Caraballo, Melina E.
Los epew: Una forma de relatar
la cosmovisión ranquel
V Jornadas Internacionales de Investigación en
Filología Hispánica
21, 22 y 23 de marzo de 2012
CITA SUGERIDA:
Caraballo, M. E. (2012) Los epew: Una forma de relatar la cosmovisión ranquel [en
línea]. V Jornadas de Filología y Lingüística, 21, 22 y 23 de marzo de 2012, La Plata,
Argentina. Identidades dinámicas. Variación y cambio en el español de América. En
Memoria Académica. Disponible en:
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variación y cambio en el español de América
I Congreso de la Delegación Argentina de la Asociación de Lingüística y Filología de
América Latina (ALFAL) y V Jornadas Internacionales de Filología Hispánica
LOS EPEW 1 : UNA FORMA DE RELATAR LA COSMOVISIÓN RANQUEL
Melina E. Caraballo
UNLPam - Instituto de Lingüística
[email protected]
Simposio: Lingüística y sociolingüística de lenguas indígenas amerindias
Resumen
El siguiente trabajo tiene por objeto indagar el grado de conservación de los relatos
tradicionales orales, en particular de los ngïrï epew o cuentos del zorro, y analizar la
importancia que éstos tienen al interior de la cultura ranquel. Al respecto, se prestará
especial atención a los contextos en los que estas narraciones tienen lugar, quiénes
son los narradores y en qué lengua se transmiten. En este sentido, se parte de la
hipótesis de que estos relatos constituyen la identidad cultural del pueblo ranquel, por
lo tanto, cada vez que se narran se ponen en juego dos operaciones: por un lado, los
hablantes resignifican su cosmovisión y, por otro, se da a conocer a un tercero, que es
el receptor, parte de esa cosmovisión, resguardada en el epew.
Dicho análisis se llevará a cabo a partir de una selección de relatos relevados por la
Dra. Fernández Garay, en una población indígena ranquel entre 1983 y 1986 en la
provincia de La Pampa. En relación a dicho relevamiento, cabe mencionar que como la
lengua, al momento de realizarse la recolección, se encontraba en un avanzado
proceso de pérdida, fue necesario que los discursos tuvieran lugar en contextos
socioculturales inducidos por la propia investigadora, puesto que el ranquel ya no era
empleado por los hablantes en sus comunicaciones diarias.
Palabras clave: Ranquel - Identidad cultural – Cosmovisión – Relatos tradicionales –
Epew
1Para las transcripciones del ranquel emplearemos el alfabeto surgido a partir del
consenso entre investigadores y el maestro de la lengua, Daniel Cabral, en Santa
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Isabel el 17 de mayo de 1998 (Fernández Garay, 2001: 35). No obstante, para el caso
de las citas de autor se respetarán las grafías utilizadas por cada uno de ellos.
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Introducción
En el presente trabajo nos proponemos analizar el grado de conservación de los
relatos tradicionales orales en las siguientes narraciones: “Cuento del zorro y el
peludo”, “Cuento del zorro y la perdiz” y “Cuento del zorro y el león” 2 , relevadas por
Fernández Garay entre 1983 y 1986 en La Provincia de La Pampa. Cabe mencionar que
se parte de la hipótesis de que estos relatos constituyen la identidad cultural del
pueblo ranquel, por lo tanto, cada vez que se narran se ponen en juego dos
operaciones: por un lado, los hablantes resignifican su cosmovisión y, por otro, se da a
conocer a un tercero, que es el receptor, parte de ese saber, resguardado en el epew.
Al respecto, Salas (1992: 284) señala que “los epeo de animales forman parte
importante del acervo de la narrativa oral tradicional mapuche. En ellos, los animales
del área interactúan antropormofizados, como estereotipos conductuales, tales como el
astuto, el lascivo, el ingenuo”.
En cuanto a los relatos seleccionados, nos centraremos en la función e
importancia que estos tienen al interior de la cultura ranquel. Al respecto, se prestará
especial atención a los contextos en los que estas narraciones tienen lugar, quiénes
son los narradores y en qué lengua se transmiten.
Los ranqueles y su lengua
Los ranqueles, ranquelinos o rankülches (de rankül ‘carrizo’ y che ‘gente’), tal
como ellos se denominan, habitan actualmente en La Pampa, especialmente en la
Colonia Emilio Mitre, al oeste de esta provincia.
En cuanto al ranquel, se trata de una variedad de lengua mapuche o araucana que
proviene de Chile y se extendió en la Argentina supuestamente a partir del siglo XVII o
quizá mucho antes, lo que generó el denominado proceso de “araucanización”.
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2Todas estas narraciones se encuentran disponibles en Fernández Garay (2002: 393-
501).
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Actualmente, la variedad ranquel se halla en un avanzado proceso de pérdida. Es
por ello que el trabajo de relevamiento llevado a cabo por Fernández Garay durante los
años 1983-1986 permitió la documentación de los últimos hablantes de la lengua y,
consecuentemente, alertó sobre la preocupante situación del ranquel: una lengua que
prácticamente no se hablaba y que solo era recordada por los ancianos de la
comunidad. De este modo, tal como señala Ana Gerzenstein (En Fernández Garay,
2002: 11), si bien en la mayoría de los casos no es posible revitalizar una lengua “el
hecho de documentarlas contribuye a resguardar la propia imagen de su comunidad y
a proporcionar un buen registro de su pasado preservando y haciendo accesible su
literatura oral”.
Algunas nociones teóricas
Antes de comenzar con el análisis propiamente dicho, es necesario detenernos
en algunas nociones teóricas latentes en cada uno de estos relatos, tal como la idea de
oralidad, e íntimamente ligada a ella, las nociones de literatura y folklore. Al respecto,
Iván Carrasco(1981: 85-86) en su afán por dilucidar la naturaleza discursiva del amplio
patrimonio oral mapuche, señala que “el folklore literario es un hecho distinto de la
literatura, en cuanto a su modo de producción, de existencia, de conocimiento y de
consumo”. Define a la obra folklórica como un conjunto variable de versiones 3 orales
que existen en la memoria y creatividad de los intérpretes y que son expresadas en
situaciones específicas de la vida de su comunidad”. Asimismo, otorga a este tipo de
narraciones ciertas características que son propias de los fenómenos folklóricos: 1)
populares, 2) colectivizados, 3) empíricos, 4) funcionales, 5) tradicionales, 6)
anónimos, 7) regionales y 8) transmitidos por medios no escritos, ya que la lengua
mapuche, es decir el mapudungun, no tiene escritura, por lo tanto la literatura es oral
(1972: 18-20).
3Según Susana Chertudi (1967: 9), la versión es cada una de las realizaciones de un
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cuento, sean estas registradas o no. Es decir, que cada vez que se narra un relato se
produce una versión.
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En cuanto a la noción de literatura, nos centraremos en el género narrativo,
dentro del cual, según Salas (1992: 211), “se distinguen los epeo (o apeo), relatos de
ficción, y los ngütram (o nütram), relatos histórico legendarios”. Al respecto,
prestaremos especial atención a los primeros.
Los epew son “cuentos o relatos de ficción. En ellos los personajes son
básicamente animales” (Malvestitti, 2005: 22), y en cuanto a su propósito, si bien son
contados para divertir, poseen un carácter didáctico y moralizador, puesto que en ellos
predominan valores positivos como la honradez, la justicia, en detrimento de otros
negativos (Sánchez, 1996: 290). En tal sentido, los cuentos analizados en este trabajo
se centran en la figura del zorro, personaje que “en los cuentos europeos burla y
humilla a animales de mayor tamaño y ferocidad como el tigre y el león”, pero también
“es burlado por animales más pequeños y débiles” (Vidal de Battini, 1980: 42). En
relación a este aparente cambio, Castellino (1987: 3) advierte que “ocasionalmente, en
el curso de una larga tradición, el papel de un animal en particular cambia
completamente; así, el taimado zorro de Europa […] se ha convertido en el incauto
que se deja engañar por el conejo (o por el quirquincho, en la tradición americana)”.
Los ngürüepew o cuentos del zorro
Según Golluscio (2006: 110), “los ngïrïepew o ngïrïapew se estructuran como
dramatizaciones”, en las que se plantea el conflicto entre dos personajes: el zorro y
algún otro animal “más pequeño y más débil”, como el peludo y la perdiz, o bien como
el caso del león y del puma, “por quedar en inferioridad de condiciones para
defenderse, al resultar víctima del engaño del zorro”.
En el “Cuento del zorro y el peludo 4 ”, el argumento se estructura a partir de un
desafío entre ambos animales por ver quién era capaz de enlazar una yegua. El zorro
intentando imitar al peludo fue arrastrado por la yegua, lo que le dejó como saldo
todas sus costillas peladas. Algo similar sucede en el segundo relato seleccionado,
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4Cuento narrado por Juana Cabral de Carripilón en 1986.
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“Cuento del zorro y la perdiz 5 ” –según Chertudi (1965: 10), este sería de origen
americano, cuya función inicial habría sido sagrada, aunque al momento de
recolectarlo se contara por mera diversión.
En estos relatos es posible advertir, por un lado, que los personajes en cuestión
son animales pertenecientes a la fauna de la región, en la que se ubican los
narradores, por lo que les resultan claramente reconocibles, a excepción del zorro,
personaje que se remonta, según Vidal de Battini (1980: 41) a la narrativa esópica, en
la que aparecía como símbolo de astucia y picardía. Por su parte, Castellino (1987)
sostiene que los cuentos de animales son una herencia de España, cuya fuente de
origen podría hallarse en la cultura clásica y oriental. A su vez, agrega que durante la
Edad Media tuvieron gran difusión las colecciones de fábulas que imitaban las de
Esopo, entre las que podemos mencionar la épica satírica, cuyo ejemplo más saliente
es el Roman de Renart, donde el zorro era el protagonista de un número considerable
de fábulas antropomórficas en toda Europa.
Por otro lado, si bien la función que desempeñan es la misma que la de los
cuentos de animales del cuento popular occidental, ha sufrido algunas modificaciones,
tal como lo mencionábamos antes. En este sentido, Carrasco (1972: 20) señala que
muchos de los cuentos incluidos dentro de la literatura mapuche son de origen
europeo. No obstante, considera que tal situación no es tan simple como parece, es
decir que deja de lado la idea de que el pueblo dominado haya absorbido en su
totalidad la cultura del pueblo dominante.Lo interesante, al interior de la comunidad
dominada, radica en la transformación de aquello que ha recibido, de acuerdo a su
propia cosmovisión; por lo tanto, los relatos son más el resultado de su propio punto
de vista sobre el mundo, que de un proceso de influencia unilateral. De hecho, las
acciones que se llevan a cabo en cada relato implican saberes que son propios de la
región y de sus habitantes, por ejemplo cómo enlazar un caballo o yegua, cómo es la
cueva de un zorro y cómo la de un peludo, cuál es la reacción de tal o cual animal ante
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5 Cuento narrado por Daniel Cabral en 1988.
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determinada situación, entre otras 6 . Finalmente, en el “Cuento del zorro y el león”,
este último cae tras los engaños del zorro, quien ante la superioridad de su oponente
no tiene más opción que valerse de sus ardides. Esta actitud tomada por parte del
zorro puede entenderse si se tiene en cuenta que, para los mapuches, el puma –y por
extensión, el león– “caza por ataque directo, de carrera y salto, confiando en su
agilidad, velocidad y potencia. En cambio, el zorro es un cazador de acecho y
emboscada” (Salas, 1992: 290-291). Es claro cómo cada personaje encarna acciones
estereotipadas propias de su especie: uno, la fuerza física y el otro, la astucia, siendo
esta última más valiosa que la primera, ya que “gracias a la astucia, el zorro puede
hacer efectivos sus derechos a la presa y a la venganza”.
Este relato, al igual que los anteriores, es parte constituyente de la identidad
cultural del pueblo mapuche y, particularmente, del pueblo ranquel. Es por ello que las
historias que se narran giran en torno a sus concepciones sobre el mundo y, en
especial, sobre la naturaleza.
Los epew y sus narradores
Los epew, al decir de Salas (1992: 253) no pertenecen al ámbito público, sino
al doméstico, tienen lugar “cuando la familia socializa relajadamente junto al fuego”.
Los ejecutantes de dichas narraciones se denominan weupife, según Guevara (1911:
9), “cautivan la atención de niños i grandes, enternecen, atemorizan o alegran hasta
hacerlos estallar en estrepitosas carcajadas”, ya que, según este autor, son portadores
de ciertas “aptitudes especiales” para llevar adelante la narración (1911: 97). En el
caso de los relatos analizados, no solo es posible estudiarlos a partir de su recolección
y posterior transcripción, sino que además existe un registro oral de los mismos que
acompaña una de las publicaciones de Fernández Garay (2002), Testimonios de los
últimos ranqueles, a partir del cual hemos podido acceder al conocimiento de
6Más tarde, Carrasco (2000) se refiere a este tipo de discursos como “procesos de superposición, mezcla o
interacción, heterogeneidad de estructuración […] en los cuales la actividad literaria constituye el eje de
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atracción, articulación, sinergia de la variedad y heterogeneidad discursiva en cuanto a su origen étnico,
cultural y social y a su naturaleza lingüística, genérica, estilística, estructural”.
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elementos complementarios a las narraciones, tal como los cambios de voz, las
onomatopeyas, las pausas y los silencios que experimenta el narrador. Así, “el
ejecutante no sólo crea con su voz las características de sus personajes, sus acciones,
sus sentimientos y aun sus pensamientos y las relaciones entre ellos, sino el espacio y
el tiempo dramáticos” (Golluscio, 2006: 127).
A su vez, en cada uno de estos relatos está presente el uso del discurso directo,
la reiteración frástica, el uso de expresiones formulaicas y de onomatopeyas.
En cuanto al primero de estos elementos, el discurso directo, constituye un
recurso de dramatización teatral, en el que el narrador pone en evidencia ante su
auditorio sus aptitudes como buen weupife, al decir de Guevara. En algunos casos, los
cuentos representan un verdadero diálogo entre los personajes, como puede verse en
el “Cuento del zorro y el león”, narrado por Daniel Cabral:
1. Wedaymipi
weda - y - m - ip(i) - i - ø 7
estar lleno+MR+2+Sing. decir+MR+3
‘«¿Estás lleno?» dijo (el león)’.
2. Wedan pi ngürü
weda - n p(i) - i - ø zorro
estar lleno+MR1 decir+MR+3
‘«Estoy lleno», dijo el zorro’.
Es sobre estos diálogos entre los personajes, con algunas intervenciones en tercera
persona por parte del narrador, sobre los que se estructuran los epew. Este recurso,
cercano al hecho teatral, elimina casi por completo la voz mediadora del narrador, para
dar la palabra a los personajes. El diálogo, con frecuencia, está introducido por un
verbo declarativo pi (decir), que aproxima la acción narrada a la temporalidad del
receptor.
7 Las abreviaturas empleadas en este trabajo para el análisis gramatical son las
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siguientes: fnf (forma no finita del verbo), MR (modo real), Neg. (negación), Sing.
(singular), 1, 2, 3 (primera, segunda y tercera persona).
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La reiteración frástica también está presente a lo largo de los relatos y
contribuye a enfatizar algunas situaciones que forman parte del conflicto, ello puede
verse también en este cuento, ya que se repite una y otra vez la siguiente frase:
3. Münavürey pi ngürü
muyvüre - y - ø p(i) - i - ø zorro
seramargo+MR+ decir+MR+3
‘«Es muy amarga», dijo el zorro’.
Esta es la respuesta que da el zorro, en voz muy baja, ante la pregunta insistente del
león:
4. Chem pi pi
quép(i) - i - ø p(i) - i- ø
decir+MR+3decir+MR+3
‘«¿Que dijo?», dijo (el león)’.
En el “Cuento del zorro y la perdiz”, la reiteración acentúa el estado de ánimo del
zorro, quien finalmente puede silbar:
5. Ngürükontentüy
zorrokontentü - y - ø
estarcontento+MR+3
‘El zorro estaba contento’.
La repetición va acompañada de cambios en la voz por parte del narrador, que
permiten la puesta en escena de cada personaje, y por marcadas pausas que dan lugar
al suspenso, al mismo tiempo, que subrayan el esfuerzo del ejecutante por recordar
aquello que forma parte del patrimonio cultural.
El tercero de estos elementos, las expresiones formulaicas, es muy evidente en
el “Cuento del zorro y la perdiz”, en el que el narrador emplea una de estas formas
para dar inicio a su relato, es decir que se trata de una fórmula introductoria:
6. Incheñukepichiloinche
yo madrepichi - lo yo
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serchico+fnf
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‘Cuando yo era chico, mi madre… (me contaba)’.
Finalmente, el uso de onomatopeyas enfatiza el dolor, la alegría o la amargura
por parte de los personajes. Así en el “Cuento del zorro y el peludo”, el primero logra
enlazar a la yegua, pero es arrastrado por esta hasta terminar maltrecho. Ante la
desesperación y el dolor, el narrador reproduce la siguiente onomatopeya:
7. Chañchañümchañchañüm
‘«ayayayayayay… ayayayayayay»’.
En este ejemplo es posible ver cómo “el narrador desenvuelve los incidentes de una
fábula o cuento jocoso, durante el cual gesticula e imita el grito de los animales para
hacer mas sensible su acción buena o mala con respecto a1 hombre. El mapuche es un
onomatopeyista eximio” (Guevara, 1911: 8)
Los relatos analizados en este trabajo fueron narrados casi en su totalidad en
mapudungun, a excepción de alguna palabra o frase en español 8 , intercalada
ocasionalmente. Ello demuestra que los informantes ranqueles poseían, al momento de
la recolección, cierta competencia en la lengua, la que se evidenciaba en la fluidez
narrativa. Al respecto, eran los ancianos quienes tenían competencia en la legua, ya
que si bien no la utilizaban en sus comunicaciones diarias, la recordaban de su
juventud. En cuanto al contexto de producción de los epew, estos fueron inducidos por
Fernández Garay, quien les proponía a los consultantes, por ejemplo, que contaran un
cuento. De esta manera, el rescate de la lengua se hizo a partir del recuerdo que
tenían de ella, por haberla escuchado a sus padres y/o abuelos.
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Asimismo, el uso de palabras o frases en español dan cuenta de la alternancia de códigos, y con ella del
deterioro en el que se encontraba la lengua al momento de su documentación.
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Palabras finales
En el presente trabajo hemos intentado demostrar que los epew narrados por
los consultantes ranqueles guardan en su interior parte de la cosmovisión del pueblo
ranquel, que se evidencia no solo en los protagonistas de sus historias, sino también
en las acciones que estos llevan adelante y en las actitudes que muestran ante
determinadas situaciones. Para dar cuenta de ello, nos hemos centrado en las
particularidades que revisten este tipo de narraciones, quiénes son sus ejecutantes, los
contextos en los que estos tienen lugar. En este sentido, hemos podido observar que,
por lo general, los narradores con mayor competencia en la lengua y, por lo tanto, con
mayor fluidez lingüística, han sido los ancianos. Estos últimos son los encargados de
transmitir a los más jóvenes esos saberes que forman parte del patrimonio de la
comunidad.
En relación a los aspectos formales que pueden señalarse en los epew
documentados por Fernández Garay (2002), es posible afirmar que se trata de
narraciones que poseen una real intención didáctica, de funciones precisas y de valores
o contravalores que los animales –puestos en escena– encarnan de manera
metafórica, aunque ello no niega su función lúdica o de entretenimiento. A su vez,
cabe mencionar que estos cuentos sugieren mucho en muy pocas palabras, ya que no
se hacen menciones explícitas al contexto ni a características especiales de los
personajes, puesto que se suponen ya conocidas por los oyentes, por lo tanto, no es
necesario que se repongan en la narración. Así, el buen narrador deleita a su público
con sus ‘aptitudes’ para contar, entre las que podemos señalar los matices de voz, las
imitaciones de sonidos de animales, entre otras. También estas particularidades
pueden advertirse en el discurso escrito, entre las que cabe mencionar el uso del
discurso directo, la reiteración frástica, las expresiones formulaicas y el empleo de
onomatopeyas.
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