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Miller, Jacques-Alain Todo El Mundo Es Loco Paidós

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]acques-Alain Miller

Todo el mundo es loco

Tsxro ESTABLECTDo poR


SILVIA ELENA TENDLARZ

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PAIDOS
Buenos Aires
Barcelona
México
Diseño de cubierta: Gustavo Macri
lmagen de cubierta: fragmento de El jardín de las delicr,as, Hieronymus Bosch (1450-1516). lVluseo del Prado.

Diseño de colección: Estudio Roberto García Balza


Traducción: Stéphane Verley
Establecimiento del texto: Silvia Elena Tendlaz

Miller, Jacques-Alain
Todo el mundo es /oco / Jacques-Alain Miller -1a ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Paidós, 2015,
352pp,;22 x 16 cm. - (Los Cursos Psicoanalíticos de Jacques-Alain Miller)

Traducción de: Stéphane Verley


tsBN 978-950-1 2-9262-6

1. Psicoanálisis. 2. Psicología. L Vefley, Stéphane, trad. ll. Título.


cDD 150.195

1" edición, octubre de 2015

@ 2015, Jacques-Alain Miller


@ 2015, Stéphane Verley (por la haducción)

@ 2015, de todas las ediciones en castellano:


Editorial Paidós SAICF
Publicado bajo su sello PAIDOSO
lndependencia 1 682/1 686,
Buenos Aires - Argentina
E-mail : [email protected]
www.paidosargentina.com,ar

Queda hecho el depósito que previene la Ley 11 .723


lmpreso en la Argentina - Prlnted in Argentina

lmpreso en Master Graf,


Moreno 4794 - Munro,
Provincia de Buenos Aires,
en septiembre de 201 5.

Tirada: 3.500 ejemplares


lsBN 978-950-1 2-9262-6
Índice

I. Los tiempos que corren.. 11


Aceleración de la civilización 11
Objeto de necesidad y objeto de deseo 1,6

¡O tempora! ¡O mores! 22
Serial killerl Serisl loaer 26

II. Mensaje secreto para entendidos............. JJ


Interaiew,.... JJ

¿Qué significa pensar?... 39


Viaje al centro del cerebro. 46
La cifra funda el orden del signo..... 52

m. Experiencia del bien decir............ 57


Comedia sobre ideas. 58
Lo sinuoso y 1o recto..... 64
Un padre radiante...... 77

IV. El Otro de la vigilancia................ 79


Hijo del padre.......... 79
Que se vea.............. 86
Visita de evaluación.. 92
Lettre en ligne ............. 99

V. Lenguaje cifrado......... 107


The death of french caution......... 108
IACQUES-ALAIN MILLER

Diván oriental....... 113


Una contradicción entre la piedra y el aire 120

\/I. La era del hombre de cantidad 727


El discurso de la cuantificación....... 727
Régimen de homogeneidad........... .. 732
Neuro-reql ... 138

VII. Entonces, la cifra 743


El dominio del número 743
Tq mathémata................... 150
Psicología cognitiva experimental.................... 156

VI[. Contingencia de lo real............. 161


Un real que le sea propio 767
Crítica de la neuropsiquiatría.... 167
El real de la no relación...... 171

IX. De la neurona alnudo.. 177


Pase materia1.................. 177
Multiplicidad y síntesis. 180
Un real sin saber..... 186

X. Determinación y contingencia 197


El autómata inconsciente 192
Alguna ausencia...... 197
Unas veces sí y otras no ................ 202

XL El psicoanálisis líquido.. 207


Lo líquido y la estructura................. 207
Nivel de lalengua 270
La clínica acontecimiento............... .. 274

XII. La interpretación del psicoanálisis............. 279


La responsabilidad del analista 279
Interpretar en términos de resistencia ................. 223
Interpretación con el pase......... 227
Íx»rcE

XIII. La interpretación lacaniana.............. ¿JJ


La noción de mecanismo.................. zrr
Experiencia de verdad... 238
Desciframiento y pulsión.................. 242
El pase, concepto noda1........... 246

XIV. Ideología TCC y política de la felicidad 251


El oscurantismo en el poder...... 253
Imposición de silencio.. 259
El poder de la administración..... 263
La política de la fe1icidad.................. 268

XV. El goce opaco del síntoma 279


Un sueño de Buenos Aires........... 279
Exclusión del sentido.. ...................... 283
Pragmática del psicoanáIisis............. 289

XVI. Diversificación del Uno............. 295


El acento quebequense................... .. 295
El388.......... 301
Dos posiciones sobre la psicosis 307

XVII. Brújula de la últimaenseñanza.. 315


¿Desde dónde puede decirse?....... .. 315
Teoría clásica del conocimiento ........... 319
Hay cuatro discursos.... 323
¿Cómo enseñar lo que no se enseña?................... ó¿/

XVm. Cada uno en su mundo................... ...................... 331


Ya-Nadie.... 337
W1rid0d......... 336
El sueño delpara todo x........... 339

Referencias bibliográficas de los textos citados 345


I
Los tiempos que coruen

Este año me gustaría para comenzar hacer soplar un poco de aire


fresco para expulsar los miasmas, las exhalaciones mefíticas que infes-
tan el aire. Ya que por esta vez estamos entre nosotros, les confesaré
que el aire me importa mucho. De hecho elegí como emblema para el
Campo Freudiano un Eolo, un Eolo de Durero, que sopla, ¡fuuuu!, es
el viento que desaloja los malos olores y el viento que hincha las velas.
Si quieren verificar el valor que puede cobrar la expresión "hinchar las
velas", consulten el comentario de Lacan acerca de El banquete en el
Seminario 8, me evitarán así sobrepasar los límites del pudor. El aire
tiene mucha importancia para mí, dado mi apellido: Miller. Por eso
mismo, no logro escribil, pese a mi gusto, con un estilo clásico. He de
tomar todos los estilos alavez, sucesivamente, porque tengo mil aires.l

Aceleración de la ciuilización

¿Cómo entonces logro que corra aquí un poco de aire? En los tiem-
pos que corren, pensaba yo, con esa frase que me fue dada para comen-
zar, "ert los tiempos que corren" y en eso ya me detengo. En efecto,
hay que saber correr y hay que saber hacer una pausa. De hecho, en el
transcurso de mi semana, este curso/ esta enseñanza, esmi pausa. Se da

L. Mille nirs y "Miller" son homófonos en francés. [N. de T.]

11
IACQUES-ALAIN MILLER

así. Estoy aquí para descansal, para refrescarme. Hacer una pausa es
muy importante, especialmente para un psicoanalista. uno no hace una
pausa para descansar. uno hace una pausa, uno tiene que hacer una
pausa en tanto psicoanalista, para no dejarse sugestionar. No dejarse
sugestional, es la esencia de la posición del analista, al menos como yo
la concibo, o como la defino a partir de lo que logro captar de ella. No
dejarse lleva¡, precisamente cuando todo va muy rápido. Algunos aquí
saben cómo, en algunos aspectos, en estos días todo va muy rápido. yo
mismo voy muy rápido. ¡¿Yo mismo?! yo mismo en tanto que, por el
momento, logro concentrar en mi accionar las fuerzas considerables,
extensas, de lo que se llama Campo Freudiano -voy muy rápido, me
cuesta incluso alcanzarme a mí mismo, puesto que hoy en día en tres
clics podemos enviar significantes por el universo-.
No hay que dejarse sugestiona¡, no hay que dejarse lleval precisa-
mente, cuando esto ocurre. En el fondo, hay que hacer una pausa yendo
muy rápido. Algo parecido ocurre con los tifones, creo, aunque no tuve
tiempo de estudiar detalladamente los distintos tipos de perturbacio-
nes atmosféricas para esta mañana. Pero en lo que hace a los tifones, o
quizá se trate de los huracanes -es lo mismo, si bien son dos parabras
diferentes- usted parece saberlo todo, ¿cuál es la perturbación atmos-
férica en la que hay un ojo precisamente en el centro? si en el tifón, en
todas partes, todo el tiempo.
Asi cuando se intenta desencadenar un tifón, hay que estar ubicado
en el ojo. Muy tranquilo, muy sereno. Algo que resulta arduo cuando
a uno lo empujan hacia todos lados constantemente, pero tanto más
esencial. Y es esencial en la práctica del analista, en que el movimiento
natural es quedar hipnotizado por el analizante, por su discurso, hipno-
tizado insidiosamente. Eso que se llama la posición der analista, supone
estar en el ojo. De modo que no imaginé un solo instante suspender este
curso por causa de una huelga que tiene la ventaja de vaciar las calles,
1o que me permitió llegar desde mi casa en un tiempo récord diri-
girme hoy a una audiencia de élite -al que saludo y agradezco_' \ mL.
permite entonces hacer mi pausa/ mi pausa de la semana en pírblict-r.
volvamos a esa frase que me fue dada como para un poema: en ros
tiempos que corren. Es cierto que los tiempos corren más que nLln.a.
Y lo más divertido es que esta impresión -¿no debo ser el ú.ict en
experimentarla?, ¿también corre para ustedes?- tenga un fundament..

72
LOS TIEMPOS QUE CORREN

científico. ¡Esto es lo increíblel, gracias al hecho de que en este momento


estoy haciendo un periódico que se publica de manera más acelerada
que de costumbre, tengo que admitir que me siento muy a gusto; les
diré que si me siento tan a gusto, es porque cumplo un sueño de infan-
cia. De niño nunca pensé ser psicoanalista. De hecho, hasta el día de
hoy, no hemos encontrado ningún niño cuyo sueño sea ese, ni siquiera
entre los hijos de los psicoanalistas. Bombero, policía o aviador si pero
psicoanalista no.
Ya que estoy inspirado en hacer confidencias, les diré que lo prime-
ro que recuerdo haber tenido ganas de ser, y el análisis no me permitió
ir más allá de este recuerdo, fue periodista. En casa se leía, entre otras
publicaciones, Paris Match y cuando supe lee1, la doble página que tra-
taba los asuntos del mundo con un increíble aplomo, quizás algunos
se acuerdan de su autor, el periodista Raymond Cartier, me parecía el
colmo de la felicidad. Yo me veía entonces escribiendo dobles páginas
todas las semanas, acerca de todas las cosas de este mundo. Bueno,
después eso pasó. Pero es verdad que -como lo diría Nietzsche... en
el momento en que se volvió loco- si hago un periódico tan bueno,
con la ayuda de muchas personas, en particular la de Agnés Aflalo,
a quien vi llega¡, mi bastón, no mi bastón de la vejez sino el que me
permite avat.lzar, es que, conforme a lo enunciado por Freud, cumplo
un sueño de la infancia. Por esarazón, ahora que encontré mi camino,
voy a continuar.
Hacer un periódico me permite obtener muchas informaciones,
cada una más apasionante que la anterior, y justamente, me llegó recién
una acerca del tiempo que pasa. A decir verdad, dije en presencia de un
amigo algo así como "no tengo tiempo" y élme respondió: "Normal, la
Tierra gira más rápido". Si cualquiera les dijera algo por el estilo, uste-
des no le darían importancia a la afirmación o se preguntarían si no le
falta un tornillo. Pero ocurre que este amigo es el director de una orga-
nización muy seria designada en inglés por la sigla GEO (The Group
on Earth Observations). Es un organismo internacional cuyo objetivo
consiste en poner en relación a todos los sistemas existentes de observa-
ción de la Tierra. Cuando este señor les dice: "Tenés toda la razón de no
tener tiempo, porque la Tierra gira más rápido" , cobra cierta relevancia.
Me explicó por qué y yo le dije: "Escribime eso, lo transformaré en una
primicia periodística".

13
IACQUES-ALAIN MILLER

Ya que viene en el hilo de lo de que estoy hablando, voy a revelarla


un poco ya que hace soplar aire fresco. Imagínense que a partir de mar-
zo-abr1l de este año, la velocidad de rotación de la Tierra se aceleró. No
adivinarán nunca por qué: es por La Niña. No sé si escucharon hablar de
La Niña, es la gemela de El Niño, que era cálido y provocó importantes
destrucciones por donde pasó. La Niña, por el contrario, es iría. pare-
cería un mito de la Antigüedad griega o japonesa. La Niña es fía por
serlo, enfría las aguas del Pacífico, cosa que les importa tan poco a 'uste-
des como a mí. sin embargo, al enfriar las aguas del pacifico, resta r-elo-
cidad a los vientos del oeste. No lo hubieran adivinado, pero es así. Los
vientos alisios se vuelven más lentos, las aguas del pacífico se enfrían, lo
cual frena el movimiento de la atmósfera. No me pidan detalles.
Podrán pedírselos a mi amigo -de quien les puedo dar el nombre_,
sigue muy de cerca los asuntos del Campo Freudiano, se llama José
Achache y es el compañero de alguien que muchos de los aquí presen-
tes conocen, Dominique Miller. No explica todo en detalre en la nota
breve que me hizo. Pero en firy frena los alisios, frena el movimiento de
la atmósfera, acelera el movimiento de la Tierra. eue los alisios menos
fuertes induzcan a que el globo gire más rápido, me dejó boquiabier-
to. Es muy simple. Hay en física un parámetro, una fórmula llamada
momento cinético -no les doy la fórmula, es demasiado complicada
para ustedes- y ese momento cinético se conserva. Dicho de otro moclo,
si los vientos se vuelven más lentos, la cantidad que alrí se perdió se
tiene que recuperar por otro lado, y esto hace girarlaTierra más rápi.io.
El resultado es que los días son más cortos ahora y por eso a nosotrL-,s
nos falta el tiempo. Los días se han acortado en un milésimo de sesun-
do en comparación a lo que duraban en primavera. Me diriin que no
es gran cosa, pero en firy un segundo es un segundo y un milésimt¡ de
segundo es un milésimo de segundo, y ese milésimo de segundcr que
perdí hace que sienta que los tiempos corren.
Hice entonces soplar un poco de viento en la atmósfera de este cur>¡
pero, claramente, el hecho de que los tiempos corran responde a ot:as
razones que a Ia debilidad de los alisios y ala energía con la que -:
Tierra gira más rápido sobre sí misma. Los tiempos corren por razLrnñ
que no son físicas sino metapsicológicas, en el sentido propio del ten:-,:-
no, es deci¡. razones que superan la psicología. eue los tiempos cüiiárl
remite -¡qué estoy por decir!- al movimiento de la civilización. -{is..
-
l4
LOS TIEMPOS QUE CORREN

aceleró en la civilización, en nuestro modo de estar en la civilización y


de gozar en la civilización. Si, por analogía, por metáfora, aplicamos
aquí la ley de conservación del momento cinético, hay entonces algo
que seguramente se volvió más lento en alguna parte. ¿Cómo abordar
entonces ese fenómeno de la aceleración del tiempo, que sienten quie-
nes habitan 1o que solemos llamar nuestra ciailización?
Quizá podamos abordarlo, engancharlo mediante este significante
que es lo "nuevo".
En efecto, hubo un momento en el que empezamos a desear lo
"nuevo". Evidentemente, lo "r:úleYo", en si es una función temporal,
no dura mucho y, sin lugar a duda, dura cada vez menos' Apenas se
compren un iPhone para lucirse ante su vecino o su vecina, yahabrá
pasado al estatuto de antigüedad. De ahora en más, las cosas se vuel-
ven antigüedades en el lapso de un mes o dos, algo que se mide con
el precio de reventa. Uno compra un Rolls de teléfono, no sé, a mil
euros y cuando 1o quiere vendet, se 1o compran a algo equivalente a
ttn Deux cheoaux.z Por 1o tanto, algo se aceleró en el estatuto mismo de
lo "nuevo", ese "nuevo", si me permiten, que hemos de seguir como
terneros llevados al matadero.
Baudelaire evoca esto en algún pasaje: la dictadura del tiempo que
nos lleva como bueyes al matadeto, en el Spleen de París, creo. Busqué
desesperadamente mi Baudelaire esta mañana cuando surgió en mí
esta idea, pero no 1o encontré. Decía entonces lo "nuevo", tocamos el
tema de 10 "nuevo" y tomé un ejemplo que entendieron de inmedia-
to, que iba de suyo, el ejemplo de un objeto manufacturado -como se
dice- de obsolescencia programada. Tiene que ver con la producción.
En esto, no estamos sugestionados. Para nosotros, por supuesto, la pro-
ducción está en el centro deTTazo social. Constantemente se la mide, se
la anticipa, se la compara entre empresas o entre países. La salud de la
economía es un dato fundamental de la existencia.
Es algo por lo demás reciente, es sabido que después de la Segunda
Guerra Mundial no vivíamos aún pendientes de las noticias económi-
cas. Hubo un momento, en los años sesenta, en que se advirtió que esto

2. Modelo de coche muy popular de los años cincuenta-sesenta, de la marca Citroéry


muy económico. [N. de T.]

15
JACQUES-ALAIN MILLER

era un déficit que tenía que ser subsanado, que Ia información en rnate-
ria económica de los franceses era insuficiente y ahora nos movenlos
en este tema como peces en el agua. ¡No! ¡No estamos como peces en
el agua, sino como pescados en una sartén! Evidentemente es una mar-
cación esencial y esos datos económicos condicionan hoy, por ejemplo,
que se despida a cierta cantidad de trabajadores, por razones entendi-
bles, si se lo mira en el contexto general. De hecho, todo lo real es racio-
nal, ¿no es cierto? La producción está ubicada entonces para nosotros
en el centro del lazo social, algo que no siempre fue asi no siempre 1o
vivimos así. ¡La información económica de los romanos era desastrosa!
Bueno, digo esto pero sin haber tenido tiempo de ir a verificarlo. Existe
un libro de Moses Finley sobre el asunto que se llama algo así como Eco-
nomía y sociedsd en la Grecia antigua. Lo leí hace mucho y de haber tenido
tiempo, hubiese ido por supuesto a mirar lo que dice acerca de la infor-
mación económica en aquella época. Lo leí sin hacerme esta pregunta.
Siempre es más interesante entrar en un libro con una pregunta en mente.
Pero en firy esta solo es la primera clase, tengo tiempo para remontar mi
atraso. Pese a ser un monarca presente, trabajadol, Luis XIV carecía de
una buena información económica. Es un rey que el doctor Lacan odiaba;
nunca entendí por qué y no me Io explicó tampoco, creo que le parecía
cobarde, tal vez había leído algo al respecto. La información económica
mejoró mucho en el Imperio, pero seguía reservada a los especialistas, no
se difundía al público. En todo caso, ahora estamos haciendo justamente
una paus4 admitimos, grosso modo, que Ia producción no siempre se
ubicó en el centro del lazo sociaf no siempre fue el centro de gravedad de
las actividades humanas, tal como 1o es hoy en día.
De esto se trata cuando, pese a todo, la mayoría de nosotros se
retuerce al acentuarse el movimiento para conservar todas las esferas
de la existencia cerca de ese punto de convergencia. Tiatemos de aplicar
una teoría económica elemental. De hecho, seguramente ya me usaron
unos economistas un poco cancheros que habían leído a Lacan.

Objeto de necesidsd y objeto de deseo

No hay que tener miedo delanzarse, hay que detenerse luego pero
hay que lanzarse. Yo, por ejemplo, al tener que escribir un prólogo para

t6
LOS TIEMPOS QUE CORREN

la obra de mi amiga Francesca Biagi-Chai acerca de Landru, esbocé una


teoría criminológica. Cuando uno se fija en cómo están hechas, son tan
retorcidas que con ideas simples uno consigue mejorarlas mucho. En
este prólogo digo entonces lo siguiente: opongamos crímenes de uti-
lidad y crímenes de goce. Si uno se deshace de alguien que le causa
daño, que le impide progresar, es un crimen de utilidad. Por el contra-
rio, si en su vida liquida treinta mujeres jóvenes de pelo largo hasta que
lo detienery y además de liquidarlas, somete los cadáveres a diversas
obscenidades, no se trata de algo útil, sino de goce. Distingo entonces
crímenes de utilidad y crímenes de goce, que Thomas de Quincey, en
su obra Del qsesinqto considerado cltno una de los bellqs artes,llama " crime
of pure aoluptuousness" ("crimen de pura voluptuosidad").
LJna vez inventado esto, me di cuenta de que estaba de acuerdo
con este escritor, uno de mis favoritos, muy poco traducido al francés,
incluso difícil de encontrar en inglés. Tenía una edición completa del
siglo XIX, me enteré que existe ahora una más reciente, del siglo XX,
pero igualmente, no se le reconoce su justo valor, aun cuando haya sido
objeto de la admiración de Baudelaire. ¿Saben que Baudelaire mismo
tradujo Confesiones de un opiómano inglés de Thomas de Quincey? Esbo-
cemos entonces una teoría económica. Opongamos producción ligada
a la necesidad y producción ligada al deseo. Una producción ligada a la
necesidad es una producción limitada.
Para darles un ejemplo, hay restaurantes astutos que atraen; pienso
particularmente en Chez León,la cadena de restaurantes belgas que ofre-
cen mejillones con papas fritas y precisan "papas fritas libres". Se abre
así un espacio indeterminado respecto a la voracidad -a mí me gustan
las papas fritas- pero uno se da cuenta muy rápido que solo puede
comer una cantidad bastante limitada. Sueña con papas fritas, pero...
¡a voluntad! y Ia voluntad sería la de seguir comiendo, sin embargo,
uno no da para más, aún tiene que trabajar, sabe que no es bueno para
conservar la línea y entonces, a fin de cuentas, se siente todavía peor al
salir, puesto que León ofrecía todas las papas fritas del mundo y solo
pudo comer dos pequeñas porciones.
Allí tienen 1o que 1es decía: la producción ligada con la necesidad
no llega muy lejos y digamos que durante un buen período, lo esen-
cial de la producción estuvo ligado a Ia necesidad y anduvo más o
menos bien. El deseo no pasaba por allí. Luego, surgió otro tipo de

17
IACQUES-ALAIN MILLER

producción, ligada al deseo, y todos los límites fueron sune:3;..: P.-i


ejemplo, al considerar un sujeto que conozco, que obserr rr e: je.:r
yo mismo, queda claro que intento plantarme en la produccr.i:. :::.:-
da en la necesidad, para resistir a la producción basada en el ie=e..
Tomemos el ejemplo de modelos nuevos de computadoras. Cuanir-
todo esto empezó, hace diez años, no entendía la necesidad ie un
nuevo modelo cuando el que tenía funcionaba muy bien, es decir, tra-
taba de establecer una relación de necesidad con el objeto. Pasan uno,
dos años, compran un disco rígido y resulta que no es compatit,le con
los enchufes del anterior. Entonces uno piensa: "Prescindiré del disce¡
rígido" . Después de un tiempo, tendrá que prescindir de todo, si se
queda con su objeto de necesidad, el mismo podrá cumplir cada r-ez
menos funciones.
Lo hice una primera vez y me encontré ante un objeto de necesidad
que estaba delante mío, que solo pedía funcionaq, pero que no tenía
las conexiones necesarias para hacerlo. Entonces compré otro e intenté
volver a empezar con este, pensando que esta vez sería posible. Pero
obviamente, la cosa se repitió aún más rápido. Entonces entendí la lec-
ción: si quería funcional, iba a tener que seguir el movimiento. De este
modo logran hacerles comprar -se trata esencialmente de eso- aquello
que no necesitan. Y allí se abre, en efecto, un espacio para lo ilimitado.
Es interesante saber que históricamente el psicoanálisis desempeñó un
gran papel en el perfeccionamiento de los métodos que permiten hacer-
les comprar lo que no necesitan.
A algunos colegas les pareció que en un texto que había escrito para
el periódico me había extendido demasiado acerca de los métodos de
los publicitarios. No estoy de acuerdo. A mí me parece muy importan-
te saber que el Papa de la publicidad en los Estados Unidos, el gurú
de la publicidad, Ernst Dichter -un nombre sin duda formidable- era
un vienés que había practicado algo de psicoanálisis antes de verse
forzado, por judío, a expatriarse a aquel país, donde adquirió fama
elaborando una teoría de la publicidad que llamó "strqtegy of desire"
("estrategia de deseo"). No se trata del deseo en el sentido estricta-
mente lacaniano, si es que la definición lacaniana es estricta, pero así
y todo se basa en la manipulación de lo que extrajo del psicoanálisis.
Él pensaba que el ello debía comprar los objetos de la producción, con
la idea que el ello no piensa. El ello no piensa, no se relaciona con la

18
LOS TIEMPOS QUE CORREN

realidad, tiene que ver con las pulsiones y eso es lo que hay que saber
provocar y activar.
Es incluso más complicado, ya que además de fundarse en el ello,
para colmo, la obra cumbre de la publicidad consiste en lograq, al
mismo tiempo que se moviliza el ello, que se satisfaga, que se engañe, a
su pequeño superyó, es decir que se le convenza de que no hay por qué
sentir culpa por la compra y alavez asegurarle a su yo, que se supone
conectado con la realidad, que se trata de algo sólido, de algo que se
impone según el criterio de la racionalidad común. No es una anéc-
dota cualquiera, la provocación del deseo es un factor de la economía,
un factor esencial. A sabe1, sigue funcionando así: para que compren
hay que hablarles y, además, enchufarles cierta cantidad de semblantes
imaginarios que los van a desorientar. Por la famosa campaña "depre-
sión" que tenía que terminar el 11 de noviembre pero continúa -es el
colmo-, comienza a haber cadavez más gente que se siente mal.
Ahora que soy periodista, recibo pequeños textos escritos en gene-
ral por practicantes, psicoanalistas, trabajadores sociales, que me man-
dan viñetas donde describen el efecto que tiene en las personas ese
bombardeo, a saber que para cierta cantidad, el desastre de la melan-
colía así expuesto les llega al alma y los pequeños deprimidos se iden-
tifican entonces con los grandes, lo que constituye el objetivo de la
operación. Debo decir que no tengo televisión porque resisto, pero me
mandaron el anuncio televisivo por Internet -a Internet no resisto- y
es un horror. Se nos muestra a un francés, en la imagen siguiente no
está más y luego..., en firy puede destruirle el ánimo a cualquiera si se
1o mira en una noche de soledad. Y todo ello para provocar el reflejo
de compra.
Entonces, desde luego, la teoría económica que expongo -la de
la producción conectada con la necesidad y con el deseo-, si mal no
recuerdo, en los años sesenta hubo un economista astuto, aunque más
astuto que gran economista, que había explotado esto. Quizá Pierre-
Gilles Guéguen sabe algo al respecto. ¿Se acuerda de un economista
llamado Marc Guillaume? Leí todo esto en los sesenta y no tuve tiempo
de verificarlo. ¡No tuve tiempo! ¡Por culpa del milésimo de segundo
que me quitarory no tuve tiempo de verificarlo! Claro está, así plantea-
do resulta demasiado simple. Por mi parte, estoy convencido de que la
producción siempre tuvo una conexión con el deseo.

19
IACQUES-ALAIN MILLER

En los museos, cuando uno va a ver los vestigios de las cir iiiz:citr-
nes desaparecidas, hay un conjunto de objetos que son obiettas ,je Ia=
necesidades: las aceiteras, los trípodes en que se prendía el fuest'. las
cucharas, que de hecho son a menudo -como 1o señala Lacan en su
seminario- de una belleza que el diseño moderno no llega a alcanzar.
Están los objetos de la necesidad y, por supuesto, los objetos de decet):
todas las joyas femeninas, las pulseras, los collares, los anillos -que 1os
hombres también llevaban en ciertos momentos-, obietos inútilt's que
nos muestran que gran parte de la producción económica ya estaba
conectada con el deseo. Intentaré encontrar el tiempo en el transcurso
de este año para retomar algunas de esas obras -por supuesto, solo
puedo hacerlo en forma indirecta-, para determinar cómo se reparte la
producción basada en la necesidad y aquella basada en el deseo.
Pero ¿qué se puede decir al respecto? Antaño, la proporción entre
esos dos tipos de objetos no era la misma que la de hoy. Se trataba de
una cuestión de tecnología, noción sobre la que me gustaría mucho
tener el tiempo de aportar precisiones este año. Siempre me interesó y
estamos llegando hoy en día a la biotecnología. Nos damos cuenta per-
fectamente de que la tecnología no está subordinada a la ciencia, que
representa una dimensión propia de la actividad y del pensamiento. La
tecnología tiene su dinámica propia. Querría entonces, desde el punto
de vista lacaniano, abordar el estatuto de la tecnologíay hacerlo tam-
bién teniendo en mente el hecho de que no parece haber una tecnología
psicoanalítica.
Nosotros practicamos con los muebles de la abuela, digo: el diván,
el sillón, el escritorio. En este sentido somos antiguos. Cuando uno
entra en el consultorio de un dentista, espera otra cosa que un diván y
un sillón, por lo menos una máquinapara perforar.
Quizá llegue el día en que el consultorio del psicoanalista necesite
ese tipo de presentación para ser tomado en serio. Acuéstese, abra la
boca, ¡hablel En fir¡ 1o que quiero decir es que hay allí un buen reactivo
para pensar en nuestra técnica. Obviamente durante un período -de
hecho, es algo que siempre me pareció ridículo-, los psicoanalistas solo
hablábamos de nuestra técnica. ¡Nuestra técnica! En fin, en esa época la
técnica estaba en el cenit clel discurso de la semántica social.
Como me formé en historia de 1as ciencias, cuando se hablaba de
técnica psicoanalítica me preguntaba: ¿dónde están las herramientas?

20
LOS TIEMPOS QUE CORREN

¿Dónde están las máquinas? Luego entendi gracias a Lacan, que nues-
tra máquina era el discurso. Dejamos de poner Ia técnica en primer
plano, ¿no? En la literatura analítica, el término fue progresivamente
evacuado y hoy en día es muy secundario, no solo para los lacanianos,
sino también para todos los demás. Pues como diría que la produc-
ción siempre tuvo una conexión con el deseo, quizálo verdaderamente
nuevo para nosotros, lo que sentimos aún ahora más que diez años
atrás, es la conexión con el goce.
El goce para los Antiguos, Lacan Io explica, erael otium. Es el térmi-
no latino para expresar que uno lleva una buena vida. Trabaja, está en
el poder, combate a los bárbaros, se ocupa de la construcción de las vías
romanas, en fin, todo eso que ven desplegarse en Asterix, por ejemplo,
para tomar una referencia erudita conocida por todos y después, en un
momento dado, uno entrega su cargo y se dedica a sus asuntos perso-
nales: cuida sus viñedos, bebe con amigos, coquetea con sus emplea-
das, se acuesta con su favorito, lee filosofía, confabula, como se ve en
las TuscuLlnas. Esa era la manera de gozar de los Antiguos.
Y como Io señala Lacan, para nosotros, incluso hasta el día de hoy,
las distracciones se parecen a veces a un trabajo forzado. En firy eso
me dicen. Me Io dicen porque veo gente que se va al otro extremo del
planeta cargada de valijas y vuelve cansada. Intenté programar una cita
en mi quinta con el director de L'Express, un hombre que escribe bien y
que, sobre todo, logra alavez dirigir su periódico y hacer todos los días
un comentario y una entrevista en el canal LCI que se transmite por
Internet. Durante mucho tiempo no me perdía ninguno, porque reno-
vaba el tema cada vez con mucha seguridad y además, el mismo día,
por la tarde, hacía una entrevista. Me preguntaba: ¿cómo hace, dónde
encuentra el tiempo? Incluso cuando estaba de vacaciones en Venecia,
1o seguía un camarógrafo y hacía su comentario instalado en una gón-
dola, etc. Este muchacho me dejaba boquiabierto.
Pensé que a1 ser los dos de ex alumnos de 1a Escuela Normal Supe-
rior (ENS) podíamos crear lazos e intenté conocerlo. ¿Qué me dijo su
colaboradora? "Bueno, recién vuelve de vacaciones, Ie dejo algunos
días para que se recupere." Le dije: "iQué país, realmente!". Ocurre otro
tanto con el gabinete del Presidente; el 1'de noviembre están todos de
vacaciones y ahí tienen lo que es un aparato de Estado: muchachos que
se echan una siestita.

21
TACQUES-ALAIN MILLER

Entonces si uno no duerme siestas, le puede ganar al aparato del


Estado, es mi convicción, por Io menos dentro de ciertos límites. ¿Leve-
ronTécnica del golpe de estado de Malaparte? Bueno, yo 1o leí atentamen-
te. Volvamos a la diferencia entre esas maneras de gozar. Por un lado, el
otium y después, ya toda la salsa que tengo que poner para explicar el
interés de la pausa. Es cierto que, hoy en día, irse de vacaciones supo-
ne un despliegue increíble de actividades, antes, durante y después.
A menudo, escucho a algunos colegas hablar de ello en la oficina y no
dan muchas ganas de irse de vacaciones. De hecho, es algo que limito
al máximo y solo elijo destinos donde precisamente no se plantean esos
problemas.
Es sabido que, por eso, en Francia nos resistimos a el1o. La conocida
cuestión de la semana de 35 horas, ¿qué es? Es un debate sobre el modo
de gozar. Se trata de que los franceses quieren tomarse el tiempo de
vivi¡, como se dice. En el planeta son un escándalo permanente, ya que
resisten ala avanzada del trabajo forzado. Es un debate sobre el modo
de gozar. Unos se plantean la eficacia económica, el producto bruto,
etc., otros dicen: "queremos tomarnos el tiempo de estar con nuestros
hijos y también de ir a comprar la última computadora", obviamente,
tampoco nos salimos con la nuestra, pero es un conflicto de los modos
de goce.

¡O tempora! ¡O mores!

Entonces, hoy en día, ni siquiera nos parece que la producción se


basa en el deseo sino que está conectada con el goce, es decir en la
producción acelerada del objeto a, no en tanto causa del deseo, sino
en tanto tapóry son dos estatutos distintos. Está el buen objeto a -si
así puedo decir-, causa del deseo. Este es, de todas formas -aunque el
término no corresponda, no encontré uno mejor esta mañana-, indivi-
dualizado, es del orden del aquel, se relaciona con --e1 ejemplo de Lacan
es Dante y Beatriz. Dante se cruza con Beatriz, ella tiene 9 años y él se
enamora de ella de por vida-. ¡Hoy se lo llevarían preso por pedófilo!
Este es el objeto a causa del deseo, Lacan lo dice: tres parpadeos, el obje-
to a exquisito de la mirada se desprende y él está fijado a ella, a aquella,
por el resto de su vida.

22
LOS TIEMPOS QUE CORREN

El objeto a tapón no tiene nada que vel, aunque tenga la misma


estructura fundamental, por así decirlo. El objeto a tapón es aquel del
que no podemos impedir que siga tratando de tapar un agujero que es
imposible de tapaq, aquel que tapa un agujero del modelo del tonel de
las Danaides, es decir que siempre hace falta más y al ver así la especie
humana no podemos dejar de pensar que tiene un defecto de fabrica-
ción. Se llama la castracióry es el nombre clásico de la castración, del
todo acertado, pero que podemos generalizar. Algo está mal hecho. De
hecho, es la tesis de los gnósticos, según la cual el diablo es el padre del
mundo, al ver el estado en el que se encuentran los humanos, no pudie-
ron no darse cuenta de ello. Cuando vemos el estado en el que estamos,
algo tiene que haber encajado mal en algún punto, seguramente con
malas intenciones, de allí el diablo.
Es sentimiento de 7a falta, el sentimanque.3 Eso, el sentimanque. Le
tengo muchos sentimientos, señora. Volveremos a eso pero en fin, se
nota que el "los tiempos corren", "los tiempos que corren", tiene otra
aura semántica que el tiempo que pasa, aunque se diga que el tiem-
po pasa demasiado rápido. No es lo mismo que "por los tiempos que
corren". Primero está el plural. Es raro ese plural aplicado al tiempo.
Sin embargo, es de uso clásico en francés, lo que significa siempre que,
en francés, cuando decimos los tiempos, no se sabe bien lo que es el
tiempo. Digamos como los gramáticos que el plural trae aquí un valor
de indeterminación. Decimos "los tiempos" cuando no sabemos bien
dónde es, cuándo es, cuando está lejos, oscuro, opaco. Decimos por
ejemplo: los tiempos más lejanos, la noche de los tiempos, el origen de
los tiempos. Estas expresiones funcionan en plural, no funcionan en
francés en singular.
Decimos: la sucesión de los tiempos, el signo de los tiempos y es
lo mismo en latín. Cuando Cicerón exclama -cosa que repiten todos
los barones- " ¡O tempora! ¡O mores!" - ¡Oh tiempos! ¡Oh costumbres!-
Tempora es un plural. ¿Por qué decía Cicerón ¡O tempora! ¡O mores!? ¿Y
por qué repercutió a través de los siglos? Porque siempre hubo gente
para pensar que iba todo demasiado rápido. Siempre se pensó que se

3. Neologismo formado a partir de 1as palabras sentiment ("sentimiento") y manque


("Íalta"). [N. de T.]

z,-t
TACQUES-ALAIN MILLER

perdía la moralidad. Es el estilo Catón el Viejo. No tengo tienrp.¡. ¡¡-¡1..


para hablarles de Catón el Viejo, un personaje que siempre me pr¿¡¿¡i¡i
de los más picantes de la Antigüedad romana. Era el personaje clel r ielt
romano. Era el viejo romano pero, al mismo tiempo, actuaba asi, sc,L.re-
actuaba un poco. Siempre hubo, en cada momento, un lugar para que
un barón apatezca y diga: ¡O tempora! ¡O mores! Es un papel constante.
Pues hoy, lo más divertido son los psicoanalistas que juegan ese papel,
que toman la postura de Catón el Viejo: ¿Dónde estás Nombre del Padre?
¿Dónde estás falo? ¡Te estoy buscando! Hay que admitir que dan ganas
de llorar. Nos reímos pero es triste. Son gente analizada digo, el análisis
funciona hasta con gente que no entendió todas las sutilezas de la técnica
y es realmente desastroso ver eso. ¡En finl Mejor dejemos esto de lado.
Entonces, la expresión "los tiempos", como pienso haberlo demos-
trado rápidamente, señala siempre en francés justamente 1o lejano,
aquello en 1o que no nos ubicamos. Pero me parece -tampoco tuve
tiempo de investigarlo- que 1o específico de la expresión los tierupos
que corren es que designa el presente y, cuando se la usa con el valor
de indeterminación del plural significa que no logramos ubicarnos en
este presente. La usamos cuando el presente se vuelve opaco, tan opaco
como el pasado más remoto. Y precisamente cuando ya no podemos
tomarnos el tiempo. Digámoslo: en los tiempos que correry uno ya no
tiene tiempo de tomarse el tiempo.
Es un tema para el psicoanálisis, porque en el psicoanálisis hay que
tomarse el tiempo. Hay que tomarse el tiempo de i{, eventualmente,
el tiempo de esperar en la sala de espera, hay que tomarse el tiempo
de la sesióry el tiempo de volver y además, como dice Lacan, para que
llegue a un resultado, hace falta el tiempo. Y en los tiempos que correry
¿tenemos tiempo? Allí está justamente el elemento que parece antiguo
en el psicoanálisis. Es el tiempo de la pausa que evocaba hace un rato.
El análisis es una suerte de retiro, un retiro anticipado. Se bajan del trery
se quedan en la sala de espera, los trenes pasan. Hay en el fondo, una
parte de la poblacióry no de la población en general sino de la población
sospechosa que puebla los ministerios, los organismos oficiales, hay allí
una población parasitaria, cada vez más mefítica, a la que le debemos
esas campañas, es una parte bastante específica de la población.
Me doy cuenta de que lo que digo parece populista. Es un defecto
mío y, si es un poco populista. Para mí los altos funcionarios que plani-

24
LOS TIEMPOS QUE CORREN

ficaron esta campaña, que no admitirán jamás su conflicto de intereses


porque viajan financiados por los laboratorios, etc., todos ellos para mí
son de lo peor, para mí, la escoria son ellos. Al lado de ellos, el lum-
penproletariado, como se decía, es de oro, yo 1o frecuenté en Mayo del
68. Entonces estamos durando demasiado tiempo para esta población.
¿Qué están haciendo todavía aquí? ¿Todavía hay tantos? ¿Y siguen gri-
tando fuerte? Para ellos, pertenecemos a1 siglo XIX. Los psicoanalistas
no tienen lugar en la civilización que nos diseñan.
Baudelaire hablaba de la brutal dictadura del tiempo. Y 1o hacía pre-
cisamente en el momento en que se imponía el tiempo de la Revolución
Industrial. Porque desde cierto punto de vista, la Revolución France-
sa, es la merliture, es aquello que acompañó a la revolución que contó,
a saber, la Revolución Industrial que ocurrió en Inglaterra. Evidente-
mente, todo el mundo quedó fascinado con la Revolución Francesa,
incluso Hegel, ¡Hegel!, quien parece haber indexado su historia de Ia
fenomenología del espíritu en función de la historia francesa. Pero si
miramos con atención, la Revolución Industriai está allí muy presente
y justamente bajo la forma del utilitarismo -una de mis viejas obsesio-
nes-, una de las claves de la historia contemporánea, moderna y con-
temporánea. Baudelaire habla de la brutal dictadura del tiempo en el
momento en que la producción toma las riendas de la civilización y, por
lo tanto, la civilización se vuelve mucho menos civilizada, como todos
se dieron cuenta en la época.
Talleyrand decía: quien no haya conocido el Antiguo Régimen no
sabe lo que es vivir con alegría. No es una cita exacta pero hablaba de
los últimos años del siglo XVIII, antes de la Revolución Francesa, como
aquel tiempo en que se vivió más feliz. Quizá solo era el caso para cierta
parte de la poblacióry pero no es tan seguro, porque cuando uno lee
a Rétif de la Bretonne, aunque lo podamos sospechar de adornar un
poco, observa a los humildes disfrutar de cierto buen vivir, y claramen-
te todos se dieron cuenta de que ese desaparecería cuando llegaron los
apóstoles de la Revolución Industrial y de lo que se llamaba la disci-
plina de la fábrica, en la que se es puntual, se trabaja encerrado en una
caja y no se discute.
Marx supo describir esta transición de un modo de producción
manufacturero, artesanal, a las modalidades de producción en las
fábricas, con la disciplina resultante que nos puso a todos un reloj en

25
IACQUES-ALAIN MILLER

la muñeca, porque vivimos tomándolo como punto de referer.¡r:. \..


no logro prescindir de é1, pero le tengo mucho respeto a la ee;r:e que
consigue pasear por la vida sin reloj. A partir del momento en que la
producción tomó las riendas de la civilizacióry el sujeto se quedó nu.
tanto relacionado con el objeto del deseo, sino con el objeto de1 goce,
con el plus de goce que supone cierta indiferenciación del objeto, que
implica una numeración del objeto, en el que la pregunta es: ¿cuánto?
No se le pregunta cuánto a Dante, es la una, la única, no es algo que se
cuente. Por el contrario, observen la cantidad de actividades humanas
en las que la pregunta ¿cuánto? tiene un lugar central. Escribo: ¿cuántas
le dedican?
Gracias a mi actividad de periodista, alguien me mandó un testimo-
nio acerca de lo que significa hoy en día escribir para un escritor joven,
cuando le tiran constantemente los números de venta en la cara; testi-
monio que enumeraba las obras famosas de la literatura francesa de las
que se habían vendido cuatrocientos ejemplares, supuestamente antes
de ser reconocidas como tales. Estamos entonces frente a una produc-
ción basada en el goce, caracteizada por la indiferenciación del obje-
to, su cuantificación y, por lo tanto, frente a una manera de gozar que
toma la forma de la adicción. Lo notaron mis colegas, en efecto, hoy, se
tiende a ver bajo el modo adictivo todas las conductas repetitivas del
ser humano. Por ejemplo, yo me drogo con Lacan, ¿por qué no? Es una
manera de considerar la relación con el objeto.

Serial killer I serisl loaer

Hace un rato hablaba de crímenes, de criminología. Fíjense bien,


hacia el final de los años setenta apareció aparece en la lengua
-y lo que
siempre tiene valo¡, aunque yahaya ocurrido hace unos años- la expre-
sión serial killer, asesino serial. No fue inventada antes, aun cuando lo
hubiera sido, no se había inventado el asesino serial. Fue Landru quien
despertó en mí el interés por el asesino serial. Nos cuesta admitir que
hoy se lo llamaría asesino serial a Landru. Para nosotros, es un perso-
naje familiaq, el viejo Landru de las familias. Se hicieron películas en
las que se 1o pinta como alguien encantador. tuffaut lo mostró como
Charles Denner, un enamorado de las mujeres, al comienzo de 1a pelí-

26
LOSTIEMPOS QUE CORREN

cula se ven piernas de mujeres. Landru ias mata, pero es un detalle.


Landru es un delicado, antes de matarlas las trata bien; fíjense cuando
lo pinta Charles Chaplin, también es un aficionado delicado y mara-
villoso. Llegué a\ serial killer a partir de Landru, se dan cuenta de la
distancia que recorrí.
Por un lado, los crímenes detallados por una autora que me gustó
mucho en mi juventud y con quien aprendí inglés, Agatha Christie.
Si bien ya conocía el idioma, lo aprendí verdaderamente, despegué,
viviendo en Londres cuando tenía 14 años; tenía libros de literatura
y después compré unos de Agatha Christie y como quería saber cómo
terminaban las historias leía y aprendía, de esa forma absorbía mucho
inglés. En Agatha Christie, un asesinato es un asunto de familia. Uno
mata, en general, a la gente que conoce. Algunos maleantes matan a
otros sin conocerlos pero para disimular el asesinato de la persona que
realmente importa, por ejemplo en El misterio de lq guía de ferrocarriles.
Pero por 1o general, uno mata a miembros de su familia, al vecino o la
vecina, a gente amada, a familiares. Y de hecho, es mucho más merito-
rio porque uno puede ser sospechado, matar al azar e irse, eso a Agatha
Christie no le interesa, eso es para la novela negra. Lo que sí le interesa
a Agatha Christie es el pequeño círculo, la gente que juega su partida de
bridgehasta que de repente uno cae al piso y se trata entonces de saber
cuál de los jugadores es el autor del asunto.
Existe un juego, la murder party, en el que la condición de víctima o
de asesino resulta de un sorteo. ¿No 1o conocen? Pues biery los jugado-
res se reúner¡ cada uno saca un papelito, a uno le toca el que dice vícti-
ma y a otro el que dice asesino. En un momento dado ocurre el crimen
y los demás tienen que descubrir quién es el autor. Es el tipo de juegos
que se dan en las casonas de campo.
¿A quién mata el seriql killer? Uno mata al vecino que conoce su
secreto, al chantajista, mata a su mujer para ir con su amante, al marido
para ir con el amante, mata a su padre para heredar. Pero el serial killer
no conoce a nadie, tiene una silueta en la mente, al estilo de Bundy, para
quien se inventó la expresión serial killer. Tenía la silueta de una mujer
jovery de menos de 25 años, pelo largo y piel blanca, por 1o general
estudiante. Comenzó a matar a los 14 años y 1o atraparon cuando tenía
unos 35, había llegado a matar entre treinta y cuarenta mujeres, cito de
memoria, 1o escribí 1o verifiqué.

27
JACQUES-ALAIN MILLER

Ahí no importa el detalle, no es Dante y Beatriz sino Dante I' Beatriz


uno, dos, tres, cuatro, cinco, etc. Sin hablar de lo que les hacía a sus r'íc-
timas, ya que no bastaba con matarlas, también las enterraba, después
las desenterraba y les maquillaba la cara o les cortaba la cabeza para
maquillarla -creo que es una cosa o la otra, no está claro- y después
mantenía 1o que pese a todo tenemos que llamar relaciones sexuales
con los cadáveres hasta que entraban en estado de putrefacción, aunque
habría que ver lo que se consideró putrefacción ya que no contamos con
el registro científico del asunto. Esto es Ted Bundy, el serial killer.
Allí estamos frente a una relación con el objeto caracterizada por
la indiferencia del objeto, con la excepción de algunos rasgos de silue-
ta, relación en la que lo que importa es la serie, es aditivo. Me parece
algo moderno. También hay cosas mucho más entretenidas. Hoy en
día -aunque seguramente siempre hayan existido, hoy se evidencian
un poco más- existe lo que yo llamaría el serial louer, los amantes en
serie, la amante en serie. Vino a mi consultorio una dama que analicé
en los años noventa. Por entonces, ella mantenía con su marido una
relación realmente lujuriosa. Se mostraba celosa como una fiera, cuan-
do el pobre marido no parecía para nada estar mirando a otras mujeres,
ella le era fiel como una leona y le hacía planteos desaforados apenas el
desdichado alcanzaba a pronunciar una palabra. Quiso que conociera a
su marido y lo hice, tenía el aspecto de ser un dulce, un diplomático con
toda la dignidad de su condición y que había elegido a esta histérica
reahnente chiflada.
La atendí durante varios años, puesto que durante ese lapso el
marido residía en París, produjo ciertos efectos que no pude ubicar en
todas sus consecuencias ya que se fue, siguió a su marido y hace un
año la volví a ver, pasaba por París, a veces me tenía al tanto de dónde
andaba y trataba sin éxito de verme pero esta vez finalmente se dio.
La veo serena, tranquila, le digo "¡cómo cambió!" y me contesta "se lo
debo a usted". La felicito y me dice "¿se acuerda cuánto me importaba
mi marido?, pues ahora me separé". "Vivo sol4 en una hermosa casa,
de hecho tal vez usted la conocerá algún día." Yo digo: "Por qué no,
¿no le pesa la soledad?". Me dice: "No, escribo mucho, publico, tengo
actividades y tengo un amante". Le pregunto acerca del amante y me
contesta: "Oh, no me acuesto con él pero hacemos todo lo demás". Sigo
preguntando; ella: "leemos, salimos, viene a cenar todas las noche por-

28
LOS TIEMPOS QUE CORREN

que su muier le cocina muy mal". "Además es escritor así que estu-
dio la literatura con é1." "¿Soporta esta abstinencia?", pregunto yo.
"En realidad no le provoco deseo, no soy un objeto sexual." "¿Pero por
qué habla de amante entonces?" "Porque yo soy celosa, no soporto que
mire a otras mujeres." "Sabe, no tiene nada además, le paso cien euros
por mes para sus gastos." Entonces digo: "¿es su gigoló?". "¡Cómo me
puede decir eso!" Digo: "¿Es su gigoló intelectual?". "Bueno, si usted
quiere." "Y entonces, ¿esa relación bastante extraña, le ocupa lavida?"
"¡Al¡ no! Hay otro." " ¿Ah, sí? ¿Hay un segundo?" "Sí este es rico, muy
rico, es un político importante. En este caso soy su objeto, es muy pose-
sivo, de hecho está muy celoso del escritor. Es muy rico pero no me da
nada. Recientemente, me hizo un regalo, no valía nada. Y yo quiero que
así sea." A11í le digo: "En el fondo, usted tiene de un lado el esclavo y
del otro lado el amo". Se ríe: "¡Así es, sí! Es un amo, me controla bas-
tante, pero por suerte no conoce a mi amante". Le digo: " ¿Alescritor?".
"No, al tercero." " ¿}{ay un tercero?", pregunto. "Sí." " ¿Y quién es?"
"Un proxeneta. Es realmente el más amable de todos, no se imagina
lo bueno y generoso que es/ me lleva a todas partes, me hace regalos,
me dice que me lo merezco, que merezco incluso mucho más. Además
es muy hermoso y en la cama me da los más completos orgasmos."
Bueno, luego sigue la descripción del proxeneta de oro, "es tan bueno,
etc." Yo le digo: "Sí, las chicas trabajan para é1" . "Pero ellas se aprove-
chan de é1, trabajan en un departamento de é1, le pagan un alquileq,
pero siempre le digo que no se deje llevar por ellas." Ahí le digo: "Ya
me está pareciendo que lleva una vida muy ocupada". Y me responde:
"Pues si no me queda mucho tiempo para el cttatto" . "¡Ah! ¿Tiene un
cuarto?" "Sí el cuarto tiene quince años menos que yo. Usted sabe, mi
marido se fue al mediodía y a las seis de la tarde lo encontré a este, etc."
Y sigue la descripcióry muy interesante por otra parte. Como ven, no
hablo seguido de mis casos, pero cuando lo hago...
Le digo entonces: "Yola conocímuy ligada a su marido, quizás exce-
sivamente y ahora la reencuentro con cuatro amantes". Y me responde:
"¿Le sorprende? Todo el mundo vive así en Nueva York, en Buenos
Aires, en París seguramente tambiéry pero usted no lo sabe porque se
queda encerrado en su consultorio". "Si puede ser, quizá, no lo sé." Y
ella me dice: "Sí usted es de verdad un bicho raro". Bueno, de acuerdo,
en el fondo Io soy. Y le pregunto: "¿Usted me permite que cuente su caso

29
IACQUES-ALAIN MILLER

undía?". Ella: "¡Por supuesto!". Le aclaro entonces: "No podré decir su


nombre, ¿qué nombre quiere que le dé?" . Ahí me contesta: "Anna O.".
En fin, no creo que sea algo tan corriente eso de hacer malabares
con cuatro amantes. Esta paciente me explicó también que para ella los
hombres eran como plantas y que tenía mano verde, que su casa estaba
cubierta de plantas y que para ella los hombres eran plantas salvajes a
las que sabía encontrarles un uso. Por ejemplo, el joven que no trabaja-
ba era una suerte de hippie cuando 1o conoció, quería ser padre, pero
no lo lograba porque no estaba tan enganchado con su mujer. Me dice:
"Pues bien, yo lo formé, pudo acostarse con su mujer, pudo hacerle dos
hijos y ahora es un contratista en la construcción y gana mucha plata.
Ahí tiene un ejemplo de lo que hago con esos hombres, por lo tanto,
son plantas que hago crecer". En el fondo, no es algo tan nuevo, pero
constituye igual -¿cómo decirlo?- un signo de los tiempos, un signo de
los tiempos que corren, en los que, junto con los serial killers, están los
serial loaers.
No llegué siquiera a la asociación de ideas que les voy a dejar para
continuar la semana próxima. Por los tiempos que corren, pensaba yo,
y cuando uno propone una asociación de ideas es algo evidentemente
irrefutable, es algo que hace pensar en, y a mí lo que me vino a la mente
es: por los tiempos que correrL el desierto está creciendo. "El desierto
está creciendo" es una frase de Nietzsche, comentada por Heidegger en
un libro llamado ¿Qué significa pensar?, que tuvo mucha importancia
para mí. Además esta mañana cuando lo retomé me di cuenta de que
Heidegger había incluido en su dedicatoria: "A mi fiel pareja". Ahora
biery se acaba de publicar recientemente la correspondencia entre Hei-
degger y su mujer; las Éditions du Seuil me hicieron llegar un ejemplar
que todavía no tuve tiempo de lee{, pero el agregado de prensa me
dijo: "¡No 1o va a creer! Elfried, la esposa de Heidegge{, Ie fue infiel. El
segundo hijo de Heidegger no es de é1". Yo quedé estupefacto y esta
misma mañana veo esa dedicatoria: "¡A mi fiel pareja!".
No sé qué significa pensar pero en todo caso, da para pensar. De
modo que mi exposición de introducción seguía partiendo de esa frase,
el desierto está creciendo, es el desierto de la cuantificacióry es el desier-
to de la devastacióry de eso que Heidegger llama muy acertadamente la
desertificación y escribe entonces -les citaré esto antes de despedirme-:
"La desertificación de la Tierra puede ir de la mano con la meta de un

30
LOS TIEMPOS QUE CORREN

alto estándar de vida para el hombre, 1o mismo que con la organización


de un estado uniforme de dicha para todos los hombres". Justamente
nos encontramos en la época en que se desarrolla la ciencia del bienes-
ta¡, promovida por un extraordinario Lord inglés, Lord Layard, acerca
de quien podrán leer en mi revista un estudio de Pierre-Gilles Guéguen
y otro de Éric Laurent.
Estamos en la época en la que, en efecto, la cuantificación se adueña
de todos los aspectos de la existencia y esto hace resonar en nosotros
la obra de este autor que le gustaba tanto a Lacary T. S. Elio! quien, ya
en los primeros años del siglo XX, poco después de la Primera Guerra
Mundial, había escrito y publicado ese poema sorprendente, que sigue
siéndolo, The Waste Lqnd (La tierra baldía), con el que Lacan termina su
"Discurso de Roma". The Waste Land, o sea "la Tierra desolada". Pues
bien, allí estamos, en los tiempos que correry en esta Tierra desertifica-
da y tenemos que lidiar con quienes Nietzsche llama los últimoshombres.
La campaña Accoyel, la anti campaña depresión, se prolonga aquí
en una campaña contra el todo cuantificado, es nuestra batalla con-
tra los últimos hombres. Evidentemente, se trata de un fenómeno de
civilización. ¿Se puede combatir contra un fenómeno de civilización?
La época de Freud fue la del diagnóstico, hay "malestar en la cultu-
ra" , algo no está funcionando. La de Lacan fue Ia de los impases en la
civllización, allí donde todo se agudizó, aquello que en Freud aún era
impreciso, difuso, en los tiempos de Lacan fue mostrando sus líneas
maestras.
Pues lo que se espera hoy de nosotros no es el diagnóstico, sino la
acción, la acción lacaniana. Hoy en día, el discurso de la cuantificación,
busca de manera totalmente explícita apoderarse de las emociones. La
campaña depresión no es otra cosa. Consiste en adueñarse en 1o más
profundo del ser de la tristeza y recubrir esta emoción íntima con una
base repugnante. Intenta también integrar por completo los fenómenos
de lo subjetivo en los protocolos de Ia investigación. Por lo tanto, la
cuantificación avanza hoy sobre el Campo Freudiano.
Los acontecimientos a los cuales vamos a asistir o en los que vamos
a participar en las próximas semanas tendrán como pantalla de fondo
este panorama de nuestra civilización que esbocé rápidamente. El
profesor Huntington hizo que hablásemos mucho del choque de civi-
lizaciones, yo dije que los choques de civilizaciones eran choques de

31
IACQUES-ALAIN MILLER

formas de goce, pero hay también una guerra civil dentro de ia civiliza-
ción occidental. Una guerra civil entre maneras de gozar. Pues nosotros
llevamos adelante esta guerra civil, con total civilidad, y no 1o hacemos
por razones accidentales, circunstanciales o azarosas, sino que parti-
mos en campaña por razones que atañen a la estructura y a la historia
del discurso analítico.
Hasta la semana que viene.

'14
de noaiembre de 2007

32
II
Mensaje secreto para entendidos

En vez de dictar clase, pensaba que tendría que hacerme entrevis-


tar. Antes no me gustaba la palabra interaiero. Ahora me acostumbré y
uso interztiew. Hay algo de velocidad en la interlocución. Una entrevista
introduce en el discurso lo que le falta a la clase, a saber un elemento
de azar, un elemento aleatorio bajo la forma de una persona que hace
preguntas. Introduce un elemento que obliga y fuerza a hablar. La pre-
sencia masiva de ustedes, la audiencia, presencia colectiva, juega ese
papel, pero me parecen enfadados. Forman una gran mirada imper-
sonal. En cambio, una amable entrevistadora, ya es algo muy distinto.

Interview

A una joven y brillante hlósofa, que me ponía amonestaciones por-


que creía que le exigía que se interesara en obras de una erudición
minuciosa, le dije: "A mí me encanta la erudición minuciosa". Ella me
escribía: "Una erudición minuciosa separada del mundo". Pero justa-
mente es eso lo que me encanta. Me entrego a los demonios de la actua-
lidad, y luego lo que me relaja, lo que relaja mi órgano pensante, mis
neuronas, mi cerebro, son las obras de erudición minuciosa que no me
sirven de nada. Precisamente porque están separadas del mundo, pero,
por otra parte, no lo están tanto.
Compré la semana pasada una obra que se llama E/ poder y los medios
en el lmperio Romano. Son significantes actuales que los historiadores

aa
JJ
JACQUES-ALAIN MILLER

proyectan. Estoy seguro de que tengo que leer esta obra para guiarme
en los asuntos de hoy. Pero de todos modos, esta joven filósofa que me
ponía amonestaciones también decía ser mi auditora -de hecho tal vez
esté aqui no puedo saberlo- y me decía: "No es lo que aprendí escu-
chándolo". Pese a mis esfuerzos, les proporciono aquí un discurso de
profesor y el profesor es siempre, si me permitery pro-nalgada.l Da la
nalgada, silencia al otro. Ese modo de enunciación tiene sus leyes.
Por supuesto, se suele ofrecer una pequeña válvula de seguridad.
Después de haber hecho de Papa durante una hora y media, se abre
una escotilla para que los sub-papas2 puedan abrir un poco la boca,
para descomprimir. No me gusta eso, no logro pasar de un discurso
pro-nalgada a un discurso que acaricie. En cambio, la entrevista implica
una intersubjetividad que me encanta. Me doy cuenta de ello ahora que
me entrevistan. Nunca me pasó durante treinta años, ahora si y obvia-
mente tiendo a amoldarme al otro, al entrevistador. Ocurre lo mismo
cuando yo entrevisto, como lo hago ahora. Por ejemplo, entrevisté a
esta artista que se llama Orlar¡ cuya cara tricéfala adorna un afiche
que vi en la entrada de esta aula. La entrevisté durante tres horas el
domingo a la noche en mi casa. Es una persona absolutamente encan-
tadora y extremadamente dinámica, que se modificó a sí misma con
distintos implantes, y eso me inspiraba. Yo no iba a implantarme nada
obviamente pero, como la vi maquillarse para la foto, le pedi para estar
más cómodo durante la entrevista, que me dibujara un pequeño punto
sobre la frente porque pensé que así podríamos comunicarnos mejo¡,
con más empatía.
Es 1o contrario del psicoanálisis, por supuesto, aunque mi excelente
colega Widlócher, el querido Widlócher, piense que el psicoanálisis fun-
ciona con la empatía. En tanto lacaniano ortodoxo, no lo creo, pero en la
entrevista, sí. Entonces me pareció muy entretenido; en mi consultorio
analizo, en mi salón empatizo. Era tanto más gracioso -empiezo por
allí, ya que me hizo pensar justamente- porque era para un periódico
que no leo, lo confieso, que se llama Chqilie Hebdo, y que me había dele-

1. Juego de palabra enfie pro-fessée ("pro-nalgada") y professer ("profesar"). [N. de T.]


2. juego de palabra entre soupape ("válvula") y sot4s-papes ("sub-papas"), homófonos
en francés. [N. de T.]

34
MENSAJE SECRETO PARA ENTENDIDOS

gadounafree-lance como se dice, una amazona. puedo decir su nombre


va que muy probablemente estará en el periódico, una rubia de ojos
azules que se llama Helene Fresnel, y que resultó que era la sobrina
bisnieta de Augustín Fresnel, el físico. sin dudas es un encuentro. y
aunque se llame Fresnel, no me frenó para nada, por el contrario, me
invitó a soltar los frenos, por lo tanto, le hablé durante dos horas y
media casi sin parar.
Me prometió que me iba a dar una copia de la grabacióru de hecho
pensé que podrí4 en lugar de dictar mi clase, prender un grabador
para que la escucháramos juntos, porque lo que encontrarán segura-
mente en el periódico -que no estaba en los kioscos esta mañana, ya
pregunté- solo será una pequeña pfldora de esta entrevista. Eso no fun-
cionaría si me entrevistase, no sé, un estudiante del Departamento de
Psicoanálisis intentando ser serio; ella no intentaba serlo. por ejemplo,
yo digo en un momento: "La realidad es una chica buena,, .Ellame dice:
" ZQué es una chica buena?". Entonces tuve que contestar acerca de lo
que es una chica buena. |ustamente, en general, las chicas buenas no
dan a pensaq, las chicas malas lo hacen. Entonces, tuve que contestar en
el acto que una chica buena es una chica que deja hace4 pero que solo
deja hacer lo que le gusta. Y me parece muy bien dicho,
¿no? Me parece
una definición excelente de la chica buena.
Esta entrevista también me hizo pensar porque ella me transmitió
amablemente las palabras con las que me iba a presentar en el perió-
dico, y eso me dejó pensativo. Les leo la frase: "Filósofo, psicoanalis-
ta, normalista, antiguo alumno de Althusse¡, ]acques-Alain Miller es,
a los 63 años - ¡63 añosl Lo tengo que leer para creerlo- el guardián
del templo de los seminarios de ]acques Lacan con cuya hija ]udittr, se
ha casado". Le dije: "¿No se podrá cambiar un poco esto? Me casé con
la hija, judith, eso es indiscutiblez p€ro ¿soy el guardián del templo?
No me parece que esto refleje lo que soy". Ella me dice: ,,¡At¡ si no lo
puede negaq es así!". Le digo: "¿Le parece importante decir que tengo
63 años?". Y le parecía importante. Ahí le digo:

Dice antiguo alumno de Althusse¡, no es incorrecto, pero, si quiere mi opi-


nión al respecto, me considero hoy ante todo alumno de Canguilhem, con
quien hice mi tesis. Asistí a su seminario en el Instituto de historia de las
ciencias de la rue du Four. Y me considero en segundo lugar alumno de
Foucault, con quien hice algunas exploraciones en las bibriotecas y en ter-

35
IACQUES-ALAIN MILLER

cera línea, frecuenté mucho a Derrida desde el día en que lo descubrí en


una pequeña sala en la Sorbona en 1962, y en cuarta línea, es cierto, está
Althusser.

Tiene su opinión, Fresnel, no sé de dónde la sacó; en firy para ella yo


soy antiguo alumno de Althusser. Filósofo antes que psicoanalista, ¿les
parece justo? Así 1o ve ella. No creo que jamás me haya escuchado aqui
ni tampoco leído, pero tiene esa idea y entonces soy filósofo, coma,
psicoanalista. Entonces pensé: por cierto, de hecho ya estoy empezan-
do, voy a hacer filosofía. Es cierto que mis referencias más familiares
son filosóficas y que he leído más filosofía que psicoanálisis. Lacary de
hecho, consideraba el psicoanálisis como difundido por una literatu-
ra. . . [Amid trae un ejemplar de Charlie Heb do). Muy amable. "Conside-
raciones recopiladas por Helene Fresnel." Lo ilustró un dibujante que
me cae bien. Se ve alguien en una oficina que dice "Hola, ¿comisaría?
¡Tengo acá un colega que pretende no ser depresivol".
¡Bueno! Por lo menos ya está pasando a la opinión pública. Hay otro
dibujo que muestra alguien verdoso acostado en un diváry y el psicoa-
nalista le dice: "¿Y cuando empezaron sus problemas?" Y el otro le con-
testa: "Cuando he leído la campaña publicitaria contra la depresión".
Aquí está: "Filósofo, psicoanalista, está a cargo -¡Ah!, sacó guardián del
templo- de la publicación de los seminarios de Lacan".
Entoncet estaba por hacer este año filosofía, por 1o menos Para emPe-
zar.Yaque Lacan consideraba la literatura psicoanalítica como una lite-
ratura delirante. He leído los clásicos del psicoanálisis, e incluso en una
época tuve que hacer investigaciones al respecto. Cuando estaba empe-
zando, al principio de los años setenta, hice algunos seminarios en los
que, en efecto, compulsaba los grandes artículos, que de hecho nunca
fueron recopilados, al menos en francés, otra cosa que podría hacer.
Hablo de los grandes artículos clásicos y sólidos de la tradición psicoa-
nalítica, yo publiqué y traduje, o hice traduciq, más de uno en Ornicar?,
pero, a fin de cuentas, si hablamos de cantidad, si se trata de cuantifica(,
leí mucho menos psicoanálisis que filosofía o historia de las ciencias.
Sin embargo, me parece que no se puede ser lacaniano y filósofo,
porque Lacan pensaba y escribió, podremos volver a ello este año, que
hay un error en la base de la filosofía. Para é1, la filosofía es un discurso
que tiene consistencia y afirmó que hay un error en su base misma tal

36
MENSAIE SECRETO PARA ENTENDIDOS

tez sin explicitarlo completamente. Este año podremos empeñarnos en


esta cuestión para tratar de enunciar 1o más precisamente posible cuál
es ese error. No se puede ser, en mi opinióry lacaniano y filósofo, aun-
que algunos lo son, digo, son filósofos de profesióry pero, al ser lacania-
nos, tienden a inclinarse hacia otro lado. Creo que es una contradicción
en los términos.
Esto no impide que el dicho que recordé la última vez, elenunciado
de Nietzsche -"e1 desierto crece"-, dicho que extraigo tal como 1o des-
taca Heidegger en su libro, en su curso, ¿Qué significa pensar?, me doy
cuenta de que me acompañó desde el día en que 1o leí y que si la frase
de Sollers -"todo es óptimo en el peor de los mundos posibles"-, me
gustó tanto, es por ser un eco de aquella otra, una versión de esta frase
irónicamente leibniziana. ¿Cuándo habré leído esta frase? El curso de
Heidegger es de los comienzos de los años cincuenta, fue publicado en
francés -verifiqué- en 7959, pienso que 1o he leído en los años 7962-
1963, cuando me volví normalista,3 porque tenía más tiempo libre que
en el preparatorio, aunque los seis primeros meses seguí como antes.
Los tres últimos meses, antes del concurso, en efecto, se empieza a sen-
tir cierta presión que no favorece el pensamiento independiente.
Es decir que fue hace mucho, no voy a contar porque se notarían
mis 63 años. Igualmente los tengo. Algunas personas me lo dicen y el
calendario me lo dice. En mi mente no los tengo así que no me voy a
dejar sugestionar por números, estoy en contra del fanatismo de los
números. Por otra parte, es una cosa que ya enuncié frente al doctor
Lacan. ]ustamente, ya que como se sabe, me casé con su hija, ocurrió
en la mesa familiar y dije: "¡Yo, mentalmente todavía tengo 17 años!".
Cada uno se puso a decir que edad tenía en su mente, incluso el doctor
Lacan. ¿Quieren saber qué edad dijo que tenía? Dijo: "Yo todavía tengo
5 años". ¡Y era verdad! Es justo antes del Edipo, o, en todo caso, antes
del declive del Edipo en el que se instala el supuesto superyó prohibi-
tivo. El doctor Lacan, cuando quería algo, lo quería inmediatamente. Y
vociferaba para obtenerlo.
Ahora me resulta más fácil que antes contar anécdotas sobre el doc-
tor Lacan. Me pregunté por qué, y pienso que tal vez ahora ocurre que

3. Alumno de la ENS. [N. de T.]

37
]ACQUES-ALAIN MILLER

me enteré que tengo 63 años, es la edad exacta que tenía el doctor Lacan
cuando lo conocí. Lo conocí el 15 de enero de 1964 cuando lo vi subir a
la tribuna del aula Dusan de la ENS para pronunciar esta clase que más
tarde llamé "la excomunicación", tenía 63 pirulos. Por eso me llamó
la atención ver el número 63 porque pensé: ahí está, tengo la misma
edad que é1, cuando en la época -yo tenía 18 años- me parecía augusto.
No terminé de meditar acerca de este colapso temporal del que recién
ahora me doy cuenta, la entrevista fue el sábado por la mañana, es decir
que me mandó su presentación el sábado por la noche y solo desde esta
fecha me acostumbro a mis 63 años, por lo tanto, va a seguir resonando
un rato más.
Entonces desde 1962, me di cuenta de que tenía peso para mí ese
poema en reducción que enuncia "el desierto crece" y que, además de
ser un poema, también es un diagnóstico de la época. Vamos hacia la
desertificación. Es una protesta romántica, si podemos elevarlo al cubo.
Esto es 1o que nos permite, si me habilitan a usar un lenguaje marxista
o un lenguaje sindicalista, la unidad de acción con los humanistas. El
hombre contra las cifras. De parte nuestra, es oportunista, es pragmá-
tico, porque en lo que al hombre respecta, si no nos hemos sacado el
humanismo de encima después de haber pasado por Lacary entonces
no tenemos remedio. Pero hay ambigüedades útiles y aquí hay una
ambigüedad obviamente útil y podemos entender y admitir el sentido
profundo de la protesta humanista, dentro de ciertos límites que Por
otra parte habremos de precisar.
No solo me impactó, como se dice, la expresión "el desierto crece"
sino todo este texto de Heidegger y la noción, el sentimiento, la con-
ducción que propone respecto a la cuestión del pensamiento. Como es
fácil imaginar, el pensamiento tenía para mí un peso especial, como lo
tiene para el sujeto llamado obsesivo. Tiene una experiencia de la con-
sistencia, de la inercia, del retorno de los pensamientos. Para semejan-
te sujeto, no son estrellas fugaces, no es plástico, sino que se presenta
con una densidad particular. Con este material, el sujeto obsesivo, se
fabrican tanto los que llamamos los pensadores como los burócratas;
cierta raza de personas. Cuando no hay nada para contrarrestarlo, el
obsesivo no es muy intersubjetivo, por oposición al histérico. Cuando
se deja llevar por su pendiente natural, el obsesivo es más bien intra-
subjetivo.

38
MENSAIE SECRETO PARA ENTENDIDOS

Freud precisa, como sabery que la histeria es claramente el núcleo


del asunto y tuve la suerte de disponer de cierto quantum de histeria,
por así deciq, que me esforcé en aumentar con el paso del tiempo, por
lo que puedo conversar de igual a igual con el periodista free-lance, al
menos eso espero. Estoy muy contento de que hayan sacado el ,,guar-
dián del templo", me alivia.

¿Qué significa pensar?

Entonces, ¿qué significa pensar? Es una pregunta filosófica pero que


tiene, desde luego, mucho eco en la clínica. Al decir eso, me dirijo a
todos los obsesivos que me escuchan. A propósito, ya que estoy hacien-
do filosofía, me autorizo a ser más profesor que nunca: los que estudian
filosofía -sé que es el caso de algunos de los presentes- tienen que leer
algo, algo realmente muy simple, muy bien edificado, con lo que van a
poder hacer disertaciones hasta la agregaciórya aunque eso dependerá
del tipo de jurado que les toque. Hay que vel no sé, cuando yo esta-
ba pasando la agregaciórL pensaba haber estudiado bien el perfil del
jurado, para cuadrar. Por darles demasiado crédito, no lo hice tan bien
porque, el día de 1o que llaman la gran lección, hay que disertar durante
una hora sobre un tema que se prepara en siete -lo cual es demasiado
largo-. Me tocó el tema de la jerarquía, y,haciéndome el listo, apuré en
quince minutos las trivialidades clásicas de Platón etc., para dedicar
media hora a la jerarquía de tipos de Bertrand Russell, estaba como un
pavo real hasta que Derrida, quien tenía sus conocidos en el jurado, ya
que además de ser un gran filósofo era también un tutor atento a los
normalistas, me llamó. Le dije: " ¿Y? ¿Se sorprendieron, rro?" , y me con-
testó: "No tanto, porque no sabían de qué estabas hablando".
No sé lo que se me había ocurrido, hoy en día ya deben estar más
al tanto pero en esa época todo lo que era la lógica matemática, hasta
un tópico tan conocido como la teoría de tipos, al jurado aparentemen-
te lo superaba. Fue seguramente necesaria toda la buena voluntad de
Canguilhem, al que le caía bien, para que pese a ello obtuviera la agre-

4. Concurso final para entrar en el profesorado. [N. de T.]

39
IACQUES-ALAIN MILLER

gación de filosofía con honores. Entonces no puedo decirles que mi


consejo le convenga al jurado -tendrán que estudiar su perfil-, pero es
algo extremadamente sólido, y en verdad muy lacaniano. Es -lo cito
de memoria porque está perdido en mi biblioteca- uno de los cuatro o
cinco capítulos de la tesis de Deleuze, Diferencia y repeticiórt, publicada
en las PUFs si mal no recuerdo. Es un capítulo extraordinario llamado
"La imagen del pensamiento" que entre otras cosas se refiere a ¿Qué
significa pensar? de Heidegger.
A Deleuze no le gustaba Heidegger. Hacía una sátira de él para
morirse de la risa, de la que les hablaré este año, lo prometo. Pero a
esta altura, aún no se había soltado y hace un comentario realmente
pertinente de ¿Qué significa pensar? Por lo tanto, recomiendo este frag-
mento a todos los filósofos aspirantes. Si mal no recuerdo, opone dos
imágenes del pensamiento. Procede con una antítesis de profesoq, pero
muy ehcaz. Por un lado, la imagen contemplativa del pensamiento. La
llamo asi verificaremos como es en el texto una imagen serena, una
imagen que es del orden del reconocimiento. Se reconoce lo que hay.
"¡Ah!, ¡miren quién llegó! ¡Buenos días, Sócrates!" Se reconoció a Sócra-
tes. Sócrates está aquí en el mundo, se tiene la imagen mental de é1, y
en todo caso uno puede decir: ¡Este es Sócrates!
Sócrates contesta: "So l'am" -bueno, lo dice en griego-. Es el pensa-
miento tranquilo, el pensamiento en tanto doble de la realidad, en tanto
abraza la realidad y cuyo ideal consiste en ello -to fit para decirlo en
inglés-, abrazar las formas, es el pensamiento a medida. Otra forma de
expresarlo -debe haber otras más-, sería el pensamiento en tanto está
hecho de encadenamientos, no de desencadenamientos, sino de enca-
denamientos. Usted tiene un pensamiento, y luego, lógicamente, salta
al pensamiento siguiente. Una vez allí, salta hacia otro. Por lo tanto,
se articula biery no hay dispersión, no hay contradiccióry uno deduce
dentro de su propio pensamiento.
Tenemos, así y todo, que sea doble o que sea un encadenamiento
deductivo -que también podríamos llamar articulatorio: se tiene un
pensamiento, se tiene otro-. Se busca el pensamiento que los reúna y
que permita articularlos. Entonces siempre estará todo bien entre A y B:

5. Ed. cast.: Buenos Aires, Amorrortu, 2002.

40
MENSAIE SECRETO PARA ENTENDIDOS

"8,
¿está usted de acuerdo para estar conA?", "Si señor C". Y aquí está.
O también está el orden dialéctico. A se pone allí -tenía un profesor
alumno de Alain en clase de preparatoria, el alumno querido de Alairu
de hecho hizo la edición de los Propos de Alain en la Pléiade,6 Maurice
Savin se llama, no sabía nada de filosofía pero sabía de Alain-, y cuan-
do tenía que explicar a Hegel, nos moríamos de la risa, el día que inten-
tó, se puso en el fondo del aula y dijo: "¡Soy la tesis!", luego corrió hacia
su escritorio -seguramente este jueguito me vendrá de ahí- y dijo "la
antítesis", y después, "¡la síntesis!", aúnme acuerdo. Esto sigue siendo
del orden número uno del pensamiento, si quieren.
Entonces, de una forma u otra, es Ia idea del orden en los pensa-
mientos. Hay que admitir que gran parte de nuestra actividad lleva a
ello: poner orden en nuestros pensamientos. Estar publicando el semi-
nario de Lacan o mi periódico del mes que viene, vuelve atento, me fijo
en poner ordery por ejemplo en las frases, las muevo para que fluyan
mejor.
Todo eso es una dimensión que tiene su consistencia, que trato de
materializar para ustedes. Deleuze le contrapone a eso todo 1o que reu-
nió en un paréntesis y que desarrollo aquí con ayuda de mi imagina-
ción puesto que no se me ocurrió 1o suficientemente temprano como
para ir al texto, con lo que les estoy diciendo todo esto de memoria. Este
ejemplo no está en el texto, sí la noción.
Después está lo otro, que en mi recuerdo es del orden de7 forza-
miento, es decir que hay cosas que fuerzanel pensamiento. Deleuze las
encuentra por ejemplo en Platóry o también en lo que es del orden de
la paradoja, cuando el no encontrar salida, cuando el hecho de no saber
qué pensar fuerza a pensar, justamente porque se tropieza. Y aquí, ya
no son imágenes de orden, de conciliación y de recognición. Deleuze no
dice reconocimiento, dice recognición para el "¡Buenos días, Sócrates!".
Por otra parte no usa el nombre de Sócrates sino el de un personaje de
Platón en un episodio en que justamente deben decir "Buenos días, tal".
Llama eso recognición. Aquí se reconoce la cosa. Mientras que, del
otro lado, se presenta justamente algo que no se parece a nada, que no
se puede reconocer y que, por lo tanto, juega el papel de causa en el

6. La Pléiade es una prestigiosa coiección que edita todos los grandes clásicos. [N. de T.]

41
IACQUES-ALAIN MILLER

sentido de Lacary de causa del pensamiento. Por esta razón considero


que esta construcción de Deleuze -así como varias otras a lo largo de su
tesis- es la prolongación de Lacan. De hecho cuando se haga la histo-
ria de las ideas de ese período, aparecerá claramente que hay más -no
guardianes del templo, eso hay uno solo, o incluso ya no hay ninguno
ahora- sino que hay más de un heredero del pensamiento de Lacan. por
ejemplo, en el libro de Roland Barthes -¡Ah sí! también fui alumno de
Roland Barthes, eso fue muy importante para mí- sobre la fotografía,
la oposición entre el punctum y el studium proviene directamente de la
oposición entre el ojo y la mirada del Seminario 11., es patente.
Opino que hay que considerar este maravilloso capítulo de Deleuze
como también una prolongación de Lacan, una aplicación, una proyec-
ción de Lacan en una puesta en ordery en una taxonomía de las teorías
filosóficas del pensamiento. Entonces, en el número 2,Deleuze señala
lo que funciona -no digo como causa porque Lacan aún no había desa-
rrollado tanto el término, pero funciona como tal- como a del pensa-
miento, y que siempre está ligado a un tropiezo, a un desgarro de la
imagen contemplativa, serena, del pensamiento.
Heidegger también fue muy importante para mi e incluso me impi-
dió avanzar. Habla de la edición, no habló únicamente del Se4 sino
también de la edición y de la prensa. En esa época, una observación
que está en los Holzwege,los Caminos del bosque o Sendqs perdidas como
se tradujo, me llamó mucho la atencióry es el lado campesino suevo que
es tan gracioso en Heideggel no me 1o creí nunca, Deleuze se burla de
eso en otra parte de manera muy divertida, pero así es el ambiente del
mundo de Heidegger. Él no está en los aeropuertos internacionales, no
forma parte del fef -set, es el camino en la selva suev4 el leñador tala su
camino, y en un momento dado se detiene, vuelve a su casa, donde lo
espera Susanita, "mi fiel pareja" , como dice Heideggeq, no tan fiel según
las últimas noticias pero por lo menos no se marchó como Cecilia...7 No
es el camino que lleva a algún lado, no es la autopista moderna, no es el
//queremos
ir a algún lado".
Al contrarig el camino que importa verdaderamente es aquel que no
lleva a ningún lugar, aquel donde uno abre su camino por sí-mismo,

7. Cecilia Sarkozy, quien se estaba separando del entonces presidente francés. [N. de T.]

42
MENSAIE SECRETO PARA ENTENDIDOS

no es la autopista, no está todo asfaltado, el camino donde se siente


el fin del día, el peso del cansancio y no se vuelve a casa para mirar
un programa imbécil o escuchar los chistes de Gérard Miller. Entonces,
¿qué hace el campesino suevo por la noche, en esta concepción? Supon-
Bo que toma un poco, pero de eso no hay rasgos en Heideggel, mira la
puesta de sol. Y piensa, ¿qué piensa? ¿Puede siquiera pensar: "El sol
saldrá mañana"? Dice: "Eso es". Es una atmósfera, un ambiente.
Dicho eso, ya en la época, Heideggeq, muy astuto, había aislado en
sus desarrollos de los Holzwege sobre Descartes de qué manera su cogito
ergo sum iba a prescribir los datos fundamentales de nuestro desier-
to. Ya que formuló que se trataba de volverse maestro y poseedor de
la naturaleza -vemos el resultado- es un proyecto, el programa de un
dominio de lo simbólico sobre la naturaleza, es deci¡. obviamente, que
es un programa de explotación sistemática, de destrucción y cuyos sub-
productos son, por lo tanto, los movimientos de protección del medio
ambiente, los partidos ecologistas, cuyo mayor pensamiento es organi-
zar el tránsito en las calles de París, para desalentar el uso del transpor-
te automévil, es decir que usan métodos behavioristas. Los ecologistas
son behavioristas, se lo dije a Charlie Hebdo, de hecho, no lo conservaron
creo.
¿De qué hablaba? Sí en el capítulo de los Holzwege que demues-
tra cómo el cogito cartesiano ya prescribe el desierto contemporáneo,
hay una pequeña nota al pasar que había tenido bastante efecto sobre
mí en esa época y que decía que en ese momento ya no había autor.
Lo afirma bastante temprano, en los años cincuenta, ve lo que está
ocurriendo, y hubiese podido decirlo ya antes de la guerra, tuvo una
pequeña ausencia durante Ia guerra, de acuerdo, no vio lo que estaba
ocurriendo delante de sus narices, lo siento pero no quita en nada la
pertinencia de su diagnóstico en otros temas. Todos los días se nos
recomienda no leer a Heideggeq, y por las peores razones, obviamente,
porque él crítica de manera mucho más acerba que nosotros el mundo
de la cuantificación.
Se trata entonces de un pequeño fragmento en el que dice que no
hay más autores, que los que hoy comandan el proceso de escritura
y de publicación son los editores. Encargan los textos, encargan los
libros, hacen colecciones, uno las completa y, por lo tanto, entra en un
mundo sin verdadero autor. Me pareció profundamente pertinente, y

43
JACQUES-ALAIN MILLER

me detuvo en seco cuando yo pensaba tener cierto talento para el ofi-


cio de editor. Siempre tuve más ideas que las que pude realizar. Desde
luego, hubiese podido encargar muchos trabajos y estimular a otros en
realizarlos, pero esta frase de Heidegger siempre fue para mí como una
barrera moral y, de alguna forma, me doy cuenta de ello en el momen-
to en que la estoy franqueando ya que me voy a volvel, al menos por
un tiempo, director de colección y director de periódico, con lo que
estoy llevado a encargar textos. Lo estoy haciendo por obligación en
una situación dada y sé muy bien de qué estoy participando al hacerlo.
¿Qué dice entonces Heidegger del periodismo en ¿eué signifi-
ca pensar?? Critica las revistas ilustradas, exactamente Io que estoy
publicando. Critica las grandes concepciones precipitadas, el compa-
rar sin profundizar civilizaciones y la imagen madre de la que procede
sin decirlo el estilo predigerido de las generalidades histórico-univer-
sales. Es decir las revistas ilustradas como Le Nouael Ane, que hice
rápidamente y, admitámoslo, cuyo proyecto queda perfectamente
definido con las palabras generalidades histórico-unioersales.
¿Cómo llegué a ello, cómo fui llevado a darle al lacanismo una sali-
da en una revista ilustrada? Me 1o pregunté seriamente. Cuando actúo,
no me pregunto nada, estoy en lo que hago. Cuando preparo o fantaseo
este curso, me pregunto cosas. ¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué lo hago?
¿Por qué mi actuar dice: "Está bien hacerlo, está bien empujar toda
esa gente a hacerlo conmigo"? Creo que tengo la respuesta. Heidegger
no es mi único maestro. Está Hegel también. Un maestro que Lacan
también tenía. Por lo tanto, quiero, siempre quise, que la enseñanza de
Lacan importe, tenga peso en 1o que Hegel llamaba con una palabra
que es también freudiana: laWirklichkeit,la realidad efectiva.
Hay pensamientos que se acariciar¡ hay pensamientos que se guar-
dan para uno y para su analista, cuando se está en análisis y se es
honesto, lo que no siempre es el caso. Me entero a veces que tal anali-
zante se abstuvo durante tres años, a pedido de sus amigos, de decirme
algo que tal vez me hubiese dolido, que se ocultaba un pequeño secreto
de grupo que era mejor dejar de lado. Eso es malgastar un análisis.
Es probablemente un error mío que haya podido pensar que la pasión
institucional era tanta en mí que, al disponer de esa información con-
fidencial, hubiese actuado en el mundo para aplastar sus proyectos.
¡Fantasmagoríal

44
MENSAJE SECRETO PARA ENTENDIDOS

Pero, en firy normalmente, hay pensamientos que uno conserva


para sí y que solo comparte con su analista. Hay que compartir todo
con su analista. Se comparte con él una parte de su fortuna, se compar-
te con él una parte de su vida, y en el orden del pensamiento, hay que
compartir todo. Incluso cuando no está, se comparte. El analista es un
espectro. Está presente en los pensamientos del analizante, lo sepa o no.
Le viene algo en mente y podrá ser dicho, será dicho; por esa razón los
analistas sintieron como una intrusión esta voz gigantesca que se hizo
escuchar en Francia con "Usted está triste, usted está esto o 1o otro, es
una enfermedad", nos dimos cuenta de que es una competencia, de que
todos los medios del Estado, 1o sepan o no, se pusieron al servicio de
unavoz que penetra en las profundidades del pensamiento para decir:
"¡Interpretá eso como una enfermedad!".
Luego, el analista se sintió por supuesto apretado al lado de esta
voz gigantesca. No hay por qué soportar eso. Quisimos no menos que
destruir el televisor, por legítima defensa. Es una legítima defensa de la
esfera privada, psicoanalítica y ciudadana. Cuando tuve que ir a Milán
recientemente para conversar con unos colegas, almorcé con alguien en
un restaurante de la galería Víctor Emmanuel, cerca del Domo, todos
los que pasaron por Milán la conocen. Hablaba en francés con la perso-
na italiana que estaba al lado mío, y una señora que estaba en otra mesa,
viéndonos como extranjeros, se nos dirigió en inglés, era una americana
que se calentaba los sesos para saber cuánta propina tenía que dejar.
La conversación se inicia entonces y resulta que -no invento nada- es
abogada, yo le digo: "¡Abogados no les faltan allá!", era de Washington
y poco a poco llego a contarle que soy analista y que estoy muy ocupado
con la campaña sobre depresión que tenemos recién en Francia pero que
por supuesto empezó en los Estados Unidos ya en 1991. Y esta señora me
dijo: "¡Ni hablar! Es un verdadero atentado alapriuacy". Como abogada,
pensaba que había ahí un ataque a los derechos de la prioacy y que esto
no significaba una zona fuera del derecho.
Es lo que tratamos de defender cuando hablo de romper el televisor.
No se equivoquery existe una posibilidad de victoria. Evidentemente,
nuestra voz es mucho más débil, pero tomemos como ejemplo el éxito
público considerable que se consiguió allá desde una posición rnás
débil que la nuestra, la del cognitivismo. La gente confunde ahora L¿
Nouael Ane con depresióry con campaña depresión. Recibo hasta hoy

45
JACQUES-ALAIN MILLER

artículos de personas que arrancaron un poco lento pero que ahora


mandan textos sobre la depresión.
No vamos a estancarnos indefinidamente en la depresióry es depri-
mente. Vamos a continuar sobre la depresión bajo la forma de la inves-
tigación científica, vamos a hacer un gran coloquio que se llamará:
"Depre depresión", el 26 y 27 de enero, estoy esperando una última
confirmación para el lugar y la fecha. Publicaremos las Actas del colo-
quio con textos complementarios -por 1o tanto, cada cual tiene toda la
legitimidad para escribir alguno- en la colección del Campo Freudiano
en las Éditions du Seuil, tengo el OK del presidente para ello, pero en
nuestro órgano de combate y de defens a, Le Nouoel Áne, no podemos
estancarnos más en eso. El cognitivismo es muy tentado¡, es de no creer
todo el lugar que ocupa. Se volvió una vulgata para los poderes públi-
cos, e incluso para el común de la gente. Cuando atacamos el excesivo
recurso a la farmacia, resulta que sus primeros aliados son cognitivos.
La tienen clara a la hora de pegar.s

Viaje al centro del cerebro

Ya que evoqué 1962.Yo conocí la psicología de la época, en la Sor-


bona del principio de los años sesenta, la Universidad de París, sin las
multiplicaciones y diversificaciones que tiene hoy -¡la verdadera Sorbo-
na!-. ta psicología era una disciplina despreciada, que se escondía. Era
una separación reciente de la filosofía. Había obtenido la autonomía, y
a los filósofos que tomaban el camino de la nueva disciplina se los con-
sideraba unos degenerados, unos vendidos. Tal vez tengan en mente el
artículo histórico de Georges Canguilhem sobre la psicología, que de
hecho publiqué inmediatamente cuando hice los Cahiers pour l'analyse,
en el que, a pesar de que los que ocupaban estos nuevos laboratorios
de psicología eran sus antiguos alumnos, no anda con rodeos sino que
dispara con la ametralladora que se ganó durante la Resistencia.
Es un artículo que Lacan leyó en los Cahiers pour l'analyse y que le
inspiró un comentario elogioso que encontrarán en uno de los escritos,

8. En "cognitivos" se escucha en francés cogne, qve significa ,,pegá,,. [N. de T.]

46
MENSAIE SECRETO PARA ENTENDIDOS

aquel donde evoca el desliz sensacional de la psicología del Panteón


al departamento central de Policía. Debo admitir que el hecho de que
sea tan despreciada, de que sea considerada reservada a los menos bri-
llantes, a mí justamente me interesó. No entendía el por qué de estas
ierarquías. Entonces estudié psicología social, me diverla mucho, sobre
todo la psicología social, por ejemplo, Moreno. Yo no compartía ese
desprecio, sin embargo era objetivamente su estatuto. Y aquí estamos,
con un restablecimiento sensacional. La misma psicología miserable,
odiada, impresentable, que no entraba en los salones de la filosofía,
"no, usted no, ¡fuera!", como cuando echan a Charles Chaplin de los
restaurantes elegantes en las películas americanas.
Luego, al principio de los setenta, la psicología volvió como la últi-
ma moda. Como hacen los dandis, se los echa y más tarde vuelven afir-
mando: ahora somos una disciplina científica y además de ciencia dura
señoras y señores. Antaño éramos ciencia blanda ahora somos ciencia
dura. ¿Con quién andamos? ¿Con los filósofos? Andamos con las neu-
rociencias, los químicos, los biólogos, los físicos, no invento nada. No
sé si tendré el tiempo de detallarles esto, pero no invento nada. La psi-
cología es como mi Cenicienta, estaba allípara limpiar la casa, conoció
un príncipe azul, que no identifiqué con precisión, y ahora solo se habla
de ella.
Los cognitivistas son como una mujer de mala vida, dotada de un
increíble coraje, de un aplomo descarado, hay que reconocerlo, que
sedujo a los poderes públicos. Me encanta esta expresión -1os poderes
públicos- pero allí, hay que ser nominalista, cuando se les tira un signi-
ficante más gordo que un zeppelín -los poderes públicos- hay que utili-
zarlanavajade Occam. Es una abstraccióry ¿qué hay allí detrás? Detrás
hay, por lo generaf tal burócrata, oficina, y muchas otras oficinas por
todos lados, con sus secretarias, sus computadoras, toda esa gente que
de vez en cuando busca una tarea para ocuparse. Por eso cuando ven
llegar una bella muchacha, vestida a la última moda que les dice: "Vas
a ver cómo voy a descubrirte las leyes del espíritu inmediatamente, así
te sentirás mucho mejor, y todos tus compatriotas también", no desa-
provechan la ocasión.
La psicología ha seducido metódicamente los poderes públicos'
¿Dónde estábamos nosotros durante ese tiempo? Me lo sigo pregun-
tando. Me lo estoy preguntando desde que, el jueves pasado, entre-

47
}ACQUES-ALAIN MILLER

visté durante tres horas al biólogo jean-Didier Vincent, que acaba de


publicar su Viaje extraordinqrio al centro del cerebro. Es ante todo, entre
paréntesis, un viaje extraordinario al centro de su cerebro, al de é1, pero
tiene un cerebro muy entretenido, uno no se aburre ni un segundo con
é1, lo que sí es muy especial.
La introducción trata de reflexiones sobre el inconsciente y sobre
Freud, empieza explicando su viaje a Viena en romántica compañía y
contando uno de sus sueños. Se le puede reprochar muchas cosas, pero
he aquí a alguien que no se obliga a hacer alarde de los signos conven-
cionales de la cientificidad. También habla, al pasaq, del genio de Freud
y del de Lacan pero eso es para que no se le vaya a buscar pelea. Lo
extraordinario es que al final cuando le dije: "Le mostraré cómo va a
quedar antes de publicarlo", me respondió: "No, deme la sorpresa".
Dado que soltó algunas bombas, tendré que medir exactamente cuánto
podrá soportar las sorpresas que trae. Dice que a sus colegas les falta
imaginación. Dice muy precisamente: " ¿Por qué ustedes los analistas
-yo no era analista en esa época, por 1o que no tengo nada que repro-
charme-, cuando el cognitivismo empezó a crece4 no intervinierory
por qué no dijeron 1o que tenían que decir? Y Sartre tampoco lo dijo, y
Foucault no lo dijo lo suficiente". Y pensé: tiene razóry no lo tomamos
demasiado en serio.
Así en OrnicarT entrevistamos a Jean-Pierre Changeux, si bien es
biólogo y no cognitivista, más tarde le facilitó un lugar al cognitivismo.
Éric Laurent conocía a alguien que trabajaba en el equipo de Changeux
y le dio la idea de que podíamos invitarlo y entrevistarlo de a varios,
luego le traje el texto establecido en su laboratorio del Instituto Pasteuq,
ahí por 7984-7985 y le pareció muy bien y le dije: "Me gustaría ponerle
el título Elhombre neuronal". "Es un hermoso título", me dijo y después
Odile ]acob leyó el artículo y encargó -conforme al proceso heidegge-
riano- un libro que se llamara El hombre neuronql y que fue unbest seller
histórico. De hecho, Changeaux, muy amablemente, menciona que soy
el inventor del título. Aparentemente me tuvo aprecio durante un tiem-
po largo, porque, cuando necesitaba un sparring partner para hacerle
objeciones en una conferencia, me invitaba.
Hicimos un dúo así en la Fundación Saint-Simory donde los inte-
lectuales tenían Ia oportunidad de conocer los grandes nombres del
mundo de los negocios. Fui solo porque estaba Changeux. Después, me

48
MENSAIE SECRETO PARA ENTENDIDOS

mandaron un cheque bien generoso por haber ido una tarde y, verán
como soy, no lo cobré, porque no quería cobrar dinero que viniera de
esa fuente. Pero por supuesto, cuando le reproché a ]ean-Didier Vincent
no haberse opuesto lo suficiente al cognitivismo, me dijo: "¿Y usted?
Fue usted quien lanzó la carrera de Changeux" . Hay algo que no vi en
la época, está claro. Me quedé con el hecho de que Changeux me pare-
cía -y me sigue pareciendo- extremadamente simpático.
jean-Didier Vincent me dijo: "Si lo aprecia asi es porque lo lanzó
usted". Y le contesté: "Sí debe ser como El aiaje del señor Perrichón" en
que el señor Perrichón no ama a su salvador sino a aquel que él mismo
salvó. Su hija tiene dos pretendientes, uno piensa conquistarla salvan-
do al señor Perrichón de un apuro, mientras que el otro, más astuto, se
pone en un apuro y el señor Perrichón 1o salva, por lo que, cada vez que
lo ve, se siente un héroe.
Pues estoy muy decidido a que esto no ocurra otra vez. Comprome-
ter al lacanismo en una empresa como la de L¿ Nouael Áne, y todas las
cosas que lleva, que no son pocas, conté que en un segundo tiempo por
venir ya comprometí conmigo a ochenta personas solo para producir
esto. No se tiene que reproducir. Tenemos lJna voz, podemos hacernos
escuchar. Y como dice Nietzsche, como dice Zaratustra, lo que mejor
mata no es la ira, sino la risa. ¡Podemos matarlos a golpes de risa!
Entonces, vamos a intentarlo. Vamos a tratar de considerar que
el cognitivismo, tal como 1o hemos conocido al final del siglo XX y al
comienzo del siglo XXI, ¡se acabó! No alcanza con golpear la mesa, lo sé,
pero ayuda. Ayuda a fijar las ideas, a darse cuenta de que nada es inevi-
table, de que empezaron miserables y se disfrazaron con ropa nueva,
que es una doctrina de impostura. Por suerte, la escuela de jean-Didier
Vincent lo dice también. jean-Didier Vincent un profesor del Collége
de France llamado Prochiantz y un tercero llamado Schwartz, a quienes
]ean-Didier Vincent llama los tres cangaceiros.Lo dijeron, perdieron -ter-
minó por admitirlo-; le dije que si que sufrieron una derrota, y asintió.
Pero la guerra no se acabó, recién empieza. Lograron arrancarle al Esta-
do miles de millones de euros para construir un monstruo que se llama
Neuro Spin. Cuando me enteré, hace ya dos años, por un artículo en una
revista, me reí. Compartí mi hilaridad durante el viaje, en Tolosa creo, ya
que había leído eso en el tren o el avióry no me acuerdo, así que compartí
mi hilaridad acerca del proyecto Neuro Spin con toda la audiencia.

49
JACQUES-ALAIN MILLER

Se va a observar qué áreas del cerebro se prenden cuando se hace


una u otra cosa y nos va a dar resultados increíbles porque sabremos
determinar exactamente qué colores dar a la caja de jabón en polvo
para que tengamos aún más ganas de comprarla. Está escrito. Y al
mismo tiempo nos prometen que nos va a dar las leyes del pensamien-
to. Entonces, recobremos la calma. Es una captura por lo imaginario. Se
fascinan porque, en efecto, tienen acceso a imágenes que jamás fueron
vistas. Pasó lo mismo cuando empezaron a haber tubos paseando por el
esófago y dentro del estómago, se veían paisajes extraordinarios que se
mostraban en la televisión. Eran viajes extraordinarios, como un libro
de Julio Verne. Es un viaje extraordinario al cerebro, en efecto miran las
neuronas, se prenden ¡]amás fue visto antes! Bueno, ¿y qué? Franca-
mente, desde que se invierten miles de millones en eso, ¿dónde están
los resultados prácticos? ¡Ningunol
Los psicoanalistas no hicieron su deber en la época. De acuerdo.
Tampoco los filósofos. ¡Y entonces! Ahora si y con los medios de la
época. No alcanza con hacer un coloquio en alguna parte. No alcan-
za corr una publicación erudita, aunque sea de diez o veinte mil ejem-
plares hay que entrar en los medios o no estaremos en la Wirklichkeit.
Así están las cosas. Cuando los poderes públicos estaban en manos de
una élite, cuando Ia ciencia la hacía una élite, talvez no pasaba por los
medios de comunicación. Aunque si leen aBalzac verán cómo se está
atento a los diarios.
Hoy, en efecto, se gobierna con los ojos puestos en eso. IJna vez en
mi vida almorcé en el Hotel Matignon,e con el entonces primer ministro
Michel Rocard y el pobre me explicaba que no tenía tiempo de gobernar
porque tenía que correr detrás de una alerta mediática tras otra. Ya no
se puede hacer más nada, decía. Decía la verdad, era su eslogary decir la
aerdad. Pero, lamentablemente, la verdad es tonta. Entonces la política
se había vuelto esto. Entonces hay que entrar allí si se quiere que el
pensamiento no sea un vapot, que el pensamiento se vuelva una fuerza
material.
Es lo que descuidábamos en el tiempo del marxismo un poco meca-
nicista: se creía que la producción era la de los obreros y nada más. Y

9. Sede del jefe de Gabinete, llamado en Francia "primer ministro". [N. de T.]

50
MENSAIE SECRETO PARA ENTENDIDOS

no es asi la organización del trabajo, el pensamiento según el cual se


orgariza el trabajo también es un factor de producción. Los alumnos
de Althusser tuvieron que aprender esto, la realidad se los enseñó. El
pensamiento es del orden de lo simbólico por eso los remito al texto
de Lacan "Televisión": no hay que confundir el pensamiento y el alma.
Lacan define el alma de forma aristotélica: es el doble del cuerpo, la
forma del cuerpo.
Y francamente, no hay una palabra en el último libro de ]ean-Didier
Vincent que supere eso. Lo que encuentra con su viaje extraordinario
al centro del cerebro es "el alma como forma del cuerpo". También nos
cuenta cómo funciona en secuencias, en circuitos, hipotálamo, etc. Ele-
mentos de los que no disponía Aristóteles, pero estamos en el mismo
marco conceptual. Por esta razónle cuesta tanto ubicar el sexo. Porque,
para é1, el sexo tiene que ver con el alma y el cuerpo, en el sentido aris-
totélico. Afirma entonces que Freud exagera, que no solamente existe el
deseo sexual, sino que también existe el deseo de comet, etc. Encuentra
todo eso en su almacén; entonces t ¿por qué habría únicamente deseo
sexual? Y, en efecto, se mira el cerebro y se lo ve prenderse también con
estas cosas. Igualmente, precisa que el sistema sexual es distinto. Pues
le dije: ¡es distinto! Y me dice que si él sabe, yo no.
Por un lado, nota que no está únicamente el deseo sexual, pero é1
mismo dice en su libro: ¿cómo puede ser entonces que pensemos en
eso sin parar? No tuve tiempo de cruzarlo con el tema. Le quería decir
que la gente no piensa solo en eso, ¡usted siempre piensa en eso, le iba
a decil, la gente piensa en muchas otras cosasl
Hubiese tratado de explicarle que justamente el sexo no está úni-
camente conectado con el alma, con el alma-cuerpo, sino que también
está conectado con el pensamiento. Es lo que descubrimos con el psi-
coanálisis, está conectado con el pensamiento, con lo simbólico. Por
lo que produce cierto tipo de perturbaciones específicas que explican
por qué, cuando va a Viena románticamente acompañado como quiso
contarlo, tiene cierto tipo de sueños, de hecho, 1o sabe. En el sueño
aparece e1 nombre de su pareja que designa en el libro con una A. Y
me dice: le puse A, pero no era un guiño a los analistas. Le digo que si
y me contesta: cierto, es un guiño a los analistas y por otra parte, hay
muchos en mi libro. ¡Muy simpático el muchacho, no nos podíamos
separar!

51
JACQUES-ALAIN MILLER

Nos va a ayudar una frase capital de "Televisión". El viaje extraor-


dinario al centro del cerebro es extraordinario, claro está, encontramos
allí cosas maravillosas, pero lo es sobre todo por todo lo que no encon-
tramos. ¿Cómo podríamos encontrar la relación sexual? No existe' No
pueden hacer un viaje extraordinario al centro de la relación sexual.
La frase capital de "Televisión" que bien lo dice es: "El pensamiento
es disarmónico en cuanto al alma". El pensamiento no está en armonía
con el alma, es una función distinta que desorganiza las funciones del
alma-cuerpo. Y por eso, a pesar de todo su sistema, no logra inscri-
bir realmente el deseo sexual al lado de los circuitos hipotalámicos del
deseo de comer. No funciona en el mismo nivel, en el del hipotálamo,
digámoslo sin miedo, no funciona de la misma manera.

La cifra funda el orden del signo

El pensamiento -1o que Lacan llama el pensamiento- es significante.


! alli tomemos en serio el término que le clava al significante, e incluso
que le clava al signo como tal, a saber, la cifra. Palabra que tiene todas
las razones para 1lamar nuestra atención dado que estamos haciendo
campaña contra la cifra.
Entonces, ya que voy a tener que interrumpir esta clase en plena
marcha, por lo menos cuando se lo entrevista, uno puede hablar duran-
te dos horas y media, preferiría hablar durante dos horas y media, los
remito a ese texto de Lacan que se llama: "Introducción a la edición
alemana de un primer volumen de los Escritos" . Vean un poco el título
que le pone, página579 de los Ofros escritos. No es un detalle.
Jean-Didier Vincent que no sabe cómo vender su libro dice Viaie
extraordinario al centro del cerebro y Lacan "Introducción a la edición
alemana de un primer volumen de los Escritos". Notan la diferencia
de estilo. Los títulos de Lacary a partir de cierta fecha, son imposibles,
digamos que son áridos, repelentes. Va a la radio y llama a eso "Radio-
fonía" . Va a la televisión y llama a eso "Televisión". En este caso 1o
entrevistaba yo, así que logré que no sea enterrado en su revista Scilicet
que nadie compraba fuera del pequeño círculo, y pude hacer de eso un
libro, con una bella imagen en la tapa, y le dije: "No podemos llamar a
eso Televisión".

52
MENSAIE SECRETO PARA ENTENDIDOS

¿Cómo quiere que se llame? No estoy tratando de defender lo que


yo había encontrado en aquel momento, hoy seguramente haya una
mueblería que se llame asi "El arte de vivir". Bueno, en la época no
existía nada parecido y a míme preocupaba mucho encontrar el arte de
vivi1, no tenía ningún arte de vivir. Me dijo: "De acuerdo". Y después,
a la mañana siguiente, llamada telefónica: "No, déjalo, Televisión".
Me hace pensar en esas chicas lindas que se afean, porque los textos
son realmente muy atractivos y Lacan, por malo, les ponía títulos para
nada sexys. Me hace pensar en Lamiel -¿se acuerdan?- el personaje
de Stendhal que todos los muchachos cortejan y que decide entonces
colocarse en el cachete una suerte de tumor artificial para que se la deje
tranquila. Se asemeja a lo que Lacan hace con sus títulos.
Entonces, subraya, en la "Introducción a la edición alemana de un
primer volumen de los Escritos" -está hecho para desalentar incluso
al pronunciarlo, al mencionarlo- la ambigüedad de la palabra cifra,
diciendo, allí, hay embrollo y, en efecto, es una ambigüedad fecunda,
porque cifra, al principio, designa lo que embrolla el significante. Un
mensaje cifrado es un mensaje -ni se puede decir que no se comprende
el sentido porque hay frases en lenguaje corriente, o en otra lengua,
en las que no se comprende el sentido-, del que ni se sabe cómo está
construido, un mensaje cuya sintaxis, cuyo vocabulario no aparecery en
que el significante es opaco. Ahora bien, Lacan formula un principio,
me doy cuenta que nunca insistí en eso en este curso a pesar de sus ya
numerosos años de existencia: la cifra funda el orden del signo. No es
la cifra contra la cual llamamos a la revolucióry a la revuelta. La cifra de
la que se trata es la cifra en tanto encriptación.
¿En qué la cifra funda el orden del signo? En que el principio del
cifrar es la sustitución. Por ejemplo, se escribe el alfabeto, ya que con
las letras del alfabeto logramos decirlo todo, y luego se procede a esa
sustitución -que no les aconsejo si tienen mensajes secretos que mandar
porque se descifra muy fácilmente-. Hoy en día estamos mucho más
allá de eso.

ABCD
lttl
ttl
v***
EFCH

53
JACQUES-ALAIN MILLER

Donde estaba normalmente una "a" se escribe lJr.a "e", donde


hubiese una "b" rtrra "f" , etc. Se obtiene así como resultado un mensaje
cifrado. Y, una vez que se tiene la clave, se puede descifrar. Entonces,
cuando Lacan dice que la cifra funda el orden del signo, significa que
el signo está fundado por la sustitución. El signo es lo sustituible. De
hecho, en la página anterior lo dice -a su manera, el signo del signo-,
lo que hace que un signo sea un signo es que cualquier signo cumpla la
función como cualquier otro. Es decir en el mensaje, se tenga "a" o se
terrga"e" , es 1o mismo,la"e" puede tomar el lugar dela"a" y Lacan ve
la esencia del signo en esa sustitución.
"Cualquier signo puede cumplir la función de otro, precisamente por
el hecho de poder sustituirse a é1."10 Es 1o que Lacan dijo del modo más
simple y más claro sobre el significante. Lo dice años después, antes esta-
ba más cerca de ]akobson o de Lévi-Strauss, aquí tiene un acercamiento
al significante que es incluso más propiamente analítico, precisamente
porque está interesado en el inconsciente en tanto máquina para cifrar.
Escucho decir que los analistas lacanianos no interpretan los sueños.
Tal vez sus pacientes, sabiendo esto/ no sueñary no lo sé, pero a mí me
encanta interpretar los sueños. Me parece extremadamente divertido.
Tenemos un oficio árido, y no veo por qué privarme de los pocos oasis
que representa para mí la llegada de un sueño bien constituido y que se
puede descifrar. Se comunique o no, aunque no veo por qué no dejar en
la mayoría de los casos que eI analizante se beneficie con esa lectura.
Entonces, cuando Lacan añade: "El signo solo tiene alcance por
deber descifraÍse", formula un principio, reformula todo lo que dijo
de la lingüística de la forma más cercana a la experiencia analítica por-
que nos imaginamos que habría un signo natlrral, un signo de primera
intención y, luego, el signo que le es sustituido que sería artificial, cifra-
do. Pero Lacan dice que todo signo es, de entrada, una cifra, que todo
signo comporta una opacidad. Y esa me parece ser la forma con que se
atrapa el significante cuando se es analista.
Entonces, 1a semana pasada, dije, sí, que mi primer deseo de niño
había sido ser periodista, hice bien en decirlo porque permitió que

10. Intervención de Jacques Lacan en el Congreso de la Escuela Freudiana de París del


0211111973. Publicado enLettres de l'Écote Freudienne, n" 15, pp.69-80, 1975.

54
MENSAJE SECRETO PARA ENTENDIDOS

alguien me dijera: hice el camino inverso, empecé siendo periodista y


ahora soy psicoanalista. Y entonces pregunté: ¿En qué periódico? ¿Qué
tipo de periodista? Y descubrí asi en la Escuela de la Causa Freudiana,
o sus inmediatos alrededores, la joya que buscaba desde hacía años, a
saber, alguien mejor capacitado que yo en materia de adaptación del
texto y de preparación de la copia parala imprenta, y a quien puedo
delegar toda una parte de 1o que antes hacía yo, y el mismo día, jueves
pasado, que es para mí un día bendito de los dioses, encontré, además,
la fotógrafa lacaniana.
Pues conté esto la semana pasada, no me arrepiento, pero al pensar-
lo también podría contar lo que en mi infancia anticipaba mi profesión
de psicoanalista, siempre me encantaron los mensajes secretos, no tanto
para mandárselos a alguien, sino por su constitución. De hecho, con-
servé luego ese gusto ya que tengo muchos libros sobre criptografía.La
criptografía, hoy, es imposible de seguir, es de una complejidad extraor-
dinaria, la criptografía en Internet, etc. es una ciencia que se desarrolla
por sí misma, con funciones aleatorias, cosas que pude seguir hasta los
años sesenta-setenta, y después se acabó.
Pero si recuerdo bien, hay un mensaje secreto en el libro de Jules
Yerne Viaje al centro de la Tierra.Incluso creo que está escrito, que es un
mensaje escrito. Está El escarabajo de oro de Edgar Allan Poe, que me
encantó. EnEl misterio del cuqrto qmarillo había un mensaje secreto, tanto
más secreto que es una frase banal y no se entiende lo que vehiculiza,
no sé si se acuerdar¡ les cito de memoria: "El presbiterio no perdió nada
de su encanto ni el jardín de su esplendor". Lo dice Frédéric Larson.
También está El misterio de la guía de ferrocarriles en el que hay que des-
cifrar los mensajes para anticipar cuál será la próxima víctima. Estamos
ahí obviamente en el mensaje secreto, en relación con eI Otro del sig-
nificante del que es preciso que no pueda saber todo, en que se sustrae
algo a un Otro de la vigilancia y se lucha con este Otro. Yo sigo en ello,
luchar con el Otro de la vigilancia.
Por supuesto, la obra maestra en la materia, solo la descubrí más
tarde, gracias al "Discurso de Roma", La persecución y el arte de escribir
de Leo Strauss, que amenaza todo el edificio filosófico al demostrar que
muchos filósofos escribieron bajo la amet:aza del encarcelamiento, de
la hoguera o del arresto, y que, por lo tanto, tuvieron que esconder sen-
tidos secretos para descifrar, lo que demuestra magistralmente con los

55
JACQUES-ALAIN MILLER

ejemplos de Maimónides y de Spinoza, entre otros autores. Es la refe-


rencia que elije Lacan para indicar que hay que aprender a leer entre
líneas.
Sigue estando vigente. Siempre hubo espíritus libres -no me gusta
mucho esa expresión, no se es muy libre-, tampoco voy a decir como
Nietzsche, pobre, los hombres superiores, es una cosa en la que no creo,
pero digamos que siempre hubo cierto tipo de rebeldes. Este tipo de
rebeldes, necesariamente perseguido, aprende a no decirlo todo y en
tanto analistas, al mismo tiempo que vociferamos, que susurramos
al oído de nuestras entrevistadoras, obviamente difundimos algunos
mensajes secretos que solo son para entendidos, porque acerca del psi-
coanálisis, acerca de la locura que constituye el psicoanálisis, no pode-
mos decirlo todo.
Hasta la próxima.

21 de noaiembre de 2007

56
III
Experiencia del bien decir

Constato que he ganado en este curso un grado más alto de libertad.


Deben ser varios los factores que influyen, pero seguramente el hecho
de por fin haber abordado 1o que desde años posponía, 1o último de
las ultimísimas enseñanzas de Lacan. Lo decía el año pasado, esta últi-
ma enseñanza realmente aligera 1a cosa. Los devuelve a la experiencia
misma del psicoanálisis, a la experiencia "desnuda". La experiencia no
está "desnuda", sino que está vestida, vestida de estructura, vestida
con los dichos de Freud y de Lacan. La experiencia analítica está estruc-
turada por estos dichos, no se la van a cruzar por la naturaleza.
El psicoanálisis salvaje existe, así que tengo que modular lo que
acabo de afirmar. Pero el psicoanálisis que practicamos es un psicoa-
nálisis doméstico, domesticado. Muchos de nosotros lo practicamos
en casa, a domicilio, por lo tanto, lo practicamos bajo la forma de un
animal doméstico. Sí hay algo del psicoanálisis que existe en estado
salvaje en la medida en que está basado en la estructura del lenguaje,
que es desde luego un producto elaborado. El psicoanálisis sin lugar a
dudas está basado en la lengua, en el hecho de que hay un animal que
hace ruidos con la boca y que estos ruidos no son meras flatulencias.
Lo digo como me sale. Parte de la libertad que gané es una libertad
de asociación. Leí el desciframiento de 1a clase pasada ya que mi amigo
Luis Solano, quien me explica que mi público se extiende mucho más
allá de estas paredes, y que este público se pone impaciente, particular-
mente en Buenos Aires, Argentina, su país de origen, insiste en man-
darla al mundo virtual. Está recibiendo representaciones de sus com-

57
IACQUES-ALAIN MILLER

patriotas argentinos que quieren sumarse a la fiesta ya que se enteraron


que estoy en un buen momento, así como al parecer se enteran también
cuando estoy en un mal momento. Más me vale estar bien.
No quería demasiado que se difunda mi primera clase, por el relato
de la mujer con cuatro amantes, temiendo que se la reconozca en algu-
na parte del planeta. A ella no le molesta pero a mí sí me molestaría.
Pero al ser más decente mi clase de la semana pasada, la leí y se la
mandé esta mañana y me dijo al traerme hasta acá que ya había sido
enviada por el mundo. La versión que leí describía cuidadosamente
mis movimientos, mis mímicas y toda mi escenografía. Me asombró.
No tenía idea de que gesticulaba tanto. Aquí podrán anotar que me
estoy parando derechito, con las manos cruzadas,la actitud de un pro-
fesor. Y una sonrisita.

Comedia sobre ideas

Este curso es un verdadero espectáculo vivo. ¿Será una comedia? La


palabra comedia constituye, por otra parte, el título de un libro de mi
amigo Bernard-Henri Lévy que no había leído cuando me contestó un
e-mail en que le decía que escribía sobre é1, o mejor dicho sobre su libro
ya que, a diferencia de Sollers, no escribió sus memorias. Este e-mail
decía: "Escribí algo que se asemeja a memorias a lo largo de varios
libros", citando algunos, entre ellos Comedia. Le dije que no lo había
leído, me contestó que me iba a hacer llegar uno -estaba en los Estados
Unidos- y a la mañana siguiente la editorial Grasset me trajo un ejem-
pla1, con 1a indicación de la página que me aconsejaba leer. Debo decir
que me encantó, por ahora solo leí la mitad pero es un diálogo que me
llenó de simpatía y admiración.
Digo Comedia hablando de mí. ¿De dónde viene eso? Esta es la pre-
gunta que no pude dejar de hacerme. Y me llevó, a la hora de reunir mis
apuntes, en una dirección totalmente inesperada. No me faltaban cosas
para decirles puesto que, al no encontrar pese a mis esfuerzos Diferencia
y repetición en mis bibliotecas, y a1 querer controlar mis recuerdos de
Deleuze, 1o mandé a comprar de nuevo para comparar 1o que les dije
con el texto, confirmando la existencia de un capítulo llamado "Laima-
gen del pensamiento", etc.

58
EXPERIENCIA DEL BIEN DECIR

De hecho sembré en el transcurso de la clase una cantidad conside-


rable de alusiones que solo esperan un desarrollo. Por ejemplo acerca
de la criptografía, me faltó decirles que el método que les mencioné
como el más simple, el de sustitución de una letra del abecedario por
otra, se llama Código César, parece que ]ulio César practicaba este códi-
go, se lo considera el método más antiguo de criptografía y consiste en
una sustitucióry o para ser exacto, una sustitución monoalfabética de
tal forma que existen veintiséis maneras de encriptar un mensaje, pues-
to que hay veintiséis letras en el abecedario, con lo que no les aconsejo
usarlo porque si a mano no es tan difícil hacer veintiséis intentos, con
una computadora se tarda menos todavía. Si tienen mensajes secretos
que mandar a potencias extranjeras, con los secretos del significante de
la transferencia por ejemplo, o si quieren entregarles nuestros últimos
métodos psicoanalíticos para la psicosis ordinaria, otro secreto nuestro,
no usen el Código César.
También hubiese podido comentarles unas verificaciones que hice
respecto a todo lo elegante que había mencionado. Hay en efecto un
mensaje secreto enelViaje al centro delaTierra de |ules Verne, que empie-
za así: el profesor Lidenbrock, geólogo eminente, compra una obra de
un autor islandés del siglo XII -no es algo comúry Borges lo hacía por-
que le encantaban las sagas islandesas y también existe en la Pléiade
un grueso volumen de sagas islandesas- y se la muestra a su sobrino
Axel, adentro descubren un pergamino con signos rústicos -es decir
que pertenecen al idioma islandés- e intentan descifrar ese misterioso
pergamino. Lo lograry el mensaje dice en latín mediocre: "Descendé
por el cráter del Snaefellsjókull cuando la sombra de Scartaris lo aca-
ricie, antes de las calendas de julio, viajero audaz, y llegarás al centro
de la Tierra". Firmado por un supuesto alquimista brujo del siglo XVI,
llamado Arne Saknussemm.
Así empieza el Viaje al centro de la Tierra, y el profesor y su sobrino se
lanzan por la pista de este ]éróme Cardary islandés, hacia el centro de
la Tierra. Creo que no volví a leer este texto desde los 9 o 10 años pero
me quedó, por 1o menos eso/ que hay un mensaje secreto importante. Y
no es por nada. Entonces esta pregunta: ¿De dónde viene eso, la come-
dia, eso de dar comedia sobre ideas? Me hizo diferir de lo que había
preparado, después tenían que venir Nietzsche, Heideggeq, Baudelaire,
además de las aclaraciones respecto de las alusiones la últimavez, para

59
JACQUES-ALAIN MILLER

echar anclas -así surgió en mí- en el camino de la confidencia. Tengo


que recorrer ese camino.
Empujé a mucha gente hacia eso. Empujé a mucha gente para que
haga el pase, con cierto estilo. Por supuesto me fue reprochado, ya que
en definitiva, una parte del círculo psicoanalítico me reprocha el simple
hecho de respirar, desde que aparecí en el escenario, el estilo espec-
tacular que les di a los pases cuando el pasante, consagrado analista
de la Escuela, expone frente a un público muy extenso los datos de su
caso. Seis, siete, ocho personas hicieron eso bajo mi batuta, antaño, en
un congreso de la asociación mundial de psicoanálisis con sede en la
ciudad de Buenos Aires.
Yo no soy analista de la Escuela pero tengo una responsabilidad
en la continuidad de la experiencia del pase único puesto que, apenas
disuelta la Escuela Freudiana de París, en una época en que no prac-
ticaba aún el psicoanálisis, dicté tres conferencias, llamadas "Por el
pase", que habían llevado a mi analista de aquel entonces a confiarle
a un buen amigo de é1, según sus propios dichos -cuando ya no era su
amigo pero sí todavía el mío, hasta que me abandonó a mí también-,
al salir de ellas: " iHay que parar a este tipo!". Era su analizante y al día
siguiente, en su consultorio, me felicitó.
Me comprometí entonces a favor del pase desde muy temprano y
tengo la responsabilidad de su espectaculaúzación. Por lo tanto, así y
todo, no hay ninguna razón de que no me someta a esto yo también.
Entonces: mi propio caso clínico. No percibí inmediatamente que me
estaba dirigiendo hacia eso pero la lógica me llevó ahí. Solo pensaba
al principio confesar mi gusto por el teatro, que apareció claramente
cuando leí la transcripción de mi clase. Es cierto que el primer autor
que me apasionó -tuve pasiones por ciertos autores- fue Moliére.
Deben ser mis 63 años, esperaba que pasara algo por el hecho de que
me di cuenta que tenía 63 años. La última vez que me quedé pensando
en mi edad, tenía 5L y pensaba: me siento igual de joven que a los 41 y
nunca más pensé en ello hasta que Chnilie Hebdo tuvo que recordármelo
para que me dé cuenta que tengo Ia edad que tenía Lacan cuando lo
conocí. La última vez anuncié que esto seguiría teniendo consecuen-
cias, que seguiría resonando dlje, y aquí está.
Si ernpiezo a hacer confesiones es que sigue resonando y que tengo
que dejar esto atrás. ¿Qué cosa? ¡Mi juventud! Me enternezco con mi

60
EXPERIENCIA DEL BIEN DECIR

juventud, con mi infancia, talvez sea el principio de la demencia senil.


Tendría que consultar a mis colegas psiquiatras al respecto, tienen más
experiencia que yo en el tema. ¿No es así como empieza la demencia
senil? Bueno, entonces, está todo bien.
Ya traje aquí en varias ocasiones mis dos volúmenes de las obras
completas de Moliére en la Pléiade, los dos primeros Pléiade que tuve
en mi vida. Uno tiene una página casi completamente arrancada y le
tengo cariño a esta cicatriz. Me acuerdo perfectamente de eso, (eía El
aaaro *creo que era El aaaro, tendría que abrirlo, quizás era el El bur-
gués gentilhombre-leía El soqro acostado bocabajo, reía de placer. Tenía
9 años. Me tuve que levantar -¿para qué me llamaban?- para tomar un
vaso de agua. Estaba tan impaciente de volver a mi libro que me tiré
sobre la cama y mi mano arrancó la página.
Queda esto como testimonio de la pasióry de Ia avidez, de la gula,
del goce que sentía al leer eso. Era un dato inmediato: siempre me gustó
leeq, apenas supe leer. Decían: "A este niño le gusta leer".
Me acuerdo de una foto que me sacaron durante el verano de mis
9 años y medio, ya que nací en febrero, en la que tenía un libro en las
manos y me acuerdo qué libro era. Era un libro que no logré realmente
leer, pero lo tenía y hubiese tenido ganas, ojo,yahabíacursado mi sexto
grado, por lo tanto, ya tenía 10 años y medio, en esa época se enseñaba
el antiguo Egipto, Grecia y Roma con los manuales Le Malet et lsaac.Un
personaje me parecía fantástico, el que guía a los griegos, Pericles, por
1o que había pedido que me regalaran un libro sobre Pericles. Hay que
admitir que, pequeño privilegiado, me compraban todos los libros que
pedía. Me sacaron esa foto -debe estar en algún lado- con ese libro,
Pericles de Leon Homo.
En la tapa aparecía el hermoso rostro de Pericles, con ese casco
que debe tener un nombre erudito, lo tengo abierto así como Frangois
Mitterrand con los Ensayos de Montaigne en su foto oficial de presi-
dente de la República, y creo que simplemente nunca logré leerlo.
Tal vez era demasiado difícil para mi edad y sobre todo estaba muy
mal escrito y a mí me importaba mucho que las cosas estuvieran bien
escritas. Pero, en fin, Pericles.
En verdad, cuando se dice de un niño que le gusta leer, se habla de
muchas cosas distintas. Puede ser un refugio, algo que se coloca delan-
te de los ojos para no ver lo demás. Indica un gusto por la soledad. Es

61
JACQUES-ALAIN MILLER

irrefutablemente un placer solitario y de hecho se lo calificó de vicio


impune. Hay algo vicioso, es cierto, en la lectura, lo encierra a uno en
una burbuja, lo aísla de sus coetáneos. Sin embargo, al mismo tiempo,
es intersubjetivo porque conduce hacia lo que yo sentía fuertemente y
que seguí viviéndolo, la sociedad de los espíritus, de los seres hablan-
tes, por cierto son seres desencarnados, muertos, jueces en el pasar de
la vida y por más muertos que estén, su pensamiento está, sus signi-
ficantes están y al leerlos, uno se desencarna y vive en el mundo del
significante. En el fondo, fui introducido a ese mundo muy temprano,
es el entorno al que fui llevado en mi soledad. Por supuesto, lleva a, o es
correlativo de, cierto desprecio hacia los coetáneos, incluyendo los más
cercanos, e incluso de cierto desprecio de la vida tal como está.
Y me quedó, se nota en mi lado profesor Nimbus, en las nubes. No sé
hacer nada, no sé arreglar un tomacorriente. Sé hervir un huevo cuando
se me recuerda cuánto tiempo hay que dejarlo en el agua, pero la vez
siguiente me olvido. Seguía paseando por la vida. Necesito que la gente
haga las cosas por mí porque me dejé corromper por la sociedad de los
espíritus f, por 1o tanto, siempre consideré que los seres vivos están
ocupados por cosas superficiales. Hablaban de lo que habían comi-
do el día anterio{, dónde comerían al día siguiente, en mi familia no,
comer no importaba. Los otros hablaban de autos. Cuando uno sale de
Moliére y más tarde de Kant y de Platóru considera todo esto como una
humanidad absolutamente rebajada.
Nació entonces en mi frente al adulto, muy jovery una actitud de
"podés seguir hablando pero no estoy escuchando". No digo una acti-
tud provocadora sino algo que lleva rápidamente a no dejarse impre-
sionar porque se piensa que de todos modos uno no tiene a Moliére, ni
a Platón o Pericles enfrente. A menudo la gente se ha preocupado por
que no produzca más libros con todos estos cursos. Sería tan fácil para
mi pero dado con quien me medía, es decir, con lo más alto, publicar o
no un libro me daba exactamente 1o mismo. Me acuerdo de esta estúpi-
da diciéndome "su obra" . ¿Le iba a contestar que no valía nada?
Entonces, es una cosa más que encontré mucho más tarde en la posi-
ción del analista, un distanciamiento. Me contás esto, es asunto tuyo, no
mío. Un no dejarse sugestiona¡, que se opone a un movimiento opuesto
que evito. Esto significaba desde luego un contraste tanto más grande
con mis colegas. Mis enojos son famosos,hoy, a veces provocan temor

62
EXPERIENCIA DEL BIEN DECIR

y a veces burla. Pero no duran. Sorprende porque subo muy rápido y,


un segundo después, me burlo de mí mismo.
Siempre estuve enojado, antes más que ahora. Hoy, con la edad, con
la experiencia, con la tolerancia que tengo hacia los que piensan distinto
a mí, ya no me enojo tan seguido. Pero de chico me enojaba fácilmente.
Y en el marco familiar, hay que admitirlo, me enojaba fácilmente con mi
padre. Me queda ese recuerdo que de repente a los 13 años, un día dejé
esa modalidad, en la mesa, de tirar la servilleta, levantarme e ir a mi
cuarto -primero compartido y luego solamente mío- y ponerme a llorar
de rabia y de humillación. Ocurría en la mesa, donde la conversación era
agitada entre mi padre, mi hermano y yo *aunque sobre todo entre mi
padre y yo-; mi padre era burlóru no era malo pero era muy burlón. Yo
no soportaba la burla, no soportaba la superioridad del burlón.
Entonces cuando se burlaba de mí yo abandonaba el juego, vencido,
no sabía qué contesta{, cómo contradecirlo, no hacía nada cruel pero el
enojo era siempre para mí un efecto del significante del Otro. Y el sig-
nificante siempre tuvo mucho efecto sobre mí. Fíjense que estoy escri-
biendo mis memorias al mismo tiempo que les hablo, o por lo menos
las estoy contando. ¿Por qué hago eso? Quizá porque leí las de Sollers,
que me gustaron mucho, las leí de un tirón. Además se ponen todos a
escribir sus memorias, Bernard Henry-Lévy dice que las tiene ya casi
escritas, Catherine Clément me dijo: "Estoy escribiendo mis memorias,
de hecho tenés ahí tu lugar". Talvez me empuja en este sentido.
Ya me pasó una vez de sentir que estoy haciendo un pase en públi-
co -lo dije- en Buenos Aires, después de uno de mis enojos públicos.
No hay registro, nadie volvió a hablar de ello después, pasó como tiro,
como entra una carta en el buzóry excepto que esta carta nunca llegó.
Presidía la exposición de un colega que aprecio mucho; creo que Ger-
mán Carcía, que quiero, es un escritor cuyo estilo, cuya frase en español
me gusta, yhabía al fondo de la sala tres señoras que hablaban y el eco
llegaba adelante pese a ser un aula con cerca de quinientas personas, se
escuchaba la charlita de estas tres señoras.
Estaba sobre la tarima extremadamente molesto de que no se escu-
chara a mi amigo y de que estas señoras hablaran entre ellas y creo que
me levanté discretamente y fui a verlas, rabioso, para decirles que se
callaran la boca. No las toqué, no las brutalicé, pero dicen que cuando
estoy asi doy miedo. En todo caso, una de las señoras se cayó al piso

63
IACQUES-ALAIN MILLER

de sobrecogimiento. Y casi empieza a correr el rumor: "Miller asesinó a


una mujer". Era una persona que apreciaba, así que no me acuerdo lo
que hice, creo que busqué un muy lindo ramo de flores para deshacer-
me en disculpas, decirle que era imperdonable y que solo podía pedirle
disculpas. Y como a mí también me había emocionado, al tener que
exponer en una sala múltiple, expliqué eso, mi relación apasionada, mi
vida apasionada con el significante. Eso mismo estoy retomando aqui
allá fueron quince minutitos en castellano, aquí me extiendo un poco
más.

Lo sinuoso y lo recto

Tengo que confesar que durante mi niñez e incluso mi adolescencia,


el sexo opuesto no era fundamental. ¡Cuando veo a Sollers! De entrada
es el amor. Codicia a su madre, a su tía, mira de reojo a sus hermanas, a
las mucamas, a las cocineras; en fin, tiene un comercio íntimo y ptecoz
con el objeto femenino. Su equivalente se encuentra en el sexo para
la mujer. El ejemplo reciente de mi práctica, una joven de 23 años, en
plena actividad, deja sin aliento a sus parejas ya que necesita hacer el
amor varias veces por día, o por lo menos una. Aguantan el ritmo o no,
ella es actrizy sueña -es el principio de un análisis, son realmente casos
hechos para el análisis- que está con su pareja y que se le tiene que
parar porque van a dar un espectáculo, etc.
Es el núcleo de su discurso en un sueño: el falo como semblante, en
el centro y me trae cada vez uno, dos o tres sueños/ una seguidilla de
sueños altamente descifrables, realmente hechos para ser descifrados.
Converso con su inconsciente, bueno, ella está de acuerdo y en el fondo
son sueños que son apenas mensajes cifrados porque la clave de la crip-
tografía está clara, hay una sola, es la clave fálica. Los primeros sueños
ya eran eso, una gran torre a la que había que ascende(, después jirafas
que corrían por todos lados, en fin siempre hay un arriba y un abajo,
siempre está estructurado, su inconsciente habla falo y cuanto más falo
hable un sueño más fácil se lo puede descifrar. Hasta llegar bastante
rápido al hecho de que es actriz porque ella misma es un falo que se
tiene que mostrar en el escenario. Eso es el resorte de su vocación.
Con Sollers no se puede decir lo mismo. Se puede decir que se trata

64
EXPERIENCIA DEL BIEI{ DECIR

del objeto femenino, pero de todo tipo, no se fija en el detalle. Basta


con que lleve una falda, de alguna forma, como para que le interese, no
selecciona. Allí no se puede deci4 es el objeto masculino, no se puede
deci¡, es el hombre, es realmente el falo. Es muy precoz para esta chica
también. A los 4-5 años estaba este chico y había tenido que conven-
cerlo de acostarse con ella, y así estaban los dos chiquilines uno al lado
de otro. Tenemos asi con el ejemplo de Sollers y de esta joven actriz, la
decidida orientación hacia el sexo opuesto.
Si por mi parte me pregunto qué me hacía vibrar en mi infancia, si
bien puedo ubicar una imagen femenina, digamos que se trata de una
cierta cualidad muy precisa, imaginaria. Cierta cualidad de lo sinuoso.
Por esta razónme gustó tanto la referencia de Hogarttr, que Lacan tam-
bién conocía y que mencioné en el epilogo que redacté paraEl seminario
23: El sinthome,lo que llamaba la línea de belleza:

LJbiqué ahí esta calidad de lo sinuoso en la que estoy envestido. Solo


amé mujeres sinuosas, o que yo vi como tales, aunque no sea siempre
evidente para los demás. A esta calidad de lo sinuoso en el objeto res-
ponde de mi parte algo que justamente no es del orden de lo sinuoso,
sino del orden de 1o recto. Lo femenino tendrá lo sinuoso y Io masculi-
no tendrá 1o recto. Es decir una inversión libidinal específica en el estar
recto, en el mantenerse recto, en el ser orgulloso, poder ser orgulloso.
De ahí desde muy jovery mi gusto por la España romántica, los más
orgullosos de los orgullosos, Ia cuestión de honor a la española. Y mi
gusto inmediato para Corneille cuando en primer año se estudia El Cid.
"¡Arní, Conde, dos palabrasl". Y el placer que sentí al verlo hace poco,
iría todas las semanas a ver El Cid.Lo recto entonces.
Esta inversión en 1o recto determina cierto estilo de vida, claro está,
cierto tipo de obligación a la rectitud a la que son sensibles quienes me
aprecian. Tendré que lograr deducir cómo aquellos que no me aprecian,

65
]ACQUES-ALAIN MILLER

como 10 decía una persona muy amable con la que ceno esta noche,
me demonizan. Me dijeron: por supuesto que te demonizan pero en el
fondo también te sirve. Sé por qué me demonizan. Tiene que ver con
las buenas relaciones que mantengo con el significante y que no se sabe
cuál va a surgir en la próxima jugada. Le mete miedo a cierta gente, la
que prefiere que las cosas no se muevan. La gente a quien le gusta que
Ias cosas no se muevan no me quiere.
Entonces, la inversión libidinal de lo recto también tiene que ve1,
es el correlato de algo muy preciso. A los 6 años, es decir justo cuan-
do según la cronología freudiana empieza a declinar el Edipo, cuando
se arma el superyó prohibidor, me operaron de la columna vertebral.
Parece ser que hubo lo que se llama una apófisis espinosa, y ahí me
dirijo a los médicos, es decir la punta de una vértebra resquebrajada, tal
vez porque un día me caí de un columpio, a mi me encantaba colum-
piarme muy alto y un día me caí ¿será eso? En todo caso se agrietó
y un coagulo de sangre presionaba la columna vertebral, provocando
dificultades para caminar hasta paralizar los miembros inferiores. No
tengo recuerdo directo de ello, pese al análisis. En todo caso, eso llevó a
que a esta edad, cuando terminó el episodio, volver a mantenerse recto
haya cobrado obviamente un valor especial.
Hubo otra cosa: no se sabía bien lo que era/ no se entendía. Entonces
mi padre médico me llevó por una gira de médicos. Lo acompañé de
médico en médico, que se daban todos por vencidos. Hasta encontrar-
se frente a la eminencia, el profesor Robert Debré, con cuyo nombre
bautizaron un hospital de la capital. El profesor, al no encontrar nada
cuando me examinó, en su sabiduría, había sacado la conclusión de que
era un simulador y, por lo tanto, había incitado a mi padre a tratar al
pibe con rudeza. No conservé ningún recuerdo de eso pero a mi padre
lo impactó, ya que me repitió siempre que era el remordimiento de su
vida haberme tratado así al salir del consultorio del profesor Robert
Debré. Y las cosas evolucionaron de tal manera que terminé patalizado
o casi, obligado a permanecer en una cama dura por seis meses, a los 6
años de edad.
De este episodio sí que tengo un recuerdo excelente porque mi
madre me leía todo 1o que le pedía. No sé lo que hacía mi hermano
mientras tanto pero ella estaba a mi lado y me leía tanto libros de biblio-
teca como -me acuerdo- aventuras de Charlot con dibujos, historietas.

66
EXPERIENCIA DEL BIEN DECIR

Todo me estaba autorizado, incluso la historia que evoqué del ruiseñor


del emperador de la China que vuela y vuelve. Es de esta época. Aislé
cuidadosamente eso porque siempre me esforcé para que 1o que sentí
en la época de resentimiento hacia los médicos no influyera de manera
exagerada mi accionar de hoy.
Porque, después de todo, aunque tenga cosas que reprocharles a los
médicos que ocupan los puestos más altos de la Escuela de la Causa
Freudiana o de las secciones clínicas, estoy rodeado de amigos médi-
cos, eso demuestra que no abortezco al médico en tanto tal, aun cuando
haya un componente que, cuando mejoré, pensé: "iQué manga de ton-
tos!". No tenía idea de aquello a lo que me dedicaría más tarde, excepto
periodista, como posibilidad, pero había un oficio que sabía que nunca
iba a practicar: médico. Además, era el oficio de mi padre y lo suyo era
lo suyo, en este punto nunca lo discutí. De manera general, siempre me
aferré a esto: cada uno en su casa.
Evidentemente, esto se conjuga bien con Moliére, con eso se entien-
de mejor que a los 7-8 años me haya gustado tanto Moliére y los médi-
cos de Moliére. Al mismo tiempo, sabía que me habían salvado la vida.
Una vez que entendieron qué me ocurría, pasé por una operación muy
difícil en esa época, duró seis o siete horas, para poder liberar la colum-
na. Entonces, simplemente, recai tardé mucho en salir del estado de
convalecencia ya que al haber sido operado durante seis o siete horas
bocabajo, me tuvieron que intuba4 lo que provocó una irritación de la
garganta que obligó a cortarme la garganta para colocar una pequeña
cánula que me ayudara a respirar. En firu se pueden imaginar lo que
fue. No muy agradable, pero talvez entre ahí uno de los componentes
que explique mi gusto por Robespierre.
Y después de haber pasado por la dificultad de caminal, de recibir
cachetadas de mi padre, de permanecer seis meses acostado, de una
operación de seis horas, de llevar una cánula no sé cuánto tiempo, ¡me
fracturé la pierna! Me fracturé la pierna en una circunstancia en la que,
me acuerdo perfectamente, tiene su lugar el complejo paterno. Esta-
ba debilitado por todos estos acontecimientos pero, de todas maneras,
seguía siendo valeroso y permanecía en mi cuarto. Mi hermano tenía
un camión rojo y yo tenía uno, más grande, medio verdoso con una
estrella del ejército estadounidense. En un momento decidí que él no
podía jugar con mi camióry estaba sobre un sillón y cuando quise aga-

67
JACQUES-ALAIN MILLER

rrar mi camióry por estar débil me caí y mi pierna se enrolló alrededor


del pie el sillón -así 1o recuerdo- y crac, y aquí estamos de nuevo'
Cuando salí de todo esto -se extendió un año y medio, por cierto for-
mador- no había ido nunca a la primaria hasta el cuarto grado y me con-
sideraba sobreviviente. Viví toda mi vida como un sobreviviente y tuve
en efecto una escolaridad distinta del montón porque estuve eximido
de deportes y gimnasia, dado que se pensaba que los golpes en mi frá-
gil espalda hubiesen hecho peligrar mi motricidad. Por 1o tanto, estuve
bajo este aspecto también empujado del lado del saber, por inoperante
del lado del deporte, etc. Aprendí a nadat siempre me gustó correr pero
igualmente -discúlpenme, hablo de mi inconsciente- el deporte siempre
me pareció una actividad para tarados, para débiles mentales'
En tanto sobreviviente, viví apartado de las actividades deportivas,
y mi padre, por ambición furiosa hacia su primogénito, y Pafa hacer-
se perdonar, para compensar el hecho de haberme maltratado, aunque
haya sido transitorio, hizo todo lo posible para que, después del segun-
do grado, pasara directamente al cuarto y de ahí presenté el examen
de entrada al colegio, con 1o que durante toda mi escolaridad hasta la
Escuela Normal fui el más joven de todos, lo que obviamente me dejó
huellas, a tal punto que hasta el día de hoy el adjetivo aieio me parece
totalmente desubicado en lo que a mí respecta. Fui el más joven toda mi
vida, no veo por qué dejaría de serlo.
Está eso en un personaje de Courteline, en El comisario esbuen mucha-
cho. Se le pregunta su edad -ya lo conté- y contesta que tiene 20 años. El
comisario le dice: "Me toma el pelo, ya los tLwo", y el otro le contesta:
"Los tuve, es una linda edad, los guardé". Así las cosas, me costaba sen-
tirme desechado, de modo que mi concepción del mundo fue, de entra-
da, aquella que Lacan define cuando dice: "No hay analista a no ser que
ese deseo lde saber] le surja, es decir que ya por ahí sea eI desecho de
la susodicha [humanidad]" -humanidad que no tiene deseo de saber-.
A la gente no le interesa el saber, ¡a mí sí! Y al mismo tiempo, esa
posición viene acompañada por la de desecho. Asi cuando leí la "Nota
italiana" en1973, época en la que estaba todavía muy lejos de ser ana-
lista, en la que recién entraba en análisis, más o menos, cuando Lacan
dice: El analista "se criba en el desperdicio que he dicho", el de la
humanidad, pensé que eso era una posibilidad para mí. Saben 1o que es
la criba, es separar los granos de los desechos, y cuando usa ese térmi-

68
EXPERIENCIA DEL BIEN DECIR

no en el fondo quiere decir "se seleccionan". El analista se selecciona a


partir de los desechos de la humanidad. Es algo que desarrollé antaño y
que causó que nunca me costara sentirme hermanado con los desechos.
A mí me gustan los marginales. No me gusta marginarlos, me
hicieron una fama espantosa. Para nada, siento un parentesco con los
oprimidos, con los pobres o los miserables. En el Mayo francés, con
el lumpenproletariado, hay que saber que no son angelitos, hay que
estar atento obviamente pero es gente muy interesante, siempre estu-
ve a favor de los homosexuales y, al ser judío, también me encontraba
muy cómodo en Ia posición de paria que se buscó renovar de muchas
maneras en el transcurso de mi existencia, incluso dentro del ámbito
analítico. Nunca tuve entonces ninguna identificación con los podero-
sos o digamos, por 1o menos, con los instalados. Con el poder si con la
instalación, no. Digamos una identificación, por lo que acabo de evocaq,
con el rebelde.
Teniendo en cuenta lo recién dicho, si lo pienso bien, ¿cuál era mi
objeto? Pese a mi interés precoz por lo sinuoso en la muje4 por esta
línea de belleza, que ubico alrededor de los 6 años de edad, mi obje-
to fue el significante. De hecho, mis enojos siempre se desatarory y se
siguen desatando, en reacción a la cosa dicha, dicha por el Otro. puedo
primero describir los hechos. ¿Qué es el enojo? Cada uno tiene su ver-
sión, se adueña del enojo de cierta forma, es un fenómeno humano
capital, habría que tratar eso...
En Italia una mujer le dijo a otra, y ella me lo repitió, que conside-
raba que mis enojos estaban simulados, el mismo error que el profesor
Debré. No solamente no están simulados sino que son realmente una
transmisión directa de 1o simbólico hacia el cuerpo, a su motricidad y
lo expresaba en mi infancia diciendo que sentía una corriente eléctrica.
Sabía lo que era sentir una corriente eléctrica ya que había puesto los
dedos en una toma y había sentido la descarga. Tenía la experiencia, y
la sigo teniendo fugazmente, ya con muy baja intensidad, de la electri-
cidad que podía transmitirme la palabra del Otro hasta volverme frené-
tico y tener iras frenéticas.
Ahora sí voy a precisal, tenía iras frenéticas contra ciertos invitados
de mis padres. Estamos en la mesa, siempre ocurre en la mesa, llega un
momento en que uno de estos personajes suelta una frase un poco racis-
ta, se burla de un inválido. Y el muchachito se levanta y dice: ,,¡Le pro-

69
IACQUES-ALAII{ MILLER

híbo decir semejante cosa!". Todo el mundo está pasmado. Un pequeño


representante del gran Otro, lo podemos desarrollar.
¿Estoy diciendo 1o que anoté? Estoy al límite ahí. Bueno,
hay pres-
cripción. Puedo confesar que en la relación sexual es 1o mismo, en mi
caso pasa mucho por lo simbólico. Aún me acuerdo del deseo febril que
había logrado producirme una pequeña astuta, admiro eso. No era muy
vieja,20 años, L8 años, queriendo abreviar un poco los preliminares, le
había preguntado con candidez: "¿Me deseas?" , y me había contestado
algo que me había encendido totalmente: "Hasta la última gota". Esta
palabra, con el paso de los años, sigue... En el fondo era para decir que
era una mujer. Otra me había sacudido al escribirme: "Querido hom-
bre". Algunas mujeres realmente se las arreglan muy bien.
Por lo tanto, la verdad es que no me esfuerzo para nada cuando le
pongo pasión a la palabra. Vengo de allí logré sobrevivir a ello, gracias al
análisis, porque no aguantaba más. No sostengo para nada un discurso
que fuera del semblante, por el contrario. Lo más real que hay en mí es
1o simbólico. Evocaba la última vez el pensamiento en tanto para Lacan
sería del orden de 1o simbólico que perturba las funciones del alma-cuer-
po, es exactamente mi corriente eléctrica, es lo simbólico perturbando en
mí el equilibrio del alma-cuerpo y teniendo una extraordinaria fuerza de
agarre sobre el alma-cuerpo. Digamos que 1o real en mí es este desata-
miento, que evidentemente sigue ahí pero con el que aprendí a arreglár-
melas, y mucho; si no, no podría estar practicando el análisis.
Pues entré en psicoanálisis. Hay montones de razones que lo pue-
den explicar: el izquierdismo, el hecho de haber sido expulsado del
mismo -no 1o dejé yo, otravez paria- y cierta desorientación, la clara
desorientación que resultó de ello durante un par de años. Está todo
esto pero, fundamentalmente, entré en análisis porque no podía seguir
viviendo asi enchufado a lo simbólico y recibiendo descargas eléctricas
cual ratón de laboratorio. Estaba a la merced de 1o que el Otro podía lle-
gar a decirme. Con todas estas iras, estas indignaciones, estas revueltas
me estaba asfixiando. Hubo un efecto de asfixia, sobre todo teniendo en
cuenta que durante mi izquierdismo, tenía esa vía de escape, pero que
después, me encontré sin nadie para pegarle, sin nadie para dar batalla
verbal. Por 1o tanto, me estaba asfixiando.
Entonces, por supuesto, cuando hoy en día armo foros, cuando
me lanzo al asalto de fortalezas y que así y todo tengo cierto éxito e

70
EXPERIENCIA DEL BIEN DECIR

incluso un éxito cierto, con la bendición por un lado del Ministerio de


Salud, organizo al mismo tiempo un acto en la Mutualité, para pro-
testar. Tengo la bendición del Ministerio, hago un acto en la Mutualité
para protestar contra las medidas en la enseñanza superior. pienso que
funciona porque estoy en mi elemento, en mi elemento inconsciente,
porque sintoniza.

Un padre radiante

Como lo mencioné rápidamente, era esclavo del bien decir -tengo


que ir hasta el final porque no seguiré la próxima vez- y eso tenía que
ver con una madre -hay que decirlo- un poco fóbica, retrospectivamen-
te lo pienso así. Tengo ahora diez años más de lo que ella tenía cuando
murió. Una madre fóbica para quien estaba proscrito, prohibido, hablar
mal de alguien. Incluía la obligación de no ver el defecto del otro. Cuan-
do alguien rengueaba, no se podía decir porque no se podía señalar ro
menos en el otro, una suerte de fobia de Ia castración en el otro. No hay
que decirlo, se 1o puede ver pero no puede pasar al significante.
Eso daba como resultado que en mi casa evidentemente no había
ni la menor expresión de racismo o de desvaloúzación del proletaria-
do; todo esto estaba totalmente prohibido, no podía ni aparecer pero,
obviamente, mi madre no se enojaba cuando en la mesa alguien prac-
ticaba ese tipo de cosas. Yo era entonces de alguna forma el caballero
de mi madre, dándole batalla a esta gente, mandándoles al diablo y,
por lo tanto, en perpetuo estado de insurrección. pero al mismo tiempo
amenazado siempre por, o, digamos, sin ningún margen de autonomía
en cuanto a,lapalabra del Otro.
I obviamente, siempre imponía como tercero al Otro, lo volvía muy
presente. Existía una presencia agobiante del otro en toda interlocu-
ción de la que participaba puesto que, en el fondo, el principio que
me guiaba era: esto ha sido dicho delante de mí y no podrá ser dicho
que dejé que se diga, caso contrario me volveré cómplice.
¡por lo tanto,
tengo que responder enseguida, inmediatamente! Lo que obligaba a
vivir en permanente alerta. Así pues, instalaba siempre el Otro a mi
lado, el lugar donde todo se inscribe, donde todo se sabe, con el Otro
que me vigilaba para ver si iba a dejar pasar eso.

71
IACQUES-ALAII§ MILLER

Era tanto más opresivo que no tenía ni la menor educación religiosa.


Del judaísmo, solo tuve el significante sos judío,lo que nunca puse en
duda pero como imaginario era bastante pobre. De hecho, el resultado
ha sido que apenas supe leer me apasioné por los dioses de la mitología
griega y romana. Tenía filiaciones de dioses griegos y romanos, sabía
todo de memoria a tal punto que cuando entré en el colegio el profe-
sor no sabía de dónde sacaba esto. Venía simplemente de eso que de
mi familia solo quedaba mi padre, mi madre y mi hermano. Mi madre
tenía doce hermanos, mi padre tres y todos desaparecieron extermina-
dos en e[ gueto de Varsovia, se imaginan.
No recibí -como venía diciendo- ninguna educación religiosa, 1o
que más importancia tuvo en mi vida es desde luego algo que no hice
yo sino que hizo mi padre, a saber no hablar casi nunca de este pasado.
Ningún llanto y el dedo apuntando hacia el futuro, todo vuelve a empe-
zar con nosotros. Conservé eso, cierto optimismo y ninguna identifica-
ción con una historia de víctimas. Sin tampoco desolidarizarse, pero
justamente por esa razón era maoísta y no trotskista. El trotskismo, ese
llorón explicando la desdicha de Trotsky, no me hizo nunca vibrar. No
es tan simple, ya que mis mejores amigos son trotskistas...
¡Hacia adelante! ¡Hacia adelantel ¡Hay un camino! ¡Hay una sali-
da! Es un rasgo de familia, es paternal. Está presente en mi hermano
también. Dejemos esto. No tuve educación religiosa, la cual atempera
mucho las relaciones con el Otro. La educación religiosa transforma el
Otro en un semblante, lo viste con fórmulas, enseña cómo dirigirse a é1,
cómo rezar, con qué rituales, con qué ceremonias. Uno hace la ceremo-
nia y después está tranquilo, hace su oración a la noche y luego se duer-
me. Pero cuando no hay nada, uno se enfrenta a la potencia despojada
del feroz gran Otro.
Viví así en un enfrentamiento directo con el Otro, el feroz Otro, de
ahí mi inclinación a serlo yo tambiéry por momentos, y dada esta pre-
sencia del Otro, la obligación de decir la verdad. Es decir que todas las
acomodaciones que Lacan expuso y que llamó el decir a medias, decir
por debajo, decir sin decir etc., no me estaban habilitadas, tenía la obli-
gación de decir Ia verdad, de aguantarla.
Es el ejemplo de Kant, la pregunta de Kant, ¿tenemos la obligación
de decir la verdad al tirano? La respuesta no importa aqui sino el hecho
de que apenas se habla de decir la verdad, hay un tirano en juego y para

72
EXPERIENCIA DEL BIEN DECIR

mí ese tirano cobraba la forma del decir la verdad. De allí -digámoslo-


la extrema fatiga que me condu;'o al análisis. Decir la verdad siempre
hace surgir al tirano. Y para mi no se puede ir en contra de la verdad.
Una de las formas en las que la verdad se encarna es la del corte, dos y
dos son cuatro, es decil, la transparencia, lo necesario.
Esto condicionó la elección de mi analista, porque de inmediato per-
cibí que para é1 dos más dos eran cinco; de inmediato percibí que él se
otorgaba todas las acomodaciones con la verdad. De inmediato percibí
que buscaba deshacerse de cierta cantidad de gente en la Escuela Freu-
diana de París y que no se molestaba con la verdad, que no lo inhibía.
Entonces elegí esto. Se lo conté una vez a Safouan y ambos ioincidimos
en que yo había sido castigado allí mismo donde había pecado, fui yo
quien elegió a esa basura.
¿Quién se enoja aquí? De ahi entonces, mi gusto por la lógica.
Cuando ingresé a la ENS pese a que en la época no estaba realmente
de moda, era para aprender lógica. Durante el verano de 1962, antes
de ingresar a la Escuela, recuerdo muy bien haber pasado esas vacacio-
nes leyendo dos libros -algo raro, porque habitualmente leía muchos
más-, en realidad debo haber leído otros pero en todo caso me acuerdo
de dos: para distraerme El pensamiento salaaje que acababa de salir y
paratrabajar de verdad y aprender algo, ese libro amarillo que todavía
tengo, Abstract Set Theory de Abraham Fraenkel, la teoría axiomática de
conjuntos, un admirable manual. No sabía nada al respecto al empezag
1o leí hasta la última página y haciendo todo lo que pude capté la teoría
de conjuntos.
Entonces, dos más dos son cuatro, eso es la transparencia, no se
esconde nada, es la necesidad, no se deja detener y es también la omni-
temporalidad. En el fondo, tomé contacto con la eternidad a través de
esa inversión libidinal en la fórmula matemática. El gran pesar de mi
vida es no haber profundizado mi saber de las matemáticas, por eso le
confié a mi hijo que si bien la mitad de mi biblioteca estaba compuesta
por libros de matemáticas, no podía ir más allá de las veinte primeras
páginas de cada uno de ellos. Él entendió con eso dónde podía ir a
parar y se hizo matemático. Fíjense cómo circulan las cosan a través de
las generaciones. Claramente, mi gusto por Spinoza viene de ahí. Una
preferencia especial, ya que hasta llegué a pensar en un momento que
mi vida iba a terminar así: lograr leer a Spinoza y morir.

/J
JACQUES-ALAIN MILLER

Poco tiempo después, recién había conocido a judith Lacan, quien


manejaba muy bien pero muy rápido, y la noche del 14 de julio tuvi-
mos un accidente. Estaba manejando ella y mi cabeza dio contra el
parabrisas, el auto dio vueltas de campana. Ella salió ilesa, mientras
que mi cabeza empezó a hincharse bastante. Me llevaron a la guardia
del hospital de Mantes. En el servicio de traumatología estábamos
rodeados de personas en un estado grave y a medida que me hin-
chaba empecé a pensar que para mí estaba llegando el final, entonces
le pedí a Judith que tomara de mi bolso La ética de Spinoza, esta-
ba leyendo el primer capítulo, "De Deo", y, al estar el hospital en
la cercanía de Guitrancourt, el doctor Lacan llegó en el transcurso de la
mañana, me sacaron placas, me hicieron todo tipo de exámenes y él
me preguntó: " ¿Qué está leyendo?".Le contesté y dijo: "Que se le dé
el alta" y con su autoridad natural terminé poco tiempo después en
su jardín. Eso.
Obviamente, semejante relación con la verdad absoluta suponía
cierta exclusión del tiempo y por consiguiente, una tensión. De ahí
la alegría que tuve cuando los italianos me enseñaron algo. Para el
Campo Freudiano, estaba en ltalia, durante el domingo a la noche
llegábamos a un acuerdo total y el lunes nadie Io respetaba. Digo:
"Pero si ayer a la noche dijeron esto", y me contestan: "Eso era ayer" .

Dicho así parece tan evidente que es imparable. Esta respuesta me dio
una libertad, ni se imaginan. Tiempo después de que mi análisis haya
abierto el camino.
Una tensión entre el enunciar verdades eternas delante del Otro para
evitar que este lo agobie a uno. Dije una vez cómo era la figura de este
Otro para mí. La podrán encontrar al lado delaplaza de la Bastilla, es la
estatua de Beaumarchais, aislada sobre un pequeño terraplén; cuando
tenía 6 años, no quería pasar por debajo porque pensaba que me iba a
saltar encima. Para mí el mundo se estructuraba -eso lo escribí- con la
estatua de Beaumarchais de la rue Saint-Antoine cerca de la plaza de
la Bastilla, con su magnífica torre elevada, el primer dibujo que quise
hacer al entrar en el colegio era eso, una de las puntas del mundo cono-
cido, la otra punta era después de la torre Saint-]acques, la estatua de
]uana de Arco, rue de Rivoli. Esto constituía para mí el mundo, ya que
vivía en la rue des Francs-Bourgeois, cerca del museo Carnavalet. En
todo caso, ya saben cómo es el Otro: Beaumarchais.

74
EXPERIENCIA DEL BIEN DECIR

Por un lado, enunciarVerdades para siempre y, por el otro, la expe-


riencia de la precipitación de la urgencia en decir y dar testimonio
delante del Otro. Eso era lo que el enojo expresaba, se tiene que decir
algo de inmediato en forma de réplica y cualquier demora es culpable.
La solución: ser periodista -no sé si entienden cómo se inscribe-, y no
en cualquier periódico sino en Paris Match, el Paris Match de la época
con sus fotos suntuosas y 1o que me inspiraba sobre todo el deseo de ser
periodista era la página doble de Raymond Cartiet que decía la verdad
sobre el todo, todas las semanas en el mismo lugar.
¿Entienden entonces cómo puedo darle continuidad a este curso,
semana tras semana, desde hace más de veinte años? La razón es esa
doble página de Raymond Cartier enPuris Match.Qrtizá responda tam-
bién a muchos otros motivos, y si sostengo palabrear sin parar de esta
manera sin haber publicado nunca el resultado, si eso me cierra sabien-
do que no sale bien todos los días, es porque hay ahí un fundamento
inconsciente entre comillas, hay ahí un fundamento de la infancia, la
solución que había encontrado alos 6-7 años: hay que volver a decir la
verdad en el mismo lugar. Esa era mi solución.
De hecho no podría dictar este curso cada quince días, enloquece-
ría. Por supuesto hay interrupciones y demás pero cada quince días
como ritmo, no puedo. Un seminario, para mi es una yez por semana.
Se necesita esta periodicidad y de hecho por ejemplo, Paul Valéry se
levantaba todos los días a las cinco de la mañana, agarrabaun cigarrillo
y necesitaba poner las ideas que se le habían ocurrido sobre papel o se
sentía obstruido todo el día. Pues bien, en lo que a mí respecta, si no
puedo arrojar cada semana aquií mis diversos pensamientos, me siento
molesto. Cuando llegan las vacaciones me adapto pero tengo aquí una
satisfacción distinta, por eso decía que mi objeto es el significante, eso
fue lo que me dio los más grandes goces. Y probablemente incluso el
Otro sexo sea para mí -¿puedo decir esto?- un transmisor de signifi-
cantes.
Los grandes escritores siempre me embriagator9 y sigo sintiendo
algo de una relajacióry de una felicidad al leer ciertas páginas de Bau-
delaire, de Mallarmé. Nunca me gustaron las traducciones, nunca las
pude leer. Tengo carencias enormes porque no puedo leer a los auto-
res que escriben en los idiomas que no manejo lo suficiente como para
hacerlo y las traducciones no me interesan. Sé por ejemplo que al empe-

75
IACQUES-ALAIN MILLER

zaÍ aleet Grandes esperafizas de Dickens, me aburrí' Después lo Ieí en


inglés, es una joya, todavía me fascina la consistencia de1 inglés de las
tres primeras páginas de Grandes esperanzas y también los poetas, sin
Íorzarr¡e ni ver en absoluto la menor contradicción entre la fórmula
matemática y la fórmula poética.
Así y todo entré en análisis porque resultaba invivible. Es deci1,
tenía que estar un poco desconectado del significante, de otro modo iba
reventar. Habíaque implementar cierto vaciamiento porque se me esta-
ba volviendo imposible escuchar al otro ya que vivía en estado de alerta
permanente -no exageremos, no estaba chiflado- pero estaba esta ame-
naza y esta presencia del Otro y resultaba asfixiante.
¿Qué significa para mí la experiencia analítica? Muchas cosas. Por
supuesto, el gusto de interpretar. Pero también que la posición de base
del analista es aquella en la que la palabra del otro debe poder deslizar-
se sobre é1 como el agua sobre las plumas del pato. Cuando el otro le va
a decir "Moliére está sobrevaluado", no le va a poder contestar: "¡Pero
cómo, es el más grande!". Tiene que deslizarse, no puede detenerse en
usted. Yo llegué a anaTizar a una alemana que me explicaba que las
más grandes desgracias de la guerra las habían padecido los alemanes
deportados, o los que habían sido primero bombardeados, luego víc-
timas del Ejército rojo y por fin deportados. Y tuve que compadecer.
Pude escuchar tranquilamente, esa gente me pareció simpática. Ahí sí
que pensé que realmente había mejorado.
Cada cual sus desgracias. Ella contaba la historia de una nenita con
un padre nazi. Es una problemática que no me era de inmediato fami-
liar pero el analista entiende esto, que un nazi también sea un padre,
que tenga una hija. No solo se pone en una posición de insurrección,
justamente. Pude volver a encontrar ahí eso que ya había experimen-
tado, la puesta a distancia a través de la relación con la sociedad de los
espíritus pero que peleaba en mí con la conexión estrecha de mi cuer-
po con el significante, volví a encontrar esta distancia, este distancia-
miento que se lleva bien con la investigación intelectual. Senti incluso
físicamente, con mi análisis, hacerse más hondo el lugar en mí donde
se puede alojar un Otro que habla. Sentí hacerse más hondo el lugar
donde alguien iba a poder subirse para hablarme, un escenario o, como
dice Lacary un terraplén limpio de goce. Yo que estaba obstruido con
todo eso sentí que algo se hacía más hondo en mí.

76
EXPERIENCIA DEL BIEN DECIR

Llegado un momento empecé a comentarlo y lo comparé, si mal no


recuerdo, a la bolsa ventral de los canguros. Tengo en mí una suerte
de bolsillo donde alguien puede calar, también comparaba esto con
-disculpen la expresióry viene de los Charlot que me leía mi madre- la
négresse h plateau, esas mujeres que se deforman la boca hasta que les
queda una protuberancia. Y yo pensaba, soy como estas mujeres, tengo
ahí un lugar para que alguien se pueda subir.
Una cosa más: empecé a poder hablar mal de la gente con franqueza.
Es decir -aunque hay que admitir que había empezado un poco antes,
cuando se es izquierdista se está forzado a hablar mal de los malos, es
normal- que empecé a poder hablar mal, burlarme, etc. Es decir libe-
rarme del discursó fóbico de la madre en el que estaba encerrado. No
renegué de este discurso, pero me volví capaz de tomar mis distancias
respecto de é1. En cuanto al padre, obviamente, hay muchos padres en
mi cielo, en el de Sollers, no hay nada. Muchos padres en mi cielo, y
no un padre humillado, más bien un padre humillante por momentos.
De hecho dije hasta 1os 13 años, me acuerdo perfectamente lo que
pasó: un día en que se burlaba de mi logré burlarme de é1. Se le pusie-
ron los ojos como platos y ese día gané algo. Para mí está ligado -qui-
zás algunos se acuerdan- a una imagen muy precisa extraída de la
película llamada Scaramouche. El pobre tipo -Stewart Granger- no sabe
pelear con espada y el otro -Mel Ferrer- lo derrota. Entonces aprende
metódicamente a manejar la espada hasta que llega el gran duelo del
final de la película, cabalgan en un teatro hasta que finalmente Stewart
Cranger logra sacarle a Mel Ferrer su espada. Es lo que viví fantasmá-
ticamente.
Es lo que viví y lo que funda mi confianza en el hecho de que tam-
bién podamos hacerles soltar la espada de las manos a estos esbirros
del Estado y sus institutos, y a estos cognitivistas. No un padre humi-
llado sino un padre radiante. Hay en mí una imagen indeleble, que
pude ubicar en análisis: mi padre, médico radiólogo, llevándome por
primera vez a su consultorio de radiólogo -había sido médico clínico
y vivíamos allí donde él había tenido su consultorio, cerca del Museo
Carnavalet- y cuando se dedicó a la radiología se mudó a un gran con-
sultorio cerca del Parque Monceau. El lugar tenía algo cavernoso, con
largos pasillos, dimensiones de las que no teníamos idea en el pequeño
departamento donde vivíamos.

77
IACQUES-ALAIN MILLER

Tengo entonces esa imagen de la puerta abriéndose cory del otro


lado, mi padre, las pantallas de radiólogo, las radiografías pegadas allí
y é1, dictándoles a dos o tres secretarias los informes, las evaluaciones
de las radiografías para los médicos que habían mandado pacientes.
Las secretarias escribiendo y anotando direcciones me evocaban el
dios Shivá de la tradición hindú con sus múltiples brazos. Es una ima-
gen claramente apotropaica, es una imagen anti castracióry pero es lo
opuesto a la medusa. Está la medusa que encarna la multiplicidad, la
arr.er.aza múltiple de la castración pero aqui por el contrario, se trata
de una imagen en que se supera la castración en el esplendor de la
potencia y haciendo mil cosas alavez.
Y cuando yo me encuentro haciendo mil cosas alavez, satisfaciendo
de esta manera también mi apellido -otra cosa que aislé en análisis-
cuando estoy en sintonía con esa imagery estoy como se dice en forma.
Está claro que cuando pasa 1o contrario y que solo hay una o dos cosas
por hace1, cuando no hay que desarmar ninguna mano, me aburro. Asi
tengo 63 años y creo que estaré en estado de guerra hasta mis últimos
días.
Hasta la próxima.

28 de nooiembre de 2007

7B
IV
El Otro de la oigilancia

Entiendo por qué están aquí: están esperando que siga amándome
frente a ustedes. Así ubico el límite de ese ejercicio, del modo en que
apareció la última vez, después de haberlo hecho. O sea, haga lo que
haga, me describo como amable. Lo raro es que incluso un análisis,
después de todo, solo se lleva hasta cierto punto. Y sobre todo, el cortejo
de injurias y calumnias que me acompaña desde siempre, ya es para
mí una suerte de animal doméstico; siento que algo me falta cuando no
tengo la 1awía ladrándome detrás y buscando morderme los talones.
Este último tiempo, por ejemplo, ¿dónde están?

Hijo del padre

Pues biery pese a esto y a toda la iroma que puedo consagrarle, hay
algo en mí que parece ser del orden de la certeza psicótica o, en todo caso,
de la certeza -quizá podríamos decir que toda certeza es psicótica, sobre
todo en los tiempos que corren-/ incluso sin saberlo pero cuando me releo
me doy cuenta de ello, tengo ridículamente la certeza -cómo decirlo, voy
a decirlo con la distancia que otorga un vocabulario un poco anticuado-,
tengo claramente la convicción de tener un alma adorable. Solo creo en
el alma en el sentido que le dieron Aristóteles y Lacan, es decir en tanto
designa la unidad del cuerpo, su imagen en el espejo es el más cercano,
el más presente aruílogon de la misma. Y como dije al pasat no me miro
al espejo, a tal punto que no sabía que, según parece, tengo el pelo gris.

79
IACQUES-ALAIN MILLER

No creo en el alma, ni siquiera soy coqueto -quizá ya se hayan dado


cuenta-, me visto a las apuradas, soy capaz de ponerme 1o mismo
durante una semana. Admiraba mucho lo que se decía de Jean-Jacques
Servan-Schreibe¡, en otros tiempos: se vestÍa siempre con un traie azul,
del que tenía varios ejemplares del mismo corte, una camisa blanca y
una corbata negra, siempre la misma, de modo que no tuviese que per-
der tiempo por las mañanas. Me parecía Ia prudencia misma. No me
interesa la apariencia, jamás me creí irresistible para las damas y de
haberlo creído, hubiese sido desmentido en los hechos. Sin embargo,
todo indica que en cierto modo, como decía el doctor Lacan, creo ser
adorable.
Es el fundamento de lo que llamaba mi erotomanía,por lo menos en
lo que hace al binario según el cual Lacan da a elegir entre la erotoma-
nía y otra cosa en la relación con el amor. Lo encontrarán en sus "Ideas
directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina". Es respecto
de ese binomio que me ubicaba más bien del lado erotomaníaco. Esto
implica que, evidentemente, una convicción así resista a los hechos.
Hay una cantidad absolutamente increíble de gente que me odia y esto
no afecta para nada mi convicción.
En el fondo, ¿qtté me digo? ¿Qué debo estar pensando? Algo así
como: es solo porque no me conocen lo suficiente, de no ser asi verían
que soy bueno como el pan. Bueno como el pary es mucho deciq, pero
sin duda es una posición que hubiese podido llevarme a la paranoia.
En el fondo, siempre sentí que tenía más afinidades primarias, inme-
diatas, con el modo de concebir el corazón del hombre de Jean-Jacques
Rousseau, es decir con su bondad esencial, que con el pesimismo cínico
de Freud y de Lacan. Desde 1o intelectual puedo adherir a este último
y de hecho adhiero, la práctica psicoanalítica me impulsa evidentemente
en esa dirección. Pero el niño en mi como se dice, hijo de su madre, se
inclina hacia la otra perspectiva.
E incluso si corrijo esta concepción, así y todo es la que modela
mi política institucional. Siempre estoy a favor. Se nota cómo Lacan,
según la concepción que desarrolló a 1o largo de sus seminarios y de
sus Escritos, mantenía las riendas de su Escuela con los puños apreta-
dos y cuando la asamblea general duraba más de un cuarto de hora,
se impacientaba, entendíamos que había que irse y nos íbamos. En 1o
que a mí respecta, debo decir que no seguí para nada su ejemplo, no

BO
EL OTRO DE LA VIGILANCIA

solo porque tuve que empezar un poco más de jovery muy lejos de su
autoridad, sino también porque lo hice de manera totalmente distinta.
Al contrario, actué por la vía de la conversación, hasta llegar a cansar
a la gente dándoles toda la libertad para hablar, apostando a la dia-
léctica de las opiniones, al hecho que encontraría finalmente un punto
de equilibrio, preconizando la transparencia, término rousseauniano
por excelencia.
Hay que decir que así y todo hubo quienes se negaron a entrar en el
juego; fue cuestión a menudo de personalidades muy crispadas, en firy
grandes pesimistas en cuanto al ser humano, desconfiados. Pero aque-
llos que sí se prestaron al juego, después de todo ahora suman miles
de personas en el mundo, dio lugar a instituciones muy sólidas, que
tienen vida propia, donde no tengo que intervenir en 1o más mínimo.
Al principio, di una pequeña vuelta de manija en todos estos lugares y
después esto generó también en la gente, como pude verificarlo recien-
temente, una confianzahacia mí. Confianza en mi lealtad, por 1o menos
en cuanto a un esfuerzo de justicia y de promoción de las personas y en
cada generación, de los más jóvenes.
Llegué a cansarlos; no hice todo lo que podía al respecto, me parece,
en este país, en Francia, porque me dejé absorber desde hace ya varios
años y de manera muy exclusiva por la redacción de los seminarios de
Lacan. En Francia me atrasé un poco en eso, pero ahora estoy recupe-
rando ese retraso y lo voy a hacer a marcha forzada. Asi esta doctrina
respecto del mal o de 1o malo, que en mi caso relaciono con el hecho
de ser hijo de una madre fóbica, siguió actuando. Por eso tengo mucha
simpatía, en primer luga1. por los hijos de la madre, como Sollers, por
ejemplo. Es algo que reconozco, pero evidentemente en él es muy
exclusivo.
Nuestra experiencia al respecto era bastante limitada en la ENS. En
el momento más fuerte del machismo intelectual de la Escuela, en el
fondo nos guiaba la convicción de que Ia mujer no piensa, siguiendo en
eso a Spinoza que dijo que el hombre piensa. El machismo intelectual
de la ENS era entonces notorio, y si alguien lo padeció y quedó mar-
cada por eso, fue Catherine Clément. Ella se interesaba en nosotros y a
nosotros nos parecía que tenía lindas piernas, pero/ por lo demás, no la
estimábamos como se lo merecía. Entonces, a pesar de ese machismo,
en el que caí más que haberlo adoptado, es lo que ocurre cuando uno

81
IACQUES-ALAIN MILLER

entra en un cuerpo constituido y prestigioso como ese, incluso teniendo


un espíritu independiente, uno se tiñe con el medio.
Por ejemplo, en la ENS, aprendí muy rápido que el toque chic, aque-
llo que constituía la elegancia misma cuando los filósofos nos hablába-
mos entre nosotros, de a dos o tres, parados, aprendí que la actitud era
mirarse los pies. Así era como los alumnos de Althusser se hablaban
entre sí entonces yo también empecé a hablar así. Sin embargo, tengo
un recuerdo muy claro de mi independencia, justamente. Durante la
primera cena de la que participé en la cantina de la ENS, estaba senta-
do en una mesa con otros normalistas y la conversación era animada
hasta que en un determinado momento dije algo que recuerdo por el
silencio petrificado que le siguió a mi intervención: es divertido pensar
que hay aquí la misma cantidad de tontos que en cualquier otro lugar.
Visiblemente, mis compañeros no compartían esa idea. Entonces, me
parece que se trata de un efecto que responde más bien al medio. A
mi entender, como hijo de la madre que soy, siempre tuve simpatía,
vibración empática hacia -cómo decirlo-, como ellas dicen: el discurso
femenino. El hecho de que me guste la 1ógic4 y la lógica seca, nunca
me impidió escuchar los discursos húmedos, por así decir. Es una opo-
sición un poco rudimentari a,hay desde luego mujeres secas y hombres
muy húmedos.
Bueno, veo que nos divertimos. Así y todo, les tengo que aclarar
algo. En general, cuando vengo a hablar aqui estuve pensando en ello
durante la semana y después, el miércoles por la mañana, me concen-
tro durante dos, tres, cuatro horas, leo, escribo, tomo notas, elijo a últi-
mo momento el camino a seguir -camino que a veces me sorprende a
mí mismo, de hecho es lo que suele ocurrir-, luego se acumulan notas
que no uso y que podrán volver en el transcurso del año. Esta vez no
hice eso, no pude hacerlo, digamos que no dejé de estar en la acción ni
siquiera un segundo.
Para mí es entonces un recuerdo muy alejado el del momento aquel
-la semana pasada- en el que tuve tiempo de relajarme, de tomar dis-
tancia, y que se me ocurrió hacer una loae fest conmigo mismo. Me pare-
ce muy lejano y ahora que tengo frente a mí las notas para seguiq de
hecho aún no les dije nada de eso, todo 1o que les digo me viene así, ex
tempore. Evidentemente opongo lo seco y lo húmedo en tanto es lo mas-
culino y lo femenino, ¿quieren que les diga?, es la inercia imaginaria,

82
EL OTRO DE LAVIGILANCIA

no se puede salir de ahí. En fin, se sale de ahí cuando se tiene un poco


de tiempo para pensar.
Entonces, lo que nos diferencia a Sollers y a mí aparece claramente
en muchos puntos y planos, pero en definitiva se sitúa clínicamente en lo
siguiente: en cuanto a é1, puedo escribir en términos astrológicos des-
viados para el psicoanálisist pocos o ningún padre en su cielo. En cambio,
en mi cielo, hay muchos, muchos padres. Allí se fundamenta, por lo
demás, lo bien que me llevo, en general, con las hijas del padre. No sé
si entienden a qué me refiero. Pero con las hijas de la madre también.
Entonces, evidentemente, por ejemplo, no me pasa 1o mismo respecto
a ia idea de lo nacional que lo que le pasa a Sollers. Para é1, es patente
que la idea de la patria se ubica del lado del padre y no le importa en
lo más mínimo. Mientras que en mi imaginario, importa mucho. Res-
ponde seguramente al hecho de que tuve que inventar yo mismo esas
raíces, de ahí que me sienta tan enraizado en la cultura francesa y en
la historia de Francia. Sea como sea, esto es un logro de la República
Francesa: transformar al hijo de judíos polacos, nacidos en el gueto de
Varsovia, de manera tal que llegue a sentirse como me siento yo, un
francés de pura cepa.
Claro está, deseo que esta máquina de transformar continúe, querría
que no falle. De modo que para mi la patria importa, siempre me hicie-
ron vibrar los grandes episodios de la historia de Francia y así como
conté la última vez, si recuerdo bien -y tengo buena memoria- el rol
que había jugado la imagen gloriosa de mi padre radiólogo dominando
el mundo, su mundo de fotos y de secretarias que tomaban notas de
los múltiples discursos que él dictaba, y que yo me sentía bien cuando
estaba en sintonía con esa imagen. Mis momentos de elacióry mis perío-
dos que podrían ser calificados clínicamente de hipomaníacos, son con-
secuencia de la identificación con esta imagen. Debía tener en aquel
entonces 6 o 7 años, no más, puedo situar la fecha puesto que abrió su
consultorio de radiólogo en 1950, 1951,, se puede ubicar fácilmente.
Se trata de una imagen radiante, positiva, en la que las mujeres ocu-
pan evidentemente un lugar de subordinación. Son mujeres que traba-
jan para é1, que recogen y sostienen su palabra, en tanto él se ubica en
una posición evidentemente de dominación y de saber total.
Conocemos las consecuencias clínicas, a menudo nefastas -según
pude observar-, de que un niño sea en clase alumno de su propio her-

83
IACQUES-ALAIN MILLER

mano o de su propia madre. Claro está, ustedes podrán darme muchos


ejemplos donde las cosas salen bien pero por mi parte noté cómo en
algunos casos ocasionaba ciertas dificultades de ser en el momento e
incluso a veces de manera más alejada en el tiempo.
No es equivalente a la familia de Schreber, hijo de un padre educa-
do¡, pero si el familiar del que se trata no maneja el asunto con tacto
-es todo lo que se pueda decir al respecto, porque no existe un buen
método- pero si carece de tacto, hay consecuencias nefastas. Es algo así
como ser hijo de médico. O uno decide a su vez ser médico y existen
dinastías brillantes fundadas sobre esa base. Por ejemplo, el profesor
Debré, quien se mostró tan brillante respecto a mí que le construyeron
un hermoso hospital en reconocimiento a su agudeza, aunque segura-
mente también haya hecho otras cosas mejor. El profesor Debré engen-
dró así un primer ministro, quien a su vez engendró un médico y un
juez de instrucción, que luego fue ministro y hoy es presidente del Con-
sejo Constitucional.
¡Ah, sí! También tuve una disputa con Bernard Debré, nieto de
aquel otro Debré. Era un día en que comenzaba a desplegarse nuestra
ofensiva contra la reforma Accoyer; había por aquel entonces aceptado
presentarme en un programa televisivo, conducido por Franz-Olivier
Giesbert. Como no me habían transmitido con exactitud la fecha, creía
que la grabación iba a darse al día siguiente y llegué cuando el pro-
grama ya estaba por la mitad. Por consiguiente, estaba un poco lejos
del centro del asunto cuando en un momento dado, un periodista de
Le Nouael Obseraateur comentó, de un modo si no malintencionado al
menos muy grosero, Que los analistas querían escapar al escrutinio del
público.
Por lo demás, Pierre Bénichou se llevaba bien con mi hermano y
vino a decirme, después del programa, hasta qué punto su familia
guardaba un recuerdo de nosotros, me contó cómo su tío Paul Béni-
chou, gran crítico, mantenía vínculos muy íntimos con Sylvia Bataille y
Lacan, etc. Pero en firy durante el programa, püso voz de trueno para
preguntar qué eran todas esas historias con esos análisis, etc. Yo veía
que corría la hora; me iba quedando poco tiempo, estaba en el fondo,
en la segunda fila, sometido a una bronca que afectaba, a través de mi
persona, al discurso analítico. Entonces se me ocurrió hacer algo que
me pareció lo más razonable, esto es, dar un puñetazo sobre la mesa.

B4
ELOTRO DE LAVIGILANCIA

Tuve así el placer de ver todo ese pequeño mundillo pegar un salto en
su silla y llegó mi turno de someterlos a mi bronca.
En ese preciso momento, el doctor Bernard Debré, nieto del otro,
del genio de la medicina pediátrica, se dio vuelta hacia mí con aires
de emperador -é1, que a diferencia de mí es tan coqueto- y me dijo:
"iQué imagen da usted de su profesión!". Porque para estos imbéciles,
la imagen que el analista tiene que dar es la de quien se traga todo, la
del flemático. Volví a encontrarme con eso después de esta semana y
les quería hablar de esto, pero bueno... En ese momento, le permitió
a ]ean-Didier Vincenf que estaba presente en el estudio, acudir en mi
auxilio. No me esperaba para nada esto por parte de un biólogo, acudió
en mi auxilio con una gentileza, una diligencia que ahora me explico
por qué entre nosotros hay una relación verdaderamente afectuosa. En
todo caso, él llora de alegría ante la idea de que al fin vamos a poder
pegarles a los cognitivistas, algo que espera desde hace mucho. Yo le
dije: ahora ya está, ya va a ver cómo me lanzo. Pues biery empezó con
ese programa.
Estaba diciendo que hay dinastías de médicos, en las que uno en-
cuentra la salvación volviéndose médico. Como lo indiqué, es algo que
me quedó vedado desde el vamos. Siempre pensé que podía desem-
peñar no todos los oficios pero en firy me mantenía abierto, sin una
decisión tomada. Pero había algo que sí sabía y era que había al menos
una profesión que no ejercería nunca, por lo menos una, la de médico.
Porque era de é1. Se dan cuenta hasta dónde llevaba yo el respeto al edi-
pismo: ya que es la tuya, quédatela, es para vos. Pero el resto es asunto
mío, y en particular los libros. En casa no teníamos una gran biblioteca.
Estaban las obras de Shakespeare, de Voltaire, de Verlaine, con ilustra-
ciones, recuerdo las ilustraciones de las cartas de Voltaire, ¡quizá sea
por eso que me gusta tanto! ¡En E/ ingenuo había pequeñas figuras un
poco desvestidas de Mademoiselle de Saint-Yves que eran un deleite!
En todo caso, alimentó mucho mi gusto por la lectura. Solo estaban
los grandes clásicos y a mí me tocó llenar la casa de libros; alentado por
la familia, tuve incluso crédito -es mi costado de señorito, no lo puedo
negar- en la librería que se llamaba por entonces "EI73", ocupada más
tarde por alguien que venía de las Ediciones Maspero, una gran librería
que ya no existe, con un quiosco y demás. En aquel entonces era pro-
piedad de la mujer de un médico que conocía a mi padre y entonces yo

85
}ACQUES-ALAIN MILLER

cursaba en el Liceo Louis le Grand y cuando salía iba alli tomaba los
libros que quería, los anotaban y estaba todo pago. Era la gloria.
Disfruté de eso durante cuatro o cinco años; no sé si se dan cuenta
de lo que significa, pero en todo caso representaba seguramente mucho
dinero. La idea era que no hay que obstaculizar el sabel, algo muy pro-
pio de los judíos, se 1o considera el bien más preciado, el saber y no el
dinero al contrario de 1o que se piensa en algunos ámbitos poco gratos.
Y como a mí me gustaba, todos los días tenía tres, cuatro libros nuevos.
Decía que todas las profesiones parecían aceptables menos la de
médico, tal era mi versión extrema del edipismo, ante un padre -hay
que decirlo- que gozaba del dominio que le acordaba ese saber de los
cuerpos, incluso los de sus hijos. En casa no consultábamos al médico.
Mi padre no era de los que dicen "No, no, en la familia no", de modo
que tanto los pequeños percances como las cosas graves, molestas, se
trataban en casa, en plena coherencia con esa posición paterna según
la cual todo comienza conmigo, sin referencia a un pasado, puesto que el
año cero soy yo.
Esto representaba cierto peso que claramente el hijo mayol, yo
mismo, intentó, si no durante toda su adolescencia al menos durante
toda su infancia, sacarse de encima; esos repetidos enoios, esos arran-
ques, esa sensibilidad a la burla, eran eso. Se trataba alavez de cons-
tituir y de aceptar la omnipotencia del padre, conteniéndolo en ese al-
menos-una, pero sintiendo el peso y, por consiguiente, la incomodidad.
Es seguramente esa omnipotencia que venía a representar la estatua de
Beaumarchais enfurecido, si mi memoria es buena tiene un largo bas-
tóry está de brazos cruzados en una actitud de enojo.
Querría así y todo llegar a decirles lo que hice esta semana pero por
ahora simplemente les voy diciendo lo que venía a continuación de la
imagen radiante del radiólogo en mi hoja.

Que se oea

De hecho, Melman en tanto analista, tenía sin duda el mérito de


una presencia de cierto peso. Yo lo veía como una pelotita densa -algo
que representa bastante bien el objeto a- en tanto yo, por el contrario,
siempre me había vivido en mi adolescencia, durante todos los años de

86
EL OTRO DE LA VICILANCIA

mi juventud hasta mi análisis, como algo liviano, afín al aire -mil aires-
liviano como el aire. El dios que había elegido como referencia desde
mi infancia era Hermes, eue tiene alitas en los pies que le permiten
sustraerse de todas las situaciones. Liviano, por cierto, pero con la ide4
con un deseo contenido de hacer peso. En ese punto estaba satisfecho,
engordé, incluso demasiado, según me dijeron. Pero en aquel entonces
era tan delgado como es hoy mi hermano, quien se mantuvo en esa
línea. En la cena de anoche, no comió más que un tartar de ternera,
hasta me burlé de él'. " iOtra vez fartar de ternera!" . " ¿Y por qué no? ¡Es
rico! ¡Tartar de ternera!"
De ese modo, la idea de tener peso, es decir también de penetrar y
dejar una marca, es lo que quiero para el pensamiento de Lacary ya lo
dije. No quiero que solo sea una nube, no quiero que sea solo para que
los eruditos vayan a compulsarla y a hacer exposiciones. También quie-
ro al respecto que no resulte algo liviano, sino que entre en el mundo,
que en efecto reestructure lo que pueda reestructurar del mundo.
Porque en lo que a nosotros respecta, nuestro mundillo interior ya lo
hemos constituido y no va a crecer mucho más, por así decir. Por cierto
crece un poco pero entienden lo que quiero decir: nos hablamos entre
nosotros, nos apreciamos, traemos a los colegas de América Latina o de
Europa del Este, pero se trata de nuestra conversación.
La pregunta era: ¿Cuándo concernirá a todo el mundo? Pues biery
ahí estamos. Se fue tanto al diablo sin nosotros que ahora -cómo decir-
lo, suena predicador-, ese mundo nos necesita... (Se escucha el timbre
de un teléfono.) ¿Qué es eso? Un llamado directo para decirnos: "No, el
mundo no los necesita". Además de hacer peso, lo cual tiene ya mucho
mérito cuando se trata con alguien tan inquieto. Solo me acuerdo de
dos interpretaciones de Melman, nada más. La más brillante de ellas se
refería a este punto, a esta imagen del radiólogo. Con una voz de true-
no dijo: ra-dios-logo. ¡Ah! Como pueden darse cuenta, eso me quedó.
Ahora que tengo experiencia como analista, puedo decir que Melman
estaba utilizando diferentes matices de un mismo colo(, quiero deci1, no
apuntaba a cambiar algo, por lo demás no fue algo que cambiase nada,
no tenía por qué cambiar, por el contrario, era más bien el principio
sobre el que podía apoyarme en la existencia.
Visto desde el ahora, puedo decir que no es una interpretación que
yo hubiese hecho. Lo que hubiese interpretado es aquello que Melman

87
JACQUES-ALAIN MILLER

dejó pasar sin interpretación, quizáporque en ese momento me di cuen-


ta de algo, y esto es lo que me impulsa a avat:tzar en mí y en mi recuer-
do. Durante esta misma visita al nuevo consultorio de radiólogo de mi
padre, cerca del Parc Monceau, rue de Lisbonne, en planta baja, vasto
laberinto de largos corredores, a diferencia del lugar donde habíamos
vivido hasta entonces que era más bien, como dije una pequeña caja
cuadrada con pocos ambientes, su consultorio anterior también era
pequeño, en un momento hasta llegamos a vivir allí donde tenía su con-
sultorio, un poco a la manera de los Lacan después de la guerra, cuando
toda la familia vivía en la rue de Lille. Quienes conocieron el lugar, 5 rue
de Lille, saben que no es muy grande, pues toda la familia se alojaba alli
incluso 1a abuela rumana de Silvia. Lacan aceptaba todo eso como parte
de la partida: amaba a la mujeq, también aceptaba a la abuela, siempre
era muy respetuoso con ella, mucho más que con los demás y ella misma
tenía para con él muchas reverencias, según 1o que escuché.
Aquella visita corresponde a mi padre al dejar de ser clínico y
pasando a ser especialista, su consultorio cambiaba de barrio !, por
1o tanto, me llevaba de paseo a mí. Fuimos sin mi hermano, que por
entonces debía tener seis meses o un año. Vi entonces lo que había rea-
lizado, el mundo nuevo en el que iba a vivir, la potencia increíble que
de allí se desprendía, y tengo otro recuerdo que debe provenir de la
misma visita, porque no hice muchas más; era su lugar de trabajo y yo
no tenía nada que hacer allí. Más tarde volvi pero en el transcurso de
esta misma visita me mostró sus aparatos, más numerosos que en el
pequeño consultorio de la rue des Francs-Bourgeois.
Hizo esto y cuando me volvió ese recuerdo, cuando lo entendi me
aclaró mucho respecto de mí mismo, incluso respecto de las cosas que
solían decirme. A menudo me sorprendierory a veces me hirieron aun-
que tuviesen su fundamento estos dichos, gente muy allegada, fami-
liares o amigos me decían que con mi manera de hablar, de mira¡, de
apretar los dientes, yo daba miedo. Para alguien cuya convicción psicó-
tica es ser adorable, no resulta fácil de integrar y hay un principio que
lo explique, un principio muy preciso.
En el transcurso de esa visita, después del consultorio donde mi
padre dictaba los informes a sus secretarias, estaba lo que podríamos
llamar la sala de máquinas. Mi padre me mostró entonces sus aparatos
nuevos y me dijo: con esto, uno ve el interior de1 cuerpo, el esqueleto,

88
EL OTRO DE LA VIGILANCIA

se ve 10 que ves en las fotos, como decían los radiólogos. Y no se le


ocurrió nada mejor que ubicarme detrás de uno de esos aparatos, a mi
su hijo, y durante un momento las luces se encendieron,lapieza estaba
a oscuras y mientras yo no veía nada, sabía que se veía hasta 1o más
profundo de mí.
Que se vean mis huesos, que en el fondo se me vea ya muerto, que
se vea mi interiol, que quede sin ningún secreto, que el Otro de la vigi-
lancia ha ganado mientras yo no lo veía y él me vea de arriba abajo
como jamás me veré o pudiese verme. Esa mirada era eI colmo de la
inquisición, quedé pasmado por ella y se puede decir que ese momento
quedó fijado en mi carne. No sé si ustedes sienten escalofríos, no puedo
recordar si quedé tieso pero si sé que me dejó pasmado, ese momento,
esa visión, el hecho de saber que mi padre me tenía en cierto modo
como abierto, que leía en mí como en un libro abierto.
No me desmayé, no lloré, debió ser algo imperceptible, pero quedó
para mí como una referencia, algo que entendí antes de entrar en análi-
sis, Ieyendo psicoanálisis era esto lo que me podía dar esa mirada que
una de mis mujeres, justamente en el momento en el que yo ingresaba
a la ENS, calificó así: tenés la mirada de un juez. Fue algo que me sor-
prendió, porque precisamente yo no estaba identificado con el Otro de
la vigilancia. Llegado el caso, me identifico con su objeto, por eso me
defiendo tanto cuando siento que se presenta, con los cognitivistas, por
ejemplo. Me identifico ya sea a su objeto o bien a aquel que ataca con
elocuencia el Otro de la vigilancia.
Asi cuando tenía 13 años, estábamos en pensión de invierno con mi
hermano -me veo obligado a hacer sus confidencias al mismo tiempo
que las mías, al menos algunas-, no recuerdo dónde, durante quince
días. Se formó allí una pequeña sociedad: las chicas, los muchachos,
conversábamos y me enamoré apasionadamente de una chica rubia,
belga, que volví a ver años más tarde, estaba vinculada al Campo Freu-
diano, pero habían pasado cincuenta años, más o menos. Por entonces
teníamos sobrenombres; el mío era el Abogado, no tengo el recuerdo
preciso, pero sí guardo memoria de ese sobrenombre y supongo, por lo
tanto, que hablaba, que pleiteaba, de modo que la identificación a un
juez, es deci4 aquella que me ubica del otro lado del Otro de la vigilan-
cia, si bien siempre me sorprendió, evidentemente se instaló en mí con
ese episodio, tanto como con el otro. Pese a no estar en sintonía con mi

89
IACQUES-ALAIN MILLER

intención, el simple hecho de combatir al Otro de la vigilancia, implica


obviamente que se lo vigila.
No se le quitan los ojos de encima. Por eso, de inmediato, apenas me
entero de que los expertos vendrán a visitar el Departamento de Psicoa-
nálisis, durante el mes de enero -pobres, no saben dónde se est¿ín metien-
de, mi primera reacción es la de decir que somos nosotros quienes vamos
a evaluarlos y que voy a saber todo acerca de cada uno. No me van a
venir con la historia del experto designado, menos aún nombrado por
una comisión. ¿Quién es usted, señor experto? ¡Presénteme sus papeles!
Algo que por lo demás ya hice. Hablé por teléfono con el jefe, después
de haberlo contactado por correo electrónico. l.,lo sabía aún quién era cuan-
do ya había empezado con aquello de "Mándemelo con todarapidez..." ,
en firy ese era el tono. El primer contacto fue más amable pero ya dos días
después, cuando insistió, le contesté: "Sírvase mandarme por correo los
documentos oficiales atestando quién es usted". Ese tipo me llama por
teléfono, me manda un e-msil y yo tendría que.. . ¡Pero por favor!
Eso Ie hizo efecto, me llamó para preguntarme cómo podía poner
en duda su buena fe. Le dije que no era para nada el caso: si usted me
pide presentar una pieza oficial, yo le voy a pedir una pieza oficial para
presentar la mía. Todo esto está registrado por e-mail, lo puedo publi-
car mañana, sin el nombre del desdichado. Pero, evidentemente, 1o que
de inmediato se me ocurre es sacarme ese tipo de encima, dar vuelta
la mesa para ponerlo en mí lugar, ya lo ven con los gestos que estoy
haciendo, demuestra cómo uno empieza a parecerse al otro.
No recuerdo quién lo dijo -creo que fue Nietzsche- pero es una frase
que me había impactado mucho: se transformó en aquello que combatía.
Había también otra frase, la de esa historieta estadounidense que se
llamaba Pogo, que es para morirse: "We'ae seen the enemy and it is us" .
Muchas otras frases expresan esa idea. La doctrina misma de Lenin
profesaba que, puesto que la burguesía está organizada con las fuerzas
armadas, las finanzas, etc., del Estado, para luchar contra é1 hay que
parecérsele. Y concibió al Partido Comunista así y todo como un contra
Estado, dotado de los mismos defectos o de otros aún peores.
Lenin se dio cuenta de que había parido una suerte de monstruo.
Ustedes perciben que hay allí algo delicado, para combatir e1 lobby
cognitivista que opera en Francia desde hace treinta años, para hacer
caer esta fortaleza -y lo conseguiremos, no estoy haciendo castillos en

90
EL OTRO DE LAVIGILANCIA

el aire-, nos tenemos que convertir en un grupo de presiór¡ nos esta-


mos convirtiendo en un grupo de presión a toda velocidad, es deciq,
hablamos con los políticos. Es evidentemente 1o contrario de lo que hice
durante treinta años, no quería siquiera tocarlos con pincitas.
Era tan indiferente a estas cosas que no quise nunca tocar la mano
de Mitterrand, a quien había votado, a pesar de que su ministro Roland
Dumas era amigo de la familia desde siempre. Votar a alguien es una
cos4 solo se toca una boleta, pero no por eso se lo conoce. Tenía mi opi-
nión al respecto pero no quería acercarme, no quería luego tener que
formular algunos agradecimientos. Y fue sencillo ya que Roland Dumas
la hizo muy biery debo decirlo, comprendió esto intuitivamente, quedó
sobreentendido sin que jamás hablásemos al respecto, eran sus asuntos.
Pero esto se terminó gracias al señor Accoyer. De modo que ahora noso-
tros hablamos con los políticos, procuramos incluso hacerlo con las polí-
ticas, ya que hoy en día las mujeres ocupan un lugar en ese terreno.
Lilia Majoub, presidente de la Escuela de la Causa Freudiana reco-
nocida de utilidad pública -son las prosperidades de la virtud- fue
invitada a hablar con Roselyne Bachelot en su oficina. En un momento,
tuvieron una discusión porque, al pareceq, Roselyne cantó el pasaje de
una ópera creyendo que era de Verdi cuando era de Mozart, en fin...
Así van las cosas, así estamos. Notarán que no se logra eso tocando
mandolina, sino con bombos, es decir con Le Nouael Áne, qlue no es par-
ticularmente complaciente, pero sabe hacer la diferencia entre los polí-
ticos desorientados por su administraciór¡ por un lado y, por otro, los
que están persiguiéndonos en serio desde hace años.
Los ministros pasary los ministros cansary los ministros no son espe-
cialistas del ámbito del que se ocupan. Por el contrario, los otros si los
pequeños hombres de gris están allí desde hace años, intentando acabar
con nosotros y creen que ahora llegó el momento. Es lindo, es muy lindo.
Se lo contaba ayer por la noche a Robert Hue, ex secretario general del
Partido Comunista. Quienes asistieron al Foro extraordinario saben que
en un momento dado evoqué la Fundación para la Innovación Polític4
de derecha, diciendo: pero entonces, ¿qué hay a la izquierda? Y mi her-
mano indicó: la Fundación Gabriel Péri, dirigida por Robert Hue.
Fui a esa Fundación por la Innovación Política en el momento del
asunto Accoyer, conozco al directo¡, un egresado de la ENS, presidente
del Consejo Científico, es un ex alumno mío, Frangois Ewal. Mi amigo

91
TACQUES-ALAIN MILLER

jean-Didier Vincent también la integra ahora y, según me enteré en el


Foro Extraordinario, la misma Catherine Clément se ha sumado. Por 1o
tanto, está todo bien por ese lado, pero fue necesario el Foro Extraor-
dinario para que Gérard Miller me recuerde que existía esta fundación
Cabriel Péri, dirigida por Robert Hue.
Después lo llamé por teléfono a mi hermano y le pregunté por qué
no nos juntamos con Robert Hue, para cenar. Entonces ayer cenamos
los tres juntos y dado que se nos recibe con honores en los palacios de
la República ocupados por el equipo de Sarkozy, estamos contentos de
poder también cenar con un viejo comunista que nos tiene simpatía.
De hecho, dijo que si Jospin hubiese ganado, él habría sido ministro de
Salud, al parecer ya se habían puesto de acuerdo al respecto. Pues bien,
si no nos hubiese recibido Roselyne Bachelot hubiese sido Robert Hue,
no digo que izquierda y derecha sean 1o mismo, pero el psicoanálisis es
el psicoanálisis, y eso defendemos, el psicoanálisis de interés público.
Me llamó la atención que en un texto mío de 7992 que me mostraron
esta mañana ya hablaba de interés público acerca del psicoanálisis.
¿Dónde había dejado? Estaba hablando de la cena con Robert Hue,
¿pero antes de eso? Ahora hay que hablarles amablemente, sin injuriar-
los. Me refiero a los ministros de salud, de la enseñanza superior y de
la investigación. Otra mujer, jovery está a cargo de la enseñanza supe-
rior y de la investigacióry desembarca en un terreno donde los odios
existen desde hace décadas. Tampoco se la puede responsabilizar por
todo. Cierro este paréntesis diciéndoles que de chico no me llamaban
]acques-Alain, aunque esos fuesen mis dos nombres. Fui yo quien a
los 16 años decidió sacarlos del cajór¡ poniendo un guión entre uno y
otro. Decidí llamarme ]acques-Alain, "hijo de sus propias obras". Hasta
entonces, me llamaban ]acky, algo de 1o que ya empezaba a estar harto.
Puedo ahora llegar a donde quería llegar y ala razón por la cual
estuve llegando un poco tarde e incluso sin haber podido disfrutar de
mis horas de tranquilidad esta mañana.

Visita de eaaluación

El miércoles ceno entonces con un especialista del aparato universi-


tario y le pregunto: ¿Qué ocurre con este asunto que me llega un poco

92
EL OTRO DE LA VIGILANCIA

de todas partes, según el cual el mismo Departamento de Psicoanálisis


está sometido a una visita de evaluación, un nuevo aparato universita-
rio del que nadie había oído hablar?

AERES

La AERES,I de la que nunca había escuchado hablal, se pone en mar-


cha y todos los departamentos de Paris VIII están patas arrTba, no saben
cómo responder a esto. Esto me había llevado, diez días antes, a solicitar
al director del gabinete de Salud, a quien conozco, que me ponga en con-
tacto con el director del gabinete de Enseñanza Superior e Investigacióry
para defender la causa del Departamento. Nada nuevo bajo el sol, por lo
demás. Ahora lo decimos. Hasta 1981, la presencia del doctor Lacan pro-
tegía el Departamento; era su amigo personal Edgar Faure, quien había
creado Vincennes, transformada luego en Paris VIII, y Ia presencia de
Lacan protegía el Departamento. Como ustedes saberL Lacan murió en
1981, pero también teníamos otros protectores. Foucault aportó su firma
cuando fue necesario, Barthes también y hasta 1991 estuvimos tranqui-
los como reyes.
A partir de 7991., cada vez que queríamos crear un diploma o era
necesario renovar su habilitacióry cada vez que nos mandaban exper-
tos, que por mi parte nunca conoci pero por suerte estaba mi hermano
menor para apoyar esta cuestión y en cada oportunidad los expertos
-dos psicólogos- emitían un informe desfavorable. En cada ocasióry
Gérard Millef. apoyándose en su notoriedad, pedía una entrevista en el
gabinete del ministro de Educación. Se lo recibía, explicaba que íbamos
a ser degollados por los expertos psicólogos y en cada ocasión, el gabi-
nete y, por consiguiente, el propio ministro, pese a la opinión desfavo-
rable, prorrogaba la vigencia de nuestros diplomas.
Así fue como funcionaron las cosas desde 1991. Por suerte, Gérard
Miller estaba alli con su fama, hasta Robert Hue le dijo: "Gérard, sos
más famoso que yo ahora". Y es cierto, cuando uno camina con é1 por
la calle, la gente se da vuelta. Él puso esta notoriedad al servicio del

1. Agence d'Evaluation de 1a Recherche et de 1'Enseignement Supérieur (Agencia de


Educación e Investigación en la Enseñanza Secundaria). IN. de T.]

93
IACQUES-ALAIN MILLER

Departamento de Psicoanálisis. Estos no sory por lo tanto, nada excep-


cional, salvo que este año se notaba que iba ser distinto.
Redacté una nota de una página, como se hace en los ministerios y
la entregué al director de Salud para que se la transmita al director del
gabinete de Enseñanza Superior y que tomemos contacto. Una semana
después, recibí un e-muil del director del gabinete de Salud diciéndome:
"Puede llamar a1 director adjunto del gabinete de la señora Pécresse".
Me pregunté por qué el director adjunto. Miré cómo estaba constituido
el gabinete. El director es un profesor universitario, mientras que de
los dos directores adjuntos -hay dos- este es un inspector de finanzas
egresado de la Escuela Nacional de Administracióry como también 1o
es el otro y el director del gabinete de Salud, por 1o tanto supongo que
esos vínculos prevalecen.
Entonces, tenía esta cuestión pendiente pero como no me dieron
el número de teléfono, tuve que llamar a la secretaria, ella me dijo
que me lo mandaba quince minutos más tarde, pero no 1o hizo...
Me llamó al día siguiente, explicándome que 1o sentía, fue recién
cuando estaba a punto de dormirse que se dio cuenta de su olvido y
había contactado una tercera persona en el gabinete de Salud y por
fin lo consiguió. Así mientras que de un lado tenía esos llamados que
hace¡, por otro le pedí a jean-Claude Maleval una nota acerca de la
psicología clínica en la universidad y por esa vía empecé a enterar-
me de gue, y eso no solamente en el Departamento de Psicoanálisis,
estaban sometiendo el conjunto de las formaciones en psicología clí-
nica y psicopatología -como se las llama en las universidades- a una
demolición sistemática.
¿Qué puedo decir yo? En efecto, él representa una cierta presencia
del psicoanálisis en la universidad. Crearon una suerte de sindicato,
con nombre impronunciable, SIEURPP -o algo por el estilo- dirigido
por mi viejo amigo Roland Gori. Pero en firy así como definieron su
SIEURPP, dieron verdaderamente a pensar a todo el mundo que se tra-
taba de algo empalagoso2 y en efecto hay que admitir que 1o es. Me
acuerdo cuando Io crearon hace siete, ocho años. Pensé que formaría-
mos parte de é1, pero en aquel entonces habían decidido cuidadosa-

2. Efecto onomatopéyico que surge al pronunciar SIEURPP en francés. [N. de T.]

94
EL OTRO DE LA VIGILANCIA

mente que solo los psicólogos podrían adherir a ese sindicato, lo cual
excluía, desafortunada casualidad, ala mayor parte de quienes ejercían
la enseñanza en el Departamento de Psicoanálisis de Paris VIII. ¿Acaso
se trataba verdaderamente de una casualidad?
Mi amigo, Philippe Grauer, que representa a los psicoterapeutas
relacionales, me comentó haber asistido a la gran reunión que se hizo
en mayo o junio, en la que pronunció mi nombre. Le pregunté cuán
valiente había que ser para hacerlo y me respondió: "¡Ohl No te podés
imaginar los diversos movimientos que eso provoca". Un poco antes,
de hecho, le había preguntado a Gori, si era realmente acertado para é1,
que me conoce desde hace tanto tiempo -e incluso parcÉTizabeth- no
oponerse a las calumnias de Melman y así parecer estar de acuerdo. Me
respondió que quizá teníarazónpero agregó: "Sabés que a vos también
te beneficia, porque tenés reputación de ser el diablo". Muy bien.
En definitiva, quiero decir que hicieron todo lo posible para que no
estemos juntos. Eso está por detrás de nosotros, porque, como dije, lo
que está delante de nosotros, al contrario, lo califiqué como noche o
como año de los cuchillos largos. Entonces, el miércoles por la noche un
conocedor de la institución universitaria me consiguió algunos nom-
bres, incluso el nombre del mandamás, que yo desconocía por comple-
to, jean-Marc Monteil. Les doy el nombre completo, con la ortografía
exacta, porque hoy en día existe Google y no duden en recurrir a é1, yo
mismo esta mañana estaba googleando su nombre. Y entre un paciente
y otro, el jueves al mediodía, llamé al director adjunto del gabinete de
Ia Enseñanza Superior y la Investigacióry cuyo colega había omitido de
transmitirle mi nota, pero son cosas que pasan.
Le expliqué los comienzos del Departamento de Psicoanálisis, el
hecho de que siempre nos habían restablecido, agregando que ya bas-
taba. Reconozco que yo ni siquiera seguí de cerca esos episodios, ya
que mi hermano se ocupaba de todo. A mí me parece que ya basta sal-
varse siempre por repechaje a último momento desde hace quince años y
señalé que ya que hay una presión creciente a favor de las evaluaciones
en la universidad, pido que se constituya una subsección especial del
Comité de las Universidades para el psicoanálisis, de tal manera que si
los psicoanalistas fueran a someterse a la moda de la evaluación, que
por lo menos 1os evalúen otros psicoanalistas y no verdugos de ratas
(no fue esta la expresión que empleé).

95
IACQUES-ALAIN MILLER

Me respondió que crear una subsección era difícil y le dije que ese
problema era de ellos. La d.emanda es de ustedes, retrucó' Sí admi-
ii. p"to hace un tiempo me enteré que esto forma parte de un paisaie
mucho más amplio de liquidación del psicoanálisis en la universidad.
Dijo que no estaba al tanto. Le pregunté si no conocía al señor Monteil,
director de la Enseñanza Superior y la Investigación durante muchos
años y actual consejero del señor Fillon; y si no conocía al señor Roger
Lécuyer, presidente de la Federación Francesa de Psicología, director
del gabinete de Enseñanza Superioq, y al profesor Fayol, de Clermont-
Ferrand, que supervisa todos los equipos encargados de degollar a psi-
coanalistas y a clínicos.
Le dije: me alegro que usted sea inspector de finanzas, porque por lo
menos así no queda atrapado en esos odios recalentados. Pero sepa que
desde hace años los psicólogos clínicos son el blanco de los psicólogos
experimentalistas, como se los llamaba antes, o cognitivistas como se
les dice ahora, que los clínicos son quienes drenan el mayor flujo de
estudiantes, en tanto el poder universitario está en manos de los cog-
nitivistas, quienes decidieron ahora liquidar a sus rivales. "¿Lo entien-
de?" ,le pregunté. Me respondió que ese no era su terreno' Ya 1o
sé' le
dije, y ugr"gre, yo mismo podría haber hecho mis estudios en la ENA'3
pero soy egresado de la ENS y me gustaba demasiado la filosofía para
hacer la ENA. Me dice que entiende mi demanda inicial pero que ahíya
se perdió. Entonces le dije: "Le voy a decir algo que va a comprender:
voy a tomar sus expertos uno por uno y los voy abaiar a tiros en mi
diario. No sirven para nada y todo el mundo 1o va a saber' ¿Conoce mi
diario, Le Nouael Ane? ¡Ahl, ¿no 1o conoce? Deme su dirección y se 1o
hago llegar de inmediato -21, rue Descartes-. ¡Ah! Conozco ese lugar,
allí estaba antes la Escuela Politécnica, mi hijo cursó allfl' -siempre sirve
mostrar que se es del mismo mundillo-, y agregué: "Le hago llegar el
diario y á" puro le mando la nota que no le transmitió su colega del
gabinete de Salud".
Me di cuenta de que mi tono era vehemente -de hecho, me discul-
pé por eso al final- mientras que él era flemático y convencido, como

3. Escuela Nacional de Administración, que forma a todos los altos funcionarios fran-
ceses. [N. de T.]

96
EL OTRO DE LA VIGILANCIA

se aprende en estas escuelas que es 1o mejor que se puede ser en este


mundo. No le enseñaron que la posición flemática es la del esclavo, o
qtizálo haya aprendido en esta ocasión porque le dije: "Quisiera que
tome nota de un mensaje dirigido a la señora Pécresse: 'Estimada seño-
ra, nuestra amiga en común, Catherine Clément, me informa que usted
simpatiza con nuestro combate contra la reforma Accoye¡, dado que
no quiere que sus hijos morfen Ritalina. Pues biery en estas circunstan-
cias, le quiero dar a conocer mi simpatía personal. ]acques-Alain Millel,
director del Departamento de Psicoanálisis', etc. ¿Usted se 1o entrega-
rá?". "Pero por supuesto", respondió y agregó: "Llamo enseguida al
presidente de la AERES y lo vuelvo a contactar". Con eso ya estábamos
saliendo de los bajos fondos del equipo de expertos que se nos destina-
ba para pasar al nivel superior.
Entonces el jueves a las 14 h le mando una moto con un número del
Áne -lo uso como disculpas para quienes esperaron demasiado tiempo
en mi sala de espera- junto a una nota, a eso de las 16 tu pensando
que ya me estaría extrañando y con la nota de Maleval entre las manos
con los datos que me había proporcionado la tarde anteriol, gracias a
los cuales estaba muy al tanto de los flujos de estudiantes y demás,
entonces lo llamé por teléfono, le pedí a la secretaria el e-mail de este
señor y le hice llegar el documento de Maleval más una nota donde
había cifras: más de cuarenta mil estudiantes de psicología en Francia
por cada año; doce mil cursando el primer año del Máste4 cinco mil en
el segundo -no conozco nada de estas cosas, estrictamente nada. Entre
dos tercios y tres cuartos de estos estudiantes se orientan hacia la psico-
patología clínica -no es poco-, polo fuerte de la enseñanza dentro de la
oposición entre clínicos y cognitivistas. La política de Claude Allégre, a
comienzos de 7990, era la de remodelar las ciencias humanas y sociales,
a fin de adaptarlas al modelo cognitivista propio de las ciencias duras.
Para lograr ese objetivo, se establecieron dispositivos de peritajes que
favorecieron sistemáticamente Io experimental. Hoy cosechamos los
frutos de la normalización socialista cuyos efectos son catastróficos
para la orientación cIínica, etc.
Lo divertido es el hecho de que el partido socialista esté en la oposi-
ción mientras que sus ideas tienen el poder en la administración. Pues
bien, habrá que decirlo y pedirles explicaciones porque para el Foro
busqué un socialista y solo tenemos uno, el senador Sueuq, pero debía

97
]ACQUES-ALAIN MILLER

permanecer en Orléans, donde se presenta como intendente. Pues biery


hay uno pero no hay dos. Le pedí a alguien que conoce bien al partido
socialista que me encuentre a uno para el foro extraordinario y al día
siguiente me dijo: no hay nadie, o están contra nosotros, o tienen miedo
de decirlo. Como dice Bernard-Henri Lévy acerca de la izquierda: un
gran cadáver dado vuelta. A mí me parecía que exageraba un poco,
pero a lo mejor tiene razón.
Entonces, a las 16:30 h le mandé esta cuestión por e-mail y pensé:
una vez más, no voy a lograr que me comprenda, no va a entender
adónde quiero llegar. Y lo tiene que entender. Ya me debe haber cla-
sificado entre los medio locos, lo cual está bien, pero mejor todavía si
me cataloga entre los que están totalmente locos. Esa fue la estrate-
gia de Nixon respecto de los vietnamitas. La única vez que anotó un
punto fue cuando logró convencerlos de que eta caPaz de cualquier
cosa, que podía lanzarles una bomba atómica. Ahí ellos dudaron. Fue
el único momento en que un estadounidense logró dar vuelta a los
vietnamitas. Y esto lleva un nombre en materia de estrategia, es la
estrategia del loco.
¿Qué tengo en mano para iugat el contrapoder? Esta gente tiene
todas las radios, todos los diarios, nuestra campaña anti-depresión no
logra abrirse camino, ya lo va a conseguir, pero ven el tiempo que toma.
Elkabbactu dos días después de enterarse de la reforma Accoyel me
tocaba el timbre sin aviso previo. Entraba en mi salón y a la mañana
siguiente me llevaba a la radio y más tarde en el día nos juntaba con
Accoyer en su canal de televisión, Public Sénat. All| la misma mano/
la misma vozle avisó, le pidió de inmediato algo y desapareció de la
pantalla. Quince días después volvimos a la carga y desapareció otra
vez de la pantalla. Es mi amigo ]ean-Pierre; en aquel momento hice
una exposición acerca de él en Atenas, explicando que era el Sócrates
moderno, se 1o dije incluso y le gustó. Pero aparentemente, como Euro-
pe 1 pasa propaganda del INPESa sobre la depresión quizá le até las
manos, es comprensible. Por eso vamos a tener que vaciar las cajas del
INPES para recuperar a nuestro amigo jean-Pierre.

4. Institut National de Prévention et d'Éducation pour 1a Santé (Instituto Nacional de


Prevención y Educación para la Salud). [N. de T.]

9B
EL OTRO DE LA VIGILANCIA

Decía que le cuesta a esta campaña antldepresión abrirse paso en


la opinión pública, sin embargo de a poco lo logra, en Cfutrlie Hebdo, en
Elle, ayer Favereau de Libération me llamó por teléfono al despertarse
y me dijo que iba a publicar algunas cosas. Entonces, hasta ahora ¿con
qué cuento? Con el mejor equipo de redacción que existe en Francia
sobre estos temasi evidentemente, no es poco. Y además, una prensa
poderosa, que tiene una tirada de hasta diez mil ejemplares. Con esto
tengo que hacérselos entender. No quería que terminaran su día sin que
tuvieran entre las manos lo necesario para entender de qué se trataba.
Entonces, por teléfono, le expliqué al maquetist a de Le Nouael Áne, que
estaba ocupado con otra cosa totalmente distinta, pero en fir¡ trabaja
para varias cuestiones al mismo tiempo, es un talle¡, le pedí si podía
distraerse un momentito para hacer un trabajo urgente, que podría
tener los mejores efectos.
Érik dijo que sí. Entonces le hice llegar por teléfono algunos docu-
mentos y demás, y logró hacerme una propuesta para la tapa de Le
Nouael Áne de enero. No el que tiene que salir en diciembre, que está un
poquito atrasado, pero que esperamos para mediados de diciembre, ese
ya está cerrado, sino el próximo que esperamos para fines de enero. Por
cortesía, quería dárselo a conocer a mi interlocutor sin tardar y pude
enviárselo a las 19:45 h. Apenas media hora antes de venir para acá, se
me ocurrió que en el fondo nada me impedía imprimirlo para mostrár-
selo a ustedes, para que vean lo que vio ese director de gabinete y que
quizá mostró a su entorno, fue hecho con ese propósito. Así fue como,
a toda velocidad, lograron imprimirme esa tapa. Antes de mostrársela,
les voy a contar el final de la historia.

Lettre en ligne

Tenía 1a impresión de qué tendría que ocupar el Ministerio de la


Enseñanza Superior durante el día jueves. Después, tuve que terminar
de armar el número 8 de Le Nouoel Áne,lo que resulta preocupante. El
lunes redacté un texto a pedido de los colegas de la Escuela de la Causa
Freudiana que publican Lq lettre en ligne -quizás algunos de ustedes la
reciban- y me empecé a dar cuenta solo de que comienzo a dominar el
tema.

99
JACQUES-ALAIN MILLER

Ya se hizo bastante tarde, pero se lo tengo que decir, sí. Estaba usan-
do un lenguaje... cuando me dedicaba a corregir ese texto, pensando
que el presidente de la AERES no me había llamado después de haber
hablado con é1, pese a haberme dicho que 1o iba a hacer. De hecho,
había dicho: a partir de ahora el metrónomo está en marcha, cada hora
que pasa tiene un sentido, es decif, se está preguntando qué hacer con-
migo, se pregunta si van a hacer con |acques-Alain Miller 1o que hicie-
ron con Roland Gori. Roland Gori, es simple, representa la mitad de la
psicología clínica universitaria, unos doscientos universitarios, el único
sindicato de la psicología clínica universitaria.Hizo un manifiesto que
firmaron ocho mil personas, yo no, le dije que me parecía inútil y con-
traproducente -¿pero cómo? Si ya son ocho mil, etc.-. Con la legitimi-
dad que le dan estas ocho mil firmas, pidió una entrevista con la señora
Pécresse en una carta muy cortés. Ella tardó un mes en contestarle lo
siguiente: mi agenda no me permite hjarla fecha de un encuentro en un
plazo suficientemente cercano. Es decit, no le proponía absolutamente
nada, ni siquiera conocer al que barre la entrada.
Hace veinticinco años que no veo a Gori, cosa que lamento, pero no
es algo que dependa de mí. En aquel entonces nos caímos bieru él no era
conocido como ahora, habíamos empezado a hacer juntos una pequeña
revista, Cliniques, asi en plural, pero en ese momento él se estaba divor-
ciando y hubo que interrumpirla. Tres o cuatro años más tarde, vi salir
una revista, dirigida por é1, Cliniques mediterranéennes. Claramente no
quiere seguir conmigo pensé. Es una revista consistente. Después creó
su SIEURPP, que no estaba armado para que trabajemos juntos, yo sabía
que había allí en ese desdichado SIEURPP, equilibrios difíciles entre
gente de la IPA, gente de la Escuela de la Causa, etc. Gori se dedicaba a
sostener ese equilibrio, algo que le gusta y requiere, justamente, algún
toque empalagoso. Cuando volví a verlo le dije: "No podría vivir así
pero es un asunto de piel, un asunto personal. Vos te encontrás a gusto
en eso, yo necesito otro tipo de cosas, es una cuestión de gustos". Lo cual
no quita que me sienta también herido cuando lo tratan de esa manera.
Pero yo ya escribí que no considero a la señora Pécresse responsable
de esto, que puedo reconstituir que está Monteil detrás de esto, es decir,
que pasaron a la etapa de liquidación activa. Cuando uno llegó a la
etapa de liquidación, no discute más. Se terminaron los discursos. Es un
momento terrible, muy hermoso también, que pueden encontrar en los

100
EL OTRO DE LA VIGILANCIA

frescos -no son frescos exactamente-; me recuerda un pequeño símbolo


de Fra Angélico en Florencia, en La fttasfrcre de los inocenfes. Se pueden
ver hombres armados de puñales y el borde de los cascos caído sobre
los ojos, ahí uno entiende que se enfrenta a una suerte de mecánica que
ya no se va a detener.
La carta de la señora Pécresse quería decir esto. Ya no hablamos más
con ustedes, los matamos. Ya están muertos, ya son cadáveres en Ia uni-
versidad. Habrá sobresaltos, etc., son como patos sin cabeza. No estoy
dramatizando; el lenguaje es ese: negarse a hablar, negarse a recibir.
Algo así como lo que ocurre enBazajet, cuando ella dice "salga" y todos
sabery Barthes y ]ulien Gracq lo analizaron, que el momento en que
sale, que ese "saTga" , es la muerte, que equivale a decir "los matamos,,.
Pues bien, en esta ocasión, el hecho de no recibir era esto mismo,
algo que yahabía sido escrito, y no por la señora Pécresse. ¿por qué
esta mujer joven, nieta de un médico que Chirac estimaba mucho, al
punto de haberla impulsado a llegar donde está ahora, alguien conoci-
do por Catherine Clément, capaz de decirle que se da cuenta de que no
estamos necesariamente equivocados cuando nos oponemos a Accoyer
y que no quiere que sus hijos morfen Ritalina -le pregunté a Catherine
Clément si era esa exactamente la expresión empleada, morfar Ritqlina,
de modo que Valérie Pécresse habla un lunfardo francés-, por qué esta
señora querría sin más matar a Roland Gori? No hay explicación.
Por ende, Valérie Pécresse hace de biombo, detrás del cual están
quienes planificaron esto, quienes ya armaron esta cosa horrible llama-
da AERES, cuyo objetivo es pasar como el azote de Atila por las univer-
sidades francesas y para ese fin hicieron la lista de los Departamentos
de Psicología Clínica y Psicopatología sumándole el Departamento de
Psicoanálisis. Ellos no se ocupan de decir rápidamente si uno es o no
psicólogo, le confiaron todo eso al profesor Fayol de Clermont-Ferrand,
sucesor del señor Monteil en el mismo laboratorio, secundado por la
Federación Francesa de Psicología, organismo inútil y vacío, que tiene
el privilegio de ser el único organismo de psicología en Francia que
puede otorgar títulos europeos.
Porque en la inter-burocracia es así como se elige. Será Lecuyer y
nadie más. ¡Por allí pasará la psicología francesa, señores jurados! Esta
mañana -contribuyó también a mi retraso- recibí una carta increíble.
Ayer fue conocida mi diatriba anti-cognitivista, que allí está. Y antes de

101
IACQUES-ALAIN MILLER

venir no pude resistir el placer de redactar un comunicado adicional


con el documento que me mandó mi amigo jean-Robert Rabanel de
Clermont-Ferrand esta mañana a las 10:37 h. Lo redacté y salió antes
que llegue aquí. De todos modos no habría tenido la suficiente tranqui-
lidad de espíritu como para pensar en mí mismo, aunque haya podido
hablar al respecto. El comunicado en cuestión es el siguiente:

Comunicado n" 11
LaLettre enligize de la ECF difundía ayer mi primera diatriba anticognitivista.
Recibo esta mañana u¡ e-mail de nuestro colega Rabanef que le hago cono-
cer de inmediato (véase más adelante). Además, mi amigo Saint-Clair Dujon
me señala el coloquio de los Laboratorios de Ciencias Humanas y Sociales
de la ENS que tuvo lugar el 30 de noviembre pasado, de t h a 18 tu sobre los
temas "Evalua4, devaluar, reevaluar la evaluación" [esto indica que hay un
movimiento en marcha]. En particular -escribe-, interesante intervención
de Barbara Cassin (a quien vamos a invitar inmediatamente a la Mutualité,
acompañada por Badiou), sobre "¿La calidad es una propiedad emergente
de la cantidad?" [coincide totalmente con Io que difundí ayer sobre las orga-
nizaciones internacionales de matemáticos], donde desarrolla lo ideológico
en Google: una cita es un voto; un clic en un sitio, es un voto. EI modo de
evaluación de la investigación lleva al investigador a tomar el instrumento
de evaluación como fin de su investigación [es brillante] (publicar Para ser
citado, no para avanzar). En cuanto a la lengua de la evaluacióry reportarse a
Victor Klemperer, Lingua Tertii lmperii [hay que discutir al respecto]. La gra-
bación de este Coloquio tendrÍa que estar disponible dentro de una semana,
en principio, en el sitio "diffusion des savoirs" de la ENS. Muy atentamente'
Jacques-Alain Millet, 5 de diciembre de 2007.

Salió media hora antes de que venga para acá.

"E-mqil de Jean-Robert Rabanel de esta mañana, a las 10:37 h" (me


alegró especialmente, porque evidentemente, ahora que acaba de
empezar la gran vigilancia, ellos van a estar en la mira y nos vamos a
enterar de algunas cosas).

Estimado j.-A. Miller,


Después de haber leído sus respuestas a La lettre en ligne, querría decirle
unas palabras respecto de Jean-Marc Monteil. En primer luga¿ le contaré
un recuerdo. En el momento en que fue creada la Sección clínica del Insti-
tuto del Campo Freudiano en Clermont-Ferrand, le había solicitado a usted
que redactase una carta al decano de la Facultad de Letras para que acepte

t02
EL OTRO DE LA VIGILANCIA

alquilarnos salas. Él aceptó nuestra demanda, pidiéndonos informar al pre-


sidente de la Universidad, quien por entonces era justamente el señor Mon-
teil. Por telefóno, el señor Monteil no me hizo objeción alguna, precisando
que éramos tan distintos que no nos perjudicaríamos. Agregó con amabili-
dad que había podido apreciar favorablemente la ayuda que le había brin-
dado como analista a alguien de su entorno cercano.
Ese fue el único contacto que tuve con J.-M. Monteil y como puede apre-
cia¡, fue cortés de punta en punta. Conocí después el desarrollo de su carre-
ra, primero en Bordeaux, luego en París. En la Universidad Blaise Pascal,
en Clermon! había creado a partir de las ruinas del Instituto de Psicolo-
gía Aplicada su Laboratorio de Psicología de la Cognición. Fue presidente
de la Universidad de 1,992 a1997, después se convirtió en rector de Bor-
deaux y escribió entonces un importante informe llamado "Propuestas
para un nuevo abordaje de Ia evaluación de los docentes" que le hizo llegar
a Frangois Bayrou, ministro de la Educación Nacional. Supongo que ese
informe tiene que ver con su designación en julio de 2002 como director de
la Enseñanza Superior. El ministro que lo nombró era Claude Allégre. El 21
de marzo de este año asumió como presidente del Consejo de la AERES,
cargo que tuvo que abandonar el22 de mayo, cuando fue nombrado encar-
gado de misión ante Franqois Fillon. Es, sin duda alguna, el experto en eva-
luación de la universidad francesa. Eligió al profesor Fayol, quien le sucedió
en el laboratorio de Clermont, para supervisar los numerosos equipos de la
AERES que van a dedicar todo el año a evaluar a todos los clínicos y psicoa-
nalistas universitarios. Es el triunfo de ellos.
Uno puede preguntarse cómo la Facultad de Psicología de Clermon! donde
enseñó Foucault y a la que marcó con su enseñanza [por entonces yo veía
a Foucault a su regreso de Clermont, venía a ver a Barthes a la salida de su
seminario de 1964, al que yo asistía y le caía biery así que íbamos seguido a
cenar los tres], pudo transformarse en un bastión del cognitivismo. He aquí
1o que sucedió. [Acá empezamos a abrir los archivos del señor Monteil.] Para
asistirlo en Clermont-Ferrand, Foucault había elegido a la señora Pariente,
quien se convirtió en directora del Instituto de PsicologÍa Aplicada. Era una
clínica y Simone Rabanel y yo siempre la hemos apoyado, era egresada de la
Escuela Normal como su marido, el filósofoJean-Claude Pariente, cuya repu-
tación conocen ya que vino en marzo pasado a dar una hermosa conferencia
en la Asociación Causa Freudiana acerca de la noción de nombre propiq con-
ferencia que vamos a publicar. La señora Pariente tendría mucho para decir
respecto de su lucha en Clermonf su evicción y la supresión del Instituto de
Psicología Aplicada, en beneficio del laboratorio del señor |.-M. Monteil.
René Haby, primer ministro de la Educación Nacional durante la presiden-
cia de Giscard, promotor de un "colegio único", fue rector de la Universidad
de Clermont. Alice Saunier-Seité, quien le sucedió bajo el título de ministra
en las universidades en1978, rearmó el mapa de las facultades de psicología
y erradicó de la Clermont la clínica a favor del cognitivismo. Algo que por

103
IACQUES-ALAIN MILLER

entonces causó sorpresa, sabiendo que la señora Pariente era partidaria de


Giscard, mientras el señor Monteil era conocido por su inclinación hacia el
Partido Socialista. Como quiera que sea, así fue como la "Facu de Psico" de
Clermont terminó convirtiéndose en lo que es.
El profesor Fayol es quien reina hoy como amo absoluto sobre la psicología
en Clermont. De Monteil a Fayol, en treinta años, no hubo siquiera un pro-
fesor, ni un encargado de conferencias, ni un asistente, ni un responsable
de cursos que haya sido un clínico. El desierto' A tal punto que no existe
en Clermont un diploma de psicopatología, lo cual constituye, según |ean-
Franqois Cottes, un caso único.

¡Estos son los candidatos que nos proponen para evaluarnos objeti-
vamente! ]ean-Robert Rabanel también adjunta la carta -la guardó en
su computadora- que yo había escrito el 30 de marzo de7992 al decano
de la Facultad de Letras de Clermont-Ferrand impresa en papel con
membrete del Departamento de Psicoanálisis de la Universidad Paris
VIIL Me causó placer leerla nuevamente. Dice así:

Señor Decano y estimado colega,


Me permito dirigirme a usted acerca de una Sección clínica de Clermont-
Ferrand, que hace valer la recomendación del Departamento dirigido por
mí en la Universidad Paris VIIL Conozco personalmente desde hace años
al doctor Jean-Robert Rabanel, quien es apreciado por mí y por la mayor
parte de los miembros del equipo doctoral "Psicoanálisis y campo freudia-
no" del que me ocupo en el Departamento. En particular, el doctor Rabanel
fue invitado a colaborar en Ia Sección clÍnica de París, que hemos creado en
el marco del servicio de Formación Permanente de la Universidad'
Muchos psicoanalistas han querido crear en el extranjero otras Secciones
clínicas como esta. Así acepté acordar los auspicios del Departamento a las
Secciones que se abrieron en Bruselas, Madrid, Roma y Barcelona. Estos
establecimientos los gestionan en forma autónoma sus responsables loca-
les, por lo general a través de asociaciones sin fines de lucro. En cambio,
los programas, los contenidos y los métodos de enseñanza se acuerdan con
nosotros. Una Sección clínica se abrió con todo éxito el año pasado en Bor-
deaux. El doctor Rabanel quiso crear una en Clermont y le aporté mi apoyo.
Si la Universidad de Clermont-Ferrand tuviese la posibilidad de brindarle
locales a ese proyecto, desearía fuertemente que 1o hiciese. Según entiendo,
hay un verdadero interés público ligado a la divulgación de una enseñanza
metódica y racional del psicoanálisis [era hace quince años]: el deseo de
"realizar su personalidad" permite explotaciones descaradas, no se puede
suprimir ese deseo nutrido por el "desencanto" moderno Pero se 1o puede
orientar hacia una disciplina orientada por la verdad, que no es incompa-

104
EL OTRO DE LA VIGILANCIA

tible con una perspectiva científica y que tiene su rugar en la universidad:


1a disciplina analítica. Multiplicar los Departamentos universitarios
de psi-
coanálisis sería deseable, a falta de hacerlo, la universidad, al ayudar a las
Secciones clínicas, puede jugar un rol salubre.
sírvase aceptaq, señor decano y estimado colega, la expresión de mi distin-
guida consideración.
)acques-Alain Miller

se darán cuenta que no cambié en absoluto en todos estos años. voy


a hacer ahora dos regalos a quienes se quedaron aquí. No sé por cuál
comenzar. Por un lado, está el documento que mandé el jueves por la
tarde y por el otro, el llamado que recibíel lunes. pues bien, empecemos
por el llamado. El lunes a las 16 horas me dijeron: el secretario particu-
lar de la señora Pécresse quiere hablarle. Agarré yo el teléfono
-como
lo hago siempre- y hablé con la secretaria personal de la señora valé-
rie Pécresse, quien me informó que la señora pécresse deseaba verme.
Me propuso un horario un poco incómodo para, un jueves, le dije que
no desplazaba a mis pacientes y negociamos entonces un horario que
todavía está por confirma1, lo digo para los que vienen a verme a veces,
el lunes 17 de diciembre a las 19 h.
Algo sucedió entonces en el corazón, no del faraón, sino de ra señora
Pécresse. Supongo que la señora Bachelot o su director de gabinete le
hablaron positivamente de mí. De hecho, le había escrito á su direc-
tor de gabinete que jugaba apretando pero limpio. Entonces les voy a
mostrar ahora el documento que mandé, diciendo que se trataba de un
proyecto y que era confidencial. Ahora va a dejar de serlo, pero ya no
es tampoco un proyecto. Puedo entonces mostrárselos.
¿No ven nada?
Arriba de todo, hay tres líneas: vqlérie pécresse, qsesinar al psicoanrílisis,
¿estd bien? Aqui una figura tricéfala, la señora pécresse, con tres caras.
Y después: Resistir al cognitiuismo, como eslogan. y abajo, la nota de
Jean-Claude Maleval: "La unidad de la psicología ya pasó,, por ]ean_
claude Maleval. Este es el documento que está circulando por el Minis-
terio de Enseñanza superior y la Investigación. Es lo que Charlie Hebdo
llamaba "la tapa a la que escaparon".
Bien, la próxima vez nos volvemos a encontrar en er gran anfiteatro
y espero poder continuat en el fondo, sobre el fondo del cognitivismo.

5 de diciembre de 2007

105
V
Lenguaje cifrado

Este año, este curso es como un refugio de paz. Y mi deseo sería


dedicarme, en el silencio de las pasiones, a algunos trabajos eruditos,
minuciosos, incluso quizás algo inútiles y cada vez llego cubierto de
polvo. Como si recién me hubiese bajado del caballo. No puedo decir
que sea un guerrero aplicado, según la expresión de ]ean Paulhan que
se volvió canónica, retomada una vez por Lacan y de la que hicimos
un estereotipo. Esta expresión supone una distancia, que tomo aquí sin
duda, pero el resto de la semana soy un guerrero apasionado y pruden-
te, dos cosas que no son incompatibles.
Estoy visiblemente atrapado por un imaginario heroico, provenien-
te de las malas lecturas que hice en mi infancia, o de las buenas, según
se considere, lo vivo de esta forma y me encuentro bien en la misma,
demasiado bien seguramente. Nunca fui un gran lector de René Cha1,
así y todo me gustó su imperativo: ¡Avanza hacia tu riesgo! Y avanzo
hacia el mío con prudencia, con cálculo, razón y éxito. Y el éxito es
esencial en el asunto.
Hace falta el acto, explica Lacan. Allí donde hay acto, el inconsciente
tiene que estar cerrado. Un verdadero acto tiene como correlativo el cie-
rre del inconsciente, en ese sentido Lacan puede hablar de acto analítico.
Y vale para todo acto. Cuando se produce un lapsus, un acto fallido, un
error de cálculo, es porque se volvió a abrir. En lo que a mí respecta, no
se vuelve a abrir. Tendré mucho cuidado con eso. Lo vivo con cierta exa-
geracióry es parte del papel que me tocó. Igualmente, soy capaz de tomar
distancia respecto de la postura heroica que me asedia desde siempre.

1.07
IACQUES-ALAIN MILLER

The death of french caution

Lo pudieron apreciar hace cuatro años, hacia fines de 2003, cuando


señalé cómo los psicoanalistas se escondieron el día en que la Cámara
de Diputados disparó la aberrante reforma que pretendía definir las
psicoterapias. Para que se la borre del mapa, un grupo tuvo que decirle
que no a la unanimidad de la Cámara de Diputados. Era el grupo de la
Escuela de la Causa Freudiana. En esa época, la noche en que nosotros
también votamos por Ia unanimidad, aunque no, alguien votó en con-
tra, no fui yo, sé quién fue, una mujer, lo hizo por amor a la contradic-
ción, o para hacernos el favor que no se pueda decir que todos, y tuvo
razón.
Pero en fin, esa noche en la que le planteamos al otro nuestra propia
unanimidad, dije en broma que iba a ser nuestro 18 de junio. Pues biery
1o fue, además fuimos premiados con un reconocimiento de utilidad
pública totalmente merecido, que da esperanza hacia la república como
dirían algunos. Cuatro años más tarde, los universitarios son los que
se están escondiendo. Es más impresionante. Para los psicoanalistas,
esconderse es parte del oficio. Ya Lacan vituperaba contra la doctrina
según la cual, en toda circunstancia, tanto mejor cuanto menos se dice
y cuanto menos se hace. Es abusivo extrapolar así a todos los contextos
lo que creemos que es la posición analítica. Pero es la inclinación de la
profesióry por lo tanto no me sorprendió.
Los universitarios que conocí tenían más recursos. Pero esta genera-
ción ya pasó, la de Canguilhem, también la de Foucault y de Derrida,
no queda nadie, lo cual terminará por dar la razón al Times Magazine
cuando afirmó: The death of french caution. Ese silencio es impresionante,
especialmente el de los filósofos. Es que en un momento la filosofía ana-
lítica les mareó la cabeza, pese a que ya estaba en retroceso en los Esta-
dos Unidos y en Inglaterra, en el mundo de habla inglesa y muchos se
pasaron con armas y bagajes al campo de quienes consideraron ser los
vencedores, los cognitivistas. Y quienes no lo hicierory bajan la cabeza
y no piensan que sea parte de la posición del filósofo hablar a Ia Polis.
De tanto en tanto les toca comentar la muerte de Sócrates, pero segura-
mente sacan de allí la conclusión que hay que quedarse quieto. En todo
caso/ por el momento, el silencio es ensordecedor mientras que se está
implementando la gran máquina de descerebra4 como decía jarry.

108
LENGUAJE CIFRADO

Mientras, se arma -es el Año I- esta institución llamada AERES.


Pensamos que les falta ahí intelección. No entendieron todavía que se
tratabade su Némesis. Ser boludo no es una excusa. Conociéndolo, me
inclinaría por mi parte a homenajear al hombre que diseñó esta máqui-
na: jean-Marc Monteil. Su único defecto es ser demasiado discreto. Algo
que no resulta coherente con las cosas que dice. Pronunció muchos dis-
cursos dirigidos a los universitarios en tanto director de la Dirección
de la Enseñanza Superior (DES) de 2002 a 2007. En uno de ellos, que
leí rápidamente -quizá lo pueda encontrar-, celebra las virtudes de la
mediatización. Aquí está, no figura la fecha pero faltaban pocos meses
para la elección presidencial de mayo de 2007. Dice allí:

La investigación entró desde hace mucho tiempo en una lógica de compe-


tencia internacional. Desde hace algunos años, los resultados de esta com-
petencia son objeto de una mediatización más importante, según modali-
dades que por Io demás no siempre son extremadamente rigurosas. Como
quiera que sea, lo que hay que subrayar es que esa mayor mediatización
de los resultados de Ia investigación internacional tiene sin lugar a dudas
efectos positivos.

Tiene que ver con esta conocida clasificación de Shanghái, según 1a


cual la universidad francesa en su conjunto y cada universidad en par-
ticular quedaban ubicadas en los últimos lugares. Son las virtudes de
la mediatización. Es una pena que el propio señor Monteil no aparezca
más seguido. Pero le rindo homenaje. Es un hombre habitado por un
deseo, el de transformar el mundo, el de transformar la universidad
francesa. Concibió esta AERES, sin duda de la mejor forma que pudo.
Él inventó probablemente 1a sigla, combinando letras sobre una hoja.
Hasta hace quince días, yo no conocía ni siquiera su nombre, no
sospechaba de su existencia. Ahora ya es una suerte de amigo para mí,
como yo lo soy para é1. La semana pasada entró en contacto conmigo.
Ese hombre tan discreto llamó por teléfono a uno de mis amigos, que
resulta ser conocido por é1, qué pequeño país es Francia. Llamó por
teléfono al profesor Roland Gori, el lunes por la tarde. Tenía mi número
este señor Monteil ya que yo me había tomado el trabajo de hacerle
llegar mi diatriba anti-cognitivista a uno de sus allegados, diciéndole
que le acordaba todo derecho de respuesta, tanto a él como al señor
Monteil, y pidiendo que tenga la gentileza de hacérselo llegar.

109
TACQUES-ALAIN MILLER

Pensé: vamos a ver cómo se 1o toma. No podía falla¡, lo tocó. Consi-


guió entonces por vía de un amigo en común del profesor Gori y suyo el
número del celular del señor Gori y Io llamó hacia la media tarde para
decirle que yo pronunciaba respecto de él palabras que calificaba de tres
adjetivos que anoté cuidadosamente. Después de haberlos verificado con
el propio Gori, puedo afirmar que mis dichos le parecery en ese ordery
indignos, insultantes e injustos. En consecuencia, le rogó a mi amigo Gori
que me transmita su número de teléfono para que yo lo llame y le diga
eso mismo a éL a Monteif en la propia cara. Pregunté si esa era exacta-
mente la expresión que había usado y pensé: ¡Atr, no es un purista!
Debo decir que me bailaron los ojos de contento. Me pareció muy
divertido el asunto, el hecho de que no me haya llamado directamente y
que su respuesta a la indignidad, el insulto y la injusticia fuese ofrecer-
me que hable con é1. Es sin duda algo que anunciaban esos términos que
utilizó, palabras indignas. Quiere justificarse pensé. Y pensé también
que no quiere dejar huellas, puesto que todo se va a dar por teléfono.
Redacté entonces una carta para é1, se la hice llegar al Hotel Matignory
donde se desempeña como funcionario del primer ministro; siendo uno
de los cuatro o cinco funcionarios justo debajo del director de Gabinete.
La carta es un poco larga, pero en firy voy a leerles el principio.

Señor y estimado colega,


El profesor Roland Gori me llamó por teléfono ayer por la tarde, para decir-
me que usted había conseguido mi número de celular por intermedio del
profesor ]ean-Paul Caverni y que usted 1o había llamado promediando
la tarde. Usted le dijo que consideraba mis palabras -1o cito, citándolo a
usted- indignas, insultantes e injustas, en ese orden.
Por consiguiente, le pidió me comunique su número de teléfono, y según
me dijo, Ie confió Ia misión de hacerme llegar el mensaje, es decir que yo
lo llame para decirle esto en su propia cara, según la expresión por usted
empleada. Agregué -segundo párrafo-: será con mucho gusto. Deseaba
conocerlo y el montón de epítetos con aliteraciones con el que usted recu-
brió mis palabras no me hace cambiar de parecer.
Me permito hacerle notar que el texto que corrió la suerte de disgustarlo,
así como Ia carta del doctor Rabanel de Clermont-Ferrand que suscitó, no
los hubiese conocido si yo mismo no se los hubiese enviado al profesor X
por correo electrónico, indicándole que le dejaba abiertos, tanto a é1 como a
usted, Ios mismos canales y la misma difusión para toda réplica, corrección,
complemento de información u otra interpretación que pudiesen conside-
rar necesario brindarles al público.

110
LENGUAJE CIFRADO

Le señalo que puede tomar contacto conmigo, le reitero mi propuesta y


agrego --es un poco largo, no les leo los detalles- que deseo entrevistarlo
para mi diario LNA, LeNouael Ane, agregando que puede decidir si durante
el día o por la tarde, sábado y domingo incluidos, ya sea en mi domicilio o
en su despacho del Hotel Matignon.
Le anuncio que 1o llamaré por teléfono el martes, promediando la tarde y
me despido: esperando que tenga a bien recibir el testimonio de mi deci-
dido interés, le ruego acepte, señor y estimado colega, la expresión de mi
distinguida consideración.

Hablé entonces sin dificultad por teléfono con el señor Monteil,


bastó que una simple secretaria fuese a ver si estaba en su despacho.
É1 me dijo enseguida: "¡Ah! ¡Justamente, lo estaba leyendo!". Le hice
llegar entonces esta carta, los documentos que le había enviado a su
amigo, además del último número publicado de Le Nouael Ane. Un
hombre encantador. ¿Quién dijo el lunes por la tarde que mis palabras
eran indignas e insultantes? Debe ser otra persona. Encantadoq, dispo-
nible, me explicó que se mantenía en una posición de reserva, que no
podía acordar entrevistas, que no podía ser fotografiado ni grabado,
pero que deseaba que discutiésemos. Le pregunté entonces si yo podría
relatar sus palabras y me respondió que confiaba en mí.
Le dije que le mostraría el texto de lo que me parecía haber entendi-
do. Cuando Ie dije que podríamos fijar la fecha para el próximo miérco-
les, puesto que ese día no dictaba mi curso, estuvo de acuerdo. Queda-
mos entonces para las 15 h del miércoles que viene en su despacho del
Hotel Matignon. Me dijo que tenía una reunión a las 16l¡ le pregunté si
podía en ese caso tener un taxi pedido para esa hora. "En absoluto -me
respondió*, mi chofer lo acompañará de vuelta."
Vivimos en República y me doy el trabajo de detallarles todo esto en
el comienzo de esta clase porque lanzo al mismo tiempo un llamado. Si
entendí bien, el señor Monteil tiene la reputación de ser muy difícil de
alcanzar. Para quienes quieran hacerle preguntas, incluso reproches, es
el momento de transmitirme las informaciones necesarias para que yo
pueda cuestionar a esta potencia. Les doy entonces mi correo electróni-
co: ][email protected]. No escondo mis opiniones, ¿no es cierto?
Muy felizmente, alguien ya usó esta vía. Recibí este e-mail hoy, a la
una menos diez. Me lo mandó alguien cuyo nombre no les daré porque
no sé si puede temer medidas de represalia y no quiero correr ese ries-

111
JACQUES-ALAIN MILLER

go/ pero pensé en leérselos a modo de ejemplo de lo que se me puede


dirigir en estas circunstancias. Una persona que no conozco.

Estimado seño4,
Durante su última clase, citó el rol del señor ]ean-Marc Monteil en el plan
de desmantelamiento de Departamentos de Psicología Clínica y de Psicoa-
nálisis en la universidad. Quien me hizo llegar este correo [no doy su nom-
bre, aunque esté fuera de alcance, es una psicoanalista que estaba aqui lo
vi, quizás esté presente hoy también] me comunicó su correo electrónico
ya que puedo agregar alguna pincelada impresionista al cuadro del señor
Monteil que usted erigió.
En efecto, usted relató su guerra contra la psicología clínica en la univer-
sidad de Clermont-Ferrand [se trata de alguien que no es de Clermont-
Ferrand]. Diría por mi parte que fue percibido como una verdadera cru-
zada, que parecía desmesurada incluso para la comunidad cognitivista,
que no siempre entendía ese ensañamiento. Se hablaba por entonces del
"triángulo de oro" que el señor Monteil había construido entre las universi-
dades de Clermont-Ferrand, Rennes y Aix, en la perspectiva de su política
de hacer tabula rasa.
Resumiendo, el término a menudo pronunciado casi en vozbaja a propósi-
to de él [¿No les parece extraordinario? ¿Qué significa "casi en vozbaja"?
Creo que era más bien en vozbaja, casi inaudible] es el de "destructor".
Preciso que en los comandos de la DES é1 piloteó la reforma LMD.
Su misión consistÍa, como 1o subraya en una entrevista acordada el 7 de
febrero de2007 a la publicación mensual de la universidad, Magazine lnteru-
nittersitaire, en -lo cito- salir de la lógica de los espacios cerrados y trans-
formados incluso en santuarios. [Esto coincide muy bien con otros textos
de él que leí en los que preconiza conseguir una movilidad general de los
aprendizajes, derribar las paredes entre disciplinas hasta que solo quede
un único espacio uniforme. Y el señor Monteil es un progresista, es decir,
desea la igualdad de todos en el ingreso a la universidad y que esta sea un
conjunto sin particularismos. Concluye: sigamos trabajando.]
Cito un ejemplo entre muchos: una formación a la escritura de guiones no
fue habilitada a pesar de tener salida laboral directa por ser considerada
demasiado lujosa y casi insultante hacia otros Departamentos que carecían
todos terriblemente de recursos. En efecto, todos los argumentos valen
cuando se trata de hacer desaparecer los santuarios. La universidad se ve
seguramente amenazada en su conjunto [agrega esta personal por esta
voluntad de hacer desaparecer las enseñanzas consideradas como menores
y sin clara eficacia.

Pues biery le preguntaré al señor Monteil si escuchó hablar del


"triángulo de oro". Quizá se entere de esta manera de que así era como

112
LENGUAJE CIFRADO

llamaban 1o que construyó entre Clermont-Ferrand, Rennes y Aix.


También le preguntaré si sabe que algunos 1o llaman "el destructor".
Y tomaré notas. Hay aquí personas que vienen de diferentes puntos de
Francia. Por esta vez, voy a usar esta asamblea como cámara de reso-
nancia. Ha llegado el momento, no diría de levantar el espinazo -no
puedo forzar a nadie a hacerlo- pero seguiré hablando en voz baja, voy
a seguir murmurando/ pero ayúdenme, ayúdense a ustedes mismos.

Diadn oriental

La calma: recuerdo periódicamente unos versos -no soy de conocer


muchos- que dicen así: "¡Que mejor recompensa después de un pen-
samiento/ que una larga mirada sobre la calma de los dioses!". Y en el
fondo, yo siempre relaciono la calma de los dioses -así son las cosas-
con la figura de Goethe. Tampoco queda del todo engañada por esta
figura pero como tiene cierto encanto paramí, no veo por qué intentaría
agrietarla. Esta figura de Goethe estaba más viva, más vivaz, para los
franceses, en la cultura francesa, antes de la Segunda Guerra Mundial
que después. Era la figura de referencia del joven Gide, tan apasionado,
atravesado por el deseo culpable y que según la biografía de ]ean Delay,
hacia los 25 años, se estabilizó en una referencia imaginaria esencial
centrada en la figura de Goethe.
No releí para hoy esas páginas, de modo que voy a reinventar el
asunto. Digamos que tiene que ver con la imitación, con el hecho de
imitar un clásico. Se perdió el sentido de 1o que es imital, de la dimen-
sión del ejercicio que consiste en seleccionar, para decirlo con un tér-
mino de la informática, en el catálogo de las grandes figuras aque-
lla que resulta afín con la sensibilidad, con el inconsciente de uno, y
en modelarse a ella, modelar su manera propia de se(, de sentir y de
escribir. Somos más plásticos de 1o que creemos, pero nadie, durante
siglos, se consideró disminuido por el hecho de inventarse imitando.
¿Cuándo desapareció ese sentimiento, esa tendencia, esa práctica de la
imitación? Evidentemente empezó a palidecer cuando apareció, con
la Revolución Industrial, el culto de lo nuevo. Ya Baudelaire quiere ir
hasta el fondo de 1o desconocido para encontrar algo nuevo. Y el culto
de lo nuevo se volvió frenético para nosotros. Una resistencia a esta

113
IACQUES-ALAIN MILLER

corriente me lleva a apreciar la imitación de los Antiguos, acercándoles


a Goethe.
Acuérdense bien de la lección que se puede extraer, en el artículo de
los Escritos "Juventud de Gide", de Lacan comentando la biografía de
Jean Delay. Considera que en la medida en que ese concepto tiene vali-
dez,la personalidad del joven Gide encuentra su punto de terminacióry
su punto de capitóry recién cuando adopta la imitación de Goethe. El
momento en el que Gide -utilicemos ese verbo que no existe en francés
y qt.:.e quizáno está siquiera en su luga¡, clínicamente hablando, es algo
para discutir- introyecta Goethe. Qttizásea posible introyectar hasta los
25 años. Es una buena pregunta. Pero ya que nadie sabe exactamente en
qué consiste la introyeccióry podemos seguir planteándonosla durante
un largo rato, es un tema sin definición.
A decir verdad, pensé en traer algo de Goethe para leérselos, sobre
todo por ese poema que tanto me gusta y que lleva por título "Cifra"
según la traducción del profesor Lichtenberg. En la traducción más
reciente de Claude David -la más fácil de encontrar ya que está en la
colección Gallimard en sus libros de bolsillo consagrados a los poetas-
figura como "Lenguaje cifrado". Y como había evocado los mensajes
secretos, es una pieza a sumar al expediente.
Y también es una ocasión para mí de hacer propósito de enmien-
da respecto de la lengua alemana. Hablé de las dificultades claramente
inconscientes que tenía con ella. Las dificultades son concientes, pero las
raíces, el cómo, el por qué, en firy el modus operandi, es opaco. Hacer
propósito de enmienda respecto de la lengua alemana porque los poe-
mas de la antología de Goethe titulada El dizttín -¡Sí! Así se llama-, pese
a mi precario conocimiento del alemáry mi ignorancia de su pronun-
ciación correcta, me parecieron encantadores. Por ese motivo traje esta
edición donde figura el texto alemán y no la otra. Asi sumo al expedien-
te de mensajes secretos este poema cuyo tífulo en alemán es "Geheim-
schrift", lenguaje cifrado o cifra. Está incluido en esa antología El diorín,
en la parte "Diván oriental", en el libro -son varios- de Suleika. Y esto
suma una razón más, ya que el personaje de Suleika también está pre-
sente en el poema de Nietzsche donde figura la frase "el desierto crece".
Según creo, es al principio del siglo XIX cuando surgió la moda del
lirismo persa, descubierto particularmente en Physe y que después de
Goethe, siguieron Nietzsche, Gide y más tarde Aragón. Por 1o tanto, ya

11.4
LENGUAIE CIFRADO

está enredado en pequeñas referencias que no tengo tiempo de desarro-


llar y que ya les había estando prodigado. Suleika, ese nombre que hace
soña1, decepciona un poco cuando uno se entera que corresponde, en
la leyenda persa/ al personaje que en nuestra cultura conocemos como
la mujer de Putifaq, un personaje que nos representamos como un poco
grasiento, aquella que seduce al jovenJosé. En nuestro imaginario no es
algo recomendable, pero dio Suleika y Suleika encanta.
Como todos los poemas incluidos en El diadn, data de los años 1814-
1815. Se conoce con bastante exactitud el día en que Goethe compuso
muchos de ellos. Este fue escrito el 21 de septiembre de 1815 en Hei-
delberg durante el congreso de Viena. ¿Por qué 1o traigo? Cuando lo
leí hace unos diez, quince años, no me tocó de la misma manera que
hoy. Y más aún con esta edición reciente que tengo ahora, ya que lo
presentan como las poesías de un hombre viejo, de 65 años. Como pue-
den aprecial, sigo preguntándome: ¿soy un hombre viejo? Goethe había
atravesado años de morosidad y de repente descubría el lirismo de 1os
poetas persas. Según creo, seleccionó siete y, con entusiasmo, probó
formas literarias, probó una forma de expresión que hasta entonces no
había sido nunca la suya, sin renegar de su referencia a la literafura
clásica, griega y latina, que ubicaba por encima. Esto no impidió que su
creación pasara, durante esos años, por estas poesías que a mi gusto se
ubican entre las más encantadoras jamás escritas.
Goethe -quien es justamente para nosotros el modelo- se dedicó
a imitar la poesía persa en alemán y tenemos allí otro motivo para
reflexionar acerca de las virtudes de la imitación. Por ejemplo yo, que
arrastro mucha gente conmigo en la aventura de este LllA, del que
espero mucho, los invito a imitar a Voltaire, a escribir imitando a Voltai-
re antes que a Lacan. Cuando uno hace periodismo intelectual, funcio-
na mejor. Se pueden elegir otros modelos, pero no está mal tener algu-
no. No se llegará a su altura pero al menos uno se cultivará, corregirá
ciertos modos familiares. Y, para mí Goethe es también representante
algo de lo que sin duda estoy muy lejos, esto es, la sabiduría. Esa que
Ie hace decir: en todos los momentos de la vida conviene saber gozar.
Incluso el hombre viejo.
Lo más hermoso de El diadn es que es el libro de un amor. No hubie-
se sido escrito sin un amor acerca del cual hubo muchas preguntas. No
corresponde que avance mi opinión al respecto puesto que solo conoz-

115
IACQUES-ALAIN MILLER

co eso de segunda o tercera mano. En 1814, Goethe conoce a un banque-


ro de Fráncfort llamado Willemel, un hombre agradable y, poco des-
pués, conoce a la esposa de Willemeq. su tercera esposa. Willemer tiene
por entonces 55 años y su esposa, Marianne, 30. La diferencia de edad
entre los dos es de treinta años. Al parece(, ella es algo así como Ia hija
adoptiva de Willemer. Con Goethe, son unos 35 años de diferencia, casi
la diferencia de edad que Lacan consideraba óptima entre un hombre
y una mujer. Lo dijo al pasar un día y no cayó en oreja de sordos. Aun-
que no en el mismo sentido de Goethe y Marianne, consideraba que
cuarenta años de diferencia era realmente lo mejor. Hay que reconocer
que hoy en día vemos eso en los dos sentidos. Me refiero a Marguerite
Duras y Yann Andréa.
Goethe es entonces su huésped en Fráncfor! se instala allí durante
cinco semanas. Dicen que se va cuando la amistad intelectual y literaria
con Marianne hubiese podido dejar lugar a otra cosa. No 1o sabemos.
En todo caso, Marianne no solo es bella, sino que es inteligente, con-
tribuye a El diatín. Sería el autoq, dicery de algunas poesías, un sobrino
de ella hasta pretende que esa contribución se extendió hasta el poema
"Divátt" mismo, de modo que los especialistas discuten su papel. Los
recibe en Heidelberg algunos días después de ese 21 de septiembre en
que escribió ese "Geheimschrift", ahí por e\ 22 o 23 de septiembre. Se
quedan dos o tres días y Marianne se va y Goethe no volverá a verla
nunca más. Parece que no quiso volver a verla, pero se seguirán escri-
biendo hasta la muerte de Goethe. Quizásea por mi corazón de susani-
ta pero esta historia me parece hermosa, muy oscura tambiéru en fin...
Y entonces, al parecer, Marianne condujo justamente a Goethe a la
práctica que evoca en ese "Lenguaje cifrado" , a saber, escribirse mensa-
jes a partir de la referencia compartida a un escrito -tengo que encon-
trarlo, no puse señalador- donde aparece una frase importante para
ponerse de acuerdo acerca del libro de manera de cartearse a través de
las palabras de un poeta o de un escritor. Todo esto está explicado aqui
en las notas de El diatín, página 1817, notas preciosas en sí y por lo que
hace al uso del texto.

En Oriente sábese todo el mundo al dedillo el Corán, de suerte que la más


leve alusión a cualquiera de sus suras y versículos establece en seguida
fácil inteligencia entre las personas peritas. Otro tanto sucedía en Alemania

t76
LENGUAJE CIFRADO

cincuenta años atrás cuando toda la educación se orientaba a hacer de los


adolescentes fuertes en la Biblia; no solo se aprendían de memoria los ver-
sículos importantes, sino que exigían de los demás un conocimiento sufi-
ciente de ella. Ahora bien: había muchas personas que mostraban una gran
facilidad en sacar a colación en seguida, a propósito de cualquier incidencia
alguna sentencia bíblica, y usar así las sagradas escrituras en la conversa-
ción corriente. No se puede negar que tales citas daban ocasión a agudas y
graciosísimas réplicas, así como también hoy siguen aplicándose algunos
pasajes en la conversación de esas sacras escrituras que serán de aplicación
eterna.

A mí me encanta leer esto, el uso del texto, del escrito copando la


palabra, volviendo eternamente para aplicarse a las circunstancias y
contingencias de la vida. Nosotros usamos a Lacan un poco de este
modo, por lo menos quienes están dopados con Lacan. Les sale de
forma natural citarlo cuando algo que se le parece se presenta. ¿por
qué no? Es el mejor uso que se le puede dar. Se necesita ese soporte, el
soporte del escrito, para poner un poco de orden en el caos de lo que se
vive. Asi Goethe se refiere a la práctica que evoca, los Heimschrift:

Recordaremos una manera muy conocida, y pese a ello siempre misteriosa,


de comunicarse por medio de cifras; es deci4, que dos personas se ponen
de acuerdo para elegir un libro, y marcando en una carta determinados
números de renglón y de página están seguros de que el destinatario dará
sin gran esfuerzo con el sentido. La poesía que titulamos "Cifras,, fGeheim-
schriftl, alude a tal convenio. Ambos tórtolos se han puesto de acuerdo para
servirse de las obras deHah,z como de medio para mutuamente comunicar-
se sus amorosos sentimientos; señalan la página y el renglón que expresa
su estado actual y así surgen canciones bellísimas, compuestas en colabora-
ción; pasos magníficos, desperdigados del inestimable poeta, vienen a ligar-
se entre sí por la fuerza de Ia pasión y del sentimiento, y amor y elección
prestan al conjunto una intima vida, de suerte que los ausentes amantes
hayan así un paliativo a su dolor, en tanto engalanan este con las perlas de
sus palabras.

Encontramos a continuación uno de los poemas así compuestos del


que la biografíade referencia de Goethe nos dice que fue "cámpuesto a
partir de 1os pasajes deHahz indicados en una carta cifrada de Marian-
ne". Ella jugaba entonces seguramente a esto con Goethe y se supone
incluso que ella fue quien le habría enseñado el método. Ahora se los
tengo que leer y después pasaremos a otra cosa.

117
JACQUES-ALAIN MILLER

¡Seguid, oh diplomáticos,
fLasst euch, o Diplomatenlf
vuestras graves tareas,
con tino aconsejando
a coronadas testas!

Todos hoy, aporfía,


con cifra se carteary
tal es la moda hoy,
a ella adaptarse es fuerza.

Esta es la apertura, los mensajes cifrados de la diplomacia, después


se llega a la diplomacia íntima.

También mi dulce amada


aprendió el arte arcano,
y en descifrar sus cartas
ahora yo me complazco,
pues a través de esa
clave, esquiva al profano,
el amor que me tiene
llega hasta mí bien claro.
[Der holde, treue Wille,
Wie zwischen mir und ihr.l

Ramillete es su carta
de mil flores lindas,
morada rebosante
de angélicas sonrisas;
es un cielo sembrado
de abigarradas alas,
un mal que vibra en cantos
lEin Klingend Meer oon Liedeml
y que aromas exhala.

Escritura secreta
de un infinito anhelo.
lls t unb e din gt en S tr eb ens
Geheime D opp elss chrift.l

Ese Doppelsschrift esfá traducido aquí "escritura secreta", la otra tra-


ducción decía "lenguaje ambiguo y cifrado" . .Lllí, evidentemente, es

118
LENGUAIE CIFRADO

hermosa la unión de lo absoluto, de la pasión y de la ambigüedad del


lenguaje que expresa ese absoluto:

que, cual legión de flechas,


me traspasa a mí el tuétano.
lDie in das Mark des Lebens
Wie Pfeil um Pfeile trffi)

Como ven, no necesitamos aquí conocer el alemáry es algo sonoro.

Un uso antiguo es
ese que os revelo;

Me gustan mucho los dos últimos versos:

callad, pues, imitadme,


que sacaréis provecho.
lUnd wenn ihr es gewahre,
So schweigt und nutzt es auch.l

Cállense y hagan lo mismo, en cierto modo. En esto consiste la lección


de Goethq donde se mezclan el amor prohibido, el amor en infracción y
el lenguaje secreto que lo acompaña, lo absoluto y la recomendación de
hacer sin decir. Yo quiero decir con las acciones, en torno al señor Monteil
digo mucho, pero decir mucho forma parte de la estrategia. Intento que
se levante un rumot por supuesto. Para alguien que siempre vivió,
que solo comunicó por medio del "Geheimschrift", del lenguaje cifrado,
aunque no en el sentido de Goethe, obviamente ver crecer en la universi-
dad aunque sea un rumot me lleva a hablar. Por supuesto, no digo todo.
Agregaría algo para tal vez concluir mi confesión. Digo confesión
porque, evidentemente, es un ejercicio eminentemente dudoso -me doy
cuenta de ello- aunque se haga en referencia a un análisis. Esto explica
también por qué me dedico tanto a señores como Monteil. Antes era
Accoye¡. después era Basset/ al parecer los amo, de lo contrario no me
cruzaría con ellos, no serían el objeto de mis cuidados.

Una contradicción entre la piedra y el aire

119
JACQUES-ALAIN MILLER

¿Por qué tengo que vérmelas con esa gente, finalmente, por qué me
movilizary por qué mi libido se dirige hacia...? Cuando sin duda es
más encantador lo que hay en Goethe, ¿por qué mi libido me dirige
hacia el señor Monteil, con casta intención?

804

Como puede verse, acá les estoy dando la clave: si me inscribo como
sujeto tachado, significa que tengo visiblemente una relación esencial
tanto carnal como intelectual con el Otro -al que llamé "Otro de la vigi-
lancia"- que también es el ojo del padre, radiólogo, atravesando los
cuerpos.

804
v
Estoy aqui obviamente, negando esta causa, negando mi pasión,
cabe decirlo, realmente tuve un momento de pasióry hay una pasión
de jacques-Alain Miller, o mejor dicho de ]acky, la de haber padecido la
intrusión de esa mirada. Por lo tanto, 1o niego, lo sigo negando, hasta
hoy, queda claro. Pero al mismo tiempo solo puedo negarlo ocupando
en cierto modo este lugar, es decir, siendo al mismo tiempo -no se trata
realmente de una oscilación, seamos duros conmigo, es lo que quiere
esta lógica- el Otro despiadado.
Se llega a curiosos resultados, ¿no es cierto? Hablábamos de la espe-
ra, del hijo de la madre fóbica y llegamos al Otro despiadado. Y cons-
truyéndolo asi puedo deducir que a los 13 años, ya que tenía esa edad,
busqué entre las figuras imaginarias que conocía -eran muchas puesto
que era como ya dije un gran lector-; me gustó Pericles, está claro, Iuego
traté de apegarme a otros que ahora no recuerdo, entre ellos Bruto, pero
así y todo seleccioné a Maximilien de Robespierre. Entiendo por qué
construyo esto así. Robespierre encarna el Otro despiadado pero bajo la
forma más desinteresada, es despiadado pero al servicio de una causa,
al servicio del interés público, de la salvación pública.
Entonces, por un lado, es inflexible -y por supuesto en ese término
también hay que escuchar el valor fálico- y, pot otro, termina siendo

120
LENCUAJE CIFRADO

víctima. No aguanta, le cortan la cabeza. Y así pasa a la Historia, en


tanto crucificado en nombre de su causa. Tiene entonces una doble
imagen. No es ni el triunfo, ni tampoco ese retiro lento y espantoso de
Napoleón en Santa Helena. Es el disparo que le quiebra la mandíbula
y, sangriento, es conducido a la misma guillotina con la que é1 había
hecho un uso del terror. Entonces hay obviamente, me parece, una lógi-
ca inflexible que debía llevarme, como una forma de solucióry a exaltar
esta figura y, al no haber contado nunca con imágenes piadosas en mi
infancia, ni siquiera sabiendo cuál era su uso, fui a comprar cuando
tenía 13 años, en 1as orillas del Sena, una reproducción de un retrato de
Robespierre que está en el Museo Carnavalet y estuvo en mi mesita de
luz durante años hasta que se perdió en una mudanza. Me ocurrió eso.
Robespierre también fue víctima de una injusticia ya que ese gran
hombre, que había movilizado la energía nacional contra los invasores
y se había opuesto a la guerra extranjera que querían los girondinos,
no es una figura a la cual se le rindan honores en el panteón francés.
No hay una plaza Robespierre, euizá sí en Arras, nunca fui. En parís
creo que apenas lleva su nombre una callecita, t)tta calle cualquiera.
Algo muy diferente ocurre con Adolphe Thiers, quien despertó en mí
un enojo permanente a lo largo de todos mis estudios, a tal punto que
elaboré todo un desarrollo contra Thiers en el examen de ingreso a la
Escuela Normal. Me interrogaron sobre los derechos humanos del 89
y logré insertar un párrafo contra Thiers, quien era para mí la figu-
ra opuesta a Robespierre. El informe del concurso hasta lo señaló, al
hablar de los candidatos que van a buscar asuntos que no tienen nada
que ver con el tema. Igual, yo conocía bien la cuestión de los derechos
humanos del 89.
Lo que surgió en este instante fue este viejo enojo por el hecho de
que Robespierre contase solo con una callecita, cuando Thiers -ahora
se lo reemplazó por de Gaulle en muchos lugares- siempre le daba su
nombre a un gran boulevard, aunaplaza central. Claro está, el nombre
mismo de Robespierre no es indiferente, puesto que está allí presente
pierre, piedra. Ya conté el papel que había jugado para mí el hombre de
piedra, la estatua de Beaumarchais. Ese hombre de piedra representó
en un momento dado a ese Otro constituyéndose, ya que tenía entre
6 y 7 años cuando consideraba imprudente pasar por debajo de esa
estatua. No puedo decir que fuese porque imaginaba que iba a saltar-

121
JACQUES-ALAIN MILLER

me encima. En el fondo, estaba racionalmente convencido de que no


era posible, pero no quería pasar por debajo, esa idea del ,,saltarme
encima" persistía.
Pues Robespierre, el inflexible Robespierre, con su nombre de pie-
dra me atrajo. Por lo tanto, fue, si considero el razonamiento de Lacan
acerca del Goethe de Gide, un punto de capitón. No el último, pero
un punto de capitón. Por lo demás, ¿cuál fue el último? Según creo, el
último fue Lacan. Lo conocí cuando tenía 20 años y si consideramos
la cronología que é1 mismo propone, a esa edad uno puede todavía
introyectar algo. Desde luego me hizo mucho biery se vive más fácil-
mente introyectando a Lacan que introyectando a Robespierre. Debe
ser así ahora que lo pienso, ahí estoy improvisando, nunca me pregunté
a quién introyecté último. Esto explicaría el fenómeno tan curioso del
que fui víctima después de la muerte de Lacan. Había que continua¡, la
vida seguía su curso, yo tenía que dictar clases, debe quedar aquí gente
que me escuchó por entonces.
Durante un año o dos, por lo menos en mi cabezal aunque algunos
lo notabary imité al doctor Lacan: su cadencia, su manera de hablar.
No podía dictar clase de otra manera. Llegó al punto que más tarde,
quienes podían identificar este fenómeno, incluso a partir de pequeños
detalles, a sabe¡, mi esposa y mi hija, abandonaron una de mis exposi-
ciones absolutamente fuera de si reprochándome luego esa payasada,
que por cierto lo era pero que me era imposible reprimir y más tarde
reapareció. Ahora me costaría volver a producir eso, ya no está... pero
algo surgió en el duelo, seguramente proveniente de ese algo psíquica-
mente introyectado . Tal v ez.
Hablaba entonces de contradicciones entre el verdugo y la víctima.
No hay en verdad contradicción sino por el contrario conciliacióry una
mezcla que aprendí a conocer con el tiempo. Al principio, cuando veían
en mí a la vez al juez y al inmodificable, pensaba que se equivocaban.
Más tarde terminé entendiendo cómo funcionaba esto y aprendi de
alguna forma, cómo actuar con eso y puedo presentar una cara o la otra
según el caso. Siento algo parecido en Monteil, a distancia,
¿no es cier-
to? El lunes por la noche 1o insulté, 1o injurié y al díasiguiente se mostró
conmigo absolutamente encantado¡, terminamos casi amigos al final
de nuestra conversación telefónica. Por eso siento ese lado peligroso.
Peligroso porque no se sabe qué faz va a ser presentada. En efecto, la

722
LENGUAIE CIFRADO

gente monofásica, por así deci4 corre con la desventaja de que se sabe
dónde van a estar, mientras que los otros cuentan con una gama un
poco más amplia.
Llevo en mí obviamente otra conciliacióry que también es una con-
tradiccióry entre digamos la piedra y el aire. Por un lado, la inmovili-
dad y, por el otro, al contrario, la extrema movilidad. Uno diría, a fin de
cuentas, que es la lógica de mi vida, ya que conocí a Lacan y su enseñan-
za cuando terua 20 años me sentí bien en ella, y aquí estoy todavía, a los
60. E hice realmente mi agosto, no sabría cómo decirlo de otra manera.
Al mismo tiempo, en este marco, fui sin lugar a dudas muy inquieto. En
el fondo, están las dos figuras. Más joven, había seleccionado a Flermes
como el dios que me correspondía entre los doce dioses del Olimpo y a
los 13 años, elegí a Robespierre. Allí están las dos figuras: por un lado
las alitas en los pies, por el otro, la inmovilidad, incorruptible y glacial.
Podemos agregar la guillotina, dado que sin duda el pensamiento
debía tener cierto peso para mí y la idea de la posibilidad de un alivio
instantáneo del mismo de un solo golpe, ¡clac!, tal vez me gustaba de
algún modo. En todo caso, tenía claro a qué podía corresponder eso.
Así entiendo mi gusto del zanjar, del decidir por sí o por no, situándo-
me enteramente en esa decisión y no el gluglú de mi amigo Gori con su
SIEURPP. ¡Hay que inventar un nombre así! ¡Es para sacarse el sombre-
ro! Debe ser que é1 no se identificó con la guillotina sino más bien con
el charco de los patos. Claro está, difícilmente se pueda superar como
representación de la castracióry no hay representación más directa de
1o cortado.
Se me presenta otra contradicción/conciliación: por un lado el signi-
ficante al servicio de lo verdadero, donde se fundaba en mi infancia la
intolerancia hacia todo uso dañino o mentiroso del significante y, por
el otro, la práctica misma del significante, la cual alimenta el sentido
de la combinatoria. Esto es, se puede decir esto pero también aquello.
Entonces por un lado el significante al servicio de lo verdadero y por el
otro, el significante-semblante. Por eso me gustó mucho -y le transmití
ese gusto a mi hermano menor- lapieza de Courteline Lln client sérieux
(Un cliente serio) en la que Barbemolle empieza siendo el abogado de
Lagoupille hasta que en el medio del juicio se evacua al fiscal y se 1o
nombra fiscal. Entonceg durante el mismo juicio termina afirmando lo con-
trario de lo que había dicho en tanto abogado a partir de los mismos

123
IACQUES-ALAIN MILLER

hechos. se discute la cuestión de saber si tomó siete consumiciones o


una sola, y según la manera en que se valorizan los mismos hechos de
una manera u otra, el asunto aparece bajo ángulos distintos.
Se oponen, por 1o tanto, el significante al servicio de 1o verdadero y
el significante como semblante, y llevé esto bastante lejos puesto que
siempre me gustó mucho, y me sigue gustando, Ia tipografía, la com-
paginación, la maqueta, todo lo cual explica que pueda dedicarme con
tanto placer a fabricar Le Nouael Áne. En cierto modo, fue una sorpresa
para mí volverme analista, porque no era en absoluto mi ambición en
la vida. Me volví analista porque tropecé con el análisis, porque tropecé
con la vida, en cierto modo todo me llevaba a eso, por lo menos esa
relación con el significante. Pero de cierta manera no me convenía en
absoluto ya que siempre me gustó el movimiento, siempre me gustó
correr. siempre me gustó la urgencia -en el psicoanálisis conocemos el
tema de la urgencia- cuando la paciencia, la inmovilidad, el volver a
empezar no eran cosas por las que tuviese una afinidad.
Cerraré este capítulo de confesiones con Ia evocación de mi comple-
jo paterno, por ser 1o que me precipitó al análisis. Mi complejo paterno
siempre me llevó a respetar al número uno. Mi imaginario siempre era
ser el joven que secunda. Siempre pensé que era eso y seguramente es
lo que sigo haciendo aún ahora con Lacan, no es para nada seguro que
se haya acabado. Como 1o dije aquí y como se 1o dije a Élizabeth Rou-
dinesco -una de las pocas cosas que le dije-, cuando conocí a Lacan yo
me identificaba con Henriot al lado de Carlomagno.
¡Lacan! Lo que me pasó con él era de esperar: ¿Quién es la primera vez
que lo veo? Es el perseguido, se presenta como víctima de una potencia
impersonal que llama IPA. Allí está presentiír-rdose como spinoza, disfra-
zado deSpinozay con un "los necesito" gritado entre lÍneas y que era a tal
punto cierto que reclutó a muchachitos de 20 años para su escuela. Des-
pués de haber realizado seminarios que se siguen leyendo cincuenta años
más tarde, tuvo que llenarla con lo que recogía por la calle, quiero decir la
Escuela Normal, todos bebés de pecho para llegar a cien miembros recién
a fin de año, cuando a principio del verano de 7964, el 21 de junio, fundó
la Escuela Freudiana de ParíE por lo taflto, no hay duda alguna de que
nos necesitaba. Además, me permito decirlo ya que seguramente sea el
fundamento del odio eterno al que me condenan quienes gravitaban a su
alrededoq, ahora que lo pienso está claro que le caí bien.

124
LENCUAIE CIFRADO

Lo conocí por primera vez el 15 de enero de 1964, me invitó por


primera vez a su casa en el número 5 de rue de Lille con Milner ya en
febrero, y me acordé que me invitó a veranear todo el mes de agosto
a Guitrancourt con é1 y sylvia, apenas me conocía desde hacía cinco
meses, y pude leer ahí seminarios cuya existencia ni sospechaba, no
tenía idea de que Lacan había dictado tantos seminarios antes y los
empecé a leeq aunque cabe decir que él me orientó en ese sentido.
Recuerdo muy bien que no sabía cómo agradecerle. su inmensa biblio-
teca estaba completamente desordenada y entonces le propuse ponerle
orden. Lo hice y obviamente, mientras la ordenaba, leía algunas cosas.
Pero en el fondo, me tuvo simpatía.
En el número de Le Nouoel Áne que está por sali4 ya que Milner hizo
un artículo donde se trata del ser y que estábamos un poco apurados
para encontrar una ilustración, dije: tengo enmarcado en casa el sobre
de una carta que me había mandado Lacary le podemos sacar una foto.
Milner estaba muy contento. Entonces miré de cerca la carta y lleva la
fecha del 21 o22 de diciembre de1964y recuerdo en efecto
-me parece-
haber sido invitado allí por Lacan a pasar la fiesta de Navidal con é1.
Por lo tanto, funcionó obviamente un poco en los dos sentidos. Es deci¡,
yo encontré a alguiery pero é1 encontró algo en mí que yo no vi tanto;
por razones que puedo imagina4 no me di cuenta de ello tanto como
aquellos que giraban alrededor de Lacary para quienes seguramente no
pasó desapercibido. Supongo que por eso cuarenta años después aún
no me dejan tranquilo.
Se contesta muy fácilmente la pregunta acerca de en qué momento
entré en análisis. Entré en análisis en el momento en que me volví el
número uno del Departamento de Psicoanálisis, es deciq. cuando me
convertí en el director del Departamento de Psicoanálisis. puedo decir
que me volvió loco. Me volvió loco porque tenía que distribuir cosas, la
gente me venía a ver para pedirme o cargos o bien horas y por lo visto,
yo me identificaba con el que no tiene, con el caballero errante o con el
joven, pero en todo caso no con el señor. Era tan profundo que, cómo
decirlo, dicté clases pero -lo recuerdo muy bien-, en las primeras que
di en calidad de director del Departamento de psicoanálisis en 7974-no
data de ayer- me sofocaba la angustia. Ya había dictado clases antes sin
dificultad, nunca me costó hablar en público, pero allí la cuestión no era
evitar hablar en público, era realmente inexplicable. No tenía que ver

125
JACQUES-ALAIN MILLER

con el hecho de dictar clase sino con ser el número uno y estar del lado
de los que tienen. Entonces ahí tuve que entrar en análisis.
Esto nos da una situación en la que desde luego adopté valores clá-
sicamente viriles, en todo caso el gusto por la valentía, o la rectitud,
asuntos que tienen que ver con Ia lealtad, todo eso sigue presente para
mí. Me interrogaba acerca de lo que ocurría cuando uno fue jacobino y
termina la revolución. ¿Se vuelve bonapartista o se sigue siendo jaco-
bino? No es un destino que atraiga mucho cuando se ve la suerte que
corren estos personajes en Balzac, etc. la Historia de Francia, al final del
siglo XVIII y comienzos del siglo XIX es una sucesión de regímenes que
cambian cada quince años, algo que no deja de plantear preguntas. ¿En
qué consiste la lealtad? ¿A qué se es leal?
Por un lado estaba, entonces, toda esta problemática viril un poco
molesta, que la identificación con Lacan ayudó a pasar. Y por el otro,
aquello que está ahanzado evidentemente muy hondo en mí ya que me
empujó al análisis, ese hqae not, es decit una afinidad con la posición
femenina. Es bastante barroco. Está por un lado el caballero y su caba-
llo de guerra, feliz en el campo de batalla y al mismo tiempo no es un
señor, tampoco es una chica linda, pero es un tierno. Por supuesto, se
traduce en un personaje equívoco, ambiguo, doppel, quizá por eso traje
a Goethe: yo mismo soy un Doppelschrift, una cifra doble.
Biery espero que el año 2008 los encuentre con buena salud y que
pueda seguir hablando acerca de "el desierto cnece", dejando atrás al
viejo jacques-Alain Miller.

12 de diciembre 2007

126
VI
La era del hombre de cantidad

Voy a empezar con un tono distinto al del trimestre anterior. Ha


llegado paramí, espero, el momento spinozista. Llamo el momento spi-
nozista al que supera la perspectiva polémica, a la que dediqué mucho
tiempo, hay que decirlo, en los cinco encuentros anteriores. La polémi-
ca y la sátira son sin duda, para aquel que quiere estar en el momento
spinozista, una revuelta contra 1o real. El punto débil de la polémica
es que la mueve un espíritu de indignacióry que siempre se basa en
un prejuicio. Y dialécticamente, por así deci4 le sigue la elucidación, lo
cual supone la aceptación de 1o que es, por ser un hecho.
No digo que haya que berrear el 5i que Nietzsche, en su Así habló
Zaratustra, pone en la boca del asno. EI asno solo sabe decir que si es
incapaz de decir que no. Después de todo, admitamos que se empiece
con un no, pero luego se trata de entendel, intelligere, como lo recomen-
daba Spinoza. Esa no es la última palabra, pero es una escansión nece-
saria y es en este punto que me gustaría quedarme durante las cinco
clases siguientes.

El discurso de la cuantificación

Esta mañana, pensaba en La Boétie, el amigo de Montaigne, su alter


ego, aquel del conocido "porque era é1, porque erayo" y en su obraEl
contra Uno. La mueve una indignación. Pensaba: he aquí alguien que
opinaba que el hombre está dominado, sometido, y que consiente a su

127
IACQUES-ALAIN MILLER

sumisión, de hecho es la otra parte del título de la obra, Sobre la serai-


dumbre aoluntaria, y La Boétie, de cierta manera, llamaba a ese hom-
bre a Ia insurrección, a la revuelta. En su tiempo, designaba el opresol,
el dominante, el amo, como el Uno, monox, porque esa dominación se
encarnaba, según las apariencias, en la figura del monarca. El monar-
ca eÍa, digamos, el operador del poder. Cuando se la considera no del
lado de los oprimidos sino del lado del amo, esa figura toma el nombre
del Príncipe de Maquiavelo. En la figura del Príncipe se reúnen cierta
cantidad de hilos entre los que Maquiavelo deshace la madeja, enseña
cuál conviene jalar para obtener primero la conservación del poder y
luego su incremento. La percepción de la dominación se concentra en
una persona separada del resto.
Pensaba en eso en relación con la actualidad en 1a que el contra Uno,
según mi parecel, perdió su vigencia. El sentimiento de dominacióry
de ser dominado, de que hay amo, perdura y uno se sacude, se agita
en relación con 1o que se imagina de esa dominación. Pero el amo ya
no es el Uno, digamos que esto ocurrió, triunfó con esta revuelta que
bautizamos "revolución" , obra del pueblo francés pero cuya repercu-
sión fue mundial en eso que llevó el contra Uno de La Boétie hasta sus
últimas consecuencias un 21 de enero, día que impactó sobre las con-
ciencias más que la ejecución de Carlos I de Inglaterra. Y aunque des-
pués se intentó volver a poner a otros en su lugar, ya no fue 1o mismo.
Quedan aún hoy algo más que huellas de este Uno. Sigue existiendo la
función del Uno como representante. En la mayoría de los casos se los
llaman presidentes electos, y no monarcas. Pero por supuesto subsisten
monarcas, aunque por 1o general no tienen podeq, 1o cual solo eviden-
cia más aún que se trata de una sobrevivencia debida al arraigo de una
tradicióry no parece animado por un dinamismo portador de futuro.
Tengamos, sin embargo, nuestras dudas sobre este punto de vista,
pues no vamos a negar la incidencia del Uno, del individuo, en varias
acciones colectivas. Si se piensa en un ejemplo reciente y actual, la gue-
rra estadounidense en Iraq, se puede decir que el presidente del país
tuvo una incidencia particular en el desencadenamiento de ese aconte-
cimiento, un coeficiente personal que tuvo consecuencias. Una volun-
tad, una concepcióry un forzamiento, todo esto le corresponde a é1. Pero
¿debemos tomar esto como paradigmático? Tiendo más bien a conside-
rar esto como un paréntesis, una aberracióry más que una regularidad.

t28
LA ERA DEL HOMBRE DE CANTIDAD

Eso para decir que estamos hoy más bien tentados por encarnar la
dominación en un discurso más que en un Uno. Lo que se presentó bajo
los aspectos de la polémica es la noción de que este discurso dominante
sea el de la cuantificación. Es una palabra que, al parece{, todo el mundo
entiende aunque sea rebuscada y recientemente importada del inglés;
apareció a mediados del siglo XIX, lo cual sin duda es consistente, y se
construyó en la lengua inglesa a partir de la palabra cantidad, la cual
es/ por supuesto, más antigua/ puesto que su uso ya está comprobado
en el siglo XII. Cuantificar es atribuir una cantidad y determinar esa
cantidad. Se trata alli por lo tanto, de números, de medidas y, en con-
secuencia, de unidades homogéneas unas con las otras. Se cuantifica
lo que se puede medir. Bergsory cuyo discurso, cuya enseñanza, es a la
vez un síntoma y una elaboración del crecimiento del universo cuantifi-
cado, distribuía cantidad y calidad entre ciencia y filosofía. El campo de
la ciencia es aquel de la cantidad, es decir, según é1, de 1o que es común
a cosas distintas. En efecto, pone en relieve lo que la perspectiva cuan-
titativa borra de las diferencias, lo que hace resaltal, si puedo decirlo,
su componente progresista, la ciencia aloja cierto "todos iguales", parti-
cularmente manifiesto en la práctica de la elección política: un hombre,
una voz. En ciertos aspectos, el ascenso de la organizaci1n democrática
de la sociedad se inscribe en el discurso de la cuantificación.
De hecho, 1o llevó al presidente Bush a forzar las cosas a favor de esa
guerra en el Medio Oriente, al justificarla en un discurso de extensión
de la democracia, pero del que se puede hacer un retoño del discurso
de la cuantificación. Hay una vertiente progresista de la perspectiva
cuantitativa, y también está la vertiente que es, como se dice, reduc-
cionista, puesto que solo puede prevalecer a condición de desatende¡,
de borra4 las diferencias. Bergson pensaba, en cambio, que el campo
propio de la filosofía era aquel de la calidad donde todo es heterogéneo.
Esta oposición de 1o homogéneo y lo heterogéneo, por elemental que
sea, estructura muchos debates de hoy, y también estructura la confu-
sión de nuestros sentimientos, si puedo decirlo así.
Ese discurso de la cuantificacióry que hoy imaginé plantear como
análogo, homólogo a lo que La Boétie llamaba el Uno, solo pudo alcan-
zar ese lugar y ejercer su poder gracias al extraordinario desarrollo del
discurso de la ciencia. Es una consecuencia, es una de las caras -no me
apuraría en calificarla de aberrante- de la dominación creciente del dis-

129
JACQUES-ALAIN MILLER

curso de la ciencia. Crecimiento espectaculaq, si se piensa en los tímidos


y humildes comienzos del discurso de la ciencia en pequeños rincones
de Europa, en unos pocos y dispersos despachos sabios. Se necesitó
todo el juicio y la agudeza de miembros de la Iglesia para discernir
rápidamente e1 potencial de ese discurso de la ciencia. En todo caso me
dará gusto darle ese sentido al hecho de haber puesto a nuestro amigo
Calileo detrás de las rejas. ¿Cómo explicar eso?
Ese discurso de la ciencia lo desarrollaron tipos que tenían que
tomar enormes precauciones para predicar los valores y el proyecto
del discurso de la ciencia, 1o que Heidegger llama el proyecto mate-
mático. Veamos: Spinoza que busca hacerse olvida¡, Descartes que se
escapa a Holanda, claramente los portadores de ese discurso debían
tomar garantías. Los más astutos, como Leibniz, erarr al mismo tiem-
po hombres de la corte, hacían lo necesario para tener el visto bueno
de las autoridades y podían así seguir ocupándose de sus asuntos con
tranquilidad. Esto empieza de todos modos así: aparecen en el mapa
varios puntos luminosos, algunas correspondencias se establecen, pero
es algo muy discreto. Si se compara la importancia que tiene hoy con la
que tenía en la época en que empezó, es una succes story extraordinaria.
Digo discurso de la ciencia, como Lacan lo dice, pensando en la físi-
ca matemática. Las matemáticas son mucho más antiguas que eso pero
no tenían realmente consecuencias, se trataba de la exploración de un
campo sui géneris -simplifico- pero después de todo, al inicio los mate-
máticos eran una secta. De hecho algo de eso conservan. Para el diario
polémico que me esmero en producir con otro centenar de personas
-el próximo, que va a salir al final de este mes, será bastante grueso,
64 páginas- tuve justamente que entrevistar a un matemático, como
no tenía tiempo para ir a pescar otro, agarré al que tenía a mano: mi
hijo. Resultó que me era desconocido: subrayaba que los matemáticos
se sienten bastante apartados de Ia sociedad, lo que no les impide oca-
sionalmente tener como hobby dirigir orquestas o hacerse sindicalistas,
pero algo los aparta del resto. Se notaba con claridad que é1 mismo
consideraba a los matemáticos como la excelencia del género humano,
la forma de vida superior de la inteligencia, comparándose muy ven-
tajosamente con las formas de vida inferiores de las ciencias humanas
y sociales, en las que no se tiene el sentimiento de la dignidad de la
disciplina y donde hay una multiplicidad de capillas que se pelean.

130
LA ERA DEL HOMBRE DE CANTIDAD

Lo cual es una buena observación. Reconozco allí las consecuencias de


la estima trascendental que siempre sentí hacia las matemáticas. Pero
notaba como un pequeño reflejo, una sombra fugaz, de esos comienzos
sectarios de las matemáticas.
Lo cierto es que no se determina la fecha de inicio del discurso de la
ciencia en el comienzo de la secta de los matemáticos. Se la determina
a partir del momento en que las matemáticas tuvieron una incidencia
en la naturaleza, es decit se establece eI inicio del discurso de la ciencia
a partir de la física matemática, de la conjunción entre matemáticay
naturaleza. En eso seguramente nos influencia, tanto a Lacan como a
nosotros, Koyré y el lugar que le da al dicho de Galileo: "Lanaturaleza
está escrita en lenguaje matemático". Lo que tiene como consecuencia,
por así deci¡, transformar la naturaleza en real y transformarla en un
real que contiene un saber. Así es como Lacan ubica el saber científico
como saber en lo real. Evidentemente no es, si me permiten la expre-
sióry el real del más allá. A partir del momento en que hay saber en lo
real, se trata de un real enteramente ubicado en 1o simbólico, por lo que
lo real no es ininscribible en lo simbólico, que Lacan aislará en el paso
siguiente.
A partir del momento en que se realiza esta conjunción de las mate-
máticas y de la naturaLeza, el discurso de la ciencia empieza a tener
como repercusión la producción de objetos, la aceleración de la pro-
ducción de objetos, hasta llegar a la producción de objetos inéditos, la
sobreproducción de objetos cada vez más inéditos y cuya utilidad se
vuelve cada vez más misteriosa. Todos estamos en eso. Evocaba, creo,
hace algunos meses, el momento de la producción del iPhone, que no
funcionó muy biery y ayer en Internet miraba la nueva producción de
Apple, la computadora portátil apenas más espesa que una hoja -dos
centímetros- que entra en su sobre. Me preguntaba: ¿realmente nece-
sito eso? Es más liviano que el otro, obviamente. Y en ese momento,
al mirar ese objeto, me sentía yo mismo dominado por un discurso.
¿Cómo determinar aquí con precisión una utilidad, cómo medir el pla-
cer? En todo caso, el discurso de la ciencia ha recubierto el mundo de
objetos. Y allí donde esos objetos faltan se constató en todas partes que
son deseados, que son esperados, y que entonces, en ese sentido, la
humanidad -si es que existe esa unidad- tiene que ver con los obje-
tos de la ciencia. Hablo de un objeto querible, un objeto de consumo

131
JACQUES.ALAIN MILLER

corriente, existen evidentemente los conocidos, grandes objetos amena-


zantes, los objetos asesinos, que por supuesto no están a la venta libre
-aunque en los Estados Unidos no se logró hasta el día de hoy prohibir
su producción-.
Pasemos por alto la incidencia de las matemáticas en la naturale-
za para decir que existen evidentemente también incidencias sobre la
sociedad y parece cada vez más perceptible que tenemos que relacio-
nar los cambios de la sociedad con el desarrollo y la aceleración del
discurso de la ciencia. Se puede decir que desde finales del siglo XX,
y ahora en el siglo XXI, el desarrollo del discurso de la ciencia impone
todos los días su ritmo a los temas de sociedad. Es decir que nos inte-
rrogamos sobre: ¿qué hacer con? ¿Qué hacer con el animal clonado? Del
que habíamos celebrado el nacimiento aquí mismo con Éric Laurent. ¡El
divino clonado ha nacido! Ayer los estadounidenses ya le encontraron
un primer uso al animal clonado, comerlo. La agencia sanitaria esta-
dounidense autoriza ahora comer cerdo clonado.
Poco a poco, a fuerza de discursos y debates, penetra las mentes.
Se sabe todas la preguntas que despierta en particular todo 1o que con-
cierne a la vida, la incidencia directa del discurso de la ciencia sobre la
vida, no solamente del orden del medicamento, sino de la tecnología
que opera en las raíces mismas de1 organismo vivo, a tal punto que un
investigador estadounidense se vanaglorió de que, de ahora en más,
entrábamos en la era en que íbamos a poder escribir el código genético.
Y entonces, yo habré asistido en mi vida a eso. La presencia, la insis-
tencia del discurso de la ciencia en la vida cotidiana, en la sociedad es
incomparablemente más acentuada hoy de lo que era hace diez, veinte
o treinta años. Y solo va acelerándose. Eso toma forma de dominacióry
me parece, bajo los aspectos de la demanda de cuantificación universal.
Esa demanda de cuantificación universal toca por ejemplo muy profun-
damente la enseñanza superior y la investigacióry lo cual nos conmue-
ve y nos indigna.

Régimen de homogeneidad

Dediqué el tiempo necesario para que esa publicación de 64páginas


pase en quince días, de 4 páginas a28, con el fin de tratar de frenar esta

t32
LA ERA DEL HOMBRE DE CANTIDAD

nueva máquina de evaluación que fue instalada en marzo en Francia y


que se llama la AERES ya que no cabe duda de que es una aberración.
Pasé mucho tiempo tratando de detener eso aunque sepa de qué orden
de fatalidad es el avance de esta demanda de cuantificación universal.
Por lo tanto, es un combate, lo cual nos instala en la posición de lo
que Carl Schmitt, quien se merece la fama tan mala que tiene, llama-
ba el retardado¡, aquel que trata de frenar evoluciones inevitables con
la esperanza de que se cruce en un momento con otro acontecimiento
y que el haber ganado tiempo finalmente abra otro posible. Pues no
hago esto en vano, no reniego de toda esta agitación que me llevó a
los ministerios, en fin a los peores lugares. No lo lamento porque esa
AERES visitó el Departamento de Psicoanálisis ayer por la tarde. Solo
sé lo que me contaron porque no quise estar. Hay que ver lo que es reci-
bir un pequeño bando de cuatro o cinco cognitivistas supervisados por
un psicoanalista de turno. No los recibí porque no me tenía confianza.
Les confesé que venía de una infancia especialmente intolerante res-
pecto de la palabra del otro, por supuesto se me pasó, caso contrario no
podría ejercer la profesión de psicoanalista pero algo de eso quedó: a
pesar de todas mis buenas resoluciones pienso que hubiera terminado
por echarlos de una patada en el trasero apenas hubieran aparecido. Al
no considerar esta la política adecuada, me abstuve.
Esto no impide que toda esta agitación mía que estoy superan-
do en mi momento spinozista haya sido positiva puesto que, según
concuerdan todos los relatos que me llegaron, ese equipo de visitan-
tes y de expertos fue quien estuvo en el banquillo de los acusados.
Suelen pedirles a todos, excepto al jefe, que salgan un rato, pero esta
vez los docentes del Departamento se negaron y no insistieron. Según
me contó Gerard Miller él se puso a cuestionarlos acerca de 1o que le
parecía ser un conflicto de intereses que tendría que haberles impe-
dido evaluarnos, arguyendo que él no se hubiese permitido evaluar-
los a ellos, ¡aunque de haberlo hecho los hubiera encontrado pésimos!
Al parecer las dos horas fueron de esta índole. Por un lado, tiene un
aspecto muy satisfactorio porque no lograron producir en el evaluado
el efecto de pérdida de la estima de sí el primer efecto buscado en la
evaluación. Es deci¡, el evaluado es en el fondo y de entrada un deva-
luado. Por el otro lado no impide que, evidentemente, ellos puedan
llenar la casilla "la visita del Departamento de Psicoanálisis ha sido

133
IACQUES-ALAIN MILLER

hecha, tal día, de tal hora a ta7 hora" , y en cierto nivel, sigue siendo
homogéneo con el resto.
Este paréntesis que evoco con tranquilidad muestra que el punto
de vista homogéneo, en ciertos aspectos, trae la paz. El lenguaje mate-
mático trae la paz. La demostración se supone que trae la paz puesto
que cuando es impecable, solo queda inclinarse. La demostración es
una forma de la dominación pacífica, ya que supone obviamente que se
acepten los principios y las coordenadas de base dentro del marco en
el que se efectúa la demostracióry pero una vez aceptado esto, hay paz.
Hay que decirlo, los presupuestos del discurso de la ciencia fueron muy
ampliamente aceptados, generaron unanimidades, por 1o que las disci-
plinas que tratan de exceptuarse a las reglas del discurso de la ciencia
quedaron en una situación equívoca.
Desde luego, no hay que olvidar que Freud mismo quiso inscribir el
psicoanálisis en las formas del discurso de la ciencia. Lo que obstaculi-
zaba esto, es que esta disciplina, si es una, tenía que ver con un real que
opone cierta resistencia a conformarse con el régimen de lo homogéneo.
Y vemos al mismo tiempo esa postulación de Freud y los caminos por
los que desarma su propia empresa. Eso no detuvo la psicología por-
que, para decirlo rápido,la psicología no tiene que ver con un real. Por
lo que es extraordinariamente plástica, y, al percibir el desprecio que se
le manifestaba como disciplina, decidió como un verdadero camaleón
adoptar los atavíos del discurso de la ciencia. Esto ocurrió durante los
años 1960 y tuvo como resultado cobrar apariencia de cognitivista, en
el fondo por simulacro con el discurso de la ciencia y hay que admitir
que en tanto psicología cognitiva logró por esa razón una extensión
extraordinaria cuya pertinencia se trata de entender.
En todo caso, obviamente el régimen de la homogeneidad pone
entre paréntesis la cualidad, o intenta cuantificar la cualidad, y lo logra.
El señor Falissard, un investigador y docente francés, tiene la idea de
medir la subjetividad. Primero dice: no sabemos cómo hacer entrar la
tristeza en nuestras variables y luego, la hace entraq, la cuantifica, sobre
el modelo imparable del "un poco, mucho, apasionadamente", conside-
rando que los intervalos entre esos diferentes marcadores son iguales,
postulado puro y simple, y después se pone en marcha la estadística
sobre esta base. Evidentemente es aquí que se juzga: lograr cuantificar
las cualidades.

1.34
LA ERA DEL HOMBRE DE CANTIDAD

¡El amor es cuantificable! Ya se demostró. Hoy ven eso en las revis-


tas femeninas, pero al principio estaba en publicaciones científicas. una
señora antropóloga, al ser cognitiva, escribió una obra sobre la química
del amor romántico. Define lo que es estar enamorado: es ver bajar su
tasa de serotonina a menos del 40%. Eso fue comprobado, medido en
conejillos de la India, se seleccionó -obviamente para eso hay que pre-
guntárselo, ese es el tema- a aquellos que aseguraban pensar al menos
cuatro horas por día en el ser amado. Se ha constatado que tenían al
menos 40% de serotonina menos que el promedio. Creen que el amor
loco es un término poético, surrealista, etc. El amor loco hace subir la
dopamina. Por lo que si tienen una propensión al amor loco, lo más
probable es que les falte dopamina, etc.
Y eso hoy llegó a las revistas femeninas, está en el discurso común.
Si siguen la producción de las revistas femeninas semanales o mensua-
les disponibles en los kioscos, hay desde hace uno o dos años una enor-
me producción de ese estilo de revistas que traducen su vida emocio-
nal, sus hábitos alimenticios, etc., en términos cuantitativos. Y si existen
esas revistas en el mercado, es que se compran, es decir que en su ima-
ginario al hombre contemporáneo le gusta pensarse como máquina. A
fuerzade producir máquinas, de manejar máquinas, de ser interlocutor
de máquinas, nos pasó que nos creemos máquinas o que queremos ser
tratado como máquinas.
Me acuerdo haber anticipado eso hace algunos años, se me hablaba
del futuro del psicoanálisis en relación con otras modas -en la época
se trataba del medicamento, etc.-, y yo decía que eso iba a depender
de si las personas se piensan como un automóvil que se lleva al mecá-
nico, evidentemente será difícil para el psicoanálisis. Hoy se puede
decir que algo se cumplió en este sentido. Es divertido pensar que en
Moliére se encuentra el término "el hombre de calidad", que significa
el noble, o alguien que manifiesta nobleza de espíritu y de compor-
tamiento cuando hoy obviamente estamos en la era del hombre de
cantidad. Nos lleva hasta la masa, un concepto -aunque habría que
ver cuándo surge realmente- moderno, es el momento en el que se
deja de contar y se estima simplemente a la multitud. En nuestros
términos, está claro que eso pone en cuestión lo que llamamos con
Lacan el significante 1.

135
IACQUES-ALAIN MILLER

Sr

No puedo escribir el significante 1 en ese contexto sin evocar el


significante mismo, el concepto de significante. El concepto de sig-
nificante ya es el significante como unidad aislada del continuum de
la lengua, procede del discurso científico. Sin duda, los estoicos ya 1o
habían ubicado, pero cobra otro sentido en Saussure, y luego se sabe
que Chomsky aplicó el discurso de la ciencia, de manera a su vez dis-
tinta, con otros paradigmas, a la lengua. Entonces al hablar de signi-
ficante, ya estamos, sin saberlo, en el camino que lleva a la cognición.
Luego volveré sobre esto.
El Sr, la forma inicial que Lacan eligió para indicat indexar el amo,
es la insignia, la insignia única, que se puede por momentos imaginar
con los atributos del poder: el cetro, la corona, e1 trono, pero también
con palabras que se consideran absolutas y que se imponen en una
especie de sideración. Es la frase de la página 787 de los Escritos que me
gusta mucho y que cité a menudo: "Lo dicho primero decreta, legisla,
'aforiza', es oráculo, confiere al otro real su oscura autoridad". Y si se
toma, dice Lacan, un significante como insignia de esa omnipotencia, es
1o que bautízó rasgo unario y es el núcleo del Ideal del yo.

¿Qué es ese adjetivo unario que Lacan forl6 a partir de Freud, per-
virtiendo a Freud? Unario es una variación de único, pero que recibe su
sentido en relación con binario, que da a binario, su antónimo, su con-
trario. Unario quiere decir no dos, no hay dos iguales y el significante
del amo incluye esa exclusión del dos. La exclusión del dos quiere decir
que es incomparable, que no es homogéneo, que es absoluto, es deci1,
separado. En la fórmula que Lacan da de la sexuación masculina, está
representado por este:

fx Ox Vx @x

Aparece aquí que este al menos uno solo se sostiene separado de


todos los demás, como no-homogéneo precisamente. Lo homogéneo
está del lado del para todo x,y se ubica, por 1o tanto, como lo incom-
parable. Se hace evidente por supuesto la insurrección que produce

t36
LA ERA DEL HOMBRE DE CANTIDAD

el avance de la práctica de la evaluación en la universidad, ya que


el solo hecho de aceptar la evaluación conlleva el: "ustedes no son
incomparables, son comparables, son clasificables". Y entonces de
entrada, hay una destitución -digamos, la palabra- del sujeto como
incomparable.

Sr

Cuando justamente la categoría de sujeto -sujeto que está agaffa-


do del Sr, el Sr viniendo a llenar la marca invisible que salió del sig-
nificante como dice Lacan- es in-homogénea, es decir que el sujeto
justamente no es una categoría, no es susceptible de categorización.
Esa es la promesa del psicoanálisis. Realmente nunca se ha hablado
de psicoanálisis de grupo porque la promesa del discurso analítico
es obviamente lo contrario del discurso de la evaluación: "no serás
comparado".
Por eso cuando operamos con la noción de diagnóstico, nos ajus-
tamos a algo que no entra en el discurso analítico propiamente dicho:
el diagnóstico, cuando existe, pertenece a los preliminares de la ins-
talación del discurso analítico. Por esa razón hay que lograr hacerlo
más bien rápidamente: el diagnóstico es preliminar porque quiere decir
clasificar en categorías. Mientras que una vez que el discurso analítico
está instalado, el sujeto es incomparable. Así como la cultura de la eva-
luación conlleva inmediatamente una destitución, el discurso analítico
comporta en sí mismo una institución y, hay que decirlo, una valoriza-
ción del sujeto. Así como la evaluación devalúa, el discurso analítico,
de manera natural, estructural, vaToriza el sujeto. Cuando decía que el
analista debía olvidarlo todo en el momento de recibir a su paciente,
indicaba algo de este orden: no compararás siquiera el paciente a sí
mismo de una sesión a otra. Estamos allí ante un orden que proscribe
la comparación.
Es muy divertido, aprendí mucho por ejemplo de la obra del señor
Monteil, del que hablaba hace un tiempo, al leer un trabajo de descifra-
miento de mi amigo y colega Hervé Castanet que pronto se publicará.
Me doy cuenta de que la categoría esencial del señor Monteil -quien

137
TACQUES-ALAIN MILLER

concibió IaAERES, quien es un psicólogo social-cognitivista- es la com-


paración. su sistema entero está basado en la comparacióry el hombre
empieza con la comparacióry por lo tanto, la humanidad desemboca
de la manera más natural en Ia evaluación. La evaluación es la forma
superior de la humanidad, el superhombre es el evaluado, hace parir la
humanidad de lo que desde siempre estaba en ella.

Neuro-rea1

El psicoanálisis se opone eminentemente al discurso de la cuanti-


ficacióry por eso no es una simple anécdota sino algo naturar que nos
encontremos así a la vanguardia de esta oposición al discurso de la
cuantificación, para el cual todo puede ser comparable y entonces todo
es comparable. El discurso de la cuantificación se encarna, se monetiza,
en el mercado, donde todo tiene un precio, donde todo tiene un valor
pero no un valor absoluto sino un valor dentro de una escala de valo-
res establecidos. La constitución de las escalas de valor es una práctica
condicionada por el discurso de la cuantificación. por ejemplo, en la
clínica, el discurso de la cuantificación procede con el establecimiento
de las escalas de valo¡, que en general llevan el nombre de su inventor.
Por ejemplo el señor widlócher aportó una importante contribución al
establecer la escala de la depresión y tuvo en ese sentido una incidencia
sobre la práctica.
En ese contexto se entiende el dicho enigmático de Lacan en su ulti-
mísima enseñanza: el psicoanálisis debe ser una práctica sin valor. No
significa que no tenga valor en el sentido del mercado sino que es una
práctica que debe escapar de la escala de valores y der discurso de la
cuantificación. Hoy notamos sin duda una amplia diminuciór¡ e inclu-
so una total desaparicióry del amo en tanto encarnado en el significante
amo. si se toma el ejemplo de Francia, obviamente la evaluación de los
ministros es folclórica pero traduce que el amo no tiene una esencia
distinta a los demás. Quiero decir que traduce ra voluntad de demos-
trar que estamos en un mundo homogéneo, incluyendo el mismo pre_
sidente, heredero del monarca. Hasta hace poco, se buscaba sembrar y
hacer crecer los semblantes de la heterogeneidad presidencial. En cam-
bio hoy, quien ocupa ese lugar manda el siguiente mensaje yo soy uno

138
LAERADEL HOMBRE DE CANTIDAD

mrís,hace alarde de todos los semblantes de la homogeneidad con los


gobernados: A mí también me gusta \a Star Academy,l dice. Todo es yo
también, yo también, yo también.
Hemos llegado a negar toda heterogeneidad y a asumir esa nega-
ción como tal: no existe eso.

fx Ox Vx Ox
/

Se adoptó el estilo de la serie y de hecho todo el mundo notó que


en el estilo presidencial actual, se pasa a otra cosa muy rápido, 1o que
se llama -a consecuencia de los guiones de telenovelas o de los canales
de noticias, creo- pasar a la secuencia siguiente, estamos en el régimen
del más uno: ¿cuál es el próximo episodio? En la desaparición de lo
no-homogéneo, se adopta el estilo de la serie. Desde ese momento, el
amo ya no es el Uno sino más bien lo múltiple. Y hay que decirlo, se
nos representa con buena gana esta multiplicidad bajo la forma de la
experticia en lugar de 1o que Lacan llamaba el decreto, o el oráculo. Se
confía en la experticia, y esta siempre es el resultado de un comité. Hay
expertos distinguidos, es lo que habíamos llamado en esa época, los
comités de ética. Estamos bajo el régimen de las comisiones y se supone
que la verdad tiene que salir de una comisión.
A partir de ahora lo verdadero, lo bueno, no solamente ya no son
significantes amos, sino que son significantes esclavos, subordinados
al visto bueno de los expertos. Hay un deslizamiento y desde luego
todo esto se apoya sobre el mundo homogéneo de manera tal que
todos los sarcasmos/ las indignaciones, etc., que podamos expresar no
son operantes. Lo son en el nivel del retraso de la puesta en marcha
de los aparatos pero hay un nivel en el que estamos presenciando
una mutación ontológica, una transformación en la relación del sujeto
con el ser. A partir de ahora, la cifra de cuantificación es la garantía
del ser. Ahí reside la incidencia de la ciencia sobre la ontología. Tiene
obviamente una incidencia sobre la debilidad mental de aquellos que

1. Programa de televisión popular. [N. de T.]

739
IACQUES-ALAIN MILLER

son gobernantes o expertos. El discurso de la ciencia sobre esta debi-


lidad mental produce utopías autoritarias que desde hace una déca-
da, y sobre todo en los últimos años, vemos multiplicarse de manera
asombrosa, incluso en el país del sentido común encarnado, a sabe¡,
Inglaterra, al que vamos a dedicar investigaciones en nuestras próxi-
mas publicaciones. Constatamos que la utopía autoritaria se volvió
la producción normal del comité de expertos. Pero todo esto viene
del hecho de que no se está seguro de que algo existe hasta que haya
sido descifrado. La ideología que sostiene ello, la forma ideológica
que toma esto e incluso su epistemología, la da el cognitivismo. Hay
que ubicar la cognición en la serie de lo que se llamaba el conoci-
miento y que Lacan y nosotros mismos hemos llamado el saber. Es
conocida la distinción entre conocimiento y saber. Lacan producía el
saber en relación con el conocimiento cuyo valor de co-nacer2 -nacer
al mismo tiempo-, siguiendo a Claudel, acentuaba. El conocimien-
to supone una afinidad del conocedor y de lo conocido. La filosofía
antigua comenta sin cesar esta afinidad, 1o que deben tener en común
lo que conoce y lo que es conocido. Tenemos un eco lejano -y no tan
lejano- en Heidegger cuando evoca la comprensión del ser. Cuando
habla de saber, Lacan pone por el contrario el acento sobre lo que
comporta de artificio. Es un sistema de elementos discretos que no
supone ninguna afinidad puesto que, por el contrario, se trata tam-
bién de poder darle su lugar al saber inconsciente.
Lo que llamamos la cognición no está tan lejos de 1o que Lacan lla-
maba el saber. Tomadas todas las precauciones, digamos que se supone
también constituido por lo representable bajo la forma de elementos
discretos. La diferencia es que se le añade la suposición de que el hom-
bre es todo sabeq, es decir que, en lo que respecta al hombre -si es ese el
término de referencia- todo pasa bajo esta forma. Es decir que el punto
de vista cognitivo es aquel del hombre computacional. El cognitivismo
-porque queda claro a ese nivel
es la ideología, o más bien es la creencia
que es una orientación fundamental, no una demostración- de que el
hombre es una máquina que procesa información. ZQu¿ es la forma-
ción? Son elementos discretos y materiales. Es una máquina que recibe

2. "Conocer" y "co-nacer", connnitre y co-na?tre, son homófonos en francés. [N. de T.]

140
LAERADEL HOMBRE DE CANTIDAD

información , input, para luego procesarla y escupirla. Es un punto de


vista que tiene su fúerza, pero digamos que se añade a esta definición
la exhaustividad del humano.
Al considerar fríamente las cosas, el estructuralismo le preparó el
camino al cognitivismo, e1 estructuralismo era una primera forma de
cientificismo que ahora floreció con el cognitivismo, el cual es de algu-
na manera un exclusivismo del Sz.

Sz

Solo conoce el Sz 1z el sistema de significantes. Todo lo que es del


orden del sujeto, del a e incluso del significante unario son términos
que no encuentran donde inscribirse en su mundo.

SlqlSt

El resultado es la identificación del hombre con la máquina, con


la máquina informática, con la máquina de información, y tenemos
que constatar que esta identificación parece resultarles agradable a las
poblaciones, como dicen los ministros, que no repugna. Poder ser cifra-
do, ser una realidad susceptible de cifra, le entra a uno en el ser. Si el
amor realmente es correlativo de una disminución de 40% de la sero-
tonina, significa que existe de verdad. Hoy es la serotonina, mañana
será la cantidad de activación eléctrica de las neuronas, poco importa,
siempre es una referencia cuantificada. Hay aquí cierto florecimiento de
la personalidad en tanto personalidad no cualificada sino cuantificada:
yo soy una personalidad cuantificada. Hay allí un tipo de florecimiento
bastante diferente del que se consideraba antes.
Todo esto se mezcló, conoció ese desarrollo extraordinario y edificó
nuestro amo actual solo porque ese materialismo mecánico que era el
cognitivismo encontró su objeto mayor: el cerebro, y entonces conclui-
mos que es allí donde todo ocurre, ese es el lugar' Es en efecto una
encrucijada. Lacan hablaba de la encrucijada cerebral. Y gracias a lo que
se desarrolló desde hace quince años, la imagen por resonancia magné-
tica, que permite representar la actividad neuronal, estamos dotados
hoy de un muy potente imaginario de lo simbólico. Hay que constatar-
lo, a tal punto que ahora sabemos que el prefijo amo es neuro-.

141
IACQUES-ALAIN MILLER

Neuro-

Ayer o anteayer hablaban en Le monde de la neuro-economía, con cur-


vas bibliométricas. Cada vez más universitarios hablan de neuro-econo-
mía, es un hecho. Hay así como cuatrocientos tipos en el mundo que se
dedican a la neuro-economía. ¡La fundación Carnegie da diez millones
de dólares y al agua pato! ¿En qué consiste? Consiste en observar la
actividad eléctrica del cerebro mientras se toman decisiones de inver-
sión.
Y entonces, evidentemente, todos los aspectos de la vida humana
son susceptibles de ser así neurologizados, todo activa el cerebro, por
lo que, comentaré esto en otra ocasióry el neuropsicoanálisis ya ha
nacido, por si no sabían. Antes había un conflicto entre cognitivistas
y clínicos, pero la neuropsicología clínica nació, se los anuncio, todas
las actividades humanas son susceptibles de tener neuro- delante de
ellas. No hablemos de la neuro-política, que seguramente se practica
clandestinamente para saber por qué se elige a un candidato y no a
otro. La neuro-religión ya erflpezó, puesto que al observar el cerebro
durante la oración constataron cuánto bien les hace a las neuronas,
hicieron una encuesta y la creencia en dios también se puede construir
en una imagen.

Neuro-real

Y ahora tenemos que constatarlo, parece irresistible, lo real se vol-


vió neuro-real. El neuro-real es llamado a dominar los años que vienen.
Nosotros tendremos que averiguar qué hacer con ese neuro-real. Les
hablaré de esto la próxima vez.

16 de enero de 2008

142
VII
Entonces,la cifra

Entonces, la cifra. La cifra como garantía del ser. El ser siempre


necesitó una garantía y hoy en día, la cifra juega ese papel. Hoy la cifra
es lo que diferencia la apariencia, los semblantes, de 1o real. Es vano,
corno lo subrayé, sublevarse contra eso, sería como erigir un dique con-
tra el Pacífico, cuando hoy esta concepción es común, forma parte del
sentido común del ser, que compartimos, mal que nos pese, y el cifra-
miento está llamado de manera segura y necesaria a recubrir todos
los aspectos de la existencia. Sostengo que ello no es ni siquiera una
profecía sino una constataciórL que se verifica sin cesar y en relación
con la que tenemos que acomodar el psicoanálisis en su lugar. Se puede
entender que colegas, colegas practicantes, hayan sido llevados a bus-
car las condiciones de la introducción de la cifra en el psicoanálisis. Lo
hicieron bajo las formas propias de 1o que llamamos el cognitivismo/ es
decir, bajo el régimen del prefijo neuro-, siendo este la forma que toma
la cifra cuando se apodera de lo psíquico.

El dominio del número

Entonces, digo la cifra. Como lo subrayé después de LacarL la pala-


bra es en sí misma ambigua, puesto que conlleva ala vez el sentido que
tiene la palabra cuando se habla del mensaje cifrado y el sentido del
número. El psicoanálisis tiene que ver con la cifra en el primero de estos
dos sentidos y lo.que evoco es la dominación del número, la misteriosa

t43
IACQUES-ALAIN MILLER

dominación del número sobre los espíritus. El viejo problema, el pro-


blema antiguo de la relación del pensamiento con el ser fue renovado
en la problemática cognitiva de la siguiente manera, me parece: hubo
en el siglo XVII emergencia y afirmación de la ciencia matemática de la
naturaleza. Lo matemático se apoderó del concepto, o del preconcepto
de naturaleza, y eso nos dio la física matemática. Después, en el siglo
XX, vimos la emergencia de la ciencia matemática de la vida, si se le
puede dar ese apodo a la biología molecular. Y se nos explica que el
siglo XXI verá la afirmación de la ciencia matemática del pensamiento,
y esto a partir del estudio de un órgano del viviente, el cerebro.
Por eso lo que el cognitivismo llama, de manera rara -el plural
es aquí lo raro, Io dudoso- las ciencias cognitivas nos explican que
forman parte de la ciencia matemática de la vida, que son un sector
determinado de las ciencias de la vida. Eso traduce el movimiento que
hemos observado durante el último tercio del siglo pasado, a saber,
que la psicología se apoderó de la biología, se metió, justamente, en Ia
neurobiología. Consideró que lo que responde ala psyché -a la que se
refiere la palabra misma de psicología-, que el garante real de lapsyché
es el cerebro. Y que apoyándose sobre esto podíamos tener un acce-
so directo a la actividad cerebral por vía de la imagen por resonancia
magnética y que, por 1o tanto, se podía volver a empezar de cero la
observación psicológica.
El primer postulado, el primer axioma, es que lo psíquico es cere-
bral. A partir de aqui el cognitivismo se desarrolla como una filosofía
de la neurobiologí4 abriendo perspectivas, haciendo promesas, prome-
sas de exhaustividad, seguramente cualificadas, es decir, moderadas
por la consideración de Ia complejidad de Ia arquitectura cerebral, pero
que prolongan los resultados en anticipaciones maravillosas. Por un
lado, el cognitivismo es una filosofía, para no decir una ideología. Por
otra parte, le formula a la neurobiología y a la observación de imágenes
preguntas psicológicas. A saber: ¿qué ocurre en el cerebro? ¿Qué pode-
mos observar en la imaginería cuando hay transmisión de informa-
ciones, cuando hay conocimiento, cuando hay emoción? ¿Qué vemos
cuando hay trisleza, cuando hay alegría? ¿Qué vemos cuando hay deci-
sión? ¿Qué vemos cuando hay palabra y escucha, escritura y lectura?
Y se cosecha en efecto cantidad de hechos de observación. A partir de
1o cual, la operación cognitiva esencial es, en el fondo, la inferencia: a

144
ENTONCES, LACIFRA

partir de esos hechos de observación se infieren procesos mentales que


estarían involucrados y que darían cuenta de las observaciones.
Dicho de otro modo, la psicología pasó de la observación de com-
portamientos a la observación de neuronas. No reniega de su origen
behaviorista, o pragmatista, al contrario, piensa continuar el mismo
programa con un instrumento nuevo, proporcionado por la IRM -la
imaginería por resonancia magnética-, la herramienta esencial de sus
investigaciones. Una voluntad anima el cognitivismo: la de demostrar
que es legítima Ia reducción de la realidad humana al cerebro, que el
hombre es esencialmente un cerebro y que el cerebro es una máquina
de tratamiento de información.
Esta semana tuve Ia ocasión de oponer, un poco rápidamente, el
cognitivismo a la clínica, al responderle a un periodista que el cogni-
tivismo tiene como única bandera la estadística y que, por lo tanto, su
punto de vista es radicalmente opuesto al de la clínica, que considera
los sujetos uno por uno. Es demasiado rápido porque la potencia del
prefijo neuro- no tiene por qué limitarse al campo de la estadística,
nada le impide descender al uno por uno. De la misma manera que ya
existe una neuro-economía, nos podemos preguntar por qué los cogniti-
vistas aún no introdujeron en el mercado una neuropsicología clínica.
Me toca ahora a mí hacer una anticipación: aparecerá próximamen-
te una neuropsicología clínica. En vez de simplemente recurrir a las
cantidades grandes, se hará la descripción de la actividad cerebral de
un sujeto. No queda muy claro qué conclusiones se sacarán de ello
pero podemos confiar en la creatividad de la inferencia. Dicho de otro
modo, 7a neuro-clínica individual está por llegar, no se le puede poner
una barrera a priori.
Y entonces, estamos yendo camino a convencernos de la extensión
progresiva y seguramente ineluctable de esta concepción a todas las
prácticas. Todas las prácticas tendrán pronto una alternativa cogniti-
vista que rebajará sus maneras de hacer, sus perspectivas, a la mera
observación cerebral. Este es un mundo que fue anunciado, y esta vez
sí podemos decir realmente profetizado, por alguien a quien me referí
al principio y cuyo pasaje por fin voy a leer ahora después de haberlo
diferido: hemos entrado en el mundo anunciado por Nietzsche, en su
Asíhabló Zaratustro, es decir, el mundo del último hombre o de los últi-
mos hombres.

1.45
IACQUES-ALAIN MILLER

Quería este año comentar ese pasaje ubicado en el quinto pará-


grafo del prólogo de Así habló Zqratustra. Zaratusfia sale de su cueva
para hablarle al pueblo, y le habla, dice, de lo más despreciable. Es
deci¡, por supuesto, que viene a hablarle al pueblo en nombre de
valores que podemos llamar aristocráticos, valores que no están cla-
sificados en una escala, valores que son absolutos y que oponen lo
honorable a lo despreciable. Lo que considera como lo más despre-
ciable es el hombre que dejó de una vez por todas de referirse a ese
absoluto de los valores, y eso es lo que llama el último hombre. No
es el último de los hombres -aunque también lo sea- pero es tal vez
la última figura de humanidad que nos ofrece su historia, por lo
menos hasta el surgimiento, problemático, de lo que llama en otra
parte el superhombre, aquel que se desprende de ese estatuto de
último hombre.
Describe ese mundo como -lo traduciré así- el tiempo del no deseo,
en tanto el deseo siempre depende de un elemento que no es homo-
géneo, mientras que Ia demanda tiene que ver esencialmente con la
cantidad. Lo expresa en términos poéticos:

¡Ayl ¡Llega el tiempo en que el hombre dejará de lanzar la flecha de ,r ri"-


lo más allá del hombre, y en que la cuerda de su arco no sabrá ya vibrar!
¡Ay! L1ega el tiempo en que el hombre no dará ya a luz ninguna estrella. ¡Ay!
Llega el tiempo del hombre más despreciable, el incapaz ya de despreciarse
a sí mismo. ¡Mirad! Yo os muestro el último hombre. ¿Qué es amor? ¿Qué es
creación? ¿Qué es anhelo? ¿Qué es estrella?, así pregunta el último hombre,
y parpadea.

Heidegger comentó el guiño del último hombre. Nosotros diría-


mos que ese movimiento del ojo traduce su posición de no engañado.
Por excelencia, digamos que en relación con todo lo que es del orden
de la creación, el cognitivismo, que rebaja todos esos fenómenos a lo
neuro-real, encarna bastante bien ese último hombre.
"La Tierra se ha vuelto pequeña entonces, y sobre ella da saltos el
último hombre, que todo 1o empequeñece." Entonces, Maurice de Gan-
dillac traduce: "De la dicha hemos hecho el descubrimiento", queda
más claro cuando se traduce: "Nosotros hemos inventado la felicidad,
dicen los últimos hombres, y parpadean". "Errferlllar y desconfiar con-
sidéranlo pecaminoso."

146
ENTONCES, LACIFRA

Se observa esta transformación de la enfermedad en pecado en


nombre del valor salud. De hecho se nos explicaba hace poco que una
de las desventajas de los franceses en la competición internacional es
que desconfían y que hoy el futuro le pertenece a los pueblos confiados,
que es una condición del éxito. Me parece verificar totalmente la profe-
cía de Nietzsche para el caso:

¡Ningún pastor y un solo rebaño! Todos quieren lo mismo, todos son iguales.
En otro tiempo todo el mundo desvariaba -dicen los más sutiles, y par-
padean.
La gente continúa discutiendo, mas pronto se reconcilia -de 1o contrario,
ello estropea el estómago-.
La gente tiene su pequeño placer para el día y su pequeño placer para la
noche: pero honra la salud.
Nosotros hemos inventado la felicidad, dicen los últimos hombres, y par-
padean.

Esto sirvió desde entonces de referencia a innumerables ensayos


filosóficos e incluso el ensayo neoconservador de Fukuyama, en la
época en que aún podíamos creer en el final de la historia, retoma, si
mal no recuerdo, ese último hombre en tanto sería la esencia misma del
ciudadano democrático. En cambio, pasaré tal vez más rápido sobre
el hecho de que cuando al final de Así hrtbló Zaratustra Nietzsche vuel-
ve a hablar de los últimos hombres hace de ellos adoradores del asno.
Probablemente por eso la revista ilustrada de la que hablé se 11am6 Le
Nouz¡el Ane,l de esta manera queda claro que no es el asno de los últi-
mos hombres.
Ahora, volvamos número, puesto que aunque esto
a este asunto del
no esté explicitado por Nietzsche, podemos añadirlo: el último hom-
bre tiene como única bandera el número. Esta adoración del número
está prescrita por su pre-comprensión del mundo como una realidad
homogénea, una realidad en la que todo es cantidad, incluso la cua-
lidad. Cuando se enfrenta con 1o que llama "realidades cualitativas",
que solo llama tales desde el punto de vista de la cantidad, es decir que
no se prestan inmediatamente a la cantidad, las clasifica como emo-

1,. Nouoel Ane signlfrca "nuevo asno" en francés. [N. de T.]

t47
JACQUES-ALAIN MILLER

ciones: la tristeza, la
alegría, el amo{, como decía. La operación cog-
nitivista consiste en relacionarlas con realidades cuantitativas. Por
ejemplo, para el amor, lo decía la última vez, se le anuda a cantidades
de neurotransmisores. Se homologan las realidades cualitativas a esas
realidades cuantitativas por 1o que se demuestra que su cuantificación
es posible. Aquí se hace con los neurotransmisores, mañana será con
1a actividad eléctrica del cerebro. Poco importa la realidad cuantitativa
con la que se las relaciona, lo que importa es que se las relacione, es
esta homologación cuantitativa que verifica el axioma según el cual
todo es cantidad.
Por supuesto como ya dije, la noción según la cual todo es can-
1o
tidad es del orden de la voluntad, es del orden del deseo, en todo
caso no está determinado por el propio campo que abre. Es una pre-
concepción que abre cierto campo de investigación. Hay en un princi-
pio una enunciación, hay un deseo de que así sea. Y ese deseo mismo
puede también a su vez ser interrogado, es un deseo de dominio por-
que se tiene la idea de que se puede actuar sobre las cantidades: se
puede aumentar el porcentaje de dopamina, bajar el de serotonina.
Se puede, por medio de electrodos, actuar sobre la actividad eléctrica
del cerebro. Por 1o tanto, es un deseo de dominio y, digámoslo tam-
bién, un deseo de igualdad. Eso abre la puerta a un mundo donde las
diferencias solo son cuantitativas. En ese sentido posibilita algo lla-
mado la gestión de poblaciones. Eso parece especialmente adecuado
a la edad democrática, en oposición con aquella edad de los valores
absolutos recordada por el pobre Zaratustrahablándole al pueblo que
evocaba hace un rato.
¿Cómo hemos llegado allí? No nos queda otra que imputarlo a lo
que Kant, antes de Lacary llamaba la ciencia, entendida, tanto por Kant
como por Lacan, como la física matemática. Allí está la separación esen-
cial, que solo empezó a tener efectos, aquellos que vemos desarrollarse
hoy, en el momento en que la matemática ha podido capturar la vida.
Mientras siguió siendo ciencia de la naturaleza, ciencia matemática de
la naturaleza, se quedó en lo físico y, por lo tanto, alejada de la realidad
humana, bastante lejos de capturar el pensamiento, 1a sociedad, el arte.
A partir del momento en que la biología se volvió molecular y matemá-
tica, algo fue franqueado en la 1ógica del viviente que hoy se impone
con sus mayores consecuencias en la organizacíón del mundo.

148
ENTONCES, LACIFRA

Esta semana tuve que contestar un cuestionario -bueno, porque


quise- que distribuía una revista que ambiciona publicar grandes tex-
tos que hayan cambiado la historia universal y que le ofrecía a cier-
ta cantidad de personas la posibilidad de dar su opinión al respecto
citando hasta diez títulos. Me divirtió 1o suficiente para que tratara de
contestar y por supuesto, al pensar en diez textos que continúan deter-
minando los cambios del mundo por venir, inscribí en buen lugar La
interpretación de los sueños. Pensé que no interrogarían a tantos psicoa-
nalistas y que era legítimo colocar ahí La interpretación de los sueños así
como los Escritos de Lacan, que obviamente no tuvieron hasta ahora
una incidencia mayor sobre la historia universal pero se puede esperar
que sea el caso en el futuro. En todo caso pensé que si a esa pregunta
no doy esta respuesta, falto a todos mis deberes. El descubrimiento del
inconsciente y la reformulación del mismo merecen su puesto.
Por lo que respecta a, digamos, el lazo social, ¿qué es lo determi-
nante para el futuro? Pensé no poder obviar el Decálogo. Es sin lugar a
dudas la gran formulación de la neurosis de la humanidad. Lacan decía
antaño que era el catálogo de las leyes de la palabra. Es la formulación
de la neurosis edípica que tuvo un éxito sensacional, seguramente por
la arquitectura neuronal del cerebro. Les demostrarán sin dificultad que
el Edipo está especialmente adaptado a un rizado de 1o neuronal, luego
lo harán con la Declarqción de los derechos del hombre y del ciudadano, es
decit con un incontestable fundamento del individualismo contem-
poráneo y futuro. Esta Declaración, notaráry no es una declaración de
derechos y de deberes del hombre y del ciudadano, escapa de la ideolo-
gía del toma y daca que nos quieren presentar hoy en día como el alfa y
la omega del lazo social. Marcó la historia universal, justamente porque
es la afirmación de los derechos y de que los derechos preceden aquí en
importancia a los deberes. En el fundamento de la democracia, se trata
claramente de un absoluto que ningún intercambio viene a relafivizar.
Pero después del psicoanálisis y del lazo social entendido como
cimiento de la sociedad, ¿qué hay? Después de eso, está el discurso de
la ciencia, yo no veo nada, en términos de importancia decisiva, que
pueda serle comparado. Las matemáticas se prestan a una enumera-
ción considerable, lo más simple es elegir 1o que está en el origen, por
lo que entre los diez grandes textos cité los Elementos de Euclides: es el
testimonio, el testamento de la emergencia del discurso de la matemá-

149
JACQUES-ALAIN MILLER

tica. ¿Qué otras ciencias hay? Las ciencias de la vida y las ciencias de
la naturaleza. En lo que respecta a las ciencias de la vida, creo que hay
que darle su lugar a Darwin y a7 Origen de las especies, al concepto de
evolución. Y luego está la biología molecula¡, para la que elegí la obra
tan divertida de Crick y Watsory Ls doble hélice. No se puede decir que
el libro en síhaya cambiado la historia universal, pero digamos que está
ahí como una muestra de la afirmación de la biología molecular en las
últimas décadas del siglo XX. En lo que respecta a la física matemática,
no veía cómo no nombrar a El ensayador de Galileo en esta lista de diez
textos, donde formula que la naturaleza está escrita en lenguaje mate-
mático, alos Principra de Newtory cuya mecánica sigue siendo válida
aquí en la Tierra, y a Einstein por los cuatro grandes artículos del año
1905, que fue llamado st annus mirabilis puesto que refundó la física
matemática, y especialmente por el cuarto, donde figura la fórmula que
da la equivalencia entre la masa y la energía.
No propuse aquí nada literario o artístico, porque cuando uno
se interroga acerca de 1o que sobresale en las transformaciones en el
mundo, pesa claramente mucho más, tanto para hoy como para maña-
na, el discurso de la ciencia. Estamos ya en una época en la que esto
quedó totalmente expuesto. Los progresos del discurso de la ciencia
y las nuevas tecnologías es el campo de la realidad que da ritmo a las
transformaciones, las cuales se transmiten con una rapidez notable a Ia
vida cotidiana y a los debates de las sociedades. Ya lo habíamos percibi-
do hace algunos años cuando hicimos una especie de curso periodístico
conectado a las noticias de la semana. Y hoy nos toca hacer la teoría de
eso que habíamos intuido.

Ta mathémata

Debemos constatar que, querámoslo o no, está situación nos colocó,


nosotros los practicantes de una tecnología ya antigua, la tecnología
psicoanalítica, en una posición de conservacióry excepto cuando noso-
tros mismos anunciamos innovaciones, lo que visiblemente nos tienta
cuando tocamos nuestro dispositivo. Por ejemplo en los establecimien-
tos que abrimos y que practican curas de duración limitada. Objetiva-
mente se trata de una innovacióry por lo menos para nosotros, ya que

150
ENTONCES, LACIFRA

no se parece a la manera en la que esto se practicó en el pasado en las


otras orientaciones analíticas. Lo más sorprendente cuando hacemos
esta innovación no es que provoque críticas, sino que no se escuche la
crítica de desviacionismo.
Ahora biery durante el siglo XX, en todos los órdenes del discurso,
tuvieron cierto protagonismo las acusaciones de desviacionismo. Es
que, en el siglo pasado, la disyuntiva entre respetar una orientación
inicial o desviarla aún importaba. Hoy se puede decir que la innova-
ción es de alguna manera como el Verum index sui de Spinoza, beneficia
de un privilegio en tanto tal. Desapareció la idea de una emergencia
absoluta que habría que respetar; por el contrario, se tiende a la direc-
ción opuesta, sevalorizael intento de innovar y Lacan 1o había intuido.
Es tanto más impactante cuanto que, desde el principio, a mediados
del siglo XX, colocó su enseñanza bajo la égida del retorno a Freud, es
decir, como explícitamente anti-desviacionista. Incluso hizo pasar bajo
esta bandera las verdaderas innovaciones que traía, tanto en la teoría
como en la práctica del psicoanálisis con sus sesiones cortas, de las que
se guardó de hacer propaganda. Hay algunas consideraciones sobre la
duración de la sesión en su "Informe de Roma", hay algunas indica-
ciones fugitivas sobre el tiempo y la cura pero nada que se parezca ala
teoría de la sesión corta, ni a datos sobre su práctica. Enmascaró, calló
su innovación. Y se puede seguramente relacionar con la persecución y
el arte de escribi¡, es decir que pensó que no era del todo entendible en
la época y quedó en 1a oscuridad.
Sin embargo, en sus últimos dichos, formuló cosas que sorpren-
dieron en la época y que entendemos tal vez mejor en el contexto de
hoy, por ejemplo: cada uno tiene que reinventar el psicoanálisis. Es
una dirección completamente opuesta la del "retorno a" , es más bien la
invitación a lo que hoy se llama la innovación. Solo habla de reinventar
el psicoanálisis, claro está, pero pone el acento sobre cierta liberación
en relación con todos los estándares. Y de la misma manera, el acento
que Lacan puso sobre la invención de saber, que resuena también con
el tiempo presente así como su desprecio declarado hacia todo lo que
era del orden de la tradición. Escribió: una tradición siempre es bolu-
da, 1o dijo por lo menos. Entre la bandera de 1a primera enseñanza de
Lacan y estos enunciados, hay una inflexión que va casi hasta el giro
completo. Me parece que esa es la dirección hacia la que, querámoslo

151
JACQUES-ALAIN MILLER

o no, la práctica del psicoanálisis tendrá que dirigirse cada vez más. El
resultado impondrá su ley, como lo quiere el discurso de Ia época. Ya no
queda nobleza en la intención, el valor está concentrado en el resultado,
1o cual supone sin lugar a dudas cierta conversión de nuestra posición.
Decía que hay que ir a buscar en el surgimiento de la ciencia mate-
mática de la naturaleza para aprehender las raíces del poder contem-
poráneo del número. Esta ciencia matemática no la elaboraron, en un
principio, físicos, sino pensadores. En la época todos los investigadores
eran filósofos, como lo nota Heidegger en su libro La pregunta por la cosa
traducido al francés en7971, y que implica una elucidación del concep-
to de matemática en los griegos y de las consecuencias que luego tuvo
a lo largo del desarrollo de la física matemática. Heidegger examina las
cosas matemáticas, en griego ta mathémsta, y considero muy probable
que sea a partir de ese curso de Heidegger que Lacan inventa su pala-
bra matema. No me dijo nada en forma directa en este sentido pero la
coincidencia me parece hablar por sí misma.
Allí es donde no hay que ser positivista. El positivismo es la concep-
ción según la cual, si resumo, un hecho es un hecho. El positivismo es
la creencia en lo absoluto del hecho, con lo que los conceptos terminan
siendo, dice Heidegger, simples parches. En cambio, la ciencia matemá-
tica de la naturaleza da cuenta, en su elaboración misma, de la relativi-
dad del hecho respecto al concepto. Como lo dice Heidegger: un hecho
solo es lo que es a la luz del concepto que lo funda. Este enunciado
podría ser firmado por Canguilhem. Es un enunciado, un principio de
epistemología, que por supuesto también hay que aplicar, implemen-
ta¡, cuando nos interrogamos sobre Ia emergencia y la afirmación de la
perspectiva cognitivista y de la voluntad que la mueve.
Entonces, ¿qué distingue el discurso de la ciencia tal como emerge
en el siglo XVII y Io que era la ciencia en la Antigüedad o en la Edad
Media? Es llamativo que al respecto, me atrevería a deciq, Heidegger y
Koyré no estén lejos, a saber que consideran que lo que constituye esa
diferencia no atañe a la observacióry a la experimentación o a la medi-
da, ni siquiera a Ia medida cifrada. Todo eso ya está presente en el saber
antiguo y medieval. Más profundamente, la diferencia reside en otra
actitud respecto del saber, cuyo carácter fundamental Heidegger llama
su pretensión matemática. Se apoya para decirlo sobre una afirmación
de Kant en sus Principios metafísicos de la cienciq de la naturalezq.. " Ahrrno

152
ENTONCES, LACIFRA

que en cada teoría particular de la naturaleza solo puede encontrarse


ciencia propiamente dicha en la medida en que se encuentre en ella Ia
matemática".
Luego Heidegger nos presenta una lectura, seguramente ficcional,
del ta mathémata de los griegos. ¿Qué es ese ta mathémsta? Es lo que se
puede aprender y, por lo tanto, se puede enseñar. Notemos que Lacan
dio ese sentido a 1o que llamó matema. La palabra no figura en la tra-
ducción de Heidegger, Lacan fue quien adaptó al francés el término fa
mathémata en matema, definiéndolo a la manera griega como 1o que
puede ser enseñado. Lacan fue llevado a decir que 1o que por excelen-
cia puede ser enseñado del psicoanálisis son unas fórmulas de aspecto
matemático.Popularizó el término matema en la época en la que ponía
en el pizarrón sus esquemas de los discursos, esquemas donde se inter-
cambian símbolos de aspecto matemático. Por lo tanto, elaboró él mismo
una pseudo-matemática del psicoanálisis, una pseudo-lógica matemáti-
ca del psicoanálisis, para cumplir el requisito kantiano como si el psi-
coanálisis pudiera ser científico en función de 1o que pueda contener de
matemática, pero situándose a la vez sobre el margen de la ciencia.
Me ha pasado censurar el cognitivismo como una mera caricatu-
ra de las ciencias duras, y hay que reconocer que Lacan jugó con ese
elemento de imitacióru de disfraz de ciencia para el psicoanálisis, que
forma parte de la misma irresistible atracción hacia el discurso de la
ciencia. El estructuralismo entero se impuso en nombre de un ideal de
cientificidad. Hemos pensado, en los años 1960, que íbamos a salir de
la retórica de las humanidades y que íbamos a pasar a una visión cuyo
ideal era la cientificidad, aunque evidentemente utilizando de las mate-
máticas las zonas que parecían prestarse al tratamiento que queríamos
hacer. Por ejemplo, Lacan se inspiró en la teoría de los grafos -en su
gran grafo- y se inspiró en la teoría de la comunicación y de la infor-
macióry en la que el cognitivismo encuentra también un sostén. Por
ejemplo, ahora puedo recordar los trabajos de Warren sobre la teoría
de la información, también se apoyó en la cibernética, como decían en
la época, de Norbert Wiener. Explotó -como dice el cognitivismo- los
recursos de la elaboración matemática hasta hacer entrar los nudos en
el psicoanálisis, cuando eran aún más difíciles de aprehender que hoy,
ya que el discurso matemático elaboró desde entonces algunos instru-
mentos más finos para ese fin.

153
JACQUES-ALAIN MILLER

Tq mathémata es pues 1o que puede ser aprendido y enseñado, mucho


más allá de los límites de la escuela o de la erudición. Heidegger inven-
ta eso de ubicar tn mathémata en relación con cuatro términos griegos. A
mi entender es una verdadera creación de su parte. No recuerdo haber
visto en ningún filósofo griego que haya leído, que me haya sido ense-
ñado, que yo haya estudiado, esa sugestiva idea que se apoya sobre el
lenguaje filosófico griego. Opone primero ta mathémata a lo que es del
orden delaphysis o de la poiesis, es deci{, del orden de la naturaleza o
del arte, de la fabricacióru del artificio. Luego distingue ta mqthématq de
ta physiké,las cosas naturales, o en el lenguaje de Heidegger las cosas en
tanto surgen de sí mismas, por oposición a ta poioúmena, aquellas que
surgen de la mano del hombre, cosas naturales u obras de arte. En ter-
cer luga1, ta krémata,las cosas del uso, de las que nos servimos, en tanto
es de uso constante. Y finalmente, en cuarto lugar -ya hablé de esto en
otro contexto-, ta prrígmata, aqueTlas cosas que atañen a la praxis, a la
accióry a las cosas con las cuales nos las tenemos que arregla¡, cosas
materiales o que se sitúan en la accióry en lo que hay para hacer.
Esos cuatro términos son para Heidegger distintos de 1o que aísla
como úa mathémnta, es decir, las cosas en tanto las aprendemos, las cosas
en tanto tienen que ver con el conocimiento, pero en una acepción muy
particular en la que no solo se trata de aprender el manejo de las cosas
o su uso, sino que en la matemática se trata -inventa é1- de llevar al
conocimiento lo que sabemos desde siempre, y que entonces de cierta
manera ya llevamos adentro nuestro.
Para ilustrarlo, desarrolla esta consideración sobre el número tres.
Yo cuento tres cosas, aquí libros: uno, dos, tres. Según él solo podemos
contar estas tres cosas si ya conocemos el "número tres". Las cosas en
sí mismas no nos ayudan en nada a acceder al número tres. Lo dice de
manera que se pueda dejar presagiar lo que más tarde será la noción
de que el número es innato. El debate entre platónicos y empiristas
para saber si el número es innato o viene de la experiencia, sigue sien-
do totalmente actual para la psicología cognitiva, a la que le gustaría
demostrar los fundamentos de la aritmética en la vida mental. Es objeto
de investigaciones que están en curso y que en mi opinión continuarán
durante un largo tiempo.
matemáticapara Heidegge¡, en un principio,
Se trata entonces en la
de 1o que podemos aprender en contacto con las cosas, pero sin que

754
ENTONCES, LACIFRA

hayamos extraído ese saber de las cosas. En ese sentido, la matemática


sería el presupuesto de todo saber y el número sería lo que representa
por excelencia la matemática en ese sentido. Ubica aquí el punto de
partida de un hilo que reencuentra en Galileo -citaré el pasaje en otra
ocasión- así como en Newton. La versión lacaniana respecto del núme-
ro es hacer de los números una excepción en lo simbólico, es enun-
ciar: los números son real. Lo cual quiere decir que no son imaginario,
pero tampoco simbólico. No son significantes, en la medida en que un
significante está hecho para llevar significaciones, y son soportes de
imaginario. Si queremos hacer de ellos significantes, entonces son por
excelencia significantes sin significado. En ocasiones, Lacan pidió des-
esperadamente la aparición de un significante nuevo, que no tuviera
significación y que, no obstantet operara, pues se puede decir que el
número fue antaño un significante nuevo operando sin significado.
Esa vacuidad de la significación del número anima seguramente a la
ideología de la objetividad del hecho cifrado. Así es como al número,
a un cifraje, se los acredita en sí mismos como sin significacióry inclu-
so cuando salen de sesgos extremadamente marcados, como en las
encuestas políticas en que las preguntas, el momento y la formulación
de las preguntas, están marcados, están infectados por sesgos más que
patentes. Cuando llega la cifra, el 1,0%, el 1.5/o, etc., se observa un efec-
to de estupefaccióry un efecto de acreditación en deflagración siempre
impactante. Desde hace tres días, las encuestas no son favorables para
el presidente de la República e inmediatamente, sobre la base de cifras
y de comparaciones de cifras, se produce una mutación general del dis-
curso articulado: la semana pasada aún era un genio, cuando desde
hace tres días nos explicary sobre la base de estas cifras, hasta qué punto
se equivocó, que no había que hacer eso y aquello, que no se saldrá con
la suya, que está acabado, etc. Estos significantes sin significado que
son las cifras tienden aquí a dar vuelta las significaciones del discurso
de manera inmediata.
Lacan corrige esta aserción al decir -no está del todo claro- que los
primeros números sí tienen un sentido. Se debe entender aquí la esen-
cia mitológica que afecta el número. Los primeros números hasta cua-
tro, o tal vez cinco o seis, no pude identificar la referencia que tenía en
mente pero no tiene nada que ver con la función real de los números.
Ustedes saben que Lacan extiende esta ausencia de sentido a la ciencia

155
IACQUES-ALAIN MILLER

misma, ya que enunció que la ciencia no tiene ningún tipo de sentido,


como el número y en esto es fiel al enunciado de Bertrand Russell que
le encantaba a Kojéve y que Lacan citó varias veces: "El matemático no
sabe de qué habla". Traduzcamos eso aquí: el matemático maneja los
números como siendo real.

P sicolo gía co gnitia a e xp er imental

En la misma perspectiva, que podría dar lugar a varios desarrollos,


quería, antes de terminal, hacerle un lugar -o por 1o menos señalar-, a lo
que podemos extraer de un eminente texto cognitivista: la lección inau-
gural en el Collége de France de la primera cátedra de ciencia cognitiva
que jamás haya sido creada, la de psicología cognitiva experimental. El
cognitivismo encontró en 2006 una consagración universitaria con la
llegada de Stanislas Dehaene a esa cátedra, probablemente una trans-
formación de la cátedra del neurobiólogo ]ean-Pierre Changeux hecha
por su alumno Dehaene. Llama la atención que Changeux en el fondo
no haya querido tanto que sus alumnos biólogos lleguen al Collége de
France. Se los adelantó al autorizar un psicólogo, matemático de forma-
ción, Stanislas Dehaene, cuya lección inaugural me parece ser el texto
adecuado para ubicar en su más alto nivel el discurso cognitivista.
Stanislas Dehaene empieza por recordar la definición de Wiliam
]ames de la psicología como la ciencia de Ia vida mental. Se hace valer
de esta definición, 1o cual echa una luz sobre el título de la lección inau-
gural: "Hacia una ciencia de la vida mental". Al pasar de William James
a Stanislas Dehaene, pasamos de la ciencia de la vida mental auna cien-
cia de la vida mental. Es un movimiento que se observa de hecho a
lo largo de toda la lección inaugural. No dice que va a encontrar las
leyes del pensamiento, sino unasleyes del pensamiento. Y así continúa.
Paralelamente a esa curiosa baja de tonalidad está la afirmación de
la pretensión de las ciencias cognitivas de pertenecer a las ciencias de la
vida, ¿pero apoyándose sobre qué en definitiva? Como lo explica -esa
es su frase-, explotando toda la panoplia de los métodos de la biología.
Creo que el verbo es muy acertado: el cognitivismo es un explotador.
Explota la biología, y no pretende siquiera explotar sus resultados sino
sus métodos. Y en el fondo, en práctica, ¿a qué se reducen los métodos

156
ENTONCES, LACIFRA

de la biología así explotados? Se reducen a explotar la imaginería mag-


nética. Está claramente dicho que la neuroimaginería, que la imagine-
ría cerebral, desempeña un papel central. De hecho, el señor Dehaene
siempre cita la observación de la imaginería magnética cuando da el
elemplo de las investigaciones espectaculares que está por llevar a cabo
o que ya está realizando. Es esencialmente por esa vía,la de extraer este
instrumento, que se incorpora a la biología.
Al mismo tiempo, las ambiciones no se detienen en el cerebro ya
que piensa también trabajar en la intersección de la biología del cerebro
y del entorno, e incluso de la cultura. Y se nota que el salto problemá-
tico es aquel que pasa de la observación cerebral a las realizaciones de
la cultura. Hay muy pocos elementos que realmente los articulary es
decir que se vuelve siempre a los datos de la imaginería. Sin embargo,
siempre se supone llegar a 1o que es del orden de la cultura mediante
inferencias extremadamente tenues y problemáticas, lo cual no impide
que el señor Dehaene prometa que su cátedra ambiciona enunciar leyes
generales del pensamiento. No dice las leyes sino unas leyes genera-
les del pensamiento. Y la Promesa que hace es poder pasar de lo que
observa de la vida mental, es decir, de la actividad neuronal, a determi-
naciones universales acerca del pensamiento en todos sus aspectos: de
la percepción a la motricidad, la memoria, la percepción del mundo, el
concepto, la emoción, la intencióry la decisión o la introspección. Todo
esto se observa y respondería a una sintaxis de operaciones cuyas reglas
podría formular. Frutilla del postre, podría también -o desearía- deter-
minar la diferencia, para el cerebro, entre una información consciente y
una información inconsciente.
Él mismo se da cuenta de que su programa es demasiado extenso
y reconoce que para muchas personas la psicología solo es una cien-
cia blanda y no una ciencia dura. Y está claro que todo lo que enun-
cia -eso llama realmente la atención- 1o extrae de otra disciplina, es
una explotación de resultados de Ia biología, o incluso de la química,
etc. Considera como una prueba o un aliento el reconocimiento que
se le otorga a la psicología cognitiva al convertirla en una cátedra del
Collége de France. No estoy exagerando, es una suerte de validación
por reconocimiento de la comunidad científica y hay que admitir que
Jean-Pierre Changeux, que me divertía tanto en la época de El hombre
neuronal que lo habíabautizado así en mi inconciencia, logró en efecto

1.57
TACQUES-ALAIN MILLER

introducir ese programa en el Collége de France y le permite entonces


al señor Dehaene prometernos, 1o cito: "Ia posibilidad que las leyes que
la psicología es susceptible de descubrir sean tan sólidas y universales
como las leyes de la física". Me parece grandioso porque no dice las
leyes que la psicología descubrió -leyes cuyo estatuto se podría discu-
tir-, sino ¡las leyes que la psicología es susceptible de descubrir!, y no
es imposible que sean tan sólidas y universales como las leyes de la físi-
ca. Cita a Galileo, Newton y Einstein mientras que, prácticamente, nos
presenta la observación del cerebro por imaginería magnética y hace
comparaciones con la computadora, habla del cerebro como máquina
para tratar informacióry de donde podríamos inferir los algoritmos del
pensamiento.
¡Y lo que realmente está no es nada! Después de estas grandiosas
proposiciones -tal vez las enumeraré la próxima vez- encontramos
algunas pobrezas sobre la disminución de la velocidad del pensamien-
to en ciertas condiciones pero nada que se parezca ni siquiera un poco
a una ley universal sea cual sea. Está la formulación de una ambicióry
moderada por el hecho que, en efecto, el cerebro posee una arquitectura
extremadamente compleja pero que no quita la convicción esencial del
psicólogo de que tiene un acceso más directo a lo que llama los meca-
nismos del pensamiento -el hecho de que el pensamiento tiene meca-
nismos formando parte del deseo inicial- con la imaginería magnética,
que el que se tiene con la mera observación de los comportamientos.
Dicho de otro modo, la ambición que antes se realizaba con el análisis
de los comportamientos, asabeÍ, inferir el pensamiento que está detrás,
simplemente se transfirió. Él cree que porque va a ver la neurona y la
actividad de la neurona, estará más cerca, más directamente conectado
a los mecanismos del pensamiento, precisamente porque, cuando se
alienta a tomar decisiones al sujeto, al conejillo de indias en observa-
cióry va a mirar las zonas cerebrales que se activary las zonas cervicales
que se activan en el momento de la toma de decisión.
Y porque constata que existe semejante correlacióry dice: la decisión
solo es tal actividad neuronal o tal otra con 1o que podemos concluir a
favor de la ilusión del libre arbitrio de las decisiones humanas. y sobre
todo que 1o que antes se consideraba como datos subjetivos es suscepti-
ble a partir de ahora de un tratamiento objetivo. Esa es la gran ambición
del cognitivismo a través de esos diferentes métodos. En la psicología

158
ENTONCES, LACIFRA

de hoy, los datos subjetivos de la conciencia son objetos vividos ilegíti-


mos, que la modelización y la imaginería relacionan directamente con
los datos objetivos de la arquitectura cerebral. Así concluye su lección
inaugural, con la ambición de dar un estatuto objetivo a la subjetividad
gracias a la modelización matemáticay a la imaginería cerebral. Esta
ambicióry hay que decirlo, anima el cognitivismo, que atañe, a través
de sus diferentes modalidades y de la multiplicidad de las investigacio-
nes en curso, a una pobreza esencial, lapobreza de un método de infe-
rencia que intenta dar el salto entre datos de observación y procesos,
lo que bautizan procesos, cuya futura realidad parece absolutamente
espectral, hay que decirlo.
Bueno. Sigo la próxima vez.

23 de enero de 2008

159
VIII
Contingencia de lo real

¿Qué recursos encontramos en la enseñanza de Lacan para poder


situar 1o que nuestra época llama el cognitivismo? No creo equivocar-
me al decir que esa palabra no se encuentra nunca, ni en el texto que
subsiste de los seminarios de Lacar¡ ni tampoco en sus escritos, pese
a que el cognitivismo ya había nacido, ya tenía partidarios y era una
referencia mayor para varias disciplinas cuando Lacan deja de hablar
y de escribir. Tomemos esto como una indicación fechada, cronológica,
acerca de la influencia de esta ideología: en un tiempo en que Lacan
recorría cómodamente las disciplinas de punta, se podía permitir dejar
de lado la existencia y el nombre mismo de cognitivismo. La última
vez dije que renunciaba aquí a la polémica a favor de la elucidación del
intelligere de Spinoza, y voy a mantenerme en esta orientación buscan-
do en Lacan lo que nos indicaría un camino para abordar el tema. Voy
a utilizar nuestro momento cognitivista para volver sobre la enseñanza
de Lacan y sobre lo que determina nuestra posición en la práctica y en
la teoría con el fin de explicarla.

Un real que le sea propio

Como evoqué la ultima vez,lo que surge primero es, con el estructu-
ralismo, un postulado hacia la ciencia que se origina en el pensamiento.
EI estructuralismo, por 1o menos en Francia, y Lacan desempeñó ahí
un papel de suma importancia, se planteó por medio de una crítica a

161
JACQUES-ALAIN MILLER

la fenomenología, tal como había sido presentada y tal como apare-


cía en la ideología dominante a través de la obra de Merleau-Ponty, La
fenomenologia de la percepción, o en el existencialismo de Sartre. Michel
Foucault había insistido, en el momento de la publicación de su obra
Las palabras y las cosas, en mantenerse en una postura crítica respecto
de la inspiración fenomenológica. En el transcurso de los años sesenta
existió un binario, fenomenología versus estructuralismo, y la idea de
una superación de uno por el otro.

fenomenología estructuralismo

Y desde donde nosotros estamos ahora, aparece que el estructura-


lismo solo fue una transición para volver a eso que la filosofía fenome-
nológica criticaba en forma aparentemente triunfante, a saber, lo que
llamaría un cientificismo, dominante hoy bajo la forma del cognitivis-
mo. Al mismo tiempo, el sector del estructuralismo que rechazó al cien-
tificismo se inscribe hoy bajo la rúbrica no de una disciplina, sino de un
campo de exploración que lleva un nombre que no hemos practicado
aquí pero que se impuso sobre todo a partir del eco que recibió en los
Estados Unidos, el posestructuralismo, que a su vez engendró, primero
en las universidades americanas y luego por todo el planeta, un camPo,
múltiple, equívoco, que se conocería por su nombre inglés, los cultural
studies.

cientificismo
fenomenología estructuralis
^o{ ---- por"rtructuralismo
\ /
cultural studies

Creo que aparece mejor 1o que de alguna manera es el residuo del


estructuralismo una vez que el cientificismo se desprendió de é1 para
imponerse. Este esquemasitúa, en efecto, nuestro estructuralismo como
un momento de transición y, tambiéry un momento equívoco, e invita

162
CONTINGENCIADE LO REAL

cuando se relee a Lacary a tomar distancia con proposiciones que son


compatibles o afines con el cientificismo, al mismo tiempo que esta ense-
ñanza sin duda no se reduce a este. Pero el postulado científico del laca-
nismo abrió el camino al cientificismo contemporáneo y, en todo caso,
seguramente nos llevó a descuidar sus progresos.
¿De qué nos deleitábamos en la época, si miro la enseñanza de
Lacan? Por ejemplo considerábamos como un progreso del pensamien-
to, un progreso de elucidacióry poder transcribir lo que Freud llama
fantasma en una fórmula de apariencia matemática como esta:

Fantasma: (8 0 a)

Es una secuencia de tres símbolos, o cinco si se añaden los parénte-


sis. Esta transcripción sistemática de los términos freudianos en escritu-
ras de apariencia científica formó parte de la seducción del discurso de
Lacan. É1 mismo comentó esta escritura en la página 796 delos Escritos
en los términos siguientes: la llama sigl4 un término en el fondo anti-
guo pero que utiliza diciendo que lo introduce a título de algoritmo, es
decit, de una fórmula que prescribe cierto desarrollo normativizado.

So

Se reintroduce ahú el equívoco que le hace subrayar que en esta sigla


volvemos a encontrar escindidos los términos de Ia abreviatura del sig-
nificante: Sr. Es lo que enuncia al decir: "Rompe el elemento fonemático
que constituye la unidad significante hasta su átomo literal". Hay que
entender que S, es la abreviatura del significante que se rompe aquí en
dos letras. Y lo abre a la multiplicidad al decir: "Está hecho para per-
mitir veinte y cien lecturas diferentes". Lo que significa una multiplici-
dad de la cual no enumera las posibilidades, "multiplicidad, admisible
hasta el límite en que 1o hablado permanece tomado en su álgebra".Lo
que autoriza realmente usos que no encuentran aquí ningún límite. Y
en ese momento, caracteriza el conjunto de las siglas algorítmicas que
utiliza en su gran grafo diciendo que no constituye "un metalenguaje.
No son significantes trascendentes; son los índices de una significación
absoluta". La fórmula es fuerte, la dijo especialmente adaptada a aque-
llo de lo que se trata en el fantasma y podemos admitirlo: el fantasma es

1.63
IACQUES-ALAIN MILLER

en efecto absoluto en el sentido de separado del resto del sistema de las


significaciones. Freud mismo lo acentúa en esta direccióry afirmando
que el fantasma, de alguna manera, viene como de sobra, sin que sean
manifiestos sus lazos con 1o que la palabra del paciente reveló y que,
por lo tanto, el análisis puede desarrollarse dejando recubierto el fan-
tasma, dejándolo no confesado, es decir como una significación aparte,
un guión significativo fuera del todo. Sin embargo, al mismo tiempo, y
seguramente es por esarazón que Lacan distingue de una sigla el fan-
tasma, hace del carácter de índice una significación absoluta, la marca
de todas las siglas que colocó en su grafo.
Hubo un tiempo en el que se intentaba penetrar el valor propio
de los términos de Lacan. Si los consideramos retroactivamente, nos
damos cuenta que tenemos ahí términos equívocos que extraen de la
experiencia analítica y adornan los términos que provienen de ella con
una matematización de la cual no es excesivo decir que es de semblan-
te, que ya es de alguna forma atraída por el cientificismo por venir y
que, al mismo tiempo, Lacan multiplica las reservas que le impiden
caer en eso. Este equívoco está destinado a marcar su enseñanza en su
conjunto. Esta enseñanzaestápor razones fundamentales a la vez habi-
tada por un ideal de matematización y su denegación permanente. He
evocado la última vez cómo Lacan probablemente se había inspirado
en el curso de Heidegger La pregunta por la cosa y, en particula¡. en las
páginas que conciernen al matema. Tenemos de ello el eco mucho más
tarde en su enseñanza, más tarde que esta página 796 tomada de "Sub-
versión del sujeto y dialéctica del deseo", en su escrito que se llama
"El Atolondradicho" que figura en la recopilación Otros escritos, en la
página 505. La afirmación siguiente viene, me parece, directamente de
Heidegger: "El matema se profiere del único real reconocido primero
en el lenguaje: a sabet el número". El término de real es sin duda de
Lacan pero la noción de que la primera realización del matema es el
número la encontramos en Heidegger. Lacan señala el atractivo que
presenta el matema, el número o el campo matemático para el pensa-
miento, y acentúa esta atracción al decir que el pensamiento encuentra
ahí el nonsense propio del ser. Creo que aquí hay que dar a la palabra
inglesa nonsense no el valor humorístico que puede tene4 sino más bien
el valor que en francés se describe como ausencia de sentido, como no
tener sentido. Como lo recordé la última vez, y vuelve varias veces bajo

164
CO¡IT/¡{GENCIA D E LO RE AL

Ia pluma de Lacary es el dicho de Bertrand Russell que tanto seducía a


Kojéve, a saber que en el discurso matemático, en la matemática/ no se
sabe de qué estamos hablando. Y aquí me suena a -si no se sabe de qué
se está hablando, es que es un discurso sin más allá-, que precisamente
no sirve de índice para lo que, como lo indiqué hace un rato, Lacan
llamaba una significación absoluta.
Lo que hay -digámoslo así- está enteramente contenido en el discur-
so mismo. Y Lacan 1o formula así: lo que sería la esencia de la matemá-
tica, a sabe¡, un uso nonsense del lenguaje, precisamente en el momento
en que toma un poco de distancia con la matematizacióry aunque haya
dado mucho en su enseñanza para esta matematizacióry hasta en "El
Atolondradicho", puesto que utiliza ahí términos, elementos y relacio-
nes que pertenecen a la lógica matemática. Este equívoco, este uso equí-
voco de la referencia a la ciencia y a las matemáticas en la ciencia, Lacan
intentó romperlo, ir más allá y es seguramente la indicación, el índice
más prometedor que dejó, al invitar a definir para el psicoanálisis un
real que solo tendría que ver con é1 mismo. Lo dijo en los términos
siguientes: "El inconsciente da testimonio de un real que Ie es propio".
Esta fórmula marca en sí misma una prudencia y al mismo tiempo una
dificultad que se concentra en el uso del verbo dar testimonio. No dice
que el inconsciente demuestra un real, no dice que el inconsciente nos
fuerza a definir un real, no pone como sujeto de la frase el psicoanrílisis
es su propio real, pero digamos que es la orientación. Apretado por el
discurso de la ciencia, que constituye a lo largo de su enseñanza su refe-
rencia, tanto como para Freud diría, Lacan tendió a elaborar un real que
sería propio de lo que solo se impone por el discurso analítico, a sabel
el inconsciente. El mismo condicional con el cual afectó Un discurso que
no sería del semblante se encuentra aquí en el subjuntivo de "un real que
le sea propio" .
Este real propio, este real que identifica, este real particularizado,lo
sitúa en el campo de la sexualidad. Por ello su elaboración de la rela-
ción sexual fue lo más cercano a una respuesta a lo que yo llamaba la
presión del discurso de la ciencia sobre 1o que él desarrollaba. Es decir,
nutrió 1o que el discurso de la ciencia considera ser el defecto sensi-
ble de la teoría analítica con esta carta que trajo respecto de la relación
sexual, con los rasgos singulares con los que dotó esta relación sexual.
Entonces, precisamente esto debería ayudarnos a encontrar cómo elu-

16s
]ACQUES-ALAIN MILLER

cidar por qué caminos la cantidad, la medida, la cifra, el número, han


advenido al hombre. Lacan mismo evoca la configuración especial de
la relación sexual en la especie hablante, en los seres hablantes, que
podría explicar el acceso al número que estos encontraron. Para antici-
par un poco, sería 1o inaccesible de la relación sexual lo que explicaría el
acceso al número. Esta cuestióry en los tiempos de Lacary podía parecer
especulativa; hoy ya no 1o es, dado que lo que es ahora nuestra época
-cuando aún no lo era del todo o en todo caso no aparecía de manera
tan evidente para nosotros al final del siglo pasado- va a buscar allí sus
significantes amos.
Entonces, ya opuse el número y la insignia. La insignia, Io que Lacan
llamaba asi es el significante como absoluto, o, más precisamente, un
significante como absoluto, el significante de lo incomparable, del sin
iglualy, por lo tanto, de lo que se sustrae a toda multiplicidad. Mientras
que el número, al contrario, es la vía por la cual viene a imponerse a
nosotros la comparación. Es la vía por donde, cuando se puede numeri-
zar, colocar un número, conta¡, todo resulta comparable, no equivalente
sino homogéneo en una escala de valores. Se nota que 1o que le dio cre-
dibilidad, como se dice, a la evaluación universitaria, contra la cual, por
otro lado, llevamos a cabo cierta polémica -y no está terminado-, es el
momento en el que hemos visto aparecer una clasificación mundial de
las universidades, es decir, en el que a través de los países y a través
de las lenguas, hemos afirmado que todo es comparable. El fenómeno,
la realidad, llamada globalización, validaron, validan todos los días el
significante amo del número, el significante amo de la cantidad. En este
sentido, el hecho de que haya un sistema mundial de intercambios, de
comercio, de produccióry es contemporáneo del ascenso al cénit de los
significantes que nombré: la medida, la cantidad, el número.
Puesto que hay ahí una realidad que no parece llamada a des-
aparecer pronto, la alegría de la polémica, de criticar y de burlar los
agentes de la cuantificación no debe llevarnos a ignorar que hay ahí lo
que podemos seguramente llamar un real. Pese a que podamos seguir
diciendo que es algo ilusorio en muchos aspectos, que la evaluación
es imposible, que solo es una ficción, no quita nada al hecho de que
parece actualmente fundado de una manera extremadamente potente,
oponiéndose al culto del sin igual. Hablaba del fetichismo de la cifua,
presentaba a los evaluadores como una secta y por cierto aquellos que

166
CONTINGENCIADE LO REAL

implementan, que se hacen los guardianes y los propagandistas de la


evaluación pueden hoy presentarse asi una falange de punta, de van-
guardia. Pero correlativamente aparecen los sectarios del sin igual, y
pensar que Sartre era uno de ellos tampoco da mucha confianza.

Crítica de la neuropsiquiatría

Recientemente, me interesé en el valoq, diserté sobre el sentido que


había que dar al famoso no al Premio Nobel de Literatura de Sartre,
que quedó en la memoria de todos como una de sus grandes hazañas.
Pues si rechazó e1 Premio Nobel -se lo explicó muy bien a Simone de
Beauvoir- es porque rcchazaba ser comparado. Podía decir: me gusta
Heminway, fui a verlo a Cuba, pero no quiero ser lo mismo, no quie-
ro ser clasificado al mismo nivel, y al rechazar la clasificacióry 1a com-
paracióry afirmaba -no puedo quitarle la razón- que representaban lo
opuesto a lo que es la literatura. En definitiva, este rechazo se fundaba
en la noción de cierto absoluto de 1a conciencia. Aquí vuelve otra vez
este término de absoluto. A través de una teoría, están los sectarios de
lo absoluto y, del otro lado, están los de lo relativo. Hoy, lo relativo
toma la forma de Ia cantidad, de la cuantificación, y parece tan potente
que hace recaer en el orden de los valores aristocráticos el culto del sin
igual, a tal punto que podría ser burlado -no voy a encargarme yo de
hacerlo, obviamente- tanto como la evaluación. Es decir que son tal
para cual, hay una suerte de solidaridad entre los dos por lo que habrá
que encontrar otra cosa. De hecho, va a haber que encontrar otra cosa
de muchas cosas.
La última vez evocaba el nacimiento inevitable de la neuropsicología
clínica: retrasaba, o tal vez dije que ya existía en algún lugaq, pues sí exis-
te. Apenas de vuelta a mi casa me vi invadido por correos electrónicos,
dándome a conocer la existencia de laboratorios de neuropsicología clí-
nica. No hay ninguna razón, en efecto, para que la clínica resista al nivel
delo neuro. Existe material en Lacan que hay que volver a poner en cir-
culación acerca de su posición y de la nuestra respecto de la perspectiva
cognitivista. Se encuentra en su "Acerca de la causalidad psíquica'/ que
encontraran en el volumen 1 de los Escritos, a partir de \a página 742.
Tenemos con este texto el manifiesto de Lacan contra la neuropsiquia-

t67
JACQUES-ALAIN MILLER

tría al salir de la Segunda Guerra Mundial y en los pródromos de su


enseñanza, elaborado a partir de una polémica con su camarada Henry
Ey, cuya teoría, llamada organodinamismo, sentaba sus fundamentos
en la aplicación de los principios de jackson a la neuropsiquiatría. En
esa época, se hablaba a menudo de trastorno mental, el lenguaje del
disfuncionamiento ya estaba vigente. La crítica fundamental que Lacan
1e hace a la neuropsiquiatría es que esta busca la génesis del trastor-
no mental en el espacio, más precisamente en la extensióry en tanto
que la explora la física matemática, que é1 llama física clásica. Lo que
funda la neuropsiquiatría es el recurso que encuentra en la evidencia
de la realidad física, fundamentalmente estructurada como la extensión
cartesiana, llamada partes extra partes, partes afuera de las partes, sin
superposición, sin encabalgamiento, una extensión, como decía antaño
Merleau-Ponty, sin escondites, y en cuyo interior ocurren todas las inte-
racciones que quieran. Lacan habla de las interacciones moleculares,
pero si pasamos a lo neuronal, seguimos en el régimen de la exten-
sión partes extra partes. Por lo tanto, al empezar su enseñanza, Lacan se
separa y separa el psicoanálisis de la perspectiva en la que aún está el
cognitivismo.
No retomaré en detalle su ejemplo, famoso en la época, del enfermo
neurológico de Gelb y Goldstein, que estaba padeciendo una lesión en
el occipucio y que presentaba trastornos de conducta considerables y
de agnosia, un déficit de la aprehensión significativo, una ceguera para
1a intuición del número, etc., pero cuya capacitad de efectuar algunos
movimientos llamados automáticos seguía intacta. Se describe la catás-
trofe cognitiva y motora de un paciente afectado de un déficit neuro-
lógico y Lacan pregunta: ¿Qué distingue un enfermo que sufre de esta
afección neurológica de una psicosis? Es con este escalpelo que trata los
datos que aporta la teoría organicista: ustedes nos demuestran lesiones
y déficits, pero estas lesiones y estos déficits no implican la locura. La
diferencia es -en los términos que empleaba en ese entonces- la reac-
ción de la personalidad, cuya caracterización no va mucho más allá
pero que tiene, diría yo, un valor de totalidad significativa. Lleva a
Lacan a burlarse del concepto, que sigue siendo de uso común y ope-
rativo en el cognitivismo, de actividad psíquica. La actividad psíquica,
dice, es un sueño -en el sentido de que no existe- de científico o de
fabricante de autómatas.

168
CO¡{TI¡/GE N CI A D E LO RE AL

Llamamos actividad psíquica a lo que respondería a interacciones


moleculares en la extensiónpartes extrapartes, eso es solo -estoy glosan-
do- la sombra proyectada de las interacciones que ocurren en la reali-
dad física. A esto Lacan opone, en la página 150, una descripción que lo
dejó lo suficientemente satisfecho como para citarla muchos años des-
pués en su seminario y en sus escritos; es un sueño, dice:

¿Es acaso el sueño de un médico [ahí la palabra médico viene en oposición a


fabricante de autómatas o científico] que mil y diez mil veces [esto es como
las veinte y cien veces de hace un rato, no se cuenta] ha podido oír desa-
rrollarse en su oído esa cadena bastarda de destino e inercia, de golpes de
dados y estupo{, de falsos éxitos y encuentros desconocidos, que constituye
el texto corriente de una vida humana?

Dicho de otra forma, plantea, a modo de carta forzada, la oposi-


ción entre la actividad psíquica ideal, calcada de las interacciones en la
extensión física y por otra parte aquello de lo que se trata realmente en
Io concreto de la existencia, a lo que se accede por la cadena de pala-
bras y, en particular, por la que se despliega en el análisis, que ofrece
un paisaje muy distinto al de la actividad psíquica, otra cosa que los
paquetes de neuronas iluminándose en diferentes lugares como se los
puede observar hoy con la imaginería. Esta leyenda, esta referencia, es
un cortocircuito que implica siempre que en algún lugar hay una vigi-
lancia, en algún lugar está la vigilancia de un espíritu de la máquina,
que la hace responder, el hombrecito que está en el hombre -como se
expresa Lacan-, y precisa que antaño se reía con Ey de las teorías que
finalmente reconducen al hombrecito que está en el hombre. Tengo
que admitir que cuando leo a nuestros cognitivistas modernos -sin
caer en la polémica sobre la complejidad extraordinaria de la arqui-
tectura cerebral-, vuelvo a ver la descripción de este hombrecito pero
centrado en lo que nos da acceso la imaginería cerebral. Nos dan un
doble espectral donde se integraría todo 1o que solo nos presentan en
pedazos disjuntos.
Si buscamos hoy los fundamentos de un anticognitivismo, me pare-
ce que los podemos encontrar en esta crítica de Lacan a la neuropsi-
quiatría, por cierto muy marcada aún por la fenomenología, ya que de
estructuralismo todavía no se trataba en la época. A la realidad física
o, digamos, a lo real aparejado a la física matemática, opone la consis-

1.69
IACQUES-ALAIN MILLER

tencia de otro registro, algo como la anticipación de lo real propio del


inconsciente, es decir del registro del sentido. La fenomenología fue
en efecto en algunos aspectos una exploración del registro del sentido
hasta que esta exploración fuera transformada, fuera como cientifici-
zad.a enel estructuralismo, en particular con lo que Lacan hizo con las
figuras de la retórica, de la metáfora y de la metonimia, que se suponía
iban a darnos los mecanismos del sentido, los mecanismos significan-
tes del sentido. Lacan no dispone aún de estos instrumentos para su
crítica d.e la neuropsiquiatría, por 1o que opone de manera más masiva
el registro del sentido a la realidad física. Tiene su validez, aunque no
tenga la precisión que encontrará con el estructuralismo, esta idea de
mecanismos significantes de la producción de sentido del goce y del
sujeto. Sin embargo, cuando eso se vuelva estructuralista, será obvia-
mente al mismo tiempo equívoco, porque ya será -decía yo en todo
caso- atraído por 1o que terminará volviéndose el cientificismo con-
temporáneo.
Al manejar el sentido como una categoría masiva y Yaga, no tiene la
precisión que encontramos en el estructuralismo, Lacan dice que no se
trata de los fenómenos brutos, de los datos brutos, como el de la alucina-
cióry sino que esos fenómenos solo entran en la psicosis como dotados
de sentido. Lo cito, página 756: "rJn carácter mucho más decisivo ["']
que la sensorialidad experimentada por [el sujeto en esos] fenómenos
[...] et que todos, sean cuales fuerery alucinaciones, interpretaciones,
intuiciones, y aunque el sujeto lo viva con alguna extraneidad y extra-
ñeza, son fenómenos que Ie incumben personalmente: 1o desdoblan, le
respondery le hacen eco [...] es deci¡, que la locura es vivida integra en
el registro del sentido". Lacan opone a la neuropsiquiatría la vivencia de
la psicosis, que es cuestión de significación y de lenguaje. Amplifica su
consideración hasta decir que cuando hay lenguaje siempre se plantea
el problema de la verdad con lo que su crítica de la neuropsiquiatría se
basa en la diferencia -para conceptualizarlo así- entre el déficit y la falla.

déficit ll falla

El déficit se puede localizar en la realidad física, y esto sigue sien-


do así: para ocuparse de un cierto número de disfuncionamientos se
intenta localizar en la imaginería una actividad insuficiente de tal o cual

170
CONTINGENCIADELO REAL

zotna por lo que son déficits esencialmente físicos. La falla, en cambio,


es significante, Lacan la trata aquí como la falla entre el yo y el ser del
sujeto, aunque construirá después oposiciones mucho más refinadas
hasta escribir un sujeto que en sí mismo es falla. El sujeto tachado es
el sujeto falla. Cuando el sujeto es falla, todo se juega a nivel de las
identificaciones que llenan esa falla y Lacan ubica ahí el dinamismo de
la locura, el cual consiste en la atracción de cierta cantidad de identifi-
caciones en las que el sujeto involucra su verdad y su ser'

El real de la no relactón

Eso lo lleva, en la dirección opuesta a la que tomará más tarde la


psicología cognitivista -como ya dije no evocada nunca por él*, a con-
siderar que el objeto propio de la psicología es la imago, es decil, la
forma identificadora que permite la resolución de una fase psíquica que
escande una transformación de las relaciones de lo que llama en ese
momento el individuo con su semejante. Lo cual constituye como el
esbozo de un programa de la psicología al hacer de la misma, ditíayo,
una psicología semántica en oposición a la psicología cognitivista.
De hecho el adjetivo incuantificable aparece una vez en este texto de
Lacary asignado a la distancia incuantificable con la imago. La imago
no es el ser del sujeto, pero no podemos intentar cuantificar aquí la dis-
tancia para decir que está más cerca o más leios de este: estamos en el
orden de lo incuantificable y yo empleo ese término de semántico para
apuntar a esta imposibilidad de cuantificar. La identificación seguirá
siendo para Lacan un vector totalmente decisivo en toda su enseñan-
za, ett la medida en que el sujeto tal como 1o define, desprovisto de la
realidad física, agujereando, apela a identificaciones. Y precisamente,
cuando Lacan busque mostrar en el campo de la sexualidad lo real que
sería propio del inconsciente, procederá también por la vía de la iden-
tificación. En efecto, las fórmulas de la sexuación son fórmulas de la
identificación sexual primordial; si hay dos identificaciones sexuales
primordiales, es en la medida en que no hay relación sexual. Identifica-
ción sexual se ubica en lugar de relación sexual. La relación sexual está
en el lugar de la falla, marcada por la sigla S tachado.

171
IACQUES-ALAIN MILLER

déficit ll falla
s

Lacan construyó esta relación sexual de tal manera que, como sabe-
mos, sería imposible escribirla. ¿Por qué camino llegó a caracterizarla
así? En la perspectiva de extraer real a partir del lenguaje: ¿A partir del
momento en que la función de la palabra y el campo del lenguaje son
la función y el campo propios del psicoanálisis, en qué medida hay
ahí un real? Esta noción de extraer real a partir del lenguaje lo llevó a
privilegiar la disciplina de la lógica matemática y, más particularmente,
a privilegiar las demostraciones de imposibilidad. Con la lógica hay
producción de una necesidad propia al discurso, y podemos hacer de
la lógica, decía Lacan, un arte de producir una necesidad de discurso,
pero conlleva alavez como correlato tropezar con imposibles, que per-
miten entonces asignar real.
El intento de Lacan se inscribe, por lo tanto, en la perspectiva del
pasaje de lo simbólico a 1o real, un pasaje que ya en la lógica mate-
mática, señalémoslo, no tiene que ver con la medida" con la cantidad
ni con el número, sino que es de otro orden. Está claro, y lo está más
aún hoy, que Lacan le dio esa importancia a la topología en la medida
en que es una geometría sin medida. La topología demuestra que se
puede hacer ciencia en un espacio que no es métrico. Entonces, cuando
Lacan apeló a la lógica, tuvo que justificar detenidamente el recurso
a la escritura, por ser un modo de lenguaje distinto del de la palabra.
Incluso tuvo que pasar por el japonés y por el chino para introducir en
el campo del lenguaje una función que no era la de la paTabra, sino la
de la escritura, porque lo real que puede ofrecer la lógica matemática
es un real que está aparejado con la escritura. Luego, respaldado por el
privilegio acordado a lo real proveniente del lenguaje vía la escritura,
Lacan decía por ejemplo: Io biológico no es real y hoy podríamos usar
esta demostración como golpe inesperado y fatal a las pretensiones
de las ciencias de la vida psíquica fundadas en 1o neurobiológico. Es
un uso del término de real que le permite decir que 1o biológico no es
real, sino que es -lo dice en el Seminario 19- el fruto de la ciencia que
se llama biología. Lo real es otra cosa: es lo que está en relación con
la función de la significancia, es 1o que está en relación con el campo
del lenguaje. Siguiendo esta veta, Lacan emprendió -cito sus palabras-

172
CO¡ITI¡JGENCIA DE LO REAL

"escribir como en matemática la función que se constituye de que exis-


te el goce sexual".
El forzamiento inicial de Lacan para introducir la función de la escri-
tura en el campo de1 lenguaje, su forzamiento esencial, es la escritura
del goce sexual bajo esta sigla O que vale como función de una variable
marcada x:

(Dx

Porque después va a utilizar los medios existentes en la lógica, los


cuantificadores: el para todo, el existe. Por cierto, los va a modificar
invirtiéndolos del lado mujer de esta manera: AE. En firy utiliza los
cuantificadores, 1os transforma, pero el forzamiento esencial es el de
hacer pasar a la escritura el goce sexual.

V]/AE
vv
Aquí hay seguramente una relación con la biologí4 pero no con la
neurobiología.Hay relación con 1o bio dela biologí4 con lo que respecta
a la vida, y no a la cognición, supuestamente. Digamos la relación entre el
ser hablante y 1o que lo soporta en tanto vive. Lo que aís1a bajo el nombre
de goce, por algo no retomó el término freudiano de libido -aunque por
momentos sean equivalentes-, no es del orden de la actividad armoniosa
que habíamos ubicado cuando la llamábamos actividad psíquica. Extrajo
y aisló la palabra goce porque es en símismo un término que es, diríayo,
el índice de un disfuncionamiento absoluto. El goce del cual habla es, por
sí mismo, una relación trastornada del ser hablante con su propio cuerpo
y escribe este goce, lo hace pasar al escrito en tanto goce sexual pero en el
sentido en que el sujeto tiene relación más bien con este goce que con su
pareja. Podemos por momentos calificarlo de sexual, pero en el sentido
en que hace barrera a la relación que hubiera entre los dos sexos: como lo
expresa Lacary la relación es con (D más que con la pareja. Por esa razón
Lacan siempre marca el goce sexual con comillas, queriendo significar
que no hay goce que esté especificado por el binario sexual.
En el fondo, no hay actividad de goce. En el psicoanálisis solo cono-
cemos el goce bajo la forma de S tachado, bajo la forma de la falla, del

t73
IACQUES-ALAIN MILLER

tropiezo, del fallar. s tachado es 1o que está inscripto en el lugar de este


símbolo que Lacan nunca escribió -excepto esta vez en el seminario 20
de la que me he servido en algunas ocasiones-, pero el S tachado es lo
que se ubica en el lugar de lo que sería el goce de la actividad de goce.

I
J

Solo 1o conocemos bajo la forma del tropiezo, bajo la forma de lo


fallido, y bajo la forma, justamente, de lo críptico.Ahi en ese extremo
de la enseñanza de Lacary volvemos a encontrar el varor dado al senti-
do. Lo que trabaja la última enseñanza de Lacary que abre a su ultimísi-
ma enseñanza, esla relación de este goce intrínsecamente disfuncional
con el sentido, e7 no hay relación sexual de Lacan es correlativo al hay
sentido sexual. Porque la relación sexual no se escribe en ningún lado,
el sexo resulta estar al tanto del sentido y el cifrado inconsciente es, en
sí mismo, ejercicio experimentado de goce. El no existe relación sexual es
correlativo, por un lado, del sentido sexual, y por el otro del encuentro.

encuentro * f R
- sentido sexual

Lacan vaToriza el término de encuentro en la relación amorosa en


la medida exacta en que no existe relación sexual en ninguna parte. Es
deci4 la oposición es aquí entre la relación que sería necesaria y que no
existe en tanto tal y el encuentro que es contingente. Lo que significa que
la idea de Lacan de conceder al psicoanálisis un real que le sería propio
se basa en esos términos. se puede decir a la vez que es un real de la no
relación o que es el real de la modalidad del encuentro, es deci¡, er real
de la contingencia. En este sentido estamos aquí en el rado opuesto al
determinismo físico, opuesto a todo lo que intentó, a todo lo que calcu-
ló la física matemática de la que la neuropsiquiatría -para expresarme
como lo propone 'Acerca de la causalidad psíquica,,- solo es el retoño.
Lacan estableció para el psicoanálisis un real de la contingencia y en su
ultimísima enseñanza se mantiene en este nivel de lo real contingente.
Este es seguramente el motor que en su enseñanza derrumba todas
las categorías establecidas. Ninguna fundación resiste a este ácido de

t74
CO¡JT/NGENCIA DE LO REAL

la contingencia, consecuencia y al mismo tiempo camino del conoci-


miento, camino del saber de la no relación sexual. Porque solo pode-
mos constatar contingencia en la relación entre los sexos, podemos infe-
rir que no hay necesidad en la relación entre 1os sexos. No deja de no
escribirse nada entre los sexos y por eso inferimos que estamos bajo el
régimen del encuentro. La ultimísima enseñanza de Lacan, que explo-
ta esta contingencia, despide al mismo tiempo para siempre el ideal
científico y se deshace de los mismos medios a través de los cuales se
había establecido, para volver a empezar de cero. Recuerda lo que, des-
pués de todo, Lacan dice de la matemática: su desarrollo no procede
con generalizaciones sino con remodelaciones topológicas. Procede con
una retroacción sobre el comienzo de tal manera que borra su historia
al avanzat
Con eso nos dejó Lacan, con una retroacción que fue hasta borrar
{n gran medida- la historia del psicoanálisis y a nosotros nos toca tra-
tar esa contingencia de lo real, solo nos queda arreglarnos con esto, es
decir también con la invención y la reinvención sin ningún fatalismo. Y
por ello, a pesar del peso que tienen hoy en día la cantidad, la medida
y el número, todo esto queda a la merced de la contingencia y nos toca
saber explotarlo.
Hasta la semana próxima.

30 de enero de 2008

t75
x
De la neuronñ al nudo

Me estoy empecinando en buscar lo que el momento cognitivis-


ta puede enseñarnos sobre el discurso analítico. Me lleva a subrayar
que, si quisiéramos resumir la trayectoria de la teoría psicoanalítica de
Freud a Lacan, del primerísimo Freud al ultimísimo Lacan, podríamos
decir, sirviéndonos de la asonancia de las palabras, de la neurona al
nudo.1 En efecto, lo neuro-real con el que nos enfrentamos hoy, ya había
sido elaborado por Freud, con los medios que tenía a su alcance, en el
borrador llamado Proyecto de psicología, alrededor de 1895. Cuando se
publicó, este texto, inédito por mucho tiempo, inspiró los comentarios
de fisiólogos, de neurofisiólogos, así como planteó la necesidad para los
analistas de tomar posición frente a este primer intento de Freud.

Pase material

Freud parte de un modo completamente explícito de dos teoremas


que siguen presentes en las neurociencias que se desarrollaron e impu-
sieron a partir de 1970. lJbica estos dos teoremas bajo las especies de
la concepción cuantitativa y bajo el título de teoría de las neuronas. El
punto de vista cuantitativo, vale la pena recordarlo, se impone para

1. "Du neurone au neud" en e1 original. La primera silaba de neurone ("neurona")


suena como neud ("nrdo"). [N. de T.]

177
IACQUES-ALAIN MILLER

Freud a partir de la psicop atología, a partir de la observación crínica


de las patologías mentales, que ponen en juego, según é1, la intensidad
excesiva de ciertas ideas. Encuentra en este exceso aquello que funda
su recurso a un principio, la base de la actividad neuronal, en relación
con lo que simboliza cofl la sigla Q, la cantidad, en tanto distingue la
actividad del reposo.
Por lo tanto, la referencia, el padrón, es este concepto de actividad
-psíquica, neural, neuronal- que hemos visto en acción en las descrip-
ciones cognitivistas del cerebro. Esta cantidad, esta referencia, este sím-
bolo cuantitativo, Freud tiene el cuidado de indicar -no es poco- que
designa una cantidad sometida a las leyes generales del movimiento.
Es decir que se trata de una realidad de orden físico, que se puede abor-
dar según las exigencias del programa físico-matemático. para ér, es sin
lugar a duda algo material. Y esta intención materialista habita la tra-
yectoria de la teoría psicoanalítica de la neurona al nudo. Desde luego,
la materia nodal que Lacan maneja en su ultimísima enseñanza no se
puede designar con la sigla Q. Seguramente, si bien los nudos obede-
cen a leyes, no son las leyes generales del movimiento prescritas por la
física matemática. Pero podríamos decir que los nudos ocupan er lugar
de esta cantidad material, planteada de entrada por Freud cuando trató
de elaborar una psicología científica. Para que sea científica tiene que
tratar de algo material.
Nos hemos planteado la pregunta -fundada o no- de lo que hace
la correlación entre ciencia y materia. Este algo material se presenta
bajo dos aspectos, muy bien distinguidos por Strachey en el apéndice
que agregó a este texto en la Standard Edition, y tenemos que recurrir
a este texto puesto que Freud no explicita esta dicotomía. por un lado,
esta cantidad material es calificada como flujo, o corriente, que pasa a
través de una neurona, o de una neurona a la otra, pero por otro lado,
en un segundo aspecto, también puede permanecer en una neurona.
Esta descripción parece tanto más metafórica cuanto que esta
e sigue
siendo como una x en el tratamiento de Freud. se quiso reconocer allí
la electricidad, pero nada en el texto de Freud permite validar esta tra-
ducción. su naturaleza permanece desconocida. podemos reencontrar-
la más tarde bajo las especies de lo que llamará, sin tematizar el tér-
mino, la energía nerviosa, o incluso la energía psíquic4 la pregunta es
desde ese momento: ¿en qué se distingue esta energía psíquica de una

178
DE LA NEURONAAL NUDO

realidad física? Y Freud será llevado, con su invención de la pulsión, a


introducir un término que aparece en sí mismo como un límite entre
psíquico y físico.
Ya en tanto Q es una entidad paradojal, puesto que es una cantidad
que no se puede medir -los esfuerzos cuantimétricos de Reich sobre la
energía sexual quedarán como una desviación para el discurso analí-
tico en su conjunto- y, sin embargo, tiene validez decfu que aumenta,
que disminuye, que se desplaza, que se descarga. Bajo su forma más
desarrollada, esta concepción cuantitativa inspirará 1o que se llamó el
punto de vista económico, lo cual no disipa, a decir verdad, 1o que tiene
de misterio y paradoja. Lo que Freud llama la teoría de las neuronas,
donde encuentra el segundo principio base de st Proyecto de psicología,
se apoya en 1o que era en ese momento un descubrimiento reciente de
la histología, que enseñaba al mundo que el sistema nervioso consiste
en neuronas separadas que tienen la misma estructura, que están en
contacto y se ramifican. La psicología científica de Freud se desarrolla
a partir de estos dos principios: referencia a las neuronas y a una canti-
dad x, que circula o que se estanca entre neuronas, en una neurona o en
un conjunto de neuronas.
Recordemos que anteriormente al descubrimiento propiamente
dicho del inconsciente, asignó una base material a los fenómenos psí-
quicos y al conjunto de la psicopatología. Hagamos aquí un cortocir-
cuito para darnos cuenta de que Lacan también buscó semejante base
material y operó con esta referencia. No es la misma base material neu-
ronal que Freud había traído. Como ya lo dije antaño, Lacan reemplaza
la referencia biológica de Freud por una base lingüística, más precisa-
mente, por el significante. El materialismo del significante, con el que
Lacan se vanagloriaba a fines de los años cincuenta y en los sesenta, era
muy adecuado para satisfacer las elucubraciones de aquellos que que-
rían ser materialistas dialécticos, o para quienes la dialéctica no borraba
el materialismo. No se puede pretender pues que la búsqueda de una
base material a 1o mental sea ajena al psicoanálisis, por el contrario, está
allí desde el comienzo, está allí en el final, y atraviesa tanto la obra de
Freud como la enseñanza de Lacan.
La última vez señalé acerca de la causalidad psíquica que Lacan
oponía a la causalidad psíquica, orgánica, que promovía entonces
Henry Ey, una causalidad semántica, situada en el registro del sentido.

179
JACQUES-ALAIN MILLER

Desde luego, no es equivocado decirlo, sin embargo allí también estaba


la idea de un análogo de esta base material, puesto que Lacan conside-
raba entonces que lo imaginario, el registro imaginario como tal, podía
tener efectos reales sobre el psiquismo y sobre el organismo. Y buscaba
sus pruebas en la etología animal, es deciq. en un registro en el que el
lenguaje no está en función. Postulaba, por lo tanto, cierta base mate-
rial, que solo encontró y desarrolló cuando pasó, como resorte de las
transformaciones psíquicas, del modo imaginario al orden simbólico,
estrechando el mismo sobre una realidad materiaf a sabe¡, el signifi-
cante. Aunque no haya hecho de este el telón de fondo principal de su
enseñanza, la palabra figura como base material de sus construcciones
y, si queremos ir hasta alli base material del inconsciente.

Multiplicidad y síntesis

La última vezhablé de este concepto de actividad, que está en fun-


ción en la concepción cognitivista y que me parece en efecto crucial. Yo
diría que esta concepción ya marca cuán distante está del acto. Pode-
mos decir que todo lo que se refiere a la actividad implica, acompaña,
el desarrolloz pero sutura o forcluye todo lo que atañe al registro del
acto. La referencia a la actividad psíquica, cerebral, mental, obedece al
postulado: el psiquismo, por así deciq. redobla el cerebro, el psiquismo
es el doble del cerebro, por 1o tanto, lo que se observa como actividad
cerebral vale ipso facto para el psiquismo. Hay que admitir; me parece
-digo me parece porque no soy especialista de la literatura de nuestros
cognitivistas, tengo que confesar que no entra en mis gustos sino en mis
obligaciones leerla, así que no la recorrí toda ni por lejos- que vuelve
permanentemente en estos autores una problemática con dos polos: la
multiplicidad y la síntesis.
Tomo como ejemplo dos frases seguidas de mi amigo ]ean-Pierre
Changeux en el último texto que me llegó, su introducción a la obra de
su alumno Dehaene sobre las neuronas de la lectura. Changeux escri-
be primero: "El desarrollo fulgurante de los métodos de imaginería
cerebral ha vuelto accesible la identificación de las bases neuronales
de nuestro psiquismo". Primer punto, subraya la dependencia de esta
investigación respecto de la tecnología. No oculta que lo que está desa-

180
DE LA NEURONAAL NUDO

rrollado se debe a la aparición de un instrumento de investigación, la


imaginería cerebral, la imaginería magnética, que dio acceso a nuevas
percepciones, ante todo comprobadas -por usar su lenguaje- en el siste-
ma visual. Y subraya algo que ya sabemos: las promesas del cognitivis-
mo se hicieron más insistentes y más gloriosas desde hace quince años.
Entonces dice: "Este desarrollo ha vuelto accesible la identificación de
bases". En efecto, estamos, subrayémoslo, en el nivel de las bases, en el
nivel básico. Los autores relatan cierta cantidad de observaciones que,
hasta probar 1o contrario, no tenemos por qué poner en duda, sobre la
activación de zonas neuronales en el cerebro que son bases nerviosas,
bases neurales. Lo subrayo en la medida en que hay, según opino, un
abismo entre lo que él llama la identificación de las bases neuronales
-aunque no tenga nada de una identificacióry si digo el sueño de las
bases neuronales de entrada es peyorativo- y la formulación de una
hipótesis sobre las cimas de la actividad psíquica. Por lo tanto, pode-
mos validar la frase de Changeux a condición de subrayar este término
de base y de explicar que "identificación" debe allí ser tomado en el
sentido exacto de la palabra localizacióry que Changeux evita cuida-
dosamente, me parece/ para que no le digan que solo se trata de reto-
mal Con una tecnología superio4 la ambición de Broca, así que decide
privilegiar el término "identificación". Concuerdo con esta frase muy
simple: el desarrollo de la tecnologíafue fulgurante, permitió percibir y
localizar las bases neurales del psiquismo. ¿Por qué no?
Con la segunda frase se complica. No las junto yo de manera arbi-
traria, están así en el texto, dan prueba del modo de razonamiento y
abrery a mi juicio, un abismo. Lo cito: "Queda sin embargo aún [por 1o
tanto no han hecho todo] relacionar entre ellos los múltiples niveles de
organización encajados de nuestro cerebro". Dicho de otro modo hay
módulos localizados separadamente, queda aún un pequeño detalle:
hay que encontrar cómo relacionarlos. Sigo:

Y hacer una síntesis pertinente de ellos [allí hay un equívoco puesto que se
trata aquí de cómo estos módulos, que están localizados separadamente,
nos dan una actividad de sÍntesis, y de algún modo está aquí confundida
con la síntesis pertinente que los científicos tenemos que hacer con estos
niveles múltiples] que nos permitirá entender los fundamentos neuronales
del pensamiento consciente o de la creación.

181
JACQUES-ALAIN MILLER

De repente, bajo el pretexto de que esto queda por hacerse, saltamos


de las bases neuronales del psiquismo a los fundamentos neurona-
les del pensamiento. Este abismo entre multiplicidad y síntesis parece
ser característico del estilo cognitivista en su conjunto y de su promesa
de englobar, en su investigación, el pensamiento, la creación y 1o que
ahora llaman Ia cultura.
Piensan, a partir de los módulos donde localizan las bases neurona-
les, lograr crecer hasta abarcar el conjunto de la cultura, caracterizando
como cultura lo esencial del entorno de la especie humana. Se prome-
tery por 1o tanto, estudiar la interacción entre el cerebro y el mundo
exterior. La cultura entra en el programa cognitivista, y en el fondo no
tan mal, puesto que está caracterizada como "un conjunto de signos",
de signos materiales, con astutas referencias a Ignace Meyerson: "No
hay signo sin materia". En Ia línea de Changeux, me parece que se ais-
laron un conjunto particular de signos: la escritura. La investigación
apunta al reconocimiento de la escritura y al por qué de la estandari-
zación relativa de los signos escritos a través de las culturas, y se los
relaciona con las propiedades, generalmente supuestas, de los módulos
neurales. Hay, en consecuencia, una apertura. No se trata de estudiar el
cerebro separado de la vida del individuo, por el contrario, se lo ubica
en un Umwelt caraclerizado sobre todo como cultura y como conjunto
de signos.
Encontramos, en este espacio abisal, un extraordinario florecimiento
de hipótesis epigenéticas. Saben lo que es la epigénesis, es la aparición
en un ser vivo de una forma nueva, que no estaba contenida en germen en
este seq, es decir que no se considera preformado. Prometen estudiar
las interacciones entre el cerebro y la cultura, o digamos, para emplear
nuestro término, que no ignora Changeux ya que lo menciona, entre el
cerebro y el significante, que expliquen el desarrollo extraordinario de
las capacidades de pensar del ser humano.
Veo la misma lógica multiplicidad/síntesis en un pasaje de Stanis-
las Dehaene en el que recuerda "la modularidad de la corteza, que se
subdivide en múltiples territorios especializados" antes de apelar a una
síntesis que sería lo propio de la especie humana en relación con las
especies animales, habla en alguna parte de "una síntesis de los conte-
nidos" pero la postula, ya que usa el condicional: "La especie humana
dispondría de un sistema evolucionado de conexiones transversales

1.82
DE LA NEURONA AL NUDO

que aumenta la comunicación y [al nivel superior por ahora hipotéti-


co] quiebra la modularidad cerebral". Aunque esté planteada con un
condicional, esta zona de síntesis es celebrada casi con poesía, es decir
que se le confieren todas las capacidades superiores del pensamiento:
allí se realizaría la reunión de las percepciones y de los recuerdos, de
todas las capacidades, confrontadas, recombinadas y al fin sintetizadas,
de manera, dice Dehaene, de evitar el fraccionamiento de los saberes.
Repetidas veces, un canto se eleva a las extraordinarias capacidades
de las conexiones transversales, puesto que aunque estén planteadas
como hipotéticas y condicionales, son evidentemente necesarias, sien-
do "facultades" que tenemos y, por lo tanto, que tienen que existir en
alguna parte.
Se pudo identificar la zona, en realidad ahí donde se la identifi-
có más o menos desde siempre, excepto que ahora está bajo nuestra
mirada: el lóbulo frontal, la corteza frontal. Gracias a este tendríamos
lo que Dehaene llama, de modo muy lindo, un espacio de delibera-
ción interna: sería el lugar del fuero interno. Esta maravillosa corteza
frontal recoge a \a vez el conjunto de los datos sensorio-motores y de
las huellas de la memoria para hacer de eso un todo y sería, al mismo
tiempo, maravillosamente indiferente a las contingencias del presente
para, "orientarse hacia el futuro". Se nos describe una corteza frontal
que hace de algún modo todo 1o que hacemos y donde --en condicional
porque así hablamos los científicos- estaría la conciencia, la conciencia
reflexiva.
No es nada realmente nuevo puesto que, en el siglo XIX, ya se inten-
taba ubicar el órgano de las síntesis mentales e identificar lo que Aristó-
teles llamaba el sentido común. Dehaene cita a Avicena, quien en el año
mil localizaba el sentido común no muy lejos de la corteza frontal aun-
que sin tener nuestros medios de investigación. Corteza frontal o pre
frontal según los autores o los momentos. Le permite a Dehaene enun-
ciar la hipótesis de que la competencia cultural, la conciencia reflexiva
y la existencia de una poderosa red de conexiones en la corteza frontal
o prefrontal son fenómenos relacionados. No va más allá de la relación,
se detiene en los bordes de la causalidad.
Seguiré ampliando mis lecturas como para verificar que hay 1o que
me parece ser un abismo entre la identificación de las bases y luego las
hipótesis epigenéticas en las cimas. Para colmar este abismo solo hay

183
iACQUES-ALAIN MILLER

hipótesis, no hay otras observaciones que las de la densidad de la red


de conexiones en ciertas partes de la corteza. Se supone que con eso
se puede hacer la conexión entre el se[. el cerebro, considerado fun-
damentalmente una computadora elemental -la palabra está allí: "una
máquina de Turing"- y las creaciones más elaboradas de la cultura. Y
lo que permite hacer con seguridad la conexióry según este autoq, es
que el cerebro puede beneficiarse de la acumulación y de la transmisión
cultural que se extendió durante milenios.
A decir verdad, un filósofo consideraría que no estamos aquí muy
lejos de este atomismo que criticaba, hace ya mucho tiempo, Maurice
Merleau-Ponty, en su libro al que me referí una vez en este curso, La
estructura del comportamiento, donde ya señalaba que con una mano se
descompone en unidades o en módulos, se aíslan procesos, se los yux-
tapone, y luego con la otra se piensa poder corregir este atomismo, en
la época -7943- decía, con nociones de integración y de coordinación.
La palabra clave que usa Dehaene es la recombinación: recombinación
de las percepciones, de lo sensorio-motor y de los recuerdos. Se agre-
ga algo de combinatoria, pero esto se inscribe, podemos deci¡, en el
mismo lugar. La referencia a la cultura es extremadamente masiva, se
la precisa con la idea de conjunto de signos, y puede ser que el estruc-
turalismo tenga algo que ver con esta precisióry de hecho se apropia de
algunos pasajes de Lévi-Strauss para ir en esa dirección, pero Ia cultura
es de todos modos aquí una referencia masiva. Estos autores sienten la
insuficiencia, 1o borroso de esta implicación y, por 1o tanto, arman una
hipótesis más precisa sobre la puerta de entrada del niño, del pequeño
cerebro, si así puedo deci1, evidentemente su desarrollo va a extenderse
varios años, formulan una hipótesis sobre la entrada del pequeño cere-
bro en la cultura.
Dije que había numerosas hipótesis epigenéticas, solo les menciono
una que vale la pena señalar: "Los niños humanos comienzan a enten-
der que las otras personas son agentes intencionales como ellos [¡un
factor cerebral capitall]. Y esta comprensión les da acceso al aprendi-
zaje cultural". No hay hipótesis más precisa para complementar y de
algún modo colmar este abismo: el niño comprende que los otros tienen
intenciones como é1, y esta comprensión del otro le da acceso al apren-
dizaje cultural. Por lo tanto, es una hipótesis sobre el otro, sobre la lec-
tura, sobre el desciframiento de la intensión del otro, sobre el descifra-

184
DE LA NEURONAAL NUDO

miento del otro como sujeto intencional. Irrumpe aqui en un desarrollo


cognitivista, el otro como sujeto intencional que el sujeto comprende.
A esto se suma Ia hipótesis complementaria de que debe haber "un
módulo cerebral especializado en la representación de las intenciones y
de las creencias del otro". Por el momento, no se lo identificó como en
el trabajo de Changeux, pero ya que todo tiene su lugar en el cerebro,
tenemos que suponer que hay un módulo cerebral especializado para
ello. Entonces, en el fondo, ya entendimos cómo funciona: se acentúa
tal o cual rasgo del pensamiento, del comportamiento o de la creacióry
y después se le encuentra una respuesta partiendo de la hipótesis de
que debe haber un módulo especializado para ello que terminaremos
por ver con la imaginería cerebral.
No podemos evitar pensar que estamos frente a un balbuceo, que
la fenomenología del estadio del espejo es mucho más rica en lo que
respecta a la relación con el otro, y que el concepto de orden simbólico
es evidentemente mucho más preciso que el concepto de cultura que
usa el psicólogo cognitivista. De hecho, nos damos cuenta de la función
que tenía el estadio de1 espejo para Lacan cuando 1o formuló: proponía
una solución a la problemática multiplicidad/síntesis. La multiplicidad
en cuestión era entonces la del cuerpo fragmentado, y con el espejo la
forma total del cuerpo se podía percibir y, de este modo simbolizar \a
permanencia mental -son los términos de Lacan- de 1o que él llamaba
el yo. Y otorgaba a este fenómeno un lugar eminente en el desarrollo
mental, puesto que caracterizaba este desarrollo como necesario dada
1a prematuridad específica del nacimiento en la especie humana.
Por rudimentaria que sea esta hipótesis cognitivista, designa, me
parece, lo que agujerea en su construcción, a saber que es necesaria una
puerta de entrada del cerebro en la cultura, en el aprendizaje cultural,
como se expresan, puesto que solo tienen la idea de saber a través del
aprendizaje. Y colman este abismo al designar una relación de com-
prensión global con la instancia del otro. Lo que en su lenguaje supone
recurrir a una hipótesis suplementaria, la de un módulo especializado
para realizarla. Pero sentimos que todo el discurso sobre la conexión
con el registro de la cultura supone ya identificar el momento inau-
gural de una entrada, presentada en los términos de Ia más elemen-
tal psicología, la psicología digamos positivista, el desciframiento de
la intención del otro. Con la suposicióry dicho sea de paso, de que el

185
TACQUES-ALAIN MILLER

sujeto ya sería para sí mismo un sujeto intencional: "los niños humanos


comienzan a comprender que las otras personas son agentes intencio-
nales, como ellos". Este encuentro, que parece indispensable para el
aprendizaje cultural, supone que para sí mismo, el niño humano ya sea
un agente intencional.

Un real sin saber

Estamos allí en una fantasmagoría extraordinaria. Excepto si recu-


rrimos -no digo que sea la respuesta más desarrollada- a la noción
lacaniana de orden simbólico, que da consistencia al medio en el que el
desciframiento y el querer decir son concebibles. Pero esto supone una
estructura más desarrollada que la de la imitación, que está allí subya-
cente, supone una estructura cuyo punto de partida está,ya, hecho de
una retroacciór¡ y que ubica en el Otro el lugar previo, como se expre-
saba Lacary del sujeto del significante.

Para el Lacan más clásico, antes de que la disuelva, la base material


era la estructura del lenguaje, aquella de la que pensaba poder demos-
trar que sostiene el síntoma en el sentido psicoanalítico, el síntoma que
en el fondo resulta estar relacionado con una estructura significante
que lo determina. Se nota cómo Lacan pensó seducir el discurso cientí-
fico, o acomodarle al psicoanálisis un lugar en el discurso de la ciencia,
al recurrir a la lingüística estructural, lo cual es mucho menos convin-
cente hoy que a mediados del siglo XX ya que se encontró progresiva-
mente expulsada por otros abordajes de la lingüística. Apoyándose en
la lingüística estructural de Saussure y de |akobson, Lacan pensaba y
decía que el lenguaje conquistó su estatuto de objeto científico. Siguió

186
DE LA NEURONAAL NUDO

siendo el soporte intocado de su enseñanza hasta que, en su ultimísima


enseñanza, sacuda esta base con una frase lapidaria que mencioné el
año pasado. Decía que a la gente le gustaba en esa época reproducir su
escritura de la diferencia entre significante y significado bajo la forma
de algoritmo.

El objetivo de este algoritmo era subrayar que las relaciones inter-


nas al significante tenían las más amplias funciones en la génesis del
significado. Eso le dio a su escrito "La instancia de la letra" su valor de
punto de capitór¡ que fortaleció luego al hacer del significante la causa
no solo del significado, sino del sujeto. Dicho de otro modo, le dio a
la genuina causalidad psíquica la forma de la causalidad significante y la
parte más clásica de su enseñanza se desarrolló sobre esta base.
El término mismo de sujeto, que Lacan trajo al psicoanálisis, si se lo
considera al reflexionar sobre el cognitivismo, tiene el valor de romper
la relación de doble entre lo psíquico y lo orgánico. Poq ello Lacan decía
que admitía la definición aristotélica del alma como forma del cuerpo,
y de algún modo el estadio del espejo es una génesis del alma en el sen-
tido aristotélico, es el paradigma que ilustra el surgimiento del alma.
Lo que desarrollan bajo las especies de la actividad neuronal, y en sus
formas supuestamente más elevadas, sus formas integrantes y recom-
binantes, incluso reflexivas, son maneras de proponernos unas génesis
del alma aristotélica. Y Dehaene cree validar su esquema al decir: es lo
mismo que el esquema aristotélico del sentido común. Hace falta un
lugar donde eso se reúna. En lo que a esto respecta, aparece claramente
que el sujeto del que se trata en Lacan está en posición descompletad4
no es el sujeto psíquico.
De la misma manera que el saber del que se trata en el inconsciente
no tiene nada que ver con el saber tal como está puesto en función en el
cognitivismo, como informacióry que es objeto de un almacenamiento
de memoria, de un aprendizaje o de una pedagogía. El saber figura
en el cognitivismo bajo las especies del aprendizaje y de la pedagogí4
mientras que el saber del que se trata en el inconsciente, como diría

187
IACQUES.ALAIN MILLER

Lacary se aloja en otra parte: se aloja en el discurso, y en un discurso en


el que se interroga el inconsciente bajo el modo, decía Lacan, del ¡que
diga por qué! , es decir que se lo interroga bajo el modo del desciframien-
to. I por 1o tanto, el sujeto de Lacan está pura y simplemente abolido
en la neurociencia, puesto que para ella el postulado es aristotélico: lo
que es psíquico se desprende de lo orgánico, es el doble de 1o orgánico.
Aunque Freud haya tomado prestado elementos de la biología, está
claro obviamente que no se puede aislar la pulsión de muerte a partir
de la biología, solo se la puede aislar como una función del discurso,
es decir, para el caso, bajo la forma de la función de la repetición. Esto
no implica para nada una negación de lo real del cuerpo, ni de lo real
del esquema mental, aunque esté 1o imaginario. Implica, diría genera-
lizando una proposición de Lacary que las integraciones son siempre
parciales. Lacan lo dice acerca de la imagen del cuerpo: incluso el acce-
der a la forma total del cuerpo no anula la fragmentación inicial de la
relación con este y, por lo tanto, la integración especular nunca es total,
es contradictoria. Digamos de la misma manera que la integracióry lejos
de ser una función de síntesis, lejos de que haya una función de síntesis
mental total, la integración mental es siempre parcial, y lo que llama-
mos sujeto es justamente lo parcial en esa integración. Cuando Lacan se
ocupa del yo es en la línea freudiana que ve allí un revoltijo de iden-
tificaciones desparejas, muy lejos del lugar de deliberación interna y
reflexiva de la hipótesis cognitivista.
Es inútil precisar que este sujeto que Lacan recomendaba no encar-
nar jamás -e incluso cuando lo representaba bajo la forma del conjunto
vacío, aún era demasiado- no es susceptible de encarnarse en el cere-
bro. Hay allí otra función separada, que solo puede ser abordada -no
digo conocida, sino abordada- en la referencia al discurso. Después de
todo, a partir del momento en que admitimos que no podemos cerrar
el conocimiento científico del cerebro sin apelar a la cultura, me pare-
ce que cuesta bastante negar que el discurso, la relación con el otro a
través del discurso, constituya un orden de realidad propio. Es más, la
hipótesis según la cual no podemos prescindir del desciframiento de
la intención del otro ya manifiesta que no podemos negar la densidad
de real que hay en el hecho del discurso, puesto que incluso en este
ejemplo somero que nos dan, en este llamado somero al otro, se trata
de desciframiento.

188
DE LA NEURONAAL NUDO

Nosotros pretendemos que el sujeto es una función que se despren-


de de este orden de realidad sui géneris que es el discurso. Esto es lo
que Lacan desarrolló en su más clásica enseñanza hasta llegar a este
punto, que he señalado la última vez, donde encuentra un quiebre de la
causalidad. A lo largo de su enseñanza adoptó, con su valor de provo-
cación, el lenguaje causalista, listo para pelear en su terreno el discurso
de 1a ciencia si así puedo deci¡, hasta aislar un quiebre de la causalidad,
de la determinación, al encontral, sintetizar, cierto número de resulta-
dos bajo la forma del no hay causalidad sexual.Dijo relación para decir: no
hay allí causalidad y no hay leyes de la relación entre los sexos. Pensó
con esto oponer a lo real de la ciencia, un real que contiene un saber, lo
real propio del psicoanálisis bajo la forma de un real que no contendría
un sabe{, y que vehiculizaría el saber del inconsciente. Pero justamente
vehiculizaría especialmente la ausencia de ley, el agujero de ese saber.
El "no hay relación sexual" es la noción de una ausencia de ley. La ley
sexual no se puede escribir.
Lacan ubica esta contingencia en el nivel de la constatación vali-
dada por el discurso analizante, por la experiencia analítica y por la
multiplicidad que se manifiesta en los modos a través de los cuales los
dos sexos entran en relación. Hay allí una multiplicidad clínica y, en su
forma sintética, permite, por el hecho de que esta contingencia no se
desmiente, ser tomada como demostrando la imposibilidad de escribir
una ley en ese lugar. Lo que podría ser considerado aquí como una
impotencia del discurso analítico para formular la relación sexual es
tratado por Lacan como una imposibilidad. Y el análisis se vuelve el
lugar propio donde el inconsciente atestigua de este real, si se quiere,
un real sin saber.
¿En qué medida hay un matema de lo real? Es un real sin matema.
Al final, de seguir todas las etapas de Lacan -cosa que no hice- lo vería-
mos hacer retroceder el lugar del psicoanálisis: del de la ciencia al de la
ciencia conjetural, luego al de la ciencia al borde de la ciencia, y luego al
de la formación discursiva en el borde exterior de la ciencia. Y allí en el
fondo, inventa un real sin matema o hace de 1a relación sexual un real
sin matema, cuya pregunta consiste en saber en qué medida es trans-
misible. Lacan responde: solo es transmisible por la huida a la que res-
ponde todo discurso. Es esencialmente transmisible por la experiencia
analítica misma, me parece, es decir por la experiencia misma del huir.

189
IACQUES-ALAIN MILLER

Entonces, cuando Lacan formuló, como lo he subrayado, en su últi-


mo texto escrito, que el inconsciente es real, quiere decir que el incons-
ciente no es imaginario, tesis a la que conducía'Acerca de la casualidad
psíquica" si se quiere, que el inconsciente no es simbólico, al menos en
su fase más profunda, que el inconsciente está a nivel del sin ley, y que
ni siquiera representa el retorno de la verdad en el campo de la ciencia,
porque la verdad, comparada con este real, es solo un espejismo. De allí
el soporte que creyó poder tener con el nudo, del que hizo una materia
del inconsciente, la base material del psicoanálisis, pero a condición de
que precisamente no se desarrolle en las normas del discurso de la cien-
cia. No es por falta de saber que obvió el simbolismo matemático de los
nudos, sino ante todo para ofrecer el modelo de un tratamiento de una
materia a la cual el discurso científico era, en ese momento, incapaz de
darle sus leyes.
Por lo tanto, invita seguramente a los analistas a resistir ante las
avanzadas, tanto de las observaciones como de las hipótesis para los
creyentes, no lo podemos decir de otro modo. Frente a estas avanzadas
de observaciones o de ficciones, invita a los analistas a esforzarse por
ex-sistiq, es decir existir fuera de esas normas, sin prohibirse, por medio
de operaciones de comando por así decit minar algunas bases de las
mismas. Es lo que, con mis medios, traté de hacer hoy, y 1o que seguiré
haciendo la próxima vez.

6 de febrero de 2008

190
x
D eterminación y contingencia

Asistí este fin de semana a una especie de coloquio que trataba, entre
otros temas, el cognitivismo, y pude constatar el rechazo que provoca
su estudio. Según lo que puedo apreciaq, tres días después de haber ani-
mado estos debates, es decil de haber jugado el señor Leal introducien-
do, presentando y felicitando a los oradores, me di cuenta de que solo
se tocó al cognitivismo desde muy lejos. La antipatía que despierta el
cognitivismo en aquellos que fueron sometidos a la influencia de Lacan
es tal que se niegan a mirarlo demasiado de cerca y, en el fondo, no
se los reprocho, dada la ascesis que representa leer y reflexionar sobre
estos escritos.
Es verdad que se puede rechazar de entrada la equivalencia plan-
teada por el cognitivismo entre lo que llama los estados mentales y
los estados físicos. Pero también habría que considerar que esta equi-
valencia postulada solo puede apuntar a lo que un filósofo america-
no anti cognitivista llamaba una teorización utópica. Con ello apunta
muy bien a la falla que yo evocaba la última vez entre las bases neu-
ronales y las cimas del pensamiento, falla colmada con unas hipótesis
imposibles, por lo menos al día de hoy, de poner a prueba, hay que
reconocerlo. ZQué es, para el discurso científico, una hipótesis que no
puede ser puesta a prueba? Es una concepción del mundo y del pen-
samiento.

191
JACQUES-ALAIN MILLER

El nutómnta inconsciente

Podemos, sin embargo, entrar más allá en esta concepción al expli-


car que el sentido de la palabraestados en estados mentales y estados
físicos está tomado directamente de la teoría de las máquinas de Turing
y que se refiere a un estado de esta máquina. Esta correspondencia tan
esencial a la concepción cognitivista fue planteada por primera vezpor
un filósofo, que se sitúa en la línea quineana, aunque tenga su originali-
dad: Hilary Putnam, quien enseñó junto a Quine en Harvard. Ya en los
años sesenta formuló lo que quedó en la historia de las ideas, aunque
sigue activo hoy en día, con el nombre que le dio: Machine state functio-
nalism, el funcionalismo de máquina de estados. Este teorema o este
postulado, como se quiera, sigue siendo la base, a veces no explicitada,
de las investigaciones a las que aludí la última vez.
Vale la pena destacar que Putnam mismo le hizo objeciones y que
desmintió su primera hipótesis reemplazándola por otra, que está ins-
cripta bajo el nombre de la multiple realizability, la realizabilidad múlti-
ple. Es la tesis, bastante amena hay que decirlo, según la cual el mismo
estado mental puede corresponder a varios estados físicos distintos sin
que se pueda escribir una flecha en el otro sentido. Y se basa en razo-
namientos según los que, por más que, evidentemente, el cerebro de
un pájaro, de una serpiente o de un insecto tienen estructuras distintas
de la del cerebro del hombre, tenemos que suponer que el sentido del
dolor debe ser el mismo para todas las especies, que el dolor tiene un
mismo sentido para especies cuyo cerebro tiene una configuración dife-
rente.

Pr Pz Pc

"!/M

Extraía su hipótesis de este razonamiento, Iuego fue generalizada


para el hombre mismo, es decir, una misma significación de dolor debe
poder correlacionarse con estados físicos del cerebro distintos. No les
digo mucho más, ya que todavía estoy trabajando en el desciframiento

192
DETERMINACIÓN Y CONTINGENCIA

de estos textos, los primeros de Putnam, de los años sesenta, y luego


los de la controversia, que aún continúa, aunque lo que Thomas Nagel
llama el estnblishmenf de las ciencias cognitivas eligió de una vez por
todas el machine state functiortalism y rechazó las objeciones que putnam
mismo les había hecho a sus primeras ideas.
Entonces, voy a seguir intentando orientarme en esta selva, dicho
esto sin intención peyorativa, me doy cuenta de que me enteré de todo
ello con el pasar del tiempo, sin recomponer el hilo ni examinar las con-
secuencias. Lo menciono porque tengo la firme intención de terminar
dominando el tema pero para esta vez querría buscar en la enseñanza
de Lacan 1o que uno puede discernir cuando se traga esta literatura.
Bajo la influencia de esta concepción cognitivista, uno se da cuenta de
que hay una palabra que vuelve siempre en las objeciones, las críticas,
incluso las bromas -cuando no son insultos, como casi ocurrió este fin
de semana- dirigidas a los cognitivistas: la palabra contingencia. por lo
menos nos tendríamos que dar cuenta de lo que esta palabra tiene de
paradójica en el psicoanálisis, aunque ahora forme parte de una suerte
de doxa muy nuestra. En efecto, la palabra contingencia es la antíte-
sis exacta de esa palabra clave que Lacan colocaba ara cabeza de sus
escritos, a saber, la determinación. El psicoanálisis jamás avanzó en el
mundo en nombre de la contingencia sino, justamente, en nombre de la
determinación, y Lacan tuvo el mérito de hacer resalta4 en tanto tales,
esta palabra y esta meta.
Si "La carta robada" ha quedado como ejemplo paradigmático del
poder interpretativo del psicoanálisis, es seguramente porque esta ,,car_
ta" demostraba propiedades singulares con respecto aI espacio-tiempo,
por así decirlo. En este cuento extraído de Edgar Allan poe, la policía
tenía la función de representar la compleción de la realidad física a la
que escapa la instancia del significante. Por lo tanto, ya se esbozaba allí
la noción de un real que sería propio al psicoanálisis, al que er discur-
so de la ciencia como física-matemática no tenía acceso. pero, por otro
lado, este apólogo estaba hecho para valoizar la potencia de ra deter-
minación que el psicoanálisis podría revelar en, digámosro rápidamen-
te, los comportamientos individuales.
De entrada, los Escritos, si exceptuamos la pequeña ,,apertura,, que
Lacan redactó in extremis y que se refiere a Buffory empiezan con una
referencia al automatismo de repetición y ,,La carta robada,, es un

t93
JACQUES-ALAIN MILLER

intento de ilustrar que lo que da cuenta del automatismo de repetición


freudiano es lo que Lacan llama la insistencia de la cadena significan-
te. Pero, cuando leemos esto con nuestros anteojos cognitivistas/ per-
cibimos que al principio de esta historia hay un automatismo, que la
repetición es concebida como un automatismo. Nos hemos burlado de
ese hombrecito en el hombre que nos permitiría, según la psicología
experimental y cognitivista, dar cuenta de todo lo que pensamos y sen-
timos, nos hemos burlado del homúnculo al que nos referimos y que
vive nuestra vida en nuestro lugaq, pero cómo no reconocer que esta
concepción fue tal vez acreditada en la concepción común a partir de
Groddeck, ya que de allí viene la invención del ello, y que Lacan con
su apólogo de "La carta robada" nos dice de alguna manera que en el
corazón del inconsciente hay un autómata. Con nuestros anteojos cog-
nitivistas, podríamos decir que este autómata tiene ciertos rasgos que
lo relacionan cory que lo hacen una versión, del homúnculo.
Lacan se separa de Freud, o Io prolonga, lo desplaza, cuando conci-
be este autómata interno al inconsciente como una entidad matemática.
Y 1a demostración que propuso y que hizo época es que el inconsciente
obedece a una lógica. Los problemas aparecieron cuando nos dimos
cuenta de que las consecuencias de esta concepción podían desembo-
car en el cientificismo de hoy. Lacar¡ como saben, desarrolló e ilustró
esta perspectiva con su esquema de los alfa, beta, garr.a, delta, que se
apoya sobre combinaciones de símbolos (+) y C).El vocabulario tiene
dos símbolos y sirve parafijar los trayectos de un grafo o de una familia
de grafos, aunque no estén todos trazados. La demostración consiste en
que solo se puede llegar a una punta del grafo a partir de ciertas puntas
y no de otras, es decir que hay exclusión de ciertas puntas si se está en
tales otras.
En el grafo que traza Lacan, que solo es el primero de los que pue-
den ser trazados en su demostración, constatamos una ambigüedad,
una doble valencia del mismo símbolo, la cifra 2, que vuelve en dos
lugares en el esquema, siendo una etapa de recorrido que lleva al 3 y
también llevando a partir del2 a un nivel inferior al 1.
Es 1o elemental, el 2 está arriba y también abajo. Simplemente a
partir de este 2 que figura en dos lugares distintos, se plantea lo que
se puede constatar, a saber que en función del número par o impar
de los trayectos entre los dos 2, 1a salida se hace hacia el 3 o hacia el

t94
DETERMINACIÓN Y CONTINGENCIA

,/ll."¡\------^
/
,a t) 3

1o

1. De esta manera se puede saber cuando sale el 3 o el 1, según que


el rango de2haya sido par o impar. Lacan nos presenta esta tirada
elemental como equivalente a una memoria y manifestando una ley
que se puede escribir. Este es su ejemplo de la determinación simbó-
lica que opera en el inconsciente y aunque no emplee respecto a ello
la palabra que usará más tarde, la palabra saber, esra figuración de un
saber elemental que asegura que una memoria está operando, que nos
permite a partir de un dato como 1 o 3 conocer retroactivamente algo
de lo que concierne al 2. Es lo que Lacan llama en esta fecha una deter-
minación simbólica y su construcción subsiguiente tiene por objeto, lo
dice é1 mismo, opacificar 1o que esta determinación tiene de evidente
o de transparente.
En efecto, después de esta presentacióry deja de lado el grafo, lo cual
hace menos accesible la cosa, la complica con probabiridades que pro-
ducen un ejemplo que presenta un carácter oscuro y confuso. Recuerdo
claramente que, cuando descifrábamos este texto, antes siquiera de que
fuera incluido en los Escritos, al principio de los años sesenta, era un
ejercicio romperse la cabeza sobre el esquema de los alfa,beta, y sobre
el resto del texto; no sabíamos cómo comprender esto. varias décadas
después, seguramente se haya borrado este aspecto, aunque aquellos
que intentarían hoy la lectura, iya me dirán! sacábamos de esta lectu-
ra -seguramente fuera un efecto que Lacan deseó- una determinación
oscura y confusa pero cuya raíz --eso es lo importante- era, sin embargo,
perfectamente clara. si se opacifican las consecuencias de este Íazona-
miento, ilustra que lo confuso y lo oscuro tienery sin embargo , unaraíz

195
JACQUES-ALAIN MILLER

perfectamente clara y este carácter de claridad solo espera transmitirse


a lo que antes fue presentado de manera oscura, opacificada.
Lacan jugaba con las cartas sobre la mesa, puesto que él mismo
anunciaba su empresa de opacificar la determinación, precisamente
para demostrar que una determinación opacificada no tenía Por eso
un origen menos claro. Lacan valoriza esta claridad en el ejemplo que
le adjunta, elFort-Do de Freud. Conocen esta escansión fónica, silábica
que acompaña la aparición y desaparición de un objeto y que nos da el
ejemplo de un automatismo natural, como nativo. Es como captar en la
observación del niño una suerte de enclave de automatismo. Ahí se ve
que el autómata del que hablaba hace un rato, el autómata inconsciente,
está como presentado y, como dicen los cognitivistas, naturalizado, por
así decir, tan naturalizado que nos está dado como natural. El ejem-
plo, ya clásico, del Fort-Da ilustra otra vez la determinación. Lacan 1o
caracteriza como "la determinación que el animal humano recibe del
orden simbólico". La expresión "animal humano" es totalmente digna
de satisfacer nuestro cognitivismo. Es el organismo vivo, animal, que
vemos acceder a, ser tomado por, un automatismo que señala entonces
que está en relación con -vamos a decirlo a la manera cognitivista- la
cultura, y Lacan habla de la entrada del sujeto "en un orden cuya masa
1o sostiene y le acoge bajo la forma del lenguaje".
Está aquíbien planteada una relación de exterioridad entre el animal
humano y el orden simbólico. Hay que suponer esta relación de exte-
rioridad para que podamos hablar de entrada del sujeto en este orden.
Entonces, ¿qué es previo a la entrada? No está perfectamente explicita-
do en Lacan. La palabra animal indica, en efecto, que hay un organismo
vivo. Pero ¿humano es posterior o anterior a la entrada? No se aclara.
Podríamos creer que el significado es previo a esta entrada ya que
en esas fechas Lacan escribe que la masa del orden simbólico sobre-
imprime la determinación del significante a la del significado, 1o cual
parecería indicar que, en su concepción de la época, hay una determi-
nación del significado que es anterior a la determinación del significan-
te del que esta entrada da testimonio. Podríamos desarrollar esto pero
qué sentido tiene decir que el significado es allí anterior y buscar en el
registro de la necesidad los primeros significados que encuentran sus
significantes, aunque apenas separados de1 estatuto animal, si somos
cognitivistas.

196
DETERMINACIÓN Y CONTINGENCIA

Alguna ausencia

Ahora, si somos lacanianos, vamos a buscar lo previo más bien del


lado de la determinación. Y en ese caso, ¿qué es lo previo? Lo previo
de la construcción misma del grafo lacaniano es lanzar Ia moneda, si
puedo deci¡. ya que (+) y (-) pueden encarnarse en la cara y la cruz de
una moneda; evidentemente la moneda ya supone todo el orden sim-
bólico, pero en firy digamos algo equivalente. La determinación previa
es/ pura y simplemente, la del lanzamiento de la moneda al azar. En ese
sentido, la realidad primera, anterior a la construcción de los grafos que
se opacifican progresivamente, es la de una estricta repartición al azar
a la que se sobreimprime una sintaxis, un reagrupamiento de los ele-
mentos -aquí los (+) y los (-) según ciertas combinaciones localizadas,
definidas y reglamentadas-.
De hecho, ¿cómo se logra opacificar 1o que está claro? Anoté aquí
una palabra, página 42 de los Escritos, la palabra que Lacan emplea,
que me llamó la atención por lo que decía la última semana, la palabra
recombinar. La última vez dije que la palabra maestra para pasar de
las bases a las cimas, en la concepción cognitivista, me parecía ser en la
obra de M. Dehaene la recombinación. Pues en la página 42 delos Escri-
fos leemos este verbo recombinar. La recombinación de los elementos
de la combinatoria. Y en el fondo, el esquema de "La carta robada,, es
un esquema de recombinación que al final nos da propiedades com-
plejas; por lo tanto, nos hace asistir a la génesis de una arquitectura
compleja y opaca por recombinación, es decir, realiza, en reducción y
de manera efectiva, el programa cognitivista.
Salvo algunos elementos, el intento de Lacan en esta construcción
podría agregarse como argumento a favor en el expediente del cogni-
tivismo. Desde luego, se distingue de é1 porque las conexiones sintác-
ticas que Lacan pone en evidencia en su constmcción no dan cuenta
de una actividad, sino de 1o que llama una subjetividad primordial.
I evidentemente, esto se distingue del programa cognitivista porque
es una subjetividad que no se refiere para nada a la reflexibilidad, que
no pretende poner en evidencia la génesis de una conciencia o de una
conciencia de sí. Lacan emplea de entrada la palabra sujeto e incluso
subjetividad, lo contrario de la intención de significación cognitivista,
que apunta a la actividad, ala reflexibilidad y a la conciencia.

t97
JACQUES-ALAIN MILLER

Si Lacan reconoce en las trayectorias del grafo lo que llama un rudi-


mento del recorrido subjetivo, es por una razón muy precisa y ya mani-
fiesta en esta etapa elemental: hay exclusión de ciertos elementos, no
se puede llegar a una punta a partir de cualquier otra, hay exclusión
de significante. Y por esa razón define el sujeto como una función que
está suspendida a lo que llama "alguna ausencia". Esta presentación
partitiva,l "alguna ausencia", es bastante sorprendente, no dice sus-
pendida a una ausencia sino a alguna ausencia. Hay ausencia.

Ausencin

Profiere aquello para llegar a lo que trata de logral, a sabe1, dar


cuenta del automatismo de repetición y, aunque no veamos una cone-
xión evidente entre aquello y la proposición precedente, obviamente
tiene que ver: dado que el sujeto tal como 1o define está suspendido a
alguna ausencia, está obligado a repetir ese contorno, esa exclusión, la
exclusión de esa zona significante a la que no tiene acceso. Dicho de
otra forma: hay inaccesible.
Es bastante sorprendente ver que 1o que para él constituye una sub-
jetividad primordial, aquí esbozad4 1o que tiene un valor constituyen-
te para una subjetividad primordial es la correlación con un hecho de
ausencia, correlación que tiene como consecuencia, si se puede deciq,
que haya repetición. Si pensamos en ello, es una presentación que pare-
ce abstracta, pero que procede de un dato freudiano básico, a saber,
que el sujeto freudiano tiene en la represión una posibilidad, que es el
sujeto de la represión. Es 1o que Lacan traduce, me parece/ con su " algu-
na ausencia", eue traduce en el fondo en términos significantes. Lacan
traduce la represión por su "algana ausencia", porque considera que la
estructura del lenguaje le da su estatuto al inconsciente.
Se nota que para la investigación cognitivista es importante buscar
el lugar cerebral de la represión, donde se encontrarían inscriptas las
huellas inaccesibles a la conciencia y que permitirían, según los cog-

1. E1 articulo partitivo, du, de l' o de la se usa en francés junto con sustantivos inconta-
bles, por ejemplo, en "il y a de l'absence" , "hay ausencia" , o " aqtúhay alguna ausencia".
[N. de T.l

198
DETERMINACIÓN Y CONTINGENCIA

nitivistas, justificar la perspectiva, si se puede deci¡. fisicalista -ya que


Freud fue el primero en separar el pensamiento de la conciencia-. Por
lo tanto, en la represión aquí se juega algo esencial tanto para la cons-
trucción de Lacan como para la investigación cognitivista, dado que
toma Freud al pie de la letra, lo que nos puede parecer ingenuo.
Para Lacan lahazaña consiste en llamar "sujeto" a cierto recorrido
del grafo, ya que obviamente asignarle a una función que no se parece
en nada a la conciencia de sí el término "stJjeto" le permitió engañar a
todos desde hace cincuenta años. En el fondo, parte de Ia insurrección
contra el cognitivismo se hace en nombre del sujeto, pero encuentra
en realidad su sustancia en la conciencia de sí. Se hace en nombre del
sujeto y de lo que sería su libertad y su autonomía, valores que están
completamente ausentes de su definición lacaniana. Noté ese desplaza-
miento, si 1o puedo confesa¡, en los mejores, porque el término de sujeto
en sí mismo lleva a estos valores de autonomía y de libertad que no
tienen nada que ver con el funcionamiento que Lacan llama "sujeto".
Bautiza "sujeto" el funcionamiento de una sintaxis, el funciona-
miento de una combinatoria y una sintaxis engendrada por el material
significante. El sujeto, para Lacary emerge a medida que se desprende
de lo que llama la realidad, pero también, en este texto, 1o real, lo real
bruto de los (+) y los (-), tirados al azar, una determinación significante.
Elige definir el sujeto con ese recorrido en exclusióry es decig con un
cierto modo de disparidad aportada por el significante. Y saben que
pensó usar el término disparidad respecto de la transferencia, acerca
de la cual hablaba de disparidad subjetiva. Digamos que el sujeto es de
entrada una disparidad y que su concepto tiene que ver con la ausen-
cia, con contornear una zona que yo calificaba de prohibida, es decig,
un agujero, que podemos también tratar como un residuo; y de hecho
Lacan lo llama en estos términos, el caput mortuum del significante. El
caput mortuum es el residuo de una operación alquímica. Y en el fondo
ya están aquí los términos en los cuales continuará desplazándose su
teoría del sujeto, hasta el punto en que reconocerá el sentido más pro-
fundo de esta ausencia en la ausencia de la relación sexual.
¿Hacia qué práctica del psicoanálisis nos abre, sin embargo, este
apólogo? Abre a una práctica que clasifica los fenómenos imaginarios
como impregnaciones, datos inertes que hay que distinguir de lo sim-
bólico de la experiencia. Fue la gran lección práctica de Lacan: para el

199
IACQUES-ALAIN MILLER

sujeto la realidad se establece en 1o simbólico y el psicoanálisis opera


por la vía simbólica. Es del orden de la sintaxis y del significante y,
como él se expresa, es la ley propia de la cadena significante, su algorit-
mo, que gobierna lo que llama los efectos psicoanalíticos determinantes
para el sujeto. Y enumera lo que en su seminario desanudó metódi-
camente: forclusióry represiór¡ denegación -Verwerfung, Verdrcingung,
Verneinung- como los efectos psicoanalíticos determinantes, y siguen
el desplazamiento significante. En efecto, la historia de "La carta roba-
da" tiene como objetivo mostrar cómo los desplazamientos de la carta
modifican la posición de quien la posee. La posición de la carta modifi-
ca la posición de quien la posee. El tenerla en su posesión tiene efectos
notables, así como correlativamente, el no tenerla. "La carta robada",
que encantó generaciones enteras, es la historia de un significante que
se desplaza, y muestra cómo el sujeto como tal recibe su determinación
de ese significante.
El término forcluido, o excluido, de toda esta construcción es preci-
samente el término de contingencia. La hazaña consiste por lo contrario
en mostrar punto por punto una determinación. La contingencia solo
existe a nivel previo de la tirada al azar. Ahí podemos decir que hay
contingencia ya que no se puede saber si después de que toque cara, la
moneda alavez siguiente será cara o cftJz. Solo se sabe que no cesará
de escribirse para siempre, o que no cesará de no escribirse, en refe-
rencia a 1o que hemos anotado. A este nivel de la contingencia, no hay
sujeto según quiere demostrar aquí Lacan. Solo hay sujeto cuando la
sintaxis comenzó y a medida que esta sintaxis define las determinacio-
nes que van opacificándose hasta que ya no se sepa cuáles son las vías
de la determinación, 1o que no quiere decir que no existe más.
En cierto modo, está aquí en reduccióry aunque en forma esta vez
convincente, esta postulación del cognitivismo que dice que pese a
que no sepamos aún como pasar de las bases neuronales a las cimas
del pensamiento, existe, sin embargo, una vía de determinación- Por
este motivo Lacan puede decir que, al final, una carta siempre llega
a su destino. Ya 1o expliqué de muchas maneras pero aquí 1o explico
de forma más sencilla a través de mis anteojos cognitivistas. Una carta
siempre llega a su destino precisamente porque viene determinada por
una sintaxis, esto es, su destino no es un sujeto, su destino es otra carta,
o lo que es 1o mismo: un significante representa al sujeto para otro sig-

200
DETERMINACIÓN Y CONTII§GENCIA

nificante. Que una carta llega siempre a su destino quiere decir que una
carta viene determinada por un algoritmo y, por lo tanto, si patina o
parece no llegar a su destino no es más que una interposición imagina-
ria o un hecho de inercia. Se podría incluso decir que siempre llegó ya
a su destino en función del algoritmo que la determina.
Entonces, lo que Lacan llamó el Otro, es el lugar de estas combi-
naciones, es el lugar de la combinatoria, y es el de la determinación
significante, que siempre va estrechándose sobre un esquematismo
elemental del que carece por completo el cognitivismo, el cual tiene
que movilizar mucha retórica para hacer prevalecer su punto de vista
mientras que Lacan fue reduciendo la retóric a pata concentrarse cada
vez más en fórmulas de tipo matemático que llegaron a su punto cul:
minante ertDe un Otro al otro.En todo caso, Lacan llamó Otro al lugar
de estas combinaciones, de esta combinatoria, de estas determinacio-
nes significantes, lo que nos deja entender: un sujeto vacío, un sujeto
que recibió esta sigla S tachado, que 1o convierte en un ser ambiguo,
un sujeto en relación con la cadena significante ya que es el símbolo
mismo del significante que sirve para designarlo pero a lavez modifi-
cado, modalizado por la barra que al mismo tiempo lo exceptúa.

8/A
En el fondo, si quisiéramos traducir el cognitivismo en estos tér-
minos, diríamos que pone en función un Otro que está adentro del
organismo y lo llama el cerebro. El cerebro ocupa el lugar del Otro,
es el lugar de una combinatoria cuyo desciframiento está suspendido,
en el que los elementos son neuronales, esto, en la versión digamos
mainstream del cognitivismo. Seamos precisos, ya que existen versiones
distintas o rebajadas, por ejemplo, la versión de Roger Penrose. Es un
verdadero científico, pero fuera de su campo de estricta especialidad
produjo obras, más populares, aunque resulten todavía bastante com-
plejas. Publicó por ejemplo hace algunos años un tratado extraordina-
rio sobre las leyes del universo. Su idea es que el funcionamiento cere-
bral no obedece a la física matemática clásica sino a la física cuántica.
La interpretación de cierta cantidad de hechos 1o llevó a pensar que
los elementos fundamentales no son las neuronas sino otros elementos.
Primero estoy intentando adentrarme un poco más en esto y enten-

207
JACQUES-ALAIN MILLER

derlo lo suficiente como para luego comunicárselos, no es que tema


consecuencias desastrosas sobre investigaciones acerca del cerebro que
estarían llevando a cabo, sino por el valor que le otorgo a la exactitud.
Pero en firy en la versión mainstream los elementos son neuronas y se
nos evoca una arquitectura que es del orden de la determinación opaca,
opacificada, pero asegurándonos que se la puede conectar con esta
determinación elemental, estas famosas correspondencias, que tratan de
poner de relieve aquí o allá. Entonces, si partimos de esta base, vemos
de qué manera el cognitivismo es llevado a hablar de cultura. Una vez
planteado aquello, se vuelve claro que el cognitivismo es llevado a ha-
blar de cultura como siendo ese mismo Otro que rescató dentro del
organismo individual, colocándolo afuera del mismo, es deci1, empieza
por hacer del cerebro el Otro de adentro, por así decirlo, y luego postula
también este Otro por fuera, de estructura parecida, salvo por la memo-
ria que está depositada en é1, por la acumulación milenaria pensada
como la masa que espera el organismo individual al nacer.

Unas zteces sí y otras no

Claramente aquí todavía no estamos en lo real propio del incons-


ciente que Lacan buscaba al final de su enseñanza. O no hay ningún
real en funcióry si hablamos de lo real de la contingencia de la tirada al
azar, o se considera 1o real de la sintaxis, 1o real de la estructura del len-
guaje. Pero en este caso no es un real propio del inconsciente. La estruc-
tura del lenguaje le confiere su estatuto al inconsciente, sin embargo, no
produce un real que sea propio del inconsciente ya que la lingüística,
la antropología y las humanidades también toman allí su referencia y
explotan este real del lenguaje. El único real propio del inconsciente se
encuentra esbozado en la ausencia, en lo que hace agujero, en el residuo
de toda explicación.
Lo que marca el principio del fin de la enseñanza de Lacan es el aban-
dono de la categoría de la determinación como brújula de la práctica
analítica en beneficio de la categoría de la contingencia. En su última
enseñanza, Lacan no utiliza la palabra determinación sino que pone de
relieve la de necesidad, cuyo principal mérito es aislar un imposible, es
deci¡, algo que no se puede inscribir en una sintaxis. ¿Dónde está la sin-

202
DETERMINACIÓN Y CONTINGENCIA

taxis, el algoritmo, cuando se trata de los dichos de un analizante? Nadie


cuenta con este algoritmo, por lo que la pregunta con la que se tropieza
Lacan y que inicia su última enseñanza es la siguiente: ¿Cómo se puede
demostrar en psicoanálisis el imposible a partir de 1os dichos del pacien-
te? Y responde: la contingencia puede demostrar la imposibilidad.
La contingencia es unas veces sí y otras no, califica un término con
eclipse, sin 1ey. Por esa razón en Lacan la imposibilidad de la relación
sexual está estrictamente relacionada con la emergencia del amo¡, la
emergencia contingente del amor. Lo que hace necesario que le dé una
densidad no imaginaria y no simbólica al amor es que precisa de un
término capaz de poner en función la contingencia en una demostra-
ción de imposibilidad. Lacan percibió los límites, en psicoanálisis, de la
determinacióru de la ley, de la combinatoria, seguramente a partir del
cientificismo de Lévi-Strauss, a partir del momento en que Lévi-Strauss
encontró una armonía preestablecida entre el pensamiento y el mundo
tal como la expresa en El pensamiento salaaje, a partir del momento en
que formula la idea de una correlacióry de una homología entre el cere-
bro y el mundo.
Me parece que eso llevó Lacan a cambiar de dirección. Obviamente
además de esta causalidad externa que estoy planteando habría que
referirse a lo que ocurría en el propio movimiento de su enseñanza.
Este brusco viraje es patente en la primera lección de El seminario. Libro
11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoantílisis, ya lo comenté pero
no con mis anteojos cognitivistas. Lacan percibe los límites de un punto
de vista que objetiva el inconsciente en una combinatoria. Dice que el
modelo de la lingüística es el juego combinatorio que opera solo, de
manera presubjetiva, o que nos lleva inevitablemente a pensar en lo
que é1 mismo desarrolló con "La carta robada", ql)e tenía la ventaja de
poder acreditar el inconsciente en tanto algo objetivable, palabra que
pronunció. Se separa así de un inconsciente propiamente dicho freudia-
no: el inconsciente freudiano es otra cosa, dice.
Este mismo movimiento lo llevará más tarde a decir: "El inconscien-
te da testimonio de un real que le es propio". Aparece aquí este esfuer-
zo por acercarse a lo más propio del psicoanálisis, a lo que tiene de
único, vaciando, exterminando a veces, limpiándolo de sus adherencias
a otros discursos, a otras disciplinas y concepciones. Por este motivo
vale la pena hoy medirnos con la concepción cognitivista. Lacan renun-

203
}ACQUES-ALAIN MILLER

cia, como ya lo dije, en otras ocasiones, a Ia referencia a la ley, central en


esta construcción gráfica, a favor de una referencia a la causa pero una
causa que ya es el esbozo de lo que llamará más tarde la contingencia,
aunque sea con su fórmula: "la causa se distingue de lo que hay de
determinante en una cadena". Retoma este término al que ya dedicó
varias clases en El seminario. Libro 10: La angusf¡a. Considera la causa
como distinta de la determinación significante de la cadena porque la
determinación simbólica obedece a una ley e implic4 por lo tanto, que
no hay solución de continuidad.
Vemos claramente que intentó introducir de todas las maneras posi-
bles un elemento de ausencia en la determinación gráhca -lo señalé
hace un rato- pero en el fondo es una regularidad. En su demostración
de "La carta robada", todo se basa en el hecho de que el contorno de
la ausencia es regular y, si hay significantes excluidos, sabemos cuáles
mientras que vincula el término de causa con el de agujero y con algo
que vacila en el agujero. Está aquí más cerca de lo que Freud llamó lo
reprimido. Ese mismo término freudiano polarizala reflexión de Lacan
en "La carta robada" y primera clase de El seminario. Libro 11.Lo
"nesa
reprimido implica siempre la búsqueda de términos en modo negativo:
lo no realizado, lo no nato, para calificar lo que podría ser llamado de
manera menos exacta lo virtual, la realidad virtual. Pese a que resulta
difícil delimitar aquí el estatuto de lo reprimido, este primer capítulo se
volvió un hito, pero lo que se recuerda sobre todo es que 1o reprimido
aparece bajo la forma de un obstáculo en la continuidad: fallo, fisura,
tropiezo, hallazgo en los que hgura la palabra agujero.
Por lo tanto, aquí la orientación es doble. Por un lado, el hallazgo
siempre resulta ser un reencontral, es deci¡, que hay efectivamente
repetición. Pero, por el otro lado, se puede decir que el término encon-
trado o reencontrado no es estable y que siempre está a punto de volver
a desaparecer. Es palpable que, ya en esta primera clase del Seminario
11,Lacan describe e1 funcionamiento que logificará en su escrito "Posi-
ción del inconsciente" y que traerá solo hacia el final de su seminario
con sus clases sobre alienación y separación. Pero lo intenta presentar
de entrada en esta primera clase. Postula, por un lado, la reiterada exi-
gencia de la determinacióry de la necesidad, de la repetición, pero, por
otro lado, la orientación acentuada hacia la discontinuidad, lo evasivo
y, digamos aunque la palabra no esté, hacia la contingencia.

204
DETERMINACIÓN Y CONITINGENCIA

Le permite a Lacan instalal, allí mismo donde más tarde reconocerá


la ausencia de relación sexual como principio de la contingencia ana-
lítica, de la contingencia del inconsciente, el sujeto como indetermina-
do. A partir del Seminario 11,\a indeterminación -aquí la negación está
afirmada- del sujeto le resultará indispensable en su enseñanza para
fundamentar el sujeto del inconsciente.
Partió de un sujeto de la determinación sintáctica y tuvo que sus-
tituirlo por el sujeto como indeterminado para encajar con los datos
elementales de la experiencia. El sujeto siguió siendo para Lacan el
nombre de lo real durante mucho tiempo. Este sujeto se cuenta en la
combinatoriay, alavez, se sustrae a ella porque solo le hace función de
falta, como se expresa Lacan, es un sujeto ambiguo y así y todo Lacan
retoma y trata esta ambigüedad hasta el momento en que, en su últi-
ma enseñanza, abandona el término de sujeto o, en cualquier caso, lo
subordina al de ser hablante, 1o que va de la mano con una desvaloriza-
ción de lo simbólico y de la sintaxis.
Coloca en un lugar eminente la sintaxis, la semántica, una semánti-
ca muy suya en la que justamente el significado no está determinado.
Desde el principio Lacan buscaba demostrar que el significado está
determinado por el significante, en eso consiste el texto "La instancia
de la letra". Por el contrario, en su última enseñanza, lo importante
en la experiencia analítica no es que el significado esté determinado
sino el hecho de que el sentido se fugue. La fuga del sentido -no creo
haberlo percibido tan claramente cuando la traté- es un punto de vista
que supera el de la determinación del significado por el significante.
El sentido en tanto fugado se conecta directamente con e1 agujero. Ya
no hay pertenencia esencial entre el significado y el significante o, en
todo caso, esta cuenta menos que la pertenencia entre el sentido y el
agujero.
A partir de eso el sentido puede decirse siempre rebajado hacia tone-
les, como se expresa Lacan, más fútil uno que el otro si se los compara
con el agujero esencial caracterizado como propio del inconsciente. A
la desvalorización de lo simbólico se suma entonces la de la ciencia, de
la que Lacan dice que es fútil ya que tapa todos los agujeros. Se nota el
valor eminente que le da a ese término, a ese agujero de alguna forma
absoluto, que no es el agujero de tal o cual contenido, de tal o cual
significante. Es en tanto la ciencia tapa todos los agujeros que no tiene

205
IACQUES-ALAIN MILLER

ningún tipo de sentido, 1o cual pone de relieve lo que yo llamaba Ia


pertenencia esencial entre el sentido y el agujero.
¿A qué término agarrarse si el significante y Ia sintaxis solo son tone-
les fútiles, si aparecen como reclasificaciones fútiles, por así decir, en
comparación con el agujero esencial? La materialidad que Lacan encon-
tró entonces fue ante todo la del síntoma. Construyó en su última ense-
ñanzael síntoma en tanto sería la materialidad propia del inconsciente,
en tanto lo que le da al inconsciente su estatuto. Se trata menos de la
estructura del lenguaje que del síntoma y, precisamente, no del síntoma
articulado, como al principio, a la estructura del lenguaje, sino el sínto-
ma como acontecimiento de cuerpo. ¿Por qué esta elección? ¿Por qué
no un acontecimiento de pensamiento? Porque el acontecimiento de
cuerpo construye el síntoma en tanto materialidad verdadera en la que
el inconsciente se vuelve manifiesto.
Así es como puede reinventar a Sócrates en tanto hubiera anticipa-
do el análisis, en tanto estaba fascinado con el síntoma, fascinado, dice
Lacan, con el síntoma en sí solo. Esta orientación hacia lo real, hacia un
real distinto de todo 1o que había aislado antes, hace caer la verdad en
tanto tal, el estatuto de la verdad, en Ia mentira, en la medida en que
no hay verdad sobre lo real: no se puede decir nada verdadero de lo
real. Por lo tanto, en el final del análisis se descarta toda idea de expan-
sión combinatoria, toda idea de demostración propiamente dicha, toda
demostración de satisfacción. Mejor hablar -y ese término prevaleció-
de un testimonio de satisfacción que el analizante se da después del
recorrido en el que experimentó el "hay ausencia".
Bueno, trataré de tener leídos más autores cognitivistas para la
semana que viene.
Atr, según parece hay vacaciones, así que nos veremos el 12 de
rr.arzo,lo que me deja tiempo, espero, para leer una pequeña biblioteca.

73 de febrero de 2008

206
XI
El psico análisis líquido

Voy a dedicarme hoy a unas reflexiones sobre el psicoanálisis, aque-


llas que me surgieron en tanto practicante que se interroga sobre su
práctica efectiva, reflexiones realistas de alguna forma. Digo reflexio-
nes sobre el psicoanálisis, aunque seguramente sería mejor decir en el
psicoanálisis, pues estas reflexiones no me surgen de una posición exte-
rior, trascendente, sino de una posición de inclusión en el psicoanálisis,
e incluso, si me permiten esa palabra, de inmanencia. Un psicoanalista
reside en el psicoanálisis, está contenido en é1, desde una posición de
inmanencia, ya que es la palabra que se me ocurrió y hoy decidí decir
solamente lo que me viene por asociación libre. Quiero decir que estoy
inmerso en é1. Seguramente sea una imagen: estar inmerso en el psicoa-
nálisis, sumergido en el psicoanálisis como en un líquido.

Lo líquido v la estructura

Y ya que me surgió esta imagen, me dio la ocasión de decirme que


hoy en día el psicoanálisis se volvió efectivamente líquido, lo que
puede dar a pensar, por asociación libre, que también está liquidado.
Pero justamente me detengo antes, digo líquido y veo muchos ejemplos
de ello. Es un adjetivo que usó el sociólogoZygmunt Bauman, si no me
equivoco, para calificar la sociedad de hoy, la civilización actual. Me
imagino que será por 1o que se manifiesta como una movilidad de los
ideales, como las transformaciones tecnológicas cadavez más acelera-

207
JACQUES-ALAIN MILLER

das, como una volatilización de los límites, de las fronteras, lo que es


un modo de designar la emergencia y los efectos de lo que llamamos
la globalizacióry palabra que en definitiva designa más que nada un
fenómeno de comunicacióry que tiende a la unificación de Ia informa-
ción, y que quizá se nos presenta primero por su fase, su aspecto de
desestructuración.
Porque también hay una desestructuración der psicoanálisis, de un
psicoanálisis que había encontrado con Lacan el recurso del estructura-
lismo y del que podemos deci¡, si confiamos en la imagery que tiende
a volverse un psicoanálisis líquido, en todo caso, es el hilo qr" ," ..ru
ocurrió seguir: cómo el psicoanálisis se volvió líquido y cómo Io prac-
ticamos hoy bajo una forma que ya no es, dicho muy simplemente, el
psicoanálisis sólido de la época de la estructura. por eso los recursos
que encontramos en la historia del psicoanálisis, en los casos princeps
de Freud, en sus construcciones teóricas, en las épocas de la enseñanza
de Lacan, están de algún modo hoy teñidos de cierta nostalgia. Lo rela-
ciono con el estado líquido del psicoanálisis actual.
No pretendo que sea más que imagen, asíme viene. Voy a seguirle el
hilo a la metáfora para intentar ser auténtico. Respecto deípsicÁnálisis
y de las curas analíticas, seguirle el hilo a ra metáfora implica adoptar
la experiencia analítica de aquellos que se dedican a é1, a partir de la
imagen de lo fluido, de lo que no es sólido, de lo que fluye, de lo que
escapa, de lo inalcanzable. Por otra parte, las modulaciones, los tempe-
ramentos que fueron aplicados a la noción del final del análisis, como
el pase, contribuyen a esta fluidificación. Ar hablar del final del ar-rálisis
hoy, lamentamos que no tenga las aristas que aún tenía antaño.
De alli a veces, la incertidumbre que parece hoy en día sacudir la
seguridad que representaba para muchos, aquí como en otros lugares,
el hecho de seguir el camino que Lacan había abierto. Fluido también
califica un cuerpo que se deforma bajo la acción de fuerzas mínimas. y
esto nos evoca fatalmente aquello a lo que Lacan recurrió en su ultimí-
sima enseñanza, asabel el nudo, que promovió, ampliamente en vano,
al rango de referencia del psicoanálisis. Argunos tratan de desarrollar
esto pero no creo exagerar al decir que estos intentos no cuentan con
el consentimiento de la comunidad informar de los practicantes. Esta
referencia tar vez solo era una metáfor a, y el psicoanálisis nodal gana-
ría quizás al volver a ser ubicado a partir de lo que yo llamaba el psi-

208
EL PSICOANÁLISIS LÍQUIDO

coanálisis líquido. El psicoanálisis nodal que propone Lacan al final de


su camino estudia deformaciones que responden en efecto a la acción
de una fuerza mínima, una fuerza totalmente concentrada, no veo otra
manera de decirlo: en la acción de tirar unas cuerdas.
¿Cómo llegamos a esto, en qué caminos seguimos a Lacan como para
centrase en esta acción de tirar cuerdas y proponer esta acción como
referente para el psicoanálisis? Ahí se los cuento de manera incoativa,
emergente, apenas estructurada. ¿Cómo, partiendo del psicoanálisis, se
llega a centrarse en la acción de tirar cuerdas? Se lo hace para llevar
ciertas figuras a un cambio de aspecto inmediatamente constatable, es
decir, visual. Hacia eso tienden las demostraciones y las mostraciones
de Lacan en el pizarrón. Estos cambios de aspecto introducen en gene-
ral siempre el mismo problema: ¿esos aspectos nodales diferentes res-
ponden o no al mismo nudo? En el fondo Lacan concluye su enseñanza
interrogando, de manera apasionada, esta reducción posible.
¿Qué sería ese mismo nudo con distintos aspectos? ¿Por qué el psi-
coanálisis, su práctica y su reflexión acerca del psicoanálisis lo llevaron
a ello? Lo que definiría a la mismidad de un nudo sería el hecho de que
puede ser identificable por su estructura matemática, con la que por
otra parte Lacan mantuvo su distancia. No la explicitó nunca realmente
pero la conservó, me parece, como referencia, y conlleva la noción de
este nudo único más allá de cualquier cambio de aspecto. Dicho de otro
modo, exploró repetidamente el clivaje entre estructura y aspecto. Y se
empeñó en mostrar en qué sentido una multiplicidad de aspectos podía
estar relacionada con una unidad, con Ia unicidad de un mismo objeto.

X_X_X-X-X

\V/
o
Esta multiplicidad de aspectos es una multiplicidad cuyos elemen-
tos, tomados visualmente, pasan los unos tras los otros, sin solución de
continuidad. Tiramos, tironeamos, y se presenta de otra manera. Cabe

209
IACQUES-ALAIN MILLER

preguntarnos si lo que se manipuló sigue siendo lo mismo cuando se


presenta en una diversidad de estados. Para seguir con la imagen que
me llevó aqui diría que esta multiplicidad manifiesta un modo líquido,
mientras que la estructura nodal atañe al modo sólido. por eso, en el
contexto en el que lo estoy inscribiendo, yo definiría así este extraño
nudo que Lacan trajo en el psicoanálisis: el nudo permite pensar lo que
subsiste de la estructura que responde al estado líquido del psicoaná-
lisis, el nudo nos presenta una articulación -para emplear un término
estructuralista- entre lo líquido y lo que subsiste de estructura.
Tratemos de encarnar Ia intuición que nos lleva a hablar der psicoa-
nálisis líquido. ¿Con qué tiene que ver aquí el líquido, dónde se inscribe
exactamente? Se habla de "dinero líquido", por ejemplo. Se supone que
el psicoanalista lacaniano tiene una preferencia por el efectivo. Cuan-
do el consumidor de psicoanálisis propone pagar con cheque, siempre
señala un poco de transferencia negativa, lo constaté. y a medida que
la transferencia se vuelve positiva, el paciente propone comprar sus
cheques de vuelta, por eso no hay que ir a cobrarlos inmediatamente.
Quedan como el testimonio de una resistencia a lo líquido. Entonces, el
efectivo fliquide) se llama así porque pasa de mano en mano, sin dejar
huellas, sin inscribirse en escrituras, y escapando a las estructuras que
de otro modo lo capturan.

Niael de lalengua

Pero no es en ese sentido que hablamos de psicoanálisis líquido. Es


más bien la palabra misma la que merece esta adjetivación, ra palabra
es líquida. Freud abrió la puerta al decir simplemente que invita al
paciente a decir lo que quiera. Pero ¿la palabra ',quercr,,está aquí en
su lugar?, puesto que se trata más bien de querer sustraer la palabra al
querer. se trata de decir lo que se les ocurre, sin tener en cuenta lo con-
veniente, la verdad como exactitud, es decir, se trata de que la palabra
permita una referencia precisa sin que uno tenga que aprobar lo que
está diciendo, etc.
Es 1o que se recogió bajo el vocablo de la asociación libre y que, en
realidad, al considerarlo desde su límite, es una invitación a usar la
palabra sin exigir que sea con el objetivo de comunicar. Es una asocia-

210
EL PSICOANALISIS LÍQUIDO

ción libre de la comunicacióry liberada de la comunicación. Este modo


tan especial de la palabra evidenció lo que llamo su aspecto líquido.
Esta liquidez de la palabra tomó tiempo en afirmarse. En el análisis
mismo la palabra tarda en liberarse. Al inicio está más contenida, y su
aspecto líquido se va afirmando cada vez más a medida que se prolon-
ga más allá de los límites medianos que Freud le imponía. Formulo la
hipótesis de que este aspecto líquido lo llevó a Lacary después de veinte
años de enseñanza, a traer la noción de lalengua para diferenciarla del
lenguaje.
La palabra lenguaje llama a la palabra estructura. Lacan solo pro-
nunció este término apoyándose en el discurso, que consideraba ser
científico, de la lingüística saussureana y jakobsoniana. Lacan derivaba
la palabra a partir del lenguaje, esta se presentaba como palabra de
estructura, por así deci¡, esencialmente referible a la estructura que dis-
tingue el significante y el significado y que remite la significación a la
sustitución y a la combinación de elementos significantes. Es el punto
de Arquímedes a partir del cual Lacan levantó la obra de Freud y la
reordenó, para luego empeñarse en atacarlo al introducir otra perspec-
tiva, alzando el estatuto de lalengua de Ia que diría hoy que responde
más bien al estado líquido de 1a palabra.
Lacan introduce ese cambio, de un modo que me parece bastante
sorprendente, en su última y ultimísima enseñanza. Ocurre al final
del Seminario Aun. El concepto de lalengua está destinado a arruinar
el psicoanálisis sólido. Es un concepto que anuncia que la palabra es
del orden de la secrecióry que es un fluido lingüístico. Anuncia que
el significante solo es el producto del discurso "científico" sobre lalen-
Bua, y pongo comillas puesto que ya pasó el momento en el que podía-
mos decir que la lingüística de Saussure es la ciencia del lenguaje. La
lingüística de Saussure fue un modo de atrapar la palabra líquida. Lo
que Lacan llamó el lenguaje, siguiendo los pasos de Saussure, era una
estructura que acabó por descubrir su distancia con lalengua. Segura-
mente por esa razón prefirió el nudo, ya que el nudo-estructura y el
nudo-aspecto coinciden.
Por el contrario, y es 1o que Lacan planteó en el umbral de su últi-
ma enseñanza, no solo hay lalengua, sino también hay una necesaria
distancia entre lalengua y el lenguaje. Así hay que entender el esbozo
de cronología que presentó al decir "el lenguaje no existe en primer

27L
JACQUES.ALAIN MILLER

lugar". Solo empieza a existir una vez que intentamos saber algo sólido
en lo que respecta a 1o que es lalengua, allí elaboramos la estructura del
lenguaje, que solo es "una elucubración de saber sobre lalengua" . Esta
distancia es realmente el punto mayor a partir del cual pivoteary no
solo la teoría, sino la práctica del psicoanálisis. A partir de allí la teoría
del psicoanálisis se deshace de su legado y Lacan trata de proveerle
un sustituto con su psicoanálisis nodal. A partir de allí entramos en la
práctica contemporánea del psicoanálisis.
Al mismo tiempo, seguramente hablarán más generalmente de una
civilización en la que el Otro no existe, en la que la evidencia de la
inexistencia del Otro se hace cada vez más presente, lo que se tradu-
jo en los términos de la sociedad líquida. Y esto repercute de manera
muy directa en la práctica del análisis, en su nivel de apercepción de la
palabra del analizante, si me atrevo a decirlo. ¿A qué nivel se sitúa el
inconsciente? ¿Al nivel del lenguaje o al nivel de lalengua? ¿A nivel del
lenguaje como estructurado o a nivel de lalengua, lo que esboza, o que
implica más bien, su desestructuraciór¡ su fluidificación? Al principio
la respuesta de Lacan fue ambigua, se quedó nadando entre dos aguas,
hasta pasar del lado de lalengua, es deci¡, de lo que yo llamaba la pala-
bra líquida.
En un primer momento: el inconsciente está al nivel del lenguaje,
en tanto estructura, es decir, el inconsciente se estructura como un len-
gtaje, y en particular se estructura en la oposición del significante y
del significado. A este nivel Lacan reformuló las grandes estructuras
clínicas de la psiquiatría clásica y de los primeros tiempos de la elabo-
ración freudiana. A ese nivel le debemos lo que en la clínica sigue orien-
tándonos como estructura. Pero allí hay que renovar la vigencia de lo
que Freud mismo decía del inconsciente, es solo una hipótesis. A 1o que
Lacan agrega que es en tanto estructura que el inconsciente es hipoté-
tico, solo es hipotético en relación con lalengun. En ese sentido, el psi-
coanálisis no es newtoniano: está obligado a fingir esta hipótesis. En el
psicoanálisis nos vemos obligados a fingir una hipótesis sobre la cohe-
rencia, Ia conjunción y la conjugación de los aspectos -¿Cómo decirlo
de la manera más simple y más cercana?- de la práctica. El inconscien-
te es una construcción. Cualquier control está allí para demostrarlo.
En su práctica, un analista solo tiene que vérselas con el inconsciente
como una construcción que trata de edificar, de verifical, de corregir,

212
EL PSICOANÁLISIS LÍQUIDO

sin sacarla del registro de la hipótesis. Y cuando este analista entrega su


trabajo a un colega en e1 marco del control, entrega una hipótesis, que
se presta a discusión, a corrección. Es decir que el inconsciente es una
construcción del lado de la práctica del analista. No sé cómo ser más
realista: así ocurre, solo 1o conseguimos en estas condiciones.
En un segundo momento: el inconsciente al nivel de lalengua. Para
tratar de seguir siendo realista, o auténtico, diré que esto está del lado
del analizante, en el sentido en que "el inconsciente es un saber hacer
con al en gua" . E sto califica la práctica del analizante, justamente en tanto
I

escapa a 1o que enuncia. Y no se le escapa como un mensaje a descifrar,


en cuyo caso, queda incluido en el enunciado. Si tomamos en serio que
esto se le escapa, hay que decir con Lacan que esto califica afectos, en
los que incluyo también lo que llamará más tarde acontecimientos de
cuerpo, que siguen siendo enigmáticos, y que hay que relacionar con
Ia presencia de lalengua. Hay allí una distancia entre lo que el sujeto es
capaz de enunciar y esos afectos encerrados en su enigma. Por lo menos
así entiendo lo que Lacan formuló en los términos siguientes: "Los efec-
tos de lalengua van mucho más allá de todo 1o que el ser que habla es
susceptible de enunciar". Esta frase abre un campo no señalizado por
la estructura del lenguaje. No dice que 1o que el sujeto es susceptible de
enunciar nos permite alcanzar todos los efectos de lalengua, sino por el
contrario que lo que se enuncia no nos permite alcanzar todos sus efec-
tos. Añadiría incluso que lo que se enuncia, aunque sea descifrado por
el analista, no nos permite alcanzar todos los efectos de lalengua.
Y por lo tanto, aunque se impute aquí a la palabra lo que incumbe a
esos afectos, de todos modos son rechazados fuera del reino del enun-
ciado. Me parece que Lacan les dará a esos afectos su pleno desarrollo,
les dará su esencia, su Wesen, en el sentido en que Heidegger emplea
el término, cuando más tarde implicará a los acontecimientos de cuer-
po.Wesen, para Heidegger, quiere decir plena esencia, irradiación de la
esencia, según subraya el traductor del curso recientemente publicado.
Antaño acentué esta expresióry que luego tuvo éxito. Después de todo
Lacan solo 1a pronunció una vez, pero indicando una dirección esen-
cial, me parece. Soy conducido lo más cerca posible de aquello en 1o que
estoy inmerso, a saber diferenciar las formaciones del inconsciente y los
acontecimientos de cuerpo.

213
JACQUES-ALAIN MILLER

La clínica acontecimiento

Cuando limitamos el concepto de inconsciente a Io que el ser que


habla es susceptible de enuncia4 cuando decimos qr" inconsciente
"l nos permite
atañe a lo que el sujeto enuncia, digamos para ir rápido que
aislar sus formaciones, lo que Lacan reunió como las formaciones del
inconsciente, es decir lo que Freud descubrió en sus primeras obras: La
interpretación de los sueños, psicopatología de la aida cotidiana, El chiste y su
relación con el inconsciente, en las que la función del desciframiento del
significante está en evidencia, por lo menos ahora que Lacan nos ense,
ñó a leerlo según la estructura saussureana. pero el inconsciente, si se lo
amplía a los afectos enigmáticos, incluye los acontecimientos de cuerpo,
cuando nada demuestra que tengan la misma estructura que lo que lla-
mamos las formaciones del inconsciente. Formación del inconsciente es
una categoría del psicoanálisis sólido, por así decir. El grafo de Lacan está
hecho para dar cuenta de las formaciones del inconsci,ente, con el funda-
mento de que existe el otro, es decir con el fundamento de que la hipóte-
sis es una tesis. El otro, es decir el lugar de las estructuras, las pongo en
plural ya que pueden extenderse a todo lo que el otro llama la sociedad,
la historia o la civilizacióry pero también se puede decir el lugar de la
estructura si se las relaciona todas con la estructura del lenguaje.
Las formaciones del inconsciente también es una categoría que
supone que existe laLey, en relación con la cual el deseo se presen_
ta como autónomo, estando claro que puede demostrarse que la ley
misma encuentra sus orígenes en el deseo.
¿Cómo opera el desciframiento de las formaciones del inconsciente?
Con los acontecimientos de cuerpo, se trata de entidades que tienen
sentido de goce, lo cual es totalmente distinto del sentido de deseo, a
pesar de la correlación de las fórmulas. Cuando se trata de sentido d.e
deseo, hay comunicacióry y vemos cómo el significante que le falta a la
palabra del analizante puede ser aportado por la del analista bajo las
especies de la interpretación. Hay comunicación cuando hay sentido de
deseo, mientras que cuando hay sentido de goce hay satisfacción. No
comunicación sino satisfacción. La distinción entre la comunicación y
la satisfacción recubre aquí la distinción del lenguaje y de lalengua.
Esto tuvo una traducción teórica a la cual re seguimos evidentemen-
te respondiendo. Practicamos la traducción teórica de las formaciones

214
EL PSICOANÁLISIS LÍQUIDO

del inconsciente y del sentido de deseo como psicoanálisis del sujeto,


ligados al lenguaje, a su estructura, al inconsciente como estructura de
lenguaje. En este ordery el fin de análisis es la resolución del enigma del
deseo, es la emergencia de lo que quiere decir el deseo, recubierto en las
formaciones del inconsciente y alavez desvelado por estas. El psicoa-
nálisis del sujeto, como lo llamo aqui está seguramente en evidencia
al comienzo del análisis y por hipótesis en su fin. Pero en el transcurso
del análisis nos las tenemos que ver con el nivel de lalengua y de los
afectos singulares que engendra en el cuerpo. El final que esboza no es
del orden de la solución, sino más bien del orden de una nueva satis-
facción. En el transcurso del análisis, impone su presencia la conexión
del sujeto y del cuerpo en la medida en que este es el lugar del goce.
Evidentemente, los dos se articulary si admitimos, como lo hace Lacan
en su último texto escrito, que "el espejismo de la verdad no tiene otro
término que la satisfacción que marca el final de análisis".
Es un cortocircuito que promete que el comienzo que se ordena al
psicoanálisis del sujeto encuentra como en diagonal su final en el psicoa-
nálisis del ser hablante, por así decir; que la pregunta sobre el sentido
de deseo y la verdad encuentra su respuesta en la satisfaccióry lo que
supone que los reflejos de la verdad se hayan apagado, que el espejismo
se haya volatilizado. Digo diagonal porque en uno de sus seminarios
Lacan describe el final del análisis bajo las especies de una diagonal.
Seguramente habría que introducir aquí una tripartición de la expe-
riencia analítica, que comienza pu la verdad y el deseo, del lado de la
estructura, que concluye en la satisfacción, y entre las dos, está lo que
pasa, y que eventualmente hace acontecimiento. Cuando Lacan dice
del síntoma que es un acontecimiento de cuerpo, lo dice exactamente
en la frase siguiente que está en su escrito "Joyce, el síntoma": "Deje-
mos el síntoma en 1o que es: un acontecimiento de cuerpo". Relegar el
síntoma al acontecimiento de cuerpo, a mi juicio, quiere decir que no es
una formación del inconsciente, y que no tiene que ver con el sujeto del
significante sino con el cuerpo concebido como un tener del hombre,
como un tener cuerpo investido de libido, por eso dice Lacan que es un
tener que vacía el ser y que es el lugar del goce.
En este sentido, y creo ser aquí tan realista como puedo serlo en
tanto practicante, propongo entender como acontecimiento de cuerPo
un acontecimiento de goce. ¿Hay acontecimientos de deseo? Segura-

215
JACQUES-ALAII{ MILLER

mente los hay, es lo que llamamos revelaciones, porque son siempre


acontecimientos de verdad, en los que estamos acostumbrados a distin-
guir un antes y un después de la emergencia.
¿Hay que entender que el acontecimiento de cuerpo está fijado de
una vez y para siempre? Hay algo de eso, sin duda. El síntoma es una
fijación de goce. Pero abre también la cuestión de saber lo que, en psi-
coanálisis, se puede desplazar del goce. Es deci¡,
¿cuáles son los aconte-
cimientos de goce que ocupan lo que llamaba el transcurso del análisis,
en los que la palabra líquida resulta capaz d,e desplazar el goce? No
podemos desconocer la distancia que separa la clínica estructura y la
clínica acontecimienfo. De hecho es en esa distancia que viene a alojarse
la práctica del control, que evocaba hace un rato. porque hay un hiato
entre la clínica estructura y la clínica acontecimienlo, porque no pode-
mos deducir el acontecimiento a partir de Ia estructura, hay lugar para
el control. Esta deducción imposible es precisamente la que le deja un
lugar a la interpretación.
En el psicoanálisis del sujeto, la interpretación juega en relación con
la verdad, pero a lo largo del análisis, no es el caso. Como lo dice Lacant,
no es porque el sentido de su interpretación tenga efectos que los ana-
listas están en lo verdadero. La interpretación se juzgapor el aconteci-
miento de goce que a la larga es capaz de engendrar. El psicoanálisis
juega en relación con lo que produce goce.
¿Este psicoanálisis está necesariamente sostenido por la idea de que
lo que trabaja para el goce es un saber? Lacan lo recalcó, es un saber
inconsciente que trabaja para el goce. pero
¿hay que mantener este con-
cepto de saber? ¿Hay que mantener el concepto de sabet sin el cual
no se sostienen las nociones de ciframiento y de desciframiento?
¿El
ejercicio del psicoanálisis tíquido no impone algo distinto? Me parece
que si la estructura adecuada al psicoanálisis líquido es el nudo, como
lo indicaba Lacan, entonces hay que relativizar, o incluso desechal, el
desciframiento y preferir el corte del redondel de cuerda, ya que, si
el psicoanálisis nodal de Lacan pone en escena ra acción de tirar para
mostrar sus aspectos, implica también otra acción, que evoqué el año
pasado, una acción quirúrgica: cortar. podría ser que el acontecimiento
de goce no tenga que ver con el desciframiento sino más bien que se
sitúe al nivel del corte, en cuyo caso, 1o que hemos llamado la sesión
corta, que Lacan yahabía evocado en el primer comienzo de su ense-

216
EL PSICOANÁLISIS LÍQUIDO

ñanza en otro contexto, podría ser 1a sesión de la era del psicoanálisis


líquido, aquel que no está ordenado por las formaciones del inconscien-
te, sino por los acontecimientos de goce. En este caso, según lo revela la
más genuina experiencia, la contingencia, aquella que califica al amo1,
también es la suerte del psicoanalista en su interpretación.
Hasta la semana que viene.

'12 de marzo de 2008

21.7
XII
La interpretación del p sico análisis

Tienen que saber que mientras hablamos del psicoanálisis, una


pluma está garabateando sobre el papel para darle el estatuto que ten-
drá en el futuro. En efecto, el Estado francés al igual que los otros Esta-
dos europeos, se preocupan por nuestro ejercicio, que por la extensión
y la influencia que alcanzó hoy, no permite que se lo deje sin regla-
mentación. Los poderes públicos colocaron eso en el orden del día hace
aproximadamente cinco años y nos expresamos en varias oportunida-
des al respecto. Dicho proceso parece estar llegando a su fin y dada la
postura, el compromiso que asumí me veo obligado a responder y a
participar en ello, lo cual me quita tiempo y atencióry y lamentablemen-
te el precio 1o pagan ustedes.
Puesto que se trata de negociaciones no publicitadas, no puedo,
pese a mi deseo, compartirlas con ustedes. Pero va de suyo que el peso
que representa quienes me vienen a escuchar aquí y en otro sitio cuenta
en la balanza, e impedirá que nuestra práctica quede confinada a un
lugar lujoso y privado, como les gustaría a algunos, para seguir pre-
sente en las instituciones públicas sin que se reniegue de su influencia
actual en el público. Pero todo esto toma tiempo y me moviliza mucho,
y no siempre puedo elegir cuánto tiempo dedicarle.

La responsabilidad del analists

Ahora biery vuelvo a la intuición que me arriesgué a expresar la


semana pasada, en frío, con tan pocas elucubraciones de saber cómo

219
JACQUES-ALAIN MILLER

era posible. El saber se elucubra. Es una designación que Ie debemos


a Lacan para poner a distancia el sabe¡, para indicar la distancia que
hay entre el saber y el hecho, con 1o que, seguramente, implica cierta
desvalorización del sabel, a la que Lacan fue conducido. Por lo tanto,
correlativamente, se le da algo de valor a la suspensión de la elucu-
bración de sabe1, o al menos, a solo introducirla paso a paso, tratando
de dosificarla de manera tal que modifique lo menos posible los datos
que se presentan. Esta intuición que les confié fue la del psicoanálisis
líquido. Una semana más tarde, me parece que me dejé llevar al traerles
eso en un impulso parecido al de la asociación libre. Aqui al evocar el
psicoanálisis como líquido, me doy cuenta de que significaba para mí
ignorar el qué dirán, e incluso, el qué harán, y al hacerlo percibí que
esto último habitualmente me limita . O, para decirlo desde otro ángulo,
habitualmente el espíritu de responsabilidad me constriñe.
¿Qué conviene? ¿Qué significa ser responsable de lo que decimos?
Es, para expresarlo de la manera más simple, ser capaz de responder
por lo que decimos, es deci1, ser capaz de afrontar Ia pregunta del Otro
acerca de lo que funda 1o dicho, acerca de lo que lo autoriza y acerca de
las consecuencias que ese dicho conlleva. En efecto, cuando se trata de
los poderes públicos, estamos obligados, se nos exige ser responsables,
responde¡, de la práctica del psicoanálisis y de aquello que autorizaríaa
algunos y no a otros a ejercerla. Y sin duda se nos exige saber exponer-
la en términos que sean aceptables para este Otro, que en efecto tiene
pode1, un poder de hecho, y también un poder legal para solicitarlo.
Pero aqui confinado a esta sala, no tengo que pensar en ese Otro. En
ese reducto no se hace presente este Otro sino aquel que forman uste-
des, a quienes me dirijo en tanto psicoanalistas, lo que es una simplifi-
cación de la diversidad de aquellos que están presentes aquí y que, tal
vezl seguramente, no sean todos psicoanalistas, pero igualmente repre-
sentan esta instancia. Pues la semana pasada, al menos al principio, me
parece que me liberé del peso de Ia censura que implica la responsabili-
dad de estar frente al cuerpo de los psicoanalistas. Cuando se habla del
modo llamado de la asociación libre, se suspende la responsabilidad
precisamente: en el reducto psicoanalítico, se invita al analizante a ser
irresponsable.
Digamos que es como si obedeciese a la siguiente fórmula: 1o digo y
no lo repito más, lo digo y sigo diciendo. Esto abre justamente a que, en

220
LA INTERPRETACIÓN DEL PSICOANÁLISIS

la experiencia analítica, el otro, el analista, repita su dicho, es deci1, 1o


cite y se lo devuelva. Repetir, citar el dicho del analizante, es de cierto
modo el grado cero de la interpretación, de hecho en ocasiones da lugar
a la parodia. ¿Cómo actuar de analista? Repitan lo que dijo su interlocu-
tor con un punto de interrogación, así no tienen que mostrar sus cartas
y el desdichado prosigue. Es una manera de actuar de analista, no se
la aconsejo, puede caer muy mal fuera de la situación analítica. La cita,
que produce 1o mismo, introduce también una diferencia. Es constitu-
tiva de lo enunciado: solo hay enunciado propiamente dicho a partir
de la cita. La cita, diría, cristalizalapalabra líquida, la solidifica en una
unidad significante y cuando es atrapada en el intercambio de palabras,
relanza lo que se llama la enunciaciór¡ es deci1, la palabra líquida.
¿Un psicoanalista tiene derecho a la irresponsabilidad cuando ense-
ña? Está claro que Ia pregunta pesa sobre aquellos que están en esta
posición y a menudo los lleva, nos lleva a protegernos detrás de los
enunciados de psicoanalistas que nos precedieron: lleva fácilmente a
refugiarse en la cit4 justamente. Pero citar no es enseñal, en e1 sentido
que Lacan le dio a este término. A la pregunta que evoco acerca de la
eventual irresponsabilidad del psicoanalista que enseña, Lacan dio una
respuesta -no solo una, sino una entre otras- que voy a buscar en la
página 815 de 7os Escritos, es una cita, aunque aproximativa: "El discur-
so del enseñante cuando se dirige a psicoanalistas no está en el derecho
de considerarse irresponsable". La palabra tiene su peso.
Esta frase estuvo presente para mí apenas empecé a acercarme
a esta posición. ¿Cómo llegué a esta posición? No llegué institucio-
nalmente. La institución -en la que consentí y aún consiento ser ins-
cripto- me prescribía enseñar acerca del psicoanálisis. Me encontré
enseñándoles a psicoanalistas porque los que vinieron fueron psicoa-
nalistas. Recuerdo muy bien mi sorpresa en aquel entonces al notar la
presencia de uno, de dos, de tres, de un número mayol que venían a
seguir el desciframiento de Freud y de Lacan al que me dedicaba. Esto
hizo para mi más importante, más presente, apremiante, la noción
de una responsabilidad, cuya naturaleza Lacan precisa cuando dice
-son los términos que empleó en ese entonces- que el sujeto del deseo
tiene que saberse efecto de palabra, es decir tiene que saber que es el
deseo del Otro, y que el discurso del analista enseñante tiene que ser
responsable de este efecto de palabra. Hay un contraste entre el fuerte

221
IACQUES-ALAIN MILLER

acento puesto en la palabra irresponsable y la complejidad de aquello


a lo que reenvía.
Ya comenté esto tratando de ubicar el punto preciso al que lleva esta
responsabilidad. Hoy lo veo así. Normalmente, cuando uno enseña,
ocupa el lugar del Otro, por función. Está supuesto saber y, en ciertos
aspectos, por función, uno no falla. De hecho uno se termina acostum-
brando a la increíble docilidad de los que escuchary solo interrumpida
en muy raras ocasiones. La nostalgia que sentimos por el Mayo del 68
que viene de que fue un momento en que esta docilidad se invirtió en
contestacióry hasta que nos dimos cuenta de que la contestación solo
era lo simétrico de la docilidad. Solo había contestación porque la pala-
bra de los profesores, en aquel tiempo, tenía un peso realmente notable.
Hoy en díayano merece eso, no merece la insurrección. Se les pide a los
profesores más que nada que enseñen "cómo hay que hacer',. Se nota
en el espacio donde se enseña el psicoanálisis.
Hubo un tiempo en que la pregunta urgente era la de saber qué
podía fundar el psicoanálisis, o cuál podía ser su valor de verdad, su
mérito, mientras que hoy en día se le pide más bien que responda a la
pregunta ¿cómo hacer? Esa pregunta de la que antaño me reía por ser la
pregunta americana delHow to...? ¿Cómo se hace? Bastó constatar que
los estantes de las librerías estaban ocupados por obras cuyos títulos,
en todas las disciplinas, eran How to...?, es decir, manuales. Los que
enseñan el psicoanálisis 1o compruebary hoy se les dirige ese tipo de
demanda. Se enuncia bajo la forma de una demanda de clínica, pero se
trata de una clínica del saber-hacer. No voy a empezar aburlarme de
esa demanda, es inútil. Es un elemento con el qru hry que juga¡, con el
que hay que saber hace¡, y que puede tomarse bajo un ángulo que no
es despreciativo, de hecho seguramente me esfuerzo en ese sentido. Es
una demanda de saber-hacer intolerante o impaciente con las elucu-
braciones de saber y que requiere que se llegue a la experiencia misma.
El enseñante ocupa por hipótesis el lugar del Otro, no puede con su
discurso no vehiculizar un deseo y que a través de este se determine el
lugar del sujeto que escucha. Esta responsabilidad también vale para er
analista cuando "enseña la regla de la asociación libre,, a su paciente, ya
que determina así su lugar. A lo largo de la experiencia analítica tiene
la responsabilidad de determinar el lugar desde el cual el anarizante
va a satisfacerlo. Lacan propone que todo discurso puede considerarse

222
LA INTERPRETACIÓN DEL PSICOANÁLISIS

irresponsable de este efecto de palabra que determina el lugar y el valor


del sujeto -lo que hagan con lo que les enseño les pertenece-, salvo el
psicoanalista que enseña, quien tiene que tomar en cuenta/ conocer y
manejar el efecto de palabra, el efecto de valor subjetivo que su discur-
so conlleva. Es un exigente requisito, difícil de satisfacer, y como decía
me doy cuenta de cómo esa exigencia, es el término que me vino, me
limitó. Talvez podría intentar una mínima elucubración al decir al res-
pecto que el discurso del analista enseñante -desde la óptica en la que
coloco esta cita de Lacan- tiene función de interpretación.
¿Qué interpreta? Pues, el psicoanálisis mismo. He ahíuna frase hecha
para movernos a dar a pensar. El psicoanálisis es susceptible de ser
interpretado, en primer lugaq, porque para nosotros hoy en día, cuando
ya se practica desde hace un siglo, es algo del orden del hecho. Hay
psicoanálisis, hay historia del psicoanálisis, hay instituciones analíticas
y hay psicoanalistas, hay personas que piensan en entrar en análisis,
personas que entran en análisis, es del orden del hecho. Y esto aún deja
abierto el espacio en el que se trata de interpretar al psicoanálisis como
hecho. Sabemos que se puede interpretal, por ejemplo, en el registro de
Ia sociología, en el registro de la psicología colectiva, hubo intentos. La
cuestión aquí es la interpretación psicoanalítica del psicoanálisis, que
no tiene por qué desconocer los otros determinantes del psicoanálisis.

lnterpretar en términos de resistencia

El psicoanálisis es del orden del hecho. ¿Acaso se puede describir


ese hecho? Haría falta un método que se pareciera al que antaño llamá-
bamos el Nouveau Roman. Tratar de delimitar de muy cerca el mundo
alrededor en tanto constituido por objetos y colocarlos unos junto a
otros, dando sus coordenadas de la manera más precisa, jugando a
hacer una descripción despejada de la menor significación adventicia,
como si enunciáramos el procedimiento de un experimento. ¿Cómo
definiríamos el psicoanálisis a la manera del Nouveau Roman? Diría
que se trata de acoge(, de abrir la puerta, de instalar sobre un soporte,
un asiento, un mueble, a un individuo -suponiendo que Aristóteles sea
congruente con el Nouveau Roman- y someterlo a ser solo aquel que
habla para un Otro que escucha y que habla de tanto en tanto. A nivel

223
IACQUES-ALAIN MILLER

del hecho seguramente estaríamos llevados a distinguir dos modos de


palabra, la palabra líquida, la palabra a fondo perdido, y la interpreta-
ción, más bien sólida, breve, densa. Por supuesto tendríamos que des-
cribir el hecho de que uno dirige, recibe al individuo, recibe el pago. En
fin, dejo esta descripción fáctica al estilo de cada uno, a su imaginacióry
apunto a cierto grado cero que no trato de producir.
Luego, más allá de esto, todo el resto es del orden de la interpreta-
ción del psicoanálisis. ¿Cómo interpretamos lo que ocurre dentro de lo
que se suele llamar una situacióry un dispositivo o una experiencia?
Todo ello es la interpretación del psicoanálisis. La obra de Freud, la
enseñanza de Lacan, es del orden de la interpretación del psicoaná-
lisis. Es un hecho notable, masivo, evidente, tanto en Freud como en
Lacart, que esta interpretación se transforma con el correr del tiempo.
Los acercamos uno con el otro porque, rtnavez metidos con este tema,
no se detuvieron más. Freud no paró de producir artículo tras libro tras
conferencia en un continuo movimiento. Y ese movimiento se acentuó
con Lacary quien se obligó a interpretar el psicoanálisis semanalmen-
te durante treinta años, sin nunca deponer las armas ni decir: ya está,
hemos llegado a destino, o diciéndolo para enseguida abrirles camino
a los complementos, a las correcciones, a las transformaciones. Si nos
tomamos el trabajo de detenernos a pensarlo, de tomar distancia con er
día a día, resulta muy singular.
Es clásico en Freud distinguir por ejemplo la época de la primera
tópica y de la segunda, en la que las coordenadas de la interpretación
del psicoanálisis son modificadas. De la misma manera, la enseñanza
de Lacan suele ser periodizada. Fui, creo, el primero, en todo caso el
más tenaz, en hacerlo: el primer Lacan, el Lacan clásico, la última ense-
ñanza, Ia ultimísima. Es validado por lo menos por el hecho de que
sus lectores lo retoman. Esto abre, por supuesto, la pregunta de saber
cuál es la interpretación contemporánea que puede hacerse del psicoa-
nálisis, ya que todo demuestra que la interpretación del psicoanálisis
varía en función del tiempo que pasa. Para ser más preciso se podría
incluso decir que la interpretación del psicoanálisis varía en función de
los efectos y de las consecuencias de la práctica del psicoanálisis sobre
el psicoanálisis.
Autoricémonos un retorno a la historia del psicoanálisis, precisa-
mente a lo que apareció en el curso del siglo XX como un corte, luego de

224
LA INTERPRETACIÓN DEL PSICOANÁLISIS

veinte años de práctica del psicoanálisis, alrededor del año 1920. Todo
el mundo está de acuerdo en ubicar en esa fecha un giro ilamado de la
técnica psicoanalítica, un giro hacia lo que se llarnó el análisis de las
resistencias. Lacan relaciona ese giro con 1o que los analistas tuvieron
que constatar en esa fecha: lo que él llama un amortiguamiento en los
resultados del análisis. Los reenvío alos Escritos, página 320, enel escri-
to cuyo título es "Variantes de la cura tipo"; allí Lacan trata de inscribir
en el curso histórico del psicoanálisis lo que acaba de intentar con su
"Discurso de Roma", un año antes, en 1953. Reconstruye, por lo tanto,
la historia en función del intento que inaugura. y recuerda en clave
humorística que Freud recomendaba, antes de los años veinte, apurarse
en hacer el inventario del inconsciente antes de que se vuelva a cerrar.
Freud tenía la intuición de que Ia operación a la que se libraba no iba a
dejar el objeto de investigación inerte, sino que, por ser requerido por
el psicoanálisis, el inconsciente se volvería inaprensible.
Se puede deciq, al menos por aproximacióry que los analistas practi-
cantes, alrededor del año 1920, experimentaban un momento de cierre
del inconsciente, que ya no era como antes. No data de hoy ese senti-
miento que trastocó al inconsciente de tal manera que ya no podemos
interpretar el psicoanálisis de la misma forma que antes. La comunidad
analítica de esta época sintió exactamente eso. Hasta ese momento, la
palabra clave, la práctica mayoL era el desciframiento de las formacio-
nes del inconsciente. Analizar era descifrar los sueños, los actos falli-
dos, los lapsus, a los que Lacan añadió los desórdenes de la rememora-
ción, los caprichos de la asociación, y dijo, hay que añadir el síntoma.
Los analistas en ese entonces experimentaron la distancia entre los
éxitos del desciframiento y el fracaso de la curación. El desciframiento no
tiene ipso facto como consecuencia la curación del enfermo, ya que aun
era así como se consideraba al analizante en la cura analítica. El hecho
de que hablemos corrientemente de analizante ya es el resultado de una
reinterpretación del psicoanálisis por parte de Lacan. El hecho de que
hablemos de experiencia analítica más que de cura también es una rein-
terpretación. En aquel momento, los analistas experimentarory con dolor
por así deciq, que el desciframiento no tenía en sí mismo un poder trans-
formador e intentaron dar cuenta de esto con el concepto de resistencia.
El paciente, pensarory resiste en reconocer el sentido de sus síntomas. y
por lo tanto, empezaÍon a definir el psicoanálisis, a interpretar el psicoa-

225
JACQUES-ALAIN MILLER

nálisis, más allá del desciframiento del inconsciente, como el análisis de


las resistencias.
Desde el punto al que había llegado al principio de su intento, Lacan
consideraba que el análisis de las resistencias, en el que se habían invo-
lucrado todos los analistas, salvo Freud según é1, ttaducía, un "movi-
miento de dimisión en el uso de la palabra". Entre paréntesis, vale la
pena interrogarse acerca de la relación que hay entre esta supuesta
dimisión en el uso de la palabra y la desvalorizaciónexplícita que pade-
ce el uso de la palabra en la ultimísima enseñanza de Lacan. ¿Lo que
aisló como dimisión será lo que vuelve en su propia trayectoria al final
como una desvalorización del uso de la palabra?
El análisis de las resistencias promueve al primer plano dos catego-
rías, la del yo, que tomó prestada de la segunda tópica y que sería el
agente de la resistencia (cuando Freud en su segunda tópica también le
da un lugar a la resistencia del ello y a la del superyó) y la de la defen-
sa. Ambas categorías confluyen en el concepto de los mecanismos de
defensa del yo, producido por Anna Freud, que se volverá la doctrina
dominante en la comunidad analítica hasta la emergencia de la catego-
ría de contratransferencia. ¿Mecanismos de defensa del yo contra qué?
Contra la pulsión. Y allí otra vez, podría precisar entre paréntesis que
el correlato en la enseñanza de Lacan de esta promoción de la defensa
contra la pulsióry es la promoción cada vezmás insistente de la catego-
ría del goce. Como si Lacan, en la segunda mitad del siglo XX, hubiese,
a su manera, vuelto a hacer el camino que había recorrido la comuni-
dad analítica en la primera mitad.
Es una hipótesis que había evocado en la época en la que dictaba
aquí el curso sobre la experiencia de lo real en el psicoanálisis. La ense-
fianza de Lacan se inauguró a partir de la crítica del análisis de las resis-
tencias, es decir con una fe renovada en los poderes de la palabra y en
su eficacia sobre la pulsión. Llamó esto una nueva alianza con el descu-
brimiento de Freud. Nueva alianzarenovada por el apoyo hallado en la
lingüística, pero que volvía a encontraq, digamos, la fe de los orígenes,
y que daba a su "Discurso de Roma" su tono alentador, al poner al des-
nudo el resorte eficaz del psicoanálisis, que suponía el desvanecimiento
del yo, reenviado a la imagen narcisista y a las contradicciones, a los
desórdenes de las identificaciones imaginarias. Suponía sustituir al yo
1o que Lacan llamó en aquel momento el punto sujeto de la interpreta-

226
LA INTERPRETACIÓN DEL PSICOANÁLISTS

ción. El punto sujeto de la interpretación es su primera definición del


sujeto: llamó sujeto a lo que es dócil a la interpretación, es una variable
a la que una interpretación puede darle su valor y que, por lo tanto,
coloca fuera de su campo 1o inerte en relación con la acción de la pala-
bra, al considerar que esta inercia solo es secundaria y, por lo tanto,
presenta una suerte de interpretación transparente del psicoanálisis.
Desvanecimiento del yo, sustitución del yo por el sujeto, y luego en
tercer lugar supremacía del deseo. El deseo, al mismo tiempo que deriva
de la demanda, es sometido a la interpretacióry o incluso es idéntico a la
interpretación. Es la famosa frase de Lacan: "El deseo es su interpreta-
ción". Y la supremacía del deseo es en particular Ia supremacía der deseo
sobre la pulsión. Digamos que la tesis esencial que le permite a Lacan
superar las dificultades que habían llevado a la aparición del análisis de
las resistencias es: el deseo estructura las pulsiones. Lo que quiere decir:
el resorte es, en todos los casos, un resorte de palabra. Esta dominación
de la palabr4 la tradujo en la constante promoción de ro simbólico, hasta
reemplazar los mecanismos de defensa de la vieja Anna Freud por los
mecanismos significantes de la metáfora y de la metonimia, por así decir.
Emplea al respecto la palabra "mecanismos", que en el marco del discur-
so analítico, no puede dejar de evocar el término annafreudiano.
¿Por qué alrededor de los años veinte interpretaron er psicoanálisis
en términos de resistencia? Porque pensaban poder constatar que la
palabra líquida, si puedo decirlo, solo tenía efectos limitados, soro tenía
efecto hasta cierto punto. Y en el fondo la resistencia era el nombre de
este límite. De forma tal que, en ciertos aspectos, la resistencia podría
ser 1o que Lacan redescubrió bajo las especies del goce. Durante mucho
tiempo, durante doce o trece años, Lacan dejó en cierto suspenso su
doctrina del final del análisis. Quedó en sus seminarios, en sus escritos
como un horizonte, como si hubiese alguna dificultad en precisar el
final del análisis cuando se lo piensa, por decirlo de manera muy sim-
ple, a partir de la palabra.

Interpretación con el pase

Lacan pensó haber superado este obstáculo cuando propuso inter-


pretar el psicoanálisis con el pase, sin duda la mayor interpretación

227
JACQUES-ALAIN MILLER

que dio del psicoanálisis. Interpretó que el psicoanálisis debía tener un


final, que permitía pasar -para decirlo otra vez de manera muy simple
y con la menor elucubración de saber posible- del registro de la palabra
al registro del goce, que traducía ese pasaje.
En el texto en el que lo propuso -€n un escrito antes de dictar un
curso sobre ese tema- llamado "Proposición sobre el psicoanalista de la
Escuela" y que expuso el 9 de octubre de 7967 cuando había comenzado
su enseñanza en 1953, es decir catorce años después, es llamativo que se
haya concentrado en el inicio y en el final del análisis. Esto es algo sabido,
pero lo que yo quería subrayar era que de alguna manera reservó su doc-
trina sobre el transcurso del análisis. El tercer término es lo que ocurre
durante el análisis, entre el inicio y el final ¿Qué es entonces 1o notable?
El hecho de que se articule el inicio y el final en términos totalmente dife-
rentes. Para decirlo de manera muy simple, articula el inicio en términos
de significante y articula el final en términos de goce. Dice esencialmente
fantasma pero sabemos que trabajará el concepto de fantasma para que
ponga de relieve el goce retenido, producido o escondido en este.
Hay pues una distancia terminológica entre el inicio y el final, y esta
distancia será incluso lo que motivará, en sus seminarios, la búsqueda
de la articulación entre estos dos momentos. ¿En cuanto al inicio, de
qué se trata? Se trata fundamentalmente de la instalación de la transfe-
rencia, que en ese momento es interpretada como sujeto supuesto saber.
Interpretar el inicio del análisis con el sujeto supuesto saber implica
la reducción del inconsciente a significantes supuestos, supone que se
interpreta el inconsciente en términos de significantes, y ya que son sig-
nificantes solo supuestos, se interpreta el inconsciente en términos de
significaciones de saber. Para Lacan la situación inicial es una situación
que 1lama convenida, es decit articulada a un convenio, 1o que reem-
plaza eltérmino que rechaza, el de contrato, aunque repercuta de cierta
manera, ya que sigue marcada la idea de cierto acuerdo.
En esta interpretación, se nota sobre todo que al reducir el analizan-
te a un significante y el analista a otro, no coloca esta significación de
saber colgada del analista, sino colgada del analizante. Pero hay que
entenderlo como el efecto de retroacción de la conexión con el analista.

t-t\
s <--_-_-_)

228
LA INTERPRETACIÓN DEL PSICOANÁLISIS

Se supone que la articulación del significante analizante con el sig-


nificante analista da origen a la significación de saber inconsciente. Esta
asignación del saber inconsciente de1 lado del analizante permite subra-
yar que el analista mismo no sabe nada de los significantes supuestos
del inconsciente del analizante, pone el acento sobre su ignorancia, y
así justifica la recomendación freudiana de abordar cada nuevo caso
como si no se hubiese adquirido nada con los desciframientos de los
otros casos. Sea como fuere, digamos para simplificar que el inicio está
aquí articulado en términos de significante y significado. y si hay un
deseo implicado, el único aislable es un deseo de saber.
Mientras que en el final del análisis, 1o notable es que aparece enton-
ces un nuevo término, el objeto a, puesto en función con el término del
complejo de castración (-cp), como dos soluciones que pueden contri-
buir a la pregunta del ser del psicoanálisis.

S 3 ¡-
L-
(-v)
(a)

El objeto, la castración, el ser, son todos términos ausentes en la


elaboración inicial. Digamos incluso que, correlativamente, aparece
que en el registro del inicio, solo nos encontrábamos en el orden del
deser, el deseo de saber solo tiene alcance en el deser (désétre, en fran-
cés), y aquí, al contrario, se supone que tenemos acceso al ser (étre en
francés).

S-So ¡- (-v)
s
\
<______--/ L- (r)
deser ser

Tenemos acá un clivaje, los términos están planteados, pero el pasaje


continúa siendo problemático, y eso movió la investigación de Lacan
en sus siguientes seminarios. solo está dicho que Ia salida del análisis
implica que la pareja analista debe desvanecerse, que en esta relación
solo se elucubró un saber vano, de un ser que se disimula y solo se
muestra, en los propios ejemplos de Lacary en lo que podemos llamar

229
JACQUES-ALAIN MILLER

una fijación de goce, algo totalmente distinto a lo que habíamos aislado


aquí como la significación de saber inconsciente.

S-Sq ¡-
(-v)
t *--) L- (a)

deser ser: fijación de goce

Esta fijación de goce de Ia que Lacan da dos ejemplos extraídos de


su práctica, la tilda de ingenuidad, término que usa para oponerlo a la
sofisticación de las relaciones del significante y del significado. La bús-
queda laberíntica inaugurada por el sujeto supuesto saber desemboca
en una solución ingenua que formula en una frase. En el fondo, sus
sucesivos esfuerzos consistieron en inventar una lógica que conduciría
del saber supuesto al descubrimiento del goce fijado, que abordó por el
fantasma, y luego por un concepto ampliado del síntoma.
Evidentemente, hay una diferencia entre abordarlo por el fantasma
o abordarlo por el síntoma o el sinthome, diferencia que revela en su
escrito "loyce, el síntoma": el goce propio del síntoma es opaco, es
decir que excluye el sentido. No se puede decirlo de mejor manera: la
fijación de goce esencial del sujeto, cuando la llamamos síntoma, que-
remos decir que está fuera de sentido ()).

t-tq. ¡- Ccr)
s <--) L- (o)
deser ser: fijación de goce: X: fuera de sentido

Es deci¡. está fuera del alcance de la matriz planteada inicialmente.


Para Lacary recurrir al sentido para resolver el goce implica un aplana-
miento, proponerle al anáIisis únicamente un final plano, y felicita por
ejemplo a Joyce por haber escapado de eso. Veo cómo en este sentido
el análisis usa la metáfora paterna para resolver la cuestión del goce y,
al hacerlo, echa mano de sus cachivaches conceptuales habituales para
tapar el enigma del goce y doblarlo hacia el sentido. Pero, y con eso
Lacan entra en su ultimísima enseñanza, solo es un engaño. Recurrir a
la metáfora paterna solo es un engaño respecto del enigma del goce que
excluye el sentido.

230
LA INTERPRETACIÓN DEL PSICOANÁLISIS

Alli acerca del final del análisis, Lacan solo pudo decir -no lo dijo
pero 1o digo yo siguiendo el camino que abrió- que el final del análisis
es una construcción del analizante. Es el sentido de su pregunta:
¿eué
empuja a alguien a hystorizarse a sí mismo sobre todo después de un
análisis? ¿Qué empuja a un analizante a narrar su análisis, a hacer de
ello un relato que tenga sentido, sobre todo luego de un análisis? Eso
quiere decir que el análisis debería haberle enseñado ro que del goce
excluye el sentido. ¿Por qué entonces urdir un relato que daría cuenta
en el sentido delahjeza del goce?
Indica al respecto, en sus últimas reflexiones, que hay un clivaje
entre la verdad mentirosa, elaborada en la dimensión inicial, y lo que se
obtiene al final y que de manera genuina no es coherente con el sistema.
Esto deja abierto un orden de relato sin embargo concebible, a condi-
ción de preservar su propia incompletud. El relato de pase tal como
Lacan lo deja entrevel, sin dar sus coordenadas, es un relato que tiene
que contener esencialmente el carácter de la alusióry de lo que no está
dicho ni plena ni directamente, pero que traduce un relato de contorneo
de lo que, respecto del sentido, aparece como un vacío.
Debo detenerme aqui primero porque es la hora, y sobre todo por-
que no conviene dar las claves de la alusión.
Hasta la próxima semana.

L9 de marzo de 2008

231
xIII
L a int erpret a ci ón I ac ani ana

Hoy voy a seguir a la deriva, como lo hice las dos últimas sema-
nas, río abajo, aguas abajo, ya que es el estilo que se me impuso, para
mi propia sorpresa, a partir de la imagen del psicoanálisis líquido. En
mi intención inicial, esta imagen evocadora solo tenía que darle pie al
comienzo de Ia reanudación de este curso. Esperaba que eso planteara
el tono, que diera la nota, luego me dejé lleva¡, me daba curiosidad ver
a dónde iba a llegar partiendo de ahí. Debo decir que me alentaron en
ese sentido los ecos positivos que recibi inesperadamente, caso contra-
rio no hubiera seguido. Por 1o tanto, ¡la culpa la tienen ustedes!
Esos ecos me indicaron que no era el único en sentir Ia seducción de
ese punto de partida y de la perspectiva que puede introducir en el psicoa-
nálisis. Es algo ínfimo, no es de entrada una elaboracióry sino una mirada
desde cierto ángulo sobre la práctica del psicoanálisiE sobre su historia y
las distintas maneras con las que se lo teorizó,lo que llamé las interpreta-
ciones del psicoanálisis. Aunque no se pueda describir-no lo intento pero
estoy cerca- el psicoanálisis es un hecho, en todo caso para nosotros. Ese
hecho puede ser interpretado de diversas maneras. Hasta Freud interpre-
tó el psicoanálisis; aunque lo haya descubierto, 1o haya inventado, 1o hizo
en el marco de cierta interpretacióry que él mismo fue modificando.

La noción de mecanismo

Se pensó dar cuenta de las dos interpretaciones freudianas del psi-


coanálisis considerando, por ejemplo, que la segunda superaba la pri-

z3:t
]ACQUES-ALAIN MILLER

mera, que la perspectiva que resulta de la segunda tópica debía preva-


lecer sobre la primera. A eso fueron naturalmente inducidos sus alum-
nos, los que 1o seguían en vida y que recibieron el nombre de posfreu-
dianos. Eligieron la segunda tópica, consideraron que la combinación
del yo, del ello y del superyó era la clave de la operación analítica.
Y luego están aquellos que, siguiendo a Lacary privilegiaron la pri-
mera tópica. En efecto, el punto de partida de Lacary lo que llamó su
retorno a Freud, fue el retorno, más allá de la segunda tópica, hacia
la primera, es deci¡, a la época en que Freud descubrió el inconscien-
te, descifrándolo. Este desciframiento del inconsciente, esa posibilidad
que se abrió para é1, pareció haberle permitido establecer el estatuto del
inconsciente, cuyo carácter hipotético quiso conservar. Al privilegiar Ia
primera tópica de Freud, Lacan se empeñó en dar cuenta de la segunda
a partir de esta.
Solo introduzco la expresión "interpretación del psicoanálisis,, por-
que me obnubila la cuestión de saber cómo se interpreta el psicoanálisis
hoy y por qué las interpretaciones anteriores parecen -por lo menos
para mí- desfasadas con respecto a lo que lidiamos hoy en día. Aun sin
darnos cuenta, no interpretamos el psicoanálisis hoy según los cánones
que prevalecieron anteriormente, ya sea por el mero hecho de que el
final del análisis nos parece ahora mucho más huidizo comparándoro
con aquel esbozado, estructurado por Lacan. Me parece que Lacan lo
notó en su "Prefacio a la edición inglesa del Seminario 1i.", el último
texto escrito por él que tenemos y que coloqué como cierre del libro
Otros escritos. Ya lo comenté llamándolo con una expresión que encon-
tré allí, " el esp de un laps" . Ese texto se presenta a sí mismo como escrito
en un apuro, entre dos cosas urgentes, pero alcanza, cuando se lo con-
sidera de cerca, para hacer vacilar la estructura del final del análisis y
deja adivinar otra interpretación del psicoanálisis, que su ultimísima
enseñanza nos presenta, en una exposición cargada de nudos.
Lo que nos seduce en ese punto de partida de la imagen del psi-
coanálisis líquido se apoya seguramente en la introducción de lo que
llamaría una desestructuración del psicoanálisis, en el mismo sentido
de lo que los diseñadores llaman una prenda desestructurada: aque-
lla que se vuelve flotante. La desestructuración del psicoanálisis lleva
hacia algo del orden de cierta debilidad, del mismo modo en que se
habla de filosofía débil. Es por cierto 1o opuesto de la interpretación

234
LA INTERPRETACIÓN LACANIANA

lacaniana del psicoanálisis tal como la solemos presentaq, ya que se


avanzó y se sostuvo con el desvelar de las estructuras esenciales, con
una invitación a estructurar la experiencia, los fenómenos. Estructurar
los fenómenos significa ordenarlos, clasificarlos, articularlos, es deci{,
designar unidades, que se componen, se combinan y se recombinan
de manera tal que lleguen a ubicar fuera de ellas las estructuras de los
fenómenos de superficie. Y Lacan siguió durante largo tiempo/ muy
largo tiempo, siéndole fiel al nombre lingüístico de esas unidades, el
nombre de significante.
La ultimísima enseñanza de Lacan, la que no fue tomada en cuenta,
excepto quizás en lo que respecta a la manera en que se apoyaba en
la imagen de los nudos, cuyas combinaciones atrajeron a unos inves-
tigadores de espíritu matemático, inaugura, pero no desarrolla, una
inversión de la interpretación lacaniana del psicoanálisis. La ultimísi-
ma enseñanza deLacan desestructura con ganas el psicoanálisis. Toma
su regla del nudo, es deci{, de un objeto al que se le puede asignal, lo
admito, una estructura, sin embargo no explicitada como tal por LacarL
que no está articulada en unidades significantes y, por decir lo menos,
que no es rígida. Es más bien flexible, flota. Ese objeto se presenta bajo
aspectos múltiples, bajo configuraciones en que nos cuesta reconocer lo
mismo, y que responde a algo que yo calificaría de líquido.
Sea cual sea el partido que se tome acerca de la relación entre el
nudo y la estructura, y no me voy a pronunciar inmediatamente sobre
el tema, una tesis al menos me parece segura: la perspectiva nodal, la
interpretación nodal del psicoanálisis, cuestiona, e incluso echa a per-
deq, la noción de mecanismo. La noción de mecanismo del significan-
te es central en la interpretación lacaniana del psicoanálisis. La idea
de mecanismo comporta la noción de automatismo, e incluso incluye
o es incluida en la noción de algoritmo, de regla, de procedimiento,
de matriz, que llevan de manera invariable a una conclusión y, por 1o
menos, a un efecto. Resumo un poco aquí esa noción de mecanismo
para señalar hasta qué punto se distancia de la manera en que se desa-
rrolla aparentemente la experiencia analítica. Nos sentimos muy lejos
de dicha experiencia cuando intentamos ajustarnos a las reglas de la
noción de mecanismo, salvo tal vez en su inicio. El inicio del análisis,
en efecto, apela a la delineación de un mecanismo. En todo caso, en el
punto de deriva en el que estoy parado concibo que el inicio tenga una

235
LA INTERPRETACIÓN LACANIANA

tancia de la letra en el inconsciente" en los Escritos. Esos mecanismos


son reducidos a dos, Lacan nos presenta en efecto dos modos distintos
de articulación de unidades significantes: el modo de la combinación y
el modo de sustitución.
S ... S'
S'
S

Se nos presentan aqui en todo caso, dos modos de articulación pro-


piamente dicha. Y esos mecanismos conllevan, en su presentación por
Lacan, dos efectos de sentido, expresados de manera inversa' Un efec-
to retenido, que permanece secreto, que permanece incumplido, que
corre, según su metáfora, bajo la cadena significante y, otto, represen-
tado aquí con el signo contrario, el signo (+), un efecto de emergencia.

S ... S' (-) s


S'
(+) s
S

Lacan habla, en estos dos casos, de mecanismos significantes y no


hay duda de que el uso de la palabra mecanismo en esta ocasión está
para él perfectamente connotado por la referencia a Anna Freud' Traeré
en un rato una muestra de ello, se encuentra en los Escrif ost Peto/ en fin,
me bastó con releer eso una vez más, una innumerable vez más, como
para que me quede claro que no es una mera construcción mía. Noten
que, para Lacary el sujeto es arrastrado en esos mecanismos, embraga-
do con ellos. La introducción del sujeto -del primer sujeto lacaniano-
en los mecanismos está justificada por una idea totalmente contraria
al uso que se suele hacer hoy de la categoría de sujeto, la cual conlleva
un grado de libertad, un inaccesible, un indomable, particularmente
en cuanto a la cuantificación. En efecto, Lacan introduce el sujeto con
el cual tiene que ver la experiencia analítica en tanto embragado por
mecanismos, porque lo considera íntegramente calculable. Y seguirá
evocando el cálculo del sujeto aún por mucho tiempo.

z,),/
IACQUES-ALAIN MILLER

Experiencia de oerdad

En el fondo, su introducción de ra categoría de sujeto


-en todo caso a
partir del momento en que comienza su enseñanza propiamente dicha-
tiene como referencia la disciplina que surgió al final de la segunda
Guerra Mundial, llamada la teoría de los juegos. No traje mi ejemplar
como para poder verificarlo pero me parece que The Theory of Games
de
Von Neumann y Morgenstern salió en 1944, y es el llamaáo Guilbaud,
un matemático muy cercano a Lacary cuyo nombre figura en los Escri_
úos, quien la difundió en Francia, en particular a partir
de la matemática
de la economía. La disciplina de la teoría de lás juegos nos presenta
sujetos lidiando con la cuestión de saber qué estrategia sostener
frente
a un Otro, y en ese contexto, estudia, calcula, cuál es la mejor.
De no estar derivando como lo estoy haciendo, hubiera pasado
un poco de tiempo por esta teoría de juegos. Tar vez ya lo hice antaño
en este curso, hoy solo seré alusivo. Me limitaré solamente a mostrar
que el primer sujeto lacaniano es en efecto er sujeto de esta estrategia
matemática. Es un sujeto que, desde luego, no tiene ninguna subjetivi-
dad" palabra que en ese entonces Lacan solo utiliza entre comillas.
Es
un sujeto sin profundidad, reductible a un factor del cálculo. Lacan lo
introduce, pero añade, página 483 de ros Escritos: "La noción de sujeto
es indispensable para el manejo de una ciencia como ra
estrategia en el
sentido moderno [entiéndase: la teoría de los juegos], cuyos -cálcuros
excluyen todo'subjetivismo,,,.
Por lo tanto, podríamos decir que la interpretación lacaniana del
psicoanálisis calca la teoría de los juegos. De hecho, incluso en su gran
texto "subversión del sujeto y dialéctica der deseo", Lacan hace figura¡,
modulándola, modalizándola, una referencia a la teoría de los juegos,
aunque justamente allí se haya dado cuenta de la rigidez exagerada
de su punto de partida. La interpretación lacaniana áel psicoÁálisis
se apoya sobre el reconocimiento en el inconsciente de un
cálculo que
reposa sobre los mecanismos significantes, sobre el reconocimiento
de
que en el inconsciente hay mecanismos significantes.
se puede decir que las formaciones del inconsciente
-títuro de su
Seminario5- están en el lugar, aqui de esta ,,s,, que subrayo, es deci¡,
son engendradas por los mecanismos, determinadas por los mecanis-
mos.

238
LA INTERPRETACIÓN LACANIANA

S... S'* (-)s


s' * (+)s
S

Es un hecho que dijo formaciones del inconsciente, es deci1, prefirió


ubicar aquello de 1o que se trata -los sueños, los lapsus, los actos falli-
dos, los chistes, el síntoma-, del lado de la s. Pero en El seminario. Libro
5: Las formaciones del inconsciente también hubiese podido llamarse los
mecanismos del inconsciente'

s ... s' * /r-1,


s, +/l,.'
sl (+) s

Voy a tener que releer formaciones del inconsciente entero,lo esta-


Las
blecí yo pero sin pensar en el problema particular del uso que hace
Lacan del término "mecanismo", como para entender por qué eligió
colocar eso a la derecha y no a la izquierda del esquema. Evidentemen-
te, al designarlos como formaciones del inconsciente, se refería a lo que
había sido aislado por Freud, pero quien los elaboró luego bajo la forma
de mecanismos fue Lacan.
En su escrito "La instancia de la letra" califica explícitamente la
metáfora de mecanismo, dice "mecanismo de doble gatillo" que deter-
mina con la s, el síntoma analítico. Da cuenta del síntoma a partir de
la semántica, da cuenta del síntoma como lo que fija la significación
inaccesible al sujeto consciente. El síntoma es definido como la fija-
ción de una significación. En cuanto al sujeto consciente, aún en esta
fecha -estamos ya bien avanzados en la construcción de la interpreta-
ción lacaniana-, será el lugar donde el síntoma puede tesolverse, es
decir que, pese a todo, para Lacan la manera que el síntoma tiene de
resolverse es volverse consciente de una significación.
Queda claro que estamos íntegramente en el registro del sentido,
del desciframiento, completamente distantes de la noción de defensa
contra la pulsión, a la cual, más bien, se trataría, por ejemplo, de mani-
pular para que deje pasar la pulsión. La problemática de Lacan sigue
siendo la del volver consciente la significación. Si nos fijamos en una
amplia biblioteca de referencias freudianas, tenemos que admitir que,

239
IACQUES-ALAIN MILLER

a pesar de todo, volver consciente ra significación sigue


siendo una
dirección de la cura que valoran los analistas.
Decía hace un rato que Freud también interpretó
er psicoanálisis,
era una manera de decir que evidentemente no nació
ayer. ¿Cómo
interpretó el psicoanálisis? Lo interpretó
-nos vemos levados a refe-
rirnos a lo que se entendió de ello,
¡ya que de eso no nos podemos
exonerar de ninguna maneral_ como un método de
curacióry cuya
originalidad, por cierto, consiste en proceder por er descubrimiento
de verdades situadas en el corazón del síntoma, verdades
reprimidas,
olvidadas, inaccesibles.
La interpretación lacaniana sigue tomada por esos
términos con una
inversión de las proporciones, Lacan interpreta er psicoanárisis
como
una experiencia de verdad, lo cual no hace desaparecer
ra orientación
hacia la curacióry hacia la resolución del síntoma, sino
que la considera
como un efecto colaterar de ra experiencia de verdad:
la curación es un
daño colateral. I en efecto, se le reprochó a Lacan hacer
de la curación
un efecto colateral, por añadidura, a pesar de que se apoyó
sobre un
enunciado de Freud para formurarlo, porque se sintió
que invertía las
proporciones, que su interpretación der psicoanálisis
cambiaba el esta-
tuto del psicoanálisis haciendo der mismo una experiencia
de verdad.
Mientras que la verdad para Freud era un medio, para
Lacan podía
aparecer como un fin.
En la ultimísima enseñ anza d.e Lacan desconcierta
que cuestione
la interpretación del psicoanárisis como experiencia
de verdad, y que
parezca introducirlo como experiencia de satisfacción.
La satisfacción
no aparece más como un obstáculo para el descubrimiento
de la ver-
dad, en particular la satisfacción dei síntoma, sino que
la satisfacción
misma aparece como un fin. y no relaciona el síntoma
lacaniano con
una verdad reprimida e inaccesible que debe aparecer
en ra conciencia.
Es el valor que le daré ahora a ro que figura
en el comienzo de ese
texto último de "El esp de un raps" que comenté hace
dos o tres años. El
texto empieza con un rechazo de ra función de la
atencióry ar decir que
con poner atención simplemente a lo que está en
el inconsciente ya se
sale de é1. Le extraigo ahora
-sin desdlcir lo que dije ar respecto en la
época- el distanciamiento para con er vorverse consciente. y
particurar-
mente esta máxima que formula Lacan: ,,No hay
verdad qre, ,l purr.
por la atencióry no mienta,,.

240
LA INTERPRETACIÓN LACANIANA

Este dicho de Lacan está realmente hecho para obstruir el camino,


la tendencia, que en definitiva lleva siempre al analista a darle prota-
gonismo al volverse consciente, es decir, al poner atención y Lacan nos
advierte aquí que poner atención no nos da la cosa misma. Y entonces
Lacan nos invita a conservar en su lugar el acento de verdad, el lugar
donde la verdad sorprende la atención, donde pasa en la exhalación
de un lapsus. Nos avisa que decir la verdad siempre es un acto fallido.
Tiene, desde luego, esta significación, y se los comunico así porque me
sienta perfectamente; yo, que les estoy hablando, por lo menos así lo
siento, en mi deriva ahora resbalé hasta quedar atrapado por el "Yo, la
verdad, hablo".
"Yo, 7a verdad, hablo" es lo contrario de una posición de infatua-
cióry contrariamente a lo que podría parecer por ese Yo. Es un enun-
ciado que solo comienza así en broma. Yo hablo en tanto la verdad,
precisamente porque no sé del todo 1o que digo. No del todo, o para
nada. "Yo, la verdad, hablo" es lo contrario de Ia posición del sujeto
que se hace supuesto saber. El sujeto que se anuncia como la verdad,
anuncia justamente que acepta dejarse sorprender. Claramente, esto es
lo que seguí en mi deriva, me dejé caer en un modo de enunciación que
comporta cierta inatención, justamente para desordenar todo lo que sé
por atención.
Por supuesto, releo, verifico, pero es paralelo al hilo que estoy
siguiendo. Y es por esa razón que asumo ser irresponsable de mi dis-
curso. Desde luego no dejo de firmarlo, dejo que mi amigo Luis Sola-
no 1o difunda vía Internet por todo el Campo Freudiano. Pero estaba
pensando que no voy a publicar este curso. Mis cursos se publican en
español, una picardía mía, en español ya soy el autor de siete u ocho
volúmenes, enormes, considerables, pero sostengo en estos un discurso
del que soy responsable. Aquí no me parece ser el caso, no por falta de
inspiración, sino porque hablo de modo líquido, es deci{, a la manera
del analizante.
Lacan no solo dijo que el analista no podía ser irresponsable de 1o
que decía cuando les enseñaba a psicoanalistas, también dijo que ense-
ñaba a partir de la posición de analizante, 1o cual, en cierto aspecto,
implica enseñar sin prestar atención. De allí el valor que les otorgo a las
reacciones del Otro, que no me vienen evidentemente nunca de uno o
de otro, uno por uno.

241
JACQUES-ALAIN MILLER

D esciframiento y pulsión

Volvamos a Ia noción de mecanismo, palabra que ya había notado


por supuesto, pero que cobra otro valor ahora que lo comparo, que lo
enfrento, con el nudo. La noción me parece entonces crucial y pienso en
las dos vertientes que Lacary en su "Discurso de Roma", distinguía en
el psicoanálisis, y en definitiva permaneció hasta su ultimísima ense-
i.anza fiel a esa bipartición. En el psicoanálisis, está, por un lado, el
desciframiento del inconsciente, es deci1, Ia primera práctica de Freud
sobre la cual pudo asentar el estatuto del inconsciente, volverlo creíble
-como se dice con un término de hoy- gracias al modo con el que lo
descifró, que aun hoy está al alcance de todo análisis que se toma ese
trabajo. Hoy hay analistas que piensan que no vale la pena descifrar
los sueños, por ejemplo, porque cuentan con que el estatuto del incons-
ciente está bien asentado en la cultura y que no vale la pena insistir con
eso, por ejemplo, o tal vez no sepan más hacerlo, no creo. En todo caso
la práctica de Freud pasaba por allí.
Y luego, por otro lado, está la teoría de las pulsiones. Al usar esta
expresión en los Escritos, Lacan quería seguramente subrayar lo que
implicaba de elucubración. El desciframiento es una práctica, la pul-
sión es una elucubración, de hecho Freud la trae como un mito. En la
interpretación lacaniana del psicoanálisis siempre se trató de darle ra
primacía al desciframiento del inconsciente por sobre la teoría de las
pulsiones, y demostré en este curso/ a 1o largo de los años, cómo él
repensaba la pulsión a partir del desciframiento del inconsciente.

En particular, demostré cómo en su grafo de dos pisos repercutía esa


bipartición, el piso inferior da cuenta del desciframiento del inconscien-

242
LA INTERPRETACIÓN LACANIANA

te y el piso superiol de la pulsión, concebido sobre el mismo modelo,


aquel de los mecanismos del inconsciente, y que venía, de algún modo,
si puedo decirlo así a llenarlo, a anclarlo en la satisfacción.
Esta bipartición se encuentra también en el texto que cité la última
vez, "Proposición sobre el psicoanalista de la Escuela" del 9 de octubre
de 1967 donde Lacan trae a su Escuela la práctica del pase y articula el
inicio del análisis al nivel del desciframiento del inconsciente y el final
del análisis al nivel de la pulsión.

Lacan repensó el desciframiento del inconsciente, práctica freudia-


na, a partir de la lingüística estructural y el inconsciente apareció, por
lo tanto, como un mecanismo de desciframiento. Lacary al serle fiel a la
noción de mecanismo, desplazó los mecanismos de la defensa por los
del desciframiento. La semana pasada, 1o traje como una construcción,
pero encontré el pasaje en "La instancia de la letra", página 487 de los
Escritos -evidentemente la había leído más de rtna vez, aunque no se
haya presentado a mi memoria y a mi atención- que demuestra que
Lacan mismo lo pensaba así:

Un agotamiento de los mecanismos de defensa, tan sensible como nos la


muestra un Fenichel [Fenichel es Otto Fenichel, talvez el más grande de los
posfreudianos, si exceptuamos a Karl Abraham, que luego se fue a vivir a
los Estados Unidos y en el fondo es el más grande de los annafreudianos]
en sus problemas de técnica porque es un practicante [...] se manifiesta, sin
que él dé cuenta de ello, y sin siquiera que él se dé cuenta, como el reverso
[agotamiento de los mecanismos de defensa como el reverso] del cual los
mecanismos del inconsciente serían el derecho.

Este pasaje relaciona explícitamente, sin equívoco posible, los me-


canismos de defensa annafreudianos con los mecanismos del incons-

243
IACQUES-ALAIN MILLER

ciente, tales como Lacan los articula a partir de la metáfo ra y la meto-


nimia.
Tuve la curiosidad de iq, no al opúsculo de Fenichel sobre los proble-
mas de técnica que no tenía a mano, sino a su manual, que se llamaThe
Psychoannlytic Theory of Neurosis (La teoría psicoanalítica de las neuro-
sis), una obra de 600 páginas publicada en inglés en 1945, editado por
Nortory que fue más tarde el editor americano de Lacan y es realmente
una biblia. No creo que haya sido jamás traducido al francés a pesar de
ser un trabajo verdaderamente impresionante por su exhaustividad y
su organización intelectual. Fui a consultar el capítulo IX, ,,Los meca-
nismos de defensa", para ver de qué se trata con ese agotamiento de los
mecanismos de defensa que evoca Lacan. Son unas quince páginas que
había reseñado, junto con buena parte del libro, en mi juventud, mucho
antes de acercarme a la práctica del psicoanálisis. obviamente, procede
de la época de un psicoanálisis híper estructurado, no es para nada 1o
que ahora evoco como psicoanálisis líquido.
Fenichel distingue allí los mecanismos de defensa que tienen éxito
y aquellos que fracasan. Los que tienen éxito, según é1, son aquellos
que consiguen que cese lo que se trata de apartar,lo que el inglés llama
impulse, instinct o driaes, es deciq, lo que nosotros traducimos por pul-
sión. En el fondo, los mecanismos que tienen éxito son aquellos que
obtienen la satisfacción de la pulsión. Mientras que, en aquelos que fra-
casary el proceso de defensa debe continuar ejerciéndose para impedir
la emergencia y la realización de la pulsión apartada.
Coloca todos los mecanismos de defensa exitosos bajo la misma
rubrica, que trata bastante rápido, de la sublimación. Define la subli-
mación de una manera que no sorprenderá a los que leyeron la Éticn
del psicoaníllsis. Como Lacary pone el acento sobre el hecho de que
las pulsiones sublimadas encuentran la manera de satisfacerse en la
sublimación misma, de que la sublimación no rechaza la pulsión sino
que le da una vía artificial a la satisfacción de la pulsión. Es decir que
consiste fundamentalmente en la inversión libidinal de un sustituto
al objetivo natural de la pulsión. usa para decir objetivo la palabra
inglesa aim.l\o se puede dudar de que la referencia a Fenichel sigue
presente para Lacan cuando en ss Seminario 1.1 oponga, respecto de la
pulsión, aim y goal.

244
LA INTERPRETACIÓN LACANIANA

aimf Eoal

Todo demuestra que Lacan reflexionó sobre Fenichel y, en ese caso,


lo que distingue la sublimación y una defensa, en la primera hay inver-
sión de un sustituto y en la segunda una contra inversión que bloquea
Ia pulsión. Da una ley general: cuando la represión fue levantada, la
sublimación puede intervenir, es la manera que tiene Fenichel de rela-
cionar el desciframiento con la satisfacción. Y dice algo muy preciso: la
sublimacióry a diferencia de la defensa, no se opone a la pulsión sino
que introduce un "ángulo" -es su palabra- que produce una resultante,
es decir un ángulo de desvío, por así decil, que no detiene la pulsión
sino que le permite realizarse. Añade por cierto algo con lo que Lacan,
obviamente, no acordaría, al decir que por el hecho de estar desviada,
una sublimación es desexualizada, es decir que su satisfacción ya no
tiene más evidencia pulsional. Dejemos de lado ese punto.
No voy a enumerarlos pero conté ocho mecanismos de defensa con-
tra las pulsiones, que luego retoma con pocos cambios y hace de e1los
defensas contra los afectos, distinguiendo especialmente la defensa
contra el sentimiento de culpabilidad. Lacan leerá eso, de manera muy
sutil, como una retórica. Escribe: "Laperífrasis, el hipérbaton, la elipsis,
la suspensión, la anticipacióry la retraccióry la negacióry la digresiór¡
la ironía, son las figuras de estilo [...] cuyos términos se imponen a la
pluma como los más propios para etiquetar esos mecanismos". Reto-
ma entonces lo enumerado por Fenichel como mecanismos significan-
tes. "¿Podemos acaso no ver en ellos sino una simple manera de decir,
cuando son las figuras mismas que se encuentren en acto en la retórica
del discurso efectivamente pronunciado por el analizado?" Lacan tra-
duce, reconoce, en esa enumeración de los mecanismos de defensa que
fracasan las figuras de la retórica que se ordenan en esos dos grandes
mecanismos del inconsciente que aisló a partir de la metáfora y la meto-
nimia, tal como las establece ]akobson.
Lacan pensó la estructura como un mecanismo. Su estructuralismo
es un mecanicismo. La estructura fue pensada en primer lugar como
un mecanismo lingüístico, aquí según dos modalidades y, por des-
plazamiento metonímico, pasó de la lingüística a la lógica. De querer
resumir la trayectoria de Lacary diríamos que empezó por concebir los
mecanismos de defensa como mecanismos lingüísticos para trabajarlos

245
JACQUES-ALAIN MILLER

después en el sentido de mecanismos lógicos. particurarmente, cuando


se empeña en lo que llamó la lógica del fantasma, en la que se apoya
sobre un marco lógico y relaciona el comienzo del análisis con el final
del análisis bajo el modo de la demostración.

El pase, concepto nodal

En su "Proposiciót1", se traduce por un inicio del análisis pensa_


do a partir del desciframiento del inconsciente, es decir que define la
condición de posibilidad del desciframiento a través de un mecanismo
lingüístico. En el inicio del análisis dispone una configuración que es
la instauración de la metáfora inicial del análisis. una metáfora inicial
que se traduce por la emergencia de una significación particular que se
llama el sujeto supuesto saber. su doctrina der inicio del análisis con-
siste en situar una metáfora que tiene como efecto la emergencia del
sujeto supuesto saber sobre el modelo que estaba inscripto allí y que es
la condición de posibilidad de la interpretación y del dásciframiento.
De la misma manera que en su grafo estructura el piso superior
sobre el modelo del piso inferio¡. en la "proposición" estructura io qr"
llama el pase como una metáfora final donde emerge una significación
particular que llama el objeto a.

l-),
s, */- l-(+)
S ... S'

sl\ s

(+) a

La emergencia es la caída del objeto a. Estructura el fin sobre el


modelo del inicio, como una metáfora. El objeto a es tan cercano de un
efecto de sentido que Lacan, en un momento dado, en una clase que no
tuvo otros desarrollos, se interrogó sobre er objeto a como efecto de sen-
tido real. Aquí estaría el sujeto supuesto saber como efecto de sentido,
imaginario, y allí un efecto de sentido real. pero está estructurado de
manera exactamente simétrica. La transferencia aparece como un efecto
de desciframiento cuando el desciframiento aún solo es virtual.

246
LA INTERPRETACIÓN LACANIANA

¿Cómo se pasa de la emergencia del sujeto supuesto saber a la del


objeto? ¿Cómo, al final del análisis, el sujeto supuesto saber está marca-
do por un deser, es deci¡. por el (-) de arriba, para permitir la emergencia
del objeto a?

S ... S' - l-1,


s' -/t*l ,
sl\
(+) o
(-) s

Lacary en su "Proposición", dice que es un giro. Es un giro del ser


inesencial del sujeto supuesto saber hacia lo real. En adelante, se esfor-
zará con su enseñanza en insertar ese giro en una lógica. De hecho lo
dijo: decir lógica del fantasma significa conseguir al nivel lógico una
configuración de automatismo. Si se empieza alli se tiene que terminar
alli por ello tiene la idea de un algoritmo del psicoanálisis. Los lacania-
nos de alguna manera se han atrincherado detrás de la certidumbre de
que hay un algoritmo del psicoanálisis, esa noción es como la cumbre
de la interpretación lacaniana del psicoanálisis. Por eso convergen a mi
juicio el texto de "La instancia de la letra" , de 7957, y el texto de la "Pro-
posición", de 7967, diez años más tarde. Son los pilares de la interpreta-
ción lacaniana del psicoanálisis. Al mismo tiempo que inserta el giro en
una lógica, su interpretación culminó en la inserción de lo real en una
lógica. Antes del giro de su ultimísima enseñanza, Lacan formulaba,
podríamos decir, que no hay real que no pase por la lógica.
Lo real solo se aísla con 1o imposible, el cual solo puede ser determi-
nado por la trama de una lógica. Por 1o tanto, la palabra del paciente,
aunque parezca líquida, está habitada Por un algoritmo invariable que
debe llevar a la emergencia del objeto a. Esta conviccióry digamos, es
la que es cuestionada en la ultimísima enseñanza de Lacan. La noción
misma de algoritmo es destruida por la noción, puesta en primer plano,
de que solo se puede mentir sobre 1o real, que hay una inadecuación del
significante con lo real.
De algún modo, la enseñanza de Lacan, a pesar de su gran coheren-
cia e incluso de la coherencia de su evolucióry está habitada por una
oscilacióry creo que se puede usar la palabra, entre dos momentos.

247
JACQUES-ALAII§ MILLER

Por un lado, el momento en que los dos niveles del significante y de


la satisfacción están relacionados por un mecanismo, por un automa-
tismo, por una lógica, por un algoritmo de manera tal que, del uno al
otro, la consecuencia es buena, se va del inicio al final como se va de las
premisas a las consecuencias, con una forma de deducción necesaria.
Aunque podamos decir que tropieza con lo imposible, etc., sigue sien_
do una deducción necesaria. Del otro lado de la oscilación, se sub.aya
por lo contrario que hay una fractura, un hiato, una inadecuación.

En e1 fondo esta ya se encontraba cuando Lacan hablaba de la direc-


ción de la cura. Mientras construía su grafo, subrayaba también lo que
en ese entonces llamaba Ia incompatibilidad del deseo con la palabra.
Se puede decir que es el mismo hiato, despl azad.o, que encontramos
al
final de su enseñanza cuando habla de ra incompatiuiuaaa del goce con
el sentido. Hay una oscilación entre el momento de la deducción y el
momento del hiato, que Lacan trata sin parar de superar por la deduc-
cióry por el algoritmo, por el mecanismo, y que siempre ve reconstruir_
se en la experiencia, pues no se aleja nunca del fenómeno de la
expe_
riencia.

248
LA I]§TERPRETACIÓN LACANIANA

Lacan formula en su último texto publicado: "Del espejismo de la


verdad solo se puede esperar la mentira". De allí yo concluyo la inade-
cuación del significante con lo real. Pero es importante ver qué nombre
dice él que se le da a esto en términos corteses: se lo llama resistencia.
Allí vuelve el antiguo término de resistencia, cuyo lugar es acomodado
por Lacan al nivel de la inadecuación del significante a lo real. El aná-
lisis no tiene entonces otro término que la satisfacción, e1 espejismo de
la verdad desemboca en esta satisfacción y, por 1o tanto, el psicoanálisis
no es tanto la espera de la emergencia de una verdad sino 1a espera de
una satisfacción que convenga y, de algún modo, la obtención de esa
satisfacción da lugar solo a posteriori a la elaboración de una verdad.
El pase es un concepto lógico, pero cuando el pase se vuelve para
Lacan un concepto nodal, su resorte se vuelve la obtención de una satis-
facción que puede verse enriquecida por una construcción significante
en la que se relaciona la obtención de la satisfacción con el recorrido de
la verdad. Significa, me parece, que Freud ubicaba la construcción del
lado del analista y que Lacan, al contrario, la ubicaba del lado del ana-
lizante. En Freud el analista tenía que construir porque, según é1 decía,
no había vivido nada, no había reprimido nada, por 1o que su tarea no
podía ser la de despertar algo de la infancia. Pues, me parece que el
analizante que nos presenta Lacan, el analizante como lo interpretó, y
especialmente al final del análisis, tiene que construir y que solo hay
final de análisis a condición de que el analizante construya. Creo que es
demostrable, mostrable, que el nudo encarna justamente eso: del nudo
no se sale, no hay salida, no hay afuera, solo hay configuraciones, más o
menos satisfactorias, e incluso, se puede decir, imaginariamente.
En la época del psicoanálisis líquido, el final del análisis depende
de una decisión del analizante, es decir, depende de su capacidad de
asumir ese final como una causa fingida -no digo una santa causa-1 en
la que no se trata tanto de decirla o no decirla sino -vuelvo a esta pala-
bra- de ser alusivo respecto de ella.
Hasta la próxima semana.

26 de marzo de 2008

1. Juego de palabras entrefeintt ("fingida") y sainte ("santa"). [N. de T']

249
XIV
Ideología TCC y política de la felicidad

Hoy les dejaré la palabra a dos colegas que, a mi juicio, traen algo
nuevo. De manera paralela, convergente, también pongo mis fuerzas
en LNA, mi revista, que no sale tan seguido como 1o hubiese deseado,
y recibí para la próxima publicación su contribución, y me pareció de
primerísima calidad. Por lo tanto, en la urgencia, les pedí que adapten
sus artículos para una exposición. Se trata de Pierre-Gilles Guéguen y
de ]ean-Daniel Matet, les voy a pedir que se acerquen'
Pierre-Gilles Guéguer¡ quien ya habló aqui estudió la política de
la felicidad, tal como se impuso en la burocracia del Reino Unido, en
Inglaterra, el País Galo, Irlanda del Norte y Escocia, impulsada por un
sociólogo, un economista motivado por consideraciones psicológicas
respecto de la depresión: Lord Layard, y la encontrarán en LNA. Tam-
bién la estudió Éric Laurent, pero dado el desarrollo que le dio Pierre-
Gilles Guéguery le pedí que viniera a hablar'
En cuanto a ]ean-Daniel Matet, que quizá va a hablar primero ya
que es de los nuestros, hizo algo respecto a la ideología de las TCC
-terapias cognitivo-conductuales-, que se volvieron ideologías. Hay
un verdadero trabajo de sugestión, de movilización de las familias,
organizado por profesionales y que tiene consecuencias en las insti-
tuciones curativas. Durante una conversación privada, me contó las
consecuencias de esta ideología, de su poder sobre las familias, en una
institución en la que participaba como responsable. Me llamó tanto
la atención este relato que le pregunté si quería redactar una contri-
bución para la revista, y accedió con cierto coraie, porque son cosas

251
IACQUES-ALAIN MILLER

que se dicen pero que no suelen escribirse. Supongo que en 1a versión


que nos va a presentar disfrazó la identidad de las personas. Lamen-
tablemente no se puede nombrar a las personas, o tendríamos que
enfrentar juicios. Tal vez no en un curso, pero sin duda en una revista,
así que había que taparlo, pero en la versión que yo lei |ean-Daniel
Matet no escondía nada.
Por lo tanto, escucharemos a ]ean-Daniel Matet y Pierre-Gilles Gué-
guen... ¡Ah! Ven por qué no puedo hablar hoy, siempre acompaño la
palabra con el gesto y se me deshace el vendaje. Les quería precisar, ya
que tiene que ver con el tema de hoy, que por fin recibí el informe de
la AERES sobre el Departamento de Psicoanálisis, los que leyeron mi
revista ya saben que la AERES es la centralizacíón de todas las evalua-
ciones universitarias del país, pero los que no Ia leyeron no lo saben
porque ningún medio retomó la informacióry a pesar de que les fue
enviada a todos. Una característica de la época es que la universidad
francesa está tan dañada que dejamos que la administración y el poder
político la hagan pedazos mirando para otro lado al decir "no puede ser
peor de lo que ya es" . Supongo que es algo de ese orden lo que explica
un apagón tan llamativo. Los que sí leyeron LNA se enteraron de la
existencia de este extraño monstruo burocrático que creció en el medio
de la universidad. Podremos asistir con el transcurro de los años a la
vez a su imperialismo y probablemente a su decadencia.
Ocurre entonces que el Departamento de Psicoanálisis fue evalua-
do por la AERES en un marco que inmediatamente me pareció des-
favorable. Pues esta mañana a las once, recibí por correo electrónico
el ínforme del comité de expertos, no se los voy a leer pero no veo
otra manera de contarles sin decir que es extremadamente favorable.
Las pocas dudas que se animan a formular se acompañan inmediata-
mente de consideraciones explicando que, desde luego, no podría ser
de otra forma y que no le quita nada a la extraordinaria proyección
intelectual e internacional de nuestra actividad. Es una satisfacción.
Estamos tranquilos, por lo menos hasta la próxima vez, dentro de
dos años; para Ia próxima tendremos que estar bien afilados para la
ocasión.
Le doy primero el micrófono a |ean-Daniel Matet.

252
IDEOLOGÍA TCC Y POLÍTICA DE LA FELICIDAD

El oscurantismo en el poder

JraN-DeNInr Mernr: Llamé mi artículo "El oscurantismo en el podeq,


el viraje de una institución encubierta en una puesta en orden cogni-
tivo-conductual". Ya que lo escribí hace uno o dos meses, en la época
de mayor tensión con los dirigentes de esta institución, no me costó
mucho hacerlo. Les cuento un poco el contexto para empezar. Una IME
-institución médico-social-, como existen muchas, que recibe niños y
adolescentes en cuatro servicios distintos: un servicio de primera infan-
cia que atiende a niños de 0 a 6 años (dieciséis vacantes), una antena
para niños autistas que fue creada hace dos o tres años (seis vacantes),
un EMP1 que atiende a niños de 6 a 13 años (veintinueve vacantes), y un
SESSAD, servicio de cuidados a domicilio para jóvenes de 13 a 20 años
(veintiséis vacantes). La habilitación de este establecimiento estipula
que recibe niños que presentan "una deficiencia mental con trastornos
de la personalidad". Se creó en1972 y lo maneja una "Asociación de
padres y amigos de niños inadaptados" , así se llama.
Es el primer establecimiento gestionado por esa asociacióry que
ahora tiene varios, y siempre les generó cierta insatisfacción, por ser el
primer establecimiento y, por lo tanto, el niño mimado de esta asocia-
ción de padres de hijos institucionalizados, que por supuesto delegan
las responsabilidades a profesionales, pero, sin embargo, esa insatisfac-
ción no los llevó a intervenir en el trabajo. Se respetaba a los profesio-
nales que trabajaban bajo la responsabilidad de una dirección que es
la emanación directa de esta asociación. La institución conoció varias
crisis a 1o largo de su historia, como suele pasar, una fue particularmen-
te aguda hace diez años, cuando un director de origen canadiense trató
de imponer un modelo autoritario de gestión -algo vanguardista para
Francia en esa época- muy opuesto a las prácticas relacionales vigentes.
La brutalidad del hombre y la solidaridad del personal, que se
sublevó contra una dirección inspirada por una concepción conductista
del funcionamiento institucional, acabaron convenciendo a la asocia-
ción de que este hombre no era el hombre que se necesitaba. Para ello
tuvieron que remover su movido pasado institucional, reconstituyendo

1. Externat Médico-Pédagogique (Externado Médico-Pedagógico). IN. de T.]

253
JACQUES-ALAIN MILLER

un currículum que él no había provisto del todo. Sin embargo, la insa-


tisfacción de esta asociación se tradujo en una sucesión de directores
despedidos (diez desde la creación), se le reprochó sus insuficiencias
en cuanto a la gestión técnica, su laxismo respecto de los equipos y
demás razones siempre distintas. Pese a todo, se mantuvo, más allá de
los cambios de direccióry cierta orientación que llamaría "relacional".
Los directores pasaban, pero los equipos de educadores especializa-
dos, profesores de deportes, paramédicos (psicomotricidad o fonoau-
diología), psicólogos y psiquiatras trabajaban con un espíritu de pro-
fesionalismo en el acompañamiento educativo, y los cuidados seguían
firmes, y muchos padres manifestaban su satisfacción al respecto. Por
supuesto, siempre se puede encontrar algún padre cuyo hijo no fue
atendido como lo hubiese deseado, o decepcionado con los resultados,
lo subrayo porque en los momentos de tensión institucional se mani-
pulan las opiniones que se apoyan en semejantes reivindicaciones. En
este tipo de establecimiento los atrasos mentales agudos que sufren los
hijos interactúan inevitablemente con los padres. Uso una terminolo-
gía, como lo ver¡ alejada de nuestras categorías clínicas pero que sitúa
el contexto sociológico y político.
Este es el marco general de esta historia que persiste en mí desde
hace treinta años, trabajé en el servicio de primera infancia y luego con
la antena que se abrió para niños autistas, que impulsé en un espacio
departamental en particular y cuya implementación habíamos apoya-
do, a decir verdad un poco al tanto de la evolución del campo de aten-
ción de los niños autistas. En el contexto en el cual estábamos nos había
parecido interesante poder sostener Ia creación de un servicio orienta-
do por el psicoanálisis en un medio ya cambiante, puesto que todas las
estructuras que se crean hoy para el autismo son de una orientación
inspirada por las TCC u otros métodos cercanos.
Recibíamos niños muy pequeños (menores de 6 años), a menudo sin
palabra,lo cual volvía inconcebible para nosotros que el trabajo de este
equipo se efectúe sin un lazo estrecho con las familias que nos confia-
ban sus hijos. Se hacían entrevistas de admisión para precisar la orien-
tación diagnóstica, entrevistas regulares con las familias, orientación y
acompañamiento del trabajo de los educadores, estrechamente conec-
tados con el psicólogo y los paramédicos. Hemos demostrado cómo
un acercamiento relacional entre todos estos protagonistas con la pala-

254
IDEOLOGfA TCC Y POLÍTICA DE LA FELICIDAD

bra producía resultados irrefutables: apaciguamiento de los niños cuyo


comportamiento estaba muy alterado, acceso al lenguaje y a la palabra
de la mayor parte de ellos, apoyo ganado a partir de las construcciones
de estos niños, que nos demostraron muchas veces el buen uso que son
capaces de hacer de sus pequeños inventos a condición de estar para
recordarlos.
El sentido común no alcanza y un acercamiento estrictamente edu-
cativo tiene por lo general un efecto devastador sobre estos niños, por
lo que buscábamos explotar la menor producción de ellos y así conse-
guíamos que accedieran a aprendizajes. Cuando digo la menor produc-
cióru hablo de un pequeño significante, de un pequeño ruido o grito,
así empieza. Se hacía estableciendo una relación de confianza con los
padres de manera que pudieran también hacerse disponibles a esos
progresos, no siempre fáciles de ubicar. Seguramente por esa razón los
gerentes de esos nuevos tipos de establecimiento dijeron que los equi-
pos practicaban solo el psicoanálisis en detrimento de técnicas inspira-
das por las investigaciones médicas contemporáneas.
Es verdad que muchos educadores, por su propia iniciativa, para
soportar su relación cotidiana con los niños que por momentos los pue-
den poner en apuros (cito el ejemplo del niño que salta a los pechos
de las mujeres que se ocupan de él u otro que manifiesta una capaci-
dad para agredir a los más jóvenes), recurríary por su propia iniciativa,
a psicoanalistas con el fin de capacitarse. La formación psicoanalítica
no fue nunca exigida a la hora de contratarlos y hemos comprobado
a menudo que los más recalcitrantes a este punto de vista acababan
por dejarse convencer -a veces para mi sorpresa- por un acercamiento
relacional que lograba actuar sobre los síntomas de los niños más pro-
blemáticos.
El último cambio de dirección sucedió en marzo de 2007 con lo que
llamé un autoritarismo en nombre de la ley. lJna nueva directora entra
en funcióry no sabemos nada de ella salvo que dirigió durante dos años
un centro para autistas en e1 que se aplican los métodos conductistas y
que tenía una formación jurídica. Algunas alusiones de los responsa-
bles de la asociación a cargo de la gestióry sobre la necesidad de abrir la
educación de los niños a todos los métodos científicos, llamaron nues-
tra atención. En ningún momento trataron de saber qué hacíamos, ni
cuál era la realidad de nuestros resultados. Algunas señales nos indi-

255
IACQUES-ALAIN MILLER

caban que tenían un prejuicio, luego se confirmó: el psicoanálisis es


responsable de todas las dificultades que enfrentamos.
Les reprochaban en particular a los equipos el hecho de no escribir
1o suficiente, de no dejar suficientes huellas. Y en este sentido concor-
daron con la administraciór¡ la cual durante treinta años no le había
dado ninguna importancia a ese detalle en los numerosos informes y
testimonios que habían aprobado muy regularmente. Ese reproche de
falta de transmisión escrita incrimina el psicoanálisis, con la ayuda del
estúpido y rudimentario binario entre la palabra y lo escrito, la primera
acusada de no tener pertinencia y de carecer de valor de cientificidad
comparada con el segundo que transmite la verdad, como si producir
informes fuese hoy la verdad de la transmisión.
Entonces, con una violencia inusitada se impone un método de ges-
tión que apunta a todo lo que tiene que ver con un abordaje subjetivo,
tanto respecto de los niños como de los profesionales, so pretexto de
las leyes de 2002 y de 2005. La ley del 2 de enero de 2002 se llama "Ley
de renovación social y médico-social" y la del 4 de marzo concierne a
los derechos de los enfermos y la calidad del sistema de salud. La ley
de 2005 trata de la igualdad de derechos y de oportunidades, la parti-
cipación y la ciudadanía de las personas discapacitadas, y define así la
discapacidad: constituye una discapacidad, según la presente ley, toda
limitación de actividad o restricción de participación en la vida social
padecida por una persona araíz de una alteración sustancial, durable o
definitiva de una o varias funciones físicas, sensoriales, mentales, cog-
nitivas o psíquicas, de una discapacidad múltiple o de un trastorno de
salud que incapacita. Es decir una definición muy amplia de la noción
de discapacidad.
La orientación cognitivo-conductual, que considero no asumida o
incluso ignorada por los mismos autores, pero que encaja con algo
que responde a sus reivindicaciones, le permitirá a la asociación apo-
yarse muy firmemente sobre estas leyes, el presidente mismo dirá en
una reunión pública: "Esta ley es nuestro ideal". Me impactó porque
por lo general, como apareció recientemente ya que este sábado hubo
una protesta en la que los discapacitados reclamaban varias cosas, una
ley no es el ideal de un grupo sino una etapa en una conquista por
venir, un arbitraje del legislador. Considerar que es una ideal es algo
peligroso.

256
IDEOLOGÍA TCC Y POLÍTICA DE LA FELICIDAD

A partir de ahí queda claro que los niños, sin importar sus dificulta-
des psíquicas son, por lo tanto, ante todo desde la más temprana edad,
apenas entran en el circuito de los beneficiarios de la ley (ineludible
para entrar en este tipo de establecimiento), discapacitados para quie-
nes la prioridad es la reivindicación de los derechos a la educación y
a la comunicación. Poco importa su edad, su potencialidad en deve-
ni¡. su historia. Hay que entender que al recibir niños muy jóvenes,
manteníamos siempre una suerte de ambigüedad en este asunto, para
dejar abierta la posibilidad de la cura, porque si se le dice a la madre
de un niño de 2 años que su hijo es discapacitado y que 1o único que
tiene que hacer es conseguir los derechos que le permitirán entrar en
el establecimiento y cobrar una pensión, reacciona pensando que todo
está resuelto y no le queda mucho por hacer sino educar al pobre niño
discapacitado.
Cuando se trata de niños autistas o psicóticos como en la mayoría
de los casos, obviamente se prefiere mantener cierta ambigüedad, al
matizar el hecho de que por cierto tienen derechos pero que también
son necesarios unos cuidados para permitir el advenimiento de un
sujeto. Sin importar su edad, su potencialidad en devenir o su histo-
ria, se considera entonces que el artículo de ley debe orientar todas las
acciones de los profesionales. Una directora legalista que desatiende la
experiencia y lo real para preferir el artículo que defiende a los gerentes
puso en peligro lo que funcionaba hasta entonces. La palabra de los
profesionales tanto como la de los niños pierde su valo1, ahí reside la
paradoja. Solo importa una observación que se piensa objetiva, equipa-
da con textos y referencias que toman las apariencias de la ciencia y que
obviamente serán objeto de informes escritos.
La comunicación es promovida como valor de intercambio, a condi-
ción de ser delimitada de manera de cumplir únicamente con el papel
de correa de transmisión de los memorandos de la dirección. El memo-
rando se volvió un modo mayor de comunicacióny, paradójicamente,
la meta de la dirección consistía en impedir que hablemos. Las reunio-
nes solo son cajas de resonancias de estas directivas y quien se atreve a
emitir una opinión personal se ve rápidamente amenazado de sancio-
nes varias que pueden ir hasta la exclusión. El psiquiatra que se atreve a
introducir una reflexión sobre estos métodos está demostrando -según
le dijeron- "un gusto por las disputas verbales públicas" o, cuando

257
JACQUES-ALAIN MILLER

habla con sus colegas, se le reprocha estar armando un complot. Les


cuento lo que vivi es decir que la directora vino a mi oficina para decir-
me que había hablado con mi colega el doctor tal. Le conté que si que
efectivamente hablábamos juntos de los problemas que enfrentábamos,
y me explicó que eso era un complot contra ella.
Nos da un indicio de cómo esta señora percibe el Otro pero el tema
aquí es que la apoyaba la asociación y que ella organizaba todo el fun-
cionamiento institucional en esta área. Las reuniones pluridisciplina-
rias, a pesar de formar parte del funcionamiento estatuario de estos
establecimientos, son denunciadas por la direccióry porque las catego-
rías profesionales intercambian entre ellas. Lo educativo debe ser sepa-
rado de 1o terapéutico, que es concebido únicamente bajo el modo de
la prescripción médica, al punto que causa sorpresa que no se recete
psicotrópicos a los más jóvenes.
El término de discapacidad se volvió entonces una palabra valija. De
la misma manera que la depresión redujo la clínica a unas señales que
tratarían las nuevas moléculas, la discapacidad se volvió un cajón de
sastre -me parece de suma actualidad y relacionado con las dos leyes
de las que acabo de hablar- que se solucionaría con algunas medidas
médico-sociales. EI trayecto individual se disuelve en el género hasta
no ser más que una variable reducida a un par de señales que hace
desaparecer toda subjetividad, sospechosa de impedir el avance de una
evaluación científica, económica y administrativa. Se distinguen buena
y mala discapacidad, según se beneficie o no con las medidas que la ley
ideal de 2005 supo o no supo implementar. Así la sutil distinción entre
discapacitado mental y discapacitado psíquico, según dijo el presidente
de la asociación, soluciona los impases donde se encontraban ciertos
casos. El discapacitado mental es aquel cuyo retraso intelectual, medi-
ble desde el origen de la psicometría, es la consecuencia de un daño
genético o anatómico ligado a patologías ante y posnatales. El déficit
intelectual se considera desde ese momento como un déficit instrumen-
tal y le corresponden técnicas educativas especializadas. En cuanto al
discapacitado psíquico, atañe por el contrario a la patología mental y
a sus consecuencias, y necesita cuidados psiquiátricos especializados.
Esta sólida distincióry enseñada desde hace tiempo por las cátedras
médicas, resiste difícilmente a lo real de la clínica. Bastaría para conven-
cerse de ello con acordarse de los debates legislativos que acompañaron

258
IDEOLOGÍA TCC Y POLÍTICA DE LA FELICIDAD

la clasificación del autismo en el registro de la discapacidad dependien-


do de la educación especializada. Sobre esa base, el uso generalizado
del término de autismo para caracterizar cualquier trastorno del niño
sin lesiones cerebrales que presenta un retraso de lenguaje o social,
llevó a desestimar todas las sutilezas diagnósticas que permitían ubicar
en los niños muy jóvenes señales de psicosis, alucinaciones precoces,
estados depresivos y abrir, por lo tanto, una atención terapéutica ade-
cuada.

lmposición de silencio

Estos deslizamientos semánticos me parecen muy importantes


puesto que al implementar el término en tanto categoría, ubican el
sufrimiento del niño del lado del autismo !, por 1o tanto, del lado de
la discapacidad. Se operó progresivamente un deslizamiento, en cada
nuevo texto de ley,bajo la presión de estas asociaciones de padres o tal
vezpor la incapacidad de los psiquiatras de defender algo de los cuida-
dos a los que estos niños podían pretender. Por ello yo considero que,
de cierta forma, estas leyes se les vuelven en contra a los padres y a sus
niños. Esos intentos de clasificación pierden de vista un dato esencial, el
hecho de que cada niño, discapacitado o no, nace en un contexto fami-
liar y mantiene con este relaciones que resultan determinantes para su
desarrollo y que la única posibilidad consiste en calibrar caso por caso
según su historia singular las respuestas que los adultos, educadores,
terapéuticos pueden proponerles a estos niños.
La eugenesia dominante no cambiará el hecho de que cada niño tiene
padres y que corregir sus genes no le dará otros. Esto no se puede hacer
sin tomar en cuenta la solución que cada sujeto, por pequeño que sea,
forjó para adaptarse al contexto de su nacimiento, y solo se podrá dise-
ñar una evolución para cada uno, discapacitado o no, si se trabaja con
estos datos. Ningún pedagogo serio pretenderá que los mismos medios
educativos ofrecidos a todos los niños que tienen 130 de cociente inte-
lectual generen resultados parejos para todos. ¿Por qué querer imponer
entonces semejante conducta a niños discapacitados? La experiencia
demostró que el apoyo a las soluciones encontradas muy precozmente
por los niños con un retraso de desarrollo les permitiría aprovechar al

259
JACQUES-ALAIN MILLER

máximo sus posibilidades. De no haber tomado en cuenta las fobias de


una pequeña que padecía de síndrome de Down, de no haber tomado
en serio el conocimiento paradójico de los ramales de tren de un niño
que no hablaba, ninguno hubiera conocido el desarrollo ulterior que les
permitió una inserción social óptima.
Además, la amenaza y la sanción se vuelven el modo último de la
reeducación. Los métodos cognitivo-conductuales piden renunciar a
todo aquello que acabo de enumerar para privilegiar únicamente el
abordaje instrumental, medido por pruebas y referenciales basados
en escalas estadísticas. El precio de esa nueva gestión es el silencio de
todos. La palabra es un artefacto que se vuelve insoportable para el
aprobador o el gestor. La directora del IME lo entendió y dio la orden
de que la palabra se reduzca al mínimo y aquel que da una opinión
extraída de su experiencia se inscribe en falso en cuanto a la gestión
voluntaria que ella impone, ya que sabe 1o que es bueno para cada uno
y para todos. La palabra es un riesgo que no quiere asumiq, temien-
do que en cualquier momento exprese el accidente que podría ocurrir,
el niño se podría electrocutar, ahogar, 1o podría pisar un auto, podría
sufrir maltrato, comprometiendo su propia responsabilidad civil o
penal. Sobre ese postulado, no puede delegar nada, tiene que decidir
todo, instruir todo y todas las respuestas tienen que pasar por ella.
Cuando escucho que el paro del personal del establecimiento,
impulsado por un sindicato, no fue un éxito porque solo un cuarto de1
personal adhirió, contesto que lo que esto esconde es que la gran mayo-
ría de los educadores sí adhirieron al paro pero que la chapa de silen-
cio que instauró no permitió que el personal no educativo se enterara
del movimiento social ni de sus causas: el maltrato creciente del per-
sonal educativo con sus consecuencias sobre la atención de los niños.
La dirección tampoco los informó que usa voluntarios sin capacitación
para recibir a los niños cuando sus educadores están de paro. Así como
no les informa a los ejecutivos del establecimiento siempre acusados de
no estar en sintonía con sus mandatos, no les informa tampoco cuando
contrata sin preocuparse de su calificación a personas cumpliendo 1a
función de educadores para reemplazar los cada vez rr.ás numerosos
empleados que renuncian o están de baja por enfermedad. No es sola-
mente una falta de informacióry sino también una voluntad de desin-
formari por ejemplo cuando la renuncia de educadoras se explica por

260
IDEOLOGÍA TCC Y POLÍTICA DE LA FELICIDAD

sus conveniencias personales y que estas alegan que las modificaciones


de sus orientaciones de trabajo no les permite permanecer en el estable-
cimiento. Sin duda será por el bien de todos que informan públicamen-
te a los educadores que si renuncian no encontrarán otro empleo dado
la red de relaciones de la que dispone la dirección.
Una comunicación que impone el silencio, por ejemplo cuando se
les prohíbe a los educadores dirigirse directamente a los padres de los
niños que tienen a cargo, por temor a que se puedan transmitir infor-
maciones y porque toda relación con las familias tiene que pasar por la
dirección. Se Ie ordena al propio psiquiatra que participe con la direc-
tora de las entrevistas con las familias y su negativa en nombre de las
exigencias de su práctica profesional está cuidadosamente consignada
en los informes y considerada como sospechosa.
Cada detalle de disfuncionalidad, cada incidente, cada acciden-
te benigno ocurrido en los últimos meses, y se han multiplicado, está
aislado y sistemáticamente imputado a los profesionales, a quienes se
convoca para aleccionarlos con una sanción que va desde una amo-
nestación hasta una amenaza de exclusión. Se sospecha de las familias
que hacen preguntas de no querer el bien de su hijo y cuando aparecen
maltratos debidos al ejercicio de una autoridad, son o negados o impu-
tados a las familias. Al querer mostrar el ejemplo, la directora no dudó
en tocar físicamente a los niños agitados, con el pretexto de proteger a
las educadoras, sin importarle las consecuencias para el niño o que los
padres se nieguen a volver a traerlo. No estaba presente pero me con-
taron la escena a pesar del temor que los testigos tenían de expresarse
por las amenazas que pesan sobre su puesto.
Les cuento todo esto porque me parece que está ocurriendo en varios
establecimientos. Parece un relato monstruoso pero lo que me llama la
atención es hasta qué punto las familias y el personal soportaron eso.
Excepto una que otra renuncia la gente sigue en pie, en un contexto de
puesta en orden de la sociedad en el que la gente 1o soporta tanto más
cuanto piensa que no hay otra solución so pena de perder su empleo sin
saber qué pasará luego.
La regla de no entrar en contacto físico con los más perturbados de los
niños daba resultado, por señalar el límite que poníamos al desenfreno
de su propia violencia. Esta regla elemental que atrae a todos hacia un
mundo más civilizado es pisoteada por los que pretenden terminar con

261
JACQUES-ALAIN MILLER

Ios comportamientos perturbados con comportamientos educativos. La


educación solo tiene sentido en la medida en que promueve el sujeto
en el registro de la palabra y del lenguaje y se contradice a sí misma
cuando se basa sobre una denegación de la palabra del próximo. En
esta gestión que parece salida de los peores métodos de manejo del
personal que el mundo empresarial ya abandonó, se trata de hacerles
creer a los padres y a las autoridades de turno que se les puede vender
un programa educativo "integral", evaluable y medible a voluntad, y
quienes se oponen no son más que ideólogos rebeldes. Es fácil aquí
entender que la ideología que se trata de imponer a todos contra su
propia voluntad es un modo de funcionamiento que pasa por alto la
experiencia acumulada.
Se le aconseja someterse o dimitir2 cuando uno denuncia estos
hechos sin dejarse impresionar por las diversas amenazas que hacen
pesar sobre su empleo, cuestionando su deontologí4 o incluso su
moralidad. Un psiquiatra llegó a ser sospechado de ser responsable de
la degradación del local o de la ausencia de acomodamiento de los jar-
dines. ¡Figura tal cual en una carta!
Asistimos a una deriva de la atención de los niños, cuando nadie
puede negar que no haya consecuencias de su discapacidad mental, de
su discapacidad psíquica sobre su propia familia, que incluso a veces
está intrincada con la problemática familiar. El desconocimiento de esta
intrincación condena a unos y otros a un impase que no puede llevar
a otra cosa que reforzar aquello de lo que sufren. El hecho de que los
padres teman ser reconocidos como culpables no elimina su respon-
sabilidad ni la culpabilidad que pueden sentir. Los padres de niños
discapacitados no son los únicos que han imaginado un hijo ideal, sin
embargo tendrán que vivir la educación de su hijo tal como es, con sus
capacidades y sus defectos. El trabajo de los profesionales especializa-
dos consiste en tratar eso con tacto, sin banalizarlo nunca ni tampoco
considerar que se pueda dirigir a los niños y a los padres como a meros
consumidores de un dispositivo puesto a su disposición. Lo que está en
juego supera lo que ocurre en estos establecimientos, es una mala lectu-

2. "Se sownettre ou se démettre", famosa frase que pronunció León Gambetta en1877
cuando los monarquistas amenazaban con no respetar el resultado de las elecciones.

262
IDEOLOGÍA TCC Y POLÍTICA DE LA FELICIDAD

ra de los textos legislativos que penaliza a los que estos textos quieren
proteger.
Ahí donde el poder público fallaba, ahí donde la psiquiatría no se
mostraba a la altura del desafío planteado por estas situaciones, las
asociaciones de padres tuvieron un rol determinante en el desarrollo
de las instituciones que reciben a los niños llamados "inadaptados".
¿Tomarán ahora, contra los profesionales, una dirección que anulará
la generosidad de este primer movimiento al limitar el acceso a estos
establecimientos a los niños que se benefician de los programas reedu-
cativos conductistas y a los padres que lo aceptarían? ¿Los organismos
competentes se volverán los cómplices de semejantes orientaciones
bajo el pretexto presupuestario o de una gestión rigurosa? Ese proble-
ma de salud pública merece una difusión urgente. El cognitivismo es
una coartada que solo se desarrollará imponiéndonos a todos el silen-
cio. Hemos elegido no callarnos a pesar de las amenazas que podrán
pesar sobre nosotros.

El poder de la administración

Jaquns-AlarN MTLLER: Hagamos un pequeño corte y veamos si


algunos quieren traer informaciones complementarias o preguntas.
Supongo que ciertas personas aquí presentes participan de institucio-
nes donde ocurren procesos parecidos. Lo que me llama la atenciór¡
después de haber leído este texto, es el fracaso de la propaganda psi-
coanalítica de los años sesenta-setenta, cuando la idea de las prácticas
relacionales -como las llamó usted o como se llaman en su institución-
estaba de moda, era del orden de la evidencia. Hoy sentimos que la
evidencia cambió de lado, se nota que estamos frente a fenómenos de
larga duración. En esta larga experiencia de treinta años hay claramen-
te un quiebre, simplemente con los datos que nos trajo en su exposición
vemos un cambio de estatuto de la administracióry ahora se pone real-
mente en el lugar del Otro. Es decir que estamos trabajando para ella y
tenemos que usar su lenguaje para que nos entienda.
Como usted 1o subrayó, el memorando y el informe se vuelven los
modos de comunicación apropiados a las exigencias del Otro. En cam-
bio, en los años sesenta-setenta, la administración estaba mucho más

263
}ACQUES-ALAIN MILLER

a la escucha y abierta a servir 1o nuevo que surgía. Ahora bier¡ hoy la


desvalorización de la transmisión oral y la omnipresencia de 1o escrito
traducen ese cambio de estatuto, esta toma de poder de la administra-
ción. Michel Foucault en su época había consagrado páginas memora-
bles a la institución del informe administrativo, mostrando cómo los
memorandos y el almacenamiento de la documentación habían sido
elementos constitutivos del poder administrativo moderno. Lo que
notamos hoy es que se intenta hacer descender estas prácticas hasta en
el detalle de cada empleado de estas instituciones.
Ya no es solamente la administración hablando con la administra-
ción sino la administración obligando a los administrados, o más bien
a sus empleados y el conjunto de los que trabajan, a hablar exclusiva-
mente su lenguaje. Por supuesto, siempre hubo que hablar su lenguaje,
hacerse entender por ella, pero aquí nos sentimos frente a un funciona-
miento administrativo totalitario que pide...

]neN-DeNInr Marrr: Todo lo que constituía límites entre los profe-


sionales, los administrados, los niños, los padres, etc., límites entre 1o
íntimo y lo éxtimo, el adentro y el afuera, se borra para llegar a una
suerte de transparencia que va del pequeñito recién nacido hasta la más
alta administración. Es decir que se impone el mismo modo de transmi-
sión a todos: el pequeño método educativo. Se tiene que poder rendir
cuentas tanto en el detalle del trabajo del educador, como luego en el
control que ejercerá el psiquiatra, y ello hasta la directora y la Dirección
Departamental de Asuntos Sanitarios y Sociales (DDASS). Es un inten-
to de volver todo legible como si pudiese serlo sin más.
Cuando decía que las cosas cambiarory esto claramente es asi con
solo recordar que yo fui contratado por un anuncio que se había publi-
cado en la Escuela Freudiana de París, ya está todo dicho: en aquella
época la dirección de este establecimiento consideraba que para reclu-
tar un psiquiatra había que poner el anuncio en la Escuela Freudiana de
París. Está claro que hoy es muy distinto y que Por esa misma tazón se
quieren cambiar las cosas, es un viraje radical en efecto...

|acquEs-AmtN Mtt-t-¡R: La directora que viene a reprochar que los


colegas se hablan y dice que es un complot es algo que traduce una
toma del podeq, son fenómenos que conocemos. Cuando hay toma del

264
IDEOLOGÍA TCC Y POLÍTICA DE LA FELICIDAD

podet los intercambios más inocentes pueden ser tachados de com-


plot. Un Stalin, siempre atento, consideraba que todas las conversacio-
nes privadas eran potencialmente un complot. Para Mao Tsé-tung, otro
experimentado del poder, en cuanto se habla se está haciendo propa-
ganda. También es muy razonable. Lo más llamativo es esta toma de
poder de la administración. Desde luego, siempre tuvo el pode1, me
imagino que esto se verá también en el Reino Unido, que desde Francia
siempre consideramos/ con respeto o para burlarnos, como la Tierra del
sentido común sereno.
Este modo de rendir cuentas y esta evaluación, como sabemos,
empezó en la empresa, en Toyota dicery que ahora se volvió número
uno al superar a General Motors, y me acuerdo que cuando le pregun-
té a un científico por qué la evaluación se imponía por todos lados,
me contestó que correspondía a una toma de poder de los tfianagers
sobre los ingenieros, cuando la evaluación se hizo evidente y la gente
decía: ¿cómo quiere hacer sin evaluar?, es impensable. Corresponde a
una toma del poder de aquellos a quienes se va dirigir la evaluación y
que implementan dispositivos que están alcanzando lo más profundo
de nuestra actividad. Llegó a profesiones reglamentadas como la de
médico o psiquiatra, hasta en su actividad liberal. Nos enfrentamos con
un fenómeno de sociedad, de civilizacióry cuya emergencia se dio en
una suerte de estupefacción. Ahora tenemos que preparar el momento
del reflujo.

JraN-DaNml Merrr: Es un fenómeno que empieza con los eslabo-


nes débiles. Este presidente de asociación que conozco es un hombre
bastante cobarde, le tiene miedo a su propia sombra y más aún a los
pedidos de la administración en términos de presupuesto, a los ries-
gos civiles y penales que conlleva la gestión de los establecimientos y,
por lo tanto, todo esto se hizo muy rápidamente, ya que buscó ser lo
más transparente posible frente al avance de estos métodos, así fun-
ciona. Veo en ello efectivamente la señal de que algo está cambiando
en el detalle de todos estos establecimientos. Di un ejemplo del caso
que conozco personalmente, fue algo penoso para mí, no duró mucho
porque enseguida decidí irme, pero tengo testimonios de otros estable-
cimientos donde un proceso parecido está en curso.

265
IACQUES-ALAIN MILLER

]ecquns-AmIN MIt-t sR: ¿Alguien del público quiere preguntar algo?

UNa aslsr¡Nre: Quería volver sobre un punto, cuando hablamos del


empleador, pensamos en la administracióry pero esta solo financia la
instituciór¡ 1o cual tiene su importancia, pero quien contrata es el esta-
blecimiento, regido por la Ley de las Asociaciones 1901, lo cual signi-
fica que los empleadores son los padres de los niños recibidos en esta
estructura, que ellos reclutaron a este tipo de personal y no la admi-
nistración. Tal vez la administración empuja en este sentido pero los
padres eligieron con conocimiento de causa a esta persona y no otro
tipo de orientación.

jnaN-DeNrnr Mer¡r: Claro, por ello hablaba de eslabón débil.

Orna eslsr¡Nrr: No emplean los padres sino quien paga.

]neN-DaNmr Mernr: No, el empleador es efectivamente la asocia-


ción, por la ley 1901, que consigue los presupuestos de la DDASS, de la
seguridad social. Pero el empleador es la asociación, aunque esté sujeta
a controles muy puntillosos y precisos, y hace falta cierto coraje y orien-
tación para defender sus ideas, si se las tiene, caso contrario se deja
pasar lo que parece ir en el sentido de la administracióry que pide más
que nada informes tan claros y simples como se pueda para continuar
aprobando los presupuestos. Incluso asistimos a una lucha entre aso-
ciaciones de padres, algunas tratando de ser más fervientes que otras
y así conseguir presupuestos adicionales por buena conducta. En este
sentido, la administración está comprometida. Toda esa gente no cono-
ce nada del cognitivo-conductual, es 1o gracioso, pero es sensible a un
modo de transmisión de las teorías, por parecerles adecuado a la buena
gestión que desean tener.

jacguns-AmIN Mtt-t-sR: ¿Cómo cambió la predisposición de esta aso-


ciación de padres hacia el psicoanálisis?

]naN-DaNrnr Mer¡r: La verdad es que tampoco conocían mucho


mejor el psicoanálisis. Durante muchos años la dirección estuvo ausen-
te, nosotros seguimos trabajando, pero estaba esta insatisfacción de la

266
IDEOLOGÍA TCC Y POLfTICA DE LA FELICIDAD

que hablé, la asociación siempre se quejaba de la falta de información.


El humor cambió en torno a esa falta de información escrita, no escri-
bíamos lo suficiente, y seguramente lo hacíamos en un estilo, relatos de
casos y de historias de niños, que no correspondía.

]acquEs-AlelN MILLER: ¿Qué deseaban?

JEaN-DeNIn Mersr: Deseaban referencias, pruebas. Por ejemplo en


algún momento durante una reunión la dirección le dice a la psicomo-
tricista "no tiene punto de referencia para medir la evolución de este
niño autista que, antes, se quedaba a un metro de la bañadera".

jacqurs-AlaIN MInrR: Entonces es una cuestión de evaluación. Es


la falta constatada de que no funcionan según los procedimientos tipos
de la evaluacióry la falta de un modelo de referencia comparado con el
cual se mide cada sujeto. ¿A quién le empezó a molestar? ¿A la admi-
nistración, a los padres? Es difícil saberlo, incluso cuando se vive desde
adentro, usted conservó cierto interés por el asunto, sin embargo no
sabe decirme cuándo empezó.

]raN-DeNrnr Mer¡t: Primero ocurrió brutalmente...

Jeceu¡s-AUIN MILLER: Me hace pensar en la obra de Ionesco, El


rinoceronte, cuando sin que se sepa por qué la gente se empieza a trans-
formar en rinoceronte. Hay uno, luego dos, a la gente le parece mons-
truoso hasta que llega a haber cierta cantidad y empieza a decir que
no es tan grave, que hay que entenderlos, y al final solo queda el héroe
de Ionesco, Berenguel, que se niega a transformarse en rinoceronte. Le
tengo cariño a esta obra, le encontré una pertinencia profunda en el
grupo social, y se relaciona un poco con lo que está pasando.

|reN-DaNInl Mernr: La directora llegó con la idea de recuperar el


control; el director anterior parecía satisfacer pero de repente, después
de seis meses, dejaron de estar conformes con su expediente, 1o echa-
ron, y apareció esa señora que de un día para el otro decidió que había
que cambiar todo...

267
JACQUES-ALAIN MILLER

]acqurs-AlaIN MIt-t ¡R: Visiblemente estamos considerando a esta


señora como lo que llamamos una contingencia. Pero en el fondo, el
movimiento de civilización eligió este humilde vehículo para realizarse.
¿Alguien más quiere tomar la palabra?

AsnrrNrr: Me llamó mucho la atención la cuestión de lo escrito. No


creo que solo se trate de evaluación. Es la transmisión de la información
y en ese sentido la información escrita no es solo un contenido sino
también un continente, escribir de cierta manera, contar todo hasta lo
secreto de 1o que confesó el niño. Los maltratos, los abusos, están cui-
dadosamente anotados. Me sorprende la cantidad de intervenciones de
los referentes sociales, para informar su jerarquía por ejemplo. El hecho
de que tengan que informar su jerarquía de todo 1o que les pasa a los
niños no está directamente relacionado con la evaluacióry sino que se
trata de la transmisión de la información por escrito, y de cierta forma.

jneN-DaNrEr Merrr: Es cierto, se nota que nunca se los puede dejar


conformes. En efecto ocurría esto que existían huellas escritas, escribía-
mos cosas, hacíamos expedientes sobre cada niño, pero no bajo la forma
que ellos exigían. A pesar de todos los esfuerzos de las educadoras,
nunca se acercaba lo suficiente a 1o que pretendían...

|acquns-AmlN MILLER: Tal vez no sea solo un tema de cantidad, sino


también de modo de escritura, de estilo...

]neN-DeNrm Mar¡r: ...de estilo de escritura, de apreciación, de


medidas, etc.

Jacqurs-Ar-elN MILLER: Muy bien, muchas gracias, ¿Pierre-Gilles


Guéguen?

La política de la felicidad

PI¡RRB-Gnrps GuÉcueN: Voy a hablar hoy, en honor a facques-Alain


Miller, de la política de Ia felicidad en Gran Bretaña. La teoría microeco-
nómica, llamada de la felicidad o del bienestar -dos versiones comple-

268
IDEOLOGÍA TCC Y POLÍTICA DE LA FELICIDAD

mentarias para calificar esta política-, está de moda desde hace quince
años y sedujo particularmente al New Labou4 el partido de Tony Blair,
desde su llegada al poder en 1997. Como pudieron advertiq, el presi-
dente Sarkozy, delante de las dos cámaras británicas, declaró que pre-
tendía seguir esta misma política...

]acquEs-ArelN MILLER: El último discurso del presidente de la


República delante de la cámara de los Lores le da todo su valor a su
contribución ya que declaró que los británicos eran nuestro modelo en
la gestión del Estado, de la economía, de las relaciones sociales. No está
exactamente en posición de realizar todo lo que promete o aquello con
lo que sueña, parece incluso políticamente discapacitado, si me permi-
ten, luchando para evitar la quiebra del Estado, enfrentado con movi-
mientos sociales, etc. Pero la intención está, nos está describiendo algo
que admira el responsable po1ítico más alto de Francia.

Pt¡RR¡-Gnrss GuÉcuEN: Para realizar esta política, Tony Blair se


rodeó de economistas, asesores para el Ministerio de Salud que inspira-
ron el cambio radical del National Health Service, este servicio estatal
y gratuito considerado una religión inglesa, que se había vuelto muy
ineficaz desde los años setenta.
¿Cómo explicar que partiendo del modelo del National Health Ser-
vice el gobierno laborista, al seguir el asesoramiento de estos economis-
tas, haya prometido recientemente --el 14 de octubre de 2007- capacitar
diez mil terapeutas cognitivo-conductuales para tratar la depresión en
el Reino Unido?
¿Lo que nos parece una aberración burocrática está hoy sobre el
escritorio de la alta autoridad de Salud como 10 hace temer la campa-
ña publicitaria de diagnóstico de la depresión que hemos combatido y
seguimos combatiendo?
Numerosos economistas en el planeta investigan sobre el tema de
la felicidad apoyándose sobre datos cognitivo-conductuales, el más
conocido es Daniel Kahneman de la Universidad de Princeton en Esta-
dos Unidos, Premio Nobel de Economíaen2002. La London School of
Economics, prestigiosa institucióry cuna de la teoría económica liberal,
también tiene investigadores y profesores en este campo. De ahí provie-
ne Sir Richard Layard, después de haber realizado estudios sumamente

269
IACQUES-ALAIN MILLER

británicos, ya que fue a la escuela de Eton y estudió en el King's College


en Cambridge, donde fue profesor hasta hace poco. Nacido en 1934,
dirige en la actualidad un laboratorio de investigación de la London
School of Economics: el centro para el rendimiento económico. El pri-
mer libro que lo dio a conocer al público es un tratado de teoría micro-
económica publicado en 1978 en McGraw Hill en los Estados Unidos.
Empezó su carrera de experto en el campo de la educación y más tarde
en el de la política del empleo, del mercado laboral y de las desigual-
dades, antes de publicar sus recomendaciones para el Partido Laborista
en un libro aparecido en 7997, antes de que Tony Blair ocupara el pues-
to de primer ministro.
En 2005, Richard Layard publica una obra que lo dará aconocer a un
público más amplio, traducida al francés como El precio de la felicidad.
Su título original, Happiness: Lessons from a New Science (Felicidad: lec-
ciones para una ciencia nueva), dice más precisamente de qué se trata,
es decir de una nueva ciencia del pensamiento positivo, como dice, que
tiene tres facetas: psicologí4 economía y política. Este libro manifiesta
el interés de Layard por la política de salud y en20}6 tuvo como conse-
cuencia un informe sobre la depresión del Centro para el Rendimiento
Económico. Es decir que, como en Francia, la depresión está en el foco
de las relaciones gubernamentales inglesas en tanto causa nacional.
La tesis es la siguiente: podemos preguntarle a la gente hasta qué
punto es feliz, lo hicimos durante años, pero nada garantizaba que la
respuesta informe algo realmente objetivo. Esta situación cambió en los
últimos quince años gracias a los neurocientíficos que lograron detectar
qué regiones del cerebro están más activas cuando una persona es feliz.
Cito: "Está a nuestro alcance declarar objetivamente que hay felicidad
y se puede evaluar correctamente gracias a lo que la gente dice de su
grado de felicidad".

Jecquns-AleIN Mu-LsR: Esto es bastante bizato porque dice: pen-


sábamos que no se podía fiar en las declaraciones por ser subjetivas,
ahora bien hay una objetividad que se verifica con la actividad del cere-
bro. Entonces ya no le preguntamos a la gente sino que se le observa el
cerebro y lo declaramos. Dice que la felicidad es algo objetivo puesto
que es cerebral, por lo que podemos tomar en serio sus declaraciones.

270
IDEOLOGÍA TCC Y POLÍTICA DE LA FELICIDAD

PrsRn¡-Gnr¡s GuÉcuBN: Periodistas se lo objetaron y dice que no


cambia nada, que todo converge. No está establecido pero dice que
todo converge.
Esta psicología simplificada al extremo, que otros economistas y
sociólogos no comparten, se apoya particularmente sobre el trabajo de
un tal Richard Davidson que figura junto con Daniel Kahneman como
inspirador del programa de investigación 2005-2010 del centro para el
rendimiento económico dirigido por Richard Layard. Deduce de ello,
aunque la relación de causa-efecto quede totalmente inexplicada, que
la forma de terapia que mejor se adapta a las neurociencias es la tera-
pia cognitivo-conductual. Declara lo siguiente: "La terapia cognitiva
moderna emergió hace treinta años y se desarrolló con la ambición de
volverse un sustituto del psicoanálisis". Gracias a Ia experimentación
sistemática, encontró un método e instrumentos que permitieran pro-
mover el pensamiento positivo.

Jeceu¡s-Alem MueR: ¿Qué llama pensamiento positivo? Promo-


ver el pensamiento positivo es la sugestión positiva, es alguna forma
de autosugestióry ¿o es algo más complejo?

Pmnnr-GIt-t-ss GUEGUEN:Lo que llama el pensamiento positivo es


esencialmente la medida y la evaluación. La medida y los comporta-
mientos, como en la microeconomía porque es un microeconomista.
Piensa que 1os comportamientos individuales se pueden medir. Se trata
de superar la medida económica tradicional de la riqueza de las unida-
des familiares y de promover la medida de la felicidad. Es decir pasar
de la medida de un índice objetivo y global (el dinero, el PBI) a un
índice que dé cuenta de la subjetividad. Para Layard, el sentimiento de
felicidad es ante todo relativo. Depende de la comparación que cada
uno hace de sus ingresos con los de sus pares (colegas, misma clase
socio-profesional, etc.). Es lo que los economistas llaman el factor envi-
dia, que se basa en la rivalidad. Layard propone atenuar estas rivalidades
que considera debidas a un sesgo cognitivo, al ofrecer por ejemplo más
distracciones. Demuestra ser intervencionista:

Si mi ingreso aumenta en comparación con el de usted, significa que el de


usted disminuye en comparación con el mío en la misma proporción. El

271.
JACQUES-ALAIN MILLER

proceso no produce ningún beneficio real para la sociedad pero puede lle-
var a enormes sacrificios en término de vida privada, de tiempo pasado con
la familia o los amigos. Esta lucha debe ser no solamente denunciada, sino
también disuadida.

Le corresponde, por lo tanto, al Estado disuadir la lucha individual.


Propone remedios clásicos, entre ellos el mecanismo de la fiscalidad
(gravar la contaminación y las adicciones, remunerar el rendimiento)
y remedios nuevos. Se pregunta en particular quiénes son los menos
felices en la sociedad y concluye "sin dudar son los enfermos mentales.
Y son muchos, hasta una de cada seis personas en la población de los
países más desarrollados". La política que preconiza es voluntarista.
Está firmemente a favor de la intervención del Estado reivindicando la
tradición de jeremy Bentham, es decir una ficción que asegura el equi-
librio global de los intereses bien entendidos en una perspectiva utili-
tarista. En una entrevista muy reciente para una revista de psicología
especializada dice que lo que lo llevó a interesarse especialmente en los
enfermos mentales fue ver suicidarse el decano del King's College en
Cambridge tirándose del campanario de la capilla de la universidad.
Lo llevó a interesarse particularmente en la devoción.
Pasemos a la política sanitaria de Blair y los expertos. En su primer
gobierno de 7997, Tony Blair encara la reforma del National Health Ser-
vice que Margaret Thatcher no había hecho, aunque en realidad había
pedido a partir de 1985 un plan de modificación a un tal Alain Entho-
ven, quien había formado parte en Estados Unidos de...

jacqurs-ArelN MILLER: Vaya al grano, usted es extremadamente


erudito en esos asuntos pero creo que puede obviar ciertos detalles sin
obstaculizar la compresión.

PITRRs-Gnrss CuÉcpN: Es cierto. Todo lo que Tony Blair adoptó


venía en Ia línea de Margaret Thatcher. Esta política pragmática funcio-
nó, los resultados están: las listas de espera del National Health Servi-
ce disminuyeron de manera muy clara, los centros de tratamiento así
como los hospitales constituidos con la estructura jurídica de fundacio-
nes funcionan y producen un sector mixto entre lo netamente público
y 1o puramente privado: el "cuasi-mercado". Tres factores posibilitaron
esta reforma: recurrir siempre a la evidencia based medicine (tratamien-

272
IDEOLOGÍA TCC Y POLÍTICA DE LA FELICIDAD

tos estandarizados que permiten operaciones en series menos costosas,


por ejemplo la de cataratas); la constitución de una agencia "inde-
pendiente" para la evaluación y la regulación de la salud y la evalua-
ción, el NICE, National Institut for Clinical Excellence, que produce
reglas de buena conducta y publica recomendaciones, y por último la
ayuda de varios expertos y asesores, algunos directamente ligados al
10 de Downing Street.
Profesores de la London School of Economics fueron asesores perso-
nales de Tony Blair, ]ulian Le Grand y Richard Layard, ambos especia-
lizados en los cuasi-mercados y en la microeconomía' ]ulian Le Grand
me interesa porque es el promotor de la teoría de la elección y creo
que si una reforma de este tipo se propone en Francia, será sobre estos
mismos principios, a saber que el usuario de los servicios de salud tiene
que poder, sin importar dónde esté, elegir entre cinco hospitales inde-
pendientes, sean privados o del National Health Service. La palabra
clave de la reforma es: poner a disponibilidad de todos. Esta estrategia
de la elección está basada en la idea de equidad: los más pobres como
los más ricos necesitan ante todo poder elegil, ejercer su libertad, por lo
que el sistema de salud tiene que ofrecerles tantas elecciones como a los
individuos de clase media.
Sobre este economista, ]ulian Le Grand, se han escrito palabras poco
halagadoras, por ejemplo que a diferencia de muchos universitarios,
siempre se movió en un mundillo entre la política del Partido Laborista
y la universidad. Es famoso por haber combatido muy fuerte y violen-
tamente a los médicos, dijo que había que arrancarles el poder a los
médicos, que eran incompetentes a la hora de decidir sobre la política
en el campo de la salud. Hubo en a1gún momento revueltas contra la
política de reforma del National Health Service y |ulian Le Grand peleó
mucho para sacarles el poder a los médicos y entregárselo a un cuerpo
de gestores. Su doctrina, adoptada por Tony Blair, preocupa el Laboris-
mo tradicional, el cual se pregunta si sigue el espíritu social demócrata
o si se trata en realidad de una privatización encubierta.
Richard Layard, quien sucedió a julian Le Grand como asesor priva-
do de Tony Blair, también adhiere a la estrategia de la elección, pero en
2003 empieza a interesarse más particularmente por la política de salud
mental y a escribir artículos, por ejemplo aquel llamado "Hacia una
sociedad más feliz" que insiste en la necesidad de curar la depresión

L/i
IACQUES-ALAIN MILLER

con una combinación de medicamentos y de terapia cognitiva. Declara:


"Hay que cambiar todo y hacer de la psiquiatría un elemento central y
de alto prestigio del National Health Service". En 2004 se creó el NICE,
que por entonces comenzó a hacer recomendaciones y paralelamente
la política británica cambió, ya que Margaret Thatcher había dado a
distintas asociaciones que representaban a psicólogos y psicoanalis-
tas la responsabilidad de decidir quién iba a ser psicoterapeuta o no;
finalmente, Ias difíciles y tortuosas negociaciones fracasaron y la British
Psychoanalytical Society se retiró.
Esta institución que juntaba distintos componentes (psicólogos, psi-
coanalistas) fue reemplazada poco a poco por otra institución llamada
el Health Professions Council, un registro nacional que protege para el
bien del público la calidad de sus prácticantes. Psicólogos, psicotera-
peutas y psicoanalistas serán sometidos a una evaluación periódicay a
una renovación anual de su licencia para ejercer. La categoría en Ia que
podrían inscribirse los psicoanalistas en el Health Professions Council
es la de clinical scientists, clínicos.

jacguns AlelN MtllsR: La palabra psicoanalista no figura. ¿Se puede


entonces ser formalmente psicoanalista sin entrar en este sistema?

PteRnB-GrLrrs GuÉcu¡N: Si pero la British Psychoanalytical Society


protege el título de psicoanalista.

Jacquus AretN MUBR: ¿Es decir?

PI¡nRs-Gil-r¡s GuÉGUEN: Lo patentaron, pretenden ser los únicos en


poder reconocer a uno como tal.

JacquEs AreIN MILI-¡R: ¿Lo patentaron dónde? Quizá pueda ir más


rápido, ya que solo quedan 15 minutos.

Pmnn¡-G[r-ss GuÉcurN: Para volver aLayard, un artículo de julio de


2006 se empeña en demostrar que ofrecer más ampliamente tratamien-
tos TCC a los pacientes de los médicos clínicos no generaba ningún
costo adicional ya que se autofinanciarían al disminuir el ausentismo
en el trabajo. Es su más contundente argumento a favor de los trata-

274
IDEOLOGÍA TCC Y POLÍTICA DE LA FELICIDAD

mientos TCC cuando las estadísticas a las que refiere van en sentido
contrario: "Hoy 2.750.000 personas visitan el consultorio de un médico
clínico. Al 1% de ellos se le receta una terapia cognitivo-conductual, al
3% una psicoterapia relacional y a7 4/o, counseling".

Los médicos clínicos en Inglaterra emplean cuatro mil psi. Difícil-


mente se entiende entonces por qué tendríamos que favorecer más
específicamente la puesta a disposición del público de los terapeutas
cognitivistas, más que porque Layard ha tomado partido por ellos.
Puesto que las propuestas del NICE, como dije un instituto de excelen-
cia clínica, exigen tratamientos evaluados a la manera eaidence based,
hay que capacitar muchos terapeutas cognitivo-conductuales. La tasa
promedio de "éxito" del tratamiento TCC es delS0%, el dinero gastado
en las estructuras y en los tratamientos será reinvertido inmediatamen-
te en la producción por el incremento de los días trabajados. Es, por lo
tanto, una operación de suma cero.
Hay que precisar que los diez mil terapeutas que serán capacitados,
para los cuales un presupuesto muy importante será desbloqueado,
partirán de una formación psicológica nula. Serán en su gran mayoría
educadores, trabajadores sociales y personas que trabajan en los ser-
vicios sociales y los servicios de salud con psicólogos. Los psicólogos
titulados estarán en posición de manejar un equipo de veinte personas,
serán en total doscientos cincuenta equipos de veinte, y de la direc-
ción de cada uno estará a cargo de un psicólogo clínico capacitado. Los
enfermeros también podrán ser capacitados en uno o dos años para
volverse psicólogos de estos centros cognitivo-terapéuticos.
El modelo óptimo sería dos años de formación a tiempo reducido,
para poder empezar a practicar bajo supervisión desde el segundo año.
En una primera instancia, los equipos trabajarían en centros directa-
mente accesibles que estarían separados del sistema de salud clási-
co y su gestión -como se hizo con la reforma del sistema nacional de
salud- confiada a organismos "independientes", es deci1, financiados
por trust, asociaciones de voluntarios o empresas privadas. Cada equi-
po sería una agencia asociada a una clínica de tratamiento de primera
intención. El objetivo fijado es de novecientos mil tratamientos por año
con una lista de espera inferior a dos semanas.
Con este proyecto se pretende hacer en el campo de la psicoterapia
lo que se había hecho en otros campos de la salud: un cuasi-mercado

275
JACQUES-ALAIN MILLER

sometido a normas de rentabilidad y de estandarización de los cuidados


con, por cierto, "un control de calidad de las prestaciones" pero efec-
tuado según sus modalidades propias: operadores poco capacitados,
trabajo en cadena pero que no genera costo para la comunidad y, sobre
todo, instala una competencia con las otras ofertas, particularmente
la de los psicólogos del Nacional Health Service. El proyecto, que ya
circulaba en tiempos de Patricia Hewitt, la ministra de Salud anterior,
fue presentado por Alan Johnsory secretario de Salud, al principio de
octubre de 2007 y el 9 de octubre el ministro de Finanzas presentaba su
borrador de presupuesto en el que se acordaban inmediatamente teinta
millones de libras por año y luego ciento setenta millones a partir de
2010 para la puesta en aplicación del proyecto.

]acqurs-AlelN MILLER: Es el proyecto Layard. ¡Es decir la generali-


zaci1n de las TCC!

PmRns-Gnr¡s GuÉcunN: En un artículo más reciente de una revista


especializada de psicólogos, dice que habrá, por supuesto, lugar para
otras psicoterapias, pero bueno...

Jacqurs-Alatrl Mnr¡R: En el fondo, ya no es un proyecto, puesto


que la reconfiguración de la psicoterapia está inscripta en el presupues-
to inglés, puesto que se invierten millones de libras.

PI¡RRp-Gtt-t-ss GuÉcusN: También querría recomendarles a todos


aquellos a quienes les interesa, mirar en YouTube los tres documenta-
les de un tipo de la BBC que se llama Adam Curtis, se llama The track,
la trampa, demuestra cómo esta política que parecía revolucionaria en
cierto momento, cuando Tony Blair llegó al poder, reemplazó la antigua
burocracia por una nueva, a menudo calificada de neopaternalista.

jacgurs-AlalN MILLER: ¿Hay comentarios? Agradezco a Pierre-


Gilles Guéguen y a todos los aquí presentes y, por supuesto, a jean-
Daniel Matet. Aún no hemos llegado a ese punto en Francia. Las con-
diciones de la redacción del decreto de aplicación de la Ley Accoyer,
sin tampoco ser satisfactorias, no parecen ir en la dirección del Plan
Layard. Sin embargo, eso nos da cierto telón de fondo para nuestra

276
IDEOLOGÍA TCC Y POLÍTICA DE LA FELICIDAD

práctica del psicoanálisis. Vamos a contracorriente, digamos, de una


orientación europea, se trata de mantenerse en esta posición de resis-
tencia, y para ello tenemos elementos en Francia.
Nos volvemos a encontrar en mayo.

2 de {turil de 2008

277
XV
El goce op&co del síntoma

Mi último viaje a Buenos Aires me llevó a revisar la idea que tenía


de mi cogifo, de mi pienso. Hacía siete años que no pisaba esta ciudad
cuando en otros tiempos llegué a ir hasta cinco veces por año. Si bien
recuerdo era en el año 1991, y durante quince años me hice presente
regularmente en nombre del Campo Freudiano para crear allí, en1992,
la Escuela argentina que se llama la EOL, Escuela de Orientación Laca-
niana, y anunciar simultáneamente, el 3 de enero de 1992,1a creación de
la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Claramente tuve fuertes ape-
gos en esta ciudad, una suerte de capital del psicoanálisis donde aún
no existen gran parte de las dificultades y de las luchas a las que nos
enfrentamos aquí. Si fui tan seguido a esa ciudad y di cuenta de ello en
este curso cada vez que lo hice, si pude armar algo que marcó y sigue
funcionando, es porque conté con la escucha, la atencióry la conhanza,
de lo que entonces era una multitud de grupos que aceptaron confluir
en el mismo conjunto y obedecer a las mismas reglas, a los mismos esta-
tutos, y así las cosas se fueron implementando. Y después de 2001, hice
un repliegue en París y abandoné en gran parte mis peregrinaciones,
mis viajes de misionario, y en particular dejé de viajar a América Latina.

Un sueño de Buenos Aires

Ya había cumplido exitosamente el objetivo que me había fijado,


o que se había fijado a medida que me daba cuenta de lo que podía

279
IACQUES-ALAIN MILLER

hacer, y como 1o saben me dediqué desde entonces tanto a avarrzar


con este curso, como a redactar los seminarios de Lacan. Volví a entrar
en contacto y les voy a compartir mi sentir. No sabía qué esperar a
pesar de los ecos que me llegaban. Y me di cuenta, para mi sorpresa,
de que en mi ausencia estaba sin saberlo en realidad presente y, más
aúry que mi ausencia física solo había incrementado mi presencia sim-
bólica. Me enfrenté con mi propio nombre circulando, desarrollando
efectos, sin que 1o quisiera o lo supiera. Tengo que confesar que sentí
estar mucho más presente allá de lo que lo estoy aqui me sentí como
el profeta del proverbio. Por lo tanto, sentí muy fuertemente que mi
cogito tenía que indexarse sobre la función del lugar, aquíy a1lá.
Lacan introdujo la función del lugar en el cogito. De hecho, jugó con
el cogito en varias ocasiones. ]ugó, es deci1, modificó el cogito. La pri-
mera vez, en "La instancia de la letra", seguramente haya sido para
explicitar la actualidad que lo volvía irrefutable y transformó el cogito
ergo sutTt en ubi cogito, ibi sum,lo cual significa: donde pienso, allí existo.
Es una reducción del cogito a Ia actualidad de un hic et nunc, de un aquí
y ahora.
En su juego con el cogifo, Lacan no se detuvo ahí y una modificación
ulterior lo lIevó, conforme a lo que exige la experiencia freudiana, a
separar el cogito y el seq, el cogito y eI sum, el pensamiento y el se{, en un
"o pienso o soy". Esta vez no se trata de un donde,l de un lugar, sino
de una alternativa, toma el sentido del latín uel, deunobien... obien...,
traduciendo las intermitencias recíprocas del pensamiento y del ser.
Digamos, conforme a Freud, que en el sueño pienso sinpoder formular
un estoy qllí similar al existo del cogito cartesiano.

pensamiento

Venn

1. Oi ("donde") y ot (" o") son homófonos en f¡ancés. [N. de T.]

280
EL GOCE OPACO DEL SÍI§TOMA

Una vuelta más lo lIevó a Lacan a concebir el cogito a partir de la


intersección de dos círculos eulerianos, haciendo, por lo tanto, 1o que se
llama un diagrama de Venn entre pensamiento y se{, en el que el cogito
ocupa el espacio de cruce de esos dos círculos, lo que libera inmedia-
tamente dos espacios complementarios, el espacio de un pensamiento
sin ser y otro de un ser sin pensamiento. De allí la fórmula o no pienso o
no soy, de allí esta alternativa a partir de la cual estructuró su lógica del
fantasma. El punto de partida para esta (ógica, que lo llevó a formular
su doctrina del final del análisis, su "Proposición del pase", es tan sim-
ple como lo que acabo de escribir.
Encontramos siempre en Lacan, bajo los laberintos de su escritura,
bajo 1os espejismos de las significaciones que de ella se desprenden, un
punto de partida construido sobre una articulación notablemente sim-
ple. Respecto de lo que esta alternativa introduce, decir donde pienso, allí
soy solo es una reduccióry solo es válido para esta zona intermediaria y,
por 1o tanto, constituye una reducción, un límite. La fórmula ubi cogito,
ibi sum, dice Lacan "me limita a no ser allí en mi ser sino en la medida
en que pienso que soy en mí pensamiento". Pensar que se está en el
pensamiento puede en efecto ser un momento clínico, cuando el sujeto
se las tiene que ver con su ser de pensamiento, cuando está de alguna
forma absorbido en su ser por su estar en el pensamiento. Cuando esta
situación se prolonga, tiene que ser considerada como patológica. En
todo caso mi experiencia en Buenos Aires me llevó a pensar que no
solo estoy en mi pensamiento sino que también estoy en el de los otros.
¿Necesitaba ir hasta Buenos Aires para darme cuenta de ello? Allá fue
seguramente un efecto de masa 1o que me volvió perceptible el hecho
de que, sin saberlo, también estaba en el pensamiento del Otro.
Aqui en este curso que tengo la virtud de seguir dictando, pienso y
soy. Incluso, digo 1o que pienso y vengo, digamos, traigo mi cuerpo, que
de hecho es objeto de una atenta observación. Allá tal vez me haya dado
cuenta ahora de que estoy en tanto soy pensado por el Otro, y que se las
arreglan muy bien sin mí presencia física y sin que yo me entere, e incluso
que todo anda tanto mejor cuanto que no estoy y cuanto que no me entero
de nada. Allá soy pensado por el Otro de la misma manera seguramente
que aquí pienso por esta¡, ya que pude comprobaq, algo que después de
todo ya sabí4 en forma preconsciente, que todo lo que digo aquí de lo que
pienso es difundido allá en un plazo muy breve, vía Internet.

281
JACQUES.ALAIN MILLER

Por lo tanto, ya no puedo estar imaginando que hablo para ustedes


que traen su cuerpo aquí. Me tengo que acostumbrar a la idea de que
hablo para muy lejos y para otros que van a descargar eso de sus com-
putadoras. De hecho, por esa razónpedí, aunque sea por hoy, que lo que
diga no sea difundido en Internet. Aunque a decir verdad, no controlo
mucho el asunto puesto que excepto el canal TLN, sobre el que puedo
ejercer influencia gracias a la ayuda de Luis Solano, varios otros canales
terminarán por difundir eso, simplemente un poco más tarde. De hecho,
esto me obligó a no repetir allá lo que digo aquí. Tuve que presentar algo
un poco distinto, une avance nuevo, se los contaré en un rato.
Entonces, allá mi nombre moviliza fuerzas a favor y en contra. Estu-
ve sobre todo en contacto con las Íuerzas a favor, porque no me quedé
mucho tiempo, y les voy a contar rápidamente una experiencia, que me
enseño algo. Anunciarory paralelamente a lo que sucedió en el marco
del Campo Freudiano, sobre un pedacito de papel del tamaño de una
mano: "Conferencia de Jacques-Alain Miller", sin título, porque no 1es
había dado ninguno, solamente figuraban el lugar y la hora. Pasó de
mano en mano, de boca en boca, sin publicidad en ningún diario, y
para mi gran estupefaccióry mil setecientas personas vinieron solo por
ese volantito. Me llevaron a una sala de teatro, con la platea y tres o cua-
tro plantas de palcos, todos llenos. Me dijeron incluso que no habían
visto nunca esa sala así de llena. Es la primera vez que tantas personas
se habían desplazado para verme, me mostraron fotos de la cola de
varias cuadras que se había formado en la entrada, cortando la avenida.
A la salida, influenciado por Borges, a quien siempre releo un poco
cuando estoy allá, pensé fugazmente que tal vez, pot la más profun-
da fase de mí se{, soy un sueño de Buenos Aires. No soy un sueño de
París porque aquí no me vendrían a ver mil setecientas personas por
un volantito, y además estoy en París así que no puedo pensar que aquí
soy un sueño. Pero allá, lo soy, y tiene su peso. De hecho no estaba muy
seguro, al tomar la palabra, de que no me iban a hacer pagar mis siete
años de ausencia dedicados a 1os parisinos del miércoles. ¡Para nada!
Les sigo encantando, soportan mi castellano y se ríen con mis chistes.
Este curso es un pequeño memorial de mis viajes, de este viaje, con ese
relato de Io que allá, en aquel momento, me tocó, cuando se me ocurrió
que uno está en el pensamiento del Otro mucho más que en su propio
pensamiento.

282
EL GOCE OPACO DEL SÍNTOMA

Como lo dije, allá me obligué a avanzar un poco en lo que llamaría


mi reflexióry y voy a volver a ello para lograr hacerlo encajar y restituirle
su continuidad a este curso ya que, en el fondo, forma parte del mismo.
Mi punto de partida no fue algo que dije durante este espectáculo, frente
a mil setecientas personas, 1o que me llevó a compararme con Madon-
na -se ríen pero ellos se rieron todavía mucho más-, sino una fórmula
de Lacan que me venía obsesionando. Ustedes saben que mi manera de
reflexionar consiste en apoyarme sobre fórmulas de Lacary tal vez me
apoye sobre el conjunto de su enseñanza pero esta misma nos lleva a
centrarnos sobre fórmulas. De hecho hay que elegirlas cuidadosamente,
algunas son impases que no llevan muy lejos y que Lacan solo lanza-
ba en su enseñanza como pruebas, intentos, aunque obviamente estén
tomadas en la continuidad, sin signos de puntuación para señalarlas.
Cuando nos equivocamos y elegimos una fórmula pensando que
es orientadora y en realidad sirve para apartar de aquello de lo que se
trata, no tiene consecuencias muy felices. Tuve la posibilidad de darme
cuenta de ello al escuchar a algunos de los que reflexionan de la misma
manera que yo. Esta persona me dijo: subrayo esto en Lacary usted no
lo subrayó nunca. Contesto que es por las mejores razones del mundo,
porque no me parecía una fórmula de orientacióry por el contrario me
parecía indicar un camino que la enseñanza de Lacan no iba a transitar.
Y esta vez, la fórmula que me obsesionaba me parecía indicar por el
contrario un camino mayor. La encontrarán en los Otros escritos, hacia el
final del texto que Lacan llamaba "loyce, el síntoma", reescritura de la
conferencia que había dictado sobre |oyce en la Sorbona antes de hacer
su Seminario El sinthome, y cuya transcripción oral reconstituida está en
el volumen del seminario.

Exclusión del sentido

Lo que figura en los Otros escritos, es un texto totalmente distinto,


muy escrito, ü)ya fecha de composición exacta no conocemos con cer-
tezay que se publicó en1979. Lacan se vanagloria allí con cierta ironía
de haber logrado que su escritura se vuelva ininteligible. Y añade: "Lo
fascinante de testimoniar respecto del goce del síntoma. Goce opaco
por excluir el sentido". En Buenos Aires, mientras trataba de preparar

283
]ACQUES-ALAIN MILLER

algo que me permitiera ir un poco más lejos, esta fórmula me hacía pen-
sar hasta que empecé a trabajarla. Ya la había explotado pero se nota
que no había agotado sus posibilidades. Leamos esto así: La exclusión
del sentido fue la pasión de Lacan. Digo pasión porque lo afectó. No
se puede decir que, en su enseñanza, lo ininteligible haya adornado
la punta de sus banderas como si fuese el vellocino de oro. No fue el
Argonauta de lo ininteligible.
Su ultimísima enseñanza y los fragmentos que subsisten -digo frag-
mentos porque la mayor parte de su enseñanza consistía en dibujar
nudos complejos- de 1o que siguió diciendo después del "Momento de
concluir", después del Seminario 25, ponían en el pizarrón ese ininteli-
gible, incluso anunciado como un no hay nada que entender. Ese inin-
teligible, ese nada que entender no impedía que sus enunciados -si se
pueden considerar los dibujos como unos enunciados- presenten como
una coherencia de ctb-sens,2 como lo escribió a veces, una coherencia de
sentido ausente.

Ab-sens

La ausencia de sentido es totalmente compatible con la coherencia


y podríamos decir que un cálculo matemático es un ejemplo de ello.
La exclusión del sentido es en efecto un vector de su enseñanzay ta7
vez el que más haya profundizado, pero la sorpresa viene de que esta
exclusión califique el goce del síntoma. Es incluso la marca de una rup-
tura si nos acordamos de 1o que decía algunos años antes. Si "joyce, el
síntoma" fue escrito en7976, y es lo más probable me parece, significa
que fue menos de tres años antes, en su escrito "Televisión" de la Navi-
dad de 1973, cuando Lacan, hablando como al pasar de las cadenas
significantes inconscientes, decía que estaban hechas de goce e introdu-
cía como escritura posible de la palabra una ruptura interna que hace
escuchar que el sentido goza.3

2. Ab-sens por su sonido remite a " ausencia" y por su escritura significa "sentido".
[N. de r.]
3. Joui-sens por su sonido remite a "goce" y en su escritura enlaza e1 goce (lrls) al
sentido (sens). [N. de T.]

284
EL GOCE OPACO DEL SÍNTOMA

loui-sens

Antaño había elaborado una teoría a partir de esta forma que solo
aparece l)Íravez, calificando en el fondo el goce en tanto sentido gozado
a partir de este chiste, de este Witz. Desde luego, esta notación, en el
texto de "Joyce, el síntoma" indica un giro, indica un acercamiento al
goce que descarta el sentido gozado. Como si el hecho mismo de haber
aislado una conexión tan estrecha entre el sentido y el goce con este
juego de homófonos, ocasionara justamente el cambio de dirección.
¿EI goce es goce sentido o está excluido del sentido? Esta es una
de las preguntas centrales del psicoanálisis, en la medida en que sus
medios son los del sentido. Pensaba en lo que Lacan había formulado
de entrada, al decir en su "Discurso de Roma" de 1953, que los medios
del psicoanálisis son los de la palabra y que esta tiene la propiedad de
conferir un sentido. Opera dándole sentido a lo que llamaba en aquel
entonces las funciones del individuo, pero es también el gesto de Freud
de dar sentido y explicitarlo. Le da un sentido a las formaciones del
inconsciente, e incluso al síntoma, a la función síntomal, si me permiten
retomar este adjetivo de un filósofo.
La totalidad del primer movimiento de Lacan consiste en efecto en
alinear el sueño, el lapsus, el acto fallido y el chiste para darles otro sen-
tido, considerando que son manifestaciones en las que el psicoanálisis
descifra un sentido. Lacan agregaba, casi como si fuese evidente, el sín-
toma. Lo cual significa, por su puesto, agregar a esta lista un elemento
propiamente clínico: ni el sueño ni el lapsus ni el acto fallido ni elWitz
motivan un tratamiento, una cura. Agregarle el síntoma es lo que Freud
no hace en los tres primeros libros sobre los que se apoya Lacan -La
intepretación de los sueños, Psicopatología de la oida cotidiana, El chiste y su
relación con el inconsciente-, sumarle el síntoma es un paso suplemen-
tario que hay que inscribir en el esquema inferior del grafo de Lacary
cuando retoma todo esto, en el lugar marcado s(A), significado del
Otro, del discurso del Otro, allí donde el síntoma lacaniano encontraba
su lugar en una semántica, en tanto formación propiamente semántica.
Si al principio el síntoma podía parecer opaco, una suerte de fenó-
meno salvaje, por así deci¡, como un sueño o un acto fallido, se suponía
que gracias al análisis iba a volverse transparente. El hecho de que el
síntoma llegue a ser transparente, es decir, que pueda ser concebido

285
JACQUES-ALAIN MILLER

como un significado del discurso del Otro, tenía que traducirse por su
florecimiento o/ para usar un término tan freudiano como lacaniano,
por su resolución. En otras palabras, cuando Lacan afirma en "Televi-
sión", acerca de la palabra joui-sens, que resuelve y condensa la cons-
truccióry el movimiento, el impulso de su enseñanza, y el extraordi-
nario optimismo que 1o acompaña durante los cinco primeros años,
podemos decir que en realidad va más allá de estos años.
Diría para simplificar que el descubrimiento freudiano se da de
manera rítmica, tanto para Freud como para sus alumnos. Ese ritmo,
de la apertura y del cierre del inconsciente, Lacan 1o había calificado en
un momento como flujo y reflujo. En efecto, durante los quince o veinte
primeros años del descubrimiento freudiano, no encuentra resistencia,
es pura conquista. Elabora en particular una clínica en la que el síntoma
es concebido como un sentido, gozado, y en todo caso descifrable. El
conocido giro de 1.920, en el que florece el análisis de las resistencias, y
que será un blanco de Lacan, es un momento en el que la experiencia
tropieza con la opacidad remanente del síntoma, en la que Freud des-
cubre un fenómeno, cree descubrir el fenómeno que llamará la reacción
terapéutica negativa, lo que significa: el síntoma puede subsistir aun-
que sea descifrado. Por lo tanto, se valorizó la función de la repetición.
Ya no está la idea de que el síntoma se pueda resolver de una vez pof
todas con el desciframiento, porque insiste.
Esta comprobación práctica y esta intuición 1o llevarán Freud a
inventar el concepto de pulsión de muerte y a diseñar un análisis inter-
minable, porque no se nos terminan nunca lo que llama al final del texto
de 1937 los restos sintomáticos. Este flujo y reflujo traduce la oposición
que Lacan mismo había recortado en "Discurso de Roma", entre el des-

286
EL GOCE OPACO DEL SÍNTOMA

ciframiento del inconsciente y sus logros. Logros constantes que hasta


provocabary tal vez no en Freud pero en todo caso sí en sus alumnos,
una suerte de exaltación. Esta misma exaltación del sentido se reproduce
al verificar que se descifra, que se asocia y que al asociarse, aparece el
sentido y que al aparecer el sentido todo se vuelve nítido, porque ya no
se está perdido, que lo que antes era ininteligible se vuelve inteligible y
que aparece la alegría de lo inteligible, para hablar de manera plotiniana.
Esto se reproduce al inicio del análisis, como si lo que había sido el
movimiento histórico de la obra de Freud y del psicoanálisis estuvie-
ra allí invertido en cada experiencia analítica. El segundo aspecto que
distinguía Lacan era el de la teoría de las pulsiones, que responden a
este concepto de una función rebelde al desciframiento, que resiste y se
queda. Sigue siendo muy simple, pero formaba parte de mis reflexio-
nes en Buenos Aires, la enseñanza de Lacan también reproduce este
movimiento, este impulso optimista, esta ola de fe en el significante,
hasta que llega el momento en que trata de articularlo con lo que no
se eliminó, para cuya notación inventa el símbolo a. El desciframiento
del inconsciente es el triunfo del significante y la teoría freudiana de las
pulsiones se vuelve en Lacan la del objeto a.Luego su enseñanza acaba
con algo que, si se lo compara con su punto de partida, da el sentimien-
to de un pesimismo amargo e irónico, de cierta renuncia.
Para ir en este sentido, podríamos decir que el ritmo de la enseñan-
za de Lacan estuvo marcado al principio por una megalomanía de lo
simbólico, que figura al principio de los Escrllos en la páginainicial del
seminario sobre "La carta robada", cuando escribe que la ley propia
de la cadena significante rige los efectos psicoanalíticos determinantes
para el sujeto. No habla del goce propio del síntoma, sino de la ley pro-
pia de la cadena significante. En esta fecha, todo lo determinante para el
sujeto en el sentido lacaniano es una ley significante y enumera: forclu-
sióry represión, denegaci6n, y considera que todo el resto, los factores
imaginarios, solo están como sombras y reflejos en relación con la ley
simbólica. Hay allí una desvalorización de la inercia contra la que tiene
que triunfa4, si se la establece, la potencia de la cadena significante.
Esta orientación ya está presente en su lectura del caso Dora, en su
escrito "Intervención sobre la transferencia", y marca, en efecto, el esti-
lo conquistador de la enseñanza de Lacan comparado con los desdicha-
dos del análisis de las resistencias, tan incomodados por la insistencia

287
IACQUES-ALAIN MILLER

y la inercia del goce. Están incómodos desde la reacción terapéutica


negativa hasta la resolución del síntoma, mientras que Lacan surge {s
la palabra que me vino- como un triunfador al imponer lo irresistible
del significante. Finalmente solo obtuvo como resultado que se pusiera
en el centro de la escena al objeto a, todo se concentró en este resto que
Lacan supo nombrar y aislar. Todo se centra en las relaciones del signi-
ficante con el objeto a, en cómo y en qué el significante domina o rige
sobre ese efecto psicoanalítico que Lacan designa como objeto a.
Yo había llegado a un punto de mis reflexiones en el que pensaba:
Lacan intuyó que hay que ubicar el síntoma en el mismo registro que
el sueño, el lapsus, el acto fallido y el Witz, trató de equiparlo con las
herramientas que le daba en la época la lingüística de )akobson- Para
calificar esta equivalencia, pone en cursiva el verbo ser, dice "el síntoma
¿s una metáfora", es decir que emplea la segunda hgura esencial aisla-
da por ]akobson, usando la cursiva para anclar las cosas del síntoma en
el registro lingüístico, aquí en el registro de las figuras de estilo, pero
en tanto son del registro lingüístico, lo cual se opone completamente
con este goce opaco, por excluir el sentido. Leo el páuafo que ya había
llamado mucho la atención en la época: "Es para impedir que caiga en
barbecho el campo del que son herederos [los psicoanalistas], y para
esto hacerles entender que si el síntoma es una metáfora, no es una
metáfora decirlo, del mismo modo que decir que el deseo del hombre
es una metonimia". Frase que luego, para que no nos equivoquemos,
repite con cursiva: "Porque el síntoma es una metáfora [y aquí la cur-
siva viene para excluir la interpretación metafórica de esta definición],
queramos o no decírnoslo, cómo el deseo es una metonimia incluso si el
hombre se burla de é7".
Esto es lo que fijó la doctrina del lacanismo durante mucho tiempo,
durante todo el tiempo en que se creyó que había una tesis del lacanis-
mo. Está articulado como una tesis y sigue más o menos rigiendo la
intelección que se tiene de Lacan hasta que se lea que para él hay en el
síntoma un goce que excluye el sentido. Es decir -hay que traducirlo-,
que el síntoma no es una metáfora. En el fondo, ert"La instancia de la
letra" , página 494, Lacan hacía del síntoma como metáfora el punto
de interrupción de la metonimia deseadora del sujeto, un punto de
interrupción que el análisis, como la interpretacióry tiene que deshacer
para restituirle al deseo su metonimia interrumpida.

288
EL GOCE OPACO DEL SÍNTOMA

r f+)
\ 5/
vs r(s s,)
lv s(-)s
Y
I

S(+)s

Lacan inscribe la función de la metáfora de esta manera, la función


de la metonimia de aquella, y resultaría de ello dos efectos de sentido
distintos, en la metáfora un sentido que emerge, marcado con un (+),
y en la metonimia un sentido retenido, elidido, marcado con un (-). Se
trata de que la interrupción metafórica sea fluidificada por el análisis
para devolver el deseo del sujeto a su falta en ser fundamental, indi-
cado aqui hay que decirlo, con el (-). El síntoma aparece así como un
punto de capitón de la cadena metonímic a y, paradójicamente, como
lo que Lacan llama, para traducir su (+), un advenimiento de significa-
ciones inconscientes. Es decir, se trata de una significación que emerge
pero que emerge en el inconsciente como inaccesible al sujeto conscien-
te, y le correspondería entonces al análisis resolver esta signific acióny,
por lo tanto, el síntoma.
Porque la verdad del deseo, en este aspecto, es la falta en se¡, la
verdad del deseo está en su metonimia, por lo tanto, el síntoma en este
aspecto contraría la verdad esencial del deseo. Lacan dice entonces que
el síntoma es el advenimiento de significaciones inconscientes, lo que
hay que comparar con lo que dirá en su texto "Joyce, el síntoma": el sín-
toma acontecimiento de cuerpo. Estas tres palabras "acontecimiento de
cuerpo'/ las extraje de una página del texto, luego la expresión "el sínto-
ma como acontecimiento de cuerpo" empezó a estar en boca de todos,
pero hay que medir que el marco de este acontecimiento de cuerpo es
la ruptura con este sentido gozado del que les estoy hablando. Es una
ruptura con Ia gran continuidad de la enseñanza de Lacan y se opone
palabra por palabra al síntoma como advenimiento de significaciones
tal como figura en "La instancia de letra".

P r a gmtític a del p sico andl is is

Tenemos entonces primero el advenimiento de significaciones y


segundo un síntoma valorizado en tanto sería un efecto de sustitución

289
JACQUES-ALAIN MILLER

entre dos significantes, de un significante a otro, que Lacan califica, hay


que decirlo, de manera bastante ininteligible, o quizá poco inteligible,
que califica poco digamos: la S inferior de la metáfora, significante de
una cadena significante actual -seguramente haya que entender no vir-
tual- y la S' arriba, significante enigmático del trauma sexual donde la
carne o la función pueden convertirse en elementos significantes.
Hay que ver que volvemos a encontrar la misma falta de precisión
acerca de los dos elementos en juego en la "Proposición sobre el pase"
donde estos dos términos están ubicados de un lado y de otro de una
flecha y donde Lacan opone significante de la transferencia y signifi-
cante cualquiera sin más precisiones.

Sr*Sq

Obviamente, tiene que ver con la metáfora sintomática tal como la


describía en su "Instancia de laletra" , ya lo veremos. Solo nos podemos
ubicar aquí gracias a su fórmula según la cual esta sustitución produce
una chispa que fija en un síntoma la significación inaccesible al sujeto
consciente donde puede resolverse. Es la paradoja de una chispa, fugaz
por excelencia, que se fija, sin embargo, en un síntoma, y la significa-
ción es el lugar en que un síntoma puede resolverse. Hay que escuchar
eso, el "resolver el síntoma", porque volveremos a encontra{, en"loyce,
el síntoma" veinte años después y también en la "Proposición sobre e1
pase",la palabra resolver y la idea de que el lugar donde se resuelve el
síntoma es la significación inconsciente. Si logramos descifrar la signifi-
cación inconsciente, el síntoma se resuelve, y si el cuerpo está implica-
do en el síntoma, es en tanto función significante.
Allí está la metáfora sintomática, y aunque Lacan no la haya aislado
como tal, no le haya puesto este adjetivo, hay que ubicarla del lado de la
metáfora paterna, o incluso de la metáfora analítica, cuya fórmula nos
da en la "Proposición sobre el pase". En el fondo implica la existencia
de cierta significación de síntoma que sería el lugar propio del síntoma,
la sustancia del síntoma, ya que alcanzar esta significación sería disol-
ver el síntoma.

S(I)

290
EL GOCE OPACO DEL SÍNTOMA

Tercero, también diría para este momento de ,,La instancia de la


letta" , que Lacan dice que el síntoma es un grito, el sujeto grita con su
síntoma lo que su deseo fue en su historia. Le encarga aquí ar sujeto de
ser un condensado, un resumery un grito con el estatuto singular del
grito en la relación significante/significado, pero le encarga de ser un
grito en el que se concentra toda la historia del sujeto, en el sentido que
Lacan le dio a la palabra "historia" , a saber la facultad a Ia que la pala-
bra le da un sentido. Dicho de otro modo, en el grito der síntoma está
concentrada toda la carga semántica de la historia.
Considero que Lacan retoma este esquematismo, por lo menos
una variante del mismo, en su "Proposición sobre el psicoanalista de
la Escuela" donde introduce el pase como final del análisis. primero,
su punto de partida, la relación del significante de la transferencia con
el significante cualquiera, tiene que ver con la metáfora del síntoma
e incluso es una suerte de reedición de la metáfora del síntoma. por
esa razón Lacan tiene la idea de que la significación analítica, es decir
lo que llama el sujeto supuesto saber, ese s(c), que es la significación
producida por la correlación analista/analizante, es el lugar donde va
a resolverse el síntoma.

s(a)

Formula que el analizante tiene que ver con una x y que el valor
de esta x, una vez resuelta, encuentra su solución bajo dos formas que
escribe (-ril y a.

(s .,. s')
'(+) Y
I

I * (-P) s(-)s
S(+)s (o)

(-q) es el falo en su función en el complejo de castraciór, y el objeto a


es aquí el objeto perjudicial. Pero no es difícil reconocer los dos valores
que Lacan distingue al final del análisis. se distingue la emergencia del
(-), de la falta en ser bajo la forma aparentada del (-q) y bajo la forma
a, la reedición de este advenimiento que marcaba la metáfora; recorde-

29"1
JACQUES-ALAIN MILLER

mos que poco tiempo después Lacan llamará el objeto a el plus-de-goce


y no es abusivo hacerlo derivar de esta escritura. Dicho de otro modo,
el binarismo de la metáfora y de la metonimia sigue informando, sigue
dándoles forma, a estos enunciados sobre el final del análisis. No olvi-
demos tampoco que tal como los invita en la "Proposición sobre el
pase", se trata de dos valores de respuesta, ya que son dos valores que
puede tomar la x, donde anota la cuestión del deseo del Otro. Por eso
mismo. Son dos respuestas, dos valores de respuestas que siguen ins-
criptos en el esquema fundamentalmente lingüístico que Lacan había
propuesto en "La instancia de la letra".
Entonces, cuando Lacan formula que el goce propio del síntoma
excluye el sentido, se aparta de este acercamiento, digo que rompe/
hablo de ruptura, pero me equivoco ya que Lacan mismo en el fondo
insistía en el hecho de que lograba transformar sus enunciados en la
continuidad de una suerte de deformación topológica. La fórmula
según la cual el goce propio del síntoma excluye el sentido puede
cobrar su sentido, su valor, justamente porque existe previamente
esta construcción. Antes de mi conferencia de Buenos Aires -no hablé
de todo lo que les estoy diciendo ahora y que sería como el anda-
miaje de esto-, tenía entonces en mente esta fórmula tan cercana a
la experiencia, tan cercana a 1o que se siente en el análisis cuando se
prolonga más allá de su duración freudiana, ya que estamos todos en
la misma, si puedo decirlo asi bajo la forma de una impotencia de la
interpretación como si la interpretación misma Senerara la repetición
de un goce sobre el que esta ya no opera sino por vías anteriormente
exploradas.
Por 1o tanto, hablar de1 goce propio del síntoma en tanto excluye el
sentido es llevar a sus extremos lo que Lacan había tocado con el objeto
a.Decíaresto, pero aun no aTcanzapara decir aquello de lo que se trata
porque el resto viene de otras cosas que preceden y, por lo tanto, el
resto está condicionado por aquello de 1o cual es el resto. De hecho, al
hablar del objetol7 como condensador de goce, se incluye una variación
respecto del objeto rz tal como había sido anteriormente definido, ya que
a medida que opera la interpretación, la libido se concentra en algu-
nos puntos y casi, por momentos, en uno solo' Por lo tanto, en aquel
momento el goce del que se trata sigue dependiendo de la operación
significante. Decir: el goce propio del síntoma excluye el sentido, abso-

292
EL GOCE OPACO DEL SÍNTOMA

lutiza,lleva a su extremo aquello a lo que solo nos acercábamos con el


concepto de objeto a.
Allí cobra su valor lo que Lacan indica en "]oyce, el síntoma',, a
saber el forzamiento necesario para que ese goce propio del síntoma
entre en el reino del sentido. En efecto agrega que "este goce opaco por
excluir el sentido es en el análisis desvalorizado porque el analista recu-
rre al sentido para resolverlo". Dicho de otra forma, dice a la vez que,
en un primer momento, en su esencia el goce propio del síntoma exclu-
ye el sentido y que, segundo, prácticamente, en la práctica del análisis,
se recurre al sentido para resolver este goce. Allí vuelve una vez más el
verbo resolver que ya estaba en "La instancia de la letra", y en la "Pro-
posición sobre el pase" que indica la dimensión pragmática del análisis
una vez separado de la posición de la primera tesis.
Pero ¿por qué el término "desvalorizado"? ¿Por qué el goce pro-
pio del síntoma se desvalorizaría en el análisis? Primero, para Lacan la
palabra valor está aquí en función ya que es la que usa para designar los
dos valores posibles de la x al final del análisis. Cuando evoca el goce
propio del síntoma como excluyendo el sentido, se trata de un valor
absoluto, justamente porque está separado de la articulación significan-
te y del sentido que esta engendra. Por lo tanto, está desvalorizado por
cobrar sentido porque en ese momento se lo subordina al sentido con
un forzamiento. Segundo, esta subordinación sería el camino hacia la
resolución e implica una lectura del goce que seguramente nos permite
reencontrar la significación del síntoma, no como la hemos dejado, en
forma clínica, por así deci1, sino de alguna manera en forma pragmáti-
ca, como resultado del método analítico.
Este aspecto es tanto más valorizado cuanto Lacan indica que el ana-
lista solo puede efectuar esta operación de forzamiento del goce opaco
a condición de dejarse engañar por el padre ffoire la dupe). Ya está aquí
indicada, en cortocircuito, la desvalorización del Nombre del Padre, de
la que Lacan hizo la clave de la clínica, Ia matriz del Edipo, y que está
desvalorizado como mero instrumento pragmático. Allí está el lugar
donde Lacan puede decir: podemos hacer sin el Nombre del Padre, es
deciq, podemos no creer en é1, a condición de seguir usándolo, justa-
mente para resolver el goce opaco del síntoma. Pero obviamente ya no
tiene nada que ver con el final absoluto que pensaba poder esbozar en
su "Proposición del pase". Es un final que solo puede no ser el mejor,

293
TACQUES-ALAIN MILLER

como dice Lacan, solo puede dar un final llano, con lo que estamos aquí
tocando este delicado momento de cambio en el que 1o que aprendimos
en Freud y lo que Lacan retomó de Freud de clínica psicoanalítica pasa
a ser una pragmática del psicoanálisis. Es decir: no nos podemos impe-
dir decir que hay desvalorización, ya que lo que parecía pertenecerle a
la cosa misma es relativizado al discurso analítico'
lJna vez que me construí este pequeño andamiaje, evidentemente
un poco pesado, me alivia haberlo entregado porque allá no pude decir
eso, no dije nada de eso. Al haber llegado a eso, en el fondo, pensé: no
dudemos, hay que valorizar ahora todo 1o que en la práctica del psicoa-
nálisis atañe al semblante. Todo 1o que en la práctica del psicoanálisis
es de orden instrumental y a distancia de la cosa misma. Hay que con-
servar sus distancias con la cosa misma para tener la oportunidad de
poder por fin captarla de más cerca y hablar de 1o que ocurre en el aná-
lisis, sin énfasis, sin mentira ni fanfarronada ni tampoco interrupción.
La semana que viene hago otro de mis pequeños viajes' Acepté ir
a Quebec para el cuatricentenario, entonces nos volvemos a encontrar
aquí recién dentro de dos semanas, con un pequeño eco de allá.

1.4 de mayo de 2008

294
XVI
Dioersificación del Uno

Les voy a contar dos cosas que aprendí en Quebec, de donde acabo
de volver. No es que me encante viajar, ya que esperé veinte años para
ir a pesar de las amables invitaciones que recibi sino que esta vez se
festejaban los cuatrocientos años de la fundación de Quebec y pensé
que no iba a volver a presentarse semejante ocasióry así que fui y apren-
dí dos cosas. La primera atañe a la lengua y la segunda a Ia psicosis, al
tratamiento de las psicosis. En realidad las dos conciernen a la diversi-
ficacióry cómo el Uno se diversifica, se vuelve diverso, pasa a integrar
el campo de lo múltiple.

El acento quebequense

Primero, aquello con lo que me encontré acerca de la lengua. Prin-


cipalmente en un libro que fue publicado a fines del año pasado. Sin
duda por eso esperé todo este tiempo para ir hasta allá. En este libro
encontré la explicación del acento quebequense. De haberla buscado,
seguramente la hubiera encontrado esparcida en la literatura gramá-
tica, lingüística. Pero me atrajo este título, al pasear por la que creo
debe ser la librería más grande de la ciudad de Quebec: ¿De dónde
viene el acento de Quebec? Y en realidad me enseñó el origen del acen-
to parisino. En Quebec no solo hay un acento sino también un habla
quebequense, pailure dicen Damourette y Pichor¡ referencias queridas
por Lacary en Des mots et des pensées, cinco enormes volúmenes sobre

295
IACQUES-ALAIN MILLER

nuestra habla. La palabra pailure también figura en el título de la obra


que compré y que parece tener en Quebec un éxito extraordinario,
ya que suma veintidós reediciones y que se vendieron doscientos cin-
cuenta mil ejemplares, lo que podría dar a pensar que los quebequen-
ses ya no manejan tanto su propia habla. De hecho, pude demostrarlo
con algunas expresiones extraídas del libro. Les pregunté por ejemplo:
¿saben 1o que es un tesoro con resortes? Nadie supo contestar, cuando
se trata de una expresión de ellos que designa de manera colorida una
mujer que se enamora muy fácilmente, digamos.
Me parece que es una expresión que nos falta y que podríamos
extender a muchas cosas, el tesoro con resortes es algo como lo que
en francés llamamos un corazón de yesca. En el mismo orden está la
expresión que usan en Quebec los que manejan su pailure'. una mujer
desparejada, que significa una mujer sin igual, aunque aparentemente
sobre todo por sus cualidades domésticas. Pese a ello, está dicho de
linda manera y de tener tiempo les podría citar muchas más' Este libro
es un tesoro, y con resortes porque hace rebotar en la lengua.
En Montreal también existe algo que no figura en este libro, una
palabra que se pronuncia mucho en la Universidad McGill, que visité
un poco y donde se forman todos nuestros funcionarios de la Direc-
ción General de Salud: la evaluación. Me pareció importante pasear por
esta universidad, majestuosa organización anglosajona, con sus setenta
edificios de todos los estilos. El señor McGill había apoyado su fun-
dación, y una estatua del siglo XVIII, me parece, lo representa con su
bastóry mirando los que entran para estudiar allí' La persona que me
acompañaba no tenía cámara de fotos, lamentablemente, caso contrario
me hubiese sacado una foto con é1. No fue sin emoción que pensé en
todas esas generaciones de funcionarios de la salud que pasaron allí
los mejores años de su formación. También quería visitar el edificio, en
Montreal, de la Administración general de salud, donde se elaboran las
directivas que están tratando de trasladar a Francia.
Otra expresión, viral me dijeron, ya que todos la usan para todo:
es práctico-práctico. Hay que ser práctico-práctico dicen, 1o cual me
parece designar maravillosamente la filosofía que se implementa por
ejemplo en el campo de Ia salud. En efecto, redoblar la palabra incita a
desatender la filosofía, la ideología, el pensamiento, la teoría, e instala
la práctica como guía de la práctica, no se nos había ocurrido hasta

296
DIVERSIFICACIÓN DEL UNO

ahora y expresa muy bien Io que es el pragmatismo en su supremacía.


A tal punto que yo mismo empecé a decir mucho práctico-práctico,
cosa que no ocurrirá aquí,ya que nosotros no somos realmente prácti-
cos-prácticos aún.
Estos son más bien hechos de habla, pero en cuanto al acento, ¿qué
me enseñó el libro llamado ¿De dónde aiene el acento de los quebequenses?
de Jean-Denis Gendron que se publicó, lo decía, a fines del año pasa-
do? Lo llamativo es que todos los testimonios confirman que hasta Ia
segunda mitad del siglo XVIII se hablaba en Quebec de la misma mane-
ra que en París. Todos los relatos y todas las memorias de los que via-
jaban a 1o que se llamaba en la época el Canadá francés son unánimes:
no hay acento en Canadá.
La última referencia citada al respecto es la del conde de Bougainville,
ayudante de campo de Montcalm, comandante de las fuerzasfrancesas
cuya derrota significó la entrega, por otra parte vergonzosa, de Nueva
Francia del Norte a Inglaterra, cuando en 7757 escribe que el acento es
tan bueno como el de París. Lo que le sorprende es que todas las clases
de la sociedad hablen de la misma manera, excelentemente. por cierto
el poblamiento inicial de la Nueva Francia proviene en gran parte de
la Isla de Francia.l Además, eran sobre todo hombres, escaseaban las
mujeres y me contaron cuatro o cinco veces, cada vez con la misma
pasión, la historia de las hijas del rey. Para reforzar, extender la colo-
nización, no se les había ocurrido mejor idea que entregarle a Canadá
jóvenes francesas ricamente dotadas por el rey para que ,,produzcan
canadienses franceses". En Quebec estaban contentos de contarme que
el barco llegaba primero alli y que elegían las más amables, luego en
Trois-Riviéres tenían la segunda calidad y a Montreal llegaba lo peor.
Esta historia me Ia contaban en la ciudad de Quebec, que obviamente
tiene cierta rivalidad con la de Montreal. se notaba que sentían satis-
facción al narrarme la historia de las hijas del rey y los escuchaba con
atención.
Desde luego, aunque no me lo hayan subrayado, me parece proba-
ble, habría que verificat que estas chicas, elevadas con el nombre del
rey,hayan tenido una moralidad cuestionable. No es algo que escuché

1. Región central de Francia que incluye París y sus alrededores. [N. de T.]

297
JACQUES-ALAIN MILLER

allá, lo digo pensando en lo que fue por ejemplo el poblamiento de Aus-


tralia. En todo caso, durante los siglos XVII y XVI[, la edad clásica, solo
se encuentran constantes elogios del buen hablar de Quebec y, extraña-
mente, a partir de 1810 en adelante, es decir sesenta años más tarde, los
franceses que viajan allá dicen que los quebequenses tienen un acen-
to deplorable. Es algo misterioso, sabiendo que en cuanto a hechos de
lengua, sesenta años es bastante poco. ¿Qué pasó para que los acentos
quebequenses y parisinos se alejen tan rápidamente? Así se esclarece el
misterio: el acento no cambió en Quebec, sino en París, lo cual significa
seguramente que el habla y el acento quebequense no son particulari-
dades, sino más bien un conservatorio del francés cIásico.
Es curioso que se me haya escapado esta tesis según la cual, ya lo
había leído en algún lugar pero no lo recordé hasta que el eiemplo de
Quebec 1o puso de relieve, durante la Edad Clásica y hasta la Ilustra-
ciór¡ en los siglos XVII y XVI[, había dos estilos de discurso y dos
estilos de pronunciación en París. El ejemplo de Quebec nos permite
saber que seguramente eran bastante distintos. Según parece, hasta la
muerte de Francisco I no había diferencia en la manera de hablar entre
la Corte real y el Parlamento de París, pero luego empezó a existir una
divergencia en la pronunciación del francés. El hablar de la Corte era
más relajado, más natural, y el del Parlamento más formal por ser una
palabra pública, como la que pronuncio aquí.
Yo mismo lo siento cuando tengo que hacerles llegar mi voz. Tengo
que proyectar los sonidos con cierto esfuerzo de fonación y musculal, lo
que me lleva, a veces, explícitamente o no, a lamentar no poder hablar
en tono de conversación. Trato de dejar filtrar el tono de conversación
en el discurso público pero está arruinado por el hecho de tener que
articular con claridad para que se me escuche hasta el fondo del aula.
Los equipos de sonido me ayudan pero alguna vez tuve que dictar mi
curso sin micrófonos, creo que era en un aula de la Escuela Politécnica
o algún aula del CNAM, casi tan grande como este anfiteatro y era real-
mente agotador.
Concebimos sin dificultad estas dos posturas de lengua, la palabra
conversacional -como se diría hoy- y la palabra pública. En este clivaje,
los gramáticos le dan la prioridad a la lengua del Parlamento por sobre
la de la Corte hasta Vaugelas, a quien lei aunque no haya extraído todas
las lecciones que una lectura más profundizada me hubiese permitido.

298
DIVERSIFICACIÓN DEL UNO

Ese gran gramático, maestro de la lengua clásica, árbitro del lengua-


je, decidió elegir al contrario la Corte. Considera que -cito- la buena
pronunciación necesita que se habite la Corte y que, tendencia muy
francesa, 1o que tiene que mandar en 1o que a la lengua respecta es la
conversióry la buena compañía. Estar en buena compañía es estar en el
mundo, con la gente de buen trato y no con los que batallary polemizan
y se ganan la vida hablando. El paradigma de la lengua está en su uso
desinteresado. Desde luego la palabra pública es más fuerte, necesita
una pronunciación enfática, como la que me veo obligado a tene1, ¿se
me escuchó? Bien, entonces, nada me obliga a hablar así... Una pronun-
ciación que llene mejor la boca y el oído, que de un tono más mesurado,
más suave, a la conversación.
Entonces Vaugelas se declara a favor de un tono siempre natu-
ral y valida, por lo tanto, los apócopes, por ejemplo, del habla de la
Corte que copian singularmente las maneras del hablar popular. No
había pensado darles ejemplos, algunos son muy interesantes pero
habría que multiplicarlos y no quiero que mi relato de viaje se extien-
da demasiado. Por ejemplo, es más suave y más fácil, en vez de decir
"notre pére", pronunciar "not[r]e pé[r]e" y Vaugelas favorece la pro-
nunciación que hace el apócope de \a "{' . El lenguaje de los salones,
que se llamará el uso bello, es, por lo tanto, más coloquial en oposi-
ción a lo que considera ubicado del lado del Parlamento, el gran uso,
como 1o llamará en 1688 un gramático cuyo nombre aprendí con este
libro: Alemand.
Evidentemente, el gran uso exige una pronunciación más majes-
tuosa, más masculina, más sostenida, una articulación neta y rigurosa
destinada a producir efectos de conmoción en los oyentes. Por lo tanto,
en este estilo de discurso, se tiende a tomar sus reglas de Ia escritura y
se pronuncian todos los elementos escritos de la palabra. Me confor-
mé con un solo ejemplo: se escribe notre, por lo tanto, en este estilo, se
pronuncia la"r"; cuando no se la pronuncia, se trata del uso bello que
prefiere aliviar la palabra, que se traduce en una pronunciación relajada
y blanda.
Obviamente, queda algo de esto en Quebec, hay personas cuya
pronunciación se entiende perfectamente y otras cuyo lenguaje, por la
supresión de cierta cantidad de elementos escritos, no logramos enten-
der y nos obliga a hacer repetir el locutor. Ahora entienden por qué, lo

299
JACQUES-ALAIN MILLER

que imprimió su tono al pueblo quebequense era el hecho de que en


aquel entonces dominaba el uso bello, conjunción del hablar de la Corte
y del pueblo en oposición con las élites parlamentarias. Hasta que en el
medio del siglo XVIII, se forme la intelligentzia parisína, ese mundo de
enciclopedistas, de filósofos, apoyados por las élites parisinas y parla-
mentarias, que tienen todos una pronunciación conforme al gran uso y,
con la Revolucióry el uso termina de consagrarse, más aún cuando los
más grandes textos de la Revolución Francesa, que hoy en día leemos
en la Pléiade, son originalmente discursos, son palabras públicas pro-
nunciadas en la lengua del gran uso.
Desde el punto de vista lingüístico, la Revolución Francesa significa
un cambio de paradigma y tal vez 1o más duradero de la Revolución
Francesa {xagero- sea la revolución fonética que implicó y que nos
dictó las normas de nuestra forma de hablar actuales. El gran uso se
vuelve el estilo corriente de la alta sociedad parisina y Quebec, que no
conoció esta historia, termina desfasado en el lapso de sesenta años.
Que yo sepa esta mutación extremadamente rápida del idioma francés
entre la mitad del siglo XVIII y el principio del siglo XIX es un caso
único en la historia de la lengua, no escuché hablar de semejante fenó-
meno en Rusia después de la Revolución del 77, tal vez haya pasado
también. El carácter distintivo del acento quebequense remite a eso/
tiene su propia historia interna por supuesto pero dentro de todo se
mantuvo cuando en Francia ocurría una verdadera revolución fonéti-
ca que acentuó la relación de la lengua hablada con la lengua escrita.
Sigue siendo un rasgo de la lengua francesa que la nitidez de la pro-
nunciación, en todo caso en su forma correcta, tenga una relación tan
estrecha con 1o escrito, lo cual seguramente conlleva Sus consecuencias.
Una vez establecido en París, este fenómeno se extendió, a menudo de
mala gana, en todas las provincias' Hubo que imponer esta lengua a la
f:uerza, pero es un capítulo para otro día.
Podríamos defender que el hecho de que Lacan haya determinado
la estructura de lenguaje como 1o hizo, sirviéndose de Saussure, tiene
que ver con la norma propia del francés, es decir con la prevalencia de
lo escrito en la lengua hablada. Para acentuar el carácter francés de la
teoría de Ia lengua en Lacan habría que andar este camino. No es casua-
lidad que esta noción de 1a centralidad de la escritura en la estructura
de lenguaje se haya impuesto desde el idioma francés. Me detengo ahi

300
DIVERSIFICACIÓN DEL UNO

es algo cuyas consecuencias a largo plazo no tuve tiempo de meditar ya


que es algo que aprendí muy recientemente, al leer este libro en el avión.

EI 3BB

Pasemos a la segunda cosa que aprendí durante ese viaje, que atañe
a algo de un orden distinto, la psicosis. Hacía veinte años que sabía
que Lacan inspira a colegas quebequenses en el tratamiento de la psi-
cosis, especialmente un trío que me había venido a ver en 1os Estados
Unidos en los años ochenta, de hecho uno de ellos había venido aquí a
hablar, invitado por mí. Ahora, obviamente, ya tienen veinticinco años
de práctica y siguen aguantando. Pese a tener una práctica original,
distinta de la nuestra, démosle el crédito de haber demostrado una
extraordinaria perseverancia. Pude por fin ver más de cerca de qué se
trataba. Todo viene de una pequeña edificación, una casa de Quebec,
ubicada en una calle cuyo nombre me olvidé pero que todos designan
como "el 388". Se dedica al tratamiento psicoanalítico de las psicosis.
Reivindican que se trata de psicoanálisis, y desde que abrieron en7982,
trataron exactamente -evidentemente no es una cantidad industrial-
trescientos cincuenta y ocho pacientes.
Conocen el número exacto porque desplegaron alrededor de estos
pacientes una extraordinaria red de informaciones que supera todo lo
que conocemos. A saber que, cada noche -no es algo que hicieron desde
el principio- todos los intervinientes llenan antes de irse informes sobre
los pacientes que tienen a cargo, ¡todos los días! Y luego pasan todo
estos escritos a la computadora, lo que les permite tener una cantidad de
datos absolutamente fabulosa sobre estos trescientos cincuenta y ocho
pacientes. Antes tenían todo esto por escrito, ahora lo compilan gracias
a un programa extraordinario que permite hacer comparaciones y bús-
quedas muy precisas. Es un centro con una guardia abierta las 24 horas.
Hay siete cuartos para recibir los casos de crisis. Proscriben toda conten-
ción y existe incluso, me dijerory una regla que prohíbe tocar el paciente.
Consiguen que los que se tiran al piso se levanten, que los agitados se
calmen únicamente, en el fondo, con la presión del lugar y del ámbito.
Hay psiquiatras, pueden recetar medicamentos pero no se entregan
en el lugar. Hay intervinientes que eventualmente pasan el día con los

301
IACQUES-ALAIN MILLER

pacientes, si es necesario, pero la sesión analítica queda aparte. E inclu-


so cuando el equipo empieza a hablar de los pacientes, el psicoanalista,
pese a estar presente, no dice nada, en tanto es analista no comunica
ninguna información proveniente de las sesiones. Me alegra que esté
presente hoy jean-Daniel Matet puesto que estaba allá conmigo en el
momento de la visita al 388. Las curas que hacen con lo que llaman el
psicótico duran un promedio de doce años.
El perfil es bastante particular: llaman psicóticos, así lo escuché en
sus exposiciones, a lo que yo llamé el psicótico misionario, pero cuando
se los escucha parece que solo existe esta única forma de psicosis. Es un
psicótico con una misiór¡ que imputa a la sociedad un defecto esencial
para redimir, y en realidad es como la proyección de una dificultad
interior o la puesta en forma de un defecto en el lenguaje. Me llamó la
atención que varios asistían al coloquio al que estábamos invitados. Un
joven se me acercó en un momento para agradecerme por una interven-
ción que había hecho y empezó a hablarme de un efecto que veía en la
sociedad. Era efectivamente un psicótico tal como 1o definery recién lle-
gado según me explicaron. Conocí entonces este personaje tipo, yaróry
para nada agitado, con un tono de conversacióO justamente, de uso
bello, y por supuesto el acento quebequense, que contaba que le parecía
que algo no funcionaba en las relaciones entre la gente y que se tendría
que hacer algo a gran escala al respecto.
¿Cómo proceden? Como los indican sus informes, proceden en tres
fases: la primera consiste en escuchar el delirio, ya que en todos los
casos de los que hablan hay un delirio, luego, sin interpreta¡, según
insistieron en precisa4 aíslan cierta cantidad de puntos de sin-senti-
do -no digo que esto ocurra siempre en el orden preciso en el que se
los presento* y después de cierto momento ubican aquello con 1o que
sueña el psicótico y tienden a mostrarle que. lo que revelan sus sueños
contradice su delirio. Usan el sueño y las asociaciones que 1o acompa-
ñan para contradecir el delirio y así elucidar los puntos de contradic-
ción de manera de engendrar un efecto de apaciguamiento sobre el
delirio y sobre la psicosis misma. Lo más llamativo es esto: la duración,
el dejar delirar y el análisis de los sueños. La palabra análisis quízáno
corresponda, ya que no interpretan, pero digamos que hacen uso de
lo que sale de los sueños para contradecir el "delirio misionario" o lo
que refiere a é1.

302
DIVERSIFICACIÓN DEL UNO

Son dos o tres sesiones por semana/ frente a frente, los dos con-
sultorios que sirven para ese fin no tienen diván, durante doce años,
y se consigue una mejora patente, la vuelta a la vida corriente, de
hecho tienen cuidado en no sacarlos de esta de entrada. Se los man-
tiene en el curso de la existencia por un tiempo por considerar que el
aislamiento abrupto es algo malo. Se consigue en todo caso una satis-
facción muy grande. Es el criterio lacaniano, se consigue una satisfac-
ción muy grande por parte de los pacientes y de sus familias, e inclu-
so una adhesión profunda para con los objetivos del 388. Se puso en
evidencia desde hace cinco años por el hecho de que los funcionarios
de la salud de Quebec -en su mayoría evaluadores, de hecho la eva-
luación levantó vuelo allá- consideraron que esta pequeña isla del
388, con el psicoanálisis como bandera, tenía que ser exterminada.
Mandaron evaluadores para hacerlos pedazos. Se tomó muy en serio,
me acuerdo bien ya que fueron a París a contármelo, y resistieron
valientemente.
De hecho, los evaluadores tuvieron que comprobar que su forma de
practicar funciona. La satisfacción de los usuarios -término que tienen
que retomar para que se los entienda- y la virulencia de las familias
a la hora de defender el psicoanálisis y este establecimiento llegó al
punto de dividir los funcionarios entre los pros y los contras, y siguen
resistiendo desde entonces. Representan claramente una molestia para
los evaluadores quebequenses y demostraron con el coloquio al que
fui que tienen bastante convocatoria. Nosotros, jean-Daniel Matet y yo,
venimos de Francia, había un profesor de Oxford del que hablaré otro
día -nos vendría bien conocerlo mejor aquí- y mucha gente de la Har-
vard Medical School aunque estos no parecen muy lacanianos, hay que
decfu, ya que buscan más que nada las definiciones psicológicas de la
responsabilidad, de la identidad para con uno mismo, sin embargo lo
hacen en el marco que les acomodan nuestros colegas del 388. ¿Quizá
]ean-Daniel Matet quiera agregar algún comentario?

JraN-DeNml Merer: Eso corresponde a lo que también pude com-


probar. La particularidad de la cura es algo que me sorprendió mucho.
Ese pasaje del delirio a lo que serían las formaciones del inconsciente,
ya que el sueño que usan al final de la cura es algo...

303
JACQUES-ALAIN MILLER

jecgurs-AleIN MILLTR: Al final van con todo, a partir del quinto,


sexto año...

jneN-DaNrel Mersr: Que forma una suerte de inconsciente del suje-


to psicótico, y hay que admitir que produce una suerte de efecto directo
de integración de este sujeto psicótico realmente notable.

JacquEs-AmIN MnlrR: Supongo que se les debe reprochar la dura-


ción del tratamiento, con esa pasión obligada que tienen los evaluado-
res por la reducción de costos, se les debe reprochar que allí donde pasa
el psicoanálisis, donde el psicoanálisis tiene alcance, los tratamientos se
alargan, y dan de ello un ejemplo bastante impactante.

JraN-DaNIEt- Mernr: Es cierto que me sorprendió la manera con la


que los atacan porque es verdad que es una pequeña isla, y se enfrentan
con la oposición de cierta cantidad de gestores que no les reprochan
nada del punto de vista de la institución puesto que de alguna forma
son especialistas de la evaluación práctica y estos gestores tienen que
reconocer en este sentido 1o notable de esta institución, pero pese a ello,
la quieren destruir por reivindicar su pertenencia o su orientación psi-
coanalítica. Eso me impactó, lo conocimos aquí también pero me parece
un buen ejemplo de lo que provoca el psicoanálisis...

J¡ceu¡s-AreIN MInrR: Es una diversificación del lacanismo, es


deci1, partieron de orientaciones de Lacan y piensan haberlas hecho
avarlzar, cosa que nosotros también estamos obligados a hacer de todas
maneras, ya que Lacan solo habló de tratamiento posible de la psicosis
y nos queda preguntarnos qué valor darle a ese adjetivo "posible". Si
nos referimos a la doctrina de las modalidades según Lacary lo posible
no es lo que más insiste en el ser. Lacan se mantuvo distante a la hora
de precisar las modalidades del tratamiento, del tipo de la separación
en tres etapas de las que hablé, pero igualmente partieron de indica-
ciones de Lacan y, si bien no es la base de su enseñanza, 1o dan a leer
a las personas que los siguen. Su base consiste sobre todo en lo que
ellos enseñan. Pero la gente también reclama a Lacary así que se respira
también una atmosfera lacaniana y me llamó mucho la atención que
piensen que llegó el momento de dar a conocer su experiencia fuera de

304
DIVERSIFICACIÓN DEL UNO

Quebec, escucharon hablar de los CPCT2 franceses, europeos, la expe-


riencia les interesa pero piensan que llegó el momento de exportar el
388. ¿Por qué no?
Debo recomendar que nuestros pasantes pasen por allá para poder
tener una experiencia más precisa que la que recogimos Jean-Daniel
Matet y yo de 1o que ocurre en aquel lugar. Está claro que no funciona-
mos asi no es nuestra orientación pero no significa que tengamos que
ignorar el tipo de resultados que obtienen. Podríamos considerar, al
observar la pasión que los anima, que ellos mismos operan cierta metá-
fora delirante con el 388. El trío fundador sigue en pie y dando batalla.
Los conozco desde hace más de veinte años, no aflojaron nunca e inspi-
ran a su alrededor una atención y un sentido del valor del tratamiento
que ofrecery que merece quitarse el sombrero. Nadie llega por la maña-
na con la sensación de ir a una oficina aburrida, al contrario. Piensan
hacer un trabajo de punta, desafiante, y el hecho que la recopilación de
informaciones sea tan completa, constante y trabajada contribuye a la
ideología general.
Digamos que logran una interesante metáfora delirante, sirviéndo-
se por cierto primero de los sueños y de las asociaciones de sueños
como metáfora del delirio, pero para hacer pasar luego el delirio inicial
a segundo plano y que de alguna forma su misión reemplace la misión
inicial del psicótico. Por supuesto, uno puede preguntarse cómo reco-
gen esencialmente ese perfil de psicóticos, de psicosis, y sospechar que
operan para ello cierta selección. Cuando se los dije no parecían muy
convencidos, calculo que los criterios que piensan tener son otros pero
el resultado está: tienen esencialmente ese perfil. También nos preocu-
pó el hecho de que solo hablaran de éxito, les dijimos que no inspiraba
confianza y admitieron que en el207o de los casos terminaban invitan-
do el sujeto a llevar su dificultad a otro lado.

]neN-DaNIn Mersr: Creo que su selección se hace por su definición


misma, que las personas que se dirigen al 388 lo hacen voluntariamen-
te, por así deci4 que el dirigirse hacia esta institución es una decisión

2. Centre Psychanalytique de Consultation et de Traitement (Centro Psicoanalítico de


Consulta y Tratamiento). [N. de T.]

305
IACQUES-ALAIN MILLER

del sujeto y de su familia, 1o cual, obviamente no lleva al mismo tipo


de selección que un hospital francés, que las instituciones que tratan
el montón. En este sentido, son públicos distintos pero esto no le quita
nada a la gran calidad de esta institución. sin duda está inspirada por Ia
psicoterapia institucional, se encuentran presentes sus grandes temas. '.

]ecquEs-Alax Mtlt-¡R: Conocieron Apollon, de origen hai-


a Louis
tiano, hay una gran comunidad haitiana que reúne sesenta mil perso-
nas en Quebec, el Caribe queda a tres horas. Es el inspirador funda-
mental de esto, se formó en París, estaba en análisis con un analista de
la Escuela Freud.iana de París. Frecuentó a Michel de Certeau y recorrió
todo lo que se hacía en el orden de la psicoterapia institucional hacia
mediados de los años sesenta.

justamente' no
]raN-DaNml Mer¡r: Creo que el tema de la misióry
tiene que ver con esto porque no es solo el delirio misionario: se des-
cubre algo que permite la adhesión al grupo. A mi parecer, algo de un
reclutamiento opera de manera que la gente quiera relacionarse con la
sociedad, con el grupo, y esto es lo que retoman luego en su funciona-
miento cotidiano. La variante que introdujeron es sin duda la relación
individual y el análisis tomado en serio en su duración" '

Jacqurs-AmrN MTLLER: La duración y la confidencialidad. sin hablar


de los resultados, quizá podamos dudar de lo que nos contaron al res-
pecto, pero esos resultados consiguieron que evaluadores que no les
eran favorables y que los examinaron de arriba a abaio tuvieran que
abandonar sin haber logrado su desaparición. Por lo tanto, hay algo
concluyente, dentro de los límites fiiados al principio. Es algo que pode-
mos considerar al menos como un objeto de estudio aceptable. Lo digo
públicamente: si hay personas que, en sus estudios, desean y pueden
hacer pasantías o conseguir pasantías, ahí tienery vayan seis meses allá,
qtizáseviten el invierno, este año había cuatro metros de nieve perma-
nentemente, prefieran la primavera que eS absolutamente encantadora'
Entonces por un lado desean que se extienda y por otro -veo que
mi pequeño relato se alargó un poco- lograron interesar a los nortea-
mericanos. Parte del Lacan clínico que llega a Estados unidos pasa en
muchos casos por ellos. En los círculos de la Escuela Freudiana de Que-

306
DIVERSIFICACIÓN DEL UNO

bec que crearon en forma independiente, que es autónoma, integraron


cincuenta norteamericanos que no piensan obviamente cfi)zaf el Atlán-
tico pero que sin embargo al ir a Quebec están en contacto con el francés,
con gente que lee a Lacan en el idioma original, 1o que le da a algunos
ganas de aprender el francés, y así se está armando una pequeña comu-
nidad que transmite algo de Lacan sin pasar por los organismos que
nosotros hemos creado. Conocimos a algunos y me parecieron perso-
nas de calidad. La segunda cosa que aprendí en Quebec es esta implan-
tación. La diversificación del lacanismo es, para mí uno de los caminos
del futuro, de hecho nosotros también nos hemos diversificado. Con
los CPCI hemos creado una práctica original comparado con 1o que
hacíamos hasta entonces. Hemos creado nuestro propio Quebec.

Dos posiciones sobre la psicosis

Creo que el futuro no se halla para nada en darle una vuelta de


rosca más a posiciones ya armadas de antemano, sino por el contra-
rio en la experimentación y en este caso, dura desde hace veinticin-
co años y atravesó dificultades épicas. Ya mostró sus méritos y creo
que, si algo del significante lacaniano sigue estando, veremos aparecer
muchas otras experimentaciones en varios continentes e idiomas. Por
supuesto, cuando evocamos el delirio en la psicosis, es más con Ia idea
de apagarlo y no de nutrirlo. Por nuestra parte, partimos de la idea de
que hay una experiencia originaria en esos casos, experiencia de per-
plejidad frente a un signo y que este signo de perplejidad,la experien-
cia rara que en general se puede ubicar, que hay que aislar, se vuelve
significante con el agregado de otro significante que será el verdadero
significante del delirio, o digamos que se pasa del signo de la perpleji-
dad al significante del delirio.

Pensamos que podemos actuar sobre el significante del delirio, es


decir, lo sustituimos, lo atacamos, lo tratamos de reducir a cierto saber

307
JACQUES-ALAIN MILLER

arreglárselas con la perplejidad alavez inicial y constante. Me parece


que desde este punto de vista clínico, cuando se entiende el delirio a
ese nivel, podemos conformarnos con la definición que Lacan daba en
7966 acerca del "caso Aimée": el delirio es un biombo. Lo dice acerca
de ese caso ya que el pasaje al acto de la paciente, la agresión que dirige
en contra del personaje eminente de su historia tiene como efecto hacer
caer el delirio, derribar el delirio. Lacan concluye que pone en eviden-
cia que un delirio, en ese aspecto, es un biombo' Por ello pretendemos
apagar o acomodar el delirio, pero nunca nutrirlo. Lo queremos más
bien enflaquece{, reducir a 1o esencial, por así decirlo.
Lo digo al pasar, ellos hacen exactamente lo contrario. Evidente-
mente podemos relevar que nuestra orientación no desemboca ni en
curas de doce años ni en el tipo de manifestación de adhesión que
consiguen al final. Cuando tuve que hablar con ellos -ya que sigo con
ellos- busqué algunas frases que podrían poner encima de su puer-
ta de entrada. La primera que me vino a la mente fue: "Que nadie
entre aquí si no sabe geometría", me pareció que esta frase detecta la
excelencia del matemático, aquel que consigue una verdad que, por
1o tanto, se puede enseñar. En efecto, algo en Lacan nos lleva a decir
respecto del colegio de los analistas "que nadie entre aquí si no sabe
geometría" y Lacan mismo insistió en el orden de la geometría con
sus nudos hasta el final.
Pero nada permite decir que haya pretendido que se podía enseñar
el psicoanálisis como una verdad certera, como verdades certeras y me
llevó a considerar la frase: "Abandonen toda esperanza, ustedes que
entran" que no funcionaba muy bien con el título del coloquio: "Lo que
puede esperar el psicótico hoy", fórmula inspirada de una de la tres
preguntas de Kant que yo le había planteado a Lacan en "Televisión"'
Con el infierno, con esa frase que Dante coloca en la entrada al infierno,
nos aseguramos gracias a Freud de que algo vamos a poder hacer. Eso
dijo en su exergo de la ciencia de los sueños retomando el verso de
Virgilio: ncheronta moaebo, puesto que no puedo mover las potencias
superiores, voy a mover las potencias de abaio, voy a mover las poten-
cias infernales. Son tres frases posibles para colocar en el frontón de este
coloquio, decía, y en el del colegio de los analistas, pero para la ocasión
voy a preferir esta frase de Lacan: "Todo el mundo es loco, es decir, es
delirante".

308
DIVERSIFICACIÓN DEL UNO

Pensé que permitía corregir lo que tiene de rígido el término ,,psi-


cótíco", que lo alivianaba un poco. Al mismo tiempo es un hecho de
lengua que el psicótico sea realmente aislado por un significante. En
su práctica, la hacen lo posible para tratarlo como un neurótico, si asÍ
puedo decir. Van 1o más lejos posible en ese sentido, y pese a ser un tra-
tamiento, tratan de hacer psicoanálisis, en eso que el analista, en tanto
tal, aunque escuche lo que dice el equipo de intervinientes y de prac-
ticantes, psiquiatras, etc., no transmite nada públicamente de 1o que
escuchó durante la sesión. No podemos reprocharles el creerse de otra
esencia. Sin embargo, me parecía positivo recordar eso.
De hecho, esta frase de Lacan con la que hice una montaña, es solo un
grano de arena que apareció una sola vez, en1978, enun escrito acceso-
rio, que, al no formar parte de su esfuerzo principal, no incluí en I os Otros
esuitos. Por lo que me parece que el contexto de aparición de la frase no
es muy conocido. Hubo un número de la revista Ls Cause Freudienne titu-
lado "Todo el mundo delira" , y no incluyeron este texto ni siquiera en
esta ocasión. Pensaba, después de haberles contado en quince minutos
las dos cosas que aprendí en Quebec, retomar desde este pequeño texto
de Lacan puesto que consideré la frase "todo el mundo es loco, es deciq,
es delirante" como una suerte de condensado de su ultimísima enseñan-
za.Talvez sea exagerado, sin embargo es la línea que seguí.
No tuve ocasión allá de contar en detalles el contexto: le había pedi-
do un texto a Lacary en un momento de gran dificultad de la Universi-
dad Paris VIII, cuando talvez todavía estaba en el centro de Vincennes.
La universidad quería publicar un texto a su propia gloria y les pidió
por lo tanto testimonio a varias personas importantes y ligadas con
la institución. Le pedí a Lacan si podía redactar algo para defender la
universidad y el Departamento de Psicoanálisis. Me pidió una hoja de
papel y empezó a escribir esta frase, luego me pidió elementos comple-
mentarios pero únicamente para una segunda parte del texto que/ res-
pecto del contexto que estoy esbozando, no tiene interés. Tengo aquí en
1os papeles que traje hoy esa hoja donde también figura la frase: "Cómo
hacer para enseñar lo que no se enseña".Lahice figurar sobre la tapa
de los pequeños volúmenes de la colección Paradoxes, la amiga que
la diseñó quería algo de la mano de Lacan, así que reprodujimos la
firma que figura en ia hoja que traje, y le propuse también poner esta
frase, ya que cabía muy bien.

309
JACQUES.ALAIN MILLER

Para la próxima vez, ya que hoy no tuve tiempo, les traeré el texto,
pero ya tienen el contexto. Esta frase marca un viraje sin duda con la
tesis inicial de la metáfora paterna, ya que obviamente uno de sus efec-
tos es trazar un clivaje impermeable entre neurosis y psicosis. Lacan
incluso la presentó en el marco del caso Schreber para poder definir la
psicosis como el fracaso de la metáfora paterna. Entendimos el psicóti-
co en tanto tendría un déficit, el de no tener a su alcance el Nombre del
Padre. Lo hemos olvidado, pero decir psicosis no es neurosis y trazar
una frontera infranqueable entre los dos fue durante años el abecé de
toda la clínica psicoanalítica de orientación lacaniana. Hasta que empe-
cé a decir que no era en este sentido que había evolucionado la ense-
ñanza de Lacary que era su punto de partida sin duda pero que luego
restableció cierta continuidad.
Fue una revolución, recibimos notas acusándome de que, al cues-
tionar este clivaje, estaba traicionando el lacanismo. Me acuerdo que
algunos años antes había propuesto para las ]ornadas de la Escuela de
la Causa Freudiana el título "}lás allá del Edipo" y una colega que me
cae muy bien, que le caíabien a Lacary con quien estoy muy bien ahora,
había reaccionado con una carta que decía: "Si usted va más allá del
Edipo, no cuente conmigo". Luego pasó lo mismo cuando se trató de
la clínica, se consideró como una gran renunci4 que éramos culpables
de una traición esencial a los principios fundamentales, al Campo Freu-
diano y a la Escuela de la Causa Freudiana y que motivaba vestirse de
dignidad e irse para conservar los dioses de su infancia' '.
La expresión "más allá del Edipo" figura exPresamente en el texto
de Lacan cuando dice que para encontrar su camino en la sexuali-
dad femenina hay que ir más allá del Edipo, está escrito tal cual en
"El Atolondradicho", escrito que este colega había seguramente leído
e incluso enseñado varias veces en el Departamento de Psicoanálisis,
pero bueno, ¡leer es algo especial! Y luego pasó el mismo tipo de movi-
miento cuando dimos más flexibilidad a la oposición neurosis/psicosis
al indicar que desde cierto punto de vista esta diferencia se atenuaba.
Bastaba con leer a Lacan y hay que ver que si Lacan llegó a ese punto
respecto de la psicosis es que volvió a fundar la sexualidad femenina
sobre otras bases que las de Freud. Es una etapa, primero empezó por
sacudir el Edipo freudiano acerca de la sexualidad femenina para luego
cuestionar la metáfora paterna respecto de la psicosis. Así se estructuró.

310
DIVERSIFICACIÓN DEL UNO

Evidentemente, la frase "todo el mundo es loco" es paradójica, por-


que, ¿de dónde se puede sacar semejante frase? Es tan paradójica como
la frase de Epiménides el mentiroso, un cretense que afirma que todos
los cretenses son mentirosos. De hecho, en el texto completo, Lacan
matiza obviamente el alcance universal de la frase: "Todo el mundo es
loco (si es que podemos usar semejante expresión)". Relativiza enton-
ces el "todo", precisando que no puede ser una proposición lógicamen-
te cierta, como la frase de Epiménides. Pero justamente pone en duda
la lógica misma, al plantear que el saber mismo podría en tanto tal ser
solo un delirio. De hecho la fórmula que usaba simplemente acerca del
delirio St Sz, me parecería ser la formula de todo saber.

,/
I dl----------,s?
T___:t
Lo que hace de 52 el significante del saber es el significante que da
sentido a un signo previo fuera del sentido. Justifica, si se quiere, que se
le dé a todo saber un estatuto de delirio, y es el punto de vista defendi-
do en este texto. Esta frase provoca sin falta un sacudón de las certezas
que tiene aquel que se presenta como terapeuta, como técnico de la
terapia de la psicosis. Se sitúa en la vertiente: no te olvides que se trata
de vos. De fabula narratur.Acerca de la psicosis, Lacan oscila entre dos
te

posiciones y, aunque obviamente hay una tensión entre estas, las arti-
cula. Por un lado, y es un tema que nos concierne a todos, se trata de la
relación de uno con la verdad, esta frase nos invita a decir: yo también
soy delirante. Por otro lado, aunque no es lo que está aquí puesto de
relieve, acentúa también 1o real de la enfermedad mental, de la psicosis,
acentúa que no es una apariencia, que no es un decir.
Hay que mantener juntas estas dos postulaciones, si nos inclinamos
a defender la primera, la comunidad entre el terapeuta y el paciente
psicótico nos lleva a la idea de que la psicosis es un semblante social
y anulamos su real. Pero si nos inclinamos demasiado a considerar
1o real del asunto, nos separamos, nos volvemos clínicos, 1o cual en
el sentido que le daba Lacan no es mérito, nos volvemos técnicos del
asunto y le sacamos a la psicosis lo que tiene de más valioso. Por eso

311
}ACQUES-ALAIN MILLER

Lacan decía en 1967 qte felicitaba a un joven psiquiatra


principiante
por un paciente' a pesar de indi-
cuando confesaba estar angustiado
algo poco fiable que no
car, por otro lado que la angustia era más bien
,ru.íu de brújula. En este caso lo felicitaba porque pensaba que por
1o menos manifestaba su preocupación' Le decía -en una
charla con
en Paradoxes- que no sen-
ióvenes psiquiatras de 1967 que publicaré
tirse concernido significaría haberse protegido, haber implementado
varias barreras entre el loco y é1. Usa la palabra loco ya que afirma que
la palabra psicótico ya constituye una barrera protectora, una conten-
ción que al ubicar establece separaciones. Interpone entre el loco y él
barreras protectoras con ideas que lo separan al juzgarlo como una
suerte de coleópterobizarro del que tendríamos que dar cuenta en su
naturalidad.
Por el contrario, Lacan acentúa en7946 en "Acerca de la casualidad
psíquica", en un momento en el que aun está muy cerca de la psiquia-
tría, Io que asemeja al loco y a la persona normal, aunque eso suponga
diferenciar cuidadosamente las demencias y las locuras. Las demencias
son déficits, Lacan dice que el demente está desagregado, debilitado,
desintegrado y que en tanto tal no es el objeto del psiquiatra, mientras
que la locura, en1946 en todo caso se expresa así tiene que ver con una
creencia delirante, muy distinta del errot la creencia es en el fondo un
invariante antropológico, para hablar como un colega de Quebec. Es
decir que nosotros también somos devotos, de hecho Lacan se burlaba
del lógico, lo cuestionaba por 1o menos, cuando este creía poder sepa-
rar de manera impermeable -como cuando pensamos poder separar de
manera impermeable neurosis y psicosis- el saber y la creencia. Era el
título de una obra del lógico Hintikka, Saber y creer, y Lacan contestaba:
"No nació quien logrará distinguir el saber y la creencia".
Tenemos por lo menos esa creencia en común, en comunidad si así
puedo decir, con el loco. Y el eco de esta doctrina está en la frase de
Lacan: "No creer en el Nombre del Padre a condición de servirse de é1" .
Es una frase que inhabilita para el lacanismo la posibilidad de creer cie-
gamente en las virtudes de la metáfora paterna, o al menos hace resal-
tar que esta metáfora paterna está arraigada en un hecho de creencia
atado a una tradicióry de la que no se puede dudar cuando se circula
en los países católicos, que por lo tanto se ubican en primera fila para
ver cómo la evolución de la civilización tiende justamente a sacudir y

312
DIVERSIFICACIÓN DEL UNO

cuestionar la supremacía de esta creencia en el padre, que vemos supe-


rada por otras.
En este sentido, asistimos en Francia a un deslizamiento impresio-
nante de esta creencia que tiende a desplazarse hacia el escepticismo o
incluso el cinismo, sin perder su estatuto de hecho de creencia, ya que
después de todo el cinismo no es más que una creencia en el goce, o
por 1o menos en el plus de goce que lleva a las poblaciones a levantar-
se por la madrugada para comprar el último chisme que se produjo, a
tal punto que cuando uno visita a alguien 1o primero que se le mues-
tra es su teléfono celular o su nueva laptop. Se volvió un modo de
reconocimiento con el que prejuzgamos del otro. Hay allí otro hecho
de creencia delirante en el plus de goce, que tiene con qué callarnos la
boca, por lo menos hasta la semana que viene.
Les traeré e1 pequeño texto de Lacan, se 1o distribuiré a todos y lo
comentaré.

28 de mayo de 2008

313
XVII
Brújula de la última enseñanzal

Como 1o había anunciado la última vez, les vamos a distribuir el


texto donde figura la frase "todo el mundo es loco, es decil es deliran-
te". Como no hay copias para todo el mundo, si no les molesta, intenten
compartirlas con sus vecinos. Se trata de un texto breve. Además, seré
amable y 1o leeré lentamente. Así que no se alarmen si ni ustedes ni
sus vecinos pudieron conseguir una copia. Hice reproducir una hoja
que me llegó de la biblioteca de la Escuela de la Causa Freudiana, de
parte de la señora Pascale Farital, tal como se publicó en Ornicar?, que
en aquel tiempo se presentaba como el boletín del Campo Freudiano.
Préstenle atención solo a los seis primeros párrafos, que son los que nos
interesan. El final del texto es una presentación ocasional del Departa-
mento de Psicoanálisis de aquella época.

¿Desde dónde puede decirse?

Entonces "todo el mundo es loco, es decil es delirante". La última


vez, dlje que comentaría esta frase que convertí en una brújula para
guiarnos en la ultimísima enseñanza de Lacan, y en consecuencia, para
guiarnos también en nuestra ultimísima práctica, ya que por un efecto

1. Las clases 17 y 18 fueron publicadas enLacaniana, n" 11,,2011, con el título "Todo el
mundo es loco I y II".

315
IACQUES-ALAIN MILLER

de retroacción no podremos elucidar la enseñanza de Lacan sin orde-


narla a partir de su última meta, por lo menos los que estemos al tanto
d.e la misma. Y en la medida en que esta enseñanza síga condicionando
la práctica analítica de hoy, esta brújula está llamada a tener allí una
incidencia. La frase que cité es de Lacan. Está comprobado, ya que fue
dicha y publicada con la fecha del 10 de octubre de 1978. Es una fecha
para subrayar, ya que indica que la redacción de este texto es posterior
al momento de concluir, el Seminqrio 25 de El seminario de lacques Lacan,
que recorrí aquí junto a ustedes hace poco. La frase tiene que ser leída
con este "Momento de concluir", el último seminario de Lacan, como
telón de fondo.
La frase fue dicha por Lacan en un momento notable. Yo elijo usarla
como brújula. Es mi responsabilidad, redoblada por el hecho de que la
mayoría de ustedes tiene frente a sus oios el contexto de esta frase. Está
emitida en el lugar de Freud, como un condensado de su enseñanza
o de lo que, en Freud, hizo las veces de una enseñanza imposible. Es
una primera razónparaque decida constituir esta frase como la última
brújula lacaniana. Como todo el mundo, Lacan diio muchas cosas. De
alguna forma, podríamos demostrar que dijo una cosa y la otra de todo,
como lo subrayé más de una vez. Diio cosas esenciales y accesorias.
Hizo tentativas que luego abandonó. Se desdijo de una semana a la
otra. Nada de 1o que escribió o de lo que se escribió a partir de 1o que é1
dijo puede ser leído como un manual, si entendemos el manual como
un discurso que se desarrolla de una manera homogénea, en el que tal
vez se pueda indicar que tal cosa es esencial y otra accesoria, pero que
en todo caso nunca se desdice.
Ninguno de los libros que Lacan produjo, incluso los que me hizo
producir a mí y faltan varios todavía, puede ser leído como si sus
enunciados fueran contemporáneos los unos de los otros, cosa que sí
ocurre en ese pequeño objeto que llamé manuol. Por 1o tanto, puntuar
esas obras, discernir en ellas lo esencial y lo accesorio, por modesto que
este acto sea, es algo que condiciona muchas cosas y es una responsa-
bilidad de la que nos tenemos que hacer cargo. Es 1o que quiero hacer
hoy, enfrentarme a la prueba de justificar haber hecho de esa frase un
eslogan que se encuentra inscripto en la tapa de una revista, bajo una
forma levemente modificada. ¿Acaso 1o hice sopesando los pro y los
contra del asunto? Pienso que sí. A pesar de la lección que me enseñé a

31.6
BRúluLA DE LA úrrn¿e pxsBñaxze

mí mismo al forzarme a venir hoy para juzgar públicamente de nuevo


esta elección.
Indiqué la última vez que ya pude experimentar cuantos errores
podía conllevar el hecho de puntuar al revés el texto de Lacary de ele-
gir como brújula una frase que, por el contrario, tal vez no haya que
descartal, pero por lo menos ubicar como incidental, como tentativa,
como las sobras de una tentativa. Pero aquí no son sobras, se trata más
bien de una semilla o, ya que hablo de brújula, de una orientación. La
orientación con la que Lacan se enfrentaba al final, cuando él mismo
ya había hecho doblar las campanas, sus propias campanas. Esta frase
forma parte de los pronunciamientos que siguieron el "Momento de
concluir". No quisiera ser fúnebre, pero forma parte de la agonía de su
enseñanza. Sin embargo, no por ello la pasamos por alto. No rechazarla,
sino por el contrario ver allí algo de un pensamiento crecido, es eviden-
temente un hecho de transferencia. Indica lo que atrae el pensamien-
to, aquello que está siempre detrás de los andamiajes y los aparatajes.
¿Cuál es el punto que atrae el pensamiento? Después, 1o musicalizamos
con nuestros propios medios. Componemos una pequeña cancioncita o
una gran sinfonía. Pero para cada uno, cuando nos ponemos a pensar,
cuando queremos comunicar algo de este pensamiento, siempre hay
una primera nota fundamental. Y en este "todo el mundo es loco, es
deci4 es delirante", yo escucho la nota fundamental.
Hablaba de una orientación. Ya operé en otras ocasiones una dis-
tinción entre varios tipos de orientaciones. Por ejemplo, la orientación
de Ia ruta romana, aquella que el mismo Lacan traía en los tiempos en
que profundizaba en su Seminario -el tercero-: la metáfora paterna.
El monumento de esta ruta romana y, un poco más tarde, de su texto
sobre la psicosis, la "Cuestión preliminar a todo tratamiento posible de
la psicosis", era obviamente el Nombre del Padre. Había que encontrar
en este Nombre del Padre la nota fundamental que hacía escuchar bajo
el modo de unhay o no hay el Nombre del Padre, de un ser o no ser. Con
esta nota, armando todo un aparato simbólico, atrapaba la cuestión de
la psicosis. Aqui la nota dada por esta frase es totalmente distinta. Se
trata, por el contrario, de un todo el mundo, es decir, que no lleva a una
particióry a una segregación.
La ruta romana muestra claramente una dirección. Y cuando está el
Nombre del Padre, esta dirección es unívoca, va en un sentido y en uno

317
TACQUES-ALAIN MILLER

solo, como se puede indicar sobre un plano, sobre una superficie. Pero
como ustedes saben,la orientación se vuelve mucho más prob\emática
sobre una banda de Moebius o sobre cualquier otra superficie, la de un
objeto topotógico, por ejemplo, que pueden ser considerados objetos
inorientables o, digamos, patas para arriba.
La frase "todo el mundo es loco, es decil es delirante" es inorien-
table. Decirlo así es justamente manifestar que no está ordenada al
Nombre del Padre. De ahí la pregunta que yo ya evocaba la última vez:
¿desde dónde se puede decir semeiante frase?, ¿desde dónde se la dice,
desde dónde se la propone, desde dónde se la plantea, desde dónde se
la ofrece como tesis? Semejante frase es inseparable de esta pregunta,
de este ¿Desde dónde?
Si la entendemos asi acompañada del ¿Desde dónde? que hace
emergeL no podemos dejar de escuchar otro ¿Desde dónde? que Lacan
hizo razonar en sus Escritos. Se encuentra en la página 800, respondien-
do a una pregunta que se plantea en los siguientes términos: "¿Qué soy
Yo?",\a mayúscula indica que ese Yo remite al sujeto, al ser del sujeto.
La respuesta llega con una cita: "Soy en el lugar desde donde se vocife-
ra que'el universo es un defecto en la pureza del No-Ser"'. Se trata de
un verso del "Esbozo de una serpiente" de Paul Valéry. A continuacióry
el texto menciona el nombre con el que Lacan designa este lugar, al cual
yo llamé Ser del sujeto, y el nombre está articulado como el Goce, se
trata seguramente de la única oportunidad en todos los Escrlfos de la
palabra Goce con mayúscula. ¿En qué lugar llamado el goce es el lugar
desde donde se debe vociferar? Esta proposición enigmática de que "el
universo es un defecto en la pureza del No-Ser" no puede decirse sin
preguntarse: ¿desde dónde?; ¿desde dónde puede decirse?
¿Se la dice?, ¿se la murmura? Decir que se la vocifera es implicar que
lavoz debe pagar su cuota para sostenerla, hasta en su paradoja. Enton-
ces, ¿qué podemos saber del No-Ser y de su pureza cuando obviamente
ya estamos atareados en el universo? I ¿cómo medir el universo con
esta pureza para poder calificarlo de defecto? Ya sé, pongo toda la carne
en el asador para hacer razonat este pasaje al traerlo por la vía de este
pequeño ¿Desde dónde?, ya que ahí está puesto en cuestión. Este pasaje
de la página 800 que ya comenté rápidamente en ocasiones es un con-
densado de metapsicología. Para darse cuenta de ello basta con refe-
rirse a un escrito de Lacan que precede este pasaje de "Subversión del

318
BRúIULA DE LA úlrnr¿e sNspñeNze

sujeto y dialéctica del deseo", hablo de su escrito "Observación sobre


el informe de Daniel Lagache" y en particular de las páginas 645 y 646.
Para quien conozca a Lacary lo remito a esas páginas porque allí evoca
explícitamente como metapsicología este lugar llamado goce, esta vez
bajo la forma de "el lugar de Ya-Nadie".

Teoría cltísica del conocimiento

Seguir el juego de textos remitiendo a otros nos llevará a aclarar en


detalle el texto que ustedes tienen en mano. Tras los pasos del colega
que comenta el informe, Lacan retoma explícitamente las instancias
de la segunda tópica freudiana y para ese propósito realiza una crítica
rápida -ultrarápida pero bien dirigida- de lo que llama algo así como
la teoría clásica del conocimiento. Relacionemos esto con la manera en
que, en el texto que ustedes tienen en mano, la formulación del ,,todo
el mundo es loco" parte de una reflexión sobre la enseñanza, es decir
de lo que, creemos, se puede comunicar de un conocimiento. En el
texto de la página 645, Lacan -para recortarlo así- parte del conoci-
miento y de la teoría clásica, dice "una teoría" pero creo que nosotros
podríamos decir aquí "lateoúa clásica" ya que su observación nos da
un vistazo de cómo está tratado en Platóry en Plotino, en Aristóteles y,
por qué no, también en Descartes y en Kant.
Es una observación rasante que apunta a esa nota fundamental de
la teoría clásica del conocimiento sin ocuparse de los aparatajes y que
se refiere al punto en que, en la teoría clásica, el conocimiento de 1o que
llamaremos el objeto -término que evidentemente no es simple pero
que él introduce en un momento- supone que esté unido al sujeto. El
conocimiento es una unión que tiene formas inmediatas y mediatas.
Una forma inmediata de esta unión que constituye el conocimiento es
la intuición. Al decir esto juntamos Platón y Bergson, un poco apresu-
radamente, ya que existen formas inmediatas que conllevan procesos
y, de hecho, podemos, a su vez, hacer de la intuición un método que,
antes de dársenos en la inmediatez, pase por mediaciones. Pero en
todos los casos podremos designar la adecuación del sujeto y el objeto
que viene del hecho de que son de la misma naturaleza, de que son
homogéneos.

319
JACQUES-ALAIN MILLER

Si lo decimos con pathos, diremos que tiene que haber entre ellos
una simpatía de naturaleza. Si sistematizamos el asunto, diremos sim-
plemente que tienen que ser adecuados. Lacan habla en este sentido
de co-naturalidad, de la misma forma que había valorizado la idea de
un nacer juntos al seguir el juego de palabra de Paul Claudel, el co-
nacimiento. Se tienen que conjugar y juntar en su esencia y desde el
nacimiento.
Lacan dice: "El cognoscente viene a co-nocer [o co-nacer] en lo cono-
cido". Esta observación ultrarápida, si bien puede prestarse a todo tipo
de correcciones de detalles que quierary subraya, sin embargo, una nota
fundamental: Lacan pasa por aquí porque considera que esta teoría del
conocimiento es incompatible con la experiencia psicoanalítica. Aqui
como en el texto que ustedes tienen, pone al psicoanálisis aparte, con
la ayuda de dos argumentos. Lo que va en contra del psicoanálisis es,
primero, la fragmentación original de la combinatoria del inconscien-
te y, segundo, la descomposición de la pulsión. Lacan no dice mucho
más que eso sobre el asunto pero encontramos aquí las dos vertientes
siempre distinguidas por Lacan en los Escritos, primero bajo la especie
del inconsciente y la pulsióry y más tarde bajo la del sujeto y el objeto a.
En cierta forma están aquí afectadas por la misma estructura, fragmen-
tación o descomposición, pero en todo caso no hay nunca adecuación.
Lo primero que se puede leer aquí es que tanto el inconsciente como
la pulsión son objetos con los que un sujeto cognoscente no se puede
unir, por lo tanto, en lo que al conocimiento respecta, se inscriben más
bien en el modo de la disimulación, de la falta-en-ser. También se puede
leer que el inconsciente no mantiene con la pulsión la relación de un
cognoscente con el objeto para conocer. En todo caso, no son formacio-
nes unitarias, como dice Lacan en Ia página 645, son "Todo-Unos que
no están todavía montados en ningún abanico".
Tanto del lado del inconsciente como del lado de la pulsión, dice,
tratamos con elementos de estructura que del lado del inconsciente
entran en una combinatoria y del lado de la pulsión entran en lo que
llamará en el Seminario 11 un montaje. Tratamos con elementos y sis-
temas. No tratamos con naturalezas sino con máquinas. Y no tenemos
ninguna relación de co-naturalidad con estas máquinas que, para é1, en
última instancia, son máquinas significantes. En el contexto de esta teo-
ría del conocimiento corregida Lacan retoma, desdice, la proposición

320
BRúluLA DE LA úrrn¿e sNspñaNza

de su colega según la cual la organización del ello se caracterizaría por


la ausencia del sujeto coherente. Lacan corrige esta proposición subra-
yando, en un inciso como al pasar que, propiamente hablando, el ello
está inorganizado.Implica así el ello en su relación con el goce y no con
el significante. Decir que el ello está inorganizado es decir que en el ello
no todo es significante. Creo que el término organización remite aquí
al de significante.
Entonces, en primer lugaq, el ello está inorganizado y, en segundo
luga¡, la ausencia del sujeto se produce en alguna parte de este. Esta
segunda frase nos remite a lo que en el ello se organiza a partir de esta
ausencia de sujeto, puesto que para que esta ausencia se produzca en
alguna parte tiene que haber antes un lugar. Lacan precisa entonces que
la ausencia del sujeto no es pura y simple. No es la puteza del No-Set,
o es la pureza del No-ser en tanto localizada en un lugar. Entonces el
sujeto no está en el ello. No está allí en persona, allí no hay nadie,2 o
digamos que no se encuentra allí pero que su ausencia se hace desde
un lugar: el lugar de Ya-Nadie. Lacan elije la metáfora para designar
ese luga4 para poetizarlo con el "redondel quemado en la maleza de
las pulsiones". En tanto lugar es esto que se condensa con el verso de
Valéry. Este lugar donde, luego, podrán inscribirse, elevarse y cons-
truirse las otras instancias de la tópica freudiana: el yo y el superyó.
Freud siempre acentuó la pertenencia del yo al ello y el superyó está
lejos de desmentir esta pertenencia. Por su más profunda fase, como
Lacan lo demostrará en "Kant con Sade", el superyó está en relación con
la maleza de las pulsiones. Ahora bieru ¿qué designa aquí? puedo, para
despoetizar este pasaje, utilizar la "G" de 1a palabr a ,,Goce,, , extraerla
para inscribirla y fijarla en este lugar así designado, como equivalente
al lugar del sujeto. Ybajo la forma de este pequeño matema reúno aque-
llo de lo que se trata aquí.

Q,= $

Dije que era una metapsicología reducida puesto que es exactamen-


te aqui en el lugar de ese redondel, en el lugar de ya-Nadie, donde

2. "Persona" y "nadie" son en francés 1a misma palabra: personne. [N. de T.l

321
iACQUES-ALAIN MILLER

Lacan inscribe la defensa primordial, respecto de las defensas atadas


al yo o al superyó, y que se llamary por ejemplo, la represión, la cual
consiste esencialmente en no estar alli pero teniendo su lugar marcado
como el lugar de una ausencia. Es la forma primordial de la defensa
frente al goce: solo estar allí bajo la forma de su ausencia.
Dije defensa fundamental. El adietivo me pertenece, ya que Lacan
dice la defensa casi "natural". Pone comillas puesto que se trata jus-
tamente aquí de desmentir toda naturalidad. Dice: "La defensa que
pod.emos llamar natural". La llamamos natural por cierto abuso de la
palabra, esencialmente Para poder decir de una forma, que al princi-
pio parece misteriosa, que el redondel quemado en la maleza de las
pulsiones está marcado por artificios. Hay que entender este "natural"
como en referencia a un goce anterior al significante, y a este redon-
del, este lugar de Ya-Nadie, como relativo al artificio del significante.
Lacan habla en términos exaltados de este lugar. Lo que se debe tener
en mente antes que nada es que Lacan designa, a partir de este luga¡,
el binarismo del significante: a saber el binarismo entre el significante
y su ausencia. Para é1, la matriz elemental del significante determina
este lugar: el lugar de la ausencia del suieto. He aquí los términos en los
cuales se expresa: "Este lugar es el mismo a donde toda cosa es llama-
da para ser lavada altí de la falta, que ese lugar hace posible por ser el
lugar de una ausencia: es que [este es que no entra bien en la gramática
de la frase] toda cosa pueda no existir. Por esta rnattiz tan simple de la
primera contradicción". Y agrega: "Es la estructura de este lugar la que
exige que el nada esté en el principio de la creación" (Escritos, p' 6a6)'
Aquí tenemos ya el eco de este universo cuya creación es un defecto
en el No-ser. Tenemos una proyección de esta matriz binaria del signi-
ficante en el nivel de la creaciórL a saber que pueda haber algo en lugar
de nada, según la fórmula de Leibniz: ¿Por qué hay algo en lugar de
nada? Lo que se desprende de este texto es que allí donde en el goce, en
Ia maleza del goce, hay un lugar vaciado, allí se puede inscribir el sujeto
del significante. Se trata, al mismo tiempo, del lugar donde inscribi-
ríamos, donde pensamos inscribir, al creadol, él que hace nacer algo
ex nihilo, a partir de la nada y promete al mismo tiempo en ese lugar
la desaparición de los atributos comprometedores, de la falta y de la
falla. Hay que subrayar aquí que figura en la frase la palabra posible,
ya que es lo que puede existir y puede no existir. Es el eco que tiene el

322
BRúIULA DE LA úrrn¿e sNssñexze

adjetivo posible en el título "Tratamiento posible de la psicosis,,. Lacan


no dijo tratamiento de la psicosis, precisamente para no destinarle el
universal sino al contrario un puede existir o puede no existir. Digamos
que este lugar de Ya-Nadie lo designamos como ta1 en la medida en que
no vamos a meter allí el Ser Supremo, el creado¡, sino que lo vamos a
ubicar en su ausencia en la que en ocasiones se alojará er sujeto supues-
to saber.
Entonces, el Ya-Nadie viene en el lugar del Ser Supremo. El lugar en
donde se practica una anulación al nivel del goce y donde, por lo tanto,
puede inscribirse el sujeto con su pregunta, ¿qué soy yo? Les propongo
retener esto con toda su evidente dificultad. Fue escrito por Lacan en el
estilo de la evocación no en el de los matemas. Está escrito en un estilo
patético que, en el fondo, reduzco a estos elementos. y es lo que les
propongo que retengan al leer los seis pequeños párrafos del texto que
ustedes tienen.

Hat¡ cuatro discursos

se trata de un texto escrito en ocasión de una dificultad que hubo en


aquella época en el Departamento de Psicoanálisis en la universidad
de Vincennes y parte de la idea de la enseñanza. Lacan, asi tiene una
oportunidad de revisar lo que había llamado antaño el matema del psi-
coanálisis. Lo había formulado oralmente, creo -pero no en el semina-
rio mismo, sino en una de sus intervenciones, congresos o coloquios-,
en los términos de hay un matemq posible del psicoandllsls. Me acuerdo
bien de ese adjetivo. Seguramente fue grabado en alguna parte y, si
lo encuentro, lo publicaré como conferencia de Lacary pero por ahora
solo hablo con ayuda de la memoria. Estaba la fórmula ,,hay un mate-
ma posible del psicoanáIisis". Con el mismo adjetivo que significa que
puede ser que si puede ser que no. En este texto, revisa el matema del
psicoanálisis, el matema posible del psicoanálisis y toma como punto
de partida la enseñanza del psicoanálisis, o en realidad, de su propia
enseñanza, ya que la primera frase empieza con,,huy...,,. El texto no
tiene título. El título que ustedes ven ha sido puesto, muy groseramente
por cierto, por el redactor de la época, que era yo. Había luga1, así que
lo escribí con esa letra horrible, ¡qué vergüenza!

323
JACQUES-ALAIN MILLER

en que
Primera frase: "Hay cuatro discursos"' Desde el momento
con un hay,
Lacan se interroga sobre el matema posible del psicoanálisis
Es decir' se refiere
tenemos ,r.tu purudoia debida a esta forma asertiva'
nada de esto antes de que lo
a 1o que é1 mismo enseñó ya que no había
reconocible a par-
u.r"á", paradoja que, para quien ya leyó el texto' es
tir de la primera frase: "Hay cuatro discursos"' Se los menciono pero
el de la
ustedes los conocen: el discurso del amo, el de la Universidad,
recordatorio, no vuelve a
histérica y el del analista. No hace ningún otro
hecho
recordar los matemas que propuso para sus discursos' Toma
ese
que indica
como punto de partida: es un hecho de palabr4 de su decir'
las coordenadas de su presente reflexión'
"Cada uno se cree la verdad'" Es esta una aserción para considerar'
pre-
una aserción que parece decir que en cada discurso habita una
pour
tensión a Ia verdad. Y el valor de la expresión francesa seprendre
de la impostura' Esto está más
[creerse] coloca esta pretensión del lado
acentuado aun por el hecho de que dice la verdad, y que los discursos
de come-
son cuatro. Plantea entonces en dos frases una pequeña escena
dia: cuatro discursos que se creen cada uno ser la verdad. Ya prevemos
la batalla, la querella' No podemos pasar por alto que quien
escribe esto
supo proferir, vociferar, en su tiempo: "Yo, la verdad, hablo"' Aquí
son
.rut.á que dicen: "Yo, laverdad, hablo"' Pero cuando Lacan lo decía'
en el discurso psicoanalí-
¿"n qrrJdir.urso se situaba? Supuestamente
tico.
La verdad que hablaba entonces era la verdad freudiana. Los
remito
a su escrito "La cosa freudiana" donde está la prosoPoPeya
imitada de
Erasmo, la prosopopeya de la verdad. Entonces era la verdad freudia-
na, aquella qr" hublu líneas, en el lapsus, en el acto fallido' Allí
"ntre la cosa
residíá esta verdad, allí estaba recibida y tratada en relación con
freudiana, que es otro nombre de este Goce, del que hemos hablado'
Aquí, por el contrario, al seguir la tercera frase, la impostura de la ver-
"Solo
dad está en los otros tres discursos y no en el discurso analítico:
el discurso analítico es una excepción". sería el único que no se cree
la
verdad. Ahora bien, aún nos queda por entender esto ya que en los que
Lacan llama los discursos, siempre hay cuatro lugares y hay uno que se
llama el lugar de la verdad.
En cada uno de estos discursos un término viene a ocupar el lugar
de la verdad.. Lo que no quiere decir que haya que considerar que cada

324
BRúluLA DE LA úrrrve rNssñexza

discurso se crea la verdad, ya que al contrario cada discurso tiene un


lugar para la verdad. Entonces, ¿ese "se cree la verdad" designa en los
otros tres discursos el elemento que está en este lugar? No. Designa el
elemento que está en el lugar llamado del agente, el lugar por donde
cada discurso es designado.
En el discurso del amo, allí se inscribe el significante-amo, y podría-
mos afirmar que en el discurso del amo el significante-amo está plan-
teado como verdad universal, destinada a juntar, a uniq, e incluso a
excluir. En cada uno de estos discursos, ese es el término que está afec-
tado, explícitamente, por el discurso de la verdad. Para el discurso de
la Universidad es Sz, el sabe¡, quien sostiene esta impostura de verdad
y en el discurso de la histérica es el sujeto, el sujeto tachado, el sujeto
incomodado por la barra, el sujeto que se eclipsa pero que, a la vez, es el
que irradia como si fuera la verdad y que dice la palabra evangélica: yo
soy la verdad. Lo cual está lejos del "yo,la verdad, hablo", puesto que
la verdad que habla no dice Yo soy. Entonces "solo el discurso analítico
es una excepción". ¿En qué sentido este no se rige de la misma mane-
ra? Es que el término que pone como agente, eI a, no tiene pretensión
de verdad en la medida en que en el discurso analítico se lo reconoce
como un semblante. El semblante no es lo opuesto de la verdad. Al
contrario, cuando se designa al objeto 4 como semblante, se excluye que
la verdad es un semblante. El discurso analítico sirve para mostrarlo,
puesto que en él se experimenta una verdad variable: en cada sesióry
una verdad. De la misma manera que cada clase del seminario de Lacan
tiene su propia verdad. Ahí experimentamos la variación de la verdad,
de la cual Lacan hizo la uaridad, justamente en el seminario anterior
al "Momento de concluir". Entonces, cada discurso se cree la verdad.
Solo el discurso analítico sabe que esaqridad, es deci¡, solo él reconoce
la verdad como un semblante. Y en esto se aparta del régimen de los
otros tres.

325
JACQUES-ALAIN MILLER

Cuarta frase: "Sería meior que este domine, se concluirá, pero ius-
tamente este discurso excluye la dominación". Esta frase, en el fondo,
recorre otro tema además del de la verdad. Recorre el tema del pode4
de la dominacióry salvo que, como ya 1o subrayé, cuando Lacan decía
la verdad, no pensaba en el lugar debajo de la barra a la derecha, sino
que designaba el lugar llamado del agente que es donde se inscri-
ú" po. ex-celencia el poder, la dominación. En el discurso del amo, el
significante-amo; en el discurso de la Universidad, el saber. Cada uno
de estos discursos propone una dominación. Hay en este sentido cua-
tro dominaciones, y la mejor sería la de la verdad que se reniega y se
sabe como semblante. Esto nos lleva ingenuamente a Pensar a veces
que sería preferible que los políticos estén psicoanalizados. Es la forma
ingenua áe la idea que sería mejor que el discurso analítico domine.
Pero no cambió nunca nada, Lacan señalaba incluso que podía llevar
en ocasiones a 1o peor.
Lacan consideraba después de su apretón de manos con Goebbels en
1g36, en los ]uegos olímpicos de Múnich, que este había sido analizado
y que era seguramente por ello que se había convertido en el maestro e
ir,iciudo, de la propaganda más engañosa que jamás haya visto laluz'
Había entendido el estatuto de semblante de la verdad, es muy peligro-
so enseñarles eso a los hombres de poder' Pero de todas formas
hoy en
día los rodean todo tipo de spin doctors, como se dice, hay publicistas y
marketineros para capacitarlos al carácter de semblante de la verdad.
Lo que significa que ese sería meior que el discurso analítico domine cobra
,.ru for*á en la que el discurso analítico se pone al servicio del discurso
del amo, e incluso del discurso capitalist4 como lo vimos con el sensa-
cional empujón que la lectura de Freud le dio al inventor delmarketing,
hablé de ello antaño. Por lo tanto, la forma práctica de la dominación
del discurso analítico no se ve muy tentadora'
En el fondo, el axioma que está detrás de todo es: un discurso domi-
na. Un discurso es una forma de dominación en la medida en que orga-
niza. Organizaunmundo que conlleva el criterio de 1o verdadero y es
en este sentido que el discurso analítico excluye la dominación: porque
no organiza un mundo. Más bien lo deshace o, en todo caso, no está
coord,inado con un mund,o pof conocer, si nos volvemos a referir a lo
que evoqué d.e su crítica de la teoría del conocimiento. Dicho de otro
modo, el a como semblante, en el lugar desde donde el discurso domi-

326
BRúJULA DE LA úrrwre pNs¡ñeNze

na, no puede dominaq, es deciL no organiza un mundo. De hecho, es


el único de los tres términos que no pertenece a lo simbólico. Designa,
para decirlo rápidamente, 1o que está excluido de lo simbólico: Sr, Sz, S
tachado, son términos de 1o simbólico y Lacan se refiere aquí al objeto
a en tanto no es susceptible de representar la dominación simbólica. Es
llamativo que tambiéry diga: "Este discurso excluye la dominacióry en
otras palabras, no enseñanada" . Como dice más tarde: "Todo el mundo
es loco, es decir, es delirante".

¿Cómo enseñar lo que no se enseña7

Tenemos aquí una sorprendente equivalencia donde, en el fondo,


enseñar es dominar. Esta equivalencia remite principalmente al discur-
so de la Universidad, pero también al del amo, a la enseñanza como
pedagogía. Debo ser prudente aqui en el momento en que se anuncia
una iniciativa que propone suprimi4 de ahora en adelante, de la forma-
ción de los maestros -¡qué palabra!- la pedagogía. No tomaré partido,
porque no es ese mi trabajo aquí. Pero evidentemente pienso lo peor de
la pedagogía, en Ia línea de Lacan, en la línea de 1o que aquí está dicho.
La mera expresión de la formación de los maestros es algo que puede
desmayar a un lacaniano, pero desde luego no por ello se debe traducir
en una toma de posición política en la anécdota presente. Esto necesi-
taría otros desarrollos.
Notemos el cortocircuito por el cual Lacan reduce la enseñanza a
la pedagogía y, pot lo tanto, a la dominaciór¡ y así excluye al discurso
analítico de la dominación y de Ia enseñanza como pedagogía. Luego
hay, en la última frase del primer párrafo, un redoblamiento de esta
oposición, de esta incompatibilidad entre enseñanza y psicoanálisis:
"No tiene nada de universal: por eso no es una materia de enseñanza".
Un redoblamiento que introduce un nuevo término, lo universal, un
criterio que ya anuncia el "Todo el mundo..." de la fórmula que puse
de relieve, y que aparta al discurso analítico de lo universal. Lo que

327
}ACQUES.ALAIN MILLER

parece indicar que los otros tres discursos son para todo el
mundo' es
d,ecir, comportan un para todo r, como decimos a veces'

Que caáa uno de los otros discursos comporte


vnpara todo x qt\ere
puede
decir que el matema, aquello que se puede enseñar' aquello que
a unpara todo x' Y en efecto' el
ser materia de enseñanza, esfáatado
criterio por elcual podemos reconocer lo matemático como materia de
supuesta-
enseñanza, en tanto dice que dos y dos son cuatro, es que
mente vale para todos y para todo tiempo, es universal y omnitempo-
ral. Podemos admitir que hay una co-pertenencia entre lo universal
y
tanto, del orden de
1o enseñable, y que el discurso analítico es, por lo
1o

particular, e inciuso de 1o singular y que no hay ciencia en este nivel'


comodecíaAristóteles,queesaquíunareferenciaescondidaentre
líneas, acerca del cual estaba por sacar en cualquier momento
un ele-
mento que encaja aquí perfectamente, pero tal vez no tengamos
tiempo
de verlo hoy.
¿En qué el discurso analítico
no está coordinado a 1o universal?'
qué sentido? Primero' no es
¿por qué no tiene nada de universal?, ¿en
á,ri¿"rt" que la experiencia analítica sea para todos' ni para todas las
Por lo
culturas, ,tl puru todos los tiempos, ni para todos uno por uno'
tanto, no tiene la vocación de enseñarse como dos y dos son cuatro'
No ofrece proposiciones de este tipo' En segundo lugal' la referencia
esencial del discurso analítico es el no-todo y no el todo, con la barra
de

obligación.

Yx

siendo el no-todo su articulacióru el discurso analítico toma uno


por uno a los sujetos despareios. El sentido que vale para uno no vale
para otro, referencia al consejo de Freud' de retomar cada caso desde
cero. Esto no impide que la experiencia se sedimente' la experiencia
de alguien se sedimenta pero no hay que pensar que el valor de una
palabra es el mismo para un sujeto y para otro' En tercer lugar' pode-
Los justificar esta falta de universalidad diciendo que todo es singulal,
formulando una proposición universal que sea la de la exclusividad de
1o singular.
Alfinaldelprimerpárrafo,Lacansubrayólaincompatibilidaddel
psicoanálisis con la enseñanza, pero con una enseñanza del orden de

328
BRúIULA DE LA úrrnr¿e ¡Nsrñexze

la pedagogía, una enseñanza susceptible de una pedagogía. Y ya que


hay referencia a los cuatro discursos, incluido el de la Universidad, y
que la ocasión del texto es el lugar del psicoanálisis en la Universidad,
podemos decir que él subrayó, amplificó la incompatibilidad del psi-
coanálisis y la Universidad. En el fondo, más que llamar a defender el
lugar del psicoanálisis en la universidad, la tendencia que se manifiesta
en el primer párrafo es más bien la de resaltar la incompatibilidad del
psicoanálisis y Ia Universidad. Creo que esta es la frase musical que
podemos escuchar en el primer párrafo.
Decidió defender lo contrario de lo pedido. Terminará defendien-
do al Departamento de Psicoanálisis, pero comienza por lo opuesto,
por subrayar que el régimen del discurso analítico es profundamen-
te distinto del régimen del discurso universitario y del de todos los
otros discursos. Es este el último valor de lo universal que podemos
pretender en Ia Universidad, en lo que la pretensión universitaria tiene
de universal. Este comienzo es retomado y armado en paradoja -y me
detendré aquí- con la primera frase del segundo párrafo: "¿Cómo hacer
para enseñar 1o que no se enseña?".
Retomar en forma de paradoja significa que la negativa del primer
párrafo no prohíbe el forzamiento, es decir que plantear una tesis no
impide que se construya, por debajo, una hipótesis que la contraríe. El
primer párrafo está para decir que el psicoanálisis no se enseña. Por 1o
tanto, se plantea luego 1a pregunta: ¿cómo haremos para enseñarlo si
no se enseña?
Este movimiento es un movimiento que se encuentra frecuentemen-
te en Lacan. En cuya obra lo imposible no anula lo contingente o no
anula las otras modalidades. No anula ni 1o contingente ni lo posible.
De la misma manera, lo necesario, es decir, 1o absoluto de lo imposible,
tampoco anula Io relativo. La relación sexual, no hay, y por eso nos pre-
guntamos cómo establecerla. ¿Cómo establecer la relación sexual que
no hay? ¿Cómo hacer con el imposible como telón de fondo para obte-
ner algo que pueda hacer la veces de y permita hacer con? ¿Cómo hacer
con lo imposible? Bueno, veremos la semana que viene cómo hacer con
1o imposible.

4 de junio de 2008

329
XVIII
Cada uno en su mundo

"Todo el mundo es loco, es deciq, es delirante." Hablando de esta


frase terminaré el curso de este año, en el que me dejé llevar por lo que
tenía a mi alcance. Lo que perdiera en sistematicidad, pensé, lo ganaría
en autenticidad. Tengo la sensación de haber estado por momentos más
cerca de aquello que me ocupaba. Y concluir con este "todo el mundo es
loco" me da la clave, el título de este año. ¡En hora buena!

Ya-Nadie

Esta frase es de Lacan pero, como lo dije la última vez, fue proferida
desde ninguna parte, desde un no lugaq, desde ra nuribiedadpara actua-
lizar un neologismo que pueden encontrar en los Escritos, inventado
por Lacan al referirse a un texto de ]orge Luis Borges.

Nulibiedad

Reconocí la última vez eneste lugar aquel del ya-Nadie. y ese tam-
bién hubiese podido ser el título de este año, ya que de alguna forma,
yo fui eso este año, Ya-Nadie. Acepté ser atravesado por el momento y
me serví de ello. Fui fiel, sin demasiado aparato, a aquello que me pasa-
ba por lacabeza, como debe hacerlo todo analizante digno de este nom-
bre, es deci¡, conforme a su definición y a su estatuto. ya-Nadie,
¡qué
personaje! Entre paréntesis es un nombre del sujeto, del sujeto tachado,

331
JACQUES-ALAIN MILLER

pero con un acento particular puesto en su relación natal con el goce.


Ya-Nadie es un personaje que aun no formaba parte del casting lacania-
no, sin embargo, podría decir que es el portavoz de Lacan.
Aquello que Lacan llamaba su enseñanza y que yo retomé en forma
repetida hasta borrar el nombre de libros, de obras, de trabajos, de
teorías. Lo dije después de Lacan, pero con una insistencia unívoca:
la enseñanza de Lacan. Enfatiza que su trabaio era un work in progress,
según la expresión de James |oyce, un trabajo en curso, en el que las
conclusiones, por tan afirmadas que sean, siempre son transitorias.
Hablamos de las tesis de Lacan solo por razones de comodidad a la
hora de enseñarlo en el Departamento de Psicoanálisis, ese espacio que
promoví en la universidad.
Aunque nunca de manera definitiva, hablé de su enseñanza. Esto es
1o que tenemos que revisar ahora al comentar la frase "todo el mundo
es loco", puesto que la enseñanza no sale indemne de este comentario,
en tanto ataca la posibilidad misma de un matema del psicoanálisis.
Lo cual muestra el aspecto patético del camino recorrido por Lacan. Al
decir esto, estoy retomando la misma expresión asignada por él en este
texto al nombre de Freud. Esta enseñanza-ya que desde el comienzo
de este curso la llamé así- es aquello que se dice, se profiere, se profesa,
se vocifera. Y para vociferar hay que tener un cuerpo, hay que dar de su
persona y no solamente de su sujeto. Esta enseñafiza se vocifera desde
el lugar de Ya-Nadie.
Allí es, diría hoy, donde Lacan se plantó. Y lo que revienta en este
último texto ya estaba allí a la espera de desarrollar sus consecuencias
y sus estragos desde el momento en que Lacan tomó la palabra. Pala-
bra es un término que en realidad apaga el estallido que comporta la
palabra vociferación. La vociferación le añade a la palabra el valor, la
dimensión, el peso de la voz, es deci{, lo que viene de sobra en lo que
llamamos tan amablemente la relación del analista con el analizante. El
término relación permite disimular aquello de lo que se trata, esta frase
permite restituirlo. El lugar del Ya-Nadie es seguramente el lugar del
sujeto, pero concebido, nombrado, en tanto redondel quemado en la
maleza del goce.
Y tomar la palabra, el simple hecho de hablaf, es ya repercuti¡, hacer
rodar, esa parte extraída en la maleza que es el objeto a como voz. Habría
que añadir que Ia voz va más lejos que ei objeto a, al estar ese siempre

JJZ
CADAUNO EN SU MUNDO

bajo la sospecha de solo ser un semblante de goce debido al aparato d.el


significante. El lugar del Ya-Nadie es el lugar del sujeto pero designado
desde antes, si así se puede deci¡, desde antes que el significante de-
senrolle sus volutas capciosas de las que les doy aquí el ejemplo al
forzar la elocuencia. Esas volutas capciosas que hacen olvidar que ahí
donde se sufre, se goza.
Se dice que escuchar es una política, un medio de dominación, ya
nada más común, incluso cuando se interpreta 1o que se escucha, cuan-
do 1o que se dice se interpreta como significando otra cosa, significando
más, significando algo que está dejado de lado. El psicoanálisis está lo
suficientemente expandido como Para que haya clínicos que escuchen
interpretando. Pero la frase "todo el mundo es 1oco" apunta a eso que,
como analista, se trata de escuchar en lo que se enuncia de la boca del
paciente, lo que se vocifera del lugar de Ya-Nadie. Y la vociferación no
es un enunciado. Un enunciado, a su vez/ no es una proposición. Una
proposición puede ser dicha verdadera o falsa, o si se quiere ampliar el
binarismo, contradictoria o paradójica. Fundamentalmente, una pro-
posición está subordinada a la matriz de lo verdadero y de lo falso. Un
enunciado, por el contrario, es un hecho, no un valor. Pero un enuncia-
do está subordinado a la matrizbinaria del enunciado y de la enun-
ciación, que forma un par.
Hoy diré que la vociferación, que acabo de colocar como el tercer
término después de la proposición y el enunciado, supera la división
del enunciado y de la enunciación, que es enunciado y enunciación
como indivisibles; que, a diferencia del enunciado, la vociferación no se
suspende, no se distancia de quien la pronuncia, incluso cuando no hay
semejante quien, no se distancia de donde se pronuncia. Es decir que
incluye su punto de emisión.
A pensarlo, esto significa recordar que 1o que consideramos como
enunciados de Lacan solo tienen instancia justa desde aquel lugar en
el que se dijeron. Lacan lo recordaba una y otra vez, a menudo bajo la
forma de la reivindicacióry del quejarse del plagio y del robo, cuando se
tomaban sus dichos como enunciados para deformarlos, enseñarlos en
su nombre, 1o cual se hace hoy en día a granescala, y algo tengo que ver
con ello. Pero va mucho más a1lá de la queja o de la reivindicación, sig-
nifica pedir que aquello que hemos recibido como su enseñanza tenga
estatuto de vociieración. Es así que nos acercamos a lo que podría llamar

.1.1,1
TACQUES-ALAIN MILLER

"cómo escuchar a Lacan". Hay una vociferación que debemos entender


como dicha desde el lugar de Ya-Nadie, una vociferación que sirve para
orientar -para retomar así un término del que hice el título general de
este curso desde que lo empecé antaño y con los años que se acumulan-
la escucha psicoanalítica y que pone esta práctica aparte a tal punto que
me vi obligado por momentos a señalar su inhumanidad. En efecto, no
es humanista, aunque pueda hacerse valer como una parodia del huma-
nismo, que me gustaría mostrarles al terminal, si llego.
Digo inhumanidad, es una manera de vestir al Ya-Nadie. Esta vocife-
racióry ya que hago de este término una categoría, es la siguiente: "El
sujeto es feliz",la escuché de la boca sonriente de Lacary como todos
ustedes, si vieron "Televisión". Si no, lo encontrarán en los Otros escri-
tos: "El sujeto es feliz, es incluso su definición" , agrega Lacan. Es la
vuelta que le da a algo que Freud disfrazó, o escondió a jtzgar por
cómo fue recibido, bajo la forma del principio del placer. No se enten-
dió porque creímos, y estábamos en todo derecho, que el principio de
placer formaba una pareja de oposición con el principio de realidad.
"El sujeto es feliz" restituye lo filoso de esta vociferacióry y no es
abusivo atribuirlo a Freud, aunque decir que Lacan le agrega filo sería
otra manera válida de presentar las cosas. Pero el texto que les distribuí
no nos orienta en esa direccióry por el contrario, nos invita a ponerlo
del lado de Freud. El sujeto feliz, precisa Lacan, "no puede deber nada
sino a la suerte", es decir a Ia fortuna latina de la cual Maquiavelo hizo
una categoría de su política. De querer darle un equivalente lógico,
diríamos lo contingente: lo que sucede y no estaba escrito. No estaba
escrito, sucede, y el sujeto se lo adueña en la medida en que "toda suer-
te le es buena para lo que lo mantiene, o sea para que é1 se repita". La
repetición es del orden de 1o que se escribe, de lo que no deja de escri-
birse. Pero el punto notable es que aquello que no está escrito y sucede
sirve a la repetición.
Lo que no está escrito y sucede, lo que no se puede deducir, lo que,
por ejemplo, llamamos amablemente las coordenadas del caso cuando
hacemos clínica, es del orden de la contingencia. Y forma parte de lo
que tratamos de aislar como la realidad, en la medida en que la con-
tingencia está insertada en la repetición de la felicidad. Dicho de otro
modo, para que/ pese a todo, exista algo del orden de la enseñaÍrzat tro
hay que representarse las cosas así:

334
CADA UNO EN SU MUNDO

PP/PR

Freud pareciera haber dicho que se sale del principio de placer para
entrar en el nuevo régimen del principio de realidad y que entonces se
abandona el placer por la dura ley del mundo, para inclinar la cabeza
ante lo que en este mundo está instituido, bajo la forma de un renuncia-
miento. ¡No podemos vivir solo para el placer! Hay que ser medido, si
no se es débil. Esta lectura se mantuvo evidentemente por correspon-
der a algo del pensamiento comúry es deci4 de cada uno, de todo el
mundo: el camino de la cruz que es la existencia de cada uno. Por cierto
corresponde a algo, pero no es así como se tiene que escribir Freud
entendido por Lacary quien quiso decir que el principio de realidad
está siempre dominado por el principio de placer.

Es la vociferación: "El sujeto es feliz" .Larealidad existe, es decit ocu-


rren cosas, antes del nacimiento y una vez que uno hace su aparición.
Pero en todos los casos, la realidad está puesta al servicio de la felicidad
de la repetición. El principio de realidad es la continuación del princi-
pio de placer por otros medios, para parodiar a Clausewitz. Por eso es
tan difícil interpretar la constitución de los Estados Unidos de América,
por ese increíble inciso, inspirado en la Ilustracióry según el cual la gran
república será hecha para satisfacer "the pursuit ofhappiness"; la búsque-
da, la prosecucióry la realización de la felicidad. No entraré en las consi-
deraciones varias y en los sarcasmos que podrían derivar de ello.
Una vociferación no es una proposicióry no es ni verdadera, ni falsa.
Condensa, e incluso inaugura, la posición del analista, que no consiste
solamente en toquetear lo significante y en interpretar, sino también
en apuntar de entrada y verificar que el sujeto está ligado al goce, está
inscripto en el goce, se desprende del goce y que fabrica con las diver-
sas maldiciones que 1o afectan los medios para sustentar ese goce. Por
ello también, la buena voluntad, Ia asistencia, los diferentes modos en
los que hov se disfraza la piedad -pronunciemos su nombre- no son
conformes a esta vociferación.

335
JACQUES-ALAIN MILLER

Varidad

Regreso al texto de Lacan que fue escrito -a pedido mío- con la meta
de proteger el Departamento de Psicoanálisis en el marco universita-
rio. Esa ocasión fue seguramente lo que lo llevó a los cuatro discursos,
entre los que está el discurso de la Universidad, de ahí su proposición:
"Hay cuatro discursos". Pero los juzga inmediatamente en relación con
una palabra clave: Ia palabra verdad, habrá que saber entenderla, a eso
espero llegar al final. Cada discurso se creería ser la verdad. Cada dis-
curso daría, en secreto, a escuchar un yo soy la aerdad, a excepción del
discurso analítico, que podría formular -como lo dije la última vez- yo
soy la aaridad. Y en esa palabra en singula4 en ese neologismo, hay
que entender las aerdqdes. solo distribuyo verdades, solo le permito al
sujeto acceder a una verdad transitoria y fugaz, que será reemplazada
por otra. Tal vez hasta que llegue el pase, en el que se producirá un
casamiento, un himeneo, entre el goce y la verdad.
Como ustedes sabery Lacan mantuvo este sueño hasta abandonarlo
justamente en su ultimísima enseñanza. También dice eso cuando nos
dice que el discurso analítico no pretende la verdad, que es una excep-
ción al no creerse la verdad. Aquello que Lacan enunció sobre el pase
respondía a un momento en el que el discurso analítico se creía la verdad.
Aquí estamos en el después de esa tentativa. Sin embargo, no anula el
pase, sino que 1o restituye enlaaaridad. En un análisis se va de verdades
en verdades y las verdades se vuelven errores y se convierten en engaños
y en malentendidos. No se puede agarrar una verdad que no se termine
soltando. Lo que Lacan llamaba el objeto a se refería a su caída, al secreto
de su caída, justamente en tanto resultaría de un soltar que es un agarrar.
En ese sentido el discurso analítico invalida el término delpara todo x.

Vx

La noción de una verdad, ya lo dije, que valdría para todos, en todo


lugar y todo tiempo. El discurso analítico, dice Lacan en este texto, no
tiene nada de universal. Este "nada de universal" no nos obliga a borrar
el para todo x, sino que nos lleva a colocar una barra de negación por
encima, que hay que leer no-todo, no lo universal, en términos lógicos,
lo particular.

aaa
.).lo
CADA UNO EN SU MUNDO

Vx

Este cuantificador especial expresa, dice Lacan en "El Atolondradi-


cho", un efecto de empuje-a-la-mujer. Saben que construyó su fórmula
de la sexuación masculina con el para todo x y su fórmula de la sexua-
ción femenina con el para todo x negado, con el no-todo. En este sentido,
decir "el discurso analítico no tiene nada de universal" nos remite al
estatuto que les da, en la relación sexual, a las mujeres. Apunta aquí en
el fondo a una dimensión que no tuvo su pensadol, ni su pensadora,
mientras que la otra -el para todo ¡- sí los tuvo. El primero al que hay
que homenajear en este sentido, aunque no haya usado el cuantificador
en su forma simbólica, es Aristóteles.
Decir "el discurso analítico no tiene nada de universal" es decir que
no es aristotélico -de hecho, ¿hasta qué punto se 1o puede ser?- sino
que es feminizante. Si el matema -y Lacan no lo definió de otro modo-
está bajo el yugo delpara todo x, entonces el primer efecto sardónico que
se produce es que el discurso analítico queda separado del matema.
Aristóteles fue en este aspecto el educador del pensamiento lógico, el
maestro por excelencia. Separar el discurso analítico y el matema quie-
re decir que no se puede preparar operadores del discurso analítico. A
los llamados psicoanalistas, no se los puede preparar con la enseñanza,
solo se los prepara con la experiencia. Esto es algo ya aceptado: no for-
mamos psicoanalistas con la enseñanza, sino con la experiencia. para
ello, a su vez, hace falta enseñanza, pero en el nivel radical en el que
estoy parado, hay oposición entre enseñanza y experiencia.
Para enseñar tiene que haber matema, saber previo, una fórmula
Iaica que responda al para todo x, mientras que en la experiencia el
saber está por venir y siempre valdrá solo para uno. Podemos incluso
pasar al singular: siempre valdrá solo para uno solo. El pase, justamen-
te, intenta transformar milagrosamente el saber de uno solo, que viene
de su experiencia, en materia de enseñanza para todos. Hay una dis-
tancia entre, por un lado, el para todo x del matema y, por otro, el existe
uno solo de la experiencia, que escribiré en términos lógicos, agregando
un signo de exclamación después del cuantificador de la existencia.
Se ríen, como siempre, no se usa muy seguido pero 1o encontrarán en
algún rincón de la lógica de cuantificación: no es por lo menos uno, es
uno y uno solo.

,),) /
IACQUES-ALAIN MILLER

Vx / l!x
El segundo párrafo -¡estamos solo en el segundo, espero no estar
hasta el año que viene con esto!- es la puesta en paradoja de todo lo
que había sido afirmado anteriormente, es decir que hay un imposible,
la tesis es: la enseñanza del psicoanálisis no cesa de no escribirse, y se
trata de conseguir que, de tanto en tanto, pueda cesar de no escribir-
se. Cosa que siempre será del orden de la contingencia, será un éxito
frágil y revisable, algo del orden de lss aerdades: así trató Lacan toda
su enseñanza/ como un tejido de aaridad. Cuando dice "Hay cuatro dis-
cursos", es con el estatuto de aquello que se le ocurrió en un momento
probar para enfrentar lo imposible de enseñar. Partimos del combate
de ]acob con el ángeI, también existe el combate de Jacques Lacan con
1o imposible, de allí lo patético de su enseñanza, y que sus éxitos, sus
transgresiones, sus enfrentamientos, sus vociferaciones, sean momen-
tos de aaridad.
Hace falta todo nuestro desamparo frente a lo que ocurre, frente a
la experiencia analítica misma, para transformar en tesis, en materia de
enseñanza, esta aaridad, cuando solo es un episodio, heroico sin dudas,
pero condenado a pasaq, un episodio en el combate con lo imposible.
Está es mi manera de entender el "cómo hacer para enseñar lo que no
se enseña". Se dan cuenta que la palabra "paradoja" que até a esta frase
de Lacan para crear esta pequeña colección es muy suave para desig-
nar aquello de lo que se trata. En el mismo momento en que encon-
tramos en este texto la formulación del combate con lo imposible, nos
encontramos con el nombre de Freud, encontramos un singular retor-
no a Freud, pero no del modo en que Lacan decía volver a é1 en "La
cosa freudiana", artículo cuyo subtítulo era "sentido de un retorno a
Freud". Ahora ubica un segundo sentido más allá de aquel primero,
que se constituía de la evidencia que Freud enseñó, que no solamente
inventó el psicoanálisis sino que también ie dio una consistencia teórica
y que transcribió toda su expedencia en matemas que dieron lugar a
enseñanza.
Es en nombre de lo que en Freud había sido matema que Lacary en
un comienzo, vociferó su retorno a Freud, Para transmitir esta enseñan-
za, para dar a escuchar 1o que necesitaba escucharse de 1o que Freud
verdaderamente había dicho. Ese fue el primer sentido del retorno a

338
CADA UNO EN SU MUNDO

Freud. El retorno indicado en este texto tiene otro valor. Dice: "¿Cómo
hacer para enseñar lo que no se enseña? En eso precisamente Freud
se abrió camino". Decir abrió camino basta para desmantelar la materia
de enseñanza, el manual freudiano, el matema freudiano. Con este "se
abrió camino" , Lacan afirma el parentesco de la trayectoria de Freud
con la suya. Decir que abrió camino es decir que no resolvió la paradoja
de la enseñanza del psicoanáIisis, que no la superó, que se quedó en la
paradoja. Se abrió camino en eso y, como Lacan, quedó a merced de 1o
imposible en su esfuerzo de tratar lo imposible con lo contingente, por
así decirlo.
Cuando digo que este año acepté renunciar a lo sistemático para
hacerme disponible a 1o que viniera, a 1o que me ocurriera, quería decir
que me resignaba a abrfu mi camino, es deciq, a intentar cada vez des-
baratar 1o imposible de decir, lo imposible de enseñar. Desbaratar lo
imposible de enseñar lo que experimento cada día a través de los ana-
lizantes, buscando cada vez redoblar la apuesta con una vuelta ines-
perada que me sorprenda a mí mismo, aunque sea un poco. Solemos
abrir camino cuando justamente no hallamos lo que buscábamos, y sig-
nifica que estamos forzados a arreglárnoslas, al compromiso, estamos
forzados a transita¡, a escondernos, a valernos de astucias, a ganar un
espacio, a atravesar una zanja con medios artesanales, hasta dar la idea
de cómo podría ser enseñar lo que no se enseña. Y que después de todo,
eso también pueda servir como preparación de los operadores parala
experiencia, como lo decía hace un rato.

El sueño del para todo x

La tesis "todo el mundo es loco, es decil es delirante" está introdu-


cida por un "Consideró" referido a Freud. Es decir que Lacan no asume
la responsabilidad de ese dicho en primera persona. No dice "todo el
mundo es 1oco" de la misma manera que dice "hay cuatro discursos".
Toma distancia con esta tesis, dice que es la tesis de otro. Justamente
porque es una tesis extrema y porque constituye una lectura de Freud
que en definitiva puede identificarse de entrada como de é1. Esta tesis
se desdobla, primero en "Nada es más que sueño" y luego en "todo el
mundo es loco, es decir, es delirante". Todo esto no supone una suspen-

339
IACQUES-ALAIN MILLER

sión de 1o universal. Aquí e1 universal , elpara todo x de la fórmula, que


contradice lo que se dijo en el primer pánafo, "el discurso analítico no
tiene nada de universal", designa esta diferencia y este juego entre lo
imposible y lo contingente. El para todo ¡ de "todo el mundo es 1oco"
está escrito entre comillas, es un "por así decir", o aquí un "si es lícita
semejante expresión" entre paréntesis. Esto solo se resuelve pensando
que en el lugar de Ya-Nadie, "todo el mundo es loco" quiere decir 1o
mismo que "el sujeto es fe\tz".
¿Freud dijo que nada era más que sueño? Por cierto, entró en el psi-
coanálisis por el sueño, por la vía real del sueño. Pero diciendo más
biery por momentos soñamos y por otros no. Lacan descifró la gene-
ralización del sueño, es deci1, dijo que siempre se sueña, lo que quiere
decir: el principio de placer no se opone al principio de realidad. El
principio de placer no está solo en el sueño, el principio de realidad
es el despertar. El sueño está tanto de noche como de día. No hay un
binarismo entre sueño y no sueño. Si seguimos la enseñanza de Lacan
vemos que en su última enseñanza formuló: nos despertamos solo para
seguir soñando. Es más bien en el sueño que tenemos oportunidades
de encontrar lo real, se llama pesadilla y precisamente la pesadilla lo
devuelve a uno a la realidad para que pueda olvidar lo real encontrado
en el sueño y continuar soñando, esta vez con los ojos abiertos. La vigi-
lia solo es la continuación del sueño con otros medios. Este sueño no es
solo el sueño de todo el mundo, sino también el sueño de todo el tiem-
po. Es el sujeto sueñq tal como el sujeto es feliz. Lo que se podría decir del
analista -si es que existe uno, como decía Lacan- es que sueña un poco
menos, que no toma toda contingencia en el régimen de la repetición.
Esta locura genérica y general, o más bien universal, no es la psico-
sis. Esta es una categoría de la clínica con la que tratamos de capturar
algo que se inscribirá de todos modos en este universal. Es una locura
que es delirio y el delirio, en el fondo, ya comienza con el saber. El deli-
rio comienza cuando, a un significante que está solo, se le articula otro,
por lo que solo se convierte en uno.

Sr-Sz
s=d1

340
CADA UNO EN SU MUNDO

En este momento, el efecto de significación que se produce, que


escribo s, es equivalente a d1, es decir a delirio, y de ese modo es enten-
dido en el texto. En este sentido Lacan decía del caso Aimée, el pri-
mer libro que escribió sobre un caso -después solo escribió artículos
sobre casos- que ponía en evidencia que lo que llamamos un delirio
es un biombo, susceptible de vola{, de caerse, cuando se toca en lo real
de la buena manera, o incluso de la mala, ya que Aimée toca 1o real a
través de la agresión de una imagen soportada por un personaje que
es un famoso. Cité hace un rato el nombre de Aristóteles. Lacan había
hablado de Aristóteles meses antes de este texto frente a una asistencia
eminentemente universitaria internacional, en la Unesco, el 1o de junio
de 7978, para deciq, ante la sorpresa del auditorio, que estaba conven-
cido, no de que todo el mundo era loco, pero de que é1, Lacan, sí lo era.
Sentí pasar una ola de incomprensión sobre esa augusta asamblea -yo
1o acompañaba- cuando dijo: Aristóteles sueña, como todo el mundo,
como para decir que hasta el silogismo de Aristóteles procede del sueño
delpara todo x.
El ejenrplo que estaba trayendo alli viene de lejos en su enseñanza,
es el augusto silogismo: "Todos los hombres son mortales", segundo
"Sócrates es un hombre", tercero "Sócrates es mortal". Esto es, in nucleo,
el sueño de una coincidencia, de una articulación perfecta, de una jun-
ción entre lo general y 1o particular. Pasamos del general "todos los
hombres son mortales" al particular "Sócrates es mortal". Se cumple
como por milagro la reunión de lo general y de lo particular, pero lo
que introduce, dice Lacary es un desequilibrio. En el fondo, Lacan se
la pasó introduciendo desequilibrios donde veíamos armonías, como
Edipo. Lacan es el introductor de desequilibrios.
Aquí logra desequilibrar el silogismo en esta pequeña charla. No
la incluí en los Otros escritos porque no había versión escrita. Son unas
pocas palabras que tuve que transcribir yo, así que será para la pequeña
colección. Desarticula el silogismo con Ia ayuda de 1o que Freud dijo,
que el hombre desea la muerte, que uno no muere por el silogismo
"todos los hombres son mortales" sino que un hombre desea la muerte
y,hay que decirlo, Sócrates se las arregló muy bien en este sentido.
No murió porque era mortal sino porque hizo las cosas con los pies
frente a sus jueces, a tal punto que solo podemos creer que era feliz allí,
que es 1o que quería, que tenía que morir para satisfacer su repetición.

347
JACQUES-ALAIN MILLER

Este desear la muerte fue universarizad,obajo ra forma


de la pulsión de
muerte. Pero solo ocurre en el modo del uno por uno,
a cada uno.
No tengo tiempo como para evocar más precisamente este texto,
pero encontramos aquí el mismo recorrido entre lo imposible
y lo
contingente porque, por un lado, quiere liberarse de AristOteles,
del
para todo r pero dice al mismo tiempo que en todo psicoanalista
hay
un alumno de Aristóteles. Decir ,,en todo psicoanalist a,,, yd es
hacer
funcionar el para todo x. y decir ,,alumno de Aristóteles,,, el
maestro
por excelencia, es admitir que uno no escapa a la atracció n del
para
todo x y que se la combate tratando de ser alumno
de Freud reído por
Lacan. Por otro lado, en todo psicoanalizante, también hay
un alumno
de Aristóteles, puesto que acepta la regla, regresa y que,
por lo tanto,
cree en lo universal.
Deberíamos subrayar la definición de ro que considera ser
un sueño.
Dice exactamente: el psicoanalizante sueña, es decir
[la misma cláusula,
la misma fórmula que en este texto] está encerrado en la particuraridad
de su síntoma. Aquí todos los términos del discurso analitico (el
fantas-
ma, el sueño, el delirio, la locura, el síntoma) colapsan en un encierro
de cada uno en su mundo y en la imposibilidad de un mundo común.
Todo el mundo está en su mundo, es deciq, en aquello que su síntoma
fomenta, con esto nos las arreglamos como podemo, prru entendernos
e intentamos caminar juntos. Alguien dijo "todo el mundo
es loco,, -y
con esto terminaré- antes que Lacan, un personaje singular llamado
Erasmo, que escribió una obra que perdura. A sus otras obras no se las
lee mucho pero su Elogio de la locura tuvo repercusión a través de los
siglos. La propia locura está puesta en escena para elogiarse a sí misma
y decir: "Todo el mundo es loco',.
De haber tenido tiempo hubiese expuesto en qué sentido este elo-
gio es deudor de la tradición clásica de los elogios de ras cosas minús-
culas. Hay una tradición clásica del elogio de las cosas insignificantes
y repugnantes. Es una pequeña distracción erudita. Hay elogios de la
suciedad, de la pereza, de la ignorancia. Esta obra se inscribe dentro de
esa tradición. Esta obra nos brinda la imagen más perdurable de aque-
lla tradicióry que se revela como la encarnación misma de la sabiduría
humanista y de la mirada que invita a echar sobre el mundo, a saber:
todo el mundo es loco. A esta locura le da todos ros valores, desde lo
que rechazamos hasta lo que celebramos, como la locura de cristo, que

342
CADA UNO EN SU MUNDO

nos invita a mirar nuestros trabajos y honras como lamentables paya-


sadas.
No es casualidad que Lacan haya ido a buscar en este discurso, que
empieza con el enunciado es la locura que estri hablqndo la inspiración
de su prosopopeya de la verdad. Su "Yo, la verdad, hablo", fórmula
a la que Ie tenía un cariño particular, y que repetía con gusto en su
seminario para mostrar sus distintas facetas, es un retoño erasmiano y
es esa verdad que Lacan coloca en la boca de Freud. El"Yo, la verdad,
hablo" pasa por la boca de Freud. Esta verdad es el modo analítico de
la verdad, es una verdad que está en la palabra, es la verdad que habla
en la palabra -para usar los términos de Lacan en la época- y es eviden-
temente pariente del goce.
Releary no tengo tiempo de hacerlo ahora con ustedes, las páginas
393 y siguientes de los Escritos. Esta verdad es evidentemente el redon-
del quemado en la maleza del goce, ya que la frase con la que Lacan
termina su discurso es: la verdad dice de ella misma: "Me desmiento,
os desafío, me destejo: decís que me defiendo". Esta palabra de "defen-
sa", en su forma verbal, está para decir que la verdad es 1o mismo que
la cosa freudiana, que la verdad es una transformación del goce, y que
goce, verdad y locura son una terna de nombres que hay que ubicar en
el lugar del Ya-Nadie. Llegué al lugar del Ya-Nadie. Pese a ello, necesi-
taré volver a poner cara de persona para hacer sonar y tazor.ar mi voz
una vez más el año que viene. Todavía no me rindo ante esa idea pero
ya verán 1o que sucederá en septiembre. Adiós.

L1 de junio de 2008

343
Referencias bibliográficas de los textos citados

Dehaene, S. (2007): Les neurones de la lecture, París, Odile |acob.


Fenichel, O. (19a5): The Psychonnalytic Theory of Neurosis, Nueva York,
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Goethe, J. W. (19a5): Obras completas,Madríd, Aguilar.
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(11962] 7986): Lct pregunta por la cosa, Barcelona, Orbis.
-
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Penguin Press.
Nietzsche, F. ([1883] 2003): Así habló Zarntustra. Madrid, Alianza.

345
'Ibdo
cl ntur¿/o cs /oco cs ur-r cslabón más en l¿r tirre¿r dc clucid¿rción d.
la enseir:rnza cle J. l-acan. L¿ ()ricntrrción lacrtnian,r quc se desplicea
en estos cursos tiene vari:rcl:rs y eficeces mrnems dc cliltrcid¿rr esta
enseíranzrr: el corncntario dc lrn:r frese elevrrcla,r t'rivcl cle concepto.
r,rn:r palrrbra iluminador:r, etc. Sin ernbargo, en cstas príginas nos
cncontriuros cotl un¿l grata noveclad, ntl solo en lo cltte l'cspcctll 1l fr(i
clrincle Miller:rr.anz¿r sir-lo en cu¿urto a la n-ranera en qtle se ps\lLilrrr.L
par¿r ese recorrido, ya clue habla cotno aualiz¿rutei es sLr tnauera dc
¿brirse cttrnino sol-,re lo que no puccle euseirarse y que sc correspoltrl.
con el título cle este cursc,.
En el clesarrollo nos encontrrl'nos con el conrent¿rrio clc que no s.-ri.t
publicado, cs unrl suerte quc Iro prir.trrr¡ e:r itrtcnción y qLIe se sLlttti
a los ya ediraclos en es¡r:rirol y :rsí, sostener "en cstos utt discttrso tlcl
clue soy rcsponsirblc". Orclcn y claricl¿rd, uo solo sobre los concePto'
sino t:rmbiér-r corl respccto:r la experienci:r ¿rtr¿rlítica y:r la políticrt.i.
psicorrniílisis. Un c¿tnino cle confldenci¿r cloncle se clespliega la tlelc::
c'lel psicoanálisis, cl deseo cle hacer existir cl psicoanálisis, tto solo c:'
respucst¿r a los irt:rques clcl cogrritivisnro, sino con-ro posibiliclacl tl.
rn¿urtcner aL-¡ierta la puerta,r lo singular,:r lo no evaluable; ull c:1tlr::l
un dcs¿rrrollo, cl del curso, entre velocidacl y pai-rs,r, cot.t.lo coltvirlr.
c[iscr-rrso an¡lítict¡. Lir-r los ticnr¡.os qLtc concn sc treta c]el tr¿rtanrici::
dc lo reel, lo rc¿rl en la é¡roca cle la cifr,r, sostcniendo uu quehacer.
el neurorrcal. Utr l-racer-er-r la clirección dc lo aflrurado por Lacan .i'
que a cada uno le toc¿r reinvent¿tr el psicoan:ílisis. Y así, este curs() :-
oricnt:r en clivcrsos plar-ros, r-ro solr¡ tcríricos o prácticos sino ¡rolítii
cn el encuentro con l¿r enseñitnz-¿r clc Lac¿ru para poder sitttar lo t1t:.
llLrestrrr época llenra cl "cognitivisrno )' sr.ts signiflc¿urtcs": la me.li.l..
crlnticlad, cl uúrnrero. Así lo sostiene IVliller: "a Irosotros llos toc.l t:.,'
es¿r contingencia c]c lo rcrrl, solo t-tos c¡uecl,r arrcgl,rrttos coll esto. ('
decir también cotr la inr.cncitin y la reinvención sin ningúrtt f:rt¡li':-'
Y, por ello,:r pes¿u'clcl peso quc tienen hoy en c1ía la canticiacl, l.r
r-neclicla y cl núrrrero, toclo csto clttecla ir lrr urercecl dc la contiltgcrt-
nos toc¿r s,rbcr e*plot,rrlo". Nos toclt la interpretrci<in contctltfior..: -
de la época r. del psicoar-rrilisis quc varí¿r eu firr-rción de los cfecto'
las consecuct-rcirs cle la práctica clel psicorr-rálisis so[¡rc cl psico,tn.r. '

t
Mrrrco gencrll parn situar las clcclir-reciones clel "Tbclo cl nrlttttl,r .'
loco, es dccir, es clelir,urtc", cu sus prrrlclojas v c1uc, como brtiitrl.t.
euíe par:r siti.r¿tnros cn la ultimísir-na erlseh¿trrz¿t c1e Lacatt, "1.'elt
conseclrcrrci¿t, prrrl eltilrnos taml¡iérr en IlLtestl'¿l ultimísinte pr,ii:. -
L,l lcctor encontral'á cn cst:rs pásir-ras Ilrtchrrs ntris ¡.rccisit,ttcs.itL.
t- cllre rrcluí somerrlllrcntc clcst,rc¿rmc'rs, y e.sto, conro cecla cles¿fio. ti.:. -

sorprcsa 1. el agreclo clcl rlct¿llc'.


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*- tsBN 978-950 12 -9 262-6


Aníbal Leser:
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