LA TRAYECTORIA DE LA GENERACIÓN DEL 27: ETAPAS Y OBRAS.
MIGUEL
HERNÁNDEZ Y LA MADUREZ CREADORA EN EL RAYO QUE NO CESA
1. Introducción: componentes de la generación del 27 y características generales.
2. Trayectoria de la generación del 27.
3. Cuatro autores significativos y obras.
4. Miguel Hernández:
a. Breve biografía.
b. La poesía de Miguel Hernández..
c. El rayo que no cesa.
1. En la década de los años veinte surge en España un grupo de poetas unidos por
lazos de amistad que muestran intereses literarios y estéticos afines. Se trata de la
conocida como Generación del 27, de la que forman parte: Federico García Lorca,
Rafael Alberti, Luis Cernuda, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso
Alonso y Vicente Aleixandre.
Según algunos críticos, también pertenecen a esta generación poetas como Emilio
Prados, Juan José Domenchina y Manuel Altolaguirre. Por otra parte, el poeta Miguel
Hernández, aunque no se puede decir que perteneciese al grupo por diferencia de
edad, de formación… sí mantuvo estrechos contactos con poetas de esta generación
(por ejemplo, con Vicente Aleixandre) y el propio Dámaso Alonso lo nombra en
ocasiones como “genial epígono" del 27. Además, Gerardo Diego, en su Antología,
añade como representantes de la voz poética femenina a las poetisas Ernestina de
Champourcín y Josefina de la Torre.
El nombre de Generación del 27 viene dado por un acto celebrado en el ateneo de
Sevilla para conmemorar el tercer centenario de la muerte de Góngora. Una fotografía
recoge, tras la mesa presidencial, a un grupo de jóvenes, entre los que se encuentran
Alberti, Gerardo Diego, García Lorca, Guillén, Dámaso Alonso...
1
No obstante, no todos los críticos están de acuerdo con el término “generación”, sino
más bien “grupo” dentro de una generación histórica. Sea como fuere, lo cierto es que
este grupo de poetas comparten unos rasgos cuyo denominador estético común es la
tendencia al equilibrio, que se observa en distintos aspectos:
a) Poesía pura y sentimiento. La poesía pura1 se conjuga con un afán de transmitir
la experiencia personal. El 27 persigue la perfección formal y la eliminación de lo
accesorio, pero como un medio para expresar lo humano.
b) Atención a la poesía española y a las influencias extranjeras. Muchos admiran a
Paul Valéry2 y a otros poetas franceses, como Baudelaire3; también centran su
atención en autores hispanoamericanos, como César Vallejo o Pablo Neruda.
c) Fusión de tradición y renovación. Esta generación recibe influencias de la
literatura de épocas pasadas, pero también de la que se desarrolla en ese
momento. Admiraron a autores de las generaciones inmediatamente anteriores
(Juan Ramón Jiménez, Gómez de la Serna) y también a los clásicos (Garcilaso,
San Juan de la Cruz, fray Luis de León, Lope de Vega, Quevedo o Góngora).
Algunos movimientos vanguardistas, como el ultraísmo y el creacionismo, dejan
también huellas en algunos poetas y, de un modo más especial, cala en ellos el
surrealismo.
d) Entre las estructuras métricas clásicas y el verso libre. Los poetas del 27 no
conciben la estrofa como una obligación formal, sino como una opción más
dentro de la libertad poética. Emplearon el verso libre y los esquemas métricos
más tradicionales (soneto, lira, etc.).
e) Entre las formas populares y las cultas. Su poesía manifiesta un interés por
formas populares (como el Romancero o el cancionero tradicional) y por las
cultas. Las primeras están especialmente presentes en la obra de Lorca, Alberti,
Dámaso Alonso y Gerardo Diego.
f) Por último, cabe destacar el papel central de la metáfora y la imagen en la
poesía de estos autores. Se trata de metáforas originales, pues desechan las
metáforas gastadas por la tradición. La metáfora se convierte en la base de
muchos de sus poemas, pero es una metáfora compleja, donde la relación de
semejanza entre el término real y el imaginario no es evidente: metáfora
visionaria4.
1 Término este difícil de entender. Se refiere a una poesía que busca ante todo la belleza, el valor
estético y que, por lo tanto, se depura, desecha, todo tipo de emoción que no sea
estrictamente artística. Esta concepción de la poesía está en consonancia con lo que Ortega denominó la
deshumanización del arte para explicar el arte vanguardista.
2 Poeta francés de la primera mitad del siglo XX, cuya obra poética es considerada una de las piedras
angulares de la poesía pura, de fuerte contenido intelectual y esteticista. Según Valéry, «todo poema
que no tenga la precisión de la prosa no vale nada».
3 Poeta francés de mitad del siglo XIX, fue para algunos la crítica y síntesis del Romanticismo, para otros
el precursor del Simbolismo, y tal vez haya sido ambas cosas al mismo tiempo.
También es considerado el padre espiritual del decadentismo que aspira a épater la bourgeoisie
(escandalizar a la burguesía). Los críticos coinciden al señalar que formalmente abrió el
camino de la poesía moderna.
4 Se llama así a un tipo de imagen o metáfora que no es directamente traducible, sino que expresa de
forma libre y con un significado ambiguo los mundos interiores del poeta. Por ejemplo, en el “Romance
2
g) En cuanto a la temática Los grandes asuntos del ser humano – el amor, el
universo, el destino, la muerte- pueblan las obras de los poetas del 27. Aun así,
se observa que los motivos temáticos están relacionados con la apreciación de
los avances técnicos, del desarrollo urbano, de la eclosión artística. Y también
del sentido de la libertad como principio que abarca todas las vivencias del
individuo:
- La ciudad. Aparece unida a la visión futurista, impregnada de optimismo. Los
poetas del 27 amaron la ciudad, valoraron el confort, el cine, la publicidad; pero
también observaron el aspecto negativo del desarrollo urbano.
- El amor. Se presenta como la plenitud del individuo y admite todas las
manifestaciones posibles, con un sentido de libertad: amor heterosexual y
también homosexual (introduciendo, así, en sus composiciones un tema tabú en
estos momentos). Sin embargo, el choque entre esta actitud y la realidad en
que vivían llevó muchas veces al dolor (caso de Cernuda).
- Las artes. Influidos claramente por las vanguardias literarias, las artes se
convirtieron en tema de creación poética.
- La naturaleza. Concebida unas veces como entorno, en otras se convierte en
parte del yo poético, que llega en algunos casos a una visión panteísta.
2. La trayectoria de estos poetas presenta, en general, algunos puntos comunes.
Sin embargo, hay que señalar que hay poetas, por ejemplo Guillén, que no
experimentan un cambio poético fuerte. Siguiendo, sobre todo, las propuestas de
Dámaso Alonso y Luis Cernuda, los críticos han señalado los siguientes pasos en su
trayectoria común:
I. Primera etapa: hasta 1927 aproximadamente, son los tanteos iniciales, en los
que es notoria la presencia de los tonos becquerianos. Pronto se deja sentir la
influencia de las primeras vanguardias y de la poesía pura de J.R.J. En ellos se
manifiesta una obsesión por la estética, pues quieren lograr la belleza total del
poema, la depuración del lenguaje, la experimentación y la falta de
sentimentalismo. Pero, al mismo tiempo, se percibe el poso de la lírica
tradicional, por ejemplo en el Libro de poemas de Lorca (1921) o en Marinero
en Tierra de Alberti (1924).
II. Segunda etapa: a partir de 1928 hasta la guerra civil, las circunstancias históricas
de España llevan a la mayoría de los autores a intervenir en la política (unos se
afilian a partidos políticos, otros colaboran con iniciativas culturales de
izquierdas). Se inicia un proceso de rehumanización que intensifica el
compromiso social de los poetas del 27. Dejan la lírica de J. R. Jiménez y se
acercan más a Antonio Machado. Coincide también este momento con la
irrupción del surrealismo, que señala una dirección diametralmente opuesta a
la poesía pura ya que da preferencia a los sentimientos humanos. También se
produce una influencia directa de Pablo Neruda, que reside por esta época en
España. Dirige una revista literaria, Caballo verde para la poesía; en ella escriben
los poetas del 27.
III. Tercera etapa: tras la guerra civil, el grupo se dispersa. Algunos han muerto
(Lorca); otros permanecen en España tutelando a las nuevas generaciones de
sonámbulo”, Lorca utiliza la metáfora de la luna que significa la muerte (metáfora que, por otra parte, ya
había utilizado en, por ejemplo, de la luna, luna, en donde nos narra la muerte de un niño gitano en una
noche de luna llena.
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poetas y evolucionando hacia la poesía desarraigada (D. Alonso, V. Aleixandre,
G. Diego); y otros se exilian reflejando en sus obras la nostalgia de una tierra
perdida y lejana (Alberti, Cernuda, Guillén, Altolaguirre, Prados). Coinciden en
retomar los temas humanos, agudizados por el sufrimiento de la guerra y sus
consecuencias inmediatas (muerte, exilio, censura y miseria).
3. Pasamos ahora a indicar brevemente las obras de cuatro (por no extendernos
demasiado) de los autores de este grupo.
• PEDRO SALINAS (Madrid, 1892-EEUU, 1951)
Fue profesor de literatura en diversas universidades, en España y EEUU. Además de
poesía escribió también obras teatrales, relatos e importantes estudios de crítica
literaria.
En cuanto a su obra lírica, observamos tres etapas en el autor madrileño: la primera,
con tres libros: Presagios (1923), Seguro azar (1931) y Fábula y signo (1931).Los tres se
pueden inscribir en la línea de “poesía pura”. La huella de Juan Ramón Jiménez es
perceptible en muchos poemas. En algunos, aparecen temas de raíz futurista (la
máquina de escribir, el radiador, la bombilla eléctrica...). Una segunda etapa ya de
madurez, se compone de sus obras La voz a ti debida (1933), Largo lamento, Razón de
amor. Las tres forman un ciclo amoroso: La voz a ti debida es el mutuo descubrimiento
gozoso de los amantes; Razón de amor, expresa la tristeza por el amor acabado y Largo
lamento la resignación y el dolor ante el imposible reencuentro. Finalmente, tenemos la
etapa del exilio: El contemplado (1946).
En su poesía se aúna de manera magistral lo intelectual y lo sentimental; rehúye el
patetismo romántico y busca ahondar en los sentimientos profundos, y siempre más de
una manera intelectual más que pasional. Es conceptista y tremendamente deudor de
los recursos literarios desde Jorge Manrique, por quien sentía admiración, todo ello
desde la perspectiva poética de su tiempo.
• FEDERICO GARCÍA LORCA (Granada, 1898-1936)
El autor más conocido de todos los del grupo es, sin duda, Federico García Lorca. Su
asesinato por los nacionales lo han convertido en un mito de la historia del siglo XX
español. En 1929, viaja a Nueva York, y de ahí sale una de sus obras más reconocidas
Poeta en Nueva York, donde denuncia la sociedad capitalista, la pérdida de la identidad
personal, la proclamación de la libertad homosexual entre otros temas. La influencia del
movimiento surrealista es notable, en la libertad expresiva y en la utilización de
metáforas audaces. A su regreso y durante la República, participó en la política cultural
del país fundando el grupo teatral La Barraca. En julio de 1936, tras haber apoyado al
Frente Popular e inquieto por el curso de los acontecimientos políticos, regresa a
Granada, donde un mes más tarde lo asesinan. Los temas centrales para Lorca (en
poesía y en teatro) son la frustración de las personas, el amor, la muerte y la rebeldía
contra lo establecido. Poema del cante jondo, una de sus primeras obras, se ambienta
en una Andalucía trágica. Romancero gitano (1928) es una de las obras cumbre de
Lorca: la tradición culta, los ritmos populares y el vanguardismo se entremezclan,
creando un mundo mítico cargado de símbolos (la luna, la sangre, el agua, el caballo,
las flores, los metales,…)
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En los años 30, Lorca buscaba otros caminos líricos: lo probó con Seis poemas galegos,
escritos en lengua gallega y en la vuelta al clasicismo de los Siglos de Oro con Sonetos
del amor oscuro, donde temáticamente se centra en la dualidad gozo-dolor que
provoca en él el amor.
• RAFAEL ALBERTI (Puerto de Sta. María, –Cádiz- 1902-1999)
Pronto manifiesta dotes pictóricas y poéticas y un fuerte compromiso social y político.
Ingresó en el Partido Comunista y se convirtió en la pareja de la también escritora
María Teresa León. En 1925 publica Marinero en tierra (Premio Nacional de Poesía
compartido con Gerardo Diego), donde recuerda su infancia, a Cádiz, donde se mezcla
lo popular con lo vanguardista. Este vanguardismo se acentuará en obras posteriores,
siempre mezclándose con el clasicismo más hermético, como ocurre con Cal y canto
(1929), donde alternan poemas de corte clásico con innovaciones futuristas. En Sobre
los ángeles, (1929), encontramos la expresión de Alberti de su desconcierto existencial.
Es esta su obra maestra (según muchos críticos) y uno de los libros claves de su
generación. La poesía políticamente comprometida se advierte en Con los zapatos
puestos tengo que morir, donde el surrealismo estético sirve de molde a sus ideas
revolucionarias. Su poesía del destierro se refleja en Entre el clavel y la espada (1945):
se plasma el amargo sabor de la derrota. Continuó publicando desde diferentes tierras
de Hispanoamérica y algunas de sus obras se las dedicó a la pintura, su otra pasión y
profesión.
• LUIS CERNUDA (Sevilla, 1902- Ciudad de México,1963)
Es quizá el más espiritual de todos los poetas del grupo, de personalidad solitaria y
dolorida debido a su exacerbada sensibilidad. Temas como el amor, la belleza de la
naturaleza, la fugacidad del tiempo y el olvido, son principales para él. Sus tres etapas
se dividen en: búsqueda de la poesía pura -Perfil del aire (1927)-; influencia surrealista y
romántica -Los placeres prohibidos (1931), Donde habite el olvido (1934) -y la etapa del
exilio -Vivir sin estar viviendo (1949)-.
En 1936, él mismo reúne su producción lírica hasta ese momento bajo el título La
realidad y el deseo. Al igual que los otros autores del 27, Cernuda también se ve
influido por el vanguardismo, a través del cubismo en sus primeras obras y del
surrealismo posteriormente. Su surrealismo es un surrealismo atenuado, nunca de
escritura automática ni de imágenes gratuitas, sino trabajando los poemas y buscando
la creación de manera consciente. En Los placeres prohibidos el surrealismo le sirve
para proclamar su homosexualidad, de manera muy sincera y atrevida, con intención de
exaltar lo bello y el erotismo. Pronto se dará cuenta de la imposibilidad del amor ideal y
con ello publicará Donde habite el olvido. Apenas hay restos surrealistas ya, y Cernuda
se reencuentra con Bécquer (el título del libro está tomado de un verso de la Rima LVI):
ambos han visto la amargura del amor y el dolor y esto les lleva a la desolación más
absoluta, al nihilismo.
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Tras 1936 publica libros relacionados con la historia del momento, primero en su exilio
en Inglaterra Las nubes y luego en América Como quien espera el alba. Su último libro,
Desolación de la quimera, es un libro de recapitulación de temas anteriores (niñez, el
amor, España, la soledad, etc.) y también de despedida.
4. Miguel Hernández.
a) Miguel Hernández (Orihuela, 1910 - Alicante, 1942) es uno de los más
significativos poetas españoles de la primera mitad del siglo XX.
De familia humilde, tiene que abandonar muy pronto la escuela para ponerse a
trabajar; aun así desarrolla su capacidad para la poesía gracias a ser un gran lector de la
poesía clásica española. Forma parte de la tertulia literaria en Orihuela, donde conoce a
Ramón Sijé y establece con él una gran amistad.
A partir de 1930 comienza a publicar sus poesías en revistas como “El Pueblo de
Orihuela” o “El Día de Alicante”. En la década de 1930 viaja a Madrid y colabora en
distintas publicaciones, estableciendo relación con los poetas de la época. A su vuelta
a Orihuela escribe Perito en Lunas, donde se refleja la influencia de los autores que lee
en su infancia y los que conoce en su viaje a Madrid. Ya establecido en Madrid, trabaja
como redactor en el diccionario taurino de Cossío y en las Misiones pedagógicas5 de
Alejandro Casona; colabora además en importantes revistas poéticas españolas. Escribe
en estos años los poemas titulados El silbo vulnerado e Imagen de tu huella, y el más
conocido El Rayo que no cesa (1936).
Toma parte muy activa en la Guerra Civil española, y al terminar ésta intenta salir del
país pero es detenido en la frontera con Portugal. Condenado a pena de muerte, se le
conmuta por la de treinta años pero no llega a cumplirla porque muere de tuberculosis
el 28 de marzo de 1942 en la prisión de Alicante.
Durante la guerra compone Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1938) con un
estilo que se conoció como “poesía de guerra”. En la cárcel acabó Cancionero y
romancero de ausencias (1938-1941). En su obra se encuentran influencias de
Garcilaso, Góngora, Quevedo y San Juan de la Cruz.
b) Miguel Hernández es un poeta excepcional que, como García Lorca, sabe
conjugar la fuerza de la inspiración con el arte más riguroso, el arranque popular y la
técnica más exquisita hasta llegar a la perfección formal. Con un tono arrebatado y muy
humano, su palabra transmite una emoción intensa (parece salida directamente del
corazón). Se trata, pues, de una poesía que mantiene el equilibrio entre emoción y
contención.
Los temas que encontramos en la obra de este autor son los siguientes:
5Las Misiones Pedagógicas fueron un proyecto educativo español patrocinado por el Gobierno de la
Segunda República Española a partir del Museo Pedagógico Nacional, centro de investigación
pedagógica, e inspirado en la filosofía de la Institución Libre de Enseñanza. .
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-El amor. Comienza como un deseo insatisfecho que produce sufrimiento; más
tarde se convertirá en plenitud amorosa. El amor a la mujer y al hijo son motivos
habituales en su poesía.
-El dolor y la muerte. Las vivencias personales y la realidad social provocan
sufrimiento, cuya máxima expresión es la muerte. La guerra agudiza el dolor, con el
hambre, la cárcel o la ausencia de los seres queridos.
-La vida y la esperanza. En contraste con el eje anterior, la poesía de Miguel
Hernández refleja un profundo vitalismo, unido generalmente al amor y a la
solidaridad. Aun cuando el compromiso social obliga a atacar duramente a los
culpables del sufrimiento, surge la esperanza en un futuro mejor.
En su trayectoria literaria se pueden apreciar varias etapas: poesía pura, neorromántica,
de compromiso y popular.
I.- Como homenaje al estilo de Luis de Góngora —uno de los autores más
destacados del siglo XVII—, Hernández escribe en 1932 su primer poemario, Perito en
lunas, uno de los exponentes más originales de la poesía pura. Formado por una
colección de cuarenta y dos octavas reales, estos poemas constituyen una sucesión de
acertijos poéticos en los que el autor ostenta una gran destreza verbal e imaginativa y
en los que incorpora una amplia gama de recursos característicos del mencionado Luis
de Góngora: hermetismo, complejidad metafórica, léxico culto, bruscos hipérbatos... Se
trata, en síntesis, de un volumen hermético cuyos poemas constituyen imágenes
vanguardistas cercanas a la greguería, lo que lo aproxima a Ramón Gómez de la Serna,
autor novecentista que sirvió de inspiración al poeta de Orihuela.
II.- Tras Perito en lunas, Hernández compuso en 1936 El rayo que no cesa, de
estética neorromántica. Se trata de un poemario de temática amorosa compuesto
principalmente por sonetos y otras composiciones memorables como la “Elegía a
Ramón Sijé”. Esta obra la trataremos más delante con mayor profundidad.
III.- Con la llegada de la guerra civil española, Miguel Hernández se adentra en
la poesía comprometida con Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1939).
Durante estos años, Hernández cree necesario convertir el arte en un arma de
combate y en un instrumento útil para mantener bien alta la moral del soldado. Viento
del pueblo, cuya primera edición salió a la venta en Valencia en 1937, es un poemario
épico y optimista que recoge diversas composiciones escritas a lo largo de doce meses
y publicadas en revistas, diarios de diferentes ciudades o periódicos impresos en el
frente. Obra comprometida, está formada por múltiples poemas que denuncian las
injusticias y se solidarizan con el pueblo oprimido. En ella, la voz poética se alza para
proclamar el amor a la patria, para educar a los suyos en la lucha por la libertad y para
increpar a quienes tiranizan al ser humano.
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El hombre acecha, por su parte, presenta un giro hacia el pesimismo intimista: ahora
el poeta se aflige no solo por la muerte colectiva que acarrea el conflicto bélico, sino
también por los heridos, las cárceles y el odio entre hermanos.
Su último poemario, Cancionero y romancero de ausencias, entronca con ese
neopopularismo ya presente en Antonio Machado o en algunos miembros de la
Generación del 27 como García Lorca o Rafael Alberti. Iniciado en 1938 a raíz de la
muerte de su primer hijo, esta obra póstuma se fue nutriendo con poemas escritos
desde la cárcel que los editores recogieron posteriormente. El poeta alcanza así la
madurez poética con unas composiciones que se inspiran en la sencillez de la lírica
popular y abordan los temas más obsesionantes de su mundo lírico: el amor, la vida y
la muerte, sus "tres heridas".
c) El rayo que no cesa, se compone de la reelaboración de poemas contenidos en
El silbo vulnerado (escrita en 1935). Se publica en 1936 y, a diferencia de su anterior
libro, Perito en lunas (de 1933), es un libro cuya temática es el amor desamparado, ya
que tiene como tema principal la imposibilidad de plenitud del amor a causa de las
pautas morales de la amada. Ese amor se convierte, así, en un tormento que despierta
ideas de destrucción y muerte.
De influjo petrarquista, es una obra que gira en torno a un eje amoroso. Hernández
dedica las composiciones del libro a una sola mujer (como Petrarca a Laura); así pues, el
papel de la mujer como inspiradora de los poemas entronca con la tradición
petrarquista. Inicia la relación con la que después llegaría a ser su esposa, Josefina
Manresa. Su amor será fuente de poesía,” un desgarrón afectivo”, con un estallido de
pasión cegadora y fulminante, como la del rayo que da título al libro. Junto a este
neorromanticismo encontramos símbolos como el cuchillo, el rayo, la espada, el fuego
o el toro.
También hay que recordar el vínculo que mantiene esta obra con la poesía pastoril de
Virgilio y los poemas bucólicos de Garcilaso. Flores, frutos y ambientes bucólicos son
aceptados por el poeta sin la menor vacilación (“Me tiraste un limón...” o los sonetos 7,
9, 11, 14, 18, 20, 25, 26, 28). Esta tradición pastoril presenta la pastora esquiva como fría
y cruel (“Tu corazón una naranja helada”). Pues la amada de Miguel es de una limpieza
indiscutible (“Te me mueres de casta y de sencilla”). Así, el tono desesperado y los
deseos de muerte ante las heridas del amor (“Me quiero despedir de tanta pena.../ y
quiero ahogarme por vivir contigo...”) son un claro eco de los lamentos de las églogas
de Garcilaso.
Así pues, aunque constantemente se alude a la experiencia personal del poeta para
explicar la pasión que destilan estos poemas, es importante, según opina Juan Cano
Ballesta, no olvidar que hay también toda una rica tradición poética que pesa
considerablemente sobre este poemario. Además de otros elementos, clásicos o
barrocos, de Garcilaso o de Quevedo, los poemas de El rayo son poemas de amor, sino
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poemas de amor rechazado, de las angustias que causa el amor cuando una moral
provinciana deja incompleta la relación amorosa, cuando la mujer que despierta los
deseos y que podría saciarlos se resiste. De ahí las tentaciones de suicidio y la
proximidad de la muerte.
Por otra parte también se puede observar la influencia de Pablo Neruda y de Vicente
Aleixandre, que fue el primero que fijó los presupuestos estéticos de la llamada poesía
impura. A partir de ahora, al poeta Miguel Hernández le importa, le preocupa el
problema de la existencia humana y de su propia vida llena de amor y dolor, de
ansiedad y deseo. Aparecen las tres constantes que constituyen la clave de su obra: las
famosas tres heridas de la vida, del amor y de la muerte. El amor es ese rayo que habita
en el poeta, que lo desespera. El amante es un toro que brama y se siente morir por
tener cerca a su amada; y, como el toro, tiene el cuerpo acostumbrado al sufrimiento y
la pena. Como el toro, se crece en el castigo y persigue a la amada a pesar de ser
rechazado por ella.
El libro está concebido como un todo simétrico en el que destacan, por sus formas
métricas excepcionales, su introducción (“Un carnívoro cuchillo”), su momento cenital
(“Me llamo barro”) y el final dramático (“Elegía”), dedicada a su amigo y mentor Ramón
Sijé (pseudónimo de José Ramón Marín Gutiérrez), como hitos estructurales.
La distribución de sus composiciones es peculiar: un poema largo, trece sonetos, otro
poema largo, trece sonetos, una elegía larga y un “Soneto final” como colofón. De esta
manera, el tema amoroso, pasión ardiente, se encierra en una estructura rígida.
El primer poema se erige como clave lírica de comprensión de los posteriores sonetos:
la queja de amor y el subsiguiente sometimiento a la fatalidad del desdén de la amada.
Las imágenes negativas que abundan en él son premonitorias de un trágico destino:
sangre, herida, dolor, homicida, muerte al igual que las imágenes punzantes rayo, asta,
estalactita. Muy cercanas a ese campo semántico estarán las imágenes metálicas como
cortante, hiriente o los dos símbolos sobre los que asienta el poema: rayo y cuchillo:
Un carnívoro cuchillo
de ala dulce y homicida
sostiene un vuelo y un brillo
alrededor de mi vida
El poeta va revelando en este libro, ya desde sus primeros versos, un rico mundo
interior lleno de inquietudes que recuerdan el período de grave crisis ideológica y
estética en que se escribieron estos poemas, escritos entre 1934 y 1935, cuando Miguel
Hernández residía en Madrid, con algunos viajes y frecuentes visitas a Orihuela. Son
momentos de graves convulsiones sociales y políticas que afectan profundamente al
joven poeta y provocan una crisis total de personalidad. Esta, inevitablemente, va
dejando constancia en el libro (a pesar de la temática amorosa). Esta crisis le lleva, en
relación con el tema amoroso, a alejarse del amor espiritualizado al estilo de San Juan
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de la Cruz hasta desembocar en un amor carnal. De manera que, como dice el crítico
M. Chevalier: “la oración a Dios se cambia en súplica y alabanza a la amada”, lo que se
percibe al cotejar estrofas de la versión de El silbo... y la de El rayo...
El silbo... El rayo...
Que venga Dios, que venga de su ausencia Quiero que vengas, flor desde tu ausencia
a serenar la sien del pensamiento a serenar la sien del pensamiento
que me mata con su eterno rayo que desahoga en mí su eterno rayo
En definitiva, El rayo que no cesa es el punto culminante de este, como lo llamó
Dámaso Alonso, genial epígono del 27 que escapa a cualquier acotación de fechas o de
generaciones. Un poemario de amor incumplido, que expresa la agonía del amor
insatisfecho. Este libro supone la frontera de la rapidísima evolución poética de Miguel
Hernández, poeta vital y original sin lugar a dudas. Este poemario supone uno de los
grandes hitos de la lírica amorosa en español de todos los tiempos.
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Selección de poemas
“Un carnívoro cuchillo”
Un carnívoro cuchillo ¿A dónde iré que no vaya
de ala dulce y homicida mi perdición a buscar?
sostiene un vuelo y un brillo Tu destino es de la playa
alrededor de mi vida. y mi vocación del mar.
Descansar de esta labor
Rayo de metal crispado de huracán, amor o infierno
fulgentemente caído, no es posible, y el dolor
picotea mi costado me hará a mi pesar eterno.
y hace en él un triste nido.
Pero al fin podré vencerte,
Mi sien, florido balcón ave y rayo secular,
de mis edades tempranas, corazón, que de la muerte
negra está, y mi corazón, nadie ha de hacerme dudar.
y mi corazón con canas.
Sigue, pues, sigue cuchillo,
Tal es la mala virtud volando, hiriendo. Algún día
del rayo que me rodea, se pondrá el tiempo amarillo
que voy a mi juventud sobre mi fotografía.
como la luna a mi aldea.
Recojo con las pestañas
sal del alma y sal del ojo
y flores de telarañas
de mis tristezas recojo.
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“Me llamo barro”
Me llamo barro aunque Miguel me llame. Barro en vano me invisto de amapola,
Barro es mi profesión y mi destino barro en vano vertiendo voy mis brazos,
que mancha con su lengua cuanto lame. barro en vano te muerdo los talones,
dándote a malheridos aletazos
Soy un triste instrumento del camino. sapos como convulsos corazones.
Soy una lengua dulcemente infame
a los pies que idolatro desplegada. Apenas si me pisas, si me pones
la imagen de tu huella sobre encima,
Como un nocturno buey de agua y barbecho se despedaza y rompe la armadura
que quiere ser criatura idolatrada, de arrope bipartido que me ciñe la boca
embisto a tus zapatos y a sus alrededores, en carne viva y pura,
y hecho de alfombras y de besos hecho pidiéndote a pedazos que la oprima
tu talón que me injuria beso y siembro de flores. siempre tu pie de liebre libre y loca.
Coloco relicarios de mi especie Su taciturna nata se arracima,
a tu talón mordiente, a tu pisada, los sollozos agitan su arboleda
y siempre a tu pisada me adelanto de lana cerebral bajo tu paso.
para que tu impasible pie desprecie Y pasas, y se queda
todo el amor que hacia tu pie levanto. incendiando su cera de invierno ante el ocaso,
mártir, alhaja y pasto de la rueda.
Más mojado que el rostro de mi llanto,
cuando el vidrio lanar del hielo bala, Harto de someterse a los puñales
cuando el invierno tu ventana cierra circulantes del carro y la pezuña,
bajo a tus pies un gavilán de ala, teme del barro un parto de animales
de ala manchada y corazón de tierra. de corrosiva piel y vengativa uña.
Bajo a tus pies un ramo derretido
de humilde miel pataleada y sola, Teme que el barro crezca en un momento,
un despreciado corazón caído teme que crezca y suba y cubra tierna,
en forma de alga y en figura de ola. tierna y celosamente
tu tobillo de junco, mi tormento,
teme que inunde el nardo de tu pierna
Teme que se levante huracanado y crezca más y ascienda hasta tu frente.
del blando territorio del invierno
y estalle y truene y caiga diluviado
sobre tu sangre duramente tierno.
Teme un asalto de ofendida espuma
y teme un amoroso cataclismo.
Antes que la sequía lo consuma
el barro ha de volverte de lo mismo
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“Elegía”
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha
muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien
tanto quería.)
Yo quiero ser llorando el hortelano En mis manos levanto una tormenta
de la tierra que ocupas y estercolas, de piedras, rayos y hachas estridentes
compañero del alma, tan temprano. sedienta de catástrofe y hambrienta
Alimentando lluvias, caracoles Quiero escarbar la tierra con los dientes,
Y órganos mi dolor sin instrumento, quiero apartar la tierra parte a parte
a las desalentadas amapolas a dentelladas secas y calientes.
daré tu corazón por alimento. Quiero minar la tierra hasta encontrarte
Tanto dolor se agrupa en mi costado, y besarte la noble calavera
que por doler me duele hasta el aliento. y desamordazarte y regresarte
Un manotazo duro, un golpe helado, Volverás a mi huerto y a mi higuera:
un hachazo invisible y homicida, por los altos andamios de mis flores
un empujón brutal te ha derribado. pajareará tu alma colmenera
No hay extensión más grande que mi herida, de angelicales ceras y labores.
lloro mi desventura y sus conjuntos Volverás al arrullo de las rejas
y siento más tu muerte que mi vida. de los enamorados labradores.
Ando sobre rastrojos de difuntos, Alegrarás la sombra de mis cejas,
y sin calor de nadie y sin consuelo y tu sangre se irá a cada lado
voy de mi corazón a mis asuntos. disputando tu novia y las abejas.
Temprano levantó la muerte el vuelo, Tu corazón, ya terciopelo ajado,
temprano madrugó la madrugada, llama a un campo de almendras espumosas
temprano estás rodando por el suelo. mi avariciosa voz de enamorado.
No perdono a la muerte enamorada, A las aladas almas de las rosas...
no perdono a la vida desatenta, de almendro de nata te requiero,
no perdono a la tierra ni a la nada. que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
(10 de enero de 1936)
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BIBLIOGRAFÍA
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