STC 27 - 1981, 20 de Julio de 1981 - Jurisprudencia - VLEX 15034923 JURISPRUDENCIA ESPAÑA PARA CITA BIBLIO PUNTO II
STC 27 - 1981, 20 de Julio de 1981 - Jurisprudencia - VLEX 15034923 JURISPRUDENCIA ESPAÑA PARA CITA BIBLIO PUNTO II
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Jurisprudencia
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Vincent
Sentencia Citas 35 Citado por 6187 Mapa de Precedentes Relacionados
ECLI ES:TC:1981:27
Sentencia citada en: 4901 sentencias, 229 artículos doctrinales, 54 disposiciones normativas, 3 temas prácticos, 30
resoluciones administrativas, 2 noticias
El Pleno del Tribunal Constitucional, compuesto por don Manuel García-Pelayo y Alonso, Presidente, y don
Jerónimo Arozamena Sierra, don Angel Latorre Segura, don Manuel Díez de Velasco Vallejo, don Francisco
Rubio Llorente, doña Gloria Begué Cantón, don Luis Díez-Picazo y Ponce de León, don Francisco Tomás y
Valiente, don Rafael Gómez-Ferrer Morant, don Angel Escudero del Corral y don Plácido Fernández Viagas,
Magistrados, ha pronunciado
la siguiente
SENTENCIA
En el recurso de inconstitucionalidad promovido por don Néstor P. D. y cincuenta y tres Diputados más,
representados por el Comisionado don Félix P. I. contra los arts. 36 (https://vlex.es/vid/ley-presupuestos-
generales-ejercicio-443932538), 37 (https://vlex.es/vid/ley-presupuestos-generales-ejercicio-443932538), 38
(https://vlex.es/vid/ley-presupuestos-generales-ejercicio-443932538) y 43 (https://vlex.es/vid/ley-
presupuestos-generales-ejercicio-443932538) de la Ley 74/80, de 29 de diciembre (https://vlex.es/vid/ley-
presupuestos-generales-ejercicio-443932538), de Presupuestos Generales del Estado para 1981; por
infracción, respecto al primer artículo citado, de los 134.7 y 31.1 de la Constitución y respecto a los otros
tres artículos, de lo dispuesto en dicho art. 134.7 (https://vlex.es/vid/constitucion-126929) de la Constitución
(https://vlex.es/vid/constitucion-126929); también contra la disposición adicional quinta
(https://vlex.es/vid/ley-presupuestos-generales-ejercicio-443932538) de la propia Ley 74/80
(https://vlex.es/vid/ley-presupuestos-generales-ejercicio-443932538) por infracción de lo dispuesto en el art.
9.3 (https://vlex.es/vid/constitucion-126929) de la Constitución (https://vlex.es/vid/constitucion-126929), en
el que ha comparecido el Gobierno, representado por el Abogado del Estado, siendo Ponente el Magistrado
don Plácido F. V..
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Antecedentes
1. El día 27 de marzo de 1981, se presentó ante este Tribunal por don Félix P. I., como Comisionado de
cincuenta y cuatro Diputados, escrito por el que, en dicha representación -acreditada con copia de escritura
de poder y comisión- interponía recurso de inconstitucionalidad contra los arts. 36 (https://vlex.es/vid/ley-
presupuestos-generales-ejercicio-443932538), 37 (https://vlex.es/vid/ley-presupuestos-generales-ejercicio-
443932538), 38 (https://vlex.es/vid/ley-presupuestos-generales-ejercicio-443932538) y 43
(https://vlex.es/vid/ley-presupuestos-generales-ejercicio-443932538) de la Ley 74/80, de 29 de diciembre
(https://vlex.es/vid/ley-presupuestos-generales-ejercicio-443932538), de Presupuestos Generales del Estado
para 1981; por infracción, respecto al primer artículo citado, de los 134.7 y 31.1 de la Constitución y,
respecto alos otros tres artículos, de lo dispuesto en dicho art. 134.7 (https://vlex.es/vid/constitucion-
126929) de la Constitución (https://vlex.es/vid/constitucion-126929); el recurso de inconstitucionalidad se
dirigía también contra la disposición adicional quinta (https://vlex.es/vid/ley-presupuestos-generales-
ejercicio-443932538) de la propia Ley 74/80 (https://vlex.es/vid/ley-presupuestos-generales-ejercicio-
443932538) por infracción de lo dispuesto en el art. 9.3 (https://vlex.es/vid/constitucion-126929) de la
Constitución (https://vlex.es/vid/constitucion-126929).
En el escrito de recurso se pedía a este Tribunal que, tras trámites procesales que fueran procedentes, se
dictase Sentencia declarando la inconstitucionalidad de las disposiciones citadas y, consiguientemente, su
nulidad.
1.° La inconstitucionalidad de los cuatro artículos citados, se fundamenta, como acaba de decirse, en el art.
134.7 (https://vlex.es/vid/constitucion-126929) de la Constitución (https://vlex.es/vid/constitucion-126929),
en cuanto éste establece que «la Ley de Presupuestos no puede crear tributos. Podrá modificarlos cuando
una Ley tributaria así lo prevea». Para el recurrente, las razones que han determinado la presencia de este
artículo en el texto constitucional pertenecen a dos categorías distintas: las de la tradición histórico-
legislativa y las derivadas de la propia sistemática de la Constitución.
En relación a las primeras, cita diversos precedentes, a partir de la Ley de Administración de la Hacienda
Pública.
En cuanto al contenido del tantas veces citado precepto constitucional, su objeto sería doble, garantizar que
la plena competencia del Parlamento, en materia tributaria se ejerza sin trabas y asegurar el respeto de los
principios constitucionales a que los tributos han de servir, consagrados básicamente en el art. 31.1
(https://vlex.es/vid/constitucion-126929) de la Constitución (https://vlex.es/vid/constitucion-126929), que
dispone que la contribución a los gastos públicos ha de realizarse mediante un sistema tributario justo,
inspirado en los principios de igualdad y progresividad; y en el art. 53.1 (https://vlex.es/vid/constitucion-
126929) de la propia Constitución (https://vlex.es/vid/constitucion-126929) cuando establece que los
derechos y libertades reconocidos en el Capítulo Segundo vinculan a todos los poderes públicos.
Se habría querido así evitar que en una discusión sometida a un procedimiento parlamentario en el que las
Cortes tienen sus facultades limitadas, pudieran verse obligadas a aceptar medidas que pudieran atentar
contra tales principios.
Sin embargo, como quiera que el tributo tiene, además, otros fines, previstos en el art. 4
(https://vlex.es/vid/ley-general-tributaria-176272) de la Ley General Tributaria (https://vlex.es/vid/ley-
general-tributaria-176272), como instrumento de la política económica general, que adquieren un rango
constitucional
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Constitución
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a promover las condiciones
favorables para el progreso social y económico y para una distribución de la renta más equitativa, no quiso
el legislador constituyente prohibir toda modificación de los tributos, sino que la permite siempre que la
prevea una Ley Tributaria sustantiva.
2.° A partir de tales presupuestos, los recurrentes sostienen la inconstitucionalidad del art. 36 de la Ley
citada porque contiene una modificación del art. 20.9.2 de la Ley 44/78, de 8 de septiembre, que no aparece
fundamentada o autorizada por Ley tributaria sustantiva, ya que la modificación se contrae a la exclusión de
gravamen de los incrementos de patrimonio obtenidos por enajenación de la vivienda habitual, cuando el
total de la renta se reinvierta en la adquisición de nueva vivienda habitual: y esta modificación excede la
previsión que pudiera alegarse de los núms. 1 y 2 de la disposición adicional segunda de dicha Ley 44/78,
porque la previsión para modificar tiene un límite temporal («durante el período de aplicación de la Ley de
Presupuestos»), mientras que el nuevo tratamiento se declara aplicable a las enajenaciones realizadas en los
ejercicios 1980 y 1981; y porque, por otra parte, la previsión exige un carácter fundado en «razones de
política económica» que no se ha expresado al hacer uso de ella; también es de tener en cuenta que dicha
pretendida autorización prevé la modificación de las deducciones, porcentajes, límites y naturaleza de la
inversión prevista en el art. 29 f), mientras que lo modificado es el artículo 20.9.2, que no establecía una
exención del hecho imponible, sino sólo una reducción del importe de los incrementos y afecta a la base
imponible, lo que incide regresivamente en el impuesto con infracción del art. 31.1
(https://vlex.es/vid/constitucion-126929) de la Constitución (https://vlex.es/vid/constitucion-126929) al
excluir de gravamen los incrementos de patrimonio cuando el total de la renta se reinvierta en la
adquisición de nueva vivienda.
3.° La inconstitucionalidad de los arts. 37, 38 y 43 de la propia Ley se fundamenta -siempre según los
recurrentes-, como se ha dicho en la infracción del art. 134.7 (https://vlex.es/vid/constitucion-126929) de la
Constitución (https://vlex.es/vid/constitucion-126929): en cuanto al art. 37, porque altera el art. 20 de la Ley
44/78, en cuanto al cálculo del valor de elementos patrimoniales que deben tomarse en cuenta para
determinar la plusvalía, mediante el expediente de aplicar al valor que resulte, a partir del 1 de enero de
1979, un coeficiente del índice que por sectores se determine. Tal modificación no está prevista por Ley
sustantiva tributaria.
En lo que se refiere al art. 38, la modificación concierne al art. 6 f) de la 50/77, de 14 de noviembre, respecto
a la forma de valorar las participaciones en el capital social de entidades jurídicas, siempre que no coticen
en Bolsa y hubiesen regularizado su balance. Y esta modificación no está prevista en Ley tributaria
sustantiva alguna (según los recurrentes).
Del art. 43, opinan que éste modifica el tipo impositivo aplicable a las operaciones sujetas al Impuesto
General sobre el Tráfico de Empresas, sin previsión tampoco en Ley tributaria sustantiva.
A juicio de los recurrentes, la disposición aludida tiene carácter retroactivo toda vez que su objetivo es
incidir en las relaciones jurídicas que ligan a los mutualistas de las Mutualidades integradas en el Fondo de
la MUFACE, así como los pensionistas que perciben sus pensiones con cargo a ese Fondo, con el propio
Fondo e, indirectamente, con el Estado en cuanto éste les garantiza el derecho a percibir las prestaciones
establecidas. Estas relaciones eran preexistentes a la Ley 74/80 (https://vlex.es/vid/ley-presupuestos-
generales-ejercicio-443932538) y arrancaban de la Ley 29/75, de 27 de junio (https://vlex.es/vid/seguridad-
social-funcionarios-civiles-257744350), sobre Régimen Especial de la Seguridad Social de Funcionarios
Civiles del Estado que había establecido un sistema de integración voluntaria de las Mutualidades Generales
de los diversos departamentos civiles y de aquellas otras, de carácter obligatorio, existentes en los mismos,
en la Mutualidad de Funcionarios Civiles del Estado (MUFACE) y que articuló el sistema sobre los principios
de constitución de un Fondo, formado con todos los bienes, cuotas, recursos y subvenciones estatales de las
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Mutualidades integradas, cuyos socios y beneficiarios conservarían el derecho a la percepción de las
prestaciones que estuvieran en vigor el 31 de diciembre de 1973, garantizando la MUFACE la efectividad de
las prestaciones, y, de no hacerlo, el Estado concedería la oportuna subvención.
Pero -según el escrito de recurso- la Administración entendía que lo que la Ley garantizaba eran las
prestaciones en la cuantía correspondiente al 31 de diciembre de 1973, mientras que el Reglamento General
del Mutualismo Administrativo (Decreto de 18 de marzo de 1976) estableció la conservación de los
derechos adquiridos «o en curso de adquisición» en dicha fecha, a la que se remitía el tipo de cotización,
siendo la base de cotización la que resultara en cada momento, de acuerdo con las normas que en aquella
fecha se encontraran en vigor en la Mutualidad respectiva. La MUFACE adoptó el criterio general de que «el
cálculo de prestaciones y cotizaciones se efectúe de acuerdo con el régimen jurídico establecido» en los
estatutos vigentes en 31 de diciembre de 1973 y no por las cuantías estatutarias de cotización y
prestaciones que fueran aplicables en ese fecha. El Decreto de 29 de diciembre de 1978 pretendió zanjar la
cuestión disponiendo que «a partir del 1 de enero de 1979, las Mutualidades integradas no podrán
modificar las cuantías vigentes al 31 de diciembre de 1978, las cuales tendrán el carácter de provisionales» y,
por esta vía, congeló la cuantía de las prestaciones. Este Decreto fue recurrido por la propia MUFACE ante el
Tribunal Supremo, en la vía contencioso-administrativa, recurso que se halla en tramitación.
Pues bien, la disposición adicional quinta 74/80 -a criterio de los recurrentes- restringe derechos
individuales reconocidos en la Ley y reglamento citados que la repetida Ley de 1975 se obligaba a respetar.
2. La Sección Cuarta de este Tribunal acordó el 1 de abril del presente año admitir a trámite el recurso de
inconstitucionalidad a que nos venimos refiriendo y dar traslado del mismo al Congreso, al Senado y al
Gobierno para que en el plazo de quince días pudieran personarse en el indicado procedimiento y formular
las alegaciones que estimaran oportunas, de acuerdo con el art. 34 (https://vlex.es/vid/ley-organica-
tribunal-constitucional-127089) de la LOTC (https://vlex.es/vid/ley-organica-tribunal-constitucional-127089).
El 21 de abril siguiente, se acordó tener por presentado el escrito dirigido a este Tribunal por el Excmo. Sr P.
S. y tener por personado al Abogado del Estado, en nombre del Gobierno, concediéndole la prórroga que
solicitaba para formular las alegaciones que estimara oportunas.
3. En efecto, en dicho plazo, el Abogado del Estado, en la representación referida, compareció y procedió a
evacuar el trámite de alegaciones, lo que hizo en síntesis con las siguientes consideraciones:
El Abogado del Estado recuerda en su escrito el amplio debate producido en nuestra Patria sobre la
naturaleza material o meramente formal de las Leyes de Presupuestos y se inclina por el reconocimiento del
carácter formal y material de dicha Ley de Presupuestos. Sin embargo, subraya que es cuestión distinta la de
resolver si dicha Ley presupuestaria constituye o no un tipo singular de Ley y en qué consiste su
singularidad. Lo contesta afirmativamente, al entender que los arts. 66.2 (https://vlex.es/vid/constitucion-
126929) y 134 (https://vlex.es/vid/constitucion-126929) de la Constitución (https://vlex.es/vid/constitucion-
126929) configuran la peculiaridad de la Ley de Presupuestos, puesto que ésta es el vínculo fundamental de
la dirección y orientación político-económica de coyuntura. De ahí la importancia política de los debates
parlamentarios. Y ello es tanto como admitir que la Ley de Presupuestos tiene una finalidad institucional
precisa como Ley «económica» de y sobre ingresos y gastos.
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A la luz de lo anteriormente expuesto, al Abogado del Estado le parece claro que la Constitución no ha
querido imponer ningún límite expreso al contenido posible de la disciplina del gasto; en cambio, el art.
134.7 (https://vlex.es/vid/constitucion-126929) de la Constitución (https://vlex.es/vid/constitucion-126929),
sí que aspira a unaprecisa limitación de la función de la Ley de Presupuestos como vehículo de reformas
tributarias.
En este punto, el Abogado del Estado reduce el sentido del art. 134.7 a una norma sobre competencia, que
declara incompetente a la Ley de Presupuestos para crear tributos y la declara condicionalmente
competente para modificarlos: la condición para que pueda hacerlo, es que así lo declare una Ley tributaria
sustantiva.
2.ª La representación del Gobierno pasa, seguidamente, a interpretar esta expresión de «Ley tributaria
sustantiva» que considera un «tema menor». Pero le parece claro que «ley» significa cualquier texto con
fuerza y valor de Ley al que le sea constitucionalmente dado incidir en materias tributarias. En cuanto a la
expresión «sustantiva» le parece que no tiene ningún significado preciso pues, según los debates
constitucionales, «Ley tributaria sustantiva» viene a significar tanto como «preceptos tributarios que están
alojados en un cuerpo legal que no es la Ley de Presupuestos». En todo caso, el Abogado del Estado
rechaza que «Ley tributaria sustantiva» pueda identificarse con la figura de «Ley propia de cada tributo».
La función de esta Ley tributaria sustantiva es -según esta parte- una función habilitante que tiene atribuida
«la competencia sobre la competencia de la Ley de Presupuestos para modificar tributos».
3.ª El percibir este carácter de «norma de competencia» del art. 134.7, conduce -según el Abogado del
Estado- a concluir que estas normas constitucionales sobre competencia sólo pueden tener eficacia pro
futuro, es decir, que el art. 134.7 (https://vlex.es/vid/constitucion-126929) de la Constitución
(https://vlex.es/vid/constitucion-126929) sólo puede recibir plena aplicación cuando se trate de leyes de
presupuestos y de leyes tributarias sustantivas posconstitucionales, porque no cabe exigir a una ley
preconstitucional que tuviera en cuenta una función que sólo atribuye la Constitución.
A partir de esta premisa, el Abogado del Estado estima que en este recurso se han de tener en cuenta dos
leyes tributarias sustantivas: la Ley 50/77 (https://vlex.es/vid/ley-medidas-urgentes-reforma-fiscal-
255919234) de Medidas Urgentes de Reforma Fiscal (Ley propia del Impuesto Extraordinario sobre el
Patrimonio de las Personas Físicas) y la Ley 44/78 del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. Esta
última contiene en su disposición adicional segunda una «permisión» de modificación por la Ley de
Presupuestos. En cambio, la Ley de Medidas Urgentes guarda silencio en este punto. Y continúa esta
representación jurídica argumentando que la sobrevenida vigencia de la Constitución ha dado base a
aquella disposición preconstitucional, que así ha pasado, de tener un mero valor legal ordinario, a
convertirse en una aplicación del art. 134.7 (https://vlex.es/vid/constitucion-126929) de la Constitución
(https://vlex.es/vid/constitucion-126929). En cambio, la solución no es la misma respecto al Impuesto sobre
el Patrimonio. El silencio, al respecto, de la Ley de Medidas Urgentes es debido a que, en el marco legal en
que se desenvolvía, no se requería la previa habilitación para modificar tributos. Y así, concluye que este
silencio vale como autorización general para modificación de la Ley de Presupuestos.
4.ª Continúa el escrito del Abogado del Estado refiriéndose al alcance de la palabra «modificarla», referida a
los impuestos y le parece claro que se trata solamente de «modificaciones importantes extensas y
profundas del sistema tributario».
Tras algunas consideraciones sobre la justificación «por la historia» del art. 134.7, a que se contrae el recurso
y que estima insuficientemente establecida, rechaza también su justificación «por la propia sistemática de la
Constitución». También rechazael argumento del «arbitrismo» y la referencia al presupuesto como «pacto»
que, según dicha parte, sólo podría entenderse a guisa de metáfora referida a la «coparticipación en la
formación del indirizzo político-económico»; termina esta parte de las alegaciones examinando las del
recurso respecto al objeto del art. 134.7 (https://vlex.es/vid/constitucion-126929). Rechaza que, de la
Constitución (https://vlex.es/vid/constitucion-126929), quepa derivar la necesidad de una limitación del
poder parlamentario de examen y enmienda en los términos que el recurso pretende y, finalmente,
arguyeque no tiene sentido hablar de la «garantía de la competencia plena del Parlamento», como objeto
del art. 134.7, como se deriva de la interpretación que hace de los arts. 31.3 (https://vlex.es/vid/constitucion-
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5 .ª A partir de las consideraciones anteriores el Abogado del Estado entra en el examen de la pretendida
inconstitucionalidad de cada uno de los artículos impugnados de la Ley 74/80 (https://vlex.es/vid/ley-
presupuestos-generales-ejercicio-443932538). Lo hace, en síntesis, con las siguientes consideraciones:
Rechaza que el límite temporal de la adicional segunda de la Ley 44/78 aparezca rebasado porque este
artículo se refiera a las enajenaciones realizadas durante 1980 y 1981. Porque, el hecho de que la vigencia
del art. 36 termine el 31 de diciembre de 1981, no impide que durante su año de vigencia regule un
supuesto de hecho, uno de cuyos elementos, la enajenación, pueda haberse producido en 1980 o en 1981;
sostiene que el «carácter fundado» del art. 36 no puede negarse porque nada obliga a expresar las
concretas «razones de política económica» en que se basa; tampoco desborda el ámbito material de la
disposición adicional segunda, porque toda reducción en base tiene la misma incidencia, sobre la deuda
tributaria, que una reducción en cuota al tipo medio de gravamen y carece de toda trascendencia que se
establezca la reducción de la base por todo el importe del incremento patrimonial o que se disponga que la
parte de incremento que rebase los dos millones se reduzca en cuota al tipo medio de gravamen y si se
eligió el modificar el art. 20.9, en lugar del 29 f), al que se refiere la adicional citada, ha sido porque presenta
menos complejidades.
Con uno u otro procedimiento, el resultado es el mismo porque, variando la cifra de «incrementos de
patrimonios no gravados», se está actuando sobre el art. 29 f), se está modificando uno de los elementos
que este artículo utiliza para determinar cuál es la base sobre la que se aplicará el tipo de deducción.
El art. 36 no afecta a la igualdad ante el Impuesto, ni es injusto, pues no cabe hablar de «plusvalía
especulativa», respecto a un incremento patrimonial que se reinvierta en adquirir otra vivienda habitual.
El Abogado del Estado sostiene que este precepto contiene una norma sobre «regularización de activos»,
con incidencia especial respecto al cálculo de plusvalías y minusvalías en el Impuesto sobre la Renta,
habilitada por la disposición adicional segunda, apartado cuarto, de la Ley 61/78 del Impuesto de
Sociedades, a cuyo tenor dentro de la Ley de Presupuestos se podrá «restablecer la vigencia y modificar la
Ley de Regularización de Balances...»; su novedad es la actualización por sectores de los valores de
elementos patrimoniales a 1 de enero de 1979.
Para la Abogacía del Estado, este artículo impugnado representa una norma de regularización de activos
que modifica la Ley de Regularización de Balances. Si bien es cierto que todo esto se refiere a las personas
físicas que ejerzan actividades empresariales, mientras que el alcance del art. 37 abarca a todos los sujetos
pasivos del Impuesto sobre la Renta, lo cierto es que es una resultante del proceso de inflación y se trata de
evitar con ello incrementos patrimoniales cuyo origen principal está en la tendencia inflaccionaria de nuestra
economía.
Para la Abogacía del Estado la novedad que aporta, para 1981, el art. 38 se justifica, en su
constitucionalidad, en que la disposición segunda, 4, de la Ley de Impuestos de Sociedades autoriza, como
ha dicho ya, el restablecimiento y modificación de la Ley de Regularización de Balance, en cuyo concepto
puede entenderse incluido el colmar las lagunas sobrevenidas por la creación de nuevas figuras tributarias,
como es el caso del Impuesto sobre el Patrimonio y, si se ha acudido, en vez de modificar la Ley de
Regularización de Balances, que es a la que se refiere la disposición adicional segunda de la Ley del
Impuesto de Sociedades, a modificar el art. 6 f), de la Ley de Medidas Urgentes es por ser más cómodo y
claro.
Además, según el Abogado del Estado, al ser la Ley de Medidas Urgentes una Ley preconstitucional es
explicable su silencio sobre la posibilidad de modificación por vía de Ley de Presupuestos.
Modifica los tipos de Impuesto General sobre el Tráfico de Empresas y, a criterio de la Abogacía del Estado,
esta modificación está autorizada por el art. 2 (https://vlex.es/vid/ley-medidas-urgentes-apoyo-vivienda-
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15510376), párrafo uno, de la Ley 41/80 (https://vlex.es/vid/ley-medidas-urgentes-apoyo-vivienda-
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15510376), que es una Ley tributaria sustantiva y, en la modificación de «lostipos de Impuesto General sobre
el Tráfico de Empresas» debe considerarse incluido los tipos de recargo provincial.
6.ª Finalmente, la Abogacía del Estado aborda, en su escrito de alegaciones el tema de la pretendida
inconstitucionalidad de la disposición adicional quinta de la Ley de Presupuestos. Lo hace, en síntesis, con
las siguientes consideraciones:
A criterio de la Abogacía del Estado, es patente que el legislador pretendía romper un sistema injusto,
sostenido por medio de la financiación pública de pensiones y prestaciones; sin embargo, la Ley concede un
régimen transitorio más favorable a las Mutualidades que, siendo obligatorias, desearan integrarse en el
Fondo Especial, las cuales ven garantizadas sus prestaciones en vigor el 31 de diciembre de 1973, sin
incremento alguno de sus obligaciones.
Expone el Abogado del Estado que el Reglamento General Administrativo interpretó la conservación del
derecho a la percepción de las prestaciones en vigor al 31 de diciembre de 1973, como conservación de los
derechos adquiridos o en curso de adquisición y que la expresión «sin incremento alguno de sus
obligaciones» determinaba la invariabilidad del tipo de cotización vigente al 31 de diciembre de 1973, pero
que la base de cotización sería la que resultara en cada momento de acuerdo con las normas que se
encontrasen en vigor en la Mutualidad respectiva.
Como quiera que el plazo máximo de un año establecido para la transferencia de elementos patrimoniales y
materiales resultó exiguo, el Real Decreto 306/78 lo prorrogó hasta el 31 de diciembre de 1978. Y el Real
Decreto 3065/78 extendió el plazo hasta el 30 de junio de 1979. Este Real Decreto agregaba que «a partir
del 1 de enero de 1979 las Mutualidades integradas no podrán modificar las cuantías de las prestaciones
vigentes al 31 de diciembre de 1978, las cuales tendrán el carácter de provisionales». Este precepto, según el
Abogado del Estado, es una «norma preparatoria» de la solución definitiva que pretende dar la disposición
adicional quinta.
Siempre según la Abogacía del Estado, la disposición adicional quinta se dedica a regular,
fundamentalmente, un tema de gastos públicos: las condiciones en que se hará efectiva la garantía
financiera del Estado para el equilibrio del «Fondo Especial». El Estado garantizaba el derecho a la
percepción de las prestaciones en vigor el 31 de diciembre de 1973 «en la cuantía en vigor en tal fecha» que
-siempre según esta parte- era el verdadero sentido de la Ley 29/75 (https://vlex.es/vid/seguridad-social-
funcionarios-civiles-257744350). Con la disposición adicional, el Estado garantiza más de lo que garantizaba
en dicha Ley: garantiza la absorción y compensación de las diferencias de cuantía de las pensiones vitalicias
complementarias, correspondientes al Fondo Especial entre el 31 de diciembre, respectivamente, de 1973 y
1978 y, hasta que esta absorción se realice, el Estado se hace cargo del déficit del Fondo Especial y, respecto
a prestaciones que no sean pensiones vitalicias, el Estado garantiza la cuantía vigente en 31 de diciembre de
1978. El Estado financia ahora un déficit que no le era imputable debido a que a él ha podido contribuir la
ambigüedad de la transitoria primera, 3, del Reglamento General del Mutualismo Administrativo.
B) Niega la Abogacía del Estado el contenido del recurso, en cuanto a la supuesta infracción de los
principios
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es que mira al
disposición
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aunque establece un régimen transitorio, inevitablemente, y tiende a evitar la desigualdad en materia de
prestaciones complementarias, no ya sólo entre Funcionarios Civiles, sino entre éstos y las Mutualidades
Militares.
El Abogado del Estado terminaba con la súplica de que se dictara Sentencia por la que, con desestimación
del recurso en todas sus partes, se declaran perfectamente constitucionales los artículos impugnados en la
Ley 74/80 (https://vlex.es/vid/ley-presupuestos-generales-ejercicio-443932538).
4. El 21 de mayo siguiente se acordó tener por presentado el escrito dirigido a este Tribunal por el Excmo. Sr
P. C. y el de alegaciones a que nos referimos en el número anterior. Y se señaló, para la deliberación de este
recurso, el día 4 de junio siguiente.
5. El Pleno acordó en 16 de junio siguiente ampliar el plazo para dictar Sentencia hasta el máximo permitido
por el art. 34.2 (https://vlex.es/vid/ley-organica-tribunal-constitucional-127089) de la LOTC
(https://vlex.es/vid/ley-organica-tribunal-constitucional-127089).
Fundamentos jurídicos
1. Como se ha dicho en los «Antecedentes», el presente recurso de inconstitucionalidad ofrece dos aspectos
muy caracterizados: de una parte, se impugnan los arts. 36 (https://vlex.es/vid/ley-presupuestos-generales-
ejercicio-443932538), 37 (https://vlex.es/vid/ley-presupuestos-generales-ejercicio-443932538), 38
(https://vlex.es/vid/ley-presupuestos-generales-ejercicio-443932538) y 43 (https://vlex.es/vid/ley-
presupuestos-generales-ejercicio-443932538) de la Ley 74/80, de 29 de diciembre (https://vlex.es/vid/ley-
presupuestos-generales-ejercicio-443932538), de Presupuestos Generales del Estado para 1981, por
infracción, en los cuatro casos, del art. 134.7 (https://vlex.es/vid/constitucion-126929) de la Constitución
(https://vlex.es/vid/constitucion-126929) y, además, en lo que se refiere al primero de dichos artículos, por
infracción de lo dispuesto en el art. 31.1 de la misma. De otra parte,se impugna la disposición adicional
quinta (https://vlex.es/vid/constitucion-126929) de la propia Ley, por contravenir lo dispuesto en el art. 9.3
(https://vlex.es/vid/constitucion-126929) de la Constitución (https://vlex.es/vid/constitucion-126929).
Merecen un estudio separado.
modificaciones que corresponden a las Leyes tributarias sustantivas. La conclusión del debate, plasmada en
el texto a cuyo examen nos contraemos, parece significar una cierta solución de compromiso que, en tanto
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aunque se trate de alteraciones sustanciales y profundas del impuesto, siempre que exista una norma
adecuada que lo prevé y, en todo caso, no obsta a un tratamiento en la Ley presupuestaria de mera
adaptación del tributo a la realidad.
Esta especificidad de la función parlamentaria de aprobación del Presupuesto conecta con la peculiaridad
de la Ley de Presupuestos, en referencia a cualquier otra Ley. Singularidad que excede la cuestión, en estos
momentos superada, del carácter formal omaterial de esta Ley. Deriva, como se ha dicho, del carácter
instrumental del presupuesto en relación con la política económica; pero, por otra parte, las notas singulares
de la Ley presupuestaria, ha de reconocerse que también vienen impuestas por el hecho de que su debate
está, de alguna manera, restringido por las disposiciones reglamentarias de las Cámaras que regulan su
procedimiento. Cierto que quizá pueda decirse que tales limitaciones no deriven de la Constitución, pero
también lo es que el requisito de conformidad del Gobierno para toda proposición o enmienda que
suponga aumento de gastos o disminución de ingresos que afecta a cualquier Ley, envuelve, en este caso,
una restricción constitucional del debate. Y son estas limitaciones las que determinaron que la propia
Constitución reduzca el papel de la Ley de Presupuestos, como vehículo de reformas tributarias.
3. Cuando se trate de una variación de un impuesto, que no consista en la mera adecuación circunstancial
del mismo, habrá de cumplirse, necesariamente, la exigencia constitucional de que la modificación aparezca
prevista en una «Ley tributaria sustantiva», y procede determinar la significación que haya de darse a esta
exigencia de la Constitución.
Entre las dos tesis extremas: una de las cuales interpreta que Ley tributaria sustantiva es tanto como
«precepto o conjunto de preceptos tributarios que están alojados en un cuerpo legal que no es la Ley de
Presupuestos»; la otra que promueve la equiparación de «Ley tributaria sustantiva» con «Ley propia de cada
tributo», debemos inclinarnos por una interpretación que redunde en que se trata de una Ley -que desde
luego no es la Ley de Presupuestos-, pero que regula los elementos concretos de la relación tributaria,
eludiendo cualquier generalización.
Si descartamos la primera interpretación, aun cuando aparezca fundada en el sentido expresado en algún
momento en los debates constitucionales, es porque responde al eco de la equivalencia de la Ley de
Presupuestos como Ley en sentido formal que no traduce la realidad de este momento. Sin olvidar que la
aceptación de esta equivalencia pudiera entrañar la constitucionalidad de una Ley que autorizara a la de
Presupuestos la modificación indiscriminada de los impuestos, lo que enervaría la disposición constitucional
a cuyo estudio procedemos.
Pero tampoco podemos reducir el significado de «Ley tributaria sustantiva» a la Ley que rige cada tributo en
concreto. Esta opinión se justifica en el art. 9 (https://vlex.es/vid/ley-general-tributaria-176272) de la Ley
General Tributaria (https://vlex.es/vid/ley-general-tributaria-176272) y, cuando se trata de una exégesis
constitucional, debemos rechazarel intento de aprehender los enunciados constitucionales, deduciéndolos
de normas de rango inferior que precisamente habrán de interpretarse en lo sucesivo en el ámbito de la
Constitución. Por otra parte, no responde a la realidad la idea de que cada tributo sólo es regulado por una
Ley: su Ley propia.
Estas consideraciones nos conducen, como ya hemos anticipado, a inclinarnos por la tercera hipótesis:
cuando el art. 134.7 habla de «Ley tributaria sustantiva» se remite a cualquier Ley («propia» del impuesto o
modificadora de ésta)que, exceptuando la de Presupuestos, regule elementos concretos de la relación
tributaria.
Cuando la previsión normativa se revele precisa, todavía ha de resolverse la cuestión, que plantea la
Abogacía del Estado, acerca de si tal requisito, para que la Ley de Presupuestos pueda modificar tributos, ha
de predicarse respecto a las Leyes Tributarias preconstitucionales. Y la contrae, para el caso que nos ocupa
en este recurso, a dos Leyes tributarias anteriores a la Constitución: la Ley 50/77 (https://vlex.es/vid/ley-
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medidas-urgentes-reforma-fiscal-255919234), de Medidas Urgentes de Reforma Fiscal (verdadera «Ley
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propia» del Impuesto Extraordinario sobre el Patrimonio de las Personas Físicas) y la Ley 44/78 del Impuesto
sobre la Renta de las Personas Físicas. Pero como esta última, precisamente, en su disposición adicional
segunda, contiene una «permisión» de modificar, el tema se centra, para el Abogado del Estado, en la
primera de ellas y, por aplicación del principio tempus regit actum, concluye que el silencio de la Ley de
Medidas Urgentes debe valer como autorización para su modificación en la Ley de Presupuestos.
Esta tesis parece olvidar que, como reconoce quien la defiende, no puede identificarse «Ley tributaria
sustantiva» con «Ley propia de cada tributo», noción que no debe reducirse a la de un texto o documento
legal único, lo que equivale a decir que aquel silencio ha podido obviarse después de la Constitución, si ésta
hubiera sido la intención de los legisladores, mediante un texto con fuerza o valor de Ley que incidiera en la
materia tributaria de que se trata de forma concreta.
Este Tribunal ha reconocido la doctrina de que no puede anularse una Ley anterior sólo por la ausencia de
requisitos ahora exigidos por la Constitución, para su aprobación y que, entonces, no podían cumplirse por
inexistentes. Pero aquí no se trata de eso: se trata de un texto postconstitucional (Ley de Presupuestos de
1981) al que le falta un requisito constitucional que podría hallarse cumplido, intencionalmente, en un
precepto habilitante que también fuera posterior a la Constitución o «casualmente» en un precepto
habilitante anterior a ella, como sucede con la disposición adicional segunda de la Ley del Impuesto sobre la
Renta de las Personas Físicas.
4. Pero si la interpretación que precede tiende a posibilitar el uso ponderado del sistema tributario mediante
la adecuación de lo que sea preciso para, sin modificación sustancial, realizar la política económica que
reclame cada momento, en cooperación del Ejecutivo y las Cortes Generales, no cabe omitir, en tal
supuestoy menos cuando se tratara de una verdadera modificación, los imperativos del art. 31.1
(https://vlex.es/vid/constitucion-126929) de la Constitución (https://vlex.es/vid/constitucion-126929) que, al
obligar a todos a contribuir al sostenimiento de los gastos públicos, ciñe esta obligación en unas fronteras
precisas: la de la capacidad económica de cada uno y la del establecimiento, conservación y mejora de un
sistema tributario justo e inspirado en los principios de igualdad y progresividad.
Pero el servicio de esta lógica no asegura, por sí solo, «un sistema tributario justo, inspirado en los principios
de igualdad y progresividad» que pudiera demandar la estimación individualizada de cada caso, con
respecto a cada uno de los tributos que integran el sistema tributario y en cualquier supuesto en orden al
sistema tributario mismo, como conjunto, atendidas las variantes circunstancias sociales y económicas.
Aunque una definición válida de lo que debe entenderse por justo, a efectos tributarios, sería una tarea que
rebasa el planteamiento que aquí hemos de hacernos, lo que no puede soslayarse es que el legislador
constituyente ha dejado bien claro que el sistema justo que se proclama no puede separarse, en ningún
caso, del principio de progresividad ni del principio de igualdad. Es por ello -porque la igualdad que aquí se
reclama va íntimamente enlazada al concepto de capacidad económica y al principio de progresividad- por
lo que no puede ser, a estos efectos, simplemente reconducida a los términos del art. 14
(https://vlex.es/vid/constitucion-126929) de la Constitución (https://vlex.es/vid/constitucion-126929): una
cierta desigualdad cualitativa es indispensable para entender cumplido este principio. Precisamente, la que
se realiza mediante la progresividad global del sistema tributario en que alienta la aspiración a la
redistribución de la renta.
modificación introducida por el art. 36, con objeto de inferir si es de tal intensidad que afecte al conjunto
del sistema desde la perspectiva de los principios a que nos hemos referido. Si la reforma fuera indiferente a
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la luz de aquellos principios, todavía la inconstitucionalidad pudiera derivarse de la circunstancia de haberse
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producido una modificación imprevista en los términos del art. 134.7.
En lo esencial, el impugnado art. 36 (https://vlex.es/vid/ley-presupuestos-generales-ejercicio-443932538) de
la Ley 74/80 (https://vlex.es/vid/ley-presupuestos-generales-ejercicio-443932538) altera la modalidad del
beneficio que ya venía concedido por la legalidad anterior al contribuyente que obtiene un incremento del
Patrimonio por enajenación de su vivienda habitual. Hasta la Ley de Presupuestos de 1981, el beneficio
consistía en una combinación de desgravación en la base -art. 20.9.2- y deducción de la cuota -art. 29 f)-
(ambos de la Ley 44/78). La nueva redacción que surge del art. 36 de la primera de las citadas Leyes implica
que el contribuyente, en las mismas circunstancias, obtiene un incentivo fiscal cuyo tratamiento técnico es
distinto, pero no así su naturaleza y finalidad.
No puede decirse que este nuevo tratamiento, de un beneficio ya establecido, atente a la igualdad en el
sentido en que se expresa el art. 31.1 (https://vlex.es/vid/constitucion-126929) de la Constitución
(https://vlex.es/vid/constitucion-126929). Como ya hemos tenido ocasión de decir, la igualdad a que se
contrae este precepto constitucional atiende a un tratamiento fiscal diverso de los contribuyentes, a pesar
de concurrir las mismas circunstancias en todos ellos. Sin embargo, en este caso, cuando los recurrentes
invocan la desigualdad, se refiere a un tratamiento legal diverso entre las plusvalías obtenidas a título
oneroso y las que derivan de título lucrativo, desigualdad cuyo origen no está en el art. 36, sino en los
apartados del art. 20 de la Ley del Impuesto sobre la Renta no modificados por aquél. En todo caso, nada
tiene quever este supuesto tratamiento técnico desigual con las exigencias constitucionales de igualdad y
progresividad en el sostenimiento de las cargas fiscales.
Tampoco puede aceptarse que -como postulan los recurrentes- el art. 36 quiebre el principio de justicia al
«no discriminar las pluvalías especulativas de aquellas otras que no tienen este carácter». Se trata, en ambos
supuestos, de incrementos reinvertidos en vivienda habitual, lo que hace que la finalidad especulativa quede
descartada.
Se ha apuntado también a la regresividad que implica esta alteración del contenido literal del art. 20.9.2 de
la Ley de Impuesto de la Renta de las Personas Físicas. Aún si hacemos abstracción al hecho de que la
regresividad de una norma tributaria debe apreciarse en términos globales y no en relación con un precepto
aislado, lo cierto es que, en este caso, los recurrentes acusan la regresividad en un sentido muy peculiar:
mientras que la significación habitual, en el orden tributario, de la regresividad, atiende a una incidencia de
una medida fiscal en la economía del contribuyente, de forma inversa a su capacidad contributiva, de suerte
que, al contrario de lo que exige el principio de progresividad, el tipo de gravamen se reduce a medida que
aumenta la base, aquí la acusación de regresividad se refiere a la comparación del nuevo régimen legal con
la normativa anterior. Es decir, no se trata de comparar la incidencia de la norma en economías diversas,
sino de relacionar uno y otro régimen.
Este art. 37 introduce una alteración en el art. 20 de la Ley del Impuesto sobre la Renta de las Personas
Físicas, en cuanto el apartado primero de dicho art. 20 considera como incrementos o disminuciones de
Patrimonio las variaciones que se pongan de manifiesto con ocasión de cualquier alteración en la
composición de aquél. Pues bien, el art. 37 citado, señala, en cuanto a las transmisiones realizadas durante
el año 1981 y siempre que haya mediado más de un año desde la fecha en que se adjudicó el bienque
ahora se transmite, que el posible incremento o disminución patrimonial se determinará aplicando al valor
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de adquisición que resulte a partir del 1 de enero de 1979, según las normas vigentes, el coeficiente del
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índice por sectores que reglamentariamente se determine. Se trata de la introducción de una regla que
afecta a la determinación de la base imponible, novedad que se dice prevista, en la disposición adicional
segunda de la Ley 61/78 del Impuesto sobre Sociedades. Esta adicional establece que «dentro de la Ley de
Presupuestos y con efectos durante el período de aplicación de la misma, se podrá, por razones de política
económica..., restablecer la vigencia y modificar la Ley de Regularización de Balances de 2 de julio de 1964».
La regularización de balances tiene sentido con respecto a quienes ejercen actividades empresariales, pues
su finalidad es actualizar los valores contables, adecuándolos a las variaciones suscitadas por el alza de
precios, a fin de evitar la descapitalización de las empresas implícitas en un proceso inflaccionista. El art. 37
de la Ley de Presupuestos, si bien coincide con lo que es una regularización de balances, en su significado
de actualización de valores, mediante la fijación de unos índices, difiere de ella en cuanto se refiere a todas
las personas físicas sujetas al Impuesto sobre la Renta y lo hace con el objetivo de adaptar el cálculo de la
plusvalía en el momento en que se transmite el bien y a los exclusivos efectos del Impuesto de que se trata.
No puede invocarse, por tanto, para legitimarlo, la disposición adicional segunda de la Ley 61/78. Pero lo
que hace el art. 37 es una adecuación a la actual situación inflaccionista que responde a la naturaleza del
Impuesto sobre la Renta que ha de contemplar incrementos reales no monetarios. Nose trata de
modificación del Impuesto que requiera previsión normativa.
Para la Abogacía del Estado se trata, simplemente, de una aplicación de la disposición adicional segunda, 4,
de la Ley del Impuesto de Sociedades que autoriza el restablecimiento y modificación, por vía de la Ley de
Presupuestos, de la Ley de Regularización de Balances. Cierto que esta Ley no podía prever las
repercusiones de operaciones de regularización sobre figuras tributarias por entonces inexistentes, como el
Impuesto sobre el Patrimonio. A la representación jurídica del Estado le parece razonable que, dentro del
restablecimiento de la Ley de Regularización de Balances, se incluyera «el colmar las lagunas sobrevenidas
por la creación de nuevas figuras tributarias», lo que tendría por efecto evitar la desigualdad entre los
accionistas de sociedades que cotizan en Bolsa (que al aplicar la valoración de mercado han reducido el
valor patrimonial de sus títulos) y los que no cotizan en Bolsa.
En primer término, sin embargo, es preciso destacar que no se trata de una norma que regule los efectos
fiscales de la regularización de balances: se trata, más bien, de la introducción de un sistema optativo de
valoración de la base imponible, para cuya aplicación se exige que la sociedad, en su día, haya regularizado
el balance, y que lleva consigo un beneficio fiscal para aquellas sociedades en las que el promedio de los
beneficios de los tres ejercicios cerrados con anterioridad a la fecha del devengo del impuesto sea inferior al
8 por 100. No se prevé, por tanto, un efecto fiscal como consecuencia de la regularización; se concede un
beneficio fiscal de naturaleza independiente de la regularización a quienes hayan regularizado. A ello hay
que añadir que la Ley que se supone autoriza la modificación es la Ley del Impuesto de Sociedades y la Ley
de Presupuestos utiliza esta autorización para: a) regular una figura tributaria (Impuesto sobre el Patrimonio)
que nada tiene que ver con aquél; b) hacerlo en relación con los efectos producidos sobre unos sujetos
pasivos (personas físicas) excluidos del ámbito de la Ley del Impuesto de Sociedades; c) hacerlo partiendo
de unos presupuestos que sólo son referibles a algunas y no a todas las entidades sujetas al Impuesto de
Sociedades.
Por otra parte, no se trata de una mera adaptación, sino de un cambio en el sistema de valoración de la
base imponible que puede llevar a desvirtuar la naturaleza del impuesto, por cuanto hace posible que no
aparezcan en la base imponible de un impuesto que grava precisamente el patrimonio, y no los beneficios,
las participaciones en el capital social de entidades jurídicas cuyos títulos no coticen en Bolsa.
Finalmente, el carácter optativo de dicho sistema de valoración y el hecho de que se aplique exclusivamente
a las sociedades y no a las empresas individuales y dentro de las primeras sólo a las que han sido objeto de
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regularización, introduce, además, unelemento de discriminación que no se encuentra justificado, si es que
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con dicho sistema lo que se persigue es una mejor valoración de la base imponible.
8. El art. 43 de la Ley eleva los tipos de las operaciones sujetas al Impuesto General sobre el Tráfico de las
Empresas, con alguna excepción. También, con ciertas excepciones, eleva el tipo impositivo del recargo
provincial; todo ello limitado al ámbito temporal del presente año.
La teoría de que «nadie puede ir contra sus propios actos», ha sido aceptada por la Jurisprudencia, al
estimar que «lo fundamental que hay que proteger es la confianza, ya que el no hacerlo es atacar a la buena
fe que, ciertamente, se basa en una coherencia de comportamiento en las relaciones humanas y
negociales».
Es ésta una doctrina que, al menos respecto a los países cuyo sistema jurídico nos es más afín, adquiere su
desarrollo más relevante en el ámbito del Derecho Privado -la Jurisprudencia se refiere a quienes han
suscitado esa confianza con su «conducta contractual» y a la relación entre personas «dentro de un
convenio jurídico».
La exigencia de atenerse a las consecuencias de los propios actos es tanto más insoslayable cuanto el
contenido de tales actos esté en la disponibilidad de quien así se manifiesta. Quizá no sea susceptible de
predicarse con igual fuerza en el orden político constitucional. En aras de una coherencia que sería deseable
informara siempre actos de esta trascendencia, no debemos abstenernos de entrar en el fondo, haciendo
prevalecer la hipotética defensa de la buena fe a la defensa de la Constitución que es la tarea que nos
incumbe.
Como reconoce la Abogacía del Estado, ni la Constitución, ni la Ley Orgánica de este Tribunal
(https://vlex.es/vid/ley-organica-tribunal-constitucional-127089) exigen como condición de legitimación -
para el caso del art. 32.1 (https://vlex.es/vid/ley-organica-tribunal-constitucional-127089) c) de la LOTC
(https://vlex.es/vid/ley-organica-tribunal-constitucional-127089)- el voto contrario, o al menos la
abstención. Sin olvidar que otro principio general exige que toda renuncia de derechos debe ser explícita,
clara, terminante e inequívoca y aunque, debido a la protección que se debe dispensar a la buena fe, se ha
declarado que la renuncia puede inferirse de la conducta de los titulares del derecho,no es lícito deducirla, y
menos en el ámbito constitucional, de una conducta no suficientemente expresiva del ánimo de renunciar.
Es innegable que una reforma del Mutualismo Administrativo, acometida a partir de una situación jurídica
anterior, plagada de quiebras, insuficiencias y desigualdades entre unas y otras Mutualidades y Montepíos
existentes, sostenidos por muy dispares sistemas de cobertura, que determinaba, para algunos beneficiarios,
prestaciones al menos satisfactorias, mientras que otros colectivos se desenvolvían en plena carencia de
recursos, es difícil que pueda evitar, si propicia la unidad y la eliminación de desigualdades, rozar el límite
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por el respeto de todos los derechos y todas las expectativas, y se comprende que despierte el recelo de los
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menos favorecidos por la reforma.
Cualquier proyecto legislativo de esta índole, máxime si implica la transformación de un sistema que
contiene un componente sustancial de naturaleza pública estatutaria, es capaz de movilizar dialécticamente,
en sentido opuesto, dos principios constitucionales: el de la igualdad y el de la seguridad, suscitando una
tensión entre los mismos que es preciso afrontar, mediante la búsqueda del equilibrio deseable que, sin que
padezcan ni uno ni otro de estos principios, consiga, al mismo tiempo, posibilitar la función reformadora de
la Administración Pública, permitir la alternativa legítima de las diversas opciones constitucionales, que
determina el pluralismo político y promover la Justicia sin incurrir en arbitrariedad.
Los principios constitucionales invocados por los recurrentes: irretroactividad, seguridad, interdicción de la
arbitrariedad, como los otros que integran el art. 9.3 (https://vlex.es/vid/constitucion-126929) de la
Constitución (https://vlex.es/vid/constitucion-126929) -legalidad, jerarquía normativa, responsabilidad- no
son compartimentos estancos, sino que, al contrario, cada uno de ellos cobra valor en función de los demás
y en tanto sirva a promover los valores superiores del ordenamiento jurídico que propugna el Estado social
y democrático de Derecho.
En especial, lo que acabamos de afirmar puede predicarse de la seguridad jurídica, que es suma de certeza y
legalidad, jerarquía y publicidad normativa, irretroactividad de lo no favorable, interdicción de la
arbitrariedad, pero que, si se agotara en la adición de estos principios, no hubiera precisado de ser
formulada expresamente. La seguridad jurídica es la suma de estos principios, equilibrada de talsuerte que
permita promover, en el orden jurídico, la justicia y la igualdad, en libertad.
La disposición adicional quinta es una norma cierta, precisa y formalmente publicada. No se aduce lo
contrario, la seguridad jurídica no se ve afectada por incumplimiento de estos requisitos. Cabe interrogarse
acerca de su posible carácter retroactivo; pero si lo contestamos afirmativamente, no puede decirse, sin más,
que esa retroactividad engendre inconstitucionalidad.
El Ordenamiento jurídico, por su propia naturaleza, se resiste a ser congelado en un momento histórico
determinado: ordena relaciones de convivencia humana y debe responder a la realidad social de cada
momento, como instrumento de progreso y de perfeccionamiento. Normalmente, lo hace así, al establecer
relaciones pro futuro. Pero difícilmente una norma puede evitar que la regla de futuro incida sobre
relaciones jurídicas preexistentes, que constituyen el basamento de las relaciones venideras; y es por ello
que, a menudo tales normas deben contener unas cautelas de transitoriedad que reglamentan el ritmo de la
sustitución de uno por otro régimen jurídico. La incidencia de la norma nueva sobre relaciones consagradas
puede afectar a situaciones agotadas. Entonces puede afirmarse que la norma es retroactiva, porque el
tenor del art. 2.3 (https://vlex.es/vid/codigo-civil-127560) del Código Civil (https://vlex.es/vid/codigo-civil-
127560) no exige que expresamente disponga la retroactividad, sino que ordene que sus efectos alcanzan a
tales situaciones. Pero la retroactividad será inconstitucional sólo cuando se trate de disposiciones
sancionadoras no favorables o en la medida que restrinja derechos individuales.
Los recurrentes invocan, en este caso, la retroactividad respecto a situaciones jurídicas regidas por la Ley
29/75 (https://vlex.es/vid/seguridad-social-funcionarios-civiles-257744350), que pretendió establecer el
Régimen Especial de Seguridad Social de Funcionarios Civiles del Estado. Es, por tanto, a este régimen legal
al que debemos remitir nuestro análisis. Si este análisis concluye enque la disposición adicional quinta no
restringe los derechos individuales regidos por él, de forma tal que pueda ser tachada de
inconstitucionalidad, podremos prescindir del Decreto 3065/78, actualmente sub judice, en la Jurisdicción
Contencioso-Administrativa, que sólo cobraría importancia si el análisis concluyera en la
inconstitucionalidad de la disposición adicional quinta confrontada con la Ley 29/75, porque, en tal caso, la
vigencia del Decreto, que incide en aquella legalidad en el mismo sentido que la disposición aquí
impugnada, no dejaría de tener sus consecuencias. Apresurémonos a decir que la disposición adicional
quinta de la Ley de Presupuestos no debe ser considerada inconstitucional por restrictiva -si lo fuera- de
derechos individuales regidos por la Ley 29/75 (https://vlex.es/vid/seguridad-social-funcionarios-civiles-
257744350).
Cierto es que, a los problemas del Mutualismo entonces existentes, se quiso dar «prudente solución», «con
el fin de respetar derechos adquiridos o en curso de adquisición». Y la Ley 29/75
(https://vlex.es/vid/seguridad-social-funcionarios-civiles-257744350) lo hizo, muy concretamente,
conservando a los beneficiarios el derecho a la percepción «de las prestaciones que estuvieran en vigor, en
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la Mutualidad respectiva, al 31 de diciembre de 1973, sin incremento alguno de sus obligaciones».
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Parece, en una primera aproximación al tema, como si el núcleo de la cuestión controvertida no consistiera
en otra cosa que determinar si esa expresión -«en curso de adquisición»- envuelve una garantía, no ya de la
cuantía de las prestaciones estáticas al 31 de diciembre de 1973, sino de las expectativas acordes con el
régimen jurídico vigente en la misma fecha y establecido en los respectivos estatutos, expectativas
frustradas por la disposición adicional quinta. Pero no es éste el planteamiento correcto, desde el punto de
vista de la constitucionalidad. Desde el punto de vista de la constitucionalidad, debemos rehuir cualquier
intento de aprehender la huidiza teoría de los derechos adquiridos, porque la Constitución no emplea la
expresión «derechos adquiridos» y es de suponer que los constituyentes la soslayaron, no por modo casual,
sino porque la defensa a ultranza de los derechos adquiridos no casa con la filosofía de la Constitución, no
responde a exigencias acordes con el Estado de Derecho que proclama el artículo primero
(https://vlex.es/vid/constitucion-126929) de la Constitución (https://vlex.es/vid/constitucion-126929);
fundamentalmente, porque esa teoría de los derechos adquiridos, que obliga a la Administración y a los
tribunales cuando examinan la legalidad de los actos de la Administración, no concierne al Legislativo, ni al
Tribunal Constitucional cuando procede a la función de defensa del ordenamiento, como intérprete de la
Constitución. Cuando se trata de la defensa del ordenamiento constitucional, hemos de tener en cuenta que
el concepto de «derecho individual» no puede confundirse con el ius quaesitum; el 9.3 -en todo o en parte-
alude a los derechos fundamentales del Título I y, para algunos, parece incluso excesivo que el principio
constitucional de la irretroactividad alcance a las Leyes, restringiéndolo a los Reglamentos. El principio de
irretroactividad,del art. 9.3, en cuanto a las leyes, concierne sólo a las sancionadoras no favorables, y a las
restrictivas de derechos individuales, en el sentido que hemos dado a esta expresión. Fuera de ello, nada
impide, constitucionalmente, que el legislador dote a la Ley delámbito de retroactividad que considere
oportuno.
En todo caso, ya hemos sugerido que la irretroactividad de la disposición restrictiva de derechos, no puede
ser trascendida del tema de la interdicción de la arbitrariedad. El juicio de la arbitrariedad suele remitirse a la
actuación del Ejecutivo; más concretamente, a la actuación de la Administración Pública. En este sentido,
«arbitrario» equivale a no adecuado a la legalidad y ello, tanto si se trata de actividad reglada -infracción de
la norma- como de actividad discrecional -desviación de poder-, etc. Pero la Constitución se refiere a todos
los poderes públicos y, al hacerlo así, introduce -como alguien ha dicho- un arma revisora en manos de los
tribunales ordinarios y del Tribunal Constitucional. Cuando se habla de la arbitrariedad del Legislativo, no
puede tratarse de la adecuación del acto a la norma, pero tampoco puede reducirse su examen a la
confrontación de la disposición legal controvertida con el precepto constitucional que se dice violado.
El acto del Legislativo se revela arbitrario, aunque respetara otros principios del 93 cuando engendra
desigualdad. Y no ya desigualdad referida a la discriminación -que ésta concierne al art. 14-, sino a las
exigencias que el 92 conlleva, a fin de promover la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra,
finalidad que, en ocasiones, exige una política legislativa que no puede reducirse a la pura igualdad ante la
Ley.
El recurso denuncia «una grave injusticia en relación con los mutualistas afectados», sin pormenorizar en
qué consiste la arbitrariedad, qué sector es el afectado por la posible desigualdad de trato. Es decir, que se
omite la carga que incumbe a la parte recurrente «de colaborar con la justicia del Tribunal en un
pormenorizadoanálisis de las grandes cuestiones que se suscitan» -como hemos dicho en nuestra Sentencia
de 8 de abril de 1981-.
Los datos que poseemos, por el contrario, revelan que la disposición impugnada consolida el principio de
unidad, que tiende a obviar privilegios de algunos funcionarios, respecto a los demás, sin afectar situaciones
consolidadas. Se trata, por tanto, de un texto legal que opera en la dirección de los principios
constitucionales consagrados y tiende a realizarlos, sin tacha de desigualdad, antes al contrario, procurando
la igualdad.
derivadas de los medios económicos aportados por los mutualistas.
Si a esto se añade la posibilidad, intacta, no ya sólo de que las Mutualidades disconformes revoquen su
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integración en el Fondo Especial, sino que también lo hagan los mutualistas que ingresaron a título
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individual, en las condiciones derivadas de la Ley 29/75 (https://vlex.es/vid/seguridad-social-funcionarios-
civiles-257744350), que no aparecen aludidas por la disposición adicional quinta (https://vlex.es/vid/ley-
presupuestos-generales-ejercicio-443932538) de la Ley 74/80 (https://vlex.es/vid/ley-presupuestos-
generales-ejercicio-443932538), hemos de concluir en la constitucionalidad de esta Disposición.
FALLO
En atención a todo lo expuesto, el Tribunal Constitucional, POR LA AUTORIDAD QUE LE CONFIERE LA
CONSTITUCION DE LA NACION ESPAÑOLA
Ha decidido
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Práctico Derechos Fundamentales Derechos y deberes de los ciudadanos
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...... auténtico mandato jurídico, fuente de derechos y obligaciones», del que «se deriva un deber constitucional para
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los ciudadanos de contribuir, a través de los impuestos, al sostenimiento o financiación de los gastos públicos» (
Sentencia del Tribunal Constitucional 189/2005, de 7 de julio [j 1] , F. 7, y las que en ella se citan). Con expresa
referencia a las Sentencias del Tribunal Constitucional 182/1997, de 28 de octubre [j 2] , F. 6, 137/2003, de 3 de julio [j
3] , F. 6, y 108/2004, de 30 de junio [j 4] , F. 7. Tal y como ha establecido el Tribunal Constitucional ......
......Cabe citar al efecto los Decretos de 10 de agosto de 1877 y 6 de julio de 1887, el Estatuto Municipal de 1924, la
Ley de Régimen Local de 1950, así como el Texto Refundido de 1955, el Real Decreto 3250/1976 y el Real Decreto
Legislativo 781/1986 ( Sentencia del Tribunal Constitucional 233/1999, de 13 de diciembre, F.33 [j 5] ). Requisitos y
límites de la ......
......153 LC . Se corresponden con el art. 153 LC . Concordancias TRLC : arts. 100 y 528.2 . Concordancias LC: art. 198 LC
en la redacción anterior a la Ley 17/2014, de 30 de septiembre . Otras concordancias: - DT 3ª de la Ley 25/2015, de 28
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el cual es
(STC para
inicio de sesión
aplicable
27/1981,
a
FJ 10)-
aportarte
todos los
y, más
una mejor
poderes
concretamente,
experiencia
públicos:
en el principio
de navegación.
ejecutivo,......
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BOE. Boletín Oficial del Estado 11 de Agosto de 1987
Invalid date
...de la Ley impugnada, y las nuevas tarifas que habrían de aplicarse a partir de esa fecha. Y, como ha declarado el
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