Di II 2022
TP N° 2
Guía de Lectura
Departamento de Ciencias de la Educación
Licenciatura en Ciencias de la Educación
DIDÁCTICA II 2022
GUÍA DE LECTURA Nº3
Prof. María Marta Ulzurrun
TEXTOS:
Tyler, R. (1986) Principios básicos del curriculum. Introducción y Cap. 1. Bs. As. Troquel.
Taba, H. (1974) Elaboración del curriculum. Cap. 1. Bs. As. Troquel
Díaz Barriga, A. (1989) La lectura de Tyler. Un signo de nuestra ignorancia sobre la
historia y los procesos educativos. En Furlan, A. y Pasillas, M. A. Lecturas comprometidas
a cuarenta años de “Principios básicos del currículo. Documento presentado en el
segundo Simposio de Investigación Curricular. Iztacala. ENEP. UNAM
En esta guía los acompañaremos en la lectura de dos textos de autores clásicos
del campo del curriculum: Ralph Tyler e Hilda Taba. Ambos autores, aunque con matices
distintos, representan una concepción tecnicista, en tanto que plantean un modelo
racional y científico para diseñar el curriculum acorde a un contexto sociohistórico
dominado por procesos de creciente industrialización y una división del trabajo en el
campo curricular, entre especialistas, que de acuerdo a su perspectiva son quienes lo
diseñan y docentes cuya función es aplicarlo.
Luego de pasar por estos textos les propondremos la lectura del artículo de un
didacta crítico latinoamericano: Ángel Días Barriga, en el que nos invita a realizar una
mirada reflexiva acerca de este movimiento, particularmente de Ralph Tyler y de sus
aportes al campo del currículum.
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Comencemos entonces con la lectura del texto de Ralph Tyler. Es importante
detenerse en la introducción porque en ella se condesan las cuestiones más importantes
que luego desarrollará a lo largo del texto. Lo primero que vamos a advertir es su
propuesta de “…exponer un método racional para encarar, analizar e interpretar, el
currículo y el sistema de enseñanza en cualquier institución educativa” (Tyler, 1986: 2)
En este párrafo hay dos cuestiones que ya nos dan pistas sobre su posicionamiento: la
primera es la idea de un método racional y por lo tanto eficaz vinculado a la dinámica
curricular y la segunda el carácter de universalidad de ese método en tanto afirma su
validez en cualquier circunstancia y contexto institucional. También su afirmación acerca
del curriculum como instrumento funcional y eficaz de la educación nos permite
entender cuáles son los principios desde los que construye su teoría curricular.
Luego introduce los cuatro interrogantes a los que desde su perspectiva debe
responder un buen diseño curricular. Este es un aporte importante dado que más allá
de diferentes concepciones estas preguntas siguen siendo articuladoras de la
elaboración del curriculum en el campo educativo.
En el capítulo 1 el autor se pregunta acerca de cuáles son los fines que desea
alcanzar la escuela. En primer lugar, plantea que los objetivos educacionales deben
partir de un estudio de la conducta de los educandos. En este sentido explicita su
concepción de educación con total claridad: “Educar significa modificar las formas de
conducta humana (…) El estudio de los educandos mismos procurará determinar qué
cambios en sus formas de conducta debe proponerse obtener la escuela” (Tyler, 1986: 4)
Vemos acá una concepción de sujeto y de aprendizaje acorde con los postulados de la
psicología conductista de la época. En este apartado el autor avanzará en el estudio de
tres tipos de necesidades que son la fuente para poder determinar los objetivos
educacionales. Pueden avanzar por estas páginas, sin detenerse en los detalles y
ejemplos que se proponen, pero presten atención hacia el final de la página 5 en la que
el autor afirma la importancia de tener en cuenta junto con las necesidades, los
intereses de los educandos, afirmación en la que podemos ver cierta influencia del
pensamiento escolanovista de la época, aunque en su argumentación finalmente
minimiza este aporte.
El siguiente apartado comienza en la página 7 y hace referencia al valor de los
estudios de la vida contemporánea como fuente para formular objetivos educativos. No
es necesario analizar pormenorizadamente todos los tipos de estudios que el autor
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comparte, simplemente adviertan en la lectura la importancia que se le otorgan a los
estudios cuantitativos y estadísticos en esta esfera.
A continuación, el autor propone que los especialistas en las diferentes
asignaturas que conforman el curriculum también tienen que intervenir en la
formulación de objetivos. Nuevamente el autor nos propone abundantes ejemplos y
experiencias que argumentan este principio y que revelan una de los elementos
importantes de esta teoría curricular que es la división que se establece entre
especialistas y docentes en la toma de decisiones acerca del curriculum.
Al llegar a la página 14 el autor va a exponer que las tres fuentes enunciadas nos
van a permitir elaborar una numerosa cantidad de objetivos que debe ser tamizada.
¿Cómo realizar ese tamiz y seleccionar eficientemente los objetivos? Tyler propone en
la página 15 recurrir a la filosofía. Desde su perspectiva es importante revisar los
objetivos enunciados para comprobar si concuerdan con los puntos principales de la
filosofía educacional de la escuela. Por otra parte, sostiene que también es importante
considerar los aportes de la psicología del aprendizaje a la hora de seleccionar los
objetivos.
En los siguientes subtítulos se detallarán minuciosamente cómo los objetivos,
correctamente y científicamente formulados según este método, permiten seleccionar
y orientar actividades de aprendizaje.
El texto cierra con una afirmación tan contundente como transparente en
relación al pensamiento del autor al señalar que. “…formular satisfactoriamente los
objetivos, al punto que señalen tanto los aspectos de la conducta como del contenido,
permite obtener especificaciones claras para indicar cuál es precisamente la tarea del
educador” (Tyler, 1986: 25)
Vemos así los presupuestos centrales de una concepción que entiende al
curriculum como un modelo al cual deben ajustarse las prácticas de enseñanza del
docente, desde esta perspectiva lo que se hace en las escuelas queda determinado de
manera uniforme por un conjunto de especialistas externos a ellas.
Apenas un poco más adelante en el tiempo, con una fuerte influencia de Tyler
Hilda Taba escribe “Elaboración del currículum”. Les proponemos empezar la lectura
del texto seleccionado por el índice, dado que este paratexto ya nos dice mucho acerca
de su mirada hiper analítica y cientificista respecto de las bases y el proceso de
elaboración del curriculum.
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También en este caso seleccionamos el capítulo 1 porque en él la autora nos
muestra con claridad su concepción curricular. Pueden avanzar rápidamente por el
primer subtítulo: Crisis de la educación estatal. Este apartado les va a permitir
comprender el contexto socio-cultural-histórico en el que Hilda Taba realiza su
propuesta, pero es en la página 8 cuando empieza a exponer sus ideas centrales.
En primer lugar, la autora afirma la necesidad de una teoría de la elaboración
del curriculum, argumentando esto en la complejidad que implica dicha tarea. Según su
perspectiva, por carecer de una teoría clara y sistemática para su elaboración, el
curriculum “…se ha convertido en el producto amorfo de generaciones de chapuceros,
una labor hecha con retazos.” (Taba, 1974: 9) y el fracaso en su elaboración se relaciona
con la carencia de una metodología destinada a tal función.
A continuación, la autora introduce ideas claves para desandar ese camino.
Vean en la página 10 que Taba nos propone en primer lugar considerar los elementos o
componentes sobre los cuales es necesario tomar decisiones curriculares y en segundo
término definir una metodología y un orden prioritario para configurarlos
Al igual que Tyler, la autora propone dejar los modos aleatorios y arbitrarios y
generar un procedimiento científico y racional para la elaboración del currículo. Presten
atención a la similitud de las propuestas de ambos autores a lo largo de las páginas 11 y
12.
También en este caso el cierre es contundente y permite advertir claramente la
postura de la autora al afirmar: “Esta metodología incluye los modos de decidir quiénes
desempeñarán las diferentes funciones en la confección del currículo, quiénes
adoptarán y formularán las sugerencias (…) y cómo pueden estas decisiones ser
coordinadas y armonizadas coherentemente” (Taba, 1974: 13)
Nuevamente, aunque con matices, nos encontramos con una concepción que
piensa el curriculum como un modelo a replicar o a desarrollar, que intenta ordenar la
complejidad de las prácticas educativas como si pudieran ser absolutamente previsibles
y controlables, excluyendo cualquier manera alternativa de pensar y organizar la
experiencia en la escuela.
Les invitamos a cerrar estas lecturas con el texto de Díaz Barriga. En ocasión de
cumplirse 40 años del libro de Ralph Tyler, cuya influencia en el campo del diseño y
desarrollo curricular en nuestros países latinoamericanos es indudable, el autor
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mexicano emprende una revisión crítica de los aportes de la corriente que Tyler
representa.
En la introducción del artículo el autor presenta un primer cuestionamiento, no
a la obra del autor en sí, sino a cómo la hemos asumido en el campo educativo. Esto nos
lleva a una primera conclusión: un problema central en el campo del curriculum es la
falta de historicidad. En este sentido Díaz Barriga recurre al análisis de otro pedagogo
crítico: Henry Giroux quien plantea que el problema de la obra de Tyler es su posición
ahistórica y apolítica respecto del curriculum.
En las páginas siguientes Díaz Barriga va a derribar el presupuesto ampliamente
difundido que señala que Tyler es quien inicia el campo del curriculum, establece la
racionalidad y la metodología de elaboración del currículum e introduce la categoría
objetivos en las propuestas curriculares. Con esta finalidad va a presentar el
pensamiento de Bobbit y de Charters, autores que fueron antecesores en el campo,
aunque no reconocidos por Tyler.
Lo que van a encontrar entre las páginas 30 y 38 es una re-evaluación de la obra
de Tyler en el contexto de la historia del curriculum y de la educación estadounidense.
Nos interesan que se detengan y reflexionen sobre algunos planteos fundamentales que
el autor propone en este tramo del artículo.
El primero es el que podemos leer al inicio de la página 33 que señala que “…para
entender la generación de una propuesta pedagógica y didáctica es necesario atender
al proceso histórico social en dónde tal propuesta emerge” (Díaz Barriga, 1989: 33)
Otro planteo interesante se refiere a tener en cuenta que la teoría curricular de
Ralph Tyler abreva en las fuentes de la psicología conductista, la sociología funcionalista
y el pragmatismo filosófico. En ese contexto la gestación de una teoría del curriculum
tuvo lugar principalmente para controlar lo que se debía enseñar y lo que se debía
aprender y para satisfacer las demandas del proceso de industrialización y de los
grandes monopolios.
Estas páginas son tan interesantes como ricas en reflexiones y argumentaciones
por lo que les sugerimos leerlas con detenimiento y plantearse todos los interrogantes
y dudas que surjan, que podremos debatir luego en los encuentros de consulta o a través
de los foros.
La reflexión final del autor es inapelable, en el campo de la teoría curricular,
Latinoamérica en los años ’70 del siglo XX volvió a ser víctima de lo extranjero. Les
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transcribimos el párrafo final ya que es sin duda una invitación a recorrer el texto
completo. El autor cierra así el artículo:
No tuvimos ni la lucidez, ni los conocimientos
requeridos para enfrentar críticamente la propuesta que
la llamada pedagogía científica nos traía para cambiar la
educación. La lección puede ser dura, pero tiene que
convertirse en una invitación para que abordemos con
mayor rigor y mayor rigidez nuestro tratamiento de la
problemática social y de la problemática educativa. (…)
Ante nosotros tenemos la palabra. (Díaz Barriga, 1989: 40)
