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Bokuju - Maestro Zen

El documento resume varias historias y enseñanzas del maestro zen Bokuju. En una historia, Bokuju se enojaba cuando su maestro se reía de su meditación hasta que su maestro le mostró que pulir la mente con meditación es inútil, ya que la mente nunca puede iluminarse. En otra historia, Bokuju llamaba su propio nombre para mantenerse alerta y despierto. Más tarde, ya no necesitaba hacerlo porque siempre estaba despierto. Sus enseñanzas enfatizan vivir en el momento presente sin pensamientos

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Bokuju - Maestro Zen

El documento resume varias historias y enseñanzas del maestro zen Bokuju. En una historia, Bokuju se enojaba cuando su maestro se reía de su meditación hasta que su maestro le mostró que pulir la mente con meditación es inútil, ya que la mente nunca puede iluminarse. En otra historia, Bokuju llamaba su propio nombre para mantenerse alerta y despierto. Más tarde, ya no necesitaba hacerlo porque siempre estaba despierto. Sus enseñanzas enfatizan vivir en el momento presente sin pensamientos

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Bokuju

Preliminar
Samael Aun Weor, nos habla del maestro zen, Bokuju, en su obra: “Mensaje de Navidad
1964-64 y nos traslada anécdotas y mensajes para despertar la conciencia de maestros chinos
y japoneses; como los siguientes:
-Joshu, preguntó al maestro Nansen: ¿Qué es el TAO?

—"La vida común" —respondió Nansen.

—"¿Cómo se hace para vivir de acuerdo con ella?

—"Si tratas de vivir de acuerdo con ella, huirá de ti; no trates de cantar esta canción, deja que
ella misma se cante. ¿Acaso el humilde hipo, no viene por sí solo?"

Hermanos míos: recordad en esta navidad esta frase:

"la gnosis vive en los hechos. Se marchita en las abstracciones y es difícil de hallar, aun en
los pensamientos más nobles".

-Le preguntaron al maestro Bokuju: "¿Tenemos que vestir y comer todos los días? ¿Cómo
podríamos escapar de éste?"

-El Maestro respondió:

-"Comemos, nos vestimos".

—"No comprendo" –dijo el discípulo.

"Entonces vístete y come" – dijo el Maestro.

Esta es precisamente la acción libre de los opuestos: ¿Comemos, nos vestimos? ¿Por que
hacer un problema de eso?, ¿por qué estar en otras cosas mientras estamos comiendo y
vistiendo?

Si estas comiendo, come; y si estas vistiéndote, vístete, y si andas por la calle, anda, anda,
anda, pero no pienses en otra cosa, haced únicamente lo que estáis haciendo, no huyas de los
hechos, no los llenes de tantos significados, símbolos, sermones y advertencias. Vívelos sin
alegorías, con mente receptiva de instante en instante.

I
Se narra que un monje Zen, Bokuju, dijo: «El mundo es el mismo, pero nada es lo mismo
porque la mente cambia. Todo permanece igual, pero nada es lo mismo porque yo no soy el
mismo»
Bokuju estaba meditando, meditando muy profundamente, meditando con todo su corazón.
Su maestro venía todos los días, y simplemente se reía y se iba. Bokuju se enojó. El maestro
no decía nada; sólo venía y le miraba, se reía y se iba. Y Bokuju se sentía muy bien
meditando. Su meditación estaba haciéndose más profunda, y necesitaba que alguien lo
apreciara. Estaba esperando que el maestro le diera una palmada y le dijera: «Bien, Bokuju.
Lo hiciste muy bien». Pero el maestro sólo se reía. La risa le parecía insultante: como si
Bokuju no estuviera progresando; y sí estaba progresando. Según progresó más, la risa se
volvió más y más insultante. Ya no era posible tolerarla.
Un día llegó el maestro, y Bokuju se estaba sintiendo absolutamente silencioso en lo que a la
mente le resulta posible; no había ningún ruido dentro de él, ningún pensamiento. La mente
estaba absolutamente transparente; no se notaba ninguna barrera. Estaba lleno de una sutil y
profunda felicidad, la alegría borboteaba por todas partes, estaba en éxtasis. Así que pensó:
«Ahora mi maestro no se reirá. Ahora ha llegado el momento, y me dirá: "Ahora, Bokuju, te
has iluminado"».
Ese día llegó el maestro; el maestro vino con un ladrillo en la mano y empezó a frotar el
ladrillo en la roca en la que Bokuju estaba sentado. Él estaba muy silencioso, y el rozamiento
del ladrillo creaba ruido. Se enojó. Por fin no pudo aguantarlo más, y abrió los ojos y le
preguntó a su maestro: «¿Qué estás
haciendo?»
El maestro dijo: «Estoy intentando convertir este ladrillo en un espejo, y frotándolo
continuamente confío en que algún día este ladrillo se volverá un espejo».

Bokuju dijo: «Te estás portando estúpidamente. Esta piedra, este ladrillo, no va a volverse
un espejo. No importa cuánto lo frotes, no va a volverse un espejo».

El maestro se río y dijo: «Entonces, ¿qué estás haciendo? Esta mente nunca puede iluminarse,
y tú sigues frotándola y frotándola. Estás puliéndola, y te sientes tan bien que cuando me río
te sientes molesto». Y, de pronto, cuando el maestro tiró el ladrillo, Bokuju tomó consciencia.
Cuando el maestro tiró su ladrillo, de pronto sintió que el maestro tenía razón, y la mente se
rompió. A partir de ese día no hubo mente y no hubo meditación. Se iluminó.
El maestro le dijo: «Ahora puedes ir a cualquier parte. Ve y enseña también a otros. Primero
enséñales meditación; luego enséñales no-meditación. Primero enséñales a aclarar la mente,
porque sólo una mente muy diáfana puede comprender que ahora incluso esta mente diáfana
es una barrera. Sólo una mente profundamente meditativa puede comprender que ahora
incluso la meditación tiene que ser desechada».
II
Bokuju, maestro ZEN, Vivía solo en una cueva, sin embargo, durante el día, o incluso de
noche, decía algunas veces en voz alta: "Bokuju", su propio nombre, y luego decía: "Sí, estoy
aquí". Y no había nadie más.
Entonces sus discípulos le preguntaban: "¿Por qué te llamas a tí mismo 'Bokuju' con tu propio
nombre, diciendo luego, 'sí señor, aquí estoy’?".
El respondió: "Cada vez que empiezo a pensar, tengo que recordar que debo estar alerta, por
tanto, pronuncio mi propio nombre, 'Bokuju' y digo, 'sí señor, estoy aquí'(y) el pensar, la
ansiedad desaparece”.
Luego, a final de sus días, durante dos o tres años, no volvió a pronunciar su nombre,
'Bokuju', y nunca tuvo que responder, "sí señor, estoy aquí”.
Los discípulos le interrogaron: “Maestro, nunca más has vuelto a hacerlo".
Así que él dijo:
"Es que ahora Bokuju siempre está ahí. Él está siempre ahí, así que ya no hay necesidad.
Antes solía echarlo a faltar. Algunas veces la ansiedad me poseía, nublándome por completo,
y Bokuju ya no estaba más ahí. Por tanto, tenía que recordar a ‘Bokuju', y la ansiedad
desaparecía...".

III
Es muy difícil ser religioso, porque debéis ser al mismo tiempo el experimentado y el
experimentador, el experimento y el científico. No hay separación interior. Estáis
interpretando un monólogo.
En un drama corriente, hay muchos actores y los papeles están divididos. En un monólogo,
estáis solos. Vosotros debéis interpretar todos los papeles.
Un monje zen solía llamar todas las mañanas en voz alta: «Bokuju, ¿dónde estás?». Era su
propio nombre (risa). Y él mismo respondería: «¿Sí, señor? Estoy, aquí». Luego diría:
«Bokuju, recuerda, recibes otro día. ¡Sé consciente y alerta v no seas tonto!». Entonces
respondería: «Sí, señor, me esforzaré». ¡Y allí no había nadie más! Sus discípulos empezaron
a pensar que se había vuelto loco o algo por el estilo. Pero lo que hacía era interpretar un
monólogo. Y así es la situación interior. Vosotros habláis y vosotros escucháis, ordenáis y
obedecéis. Es difícil, porque los papeles tienden a mezclarse, a superponerse. Resulta muy
fácil cuando otros son los conducidos y vosotros sois los líderes. Si los papeles se dividen,
las cosas resultan nítidas. Nada se superpone; vosotros tenéis que acabar vuestro papel y él
terminar el suyo. Es fácil; la situación es arbitraria. Cuando sois ambas personas, la situación
es natural, no arbitraria, y, desde luego, más complicada. Pero poco a poco aprenderéis.
IV
Alguien le preguntó a Bokuju, un gran maestro zen: «¿Cuál es tu camino, ¿cuál es tu
método?»
Y Bokuju dijo: «Mi método es muy simple: cuando tengo hambre, como; cuando tengo
sueño, duermo... y eso es todo.»
El hombre quedó desconcertado y dijo:
–¿Qué dices? Yo también como y también duermo, y todo el mundo hace lo mismo. ¿Qué
tiene eso para que lo llames un camino?
Y Bokuju dijo:
–Cuando tú comes, estás haciendo muchas cosas, no sólo comer. Y cuando duermes, estás
haciendo de todo menos dormir. Pero cuando yo como, simplemente como; cuando duermo,
simplemente duermo. Todos mis actos son totales.
Todos los actos se vuelven totales cuando dejas de ser verbal. Así que intenta comer sin
ninguna verbalización en la mente, sin ningún pensamiento en la mente. Solo come... y
entonces comer se convierte en meditación, porque cuando dejas de ser verbal te conviertes
en testigo. Si eres verbal, te conviertes en un pensador. Si no eres verbal, no puedes hacer
nada por evitarlo: te conviertes automáticamente en testigo.
Así que intenta hacerlo todo no verbalmente: camina, come, date un baño o siéntate en
silencio. Después, simplemente siéntate; y después sé «una sentada». No pienses. Entonces,
hasta estar sentado se puede convertir en meditación; el simple andar se puede convertir en
meditación.
V
Una persona le pidió a Bokuju: «Dame alguna técnica de meditación. » Bokuju dijo: «Puedo
darte una técnica, pero no serás capaz de meditar... porque puedes practicar una técnica con
una mente verrbalizadora.»
Puedes pasar los dedos por un: rosario y seguir pensando al mismo tiempo. Si tus dedos se
limitan a moverse por el rosario sin pensar, se convierte en meditación. Así pues, en realidad
no se necesita ninguna técnica. Todo en la vida es una técnica.
Por eso Bokuju dijo: «Sería mejor que te quedaras a mi lado y, me miraras. No preguntes por
un método, solo mírame y llegarás a saber. »
El pobre hombre le observó durante siete días. Cada vez estaba más perplejo. Al cabo de los
siete días, dijo: -Cuando llegué, estaba menos confuso. Ahora estoy más confuso. Te he
mirado constantemente durante siete días. ¿Qué es lo que tengo que mirar? y Bokuju dijo: -
Entonces es que no has mirado. Cuando ando... ¿has visto? Simplemente ando. Cuando me
traes té por la mañana, ¿has mirado bien? Simplemente cojo el té y me lo bebo. Es solo beber.
No hay Bokuju, solo beber. No hay, Bokuju, solo tomar té. ¿Has mirado bien? Si has mirado,
tienes que haber notado que Bokuju ya no existe.
Este es un aspecto muy sutil. Porque si el pensador está ahí, ahí está el ego. Y entonces eres
Bokuju o algún otro. Pero si solo hay acción sin nada de verbalización, sin pensamiento no
hay ego. Por eso Bokuju dice: «¿Has mirado de verdad? Entonces no había Bokuju: Solo
beber té, pasear por el jardín, cavar un hoyo en la tierra.» Por eso Buda ha dicho que no hay
alma. Como no has mirado bien, sigues pensando constantemente que tienes un alma. ¡Tú no
existes! Si eres testigo, no existes. El «yo» se forma por medio de pensamientos.
Una cosa más: los pensamientos acumulados, los recuerdos amontonados, crean la sensación
de ego, de que eres. Intenta este experimento: deslígate de todo tu pasado. No tienes ningún
recuerdo. No sabes quiénes son tus padres, no sabes a quién perteneces: a qué país, a qué
religión, a qué raza. No sabes dónde te educaron, ni si recibiste educación o no. Corta con
todo tu pasado.....y recuerda quién eres. ¡No puedes recordar quien eres!
Evidentemente; eres. Eres, pero ¿quién? En ese momento no puedes sentir un «yo». El ego
no es más que pasado acumulado. El ego es tu pensamiento condensado, cristalizado. Por eso
Bokuju dice: «Si me has mirado bien, yo no estaba. Había beber té, pero no bebedor. Había
pasear en el jardín, pero no paseante. Había acción, pero no actor.» Cuando se es testigo, no
hay sensación de «yo». Al pensar sí la hay. No es simple coincidencia que los llamados
pensadores estén tan profundamente enraizados en sus egos. Artistas, pensadores filósofos,
personas ilustradas... no es coincidencia que sean tan egoístas. Cuantos más pensamientos
tengas, mayor ego tendrás. Cuando se es testigo, no hay ego. Pero esto solo ocurre si se
consigue trascender el lenguaje. El lenguaje es la barrera. El lenguaje es necesario para
comunicarse con otros; no es necesario para comunicarse con uno mismo. Es un instrumento
útil..... podría decirse que el instrumento más útil. El hombre ha podido crear una sociedad,
un mundo, solo gracias al lenguaje. Pero a causa del lenguaje, el hombre se ha olvidado de
sí mismo.
El lenguaje es nuestro mundo. Si el hombre olvida su lenguaje, aunque solo sea por un
instante, ¿qué le queda? La cultura, la sociedad, el hinduismo, el cristianismo… ¿Qué queda?
No queda nada. Con solo suprimir el lenguaje, desaparece toda la humanidad con su cultura,
su civilización, su ciencia; Su religión su filosofía. El lenguaje es comunicación con los otros;
es la única comunicación. Es útil, pero peligroso. Siempre que un instrumento es útil es
también peligroso en la misma proporción. El peligro está en que cuanto más se sumerge la
mente en el lenguaje, más se aleja del centro. Por eso se necesita un equilibrio sutil y un
dominio sutil para ser capaz de penetrar en el lenguaje y ser también capaz: de abandonar el
lenguaje, de salir del lenguaje.
Ser testigo significa salirse del lenguaje, de la verbalización, de la mente. Ser testigo significa
un estado sin mente, sin pensamiento. ¡Inténtalo! Será un esfuerzo largo, y no hay nada
garantizado... pero inténtalo, y con el esfuerzo lograrás algunos momentos en los que el
lenguaje desaparece de pronto. Y entonces se abre una nueva dimensión. Te haces consciente
de un mundo diferente: el mundo de la simultaneidad, el mundo del aquí y ahora, el mundo
sin mente, el mundo de la realidad.
El lenguaje debe evaporarse. Intenta hacer actos corrientes, movimientos corporales, sin
lenguaje. Buda utilizaba esta técnica para observar la respiración. Les decía a sus discípulos:
«Seguid observando vuestra respiración, No hagáis nada más que observar el aliento que
entra, el aliento que sale, el aliento que entra, el aliento que sale...» Pero no se trata de decirlo
así, hay que sentirlo: el aliento que entra, sin palabras. Siente el aliento que entra, muévete
con el aliento, deja que tu conciencia se sumerja juntó con el aliento, Y después, muévete
hacia fuera, sigue moviéndote con tu aliento. ¡Mantente alerta!
Se dice que Buda dijo: «No te pierdas ni una sola respiración. Si fisiológicamente perdieras
una sola respiración, morirías, y si tu conciencia pierde una sola respiración, te alejarás del
centro, estarás muerto por dentro.» Por eso Buda decía: «La respiración es imprescindible
para la vida del cuerpo, y la conciencia de la respiración es imprescindible para la vida del
centro interior.» Respira, sé consciente. Y si estás intentando ser consciente de tu respiración,
no puedes pensar, parque la mente no puede hacer dos cosas al mismo tiempo: pensar y ser
testigo.
El fenómeno de ser testigo, en sí misma, es absoluta y diametralmente apuesta al
pensamiento', así que no puedes hacer las dos cosas a la vez. Así cama no puedes estar viva
y muerta a la vez, ni dormida y despierta a la vez, no puedes pensar y ser testigo a la vez. Si
eres testigo de algo, el pensamiento se detiene. Si aparece el pensamiento, desaparece el
testigo. Ser testigo es una conciencia pasiva, sin acción en su interior. La conciencia misma
no es una acción.
VI
Alguien le preguntó a Bokuju, «¿Qué sueles hacer? ¿Cuál es tu disciplina religiosa?» Él
contestó, «Vivo una existencia corriente. Esa es mi disciplina. Cuando tengo hambre, como;
cuando tengo sueño, duermo». Sí, así es exactamente como debería ser. El que preguntaba
se quedó asombrado. Dijo, «Pero no veo nada de especial en eso». Bokuju contestó, «Esa es
la clave. No hay nada de especial». Todo anhelo por lo especial pertenece al ego. El que
preguntaba estaba aún asombrado. Le dijo, «Pero eso es lo que todo el mundo está haciendo.
Cuando se está hambriento, se come; cuando se tiene sueño, se duerme». Bokuju se rio. Le
dijo, «No, cuando tú comes haces al mismo tiempo mil y una cosas. Piensas, sueñas,
imaginas, recuerdas. No estás solamente comiendo. Cuando yo como, sólo como. No existe
nada más que el comer. Es puro. Cuando tú duermes haces además mil y una cosas. Sueñas,
peleas, tienes pesadillas. Cuando yo duermo, sólo duermo y nada más. Cuando se presenta el
sueño, sólo hay sueño. Ni Bokuju existe. Cuando se presenta el comer, sólo existe el comer.
Ni Bokuju existe. Cuando se camina, sólo hay el caminar. Bokuju no está. Solamente existe
el caminar, simplemente el caminar»
VII
Un buscador, un buscador filosófico, por supuesto; acudió a un maestro zen, bokuju, y le
preguntó cuál era el camino.
Bokuju miró hacia las montañas y comentó:
-las montañas son muy hermosas.
¡Parece absurdo! Le pregunta cuál es el camino y Bokuju le dice que las montañas son
hermosas. El buscador se retiró frustrado. Entonces, Bokuju lanzó una bella carcajada.
Un discípulo dijo:
-Maestro, ese hombre te debe haber creído loco.
Y Bokuju respondió:
-Uno de los dos está loco con seguridad. O él está loco…
Porque no se puede preguntar por el camino, hay que recorrerlo. Y, al recorrerlo, se lo
descubre. No está allí, ya preparado; así que no puedo indicar dónde está. No es como una
enorme autopista, lista y esperando que llegues y la recorras. No hay ningún camino así; si
lo hubiera, lo habrías encontrado hace mucho tiempo. Si el camino estuviera preparado, todo
el mundo ya lo habría recorrido. El camino se hace al andar; no está allí, esperándonos. En
el momento en que comienzas a recorrerlo, el camino se produce. Sale de ti igual que una
tela de araña. Te atraviesa. Lo creas y luego lo recorres. A medida que lo recorres, creas más
camino. Y recuerda que el camino desaparece contigo. Nadie más puede viajar por él. No lo
puedes prestar.
Entonces, el maestro dice que no se puede preguntar esto, que solo un tonto hace preguntas
como “¿Cuál es el camino?”, porque tú eres el camino.
Entonces, el discípulo dijo
-Entiendo eso, pero ¿por qué le hablaste de las montañas?
Respondió el maestro:
-Un maestro debe hablar de las montañas porque, si no las cruzas, no hay camino para
descubrir. El camino está más allá de las montañas, pero las montañas son tan hermosas que
nadie las quiere cruzar. Producen tal encanto y tal estado hipnótico, que todo el mundo se
pierde en las montañas, y el camino está más allá de ellas.
Un maestro responde. Da un golpe en tu verdadera necesidad. No le preocupa tu pregunta
Esta puede ser relevante o irrelevante: tú siempre eres relevante. ´Él mira en tu interior, te
golpea. Pero los intelectuales siempre dejarán escapar ese tipo de respuestas.
El camino sale de ti igual que una tela de araña. Te atraviesa. Lo creas y luego lo recorres.
A medida que lo recorres, creas más camino. Recuerda que el camino desaparece contigo.
Nadie más puede viajar por él. No lo puedes prestar. Es como dice el poeta Antonio
Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
VIII
Un hombre fue a ver a Bokuju y le dijo: «Tengo prisa, no me será posible pasar mucho
tiempo contigo. Pasaba por esta calle y pensé que estaría bien entrar y escuchar una palabra.
Yo no necesito mucho. Simplemente di una palabra para indicarme la verdad, y yo la llevaré
en mi corazón». Bokuju dijo: «No me fuerces, porque hasta una sola palabra es suficiente
para hacer desaparecer la verdad. Y tengas prisa o no, no puedo decir nada. Solamente
llévate esto: que has preguntado a Bokuju y él te contestó: "No puedo decir nada".
Sólo recuerda esto». El hombre dijo: «No es mucho y no creo que me vaya a ayudar. Di
algo, una sola palabra; no pido mucho». Bokuju dijo: «Hasta una palabra es suficiente para
destruir el todo. Simplemente mírame y llévame dentro de ti». Pero el hombre no pudo
mirar porque es muy difícil (tú no sabes cómo mirar), de otra forma no hubiera habido
necesidad de visitar a Bokuju. No puedes mirar hacia delante. La punta de la nariz es la
cosa más difícil de mirar. Hacia los lados está bien; vas a derecha e izquierda pero nunca
hacia el centro. Por eso hay izquierdistas locos y derechistas locos, pero no puedes
encontrar un hombre que esté en el medio, uno que no esté loco. Si te mueves hacia un
extremo te vuelves loco, si permaneces en el centro te vuelves iluminado; pero nadie
permanece en el centro.
En el centro encuentras la realidad. Las palabras están condenadas a decir la mitad, una
palabra no puede decir algo completo. Si dices: «Dios existe», entonces también niegas:
«Dios no existe»; y él es ambas cosas. Si dices: «La vida existe», niegas la muerte; y la vida
también es muerte. Cualquier cosa que digas será la mitad, y una verdad a medias es más
peligrosa que una mentira entera. Porque esa mitad lleva algo de fragancia de verdad y te
puede engañar.
Todas las sectas están basadas en verdades a medias, por eso son peligrosas. Todos los cultos
son peligrosos porque están basados en medias verdades. De otra forma no es posible, porque
un culto, un credo, una secta, tiene que estar necesariamente basado en palabras. El budismo
no está basado en Buda, está basado en lo que Buda dijo. Y lo que Buda dijo es la mitad,
porque el todo no puede ser dicho. No hay nada que pueda hacerse respecto a esto. Si se
intenta expresar el todo, entonces no se dice nada. Si dices: «La vida es ambas: vida y
muerte», ¿qué estás diciendo? Si dices: «Dios es ambos: Dios y Diablo», ¿qué estás diciendo?
Estás hablando en paradojas, no tienes ninguna claridad, y la gente se creerá que te has vuelto
loco. ¿Cómo va a ser Dios ambas cosas, bueno y malo? ¿Cómo va a ser la vida ambas cosas,
vida y muerte? La muerte tiene que ser el opuesto a la vida.

Fuentes:
https://www.osho.com/es/meditation/more-meditations/meditation-of-the-week/feeling-
anxious-be-alert
Osho:
Conciencia
Día a día. 365 meditaciones para el aquí y el ahora
El arte de morir
El camino de las nubes blancas
El Dios de todos
El libro de la nada

El libro de los secretos.

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