0% encontró este documento útil (0 votos)
112 vistas51 páginas

Andres Anwandter

El documento es una colección de poemas cortos del autor Andrés Anwandter. Los poemas tratan sobre temas como la naturaleza, el paso del tiempo, los recuerdos y la memoria.

Cargado por

KatiushkaDíaz
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
112 vistas51 páginas

Andres Anwandter

El documento es una colección de poemas cortos del autor Andrés Anwandter. Los poemas tratan sobre temas como la naturaleza, el paso del tiempo, los recuerdos y la memoria.

Cargado por

KatiushkaDíaz
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 51

Andrés Anwandter 

especies intencionales
1999 - 2001

Especies intencionales – Andrés Anwandter  2


1999 - 2001

Especies intencionales – Andrés Anwandter  2


PÉNDULO

tallamos
cada vez
una escala
en aquello
que no es
sino
suave
sinuosa
pendiente
de tiempo
de tiempo
pendiente

Especies intencionales – Andrés Anwandter  3


FRENTE

Sueño un rato que duermo, doy vueltas


y más vueltas en la cama: despierto.

El día comienza o termina a través


de alguna persiana entrevista en el sueño.

Liviano, invariable, del mismo color 


que tiñe el revés de los párpados.

El día termina o comienza detrás


de alguna ventana entreabierta en el sueño.

Por ella me asomo y distingo la calle


que llega a mi casa. De lejos, diviso

mi sombra, que viene del este y camina


con rumbo a la noche. Me acerco.

El día comienza o termina por sobre


algún horizonte emergido del sueño.

Un hombre atraviesa los campos de espigas.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  4


EMBARCACIONES

De un audífono al otro: canciones


y promesas que atraviesan tu memoria
como un yate con las velas desplegadas.

Haces sombra con la mano, para ver 


aplanarse –brevemente- el horizonte
de tus ondas cerebrales.
Son los temas
que recibes de la radio en las mañanas
y devuelves, arrugados, al bolsillo
cada tarde.
De un audífono al otro
 por azar, entre estaciones, te recobras
a la orilla de un recuerdo.
Estribillos
de las olas que envuelven a diario
todo el éter, y la gente memoriza
en la impaciencia del Metro.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  5


CALLE

Las caras recientes


suceden detrás de

los párpados. Caras


recientes, de gente

que asoma sus rasgos


 por entre las vetas

del mármol ligero


que cubre y sostiene

los templos del sueño.


Como una cascada en

suspenso, suceden
las caras detrás de

los párpados: peces


veloces prosperan

y pueblan las aguas


oscuras del ojo.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  6


YO ME CONSUELO DICIÉNDOME NADA

 Nada de aquello que pueda contar 


 puede pasarme.
Recuento las horas
que pasan, me asomo a los ojos
de buey desde mi camarote
y observo que el barco naufraga.

Descuento segundos al tiempo


que el agua demora en cubrir 
el casco.
Respiro profundo
y corro a cubierta:
los botes
transportan mujeres y niños
 primero.
Una vez sumergido
emerge de nuevo el ahogado
tres veces.
Los días se alejan
a nado y alcanzan la orilla.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  7


ACTIVIDAD N° 1

Enciende una vela en un cuarto


oscuro y observa su brillo.

El rayo de luz que tus ojos


arrojan - según los antiguos

filósofos griegos - alcanza


las cosas, rebota y devuelve

su imagen veloz por el iris.


Un cono directo al pasado

reciente, membranas adentro


del cráneo. Se enciende al revés

la vela que ves: un fulgor 


diminuto en la noche craneal.

Comenta, después, la experiencia


con tus compañeros de curso.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  8


COMENZABA A ATARDECER PARA NOSOTROS

 Dos horas te dijeron, pero el viaje


se alargó cerca de cuatro.
Y cruzamos
-algunos caseríos, muchas cuestas-
el campo en ese bus lleno de gente
 para arribar algo tarde a la tarde
que habíamos planeado:
todo el pueblo
color ceniza, como escamas
se esfumaba por detrás de los párpados
cerrados contra el sol, el bus de vuelta.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  9


LA CASA DE JUAN MARTÍN

Bajo el techo de zinc, la armazón


de una casa de campo habitual.

Las paredes cubiertas del alga


verdosa que habita en el aire

marino. Por dentro, la estufa


es una fogata encendida

en medio del suelo, un montón


de pellejos la cama, y los muebles

apenas dos troncos cortados


en torno a la hoguera. Del cielo

un tarro colgado con agua


que hierve. Es la casa de Juan

Martín, cuyo padre y abuelo


han llevado ese nombre, que habrá

de llevar el mayor de sus hijos


y así en espiral, según cuenta

sonriente. Agradezco su pan


y le entrego cigarros. Devuelvo

mis pasos al mar, cerro abajo.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  10


ARTERIA

El tubo de cobre que viene


del pozo, atraviesa los campos

y llega a la casa. El tubo


de cobre, que impide el avance

 pesado de alguna lombriz.


El tubo de cobre que aferran

las raíces de la hortensia


ha teñido sus flores. El tubo

de cobre que pasa después


debajo del baño y resuena.

El tubo de cobre que asoma


su boca asombrada en el centro

de los lavatorios. El tubo


que enhebra su ruta de cobre

 por toda la casa dormida


revienta: las aguas anegan

mi cama y disuelven la imagen


del tubo. Se encienden las luces

al rato y la luna amarilla


me acecha en el cielo cobrizo

que anuncia los días. Afuera


va el barco a vapor de las ocho

con remolques repletos de ripio.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  11


FILM

También acaba por aclararse


la película del tiempo: esta

 piel adherida a las cosas


trasluce las cosas, finalmente

ciertas. Materia arrojada


al mar, masticada en las huecas

mejillas de las olas. También


se agrieta de pronto la cáscara

rugosa del tiempo y asoma


como un fruto provisorio

la memoria. Carne cruda


y sangrante en los duraznos

abiertos. También se disipa


a medio camino la capa

de bruma que envuelve los días


que vienen del mar. La humedad

se estrella en los cerros costeros


y satura los bosques. Así

se evapora la tarde en Valdivia


y asoma el humor de la noche

 por entre sus poros. Entonces


se rasga la tela tendida

del cielo y los meses futuros


escurren a cántaros: llueve.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  12


PROVIDENCIA

Encontramos tarde el cruce entre las líneas


de mi palma derecha y la tuya.
Ninguno
quiso verse más la suerte en esa esquina
-cada cual con su proyecto, su novela-
descartándola al instante de los mapas
 personales.
Demoramos el saludo
y arrugamos el futuro, al despedirnos.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  13


BUSTO

Como todo personaje de novela que se precie


tiene rostro y carece de rasgos:
más precaria
cada vez, ha delineado una sonrisa
 bajo el musgo y el desgaste de las aguas.

En el centro de una plaza de provincias.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  14


INTERPRETACIÓN DEL SUEÑO

Una década
de manos

alzadas,
seguida

de un siglo
de manos

cortadas.
Barajas

la historia,
repartes

las cartas
y apuestas.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  15


CENIZA

Fantasma de fantasma, fotocopia


que mira, ignora, inquieta, cada vez
más tenue en la solapa de su madre
-motivo ocasional de nuestra lírica-
imagen entre imágenes de archivo
marco para declaraciones públicas
graffiti en facultades de provincias
concepto de una ‘muestra colectiva’
 papeles que levantan de la calle
los pasos apenas, el viento.
Basura
que alguien barre, amontona, y luego quema.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  16


EMBLEMAS

en los himnos
puras brisas
que no encajan
con el puzzle
desterrados
ocultamos
con el puzzle
que no encajan
tantos huesos
con banderas
que no encajan
con el puzzle
y proclamas
nuestros pechos
con el puzzle
que no encajan
piel adentro
las cenizas
que no encajan
con el puzzle

Especies intencionales – Andrés Anwandter  17


SOBREMESA

 No es buena la venganza en estos casos


sentenciaba la psicóloga al almuerzo
 por televisión.
En esos casos
 pienso al embalar, después del postre
tu camisa de dormir junto a las fotos
y los hallazgos absurdos:
semillas
recuerdos de la playa, talismanes.

Una caja de zapatos no dio abasto


con tus restos.
Todo el mundo
lloraba -en las noticias- los pedazos
de otro avión estrellado en el Perú.

Y el café estaba hirviendo hace rato.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  18


IGUAL O INVERSAMENTE A LA NOSTALGIA

1.- Ser digno de rocío en las mañanas


y bajo la miseria de los diarios:
darle cuerda al corazón y esperar 

2.- Al acecho de alarmas, o pájaros


que imitan las alarmas. Entre líneas:
darle cuerda al corazón y esperar 

3.- Devolver por el camino las monedas


invertidas en momentos de pasión:
darle cuerda al corazón y esperar 

4.- Calcular, a cada paso, cómo atrasan


la distancia los relojes. Otra vez:
darle cuerda al corazón y esperar 

Especies intencionales – Andrés Anwandter  19


REPARACIONES

Los bulldozers que remueven cada tanto


estos suelos para hacer otro camino
hacen temblar mi osamenta.
Las noticias
la destierran y la vuelven a enterrar.

Ya me aturde nuevamente el traqueteo


de picotas y taladros: remodelan
una vieja carretera hacia el futuro.

Los vehículos que pasan veloces


 por la historia desplegada en concesiones
y proyectos urgentes, remecen
mi recuerdo bajo todo el territorio.

Estos suelos que remueven cada tanto


los bulldozers para hacer otro camino.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  20


CORDILLERA

Congelado en las orejas el bramido


de la nieve me parece más azul

ahora que la tarde desciende


 por otras laderas y enfrento

un muro de roca que engendra


la noche en sus vetas heladas.

Aquí hallé la muerte: entre pliegues


que el tiempo no alisa, nevados

 bajo el peso impasible de enormes


montañas de memoria. Los siglos

conservan mis huesos aún congelados


y el bramido de la nieve en las orejas.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  21


ENCUESTA

Sin más salario que el sol


sobre la espalda, recorro

-mapa y carpetas en mano-


una manzana tras otra

llenas de breves pasajes


al otro mundo. Trazados

como pedazos de letras


sobre los planos sin sombra

de la ciudad. De este modo


escrita para aves y aviones

medianos, la prosa dispersa


y fuera de foco, que pueblo

de pasos fortuitos. La calle


que busco carece de números.

La plaza cercana no existe.


Me siento a observar los dibujos

de polvo que el viento deshace


y anoto entre mis formularios:

la calle ha cambiado de nombre.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  22


SI ESCARBAS EN LO ESCRITO ENCUENTRAS HUESOS

 pero el suelo de la historia es pavimento


la vereda que transito al elegir cada vez
un oficio que alcance –veloz- el futuro
molicie del insomnio nacional.
Olvida
el cerebro de Chile en barbecho, me dicen
los inmensos vertederos que el encuadre
de los hechos excluye:
fascinado
 por las bodas de un ídolo del teatro
la ubicación para el nuevo zoológico
el turbio negocio de las sanitarias.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  23


DOCTOR 

Es preciso talar la mitad


del cerebro, quemar los troncos

que queden en pie, remover 


las laderas carbonizadas

con maquinaria especial


y arborizar, por lo pronto

todo el terreno, ordenar 


especies foráneas de ideas

en filas, nutrirlas, sentarse


a esperar que los cielos encima

sucedan, los suelos se cubran


de agujas y extiendan las ramas

su sombra sobre ellas, dejar 


que en años concéntricos fluya

la sangre corriente y renueve


todo el follaje encefálico

 para poder integrarse recién


al negocio privado del árbol

y ascender por sus ramas caídas


finalmente en busca del sol.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  24


MIGRACIONES

Erizados de medidas precautorias


avanzamos por el fondo arenoso
de la historia, bajo el mar.
Con paciencia
expropiada a los moluscos que invadieron
casi todo el litoral hace tres décadas.

A pesar de la Corriente del Niño.

Ciertos peces de colores, provenientes


de las aguas que atraviesa el Ecuador 
son visibles a la altura de Queule
cada cuatro veranos.
Las rocas
que limitan el acceso a la playa
acogen pequeños escualos
entre sus pliegues.
Armadas
hasta los dientes, las costas
de la memoria se entibian.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  25


CIRROS

ni recuerdos
ni fugaces
de repente
como plumas
que cayeran
sobre el patio
como nieve
pienso en rostros
ciertos rostros
que acumulan
un momento
tantos rasgos
sobrellevan
por un tiempo
una cara
y reducen
entre líneas
sus contornos
como nubes
que se aclaran
y disipan
de repente

Especies intencionales – Andrés Anwandter  26


TABLADOS

Sobran las medidas, mientras somos


recorridos por millares de procesos
interiores, cada día.
Los contagios
del negocio por el ocio y el reflujo
 provechoso de los medios en la gente
que se mece entre la gente, sin pancartas
ni estandartes.
Basta el tiempo que se ocupa
largamente en disculpar a los que faltan
en la mesa, con aplausos.
Mientras somos
recorridos por millares de procesos
interiores, las pantallas nos irrigan
de impaciencias específicas los ojos
como cauces turbulentos.
Incapaces
de absolver entre sus aguas la medida
cotidiana del horror, los cortinajes
se descorren solamente en escenarios
de pequeñas dimensiones:
faltan sillas
 para el público que exige el momento.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  27


CRÁNEO

Si comienzo a caminar por ese espacio cuya forma


es la forma de un espacio que recuerdo y no conozco
o conozco y no recuerdo:
en esos casos,
el eco –en esos casos, espantoso- de mis pasos me despierta
todavía ante la puerta de esa forma: abierta.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  28


EXPIRAR 

Lo menos que algo puede es pasar 


otro enciende un cigarrillo, por lo menos

 parecer mejor que nada en un momento


 por lo menos, otro enciende un cigarrillo

más quizás –nada claro- algunas veces


otro enciende un cigarrillo, por lo menos

y esfumarse entre cenizas. Ya pasado


 por lo menos, otro enciende un cigarrillo

 persistir en ciertos gestos: cada vez


otro enciende un cigarrillo, por lo menos.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  29


PABELLÓN

Where none ask why the death nor for whom


Louis Zukofsky

La porción asignada al color 


azulado del cielo es apenas

un tercio del trozo que cubre


el color de la sangre, a su vez

la mitad del terreno. La nieve


 blanquea los cerros sobrantes

de muertos recientes y cóndores


lentos, que rondan sus huesos.

¿Es posible arreglar los colores


del país como un juego de prismas

aislados y en orden? Algunos


quisieran volver a las franjas

de anchura pareja a lo largo


de toda una cinta, o poder 

elegir entre varios colores


en la carta de ajuste. Los días

destiñen en tanto, y las aguas


que enjuagan la historia se estancan.

Es preciso sacar de inmediato


la bandera de la artesa y encumbrarla

 bajo el sol despiadado: una sábana


que alisa sus pliegues al viento.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  30


ENTREVISTA

Ante cámaras y flashes: una eterna


sonrisilla, mientras deja qué decir 
o desear en boca de otros.
Los oscuros
 presupuestos de la historia, sus bigotes
recortados y sus gafas.
A juzgar 
 por las arrugas momentáneas y veloces
cicatrices, que aparecen en su rostro
cuando habla.
Como un lago recorrido
levemente por el viento.
A pesar 
del oleaje que no alcanzan nuestra orilla
 pero anega la memoria en otra zona
de los hechos que relata.
Acosado
 por micrófonos –sonríe– mientras cifra
su versión sobre la historia en los destinos
remotos del cáncer social.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  31


OTRO SOBRE ENCUESTAS

Como suelas de zapatos que imprimen


un relieve de diseño semejante

al de ciertos petroglifos, más o menos


fugaces, según la dureza

de los suelos, en veredas polvorientas


y soleadas de Santiago, abandono

mis huellas para los historiadores


y los inspectores de cobranzas.

En los barrios periféricos que enfrentan


el desierto desde el norte, pueblo ahora

de pisadas una calle que conduce


entre bloques de ladrillo, al hogar 

señalado, según el cuadrante


que limita la muestra en el mapa.

Me reciben a media mañana


con el té mortecino del día

anterior, y responden con gruñidos


las preguntas majaderas que formulo.

Siempre doy la razón, me concentro


en su lengua y extraigo palabras

que transcribo –más tarde– en la micro


de vuelta. El cuaderno refleja

el paisaje que pasa ante las ventanillas.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  32


EDÉN

Aunque feliz, sólo es la copia


(ya lo dice la canción).
Un puñado
de semillas y un terreno sin malezas
donde echar nuestras raíces.
Por un tiempo
nos ocurre florecer, cuando las lluvias
han pasado y las noticias adormecen
la pasión del veraneante.
Es la historia
que revela su película en la cámara
oscura de la tierra, a varios metros
 por debajo de la calle.
Entre pasos
apurados, unos tréboles asoman
diminutos en las grietas del cemento.

Pisoteados, dan trabajo a las hormigas.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  33


AULA

La visión –a rebanadas- de un encéfalo


en tintura, te bastó para entender 
que el cerebro es comestible y las ideas
se digieren.
En delgadas laminillas
separaba la silueta arborescente
de la masa neuronal, el profesor 
disertando sobre el alma:
una esponja
que estrujaba los estómagos del curso
y conserva mi memoria, sumergida
en un frasco de formol.
La visión
de un encéfalo en tintura, a rebanadas.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  34


FORMACIONES

 Nosotros, que contamos las estrellas


con los dedos de la mano todavía
robamos estas piezas:
las que sobran.
Las del puzzle, por ejemplo, cuando el juego
hace rato es otra cosa, un ajedrez
y un desorden de pisadas por las calles.
Excesos
de futuro proyectado en las veredas
soleadas de la memoria.
Retornan
los que van con la nostalgia del que viene
de arrastrar, cada vez, una sombra
más torpe o más larga.
Película muda
que corre detrás de nosotros
 pegada al pavimento.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  35


ROTISERÍA

Si la patria estaba cruda


todavía cuando advino

y devino, como dicen


una sobra más visible

en el mapa y en la mesa
de los grandes mercaderes

se comprende que este postre


indigesto que tragamos

tantos años de consuelo


se repita una vez más.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  36


INTERMEDIO

Alguien aplaude en mi sueño y despierto


súbitamente.
Clarea ya tras las cortinas
mientras las últimas tramas de imagen
se desvanecen.
Bajo los párpados: alguien
abre la puerta y asoma su rostro fugaz
como neblina.
Descalza y en puntas de pie
recorre la pieza, recoge su ropa a tientas.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  37


BERENICE

Un comienzo glorioso: laureles


 para Apolo.
Llevé esa corona
durante semanas, y no me jacté
de otra noche en tu automóvil, secreta
 brumosa, como el ánimo que encoge
todavía el corazón.
Una tarde
de campo recuerdo: en el prado
se habló sobre dioses y drogas
(confesabas –distraída- a tus amigas)
y un fin de semana que fuimos hermosos
en los usos del amor, bajo unos pinos
oxidados por el mar.
De esta manera
fundamos nuestro idilio, sobre mitos
que cedieron a su peso:
era el año del perro
y nos mordió en los talones. Resaca
feroz en las orillas del deseo
nos dejamos arrastrar hasta el naufragio
constelado, sin arrugas, en la piel.

Cortaste tus cabellos y acordamos


un adiós inteligente, por teléfono.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  38


BAR 
 Dejadme llorar – orillas del bar.
E. Mejía Sánchez

 No sabe lo que gana aquel que pierde una mujer 


recita mi comparsa entre unas copas.
Me pregunto
qué pierdo yo al saber –mientras relleno
su copa- lo que gano.
Qué sabor 
me dejan en la boca sus palabras
y el vino que desborda las orillas de la noche.

 No sabe lo que pierde me repito, copa en mano


(un sorbo) aquel que gana una mujer .

Y así hasta que amanece: otra botella.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  39


OTRO DE BORRACHOS

Un horizonte de vasos
y ceniceros repletos.

Mientras alguno contiene


una sonrisa, los más
ya la consienten:
asoma
como una curva arrugada
entre los labios.
Entonces
 por un momento, se enciende
la madrugada en los rostros
de los amigos.
Borrachos
mientras aclaran los cerros.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  40


MÉTODO

Esta lengua, tan poco propicia


a los meses que corren, arena

tan blanda a los pasos del tiempo


que siguen mis huellas, tan tenue

materia, que encoge su forma


y escurre por entre los dedos,

compone los versos que empuño


con fuerza y arrojo a la mesa:

veloces palabras. Se estrellan


y esparcen sus granos, que ordeno

más tarde en estrofas saltadas


de dos en dos. Cuento las horas.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  41


DOS EPIGRAMAS

Libres de polvo, mas no de paja


ya te habrán envenenado los consejos
de Frígida –tu amiga- que no piensa
más que en cubrecamas y cortinas
 para uniformar su medianía.
¡Hasta cuándo
se entromete esa serpiente en los establos
ajenos, y se enrosca en mis asuntos!

II

(Tijeras)

Puedo perdonarte esa traición


que me cuentas, sin vergüenza, de una amiga
mientras me cortas el pelo.
A tu espalda
también suelo hablar en tercera persona.

Pero doy menos pistas.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  42


EVENTO

Sucede que el toldo del cielo


se rasga de pronto y derrama

la lluvia de meses. Tensa


se muestra la tela del cielo

entonces. Ahora los labios


resecos me indican que el toldo

del cielo, estirado por sobre


la línea de nuestras cabezas

desciende. Estriado de blanco


y azul, como nylon que cede

ante el peso del agua cautiva


el toldo del cielo se rasga

y derrama la lluvia de meses.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  43


CHARLA

Porque ya no queda mucho


que ocultar, somos secretos
cuando hablamos.
Las orejas
 bien abiertas y los dientes
asomados, en señal
de confianza.
Allanamos
las cuestiones, los caminos
con cautela.
Nuestra charla
lleva voces camufladas
que en el humo las narices
no disciernen.
Encontramos
el fracaso, donde todos
los demás han fracasado.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  44


CARDÚMENES

Estos medios que nada dividen


excepto los mapas y enhebran
de ofertas, consignas o cantos
el éter.
Las retransmisiones
que afluyen en masa a mi antena
y ensanchan la tarde:
resecos
canales abiertos al líquido
de la televisión, que desmorona
sus bordes, mientras pasan las imágenes
y anegan las pantallas.
Los ojos
de cualquiera pueden ver bajo esas aguas
revueltas.
Noticiarios sumergidos
en rumores, que atraviesan como peces
los dominios de lo público .

Especies intencionales – Andrés Anwandter  45


PANTALLA
el desfile triunfal de la planta a través de la psique
Ernst Jünger

El contagio del negocio


 por el ocio. Sus reflujos

que describen los motivos


recurrentes de la hierba

cuando extiende su dominio


sobre el cuerpo. Cada brizna

del paisaje desmenuzas


mientras tanto las ideas

ramifican los esquemas


desechados de las horas.

Los papeles arrojados al canasto.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  46


VENTANILLAS

 De los meses que corren


marchamos detrás .

Bajo esta divisa


o bandera a jirones

del poder, perdonamos


las horas gastadas

en filas que van


de la calle a la caja

en el último piso
al final del pasillo.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  47


IDILIO

Regresábamos del parque por el pasto


mojado, cuando el tiempo se hizo tenue
 para alguna aparición:
me contabas
o recuerdo –como un viaje- solamente
que yo andaba entre tu voz y las palabras
con pisadas tentativas, de turista
que desciende a la ciudad envuelta en brumas
cerro abajo.
Engastada entre las grietas
de la historia te esfumabas:
divisé
una gema, eso es todo. Breves ráfagas
de aire frío disolvieron la escalera
empedrada de recuerdos, el rocío
me guiñó desde las hojas:
eso es todo
lo que tengo que contar, ibas diciendo
al llegar a la vereda iluminada.

Y el rumor, menos lejano, de automóviles


se mezclaba con tu voz y con la noche.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  48


ESPECIES INTENCIONALES

Mientras estos ojos envejecen


el mundo permanece como nuevo.

Reluce en las mañanas


y difunde por la tarde su brillo

en todas direcciones. Mientras esta


mirada se curva hacia dentro

y forma una cuenca y recoge


la lluvia constante de escenas

el mundo permanece como un plano


inclinado y las imágenes resbalan

al abismo de la historia. Mientras estos


ojos se licúan a nivel de las pantallas

y se agitan y remansan bajo el cielo


estrellado de los párpados, el mundo

es un mar donde las luces tranquilas


se mecen y migran en círculos

concéntricos sin rumbo. Mientras esta


mirada abandona las órbitas

fijas del globo ocular, el mundo


recorre una elipse a la inversa.

Y retorna a su centro en el sueño.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  49


DÁRSENA

Con los años algunas ideas


consiguen migrar:
de un extremo
al otro del cráneo, por zonas
repletas de escollos avanzan
y pierden el rumbo.
La sal
de las olas irrita sus ojos.

Pero luego retoman la ruta


y alcanzan la costa.
Arrecifes
de memoria las enfrentan
y amenazan sus naves.
Las aguas
más claras del sueño delatan
sus siluetas temibles, al borde
del día.
Del otro hemisferio
conocen apenas los mapas
antiguos, que teje el recuerdo
 plateado de cada vigilia.
Así
arriban finalmente: breves
ideas, que habrán de esperar 
su turno en aduanas.
En filas
morosas, que cruzan a diario
las barreras de la palabra.

Especies intencionales – Andrés Anwandter  50

También podría gustarte