100% encontró este documento útil (3 votos)
2K vistas105 páginas

1975-1 La Experiencia Interna Jacobo Grinberg

Jacobo Grinberg

Cargado por

israelmp
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
100% encontró este documento útil (3 votos)
2K vistas105 páginas

1975-1 La Experiencia Interna Jacobo Grinberg

Jacobo Grinberg

Cargado por

israelmp
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 105

jacobo grinberg zylberbaum

la exP.eriencia
intema

[l] trillas
la experiencia
intema
jacobo grinberg zylberbaum
Primera edición, enero 1975
Primera reimpresión, agosto 1980
La presentación y djgporición en conjunto de
LA EXPERIENCIA INTERNA,
son propiedad del editor. Prohibida la reproducción
parcilll o total de ena obra, por cualquier medio o método,
sin autorización por escrito del editor
Derechos reservados conforme a la ley
© 1975, Editorial Trillas, S. A.,
A11. Río Churubusco 385 Pte., México 13, D. F.
Miembro de la Cámara Nacional de la
Industria Editorial. Reg. núm. 158
Impreso en México
ISBN 968-24-0360-X

Esta obra terminó de imprimirse


el dla 21 de agosto de /980,
en los talleres de
Imprenta Técnica S.A.
se encuadernó en
Servicios Editoriales Pro/esionoles. S. A.,
se tiraron
1 000 ejemplares, más sobrantes de reposición
KC-100
PROLOGO
La psicología que en la actualidad más difusión y éxito tiene y
que ha sufrído un desarrollo más pronunciado, es aquella que
considera como esencia del conocimiento psicológico el análisis de
la manifestación externa de la actividad de un organismo, sobre
todo aquella que se relaciona con la actividad motora. No se dis-
cute aquí la importancia que tiene ese análisis, sino más bien el
enfoque que se le ha dado. Se maneja la actividad motora como
si ésta fuera la manifestación dir~cta e incuestionable de los pro-
cesos mediatorios y no se pone en duda jamás esa conexión apa-
rentemente tan evidente.
El psicólogo que estudia la manifestación motora tiene la con-
fianza absoluta de que su estudio lo llevará a entender lo que
su~ede en el interior del organismo, sin necesidad de penetrar
en él.
Tiene la misma aproximación que el estudioso de electroence•
falografía, quien cree que al analizar el trazo de una plumilla
tiene acceso al conocimiento de lo que ocurre en el cerebro, sin
saber que mucha de la actividad sólo representa ruido, o la
_peformación impuesta por el tamaño de los electrodos y por el
sistema electrónico utilizado.
El estudio de la actividad motora en sí, es sólo un capítulo
de la fisiología de los sistemas piramidal y extrapiramidal y nunca
debería constituir la esencia y base del conocimiento psicológico.
La manifestación conductual puede o no e!;tar directamente
relacionada con la actividad interna de un sujeto, es más, puede
representar exactamente lo contrario de lo que se supone repre-
senta. Si se trata de analizar esta manifestación en sí, no hay
discusión', pero si se pretende considerar que un sujeto es su
manifestación conductual, se cae en el peligro de aceptar como
evidente aquello que no ha podido ser sometido cabalmente a
prueba experimental.
Los comentarios que integran esta ohra ponen en duda el pos-
tulado, según el cual se es lo que se manifiesta. No se pretende que
por sí mismos constituyan una evidencia irrefutable --esto sólo
puede decidirlo quien los lea-; simplemente se intenta plantear
la interrogante y poner sobre aviso a quienes gustan de manejar
postulados como si representaran verdades incuestionables.

5
PRóLOGO
Los comentarios analizan también otro princ1p10 que en apa-
riencia es evidente y que como tal es manejado por la psicología
actual, el de que la realidad existe en el exterior del organismo,
pudiéndose diferenciar entre una realidad interna y una externa.
Esta postulación me parece absurda, aunque lógica por provenir
de seres humanos que han sido sometidos al proceso de sociali-
zación que se les ha impuesto. En este punto existe ya evidencia
experimental que pone en duda la postulación; sabemos, por ejem-
plo, que el proceso perceptual es fundamentalmente de tipo activo,
que la codific.1ción de la información es un proceso que implica
una construcción más que una recapitulación. Desde este punto de
vista somos nosotros los que construimos la realidad. Esta reali-
dad que llamamos externa no es más que una descripción que se
ha constituido estable a través de un proceso de socialización que
en el fondo no es otra cosa sino un simple chantaje emocional.
Incluso desde un punto de vista puramente fisiológico, o mejor
aún, partiendo de un conocimiento fisiológico se hace evidente
que todo lo que ocurre sólo ocurre en nuestro interior. Una evi-
dencia concreta en este sentido la constituyen los estudios de
potenciales provocados en diferentes estructuras cerebrales, mis-
mos que cambian dependiendo del estado interno del organismo
aun cuando el estímulo que los provoca mantenga constantes sus
características "físicas".
Los comentarios ponen en duda la bondad del proceso de socia-
lización, llevan implícita la idea de que al socializar a un sujeto
lo único que hacemos es impedir su desarrollo, puesto que pone-
mos en duda su capacidad de decisión y evitamos, de esa manera,
que logre respetarse a sí mismo.
Formamos, así, sujetos que sólo manifiestan en su conducta lo
que se espera de ellos y que por lo mismo tienen una completa
nulidad afectiva.
Por último, en los comentarios queda clara la idea de que no
existe un determinismo, que éste es sólo aparente en la manifes-
tación conductual motora la cual, sin lugar a dudas, sí puede ser
sometida a control.
Esta posibilidad de control y la postulación de que el sujeto
es su manifestación explican este enfoque sostenido por la psicolo-
gía contemporánea, pero de ninguna manera lo validan o comprue-
ban puesto que el argumento, si es que tiene algún ingenio, es el
de ser completamente circular y ad hoc.
La obra está dividida en dos partes; en la primera se presenta
una serie de cuentos y en la segunda se incluyen los comentarios
propiamente dichos.

6
l'RóLOGO

Tanto los cuentos como los comentarios son aleatorios en su


ordenación, el único orden lo determinó la sucesión cronológica
de las vivencias que me hicieron recordarlos.
Quiero agradecer la colaboración de Celia Arellano en la redac-
ción.
Al doctor Lázaro Brener por su paciente revisión del manuscrito.
A Lizette Arditti y a Marianela García por el Despertar.
A Ana Soní por todo lo que aprendimos juntos.

7
INDICE GENERJIL
RIMERA PARTE: CUENTOS ll
El pez y el ave, 13. - La abeja y su panal, 15. - A 4.3 años luz
de Alfa de Centauro, 17. - Maese Augustus, 23.

EGUNDA PARTE: COMENTARIOS 31


Primero: de la percepción, 33.
Segundo: de los juegos, 35.
Tercero: de la realidad y de los juegos, 36.
Cuarto: del decididor de realidades, 38.
Quinto: de la realidad física, 41.
Sexto: de las estructuras y de los acuerdos, 42.
Séptimo: de las apariencias, 49.
Octavo: del ceder y del evaluar, 51.
Noveno: de las metas, 53.
Décimo: de las interdependencias, 55.
Undécimo: de los roles, 56.
Duodécimo: de las enseñanzas y de las imposiciones, 57.
Décimotercero: del futuro, 58.
Décimocuarto: del dolor, 59.
Décimoquinto: del mundo y sus descripciones, 60.
Décimosexto: de los ocultamientos, 61.
Décimoséptimo: del querer y del poseer, 62.
Décimoctavo: de los sentimientos de culpa, 63.
Décimonoveno: de la libertad, 64.
Vigésimo: del querer, 65.
Vigésimoprimero: de las dependencias, 66.
Vigésimosegundo: de las invalidaciones, 70.
Vigésimotercero: del conocimiento, 71.
Vigésimocuarto: del ser y de las circunstancias, 72.
Vigésimoquinto: del lenguaje y de las estructuras, 73.
Vigésimosexto: de la riqueza, 74.
Vigésimoséptímo: del, detectar, 75.
Vigésimoctavo: de las respuestas y de las relaciones, 76.
Vigésimonoveno: de las manipulaciones, 83.
Trigésimo: de la necesidad de imponer, 85.
Trigésimoprimero: de la trilogía: superioridad-inferioridad-
dependencia, 87.

9
INDICE GENERAL

Trigésimosegundo: de la expresión del pensamiento, 88.


Trigésimotercero: del poeta, 90.
Trigésimocuarto: de los líderes y de sus dependencias, 91.
Trigésimoquinto: del ser espectador de sí mismo, 92.
Trigésimosexto: del entender, 94.
Trigésimoséptimo: de las causas, 96.
Trigésimoctavo: de la filosofía, 98.
Trigésimonoveno: de la ironía, 99.
Cuadragésimo: de ser un efecto, 101.
Cuadragésimoprimero: del grado de socialización, 102.
Cuadragésimosegundo: de la capacidad de entender, 103.
Cuadragésimotercero: de la rigidez y de la obsesividad, 104.
Cuadragésimocuarto: de la antietropía y del pandeterminis-
mo, 106.
Cuadragésimoquinto: del saber cuando se es, 108.
Cuadragésimosexto: de la ciencia, 109.
Cuadragésimoséptimo: del miedo, 111.
Cuadragésimoctavo: del ser, 112.

10
Soy contrario a términos como fantasía o simbolismo,
Todo nuestro mundo interior es realidad;
tal vez más real que el mundo que vemos.
MARC CJIAGALL

Las estrellas están en nuestro cerebro.


BERTRAND RUSELL

PRIMER:zt PJIRTE

CUENTOS
EL PEZ Y EL JIVE
Un pez dorado estaba asombrado por el vuelo de las aves. Le
gustaba asomarse a la superficie del agua y ver cómo la golondrina
se trasladaba por el espacio abierto al agitar sus alas. Le encantaba
analizar sus movimientos y pensar que éstos le permitían alcanzar
grandes velocidades.
Entendía el mecanismo del vuelo. . . y deseaba volar.
Una golondrina estaba asombrada por el nado de los peces. Le
gustaba volar por encima del estanque para ver cómo el pez do-
rado, al mover su cola, se trasladaba en el agua, transparente y
fresca.
Le encantaba analizar la forma en que el pez se quedaba flo-
tando: inmóvil y sin esfuerzo, y cómo en un santiamén cambiaba
su posición.
Entendía el mecanismo del nado. . . y deseaba nadar.
Un día de sol, la golondrina le habló al pez:
-Si tú me enseñas a nadar, yo te enseñaré a volar. Y el pez le
contestó con una sonrisa:
-Trato hecho.
~A partir de ese momento se hicieron amigos.
El pez le explicó a la golondrina todos los secretos de la nata-
ción y la enseñó a doblar sus alas y moverse de tal forma que le
permitiera penetrar en el agua y trasladarse en ella.
La golondrina, a su vez, enseñó al pez cómo adquirir suficiente
impulso en un movimiento ascendente desde la profundidad del
estanque. Le explicó que este impulso le haría salir del agua y que,
una vez en el espacio, tendría que mover la cola y así podría volar.
El aprendizaje fue lento y riesgoso, pero llegó el momento en
que todos los movimientos fueron aprendidos y se decidió hacer la
prueba final.
La golondrina, ansiosa, le dijo al pez:
-Estás preparado para volar, ahora debes intentarlo.
Y el pez, preocupado, replicó:
-Tú también lo estás, si así lo deseas puedes nadar.
Los dos se prepararon, respiraron hondo y después de un mo-
mento de vacilación, se atrevieron ...
Alguien, a la orilla del estanque, tuvo una visión fantástica: vio
volar a un pez dorado y nadar a una golondrina.

13
PRIMERA PARTE. CUENTOS

Cuando se volvieron a encontrar, los dos notaron que cada uno


tenía un brillo especial en los ojos, era un reflejo profundo y
sereno.
El pez miró a su compañera y le dijo:
-Cuando volaba hice un descubrimiento, sentí que te podí
L:zt JIBEJ:zt Y SU PJINJIL
conocer como nunca antes me imaginé. Viví mi vuelo siendo tú
siendo yo.
La golondrina, sonrojada, le contestó: Una superficie plateada, móvil y llena de estrellas. Un vapor
-Yo sentí lo mismo. húmedo y caliente surgiendo de la frescura. . . un día de sol y un
El pez, "frunciendo el entrecejo", miró una hoja que flotaba en e lago. Un volumen rojo con centro excitado, pistilos erectos, sen-
estanque, parecía querer decir algo muy ditícil o penoso, la golon suales, expectantes de polen ... una flor. Un sonido cambiante,
drina le demandó ... -¡dilo de una vez! armónico y puro; un canto de vida, viril y delicado, intenso e
- ... también descubrí otra cosa ... supe que mi nado no e
ingenuo. . . un ruiseñor.
diferente de tu vuelo, sentí que antes había nadado como un aut'
Un panal ... oscuro, frío, matemático, ordenado.
mata y que me había olvidado que nadar es también bello, ade
más ... La abeja X38 en su interior, lamiendo las celdas, cuidando de
El pez no se atre\ía a terminar, miraba en una dirección y des su limpieza, obsesiva, metódica en sus movimientos, determinada
pués en la otra evitando enfrentarse con la vista de la golondrina y estructurada. . . encarcelada.
ésta esperaba pensativa; por fin el pez prosiguió: Un sol, un lago, una flor y un ruiseñor. . . afuera. El orden, la
- ... además, entendí la razón del olvido, sólo veía tu vuelo rigidez, la estructura y el acuerdo. . . adentro.
quería ser como tú, pensaba que lo mío no podía ser tan hermas Cierto día, algo pasó en el panal, un' pan de cera se desprendió
como lo tuyo. . . ahora sé que ambas cosas lo son. de su amarre y al caer agrietó una de las paredes.
La golondrina sonreía, se acercó al pez y abrazándolo le confió: La abeja X38, angustiada y llena de pánico, corrió al lugar de
-Los dos hemos aprendido lo mismo, nada a partir de est la catástrofe. Estaba entrando luz por la grieta, un hilillo deslum-
momento será igual. . . mi vuelo será lo más maravilloso y tu nad brante y cálido, y además aire fresco con vapor de montaña. La
también, tu estarás en mí y yo en ti, pero los dos seremos lo qu ab@ja X38 no lo podía soportar: -¡nada existe fuera del panal!
somos y nada será mejor ni nos podrá enseñar más. -ésas eran las enseñanzas- ¡nadie es, fuera de la geometría y la
Cuentan que a partir de ese día algo extraño sucedía cerca de estructura perfecta de las celdas! -tal era la orden.
estanque. . . un pez dorado estaba aprendiendo a nadar y un La X38 arregló la grieta, colocó la cera en el lugar que le
golondrina a volar. correspondía y se fue a descansar.
No quería recordar. . . un hilillo de oro, cálido y un olor de
fres~ura de montaña. . . pero la visión volvía y volvía y un pen-
samiento muy débil y tímido empezó a ser escuchado·
"Hay cosas que no conoces, no todo es la estruct~ra. . . existe
algo afuera."
~ la mañana siguiente, la abeja X38 se acercó al lugar del
accidente, tocaba con sus antenas el arreglo hecho la víspera,
tr~t~ndo de encontrar algún punto que no hubiera quedado her-
metico, no halló errores. Un pensamit:-nto vino:
"Muy bien, te felicitarán por el arreglo, puedes sentirte orgu-
11osa."
~a abeja se sentía desconcertada: antes, el pensamiento le
hubiera dado una máxima seguridad, pero ahora no podía sentirse
completamente feliz;' dijo para sí:

14 15
PRIMERA. PARTE. CUENTOS

-Esta sensación es absurda, una abeja no debe pensar, sólo


debe hacer bien su trabajo.
Ya más tranquila, se fue a limpiar, ordenar y construir celdas,
las abejas a su lado hacían lo mismo, luego todo estaba bien, fijo
y seguro.
Tres días después, un sonido traspasó las paredes herméticas
del panal, era un canto armonioso y dulce, las obreras se mira-
ron. . . era necesario engrosar las paredes para que ningún sonido
les hiciera interrumpir su trabajo. La abeja X38 sintió un intenso
deseo de seguir escuchando pero, puesto que todas sus compañe-
ras opinaban que era importante engrosar las paredes, fue a
ayudarlas. Extraño sentimiento; la X38 no engrosaba las paredes
como sus compañeras, se veía a sí misma haciéndolo:
"Una abeja no puede pensar en sí misma y menos aún verse a
sí misma."
Algo extraño estaba pasando; había luz y calor y olor y canto.
La mañana siguiente se inició la búsqueda, la abeja X38 había
desaparecido. No hubiera habido problema alguno si la desapari-
ción hubiera sido resultado de un accidente. Si la X38 hubiese
sido muerta o raptada, nadie se preocuparía; pero la desaparición
no había sido accidental.
¡La X38 había sido sorprendida saliendo por sus propias alas
del panal!
Jamás se había visto tal afrenta y tal traición. Era necesario
encontrarla para que se convenciera de que el panal era lo único
que existía, que todo lo demás era una fantasía y un peligro.
La abeja X38 estaba admirando el lago, jamás habíase sentido
tan feliz, sintió la frescura del agua, olió la delicia de la flor y
cantó con el ruiseñor. No hubo tiempo para más ...

16
Jt 4.3 JtÑOS LUZ DE JtLFJI
DE CENTAURO
A 4.3 años luz de Alfa de Centauro, en la intersección de las
líneas Grif y Son-Tawori de desdoblamiento magnético nuclear, se
realiza la vigesimosexta conferencia de los pueblos del universo
WZ-38H.
Existe. gran expectación por oír a Yun, delegado de la oonste-
lación Di-ipsi-son.
Yun ha desarrollado un sistema de detección que permite loca-
lizar sistemas antientrópicos de alta integración, y además averi-
guar su estructura interna.
Yun es egresado del famoso Instituto de Investigaciones Anti-
entrópicas de Andrómeda y como tal, siempre ha pensado que 20
mil millones es el mínimo número de elementos necesarios para
lograr un mecanismo con pandeterminismo. Durante dos eones,
Yun ha estado recabando información que le permita comprobar
esta idea y ahora, en la vigesimasexta conferencia, se ha anunciado
que presentará los informes definitivos al respecto.
Sil, presidente de la conferencia, toma la "palabra":
, "Estimados delegados de los pueblos de nuestro universo, nos
hemos reunido una vez más a fin de conocer el resultado de las
investigaciones acerca de la evolución de los sistemas antientró-
picos. Desde el descubrimiento del gran Gardielli, nos hemos reuni-
do eonalmepte durante 26 eones a fin de determinar cuáles son
las características de esos sistemas.
"Hemos llegado a la conclusión de que los sistemas antientró-
picos evolucionan a partir del momento en que una estructura se
vuelve lo bastante compleja como para avanzar desde un determi-
nismo absoluto a un autodeterminismo y de allí a un estado que
hemos denominado pandeterminismo, donde el sistema no sólo
es capaz de fijar sus leyes sino también de cambiar las relaciones
entrópicas del universo circundante. El estado de pandeterminismo
ocurre cuando un sistema es capaz de representarse el universo,
siendo esta representación lo suficientemente exacta y segura como
para ser más real que lo que la rodea.
"Las investigaciones realizadas hasta la fecha han indicado que
existe un paso abrupto entre el auto y el pandeterminismo, Y
que un sistema pertenece a una u otra categoría.
17
PRIMERA PARTE. CUENTOS
"El día de hoy, Yun nos presentará datos que señalan la exis-
tencia de un estado intermedio que posee características muy espe-
ciales; pero, será mejor que nos lo explique el propio Yun ... "
Las esferas energetizadas cambiaron de tonalidad, lo cual signi-
ficaba que un estado de expectación había sido provocado por las
palabras del presidente.
Yun ordenó sus pensamientos y empezó a transmitirlos. Cada
uno de los delegados comenzó a seguir las experiencias de Yun
como si fueran propias. Primero les hizo ver el mecanismo del
detector de antientropías, luego todos los pasos de su desarrollo
y los problemas de su construcción. Fue como si hubieran vivido
lo mismo que vivió Yun; todos admiraban la técnica de presenta-
ción que utilizaba. Si bien era cierto que como sistemas pandeter-
minados todos podían transmitir experiencias, la perfección en el
dominio de esta técnica era inigualable en Yun.
Según explicó Yun, el detector de antientropía se basaba en el
principio de la holografía trasmolecular y estaba acoplado a un
cañón mesónico de detección que barría una porción del espacio y
localizaba cualquier punto que mostrara una organización molecu-
lar autoestable.
La mayoría de las detecciones revelaban sistemas menores a los
5 mil millones de elementos y éstos quedaban catalogados como
antientrópicos de clase I, o sea, sin autodeterminismo. En el barrido
Nº 256 000 se había localizado un sistema de 12 mil millones de
elementos, caso único que permitiría probar la hipótesis de que 20
mil millones era el límite inferior del pandeterminismo. A partir de
ese descubrimiento, Yun dedicó toda su atención a establecer las
características de tan singular sistema.
Lo primero que observó fue que el sistema se mantenía activado
por una compleja infraestructura energetizadora que lo oxigenaba y
alimentaba. Después se dio cuenta de que el sistema y su infraes-
tructura permanecían activos durante un tiempo ridículo que
correspondía a entre 80 y 100 orbitales del planeta que los sostenía.
El sistema sólo se podía comunicar a través de alteraciones en
la presión de la atmósfera que lo envolvía y sólo se podía tras-
ladar de un punto a otro activando ciertas prolongaciones de su
infraestructura. Tanto las alteraciones en la presión atmosférica
como la activación de las prolongaciones se regían por una serie
de reglas establecidas por una comunídad de sistemas.
Definitivamente no había señales de pandeterminismo y ape-
nas algún signo de autodeterminismo, sin embargo, en ocasio-
nes el sistema actuaba como si poseyera ambos. Esto intrigaba
sobremanera a Yun, no podía entender a qué se debían las fluc-
tuaciones que estaba detectando.

18
A 4.3 A~OS LUZ DE ALFA. DE CENTAURO

Decidió hacer un estudio profundo del sistema en diferentes


etapas de su desarrollo. Para ello localizó primero un sistema de
1/4 de orbital de vida y recorrió todas sus experiencias. Yun
resumió los datos obtenidos, en la siguiente forma:
"Las primeras etapas de desarrollo de este sistema se carac-
terizan por un continuo crecimiento de circuitos que establecen
conexiones entre los elementos que lo constituyen. Los circuitos
y sus conexiones alcanzan un grado autoestable entre el primero y
el tercer orbital de vida. Las particularidades de los circuitos
permiten una representación interna del universo inmediato y
aun un germen de pandeterminismo, sin embargo, éste no se
desarrolla. Las razones de esta falta de desarrollo resultan del
énfasis que estos sistemas otorgan al mantenimiento de un de-
terminismo social."
En ese punto Yun percibió un dejo de duda entre los dele-
gados, decidió transmitir una escena detectada recientemente,
que ejemplificaba y daba valor a la conclusión anterior.
Apareció entonces una visión fantástica y nunca antes vista:
Un lugar encerrado por bloques rectangulares, y en el centro
una especie de cajón rodeado de barrotes. Dentro del cajón ha-
bía una forma alargada con cinco prolongaciones; cuatro de ellas
terminaban en cinco tentáculos y la otra tenía forma esférica. En
la esfera se hallaban incrustadas dos formas ovales lateralizadas
y tres cavidades frontales, además una excrecencia central en cuya
p9rción inferior se notaban dos pequeños orificios.
Lo más extraño de todo es que en la porción superior de la
esfera sobresalía un número extraordinariamente grande de del-
gados tentáculos que cambiaban de lugar cuando aquella forma
rosada, elástica y caliente cambiaba de posición.
La iluminación de aquel lugar era tenue, y la forma se movía
continuamente. En determinado instante la cavidad frontal infe-
rior empezó a contraerse y, como resultado de este movimiento,
empezaron a notarse complejos cambios en la posición de las mo-
léculas que la rodeaban ...
Eva, la madre del niño, oyó que su hijo hablaba en sueños,
decidió levantarse de la cama para ir a ver qué sucedía; José, su
marido, empezó a disgustarse por los ruidos que hacía la mujer,
pero ésta le hizo callar con un rápido y demandante movimiento
de brazos. Eran las tres de la mañana y afuera lloviznaba; Eva se
cubrió con un chal y se acercó a la cuna en donde estaba su hijo.
Este, completamente despierto, le contó a su madre:
-Mami, el oso era muy grande y volaba en el aire, estaba
buscando a su hijito que se había perdido en el bosque y de repen-
te apareció un águila que se lo quería comer ...

19
PRIMERA P,4RTE. CUENTOS

Mientras el niño hablaba, Eva pensaba preocupada:


"Todas las noches sucede lo mismo, por más que le he explicado
que esas cosas que ve son sólo sueños y por lo mismo no tienen
realidad, él no entiende, tengo que hacer algo drástico, de otra
manera jamás podremos dormir a gusto."
Eva encendió la luz y buscó un libro de estampas, lo abrió en
la imagen de un oso y la mostró a su hijo:
-Mira, esto es un oso, pero no es un oso de verdad, es sólo un
oso pintado, no existe, es sólo un dibujo. -El oso que viste tampoco
es real, es como este dibujo, sólo existe en tu cabecita cuando
sueñas, no es como los osos del zoológico, ellos sí son reales, los
otros sólo te los imaginas.
El niño miraba a su madre con los ojos muy abiertos y, con
una expresión de asombro repetía:
-Los osos del cuaderno y los osos de la noche no son verda-
deros; sólo los osos del zoológico son reales.
La madre continuó:
-Tu papá y yo necesitamos dormir bien porque trabajamos
mucho durante el día y tú, con tus cosas, no nos dejas descansar.
Si vuelves a despertarte en la noche imaginándote tonterías lo
único que vas a lograr es que nos enojemos y te dejemos de
querer.
Diciendo esto, Eva salió del cuarto.
Juanito no podía entender, estaba seguro de que el oso que
había visto era tan verdadero como el del zoológico pero. . . si su
madre decía que no lo era, y si además lo iban a dejar de
querer ...
"Los osos del cuaderno y los osos de la noche no son de verdad,
sólo los osos del zoológico son reales."
Yun desconectó la imagen, se sentía inquieto y empezó a trans-
mitir:
"Cuando detectamos por primera vez esta experiencia creíamos
que había alguna falla técnica, no eran posibles tanta ceguera y
tal egoísmo. Un sistema de 12 mil millones de elementos debería
ser más inteligente y por lo menos reconocer el camino de su
evolución, impulsándolo y nunca inhibiéndolo . . . era absurdo e
inconcebible, pero no era ninguna falla técnica, el detector se
revisó una docena de veces y todo funcionaba a la perfección. La
única conclusión posible es que el sistema estudiado poseía la ca-
pacidad de representación interna y por tanto estaba muy cerca del
pandeterminismo, sin embargo, esta capacidad no era alentada sino,
por el contrario, inhibida." Y transmitió esta conclusión:
"Los efectos de esta inhibición son múltiples; los sistemas en
desarrollo, sometidos a tratamientos similares comienzan a perder

20
A 4.3 A!WS LUZ DE .41.F..4 DE CENT..4URO

su capacidad de representarse el universo y además, pierden su


autodeterminismo al dejar de confiar en la existencia de una rea-
lidad interna y tener que someterse al juicio de realidad dado por
el otro sistema." Yun conectó nuevamente el transmisor de ex-
periencias:
De nuevo, un espacio rodeado de bloques rectangulares, aun-
que mayor que el de la visión anterior.
Multitud de formas se hallaban cubriendo la base del espacio
y parecían estar dobladas por su mitad y apoyadas sobre ciertas
estructuras delgadas de forma oval.
Enfrente de ellas una forma mayor contraía su cavidad frontal
inferior:
"Estimados colegas, la sociedad psiquiátrica internacional se
honra con su presencia. El día de hoy serán presentados dos casos
dignos de atención. El primero: un niño de seis años con síntomas
claros de esquizofrenia ... "
Juanito se retorcía en su cama, en la mañana había ido a su
escuela y durante la clase de actividades estéticas había empezado
el terrible dolor de cabeza y las náuseas ...
Juanito miró a sus compañeros y después al maestro, a quien
dijo casi llorando:
-No puedo imaginármelo, no es real.
El maestro, enfadado, repitió por enésima vez:
-Lo único que quiero que hagas es que te imagines un oso
volando y que después lo pintes en el pizarrón.
- -No puedo, no puedo, no puedo ...
El maestro sentía que estaba a punto de explotar; como nunca
había visto tal terquedad, decidió que ésta se corregiría con un
castigo.
-Lo que sucede es que no quieres, eres un niño mal educado y
estúpido; como castigo, quiero que escribas cien veces lQ siguiente:
"Los niños deben portarse bien, deben obedecer a sus mayores
pues ellos saben lo que está bien y lo que está mal ... "
Yun desconectó la imagen. Era la máxima incongruencia y
todos así lo sentían. No podían entender como un sistema de 12
mil millones de elementos podía caer en tales contradicciones.
Sil empezó a transmitir una pregunta:
"¿ Cuál es el segundo caso?"
... Yun miró a los ojos de Sil, los dos habían recibido la noche
anterior el tratamiento electroconvulsivo de costumbre: como
siempre, sólo había quedado esa sensación de opresión, y las terri-
bles ganas de llorar.
Trataron de hablar pero no pudieron, era algo oscuro, impre-
ciso, vacío ... se miraron ...

21
PRIMERA PARTE. CUENTOS
A 4.3 años luz de Alfa de Centauro, dos psiquiatras charlaban
en un café:
-¿Sabes?, me siento muy orgulloso, el nuevo método de tera-
pia electroconvulsiva está dando muy buenos resultados.
-Sí, ya lo he notado, tus pacientes parecen estar más tran-
quilos.
-Si todo sigue bien, dentro de poco tiempo podrán volver a
ser productivos ...

22
MJIESE JIUGUSTUS
A las ocho de la noche, Maese Augustus salió de la reumon.
Su porte era majestuoso, llevaba las manos entrelazadas por la
espalda y caminaba pensativo. Se decía que siempre que Augustus
lograba un éxito adoptaba esa misma postura. Se dirigió a la sala
de columnas y tras acomodarse los anteojos salió al jardín. La
noche era fresca y olía a duraznos, Augustus hizo una larga y pro-
funda inspiración y comenzó a tararear el último movimiento de
la cuarta sinfonía de Mahler. Pocas veces se había sentido mejor
que en esa reunión del Consejo. Ante la misma presencia del pre-
sidente, había desarrollado el análisis más profundo de que se
tuviera memoria, de un evento ocurrido en la última guerra
mundial.
Todo había comenzado con aquella conversación que sostuvo
hacía seis meses con el exoficial inglés, durante un vuelo de Nueva
York a Hamburgo. Había planeado revisar en el avión la conferen-
cia que tenía preparada para la Junta de Rectores de Universidades
que se celebraría al siguiente día. No pensaba hablar con nadie,
pero junto a él se hallaba sentada la persona con los rasgos
fisonómicos más interesantes que jamás hubiera visto. Inme-
diatamente empezó la conversación. Augustus le explicó que era
rector de una de las más grandes universidades del mundo, su
vecino de asiento platicaba acerca de sus experiencias como exofi-
cial inglés durante la Segunda Guerra Mundial. ..
"Nos encontrába'mos a 40 kilómetros del campo de concentra-
ción, nuestro superior nos había informado que los rusos estaban
acercándose al mismo para ocuparlo, y que nosotros debíamos
adelantarnos.
"La razón de la prisa era dramática. En el campo quedaban
vivos una docena de niños y una veintena de mujeres. Las cuida-
doras de los prisioneros habían recibido la orden de matarlos al
día siguiente; la única forma de salvarlos era llegar esa misma
noche, para ocupar por sorpresa las instalaciones.
"El regimiento se puso en marcha y a las 5 de la mañana
divisamos el campo, era un conjunto de barracas rodeadas de una
cerca doble y un grupo de torres rectángulares terminadas en
casetas con reflectores. La madrugada era brumosa y fría y el
pensamiento de lo que podía estar sucediendo dentro de las barra-

23
PRIMERA. PARTE. CUENTOS

cas nos hacía sentir en un mundo irreal. El plan de ataque era


excelente y permitiría ocupar por sorpresa las instalaciones.
"A las 6 de la mañana estábamos adentro, lo único que encon-
tramos fueron cadáveres y 3 cuidadoras escondidas en un sótano.
Dos de ellas eran robustas y su edad podía haber sido 30 o 32
años, la tercera, era una muchacha rubia, esbelta y no mayor de
28 años. El cuerpo de psiquiatras que nos acompañaba decidió en-
trevistarlas.
"La reunión se realizó en la barraca del que era jefe del campo,
había una mesa larga y seis bancos, tres de ellos los ocuparon los
psiquiatras y los restantes las tres mujeres.
"El doctor Ray les pregunto: «quisiéramos saber la razón por
la que ustedes, madres de familia con hijos, asesinaron a unos
niños indefensos y a mujeres que no les habían hecho ningún
daño».
"Ninguna contestó, parecían no haber escuchado. La pregunta
se repitió en alemán una docena de veces con el mismo resultado,
una expresión de asombro y un silencio. Simplemente no entendían
lo que se les preguntaba."

Maese Augustus le contó de la conversación a su superior y éste,


a su vez, al presidente del consejo. . . era necesario hacer un
análisis del porqué; saber cómo el hombre había llegado a tales
extremos y, sobre todo, explicar qué es lo que hacía a las cuida-
doras no entender la pregunta.
A maese Augustus se le asignó la tarea de hacer el análisis,
que debería presentarse en la próxima reunión del consejo direc-
tivo, a realizarse en 4 meses ...

"Queridos hermanos, estimadísimo presidente: -éstas son las


conclusiones a que he llegado después de profunda meditación.
"El tiempo que se me fijó para realizar esta monumental tarea
fue demasiado corto, por lo que el análisis adolece todavía de algu-
nos puntos oscuros, sin embargo, hay otros que tienen suficiente
claridad como para ser presentados aquí:
"La familia alemana típica de la preguerra se caracterizaba
por su autoritarismo, el padre decidía todo, desde la hora de la
comida hasta el partido político cuya ideología debían aceptar
hijos y esposa.
"La estructura que sostenía las relaciones entre los miembros
de la familia se basaba en la idea de que cada unó tenía un rol al
que debía ajustarse.
"Así, el padre era quien debía ordenar todos, los asuntos impor-
tantes, la esposa debía acatar lás decisiones del marido y los

24
MAESE A.UCUSTUS
hijos, continuar la tradición familiar. Cualquier manifestación que
se apartara de lo esperado de acuerdo al rol de cada quien, era
castigada con el desprecio y la animosidad. En cambio, la exage-
ración del rol era premiada en todas las formas posibles. Si la
estructura decía que las hijas debían ser sumisas, dulces y obe-
dientes y alguna de ellas era más sumisa, más dulce y más
obediente que lo normal, su conducta era considerada como la
más digna, aceptable y adecuada.
"Dentro de muchas familias se presentaban claras señales de
competencia por ajustarse en forma más ortodoxa a los roies asig-
nados; esto se veía más frecuentemente entre las hijas y los hijos.
La competencia era por lograr mayor aceptación por parte de aquel
miembro de la familia que representaba la autoridad, es decir, el
padre. Este deseo de ser aceptado por la autoridad se puede explicar
de la siguiente forma: « ... vivir desempeñando un rol significa sólo
un autoengaño, la persona se convierte en el rol y deja de ser ella
misma. Puesto que el ser uno mismo es una necesidad y el rol es
sólo la apariencia de ser uno mismo, se crea el acuerdo de que
alguien mantenga y valide el rol a cambio de la sumisión.»
"En algunas ocasiones un miembro de la familia podía intentar
dejar de depender de la estructura y por tanto salirse de su papel.
En ese caso los demás miembros consideraban que se había apar-
tado del camino, y por lo tanto trataban de volver a introducirlo
a la estructura. La persona así manejada podía caer en la máxima
de las inseguridades puesto que comenzaba a pensar que estaba
h~ciendo algo muy malo, pero al mismo tiempo sentir que regre-
sar a la estructura significaba ser muy infeliz.
"Pensaba que todos deseaban su retorno puesto que demostra-
ban una gran preocupación que en apariencia era auténtica, pero
no era más que un chantaje emocional dirigido a darle más
realidad a la estructura que alguien estabq poniendo en duda.
"El resultado de todo esto es que aquéllos que salían de la
estructura regresaban a ella impulsados por un sentimiento de
culpabilidad que no podían superar. '
"Exactamente la misma situación se aplicaba al padre, aunque
a un nivel más general. Este se veía presionado a aceptar la es-
tructura, porque así es como lo exigía la sociedad que lo rodeaba
y además consideraba que era lo único adecuado y seguro.
"Puesto que nadie 1de la familia vivía una verdadera realidad
interna, todos se convertían en autómatas salvaguardas de la es-
tructura que se les había impuesto.
"Las relaciones intra e interfamiliares se regían por una serie
de acuerdos tácitos que se caracterizaban por dar y recibir la
seguridad de que se estaba siendo auténtico. Jamás se ponían en

25
PRIMERA PARTE. CUENTOS
duda esos acuerdos, por la sencilla razón de que no sabían que
existieran."
"Las tres cuidadoras del campo de concentración provenían de
familias como las descritas. Cada una de ellas vivió, en su infancia
y adolescencia, un rol asignado e impuesto y todos los acuerdos
emergidos del mismo.
"Ellas aceptaban ciegamente la estructura de sumisión porque
estaban convencidas de que ésta y los roles que se les atribuían
eran lo único que las llevaría a ser ellas mismas.
"Por supuesto que toda la situación descrita tenía como fun-
damento una profunda inseguridad interna y la no menos profun-
da seguridad de que aquéllo que todos quienes las rodeaban con-
sideraban cierto, lo era realmente.
"La realidad de las cosas es que en esa situación nadie era
él mismo, solamente creían ser aquello que los demás definían
como deseable y por tanto nadie ponía en duda la validez de lo así
definido.
"La subida de Hitler al poder y todo el liderazgo asociado con
él fue un acontecimiento lógico y predecible. Hitler dio a la estruc-
tura de autoridad un carácter místico y grandioso.
"Las personas que sólo sabían vivir roles, se vieron a sí mismas
haciendo lo más valioso a lo que un ser humano pueda aspirar.
Hitler les daba seguridad en su profunda inseguridad y esto hizo
que el liderazgo naciente adquiriera una fuerza descomunal.
"La base de esta aparente seguridad fue el acuerdo compartido
por todos acerca de su superioridad sobre todas las demás «razas»" ...

Una mañana fresca de abril, la atmósfera es limpia y transpa-


rente, el Rin corre plácido entre los campos y el sonido de sus
cascadas y corrientes se oye en todo el campamento de la juven-
tud. En medio del valle se levanta una serie de casas de campaña
que rodean en semicírculo a un asta bandera. La tela con la esvástica
está en lo alto y el viento que viene del sur la hace moverse.
Karina, la mayor de las tres amigas se despierta y estira los bra-
zos, la tienda de campaña está iluminada por una luz ambarina, y
el aire fresco de las montañas y el sonido del Rin penetran a través
de la lona de las paredes y del techo.
Es una bella mañana; quedan 10 minutos antes de que toque
la corneta que señala la hora de levantarse para empezar el entre-
namiento diario.
Las dos amigas de Karina siguen durmiendo en sus catres.
Helia es muy bella, todos admiran su tipo rubio y esbelto, y en
ocasiones es mostrada por los supervisores como ejemplo de lo

26
MAESE A.UGUSTUS

que pudiera ser la raza aria del futuro; Yusia, en cambio, tiene
un tipo muy desagradable; morena, regordeta y de ojos oscuros;
los compañeros de entrenamiento a veces han llegado a decir que
se parece a las judías. Esto molesta sobremanera a Karina, está
de acuerdo en que Yusia no es muy aria, pero decir que parece
judía ... ¡es el colmo!
Precisamente ayer se peleó con Hans por ese motivo, la verdad
es que no creía poder ser tan agresiva cuando alguien la hacía
enojar, pero Hans se lo merecía.
Era muy bonito levantarse antes del toque de corneta y po-
nerse a pensar lo que habían aprendido el día anterior. . . ayer en la
mañana el supervisor las había llevado a una cueva y allí había
hecho el amor con las tres, eso, decía, demostraba la capacidad
y la fuerza de un miembro de las Juventudes Hitlerianas; en ver-
dad había sido una gran experiencia. Lo más grandioso había sido
ese grito de ¡Heil Hitler! en el momento del orgasmo común.
A mediodía habían ido a admirar la belleza de la cañada y,
como siempre, habían tenido que descuartizar con sus propias
manos el conejo que habían cazado vivo y les serviría de alimento.
Poder hacerlo, decía el supervisor, es una experiencia mística de
fuerza y entereza. Daba un poco de lástima ver aquel conejo retor-
ciéndose por el dolor, pero constituía una gran alegría poder su-
perar los inútiles sentimientos de compasión que despertaba aquel
animal inferior.
Después de la comida habían recibido su clase de las tardes.
A~er se revisó la historia alemana posterior a la Primera Guerra
Mundial. No era posible entender la injusticia del Tratado de
Versalles más que conociendo que en su redacción había partici-
pado un perro judío. . . cómo los odiaba, ellos eran la causa de
todos los males que sufría la Madre Patria, y todo por su maldito
deseo de dinero y poder; eran inferiores a aquel conejo que habían
descuartizado.
En la noche se habían reunido alrededor del fuego y habían
cantado. . . era muy emocionante sentirse constructores del futuro
Imperio, jamás en la vida de ninguna nación, una juventud había
tenido más suerte. . . era muy bello haber nacido en la misma épo-
ca que Adolfo -Karina volteó para ver si alguien había oído ese
pensamiento-, se sintió avergonzada de llamarlo por su nombre
de pila pero es que. . . lo amaba tanto ...
Faltaban dos minutos para el toque de corneta; Karina miró
su reloj y de repente se empezó a sentir angustiada ... "dentro de
una semana se hará la prueba de selección y todos desean ocupar
los primeros puestos. El máximo honor es ser seleccionado para
ir a los campos ... "

27
PRIMERA. P A.RTE. CUENTOS

El dormitorio que les habían asignado no era del todo desagra.


dable, las camas eran mullidas y la comida buena.
Las tres amigas estaban ansiosas por comenzar· a trabajar, todo
era como se lo habían imaginado, excepto aquel asqueroso olor,
en verdad era para enojarse. . . ni siquiera en aquellas circunstan-
cias los perros judíos podían dejar de vengarse y de hacer por-
querías.
En la noche, después de recibir instrucciones, fueron al comedor
común, era delicioso escuchar las historias que contaban los cui-
dadores veteranos; uno de ellos acaparaba en esos momentos la
atención de todos:
" ... es absolutamente increíble el nivel de degradación al que
pueden llegar estos infrahumanos, hasta un puerco cuida de su
prole, pero ellos son capaces de asesinar a sus hijos. La historia
es verídica, se los juro, encontraron en un sótano de Varsovia a
una judía, ahorcando con sus propias manos a su bebé ... "
Karina se sintió muy bien, era realmente necesario acabar con
todos ellos, de no hacerlo, no se llegaría a construir la sociedad
ideal que tanto anhelaban ... "
El humo de los incendios cubría toda la ciudad, dentro de las
murallas todo era ruinas, el grupo de soldados buscaba, los perros
olfateaban y olfateaban. . . el sótano estaba repleto, todos oían los
pasos de los soldados y el jadeo de los perros, nadie se atrevía
a respirar. Malka sostenía a su bebé rogando al cielo que no em-
pezara a llorar, lo abrazaba tratando de consolar su hambre; los
dos ojos muy abiertos miraban a su madre.
"Habían pasado ya dos horas, la tensión era insoportable, los
cuerpos sudorosos trataban de satisfacer su sed de oxígeno con
ese aire enrarecido, el bebé empezó a gemir, todos miraron a Malka
con ojos de espanto, ésta abrazaba a su hijo y lo acariciaba en
silencio, el niño iba a llorar, en dos segundos iba a empezar a llorar,
Malka lo sabía, debía quererlo más, consolarlo más; colocó la
carita contra su pecho y lo abrazó desesperadamente: el niño se
calmó, ya no iba a llorar. . . nunca más ... "

Maese Augustus hizo una pausa, no podía continuar, :miró a sus


hermanos y con voz emocionada dijo:
"Debemos evitar que algo semejante vuelva a ocurrir, el hecho
de saber que el ser humano tiene un mecanismo que bloquea una
realidad cuando ésta se opone a una estructura basada en acuer-
dos, hará que por lo menos ninguno de nosotros se engañe ... "

El edificio de la rectoría era el orgullo de la ciudad, sus 25

28
MAESE AUGUSTUS

pisos y el escudo gigantesco que colgaba de su torre panorámica


fueron lo primero que vio Augustus al bajar del avión; como siem-
pre, Angelicus, su chofer, lo esperaba junto a la limousina. Augustus
lo saludó y se sentó en el asiento posterior.
Angelicus c1dmiraba mucho a Maese Augustus, todos sabían que
la Universidad era su obra y que seguiría en ella hasta el momento
de morirse. . . Augustus se sentía muy satisfecho consigo mismo,
le había costado 40 años de su vida hacer que la Universidad fuera
considerada una de las mejores del mundo, nadie mejor que él
sabía los sacrificios que eso había implicado y ahora era el momen-
to en que podía descansar, sin embargo, todavía quedaba pendiente
la construcción del seminario de estudios humanos, era una em-
presa grandiosa, tanto como la suma necesaria para construirlo.
Augustus había visitado todas las fundaciones del país, pero nin-
guna estaba lo suficientemente interesada para financiar las obras,
alguna solución tendría que encontrar ...

Pilar, la secretaria privada de Augustus le pasó la llamada


telefónica, era el ministro de asuntos internos de la nación:
-Estimado Augustus, nos hemos enterado de su interés en crear
un seminario de estudios humanos y estamos dispuestos a cola-
borar en su realización ...
Augustus no podía creer lo que escuchaba, siempre había consi-
derado al ministro como alguien desinteresado en la Universidad
y _he aquí que era él quien resolvería su problema. Se dio cuenta
de que el ministro no había terminado de hablar:
- .. .lo único que pedimos a cambio es una declaración suya,
apoyando las medidas políticas que nuestro gobierno ha puesto en
marcha para salvaguardar la tranquilidad del país.
Augustus sabía que tendría que contestar en ese mismo ins-
tante. . . tendría su seminario a cambio de una declaración públi-
ca ... las medidas políticas para tranquilizar al país no eran después
de todo tan malas, es verdad que restringían algunas libertades
menores. . . pero eso sólo era temporal y no causaría ningún
daño ... su seminario ... declaración política ... su seminario ... la
Universidad. . . su obra .. .
-¡Estoy de acuerdo, señor ministro!
Augustus no había perdido la costumbre de dar clases. Todos
los miércoles a las nueve de la mañana el auditorio central de la
universidad se destinaba a esa cátedra.
En el auditorio no había suficiente espacio para todos los estu-
diantes que se interesaban por escuchar a Augustus. Augustus se
acomodó sus anteojos y comenzó la disertación:

29
PRIMERA PARTE. CUENTOS

"El día de hoy hablaré sobre los efectos nefastos que resultan
del establecimiento de acuerdos y de la dificultad del ser humano
para darse cuenta de la existencia de ellos ... "
Augustus no se sentía bien, algo en su interior se quebró: Maese
Augustus empezó a ser espectador de Maese Augustus.

30
SEGUND:zt P:ztRTE

COMENTJIRIOS
PRIMERO:
DE L'A PERCEPCION
La percepción es un proceso interno. Un objeto es percibido
cuando activa nuestras estructuras cerebrales, de ahí que es esa
activación central lo que da lugar a nuestra experiencia acerca del
objeto.
Las características físicas de los estímulos son menos importan-
tes que la forma como estos activan nuestro sistema nervioso, esto
explica por qué un mismo estímulo p,:ede percibirse en formas muy
diferentes. Algunos ejemplos serán suficientes para explicarlo:
Si un sujeto es sometido a hipnosis, y en ese estado se le sugiere
que la brasa de un cigarrillo encendido va a ser puesta en contacto
con su piel, el sujeto sentirá dolor y percibirá que lo han quemado
a pesar de que el objeto en contacto haya sido un lápiz o un gis.
El gis o el lápiz fueron transformados por el cerebro del sujeto en
un cigarrillo encendido y ésto fue el que percibió, independiente-
mente de las características físicas de aquellos.
Si a un sujeto se le presenta una figura ambigua y antes de
estimularlo con ella se le advierte que le será mostrado un pájaro,
es muy probable que en su cerebro la figura ambigua se transforme
en un pájaro y como tal sea percibida.
- De nuevo, lo anterior indica que el proceso perceptual es cons-
tructivo e interno y no reconstructivo y externo.
De hecho, no es necesario acudir a procesos de hipnosis o utili-
zar figuras ambiguas para demostrar lo anterior, cualquier objeto
que se nos presente no existe para nosotros sino en tanto que sea
capaz de activar nuestro cerebro.
Esta activación cambia, dependiendo del tipo y número de situa-
ciones asociadas con el objeto, por lo que la percepción de un
objeto es inseparable de las memorias asociadas con él.
Cuando identificamos algo, es porque ese algo ha activado un
almacén de memorias; la actividad cerebral que resulta de las
características físicas del objeto siempre se combina con la activi-
dad cerebral asociada con el almacén de memoria que el objeto
ha activado.
Si la percepción es el resultado de una activación interna, enton-
ces nada existe realmente en el exterior.
Si vemos un árbol es porque se ha construido en nuestro cerebro,
si soñamos con él, es que también se ha formado allí, si lo aluci-
namos es por lo mismo. Si lo único real es la activación interna,
33
SEGUNDA PARTE. COMENTARIOS
entonces tanto la percepc<.'.>n como el sueño y la alucinación son
reales.
La única diferencia entre ellas es que suponemos que el árbol
físico puede ser compartido y en cambio el sueño y la alucinación
no. Compartir el árbol físico implica suponer que éste da lugar
al mismo tipo de activación cerebral en muchos observadores, como
si tal activación fuera una reconstrucción lineal del árbol.
La verdad es muy distinta, el árbol puede ser percibido en forma
diferente por distintos observadores, dependiendo del tipo de expe-
riencias con que cada uno de ellos lo asocie; por tanto, suponer que
se está compartiendo es erróneo. Lo único que se comparte es la
suposición de que se comparte.
Lo más trágico es que como resultado de lo anterior, se desarro-
lla un mecanismo evaluador de realidades. Dicho mecanismo con-
sidera real toda vivencia que se pueda compartir con los demás y,
así, invalida una serie de experiencias internas, basándose en que
no se pueden compartir. Lo paradójico es que este mecanismo no
se da cuenta de que la experiencia resultante de la percepción de
un objeto físico tampoco se puede compartir.
Lo único que resulta de toda esta farsa es un estado de confu-
sión en que se piensa que lo válido y real es lo que se manifiesta
y que esa manifestación da lugar y resulta de una experiencia in-
terna compartible. De allí el énfasis en la manifestación conduc-
tual de un proceso, por estimar que es lo único real, y el desprecio
hacia los procesos internos por considerarlos irreales e inválidos.
Esta estructura de énfasis y desprecio explica por qué interac-
tuar con una persona implica casi siempre un manejo de aparien-
cias y acuerdos, y rara vez un intercambio de experiencias internas.
• Muchas de nuestras costumbres son reflejo directo de lo ante-
rior; seguimos una moda para vestirnos, habitamos casas cuyo
tamaño y lujo son desproporcionados, utilizamos expresiones rim-
bombantes, nos adjudicamos roles y papeles, establecemos acuerdos
jurídicos y comerciales, nos interesa tener dinero y poder, busca-
mos la aprobación de los otros, etc.
Solamente en el momento en que nos demos cuenta de que todo
es interno es cuando empezamos a ser.
Cuando esto suceda, tendremos la absoluta certeza de que el
compartir una idea, pensamiento o sentimiento no confiere a, los
mismos mayor realidad o validez, sino que estos son válidos y reales
por sí mismos. Además, entenderemos que la estructura según la
cual una experiencia interna sólo tiene valor y realidad cuando se
comparte, resulta de una transferencia postiza de la otra estructu-
ra que asienta que un evento físico es real a condición de que
muchos observadores estén de acuerdo en ello.

34
SEGUNDO:
DE LOS JUEGOS
Jugar es utilizar al otro para obtener una satisfacción personal,
es decir, usarlo como objeto.
La motivación que impulsa a alguien a jugar es el deseo de
obtener la aprobación por parte de la persona a quien dirige el
juego. Este uso del otro para obtener aprobación sólo es posible
cuando las conductas o ideas asociadas con el juego son una farsa.
La persona que necesita aprobación para sus actos, juega a que
éstos son reales sin darse cuenta de que el hecho de que requie-
ran aprobación sólo significa que no lo son.
La persistencia de los juegos se explica si tenemos en cuenta
que son una defensa que se utiliza para impedir que el otro
penetre en el interior de quien juega. El miedo que tenemos de
que el otro se entere que somos inseguros e infelices nos hace
jugar a ser seguros y felices. Pensamos que poner una barrera
impenetrable a la internación del otro resuelve el problema, siendo
que solamente lo agudiza. Tenemos tanto temor a manifestar
lo que realmente somos, que jugamos a manifestar exactamente lo
contrario de lo que somos. Pensamos que mostrar nuestra realidad
solo nos llevará a ser rechazados.
Pero lo más dramático es que consideramos que manifestar lo
contrario de lo que somos va a hacernos cambiar. Si tan solo pu-
diéramos aceptamos a nosotros mismos, todos los juegos desapa-
recerían; podríamos establecer relaciones basadas en amor y no
en uso. El no poder hacerlo está determinado por nuestra idea
de que los únicos que juegan somos nosotros. Si preguntáramos
a los demás sabríamos que ellos también juegan y que, al igual
que nosotros, desean dejar de hacerlo.
Aceptamos los juegos de los otros para que ellos a su vez
acepten los nuestros; pero esto no conduce más que a la infelici-
dad y a la farsa.
Lo único que verdaderamente puede llevamos a ser felices
es aquello que nos acerca a nuestro interior, es decir, el ser. La
única forma de averiguarlo es no aceptar nuestros juegos ni los
ajenos, obligándonos a dejar de jugarlos. En el momento en que
empecemos a hacerlo nos daremos cuenta de todo lo que no
habíamos aprendido cuando jugábamos, y de lo maravilloso que
ahora -sin juegos-- es el mundo.

35
TERCERO:
DE L:zl RE:zlLIDAD Y DE
LOS JUEGOS
En nuestra "escala de valores" lo más importante es la mani-
festación exterior de cualquier evento. Consideramos que lo "real"
es lo que sucede en el exterior. El movimiento de una flor es
real en tanto provoque algún cambio en otra flor, en el aire que
la rodea o en el lugar en donde cae.
Alguien es real en tanto emita sonidos que puedan ser detec-
tados, se mueva o nos golpee. El otro es real en tanto que tenga
alguna conducta que lo relacione conmigo. Aun yo mismo soy real
sólo si logro provocar un cambio en el otro.
El universo es real en tanto sea un conjunto fuera de mí mismo.
Nuestros sueños no son reales puesto que no se asocian directa-
mente a eventos que provoquen cambios en los otros.
Eso es lo que nos han enseñado, es algo en lo que todos están
de acuerdo y, por tanto, no se puede discutir.
La verdad de las cosas es muy distinta, y generalmente no la
podemos ver por su extremada simpleza.
Cuando veo a una flor moverse, tanto el movimiento como la
flor se construyen dentro de mí.
La flor es para mí en tanto yo la perciba.
El universo existe en tanto yo lo pueda comprender; el decir
que existe fuera de mí a pesar de que no lo entienda sólo sirve
para un juego.
Me puedo comunicar realmente con alguien sólo cuaudo ese
alguien está en mi interior y es igual a mí, en ese momento no
es necesario que ese alguien emita sonidos: puesto que está den-
tro de mí, lo puedo conocer.
"La flor que vi ayer me hizo sentir su sexo; era un centro
brillante, lleno de estrellas, y de él surgían pistilos erectos, expec-
tantes de polen" -esa transmisión y ese sentimiento sólo pudieron
haberse dado si la flor estaba previamente en mí. Yo construí la
flor y yo la sentí y eso es lo real aunque no provoque movimiento
o no golpee.
Cuando empezamos a darnos cuenta de que en nosotros está
todo, somos capaces de modificar, construir y alterar.
La ventana, la puerta y las estrellas sólo son concebibles y
conocibles cuando activan nuestro cerebro, por tanto, lo único
real es esa activación puesto que su ausencia lleva a la nada.

36
DE LA REALIDAD Y DE LOS JVEGOS

Todo el universo está dentro de mí; de ahí que depende de mi


construcción y es efecto mío.
Nos podemos comunicar con alguien solamente cuando ambos
estamos dentro uno del otro, por ello, cuando se cumple esa con-
dición, dejan de ser necesarias las palabras. Somos los creadores
de la creación y, por esto, ninguna pregunta que hagamos será in•
válida.
Sentí el sexo de la flor. Supe que la flor estaba dentro de mí,
puesto que sólo de esa manera me pudo transmitir su sexo.
Entendí que todo el universo está en mí mismo y es por ello
que puedo hacer lo que yo desee en él, puedo volar y ser una
estrella.
Me dí cuenta de que podía comunicarme sin palabras y aunque
esto me asombró, entendí que era simple puesto que si todo, inclu-
yendo al otro, está en mí mismo, no hay nada más fácil que
comunicarme con él.
Supe que lo que veo y lo que siento es cuando soy yo mismo.
Entendí que podía hacer y contestar cualquier pregunta, sien-
do que así no dañaba sino, por el contrario, edificaba.
Supe que soy más valioso que cualquier juego y que soy libre,
Entendí que no podía ya volver atrás; que aunque difícil, esto
es lo único válido y real.
Comprendí que si logro ser completamente yo y absolutamente
libre de mis juegos, entenderé todo el universo y transmitiré todo
el universo.
• Lo que aprendí ayer es que dentro de mí hay más de lo que
nunca me imaginé.
Para que alguien empiece a ser él mismo, es necesario que viva
diferentes etapas:
Primero debe entender que hay juegos. Después, saber que los
juega porque le han enseñado que son valiosos.
Debe conocer que ese valor está dado y surge de la inseguridad
del otro, su necesidad de establecer un acuerdo con nosotros para
darle realidad compartida a un compromiso; que esa necesidad de
compartir nace a su vez de la idea de que la realidad está fuera
de nosotros.
Más adelante, debe destruir toda la historia de acuerdos y es-
tructuras compartidas.
Y sobre todas las cosas, debe sentir que es más valioso que
cualquier juego, porque en él está todo el universo.
Si lo logramos, seremos, y si somos podremos ver y aprender,
seremos responsables de nuestras decisiones, no jugaremos y todos
los miedos y angustias desaparecerán.

37
CUJIRTO:
DEL DECIDIDOI\ DE
RE:zlLID:zlDES
Poseemos un mecanismo pontificio y decididor de realidades.
De antemano y sin ninguna duda decidimos que un sueño no es
real, pero que sí lo es la visión de un puente en un día brumoso.
La decisión de que algo sea real no depende de la claridad con
que aparezca su imagen -los eventos durante el sueño pueden
poseer más nitidez que la visión del puente-, tampoco depende
del tiempo de ocurrencia ni del lugar geográfico.
Lo más extraño es que tampoco depende de la presencia o
ausencia del objeto. El puente puede haber desaparecido y no
obstante decidimos que sigue siendo real; una ilusión óptica puede
estar presente y, sin embargo, decidimos que es irreal. Esto debe-
ría llevarnos a la conclusión de que lo real y lo irreal sólo existen
como construcción y que la verdadera realidad está en nuestro
interior: no obstante, no lo estimamos así.
¿Qué es, pues, lo que hace emitir al mecanismo pontificio un
juicio de realidad? Sin lugar a dudas es el otro introyectado en
uno mismo. Ya un niño se despierte en la noche llorando por un
ensueño desagradable, ya se despierte riendo por un ensueño mara-
villoso, siempre el otro le dice: esto que te ocurrió no es real, lo
único real es lo que yo considero que es real. Así, el niño empieza
a dudar y acaba por admitirlo. En algunas sociedades tribales eso
no sucede, el mecanismo pontificio no se crea con la fuerza que
tiene entre nosotros. Esto explica quizá la facultad de imaginación
y de memoria eidética que ellos tienen y que nosotros hemos
perdido.
Para ellos lo real es lo interno, para nosotros lo externo, nos-
otros cuestionamos sus realidades y ellos cuestionan las nuestras.
La convicción es de ambos y por tanto no es la determinante de la
realidad, pero sí prescribe las decisiones del mecanismo pontificio.
Cuando tenemos la convicción de que la realidad es aquello
que el otro comparte, es el otro quien determina las decisiones del
mecanismo pontificio.
Es el otro el único que nos hace decidir acerca de si un sueño
es o no realidad; nunca somos nosotros, si así fuera, considera-
ríamos al sueño tan real como la visión del puente.
Lo extraordinariamente incongruente es que tanto la visión del
puente como el ensueño sólo ocurren en nosotros, sin embargo,

38
DEL DECIDIDOR DE REALIDADES

una es compartida y el otro no, y eso es lo que nos hace en última


instancia decidir. Es la máxima de las dependencias, el máximo
olvido de uno mismo.
De aquí surgen los juegos y las construcciones. Dependemos de
lo que el otro considera adecuado, cuando lo que determina lo
"adecuado" es el acuerdo con el otro.
La construcción es necesaria cuando el mecanismo pontificio
decide que la base y única realidad es la que se comparte, que la
razón de ser de la realidad es el acuerdo.
Es clara la necesidad que tenemos de establecer acuerdos puesto
que el otro, al compartir una consideración, la hace "tan real"
como el puente. Lo que sucede en nuestro interior no es real en
tanto el otro no lo apruebe y lo comparta, esto quiere decir que
en nuestro interior puede o no ser real, aún más, puede en momen-
tos ser real y al momento siguiente -dependiendo si el otro se ha
arrepentido de compartir-, dejar de serlo.
El mecanismo pontificio no es más que un hipócrita y sin em-
bargo dependemos de sus decisiones.
Si pudiéramos vernos a nosotros mismos en ausencia de acuer-
dos, todo sería real; en cambio, con acuerdos todo es real y al
mismo tiempo irreal, es una farsa y un juego.
Si cuando menos pudiéramos respetarnos, acabaríamos con los
engaños, dejaríamos de necesitar juegos e imposiciones, podríamos
vivir libres, seguros de que somos responsables de la realid~d y
los causantes de ella.
~ Nos daríamos cuenta de que el hacer depender nuestra realidad
de la del otro y que al mismo tiempo la realidad del otro depen-
da de la nuestra, no representa más que una farsa. De ahí que las
construcciones no son reales, son sólo un sustituto de la capacidad
olvidada de confiar en nosotros mismos.
En otras palabras, puesto que la realidad interna np existe
sino solamente cuando se comparte, sustituimos en un acto acrobá-
tico la contradicción que representaría aceptar algo interno como
real al transformarlo en algo externo y compartido que ya no se
puede cuestionar como irreal.
No nos damos cuenta de que al mismo tiempo que desechamos
lo interno por irreal tenemos la absoluta necesidad de vivir en
él y como no nos atrevemos a aceptarlo por sí, necesitamos com-
partirlo para que se vuelva real y por tanto aceptable.
Somos ingenuos y al mismo tiempo ingeniosos, el conflicto que
representaría decidir aceptar la realidad de nuestro interior lo
confiamos y transferimos, en un acto de suprema audacia e hi-
pocresía, a la decisión del otro, y el otro hace lo mismo con
nosotros.
39
SEGUNDA PARTE. COMENTARIOS

Sólo de esa manera nos sentimos confiados de no haber caído


en una contradicción, siendo que en realidad así es y en la forma
más consumada.
Puesto que ha desaparecido el conflicto y hemos desechado la
contradicción y la incongruencia, nos sentimos aptos para juzgar
cuándo alguien está fuera o dentro de la realidad, cuándo alguien
está o no enfermo; siendo que lo que juzgamos es la necesidad de
aquel que consideramos enfermo, de compartir su realidad interna.
La verdad de las cosas es que los enfermos somos nosotros.
El que categorizamos como enfermo acepta "su realidad". "Nues-
tra realidad" la aceptamos y la rechazamos a la vez. La aceptamos
porque necesitamos que el otro la acepte, la rechazamos exacta-
mente por la misma razón.
Nos da miedo decidir por nosotros mismos y acercarnos a nos-
otros porque nos creemos incapaces de prescindir del otro. Pero
al mismo tiempo no podemos dejar de tener una realidad interna.
La solución que encontramos es, simultáneamente, aceptarnos y
rechazarnos.
Lo que nos hace llegar a tan absurdo compromiso es la falta
de respeto que tenemos para con nosotros mismos. Pero esto hay
que entenderlo, esa falta de respeto fue impuesta por alguien que
tampoco se respetaba, por alguien que necesitó compartir con
nosotros su inseguridad. A veces nos olvidamos de ello y empeza-
mos a dudar de las cosas que son obvias y de nosotros mismos;
pensamos que no somos nada, que no valemos, que necesitamos
acuerdos, que éstos son aceptables y valiosos, que nuestra reali-
dad no existe más que cuando el otro la acepta: olvidamos que
aun olvidándonos somos los creadores del olvido.

40
QUINTO:
DE L:zl
RE:ztLID:ztD FISIC:zl
Si acaso existe una realidad física externa a nosotros, no tiene
la menor importancia en tanto no aprendamos algo de ella. Nos
pueden presentar un objeto cualquiera y si lo observamos sola-
mente sin que provoque algún cambio en nosotros, el objeto en
sí y la relación con él, no pasan de ser una nulidad y, por tanto,
no existen en realidad. Considerar que existen en su estado de
nulidad no significa más que conformarnos con una situación
de acuerdo y dejar de respetarnos a nosotros mismos. Toda nuestra
vida hemos estado rodeados de millones de estímulos visuales,
auditivos, olfatorios, táctiles, etc., cada uno de los cuales podría
representar una enseñanza extraordinaria acerca del universo todo;
sin embargo, en nuestra ceguera y torpeza nos contentamos con
ser estimulados pasivamente sin aprender, sin darnos cuenta de
la maravilla que nos rodea. El estímulo puede o no ser físico, eso
no importa, lo fundamental es la forma como ese estímulo sea
construído en nosotros mismos.

41
SEXTO:
DE LJIS ESTRUCTURJIS Y DE
LOS JICUERDOS
Alguien, en algún momento de la vida de una persona tuvo la
necesidad de establecer un acuerdo con ella.
Si logra su objetivo, ésta deja de ser.
La aceptación del acuerdo impuesto hace que se pierda, a partir
de ese momento, la capacidad de darse cuenta de que se puede
modificar la realidad.
El acuerdo implica el intercambio de aparentes seguridades
que no son otra cosa más que inseguridades. Cuando alguien está
inseguro necesita establecer por cualquier medio un acuerdo que
fortalezca y le dé realidad a su estructura.
La estructura y los acuerdos emanados de ella se vuelven tan
poderosos y fuertes que uno empieza a depender de ellos. A partir
de ese momento lo único que interesa es salvaguardar la estruc-
tura, sin pensar que esto implica sacrificar el ser.
Cuando a un niño se le pone en contacto con alguien que tiene
necesidad de imponer estructuras y cree conocer el camino, el niño
naturalmente se resiste. A través de un continuo chantaje emocio-
nal -yo te quiero en tanto tú aceptes mi estructura- el niño cae
en la trampa.
Empieza a tener la sensación de que lo único que importa y es
digno de tomarse en serio es la estructura. Sus pensamientos, de-
seos, decisiones y sentimientos no tienen importancia. Sólo im-
porta defender la estructura; no porque ésta tenga un valor en
sí sino porque, de otra forma el niño es rechazado y nadie lo acep-
ta -sólo si estoy de acuerdo contigo me quieres, por tanto sólo
así valgo; de otra manera no soy nada.
Empieza a ser necesario estar en contacto con alguien que
aparenta ser -puesto que mantiene y defiende la estructura-,
para sentir valor. Poco a poco se pierde todo sentido de seguri-
dad, lo único que se hace es depender de aquellos que detentan
estructuras. Si el proceso se completa -lo que casi siempre su-
cede- el niño pierde toda posibilidad de sentir: cree que sólo
importa manifestar las conductas asociadas con el sentir, -puesto
que yo valgo en tanto tú me aceptas y me quieres, tengo que
manifestar abiertamente lo que tú esperas de mí, no importa
que lo sienta o no lo sienta, sólo importa que tú estés seguro

42
DE LAS ESTRUCTURAS Y DE LOS ACUERDOS

de que soy parte de tu estructura y, por tanto, mi conducta debe


manifestar lo que yo creo que tú quieres que manifieste.
En ese momento se empieza a perder toda posibilidad de co-
municación. Todos empiezan a estar de acuerdo; aunque lo único
que sucede realmente es que todos juegan a estar de acuerdo.
Puesto que nadie se interesa en cuestionar las estructuras, todo
se vuelve redundante. Además de perder la posibilidad de comu-
nicación se pierde la capacidad de aprender, esto, es, las estruc-
turas tienen un límite más allá del cual se vuelven circulares, todo
debe incluirse en el círculo y por tanto nada enseña, ni nada nuevo
ocurre. Hay una gran atracción hacia las personas que deciden
porque se cree que son las únicas que valen, ya que otorgan valor;
todos los demás están en un estado de conclusión, de meta sin
remedio y no tienen valor.
En esta circunstancia no es posible ver absolutamente nada,
todo lo que rodea al sujeto debe ser incluido en la estructura
-si por su naturaleza no es posible incluirlo, entonces se des-
carta.
Los juegos que se juegan no son otra cosa sino el deseo de
hacer sentir al otro que se es capaz de ser. No importa si real-
mente se es o no, lo único que interesa es convencer al otro.
Los otros siempre son más importantes y valiosos que el ser,
puesto que ellos deciden cuándo se está siendo --ese "estar sien-
do" significa ser parte de la estructura.
, Al mismo tiempo la persona se convierte en lo más importante
puesto que siempre está segura de que los demás sólo la observan
y están pendientes de ella, cuando en realidad lo único que le
interesa al otro es salvaguardar su propia estructura. Se ha com-
pletado el proceso de internalizar al otro y ya no importa lo que
el otro está o no pensando, únicamente existe la sensación de
que ese otro (en uno mismo), está observando, juzgando y va-
lorando.
Las estructuras son múltiples y casi siempre muy sutiles para
ser reconocidas fácilmente: conceptos como tiempo, realidad, im-
portancia, felicidad, independencia, libertad. . . pueden convertirse
en estructuras; prácticamente en ese estado de dependencia todo
es estructura puesto que ésta no existe en realidad y externa-
mente, sino que se ha construido artificialmente en uno mismo.
Uno es el que en último término le da realidad a una estructura, al
depender de ella.
Cuando la estructura es lo bastante sutil, resulta sumamente
difícil no sólo salir de ella sino, sobre todo, darse cuenta de que
existe. Esto se debe a la incapacidad de verse a uno mismo desde
fuera de la estructura.

43
SEGUNDA PARTE. COMENTARIOS

Por otro lado, vivir dentro de una estructura da la sensac1on


de seguridad y bienestar. Puesto que el otro está en uno mismo,
no se está inseguro en tanto se haga, se piense y se sienta lo
que se cree que el otro desea de uno. (Me siento bien puesto que
el otro en mí mismo no puede reprocharme nada.)
El problema es que si siempre se ha vivido dentro, no se sabe
ni se tiene la menor idea de aquello que se propugna como ideal.
Se habla de felicidad aunque en realidad no se le conozca, y
no se le conoce por la sencilla razón de que se piensa que uno no
es valioso.
Se habla de bienestar, libertad, independencia, seguridad, etc.,
aunque en realidad no se tenga idea de lo que significan, sólo se
conoce o se cree conocer cuáles son las conductas que el otro
( en uno mismo), identifica como manifestación de lo anterior,
lo que interesa y lo único que se conoce es la manifestación mo-
tora o verbal. Se sabe que esto es suficiente puesto que la mani-
festación es lo únioo que el otro puede percibir. Como se depende
de la percepción de la conducta manifiesta, no preocupa otra cosa.
Todo es irreal puesto que todo es juego; se juega a ser feliz,
se juega a ser independiente, se juega a ser libre aunque no se
tiene la menor idea de lo que todo eso significa.
Se buscan significados y se buscan caminos sin darse cuenta
de que éstos jamás se encuentran si se tiene la idea preconce-
bida de cómo debieran ser; no se es capaz de buscar fuera de la
estructura, es decir, en uno mismo. Se desea que alguien guíe
puesto que eso es lo único que se ha aprendido.
Pero, extrañamente, se sigue siendo. La prueba de ello es que
hay depresión y búsqueda.
Se acostumbra culpar al exterior de los problemas propios
porque no se puede concebir que todo resulta de una realidad que
desesperadamente se trata de conservar.
Cuando hay una sensación de malestar, se explica encontrando
a alguien o algo que ha hecho daño. Cuando la sensación es de
bienestar, se agradece a alguien o algo de fuera por el regalo.
No se confía y ni siquiera se piensa que cuando se siente ma-
lestar, cuando algo deprime, es sólo un aviso que dice: ¡caíste de
nuevo en la estructura!
Se está seguro de que nunca se puede estar seguro, se sabe
que no se puede saber. Se cree que el sentirse completamente feliz
es una utopía; y por tanto, lo es.
Se asegura que existe una realidad externa y se olvida que la
realidad sólo existe en uno mismo. El mundo depende de nosotros
y no nosotros de él, por la sencilla razón de que somos los que lo
construimos.

44
DE LAS ESTRUCTURAS Y DE WS A.CUERDOS

Se piensa que el conocimiento son datos y se olvida que el


único conocimiento es el que surge de uno mismo y que nadie
tiene la culpa y nadie puede cambiar realmente más que uno
mismo.
Se vive en un pasado continuo sin darse cuenta de que el
vivirlo sólo es ahora y hoy. El pasado existe solamente en el mo-
mento presente en que se le recuerda, por tanto no tiene existen-
cia propia y separada, sólo es cuando se piensa en él y esto sólo
ocurre ahora. Se piensa que existe tiempo y se olvida que no es
más que una invención. Se considera que lo más importante es des-
arrollar una actividad y se olvida que la actividad no importa, que
lo que importa es la forma como se desempeñe.
Se está seguro de que existe un camino que llevará a una meta,
cuando en realidad no hay camino ni meta, sólo hay un ser y éste
no necesita prepararse: está aquí en este momento.
Se piensa que habrá de venir un cambio y que el tiempo fu-
turo resolverá los problemas -o lo contrario: se asegura que el
pasado fue mejor, cuando en realidad la solución está siempre
presente en uno y en este momento preciso. Y, sobre todo, se tiene
un miedo terrible a cambiar las cosas porque se piensa que no que-
dará nada, cuando en realidad del otro lado está el ser.
La sensación de temor a quedarse vacío es lo que muchas veces
hace perpetuar la estructura. El temor es tan intenso que se desea
que los demás compartan ideas, acuerdos y estructuras puesto que
s.ólo así se tendrá algo.
¿Es posible el cambio? Definitivamente sí; todo depende de
crear las condiciones para, por lo menos durante un instante, vivir
una realidad diferente.
Si alguien tiene la gran suerte de vivir por lo menos durante
un momento una realidad diferente y si ese alguien tiene la capa-
cidad de recordar ese instante, entonces tiene ya la mitad del
camino andado.
Jamás, a partir de ese momento, se contentará con estar den-
tro de la estructura puesto que ya sabe -lo ha recordado- que
existe algo fuera de ella. Tiene un punto de referencia.
En ese momento todo comienza a cambiar. Se empieza a de-
tectar cosas que siempre se asocian con un estado molesto. Se
comienza a confiar en que cuando existe malestar es porque hay
un alejamiento del instante de ser. Principia entonces una lucha;
todo lo que aleja de aquello que se ha sentido se pone en duda, todo
lo que acerca se fortalece.
Se empieza a entender que muchos conceptos eran sólo teóricos,
que realmente no se sentía, no se aprendía ni se vivía. Y nada a
partir de ese instante se deja pasar.

45
SECUNDA. PARTE. COMENTARIOS

Toda sensación de dependencia se pone en duda, las cosas que


afectan, deprimen y provocan dolor dejan de aceptarse como un
mal necesario, se empieza a preguntar y a luchar.
Puesto que ha habido un contacto con el ser, ya nada puede
seguir igual.
Se sabe con certeza que hay algo en uno mismo más importante
y valioso que cualquier estructura externa.
Las cosas y eventos que antes eran reforzantes empiezan a
dejar de serlo, cada vez se necesita menos del exterior y al mismo
tiempo éste se vuelve más agradable. Poco a poco se deja de
culpar, de compadecer y compadecernos.
Al mismo tiempo se comprenden los juegos de ]os demás e
interesa que se dejan de jugar, puesto que así como se ha ave-
riguado que uno es más valioso que los juegos que acostumbra
jugar, de la misma manera se sabe que los demás son más valiosos
que los juegos que tratan de imponer.
No se acusa ni se tiene la sensación de ser atacado o desilu-
sionado, sólo interesa ser y que los otros sean ellos mismos
también.
Puesto que empieza un reconocimiento interno y se comienza
a reconocer a los otros tan sanos, buenos y valiosos como uno
mismo, la sensación o el temor de no estar de acuerdo empieza
a desaparecer.
La estructura y los acuerdos que antes se defendían y manifes-
taban en las interrelaciones -esto es, en los juegos- dejan de
impulsar, se sabe que sólo eran una defensa o una máscara y que
ya no es necesario emplearlos para que exista aprobación, puesto
que dejan de interesar esa aprobación y la demostración de que
se es capaz y valioso.
Antes se creía ser muy importante, se sabía que los otros sólo
pensaban en uno mismo -por eso se jugaba-; ahora se reconoce
que no se es tan importante y, al mismo tiempo, se empieza a
sentir admiración por uno mismo.
Es decir: se es parte del universo y eso es algo que enseña, se
admira uno de ello y se empieza a entender que los otros forman
también, parte del universo; por eso se les empieza a querer y a
admirar.
Antes se amaba a los otros y a uno mismo sólo cuando se
daba y se recibía aprobación, ahora se sabe que nadie es real-
mente cuando fonna parte del acuerdo sino más bien cuando es
él mismo.
Se comienza a tener la sensación de que se es causa y no sólo
efecto. Dejan de satisfacer los juegos -sólo se acepta ser.

46
DE L.4S ESTRUCTURAS I' DE WS ACUERDOS

Al comienzo del cambio suelen suceder cosas extrañas, a veces


se siente que alrededor existe una especie de magia; que se es
capaz de percibir cosas y de hacer y sentir cosas que antes sólo
existían como teoría. Se empieza a entender que la realidad de-
pende del ser.
Se sabe que el cambio existe y que éste no depende del cambio
en el exterior o en los otros, sino solamente en uno mismo.
Se comienza a desechar el pasado y la historia personal, se
entiende que el pasado sólo existe cuando se le considera como
lo más importante.
Se descubre que las edades que se han vivido están en el ahora
y que todo confluye en el presente.
Se comienza a poder ver el universo y se descubre no sólo
que es maravilloso sino que significa enseñanza; cualquier evento
es significativo e importante.
Los demás comienzan a cambiar; ya no se ven como reflejos
y representantes de una estructura interna. Se empieza a ver como
entes separados y al mismo tiempo iguales a uno mismo.
Se establece la comunicación puesto que ya no se lleva la pe-
sada carga de la estructura.
Los otros son como uno, ninguno de ellos es culpable ni
merece compasión; se entiende y se ve puesto que se deja de en-
tender y de ver todo como simple reflejo de la estructura.
Además se goza, se está tranquilo -ya no se desea a los otros
como propiedad ni se acepta ser propiedad de nadie.
• Por sobre todas las cosas se sabe que existe el ser en cada uno
de los que nos rodean y se comienza a amar.
Se es como los otros, no tanto como sometidos a una estruc-
tura sino más bien como poseedores de un ser que no tiene nece-
sidad de apoyo, estructura ni acuerdo.
Deja de importar lo "importante"; se sabe que eso es una
invención propia y que por tanto depende de uno mismo.
Se empieza a ver a todos como dioses, sin limitaciones, sin
dependencias, sin necesidades.
Comienzan a ocurrir cosas maravillosas, se principia a des-
cubrir:
Yo descubrí que el tiempo no existe.
Yo entendí que todo es nuevo.
A la mitad del camino me di cuenta de que el pasado está en
los otros.
Viví que todas las edades y tados los tiempos están presentes
en cualquier acto o pensamiento.
Me di cuenta de que amar a alguien es verlo volar, dejarlo ser
sin poseerlo, sin hacerlo o hacerme dependiente.
47
5EGUNDA PARTE. COMENTARIOS

Supe que soy bueno, porque los demás me enseñan.


Sé que lo más valioso es aprender de uno mismo, que allí está
la fuente del conocimiento; pues soy parte y soy todo el uni-
verso.

48
SEPTIMO:
DE LJIS
.21PJIRIENCl:ztS
Nos gusta que el otro nos admire y nos valide, pensamos que
eso es normal y que no tiene problema, no somos capaces de
entender que esa sensación de placer está basada en la idea que
lo real es lo que se manifiesta, que lo valioso depende de la
aceptación del otro. No entendemos que esa sensación surge del
sentimiento de que nosotros no somos nada, que lo único que im-
porta es lo que uno cree que el otro considera valioso y, puesto
que el otro sólo ve la manifestación externa, nos tenemos que
adecuar a ella.
Nos olvidamos que la realidad está en nosotros, que depende
de nosotros y que no surge ni proviene de la aceptación de nues-
tras manifestaciones.
No advertimos que ese placer que sentimos al vernos admira-
dos por los otros es sólo otro juego que jugamos y que, además,
nos impide ser.
Confiamos más en el criterio del otro que en el propio, y lo
peor es que generalmente ese criterio no es sino lo que nosotros,
en nuestra estructura, deseamos que sea.
- Podemos llegar a un punto tal en nuestra ceguera y en nuestra
idea de que el yo del otro es lo que el otro hace, que dejamos de
ver al otro como es y sólo vemos en él su historia. Si alguna vez
cometió un atentado en contra de nuestra estructura, el otro será,
a partir de ese momento, un "atentado en contra de nuestra es-
tructura", jamás será otra cosa; si en alguna ocasión incurrió en
algún error será, a partir de ese momento, "un error". Puesto que
todos dependemos de la forma como el otro en uno mismo nos
percibe, lo dicho anteriormente, también se aplica a nosotros
mismos.
Podemos creer que somos un error o un atentado, o cualquier
otra cosa, puesto que es así como el otro en uno mismo nos
percibe.
En esa forma nos consideramos y convertimos en una apa-
riencia, y lo más grave es que esa apariencia que creemos ser,
resulta en un conjunto de conductas y pensamientos adecuados
a esa apariencia. Creemos ser lo que alguna vez alguien vio en
nuestra historia y, por tanto, eso empezamos a ser.

49
SEGUNDA. PA.RTE. COMENTARIOS

Ese tipo de creencias es sumamente difícil de descubrir en


uno mismo; vivimos tan imbuídos en ellas que otra cosa no existe
para nosotros. Cuando algo o alguien nos lo hace ver ni siquiera
lo rechazamos, simplemente no lo entendemos.

50
OCT:ilVO:
DEL CEDER Y DEL
EVJILUJIR
Alguien puede empezar a salirse de la estructura y de sus acuer-
dos, puede darse cuenta de cuáles son éstos, averiguar de dónde
provienen y empezar a desecharlos; sin embargo, eso no basta para
que llegue al ser, es necesario que en el camino no ceda ante nada;
cuando alguien cede, cae. No es necesario decir que la mayoria
de las veces resulta muy fácil ceder; pensamos que no tendrá
ningún efecto, que desaparecerá y se olvidará, que es algo secun-
dario y ya no hará daño, que hay cosas más importantes que ceder
ante alguna nimiedad.
Esto es falso, sólo deriva de la idea de que somos lo que actua-
mos y manifestamos. No nos damos cuenta de que ceder implica
establecer un acuerdo y que éste permanece y se empieza a gene-
ralizar acabando con todo el resto.
El camino al ser no es fácil cuando no se es, el pensamiento
de que es fácil resulta de considerar que las cosas ante las cuales
cedemos no tienen importancia, de no ser responsables de nues-
tras decisiones y sobre todo de la creencia de que al hacerlo no
nos veremos afectados.
Además, durante el abandono de la estructura existe el peligro
de caer en la última dependencia: necesitar que el otro determine
nuestra independencia, es decir, depender de la visión que tiene
el otro acerca de nuestra propia independencia.
Esta es la dependencia más sutil, la más difícil de ver y, por
tanto de corregir, sin embargo, no es en nada diferente al vivir
dentro de una estructura puesto que constituye, en sí, una nueva
estructura. En este caso y por sobre todas las cosas nos empieza
a interesar salirnos de la estructura y los acuerdos que hemos
establecido; tal interés Jlega a ser tan extremo que tcdo lo que
hacemos al tratar de salir es únicamente tratar de salir, y eso im-
pide ser.
Los pensamientos y actos que desarrollamos empiezan a ser
evaluados y nos convertimos en espectadores de ellos; eso impide
que los vivamos y los sintamos.
Ser espectador de uno mismo es una verdadera calamidad:
empezamos a pensar que somos cuando en realidad sólo evalua-
mos lo que hacemos.

51
SECUNDA. PARTE. COMENTARIOS

Posiblemente la evaluación ya no dependa tanto de los otros


(si es posible hablar de evaluación sin tomarlos en cuenta) sino
de nosotros mismos. Y esto, a final de cuentas, resulta lo mismo.
Ser implica sustraerse de toda evaluación sin preocuparse por
ello; cuando renace esa preocupación volvemos a caer en una
estructura que consiste en defenderse y negar toda estructura. En
otras palabras, sólo somos cuando dejamos de pensar que somos,
solo somos cuando logramos sustraernos de la preocupación por
ser y para lograrlo no hay receta ni camino; cuando creamos que
los hay, automáticamente caeremos en una nueva estructura, nos
veremos a nosotros mismos siendo; y eso acaba con toda posibi-
lidad de ser, puesto que es en sí una contradicción.

52
NOVENO:
DE L]IS MET:itS
Estamos tan acostumbrados a pensar que la realidad es la
manifestación abierta y conductual, y al mismo tiempo a conside-
rar que nuestros pensamientos y deseos sólo existen como subor-
dinados a esa realidad externa que, en ocasiones, nos parece la
cosa más sencilla separar ambas.
Así, podemos tener un deseo en un momento determinado, si
por alguna razón éste no queda enmarcado en la estructura que
defendemos, entonces inhibimos su realización. Pensamos que no
vale y no existe en tanto no se manifieste.
Actuamos como si lo que deseamos no existiera, negamos en
nuestra conducta este interior porque estamos convencidos de que
es inadecuado y no nos damos cuenta de que simplemente jugamos.
En nuestras verbalizaciones alcanzamos niveles teóricos que,
de acuerdo con nuestra estructura, son la meta y el ideal, aun
cuando lo que sintamos no corresponda a ésta; en momentos pa-
recería que lo que entendemos por meta e ideal resulta simple-
mente de negar aquello que sentimos, por considerarlo inadecuado.
- La verdad es que simplemente estamos jugando a estar fuera
de la estructura y nunca hemos estado más adentro de ella que en
esos momentos en que nos negamos a nosotros mismos.
Empezamos a depender de la idea de independencia y a ella
adecuamos nuestros actos y pensamientos; nos convertimos en
espectadores de ella y de nosotros mismos.
Solamente en raras ocasiones nos damos cuenta ·de ese sutil
juego, nos angustia lo lejano que parece estar el real cambio. En
esas ocasiones vemos la contradicción y decidimos dejar de vivir
en ella, sin embargo, eso no es suficiente, simplemente hemos
caído en otra estructura; la de las decisiones y la "fuerza de vo-
luntad". Decidimos que a partir de ese momento no habrá sepa-
rac10n; que haremos lo que sintamos sin preguntar si es o no
adecuado, y creemos que con esa decisión resolveremos la incon-
gruencia.
Pero la verdad es que ésta permanece, nos obliga y nos de-
termina. Es preciso volver a probar, reconocer que la realidad
está dentro de nosotros y, para dar lugar al cambio, ese conoci-
miento debe ser real; el otro no nos va a trasmitir la certeza, sólo

53
SKGUND.4. I'.4.RTE. COMKNTARIOS

nosotros mismos lo podremos saber, no deberíamos preguntar ni


esperar que el otro nos lo hiciera saber y, sin embargo, nuestra
manera de probar y nuestra forma de conocer -en esa etapa-
siempre son a través del otro, siempre el otro. Llegamos así a un
punto muerto, a un callejón sin salida, a un círculo redundante;
es preciso que algo suceda, es necesario volver a empezar, volver
a intentar.

54
DECIMO:
DE LJIS
INTERDEPENDENCIJIS
Ocurren cosas curiosas cuando no se es. Puesto que el otro
determina y valida lo que soy y el otro siente, decide y no juega,
en mis relaciones con él debo hacer todo lo posible porque mi
conducta le satisfaga, lo llene y le guste. No importa que yo en
realidad no sienta, lo importante es que el otro esté bien, pues eso
es lo que me va a llevar a pensar que soy capaz. Es decir, si
logro que el otro esté satisfecho conmigo, yo seré más valioso
puesto que seré el causante de su bienestar.
Lo curioso es que el otro puede tener el mismo tipo de estruc-
tura que yo, esto es, puede que le importe más hacerme sentir
bien o enseñarme el camino, puesto que eso lo valida a él.
Se llega así a la máxima incongruencia, cada uno en sí no es
sino en relación al pensamiento de que el otro es y la realidad
es que ninguno de los dos es, sólo se juega a ser, dependiendo
de la convicción de que cada uno está haciendo ser al otro. Uno
espera que el otro sienta, el otro espera que uno sienta. . . y na-
die siente.

55
UNDECIMO:
DE LOS ROLES

Cuando comenzamos una actividad que no conocemos pero de


la cual tenemos una idea teórica, nos convertimos en la idea teó-
rica de esa actividad. En otras palabras asumimos un rol y empe-
zamos a ser ese rol. Creemos que es más valioso actuar de acuerdo
a lo que todos, incluyendo nosotros mismos, hemos definido como
apropiado y a partir de ese momento empezamos a valorar nues-
tros actos en la actividad. Si sentimos algo que sabemos no se adecúa
a la idea que los otros tienen de cómo debiera ser la actividad,
inhibimos ese sentimiento y actuamos de acuerdo a la idea teórica.
De esa manera, caemos en un círculo en que el rol se conserva no
porque seamos en él sino porque dependemos de lo que se espera
que sea.
Quien nos observa refuerza su idea de que el rol es valioso
puesto que nos ve actuando en correspondencia a él, y por lo tanto
aumenta su convicción de que ese rol existe por sí mismo y es
algo real; eso a su vez nos confiere la misma seguridad y por lo
mismo no tenemos duda en que debe conservarse.
Sin embargo, esto sólo lleva a la nulidad: no hacemos lo que
sentimos, sino que actuamos demostrando al otro la aparente exis-
tencia de ese sentimiento; lo cual es sumamente parodójico, pues
consideramos importante el sentimiento y actuamos como si éste
existiera, pero simultáneamente inhibimos toda posibilidad de sen-
tir realmente. Nos engañamos en la forma más pueril y tonta, y
no nos damos cuenta de la farsa.

56
DUODECIMO:
DE LJIS ENSENJINZJIS Y DE
LJIS IMPOSICIONES
Creemos que somos más valiosos cuando el otro aprende de
nosotros. Si tenemos esta estructura significa que lo que estamos
tratando de enseñar es una idea teórica. En el fondo lo que ha-
cemos es simplemente imponer la idea teórica para hacer que
adquiera una aparente realidad. Si el otro acepta la imposición
tendremos la seguridad de que esa idea es valiosa y real, puesto
que el otro también está de acuerdo con ella. Cuando esa idea, que
deseamos sea aceptada y compartida por el otro, se refiere a la
necesidad de ser independientes y dejar de vivir dentro de estruc-
turas, caemos en la farsa más sutil. La necesidad que tenemos de
que el otro comparta la opinión de que es necesario salirse de la
estructura, constituye otra estructura que implica igual o peor
dependencia que aquélla que aparentemente estamos enseñando
a desechar.
Esto quiere decir que todo puede convertirse en estructura y
que la estructura no tiene una realidad propia sino que somos
nosotros siempre los que la creamos.
~ Deberíamos limitarnos a trasmitir en lugar de querer enseñar,
y deberíamos trasmitir sólo aquello de lo que estemos absoluta-
mente seguros no es una idea teórica, de otra forma sólo estaremos
estableciendo un acuerdo que más adelante resulta casi imposible
de entender y, sobre todo, de romper.
La necesidad de imponer una idea teórica proviene de la es-
tructura que considera a esa idea como más valiosa que uno
mismo.

57
DECIMOTERCERO:
DEL FUTURO

Cada accwn, pensamiento o sensacmn es lo más importante,


puesto que todo lo que existe sólo existe en este momento.
Sólo es concebible y explicable hacer algo que sabemos es por
sí mismo una imposición al otro o resulta de una imposición del
otro, cuando nos hemos convencido de que ese algo no es impor-
tante y creemos que no es importante porque suponemos que no
traerá ningún efecto futuro. Creemos que lo importante y Jo va-
lioso ocurrirán algún día, en un futuro y que los actos del presente
preparan ese futuro. Pensamos que para poder llegar a ese futuro
hay que privarse de ciertas cosas, someterse a algunas imposicio-
nes y sacrificar ciertos actos, puesto que de no hacer ese sacrificio,
cortaríamos el cam.ino.
Nada hay más falso, y la razón es muy simple, el futuro no
existe, pensar que hay actos no importantes, considerar que es
válido y prudente prepararse sacrificando parte de nosotros mis-
mos, sólo lleva a un resultado: jamás seremos, habremos cedido
en algo y nada es ni será valioso.
Se esperaría que un anciano fuera él mismo, pero eso depende
de que cada acto de su vida haya sido importante o· de si ha
cedido. El anciano que cedió debe tener la sensación más angus-
tiosa, pues se da cuenta de que eso no le llevó, sino a temer la
muerte.

58
DECIMOCUJIRTO:
DEL DOLOR

El dolor no existe, sino como descripción y concepto aplicable


a ciertas situaciones en que creemos se debe manifestar. Esto es
una vivencia -puedo controlar mi dolor y ese control se obtiene
cuando me doy cuenta de que es solamente una estructura. Cuan-
do de antemano estimo que ciertas situaciones son necesariamente
causantes de dolor: lo son. Cuando, en cambio, logro dejar de
considerar que por fuerza voy a sentir dolor, dejo de sentirlo.
Esto es porque en realidad el dolor no esta fuera de mí, sino
dentro.

59
DECIMOQUINTO:
DEL MUNDO Y SUS
DESCRIPCIONES
El mundo es una descripción, nos parece lo más fijo, inmutable
y constante que existe, pero esto sólo resulta del hecho de que nos
han enseñado a considerarlo así: fijo, inmutable y constante.
Si el mundo se construye dentro de nosotros, entonces el mun-
do puede cambiar al cambiar la construcción.
Podemos construir el mundo que queramos, pero para ello es
necesario llegar a estar completamente seguros, dejar de plan-
tearnos preguntas y tener la absoluta certeza de que somos causa
y no efecto, de que el mundo está en nosotros y no en el exterior:
es indispensable haber encontrado el ser.

60
DECIMOSEXTO:
DELOS
OCULTJIMIENTOS
Ante el otro nos ocultamos, consideramos que no es conveniente
establecer una relación en que nos abramos completamente -es
mejor que d otro tenga una imagen de mí a través de mi conducta.
Es algo extraordinario, pensamos que lo que existe dentro de
cada uno de nosotros no sirve, nos da miedo ser ante el otro porque
dependemos de la idea de que el otro pueda desilusionarse, y eso
implicaría nuestra invalidez. Sin embargo, seguimos pensando y
sintiendo, pero eso también lo ocultamos en nosotros mismos,
como si ese ocultamiento sirviera para que lo que hay en nuestro
interior dejara de ser real.
Pensamos que al ocultar estamos borrando, y la verdad es que
al tratar de engañar al otro sólo nos engañamos a nosotros.

61
DECIMOSEPTIMO:
DEL QUERER Y DEL
POSEER
Nuestra cultura nos ha enseñado que se quiere realmente a una
persona sólo cuando surgen la necesidad y el compromiso de hacer
de esa persona una posesión personal. Estamos acostumbrados a
oír frases como: te quiero para mí, no puedo vivir sin ti, etc. Nos
preparan a querer a una persona como si fuera un objeto; la
verdad de las cosas es que querer, en ese sentido, no es más que
resultado de una inseguridad -quiero al otro en tanto el otro me
quiera-; en esta condición no se quiere al otro y menos a uno
mismo, se tienen Judas del propio valer y lo único que se desea
es que el otro, a través de su conducta, las haga desaparecer.
Nos apoyamos en una estructura: lo que creemos querer no
es al otro sino, más bien, a esa estructura; y lo que deseamos del
otro es simplemente que no la ponga en duda sino que, por el
contrario, la refuerce; por ello nos da miedo que el otro deje de
ser nuestra propiedad, eso significaría que duda de la validez
de nuestra estructura.
En realidad, querer a una persona es poder verla como separa-
da de uno mismo, sin poseerla y sin ser su posesión, sin pensar
que deben ocurrir eventos previamente determinados y estructu-
rados.
Querer a una persona es aprender de ella sin tener esto como
motivo, es dejarla ser y ser uno mismo. Pero, al mismo tiempo,
podemos querer a alguien sólo cuando nos queremos a nosotros
mismos pues ese alguien se encuentra dentro de nosotros.
No se deben confundir ambas cosas, el que alguien se encuentre
dentro de mí no quiere decir que sea mi complemento o mi pro-
piedad. Solo significa que yo soy el que quiere; que el querer se
encuentra dentro de mí y no es una estructura que se desee mante-
ner o dé miedo perder.

62
DECIMOCTJIVO:
DE LOS SENTIMIENTOS
DE CULP:il
Nos han enseñado a no decir las cosas que sentimos porque
éso podría provocar un daño en el otro; éste puede estar sumergido
en juegos y apariencias y manifestar una seguridad inalterable,
puede ser una nulidad de sensaciones y pensamientos propios pero,
como aparenta ser, no debe ser tocado.
Nos han enseñado a no cuestionar apariencias, a respetar por
sobre todas las cosas las estructuras, a pensar que lo valioso es la
manifestación aparente y no la realidad interna.
Cuando en esa situación nos atrevemos a preguntar, sentimos
que estamos dañando, no somos capaces de entender que lo que nos
hemos atrevido a hacer significa empezar a edificar, más bien,
tememos que el resultado sea llevar al otro a un estado de malestar.
Nos importa más ese malestar que sacar al otro de su juego,
consideramos que es más importante el juego que el ser y, por lo
mismo, sentimos que dañamos y nos creemos culpables.
El sentimiento de culpabilidad es continuo y crónico; no debe-
mos poner en duda la estructura pero simultáneamente dudamos y
esJo nos hace sentir culpables.
Cuando a alguien le han enseñado que lo valioso es manifestar
lo que el otro considera adecuado, que lo que siente y lo que
es no tienen valor puesto que el otro no puede percibirlo, y que es
necesario rodearse de gente que represente, en la forma más pura
posible, las estructuras de las que uno depende, en ese momento
el camino queda preparado para la continua y repetida aparición
de sentimientos de culpa. Nos sentimos culpables cuando ponemos
en duda la estructura; ese sentimiento surge de ponerla en duda y
del miedo a que de hacerlo resulte un rechazo hacia nosotros, del
miedo a quedamos sin nada.
Puesto que somos lo que el otro ve en nosotros, cualquier cosa
que se aparte de la apariencia adecuada nos hará sentir culpables,
pues dejaremos de ser.
Cuando uno es y hace lo que siente, no hay cabida para los
sentimientos de culpa. En ese estado es imposible sentirse culpable,
por la sencilla razón de que desaparecen la dicotomía y la separa-
ción entre el manifestar y el sentir.
DECIMONOVENO:
DE L:il LIBERT:21D

Tenemos una gran tendencia a pensar que no existe ya nada


nuevo por aprender, que el mundo no tiene ya nada más que ense-
ñarnos; en ese estado necesitamos con urgencia rodearnos de apa-
riencias y vivir prisioneros y dependientes de ellas.
Aquel que vive siendo no requiere rodearse de apariencias ni
necesita nada externo, puede vivir en una prisión o en una cueva,
pero siempre aprenderá de lo que le rodea y siempre será libre.
Quien vive comprometido con su propia realidad no puede
aprender nada nuevo, necesita rodearse de un millón de apariencias,
solamente tras ellas puede sentirse seguro; puede residir en un
castillo o en un bosque cuando en realidad vive en una cárcel
interna.
El que es en la prisión, es libre.
El que está comprometido vive encarcelado aunque habite un
castillo.
Desconfiemos de aquellos que para vivir necesitan castillos:
son los más infelices y, además, siempre procurarán imponemos su
propia estructura puesto que sienten que el hacer que la aceptemos
es la única forma de darle realidad.

64
VIGESIMO:
DEL QUERER

Existe algo en la historia y en el ser de dos personas que las


predispone a quererse cuando se encul;!ntran. Si alguien pudiera
recorrer en su totalidad y desde un principio las dos historias:
entendería.
Cuando alguien empieza a preguntarse las razones por las que
quiere al otro, casi siempre encuentra las que le parecen lógicas,
las que forman parte de una estructura pero nunca, cuando su deseo
es encontrar una respuesta, encuentra la verdadera.
Las historias son múltiples, y múltiples pueden ser los encuen-
tros. Querer no sólo significa poder ver a la otra persona volar;
querer tiene otro componente: es un coincidir de historias, una
vivencia casi mística donde la verdadera razón del sentimiento es
oculta, nunca clara, pero tiene tal fuerza y contenido que nada en
el fondo puede destruirla.
Nos preguntamos la razón de nuestra afinidad y siempre lo ha-
cemos cuando de antemano creemos tener la respuesta, no nos
damos cuenta de que el mundo es mucho más complejo, maravilloso
y.sorprendente que lo que podemos pensar de él.

65
VIGESIMOPRIMERO:
DE LJIS
DEPENDENClltS

66
DE LAS DEPENDENCIAS

67
SEGUNDA PARTE. COMENTARIOS DE LAS DEPENDENCl.48

Esperar algo es depender.

68 69
VIGESIMOSEGUNDO:
DE L~S
INV~LID~CIONES
Ayer entendí que no debo invalidar mis afinidades, que éstas
siempre tienen más fondo del que yo, cuando las cuestiono, puedo
imaginar.
Entendí que el mundo es mucho más rico, complejo y sutil que
cualquier construcción que intente explicarlo. Supe que eso es
maravilloso y que tengo la responsabilidad de dejar que el univer-
so me enseñe.
Debo impedir encajonarlo y más aún, que el otro en mí mismo
lo considere claro y transparente.
Aprendí que debo aprender, que debo ser capaz de ver y dejar
que la información infinita que se brinda no sea inhibida por
acuerdos, consideraciones ad hoc o construcciones.
Ayer aprendí a respetar al universo, eso indica que estoy apren-
diendo a respetarme a mí mismo.

70
VIGESIMOTERCERO:
DEL CONOCIMIENTO

Antes me habían hecho pensar que existían dos tipos de conoci-


miento. Uno, formado por datos externos que podían utilizarse en
caso de tener algún problema, ofrecerse durante una conversación
o emplearse para derrotar un argumento; datos con los que podían
hacerse estadísticas y llegar a conclusiones objetivas.
El otro es el que resultaba de alguna vivencia, que se sentía
como parte de uno mismo y hacía aprender de la vida, el que no
podía ofrecerse como argumento objetivo y del que no podían
obtenerse gráficas ni estadística, el conocimiento mío, de mis expe-
riencias y de mis vivencias, lo que sentía y se guardaba como
tesoro, lo que no podía ser transmitido como dato externo "cuan-
tificable" y "medible."
Creía que esos dos tipos de conocimiento podían ser separados,
archivados en diferentes memorias sin interferir unos en otros,
pensaba que podía actuar utilizando el primer tipo en ciertas
circunstancias, y en otras el segundo.
Ahora sé que sólo existe un conocimiento, el segundo, que lo
quf antes creía ser el primer tipo no existe en realidad.
Todo el conocimiento debe ser parte mía, de otra manera no
existe.

71
VIGESIMOCU:zlRTO:
DEL SER Y DE
L:zlS CIRCUNST:zlNCl:zlS
Acostumbramos oír que se debe ser de acuerdo con las circuns-
tancias. Que no se puede ser el mismo en un baile de disfraces
que dando cátedra, que es necesario adecuarse a las circunstancias
y actuar conforme a ellas.
Es obvio que quien tiene esa idea no es: sólo juega a ser, piensa
que su conducta debe llevar necesariamente la aceptación de los
otros y son ellos por tanto, quienes determinan la forma en que
debe actuar.
La sola idea de ser el mismo en cualquier circunstancia lo
aterroriza y lo angustia. Piensa que lo que siente no tiene realidad,
que lo real es como el otro lo ve.
Opina que el otro es lo que manifiesta: el hombre dueño de un
banc-0 es un banquero, el que maneja un camión es un chofer, el
que hace pan es panadero. Puesto que todos son distintos,
cree que debe actuar en correspondencia.
Jamás es él mismo, jamás considera que ser es más importante
que jugar a ser lo que el otro espera.
¿Cómo explicarle que todos somos hombres, que algunos des-
arrollamos diferentes actividades pero que nunca somos las acti-
vidades, que eso es solo la apariencia?

72
VIGESIMOQUINTO:
DEL LENGU:ilJE Y DE
L:ilS ESTRUCTUR:itS
La forma más sutil y eficaz de transmitir una estructura es a
través de la enseñanza de un lenguaje.
El niño que ve a un hombre entregar la leche en la mañana,
sabe muy bien que la leche es leche y que el hombre es hombre.
Nosotros destruímos esa sabiduría, le enseñamos a hablar, le de-
cimos: él es un lechero, este otro es carpintero y aquél maestro.
El pequeño empieza a creer que el hombre es su manifestación,
que es enteramente lo que hace, y él mismo dice que al crecer se
convertirá en una actividad, será aquello que los otros han defi-
nido y aceptado como ser. No puede recordar que alguna vez el
hombre que vio era simplemente un hombre y menos aún aceptar
que él mismo también lo es.
Aprende a jugar a ser y comienza a necesitar que los otros le
enseñen lo adecuado y lo esperado para cada situación de "ser".
De antemano piensa que es imposible actuar sabiendo puesto que
esa sabiduría implica datos que debe adquirir.
No puede recordar que lo más simple es saber y que siempre
es.e saber es el mismo, independientemente de la actividad que se
desarrolle.

73
VIGESIMOSEXTO:
DE L:zl RIQUEZ:zl

Algunas _personas necesitan rodearse de situaciones sofistica-


das: se hacen servir su comida diaria por meseros, se transportan
en limusinas con choferes y se pintan al óleo; asisten a fiestas
deslumbrantes y no soportan que no se les observe y admire. Les
avergüenza no estar a la última moda y se sienten desdichadas
cuando en una competencia de apariencias resultan vencidas.
Pobre gente, cree ser feliz y no soporta estar un minuto consigo
misma porque se aburre. Solo está contenta cuando se ve rodeada
de gente que ha "sobresalido" o que es considerada muy "impor-
tante".
Esas son las personas que más dependen de la aceptación que
el otro les manifiesta, nunca son ellas mismas, siempre son lo
que el otro desea que sean. Es tanto el desprecio que sienten
hacia sí, que desprecian a todo aquél que consideran "inferior".
La necesidad que tienen de ser aceptadas por gente importante
refleja su creencia en que por esta sola asociación adquirirán
para sí la importancia que el otro posee. Sus relaciones siempre
tienden a convertirlas en propiedad o en objeto de uso del otro.
Es tanta la ignorancia que esas personas tienen acerca de su
situación, que incluso tratan de transferirla a sus hijos. Estos últi-
mos viven generalmente en el terror y reaccionan ante él de varias
formas: ya deciden aceptar el camino que se les ofrece volvién-
dose absolutamente dependientes, ya lo rechazan manifestando las
más convincentes señales de independencia. ·
Aunque la manifestación sea diferente, en el fondo representa
lo mismo, es decir, una dependencia de la dependencia o una de-
pendencia de la independencia.
Existe, sin embargo, una tercera forma de reacción que con-
siste en encerrarse en uno mismo sin aceptar ni rechazar propia-
mente el camino. Las personas que se deciden por esto son las que
buscan desesperadamente el ser y las que en última instancia lo
encuentran alguna vez.

74
VIGESIMOSEPTIMO·:·
DEL DETECT~·

En ocasiones detectamos algo en nuestro ambiente: tenemos


la sensación de que ha ocurrido un evento que en el momento nos
parece muy real. En otras, sentimos que la persona con quien
nos estamos relacionando tuvo un pensamiento, idea, sensación o
aun un sentimiento.
Las más de las veces, lo único que hacemos en tales circunstan-
cias es inhibir esa detección, considerando imposibles su ocurrir
y su realidad.
Jamás averiguamos la veracidad de nuestras detecciones. De
antemano las sometemos a una estructura que postula que ese
tipo de percepción es imposible, que sólo es y resulta de una
fantasía. La realidad de las cosas puede ser muy distinta, proba-
blemente contarnos con un mecanismo de detección de eventos
mucho más sutil del que podemos imaginarnos; por lo menos vale
la pena ponerlo a prueba. Quizá si logramos desechar la estructura
inhibitoria y empezamos a confiar más en nosotros mismos, des-
cubramos que detectar es algo real y bellísimo.

75
VIGESIMOCT:ztVO:
DE L]IS RESPUEST:ztS Y DE
L]IS REL:ztCIONES
Cuando un niño ha sido sometido durante toda la primera etapa
de su desarrollo a una continua situación de presión, dirigida a
hacerle aceptar una estructura en la cual lo único importante es
la manifestación externa adecuada y dirigida a lograr la aceptación
del otro, el niño así presionado puede escoger -entre otras- tres
diferentes formas de responder.
La primera de ellas es la aceptación incondicional de la estruc-
tura. En este caso, el niño se convertirá en un ser extrovertido,
despreocupado de su realidad interna y lo único que deseará será
lograr que el otro lo acepte. Toda su existencia se fundará en el
principio según el cual el mayor valor del hombre son su vida
comunitaria y las satisfacciones que resultan de ella. Siempre podrá
sentirse a gusto en una reunión y hará todo lo posible por inte-
grarse a una sociedad que lo acepta y le da su valor. Mientras esta
sociedad exista, no tendrá problemas, huirá del contacto consigo
mismo y de la soledad, pues ésta le es completamente extraña y
angustiante. Podrá hacer todo aquello en que la mayoría esté de
acuerdo. Será el perfecto soldado o el perfecto fascista. Si el
valor aceptado por quienes lo rodean es la muerte; matará, si
la rigidez: será rígido, si el genocidio... no tendrá problemas
de conciencia. Si como reacción a su nulidad real, esta sociedad
comienza a pensar en el superhombre adjudicándose por ello un
papel redimidor: se sentirá superior.
Esas son las personas que con mayor facilidad aceptan un líder,
puesto que representa la estructura de aceptación y la ausencia de
soledad. Gente como ésta no tendrá jamás la necesidad de pregun-
tarse si lo que hace es correcto o incorrecto, le bastará saber cómo
los demás evalúan y actuará de acuerdo con esa evaluación. Puesto
que nunca han sido ellas mismas, esas personas podrán, sin ningu-
na inhibición, hacer uso del otro como objeto de satisfacción. En
realidad tal es lo que hacen durante toda su vida, utilizan al otro
como objeto para sentirse satisfechas consigo. En otras palabras,
la respuesta de ese niño sometido a la presión de la estructura,
será la absoluta dependencia.
La segunda posible respuesta es una reacción total en contra
de la estructura. El niño que así responde se convierte en autista.
Nada de lo que lo rodea le interesa, no puede aceptar que lo usen

76
DE LAS RESPUESTAS Y DE LAS RELACIONES

y tiene una clara y completa visión de lo que el otro intenta hacer


con él. Se encierra en sí mismo y jamás es capaz de comunicarse,
sospecha de todo y de todos.
Es él mismo pero como enfrentamiento a la imposición de los
otros, no como descubrimiento personal. Es el perfecto anarquista
o el ideal esquizofrénico. La única actividad que desatrolla es aque-
lla que implica venganza para su nulidad reactiva; por tanto, se
complace en destruir pues lo que desea realmente es destruirse
a sí mismo. Nada de lo que ocurre a su alrededor es bello puesto
que todo va dirigido en su contra. Busca explicaciones para los
actos de los otros, y las únicas que conoce son las que le indican
que la motivación del otro es siempre atacarlo y destruirlo. Apa-
rentemente es independiente y libre --en realidad vive en una
cárcel absoluta; depende del otro para hacer lo contrario de lo
que el otro espera que haga, sin darse cuenta de que el otro está
en él.
La tercera posibilidad de respuesta es intermedia. No es ni la
primera ni la segunda, es algo entremezclado y al propio tiempo
diferente.
El niño que escoge esta respuesta vive atemorizado por la es-
tructura pero es incapaz de oponerse totalmente a ella y, más aún,
de aceptarla. No conoce ni se imagina cuáles son las motivacio-
nes de los otros. Éstos se convierten en algo mágico para él. Jamás
pensará que desean usarlo como objeto, más bien confiará en que
l9s otros quieren su bien y, por tanto, actuará en correspondencia.
Se sentirá obligado a hacer cosas que en realidad no desea
realizar, no porque acepte incondicionalmente la estructura sino
porque simplemente no es capaz de creer que esta exista, considera
que los demás sólo pueden tener las mismas intenciones bonda-
dosas que él y jamás se imagina que exista la posibilidad de que
el otro lo esté utilizando para disminuir una inseguridad; así, será
incapaz de negarse a cualquier deseo del otro: si llegara a hacerlo,
inmediatamente experimentaría un sentimiento de culpa y sentiría
la necesidad de justificarse.
Nunca será capaz de ver malicia en el otro, puesto que ésta le
es ajena. Se sentirá culpable por no hacer lo que el otro desea que
haga, pues siempre pensará que el otro es bueno y no puede estar
equivocado ni puede tener otras intenciones más que aquéllas que
necesariamente llevan al ser. Siempre será un ingenuo y podrá ser
objeto de uso de cualquiera.
Acostumbramos catalogar a una persona con estas caracterís-
ticas como débil, cuando lo que le sucede en realidad es que no
es capaz de entender cuáles son las motivaciones de quienes lo
rodean.

77
SECUNDA PARTE. COMENTARIOS

Esa incapacidad no es el resultado de una deficiencia intelec-


tual, es simplemente el reflejo de una ingenuidad extrema.
Este tipo de respuesta, sólo se da en aquéllos que buscan
desesperadamente llegar a ser ellos mismos, y que están absoluta-
mente seguros que quienes los rodean, no juegan ni tratan de
imponer, sino simplemente son ellos mismos.
La sensación de que los otros son y ellos no son, los lleva a
preguntarse continuamente si la actividad que desarrollan los
acerca o los aleja del ser. Siempre están preocupados tratando
de resolver esta interrogante, siempre se sienten aislados y jamás
les satisface estar simplemente con los otros, puesto que se co-
locan en un plano de inferioridad que resulta de su sensación
de no ser.
No son capaces de integrarse a un grupo, ni de alejarse entera-
mente de él. Viven jugando papeles, esperando desesperadamente
que alguno de ellos los haga sentirse siendo.
Cierta sensación de orgullo basado en la idea de que la conti-
nua preocupación y el cuestionamiento interno son la única acti-
vidad valiosa para un ser humano coexiste en esas personas, con
una actitud de absoluta falta de importancia hacia todo lo que
hacen. Sienten que ninguna actividad que resulte directamente de
un gusto o de un deseo personal tiene significación, no pueden
llegar a la conclusión de que lo que hacen tiene un valor en sí
porque todo lo analizan y lo hacen depender de la estructura de
culpa y justificación que ha sido creada en ellas. En otras palabras,
invalidan cualquier actividad que no puedan justificar como ver-
daderamente necesaria para el bienestar del otro; por tanto, sólo
aquéllo que resulta en este bienestar les parece importante.
Si la actividad sólo tiene conexión con ellas mismas, sin que
pueda causar bienestar directo al otro, entonces esa actividad no
tiene importancia. Es precisamente ese sentimiento de falta de
importancia y de absoluta invalidación lo que hace que estas
personas no dejen de buscar respuestas y al mismo tiempo no las
encuentren.
Acostumbran dicotomizar su conducta en aquélla que vale la
pena y aquélla que no. Esta última generalmente está asociada a
una satisfacción personal, la primera queda determinada por· la
satisfacción que pueda provocar en los demás. Cuando realizan
una actividad que previamente han catalogado como falta de im-
portancia y de valor, se sienten culpables y necesitan justificar
ante los otros la necesidad de realizar la actividad. En ese punto
son extremadamente cautelosos, inventarán mil y una razones que,
según creen, harán notar al que las oiga lo necesaria e importante
que es la actividad que realizan, cuando en verdad la única justi-

78
DE L.4S RESPUEST.4S Y DE L.4S RELACIONES

ficación de la misma debería ser realizarla. Probablemente tal


necesidad de justificación resulta y proviene de que alguien, en la
primera etapa del desarrollo de esas personas, vio la necesidad
de hacer que desde niños dieran una continua justificación a sus
actos. La introyección de esta necesidad produjo una persona que
requiere justificarse continuamente ante los otros y experimenta
·una sensación de vacío cuando tal justificación no es posible. Por
otro lado, es muy claro que la forma como estas personas realizan
sus actividades también está dicotomizada.
Para las que "valen la pena" utilizan una metodología estricta
y su actividad se caracteriza por la obsesividad y la rigidez.
En cambio, aquéllas que "no valen la pena" las realizan sin
método, en forma descuidada y fluctuante.
Las personas que han "escogido" la tercera respuesta siempre se
sienten obligadas con las demás, pues piensan que deben hacer
todo lo posible para que estas no se sientan dañadas, sin impor-
tarles lo que pase con ellas mismas. Hacen creer al otro que están
de acuerdo con sus estructura~, no porque sean hipócritas, sino
con el único fin de no hacer que quien las manifiesta se sienta
mal.
No soportan que nadie dependa emocionalmente de ellas y me-
nos aún caer ellas mismas en dependencias; sin embargo tienden a
depender de quienes gustan de usar a los hombres como objetos.
Como no son capaces de ver la real intención del usuario debido
a que no conciben que tal motivación exista ( por no existir en ellos
mismos), acceden a depender, como resultado de su deseo de no
hacer daño a alguien que aparentemente tanto las necesita.
Estas personas muestran continuas fluctuaciones en su con-
ducta; en ocasiones actúan en forma enteramente similar a como
lo hace el que escogió la primera respuesta y en otras, como el
de la segunda. Esas fluctuaciones no son más que huídas, esca-
pes de una situación que comienza a tornarse insostenible. Pro-
bablemente la fluctuación que ocurre con mayor frecuencia es la
que se asocia con la segunda respuesta, es decir, un encierro en
sí mismo.
¿Qué sucede cuando se encuentran dos personas que han esco-
gido iguales o distintas respuestas?
Si los dos pertenecen a la primera respuesta, el carácter de su
relación será enteramente comercial o jurídico. Manifestarán todas
las conductas que quienes las rodean consideran identificables
con el amor; sin embargo, nada estará más alejado que ese senti-
miento. Lo que sostendrá la relación será un simple pacto o acuerdo
y el único sentimiento probable será el temor a la pérdida. Cada una
utilizará a la otra como objeto de uso personal.

79
SEGUNDA PARTE. COMENTARIOS

Si ambas pertenecen a la segunda respuesta, la relación será en


extremo destructiva. Lo que las unirá será sólo un afáIJ de compe-
tencia, una carrera que cada una intentará ganar a la otra.
Si una pertenece a la primera y la otra a la segunda la relación
tendrá componentes sadomasoquistas. La de la primera se someterá
incondicionalmente a las decisiones de la segunda. Esta última, a su
vez, se sentirá con el derecho y autoridad de imponer cualquier con-
sideración, siguiendo para ello un gradiente en el que las primeras
presiones serán relativamente leves e inocuas y, a medida que no
encuentre resistencia, el nivel de reactividad aumentará y aumentará
hasta llegar a extremos dramáticos.
Las relaciones entre una persona que ha escogido la primera
y otra que ha optado por la tercera, estarán caracterizadas por
la continua aparición de sentimientos de culpa en la de la tercera,
y de frustración permanente en la de la primera. Ninguna de las
dos podrá ofrecer a la otra lo que verdaderamente necesita. La
de la primera intentará usar a la otra como vehículo de disminu-
ción de su inseguridad y la de la tercera caerá en la más profunda
de las dependencias; no querrá hacer daño y accederá frente al
usuario; surgirá una situación completamente estructurada y, por
tanto, redundante, vacía y falsa.
Si la relación se establece entre una persona que escogió la
segunda respuesta y otra que optó por la tercera, el único resul-
tado posible será la aceptación de la estructura por parte de esta
última, seguida de un rechazo de la misma. La relación se carac-
terizará por su carácter fluctuante. Se establecerán poderosos
lazos de interdependencia que harán sumamente difícil la com-
prensión del carácter real de la relación. Solamente en el momento
en que la persona de la tercera respuesta se dé cuenta del manejo
que se le ha impuesto habrá una reacción que podrá consistir en
el rechazo de la relación con la consiguiente búsqueda de nuevos
caminos, o en su hundimiento en la más profunda de las depre-
siones.
La relación entre dos personas que han escogido la tercera
respuesta es la más interesante y compleja por su intensidad, su
realidad y porque cursa a través de diforentes etapas y fases, cada
una de las cuales acerca a las dos al ser. Esto indica que de todas
las posibles relaciones mencionadas es ésta probablemente la más
pura.

80
VIGESIMONOVENO:
DE LJIS
MJINIPULJICIONES
Existen personas que sienten gran necesidad de aplicar un
chantaje emocional a otras. Este chantaje no es más que una mani-
pulación mediante la cual quien lo utiliza desea sentir que tiene
un po :ler y una dominación absolutos sobre otra persona.
La manipulación consiste en crear sentimientos de culpa a
través de una continua queja acerca de los "daños" que la persona
a quien se quiere manipular ha causado a la que manipula. Aseve-
raciones como: "mira lo mal que estoy por tu culpa" o "mira todo
lo que me haces sufrir y lo que estoy sacrificando solamente por-
que tú estés feliz", etc., crean en aquellos a quienes se dirigen, una
sensación de que por necesidad deben ceder en lo que no quieren
hacer, para lograr que la persona que se ha "sacrificado" tanto
pueda tener por lo menos alguna "satisfacción."
Por supuesto, tales aseveraciones nunca están justificadas,
siempre surgen de la inseguridad profunda de quien las utiliza y
además de una convicción muy arraigada en el sentido de que
nadie tiene derecho a hacer lo que realmente quiere. Esta convic-
ción es simplemente la reacción ante una situación en que la per-
sona que necesita manipular se ha colocado. Tal situación es siem-
pre una en la cual lo que realmente desea o pretende esa persona
está bloqueado o impedido por alguna estructura o compromiso.
Es decir, la persona que manipula no es libre y por tanto no
vive en la forma como quisiera. Precisamente por ello opina que
nadie tiene derecho a vivir libre y, por consiguiente, cree tener
autoridad para manipular y someter. La persona con esa estructura
se vuelve guardián y custodio de ella. Todos quienes dependen
en una u otra forma de esa estructura son sometidos a la custodia.
Las personas así sometidas pueden reaccionar de muchas formas.
Una de ellas consiste en la aceptación incondicional del dominio,
otra puede ser su rechazo absoluto.
La que ha escogido el rechazo tiene suerte, desde luego que
sufrirá muchas imposiciones, pero mantendrá una independencia
emocional que posteriormente la hará ser ella misma.
La que ha optado por la aceptación siempre se sentirá insegu-
ra al manifestar algo que desea o al pensar en algo que se opone
tácitamente a la estructura que se le ha tratado de imponer. Sus

81
SEGUNDA PARTE. COMENTARIOS

relaciones con otra gente y consigo misma estarán siempre aso-


ciadas con la necesidad de mantener una apariencia. Al mismo
tiempo, se sentirá con el derecho y la obligación de custodiar la
estructura que se le ha impuesto y de imponerla a otros.
Obviamente se ha trasmitido la situación original y esa tras-
misión hace que se perpetúe la necesidad de imposición.
Sólo en el momento en que las personas que tienen la necesi-
dad de imponer estructuras empiecen a descubrir su propia valía,
sólo entonces empezarán a cambiar, y ese cambio siempre impli-
cará tirar por la borda toda su historia.

82
-
TRIGESIMO:
DE LJI NECESID:ztD DE
IMPONER
La necesidad de imponer una estructura tiene como base y
motivo la idea de que aquél a quien se le impone es simplemente
una propiedad y el que la impone, el propietario.
Implica una básica y definitiva falta de respeto en la capaci-
dad pensante de ambos; del que impone y de quien la recibe. La
razón de esto último es muy fácil de entrever, la estructura fija y
determina en forma explícita cuáles conductas son las esperadas
y cuáles las "esperables". Al seguir las normas asociadas a una
estructura no es necesario pensar, ni existe riesgo alguno de come-
ter algun error; en cambio al confiar en uno mismo sí existe riesgo.
Si la persona se conociera sabría que siempre es más productivo
dejar sin trabas los procesos mediatorios de pensamiento pues
en tales condiciones de desinhibición, éstos cursan y se manifiestan
mucho más creativamente que cuando son bloqueados por un de-
terminismo.
La inseguridad que estas personas sienten de sí, es lo que expli-
ca todas estas conductas. Dicha inseguridad está a su vez de-
terminada por una actitud analítica con la cual continuamente
vé1loran sus conductas y las motivaciones con ellas asociadas. Tal
actitud fue creada a su vez por alguien que impuso la necesidad
de valoración al juzgar los actos y manifestaciones conductuales de
quien, así, se volvió analítico.
Por otro lado, la necesidad de imponer una estructura surge,
paradójicamente, de la inseguridad que se tiene acerca del valor
de la misma. Esta inseguridad impulsa a tratar de convencer al
otro acerca de la necesidad e importancia de aceptar la estruc-
tura. El que impone la estructura desea que ésta sea aceptada por
el otro, puesto que tal aceptación implicaría darle más realidad
a la misma y por tanto disminuiría la inseguridad básica acerca
de su valor. Si la persona estuviese enteramente segura de lo que
piensa, no necesitaría imponer nada en absoluto puesto que sus
pensamientos, en esa situación, no requerirían ningún acuerdo para
adquirir mayor realidad -serán reales por sí mismos.
La idea de que al conseguir el acuerdo del otro se le da mayor
realidad a una idea o concepto surge del proceso de socialización
en que se nos enseña a pensar que el valor más importante es

83
SECUNDA PARTE. COMENTARIOS

compartir realidades con la gente que nos rodea. Por otro lado,
la idea de que es necesario lograr el acuerdo del otro para poder
considerar algo como real, proviene del funcionamiento del meca-
nismo pontificio decididor de realidades, el cual tiene como pre-
misa básica considerar que algo tiene realidad física siempre y
cuando todos estén de acuerdo en estimarlo así. Una idea no puede
nunca tener el mismo carácter que un objeto y por tanto no es
necesario que se comparta para que adquiera realidad. Esta verdad
no la reconoce el decididor de realidades, que más bien piensa lo
contrario y por ello actúa en correspondencia.
De ese modo -y por la influencia del decididor- sometemos
nuestros pensamientos al veredicto del acuerdo. Si éste se consi-
gue no tendremos problemas, pero si no, empezaremos a dudar
de nosotros mismos. Habremos subordinado nuestra realidad inter-
na al consenso general.
Lo estúpido de todo este proceso es que aquél a quien se subor-
dina nuestra realidad interna tiene exactamente el mismo meca-
nismo de dependencia del acuerdo que nosotros. En esa forma,
cada quien depende en su realidad interna -de la aceptación de
ella por el otro; de ahí que lo único que surge de esta situación
son el absurdo y la comedia más trágica.
TRIGESIMOPRIMERO:
DE LJI TRILOGIJI: SUPERIORIDJID-
INFERIORIDJID- DEPENDENCIJI
Una de las vivencias más desastrosas que le pueden ocunir a
un niño es desarrollarse en una familia donde continuamente aflo-
re la idea de que, ya sea por su situación económica o por su
situación "intelectual", otra familia se encuentra en un plano
superior.
Oír que sus padres se consideran inferiores provoca en el niño
una serie de dudas muy intensas acerca de su propio valer. En
esta situación, el niño puede empezar a pensar que por naturaleza
él no posee las condiciones necesarias para lograr hacer lo que
realmente quiere; sus derechos son inhibidos de antemano por la
idea de que quienes lo rodean son siempre mejores o más sabios
y cree, por tanto, que su actuación debe llevarlo a ser aceptado
por ellos.
Igual o más desastrosa es la vivencia opuesta, es decir, cuando
la familia o el grupo a que pertenece el niño tiene la fantasía de
ser mejor y superior a los que lo rodean.
Las dos situaciones tienen en común la dependencia. El niño
empieza a considerar como más importante ajustarse a la forma
externa en que los otros lo definen como "superior" o "inferior"
y no se crea en él la seguridad de que él mismo es el único capaz
de definirse.

85
TRIGESIMOSEGUNDO:
DE L:zl EXPRESION
DEL PENSJIMIENTO
Es experiencia común la sensación de que no podemos comuni-
car todo lo que pensamos. La razón de esta dificultad es doble. En
primer lugar, poseemos mecanismos inhibitorios que se activan en
el momento en que hacemos una valoración del efecto que pue-
de causar en el otro decir lo que pensamos. Por supuesto que esa
valoración sólo resulta de una inseguridad de nosotros mismos Y
de la estructura según la cual es más importante "la forma como
el otro me ve y me acepta que la forma como soy en realidad." Los
mecanismos inhibitorios que se ponen a funcionar en situaciones
como éstas son resultado probable de un proceso de interferencia
entre el mecanismo que traduce la información interna en conducta
verbal y la puesta en marcha del mecanismo asociado con el proceso
de valorización.
En ocasiones, el proceso de valorización no se asocia a la es-
tructura de aceptación sino simplemente a la idea de que el otro
no es capaz de entender lo que realmente se está pensando; el
resultado en este caso es similar al del anterior, hay una inhibición
interna que impide la comunicación. El efecto de la inhibición no
es solamente una disminución en el número de verbalizaciones sino
también una alteración en la veracidad de las mismas.
Se empiezan a decir cosas que realmente no se piensan, y esto
lleva a una situación de falsificación en la expresión de la realidad
interna que produce una sensación de alta frustración.
La dificultad en la comunicación tiene también otra razón de
ser. Nuestros procesos de pensamiento son generalmente más rá-
pidos que cualquier sistema conocido para representarlos. La can-
tidad de información que manejamos en determinado momento es
tan grande que el proceso de verbalización solamente se echa a
andar en el instar;te en que llegamos a una conclusión o integra-
ción resultante de todo el manejo previo.
Si verbalizamos solamente la resultante sin hacer mención de
todo el proceso de manejo de información que nos llevó a ella, lo
único que lograremos será que quien nos escuche no nos entienda.
Deberíamos, pues, intentar reproducir en nuestras comunica-
ciones verbales no solamente las conclusiones a que llegamos sino
toda la secuencia del manejo de datos que nos llevó a ellas. Sin
embargo, cuando intentamos hacerlo nos encontramos con dos

86
DE LA EXPRESIÓN DEL PENSAMIENTO

obstáculos casi infranqueables. En primer lugar, el tiempo que nos


llevaría comunicar toda la secuencia sería extremadamente largo.
En segundo, la reproducción exacta de la secuencia es sumamente
difícil de lograr, por la simple razón de que muchos de los proce-
sos internos que nos llevaron a determinada resultante no tienen
carácter verbal y, aun cuando lo tuviesen, es muy probable que
no pudiéramos recordarlos.
La comunicación exacta de nuestros procesos de pensamiento
solamente es posible cuando nos encontramos a alguien que mane-
ja información que cursa a través de secuencias semejantes a las
nuestras y que, por tanto, puede entender nuestras resultantes
verbales. La coincidencia en las secuencias se produce probable-
mente como resultado de historias personales similares. Esa simi-
litud y la observación de que la otra persona es capaz de com-
prender, producen una sensación de máxima afinidad y atracción
en la cual la inhibición e interferencia, generalmente asociadas a
procesos de comunicación, desaparecen.
Cuando esto ocurre, las personas que se están comunicando
empiezan a descubrirse a sí mismas, cada una a través del descu-
brimiento de la otra, y empiezan a querer y amar a la otra al
querer y amarse a sí; solamente en esa situación es posible la
transmisión directa de experiencias internas.

87
TRIGESIMOTERCERO:
DEL POETJI

Poeta es aquel que tiene el talento suficiente como para, al


ofrecer una resultante verbal, proporcionar con ella, y entre líneas,
toda la secuencia de donde dicha resultante surge.
Es un raro privilegio que requiere un conocimiento profundo
de la antícomedia humana.

88
TRIGESIMOCUJIRTO:
DE LOS LIDERES Y
DE SUS DEPENDENCl:llS
La apanc10n de un gran líder es un acontecimiento espectacu-
lar y determinante en la historia de un pueblo. El líder es consi-
derado por sus seguidores como un dios, un intocable que jamás
yerra en sus decisiones. El pueblo se somete a su voluntad y lo
convierte en imagen de lo deseable, lo puro y lo auténtico.
No cabe la menor duda de que han existido líderes que fueron
ellos mismos y que desearon transmitir sus enseñanzas y no impe-
nerlas. Casos como los de Buda, Confucio y Jesús, son caracterís-
ticos.
Tampoco hay la menor duda de que la mayoría de los líderes
representaron comedias e inseguridades en sus liderazgos. Ejem-
plos típicos: Hitler y MussoliPi. La diferencia esencial entre los
dos tipos de líder estriba en que los primeros desearon transmitir
vivencias de ser ellos mismos, intentando así lograr que los otros
fueran también ellos mismos. En cambio, la motivación de los
segundos fue imponer estructuras. Se sentían tan inseguros de sí
que lo único que les interesaba era lograr que sus seguidores acep-
tq.ran a toda costa sus estructuras a fin de darles mayor realidad.
Los seguidores consideraban a estos líderes como los repre-
sentantes de la seguridad e independencia personales y no se daban
cuenta de que éstos, sus líderes, dependían e· la aceptación de los
otros para ser "ellos mismos" y que, por tanto, eran los más
dependientes e inseguros de sí de entre todos los que los rodeaban.
La necesidad de aceptación se manifestó en todas sus conduc-
tas: desde el gran valor y énfasis que ponían en su apariencia per-
sonal, hasta lo impresionante, teatral y dramático de sus discursos.
Las personas que aceptan un líder con esas carasterísticas son
aquéllas que han sido entrenadas para considerar la manifestación
externa o apariencia como sinónimo de la realidad interna, las
que precisamente por ese motivo necesitan continuamente la acep-
tación que el otro les brinda.
La aparición del líder fantoche y la aceptación del mismo por
sus seguidores es únicamente una comedia de mutuas insegurida-
des que se ven falsamente disminuídas al compartir estructuras.

89
TRIGESIMOQUINTO:
DEL SER ESPECTJIDOR
DE SI MISMO
Ocurre con frecuencia que las personas que tienen una larga
historia de imposiciones son continuamente espectadoras de sí
mismas. Sólo en raras ocasiones pueden vivir una situación sintien-
do que participan en ella, sin cuestionar su participación. General-
mente evalúan su conducta utilizando como parámetro el que ésta
se ajuste a determinada estructura. Si el resultado de su evalua-
ción indica que la situación no corresponde a las metas o ideales
fijados por la estructura, empiezan a sentirse molestas e incapaces
de integrarse y de vivir lo que sucede a su alrededor.
Si el resultado de su evaluación indica que la situación sí
corresponde al ideal, comienzan a vivir una sensación fluctuante
caracterizada por un estado cercano a la tranquilidad, interrumpido
súbitamente y sin aparente causa por la necesidad de analizar la
situación que las rodea y evaluar el papel que juegan en ella. El
análisis que hacen se caracteriza por cuestionar el efecto que están
causando en quienes les rodean y si los demás se sienten a gusto
en su presencia. El análisis y la evaluación que resulta del mismo
siempre son circulares y redundantes en el sentido de que quienes
analizan su propia participación están absolutamente seguros de
que los otros hacen exactamente lo mismo. Jamás son capaces
de concebir que los otros puedan tener una diferente forma de fun-
cionamiento. La sensación del que analiza es doble, por un lado
siente que sería deseable simplemente vivir sin pensar en la viven-
cia; por el otro, se siente orgulloso del apálisis que realiza pues
cree que esa actividad representa lo más valioso que un ser huma-
no puede hacer. Esta idea lo hace valorar a los demás de acuerdo
a si acostumbran analizarse corno él mismo lo hace -o si simple-
mente viven sin ser espectadores de sí mismos.
Quienes caen en la primera categoría se consideran valiosos,
en cambio los que pertenecen a la segunda se consideran simples
y mediocres. En otras palabras, la persona que acostumbra ser
espectadora de sí tiene la necesidad oculta de que todos hagan
lo mismo; sólo así los considera valiosos.
Si consideramos con atención el mecanismo asociado a la situa-
ción descrita, nos daremos cuenta de que ésta surge de una per-
sona que, acostumbrada a acatar imposiciones, no hace otra cosa
más que emitir imposiciones.

90
DEL SER ESPECTADOR DE SI MISMO

Ser espectador de uno mismo impide tener vivencias reales,


inhibe toda posibilidad de aprender de la vida, puesto que ésta se
torna así tan clara y transparente, tan obviamente definida y defi-
nible, que ya nada nuevo sucede.

91
TRIGESIMOSEXTO:
DEL ENTENDER

Cuando alguien ha dejado de jugar por considerarse más valioso


que sus propios juegos, comienza a ver en los demás, aspectos y
condiciones que antes era incapaz de percibir.
En primer lugar, puede detectar el instante en que alguien
empieza a jugar. La detección es relativamente sencilla, ocurre
cuando la otra persona empieza a manifestar dependencia, necesi-
dad de aceptar una estructura o de que se la impongan.
La detección, además de impedir que el que detecta caiga en
el juego que el otro está empezando a utilizar, tiene un efecto
sumamente interesante. La persona empieza a poder entender que
el que juega no es el juego; en otras palabras, puede discriminar
a la person::i. C'n sí como separada de sus juegos, ya no identifica
la apariencia con el ser, ya no confunde la manifestación externa
con la realidad interna del otro puesto que ya no las confunde
dentro de sí.
Si el otro manifiesta gran esnobismo, ya no lo ve como esnob
sino que, por el contrario, entiende que una actitud como ésta sólo
surge de una inseguridad interna. Sí el otro trata de imponer una
estructura, ya no lo ve como autócrata o imponedor sino, más
bien, entiende que esa necesidad surge del deseo de compartir una
realidad interna que se tambalea.
En esa circunstancia se empieza a querer a las personas, se
tiene la absoluta seguridad de que son buenas y valiosas pero
se sabe que tienen problemas por resolver que se manifiestan en
muy diferentes formas ..
La persona que juega generalmente lo hace para crear una barre-
ra infranqueable que evita que el otro se asome a su interior. El
miedo de que este interior no sea deseable y satisfactorio hace
que la persona se vuelva impenetrable. En ese momento aparecen
conductas que se utilizan para inhibir toda tentativa de penetración.
Una de tales conductas puede ser la agresión abierta o encubierta.
Si la agresión se dirige contra alguien que todavía no entiende, se
crea una situación de defensa y hostilidad mutuas. Si, en cambio,
la agresión se dirige contra alguien que sí entiende, el único resul-
tado posible es la disminución de dicha agresión.
La persona que entiende las razones de la agresión jamás
contestará con hostilidad, sino más bien tratará de que quien agrede

92
DEL ENTENDER

deje de jugar y se vea a sí mismo como alguien valioso que no


requiere utilizar subterfugios. No es una actitud bondadosa y
compasiva, es únicamente el resultado de considerar que dentro
de todos nosotros existen cosas más importantes y valiosas que
los juegos.
La vida del que entiende se vuelve extraordinariamente inte-
resante e intensa. Todo instante está rodeado de una magia que
invita a la meditación. Toda relación con alguien se vuelve extra-
ordinariamente productiva y se dirige al ser. Una persona en estas
condiciones deja de confundirse con las comedias y los juegos que
utilizan quienes lo rodean, antes bien, esas comedias y juegos sólo
le enseñan que el hombre es, en sí mismo, un dios y que sus
manifestaciones de odio, agresión, autoritarismo, etc., sólo son
señales de un camino que recorre y que va dirigido siempre al
encuentro de sí mismo.

93
TRIGESIMOSEPTIMO:
DE L:ztS C:ztUS:ztS

Si al menos tratáramos de entender la verdadera causa y razón


de ser de los juegos, jamás odiaríamos.
Si tan sólo pudiéramos comprender que las causas de los juegos
son siempre el deseo de dejar de jugarlos. . . amaríamos. Basta
sólo un ejemplo para entenderlo:
Alguien puede manifestar continuamente la convicción de que
son completamente necesarios la rigidez y el autoritarismo en la
educación. La convicción es tan intensa que esa persona trata por
todos los medios de convencernos de su certeza. Existen dos for-
mas de ver a una persona así, una de ellas es catalogarla como
rígida y autoritaria. La otra, entender que su rigidez y autorita-
rismo aparentes sólo son producto de una inseguridad interna que
surge a su vez de la idea (impuesta en él por algún otro) de
que no existe nada valioso en él mismo y por tanto en los demás
tampoco, y que por ello es necesario crear condiciones rígidas y
autoritarias para "construir" lo valioso.
Si alguien logra entender que la necesidad que siente esta
persona por establecer una estructura rígida y autoritaria es sólo
un reflejo de la desconfianza en su propio valor, y que esa descon-
fianza le fue impuesta por alguien que le enseñó a no considerarse
valioso, deja en ese instante de percibirlo como rígido y autoritario
y empieza a entenderlo como alguien inseguro de sí. Sabe también
que en el instante en que esa persona empiece a verse a sí misma,
toda la estructura de rigidez y autoritarismo caerá por su propio
peso, puesto que dicha persona entenderá que tenemos un meca-
nismo mucho más valioso y serio que cualquier situación que pre-
tenda crearlo, y además comprenderá que la idea de imponer
estructuras en la educación sólo lleva a inhibir la posibilidad de
que ésta ocurra.
Por lo anterior, la reacción de la persona que entiende las
verdaderas causas del aparente autoritarismo no reacciona ante
su presencia con odio: Más bien comprende que dicho autorita-
rismo es una reacción ante una situación de inseguridad interna
y que, por tanto, la persona autoritaria es valiosa y sólo juega.
Esta percepción del valor del otro hace que se le quiera y que no
se confunda la simple manifestación de un juego con una realidad
interna. Además impulsa a trasmitirle a esta persona la idea de

94
DE LAS CAUSAS

que sí es valiosa y no tiene necesidad ni razón para sentirse


insegura.
Se desarrollará una relación productiva y dirigida a entender
la realidad, y no una destructiva y hostil. Todo esto, como resulta-
do de, sencillamente, poder entender las causas de un juego.

95
TRIGESIMOCT:zlVO:
DE L:zl FILOSOFl:zl

En cierta ocasión, Ludwig Wittgenstein advirtió a su alumno


Malcolm de los graves peligros que entraña dedicarse a la filosofía
pues, señalaba, existen grandes posibilidades de engañarse a uno
mismo. Lo que probablemente quizo decir Wittgenstein es que un
filósofo puede empezar a hacer manejos teóricos de datos concep-
tuales y olvidar que sólo es posible hacer filosofía, cuando ésta
resulta de vivencias reales.
En el instante en que un filósofo le da más importancia al
análisis lógico de un problema, cae en el más profundo de los
engaños. Comienza a depender de la estructura de lógica y de
teoría y, así, se encierra en un círculo vicioso donde el manejo
del problema por solucionar se vuelve redundante y vacío.
La tendencia a caer en este tipo de vicios es muy grande pues
la estructura lógica asociada es demasiado sutil como para poder
detectarla.
Por otro lado, es común la consideración de que los avances
del conocimiento filosófico resultan del manejo lógico que se
imprime a los datos conceptuales. La verdad es que la filosofía,
como ciencia del hombre, debería resultar del conocimiento que
el filósofo encuentra y descubre en sí mismo y nunca en una estruc-
tura teórico-lógica.
Para lograr lo anterior se requiere un método que se aparte
de toda estructura y que tenga como característica fundamental el
cuestionamiento interno.
Sólo de esa manera el conocimiento filosófico deja de ser redun-
dante y un engaño.

96
TRIGESIMONOVENO:
DE LJI IRONIJI

La ironía resulta de la puesta en marcha de un mecanismo extra-


ordinariamente sutil caracterizado por una burla de los juegos.
La persona irónica sabe de la existencia de juegos y cree que
al burlarse de ellos los puede anular. La ironía puede estar dirigida
hacia los juegos de los otros; en ese caso la anulación es tan solo
aparente. La ironía de este tipo es solamente una defensa del que
la aplica, para evitar descubrir sus propios juegos.
El burlarse de los juegos de los otros como defensa para ignorar
los propios es un caso particular de un proceso generalizado de
autoengaño. Este último se asocia a la extraña capacidad que tiene
el ser humano para reconocer los errores, problemas y estructuras
de los otros, y la incapacidad para verlos en sí mismo, a pesar de
que los tenga similares o aun idénticos.
Provoca una sensación muy especial oír a alguien hacer un aná-
lisis impecable de estructuras asociadas a las conductas de quienes
lo rodean y, simultáneamente, verle incapaz de reconocer que esas
mismas estructuras que detecta en los demás funcionan en él.
Ese autoengaño tan sutil solamente se puede explicar si la per-
scma que lo utiliza piensa que su caso es realmente diferente del
de la otra persona y que por tanto no puede aplicársele a él mismo.
Pero tal pensamiento es falso, sólo resulta del miedo de enfren-
tarse a la realidad.
La persona que posee las mismas estructuras que detecta en el
otro, pero que no puede aceptarlas como existentes en sí mismo,
utiliza para disculpar esta falta de aceptación, un sinnúmero de
justificantes y de explicaciones lógicas, mismas que siempre se
relacionan con esquemas deterministas.
Un ejemplo podrá ayudar a entenderlo: Alguien escucha a otra
persona quejarse de que un conocido, de quien esperaba recibir
algo, lo ha defraudado. Si ese alguien es una persona que ha empe-
zado a entender, sabrá que la queja manifestada es sólo parte de un
juego en el que el quejoso ha caído. Este juego surge de la estruc-
tura según la cual se tienen derechos de propiedad sobre la persona
con quien uno se relaciona. Sabe además que esa necesidad de ser
propiedad y propietario surge de una inseguridad interna. En pocas
palabras, se da cuenta de las estructuras que aquella manifiesta y
utiliza.

97
SEGUNDA PARTE. COMENTARIOS

Lógico sería esperar que esta persona que "entiende" no posea


las mismas estructuras que detecta en la otra. Desgraciadamente
no siempre sucede. La persona que detectó la queja como una mera
estructura, puede utiliza~· quejas sin jamás darse cuenta de que
también son una estructura aunque ahora en sí misma. Cuando se
queja siente que está en todo su derecho y que además su actitud
está justificada. Esta justificación se nutre y explica por esquemas
como: "Cuando alguien da algo, espera recibir algo a cambio" o "si
yo quiero tanto a esta persona y me he sacrificado por ella, tengo
derecho a esperar que ella haga lo mismo por mí", etc. Son esque-
mas deterministas que aparentemente justifican la queja ... en rea-
lidad solo es una estructura de uso y propiedad.
De este modo se explica por qué es tan fácil descubrir estructu-
ras en los otros y no verlas en nosotros mismos. Esto a su vez expli-
ca la ironía hacia los otros.
Un segundo tipo de ironía es aquella que se dirige el mismo
ironizador. Podríamos denominarla "autoironía".
La autoironía implica una burla hacia los juegos propios. El
ser autoirónico sugiere tener un conocimiento muy objetivo de
los juegos propios y de las estructuras con ellos asociadas. Escu-
char a alguien autoironizarse constituye una experiencia deliciosa
en que se goza con el sentido del humor más profundo que alguien
pueda desarrollar; sin embargo, autoironizarse no deja de ser una
defensa. Quien ironiza consigo siente que al burlarse de sus pro-
pios juegos obtiene el derecho de jugarlos sin c'ulpa.
Se esperaría que la persona autoirónica no jugara; pero des-
graciadamente no ocurre así. La autoironía en este caso es sólo una
intelectualización que no provoca cambios reales. Cuando una per-
sona no juega, no tiene por qué ser irónica y, por tanto: el que es
irónico consigo sí juega.

_98
CUJIDRJIGESIMO:
DE SER UN EFECTO

Cuando alguien empieza a pensar que tiene un camino que se-


guir y lo considera fijo y determinado, sólo está demostrando que
ha dejado de ser causa y se ha convertido en efecto. Son los demás
quienes están fijando su camino y no él mismo.
De la misma manera, cuando alguien utiliza un esquema lógico
para explicarlo todo, significa que ese esquema ha sido descubierto
por otro y no ha resultado de una vivencia real.
Las dos condiciones anteriores tienen en común el hecho de
que la persona actúa limitándose al determinismo y las estructu-
ras de los otros --es decir, como efecto- y no en base a sus pro-
pias experiencias.
Convertirse y actuar como efecto y no como causa, hace que
el mundo deje de enseñar, impide poder aprender y produce una
sensación de vacío donde lo único importante es asimilar las ense-
ñanzas del otro. Nunca, en esa situación, se considera posible reali-
zar descubrimientos propios. Si éstos ocurren, se ponen en entre-
dicho esperando la valoración y el arbitrio del otro.
Si el otro considera que el descubrimiento no es valioso, éste
deja de serlo; si estima que tiene valor, deja de ser descubrimiento.
Si el otro enseña cuál es el camino, éste se considera incam-
biable y determinado. Si en el camino ocurre una vivencia que no
está de acuerdo con la consideración del otro, se le sacrüica en
aras de esa consideración.
Cuando alguien deja de maravillarse por el universo demuestra
que se ha convertido en efecto y ha dejado de ser causa.

99
CUJIDRJIGESIMOPRIMERO:
DEL GRJIDO
DE SOCIJILIZJICION
El grado de socialización está en relación directa con la rigidez
del mecanismo pontificio decididor de realidades.
Por tanto, la capacidad de imaginación y la de vivencia guardan
una relación inversa con el grado de socialización.
Así, alguien que no esté enteramente socializado será creativo,
imaginativo y vivirá sus sueños como realidades.

1•
CUJIDRJIGESIMOSEGUNDO:
DE LJI CJIPJICIDJID DE
ENTENDER
El cerebro del ser humano contiene de 10 a 12 mil millones de
neuronas.
El monto de posibles combinaciones entre tal cantidad de
elementos es semejante a la cantidad de partículas del universo
conocido.
El número de patrones específicos de activación neuronal es
prácticamente infinito.
La complicación de los procesos de integración que lleva a cabo
esta estructura es mayor que la de cualquier modelo que intente
explicarla.
Así, si nada es más complicado que el cerebro que cada uno
de nosotros posee, entonces podemos entenderlo todo.

F;

101
CUJIDRJIGESIMOTERCERO:
DE LJI RIGIDEZ Y DE
L:it OBSESIVIDJID
La rigidez y la obsesividad siempre se presentan juntas y tienen
las mismas causas.
Un individuo rígido es aquél que no puede aceptar que alguien
manifieste una opinión, idea o conducta diferentes de las que él
mismo tiene. Además, se caracteriza por una tendencia permanente
a imponer estructuras.
A pesar de que manifieste lo contrario, la persona rígida no tiene
capacidad de decisión, todas sus actividades son una simple puesta
en práctica de las enseñanzas de alguien y, como tal, siempre se
aplican en forma incambiable; todo aquello que salga de esas ense-
ñanzas o que no esté previsto por ellas le provoca un estado con-
flictivo que difícilmente pueda superar. La enseñanza que lo rige ,
fue impuesta y aceptada ciegamente y disminuyó sólo en apariencia
su inseguridad interna.
El deseo de imponer esas mismas enseñanzas tiene como único
propósito establecer un acuerdo que les dé más realidad. Desde
ese punto de vista, la persona rígida se basa en la manifestación
conductual como parámetro de medida y no en la experiencia inter-
na. Si se basara en la experiencia interna sabría que toda imposi-
ción es un absurdo, pues no lleva a la vivencia. Las caus;:i.s de la
inseguridad interna en la persona rígida se asocian a eventos que
en algún momento de su vida provocaron grandes sentimientos de
cu1pa que no ha podido superar. Son estos sentimientos los que
provocan indirectamente la capacidad de aceptar imposiciones. La
razón de ello es muy simple, la persona que se siente culpable
piensa que no es valiosa y que, por tanto, no puede tomar decisio-
nes. Necesita que alguien decida por ella y le enseñe el camino. La
aceptación de este último imposibilita el cambio -de allí la rígi-
dez- y además mantiene la sensación de impotencia.
La inseguridad interna provoca como reacción la manifestación
conductual obsesiva. Todo el exterior debe estar ordenado, estruc-
turado y dispuesto de tal forma que no haya posibilidad de riesgo.
La persona que es obsesiva en su conducta y que, así, muestra al
exterior una estructura de seguridad, es insegura en su interior. De
nuevo piensa que es la manifestación lo importante y lo que da
seguridad. No es capaz de sentirse a sí misma ni de admirarse;
necesita un orden externo que admirar.

102
DE LA RICIDEZ y DE LA. OBSESIJIIDAD

Tanto la rigidez como la obsesividad son simples reacciones al


hecho de no poder aceptarse a sí misma. Ambas, son simples facha•
das detrás de las cuales se oculta todo lo contrario a lo que mani-
fiestan. Las dos resultan de sentimientos de culpa que traen como
consecuencia una inseguridad interna que se desea ocultar.
Tanto la persona rígida como la obsesiva han olvidado que lo
más importante es la experiencia interna y que ésta no se puede
trasmitir; por tanto no tiene sentido manifestarla .

.,

103
CU:ztDR:ztGESIMOCU:ztRTO:
DE L:zt :ztNTIENTROPl:zt Y
DEL P:ztNDETERMINISMO
La tendencia general del universo es hacia el desorden, es decir,
la entropía. Los sistemas vivos en cambio, tienen como caracterís-
tica básica alejarse del desorden o, lo que es lo mismo, ser antien-
trópicos. La apariencia de la primera célula fue, sin lugar a dudas,
la aparición del primer sistema antientrópico vivo.
Los sistemas antientrópicos más primitivos son aquellos que no
poseen determinismo propio. Una amiba no decide su conducta,
ésta siempre está determinada y asociada a estímulos externos. Si
estimulamos a la amiba, se moverá; si no, permanecerá inmóvil.
El número de elementos que constituyen a la amiba es tan pe-
queño que la única actividad posible de esa entidad es la que resulta
de la estimulación específica.
Cuando el número de elementos aumenta, el sistema empieza a
manifestar conductas más complejas que principian a adquirir ca-
racterísticas de espontaneidad. Simultáneamente, el sistema comien-
za a ser capaz de representarse en su interior lo que lo rodea.
Cuando el grado de representación interna alcanza un suficiente
nivel, el sistema deja de ser completamente determinado y aparecen
las primeras manifestaciones de un autodeterminismo incipiente.
El sistema empieza a dejar de depender del exterior puesto que éste
puede ser introyectado.
Probablemente el ser humano se encuentra en esa etapa de
su evolución.
La capacidad de representación interna se manifiesta en forma
muy clara en los niños; sus sueños, sus procesos imaginativos y sus
juegos indican la existencia de un autodeterminismo en pleno des-
arrollo. Desgraciadamente todas esas características son bloquea-
das e inhibidas durante el proceso de socialización. Al niño se le
enseña que existe una realidad externa y que esta es la única valiosa,
es más, se le obliga a aceptar sus procesos de representación interna
como tontos y absurdos.
Todas esas enseñanzas hacen que se cree un mecanismo de valo-
ración de la realidad que inhibe la posibilidad de tener vivencias
libres sin evaluaciones y justificaciones.
Si el proceso se completa, el niño comienza a ser espectador de
sí mismo, en ese momento todo lo que haga será determinado por

104
DE LA A.NTIENTROPIA. Y DEL PA.NDETERMINISMO

aquello que piensa debería hacer, y ya no le será posible vivir sin


analizar sus vivencias.
Probablemente tenga que pasar algún tiempo antes de que el
hombre deje de ponerse obstáculos a sí mismo; cuando lo logre
podrá llegar al autodeterminismo y a la libertad interna.
Existen, sin embargo, hombres que en este instante están empe-
zando a ser libres, son todos aquellos que se han descubierto más
valiosos que las estructuras que el proceso de socialización les ha
impuesto.
Cuando el ser humano se convierta en autodeterminado entrará
en una nueva etapa de su evolución, la del pandeterminismo.
Este implica la capacidad no sólo de determinarse a uno mismo
sino de detenninar al universo.
Es la completa seguridad en la capacidad de representación
interna, la certeza de que el universo es interior y, por tanto, mane-
jable a voluntad.
Es algo a lo que llegaremos, y en verdad valdría la pena empe-
zar desde ahora.

',,

105
CUJIDRJIGESIMOQUINTO:
DEL SJIBER
CUJINDO SE ES
Existe un momento en la vida en el cual se plantea una interro-
gante:
¿De todas las vivencias, experiencias y sensaciones tenidas, cuá-
les son las que representan el ser y cuáles son comedia?
La respuesta es muy sencilla, basta recordar cuándo no ~e era
espectador de sí mismo, cuándo no se pensaba en el pensar, cuándo
no se analizaba el análisis. Todo lo sentido, vivido y experimentado
en esos momentos representa el ser, en cambio todo lo sentido,
vivido y experimentado como espectador de sí es comedia y juego.
La razón es obvia, cuando se es espectador de sí mismo se actúa
de acuerdo con una estructura, lo que se vive en esos momentos es
dicha estructura. En cambio, cuando no se es tal espectador, lo que
se vive es la vivencia. Quien pueda recordar estos momentos sabrá
que en ellos nunca hubo maldad ni egoísmo, solo bondad y amor.
Esto indica que la maldad no existe, que es solo una reacción y
una estructura, y que cuando la estructura se desecha conservando
el ser, éste siempre es bueno.

106
CUJIDRJIGESIMOSEXTO:
DE LJI CIENCIJI

La persona que se dedica a hacer ciencia considera que los resul-


tados que obtiene, la forma y el método que utiliza para obtenerlos
así como las teorías a que llega, tienen como característica funda-
mental la de ser absolutamente objetivos e incuestionablemente
reales. Piensa además que la ciencia que lo ocupa no depende ni de
la época en que se desarrolla ni de la cultura que la sostiene, lo
cual es absolutamente falso: la ciencia siempre es producto de la
actividad de un hombre con una historia particular. Tanto la forma
de aproximarse a la naturaleza como las teorías que surgen de esa
aproximación son inseparables de la historia del científico.
Basta un ejemplo para validar tal afirmación:
Nuestra cultura sostiene como premisa básica que la realidad
existe, independientemente de quién la perciba. Piensa al mismo
tiempo que un objeto es real en tanto muchos observadores estén
de acuerdo en que lo es. Simultáneamente, considera que la realidad
interna no compartible tiene un carácter subordinado y secundario
con respecto a la realidad que sí se comparte .
.Estas consideraciones se reflejan en la ciencia neurofisiológica.
Con raras excepciones, la mayoría de los estudios acerca de la
actividad eléctrica de los sistemas sensoriales ha hecho determina-
ciones acerca de qué estímulos hacen responder a una neurona y
no acerca de las características de los patrones de respuesta en esa
célula. Tal predilección por el estudio de la actividad neuronal en
términos de estímulos PXternos y no de patrones de activación
internos, ha retar:iado el conocimiento de la codificación neurofi-
siológica de la información.
Es más, el enfásis en el estímulo externo y en sus características
físicas como determinante directo de una respuesta neuronal, pro-
mueve una aproximación muy dogmática al estudio del cerebro. En
dicha aproximación, el cerebro es visto como una máquina deter-
minista que responde en forma directa e invariable a las caracte-
rísticas físicas de los estímulos y no como un sistema plástico que
cambia sus respuestas dependiendo de las memorias que son acti-
vadas por los estímulos que sólo son reales y por tanto perceptibles
en tanto evoquen un patrón de activación interno.
Desde este punto de vista, los sistemas perceptuales son consi-
derados como realizadores de una duplicación lineal del mundo

107
SEGUNDA PARTE. COMENTARIOS

externo, cuando en realidad la percepción de un objeto es insepa-


rable de la evocación de la información correspondiente almacenada
en la memoria. Así no hay una duplicación del mundo externo sino,
más bien, una construcción de él.
El interés que la ciencia neurofisiológica pone en las caracterís-
ticas físicas de los estímulos es sólo explicable si pensamos que
proviene de investigadores que han sido socializados en una cultura
que considera los eventos externos como lo único válido y real y
los internos como falsos e irreales.
Debemos recordar que la ciencia es una actividad humana y que,
por tanto, depende en su aproximación y en sus teorías de la historia
y la cultura particulares del hombre que la desarrolla.

108
CU;lDR;lGESIMOSEPTIMO:
DEL MIEDO

La única razón que nos impide atrevernos a ser nosotros mis-


mos es el miedo que nos infunde abandonar las estructuras, por la
idea de que de hacerlo lo único que resultaría serían el caos,
la infelicidad y la desesperanza.
Puesto que nunca probamos a ser nosotros mismos, no pode-
mos averiguar si dicha suposición y tales temores tienen o no fun-
damento. Nos escudamos tras el hecho de que todos quienes nos
rodean tienen el mismo miedo que nosotros y, además, afirman que
el único resultado posible de tal atrevimiento sería la infelicidad.
Nunca nos ponemos a pensar que ellos tampoco se han atrevido y
que, por tanto, tampoco saben con certeza cuál será el resultado.
Es más, el miedo que sentimos, además de tener como base la
opinión de los otros, se refuerza por la idea de que poner en duda
esa opinión provocaría que los otros nos rechazaran y dejaran de
querernos.
Si tan solo recordáramos que el mundo en que vivimos y las
estructuras en que se basa han sido responsables, en lo que va del
siglo, de la muerte de decenas de millones de hombres; si al menos
trajéramos a la memoria la hipocresía que nos rodea, la pobreza
que nos envuelve, la injusticia donde estamos sumergidos; si tan
sólo dejáramos de conformarnos con tanto ... nos atreveríamos.
Solo entonces descubriríamos la verdad: a lo único que conduce
el ser yo mismo es a amarme a mí y a todo lo que me rodea. Sabría-
mos que toda la falta de amor de antes fue sólo el resultado de
considerar los acuerdos y las estructuras como lo más significativo.
Conoceríamos que nuestra realidad interna es más importante
y valiosa que cualquier juego y que el resultado de hacer lo que
realmente somos y no lo que los demás esperan que hagamos, e5 todo
lo contrario a la infelicidad, el caos y la desesperanza. En ese mo-
mento, cada instante de nuestra vida se convertiría en lo más
importante y valioso: amaríamos a cualquier persona con quien
interactuásemos. Y todo esto como resultado de amarnos, confiar
y ser nosotros mismos.

109
CU:ztDRJIGESIMOCTJIVO:
DEL SER

La última etapa del cambio hacia el ser, ocurre cuando acaban


las dicotomías:
Cuando lo que se hace coincide punto a punto con lo que se
piensa.
Cuando todo es importante y valioso y se deja de jerarquizar.
Cuando desaparece por completo la autocomplacencia.
Cuando deja de interesar que otros noten el cambio.
Cuando cada estímulo y cada situación enseñan.
Cuando se deja de dar valor diferente a las cosas.
Cuando todo se convierte en uno mismo.
Cuando se deja de analizar el análisis y se deja de pensar en el
pensamiento.
Cuando se deja de pensar en el ser y se es.
Cuando se deja de actuar por recibir aprobación.
Cuando se deja de predicar y de imponer y únicamente se tras-
mite.
Cuando se vive sin valorar la vivencia.
Cuando se ama a todo y a todos.
Cuando se es libre.
Cuando se llega al ser.

110
"Somos ingenuos y, al mismo tiempo, ingeniosos; el conflicto de
decidir la aceptación de la realidad de •
nuestro interior, la transferimos, en un acto de suprema audacia
e hipocresía, a la decisión del otro, cuando el
otro hace lo mismo".
"Culpamos al exterior de nuestros problemas, porque somos
incapaces de concebir que todo resulta de una realidad que,
con desesperación, tratamos de conservar".
Estamos seguros que el lector leerá estas páginas de una sola tirada.
Como nosotros.

_[IJ
TRILLAS

También podría gustarte