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2 - 1 - Koselleck - Espacio Experiencia y Horizonte Expectativas

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Reinhart Koselleck Future pasado Para una semdntica de los tiempos histéricos GU24ES & ediciones PAIDOS Barcelona Buenos Aires México Prélogo Introduccion .. BYNES CoN KM 10. 1h. 12. . Futuro pasado del comienzo de la modernidad . Historia magistra vitae ..............0 00.005 . Criterios histéricos del concepto moderno de revolucién . La. prognosis histérica en el escrito de Lorenz von Stein so- . Historia conceptual e historia social ................ . Historia, historias y estructuras formales de! tiempo . Representacién, acontecimiento y estructura .,....... . El azar como residuo de motivacién en la historiografia . Compromiso con la situacién y temporalidad ......... SUMARIO PRIMERA PARTE, SOBRE LA RELACION ENTRE EL PASADO Y¥ EL FUTURO EN LA HISTORIA RECIENTE bre la constituci6n prusiana ............ 0.00000. e eee SEGUNDA PARTE SOBRE LA TEORIA Y EL METODO DE LA DETERMINACION DEL TIEMPO HISTORICO TERCERA PARTE SOBRE LA SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERIENCIA Sobre la semdntica hist6rico-politica de los conceptos con- irarios asimétricos : Sobre la disponibilidad de la historia . Terror y sueifio FH 48727 il 13 21 41 67 87 105 127 141 155 173 205 251 267 8 EL FUTURO PASADO ls 287 14, «Espacio de experiencia» y «Horizonte de expectativa», dos categorias histéricas . . 359 365 indice de nombres Indice analitico 332 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA BXPERIENCIA sela. Por otra parte, esta misma posicién puede establecerse en el futuro como utépica, de manera que nunca se pueda realizar —o bien se situa en el pasado presente, de modo que esté ya verdaderamente superada, retrasada y, por lo tanto, vencida—. En cierto modo, esta- mos tratando con formas vactas de las dimensiones temporales, que pueden ser ocupadas arbitrariamente. Y tan pronto como los crite- rios de futuro de lo deseable entran a formar parte del juicio, ya no se pueden rebatir empiricamente las coordinaciones criticas de la ideologia. Remiten a un futuro que sélo fue descubierto por la mo- dernidad, sin haber sido alcanzado desde entonces. La determinacién de la modernidad como tiempo de transicién no ha perdido en evidencia epocal desde su descubrimiento. Un cri- terio infalible de esta modernidad son sus conceptos de movimiento —como indicadores del cambio social y politico y como factores lin- gilisticos de la formacién de la conciencia, de la critica ideologica y del control del comportamiento. XIV «ESPACIO DE EXPERIENCIA» Y «HORIZONTE DE EXPECTATIVA» DOS CATEGORIAS HISTORICAS 1. Observacién metédica preliminar Puesto que tanto se habla en contra de las hipétesis, se debiera intentar alguna vez comenzar la historia sin hipétesis. No se puede decir que algo es, sin decir lo que es, Al pensarlos, se refieren los fac- ta a conceptos y no es indiferente a cudles.' Con estas frases resumid Friedrich Schlegel un siglo de consideraciones teéricas sobre qué era, cémo se conocia y cémo se debia escribir la historia. Al final de esta Tlustracién historica, provocada por una historia experimentada como progresista, esta el descubrimiento de la «historia en y para six. Dicho brevemente, se trata de una categoria trascendental que retine las condiciones de una historia posible con las de su conoci- miento? Desde entonces ya no es conveniente, aunque sea muy co- rriente, tratar cientificamente de la historia sin aclararse respecto a las categorias en virtud de las cuales se va a expresar. El historiador que recurre al pasado, por encima de sus propias vivencias y recuerdos, conducido por preguntas o por deseos, espe- ranzas e inquietudes, se encuentra en primer lugar ante los Hama- dos restos que atin hoy subsisten en mayor o en menor ntimero. Cuan- do transforma estos restos en fuentes que dan testimonio de la historia cuyo conocimiento le interesa, entonces el historiador se mue- ve siempre en dos planos. O investiga situaciones que ya han sido articuladas lingtiisticamente con anterioridad, o reconstruye circuns- tancias que anteriormente no han sido articuladas lingitisticamen- 1. Friedrich Schlegel: Kritische Schriften, bajo la direccién de W. Rasch, 2. edic., Munich, 1964, pg. 51 (Fragmento del ateneo). 2. Véase mi articulo «Geschichte, Historie», en Otto Brunner /Werner Conze /Rein- hart Koselleck (comps.), Geschichtliche Grundbegriffe, vol. 2, Stuttgart, 1975, pag. 647 sigs. Las reflexiones siguientes se basan en los trabajos del diccionario del lenguaje sociopolitico en Alemania, que ya se ha citado, En sefal de agradecimiento estan de- dicados a Werner Conze, sin cuyo estimulo incansable no se hubiese podido realizar Ja tarea cientifica comin. 334 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERTENCIA te, pero que extrae de los vestigios con la ayuda de hipétesis y méto- dos. En el primer caso los conceptos tradicionales de la Jengua de las fuentes le sirven como acceso heuristico para comprender la rea- lidad pasada. En el segundo caso, el historiador se sirve de concep- tos formados y definidos ex post, es decir, de categorias cientificas que se emplean sin que se puedan mostrar en los hallazgos de las fuentes. Tenemos que tratar, pues, de los conceptos ligados a las fuentes y de las categorias cientificas del conocimiento, que deben diferen- ciarse aun pudiendo relacionarse, pero no siendo necesario que lo estén. Con frecuencia, una misma palabra puede cubrir el concepto y la categoria histéricos, resultando entonces atin mas importante la clarificacién de la diferencia de su uso. La historia de los concep- tos es la que mide e investiga esta diferencia o convergencia entre conceptos antiguos y categorias actuales del conocimiento, Hasta aqui, por diferentes que sean sus métodos propios y prescindiendo de su riqueza empirica, la historia de los conceptos es una especie de propedéutica para una teoria cientifica de la historia —conduce a la metodologia historica. Acontinuaci6n, al hablar de espacio de experiencia y de horizon- te de expectativa como categorias histéricas, diremos de antemano que estas dos expresiones no se investigan como conceptos del len- guaje de las fuentes. Incluso renunciamos conscientemente a deri- var de forma historica el origen de estas dos expresiones, actuando en cierto modo en contra de la pretensién metédica a la que debiera someterse un historiador profesional de los conceptos. Hay situacio- nes en la investigacién en las que el abstenerse de preguntas histérico- genéticas puede agudizar la mirada sobre la historia misma. En todo caso la pretension sistematica a la que aspira el procedimiento si- guiente queda mas clara si anteriormente se renuncia a una histori- zacién de la propia posicién. Ya del uso cotidiano del lenguaje se desprende que, en tanto que expresiones, «experiencia» y «expectativa» no proporcionan una rea- lidad histérica, como lo hacen, por ejemplo, las caracterizaciones o denominaciones histéricas. Denominaciones como «el pacto de Post- dam», «la antigua economia de esclavos» o «la Reforma» apuntan cla- ramente a los propios acontecimientos, situaciones o procesos his- iéricos. En comparacién, «experiencia» y «expectativa» sélo son categorias formales: lo que se ha experimentado y lo que se espera respectivamente, no se puede deducir de esas categorias. La antici- pacién formal de explicar la historia con estas expresiones polarmen- DOS CATEGORIAS HISTORICAS 335 te tensas, tinicamente puede tener la intencién de perfilar y estable- cer las condiciones de las historias posibles, pero no las historias mismas. Se trata de categorias del conocimiento que ayudan a fun- damentar la posibilidad de una historia. O, dicho de otro modo: no existe ninguna historia que no haya sido constituida mediante las ex- periencias y esperanzas de personas que actdan 0 sufren. Pero con esto atin no se ha dicho nada acerca de una historia pasada, presen- te o futura, y, en cada caso, concreta. Esta propiedad de la formalidad la comparten nuestras catego- rfas con otras numerosas expresiones de la ciencia historica, Recor- demos «sefior y siervo», «amigo y cnemigo», «guerra y paz», «fuer- zas productivas y relaciones de produccién»; o pensemos en la categoria del trabajo social, de wna generacién politica, en las for- mas de construir una constitucién, en las unidades de accién socia- les 0 politicas, o en la categoria de frontera, en el espacio y el tiempo. Siempre se trata de categorias que todavia no dicen nada sobre una determinada frontera, una determinada constitucién, etc. Pero el hecho de que esta frontera, esta constitucién o esta experiencia y aquella expectativa hayan sido cuestionadas y expuestas, presupo- ne ya el uso categorial de las expresiones. ‘Ahora bien, casi todas las categorias formales que hemos men- cionado se caracterizan por haber sido a la vez conceptos histéricos, es decix, conceptos econémicos, politicos o sociales, es decir, proce- dentes del mundo de la vida, En esto comparten la ventaja de aque- llos conceptos tedricos que en Aristételes proporcionaban una vision intuitiva a partir de la comprensién de la palabra, de manera que el mundo cotidiano de la politica quedaba superado en su reflexién. Pero, precisamente respecto al mundo de la vida precientifico y a sus conceptos politicos y sociales, resulta evidente que se puede diferen- ciar y graduar la lista de las categorias formales derivadas de ellos. ¢Quién negard que expresiones tales como «democracia», «guerra 0 paz», «sefiorio y servidumbre», estan mds Ilenas de vida, son mas concretas, mas sensibles y mas intuitivas que nuestras dos catego- rias «experiencia» y «expectativa»? Evidentemente, las categorias «experiencia» y «expectativa» re- claman un grado mis elevado, ya apenas superable, de generalidad, pero también de absoluta necesidad en su uso. Como categorias his- toricas equivalen en esto a las de espacio y tiempo. Esto puede fundamentarse seménticamente: los conceptos que se han mencionado, saturados de realidad, se establecen como catego- rias alternativas o significados que, al excluirse mutuamente, cons- 336 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERIENCIA tituyen campos de significacién mas concretos, delimitados cada vez mas estrechamente, aun cuando permanezca su referencia mutua. Asi la categoria del trabajo remite al ocio, la de guerra a la paz y vicever- sa, la de frontera a un espacio interior y a otro exterior, una genera- cién politica a otra o a su correlato biolégico, las fuerzas producti- vas a las relaciones de produccién, la democracia a una monarquia, ete. Evidentemente, la pareja de conceptos «experiencia y expectati- va» es de otra naturaleza, esta entrecruzada internamente, no ofrece una alternativa, mds bien no se puede tener un miembro sin el otro. No hay expectativa sin experiencia, no hay experiencia sin expec- tativa. Sin el animo de establecer aqui una jerarquizacién estéril, se pue- de decir que todas las categorias condicionales que se han mencio- nado para las historias posibles se pueden aplicar individualmente, pero ninguna es concebible sin estar constituida también por la ex- periencia y la expectativa. Por lo tanto, nuestras dos categorias indi- can la condicién humana universal; si asi se quiere, remiten a un dato antropolégico previo, sin e! cual la historia no es ni posible, ni siquiera concebible. Novalis, uno de los testigos principales de aquel tiempo en el que empez6 a tomar alas la teoria de la historia antes de consolidarse en los sistemas idealistas, lo formulé en una ocasién en su Heinrich von Ofterdingen. Ahi opinaba que el auténtico sentido de las histo- tias de los hombres se desarrolla tarde, aludiendo a! descubrimien- to de la historia en el siglo XVIII. Sdlo cuando se es capaz de abar- car una larga serie con una sola ojeada y no se toma todo literalmente ni se confunde petulantemente, sdlo entonces se observa la concate- nacion secreta entre lo antiguo y lo futuro y se aprende a componer la historia a partir de la esperanza y el recuerdo} «Historia» no significaba todavia especialmente el pasado, como mas tarde bajo el signo de su elaboracién cientifica, sino que apun- taba a esa vinculacién secreta entre lo antiguo y lo futuro, cuya rela- cién sdlo se puede conocer cuando se ha aprendido a reunir los dos modos de ser que son el recuerdo y la esperanza. Sin detrimento del origen cristiano de esta visién, aqui se pre- senta un auténtico caso de aquella determinacién trascendental de la historia a la que me referfa al principio. Las condiciones de posi- bilidad de la historia real son, a la vez, las de su conocimiento. Espe- 3. Novalis: «Heinrich von Ofterdingen» 1, 5, en Schriften, bajo la direccién de Paul Kluckhohn y Richard Samuel, 2 edic., vol, 1, Stuttgart, Darmstadt, 1960, pag, 258. DOS CATEGORIAS HISTORICAS 337 ranza y recuerdo o, expresado mas genéricamente, expectativa y ex- periencia —pues la expectativa abarca mas que la esperanza y la ex- periencia profundiza mas que el recuerdo— constituyen a la vez la historia y su conocimiento y, por cierto, lo hacen mostrando y elabo- rando la relacién interna entre el pasado y el futuro antes, hoy o mafiana. Y con esto llego a mi tesis: la experiencia y la expectativa son dos categorias adecuadas para tematizar el tiempo histérico por entre- cruzar el pasado y el futuro. Las categorias son adecuadas para tentar descubrir el tiempo histérico también en el campo de la in- vestigacion empirica, pues enriquecidas en su contenido, dirigen las unidades concretas de accion en la ejecucién del movimiento social 0 politico. ; . Expondremos un ejemplo sencillo: la experiencia de la ejecucién de Carlos I abrid, mas de un siglo después, el horizonte de las pers- pectivas de Turgot cuando instaba a Luis XVI a que realizase refor- mas que le preservasen del mismo destino de aquél. Turgot aviso en vano a su rey. Pero entre la revolucién inglesa pasada y la francesa venidera se pudo experimentar y descubrir una relacién temporal que Ievaba mas alla de la mera cronologia. La historia concreta se madura en el medio de determinadas experiencias y determinadas expectativas. | Pero nuestros dos conceptos no estan sdlo contenidos en la eje- cucién concreta de la historia, ayudandole a avanzar. En tanto que categorias son las determinaciones formales que explican esa ejecu- cién, para nuestro conocimiento histérico. Remiten a la temporali- dad del hombre y, si se quiere, metahist6ricamente a la temporalidad de ta historia. Intentaremos clarificar esta tesis en dos pasos. En primer lugar esbozaré la dimension metahistorica: en qué medida la experiencia y la expectativa, como dato antropolégico, son condicion de las his- torias posibles. En segundo lugar intentaré mostrar historicamente que la coor- dinacién de experiencia y expectativa se ha desplazado y modifica- do en el transcurso de la historia. Si sale bien la prueba, se habra demostrado que el tiempo histérico no sélo es una determinacién vacia de contenido, sino también una magnitud que va cambiando con la historia, cuya modificacién se podria deducir de la coordina- cién cambiante entre experiencia y expectativa. 338 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERIENCIA Il. Espacio de experiencia y horizonte de expectativa como categorias metahistoricas Pido la comprensién de los lectores por empezar con Ia explica- cién del significado metahistorico y por tanto antropoldgico, pues s6lo podré hacerla en un breve esbozo, al que me arriesgaré, sin em- bargo, a fin de distribuir mejor la carga probatoria. Al aplicar nues- tras expresiones en Ja investigaci6n empirica sin una determinacién metahistérica que apunte a la temporalidad de la historia, caerfa- mos inmediatamente en el torbellino infinito de su historizacién. Por eso, ensayemos algunas definiciones a modo de oferta: la ex- periencia es un pasado presente, cuyos acontecimientos han sido in- corporados y pueden ser recordados. En la experiencia se fusionan tanto la elaboraci6n racional como los modos inconscientes del com- portamiento que no deben, o no debieran ya, estar presentes en ef saber. Ademds, en la propia experiencia de cada uno, transmitida por generaciones o instituciones, siempre esta contenida y conservada una experiencia ajena. En este sentido, la Historie se concibié desde antiguo come conocimiento de la experiencia ajena. Algo similar se puede decir de la expectativa: esta ligada a perso- nas, siendo a la vez impersonal, también la expectativa se efectiia en el hoy, es futuro hecho presente, apunta al todavia-no, a lo no experi- mentado, a lo que sélo se puede descubrir. Esperanza y temor, deseo y voluntad, la inquictud pero también el andlisis racional, la visién receptiva o la curiosidad forman parte de la expectativa y la cons- tituyen. A pesar de estar presentes reciprocamente, no se trata de concep- tos simétricos complementarios que coordinan el pasado y el futuro como si fueran espejismos.* Antes bien, la experiencia y la expecta- tiva tienen modos de ser diferenciables. Esto queda explicado en una 4, Véanse los andlisis de Agustin en el libro {1 de sus Confesiones, donde las tres dimensiones del tiempo se remiten a la expectativa, ala percepcidn y al recuerdo enelesptritu, en el Anima. Ademas los andlisis de Heidegger en Sein und Zeit, espe- cialmente en el capitulo 5 «Zeitlichkeit und Geschichtlichkeit», donde la constitu. cién temporal de la existencia [Dasein] humana se revela como condicién de la histo- ria posible. Por supuesto que ni Agustin ni Heidegger han extendido sus preguntas al tiempo de {a historia. Queda aqui como pregunta abierta si las estructuras tempo- rales intersubjetivas de la historia se pueden en todo caso deducir suficientemente de un andlisis de la existencia. A continuacién se intentan usar las categorias meta- histéricas de experiencia y expectativa como indicadares de los cambios de! tiempo hist6rico. La implicacién histérica de toda experiencia ha sido descubierta por Hans- Georg Gadamer en Wahrheit und Methode, Tubinga, 1960, pag. 329 sigs. DOS CATEGORIAS HISTORICAS 339 frase del conde Reinhard, quien en 1820, después de volver a esta- lar sorprendentemente la revolucién en Espaia, le escribio a Goet- he: Tiene usted toda la razén, mi estimado amigo, en lo que dice so- bre la experiencia. Para los individuos siempre llega demasiado tarde, para los gobiernos y los pueblos no estd nunca disponible. El diplo- matico francés hizo suya una expresion de Goethe que se impuso en aquel momento, quizA también en Hegel y que certificaba el final de la aplicabilidad inmediata de las ensefianzas de la Historie. Sucede asi —y quisiera llamar la atencién sobre el pasaje que sigue sin per- juicio de la situacién hist6rica en la que fue concebida, por primera vez, esta frase—, sucede ast porque la experiencia ya hecha se expone unificada en un nucleo y la que atin estd por realizar se extiende en minutos, horas, dias, afios y siglos, por lo gue lo similar no parece nunca ser similar, pues en un caso sélo se considera el todo y en el otro partes aisladas® El pasado y el futuro no llegan a coincidir nunca, como tampoco se puede deducir totalmente una expectativa a partir de la experien- cia. Una vez reunida, una experiencia es tan completa como pasados son sus motivos, mientras que la experiencia futura, la que se va a hacer, anticipada como expectativa se descompone en una.infinidad de trayectos temporales diferentes. Nuestra perifrasis metaforica se corresponde con esta situacién que ha advertido el conde Reinhard. De todos modos, ya se sabe que el tiempo sélo se puede expresar en metaforas temporales, pero evi- dentemente resulta mds convincente hablar de «espacio de experien- cia» y chorizonte de expectativa» que, al contrario, de «horizonte de experiencia» y «espacio de expectativa», aun cuando estas locucio- nes conservan su sentido, De lo que aqui se trata es de mostrar que la presencia del pasado es algo distinto de la presencia del futuro. Tiene sentido decir que la experiencia procedente del pasado es espacial, porque esta reunida formando una totalidad en la que es- t4n simultaneamente presentes muchos estratos de tiempos anterio- res, sin dar referencias de su antes ni de su después. No hay una ex- periencia cronolégicamente mensurable —aunque si fechable segiin su motivo— porque en cualquier momento se compone de todo lo que se puede evocar del recuerdo de la propia vida o del saber de otra vida. Cronolégicamente, toda experiencia salta por encima de los tiempos, no crea continuidad en el sentido de una elaboracion aditiva del pasado. Antes bien, se puede comparar —utilizando una 5. Goethe y Reinhadr: Briefwechsel, Francfort, 1957, pag. 246, Véase antes pag. 60. 340 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERIENCIA imagen de Christian Meier— con el ojo de cristal de una lavadora, detrds del cual aparéce de vez en cuando una pieza multicolor de toda la ropa que esta contenida en la cuba. . ; ¥ viceversa, es mas preciso servirse de la metafora de un hori- zonte de expectativa que de un espacio de expectativa. Horizonte quie- re décir aquella linea tras de la cual se abre en el futuro un nuevo espacio de experiencia, aunque atin no se puede contemplar. La po- sibilidad de descubrir el futuro choca, a pesar de los pronésticos po- sibles, contra un limite absolute, porque no es posible llegar a expe- rimentarla, Un chiste politico actual lo aclara en forma de topico: «En el horizonte ya es visible el comunismo», explica Kruschev en un discurso. Pregunta incidental de un oyente: «Camarada Kruschev, équé es el horizonte?» _ «Biscalo en el diccionario», contesta Nikita Sergeievits. . En casa, ese individuo sediento de saber encuentra en una enciclope- dia la siguiente explicacion: ; / «Horizonte, una linea imaginaria que separa el cielo de la tierra y que se aleja cuando uno se acercar§ | . Sin perjuicio de la alusién politica, aqui también se puede mos- trar que lo que se espera para cl futuro esta limitado, en definitiva, de otro modo que lo que se ha sabido ya del pasado. Las expectativas que se albergan se pueden revisar, las experiencias hechas, se retinen. De las experiencias se puede esperar hoy que se repitan y confir- men en el futuro. Pero una expectativa no se puede experimentar hoy ya del mismo modo. Por supuesto, la impaciencia por el futuro, espe- ranzada o angustiosa, previsora o planificadora, se puede reflejar en Ja conciencia. Hasta ahi se puede llegar a experimentar también la expectativa. Pero las circunstancias, situaciones o consecuencias de las acciones que pretendia la expectativa, ésas no son contenidos de Ja experiencia. Lo que caracteriza a la experiencia es que ha elabo- rado acontecimientos pasados, que puede tencrlos presentes, que esta saturada de realidad, que vincula a su propio comportamiento las posibilidades cumplidas o erradas. , Asi pues, repitamos de nuevo, no se trata de simples conceptos contrarios, sino que indican, mas bien, modos de ser desiguales de cuya tension se puede deducir algo ast como el tiempo histérico. Lo explicaré mediante un descubrimiento corriente. La heterogo- 6. Alexander Drozdzynski: Der politische Witz im Ostblock, Diisseldorf, 1974, pag. 80, DOS CATEGORIAS HISTORICAS 341 nia de los fines —«en primer lugar, sucede de otro modo, en segun- do, de lo que se piensa»— esta determinacion especifica de la serie temporal histérica se basa en la pretendida diferencia entre experien- cia y expectativa. La una no se puede convertir en la otra sin un hia- to. Incluso si se formula este descubrimiento como una proposicion irrefutable de experiencia, no se pueden deducir de él expectativas rigurosas. Quien crea que puede deducir su expectativa totalmente a partir de su experiencia se equivoca. Si sucede algo de manera distinta a como se esperaba, queda escarmentado. Pero quien no basa su ex- pectativa en su experiencia, también se equivoca. Lo hubiera podido saber mejor. Evidentemente, estamos ante una aporia que sélo se pue- de resolver con el transcurso del tiempo. Asi, la diferencia indicada por las dos categorias nos remite a una caracteristica estructural de la historia. En la historia sucede siempre algo mds 0 algo menos de Jo que esta contenido en los datos previos. Este hallazgo no es tan sorprendente. Siempre puede suceder algo de modo distinto a como se espera; ésta es sélo una formula subjetiva para la situacién obje- tiva de que el futuro histérico no se puede derivar por completo a partir del pasado histérico. Pero hay que afiadir que puede haber sido diferente a como se lleg6 a saber. Ya sea porque una experiencia contenga recuerdos erré- neos que son corregibles, ya sea porque nuevas experiencias abran nuevas perspectivas. El tiempo aclara las cosas, se retinen nuevas experiencias. Es decir, incluso las experiencias ya hechas pueden mo- dificarse con el tiempo. Los acontecimientos de 1933 sucedieron de- finitivamente, pero las experiencias basadas en ellos pueden modifi- carse con el paso del tiempo. Las experiencias se superponen, se impregnan unas de otras. Aun mas, nuevas esperanzas o desengaiios, nuevas expectativas, abren brechas y repercuten en ellas. Asi pues, también las experiencias se modifican, aun cuando consideradas como lo que se hizo en una ocasio6n, son siempre las mismas. Esta es la estructura temporal de la experiencia, que no se puede reunir sin una expectativa retroactiva. Es diferente lo que sucede con la estructura temporal de la ex- pectativa, que no se puede tener sin Ja experiencia. Las expectativas que se basan en experiencias ya no pueden sorprender cuando suce- den. S6lo puede sorprender lo que no se esperaba: entonces se pre- senta una nueva experiencia. La ruptura del horizonte de expectati- va funda, pues, una nueva experiencia, La ganancia en experiencia sobrepasa entonces la limitacién del futuro posible presupuesta por 342 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERIENCIA la experiencia precedente. Asi pues, la superacién temporal de las expectativas coordina nuestras dos dimensiones de una forma nue- va en cada ocasién, Breve sentido para este discurso tan prolijo: la tension entre ex- periencia y expectativa es lo que provoca de manera cada vez dife- rente nuevas soluciones, empujando de ese modo y desde si misma al tiempo historico. Esto se puede demostrar —aportando un tiltimo ejemplo--- con especial claridad en la estructura de un prondéstico. El contenido en verosimilitud de un prondstico no se basa en lo que alguien espera. Se puede esperar también lo inverosimil. La verosi- militud de un futuro vaticinado se deriva en primer lugar de los da- tos previos del pasada, tanto si estan elaborados cientificamente como sino. Se adelanta el diagnéstico en el.que estan contenidos los datos de la experiencia. Visto de este moda, es el espacio de experiencia abierto hacia el futuro el que extiende el horizonte de expectativa. Las experiencias liberan los pronésticos y los guian. Pero los pronésticos también vienen determinados por el man- dato previo de tener que esperar algo. La predicci6n referida al cam- po mas o menos amplio de las acciones libera expectativas en las que también entran el temor o la esperanza. Es preciso tener en cuenta condiciones alternativas; entran en juego posibilidades que siempre contienen mas de lo que puede cumplir la realidad futura. De tal modo que un pronéstico abre expectativas que no se pueden deducir solamente de la experiencia. Hacer un pronéstico quiere decir ya cam- biar la situacién de la que surge. O, dicho de otro modo: hasta el mo- mento, el espacio de experiencia no es suficiente para determinar el horizonte de expectativa. Por todo eso, espacio de experiencia y horizonte de expectativa no se pueden referir estadisticamente uno al otro. Constituyen una diferencia temporal en el hoy, entrelazando cada uno el pasado y el futuro de manera desigual. Consciente o inconscientemente, la co- nexion que crean de forma alternativa tiene la estructura de un pro- néstico. Asi hemos alcanzado una caracteristica del tiempo histéri- co que puede indicar también su variabilidad. Il. Cambio histérico en la coordinacién entre experiencia y expectativa Llego a la utilizacién histérica de nuestras dos categorias. Mi te- sis es que en la época moderna va aumentando progresivamente la DOS CATEGORIAS HISTORICAS 343 diferencia entre experiencia y expectativa, 0, mAs exactamente, que sélo se puede concebir la modernidad como un tiempo nuevo desde que las expectativas se han ido alejando cada vez mas de las expe- riencias hechas. Con esto atin no se ha decidido nada acerca de la cuestién de si se trata de historia objetiva o sélo de su reflexién subjetiva. Pues las experiencias pasadas contienen siempre estados objetivos que entran a formar parte de su modo de elaboracién. Esto afecta también, na- turalmente, a las expectativas pasadas. Consideradas solamente como posiciones dirigidas hacia el futuro, podrian haber poseido sélo una especie de realidad psiquica. Pero como fuerza impulsora su efica- cia no se debe valorar menos que el efecto de las experiencias elabo- radas, pues las expectativas han producido nuevas posibilidades a costa de realidades que se desvanecian. Citemos, pues, ante todo algunos datos «objetivos», Se pueden. agrupar facilmente desde el punto de vista de la historia social.’ El mundo campesino, en el que hace 200 afios estaban incluidos en mu- chos lugares de Europa hasta el 80 % de la totalidad de las perso- nas, vivia con cl ciclo de la naturaleza. Si se prescinde de la organi- zacion social, de las oscilaciones de ventas especialmente de los productos agrarios en el comercio a larga distancia , igualmente, de las oscilaciones monetarias, la vida cotidiana quedaba marcada por lo que ofrecia la naturaleza, La buena o mala cosecha dependia del sol, del aire, del clima y las destrezas que habia que aprender se transmitian de generacién en generacion. Las innovaciones técni- cas, que también las habia, se imponfan con tanta lentitud que no producian ninguna irrupcién que hiciera cambiar la vida. Se podian adaptar a ellas, sin que la economia de la experiencia precedente se hubiese alterado, Incluso las guerras se vivian como acontecimien- tos enviados o permitidos por Dios. Algo similar se puede decir del mundo urbano de los artesanos, cuyas reglas gremiales, por restric- tivas que fuesen en lo individual, cuidaban precisamente de que todo siguiera como era. El que las experimentasen como restrictivas ya supone el nuevo horizonte de expectativa de una economia més li- bre. Naturalmente, esta imagen esta muy simplificada, pero es sufi- cientemente clara para nuestro problema: las expectativas que se mantenian en el mundo campesino-artesanal que se ha descrito, y que eran las tnicas que se podian mantener, se nutrian totalmente 7. Véase Arnold Geblen: «Exfahrung zweiter Hand», en Der Mensch als geschich- tliches Wesen, en conmemoracién de Michael Landmann, Stuttgart, 1974, pag. 176 sigs. 344 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERIENCIA de los antepasados y también Iegaron a ser las de los descendien- tes. Y si algo ha cambiado ha sido tan lentamente y a tan largo plazo que la ruptura entre la experiencia habida hasta entonces y una ex- pectativa ain por descubrir no rompia el mundo de la vida que ha- bian de heredar. Esta constatacién del paso casi perfecto desde las experiencias pasadas a las expectativas venideras no se puede extender del mis- mo modo a todas las capas sociales. En el mundo de la politica con su creciente movilizacién de los medios de poder, en el movimiento de las cruzadas 0, mas tarde, en la colonizacién de ultramar (por nom- brar dos sucesos importantes) y mas tarde en el mundo del espiritu en virtud del giro copernicano y en la sucesién de inventos técnicos de principios de la modernidad, es preciso suponer ampliamente una diferencia consciente entre la experiencia consagrada y la nueva ex- pectativa que se va a descubrir. Quot enim fuerint errorum impedi- menta in praeterito, tot sunt spei argumenta in futurum, como decia Bacon.* Ante todo alli, donde en el plazo de una generacién se rom- pid el espacio de experiencia, todas las expectativas se convirtieron en inseguras y hubo que provocar otras nuevas. Desde el Renacimien- to y la Reforma, esta tensién desgarradora se fue apoderando cada vez de mas capas sociales. Por supuesto, mientras que la doctrina cristiana de las postrime- rias —o sea, hasta mediados del siglo XVII aproximadamente— li- mitaba inalcanzablemente el horizonte de expectativas, el futuro per- manecia ligado al pasado. La revelacién biblica y su administracién eclesial entrecruzaron la experiencia y la expectativa de tal modo que no podian separarse. Discutamos esto brevemente.? Las expectativas que sefialaban mas alla de toda experiencia co- nocida no se referian a este mundo. Se orientaban hacia el llamado mas alla, concentrado apocalipticamente en el final de este mundo. Nada se perdia cuando resultaba, una vez mas, que no se habia cum- plido una profecia sobre el fin de este mundo. Siempre se podia reproducir una profecia no cumplida. Atn mas, el error que comportaba el incumplimiento de esa expectativa se con- vertia en prueba de que cl augurio apocaliptico del fin del mundo ocurriria la proxima vez con mayor verosimilitud. La estructura ite- rativa de la expectativa apocaliptica cuidaba de que las experiencias 8, Francis Bacon: «Novum Organum», 1,94, en The Works of Francis Bacon, vol. 1, Londres, 1858, reimpr. Stuttgart-Bad Cannstatt, 1963, pag. 200. 9. Véase antes pag, 26. DOS CATEGORIAS HISTORICAS 345 opuestas quedaran inmunizadas en el terreno de este mundo. Ex post, atestiguaban lo contrario de lo que en principio parecian afirmar. Asi pues, se trataba de expectativas que no podian ser superadas por ninguna experiencia transversal a ellas, porque se extendian ms allA de este mundo. Esta circunstancia, que hoy es dificil de comprender racionalmen- te, se podria explicar también. Desde una expectativa frustrada acerca del fin del mundo hasta la siguiente pasaban generaciones, de ma- nera que la reanudacién de una profecia sobre el fin de los tiempos quedaba incrustada en el ciclo natural de las generaciones. De este modo, nunca colisionaron las experiencias terrenales a largo plazo de la vida cotidiana con aquellas expectativas que se extendian has- ta el fin del mundo. En la oposicién entre expectativa cristiana y ex- periencia terrenal, ambas permanecian referidas la una a la otra sin llegar a refutarse. Por lo tanto, a escatologia podia reproducirse en la medida y en tanto que el espacio de experiencia no se modificase fundamentalmente en este mundo. Esta situacion s6lo se modificé con el descubrimiento de un nue- vo horizonte de expectativa, mediante eso que finalmente se ha con- ceptuado como progreso.' Terminoldgicamente, el profectus religio- so fue desbancado o sustituido por un progressus mundano. La determinacién de fines de una posible perfeccién, que antiguamen- te sdlo podia alcanzarse en el mas alla, sirvié desde entonces para mejorar la existencia terrenal, lo que permitié sobrepasar la doctri- na de las postrimerias arriesgandose a un futuro abierto. Finalmen- te, el objetivo de la perfeccién fue temporalizado, sobre todo por Leib- niz, e introducido en la ejecucién del acontecer mundano: progressus est in infinitum perfectionis."' 0 como concluia Lessing: Yo creo que el Creador debia hacer que todo lo que él creé fuera capaz de perfec- cionarse, si es que habia de permanecer en la perfeccion en la que lo cred,” A esta temporalizacién de la doctrina de la perfectio le co- rrespondié en Francia la formacién de la palabra perfectionnement, a la que Rousseau preordené la determinacién fundamental histéri- 10. Para lo que sigue véanse los dos detallados andlisis que aparecen en los ar- ticulos «Fortschritt» y «Geschichte», en Brunner/Conze/Koselleck: Geschichiliche Grundbegriffe, vol. 2, pags. 363 sigs., 647 sigs. 11, Leibniz: «De rerum originatione radicali» (1697), en Opera philosophica, bajo la direccién de Joh. Eduard Erdmann, Berlin, 1840, reimpr. Aalen, 1958, pag. 150. 12. Lessing: «Brief an Moses Mendelssohn» del 21-1-1756, en Sdmtl. Schr., bajo la direccién de Karl Lachmann, 34 edic. al cuidado de Franz Muncker, vol. 17, Stuttgart- Leipzig-Berlin, 1904, pag. 53. 346 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERIENCIA cade una perfectibilité del hombre, Desde entonces pudo concebirse toda la historia como un proceso de perfeccionamiento continuo y creciente que, a pesar de las continuas recaidas y rodeos, debia ser planificado y ejecutado, finalmente, por los hombres. Desde enton- ces se siguen escribiendo determinaciones de fines de generacién en generacién, y los efectos anticipados en el plan o en el prondstico se convierten en pretensiones de legitimacién del actuar politico. En resumen, el horizonte de expectativa incluye, desde entonces, un coe- ficiente de modificacién que progresa con el tiempo. Pero no fue sdlo el horizonte de expectativa el que adquirié una cualidad hisiéricamente nueva y que utopicamente se puede sobre- pasar de forma continua. También el espacio de experiencia se ha modificado progresivamente. El concepto de progreso se acuiié sélo a finales del siglo XVII, cuando se traté de reunir la abundancia de experiencia de los tres siglos precedentes. El concepto unico y uni- versal de progreso se nutria de muchas experiencias nuevas, indiv: duales, engarzadas cada vez mas profundamente en la vida cotidia- na, experiencias de progresos sectoriales que todavia no habian existido anteriormente. Citaré el giro copernicano,' la técnica que va surgiendo lentamente, el descubrimiento del globo terraqueo y de sus pueblos, que viven en diferentes etapas de desarrollo o, finalmen- te, la disolucion del mundo estamental por la industria y el capital. Todas estas experiencias remitian a la contemporaneidad de lo ana- crénico o, al contrario, al anacronismo de lo contemporaneo, En pa- labras de Friedrich Schlegel que intentaban encontrar lo moderno de la historia interpretada como progreso: El verdadero problema de la historia es ta desigualdad de los progresos en las distintas par- les constituyentes de la formacién humana total, especialmente la gran divergencia en el grado de formacién intelectual y moral." El progreso reunia, pues, experiencias y expectativas que conte- nian cada una un coeficiente temporal de variacion. Uno se sabia ade- lantado a los demas como grupo, como pais 0, finalmente, como cla- sé, 0 se intentaba alcanzar a los demas, o sobrepasarlos, Si se era superior técnicamente, se miraba con desprecio a los grados inferio- res de desarrollo de otros pueblos, por lo que el que se sabia supe- rior en civilizacion se creia justificado para dirigirlos. En la jerar- 13. Para esto —aparte de sus trabajos precedentes— Hans Blumenberg: Die Ge- nesis der Kopernikanischen Welt, Francfort, 1975. 14, Schlegel: «Condorcets “Esquisse d'un tableau historique des progres de l'es- prit humain” » (1795), en Kritische Schriften (nota 1), pag. 236. DOS CATEGORIAS HISTORICAS 347 quia corporativa se vefa un orden estatico de categorias que el em- puje de las clases progresivas deberia dejar atras. Los ejemplos se pueden multiplicar al gusto de cada cual. Lo que a nosotros nos inte- resa en primer lugar es el dato de que el progreso se dirigia a una transformacién activa de este mundo y no al mas alla, por miltiples que puedan ser las conexiones que se establezcan desde la teoria de las ideas entre la expectativa de futuro cristiana y el progreso. Era novedoso que las expectativas que ahora se extendian hacia el futu- ro se separaran de aquello que habia ofrecido hasta ahora todas las experiencias precedentes. Y todas las experiencias que se habian afia- dido desde la colonizacién de ultramar y desde el desarrollo de Ja ciencia y de la técnica no eran suficientes para derivar de ahi nuevas expectativas de futuro. Desde entonces, el horizonte de expectativa ya no encerraba al espacio de experiencia, con lo que los limites en- tre ambos se separaban. Verdaderamente ha Hegado a convertirse en una regla que toda experiencia precedente no debe ser objecién contra la indole dife- rente del futuro, El futuro sera distinto del pasado y, por cierto, me- jor. Todo el esfuerzo de Kant como filosofo de la historia se dirigia a ordenar todas las objeciones de la experiencia que hablaban en con- tra de esto, de tal modo que confirmasen la expectativa del progreso. Se oponia, como expresé en una ocasién, a la tesis de que fodo seg: ria siendo como ha sido hasta ahora, por lo que no se podia predecir nada nuevo histéricamente.'5 Esta frase contiene una inversién de todas las formas del vatici- nio histérico usuales hasta entonces. El que se habia dedicado hasta ahora a los pronésticos y no a las profecias los deducia por supuesto del espacio de experiencia del pasado, cuyas presuntas magnitudes se investigaron y calcularon adentrandose mas 0 menos en el futuro. Precisamente porque basicamente permaneceria como siempre ha sido, podia uno permitirse predecir lo venidero. Asi argumentaba Ma- quiavelo cuando opinaba que quien quisiera prever el futuro, debta mirar hacia el pasado, pues todas las cosas sobre la tierra han tenido siempre semejanza con las cosas pasadas," Asi argiiia todavia David Hume cuando se preguntaba si la forma de gobierno britanica se in- clinaba mas a la monarquia absoluta o a la republica.!” Ain se mo- 18, Kant: Idee zu einer allgemeinen Geschichte in weltbitrgerlicher Absicht (1784), 72 tesis, AA, vol. 8, Berlin-Leipzig, 1912, pag. 25. 16, Maquiavelo: Discorsi, 3,43 Berlin, 1922, pag. 303. 17. David Hume: Essays in Theory of Politics, bajo la direccién de Frederick Wat- kins, Edimburgo, 1951, pag. 162 sigs. 348 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERIENCIA via en la red categorial aristotélica, que limitaba finitamente todas las formas posibles de organizacion. Ante todo los politicos actua- ban segtin este modelo. Kant, que probablemente también acuiié la expresion «progreso», indica el giro del que se trata aqui. Para Kant, una prediccién que espera fundamentalmente lo mismo no es un prondstico. Pues con- tradecia su expectativa de que el futuro seria mejor porque debe ser mejor. La experiencia del pasado y la expectativa del futuro ya no se correspondian, sino que se fraccionaban progresivamente. Un pro- néstico pragmatico de un futuro posible se convirtié en una expec- tativa a largo plazo para un futuro nuevo. Kant admitié que por la experiencia no se puede solucionar inmediatamente la tarea del pro- greso, Pero afiadié que en el futuro se podrian acumular nuevas ex- periencias, como la de la Revolucién Francesa, de manera que la edu- cacién mediante frecuentes experiencias aseguraria un continuo progreso hacia lo mejor."* Esta frase s6lo llegé a ser concebible des- pués de que la historia se considerase y se Hegase a saber como tni- ca, no sélo en cada caso individual, sino tnica en suma, como totali- dad abierta hacia un futuro progresivo. Si la historia entera es unica, también el futuro ha de ser diferen- te respecto al pasado. Este axioma de la filosofia de la historia, re- sultado de Ja Iustracion y eco de la Revolucién Francesa, es la base tanto de la chistoria en general» como del «progreso». Ambos son conceptos que sdlo alcanzaron su plenitud histérico-filoséfica con la formacién de la palabra, y ambos remiten a la circunstancia co- muin de que ninguna expeciativa se puede derivar ya suficientemen- te de la experiencia precedente. Con el futuro progresista, cambié también la importancia histo- rica del pasado. La Revolucién Francesa fue para el mundo un jend- meno que parecta insultar a toda sabidurta histérica y se desarrolla- ban diariamente a partir de ella nuevos fendmenos acerca de los cuales se entendia menos que se preguntara a la historia, escribié Woltmann en 1789.° La ruptura de la continuidad pertenece a los topoi que se extendicron entonces, por lo que la finalidad diddctica es incompati- ble con 1a Historie,® segtin concluia Creuzer en 1803. La historia, 18, Kant; Der Streit del Fakultéten, apartado 2, secc. 4 y 7, AA vol.7 (1907), pag. 88. 49. Geschichte und Politik, Eine Zeitschrift, bajo la direccién de Karl Ludwig Wolt- mann, 1 (Berlin 1800) pag. 3. 20. Georg Friedrich Creuzer: Die historische Kunst der Griechen in ihrer Entste- hung und Fortbildung, Leipzig, 1803, pag. 232 sig. Véase antes pag. 49 sigs, DOS CATEGORIAS HISTORICAS 349 temporalizada y procesualizada hacia una unicidad continua, ya no podia ensefiarse ejemplarmente. La experiencia histérica tradicio- nal no se podia extender inmediatamente a la expectativa. Mas bien, continu6 Creuzer, habria que considerar y explicar de nuevo la histo- ria de cada nueva generacién de la hamanidad progresista. Dicho de otro modo: la elaboracién critica del pasado, la formacién de la es- cuela histérica, se basa en Ja misma circunstancia que también ha liberado el progreso hacia el futuro. Esta circunstancia no se puede despachar en modo alguno sélo como ideologia moderna, aun cuando en la diferencia entre experien- cia y expectativa, la ideologia y la critica de la ideologia se estable- cen de forma perspectivista segin la posicién. Nuestras primeras reflexiones sistematicas, cuyo origen histérico se ha clarificado en- tretanto, nos remitian ya a la asimetria entre espacio de experiencia y horizonte de expectativa, asimetria que se puede derivar antropo- Jégicamente. Que esta asimetria se restringiese al progreso irretor- nable y se explicase unilateralmente fue un primer intento de conce- bir la modernidad como un tiempo nuevo, El concepto de «progreso» es el primero genuinamente histérico, que ha Ievado la diferencia temporal entre la experiencia y la expectativa a un concepto unico, Siempre se traté de vencer aquellas experiencias que no se podia derivar de las precedenies y, en consecuencia, se traté de formular expectativas que anteriormente no se habian podido concebir, Este - desafio aumenté durante lo que hoy se llama primera modernidad, alimentando un potencial utdpico excedente que condujo a la cata- rata de acontecimientos de la Revolucién Francesa. Y, de ese modo, rompié el mundo de las experiencias politico-sociales que, hasta en- tonces, habia estado ligado a la sucesion de las generaciones. Cuan- to mas inmediatamente comprima la historia la sucesién de aconte- cimientos, tanto mds violenta y general serd la lucha, decia una observacién —entonces muy frecuente— de Friedrich Perthes. Las épocas anteriores conocieron cambios de direccién sélo a lo largo de siglos, pero nuestro tiempo ha reunido en las tres generaciones que viven ahora simulténeamente lo que es completamente incompatible, Los enormes contrastes de los anos 1750, 1789 y 1815 carecen por com- pleto de transiciones y aparecen en los hombres que viven hoy (sean abuelos, padres o nietos) no como algo sucesivo, sino como algo contiguo.! 21, Clemens Theodor Perthes: Friedrich Perthes’ Leben, 64 edic,, vol. 2, Gotha, 1872, pags 240 sig., 146 sig. 350 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERIENCIA Desde un tnico curso del tiempo se produce una dindmica de di- versos estratos temporales para el mismo tiempo. Lo que el progreso conceptualiz6, que —dicho brevemente— cho- can entre si lo viejo y lo nuevo, en la ciencia y en el arte, entre pais y pais, de estamento a estamento, de clase a clase, todo esto se habia convertido desde la Revolucion Francesa en acontecimiento de la vida cotidiana. Es cierto que las generaciones vivian en un espacio de ex- periencia comin, pero se quebraba perspectivistamente segtin la ge- neracion politica y la posicion social. Se sabia y se sabe desde en- tonces que se vive en un tiempo de paso que distingue de forma temporalinente distinta la diferencia entre experiencia y expectativa. Aesta circunstancia sociopolitica se le agregé algo mas desde fi- nales del siglo XVIII: el progreso técnico-industrial, que afectd a to- dos a Ja vez, aunque de manera diferente. De los descubrimientos cien- tificos y su aplicacién industrial nacié el axioma general de la experiencia de que cabia esperar nuevos progresos sin poder calcu- Jarlos de antemano. Sin embargo, el futuro no derivable de la expe- riencia permitia la certeza de una expectativa de que los descubri- mientos cientificos crearian un mundo nuevo. La ciencia y la técnica ‘han estabilizado el progreso como una diferencia temporal progre- siva entre experiencia y expectativa. Finalmente, hay un indicador infalible de que esta diferencia s6lo se conserva modificandose continuamente: la aceleracion. Tanto el progreso sociopolitico como el cientifico-técnico modifican los ritmos y lapsos del mundo de la vida en virtud de la aceleracion. Adquieren todos juntos una cualidad genuinamente histérica, a diferencia del tiempo natural. Bacon atin tuvo que vaticinar que los descubrimien- tos se acelerarian: Itaque longe plura et meliora, atque per minora intervalla, a ratione et industria et directione et intentione hominum speranda sunt. Leibniz ya pudo enriquecer esta proposicién con ex- periencias. Finalmente, Adam Smith indicé que el progress of society nacia del ahorrro de tiempo resultante de la division del trabajo en Ja produccién intelectual y material y desde el invento de las maqui- nas, Ludwig Biichner, para quien el retroceso es sdlo local y tempo- ral, mientras el progreso es permanente y general, ya no encontré asombroso en 1884 que hoy en dia el progreso de un siglo equivalga al de un milenio en tiempos antiguos, pues actualmente cada dia pro- ducia algo nuevo. 22. Bacon: «Novum Organum», 1, 108, en Works, vol. 1, pag. 207 (véase nota 8), 23. Ludwig Biichner: Der Fortschritt in Natur und Geschichte im Lichte der Dar- win'schen Theorie, Stuttgart, 1884, pags. 30, 34. DOS CATEGORIAS HISTORICAS 351 Aun cuando pertenece a la experiencia de los progresos ya pro- ducidos en ciencia y técnica, que el progreso moral y politico se es- tanque o avance con lentitud, también a este campo le afecta la afir- macion de la aceleracién. El hecho de que el futuro no sélo modifica, sino también perfecciona a la sociedad cada vez mas rapidamente, caracteriza el horizonte de expectativas que habia esbozado la Ilus- tracion tardia. Ya sea que la esperanza se escape a la experiencia —asi utilizé Kant el topos, para asegurarse de la futura organizacién mun- dial de la paz, porque es de esperar que los tiempos en los que suce- den los mismos progresos sean cada vez mds cortos—;* ya sea por- que el cambio de organizacién social y politica a partir de 1789 parecia romper todas las experiencias heredadas. En 1851 Lamarti- ne escribia que desde 1790 habia vivido bajo ocho sistemas diferen- tes de gobierno y bajo diez gobiernos. La rapidité du temps suplée 4 la distance, introduciéndose continuamente sucesos nuevos entre elobservador y el objeto. Id n'a plus d'histoire contemporaine. Les jours adhier semblent déja enfoncés bien loin dans lombre du passé,* con Jo que parafraseé una experiencia compartida ampliamente en Ale- mania. O, por citar un testimonio contemporaneo en Inglaterra: The world moves faster and faster; and the difference will probably be con- siderably greater. The temper of each new generation is a continual surprise.”° E] abismo entre pasado y futuro no sélo se va haciendo mayor, sino que se ha de salvar continuamente la diferencia entre experiencia y expectativa y, por cierto, de un modo cada vez mas ra- pido para poder vivir y actuar. Basta ya de ejemplos. Con el concepto histérico de la aceleracion se adquiere una categoria histérica del conocimiento que es adecua- da para revisar el progreso, que se ha de concebir sélo como optimi- zante (en inglés improvement, en francés perfectionnement). De eso ya no se vaa hablar mds aqui. Nuestra tesis histérica dice que la diferencia entre experiencia y expectativa aumenta cada vez mas en la modernidad o, mds exactamente, que la modernidad sélo se pudo concebir como tiempo nuevo desde que las expectativas apla- zadas se alejaron de todas las experiencias hechas anteriormente. Como ya se mostré, esta diferencia ha sido conceptualizada en la «his- toria en general» y su cualidad especificamente moderna en el con- cepto de «progreso». 24, Kant: Zum ewigen Frieden (1795), AA vol. 8 (1912), pag. 386. 25. Lamartine: Histoire de 1a Restauration, vol. 1, Patis, 1851, pag. |. 26. J.A. Froude, cit, Asa Briggs: The Age of Improvement, Londres, 1959, pag. 3. 352 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERTENCIA Para examinar el rendimiento de nuestras dos categorias de pro- greso, esbozaremos finalmente dos campos semAanticos que no tie- nen que ver inmediatamente con el tiempo histérico, como ocurria con «progreso» e «historia». Con ello se mostrara que la clasifica- cién de los concepios sociales y politicos segiin las categorias de «ex- pectativa» y «experiencia» ofrece, sin embargo, una clave para mos- trar el tiempo histérico que se esta modificando. Las series de ejemplos proceden de la topologia constitucional. Mencionaremos en primer lugar el uso lingiifstico aleman que tiende a formas de organizacién federales correspondientes a las si- tuaciones necesarias de la vida humana y de toda politica. La esen- cia de la unificacién, muy desarrollada entre los estamentos a fina- les de la Edad Media, lev con el transcurso del tiempo a la expresion «federacion» [Bund], facil de retener en la memoria.” Esta expre- sion —mas alld de la terminologia latina— sélo se encontré después de que las formulas de unificacién, siempre inseguras, hubieran ma- durado un éxito temporalmente limitado pero repetible. Lo que en principio sélo se juraba verbalmente, a saber, los pactos individua- les en los que se asociaban mutuamente, se comprometian.o se man- comunaban durante determinados plazos, se conceptualizé como federacién por un efecto retroactivo, a consecuencia de la institucio- nalizacién que se consiguid, Un «pacto» individual tenia aun el sig- nificado primario de un concepto de ejecucién presente, mientras que «federacién» podia abarcar una situacién institucionalizada. Esto se muestra, por ejemplo, en el desplazamiento del sujeto de la accién cuando se habla de «las ciudades de la federacién» en lugar de «la federacién de ciudades». El auténtico sujeto de la accion esta oculto en el genitivo. Mientras que una «federacién de ciudades» atin resal- taba a los miembros individuales, «las ciudades de la federacién» se organizaban en una unidad de accién, a saber, la «federacion». Asi, las multiples alianzas, los pactos, se consolidaron por un efec- to retroactivo en un singular colectivo, La «federacion» recopilaba una experiencia ya reunida y conceptualizada bajo un concepto tini- co. Se trata, pues, —dicho acentuadamente— de un concepto clasifi- cador de experiencias. Esta saturado de una realidad pasada que, en el tren de las acciones politicas, podia ser conducida al futuro y con- tinuar escribiéndose. 27. Para lo que sigue véase Reinhart Koselleck: articulo «Bund, Biindnis, Féde- ralismus, Bundesstaat», en Brunner! Conze/ Koselleck: Geschichtliche Grundbegrit fe, vol. 1, (1972), pag, 582 sigs. DOS CATEGORIAS HISTORICAS 353 Algo similar se puede mostrar en numerosas expresiones de la terminologia juridica y constitucional de finales de la Edad Media y comienzos de la Modernidad. Sin que esté permitido interpretar demasiado sistematicamente todos sus significados y sobrepasarlos asi teéricamente, respecto a su clasificacién temporal se puede de- cir que se trataba rotundamente de conceptos de experiencia que se alimentaban de un pasado presente. Completamente distinta es la tension temporal de tres conceptos de federacién que sélo se acufiaron a finales del antiguo Reich: fede- racién de estados, estado federal y reptiblica federal. Creadas alre- dedor de 1800, las tres expresiones son en principio palabras artifi- ciales, en las que la repiblica federal de Johannes von Miiller seguramente se formé apoyandose en la république {édérative de Mon- tesquicu.”® Las tres expresiones artificiales en absoluto se basaron solamente en la experiencia. Tendian a llevar determinadas posibili- dades de organizacién federal, contenidas en el antiguo Reich, a un concepto que se pudiera utilizar en el futuro. Se trataba de concep- tos que no se podian derivar del todo de la constitucién del Reich, pero que si extraian de ella determinados tramos de experiencia para poder realizarla en el futuro como experiencia posible. Aun cuando el Sacro Imperio Romano ya no podia ser concebido por e! kaiser y el Reichstag como imperio —indefinible—, al menos habia que sal- var para el nuevo siglo las ventajas de las formas de constitucién fe- derales de Estados medio soberanos: es decir, no tolerar ningtn Es- tado absoluto o revolucionario. Es seguro que con este recurso a experiencias del antiguo Reich se anticipé la futura constitucién de ta federacién alemana, aun cuando su realidad no se pudiera ver atin. Dentro de la organizacién del Reich se hicieron visibles estructuras a mas largo plazo, que ya se podian experimentar como posibilida- des venideras. Precisamente porque elaboraban experiencias impre- cisas y ocultas, los conceptos contenian un potencial de pronédstico que extendia un nuevo horizonte de expectativa. Asi pues, ya no se trata de conceptos clasificadores de experiencias, sino mas bien de conceptos creadores de experiencias. Una tercera expresién acufiada nos lleva totalmente a la dimen- sion del futuro. Se trata de la expresién «federacién de pueblos», que formé Kant para trasladar a determinacion de fines morales y poli- 28. Johannes v. Miller: «Teutschlands Erwartungen von Fiirstenbunde», en SW, vol. 24, Stutigart, Tubinga, 1833, pag. 259 sigs; Montesquieu: Esprit des lois, 9,1, Pa- ris, 1845, pag. 108. 354 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERTENCIA ticos lo que, hasta entonces, se esperaba como el reino de Dios en la tierra. En rigor, el concepto se convierte en una anticipacién. Como ya se dijo, Kant esperaba que llegase a ser realidad en el futuro una federacién republicana de pueblos organizados por ellos mismos en intervalos de tiempo cada vez mds cortos, esto es, con una acelera- cién creciente. Desde luego anteriormente se habian proyectado ya planes de federacién supraestatales, pero no un esquema de organi- zacién global cuya realizacién fuese un dictado de la razén practica. La «federacién de pueblos» era un puro concepto de expectativa al que no podia corresponder ninguna experiencia anterior. El indicador de temporalidad contenido en la tensién, pretendi- damente antropoldgica, entre experiencia y expectativa proporciona una norma para poder abarcar también el nacimiento de la moder- nidad en el concepto de constitucién. Al preguntar por sus extensio- nes temporales, la acufiacién lingiiistica del concepto de constitucién da fe de una separacién consciente entre el espacio de experiencia y el horizonte de expectativa, convirtiéndose en tarea de la accién politica la conciliacién de esa diferencia. Esto se comprueba con mayor claridad en una segunda serie de ejemplos. Los tres modos aristotélicos de gobierno —monarquia, aris- tocracia, democracia— que en sus formas puras, mixtas o decaden- tes atin eran suficientes para elaborar experiencias politicas, se trans- forman alrededor de 1800 desde el punto de vista de la filosofia de la historia. Los tres tipos de organizacién se fuerzan a una alternati- va: «despotismo 0 republica», conteniendo los conceptos alternati- vos un indicador temporal. Alejandose del despotismo del pasado, el camino histérico conduciria a la republica del futuro. El antiguo concepto politico mas amplio de res publica, que podfa abarcar has- ta entonces todos los modos de gobierno, adquiere asi un cardcter restringido de exclusividad, pero referido al futuro. Este cambio, des- crito aqui con brevedad, habia sido encauzado teéricamente desde hacia mucho tiempo, El resultado se hace apreciable en tiempos de Ja Revoluci6n Francesa. Un concepto utilizado histérica 0 teéricamen- te, en todo caso saturado de experiencias, se convierte en un concepto de expectativa. Este cambio perspectivista también se puede mos- trar ejemplarmente en Kant.” Para él, la «repdblica» era una deter- minacién de fines derivada de la razén practica a la que el hombre aspiraba continuamente. Kant utilizé la nueva expresién de «repu- 29. Véase el articulo «Demokratie», en Brunner! Conze/ Koselleck: Geschichtli- che Grundbegriffe, vol. 1, pag. 848 sigs. DOS CATEGORIAS HISTORICAS 355° blicanismo» para indicar el camino que conduce a ella. El republi- canismo indicaba el principio del movimiento histérico e impulsar- lo es un mandato de la accion politica. Cualquiera que sea la consti- tucion que esté hoy en vigor, de lo que se trata a la larga es de sustituir la dominacién de hombres sobre hombres por la dominacién de las leyes, esto es, realizar la reptiblica. E] «republicanismo» fue, pues, un concepto de movimiento que, en el espacio de la accién politica, efectuaba lo mismo que el «pro- greso» prometia cumplir en la historia total. El antiguo concepto «re- publica», que notificaba una situacién, se convirtid en telos y a la vez se temporalizé —con la ayuda del sufijo «ismo»— convirtiéndo- se en un concepto de movimiento. Sirvié para anticipar teéricamen- te el movimiento histérico en ciernes e influir practicamente en él. La diferencia temporal entre todas las formas de gobierno hasta en- tonces conocidas y la futura constitucién que se esperaba y anhela- ba se puso bajo un concepto que influia en el acontecer politico. Con esto queda circunscrita la estructura temporal de un concepto que vuelve a aparecer en numerosos conceptos siguientes cuyos pro- yectos de futuro intentan desde entonces alcanzarse y superarse. Al «republicanismo» le siguié el «democratismo», el «liberalismo», el «socialismo», el «comunismo>», el «fascismo», por citar unicamente las expresiones especialmente eficaces. Durante su acufiacién, to- das las expresiones citadas tuvieron un contenido de experiencia mi- nimo o nulo y, en cualquier caso, no tenian aquel al que se aspiraba al formar el concepto. En el curso de su realizacion constitucional surgieron, naturalmente, numerosas experiencias antiguas y elemen- tos que ya estaban contenidos en los conceptos aristotélicos de orga- nizacion. Pero los conceptos de movimiento se distinguen de la anti- gua topologia por su finalidad y su funcién, Mientras que el uso lingiiistico aristotélico, que habia puesto en circulacién los tres ti- pos de organizacién, sus formas mezcladas y decadentes, apuntaba a posibilidades finitas de autoorganizacién humana, de modo que se podian deducir histéricamente uno del otro, los conceptos de movi- miento que se han citado iban a descubrir un futuro nuevo. En vez de analizar una posibilidad finitamente limitada de presuntas opor- tunidades de organizacién, tenian que ayudar a crear nuevas situa- ciones de organizacién. . Visto desde la historia social se trata de expresiones que reaccio- naron ante el desafio de una sociedad que cambiaba técnica e indus- trialmente. Servian para ordenar bajo nuevos lemas a las masas cor- porativamente desmembradas; en ellos entraban a formar parte 356 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERIENCIA intereses sociales, diagnésticos cientificos y politicos. Por eso tienen siempre cardcter de lema para la formacién de partidos. El campo lingiifstico sociopolitico viene inducido desde entonces por la ten- sion abierta progresivamente entre experiencia y expectativa. Sigue siendo comin a todos los conceptos de movimiento una pro- duccién compensatoria elaborada por ellos. Cuanto menor sea el con- tenido de experiencia, tanto mayor ser4 la expectativa que se deriva de él. Cuanto menor la experiencia, mayor la expectativa, es una for- mula para la estructura temporal de lo moderno al ser conceptuali- zada por el «progreso». Esto fue plausible mientras todas las expe- riencias precedentes no fueron suficientes para cimentar las expectativas que se pudieran derivar del proceso de un mundo que se estaba transformando técnicamente. Ciertamente, si se realizan los proyectos politicos correspondientes después de haber sido ori- ginados por una revolucién, entonces se desgastan las viejas expec- tativas en las nuevas experiencias. Esto es valido para el republica- nismo, el democratismo y el liberalismo hasta donde la historia permite emitir un juicio en la actualidad. Presumiblemente seguira siendo valido también para el socialismo y para el comunismo, si se le declara establecido. Asi, podria suceder que una determinacién relacional antigua vol- viera de nuevo por sus fueros: cuanto mayor sea la experiencia, tan- to mas cauta, pero también tanto mas abierta la expectativa. Mas alla de cualquier énfasis, se habria alcanzado entonces el final de la «mo- dernidad» en el sentido del progreso optimizante. La aplicacién histérica de nuestras dos categorias metahistéri cas nos proporcioné una clave para reconocer el tiempo histérico, especialmente el nacimiento de lo que se ha llamado modernidad como algo diferenciado de tiempos anteriores. De este modo, ha que- dado claro a la vez que nuestra suposicion antropolégica, esto es, la asimetria entre experiencia y expectativa, era un producto especifi- co del conocimiento de aquella época de transformacién brusca en la que esa asimetria se interpreté como progreso. Por supuesto, nues- tras categorias ofrecen algo mds que un modelo de explicacién de la génesis de una historia progresiva que sélo fue conceptualizada como «tiempo nuevo. Nos remiten igualmente a la parcialidad de interpretaciones pro- gresivas. Pues es evidente que las experiencias sélo se pueden reu- nir porque —como experiencias— son repetibles. Asi pues, debe ha- ber también estructuras de la historia, formales y a largo plazo, que permitan reunir repetidamente las experiencias, Pero entonces debe DOS CATEGORIAS HISTORICAS 357 poder salvarse también la diferencia entre experiencia y expectativa hasta el punto de que se pueda concebir de nuevo la historia como susceptible de ser ensefiada. La Historie sélo puede reconocer lo que cambia continuamente y lo nuevo si esta enterada de la procedencia en la que se ocultan las estructuras duraderas. También éstas se tie- nen que buscar e investigar, si es que se pretenden traducir las expe- riencias historicas a la ciencia histérica.

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