REFERENCIA: Colmenares, Ana M. (2012).
Los aprendizajes en entornos virtuales evaluados
bajo la concepción formadora. REIFOP, 15 (1), 125-134. (Enlace web: http//www.aufop.com –
Consultada en fecha (dd-mm-aa):
Los aprendizajes en entornos virtuales evaluados bajo la
concepción formadora
Ana
M.
COLMENARES
Universidad
Pedagógica
Experimental
Libertador
Venezuela
Correspondencia:
Ana
M.
Colmenares
RESUMEN
Universidad
Pedagógica
Experimental
Libertador
Este
artículo
reporta
una
experiencia
investigativa
relacionada
con
Av.
Los
Horcones
con
c/64.
la
evaluación
formadora.
La
metodología
usada
fue
la
Sector
Oeste
Investigación
Acción
Participativa.
Las
técnicas
de
recolección
de
Pueblo
Nuevo
información
utilizadas
fueron
las
entrevistas
en
profundidad,
Barquisimeto
–
Venezuela
observación
participante,
análisis
de
testimonios,
grupos
de
Teléf.:
0251-‐4423887
discusión
y
reflexión;
los
instrumentos
utilizados
fueron
los
diarios
de
campo,
registros
descriptivos,
registros
de
grupos
de
discusión
y
Email:
de
autorreflexión.
La
ruta
investigativa
nos
orientó
hacia
la
[email protected]
consolidación
de
una
nueva
visión
de
la
evaluación
de
los
aprendizajes
y
a
la
concreción
de
estrategias
de
evaluación
y
Recibido:
21/01/2012
procesos
de
participación
congruentes
con
los
entornos
virtuales.
Aceptado:
02/03/2012
PALABRAS CLAVE:
Evaluación
formadora,
investigación
acción
participativa,
entornos
virtuales,
autonomía.
Former evaluation: an alternative in virtual learning
environments
ABSTRACT
This
article
reports
a
research
experience
related
to
the
formative
evaluation.
The
methodology
used
was
the
Participatory
Action
Research.
The
data
collection
techniques
used
were
in-‐depth
interviews,
participant
observation,
analysis
of
testimony,
discussion
and
reflection
and
the
instruments
used
were
the
field
notes,
descriptive
records,
records
of
discussion
groups
and
self-‐reflection.
The
research
route
directed
us
towards
the
consolidation
of
a
new
vision
of
learning
assessment
and
evaluation
strategies
concrete
and
participatory
processes
consistent
with
the
virtual
environments.
KEY WORDS: formative
assessment,
participatory
action
research,
virtual
environments,
autonomy.
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Ana M. Colmenares
La evaluación constituye un componente esencial de la actividad humana que
se hace presente en la vida cotidiana, ya sea de manera espontánea o bien con poca o
ninguna planificación. A lo largo de los siglos, este concepto ha venido evolucionando;
desde los tiempos ancestrales hasta nuestros días las prácticas evaluativas han
cambiado de acuerdo al contexto histórico, social, cultural y político.
Los procesos de enseñanza y aprendizaje han transitado por múltiples
escenarios orientados por las diferentes teorías y enfoques de la enseñanza y del
aprendizaje que han prevalecido en a lo largo de la historia de la educación. Entre las
teorías del aprendizaje que más destaca la bibliografía se pueden señalar: teoría
conductista, cognoscitivista y el enfoque constructivista en sus dos variantes. Algunos
tipos de aprendizaje que actualmente prevalecen en la bibliografía se encuentran el
aprendizaje autónomo, estratégico, colaborativo, situado y autorregulado, entre
otros.
En relación al aprendizaje autónomo, “la esencia de la autonomía es que las
personas lleguen a ser capaces de tomar sus propias decisiones, considerando la mejor
acción a seguir que concierna a todos”. Agrega que es vital reconocer la importancia
de los otros en este proceso de construcción de la autonomía intelectual, a través de la
interacción, el intercambio y el contraste de nuestros puntos de vista. (Manrique,
2004:3).
Mientras que el aprendizaje autorregulado es “un proceso de aprendizaje en
que el propio sujeto establece sus metas y luego supervisa, regula y controla los pasos
que conducen a esas metas y la motivación que sostiene la marcha”. (Vásquez,
2006:14). Esta definición clarifica aún más, la conexión que existe entre la
metacognición como proceso interno, consciente y propio de cada estudiante y el
aprendizaje autorregulado que implica asumir los compromisos y procesos de
aprendizaje y consecuentemente los de evaluación.
Los enfoques de la enseñanza y el aprendizaje han incidido de manera directa
en cómo deben desarrollarse las prácticas evaluativas; en la medida que cambia la
manera de entender los procesos de aprendizaje, a través de las teorías psicológicas, es
lógico pensar que deben generarse cambios sustantivos en la manera cómo el docente
debe llevar a cabo la evaluación de los aprendizajes de sus estudiantes.
Evaluación Formadora
Esta concepción emergió en las últimas dos décadas del siglo pasado y ha sido
poco divulgada; los aportes teóricos provienen de dos investigadores franceses,
(Bonniol, 1981) y (Nunziatti, 1990) autores citados por (Sanmartí y Jorba, 2002). El
planteamiento central de los referidos autores en relación a esta concepción es
interpretado por investigadores españoles quienes han practicado algunas
experiencias en la formación de formadores en la enseñanza de las ciencias naturales,
tal es el caso de las investigaciones reportadas entre las que destacan a Jorba y
Sanmartí (1995), Hugo y Sanmartí (2003).
Sanmarti y Jorba (2001:303). consideran que la evaluación formadora: “se
trata de una propuesta de dispositivo pedagógico en el que se pretende que la
regulación de los aprendizajes vaya siendo de manera progresiva responsabilidad del
alumnado. Se presenta como una superación de la evaluación formativa, en la que
dicha función es esencialmente responsabilidad del profesorado”. Esta concepción de
la evaluación se vincula con la teoría de la actividad (Leontiev, 1989; Wertsh, 1981),
en cuanto se plantea la evaluación-regulación de los componentes de toda actividad
de aprender: los objetivos y motivos, los planes de acción y los objetivos y criterios de
evaluación (Hugo y Sanmartí, (2003).
Por su parte esta concepción “pretende formar al alumno en sus procesos de
pensamiento y de aprendizaje ayudándole a construir su propio sistema personal de
aprendizaje” (Sanmartí, Jorba e Ibáñez, 2002:303). Destacan más adelante, los
referidos autores “el aspecto más importante es promover que los alumnos aprendan,
junto con los contenidos de las disciplinas, los saberes metacognitivos necesarios que
les permitan autorregular sus aprendizajes”
Bonniol citado por Sanmartí, Jorba e Ibáñez (2002) sostiene que la
responsabilidad de la regulación debe estar en poder del que aprende, quien debe
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Los aprendizajes en entornos virtuales evaluados bajo la concepción formadora
construir su modelo personal de acción y para ello aporta los elementos que él
considera esenciales para que este planteamiento se pueda concretar y son los
siguientes: la elaboración de una representación de los objetivos, la anticipación y
planificación de la acción, la apropiación de los criterios e instrumentos de evaluación
y en relación con ellos, la autogestión de las dificultades y errores surgidos a lo largo
del proceso de aprendizaje. El referido autor, orienta sobre las condiciones básicas que
deben estar presentes en los ambientes educativos para hacer realidad la concepción
formadora de la evaluación.
En relación a esta concepción formadora de la evaluación, Monereo ya
diferenció entre evaluación formativa, la que ofrece indicadores al profesor para
optimizar su enseñanza y la evaluación formadora, la que ofrece indicadores al
alumno para que interiorice criterios de auto-evaluación y auto-regulación de su
propio aprendizaje, desde esta perspectiva la evaluación debe ser favorecedora de la
autonomía del aprendizaje del alumno, es decir, que potencie la autorreflexión sobre
sus propios procesos de construcción de aprendizaje.
Este autor clarifica las diferencias entre la evaluación formativa y la
formadora, aspecto que permite comprender que no son términos equivalentes, por
cuanto en la primera de ellas el protagonismo lo tiene el profesor mientras en la
segunda lo posee el estudiante. La evaluación formativa constituye un avance con
respecto a las tendencias cuantitativas de la evaluación, es asumida de manera
unilateral por el docente cuando identifica las debilidades que debe reconocer y
mejorar el estudiante, a la vez que le dictamina el camino a seguir para lograr superar
las dificultades en la construcción del conocimiento.
En consecuencia, es responsabilidad ineludible del docente que propicie
prácticas evaluativas bajo esta concepción formadora, impulsar el fortalecimiento de
las competencias adecuadas para que el estudiante logre detectar sus errores,
debilidades y aciertos; habilidades que le permitirán a su vez desarrollar
comportamientos anticipatorios y preventivos de las dificultades susceptibles de
convertirse en obstáculos para el avance y consolidación de sus propósitos
académicos.
El desarrollo de prácticas evaluativas bajo la concepción de la evaluación
formadora, amerita favorecer espacios áulicos en los cuales abunden procesos de
autoobservación, autoevaluación y autocorrección. Ello implica también conferirle al
estudiante la responsabilidad de sus procesos de aprendizaje y promover condiciones
adecuadas para que logre progresivamente la autonomía intelectual, características
que se alcanzan “cuando contrastamos nuestros puntos de vista, damos sentido a
nuestras construcciones, fundamentamos nuestros razonamientos y opiniones,
negociamos soluciones a determinados problemas”. (Manrique, 2004:3).
En aras de conservar la coherencia de los procesos antes mencionados,
considero como investigadora que el planteamiento de la evaluación
formadora se conjuga para dar sentido y significado a una nueva visión
de la evaluación, ya que como lo planteó uno de sus proponentes Bonniol
(en Pozo y Monereo, 2002:305).“La responsabilidad de la regulación se
pretende que sea del que aprende, que es quien ha de llegar a reconocer
las principales características de su propia lógica y cómo revisarla, por ello
ha de formar parte de la evaluación todo lo que se refiere a la construcción
de un modelo personal de acción”
Por su parte, Nunziatti citado por Pozo y Monereo (2002), destaca que: “el
problema del aprendizaje y más en general, el de formación, se presentan más en
términos de la lógica del que aprende y de acceso a la autonomía que en términos de
la lógica del experto y de guía pedagógica” (p. 240).
A partir de los planteamientos hechos por Bonniol (1981) y Nunziatti (1990),
considerados pioneros de la evaluación formadora comprendo que esta nueva
concepción pone la evaluación al servicio del estudiante quien en definitiva sabe cómo
está aprendiendo, cuáles son los aciertos y logros, así como las limitaciones a que debe
enfrentarse en su proceso de aprendizaje; esta toma de conciencia la propicia el hecho
de activar la metacognición y ello por supuesto lo conduce a lograr un aprendizaje
autorregulado.
Los aportes de los investigadores que preceden a estas líneas, implican que la
evaluación de los aprendizajes bajo esta concepción, debe constituirse en un acto
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informado, transparente y consensuado. El docente debe dar a conocer, con suficiente
antelación y de manera bien clara a sus estudiantes, los objetivos o propósitos que
pretende lograr con las diferentes acciones que planean en conjunto cotidianamente,
esto permitirá al estudiante participar activamente en el logro de sus metas,
profundizar sus procesos de autorregulación y como consecuencia ser cada vez más
autónomo académicamente.
En la evaluación formadora, están sustentadas categorías como:
autoevaluación, autorregulación, autonomía, metacognición, protagonismo del
estudiante, entre otras, la misma ha sido propuesta para evaluar en modalidades
presenciales, pero dadas las características de autonomía en el aprendizaje que
pregonan los estudios en entornos virtuales resulta interesante acercarse a las
prácticas evaluativas en entornos virtuales de aprendizaje, bajo las premisas de esta
novedosa manera de evaluar los aprendizajes.
Para llevar a la concreción las prácticas evaluativas bajo esta concepción
formadora, los autores antes mencionados, recomiendan fundamentalmente propiciar
procesos de autoevaluación y coevaluación de pares, coevaluación por parte del
facilitador, es decir, una triangulación de la evaluación. La triangulación “desempeña
un importante papel para garantizar el ejercicio justo de la evaluación, en el que cada
sujeto interesado puede hacer valer su propia palabra, su propio argumento”
(Álvarez, 2005:16).
Esta nueva postura frente a la evaluación de los aprendizajes propicia el
desarrollo de un individuo con una educación de calidad en la que el conocimiento no
es el único activo importante, este debe desarrollar un conjunto de competencias que
le permitan incorporarse efectivamente a la sociedad, por lo tanto, las concepciones
actuales de la evaluación implican un trabajo mancomunado entre los docentes, entre
estos y los estudiantes, esta dinámica permite compartir responsabilidades durante
todo el proceso educativo y de manera especial la práctica evaluativa.
Todo este corolario, sirve de base para señalar que esta nueva concepción de la
evaluación formadora se erige sobre nuevas maneras de concebir la construcción
de los aprendizajes, la enseñanza y por ende la evaluación de dichos aprendizajes, por
lo tanto, para su puesta en acción requiere nuevos escenarios y estos deben incluir a
docentes y estudiantes con una amplia apertura al cambio, un alto nivel de
compromiso frente a sus responsabilidades educativas y una formación o capacitación
que involucre a todos los actores del hecho educativo.
Entonces, no se trata sólo de un cambio en las técnicas e instrumentos de
evaluación, ni la sustitución de un término por otro más novedoso o para estar a tono
con los últimos descubrimientos o avances que aparece en los textos más recientes;
por el contrario, la evaluación formadora implica un cambio en el pensamiento de
los docentes y los estudiantes, una forma distinta de vislumbrar la construcción de los
aprendizajes, una manera radicalmente opuesta a las anteriores de realizar las
practicas evaluativas, es decir, una nueva visión epistemológica del conocimiento.
Evaluación formadora en los entornos virtuales de aprendizaje (EVA)
Los enfoques de la enseñanza y el aprendizaje han incidido de manera directa
en cómo deben desarrollarse las acciones evaluativas, en la medida que cambia la
manera de entender los procesos de aprendizaje, es lógico pensar que deben generarse
cambios sustanciales en la manera cómo el docente debe llevar a cabo la evaluación
de los aprendizajes de sus estudiantes, algunos de estos enfoques están relacionados
con la aplicación de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC).
El surgimiento y aplicación de las TIC en las aulas de clase ha traído como
consecuencia el redimensionamiento de las concepciones de evaluación y por ende las
prácticas que realizan los docentes en los entornos virtuales de aprendizaje (EVA).
Existen actualmente varias concepciones de evaluación que proponen algunos autores
con denominaciones diferentes y matices tanto coincidentes como divergentes, entre
ellas se destacan: la evaluación auténtica, la evaluación alternativa y la evaluación
formadora.
Estas concepciones propuestas, coinciden en que el referente central del
proceso de evaluación es potenciar el protagonismo del estudiante, de manera que
pueda desarrollar mayor autonomía académica, avanzar a su propio ritmo y atenuar
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Los aprendizajes en entornos virtuales evaluados bajo la concepción formadora
progresivamente la dependencia que tiene del docente para que éste identifique las
debilidades y aciertos en su aprendizaje. El dominio de la metacognición y la
autorregulación orientarán al individuo por una senda de logros que le permitirá
desarrollar procesos bien fundamentados y pertinentes de autoevaluación y co-
evaluación, que son en definitiva los que permiten la concreción de la evaluación
formadora.
Ahora bien, esta concepción constituye una excelente alternativa para trabajar
en modalidades presenciales, debido a que en estos ambientes, el profesor interactúa
de manera física y directa con los estudiantes; sin embargo, en los entornos virtuales,
el docente o facilitador hace uso de las TIC para apoyarse y mediar los procesos de
aprendizajes de los estudiantes y en los cuales no es posible el encuentro cara a cara y
la presencia física de ambos, cabe entonces preguntarse ¿Cómo se evalúan los
aprendizajes en los entornos virtuales? ¿Será posible el uso de la evaluación
formadora en este tipo de entorno de aprendizaje?
La incorporación de las TIC, como un nuevo componente del modelo
pedagógico exige a la teoría educativa umbrales particulares de análisis y
comprensión de la eficacia de estos nuevos instrumentos mediadores en el
aprendizaje; determinar este alcance educativo es imponderable en la actualidad, ya
que no todo lo tecnológicamente viable es educativamente pertinente, necesitando
añadir a este mundo de oportunidades, una dimensión pedagógica apropiada.
Producto de estas y otras reflexiones en el campo educativo se conforman lo
que se ha denominado Entornos Virtuales de Aprendizaje (EVA), que “no sólo debe ser
considerado como un artilugio infovirtual, sino como un instrumento de mediación
que propone una estructura de acción específica para aprender y desde donde, cada
alumno representa sus oportunidades y estrategias para el aprendizaje
tecnológicamente mediado”. (Suárez, 2005:2). Agrega además que las tecnologías que
participan en un proceso educativo pueden considerarse como sistemas de actuación
(acción externa), pero también, como fuente para la generación de nuevos modelos
cognitivos o marcos de pensamiento (representación interna).
Por lo señalado anteriormente, al docente que le corresponda asumir roles de
diseñador y administrador de cursos en línea, debe situarse en el nuevo espacio
formativo sabiéndose guía y compañero de viaje del estudiante quien es el verdadero
protagonista del proceso de aprendizaje. El rol de este docente cambia de manera
radical y entonces se fundamenta en el acompañamiento, en la orientación y en la
interacción, “hablamos de un marco en el que la construcción del conocimiento
compartido es la base del aprendizaje” (Duart, 2000:2).
En cuanto a la evaluación de los aprendizajes en entornos virtuales, esta “debe
estar apoyada en procesos autoinstructivos, para ello se requiere una atención especial
a la autoevaluación, ya que en la enseñanza presencial es el profesor quien
tradicionalmente se ha encargado de evaluar al alumno durante las infinitas
interacciones cara a cara”. (Cebrián 2003:3).
Los relatos precedentes y las posturas asumidas por los autores citados, revelan
que dadas las características tan disímiles de los entornos virtuales de aprendizaje,
existe una diferencia sustantiva entre desarrollar procesos evaluativos en estos
escenarios y hacerlo en los ambientes de aula con carácter presencial; tal diferencia
podría residir en la manera en que se concibe la evaluación de los aprendizajes en los
espacios virtuales.
Una revisión preliminar relacionada con los antecedentes sobre la
evaluación de los aprendizajes en estudios en línea, revela que esta
temática ha sido escasamente abordada, no obstante, existen algunas
propuestas que vale la pena destacar, entre ellas la aportada por (Góngora,
2003:116), referida a la evaluación formativa a través de Internet, en la
cual se asoman algunas sugerencias para llevar a cabo la evaluación de
los aprendizajes a través de la red. Al respecto señala: “Los profesores
obtienen información de sus alumnos de un modo sencillo y rápido,
descargando la tarea automática de corrección y administración de
comentarios en manos del ordenador… los alumnos obtienen una
herramienta de aprendizaje ya que tienen la oportunidad de medir sus
conocimientos a lo largo del curso conociendo sus fallos y el por qué de los
mismos”.
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Ana M. Colmenares
Según lo expresado por el autor, el cambio significativo se ha generado sólo en
el medio a través del cual se evalúa al estudiante, más no en la concepción de la
evaluación que practica este autor, ya que en ésta subyace una visión mecanicista,
medicional y reproductora de la manera cómo se concibe la evaluación de los
aprendizajes en los estudios en línea.
Este panorama, apunta a la necesidad de descubrir, proponer y practicar
nuevas alternativas para hacer que la evaluación de los aprendizajes en entornos
virtuales sea una actividad radicalmente diferente a la realizada en el aula de clase
tradicional, sin que ello signifique trasladar los modelos de evaluación presencial
hacia los escenarios virtuales. Por supuesto, implica un cambio o desplazamiento en la
concepción de la evaluación, por parte del docente que se desempeña en estos nuevos
espacios de enseñanza, ello le permitirá dar a sus prácticas evaluativas una
orientación más cónsona con los avances que se vienen suscitando en el campo
educativo, con el apoyo de las TIC.
Las voces de los actores sociales consultados y los planteamientos teóricos que
sostienen algunos autores con respecto a los cambios que se deben propiciar en los
procesos evaluativos, aunado a las experiencias que he venido acumulando a lo largo
de mi trayectoria como docente al desarrollar cursos de evaluación de los
aprendizajes, constituyeron fuente de inspiración y motivación, que me invitaron a
descubrir junto con los co-investigadores esta temática de investigación y profundizar
en la búsqueda de experiencias más enriquecedoras para los actores que hacen vida
en las instituciones educativas especialmente cuando el escenario compartido está
centrado en comunidades de aprendizaje en entornos virtuales.
Experiencia investigativa sobre la evaluación formadora en entornos
virtuales
La investigación se desarrolló a través de un curso en línea denominado
“Evaluación de los aprendizajes en entornos virtuales”, administrado a un grupo de
docentes co-investigadores de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador -
Barquisimeto. Este estudio estuvo enmarcado dentro de la perspectiva cualitativa y el
paradigma socio-crítico. En la dimensión ontológica, la realidad social se asumió
como la interacción dialógica y dialéctica que se fue generando a través de los
procesos de reflexión-acción-reflexión. En relación a la dimensión epistemológica, se
concibió el conocimiento como una construcción humana compartida entre la
investigadora y los co-investigadores, quienes al involucrarse y comprometerse en la
realidad social estudiada, pudieron comprenderla y transformarla.
La metodología estuvo orientada bajo el enfoque de investigación-acción
participativa. Las técnicas de recolección de información utilizadas fueron: entrevistas
en profundidad, observación participante, análisis de testimonios, grupos de discusión
y reflexión; los instrumentos utilizados fueron los diarios de campo, registros
descriptivos, registros de grupos de discusión y de autorreflexión. La información
recolectada se analizó siguiendo el proceso de categorización distintivo de los estudios
cualitativos, para lo cual se recurrió a la triangulación de fuentes, de técnicas y de
teorías a los fines de ampliar la visión del fenómeno que se estudió.
La ruta investigativa nos orientó hacia la consolidación de una nueva visión de
la evaluación de los aprendizajes bajo la perspectiva formadora y por ende a la
concreción de estrategias de evaluación y procesos de participación congruentes con
los entornos virtuales, caracterizada por el énfasis que se le otorga al estudiante como
protagonista de su propio aprendizaje y la preponderancia de procesos autoevaluación
y coevaluación, sustentados en mecanismos de metacognición, autorregulación y
autonomía.
Estrategias propuestas para evaluar aprendizajes en entornos virtuales
Entre las actividades que se proponen se encuentran las interactivas
asincrónicas, tales como los foros, weblogs y webquest . En este tipo de
interacción ocurre que entre varias comunicaciones consecutivas que se producen en
un contexto virtual, exista un período de aplazamiento de respuestas que
normalmente no se da en las aulas presenciales.
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Los aprendizajes en entornos virtuales evaluados bajo la concepción formadora
“ En una conversación virtual asincrónica con objetivos educativos, los
interlocutores, que se comunican preferentemente de forma escrita (con
todas las implicaciones que esto conlleva), no tienen marcadores visuales
que vayan indicando los turnos de la conversación. Puede producirse
fácilmente un solapamiento de participaciones… Al tener un ritmo más
lento, lo que se dice puede reflexionarse mucho más. Incluso es posible
que se haga una búsqueda de documentación suplementaria entre una
intervención y la siguiente”.(Barberá, Badia y Mominó, 2001:175).
Entre las actividades sincrónicas se encuentra el chat, este tipo de actividad
según los autores precitados en una conversación presencial sincrónica con objetivos
educativos, los interlocutores, que se comunican en forma verbal, tienen marcadores
visuales que van indicando los turnos de conversación. Esto permite por una parte,
que las interacciones progresivas se vayan ajustando en función de la percepción de
comprensión que se tiene de las participaciones del grupo y por la otra facilita los
procesos de realimentación instantánea. Por supuesto, que puede generar
consecuencias un tanto desfavorables cuando se realicen intervenciones poco
reflexionadas y con escaso fundamento teórico.
El chat constituye un procedimiento o actividad de alta significancia para
evaluar los aprendizajes en los entornos virtuales de aprendizaje, este constituye una
herramienta interactiva por excelencia, que permite establecer diálogos de discusión,
reflexión y realimentación inmediata por parte del facilitador o de cualquier miembro
del grupo de discusión. El chat con fines pedagógico debe ser planificado, orientado y
normado de acuerdo a los propósitos que se pretendan alcanzar, igualmente se deben
establecer los criterios e indicadores bajo los cuales se basará la evaluación de los
aprendizajes en dicha actividad.
Para garantizar el éxito de esta actividad sincrónica, es de vital importancia que
el docente oriente cuidadosamente a los participantes en relación a: número de
participaciones, condiciones de dichas participaciones, número de estudiantes por
sesión, duración de la actividad, objetivos a lograr, temática específica que se tratará
en el mismo. Estos acuerdos permitirán que la actividad se desarrolle de la manera
más adecuada y que los participantes logren los propósitos establecidos en el curso.
Igualmente, al finalizar el chat el docente debe hacer un buen resumen de los
hallazgos, una realimentación bien adecuada y una valoración de los logros
alcanzados por cada participante.
Los diarios electrónicos o weblogs constituyen una actividad o procedimiento
bastante útil para desarrollar prácticas evaluativas en los entornos virtuales, bajo la
concepción formadora, a través de ellos el alumno puede ir monitoreando sus
progresos, participaciones, avances en la temática en estudio. Igualmente sus
compañeros y el facilitador del curso, pueden acceder a los aportes que haga cada uno
de ellos, esto facilitará la toma de decisiones acertada en el momento de coevaluar la
participación de los participantes.
Para el aprovechamiento máximo de esta actividad es imprescindible establecer
previamente por consenso y negociación, los criterios que todos los participantes
tomarán como referencia para autoevaluarse y coevaluar a sus compañeros. En los
weblogs se pueden evaluar la participación activa, las competencias lingüísticas
escritas, la profundidad y pertinencia y calidad de los aportes y comentarios, el
enfoque que se le esté dando a la temática, el trabajo colaborativo, entre otros.
El foro representa otra actividad o procedimiento muy utilizado para llevar a
cabo la evaluación de los aprendizajes en los entornos virtuales, este constituye una
herramienta valiosa y permite desarrollar un aspecto o tema específico, en él los
estudiantes y el facilitador irán nutriendo y generando el debate con el apoyo de los
planteamientos e intervenciones que se van produciendo.
El foro en línea permite enviar mensajes, recibir respuestas y realimentación,
además leer los aportes de los miembros de la comunidad virtual. Entendida ésta como
un grupo de miembros que permanecen reunidos con un compromiso intencional y
colectivo, para intercambiar información y/o construir conocimientos. “Los foros
virtuales representan una extraordinaria estrategia para favorecer el aprendizaje
colaborativo en estudiantes de niveles medio y superior, en tanto que estimulan su
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Ana M. Colmenares
participación. Por supuesto, tomando en consideración las competencias tutoriales del
mediador de estas actividades” (Colmenares y Castillo, 2009:58).
Las Webquest resultan ser una interesante estrategia de uso de contenidos
digitales, puesto que permite el aprendizaje por descubrimiento guiado, significativo y
colaborativo. Consta de un conjunto de pasos fundamentales: introducción, tarea,
recursos, evaluación y conclusión. Webquest significa indagación, exploración,
investigación a través de la web. ¿En qué consiste una Webquest? En presentarle a los
estudiantes un problema, una guía del proceso de trabajo y un conjunto de recursos
preestablecidos accesibles a través de la WWW. ¿Cómo se trabaja? En grupos
pequeños, los estudiantes deben elaborar un trabajo (en papel o en formato digital),
utilizando los recursos ofrecidos en la Internet. Una webquest es una actividad
didáctica atractiva para los estudiantes, que les permite desarrollar un proceso de
pensamiento de alto nivel. El objetivo de es trabajar con información: analizarla,
sintetizarla, comprenderla, transformarla, juzgarla, valorarla, etcétera, para crear
nuevo conocimiento y socializarlo.
Entre las técnicas más convenientes para evaluar aprendizajes en los entornos
virtuales se sugieren las siguientes: interacción dialógica virtual, análisis del discurso
escrito y el monitoreo. La interacción es la relación de intercambio entre dos o más
individuos. La interacción en la comunicación es intencional, funciona con base en el
lenguaje consensuado y es instrumental. Representa uno de los procesos más
relevantes en la participación en cursos en línea, es un término intensamente
discutido en los escenarios educativos asistidos por las tecnologías, como consecuencia
ha recibido diferentes acepciones y clasificaciones. En este espacio me referiré a la
interacción en entornos virtuales de enseñanza y aprendizaje, la cual es analizada
desde dos puntos de vista quienes la plantean en los términos mencionados a
continuación:
“ En primer lugar, la interacción social debe ser considerada como un
conjunto de acciones interconectadas entre los miembros que participan
en un determinado contexto educativo, en el que la actividad cognitiva
humana se desarrollará en función de los elementos que determinan la
naturaleza de este contexto, en nuestro caso virtual. En segundo lugar, la
interacción social también debe ser considerada como la utilización del
discurso en un medio virtual con fines educacionales”. (Barberá, Badia y
Mominó, 2001:164).
Ahora bien, producto de profundas discusiones en relación a la técnica de
evaluación conocida como interacción, en los distintos encuentros
presenciales y virtuales, emerge una propuesta por el grupo de co-
investigadores, la cual fue denominada “Interacción Dialógica
Virtual” y fue definida como:“… la participación activa, permanente a
través del diálogo que se realiza entre los participantes de una comunidad
de aprendizaje, que hacen uso de un entorno virtual, estas interacciones se
cumplen por medio de las distintas actividades que se programan en los
cursos, tales como: chat, foros, debates, weblogs, wikis, entre otros”.
(Barberá, Badia y Mominó, 2001:164).
Dentro de la interacción educativa virtual, los autores citados incluyen dos sub-
grupos de interacción a saber: interacción instruccional virtual e interacción
dialógica virtual. La primera remite a la idea que “el estudiante construye
conocimiento cuando entre en interacción virtual con un emisor más experto en un
contenido específico que le transmite información, en definitiva, que le instruye”.
(Barberá, Badia y Mominó, 2001:164).
Mientras que la segunda se refiere al “tipo de comunicación que se produce
entre todos los miembros de un grupo dentro del contexto virtual que avanzan en la
comprensión compartida de unos determinados significados que otorgan a una
parcela de una disciplina académica o práctica social” (Barberá, Badia y Mominó,
2001:183).
Por lo tanto, la técnica de evaluación propuesta por el grupo de investigación
tiene un asidero teórico, fundamentado en un tipo específico de interacción educativa
virtual, con su respectivo soporte psicológico y pedagógico. Supera la visión
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Los aprendizajes en entornos virtuales evaluados bajo la concepción formadora
constructivista social para posicionarse en la concepción del aprendizaje bajo la
concepción comunicativa y el aprendizaje dialógico ya que considera la realidad
social como una construcción humana y los significados que se construyen dependen
de las interacciones entre los individuos.
En definitiva, el estudiante construye sus aprendizajes por medio de las distintas
interacciones que se establecen en la comunidad de aprendizaje a la cual se adscribe,
gracias a la ayuda de todos los integrantes, tanto facilitadores como otros estudiantes;
el proceso de enseñanza y aprendizaje es considerado como un tipo de actividad
dialógica.
Otra técnica consensuada en las discusiones socializadas sostenidas por el grupo
de co-investigadores la denominamos “análisis del discurso escrito”, mediante
esta técnica de evaluación de la actividad discursiva escrita, que tiene un elevado
predominio en las interacciones que se desarrollan en los entornos virtuales de
aprendizaje, el facilitador y el alumno pueden valorar la calidad de los mensajes, las
distintas formas de conceptualizar la realidad, los significados compartidos y las
negociaciones que se dan en esas interacciones humanas. Por lo tanto, las discusiones,
disquisiciones, diferencias, opiniones quedan plasmadas en el texto escrito, que luego
constituye un recurso de una riqueza incalculable para ser analizado por los distintos
actores educativos.
En resumen, las tecnologías de la información y la comunicación constituyen
unas herramientas altamente eficaces para resolver múltiples necesidades en el campo
educativo, sin embargo, es necesario que los docentes tomemos conciencia que ella
por sí solas no generan milagros, por lo tanto, se requiere con urgencia de una amplia
formación del profesorado en este campo, para que identifiquen y reconozcan el
verdadero valor de las mismas, esto permitirá que ni se endiosen ni se sacralicen ya
que ellas requieren una adecuada aplicación, con soportes pedagógicos adecuados
para que se generen los resultados esperados, es decir, para alcanzar el éxito en las
acciones educativas que se planifiquen.
En particular el proceso evaluativo ha de ser orientado hacia las nuevas
tendencias que privilegien la metacognición y la autorregulación como mecanismos
que propendan a dar autonomía intelectual a los estudiantes. Es por ello que se somete
a la consideración de la comunidad académica presente y a los lectores de esta
ponencia, la propuesta de evaluar los aprendizajes bajo la concepción formadora,
para discutirla y enriquecerla con miras a consolidar un aporte significativo que
contribuya en la conformación de un nuevo pensamiento evaluativo, especialmente en
los entornos virtuales de aprendizaje.
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