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Guía de Estudio - Clase 1 y 2 - Curso 1 - Rab Dan Ben Avraham

El documento describe los pactos establecidos por Dios con los ancestros judíos, incluyendo a Abraham, Isaac y Jacob, que forman la base del Judaísmo y la nación judía. Explica que estos pactos convirtieron a la familia hebrea en una nación y dieron al pueblo judío un lugar y propósito especiales entre las naciones. También destaca la importancia de la Tierra de Israel como la Tierra Prometida en virtud de estos pactos.

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Guía de Estudio - Clase 1 y 2 - Curso 1 - Rab Dan Ben Avraham

El documento describe los pactos establecidos por Dios con los ancestros judíos, incluyendo a Abraham, Isaac y Jacob, que forman la base del Judaísmo y la nación judía. Explica que estos pactos convirtieron a la familia hebrea en una nación y dieron al pueblo judío un lugar y propósito especiales entre las naciones. También destaca la importancia de la Tierra de Israel como la Tierra Prometida en virtud de estos pactos.

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Estudia Toráh con el Rab Dan ben Avraham

CLASES 1 y 2 CURSO: NB-001-101

El fundamento del Judaísmo y de la vida nacional judía, está en función de los


pactos establecidos por Dios con nuestros ancestros. Es lo que da sentido y
forma, legalidad y esperanza al pueblo judío como nación del pacto.

Con ningún pueblo en particular de la tierra, Dios ha hecho alguna vez pactos
así, solamente con nuestros padres y con nuestro pueblo Israel.

Es cierto, mil años antes de la existencia de Israel como nación, Dios


estableció un pacto con toda la humanidad por medio de los Siete
Mandamientos Universales.

Pero ese pacto fue un pacto general, no un pacto privado, éste fue hecho
exclusivamente con el pueblo de Israel y por ello llamamos a Israel, la nación
del pacto.

A menos que entendamos estos pactos, no entenderemos ni el lugar ni la


naturaleza ni el rol especial que Dios ha dado al pueblo judío.

El primero de ellos se dio con el padre del pueblo judío, Avraham Avinu,
como está documentado en Breshit 17:1-8.

Como vemos, este es un pacto permanente y cada vez que nace un niño judío
y a los ocho días se le hace el brit miláh, demuestra históricamente la
normatividad, continuidad y lo vinculante de ese pacto,

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Es un pacto que Avraham pasó a su hijo Yitzjak, Yitzjak a su hijo Yaakov,


Yaakov a sus doce hijos y desde ahí, de cada padre judío a cada hijo judío.
La señal de este pacto está en la carne de cada judío, mientras que la señal del
pacto con las naciones está en las nubes, el arco en las nubes.

Para ser parte del pueblo escogido el aspirante requiere recibir la señal del
pacto en su carne, lo cual no se requiere para entrar en el pacto con las
naciones.

Así pues, podemos ver que desde Avraham, el padre del pueblo hebreo, hasta
llegar a la tierra de Egipto, el pueblo judío es visto como una familia, la
familia hebrea.

Y así como Dios nos ha adoptado como su familia, la familia de Dios,así


también ha decretado Dios que los nacidos fuera de la familia que deseen ser
parte de ella, sean adoptados en la familia de los santos y vengan a disfrutar
de una misma ley y de una misma promesa.

Si miramos bien, el pacto original con Avraham que luego se extiende a su


hijo Yitzjak y de su hijo Yitzjak a Yaakov y luego a sus doce hijos, nos hizo una
familia. Sin embargo, en un punto determinado, el pacto familiar se
transformó en un pacto nacional, es decir, la familia vino a ser una nación,
como está documentado en Shemot 6: 2-8.

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Tal relación se observa claramente en Devarim 4:32-40 donde está escrito:

Estas palabras demuestran varias cosas:


Primero: que hay una elección “porque él amo a tus padres por eso escogió
a su descendencia después de ellos”.
Segundo: que hay privilegios porque dice “ningún pueblo ha oído la voz de
Dios”.
Tercero: responsabilidades especiales porque dice: Guardarás sus estatutos
y mandamientos que yo te ordeno hoy”.

Como ves, el pacto con Avraham, Yitjzak y Yaakov nos dio una relación de
familia, y luego esa misma familia es llevada a un pacto como nación.
Este pacto ha sido renovado y confirmado varias veces, hasta que finalmente
el profeta Jeremías anuncia una renovación final (Jeremías 31:31-34).

Rabino Shaul afirma que nuestro Maestro, Yeshua HaMashiaj confirmó ese
pacto y sus promesas, no lo anuló ni lo invalidó, sino lo confirmó como
documenta en su carta a los Romanos, 15:8.

“Pues os digo que Mashiaj se hizo servidor de la circuncisión para demostrar


la verdad de Dios para confirmar las promesas dadas a los padres…”

De modo que los pactos son la señal distintiva, la base jurídica y la


naturaleza legislativa de nuestra judeidad tanto como familia, como nación
y como religión.
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Esto significa que hay un vínculo inseparable entre el pueblo de Israel y la


tierra de Israel y por tanto, Eretz Yirsael es la Tierra Prometida, es nuestra
herencia, nuestra porción entre las naciones, nuestra parte en la redención
del mundo incluso antes de la existencia física del pueblo judío.

Visto así, la tierra de Israel es parte de nuestra fe, de nuestra religión, de


nuestros rezos de nuestra alma judía, y es nuestra responsabilidad poseer esa
tierra, cuidarla, protegerla y usarla para el propósito sagrado para el cual el
Eterno nos la entregó.

Sin embargo, la promesa de la tierra es solo una promesa, no somos los


dueños de la tierra, solamente sus ocupantes legales, Dios nos entregó la
tierra prometida solo como un usufructo gratuito en base a las provisiones
del pacto, pero no somos los propietarios de la tierra, Dios es el propietario
real nosotros sus administradores.

Para disfrutar la tierra, debemos cumplir las condiciones del pacto y guardar
los términos de la Alianza, de otra manera Dios puede expulsarnos de la tierra
hasta que la tierra misma sea restaurada, como sucedió una vez en el caso del
exilio babilónico, por no haber guardado los mandamientos del Señor,
fuimos expulsados de la tierra hasta que pudiera tomar los descansos
requeridos por el Pacto.

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Así que la promesa de la tierra no es una promesa de propiedad, sino de


usufructo gratuito para cumplir la razón de ser nación del pacto, pero la
tierra permanece siendo propiedada exclusiva de Dios por tanto, la tierra
tiene que ser cuidada, debe guardar sus días de reposo como el judío guarda
sus días de reposo, y consecuentemente, cada semana, hay que dejar
descansar la tierra por 24 horas y cada siete años, hay que dejarla descansar
por un año completo y por cada 7 veces 7 años, es decir, cada 49 años, es otro
descanso total de la tierra.

Esto es lo que se conoce como el principio de Shemitá.

Y debido a que somos polvo también, debido a que fuimos creados del polvo
de la tierra, existe una conexión entre el hombre y la tierra y por tanto, los
pensamientos y las acciones del hombre impactan energéticamente la tierra
como la tierra energética y magnéticamente nos impacta a nosotros.

Cuando violamos los mandamientos de Dios que tiene que ser cumplidos en
la tierra de Israel, la tierra sufre daño inmenso y si Dios no interviene y
purifica y hace descansar la tierra, esta podría dañarse irreversiblemente.

Es por eso que la tierra de Israel es tan importante para el pueblo judío y para
el mundo, porque Israel es, por así decir, el sensor supremo que mide el
equilibrio del mundo entero.

Lo que sucede en Israel, impacta no solo a Israel, impacta al mundo.


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Nuestra responsabilidad no es solamente poseer la tierra, cuidarla y vivir de


ella, incluye también mantenerla en un estado óptimo de santidad y cuando
nos portamos bien en la tierra, ella se mantiene sana, produce en abundancia
y se vuelve como una madre que cuida, sustenta y vela por sus hijos.

Así que la manera cómo comemos, la manera cómo vestimos, la manera


cómo llevamos los negocios, la manera cómo nos relacionamos entre
nosotros y con los demás, la manera cómo nos relacionamos con la tierra y
cómo la administramos, tiene que ser diferente al resto.

Si no comprendemos esto, nuestro acercamiento a la Toráh podría ser


inapropiado. No estamos tratando cualquier cosa, estamos en territorio
sagrado y por tanto debemos quitar los zapatos de nuestros pies y acercarnos
al estudio de la Toráh con temor reverente, con un sentido de entrada a una
dimensión sagrada y que demanda de nosotros humildad, respeto y
admiración

Nombres, Derivaciones y Nomenclaturas

La mayoría de las personas que han leído los escritos sagrados y vinculantes
de Israel, los identifican con el nombre de Biblia. Este término no proviene
del hebreo, sino del griego, para el tiempo del surgimiento del helenismo en
el mundo antiguo.

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Los griegos compraban papel de aquella época (papiro) de una ciudad


antigua llamada Byblos, y de ahí llamaron a sus
libros βιβλίον (biblíon) “biblia” que literalmente significa “libros” en
plural.

Más tarde se transliteró al latín y de ahí pasó al castellano como Biblia.

Aunque el término puede ser aplicado a cualquier tipo de libros, debido a la


naturaleza de nuestros libros hebreos, se utiliza el término “Biblia”
solamente para ellos.

Desde entonces, los Escritos Sagrados Vinculantes de la literatura hebrea, se


conocen en la cultura occidental como Biblia.

Entre nosotros, los judíos, lo llamamos TANAK y se pronuncia como Tanáj.

Este término no es un nombre sino más bien, un Acróstico, para las tres
grandes secciones de que la Biblia Hebrea está compuesta, a saber:

Toráh (TA)
Nevi’im (NA)
Ketuvin (K)

Si tomas cada una de las primeras letras de las tres palabras, obtienes TANAK
(Recuerda se pronuncia Tanáj).
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¿Qué significa TANAK entonces? Un acróstico para:

Toráh = “Instrucciones”
Nevi’im = ” Profetas”
Ketuvin = “Escritos”

Por tanto, la Biblia Hebrea está compuesta de tres grandes secciones, Toráh,
Nevi’im y Ketuvim.

Los nombres que tu “Biblia” castellana tiene para la Toráh, los primeros
cinco libros de la Biblia provienen del idioma griego, fundamentados en una
traducción que hicieron sabios judíos en Alejandría, durante la dinastía
Tolomea, tres siglos antes del nacimiento de Yeshua (285-245 a.e.c.).

Según la tradición, el general griego, Tolomeo Filadelfo, convertido ahora en


una especie de faraón egipcio, escogió a 70 sabios judíos de Israel, y les
ordenó traducir la Toráh al griego; de ahí que esa traducción, la primera en
toda la historia judía, se conoce como Versión LXX (Versión Setenta) o
simplemente, Septuaginta.

Estos 70 sabios judíos (algunos afirman que fueron 72), tradujeron al griego,
en primera instancia, los primeros cinco libros de nuestra Toráh y le dieron
un nombre griego que expresaba el contenido general del libro. Como fueron
70 sabios judíos los que tradujeron nuestra Tanaj al griego, su versión se
conoce como Versión Setenta.
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Desde ese momento en adelante, la Versión Setenta, conocida


académicamente como LXX, se convirtió en la Biblia preferida de los judíos
de habla griega y eventualmente todo el mundo judío helenista usó la LXX
como su versión más popular.

En la tierra de Israel, luego del surgimiento de la LXX comenzó un proceso de


estudio y análisis de cuáles serían los libros que deberían ser considerados
apropiados para ser llamados “inspirados divinamente”, para diferenciarlos
de otros que, aun con gran contenido histórico, no eran vistos como
“inspirados divinamente” para ser considerados literatura sagrada y
vinculante para la comunidad judía.

Esto fue así porque eventualmente a la LXX se le añadieron no solamente los


primeros cinco libros de la Tanaj, sino muchos otros libros, históricos y
proféticos, algunos de los cuales no fueron vistos por la comunidad judía en
Israel como dignos de estar al lado de aquellos libros considerados
sagradísimos como, por ejemplo, los cinco libros de Moisés, que la mayoría
conoce como Pentateuco.

Durante el período llamado Judaísmo del Segundo Templo, período que va


desde la construcción del Segundo Templo, aproximadamente entre 516
a.e.c. (algunos historiadores lo ubican en el 535 a.e.c.) hasta su destrucción
en el año 70 e.c., los libros considerados inspirados no habían sido definidos.

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Previo al desastre nacional que significó la destrucción del Estado Judío,


Jerusalén y el Templo, por los romanos (circa 70 e.c.), el líder de una secta
farisea, Yojanán ben Zakai, logró un salvoconducto del general Vespasiano,
en la primavera del año 67, para salir de la asediada Jerusalén juntamente con
otros sabios y discípulos.

Bajo protección romana, Yojanán ben Zakai se estableció en la pequeña


ciudad de Yavné, al oeste de Jerusalén, y con el grupo de estudiantes que
logró incluir en el salvoconducto, formó un segundo frente de
reconstrucción nacional. El primero fue creado arbitrariamente por los
fariseos zelotes, los que instigaron la revuelta contra Roma.

Luego de la destrucción de Jerusalén (70 e.c.) y la caída del último bastión


judío en la revuelta, Masada (73 e.c), Yojanán ben Zakai comienza a trabajar,
prácticamente de forma clandestina, su nuevo “Sanedrin”, con la mira de
lograr la reconstrucción nacional de un nuevo Estado Judío.

Entras las cosas que colocó en su lista para lograr ese fin, estuvo la
definición de cuáles deberían ser los libros considerados inspirados y
vinculantes para el pueblo judío.

Recuerda que ya ellos tenían conocimiento de la LXX y de todos los libros que
fueron incluidos en ella Así que se dieron a la tarea de formar una nueva lista
de libros inspirados y normativos, según conocían, oralmente, que era en la
práctica, lo que la mayoría de los judíos creía.
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Luego de mucho análisis y reflexión, revisando libro por libro, se llegó


finalmente a lo que ahora tenemos en nuestra Tanaj y surgió así la lista de 24
libros que forman nuestra Biblia Hebrea. Corría el año 98 e.c., cuando el
recién formado Sanedrin terminó el listado de los libros considerados
“canónicos” por la comunidad judía en Eretz Yisrael (Tierra de Israel).

Basado en esto, se creó una tradición oral que luego fue puesta por escrito
donde se resume la posición tradicional de los sabios de Yavné, de la siguiente
manera (Talmud Babilónico Tratado Baba Batra, folios 14b y 15a).

▪ Moisés escribió la Torá y Job.


▪ Josué escribió su libro y (según ciertos sabios) los últimos 8 versos de
Deuteronomio.
▪ El libro de Josué fue terminado por Eleazar y Finees.
▪ Samuel escribió su libro, Jueces y Rut.
▪ El libro de Samuel fue terminado por Gad y el profeta Natán.
▪ David escribió el libro de los Salmos, agregando sus cantos a los libros
de los ancianos (Adam (Sal 139:16), Melquizedec (Sal 110), Abraham
(Sal 89), Moisés (Sal 90), Heman, Jedutún, Asaf y los tres hijos de Coré).
▪ Jeremías escribió su libro, Lamentaciones y Reyes.
▪ Ezequías y sus compañeros editaron los libros de Isaías, y de Salomón
(proverbios, Cantar de los Cantares y Eclesiastés).
▪ Los hombres de la gran asamblea, (450 a.c.) editaron el libro de
Ezequiel, los doce profetas menores, Daniel y el rollo de Ester. Esdras
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escribió su libro y las genealogías del libro de Crónicas. Crónicas fue


terminado por Nehemías, hijo de Hacalías”.

Una vez concluida esta lista, fue aprobada por el Sanedrin de Yavné y así fue
reconocida por todos los judíos en la tierra de Israel y finalmente, por el resto
de las comunidades judías en el exilio.

A partir de entonces, solamente esos libros se consideran canónicos y se


estableció la regla que luego que los últimos tres profetas que formaron parte
de la Reconstrucción del Segundo Templo murieron (Hageo, Zacarías y
Malaquías), se cerró permanente la profecía (al estilo de los profetas
bíblicos) en Israel.

Cerrado “el canon bíblico”, el Tanaj es ahora la representación oficial de la


Biblia Hebrea, con sus 24 rollos, a la cual no se le puede ni añadir ni quitar.

Esto representó un punto de cambio en la teología judía, como estudiaremos


más adelante, porque concluido el canon, la profecía se transformó en la
interpretación del texto y su correcta aplicación.

Los hombres que, bajo inspiración divina, interpretaban el texto, eran vistos
como los nuevos “profetas”, no tanto anunciando cosas nuevas sino más bien
interpretando el texto desde diferentes perspectivas y con abundancia de
palabras, para que el pueblo pudiera entender la Escritura.

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Además, el antiguo dicho: “Así dice el Señor”, fue reemplazado por una bat
kol, “voz del cielo” donde para ocasiones especiales, la voz de Dios se
escuchaba estableciendo un veredicto.

Ahora ya sabes cómo se llegó a la formación de la lista oficial de los libros


considerados inspirados y vinculantes para el pueblo judío.

Recuerda entonces que la Biblia Hebrea está compuesta de tres grandes


secciones, Toráh, Nevi’im y Ketuvim, y a esta colección la identificamos con
el acróstico de EL TANAK.

Mientras que en las Biblias traducidas partiendo de la división establecida en


la LXX, en la Casa de Israel, el nombre de nuestros primeros cinco libros,
provienen del texto hebreo de donde nuestros sabios antiguos tomaron el
más significativo, encontrado al comienzo del libro.

A continuación, te daré los nombres en hebreo de nuestros primeros


cinco libros y la traducción castellana que proviene de la LXX.

Primer Libro de la Toráh: ‫( ב ְֵּראשִׁ֖ית‬Bereshit), conocido como Génesis.

Segundo libro de la Toráh: ‫מות‬


ֹ ‫ש‬
ְּ (Shemot), conocido como Éxodo.

Tercer libro de la Toráh: ‫ ( וַיקְּ ָרא‬Vayikrá], conocido como Levítico.

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Cuarto libro de la Toráh: ‫( בַמדְּ בַר‬Bamidbar), conocido como Números.

Quinto libro de la Toráh: ‫( ְּדבָרים‬Devarim), conocido como Deuteronomio.

Estos son nuestros primeros cinco libros sagrados y los más importantes de
toda la Escritura Hebrea.

El resto de los libros contenidos en la sección de Nevi’im y Ketuvim, se


fundamentan en los primeros cinco y expanden su significado según las
circunstancias propias de los autores sagrados que vinieron después.

Estos son los libros en nuestra Biblia Hebrea:

Toráh - 5 Libros
Nevi’im - Profetas - 8 Libros, divididos en dos secciones, Profetas
Anteriores y Profetas Posteriores.

Profetas Anteriores - 4 libros


ַ‫ְּהושֻ ע‬
ֹ ‫ – י‬Iehoshua – Josué
‫ – שופטים‬Shoftim – Jueces
‫שמואֵ ל‬
ְּ – Shmuel – Samuel ( 1 y 2 unidos)
‫ – מלכים‬Melajim – Reyes ( 1 y 2 unidos)

Profetas Posteriores - 4 libros


‫ – י ְַּשעְּ יָהו‬Ieshayahu – Isaías
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‫ – י ְּרמְּ יָהו‬Irmiáhu – Jeremías


‫ – יְּחֶ ז ְֵּקיאל‬Iejezqel – Ezequiel

(Doce Profetas Posteriores en un solo libro)


‫הושֶ ע‬
ֹ – Hoshea – Oseas
‫ – ֹיואֵ ל‬Ioel – Joel
‫מוס‬
ֹ ָ‫ – ע‬Amos – Amos
‫ – ֹעבַדְּ יָה‬Ovadiá – Abdías
‫ – ֹיונָה‬Ioná – Jonás
‫ – מיכָה‬Mijá – Miqueas
‫ – נַחום‬Najúm – Nahum
‫ – חֲ בַקוק‬Javaqúq – Habacuc
‫ – ְּצ ַפנְּיָה‬Tzefaniá – Sofonías
‫ – חַ גַי‬Jagái – Ageo
‫ – ְּזכ ְַּריָה‬Zejariá – Zacarías
‫ – מַ לְּאָ כי‬Malají – Malaquías

Ketuvím (Hagiógrafos) - 11 libros


‫ – ְּתהילים‬Tehilím – Salmos
‫שלֵי‬
ְּ ‫ – מ‬Mishléi – Proverbios
‫ – אי ֹוב‬Iov – Job
‫ – שיר הַ שירים‬Shir Hashirím – El Cantar de los Cantares
‫ – רות‬Rut
‫ – איכה‬Eijá – Lamentaciones
‫ – קֹהֶ לֶת‬Qohélet – Eclesiastés
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‫ – אסתר‬Ester
‫ – ָדניאֵ ל‬Daniel
ְּ‫ עזרא–מְּ יָהחנ‬-Ezra-Nehemiá – Estras-Nehemías (unidos en un sólo libro)
‫ – דב ְֵּרי הַ יָמים‬Divré Haiamím – Crónicas (I y II)

Si sumas 5+8+11 = 24 libros canónicos que componen nuestro TANAK, en ese


orden. Verás entonces que nuestra colección de libros sagrados comienza
con Génesis y terminan con el libro de Crónicas.

Antiguo Testamento y Nuevo Testamento

Los teólogos cristianos posteriores a la edad apostólica llamaron a nuestro


TANAK, “Antiguo Testamento”. Lo llamaron así por consideraciones
teológicas, fundamentados en la errónea idea de que efectivamente los judíos
tenían una “Antigua Alianza” con Dios, pero una vez llegado “Jesús”, se
estableció una “Nueva Alianza”, ahora no con los judíos, sino con la Iglesia.

Partiendo de esa teología de la sustitución (estudiarás eso luego), los padres


de la Iglesia enseñaron que los libros sagrados de Israel son parte de una
Antigua Alianza (Antiguo Testamento) mientras que, a partir de Jesús, surge
una Nueva Alianza (Nuevo Testamento) que eventualmente vino a ser
expresada en 27 libros canónicos conocidos popularmente como Nuevo
Testamento.

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El surgimiento de estas teologías, así como el surgimiento del cristianismo,


será tema de estudio más adelante.

La idea subliminal escondida en este tipo de nomenclatura para identificar


los libros de nuestra Tanak, es evidente: la antigua alianza con los judíos ha
sido superada por la nueva alianza de Jesús con la Iglesia. Esto creó las bases
para la Teoría Cristiana de las Dispensaciones y la Teoría del Rapto, etc.,
temas que serán estudiados oportunamente.

Como seguramente habrás razonado correctamente, los términos Antiguo


Testamento y Nuevo Testamento son nomenclaturas de origen cristiano y los
judíos no llamamos a nuestra Biblia Hebrea, de esa manera, sino TANAK.

En ocasiones, con una sola palabra, “Toráh”, muchas veces incluimos todo
el TANAK (Más de esto después).

De ahora en adelante te animamos a que cada vez que te vayas a referir a la


Biblia Hebrea, que has conocido como Antiguo Testamento, lo hagas
conforme es llamada por nuestro pueblo judío: TANAK (pronúncialo como
TANAJ, haciendo énfasis en la J final de forma intensiva y gutural como
cuando pronuncias Javier).

Seguramente notarás que el orden y la cantidad de libros en tu Biblia


castellana, tenga un orden y una cantidad diferente de libros.

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En cuanto al orden, en las versiones cristianas de nuestra TANAK, aparecen


primero, Pentateuco, luego Libros Históricos, luego Libros Poéticos y
finalmente libros Proféticos, terminando con Malaquías.

Mientras tanto, el TANAK inicia con la Toráh conocida también como Jumash
(Cinco Partes), continua con los Profetas y concluye con los Escritos, siendo
el último, Crónicas (1 y 2 en un solo libro).

Así que la versión cristiana de nuestra TANAK termina con Malaquías


mientras que la versión hebrea termina con Crónicas.

Si vas a buscar Crónicas en la Biblia Hebrea, lo encontrarás fácilmente: al


final de la colección. Pero si vas a buscar Malaquías, pasarás un poquito de
trabajo para encontrarlo porque ya has descubierto que no está al final, sino
por el medio.

En cuanto a la cantidad de libros, la TANAK está compuesta, como dijimos de


24 libros mientras que las versiones cristianas podrían tener 39 libros, 49
libros e incluso 52 libros.

La razón es que la Iglesia Católica, cuando ordenó crear una versión cristiana
del TANAK, incluyó en ella otros libros judíos no considerados canónicos por
los sabios de Israel, como es el caso por ejemplo de Baruc, Tovías, Macabeos,
los capítulos 13 y 14 del libro de Daniel, etc. (Más de esto después).

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