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Oración de Intimidad Misionera

El documento describe la importancia de la oración de intimidad. Explica que la oración de intimidad es un diálogo privado con Dios que permite un cambio interior a través de la fe, la esperanza y el amor. La oración de intimidad se introdujo en la comunidad para proveer un tiempo diario de cercanía con el Señor más allá de las oraciones vocales. Los directores enfatizan que la oración de intimidad es crucial para el crecimiento espiritual porque transforma a la persona y fortalece la unión con Dios.

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Oración de Intimidad Misionera

El documento describe la importancia de la oración de intimidad. Explica que la oración de intimidad es un diálogo privado con Dios que permite un cambio interior a través de la fe, la esperanza y el amor. La oración de intimidad se introdujo en la comunidad para proveer un tiempo diario de cercanía con el Señor más allá de las oraciones vocales. Los directores enfatizan que la oración de intimidad es crucial para el crecimiento espiritual porque transforma a la persona y fortalece la unión con Dios.

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LAS PRÁCTICAS DEL MISIONERO

E-PM005
ORACION DE INTIMIDAD

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1. ¿QUÉ ES?
La intimidad con Dios u oración es una pausa en medio de nuestras ocupaciones habituales,
que nos permite dialogar con el Señor en la fe y, bajo la influencia de su Espíritu, cambiar un
poco de lo que Él es con lo que somos nosotros, para llegar a ser tal como Él nos desea.1
Algunos santos la definen de la siguiente manera:
a) San Gregorio Niseno: «La oración es una conversación o coloquio con Dios»
b) San Juan Crisóstomo: «La oración es hablar con Dios»
c) San Agustín: «La oración es la conversión de la mente a Dios con piadoso y humilde
afecto»
d) San Juan Damasceno: «La oración es la elevación de la mente a Dios» O también: «La
petición a Dios de cosas convenientes.
e) San Buenaventura: «Oración es el piadoso afecto de la mente dirigido a Dios»
f) Santa Teresa: «Es tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien
sabemos nos ama.
g) Santo Tomás: La oración es la elevación de la mente a Dios para alabarle y pedirle cosas
convenientes a la eterna salvación.

Así pues, la oración tiene tres elementos esenciales:


 La oración es una pausa: Debe hacerse un “pare”, que es un corte en el curso habitual de
nuestras ocupaciones, debe ser la ocasión de un encuentro con el Señor.
Este encuentro es más intímo para nosotros, que nosotros mismos. La hora de la cita con el
Señor ha sonado: Estad con Él por entero, no faltéis a la audiencia divina.

 La oración es un diálogo: No es necesario levantar la voz para ser escuchados por el divino
interlocutor, Él te oye, oye lo que quieres hacerle comprender sin necesidad de decírselo
de palabra, ni aun mentalmente.Del mismo modo, Él tiene también algo que decirte
silenciosamente, sin palabras. Es un diálogo en lo íntimo del alma y, por tanto, un diálogo
de miradas, un diálogo de corazones, un diálogo de voluntades.

a) Diálogo de miradas: Cuando de verdad se ama, se pueden decir muchas cosas


silenciosamente con la mirada.
1
¡Orar! ¿Por qué…? ¿Cómo…? ¿Cuándo…? Gastón Courtois. Pág. 14.

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Nombre: Alexandra Aristizábal Mauricio Gómez Yuliana Ramírez
Fecha: Agosto 15 de 2013 Agosto 29 de 2013 Agosto 30 de 2013
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ORACION DE INTIMIDAD

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“La oración es el estado del alma que mira a Dios sin palabras, diciéndole que le ama con
su mirada, sin decir nada con los labios, ni aun con el pensamiento. La mejor oración es
aquella en que las miradas del alma están cargadas de amor (Carlos de Foucauld).

b) Diálogo de corazones: “Dios nos ha preferido a Él, nos ha amado más que a sí mismo”.
Acepta, pues, el saberte amado hasta el extremo, y que el encuentro de un tal amor
haga brotar en nosotros un poco más de amor hacia Él. Trata simplemente de hacerle
sentir todo el amor de que eres capaz.

c) Diálogo de voluntades: ¿Cuáles son los deseos de Cristo respecto a ti? ¿Qué tienes tú,
por otra parte, que pedirle? Consiste en tratar de percibir sus divinas exigencias para
con nosotros. Pedirle humildemente que nos haga comprender lo que puede esperar
hoy de nosotros.

 La oración es un cambio: Este encuentro con Dios en la fe, la esperanza y en la caridad


facilita singularmente los cambios interiores. Este es el trabajo fecundo de la oración.
La oración en sí es, aparentemente, poca cosa. Puede no durar más que algunos minutos.
Pero es como el pellizco de levadura que hace transformarse la pasta y que confiere a la
masa de vuestras actividades un gusto espiritual.

2. ¿CÓMO SE INTRODUJO COMO PRÁCTICA EN LA COMUNIDAD?


“La Intimidad con Dios tiene su base en las dos primeras prácticas que se establecieron dentro
del movimiento que son: la devoción a la Sagrada Eucaristía diaria y el Santo Rosario, las cuales
eran muy pedidas por la Virgen María en las diferentes apariciones.
A partir de lo anterior, es necesario considerar que estas primeras prácticas se constituyen como
oraciones vocales, que son de vital importancia, pero siempre se requiere un segundo nivel de
oración que es la oración de intimidad, de diálogo con el Señor, la oración del tú a tú, del
diálogo de corazón, diálogo de mirada, diálogo de voluntades. Por lo tanto, en el movimiento
surgió la necesidad de implementar ese tiempo diario de intimidad, al lado del Señor, donde no
sólo pareciera que las personas rezaban sino que además tenían un clima de oración.”

Wilson Andrés Tamayo Zuluaga – Subdirector General LAM

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3. ¿POR QUÉ ES IMPORTANTE DENTRO DE NUESTRA ESPIRITUALIDAD?

a) EN PALABRAS DE NUESTROS DIRECTORES


“La vida íntima de un misionero, de toda persona, la vida interior, la relación
permanente que debe haber entre tu Señor y tu alma, es un diálogo permanente, una
conversación con Él, una constante unión a Él, en el que no hayan momentos de
separación, que permanentemente el alma esté en un diálogo constante con su Señor,
eso hacen los novios que se llaman todo el día, se ponen mensajes todo el día, pero
también necesitan momentos de intimidad, momentos de gozo, momentos de alegría,
momentos de que dicha irme a conversar con el Señor, y que dicha hacerle preguntas, y
que dicha entregarle mis cosas y que alegría estar sólo con Él, en intimidad, en amor,
sentir su amor y expresarle mi amor, y esa es la intimidad.
Un alma que tiene intimidad crece enormemente, porque la oración de comunidad es
muy útil, pero la que más hace crecer es la de intimidad. Ese deseo de amar más, ese
deseo de mejorar, de transformarse, ese deseo de colocarle al Señor los problemas que
tengo con mi casa, con mi esposa, mi esposo, mis hermanitos, es hablarle a Él y
escucharlo a Él en la intimidad, nos transforma, y muy rápidamente, desde que seamos
fieles a esa oración todos los días.
La sociedad del alma con su Señor, todo en equipo. Nunca está sólo quien comparte todo
o quien se acostumbra a compartirlo todo, no le tendrá miedo a nada, porque Él todo lo
puede. Es una sociedad que nunca se quiebra, porque en la quiebra está ganando, y en
la ganancia sabe perder. Cristo en la cruz, para algunos pudiera estar perdido, pero
estaba ganando todas las almas. En la vida oculta de Jesús, 30 años sin predicar,
cualquiera diría: ¡qué desperdicio!, ¡qué inutilidad! ¿por qué no salió a predicar antes?
¡Cuántos milagros dejó de hacer!, y sin embargo, nadie entendería la humildad de Dios
sin ese silencio, nadie entendería la paciencia de Dios y el crecimiento en unión con Dios
a solas sin esa vida oculta. Debe estar preparada un alma para sacrificarse por todos
cuando es capaz de sacrificarlo todo por la presencia solitaria con su Señor”.

José Rodrigo Jaramillo Fernández – Director General LAM

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b) EFECTO EN EL ALMA DEL MISIONERO


Gastón Courtois presenta en su libro: ¡Orar! ¿Por qué…? ¿Cómo…? ¿Cuándo…? , unos
valiosos efectos que adquiere el alma que acude a esta gran arma poderosa de la
oración:
 La oración da una gracia de purificación
 Aumenta en nosotros la fe, la esperanza y la caridad
 Conserva nuestra vida interior
 Otorga un verdadero poder sobre el corazón de Dios
 Hace al alma temible al demonio
 Purifica el alma y le proporciona calma, equilibrio y serenidad
 Le da al alma una profunda fecundidad espiritual

4. ¿CÓMO SE DEBE VIVIR ESTA PRÁCTICA?


a) El misionero debe tener en cuenta que la intimidad requiere de una completa
disposición del alma para estar a solas con Dios como lo muestra Mateo 6,6: “Tú, en
cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está
en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”.

La oración de fe no consiste solamente en decir “Señor, Señor”, sino en disponer el


corazón para hacer la voluntad del Padre (Mt 7, 21). Jesús invita a sus discípulos a llevar
a la oración esta voluntad de cooperar con el plan divino (cf Mt 9, 38; Lc 10, 2; Jn 4, 34).
(Catecismo #2611).

El modelo perfecto de oración se encuentra en la oración filial de Jesús. Hecha con


frecuencia en la soledad, en lo secreto, la oración de Jesús entraña una adhesión
amorosa a la voluntad del Padre hasta la cruz y una absoluta confianza en ser
escuchada. (Catecismo #2620).

 La preparación esencial para vivir esta práctica ha de ser siempre el deseo leal y
ardiente de encontrar a Dios por sí mismo tanto como por nosotros.
 Dios es nuestro interlocutor, quien nos escucha, por lo tanto, es Él quien debe dirigir
la conversación. No se puede pretender imponer el propio ritmo o el tema
preferido.

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 Se pueden prever las cosas que se tienen para pedirle a Dios y se pueden pedir con
insistencia puesto que Dios quiere que se le obligue, pero con la condición de que el
alma debe hacerse permeable a sus deseos. No se trata de obtener que Dios se
convierta a nosotros, sino de que nosotros nos convirtamos a Él hasta tal punto de
no formar más que una sola cosa con Él.
 Humillarse en el Señor. ”El alma que quiere estar en estado de oración debe hacerse
pequeña, ir hacia el Señor como un mendigo que conoce su pobreza, desnudez, y
siente una necesidad muy grande de su bienhechor.

5. ¿CUÁLES SON LOS ERRORES MÁS FRECUENTES AL REALIZAR ESTA PRÁCTICA?


Los errores más frecuentes son los siguientes:
 Creer que no se dispone de tiempo: Es una cuestión de voluntad y previsión en el
programa de nuestra vida diaria. Siempre se encuentra tiempo para hacer lo que es de
necesidad vital. “El día que consideréis la oración como una ocupación esencial,
encontraréis tiempo para hacerla, aun al precio de algunos sacrificios, rápidamente
compensados”.
 No orar cuando no se siente gusto::“No tener nada que decir, no importa; no saber decir
nada, tampoco importa; no tener gusto en rezar, nada importa tampoco, no tener ganas de
rezar, lo mismo da. Lo que importa es tener el deseo de encontrar al Señor por sí mismo, y
aunque se esté delante de Él como un tronco, ¡estar allí!
 La falta de valor: “Si en la vida no se hiciese nada hasta que no se sintiese el valor para
hacerlo, no se haría gran cosa. Jesús mismo nos ha dado el ejemplo del esfuerzo, tanto en
la oración como en el trabajo. En múltiples ocasiones Él ha prometido recompensar la
oración valerosa y perseverante.
 Creer que no se saber orar: Orar es tan sencillo como respirar o andar. Tenemos necesidad
de una reeducación para volver a “marchar con sencillez delante de Dios” y dialogar con Él.

6. ALGUNAS RECOMENDACIONES PARA HACER FECUNDA ESTA PRÁCTICA

Antonio Royo Marín en su libro: “Teología de la Perfección Cristiana” N. 502 refiere


principalmente algunas disposiciones para la oración de intimidad en cuanto al tiempo, la
postura y la duración de la oración mental:

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 Tiempo: Dos cosas hay que tener muy en cuenta: la necesidad de señalar un tiempo
determinado del día y la elección del momento más oportuno.
En cuanto a lo primero, es evidente la conveniencia de señalar un tiempo determinado
para la oración. Si se altera el horario o se va dejando para más tarde, se corre el peligro de
omitirla totalmente al menor pretexto. La eficacia santificadora de la oración depende en
gran escala de la constancia y regularidad en su ejercicio.
«Pero no todos los tiempos son igualmente favorables para el ejercicio de que hablamos.
Los que siguen a la comida, al recreo o al tumulto de las ocupaciones no son aptos para la
concentración de espíritu; el recogimiento y la libertad de espíritu son necesarios para la
ascensión del alma hacia Dios.
Según los maestros de la vida espiritual, los momentos más propios son por la mañana
temprano, por la tarde antes de la cena y a medianoche.
Si no se puede ir a la oración más que una sola vez al día, es preferible la mañana. El
espíritu, refrescado por el reposo de la noche, posee toda su vivacidad; las distracciones no
le han asaltado todavía, y este primer movimiento hacia Dios imprime al alma la dirección
que ha de seguir durante el día».
Los sagrados libros señalan también la mañana y el silencio de la noche como las horas más
propias para la oración: «Ya de mañana, Señor, te hago oír mi voz; temprano me pongo
ante ti, esperándote» (Ps. 5,4); «... y mis plegarias van a ti desde la mañana» (Ps. 87,14);
«Me levanto a medianoche para darte gracias por tus justos juicios» (Ps. 118,62); «... y pasó
la noche orando a Dios» (Le. 6,12).

 Lugar: Para algunos—religiosos, seminaristas, etcétera—está determinado expresamente


por la costumbre de la comunidad cuando la oración se hace en común. Suele ser la capilla
o el coro. Y aun en privado conviene hacerla allí por la santidad y recogimiento del lugar y
la presencia augusta de Jesús sacramentado.
Pero en absoluto se puede hacer en cualquier lugar que convide al recogimiento y
concentración del espíritu. La soledad suele ser la mejor compañera de la oración bien
hecha. Jesucristo la aconseja expresamente en el Evangelio; y es útil no sólo para evitar la
vanidad (Mt. 6,6), sino también para asegurar su intensidad y eficacia.
En ella es donde Dios suele hablar al corazón (Os. 2,14). « ¿Sería bueno hacer la oración
ante los espectáculos de la naturaleza: sobre las montañas, a la orilla del mar, en la soledad
de los campos? Hay que responder que lo que para unos es conveniente, representa para

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otros un obstáculo. Las disposiciones particulares y la experiencia deben señalar aquí la


regla de conducta».

 Postura: La postura del cuerpo tiene una gran importancia en la oración. Sin duda es el
alma quien ora, no el cuerpo; pero, dadas sus íntimas relaciones, la actitud corporal
repercute en el alma y establece una especie de armonía y sincronización entre las dos.
En general, conviene una postura humilde y respetuosa. Lo ideal es hacerla de rodillas, pero
esta regla no debe llevarse hasta la rigidez o exageración. En la Sagrada Escritura hay
ejemplos de oración en todas las posturas imaginables: de pie (Judith 13,6; Le. 18,13);
sentado (2 Reg. 7,18); de rodillas (Le. 22,41; Act. 7,60); postrado en tierra (3 Reg. 18,42;
Iudith 9,1; Me. 14,35), y hasta en el lecho (Ps. 6,7).
Evítense, cualquiera que sea la postura adoptada, dos inconvenientes contrarios: la
excesiva comodidad y la mortificación excesiva.
La primera, porque, como dice Santa Teresa, «regalo y oración no se compadecen»
(Camino 4,2); y la segunda, porque una postura excesivamente penosa e incómoda podría
ser motivo de distracción y aflojamiento en el fervor, que es lo principal de la oración.

 Duración: La duración de la oración mental no puede ser la misma para todas las almas y
géneros de vida. El principio general es que debe estar en proporción con las fuerzas, el
atractivo y las ocupaciones de cada uno. Puestos a concretar, San Alfonso de Ligorio dice
que no se imponga a los principiantes más de media hora diaria, y que se vaya aumentando
el tiempo a medida que crezcan las fuerzas del alma. San Francisco de Sales, escribiendo
especialmente para las personas del mundo y las de vida activa, pide una hora, y lo mismo
San Ignacio en sus Ejercicios (n.13).
Se comprende que, si el tiempo es demasiado corto, apenas se hará otra cosa que despejar
la imaginación y preparar el corazón; y cuando se está ya preparado y debiera empezar el
ejercicio, se deja. Por esto con razón se aconseja que se tome, para hacer oración, el más
largo tiempo posible; y mejor fuera darle una sola vez largo tiempo, que en dos veces poco
tiempo cada una.
Sin embargo, los antiguos monjes solían hacer breves pero frecuentes e intensas oraciones,
que encajaban muy bien con el habitual recogimiento de la vida monástica. El Doctor
Angélico enseña—como ya vimos—que la oración debe durar todo el tiempo que el alma
mantenga el fervor y devoción, debiendo cesar cuando no pueda continuarse sin tedio y

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continuas distracciones. Pero téngase cuidado con no dar oídos a la tibieza y negligencia,
que encontrarían fácil pretexto en esta norma para sacudir el penoso esfuerzo que requiere
casi siempre la oración.
Queda finalmente por advertir que la oración, cualquiera que sea su duración, no puede
considerarse como un ejercicio aislado y desconectado del resto de la vida. Su influencia ha
de dejarse sentir a todo lo largo del día embalsamando todas las horas y ocupaciones, que
han de quedar impregnadas del espíritu de oración. En este sentido —advierte el Angélico
en el mismo lugar—, la oración ha de ser continua e ininterrumpida. Mucho ayudará a
conseguir esto la práctica asidua y ferviente de las oraciones jaculatorias, que mantendrán
a letargo del día el fuego del corazón. Pero, sea como fuere, hay que conseguirlo a toda
costa si queremos llevar una vida de oración que: nos conduzca gradualmente hasta la
cumbre de la perfección cristiana. Sin vida de oración sería escasísimo el fruto que
obtendríamos, de media hora diaria de meditación aislada.

Algunos consejos de gran importancia para hacer una buena intimidad con el Señor

Es muy útil, al momento de tener una “oración de intimidad con el Señor” valerse de un método que
facilite el desarrollo de la misma. Sin embargo, es importante entender que el método está al servicio
de la oración y no la oración al servicio del método. Así pues, si en algún punto de la oración se
experimenta una moción que lleve al alma a quedarse allí más tiempo, o quedarse allí definitivamente
se debe acoger la moción.

El método que proponemos ahora es extremadamente sencillo y sirve tanto para los que están
iniciando en su vida de oración como para aquellos que llevan tiempo caminando. Consiste en dedicar
cinco minutos de diálogo espontáneo a diferentes tipos de oración, de la siguiente manera:

Después de haberse puesto en clima de oración, se invoca al Espíritu Santo para que nos llene con su
presencia; luego se empieza:

1. Acción de gracias: Se contemplan atentamente todas las bendiciones espirituales y materiales que
hemos recibido de Dios y se da gracias por ellas.
2. Petición de perdón y reparación: Se le suplica al Señor que nos perdone por los pecados de acción
u omisión que hemos cometido. Además se hacen actos de amor y reparación por ellos.

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3. Alabanza y adoración: Se eleva el espíritu a la alabanza y adoración del Señor con salmos, palabras
espontáneas, cánticos, etc.
4. Petición por los demás: Muchas personas nos piden oración. Este es el momento para orar por
ellas, ojalá con nombre propio.
5. Petición por las propias necesidades (espirituales y materiales): En primer lugar se piden con fe las
gracias espirituales que más necesitamos para ser santos, pues esto es lo que más nos conviene
para nuestra alma. Después se pide por nuestras necesidades materiales sometiéndonos
amorosamente a la Voluntad de Dios y sabiendo que sólo se nos concederán si nos convienen para
la salvación eterna.
6. Escucha la voz de Dios y propósitos: La oración no es un monólogo donde yo hablo y Dios escucha;
no, la oración es un diálogo donde ambos hablamos y escuchamos. Por esto, al final de nuestra
oración debemos escuchar en silencio la voz de Dios, dejar que esas mociones hablen a nuestra
alma, leer en los acontecimientos que hemos vivido recientemente qué nos quiere decir el Señor,
pero sobre todo, qué nos quiere decir el Señor con la Palabra de Dios proclamada ese día en la
Eucaristía.

Se termina con una oración de Consagración a la Santísima Virgen para que sea Ella la que custodie los
frutos espirituales de esta oración de intimidad.

7. BIBLIOGRAFÍA ÚTIL SOBRE ESTA PRÁCTICA:


 Teología de la Perfección Cristiana (Antonio Royo Marín) n. 502.
 Cuarta parte del Catecismo de la Iglesia Católica
 La oración, gran medio de salvación (San Alfonso María de Ligorio)
 ¡Orar! ¿Por qué…? ¿Cómo…? ¿Cuándo…? (Gastón Courtois)

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