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Guía de Lectura de "1984" de Orwell

1) La guía presenta una introducción a la novela 1984 de George Orwell, dividiéndola en tres partes y ofreciendo una guía de lectura y análisis para cada parte. 2) La primera parte describe la sociedad totalitaria de Oceanía y la vida diaria de Winston antes del inicio de la trama. 3) El fragmento de Umberto Eco analiza cómo a pesar de la elección casual de la fecha 1984 en la novela, esta se convirtió en una fecha que evoca temores sobre el control totalitario que preocupaban a Orwell.

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Guía de Lectura de "1984" de Orwell

1) La guía presenta una introducción a la novela 1984 de George Orwell, dividiéndola en tres partes y ofreciendo una guía de lectura y análisis para cada parte. 2) La primera parte describe la sociedad totalitaria de Oceanía y la vida diaria de Winston antes del inicio de la trama. 3) El fragmento de Umberto Eco analiza cómo a pesar de la elección casual de la fecha 1984 en la novela, esta se convirtió en una fecha que evoca temores sobre el control totalitario que preocupaban a Orwell.

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Sobre 1984

Pautas de trabajo 1

Guía de lectura 2
Parte 1 2
Vida habitual de Oceanía: 2
Cambios en la vida habitual: inicio de la acción. Conflicto 2
Parte II 3
Avance de la acción 3
Parte III 3
Desenlace de la historia. 3

Guía de análisis e interpretación del texto 4


Parte I 4

Pautas de trabajo
Antes que nada, les dejamos la traducción de 1984 que recomendamos:
https://drive.google.com/file/d/1C_vx_B33aCpy_TqiOG_PRfZveygptDsR/view?usp=sharing

La novela está organizada en tres grandes partes. Cada una de ellas está vinculada a
cómo se desarrolla la acción en la trama.

Les presentamos una guía de lectura global para que, mientras leen, la tengan a mano
y vayan prestando especial atención a los puntos centrales que acá se señalan. ¡¡Ojo, que si la
miran completa antes de leer la novela, hay spoilers!!

Además, una guía de lectura y actividades para cada una de las tres partes de la
novela. No vamos a encargar entrega de trabajos escritos sobre 1984 hasta que hayamos
hecho la puesta en común de la lectura de la novela completa.

Organizaremos tres encuentros sincrónicos. En cada encuentro, trabajaremos con una


parte de la novela, que ustedes habrán preparado, ayudades por la guía de análisis e
interpretación.

1
El jueves 3/9, en un Jitsi, a las 17 hs, pondremos en común la lectura de la primera
parte y del fragmento del prólogo de Eco que dejamos más abajo.

El jueves 10/9, la de la segunda.

El jueves 17/9, finalmente, la de la tercera.

Ese mismo jueves 17/9, en principio, subiremos las consignas para un trabajo escrito
sobre la novela entera. Deberán entregar dicho trabajo el 1/10.

-------------------------------------------------------------------------------------

Guía de lectura
Parte 1
-Desarrolla una descripción de la sociedad del presente en que se encuentra Winston, el
protagonista, priorizando la focalización en él para mostrar cómo la ve y lo que sabe sobre
ella.
-Comienzan los primeros avances de la acción.

Vida habitual de Oceanía:


-Lo que Winston vive.
-Lo que Winston sueña: escenas hacia el pasado // escenas hacia el futuro. Prolepsis y
analepsis.

Cambios en la vida habitual: inicio de la acción. Conflicto


-Crimentales: a) inicio de la escritura del diario íntimo.
b) visita al negocio del barrio de los proles.
c) cruces con Julia (temor por parte de Winston).
-Personajes: se presentan, en distintas situaciones, todos los personajes relevantes en el
desarrollo de la acción. Ir relevando cómo Winston lee el comportamiento de las personas
que lo rodean. Qué piensa de Julia, O’Brien, vecines, Syme.

2
Parte II

Avance de la acción
-Encuentro personal con Julia. Crimental / cita clandestina: inicio y desarrollo de la
relación amorosa.
-Encuentro con O’Brien: cita clandestina: ofrecimiento del diccionario.
-Entrada a la Hermandad: resistencia clandestina.

Intercalación del texto de análisis político de Goldstein: Teoría y


práctica del colectivismo oligárquico. (Nuevo punto de vista).

-Captura: sale a la luz la primera trampa.

Parte III

Desenlace de la historia.
-Proceso de detención, tortura física y psicológica. Lavado de cerebro.
-Desenmascaramiento de O’Brien.
-Reencuentro con Julia.
-Desenlace de Winston.

3
Guía de análisis e interpretación del texto
Parte I
-Oceanía en el presente de Winston: el narrador con focalización cero elige seguir a este
personaje. Uso de la técnica narrativa del DIL (discurso indirecto libre). Ver página 29 del
cuadernillo de narrador:
https://drive.google.com/file/d/0B5OJCL2nQD8YdndTem1zdEsxR25aY0FGTzRRRnot
Q2toMnBj/view?usp=sharing
Ver las tres focalizaciones: cero, externa e interna (página 18 y siguientes del
cuadernillo). Elegir un ejemplo de cada una.

-Calidad de vida material y psicológica: uso de la descripción. ¿Cómo está caracterizado el


espacio urbano, el social, las viviendas? Relevar a lo largo de toda esta sección.
-Doblepensar: traten de explicar con sus propias palabras este concepto. Busquen un
ejemplo.
Arquitectura como metáfora del totalitarismo:
Organización política:
Ministerio de la Verdad
Ministerio de la Paz
Ministerio del Amor
Ministerio de la Abundancia
Explicar la relación entre nombres y funciones.

-Hagan una lectura de la siguiente afirmación: “El que controla el pasado controla el
futuro. El que controla el presente controla el pasado.”

Traigan a la clase dos ejemplos de cada ítem.


¿Qué está prohibido?:
Escribir algo íntimo.
Llevar un diario.
Tener sexo libremente, por amor o por placer.

4
Recordar el pasado.
Usar elementos habituales en el pasado.

¿Qué se fomenta?
La delación (denuncia) entre conocides y familia.
El odio a lo diferente
El alcoholismo
La uniformidad
La violencia infantil
Ortodoxia: significa no pensar. En neolengua no se necesita pensamiento. Doblepensar.

Dispositivos principales para generar cuerpos dóciles: explicar el concepto de


“dispositivo”.
a)-de violencia o represión
b)-de persuasión
c)-de control
a) Vaporización /salas de tortura
b) Slogans: La guerra es la paz
La libertad es la esclavitud
La ignorancia es la fuerza
Los dos Minutos de Odio
Las celebraciones colectivas en torno de la guerra
La liga anti-sex
Las ligas infantiles y juveniles

c) Las pantallas
La imagen del Gran hermano
El cartel de “el Gran Hermano te vigila”
El seguimiento de la policía del pensamiento
La neo o nueva lengua

5
Las fisuras del sistema: lo que resulta difícil o imposible de controlar
Traé a la clase un ejemplo de cada una de estas acciones.
Sueños
Memoria
Escritura íntima
Placer

Luego de leer la primera parte, lean este fragmento del prólogo de Eco a 1984.
Si bien, en el pdf del libro está el prólogo completo, les sugerimos que lean solo la parte que
copiamos aquí para no recibir un spoiler del final de la novela.

Orwell, o la energía visionaria - Umberto Eco


Casi por casualidad Eric Arthur Blair decidió elegir, como nom de plume, el de
George Orwell (tras haber descartado H. Lewis Allways, Kenneth Miles y P. S. Burton). Casi
por casualidad decidió titular su novela Nineteen Eighty-Four. Al parecer había estado
considerando también 1980 y 1982, y se dice que finalmente el título surgió al invertir la
fecha de 1948, año en que el escritor redactó la última versión de la novela. Orwell buscaba
un futuro lo suficientemente lejano para poder situar en él una historia que hoy en día
calificaríamos de ciencia ficción o, mejor aún, una utopía negativa, pero suficientemente
cercano para que se cumplieran los temores que realmente le inquietaban, es decir, que antes
o después realmente tuviese que suceder algo semejante.
Pero por casual que fuera la elección de la fecha, también la casualidad, una vez que
ha dado origen a un hecho, instaura una necesidad, de modo que una vez llegados al fatídico
1984, ya no podemos sustraernos a los fantasmas que esta fecha evoca. Forman parte de
nuestro imaginario colectivo.
El semanario Time, que en noviembre de 1983 dedicó a Orwell su portada, enumeraba
en tono alarmado la enorme cantidad de congresos, seminarios, artículos, ensayos y
documentales de televisión que se estaban acumulando en espera del fatídico 1 de enero.
Anunciaba una nueva edición crítica de las obras de Orwell, la colocación de una escultura de
cera en el museo Tussaud, una decena de congresos en los que iban a participar desde fans de
la ciencia ficción hasta el Instituto Smithsoniano y la Biblioteca del Congreso, la publicación
de un Calendario 1984 destinado a documentar «la erosión de las libertades civiles en
América», y terminaba temiendo la comercialización de camisetas del doblepensamiento y de
una barbacoa a lo Hermano Mayor.

6
Hoy sabemos lo que es la emoción de las celebraciones, y las modas no pueden
sustraerse a la fascinación de centenarios, bodas de oro y conmemoraciones de difuntos. Pero
si tanta locura rodea a este hecho que no sabríamos definir en términos de una celebración
codificable (¿cumpleaños, nacimiento, vencimiento, cita?), no es por razones frívolas. El
terrible libro de Orwell ha marcado nuestro tiempo, le ha proporcionado una imagen
obsesiva, la amenaza de un milenio bastante cercano, y diciendo «vendrá un día…» nos ha
implicado a todos en la espera de ese día, sin permitirnos tomar la distancia psicológica
necesaria para preguntarnos si el 1984 no ha ocurrido hace ya tiempo.
Ciertamente, son muchos los que han leído este libro como la descripción de un
presente, y en este caso como una sátira —así la definió en realidad Orwell, aunque se trata
de una sátira sin alegría— del régimen soviético. Es más, en cuanto salió el libro suscitó
reacciones opuestas, apasionadas y discordes, y todas más o menos miopes. Unos lo
interpretaron como un providencial panfleto de apoyo a la guerra fría, otros como un libelo
conservador (olvidando que Orwell se consideró socialista hasta el final), otros —por las
mismas razones, pero de signo ideológico opuesto— consideraron a Orwell un lacayo del
imperialismo, y hubo quien insistió en la honestidad de ese anarquista herido por la terrible
experiencia sufrida como voluntario en la guerra de España, donde el grupo en el que
militaba fue expulsado sin piedad por las formaciones comunistas. Así que este torbellino de
pasiones ha impedido durante mucho tiempo leer este libro sine ira et studio, para decidir de
qué hablaba realmente.
Digamos también que el libro tiene muy poco —aunque ese poco es muy
importante— de profético. Al menos las tres cuartas partes de lo que explica no es utopía
negativa, es historia.
El libro apareció en 1949, y en aquella fecha no hacía falta tener espíritu profético (a
lo sumo, y para un socialista convencido, coraje y lealtad intelectual) para hablar del
Hermano Mayor y de su archienemigo, el heresiarca judío Goldstein. La lucha Stalin-Trotski,
las grandes purgas, la enciclopedia soviética que reivindicaba para los científicos rusos los
grandes descubrimientos científicos del siglo, la atribución al dictador de todas las gestas
históricas que habían conducido al triunfo del régimen, incluso la corrección continua de la
historia (uno de los hallazgos más populares y estremecedores de la novela): todo esto era ya
crónica, aunque eliminada. Tampoco podemos olvidar que en 1940 ya había aparecido El
cero y el infinito de Koestler.
Pero Orwell no solo se estaba recuperando de su decepción como revolucionario y
combatiente traicionado, sino que era un inglés que vivía el final de la Segunda Guerra
Mundial y la victoria sobre el nazismo: muchas de las atrocidades que se celebran en Oceanía
recuerdan costumbres y ritos nazis; piénsese en la pedagogía del odio, en el racismo que
separa a los miembros del partido de los «proles», en los niños reunidos en una especie de
Hitlerjugend y educados para espiar y para denunciar a sus padres, en el puritanismo de la
raza elegida para la que el sexo es únicamente un instrumento eugenésico…
Lo que hace Orwell no es tanto inventar un futuro posible pero increíble, como
realizar una labor de collage sobre un pasado absolutamente creíble porque ya ha sido

7
posible. E insinuar la sospecha (tal como sugiere que los regímenes de los tres superestados
en guerra continua sean sustancialmente iguales) de que el monstruo de nuestro siglo es la
dictadura totalitaria y que, con respecto al mecanismo fatal del totalitarismo, las diferencias
ideológicas en el fondo cuentan muy poco. Así interpreta 1984, por ejemplo, Bertrand
Russell.
Esta es sin duda una de las buenas razones que han convertido el libro en un grito de
alarma, una llamada de atención y una denuncia, y es también por esto por lo que el libro ha
fascinado a decenas de millones de lectores en todo el mundo. Sin embargo, creo que hay otra
razón, más profunda. Y es que a lo largo de casi cuatro décadas (las que nos separan de la
publicación de 1984) se ha ido abriendo paso la impresión de que el libro, si bien por un lado
hablaba de lo que ya había sucedido, por el otro, más que hablar de lo que podría suceder,
hablaba de lo que estaba sucediendo.
Tómese el indicador más evidente y luminoso: la televisión. Baird proyecta su primer
televisor en 1926, las primeras transmisiones experimentales se realizan hacia 1935, en
Inglaterra y en América se empieza a hablar de televisión no experimental después de la
guerra; de modo que Orwell pone en escena algo que todavía no es un instrumento de masas
pero que ya existe, y no está haciendo ciencia ficción. Que a través de los nuevos medios de
comunicación se pudiese recibir adoctrinamiento no era una utopía negativa: la filosofía
goebbelsiana de la radio como instrumento de propaganda y de control ideológico ya había
sido ampliamente discutida; Adorno y Horkheimer comienzan la Dialéctica de la Ilustración
en 1942; y de los prodigios tecnológicos como instrumentos de opresión ya había hablado
(¡en 1932!) otro extraordinario libro, Un mundo feliz, de Huxley.
Pero lo que en Orwell resulta nuevo y profético no es la idea de que con la televisión
podemos ver a personas distantes, sino la de que personas distantes pueden vernos a nosotros.
Es la idea del control a través del circuito cerrado, que se pondría en práctica en las fábricas,
en las cárceles, en los locales públicos, en los supermercados y en las comunidades
fortificadas de la burguesía acomodada; es esta idea (a la que hoy ya estamos acostumbrados)
la que Orwell agita con energía visionaria. Y a causa de esas ideas, que la historia ha ido
confirmando día a día, los lectores han seguido interpretando 1984 como un libro sobre la
actualidad, más que como un libro sobre futuribles. Orwell nos hizo narrativamente evidente
lo que solo más tarde Foucault nos descubriría como la idea benthamiana del Panóptico, un
centro penitenciario donde el que está encerrado puede ser observado sin poder observar. No
obstante, Orwell sugiere anticipadamente algo más: la amenaza de que el mundo entero se
convierta en un inmenso Panóptico.
Entonces descubrimos el alcance de la utopía negativa de Orwell y descubrimos por
qué —y a muchos les habrá parecido puro pasotismo— el escritor nos recuerda que no hay
diferencias entre el régimen de Oceanía, el de Eurasia y el de Estasia. La sátira de Orwell no
solo va dirigida contra el nazismo y el comunismo soviético, sino contra la propia
civilización burguesa de masas.
De hecho, ¿dónde se producirá una situación en que a la clase dirigente se le imponga
un severo control de su moralidad sobre la base de criterios de eficiencia, mientras a la clase

8
sometida, los «proles», se les deja amplia libertad de desenfreno, incluidos no solo la libre
expresión del sexo sino incluso su incentivo programado a través de la pornografía
industrializada? No son los pobres del régimen soviético (opuestos a la Nomenklatura) los
que pueden ver las películas porno: son los marginados de los países capitalistas —con la
diferencia, ciertamente no secundaria, de que estos comen, visten y beben mejor que los
«proles» de Oceanía.
¿Y dónde se ha desarrollado el Newspeak, la nuevalengua, que reduce el léxico y la
sintaxis para reducir la riqueza de las ideas y de los sentimientos? Los países socialistas han
desarrollado una lengua estándar de la ideología y de la propaganda, hecha de eslóganes y
frases hechas, pero si bien esta lengua tiene la misma finalidad de la nuevalengua orwelliana,
no posee su estructura gramatical. La nuevalengua se parece mucho más a la lengua de los
concursos televisivos, de la prensa popular anglosajona y de la publicidad. Muchas de las
palabras que Orwell presenta en el breve tratado de lingüística que figura a modo de apéndice
a su obra (aunque solo se lean en la adaptación del traductor pero, a primera vista, la
impresión, mutatis mutandis, es la misma que se tiene con un simple cotejo con el original)
parecen salidas de la publicidad televisiva, se asemejan a las palabras que dirigen diariamente
al ama de casa y al niño los vendedores de felicidad con vales de regalo. Me pregunto qué
diferencia hay entre palabras como infrío, dobleplusfrío, viejopensar y barrigasentir
(nuevalengua), y «inlimitado», «dhulicioso», «chocobueno» o «refrescancia»…
Y finalmente (gran idea de Goldstein), Orwell anticipó no solo la división del mundo
en zonas de influencia con alianzas cambiantes según los casos (¿con quién está hoy China?)
—idea que ya se podía extraer de las crónicas de Yalta—, sino que vio lo que realmente está
sucediendo hoy: que la guerra no es algo que estallará, sino algo que estalla todos los días, en
áreas determinadas, sin que nadie piense en soluciones definitivas, de modo que los tres
grandes grupos en conflicto puedan lanzarse advertencias, chantajes e invitaciones a la
moderación. Ciertamente, muere gente, e incluso esas muertes se contabilizan, de modo que
la guerra pasa de ser epidémica a endémica. Pero en último término tiene razón el Hermano
Mayor, «la guerra es paz». La propaganda de Oceanía por una vez no miente: dice una verdad
tan ultrajante que nadie consigue entenderla.
Orwell va mucho más allá de una simple sátira del estalinismo: de hecho, para él no
es en absoluto necesario que el Hermano Mayor exista realmente. Sí era todavía necesario
que Stalin existiese; Andropov, no, y (mientras escribo) algún diario insinúa que tal vez esté
muerto, o postrado en una silla de ruedas; sin embargo, es completamente irrelevante que
recobre la salud o que se celebren sus exequias en la plaza Roja. El problema es que al fin y
al cabo también es irrelevante quién sea el presidente de Estados Unidos o quién mande
realmente en China (con independencia de las distintas técnicas que cada potencia elabora
para obtener el consenso interno). Orwell intuyó que en el futuropresente del que habla se
despliega el poder de los grandes sistemas supranacionales y que la lógica del poder ya no es,
como en tiempos de Napoleón, la lógica de un hombre. El Hermano Mayor sirve porque
también es necesario tener un objeto de amor, pero basta que sea una imagen televisiva.
Todo esto explica la fascinación que ejerce esta novela, aunque —y creo que en este
momento se puede decir sin miedo a ser tachados de antiorwellianos— no se trata en absoluto

9
de una obra maestra de la literatura. Su moralismo es más proclamado en voz alta que
afirmado con los hechos, el estilo no supera al de una buena novela de acción y sin duda Le
Carré, desde un punto de vista narrativo, lo haría hoy mejor. Todo en la obra, hasta sus
páginas más fascinantes, nos recuerda algo ya visto, y piénsese, solo a modo de ejemplo, en
Kafka. (...)
Sin embargo, en un determinado momento, la indignación y la energía visionaria
dominan al autor y le hacen ir más allá de la «literatura», de modo que Orwell no escribe tan
solo una obra narrativa, sino un cult book, un libro mítico.
(...)
Aquí ya no estamos (solo) ante lo que habitualmente reconocemos como «literatura» e
identificamos con la buena escritura. Aquí estamos, repito, ante energía visionaria. Y no
todas las visiones se refieren al futuro, o al Más Allá.

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