1975-1 La Experiencia Interna Jacobo Grinberg
1975-1 La Experiencia Interna Jacobo Grinberg
la exP.eriencia
intema
[l] trillas
la experiencia
intema
jacobo grinberg zylberbaum
Primera edición, enero 1975
Primera reimpresión, agosto 1980
La presentación y djgporición en conjunto de
LA EXPERIENCIA INTERNA,
son propiedad del editor. Prohibida la reproducción
parcilll o total de ena obra, por cualquier medio o método,
sin autorización por escrito del editor
Derechos reservados conforme a la ley
© 1975, Editorial Trillas, S. A.,
A11. Río Churubusco 385 Pte., México 13, D. F.
Miembro de la Cámara Nacional de la
Industria Editorial. Reg. núm. 158
Impreso en México
ISBN 968-24-0360-X
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PRóLOGO
Los comentarios analizan también otro princ1p10 que en apa-
riencia es evidente y que como tal es manejado por la psicología
actual, el de que la realidad existe en el exterior del organismo,
pudiéndose diferenciar entre una realidad interna y una externa.
Esta postulación me parece absurda, aunque lógica por provenir
de seres humanos que han sido sometidos al proceso de sociali-
zación que se les ha impuesto. En este punto existe ya evidencia
experimental que pone en duda la postulación; sabemos, por ejem-
plo, que el proceso perceptual es fundamentalmente de tipo activo,
que la codific.1ción de la información es un proceso que implica
una construcción más que una recapitulación. Desde este punto de
vista somos nosotros los que construimos la realidad. Esta reali-
dad que llamamos externa no es más que una descripción que se
ha constituido estable a través de un proceso de socialización que
en el fondo no es otra cosa sino un simple chantaje emocional.
Incluso desde un punto de vista puramente fisiológico, o mejor
aún, partiendo de un conocimiento fisiológico se hace evidente
que todo lo que ocurre sólo ocurre en nuestro interior. Una evi-
dencia concreta en este sentido la constituyen los estudios de
potenciales provocados en diferentes estructuras cerebrales, mis-
mos que cambian dependiendo del estado interno del organismo
aun cuando el estímulo que los provoca mantenga constantes sus
características "físicas".
Los comentarios ponen en duda la bondad del proceso de socia-
lización, llevan implícita la idea de que al socializar a un sujeto
lo único que hacemos es impedir su desarrollo, puesto que pone-
mos en duda su capacidad de decisión y evitamos, de esa manera,
que logre respetarse a sí mismo.
Formamos, así, sujetos que sólo manifiestan en su conducta lo
que se espera de ellos y que por lo mismo tienen una completa
nulidad afectiva.
Por último, en los comentarios queda clara la idea de que no
existe un determinismo, que éste es sólo aparente en la manifes-
tación conductual motora la cual, sin lugar a dudas, sí puede ser
sometida a control.
Esta posibilidad de control y la postulación de que el sujeto
es su manifestación explican este enfoque sostenido por la psicolo-
gía contemporánea, pero de ninguna manera lo validan o comprue-
ban puesto que el argumento, si es que tiene algún ingenio, es el
de ser completamente circular y ad hoc.
La obra está dividida en dos partes; en la primera se presenta
una serie de cuentos y en la segunda se incluyen los comentarios
propiamente dichos.
6
l'RóLOGO
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INDICE GENERJIL
RIMERA PARTE: CUENTOS ll
El pez y el ave, 13. - La abeja y su panal, 15. - A 4.3 años luz
de Alfa de Centauro, 17. - Maese Augustus, 23.
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INDICE GENERAL
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Soy contrario a términos como fantasía o simbolismo,
Todo nuestro mundo interior es realidad;
tal vez más real que el mundo que vemos.
MARC CJIAGALL
PRIMER:zt PJIRTE
CUENTOS
EL PEZ Y EL JIVE
Un pez dorado estaba asombrado por el vuelo de las aves. Le
gustaba asomarse a la superficie del agua y ver cómo la golondrina
se trasladaba por el espacio abierto al agitar sus alas. Le encantaba
analizar sus movimientos y pensar que éstos le permitían alcanzar
grandes velocidades.
Entendía el mecanismo del vuelo. . . y deseaba volar.
Una golondrina estaba asombrada por el nado de los peces. Le
gustaba volar por encima del estanque para ver cómo el pez do-
rado, al mover su cola, se trasladaba en el agua, transparente y
fresca.
Le encantaba analizar la forma en que el pez se quedaba flo-
tando: inmóvil y sin esfuerzo, y cómo en un santiamén cambiaba
su posición.
Entendía el mecanismo del nado. . . y deseaba nadar.
Un día de sol, la golondrina le habló al pez:
-Si tú me enseñas a nadar, yo te enseñaré a volar. Y el pez le
contestó con una sonrisa:
-Trato hecho.
~A partir de ese momento se hicieron amigos.
El pez le explicó a la golondrina todos los secretos de la nata-
ción y la enseñó a doblar sus alas y moverse de tal forma que le
permitiera penetrar en el agua y trasladarse en ella.
La golondrina, a su vez, enseñó al pez cómo adquirir suficiente
impulso en un movimiento ascendente desde la profundidad del
estanque. Le explicó que este impulso le haría salir del agua y que,
una vez en el espacio, tendría que mover la cola y así podría volar.
El aprendizaje fue lento y riesgoso, pero llegó el momento en
que todos los movimientos fueron aprendidos y se decidió hacer la
prueba final.
La golondrina, ansiosa, le dijo al pez:
-Estás preparado para volar, ahora debes intentarlo.
Y el pez, preocupado, replicó:
-Tú también lo estás, si así lo deseas puedes nadar.
Los dos se prepararon, respiraron hondo y después de un mo-
mento de vacilación, se atrevieron ...
Alguien, a la orilla del estanque, tuvo una visión fantástica: vio
volar a un pez dorado y nadar a una golondrina.
13
PRIMERA PARTE. CUENTOS
14 15
PRIMERA. PARTE. CUENTOS
16
Jt 4.3 JtÑOS LUZ DE JtLFJI
DE CENTAURO
A 4.3 años luz de Alfa de Centauro, en la intersección de las
líneas Grif y Son-Tawori de desdoblamiento magnético nuclear, se
realiza la vigesimosexta conferencia de los pueblos del universo
WZ-38H.
Existe. gran expectación por oír a Yun, delegado de la oonste-
lación Di-ipsi-son.
Yun ha desarrollado un sistema de detección que permite loca-
lizar sistemas antientrópicos de alta integración, y además averi-
guar su estructura interna.
Yun es egresado del famoso Instituto de Investigaciones Anti-
entrópicas de Andrómeda y como tal, siempre ha pensado que 20
mil millones es el mínimo número de elementos necesarios para
lograr un mecanismo con pandeterminismo. Durante dos eones,
Yun ha estado recabando información que le permita comprobar
esta idea y ahora, en la vigesimasexta conferencia, se ha anunciado
que presentará los informes definitivos al respecto.
Sil, presidente de la conferencia, toma la "palabra":
, "Estimados delegados de los pueblos de nuestro universo, nos
hemos reunido una vez más a fin de conocer el resultado de las
investigaciones acerca de la evolución de los sistemas antientró-
picos. Desde el descubrimiento del gran Gardielli, nos hemos reuni-
do eonalmepte durante 26 eones a fin de determinar cuáles son
las características de esos sistemas.
"Hemos llegado a la conclusión de que los sistemas antientró-
picos evolucionan a partir del momento en que una estructura se
vuelve lo bastante compleja como para avanzar desde un determi-
nismo absoluto a un autodeterminismo y de allí a un estado que
hemos denominado pandeterminismo, donde el sistema no sólo
es capaz de fijar sus leyes sino también de cambiar las relaciones
entrópicas del universo circundante. El estado de pandeterminismo
ocurre cuando un sistema es capaz de representarse el universo,
siendo esta representación lo suficientemente exacta y segura como
para ser más real que lo que la rodea.
"Las investigaciones realizadas hasta la fecha han indicado que
existe un paso abrupto entre el auto y el pandeterminismo, Y
que un sistema pertenece a una u otra categoría.
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PRIMERA PARTE. CUENTOS
"El día de hoy, Yun nos presentará datos que señalan la exis-
tencia de un estado intermedio que posee características muy espe-
ciales; pero, será mejor que nos lo explique el propio Yun ... "
Las esferas energetizadas cambiaron de tonalidad, lo cual signi-
ficaba que un estado de expectación había sido provocado por las
palabras del presidente.
Yun ordenó sus pensamientos y empezó a transmitirlos. Cada
uno de los delegados comenzó a seguir las experiencias de Yun
como si fueran propias. Primero les hizo ver el mecanismo del
detector de antientropías, luego todos los pasos de su desarrollo
y los problemas de su construcción. Fue como si hubieran vivido
lo mismo que vivió Yun; todos admiraban la técnica de presenta-
ción que utilizaba. Si bien era cierto que como sistemas pandeter-
minados todos podían transmitir experiencias, la perfección en el
dominio de esta técnica era inigualable en Yun.
Según explicó Yun, el detector de antientropía se basaba en el
principio de la holografía trasmolecular y estaba acoplado a un
cañón mesónico de detección que barría una porción del espacio y
localizaba cualquier punto que mostrara una organización molecu-
lar autoestable.
La mayoría de las detecciones revelaban sistemas menores a los
5 mil millones de elementos y éstos quedaban catalogados como
antientrópicos de clase I, o sea, sin autodeterminismo. En el barrido
Nº 256 000 se había localizado un sistema de 12 mil millones de
elementos, caso único que permitiría probar la hipótesis de que 20
mil millones era el límite inferior del pandeterminismo. A partir de
ese descubrimiento, Yun dedicó toda su atención a establecer las
características de tan singular sistema.
Lo primero que observó fue que el sistema se mantenía activado
por una compleja infraestructura energetizadora que lo oxigenaba y
alimentaba. Después se dio cuenta de que el sistema y su infraes-
tructura permanecían activos durante un tiempo ridículo que
correspondía a entre 80 y 100 orbitales del planeta que los sostenía.
El sistema sólo se podía comunicar a través de alteraciones en
la presión de la atmósfera que lo envolvía y sólo se podía tras-
ladar de un punto a otro activando ciertas prolongaciones de su
infraestructura. Tanto las alteraciones en la presión atmosférica
como la activación de las prolongaciones se regían por una serie
de reglas establecidas por una comunídad de sistemas.
Definitivamente no había señales de pandeterminismo y ape-
nas algún signo de autodeterminismo, sin embargo, en ocasio-
nes el sistema actuaba como si poseyera ambos. Esto intrigaba
sobremanera a Yun, no podía entender a qué se debían las fluc-
tuaciones que estaba detectando.
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A 4.3 A~OS LUZ DE ALFA. DE CENTAURO
19
PRIMERA P,4RTE. CUENTOS
20
A 4.3 A!WS LUZ DE .41.F..4 DE CENT..4URO
21
PRIMERA PARTE. CUENTOS
A 4.3 años luz de Alfa de Centauro, dos psiquiatras charlaban
en un café:
-¿Sabes?, me siento muy orgulloso, el nuevo método de tera-
pia electroconvulsiva está dando muy buenos resultados.
-Sí, ya lo he notado, tus pacientes parecen estar más tran-
quilos.
-Si todo sigue bien, dentro de poco tiempo podrán volver a
ser productivos ...
22
MJIESE JIUGUSTUS
A las ocho de la noche, Maese Augustus salió de la reumon.
Su porte era majestuoso, llevaba las manos entrelazadas por la
espalda y caminaba pensativo. Se decía que siempre que Augustus
lograba un éxito adoptaba esa misma postura. Se dirigió a la sala
de columnas y tras acomodarse los anteojos salió al jardín. La
noche era fresca y olía a duraznos, Augustus hizo una larga y pro-
funda inspiración y comenzó a tararear el último movimiento de
la cuarta sinfonía de Mahler. Pocas veces se había sentido mejor
que en esa reunión del Consejo. Ante la misma presencia del pre-
sidente, había desarrollado el análisis más profundo de que se
tuviera memoria, de un evento ocurrido en la última guerra
mundial.
Todo había comenzado con aquella conversación que sostuvo
hacía seis meses con el exoficial inglés, durante un vuelo de Nueva
York a Hamburgo. Había planeado revisar en el avión la conferen-
cia que tenía preparada para la Junta de Rectores de Universidades
que se celebraría al siguiente día. No pensaba hablar con nadie,
pero junto a él se hallaba sentada la persona con los rasgos
fisonómicos más interesantes que jamás hubiera visto. Inme-
diatamente empezó la conversación. Augustus le explicó que era
rector de una de las más grandes universidades del mundo, su
vecino de asiento platicaba acerca de sus experiencias como exofi-
cial inglés durante la Segunda Guerra Mundial. ..
"Nos encontrába'mos a 40 kilómetros del campo de concentra-
ción, nuestro superior nos había informado que los rusos estaban
acercándose al mismo para ocuparlo, y que nosotros debíamos
adelantarnos.
"La razón de la prisa era dramática. En el campo quedaban
vivos una docena de niños y una veintena de mujeres. Las cuida-
doras de los prisioneros habían recibido la orden de matarlos al
día siguiente; la única forma de salvarlos era llegar esa misma
noche, para ocupar por sorpresa las instalaciones.
"El regimiento se puso en marcha y a las 5 de la mañana
divisamos el campo, era un conjunto de barracas rodeadas de una
cerca doble y un grupo de torres rectángulares terminadas en
casetas con reflectores. La madrugada era brumosa y fría y el
pensamiento de lo que podía estar sucediendo dentro de las barra-
23
PRIMERA. PARTE. CUENTOS
24
MAESE A.UCUSTUS
hijos, continuar la tradición familiar. Cualquier manifestación que
se apartara de lo esperado de acuerdo al rol de cada quien, era
castigada con el desprecio y la animosidad. En cambio, la exage-
ración del rol era premiada en todas las formas posibles. Si la
estructura decía que las hijas debían ser sumisas, dulces y obe-
dientes y alguna de ellas era más sumisa, más dulce y más
obediente que lo normal, su conducta era considerada como la
más digna, aceptable y adecuada.
"Dentro de muchas familias se presentaban claras señales de
competencia por ajustarse en forma más ortodoxa a los roies asig-
nados; esto se veía más frecuentemente entre las hijas y los hijos.
La competencia era por lograr mayor aceptación por parte de aquel
miembro de la familia que representaba la autoridad, es decir, el
padre. Este deseo de ser aceptado por la autoridad se puede explicar
de la siguiente forma: « ... vivir desempeñando un rol significa sólo
un autoengaño, la persona se convierte en el rol y deja de ser ella
misma. Puesto que el ser uno mismo es una necesidad y el rol es
sólo la apariencia de ser uno mismo, se crea el acuerdo de que
alguien mantenga y valide el rol a cambio de la sumisión.»
"En algunas ocasiones un miembro de la familia podía intentar
dejar de depender de la estructura y por tanto salirse de su papel.
En ese caso los demás miembros consideraban que se había apar-
tado del camino, y por lo tanto trataban de volver a introducirlo
a la estructura. La persona así manejada podía caer en la máxima
de las inseguridades puesto que comenzaba a pensar que estaba
h~ciendo algo muy malo, pero al mismo tiempo sentir que regre-
sar a la estructura significaba ser muy infeliz.
"Pensaba que todos deseaban su retorno puesto que demostra-
ban una gran preocupación que en apariencia era auténtica, pero
no era más que un chantaje emocional dirigido a darle más
realidad a la estructura que alguien estabq poniendo en duda.
"El resultado de todo esto es que aquéllos que salían de la
estructura regresaban a ella impulsados por un sentimiento de
culpabilidad que no podían superar. '
"Exactamente la misma situación se aplicaba al padre, aunque
a un nivel más general. Este se veía presionado a aceptar la es-
tructura, porque así es como lo exigía la sociedad que lo rodeaba
y además consideraba que era lo único adecuado y seguro.
"Puesto que nadie 1de la familia vivía una verdadera realidad
interna, todos se convertían en autómatas salvaguardas de la es-
tructura que se les había impuesto.
"Las relaciones intra e interfamiliares se regían por una serie
de acuerdos tácitos que se caracterizaban por dar y recibir la
seguridad de que se estaba siendo auténtico. Jamás se ponían en
25
PRIMERA PARTE. CUENTOS
duda esos acuerdos, por la sencilla razón de que no sabían que
existieran."
"Las tres cuidadoras del campo de concentración provenían de
familias como las descritas. Cada una de ellas vivió, en su infancia
y adolescencia, un rol asignado e impuesto y todos los acuerdos
emergidos del mismo.
"Ellas aceptaban ciegamente la estructura de sumisión porque
estaban convencidas de que ésta y los roles que se les atribuían
eran lo único que las llevaría a ser ellas mismas.
"Por supuesto que toda la situación descrita tenía como fun-
damento una profunda inseguridad interna y la no menos profun-
da seguridad de que aquéllo que todos quienes las rodeaban con-
sideraban cierto, lo era realmente.
"La realidad de las cosas es que en esa situación nadie era
él mismo, solamente creían ser aquello que los demás definían
como deseable y por tanto nadie ponía en duda la validez de lo así
definido.
"La subida de Hitler al poder y todo el liderazgo asociado con
él fue un acontecimiento lógico y predecible. Hitler dio a la estruc-
tura de autoridad un carácter místico y grandioso.
"Las personas que sólo sabían vivir roles, se vieron a sí mismas
haciendo lo más valioso a lo que un ser humano pueda aspirar.
Hitler les daba seguridad en su profunda inseguridad y esto hizo
que el liderazgo naciente adquiriera una fuerza descomunal.
"La base de esta aparente seguridad fue el acuerdo compartido
por todos acerca de su superioridad sobre todas las demás «razas»" ...
26
MAESE A.UGUSTUS
que pudiera ser la raza aria del futuro; Yusia, en cambio, tiene
un tipo muy desagradable; morena, regordeta y de ojos oscuros;
los compañeros de entrenamiento a veces han llegado a decir que
se parece a las judías. Esto molesta sobremanera a Karina, está
de acuerdo en que Yusia no es muy aria, pero decir que parece
judía ... ¡es el colmo!
Precisamente ayer se peleó con Hans por ese motivo, la verdad
es que no creía poder ser tan agresiva cuando alguien la hacía
enojar, pero Hans se lo merecía.
Era muy bonito levantarse antes del toque de corneta y po-
nerse a pensar lo que habían aprendido el día anterior. . . ayer en la
mañana el supervisor las había llevado a una cueva y allí había
hecho el amor con las tres, eso, decía, demostraba la capacidad
y la fuerza de un miembro de las Juventudes Hitlerianas; en ver-
dad había sido una gran experiencia. Lo más grandioso había sido
ese grito de ¡Heil Hitler! en el momento del orgasmo común.
A mediodía habían ido a admirar la belleza de la cañada y,
como siempre, habían tenido que descuartizar con sus propias
manos el conejo que habían cazado vivo y les serviría de alimento.
Poder hacerlo, decía el supervisor, es una experiencia mística de
fuerza y entereza. Daba un poco de lástima ver aquel conejo retor-
ciéndose por el dolor, pero constituía una gran alegría poder su-
perar los inútiles sentimientos de compasión que despertaba aquel
animal inferior.
Después de la comida habían recibido su clase de las tardes.
A~er se revisó la historia alemana posterior a la Primera Guerra
Mundial. No era posible entender la injusticia del Tratado de
Versalles más que conociendo que en su redacción había partici-
pado un perro judío. . . cómo los odiaba, ellos eran la causa de
todos los males que sufría la Madre Patria, y todo por su maldito
deseo de dinero y poder; eran inferiores a aquel conejo que habían
descuartizado.
En la noche se habían reunido alrededor del fuego y habían
cantado. . . era muy emocionante sentirse constructores del futuro
Imperio, jamás en la vida de ninguna nación, una juventud había
tenido más suerte. . . era muy bello haber nacido en la misma épo-
ca que Adolfo -Karina volteó para ver si alguien había oído ese
pensamiento-, se sintió avergonzada de llamarlo por su nombre
de pila pero es que. . . lo amaba tanto ...
Faltaban dos minutos para el toque de corneta; Karina miró
su reloj y de repente se empezó a sentir angustiada ... "dentro de
una semana se hará la prueba de selección y todos desean ocupar
los primeros puestos. El máximo honor es ser seleccionado para
ir a los campos ... "
27
PRIMERA. P A.RTE. CUENTOS
28
MAESE AUGUSTUS
29
PRIMERA PARTE. CUENTOS
"El día de hoy hablaré sobre los efectos nefastos que resultan
del establecimiento de acuerdos y de la dificultad del ser humano
para darse cuenta de la existencia de ellos ... "
Augustus no se sentía bien, algo en su interior se quebró: Maese
Augustus empezó a ser espectador de Maese Augustus.
30
SEGUND:zt P:ztRTE
COMENTJIRIOS
PRIMERO:
DE L'A PERCEPCION
La percepción es un proceso interno. Un objeto es percibido
cuando activa nuestras estructuras cerebrales, de ahí que es esa
activación central lo que da lugar a nuestra experiencia acerca del
objeto.
Las características físicas de los estímulos son menos importan-
tes que la forma como estos activan nuestro sistema nervioso, esto
explica por qué un mismo estímulo p,:ede percibirse en formas muy
diferentes. Algunos ejemplos serán suficientes para explicarlo:
Si un sujeto es sometido a hipnosis, y en ese estado se le sugiere
que la brasa de un cigarrillo encendido va a ser puesta en contacto
con su piel, el sujeto sentirá dolor y percibirá que lo han quemado
a pesar de que el objeto en contacto haya sido un lápiz o un gis.
El gis o el lápiz fueron transformados por el cerebro del sujeto en
un cigarrillo encendido y ésto fue el que percibió, independiente-
mente de las características físicas de aquellos.
Si a un sujeto se le presenta una figura ambigua y antes de
estimularlo con ella se le advierte que le será mostrado un pájaro,
es muy probable que en su cerebro la figura ambigua se transforme
en un pájaro y como tal sea percibida.
- De nuevo, lo anterior indica que el proceso perceptual es cons-
tructivo e interno y no reconstructivo y externo.
De hecho, no es necesario acudir a procesos de hipnosis o utili-
zar figuras ambiguas para demostrar lo anterior, cualquier objeto
que se nos presente no existe para nosotros sino en tanto que sea
capaz de activar nuestro cerebro.
Esta activación cambia, dependiendo del tipo y número de situa-
ciones asociadas con el objeto, por lo que la percepción de un
objeto es inseparable de las memorias asociadas con él.
Cuando identificamos algo, es porque ese algo ha activado un
almacén de memorias; la actividad cerebral que resulta de las
características físicas del objeto siempre se combina con la activi-
dad cerebral asociada con el almacén de memoria que el objeto
ha activado.
Si la percepción es el resultado de una activación interna, enton-
ces nada existe realmente en el exterior.
Si vemos un árbol es porque se ha construido en nuestro cerebro,
si soñamos con él, es que también se ha formado allí, si lo aluci-
namos es por lo mismo. Si lo único real es la activación interna,
33
SEGUNDA PARTE. COMENTARIOS
entonces tanto la percepc<.'.>n como el sueño y la alucinación son
reales.
La única diferencia entre ellas es que suponemos que el árbol
físico puede ser compartido y en cambio el sueño y la alucinación
no. Compartir el árbol físico implica suponer que éste da lugar
al mismo tipo de activación cerebral en muchos observadores, como
si tal activación fuera una reconstrucción lineal del árbol.
La verdad es muy distinta, el árbol puede ser percibido en forma
diferente por distintos observadores, dependiendo del tipo de expe-
riencias con que cada uno de ellos lo asocie; por tanto, suponer que
se está compartiendo es erróneo. Lo único que se comparte es la
suposición de que se comparte.
Lo más trágico es que como resultado de lo anterior, se desarro-
lla un mecanismo evaluador de realidades. Dicho mecanismo con-
sidera real toda vivencia que se pueda compartir con los demás y,
así, invalida una serie de experiencias internas, basándose en que
no se pueden compartir. Lo paradójico es que este mecanismo no
se da cuenta de que la experiencia resultante de la percepción de
un objeto físico tampoco se puede compartir.
Lo único que resulta de toda esta farsa es un estado de confu-
sión en que se piensa que lo válido y real es lo que se manifiesta
y que esa manifestación da lugar y resulta de una experiencia in-
terna compartible. De allí el énfasis en la manifestación conduc-
tual de un proceso, por estimar que es lo único real, y el desprecio
hacia los procesos internos por considerarlos irreales e inválidos.
Esta estructura de énfasis y desprecio explica por qué interac-
tuar con una persona implica casi siempre un manejo de aparien-
cias y acuerdos, y rara vez un intercambio de experiencias internas.
• Muchas de nuestras costumbres son reflejo directo de lo ante-
rior; seguimos una moda para vestirnos, habitamos casas cuyo
tamaño y lujo son desproporcionados, utilizamos expresiones rim-
bombantes, nos adjudicamos roles y papeles, establecemos acuerdos
jurídicos y comerciales, nos interesa tener dinero y poder, busca-
mos la aprobación de los otros, etc.
Solamente en el momento en que nos demos cuenta de que todo
es interno es cuando empezamos a ser.
Cuando esto suceda, tendremos la absoluta certeza de que el
compartir una idea, pensamiento o sentimiento no confiere a, los
mismos mayor realidad o validez, sino que estos son válidos y reales
por sí mismos. Además, entenderemos que la estructura según la
cual una experiencia interna sólo tiene valor y realidad cuando se
comparte, resulta de una transferencia postiza de la otra estructu-
ra que asienta que un evento físico es real a condición de que
muchos observadores estén de acuerdo en ello.
34
SEGUNDO:
DE LOS JUEGOS
Jugar es utilizar al otro para obtener una satisfacción personal,
es decir, usarlo como objeto.
La motivación que impulsa a alguien a jugar es el deseo de
obtener la aprobación por parte de la persona a quien dirige el
juego. Este uso del otro para obtener aprobación sólo es posible
cuando las conductas o ideas asociadas con el juego son una farsa.
La persona que necesita aprobación para sus actos, juega a que
éstos son reales sin darse cuenta de que el hecho de que requie-
ran aprobación sólo significa que no lo son.
La persistencia de los juegos se explica si tenemos en cuenta
que son una defensa que se utiliza para impedir que el otro
penetre en el interior de quien juega. El miedo que tenemos de
que el otro se entere que somos inseguros e infelices nos hace
jugar a ser seguros y felices. Pensamos que poner una barrera
impenetrable a la internación del otro resuelve el problema, siendo
que solamente lo agudiza. Tenemos tanto temor a manifestar
lo que realmente somos, que jugamos a manifestar exactamente lo
contrario de lo que somos. Pensamos que mostrar nuestra realidad
solo nos llevará a ser rechazados.
Pero lo más dramático es que consideramos que manifestar lo
contrario de lo que somos va a hacernos cambiar. Si tan solo pu-
diéramos aceptamos a nosotros mismos, todos los juegos desapa-
recerían; podríamos establecer relaciones basadas en amor y no
en uso. El no poder hacerlo está determinado por nuestra idea
de que los únicos que juegan somos nosotros. Si preguntáramos
a los demás sabríamos que ellos también juegan y que, al igual
que nosotros, desean dejar de hacerlo.
Aceptamos los juegos de los otros para que ellos a su vez
acepten los nuestros; pero esto no conduce más que a la infelici-
dad y a la farsa.
Lo único que verdaderamente puede llevamos a ser felices
es aquello que nos acerca a nuestro interior, es decir, el ser. La
única forma de averiguarlo es no aceptar nuestros juegos ni los
ajenos, obligándonos a dejar de jugarlos. En el momento en que
empecemos a hacerlo nos daremos cuenta de todo lo que no
habíamos aprendido cuando jugábamos, y de lo maravilloso que
ahora -sin juegos-- es el mundo.
35
TERCERO:
DE L:zl RE:zlLIDAD Y DE
LOS JUEGOS
En nuestra "escala de valores" lo más importante es la mani-
festación exterior de cualquier evento. Consideramos que lo "real"
es lo que sucede en el exterior. El movimiento de una flor es
real en tanto provoque algún cambio en otra flor, en el aire que
la rodea o en el lugar en donde cae.
Alguien es real en tanto emita sonidos que puedan ser detec-
tados, se mueva o nos golpee. El otro es real en tanto que tenga
alguna conducta que lo relacione conmigo. Aun yo mismo soy real
sólo si logro provocar un cambio en el otro.
El universo es real en tanto sea un conjunto fuera de mí mismo.
Nuestros sueños no son reales puesto que no se asocian directa-
mente a eventos que provoquen cambios en los otros.
Eso es lo que nos han enseñado, es algo en lo que todos están
de acuerdo y, por tanto, no se puede discutir.
La verdad de las cosas es muy distinta, y generalmente no la
podemos ver por su extremada simpleza.
Cuando veo a una flor moverse, tanto el movimiento como la
flor se construyen dentro de mí.
La flor es para mí en tanto yo la perciba.
El universo existe en tanto yo lo pueda comprender; el decir
que existe fuera de mí a pesar de que no lo entienda sólo sirve
para un juego.
Me puedo comunicar realmente con alguien sólo cuaudo ese
alguien está en mi interior y es igual a mí, en ese momento no
es necesario que ese alguien emita sonidos: puesto que está den-
tro de mí, lo puedo conocer.
"La flor que vi ayer me hizo sentir su sexo; era un centro
brillante, lleno de estrellas, y de él surgían pistilos erectos, expec-
tantes de polen" -esa transmisión y ese sentimiento sólo pudieron
haberse dado si la flor estaba previamente en mí. Yo construí la
flor y yo la sentí y eso es lo real aunque no provoque movimiento
o no golpee.
Cuando empezamos a darnos cuenta de que en nosotros está
todo, somos capaces de modificar, construir y alterar.
La ventana, la puerta y las estrellas sólo son concebibles y
conocibles cuando activan nuestro cerebro, por tanto, lo único
real es esa activación puesto que su ausencia lleva a la nada.
36
DE LA REALIDAD Y DE LOS JVEGOS
37
CUJIRTO:
DEL DECIDIDOI\ DE
RE:zlLID:zlDES
Poseemos un mecanismo pontificio y decididor de realidades.
De antemano y sin ninguna duda decidimos que un sueño no es
real, pero que sí lo es la visión de un puente en un día brumoso.
La decisión de que algo sea real no depende de la claridad con
que aparezca su imagen -los eventos durante el sueño pueden
poseer más nitidez que la visión del puente-, tampoco depende
del tiempo de ocurrencia ni del lugar geográfico.
Lo más extraño es que tampoco depende de la presencia o
ausencia del objeto. El puente puede haber desaparecido y no
obstante decidimos que sigue siendo real; una ilusión óptica puede
estar presente y, sin embargo, decidimos que es irreal. Esto debe-
ría llevarnos a la conclusión de que lo real y lo irreal sólo existen
como construcción y que la verdadera realidad está en nuestro
interior: no obstante, no lo estimamos así.
¿Qué es, pues, lo que hace emitir al mecanismo pontificio un
juicio de realidad? Sin lugar a dudas es el otro introyectado en
uno mismo. Ya un niño se despierte en la noche llorando por un
ensueño desagradable, ya se despierte riendo por un ensueño mara-
villoso, siempre el otro le dice: esto que te ocurrió no es real, lo
único real es lo que yo considero que es real. Así, el niño empieza
a dudar y acaba por admitirlo. En algunas sociedades tribales eso
no sucede, el mecanismo pontificio no se crea con la fuerza que
tiene entre nosotros. Esto explica quizá la facultad de imaginación
y de memoria eidética que ellos tienen y que nosotros hemos
perdido.
Para ellos lo real es lo interno, para nosotros lo externo, nos-
otros cuestionamos sus realidades y ellos cuestionan las nuestras.
La convicción es de ambos y por tanto no es la determinante de la
realidad, pero sí prescribe las decisiones del mecanismo pontificio.
Cuando tenemos la convicción de que la realidad es aquello
que el otro comparte, es el otro quien determina las decisiones del
mecanismo pontificio.
Es el otro el único que nos hace decidir acerca de si un sueño
es o no realidad; nunca somos nosotros, si así fuera, considera-
ríamos al sueño tan real como la visión del puente.
Lo extraordinariamente incongruente es que tanto la visión del
puente como el ensueño sólo ocurren en nosotros, sin embargo,
38
DEL DECIDIDOR DE REALIDADES
40
QUINTO:
DE L:zl
RE:ztLID:ztD FISIC:zl
Si acaso existe una realidad física externa a nosotros, no tiene
la menor importancia en tanto no aprendamos algo de ella. Nos
pueden presentar un objeto cualquiera y si lo observamos sola-
mente sin que provoque algún cambio en nosotros, el objeto en
sí y la relación con él, no pasan de ser una nulidad y, por tanto,
no existen en realidad. Considerar que existen en su estado de
nulidad no significa más que conformarnos con una situación
de acuerdo y dejar de respetarnos a nosotros mismos. Toda nuestra
vida hemos estado rodeados de millones de estímulos visuales,
auditivos, olfatorios, táctiles, etc., cada uno de los cuales podría
representar una enseñanza extraordinaria acerca del universo todo;
sin embargo, en nuestra ceguera y torpeza nos contentamos con
ser estimulados pasivamente sin aprender, sin darnos cuenta de
la maravilla que nos rodea. El estímulo puede o no ser físico, eso
no importa, lo fundamental es la forma como ese estímulo sea
construído en nosotros mismos.
41
SEXTO:
DE LJIS ESTRUCTURJIS Y DE
LOS JICUERDOS
Alguien, en algún momento de la vida de una persona tuvo la
necesidad de establecer un acuerdo con ella.
Si logra su objetivo, ésta deja de ser.
La aceptación del acuerdo impuesto hace que se pierda, a partir
de ese momento, la capacidad de darse cuenta de que se puede
modificar la realidad.
El acuerdo implica el intercambio de aparentes seguridades
que no son otra cosa más que inseguridades. Cuando alguien está
inseguro necesita establecer por cualquier medio un acuerdo que
fortalezca y le dé realidad a su estructura.
La estructura y los acuerdos emanados de ella se vuelven tan
poderosos y fuertes que uno empieza a depender de ellos. A partir
de ese momento lo único que interesa es salvaguardar la estruc-
tura, sin pensar que esto implica sacrificar el ser.
Cuando a un niño se le pone en contacto con alguien que tiene
necesidad de imponer estructuras y cree conocer el camino, el niño
naturalmente se resiste. A través de un continuo chantaje emocio-
nal -yo te quiero en tanto tú aceptes mi estructura- el niño cae
en la trampa.
Empieza a tener la sensación de que lo único que importa y es
digno de tomarse en serio es la estructura. Sus pensamientos, de-
seos, decisiones y sentimientos no tienen importancia. Sólo im-
porta defender la estructura; no porque ésta tenga un valor en
sí sino porque, de otra forma el niño es rechazado y nadie lo acep-
ta -sólo si estoy de acuerdo contigo me quieres, por tanto sólo
así valgo; de otra manera no soy nada.
Empieza a ser necesario estar en contacto con alguien que
aparenta ser -puesto que mantiene y defiende la estructura-,
para sentir valor. Poco a poco se pierde todo sentido de seguri-
dad, lo único que se hace es depender de aquellos que detentan
estructuras. Si el proceso se completa -lo que casi siempre su-
cede- el niño pierde toda posibilidad de sentir: cree que sólo
importa manifestar las conductas asociadas con el sentir, -puesto
que yo valgo en tanto tú me aceptas y me quieres, tengo que
manifestar abiertamente lo que tú esperas de mí, no importa
que lo sienta o no lo sienta, sólo importa que tú estés seguro
42
DE LAS ESTRUCTURAS Y DE LOS ACUERDOS
43
SEGUNDA PARTE. COMENTARIOS
44
DE LAS ESTRUCTURAS Y DE WS A.CUERDOS
45
SECUNDA. PARTE. COMENTARIOS
46
DE L.4S ESTRUCTURAS I' DE WS ACUERDOS
48
SEPTIMO:
DE LJIS
.21PJIRIENCl:ztS
Nos gusta que el otro nos admire y nos valide, pensamos que
eso es normal y que no tiene problema, no somos capaces de
entender que esa sensación de placer está basada en la idea que
lo real es lo que se manifiesta, que lo valioso depende de la
aceptación del otro. No entendemos que esa sensación surge del
sentimiento de que nosotros no somos nada, que lo único que im-
porta es lo que uno cree que el otro considera valioso y, puesto
que el otro sólo ve la manifestación externa, nos tenemos que
adecuar a ella.
Nos olvidamos que la realidad está en nosotros, que depende
de nosotros y que no surge ni proviene de la aceptación de nues-
tras manifestaciones.
No advertimos que ese placer que sentimos al vernos admira-
dos por los otros es sólo otro juego que jugamos y que, además,
nos impide ser.
Confiamos más en el criterio del otro que en el propio, y lo
peor es que generalmente ese criterio no es sino lo que nosotros,
en nuestra estructura, deseamos que sea.
- Podemos llegar a un punto tal en nuestra ceguera y en nuestra
idea de que el yo del otro es lo que el otro hace, que dejamos de
ver al otro como es y sólo vemos en él su historia. Si alguna vez
cometió un atentado en contra de nuestra estructura, el otro será,
a partir de ese momento, un "atentado en contra de nuestra es-
tructura", jamás será otra cosa; si en alguna ocasión incurrió en
algún error será, a partir de ese momento, "un error". Puesto que
todos dependemos de la forma como el otro en uno mismo nos
percibe, lo dicho anteriormente, también se aplica a nosotros
mismos.
Podemos creer que somos un error o un atentado, o cualquier
otra cosa, puesto que es así como el otro en uno mismo nos
percibe.
En esa forma nos consideramos y convertimos en una apa-
riencia, y lo más grave es que esa apariencia que creemos ser,
resulta en un conjunto de conductas y pensamientos adecuados
a esa apariencia. Creemos ser lo que alguna vez alguien vio en
nuestra historia y, por tanto, eso empezamos a ser.
49
SEGUNDA. PA.RTE. COMENTARIOS
50
OCT:ilVO:
DEL CEDER Y DEL
EVJILUJIR
Alguien puede empezar a salirse de la estructura y de sus acuer-
dos, puede darse cuenta de cuáles son éstos, averiguar de dónde
provienen y empezar a desecharlos; sin embargo, eso no basta para
que llegue al ser, es necesario que en el camino no ceda ante nada;
cuando alguien cede, cae. No es necesario decir que la mayoria
de las veces resulta muy fácil ceder; pensamos que no tendrá
ningún efecto, que desaparecerá y se olvidará, que es algo secun-
dario y ya no hará daño, que hay cosas más importantes que ceder
ante alguna nimiedad.
Esto es falso, sólo deriva de la idea de que somos lo que actua-
mos y manifestamos. No nos damos cuenta de que ceder implica
establecer un acuerdo y que éste permanece y se empieza a gene-
ralizar acabando con todo el resto.
El camino al ser no es fácil cuando no se es, el pensamiento
de que es fácil resulta de considerar que las cosas ante las cuales
cedemos no tienen importancia, de no ser responsables de nues-
tras decisiones y sobre todo de la creencia de que al hacerlo no
nos veremos afectados.
Además, durante el abandono de la estructura existe el peligro
de caer en la última dependencia: necesitar que el otro determine
nuestra independencia, es decir, depender de la visión que tiene
el otro acerca de nuestra propia independencia.
Esta es la dependencia más sutil, la más difícil de ver y, por
tanto de corregir, sin embargo, no es en nada diferente al vivir
dentro de una estructura puesto que constituye, en sí, una nueva
estructura. En este caso y por sobre todas las cosas nos empieza
a interesar salirnos de la estructura y los acuerdos que hemos
establecido; tal interés Jlega a ser tan extremo que tcdo lo que
hacemos al tratar de salir es únicamente tratar de salir, y eso im-
pide ser.
Los pensamientos y actos que desarrollamos empiezan a ser
evaluados y nos convertimos en espectadores de ellos; eso impide
que los vivamos y los sintamos.
Ser espectador de uno mismo es una verdadera calamidad:
empezamos a pensar que somos cuando en realidad sólo evalua-
mos lo que hacemos.
51
SECUNDA. PARTE. COMENTARIOS
52
NOVENO:
DE L]IS MET:itS
Estamos tan acostumbrados a pensar que la realidad es la
manifestación abierta y conductual, y al mismo tiempo a conside-
rar que nuestros pensamientos y deseos sólo existen como subor-
dinados a esa realidad externa que, en ocasiones, nos parece la
cosa más sencilla separar ambas.
Así, podemos tener un deseo en un momento determinado, si
por alguna razón éste no queda enmarcado en la estructura que
defendemos, entonces inhibimos su realización. Pensamos que no
vale y no existe en tanto no se manifieste.
Actuamos como si lo que deseamos no existiera, negamos en
nuestra conducta este interior porque estamos convencidos de que
es inadecuado y no nos damos cuenta de que simplemente jugamos.
En nuestras verbalizaciones alcanzamos niveles teóricos que,
de acuerdo con nuestra estructura, son la meta y el ideal, aun
cuando lo que sintamos no corresponda a ésta; en momentos pa-
recería que lo que entendemos por meta e ideal resulta simple-
mente de negar aquello que sentimos, por considerarlo inadecuado.
- La verdad es que simplemente estamos jugando a estar fuera
de la estructura y nunca hemos estado más adentro de ella que en
esos momentos en que nos negamos a nosotros mismos.
Empezamos a depender de la idea de independencia y a ella
adecuamos nuestros actos y pensamientos; nos convertimos en
espectadores de ella y de nosotros mismos.
Solamente en raras ocasiones nos damos cuenta ·de ese sutil
juego, nos angustia lo lejano que parece estar el real cambio. En
esas ocasiones vemos la contradicción y decidimos dejar de vivir
en ella, sin embargo, eso no es suficiente, simplemente hemos
caído en otra estructura; la de las decisiones y la "fuerza de vo-
luntad". Decidimos que a partir de ese momento no habrá sepa-
rac10n; que haremos lo que sintamos sin preguntar si es o no
adecuado, y creemos que con esa decisión resolveremos la incon-
gruencia.
Pero la verdad es que ésta permanece, nos obliga y nos de-
termina. Es preciso volver a probar, reconocer que la realidad
está dentro de nosotros y, para dar lugar al cambio, ese conoci-
miento debe ser real; el otro no nos va a trasmitir la certeza, sólo
53
SKGUND.4. I'.4.RTE. COMKNTARIOS
54
DECIMO:
DE LJIS
INTERDEPENDENCIJIS
Ocurren cosas curiosas cuando no se es. Puesto que el otro
determina y valida lo que soy y el otro siente, decide y no juega,
en mis relaciones con él debo hacer todo lo posible porque mi
conducta le satisfaga, lo llene y le guste. No importa que yo en
realidad no sienta, lo importante es que el otro esté bien, pues eso
es lo que me va a llevar a pensar que soy capaz. Es decir, si
logro que el otro esté satisfecho conmigo, yo seré más valioso
puesto que seré el causante de su bienestar.
Lo curioso es que el otro puede tener el mismo tipo de estruc-
tura que yo, esto es, puede que le importe más hacerme sentir
bien o enseñarme el camino, puesto que eso lo valida a él.
Se llega así a la máxima incongruencia, cada uno en sí no es
sino en relación al pensamiento de que el otro es y la realidad
es que ninguno de los dos es, sólo se juega a ser, dependiendo
de la convicción de que cada uno está haciendo ser al otro. Uno
espera que el otro sienta, el otro espera que uno sienta. . . y na-
die siente.
55
UNDECIMO:
DE LOS ROLES
56
DUODECIMO:
DE LJIS ENSENJINZJIS Y DE
LJIS IMPOSICIONES
Creemos que somos más valiosos cuando el otro aprende de
nosotros. Si tenemos esta estructura significa que lo que estamos
tratando de enseñar es una idea teórica. En el fondo lo que ha-
cemos es simplemente imponer la idea teórica para hacer que
adquiera una aparente realidad. Si el otro acepta la imposición
tendremos la seguridad de que esa idea es valiosa y real, puesto
que el otro también está de acuerdo con ella. Cuando esa idea, que
deseamos sea aceptada y compartida por el otro, se refiere a la
necesidad de ser independientes y dejar de vivir dentro de estruc-
turas, caemos en la farsa más sutil. La necesidad que tenemos de
que el otro comparta la opinión de que es necesario salirse de la
estructura, constituye otra estructura que implica igual o peor
dependencia que aquélla que aparentemente estamos enseñando
a desechar.
Esto quiere decir que todo puede convertirse en estructura y
que la estructura no tiene una realidad propia sino que somos
nosotros siempre los que la creamos.
~ Deberíamos limitarnos a trasmitir en lugar de querer enseñar,
y deberíamos trasmitir sólo aquello de lo que estemos absoluta-
mente seguros no es una idea teórica, de otra forma sólo estaremos
estableciendo un acuerdo que más adelante resulta casi imposible
de entender y, sobre todo, de romper.
La necesidad de imponer una idea teórica proviene de la es-
tructura que considera a esa idea como más valiosa que uno
mismo.
57
DECIMOTERCERO:
DEL FUTURO
58
DECIMOCUJIRTO:
DEL DOLOR
59
DECIMOQUINTO:
DEL MUNDO Y SUS
DESCRIPCIONES
El mundo es una descripción, nos parece lo más fijo, inmutable
y constante que existe, pero esto sólo resulta del hecho de que nos
han enseñado a considerarlo así: fijo, inmutable y constante.
Si el mundo se construye dentro de nosotros, entonces el mun-
do puede cambiar al cambiar la construcción.
Podemos construir el mundo que queramos, pero para ello es
necesario llegar a estar completamente seguros, dejar de plan-
tearnos preguntas y tener la absoluta certeza de que somos causa
y no efecto, de que el mundo está en nosotros y no en el exterior:
es indispensable haber encontrado el ser.
60
DECIMOSEXTO:
DELOS
OCULTJIMIENTOS
Ante el otro nos ocultamos, consideramos que no es conveniente
establecer una relación en que nos abramos completamente -es
mejor que d otro tenga una imagen de mí a través de mi conducta.
Es algo extraordinario, pensamos que lo que existe dentro de
cada uno de nosotros no sirve, nos da miedo ser ante el otro porque
dependemos de la idea de que el otro pueda desilusionarse, y eso
implicaría nuestra invalidez. Sin embargo, seguimos pensando y
sintiendo, pero eso también lo ocultamos en nosotros mismos,
como si ese ocultamiento sirviera para que lo que hay en nuestro
interior dejara de ser real.
Pensamos que al ocultar estamos borrando, y la verdad es que
al tratar de engañar al otro sólo nos engañamos a nosotros.
61
DECIMOSEPTIMO:
DEL QUERER Y DEL
POSEER
Nuestra cultura nos ha enseñado que se quiere realmente a una
persona sólo cuando surgen la necesidad y el compromiso de hacer
de esa persona una posesión personal. Estamos acostumbrados a
oír frases como: te quiero para mí, no puedo vivir sin ti, etc. Nos
preparan a querer a una persona como si fuera un objeto; la
verdad de las cosas es que querer, en ese sentido, no es más que
resultado de una inseguridad -quiero al otro en tanto el otro me
quiera-; en esta condición no se quiere al otro y menos a uno
mismo, se tienen Judas del propio valer y lo único que se desea
es que el otro, a través de su conducta, las haga desaparecer.
Nos apoyamos en una estructura: lo que creemos querer no
es al otro sino, más bien, a esa estructura; y lo que deseamos del
otro es simplemente que no la ponga en duda sino que, por el
contrario, la refuerce; por ello nos da miedo que el otro deje de
ser nuestra propiedad, eso significaría que duda de la validez
de nuestra estructura.
En realidad, querer a una persona es poder verla como separa-
da de uno mismo, sin poseerla y sin ser su posesión, sin pensar
que deben ocurrir eventos previamente determinados y estructu-
rados.
Querer a una persona es aprender de ella sin tener esto como
motivo, es dejarla ser y ser uno mismo. Pero, al mismo tiempo,
podemos querer a alguien sólo cuando nos queremos a nosotros
mismos pues ese alguien se encuentra dentro de nosotros.
No se deben confundir ambas cosas, el que alguien se encuentre
dentro de mí no quiere decir que sea mi complemento o mi pro-
piedad. Solo significa que yo soy el que quiere; que el querer se
encuentra dentro de mí y no es una estructura que se desee mante-
ner o dé miedo perder.
62
DECIMOCTJIVO:
DE LOS SENTIMIENTOS
DE CULP:il
Nos han enseñado a no decir las cosas que sentimos porque
éso podría provocar un daño en el otro; éste puede estar sumergido
en juegos y apariencias y manifestar una seguridad inalterable,
puede ser una nulidad de sensaciones y pensamientos propios pero,
como aparenta ser, no debe ser tocado.
Nos han enseñado a no cuestionar apariencias, a respetar por
sobre todas las cosas las estructuras, a pensar que lo valioso es la
manifestación aparente y no la realidad interna.
Cuando en esa situación nos atrevemos a preguntar, sentimos
que estamos dañando, no somos capaces de entender que lo que nos
hemos atrevido a hacer significa empezar a edificar, más bien,
tememos que el resultado sea llevar al otro a un estado de malestar.
Nos importa más ese malestar que sacar al otro de su juego,
consideramos que es más importante el juego que el ser y, por lo
mismo, sentimos que dañamos y nos creemos culpables.
El sentimiento de culpabilidad es continuo y crónico; no debe-
mos poner en duda la estructura pero simultáneamente dudamos y
esJo nos hace sentir culpables.
Cuando a alguien le han enseñado que lo valioso es manifestar
lo que el otro considera adecuado, que lo que siente y lo que
es no tienen valor puesto que el otro no puede percibirlo, y que es
necesario rodearse de gente que represente, en la forma más pura
posible, las estructuras de las que uno depende, en ese momento
el camino queda preparado para la continua y repetida aparición
de sentimientos de culpa. Nos sentimos culpables cuando ponemos
en duda la estructura; ese sentimiento surge de ponerla en duda y
del miedo a que de hacerlo resulte un rechazo hacia nosotros, del
miedo a quedamos sin nada.
Puesto que somos lo que el otro ve en nosotros, cualquier cosa
que se aparte de la apariencia adecuada nos hará sentir culpables,
pues dejaremos de ser.
Cuando uno es y hace lo que siente, no hay cabida para los
sentimientos de culpa. En ese estado es imposible sentirse culpable,
por la sencilla razón de que desaparecen la dicotomía y la separa-
ción entre el manifestar y el sentir.
DECIMONOVENO:
DE L:il LIBERT:21D
64
VIGESIMO:
DEL QUERER
65
VIGESIMOPRIMERO:
DE LJIS
DEPENDENClltS
66
DE LAS DEPENDENCIAS
67
SEGUNDA PARTE. COMENTARIOS DE LAS DEPENDENCl.48
68 69
VIGESIMOSEGUNDO:
DE L~S
INV~LID~CIONES
Ayer entendí que no debo invalidar mis afinidades, que éstas
siempre tienen más fondo del que yo, cuando las cuestiono, puedo
imaginar.
Entendí que el mundo es mucho más rico, complejo y sutil que
cualquier construcción que intente explicarlo. Supe que eso es
maravilloso y que tengo la responsabilidad de dejar que el univer-
so me enseñe.
Debo impedir encajonarlo y más aún, que el otro en mí mismo
lo considere claro y transparente.
Aprendí que debo aprender, que debo ser capaz de ver y dejar
que la información infinita que se brinda no sea inhibida por
acuerdos, consideraciones ad hoc o construcciones.
Ayer aprendí a respetar al universo, eso indica que estoy apren-
diendo a respetarme a mí mismo.
70
VIGESIMOTERCERO:
DEL CONOCIMIENTO
71
VIGESIMOCU:zlRTO:
DEL SER Y DE
L:zlS CIRCUNST:zlNCl:zlS
Acostumbramos oír que se debe ser de acuerdo con las circuns-
tancias. Que no se puede ser el mismo en un baile de disfraces
que dando cátedra, que es necesario adecuarse a las circunstancias
y actuar conforme a ellas.
Es obvio que quien tiene esa idea no es: sólo juega a ser, piensa
que su conducta debe llevar necesariamente la aceptación de los
otros y son ellos por tanto, quienes determinan la forma en que
debe actuar.
La sola idea de ser el mismo en cualquier circunstancia lo
aterroriza y lo angustia. Piensa que lo que siente no tiene realidad,
que lo real es como el otro lo ve.
Opina que el otro es lo que manifiesta: el hombre dueño de un
banc-0 es un banquero, el que maneja un camión es un chofer, el
que hace pan es panadero. Puesto que todos son distintos,
cree que debe actuar en correspondencia.
Jamás es él mismo, jamás considera que ser es más importante
que jugar a ser lo que el otro espera.
¿Cómo explicarle que todos somos hombres, que algunos des-
arrollamos diferentes actividades pero que nunca somos las acti-
vidades, que eso es solo la apariencia?
72
VIGESIMOQUINTO:
DEL LENGU:ilJE Y DE
L:ilS ESTRUCTUR:itS
La forma más sutil y eficaz de transmitir una estructura es a
través de la enseñanza de un lenguaje.
El niño que ve a un hombre entregar la leche en la mañana,
sabe muy bien que la leche es leche y que el hombre es hombre.
Nosotros destruímos esa sabiduría, le enseñamos a hablar, le de-
cimos: él es un lechero, este otro es carpintero y aquél maestro.
El pequeño empieza a creer que el hombre es su manifestación,
que es enteramente lo que hace, y él mismo dice que al crecer se
convertirá en una actividad, será aquello que los otros han defi-
nido y aceptado como ser. No puede recordar que alguna vez el
hombre que vio era simplemente un hombre y menos aún aceptar
que él mismo también lo es.
Aprende a jugar a ser y comienza a necesitar que los otros le
enseñen lo adecuado y lo esperado para cada situación de "ser".
De antemano piensa que es imposible actuar sabiendo puesto que
esa sabiduría implica datos que debe adquirir.
No puede recordar que lo más simple es saber y que siempre
es.e saber es el mismo, independientemente de la actividad que se
desarrolle.
73
VIGESIMOSEXTO:
DE L:zl RIQUEZ:zl
74
VIGESIMOSEPTIMO·:·
DEL DETECT~·
75
VIGESIMOCT:ztVO:
DE L]IS RESPUEST:ztS Y DE
L]IS REL:ztCIONES
Cuando un niño ha sido sometido durante toda la primera etapa
de su desarrollo a una continua situación de presión, dirigida a
hacerle aceptar una estructura en la cual lo único importante es
la manifestación externa adecuada y dirigida a lograr la aceptación
del otro, el niño así presionado puede escoger -entre otras- tres
diferentes formas de responder.
La primera de ellas es la aceptación incondicional de la estruc-
tura. En este caso, el niño se convertirá en un ser extrovertido,
despreocupado de su realidad interna y lo único que deseará será
lograr que el otro lo acepte. Toda su existencia se fundará en el
principio según el cual el mayor valor del hombre son su vida
comunitaria y las satisfacciones que resultan de ella. Siempre podrá
sentirse a gusto en una reunión y hará todo lo posible por inte-
grarse a una sociedad que lo acepta y le da su valor. Mientras esta
sociedad exista, no tendrá problemas, huirá del contacto consigo
mismo y de la soledad, pues ésta le es completamente extraña y
angustiante. Podrá hacer todo aquello en que la mayoría esté de
acuerdo. Será el perfecto soldado o el perfecto fascista. Si el
valor aceptado por quienes lo rodean es la muerte; matará, si
la rigidez: será rígido, si el genocidio... no tendrá problemas
de conciencia. Si como reacción a su nulidad real, esta sociedad
comienza a pensar en el superhombre adjudicándose por ello un
papel redimidor: se sentirá superior.
Esas son las personas que con mayor facilidad aceptan un líder,
puesto que representa la estructura de aceptación y la ausencia de
soledad. Gente como ésta no tendrá jamás la necesidad de pregun-
tarse si lo que hace es correcto o incorrecto, le bastará saber cómo
los demás evalúan y actuará de acuerdo con esa evaluación. Puesto
que nunca han sido ellas mismas, esas personas podrán, sin ningu-
na inhibición, hacer uso del otro como objeto de satisfacción. En
realidad tal es lo que hacen durante toda su vida, utilizan al otro
como objeto para sentirse satisfechas consigo. En otras palabras,
la respuesta de ese niño sometido a la presión de la estructura,
será la absoluta dependencia.
La segunda posible respuesta es una reacción total en contra
de la estructura. El niño que así responde se convierte en autista.
Nada de lo que lo rodea le interesa, no puede aceptar que lo usen
76
DE LAS RESPUESTAS Y DE LAS RELACIONES
77
SECUNDA PARTE. COMENTARIOS
78
DE L.4S RESPUEST.4S Y DE L.4S RELACIONES
79
SEGUNDA PARTE. COMENTARIOS
80
VIGESIMONOVENO:
DE LJIS
MJINIPULJICIONES
Existen personas que sienten gran necesidad de aplicar un
chantaje emocional a otras. Este chantaje no es más que una mani-
pulación mediante la cual quien lo utiliza desea sentir que tiene
un po :ler y una dominación absolutos sobre otra persona.
La manipulación consiste en crear sentimientos de culpa a
través de una continua queja acerca de los "daños" que la persona
a quien se quiere manipular ha causado a la que manipula. Aseve-
raciones como: "mira lo mal que estoy por tu culpa" o "mira todo
lo que me haces sufrir y lo que estoy sacrificando solamente por-
que tú estés feliz", etc., crean en aquellos a quienes se dirigen, una
sensación de que por necesidad deben ceder en lo que no quieren
hacer, para lograr que la persona que se ha "sacrificado" tanto
pueda tener por lo menos alguna "satisfacción."
Por supuesto, tales aseveraciones nunca están justificadas,
siempre surgen de la inseguridad profunda de quien las utiliza y
además de una convicción muy arraigada en el sentido de que
nadie tiene derecho a hacer lo que realmente quiere. Esta convic-
ción es simplemente la reacción ante una situación en que la per-
sona que necesita manipular se ha colocado. Tal situación es siem-
pre una en la cual lo que realmente desea o pretende esa persona
está bloqueado o impedido por alguna estructura o compromiso.
Es decir, la persona que manipula no es libre y por tanto no
vive en la forma como quisiera. Precisamente por ello opina que
nadie tiene derecho a vivir libre y, por consiguiente, cree tener
autoridad para manipular y someter. La persona con esa estructura
se vuelve guardián y custodio de ella. Todos quienes dependen
en una u otra forma de esa estructura son sometidos a la custodia.
Las personas así sometidas pueden reaccionar de muchas formas.
Una de ellas consiste en la aceptación incondicional del dominio,
otra puede ser su rechazo absoluto.
La que ha escogido el rechazo tiene suerte, desde luego que
sufrirá muchas imposiciones, pero mantendrá una independencia
emocional que posteriormente la hará ser ella misma.
La que ha optado por la aceptación siempre se sentirá insegu-
ra al manifestar algo que desea o al pensar en algo que se opone
tácitamente a la estructura que se le ha tratado de imponer. Sus
81
SEGUNDA PARTE. COMENTARIOS
82
-
TRIGESIMO:
DE LJI NECESID:ztD DE
IMPONER
La necesidad de imponer una estructura tiene como base y
motivo la idea de que aquél a quien se le impone es simplemente
una propiedad y el que la impone, el propietario.
Implica una básica y definitiva falta de respeto en la capaci-
dad pensante de ambos; del que impone y de quien la recibe. La
razón de esto último es muy fácil de entrever, la estructura fija y
determina en forma explícita cuáles conductas son las esperadas
y cuáles las "esperables". Al seguir las normas asociadas a una
estructura no es necesario pensar, ni existe riesgo alguno de come-
ter algun error; en cambio al confiar en uno mismo sí existe riesgo.
Si la persona se conociera sabría que siempre es más productivo
dejar sin trabas los procesos mediatorios de pensamiento pues
en tales condiciones de desinhibición, éstos cursan y se manifiestan
mucho más creativamente que cuando son bloqueados por un de-
terminismo.
La inseguridad que estas personas sienten de sí, es lo que expli-
ca todas estas conductas. Dicha inseguridad está a su vez de-
terminada por una actitud analítica con la cual continuamente
vé1loran sus conductas y las motivaciones con ellas asociadas. Tal
actitud fue creada a su vez por alguien que impuso la necesidad
de valoración al juzgar los actos y manifestaciones conductuales de
quien, así, se volvió analítico.
Por otro lado, la necesidad de imponer una estructura surge,
paradójicamente, de la inseguridad que se tiene acerca del valor
de la misma. Esta inseguridad impulsa a tratar de convencer al
otro acerca de la necesidad e importancia de aceptar la estruc-
tura. El que impone la estructura desea que ésta sea aceptada por
el otro, puesto que tal aceptación implicaría darle más realidad
a la misma y por tanto disminuiría la inseguridad básica acerca
de su valor. Si la persona estuviese enteramente segura de lo que
piensa, no necesitaría imponer nada en absoluto puesto que sus
pensamientos, en esa situación, no requerirían ningún acuerdo para
adquirir mayor realidad -serán reales por sí mismos.
La idea de que al conseguir el acuerdo del otro se le da mayor
realidad a una idea o concepto surge del proceso de socialización
en que se nos enseña a pensar que el valor más importante es
83
SECUNDA PARTE. COMENTARIOS
compartir realidades con la gente que nos rodea. Por otro lado,
la idea de que es necesario lograr el acuerdo del otro para poder
considerar algo como real, proviene del funcionamiento del meca-
nismo pontificio decididor de realidades, el cual tiene como pre-
misa básica considerar que algo tiene realidad física siempre y
cuando todos estén de acuerdo en estimarlo así. Una idea no puede
nunca tener el mismo carácter que un objeto y por tanto no es
necesario que se comparta para que adquiera realidad. Esta verdad
no la reconoce el decididor de realidades, que más bien piensa lo
contrario y por ello actúa en correspondencia.
De ese modo -y por la influencia del decididor- sometemos
nuestros pensamientos al veredicto del acuerdo. Si éste se consi-
gue no tendremos problemas, pero si no, empezaremos a dudar
de nosotros mismos. Habremos subordinado nuestra realidad inter-
na al consenso general.
Lo estúpido de todo este proceso es que aquél a quien se subor-
dina nuestra realidad interna tiene exactamente el mismo meca-
nismo de dependencia del acuerdo que nosotros. En esa forma,
cada quien depende en su realidad interna -de la aceptación de
ella por el otro; de ahí que lo único que surge de esta situación
son el absurdo y la comedia más trágica.
TRIGESIMOPRIMERO:
DE LJI TRILOGIJI: SUPERIORIDJID-
INFERIORIDJID- DEPENDENCIJI
Una de las vivencias más desastrosas que le pueden ocunir a
un niño es desarrollarse en una familia donde continuamente aflo-
re la idea de que, ya sea por su situación económica o por su
situación "intelectual", otra familia se encuentra en un plano
superior.
Oír que sus padres se consideran inferiores provoca en el niño
una serie de dudas muy intensas acerca de su propio valer. En
esta situación, el niño puede empezar a pensar que por naturaleza
él no posee las condiciones necesarias para lograr hacer lo que
realmente quiere; sus derechos son inhibidos de antemano por la
idea de que quienes lo rodean son siempre mejores o más sabios
y cree, por tanto, que su actuación debe llevarlo a ser aceptado
por ellos.
Igual o más desastrosa es la vivencia opuesta, es decir, cuando
la familia o el grupo a que pertenece el niño tiene la fantasía de
ser mejor y superior a los que lo rodean.
Las dos situaciones tienen en común la dependencia. El niño
empieza a considerar como más importante ajustarse a la forma
externa en que los otros lo definen como "superior" o "inferior"
y no se crea en él la seguridad de que él mismo es el único capaz
de definirse.
85
TRIGESIMOSEGUNDO:
DE L:zl EXPRESION
DEL PENSJIMIENTO
Es experiencia común la sensación de que no podemos comuni-
car todo lo que pensamos. La razón de esta dificultad es doble. En
primer lugar, poseemos mecanismos inhibitorios que se activan en
el momento en que hacemos una valoración del efecto que pue-
de causar en el otro decir lo que pensamos. Por supuesto que esa
valoración sólo resulta de una inseguridad de nosotros mismos Y
de la estructura según la cual es más importante "la forma como
el otro me ve y me acepta que la forma como soy en realidad." Los
mecanismos inhibitorios que se ponen a funcionar en situaciones
como éstas son resultado probable de un proceso de interferencia
entre el mecanismo que traduce la información interna en conducta
verbal y la puesta en marcha del mecanismo asociado con el proceso
de valorización.
En ocasiones, el proceso de valorización no se asocia a la es-
tructura de aceptación sino simplemente a la idea de que el otro
no es capaz de entender lo que realmente se está pensando; el
resultado en este caso es similar al del anterior, hay una inhibición
interna que impide la comunicación. El efecto de la inhibición no
es solamente una disminución en el número de verbalizaciones sino
también una alteración en la veracidad de las mismas.
Se empiezan a decir cosas que realmente no se piensan, y esto
lleva a una situación de falsificación en la expresión de la realidad
interna que produce una sensación de alta frustración.
La dificultad en la comunicación tiene también otra razón de
ser. Nuestros procesos de pensamiento son generalmente más rá-
pidos que cualquier sistema conocido para representarlos. La can-
tidad de información que manejamos en determinado momento es
tan grande que el proceso de verbalización solamente se echa a
andar en el instar;te en que llegamos a una conclusión o integra-
ción resultante de todo el manejo previo.
Si verbalizamos solamente la resultante sin hacer mención de
todo el proceso de manejo de información que nos llevó a ella, lo
único que lograremos será que quien nos escuche no nos entienda.
Deberíamos, pues, intentar reproducir en nuestras comunica-
ciones verbales no solamente las conclusiones a que llegamos sino
toda la secuencia del manejo de datos que nos llevó a ellas. Sin
embargo, cuando intentamos hacerlo nos encontramos con dos
86
DE LA EXPRESIÓN DEL PENSAMIENTO
87
TRIGESIMOTERCERO:
DEL POETJI
88
TRIGESIMOCUJIRTO:
DE LOS LIDERES Y
DE SUS DEPENDENCl:llS
La apanc10n de un gran líder es un acontecimiento espectacu-
lar y determinante en la historia de un pueblo. El líder es consi-
derado por sus seguidores como un dios, un intocable que jamás
yerra en sus decisiones. El pueblo se somete a su voluntad y lo
convierte en imagen de lo deseable, lo puro y lo auténtico.
No cabe la menor duda de que han existido líderes que fueron
ellos mismos y que desearon transmitir sus enseñanzas y no impe-
nerlas. Casos como los de Buda, Confucio y Jesús, son caracterís-
ticos.
Tampoco hay la menor duda de que la mayoría de los líderes
representaron comedias e inseguridades en sus liderazgos. Ejem-
plos típicos: Hitler y MussoliPi. La diferencia esencial entre los
dos tipos de líder estriba en que los primeros desearon transmitir
vivencias de ser ellos mismos, intentando así lograr que los otros
fueran también ellos mismos. En cambio, la motivación de los
segundos fue imponer estructuras. Se sentían tan inseguros de sí
que lo único que les interesaba era lograr que sus seguidores acep-
tq.ran a toda costa sus estructuras a fin de darles mayor realidad.
Los seguidores consideraban a estos líderes como los repre-
sentantes de la seguridad e independencia personales y no se daban
cuenta de que éstos, sus líderes, dependían e· la aceptación de los
otros para ser "ellos mismos" y que, por tanto, eran los más
dependientes e inseguros de sí de entre todos los que los rodeaban.
La necesidad de aceptación se manifestó en todas sus conduc-
tas: desde el gran valor y énfasis que ponían en su apariencia per-
sonal, hasta lo impresionante, teatral y dramático de sus discursos.
Las personas que aceptan un líder con esas carasterísticas son
aquéllas que han sido entrenadas para considerar la manifestación
externa o apariencia como sinónimo de la realidad interna, las
que precisamente por ese motivo necesitan continuamente la acep-
tación que el otro les brinda.
La aparición del líder fantoche y la aceptación del mismo por
sus seguidores es únicamente una comedia de mutuas insegurida-
des que se ven falsamente disminuídas al compartir estructuras.
89
TRIGESIMOQUINTO:
DEL SER ESPECTJIDOR
DE SI MISMO
Ocurre con frecuencia que las personas que tienen una larga
historia de imposiciones son continuamente espectadoras de sí
mismas. Sólo en raras ocasiones pueden vivir una situación sintien-
do que participan en ella, sin cuestionar su participación. General-
mente evalúan su conducta utilizando como parámetro el que ésta
se ajuste a determinada estructura. Si el resultado de su evalua-
ción indica que la situación no corresponde a las metas o ideales
fijados por la estructura, empiezan a sentirse molestas e incapaces
de integrarse y de vivir lo que sucede a su alrededor.
Si el resultado de su evaluación indica que la situación sí
corresponde al ideal, comienzan a vivir una sensación fluctuante
caracterizada por un estado cercano a la tranquilidad, interrumpido
súbitamente y sin aparente causa por la necesidad de analizar la
situación que las rodea y evaluar el papel que juegan en ella. El
análisis que hacen se caracteriza por cuestionar el efecto que están
causando en quienes les rodean y si los demás se sienten a gusto
en su presencia. El análisis y la evaluación que resulta del mismo
siempre son circulares y redundantes en el sentido de que quienes
analizan su propia participación están absolutamente seguros de
que los otros hacen exactamente lo mismo. Jamás son capaces
de concebir que los otros puedan tener una diferente forma de fun-
cionamiento. La sensación del que analiza es doble, por un lado
siente que sería deseable simplemente vivir sin pensar en la viven-
cia; por el otro, se siente orgulloso del apálisis que realiza pues
cree que esa actividad representa lo más valioso que un ser huma-
no puede hacer. Esta idea lo hace valorar a los demás de acuerdo
a si acostumbran analizarse corno él mismo lo hace -o si simple-
mente viven sin ser espectadores de sí mismos.
Quienes caen en la primera categoría se consideran valiosos,
en cambio los que pertenecen a la segunda se consideran simples
y mediocres. En otras palabras, la persona que acostumbra ser
espectadora de sí tiene la necesidad oculta de que todos hagan
lo mismo; sólo así los considera valiosos.
Si consideramos con atención el mecanismo asociado a la situa-
ción descrita, nos daremos cuenta de que ésta surge de una per-
sona que, acostumbrada a acatar imposiciones, no hace otra cosa
más que emitir imposiciones.
90
DEL SER ESPECTADOR DE SI MISMO
91
TRIGESIMOSEXTO:
DEL ENTENDER
92
DEL ENTENDER
93
TRIGESIMOSEPTIMO:
DE L:ztS C:ztUS:ztS
94
DE LAS CAUSAS
95
TRIGESIMOCT:zlVO:
DE L:zl FILOSOFl:zl
96
TRIGESIMONOVENO:
DE LJI IRONIJI
97
SEGUNDA PARTE. COMENTARIOS
_98
CUJIDRJIGESIMO:
DE SER UN EFECTO
99
CUJIDRJIGESIMOPRIMERO:
DEL GRJIDO
DE SOCIJILIZJICION
El grado de socialización está en relación directa con la rigidez
del mecanismo pontificio decididor de realidades.
Por tanto, la capacidad de imaginación y la de vivencia guardan
una relación inversa con el grado de socialización.
Así, alguien que no esté enteramente socializado será creativo,
imaginativo y vivirá sus sueños como realidades.
1•
CUJIDRJIGESIMOSEGUNDO:
DE LJI CJIPJICIDJID DE
ENTENDER
El cerebro del ser humano contiene de 10 a 12 mil millones de
neuronas.
El monto de posibles combinaciones entre tal cantidad de
elementos es semejante a la cantidad de partículas del universo
conocido.
El número de patrones específicos de activación neuronal es
prácticamente infinito.
La complicación de los procesos de integración que lleva a cabo
esta estructura es mayor que la de cualquier modelo que intente
explicarla.
Así, si nada es más complicado que el cerebro que cada uno
de nosotros posee, entonces podemos entenderlo todo.
F;
101
CUJIDRJIGESIMOTERCERO:
DE LJI RIGIDEZ Y DE
L:it OBSESIVIDJID
La rigidez y la obsesividad siempre se presentan juntas y tienen
las mismas causas.
Un individuo rígido es aquél que no puede aceptar que alguien
manifieste una opinión, idea o conducta diferentes de las que él
mismo tiene. Además, se caracteriza por una tendencia permanente
a imponer estructuras.
A pesar de que manifieste lo contrario, la persona rígida no tiene
capacidad de decisión, todas sus actividades son una simple puesta
en práctica de las enseñanzas de alguien y, como tal, siempre se
aplican en forma incambiable; todo aquello que salga de esas ense-
ñanzas o que no esté previsto por ellas le provoca un estado con-
flictivo que difícilmente pueda superar. La enseñanza que lo rige ,
fue impuesta y aceptada ciegamente y disminuyó sólo en apariencia
su inseguridad interna.
El deseo de imponer esas mismas enseñanzas tiene como único
propósito establecer un acuerdo que les dé más realidad. Desde
ese punto de vista, la persona rígida se basa en la manifestación
conductual como parámetro de medida y no en la experiencia inter-
na. Si se basara en la experiencia interna sabría que toda imposi-
ción es un absurdo, pues no lleva a la vivencia. Las caus;:i.s de la
inseguridad interna en la persona rígida se asocian a eventos que
en algún momento de su vida provocaron grandes sentimientos de
cu1pa que no ha podido superar. Son estos sentimientos los que
provocan indirectamente la capacidad de aceptar imposiciones. La
razón de ello es muy simple, la persona que se siente culpable
piensa que no es valiosa y que, por tanto, no puede tomar decisio-
nes. Necesita que alguien decida por ella y le enseñe el camino. La
aceptación de este último imposibilita el cambio -de allí la rígi-
dez- y además mantiene la sensación de impotencia.
La inseguridad interna provoca como reacción la manifestación
conductual obsesiva. Todo el exterior debe estar ordenado, estruc-
turado y dispuesto de tal forma que no haya posibilidad de riesgo.
La persona que es obsesiva en su conducta y que, así, muestra al
exterior una estructura de seguridad, es insegura en su interior. De
nuevo piensa que es la manifestación lo importante y lo que da
seguridad. No es capaz de sentirse a sí misma ni de admirarse;
necesita un orden externo que admirar.
102
DE LA RICIDEZ y DE LA. OBSESIJIIDAD
.,
103
CU:ztDR:ztGESIMOCU:ztRTO:
DE L:zt :ztNTIENTROPl:zt Y
DEL P:ztNDETERMINISMO
La tendencia general del universo es hacia el desorden, es decir,
la entropía. Los sistemas vivos en cambio, tienen como caracterís-
tica básica alejarse del desorden o, lo que es lo mismo, ser antien-
trópicos. La apariencia de la primera célula fue, sin lugar a dudas,
la aparición del primer sistema antientrópico vivo.
Los sistemas antientrópicos más primitivos son aquellos que no
poseen determinismo propio. Una amiba no decide su conducta,
ésta siempre está determinada y asociada a estímulos externos. Si
estimulamos a la amiba, se moverá; si no, permanecerá inmóvil.
El número de elementos que constituyen a la amiba es tan pe-
queño que la única actividad posible de esa entidad es la que resulta
de la estimulación específica.
Cuando el número de elementos aumenta, el sistema empieza a
manifestar conductas más complejas que principian a adquirir ca-
racterísticas de espontaneidad. Simultáneamente, el sistema comien-
za a ser capaz de representarse en su interior lo que lo rodea.
Cuando el grado de representación interna alcanza un suficiente
nivel, el sistema deja de ser completamente determinado y aparecen
las primeras manifestaciones de un autodeterminismo incipiente.
El sistema empieza a dejar de depender del exterior puesto que éste
puede ser introyectado.
Probablemente el ser humano se encuentra en esa etapa de
su evolución.
La capacidad de representación interna se manifiesta en forma
muy clara en los niños; sus sueños, sus procesos imaginativos y sus
juegos indican la existencia de un autodeterminismo en pleno des-
arrollo. Desgraciadamente todas esas características son bloquea-
das e inhibidas durante el proceso de socialización. Al niño se le
enseña que existe una realidad externa y que esta es la única valiosa,
es más, se le obliga a aceptar sus procesos de representación interna
como tontos y absurdos.
Todas esas enseñanzas hacen que se cree un mecanismo de valo-
ración de la realidad que inhibe la posibilidad de tener vivencias
libres sin evaluaciones y justificaciones.
Si el proceso se completa, el niño comienza a ser espectador de
sí mismo, en ese momento todo lo que haga será determinado por
104
DE LA A.NTIENTROPIA. Y DEL PA.NDETERMINISMO
',,
105
CUJIDRJIGESIMOQUINTO:
DEL SJIBER
CUJINDO SE ES
Existe un momento en la vida en el cual se plantea una interro-
gante:
¿De todas las vivencias, experiencias y sensaciones tenidas, cuá-
les son las que representan el ser y cuáles son comedia?
La respuesta es muy sencilla, basta recordar cuándo no ~e era
espectador de sí mismo, cuándo no se pensaba en el pensar, cuándo
no se analizaba el análisis. Todo lo sentido, vivido y experimentado
en esos momentos representa el ser, en cambio todo lo sentido,
vivido y experimentado como espectador de sí es comedia y juego.
La razón es obvia, cuando se es espectador de sí mismo se actúa
de acuerdo con una estructura, lo que se vive en esos momentos es
dicha estructura. En cambio, cuando no se es tal espectador, lo que
se vive es la vivencia. Quien pueda recordar estos momentos sabrá
que en ellos nunca hubo maldad ni egoísmo, solo bondad y amor.
Esto indica que la maldad no existe, que es solo una reacción y
una estructura, y que cuando la estructura se desecha conservando
el ser, éste siempre es bueno.
106
CUJIDRJIGESIMOSEXTO:
DE LJI CIENCIJI
107
SEGUNDA PARTE. COMENTARIOS
108
CU;lDR;lGESIMOSEPTIMO:
DEL MIEDO
109
CU:ztDRJIGESIMOCTJIVO:
DEL SER
110
"Somos ingenuos y, al mismo tiempo, ingeniosos; el conflicto de
decidir la aceptación de la realidad de •
nuestro interior, la transferimos, en un acto de suprema audacia
e hipocresía, a la decisión del otro, cuando el
otro hace lo mismo".
"Culpamos al exterior de nuestros problemas, porque somos
incapaces de concebir que todo resulta de una realidad que,
con desesperación, tratamos de conservar".
Estamos seguros que el lector leerá estas páginas de una sola tirada.
Como nosotros.
_[IJ
TRILLAS