Introducción: Introducciónbloque 1bloque 2bloque 3referencias
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Introducción
Las normas se expresan a través de enunciados lingüísticos destinados a los ciudadanos
y las autoridades, pues son actos de comunicación que tienden a motivar la conducta de
sus destinatarios. Las expresiones utilizadas son parte del lenguaje que comparten los
destinatarios de las normas, y por eso se utiliza, además del lenguaje técnico, el lenguaje
común. Estos enunciados lingüísticos en los que se expresan las normas comparten,
entonces, los problemas del lenguaje común, como la ambigüedad, la vaguedad o la
textura abierta del lenguaje. En el caso de las normas jurídicas, esto produce
incertidumbres respecto de lo que las normas significan o respecto del alcance de estas.
En la segunda parte del módulo, nos enfrentamos a otro problema que comenzamos a
vislumbrar en la última parte del módulo anterior: los hechos no son regulados por una
norma aislada, sino por un conjunto de normas que conforman un sistema normativo y
son aplicables al caso. Estos sistemas normativos deben cumplir con ciertas exigencias
racionales, como la completitud, la coherencia y la independencia. Sin embargo, los
sistemas normativos muchas veces no cumplen estas exigencias, lo que provoca
problemas de indeterminación en la premisa normativa. Analizaremos estos problemas y
los principales argumentos y criterios que se utilizan para solucionarlos.
Ley 11179. (1921). Código Penal de la Nación Argentina [T. O. 1984]. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/16546/texact.htm
[2]
Ley 24660. (1996). Pena Privativa de la Libertad. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=37872
La prisión domiciliaria se encuentra regulada en el artículo 10 del Código Penal y fija los
supuestos de alternativas especiales a la prisión efectiva, en cuyos supuestos especiales
se concede la prisión domiciliaria del interno. El artículo establece:
[3]
Art. 10, Ley 11179. (1921). Código Penal de la Nación Argentina [T. O. 1984]. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/16546/texact.htm
2. Las normas
Antes de hablar de las normas jurídicas, vamos empezar por los diversos problemas para
identificar qué es una norma y cuáles son sus clases. En nuestra vida cotidiana, estamos
rodeados de normas y vivimos utilizándolas para llevar a cabo nuestras acciones, pero
hay dificultades para establecer un significado preciso, ya que las cosas a las que se
aplican son muy heterogéneas. Asimismo, la ambigüedad que tiene el término es de
carácter relacional y sus significados se encuentran vinculados entre sí. Además, tiene el
defecto de ser una palabra vaga. Como vemos, tiene casi todos los defectos del lenguaje
que analizaremos en esta lectura.
3. Normas y lenguaje
Una vez que ya hemos establecido qué es una norma, vamos a ir al punto central de
nuestro análisis. Debemos distinguir tres cuestiones diferentes: las formulaciones
normativas, las normas y las proposiciones normativas.
Las formulaciones normativas son los enunciados por los que se expresan las
normas. Son expresiones lingüísticas utilizadas por la autoridad normativa para
comunicar la prescripción a los destinatarios. En general, están expresadas a
través de palabras. Si volvemos a nuestra situación inicial, vemos que el artículo del
Código Penal utiliza un conjunto palabras para regular la facultad del juez para
conceder la prisión domiciliaria: “Podrán, a criterio del juez competente, cumplir la
[4]
pena de reclusión o prisión en detención domiciliaria” . También se podrían haber
elegido otras formulaciones que tuvieran el mismo significado, es decir, que
expresaran la misma norma.
Las normas son los significados de esas formulaciones normativas.
Las proposiciones normativas son enunciados que describen normas que pueden
ser verdaderas o falsas. Están en otro nivel de lenguaje, y por eso decimos que es
metalenguaje, es decir, es un enunciado descriptivo de otro enunciado que está en
un primer nivel; en este caso, la formulación normativa o expresión lingüística de la
norma. Por ejemplo, un enunciado lingüístico de la doctrina que expresara: “En el
Código Penal Argentino existe una norma que establece que los jueces podrán
conceder prisión domiciliaria” es una descripción que puede ser verdadera o falsa.
[4]
Art. 10, Ley 11179. (1921). Código Penal de la Nación Argentina [T. O. 1984]. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/16546/texact.htm
Salvo apartamiento expreso por parte del legislador del uso del lenguaje común,
mediante definiciones legales, lo cierto es que la comunicación estará atravesada por los
mismos problemas que tiene el lenguaje común: a) la ambigüedad, b) la vaguedad y c) la
textura abierta. Rodríguez (2017) agrega el problema de la derrotabilidad de las normas,
que nosotros analizaremos junto con los problemas teleológicos-axiológicos más
adelante. Por esta razón, los principales problemas interpretativos en el ámbito jurídico
provienen de estos otros que se presentan en el lenguaje común.
Vamos a profundizar en las distintas formas en que puede asumir esta ambigüedad y la
mayor o menor dificultad para resolverla:
1) Ambigüedad semántica, polisemia o equívoco: La ambigüedad semántica se
predica de los términos lingüísticos. Que un término sea ambiguo significa que puede
entenderse de varias maneras o que puede asumir significados distintos. Puede resultar
útil la distinción entre connotación y denotación de un término introducida por Mill (1843),
para comprender bien la diferencia entre este problema del lenguaje y el de vaguedad.
Se puede entender por connotación el conjunto de propiedades o atributos necesarios
para incluir o predicar determinadas entidades dentro de un término particular. Así, por
ejemplo, si pensamos en el término planeta, solemos recurrir a las propiedades: ser un
cuerpo celeste, tener una órbita alrededor de una estrella, ser opaco (no tener luz propia)
y tener determinado tamaño. Cada una de estas propiedades lo diferencian de otros tipos
de cuerpos, cómo pueden ser las estrellas, los asteroides, meteoritos, etcétera. Como
cumple con estas propiedades, decimos que la Tierra es un planeta. Ahora bien, la
denotación sería justamente el conjunto de entidades que pueden incluirse dentro de ese
concepto o que pueden predicarse de él. Por ejemplo, Venus, Mercurio, Marte y Tierra
son entidades que pueden ser incluidas en la denotación del concepto planeta y permite
que podamos predicar de cada una de las entidades: “La Tierra es un planeta”, “Marte es
un planeta”, etcétera. Si bien hay varios problemas asociados a esta versión simplificada
de comprender cómo funcionan los conceptos, permite atrapar y entender gran parte de
los ejemplos de indeterminación jurídicos que vamos a ver.
Podemos tomar el término mujer, que figura en la norma del caso. En este caso, el hecho
de requerir estar embarazada parece restringir su significado a la mujer en sentido
biológico, pero en otros casos, por ejemplo, cuando se habla de violencia contra la mujer
en el delito de femicidio, se discuten tres acepciones diferentes del término mujer: por su
determinación biológica o en sentido jurídico, lo que incluye a las personas que han
realizado un cambio legal de su sexo a femenino y, por otro lado, a las personas que se
autoperciben como tales. Hay un interesante debate sobre el tema en la doctrina y la
jurisprudencia sobre el significado que debería dársele.
a. Un caso clásico dentro del derecho argentino, señalado por Nino (1980), ha
sido el caso artículo 184, inciso 5, del Código Penal antes de su reforma, que
agravaba el daño cuando se daban estas circunstancias: “Ejecutarlo en
archivos, registros y bibliotecas, museos o en puentes, caminos u otros
[5]
bienes de uso público” . El desacuerdo interpretativo se da en cómo tomar
la exigencia de ser bien de uso público. Para algunos juristas, la exigencia de
que fueran de uso público se refería a todos los bienes que había enumerado
el artículo; para otros, la exigencia solo se refería a bienes distintos que
fueran de uso público.
[5]
Art. 11, Ley 26388. (2008). Código Penal. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/140000-144999/141790/norma.htm
A veces este problema puede ser resuelto teniendo en cuenta el contexto. Otras veces
no es posible hacerlo y es necesaria una nueva estipulación que lo solucione
definitivamente.
Referencias
Alchourrón, C. y Bulygin, E. (1991). Definiciones y Normas. Madrid, ES: Centro de
Estudios Constitucionales.
Ley 11179. (1921). Código Penal de la Nación Argentina [T. O. 1984]. Honorable
Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/16546/texact.htm
Mill, S. (1843). A system of logic. Londres: Reino Unido. Ed. John W. Parker
Nino, C. (1980). Introducción al análisis del derecho. Buenos Aires, AR: Astrea.
Introducción
Una vez conocido el tema de la relación entre las normas y proposiciones normativas y los problemas del lenguaje, es tiempo de
profundizar en las diversas concepciones existentes respecto a la tarea de interpretación, para luego comprender las técnicas y
argumentos interpretativos que desarrollaremos en el ámbito jurídico. Principalmente veremos cómo los últimos no solo se aplican para
la resolución de problemas de interpretación que tienen su fuente en las ambigüedades lingüísticas, sino que también se utilizan para
resolver otros problemas lógicos y axiológicos.
La distinción respecto a la descripción de la actividad de interpretación entre descubrir o decidir nos será útil al distinguir entre los
distintos tipos de teorías respecto a la interpretación.
Sobre la interpretación jurídica, hay diversas concepciones en el campo de la teoría del derecho. La clasificación más general es la que
divide entre teorías cognoscitivistas, no cognoscitivistas e intermedias de la interpretación jurídica.
Para la primera de estas concepciones, la tarea de interpretación es una actividad cognitiva, es decir, una actividad por la cual se
conoce y verifica un significado existente en el sentido objetivo de un texto o en la intención subjetiva de los autores. Como es una
actividad cognitiva, los enunciados interpretativos que surgen —como “el significado del término x dentro de la norma Y es z”— pueden
ser verdaderos o falsos. Tomemos como ejemplo de enunciado proposicional interpretativo: “El significado del término violencia en el
Código Penal argentino es ‘la realización de un acto con violencia física o mediante sustancias narcóticas o hipnóticas’”. Para esta
posición podemos discutir si jurídicamente este enunciado es verdadero o falso, pero finalmente hay una respuesta correcta en tal
sentido. Para esta concepción, los términos de las disposiciones solo tienen un significado propio o intrínseco que el intérprete debe
descubrir. En este mismo sentido, se afirma sobre esta posición:
Para esta posición, interpretar una formulación normativa F es, en cualquier caso, detectar el significado de F, informando
que F tiene el significado de S.
De acuerdo con esta concepción,
la interpretación del derecho tiene como resultado enunciados interpretativos
proposicionales, susceptibles de ser verdad o falsedad. La interpretación del derecho es una actividad cognoscitiva sobre
cuya base es siempre posible determinar unívocamente el significado de los textos considerados. Cada cuestión jurídica
admite, así, una única respuesta correcta: la que hace que el enunciado interpretativo sea correcto. (Moreso y Vilajosana,
2004, p. 159).
Históricamente, la concepción cognoscitivista estuvo muy asociada con la posición formalista respecto al derecho y su aplicación. Esta
posición minimiza las dificultades del lenguaje jurídico y la necesidad de interpretar las normas por parte de los aplicadores del
derecho, y parece sostener la posibilidad de una aplicación mecánica de las normas a los casos particulares. Sus caracteres pueden
ser observados históricamente si los enlazamos con las concepciones ideológicas vigentes en el derecho en el siglo XVIII, en el
período de la caída del viejo régimen, la instauración del estado de derecho y la posterior corriente codificadora en el derecho
continental.
Las tareas de creación normativas deben encontrarse restringidas al Poder Legislativo, y el juez solo debe aplicarlas mecánicamente,
sin interpretarlas. Se apela a una concepción de legislador racional que formula las normas de una manera clara, completa y
coherente, y a una función jurisdiccional sujeta fuertemente a la ley establecida. Esto se transmite, entonces, como características del
orden jurídico, que se presupone claro en su formulación, completo y coherente. Así, en la función jurisdiccional no hay espacio para el
ejercicio de la discrecionalidad judicial.
La concepción no cognoscitivista, también llamada escepticismo, sostiene, por el contrario, que la interpretación no es una actividad
cognitiva, sino valorativa y decisoria. Según esta teoría, el significado de cualquier texto normativo puede ser entendido de modo
diverso; no hay una respuesta correcta que deba ser descubierta. Una interpretación depende de la postura valorativa de su intérprete.
Los enunciados interpretativos no son ni verdaderos ni falsos, sino adecuados o inadecuados para cierta situación. Las normas no
preexisten, sino que son resultado de la interpretación. Solo tenemos una norma delante de nosotros luego de asignarle un significado
a una expresión lingüística normativa. Se encuentra asociada históricamente con el realismo en sus diversas variantes.
Por su parte, la teoría intermedia de la interpretación sostiene que en la actividad de la interpretación existen tanto actividades de
conocimiento como de decisión discrecional. La interpretación sería, en ocasiones, una actividad del conocimiento y, por ende, de
descubrimiento del significado de una determinada expresión lingüística; y en otras ocasiones (en los casos difíciles) sería una
actividad de decisión.
Así, podemos distinguir aquellas posiciones que establecen la diferencia entre atribuir y descubrir el significado. Las situaciones que
habilitan la actividad de atribuir un significado son los casos en los cuales hay una indeterminación, una duda, un desacuerdo respecto
del significado que debe asignarse a una determinada expresión lingüística.
Por lo expuesto, para esta posición los textos normativos pueden ser claros o dudosos. Por lo mismo, en la interpretación hay casos
fáciles que solo requieren una actividad cognoscitiva, y otros difíciles que también requieren una actividad valorativa. La
discrecionalidad judicial queda limitada a los casos dudosos; solo en ellos un intérprete decidirá el significado de un texto.
2. Técnicas de interpretación
Uno de los aportes más importantes para la teoría de la argumentación por parte de los especialistas en interpretación jurídica ha sido
la introducción, en las últimas décadas, de la noción de técnica de interpretación jurídica, que atiende al despliegue de unos
determinados procedimientos interpretativos guiados por la consecución estratégica de determinados fines, como mantener el sentido
literal del texto normativo, ampliar su alcance o restringirlo.
Hay que distinguir las técnicas del método o los argumentos interpretativos, ya que serán las herramientas para alcanzar dicho
resultado. El principal exponente de estos especialistas en interpretación es Riccardo Guastini, miembro de la escuela genovesa.
Dentro de la filosofía del derecho, esta escuela pertenece a la corriente realista o escéptica, y respecto a la interpretación sostiene una
posición no cognoscitivista, aunque hay diversos matices y límites entre los autores que la componen. Además de Guastini, la
componen Chiassoni, Tarello, Comanducci y Redondo, entre otras figuras destacadas. Guastini ha desarrollado las técnicas más útiles
de interpretación para el litigante y los funcionarios judiciales, pues despliega los argumentos que necesitamos esgrimir para lograr
cada uno de los resultados deseados. El autor realiza las distinciones que podrás encontrar en la Tabla 1.
Tabla 1: Técnicas
3. Argumentos interpretativos
La calificación de argumentos que sigue a continuación ha sido desarrollada en el texto “Introducción a la técnicas y argumentos
interpretativos” (Villanueva, 2020), y a continuación la reproducimos parcialmente:
Los que los operadores judiciales en general llamamos métodos interpretativos son expresiones de argumentos que tienen como eje
constituir razones para la atribución de un significado de los enunciados lingüísticos en los que se expresan las normas.
Los métodos de interpretación expresan argumentos con los que justificar esta.
Aunque puedan configurarse como directivas sobre la interpretación, los métodos
de interpretación no son normas jurídicas
sobre la interpretación, ni indican cómo hay que interpretar en cada caso. Son tan solo la expresión de modos de
argumentar que se han decantado doctrinal y jurisprudencialmente a lo largo del tiempo y que se vinculan con el postulado
metodológico del legislador racional. En particular, se basan en que el legislador usa correctamente el lenguaje ordinario y
conoce y respeta los usos y convenciones del lenguaje jurídico (racionalidad lingüística); o en que el legislador no es
inconsistente y ordena las normas en un sistema (racionalidad sistemática); o en que no es redundante, pues no hace nada
inútil, y su producción está orientada a la consecución de ciertos fines (racionalidad praxeológica); o en que el legislador
conoce y comparte el sistema de valores sociales dominante, y su producción se basa en el respeto de esos valores
(racionalidad axiológica). (Gascón Abellán y García Figueroa, 2003, p. 103).
El argumento consiste en la exigencia de que debe asignarse significado a un texto normativo atendiendo al significado que las
palabras tienen en la comunidad en que se utilizan. La idea fundamental es que, sin razones suficientes, no se debería atribuir a los
términos interpretados ningún significado especial distinto del significado que estos términos tienen en el lenguaje natural común. En
general, se acompaña del principio in claris non fit interpretatio, es decir, cuando el lenguaje es claro, no debe ser interpretado. Esta
puede aplicarse al lenguaje común, al lenguaje tecnificado y al lenguaje técnico.
Este es otro de los argumentos propios de la técnica declarativa o literal. Hay dos formas de argumento a contrario sensu: una
interpretativa y otra, productora de normas. Como interpretativo, el argumento sostiene que la intención del legislador se encuentra
expresada en el texto legal y que, si hubiera querido ampliar o reducir su significado, lo hubiera realizado. Lo que intenta el argumento
es evitar cualquier tipo de interpretación correctora extensiva del lenguaje, es decir, interpretaciones que amplíen el alcance de los
términos a otras situaciones no alcanzadas por su significado literal. Afirma: “El legislador expresó x; si hubiera querido extenderlo a y,
hubiera expresado y”.
En su versión interpretativa, concluye en el “nada dijo respecto de y”. Vamos a un ejemplo simple: si hay una prohibición de entrar con
perros a un bar e intentamos entrar con un conejo, el argumento a contario sensu dice que, teniendo en cuenta que la norma solo dice
perro, la prohibición no puede extenderse a los conejos.
En el caso de la situación disparadora respecto a la procedencia de la prisión domiciliaria, el juez de ejecución puede decir que no es
aplicable la norma a los hombres, ya que la norma es clara cuando afirma que se refiere a mujeres con hijos menores de cinco años;
por tanto, el significado no puede extenderse a hombres, aunque fueran viudos y tuvieran a su cargo hijos menores de cinco años. Si el
legislador hubiera querido extenderlo a esos casos, hubiera expresamente previsto tal circunstancia en la propia ley, pero, como nada
dice, no cabe ampliarlo a ellos.
La versión del argumento a contrario sensu productor de norma afirma algo más: de ese silencio frente a la situación no prevista, hace
derivar una consecuencia jurídica específica. Por ejemplo, cómo está prohibida la entrada de perros al bar y la prohibición no puede
extenderse a otros casos que no están regulados, entonces está permitida la entrada con conejos. Como vemos, se deriva una nueva
norma no presente en el sistema.
En el caso de la prisión domiciliaria implicaría decir que, como solo está permitida la concesión al caso de la mujer con hijo menor de
cinco años se deriva que está prohibido su otorgamiento a hombres viudos que tengan a cargo un menor de cinco años.
Guastini (2014) afirma que el argumento a contrario sensu sirve tanto para integrar una laguna normativa como para dejarla manifiesta.
El analógico es un argumento de la técnica correctora extensiva que amplía el alcance de los términos. Puede presentarse en su
estructura de la siguiente manera: “Dado que la norma N1 conecta la consecuencia jurídica x al supuesto de hecho F1, y dado que el
supuesto de F2 es similar al supuesto F1, debe tener la misma consecuencia jurídica x”.
Volviendo a los casos analizados por nosotros en las distintas situaciones disparadoras, vemos que es uno de los más utilizados cada
vez que era necesario proteger situaciones no contempladas directamente en la norma jurídica. En el caso de la prisión preventiva,
veíamos que este era el argumento que podía sostenerse por detrás de la ampliación de la concesión de prisión domiciliaria a los
hombres viudos que tuvieran a su cargo a los niños, extendiendo la solución contemplada para el caso de la mujer. En este caso es
central no solo que ambos son progenitores, sino que ambas situaciones tienen de por medio el mismo principio que debe ser
protegido: el interés superior del niño.
También podemos ver que era el argumento que se utilizaba para extender a los concubinos el derecho a la indemnización por daño
[1]
moral en los casos de daños indirectos que estaba regulado en el 1078 del Código Penal , solo para el cónyuge. Efectivamente, la
similitud relevante entre ambos supuestos era uno de los argumentos centrales que se utilizaban para extender el alcance de esta
norma.
Su importancia dentro del derecho y la forma en que es utilizado puede verse de manifiesto en la forma en que es expresamente
[2]
señalado por el antiguo Código Civil y el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación como forma de enfrentar el problema de las
lagunas en el derecho y las limitaciones de las normas frente a los problemas de infrainclusión. Por su carácter de productor de
normas, a este argumento se lo puede encasillar dentro de la categoría de argumento integrativo de las lagunas jurídicas, como lo es
también el a fortiori o el argumento a contrario sensu.
[1]
Ley 11179. (1921). Código Penal de la Nación Argentina [T. O. 1984]. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/16546/texact.htm
[2]
Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/235000-239999/235975/norma.htm
Argumento a fortiori
El a fortiori también es un argumento de la técnica correctora extensiva que amplía el alcance de los términos. Puede presentarse en
su estructura de la siguiente manera: “Dado que la norma N1 conecta la consecuencia jurídica x al supuesto de hecho F1. Pero dado
que el supuesto de F2 se merece con mayor razón que el supuesto F1 la misma consecuencia jurídica x, entonces debe aplicarse tal
consecuencia”.
Este argumento también es productor de normas que sirven para integrar lagunas jurídicas. Vamos al ejemplo simple del bar. Si la
prohibición se refiere literalmente al perro, si una persona quiere entrar con un lobo, el dueño del bar podría afirmar que, con mayor
razón, se aplica la prohibición al lobo, ya que es más peligroso. Aquí también lo relevante parece estar en la apelación a la finalidad de
las disposiciones.
Hay dos formas ad majori ad minus y a minori ad majus. La primera sirve para los permisos: quién puede circular a 100 kilómetros por
hora con mayor razón puede circular a 50 kilómetros por hora. La segunda sirve para las prohibiciones: si está prohibido manejar con
carnet vencido, con mayor razón si no se tiene habilitado el carnet.
Argumento disociativo
Este es el único argumento que sirve solo para establecer una interpretación correctora restrictiva. El argumento restringe el campo de
aplicación de la norma, excluyendo casos que quedarían naturalmente alcanzados por la interpretación literal. Esto se realiza en el
argumento disociativo, estableciendo una distinción que no existe expresamente en las palabras de la ley.
Supongamos el ejemplo simple del bar. Puede ser que el cartel de prohibido ahora se refiera a todos los animales. Ahora bien, si
seguimos el significado de animal, veremos que también debería incluirnos: somos animales racionales. Claramente, una norma así
sería contradictoria con la propia finalidad de la norma, por lo que el argumento disociativo diría que, allí donde leemos “animal”,
debemos entender “animal irracional”.
Un ejemplo jurídico puede verse reflejado en la norma que establece como causal de recusación de los jueces ser amigos y enemigos
del juez, pero ahora nos podemos preguntar qué sucede con los “amigos” de Facebook, o situaciones similares. Aquí el argumento
disociativo afirma que debe leerse como “amigos íntimos”, ya que el fin de la norma es preservar la imparcialidad del juez, y eso no se
ve afectado por otros tipos de relaciones, aunque se denominen como “amigos”.
Argumentos sistemáticos
El argumento sistemático, en general, es aquel tipo de argumento por el cual a un enunciado normativo o a un conjunto de enunciados
normativos que conforman un mismo sistema normativo se le debe atribuir el significado prescripto, o bien no se debe atribuir el
significado impedido, por el “sistema jurídico” o por aquellos argumentos que preservan la racionalidad de ese sistema normativo,
evitando los defectos de estos.
Tabla 2: Sistemático
1. El argumento sedes materiae. Es el argumento según el cual a los enunciados se les debe dar aquella interpretación que es
sugerida por su ubicación en el sistema jurídico. La persuasividad de este argumento se basa en la opinión de que la disposición
de los enunciados sea expresión de la voluntad del legislador y, si este legislador es entendido en sentido concreto, no puede
presuponer que ha elegido arbitrariamente la ubicación en la cual inserta un enunciado normativo; por el contrario, debe
sostenerse que tienen relaciones de significado con aquellas normas que comparten ese mismo lugar.
2. El argumento de la constancia terminológica. Aquí lo que se tiene en cuenta es el conjunto de conceptos que se encuentran
enunciados dentro de un mismo sistema jurídico. Los argumentos sostienen que debemos elegir aquellos significados ya
otorgados a los términos en las disposiciones del sistema jurídico. Por ejemplo, si el concepto de alimentos es considerado de
una manera constante dentro del sistema jurídico, debemos mantener dicho significado.
3. El argumento sistemático-conceptual o dogmático. Aquí lo que se preserva es el conjunto orgánico de los conceptos del
derecho dentro de un sector ordenado por ciertos principios, es decir, por los conceptos que sirven para designar partes del
derecho, institutos, entidades, cada una de las cuales es precedida de sus propios principios.
Asimismo, para que prevengamos problemas lógicos del sistema jurídico, como la incompletitud, la incoherencia y la independencia,
serán muy importantes los argumentos a completitud del sistema, el argumento a coherencia y el económico. Todos tienen por base la
idea del legislador racional o la racionalidad de los sistemas normativos.
El argumento de la completitud del sistema
Por un lado, un argumento dotado de notable eficacia persuasiva y, por el otro lado, un argumento auxiliar y subsidiario.
Está dotado de notable fuerza persuasiva porque se funda en la creencia de que «el derecho», o el «sistema jurídico» …
provea una disciplina coherente —priva de antinomia— de la vida en sociedad, y esta creencia está largamente difundida
entre los operadores jurídicos operantes en todas las organizaciones modernas, en particular entre los jueces. (Tarello,
2018).
El argumento establece que, ante la existencia de dos hipótesis interpretativas de una expresión lingüística ambigua, debe utilizarse la
interpretación que no genere lagunas.
El argumento económico
El argumento económico es aquel argumento por el cual se excluye la atribución de un significado a una norma si este coincide con
uno ya atribuido a otra norma que era anterior en el tiempo, jerárquicamente superior o más general que la primera, ya que, si no,
estaríamos frente a una norma superflua y redundante respecto a esta segunda. Esa redundancia generaría un problema dentro del
sistema que lo privaría de una característica de su racionalidad. Se basa en la idea de legislador racional. En consecuencia, el
argumento establece que, ante la existencia de dos hipótesis interpretativas de una expresión lingüística ambigua, debe utilizarse la
interpretación que no genere contradicciones o antinomias.
El argumento de la coherencia del sistema
Este argumento se funda en la creencia de que el derecho o el sistema jurídico debe ser coherente, es decir, no poseer
contradicciones. El argumento establece que, ante la existencia de dos hipótesis interpretativas de una expresión lingüística ambigua,
debe utilizarse la interpretación que no genere contradicciones o antinomias.
Como ejemplo podemos nombrar la pauta interpretativa dada por la Corte Suprema de Justicia en “Etcheverry de Rossi c/
[3]
Municipalidad de la Capital” .
[3]
C. S. J. N., “Etcheverry de Rossi c/ Municipalidad de la Capital” (1984).
La interpretación de las leyes debe hacerse siempre evitando darles un sentido que ponga en pugna sus disposiciones,
destruyendo las unas por las otras, y adoptando, como verdadero, el que los concilie y deje a todas con valor y efecto.
(Núñez, en Pérez Cortez, s. f., p. 1).
En cualquiera de los dos sentidos, se busca evitar la aparición de antinomias normativas y axiológicas entre normas de distinta
jerarquía o entre normas particulares y principios generales. Tomando el sistema normativo como una integridad, es un criterio de
interpretación que exige que elijamos, dentro de las alternativas interpretativas, aquellas que mejor se adecúen al texto constitucional.
En un Estado democrático de derecho constitucional, es uno de los más fuertes argumentos interpretativos que podemos usar.
Argumentos funcionales o argumentos de la intención del legislador
Son argumentos que se basan en la intención del legislador, que pueden tomar dos formas: una subjetiva, respecto a la voluntad de los
legisladores históricos que dieron origen a la norma; o una objetiva, que se encuentra en la ratio legis de la misma norma. Los
principales argumentos de esta categoría son los siguientes.
Argumento psicológico
El psicológico es el argumento por el cual a cada enunciado normativo se le debe atribuir el significado que corresponde a la voluntad
del legislador histórico. Esta voluntad se expresa en diversos documentos, como la exposición de motivos de los proyectos de ley, las
notas del propio autor, los debates parlamentarios. Encuentra fundamento político en la idea de separación de poderes y el papel de
las legislaturas como expresión del autogobierno democrático. Ejemplo de esto puede ser el siguiente extracto de la causa Sanfor
Ward:
Las notas al pie al articulado del Código Civil tienen un valor considerable, puesto que sancionan el Código a libro cerrado,
ellas contienen las opiniones del redactor, que en este caso fue quien realmente legislo… para dar a las notas del
codificador su verdadero alcance, es necesario estudiar también los párrafos de las obras citadas que preceden o siguen al
que forma la nota. (Sanford, Ward c/ Sanford, Carlos, 1966).
El argumento teleológico
El argumento teleológico es aquel que establece que a un enunciado normativo hay que asignarle el significado que corresponde al fin
propio del artículo, norma o sector del derecho o el derecho tomado en su totalidad.
Argumento de principios generales o analogía iuris
Se utiliza tal argumento interpretativo cuando específicamente se trata de integrar lagunas normativas utilizando el recurso de aplicar
principios generales del derecho, es decir que su primera función es integrativa. Así claramente lo establecía el artículo 16 del Código
Civil de la Nación. Pero también tiene una función adecuada cuando sirve para atribuir significados a un enunciado normativo. Por su
función, se lo suele conectar con el argumento por analogía. Por eso es común asignarle el nombre de analogía iuris.
Argumento de reducción al absurdo o apagógico
El argumento por el absurdo o apagógico es un argumento de los llamados cuasilógicos, ya que se identifica, más que con un
contenido, con una estructura de argumentación (junto con la analogía, a fortiori y a contrario sensu). Establece que se debe rechazar
atribuir significados de enunciados normativos que puedan dar lugar a consecuencias absurdas. En el ámbito jurídico, esto sucede
cuando hay una interpretación que da lugar a consecuencias absurdas. Deberá ser rechazado cuando, por ejemplo, atente contra
principios como la coherencia o los principios del sistema, entre otros.
Consideramos que lo característico de este argumento es su estructura, ya que tiene por primer paso suponer, por un momento, que la
hipótesis interpretativa que pretende sostener el contrario es correcta. El segundo paso es sacar las consecuencias de esta hipótesis,
el tercer paso es mostrar que estas consecuencias son absurdas. El último paso es concluir que, de acuerdo con esas premisas, la
hipótesis interpretativa es incorrecta y debe rechazarse.
El argumento autoritativo
El argumento autoritativo establece que debe atribuirse al enunciado normativo el significado ya atribuido por una autoridad. En el
campo jurídico, hace referencia a las autoridades judiciales o la doctrina.
Argumento histórico
Por medio del argumento histórico, se establece que los significados que deben atribuirse a un enunciado interpretativo deben
realizarse sobre la base de los significados de las palabras de las normas al momento de su sanción. Como ejemplo de esto, podemos
citar el argumento dado por los procesalistas, que sostienen que la ley que regule el jurado a nivel federal tener un diseño anglosajón,
ya que este es el sentido original de la expresión “juicio por jurados” al momento de sancionarse la Constitución Nacional en 1853.
Argumento evolutivo
Este argumento interpretativo sostiene que debe atribuirse el significado del enunciado interpretativo a aquel significado que tenga el
enunciado actualmente. Los significados de las palabras cambian con el paso del tiempo y la norma debe adaptar su significado de
acuerdo con los cambios sociales que ocurran.
Expresión de este argumento lo podemos encontrar en el fallo Kot de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en cuanto estableció:
Las leyes no pueden ser interpretadas solo históricamente, porque por naturaleza tienen una visión de futuro y están
predestinadas a recoger y regir hechos posteriores a su sanción… Las leyes y con mayor fundamento la Constitución, que
es la ley de las leyes y se halla en el cimiento, no pueden ser interpretadas solo históricamente, sin consideración a las
nuevas condiciones y necesidades de la comunidad, porque toda ley, por naturaleza, tiene una visión de futuro, está
[4]
predestinada a recoger y regir hechos posteriores a su sanción .
[4]
C. S. J. N., “KOT, Samuel S.R.L. s/ Acción de amparo. Acto de particulares” (1958)
Para profundizar en el estudio de las técnicas y argumentos interpretativos, introducimos este artículo de Guastini:
Referencias
C. S. J. N., “Etcheverry de Rossi c/ Municipalidad de la Capital” (1984).
Gascón Abellán, M. y García Figueroa, A. (2003). Interpretación y argumentación jurídica. San Salvador, SV: Consejo Nacional de la
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Guastini, R. (1999). Técnicas interpretativas (capítulo segundo). En Estudios sobre la interpretación jurídica. Universidad Nacional
Autónoma de México. Recuperado de https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/4/1651/4.pdf
Guastini, R. (2014). Interpretar y argumentar. Madrid, ES: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.
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Moreso, J. J. y Vilajosana, J. M. (2004). Introducción a la teoría del derecho. Madrid, ES: Marcial Pons.
Pérez Cortez, E. J. E. (s. f.). Repaso de la pena de la tentativa de delito conminado con pena divisible. Recuperado de
https://riu.austral.edu.ar/bitstream/handle/123456789/1359/Repaso%20de%20la%20pena%20de%20la%20tentativa%20de%20delito%20
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Introducción
Para que podamos comprender el tipo de argumentos que utilizamos en el ámbito jurídico
para resolver los problemas lógicos de los sistemas jurídicos, como las lagunas
normativas, las contradicciones normativas o antinomias y la redundancia, es necesario
realizar una breve introducción sobre el surgimiento de la lógica deóntica y la importancia
que tuvieron Alchourrón y Bulygin para el desarrollo de la aplicación de la lógica a la tarea
de sistematización del derecho, la propia idea de sistema normativo y los métodos de
análisis de los conceptos clave, como los referidos a las exigencias racionales de los
sistemas (completitud, coherencia e independencia) y sus defectos lógicos (incompletitud,
incoherencia y redundancia).
1. Lógica deóntica
A lo largo de su vida von Wright abrió nuevas líneas de investigación en lógica deóntica,
en torno a la lógica de la acción y a la lógica deóntica con modalidades condicionales o
relativas.
2. Aporte latinoamericano
Para estos autores la proliferación de las lógicas deónticas genera “la dificultad de decidir
cuál de los sistemas reconstruye mejor los conceptos normativos” (Alchourrón y Bulygin,
2012) y cuál es más útil. Para decidir eso y armar el mejor sistema de lógica deóntica,
debemos primero identificar sobre cuál conjunto de normas aplicables hacerlo: las normas
jurídicas o las normas morales. Debemos decidir primero, entonces, la base preanalítica
para las investigaciones formales. Generalmente, cuando hablamos de obligaciones,
permisiones o prohibiciones, pensamos en normas morales, pero, tomadas como
“fundamento preanalítico para construcción de una lógica de normas, nos presenta
algunos inconvenientes” (Alchourrón y Bulygin, 2012). Tales son:
Por ello, es evidente resaltar las virtudes de las normas jurídicas con respecto a las
morales. Ellas son:
Mayor facilidad para identificarlas, por ser creadas en actos conscientes de las
personas y ser registradas en forma escrita (derecho positivo).
Existencia de disciplina científica que se ocupa de la descripción y sistematización
de las normas jurídicas. Carácter científico de la jurisprudencia.
Los problemas lógicos y metodológicos (completitud, coherencia, independencia) de
los sistemas normativos han sido analizados fehacientemente por juristas y filósofos.
Sistematización:
En resumen:
Muchas veces estas exigencias formales se ven incumplidas por los sistemas normativos,
que presentan problemas que deben ser solucionados, como la incoherencia del sistema
debido a la contradicción entre las normas jurídicas, la incompletitud, por la existencia de
lagunas, y la redundancia de las normas del sistema. En la siguiente lectura, nos
abocaremos a estos problemas y los argumentos que se utilizan para solucionarlos.
Resumiendo:
Figura 1: Coherencia, noción de sistema jurídico y completitud e independencia
Los autores demostraron su enfoque tratando un problema normativo concreto dentro del
derecho esbozando un modelo simplificado del sistema normativo para “mostrar el
funcionamiento del concepto de laguna (completitud) en la ciencia del derecho”
(Alchourrón y Bulygin, 2012). A través de este problema, demuestran el concepto de
laguna normativa (como el de contradicción o redundancia) teniendo en cuenta la
estructura relacional “entre un conjunto de normas…, un conjunto de circunstancias
fácticas o casos posibles (universo de casos) y un conjunto de respuestas o soluciones
posibles (un universo de soluciones)” (Alchourrón y Bulygin, 2012). Los autores utilizan
como ejemplo la restitución de cosas inmuebles a su dueño por quien recibió un inmueble
de quien no era propietario. Proponen el concepto de sistema normativo que expone
Tarski: “Un conjunto de enunciados que tiene (algunas) consecuencias normativas (para
algún universo de casos y algún universo de soluciones)” (Alchourrón y Bulygin, 2012).
Debemos destacar que ese estudio realizado por los autores sobre el concepto de laguna
normativa y el resto de los defectos de los sistemas normativos utiliza lo que se llama
análisis conceptual, que es una herramienta muy importante dentro de la ciencia jurídica.
3. Consideraciones metodológicas
Para todo aspecto del concepto que nos interesa especificar, puede construirse un
explicatum adecuado.
Referencias
Introducción
Para poder identificar los problemas que pueden surgir en un sistema normativo y las vías de su solución argumentativa, es necesario,
primero, aprender a reconstruir un sistema normativo, lo que implica poder sistematizar para luego poder identificar si este sistema
presenta casos de lagunas normativas, incoherencias o redundancias y ver los argumentos que pueden servir para solucionarlos.
En la presente lectura, retomaremos la presentación de Alchourrón y Bulygin (2012) sobre un problema que se encontraba presente en
[1]
el Código de Vélez Sarsfield y veremos los conceptos fundamentales que permitirán analizarlo y ver las opciones de resolución.
[1]
Ley 340. (1869). Código Civil [Abrogada por el artículo 4 de la Ley 26994]. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=109481
1. Un problema normativo
Según Alchourrón y Bulygin (2012), “un problema normativo puede ser considerado como una pregunta acerca del status deóntico de
ciertas acciones o conductas, es decir, su permisión, prohibición u obligatoriedad” (p. 15).
Siguiendo a estos autores, vamos a reconstruir un problema normativo del derecho civil argentino tal como se encontraba en el Código
[2]
de Vélez Sarsfield para luego ver qué cambios fueron realizados en el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación (CCCN) . Tiene
que ver con la reivindicación de cosas inmuebles contra terceros poseedores cuando una persona que posee un inmueble (pero cuya
propiedad no le pertenece) la transfiere a un tercero. Los autores plantean las siguientes interrogaciones: ¿en qué circunstancias el
propietario del inmueble puede reivindicar contra el tercero poseerlo?, o ¿en qué circunstancias el tercero adquirente está obligado a
restituir el inmueble a su propietario y cuándo le está permitido retenerlo? (Alchourrón y Bulygin, 2012).
Estas clases de preguntas son las que expresa un problema normativo y pueden ser trasladas a cualquier caso de la siguiente manera:
¿en qué circunstancias es obligatoria, prohibida o facultativa (es decir, qué estatus normativo tiene) la acción de un sujeto?
Para clarificar el panorama, necesitamos saber si una acción (restitución del inmueble, en este caso) es obligatoria o no, es decir, cuál
es su estatus normativo. Sin embargo, la acción que nos interesa es la que se da en ciertas situaciones que la delimitan. En muchas
situaciones puede interesar la acción de restituir; por ejemplo, restituir en situaciones de locación de inmuebles por falta de pago, o en
casos de derecho de retención, etcétera. Entonces, como vemos, primero tenemos que delimitar el tipo de situación que nos interesa
preguntarnos sobre la acción, porque las propiedades jurídicamente relevantes y las soluciones serán muy diversas de acuerdo con el
tipo de situaciones. A esas situaciones del problema normativo que enfrentamos se las denomina universo del discurso.
[2]
Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/235000-239999/235975/norma.htm
Los estados de cosas que pertenecen a este universo son los elementos, ellos comparten propiedades en común que
conforman una propiedad definitoria. Por lo tanto, podemos definir al universo de discurso como el conjunto de todos los
elementos identificados por una determinada propiedad. (Alchourrón y Bulygin, 2012, p. 14).
Siguiendo el ejemplo citado, la propiedad definitoria es la de ser “una enajenación de un inmueble que pertenece a un tercero”. Si esta
es la propiedad definitoria del universo del discurso en la que cobra sentido la pregunta por la acción, entonces todos los elementos de
este universo de discurso particular implican toda situación en que el enajenante transfiere al adquirente la posesión de algo que
pertenece a un tercero.
Ahora bien, decíamos antes que un problema normativo siempre se refiere a acciones sobre las que queremos determinar su tipo de
estatus normativo según este sistema normativo. Por lo tanto, determinar el tipo de acción que nos interesa es crucial.
Las acciones que nos interesan pueden ser básicas o compuestas. Las acciones básicas son las que hacen que todas las demás sean
compuestos veritativo-funcionales de estas; es decir que pueden ser componentes de acciones compuestas cuando se las conecta con
conectivas lógicas como la conjunción (tal acción y tal otra acción; tal acción, asimismo, tal otra acción, etc.) o la disyunción (tal acción
o tal acción).
El conjunto de acciones básicas conformará lo que se llama universo de acciones. Según el caso planteado anteriormente, tenemos
una sola acción básica, que es la restitución del inmueble a su propietario. Tendríamos un ejemplo de acción compuesta en un
problema referido a los vicios ocultos. Allí la norma expresa que, ante la existencia de tales vicios, es posible la resolución del contrato
o la quanti minoris, es decir, pedir que se reconozca un precio más bajo a la cosa.
Los dos universos que comentamos, el universo del discurso y el universo de acciones, enmarcan el ámbito del problema. Una
variación en alguno de ellos influirá en que varíe de igual forma el problema. Si, por ejemplo, en vez de preguntarnos por la acción de
restitución del inmueble, nos preguntamos si corresponde la acción de indemnizar al dueño, estaríamos cambiando el tipo de problema.
Claramente, no estaríamos frente a las mismas condiciones ni soluciones en un caso y en el otro. En el primero, por ejemplo,
tendríamos que tener en cuenta la buena fe del enajenante, del adquirente y el título oneroso; en el segundo, tendríamos que ver si
están configuradas propiedades totalmente distintas, como la existencia de un hecho dañoso, la relación de causalidad, el factor de
atribución, etcétera.
De la misma manera, si realizamos una variación en el universo del discurso, por ejemplo, cambiando nuestro interés a las situaciones
en las cuales se ha transferido un bien mueble a un tercero poseedor por quien no es el dueño, en vez de sobre un bien inmueble,
también va a cambiar nuestro problema normativo.
Retomando la pregunta original acerca de qué circunstancias determinan que el tercero adquirente esté obligado a restituir el inmueble
y en cuáles no, encontraremos que la respuesta está supeditada a nuestra valoración de distintas circunstancias que deberán ser
tenidas en cuenta. La selección de las que sean relevantes configura un problema de valoración por parte del legislador.
Algunas parecerán irrelevantes, como el color de piel del propietario, dado que existe un consenso unánime acerca de determinados
valores. Las que son relevantes en este caso que analizan Alchourrón y Bulygin (2012) son las siguientes:
Aclaremos que buena fe tiene que ver con la ignorancia de que el dominio de inmueble pertenece a un tercero; por ende, el
conocimiento de tal situación conforma su polo opuesto o mala fe.
Estas tres circunstancias mencionadas son las propiedades de los elementos del universo del discurso. Ellas dividen las clases entre
aquella en la que la propiedad está presente y aquella en la que no. Por ello, el conjunto de propiedades que pueden estar presentes o
ausentes en los elementos del universo mencionado se denomina universo de propiedades.
Toda propiedad de un universo de propiedades y todo compuesto veritativo-funcional de tales propiedades define un caso.
El conjunto de todos los casos elementales se llama universo de casos. Por consiguiente, el conjunto de todos los casos
posibles determina lo que llamamos el ámbito fáctico del modelo. (Alchourrón y Bulygin, 2012, p. 17).
Tabla 1: Representación gráfica de un universo de casos construido sobre la base de un conjunto de propiedades relevantes
(matriz)
Para poder determinar la cantidad de casos elementales que son lógicamente posibles, hay que realizar un cálculo que toma en cuenta
la cantidad de propiedades relevantes. La fórmula utilizada es 2n (a la n potencia), donde n es la cantidad de propiedades relevantes.
Así como el legislador tuvo en este caso tres propiedades relevantes, entonces sería 2 a la 3 (23), que da un resultado igual a 8. Si, por
ejemplo, tuviera una sola propiedad, sería 2 a la 1 (21), igual a 2. Si tuviera dos propiedades, sería 2 a la 2 (22), igual a 4 casos
elementales, y así sucesivamente. Intercalando luego los casos de uno en uno en la primera propiedad, de dos en dos en la segunda y
de cuatro en cuatro en la tercera propiedad, vemos cómo quedan configurados 8 casos exclusivos y excluyentes entre sí que agotan
todas las posibilidades lógicas.
A los juristas lo que principalmente nos interesa es saber cuál es el carácter normativo de ciertas acciones. Cuando un juez tiene que
resolver un caso o un abogado analiza un caso que se le presenta, quiere saber si la acción que es objeto central de la petición jurídica
es algo prohibido, obligatorio o facultativo. Queremos saber si, en este caso particular, corresponde o no obligar al poseedor del
inmueble a restituir la cosa o, a un locatario, obligarlo a restituir el inmueble locado, según lo que determina el conjunto de normas
aplicables del sistema normativo. Como nuestra pregunta es de carácter normativo, al referirse al estatus normativo de ciertas acciones,
al ámbito de sus respuestas posibles se lo denominará ámbito normativo del problema. Las respuestas posibles conformarán el
conjunto de soluciones posibles.
¿Qué significa que una acción sea obligatoria, prohibida o facultativa? Para poder comprender estos caracteres deónticos aplicados a
una acción determinada, podemos traducirlos en términos de permisión de realización de la acción (por ejemplo, restituir, fumar, pagar
impuestos, etc.) o no realización de la acción (por ejemplo, no restituir, no fumar, no pagar impuestos, etc.).
En términos básicos de permisión, decimos que una acción es obligatoria cuando está permitida la realización de la acción y no está
permitida la no realización de esta. Por ejemplo, cuando decimos que es obligatorio pagar impuestos, estamos diciendo que está
permitido pagar impuestos y no está permitido no pagarlos. Se representa como OR = PR × –P –R.
Decimos que una acción está prohibida cuando no está permitida la realización de la acción y está permitida su no realización. Por
ejemplo, cuando decimos que es obligatorio pagar impuestos, estamos diciendo que está permitido pagar impuestos y no está permitido
no pagarlos. Se representa como PhR = −PR × P − R.
Por su parte, decimos que una acción es facultativa cuando está permitida tanto la realización de la acción como su no realización. Por
ejemplo, cuando decimos que es facultativo casarse, estamos diciendo que está permitido casarse, pero que también está permitido no
casarse: FR = PR × P − R (Alchourrón y Bulygin, 2012).
Las soluciones pueden ser maximales o parciales. Cuando la solución determina todos los contenidos que corresponden a un universo
de acciones, se llama solución maximal, es decir, cuando logra establecer qué pasa con la permisión o no permisión de la realización
de la acción y con la omisión de la acción; por ejemplo, prohibido, obligatorio o facultativo.
4. Soluciones maximales
Tabla 2: Soluciones
El conjunto de ellas presente en el sistema normativo que regula el caso es el universo de soluciones maximales de ese sistema
normativo, el cual reúne todas las soluciones completas a la pregunta formulada. El carácter completo hace alusión a todas las
acciones posibles que están deónticamente determinadas en ese caso.
Las que no son maximales se llaman parciales, porque no dan una respuesta completa que representa disyunciones de soluciones
maximales. Por ejemplo, cuando el legislador dice: “Solo cuando el condenado se encuentre en un grave estado de salud, el juez podrá
conceder la prisión domiciliaria”, podemos saber que ha permitido el acto, pero no sabemos si está permitida o no la no acción, es decir,
no concederla. Esto reabre clásicas discusiones en la doctrina, porque algunos piensan que se puede omitir la concesión, aunque el
condenado esté en grave estado de salud, mientras que otros piensan que no se puede.
Para recapitular, el conjunto de todas las soluciones maximales posibles determina el ámbito normativo del problema normativo
analizado. En este caso, las normas establecen la obligación de restituir el inmueble en ciertas condiciones y la facultad de restituir en
otras; por lo tanto, ambas integran el universo de soluciones de este problema.
Una solución a un problema normativo es siempre una información acerca de aquello que puede ser hecho o no puede ser hecho; es
decir, identificar una solución para un problema normativo es siempre una información acerca de las normas que regulan la acción, que
es el objeto del problema normativo (Navarro, Bouzat y Esandi, 2001).
Para Alchourrón y Bulygin (2012), una norma es siempre un enunciado que relaciona un caso con una solución. Un ejemplo sería la
norma que establece que, si el adquirente es de mala fe, entonces está obligado a restituir el inmueble al propietario. Esta norma puede
representarse con la expresión OR/−BFA, que se lee: “obligatorio restituir en el caso de mala fe del adquirente” (ausencia o negación de
buena fe). Dicho enunciado lingüístico es una norma porque correlaciona una solución con un determinado caso.
Todo conjunto de normas constituye un sistema normativo, pero la inversa no vale, pues un sistema normativo, además de normas,
puede contener otros enunciados, por ejemplo, definiciones.
Para familiarizarnos con un sistema normativo, volvamos al caso analizado por los autores. Cuando observan los antecedentes
históricos del problema tomado, está regulado por el Código Civil argentino en los artículos 2777 y 2778, que tenían como fuente el
proyecto de Código Civil del jurista brasileño Freitas. Los artículos relevantes de este antecedente son:
“Art. 3877, inc. 29: «Compete la reivindicación, cuando la cosa demandada fuere inmueble... contra el actual poseedor, aunque la
hubiese de buena fe por título oneroso, si la hubo de enajenante de mala fe...»” (Alchourrón y Bulygin, 2012, p. 39). Esto puede
ser representado de la siguiente manera: N1: OR/−BFE (obligatorio cada vez que no hay buena fe del enajenante).
“Art. 3878: «Compete la reivindicación, ya sea mueble o inmueble la cosa demandada:...»… Inc. 2°: «Contra el actual poseedor,
que de mala fe la hubo de enajenante obligado a restituirla al reivindicante»” (Alchourrón y Bulygin, 2012, p. 39). Esto puede ser
representado de la siguiente manera: N2: OR/−BFA (obligatorio cada vez que no hay buena fe del adquiriente).
“Inc. 3°: «Contra el actual poseedor, aunque la hubiese de buena fe de enajenante de buena fe, si la hubo por título gratuito...»”
(Alchourrón y Bulygin, 2012, p. 39). Esto puede ser representado como N3: OR/−TO (obligatorio restituir cada vez que no hay
título oneroso).
“Art. 3882, inc. 1°: «Tampoco compete la reivindicación, ya sea mueble o inmueble la cosa demandada, contra el poseedor de
buena fe que la hubo por título oneroso de enajenante de buena fe...»” (Alchourrón y Bulygin, 2012, p. 39). Puede ser
representado como N4: FR/BFA × BFE × TO.
A partir del análisis de lo anterior, es posible realizar un gráfico o matriz que represente el sistema, con sus casos elementales posibles,
sus normas y las soluciones inferidas de estas:
Tabla 3: Matriz
OR/−BFE
OR/−BfA
OR/−TO
FR/BFA × BFE × TO
1 + + +
FR
2 − + + OR
3 + − +
OR
4 − − + OR OR
5 + + −
OR
6 − + − OR
OR
7 + − −
OR OR
8 − − − OR OR OR
Es una matriz del sistema normativo elaborado por Freitas. En el gráfico aparecen los ocho casos elementales del universo de casos y
luego las normas del sistema. En las intersecciones de una línea y una norma, se colocan las soluciones que la norma establece. Las
columnas indican las soluciones que una norma determina para un cierto universo de casos, mientras que las líneas permiten
establecer qué consecuencias tiene el sistema para un caso determinado. Mediante esta matriz es fácil averiguar las propiedades de un
cierto sistema normativo, es decir, su completitud, coherencia e independencia normativa, así como sus respectivos problemas:
incompletitud, incoherencia y redundancia. ¿Cuándo se dan esas circunstancias en la matriz?
Un sistema normativo es incompleto si tiene por lo menos una laguna; aquel que no posee ninguna es completo. Una laguna
normativa se presenta cuando un caso del universo de casos elementales no está relacionado con una solución normativa.
Por otro lado, un sistema normativo es incoherente si figuran dos o más soluciones diferentes e incompatibles para un caso; es
decir que una contradicción normativa o antinomia se presente cuando un caso del universo de casos elementales se encuentra
relacionado con dos o más soluciones incompatibles.
Un sistema reviste el carácter de redundante si la misma solución figura más de una vez en la misma línea; además, las normas
serán independientes si no hay casos en los cuales el sistema sea redundante. Así, es redundante si un caso del universo de
casos elementales se encuentra relacionado con más de una solución normativa idéntica.
Como vemos, en la matriz precedente no hay lagunas normativas ni contradicciones, por lo que el sistema es completo y coherente,
pero presenta redundancias en los casos 4, 6, 7 y 8, de modo que el sistema en cuestión es redundante. La redundancia es un
problema menor que la incompletitud o la incoherencia porque no afecta nuestro entendimiento acerca de cómo debemos resolver el
caso ni cómo debemos comportarnos, pero sí incumple una exigencia racional de los sistemas que deben ser independientes.
Es importante resaltar la diferencia entre casos de laguna (ausencia de solución) y de incoherencia (superabundancia de soluciones),
ya que muchos autores tienden a asimilarlos como lo mismo. Aunque a veces las consecuencias prácticas de ambas situaciones
pueden resultar parecidas, son dos fenómenos diferentes y sus formas de resolución difieren. Ahora profundizaremos un poco en
ambas y en cómo se resuelven.
Incompletitud
Como afirmamos anteriormente: un sistema es completo cuando todos los casos del universo de casos están correlacionados con una
solución maximal. Consecuentemente, un sistema incompleto es un sistema que tiene lagunas normativas.
¿Cuál es la definición que establecen Alchourrón y Bulygin (2012) respecto a las lagunas normativas? Afirman que existe una laguna
normativa si no existe una solución completa para algún caso del universo de casos (UC), por ausencia total o parcial. Un sistema tiene
una laguna parcial si un caso del UC está correlacionado con una solución parcial (Alchourrón y Bulygin, 2012).
En la misma línea que los autores que venimos siguiendo, se ha sostenido lo siguiente: estamos en presencia de una laguna normativa
si y solo si un caso elemental del universo de casos de un sistema normativo S no está relacionado con ninguna solución maximal del
universo de soluciones. Por lo tanto, un sistema normativo S es completo si y solo si carece de lagunas normativas (Moreso y
Vilajosana, 2004).
La integración del derecho en la solución al problema de la incompletitud es el desarrollo de un conjunto de estrategias que despliegan
los juristas para llenar lagunas normativas. Estas estrategias se denominan formas de integración del derecho. Existen dos tipos
diferentes de procedimientos para integrar lagunas: los procedimientos heterointegradores y los procedimientos autointegradores
(Atienza, 2013).
Los procedimientos heterointegradores consisten en acudir a otros ordenamientos jurídicos. Esta solución solo es posible si el sistema
de fuentes establecido en el sistema lo permite. El procedimiento de autointegración consiste en acudir a estándares del propio
ordenamiento jurídico. Dentro de esta clase de procedimientos, para colmar las lagunas normativas, podemos encuadrar el argumento
por analogía, a fortiori, el argumento contrario y el argumento de los principios jurídicos (Moreso y Vilajosana, 2004). Ya hemos
analizado estos recursos al realizar el análisis de los argumentos jurídicos. Hay que hacer una salvedad en las ramas del derecho, en
donde el existe un derecho de reserva estricto, que funciona como regla de clausura del derecho, como es el caso del derecho penal,
en donde las acciones que no están prohibidas ni son obligatorias están permitidas.
También este defecto impide la motivación del comportamiento, ya que en esos casos el derecho ofrece más de una respuesta a un
problema normativo. Alf Ross (1958, en Moreso y Vilajosana, 2004) distingue entre distintos tipos de incoherencias:
☰ 1. Total-Total
Esta clase de incoherencia se produce entre dos normas distintas, N1 y N2, si y solo si el supuesto de hecho del caso genérico de la
norma N es idéntico al caso genérico del supuesto N2 y se brindan soluciones incompatibles entre ambas (Moreso y Vilajosana, 2004).
☰ 2. Total-Parcial
Se produce entre dos normas distintas, N1 y N2, si y solo si el supuesto de hecho del caso genérico de la primera norma N1 está
incluido, pero no es idéntico al caso genérico de la norma N2 (Moreso y Vilajosana, 2004).
☰ 3. Parcial-Parcial
Se produce entre dos normas distintas, N1 y N2, si y solo si el conjunto de casos individuales denotado por el caso genérico de N1 y el
conjunto de casos N2 tienen entre sí algún caso de intersección, es decir, casos individuales que puedan ser incluidos en ambos
conjuntos.
La primera forma de evitar contradicciones normativas es utilizar un método de interpretación sistemático en coherencia con el sistema,
si el texto admite más de una alternativa; es decir, si es ambiguo y una de ellas no produce una contradicción, esta debe ser elegida. Si
no es posible, por no ser ambiguo el texto, las formas de resolver lagunas normativas son la aplicación de criterios jerárquicos,
cronológicos y de la especialidad, directamente inspirados por el postulado del legislador racional (Alchourrón y Bulygin, 2012):
☰ 1) Criterio jerárquico
La norma jerárquica superior invalida la inferior. Así, ante la contradicción entre la fuente de creación de la norma inferior o “creada” y la
norma superior o “creadora”, subsiste esta última.
☰ 2) Criterio de temporalidad
La ley posterior deroga la ley anterior.
☰ 3) Criterio de especialidad
Se prefiere la aplicación de la ley especial que regula en forma más específica la materia de la controversia por sobre la general.
Si bien muchas de las antinomias que detectan los juristas pueden ser resueltas con los criterios señalados, la doctrina ha identificado
determinados supuestos en los cuales estos criterios no bastarían para su solución. Así, Gascón Abellán y García Figueroa (2003)
señalan que estas pueden ser llamadas antinomias de segundo grado. Podemos distinguir el caso, por ejemplo, de una contradicción
interna en una misma norma; aquí parece difícil aplicar los principios de jerarquía y temporalidad. Si no pudiera resolverse por el
principio de espacialidad, estaríamos frente a una antinomia de segundo grado. Asimismo, puede haber conflicto entre las soluciones
que ofrecen dos criterios diferentes, por ejemplo, entre la ley especial anterior y una ley general posterior o entre una norma especial
inferior y una norma general superior. En esta clase de conflictos, no hay reglas claras de resolución y hay un gran campo para la
discreción judicial. Estos autores también incorporan los conflictos de principios jurídicos como supuestos de antinomia de segundo
grado, tema que será analizado en la última sección de esta unidad (Gascón Abellán y García Figueroa, 2003).
Cabe mencionar que esto ha generado una larga discusión acerca de la solución correspondiente, no enumeraremos los argumentos
esgrimidos ni resaltaremos el reconocimiento explícito o no de la existencia de laguna en este caso.
Algo que debemos resaltar es que la existencia de lagunas es siempre relativa a un sistema normativo, es decir que un mismo caso
puede tener soluciones distintas en sistemas disímiles. Además, la idea de completitud requiere no solo que todos los casos tengan
solución (implica que sepamos cuáles son todos los casos posibles), sino también que las soluciones sean completas, es decir, que
todas las acciones posibles estén normativamente determinadas.
Como ya expresamos anteriormente, vale resaltar que el concepto de completitud normativa tiene una estructura relacional y, como tal,
solo puede ser definido en virtud de lo siguiente:
Universo de casos.
Universo de soluciones maximales.
Sistema normativo (Rodríguez Mancini, 2016).
[3]
Art. 1777, Ley 340. (1869). Código Civil [Abrogada por el artículo 4 de la Ley 26994]. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Recuperado de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=109481
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Referencias
Alchourrón, C. y Bulygin, E. (2012). Sistemas normativos. Introducción a la metodología de las ciencias jurídicas y sociales. Buenos
Aires, AR: Astrea.
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Judicatura. Recuperado de http://www.cnj.gob.sv/index.php/publicaciones-cnj/65-interpretacion-y-argumentacion-juridica
Ley 340. (1869). Código Civil [Abrogada por el artículo 4 de la Ley 26994]. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de
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http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/235000-239999/235975/norma.htm
Moreso, J. J. y Vilajosana, J. M. (2004). Introducción a la teoría del derecho. Madrid, ES: Marcial Pons.
Navarro, P. E., Bouzat, A. y Esandi, L. (2001). Juez y ley penal. Córdoba, AR: Alveroni.
Rodríguez Mancini, J. (2016). La analogía, una fuente y un principio de interpretación. Buenos Aires, AR: Thomson Reuters.
Introducción
En este módulo se tratan dos temas muy importantes que tienen grandes connotaciones
tanto teóricas como prácticas. Por un lado, se abordarán los conflictos normativos y sus
técnicas de resolución con la herramienta de la ponderación de principios, que se
desarrollará en las primeras dos lecturas. Por otro lado, se abordará el razonamiento
probatorio y los métodos para la reducción de la indeterminación a la hora de la toma de
decisiones sobre la premisa fáctica.
Ambas temáticas generales son las que más atención adquieren en el mundo de la teoría
del derecho actual. La primera, por la paulatina constitucionalización del derecho
infraconstitucional que se ha producido en los últimos años, así como por los desafíos que
supone el neoconstitucionalismo y las objeciones provenientes de un sector importante de
estudiosos que comienzan a ver en el activismo judicial un peligro para la forma de
gobierno democrática. Independientemente de estos posicionamientos, la capacidad de
ponderar adecuadamente los casos de conflicto de principios es una habilidad necesaria
en todos los ámbitos de la argumentación jurídica, de modo que sirve no solo en la tarea
de la producción normativa, sino también en la aplicación del derecho y la doctrina.
Por otro lado, la indeterminación de la premisa fáctica, que no había sido un eje
interesante de estudio, en los últimos años ha concitado una extraordinaria atención en el
mundo jusfilosófico hispano-americano, y comienza a reflejarse en propuestas de reforma
procesal. Al nivel del desarrollo de competencias para los profesionales, el adecuado
manejo de las inferencias probatorias es central para la argumentación de los casos en el
ámbito de la aplicación del derecho.
Como se estudió con anterioridad, a los problemas a los que aducen los sistemas
normativos (contradicción, lagunas normativas y redundancia, cuyas posibles soluciones
ya fueron analizadas) cabe agregarles una posibilidad que presenta grandes desafíos para
los operadores del derecho: los conflictos normativos. En esta parte del trabajo, se
tratarán dos temas principales: por un lado, los conflictos normativos en esta lectura, y por
otro, las diferentes técnicas de ponderación en las lecturas siguientes.
Situación problemática
Las reglas y los principios. Distinción
Por su parte, los principios tienen una composición distinta a la de las reglas.
Sin entrar en discusiones que de manera tentativa serán abordadas en los
próximos puntos, los principios son “un estándar que ha de ser observado, no
porque favorezcan o aseguren una situación económica, política o social que
se considera deseable, sino porque es una exigencia de justicia, la equidad o
alguna otra dimensión de la moralidad” (Dworkin, 1989, p. 72).
[1]
Art. 79, Ley 11179. (1921). Código Penal de la Nación Argentina [T. O. en 1984]. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Recuperado de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/16546/texact.htm#15
[2]
Art. 16, Ley 24430. (1994). Constitución de la Nación Argentina. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Recuperado de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/0-4999/804/norma.htm
La intención es mostrar algo concretamente distinto entre las reglas y los principios. Las
primeras tienen un antecedente (situación fáctica reglada) y un consecuente
(consecuencia jurídica, sanción) y determinan que algo es obligatorio, prohibido o
permitido. En cambio, los principios no tienen una aplicación clara, determinada,
circunstancialmente visible, sino que determinan un estado deseable, por ejemplo, la
igualdad, la equidad, la defensa en juicio, la inviolabilidad de la propiedad privada o la
autonomía de la voluntad.
De esta manera, en los próximos puntos se analizarán dos cuestiones claras para el
entendimiento de los sistemas jurídicos: la idea de un sistema jurídico compuesto solo por
las reglas y sus consecuencias, por un lado, y la idea de un sistema jurídico compuesto
solo por principios y, por ende, sus consecuencias. Ello servirá para luego arribar a la
realidad que existe como consecuencia de la convivencia entre las reglas y los principios
dentro del ordenamiento jurídico.
2. Sistemas antagónicos
De esta forma, se sostiene que un sistema jurídico compuesto por reglas está dado por la
integridad en él de un conjunto de normas que tienen y regulan cuestiones fácticas y a las
que determina alguna consecuencia jurídica. Este sistema necesita ciertas estructuras
para su funcionalidad:
1. Las reglas jurídicas, para ser válidas, deben ser dictadas por una autoridad
competente.
2. El juez debe limitarse a aplicar las leyes mediante subsunción, sin posibilidad de
interpretación.
3. No existe nada vinculante por fuera de las reglas válidas de un sistema jurídico dado
(Bayón Mohíno, 1996).
Sin embargo, este sistema de reglas tiene como desventaja, y crítica, la idea de inequidad
o injusticia. Para aclarar, se le acusa a este sistema rígido de que tiende a la aplicación
opaca del derecho, incurriendo, en algunas ocasiones, en la injusticia. Esto es lo que
viene dado por la situación en la que el juez se encuentra ante un caso jurídicamente fácil
(regla jurídica clara y precisa que engloba el hecho particular, y viceversa: el hecho cae
bajo —subsunción— la aplicación de la regla), pero moralmente difícil, por ser injusta
dicha aplicación (Bayón Mohíno, 1996).
Para ejemplificar esto, se podría imaginar una regla jurídica que determine “Se aplicará
pena de muerte al que matare a otro siempre que en este código no se estableciere otra
pena”. Suponiendo que fuera una regla válida del sistema jurídico —por haber sido dictada
por una autoridad competente— y que el juez se encontrara ante el hecho fáctico que cae
bajo la subsunción de la norma, no cabría más posibilidad para él que aplicar la pena de
muerte; lo cual, desde la obviedad, es algo injusto. Pero la injusticia debe ser relacionada,
desde la contrariedad de esa regla jurídica, con un principio constitucional: la vida.
Figura 1: Sistema jurídico
Desde el campo contrario, un sistema que solo esté compuesto por principios, o los
llamados sistemas de valores, tiene la característica de ser aquel donde no están
predispuestas las consecuencias jurídicas como sí lo están las reglas. En este sistema,
sostiene Bayón Mohíno (1996), se echa manos de la ponderación, en vez de hacerlo de la
subsunción mecánica, propia del formalismo, de modo que el juez, al momento de decidir,
debe ponderar los principios en juego y determinar, de esa manera, la justicia en el caso
concreto. Así, por ejemplo, se tendría que el sistema jurídico de un ordenamiento jurídico
dado adopta como valores la integridad de la persona, la autonomía de la voluntad, la
defensa de la propiedad privada, la igualdad, etcétera, pero, como se ha indicado de
manera vehemente en la doctrina, ello lleva a la falta de previsibilidad, sobre todo cuando
se trata de temas sensibles. Este sistema se condice con la premisa básica de que no
puede separarse el derecho de la moral (Dworkin, 1989).
En la actualidad, se da por sentado que no puede darse un sistema puro; es decir, en todo
ordenamiento coexisten las reglas y los principios. Un ejemplo sería el nuestro, donde, por
ejemplo, tenemos reglas dispuestas en los diferentes códigos nacionales, pero también
principios contenidos en el bloque constitucional (Constitución Nacional y tratados de
derechos humanos en los que la nación es parte), lo cual genera ciertos conflictos.
Dworkin (1989) indica que “los principios tienen una dimensión que falta en las normas: la
dimensión del peso o importancia” (p. 77). De esta forma, Dworkin (1989) señala algo que
lo contrapone de manera directa con el positivismo jurídico, que está dado por la jerarquía
de los principios frente a las reglas; es decir, en caso de determinar que una regla
colisiona con un principio jurídico, por la regla del peso, la primera debe ceder ante el
principio. Sin embargo, esa regla no es que no sea válida, sino que es injusta para ese
caso, lo cual no la anula de posibles aplicaciones válidas en situaciones distintas, es decir,
dicha norma (regla) sigue siendo aplicable para otras circunstancias, pero en ciertos
casos, bajo ciertas circunstancias concretas estudiadas por el juez al momento de decidir,
se determina que solo en ese caso la regla no puede aplicarse, por ser contraria a un
principio. En este sentido (colisión reglas-principios), Bayón Mohíno sostiene:
Sin embargo, Dworkin (1989) señala que detrás de toda regla se puede encontrar un
principio que la justifica; por ende, en cuestiones prácticas dentro de un sistema de reglas
y principios, la decisión en concreto del caso particular no sería un conflicto de reglas y
principios, sino un conflicto de principios. Ejemplificando esto, vamos a utilizar algunas
normas de nuestro sistema jurídico.
[3]
Ley 7722. (2007). Prohibición de Sustancias Químicas. Legislatura de la Provincia de Mendoza. Recuperado de
https://argentinambiental.com/legislacion/mendoza/ley-7722-prohibicion-sustancias-quimicas/
Este artículo es una regla que prohíbe una actividad concreta. Ahora bien, dicha regla es
limitadora de principios constitucionales, como los de industria lícita, de trabajo, de uso
libre de la propiedad privada (contenidos en el artículo 14 de la Constitución Nacional). Si
analizamos prima facie, podríamos determinar que dicha regla, al ser contraria a principios
constitucionales, no debería ser aplicada porque caería por el peso argumentativo que
tienen los principios y de los cuales carecen las reglas. Sin embargo, en un análisis
completo del contexto normativo, dicha regla está fundamentada en otro principio jurídico:
la defensa del medioambiente o derecho fundamental al ambiente sano del artículo 42 de
la Constitución Nacional. Esto último da como resultado que el análisis no está entre la
regla y el principio, sino entre principios. De esta forma, aquí es donde la ponderación
tiene su mayor fundamentación práctica.
A los efectos de profundizar en este tema, veremos como lectura obligatoria el texto sobre
principios y reglas de Bayón Mohíno (1996).
Referencias
Bayón Mohíno, J. C. (1996). Principios y reglas: legislación y jurisdicción en
el Estado constitucional. Jueces para la democracia, (27), 41-46. Recuperado
de https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/174677.pdf
Kelsen, H. (2003). Teoría pura del derecho. Buenos Aires, AR: Eudeba.
Sin embargo, si bien se llega al punto donde se acuerda que el juez es quien debe tener la
actividad ponderativa que determine qué principio se aplica al caso en concreto, en la
teoría del derecho no hay acuerdo sobre cómo deben ser aplicados los derechos en caso
de conflictos entre ellos, a los efectos de que esta pueda ser considerada una tarea
racional en donde se enlaza esta idea a una tarea no sometida a la arbitrariedad del
juzgador (Villanueva, s. f.).
En este sentido, Moreso (2006) hace una distinción muy preponderante entre dos modelos
ponderativos y propone y aporta una suerte de modelo propio con base en ellos. Dicho
autor hace una introducción base donde plantea un caso real tratado por la jurisprudencia
española, llamado “El caso del Niño Marcos”. Sin posibilidad de transcribir todo el caso por
razones de obviedad de económica de la lectura, se remite a los puntos más importantes,
que servirán a los efectos explicativos.
No hay tal cosa como pautas universales en las cuales anclar la corrección
moral de las acciones, hay que atender siempre al modo en que, en el caso
individual, se presentan entrelazadas las circunstancias y ponderarlas con el
objeto de percibir la solución correcta para dicho caso. (Moreso, 2006, p. 15).
Cuando dos principios entran en colisión… uno de los dos ha de ceder frente al
otro. Pero esto no significa que uno de los dos principios sea inválido, ni que en
el principio desplazado haya que introducir alguna excepción. Lo que sucede
es que, en determinadas circunstancias, un principio precede al otro. Es por
esta razón que se afirma que, en los casos concretos, los principios tienen
diferente peso y el conflicto ha de resolverse según la dimensión de peso y no
según la dimensión de validez. (2006, p. 17).
Por su parte, Moreso propone lo que él entiende como una vía intermedia:
Este modelo propuesto por Moreso (2006), que nombra como la ponderación como paso
previo a la subsunción, consta de cinco etapas:
Básicamente, este modelo que intenta Moreso (2006) al momento de fusionar dos
concepciones antagónicas sobre la aplicación conflictual de derechos fundamentales
puede ser entendido como un proceso, donde primero se deben ponderar las
circunstancias particulares del caso y demás casos parecidos o que compartan
propiedades relevantes, y luego crear una regla, la cual será aplicable a casos donde sus
circunstancias particulares sean de la misma cualidad que las tenidas en cuenta para la
resolución del anterior; es decir, una regla que sirve para que sea aplicable en la
posterioridad con el método subsuntivo.
Moreso indica:
Referencias
En la tercera lectura del módulo, se abordarán los problemas de la subsunción, se repasarán algunos tipos de lagunas en el derecho,
también se tratarán los problemas de las pruebas y sus características, que están dadas por situarse en la premisa fáctica o empírica
del razonamiento judicial.
1. Situación práctica
Haciendo un breve repaso por el contenido de la obra, podemos decir que el eje principal gira sobre la situación que vivía una familia,
en la que el padre había desatendido gravemente a sus hijos y es, posteriormente, asesinado (Rodríguez, 2017).
Impulsado por los celos y la codicia, Dimitri parece ser el asesino de su padre.
Sus hermanos Aliosha, novicio de un convento, e Iván, un intelectual, tratan de ayudarlo en los días previos al juicio.
El cuarto hermano, Smerdiakov, es hijo ilegítimo del padre y apenas si es aceptado por los otros tres como miembro de
la familia.
Dimitri es declarado culpable y sentenciado a 20 años de trabajos forzados en Siberia. (getAbstract, s.f., t.ly/VQGI).
Cabe resaltar que las pruebas producidas en el proceso fueron suficientes para arribar al veredicto, por esta razón, el juez aplicó la
norma que regula los casos de este tipo de delitos. Pero el protagonista no era el autor del hecho, es decir, el caso individual no era
instancia del caso genérico del homicidio. Siguiendo el aporte de las pruebas generadas en el juicio, la norma que sancionaba el
homicidio era la que debía invocar el juez para justificar su resolución; pese a las apariencias, una decisión judicial puede, como en este
caso, considerarse justificada más allá de apoyarse en una premisa fáctica falsa (Rodríguez, 2017).
Sin embargo, el verdadero culpable es Smerdiakov, pero como se ahorca, no puede ayudar a poner en libertad a Dimitri (Rodríguez,
2017).
2.
Problemas de subsunción. Casos genéricos y casos individuales. Subsunción individual. Remisión. Lagunas de conocimiento
y reconocimiento
Se debe partir de la idea conceptual de la subsunción, la cual evidencia un mecanismo lógico que sostiene que, desde una situación
individual, un hecho jurídico reproduce la hipótesis contenida en la norma general. La subsunción es una operación que conduce desde
una afirmación individual a una de carácter general.
De acuerdo con el aporte de Rodríguez (2017), esta temática se vincula con los problemas relativos a la premisa fáctica del
razonamiento judicial. El autor agrega, además, que los teóricos se han ocupado fundamentalmente del estudio de la naturaleza y los
problemas que conlleva la premisa normativa, sin poner el mismo énfasis en la descripción de los hechos concretos, es decir, el
contenido de la premisa menor o fáctica, de dicho silogismo.
En consonancia con el mencionado autor, aplicar una norma al hecho conduce a poder aplicar la consecuencia prevista en ella ante la
ocurrencia de la situación fáctica. Aquí, entra en juego el proceso de subsunción, que sería, siguiendo el análisis propuesto, una
operación lingüística, en la que se conecta una norma general con la descripción de un hecho particular, por lo que es necesario que
dicha descripción refleje lo normado en la premisa mayor (Rodríguez, 2017).
Este orden de ideas queda controvertido, en un caso como el relatado al inicio, cuando Dimitri debe afrontar la aplicación de una
sanción prevista por la norma, más allá de que no había cometido el hecho, es decir, matar a su padre. Ello se da en función de aplicar
una norma que consiste en incluir dicha sanción como parte de un argumento justificatorio y, en las justificaciones jurídicas, la
aplicación de ella requiere que el juez la utilice como parte del razonamiento que desarrolla en su sentencia (Rodríguez, 2017).
El caso de Dimitri es un claro ejemplo de que la aplicabilidad interna no es una condición necesaria de la aplicabilidad externa. Es decir
que una decisión judicial podría considerarse justificada, porque el juez tenía el deber de aplicar una cierta norma, más allá de la
situación de que ella no regulaba el caso en cuestión, dado que el juez consideró probados hechos que no acontecieron o, por el
contrario, no consideró probados hechos que sí acontecieron (Rodríguez, 2017).
Al respecto de la temática, Petzold-Pernía (2011) destaca que el razonamiento judicial proviene de la razón práctica y se constituye por
un proceso de valoración que lleva adelante el juez, quien determina cuál es la decisión que, según su conciencia, deberá dictar. En
ella, se ponen en juego cuestiones filosóficas, morales, políticas económicas, entre otras; que luego serán complementadas con
proposiciones jurídicas generales, propias del ordenamiento vigente, que serán de utilidad para justificar la decisión.
Pero, además, agrega el autor, la tarea consiste en la comprobación fáctica de lo que realmente ocurrió, en el caso de análisis (Petzold-
Pernía, 2011). Ante esto, resulta de utilidad recordar cómo es la estructura del razonamiento judicial.
No es posible subsumir un caso real individual en un concepto, sin embargo, en la subsunción no se trata realmente de
subsumir un hecho en un concepto jurídico, sino de subsumir la representación conceptual de ese hecho en el supuesto de
hecho de una proposición jurídica general. (2011, p. 109).
Continuando con la visión del autor nombrado, se podría decir que la subsunción de un caso concreto, en el supuesto de hecho
(pensado en abstracto) de la proposición jurídica general, puede ser entendida como:
Como ya se ha tratado en lecturas anteriores, se hace referencia al concepto de laguna normativa cuando, en relación a un caso
genérico, el sistema no lo correlaciona con una solución máxima de su universo de soluciones. Pero, también, puede darse el supuesto
de los problemas que genera la aplicación de normas a un caso individual. Esta situación conduce a la clasificación del caso individual
en alguno de los supuestos generales que prevén las normas de un sistema jurídico. Lo mencionado se denomina subsunción
individual (Rodríguez, 2017).
Rodríguez (2017) agrega que las dificultades de la subsunción de un caso individual pueden surgir por:
falta de información acerca de los hechos del caso: se desconoce si el hecho concreto es subsumible al genérico, dado que se
carece de información necesaria, lo que genera dificultades para la clasificación del caso; e
indeterminación semántica del lenguaje en que se expresan las normas generales: lo que conduce a problemas de interpretación
de las expresiones contenidas en dichas normas.
Los autores Alchourrón y Bulygin (1998), que han sido estudiados en lecturas anteriores, proponen distinguir entre lagunas de
conocimiento y lagunas de reconocimiento (tabla 1).
Tabla 1: Distinción de los tipos de laguna
En casos individuales, se desconocen algunas Se darían en casos individuales donde hay dudas
propiedades del hecho, es decir, no se sabe si sobre si corresponden a un caso genérico por la
pertenecen o no a cierto caso genérico.
falta de determinación semántica de los conceptos.
Este problema, para Alchourrón y Bulygin (1998), es
Ellas se solucionan a través de normas específicas imposible de solucionar completamente, por la
que brindan pautas para ello, por ejemplo, las vaguedad del lenguaje que no se puede eliminar.
de la prueba y permiten cubrir la carencia de Por ejemplo, el artículo 80, inciso 1 del Código
información.
Penal, en los agravantes del homicidio, menciona a
quienes atañe y nombra, también, a la persona que
pudo haber mantenido una relación de pareja
mediare o no convivencia. Lo cual es una expresión
que puede generar casos problemáticos por no
[1]
tener una delimitación de su significado.
[1]
Inciso 1, artículo 80, Ley N.º 11179 (1984). Código Penal de la Nación Argentina. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de t.ly/Nn7z
Para comenzar a tratar el tema de los problemas de prueba, se debe relacionar con lo ya estudiado referido al contexto de
descubrimiento y de justificación, donde el primero permite buscar información para conformar las premisas. En cambio, en el segundo,
se trabaja sobre la validación y sustentación, siguiendo las reglas de la argumentación e intentando demostrar que la decisión es
correcta o aceptable.
También, se vincula con la justificación interna de la decisión judicial, que consiste en el silogismo de la subsunción, además, con la
justificación externa que busca la fundamentación de las premisas utilizadas en la interna (Flórez Ruiz, 2017).
Retomando la estructura del razonamiento judicial, esta clase de problemas se ubica en la premisa menor y se relaciona, además, con
la justificación interna y con la externa. De acuerdo a Flórez Ruiz (2017), la justificación interna utiliza inferencias e implicaciones, en
cambio, la externa se vale de la denominada lógica material.
Flórez Ruiz (2017) cita a Mac Cormick, para recordar la importancia de los requisitos de consistencia y coherencia. En cuanto a la
prueba, la consistencia significa que los jueces deben ajustarse a la realidad, es decir que las proposiciones sobre el pasado no deben
entrar en contradicción con las afirmaciones del presente que sean verdaderas. Por su parte, el requisito de coherencia “… suministra
un test en relación con las cuestiones de hecho cuando no se tiene una prueba directa y en virtud del mismo se asumen creencias en
determinado sentido y se rechazan otras” (Flórez Ruiz, 2017, p. 85). Esta última se diferencia de la consistencia, porque admite grados,
por lo que será posible que subsistan diversas conclusiones.
En el ámbito descripto, tienen actuación las reglas de la sana crítica y las de la experiencia que están guidas por leyes del pensamiento,
donde se destacan los principios lógicos de identidad, de contradicción y del tercero excluido.
Por ende, se puede afirmar que el tipo de lógica aplicable al razonamiento probatorio es la inductiva, porque se construye con
enunciados particulares y el paso de las premisas a la conclusión no es de carácter necesario, como sucede en la deducción, sino que
refleja un grado de probabilidad.
Las premisas del silogismo inductivo se conforman por la descripción del acontecimiento que se busca explicar y las pruebas. Por su
parte, en la conclusión, se manifiesta la enunciación del hecho que se considera probado en las premisas (Flórez Ruiz, 2017).
La cuestión que subyace en lo comentado tiene que ver con la verdad procesal, ya que, como se describió, la inducción trae una verdad
probable y no decisiva, que coexiste con la posibilidad de falibilidad, característica que se denomina falsabilidad. Por lo tanto, todo el
ejercicio de la actividad probatoria busca lograr la verdad real, pero, como consecuencia, se obtiene una verdad probable (Flórez Ruiz,
2017).
Para profundizar este tema, se indica la lectura de:
López Hidalgo, S. (2015). Ponderación versus subsunción jurídica: ¿la crisis de la certeza del Derecho? FORO Revista de Derecho,
23. Quito: UASB. Recuperado de https://revistas.uasb.edu.ec/index.php/foro/article/view/447/442
razonamiento deductivo.
razonamiento inductivo.
modus ponens.
dilema.
En las lagunas de conocimiento, se hace presente la falta de determinación semántica de los conceptos.
Verdadero.
Falso
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Referencias
Alchourrón, C. y Bulygin, E. (1998). Introducción a la metodología de las ciencias jurídicas y sociales. Buenos Aires, AR: Astrea.
Flórez Ruiz, R. (2017). Aproximaciones a los problemas de prueba en la argumentación jurídica, en Ratio Juris UNAULA, 1(1).
Recuperado de https://publicaciones.unaula.edu.co/index.php/ratiojuris/article/view/302
Ley N.º 11179 (1984). Código Penal de la Nación Argentina. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/16546/texact.htm
Petzold-Pernia, H. (2011). El problema de la subsunción o como se elabora la sentencia, en Academia & Derecho, 2. Recuperado de
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6713629
Rodríguez, J. (2017). Razonamiento y decisión judicial. La justificación de decisiones judiciales en las democracias constitucionales.
Recuperado de http://www.bibliotecadigital.gob.ar/files/original/23/1702/razonamiento-decision-judicial_rodriguez.1.pdf