JOSÉ FRANCISCO ACUÑA VIZCAYA
Magistrado Ponente
SP258-2020
Radicación No. 50583
(Aprobado acta No. 022)
Bogotá, D.C., cinco (5) de febrero de dos mil veinte
(2020).
La Sala decide el recurso de casación promovido por el
defensor de JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL contra la
sentencia de 18 de abril 2017, por la cual el Tribunal
Superior de Medellín revocó la absolutoria emitida el 13 de
febrero anterior por el Juzgado Décimo Penal del Circuito de
la misma ciudad y, en su lugar, condenó al nombrado como
autor de los delitos de receptación y uso de documento
público falso agravado.
HECHOS
En enero de 2015, un residente del barrio Santa Cruz
de Medellín informó a funcionarios de la Policía Nacional
adscritos a la estación de ese lugar que había recibido varios
comparendos por infracciones de tránsito cometidas por un
individuo que se movilizaba en una motocicleta con la misma
1
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
placa asignada a un rodante de su propiedad, y que al
parecer dicho vehículo se encontraba en ese mismo sector de
la ciudad.
Con ocasión de lo anterior, los funcionarios se
percataron de que la persona que conducía el aludido
vehículo, que le había sido hurtado meses atrás a Eliana
Marcela Gómez Olarte, era el patrullero JOSÉ MIGUEL
BELTRÁN REAL, quien lo adquirió en virtud de un negocio
celebrado con una persona anónima en septiembre de 2014.
El rodante no exhibía la placa original (MQX86D) sino otra,
en concreto, VDS91C, de la que se estableció su naturaleza
espuria.
ANTECEDENTES PROCESALES
1. En audiencia preliminar celebrada el 22 de enero de
2015 ante el Juzgado Noveno Penal Municipal con Función
de Control de Garantías de Medellín, la Fiscalía legalizó la
captura de JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL y le formuló
cargos como autor de los delitos de uso de documento
público falso agravado y receptación, definidos en los
artículos 291, inciso 2°, y 447, inciso 2°, del Código Penal1.
No se le afectó con medida de aseguramiento.
2. El escrito de acusación fue radicado el 10 de febrero
de 20152, y el asunto fue repartido para su conocimiento al
1
F. 4, récord 1:13:15 y ss.
2
Fs. 11 y ss.
2
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
Juzgado Décimo Penal del Circuito de Medellín. El 3 de junio
del mismo año, consecuentemente, se instaló la audiencia en
que aquélla sería formulada, pero en esa oportunidad, la
defensa impugnó la competencia del despacho aduciendo
que correspondía a la justicia penal militar3.
3. Mediante auto de 29 de julio de 2015, la Sala
Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la
Judicatura asignó el conocimiento del caso a la justicia
ordinaria4.
4. El 12 de octubre de 2016, la Fiscalía acusó a
BELTRÁN REAL en los mismos términos objeto de la
imputación5.
5. La audiencia preparatoria se celebró el 5 de
diciembre de 20166, mientras que el juicio oral se agotó en
sesiones celebradas los días 12 de diciembre del mismo año 7
y 24 de enero de 20178.
6. Mediante sentencia de 13 de febrero de 2017, el
despacho absolvió a JOSÉ MIGUEL BELTRÁN. El Juez
consideró, en esencia, que el nombrado no obró dolosamente
porque desconocía el origen ilícito de la motocicleta en que se
movilizaba y la naturaleza espuria de la placa que ésta
portaba9.
3
F. 25.
4
Fs. 57 y ss.
5
F. 190, récord 32:50 y ss.
6
F. 192.
7
F. 199.
8
F. 226.
9
Fs. 229 y ss.
3
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
El Tribunal Superior de Medellín, en sentencia de 18 de
abril de 2017 proferida al resolver el recurso de apelación
interpuesto por la Fiscalía, revocó el fallo de primer grado y
condenó a BELTRÁN REAL por los cargos imputados.
Consecuentemente, le impuso las penas de 90 meses de
prisión, inhabilitación para el ejercicio de derechos y
funciones públicas por igual término y multa de 14 salarios
mínimos mensuales legales vigentes. Además, le negó la
suspensión condicional de la ejecución de la pena y la prisión
domiciliaria10. Dispuso que, en firme la decisión, se librase
orden de captura para el cumplimiento de la sanción
impuesta.
LA DEMANDA
Con fundamento en la causal tercera de casación,
presenta un único cargo en el que denuncia la ocurrencia
de un falso juicio de identidad por cercenamiento respecto
del «documento No. S20165939 del 29 de julio de 2016,
expedido por la… Policía Metropolitana del Valle de Aburrá».
Esa prueba indica, dice, que en septiembre de 2014
BELTRÁN REAL consultó dos veces los antecedentes de las
placas MQX86D y VDS91C, y «las cuatro consultas en la
base de datos de la SIJIN arrojaron resultados negativos…
(por) pendientes de hurto».
10
Fs. 250 y ss.
4
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
Con todo, el ad quem cercenó el «alcance probatorio» de
esa pieza y concluyó, en contrario, que los resultados de las
consultas elevadas por el acusado son insuficientes para
descartar el dolo – máxime tratándose de un funcionario de
la Policía Nacional – pues «ante (las) evidentes
inconsistencias entre la placa exhibida por el rodante y los
guarismos de identificación remarcados en el cuerpo del
velocípedo», tenía la carga de realizar verificaciones
adicionales para descartar el origen ilícito del automotor.
Con tal razonamiento, alega, el fallador de segundo
grado «le negó al documento el pleno valor que este alberga».
De hecho, continúa, la captura de JOSÉ MIGUEL
BELTRÁN REAL se produjo luego de que funcionarios de la
Policía Nacional hicieran exactamente la misma verificación
en la base de datos que hizo aquél, lo cual demuestra que
ese sí es un medio idóneo y suficiente para establecer la
licitud del vehículo, y que «no hay un protocolo adicional a la
simple verificación de los antecedentes del rodante».
Agrega que «el hecho de que una motocicleta presente
una placa y regrabaciones en el cuerpo del aparato que no
corresponden a la placa no necesariamente implica ilicitud»,
conforme lo expuso en juicio el uniformado Eduardo
Enrique Calderón.
Explica que el hurto de la motocicleta, ocurrido el 4 de
septiembre de 2014, fue reportado a la Policía y registrado
5
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
por ésta con un error en la placa (MQX83D en lugar de
MQX86D). Ese yerro fue acreditado documentalmente en el
proceso y tomado en cuenta por el Tribunal como indicio
del dolo, pero por esa vía incurrió en un absurdo, pues el
sistema «en ningún caso reporta las placas parecidas o
cercanas».
Sostiene, así mismo, que BELTRÁN REAL, conforme lo
atestó Deivid Guisao, no se hizo a la motocicleta hurtada en
virtud de una compraventa, sino que le fue entregada como
garantía de un préstamo y, por ello, se equivocó el ad quem
al derivar del precio irrisorio de la transacción otro hecho
indicador del dolo.
Lo que la evidencia enseña, concluye, es que el
acusado «se preocupó por descartar el delito al verificar los
antecedentes de la motocicleta». En tal virtud, debe casarse
la sentencia de segunda instancia para, en su lugar, dejar
vigente la absolutoria emitida por el Juez a quo.
LA AUDIENCIA DE SUSTENTACIÓN
1. El defensor reiteró los argumentos expuestos en la
demanda e insistió en la pretensión allí expuesta, consistente
en que se case el fallo de segundo grado y se mantenga la
absolución de JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL11.
11
Récord 3:45 y ss.
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Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
2. La Delegada de la Fiscalía12 y el Representante del
Ministerio Público13, por su parte, pidieron, con argumentos
similares, que se mantenga vigente la sentencia atacada, que
estiman legal y acertada.
Señalan que el Tribunal no cercenó el documento que
alude a las consultas efectuadas por BELTRÁN REAL, que,
por el contrario, apreció su dimensión objetiva. Diferente es
que haya concluido que esa pieza no descarta el dolo con que
actuó aquél, porque otros medios de prueba dan cuenta de
que conocía el origen ilícito de la motocicleta y la falsedad de
la placa que portaba. Ello se infiere razonablemente de las
condiciones de la negociación y las calidades personales del
acusado, en tanto para la época de los hechos trabajaba
como patrullero de la Policía Nacional y había recibido
capacitación en materia de hurto de vehículos.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE
1. Precisiones preliminares.
En el presente asunto, la demanda impetrada a nombre
de JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL se declaró formalmente
ajustada a derecho para garantizar la facultad de impugnar
la primera condena consagrada en el Acto Legislativo No. 01
de 2018, toda vez que el fallo de segunda instancia
censurado revocó la absolución dispuesta por el a quo y
12
Récord 15:30 y ss.
13
Récord 23.30 y ss.
7
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
declaró, por primera vez, la responsabilidad penal del
acusado.
En tal virtud, compete a la Corporación no sólo verificar
si los cargos elevados por el demandante están llamados a
prosperar con prescindencia de cualquier consideración
formal respecto de su formulación, sino también, de ser
descartados aquéllos, examinar sustancialmente el asunto a
efectos de discernir la posible necesidad de casar
oficiosamente el fallo impugnado en garantía de los derechos
del condenado.
Precedentemente, sin embargo, la Corte realizará
algunas consideraciones en torno a la estructura típica del
delito de uso de documento público falso que le fue imputado
a BELTRÁN REAL y su relación con el punible de falsedad
marcaria, especialmente frente a casos atinentes a la
alteración de placas vehiculares.
2. Sobre los delitos de uso de documento público falso y
falsedad marcaria.
2.1 El delito de uso de documento público falso está
definido en el artículo 291 del Código Penal, modificado por
el artículo 54 de la Ley 1142 de 2007, así:
El que sin haber concurrido a la falsificación hiciere uso de
documento público falso que pueda servir de prueba, incurrirá en
prisión de cuatro (4) a doce (12) años.
Si la conducta recae sobre documentos relacionados con medios
motorizados, el mínimo de la pena se incrementará en la mitad.
8
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
Ese precepto no puede comprenderse adecuada e
integralmente sin referencia al contenido en el artículo 287
de la misma codificación, que, en lo pertinente, prevé:
El que falsifique documento público que pueda servir de prueba,
incurrirá en prisión de cuarenta y ocho (48) a ciento ocho (108)
meses.
Por su parte, el de falsedad marcaria aparece definido
en el artículo 285 ibídem, modificado por el 3° de la Ley 813
de 2003, en los siguientes términos:
El que falsifique marca, contraseña, signo, firma o rúbrica usados
oficialmente para contrastar, identificar o certificar peso, medida,
calidad, cantidad, valor o contenido, o los aplique a objeto
distinto de aquel a que estaba destinado, incurrirá en prisión de
dieciséis (16) a noventa (90) meses y multa de uno punto treinta
y tres (1.33) a treinta (30) salarios mínimos legales mensuales
vigentes.
Si la conducta se realiza sobre sistema de identificación de medio
motorizado, la pena será de sesenta y cuatro (64) a ciento
cuarenta y cuatro (144) meses de prisión y multa de uno punto
treinta y tres (1.33) a treinta (30) salarios mínimos legales
mensuales vigentes.
De acuerdo con las descripciones típicas referidas, en el
ordenamiento jurídico penal colombiano son reprimidos
discriminadamente los siguientes comportamientos:
(i) Falsificar un documento público que pueda servir
de prueba (art. 287).
(ii) Falsificar una marca, contraseña, signo, firma o
rúbrica usados oficialmente para contrastar,
9
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
identificar o certificar peso, medida, calidad,
cantidad, valor o contenido (art. 285, inc. 1°).
(iii) Usar un documento público falso sin haber
concurrido a su falsificación (art. 291, inc. 1°).
(iv) Aplicar una marca, contraseña, signo, firma o
rúbrica usados oficialmente para contrastar,
identificar o certificar peso, medida, calidad,
cantidad, valor o contenido a un objeto al que no
está destinado/a (art. 285, inc. 1°).
(v) Usar un documento público falso «relacionado con
medios motorizados» (art. 291, inc. 2°).
(vi) Falsificar o aplicar a un objeto al que no está
destinado/a una marca, contraseña, signo, firma
o rúbrica atinente a un «sistema de identificación
de medio motorizado» (art. 285, inc. 2°).
De la lectura de las normas referenciadas se desprende
que las conductas delictivas examinadas son esencialmente
idénticas en los que refiere a la acción penada (con la
diferencia entre las alocuciones usar y aplicar, sobre lo que
se volverá más adelante), y se distinguen básicamente por el
objeto sobre el que recaen, esto es, un documento público
relacionado o no con medios motorizados, por un lado, y una
marca, contraseña, signo, firma o rúbrica oficiales,
relacionados o no con un sistema de identificación de
medios motorizados, por el otro.
Con todo, tal distinción, que en principio parece obvia,
surge problemática cuando la situación fáctica examinada
10
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
(como en este caso) atañe a la falsificación, utilización o
aplicación de placas vehiculares, porque éstas tienen la
doble connotación de documentos públicos relacionados
con medios motorizados y marcas oficiales identificadoras
de vehículos automotores.
En efecto, el artículo 2° de la Ley 769 de 2002, por la
cual se expidió el Código Nacional de Tránsito, las define
explícitamente como «documento(s) público(s) con validez
en todo el territorio nacional». Además de ello, las placas
vehiculares corresponden en todo a la definición de
documento consagrada para efectos legales en el artículo
294 de la Ley 599 de 2000, en tanto (i) son una expresión
de persona conocida, (ii) recogida en un medio impreso y
(iii) incorporan datos con capacidad probatoria. Su
naturaleza de públicos u oficiales deviene de que son
expedidos por una autoridad administrativa.
No obstante, las placas también tienen la naturaleza
de marcas, entendidas estas como «señal(es) usada(s)
para… identificar»14, ora como «cualquier señal usada para
conocer una cosa o para identificarla»15, o bien, como
«instrumentos con que se marca o señala una cosa para
diferenciarla de otras»16. Aquéllas, precisamente, son
señales con definidas características geométricas (la forma
rectangular de dimensión estándar fijada en la ficha técnica
expedida para ese fin por el Ministerio de Transporte)
14
CÓRDOBA POVEDA, Jorge. “La Falsedad Marcaria en el Nuevo Código Penal”. En Estudios
sobre los nuevos Códigos Penales, Ed. Fundación General de la Universidad de Salamanca,
2001.
15
ARENAS SALAZAR, Jorge. “Delito de falsedad”. Ed. Doctrina y Ley, Bogotá, 2002, p. 312.
16
ANTÓN ONECA, José y RODRÍGUEZ MUÑOZ, José Arturo. “Derecho Penal. Parte Especial”.
Ed. Gráfica Administrativa, Madrid, 1949, p. 117.
11
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
cromáticas (amarillo, blanco o azul, según se trate de
vehículos particulares, de servicio público o diplomáticos, o
con letras negras y azules, para el caso de automotores
clásicos y antiguos17) y alfanuméricas (de seis caracteres,
principalmente) que cumplen la función legal de
«identifica(r) externa y privativamente un vehículo», como lo
prevé el artículo 2° de la Ley 769 de 2002 atrás citado, y
permiten distinguirlo externamente de cualquier otro,
incluso si es de las misma marca, línea, color y modelo, así
como conocer el régimen jurídico aplicable a su uso y
tenencia.
En esas condiciones, no es claro si, para efectos
penales, las placas vehiculares deben considerarse
documentos públicos relacionados con medios motorizados
(caso en el cual su adulteración corresponde al ámbito de la
falsedad documental), o bien, si tienen la naturaleza
preminente de marcas relacionadas con un sistema de
identificación de medio motorizado» (en cuyo evento su
alteración representa una forma de falsedad marcaria
agravada).
Desde luego, queda necesariamente descartada la
materialización de un concurso ideal entre las falsedades
documentales y la marcaria, pues unas y otra tienen
sustento fáctico análogo y protegen idéntico bien jurídico,
esto es, el de la fe pública, por lo cual sólo pueden concurrir
aparentemente.
17
Resolución 3257 de 2018.
12
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
2.2 La jurisprudencia de la Sala no se ha encargado de
discernir suficientemente la tipicidad de tales
comportamientos.
Inicialmente, en decisión de 24 de julio de 1997, esta
Corporación precisó que el delito de falsedad marcaria,
entonces establecido en el artículo 271 del Decreto Ley 100
de 1980, se configuraba ante la adulteración de «los
números que, de acuerdo a la ley, deben ser insertados en
diferentes lugares, tales como el motor, el chasís, etc.». Nada
dijo explícitamente sobre los números de identificación
externa de los vehículos (las placas), con lo cual el asunto
quedó en indefinición.
Posteriormente, en auto de 22 de abril de 1998 18,
extendió el ámbito de tipificación del referido punible
también a la imitación de las placas impuestas en el
exterior de los automóviles. Entendió que éstas, conforme lo
disponía el entonces Código de Tránsito, hacen parte del
sistema de identificación de los rodantes, conformado,
además, por los «números colocados en el motor, el chasis y la
plaqueta». De esa decisión discrepó un Magistrado de la Sala.
Más adelante, en sentencia de 17 de abril de 2013 19 la
Corte, tras examinar el desarrollo histórico del punible de
falsedad marcaria, aseveró que «es procedente asociar (ese)
ilícito… con la alteración de los sistemas de identificación
de un automotor, lo que se conoce como regrabación».
18
Rad. 10242.
19
Rad. 40159.
13
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
Aseguró que esa punición se justifica porque «con la
falsificación de los sistemas de identificación de un
automotor no se pretende simplemente conculcar normas de
observancia para el tráfico o en el ejercicio de la conducción
ni evadir los reglamentos de archivo de las oficinas de
tránsito, sino encubrir el verdadero origen de las piezas
objeto de modificación y que por lo general es ilegal».
En esta ocasión, entonces, consideró que la alteración
de los «sistemas de identificación» vehiculares corresponde
al delito de falsedad marcaria, pero pareció vincularlo
únicamente con aquéllos susceptibles de «regrabación», esto
es, los números tallados en el motor, el chasis u otras
piezas.
Años después – en auto de 29 de agosto de 2018 20 - la
Corte razonó así en relación con la descripción típica de la
falsedad marcaria:
…en cuanto al problema probatorio insinuado frente al delito de
falsedad marcaria, impera señalar que el censor echa en falta es la
acreditación de la condición espuria de la placa “CZA-534”, aspecto
en el que no recae la tipicidad de la aludida conducta, pues
independientemente de que ésta sea o no falsa, lo relevante para el
injusto es que mediante la misma, al ser empleada para sustituir
la que originalmente y en verdad correspondía al vehículo
hurtado, fue adulterado el sistema o conjunto de datos de
identificación del respectivo medio motorizado, configurándose así la
hipótesis descrita en el artículo 285-2 de la Ley 599 de 2000.
Esta vez, pues, se señaló que constituye falsedad
marcaria la conducta emplear una placa, auténtica o no, en
un vehículo distinto a aquél para el que destinada. Con tal
20
Rad. 53227.
14
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
razonamiento se insinuó, aun cuando implícitamente, que
también el comportamiento de falsear la placa queda
comprendido en esa descripción típica.
2.3 Pues bien, para resolver la cuestión basta acudir al
principio de especialidad. Éste resulta aplicable cuando
(como sucede en este asunto) un comportamiento parece
subsumirse en dos tipos penales diversos, pero uno de ellos
«contiene todos los elementos del otro (y), además, se ocupa
de otros aspectos, en cuanto tiene mayor riqueza
descriptiva»21.
En efecto, las marcas, contraseñas, signos, firmas o
rúbricas usados oficialmente para contrastar, identificar o
certificar peso, medida, calidad, cantidad, valor o contenido,
aunque puedan eventualmente tener la doble condición de
tales y, a la vez, de documentos públicos, están definidos
con mayor especificidad que éstos a partir de su origen y
propósito.
Tratándose de las placas vehiculares, es claro, como
ya se indicó, que son marcas oficiales identificadoras y,
simultáneamente, documentos públicos, pero representan
una especie calificada de estos, en tanto se les individualiza
conceptual y normativamente con mayor detalle por (i) la
autoridad que las expide, que lo es la administrativa de
tránsito22, en oposición al origen genérico de los documentos
públicos considerados en abstracto, es decir, cualquier
21
CSJ SP, 24 nov. 2010, rad. 34482.
22
Con la intervención del Ministerio de Relaciones Exteriores para el caso de placas
diplomáticas, conforme lo prevé el inciso 2° del artículo 44 del Código Nacional de Tránsito.
15
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
servidor público en el ámbito de sus atribuciones
constitucionales, legales o reglamentarias, y; (ii) la función
que la Ley les asigna, de servir como mecanismo de
identificación externa de los automóviles, en contraste con
cualquier otra genéricamente asignada al universo de
documentos públicos.
De ahí que el delito de falsedad marcaria es especial
respecto del ilícito de falsedad en documento público,
conclusión que se hace obvia en tanto no todo documento
público es una placa, pero toda placa es una especie
calificada de documento público. Por ende, si la
adulteración física se produce respecto de una placa
vehicular, aun cuando ésta pertenezca al género de los
documentos oficiales, tal conducta se subsumirá
objetivamente en el tipo de falsedad marcaria.
Dicha interpretación encuentra soporte en los
antecedentes legislativos de la Ley 813 de 2003, que
modificó el artículo 285 del Código Penal y le adicionó el
segundo inciso. Ciertamente, en la exposición de motivos
del proyecto que culminó con la aprobación y promulgación
de dicha norma, se señaló que el objeto de la misma era
«adicionar (el tipo penal) de la falsedad marcaria, cuando el
comportamiento recaiga sobre el sistema de identificación
del medio motorizado»23, es decir, tanto las marcas
internas impresas en el motor y el chasis, como las
externas, esto es, las placas, a las cuales – se insiste – la
23
Gaceta del Congreso No. 445, f. 8.
16
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
Ley atribuye la función de «identifica(r) externa y
privativamente un vehículo».
Y es que históricamente el legislador ha considerado
que las placas y los sistemas internos de identificación de
los automotores corresponden a una misma categoría y ha
castigado su adulteración unificadamente: el artículo 15 del
Decreto 1699 de 1964 sancionaba a quien «regrabare sin
autorización legal la numeración de un vehículo; o alterare
o cambiare sus placas o su apariencia para impedir o
dificultar su identificación», mientras que el 32 del Decreto
1355 de 1970 hacía lo propio frente a quien «sin permiso de
autoridad competente suprima o modifique los números de
identificación de motor, carrocería, bastidor o "chasis" de
vehículo automotor o los de la placa de su matrícula o use
placa distinta de la autorizada».
Evidente, pues, que tradicionalmente, en el orden
jurídico interno, la placa vehicular se ha reconocido como
parte integrante del sistema de identificación de los
automotores, pero, además, que su alteración no se ha
clasificado normativamente como una forma de falsedad
documental, sino que se ha asociado a otras modalidades
comportamentales propias de la falsedad marcaria.
En ello, por demás, coincide la doctrina especializada,
bien sea porque expresamente entiende que la adulteración
de placas vehiculares actualiza el delito definido en el
17
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
artículo 285 del Código Penal 24, ora porque ni siquiera
contempla este último ilícito como una modalidad de
falsedad documental25.
2.4 De acuerdo con la pauta hermenéutica esbozada,
entonces, se tienen las siguientes conclusiones:
2.4.1 El delito de falsedad marcaria en la modalidad
agravada se configura por (i) la falsificación material de una
placa vehicular, úsese o no, y; (ii) la aplicación de una placa
a un vehículo al cual no está originalmente destinada.
Esta segunda modalidad conductual reclama dos
precisiones:
2.4.1.1 La expresión aplicar, de acuerdo con su sentido
ordinario o común, significa «poner algo sobre otra cosa o en
contacto con otra cosa»26, de suerte que, en principio, incurre
en esa conducta quien materialmente impone o instala la
placa en el rodante al que no está destinado (o bien, quien
lo determina a hacerlo o concurre a la imposición o
instalación como cómplice o coautor impropio).
Con todo, aplicar significa también «emplear… (una)
medida… a fin de obtener un determinado efecto… en
alguien o algo»27. De ahí que, como lo entendió la Sala en
decisión de 29 de agosto de 2018 atrás citada, el
24
Bernate Ochoa, Franciso. “Delitos contra la Fe Pública”. Ed. Universidad del Rosario.
Bogotá, 2010. Fs. 76 y ss.
25
Corredor Beltrán, Manuel. “Falsedad documental: ficción social de autor”. Ed. Universidad
Externado de Colombia, Bogotá, 2007. F. 271.
26
Diccionario de la Real Academia Española.
27
Ibídem.
18
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
comportamiento penado en el inciso 2° del artículo 285 no
lo comete sólo quien materialmente instala o impone la
placa auténtica en el automóvil al que no pertenece, sino
también quien la emplea, o lo que es igual, quien la usa
como mecanismo externo de identificación de un rodante al
que no está asignada.
Esta hermenéutica del verbo rector aplicar no sólo
consulta la semántica ordinaria del término, como se
indicó, sino que atiende además un criterio sistemático:
según quedó visto, los comportamientos reprimidos
respecto de los documentos públicos generalmente
considerados y las marcas, una de ellas la placa vehicular,
son esencialmente idénticos, con la diferencia advertida
entre las locuciones usar, del artículo 291 del Código Penal,
y aplicar, del 285.
Siendo ello así, ningún sentido tendría admitir que el
legislador, en cuanto a los documentos públicos falsos
“relacionados con medios motorizados”, haya resuelto
castigar el simple uso, pero que en relación con las marcas
propias de los “sistemas de identificación de medios
motorizados” sólo haya querido sancionar su aplicación,
entendida ésta como su imposición o instalación física en el
rodante.
Esa comprensión sistemática afianza entonces la
interpretación recién explicada, esto es – se repite - que el
verbo rector aplicar contenido en el artículo 285 del Código
Penal comprende tanto el acto de instalar físicamente a un
19
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
vehículo una placa que no le está destinada, como el de
emplearla o usarla.
2.4.1.2 La placa indebidamente empleada no
necesariamente debe ser original. En efecto, la norma
criminaliza el comportamiento de quien la «aplique a objeto
distinto de aquel a que estaba destinado», lo cual permite
inferir, como primera línea de razonamiento, que aquélla –
la placa – ha sido legal y regularmente expedida y
formalmente asignada a un determinado rodante, es decir,
que es auténtica, pero el agente la emplea en otro. De una
placa espuria, en principio, no es posible afirmar que
estuviere «destinada» a identificar automotor alguno.
Con todo, lo que normalmente sucede en el devenir
ordinario de este tipo de criminalidad es la utilización de
placas que, aunque materialmente falsas, son copia íntegra
de las originales que han sido regularmente expedidas por
la autoridad competente – comportamiento conocido como
“gemeleo” - de suerte que en las licencias apócrifas se
replican los rasgos cromáticos y alfanuméricos de las
auténticas que se asignan o destinan a otros vehículos.
En esas condiciones, esta modalidad delictiva también
se materializa cuando se emplea en un rodante una placa
que, no obstante ser materialmente espuria, imita los
rasgos distintivos de una original que fue expedida con el
expreso destino de identificar un automotor diferente.
20
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
A este respecto, la Sala retoma lo planteado en el en
auto de 29 de agosto de 2018 atrás citado, en el sentido de
que esta modalidad delictual se configura
«independientemente de que (la placa) sea o no falsa», en
tanto «lo relevante para el injusto es que mediante la misma, al
ser empleada para sustituir la que originalmente y en
verdad correspondía al vehículo hurtado (sea) adulterado
el sistema o conjunto de datos de identificación del respectivo
medio motorizado».
2.4.2 El delito de falsedad material de documento
público se configura por la confección espuria de
documentos oficiales distintos de placas vehiculares.
2.4.3 El uso de documento público falso en la
modalidad agravada, es decir, el definido en el inciso 2° del
artículo 291 del Código Penal, se perfecciona por la
utilización de documentos falsos «relacionados con medios
motorizados», pero en todo caso, distintos de la placa,
siempre que el agente no concurra a la falsificación.
Algunos ejemplos de ello son la licencia de conducción, la
denominada tarjeta de propiedad o el certificado de revisión
técnico-mecánica, entre otros.
2.5 En el caso concreto examinado, se tiene que a
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL se le atribuye el haber
empleado la placa falsa VDS91C en una motocicleta a la que
oficialmente se le había asignado la MQX86D. Aquélla
correspondía en sus caracteres cromáticos y alfanuméricos a
21
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
la oficialmente expedida por la autoridad administrativa
competente con destino a otro rodante distinto, en concreto,
el perteneciente a quien denunció los hechos investigados.
Ese comportamiento, entonces, no corresponde al delito
de uso de documento público falso definido en el segundo
inciso del artículo 291 del Código Penal (que fue el aplicado
por el Tribunal equivocadamente), sino al de falsedad
marcaria de que trata el inciso 2° del artículo 285 ibídem
que, por consecuencia, dejó de aplicar.
Dicho error de derecho impone a la Sala su corrección
oficiosa y, por lo tanto, la situación del acusado JOSÉ
BELTRÁN REAL se examinará desde la óptica del segundo
tipo penal aludido. Tal variación es posible en esta sede
porque (i) la pena prevista para el delito de falsedad marcaria
agravado, de 64 a 144 meses de prisión, es menor de la
señalada para el punible de uso de documento público falso
agravado, que oscila entre 72 y 144 meses de privación de la
libertad, (ii) no comporta desconocimiento, desbordamiento o
modificación de la imputación fáctica, y (iii) en modo alguno
resultan quebrantadas las garantías de las partes, y en
particular las del procesado, pues la consideración que
provoca el cambio en la tipicidad no afecta la teoría del caso
defensiva ni supone la introducción de consideraciones de
hecho que aquél no haya podido confrontar o controvertir.
3. El caso concreto.
22
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
3.1 En el juicio se demostró que el 9 de septiembre de
2014, JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL consultó ante la base
de datos de la SIJIN denominada Tsunami los antecedentes
de la placa falsa VDS91C que portaba la motocicleta objeto
de este proceso, como también de la original MQX86D, que
es la oficialmente asignada a ese automotor y aparecía
estampada en distintas partes del chasis. De ello da cuenta
el oficio de 29 de julio de 2019 suscrito por el subintendente
Hader Stiwar Paz Palacios28, incorporado al juicio a través de
este último29.
Tales consultas, efectuadas entre las 8:35 y 8:50 P.M.,
arrojaron como resultado que ninguna de las dos tenía
reportes por hurto. Lo anterior, a pesar de que Eliana
Marcela Góez Olarte30, propietaria legítima del rodante,
denunció que le fue robado el 5 de septiembre de 2014 y,
según se acreditó documentalmente mediante oficio de 11 de
marzo de 2016, «el pendiente fue ingresado al sistema
SIOPER de la Policía Nacional el día 08 de noviembre» de esa
misma anualidad31. Lo que sucedió, según ese mismo
documento, es que en el registro de la denuncia ocurrió un
error tipográfico y, en vez de inscribirse como hurtada la
placa MQX86D, se incorporó en la base de datos la
secuencia MQX83D.
3.2 El defensor denuncia que el Tribunal «cercenó el
alcance probatorio» de esa pieza, el cual, a su entender,
28
Fs. 218 y ss.
29
Sesión de 12 de diciembre de 2016, récord 1:56:00 y ss.
30
Ibídem, récord 35:00 y ss.
31
F. 217.
23
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
acredita que BELTRÁN REAL obró sin dolo y desconocía
tanto el origen ilícito de la moto como la naturaleza espuria
de la placa que portaba.
No obstante, la revisión del fallo de segundo grado
indica inequívocamente que el Tribunal contempló esa pieza
en su real dimensión objetiva y no le suprimió ningún aparte
relevante. En efecto, la Corporación admitió que, de acuerdo
con la prueba documental atrás referida, «el acusado
(consultó) el 9 de septiembre de 2014 en la base de datos de
la DIJIN… los números de placas MQX-86D a las 20:38, 20:50
horas, y VDS-91C a las 20:35, 20:39 horas», y reconoció
también como demostrado que «ninguno reportó algún
pendiente…»32.
Cosa distinta es que, en criterio del juzgador de
segundo grado, tal constatación resultare insuficiente para
concluir que JOSÉ MIGUEL BELTRÁN ignoraba que el
rodante había sido hurtado y exhibía una placa apócrifa.
Concluyó, en contra de ello, que el dolo en el comportamiento
del enjuiciado aparece demostrado en el grado suficiente
para proferir condena a partir de plurales indicios, así:
«Aplicando el sentido común, las reglas de la experiencia y
la lógica, esto es, el método de la sana crítica, todo indica
que ante tan evidentes inconsistencias como las que se
observaban entre la placa exhibida por el rodante que el
acusado pretendía adquirir y los guarismos de
identificación que aparecían remarcados en varios puntos
del cuerpo del velocípedo, la simple verificación de
anotaciones… resultaba insuficiente, y esta es una conclusión
a la que puede arribar cualquier ciudadano promedio puesto en la
32
F. 255.
24
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JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
misma situación que el procesado; ni qué decir entonces de un
patrullero de la Policía Nacional…
No otra cosa puede extractarse de lo dicho en juicio por quien para
la época era el superior del gendarme, teniente Cristian Andrés
Castillo Marín, oficial que dejó claro que los protocolos de la
institución en los cuales son instruidos los agentes del orden
indican que en estos casos deben consultarse los antecedentes que
figuren con el respectivo número de placa, pero si el automotor
genera sospechas y las averiguaciones no arrojan mayores
resultados, se debe acudir a otros medios como consultar
con los números de identificación de chasis y motor del
vehículo, por ejemplo… llevando el rodante a la SIJIN para
allí realizar las experticias de rigor…
(…)
Como acertadamente lo señala el apelante, son varios los hechos
expuestos en este proceso, relacionados con la presunta
transacción jurídica de la motocicleta de marras, que
indudablemente generan sospechas y como tal no pueden pasar
inadvertidos para la judicatura, erigiéndose en puntos de partida
para realizar inferencias indiciarias plenamente válidas. Así,
según la situación modal que rodeó la supuesta compra del
rodante por parte del enjuiciado, era razonable esperar que ante
las inconsistencias que presentaba el artefacto, mínimamente su
tenedor hubiera demostrado su procedencia legal respaldándola
con la respectiva documentación que lo acreditara como propietario
del velocípedo, pero extrañamente no se le exigió ningún tipo de
soporte, ni siquiera un recibo, y sin más se dice que el comprador
entregó la suma de un millón de pesos a un desconocido…
(…)
… Pero como si fuera poco, se escuchó decir en juicio al
subintendente Germán Alberto López Hernández… quien mediante
oficio del 11 de marzo de 2016 le informó al acusado que
consultada la base de datos del sistema operativo de antecedentes
SIOPER la motocicleta identificada con el número de placa MQX-
86D figuraba como hurtada desde el 2014; así mismo, figuraba un
rodante identificado con la placa MQX-83D, lo cual resultó ser un
error de digitación de fácil deducción por la evidente similitud con
los hechos constitutivos del hurto de la moto identificada con la
primera placa en mención, esto es, la hurtada a la joven Eliana
Marcela Góez Olarte.
Tal como lo enseña la experiencia judicial, cuando se hurtan un
automotor, los delincuentes pretenden obtener los mayores réditos
económicos entregando el bien a precios que en una negociación
legal serían absurdos, irrisorios, ínfimos, como aconteció en este
caso. Aquí el uniformado, como locuazmente lo expone el
25
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JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
impugnante, trató de sacar ventaja de su condición de miembro de
la fuerza pública para hacerse a un bien por un valor menor al
precio real… disimulando su actuación mediante
averiguaciones básicas sobre el origen del medio
motorizado.
(…)
Lo cierto del caso es que el acervo probatorio permite a la Sala
construir el juicio de reproche en contra de JOSÉ MIGUEL
BELTRÁN REAL, con base como se vio en una serie de indicios
plurales que surgen de las pruebas practicadas, la demostración
de las notorias inconsistencias que exhibían los medios de
identificación del rodante, su comportamiento inexcusable frente a
la comprobación del origen lícito del bien, su tenencia y uso en
situación irregular y la demostración de la procedencia ilícita del
medio motorizado…»33.
Como se ve, y en ello atinan los no recurrentes, no es
que el juzgador haya omitido la apreciación de la prueba
documental aludida o ignorado parcialmente o tergiversado
su contenido, sino que, no obstante haberla considerado
íntegramente y sin alteración material alguna, la estimó
insuficiente para derruir el conocimiento sobre la
responsabilidad del enjuiciado.
A esa convicción llegó indiciariamente, en atención a (i)
las condiciones personales de BELTRÁN REAL, esto es, su
investidura como uniformado de la Policía Nacional; (ii) las
circunstancias de la negociación por razón de la cual se hizo
a la tenencia material de la moto hurtada; (iii) las
características ostensiblemente irregulares que exhibía el
vehículo, en tanto tenía una placa distinta de la impresa en
el chasis; (iv) el comportamiento pasivo que asumió el
acusado a efectos de esclarecer la situación jurídica del
rodante.
33
Fs. 260 (vto.) y ss.
26
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
Por esa razón – esto es, la pluralidad de indicios que el
ad quem tuvo como fundamento del dolo en el
comportamiento del acusado – deviene inane la queja
formulada por el defensor en el sentido de que «el hecho de
que una motocicleta presente una placa y regrabaciones en el
cuerpo del aparato que no corresponden a la placa no
necesariamente implica ilicitud». En efecto, la Corporación
no derivó el conocimiento para condenar únicamente a
partir de tales incongruencias, sino de varias circunstancias
fácticas que, consideradas en conjunto, la llevaron a
concluir que BELTRÁN REAL conocía los hechos delictivos y
quiso su realización.
Ahora, la Sala coincide con el censor en cuanto a que
el Tribunal incurrió en un yerro lógico al entender que
BELTRÁN REAL actualizó su conocimiento sobre la ilicitud
de su conducta con ocasión del oficio de 11 de marzo de
2016, por el cual el subintendente Germán Alberto López
Hernández le informó a aquél que la denuncia del hurto del
vehículo originalmente se registró erradamente con la placa
MQX83D (en vez de MQX86D), en la base de datos de la
Policía.
Tal discernimiento viola la sana crítica, porque dicho
oficio fue producido con ocasión del juicio y elaborado el 11
de marzo de 201634, es decir, luego de la captura del
procesado y con posterioridad a la incautación de la
34
F. 217.
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JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
motocicleta, por ende, resulta obvio que ninguna incidencia
pudo tener en el aspecto subjetivo de su comportamiento.
Con todo, ese error resulta irrelevante al ser
contrastado con los fundamentos argumentativos y
probatorios del fallo, por lo que la constatación del yerro,
entonces, no puede provocar su casación.
Ciertamente, se trató de una consideración secundaria
o accesoria, cuya supresión en nada cambia las
conclusiones a las que llegó el juzgador de segundo grado;
aún en ausencia de ese discernimiento, permanecen
idénticas las inferencias racionales por virtud de las cuales
aquél concluyó que JOSÉ MIGUEL BELTRÁN conocía,
desde el momento mismo en que adquirió la moto, que ésta
era hurtada y portaba una placa espuria, las cuales se
sustentan, como quedó visto, en premisas fácticas
independientes del referido oficio y la información que
contiene.
También le asiste razón al censor al afirmar que el
Tribunal incurrió en un yerro (así no se haya ocupado de
precisar cuál) al discernir que BELTRÁN REAL se hizo a la
motocicleta hurtada por razón de un contrato de
compraventa. Con ello tergiversó el testimonio de Deivid
Guisao, mecánico automotriz, quien en realidad evocó lo
siguiente:
«Me encontraba haciendo un arreglo de una moto, una Agility tipo
Scooter, y en el momento que la estaba arreglando llegó el señor
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN aquí presente con la moto de la Policía a
28
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
que le hiciera el arreglo de unas luces… en ese momento me
encontraba sentado terminando de arreglar la Agility, el señor de
la Agility me preguntó a mi si sabía quién le prestaba en esa
moto, yo no sabía, no tenía plata, y el señor JOSÉ MIGUEL
BELTRÁN, que estaba al ladito mío, brincó y dijo que cómo era el
negocio, ya en ese momento ellos se quedaron conversando y yo
me fui…se encontraban hablando, yo los vi hablando del negocio,
no sé concretamente si lo cerraron o no ese día…»35.
El testigo, pues, nunca dijo que entre el anónimo
tenedor del vehículo y JOSÉ BELTRÁN REAL se hubiese
celebrado una compraventa, sino que aquél propuso
entregarlo como garantía de un préstamo. El dislate, sin
embargo, es irrelevante por dos razones:
Primero, porque la imprecisión en la nominación
jurídica del negocio no enerva las conclusiones a las que
arribó el Tribunal respecto de la naturaleza irregular del
mismo. Así la transacción fuese un mutuo con garantía y
no una venta, resultan anómalas tanto la desproporción
entre el dinero entregado en supuesto préstamo (de
$1.000.000, conforme explicó la defensa) y el valor de la
moto ($4.790.000, al decir de la legítima propietaria), como
las circunstancias que rodearon la negociación (realizada
con un extraño, sin entrega de documentos ni soporte
alguno de la misma).
Segundo, y principalmente, porque en todo caso lo
atestado en este sentido por Deivid Guisao no resulta para
nada verosímil. Por un lado, el nombrado admitió que no
escuchó los términos en los que, en últimas, se perfeccionó
35
Sesión de 24 de enero de 2017, récord 6:00 y ss.
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JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
la negociación; más allá de la primera manifestación que
atribuyó al anónimo personaje en el sentido de que
preguntó “quién le prestaba plata en esa moto”, nada le
consta sobre el convenio al que aquél llegó con el
procesado, que bien pudo ser una venta.
Por otro, porque si en realidad el negocio celebrado
entre BELTRÁN REAL y el otrora tenedor de la motocicleta
fue un mutuo y no una compraventa, no se explica que el
primero la utilizare para sus desplazamientos diarios como
si en verdad fuera su dueño, lo cual en efecto hacía, según
lo relataron tanto el mismo Deivid Guisao como Eduardo
Enrique Calderón Romero, colega del enjuiciado.
Esos hechos – no rebatidos – son indicativos de que el
procesado no obtuvo la motocicleta como garantía del
préstamo de un dinero, sino a través de una negociación
por razón de la cual se formó la convicción de ser su dueño.
De hecho, el patrullero Eduardo Enrique Calderón Romero,
compañero de trabajo de BELTRÁN REAL, relató en juicio
que este último, en los momentos anteriores de su captura,
le dijo expresamente que el vehículo era suyo 36, lo cual
enerva en mayor medida el relato de Deivid Guisao.
3.3 Así las cosas, el cargo no está llamado a prosperar.
3.4 La Sala tampoco observa la necesidad de casar
oficiosamente la sentencia de condena (más allá de la
anunciada corrección en la calificación jurídica de uno de
36
Sesión de 12 de diciembre de 2016, récord 57:00 y ss.
30
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
los comportamientos investigados), en tanto, conforme lo
conceptuaron en el trámite del recurso extraordinario tanto
la Fiscalía como la Procuraduría, a aquélla no subyacen
yerros fácticos o jurídicos determinantes de una resolución
diversa ni el desconocimiento de garantía fundamental
alguna.
En efecto, el dolo con que obró BELTRÁN REAL quedó
demostrado más allá de toda duda a partir de la prueba
practicada en la vista pública. La Fiscalía estableció que la
adquisición del rodante se produjo en circunstancias del
todo irregulares (necesariamente indicativas de que el
mismo tenía un origen espurio, máxime para quien
ostentaba la condición de patrullero de la Policía Nacional) y
que de ninguna manera quedaban desvirtuadas por las
consultas efectuadas en la base de datos de la SIJIN.
Ello queda afianzado al constatarse que JOSÉ
MIGUEL BELTRÁN estaba enterado de que la moto exhibía
una placa que no correspondía a la original, tanto así, que
en ese sistema informático consultó los antecedentes tanto
del código alfanumérico grabado en el cuerpo de la moto
como el correspondiente a la placa física que tenía instalada.
Lo anterior, con independencia de los resultados arrojados
por la consulta, hacía evidente la concurrencia de los
elementos típicos de los delitos de falsedad marcaria
agravada y receptación. No obstante, y aún enterado de ello,
el acusado adquirió el rodante hurtado y lo empleó por
varios meses con una placa que no le correspondía.
31
Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
La decisión censurada, entonces, es ajustada a
derecho y habrá de mantenerse.
4. Las consecuencias de lo decidido.
Ante la variación de la calificación jurídica de uno de los
delitos objeto de condena se impone el reajuste de la sanción
irrogada.
Para cifrar la pena, el Tribunal tomó la prevista para el
delito de receptación – que es el más grave – y, como a
BELTRÁN REAL no se le imputaron circunstancias de mayor
punibilidad, partió del cuarto inferior, que comprende una
pena de prisión de 72 a 93 meses y multa de 7 a 180.25
salarios mínimos mensuales. En consideración a la gravedad
de la conducta y otros criterios no controvertidos, se apartó
de los límites inferiores y las fijó en 78 meses de prisión y
multa de 14 salarios mínimos. Por razón del concurso de
conductas punibles con el delito de falsedad en documento
público agravado (que sólo contempla pena de prisión)
incrementó el monto de la privación de la libertad en 12
meses (es decir, el 16.6% de la sanción mínima señalada
para ese punible, que es 72 meses), para un total de 90
meses.
Así pues, la Sala, para respetar el criterio del fallador,
incrementará la pena base – 78 meses de prisión - en un
monto equivalente al 16.6% de la sanción prevista para la
32
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JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
especie típica por la cual se profiere la condena (falsedad
marcaria agravada, reprimida con pena mínima de 64
meses), es decir, en 10 meses y 20 días de privación de la
libertad.
La sanción definitiva quedará entonces cifrada en 88
meses y 20 días de prisión. El monto de la multa
permanecerá idéntico porque la prohibición de reforma en
peor impide su modificación.
En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de
Justicia, Sala de Casación Penal, administrando justicia en
nombre de la República y por autoridad de la Ley,
RESUELVE
1. NO CASAR, por los cargos contenidos en la demanda
presentada por el defensor de JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL,
la sentencia recurrida.
2. CASAR PARCIALMENTE Y DE OFICIO, de acuerdo
con las consideraciones plasmadas en la parte motiva de esta
decisión, la sentencia de 18 de abril de 2017, por la cual el
Tribunal Superior de Medellín condenó a JOSÉ MIGUEL
BELTRÁN REAL como autor de los delitos de receptación y
uso de documento público agravado.
3. En su lugar, CONDENAR al nombrado como autor de
los delitos de receptación y falsedad marcaria agravada,
definidos en los artículos 447, inciso 2°, y 285, inciso 2°, del
Código Penal. En consecuencia, imponerle las penas de 88
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Casación No. 50583
JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
meses y 20 días de prisión, multa de 14 salarios mínimos e
inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones
públicas por el mismo término de la privación de la libertad.
En todo lo demás, la sentencia de segunda instancia
permanece sin modificaciones.
Esta decisión no admite recursos.
Notifíquese y cúmplase,
PATRICIA SALAZAR CUÉLLAR
Magistrada
JOSÉ FRANCISCO ACUÑA VIZCAYA
Magistrado
EUGENIO FERNÁNDEZ CARLIER
Magistrado
LUIS ANTONIO HERNÁNDEZ BARBOSA
Magistrado
JAIME HUMBERTO MORENO ACERO
Magistrado
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JOSÉ MIGUEL BELTRÁN REAL
EYDER PATIÑO CABRERA
Magistrado
NUBIA YOLANDA NOVA GARCIA
Secretaria
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