En tercer lugar está la ira, una emoción considerada pecaminosa porque hace aflorar en quien la
sufre el odio o deseo de muerte de otra u otras personas. Dante sitúa a los que han pecado de ira
en la segunda grada del purgatorio y la define como: “El amor que alguien siente por la justicia
que, sin embargo, lo pervierte en deseo de venganza y en resentimiento”. Para él, la ira surge en
una persona cuando ha sufrido un daño o una afrenta de otra y, cuando siente que esta no ha sido
sancionada o reparada justamente, convierte esa frustración en odio o resentimiento. El sentir
que no se ha hecho justicia lleva al odio a quien sufrió; y ese odio no es otra cosa que una ira
permanente que atrapa poderosamente.
Cada terraza purga un pecado en particular de manera adecuada (aquellos en el purgatorio
pueden dejar voluntariamente su círculo, pero solo lo hará cuando se haya corregido el defecto
dentro de sí mismos que llevaron a cometer el pecado). La estructura de la descripción poética de
estas terrazas es más sistemática que la del Infierno, [19] y se asocia con cada terraza son una
oración apropiada, una bienaventuranza, y los ejemplos históricos y mitológicos del pecado mortal
pertinentes y de su virtud opuesta.
En la terraza de los iracundos, ejemplos de mansedumbre, la virtud opuesta, son mostrados a
Dante como visiones en su mente. Como ejemplo clásico tenemos a la esposa de Pisístrato
pidiendo por la ejecución de un hombre que había abrazado a su hija, a esto Pisístrato habría
respondido: "Que debiéramos hacer a alguien que nos hiere / si alguien que nos ama aprende (con
el significado de temer) de nuestra condena?"[31] San Esteban brinda un ejemplo bíblico,
señalado en Hechos de los Apóstoles 7:54–60[32] (Canto XV):
"Después vi gente inflamadas en ira,
con piedras matar a un jovencito, unidos en
un solo y fuerte grito: ¡Mátalo, mátalo, mátalo!
Y lo veía inclinarse, por la muerte
que ya le pesaba, hacia la tierra,
mas con los ojos siempre al cielo alzados,
orando al alto Sire, entre tanta guerra,
que perdonase a sus perseguidores,
con aquel semblante que a piedad lleva."[33]
Las almas de los iracundos caminaban en fumarolas de acre, esto simboliza el cegador efecto del
enojo:[34]
"Oscuridad de infierno y de noche priva
de todo planeta, bajo pobre cielo,
cuanto ser puede de nubes atenebrada,
no cubrió mi rostro de tan espeso velo,
como aquel humo que allí nos cubría,
ni nunca hubo más áspero pelo,
que el ojo abierto sufrir podría;"[35]
Marco Lombardo discute con Dante acerca del Libre albedrío – un tema relevante, ya que no hay
razones para discutir con alguien que no tiene control sobre sus acciones[34] (Canto XVI). Dante
también tiene visiones con ejemplos de ira, tales como Procne, Amán y Lavinia. La oración de esta
terraza es el Agnus Dei: "Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, miserere nobis... dona nobis pacem."
("Cordero de Dios, tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros... danos la paz.")
(Canto XVII).
En este punto Virgilio explica a Dante la organización del purgatorio y su relación con el amor
pervertido, deficiente o mal dirigido. Las terrazas que habían recorrido hasta el momento habían
borrado la soberbia ("Aquel que a través de la humillación de otros, / espera la supremacía"[36]),
la envidia ("Ese quien, cuando es superado, / teme la propia perdida de su fama, de poder, de
honor, y favor; / deseando con locura el infortunio de sus vecinos."[37]), y la ira ("Aquel, sobre
lastimado / recibido, resentido, por venganza codicioso / y, con enojo, busca dañar a los
otros."[38]). Todos ellos, amores mal direccionados. (Cantos XVII y XVIII).
Los poetas transitan por el quinto círculo, en donde yacen los iracundos. En su ruta, Dante y
Virgilio deben de cruzar Estigia, la laguna del Infierno. Para realizar lo anterior, suben a bordo de la
barca de Flegias, demonio guardián de este ámbito. Cuando transitan por esas aguas inmundas,
surge de ellas el alma de Filippo Argenti, en vida, un encarnizado enemigo de Dante. Cuando
Virgilio lo rechaza, los demás condenados por el pecado de la ira se arrojan sobre él. Luego, Dante
y Virgilio arriban a Dite, la ciudad de los demonios.
Estos últimos se oponen al paso de los poetas y le sugieren a Virgilio que abandone a su suerte a
Dante.
Virgilio tranquiliza al poeta, y trata de persuadir a los demonios a que les permitan cruzar tras las
murallas de Dite, sin embargo, ellos se niegan y deciden cerrar los portones. Virgilio,
apesadumbrado, calma a Dante y le explica que pronto llegará un ángel del cielo para abrirles el
paso.
Barquero rencoroso
Flegias, el barquero de la laguna Estigia, es otro de los personajes mitológicos que Dante utilizó
para la Divina Comedia. Flegias fue vástago de Marte y monarca de Orcomene, en Beocia. Se hizo
célebre al osarse a incendiar el templo de Apolo, furioso porque este último dios sedujo a su hija
Corónide. Fruto de esta unión nació Esculapio, dios de la medicina. Virgilio, en la Eneida, coloca a
Flegias en el Tártaro, es decir, el inframundo grecorromano. El famoso temperamento de Flegias lo
hizo idóneo para Dante como centinela del círculo de los iracundos.
Odio inmortal
Dante y Filippo Argenti fueron adversarios en la vida real. Este último pertenecía a la facción
política de los Negros, mismos que derrotaron a los Blancos de Dante, y ocasionaron el destierro
del poeta. Los parientes de Argenti, aprovechando la expulsión de Dante de Florencia, se
quedaron con sus bienes. Argenti era tan adinerado y ostentoso que, de acuerdo a Bocaccio,
colocaba en sus caballos herraduras de plata. El resentimiento deAlighieri en contra de Argenti se
transmite de lleno en este episodio. El rival de Dante, intenta volcar la barca de Flegias, y Alighieri,
quien hasta esta parte del poema había manifestado cierta compasión por las almas torturadas del
averno, en este caso celebra el destino de su enemigo y hasta celebra que los demás condenados
por la ira, lo despedacen en el fango. Incluso a quienes cometieron pecados más graves y se
encuentran más adentrados en el Infierno, Dante los tratará con más respeto y comprensión,
como por ejemplo, Farinata, Cavalcanti o Brunetto Latini.
Dite, la ciudad infernal
Esta urbe terrorífica comprende los cuatro últimos círculos del Infierno. El fuego, elemento
asociado estrechamente por la tradición a esta región de ultratumba, no había sido mencionado
en la Commedia hasta llegar a esta ciudad fortificada. Se trata de un conglomerado atemorizante
de edificios medievales, torres, murallas y fosas. Plagada de demonios, Dite lleva ese nombre por
su homónimo rey, mismo que se menciona en la Eneida como el monarca de los Infiernos. Dante
lo identifica con Lucifer mismo. En el agua pantanosa del río Estigia, los iracundos pelean entre
ellos. De mala gana, Flegias transporta a Dante y a Virgilio través del Estigia en su barco. En el
camino un condenado les habla, Filippo Argenti, güelfo negro de una prominente familia. Cuando
Dante responde "con el llorar y con el luto quédate, espíritu maldito,"[8] Virgilio entonces lo besa.
Literalmente, esto muestra el hecho que las almas en el Infierno están eternamente fijadas en el
estado que eligieron, pero alegóricamente, refleja como Dante se "contagia" del pecado de la
ira[9] (Cantos VII y VIII).
Las partes más bajas del Infierno se encuentran dentro de los confines de la ciudad de Dite, que a
su vez está rodeada por la laguna estigia. Los castigados dentro de Dite son pecadores activos (no
pasivos). Los muros de Dite estás custodiados por ángeles caídos. Virgilio no logra convencerlos de
que lo dejen pasar con Dante y las Erinias y Medusa amenazan a Dante. Un ángel mandado del
Cielo les deja entrar, abriendo la puerta al ser tocada por una vara. Alegóricamente, esto revela el
hecho de que el poema está empezando a tratar con pecados que ni la filosofía ni el humanismo
pueden comprender del todo[9] (Cantos VIII y IX).
LA IRA
La ira, bronca, cólera, enfado, rabia, enojo o furia es una emoción que se expresa a través del
resentimiento o de la irritabilidad. Los efectos físicos de la ira incluyen aumento del ritmo
cardíaco, de la presión sanguínea y de los niveles de adrenalina y noradrenalina.[1] Algunos ven la
ira como parte de la respuesta cerebral de atacar o huir de una amenaza o daño percibido.[2] La
ira se vuelve el sentimiento predominante en el comportamiento cognitivamente y fisiológico
cuando una persona hace la decisión consciente de adoptar medidas para detener
inmediatamente el comportamiento amenazante de otra fuerza externa.[3] La ira puede tener
muchas consecuencias físicas y mentales.