc fue hecho prisionero al intentar huir. Hablan,
incluso, de que tuvo la insensata ocurrencia de hacerlo no
ocultamente, sino adornado de punta en blanco y en una lujosísima
canoa, por lo que Garcia de Holguín pudo reconocerlo "en el arte y
riqueza de él y sus toldos y asiento en que iba" (562). Sólo Fray
Francisco de Aguilar, ya viejo y sin ningún interés en quedar bien
con nadie sino con Dios, a cuyo juicio pronto se presentaría (563),
reconoce que "..Cuauhtémoc se metió en una canóa chiquita con un
solo remero [...] fue a topar con un bergartín del cual era
capitán García de Holguín, el cual lo prendió.." (564). Esto mismo
es lo que dicen los mexicanos: su Tlatoani jamás pensó en la
vileza de huir, antes muy al contrario, él con los suyos hubiera
querido morir peleando (565), pero se le tomó preso a traición

560
.- SAHAGUN: Historia General.., libro 12, cap.38, nos. de 29 a 33, pp. 804-5.

561
.- Ibidem, no. 34, p. 805.

562
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 156, p. 367.

563
.- "Y así cierto fue verdad, y no diré otra cosa porque ya estoy al cabo de la vida." (AGUILAR: Relación
breve.., Tercera Jornada, pp. 71-2.).

564
.- Ibidem, 8a. Jornada, p. 97.

565
.- "..aunque flacos de cuerpo, estaban recios de corazón, y respondiéronle que no hablase de amistad ni
esperase despojo ninguno de ellos, porque habían de quemar todo lo que tenían, o echarlo al agua, do nunca
pareciese, y que uno solo que de ellos quedase, había de morir peleando." (LOPEZ DE GOMARA: Historia de la
Conquista.., cap. 142, pág. 225.).
cuando, espontáneamente y confiado en sus promesas, se dirigía a
tratar los términos de la rendición. (¡Los testigos de esa cruel
tragedia recuerdan hasta el nombre del remero!).

Cortés había exigido tratar personalmente con


él, dándole toda clase de garantías: "le prometía que aunque ante
mi viniese, que no le sería hecho enojo alguno, ni sería detenido,
porque sin su presencia en ninguna cosa se podía dar buen asiento
ni concierto" (566). Cuauhtémoc no aceptó, antes envió a varios
principales con regalos, e incluso a su segundo, el Cihuacóatl, a
advertirle que "en ninguna manera el señor vendría ante mí, y que
antes quería por allá morir" (567); pero hubo de doblegarse ante la
voluntad de los dioses, cuando estos le impusieron esa decisión
con un extraño fenómeno -quizá un aereolito o una centella-
acaecido la noche anterior:
"Y vino a aparecer una como gran llama.
Cuando anocheció, llovía, era cual rocío la lluvia.
En este tiempo se mostró aquel fuego.
Se dejó ver, apareció como si viniese del cielo.
Era como un remolino, se movía haciendo giros,
echando chispas, cual si restallaran brasas.
Unas grandes, otras chicas, otras como leve chispa.
Como si un tubo de metal estuviera al fuego,
muchos ruidos hacía, retumbaba, chisporroteaba.
Rodeó la muralla cercana al agua,
y en Coyonacazco fue a parar.
Desde ahí fue luego a medio lago,
allí fue a terminar...:

".. y se reunieron en Tolmayecan y deliberaron


qué tendríamos que dar como tributo.
Luego traen a Cuauhtemoctzin en una barca.
Dos, solamente dos lo acompañan, van con él.
El capitán Teputztitóloc y su criado Yaztachímal.
Y uno que iba remando tenía por nombre Cényautl:

"Y cuando llevan a Cuauhtemoctzin


luego todo el pueblo le llora. Decían:
<<-Ya va el príncipe más joven Cuauhtemoctzin,
ya va a entregarse a los españoles!
¡Ya a entregarse a los dioses!" (568).

Pero "los dioses", lejos de recibirlo con la

566
.- CORTES: Cartas.., 2a. Carta-Relación, p. 159.

567
.- Ibidem, p. 161.

568
.- SAHAGUN: Historia General.., libro 12 cap. 39, nos. 1-4. pp. 805-6.
prometida deferencia que correspondía a un parlamentario, se
apoderaron de él cual trofeo de montería, e incluso se desató una
agria disputa entre Garcia de Holguín y su jefe Gonzalo de
Sandoval, sobre a quien le pertenecía el prisionero. Al ver
Cuauhtémoc que la plebeyez de los popolocas y la furia de sus
aliados violaban la inmunidad de los embajadores y pretendían
considerarlo su cautivo, no perdió el tiempo en reclamaciones ni
en mendigar otro destino, sino protestó orgullosamente su
tranquilidad de conciencia de haber defendido hasta la último su
ciudad, y exigió su derecho a ser divinizado, devorando Malinche-
Quetzalcóatl la flor roja de su corazón:

"Señor Malinche, ya he hecho lo que soy


obligado en defensa de mi ciudad y vasallos, y no puedo más, y
pues vengo por fuerza y preso ante tu persona y poder, toma esa
puñal que tienes en la cinta y mátame luego con él!" (569). Pero ni
eso iba a concedérsele: Cortés, de buena fe, tenía un concepto
totalmente distinto de la hidalguía hacia un prisionero: "..le
hice sentar, no mostrándole riguridad ninguna, llegóse a mí y
díjome en su lengua que él ya había hecho todo lo que de su parte
era obligado por defenderse a sí y a los suyos hasta venir en
aquel estado, que ahora hiciese de él lo que yo quisiese, y puso
la mano en el puñal que yo tenía, diciéndome que le diese de
puñaladas y lo matase. Y yo le animé y le dije que no tuviese
temor ninguno.." (570). Para él, Cuauhtémoc era un rebelde y un
traidor, y ya era gran merced no tratarlo como tal y recibirlo con
esa cortesía; sin embargo, poco después había de violar
afrentosamente su palabra entregándolo al tormento, y, a la
postre, asesinándolo de todas maneras. La caída del Aguila era
total, patéticamente trágica.. Toda resistencia cesó:

".. luego empezó la huída general.


Unos van por agua, otros van por el camino grande.
Aun allí matan a algunos;
están irritados los españoles,
porque aun llevan algunos su macana y su escudo."

"(Algunos) se fueron puramente por el agua.


A unos les daba hasta el pecho,
a otros les daba el agua hasta el cuello,
y algunos se ahogaron en el agua más profunda.
Los pequeñitos son llevados a cuestas.
El llanto es general."

"Los dueños de barcas, todos los que aún tenían barcas,

569
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 154, p. 368.

570
.- CORTES: Cartas.., 2a. Carta-Relación, p. 162.
de noche salieron, y aun en el día salieron algunos.
Al irse, casi se atropellan unos con otros."

"Por su parte los españoles, al borde de los caminos


están requisando a la gente. Buscan oro.
Nada les importan los jades,
las plumas de quetzal y las turquesas.
Les abren las faldas, por todos lados les pasan la mano,
por sus orejas, por sus senos, por sus cabellos."

"Y también se apoderan,


escogen entre las mujeres las blancas,
las de piel trigueña, las de trigueño cuerpo.
Y algunas mujeres a la hora del saqueo
se untaron de lodo la cara,
y se pusieron como ropa andrajos.."

"También fueron separados algunos varones.


Los valientes, los fuertes, los de corazón viril.
Y también jovenzuelos que fueran sus servidores [...]
A unos desde luego les marcaron con fuego junto a la boca,
a unos en la mejilla, a otros junto a los labios.." (571).

Con pundonoroso estoicismo, apenas si


insinúan los cronistas indios que "aun allí matan a algunos..." En
realidad la carnicería fue espantosa: "Pasaron de cuarenta mil
personas las que fueron aquel día muertas y presas, y más tuvieron
que hacer los españoles en estobar que sus amigos no matasen, que
en pelear. [...] Rogó Cortés a los señores indios que mandasen a
los suyos no matasen aquella mezquina gente, pues se daba. Empero
no pudieron tanto, que no matasen y sacrificasen más de quince mil
de ellos." (572). En pocas palabras, practicamente los mexicas
quedaron exterminados: "Murieron de parte de Ixtlilxóchitl y reino
de Texcoco más de treinta mil hombres, además de doscientos mil
que fueron de la parte de los españoles, como se ha visto; de los
mexicanos murieron más de doscientos cuarenta mil hombres y entre
ellos casi toda la nobleza mexicana, que apenas quedaron algunos
señores y caballeros, y los más, niños de poca edad." (573).

Cortés, aunque alterando como siempre las


cifras, consagra al menos un digno epitafio al valor épico de los
vencidos, de todos ellos, hombres y mujeres: "Duró el cerco tres
meses. Tuvo en él doscientos mil hombres, novecientos españoles,

571
.- SAHAGUN: Historia General.., libro 12, cap. 40, nos. 3-9, pp. 806-7.

572
.- LOPEZ DE GOMARA: Historia de la Conquista.., cap. 143, pág. 228.

573
.- ALBA IXTLILXOCHITL: Compendio Histórico del Reino de Texcoco, Décimatercia relación, p. 479.
ochenta caballos, diezysiete tiros de artillería, y trece
bergantines y seis mil barcas. Murieron de su parte hasta
cincuenta españoles y seis caballos y no muchos indios. Murieron
de los enemigos cien mil, y a lo que otros dicen, muy muchos más;
pero yo no cuento los que mató el hambre y pestilencia. Estaban a
la defensa todos los señores, caballeros y hombres principales; y
así murieron muchos nobles. Eran muchos, comían poco, bebían agua
salada, dormían entre los muertos y estaban en perpetua hedentina;
por estas cosas enfermaron y les vino la pestilencia, en que
murieron infinitos; de las cuales también se colige la firmeza y
esfuerzo que tuvieron en su propósito, porque llegando a extremo
de comer ramas y cortezas, y a beber agua salobre, jamás quisieron
la paz. [...] De aquí también se conoce cómo los mexicanos, aunque
comen carne de hombre, no comen la de los suyos, como algunos
piensan; que si la comieran, no murieran ansí de hambre. Alaban
mucho a las mujeres mexicanas, y no porque se estuvieron con sus
maridos y padres, sino por lo mucho que trabajaron en servir los
enfermos, en curar los heridos, en hacer hondas y labrar piedras
para tirar, y aun en pelear desde las azoteas; que tan buena
pedrada daban ellas como ellos." (574).

Tenochtitlan, la orgullosa e invicta, era ya


un cementerio de ruinas, donde a los últimos espectros vivientes
sólo les quedaban los ojos para llorar... y lloraban, en efecto:
Difícilmente hay algo tan desgarrador como este "icnocuícatl"
("canto triste") de la conquista:

ILUSTRACION
(Libro negro, página 269)

574
.- LOPEZ DE GOMARA: Historia de la Conquista, cap. 144, pág. 229.
Un español pone fuego a los templos. Cod. Florentino.

"En los caminos yacen dardos rotos,


los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas."

"Gusanos pululan por calles y plazas,


y en las paredes están salpicados los sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas,
y cuando las bebimos, es como si bebiéramos agua de salitre."

"Golpeábamos, en tanto, los muros de adobe,


y era nuestra heredad un red de agujeros.
Con los escudos fue su resguardo,
pero ni con escudos puede ser sostenida su soledad."

"Hemos comido palos de colorín,


hemos masticado grama salitrosa,
piedras de adobe, lagartijas,
ratones, tierra en polvo, gusanos [...]"

"Comimos la carne apenas sobre el fuego estaba puesta.


Cuando estaba cocida la carne,
de allí mismo la arrebataban,
en el fuego mismo la comían."

"Se nos puso precio.


Precio del joven, del sacerdote, del niño y de la doncella.
Basta: de un pobre era el precio sólo dos puñados de maíz,
sólo diez tortas de mosco;
sólo era nuestro precio veinte tortas de grama salitrosa."

"Oro, jades, mantas ricas, plumajes de quetzal,


todo lo que es precioso,
en nada fue estimado." (575).

Era el día 1 Serpiente del Año 3 Casa: el 13


de agosto de 1521, fiesta de San Hipólito... El mundo indio, con
toda su cultura y valores, el "Quinto Sol", aunque habría aún de
iluminar a una generación más con sus últimos destellos, se había
puesto para siempre, pese a los torrentes de sangre ofrendados
para alimentarlo...

En tanto, allá lejos, en el Tepeyácac,

575
.- ANONIMO DE TLATELOLCO: nos. 83-86, pp. 806-7.
perdidas entre la desolacion general, humeaban las ruinas de uno
de tantos templos, arrasado hasta el suelo por las tropas de
Gonzalo de Sandoval: era el templo de Tonantzin, la Madre de los
Mexicanos...
XXXV

"¡Aquí fue Troya!".- Desengaño después de la euforia.- Hueco


irrellenable.- Cambiar sólo el decorado.- Los indios asimilan
como esponja las técnicas españolas.- El Trauma de la Conquista.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 271)

Frisos de calaveras.

"Hay tres modos de conservar un Estado que, antes de


ser adquirido, estaba acostumbrado a regirse por sus
propias leyes y a vivir en libertad: primero,
destruirlo; después, radicarse en él; por último ,
dejarlo regir por sus leyes, obligándolo a pagar un
tributo y establecer un gobierno compuesto de pocas
personas.." (576)

Cortés, puntualmente, siguió las tres


consignas: El hecho solo de haber sucumbido Tenochtitlan sacudió
profundamente a todo el mundo indio, aun a los indómitos tarascos,
y desató una cadena de rendiciones y vasallajes: ".. Como lo
supieron en todas las provincias que he nombrado que México estaba

576
.- MAQUIAVELO: El Príncipe, cap. 5, p. 45.
destruida, no lo podían creer los caciques y señores de ellas -
comenta Bernal Díaz- como estaban lejanas y enviaban principales a
dar a Cortés el parabien de las victorias, y a darse por vasallos
de Su Majestad, y a ver cosa tan temida con de ellos era México,
si era verdad que estaba por el suelo, y todos traían grandes
presentes de oro que daban a Cortés, y aun traían consigo a sus
hijos pequeños y les mostraban a México y, como solemos decir,
aquí fue Troya, se lo declaraban." (577).

Sin embargo, a la euforia española del


triunfo pronto siguió el desencanto de la realidad: No había los
ríos de oro que habían imaginado, y el que había era tan mal
repartido como siempre. Vilezas para extorsionar más, como el
suplicio de Cuauhtémoc y el asesinato de sacerdotes y señores
aztecas de nada aprovecharon (578), y Cortés, para quitarse de
encima a la nube de descontentos, hubo de apresurarse a despachar
expediciones a poblar y a conquistar nuevos territorios. En
cuanto a los verdaderos conquistadores, sus aliados indios, no
precisó de lisonjeras promesas para zafarse de ellos, puesto que
el oro poco les importaba, sino que le bastaron "muchas gracias y
loores" para que se retiraran felices, cargados con los otros
despojos, desde jades y plumería hasta carne humana "de cecina de
los mexicanos". (579).

Mas el aniquilamiento de la Gran Tenochtitlan


dejaba un hueco que desde el primer momento se reveló imposible de
llenar, iniciando la destintegración de todo el sistema indígena.
Que no existiese ya la gran capital, les decía que ninguna otra
ciudad, por victoriosa que estuviese en ese momento, podía
sentirse segura. Antes, por muy enconada que fuese la enemistad,
las batallas se libraban en la yaotlalli y de las ciudades sólo se
quemaba el templo principal, y, descontadas las víctimas para el
sacrificio, a sus habitantes se les dejaba con toda la libertad
que gustasen, sin más carga que los tributos; ahora, en cambio, la
ausencia física de la más grandiosa ciudad del Anáhuac arrancaba
algo de su mundo, todos la sentían como una herida en sus propias
venas, por la que inexorablemente había empezado a escapárseles la
vida.

577
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 157, p. 378.

578
.- "Sobre lo cual el Marqués aperreó muchos indios y ahorcó otros y otros quemó vivos, para que le
descubrieran el secreto, pero nunca se pudo saber ni entender [...] por lo cual los conquistadores lloraron más
lágrimas que por los males que habían cometido." (DURAN: Historia.., tomo 2, cap. 78, no. 4, p. 572).

579
.- ".. y Cortés les habló y les dió muchas gracias y loores, porque nos habían ayudado, y con muchos
prometimientos que los haría señores y les daría el tiempo adelante tierras y vasallos, los despidió, y como
estaban ricos y cargados de oro que hubieron y despojos, y aun llevaron harta carne de cecina de los mexicanos,
que repartieron entre sus parientes y amigos [y] como cosas de sus enemigos la comieron por fiestas." (DIAZ DEL
C. Historia Verdadera, cap. 156, p. 372.).
Los españoles, lejos de retirarse después de
concertar los tributos, como todo invasor bien educado, se dieron
en cuerpo y alma a hacer de México una Nueva España hasta en sus
menores detalles; sin embargo, su idea de España no era
precisamente la real, sino otra, hecha a la medida de sus
fantasías, olvidándose de que su "conquista" había sido una
empresa mercantil y queriendo imaginársela como un cantar de
gesta. En vez de la Castilla corrupta, voraz y burocrática de
Carlos V, pretendieron tomar de modelo a otra, más modelada de los
Libros de Caballerías que de la Historia, igual de voraz y peor de
corrupta, (a su favor, por supuesto), pero no burocrática y
centralista, sino feudal:
".. pongamos aquí otra manera que fuera harto buena y
justa para repartir todos los pueblos de la Nueva
España, según dicen muy doctos conquistadores que la
ganamos, de prudente y maduro juicio, que lo había de
hacer en esto: hacer cinco partes de la Nueva España, y
la quinta parte de las mejores ciudades y cabeceras de
todo lo poblado darla a Su Majestad, de su real quinto,
y otra parte dejarla para repartir para que fuese la
renta de ellas para iglesias y hospitales y
monasterios, y para que si Su Majestad quisiese hacer
algunas mercedes a caballeros que le hayan servido de
allí pudiera haber para todos; y las tres partes que
quedaban repartirlas en su persona de Cortés y en todos
nosotros, los verdaderos conquistadores, según y de la
calidad que sentía que era cada uno, y darles
perpetuos.." (580).

"...en los tiempos pasados fueron ensalzados y puestos


en grande estados muchos caballeros [...] que entonces
subieron a tener títulos de estados y de ilustres, no
iban a las tales guerras, ni entraban en las batallas
sin que primero les pagasen sueldo y salarios, y no
embargante que se los pagaban, les dieron villas y
castillos y grandes tierras y perpetuos privilegios con
franqueza, las cuales tienen hoy sus descendientes
[...] He traído esto aquí a la memoria para que se vean
nuestros muchos y buenos y notables servicios que
hicimos al rey nuestro señor y a toda la cristiandad, y
que se pongan en una balanza y medida cada cosa en su
cantidad, y hallarán que somos dignos y merecedores de
ser puestos y remunerados como los caballeros por mí
atrás dichos.." (581). "..ningunas escrituras que estén

580
.- Ibidem, cap. 159, p. 442.

581
.- Ibidem, cap. 207, p. 577.
escritas en el mundo, ni en hechos hazañosos humanos,
ha habido hombres que más reinos y señoríos hayan
ganado como nosotros, los verdaderos conquistadores,
para nuestro rey y señor.." (582).

Se sentían todos, pues, entitulados para


recibir un feudo, como Cortés, y que se estipulara:

"Por la presente vos hacemos merced, gracia e donación


pura, perfecta y no revocable que es otra entre vivos,
para agora e para siempre jamás de las villas de
....[sigue la lista de 22 pueblos], que son en la dicha
Nueva España, hasta en número de veintitres mil
vasallos, y jurisdicción civil y criminal alta y baja,
mero mixto imperio e rentas e oficios y pechos y
derechos, y montes y prados y pastos e aguas
corrientes, estantes y manantes, y con todas las otras
cosas que nos tuviéremos y lleváremos y nos
pertenecieran y de ser que podamos y debamos gozar y
llevar en las tierras que para nuestra Corona real se
señalares en la dicha Nueva España... y para que todo
ello sea vuestro y de vuestros herederos y
subcesores..." (583).

ILUSTRACION
(Libro negro, página 275)

582
.- Ibidem, cap. 210, p. 583.

583
.- Cédula de Carlos V y de la reina Juana en que se hace merced a Hernán Cortés de veintitres mil
vasallos, Barcelona, 6 de julio de 1529: en Documentos, sección V. Apud MARTINEZ: Hernán Cortés, cap. 20, pp.
639-640.
En este escenario de bellísimos lagos y montañas tuvo lugar el apasionante drama que culminó en el Nacimiento
de México. El mapa es del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Para eso tenían que venderle la idea al


Emperador, cosa que jamás lograron, e imponérsela a los indios;
pero esto: el problema de embutir en ese sueño a millones de
individuos de cultura, mente y lenguas abismalmente distintas, no
les preocupó en lo más mínimo, es más, ni siquiera lo percibieron
como problema, sino como un caritativo deber: ¿No habían ya sido
antes un imperio del que ahora Carlos era nuevo y legítimo
titular? Toda la diferencia estaba en el decorado... y a cambiar
eso, sólo el decorado, pusieron de inmediato manos a la obra, y lo
lograron contundentemente... con espantosos resultados para los
indios.

Una parte de ese cambio resultó


inesperadamene fácil: Los indios absorbieron en un santiamén todo
lo que los españoles quisieron enseñarles de sus ciencias y
tecnologías, y aun lo que no hubieran querido. Por complicada que
fuese, no había cosa que los indios no dominaran en un dos por
tres, a veces contra la voluntad y a pesar del ocultamiento de los
artesanos españoles, ni más ni menos que como los actuales
japoneses, y con los mismos resultados, pues al poco rato no sólo
habían copiado -y mejorado- todo, sino que lo ofrecían a mitad de
precio. Motolinía dedica los capítulos 59 y 60 de sus "Memoriales"
a hablar de esto, titulándolos significativamente: "Del ingenio y
habilidad de estos indios naturales en las ciencias de leer,
escribir, contar y tañer y latín, etc.", y "De los oficios
mecánicos que los indios sabían antes de que los españoles
vinieran, y los que han deprendido después que los cristianos
están en la tierra: en los cuales parece la gran habilidad de los
indios naturales de esta Nueva España" (584), y ahí certifica que
".. los oficios que en Castilla están muchos años en los
deprender, acá en sólo mirarlos y verlos hacer, han muchos quedado
maestros.." (585) ".. los indios luego abajan los precios, los
cuales los oficiales de Castilla acá en esta Nueva España han

584
.-MOTOLINIA: Memoriales.., 1a. parte, caps. 59 y 60, pp. 235 a 244.

585
.- Loc. cit., no. 381, p. 235.
puesto muy caros.." (586), y Bernal Díaz no es menos explícito ni
se muestra menos sorprendio: ".. todos los más indios naturales de
estas tierras han aprendido muy bien todos los oficios que hay en
Castilla entre nosotros [...] y son muy extremados oficiales [...]
y hacen tan primas obras [...] que si no las hubiese visto no
podría creer que indios lo hacían.." (587).

Pero, detrás de esa cara risueña y anecdótica


que, además, poco duraría, puesto que pronto se las arreglaron
para matar de raíz la promoción y competencia indígenas, la
aculturación hispana se reveló una catástrofe apocalíptica, que el
propio Motolinía describe extensamente analogándola con las 10
plagas de Egipto, aunque con la peregrina ocurrencia de achacarlas
no a sus causantes, los españoles, sino a sus víctimas, los
mexicanos: "Hirió Dios a esta tierra con diez plagas muy crueles
por la dureza e obstinación de sus moradores, y por tener cautivas
las hijas de Sión, esto es, sus propias ánimas so el yugo del
faraón.." (588). Aunque la comparación está traída por completo de
los cabellos, es un inapreciable análisis contemporáneo del choque
cultural que hoy llamamos el "Trauma de la Conquista", que vale la
pena revisar detalladamente.
XXXVI

LAS AGUAS CONVERTIDAS EN SANGRE (Ex. VII, 20-21)

Viruela y sarampión.- "La sangre del vivo es hedionda y mala,


cuanto más la del muerto.".- Dios asesino.- Imposibilidad
europea de captar la superioridad india.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 277)

586
.- Loc. cit., no. 401, p. 242.

587
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 209, p. 581.

588
.- MOTOLINIA: Memoriales, 1a. parte, cap. 37, p. 21.
Figuras de peces. (Enciso, op. cit., p. 87.)

Según Motolinía esta primera plaga fue la


epidemia que trajo Pánfilo de Narváez, y que de entrada segó la
vida de la mitad de la población indígena, pero no paró ahí, sino
que "dende a once años, vino otro español herido de sarampión, e
si no que hubo mucho aviso que se les mandó e defendía, y aun se
les predicaba que no se bañasen y otros remedios contrarios a esta
enfermedad; y con esto plugo al Señor que no murieron tantos como
de las viruelas [...] Esta primera plaga fue bien semejante a la
de Egipto, de la cual se lee que fueron heridas las aguas y
vueltas en sangre, ansí los ríos como las fuentes y arroyos,
estanques y toda el agua que estaba en vasijas e vasos, toda fue
vuelta en sangre: murieron los peces y por todas partes hedía la
sangre y las aguas. Digamos que esta tierra, como otra Egipto, en
ella el agua fue convertida en sangre de aquella cruel enfermedad,
de la cual desde los menores hasta los mayores murieron casi la
mitad, y el agua fue hecha hedionda, cuando muchos morían, que no
los pudieron enterrar, hedían por todas partes; y ansí como en
esta tierra había mucha crueldad y derramamiento de sangre humana
ofrecida al demonio, ángel de Satanás, bien así el segundo ángel
derramó sobre ella su vaso como sobre otra mar amarga fluctuosa, y
fue hecho el mar, esto es esta tierra, como sangre de muerto.
Secundus angelus effudit phialam suam in mare, et factus est
sanguis tamquam mortui.[Apoc. XVI, 13: El segundo ángel derramó su
copa sobre el mar, y se convirtió en sangre como de muerto.] La
sangre del vivo es hedienda y mala, cuando más la del muerto; y
estos que derramaban y ofrecían al demonio sangre de muertos
fueron en esta tribulación puestos, lo cual dice el mismo
capítulo: Sanguinem effuderunt et sanguinem eis dedisti bibere.
[Apoc. XVI, 6: Derramaron sangre, y sangre les diste a beber.]"
(589).

El bueno de Fray Toribio, víctima él mismo


del shock cultural ante el hecho de los sacrificios humanos, no
sólo no pudo comprenderlos, sino que no reparó en el contrasentido
que estaba estampando de pretender que Dios expresase su
desaprobación por la muerte de algunos miles, asesinando El a
millones, aunque involuntariamente certificó que la sola presencia

589
.- MOTOLINIA: Memoriales.., 1a. parte, cap. 2, nos, 38 y 39, p. 22.
de sus coterráneos cobró más víctimas en México que todas las
inmoladas a los antiguos dioses.

Las simples menciones estremecen: Fray


Francisco de Aguilar simplemente refiere que "...Tlataltelco
podría tener más de veinte mil casas y ahora no tiene doscientas
[...] Más abajo, a la costa, estaba Tlapaniquita Cotlaxta,
provincias de mucha gente y mucho número de casas, y ahora no hay
nada. Más adelante está la provincia de Zempoala, ya dicha, que en
el casco de ella se hallaron veinte mil casas, y ahora no tiene
veinte casas. Dejo de contar villas, aldeas y otros muchos
pueblos arrimados a la sierra, y de ellos puestos en la sierra, de
los cuales ha quedado alguna gente, por ser tierra templada y
fría, pero lo demás de la costa toda está ya despoblada [...]
ahora todo está desierto y con muy poquitos indios. [...] La
ciudad de Cholula tendrá ahora hasta diez o doce mil tributarios,
pasaba de más de cien mil..." (590).

También podemos notar otra prueba de la


imposibilidad europea de comprender y aceptar -y aun describir-
los valores indígenas, ni aun los más obvios y simples: La
higiene hoy sabemos que no hace sino bien en una enfermedad, y que
el baño es excelente, poniendo cuidado solamente en no pescar una
pulmonía; pero los españoles, que nada sabían de su inmunidad y
para quienes el baño era un horror y una degeneración islámicos de
los que sólo podían seguirse males, encontraban natural verlo como
el origen de mil calamidades, pues eso mismo repetían entonces los
médicos de toda Europa, de modo que, simplemente, no podía ni
caberles en la cabeza que los indios fueran superiores en algo, ni
aun en aseo.
XXXVII

LAS RANAS (Ex. VIII, 2-6)

Los nobles mexicanos convertidos en ranas.- No democracia


popular.- Actitud diferente de los únicos europeos de sangre
real.- La masacre de unos pocos suficiente para colapsar al mundo
indio.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 279)

590
.- AGUILAR: Relación breve.., Octava Jornada, pág. 101.
"La segunda plaga fue los muchos que murieron en la
conquista de esta Nueva España, en especial sobre
México [...] En la primera plaga castigó Dios por la
mayor parte a los pobres y pequeños, y en esta segunda
hirió Dios a los señores y principales, que son gente
de guerra, superba, figurados en la segunda de Egipto,
que fue de ranas, las cuales fueron tantas que henchían
los ríos, arroyos y estanques, y de ahí salieron y
hinchieron las casas y cámaras, etc. Entonces salieron
las ranas locales, hinchadas y soberbias, murmuradores
del cielo, de los vicios y pecados que en aquella
ciudad más que en toda la tierra se cometían, y en la
guerra fueron muertos muy muchos de ellos. Estos eran
los espíritus inmundos que salían por la boca del
dragón y de la bestia a manera de ranas, cuando el
sexto ángel derramó su fiola o vaso sobre el río
Eúfrates (Apoc. XVI, 12); por el dragón son entendidos
los detractores maliciosos, murmuradores; por la
bestia, los que vivían bestialmente en diversos vicios
y pecados, que fueron los que por la mayor parte en esa
segunda plaga murieron. Bien se puede a este propósito
traer y decir del agua de México quam pro piscibus
eructavit fluvius ranarum multitudinem [Sab. XIX, 10:
Que en vez de peces eructó el río multitud de ranas]:
el agua cenagosa de la laguna de México en lugar de
peces dió ranas, en la cual andaban los muertos
hinchados, sobreaguados, a manera de ranas que tienen
los ojos salidos del casco, sin cejas ni cobertura,
mirando a una parte y a otra, denotando en esto que los
pecadores son disolutos sin guarda del corazón, y estos
eran los que en esta plaga murieron, y andaban sus
cuerpos ansí en el agua hediendo como pescado hediondo,
de lo cual muchos enfermaban." (591).

Como en cuento de brujas, Motolinía


metamorfoseó en ranas a la aristocracia mexicana, pero su fantasía
no iba del todo desencaminada, pues ciertamente la clase directriz
india fue la más afectada, no sólo entre las pocas tribus
vencidas, sino entre las muchas vencedoras, como acusa
Ixtlilxóchitl: "Cortes los mató sin culpa, sólo porque la tierra
quedase sin señores naturales [...] él siempre procuró de matar a

591
.- MOTOLINIA: Memoriales.., 1a. parte, cap. 2, nos. 38 y 39, p. 22.
los señores, y aun a sus nietos, y obscurecer sus hechos y darse a
sí solo la gloria; porque si se mira bien, si él solo y sus
compañeros sujetaran toda la tierra, fuera imposible y cuando eso
fuera, no merecían tanta honra; cuanto más el tuvo muchos más
amigos que enemigos.." (592). Eso suena a gran infamia, y lo es,
pero no era insólito, antes exactamente lo que Maquiavelo
recomendaba al Príncipe para disponer de los ingenuos que le
hubieran ayudado a alcanzar la victoria: "Sólo tiene que
preocuparse de que después sus aliados no adquieran demasiada
fuerza y autoridad, cosa que puede hacer fácilmente con sus
tropas, que abatirán a los poderosos y lo dejarán árbitro único de
la provincia." (593)... (El único "consuelo" a eso es recordar que
Cortés no era el único que pensaba así, sino todos los "príncipes"
de entonces. y que con esa mismísima moneda habría de pagarle a él
la Corte Española.)

Y ese exterminio fue tan drástico y efectivo


que, a la vuelta de una generación, podía lamentar Mendieta:
"Quien vio (como yo vi) en esta Nueva España [...] todas las
ciudades y pueblos autorizados con muchedumbre de principales,
viejos venerables que representaban unos senadores romanos, [...]
y quien ve lo que, (por nuestros pecados) vemos en la era de
ahora, que en las ciudades y pueblos no haya por maravilla quedado
indio principal ni de lustre, los palacios de los antiguuos
señores por tierra o amenazando caída [...] No hay otra ley ni
otro derecho ni fuero, sino que el español se aproveche por fas o
por nefas, y que el indio sufra y padezca, aunque le quiten cuanto
tiene y la mujer y la hija, y en este caso a todo género de
gentes, españoles, mestizos, mulatos y negros están sujetos, y aun
a sus propios naturales, como sean criados de los que llaman
cristianos, sin que sus daños hallen remedio en las varas de
justicia, que por la mayor parte no sirven sino de licencia y
autoridad para más los desollar." (594). Esas últimas frases: "en
este caso a todo género de gentes, españoles, mestizos, mulatos y
negros están sujetos, y aun a sus propios naturales, como sean
criados de los que llaman cristianos, sin que sus daños hallen
remedio en las varas de justicia..", eran tan graves que
proporcionaron materia a Motolinía para armar su siguiente plaga:
las moscas.

Para mejor entender el drama que supone en


cualquier sociedad humana en general, y en México en particular,
esta castración de su clase dirigente, no olvidemos que, aunque

592
.- IXTLILXOCHITL: Obras Históricas, Tomo I, Compendio Histórico del Reino de Texcoco, Décimatercera
relación, pág. 505.

593
.- MAQUIAVELO, El Príncipe, cap. 3, p. 31

594
.- MENDIETA: Historia Eclesiástica.., libro 4, cpa. 46, p. 560.
hemos visto que no era el "imperio" que imaginaron sus
conquistadores, estaba muy lejos de ser una "democracia popular",
(si es que eso existe), y constituía una sociedad fuertemente
jerarquizada. Uno de los tantos dolores para la delicada
sensibilidad india fue darse cuenta que quienes los "liberaron"
eran todos "maceguales", y que como tales se comportaron (595).

Los únicos europeos de la alta nobleza que


pisaron México en los primeros años, Fray Pedro de Gante y Fray
Jacobo Daciano, ni eran españoles ni fueron conquistadores: Peter
van der Moeren, flamenco, emparentado con Carlos V el uno, y Jakob
Johansen von Oldenburg, danés, hermano del Rey de Dinamarca
Cristian II el otro. (Significativamente, fueron de los pocos que
en serio trataron de promover al indio integralmente, luchando
Fray Jacobo por conferirles el Sacerdocio, lo que no sólo no
consiguió, sino le atrajo ataques y persecusiones de sus hermanos
franciscanos españoles.). Todos los demás, con sus más y sus menos
y empezando por Cortés, eran "gente del común" que, al enfrentarse
con los jefes sometidos, adoptaron la actitud de toda plebe
encumbrada sobre sus superiores: parte recelo semisupersticioso,
parte insolencia revanchista.

Aun hoy, en nuestras sociedades democráticas


y tecnificadas, una bien arquitectada masacre de sólo unos pocos
miles de dirigentes bastaría para dejarlas sin cerebro ni manos:
¿En qué pararían si, de improviso, se les eliminase a todos sus
ingenieros, médicos, intelectuales... aun suponiendo que que se
mantuviesen intactas todas las máquinas e instalaciones, y que
todos los libros y manuales continuasen disponibles? En el
Anáhuac la ciencia era, por necesidad, casi esotérica, pues los
códices suponían una tradición oral memorizada para poder ser
leidos correctamente, y los españoles no sólo exterminaron a esos
lectores, sino a los propios libros, al grado que de centenares de
miles no conservamos sino unos cuantos (596)... Aunque la conquista
sólo hubiese costado al mundo indio la ablación de su clase
rectriz, esa única herida ya habría sido mortal.
XXXVIII

595
.- Todavía años después se quejaba el Virrey Luis de Velasco: ".. no es el menor mal que en esta
tierra hay estar poblada de gente común, y haber muy pocos caballeros, ni hijosdalgo. Y digo de verdad a V. A.
que en toda la tierra no conozco diez hombres hábiles para cargos de justicia, y eran menester más de
doscientos.." (Carta de Don Luis de Velasco, el primero, a Felipe II. México, 7 de febrero de 1554. CUEVAS
S.J. Mariano: "Documentos Inéditos del Siglo XVI para la Historia de México", Editorial Porrúa, Biblioteca
Porrúa no. 62, 2a. Edición, México 1975, Documento 36, p. 208.).

596
.- "De los 22 códices que con certeza se consideran prehispánicos, cuatro proceden de la cultura nahua,
seis forman el llamado grupo Borgia (nahuas de la región cholulteca), nueve de la mixteca y tres de la maya.
Además existen 61 códices, rehechuras poshispánicas de documentos antiguos, y mapas, pinturas y planos
indígenas hechos con técnicas antiguas." MARTINEZ: Hernán Cortés, cap. 1, p. 31.
LOS MOSOSQUITOS (Ex. VIII, 17)

Hambre apocalíptica.- Los indios privados de una de las bases de


su alimentación.- Alimentos de lujo.- El alcohol más asesino que
el hambre.- Leyes hechas para ser violadas.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 283)

Mayahuel, diosa del pulque. Del Códice Laud. Peterson, o.c. p. 133.

"La tercera plaga fue una muy grande hambre que


subcedió en siendo ganada México, ca como no pudieron
sembrar con las grandes guerras, unos defendiendo la
tierra e ayudando a los mexicanos, otros siendo en
favor de los españoles, e lo que sembraban unos otros
lo talaban e destruían, no tuvieron que comer, y aunque
en esta tierra acontecía haber años estériles de pocas
aguas, e otros de muchas heladas, los indios en estos
años comen mil raices yerbas y semillas, y es
generación que mejor que otros e con menos detrimento
pasan los años estériles. pero aqueste año fue de tanta
falta de pan, que en esta lengua llaman centli cuando
es en mazorca, cuando es desgranada llámanle tlaulli, y
en lengua de las islas se dice maiz, y este nombre usan
los españoles y de otros muchos que de las islas
trajeron acá. La tercera plaga de Egipto que
corresponde a esta fue que el polvo de la tierra todo
fue convertido en mosquitos zumbadores, y fueron tantos
que toda la tierra ocuparon, y terriblemente aflijieron
al pueblo: así acá el hambre aflije cruelmente, punge y
da retortijones en el estómago y tripas hasta la
muerte, y estos mosquitos salieron del polvo porque la
tierra seca y hecha polvo no fructifica ni da de si
mantenimiento, que es causa de hambre; y salir los
mosquitos del polvo no es otra cosa sino afligir el
estado miserable de los pobres, figurados por el polvo,
como ha acontecido en esta hambre, de la cual muchos
pobres murieron." (597).

Motolinía no alcanzó a ver hasta que punto el


jinete apocalíptico del hambre se ensañaba contra los mexicanos,
pues lo que apunta no fue sino parte mínima, apenas inicial, de un
problema que hoy, más de cuatro siglos después, aun no se
resuelve: la endémica desnutrición del indio.

Su alimentación había sido excelente:


balanceada y completa, aunque básicamente vegetariana, fundada en
cuatro productos básicos: maíz, frijol, chile y "huautli" (598).
Este último (Amaranthus leucocarpus) era tan importante como los
otros tres, y su alto valor nutritivo los balanceaba
correctamente, pero a los españoles, que lo llamaron "bledo", no
les gustó, (es bastante insípido), y sí atrajo sus iras, porque
era un importante objeto de culto, acompañándose su siembra de
ritos especiales y confeccionándose con su pasta imágenes de los
dioses, que luego los fieles consumían. Por ello sencillamente lo
proscribieron bajo severas penas, y lo desterraron de México con
tanto éxito que ya casi ni lo conocemos. (Es la semillita que a
veces se vende, tostada y endulzada, con el nombre de "alegría" o
"suale").

A ningún pueblo se le arrebata una de las


bases de su alimentación sin trastornarlo profundamente, y tanto
más que ninguno de los productos españoles vino jamás a ocupar su
lugar, pues, aunque los indios adoptaron y los españoles
compartieron sin problemas los nuevos cereales, como trigo y
arroz, y los nuevos animales de corral (599), todos ellos fueron, -

597
.- MOTOLINIA: Memoriales.., 1a. parte, cap. 2, no. 42, p. 25.

598
.- "Los mantenimientos que antes usaban es de lo propio que al presente usan y se mantienen, que es lo
principal el maíz de diferentes colores, aunque lo mejor es el blanco, y de frijoles de diversas maneras y
colores, y de chian, que es una semilla de mucha sustancia, y de huautli, y de michihuauhtli, y de ají, apetito
principalísimo y jamás fastidioso, por ordinario y perpetuo que se coma, y con todos los géneros de comida le
da gusto y sabor." (POMAR: Relación de Texcoco, pág. 49.)

(La "chian" es una labiacea, "Salvia chia" cuya semilla, que produce gran cantidad de mucílago,
todavía se usa en bebidas refrescantes; el "michihuautli" o "ahuautli" -literalmente "huatli de pescado" o
"huatli de agua"- eran huevecillos de insectos acuáticos.).

599
.- ".. y ahora crían ganados de todas suertes, y doman bueyes y aran las tierras, y siembran trigo, y lo
y siguen siendo hasta la fecha- alimentos "de lujo", reservados
para ocasiones especiales y no de consumo diario.

Además, esos productos exóticos rompieron aun


más el equilibrio alimentario al exigir tierras y mano de obra a
expensas de los autóctonos: ".. e tienen la muerte por remedio e
alivio de sus trabajos, -se compadece Alonso de Zorita- porque en
tanto que viven no les faltan. Otras cosas se pudieran decir que
son causa para se acabar y consumir estas misérrimas gentes; pero
diré una que es por si sola bastante para ello, y es la multitud
de labranzas que ahora hay de españoles, por que ahora diez,
quince, veinte años había muy pocas y muchos más indios que ahora,
y les hacían ir por fuerza a ellas, donde padecían hartos
trabajos, y como la gente era mucha y las labranzas pocas, no se
sentía ni echaba tanto de ver. Ahora son las heredades muchas y
muy grandes, los indios muy pocos, y ellos las han de alimpiar,
labrar, desherbar, y coger y encerrar los frutos en casa, y así
cargan todos estos trabajos sobre los pocos que han quedado,
siendo diez veces más los españoles y heredades y labranzas y
estancias, que antes eran, y los indios son de tres partes la una
de los que solía haber, y en estos pocos nunca falta pestilencia,
y así mueren de ordinario muchos.." (600) "Halos consumido hacerlos
hacer gran suma de estancias de ovejas, vacas, puercos y cercas
para ellas, fuera de su natural, de su paso y de su modo de
trabajar y de su ordinario, ocupándolos en ello muchos días, u aun
semanas, y en hacer muchos otros edificios en el campo y en las
heredades y huertas y caminos, puentes, fuentes, albarradas,
ingenios de azúcar, y traían todos los materiales para estas obras
a su costa y a sus cuestas, sin paga y sin darles siquiera la
comida..." (601).

Con todo, paradójicamente, más daño causó un


artículo que los españoles aportaron que todos los que quitaron:
el alcohol. Los indios habían siempre estado concientes de su
debilidad racial en ese terreno, y sus leyes eran en eso
severísimas: la embriaguez estaba penada con la muerte, y no se
permitían bebidas fermentadas sino a los viejos y en ocasiones
ceremoniales. Motolinía, que llegó apenas tres años después de la
conquista, se horrorizó ante un alcoholismo generalizado, al no
saber que no había sido antes así, y que era producto lógico del
trauma indio. Años más tarde escribía: "En la manera y modo que
estos naturales usaban del vino antiguamente. yo estaba muy
engañado, porque cuando a esta tierra entré, que fue tres años

benefician y cogen, y lo venden, y hacen pan y bizcocho, y han plantado sus tierras y heredades de todos los
árboles y frutas que hemos traído de España.." (DIAZ DEL C.: Historia Verdadera..,. cap. 209, p. 582.).

600
.- ZORITA: Breve y Sumaria Relación, Cap. 4, pág. 164.

601
.- Ibidem, cap. 10, p. 139.
después de que se conquistó, ví que todos y por todas partes muy
desenfrenadamene se daban al vino, y que sin ninguna mesura se
embeodaban, ansí los principales como la gentes utriusque sexus
[de ambos sexos], hombres y mujeres. Parece que el demonio a río
revuelto introdujo las beoderas, y tomóse licencia general que
todos pudiesen beber hasta caer, y los hombres volverse como
brutos, de manera que como cesó la autoridad y poder de los jueces
naturales en ejecutar sus oficios, cada uno tuvo licencia de hacer
lo que quiso y de irse tras su sensualidad." (602).

ILUSTRACION
(Libro negro, página 286)

Ceremonia totonaca del pulque. Una figura humana con yelmo de pez sobresale de un líquido y recibe la bebida
que le brinda Tláloc, Dios del Agua, acuclillado a un lado. Por encima de él un Hombre Conejo, Dios de la
Embriaguez, preside la escena. En el friso superior dos figuras yacentes de jugadores de pelota juntan sus
cabezas formando una sola: el rostro aviforme de Ehecatl-Quezalcóatl. Tablero central sur del juego de pelota
de El Tajín, Ver.

Desde luego que los españoles también


dictaron leyes contra la embriaguez, pero, para variar, no sólo no
reprimieron nada, sino fueron pretexto para más abusos y
extorsiones: "También tienen mucha culpa del desorden que ahora
hay entre los indios en beber y emborracharse -acusa Zorita-
muchos españoles y mestizos que por holgar se han dado, así
hombres como mujeres, a hacer vino de la tierra, y meten en su
casa los indios y los encierran y esconden en ellas, y los traen y
buscan para ello, y los emborrachan y les dan a beber
excesivamente, porque en pago les dan cuanto quieren. (Después de
borrachos los desnudan y quitan la ropa y dinero, y los dejan en

602
.- MOTOLINIA: Memoriales.., 2a. parte, cap. 18, no. 697, p.361.
la calle, y allí dicen que se lo tomaron, y los indios no se osan
quejar porque no los castiguen por borrachos). Y es la ganancia
mucha porque la costa es muy poca, y no bastan las excomuniones y
penas que les están puestas para remediarlo." (603).

La desnutrición espontáneamente provoca la


acidia, es decir: trabajar menos, como una defensa del organismo,
pero los indios, ayer fuertes y orgullosos que consideraban el
trabajo como un honor divinizante, no iban ya a poder permitirse
eso...

ILUSTRACION
(Libro negro, página 287)

Reconstrucción ideal de una pirámide azteca (Tenayuca). Como todas ellas, es producto de varias
sobreposiciones. La idea de levantar estos titánicos basamentos para los templos no era solamente el
realzarlos, pues para eso hubiera bastado construirlos sobre un monte natural, sino tributar a los dioses el
homenaje del trabajo humano, honrándolos así y honrándose el hombre.
XXXIX

LAS MOSCAS (Ex. VIII, 21-24)

Peores que los conquistadores.- Cualquier español podía dar


título de "nobleza".- "Comenzó a no haber orden ni concierto".-
La cuña del propio palo.- Corrupción de los policías indios.

603
.- ZORITA: ibidem, cap. 9, p. 59.
ILUSTRACION
(Libro negro, página 289)

Indios recibiendo varas de alcalde de las autoridades españolas. Codice Osuna.

"La cuarta plaga fue de los calpixques o estancieros y


negros; que luego que la tierra se repartió los
conquistadores pusieron en sus repartimientos y pueblos
a ellos encomendados, criados o negros para cobrar los
tributos y para entender en granjerías, y estos
residían y residen en los pueblos, y aunque por la
mayor parte son labradores de España, acá en esta Nueva
España se enseñorean y mandan a los señores y
principales naturales; y porque no querría escribir sus
defectos, digo que me parece a los opresores egipcianos
que afligían al pueblo de Israel, porque en todo les
semeja en las obras y en el hacer de los ladrillos (Ex.
V, 6-19). También son como las moscas gravísimas de la
cuarta plaga de Egipto que agravaba a la casa de faraón
y de sus siervos; y de esta plaga fue corrompida toda
la tierra, bien así estos calpixques que digo agravian
a los señores naturales y a todo el pueblo, y ansí se
hacen servir y temer más que si fueran señores
naturales, y nunca otra cosa hacen sino demandar, y
nunca están contentos a do están y allegan; todo lo
enconan y corrompen, hediondos como carne dañada de
moscas por sus malos ejemplos; zánganos que comen la
miel que labran las abejas, esto es, que no les basta
cuanto los pobres indios pueden dar, sino que siempre
son importunos, como moscas gravísimas. En los años
primeros eran tan absolutos estos calpixques en
maltratar a los indios y en enviarlos cargados lejos
tierra, y poniéndolos en otros trabajos, de los cuales
hartos murieron." (604).

Apenas caído México, y antes de pensar en su


reconstrucción, Cortés "mandó que se juntase en Coyoacán todos los
principales de los pueblos de la comarca de México y todos los
demás que buenamente pudiesen. Y así juntos les dijo: <<sabed que
ya no habéis de tributar a Motenzuma ni a los otros señores
universales, ni habéis de labrarles las tierras como soliades,
sino solo habéis de servir al Emperador y en su nombre a estos
españoles y cada pueblo de los que son algo principales ha de ser
por sí>> Y así lo ascetaron los que allí se hallaron y se repartió
la tierra entre los españoles y cada uno se concertaba con el
cacique, señor y principales del pueblo que le encomendaban que
tanto le habían de dar cada ochenta días." (605).

Era la famosa "Encomienda", que no fue un


invento de los conquistadores para explotar a los indios, sino una
institución de cuño feudal, vieja ya de siglos en España y en
vigor en las islas, que Cortés no hizo sino continuar (606),
pareciéndole perfecta para apaciguar a sus decepcionadas tropas
(607), reorganizando y respetando las estructuras de la sociedad
indígena, cosa que de buena fe creyeron fácil él y los suyos, pero

604
.- MOTOLINIA: Memoriales.., 1a. parte, cap. 2, no. 43, pp. 25-26.

605
.- MOTOLINIA: Carta parecer de Fray Toribio Motolinía y de Fray Diego de Olarte a Don Luis de Velasco, el
primero, en Memoriales.., Apéndice documental, documento XXXI, p. 469.

606
.- "fueme casi forzado depositar los señores y naturales de estas partes a los españoles, considerando en
ello las personas y los servicios que en estas partes a Vuestra Majestad han hecho, para que en tanto que otra
cosa mande proveer, o confirmar esto, los dichos señores y naturales sirvan y den a cada español a quien
estuvieren depositados lo que hubieren menester para su sustentación" (CORTES: 3a. Carta-Relación, p. 171.).

607
.- Por supuesto que, aunque consiguió acallarlos, no consiguió contentarlos, pues distrubuyó las
encomiendas con tantas trapizondas como antes el oro. Narra Bernal Díaz: "Quiero decir lo que hizo Cortés y a
quien dió los pueblos. Primeramente a Francisco de las Casas, a Rodrigo de Paz, al factor y veedor y contador
que en aquella sazón vinieron de Castilla, a un Avalos y Sayavedra, sus deudos; y a un Barrios, con quien casó
su cuñada, hermana de su mujer la Marcaida, porque no le acusasen de la muerte de su mujer [..] que a todos
cuantos vinieron de Medellín y a otros criados de grandes señores, que le contaban cuentos de cosas que le
agradaban, les dió lo mejor de la Nueva España". Para los demás no tenía sino las sobras y "prometimientos y
palabras blandas", con lo que éstos se "iban renegando de él y aun maldiciéndole a él y a toda su generación y
a cuanto poseía, y hubiese mal gozo de ello él y sus hijas." (Cap. 169, pp. 442 y 443.) Y esas maldiciones,
según él, sí funcionaron, pues más adelante, después de narrar los mil desastres que le acontecieron en las
expediciones que emprendió, advierte: "Y si miramos en ello, en cosa ninguna tuvo ventura después que ganamos
la Nueva España (y dicen que son maldiciones que le echaron)" (cap. CC. p. 544. El paréntesis falta en algunas
ediciones).
su desconocimiento e impreparación los llevó a alterarla de hecho,
y a casi destruirla, pues desde un principio fue abusiva: "... los
más su boca era medida y tasa de todo lo que podían sacar en
tributos y servicios personales y en algunos tiempos esclavos,
teniendo poco respesto de que pudiesen o no dar lo que les pedían
[...] más tributos de los que solían dar a Montezuma y a los
señores naturales, pues los españoles les compelían a que diesen
todo lo que les pedían, que era en muy mayor cantidad." (608).

Los españoles nada entendieron, ni se


preocuparon por entender, de las divisiones tribales y clánicas de
los indios, ni sutilezas como "tecutli", "calpixqui", "tlatoani",
"huey tlatoani" y demás, sino simplemente los consideraron como
"pueblos" y como "señores", "señores naturales", "principales" o
"caciques", palabra arawak esta última. El no emplear el término
local tenía serias consecuencias para los indios, pues esos
nombres genéricos nada querían decir, y cualquiera podía ser
"principal" con sólo que un español así lo nombrara.

Alonso de Zorita, testigo especialmente


calificado por ser jurista y oidor, fue de los pocos que captaron
en sus causas el caos que todo eso provocó. Al desbaratarles sus
jerarquías, los hasta entonces disciplinadísimos indios se echaron
de bruces a una borrachera de libertinajes y abusos y a devorarse
unos a otros: "Pocas leyes tenían en su tiempo, y no había quien
las osase quebrantar [..] y vivían contentos y con sosiego.."
(609). ".. estaban todos los Señores en su gravedad y autoridad
antigua muy obedecidos, y los servían en su modo e manera antigua
[...] No se había introducido vara de alcalde, ni gobernador ni
alguacil, que ha sido la causa de abatir y deshacer a los Señores,
como también lo ha sido haberlos quitado por su propia autoridad
los encomenderos, cuando no andaban a su voluntad en los tributos
y servicios personales que les pedían; y ponían un macehual que no
hacía más que lo que ellos querían.." (610). "Dicen los religiosos
antiguos que después que los naturales están en sujeción de los
españoles se perdió la buena manera de gobierno que entre ellos
había, comenzó a no haber orden ni concierto, y se perdió la
policía y justicia y ejecución de ella que entre ellos había, y se
han frecuentado muchos los pleitos y divorcios, y anda todo
confuso." (611). "Preguntando a un indio principal de México qué
era la causa por que ahora se habían dado tanto los indios a
pleitos y andaban tan viciosos, dijo: <<Porque ni vosotros nos

608
.- MOTOLINIA: loc. cit.

609
.- ZORITA: Sumaria Relación.., cap. 10, p. 150.

610
.- Ibidem, Cap. 9, pp. 92-3.

611
.- Ibidem, p. 51.
entendéis ni nosotros os entendemos ni sabemos qué queréis. Nos
habéis quitado nuestra buena orden y manera de gobierno, y la que
nos habéis puesto no la entendemos, y así anda todo confuso y sin
orden ni concierto..>>" (612).

No era, pues, sólo la voracidad de españoles


o negros lo que tenían que soportar los indios, sino la mucho peor
de los suyos propios. La misma Tenochtitlan conoció el horror de
verse gobernada por un "amo pilli" ("no noble"), Andrés de Tapia
Motelchiutzin, que parece era incluso esclavo. Y esos patanes
encumbrados se comportaban como era de esperarse: "..los que se
han levantado y hecho Señores por los modos dichos, y estos son
robadores públicos y perjudicialísimos, porque se ven levantados y
puestos en lo que no es suyo ni heredaron [...] entretanto les
dura el mando, roban cuanto pueden sin miedo ni vergüenza, porque
ya que caigan será para tornar a lo que eran primero.." (613), en
tal forma que, hasta nuestros días, el término "cacique" sigue
siendo sinónimo de tiranía y arbitrariedad y seguimos constatando
por amarga experiencia que "entretanto les dura el mando roban
cuando pueden sin miedo ni vergüenzza". El afán de "mordidas" y
extoriones data desde entonces... es impresionante oir a Zorita
describiendo ya en esa época lo que sigue siendo nuestro triste
pan de cada dia, con enjambres de burócratas parásitos y
extorsionadores: "A cuatrocientos Corregidores y otros tantos
tenientes que cada año da V.M. de comer, podría V. M. ahorrar más
de las dos partes dellos, y no le quede escrúpulo que faltará por
ello la justicia, porque es cierto que ningún provecho hacen,
infinito daño sí, a sí y a todos, y es uno de los cargos de
conciencia que V. M. tiene." (614) ".. Lo que se ha sacado de haber
puesto tantos alcaldes y regidores e alguaciles y fiscales como
ahora hay, ha sido que hay muchos que roban el común, y tienen
mano y mando para ello, sin haber quien se lo impida..." (615)."Los
alguaciles indios andan oliendo a los que encuentran [...]
levantándoles que están borrachos [...] los que tienen alguna cosa
a mano dánsela por que los dejen, y los que nó, llevándolos a la
cárcel [..allí] todos los alguaciles que son muchos, están a una
para decir que estaban borrachos, y lo mismo el escribano y el
alcaide de la cárcel, que todos sin indios.." (616). Al igual que
los gérmenes patógenos causaron una mortalidad espantosa entre los

612
.- Ibidem, p. 52.

613
.- Ibidem, Cap. 9, pág. 98.

614
.- CODICE FRANCISCANO Siglo XVI, Ed. Chávez Hayhoe, México 1941, Carta de Fray Francisco de Toral, Obispo
de Yucatán, al rey Don Felipe II, pág. 239.

615
.- ZORITA, Sumaria Relación..., Cap. 9, pág. 93

616
.- Ibidem, p. 106.
no inmunizados indios, la corrupción castellana prendió entre
ellos mucho más infecciosamente que entre sus maestros...

ILUSTRACION
(Libro negro, página 293)

India herrada. Dibujo de Miguel Covarrubias.


XL

LA EPIZOTIA (Ex. IX, 3-6)

Menos que a sus bestias y caballos.- Los nuevos amos mil veces
peores que los antiguos.- En treinta años no quedarán indios.-
La gallina de los huevos de oro.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 295)
Esclavos mexicanos con colleras. Del Códice Florentino.

"La quinta plaga fue los tributos grandes y servicios


que los indios hacían, porque como los indios tenían en
los templos de los ídolos y en poder de los señores y
principales y en muchas sepulturas oro recogido de
muchos años, comenzaron a sacar de ellos grandes
tributos, y los indios con el gran temor que cobraron a
los españoles del tiempo de la guerra daban cuanto
tenían;pero como los tributos eran tan continuos, para
los cumplir vendían los hijos y las tierra a los
mercaderes y faltando de cumplir el tributo, hartos
murieron por ello, unos a tormentos, otros en
prisiones, de las cuales salían tales que muchos
morían, porque los trataban bestialmente, y los tenían
en menos estima que a sus bestias y caballos, y no sin
causa esta plaga se puede comparar a la quinta de
Egipto, do murieron los animales de Egipto. Harta
insensibilidad fue tratar y estimar más a un caballo o
un otro animal, que una creatura hecha a imagen de
Dios." (617).

Aunque la comparación de Motolinía es


literariamente forzada y nada gentil con los indios al asimilarlos
a las bestias de Egipto, apunta claramente cuán sarcástica resultó
para ellos la pretendida "liberación" del yugo azteca: los nuevos
amos y los nuevos tributos eran mil veces peores, y mil veces más
las vidas que segaban. y ni siquiera ya en la gloria del téchcatl,
la divinizante piedra de los sacrificios, sino en la humillante
crueldad de prisiones y tormentos.

Aunque en teoría se había procedido con la


máxima legalidad al esclavizar sólo a los "rebeldes y traidores"
que ya decíamos, el mismo Bernal Díaz reconoce que no fue así,
"porque ciertamente hubo grandes fraudes sobre el herrar de los
indios, porque como los hombres no somos todos muy buenos, antes
hay algunos de mala conciencia, y como en aquel tiempo vinieron de
Castilla y de las islas muchos españoles pobres y de gran codicia
y caninos y hambrientos por haber riquezas y esclavos, tenían
tales maneras que se herraban los libres [...] hubo en la Nueva
España tantas injusticias y revueltas y escándalos entre los que
dejó Cortés por sus tenientes de gobernadores, que no tenían
cuidado si se herraban los indios con justo título o con malo,
sino entender de sus bandos e intereses [...] y además de esto
hubo otras maldades entre los caciques que daban tributo a sus

617
.- MOTOLINIA: Memoriales.., 1a. parte, cap. 2, no. 44, p.
26.
encomenderos, que tomaban de sus pueblos indios e indias,
muchachos pobres y huérfanos, y los daban por esclavos." (618). Y
debieron ser tan atroces esos abusos que el mismísimo Bernal Díaz
y sus compañeros pidieron a Ramírez de Fuenleal, Presidente de la
Segunda Audiencia "que luego expresamente mandase que no se
herrasen más esclavos en toda la Nueva España" (619), lo que les
acarreó las iras de sus colegas, quienes "decían que por qué causa
les quitábamos que no gozasen de las mercedes que Su Majestad nos
había hecho, y más decían que éramos malos republicanos y que no
ayudábamos a la villa y que merecíamos ser apedreados.." (620).

Y, sin embargo, la suerte de los esclavos no


era la peor, mucho peor estaban los indios libres que, no obstante
serlo, eran forzados a trabajar para sus nuevos amos: "...he leído
a muchos autores que tratan de tiranías y crueldades de otras
naciones, y ninguna de ellas y todas juntas tienen que ver con los
trabajos y esclavonía grande de los naturales, los cuales, como
ellos lo dicen, más querrían ser esclavos herrados y no de la
manera que hoy viven, porque de esta manera los españoles que los
tratan mal todavía tuvieran alguna lástima de ellos por no perder
sus dineros, y es tanta su desventura que si uno tropieza y cáe y
se lastima, es tanto el gusto que de ello reciben que no se puede
encarecer.." (621).

Zumárraga aduce un ejemplo de esta


explotación: Los indios de Huexotzingo, que está muy lejos de
México, tenían que traer "... a cada oidor cada día para su
mantenimiento siete gallinas y muchas codornices y sesenta huevos:
sin que a [García del] Pilar, lengua, daban otro tributo, y sin
leña y carbón y otras menudencias, y mucha cantidad de maíz, y que
lo han cumplido así hasta agora que no pueden más, porque es
camino de diez y ocho leguas y por puerto de muchas nieves, y que
son menester muchas personas que cada día vengan a servir, y por
eso han cargado hombres y mujeres preñadas y muchachos, que se les
habían muerto ciento y trece personas; que me pedían que los
amparase, si no que se irían a los montes, porque ya no podían
hacer otra cosa" (622). El mal era tan grande, como para prever
que pronto destruiría a toda la población: Fr. Pedro de Gante

618
.- DIAZ DEL C.: Historia Veradadera.., cap. 213, p. 601.

619
.- Ibidem.

620
.- Loc. cit.

621
.- IXTLILXOCHITL: Obras Históricas, Tomo I, Compendio Histórico del Reino de Texcoco, Décimatercera
relación, pág. 505.

622
.- Carta a su Magestad, 27 de agosto de 1529, apud
MARTINEZ: Hernán Cortés, cap. 20, p. 631.
intercedía ante Carlos V: "... si Vuestra Majestad no provée en
que tributen como en España, de lo que tienen y no más, y que sus
personas no sean esclavos y sirvan, la tierra se perderá, y de hoy
en treinta años estarán más despobladas estas partes que las
islas.." (623), y también Alonso de Zorita, no lamentando plagas,
sino contestanto burocráticamente a la Cancillería Real, tiene
mucho que decir en alabanza del sistema antiguo en contraste con
el desastroso nuevo: ".. en esto (los tributos) había gran
concierto para que no fuesen unos más agraviados que otros, y era
poco lo que cada uno pagaba, y como la gente era mucha, venía a
ser mucho lo que se juntaba; y en fin todo lo que tributaban era
de poca costa y con poco trabajo y sin vejación alguna [...] y es
cierto paga más un tributario que entonces seis, y dá más un
pueblo en pesos que entonces seis de los que daban oro..." (624).

Poco faltaba, pues, para que en México


acabasen de matar a la gallina de los huevos de oro...

ILUSTRACION
(Libro negro, página 298)
XLI

LAS ULCERAS (Ex. IX, 10-12)

El oro asesino y adorado por dios.- Rotos todos los records de la


historia.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 299)

623
.- Cartas de Indias, Madrid 1877, tomo I, no. 18, p. 94.

624
.- ZORITA: Sumaria Relación.., cap. 1, pp. 118-120.
Jerolífico del oro, tomado de la mejilla de la Coyolxauhqui. Apud L. Sejourné, op. cit., p. 172.

"La sexta plaga fue las minas de oro, que demás de los
tributos y servicios de los pueblos a los españoles
encomendados, luego comenzaron a buscar minas (625), que
los indios que hasta hoy en ellas han muerto no se
podrían contar; y fue el oro de esta tierra como otro
becerro por dios adorado, ansi en las islas como en la
tierra firme, y de otros más devotos de los que los
reyes magos desde Castilla lo vienen a adorar. La
plaga que a ésta corresponde fue la quinta [sic] con
que Dios hirió a los egipcianos, en la cual Moisén echó
la ceniza en alto, y derramada por el aire salieron
heridas y plagas crueles en faraón y en todos los
egipcianos, y fueron de tanto dolor que no podían
asosegar. Esto significa que los hombres que son de
lodo y ceniza, y se debían contentar y humillar delante
de Dios, levantaron su codicia a desear minas de oro y
plata para adquirir riquezas, las cuales, según el
Evangelio, punsan y hieren y llagan el ánima, que no
puede sosegar, porque los que quieren ser ricos caen en
lazos y cadenas del demonio, de los cuales no se
escapan sin llagas crueles." (626).

El oro siempre ha sido un gran devorador de


vidas humanas, y continúa siéndolo, como pueden dar fe los mineros
negros de Sudáfrica cuyo promedio de vida es casi mitad del de sus
coterráneos. Aquí en México, entonces, posiblemente rompió todos
los records de su sanguinaria historia, como dirá el mismo
Motolinía en la novena plaga.

A los españoles también dañó profundamente,


si no en lo físico en lo moral. Cortés no sólo robó todo el que
pudo a sus propios soldados, como ya vimos (627), sino que halló

625
.- "Hizo asimismo (Cortés) buscar oro y plata en todo lo conquistado, y halláronse muchas y ricas min as,
que hinchieron aquella tierra y ésta, aunque costó las vidas de muchos indios que trajeron a las minas por
fuerza y como esclavos." (LOPEZ DE GOMARA: Historia de la Conquista.., cap. 164, pág. 254.).

626
.- MOTOLINIA: Memoriales.., 1a. parte, cap. 2, no. 45, pp. 26-27.

627
.-No sólo hubo mil trampas en la repartición, sino que, en el capítulo 135, reprocha Bernal Díaz: "Y
dejaré de hablar en esta materia y digamos otra casi peor que esta de los esclavos, y es que ya he dicho en el
también el modo de extorsionarlo a quien todo debía, a sus propios
aliados. Fernando de Alba Ixtlilxóchitl le afea que, cuando su
bisabuelo homónimo le solicitó que liberara a su hermano
Coanacohtzin, Cortés se negó, alegando que era prisionero del Rey,
y cuando le suplicó que al menos le quitara los grillos que lo
tenían llagado, sólo accedió regateando el favor por oro contante
y sonante, hasta despojarlo, a él y a todos los suyos, de su
último grano: "Ixtlilxúchitl [..] envió a Tezcuco por el oro que
había quedado en los palacios de su padre y abuelo, y por todo el
que tenía en sus casas y se lo dió a Cortés, el cual dijo que era
poco para rescatar a un gran señor como era su hermano y que era
menester más. Envió segunda vez a Tezcuco a todos los señores, sus
primos hermanos y deudos [...] los cuales juntaron todas las joyas
y piezas de oro que cada uno tenía, y juntó todo el oro y plata
que sacó de cuatrocientas casas de señores [...] se lo dió a
Cortés y rescató a su hermano.." (628), rescate que no impidió que
lo asesinara más tarde, camino de las Hibueras.
XLII

EL GRANIZO (Ex. IX, 22-25)

capítulo CXXVIII, cuando la triste noche salimos huyendo de México, cómo quedaban en la sala donde posaba
Cortés muchas barras de oro perdido que no lo podían sacar más de lo que cargaron en la yegua, caballos, y
muchos tlaxcaltecas, y lo que hurtaron los amigos y otros soldados que cargarían de ello; y como lo demás
quedaba perdido en poder de los mexicanos, Cortés dijo delante de un escribano del Rey que cualquiera que
quisiese sacar oro de lo que allí quedaba que se lo llevase mucho en buena hora por suyo, como se había de
perder; y muchos soldados de los de Narváez cargaron de ello, y asímismo algunos de los nuestros, y por sacarlo
perdieron muchos de ellos las vidas, y los que escaparon con la presa que traían habían estado en gran riesgo
de morir, y salieron llenos de heridas. Y como en nuestro real y villa de Segura de la Frontera, que así se
llamaba, alcanzó Cortés a saber que había muchas barras de oro y que andaban en el juego [...] mandó dar un
pregón, so graves penas, que traigan a manifestar el oro que sacaron, y que les daba la tercia parte de ello, y
si no lo traen, que se lo tomará todo." (cap. 135, p. 280) Y más adelante añade: "A esto digo que como al salir
de México salimos la noche por mi muchas veces memorada, que como quedaban en la sala muchas barras de oro
perdido en un montón, que todos los más soldados apañaban de ello, en especial los de a caballo, y los de
Narváez mucho mejor, y los oficiales de Su Majestad, que lo tenían en su poder y cargo, llevaron los fardos
hechos; y demás de esto, cuando se cargaron de oro más de ochenta indios tlaxcaltecas por mandato de Cortés, y
fueron los primeros que salieron en las puentes, vista cosa era que salvarían muchas cargas de ello, que no se
perdería todo en la calzada, y como nosotros los pobres soldados que no teníamos mando, sino éramos mandados,
en aquella sazón procurábamos de salvar nuestras vidas y después de curar nuestras heridas, no mirábamos en el
oro si salieron muchas cargas de ello en las puentes o no, ni se nos daba mucho en ello. Y Cortés con algunos
de nuestros capitanes lo procuraron de haber de los tlaxcaltecas que lo sacaron, y aun tuvimos sospecha que los
cuarenta mil pesos de las partes de los de la Villa Rica, que también lo habían habido, y echado fama de que lo
habían robado, y con ello envió a Castilla a los negocios de su persona, y a comprar caballos, y a la isla de
Santo Domingo a la Audiencia Real; porque en aquel tiempo todos se callaban con las barras de oro que tenían,
aunque más pregones habían dado." (Ibidem, cap. 136, p. 282.).

628
.- IXTLILXOCHITL: Obras Históricas. Compendio Histórico.., 13a. Relación, p. 480.
Más que el templo de Salomón.- Castillos para patanes.- Paraíso
de nuevos ricos.- Los problemas de sobrepoblación nacidos desde
entonces.- Devaluación de los valores indígenas.- De limpios a
sucios.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 303)

Albañiles indios. Del Códice Florentino.

"La séptima plaga fue la edificación de la gran ciudad


de México, en la cual los primeros años andaba más
gente que en la edificación del templo de Jerusalén en
tiempo de Salomón, porque era tanta la gente que andaba
en las obras, o venían con materiales y a traer
tributos y mantenimientos a los españoles y para los
que trabajaban en las obras, que apenas podía hombre
romper por algunas calles y calzadas, que son bien
anchas; y en las obras, a unos tomaban las vigas, y
otros caían de alto, sobre otros caían los edificios
que deshacían en una parte para hacer en otras; e la
costumbre de las obras es que los indios las hacen a su
costa, buscando materiales y pagando los pedreros o
canteros y los carpinteros, y si no traen que comer,
ayunan [...] Es agora de ver la séptima plaga de
Egipto si no concuerda con ésta; y aunque a primera faz
no parece concordar, bien considerada, mucha
significación tiene ésta con aquella, en la cual mandó
Dios a Moysén que levantase la vara en alto al cielo, y
fueron hechos truenos y relámpagos, y descendió una
gran tempestad de granizo envuelta con fuego. El cielo
aéreo, claro que son los cristianos claros por la fe,
fueron hechos oscuros con la edificación de la superba
ciudad, fueron hechos una casa llana, la mejor que
ninguno de su linaje había tenido: levantaban casas de
torres y de cuatro cuartos, como si fueran caballeros
de salva. No es pequeño viento esto, ni da chico
tronido los terremotos de piedra y granizos con todas
las tribulaciones y trabajos que cayeron sobre los
indios edificadores de la ciudad, haciéndola a costa
suya. También concuerda la séptima plaga o fiola del
Apocalipsi con ésta, cuando derramó el séptimo ángel su
vaso, y fueron hechos truenos y relámpagos, y fue hecha
gran tempestad, y la gran ciudad fue hecha en tres
partes; y las ciudades de los gentiles cayeron (Apoc.
XVI, 17-21). Hacerse la gran ciudad Tenochtitlán-México
tres partes qué otra cosa es sino reinar en ella tres
cosas que San Juan dice en su canónica (IJoan. 2, 16).
La una parte es codicia de la carne; la segunda codicia
de los ojos; la tercera soberbia de la vida: que no
faltó soberbia levantar tales edificios que para los
hacer hubieron de derribar las casas y pueblos de los
indios gentiles, como a la letra acaeció deshacer
muchos edificios y algunos llevar de bien lejos los
materiales a México para otros." (629).

".. en aquella sazón se pasó Cortés a poblar la gran


ciudad de México, y repartió solares para las iglesias
y monasterios y casas reales y plazas; y a todos los
vecinos les dió solares [...] según dicen muchas
personas que se han hallado en muchas partes de la
cristiandad, otra y más populosa y mayor ciudad, de
mejores casas y poblada de caballeros, según su calidad
y tiempo que se pobló, no se ha habido en el mundo.."
(630).

Imposible soñar mejor paraíso de nuevos


ricos: ¡Una ciudad entera para construirla a su gusto, y con todo
gratis! (631). Cortés, por ejemplo, "estaba haciendo sus casas y
palacios, y eran tamaños y tan grandes y de tantos patios como
suelen decir el laberinto de Creta.." (632), y esto no es

629
.- MOTOLINIA: Memoriales.., 1a. parte, cap. 2, no. 46, p. 27.

630
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 158, p. 381.

631
.- Tan desmedido pareció el lujo de la nueva ciudad, que figuró entre las acusaciones que se levantaron
contra Cortés ante la Corte, a lo que respondieron sus procuradores: ".. que las casas en verdad que son muy
suntuosas, y que para servir con ellos y en cuanto tiene Cortés a Su Majestad las hizo fabricar en su real
nombre, y que los árboles y cipreses, que estaban junto a la ciudad, y que los traía por agua, y que piedra,
que había tanta de los adoratorios que deshicieron de los ídolos, que no había menester traerla de fuera, y que
para labrarlas no hubo menester más de mandar al gran cacique Guatemuz que las labrasen los indios oficiales,
que hay muchos, de hacer casas y carpinteros.." (DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 148, p. 437.

632
.- Ibidem, cap. 142, p. 403
exageración de Bernal Díaz, pues en junio de 1531 la Segunda
Audiencia hizo valuar la casa de Cortes por el Maestro Martín,
ayudado por Jaime Fría, y "su descripción y valuación nos permite
saber que las casas ocupaban, al costado poniente de la Plaza
Mayor, una gran manzana, hoy cortada por la calle Cinco de Mayo,
que se extendía de la calle que iba al convento de San Francisco,
hoy Madero, a la calle de Tacuba, y aunque no se precisa el límite
posterior, puede suponer se que llegega a la Calle de San José el
Real, hoy de Isabel la Católica [...] el edificio estaba almenado
y ocupaba un total de 25 solares, esto es 44,100 metros cuadrados"
(633), o sea mucho más grande que los más de los palacios europeos
de entonces, lo que no estaba mal para alguien cuya familia
sobrevivía con menos que el salario del más ínfimo marinero.

Como era de esperarse, cometieron error tras


error: "dieron en deshacer la albarrada, sacar la piedra para
casas e iglesias, romper los portillos, quitar las compuertas y
las guardas, cegar las acequias de uso de la ciudad y del tiempo
de los indios, edificar sobre algunas y aun poblar estancias de
ganado y echar vacas de leche para granjería, con lo que se perdió
todo el reparo y la ciudad está colgada de un hilo." (634). El
primer y más grave de esos errores fue la vanidad de edificar la
ciudad española sobre las ruinas de la azteca. Los mexicas, que no
habían tenido opción, reaccionaron ante su pobreza, que los
forzaba a establecerse en esos lodazales, desarrollando poco a
poco un fabuloso sistema de ingeniería que les permitió controlar
el lago y el resbaladizo subsuelo, sujeto además a terribles
terremotos, con lo que levantaron su fabulosa ciudad, pero de ese
sistema los españoles no tenían, por supuesto, la menor idea (635),
ni tampoco les importó, y bajo la guía de un Alonso García Bravo,
un soldado de Garay pasado a filas de Cortés, se improvisaron
arquitectos y urbanistas... con tan buenos resultados que nada de
lo que construyeron subsiste, salvo los problemas que afloraron en
seguida (636) y que nos legaron desde entonces.

633
.- MARTINEZ: Hernán Cortés, cap. 20 pp. 655-657.

634
.- DORANTES DE CARRANZA Baltazar: "Sumaria Relación de las Cosas de la Nueva España, con noticia
individual de conquistadores y primeros pobladores españoles", Prólogo de Ernesto DE LA TORRE VILLAR, Ed.
Porrúa, Biblioteca Porrúa no. 87, México 1987, p. 15.

635
.- "El marqués y los conquistadores tuvieron mil pareceres y opinión de que se fundase esta ciudad o
en Tacuba o Tacubaya o Coyoacán, y vieron que podían llegar hasta estos lugares acequias para el servicio; mas
cegáronse con decir que pues los indios habían vivido en México tan gran número de años, con seguridad no había
que temer, y así se quedaron, y empezaron a edificar, ignorando las causas, o al menos no descubriéndolas,
porque los indios cuando fundaron a México, fue por más no poder y por necesidad..." (DORANTES DE CARRANZA:
"Sumaria Relación...", p. 17.).

636
.- Por ejemplo, ya el 7 de febrero de 1554, escribía a Felipe II el Virrey Luis de Velasco: ".. hallo
muchas dificultades para que esta Iglesia [la Catedral] se pueda hacer tan suntuosa como V. A. manda. [...] Lo
primero: los cimientos son sobre agua, y para quitarla y buscar tierra firme se ha de hacer gran costa. Y no
Cortés, que albergaba la pretensión de
quedarse con México como su encomienda personal, la quiso la
ciudad más grande del imperio español, y lo logró de un plumazo,
pues ofreció nada menos que exención de impuestos a todos los
indios que se establecieran allí (637). Ni que decirse tiene que,
con los atroces tributos que vigían en todas partes, eso provocó
una estampida de todas las ciudades y tribus, que la superpobló de
inmediato, pese a la despoblación general, iniciando todas las
lacras que aun padecemos, de "ciudades perdidas", escasez de agua
y demás.

Todo ese hormiguero de actividad que tanto


impresionó a Motolinía, no era, pues, sólo para construir casas de
españoles, sino también de indios, en riguroso estilo español las
de los principales, por supuesto, y por supuesto también que sin
baños y sí con pesados muebles y cortinajes, perfectos cultivos de
polvo y bichos, como en todo palacio europeo que se respetase. El
golpe contra el mundo indígena estuvo menos que en el esfuerzo con
que lo sangró levantar esa "Disneylandia", toda castillitos y
torres como podemos ver en algunos dibujos que sobrevivieron, en
la devaluación que provocó, por y ante sí mismos, de sus antiguos
valores: Aunque Tenochtitlan ya no existía, Texcoco y la mayoría
de las otras ciudades estaban intactas, pero fueron los propios
jefes indios quienes se apresuraron a derribarlas para estar a
tono con la nueva moda.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 306)

hay sitio en la ciudad que no tenga este defecto, Lo segundo: los temblores de tierra son ordinarios y los
edificios de bóvedas altas corren riesgo, como se ha visto en algunos monesterios que se han hecho de bóvedas,
que se ha caído parte dellos, y se tornan a bajar y a cubrir de maderamientos..." (En CUEVAS:"Documentos
Inéditos...", Documento 36, p. 184.).

637
.- "..Cortés estaba siempre entendiendo en la ciudad de México que fuese muy poblada de los naturales
mexicanos como de antes estaban, y les dió franqueza y libertades que no pagasen tributo a Su Majestad hasta
que tuviesen hechas sus casas y aderezadas las calzadas y puentes y todos los edificios y caños por donde solía
venir el agua de Chapultepec para entrar en México, y en la poblazón de los españoles tuviesen hechas iglesias
y hospitales y atarazanas y otras cosas que convenían." (DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 170, p. 449.).
Las "Casas Viejas" de Cortés. Puede verse, pese a su esquematismo, que es una mezcla de fortaleza militar y
palacio medioeval, con torreones, almenas, mirador y galería. Archivo General de Indias, Sevilla.

Y la misma suerte corrieron casi todos los


elementos externos de su cultura: El juego de pelota fue proscrito
como satánico; también, como horrores paganos, se prohibieron los
penachos, aretes, bezotes y narigueras de los varones, que no eran
simples adornos, sino distintivos jerárquicos (638), con lo que se
debilitó aún más la disciplina y cohesión de su sociedad; su
semidesnudez pareció ofensivamente inmodesta a los frailes, y les
plantaron la famosa camisa y calzón blanco que hasta hoy
conservan. Esto podría parecer beneficioso, pero, como bien sabe
la medicina moderna, alterar de golpe el vestuario de un pueblo es
provocarle mil problemas sanitarios: el aseo se desorganiza,
piojos, pulgas, chinches y demás parásitos se multiplican, se es
más -no menos- vulnerable a los cambios de temperatura y a las
consiguientes afecciones respiratorias... Asi, los limpísimos
indios empezaron a ser sucios, y a padecer un motivo más de
propensión a las enfermedades... Las ventajas de su "liberación"
resultaban realmente discutibles.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 308)

638
.- Muñoz Camargo, por ejemplo, pone su forma de vestir a un mismo nivel de horror con los sacrificios
humanos, la poligamia y la idolatría: "... les comenzaron a quitar las muchas mujeres que tenían y los otros
demás ritos de idolatría, y otras muchas supersticiones, sacrificios horrendos cruelísimos y abominables [...]
quitándoles ansí mismo que trujeran orejeras [...] ni bezotes ni otros abominables usos y costumbres que tenían
[...] y que se quitasen los bragueros que traían y se pusiesen zaragüelles y se vistiesen camisas, que era
traje más honesto..." (Historia de Tlaxcala, cap 8, pp. 242-3). Y la cosa es tanto más signiticativa si
recordamos que Muñoz Camargo no era español, sino mitad indio.
Dibujo indígena en la obra original de Diego Muñoz Camargo: Historia de Tlaxcala. El texto manuscrito explica:
"De cómo se vistieron los naturales a persuación de los frailes y se pusieron sayos y camisas y jubones y
zaragüelles como el día de oy lo usan y se trasquilaron los cabellos a ntro. uso."
XLIII

LAS LANGOSTAS (Ex. 12-14)

Prisa febril por hacer esclavos.- Más bárbaras las leyes


españolas que las mexicanas.- No podían ver la luz del día.-
Como en Africa también en México.- Mil veces peores los nuevos
amos.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 309)

Figura de una langosta en el jerolífico de Chapultepec. Tira de la Peregrinación.

"La octava plaga fue los esclavos que se hicieron para


echar en las minas: fue tanta la priesa que en los
primeros años dieron a hacer esclavos, que de todas
partes entraban a México grandes manadas como de ovejas
para echarles el hierro; y no bastando los que entre
los indios llaman esclavos, que ya según su ley cruel y
bárbara algunos los sean, según ley y verdad casi
ninguno es esclavo; pero por la priesa que daban a los
indios para que trajesen los que eran esclavos, traían
sus hijos y macevales, que es gente baja como vasallos
labradores, y cuantos haber y hurtar podían, y
traíanlos atemorizados para que dijesen que eran
esclavos, y examen no se hacía con mucho escrúpulo, y
el hierro que andaba muy barato, dábanles por aquellos
rostros demás del principal hierro del rey, porque cada
uno que compraba el esclavo le ponía su nombre en el
rostro, tanto que toda la faz traían escrita. No fue
la menor de las plagas esta octava en esta tierra, ni
tampoco la que a esta octava responde: octava entre las
de Egipto fue cuando por toda Egipto cayeron
innumerables langostas que destruyeron y comieron
cuanto verde había, ansí en los campos de la yerba como
en los árboles de rama y hoja. Comer la yerba verde es
comer lo bueno de la vida, pues hacer esclavos, ¿qué
otra cosa es sino dar muerte cevil a los que hacen
esclavos? Ca género de muerte es hacer esclavo al que
no lo es, aunque se busquen rodeos para que con temor o
malos testigos digan los míseros indios que sí, que sus
padres lo fueron; y esto es lo que San Agustín siente
que sea la langosta que como roe la verde, diciendo:
<<Locusta est malitia ore laedens, infideli scilicet
testimonio.>> [Langosta es la malicia que daña con la
boca, esto es con testimonio infiel.]" (639).

Motolinía casi llegar a admitir lo que hoy


vemos tan obvio: que la ley "cruel y bárbara" de los indios era
mucho menos bárbara, y ciertamente menos cruel, que la suya
propia, pues, como hemos ya dicho, los "tlatacotin" mexicanos
realmente no eran esclavos en el sentido europeo. El aborda el
tema en los capítulos 20 y 21 de la segunda parte de sus
Memoriales (640), y ahí reconoce: "El hacer de los esclavos entre
estos naturales de la Nueva España es muy contrario de las
naciones de Europa [...] y aun me parece que estos que llaman
esclavos les faltan muchas condiciones para ser propiamente
esclavos, porque los esclavos de la Nueva España tenían peculio,
adquirían y poseían propio, no podían ser vendidos sino con
condiciones [...] El servicio que hacían a sus amos era limitado,
y no siempre ordinario. A unos que servían por esclavos casándose
o habiendo servido algunos años, o queriéndose casar, salían de la
servidumbre y entraban otros, sus hermanos o deudos. También había

639
.- MOTOLINIA: Memoriales.., 1a.parte, cap. 2, no. 47, p.28.

640
.- Pp. de 366 a 372.
esclavos hábiles y diligentes que demás de servir a sus amos
mantenían casa con mujer e hijos, y compraban esclavo o esclavos,
de que se servían. Los hijos de los esclavos nacían libres. Todas
estas condiciones, o las más, faltan a los que las leyes dan por
siervos y esclavos." (641).

En otras palabras, aunque ni Motolinía ni


ninguno de los suyos llega a admitirlo, en México simplemente NO
había esclavos, y fueron los españoles quienes implantaron esa
espantosa institución, con todo y su jactancia de no alterar, sino
mejorar, la libertad y las instituciones indígenas. De buena fe,
su ceguera cultural fue absoluta: No podían ver lo que era claro
como la luz del día, porque verlo implicaba reconocer, al menos en
eso, una neta superioridad por parte de esos "bárbaros" paganos,
adoradores del demonio, lo cual, por supuesto, no podía ni
pensarse. El mismo Bernal Díaz, que ya vimos se compadeció de la
suerte de los indios a manos de sus paisanos "de gran codicia y
caninos y hambrientos por haber riquezas y esclavos", no fue capaz
de ver esa obviedad, antes consideró que antes estaban "muy peor
que los portugueses traen a los negros de Guinea" (642), aunque no
se escapaba a ojos más críticos que la realidad era una trágica
esclavitud de todo el pueblo: "... ciertamente, ver la vida que
dan a los indios no es otra cosa que un perfectísimo retracto y
traslado de la vida que los hijos de Israel pasaban con los de
Egipto. Sólo está la diferencia en que allí los egipcios eran los
naturales de la tierra, y los hijos de Israel advenedizos y
extranjeros, y con todo eso, injustamente tractados; acá es al
revés, que los indios son los naturales, y con todo eso,
injustísimamente tractados de los españoles advenedizos y
extranjeros, y que sabe Dios cómo entraron en estas tierras."
(643).
Hay que reconocer, no obstante, que la Corona
española sí fue sincera, y sí supo volver sobre sus pasos para
corregir sus errores en ese punto, primero exigiendo que sólo se
hiciesen esclavos a los capturados en guerra legítima o a los que
ya lo eran entre los indios, y más tarde liberó de plano a todos
los esclavos indios... pero para infinitos de ellos ya fue
demasiado tarde, y el primer contacto de las dos culturas, que es
lo que aquí nos importa, fue una pesadilla más para el agobiado
mundo indígena. Todos los horrores de la trata africana se dieron
en nuestro suelo: Aun sin citar a Las Casas, acusado injustamente

641
.- Ibidem, 2a. parte, nos. 713-714, p. 366.

642
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 213, p. 600.

643
.- "Tratado del repartimiento personal y repartimiento de los indios de Nueva España", escrito por
Fray Gaspar de Recarte, terminado el 3 de marzo de 1584. En CUEVAS: "Documentos Inéditos...", Documento 64, p.
378.
de exagerado y tendencioso (644), basta leer el capítulo X del
neutral Zorita, que bien podría subtitularse "Requiem por el Indio
Americano", donde hay párrafos tan "africanos" como estos: ".. y
están en los caminos unas aves que en cayendo el indio le sacan
los ojos, y lo matan y se lo comen [...] Y aconteció que indias
que iban cargadas mataban a las criaturas que llevaban a los
pechos, y decían que no podían con ellas y con la carga, y que no
querían que viniesen sus hijos a pasar el trabajo que ellas
pasaban [...] los llevaban en colleras [...] y en cansándose el
indio o la india con la carga, les cortaban la cabeza, por no
pararse a desensartar la cadena, y repartían la carga con los
demás." (645).

Los españoles habían dicho y repetido mil


veces que venían a librar a las tribus oprimidas bajo el yugo
azteca, que las guerras sólo para tomar prisioneros eran inhumanas
y contra la voluntad de Dios... ante "tanta priesa que en los
primeros años dieron a hacer esclavos" no debió parecer muy
coherente su proceder a los indios, y, con poco que compararan,
debieron lamentar mil veces el haber cambiado de amos.
XLIV

LAS TINIEBLAS

Kilómetros de cadáveres y esqueletos.- Hasta la tierra sufrió

644
.- Que Fray Bartolomé de las Casas O.P. fue apasionado no sólo es innegable, sino que negarlo sería
despojar de una de sus mayores glorias a un profeta tan ardiente. Su sinceridad y desinterés están fuera de
toda duda: "..digo y declaro que renuncio de antemano a toda gracia o favor temporal; y si nunca llegara a
reclamar directamente o por medios indirectos la menor recompensa, consiento en ser acusado de mentira y
felonía respecto a mi rey.." (En Brevísima Relación.., p. 150). Su exactitud objetiva tiene lapsos, pero la
crítica actual tiende a darle razón en sus denuncias. Y es interesante notar que declara que México es
excepcion en el panorama general del Las Indias, con menos injusticias y más evangelización: "Y oy en todas las
yndias no ay mas conocimiento de dios, si es de palo, o de cielo, o de tierra: qu e oy ha cient años entre
aquellas gentes: sino es en la nueva españa [...] Mexico y su comarca esta un poco menos malo, [..] porque allí
y no en otra parte ay alguna justicia (aunque muy poca), porque allí también los matan con infernales
tributos." (Ibidem, pp. 118-119).

645
.- ZORITA: Sumaria Relación.., cap. 10, p. 141.
ILUSTRACION
(Libro negro, página 313)

Frisos de zopilotes (buitres). Enciso op. cit. p. 85.

"La nona plaga fue el servicio de las minas, a las


cuales de sesenta y setenta leguas y aun más los indios
cargados iban con mantenimientos: e la comida que para
si mesmos llevaban a unos se les acababa en llegando a
las minas, a otros en el camino de vuelta, antes de su
casa, a otros detenían los mineros algunos días para
que les ayudasen a descupetar, o los ocupaban en hacer
casas y servirse de ellos, a do acababa la comida , o
se morían allá en las minas o por el camino; otros
volvían tales que no podían escapar; pero de estos y de
los esclavos que en las minas murieron fue tanto el
hedor que causó pestilencia, en especial en las minas
de Huaxyacac en las cuales media legua alderredor y
mucha parte del camino apenas pisaban sino sobre
muertos o sobre huesos, e eran tantas las auras e
cuervos que venían a comer los cuerpos muertos, e
andaban cebados en aquella cruel carnicería, que hacían
gran sombra al sol."

"En aqueste tiempo muchos pueblos se despoblaron, ansí


de la redonda de las minas como del camino, otros huían
a los montes e dejaban sus casas. Fue la nona plaga de
Egipto de tinieblas muy espantosas y oscuras, las
cuales causaron gran espanto y horror en toda Egipto;
qué mayores tinieblas y ceguedad de espíritu que dar
ocasión y ser causa de tantos muertos, y el que de esta
ocasión y causa fue libre quedó en luz, y libróle Dios
del poder de las tinieblas, y permaneció en luz como
los hijos de Israel, de los cuales es escripto:
Ubicumque autem habitabant filii Israel, lux erat: <<A
la morada de los hijos de Israel no allegaron las
tinieblas, mas luz tenían de toda parte>>" (646).

646
.- MOTOLINIA, Memoriales.., 1a. parte, cap. 2, nos. 48-49, p. 29.
Para hacer coincidir con el número 10 a sus
plagas, Motolinía de hecho repite ésta, que ya mencionó en la
sexta, pero agregando nuevos datos que retocan el cuadro en forma
escalofriante. Los indios habían tenido minas, pero muy
superficiales; el terror de sepultarse vivos sin aire ni luz les
era del todo desconocido. Lo que eso causaba en sus organismos
depauperados no puede estar mejor descrito que con ese detalle,
casi subrealista, de "media legua [tres kilómetros] alderredor" de
solos cadáveres y esqueletos, cuadro ante el cual las estrujantes
fotos antinazis con montañas de cadáveres resultan juego de niños.

La propia tierra vino a sufrir a causa de las


minas: Miles y miles de hectáreas de bosques seculares quedaron
reducidos a cenizas en sus hornos, cambió con ello el régimen
pluvial, inmensas extensiones se deslavaron, incontables ríos y
lagos se cegaron, y, así, también en lo desertificado México
empezó a ser Nueva España.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 314)

Cadáver devorado por un zopilote. Del códice Aubin.


XLV

LA MUERTE DE LOS PRIMOGENITOS (Ex. XII, 29-30)

Feroces pleitos de los españoles entre sí.- ¡Viva quien vence!.-


Mala memoria de Motolinía.- Peor la suerte de México que la de
Egipto.- México debería estar agradecido de su destrucción.- La
religión cristiana la peor de las plagas.
ILUSTRACION
(Libro negro, página 315)

Friso de calaveras. En Peterson, op. cit. p. 242 E.

"La décima plaga fue las disensiones y bandos entre los


españoles que estaban en México, que no fue la menor,
mas la que en mayor peligro puso la tierra para
perderse, si Dios no tuviera a los indios como ciegos;
y estas diferencias y bandos fueron causa de justiciar
a muchos españoles, unos condenados a muerte, otros
afrentados y desterrados, otros fueron heridos cuando
llegaban a travesarse, e no habiendo quien pusiese paz
e se metiese en medio, si no eran los frailes, porque
esos pocos de españoles que habían, todos estaban
apasionados de una parte o de otra, y era menester
salir los frailes unas veces a impedir que no rompiesen
unos con otros; otras veces a meterse entre ellos
después de las espadas o tiros, ca demás de querer
poner concordia entre los españoles porque la tierra no
se perdiese, sabían que los indios estaban apercibidos
de guerras, y tenían hechas casas de armas, esperando
cuando viniese nueva que el el capitán y gobernador don
Fernando Cortés fuese muerto en el camino a las
Higueras, ca le tenían armada una traición, los indios
que iban con él y los del camino, y allegando muy cerca
del pueblo tenían concertado de le matar. Súpolo y
justició los principales señores que eran en la
traición, y acullá cesó el peligro y acá en México
estaban esperando que los unos desbaratasen a los otros
para acabar los quedasen; pero Dios que ya a esta
tierra había traído su santa fe y su divina palabra no
quería que se perdiese y así luego daba gracia a los
frailes de lo apaciguar todo; que cierto entonces todos
los españoles amaban a los frailes como a padres y les
tenían reverencia y acatamiento; no les sabían perder
vergüenza, ca los mesmos españoles habían rogado a los
frailes usasen y ejercitasen el poder que tenían del
Papa hasta que hobiese obispos, e unas veces por ruego,
e otras poniéndoles censuras, excusaron grandes males.
La décima e última plaga entre los egipcianos fue la
muerte de los primogénitos; por el santo bautismo los
españoles son los primogénitos y domésticos de la fe.
Entonces murieron los primogénitos cuando perdida la
caridad e justicia entre sí mismos, tuvieron pasiones a
bandos unos con otros, la cual disención fue causa de
muertes, como dicho es, y ansí lo siente San Agustín,
diciendo en las Quincuagenas: Mors primitivorum [sic,
por "primogenitorum"] est amissio ipsius justitiae quia
quisque humano generi socialis est. [La muerte de los
primogénitos es la pérdida de la misma justicia, pues
cada uno es social hacia el género humano]" (647).

Lo que pasaba era bastante simple: Era


ingenuo pretender que la misma corrupción y los mismos corruptos
que habían sido cómplices de Cortés en traiciones e intrigas, no
se volviesen contra él apenas pudieran. Un capitán, Cristobal de
Olid, a quien había mandado a conquistar lo que hoy es Honduras,
le hizo lo mismísimo que él a Velázquez, sublevándose y alzándose
con la empresa. Decidió castigarlo en persona, llevando un enorme
ejército en el que figuraban hasta músicos y juglares; pero en vez
de embarcarse, quiso regalarse una marcha triunfal por tierra, mas
lo que encontró fueron males sin cuento entre selvas y maniguas,
en las que perdió casi todas sus tropas a causa del hambre y
terribles miserias, tardando más de dos años en el intento. Entre
tanto, las gentes que había dejado en México, creyéndolas de su
confianza, empezaron a despedazarse y a arrebatarse los despojos,
y "echaron fama que todos éramos muertos, y cómo nos habían
tomados nuestras haciendas y las habían vendido en almoneda y
quitado nuestros indios y repartido en otros españoles sin tener
méritos [...] y cada día había cuchilladas y revueltas; y que los
indios que vacaban los daban a sus amigos, y aunque no tenían
méritos [...] y el factor [Gonzalo de Salazar, quien habia logrado
hacerse con el poder] otro día se puso de luto e hizo hacer un
túmulo y monumento en la iglesia mayor de México en que hizo las
honras por Cortés (648); luego se hizo pregonar con trompetas y
atabales por gobernador y capitán general de la Nueva España, y
mandó que todas las mujeres que se habían muerto sus maridos en
compañía de Cortés que hiciesen bien por sus ánimas y se casasen
[...] y porque una mujer de un Alonso Valiente, que se decía Juana
de Mansilla, no se quiso casar y dijo que su marido y Cortés y
todos nosotros éramos vivos [...] la mandó azotar el factor por
las calles públicas de México por hechizera." (649).

Y no sólo eso; la corrupción le proporcionó


modo que el propio Cortés se presentara a testimoniar su muerte:

647
.- MOTOLINIA: Memoriales.., 1a. parte, cap. 2, no. 50, p. 29.

648
.- Es significativo, y hasta cómico, saber que esas honras fúnebres, añadiendo insulto a la injuria, se
las hicieron pagar al mismo Cortés: Informa Bernal Díaz que más tarde tuvo éste que poner "demanda que
volviesen mucha cantidad de sus haciendas que le vendieron y tomaron para decir misas y honras por su ánima", y
no menos curiosa fue la solución, por la que vemos que las oraciones se consideraban como una especie de bien
mueble, alienable y negociable, ya que "un vecino de México, que se decía Juan de Cáceres, el Rico, compró los
bienes y misas que habían hecho por el ánima de Cortés, que fuesen por la de Cáceres." (Cap. 193, p. 514).

649
.- DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 185, pp. 491-492.
"Y como también hay en este mundo traidores y aduladores, y era
uno de ellos uno que le tenía por hombre honrado, que por su honor
aquí no le nombro, dijo al factor delante de otras muchas personas
que estaba malo de espanto porque yendo una noche pasada cerca del
Tatelulco, que es a donde solía estar el ídolo mayor que se decía
Uichilobos, do está ahora la iglesia de Señor Santiago, que vió en
el patio que se ardían en vivas llamas el ánima de Cortés y doña
Marina [...] también vino otro hombre que no nombro, que también
le tenían en buena reputación, y dijo al factor que andaban en los
patios de Tezcuco unas cosas malas, y que decían los indios que
era el ánimo de doña Marina y la de Cortés.." (650), y, basado en
esa "evidencia" incontrovertible, realizó mil desmanes, entre
ellos "a Rodrigo de Paz le echó preso y le demandó el oro y la
plata que era de Cortés, porque como su mayordomo sabía de ello
[...] y porque no lo dió, pues era claro que no lo tenía, sobre
ello le dió tormentos, y con aceite y fuego le quemó los pies y
aun parte de las piernas, y [...] le mandó ahorcar por revoltoso y
bandolero [...] otros muchos conquistadores se allegaron al
factor, porque les daba buenos indios y andaban a viva quien
vence.." (651), lo que no impedía que los demás acechasen la
ocasión para desquitarse...

Cuando la Corona por fin tuvo noticia de todo


eso, que ponía en peligro su botín, y puso manos en el asunto,
resultó el remedio mucho peor que la enfermedad. A Cortés lo hizo
Marqués, pero le quitó el mando y puso como gobernantes a un grupo
colegiado de bandidos: la Primera Audiencia (652). Mala memoria,

650
.- Ibidem, p. 492.

651
.- Ibidem, p. 493.

652
.- ".. vino por presidente Nuño de Guzmán, que solía estar por gobernador en Pánuco, y cuatro licenciados
por oidores; los nombres de ellos se decían : Matienzo, decían que era natural de Vizcaya o cerca de Navarra; y
Delgadillo, de Granada; y un Maldonado, de Salamanca [...] y vino el licenciado Parada,que solía estar en la
isla de Cuba [...] Maldonado y Parada luego que llegaron fallecieron de dolor de costado [...] y diré que en lo
que luego entendió la Audiencia Real fue en ser muy contrarios a las cosas del marqués [....] Y luego tras esto
se pregonó que todos los ue venían de linaje de judios o moros que hubiesen quemado o ensambenitado por la
Santa Inquisición, en el cuarto grado, a sus padres o abuelos, que dentro de seis meses saliesen de la Nueva
España, so pena de perdimiento de la mitad de sus bienes, y en aquel tiempo vieron el acusar que acusaban, unos
a otros, y el infamar que hacían [...] demasiada licencia que daban para herrar esclavos, porque si mucho
duraran en el cargo, la Nueva España se destruyera [...]Y demás de esto, como no residían en sus oficios ni se
sentaban en los estrados todos los días que eran obligados y se andaban en banquetes y tratando de amores y en
mandar echar suertes..." (DIAZ DEL C.: Historia Verdadera.., cap. 191, pp. 528-531.). Cuando fueron depuestos
"de todas las ciudades y villas vinieron muchos vecinos y procuradores, y aun caciques y principales, y dan
tantas quejas del presidente y oidores pasados, de agravios y cohechos y sinjuticias que les habían hecho, que
estaban espantados el presidente y oidores que les tomaban residencia.." (Ibidem, cap. 198, p. 535).

Sin embargo, por una de esas contrastadas paradojas en que nuestra historia abunda, fueron
sustituidos por otra Audiencia en verdad inmejorable, en la que figuró un verdadero santo: Vasco de Quiroga:
".. por presidente vino don Sebastián Ramírez de Villaescusa, que en aquella sazón era obispo de Santo Domingo,
nacida sin duda de su miope bondad, demuestra Motolinia al hablar
de que "todos" los españoles amaban a los frailes, cuando que los
de esa fatídica Primera Audiencia por poco matan al mismo
Zumárraga, ya electo pero aun no consagrado obispo, y no atina a
comprender cómo fue que los indios no aprovecharon mejor la
debilidad de los blancos, contradiciéndose al hablar de que Dios
los tuvo "como ciegos" y también de que estaban armando una gran
conspiración, con lujo de preparativos y arsenales. El cuadro ya
completo de sus plagas, verdaderamente dantesco, hace que él mismo
recapitule:
"Bien miradas, diferencias hay y grandes de estas
plagas a las de Egipto. Lo primero, que en una sola de
las otras, y fue la postrera, hobo muerte de hombres;
pero acá, en cada una de estas ha habido muchos
muertos, Lo segundo, que en cada una casa quedó quien
llorase el muerto, y acá de las plagas ya dichas
quedaron muchas casas despobladas, que todos murieron.
Lo tercero, allí todas las plagas duraron pocos días, y
acá algunas mucho tiempo. Aquellas, por mandamientos de
Dios, las más de estas por crueldad y codicia de los
hombres, aunque permitiéndolo Dios, y de aquí es lo que
el profeta dice: Domine, ecce tu iratus es, et nos
peccavimus, propterea erravimus, [Is. LXIV, 5: Señor,
he aquí que tú te airaste, y nosotros pecamos, por eso
erramos.] Por los pecados de estos naturales fue Dios
movido a ira contra ellos, y los castigó como dicho es,
e su saña e ira indignó contra ellos. Missit in eos
iram indignationis suae. [Ps. LXXVIII, 49: Mandó contra
ellos la ira de su indignación]" (653).

Aunque francamente linda con los grotesco que


Motolinía inculpe a los indios hasta de que los españoles se
asesinasen entre sí, eso nos da una idea de su incapacidad radical
de comprender su propia obra -y, por ello, de autocrítica-
convencidos como estaban, todos, de que era tan buena que
cualquier precio, absolutamente cualquiera, estaba justificado. Es
elocuente y sincero describiendo esas plagas, en las que cualquier
reconocería un auténtico desastre, pero él nó: estaba
inconmoviblemente convencido de que habían sido un castigo
adecuado a las culpas de los indios y que, además, la misericordia

y cuatro licenciados por oidores, que se decían: el licenciado Alonso Maldonado, de Salamanca; y el licenciado
Zeinos, de Toro o de Zamora; y el licenciado Vasco de Quiroga, de Madrigal, que después fue obispo de
Michoacán; y el licenciado Salmerón, de Madrid [...] y ciertamente eran tan buenos jueces y rectos en hacer
justicia los nuevamente venidos que no entendían sino solamente en hacer lo que Dios y Su Majestad manda, y en
que los indios conociesen que les favorecían y que fuesen bien doctrinados en la santa doctrina [...] el
licenciado Quiroga fue tan bueno que le dieron el obispado de Michoacán.." (Ibidem, pp. 535-536).

653
.- Ibidem, no. 51, p. 30.
de Dios les había otorgado un "happy ending" tan maravilloso como
para ya no digamos no lamentar, antes celebrar jubilosamente que
hubieren acaecido. En el capítulo 6 del tratado III de su
Historia, se deja vencer por su entusiasmo y prorrumpe en un
cántico que ilustra perfectamente su punto de vista y el de todos
los suyos:
"Oh Mexico, que tales montes te cercan y coronan. Ahora
con razón volará tu fama, porque en ti resplandece la
fe y el evangelio de Jesucristo. Tú que antes eras
maestra de pecados, ahora eres enseñadora de verdad; y
tú que antes estabas en tiniebla y oscuridad, ahora das
resplandor de doctrina y cristiandad. Más te ensalza y
engrandece la sujeción que tienes a el invictísimo
césar don Carlos, que el tirano señorío con que en otro
tiempo a todos querías sujetar. Eras entonces una
Babilonia, llena de confusiones y maldades; ahora eres
otra Jerusalén, madre de provincias y reinos. Andabas e
ibas a do querias, según te guíaba la voluntad de un
idiota gentil, que en tí ejecutaba leyes bárbaras;
ahora muchas velan sobre tí, para que vivas según las
leyes divinas y humanas. Otro tiempo, con autoridad del
príncipe de las tinieblas, anhelando amenazabas,
prendías y sacrificabas, así hombres como mujeres, y su
sangre ofrecías al demonio en cartas y papeles; ahora
con sacrificios buenos y justos adoras y confiesas al
Señor de los señores. Oh México. Si levantases tus ojos
a tus montes verías que son en tu ayuda y defensa más
ángeles buenos que demonios fueron contra tí en otro
tiempo, para te hacer caer en pecados y yerros." (654).

¡Que lejos estaba el pobre Fray Toribio


Paredes de Benavente de poder entender que eso, precisamente eso
que a él le parecía tan bello y sublime, era sal en las llagas
para los indios, la peor y más cruel de sus plagas: su religión
cristiana!
XLVI

EL TRAUMA ESPAÑOL DE LA CONQUISTA

Nueva cruzada, plena de gloria y méritos.- Cortés, nuevo Moisés.-


"Justo y natural que los hombres prudentes y probos dominen sobre
los que no lo son".- Palabras que no desdirían de Hitler.-
Parias los propios hijos.- Rigurosísima autocrítica.- Los indios

654
.- MOTOLINIA FR. TORIBIO PAREDES DE BENAVENTE: Historia de los Indios de la Nueva España, 1a. Edición
México 1858. Editorial Porrúa, Colección "Sepan cuantos.." no. 128. 2a. Edición México 1973, Tratado III, cap.
6. no. 328, p. 143.
reos de crímenes atroces.- La religión india inaceptable bajo
cualquier concepto.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 321)

Un español maltrata a los indios. Códice Kingsborough.

En general, los españoles estaban lejos de


sentir "trauma" alguno por su conquista, que veían como nueva
cruzada, plena de gloria y méritos, y expresamene aprobada por
Dios con "muchos milagros": "¡Dignos éramos de estar escritos con
letras de oro!" (655). ".. después de Dios, a nosotros los
verdaderos conquistadores, que lo descubrimos y conquistamos y
desde el principio les quitamos sus ídolos y les dimos a entender
la santa doctrina, se debe a nos el premio y galardón de todo
ello..." (656). ".. tuvo nuestro señor Dios por bien de que se
hiciese camino y derrocase el muro con que esta infidelidad estaba
cercada y murada, el valentísimo capitán D. Hernando Cortés, en
cuya presencia y por cuyos medios hizo Dios nuestro señor muchos
milagros en la conquista de esta tierra, donde se abrió la puerta
para que los predicadores del Santo Evangelio entrasen a predicar
la fe católica a esta gente miserabilísima, que tantos tiempos
atrás estuvieron sujetos a la servidumbre de sus innumerables
ritos idolátricos, y de tantos y tan grandes pecados en que
estaban envueltos, por los cuales se condenaban, chicos, grandes y
medianos.." (657)

655
.- DIAZ DEL C.: Historia Veradera.., cap. 206, p. 576.

656
.- Ibidem, cap. 208, p. 579.

657
.- SAHAGUN: Historia Gral.., libro 12, Prólogo, p. 720. No contento Sahagún con esa afirmación tan
explícita de que la conquista la hizo Dios más que los hombres, continúa insistiendo en que toda ella fue a
base de sus milagros. (Subrayo para que se note más esa insistencia):

"Los milagros que se hicieron en la conquista de esta tierra fueron muchos. El primero fue la victoria
Aun quien reconocía que había habido males,
se declaraba ampliamente satisfecho con los bienes: "Nuestros
pecados no dan muchas veces lugar a más bien. Pero con esto digo
lo que es verdad, y para mí muy cierta, que aunque la primera
entrada del Evangelio en muchas partes no fue con la sinceridad y
medios cristianos que debiera ser; mas la bondad de Dios sacó bien
de ese mal, e hizo que la sujeción de los indios les fuese su
entero remedio y salud." (658), y otros veían a éstos tan grandes
que les parecía hasta ridículo pensar en males. Por ejemplo, Fray
Jerónimo de Mendieta, cronista sucesor de Motolinía, es más
radical que Sahagún y no vacila en canonizar a Cortés como todo un
redentor, "nuevo Moisés" investido por Dios para redimir a su
pueblo. Según él, en 1485 fue la dedicación del Templo Mayor de
México, (Se equivoca en cuatro años, pero no importa), solemnizada
con la inmolación de 89,000 víctimas, lo que mereció que Dios en
persona tomase cartas en el asunto haciendo que, exactamente
entonces, naciera Cortés: "El clamor de tantas almas y sangre
derramada en injuria de su Criador sería bastante para que Dios
dijese: Vi la aflicción de este miserable pueblo; y también para
enviar en su nombre quien tanto mal remediase, como a otro Moisés

que nuestro señor Dios dió a este valeroso capitán y a sus soldados en la primera batalla que tuvieron contra
los otomíes tlascaltecas (que fue muy semejante al milagro que Nuestro Señor Dios hizo con Josué , capitán
general de los hijos de Israel en la conquista de la tierra de promisión). Hizo Dios otro milagro por este
valeroso capitán y sus soldados, que imprimió tan gran temor en todos los naturales de esta Nueva España
después de esta primera victoria, y de otros estragos que se hicieron al principio de la conquista, que todos
se hallaron cortados y desanimados que no sabían qué se hacer, ni osaban acometer a los que venían."

"Tiénese por cosa muy cierta (considerados los principios medios y fines de esta conquista) que
nuestro Señor Dios regía a este gran varón y gran cristiano, y que él le señaló para que viniese, y que le
enseñó lo que había de hacer para llegar con su flota a esta tierra, que le inspiró que hiciese una cosa de más
que animosidad humana, y fue que todos los navíos en que vino él y toda su gen te los hizo barrenar y echar a
fondo para que ninguno tuviese oportunidad de mirar atrás, habiendo comenzado aquel negocio que venía."

"En todo lo que adelante pasó, parece claramente que Dios le inspiraba en lo que había de obrar, así
como hacía en los tiempos pasados el Cid Ruiz Diaz, nobilísimo y muy santo capitán español en tiempo del rey D.
Alonso de la mano horadada, que fue rey de España, y emperador y capitán de la iglesia romana. Tuvo instinto
divino este nobilísimo capitán D. Hernando Cortés, en no parar en lugar ninguno hasta venir a la ciudad de
México (que es metrópoli de todo este imperio), en la cual habiendo pasado muchas cosas después que comenzó la
guerra (como adelante se dirá) milagrosamente le libró Dios a él y a muchos de los suyos de las manos de sus
enemigos. Asimismo le libró milagrosamente de una batalla, donde él y todos los suyos estuvieron a pique de
perderse. Milagrosamente nuestro Señor Dios envió gran pestilencia sobre todos los indios de esta Nueva España,
en castigo de la guerra que habían hecho a sus cristianos, por él enviados para hacer esta jornada.
Milagrosamente le envió favor para volver a la conquista después de haber sido destrozado de sus enemigos, en
la prosecusión de la cual muchas veces milagrosamente le libró de las manos de sus enemigos que le estuvieron a
punto de matarlo." (Loc. cit.).

658
.- ACOSTA: Historia Natural.., Libro VII, cap. 28, pp. 376-7.
a Egipto." (659). Otros, de plano, ni siquiera veían males, sino
sólo naturalidad y justicia: Un jurista teórico de ese entonces,
que nunca vino a México, pero que fue aclamado por muchos de los
españoles de aquí, teorizaba con menos poesía y mucha más
brutalidad:
"Es justo y natural que los hombres prudentes, probos y
humanos dominen sobre los que no lo son. Con perfecto
derecho los españoles imperan sobre los bárbaros del
Nuevo Mundo e islas adyacentes, los cuales en
prudencia, ingenio, virtud y humanidad son tan
inferiores a los españoles, habiendo entre ellos tanta
diferencia como la que va de gentes fieras y crueles a
gentes clementísimas, de las prodigiosamente
intemperantes a los continentes, y estoy por decir, que
de monos a hombres." (660).

"Causa de justa guerra es someter por las armas, si por


otro camino no es posible, a aquellos que por su
condición natural deben obedecer a otros y rehusan su
imperio." (661).

"Las personas y bienes de los que hayan sido vencidos


en justa guerra pasan a los vencedores." (662) "Los
vencidos en justa guerra quedan siervos de los
vencedores, no solamente porque el que vence en alguna
virtud excede al vencido, como los filósofos enseñan, y
porque es justo en derecho natural que lo imperfecto
obedezca a lo más perfecto, sino también para que con
esta codicia prefieran los hombres salvar la vida a los
vencidos, (Que por eso se llaman siervos: <<Se
servare>>), en vez de matarlos: por donde se ve que
este género de servidumbre es necesaria para la defensa

659
.- MENDIETA Fr. Jerónimo de: Historia Eclesiástica Indiana, 1a. edición México 1870. Editorial Porrúa,
Biblioteca Porrúa no. 46, 2a. Edición facsimilar, México 1971, libro 3, cap. 1, p. 175.

660
.- "..Maneat igitur... viros prudentes, probos et humanos dissimilibus imperare justum esse et
naturale... optimo jure hispanos istos novi orbis et insularum adjacentium barbaros imperitare, qui prudentia,
ingenio, virtute omni ac humanitate tan longe superantur ab Hispanis, quam pueri a perfecta aetate, mulieres a
viris: saevi et immanes a mitissimis, prodigi et intemperantes a continentibus et temperatis, denique quam
simiae prope dixerim ab hominibus." (SEPULVEDA Juan Ginés de: Democrates alter, sive de Justi Belli causis apud
Indos, Tratado de las Justas Causas de la Guerra contra los Indios, Edición bilingüe, Fondo de Cultura
Económica, 1a. Reimpresión, México 1979, p. 100.).

661
.- "(Iustissimi belli causa) est, si non potest alia via in ditionem redigantur hi quorum ea condicio
naturalis est, ut aliis parere debeant, si eorum imperium recussent..." (Ibidem, p. 80)

662
.- "..qui iusto bello victi fuerint, ii et ipsi et ipsorum bona victorum fiant et capientium.." (Ibidem,
p. 158).
y conservación de la sociedad humana.." (663).

Semejantes palabras -que no desdirían de


Hitler- pueden darnos idea de la "autocrítica" de los más de los
conquistadores, que no sólo no se sentían en culpa, sino más bien
acreedores a la gratitud eterna de Dios, del Rey y de los
indios... pero, por más que quisieran acallárselo, acá y acullá
despuntaban inamordazables e incómodos los remordimientos.

El más inocultable de ellos era su propia


carne y sangre, bastardizada en miles de niños. Para los indígenas
esto no resultó inicialmente traumático, antes muy al contrario,
ya que, a fuer de guerreros con bajas constantes en la población
masculina, aceptaban y favorecían la poliginia, sobre todo en los
más aptos, y fomentaron entusiastamente el mestizaje entregándoles
a sus hijas y hermanas y con gran gusto de ellas mismas, tanto que
Bernal Díaz narra el caso significativo de que aun mujeres
mexicas, raptadas violentamente durante el sitio de México,
prefieron quedarse con los soldados españoles a volver a sus
familias (664); pero pronto se toparon con una inaudita novedad:
Ellos siempre se hacían cargo de todos los hijos que pudiesen
engendrar, quienes no crecían marcados con baldón alguno de
infamia, en cambio los teules, aunque actuaban con el frenesí de
sementales enloquecidos y fecundaron a miles y miles de muchachas
indias, simplemente ignoraron a sus propios descendientes,
condenándolos a ser parias, dolorosamente inadecuados y rechazados
de los dos mundos que les habían dado el ser (665). ... Y por muy
brutales que fuesen esos padres españoles, eran humanos y eran
cristianos, y esa masa inmensa de niños que iban creciendo en el
abandono y la miseria más abyectos, constituía un dedo acusador
que no les dejaba pensar que todo hubiese estado tan perfecto.

Además, justo es recordar, para gloria de


España y de su Cristianismo, que también hubo contemporáneos que

663
.- ".. qui iusto bello capti fuerint, servi fiant capientium, non solum quia quod vicit , victo est
potius aliqua virtute, ut docent Philosophi utque potiori deterius subsit et pareat iustum est lege naturae,
sed etiam ut hoc invitamento malint homines victos servare, unde servi dicti sunt, quam interimere, quod
pertinet ad tuendam societatem humanam.." (Ibidem, p. 162).

664
.- "...y andaban muchos principales de casa en casa, y eran tan solícitos que las hallaron, y había
muchas mujeres que no se querían ir con sus padres, ni madres, ni maridos, sino estarse con los soldados con
quienes estaban, y otras se escondían, y otras decían que no querían volver a idolatrar; y aun algunas de ellas
estaban ya preñadas, y de esta manera no llevaron sino tres, que Cortés expresamente mandó que se las diesen."
(DIAZ DEL C.: Historia Verdadera..., cap. 157. pág. 345.).

665
.- Zumárraga, por ejemplo, escribe con inmensa compasión y preocupación de "los niños huérfanos,
hijos de españoles e indias, que andaban perdidos por los campos, sin ley ni fe, comiendo carne cruda..."
(ZUMARRAGA: Carta a Felipe II, fechada en México el 4 de diciembre de 1547, Col. CUEVAS, p. 152. Apud CUEVAS:
Historia de la Iglesia.., libro 1, cap. 19, p. 392.).
enjuciaron la conquista aun con mayor rigor del que podríamos usar
nosotros, y que, aunque en combatida minoría, no fueron comprados
o amordazados por las autoridades, como hoy se estila, sino oídos
con respeto y tomada en cuenta su opinión para correcciones
substanciales a leyes, que, como ya dijimos, en apenas 80 años
evolucionaron por completo. El portaestandarte de esta corriente
fue Fray Bartolomé de las Casas, un dominico sevillano, antiguo
encomendero en Las Antillas, que con la dureza y tesón de un
profeta judío les martilló sin cesar ásperos reproches, a los que
ninguno pudo cerrar por completo sus oídos, porque, en el fondo,
todos los sentían un poco salidos de su propia conciencia. El
mismo los resumió, ya al final de su vida, en "Ocho
proposiciones":

"La primera: que todas las guerras que llaman


conquistas fueron y son injustísimas."

"La segunda: que todos los reinos y señoríos de Las


Indias tenemos usurpados."

La tercera: que las encomiendas o repartimientos de


indios son iniquísimos, y de <<per se>> malos, y así
tiránicos, y la tal gobernación tiránica."

"La cuarta: que todos los que las dan pecan


mortalmente, y los que las tienen están siempre en
pecado mortal, y si no las dejan no se podrán salvar."

"La quinta: que el Rey nuestro señor que Dios prospere


y guarde, con todo cuanto poder Dios le dio no puede
justificar las guerras y robos hechos a estas gentes,
ni los dichos repartimientos y encomiendas, más que
justitificar las guerras y robos que hacen los turcos
al pueblo cristiano."

"La sexta: que todo cuanto oro y plata, perlas y otras


riquezas que han venido a España, y en Las Indias se
trata entre nuestros españoles, muy poquito sacado,
todo es robado; digo poquito sacado, por lo que sea
quizá de las islas y partes que ya habemos despoblado."

"La séptima: que si no lo restituyen los que lo han


robado y hoy roban por conquistas o repartimientos o
encomiendas y los que dello participan, no podrán
salvarse."

"La octava: que las gentes naturales de todas las


partes y cualquiera de ellas donde hemos entrado en Las
Indias tienen derecho adquirido de hacernos guerra
justísima y raernos del haz de la tierra, y este
derecho les durará hasta el día del juicio." (666).

No es poco decir, como vemos; pero ni aun


paladines tan autocríticos como él pudieron concebir lo que hoy
nos parece tan natural que diga el Vaticano II al hablar de las
Misiones: "... el Señor puede conducir a la Fe, sin la cual es
imposible agradarle, por caminos que El sabe, a los hombres que
ignoran el Evangelio inculpablemente." (667). Ninguno de ellos, ni
aun Las Casas, podía aceptar que fuera "inculpable" el
desconocimiento de algo tan elemental como el derecho a la vida. A
Sepúlveda que arguye: "La guerra a los indios se justifica como
castigo a los atropellos contra le Ley Natural, con sus idolatrías
e inmolación de víctimas humanas" (668), no se le ocurre
contestarle que no se puede castigar la buena fe, sino que sale
del paso alegando que los príncipes cristianos no pueden
imponerles castigo alguno, por más atroces que sean los crímenes
que cometan, porque no tienen jurisdicción sobre ellos, ni en
razón de domicilio, pues no viven en su país, ni por su origen, ni
por un tratado de vasallaje, ni porque el delito haya sido contra
ellos.

Esta defensa acepta implícitamente que los


indios SI eran reos de crímenes atroces, sambenito que ningún
español llegó a quitarles, pues, quien más quien menos, todos los
vieron como criminales, más aun: como los criminales peores del
mundo: "Digo, pues, que yo desde muchacho y niño me ocupé de leer
y pasar muchas historias y antigüedades persas, griegas, romanas;
también he leído los ritos que había en la India de Portugal, y
digo cierto que en ninguna de estas he leído ni visto tan
abominable modo y manera de servicio y adoración como era la que
estos hacían al demonio, y para mí tengo que no hubo reino en el
mundo donde Dios nuestro Señor fuese tan deservido, y a donde más
se le ofendiese que en esta tierra, y adonde el demonio fuese más
reverenciado y honrado." (669), y criminales que, amén de profesar
una religión tan satánicamente cruel, blasfemaban del nombre de
Dios al darlo "a hombres y mujeres, y a los animales, y a los
maderos y piedras. Esta maldad y traición hicieron vuestros
antepasados, que el nombre maravilloso que es de Dios, el cual a
sola la divinidad conviene, le aplicaron a cosas bajas e

666
.- GARCIA ICAZBALCETA Joaquín: Colección de Documentos para la Historia de México. Apud YANEZ Agustín,
Fr. Bartolomé de las Casas, el Conquistador Conquistado, Ed. Jus, 4a. Edición, México 1974, pp. 25-6.

667
.- Decreto "Ad Gentes divinitus" sobre la actividad misionera de la Iglesia del 7 de diciembre de 1965,
cap. 1, no. 7.

668
.- SEPULVEDA, Democrates.., passim.

669
.- AGUILAR: Relación breve.., Octava Jornada, pág. 102.
indignísimas." (670). Sahagún, de quien son esas palabras, cierra
su libro primero con un brillante despliegue de erudición náhuatl,
pero no para alabar su ingenio, sino para afrentarlos: Son
idólatras, y tan devotos como nadie antes lo ha sido, luego todo
está mal,todo es culpable, todo es inexcusable.

Resumiendo, pues, los españoles veían su obra


de dos maneras: Los más, como un beneficio del que los mexicanos
debían estarles eternamente agradecidos; los menos, como un crimen
del que tenían derecho de vengarse, pero tanto los unos como los
otros repudiaban a la religión indígena como una abominación
intolerable de la que tenían que renegar y arrepentirse... Y para
los indios la religión y la fidelidad a los antepasados era lo más
importante en la vida.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 328)

670
.- SAHAGUN: Historia Gral.., libro 1, Confutación, letra A, p. 61.
Aunque el dibujo es maya, del Códice Dresden, ilustra un "atonatiuh", un "Sol de Agua", el cataclismo que los
cholultecas se extrañaron de que no provocara Quetzalcóatl al ser atacadado por los españoles: Una serpiente
celeste derrama agua a torrentes para destruir el universo... Todos los indios de México, aun los vencedores de
los mexicas, tuvieron mil razones para pensar que eso había sido el establecimiento de los españoles en su
mundo.
XLVII

LOS PATERNALES VERDUGOS

Los primeros misioneros.- Los mejores y peores al mismo tiempo.-


Circunstancias ideales para su celo misional.- El abatimiento
traumático tomado como virtud.- Inaceptable hasta la lengua.-
Conocer para mejor destruir.- Padres y verdugos.- Conocimientos
deficientes aun de la religión propia.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 329)

Obispo español (Fr. Juan de Zumárraga), con báculo y en hábito de franciscano. Del Códice Vaticano.

No todo mundo en la España del siglo XVI era


tan drástico: Medio siglo más tarde, (1571), desembarcarían los
primeros Jesuitas, cuya actitud, aquí, en la India, en China, en
Japón y en todas partes sería, desde entonces, de relativa
aceptación y adopción de los valores autóctonos (671). (Uno de
671
.- Un ejemplo de esto es lo que dice el P. Joseph de Acosta S. J.: "Generalmente es digno de admitir que
lo que se pudiere dejar a los indios de sus costumbres y usos (no habiendo mezcla de sus errores antiguos), es
bien dejallo, y conforme al consejo de San Gregorio Papa, procurar que sus fiestas y regocijos se encaminen al
honor de Dios y de los santos cuyas fiestas celebran." (Historia Natural y Moral de la Indias, Libro VI, cap.
28, pág. 318.).
ellos, Francisco Javier Clavijero, desterrado en Italia, publicó
en 1782 su "Storia Antica del Messico", libro donde, por primera
vez, la Europa culta descubrió un México real, de rica
personalidad propia y noble tradición prehispánica). Pero al
momento de la conquista los jesuitas ni siquiera existían, ya que
su fundación data de 1540.

El primer sacerdote católico que pisó suelo


mexicano fue un secular, Juan Díaz, que vino con Grijalva y volvió
con Cortés, estableciéndose luego y muriendo aquí. También con
Cortes vino un mercedario, Bartolomé de Olmedo, que murió aquí
igualmente, y así mismo, desde un principio, hubo otros seculares;
pero el primer contingente numeroso y propiamente misionero fue de
franciscanos: 3 en 1523, que no eran españoles, sino belgas, 12 en
1524 y "desde entonces por maravilla pasó año que dejasen de venir
algunos religiosos de la orden de los menores" (672), de los que al
menos 20 en 1529. En 1526 llegaron 12 dominicos, pero entre
muertes y defecciones sólo quedaron 3, de manera que el primer
contacto efectivo de los indios con la religión de los invasores
fue casi en un cien por ciento a través de los hijos de San
Francisco... Nadie pudo haber mejor, ni peor...

ILUSTRACION
(Libro negro, página 330)

672
.- MENDIETA: Historia Ecca..., libro 3, cap. 29, p. 248.
Los doce primeros apóstoles franciscanos, según Muñoz Camargo. Están arrodillados junto a una cruz de la que
huyen demonios, varios de ellos con símbolos de los antiguos dioses mexicanos.

Cualesquiera elogios que puedan entonarse de


esos primeros apóstoles franciscanos resultan cortos ante la
realidad: auténticamente fueron los mejores que España pudo enviar
de su Orden, cosa tanto más admirable en esos tristes tiempos
pretridentinos cuando la corrupción campeaba en la la Iglesia:
pobres hasta entre los indios pobres, tan abnegados y penitentes
como un tlamacazqui, honestos y desinteresados y que no
escatimaron un ápice de sus fuerzas, exprimidas al límite entre
millones de gentes de lenguas diversas (673), para trabajar por el
bien de los indios... Pero el único "pero" estuvo precisamente en
eso: en lo que conceptuaron "el bien de los indios". En esto
influyó decisivamente que todos fuesen de la rama ultraobservante
de su Orden (674), imbuidos de las ideas del abad calabrés Joaquín
de Flora (675) respecto a un inmimente fin del mundo, que ellos
veían ya a punto de suceder ante el disoluto y pecaminoso ambiente
en que vivía la Cristiandad del Renacimiento (676), al que había

673
.- Mendieta reseña esto en una sabrosa forma que vale la pena citar íntegra: "Y para que mejor se
entienda el trabajo que en los primeros tiempos tuvieron los predicadores del santo Evangelio en estas partes,
puédese cotejar con el de los predicadores de España y de otros reinos de la cristiandad. En España sabemos ser
cosa común a los predicadores, cuando predican un sermón, quedar tan sudados y cansados, que han menester mudar
luego la ropa y calentarles paños y hacerles otros regalos. Y si a un predicador, (acabado de predicar) le
dijesen que cantase una misa, o fuese a confesar un enfermo, o a enterrar un difunto, pensaría que luego le
podían abrir a él la sepultura. Pues cierto que el común ordinario de esta tierra era un mi smo fraile contar
la gente por la mañana, y luego predicarles, y después cantar la misa, y tras esto baptizar los niños, y
confesar los enfermos (aunque fuesen muchos), y enterrar si había algún difunto. Y esto duró por más de treinta
o cuasi cuarenta años; y el día de hoy en algunas partes se hace. Algunos hubo (y yo los conocí) que predicaban
tres sermones uno tras otro en diversas lenguas, y cantaban la misa, y hacían todo lo demás que se ofrecía,
antes de comer. Y llegados a la mesa el regalo que tenían era echarse un jarro de agua a pechos, y no beber
gota de vino, por guardar la pobreza, a causa de ser en esta tierra el vino costoso. Fraile hubo que sacó en
más de diez distintas lenguas la doctrina cristiana, y en ellas predicaba la santa fe cat;olica, discurriendo y
enseñando por diversas partes..." (Ibidem, p. 249.).

674
.- Los doce venían de la recién fundada Provincia de San Gabriel. Apenas en 1517, tras muchas luchas y
tribulaciones, habían conseguido los franciscanos reformados que León X les permitiera reunirse en una
"Custodia del Santo Evangelio de Extremadura", misma que dos años después, en 1519, lograron transformar en la
"Provincia de San Gabriel", independizándose de los activamente hostiles no-reformados. (Cfr. TRINIDAD Fray
Juan de la: Chronica de la Provincia de San Gabriel de Frailes Descalzos de la Apóstolica Orden de los Menores
de la Regular Observancia de N. Seráfico Padre S. Francisco. Sevilla, por Juan de Osuna, a la Esquina de la
Cárcel Real, 1652.)

675
.- Joaquín de Flora nó es contemporáneo de ellos, sino muy anterior, ya que nació en 1130 y murió a los
72 años en 1202. Sus ideas escatológicas fueron condenadas en 1255, pero su influencia continuó durante toda la
Edad Media, inspirando por igual reacciones ortodoxas y heterodoxas, y alcanzó de lleno el siglo XVI. (Cfr.
Enciclopedia Cattolica, Cittá del Vaticano 1950, Vol. VI, sub voce GIOACHINO DA FIORE. pp. 403-4.)

676
.- Fray Francisco de los Angeles, General de los Franciscanos, en el documento de "Obediencia" con que
que suplantar con un "Reino de Mil Años" (677) distinto y mejor.

Aquí creyeron encontrar circunstancias


ideales, con millones de infieles -inesperadamente dóciles y
buenos- que rescatar de un paganismo tan diabólico como jamás lo
había presenciado el mundo, y la facilidad única del apoyo
incondicional de quienes detentaban el control político y militar
(678). Tomando en cuenta que tuvieron que empezar de cero, sus
aciertos, aun humanos, fueron asombrosos, pues todavía hoy las
regiones más cristianas de México son las que ellos roturaron;
pero también su misma actitud ante los valores del mundo material
y su celo impaciente por su misión los llevó a malentendidos
garrafales, convirtiéndolos al mismo tiempo en padres amados y
amantes de sus evangelizados, y en los más implacables verdugos de
su cultura.

El primer y quizá más trágico de esos


malentendidos fue tomar el abatimiento traumático de los indios y
los restos de su antigua disciplina no como una llaga que curar,
sino como un don que fomentar, una especie de santidad natural que
los hacía verdaderos franciscanos "ante litteram". Aunque ningún
conquistador habló jamás de ellos como "mansos" ni "humildes",
antes todos resaltaron su altivez y señorío, el impacto
subsiguiente los dejó tímidos y encogidos, cual perrillos

comisiona a esos l2 primeros, por dos veces menciona el próximo fin del mundo, añadiendo que tal parece que
Dios está siendo derrotado por el todopoderoso mal: "Mas ahora, cuando ya el día del mundo va declinando a la
hora undécima, sois llamados vosotros del padre de las compañías para que vayáis a su viña.."; "...acercándose
ya el último fin del siglo, que se va envejeciendo, vuestras voluntades muevo y despierto, para que defendáis
el escuadrón del alto rey, que va como de vencida y casi huyendo de los enemigos..." (Subrayados míos)
(MENDIETA, Historia Ecca., libro 3, cap. 10, pag. 204. También en TORQUEMADA Fr. Juan de: De los veinte y un
Libros Rituales y Monarquía Indiana, con el origen y guerras de los indios occidentales, de sus poblazones,
descubrimientos, conquista, conversión y otras cosas maravillosas de la mesma tierra . Primera edición en
Sevilla en 1615. U.N.A.M., Instituto de Investigaciones Históricas, México 1973, tomo V, libro 15, cap. 8, pag.
35.).

677
.- Cfr: PHELAN L. John: El Reino Milenario de los Franciscanos en el Nuevo Mundo, U.N.A.M., Instituto de
Investigaciones Históricas, México 1972. Aun admitiendo que Phelan pueda exagerar, generalizando casos
particulares a toda la Orden, no puede ignorarse esa influencia "milenarista".

678
.- ".. la obra de la conversión de los indios naturales desta Nueva España [..] es la más heroica, la más
notable y señalada que en el mundo ha habido después de la predicación de los Apóstoles en la primitiva
Iglesia, y para los ministros, según nuestra flaqueza y poco espíritu, más suave y dulce que aquella; lo uno
por no haber resistencia ni contradicción de parte de los predicados, como entonces la tuvieron, sino antes
gran amor y afición y respeto [..] lo otro, por la gran ubertad y copia de frutos espi rituales que acá los
Religiosos han visto y ven proceder de sus trabajos, [...] los indios (a lo menos los desta Nueva España, de
quien tratamos) son la gente de su cosecha la más salvable que hay en el mundo, como sean ayudados; y así
tenemos entendido que se salva dellos mucho más número (coeteris paribus) que de otras naciones, aunque sean de
muy antigua cristiandad.." (CODICE MENDIETA, Edmundo Aviña Levy Editor, Guadalajara, Jal. 1971, tomo I, XX,
pp. 102-3.)
apaleados, y en eso vieron no su quebranto, sino su "virtud", que
desde luego, como decíamos, para nada pensaron en curar
devolviéndoles su autoestima, sino en fomentar y desarrollar:

Fray Julián Garcés O. P., primer Obispo de


Tlaxcala, queriendo ser elogioso, en una carta que por lo demás es
maravillosa, entre muchas cosas buenas escribe de los niños indios
cosas tan alarmantes como "parece que les es natural la modestia y
la compostura [...] si se les manda sentar, se sientan, y si estar
de pie, se están, si arrodillar, se arrodillan [...] Nadie
contradice, ni chista, ni se queja..." (679). Y Motolinía: "Estos
indios cuasi no tienen estorbo que les impida ganar el cielo [...]
porque su vida se contenta con tan poco [...] No se desvelan en
adquirir ni guardar riquezas, ni se matan por alcanzar estados ni
dignidades [...] Son pacientes, sufridos sobre manera, mansos como
ovejas; nunca me acuerdo haber visto guardar injuria: humildes, a
todos obedientes, ya de necesidad, ya de voluntad, no saben sino
servir y trabajar..." (680). "Y así cuando algún fraile viene de
nuevo de Castilla, que allá era tenido por muy penitente y que
hacía raya a los otros, venido acá es como río que entra a la mar
[...] si miran los indios, verlos han paupérrimamente vestidos y
descalzos, las camas y moradas en extremo pobres, pues en la
comida al más estrecho penitente exceden, de manera que no
hallarán de que tener vanagloria ninguna..." (681). (¡Si hubiera
tenido ocasión Motolinía de ver a esos mismos indios "pacientes,
sufridos y mansos como ovejas" transmutados en bestias feroces
bajo Cortés, o más tarde en asesinos zapatistas o villistas...!!).

Otro malentendio, más explicable e


inevitable, fue el de su religión, que, por supuesto, no supieron
comprender y de lo que hablaremos luego más ampliamente. De ella
no aceptaron nada, ni siquiera la buena fe, y ni aun el idioma. A
Dios, por ejemplo, le llamaron "Dios", en castellano,
pareciéndoles erróneo y peligroso cualquier vocablo de las lenguas
indígenas (682), y cuando los méritos y belleza del pensamiento
indio resultaron hasta para ellos innegables, los descartaron
también como argucias satánicas, caricaturas blasfemas urdidas por
el Demonio en persona para mejor mofarse de la Verdad y más hundir

679
.- GARCES O.P. Fr. Julián, Obispo de Tlaxcala. Carta a Paulo III, 1527. En HISTORIA DOCUMENTAL DE MEXICO,
U.N.A.M. Instituto de Investigaciones Históricas, Serie Documental no. 4, México 1974, p. 148.

680
.- MOTOLINIA: Historia.., Tratado I, cap. 14, no. 139, pp. 58-59.

681
.- Ibidem, Tratado III, cap. 4, no. 312, p. 135.

682
.- Con eso, de paso, evidenciaron su miopía etnocentrista. La palabra castellana "Dios", derivada
probablemente de "Zeus", el Padre de los dioses de la mitología clásica, realmente no tiene ningún valor
etimológico. La náhuatl "Téotl", en cambio, viene del sufijo "Te", que indica "persona", de manera que "Téotl"
significa "Personalidad", "La Persona por excelencia": un magnífico epíteto para designar al Ser Supremo.
en la perdición a sus víctimas (683).

ILUSTRACION
(Libro negro, página 334)

Ilustración que aparece en la "RETHORICA CHRISTIANA", escrita en elegante latín por Fray Diego de Valadés, que
es al mismo tiempo una alegoría y un documental del trabajo de los franciscanos en México. Este Padre, que fue
hijo de un soldado de Narváez y de una india tlaxcalteca, nadie sabe cómo eludió la prohibición contra indios y
mestizos y fue ordenado sacerdote, y enviado por su Orden a Europa como su representante. En Perusa, Italia,

683
.- Así por ejemplo, el mismo comprensivo y tolerante P. Acosta S.J., en vez de admirar la convergencia
que la religiosidad mexicana sabía hallar con lo más profundo de los anhelos del alma humana, al lograr ritos y
conceptos análogos a los cristianos, afirma: "Capítulo 11 De cómo el demonio ha procurado asemejarse a Dios en
el modo de sacrificios, y religión y sacramentos. [...] apenas hay cosa instituida por Jesucristo nuestro Dios
y Señor en su Ley Evangélica, que en alguna manera no la haya el demonio sofisticado y pasado a su
gentilidad.." (Historia Natural.., Libro V, cap. 11, pág. 235.). Y ante esto considera no que Dios viera con
paternal complacencia esa entrega en total buena fe, sino que, efectivamente, el Demonio conseguía subyugar a
maravilla a sus víctimas: "Cierto es de maravillar que la falsa opinión de religión pudiese en estos mozos y
mozas de México, tanto, que con tan grande aspereza hiciesen en servicio de Satanás, lo que muchos no hacemos
en servicio del Altísimo Dios.." (Ibidem, Libro V, cap. 16, pág. 244.); aunque más tarde concluye él mismo con
una nota optimista: "... les pareció y parece, la ley de Cristo, justa, suave, limpia, buena, igual, y toda
llena de bienes. Y lo que más tiene dificultad en nuestra ley, que es creer misterios tan altos y soberanos,
facilitóse mucho entre estos con haberles platicado el diablo otras cosas mucho más difíciles, y las mismas
cosas que hurtó de nuestra ley Evangélica, como su modo de comunión y confesión, y adoración de tres en uno, y
otras tales, a pesar del enemigo, sirvieron para que las recibiesen bien en la verdad los que en la mentira las
habían recibido." (Ibidem, Libro VII, cap. 28, pág. 377.).
publicó su libro con espléndidos grabados hechos por él mismo, que resultó un "best seller" de su época, con
repetidas ediciones y traducciones.

En la lámina se ve a los "primeros portadores de la Santa Iglesia Romana en el nuevo mundo de Las Indias",
precedidos por San Francisco en persona y llevando literalmente en sus hombros una iglesia renacentista, y en
su derredor, en un amplio atrio mexicano con cuatro capillas posas, todo un bullir de actitividad litúrgica,
catequética, escolástica, judicial y hospitalaria.

Hubo algunos -los menos- que, como Sahagún,


dedicaron un cuidado increíble, digno del mejor antropólogo
moderno, a investigar a fondo el mundo indio; pero esto no nacía
de ningún aprecio por él, sino todo lo contrario, del deseo
explícito y declarado de mejor destruirlo: "El médico -explica al
empezar su monumental obra- no puede acertadamente aplicar las
medicinas al enfermo sin que primero conozca de qué humor o de qué
causas procede la enfermedad [...] para predicar contra estas
cosas, y aun para saber si las hay, menester es saber cómo las
usaban." (684). Actuaba, pues, como un capitán de comandos al
estudiar minuciosamente los planos de las instalaciones enemigas:
no para admirarlas o copiarlas, sino para mejor destruirlas. Y aún
así, ese interés por la cultura india pareció demasiado a las
autoridades religiosas y civiles, y acabaron prohibiéndolo y
silenciándolo, y hasta suprimieron más tarde las iniciativas como
el Colegio de Santa Cruz de Tlaltelolco, que intentaban lo
opuesto, es decir, crear un elite india conocedora de la cultura
hispana.

Ante los frailes, pues, los indios


experimentaban una ambivalencia dolorosa, viendo en ellos a
adversarios fanáticos de su religión, tradición y cultura que
atacaban y destruían sin tratar de comprender ni apreciar nada, y,
simultáneamente, a verdaderos padres que se entregaban
incondicionalmente a ellos. Una cosa y otra eran ciertas: su
entrega a los indios no pueden negarla ni los historiadores más
anticlericales; pero el daño involuntario que les inflingieron no
podemos dejar de reconocerlo ni quienes más los admiremos.

Por otra parte, si los primerísimos fueron


inmejorables, no se mantuvo esa misma calidad con todos los
siguientes, por reacción lógica de los superiores de España, que
no podían aceptar privarse de todos sus mejores elementos; más
aun, por esa misma reacción lógica, pronto aprovecharon las
misiones americanas para lo contrario, es decir: para deshacerse
de indeseables: "Hemos visto que muchas veces llevan los
desechados de las Provincias, y otras veces no hallan frailes,
porque los Provinciales y Guardianes les son contrarios..." (685).
684
.- SAHAGUN: Historia General.., Prólogo, p. 17.

685
.- CODICE MENDIETA, Edmundo Aviña Levy Editor, Guadalajara, Jal. 1971, tomo I, XVI, pág. 157
Además todos, aun lo mejores, eran humanos, con defectos, fallas y
miserias, perfectamente capaces de partidarismos y obsecaciones.
El mismo Motolinía, por ejemplo, que con tan negras tintas
describió las plagas cuando les echó la culpa de ellas a los
indios, defendiendo a los suyos, los españoles, y en especial a
Cortés, no tiene empacho en desmentirse a sí mismo en una venenosa
carta al emperador contra Bartolomé de las Casas, en la que, para
desmentir a éste, pinta una Nueva España en la que todo es color
de rosa (686).

Además su ciencia no siempre fue al paso de


su celo, y los efectos de la hoy inconcebible ignorancia de muchos
en aquellos tiempos pre-tridentinos fueron evidentes hasta para
los contemporáneos: "Y visto yo que cuantos frailes le trayan, sin
conocerlos ni haberlos visto, los ordenaba luego, le avisé [al
Arzobispo Montúfar] que había ordenado frailes de misa tan
inhábiles e ignorantes que realmente los tenía por suspensos, y
que no podían decir misa, ni la sabían decir ni leer, y que tenían
casas a su cargo donde administraban sacramentos y confesaban y
que estaban puestos por priores y guardianes de los monasterios,
[...] porque como acá haya gran falta de ministros, es cosa
ordinaria acabados de salir de novicios, y que primero eran
mercaderes o hombres totalmente idiotas y faltos de letras, los
traen a ordenar y otro día los ponen a oír de penitencia." (687).
Fray Francisco Toral, Obispo de Yucatán, escribía algo más tarde:
".. por faltar letras en algunos de los que allí vinieron al
principio, sucedieron grandes inconvenientes, desatinos y
escándalos por los excesos que en castigar a los indios ovo.."
(688), y en efecto, aunque hubo prodigios de erudición y cultura,
muchos otros poco sabían, y no digamos de la religión india, sino
de la propia (689). Mendieta, que con toda justicia se gloría de
que hubiese entre ellos luminarias como el propio Motolinía,
Sahagún, Arnoldo de Bassacio, Juan de Rivas, García de Cisneros,
Juan Foucher, etc. (690), también lamenta la incultura de los más,

686
.- MOTOLINIA: Memoriales.., Apéndice Documental, Documento I, pp. de 402 a 423. La carta está fechada en
Tlaxcala, el 2 de enero de 1555.

687
.- Carta del Doctor Luis de Anguis a Felipe II, escrita en México el 20 de febrero de 1561. En CUEVAS:
"Documentos Inéditos...", Documento 45, pp. 251-2.

688
.- CODICE FRANCISCANO Siglo XVI, Ed. Chávez Hayhoe, México 1941, Carta de Fray Francisco de Toral, Obispo
de Yucatán, al rey Don Felipe II, pág. 236.).

689
.- "Cuanto a los frailes que se han de inviar a Indias [...] En ciencia, poca basta, como haya prudencia;
mas tanto mejor si con ella tuvieren letras...." (CODICE MENDIETA: Loc. cit.)

690
.- MENDIETA: Historia Eclesiástica.. Toda la primera parte de su libro V, que abarca 58 capítulos, está
dedicada a biografiar a franciscanos ilustres. Pp. 571-728.
que no debió ser poca, pues como remedio propone exigir como
mínimo para el subdiácono que, demás de "leer latín expeditamente,
sin titubear, entienda algo del mismo latín"; para el diácono que
"dé mediana cuenta de la gramatica", y sólo para el presbítero
"que sea latino". Y que "los predicadores de los indios han de ser
examinados en que sepan la lengua congruamente, y en que tengan
mediana noticia de la Sagrada Escriptura; y los que no la tienen,
tengan a lo menos bien entendida y platicada la Doctrina
cristiana, y no les dejen predicar otra cosa." (691).

Ahora bien, esa "Doctrina cristiana" de que


habla, eran unas pocas páginas (692), y lo de "que sepan la lengua
congruamente" no se tomaba tan en serio, según se quejan los que
sí la sabían (693); es más, los franciscanos reconocen, ya hacia
fin de siglo, que solamente dos, y "ya viejos", de entre los
frailes españoles dominan verdaderamente el náhuatl (694). Peor
aun, en aquellos tiempos en que el analfabetismo era normal, se
aceptaba sin el menor escrúpulo, y aun se exigía, entre los mismos
frailes: "A ningún lego se le permita aprender de nuevo a leer ni
a escribir, si no lo trujese aprendido del siglo." (695).

De modo que por mucho celo que tuvieran esos


predicadores, y por muy bien que hablaran las lenguas indígenas,

691
.- CODICE MENDIETA. Documentos Franciscanos Siglos XVI y XVII. 2 tomos, Imprenta de Francisco Díaz de
León, México 1892. Biblioteca de Facsímiles Mexicanos Edmundo Aviña Levy. Guadalajara 1917, I T omo, XVIII, p.
75.

692
.- La "COPIA Y RELACION DEL CATECISMO DE LA DOCTRINA CRISTIANA QUE SE ENSEÑA A LOS INDIOS DE ESTA NUEVA
ESPAÑA, Y EL ORDEN QUE LOS RELIGIOSOS DESTA PROVINCIA TIENEN EN LOS ENSEÑAR" va de la página 29 a la 54 en la
edición de Chavez Hayhoe, es decir, apenas 25 páginas, que en realidad son la mitad, pues el texto es bilingüe.
(CODICE FRANCISCANO Siglo XVI, Ed. Chávez Hayhoe, México 1941, pp. 29 a 54.).

693
.- V. gr. Fray Diego Durán O.P. amonesta: "..debían los que tratan con ellos y de su conversión procurar
de saber muy bien la lengua y entenderlos, si pretenden hacer algún fruto [...] Y no se contenten con decir que
ya saben un poco de la lengua para confesar y que aquello les basta, lo cual es error intolerable [...] Y no
tengan los prelados tanto error en decir que ya sabe lengua el ministro para confesar un enfermo, que bien le
pueden fiar el sacramento [...] Miren, por amor de Cristo crucificado, cómo se encargan de este negocio tan
importante que no basta ser uno lengua como quiera, pues querrá predicarles y declararles los misterios de la
fe y predicará error y mentira [...] con vocablos tan groseros y toscos, que los indios, demás de reirse y
hacer burla, y escarnio de ellos, no los entienden, ni saben lo que quieren decir." (DURAN: Historia... tomo I,
cap. 8, pp. 92-93, et passim.).

694
.- "Fr. Alonso de Molina [...] es la mejor lengua mexicana que hay entre españoles [...] y otro que se
llama Fr. Bernardino de Sahagún, son los que pueden volver perfectamente cualquier cosa en la lengua mexicana y
escribir en ella [...] ambos son ya viejos [..] ninguno calará tanto los secretos y propiedad de la dicha
lengua cuanto estos dos que la sacaron del natural hablar de los viejos, y los mozos ya comienzan a barbarizar
en ella." (CODICE FRANCISCANO, pp. 60-1.).

695
.- CODICE MENDIETA, tomo I, XVIII, pág. 69.
mal podrían realizar el delicadísimo análisis y la compleja
adaptación de proponer correctamente el Evangelio a seres
traumatizados y de un contexto cultural sideralmente alejado del
propio.
XLVIII

"FUERZALOS A ENTRAR"

Ninguna necesidad de condescender y prisa de convertir.- Avisar a


los judios, meter a los musulmanes, forzar a los indios.- Quemar
viva hasta a la propia madre si no se convierte.- Infamia de
buena fe.- Antes morir que dejar de ser indios.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 339)

Dibujo del Códice Vaticano en el que se ve a un fraile bautizando a un indio.

San Pablo recordaba a los cristianos de Efeso


que él se había pasado "tres años hablando a cada uno, día y noche
y con lágrimas" del Reino de Dios (Hech. 20, 31); los
franciscanos era físicamente imposible que pretendieran imitarlo,
y no veían la menor necesidad de ser tan condescendientes, y mucho
menos tan lentos, pues la tarea urgía y había que convertir a los
indios por las buenas o por las malas, ya que era eso precisamente
lo que les mandaba el Evangelio.

Esto puede hoy parecernos absurdo, pero ellos


era el Evangelio mismo. Las extravagancias exegéticas, como las
que vimos hacer a Motolinía con sus diez plagas de Egipto, se les
tomaba en serio en aquel entonces, y en Lucas XIV, 16-24
encontraban un mandato tajante de que forzaran a los indios a
convertirse:
"Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a
la hora de la cena envió a su siervo a decir a los
convidados: Venid, que ya todo está aparejado. Y
comenzaron todos a una a excusarse. El primero le dijo:
He comprado una hacienda, y necesito salir a verla; te
ruego que me des por excusado. Y el otro dijo: He
comprado una yunta de bueyes, y voy a probarlos. Y el
otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. Y
vuelto el siervo hizo saber estas cosas a su señor.
Entonces enojado el padre de familia dijo a su siervo:
Vé presto por las calles y las plazas de la ciudad, y
mete acá a los pobres, a los mancos y cojos y ciegos. Y
dijo el siervo: Señor, hecho es como mandaste, y aun
hay lugar. Y dijo el señor al siervo: Ve por los
caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para
que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de
aquellos hombres que fueron llamados gustará mi cena."

Mendieta nos preservó lo que pensaban él y


sus colegas de ese pasaje: Según su exégesis, el siervo en
cuestión era el Rey de España, los primeros convidados, a quienes
bastaba avisar, eran los judíos, los segundos, a quienes había que
"meter", los musulmanes, (Cosa que, en efecto, estaban cumpliendo
en España con los moriscos), y los terceros, a quienes había que
"forzar", los indios gentiles, cuya entrada era de inaplazable
urgencia, pues la hora de la cena era el fin del mundo, que ya
estaba a la vuelta de la esquina (696).
696
.- ".. a la letra se verifica en el rey de España, que a la hora de la cena, conviene a saber, en estos
últimos tiempos muy cercanos al fin del mundo, se le ha dado específicamente el cargo de hacer este llamamiento
de todas las gentes, según parece en los judíos, moros y gentiles [...] No de una misma manera se han de haber
los ministros en el llamamiento de los unos y de los otros [...] Porque para los judíos, que son gente enseñada
en la escritura sagrada, y que no pecarán sino de pura malicia, basta que el predicador propon ga la verdade la
palabra de Dios [...] Mas para los moros, que podrían pecar de alguna ignorancia (aunque crasa) de la verdad de
la Ley de la Escritura (por estar sus entendimientos pervertidos con los ciegos errores de su falso profeta
Mahoma), era menester que sus predicadores y ministros no solamente les propusiesen la palabra de la verdad
cristiana, mas también los metiesen en el camino de la guarda de ella [...] para con estos indios gentílicos,
que demás de la ignorancia del camino de la Verdad, están ocasionados y dispuestos para caer, así en las cosas
de la fe como en la guarda de los mandamientos de Dios [...] no bastará la simple predicación del Evangelio, ni
la comprobación de la doctrina por el buen ejemplo de los ministros, ni el buen tratamient o de parte de los
espáñoles [...] si no tuvieran también entendido que los han de temer [...] porque pensar que por otra vía han
de ser encaminados en las cosas de la fe cristiana, y hacerse en ellos el fruto que se pretende, es
excusado..." (MENDIETA: Historia Eclesiástica.., libro I, cap. 4, pp. 24-6.). (Subrayados míos.). Y Motolinía
no se queda nada atrás, pues urge al rey: "Pues a vuestra majestad conviene de oficio darse priesa que se
predique el santo Evangelio por todas estas tierras, y los que no quisieren oír de grado el santo Evangelio de
Jesucristo, sea por fuerza; que aquí tiene lugar aquel proverbio <<más vale bueno por fuerza que malo por
grado>>" (Memoriales, Apéndice documental, documento I, no. 18, p. 411.).
Y a forzarlos se dedicaron con todas sus
fuerzas, no sólo a "entrar", sino a no salir (697), excedidos en
esto por algunos indios. Cuan literal resultaba lo de "forzar" lo
vemos oyendo los métodos misioneros del renegado Ixtlilxóchitl:
"La reina Tlacoxhuatzin su madre, como era mexicana y algo
endurecida en su idolatría, no se quería bautizar y se había ido a
un templo de la ciudad con algunos señores. Ixtlilxúchitl fue allá
y le rogó que se bautizase, ella le riñó y trató muy mal de
palabras diciéndolo que no se quería bautizar, y que era un loco,
pues tan presto negaba a sus dioses y ley de sus antepasados.
Ixtlilxúchitl viendo la determinación de su madre se enojó mucho y
la amenazó que la quemaría viva si no se quería bautizar,
diciéndole muchas buenas razones hasta que la convenció y trajo a
la iglesia con los demás señores para que se bautizasen, y quemó
el templo donde ella estaba y echólo por el suelo.." (698).

¡Huelgan comentarios!, pero peor aún fue la


táctica de los frailes de sacar chiquillos de las familias indias,
adoctrinarlos lejos de ellas y después devolverlos, fanatizados, a
despedazar por dentro el mundo de sus mayores, ya que iban
comisionados ex-profeso para espiarlos, delatarlos y destruir
todas las imágenes u objetos hetedoroxos que pudieran descubrir,
porque "jamás podremos hacerles conocer de veras a Dios, mientras
de raíz no les hubiéremos tirado todo lo que huela a la vieja
religión de sus antepasados" (699).

Esta infamia, que tanto criticamos hoy de los


gobiernos totalitarios, en completa buena fe la consideraban
entonces amor hacia los indios, puesto que urgía arrancarlos de
las garras del Demonio y "forzarlos a entrar" al rebaño de Cristo;

697
.- Algunos ejemplos:".. por quitarse a los religiosos el favor que hasta aquí han tenido para poder
compeler a los indios a que se junten en las iglesias los domingos y fiestas para las misas y doctrina, y que
envíen a sus hijos a las escuelas, se va perdiendo mucho de la doctrina y cristiandad destos naturales, porque
aunque ellos son dóciles y atraíbles a lo bueno, esto ha de ser casi con el azote en la mano, como se hace con
los niños del escuela, de manera que aunque no les hiera el maestro, a lo menos amague o sepan que está ahí el
azote, porque dejarlos a su libertad sería para que en pocos días no fuesen más cristianos que lo fueron sus
antepasados." (CODICE MENDIETA, tomo I, XX, pp. 109-110.) "..lo que los religiosos decían a este alguacil era
que al que era rebelde le diese una docena de azotes, o le tuviese un día en la cárcel, etc. Y con esto se ha
plantado la cristiandad entre estos indios, y quitado esto se desplantará y perderá de raíz." (Ibidem, pág.
112.) "..es verdad infalible (la cual ninguno de los que haya calado el talento y capacidad de los indios
puede negar), que hoy día tienen tanta necesidad del ministerio de los religiosos para conservarse en su
cristiandad, cuanta la tuvieron a los principios para convertirse a la fe y hacerse cristianos.." (Ibidem, pág.
260.

698
.- IXTLILXOCHITL: Obras Históricas, Compendio Histórico.., 13a. Relación, p. 142.

699
.- DURAN: Historia de las Indias.., tomo I, prólogo, p. 5.
pero podemos imaginar la puñalada que para su urdimbre social
significó que sus propios hijos, al resguardo de las espadas
españolas, minasen y derruyesen la base misma de la familia
mexicana: el respeto sacrosanto a la autoridad y lealtades de sus
mayores: "No hay gente en el mundo ni ha habido, que con más temor
y reverencia honrase a sus mayores que ésta, y así a los que
irreverenciaban a los viejos, padres y madres, les costaba la
vida. Y así lo que esta gente encarga a sus hijos y les enseñaba
era reverenciar a los ancianos de todo género, dignidad y
condición que fuesen.." (700). Ni que decirse tiene que esos
muchachos, como todos los muchachos del mundo, pusieron un
entusiasmo delirante en su tarea. A tres de ellos les costó la
vida, pero tampoco ellos se detuvieron ni ante el asesinato, como
testifica, con gran edificación, Motolinía (701).

Esos crueles golpes a su identidad étnica


eran para los indios aun más dolorosos por llegarles de quienes
amaban como a verdaderos padres, pues tampoco podemos ignorar esto
si queremos reconstruir el opresivo caos axiológico de los
sobrevivientes a la conquista: Ver reunido inextrincablemente a un
padre y a un verdugo en la misma persona. Aunque los frailes no
quería sino el bien de sus hijos indios, su concepto de éste era
trágicamente inadecuado, por considerarlos culpables y criminales
al haber practicado sinceramente su religión, por no entender ni
aceptar su cultura y porque, en el fondo, los tomaban como
inferiores incapaces de promoverse jamás a su propia altura: "para
siempre súbditos y discípulos" (702), como lo demuestra que sólo un
extranjero, Fray Jacobo Daciano, hubiera abogado porque se les
confiriese lo que veían como su auténtica máxima grandeza, el
Sacerdocio, y que esta pretensión hubiese encontrado la
escandalizada desaprobación de todos los demás (703).

Es cierto que la gracia sobrenatural de Dios


podía ayudar a algunos privilegiados -como sin duda fue Juan Diego
y consta que los hubo (704)- a superar todas las torpezas en la

700
.- Ibidem, cap. 3, p. 36.

701
.- Cfr.: MOTOLINIA: Historia.., tratado 3o., cap. 14, nos. de 396 a 405, pp. 174-181.

702
1.- MENDIETA, Historia Eclesiástica.., libro IV, cap. 23, p. 449. Cfr. Supra cap. III.

703
.- "Un gran letrado de los reinos de España que pasó a estas partes, confiado de su saber, presumió
afirmar que esta nueva Iglesia indiana iba errada por no tener ministros naturales de los convertidos como la
Iglesia primitiva, teniendo esta opinión, que a los indios se les debía dar órdenes sacros y hacerlos ministros
de la Iglesia. Y el doctísimo y religiosísimo padre Fr. Juan de Gaona l o convenció de su error en pública
disputa y lo obligó a que hiciese penitencia..." (Ibidem, libro 4, cap. 23, p. 450).

704
.- Por ejemplo, desde los primeros tiempos un Señor de Cuitláhuac, al sur del lago, de propia iniciativa
"envió a buscar a los frailes por dos o tres veces, y allegados, nunca se apartaba de ellos, más antes estuvo
gran parte de la noche preguntándoles cosas que deseaba saber de nuestra fe. Otro día de mañana ayuntada la
presentación de su mensaje y convertirse a El sinceramente, aun a
través de la religión de sus verdugos, ya que ésta es demasiado
clara y bella como para que la podamos arruinar por completo aun
sus peores expositores; pero para la gran masa del pueblo indio,
esa conversión era ni más ni menos que renegar de sí mismos:
"negar a sus dioses y ley de sus antepasados", y, con todo y estar
abrumados por mil calamidades, apaleados y tímidos, eran demasiado
concientes de su dignidad y grandeza para renegar de ellas, y,
como sentían que las habían perdido para siempre, preferían morir
a dejar de ser indios.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 343)

gente después de oir misa y sermón, y bautizados muchos niños, de los cuales los más eran hijos y sobrinos y
parientes de este buen hombre que digo; y acabados de bautizar, rogó mucho aquel indio a Fray Martín que le
bautizase, y vista su santa importunación y manera de hombre de muy buena razón, fue bautizado y llamado Don
Francisco.." (MOTOLINIA: Historia.., Trat. 2, cap. 1, no. 194, pp. 79-80.).
Dos frailes ponen fuego a los antiguos templos. En Muñoz Camargo.
XLIX

"-DEJENNOS YA MORIR.
PUESTO QUE NUESTROS DIOSES HAN MUERTO"

Oposición explícita a la conversión.- Quetzalcóatl en los


infiernos.- Entran a escena los antiguos sabios.- Jamás destruir
la Antigua Regla de Vida.- "-¡Dejadnos ya morir!".- Bofetada con
que recibía la nueva religión a sus candidatos.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 345)

Un sabio azteca observa el cielo y confronta un códice. Dibujo de A. Beltrán en V. von Hagen, op. cit. p. 101.

Que los indios prefiriesen morir antes que


renunciar a su identidad ideológica admitiendo la religión de los
invasores puede sonar a fantasía, pues es poco conocido que hubo
oposición explícita, en el terreno ideológico, a su conquista
espiritual. Recordemos que la conquista propiamente bélica no
había sido tal, sino una guerra intestina que Cortés tuvo la
habilidad de provocar y manipular; en un princippio ningún indio,
de ningún bando, pensó jamás en colaborar con o en defenderse de
una invasion extranjera; todos creyeron estar luchando en pro o en
contra de Quetzalcóatl, es decir, una guerra de las suyas,
perfectamente "normal".
Cuando cayeron en la cuenta de su error era
demasiado tarde. Los españoles alentaron la ambigüedad mientras
les convino, pero los frailes no contemporizaron con ella en
absoluto (705), y les sentaron clarísimo que Jesucristo NO era
Quetzalcóatl, atacando a éste tan sin miramientos como a todos los
demás "demonios" del Anáhuac": "Llamaron (vuestros padres) dios a
Quetzalcóatl, el cual fue hombre mortal y corruptible que, aunque
tuvo alguna apariencia de virtud, según ellos dijeron, pero fue
gran nigromántico, amigo de los diablos y por tanto amigo y muy
familiar de ellos, digno de gran confusión y de eterno tormento y
nó de que lo festejasen como a dios, y le adorasen como tal;
erraron grandemente vuestros antepasados en la adoración de este
pobre hombre mortal y corruptible, y dijeron de él muchas y muy
grandes mentiras, como en su historia está claro; lo que dijeron
vuestros antepasados que Quetzalcóatl fue a Tlapallan y ha de
volver y lo esperáis es mentira, que sabemos que murió y su cuerpo
está hecho tierra y su ánima nuestro Señor Dios la echó en los
infiernos; allá está en perpetuos tormentos." (706).

Con tan gentiles palabras despacha Sahagún la


devoción de aztecas y no aztecas, y de esas misma ralea eran todos
los juicios que todos los frailes les hacían de su antigua
religión. Los indios callaban, rumiando su amargura, pero al menos
en una ocasión protestaron, asentado respetuosa pero firmemente su
desacuerdo y pidiendo que se oyese la sus tlamatinime, a sus
"sabios", a los sacerdotes de su antigua ley. A la llegada de los
doce, Cortés obligó a los Señores indios a asistir a su primera
catequesis, que dieron por medio de intérprete. Al finalizar la
primera sesión, concluyeron soltándoles:
"Si vosotros queréis ver y admiraron de este reino y
riquezas de aquel por quien todos vivimos, nuestro
Señor Jesucristo, ante todas cosas os es muy necesario
despreciar y aborrecer, desechar y abominar y escupir
estos que agora tenéis por Dioses y adoráis, porque a
la verdad no son Dioses, sino engañadores y burladores,
y también os es muy necesario que os apartéis y
desechéis todos los pecados de cualquier manera que
sean, porque todos ellos enojan a Jesucristo, y es
también menester que os purifiquéis de todas vuestras
suziedades, con el agua de Dios." (707).

705
.- "A los españoles llamaron tetehuv [teteu] que quiere decir dioses, y los españoles corrompiendo el
vocablo decían teules, el cual nombre les duró más de tres años, hasta que dimos a entender a los indios que no
había más que un solo Dios, y que a los españoles que los llamasen cr istianos, de lo cual algunos españoles
necios se agraviaron, y indignados contra nosotros decían que les quitábamos su nombre, y esto muy en forma..."
(MOTOLINIA, Memoriales.., 1a. parte, cap. 51, no. (274), p. 171.

706
.- SAHAGUN, Hisrtoria General.., Libro 1, Confutación, 82, p. 62.

707
.- LOS DIALOGOS DE 1524 SEGUN EL TEXTO DE FRAY BERNARDINO DE SAHAGUN Y SUS COLABORADORES INDIGENAS ,
Edición Facsimilar del Manuscrito Original, Versión del Náhuatl, estudio y notas de Miguel LEON-PORTILLA,
A cualquier ser humano le indigna y lastima
que se le conmine "despreciar y aborrecer, desechar y abominar y
escupir" todo lo que siempre ha amado y venerado, pero para
entender mejor el drama de ellos, hay que tomar en cuenta que en
la mente india la verdad, (En náhuatl nelliliztli, que seria
literalmente "arraigamiento"), es lo que tiene raíz, es decir lo
sólidamente arraigado, lo estable, lo perenne, y por lo tanto lo
nuevo, que es por definición algo "sin raíz", "sin arraigo",
resulta sinónimo de falso. Así mismo, en la axiología india, lo
que al ser humano le confiere genuino valor es "tener raíz", tener
antepasados, y lo que hace moral o inmoral su conducta es su
fidelidad a éstos, la "Huehuetlamanitiliztli", "La Antigua Regla
de Vida", (literalmente: "La preservación las cosas de los
Viejos").

Ante eso, pues, uno de los Señores se


levantó y les explicó que ellos, los gobernantes, no tenían otra
autoridad que la militar, judicial y fiscal, que en todo lo que
fuera cuestión de doctrina ellos, como todos, se atenían a la
palabra de sus "tlamatinime", de sus sabios, que se les oyera a
ellos (708). Para los frailes éstos eran monstruos, animalizados
por su inveterado hábito de servir al Demonio y asesinarle
víctimas, pero con inesperable amplitud de criterio aceptaron, y
conservamos en parte el conmovedor documento de esos diálogos,
que, aunque reelaborado por Sahagún muchos años después, conserva
el dramatismo de ese primer contacto, en que los sabios indios,
concientes de que están arriesgando la vida y destilando tristeza
cada una de sus palabras, afirman que lo hacen por Dios, a quien
siempre habían servido y venerado, que se les malentiende y
calumnia, que su religión era buena y completa y que nada nuevo mi
mejor pueden enseñarles sus nuevos amos, como podemos ver
extractando algunos párrafos:

Universidad Autónoma de México, Fundación de Investigaciones Sociales A.C., Primera edición México 1986,
Paleografía del Texto en Castellano, cap. 5, C., p. 85.

708
.- "Demás de esto sabed, Señores nuestros, que tenemos sacerdotes que nos rigen y adiestran en la cultur a
y servicio de nuestros dioses; ay también otros muchos, que tienen diuersos nombres, que entienden en el
servicio de los templos de noche y de día, que son sabios y ábiles, ansí cerca de la rebolución y curso de los
cielos como cerca de nuestras costumbres antiguas, tienen los libros de nuestras antiguallas en que estudian y
ojean de noche y de día; estos nos guían y adiestran en la cuenta de los años, dias y meses y fiestas de
nuestros dioses, que de veinte en veinte días se festejan. Estos mismos tienen cargos de las historias de
nuestros dioses y de la doctrina tocante a su servicio; porque nosotros no tenemos cargo sino de las cosas de
la guerra y de los tributos y de la justicia. Juntaremos a los ya dichos y dezirlos emos lo que emos oydo de
las palabras de Dios; ellos es bien que respondan y contradigan pues que saben y les compete de oficio. [...]
Como los Sátrapas y los Sacerdotes de los ydolos vuieron entendido el razonamiento y plática de los doze,
turbáronse en gran manera y cayóles gran tristeza y temor y no respondieron nada; de ay a un raro tornaron a
hablar y concertaron entre todos de yr al día siguiente todos a ber, oyr y hablar a los doze.." (Ibidem, cap.
6, p. 86.).
"Señores nuestros, muy estimados señores:
Habéis padecido trabajos para llegar a esta tierra,
aquí ante nosotros, os contemplamos,
nosotros, gente ignorante..."

"Por razón de El (Dios) nos arriesgamos


por eso nos metemos en peligro [...]
Tal vez a nuestra perdición.
tal vez a nuestra destrucción
es a donde seremos llevados..."

"Vosotros dijísteis
que nosotros no conocíamos
al SEÑOR DEL CERCA Y DEL JUNTO
a AQUEL DE QUIEN SON LOS CIELOS Y LA TIERRA
Dijísteis que no eran verdaderos nuestros dioses.
Nueva [falsa] palabra es esa, la que habláis.
Por ella estamos perturbados,
por ella estamos molestos,
porque nuestros progenitores,
los que han sido, los que han vivido sobre la tierra,
no solían hablar así.."

"Era doctrina de nuestros mayores


que son los dioses por quien se vive,
los que nos merecieron." [Con su sacrificio nos dieron vida]

"Y ahora nosotros


¿destruiremos LA ANTIGUA RECLA DE VIDA?
¿La Regla de Vida de los chichimecas?
¿La Regla de Vida de los toltecas?
¿La Regla de Vida de los colhuacas?
¿La Regla de vida de los tecpanecas?..."
Oid, señores nuestros,
No hagáis algo a nuestro pueblo [...]
que le acarrée la desgracia,
que lo haga perecer..."

"No podemos estar tranquilos,


y ciertamente no creemos aún.
No lo tomamos por verdad,
(aun cuando) os ofendamos..."

"Es ya bastante que hayamos perdido


que se nos haya quitado.
que se nos haya impedido nuestro gobierno."
"Haced con nosotros lo que queráis [...]
Dejadnos, pues, ya morir,
dejadnos ya perecer,
puesto que nuestros dioses han muerto..." (709).

El peligro en que sabían se estaban poniendo


al disentir, y aun al identificarse ante los frailes, no tenia
nada de teórico: Cuatro sacerdotes de Quetzalcóatl que, por
iniciativa propia, habían tenido la ingenuidad de presentarse para
"dialogar" con los españoles, sin duda por creerlos sus colegas
servidores del mismo dios, éstos, sin siquiera oírlos, los
arrojaron a sus mastines, que los despedazaron vivos (710). Hacía
falta, pues, no poca intrepidez para decir en la cara a sus
interlocutores que estaban mintiendo, quizá de buena fe, pero
mintiendo, porque era "nuevo", o sea falso, que no conocieran
ellos al Señor del Cerca y del Junto, que de siempre habían sabido
que todo lo debían al sacrificio de los dioses, (un dios que muere
por amor de ellos, no les era ninguna novedad), y que el cambio
que les pedían equivalía a una neta traición a la
"Huehuetlamanitiliztli", "La Antigua Regla de Vida de los
Ancianos", pues ese cambio les era imposible sin traicionarse y
traicionarlos, por lo que no lo harían, preferían morir...

ILUSTRACION
(Libro negro, página 350)

"Aperreamiento": un indio, que un español sujeta con una larga y pesada cadena, es destrozado por un mastín. El

709
.- LEHMAN Walter: Sterbende Gotten und Christliche Heilbotschaft, Stuttgart 1945. Apud LEON PORTILLA
Miguel, quien traduce directamente del náhuatl: La Filosofía Náhuatl, U.N.A.M., Instituto de Investigaciones
Históricas, 4a. Edición, México 1974, cap. 3, pp. 130-3.

710
.- "Y a tres magos de Ehécatl de origen tetzcocano los comieron los perros. No más ellos vinieron a
entregarse. Nadie los trajo. No más venían trayendo sus papeles con pinturas (códices). Eran cuatro, uno huyó:
sólo tres fueron alcanzados, eran de Coyoacán." (RELATO DE LA CONQUISTA POR UN AUTOR ANONIMO DE TLALTELOLCO,
Versión directa del náhuatl de Angel María GARIBAY, en SAHAGUN: Historia General.., Apéndice, No. 123, p.
822.).
castigo no era tan infrecuente, antes podía considerarse como una forma "normal" de ejecución capital. Tomado
del Proceso de Alvarado.

Esto para nuestro individualismo occidental


puede parecer exagerado, pero no para pueblos de mente oriental,
profundamente concientes de los ligámenes familiares, clánicos y
étnicos, para quienes romper con la historia es peor que romper
con la vida, y eso era precisamente lo que les exigían. La nueva
religión recibía a sus candidatos con la bofetada de exigirles
aceptar que todo lo que siempre habían creído y amada era falso,
que haberlo amado y servido hasta la muerte no era un honor, sino
una culpa de la que tenían que arrepentirse y avergonzarse, culpa
que todos sus antepasados estaban pagando con eternos tormentos.
Eso, para ellos, ya era peor que la muerte... ¡y todo parecía
indicar que si era cierto!
L

EL TRAUMA INDIO DE LA CONQUISTA

Traición y deserción de los dioses.- "Vendes a tu pueblo por


nada...".- Peor que los judíos.- No había refugio ni aun en el
pasado.- Todo peor en el nuevo orden.- Ahogar en pulque una
muerte peor que la muerte.- ¿Para qué vivir quien todo lo ha
perdido?

ILUSTRACION
(Libro negro, página 351)

Pareja de indios llorando. De la Tira de la Peregrinación.


¿Cómo puede uno perseguir a mil,
y dos a diez mil poner en fuga,
sino porque su protector los ha vendido
y su Dios los ha entregado? (Deut.33,30).

Estas palabras, dichas para poner en guardia al


pueblo judío respecto de jamás ser infieles a su Dios, pueden
darnos una pista para medio entender el sufrimiento del pueblo
mexicano. Ellos -también Pueblo de Dios- en nada habían sido
infieles, absolutamente en nada, TODOS, vencedores y vencidos,
habían luchado por y conforme a sus creencias ancestrales, y lo
que habían sacado era verse en las manos de unos oportunistas,
que, como gobernantes, eran incomparablemente peores que los
peores tiranos de antes.

Los judíos también habían conocido en su historia


momentos de espantoso abatimiento, pero NUNCA sintieron que su
Dios pudiese haber muerto, ni que su historia no fuese fuente de
inspiración y aliento, y así podían repasarla orando y animándose
a la confianza y a la esperanza... Los mexicanos podían, paso por
paso, repetir todas sus quejas, más no podían permitirse el
consuelo de concluirlas así. Una comparación con un himno judío
profundamnte vivencial, el Salmo XLIV, puede ayudarnos a captar su
drama:
"Oh Dios, nuestros oídos lo oyeron,
nuestros padres nos lo han contado:
La obra que realizaste en sus días,
con tus propias manos".

"Desposeíste a los paganos y los plantaste a ellos,


trituraste naciones, y a ellos los hiciste crecer".

"Porque no fue su espada la que ocupó la tierra,


ni su brazo el que le dio la victoria;
sino tu diestra y tu brazo, y la luz de tu rostro,
porque tú los amabas".

"¡Mi rey y mi Dios eres Tú, que das la victoria a Jacob!"

"Con tu auxilio embestimos al enemigo,


en tu nombre pisoteamos al agresor;
pues yo no confío en mi arco,
ni mi espada me da la victoria.
Tú nos das la victoria sobre el enemigo,
y derrotas a nuestros adversarios".
"Dios siempre ha sido nuestro orgullo
y siempre te daremos gracias".
"Ahora, en cambio, nos rechazas y avergüenzas,
y ya no sales, Señor, con nuestras tropas:
nos haces retroceder ante el enemigo,
y nuestro adversario nos saquea;
nos entregas como ovejas a la matanza,
y nos has dispersado por las naciones."

"Vendes a tu pueblo por nada,


no lo tasas muy alto".

"Nos haces el escarnio de nuestros vecinos,


irrisión y burla de los que nos rodean".

"Nos has hecho el refrán de los paganos,


nos hacen muecas las naciones".

"Tengo siempre delante mi deshonra,


y la vergüenza me cubre la cara,
al oir los insultos e injurias,
al ver a mi rival y a mi enemigo".

"Todo nos sucede sin haberte olvidado,


ni haber violado tu alianza,
sin que nos volviéramos atrás,
ni se desviaran de tu senda nuestros pasos;
y tú nos torturaste, nos deslomaste,
nos envolviste en tinieblas".

"Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios


y extendido la mano a un dios extraño,
¿no lo habría averiguado Dios,
el que penetra el secreto del corazón?".
"Por tu causa continuamente sufrimos degüellos,
nos tratan como ovejas de matanza".

"¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes?, ¡levántate!


¡No nos rechaces más! ¿Por qué escondes tu rostro
y olvidas nuestra desgracia y opresión?".

"Nuestro aliento se hunde en el polvo.


nuestro vientre está pegado al suelo.
¡Levántate a socorrernos!
¡Redímenos por tu lealtad!".

El paralelismo, como vemos, es impresionante.


También los mexicanos habían peleado siempre a nombre de su Dios,
tampoco ellos -¡Y menos que nadie ellos!- habían jamás olvidado su
nombre ni extendido las manos a un extraño; y también se veían
ahora "sufriendo continuamente degüellos y tratados como ovejas de
matanza"... pero su caso -¡ay!- era incomparablemente peor, puesto
que sus enemigos habían sido ellos mismos, un error, tan cruel
como tonto, pero nacido nada más de su deseo de ser fieles a su
fe, de "no olvidar a su Dios, ni violar su alianza, de no volverse
atrás ni desviar sus pasos de la senda"; y lo que esto había
provocado era tan brutal que ya ni el abandono temporal de su Dios
podían pensar... O había muerto -¡EL, Ipalnemohuani, el Autor de
la vida!- o los había traicionado, o, sencillamente, nunca había
existido, y cuanto habían pensado de El, hecho por El, sufrido por
El, siempre había sido un engaño.

En esto estaba lo insoportable del trauma indio.


Ellos también habían conocido tiempos muy duros; también habían
compuesto cantos similares, pues la elegía, el "Icnocuícatl"
("Canto Triste") era uno de sus géneros; pero, a diferencia de los
judíos, aunque pudieran comenzar el suyo repasando su historia
("nuestros oídos lo oyeron, nuestros padres nos lo han contado"),
no podían concluirlo con una reclamación, enérgica pero
esperanzada: "¡Despierta, Señor! ¡Levántate! ¡No nos rechaces
más!". ¿A quién podían invocar así? ¿A un muerto? ¿A un traidor?
¿A un vacío? Su historia, su maravillosa historia, que para ellos
era la savia de la vida, también estaba deshecha: no sólo se veían
con su presente hecho un infierno y despojados de toda esperanza
de un mejor futuro, sino afrentados y ridiculizados en su
pasado... El último asidero de quien todo lo ha perdido para no
hundirse en la desesperación es ese: refugiarse en el pasado,
decirse: "-Cierto, que ahora soy nadie, pero eso no siempre ha
sido así. ¡Antaño fui grande! ¡Puedo serlo de nuevo!". Y eso le
alienta, le proporciona esperanza y le convence de que no todo se
ha realmente perdido...:
"Si el recuerdo de antiguas hazañas
de tus hijos inflama la mente,
los laureles del triunfo tu frente
volverán inmortales a ornar".
"Antes, Patria, que inermes tus hijos
bajo el yugo su cuello dobleguen,
tus campiñas de sangre se rieguen,
sobre sangre se estampe tu pie".

"Que tus templos, palacios y torres


se derrumben con horrísono estruendo,
y sus ruinas existan diciendo:
¡De mil héroes la Patria aquí fue!".

Esas estrofas son del Himno Nacional Mexicano,


compuesto en 1854, cuando a los mexicanos lo que les sobraban eran
motivos para sentirse abatidos, al ver perdida más de la mitad de
su territorio y sólo derrotas y traiciones como panorama presente
y futuro; pero los indios, después de 1521, ni siquiera podían ya
acogerse a ese refugio, por muy "vencedores" que hubieran sido:
Ya no había sacrificios, y el Sol seguía tan
campante iluminando los despojos del Anáhuac... La creencia, por
tanto, de que nuestra sangre le era necesaria para triunfar en su
lucha contra Luna y Estrellas, era falsa, ridícula, y ridícula,
por tanto, nuestra idea de que éramos divinos, de que su sangre
era la nuestra... Ese resorte que dió a nuestros antepasados una
fuerza invencible para soportar mil penalidades y lograr mil
victorias... era un engaño... Cuanto hicieron ellos, cuanto hice
yo, nada más que un embeleco... ¡Nada valieron entonces ellos!
¡Nada he valido ni valgo yo! ¡Nada nuestro ha valido... NUNCA!!

Y a nadie más que a mí mismo puedo culpar de mi


bobería en haber creído que así era yo grande, que así me
hermanaba con los dioses y reverenciaba a Quien es todos ellos:
OMETEOTL... Aunque inundé de sangre mis campiñas en favor de esos
advenedizos, que tomé por sus representantes, menos que inerme
doblegué mi cuello bajo su odioso yugo... Mis templos, palacios y
torres, yacen por los suelos, derribados por mis propias manos...
pero sus ruinas no me hablan de "mil héroes"... me escarnecen,
recordándome de contínuo: "¡De mil idiotas la Patria aquí fue!"

¡Eso ya es peor que la muerte! Y tanto peor si a


eso se juntaba todo lo demás: "...si hay alguna causa de su
consumición es el muy grande y excesivo trabajo que padecen en
servicio de los españoles [...] de lo que padecen allí de hambre y
cansancio se debilitan y consumen de tal manera los cuerpos, que
cualquiera y liviana enfermedad que les dé basta para quitarles la
vida, por el aparejo y de la mucha flaqueza que en ellos halla, y
más de la congoja y fatiga de su espíritu, que nace de verse
quitar la libertad que Dios les dio... " (711). Pero, ¿acaso no
tenían ahora una suerte mil veces mejor en la religión cristiana,
como les aseguraban los frailes? Si siempre habían estado en un
error, ahora, "detestándolo y escupiéndolo", podrían adquirir la
Verdad que los haría libres... Una "liberación" que consistía en
dejarme peor que nunca, y en hacerme saber que siempre estuve mal,
no es sino la más inícua de las infamias, es arrebatar el
narcótico sin ofrecer ningún remedio... Unos pocos privilegiados
podían tener la gracia de no verlo así y descubrir el amor de
OMETEOTL aun a través de la religión de sus verdugos, pero la gran
masa india se sentía objeto de una burla cruel, digna
efectivamente de un demonio, pues, -aun en el mejor de los casos-,
estaban en la práctica mucho peor y se veían en autoestima mucho
menos de lo que habían sido antes:

En cuanto a su estado real, no ellos, sino uno de


sus gobernantes españoles lo describía así: "Quién podrá acabar de
referir las miserias y trabajos que aquellas más que miserables y

711
.- POMAR: Relación de Texcoco, pág. 50.
malaventuradas gentes pasan y sufren, sin tener socorro ni ayuda
humana, perseguidos, afligidos, desmamparados, quién y qué hay que
no sea contra ellos, quién que no les persiga y aflija, y quién
que no les robe y se aproveche de su sudor: y pues que no se puede
decir todo, y lo dicho basta para que se entienda la necesidad que
hay de remedio, quédese lo infinito que se pudiera referir con
verdad, así de lo que he visto y averiguado, como de lo que he
oído a personas de crédito. Esta manera de gobierno nunca la
tuvieron sus reyes y Señores antiguos..." (712).

En cuanto a su autoestima, antes se sabían


"merecidos por la penitencia de los dioses", dotados de su más
precioso tesoro: el Chalchíhuatl, la sangre, la joya líquida, con
la que noblemente les correspondían, viéndose, por tanto, como
auténticos "consortes de la naturaleza divina" (2 Ped. 1, 4).. O,
expresado en términos indios: " como se acuerdan que en su
gentilidad eran señores, sacerdotes y reyes, y sus ídolos los
honraban tanto que les hazian sus semejanzas y hermanos,
dificultosamente lo pueden olvidar." (713). ¿A qué mayor grandeza
podían aspirar? En cambio, en la Nueva Ley, se les reservaba el
sarcástico honor de ser "los súbditos y discípulos mejores del
mundo", o, si muy bien les fuera, ser lo mismo que sus opresores,
quienes, con todo y su soberbia, no eran más que abyectos pobres
diablos, pues se tenían por muy honrados siendo criados de un
lejano "emperador" y "caballeros" de su téotl, el "sumo capitán de
los buenos, Christo, nuestro Señor".

La devaluación, pues, era evidente, el sarcasmo,


sangriento, y tanto peor que ese tal emperador y ese tal
Jesucristo, (¡supuestamente ambos todo amor y justicia!), los
hechos demostraban palmariamente que eran sin comparación más
tiránicos y sanguinarios que todos los antiguos dioses juntos:

Los antiguos procuraban sus víctimas en una guerra


noble, de iguales oportunidades, los nuevos a traición y a
mansalva; los antiguos daban más que recibían, pues la muerte era
divinización, y no era cruel (714); los nuevos no sólo rehusaban a
sus víctimas la gloria del sacrificio, sino que se ensañaban
sádicamente contra ellos, inmolándolos lenta y humillantemente, a

712
.- ZORITA: Breve y Sumaria Relación, Cap. 4, pág. 167.

713
.- TOVAR, Códice Ramírez, pag. 65.

714
.- ".. para no sentir tanto la muerte, les daban cierto brebaje a beber, que parece los desatinaba, y
mostraban ir a morir con alegría.." (MENDIETA: Historia Ecca.., libro 2, cap. 16, p. 100.). "para que no le
tegan miedo a la muerte les hacen beber el llamado itzpactli [...] dicen que algunas víctimas quedan como fuera
de sí, perdido el seso, y por su propia voluntad trepan, suben de carrera arriba del templo del Dios, tienen
ganas de morir, están ansiosos, aun cuando hayan de sufrir y perecer." (SAHAGUN: Historia Gral.., libro 9, cap.
4, nos. 20-21, p. 528.).
base de trabajos y vejámenes; los antiguos jamás destruían a los
vencidos; los nuevos llevaban traza de acabar hasta con los
vencedores, no sólo asesinándolos a todos, sino destruyéndoles
hasta su historia...!

Y no había salida posible: nada de eso eran


teorías que se pudieran discutir: eran hechos, que se imponían
solos con toda la brutal fuerza de la más despiadada realidad. La
única salvación posible era alguna "BUENA NUEVA" que viniera a
explicarles y justificarles la pesadilla que estaban viviendo, que
les redimiera su presente y les garantizara un futuro al menos tan
digno como el que tenían antes. (¡Y vaya que era digno el
anterior: ser hermanos y colaboradores de sus dioses!); pero,
sobre todo, que aceptara su pasado, y que lo aceptara en lo que
era para ellos, como ellos lo amaban: glorioso, excelso,
divinizante, que no insultara, antes honrara a sus antiguos
dioses, y que venerase tanto como ellos mismos la
HUEHUETLAMANITILIZTLI, la ANTIGUA REGLA DE VIDA DE LOS ANCIANOS,
que "no viniera a cambiarla, sino a darle plenitud" (Mt.5,17-18).

Preguntémonos, hoy, si podríamos nosotros


aportarles ESO, con todos los recursos de que ahora disponemos,
con toda la etnografía, antropología, teología post-vaticano II, y
toda la buena voluntad imaginable que le pusiéramos... ¿Qué mente
humana, pues, en el siglo XVI, bajo la desmenuzante vigilancia
inquisitorial de gentes más que prontas a encender hogueras a la
primera sospecha de heterodoxia, y cuya ortodoxia, en ese punto,
exigía la intransigencia más radical, pudo hacerlo tan perfecta,
discreta y naturalmente como lo hizo?

Pero antes de que esto pasara, los indios todos


vivían una vida peor que la muerte. Era como podría sentirse un
prisionero en el más inhumano campo de concentración: insultado,
explotado y envilecido, pero además, privado de todo interés en
vivir: ¿Para qué? ¿Para quién? Si todos los que amaba, si todo lo
que me inspiraba, ya no existen...? Eso explica más que de sobra,
no sólo que se desbocasen en masa a ahogar su desesperación en el
pulque, sino que también en masa a un autogenocidio sin
precedentes en la historia:

"Esta gente -se alarma Zorita- se va disminuyendo, y acabando


[...] Un religioso de mucha autoridad me dijo que [...]
supieron él y otros de su orden, que entienden la doctrina de
los mixes y chontales, que es junto a Oaxaca, que se habían
concertado todos los indios de no tener acceso a sus mujeres,
ni con otras, o buscar medio para impedir la generación, o
para que malpariesen las que se hiciesen preñadas; y como lo
supieron él y los demás religiosos, había trabajado mucho
para darles a entender su error y la ofensa que hacían a
Nuestro Señor, y que respondían [...] que no querían tener
hijos porque no viniesen a pasar los trabajos que ellos
pasaban" (715).

En Michoacán, en Colima y por todas partes sucedía


lo mismo; pero aunque no lo supiéramos, o aunque no hubiera
pasado, basta pensar en lo que hoy bien sabemos: el influjo de la
mente en la salud del ser humano, para comprender que el aterrador
desplome de la población indígena fue, en gran parte,
psicosomático: "que cualquiera y liviana enfermedad que les dé
bastara para quitarles la vida, por el aparejo y de la mucha
flaqueza que en ellos halla, y más de la congoja y fatiga de su
espíritu..." Y ¿quién podría reprochárselos? ¿Para qué quería la
vida quien todo lo había perdido con la muerte de sus dioses...?
LI

MAS CRISTIANOS QUE LOS BAUTIZADOS

No juzgar al siglo XVI con criterios del XX.- Nada tan pagano
como el comienzo de los Ejercicios de San Ignacio.- Más cercana
la visión indígena que la española a nuestro concepto actual de
salvación.- Una idea de Dios más depurada y rica.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 359)

El Aguila Solar se alimenta con el corazón de la víctima, que queda con ello divinizada. Códice Nuttall.

Un católico del último cuarto del siglo XX

715
.- ZORITA: Breve y Sumaria Relacion.., cap. 10, pp. 159-60.
que haya crecido en el penúltimo, ha visto a su Iglesia progresar
con celeridad de catapulta, aceptando y asimilando cosas que
siempre fueron obvias, pero que nuestra miopía humana no había
captado. Y esto puede pasar siempre: El mensaje de Cristo es tan
rico y tan maravillosamente simple, que cada nueva generación
podrá "descubrir" en él valores inéditos, porque no es el
Evangelio el que evoluciona, sino el ser humano quien va avanzado,
descubriéndose y mejorándose a sí mismo. Sería, pues, injusto
pretender juzgar la teología de los franciscanos del siglo XVI con
criterios del XX; pero no sería menos injusto dejar de admirar la
grandeza de la religión indígena tanto a la luz del siglo I, de la
revelación cristiana, como a la de nuestros conocimientos
presentes. Y, a esa luz, lo que descubrimos es de veras
desconcertante, pues se nos impone reconocer que el archidiabólico
paganismo mexicano que vieron y sin cuartel combatieron los
españoles, pese a todos sus horrores de sacrificios humanos y su
abigarrado politeismo, tenía de Dios y del Hombre una idea más
cristiana que la de sus evangelizadores.

Hoy en día un autor católico como Luis Evely


puede chancearse: "No hay nada tan pagano como aquel comienzo de
los Ejercicios de San Ignacio: <<El hombre es creado para alabar,
hacer reverencia y servir a Dios, y mediante esto (!) salvar su
alma>>. ¿Os imagináis a un padre que quiera tener hijos para que
le alaben y le sirvan? ¿Pondrías a vuestros hijos en el mundo para
que os alabaran y sirvieran? ¿Conque? Pues, ¡os aseguro un buen
resultado! ¡Arreglados estáis con los jóvenes modernos!" (716).

Y, en efecto, concordamos hoy en que ese


egoista que creara seres para que le sirvan y le aplaudan no puede
ser el Dios que hoy vemos es el Dios de nuestra revelación, Quien
de siempre nos dijo que antes de que lo amáramos El nos amó hasta
entregarnos a su Hijo (1 Jn. 4, 10), que no necesitando de nada
por tenerlo todo, de todo se priva y viene a este mundo para dar
su sangre por amor nuestro (Cfr. Fil. 2, 7). Eso siempre estuvo
ahí, y siempre estuvo claro, pero que lo podamos ver nosotros ha
supueso siglos de penosa madurez religiosa y humana; en la España
del siglo XVI, llena aún de ideas feudales y en la que Carlos V
inauguraba ya el absolutismo de sus reyes, claro que sí había
padres que ponían en el mundo hijos para que los alabaran y
sirvieran, y lo que hoy para nosotros es evidencia no podían
percibirlo entonces ni aun santos de la talla de Ignacio de
Loyola, fundador de la Orden religiosa más abierta de su siglo.

Para todos lo evidente era entonces que el


hombre era propiedad de Dios, quien podía hacer de él lo que
quisiese, y que, por tanto, ya era un privilegio inconcebiblemente

716
.- EVELY Luis: La Oración del Hombre Moderno, Traducción española del manuscrito original francés,
Editorial "Sígueme", Salamanca 1969, cap. 2, p. 54.
inmerecido que se dignara promoverlo convocándolo de ser su
propiedad, a ser su vasallo. La religión mexicana, en cambio, a
través de la niebla de sus mitos, habló siempre del hombre como
producto del sacrificio de sus dioses, que el mundo en que habita,
el alimento que lo nutre, la sangre que corre por sus venas, todo
es de ellos y de ellos nació, porque por él inmolaron su vida. El
mismo vocablo "Hombre": "Macehualli", eso significa: "El
Merecido", y el merecido nó de cualquier manera, sino con el
sacrificio, con la sangre, así que, a su vez, él les ofrenda esa
misma sangre, no es por miedo o servilismo, sino por un honroso
privilegio: por una reciprocidad de "Nobleza obliga"... No hace
falta esfuerzo ninguno de análisis para decidir cuál de esos dos
puntos de vista está más cercano a la idea que hoy tenemos los
cristianos de la Salvación.

La otra cosa que imposibilitó a los frailes a


sospechar siquiera que la religión india tuviera algo de bueno -
¡Ya no digamos de mejor!- fue la fragmentación de la divinidad en
dioses y diosas diferentes y antagónicos entre sí. Esto es un
hecho innegable, pero estudios modernos, hechos no en plan
partidarista, sino con estricto rigor de Antropología científica,
obligan a cambiar esa apreciación y a reconocer, detrás de esa
nebulosa maraña de divinidades, al concepto de un "Nelli Téotl",
de un "Dios Verdadero" (717), tan definido, tan depurado y tan rico
en su sentido ontológico que podría equipararse -y superar- al
pensamiento europeo de su época, como amplia y minuciosamente lo
ha demostrado Leon Portilla en su tesis "La Filosofía Náhuatl",
que habría que leer íntegra para comprender toda la verdad de esa
afirmación, que podría sonarnos descabellada.

ILUSTRACION

717
.- Sahagún, por ejemplo, a quien en ninguna forma se le puede acusar de simpatizador hacia el paganismo
mexicano, y que atacó y vilipendió siempre su politeísmo, en una carta escrita a San Pío V el 25 de diciembre
de 1570, que se encuentra en el Archivo Secreto Vaticano, asienta con palabras textuales que en realidad no
había politeísmo, sino lo que hoy llamamos "Monismo", es decir, un Dios único, con muchas formas: "Entre los
philosophos antiguos unos dixeron qye ninun dios avia y desta opinion fueron muchos: Ximocrates dixo que avia
ocho dioses y nomas. Antistenes dixo que avia muchos dioses populares, pero solo un todo poderoso criador y
governador de todas las cosas. Esta opinión o creencia es la que e hallado en toda esta nueva españa. Tienen
que ay un Dios que es puro espíritu, todopoderoso, criador y gobernador de todas las cosas.[..] A este
atribuyan toda sabiduría y hermosura y bienaventuranza..." ARCHIVO SECRETO VATICANO, A.A. Arm. I -
XVIII, 1816, Cartaceo. Folios 3 y 3v.
(Libro negro, pagina 361)

El PADRE NUESTRO en jerolífico. El Museo Nacional conserva varias simpáticas cartillas de este tipo, que son
son verdaderos jerolíficos, es decir, parte dibujos, parte fonogramas para recordar el sonido de las palabras.

Aquí pueden reconocerse fácilmente las primeras frases: "Padre nuestro", (Un fraile en hábito dominico), "que
estás en los cielos", (Una cara dentro de dos círculos concéntricos), "santificado sea tu nombre", (Una figura
arrodillada venera un cuadro con las iniciales I.N.R.I.), "venga tu reino", (Un hombre trata como de bajar el
cielo), "hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo", (Una mano abierta [signo también de imperativo
o súplica] entre el cielo y la tierra, representada por unos magueyes.).
LII

LA SABIDURIA DE LOS NOMBRES

Extraño título de Dios.- Nadie lo entendió.- Pasmosa hondura


filosófica.- El "Ens a Se" de los escolásticos y el "Yo soy el
que soy" de la Biblia conocidos por los mexicanos.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 363)
Imagen del Códice Borgia en el que aparecen la vida y la muerte (Quetzalcóatl y Mictlantecutli) como dos formas
de la misma realidad.

El nombre de ese Dios único y verdadero era


Ometéotl: "Dios Dos" o "Dios del Dos", extraño título para
nosotros, y más todavía si lo consideramos en su desmembración de
Ometecutli-Omecíhuatl: "Señor y Señora del Dos" "De la Dualidad",
pero sólo lo es si perdemos de vista la sensibilidad india,
profundamente atenta a la dualidad-unidad de cuanto nos rodea,
como masculino-femenino, vida-muerte, luz-tinieblas, aire-tierra,
etc., sensibilidad proyectada a todo su pensamiento: "Nos
encontramos en la lengua náhuatl -señala León Portilla- como una
especie de necesidad, el difrasismo. Los nahuas cuando quieren
describir más cabalmente cualquier cosa, mencionan siempre dos
aspectos principales de ella, como para lograr que de su unión
salte la chispa que permita comprender." (718). Es un concepto
analógico claro, aunque no fácil para quien se topa con él por
primera vez: "Que el antiguo dios aparezca -a veces- en forma
femenina -aclara el antropólogo Hermann Beyer (719), citado por el
mismo Leon Portilla- contradice tanto y tan poco al principio
monoteístico como la Trinidad cristiana" (720)

Y, desde luego que para los misioneros no


resultó fácil, antes, como es natural, bastó ese nombre para que
no pudiesen captar de qué se trataba, las pocas veces que llegan a
enterarse de su existencia. Sahagún, por ejemplo, apenas si lo
menciona dos veces, y en ambas no acerta a traducirlo, equivocando
su explicación-traducción y testimoniando de paso e
involuntariamente que el conomiento de ese Dios único no era
monopolio de unos pocos sabios, sino de arraigo popular
generalizado. En su libro X, 29, 25, consigna: "También conocían
(los toltecas) y sabían y decían que había doce cielos, donde y en
el más alto estaba el gran señor y su mujer; al gran señor le
llamaban Ometecutli. que quiere decir dos veces señor, y a su
compañera la llamaban Omecíhuatl, que quiere decir dos veces
señora [Esto no es cierto: "Dos veces Señor o Señora" se diría
Oppatecutli, Oppacíhuatl. Su traducción, pues, es interpretación,
influenciada por su prejuicio de no concebir que tuviese sentido

718
.- LEON PORTILLA, ibidem, cap. 3, p. 177.
719
.- Hermann Beyer nació en Colonia en 1880 y murió en Oklahoma en 1942.
Antropólogo y arqueólogo ilustre, catedrático de la Universidad de México, es
reconcida autoridad en antropología prehispánica.

720
.- BEYER Hermann: "Das Aztekische Goetterbild Alexander von Humboldts", Muller Hnos, México 1910. Apud
LEON PORTILLA: La Filosofía Náhuatl, 1a. parte, letra I, p. 41.
un "Dios del Dos"], los cuales dos así se llamaban por dar a
entender que ellos dos señoreaban sobre los doce cielos y sobre la
tierra; y decían que de aquel gran Señor dependía el ser de todas
las cosas, y que por su mandato de allá venía la influencia y
calor con que se engendraban los niños o niñas en el vientre de
sus madres." (721).

Y, en efecto, ya en su libro VI, 25, 3,


hablando de "el lenguaje y afectos que usaban dando la enhorabuena
a la preñada" había escrito: "Por ventura es verdad que nuestro
Señor Quetzalcóatl, que es criador y hacedor, os ha hecho esta
merced. Por ventura lo ha determinado el que reside en el cielo,
un hombre y una mujer, que se llaman Ometecutli, Omecíhuatl." Esta
redacción forzada, en la que hace a Quetzalcóatl "criador y
hacedor" y "un hombre y una mujer" a "el que reside en el cielo",
es otra confusión nacida de su prejuicio. El original no dice
"criador y hacedor" nada más, sino "Teyocoyani Techihuani", es
decir: "Creador y Hacedor de la Gente, de las Personas", que eran
títulos de Ometéotl al igual que "Ometecutli Omecíhuatl", o al
igual que "Quetzalcóatl" u otro cualquiera de los nombres de los
dioses, puesto que todos eran El mismo (722).

Como todos los miembros del panteón indio


Ometéotl tenia muchos nombres, o, diríamos mejor, todos los
nombres del panteón indio eran suyos, pero algunos más
específicamente, todos breves síntesis de su naturaleza. Algunos
pueden sonarnos a vuelos poéticos de fantasía, aunque no lo son,
como "Tlallíchcalt": "Algodón de la Tierra", o "Chalchiutlatonac":
"El que hace brillar las cosas como Jade" (723); pero otros nos
revelan de inmediato una pasmosa hondura filosófica. De estos nos
importan cuatro: "Ipalnemohuani", "Moyocoyani Teyocoyani", "Tloque
Nahuaque" e "Ilhuicahua Tlaltipaque Mictlane".

721
.- SAHAGUN: Historia General.., libro 10, cap. 29, no. 15, p. 597.

722
.- El texto náhuatl es un buen ejemplo de que el politeísmo realmente era Monismo, pues, al gusto indio,
acumula nombres que todos son sinónimos de la misma persona, o sea de Ometéotl. Lo que literalmente dice el
Códice Florentino en su grafía original es: "cujx ie nelli, cujx oqujmacauh in tlacatl in topiltzin in
quetzalcoatl in teiocoanj, in techioanj: auh cuix oqujto in ume tecutli, in ume cioatl", lo que en grafía
modernizada sería: "¿Cuix ye nelli, cuiz oquimacauh in Tlácatl, in Topiltzin, in Quetzalcóatl, in Teyocoyani,
in Techihuani? ¿Auh cuix oquito in Ometecutli, in Omecíhuatl?", lo que significa: "¿Acaso es cierto, acaso lo
permitió el Señor, Topiltzin, Quetzalcóatl, Teyocoyani, Techihuani? ¿Acaso lo dijo Ometecutli, Omecíhuatl?", o,
más a la letra: "Acaso es cierto, acaso lo permitió el Señor, nuestro Principe (O <<nuestro Hijo>>), el Gemelo
Precioso, el Creador de la Gente, el Hacedor de las Personas? ¿Acaso lo dijo el Señor del Dos, la Señora del
Dos?". (Cfr. DIBBLE Charles E. y ANDERSON Arthur J. O.: FLORENTINE CODEX, Translated from the Aztec, with notes
and illustrations. Edición bilingüe de la School of American Research and the University of Utah, Second
Printing 1976, Book 6, Rhetoric and Moral Philosophy, p. 141.)

723
.- Ambos nombres significan "Vivificador", "El que da la vida", puesto que "algodón de la tierra" son las
nubes, que le dan vida, haciendo que se cubra de verde, del color del chalchihutil, el jade. Cfr. GLOSARIO.
Para entender cabalmente estos nombres,
capitales para nuestro estudio, nos permitiremos citar largamente
a León Portilla que hace de ellos un inmejorable análisis:

"Comenzando por el difrasismo <<IN TLOQUE IN NAHUAQUE>>


diremos que es una substantivación de las dos formas
adverbiales TLOC y NAHUAC. La primera (TLOC) significa
CERCA... El segundo término NAHUAC, quiere decir
literalmente EN EL CIRCUITO DE, o, si se prefiere, EN
EL ANILLO... Sobre la base de estos elementos,
añadiremos ahora el sufijo posesivo personal -E, que se
agrega a ambas formas adverbiales TLOQU(E) y
NAHUAQU(E), dá a ambos términos la connotación de que
el estar cerca, así como el <<circuito>> son <<de él>>.
Podria, pues, traducirse IN TLOQUE IN NAHUAQUE como
<<EL DUEÑO DE LO QUE ESTA CERCA Y DE LO QUE ESTA EN EL
ANILLO O CIRCUITO>>. Fray Alonso de Molina en su
diccionario vierte este difrasismo, que es auténtica
<<flor y canto>> en la siguiente forma: <<CABE QUIEN
ESTA EL SER DE TODAS LAS COSAS, CONSERVANDOLAS Y
SUSTENTANDOLAS>>. Clavijero, por su parte, al tratar en
su Historia de la idea que tenían los antiguos
mexicanos acerca del Ser Supremo, traduce TLOQUE
NAHUAQUE como <<AQUEL QUE TIENE TODO EN SI>>. Y
Garibay, a su vez, poniendo el pensamiento náhuatl en
términos cercanos a nuestra mentalidad, traduce: <<EL
QUE ESTA JUNTO A TODO, Y JUNTO AL CUAL ESTA TODO>>."
(724).

"Así como IN TLOQUE IN NAHUAQUE apunta a la soberanía y


a la acción sustentadora de OMETEOTL, así IPALNEMOHUANI
se refiere a lo que llamaríamos su función vivificante,
de <<principio vital>>. El análisis de los varios
elementos de este título del dios dual pondrá de
manifiesto su significado. IPALNEMOHUANI es, desde el
punto de vista de nuestras gramáticas indoeuropeas, una
forma participial de un verbo impersonal NEMOHUA (o
NEMOA), se vive, todos viven. A dicha forma se antepone
un prefijo que connota causa IPAL-, por él, mediante
él. Finalmente al verbo NEMOHUA (se vive) se le añade
el sufijo participial -NI, con lo que el compuesto
resultante IPAL-NEMOHUA-NI significa literalmente
<<AQUEL POR QUIEN SE VIVE>>."

"Garibay, dando un sesgo poético a esa palabra, la


suele traducir en sus versiones de los Cantares como
<<DADOR DE LA VIDA>>, idea que concuerda en todo con la

724
.- LEON PORTILLA: La Filosofía.., cap. 3, p. 167.
de <<AQUEL POR QUIEN SE VIVE>>. Penetrando ahora -hasta
donde la evidencia de los textos lo permite- en el
sentido más hondo de ese término, puede afirmarse que
está atribuyendo el origen de todo cuanto significa el
berbo NEMI: moverse, vivir, a OMETEOTL. Completa, por
consiguiente, el pensamiento apuntado por el difrasismo
IN TLOQUE IN NAHUAQUE. Allí se significaba que OMETEOTL
es cimiento del universo, que todo está en él. Aquí se
añade ahora que por su virtud (IPAL-) hay movimiento y
vida (NEMOA). Una vez más aparece la función generadora
de OMETEOTL que, concibiendo en sí mismo el universo,
lo sustenta y produce en él la vida." (725).

El otro título "Ihuicahua Tlaltipaque


Mictlane", o, como se dice más frecuentemente, "Totecuiyo in
Ilhuicahua in TLaltipaque in Mictlane" significa "Nuestro Señor,
Dueño del Cielo, Dueño de la Tierra y Dueño del Mundo de los
Muertos". Apreciarlo plenamente requeriría conocimientos más
detallados de la cosmología india, pero bástenos recordar a San
Pablo (Fil. 2, 10), que precisamente así encomia la gloria que
compete a Cristo como Hijo de Dios, al haberla ganado con su
sacrificio y perfecta obediencia, idea que los indios hubieran
encontrado perfectamente familiar.

Finalmente, "Moyocoyani" y "Teyocoyani" son,


como Ipalnemohuani, participios, ambos del mismo verbo: "yucuya" o
"yocoya": inventar, idear, forjar con el pensamiento. El primero
con el prefijo reflexivo MO- (se, a sí mismo) y el segundo con TE-
que es un transitivo de persona (a los otros, a las personas).
(Muy frecuentemente se añadía un tercero: "Tlayocoyani". El
prefijo TLA- que es otro transitivo que indica cosas). Su
traducción, pues, sería EL QUE SE PIENSA, SE CREA, A SI MISMO, EL
QUE ESTA CREANDO A LAS PERSONAS (y A LAS COSAS). Nombre pasmoso,
más rico que nuestra palabra "Creador", que demuestra que los
tlamatinime alcanzaron las máximas alturas a que ha podido llegar
la mente humana en su reflexión sobre Dios, como justamente nota
León Portilla":

"Reflexiónese sobre el concepto expresado por la


palabra MO-YOCOYA-TZIN [Moyocoyani con el reverencial -
"tzin"]: <<SEÑOR QUE A SI MISMO SE PIENSA O SE
INVENTA>>, y júzguese si tiene o nó alguna semejanza
con el clásico ENS-A-SE (el ser que existe por sí
mismo) de la filosofía escolástica, o con el YO SOY EL
QUE SOY del pensamiento bíblico."

"Tal es, según parece, el sentido más hondo del término


MOYOCOYATZIN, analizado y entendido en función de lo

725
.- Ibidem, p. 168.
que los textos nahuas han dicho de OMETEOTL. Este fue
el climax supremo del pensamiento filosófico náhuatl,
que según creemos bastaría para justificar el título de
filósofos, dado a quienes tan alto supieron llegar en
sus especulaciones acerca de la divinidad." (726).

ILUSTRACION
(Libro negro, página 368)

Esta nueva ilustración de la misma realidad dual de la vida y de la muerte, según el Códice Vaticano B, parece
más sencilla, pero no lo es, pues incluye los 20 signos de los días en un verdadero "enjambre de símbolos".
LIII

IN XOCHITL IN CUICATL

Más bien incoherencias que contradicciones.- El Dios único


conocido y reverenciado a nivel popular.- Analogías con el
hinduismo.- Las "Flores y Cantos": la Poesía, el camino para
conocer la realidad auténtica.- ¿Castigo a la fidelidad?.-
Apreciar todo lo bueno y verdadero, dondequiera que esté.- Entre
más fieles a sus dioses, más infieles al único verdadero.

726
.- Ibidem, p. 170, nota.
ILUSTRACION
(Libro negro, página 369)

Jerolífico de la Flor y el Canto. Códice Borbónico.

Tan sublime altura de pensamiento no va, de


cierto, muy de acuerdo con el estereotipo de una religión
embrutecida y embrutecedora que los españoles acusaron a los
indios de profesar, y más sorprendente aún es comprobar que eso no
era patrimonio de unos pocos, sino que, con sus más y sus menos,
así lo entendían todos.

Ya hace 40 años Alfonso Caso hablaba de la


religión mexicana como un substrato popular politeísta y otro,
filosófico y sacerdotal, monoteista o tendiente al monoteismo,
enfrentados y opuestos entre sí, puesto que "nunca han tenido gran
popularidad los dioses de los filósofos" (727). Esto es claro que,
en parte, es y siempre será cierto, pero mucho menos de lo que se
cree en el caso de los antiguos mexicanos, de quienes nos consta,
por testimonios explícitos, que aun "la gente común" reconocía y
veneraba a un Dios único a través de todos los demás: "..aunque
tenían muchos ídolos que representaban diferentes dioses, nunca,
cuando se ofrecía a tratar los nombraban a todos en general ni en
particular a cada uno, sino que decían en su lengua in Tloque in
Nahuaque [...]: señal evidentísima de que tuvieron por cierto no
haber más de uno; y esto no sólo los más prudentes y discretos,
pero aun la gente común.." (728)

Quienquiera que tiene conocimiento directo


del fenómeno religioso sabe que es más frecuente encontrar
incoherencias que verdaderas contradicciones. Es decir, no es lo
usual que se sea politeísta o monoteísta en forma pura, por
ejemplo, entre musulmanes, que son estrictamente monoteístas, es
normal que abunden las supersticiones, o que entre los católicos
surjan encendidos partidarismos por tal o cual advocación de Dios

727
.- CASO Alfonso: La Religión de los Aztecas, Enciclopedia
Ilustrada Mexicana, México 1936, pp. 8 y 18. Apud LEON PORTILLA,
La Filosofía.., 1a. Parte, letra K), p. 44.
728
.- POMAR Y ZURITA: Relaciones de Texcoco y de la Nueva
España, Ed. Chávez Hayhoe, México 1941, Relación de Texcoco, pag.
24. Subrayados míos.
o de sus santos, o aún por diferentes imágenes de la misma
persona, pues es usual que un sincero monoteísmo conviva con
prácticas e ideas que, en teoría, le serían incompatibles, porque
la práctica popular las acepta a despecho de su incoherencia. Esto
se da en todas partes, incluída la España de hoy, y "a fortiori"
la de entonces.

En el México prehispánico Ometéotl no era un


ser remoto y desconocido, patrimonio de unos pocos pensadores
divorciados del sentir popular, como sería el "Acto Puro" o el
"Motor Inmóvil" de Aristóteles respecto de Zeus, Afrodita, Ares,
Dionisio o los demás dioses del mundo griego, sino un "Dador de la
Vida", "Señor del Cerca y del Junto", "Creador de sí y de todo" a
Quien todos conocían, a Quien invocaban en ocasiones tan normales
como una preñez, conocido desde tiempo inmemorial, ("Los
chichimecas.. los colhuacas... los toltecas..."), y a Quien si no
le mencionaba más era por respeto, por ser demasiado grande para
que el hombre osase familiarizarse con El, por lo que se
contentaba con honrarlo e invocarlo a través de los dioses
inferiores, pese a reconocer que ante El éstos no eran realmente
dioses, sino ficciones humanas de tipo imaginativo-poético,
cortadas a la medida de nuestra pequeñez. Algo parecido a la
paradoja del Hinduismo, que reconoce a un único Brahma y a
millones y millones de otros dioses, que no vienen a ser sino
muletas para la humana debilidad en su esfuerzo de acercarse a El.
Como los hindúes, los indios mexicanos podían haber orado:

"¡Oh Señor! Perdóname tres pecados


propios de mis humanas limitaciones!:"

"Tú estás en todas partes,


pero yo te venero aquí;
Tu no tienes forma,
pero yo te venero en estas imágenes
Tú no necesitas alabanzas,
pero yo te ofrezco estas oraciones y salutaciones."
"Señor, perdóname tres pecados,
propios de mis humanas limitaciones!" (729).

También coincidían con los hindúes en aceptar toda


clase de antagonismos -verdaderas guerras- entres los dioses
inferiores, de los que ha de participar el hombre, por ser él
también inferior, aunque todos reconozcan que, a nivel del Dios
supremo, no existan ni puedan existir, y en esto los mexicanos
iban adelante, pues nadie como ellos incorporó a su sentir y a su
idioma la paradoja de la oposición-armonía, de la dualidad-
unidad.

729
.- BROWN Joe David: India, Biblioteca Universal de Life,
Offset Multicolor S.A., México 1962, cap. 2, p. 35.
Pero no hay que abusar de esa simulitud, pues
ambas religiones difieren profundamente en puntos esenciales. El
problema teológico de un Dios único que permite esa confusión
contradictoria que tanto obscurece y dificulta el acceso del
hombre hacia El, al mismo tiempo que no cancela el deseo de
conocerlo; de todo lo humano sea fugaz y engañoso, menos el deseo
de que no sea así, los hindúes lo resolvieron con una doctrima más
bien deprimente para la dignidad humana, de que no es la realidad
la que es confusa, sino el hombre quien es incapaz de
comprenderla, y que precisará de incontables reencarnaciones para
irse purificando y teniendo acceso a ella. Los mexicanos, en
cambio, aceptando también la radical inferioridad humana ante
Ometéotl, dieron un sesgo bellísimo y dignificante a la solución
de cómo alcanzarlo: El hombre sí puede, en parte, conocer a Dios y
a su mundo, pues dispone de una vía de acceso: LAS FLORES Y LOS
CANTOS.

"Flor y Canto": "In Xochitl in Cuícatl" era


un difrasismo que abarcaba mucho más de lo que podríamos suponer.
Directamente se refiere a la poesía, pero no en un sentido
meramente literario, sino como expresión de todo lo mejor y más
sublime que es dable conocer a la mente humana. Y es que -explica
León Portilla- persuadidos como estaban los pensadores nahuas de
la fugacidad de todo cuanto viene a existir sobre la tierra y
considerando a esta vida como un sueño, su posición ante el
problema de <<qué es lo verdadero>> no pudo ser, en modo alguno,
la aristotélica de una <<adecuación de la mente de quien conoce
con lo que existe>>. Este tipo de saber era para los tlamatinime
casi del todo imposible: <<puede ser que nadie diga la verdad
sobre la tierra>>. Mas su respuesta: <<lo único verdadero en la
tierra>> es la poesía: <<flor y canto>>, no lleva tampoco a lo que
llamaríamos un excepticismo universal y absoluto. Porque, en
cualquier forma, la verdadera poesía implica un peculiar modo de
conocimiento, fruto de una auténtica experiencia interior, o, si
se prefiere, resultado de una intuición. La poesía viene a ser
entonces la expresión oculta y velada, que, con las alas del
símbolo y la metáfora, lleva al hombre a balbucir y a sacar de sí
mismo lo que en una forma, misteriosa y súbita, ha alcanzado a
percibir." (730).

"Flor y Canto" resumía, pues, para los


mexicanos todo lo grande y bello que puede pensar y experimentar
el hombre: poesía, filosofía, religión, arrobo místico... Los
errores y contradicciones en que, inevitablemente, se incurre no
son atribuibles a Dios, Verdad El mismo y fuente de toda Verdad;
son producto de la limitación humana, que, sin embargo, no es tan
grande ni tan deprimente, puesto que el camino de las flores y los
cantos está siempre abierto, y cada paso, aun en falso, lo va

730
.- LEON PORTILLA: La Filosofía.., cap. 4, pp. 143-144.
haciendo más conocido y expedito al peregrino: cada nombre o
aspecto de Dios va puliendo un nuevo dato; al ser poéticos, no
tienen por qué ser exactos, mas tampoco son simple fantasía, sino
pequeñas teselas del grandioso mosaico que poco a poco podemos
armar los humanos en el conocimiento del "Nelli Téotl".

Por todo esto, para ellos era doblemente


cruel e incomprensible el infierno que estaban viviendo: Aun
suponiendo que el Jesucristo que les predicaban los frailes fuese
verdaderamente Ometéotl, y no un mero téotl como los otros, es
decir un aspecto de El adaptado a la idiosincrasia de los blancos,
igual que Huitzilopochtli o Quetzalcóatl lo eran para ellos, si
siempre le habían sido fidelísimos a través de esos dioses, ¿cómo
era posible que El ahora los desconociera, o, peor aun, los
castigara, precisamente por su fidelidad?

Y en esto, hoy, estamos en pleno acuerdo:


"Este mismo Dios -detalla el Vaticano II en su constitución "Lumen
Gentium" sobre la Iglesia- tampoco está lejos de otros que entre
sombras e imágenes buscan al Dios desconocido, puesto que les da a
todos la vida, la inspiración y todas las cosas. (Hech. 17, 25-
28), y el Salvador quiere que todos los hombres se salven (I Tim.
2, 4). Pues los que inculpablemente desconocen el Evangelio de
Cristo y su Iglesia, y buscan con sinceridad a Dios, y se
esfuerzan bajo su influjo de la gracia en cumplir con las obras de
su voluntad, conocida por el dictamen de la conciencia, pueden
conseguir la salvación eterna. La providencia divina no niega los
auxilios necesarios para la salvación a los que sin culpa por su
parte no llegaron todavía a un claro conocimiento de Dios, y, sin
embargo, se esfuerzan, ayudados por la gracia divina, en seguir
una vida recta. La Iglesia aprecia todo lo bueno y verdadero que
entre ellos se da, como preparación evangélica, y dado por quien
ilumina a todos los hombres para que al fin tengan vida." (731).

Pero eso es hoy; los misioneros de entonces


lo veían exactamente al revés: entre más fieles a sus dioses, más
infieles al único verdadero: "Es cierto cosa de gran admiración -
se asombra Sahagún- que haya nuestro Señor Dios tantos siglos
ocultado una selva de tantas gentes idólatras, cuyos frutos
ubérrimos sólo el demonio los ha cogido, y en el fuego infernal
los tiene atesorados [...] En lo que toca a religión y cultura de
sus dioses, no creo que ha habido en el mundo idólatras tan
reverenciadores de sus dioses, ni tan a su costa, como estos de la
Nueva España..." (732). Sin embargo, aunque ya no pensemos así y
estemos seguros de que tales héroes del pensamiento y cumplimiento
religioso se salvaron todos, todavía podemos preguntarnos: ¿Cómo

731
.- CONCILIO VATICANO II, Constitución Dogmática sobre la
Iglesia Lumen Gentium del 21 de noviembre de 1964, cap. II, no.
16.
732
.- SAHAGUN: Historia General.., Prólogo, pp. 19-20.
es posible que, aunque no haya sido sino a nivel temporal, haya
podido Dios corresponder a la máxima fidelidad que en toda la
Historia le ha tenido pueblo alguno, bien que a través del error,
entregándolo a la muerte, a la destrucción y a la esclavitud?

ILUSTRACION
(Libro negro, página 374)

Este dibujo, que figura reiteradamente en la túnica de la Virgen


de Guadalupe, a ojos españoles parecería un gran capullo o una
gran inflorescencia parcialmente abierta sobre un grueso tallo,
todo barrocamente estilizado, pero, si se compara con las
ilustraciones de las páginas 309 y 375, puede descubrirse era el
Tepeyac que se cubría de flores y del que brotaba un río de vida.
LIV

FLORES APPARUERUNT IN TERRA NOSTRA

Dios tomaba la iniciativa de venir al mexicano.- Convidar a ser


hijo de su propia Madre.- Intraducible joya de la literatura
náhuatl.- "La más pequeña de mis hijas".- Jamás una ficción
española.- "-¿No estoy aquí que soy tu Madre?"
ILUSTRACION
(Libro negro, página 375)

Jeroglífico del Tepeyac, "En la Nariz del Cerro", de la Historia Tolteca-Chichimeca, lámina XXI.

Esa frase del Cantar de los Cantares (2, 12):


"Han aparecido flores en nuestra tierra", ha sido cantada así, en
latín, durante siglos y en todo México, celebrando la respuesta de
Dios a esa pregunta, que en tan angustiosa agonía se planteaba
entonces el pueblo indio; respuesta cuya belleza y grandiosidad
apenas ahora empezamos a aquilatar nosotros.

Para entenderla, insistamos en que, aunque


los filósofos indios consideraban a las flores y los cantos como
la rendija a través de la cual podía atisbarse un poquito de la
Verdad -con mayúscula- de la Belleza, de la Realidad del Nelli
Téotl, y que ese conocimiento, aunque "con las alas del símbolo y
la metáfora", era válido, siempre habían sentido que ese un camino
transitado en un sola dirección:
"..Nadie puede ser aquí
nadie puede ser amigo
del Dador de la Vida.
sólo es invocado.."

"El que lo encuentra


tan sólo sabe bien esto: él es invocado.
a su lado, junto a él
se puede vivir en la tierra."

"Nadie en verdad es tu amigo


¡Oh Dador de la Vida!
Sólo como si entre las flores
buscáramos a alguien,
así te buscamos,
nosotros que vivimos en la tierra.." (733).
733
.- Manuscrito Romances de los Señores de la Nueva España, fols. 4v y 5v. Apud LEON PORTILLA Miguel: Trece
Poetas del Mundo Azteca, U.N.A.M., Instituto de Investigaciones Históricas, México 1975, II Netzahualcóyotl de
Texcoco, p. 55.
ILUSTRACION
(Sin texto. Libro negro, página 376)

Es decir, que Ipalmenohuani, el Dador de la


Vida, pese a su inmenso poder y cercanía, no era quien se acercaba
a ellos, demasiado insignificantes para El, sino quien toleraba el
privilegio de que intentaran ellos percibirlo, buscando y
tanteando a través del tan bello cuanto equívoco camino de las
flores y los cantos. En ese punto si concordaban la idea española
y la indígena: Dios era demasiado grande y los hombres demasiado
poca cosa para pensarse en un acercamiento de reciprocidad: El nos
domina, nos crea y nos rige, pero menos aún de lo que a un Gran
Emperador le importa personalmente el más insignificante de sus
súbditos le importamos a él nosotros; estamos en su mano, pero
sólo somos objeto de su risa:
"Nuestro Señor, el Dueño del Cerca y del Junto,
piensa lo que quiere, determina, se divierte.
Como él quiere, así querrá."
"En el centro de la palma de su mano
nos tiene colocados,
nos está moviendo a su antojo,
nos estamos moviendo,
como canicas estamos dando vueltas,
sin rumbo nos remece.
¡Le somos objeto de diversión,
de nosotros se ríe!" (734).

Con todo, diez años después de caída


Tenochtitlan, cuando ya el asentamiento español era inconmovible y
el mundo indio parecía destinado a sucumbir en un océano de
tristeza, "floreció" lo increíble: Ometéotl tomó la iniciativa de

734
.- CODICE FLORENTINO: libro VI, fol. 43V. Apud LEON PORTILLA: La Filosofía.., cap. 4, pp. 199-200.
venir El al indio, reconocer y magnificar su fidelidad heroica y
ofrecerle premiársela con la más apoteósica de las coronas:
¡Convidarle a ser hijo de su propia Madre!!

El mensaje de los ángeles a los pastores:


"¡Os anunciamos una inmensa alegría... os ha nacido hoy un
Salvador!" (Luc. 2, 10) fue un pobre reflejo del estremecimiento
de incrédula dicha que recorrió al Anáhuac:

"Yo me recreaba con el conjunto policromado


de variadas flores de tonacaxóchitl,
que se esparcían, sobrecogidas y milagrosas.
entreabriendo sus corolas
en presencia tuya. Oh Madre nuestra, Santa María.."

"Dios te creó, oh Santa María,


entre abundantes flores
y nuevamente te hizo nacer,
pintándote en el obispado..." (735).

En candoroso lenguaje del más refinado estilo


náhuatl, el máximo sabio del Colegio de Santa Cruz de
Tlalteloloco, Antonio Valeriano, escribió a mediados del siglo XVI
ese "Huey Tlamahuizoltica": El Gran Acontemiento, recogiendo lo
que debió oír mil veces en su juventud narrar a su protagonista,
dejándonos ahí no sólo la crónica, sino la vivencia del mundo
indio. Son pocas páginas, que constituyen una bellísima e
intraducible joya de la literatura náhuatl, digna en verdad de su
aristocrática pluma, y de la que son pobre reflejo las
traducciones, aun la de Primo Feliciano Velázquez, que es la más
conocida, o las más recientes y apegadas al texto como la de D.
Guillermo Ortiz de Montellano, y la del P. Mario Rojas Sánchez,
que trataremos de seguir:

ILUSTRACION
(Sin texto, libro negro, pagina 378)

735
.-Canto atribuido a Francisco Plácido, Señor de Atzcapotzalco, en CUEVAS Mariano S.J.:Album Histórico
Guadalupano, Década 1a., p. 24. También en NAVARRO DE ANDA Ramiro y VILLAR Ernesto: " TESTIMONIOS HISTORICOS
GUADALUPANOS", Fondo de Cultura Económica, 1a. Edición, México 1982, El "Pregón del Atabal", p. 23.
"Diez años después de conquistada la ciudad de México,
cuando ya estaban depuestas las flechas, los escudos,
cuando por todas partes había paz en los pueblos, así
como brotó ya verdece, ya abre su corola la fe, el
conocimiento de Aquel por quien se vive: el verdadero
Dios."

"En aquella sazón, el año 1531, a los pocos días del


mes de diciembre, sucedió que había un indito, un pobre
hombre del pueblo, su nombre era JUAN DIEGO, según se
dice, vecino de Cuauhtitlan, y en las cosas de Dios, en
todo pertenecía a Tlaltilolco."

"Era sábado, muy de madrugada, venía en pos de Dios y


de sus mandatos. Y al llegar cerca del cerrito llamado
Tepeyac ya amanecía. Oyó cantar sobre el cerrito, como
el canto de muchos pájaros finos; al cesar sus voces,
como que les respondía el cerro, sobremanera suaves,
deleitosos, sus cantos sobrepujaban al del coyoltótotl
y del tzinizcan y al de otros pájaros finos."

"Se detuvo Juan Diego, se dijo: <<-¿Por ventura soy


digno , soy merecedor de lo que oigo? ¿Quizá nomás lo
estoy soñando? ¿Quizá solamente lo veo como entre
sueños? ¿Dónde estoy? ¿Dónde me veo? ¿Acaso allá, donde
dejaron dicho los antiguos, nuestros antepasados,
nuestros abuelos (736): en la tierra de las flores, en
la tierra del maíz, de nuestra carne, de nuestro
sustento; acaso ya en la tierra celestial?"

"Hacia allá estaba viendo, arriba del cerrillo, del


lado de donde sale el sol, de donde procedía el
precioso canto celestial. Y cuando cesó de pronto el
canto, cuando dejó de oirse, oyó que lo llamaban de
arriba del cerrito, le decían: <<-Juanito, Juan
Dieguito!>>"

"Luego se atrevió a ir a donde lo llamaban; ninguna


turbación pasaba en su corazón, ni ninguna cosa lo
alteraba, antes bien se sentía alegre y contento por
736
.- El favorecido por una experiencia mística no puede razonarla, pero adquiere una claridad y certeza
absolutas, como decía San Juan de la Cruz: "Lleguéme sin saber nada, y quedéme no sabiendo, toda ciencia
trascendiendo". Aquí Juan Diego capta en seguida lo que luego le dirá la Virgen Santísima: que no hay
contradicción, antes culminación, entre su antigua fe, la de "los antiguos, nuestros antepasados, nuestros
abuelos" y lo que como cristiano está recibiendo en ese momento. Nada más oportuno y consolador para quie n
venera y siempre ha venerado como sacra la "Huehuetlamanitiliztli": "La Antigua Regla de Vida".
todo extremo; fue a subir al cerrillo para ir a ver de
dónde lo llamaban. Y cuando llegó a la cumbre del
cerrillo, cuando lo vio una Doncella que allí estaba de
pie, lo llamó para que fuera cerca de Ella. Y cuando
llegó frente a Ella, mucho admiró en qué manera, sobre
toda ponderación, aventajaba su perfecta grandeza: su
vestido relucía como el sol, como que reverberaba, la
piedra, el risco en el que estaba de pie, como que
lanzaba rayos; el resplandor de Ella como preciosas
piedras, como ajorca [todo lo más bello] parecía,la
tierra como que relumbraba con los resplandores del
arcoiris en la niebla. Y los mezquites y nopales y las
demás hierbecillas que allí se suelen dar, parecían
esmeraldas. Como turquesa aparecía su follaje. Y su
tronco, sus espinas, relucían como el oro."
"En su presencia se postró. Escuchó su aliento, su
palabra, que era extremadamente glorificadora,
sumamente afable, como de quien lo atraía y estimaba
mucho. Le dijo: <<-Escucha, hijo mío el menor (737),
Juanito. ¿A dónde te diriges?>>. Y él le contestó: <<-
Mi Señora, Reina, Muchachita mía, allá llegaré, a tu
casita de México Tlaltilolco, a seguir las cosas de
Dios que nos dan, que nos enseñan quienes son las
imágenes de Nuestro Señor: nuestros Sacerdotes.>>"

"En seguida, con esto dialoga con él, le descubre su


preciosa voluntad, le dice: <<-Sábelo, ten por cierto,
hijo mío el más pequeño, que yo soy la perfecta siempre
Virgen Santa María, Madre del verdaderísimo Dios por
quien se vive, del Creador de las personas, el Dueño de
la cercanía y de la inmediatez, el Dueño del cielo,
Dueño de la Tierra. Mucho quiero, mucho deseo que aquí
me levanten mi casita sagrada en donde Lo mostraré, Lo
ensalzaré al ponerlo de manifiesto: Lo daré a las
gentes en todo mi amor personal, en mi mirada
compasiva, en mi auxilio, en mi salvación: (738). Porque
737
.- El título "Noxocoyouh", literalmente "Mi fructuosidad", nada tiene de despectivo ni minusvalidante,
antes todo lo contrario: así solía llamarse al hijo menor, que por eso era el más amado y cuidado. Todavía en
algunas partes de México se le llama así: "Mi xocoyote", "mi xocoyotito". Era tan honorífico que no olvidemos
lo llevaba Motecuhzoma Xocoyotzin.

738
.- "En todo mi amor personal, en mi mirada compasiva..." Son términos que coinciden plena y bellamente
con la definición que Dios dio de sí mismo en el Sinaí: "...Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y
rico en amor y fidelidad. Misericordioso hasta la milésima generación..." (Ex. 34, 6-7). Los términos nahuas
"notetlazotlaliz, noteicnoittaliz.." son, si cabe, más ricos: clarísimos y reveladoramente expresivos, pero
intraducibles. La traducción literal sería: "Lo daré a las gentes [como] todo mi amor-persona, mi salvación-
persona, mi mirada compasiva-persona, mi auxilio-persona". Dado que el prefijo "Te-" significa "persona", y se
refiere a su Hijo, podría traducirlse como "Darlo a El que es todo mi amor, a El que es mi mirada de compasión,
a El que es mi auxilio...", es decir, no está Ella nada más dando algo suyo, lo más personal: su Maternidad,
sino a Alguien, Alguien que es todo eso, que es suyo, pero que es una persona individual y diferente, o sea a
yo en verdad soy vuestra madre compasiva, tuya y de
todos los hombres que en esta tierra estáis en uno
(739), y de las demás variadas estirpes de hombres, mis
amadores, los que a mi clamen, los que me busquen, los
que confíen en mí. Porque les escucharé su llanto, su
tristeza, para remediar, para curar todas sus
diferentes penas, sus miserias, sus dolores." (740)

"Y para realizar lo que pretende mi compasiva mirada


misericordiosa (741), anda al palacio del Obispo de

su Hijo, a Ometéotl. La riqueza ideomática del náhuatl permite filigranas inexpresables e n otra lengua, v.
gr., a la Comunión Eucarística se le llamó "Tlateceliliztli", es decir "recepción"= "Celiliztli", de "algo", de
"una cosa"= "tla", (El signo sacramental), que al mismo tiempo es "alguien", es "persona"= "te".

739
.- Esas palabras pueden considerarse "el nacimiento de México", pues fueron las que lo hicieron nacer en
su realidad mestiza. Hemos visto que el mestizaje se inició traumático, con el consiguiente rechazo de parte de
ambos padres de su fruto, los niños, los primeros auténticos mexicanos. Sus palabras, que corroboraría su
imagen, su rostro mestizo, les demostraban que, lo que en ese momento sentían como vergonzoso y humillante, era
tan valioso que lo asumía Ella misma. Por otra parte, pedir a los indios el deseo de Jesús: "que sean uno",
(Jn. 17, 11), aceptar y amar a "todos los que en esta tierra estáis en uno", no era nada innatural ni violento,
antes era volverlos a su idea ancestral de que todos, aun los enemigos, son parte de un conjunto que debe
protegerse y resguardarse.

Más aun, las idea de que "Son uno quienes están en uno" era precisamente su idea de familia:
"Cencalli" y "Cenyeliztli". De estos términos escribe León Portilla: "..<<cencalli>>, vocablo conpuesto de la
partícula <<cen>>, que significa <<enteramente, conjuntamente>>, y de la bien conocida voz <<calli>> o
<<casa>>. A la letra, <<cen-calli>> vale tanto como <<la casa entera, el conjunto de los que en ella viven>>.
Se concibe así, en principio, a la familia desde un punto de vista que comprende a todos aquellos que, por
diversas formas de relación, viven juntos en una misma casa o morada [...] si lo expresado por <<cencalli>>
señala ya una serie de vínculos o relaciones permanentes, encontramos otro término en náhuatl, referido también
a la familia, todavía más significativo. Este es el de <<cen-yeliztli>>, derivado de la misma raíz <<cen>> y
del vocablo <<yeliztli>>, expresión de la idea abstracta de <<naturaleza, estado, esencia de una cosa>>. El
concepto significado por <<cen-yeliztli>> es el de <<estado o naturaleza de quienes viven entera y
conjuntamente>>." (LEON PORTILLA Miguel: TOLTECAYOTL, Aspectos de la Cultura Náhuatl, Fondo de Cultura
Económica, 1a. Reimpresión, México 1983, cap. 11, pp. 242-3.)

740
.- Estas bellísimas frases podrían sonar a paternalismo, a una compasión de arriba hacia abajo, más
atenta a anestesiar dolores, que a enfrentar las injusticias que los provocan... En su contexto histórico -
cultural son exactamente lo contrario: María, que, como vimos, pidiendo un templo, no está realmente pidiendo,
sino restituyendo libertad y dignidad, así también, con estas frases, realmente anuncia a sus hijos indios
restauración, renovación dentro de la continuidad, pues les indicaban que Ella y su Hijo están prestos a asumir
personalmente las funciones del Huey Tlatoani, que era siempre expresadas así, en forma "paterno-maternal",
pese a ser exigentísimas: "¿No sabéis que el reino y señorío tiene necesidad de padre y madre para que le laven
y le limpien, y de quien le limpie las lágrimas cuando llorare?" (SAHAGUN, lib. 6, cap. 14, no. 53, pag. 337.)
"..sean [los Tlatoanis] padre y madre de toda la gente y que ellos consuelen y limpien las lágrimas a todos sus
vasallos cuando están afligidos.." (Ibidem, cap. 16, no. 9, pag. 34l, et passim)

741
.- "Mirada compasiva". La palabra que usa María: "Noteicnoittaliz", la misma anterior, indica tambien,
por el "te-" que se refiere a a una persona, a su Hijo, pero también "Mirada compasiva", "mirar con compasión",
son expresiones continuamente referidas al buen gobernante.
México, y le dirás cómo yo te envío, para que le
descubras cómo mucho deseo que aquí me provea de una
casa, me erija en el llano mi templo; todo le contarás,
cuanto has visto y admirado, y lo que has oído.(742) Y
ten por seguro que mucho te lo agradeceré y lo pagaré,
que por ello te enriqueceré, te glorificaré; y mucho de
allí merecerás que yo retribuya tu cansancio, tu
servicio, con que vas a solicitar el asunto al que te
envío. Ya has oído, hijo mío el menor, mi aliento, mi
palabra. Anda, haz lo que esté de tu parte.>>"

"E inmediatamente en su presencia se postró; le dijo:


"<<-Señora mía, Niña, ya voy a realizar tu venerable
aliento, tu venerable palabra; por ahora de tí me
aparto, yo, tu pobre indito>>. Luego vino a bajar para
poner en obra su encomienda: vino a encontrar la
calzada, viene derecho a México." (743).

Conocemos el resto de la historia, pero


repasemos los puntos principales: Fue, en efecto, con el obispo
Fray Juan de Zumárraga, quien lo recibió como todos los obispos
del mundo reciben a los chiflados que les llegan con semejantes
embajadas: mostrándoles afecto y no haciéndoles el menor caso.
Volvió, pues, alicaído, esa misma tarde, a rendir sus tristes
cuentas.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 382)

742
.- "Todo le contarás.." La más elemental prudencia humana hubiera aconsejado no contarle "todo", antes lo
menos posible, a una gente desconfiada, que, a fuer de inquisidor, para nada compartía la benevolencia y
amplitud de criterio de María Santísima respecto de la religión indígena. Para Zumárraga o para cualquier
español, una teofanía a un recién converso, armada toda ella con elementos de su anterior paganismo, y que
pedía un templo a la Madre de Dios, precisamente donde había estado el de Madre de los dioses paganos, tenía
que suscitar su recelo y ser, "a priori", tachada de "invención satánica para paliar la idolatría", como la
calificó Sahagún (Lib. 11, Apéndice, no. 7, pag. 705). Sin embargo, desde un principio, la Señora no sólo nada
le oculta, sino exige que todo se le exponga puntualmente y se someta a su aprobación.

743
.- NICAN MOPOHUA, Traducción de Don Mario Rojas S., Edición bilingüe, en INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS
ECLESIASTICO, LIBRO ANUAL 1981-1982, México D. F., del versículo 1 al 39, pp. 55-59.
Cacaxtli en el que va atado un pequeño ciervo. Esta es la "escalerilla de tablas" de que habla la traducción
clásica de D. Primo Feliciano Velázquez que, junto con el mecapalli, el cinto para apoyar el peso sobre la
frente, eran los instrumentos del cargador. Juan Diego se refiere a sí mismo como "un simple cargador". Del
Lienzo de Tlaxcala.

"<<-Patroncita mía, Señora, Reina, Hija mía la más


pequeña (744), mi Muchachita, ya fui a donde me mandaste
a cumplir tu amable aliento, tu amable palabra; aunque
difícilmente entré a donde es el lugar del Gobernante
Sacerdote, lo ví, ante el expuse tu aliento, tu
palabra, como me lo mandaste. Me recibió amablemente, y
lo escuchó perfectamente, pero, por lo que me
respondió, como que no lo entendió, no lo tiene por
cierto. Me dijo: <<-Otra vez vendrás; aun con calma te
escucharé, bien aun desde el principio veré por lo que
has venido, tu deseo, tu voluntad.>> Bien en ello miré,
según me respondió, que tu casa que quieres que te
hagan aquí, tal vez yo nada más lo invento, o que tal
vez no es de tus labios. Mucho te suplico, Señora mía,
Reina, Muchachita mía, que a alguno de los nobles,
estimados, que sea conocido, respetado, honrado, le
encargues que conduzca, que lleve tu amable aliento, tu
amable palabra, para que le crean. Porque en verdad yo
soy un hombre del campo, soy mecapal, soy parihuella,
soy cola, soy ala, yo mismo necesito ser conducido,
llevado a cuestas. No es lugar de mi andar ni de mi
detenerme allá a donde me envías (745), Virgencita mía,
744
.- "Hija mía la más pequeña"= "Noxocoyohué". Se ha prodigado arrebatos de encendidos lirismos ante el
"atrevimiento" de que un Juan Diego llame "Hija" a la Madre de Dios, pero ya decíamos que ese es en México un
lenguaje típico de un enamorado, donde vemos que sigue siendo normal que se llame así: "¡Hija!", "¡Hijita!",
"¡Mi hijita!", no sólo a la hija, sino a toda mujer amada, sea a la esposa, a la madre, o hasta a la abuela.

745
.- Estas palabras autodenigratorias, y aun peores, no eran signo de minusvalía o acomplejamiento, sino
expresiones que eran de rigor en la etiqueta india al recibir una tarea honrosa. El elegido para Tlatoani, por
ejemplo, no cesa de llamarse "criado y nacido entre estiércol": "..Bien sé que me tenéis conocido, que soy un
pobre hombre y de baja suerte, criado y nacido entre estiercol, hombre de poca razón y de bajo juicio, lleno de
muchos defectos y faltas, ni me sé conocer ni considerar quién soy: habéis hecho un gran beneficio, gran merced
y misericordia, sin merecerlo, ya que tomándome del estiércol, me habéis puesto en la dignidad y trono real."
(SAHAGUN, Lib. 6, cap. 9, no. 1, pag. 319. (Cfr. Ps. 113, 78.)). "Que cierto, no me conozco, ni me entiendo a
mí mismo, ni sé hablar a derechas dos palabras; lo que puedo decir es que me ha sacado de donde vivía, de entre
el estiércol y suciedades" (Ibidem, cap. l2, no. 3, pag. 329, et passim.)
Hija mía menor, Señora, Niña. Por favor, dispénsame:
afligiré con pena tu rostro, tu corazón; iré a caer en
tu enojo, en tu disgusto, Señora Dueña mía.>>"

"Le respondió la Perfecta Virgen, digna de toda honra y


veneración: <<-Escucha, el más pequeño de mis hijos,
ten por cierto que no son escasos mis servidores, mis
mensajeros, a quienes encargue que lleven mi aliento,
mi palabra, para que efectúen mi voluntad; pero es muy
necesario que tú, personalmente, vayas, que por tu
intercesión se realize, se lleve a efecto mi querer, mi
voluntad. Y mucho te ruego, hijo mío el menor, y con
rigor te mando, que otra vez vayas mañana a ver al
Obispo. Y de mi parte hazle saber, hazle oir mi querer,
mi voluntad, para que realice, haga mi templo que le
pido. Y bien, de nuevo, díle de qué modo yo,
personalmente, la siempre Virgen Santa María, yo, que
soy la Madre de Dios, te mando.>>" (746).

Al día siguiente, domingo, después de Misa,


volvió a ver al obispo, quien lo recibió con más atención y más
escepticismo que antes, y para quitárselo de encima, pidió una
señal, que Juan Diego aceptó traerle con tanta naturalidad que no
dejó de impresionarse y lo hizo seguir por algunos de sus criados.
Como éstos lo perdieron de vista, más bien le indispusieron contra
él. Al volverse a encontrar con la Señora, ésta aceptó sin la
menor dificultad entregarle la señal pedida, para lo cual lo citó
ahí mismo al día siguiente.

Pero al día siguiente, lunes, Juan Diego tuvo


muy distintas preocupaciones: Su tío, Juan Bernardino, cayó
enfermo gravísimo y se le pasó el día buscando un médico para
tratar de salvarlo, pero éste sólo certificó que ya nada se podía
hacer, y el propio tío le urgió llamar a un sacerdote, así que
Juan Diego, antes de que amaneciera el martes, salió desalado para
México a buscar un confesor, evitando de intento el Tepeyac.

Fijémonos en el frescamente ingenuo sabor de


autenticidad que este episodio confiere al relato, hasta aquí
acentuado de sobrenaturalidad: Juan Diego se considera sólo un
enviado, su trato con la Madre de Ometéotl no lo ha convertido en
un "influyente" y ni siquiera se le ocurre ir a pedirle un
milagro; muy al contrario, no sólo deja de acudir a la cita por
buscar al médico, sino que intenta escondérsele puesto que no
puede atenderla por ir a llamar al sacerdote, con un gesto típico
de la cortesía india, que aborrece decir que no, y, cuando no
puede conceder algo, busca otros medios que no sean la negativa
directa. (Cosa que inconcientemente seguimos haciendo los

746
.- Nican.., vv. del 50 al 62, pp. 60-62.
mexicanos, para asombro -y a veces fastidio- de los extranjeros.).
Pero su estratagema no vale, pues la Señora le sale al paso. El,
apenado, trata de disculparse con palabras de espontaneidad y
candor exquisitos:
"<<-Mi Jovencita, Hija mía la más pequeña, Niña mía,
ojalá que estés contenta; ¿cómo amaneciste? ¿Acaso
sientes bien tu amado cuerpecito, Señora mía, Niña mía.
Con pena angustiaré tu rostro, tu corazón: te hago
saber, Muchachita mía, que está muy grave un servidor
tuyo, tío mío. Una gran enfermedad se la ha asentado,
seguro que pronto va a morir de ella. Y ahora iré de
prisa a tu casita de México, a llamar a alguno de los
amados de Nuestro Señor, de nuestros Sacerdotes, para
que vaya a confesarlo y a prepararlo, porque en
realidad para ello nacimos, los que vinimos a esperar
el trabajo de nuestra muerte. Mas, si voy a llevarlo a
efecto, luego aquí otra vez volveré para ir a llevar tu
aliento, tu palabra, Señora, Jovencita mía. Te ruego me
perdones, tenme todavía un poco de paciencia, porque
con ello no engaño, Hija mía la menor, Niña mía, mañana
sin falta vendré a toda prisa.>>" (747).

Posiblemente bastarían esas palabras para


demostrar que ese relato jamás pudo ser, como se ha dicho, una
ficción española para convertir a los indios. Nunca un español
hubiera orado así: Conservamos bastantes oraciones en náhuatl,
hechas por ellos para el uso de los indios, y ninguna siquiera se
aproxima a ese tono de frescura e inocencia tan infantiles y tan
amorosas, y en el cual, sin embargo, todo mexicano, de entonces o
de ahora, reconocería su forma de hablar con su Madre del Cielo.
Igualmente, la respuesta que merecen sus palabras es arquetípica
de la refinadísima cortesanía náhuatl. (Así hablaban los
emperadores al asumir su cargo), que podría sonar hasta melosa o
paternalista a oídos españoles, pero que constituye una de las más
tiernas declaraciones de amor de la literatura cristiana:
"<<-Escucha, ponlo en tu corazón, hijo mío el menor,
que no es nada lo que te espantó, lo que te afligió;
que no se perturbe tu rostro, tu corazón; no temas esta
enfermedad ni ninguna otra enfermedad, ni cosa
punzante, aflictiva. ¿No estoy aquí yo, que soy tu
Madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo
la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi
manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de
alguna otra cosa? Que ninguna otra cosa te aflija, te
perturbe; que no te apriete con pena la enfermedad de
tu tío, porque de ella no morirá por ahora, ten por

747
.- Nican.. vv. de 110 a 116, pp. 67-68.
cierto que ya está bueno.>>" (748).

ILUSTRACION
(Libro negro, página 386)

Imagen teotihuacana de Chalchihuitlicue, la diosa del agua. Nótese que ésta, como otras muchas estatuas, sobre
todo femeninas, tiene un hueco sobre el pecho. En él iba insertado un broche de jade, que, según dice
Motolinia,"decían ser sus corazones" (749).
LV

LA FE DEL CENTURION

"Pueblo de dura cerviz".- Sólo Dios puede curar a distancia.-


Docilidad y disponibilidad absoluta de Juan Diego.- "Prueba y
señal que llevarás al Obispo".- El nombre de Guadalupe.

748
.- Nican.., vv. 118 a 120, pp. 68-69.

749
.- Memoriales, 2a. parte, cap. 2, no. 527, p. 304.
ILUSTRACION
(Libro negro, página 387)

Cihuapilli, mujer noble india. Del Códice Florentino.

Aquí viene al caso hacer una reflexión que en


cierta forma integre el paralelismo que hicimos del pueblo judío
con el mexicano. Sin querer ser ofensivos ni pretenciosos, sino
solamente justos, recordemos que Dios llama mil veces a su pueblo,
el de la progenie de Abraham: "Pueblo de dura cerviz" (Ex. 32, 9,
et passim) y le reprocha rebeldías e infidelidades; del mexicano,
en cambio, aunque sea para atacarlos, todos los que lo conocieron
reconocieron su inmensa religiosidad e incondicionalidad para con
Dios. Acabamos de oír a Sahagún que no creía "que ha habido en el
mundo idólatras tan reverenciadores de sus dioses, ni tan a su
costa" y recordemos que Cortés escribía que "si con tanta fe y
fervor a Dios sirviesen, ellos harían muchos milagros." (750).

"Y Juan Diego, cuando oyó la amable palabra, el amable


aliento de la Reina del Cielo, muchísimo con ello se
consoló, bien con ello se apaciguó su corazón, y le
suplicó que inmediatamente lo mandara a ver al
gobernante Obispo, a llevarle algo de señal, de
comprobación, para que creyera. Y la Reina celestial
luego le mandó que subiera a la cumbre del cerrillo, en
donde antes la veía. Le dijo: <<-Sube, hijo mío el
menor, a la cumbre del cerrillo, a donde me viste y te
dí órdenes; allí verás que hay variadas flores:
córtalas, reúnelas, ponlas todas juntas. Luego baja
aquí. Tráelas aquí, a mi presencia.>>"

"Y Juan Diego luego subió al cerrillo, y cuando llegó a


la cumbre, mucho admiró cuantas había, florecidas,
abiertas sus corolas, flores las más variadas, bellas y
hermosas cuando todavía no era su tiempo: porque de
veras en aquella sazón arreciaba el hielo; estaban
difundiendo un olor suavísimo; como perlas preciosas,
como llenas de rocío nocturno. Luego comenzó a
cortarlas, todas las juntó, las puso en el hueco de su

750
.- Cfr. Infra, cap. XI.
tilma. Por cierto que en la cumbre del cerrito no era
lugar en que se dieran ningunas flores, sólo abundan
los riscos, abrojos, espinas; nopales, mezquites, y si
acaso algunas hierbecillas se solían dar, entonces era
el mes de Diciembre, en que todo lo come, lo destruye
el hielo."

"Y en seguida vino a bajar, vino a traerle a la Niña


Celestial las diferentes flores que había ido a cortar,
y, cuando las vio, con sus venerables manos las tomó; y
luego otra vez se las vino a poner todas juntas en el
hueco de su ayate, le dijo: "<<-Mi hijito menor, estas
diversas flores son la prueba, la señal que llevarás al
Obispo; de mi parte le dirás que vea en ellas mi deseo,
y que por ello realice mi querer, mi voluntad , y tú...
tú que eres mi mensajero... en tí absolutamente se
deposita la confianza; y mucho te mando con rigor que
nada más a solas, en la presencia del Obispo extiendas
tu ayate, y le enseñes lo que llevas. Y le contarás
todo puntualmente, le dirás que te mandé que subieras a
la cumbre del cerrito a cortar flores, y cada cosa que
viste y admiraste para que puedas convencer al
Gobernante Sacerdote, para que luego ponga lo que está
de su parte para que se haga, se levante mi templo que
le he pedido.>>" (751).

"Y así como cayeron al suelo todas las variadas flores


preciosas, luego allí se convirtió en señal, se
apareció de repente la Amada Imagen de la Perfecta
Virgen Santa María, Madre de Dios, en la forma y figura
en que ahora está, en donde ahora es conservada en su
amada casita, en su sagrada casita en el Tepeyac, que
se llama Guadalupe." (752).

751
.- Nican.., vv. 122 al 142, pp. 69-71.

752
.- Nican.., vv. de 182 a 184, p. 75. El nombre de Guadalupe no es náhuatl, sino netamente español, de
origen árabe; más aun, era el nombre del santuario mariano en ese entonces más famoso de España, y quizá de
toda Europa, situado en Extremadura, patria de Cortés y de los más de los conquistadores, pero no sólo los
extremeños sino todos sentían hacia esa advocación el mismo calor de identificación materno-nacionalista con
que los mexicanos veían al Tepeyac: el templo de la Madre, el crisol de la raza. Desde Becerra Tanco, en el
siglo XVII, ha habido quien cuestione la realidad de ese nombre, así como intentos de "reconstruir" el
"verdadero" nombre náhuatl, La más bella es la del P. Mario Rojas: "Tecuauhtlapcupeuh": "La que procede de la
región de la luz como el Aguila de Fuego". Sin embargo, aparte de que no hay más fundamento que un prejuicio de
que Guadalupe "no pudo ser" el nombre verdadero, la elección de ese nombre está en perfecta concordancia con
todo el mensaje, que es fusión y reconciliación.
ILUSTRACION
(Libro negro, página 389)

Instrumentos musicales prehispánicos: a) tambor de madera horizontal: "teponaxtli"; b) tambor de madera


vertical: "huéhuetl" (El de mayores dimensiones es el "tlapanhuéhuelt"); c) caparazón de tortuga golpeado con
un hueso: "áyotl"; d) trompeta hecho con la concha de un caracol: "atacocolli"; e) caramillo de barro:
"tlalpitzalli"; f) silbato de figura zoomorfa: "tlanquiquiciliztli"; g) ocarina en forma de serpiente:
"huilacapiztli"; h) maraca esférica de barro: "ayacachtli"; i) raspador de hueso: "omichicahuiztli". Dibujo de
Frank Anthony Dzibela, tomados de la obra FACTS AND ARTIFACTS OF ANCIENT MIDDLE AMERICA.

Quizá fue ese nombre lo que tranquilizó a


Zumárraga (753), y ciertamente ganó el cariño de muchos españoles,

753
.- Aunque la narración pinta a Zumárraga conmovido y "convertido" ante el milagro de las flores, si
juzgamos por los hechos, las cosas no sucedieron exactamente así: Jamás volvió a ocuparse del asunto, jamás lo
mencionó claramente en ningún documento que conservemos, (aunque hay indicios que sí los hubo, incluso actas
oficiales), y la ermita que le construyó no pasó de cabaña miserable. Todo indica, pues, que para nada tuvo
conciencia de la trascendencia del hecho, ni de cuán gran árbol surgiría de la semilla minúscula que le tocó
sembrar. Ahora bien, esto es perfectamente explicable a la luz del sentido común: Para él todo pudo parecerle
no sólo simple, sino rutinario. (Es muy de dudar que haya algún obispo en la tierra -o hasta un simple párroco-
que no haya pasado por situaciones similares): Un desconocido recién converso viene a verlo y a pédirle un
templo para una Virgen de su devoción, alegando revelaciones especiales. El se lo sacude, sin darle
importancia, y con tanta más razón que, tratándose de un indio recién converso, había que recelar revivicencias
como Bernal Díaz, que habla de Ella dos veces (754) como de la
propia, la de Extremadura. Nada más bello y conmovedor -y más
autenticamente mexicano- que la Tonatzin, que se mostró a sus
hijos indios tan verdaderamente india, se identificase también con
sus hijos españoles como inconfundiblemente española. (Cfr. San

paganas o problemas políticos anti-españoles. Ante su insistencia reiterada opta por pedir una señal, con la
obvia intención de quitárselo de encima, y tanto más que los informes que solicita de sus criados no resultan
favorables, aunque con ello se compromete a que consentirá si la recibe. Lo que recibe es una imagen mariana un
tanto rara, pero inobjetablemente ortodoxa, y la novedad de que un tío moribundo está ahora bueno y sano, cosa
que comprueba y recibe además de labios de éste el tranquilizante aviso del nombre de la nueva devoción,
Guadalupe, que no puede ser más hispanófilo. (A las flores, tan importantes para los indios, el no tuvo por qué
darles mayor importancia. Aunque, efectivamente, resultara insólito que crecieran en el Tepeyac en pleno
invierno, eso a él no le constaba, y flores en México las hay todo el año.), No era realmente mucho, pero sí
lo suficiente para sentirse en el deber de hacer honor a su palabra.

Entre su grey sí sabemos que la nueva devoción fue acogida de muy diferentes maneras: con apasionado
entusiasmo por los indios; con simpatía, por los laicos españoles y con acendrada desconfianza por los
franciscanos. Y esto lo sabemos porque ya muerto él y dos años después de instalado su sucesor, el dominico
Fray Alonso de Montúfar, el Provincial franciscano, Fray Francisco de Bustamante, desató un escándalo mayúsculo
el martes 8 de septiembre de 1556, atacando en un sermón al que asistía el Virrey y "todo" México, no sólo a la
devoción, por falsa y herética, sino al Arzobispo que la fomentaba. Tan serio fue el zipizape que se inició un
proceso que, aunque pronto sobreseído, conservamos, y del que se puede concluir:

1.- Que pese al poco o nulo aliento de la clerecía, a 25 años de las apariciones ya devoción estaba ya
tan sólidamente arraigada como para provocar que todo el Virreinato se ocupara de ella,
dividiéndose en pros y contras;

2.- Que alguien tan suspicaz como Montúfar -que en todas partes veía herejías- favorecía y defendía la
devoción;

3.- Que los indios le eran incondicionalmente devotos, por más que los franciscanos se la combatiesen
explícitamente;

4.- Que gozaba de las simpatías del laicado español, simpatías que aumentaron como reacción a los
excesos de Bustamante.

Ahora bien, si esa devoción existía y crecía, más a pesar los esfuerzos del Clero y del Poder Civil españoles
que porque le brindaran su apoyo, se puede concluir que carece de base histórica la hipótesis de que hubiera
sido un fraude, armado por ellos concientemente para mejor someter a los indios. (Cfr. BRAVO UGARTE José:
Cuestiones Históricas Guadalupanas, Editorial Jus, 2a. edición, México 1966, caps. 2 y 3, pp. de 15 a 45.
RICARD Robert: La Conquista Espiritual de México, traducida por Angel Ma. GARIBAY, Editorial Jus, México 1947,
libro II, cap. 4, pp. de 348 a 352. DE LA TORRE VILLAR Ernesto y NAVARRO DE ANDA Ramiro: Testimonios Históricos
Guadalupanos, Fondo de Cultura Económica, 1a. Edición, México 1982, Información por el Sermón de 1556, pp. de
36 a 141. LAFAYE Jacques: Quetzalcóatl y Guadalupe, la Formation de la Concience Nationale au Mexique,
Editions Gallimard, Paris 1974, livre III, chapitre 2, pp. de 315 a 320. (Este último, aunque de criterio no
favorable a la sobrenaturalidad de la aparición, es un excelente estudio que expone los elementos concomitantes
que influían en la hostilidad de los franciscanos.).

754
.- DIAZ DEL CASTILLO: Historia Verdadera... cap. 150, p. 337 y cap. 210, p. 583.
Pablo: "Me hice todo para todos, para salvarlos a todos.." 1 Cor.
9, 22).
LVI

TU ALMA, OH SANTA MARIA,


ESTA COMO VIVA EN LA PINTURA

La Reina, nuestra Venerable Madre, de todos los mexicanos.-


Mentalidad pictográfica.- Gran expresividad de las escrituras no
fonéticas.- Descripción india de la imagen.- La diferencia entre
la vida y la muerte.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 393)

Músicos indigenas. El primero canta y toca el Tlapanhuéhuetl. un gran tambor con piel de jaguar, y el segundo
canta y lleva el ritmo golpeando un áyotl, un gran caparazón de tortuga con una asta de ciervo y agitando un
ayacahtli con su mano derecha. Del Códice Borbónico y del Códice Magliabecchi.

Todo había durado cuatro días nada más,


tiempo record en materia de apariciones, aunque habrían de pasar
más de dos siglos para que Roma diera su aprobación oficial -el 25
de mayo de 1754, exactamente- y más de cuatro -el 6 de mayo de
1990- para que admitiera al protagonista entre sus Beatos; pero ni
un instante se necesitó para que todos los indios reconocieran a
la protagonista como su "Cihuapilli Tonantzin": "La Reina, nuestra
venerable Madre", o, si traducimos literalmente y con más apego a
su sensibilidad: "La Niña, Nuestra Madrecita". Conservamos un
poema de ese mismo momento, inspirado en los antiguos, de
Francisco Plácido, Señor de Atzcapotzalco, donde, como es de
esperarse, se mencionan de continuo las flores y los cantos:
"Yo me recreaba con el conjunto policromado
de variadas flores de tonacaxóchitl
que se esparcían, sobrecogidas y milagrosas,
entreabriendo sus corolas
en presencia tuya, ¡oh Madre nuestra Santa María!"

"A la orilla del agua cantaba (Santa María):


Yo soy la planta preciosa de lozanos capullos;
soy hechura del único, del perfecto Dios;
pero soy la mejor de sus creaturas."

"Tu alma, ¡oh Santa María! está como viva en la pintura.


Nosotros, los Señores, te cantábamos en pos del libro grande,
y te bailábamos con perfección.
Y tú, obispo, padre nuestro,
predicabas allí a la orilla del lago."
"Dios te creó, oh Santa María,
entre abundantes flores,
y nuevamente te hizo nacer,
pintándote en el obispado."

"Artísticamente se pintó, Oh,


en el venerable lienzo tu alma se ocultó.
Todo es ahí perfecto y artístico;
Oh, yo aquí de fijo habré de vivir."

"¿Quién tomará mi ejemplo? ¿Quién conmigo irá?


Oh, postraos en torno suyo.
Oh, cantad con perfección.
Que mis flores y mis cantos
se desgranen en su presencia."

"Lloro, digo y advierto a mi alma


que observe la verdadera razón de mi canto:
Oh, que se funde, que prontamente sea hecha
su casa terrenal.
Allí morarás, alma mía,
flor distinguida que tu aroma difundes,
mezclándolo al de nuestras flores.
Oh, vibrantemente brotan mis mis cantarres
en loor del venerado y tierno fruto de nuestras flores
que son su perenne adorno."

"La flor del cacao su perfume va esparciendo;


difundiendo su aroma
la flor poyoma los caminos perfuma.
Allí viviré yo, el cantor.
Oh, Oh, Oid mis cantos que brotan tiernamente." (755).
755
.- Canto atribuido a Francisco Plácido, Señor de Atzcapótzalco, en CUEVAS Mariano: ALBUM HISTORICO
GUADALUPANIO, Década 1a, p. 21. También en DE LA TORRE VILLAR Ernesto y NAVARRO DEL ANDA Ramiro: Testimonios
Históricos..: El Pregón del Atabal, p. 23.
Ese canto, con tan insistentes alusiones a
flores, a pinturas, a bailes y a cantos, puede sonar bastante
bobo, y hasta sin sentido, para quien ignore el significado casi
esotérico de "In Xóchitl in Cuícatl"; conociéndolo, sin embargo,
se descubre el éxtasis de felicidad de la raza india: Era ahora
Ometéotl quien venía a ellos, no ya ellos quienes penosamente
trataban de encontrar un vislumbre de su grandeza a través de las
flores y los cantos, y lo hacía con la más excelsa de las
embajadoras: su propia Madre, la figura más amada y sólida de la
sociedad india, y Ella venía no ya a pedirles su sangre, sino a
darles la suya, a su Hijo, y a solicitarles que le permitieran ser
también Madre de ellos.

Para quienes no tenemos mentalidad


pictográfica, ni estamos familiarizados con el ambiente cultural
indio, puede parecernos una hipérbole un tanto desmesurada eso de
que "Tu alma, ¡Oh Santa María! está como viva en la pintura", y es
necesario un análisis minucioso de todos los elementos que el
poeta y sus coterráneos ellos captaron en un sólo relámpago de
intuición. Los alfabetos fonéticos son incomparablemente más
prácticos que los ideogramas -y, a fortiori, los pictogramas-
puesto que ponen el habla en el papel, pero al precio de "enlatar"
una versión abstracta del sonido, al que despojan de todas sus
inflecciones y modulaciones... Aunque más complicados, los
pictogramas e ideogramas son mucho más expresivos como vehículos
de comunicación: Un literato oriental puede, por ejemplo, tenerla
íntima y profunda con quien le envió un manuscrito desde la
primera ojeada y antes de leer una linea, sencillamente por el
aspecto de éste: su trazo, la fuerza o suavidad de cada pincelada,
el grosor o estrechura de los rasgos, etc., todos son canales de
efectiva y expresiva comunicación no fonética que pueden ganar en
riqueza lo que pierden en sencillez. Eso mismo, y mucho más,
sucede con los pictogramas, pues en ellos los colores, posición,
adornos, actitudes, todo en una palabra, se convierte en vehículo
de comunicación instantánea para quien conoce el tipo de mensaje,
y de la que ni siquiera es preciso que se haga un análisis
conciente. Por eso, a los no enterados pueden parecerles
rebuscadas y artificiosas las muchas explicaciones que habría que
darles para que entendieran lo que los sí iniciados captan de
inmediato, con la misma naturalidad y facilidad con las que una
melodía o un perfume nos despiertan recuerdos y asociaciones (756).

756
.- Un "amoxtli" o "Códice" es una especie de "pot pourri" visual, tan claro como uno musical para quien
conoce las melodías, pero sólo para él. Lo que resultaba claro para un indio, no necesariamente lo era para un
español: Aun los que mejor conocieron su lengua se quejaban de la dificultad para entender su poesía. Sahagún,
por ejemplo, llega a atribuirla al propio Satán: ".. nuestro enemigo en esta tierra plantó un bosque o
arcabuco, lleno de muy espesas breñas, para hacer sus negocios desde él, para no ser hallado, como hacen las
bestias fieras y las muy ponzoñozas serpientes. Este bosque o arcabuco breñoso son los cantares que en esta
tierra urdió [...] son los cantares y salmos que tiene compuestos y se le cantan sin poderse entender lo que en
ellos se trata, más de aquellos que son naturales y acostumbrados a este lenguaje.." (Sahagún: Historia
ILUSTRACION
(En Color de ser posible. Libro negro, entre 396)

EL AMOXTLI DE OMETEOTL

Por eso es menos figura retórica de lo que

General.., libro 2, apéndice 6, pp. 172-173). Fr. Diego Durán, menos hostil hacia la inspiración poética,
reconoce: ".. todos los cantares de estos son compuestos por unas metáforas tan obscuras que apenas si hay
quien las entienda si muy de propósito no se estudian y platican para entender e l sentido de ellas. Yo me he
puesto muy de propósito a escuchar con mucha atención lo que cantan y entre palabras y términos de la metáfora,
y paréceme disparate, y después, platicado y conferido, son admirables sentencias, así en lo divino que agora
componen como en los cantares humanos.." (Durán: Historia.., tomo I, cap. 21, no. 39, p. 195).
nos parece que el Señor de Atzcapotzalco viese a la Madre de
Ometéotl "como viva en la pintura". Para un indio sí lo estaba, y
le hablaba con una intensidad y viveza que ningún español pudo
captar y que hoy nosotros, sólo a base de análisis complicados y
rebuscados, empezamos a entender. Fernado de Alba Ixtlilxóchitl,
un mestizo ya casi del todo español pero que aun participaba de la
sensibilidad india, complementó el Nican Mopohua con una
descripción de minuciosidad fotográfica -o pictográfica- de la
imagen de la Señora del Cielo, a través de la cual sus antepasados
los indios pudieron revivir en carne propia algo de la experiencia
de Juan Diego:

"La manta en que milagrosamente apareció la imagen de


la Señora del Cielo era el abrigo de Juan Diego: ayate
un poco tieso y bien tejido. Porque en ese tiempo era
de ayate la ropa y abrigo de todos los pobres indios;
sólo los nobles, los principales y valientes guerreros
se vestían y ataviaban con manta blanca de algodón. El
ayate, ya se sabe, se hace de ichtli, que sale del
maguey. Este precioso ayate en que se apareció la
siempre Virgen nuestra Reina es de dos piezas, pegada y
cosida con hilo blando. Es tan alta la bendita imagen
que, empezando en la planta del pie hasta llegar a la
coronilla, tiene seis jemes y uno de mujer."

"Su hermoso rostro es muy grave y noble, un poco


moreno. Su precioso busto aparece humilde: están sus
manos juntas sobre el pecho, hacia donde empieza la
cintura. Es morado su cinto. Solamente su pie derecho
descubre un poco la punta de su calzada color de
ceniza. Su ropaje, en cuanto se pone por fuera, es de
color rosado, que en las sombras parece bermejo; y está
bordado con diferentes flores, todas en botón y de
bordes dorados. Prendido de su cuello está un anillo
dorado, con rayas negras al derredor de las orillas, y
en medio una cruz. Además, de adentro asoma otro
vestido blanco y blando, que ajusta bien en la muñecas
y tiene deshilado el extremo."

"Su velo, por fuera es azul celeste; sienta bien en su


cabeza; para nada cubre su rostros, y cae hasta sus
pies, ciñéndose un poco por enmedio: tiene toda su
franja dorada que es algo ancha, y estrellas de oro por
doquiera, las cuales son cuarenta y seis. Su cabeza se
inclina hacia la derecha; y encima sobre su velo está
una corona de oro, de figuras ahusadas hacia arriba y
anchas abajo. A sus pies está la luna, cuyos cuernos
ven hacia arriba. Se yergue exactamente en medio de
ellos y de igual manera aparece enmedio del sol, cuyos
rayos la siguen y rodean por todas partes. Son cien los
resplandores de oro, unos muy largos, otros pequeñitos
y con figura de llamas: doce circundan su rostro y
cabeza, y son por todos cincuenta los que salen de cada
lado. Al par de ellos, al final, una nube blanca rodea
los bordes de su vestidura."

"Esta preciosa imagen, con todo lo demás, va corriendo


sobre un ángel que medianamente acaba en la cintura, en
cuanto descubre, y nada de él aparece hacia sus pies,
como que está metido en la nube, Acabándose los
extremos del ropaje y del velo de la Señora del Cielo,
que caen muy bien en sus pies, por ambos lados los coge
con sus manos el ángel, cuya ropa es color bermejo, a
la que se adhiere un cuello dorado, y cuya alas
desplegadas son de plumas ricas, largas y verdes, y de
otras diferentes. La van llevando las manos del ángel,
que, al parecer, está muy contento de conducir así a la
Reina del Cielo." (757).

ILUSTRACION
(libro negro, página 399)

Pintura del artista y ornitólogo George Miksch Sutton. Se trata del Tzinizcan, el pájaro cuyo canto anunció a
Juan Diego la aparición. No existe ni ha existido nunca en el Valle de México, pues es un habitante de los
bosques húmedos tropicales, como lo demuestra la rama cubierta de líquenes, trogónido pariente cercano del
Quetzal y una de las aves más importantes en el folklore y la economía suntuaria de los mexicanos. (Alvarado
Tezozomoc lo menciona constantemente.) Lo que de él más llama la atención en un principio son los tres colores

757
.- "HUEI TLAMAHUIZOLTICA" Libro en lengua mexicana que el Br. Luis Lasso de la Vega hizo imprimir en
México en el año de 1649, ahora traducido y anotado por el Lic. don Primo Feliciano Velázquez. Lleva un prólogo
del Pbro. Don Jesús García Gutiérrez, Secretario de la Academia". Carreño e Hijo Editores, México 1926, pp. de
53 a 57.
del pecho: verde, blanco y rojo, los mismos de las alas del ángel que sostiene a la Señora del Tepeyac; pero,
si nos fijamos también en el negro de su cola, el gris plata de sus alas, el amarillo del pico y el azul
profundo de la parte inferior de su cabeza, tenemos todos los colores que el P. Durán asigna a Tezcatlipoca
(758).

Para los españoles la imagen misma no quería


decir gran cosa: Aunque algo rara, se ajustaba suficientemente a
su iconografía tradicional y, aun a los expertos, lo que más
atrajo su atención fue la técnica con que había sido pintada,
confesando que era una obra irreproducible, no la imagen misma que
es una "Purísima" del tipo "Virgen del Apocalipsis" ("Una mujer
vestida del sol, y la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza
una corona de doce estrellas." Ap. 12, 1). Su origen sobrenatural,
paradójicamente, no les resultaba tan extraño que digamos, pues
España y la Nueva España siempre estuvieron llenas de
"apariciones", que ya hemos ido viendo no escasearon en la propia
conquista, de modo que esa no era sino una más entre docenas, algo
positivamente "normal" en esos tiempos... Para los indios, en
cambio, esa imagen significó la salvación de su raza, ¡la propia
diferencia entre la muerte y la vida!
LVII

EL AMOXTLI DE OMETEOTL

Tarjeta de presentación exquisitamente india.- Las flores del


paraíso.- "Tlacuilolli": "Cosas pintadas".- Dios hecho Tlacuilo.-
Una síntesis en su solo rostro.- Jade y plumas preciosas.-
Enjambre de símbolos divinos.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 401)

758
.- Cfr. DURAN: "Historia...", Tomo I, cap. 4, pp. 37-38.
Proyección del Tlapanhuehuetl de Malinalco. En el centro el quincunce Nahui Ollin (Cuatro Movimiento), símbolo
solar con las cuatro direcciones. A su lado danzan un jaguar y un águila enp uñando las banderas de sacrificio y
entonando un himno de guerra: "Atl Tlachinolli". (Nótese que ambos lloran la inminente muerte de su hijo, el
cautivo que va a ser inmolado.) Apud G. Tibón, op. cit., p. 781.

Si para los españoles la aparición del


Tepeyac no era más que una de tantas, para los indios vino a ser
su resurrección, el recuperamiento de su razón de vivir. Como
decíamos, nada más exquisitamente indio como tarjeta de
presentación que las flores y los cantos (759). Para los españoles
flores y cantos eran sí, apropiados en lo referente a Dios y a su
Madre, pero nada más que como adornos sin mayor importancia; para
los indios representaban lo más sublime del pensamiento humano, la
única vía -ardua y trabajosamente recorrida- a la grandeza,
belleza y verdad de Ometéotl... Y era El, El en persona, quien
usaba ahora ese mismo acceso hacia ellos, sus hijos mexicanos:
cantos y flores de sobrenatural hermosura que habían transformado
al yermo suelo del Tepeyácac, doblemente desolado por la guerra y
el invierno, en un divino paraíso.

Eso, que el Tepeyac floreciera, no quería


decir nada para los españoles, todo lo más un dejo de ternura y de
poesía... Para los indios felicidad, paraíso, cielo, Dios estaban
indisolublemente identificados con las flores, así que el que la
Señora del Cielo hiciese un vergel florido precisamente de ese
rincón de su arrasada tierra: la morada de Coatlícue Tonatzin
(760), cuna de Huitzilopochtli y, por ello, crisol simbólico de su

759
.- Aunque poco queda de la copiosa poesía prehispánica, ese poco es suficiente para tener una idea de
cuán directa respuesta a los anhelos indios fueron las flores y los cantos del Tepeyac. Dos ejemplos:

"Sólo te busco a tí, Padre Nuestro, Dador de la vida;


sufriendo estoy: Sé tú nuestro amigo,
hablemos uno a otro tus hermosas palabras,
digamos por qué estoy triste:
¡Busco el deleite de tus flores,
la alegria de tus cantos, tu riqueza!"
(Ms. Cant. Mex. fol. 23v, lin. 8ss. Apud GARIBAY: Historia de la Literatura.., tomo I, cap. 3, no. 6, p. 192).

"¿Quién no anhela tus flores, oh Dador de la vida?


[..] bañadas están de sol tus múltiples flores:
son tu corazón, tu cuerpo, ¡oh Dador de la Vida!"
(Ms. Cant. Mex, f. 22r, lin. 22, ibidem, cap. 1, no. 7, p. 104.)

760
.- Hay quien niega que haya existido un culto prehispánico en el Tepeyac a la diosa madre, pero esto
raza, les manifestaba íntimo conocimiento y amor de su cultura,
plena aceptación de su heroico pasado y aliento y esperanza de un
condigno futuro; les demostraba que aun lo más desolado puede
florecer, que aun el infierno puede convertirse en paraíso, en un
"in Xochitlalpan, in Tonacatlapan": "tierra de las Flores, tierra
de nuestra Raza".

México sentía su lacerada carne florecer y


revivir, la sola presencia de la Madre de Ometéotl había bastado
para que todo en el Tepeyac cambiara: "..la piedra y el risco en
el que estaba de pie, como que lanzaba rayos, su aureola como de
jade precioso, como ajorca (todo lo mas bello) parecía, la tierra
como que relumbraba con los resplandores del arcoiris en la
niebla. Y los mezquites y nopales y las demás hierbecillas que
allí se suelen dar, parecían como esmeraldas. Como turquesa
aparecía su follaje. Y su tronco, sus espinas, sus aguates,
relucían como el oro." (761). Todo eso, que para los españoles
tampoco pasaba de un detalle bellamente ornamental, pero
intrascendente, evocaba en la mente de los indios a
Chalchiuhtlatónac: EL que hace brillar las cosas como jade, otro
de los nombres de Ometéotl. Además, la Señora no sólo se había
expresado en impecable náhuatl, en perfecto tecpillatolli -el
hablar noble- sino que había consignado su mensaje en la más india
de las formas: con un "Amoxtli":

Aquí necesitamos hablar un poco de la forma


india de comunicarse por escrito: Los mexicanos llamaban
"Tlacuilolli": "Cosas Pintadas" a sus escritos, de los que había
varios tipos, siendo el más usual el "Amoxtli". Este consistía en

está plenamente probado: Cfr. NOGUEZ Xavier: "El culto prehispánico en el Tepeyac". Artículo aparecido en el
Vol. 4, No. 20, Julio-Agosto, de la Revista Bimensual ARQUEOLGIA MEXICANA, Instituto Nacional de Antropología e
Historia, México 1996, pp. 50-55.

761
.- También aquí pueden identificarse elementos que, en la vieja poesía prehispánica, manifestaban por sí
mismos que se trataba de una teofanía. Dos nuevos ejemplos:

"Caen, cual semillas, esmeraldas,


nacen fragantes flores:
¡Es tu canto!
Con que sólo tú eleves tus flores,
¡Aquí en México el sol está alumbrando!"
(Ms. Cant. Mex. f. 22r, lin. 22. Apud GARIBAY: Historia de la Literarura.., tomo I, cap. 1, no. 7, p. 104.)

"Allá se yergue nuestro padre Dios:


hundido está en la urna de esmeraldas,
hace rutilar joyeles de turquesa;
están lloviendo flores..."
(Ms. Cant. Mex., f. 34v, lin. 24ss. Apud GARIBAY, ibidem.).
hojas de grueso papel o de piel de animal, dobladas a modo de
pequeños biombos, y con cubiertas de madera a los extremos, que es
lo que más se aproxima a nuestra noción de "libro". En español se
ha adoptado la palabra "Códice" para designar indistintamente a
los documentos indios, asignándoles nombres que suelen ser
referencia a sus posesores, v.gr. "Códice Vaticano", "Códice
Selden", "Códice Nutall", etc. (762).

Nuestra cultura valoriza enfáticamente la


palabra, hablada o escrita; la cultura náhuatl valorizaba la
imagen, (Como empieza de nuevo a hacer la nuestra, en la que los
medios de comunicación masiva, sobre todo la televisión, están
retrayendo a muchos casi al analfabetismo.). Para nosotros una
imagen es aún basicamente "retrato", reproducción de la realidad,
y sólo secundariamente comunicación, de modo que la juzgamos
falsa, o al menos inexacta, si no reproduce fielmente a su objeto,
o si le resta o le añade elementos. Los indios al confeccionar sus
"tlacuilolli" no pretendían "retratar", sino comunicar, y no
solamente objetos, sino ideas. Siendo su lengua polisintética,
podía expresar una idea nueva sin recurrir a explicarla con una
frase entera, sino con una única palabra que englobara las
diferentes raíces (763), de modo que para ellos resultaba natural
acumular también muchos significados en pocas figuras, y aun en
una sola. Así, un simple dibujo -y hasta bastante torpe a ojos
europeos- puede ser todo un complejo mensaje.

Un "Códice", por lo tanto, no se "lee", en el


sentido fonético del término, sino se interpreta, se "traduce",
pues es realmente escritura de un idioma diferente, o, mejor
dicho, medio de comunicación de una cultura diferente. Comunicarse
así era fácil cuando la cultura india estaba aun viva, pues todos
conocían los arquetipos, pero aun entonces era necesaria la

762
.- Estrictamente, "Códice" sería solamente un "Amoxtli", pero se ha extendido el término a toda clase de
escrituras de la época, aun a las que están totalmente en letras latinas, e incluso escritas por solos
españoles, como el "Códice Franciscano" o el "Códice Mendieta", que son colecciones de documentos de frailes de
entonces, sin dibujos. Aclaremos también que "códice" es un genérico basante elástico, distinguiéndolo,
tenemos obras indias que más exactamente se han llamado "Lienzos", si se trata de una tela de grandes
proporciones, a modo de sábana; "Mapas", cuando se pensó que su tema era cartográfico, aunque suelen ser más
bien crónicas, y "Tiras", cuando se trata de pinturas más bien estrechas y largas, que desarrollan u n tema en
continuidad o una cronología, como ha podido verse en las ilustraciones. Los nombres españoles de "Códice",
"Lienzo", "Mapa", "Tira" no son, pues, los más propios, pero son ya normales, por haberse impuesto en en el
lenguaje científico.

763
.- Un bello ejemplo de esto, que cita el P. Rojas, es la palabra "Sacramento", necesariamente neologismo
en la primera catequesis y que vimos atrás (Cfr. cap. 54, nota 6). Se forjó el vocablo TETLACELILIZTLI. Sus
componentes son el verbo Celilia, que es "recibir", "albergar", y los afijos Te-, que indica persona, y Tla-
que indica cosas, objetos. Por lo tanto TE- TLA- CELILIZTLI significa Recepción de "algo" (El signo
sacramental), que es también "Alguien": Toda una catequesis en un sola palabra.(ROJAS: NICAN.. v. 26, nota, p.
81.).
"interpretación auténtica" del autor transmitida de memoria, y los
dibujos, como ya se dijo, venían a ser un apoyo nemotécnico para
ésta, es decir, cualquier podía indicar el tema y su desarrollarlo
en líneas generales, pero para repetir "las mismas palabras" de
sus autores, era necesario memorizarlas (764).

Hubieron de pasar más de cuatro siglos para


que los blancos cayéramos en la cuenta de eso, de que la imagen de
la Señora del Cielo era un mensaje, un "Códice" indígena. Que los
indios se comunicaban con imágenes no era ningún misterio, y el
ilustre pintor Miguel Cabrera hasta aventura en 1756 que "el
habernos dejado nuestra dulcísima Madre esta milagrosa memoria,
bellísimo retrato suyo, parece que fue el adaptarse al estilo o
lenguaje de los indios; pues como sabemos, no conocieron ellos
otras escrituras que las expresiones simbólicas o jeroglíficos del
pincel.." (765), pero no intentó ninguna explicación, y aunque hubo
algún escarceo durante la Colonia, como el de José Ignacio
Borunda, un abogado que se improvisó experto en jeroglíficos a
fines del siglo XVIII y a quien siguió el pintoresco Fray Servando
Teresa de Mier (766), en realidad fue una norteamericana, Helen
Behrens (767) quien por primera vez "descubrió" en 1945 lo que
millones de indios reconocieron al instante en 1531: que la imagen
estampada por las flores en la tilma de Juan Diego era un mensaje
pictográfico, verdadero "emjambre de símbolos", como las
representaciones usuales de sus códices: Ometéotl, al hacerse
tlacuilo, supo crear una obra maestra.

764
.- "...aunque los figuraban con caracteres [jeroglíficos], pero para conservarlos por las mismas palabras
que los dijeron los mismos oradores y poetas, había cada día ejercicio de ello en los colegios de los mozos
principales, que habían de ser sucesores a estos [a los sabios], y con la continua repetición se les quedaba en
la memoria, sin discrepar palabra.." (TOVAR S. J. Juan de: Correspondencia con el P. Joseph de Acosta S.J.,
Apud. GARIBAY: Historia de la Literatura Náhuatl, 2 Vol.,Ed. Porrúa, Biblioteca Porrúa nos. 1 y 5, 2a. Edición,
México 1971, Vol. 1, Introducción, pag. 14.)

765
.- CABRERA Miguel: Maravilla americana y conjunto de raras maravillas observadas con la dirección de el
arte de la pintura en la prodigiosa Imagen de Nuestra Sra. de Guadalupe de México.. Con licencia en México, en
la imprenta del Real y más Antiguo Colegio de San Ildefonso, año de 1756. Apud DE LA TORRE VILLA y NAVARRO DE
ANDA: Testimonios Históricos.. Maravilla Americana, p. 521.

766
.- Puede calificar a ambos este comentario de Garibay: "Al declinar el siglo XVI advertimos en la Nueva
España indicios de decadencia. Si en otros aspectos son grandiosos los siglos XVII y XVIII, en el de la crítica
y seriedad histórica merecen sólo desconfianza y llegan momentos en que solicitan además el desprecio. Van en
creciente invenciones y fantasmagorías, hasta llegar a las excesivas que conocen los eruditos, y que llegan a
la cumbre en los delirios de Borunda o en las funestas fantasías de Fr. Servando." (Historia de la
Literatura.., tomo I, cap. 4, no. 4, p. 247.)

767
.- Cfr. BEHRENS Helen: The Virgin and the Serpent God, Editorial Progreso, México 1966.
ILUSTRACION
(Libro negro, página 405)

Imagen de un tlacuilo y de un amoxtli. Del Códice Mendocino.

Quizá nunca podamos "traducir" todo ese


"Evangelio pictográfico" que de inmediato ganó a la Fe al Anáhuac
entero, pues nos deben faltar muchos elementos, pero los que
tenemos hoy bastan para pasmarnos ante la claridad, sencillez,
belleza y acierto con el que realizó lo que era imposible para los
misioneros humanos: proclamar la Buena Nueva de Cristo a partir de
la venerada "Antigua Regla de Vida" de sus antepasados, ¡y no
cambiándola, sino dándole plenitud!" (Mat. 5, 17). El tema
exigiría un libro entero, copiosa y polícromamente ilustrado;
bástenos aquí algunas observaciones de las más obvias (768):

768
.- El P. Mario Rojas es quien ha investigado y reunido el material para hacer ese libro, que, aun que
necesariamente basado en conjeturas, resultará interesantísimo, como puede juzgarse por lo único que ha
publicado: un pequeño ejemplar que ilustra su hipótesis de que la imagen representa en la túnica la orografía
del México Central y el manto su cielo con las constelaciones visibles al amanecer del solsticio de invierno.
(Cfr.:HERNANDEZ ILLESCAS Juan Homero, en colaboración con ROJAS Mario y SALAZAR S.
Enrique R.: "LA VIRGEN DE GUADALUPE Y LAS ESTRELLAS", Centro de Estudios
Guadalupanos, México 1995.)

Otros ejemplos de asociaciones menos obvias podrían ser: Toda la imagen, no sólo el ángel, viene
"Entre nubes, entre nieblas". Este difrasismo: "Mixtitlan, Ayahutitlan", significa llegada de Dios, presencia
de Dios: Así saludo, por ejemplo, Motecuhzoma a Hernan Cortés (Cfr. infra, cap. XX). Los juegos de luz hacen
que la túnica, y sobre todo algunas de sus partes, como la flor solar de cuatro pétalos que lleva a la altura
de la matriz, además de ser ya en sí misma un "quincunce", un "Nahui OIlin" indio (Cfr. infra, cap. I), sea
mitad roja y mitad negra, eso: "In tlilli, in tlapalli" era sinónimo de Sabiduría. La postura de atlante del
ángel con los brazos abiertos, permite pensar que pudiera tener las piernas abiertas en la misma forma, como la
figura del capítulo LII, formando así también un "Nahui Ollin", etc. etc.
Su rostro, en primer lugar. Es el de una
jovencita, apenas saliendo de la adolescencia, que no es ni india
ni española, pero sí un tipo que todos identificamos al instante
como mexicano: una mestiza. En un momento en que aún no las había
de esa edad, y cuando ni los indios ni los españoles querían saber
nada de esos sus despreciados retoños. Esos miles y miles de niños
que empezaban a crecer en un mundo que los rechazaba -y que eran,
no obstante, los primeros auténticos mexicanos- fueron el
arquetipo gráfico que adoptó la Madre de Ometéotl para manifestar,
ya desde su rostro, lo que tan maternalmente arrullarían sus
palabras: ".. daré todo mi amor.. porque yo en verdad soy vuestra
madre compasiva, tuya y de todos los que en esta tierra estáis en
uno, y de las demás variadas estirpes de hombres, mis amadores.."
(769).

Un rostro en el que uno y otro de los


progenitores podía reconocer, ennoblecido y divinizado, a el fruto
de una fusión que, hasta ese entonces, más había tenido de
violación y de estupro que de amor y enriquecimiento, pero que, a
pesar de ello, era un tercer ser que reunía a los dos, síntesis de
sus padres y persona nueva él mismo, necesariamente más receptivo
y abierto a todos los valores humanos, por haber nacido él mismo
de la dolorosa ruptura de dos aislamientos... La sangre española,
con sus aportes ibéricos, semíticos, romanos, godos y africanos,
ya era de por sí síntesis de todo el Viejo Mundo, al cual la
sangre india venía a anexar la otra parte de ese Mundo, el Extremo
Oriente, vertiendo en su cauce toda su idiosincrásia mongólica...
Aun hoy en día México no ha acabado de aceptarse a sí mismo en su
entidad bi- y pluri-racial, y menos aún en su natural misión de
vórtice de confluencia de todas las razas y valores humanos; pero
ya desde entonces la Señora del Cielo conocía, reconocía, amaba y
adoptaba esa realidad, y no pedía sino ser amada y aceptada en y
por ella...

Los indios habían siempre sido grandes


estetas, habían apreciado el oro y las piedras preciosas más por
su belleza que por su valía y, amando profundamente la hermosura
de la naturaleza aun en sus manifestaciones más menudas y
frágiles, como plumas y mariposas, habían acuñado otro difrasismo:
"In Chalchíhuitl in Quetzalli": "Jade y Pluma preciosa" como
sinónimo no de riqueza, sino de belleza, aun de Dios, la Belleza
misma, ... el jade era la vida, y una pluma bella era
"teocehualli": "Sombra de Dios" (770)... Los españoles habían
769
.- Cfr. cap. LIV.

770
.- Narra el P. Durán, hablando de los tributos: ".. gran cantidad de piedras verdes de hijada [..] que
aquesta gente es aficionada en gran manera, y así su principal idolatría siempre se fundó en adorar estas
piedras, juntamente como las plumas, a las cuales llamaban <<sombra de los dioses>>". (DURAN: Historia.., tomo
II, cap. 25, no. 4, p. 206.).
ofendido brutalmente la delicadeza india al quemar las plumas para
desgastar el oro que las guarnecía, creando con eso un abismo de
separación: gañanes tan groseros jamás podrían comprenderlos ni
estimarlos... La Señora del Cielo enmarcó su retrato entre las
plumas del ángel que la sustenta y el pequeño broche que lleva al
cuello, que los españoles vieron de oro, pero que era idéntico al
óvalo de jade que las estatuas de los dioses llevaban sobre el
pecho como su propia alma, lo que les confería la vida (771)...
Mas con eso la Señora no alentaba ningún irenismo ambiguo basado
en equívocos: el broche lleva gravada una cruz, pero ésta no es el
quincunce mexicano, sino la cruz potenzada de las insignias
españolas. Es decir, que sin hacer asco alguna a la cultura y
simbología indígenas, lo que avala sin ambajes es la religión
española, pictografiando así la reunión de lo inreunible, la
síntesis pacífica y total de dos vivencias religiosas
sangrientamente opuestas por la total entrega con la que las
vivían sus protagonistas.

Muy bien mostraba, pues, conocer y amar la


cultura india ese misterioso tlacuilo, y más aun al cubrir a la
Señora con un manto azul tachonado de estrellas. El manto era el
"Xiuhtilmatli": "La tilma de turquesa", propio sólo de los más
altos tlatoanime, que inevitablemente traía también a la memoria
india a Huitzilopochtli, porque el "Cielo Azul": "Ilhuícatl
xoxouhqui" era el séptimo de los trece cielos, donde él residía, y
ese era el nombre de su templo en Tenochtitlan. Las estrellas que
en él brillaban sobreponían en la mente india otro concepto:
"Citlalinícue": "La de la falda de estrellas", otro nombre de
Ometéotl indigerible para la ortodoxia de los frailes por su matiz
femenino, pero caro a la sensibilidad de los evangelizados
precisamente por eso mismo, por su toque maternal, y precisamente
con materna conciliación la Señora no pronuncia ese nombre, no
ofendiendo así oídos españoles, pero sí lo dibuja a sus hijos
indios, dándoles una muestra más de aceptación y amor.

El cielo azul oscuro y estrellado es, por


supuesto, el cielo nocturno, y el cielo nocturno atraía otra
asociación más: "Yohualli Ehécatl": "Noche Viento" es decir: "El
Invisible el Impalpable", otro de los atributos de Ometéotl que,
dice Leon Portilla: "indica lo que hoy llamaríamos su
trascendencia. Siendo como la noche no puede percibirse y, al ser
también como el viento, resulta impalpalble. Rebasa, por tanto, el
campo de lo experiencia, plásticamente descrita por los nahuas

771
.- Narra Motolinía que la costumbre de poner a los difuntos un jade en la boca era por analogía con las
imágenes de los dioses: "...y metíanle en la boca una piedra fina de esmeralda, que llaman chalchíhuitl, y
aquella piedra decían que le ponían por corazón, y ansí ponían en los pechos de los ídolos unas piedras finas
que decían ser sus corazones, en memoria de lo cual las debían también poner a sus muertos.." (Memoriales..,
2a. parte, cap. [2], no. 527, p. 304).
como <<lo invisible, lo impalpable>>" (772). Y esta asociación con
la noche la confirma el cinto oscuro que la ciñe un poco arriba de
la cintura, separados en ángulo sus dos extremos, exactamente como
la serpiente que forma el cinturón de Coatlícue, y cuyo color
constituía una evocación más para la mente india:
"Tecolliquenqui": "La que está vestida de negro", otro nombre de
Ometéotl.

Con típica yuxtaposición de amoxtli, al


aspecto nocturno se sobrepone el diurno, pues la Señora está
vestida por el sol, más aún, está preñada del Sol, como puede
verse por la flor solar a la altura de su matriz, por la
colocación de la cinta que la ciñe y por la intensidad de los
resplandores, (detalle que las copias generalmente pasan de
largo), que lucen más a la altura del vientre y decrecen hacia la
cabeza y los pies, y no es el sol astronómico, pues basta fijarse
en los juegos de luces y sombras para ver que éste la alumbra
desde el ángulo superior izquierdo: Es una aurora de un Sol
distinto, a punto de despuntar, exactamente lo que significa
"Tonatiuh": "El que va brillando", "Citlallatónac": "Astro que
hace lucir las cosas" y "Tezcatlanextia": "Espejo que hace
mostrarse a las cosas".
LVIII

MUY CONTENTO DE CONDUCIR ASI A LA REINA DEL CIELO

EL ángel indio.- El Aguila que asciende.- Aguilas y Jaguares.-


Los dioses mexicanos padrinos de la Madre de Dios.- La religión
india "ayo" de la cristiana.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 409)

772
.- LEON PORTILLA: La Filosofía.., Apéndice 2, p. 396.
Cuahtehuámitl, el "Aguila que asciende". Del tlapanhuéhuetl de Malinalco. En las patas del tambor danzan dos
jaguares y un águila, llorando y entonando un himno de guerra y llevando una pequeña bandera sacrificial. El el
friso central se entrelazan los símbolos del agua y del fuego, "Atl Tlachinolli", y una cuerda, símbolo del
sacrificio y se alternan escudos y flechas, "In mitl in chimalli", otro símbolo de la guerra. Apud G. Tibón,
op. cit. p. 583.

El toque más indio del cuadro es el ángel que


sostiene a la Señora. La iconografía europea amaba ciertamente a
los querubines, mofletudos y sonrosados, y los prodigaba en sus
representaciones marianas, pero el ángel del Tepeyac no se les
parece. El sí es inconfundiblemente un indio, y no es un bebé,
sino un joven de semblante grave, y aun adusto, como todo pupilo
del Calmécatl que se respetase, que sostiene a la Cihuapilli
saliendo él de una nube. Sus alas tienen un detalle ásperamente
discordante para la estética europea: plumas de tres colores: azul
verdoso, blanco amarillento y rojo. Ahora bien, no sólo esas
plumas, sino el ángel todo entero era para los españoles un adorno
sin la menor importancia, tanto que todas las copias lo "corrigen
embelleciéndolo", poniéndole un rostro europeo más infantil y más
afable, algunas lo mutilan y no faltan quienes querrían suprimirlo
del todo (773).

Un "no iniciado" no sabría ver más: postura,


colores, gesto, etc., no le dirían absolutamente nada, y más bien
pensaría que le vendrían bien algunas reformas, como esa frente de
adulto con incipiente calvicie, y sobre todo, ese gesto tan adusto
que no va con un "querubín"... Sin embargo, si hacemos el intento
de observarlo con mente india, indiferente a nuestras armonías
cromáticas, pero ávida de asociaciones "intelectuales", lo primero
que espontáneamente asociaríamos con su calidad de ser emplumado
sería, por supuesto, a la "Serpiente Emplumada", a Quetzalcóatl,
relación que se vería reforzada por su postura de atlante tolteca,
es decir de Tlahuizcalpantecutli: "El Señor de la Estrella de la
Mañana" (774), otro de sus nombres. Pero eso no sería todo: sin
salir de las plumas, notaríamos que no son largas y sedosas, como
las de los penachos de las que llevan en la cabeza las figuras de
este mismo capítulo, que son plumas de Quetzal, símbolos de la
belleza, sino cortas y agudas como puñales, símbolos del
sacrificio y de la guerra, como las de las alas de estas mismas
figuras, o sea que forman alas de águila, de manera que su dueño,

773
.- Cfr., por ejemplo: CALLAHAN Philip S. and SMITH Jody
Brant: The Virgin of Guadalupe: an infrared Study, Cara,
Washington D. C., 1981.
774
.- Cfr. Figura final del capítulo V.
al estar en posición erecta, es "Cuauhtehuámitl": "El Aguila que
asciende", otro de los hombres de Huitzilopochtli en su calidad de
"Cuauhtli Océlotl", patrono de los famosos "Caballeros Aguilas y
Tigres" (775), y caeríamos en la cuenta de que estos últimos están
también explícitamente evocados, porque el cielo estrellado era
también símbolo de la piel moteada del jaguar, su divisa
distintiva.

Unos y otro, Aguilas y Jaguares, constitutían


la flor y nata de los ejércitos mexicanos, siendo como Ordenes
Militares que encarnaban la mística de la guerra, la Xochiyaóyotl
= "Guerra de Flores", en su expresión más acabada de valentía,
entrega y autosacrificio: "Hubo en esta tierra una orden de
caballeros que profesaban la milicia y hacían voto y promesa de
morir en defensa de su patria y de no huír la cara a diez, ni a
doce que les acometiesen. Los cuales tenían por dios y caudillo al
sol [...] Y así la fiesta de los caballeros e hijosdalgo, hecha a
honra de su dios, a la cual llamaban nauholin, que quiere decir
<<cuatro movimiento>>..."(776)"..que volando, como águilas en armas
y valentía y en ánimo invencible, por excelencia les llamaban
águilas o tigres. Era la gente más querida y estimada de los reyes
que había, y los que más privilegios y exenciones alcanzaban. Eran
a quien los reyes hacían larguísimas mercedes, y a quien componían
con armas y divisas muy galanas y vistosas, y ningún consejo de
guerra se tomaba que no fuese con ellos .." (777).

Que ellos, pues, enmarcaran y sostuvieran a


la Señora del Cielo, para un indio quería decir no una repulsa, ni
muchísimo menos, a su tradición de guerreros, sino un
reconocimiento y un premio: ¡Merecer el honor de escoltar a la
Embajadora y Madre de Ometéotl! Y esta interpretación se
reforzaría hasta la innegabilidad si observamos en el Códice
Borbónico a otro "ángel" cuyas alas son también puñales rojos y
blancos. Se trata de Itzpapálotl: "La Mariposa de Obsidiana",
deidad del sacrificio y de la penitencia, cuya misión era subir
hasta los dioses los corazones y el chalchíhuatl humanos que se
les ofrendaban. O sea que la máxima expresión de la piedad
indígena, que los frailes denostaban como nada más que crímenes y

775
.- "...con una uña de àguila y con un hueso de tigre,
delgado como punzón horadábanle encima de las ventanas de la
nariz, [..lo cual] significaba que en la guerra los que tal
dignidad y señorío recibían que eran como armados caballeros,
habían de ser en la guerra muy ligeros para seguir y alcanzar a
los enemigos, como águilas, y fuertes y animosos para pelear, como
tigres y leones, y ansí llamaban a los hombres de guerra cicuahtle
ucelotle [cuahtlé ucelotlé], que quiere decir <<águila, león,
trigre>> en vocativo." (MOTOLINIA: Memoriales.., 2a. parte, cap.
[11], no. 630, p. 339.).
776
.- DURAN: Historia.., tomo I, cap. 10, no, 1, p. 105.
777
.- Ibidem, cap. 11, nos. 9 y 10, p. 113.
oprobio, ¡figura aquí también como introductora de la Reina del
Cielo!

ILUSTRACION
(Libro negro, página 411)

Iztpapálotl, la Mariposa de Obsidiana. Códice Borbónico.

Y pasando a fijarnos en colores, notaríamos


que el ángel lleva uno para nosotros de no muy buen gusto: rojo.
La descripción india, que no toma en cuenta gustos europeos, vimos
que subraya como de pasada que la Señora está vestida de color
"rosado, que en las sobras parece bermejo" y que el ángel lleva
"ropa de color bermejo". Ahora bien, el bermejo, el rubio rojizo
del sol al nacer y al morir, era color de Huitzilopochtli, y
"Yestlaquenqui": "Vestido de rojo", otro de los nombres de Dios.

El detalle, medio chocante para nosotros, de


que el ángel sea un joven con adusta expresión de anciano, grave y
compuesto, para el indio era evocar en seguida a Tepochtli: "El
Mancebo", una de las advocaciones nada menos que de Tezcatlipoca,
el más "diabólico" de los dioses mexicanos y el archienemigo de
Quetzalcóatl. Y es imposible rehusar su identificación, puesto que
él también era llamado a veces Yohualli Ehécatl, y era él con
quien podemos relacionar las plumas de los tres colores juntos:
verde, blanco y rojo: de quetzal, de pelícano y de guacamaya, pues
"traía un tocado de plumas de quetzal y otras blancas, con una
diadema de corazones humanos y una flor roja delante" (778),
símbolos ambos del sacrificio.

Sahagún habla de cada una de las plumas en su


libro XI, y nos confirma que las verdes eran, desde luego, de
quetzal, símbolos por antonomasia de la belleza: "plumas delgadas
del ala que se llaman <<quetzahuiztli>> ["Espina preciosa"], que
son verdes, claras, largas, derechas y agudas de las puntas" (779);
del pelícano, ("Atotolin" en náhuatl), del que no hay que
extrañarnos encontrar en el Valle de México, pues hay que recordar
que tenía en ese entonces un verdadero mar interior, nos refiere
que era ni más no menos que "el rey de toda las aves" (780) y "el
corazón del agua" (781), títulos que se comprenden si se ve su
enorme tamaño, (era el ave más grande que conocían), y su aspecto
majestuoso. De las plumas rojas de la guacamaya ("Alo" en
náhuatl), consigna: "Llámanse <<cuetzallin>>, que quiere decir
llama de fuego." (782). Sahagún, por supuesto, al mencionar estas
plumas no habla de Guadalupe, devoción que nunca le hizo gracia y
combatió todo lo que pudo, sino de lo que sentían los indios de
cada tipo de plumas ricas; pero, sin quererlo, vino a añadirnos
otras dos divinidades a nuestra ya bien surtida asociación
pictográfica: El blanco y el rojo de las alas del ángel también
hablaban de Tláloc, dios del Agua, y de Xiuhtecutli, dios de
fuego, los dos dioses que tanto asombrara a los indígenas que
venciera "Quetzalcóatl" al subir al Popocatépetl.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 413)

778
.- SODI Demetrio, en LOPEZ PORTILLO José: Quetzalcóatl,
Secretaría de Recursos Humanos y Obras Públicas, México 1977:
Testimonios de la Arqueología y Etnohistoria, No. 5: Las
Relaciones Divinas, p. 46.
779
.- SAHAGUN: Historia General.., libro XI, cap. 2, parágrafo
2, no. 2, p. 630.
780
.- Ibidem, parágrafo 3, no. 51, p. 634.
781
.- Ibidem, no. 55, p. 635.
782
.- Ibidem, parágrafo 2, no. 18, p. 631.
El Sol bebe la sangre del sacrificio que le presentan un Cuahtécatl e Itzpapálotl, reconocible como "mariposa"
por las alas que lleva a la espalda, aunque a primera vista parecería un simpático escarabajo. Del Códice
Selden.

No era, pues, poca la audacia de ese


misterioso y genial Tlacuilo al poner a los principales dioses
mexicanos como padrinos de la Madre de Ometéotl. San Pablo
hubiera estado de acuerdo, conforme a lo que dijo a los
atenienses: Con todo y que estaba "irritado en su espíritu" a ver
la ciudad llena de ídolos, no les lanzó maldiciones a sus devotos
fieles, sino los alabó lealmente: ".. en todas las cosas os veo
respetuosos, como nadie, de lo divino... Lo que, pues, sin conocer
veneráis, ¡esto os anuncio yo!" (Act. 17, 22-3). Mas esa apertura
de criterio se había perdido en la Iglesia, hasta que la rescató
el Vaticano II, y ciertamente ningún español de entonces la
compartía, pues para ellos todos los dioses mexicanos eran
demonios, de manera que es aún más sorprendente fijarnos en el
último detalle: que el ángel sale de una nube. Al igual que para
los hebreos, la nube era para los indios símbolo de Dios:
inmediatamente de Tláloc y de sus ayudantes los Tlaloque, pero
también de Ometéotl, que no olvidemos se llamaba también
"Tlallíchcatl": "Algodón de la Tierra".

Reuniendo, pues, todos esos cabos sueltos y


"traduciendo" el mensaje completo, nos encontramos con algo casi
imposible de admitir, pero aun más imposible de negar: nada menos
que lo único que podía salvar a los indios de la muerte
devolviéndoles su razón de existir, lo que anhelaban
desesperadamente escuchar y lo que los misioneros se hubieran
dejado despellejar vivos antes que decirles jamás: Que su antigua
religión había sido buena, que había nacido de Dios y los había
elevado a merecer su amor y su premio, que era lo que ahora
precisamente recibían, promoviéndolos a algo sin comparación
superior: "-¡Bien, siervo bueno y fiel!, en lo poco fuiste fiel, a
lo mucho te elevaré: ¡Entra en el gozo de tu Señor!" (Mat. 25,
21).

Es también casi inevitable reconocer en ese


mensaje una similitud de verdadero gemelazgo con el "otro" "Pueblo
de Dios", El Pueblo Hebreo. El evangelio pictográfico de la Señora
del Cielo repetía, casi punto por punto, lo que San Pablo repitió
siempre de y a su propia raza, y que condensa en la carta a los
gálatas: La Antigua Ley fue buena, noble, santificadora, nacida de
Dios; PERO ya cumplió su misión, ahora, precisamente para serle
fieles, hay que dejarla, pues la mejor forma de honrarla y
acatarla es reconociendo que nos supo conducir a lo mejor y
definitivo: "La Ley fue nuestro ayo para llevarnos a Cristo...
Antes de venir la economía de la fe, estábamos encerrados bajo la
custodia de la Ley, en espera de la Fe que había de revelarse;
pero una vez llegados a la era de la Fe, no estamos más bajo la
potestad del ayo." (Gal. 3, 24-25).
LIX

LA APOCATASTASIS DE OMETEOTL

Los enemigos cósmicos hechos amigos.- "-¡Yo, la Madre de


Ometéotl, quiero ser Madre vuestra!".- Padre y Madre de todo lo
que existe.- Todos incluidos en la adopción de amor.

ILUSTRACION
(Libro negro, página 415)

Serpiente emplumada nutriéndose de corazones. Fresco de Teotihuacan. Apud Sejourné, op. cit., p. 196.3

Mas aun había otra parte del mensaje: No sólo


el ángel les mostraba unificados y en paz a todos los dioses que
habían protagonizado el enfrentamiento divino que los indios
siempre creyeron había sido la conquista, sino que veían a los
principales actores del conflicto cósmico en que los hombres
habían asumido un papel de primer plano también pacífica y
reverentemente juntos, haciendo marco a la Madre de Ometéotl: El
Sol, la Luna y las Estrellas.

El haber tomado partido en la lucha incesante


del Sol contra sus hermanastros había sido el alma de toda la
grandeza mexicana. La conquista había parecido un cruel mentís a
esa creencia, mentís que venía a ridiculizar todo lo grande y
bello de su historia... Ahora, en cambio, todo se explicaba, todo
se reacomodaba en sentido lógico: Si el Sol ya no requería del
chalchíhuatl humano era porque reinaba en el Universo un nuevo
orden. No sólo cualquier mexicano hubiera encontrado lógico que
los dioses depusieran instantáneamente sus hostilidades a la menor
insinuación de la Madre de Ometéotl, sino que todos sabían que
ante El esos dioses realmente no eran tales, sino sólo "máscaras"
adaptadas a la pequeñez humana, que era sólo a ese nivel, de
máscaras y engañosidades, que existían las dualidades y los
conflictos, porque para Ometéotl todo es unidad y armonía, de
manera que, si por un insoñable milagro, Ometéotl mismo se dignaba
ahora promover al hombre a su propia altura, esto todo lo
cambiaba, todo lo elevaba a la unidad y al orden de una
apocatástasis gloriosa.

¡Y eso habia sucedido! Eso les decía el


cuadro de la Señora del Cielo, y eso había sido mérito de ellos y
de sus antepasados, por su fidelidad absoluta, aun a través de
máscaras y sueños. Y si alguna duda podía aún caberles de tanta
belleza, las palabras de la Señora no podían ser más contundentes
ni explícitas: "NEHUATL -yo (soy)- IN NICENQUIZCA -la enteramente-
ZEMICAC -por siempre- ICHPOCHTLI -virgen- SANCTA MARIA IN INATZIN
-Santa María, venerable madre (de)- IN HUEL NELLI TEOTL DIOS -
verdaderísimo [arraigadísimo] Dios <<Dios>>- IN IPALNEMOHUANI -
Ipalnemohuani (Aquel por Quien se vive) IN TEYOCOYANI -Teyocoyani
(Creador de los Hombres) IN TLOQUE NAHUAQUE -Tloque Nahuaque
(Señor del Cerca y del Junto, "Aquel cabe Quien está todo"- IN
ILHUICAHUA IN TLALTIPAQUE -Ilhuicahua Tlaltipaque ("Dueño del
Cielo y de la Tierra" (783). O sea, parafraseando podríamos
traducir: "Yo soy la que os han dicho los misioneros: Una mujer,
real y perpetuamente virgen y realmente madre. No soy una diosa,
pero soy mucho más que cualquiera de las vuestras, pues tengo el
honor de ser Madre auténtica de Ometéotl, el que está por encima
de todos los dioses y el único que lo es verdaderamente, de Aquel
por quien vivís, de vuestro Creador y Conservador que todo lo
controla y que reina en todo el universo... y yo, Madre de
Ometéotl, pido el honor de ser Madre vuestra, tuya y de todos los
hombres que en esta tierra estáis en uno, y de todos los hombres,
de cuantos me amen, me busquen, de cuantos me otorguen el favor de
su confianza.."

783
.- Nican.., v. 26, pp. 57-58.
Hasta ahora los blancos empezamos a darnos
cuenta de la diáfana claridad con que la Señora del Cielo presentó
sus credenciales ante sus hijos indios, usando un lenguaje preciso
y rigurosamente técnico: No era la Madre de Huitzilopochtli, de
Quetzalcóatl, de Tezcatlipoca, ni de ninguno de los otros teteo
con que alternaban los humanos; era Madre de Dios, del único y
verdadero, y el hombre Jesucristo, su hijo, no era, por tanto, un
teótl español, sino OMETEOTL en persona.

Con habilidad tan genial como cariñosa evita


lo que pueda irritar o disgustar o sus dos interlocutores,
españoles e indios, aunque nada oculta a ninguno de los dos. Por
ejemplo, no llama a su Hijo Ometéotl, con lo que elude despertar
suspicacias hispanas, pero sí remarca y reitera que está hablando
precisamente del "in huel nelli Téotl Dios": del "muy verdadero"
del "verdaderísimo Dios", (Y en náhuatl eso suena a "el Dios de
siempre", "el sólidamente arraigado", "el Dios de tus
antepasados"), de aquel que llaman no "téotl" sino "Dios" los
españoles, y que, si alguna duda pudiera quedar de su identidad,
añade que se trata precisamente de Ipalnemohuani, Teyocoyani,
Tloque Nahuaque e Ilhuicahua Tlatipaque, nombres estos que a los
españoles les sonaban como inocuos epítetos de poesía, y que jamás
imaginaron eran nombres propios -y nombres técnicos- del Dios
verdadero, del único y mismísimo a Quien ellos veneraban y que no
podían concebir que conocieran los indios. Tan de hecho no los
entendieron que tanto Lasso de la Vega que dio el texto a la
imprenta por primera vez en 1649, como todos los traductores hasta
el P. Mario Rojas, transcriben varios de esos nombres con
minúscula, como meros adornos literarios (784).

784
.- El texto náhuatl de Lasso de la Vega dice en su grafía original: "canèhuatl innizequizca cemicac
ichpochtli: Sancta Maria inninatzin inhuelnelli Teotl Dios inipalnemohuani, inteyocoyani, in Tloque Nahuaque,
in Ilhuicahua in Tlaltipaque" (Libro Anual.., p. 22.)

La traducción de Primo Feliciano Velázquez, que ha sido la "clásica", pues se publicó en 1925 junto
con el facsímil del texto original: "yo soy la siempre Virgen Santa Maria, Madre del verdadero Dios por quien
se vive, del Creador cabe quien está todo; Señor del cielo y de la tierra." (Ibidem, p. 23, y también p. 100,
v. 26).

La traducción que recogió Boturini: "yo soi la que en sumo grado siempre Virgen Santa María,la madre
de el verdadero Dios; por cuyo favor vivimos. EL Criador el dueño del Cielo, y el dueño de la Tierra." (Ibidem,
v. 26, p. 90)

La traducción de Angel María Garibay, publicada póstumamente: "yo soy la perfecta y perpetua Virgen
Maria, Madre del verdadero Dios, de Aquel por quien todo vive, el creador de los hombres, e dueño de lo que
está cerca y junto, el amo de los cielos y de la tierra." (Ibidem, v. 26, p. 110.).

La traduccion, más bien paráfrasis, de D. Joseph Julián Ramírez: "yo soi Santa Maria Santa Maria
Siempre Virgen, en cuyo honor se dice la Missa a que vaz a asistir, Yo soi la Verdadera Virgen Madre de Nuestro
Señor JesuChristo: cuya divina palabra vas a oír:" (Ibidem, p. 122.).
Aunque lo que la Señora decía era insólito:
jamás se había oído decir que Ometéotl tuviese una madre, antes al
contrario, El era "In Tonan in Tota": "Nuestra Madre, nuestro
Padre", los indios ni por un instante dudaron de su palabra, y le
hubieran dado gustosos no sólo su fe, sino hasta la última gota de
su sangre... Pero -¡sublime nueva sopresa!- nada pedía para sí
misma, sino daba, daba lo más precioso que podía darles: Ella y su
Hijo querían un templo, templo que tendría que levantarse sólo con
la autorización y colaboración del representante de su Hijo..
Para ningún español, ni para ninguno de nosotros, habría nada que
objetar a esa petición viniendo de la Madre de Dios, y tanto menos
si expresamente era para ahí "mostrarlo, ensalzarlo al ponerlo de
manifiesto, darlo a las gentes..", pero no comprendemos que para
los indios eso no era pedirles, sino darles, porque un templo para
el Dios de los mexicanos equivalía a la restauración del Estado
Mexicano:

Para los indios fundar una nación era


construir su templo; éste era ni más ni menos que "la raíz del
poblado" (785), así como su destrucción era la del estado, lo que
se expresa siempre en los códices, donde el templo en llamas
significaba la caída de la ciudad (786), y el desamparo que esto
suponía lo expresa muy bien Sahagún: "¿Por ventura habéis
determinado de desamparar del todo a vuestro pueblo y a vuestra
gente? ¿Es verdad que habéis determinado que perezca totalmente y
no haya más memoria de él en el mundo [...]? Por ventura los
templos, oratorios y altares, y lugares dedicados a vuestro
servicio, ¿habéis de permitir que se destruyan y asuelen y no haya
más memoria de ellos..?" (787), más aun, el mismo Cortés, a través
de Gómara, consigna el drama que estaba conciente y orgulloso de
haberles causado: "Dicen que les dolía mucho la destrucción de sus
templos grandes, perdiendo esperanza de poderlos rehacer, y como
eran religiosísimos y oraban mucho en el templo, no se hallaban
sin casa de oración y sacrificios.. " (788).

La traducción de Don Carlos de Tapia y Centeno: "Yo soi la Siempre Virgen Santa Maria, Madre de el
Verdadero Dios: por quien todo tiene vida Creador de el cielo y de la tierra;" (Ibidem, p. 130.).

785
.- "..tomaron piedra y madera, aquélla pequeñita y ésta delgadita; y al punto cimentaron con ellas, [...]
pusieron así la raíz del poblado aquel: la casa y el templo de Huitzilopochtli, y el oratorio aquel era bien
pequeñito..." (ALVARADO TEZOZOMOC Fernando: Crónica Mexicáyotl, U.N.A.M., 1a. Reimpresión 1975, No. 102, pag.
73.).

786
.- ".. dada por tomada y vencida la ciudad, lo cual se demostraba y era señal de ello el quemar el
templo, porque hasta llegar allí, aun no se daban los de las ciudades por vencidos.." (DURAN: Historia.., tomo
2, cap. 15, no. 25, pag. 129.). Cfr. infra cap. 2, Primera pàgina del Còdice Mendocino.

787
.- SAHAGUN, Historia Gral.., lib. 6, cap. l, nos. 9-10, pag. 300.

788
.- LOPEZ DE GOMARA Francisco: Historia de la Conquista de México, Biblioteca Ayacucho no. 65, Caracas
Ahora, en cambio, todo cambiaba: ¡Jamás
volverian a estar "sin casa de oración y sacrificios"!, y esa
nueva casita sagrada ya no iba a ser para una de las lejanas y
vagas figuras de Ometéotl, sino que en ella iban a reinar para
siempre El y su Madre. Mas aún, al exigir, y tan severamente, la
Señora del Cielo que todo se hiciera con la anuencia y
colaboración del representante de su Hijo, renovaba y reforzaba su
afirmación de que era "Madre compasiva, tuya y de todos los
hombres que en esta tierra estáis en uno, y de las demás variadas
estirpes de hombres, mis amadores, los que a mí clamen los que me
busquen, los que en mí confíen.." Esa adopción maternal, pues, no
sólo significaba que habían cesado las diferencias y luchas entre
los "dioses", sino también entre los hombres: "¡Ya no hay judío ni
griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer, pues todos
sois uno en Cristo Jesús! (Gal. 2, 28). Ya no habría en adelante
ni mexica ni tlaxcalteca, ni maya ni tarasco, ni indio ni español,
y ni siquiera mexicano y africano, o australiano, o japonés...
TODOS estábamos incluidos en la misma adopción del Amor...

1979, cap. 240, pág. 363.

Common questions

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Following the conquest, the Spaniards imposed their non-negotiable view that indigenous lands were theirs to distribute based on perceived rights inherited from the Toltec legacy and reinforced by a 'Manifest Destiny'. Indigenous views, centered on shared stewardship and cyclical roles in maintaining balance, saw impositions such as the forced assembly and rulership acclamation by spiritual and diplomatic coercion as disrespectful. This juxtaposition highlights the sharp contrasts between Spanish legalism and indigenous spiritual-legal land agreements .

Juan Diego's modest representation, using expressions of humility typical in indigenous etiquette, contrasted with Spanish hierarchies, where self-effacement was often equated with weakness. His narrative reflects the chasm between native and colonial societies. His demeanor highlighted the struggle to integrate traditional humility with new colonial structures, also serving as an allegory for cultural preservation amidst foreign dominance. This duality underlines a broader resistance theme within post-conquest Mesoamerican cultures .

Intertribal alliances in Mexica conflicts were complex, revealing that alliances were sometimes formed out of mutual respect and strategic purposes rather than animosity. The Mexica, known for perpetually engaging in warfare, sometimes allied with adversaries like the Tlaxcalteca, not necessarily due to enemy tactics but out of a shared understanding of maintaining celestial balance, where both sides contributed to sustenance for the Sun god. This understanding transformed combatants into mutual partners in a larger cosmic context, challenging the typical notion of strictly adversarial warfare .

In Mexica belief, the afterlife fate did not depend on behavior in life but on how one died. Those who succumbed to illness went to Míctlan, a gloomy and harsh underworld. Conversely, those chosen by the god Tláloc, such as those who died by drowning or lightning strikes, went to Tlalocan, a paradise lush with vegetation. The most fortunate, however, were warriors who died in battle and women who died in childbirth, who joined the solar court and lived in a paragon similar to the biblical paradise .

Spanish-imposed tributes after conquest far exceeded those of previous Aztec obligations. It resulted in massive systemic pressures: indigenous people faced unrelenting exploitation, leading to social upheaval as families sold members into servitude to meet demands. The insatiability of tribute replaced the Aztec’s structured offerings, eroding the social fabric and autonomy, exacerbating suffering, and further contributing to demographic and cultural degradation, recognizable in the ubiquitous narratives likening new oppressors to Egyptian scourges .

The indigenous people of New Spain demonstrated remarkable adaptability, quickly mastering skills that took years to learn in Castile just by observing. Despite the Spaniards' efforts to withhold knowledge, the natives surpassed expectations, copying and improving upon what they learned, similar to modern industrial societies. However, this resilience was undermined as the Spanish soon curtailed indigenous competition and progress, branding the rapid acquisition of skills as both astonishing and, eventually, a threat .

The 'Cuauhteca', or 'companions of the Eagle', held a revered status in Mexica culture. This group included warriors who died in battle and women who died in childbirth, both recognized as forms of fighting—either in war or the struggles of life. They were believed to be in close company with the solar eagle, basking in glory and divine favor, accessing a paradisiacal afterlife and receiving earthly offerings posthumously. Their privileged status symbolizes the profound cultural respect and honor associated with sacrifice and duty .

For the Mexica, war, represented by the emblem 'Atl Tlachinolli' meaning 'burning water', was part of a cosmic conflict, a divine struggle among gods, which differed significantly from the Spanish concept. The Spanish saw war as an extension of their life and religion, a mechanism to combat and exterminate infidels. In contrast, the Mexica believed it was not godless beings but themselves who served as instruments and executors in God's trial to maintain order and existing proportions .

Juan Diego's narrative, seen as miraculous by aligning pre-Hispanic and Christian symbols, strategically yoked Marian devotion to indigenous spirituality, softening conversion resistance. Presented amid conflicting cultural identities, it created a bridge by endowing the conquest with a divine purpose while undermining indigenous polytheistic icons under monotheistic supremacy. By using a native as its messenger, it offered an accessible foothold for colonial religious authority to assertively integrate, rather than entirely erase, indigenous beliefs .

The Spaniards misunderstood Motecuhzoma’s compliance and refusal to escape as obsequiousness and manipulation by Cortés. For the Mexica, staying captivated was a dignified act rooted in their belief that resistance was dishonorable unless victorious. The Spaniards' interpretation ignored the indigenous ethos, where submission showed higher loyalty to cosmic orders and divine will over earthly rulers. These perceptions underscore the ethical and cultural rift between European pragmatism and indigenous fatalism .

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