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Reinhart Koselleck
Future pasado
Para una semdntica
de los tiempos histéricos
GU24ES
&
ediciones
PAIDOS
Barcelona
Buenos Aires
MéxicoPrélogo
Introduccion ..
BYNES
CoN KM
10.
1h.
12.
. Futuro pasado del comienzo de la modernidad
. Historia magistra vitae ..............0 00.005
. Criterios histéricos del concepto moderno de revolucién
. La. prognosis histérica en el escrito de Lorenz von Stein so-
. Historia conceptual e historia social ................
. Historia, historias y estructuras formales de! tiempo
. Representacién, acontecimiento y estructura .,.......
. El azar como residuo de motivacién en la historiografia
. Compromiso con la situacién y temporalidad .........
SUMARIO
PRIMERA PARTE,
SOBRE LA RELACION ENTRE EL PASADO
Y¥ EL FUTURO EN LA HISTORIA RECIENTE
bre la constituci6n prusiana ............ 0.00000. e eee
SEGUNDA PARTE
SOBRE LA TEORIA Y EL METODO
DE LA DETERMINACION DEL TIEMPO HISTORICO
TERCERA PARTE
SOBRE LA SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO
DE LA EXPERIENCIA
Sobre la semdntica hist6rico-politica de los conceptos con-
irarios asimétricos :
Sobre la disponibilidad de la historia .
Terror y sueifio
FH 48727
il
13
21
41
67
87
105
127
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155
173
205
251
2678 EL FUTURO PASADO
ls 287
14, «Espacio de experiencia» y «Horizonte de expectativa», dos
categorias histéricas . .
359
365
indice de nombres
Indice analitico332 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA BXPERIENCIA
sela. Por otra parte, esta misma posicién puede establecerse en el
futuro como utépica, de manera que nunca se pueda realizar —o bien
se situa en el pasado presente, de modo que esté ya verdaderamente
superada, retrasada y, por lo tanto, vencida—. En cierto modo, esta-
mos tratando con formas vactas de las dimensiones temporales, que
pueden ser ocupadas arbitrariamente. Y tan pronto como los crite-
rios de futuro de lo deseable entran a formar parte del juicio, ya no
se pueden rebatir empiricamente las coordinaciones criticas de la
ideologia. Remiten a un futuro que sélo fue descubierto por la mo-
dernidad, sin haber sido alcanzado desde entonces.
La determinacién de la modernidad como tiempo de transicién
no ha perdido en evidencia epocal desde su descubrimiento. Un cri-
terio infalible de esta modernidad son sus conceptos de movimiento
—como indicadores del cambio social y politico y como factores lin-
gilisticos de la formacién de la conciencia, de la critica ideologica
y del control del comportamiento.
XIV
«ESPACIO DE EXPERIENCIA» Y «HORIZONTE DE EXPECTATIVA»
DOS CATEGORIAS HISTORICAS
1. Observacién metédica preliminar
Puesto que tanto se habla en contra de las hipétesis, se debiera
intentar alguna vez comenzar la historia sin hipétesis. No se puede
decir que algo es, sin decir lo que es, Al pensarlos, se refieren los fac-
ta a conceptos y no es indiferente a cudles.' Con estas frases resumid
Friedrich Schlegel un siglo de consideraciones teéricas sobre qué era,
cémo se conocia y cémo se debia escribir la historia. Al final de esta
Tlustracién historica, provocada por una historia experimentada
como progresista, esta el descubrimiento de la «historia en y para
six. Dicho brevemente, se trata de una categoria trascendental que
retine las condiciones de una historia posible con las de su conoci-
miento? Desde entonces ya no es conveniente, aunque sea muy co-
rriente, tratar cientificamente de la historia sin aclararse respecto
a las categorias en virtud de las cuales se va a expresar.
El historiador que recurre al pasado, por encima de sus propias
vivencias y recuerdos, conducido por preguntas o por deseos, espe-
ranzas e inquietudes, se encuentra en primer lugar ante los Hama-
dos restos que atin hoy subsisten en mayor o en menor ntimero. Cuan-
do transforma estos restos en fuentes que dan testimonio de la
historia cuyo conocimiento le interesa, entonces el historiador se mue-
ve siempre en dos planos. O investiga situaciones que ya han sido
articuladas lingtiisticamente con anterioridad, o reconstruye circuns-
tancias que anteriormente no han sido articuladas lingitisticamen-
1. Friedrich Schlegel: Kritische Schriften, bajo la direccién de W. Rasch, 2. edic.,
Munich, 1964, pg. 51 (Fragmento del ateneo).
2. Véase mi articulo «Geschichte, Historie», en Otto Brunner /Werner Conze /Rein-
hart Koselleck (comps.), Geschichtliche Grundbegriffe, vol. 2, Stuttgart, 1975, pag. 647
sigs. Las reflexiones siguientes se basan en los trabajos del diccionario del lenguaje
sociopolitico en Alemania, que ya se ha citado, En sefal de agradecimiento estan de-
dicados a Werner Conze, sin cuyo estimulo incansable no se hubiese podido realizar
Ja tarea cientifica comin.334 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERTENCIA
te, pero que extrae de los vestigios con la ayuda de hipétesis y méto-
dos. En el primer caso los conceptos tradicionales de la Jengua de
las fuentes le sirven como acceso heuristico para comprender la rea-
lidad pasada. En el segundo caso, el historiador se sirve de concep-
tos formados y definidos ex post, es decir, de categorias cientificas
que se emplean sin que se puedan mostrar en los hallazgos de las
fuentes.
Tenemos que tratar, pues, de los conceptos ligados a las fuentes
y de las categorias cientificas del conocimiento, que deben diferen-
ciarse aun pudiendo relacionarse, pero no siendo necesario que lo
estén. Con frecuencia, una misma palabra puede cubrir el concepto
y la categoria histéricos, resultando entonces atin mas importante
la clarificacién de la diferencia de su uso. La historia de los concep-
tos es la que mide e investiga esta diferencia o convergencia entre
conceptos antiguos y categorias actuales del conocimiento, Hasta
aqui, por diferentes que sean sus métodos propios y prescindiendo
de su riqueza empirica, la historia de los conceptos es una especie
de propedéutica para una teoria cientifica de la historia —conduce
a la metodologia historica.
Acontinuaci6n, al hablar de espacio de experiencia y de horizon-
te de expectativa como categorias histéricas, diremos de antemano
que estas dos expresiones no se investigan como conceptos del len-
guaje de las fuentes. Incluso renunciamos conscientemente a deri-
var de forma historica el origen de estas dos expresiones, actuando
en cierto modo en contra de la pretensién metédica a la que debiera
someterse un historiador profesional de los conceptos. Hay situacio-
nes en la investigacién en las que el abstenerse de preguntas histérico-
genéticas puede agudizar la mirada sobre la historia misma. En todo
caso la pretension sistematica a la que aspira el procedimiento si-
guiente queda mas clara si anteriormente se renuncia a una histori-
zacién de la propia posicién.
Ya del uso cotidiano del lenguaje se desprende que, en tanto que
expresiones, «experiencia» y «expectativa» no proporcionan una rea-
lidad histérica, como lo hacen, por ejemplo, las caracterizaciones o
denominaciones histéricas. Denominaciones como «el pacto de Post-
dam», «la antigua economia de esclavos» o «la Reforma» apuntan cla-
ramente a los propios acontecimientos, situaciones o procesos his-
iéricos. En comparacién, «experiencia» y «expectativa» sélo son
categorias formales: lo que se ha experimentado y lo que se espera
respectivamente, no se puede deducir de esas categorias. La antici-
pacién formal de explicar la historia con estas expresiones polarmen-
DOS CATEGORIAS HISTORICAS 335
te tensas, tinicamente puede tener la intencién de perfilar y estable-
cer las condiciones de las historias posibles, pero no las historias
mismas. Se trata de categorias del conocimiento que ayudan a fun-
damentar la posibilidad de una historia. O, dicho de otro modo: no
existe ninguna historia que no haya sido constituida mediante las ex-
periencias y esperanzas de personas que actdan 0 sufren. Pero con
esto atin no se ha dicho nada acerca de una historia pasada, presen-
te o futura, y, en cada caso, concreta.
Esta propiedad de la formalidad la comparten nuestras catego-
rfas con otras numerosas expresiones de la ciencia historica, Recor-
demos «sefior y siervo», «amigo y cnemigo», «guerra y paz», «fuer-
zas productivas y relaciones de produccién»; o pensemos en la
categoria del trabajo social, de wna generacién politica, en las for-
mas de construir una constitucién, en las unidades de accién socia-
les 0 politicas, o en la categoria de frontera, en el espacio y el tiempo.
Siempre se trata de categorias que todavia no dicen nada sobre
una determinada frontera, una determinada constitucién, etc. Pero
el hecho de que esta frontera, esta constitucién o esta experiencia
y aquella expectativa hayan sido cuestionadas y expuestas, presupo-
ne ya el uso categorial de las expresiones.
‘Ahora bien, casi todas las categorias formales que hemos men-
cionado se caracterizan por haber sido a la vez conceptos histéricos,
es decix, conceptos econémicos, politicos o sociales, es decir, proce-
dentes del mundo de la vida, En esto comparten la ventaja de aque-
llos conceptos tedricos que en Aristételes proporcionaban una vision
intuitiva a partir de la comprensién de la palabra, de manera que
el mundo cotidiano de la politica quedaba superado en su reflexién.
Pero, precisamente respecto al mundo de la vida precientifico y a sus
conceptos politicos y sociales, resulta evidente que se puede diferen-
ciar y graduar la lista de las categorias formales derivadas de ellos.
¢Quién negard que expresiones tales como «democracia», «guerra 0
paz», «sefiorio y servidumbre», estan mds Ilenas de vida, son mas
concretas, mas sensibles y mas intuitivas que nuestras dos catego-
rias «experiencia» y «expectativa»?
Evidentemente, las categorias «experiencia» y «expectativa» re-
claman un grado mis elevado, ya apenas superable, de generalidad,
pero también de absoluta necesidad en su uso. Como categorias his-
toricas equivalen en esto a las de espacio y tiempo.
Esto puede fundamentarse seménticamente: los conceptos que se
han mencionado, saturados de realidad, se establecen como catego-
rias alternativas o significados que, al excluirse mutuamente, cons-336 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERIENCIA
tituyen campos de significacién mas concretos, delimitados cada vez
mas estrechamente, aun cuando permanezca su referencia mutua. Asi
la categoria del trabajo remite al ocio, la de guerra a la paz y vicever-
sa, la de frontera a un espacio interior y a otro exterior, una genera-
cién politica a otra o a su correlato biolégico, las fuerzas producti-
vas a las relaciones de produccién, la democracia a una monarquia,
ete. Evidentemente, la pareja de conceptos «experiencia y expectati-
va» es de otra naturaleza, esta entrecruzada internamente, no ofrece
una alternativa, mds bien no se puede tener un miembro sin el otro.
No hay expectativa sin experiencia, no hay experiencia sin expec-
tativa.
Sin el animo de establecer aqui una jerarquizacién estéril, se pue-
de decir que todas las categorias condicionales que se han mencio-
nado para las historias posibles se pueden aplicar individualmente,
pero ninguna es concebible sin estar constituida también por la ex-
periencia y la expectativa. Por lo tanto, nuestras dos categorias indi-
can la condicién humana universal; si asi se quiere, remiten a un dato
antropolégico previo, sin e! cual la historia no es ni posible, ni siquiera
concebible.
Novalis, uno de los testigos principales de aquel tiempo en el que
empez6 a tomar alas la teoria de la historia antes de consolidarse
en los sistemas idealistas, lo formulé en una ocasién en su Heinrich
von Ofterdingen. Ahi opinaba que el auténtico sentido de las histo-
tias de los hombres se desarrolla tarde, aludiendo a! descubrimien-
to de la historia en el siglo XVIII. Sdlo cuando se es capaz de abar-
car una larga serie con una sola ojeada y no se toma todo literalmente
ni se confunde petulantemente, sdlo entonces se observa la concate-
nacion secreta entre lo antiguo y lo futuro y se aprende a componer
la historia a partir de la esperanza y el recuerdo}
«Historia» no significaba todavia especialmente el pasado, como
mas tarde bajo el signo de su elaboracién cientifica, sino que apun-
taba a esa vinculacién secreta entre lo antiguo y lo futuro, cuya rela-
cién sdlo se puede conocer cuando se ha aprendido a reunir los dos
modos de ser que son el recuerdo y la esperanza.
Sin detrimento del origen cristiano de esta visién, aqui se pre-
senta un auténtico caso de aquella determinacién trascendental de
la historia a la que me referfa al principio. Las condiciones de posi-
bilidad de la historia real son, a la vez, las de su conocimiento. Espe-
3. Novalis: «Heinrich von Ofterdingen» 1, 5, en Schriften, bajo la direccién de
Paul Kluckhohn y Richard Samuel, 2 edic., vol, 1, Stuttgart, Darmstadt, 1960, pag, 258.
DOS CATEGORIAS HISTORICAS 337
ranza y recuerdo o, expresado mas genéricamente, expectativa y ex-
periencia —pues la expectativa abarca mas que la esperanza y la ex-
periencia profundiza mas que el recuerdo— constituyen a la vez la
historia y su conocimiento y, por cierto, lo hacen mostrando y elabo-
rando la relacién interna entre el pasado y el futuro antes, hoy o
mafiana.
Y con esto llego a mi tesis: la experiencia y la expectativa son dos
categorias adecuadas para tematizar el tiempo histérico por entre-
cruzar el pasado y el futuro. Las categorias son adecuadas para
tentar descubrir el tiempo histérico también en el campo de la in-
vestigacion empirica, pues enriquecidas en su contenido, dirigen las
unidades concretas de accion en la ejecucién del movimiento social
0 politico. ; .
Expondremos un ejemplo sencillo: la experiencia de la ejecucién
de Carlos I abrid, mas de un siglo después, el horizonte de las pers-
pectivas de Turgot cuando instaba a Luis XVI a que realizase refor-
mas que le preservasen del mismo destino de aquél. Turgot aviso en
vano a su rey. Pero entre la revolucién inglesa pasada y la francesa
venidera se pudo experimentar y descubrir una relacién temporal
que Ievaba mas alla de la mera cronologia. La historia concreta se
madura en el medio de determinadas experiencias y determinadas
expectativas. |
Pero nuestros dos conceptos no estan sdlo contenidos en la eje-
cucién concreta de la historia, ayudandole a avanzar. En tanto que
categorias son las determinaciones formales que explican esa ejecu-
cién, para nuestro conocimiento histérico. Remiten a la temporali-
dad del hombre y, si se quiere, metahist6ricamente a la temporalidad
de ta historia.
Intentaremos clarificar esta tesis en dos pasos. En primer lugar
esbozaré la dimension metahistorica: en qué medida la experiencia
y la expectativa, como dato antropolégico, son condicion de las his-
torias posibles.
En segundo lugar intentaré mostrar historicamente que la coor-
dinacién de experiencia y expectativa se ha desplazado y modifica-
do en el transcurso de la historia. Si sale bien la prueba, se habra
demostrado que el tiempo histérico no sélo es una determinacién
vacia de contenido, sino también una magnitud que va cambiando
con la historia, cuya modificacién se podria deducir de la coordina-
cién cambiante entre experiencia y expectativa.338 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERIENCIA
Il. Espacio de experiencia y horizonte de expectativa
como categorias metahistoricas
Pido la comprensién de los lectores por empezar con Ia explica-
cién del significado metahistorico y por tanto antropoldgico, pues
s6lo podré hacerla en un breve esbozo, al que me arriesgaré, sin em-
bargo, a fin de distribuir mejor la carga probatoria. Al aplicar nues-
tras expresiones en Ja investigaci6n empirica sin una determinacién
metahistérica que apunte a la temporalidad de la historia, caerfa-
mos inmediatamente en el torbellino infinito de su historizacién.
Por eso, ensayemos algunas definiciones a modo de oferta: la ex-
periencia es un pasado presente, cuyos acontecimientos han sido in-
corporados y pueden ser recordados. En la experiencia se fusionan
tanto la elaboraci6n racional como los modos inconscientes del com-
portamiento que no deben, o no debieran ya, estar presentes en ef
saber. Ademds, en la propia experiencia de cada uno, transmitida por
generaciones o instituciones, siempre esta contenida y conservada
una experiencia ajena. En este sentido, la Historie se concibié desde
antiguo come conocimiento de la experiencia ajena.
Algo similar se puede decir de la expectativa: esta ligada a perso-
nas, siendo a la vez impersonal, también la expectativa se efectiia en
el hoy, es futuro hecho presente, apunta al todavia-no, a lo no experi-
mentado, a lo que sélo se puede descubrir. Esperanza y temor, deseo
y voluntad, la inquictud pero también el andlisis racional, la visién
receptiva o la curiosidad forman parte de la expectativa y la cons-
tituyen.
A pesar de estar presentes reciprocamente, no se trata de concep-
tos simétricos complementarios que coordinan el pasado y el futuro
como si fueran espejismos.* Antes bien, la experiencia y la expecta-
tiva tienen modos de ser diferenciables. Esto queda explicado en una
4, Véanse los andlisis de Agustin en el libro {1 de sus Confesiones, donde las tres
dimensiones del tiempo se remiten a la expectativa, ala percepcidn y al recuerdo
enelesptritu, en el Anima. Ademas los andlisis de Heidegger en Sein und Zeit, espe-
cialmente en el capitulo 5 «Zeitlichkeit und Geschichtlichkeit», donde la constitu.
cién temporal de la existencia [Dasein] humana se revela como condicién de la histo-
ria posible. Por supuesto que ni Agustin ni Heidegger han extendido sus preguntas
al tiempo de {a historia. Queda aqui como pregunta abierta si las estructuras tempo-
rales intersubjetivas de la historia se pueden en todo caso deducir suficientemente
de un andlisis de la existencia. A continuacién se intentan usar las categorias meta-
histéricas de experiencia y expectativa como indicadares de los cambios de! tiempo
hist6rico. La implicacién histérica de toda experiencia ha sido descubierta por Hans-
Georg Gadamer en Wahrheit und Methode, Tubinga, 1960, pag. 329 sigs.
DOS CATEGORIAS HISTORICAS 339
frase del conde Reinhard, quien en 1820, después de volver a esta-
lar sorprendentemente la revolucién en Espaia, le escribio a Goet-
he: Tiene usted toda la razén, mi estimado amigo, en lo que dice so-
bre la experiencia. Para los individuos siempre llega demasiado tarde,
para los gobiernos y los pueblos no estd nunca disponible. El diplo-
matico francés hizo suya una expresion de Goethe que se impuso en
aquel momento, quizA también en Hegel y que certificaba el final de
la aplicabilidad inmediata de las ensefianzas de la Historie. Sucede
asi —y quisiera llamar la atencién sobre el pasaje que sigue sin per-
juicio de la situacién hist6rica en la que fue concebida, por primera
vez, esta frase—, sucede ast porque la experiencia ya hecha se expone
unificada en un nucleo y la que atin estd por realizar se extiende en
minutos, horas, dias, afios y siglos, por lo gue lo similar no parece
nunca ser similar, pues en un caso sélo se considera el todo y en el
otro partes aisladas®
El pasado y el futuro no llegan a coincidir nunca, como tampoco
se puede deducir totalmente una expectativa a partir de la experien-
cia. Una vez reunida, una experiencia es tan completa como pasados
son sus motivos, mientras que la experiencia futura, la que se va a
hacer, anticipada como expectativa se descompone en una.infinidad
de trayectos temporales diferentes.
Nuestra perifrasis metaforica se corresponde con esta situacién
que ha advertido el conde Reinhard. De todos modos, ya se sabe que
el tiempo sélo se puede expresar en metaforas temporales, pero evi-
dentemente resulta mds convincente hablar de «espacio de experien-
cia» y chorizonte de expectativa» que, al contrario, de «horizonte de
experiencia» y «espacio de expectativa», aun cuando estas locucio-
nes conservan su sentido, De lo que aqui se trata es de mostrar que
la presencia del pasado es algo distinto de la presencia del futuro.
Tiene sentido decir que la experiencia procedente del pasado es
espacial, porque esta reunida formando una totalidad en la que es-
t4n simultaneamente presentes muchos estratos de tiempos anterio-
res, sin dar referencias de su antes ni de su después. No hay una ex-
periencia cronolégicamente mensurable —aunque si fechable segiin
su motivo— porque en cualquier momento se compone de todo lo
que se puede evocar del recuerdo de la propia vida o del saber de
otra vida. Cronolégicamente, toda experiencia salta por encima de
los tiempos, no crea continuidad en el sentido de una elaboracion
aditiva del pasado. Antes bien, se puede comparar —utilizando una
5. Goethe y Reinhadr: Briefwechsel, Francfort, 1957, pag. 246, Véase antes pag. 60.340 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERIENCIA
imagen de Christian Meier— con el ojo de cristal de una lavadora,
detrds del cual aparéce de vez en cuando una pieza multicolor de toda
la ropa que esta contenida en la cuba. . ;
¥ viceversa, es mas preciso servirse de la metafora de un hori-
zonte de expectativa que de un espacio de expectativa. Horizonte quie-
re décir aquella linea tras de la cual se abre en el futuro un nuevo
espacio de experiencia, aunque atin no se puede contemplar. La po-
sibilidad de descubrir el futuro choca, a pesar de los pronésticos po-
sibles, contra un limite absolute, porque no es posible llegar a expe-
rimentarla, Un chiste politico actual lo aclara en forma de topico:
«En el horizonte ya es visible el comunismo», explica Kruschev en
un discurso.
Pregunta incidental de un oyente:
«Camarada Kruschev, équé es el horizonte?» _
«Biscalo en el diccionario», contesta Nikita Sergeievits. .
En casa, ese individuo sediento de saber encuentra en una enciclope-
dia la siguiente explicacion: ; /
«Horizonte, una linea imaginaria que separa el cielo de la tierra y que
se aleja cuando uno se acercar§ | .
Sin perjuicio de la alusién politica, aqui también se puede mos-
trar que lo que se espera para cl futuro esta limitado, en definitiva,
de otro modo que lo que se ha sabido ya del pasado. Las expectativas
que se albergan se pueden revisar, las experiencias hechas, se retinen.
De las experiencias se puede esperar hoy que se repitan y confir-
men en el futuro. Pero una expectativa no se puede experimentar hoy
ya del mismo modo. Por supuesto, la impaciencia por el futuro, espe-
ranzada o angustiosa, previsora o planificadora, se puede reflejar en
Ja conciencia. Hasta ahi se puede llegar a experimentar también la
expectativa. Pero las circunstancias, situaciones o consecuencias de
las acciones que pretendia la expectativa, ésas no son contenidos de
Ja experiencia. Lo que caracteriza a la experiencia es que ha elabo-
rado acontecimientos pasados, que puede tencrlos presentes, que esta
saturada de realidad, que vincula a su propio comportamiento las
posibilidades cumplidas o erradas. ,
Asi pues, repitamos de nuevo, no se trata de simples conceptos
contrarios, sino que indican, mas bien, modos de ser desiguales de
cuya tension se puede deducir algo ast como el tiempo histérico.
Lo explicaré mediante un descubrimiento corriente. La heterogo-
6. Alexander Drozdzynski: Der politische Witz im Ostblock, Diisseldorf, 1974,
pag. 80,
DOS CATEGORIAS HISTORICAS 341
nia de los fines —«en primer lugar, sucede de otro modo, en segun-
do, de lo que se piensa»— esta determinacion especifica de la serie
temporal histérica se basa en la pretendida diferencia entre experien-
cia y expectativa. La una no se puede convertir en la otra sin un hia-
to. Incluso si se formula este descubrimiento como una proposicion
irrefutable de experiencia, no se pueden deducir de él expectativas
rigurosas.
Quien crea que puede deducir su expectativa totalmente a partir
de su experiencia se equivoca. Si sucede algo de manera distinta a
como se esperaba, queda escarmentado. Pero quien no basa su ex-
pectativa en su experiencia, también se equivoca. Lo hubiera podido
saber mejor. Evidentemente, estamos ante una aporia que sélo se pue-
de resolver con el transcurso del tiempo. Asi, la diferencia indicada
por las dos categorias nos remite a una caracteristica estructural de
la historia. En la historia sucede siempre algo mds 0 algo menos de
Jo que esta contenido en los datos previos. Este hallazgo no es tan
sorprendente. Siempre puede suceder algo de modo distinto a como
se espera; ésta es sélo una formula subjetiva para la situacién obje-
tiva de que el futuro histérico no se puede derivar por completo a
partir del pasado histérico.
Pero hay que afiadir que puede haber sido diferente a como se
lleg6 a saber. Ya sea porque una experiencia contenga recuerdos erré-
neos que son corregibles, ya sea porque nuevas experiencias abran
nuevas perspectivas. El tiempo aclara las cosas, se retinen nuevas
experiencias. Es decir, incluso las experiencias ya hechas pueden mo-
dificarse con el tiempo. Los acontecimientos de 1933 sucedieron de-
finitivamente, pero las experiencias basadas en ellos pueden modifi-
carse con el paso del tiempo. Las experiencias se superponen, se
impregnan unas de otras. Aun mas, nuevas esperanzas o desengaiios,
nuevas expectativas, abren brechas y repercuten en ellas. Asi pues,
también las experiencias se modifican, aun cuando consideradas
como lo que se hizo en una ocasio6n, son siempre las mismas. Esta
es la estructura temporal de la experiencia, que no se puede reunir
sin una expectativa retroactiva.
Es diferente lo que sucede con la estructura temporal de la ex-
pectativa, que no se puede tener sin Ja experiencia. Las expectativas
que se basan en experiencias ya no pueden sorprender cuando suce-
den. S6lo puede sorprender lo que no se esperaba: entonces se pre-
senta una nueva experiencia. La ruptura del horizonte de expectati-
va funda, pues, una nueva experiencia, La ganancia en experiencia
sobrepasa entonces la limitacién del futuro posible presupuesta por342 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERIENCIA
la experiencia precedente. Asi pues, la superacién temporal de las
expectativas coordina nuestras dos dimensiones de una forma nue-
va en cada ocasién,
Breve sentido para este discurso tan prolijo: la tension entre ex-
periencia y expectativa es lo que provoca de manera cada vez dife-
rente nuevas soluciones, empujando de ese modo y desde si misma
al tiempo historico. Esto se puede demostrar —aportando un tiltimo
ejemplo--- con especial claridad en la estructura de un prondéstico.
El contenido en verosimilitud de un prondstico no se basa en lo que
alguien espera. Se puede esperar también lo inverosimil. La verosi-
militud de un futuro vaticinado se deriva en primer lugar de los da-
tos previos del pasada, tanto si estan elaborados cientificamente como
sino. Se adelanta el diagnéstico en el.que estan contenidos los datos
de la experiencia. Visto de este moda, es el espacio de experiencia
abierto hacia el futuro el que extiende el horizonte de expectativa.
Las experiencias liberan los pronésticos y los guian.
Pero los pronésticos también vienen determinados por el man-
dato previo de tener que esperar algo. La predicci6n referida al cam-
po mas o menos amplio de las acciones libera expectativas en las que
también entran el temor o la esperanza. Es preciso tener en cuenta
condiciones alternativas; entran en juego posibilidades que siempre
contienen mas de lo que puede cumplir la realidad futura. De tal
modo que un pronéstico abre expectativas que no se pueden deducir
solamente de la experiencia. Hacer un pronéstico quiere decir ya cam-
biar la situacién de la que surge. O, dicho de otro modo: hasta el mo-
mento, el espacio de experiencia no es suficiente para determinar el
horizonte de expectativa.
Por todo eso, espacio de experiencia y horizonte de expectativa
no se pueden referir estadisticamente uno al otro. Constituyen una
diferencia temporal en el hoy, entrelazando cada uno el pasado y el
futuro de manera desigual. Consciente o inconscientemente, la co-
nexion que crean de forma alternativa tiene la estructura de un pro-
néstico. Asi hemos alcanzado una caracteristica del tiempo histéri-
co que puede indicar también su variabilidad.
Il. Cambio histérico en la coordinacién entre
experiencia y expectativa
Llego a la utilizacién histérica de nuestras dos categorias. Mi te-
sis es que en la época moderna va aumentando progresivamente la
DOS CATEGORIAS HISTORICAS 343
diferencia entre experiencia y expectativa, 0, mAs exactamente, que
sélo se puede concebir la modernidad como un tiempo nuevo desde
que las expectativas se han ido alejando cada vez mas de las expe-
riencias hechas.
Con esto atin no se ha decidido nada acerca de la cuestién de si
se trata de historia objetiva o sélo de su reflexién subjetiva. Pues las
experiencias pasadas contienen siempre estados objetivos que entran
a formar parte de su modo de elaboracién. Esto afecta también, na-
turalmente, a las expectativas pasadas. Consideradas solamente como
posiciones dirigidas hacia el futuro, podrian haber poseido sélo una
especie de realidad psiquica. Pero como fuerza impulsora su efica-
cia no se debe valorar menos que el efecto de las experiencias elabo-
radas, pues las expectativas han producido nuevas posibilidades a
costa de realidades que se desvanecian.
Citemos, pues, ante todo algunos datos «objetivos», Se pueden.
agrupar facilmente desde el punto de vista de la historia social.’ El
mundo campesino, en el que hace 200 afios estaban incluidos en mu-
chos lugares de Europa hasta el 80 % de la totalidad de las perso-
nas, vivia con cl ciclo de la naturaleza. Si se prescinde de la organi-
zacion social, de las oscilaciones de ventas especialmente de los
productos agrarios en el comercio a larga distancia , igualmente,
de las oscilaciones monetarias, la vida cotidiana quedaba marcada
por lo que ofrecia la naturaleza, La buena o mala cosecha dependia
del sol, del aire, del clima y las destrezas que habia que aprender
se transmitian de generacién en generacion. Las innovaciones técni-
cas, que también las habia, se imponfan con tanta lentitud que no
producian ninguna irrupcién que hiciera cambiar la vida. Se podian
adaptar a ellas, sin que la economia de la experiencia precedente se
hubiese alterado, Incluso las guerras se vivian como acontecimien-
tos enviados o permitidos por Dios. Algo similar se puede decir del
mundo urbano de los artesanos, cuyas reglas gremiales, por restric-
tivas que fuesen en lo individual, cuidaban precisamente de que todo
siguiera como era. El que las experimentasen como restrictivas ya
supone el nuevo horizonte de expectativa de una economia més li-
bre. Naturalmente, esta imagen esta muy simplificada, pero es sufi-
cientemente clara para nuestro problema: las expectativas que se
mantenian en el mundo campesino-artesanal que se ha descrito, y
que eran las tnicas que se podian mantener, se nutrian totalmente
7. Véase Arnold Geblen: «Exfahrung zweiter Hand», en Der Mensch als geschich-
tliches Wesen, en conmemoracién de Michael Landmann, Stuttgart, 1974, pag. 176 sigs.344 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERIENCIA
de los antepasados y también Iegaron a ser las de los descendien-
tes. Y si algo ha cambiado ha sido tan lentamente y a tan largo plazo
que la ruptura entre la experiencia habida hasta entonces y una ex-
pectativa ain por descubrir no rompia el mundo de la vida que ha-
bian de heredar.
Esta constatacién del paso casi perfecto desde las experiencias
pasadas a las expectativas venideras no se puede extender del mis-
mo modo a todas las capas sociales. En el mundo de la politica con
su creciente movilizacién de los medios de poder, en el movimiento
de las cruzadas 0, mas tarde, en la colonizacién de ultramar (por nom-
brar dos sucesos importantes) y mas tarde en el mundo del espiritu
en virtud del giro copernicano y en la sucesién de inventos técnicos
de principios de la modernidad, es preciso suponer ampliamente una
diferencia consciente entre la experiencia consagrada y la nueva ex-
pectativa que se va a descubrir. Quot enim fuerint errorum impedi-
menta in praeterito, tot sunt spei argumenta in futurum, como decia
Bacon.* Ante todo alli, donde en el plazo de una generacién se rom-
pid el espacio de experiencia, todas las expectativas se convirtieron
en inseguras y hubo que provocar otras nuevas. Desde el Renacimien-
to y la Reforma, esta tensién desgarradora se fue apoderando cada
vez de mas capas sociales.
Por supuesto, mientras que la doctrina cristiana de las postrime-
rias —o sea, hasta mediados del siglo XVII aproximadamente— li-
mitaba inalcanzablemente el horizonte de expectativas, el futuro per-
manecia ligado al pasado. La revelacién biblica y su administracién
eclesial entrecruzaron la experiencia y la expectativa de tal modo que
no podian separarse. Discutamos esto brevemente.?
Las expectativas que sefialaban mas alla de toda experiencia co-
nocida no se referian a este mundo. Se orientaban hacia el llamado
mas alla, concentrado apocalipticamente en el final de este mundo.
Nada se perdia cuando resultaba, una vez mas, que no se habia cum-
plido una profecia sobre el fin de este mundo.
Siempre se podia reproducir una profecia no cumplida. Atn mas,
el error que comportaba el incumplimiento de esa expectativa se con-
vertia en prueba de que cl augurio apocaliptico del fin del mundo
ocurriria la proxima vez con mayor verosimilitud. La estructura ite-
rativa de la expectativa apocaliptica cuidaba de que las experiencias
8, Francis Bacon: «Novum Organum», 1,94, en The Works of Francis Bacon, vol. 1,
Londres, 1858, reimpr. Stuttgart-Bad Cannstatt, 1963, pag. 200.
9. Véase antes pag, 26.
DOS CATEGORIAS HISTORICAS 345
opuestas quedaran inmunizadas en el terreno de este mundo. Ex post,
atestiguaban lo contrario de lo que en principio parecian afirmar.
Asi pues, se trataba de expectativas que no podian ser superadas por
ninguna experiencia transversal a ellas, porque se extendian ms allA
de este mundo.
Esta circunstancia, que hoy es dificil de comprender racionalmen-
te, se podria explicar también. Desde una expectativa frustrada acerca
del fin del mundo hasta la siguiente pasaban generaciones, de ma-
nera que la reanudacién de una profecia sobre el fin de los tiempos
quedaba incrustada en el ciclo natural de las generaciones. De este
modo, nunca colisionaron las experiencias terrenales a largo plazo
de la vida cotidiana con aquellas expectativas que se extendian has-
ta el fin del mundo. En la oposicién entre expectativa cristiana y ex-
periencia terrenal, ambas permanecian referidas la una a la otra sin
llegar a refutarse. Por lo tanto, a escatologia podia reproducirse en
la medida y en tanto que el espacio de experiencia no se modificase
fundamentalmente en este mundo.
Esta situacion s6lo se modificé con el descubrimiento de un nue-
vo horizonte de expectativa, mediante eso que finalmente se ha con-
ceptuado como progreso.' Terminoldgicamente, el profectus religio-
so fue desbancado o sustituido por un progressus mundano. La
determinacién de fines de una posible perfeccién, que antiguamen-
te sdlo podia alcanzarse en el mas alla, sirvié desde entonces para
mejorar la existencia terrenal, lo que permitié sobrepasar la doctri-
na de las postrimerias arriesgandose a un futuro abierto. Finalmen-
te, el objetivo de la perfeccién fue temporalizado, sobre todo por Leib-
niz, e introducido en la ejecucién del acontecer mundano: progressus
est in infinitum perfectionis."' 0 como concluia Lessing: Yo creo que
el Creador debia hacer que todo lo que él creé fuera capaz de perfec-
cionarse, si es que habia de permanecer en la perfeccion en la que
lo cred,” A esta temporalizacién de la doctrina de la perfectio le co-
rrespondié en Francia la formacién de la palabra perfectionnement,
a la que Rousseau preordené la determinacién fundamental histéri-
10. Para lo que sigue véanse los dos detallados andlisis que aparecen en los ar-
ticulos «Fortschritt» y «Geschichte», en Brunner/Conze/Koselleck: Geschichiliche
Grundbegriffe, vol. 2, pags. 363 sigs., 647 sigs.
11, Leibniz: «De rerum originatione radicali» (1697), en Opera philosophica, bajo
la direccién de Joh. Eduard Erdmann, Berlin, 1840, reimpr. Aalen, 1958, pag. 150.
12. Lessing: «Brief an Moses Mendelssohn» del 21-1-1756, en Sdmtl. Schr., bajo
la direccién de Karl Lachmann, 34 edic. al cuidado de Franz Muncker, vol. 17, Stuttgart-
Leipzig-Berlin, 1904, pag. 53.346 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERIENCIA
cade una perfectibilité del hombre, Desde entonces pudo concebirse
toda la historia como un proceso de perfeccionamiento continuo y
creciente que, a pesar de las continuas recaidas y rodeos, debia ser
planificado y ejecutado, finalmente, por los hombres. Desde enton-
ces se siguen escribiendo determinaciones de fines de generacién en
generacién, y los efectos anticipados en el plan o en el prondstico
se convierten en pretensiones de legitimacién del actuar politico. En
resumen, el horizonte de expectativa incluye, desde entonces, un coe-
ficiente de modificacién que progresa con el tiempo.
Pero no fue sdlo el horizonte de expectativa el que adquirié una
cualidad hisiéricamente nueva y que utopicamente se puede sobre-
pasar de forma continua. También el espacio de experiencia se ha
modificado progresivamente. El concepto de progreso se acuiié sélo
a finales del siglo XVII, cuando se traté de reunir la abundancia
de experiencia de los tres siglos precedentes. El concepto unico y uni-
versal de progreso se nutria de muchas experiencias nuevas, indiv:
duales, engarzadas cada vez mas profundamente en la vida cotidia-
na, experiencias de progresos sectoriales que todavia no habian
existido anteriormente. Citaré el giro copernicano,' la técnica que
va surgiendo lentamente, el descubrimiento del globo terraqueo y de
sus pueblos, que viven en diferentes etapas de desarrollo o, finalmen-
te, la disolucion del mundo estamental por la industria y el capital.
Todas estas experiencias remitian a la contemporaneidad de lo ana-
crénico o, al contrario, al anacronismo de lo contemporaneo, En pa-
labras de Friedrich Schlegel que intentaban encontrar lo moderno
de la historia interpretada como progreso: El verdadero problema
de la historia es ta desigualdad de los progresos en las distintas par-
les constituyentes de la formacién humana total, especialmente la gran
divergencia en el grado de formacién intelectual y moral."
El progreso reunia, pues, experiencias y expectativas que conte-
nian cada una un coeficiente temporal de variacion. Uno se sabia ade-
lantado a los demas como grupo, como pais 0, finalmente, como cla-
sé, 0 se intentaba alcanzar a los demas, o sobrepasarlos, Si se era
superior técnicamente, se miraba con desprecio a los grados inferio-
res de desarrollo de otros pueblos, por lo que el que se sabia supe-
rior en civilizacion se creia justificado para dirigirlos. En la jerar-
13. Para esto —aparte de sus trabajos precedentes— Hans Blumenberg: Die Ge-
nesis der Kopernikanischen Welt, Francfort, 1975.
14, Schlegel: «Condorcets “Esquisse d'un tableau historique des progres de l'es-
prit humain” » (1795), en Kritische Schriften (nota 1), pag. 236.
DOS CATEGORIAS HISTORICAS 347
quia corporativa se vefa un orden estatico de categorias que el em-
puje de las clases progresivas deberia dejar atras. Los ejemplos se
pueden multiplicar al gusto de cada cual. Lo que a nosotros nos inte-
resa en primer lugar es el dato de que el progreso se dirigia a una
transformacién activa de este mundo y no al mas alla, por miltiples
que puedan ser las conexiones que se establezcan desde la teoria de
las ideas entre la expectativa de futuro cristiana y el progreso. Era
novedoso que las expectativas que ahora se extendian hacia el futu-
ro se separaran de aquello que habia ofrecido hasta ahora todas las
experiencias precedentes. Y todas las experiencias que se habian afia-
dido desde la colonizacién de ultramar y desde el desarrollo de Ja
ciencia y de la técnica no eran suficientes para derivar de ahi nuevas
expectativas de futuro. Desde entonces, el horizonte de expectativa
ya no encerraba al espacio de experiencia, con lo que los limites en-
tre ambos se separaban.
Verdaderamente ha Hegado a convertirse en una regla que toda
experiencia precedente no debe ser objecién contra la indole dife-
rente del futuro, El futuro sera distinto del pasado y, por cierto, me-
jor. Todo el esfuerzo de Kant como filosofo de la historia se dirigia
a ordenar todas las objeciones de la experiencia que hablaban en con-
tra de esto, de tal modo que confirmasen la expectativa del progreso.
Se oponia, como expresé en una ocasién, a la tesis de que fodo seg:
ria siendo como ha sido hasta ahora, por lo que no se podia predecir
nada nuevo histéricamente.'5
Esta frase contiene una inversién de todas las formas del vatici-
nio histérico usuales hasta entonces. El que se habia dedicado hasta
ahora a los pronésticos y no a las profecias los deducia por supuesto
del espacio de experiencia del pasado, cuyas presuntas magnitudes
se investigaron y calcularon adentrandose mas 0 menos en el futuro.
Precisamente porque basicamente permaneceria como siempre ha
sido, podia uno permitirse predecir lo venidero. Asi argumentaba Ma-
quiavelo cuando opinaba que quien quisiera prever el futuro, debta
mirar hacia el pasado, pues todas las cosas sobre la tierra han tenido
siempre semejanza con las cosas pasadas," Asi argiiia todavia David
Hume cuando se preguntaba si la forma de gobierno britanica se in-
clinaba mas a la monarquia absoluta o a la republica.!” Ain se mo-
18, Kant: Idee zu einer allgemeinen Geschichte in weltbitrgerlicher Absicht (1784),
72 tesis, AA, vol. 8, Berlin-Leipzig, 1912, pag. 25.
16, Maquiavelo: Discorsi, 3,43 Berlin, 1922, pag. 303.
17. David Hume: Essays in Theory of Politics, bajo la direccién de Frederick Wat-
kins, Edimburgo, 1951, pag. 162 sigs.348 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERIENCIA
via en la red categorial aristotélica, que limitaba finitamente todas
las formas posibles de organizacion. Ante todo los politicos actua-
ban segtin este modelo.
Kant, que probablemente también acuiié la expresion «progreso»,
indica el giro del que se trata aqui. Para Kant, una prediccién que
espera fundamentalmente lo mismo no es un prondstico. Pues con-
tradecia su expectativa de que el futuro seria mejor porque debe ser
mejor. La experiencia del pasado y la expectativa del futuro ya no
se correspondian, sino que se fraccionaban progresivamente. Un pro-
néstico pragmatico de un futuro posible se convirtié en una expec-
tativa a largo plazo para un futuro nuevo. Kant admitié que por la
experiencia no se puede solucionar inmediatamente la tarea del pro-
greso, Pero afiadié que en el futuro se podrian acumular nuevas ex-
periencias, como la de la Revolucién Francesa, de manera que la edu-
cacién mediante frecuentes experiencias aseguraria un continuo
progreso hacia lo mejor."* Esta frase s6lo llegé a ser concebible des-
pués de que la historia se considerase y se Hegase a saber como tni-
ca, no sélo en cada caso individual, sino tnica en suma, como totali-
dad abierta hacia un futuro progresivo.
Si la historia entera es unica, también el futuro ha de ser diferen-
te respecto al pasado. Este axioma de la filosofia de la historia, re-
sultado de Ja Iustracion y eco de la Revolucién Francesa, es la base
tanto de la chistoria en general» como del «progreso». Ambos son
conceptos que sdlo alcanzaron su plenitud histérico-filoséfica con
la formacién de la palabra, y ambos remiten a la circunstancia co-
muin de que ninguna expeciativa se puede derivar ya suficientemen-
te de la experiencia precedente.
Con el futuro progresista, cambié también la importancia histo-
rica del pasado. La Revolucién Francesa fue para el mundo un jend-
meno que parecta insultar a toda sabidurta histérica y se desarrolla-
ban diariamente a partir de ella nuevos fendmenos acerca de los cuales
se entendia menos que se preguntara a la historia, escribié Woltmann
en 1789.° La ruptura de la continuidad pertenece a los topoi que se
extendicron entonces, por lo que la finalidad diddctica es incompati-
ble con 1a Historie,® segtin concluia Creuzer en 1803. La historia,
18, Kant; Der Streit del Fakultéten, apartado 2, secc. 4 y 7, AA vol.7 (1907), pag. 88.
49. Geschichte und Politik, Eine Zeitschrift, bajo la direccién de Karl Ludwig Wolt-
mann, 1 (Berlin 1800) pag. 3.
20. Georg Friedrich Creuzer: Die historische Kunst der Griechen in ihrer Entste-
hung und Fortbildung, Leipzig, 1803, pag. 232 sig. Véase antes pag. 49 sigs,
DOS CATEGORIAS HISTORICAS 349
temporalizada y procesualizada hacia una unicidad continua, ya no
podia ensefiarse ejemplarmente. La experiencia histérica tradicio-
nal no se podia extender inmediatamente a la expectativa. Mas bien,
continu6 Creuzer, habria que considerar y explicar de nuevo la histo-
ria de cada nueva generacién de la hamanidad progresista. Dicho de
otro modo: la elaboracién critica del pasado, la formacién de la es-
cuela histérica, se basa en Ja misma circunstancia que también ha
liberado el progreso hacia el futuro.
Esta circunstancia no se puede despachar en modo alguno sélo
como ideologia moderna, aun cuando en la diferencia entre experien-
cia y expectativa, la ideologia y la critica de la ideologia se estable-
cen de forma perspectivista segin la posicién. Nuestras primeras
reflexiones sistematicas, cuyo origen histérico se ha clarificado en-
tretanto, nos remitian ya a la asimetria entre espacio de experiencia
y horizonte de expectativa, asimetria que se puede derivar antropo-
Jégicamente. Que esta asimetria se restringiese al progreso irretor-
nable y se explicase unilateralmente fue un primer intento de conce-
bir la modernidad como un tiempo nuevo, El concepto de «progreso»
es el primero genuinamente histérico, que ha Ievado la diferencia
temporal entre la experiencia y la expectativa a un concepto unico,
Siempre se traté de vencer aquellas experiencias que no se podia
derivar de las precedenies y, en consecuencia, se traté de formular
expectativas que anteriormente no se habian podido concebir, Este -
desafio aumenté durante lo que hoy se llama primera modernidad,
alimentando un potencial utdpico excedente que condujo a la cata-
rata de acontecimientos de la Revolucién Francesa. Y, de ese modo,
rompié el mundo de las experiencias politico-sociales que, hasta en-
tonces, habia estado ligado a la sucesion de las generaciones. Cuan-
to mas inmediatamente comprima la historia la sucesién de aconte-
cimientos, tanto mds violenta y general serd la lucha, decia una
observacién —entonces muy frecuente— de Friedrich Perthes. Las
épocas anteriores conocieron cambios de direccién sélo a lo largo
de siglos, pero nuestro tiempo ha reunido en las tres generaciones que
viven ahora simulténeamente lo que es completamente incompatible,
Los enormes contrastes de los anos 1750, 1789 y 1815 carecen por com-
pleto de transiciones y aparecen en los hombres que viven hoy (sean
abuelos, padres o nietos) no como algo sucesivo, sino como algo
contiguo.!
21, Clemens Theodor Perthes: Friedrich Perthes’ Leben, 64 edic,, vol. 2, Gotha,
1872, pags 240 sig., 146 sig.350 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERIENCIA
Desde un tnico curso del tiempo se produce una dindmica de di-
versos estratos temporales para el mismo tiempo.
Lo que el progreso conceptualiz6, que —dicho brevemente— cho-
can entre si lo viejo y lo nuevo, en la ciencia y en el arte, entre pais
y pais, de estamento a estamento, de clase a clase, todo esto se habia
convertido desde la Revolucion Francesa en acontecimiento de la vida
cotidiana. Es cierto que las generaciones vivian en un espacio de ex-
periencia comin, pero se quebraba perspectivistamente segtin la ge-
neracion politica y la posicion social. Se sabia y se sabe desde en-
tonces que se vive en un tiempo de paso que distingue de forma
temporalinente distinta la diferencia entre experiencia y expectativa.
Aesta circunstancia sociopolitica se le agregé algo mas desde fi-
nales del siglo XVIII: el progreso técnico-industrial, que afectd a to-
dos a Ja vez, aunque de manera diferente. De los descubrimientos cien-
tificos y su aplicacién industrial nacié el axioma general de la
experiencia de que cabia esperar nuevos progresos sin poder calcu-
Jarlos de antemano. Sin embargo, el futuro no derivable de la expe-
riencia permitia la certeza de una expectativa de que los descubri-
mientos cientificos crearian un mundo nuevo. La ciencia y la técnica
‘han estabilizado el progreso como una diferencia temporal progre-
siva entre experiencia y expectativa.
Finalmente, hay un indicador infalible de que esta diferencia s6lo
se conserva modificandose continuamente: la aceleracion. Tanto el
progreso sociopolitico como el cientifico-técnico modifican los ritmos
y lapsos del mundo de la vida en virtud de la aceleracion. Adquieren
todos juntos una cualidad genuinamente histérica, a diferencia del
tiempo natural. Bacon atin tuvo que vaticinar que los descubrimien-
tos se acelerarian: Itaque longe plura et meliora, atque per minora
intervalla, a ratione et industria et directione et intentione hominum
speranda sunt. Leibniz ya pudo enriquecer esta proposicién con ex-
periencias. Finalmente, Adam Smith indicé que el progress of society
nacia del ahorrro de tiempo resultante de la division del trabajo en
Ja produccién intelectual y material y desde el invento de las maqui-
nas, Ludwig Biichner, para quien el retroceso es sdlo local y tempo-
ral, mientras el progreso es permanente y general, ya no encontré
asombroso en 1884 que hoy en dia el progreso de un siglo equivalga
al de un milenio en tiempos antiguos, pues actualmente cada dia pro-
ducia algo nuevo.
22. Bacon: «Novum Organum», 1, 108, en Works, vol. 1, pag. 207 (véase nota 8),
23. Ludwig Biichner: Der Fortschritt in Natur und Geschichte im Lichte der Dar-
win'schen Theorie, Stuttgart, 1884, pags. 30, 34.
DOS CATEGORIAS HISTORICAS 351
Aun cuando pertenece a la experiencia de los progresos ya pro-
ducidos en ciencia y técnica, que el progreso moral y politico se es-
tanque o avance con lentitud, también a este campo le afecta la afir-
macion de la aceleracién. El hecho de que el futuro no sélo modifica,
sino también perfecciona a la sociedad cada vez mas rapidamente,
caracteriza el horizonte de expectativas que habia esbozado la Ilus-
tracion tardia. Ya sea que la esperanza se escape a la experiencia —asi
utilizé Kant el topos, para asegurarse de la futura organizacién mun-
dial de la paz, porque es de esperar que los tiempos en los que suce-
den los mismos progresos sean cada vez mds cortos—;* ya sea por-
que el cambio de organizacién social y politica a partir de 1789
parecia romper todas las experiencias heredadas. En 1851 Lamarti-
ne escribia que desde 1790 habia vivido bajo ocho sistemas diferen-
tes de gobierno y bajo diez gobiernos. La rapidité du temps suplée
4 la distance, introduciéndose continuamente sucesos nuevos entre
elobservador y el objeto. Id n'a plus d'histoire contemporaine. Les jours
adhier semblent déja enfoncés bien loin dans lombre du passé,* con
Jo que parafraseé una experiencia compartida ampliamente en Ale-
mania. O, por citar un testimonio contemporaneo en Inglaterra: The
world moves faster and faster; and the difference will probably be con-
siderably greater. The temper of each new generation is a continual
surprise.”° E] abismo entre pasado y futuro no sélo se va haciendo
mayor, sino que se ha de salvar continuamente la diferencia entre
experiencia y expectativa y, por cierto, de un modo cada vez mas ra-
pido para poder vivir y actuar.
Basta ya de ejemplos. Con el concepto histérico de la aceleracion
se adquiere una categoria histérica del conocimiento que es adecua-
da para revisar el progreso, que se ha de concebir sélo como optimi-
zante (en inglés improvement, en francés perfectionnement).
De eso ya no se vaa hablar mds aqui. Nuestra tesis histérica dice
que la diferencia entre experiencia y expectativa aumenta cada vez
mas en la modernidad o, mds exactamente, que la modernidad sélo
se pudo concebir como tiempo nuevo desde que las expectativas apla-
zadas se alejaron de todas las experiencias hechas anteriormente.
Como ya se mostré, esta diferencia ha sido conceptualizada en la «his-
toria en general» y su cualidad especificamente moderna en el con-
cepto de «progreso».
24, Kant: Zum ewigen Frieden (1795), AA vol. 8 (1912), pag. 386.
25. Lamartine: Histoire de 1a Restauration, vol. 1, Patis, 1851, pag. |.
26. J.A. Froude, cit, Asa Briggs: The Age of Improvement, Londres, 1959, pag. 3.352 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERTENCIA
Para examinar el rendimiento de nuestras dos categorias de pro-
greso, esbozaremos finalmente dos campos semAanticos que no tie-
nen que ver inmediatamente con el tiempo histérico, como ocurria
con «progreso» e «historia». Con ello se mostrara que la clasifica-
cién de los concepios sociales y politicos segiin las categorias de «ex-
pectativa» y «experiencia» ofrece, sin embargo, una clave para mos-
trar el tiempo histérico que se esta modificando. Las series de
ejemplos proceden de la topologia constitucional.
Mencionaremos en primer lugar el uso lingiifstico aleman que
tiende a formas de organizacién federales correspondientes a las si-
tuaciones necesarias de la vida humana y de toda politica. La esen-
cia de la unificacién, muy desarrollada entre los estamentos a fina-
les de la Edad Media, lev con el transcurso del tiempo a la expresion
«federacion» [Bund], facil de retener en la memoria.” Esta expre-
sion —mas alld de la terminologia latina— sélo se encontré después
de que las formulas de unificacién, siempre inseguras, hubieran ma-
durado un éxito temporalmente limitado pero repetible. Lo que en
principio sélo se juraba verbalmente, a saber, los pactos individua-
les en los que se asociaban mutuamente, se comprometian.o se man-
comunaban durante determinados plazos, se conceptualizé como
federacién por un efecto retroactivo, a consecuencia de la institucio-
nalizacién que se consiguid, Un «pacto» individual tenia aun el sig-
nificado primario de un concepto de ejecucién presente, mientras que
«federacién» podia abarcar una situacién institucionalizada. Esto se
muestra, por ejemplo, en el desplazamiento del sujeto de la accién
cuando se habla de «las ciudades de la federacién» en lugar de «la
federacién de ciudades». El auténtico sujeto de la accion esta oculto
en el genitivo. Mientras que una «federacién de ciudades» atin resal-
taba a los miembros individuales, «las ciudades de la federacién»
se organizaban en una unidad de accién, a saber, la «federacion».
Asi, las multiples alianzas, los pactos, se consolidaron por un efec-
to retroactivo en un singular colectivo, La «federacion» recopilaba
una experiencia ya reunida y conceptualizada bajo un concepto tini-
co. Se trata, pues, —dicho acentuadamente— de un concepto clasifi-
cador de experiencias. Esta saturado de una realidad pasada que, en
el tren de las acciones politicas, podia ser conducida al futuro y con-
tinuar escribiéndose.
27. Para lo que sigue véase Reinhart Koselleck: articulo «Bund, Biindnis, Féde-
ralismus, Bundesstaat», en Brunner! Conze/ Koselleck: Geschichtliche Grundbegrit
fe, vol. 1, (1972), pag, 582 sigs.
DOS CATEGORIAS HISTORICAS 353
Algo similar se puede mostrar en numerosas expresiones de la
terminologia juridica y constitucional de finales de la Edad Media
y comienzos de la Modernidad. Sin que esté permitido interpretar
demasiado sistematicamente todos sus significados y sobrepasarlos
asi teéricamente, respecto a su clasificacién temporal se puede de-
cir que se trataba rotundamente de conceptos de experiencia que se
alimentaban de un pasado presente.
Completamente distinta es la tension temporal de tres conceptos
de federacién que sélo se acufiaron a finales del antiguo Reich: fede-
racién de estados, estado federal y reptiblica federal. Creadas alre-
dedor de 1800, las tres expresiones son en principio palabras artifi-
ciales, en las que la repiblica federal de Johannes von Miiller
seguramente se formé apoyandose en la république {édérative de Mon-
tesquicu.”® Las tres expresiones artificiales en absoluto se basaron
solamente en la experiencia. Tendian a llevar determinadas posibili-
dades de organizacién federal, contenidas en el antiguo Reich, a un
concepto que se pudiera utilizar en el futuro. Se trataba de concep-
tos que no se podian derivar del todo de la constitucién del Reich,
pero que si extraian de ella determinados tramos de experiencia para
poder realizarla en el futuro como experiencia posible. Aun cuando
el Sacro Imperio Romano ya no podia ser concebido por e! kaiser
y el Reichstag como imperio —indefinible—, al menos habia que sal-
var para el nuevo siglo las ventajas de las formas de constitucién fe-
derales de Estados medio soberanos: es decir, no tolerar ningtn Es-
tado absoluto o revolucionario. Es seguro que con este recurso a
experiencias del antiguo Reich se anticipé la futura constitucién de
ta federacién alemana, aun cuando su realidad no se pudiera ver atin.
Dentro de la organizacién del Reich se hicieron visibles estructuras
a mas largo plazo, que ya se podian experimentar como posibilida-
des venideras. Precisamente porque elaboraban experiencias impre-
cisas y ocultas, los conceptos contenian un potencial de pronédstico
que extendia un nuevo horizonte de expectativa. Asi pues, ya no se
trata de conceptos clasificadores de experiencias, sino mas bien de
conceptos creadores de experiencias.
Una tercera expresién acufiada nos lleva totalmente a la dimen-
sion del futuro. Se trata de la expresién «federacién de pueblos», que
formé Kant para trasladar a determinacion de fines morales y poli-
28. Johannes v. Miller: «Teutschlands Erwartungen von Fiirstenbunde», en SW,
vol. 24, Stutigart, Tubinga, 1833, pag. 259 sigs; Montesquieu: Esprit des lois, 9,1, Pa-
ris, 1845, pag. 108.354 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERTENCIA
ticos lo que, hasta entonces, se esperaba como el reino de Dios en
la tierra. En rigor, el concepto se convierte en una anticipacién. Como
ya se dijo, Kant esperaba que llegase a ser realidad en el futuro una
federacién republicana de pueblos organizados por ellos mismos en
intervalos de tiempo cada vez mds cortos, esto es, con una acelera-
cién creciente. Desde luego anteriormente se habian proyectado ya
planes de federacién supraestatales, pero no un esquema de organi-
zacién global cuya realizacién fuese un dictado de la razén practica.
La «federacién de pueblos» era un puro concepto de expectativa al
que no podia corresponder ninguna experiencia anterior.
El indicador de temporalidad contenido en la tensién, pretendi-
damente antropoldgica, entre experiencia y expectativa proporciona
una norma para poder abarcar también el nacimiento de la moder-
nidad en el concepto de constitucién. Al preguntar por sus extensio-
nes temporales, la acufiacién lingiiistica del concepto de constitucién
da fe de una separacién consciente entre el espacio de experiencia
y el horizonte de expectativa, convirtiéndose en tarea de la accién
politica la conciliacién de esa diferencia.
Esto se comprueba con mayor claridad en una segunda serie de
ejemplos. Los tres modos aristotélicos de gobierno —monarquia, aris-
tocracia, democracia— que en sus formas puras, mixtas o decaden-
tes atin eran suficientes para elaborar experiencias politicas, se trans-
forman alrededor de 1800 desde el punto de vista de la filosofia de
la historia. Los tres tipos de organizacién se fuerzan a una alternati-
va: «despotismo 0 republica», conteniendo los conceptos alternati-
vos un indicador temporal. Alejandose del despotismo del pasado,
el camino histérico conduciria a la republica del futuro. El antiguo
concepto politico mas amplio de res publica, que podfa abarcar has-
ta entonces todos los modos de gobierno, adquiere asi un cardcter
restringido de exclusividad, pero referido al futuro. Este cambio, des-
crito aqui con brevedad, habia sido encauzado teéricamente desde
hacia mucho tiempo, El resultado se hace apreciable en tiempos de
Ja Revoluci6n Francesa. Un concepto utilizado histérica 0 teéricamen-
te, en todo caso saturado de experiencias, se convierte en un concepto
de expectativa. Este cambio perspectivista también se puede mos-
trar ejemplarmente en Kant.” Para él, la «repdblica» era una deter-
minacién de fines derivada de la razén practica a la que el hombre
aspiraba continuamente. Kant utilizé la nueva expresién de «repu-
29. Véase el articulo «Demokratie», en Brunner! Conze/ Koselleck: Geschichtli-
che Grundbegriffe, vol. 1, pag. 848 sigs.
DOS CATEGORIAS HISTORICAS 355°
blicanismo» para indicar el camino que conduce a ella. El republi-
canismo indicaba el principio del movimiento histérico e impulsar-
lo es un mandato de la accion politica. Cualquiera que sea la consti-
tucion que esté hoy en vigor, de lo que se trata a la larga es de sustituir
la dominacién de hombres sobre hombres por la dominacién de las
leyes, esto es, realizar la reptiblica.
E] «republicanismo» fue, pues, un concepto de movimiento que,
en el espacio de la accién politica, efectuaba lo mismo que el «pro-
greso» prometia cumplir en la historia total. El antiguo concepto «re-
publica», que notificaba una situacién, se convirtid en telos y a la
vez se temporalizé —con la ayuda del sufijo «ismo»— convirtiéndo-
se en un concepto de movimiento. Sirvié para anticipar teéricamen-
te el movimiento histérico en ciernes e influir practicamente en él.
La diferencia temporal entre todas las formas de gobierno hasta en-
tonces conocidas y la futura constitucién que se esperaba y anhela-
ba se puso bajo un concepto que influia en el acontecer politico.
Con esto queda circunscrita la estructura temporal de un concepto
que vuelve a aparecer en numerosos conceptos siguientes cuyos pro-
yectos de futuro intentan desde entonces alcanzarse y superarse. Al
«republicanismo» le siguié el «democratismo», el «liberalismo», el
«socialismo», el «comunismo>», el «fascismo», por citar unicamente
las expresiones especialmente eficaces. Durante su acufiacién, to-
das las expresiones citadas tuvieron un contenido de experiencia mi-
nimo o nulo y, en cualquier caso, no tenian aquel al que se aspiraba
al formar el concepto. En el curso de su realizacion constitucional
surgieron, naturalmente, numerosas experiencias antiguas y elemen-
tos que ya estaban contenidos en los conceptos aristotélicos de orga-
nizacion. Pero los conceptos de movimiento se distinguen de la anti-
gua topologia por su finalidad y su funcién, Mientras que el uso
lingiiistico aristotélico, que habia puesto en circulacién los tres ti-
pos de organizacién, sus formas mezcladas y decadentes, apuntaba
a posibilidades finitas de autoorganizacién humana, de modo que se
podian deducir histéricamente uno del otro, los conceptos de movi-
miento que se han citado iban a descubrir un futuro nuevo. En vez
de analizar una posibilidad finitamente limitada de presuntas opor-
tunidades de organizacién, tenian que ayudar a crear nuevas situa-
ciones de organizacién. .
Visto desde la historia social se trata de expresiones que reaccio-
naron ante el desafio de una sociedad que cambiaba técnica e indus-
trialmente. Servian para ordenar bajo nuevos lemas a las masas cor-
porativamente desmembradas; en ellos entraban a formar parte356 SEMANTICA DEL CAMBIO HISTORICO DE LA EXPERIENCIA
intereses sociales, diagnésticos cientificos y politicos. Por eso tienen
siempre cardcter de lema para la formacién de partidos. El campo
lingiifstico sociopolitico viene inducido desde entonces por la ten-
sion abierta progresivamente entre experiencia y expectativa.
Sigue siendo comin a todos los conceptos de movimiento una pro-
duccién compensatoria elaborada por ellos. Cuanto menor sea el con-
tenido de experiencia, tanto mayor ser4 la expectativa que se deriva
de él. Cuanto menor la experiencia, mayor la expectativa, es una for-
mula para la estructura temporal de lo moderno al ser conceptuali-
zada por el «progreso». Esto fue plausible mientras todas las expe-
riencias precedentes no fueron suficientes para cimentar las
expectativas que se pudieran derivar del proceso de un mundo que
se estaba transformando técnicamente. Ciertamente, si se realizan
los proyectos politicos correspondientes después de haber sido ori-
ginados por una revolucién, entonces se desgastan las viejas expec-
tativas en las nuevas experiencias. Esto es valido para el republica-
nismo, el democratismo y el liberalismo hasta donde la historia
permite emitir un juicio en la actualidad. Presumiblemente seguira
siendo valido también para el socialismo y para el comunismo, si se
le declara establecido.
Asi, podria suceder que una determinacién relacional antigua vol-
viera de nuevo por sus fueros: cuanto mayor sea la experiencia, tan-
to mas cauta, pero también tanto mas abierta la expectativa. Mas alla
de cualquier énfasis, se habria alcanzado entonces el final de la «mo-
dernidad» en el sentido del progreso optimizante.
La aplicacién histérica de nuestras dos categorias metahistéri
cas nos proporcioné una clave para reconocer el tiempo histérico,
especialmente el nacimiento de lo que se ha llamado modernidad
como algo diferenciado de tiempos anteriores. De este modo, ha que-
dado claro a la vez que nuestra suposicion antropolégica, esto es, la
asimetria entre experiencia y expectativa, era un producto especifi-
co del conocimiento de aquella época de transformacién brusca en
la que esa asimetria se interpreté como progreso. Por supuesto, nues-
tras categorias ofrecen algo mds que un modelo de explicacién de
la génesis de una historia progresiva que sélo fue conceptualizada
como «tiempo nuevo.
Nos remiten igualmente a la parcialidad de interpretaciones pro-
gresivas. Pues es evidente que las experiencias sélo se pueden reu-
nir porque —como experiencias— son repetibles. Asi pues, debe ha-
ber también estructuras de la historia, formales y a largo plazo, que
permitan reunir repetidamente las experiencias, Pero entonces debe
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poder salvarse también la diferencia entre experiencia y expectativa
hasta el punto de que se pueda concebir de nuevo la historia como
susceptible de ser ensefiada. La Historie sélo puede reconocer lo que
cambia continuamente y lo nuevo si esta enterada de la procedencia
en la que se ocultan las estructuras duraderas. También éstas se tie-
nen que buscar e investigar, si es que se pretenden traducir las expe-
riencias historicas a la ciencia histérica.