3ra Presentación: “El amor incondicional del Padre por mí”
II.- ¿Qué actitudes personales me pueden alejar de Dios?
Esposo…
Esposa…
Sacerdote… 2 min.
Considerando la lectura del Evangelio que acabamos de escuchar me doy
cuenta de que en el transcurso de mi vida sacerdotal, en el ejercicio de mi
ministerio, he tomado decisiones, consciente o inconscientemente, que
me han alejado de Dios. Como cuando he preferido hacer las cosas por mí
mismo, para ser reconocido o valorado, para que mi trabajo y esfuerzo
sean tomados en cuenta, y que el mérito es mío y no de los demás, así
busco SER INDEPENDIENTE. O también cuando en ocasiones las personas
me piden que les haga algún servicio y me presionan, argumentando que
para eso soy sacerdote, pienso que me usan y juegan con mi tiempo, a
veces hago lo me piden para que no me sigan molestando y otras veces
me niego, haciéndoles saber, de alguna manera, que QUIERO SER LIBRE y
que no tengo por qué corresponder a sus peticiones. Como cuando me
piden que celebre alguna ceremonia y me niego, me comporto de manera
EGOISTA, y soy tajante en mi rechazo…
Otras actitudes que he vivido y que me han separado del Plan de Dios…
Han sido: la SOBERBIA, LA FLOJERA, LA RUTINA. Entre otras…
He sido soberbio, como el hermano mayor que despreció al hermano
menor, por ejemplo cuando he subestimado a algunas personas de mi
parroquia, y las he despreciado por no estar a la altura, porque son
humildes o no tuvieron escuela… ante ellos me he presentado como el
que sabe más, no permito que me aconsejen, y me molesta que me den a
conocer mis errores, aunque lo hagan con mucho cariño y caridad, porque
juzgo que no tienen derecho a decírmelo, porque yo estoy más preparado
que ellos…
He caído también en actitudes de rutina y flojera, cuando pienso que mi
trabajo no ha sido tomado en cuenta, que nadie lo valora, y que no tiene
caso seguirme esforzando, y me dejo llevar por lo que el mundo me
aconseja, es decir: hacer las cosas sin mayor esfuerzo, y conforme vayan
saliendo. Como consecuencia, también en lo personal, bajo pretexto de
que he trabajado y me he cansado mucho hago a un lado la oración,
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queriendo convencerme a mí mismo de que trabajando por Dios es
suficiente…
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II.- SACERDOTE: Compartir en grupo… (VER BOSQUEJO)
III.- ¿En qué momento reconocí que había fallado y me perdí,
alejándome de la misericordia del Padre?
Esposo…
Esposa…
SACERDOTE… 3 MIN.
Mis comportamientos de casado soltero, o de ordenado-soltero, me han
llevado a separarme y a vivir de forma egoísta, a hacer mi voluntad, lo que
a mí me gusta, lo que me reafirma individualmente en lo que yo quiero,
etc., haciendo a un lado la voluntad de mi Padre Dios, y dejando de darle
importancia a mi relación con las personas. Esta, mi relación, se ve
afectada de manera negativa y yo experimento un profundo sentimiento
de desilusión…
Algunas consecuencias negativas por estar viviendo actitudes y
comportamientos de ordenado-soltero, ha sido, que entre mi gente y yo
haya distanciamiento y lejanía, también que surjan los malos entendidos y
los prejuicios, que nuestro diálogo se torne superficial. Y lo que más me
preocupa es darme cuenta que la confianza mutua disminuye. Como
cuando he dejado de atender o de acompañar a los grupos apostólicos, los
he dejado caminar solos con el pretexto de que ya están lo
suficientemente preparados, que pueden salir adelante por sí mismos, etc.
Como hace poco que suspendí reuniones con los jóvenes de mi
comunidad, argumentando que ya no estaban respondiendo al llamado, y
que su presencia en la parroquia era para hacer puras pachangas, que yo
no veía ninguna espiritualidad, que en ellos no había ningún interés de
crecimiento ni por mejorar en su vida y apostolado, gracias a Dios no se
fueron de la parroquia, pero sí me hicieron saber que se sentían muy
tristes por lo que les había dicho y que se sentían como ovejas sin pastor.
Noté que nuestro trato ya no era con la confianza de antes y nos
sacábamos la vuelta para no encontrarnos en el camino. Ante esto mis
sentimientos más fuertes fueron de soledad, tristeza y culpabilidad.
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Estos tres sentimientos entremezclados, los comparo con los sentimientos
que experimentó el hijo pródigo: tristeza por haberme alejado de los
jóvenes, por dejar que caminaran solos sin mi cercanía y atención; soledad
y nostalgia como cuando ya no cuentas con el apoyo de los amigos que
tanto quieres y te dejan solo; y culpabilidad, como el hijo pródigo que se
aleja de la casa del Padre, así yo también me sentí culpable por haber
apartado de mí el amor y aprecio de los jóvenes. Entonces me di cuenta
que con estas actitudes mías me estaba apartando de la misericordia del
Padre, que estaba gastando la herencia de forma egoísta y estaba cayendo
por eso en desilusión.
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IV.- SACERDOTE: Textual: (VER BOSQUEJO)
COMO EN EL BOSQUEJO HASTA…
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VIII.- ¿Qué te dice de ti mismo?
Esposo…
Esposa…
SACERDOTE… 2 min.
Gracias a Dios y de una manera significativa al EMM que me ha ayudado a
revalorar mis actitudes y comportamientos. He comprendido que mi
padre Dios me invita a luchar y a salir de la mediocridad y que
constantemente me brinda la oportunidad de ser el mejor sacerdote que
puedo ser. Y para poder hacerlo cuento con la gracia sacramental que Él
me ofrece como un signo claro del amor incondicional que él me tiene. Su
gracia me ayuda a entrar en un proceso de discernimiento que me
permite saber qué es lo que Dios me pide y cuál es su voluntad. Contar
con la gracia de Dios, además de que me ayuda a dejar de vivir lo que el
mundo me propone, contrario al Plan de Dios, me permite ver todo de
diferente manera y cómo mi amor por mi gente se conserva vivo y en
continuo crecimiento. Algo que me complace compartirles es que me
llena de gozo servir al EMM, y trato de vivir el valor de la disponibilidad,
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cada vez que puedo y me llaman a compartir mi vida sacerdotal en FDS y
otras experiencias del EMM. Por dos razones principalmente: primera:
porque me siento retado e invitado a seguir luchando por ser sacerdote
dador de vida, y segunda: porque miro como viven los matrimonios y
sacerdotes del EMM un nuevo estilo de vida, dialogando en
sentimientos, amándose, respetándose, reconciliándose y
perdonándose. Viviendo valores legítimamente cristianos en su relación
sacramental. Así comprendí con mayor claridad que el AMOR DE LOS
ESPOSOS, Y DEL SACERDOTE POR SU ESPOSA LA IGLESIA, ES EL SIGNO
DEL AMOR DE CRISTO POR NOSOTROS. A través de ellos, Cristo, me deja
sentir su amor incondicional de forma palpable y sensible…
Cada vez que vivo la relación intersacramental, cuando
permito que ustedes, los matrimonios sacramentados toquen mi vida, y
también veo cómo yo puedo compartirles la gracia sacerdotal,
apoyándolos, animándolos, y haciéndoles ver que son muy importantes
para mi…, me hace sentir muy motivado, y con el testimonio que dan de
matrimonios sacramentados, como ustedes, me ayudan a ser más
responsable de mi relación con mi gente, y hacen que se despierte en mí
el deseo y el propósito de hacer profundos cambios en mi persona y en mi
relación sacramental con los demás. Así como el hijo pródigo que regresa
a la casa del Padre, y siente que su Padre lo abraza, de la misma manera
yo me siento invitado a la fiesta, pero a la vez muy comprometido a
corresponder a su amor incondicional.
El estado de Gracia que Dios desea que viva en mi sacerdocio, me motiva
a querer ser el mejor sacerdote que puedo ser, así veo con mayor claridad
que Dios mi Padre me pide obediencia a su voluntad y lo hago, por
ejemplo, cuando soy generoso con mi gente, cuando le sirvo con amor;
cuando salgo al encuentro de las personas y estoy atento a sus
necesidades, en pocas palabras: cada vez que decido vivir el Plan amoroso
de Dios en mi relación con mi gente…
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LO QUE SIGUE COMO EN EL BOSQUEJO…
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4ta. Presentación: “Compartiendo el pan de vida”
VI.- ¿Qué significa para mí el amor incondicional?
Esposo…
Esposa…
SACERDOTE… 1 min.
A pesar de las dificultades que se me presentan en
mi diario vivir, me esfuerzo y trato de amar a mi gente
incondicionalmente. Porque recuerdo que el amor de Dios para mí así es,
es incondicional. He experimentado su amor de Padre y he sentido su
ternura, comprensión y amabilidad de muchas maneras. Sé que Él está
siempre dispuesto a perdonarme, su amor me levanta, y me sostiene cada
día en la lucha. Así como sabes que cuentas con un buen amigo que te
tiende la mano y siempre está contigo.
Amo a mi gente incondicionalmente cuando le ayudo a acercarse a Dios y
a romper con los malos hábitos de pecado. Como cuando los matrimonios
no sacramentados me buscan para recibir orientación, les ayudo a quitar
obstáculos y barreras, para que puedan recibir la gracia del sacramento.
Me llena de alegría cuando me piden que yo celebre la misa de su boda.
También amo a mi gente incondicionalmente cuando soy misericordioso y
no permito que en mi corazón se aniden rencores ni resentimientos,
aunque me cuesta hacer a un lado mi orgullo y soberbia, comprendo que
muchas veces mi gente no pretende ofenderme o lastimarme por maldad
sino que esto suele suceder por ignorancia o prejuicios. Como cuando a
los sacerdotes en general nos juzgan negativamente y nos echan en cara
nuestros pecados. Sí me entristece que a todos nos juzguen
negativamente, pero trato de comprender y en mi diálogo con las
personas voy más allá de las palabras y escucho con la mente y el corazón,
así los comentarios en lugar de hacerme daño, me ayudan a ser mejor
sacerdote y a orar por mi santificación y la de mis hermanos sacerdotes.
VII.- ¿Cómo contagio con mi amor a los demás?
Esposo…
Esposa…
SACERDOTE… 2 min.
El EMM me ha ayudado a ser más abierto con mi
gente y a identificar más claramente mis sentimientos. Algo de lo cual le
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estoy profundamente agradecido es que me ha enseñado a ser sacerdote
más humano, sensible al amor de mi gente, a presentarme vulnerable; y
de esta manera poder expresar un amor misericordioso a los demás.
Como cuando escucho en confesión a la persona que busca el consuelo, el
consejo y el perdón, viene a mi mente la presencia de Jesús y me pregunto
¿qué haría Él en mi lugar? Trataría a la persona con amabilidad, con
ternura, respeto y comprensión, con amor misericordioso… Y le pido a
Jesús que me conceda la gracia de ser un medio a través del cual la
persona pueda experimentar su amor misericordioso… Soy testigo de que
esto realmente sucede cuando la persona se retira tranquila y con el
alma en paz. Un no verbal muy sensible y elocuente es cuando recibo el
abrazo cariñoso y tierno que me da la persona como señal de
agradecimiento.
El amor misericordioso también lo expreso con mi gente en cada misa que
celebro, principalmente la del domingo. En mi parroquia hay fiesta y
regocijo, nos da gusto vernos, hay convivencia y comunión fraterna o
mejor dicho, familiar. Es palpable que después de alimentarnos con la
Palabra de Dios y con el Cuerpo y la sangre de Cristo en la Eucaristía,
salgamos llenos de alegría, nos une la amistad y nos dejamos sentir
cercanos unos a otros en convivencia cordial.
De la misma manera, cuando visito a los enfermos en casa o en el
hospital. El amor misericordioso se expresa dando consuelo, fortaleza y
esperanza, al que sufre y tiene dolor. Como hace poco me pidieron que
fuera a bendecir la casa de unos esposos ancianitos, no sólo hice la
bendición sino que los auxilié espiritualmente con los sacramentos, me
hicieron saber que se sentían privilegiados por haberlos visitado un
sacerdote en su casa tan humilde.
De muchas maneras hago que mi gente experimente un amor
misericordioso. Como cuando abrazo a los niños y les brindo confianza;
cuando soy comprensivo con los jóvenes y les ofrezco mi apoyo,
escuchándolos y alentándolos. Cuando soy tierno y amable con los
ancianos. Y cuando confío en las personas que ejercen algún apostolado
en mi parroquia… y cuando tiendo mi mano y abro el corazón al hermano
sacerdote que me necesita.
VIII.- Dar un ejemplo personal de cómo su amor es poderoso y dador de
vida para otros…
Esposo…
Esposa…
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SACERDOTE… 2 min.
La semana pasada fui a compartir un FDS a Phoenix,
Arizona, allí me di cuenta que Dios sigue obrando maravillas, porque vi
cómo dos sacramentos dadores de vida, el matrimonio y el sacerdocio
pueden tocar con un amor misericordioso a otros, en este caso a los
demás matrimonios que estaban ahí. Miré como se fueron dando poco a
poco los efectos positivos. En mi caso, el viernes por la noche me sentí
angustiado porque veía matrimonios con cara de indiferencia, como dijera
el papa Francisco: CON CARAS DE FUNERAL. Así me fui preocupado por la
noche, la preocupación no me dejó dormir. Pero luego se notó el cambio y
fui testigo de cómo el amor misericordioso sacramentado del Matrimonio
y de mi sacerdocio tocó la vida de todos ellos. El amor de Dios se hizo
palpable, y muy pronto, el sábado, pero sobre todo el domingo, ya se
respiraba un ambiente de fiesta y de apertura, y se miraban los rostros
iluminados con la gracia de Cristo desbordante en ese FDS. Miré a los
matrimonios con deseos de cambiar el mundo, empezando con la familia y
los más cercanos.
Recuerdo que compartí con un matrimonio del equipo el viernes por la
noche mi preocupación. Y me dijo “ten paciencia, padre Ángel, el Señor
Jesús nos tiene algo preparado”, y así fue. El EMM me sigue convenciendo
por eso y por muchas cosas más, pero sobre todo porque yo me siento
invitado por Dios y por mi Iglesia a ser sacerdote dador de vida, gracias al
sacramento del orden que se me confirió puedo y estoy dispuesto a amar
misericordiosamente mi gente.
(NOTA: Preguntar cómo se va a manejar el compartir de las obras de
misericordia)
IX.- COMO EN EL BOSQUEJO…