Francesco Lambiasi - El Jesus de La Historia
Francesco Lambiasi - El Jesus de La Historia
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EL<<JESUS
DE LA H-ISTORIA
VIAS E-ACCE S O . . .
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FRANCESCO LAMBIASI
Colección ALCANCE
36
EL "JESUS DE LA HISTORIA"
Vfas de acceso
Págs.
PROLOGO............................................... 7
l. El «caso-Jesús» dos mil años después . . . . . . . . . . . . . . 13
¿Qué no es un evangelio? . 40
¿Cómo nacieron los evangelios? . 41
Título del original italiano: ¿Qué es un evangelio? . 46
Gesú di Nazaret. Una verifica storica ¿Por qué unos evangelios tan tardíos? . 50
© 1983 by Ed. Marietti S.p.A.
Casale Monferrato (Italia). 4. ¿ Qué es «historia»? . 53
mayor exactitud? . 62
Págs.
lo que llamamos 'alimento' y producimos lo que se modo particular, Nietzsche), e incluso cierta teolo-
denomina 'pensamiento'». La 11.ª edición de la En gía parecía prometer que allá, a la vuelta de la es-
ciclopedia Británica define al hombre como «un quina del cementerio de Dios, se encontraba espe-
buscador del más alto grado de comodidad con el rándonos, accesible y risueño, el Paraíso del hom-
menor gasto de energía». bre. Pero, ¿ es cierto todo esto? ¿ O es la
Y entre lo horrendo y lo grotesco, el siguiente enésima proyección de ese enfermo incurable -el
enunciado sobre el hombre, que circulaba por la hombre- que sueña con una salvación que nunca
Alemania pre-nazi: «El cuerpo humano contiene va a llegar? En una palabra, ¿ha existido un
una cantidad de grasa suficiente para producir siete hombre llamado Jesús? ¿ Y quién fue de verdad
trozos de jabón, suficiente hierro para producir un ese Jesús?
clavo de tamaño mediano, una cantidad de fósforo
Hace ya dos mil años que los hombres se afa-
suficiente para preparar dos mil cabezas de cerillas,
nan por dar una respuesta a estas preguntas. Pero
y el suficiente azufre como para librarse de sus pro-
nunca como hoy se ha visto el «álbum» de Jesús tan
pias pulgas».
repleto de retratos y reproducciones. ¿No será, tal
Quizá sea mejor que nos detengamos aquí. Más
allá todavía -en las regiones de los hiper-mercados vez, porque el hombre contemporáneo, ante la ne-
y de los ciclotrones, de las refinerías y de las fave- cesidad de medirse y descifrarse, toma el evangelio
las- hallaremos colecciones de robots y arsenales como espejo, pero luego termina por prestar al
de armas. Y millones de muertos de hambre. Hombre de Nazaret su propio rostro?
En la última ala de este espantoso museo que el He aquí una serie de «Jesúses» tomados de las
hombre se ha construido, se va desde el hornofaber últimas páginas del «álbum»:
(el hombre constructor de máquinas, que a sí mis-
mo se concibe también como máquina, tan des- Un Jesús efácil»: «Veo a Cristo como a un
montable como las piezas de un motor) hasta el dulce poeta errante, tan loco como para amarte
horno destruens (el hombre destructor, amenazado aunque no le sigas demasiado de cerca; lo veo
por sus propios productos). ¿Adónde ha ido a como un joven que posee todos esos retazos de be-
pa- rar el hombre-imagen-de-Dios que nos recuerda lleza que uno, durante su vida, puede descubrir en
la Biblia? los mejores amigos; es un dechado de amistad, y
«Para que pueda vivir el hombre, es preciso que además no espera nada a cambio» (Liliana Cavani).
muera Dios». El decreto de muerte venía suscrito Un Jesús «revolucionario»: «El horizonte utó-
por prestigiosas firmas (Feuerbach, Marx y, de un pico de la estrategia evangélica es el de la sociedad
radicalmente comunista, que ya está en marcha en
forma de liberación provisional. El Hijo del
Hom-
10 El Jesús de la hisioria Prólogo 11
bre nos marca la dirección de una 'ecclesia' comu- hace él mismo más hombre? (Gaudium et Spes, n.
nista» (Ernst Bloch). 41).
Un Jesús que es «el gran despertar de lo hu Por último, dedico estas páginas a mi madre,
mano»: «Hasta entonces, todos los sabios medita- que en la historia de Jesús está experimentando la
ban en el destino, en la necesidad confundida con la única palabra de salvación para su propia historia.
razón. Jesús es lo contrario del destino. Es la liber-
tad, la creación, la vida. El ha arrancado de la his-
toria toda fatalidad. El lleva a término las promesas
de los héroes y de los mártires acerca del gran des-
pertar de la libertad... Todos los dioses habían
muerto... y empezaba el hombre. Era como un nue-
vo nacimiento del hombre» (Roger Garaudy).
Un Jesús inaprehensible: «Se trata de subirse
al sicómoro para ver al Señor..., si es que llega a. pa-
c¡,,-z..'i. \.>eso, ¡a� de. m\�, �o �o c¡,,o� u� bue.� t'ie.y,ado'i
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aunque me he empinado sobre las puntas de los
pies, no lo he visto» (Eugenio Montale).
Este modesto trabajo lo ofrezco a creyentes y a
no-creyentes. A los creyentes, como ayuda para
que estén «siempre dispuestos a dar respuesta a
todo el que os pida razón de vuestra esperanza»
(1 Pe 3, 15), es decir, a verificar y a demostrar la
consistencia histórica de la esperanza sembrada en
sus corazones. A los no-creyentes, como invitación
a que revisen el «caso-Jesús»: ¿y si fuera verdad que
en él, el más humano de los hombres, Dios se ha
hecho realmente presente? ¿ Y si fuera verdad que él
tiene en sus manos la clave para descifrar el miste-
rio del hombre? ¿ Y si fuera verdad, como dice el
Vaticano II, que «quien sigue a Cristo-hombre se
1
El "caso-Jesús"
dos mil años después
fesor en Manchester. Para Allegro, el origen del Véase, si no, la reducción que se hace de Jesús
cristianismo se encuentra en una secta de «droga- como «prototipo de alienación», como paradigma
dos» que se entregaban a celebrar festines orgiásti- de todas las desviaciones de la psicopatología reli-
cos. Dicha secta se centraba en el culto a un hongo giosa. Así, por ejemplo, para Binet-Sanglé, profesor
venenoso, alucinógeno y estimulante erótico-místi- de psicología en La Sorbona, Jesús fue teómano
co. «Jesús» no es sino el nombre de dicho hongo, de (maníaco religioso), citófobo (detestaba la comida:
ambigua fascinación sexual, que ya había sido ante- ¡ayunó durante cuarenta días!), dromómano (era
riormente venerado por sumerios y esenios; para incapaz de estarse quieto, y de ahí que anduviera
ser exactos, tal nombre significa propiamente «es- siempre de un lado para otro), impotente (véanse
perma que salva»: ¿no contiene acaso la enigmática sus continuas exhortaciones en favor del celibato) y
raíz verbal -U, tomada del vocabulario sexual su- homosexual (su predilección por Juan). Un colega
merio? La historia de Jesús narrada en los evange- de Binet, el profesor J. Soury, no comparte la expli-
lios habría sido totalmente inventada con el fin de cación que da Binet, que lo achaca todo al alcoho-
revestir míticamente el culto del primordial hongo lismo del padre de Jesús; para Soury, las
salvador: oportunamente codificados, los evange- enfermedades-manías de Jesús se deben a su
lios nos restituyen el hongo. ¡Nada más que el hon- meningo-encefalitis sifilítica: ¿acaso no se dan en
go! (6). Jesús las primeras muestras de locura cuando, a los
doce años, se pone a discutir con los doctores en el
¿ Un ser pequeño e insignificante? templo? Y no faltan quienes pretenden encontrar la
causa de todo ello en el trauma neuropsíquico pade-
«Probablemente, Jesús no existió nunca. Y si
cido por la madre durante la gestación, debido al te-
existió, sería un hombre pequeño y mezquino»: así
mor que sentía de ser repudiada por su prometido,
se expresaba Benito Mussolini en un libelo que es-
José; prueba de ello sería el mutismo de Jesús ante
cribió en sus años jóvenes. Si bien es verdad que al
Pilato (7).
final de su vida habría de cambiar de opinión, el
Lo peor es que estas groseras mistificaciones se
caso es que no fue el único que lanzó hipótesis acer-
revisten de cientifismo: ¿acaso no las firman gran-
ca de Jesús entre lo pícaro y lo grotesco.
des profesores? Así, por ejemplo, para Morton
Smith, profesor de historia en la Universidad Co-
(6) En la misma línea de desbordada fantasía, el periodista
Cario Buldrini afirma que, tras su presunta muerte, Jesús habría (7) Cfr. V. MESSORI, lpotesi su Gesu, Ed. SEi, Turín 1976,
muerto realmente en Cachemira a los 82 años de edad, rodeado de p. 134 (trad. castellana: Hipótesis sobre Jesús, Ed. Mensajero,
un enjambre de hijos y nietos. · Bilbao 1978).
18 El Jesús de la historia El «caso-Jesús» 19
lumbia de Nueva York, no cabe discusión: Jesús nático inofensivo ni un romántico restaurador del
fue verdaderamente homosexual. ¿La prueba de reino de David en el que su Dios habría de ser el Se-
ello?: un fragmento de un presunto evangelio secre- ñor. No; Jesús es el más radical revolucionario.
to de Marcos donde se cita un bautismo mágico im- Compáreselo, si no, con el último de los revolucio-
partido por un Jesús moralmente ambiguo (8). Esto narios contra Roma, el judío Simón, que en el año
es suficiente, por lo visto, para dar por científica la 132 después de Cristo logró expulsar de Jerusalén a
interpretación de Smith, aun cuando posteriores y los legionarios del emperador Adriano y que poi:
cuidadísimas investigaciones han puesto de mani- ello fue aclamado como 'Bar Kochba', o hijo de la
fiesto que el llamado «fragmento de Marcos» es una estrella. Antes de la absoluta derrota de la resisten-
descarada falsificación. cia anti-romana (que le supuso el que le fuera cam-
¿Sólo un gran hombre? biado tal apelativo por el de 'Bar Koshba', o hijo de
la mentira), Simón fue reconocido como Mesías por
¿Qué se piensa de Jesús en el ámbito marxista? la clase dirigente, precisamente porque luchaba por
Resulta dificil encerrar en un solo grupo a los estu- la independencia política de Israel y por la restaura-
diosos que han afrontado el problema (ya nos he- ción del poder sacerdotal: era la suya, por tanto,
mos referido a Donini). Recojamos ahora el pare- una estrategia violenta, pero en favor de una causa
cer de Bloch, Machovec y Belo. conservadora.
Hebreo-marxista, con la Biblia en una mano y
Bien distinta es -dice Bloch- la «revolución»
El Capital en la otra: así podríamos describir al
de Jesús, condenado por el poder como hereje y
filósofo alemán Ernst Bloch (1885-1977). Aunque
subversivo (Me 14, 64; 15, 26; Jn 19, 7). Es verdad
su aproximación a la figura de Jesús es más de tipo
que también la revolución de Jesús fracasó: su ex-
filosófico que histórico, la base de su relectura de
los evangelios la constituye, sin duda alguna, la his- pectación -la inminente instauración del reino de
Dios- acabó cuando exhaló su último aliento en la
toria: «El establo, el hijo del carpintero, el soñador
cruz. ¿ Final de la escatología? Sí, dice Bloch, pero
entre gente sencilla... : todo eso se fundamenta en un
también nacimiento de la utopía: precisamente de la
material histórico, no en ese otro material conve-
cruz nace el primer brote del gran sueño de la hu-
nientemente dorado por el que tanta predilección
siente la leyenda» (9). Para Bloch, Jesús no es un fa- manidad, que consiste en hacer que nazca el hom-
bre nuevo, el luchador infatigable contra toda alie-
(8) M. SMITH, JI Vange/o segreto, Ed. Mursia, Milán 1977.
(9) E. BLOCH, Das Prinzip Hoffnung, Ed. Suhrkamp, Frank- nación, el hombre libre como Jesús que derriba del
furt a.M. 1959, p. 1.482 (trad. castellana: El Principio Esperanza, trono al dios «Padre-Patrono» (y a todos los patro-
Ed. Aguilar, Madrid 1975).
nos), convirtiéndose de este modo en el hombre-
20 El Jesús de la historia El «caso-Jesús» 21
Dios (10). En este sentido, Jesús está por encima de futuro, pero sin la reducción de aquel elemento mo-
todos, por encima incluso de los fundadores de las ral que en Bloch se queda en un segundo plano.
grandes religiones, porque está más unido a noso- Para Machovec, el centro del mensaje de Jesús se
tros que todos ellos: Cristo «está vinculado a los capta precisamente aquí: en la transformación inte-
hombres como nadie, y permanece a su lado como rior que lleva al hombre, a ejemplo de Jesús, a dedi-
el signo más dulce y, en su dulzura, más abrasa- carse totalmente a la causa de los oprimidos, por-
dor; como el signo que más nos espolea y más nos que el vuelco radical esperado por Jesús no es «re-
ama» (11). ducible ni al campo social ni al político» (13). De
Por una parecida e indisimulada simpatía hacia esta forma, Machovec se apresura a guardar dis-
la figura de Jesús se caracteriza igualmente el neo- tancias con respecto a las relecturas del evangelio
maxista Milan Machovec, profesor de filosofía en la en clave exclusivamente socio-política.
Universidad de Praga, a quien se alejó de la docen- La interpretación del acontecimiento-«Cristo»
cia por su implicación en la «primavera de Praga»: la hace Machovec desde una perspectiva neo-mar-
«No seré yo quien deplore la desaparición de la reli- xista, viendo en Jesús no sólo la expresión de deter-
gión en cuanto tal. Pero si tuviera que vivir en un minadas contingencias socio-económicas (marxis-
mundo que hubiera olvidado totalmente la 'causa mo clásico), sino al portador de unos grandes idea-
de Jesús', entonces preferiría no seguir viviendo... les humanos que componen la síntesis del futuro
Creo que en tales circunstancias también resultaría renovado y que se condensan en el «¡Vivid com-
imposible la victoria, rectamente entendida, de la prometidamente: la humanidad perfecta es posi-
'causa de Karl Marx'» (12). ble!» (14).
En comparación con Bloch, el enfoque de Ma- Al final, y aun cuando en la cabeza del filósofo
chovec parece estar más libre de esquemas ideológi- hay pocas certezas y muchas dudas (es el precio
cos y más abierto a los resultados que pudiera ofre-
cer una investigación histórica rigurosa. Para el
(13) M. MACHOVEC, Gesú per gli atei, Ed. Cittadella, Asís
filósofo de Praga, la misión de Jesús conserva cier- 1974, p. 105 (trad. castellana: Jesús para ateos, Ed. Sígueme, Sala-
tamente toda la carga política de lucha por el nuevo manca 19762).
(14) /bid., p. 96. Cfr. también, en la p. 98, la traducción-reduc-
ción del Padre Nuestro: «Padre nuestro, que estás en la época futura,
(10) E. BLOCH, Ateísmo ne/ cristianesimo, Ed. Feltrinelli, Mi- que tu gloria quede comprometida en nuestro empeño; venga tu rei-
lán 1977, pp. 177-178. no en el presente; hágase tu voluntad en ese reino futuro y en nuestra
(11) !bid.• p. 165. propia vida presente; danos hoy el pan de mañana; perdónanos
(12) M. MACHOVEC, en Marxisti di fronte a Gesu, editado nuestras culpas del mismo modo que nosotros perdonamos a quienes
por l. Fetscher y M. Machovec, Ed. Queriniana, Brescia 1976, son culpables para con nosotros; y no nos lleves al día de la ruina,
p. 134. mas líbranos del mal».
22 El Jesús de la historia El «caso-Jesús» 23
que debe pagar por su 'presupuesto' ateo y 'neo'- dad- aparece como un relato subversivo centrado
marxista), el corazón del hombre Machovec está in- en la praxis de lucha de Jesús contra los tres meca-
dudablemente a favor de Jesús: «Aquella frase tan nismos de la injusticia social: el poder económico,
naturalmente humana y conmovedora -'Quédate el poder político y el poder ideológico. Jesús se
con nosotros, que está atardeciendo y se acerca pone de parte de los oprimidos y en contra de los ri-
la noche' (Le 24, 29)- es capaz de inflamar cos, los señores y los doctores, y además propone a
el corazón, aunque la cabeza no crea en la los suyos una eclesiología comunista, caracterizada
resurrec- ción» (15). por una triple praxis: la praxis de las manos, como
«Un texto para ser utilizado como instrumento economía de reparto y en contra de la economía de
ideológico en la lucha de clases»: tal pretende ser el compraventa (práctica de la caridad contra el poder
libro del portugués Fernando Belo (16). Y una vez económico); la praxis de los pies, como ruptura de
acabada su lectura, hay que decir que al menos en los círculos cerrados de las «clases» y como apertu-
este punto ha acertado de lleno el autor, vista la ex- ra a todos, en marcha hacia una sociedad sin clases
traordinaria acogida que obtuvo en el ámbito de la (práctica de la esperanza contra el poder político y
izquierda extraparlamentaria y de los Cristianos religioso); y la praxis de los ojos, es decir, la capaci-
por el Socialismo en Italia. En su investigación, dad para ver la praxis de Jesús como demolición de
Belo parte del presupuesto de que la única lectura la ideología dominante (práctica de la fe contra el
válida del evangelio es la lectura marxista, por ser poder ideológico).
una lectura antiburguesa y antiidealista. Tras haber
verificado cuál era el modo de producción en la Pa- Esta relectura de Belo, que tiene el innegable
lestina del siglo 1, Belo intenta analizar la «praxis» mérito de haber puesto de relieve los componentes
de Jesús en el marco de los conflictos de clase de su económicos, sociales y políticos de la praxis mesiá-
tiempo. nica de Jesús, tiene, sin embargo, la gran limitación
Leído desde esta óptica, el evangelio de Marcos de que se presenta como «la» lectura del evangelio.
-por encima de posteriores interpretaciones espiri- Ahora bien, este dogmatismo ha suscitado no po-
tualistas que constituyen auténticas «raspaduras», cas reservas incluso en el mismo campo «cristiano-
es decir, cribas ideológicas operadas por la comuni- marxista». Así, por ejemplo, Giulio Girardi objeta:
si el cristianismo se reduce a una práctica social
( 15) Ibid., p. 196. subversiva, ¿cómo se puede seguir hablando de la
(16) F. BELO, Una leuura po/itica del Vangelo, Ed. Claudia-
na, Turin 1975, p. 35 (trad. castellana: Lectura política del Evange originalidad de la esperanza cristiana? No es «disol-
lio, Ed. Zero, Madrid 1975). viendo» el evangelio en la lucha de clases -sigue ar-
24 El Jesús de la historia
guyendo Girardi- como se demuestra la conciliabi-
lidad entre fe y marxismo (17).
También subyace al intento de Belo el postula-
do de base de las demás interpretaciones marxistas,
según el cual la única garantía de verdad sería la 2
praxis revolucionaria marxista. Sin un análisis críti-
co de dicho postulado, se acaba por encontrar en el La historia
evangelio Jo que de antemano se deseaba encontrar.
Se efectúa una «raspadura» en el texto: los elemen- del "caso-Jesús"
tos que corresponden a la opción previamente to-
mada se consideran como elementos originales.
Cuando, al final, del Hijo del Hombre ya no queda
más que «el programa comunista y la estrategia
transformadora», los tiempos de oración se convier-
ten en «tiempos para corregir la estrategia»; la euca-
ristía se hace «praxis económica de compartir el
pan»; la resurrección deviene «símbolo de insurrec-
ción» (18); y entonces hay que preguntarse si toda-
Tras haber escuchado algunas voces de la cul-
vía estamos leyendo el evangelio de Marcos... o ¡el
tura contemporánea, al objeto de comprobar cómo
evangelio de Marx!
se percibe y se resuelve hoy el problema-Jesús,
No deseamos anticipar conclusiones; pero tam-
echemos ahora una mirada al pasado para analizar
poco podemos dejar de hacer una pregunta: ¿es
-en un rápido recorrido- la historia del problema.
metodológicamente correcto acercarse a una histo-
De este modo podremos situar el actual debate en
ria como la de Jesús desde unos presupuestos
su adecuado contexto. Se trata de una historia rela-
ideológicos y no desde una seria y serena crítica
tivamente reciente que se inició hacia finales del si-
histórica?
glo XVIII. Hasta entonces, toda la cristiandad ha-
bía siempre creído tranquilamente que los evange-
listas -diríamos hoy- son una especie de reporte-
(17) G. GIRARDI, «Matérialisrne historique et identité chré-
ros gráficos siempre dispuestos a «filmar» los gestos
tienne», Lettre, n. 198 (février 1975), pp. 29-31. y palabras de Jesús o, cuando menos -y éste sería
(18) F. BELO, op. cit., pp. 98, 126, 180.
el caso de los dos evangelistas no apóstoles (Mar-
26 El Jesús de la historia La historia del «caso-Jesús» 27
cos y Lucas)-, a «estenografiar» el relato de la vida bía dado a la imprenta como sí se tratara de un es-
del Maestro, escuchado de boca de los testigos ocu-
crito anónimo. En realidad, lo que en dicho libro se
lares.
afirmaba era una tesis revolucionaria, según la cual
«Tan cierto como el Evangelio»: es un dicho po- hay que distinguir en los evangelios entre el proyec-
pular que refleja perfectamente esta actitud de con- to de Jesús y el objetivo de sus discípulos.
fianza sencilla y espontánea que estuvo vigente du-
Jesús no había soñado jamás con fundar una
rante los primeros dieciocho siglos de la era cristia-
nueva religión; no realizó milagros; no habló de su
na. Con la Ilustración, el hombre moderno pretende
muerte, y mucho menos de su resurrección. Era un
someter a verificación racional todas las verdades,
revolucionario judío que, como tantos otros revolu-
incluida la de la fe, y comienza a ponerse en una ac-
cionarios de su tiempo (Judas el Galileo, Teudes o
titud problemática (que no tarda en convertirse en
Bar Kochba), predicaba el advenimiento de un rei-
escéptica) en lo referente a los datos evangélicos.
no terrenal y se proponía liberar a sus compatrio-
De este modo se inicia la fase crítica o hipercrítica,
tas, encabezando una rebelión armada contra el do-
que subdividimos en tres períodos: el primero, que
minio romano. Un mesías político, en suma. Pero
abarca de finales del siglo XVIII hasta finales del
su proyecto se vino abajo miserablemente, corno él
XIX; el segundo, hasta la primera mitad del si-
mismo lo declara con su grito de desilusión desde la
glo XX; y el tercero, desde la postguerra hasta
cruz: «[Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has aban-
nuestros días.
donado?»,
Totalmente diferente es el plan de sus discípu-
Primer período: los. Estos se encuentran ante un desastre: durante
«No a Cristo, sí a Jesús» mucho tiempo habían soñado con el día en que
unos se sentarían a la derecha y otros a la izquierda
Podemos indicar la fecha exacta en que comien- del nuevo rey... y ahora no podían resignarse a vol-
za este primer período: 1778. Aquel año se publica- ver al duro trabajo que les aguardaba en Galilea.
ba el último compendio de un extenso manuscrito Entonces idean un fraude: secuestran-el cadáver del
de cuatro mil páginas titulado La intención de Je maestro y se inventan la historia de la resurrección
sús y la de sus discípulos. Su autor -Sarnuel Rei- y del futuro regreso glorioso de Jesús, al objeto de
rnarus, un deísta alemán, defensor a ultranza de ganarse adeptos a la nueva religión. Fueron los dis-
una religión natural y filosófica- había muerto diez cípulos, por consiguiente, quienes desnaturalizaron
años antes sin haber tenido el valor de publicarlo; el la figura de Jesús, presentándolo corno el Cristo, es
editor, el filósofo racionalista G. E. Lessing, lo ha- decir, como el mesías religioso que, con el fin de re-
28 El Jesús de la historia La historia del «caso-Jesús» 29
dimir del pecado a la humanidad, se ofrece volunta- tenido una excepcional experiencia de la paternidad
riamente a la muerte y después resucita. Este es jus- divina (1).
tamente el Cristo que encontramos en los evange- Típico de esta tendencia es también E. Renan,
lios.
que describe a Jesús como el «tierno galileo» que
En su interpretación del «caso-Jesús», Reimarus «encuentra al Padre celestial en medio de las verdes
está profundamente condicionado por sus «a priori» colinas y de las cristalinas fuentes, entre grupos de
filosóficos, como es, por ejemplo, su rechazo racio- niños y mujeres que, con el ánimo exultante y el
nalista de lo sobrenatural. Y es él el primero que in- cántico de los ángeles en el corazón, aguardaban la
troduce en los evangelios la distinción crítica +que salvación de Israel» (2).
acabará convirtiéndose en clásica- entre lo que, se- Y así podríamos seguir contemplando una larga
gún él, sería el verdadero Jesús (el profeta revolu- serie de «retratos» de Jesús, desde el que lo describe
cionario de Nazaret) y el Cristo, es decir, la figura como el más elevado creador del sentimiento reli-
idealizada por sus discípulos. gioso hasta el de la perfecta encarnación del ideal
En esta línea se mueve la llamada teología libe moral de la humanidad.
ral, la cual, al proponerse conciliar la fe con la El golpe de gracia a todas estas «historias» de
razón en la práctica, con la filosofia idealista de la Jesús de tinte Iiberal Jo asestó la ya clásica obra del
época-, intenta liberar la imagen de Jesús de las joven Albert Schweitzer: Historia de la investiga
«incrustaciones» dogmáticas, que se iniciaron con ción sobre la vida de Jesús (3), es decir, una «Histo-
la primera comunidad cristiana y prosiguieron a lo ria de las historias de Jesús» en la que, partiendo de
largo de las sucesivas épocas. Gracias a esta labor Reimarus, se muestra con inexorable agudeza que
de «restauración» sería posible «volver al hombre- todas esas vidas, aunque pretendan haber sido de-
Jesús de Nazaret», reconstruir exactamente su bio- ducidas de los evangelios, en realidad no eran sino
grafía histórica e incluso esbozar su itinerario psi- representaciones acomodadas a las circunstancias
cológico. Así, por ejemplo, para el principal repre- de la época. Toda época, toda teología, todo
sentante de esta escuela, A. Harnack, Jesús no en- autor ha revestido a Jesús con sus propios ropajes:
señó ningún dogma, no realizó ningún milagro y no los ra- cionalistas representaban a Jesús como el
fundó ninguna religión. Su mensaje se reducía a la «gentle-
idea -idea sumamente aceptable para cualquier re-
ligión que pretenda ser racionalmente sostenible- (!) A. HARNACK, L'essenza del cristianesimo, Ed. Querinia-
de que Dios es Padre de todos; consiguientemente, na, Brescia 1980.
(2) E. RENAN, Vida de Jesús, E. D. A. F., Madrid 19813•
Jesús no es el Hijo de Dios, sino un hombre que ha (3) A. SCHWEITZER, Geschichte der LebenJesuForschung,
Tübingen 1906.
30 El Jesús de la historia La historia del «caso-Jesús» 31
ferencia del propio maestro, la investigación históri- Escuchemos a otro discípulo de Bultmann,
ca, según Kasemann, es importante para la misma Günther Bornkamm: «Los evangelios no justifican
fe, porque, de hecho, nos hace tomar conciencia de ni la resignación ni el escepticismo, sino que, por el
que Dios ha actuado en la historia antes de que no contrario, nos revelan con inusitada fuerza e inme-
sotros fuéramos creyentes; al igual que los sinópti- diatez la figura histórica de Jesús, aunque lo hagan
cos, también nosotros debemos mantenernos firme- de distinta manera de como lo hacen las crónicas y
mente anclados en la historia de Jesús para poder las descripciones históricas. Resulta especialmente
afirmar categóricamente que es de esa historia, y no evidente que lo que los evangelios refieren del men-
de nosotros, de donde nos viene la salvación (8). saje, las obras y la historia de Jesús se caracteriza
En síntesis, son tres los puntos con los que Ka- siempre por una autenticidad, un frescor y una ori-
semann determina la orientación de esta nueva ftl- ginalidad que la fe pascual de la Iglesia no oscurece
se: primero: si no existe conexión alguna entre el en absoluto; y esas características nos reconducen
Cristo de la fe y el Jesús de la historia, el cristianis- directamente a la figura terrena de Jesús... Ahora lo
mo se convierte en un mito; segundo: si la Iglesia vemos con mayor claridad» (9).
primitiva no sentía interés alguno por la historia de Si, por una parte, la teología protestante ha
ksú':'í, emonces no se explica por qué fueron eser- abamk,natlo \a orientación fitlehta J se ha abielto a
tos los evangelios (jpodria haber bastado con las la posibilidad y al valor de la investigación
cartas de Pablo!); y tercero: es nuestra propia fe la históri- ca, la teología católica, por otra parte, ha
que exige la certeza acerca de la identidad entre el superado la orientación historicista de la
Jesús terreno y el Cristo glorificado (a no ser que apologética clásica y ya no ve los evangelios como
pretendamos que los creyentes padezcan de estra- si se tratara de bio- grafias en el sentido moderno,
bismo...). sino, ante todo, como testimonio de fe. Tanto en
el campo protes- tante como en el católico se sigue
Católicos y protestantes una «tercera vía» que permita ver la continuidad
unidos por la «tercera vía» entre la historia de Jesús anterior a la Pascua y la
posterior a ella; es decir, que ponga de manifiesto
Tras de la reacción a las tesis de Bultmann, el
la identidad de «Je- sús, el Cristo».
clima que se respiraba en el campo protestante
cambió profundamente.
(8) E. KÁSEMANN, Essays on New Testament Themes, Lon- (9) G. BORNKAMM, Gesú di Nazareth, Ed. Claudiana, Turin
dres 1954, p. 33 (trad. castellana: Ensayos exegéticos. Ed. Sígueme, 1977, p. 19 (trad. castellana: Jesús de Nazaret, Ed. Sígueme, Sala-
Salamanca 1978). manca 19823).
38 El Jesús de la historia
Esta «tercera vía» está jalonada por los tres es-
tadios de la formación de los evangelios, tal como
son reconocidos por las recientes declaraciones del
Magisterio (10): 1) El primer estadio es el de Jesús,
que escoge a sus discípulos, vive en comunión con 3
ellos, enseña de un modo incisivo y fácilmente me-
morizable y realiza gestos que se caracterizan por ¿Qué es un
su novedad absoluta. 2) El segundo estadio es el de
la comunidad primitiva, que -a la luz de la Pascua "evangelio"?
y bajo la guía de los apóstoles- transmite, interpre-
ta y actualiza las palabras y los hechos de Jesús.
3) El tercer estadio es el de los evangelistas, los cua-
les -y como consecuencia de todo lo anterior- ya
no son vistos como «estenógrafos» directos de los
hechos, sino como teólogos y catequistas que selec-
cionan, sintetizan y adaptan el material recibido de
la tradición.
Tras dos siglos de ásperos debates, tanto la crí-
tica protestante como la católica han reencontrado
-eso sí, por caminos científicos (y ésta es la gran
diferencia con el pasado)- la serenidad y la con- En el planteamiento del problema de la histori-
fianza de los primeros dieciocho siglos de la Iglesia: cidad de los evangelios sucede que frecuentemente
en el mensaje de los evangelios nos encontramos nos quedamos bloqueados en un punto muerto,
con la historia auténtica de Jesús. porque no nos han sido previamente aclarados los
dos términos de fondo del asunto: «evangelio» e
«historia». Esto es precisamente lo que pretendemos
hacer en este capítulo y en el siguiente. Y para ello,
(JO) Cfr. la Instrucción Sancta Mater Ecclesia, de 21 de abril
de 1964 (AAS 56 [1964], pp. 712-718); Constitución Dogmática
primero nos preguntaremos «¿qué no es]» evange-
Dei Verbum, del Vaticano 11; Discurso de Pablo VI a la Pontificia lio, y luego nos preguntaremos «¿qué es?», Y lo
Comisión Bíblica el 14 de marzo de 1974 (AAS 66 [1974], pp. 235-
241); Declaración de la Comisión Teológica Internacional, «Alcune
mismo haremos con la «historia». De este modo po-
questioni riguardanti la cristología», en La Ctviltá Cattolica, qu. dremos ver en qué sentido son históricamente dig-
3.129 (l-Xl-1980), pp. 260-278.
nos de consideración los evangelios.
40 El Jesús de la historia ¿ Qué es un «evangelio»?
¿Qué no es un evangelio? 1) o en un paraje llano (Le 6, 17)? ¿Curó a
Todos recordamos el gran nivel de aceptación wio(Lc:
que obtuvo la película Jesús, de Zefirelli: «¡una pelí- 18, 35) o a dos (Mt 20, 30) ciegos en Jericó?
cula igualita que el evangelio!», Claro que también ¿Cuántas veces fue a Jerusalén a lo largo de su vida
hubo quien se lamentó de que en tiempos de Jesús pública: una sola vez (Mt, Me, Le) o varias veces
no se hubiera inventado el cine, que habría sido la (Jn)? Los ladrones que injurian a Jesús en la cruz
manera de que pudiéramos contar con un precioso ¿son los dos (Mt 27, 44 y Me 15, 32) o uno
quinto evangelio en celuloide, y seguramente con solo
algunos ángeles más que los que puso el católico (Le 23, 39)? ¿ Y cómo se explica el que
Zefirelli. Mateo (caps. 5-7) ponga en boca de Jesús en su
primer dis- curso muchas cosas que Lucas, por su
No vamos a discutir la popularidad obtenida parte, dise- mina a lo largo de su evangelio?
por el Jesús «televisivo». Lo que sí queremos es po- Si recurrimos a la visión tradicional, el proble-
ner de relieve cómo dicho «film» ratifica la opinión, ma no tiene salida, a no ser que queramos volver a
tan difundida entre la gente, de que los soluciones de tipo «concordista», según las cuales
evangelios son un calco exacto y minucioso de la Jesús habría pronunciado las bienaventuranzas tal
vida de Jesús que incluso permiten establecer una como lo refiere Mateo, «sobre el monte», y luego,
serie de fechas absolutamente seguras, como la del una vez descendido al llano, las habría vuelto a re-
bautismo de Je- sús, que habría tenido lugar el 16 petir como nos lo dice Lucas; o habría realizado
de enero del año dos distintas curaciones en Jericó: una vez a un
28; o la del sermón de la montaña (el 19 de junio), o solo ciego, y otra vez a dos... Pero ¿de veras desea-
la transfiguración (el 6 de agosto del 29), y la muer- mos volver a abrir la página de un concordismo tan
te de Jesús (el 7 de abril del año 30). Y mientras ingenuo precisamente ahora, cuando apenas acaba-
tanto, ¡los historiadores no consiguen hoy ponerse mos de doblar el recodo de la hipercrítica?
de acuerdo acerca de la fecha exacta del nacimiento
de Jesús! Y con respecto a la fecha de su muerte, ¿ Cómo nacieron los
oscilan entre el 14 y el 15 de «nisan» y los años 30 y evangelios?
33 ... Pero ¿cómo explicar -con esta visión de los La sarta de preguntas que acabamos de formu-
evangelios como «reportajes»- las lagunas existen- lar constituye una serie de falsos problemas. Todo
tes en el relato? ¿ Y las diferencias entre los distintos resulta más sencillo e inteligible si aceptamos la
evangelistas? Por ejemplo: ¿pronunció Jesús las postura ya unánimemente admitida por los exper-
bienaventuranzas desde lo alto de un monte (Mt 5, tos y oficialmente consagrada por el magisterio.
conciliar: como ya hemos indicado, y según
la�
Constitución Dogmática Dei Verbum (n.
19), el
42 El Jesús de la historia ¿ Qué es un «evangelio»? 43
e) Una tercera necesidad muy vivamente sen- tancias, tanto en Jerusalén como en Antioquía o en
tida en la Iglesia primitiva era la necesidad misione- Grecia fueron apareciendo diversos «flashes» sobre
ra: predicar el evangelio a todos, judíos y paganos. Jesús: relatos de la pasión, de las parábolas o de los
Si por lo que se refiere a estos últimos el argumento milagros, recuerdos de sus palabras... Pero para ha-
más impresionante era el de los milagros (de ahí las cer una película hay que unir dichos «flashes» o
diversas colecciones de relatos milagrosos), por lo «planos», al objeto de ir formando las «secuencias».
que hace a los judíos la «prueba del nueve» de la Así funciona también la reagrupación de los relatos
mesianidad de Jesús era la Escritura (de ahí las di- acerca de Jesús. Par- un misionero, por ejemplo,
versas listas de pasajes del Antiguo Testamento era útil disponer de una colección de milagros (en
«dispuestos para ser usados»), Mateo tenemos una serie seguida de diez de ellos:
Como puede verse, la primera comunidad no ha caps. 8-9) o de parábolas (que Marcos las presenta
desempeñado un papel pasivo en la transmisión del reunidas en su «jornada de las parábolas»), Los
evangelio: no nos ha transmitido una historia «fosi- «planos» sobre la vida de Jesús se unieron, pues, en
lizada», un libro petrificado, sino una historia viva y «secuencias» y llegó a imponerse una serie de
significativa, un evangelio que es preciso revivir y «escenas-tipo». Tan sólo quedaba una última opera-
reescribir continuamente. ción para tener la película: el «montaje», esto es, la
Ahora bien, ¿no es ésta la auténtica fidelidad al organización de estos diferentes elementos por obra
pasado? de un autor» ( 1 ).
«Para mejor entender esta tarea de formación Y henos aquí frente a la última etapa de la for-
de los evangelios a lo largo de medio siglo, pode- mación de los evangelios: la que se debe a la inter-
mos valernos de una imagen cinematográfica. Los vención de cada uno de los evangelistas, los cuales,
apóstoles habían quedado «impresionados» por la aun permaneciendo fieles al material procedente de
figura de Jesús al modo como un rostro «impresio- la t��dic_ión, l� confieren a ést� una nueva sistem�-
na» una película. Pero era preciso «desarrollar» (re zacion literaria y una nueva mterpretación teológi-
velar) dicho rostro. Del mismo modo que el baño ca. Por eso puede hablarse en verdad de un evange-
químico en el laboratorio realiza dicho «desarrollo» lio «según» Mateo, Marcos... No se trata, como lue-
(revelado) y hace que aparezca el rostro en positi- go veremos, de simples compiladores, sino de ver-
vo, así también la vida de las distintas comunidades
hizo de ambiente «reactivo» y fue, poco a poco, evi- (1) E. CHARPENTIER, Des Évangi/es d /'Évangi/e, París
1976, PP·. �5-36 (trad. castellana: De los evangelios al Evangelio, Ed.
denciando los rasgos de la figura de Jesús. De este Verbo Divino, Estella 197'7;, cfr. tambíén, del mismo autor, Giovi
modo, y en función de las necesidades y las circuns- nezza perenne dellu Bibbia, Ed Paoline, Roma 1979.
46 El Jesús de la historia ¿ Qué es un «evangelio»? 47
1982).
daderos autores; por eso, y aun tratándose de un
mismo Jesús, puede hablarse de cuatro «rostros»
que no pueden reducirse a un solo evangelio unifi-
cado.
¿ Qué es un evangelio?
En síntesis, los componentes típicos del género
literario «evangelio» pueden reducirse a «relato y
testimonio», o «historia y kerygma»; o mejor aún:
«historia kerygmática de Jesús, el Cristo» (2).
episodio puede ocupar distintos lugares en los dife- El contenido de los evangelios se enmarca en la
rentes evangelios. Así, por ejemplo, la visita de categoría del «testimonio»: profesión de fe en Jesús
Je- sús a Nazaret es situada por Mateo (13, 53-58) como único Señor y salvador. No son, por tanto,
va- rios capítulos después del sermón de la un relato neutro o una información aséptica, sino
montaña (caps. 5-7), mientras que en Lucas una pregunta que requiere una respuesta de fe, una
aparece al co- mienzo de la actividad pública de llamada a la opción definitiva.
Jesús (4, 16-30). La razón de ello es que a Lucas no
le importa tanto Lo mismo podemos decir de su intención o su
«cuándo» fue Jesús a Nazaret, sino el sentido de lo destino: no consiste en satisfacer la curiosidad de
que allí dije. Pues bien, para Lucas, el mensaje que los lectores, sino en comprometer a éstos a que aco-
Jesús proclama en su ciudad constituye la inaugu- jan la palabra de la salvación. Lo cual conlleva un
ración de su actividad mesiánica (mientras que, marcado acento «actualizador»: los evangelistas re-
para Mateo, el discurso inaugural y programático miten al primer cristiano, Jesús, para dar una res-
es el de las bienaventuranzas, y por eso lo coloca puesta a los problemas de las comunidades cristia-
precisamente al comienzo de la actividad pública). nas de su tiempo. Así pues, los evangelios son tradi-
cionales y actuales: la «memoria Iesu» que propo-
nen no consiste en simple repetición y conserva-
b) Kerygma. El carácter kerygmático de los
ción, sino que es «depósito», pero no como un teso-
evangelios (es decir, el que los evangelios sean pro-
ro que se esconde bajo tierra, sino más bien como
fesión de fe) es algo que se desprende de su génesis,
de su contenido y de su intención. simiente que, una vez echada en tierra, crece y fruc-
tifica. Es una memoria «capaz de futuro».
El origen de los evangelios no se parece en nada
al origen de un «reportaje»: unos apuntes, apresura- e) Ambos componentes -relato y testimo-
damente tomados en un bloc de notas durante el nio- no están yuxtapuestos en los evangelios, sino
acontecimiento, que después se revisan, se desarro- íntimamente unidos, hasta el punto de producir una
llan y se sistematizan. Los evangelios no nacen de única realidad literaria: son relatotestimonio; es
ningún tipo de notas tomadas por los evangelistas, decir, anuncian el mensaje relatando una historia, y ·
sino que guardan relación con una tradición viva relatan una historia para proclamar el mensaje. La I
que, desarrollada en diversas etapas, cristaliza en historia es el mensaje, y viceversa.
una serie de bloques narrativos y en unas determi-
nadas perspectivas teológicas que los redactores úl-
timos recogen y organizan en la redacción final.
50 El Jesús de la historia ¿ Qué es un «evangelio»? 51
¿Por qué unos evangelios tan tardíos? Señor. Bastan, por tanto, unos pocos rasgos acerca
El primer escrito del Nuevo Testamento, cro- de él, que es lo que hace Pedro en su discurso al pri-
nológicamente hablando, es la primera carta de Pa- mer pagano que se convierte, el centurión Cornelio:
blo a los Tesalonicenses, que puede datarse en tor- «Vosotros sabéis lo sucedido en toda Judea y que
no al año S l de nuestra era. El primer evangelio, en comenzó en Galilea después que Juan predicó el
cambio (el de Marcos), aparece unos veinte años bautismo... » (Hech 10, 37-43).
después, hacia el año 70. Y los demás, aún más tar- Pero a medida que el evangelio se difunde, au-
de. ¿A qué se debe el que, después de las cartas de mentan los que se convierten sin haber conocido a
Pablo -que, de hecho, también nos transmiten lo Jesús: los ex-paganos de Grecia y de Roma están
esencial de Jesús-, las comunidades primitivas sin- muy distantes de él, tanto desde el punto de vista
tieran la necesidad de estos relatos-testimonio? ¿ Y geográfico como cultural. Anunciar que la salva-
por qué aparecen éstos tan tarde? (4). ción se ha producido en un desconocido habría po-
Al comienzo de la predicación de los apóstoles, dido dar la impresión de que se trataba de una de
Jesús no tenía necesidad de presentación, porque tantas doctrinas esotéricas. Esta es precisamente la
los habitantes de Judea y de Galilea ya sabían de su reacción de los atenienses ante la predicación de
enseñanza, de sus obras y del trágico final de su mi- Pablo: «Parece ser un predicador de divinidades ex-
sión. Al día siguiente de Pentecostés, Pedro pudo tranjeras... » (Hech 17, 18). Por eso era preciso que
dirigirse a los habitantes de Jerusalén y a cuantos le la presentación y, consiguientemente, la informa-
escuchaban con una referencia verdaderamente ción acerca de Jesús se realizaran de modo que la
sintética: <<A ese Jesús a quien vosotros habéis cru- profesión de fe de los que se convertían consistiera
cificado, Dios lo ha constituido en Señor y Cristo» verdaderamente en su adhesión a la persona de Je-
(Hech 2, 36). Y en el año 57, Pablo podrá apelar a
sús. Tanto más cuanto que en las jóvenes iglesias
más de quinientos testigos de la resurrección aún
tendían a infiltrarse las corrientes espiritualizantes
vivos (1 Cor 15, 6). De lo que se trata, pues, en esta
de las herejías gnósticas, que hacían abstracción de
primera fase de la evangelización no es de informar
la historia concreta y de la persona de Jesús de Na-
sobre Jesús, sino de ayudar a los oyentes a que
zaret para reducirlo a un mítico ser del espacio y,
identifiquen al hombre de Nazaret como Mesías y
de este modo, hacer del cristianismo una doctrina
sin historia. Se prefería al Cristo-en-nosotros sobre
(4) E. KASEMANN, «Blind Alleys in the Jesus of History el Cristo-fuera-de-nosotros, olvidando que, aunque
Controversy», en New Testament Questions of Today, Londres
1969,. pp. 32-41. viva en nosotros, en realidad existió como nosotros
y fuera de nosotros.
52 El Jesús de la historia
4
¿ Qué es "historia"?
¿ Y si la historia no se hiciera
a base de tijeras y pegamento?
Durante demasiado tiempo, el campo de la in-
vestigación histórica se ha visto dominado por el
modelo (o la obsesión) del positivismo decimonóni-
54 El Jesús de la historia ¿ Qué es «historia»? 55
co: reducir también la historia a una ciencia exacta perior derecho de cada uno de los 12 se hallaban
y, consiguientemente, tratar la realidad histórica otras tantas pirámides afiladas de acero que, gra-
como objeto en sí mismo, reduciendo a cero la cias a la fuerza viva, produjeron una serie de heri-
aportación del sujeto. En otras palabras: al igual das al penetrar en el cuerpo del susodicho indivi-
que el físico, también el historiador -si desea ser duo, ocasionándole la muerte.
verdaderamente «objetivo»- debe adoptar la ¿Es posible seguir reconociendo en este esque-
postu- ra más neutral posible; debe, en definitiva, ma matemático el hecho ocurrido en los Idus de
desapa- recer. Sólo así podrá llegar al «hecho marzo del año 44 antes de Cristo?
bruto», tal como se ha producido exactamente. A fuerza de usar «tijeras y pegamento» (las tije-
Un ejemplo: ¿qué podrá decir un historiador ras para descartar todos los elementos subjetivos, y
positivista acerca del asesinato de Kennedy? (1). Y el pegamento para fijar lo que queda), ¿nos hemos
mucho cuidado, que ya el hecho de decir «asesina- aproximado más al hecho «tal como realmente su-
to» significa dar una interpretación. Si se quisiera cedió»? Hace ya tiempo que el positivismo cayó en
ser objetivo habría que enunciar el hecho desnudo y crisis, precisamente a causa de sus presupuestos,
sin aditamentos: en una visita a Dallas, John Ken- que hoy ya no aceptan ni siquiera las llamadas
nedy se desplomó sangrando en un determinado ciencias de la naturaleza (3). Pero es preciso pre-
momento; en su cuerpo se encontraron dos balas de guntarse si los gérmenes de esa «fiebre de la exacti-
procedencia desconocida. tud» no seguirán contaminando la atmósfera que
Y he aquí cómo trataría un positivista el asesi- respira quien desea acercarse a los evangelios con
nato de Julio César (2): en el instante x del devenir espíritu crítico.
del universo, y en el interior de un espacio cerrado Para evitar los peligrosos equívocos del positi-
con forma de paralelepípedo rectangular, donde se vismo, convendrá que nos pongamos de acuerdo
hallaban reunidos unos 300 individuos machos de sobre algunas distinciones preliminares.
la especie hamo sapiens, 12 individuos se pusieron
en movimiento describiendo otras tantas trayecto- ¿ Qué es «hecho histórico»?
rias convergentes que se cruzaron, en un determina-
do punto y, con la trayectoria rectilínea de otro in- El que Juan Pablo II haya sido el primer Papa
dividuo. En la extremidad prensil del miembro su- que ha viajado a Inglaterra y se ha entrevistado en
/
( 1) A. RIZZI, op. cit., pp. 80-81. (3) Cfr. el principio del «indeterminismo físico», enunciado por
(2) H.-1. MARROU, La conoscenza storica, Ed. 11 Mulino, Bo- Heisenberg, según el cual la realidad física no está sujeta al determi-
loma 1962, pp. 149-150. nismo de leyes fijas, sino regulada por leyes estadísticas.
56 El Jesús de la historia ¿ Qué es «historia»? 57
Canterbury con el primado anglicano Robert Run- que el conocimiento que posee el empleado del re-
cie es un hecho que todos los periódicos del mundo gistro? O bien: ¿quién conoce mejor la «verdad» de
saludaron como un «acontecimiento histórico». El un ramo de flores regalado a una joven: el profesor
que durante dicha visita ocurriera algún contra- de botánica, que es capaz de clasificar dichas flores
tiempo -como, por ejemplo, que el ascensor que según familia, orden y especie, o el joven enamora-
conducía al Papa a las habitaciones del arzobispo do que las ha enviado? (4).
de Westminster quedara detenido durante unos mi- Si estamos afectados del mal del positivismo, es
nutos- es un hecho «en la historia», pero no un he- posible que lamentemos que en tiempo de Jesús no
cho histórico; tal vez sea de interés para algún que existieran tomavistas y magnetófonos; pero ¿qué
otro periódico, pero, al cabo de cierto tiempo, nadie habríamos ganado con poseer un reportaje del «Te-
lo recuerda, porque carece de significado. lediario» de Jerusalén sobre la crucifixión de Jesús?
Y viceversa: el hecho histórico es un aconteci- Es verdad que conoceríamos más detalles, por
miento cargado de significado; _un hecho que vive ejemplo, acerca de sus últimas palabras o de la
en virtud del sentido que lo anima; y consiguiente- hora exacta de su muerte; pero estas cosas las ad-
mente, pretender eliminar el sentido, al objeto de virtieron los sacerdotes y los escribas, y no por ello
poder medir objetivamente el hecho, es como matar supieron más acerca de la «verdad» de aquel hecho,
al niño con la ilusión de poder medirlo mejor. ¡Lo a saber: que aquella muerte significaba «redención»,
único que se podrá determinar son los datos de su... «salvación», «nueva alianza» entre el cielo y la
cadáver! tie-
rra...
Tiene razón el zorro de El Principito de Saint-
Conocimiento «verdadero» y
Exupéry: «No se ve bien sino con el corazón. Lo
conocimiento «exacto»
esencial es invisible a los ojos» (5). Santo Tomás
No hay que confundir, pues, conocimiento «ver- hablaba del conocimiento «por connaturalidad» (6):
dadero» con conocimiento «exacto». Podemos, por
ejemplo, poseer datos exactos acerca de un mucha- (4) E. CHARPENTIER y otros, 1 miracoli del vangelo, Ed.
Gribaudi, Turín 1978, pp. 5-6.
cho basándonos en su certificado de estado civil, en (5) A. de SAINT-EXUPÉRY, El Principito, Alianza/Emecé,
Madrid 198218, p. 87.
su historial clínico, etc.; pero ¿podemos concluir de (6) Summa Theologiae. Secunda secundae, q.45 a.2. La «Nue-
todo ello que la madre de ese muchacho tiene de su va hermenéutica» (Fuchs, Ebeling, Robinson), en la estela de Dilthey
y Heidegger, insiste mucho en la participación del sujeto en la inves-
hijo -cuya estatura y peso tal vez no recuerda con tigación histórica. Si «historia» no es tanto la recopilación desapasio-
precisión- un conocimiento menos «verdadero» nada de datos neutros relativos a un personaje del pasado -datos a
los que también podría llegar, por ejemplo, un robot-, sino la com
58 El Jesús de la historia
¿ Qué es «historia»? 59
Para conocer bien, hay que amar; de lo contrario,
tendríamos que decir que sólo un «donjuán» podría que un amigo que hubiera compartido con él sus
comprender la vida de la Madre Teresa de Calcuta, ideales y sus esfuerzos.
O que para escribir la historia de Aldo Moro sería
más apropiado un miembro de las Brigadas Rojas Hecho + significado
Dos conclusiones. Primera: si los evangelios se
prens10n de su proyecto de existencra, de sus ideales y de sus decisio presentan como la interpretación de la existencia de
nes, entonces se crea ese fecundo y liberador circulo hermeneuttco en Jesús considerada como el libre ofrecimiento al Pa-
el que el lector y el texto mantienen un dialogo contmuo y dmarrnco,
uno se acerca al texto partiendo de una perspectiva previa (la com dre en favor de la salvación de los hombres, enton-
prensión de la propia existencia), la cual se ira viendo despues pro ces los propios evangelios responden a la auténtica
gres1vamente modificada y ultenormente integrada con los datos
ofrecidos por el propio texto, de este modo se va del lector al texto y noción de histona mucho más de lo que se ha podi-
del texto al lector, en un proceso circular que se amplia cada vez
mas, hasta alcanzar un maximo grado de cornprension, por mas que
esta nunca pueda ser defimtiva Dos textos de Bultmann acerca de mas escrupulosa posible La afirrnacion de Nietzsche, en su polermca
esta tension dinarruca entre dimension subjetiva y dimension objetiva con el posiuvismo, en el sentido de que no existman hechos, sino um
del conocer histonco camente interpretaciones, tiene el peligro, por ello, de ser causa de
«Hoy dra va abnendose camino progresivamente la conciencia de malentendidos La afirrnacion es exacta si por el termino 'hecho' se
la rmposibihdad de dicha contraposición (entre lo histonco y la histo entiende un hecho histonco en el pleno sentido de la palabra, sr con
na, entre el sujeto y el objeto), porque se reconoce que mcluso el acto el se desea indicar también su sigruficado dentro del contexto del
de quien contempla un proceso histonco es, al mismo tiempo, de ca acontecer histonco Un 'hecho' en este sentido solo es posible, en
racter histonco y, consiguientemente, no subsiste esa drstancia entre realidad, como mterpretacion, como obra personal del histonador di
rectamente comprometido Pero es evidente que una mterpretacion
f
el observador neutral y el objeto observado La imagen aparente
mente objetiva de un acontecrrmento histonco lleva siempre la im no es lo mismo que un 'parto' de la fantasia, porque a traves de la m
pronta de la mdivrduahdad de quien observa, porque tambien este terpretacion se interpreta algo Y ese 'algo' es precisamente el hecho,
un sujeto histonco y, por lo tanto, no puede nunca ser neutral, est r que es accesible -no importa hasta que punto- a la contemplacion
fuera de la histona ( ) La histona es el campo de las decisiones h objetiva del historiador» (Nuovo Testamento e muologta, Ed Quen
manas, y por eso solo puede ser comprendida si se la ve como tal, es mana, Brescia 1970, pp 239 240 y 243 244, passtm)
decir, s1 uno cae en la cuenta de que han actuado en ella determma «La mvestigacron histonca nunca queda concluida, smo que
das postbihdades de la comprension que de si mismo tiene el hombre siempre debe ser llevada mas adelante Por supuesto que existen co
Dichas posrbihdades son concretas mcluso por lo que se refiere a la nocinuentos histoncos que pueden considerarse defimtivos, como
cornprension actual del hombre, y solo pueden ser entendidas en vtr son los que se refieren urncamente a datos cronolog1ca y geografica
tud de su identidad con estas ultimas Tal mterpretacion de la histo mente ubicables (el asesinato de Cesar, por ejemplo, o la fijacion en
na puede, por tanto, ser llamada 'existencial', dado que su cnteno lo la puerta de la Schlosskirche de Wittenberg de las 95 tesis de Lute
constituye el problema de la existencia de lo histonco y tiende a ilu ro) Sin embargo, lo que estos acontecinuentos 'datables' significan
mmar la comprension de la existencia, que de vez en cuando ha en cuanto acontecimientos histoncos, no es posible definirlo de una
constituido el elemento determinante de la histona ( ) vez por todas Por esto es por lo que afirmamos que un aconteci
Es evidente que la mterpretacion existencial de la historia no pue miento histonco no puede nunca ser conocido en lo que verdadera
mente es =precrsamente en cuanto h1stonco- mas que en el futuro
de prescmdir de la contemplacion objetivante del pasado Y aunque
Y consiguientemente, tambien podra decirse que a un acontecirrnento
es cierto que esta ultima no esta en condiciones de captar el sentido
histonco le pertenece también su futuro» (Glauben und Verstehen,
histonco de un hecho o un acontecimiento, no es menos cierto que la III, Tubingen 1965, pp 140 150, passtm [trad castellana Creer y
pnmera no puede prescmdir de una comprobacion de los hechos lo comprender, Madrid 1980])
60 El Jesús de la historia
do pensar en el pasado. En consecuencia, tanto el
historicismo positivista (que sacrifica el sentido en
aras del acontecimiento) como el fideísmo de la es-
cuela kerygmática (que sacrifica el acontecimiento
en aras del sentido) son posturas inadecuadas en
orden a una verdadera comprensión de los evange- 5
lios.
Segunda: la fe no constituye, en modo alguno,
Los evangelistas:
un obstáculo para la investigación histórica; si aca- ¿ libres pero fieles?
so, sirve de ayuda, porque, de hecho, permite al cre-
yente situarse en el mismo plano que los evangelis-
tas, los cuales, a la hora de contar la vida de Jesús,
no pudieron prescindir de la fe. En toda existencia
hay determinadas profundidades que únicamente se
revelan a los amigos; sólo un amigo posee la nece-
saria afinidad para conocer el corazón del otro. Je-
sús se reveló a un grupo de amigos íntimos, y la fe
nos permite precisamente conectar con dicho grupo
en un plano de «connaturalidad», y de ese modo lle- Una vez aclarados los preliminares del proble-
gar al más profundo conocimiento de Jesús: el co- ma (sevangelio» e «historia»), es el momento de
nocimiento «espiritual», es decir, en el Espíritu. afrontar el interrogante que más nos apremia: ¿se
puede demostrar que, a lo largo de los cincuenta
años que llevó su gestación, el evangelio permane-
ció inalterado? Es decir: ¿se mantuvo la tradición
evangélica fiel a Jesús? ¿Permanecieron los evange-
listas fieles a la tradición o, por el contrario, se pro-
dujo una «merma» de fidelidad en ese camino que
va desde el evangelio de Jesús hasta los evangelis-
tas, pasando por la comunidad? Para comprobarlo
no disponemos de otro medio que el de recorrer de
nuevo las fases del camino que va de Jesús a noso-
tros o, mejor, de nosotros a Jesús; es decir, partien-
62 El Jesús de la historia Los evangelistas: ¿libres pero fieles? 63
do de la última etapa y retrocediendo hacia atrás o, El problema de la autenticidad del texto, es de-
si se quiere, comenzando a ahondar en el estrato cir, de lo que efectivamente escribió el autor o per-
superior (el de los evangelistas) para, profundizan- tenece al mismo, no se plantea sólo con respecto a
do cada vez más, ver si conseguimos llegar a palpar los evangelios, sino también con respecto a todos
el estrato «rocoso» (el del propio Jesús). los «clásicos» de la antigüedad. Pues bien: no posee-
mos el original de ningún escritor clásico griego o
¿Existe algún libro que haya sido
latino. La situación de los evangelios, por lo tanto,
transmitido con mayor exactitud?
parecería ser una situación idéntica o muy semejan-
Antes de iniciar nuestro trabajo de comproba- te a la de la antigua literatura profana. Pero no es
ción, puede que resulte útil establecer una premisa. así: en comparación con esos escritos, los evange-
Decíamos anteriormente que caminamos hacia Je- lios se sitúan a un nivel absolutamente superior.
sús a partir de los años 70-90 de nuestra era, es de- Ante todo, porque ningún libro de la antigüedad
cir, a partir del período en que fueron «editados» los puede jactarse de un número tan grande de manus-
evangelios. Pero, para ser más coherentes, ¿no de- critos como los que existen de los evangelios: unos
beríamos partir de más arriba, prácticamente desde 5.000, entre códices, papiros, leccionarios y diver-
nuestro tiempo? Es decir, ¿es suficiente con verifi- sos fragmentos.
car los primeros cincuenta años de tradición o de- Además, porque todos estos manuscritos son
beríamos, por el contrario, examinar todo el amplio sustancialmente idénticos. Tomemos, por ejemplo,
arco de los dos mil años de historia que hay entre la parábola de Lázaro y el rico epulón en el evange-
Jesús y nosotros para demostrar que el texto que lio de Lucas (16, 19-31): «Había un hombre rico
\ hoy poseemos es digno de confianza? . que vestía de púrpura y lino y celebraba todos los
� El problema, de hecho, no se plantearía si po- días espléndidas fiestas». Si se cotejan los cerca de
seyéramos el manuscrito original de los 2.000 códices evangélicos, comprobamos que en
cuatro todos ellos aparece este versículo, aunque en algún
evangelios. Pero dicho manuscrito no existe. Consi- caso pondrá que «vestía de lino y de púrpura», y en
guientemente, no basta con demostrar que el evan- otro se leerá «cada día», en lugar de «todos los
gelio escrito por Marcos, por ejemplo, es el mismo e días», y algún códice sustituirá lo de «celebraba
idéntico evangelio vivido y predicado por Jesús; an- espléndidas fiestas» por «daba espléndidos banque-
tes hay que demostrar -en este procedimiento re- tes». Otras veces, las variantes son aún más insigni-
trospectivo- que el evangelio que hoy podemos leer ficantes: el uso de un singular en lugar de un plural,
en castellano corresponde exactamente al «autógra- o la transposición de una palabra, o la ausencia de
fo» griego de Marcos.
El Jesús de la historia. Los evangelistas: ¿libres pero fieles? 65
un pronombre, etc. Como puede verse, el texto re, texto original! En 1956 fue publicado por V. Martín
sulta, en la casi totalidad de los casos, absoluta, otro interesante manuscrito, que contiene casi ente-
mente intacto. «Podemos reconstruir el Nuevo Tes, ro el evangelio de Juan y que se remonta hacia el
tamento haciendo converger millares de manuscri- año 200 d.C. (el Papiro Bodmer II).
tos, y llegaremos a un texto prácticamente único.
No existe un texto tan seguro como el del Nuevo La voz de las iglesias antiguas
Testamento; no hay un texto tan ampliamente
documentado y cuya esencia esté tan El trabajo de la crítica textual nos ha conducido
idénticamente presente en todos los códices» (1). al umbral mismo de la redacción evangélica. Pero
Además de ser sumamente numerosos y prácti- antes de atravesarlo, es decir, antes de comenzar a
camente idénticos, los manuscritos de los evange- hojear los evangelios, un distinto «sondeo» podrá
líos son enormemente cercanos a la fecha en que facilitar nuestra investigación. Pretendemos ver qué
fueron compuestos los libros. Mientras que en el es lo que se pensaba de los evangelios en la Iglesia
caso de los grandes poetas griegos (Esquilo, Sófo- del siglo 11. «El siglo II es un momento central en la
eles, Eurípides...) y de filósofos como Platón o historia de la Iglesia antigua. Tras un período más
Aristóteles, el tiempo que transcurre entre el origi- bien oscuro, un período más bien de gestación, el
nal y las primeras copias manuscritas es hasta de cristianismo comienza a tomar conciencia de sí
1.200 años, y en el caso de los escritores latinos mismo, a reflexionar sobre el mensaje que le corres-
(Cicerón, César...) de unos 1.000 años (el autor ponde llevar al mundo, y a organizarse para perdu-
más afortunado en este aspecto es Virgilio, cuya rar» (2). En esta fase se forma un nutrido cuerpo de
obra ya se usaba como libro de texto en las escue- tradición eclesial con preciosos testimonios sobre
las romanas y, sin embargo, el intervalo no es infe- datos fundamentales de los cuatro evangelios (auto-
rior � 350 años), el texto más antiguo del res, destinatarios, tiempos, circunstancias de su
Nuevo composición...).
Testamento, identificado en 1935, es un papiro que No nos es posible presentar aquí ni siquiera una
contiene un fragmento del capítulo 18 de Juan y breve reseña de tales testimonios. Tan sólo diremos
que está fechado en torno al año 125 de nuestra que, entre ellos, hay voces de las princípales iglesias
era, es decir, ¡tan sólo unos treinta años después del del siglo II del cristianismo, tanto del Oriente como
del Occidente (Asia, la Galia, Afríca, Roma... ).
. (!) C. _M. MARTINI, «Storia della tradizione e critica del testo
De
b1b!1co: avvramento metodológico», en (VV. AA.) Stato e comunitá
religiosa nel/a tradizione bíblica, Studio bíblico teologico aquilano
L'Aquila 1979, pp. 155-156. ' (2) A. BENOIT, Saint Irénée. lntroduction ci l'étude de sa
théologie, París 1960, p. l.
l1h El Jesús de la historia Los evangelistas: ¿libres pero fieles? 67
entre todos ellos, citaremos el de San Ireneo, una de cabeza sobre el hombro del Maestro, también pu-
las figuras más representativas de la época. blicó un evangelio durante su estancia en la ciudad
Nacido en Asia, fue discípulo en Esmirna de asiática de Efeso» (4). Además, los evangelios son
Policarpo, el cual, a su vez, había sido discípulo del para Ireneo el punto absoluto de referencia para
evangelista Juan; conoció las enseñanzas de los toda la Iglesia; más aún, para los propios herejes:
presbíteros de su zona, con quienes siempre se «Es tal la seguridad de estos evangelios que los pro-
mantendría en contacto. Mantiene relación con la pios herejes lo atestiguan, pues a partir de aquellos
iglesia de Roma, en especial con los papas Eleuterio cada uno de éstos trató de encontrar confirmación
y Víctor, y en los últimos años de su vida ejerce su a su propia doctrina» (5).
actividad en las iglesias de Lyon, en la Galia, donde Podemos sintetizar el testimonio de la Iglesia
primero fue presbítero y más tarde obispo. Se trata, del siglo II, de la que Ireneo es un claro exponente,
por lo tanto, de un testigo de la tradición de áreas en torno a estos tres puntos fundamentales:
muy importantes de la Iglesia de su tiempo.
Y éstos son los datos más significativos de su l. Canonicidad de los cuatro evangelios: des-
testimonio sobre los evangelios: en primer lugar, de mediados del siglo II, los cuatro evangelios son
atestigua que en su tiempo ya está codificada la co- unánimemente considerados como escritos sagra-
lección de los evangelios, en número de cuatro, ni dos y normativos (ecanónicos») para la fe y la vida
más ni menos: «Es imposible que el número de de la Iglesia, como se desprende de su uso litúrgico,
evangelios sea mayor o menor del que tenemos» (3). catequético y apologético; además, constituyen un
Y estos evangelios son atribuidos a los cuatro auto- número cerrado (ni más ni menos de cuatro), per-
res tradicionales: «Entre los hebreos, y en su propia fectamente distinguibles de otros escritos considera-
lengua, Mateo publicó un evangelio escrito, mien- dos apócrifos.
tras PedI:Q_ y Pablo evangelizaban en Roma y fun- 2. Autenticidad literaria: los cuatro evange-
daban la Iglesia. Después de éstos partieron, Mar- lios se atribuyen a otros tantos autores muy concre-
cos, discípulo e intérprete de Pedro, nos transmitió tos: Mateo, Marcos, Lucas y Juan; se trata de un
también por escrito las cosas predicadas por Pedro. testimonio de notable interés que aparece en las di-
Igualmente Lucas, seguidor de Pablo, puso en for- versas iglesias locales, incluidas aquellas que, a pe-
ma de libro el evangelio predicado por éste. Y más sar de remontarse a otros apóstoles, no caen en la
tarde, Juan, discípulo del Señor, el que reposó su
(4) !bid.. III, l, 1: EP 208.
(3) S. IRENEO, Adversus Haereses, III, 11, 8: EP 215. (5) !bid., III, 11, 7: EP 214.
68 El Jesús de la historia Los evangelistas: ¿libres pero fieles? 69
tentación de atribuir a su fundador uno de estos es- confianza previa se vea críticamente motivada y
critos. científicamente proponible a otros.
3. Origen apostólico: La estima y la fe que la
Iglesia siente por los cuatro evangelios se funda en ¿Evangelistas fieles?
el convencimiento acerca de su carácter apostólico: Como hemos visto, los evangelistas no depen-
incluso los evangelios -como los de Marcos y Lu- den directamente de Jesús, sino de la tradición pri-
cas- que no proceden directamente de los apósto- mitiva. Y ahora podemos realizar la primera de
les tienen el mismo valor que los otros dos, dado nuestras verificaciones, para lo cual nos pregunta-
que se les considera fieles al único evangelio: el de mos: ¿hasta qué punto han sido fieles los evangelis-
la predicación del grupo apostólico o, mejor, el de tas a la tradición y hasta qué punto se han sentido
un apóstol concreto (Pedro, en el caso del evangelio libres?
de Marcos; Pablo, en el caso del evangelio de Lu- Como ya hemos dicho más de una vez, nuestro
cas) (6). razonamiento se circunscribe a los tres primeros
El testimonio autorizado y concorde de la tradi- evangelios, los sinópticos. Escuchemos de nuevo el
ción, sellado con la sangre de generaciones de már- testimonio de uno de ellos, Lucas (1, 1-4), el cual
tires, pone de manifiesto el general convencimiento, afirma: 1) «haber investigado diligentemente»;
por parte de la Iglesia, de poseer en los evangelios 2) «haberlo escrito todo por su orden»; y 3) para
documentos dignos de toda fe: «La Iglesia, siempre que Teófilo pudiera «conocer la solidez de las ense-
y en todo lugar, ha mantenido y sigue manteniendo ñanzas recibidas». Es, en definitiva, lo que la Dei
que los cuatro evangelios son de origen apostólico» Verbum (n. 19) reasume, concentrando la actividad
(Dei Verbum, n. 18). redaccional de los evangelistas en torno a tres pro-
Ahora podemos abrir los evangelios con la ab- cedimientos generales: selección del material, sínte
soluta seguridad de tener en nuestras manos el tex- sis y actualización (7).
to auténtico de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, y 1) En primer lugar se recogió el material. De
con la actitud confiada de quien, en unión con la entre los diversos «fragmentos» disponibles, el evan-
Iglesia, sabe que-entra en un edificio (el de los evan-
gelios) sólido y resistente. Si nos permitimos com-
(7) «Los autores sagrados compusieron los cuatro evangelios
probar sus cimientos, es únicamente para que esa escogiendo algunas cosas de las muchas ya transmitidas de palabra
o por escrito, sintetizando otras, o explicándolas atendiendo a la si-
tuación de las iglesias, conservando, en fin, la forma de predicación,
(6) C. M. MARTINI, «L'origine apostolica dei vangeli secando pero siempre de tal modo que nos comunicasen la verdad sincera
le testimonianze della chiesa del II secolo», en ll Messaggio della sal acerca de Jesús» (Dei Verbum, n. 19).
vezza vol. 6, LDC, Turín 1979, pp. 46-47.
70 El Jesús de la historia Los evangelistas: ¿libres pero fieles? 71
gelista eligió los que mejor encajaban en su pers- películas en tres combinaciones distintas. En el pri-
pectiva teológica. Así es como se explica por qué mer caso, el primer plano de Mosjukin iba seguido
Marcos, que se dirige a la comunidad de Roma de la imagen de un plato de sopa encima de una
-gente práctica y amante de lo concreto-, prefiere mesa; en el segundo, iba seguido de un féretro en el
los «acontecimientos» de la vida de Jesús y sólo en que yacía una mujer muerta; y en el tercero, el pri-
raras ocasiones refiere discursos largos (caps. 4 y mer plano iba seguido de la imagen de una niña ju-
13). Mateo, por el contrario, que escribe para una gando con un simpático osezno. Cuando lo presen-
comunidad de conversos del hebraísmo, concede taron todo ello ante un público que desconocía por
gran espacio a la nueva ley y a la nueva doctrina completo el truco, los espectadores deliraban de en-
del verdadero Maestro, Jesús (véanse los cinco lar- tusiasmo por las dotes del actor, que, según ellos,
gos discursos de los caps. 5-7, 10, 13, 18 y 24-25). con la sola mirada conseguía expresar tan distintos
Lucas, por su parte, tiene en mente a una comuni- sentimientos como son la glotonería, la tristeza y la
dad que vive en medio de un ambiente pagano y ternura.
que, dado el retraso del retorno glorioso del Señor, Al igual que en una película, también en el caso
corre el peligro de aflojar en su tensión moral; por de los evangelios es muy importante captar el senti-
eso selecciona con especial insistencia todos do del «moateie» realizado por e} evangelista. Mar
aqu� cos, por ejemplo, estructura su libro desde la visión
llos temas que definen cuál debe ser el compromiso del caso de Jesús como una progresiva manifesta-
cristiano en el tiempo «penúltimo», es decir, antes ción del Mesías crucificado. Aun cuando deba ad-
de la llegada definitiva del Reino: pobreza, oración, mitirse que Jesús fue más veces a Jerusalén (véase
misión... (cfr. en especial la parte más original de su el 4.0 evangelio), todo queda simplificado y estiliza-
evangelio: el largo «viaje a Jerusalén»: 9,51-19,28). do conforme al siguiente esquema: al principio, Je-
2) A continuación se reordenó el material se sús es recibido por la multitud con una mezcla de
leccionado, mediante un cuidadoso trabajo de sínte- asombro y de simpatía; más tarde, y debido a su
sis. Lo explicaremos con una comparación cinema- mesianismo humilde que rechaza toda tentación
tográfica. Dos cineastas rusos, Pudovkin y Kules- terreno-política, comienza a estrecharse en torno a
chov, llevaron a cabo un interesante experimento: él la espiral de la incomprensión de sus discípulos y
eligieron una serie de primeros planos, procedentes la oposición de sus adversarios; entonces Jesús pre-
de viejas películas, dc;I famoso actor Mosjukin, cui- fiere ocultarse y concentrarse en la formación de
dando de que fueran planos estáticos y que no ex- los discípulos, que, con Pedro a la cabeza, llegan
presaran sentimiento alguno. A continuación unie. poco a poco a identificarlo como Mesías (8, 27-30).
ron esos primeros planos con otros fragmentos de
I
negar; y ese hecho es el siguiente: Jesús fundó un A. «Todo el que oiga A. «Todo el que oiga
grupo al que impartió su enseñanza como verdade- estas palabras mias estas palabras mias
y las ponga en práctica y no las ponga en práctica
ro jefe y maestro. Veamos cómo de este hecho es como un hombre prudente es como un hombre insensato
nacen importantes consecuencias para nuestro que edificó su casa que edificó su casa
asunto. sobre roca sobre arena.
En las escuelas rabínicas todo maestro transmi-
tía su mensaje de manera oral: los discípulos debían B. Cayó la lluvia, B. Cayó la lluvia,
memorizar los principales textos, sección por sec- vinieron los torrentes, vinieron los torrentes,
soplaron los vientos soplaron los vientos
ción, mediante repeticiones continuas de las mismí- y embistieron y embistieron
simas palabras y el uso de esquematizaciones y contra aquella casa; pero contra aquella casa;
palabras-gancho que sirvieran de unión entre un di- ésta no cayó, porque y ésta cayó
estaba cimentada sobre y fue grande
cho y otro. Las técnicas mnemotécnicas de una roca». su ruina».
parte y, de otra, el rígido control ejercido por el ra-
bino garantizaban la conservación literal de la ma-
teria transmitida. Los infinitos ejemplos que pueden aducirse po-
Ahora bien, si examinamos los dichos de Jesús, nen de manifiesto que, para facilitar la escucha y
encontramos huellas de estos procedimientos típi- ayudar a la memoria de sus discípulos, Jesús recu-
cos de la transmisión oral. Puede observarse, por rrió a este estilo sencillo e incisivo: «El Señor, al ex-
ejemplo, el uso del paralelismo (es decir, la repeti- poner de palabra su enseñanza, seguía las formas
ción de una misma idea en formas distintas -cfr., de pensamiento y de expresión entonces en uso,
entre los innumerables casos, el «Pedid y se os adaptándose con ello a la mentalidad de sus oyen-
da- rá; buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; tes y haciendo que cuanto él enseñaba quedara fir-
porque al que pide se le dará, el que busca halla, y a memente impreso en sus mentes y pudiera ser
quien llama se le abrirá»: Mt 7, 7-8 y Le 11, 9- aprendido con facilidad por los discípulos» ( 1 ).
10-). Otro ejemplo de construcción rítmica
mediante un esque- ma paralelo lo constituye la Una comunidad original
breve parábola de la casa construida sobre roca y
la casa construida so- bre arena, en Mt 7, 24-27: Pero Jesús es bastante más que un rabino nor-
mal de su época: «enseñaba como quien tiene auto-
ridad y no como los escribas» (Me 1, 22). Entre él y sentencias tendentes a justificar el riesgo que supo-
sus discípulos se estableció un vínculo que no tiene ne pertenecer a dicha comunidad (cfr. Le 14, 26;
parangón con lo que ocurría en las escuelas rabíni- Me 8, 34; Le 9, 60.62) y todas las normas que re-
cas, donde eran los discípulos quienes escogían al gulaban la vida de la comunidad (por ejemplo, Me
maestro y permanecían con él hasta hacerse maes- 9, 3 5: «Quien quiera ser el primero, hágase el
tros ellos mismos. No sucede así con Jesús, que es últi-
quien escoge a los suyos y les invita a seguirle no mo y el servidor de todos»), si bien conservan toda
por algún tiempo, sino al objeto de acceder a una su actualidad después de Pascua, se explican mejor
comunidad permanente en la que él, y sólo él, segui- si admitimos que ya antes de dicha Pascua debían
rá siendo el único maestro. Si los discípulos renun- de ser moneda corriente entre los discípulos y, con-
cian a todo, incluso a lo más querido, para seguirle, siguientemente, se remontaban a quien era el jefe y
es porque han quedado fascinados por tan excep- el modelo de una vida comunitaria tan intensa: el
cional maestro. Así pues, ¿cómo iba a ser posible propio Jesús.
que lo olvidaran todo? Tal cosa no ha sucedido con Es cierto, por otra parte, que el mismo Jesús
ningún gran maestro, como pueden serlo Sócrates o proyectó su comunidad, antes de la Pascua, hacia
Buda... ¿ Y cómo iban a permitirse alterar su una actividad misionera (Me 6, 7-13 y par.); así
men- saje desde el momento en que, por lo que a él pues, debió de preparar a sus discípulos para la pre-
se re- fiere, aunque aún no posean una fe plena, sí dicación, enseñándoles a repetir su mensaje me-
alimen- tan al menos la sospecha de que se diante un método fácil e incisivo. Esta misión cons-
encuentran ante el Mesías? (2). tituía el ambiente propicio para la puesta en marcha
Consiguientemente, no es tan sólo una técnica de una tradición de los dichos concernientes al Rei-
mnemotécnica la que garantiza la con- servación de no, de la invitación a la conversión, etc.
las palabras de Jesús, sino más bien el clima que se Ya antes de Pascua, por consiguiente, se produ-
respira en esta comunidad verdadera- mente única. jo el comienzo de la tradición en el propio ámbito
La comunidad de los Doce, además de ser una de los discípulos de Jesús. «La Pascua no fue una
comunidad perfectamente caracterizada por su re- bomba atómica que lo anulara todo, sino una llama
lación con el fundador, lo es también por su rela- que todo lo iluminó» (3).
ción con el mundo exterior; y así, todas aquellas
(2) H. SCHURMANN, La tradizione dei detti di Gesu, Ed. (3) R. LATOURELLE, L'accés a Jésus par les Évangiles,
Paideia, Brescia 1969, p. 35. Montreal 1978, p. 168 (trad. castellana: A Jesús, el Cristo, por los
evangelios, Ed. Sígueme, Salamanca 1982).
82 El Jesús de la historia La etapa de la tradición 83
<laico y del mundo cristiano de entonces aún dista por sí solo, es insuficiente para permitirnos recons-
mucho de haber llegado a resultados definitivos truir toda la historia auténtica de Jesús de Nazaret.
(piénsese, por ejemplo, en los cambios que han ori- Se requiere, por lo tanto, su integración con el crite-
ginado los descubrimientos de Qumran); y, sea rio complementario de la continuidad.
como sea, nos invita a considerar ambos mundos
-el judaico y el cristiano- no como bloques com- El criterio de la coherencia
pactos y homogéneos, sino como un conjunto arti-
culado de diversos «filones» (piénsese, por ejemplo, Si leyéramos en un libro que Víctor Manuel II,
en los fariseos, los saduceos, los esenios...). tras haber tomado posesión del Quirinal, fue a de-
Pero además, aunque este criterio tiene la gran positar una corona de flores ante el altar de la pa-
ventaja de que permite captar los rasgos verdadera- tria, descubriríamos inmediatamente la inaceptabili-
mente únicos de Jesús, los que hacen de él un ser dad de tal noticia, dado que entonces aún no existía
absolutamente original con respecto a judíos y a tal altar de la patria. O sí se atribuye a Mussolini
cristianos, tiene también el peligro de hacer de Jesús una página en la que se ensalza la democracia, en
un ser des-encarnado, fuera del tiempo y del espa- seguida adopta uno una actitud de sospecha. Son
cio, sin raíces en la historia que le precede y sin dos ejemplos banales, pero que pueden ayudarnos a
vínculos de ninguna clase con la historia que le si- entender los dos aspectos del criterio de continui-
gue. ¿Cómo habría podido Jesús comunicar a sus dad (también llamado de semejanza o de coheren-
contemporáneos aun las ideas más innovadoras sin cia), según el cual pueden aceptarse como auténti-
una base cultural común, por mínima que fuese? cos aquellos datos de la historia de Jesús que se in-
¿No es realmente inverosímil que los cristianos ha- sertan adecuadamente en el contexto ambiental de
yan cambiado el lenguaje de su Señor hasta el pun- su tiempo (continuidad externa) y, por otra parte,
to de usar un lenguaje radicalmente distinto? Así encajan debidamente en el núcleo original de su
pues, el aplicar de modo exclusivo e indiscriminado mensaje (continuidad interna).
este criterio, rechazando como inauténtico todo La continuidad o conformidad externa del ma-
cuanto esté en continuidad con la comunidad he- terial evangélico con el ambiente palestinense de
brea y con la cristiana, significa acercarse a una Jesús se puede verificar a nivel histórico-político
imagen distorsionada de Jesús. En conclusión: la (cfr. los personajes a quienes conocemos por otras
discontinuidad es un criterio indispensable para lle- fuentes: Quirino, Herodes Antipas, Caifás, Pilato...)
gar a un núcleo de dichos y hechos de Jesús que o a nivel geográfico (cfr. los datos topográficos re-
constituya un minimum críticamente seguro; pero, ferentes al lago de Tiberíades, a las ciudades de Ge-
En las fuentes de la tradición 99
98 El Jesús de la historia
marco exterior de los evangelios en su conjunto,
nesaret, Cafarnaún o Cesarea de Filipo, o a la «alti-
aun cuando no confirmen todos y cada uno de los
metría»: de Jerusalén a Jericó «se desciende», dice
hechos particulares y concretos (6).
muchas veces el evangelio; y es lo cierto que existe
un desnivel de unos mil metros). En este sentido son Mucho más probatorio es el criterio de la conti-
muy interesantes los resultados proporcionados por nuidad interna. Hemos dicho que una aplicación in-
los numerosos descubrimientos arqueológicos (5). teligente y flexible del criterio de discontinuidad
También el ambiente cultural descrito por los permite determinar, en la obra y la enseñanza de
evangelios se corresponde con el de la Palestina de Jesús, un núcleo históricamente incontestable y que
Jesús: cfr., por ejemplo, los usos y costumbres, el se concreta en la predicación e instauración del rei-
vestido, la vivienda, la alimentación, la ocupación no mesiánico. Gracias al argumento de continuidad
laboral, el lenguaje... Además, por lo que se refiere interna, los datos inicialmente menos seguros y que,
al contexto religioso, el telón de fondo que nos per- sin embargo, coinciden con aquel núcleo crítica-
miten reconstruir los sinópticos coincide con el que mente verificado, podrán, «de rebote», ser también
nos ofrecen otras fuentes: rivalidad entre fariseos y ellos considerados auténticos.
saduceos, controversias rabínicas, espera mesiáni- Pero antes de pasar adelante, bueno será que
ca, centralidad del templo... remachemos la estrecha correlación entre estos dos
Todas estas correspondencias son tan estrictas criterios: a través del método comparativo se hace
y precisas que nos permiten superar la duda acerca patente, por una parte, la pertenencia de Jesús al
de una reconstrucción artificial o de una invención mundo que le rodea y, por otra, su resuelto desape-
posterior; más aún, contribuyen a recomponer el go con respecto al mismo, con lo que su conformi-
dad con el ambiente sirve de trasfondo a esta perso-
(5) /bid., pp, 165-168. En lo que a la arqueología se refiere, nalidad única y originalísima. Una vez establecido
baste con aludir a los descubrimientos más importantes de los últi- el núcleo central de la historia de Jesús, puede am-
mos cincuenta años: el «Litóstroto», o patio enlosado, donde Pílato
se sentó para juzgar a Jesús (Jn 19, 13): 1927. La lápida calcárea, pliarse ulteriormente, como a base de círculos
con el nombre de Pilato, descubierta en 1961 entre las ruinas de Ce- concéntricos, gracias a la aplicación del criterio de
sarea Marítima. La lápida, igualmente descubierta en Cesarea y que
se remonta al menos al siglo III a.C., en la que aparece el nombre de continuidad interna (7). Veamos, pues, mediante al-
Nazaret (cuando algunos -entre ellos el italiano Craverí- seguían gunos ejemplos, cómo un uso elástico y convergen-
negando en 1974 que en tiempos de Jesús existiera una ciudad con
ese nombre...). Y, naturalmente, los descubrimientos de Qumran en te de los diversos criterios nos permite llegar a re-
194 7. Para una información mas detallada, cfr. V. MESSORI, [pote sultados científicamente consistentes.
si su_ Gesu, Ed. SEI, :urín 1976, pp. 217-244, donde, sin embargo,
habna que poner al dia lo que se dice sobre el hallazgo de la piscina (6) F. LAMBIASI, op. cit., p. 168.
de Bezata (Jn 5): cfr. M. DEL VERME, «La piscina probatica: Gv 5 (7) Ibid., pp. 172-173.
1-9», en Bibbia e Oriente 18 (1976), pp. 109-119. '
100 El Jesús de la historia En las fuentes de la tradición 101
tos escatológicos, como ocurre en los sinópticos; cambio, saca sus parábolas de la vida corriente, de
ahora, el Reino ya ha llegado y hay que defenderlo; la observación directa de hombres y cosas; y ade-
por eso se habla de dar testimonio, de anunciar, de más, Jesús no tiene interés alguno en comunicar
hablar del Reino, etcétera. con las parábolas una sabiduría abstracta, sino que
Una vez verificado que «Reino de Dios» consti- más bien le interesa proponer el mensaje vivo y
tuye, en boca de Jesús, el tema central de su predi- concreto del Reino para convertir y orientar a sus
cación y la expresión privilegiada para calificar su oyentes hacia la elección de una vida nueva.
actividad mesiánica, podrán considerarse auténti- Esta absoluta originalidad lo es también con
cos -gracias al criterio de continuidad interna- respecto a la Iglesia primitiva, pues en todo el resto
aquellos gestos y dichos de Jesús que guarden cohe- del Nuevo Testamento, y a pesar del abundante uso
rencia (¡es de suponer que Jesús fuera coherente que hace del lenguaje figurado (cfr. San Pablo), no
consigo mismo!) con aquel núcleo central de su pre- es posible hallar una sola parábola. Más aún, en la
dicación. tradición de la Iglesia se observa la tendencia a in-
sertar en el texto de las parábolas sinópticas cierto
Las parábolas: roca de la tradición
tipo de «enmarcaciones», comentarios y alegoriza-
Las parábolas constituyen un conjunto real- ciones que revelan un cambio de acento: diversas
mente sólido dentro de la tradición sinóptica. Basta parábolas que Jesús había pronunciado ante la mul-
con ojear un índice de los evangelios para compro- titud como un grito de alarma para anunciar la ca-
bar la amplitud de la fórmula parabólica que los di- tástrofe inminente («¡Ay de los que no estén prepa-
versos «filones» de la tradición atribuyen a Jesús rados... l»: cfr. la parábola de las diez vírgenes en
(múltiple testificación). Con el criterio de disconti- Mt 25, 1-13) se convierten, en el ámbito de la Igle-
nuidad se puede demostrar su plena originalidad je- sia primitiva -que vive el retraso de la parusía-, en
suánica: en la tradición rabínica anterior a Jesús no exhortaciones a la vigilancia dirigidas a los miem-
es posible hallar una sola parábola de verdad, frente bros de la Iglesia.
a las no menos de 41 parábolas que aparecen en los Por otra parte, el mundo de las parábolas refle-
sinópticos; en los escritos de los esenios podrán en- ja fielmente el ambiente de la Palestina del tiempo
contrarse algunas fábulas (en las que hablan plan- de Jesús (continuidad externa). En Me 4, 3-8, por
tas o animales), y en el lenguaje figurado de los ra- ejemplo, se presenta la figura de un sembrador que,
binos se hallarán muchos «símiles» (comparaciones a primera vista, da la impresión de no conocer su
breves) que, sin embargo, siempre se inspiran en la oficio como es debido, dada la cantidad de simiente
Biblia y se usan para explicar la Biblia. Jesús, en que deja caer sobre el camino, entre las zarzas o so-
104 El Jesús de la historia En las fuentes de la tradición 105
bre las rocas; lo cual tiene su explicación si se tiene ron a Jesús... » La oveja perdida no representa ya a
en cuenta que en Palestina se siembra antes de arar los pecadores del tiempo de Jesús, sino a los «pe-
el terreno. En la parábola de los obreros de la viña queños», es decir, a aquellos miembros de la comu-
(Mt 20, 1-15) se habla de la paga de un denario; nidad que están más expuestos que los demás a per-
pues bien, éste era el salario de los obreros que se derse por culpa del escándalo (v. 6) o del desprecio
contrataban a jornada (9). Pero hay que subrayar, (v. 10); y por eso también la conclusión es distinta:
sobre todo, que en todas las parábolas resuena ma- «De la misma manera, no es voluntad de vuestro
chaconamente el típico mensaje de Jesús acerca del Padre celestial que se pierda uno solo de estos pe-
Reino de Dios (sel Reino está en marcha: ¿quién se queños» (v. 14). Es, consiguientemente, una exhor-
pondrá en marcha por el Reino?»), No es exagera- tación dirigida a los jefes de la comunidad para que
do, por tanto, reconocer con J. Jeremías que las pa- imiten al gran Pastor.
rábolas «son, en cierto modo, parte de la roca pri- Esto a nivel de la historia de la redacción. Pero
mordial de la tradición» ( 1 O). si, a continuación, aplicamos los criterios de histori-
Una interesante aplicación de estas observacio- cidad, conseguiremos verificar la plena veracidad
nes puede verificarse en la parábola de la oveja per- de esta parábola de Jesús. La sorpresa de los fari-
dida y reencontrada, que aparece en Mt 18, 12-14, seos y los escribas por el hecho de que Jesús «acoja
en Le 15, 4- 7 y en el evangelio apócrifo de Tomás, a los pecadores y coma con ellos» está en conformi-
logion 107. Según Lucas, la parábola viene motiva- dad con la mentalidad judía, porque el pecador era
da por la pregunta de los fariseos: «¿Por qué acoge excluido de la comunidad y nadie debía acercarse a
éste a los pecadores y come con ellos?» Con lapa- él, ni siquiera para enseñarle la Ley. Por otra parte,
rábola, Jesús desea justificar su manera de compor- y según el pensamiento hebreo, debía practicarse la
tarse con los pecadores ante quienes le criticaban, y penitencia como condición esencial para que el pe-
éste es probablemente su verdadero contexto. En cador pudiera esperar la conversión, mientras que
Mateo, en cambio, podemos observar ya la adapta- con Jesús es la gracia la que precede a la conver-
ción de la Iglesia: la parábola es dirigida a los discí- sión. Más aún: el judaísmo esperaba un Reino de
pulos: «en aquel momento, los discípulos se acerca- Dios que, junto a la salvación, diera comienzo al es-
tallido de la ira divina y de la venganza del cielo
(9) J. JEREMIAS, Le paraba/e di Gesú, Ed. Paideia, Brescia contra los pecadores. Las parábolas de Jesús, por el
19732, pp. 9-10 y 167 (trad. castellana: Las parábolas de Jesús. Ed. contrario, no contienen un solo indicio de la idea de
6
Verbo Divino, Estella 1981 ) . venganza: Jesús no acoge a los santos y a los devo-
(JO) J. JEREMIAS, Teología del Nuovo Testamento (op. cit.),
p. 30. tos, sino a las almas perdidas. Y por lo que se refie-
106 El Jesús de la historia En las fuentes de la tradición 107
re a la imagen del pastor, si bien es cierto que ya es 21-23; 12, 27-28 y paralelos en Lucas) cuyo origen
conocida en el Antiguo Testamento ( 1 Re 22, 17; Is prepascual es generalmente admitido por la más re-
4, 11; Ez 34), no es menos cierto que en tiempos de ciente crítica; los elementos del kerygma primitivo
Jesús los pastores eran incluidos entre los pecado- contenidos en Hech 2, 22 y 10, 38-39 apelan al tes-
res, porque se sospechaba de ellos que apacentaban timonio de los judíos y de los apóstoles con respec-
a sus rebaños en terrenos ajenos; lo cual no impide to a los «prodigios y señales» realizados por Jesús
a Jesús recurrir a la figura del pastor para ilustrar el Nazareno; los evangelios apócrifos, a pesar de sus
comportamiento de Dios. Una contraprueba de exageraciones y «embellecimientos», testimonian
cuanto hemos afirmado podemos obtenerla si hace- también la actividad taumatúrgica de Jesús; y un
mos un cotejo con el evangelio apócrifo de Tomás, testimonio interesante, si bien tardío y bastante
donde la incansable búsqueda por parte del pastor polémico, nos lo ofrece el Talmud babilónico (sec-
se debe al hecho de que la oveja perdida es «la más ción V), donde se habla de cómo Jesús debe ser
gorda», y por eso, cuando la encuentra, el pastor le ajusticiado «por haber hecho magia» (Sanedrín
dice: «Te quiero más que a las otras noventa y nue- 43a), es decir, se sigue tergiversando la actividad
ve»: nos hallamos, pues, en el contexto del gnosti- taumatúrgica de Jesús, a la que se considera obra
cismo: para el gnóstico, la oveja se ha extraviado demoníaca; tergiversación ya iniciada por 1a tradi-
en el mundo de la materia, es reencontrada y se la ción farisaica (Me 3, 22ss.) (11).
conduce de nuevo al mundo del espíritu; la solicitud Además, los milagros de Jesús están en evidente
divina se explica por el hecho de que lo que importa discontinuidad con los de los profetas del Antiguo
no es la masa, sino la sustancia espiritual, que, aun- Testamento y con los de los apóstoles: los profetas
que es propiedad de pocos, siempre es «grande y realizan milagros en nombre de Dios; los apóstoles,
buena». ¡Bien distinto del mensaje de Jesús! en nombre de Jesús (Hech 3, 6; 9, 4); sólo Cristo
los realiza en su propio nombre (Me 1, 41; 2, 11; 5,
41; etcétera). Por otra parte, los milagros de Jesús
Los milagros
están en sintonía con la época en que él vivió, una
La actividad taumatúrgica de Jesús queda am- época marcada toda ella por profundas tensiones
pliamente atestiguada por las fuentes del Nuevo mesiánicas (cfr. la explosión de mesianismo político
Testamento: en el evangelio de Marcos, los relatos tras la multiplicación de los panes: Me 6, 45.54 y
de los milagros ocupan aproximadamente la mitad
del evangelio; la fuente común a Mateo y Lucas ha (11) R. LATOURELLE, «Authenticité historique des miracles
de Jésus: Essai de critériologie», en Gregorianum 54/2 (1973), pp.
conservado tres dichos de Jesús (Mt 11, 5-6; 11, 225-261.
108 El Jesús de la historia En las fuentes de la tradición 109
Jn 6, 14-15); pero, sobre todo, están en línea con la votos del santuario dedicado a Esculapio, en Epi-
instauración del Reino de Dios, del que los milagros dauro, hay una considerable serie de relatos de cu-
son signo y comienzo: «si por el Espíritu de Dios raciones milagrosas en los que, entre otros elemen-
expulso yo los demonios, es que ha llegado a voso- tos, aparece una y otra vez la afirmación de que la
tros el Reino de Dios» (Mt 12, 28). intervención milagrosa ha tenido lugar durante la
Con respecto a la comunidad primitiva, eom- noche que el enfermo ha pasado en el santuario (in-
partimos también lo que dice el Catecismo de los jó cubación). Frecuentemente se trata de hechos ex-
venes: «¿Qué motivos plausibles habrían tenido las travagantes, como es el caso, por ejemplo, de Cleo,
comunidades primitivas para inventarse la acusa- una mujer encinta desde hacia cinco años que, du-
ción de los fariseos: 'por el Príncipe de los demo- rante la noche transcurrida en el santuario, habría
nios expulsa los demonios' (Me 3, 22), o el episodio, dado a luz a un niño que, apenas nacido, se habría
tan poco honroso para los Doce, en el que éstos lavado por sí solo y se habría puesto a corretear
protestan de que un extraño hace milagros en nom- con su madre. Hay que advertir también que los
bre de Jesús (cfr. Me 9, 38-40)? Por otra parte, es- filósofos griegos afirmaban que la acción divina no
tos dos pasajes del evangelio resultarían incom- excluía la intervención médica o quirúrgica, proba-
prensibles si se .negara Ia acrividad tJllJ.JD.81Úrgfo.a de blemente practicada por los propios sacerdotes du-
Jesús» (12). rante la noche, hasta el punto de poder afirmar:
Los milagros, además, revelan el estilo del «Yo lo he curado, el dios lo ha sanado». Sea
Mesías-Jesús, un estilo de sencillez y de extrema na- como
turalidad: Jesús evita toda espectacularidad y todo fuere, tales curaciones no conllevan un mensaje reli-
recurso a complicadas prácticas mágicas; no busca gioso o moral de vida, ni pretenden establecer una
su propio interés ni su propio éxito; le basta con un relación de comunión entre el enfermo sanado y la
gesto, una palabra... No tenemos más que hacl!r un divinidad.
cotejo con los relatos de milagros que aparecen en Otra colección de milagros podemos verla en la
los ambientes helenísticos y judío (13). Entre los ex- Vida de Apolonio (filósofo neo-pitagórico, fallecido
hacia el año 97 d.C.), escrita por Filóstrato más de
(12) Non solo di pane. Il catechismo dei giovani, Ed, CEI, 100 años después. Allí se habla de diversos prodi-
Roma 1979, p. 81. gios, incluida la resurrección de una niña. Aparte
(13) Para este cotejo, cfr. L. SABOURIN, «'Miracles' ht611enis-
tiques et rabbiniquess, en Bulletin de Théologie Bib/ique 2 ( 1972), de la dificultad que supone la verificación de noti-
pp. 203-208; K. RUBY, «Perspectives rabbiniques sur le mirac:le», en cias referidas al cabo de tanto tiempo en un libro
Les mirac/es de Jésus (X. León-Dufour, ed.), Paris 1977, pp. 73-94;
VV.AA., 1 miraco/i del vange/o, Ed. Gribaudi, Turín 1978. que no pretende ser una obra histórica, sino una
«aretologia», es decir, un relato «devocional» que
110 El Jesús de la historia En las fuentes de la tradición 111
ponga de relieve la bondad de los 'dioses concluye: «Cualquiera que sea la respuesta que
(piénsese en el género de las «florecillas»), la se dé a todos estos interrogantes, no queda
diferencia sus- tancial con los relatos evangélicos sustancial- mente alterada la figura del Jesús
no radica tanto en lo extraordinario de los taumaturgo que nos presentan los evangelios»
fenómenos cuanto en el significado que se les (14).
atribuye: para Filóstrato, lo importante es mostrar Al igual que hicimos al hablar de las parábolas,
a Apolonio como modelo del sabio soberanamente vamos a detenernos también aquí en un caso con-
libre; sus milagros, pues, no son precisamente una creto: el milagro de la multiplicación de los pa-
llamada a convertirse al Rei- no de Dios. La nes ( 15). La crítica literaria ha demostrado suficien-
conexión milagro-reino-conversión sólo se temente que, por debajo de las seis distintas redac-
encuentra en los evangelios. ciones del milagro (Me G, 30-44; 8, 1-10; Mt 14,
Por eso, cuando el Evangelio árabe de la infan 14-21; 15, 32-39; Le 9, 10-17; Jn 6, 1-15), subya-
cia de Jesús (un escrito del siglo VII) nos describe cen dos fuentes independientes perfectamente iden-
al niño Jesús haciendo morir de repente a un com- tificables: una, palestinense, que se detecta en los
pañero de juegos que le ha hecho tropezar y caer, sendos primeros relatos de Marcos y de Mateo; la
enseguida advertimos palpablemente que ello no otra, helenística, de la que hay huellas evidentes en
guarda el más mínimo parecido con el estilo tan el segundo relato de los mismos evangelistas. El re-
dis- creto y siempre desinteresado de Jesús ni lato de Juan, por su parte, conserva una serie de
con su amor misericordioso a todos, tal como lo rasgos arcaicos que permiten referirlo a una tradi-
testifican los evangelios. ción independiente (múltiple testificación). Al nivel
A propósito de los milagros, nos parece muy de la crítica histórica, pueden descubrirse en la di-
equilibrada la conclusión a la que llega el Catecis námica del episodio diversos rasgos de discontinui-
mo de los jóvenes: «La certeza de conjunto acerca dad: no es un hecho normal el que un rabino, que es
del hecho de que Jesús realizó milagros, deja abier- como se considera a Jesús, coma con el pueblo, im-
ta una serie de problemas históricos con relación a puro e ignorante; más aún, que ordene dar de co-
cada uno de los episodios»; y tras citar el caso de la mer, pasando por encima del tabú que prohíbe co-
curación de uno (Me 10, 46-52) o de dos (Mt 20,
29-34) ciegos en Jericó, de uno (Me 5, 1-20) o de
(14) Non solo di pane (op. cit.), p. 82; cfr. también F. ARDUS-
dos (Mt 8, 28-34) endemoniados en Gerasa, y de SO, Gesú di Nazaret e Figlio di Dio?, Ed. Marietti, Turín 1980, pp.
una o dos multiplicaciones de panes (Me 6, 30-44; 75-86 (trad. castellana: La divinidad de Jesús. Vías de acceso, Ed.
Sal Terrae, Santander 1981, pp. 103-118).
8, 1-10), así como el caso de frecuentes fenómenos (15) l. DE LA POTTERIE, «Le sens pnrnitif de la multiplica
tren des pains», en Jésus aux origines de la christologie (op. cit.), pp.
de posesión diabólica (¿enfermedades nerviosas?), 303 329.
112 El Jesús de la historia En las fuentes de la tradición 113
mer «con manos impuras» (cfr. Me 7, lss.); el mis- manera de referirse a él llamándole con la expresión
mo hecho de que se interprete la figura de Jesús aramea «Abbá» (papá), que constituye una absoluta
como la de un profeta (Me 8, 29), aun cuando se e inconcebible novedad para la espiritualidad judía,
trate del profeta definitivo (Jn 6, 14), no es precisa- porque ningún piadoso hebreo se habría permitido
mente algo habitual en la comunidad que, después jamás una relación tan confidencial con Dios, hasta
de la Pascua, comenzó ya a explicitar su fe en Jesús el punto de invocarlo con la misma expresión em-
como Señor e Hijo de Dios (lo de «profeta» decía pleada en el lenguaje familiar (y no sólo por los ni-
demasiado poco). El hecho, además, es un gran ños) para dirigirse al padre. De hecho, en todas las
acto mesiánico y representa una etapa decisiva en plegarias de la literatura judía no hay un solo caso
la dirección del Reino de Dios: la gente, efectiva- en el que se invoque a Dios con tal expresión. De
mente, «quería proclamarlo rey» (Jn 6, 15); por eso, los tres pasajes del Antiguo Testamento en los que
el milagro encaja perfectamente en el agitado con- se llama a Dios «Padre mío» (abi), dos de ellos son
texto de la Palestina del siglo I y, sobre todo, en la traducidos por el Targum (traducción-comentario
obra de Jesús en favor del Reino; piénsese también arameo del A. T.) con la expresión ribboni (emaes-
en el estilo del milagro, que está en línea con otros tro mío»: Jer 3, 4.19), y tan sólo en una ocasión se
gestos de Jesús (contexto religioso; humildad y de- traduce como Abbá (Sal 89, 27); pero es evidente
sinterés de Jesús, que se escabulle del lugar y orde- que, en este último caso, el traductor no tenía posi-
na a sus discípulos que se apresuren a embarcar: bilidad alguna de recurrir a otra perífrasis.
Me 6, 45). Todos estos elementos declaran decidi- La discontinuidad con Jesús, por lo tanto, es
damente en favor de la autenticidad histórica del evidente: a diferencia del judaísmo, Jesús -como lo
milagro. ha demostrado J. Jeremias- se dirigió siempre
al Padre con la palabra Abbá», y no sólo en los
Un estilo único
casos en que consta explícitamente (como en Me
El estilo de Jesús resulta único e inconfundible 14, 36), sino también en aquellas otras plegarias en
si se tienen en cuenta las características de su acti- las que la retroversión al arameo descubre, por
tud con respecto al Padre, a la Ley y a los discípu debajo del texto griego, esta expresión tan del
los (16). agrado de Je- sús ( 1 7). Por lo que respecta a la
Jesús tuvo conciencia de hallarse en una espe- Iglesia primitiva, se observa que la expresión
cialísima relación con Dios, como lo demuestra su aparece tan sólo dos ve-
rio de discontinuidad: Pablo escribe que la cruz es Es evidente que un hecho tan infamante como
«escándalo para los judíos y necedad para los paga- la crucifixión no pudo ser inventado por los prime-
nos» (1 Cor 1, 23). Para los judíos, el que pende del ros discípulos, como puede deducirse del escándalo
madero es el maldito (Dt 21, 23; Gal 3, 13). Este de Pedro y los demás ante los diversos anuncios de
horror instintivo sigue caracterizando la postura de la Pasión (Me 8, 31-33) y de su comportamiento
los hebreos un siglo y medio después de los hechos, -descrito sin ningún tipo de indulgencia- durante
como se desprende de la declaración del judío las últimas horas de vida del Maestro (traición de
Trifón: «Sabemos que las Escrituras anuncian a un Judas, negaciones de Pedro, desbandada de los de-
mesías sufriente... Pero que hubiera de ser crucifica- más).
do y morir en circunstancias tan infamantes como Una contraprueba de que los evangelios canóni-
son las de una forma de muerte maldecida por la cos reproducen fielmente el hecho mismo y todo el
Ley, esto es algo que tienen que demostrarnos, por- desarrollo de la Pasión, se obtiene al cotejarlos con
que nosotros no logramos siquiera imaginarlo» (4). los evangelios apócrifos. Si examinamos, por ejem-
Para los paganos, que consideraban la muerte en la plo, el Evangelio de Pedro (de finales del siglo II),
cruz como un suplicio propio de los esclavos (cfr. observaremos en él una serie de hechos que no con-
Cicerón), valga el botón de muestra del testimonio cuerdan con nuestros evangelios; es más, que ni si-
de Celso, un polemista pagano del siglo II que, tras quiera encajan en el contexto de la Palestina de los
mofarse de los cristianos como «adoradores de la años treinta después de Cristo. Una primera noticia
cruz», ataca con violenta ironía: «¿Qué hijo de Dios claramente inadmisible es la que hace de Pilato una
sería ése a quien su padre no pudo salvar del más personalidad de segundo orden con relación a He-
infame de los suplicios?» rodes; según esta visión, sería Herodes, no Pilato,
Lo mismo se desprende de la más antigua re- quien habría ordenado la sentencia de muerte, y ha-
presentación gráfica del crucificado, descubierta en bría sido Herodes a quien Pilato habría tenido que
1856 en el Palatino de Roma, que se remonta al si- pedir el cuerpo de Jesús. Pero además se observan
glo III y constituye un atroz escarnio, obra de un otras distorsiones históricas; por ejemplo: para
anónimo autor pagano, que representa a un cristia- montar la guardia junto al sepulcro, se habrían reu-
no en el acto de adorar una cruz en la que está cla- nido en una tienda escribas y ancianos, junto con el
vado... ¡un asno! centurión y los soldados romanos, y este imposible
consenso se habría incluso prolongado durante el
sábado (jaquel sábado!). Los apóstoles habrían ini-
(4) JUSTINO, Diálogo con Trifon, PG 6, 690B. ciado el viernes santo un ayuno en espera de la re-
122 El Jesús de la historia Un Mesías inédito 123
surrección; pero este dato del ayuno refleja no tan- un accidente. Su muerte fue decidida durante un
to la actitud «histórica» de los primeros discípulos proceso; un proceso ciertamente expediÜio�pero
(los cuales, con mucho sentido realista, no espera- no- del todo improvisado, porque ya desde que
ban que sucediera absolutamente nada la mañana Jesús dio comienzo a su actividad, y a pesar de los
de Pascua, si hemos de hacer caso a los evangelios), notables éxitos que obtuvo, comenzó a crecer la
sino más bien la costumbre litúrgica, ampliamente oposición en su contra. Marcos agrupa al comienzo
difundida en el siglo 11, de ayunar desde el viernes de su «informe» cinco sucesivos enfrentamientos
santo hasta la mañana de Pascua (5). con los fariseos en torno a los más espinosos asun-
tos: su pretensión de perdonar los pecados, su mo-
Una reconstrucción en «flash-back» lesta costumbre de frecuentar el trato con los peca-
dores, su libertad frente al precepto del ayuno o con
¿Por qué _m!:J:ri�? Xavier de Chalendar ha
respecto al sábado... Y a aquí aparecen las palabras-
escrito una especie de novela de la «serie negra» en
clave del proceso: blasfemia, Hijo del hombre, pe-
torno a este hecho y a este «porqué». Su título es:
cador... La decisión ya está tomada: «En cuanto se
Muerto bajo Poncio Pi/ato y aún vivo, y es un libro
retiraron, los fariseos se confabularon con los hero-
realmente ejemplar por la seriedad de su documen-
dianos contra él para ver el modo de eliminarlo»
tación y por su claridad expositiva (6). Vamos a se-
(Me 3, 6). Lo único que queda es encontrar el me-
guir aquí su hilo conductor.
El evangelio no comienza con el típico «Erase dio de hacerle desaparecer.
una vez... », Tomemos el inicio del ministerio de ¿ Y qué hace Jesús? Habría podido librarse de
Jesús en el evangelio de Lucas: «En el año décimo- la muerte. Habría podido, por ejemplo, emprender
quinto del imperio de Tiberio César, siendo Poncio la huida o defenderse por la fuerza en el huerto
Pilato procurador de Judea...» (3, 1). Jesús murió de (Qs olivos; habría podido someterse a una
bajo Poncio Pilato, pero no murió de un infarto ni autocríti-
de un cáncer. Tampoco se suicidó ni fue víctima de � durante el proceso; y en último término, ¡habría
podido descender de la cruz! Pero no; Jesús eligió
la muerte: la había previsto 'J. f�e a su encuentro; no
se trató de un movimiento equivocado porsu parte,
(5) Con respecto al Evangelio de Pedro, cfr. M. G. MARA, sino de una CQpsecuencia de sus propias op_s:�Qf!�S.
Contributo deg/i Apocrifi alla storia del Cristianesimo: Leuura e
commento del Vangelo di Pietro, Ed. Lapadre, L'Aquila 1972; Si se hubiera quedado trabajando de carpintero en
para una comparación con los evangelios canónicos, remito a mi Nazaret, no habría acabado sobre una cruz. Jesús
obra L'autenticitá storica dei sangeti, Ed. Dehoniane, Bolonia
1976, pp. murió víctima de su mensaje. Murió por habeiñá-
227-241.
(6) X. DE CHALENDAR, op. cit.
�l���· Más exactamente: murió por una cuestión
124 El Jesús de la historia Un Mesías inédito 125
de «identidad». Las fuentes coinciden en atestiguar gico son conservadores: tan sólo aceptan el Penta-
que la sentencia capital emanó de la autoridad ro- teuco y rechazan cualquier otro escrito posterior y
mana. Ahora bien, semejante sentencia sólo podía cualquier tradición oral; por eso tachan de herética
ser pronunciada o confirmada por un delito político la doctrina de la resurrección de los muertos y de-
o, cuando menos, para prevenir un peligro de orden fienden únicamente la concepción clásica -más có-
político. Y a eso es a lo que responde la inscripción moda y ventajosa- de la «ética del éxito»: ¡el hecho
que Pilato mandó poner en la cruz. con el motivo de ser ricos y poderosos es señal de que Dios les
concreto de su condena: «Rey de los judíos» (Me aprueba y les bendice!
15, 26 y par.) El centro de su poder es el templo y, consiguien-
Jesús, por lo tanto, fue ajusticiado en calidad de temente, el culto; cuando, con ocasión de la catás-
elemento subversivo que reivindicaba para sí la dig- trofe del año 70, no quede del templo piedra sobre
nidad real del Mesías. Es en esta reivindicación me- piedra, se derrumbará igualmente la pirámide cleri-
siánica donde el hecho absolutamente cierto de su cal de Jerusalén.
muerte encuentra una razón necesaria y suficiente, A diferencia del Bautista, Je�Ú§ no procede de
sin la cual, por el contrario, habría seguido siendo Ja jerarquía jerosolimitana, ni siquiera de la tribu
un misterio insoluble. Jesús-Mesías (en griego, Jesu- dedicada al culto, la de Leví, sino que es uno del
Cristo): la vida y muerte de Jesús está toda ella en pueblo, un «laico», y no tiene nada en común con
este nombre (bastante común en aquella época) y esa clase dirigente de notables oportunistas. El Rei-
en este título, «Cristo» (el más prestigioso título en �o de Dios que Jesús predica no es la olímpica "so-
aquellos tiempos). Ahora bien, ¿en qué sentido es beranía ejercida por un Dios señor de la naturaleza
Jesús «Cristo»? Cotejémoslo con los grupos de en- desde la creación y, consiguientemente, garante del
tonces: saduceos, fariseos, esenios y celotes. orden; tampoco es la domesticada presencia de un
Dios cómodamente instalado en el templo; �.ás
bien la acción subversiva de quien derriba tronos,
¿ Un exponente de la casta clerical? derroca jerarquías e instaura su reino en favor de
�<Saduceos>i se llaman los representantes de la los pobres y los últimos. Ni Zeus ni Baal son el
clase sacerdotal _y de la aristocracia de Jerusalén. Dios de Jesús, sino el ardiente Yahvé del Sinaí que,
Culturalmente «conciliadores» con la civiliz.ación si bien reina en Sión, hace, sin embargo, que hasta
griega, eran políticamente «colaboracionistas» de en la cima del Carmelo se escuche su rugiente grito
los romanos, que constituía para ellos la única ma- en favor de los explotados (Am 1, 1). Y el mesías,
nera de conservar la riquez.a y el poder. En lo teoló- para Jesús, no es un «sacerdote» que vaya a resta:
126 El Jesús de la historia Un Mesías inédito 127
blecer el culto mosaico en toda su pureza; el culto meticulosa observancia de la Ley por parte de todo
verdadero no es el de las fastuosas ceremonias que Israel, lo que habría de determinar a Dios a instau-
practican en el templo los sacerdotes y los levitas, rar su reino y a enviar a su mesías, el cual acabaría
sino el del amor practicado en el camino por el he- reconquistando la independencia para el pueblo de
reje samaritano: la liturgia no es abolida por Jesús, Dios.
sino llevada por él a su finalidad suprema: «Miseri- Pero sabemos lo que Jesús piensa del Reino. El
cordia quiero, y no sacrificio» (Mt 9, 13; 12, 7). Reino no es resultado del esfuerzo humano, sino
Exclusivamente preocupados por su poder, los puro don de la libre iniciativa de Dios; y por lo que
saduceos dejarán actuar a Jesús hasta el momento se refiere a la ley, el hombre es la medida de la ley y
en que este fogoso aldeano de Galilea lance su ata- del sábado (Me 2, 27). El evangelio, especialmente
que a fondo contra el «establishment» político-reli- el de Mateo, está todo él salpicado de constantes
gioso de la capital; en ese momento la suerte está brotes de ardiente polémica entre Jesús y los fari-
echada: «es mejor que muera uno solo por el pueblo seos; sin embargo, puede admitirse, desde el punto
y no que perezca toda la nación» (Jn 11, 50). de vista histórico, que en la formación de Jesús ejer-
.cieran su influjo los fariseos, entre quienes tuvo di-
versos amigos y por cuyo celo manifestó su admi-
¿ Un moralista intransigente? ración (Mt 23, 15). Incluso algunos de ellos se pro-
Los fariseos constituyen, en el ambiente de nunciaron abiertamente en defensa de Jesús, como
Jesús, uno de los grupos más caracterizados: so- se desprende del evangelio de Juan (7, 50; 9, 16).
ciológicamente, son de extracción popular; religio- Por otra parte, l� responsabilidad de la condena a
samente puros (como lo indica su propio nÓmbré, muerte de Jesús recae, ante todo, en la casta sacer-
que significa «separados») y siempre preocupados .fiotal y en los saduceos; a los fariseos ni se les men-
por eludir toda posible contaminación con paganos ciona en el relato de la Pasión (a excepción de Jn
y pecadores; políticamente, son independentistas Y._ 18, 3). Pero los evangelios insisten en dar fe de un
nacionalistas, aunque no comparten fa lucha activa enfrentamiento irreductible entre Jesús y estos sa-
de los celotes. tisfechos celadores de la ley. Es el espíritu farisaico
Si para los saduceos el centro de su espirituali- lo que Jesús no soporta, porque significa preferir la
dad es el templo, para los fariseos lo es la Ley..tan- exterioridad a la interioridad, el pequeño detalle a
to escrita como oral («las tradiciones de los pa- expensas y en menoscabo del espíritu, las tradicio-
dres»), Según ellos, no sería el compromiso político, nes humanas por encima del precepto de Dios. Y la
sino el absoluto rigor moral conseguido mediante la ironía de Jesús resulta verdaderamente punzante
128 El Jesús de la historia Un Mesías inédito 129
contra estos puros e incontaminados que despre- za y abocados a la perdición: «necios, locos, defi-
cian a los ignorantes y a los pobres en nombre de cientes, alienados, ciegos, lisiados, cojos, sordos y
su justicia; ¡y en nombre de esa justicia llegan a es- mutilados: ninguno de éstos puede ser acogido en la
grimir derechos sobre Dios! comunidad, porque lo que hay en ésta son ángeles
santos» (8) (en cambio, por lo que se refiere a
¿Un austero monje? Jesús, cfr. al menos Le 14, 21: «Sal en seguida -di-
ce el señor al criado- a las calles y plazas de la ciu-
Cuando se descubrieron los escritos de Qumran
dad, y haz que vengan al festín los pobres, los lisia-
en 194 7, cundió el desconcierto al comprobar las
dos, los ciegos y los cojos»),
sorprendentes afinidades entre los «rollos» del Mar
Hay también que recordar que los contornos
Muerto y nuestros evangelios, especialmente el de
del mesianismo esenio resultan más bien difusos:
Juan; pero, tras un más profundo examen, se apre-
parece como que en Qumran se esperaba a dos me-
ció una serie de rasgos de discontinuidad entre el
sías, el Mesías de Aarón, de estirpe sacerdotal, y el
mundo religioso de Qumran y la historia de Jesús.
Mesías de Israel, de descendencia davídica. Muy
Legalismo y exclusivismo colorean todo el am-
distante de Jesús es también la figura del «Maestro
biente monástico de Qumran. El sábado, por ejem-
plo, no puede ser profanado en absoluto: «ya puede de Justicia», un maestro erudito a quien los discípu-
berrear cuanto quiera un niño de pecho; ya puede los de la comunidad rodeaban con supersticiosa ve-
estar ahogándose un hombre... ; la santificación del neración; Jesús, por el contrario, era un maestro
sábado está por encima de cualquier otra conside- «familiar», a quien los discípulos y la propia muche-
ración» (7) (en cambio, por lo que se refiere a Jesús, dumbre se acercaban con entera libertad. Además,
cfr., por ejemplo, Le 14, 1-6). En Qumran rige tam- el _«Maestro de Justicia» era un severo asceta que
bién la estricta observancia del calendario litúrgico, evitaba como algo sórdido todo contacto con los
así como una minuciosa casuística legal, unas rigu- pecadores y reservaba para unos pocos iniciados la
rosas prescripciones de pureza cúltica, con ablucio- pertenencia a la secta.
nes constantes, etcétera. Para llegar a la pureza to- Es demasiado evidente, pues, que un «comilón y
tal, los pertenecientes a la secta deben hallarse com- borracho» (que así consideraban los «bien-pensan-
pletamente separados de la informe multitud, que tes» a Jesús), «amigo de publicanos y pecadores»
para ellos está formada por pecadores sin esperan- (Mt 11, 19), no habría podido resistir ni un solo día
en la comunidad de elegidos de Qumran.
(7) En J. JEREMIAS, // significato teologico dei reperti del
mar Morto, Ed. Paideia, Brescia 1964, p. 15.
(8) Ibid., p. 40.
El Jesús de la historia Un Mesías inédito 131
130
Muchas de las actitudes de Jesús hacían pensar a los bienes materiales, la preferencia por los po-
en el profeta: entre los verbos más frecuentemente bres, la primacía absoluta del amor...). Pero no es
usados por los evangelistas para definir su activi- ahí donde radica el núcleo vivo de su mensaje, sino
dad, figuran los de «predicar», «enseñar» y «hablar». en el anuncio que proclama y que Marcos concreta
Jesús es el hombre de la palabra; palabra que en este «manifiesto»: «El tiempo de la salvación se
él anuncia, explica, grita y ofrece. A la gente, pues, le ha cumplido: Dios inaugura su Reino. Cambiad de
resulta natural denominarle «profeta» (Me 8, 28; Le vida y creed en este alegre mensaje» (Me 1, 15). Las
7, 16; Jn 6, 14). Consiguientemente, no es un doc- bienaventuranzas, por consiguiente, no pueden leer-
tor de la ley entre tantos otros, ni siquiera un maes- se en clave moralista, como si fueran un elenco de
tro mejor dotado que los demás (Me 1, 22-27). No valores genéricamente humanitarios: los pobres son
es que sea el primero, sino que es distinto. dichosos no tanto por no vivir una vida llena de las
Su estilo es fulgurante: «Donde está tu tesoro, tensiones propias de las cosas superfluas, ni porque
allí está también tu corazón» (Mt 6, 23); «Cada día su modestia les haga más aceptables, ni, en definiti-
tiene bastante con su inquietud» (Mt 6, 34); «Deja va, porque con sus escasas fuerzas hagan realidad
que los muertos entierren a sus muertos» (Mt 8, un ideal de vida moralmente decoroso, sino que son
22); «El que empuña la espada, a espada perecerá» dichosos porque Dios interviene. Son dichosos, pues,
(Mt 26, 52), etcétera. Su tono está inusitadamente no por ser buenos para con Dios y para con los de-
cargado de autoridad: «El cielo y la tierra pasarán, más, sino porque Dios es bueno para con ellos. Lo
pero mis palabras no pasarán» (Mt 24, 35); «Habéis que hay en la base del mensaje de Jesús no es una
oído que se dijo... ; pero yo os digo... » (Mt 5). No moral humana ni un comportamiento, sino un
propone una doctrina abstracta, una ideología, ni acontecimiento: la intervención de Dios en la histo-
enseña ningún tipo de saber libresco, ni explica la ria (2).
Biblia, sino que anuncia una experiencia cuyo dato Jesús es profeta del Reino, aunque nunca se de-
primigenio es Dios: «El Padre lo ha puesto todo en finiera como tal. Sí es cierto, sin embargo, que al
mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre. Y menos en una ocasión aludió a este título: «Los ni-
nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquellos a nivitas se levantarán en el Juicio con esta genera-
quienes el Hijo se lo quiera revelar» (Mt 11, 27). ción y la condenarán, porque ellos se convirtieron
Ni siquiera es un maestro de moral, aun cuando con la predicación de Jonás, y aquí hay algo más
la moral ciertamente forma parte de su mensaje (re- que Jonás» (Le 11, 32). Pero hasta el título de pro-
cuérdense «sus» valores: el primado de la concien-
cia, la fraternidad universal, la libertad con respecto (2) Non solo di pane (op. cit.), pp. 55-60.
144 El Jesús de la historia ¿Quién eres tú, Jesús de Nazaret? 145
feta le queda pequeño a Jesús, porque, si es más éstos le consideran «enajenado» (Me 3, 21; 6, 4); y
que Jonás, es más que profeta: «Su manera tan fa- es que relativiza los lazos de sangre: «'¿Quiénes son
miliar de hablar con Dios, su forma tan segura de mi madre y mis hermanos?' Y mirando en torno a
hablar de Dios, su estilo tan pretencioso de hablar los que estaban a su alrededor, dice: 'Estos son mi
en lugar de Dios, todo ello revela la conciencia de madre y mis hermanos'» (Me 3, 33-35).
una unidad con el Padre que sólo la fe puede creer: Jesús es libre frente a sus discípulos, a quienes
'Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo' (Mt 16, 15- llama, pero no los encadena; a quienes cura, pero
16)» (3). no los acostumbra mal; a quienes comprende, pero
sin rebajar nunca el ideal. Incluso está dispuesto a
Más libre que los ascetas quedarse solo («¿ También vosotros queréis mar-
Jesús es libre frente a las cosas porque se man- charos... ?»: Jn 6, 67). Es libre hasta el punto de per-
tiene alejado de ellas: «Las zorras tienen guaridas, y mitir que uno de los suyos le traicione y hasta le en-
las aves del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tregue con un beso.
tiene donde reclinar la cabeza» (Mt 8, 20). Ahora Jesús es libre y, por eso mismo, espontáneo: no
bien, este alejamiento de las cosas no va acompaña- inhibe sus sentimientos, no se recata en manifestar
do de una actitud puritana y desdeñosa de despre- su rabia (Me 3, 5), su ternura (Me 1 O, 16), su sim-
cio; Jesús ama el mundo y la vida, y come y bebe patía (Me 10, 21), su miedo a la muerte (Le 22, 39-
hasta el punto de llegar a pasar por «comilón y bo- 46)... [El miedo a la muerte!: San Francisco morirá
rracho» (Mt 11, 19). Es cierto que ayuna, pero no cantando..., él muere gritando... ¿ Quién es más
lo hace por masoquismo: y jamás propuso la re- hu- mano?
nuncia por la renuncia: «Cuando ayunéis, no pon- Un caso evidente de esta soberana libertad de
gáis cara triste» (Mt 6, 16-1 7). Jesús lo constituye su actitud para con las mujeres:
Jesús es libre ante la gente, tanto si ésta le ningún hebreo observante, ningún piadoso rabino
aplaude como si le manifiesta sus pretensiones; en se habría comportado como él, que absuelve a la
muchas ocasiones se le ve rehuir el abrazo entusias- adúltera (Jn 8, 1-11 ), que se deja tocar los pies y be-
ta, pero comprometedor, de la multitud y se retira a sar la cabeza por una prostituta (Le 7, 36-50), que,
la soledad (Me 1, 35-38.45; 6, 31-32; 7, 24). Es junto a los discípulos, se deja acompañar también
li- bre frente a sus parientes, hasta el punto de por algunas mujeres (Le 8, 1-3), que se pone a ense-
ñar a María, «sentada a sus pies», como a una
que
auténtica discípula (Le 10, 38-42). Pablo, que afir-
mará que «en Cristo Jesús ya no hay varón ni hem-
(3) Ibid., p. 93.
146 El Jesús de la historia ¿Quién eres tú, Jesús de Nazaret? 147
bra» (Gal 3, 28), a la hora de la verdad no se mues- sión dinámica de toda su vida: debilidad y poder,
tra demasiado abierto para con las mujeres (1 Cor humillación y gloria.
3, 15; 14, 34-38; Ef 5, 22-23; 1 Tím 2, 9-15; Tt 2, Hijo del hombre, es decir siervo y señor: sier-
4ss.). Por otra parte, el evangelio apócrifo de To vo de Dios y de nadie más, y por ello verdadera-
más (escrito gnóstico del siglo 11) concluye con esta mente señor. Libre y liberador.
frase: «Dijo Simón Pedro: 'Que se aleje de nosotros
María (Magdalena), porque las mujeres no son dig- Más revolucionario que los revolucionarios
nas de la vida'. Y dijo Jesús: 'Yo la convertiré en
«Si Jesús se hubiera limitado a introducir una
varón para que sea Espíritu vivo como vosotros, los
reforma agraria, como la que tuvo lugar después de
varones; y toda mujer que se haga varón entrará en
su muerte en el contexto de la revuelta de Jerusalén,
el Reino de Dios'», En ningún pasaje de los evange-
si hubiera arrojado a la hoguera en la que ardieron
lios se encuentra semejante patraña.
los archivos de Jerusalén las actas de las deudas,
Jesús es libre porque es el Hijo del hombre, que
es el título preferido por él mismo (aparece 69 veces y si hubiera organizado un motín contra las
en los sinópticos). Dicha imagen adquiere un singu- fuerzas romanas de ocupación, hace ya mucho
lar relieve en la visión del libro de Daniel (7, 13-14): tiempo que habría quedado sepultado en el olvido»
«Yo seguía contemplando en las visiones de la no- (4).
che. Y he aquí que en las nubes del cielo venía Lo que Jesús propone no es una simple reforma
como un Hijo de hombre. Se dirigió hacia el Ancia- cultural, social o política, sino un cambio total, una
no y fue llevado a su presencia. A él se le dio impe- «revolución": se trata de «cambiar de vida", de deci-
rio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y dirse por el Reino que Dios desea instaurar en esta
lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eter- tierra; en suma, no es cuestión tanto de hacer algo
no, que nunca pasará, y su reino no será destruido por Dios, cuanto de dejarle que sea él quien actúe.
jamás», Los «dichos" en los que Jesús recurre a este El reino que Jesús anuncia es el Reino de Dios; y lo
título suelen subdividirse en tres series: la primera es a todos los efectos: es El quien actúa para hacer-
se refiere a la actividad apostólica de Jesús (que se rey. Nadie -ni siquiera los revolucionarios celo-
perdona los pecados y es señor del sábado: Me 2, tes, a pesar de afirmar tan irreductiblemente la so-
10.28); la_ �egunda se refiere a la fase final (pasión y beranía de Yahvé- puede pretender erigirle un tro-
resurreccion: Me 8, 31); la tercera está no. La venida del Reino no depende de la praxis re-
constituida por textos relativos a su destino volucionaria de los hombres. La intervención de
glorioso (Mt 14,
62). Este título le sirve a Jesús para expresar la ten-
(4) H. KÜNG, op. cit., pp. 25-26.
148 El Jesús de la historia
¿Quién eres tú, Jesús de Nazaret?
Dios es «gracia», puro don; la conversión del hom-
parcialidad de su contribución estimule a colocar
bre no es condición, sino consecuencia.
cada vez más lejos los límites de las precarias reali-
Pero una consecuencia que es preciso asumir en
zaciones humanas (5).
toda su radicalidad: «si tu ojo te escandaliza... » (Me
El hilo de estas observaciones nos lleva a com-
9, 43-48). Por el Reino hay que dejarlo todo, y en
prender la escrupulosa reserva que Jesús mantiene
primer lugar el propio «yo»: «Quien quiera venir en
frente al título de Mesías: precisamente por vivir en
pos de mí, niéguese a sí mismo... Quien quiera sal-
un ambiente infestado de gérmenes de fiebre mesiá-
var su propia vida, la perderá» (Me 8, 34-37). nica y porque en él podía verse a uno más de tantos
«Revolución» es una palabra muy manida y pretendientes, Jesús hizo todo lo posible para no ser
cargada de una serie de connotaciones que inme- encuadrado en el esquema del Mesías-rey, que era
diatamente evocan la idea de sangre y de violencia. como la gente le miraba. Jesús es ciertamente Me-
Pero no es así para Jesús, para quien el amor a los sías, y en este sentido suscribe el reconocimiento de
enemigos es camino obligado para quien desee ha- Pedro: «Tú eres el Cristo» (Me 8, 29-30), pero está
cer sitio al reino de la paz y del amor. Esto mismo empeñado hasta el fin, con los suyos y con los de-
permite captar la radicalidad de la experiencia de más, en esclarecer la auténtica naturaleza de su me-
Jesús y de su mensaje: para la batalla más dura y sianismo, tal como se desvelará inequívocamente
exigente (abrir al reino la propia vida y el mundo), con ocasión de la Pascua: Jesús es el Mesías, pero
el camino indicado es el más desarmado, el de la no el Mesías del poder y del triunfo, sino el siervo
no-violencia. fiel que se encamina hacia la cruz, donde entregará
Dicho esto, hay que añadir a continuación -si por completo su vida al Padre, y éste se la devolve-
no quiere uno incurrir en el extremo opuesto de una rá en plenitud con la resurrección.
lectura espiritualizante del evangelio- lo siguiente:
afirmar que el Reino de Dios no coincide con los re- «¿Eres tú el Mesías?»
sultados del compromiso socio-político no significa
He aquí que hemos vuelto de nuevo a la pregun-
negarle al evangelio los aspectos sociales y políticos ta en torno a la cual gira todo el proceso a Jesús:
inequívocamente presentes en él (piénsese, por «¿Eres tú el Mesías?» (Me 14, 61). Según los sinóp-
ejemplo, en la primacía del hombre y en todo lo que
ello supone); significa más bien sustraer a la dimen-
sión socio-política toda pretensión absolutizante y (5) G. BARBAGLIO, «Il regno di Dio e Gesú Cristo», en (VV.
AA.) Conoscenza storica di Gesú (op. cit.), pp. 114-118; cfr. también
mistificadora y, consiguientemente, insertarla en un Non solo di pane (op. cit.), p. 21; PABLO VI, Octogesima Adve
más amplio horizonte, en el que la conciencia de la niens, nn. 46 y 48.
El Jesús de la historia ¿Quién eres tú, Jesús de Nazaret?
150
ticos, la respuesta de Jesús (en Me 14, 62: «Sí, lo to, el Hijo de Dios vivo»: Mt 16, 16) y que despué!i
soy») fue claramente interpretada no sólo como la fue progresivamente explicitada por la reflexíó-,
más alta y solemne declaración mesiánica de Jesús, adorante de la Iglesia, hasta llegar a la definición de
sino como la identificación de éste con el Hijo del Calcedonia (año 451): «Verdadera y perfectamente
hombre, revestido de la misma dignidad divina hombre, verdadera y perfectamente Dios». Fórrnulg,
(«sentado a la derecha de Dios») y acusado por ello que, como decía Bonhoeffer, con sus «duros con,
de «blasfemo» y condenado a la cruz. ceptos, es como una de esas piedras de las que se
La crítica histórica nos conduce hasta aquí, extrae el fuego».
hasta este Jesús de Nazaret que fue condenado a la Suscribimos lo que afirma Dorothee Solle:
cruz por haberse declarado Cristo-Hijo de Dios. Compáralo tranquilamente
Sea cual fuere la imagen que podamos hacernos de con otros grandes personajes:
él, debemos cotejarla con la misteriosa figura que se Sócrates,
desprende de los evangelios: la de una personalidad Rosa Luxemburgo,
única, con una historia excepcional, que sigue ha- Gandhi...
ciendo la misma pregunta: «Y vosotros ¿quién decís El resiste la comparación.
que soy yo?». Aquí ya no basta la razón, que no Pero será mejor
está ya en condiciones de darnos la respuesta, por- que lo compares
que ésta consiste en un acto de libertad, de fe. Es contigo mismo ( 6).
decir, se trata de una opción.
Opción, que no componendas, como sería afir-
mar que Jesús es un gran hombre, al estilo de
Gandhi o de Luther King; porque este «gran hom-
bre» se arrogó poderes divinos, con lo cual o es ver-
daderamente -como pretendió ser- Hijo de Dios
o, de lo contrario, no es ni siquiera un gran hombre
. '
smo tal vez el mayor mentiroso de todos los tiem-
pos, como afirmaron sus adversarios: «¡Es un blas-
ferno!»
Ni la carne ni la sangre pueden resolver el
enigma-Jesús; sólo puede hacerlo la fe, aquella fe . (6) Llegados a este pun!o, no nos queda sino remitir al precioso
hbro de F. ARDUSSO, pubhcado en esta misma colección La d;vi·
ya atestiguada por los evangelios («Tú eres el Cris- nidad de Jesús. Vías de acceso, Sal Terrae, Santander 1981.
Conclusión
intelectual laico, decepcionado de la política, se ha la duda es la condición natural del hombre que no
acercado a las últimas preguntas y, con desespera- desee renunciar a la razón. Fue Bonhoeffer quien
da honestidad, ha conseguido dialogar sobre ellas dijo que el hombre debe acostumbrarse -yo diría:
consigo mismo y en alta voz. 'resignarse'- a vivir etsi deus non daretur (como si
El prólogo -que conviene releerlo después de Dios no existiera). Etsi... Yo diría: quamquam, es
que su casi nonagenario autor muriera en enero de decir, aunque Dios no exista. Pero el corazón, que
1982- tiene todo el sabor de un testamento: «¿Ten- tiene sus razones, no se resigna».
go derecho a ser ateo sin haber dedicado una parte El otro libro es Indagine sulla crocttissione, de
de mi vida al estudio del problema supremo?» Y al Ferruccio Parazzoli (Ed. Rusconi, Milán 1982). El
final de la impracticable búsqueda, concluye con título me había ofuscado: creí que se trataría del
esta confesión: «Que nadie me pregunte si estoy sa- enésimo estudio sobre la crucifixión, sobre la sába-
tisfecho de haber dedicado estos últimos años de mi na santa... y, en lugar de ello, me encontré con la
vida a tan arduos estudios. No tenía elección. De- confesión de un peregrinar por las estepas de lo co-
bía hacerlo. Pero el fruto es amargo. Uno avanza y tidiano, jalonado por las continuas crucifixiones del
luego se da cuenta de que el problema supremo ha miedo y del dolor y, sin embargo, redimido como
quedado tan irresuelto como lo estaba antes, y lo por encantamiento -¿o por gracia?- en virtud del
único que ha aumentado es el tormento. 'No me florecer de un milagro inesperado, consistente en
buscarías si no me hubieras encontrado ya': es uno percibir, en la oscuridad de la cruz, el latir de un co-
de los pensamientos más poéticos de Pascal, y sólo razón lejano que cae después en las redes de Dios
con recordarlo se me saltan las lágrimas. Pero no es y, finalmente, acepta la convivencia con él.
cierto. Se busca porque no se ha encontrado: quae Leo en la página 74: «El senador romano se
sivi et non inveni». presentó ante Antíoco, rey de Siria, y, trazando en
«Quienes lean este libro -prosigue Ricciardet- torno a éste un círculo con un bastón, le ordenó:
to- no esperen que yo vaya a decir cosas nuevas 'Responde, antes de salir de este círculo'. He descu-
(...). Es el libro de un hombre que, llegado al atarde- bierto que cuanto yo había tomado como cuestión
cer de la vida, ha perdido la paz. Pero la paz de la personal es, en cambio, una epidemia, si bien nadie
s gocé durante tantos y tantos años no era sino se atreve a hablar de ello, como si se tratara de una