8.2.
4 El presbítero
En cierto modo, el presbítero es precisamente el primer responsable en la Iglesia de la
formación permanente, pues sobre cada uno recae el deber – derivado del sacramento del
orden – de ser fiel al don de Dios y al dinamismo de conversión diaria que nace del mismo
don (PDV, 79).
Es el primer y principal responsable de la propia formación permanente (Cf. DMVP2,
105).
Esta responsabilidad tiene fundamentos profundos y concretos:
“Este deber deriva del hecho de que ninguno puede sustituir al propio
presbítero en el vigilar sobre sí mismo (cfr. 1 Tim 4,16). El, en efecto, por
participar del único sacerdocio de Cristo, está llamado a revelar y a actuar, según
una vocación suya, única e irrepetible, algún aspecto de la extraordinaria
riqueza de gracia, que ha recibido” (DMVP2, 105).”
“Por otra parte, las condiciones y situaciones de vida de cada sacerdote son
tales que, también desde un punto de vista meramente humano, exigen que
tome parte personalmente en su propia formación, de manera que ponga en
ejercicio las propias capacidades y posibilidades” (DMVP2, 105).
El presbítero, además, tiene una responsabilidad respecto de sus hermanos de
presbiterio porque en virtud del sacramento del Orden “cada sacerdote está
unido a los demás miembros del presbiterio por particulares vínculos de caridad
apostólica, de ministerio y de fraternidad” (Cf. PO,8; LG,28; PDV, 17; CIC, can 275;
DMVP2, 34).
Para cumplir esta responsabilidad, el presbítero:
o Ha de responder con fidelidad a su vocación y misión con una vida santa (Cf. PO,
12 y 14), con la unión de sus fuerzas a la de los otros presbíteros (PO, 7) y
mediante un ministerio fiel y fecundo (Cf. PO, 3,4,5,13).
o Con base en un discernimiento espiritual, elaborara y aplicara su proyecto
personal de vida, en el cual describe los caminos y medios para trabajar
sistemáticamente por el crecimiento integral personal.
o Participara activamente en las actividades de la pastoral presbiteral diocesana,
dando su propia contribución en base a sus competencias y posibilidades
concretas (Cf. DMVP2, 105).
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o Aprovechará los medios ordinarios para conseguir su renovación humana,
espiritual, intelectual y pastoral (Cf. DMVP2, 105).
o Los presbíteros por su parte, considerando la plenitud del Sacramento del
Orden de que están investidos los Obispos, han de acatar en ellos la autoridad
de Cristo, supremo Pastor, han de estar unidos a su Obispo con sincera caridad y
obediencia, ungida de espíritu de cooperación (PO,7).
8.2.5 Los otros hermanos presbíteros.
El presbítero cooperara en el cuidado de la vida y del servicio ministerial de los demás
hermanos presbíteros (pastoral presbiteral), con base en los “particulares vínculos de
caridad apostólica, de ministerio y de fraternidad” (PO,8), en los cuales se funda la
ayuda recíproca, que se prestaran los presbíteros (Cf. DMVP2, 106).
Cada presbítero está llamado a ser servidor de los demás hermanos en el presbiterio.
Todos ellos están llamados a vivir la comunión y ayuda fraternas “A fin de que los
presbíteros encuentren mutua ayuda en el cultivo de la vida espiritual e intelectual,
pueden cooperar mejor en el ministerio y se libren de los peligros que pueden
sobrevenir por la soledad” (PO,8) “Los Pastores de la Iglesia, a ejemplo de su Señor,
deben estar al servicio los unos de los otros y al servicio de los demás fieles” (PG,10).
Todas las formas de fraternidad sacerdotal aprobadas por la Iglesia son útiles no solo
para la vida espiritual, sino también para la vida apostólica y pastoral (PDV, 81).
Algunos pastores han recibido una gracia especial para este servicio. Ellos están
llamados a cultivarla y a ponerla al servicio del presbiterio. Son los Animadores o
servidores natos de la pastoral presbiteral.
8.2.5.1 El presbiterio diocesano.
La fisonomía del presbiterio es, por tanto, la de una verdadera familia, cuyos vínculos
no provienen de carne y sangre, sino de la gracia del Orden: una gracia que asume y
eleva las relaciones humanas, psicológicas, afectivas, amistosas y espirituales entre los
sacerdotes; una gracia que se extiende, penetra, se revela y se concreta en las formas
más variadas de ayuda mutua, no solo espirituales sino también materiales (PDV, 74).
El Presbiterio diocesano, tiene una responsabilidad colegial primaria. Ha de promover
esta pastoral presbiteral y poner el ambiente de comunión y de ayuda mutua para el
crecimiento de cada uno de los pastores. Ninguna estructura organizativa podría
sustituir el Presbiterio diocesano. Allí en presbítero encuentra el espacio vital para
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lograr la plenitud de su identidad y, desde el, realizarse personalmente en el ejercicio
de su ministerio.
El presbiterio diocesano es el lugar privilegiado en donde se debería ofrecer al
presbítero los siguientes servicios:
Los medios específicos de formación, de santificación y de evangelización (Cf.
DMVP2, 36). El presbiterio ofrece apoyo a la santificación especialmente con su
vida comunitaria.
Ayuda para superar los límites y debilidades propios de la naturaleza humana,
especialmente aquellos problemas que hoy en día se sienten con particular
intensidad (Cf. DMVP 2, 36).
Apoyo para las responsabilidades personales… en el cumplimiento del
ministerio particular que le es confiado por el Obispo (Cf. DMVP2, 36).
Los demás servicios de la pastoral presbiteral diocesana, de manera continua,
integral, sistemática, orgánica, participativa, diferenciada, personalizada y
organizada.
8.2.6 La Comisión Diocesana de la Pastoral Presbiteral. El delegado diocesano.
Esta comisión:
Es el principal órgano operativo para la pastoral presbiteral diocesana.
Está integrada por Miembros del Presbiterio, sea propuestos por las vicarias
foráneas, sea escogidos en otras formas, pero siempre con carácter
representativo y nombramiento recibido del Obispo.
Vive la fraternidad entre sus miembros y da testimonio de ello ante los
hermanos.
Trabaja, coordinada por el Delegado diocesano de pastoral presbiteral.
Sirve en intima comunión con el Obispo y con el Presbiterio diocesano, en
colaboración con el Consejo Presbiteral y con los Vicarios foráneos, con los
colaboradores y con los demás servidores del Clero, integradas en la Pastoral de
conjunto diocesana.
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Funciones de la Comisión Diocesana:
1. Promueve y anima la Pastoral presbiteral en la Diocesis con los servicios de
educación permanente, comunión fraterna y bienestar integral para la vida y
ministerio de los pastores.
2. Tiene funciones operativas de reflexión, planeación y ejecución de actividades.
Distribuye entre sus miembros las responsabilidades de los programas y de
otras tareas.
3. Discierne las situaciones de los hermanos del presbiterio y escoge los caminos
adecuados para ayudar a atender sus necesidades.
4. Motiva y logra la participación activa y responsable de cada uno en la pastoral
presbiteral.
5. Acompaña y ayuda integralmente los hermanos del presbiterio.
6. Organiza los tiempos y los modos para el desarrollo de los Retiros espirituales y
para las demás actividades programadas.
7. Realiza lo demás que el Obispo y el presbiterio le encomienden para el servicio
integral a los presbíteros.
8. A solicitud de esta Comisión, otros ministros ordenados, Religiosos(as) y laicos
podrán colaborar con ella para la realización de los servicios programados.
El Delegado diocesano de la pastoral presbiteral:
1. Es nombrado por el Obispo y, en su nombre, sirve la pastoral presbiteral
diocesana.
2. Es el Animador general de la pastoral presbiteral diocesana.
3. Coordina la Comisión diocesana de pastoral presbiteral, especialmente, en sus
actividades de formación, planeación, ejecución y evaluación.
4. Distribuye, con la Comisión, las responsabilidades de los diversos programas y
desarrolla los que le corresponde ejecutar.
5. Acompaña y ayuda integralmente los hermanos del presbiterio.
6. Atiende las necesidades de las pequeñas comunidades sacerdotales y de las
Vicarias foráneas (o Arciprestazgos).
7. Trabaja en intima comunión con el Obispo y realiza las tareas especiales que él y
la Comisión diocesana le encomiendan.
8. Mantiene relaciones de comunión y colaboración con el Consejo Presbiteral, los
Vicarios foráneos (o Arciprestes), los demás Servidores del Clero, la Curia y los
demás agentes de pastoral.
9. Administra los recursos de la Delegación y mantiene actualizado el archivo de la
Delegación de pastoral presbiteral.
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10. Dedica tiempo completo o, al menos, tiempo suficiente, al servicio de la pastoral
presbiteral diocesana.
8.2.7 El centro de ayuda integral
Es un instrumento operativo fundamental de la Comisión diocesana de pastoral
presbiteral. Este centro presta sus servicios en la siguiente forma:
Cuenta con un Equipo interdisciplinar (Consejero espiritual, medico, psicólogo,
asesor administrativo, otros colaboradores), disponibles para prestar los
servicios interdisciplinares a los presbíteros.
Acompaña procesos personalizados y comunitarios, conforme a las necesidades
de los presbíteros.
Realiza servicios de salud, asistencia integral, acompañamiento espiritual, ayuda
psicológica y otros servicios de apoyo al bienestar del clero. Se apoya en
Colaboradores e Instituciones que complementan su servicio.
Realiza actividades de pastoral preventiva para el bienestar integral del clero.
Entre estos servicios está el control preventivo de salud y los encuentros
sacerdotales para fomentar la comunión y ayuda fraterna.
Realiza servicios de pastoral curativa
Esta bajo la dirección del Delegado diocesano de pastoral presbiteral y se
integra con los servicios de la Comisión diocesana de pastoral presbiteral.
Cuenta con tiempo y espacios adecuados, en la Casa del Clero, o en los
consultorios de los profesionales, o en otros lugares, para prestar sus servicios.
Los recursos con los que cuenta son los de la pastoral presbiteral diocesana, el
aporte de los beneficiarios, el voluntariado de algunos servidores de la salud y el
aporte de otros benefactores del Clero.
El Obispo, con la Comisión diocesana de pastoral presbiteral, organiza un grupo de
Formadores elegidos entre aquellos sacerdotes altamente cualificados y estimados por
su preparación y madurez humana, espiritual, cultural y pastoral, a los cuales hay que
formar para que tengan “la ciencia del amor, que solo se aprende de corazón a corazón
con Cristo” (Cf. DMVP2, 108). Ellos colaboran con la Comisión diocesana.
8.2.8 El Consejo presbiteral
El Consejo Presbiteral tiene, dentro de su misión, apoyar la pastoral presbiteral en la
Diocesis. Por su naturaleza y finalidades, es el organismo idóneo para ayudar al Obispo,
especialmente en lo que se refiere, por ejemplo, a perfeccionar y apoyar la ejecución
del plan diocesano de pastoral presbiteral (Cf. DMVP2, 107).
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8.2.9 El Arcipreste o Vicario foráneo y la Vicaría foránea
Los Arciprestes (Cf. CIC, cánones 553-555), o Vicarios foráneos, están llamados a:
Cuidar que los clérigos de su distrito vivan de modo conforme a su estado y
cumplan diligentemente sus deberes; procurar que los clérigos, según las
prescripciones del derecho particular y en los momentos que este determine,
asistan a las conferencias, reuniones teológicas o coloquios, de acuerdo con la
norma del c. 279 §2.
Cuidar de que no falten a los presbíteros de su distrito los medios espirituales, y
sea especialmente solicito con aquellos que se hallen en circunstancias difíciles
o se vean agobiados por problemas.
Cuidar de que los párrocos de su distrito que sepa que se encuentren
gravemente enfermos no carezcan de los auxilios espirituales y materiales, y de
que se celebre dignamente el funeral de los que fallezcan.
Proveer cuando alguien enferme o fallezca no se quiten de su sitio los libros,
documentos, objetos y ornamentos sagrados u otras cosas pertenecientes a la
Iglesia (CIC, c.555).
Conviene que el arciprestazgo elija un presbítero apto para animar su pastoral
presbiteral, el cual realizara su servicio en plena comunión con el Arcipreste o
Vicario, con el Delegado diocesano y con la Comisión diocesana de la Pastoral
Presbiteral.
La Vicaria foránea o Arciprestazgo es un espacio especialmente favorable para la ayuda
fraterna entre los presbíteros. La cooperación se fortalece cuando los presbíteros se
ayudan de manera integral, no solo en el campo pastoral, sino también en los campos
humano, espiritual e intelectual.
Las actividades y contenidos de educación permanente, de comunión y de bienestar
integral para este nivel dependerán del plan diocesano de pastoral presbiteral, de lo
que acuerden los presbíteros en su vicaria y de las iniciativas individuales de sus
miembros.
8.2.10 La comunidad sacerdotal y el grupo sacerdotal
La comunidad sacerdotal de vida y de ayuda vive y trabaja para el crecimiento integral
de sus miembros y para el servicio efectivo a los demás hermanos. En ella se comparte
el discipulado y el proceso de maduración integral. Más que a las actividades o
intereses externos, se aprecia a cada hermano y se le acompaña y ayuda. La comunidad
no vive solo en el encuentro, sino todos los días, en la comunicación, comunión y
diversas formas de ayuda entre todos.
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El grupo sacerdotal es también, un espacio especialmente favorable para la ayuda
fraterna entre los presbíteros. Allí se cultivan los lazos de amistad y otros vínculos en
función de mejorar sus encuentros y de crecer en la ayuda fraterna en todas las
dimensiones. El ideal es lograr que el grupo vaya madurando integralmente hasta ser
comunidad de vida y de ayuda.
8.2.11 Algunas asociaciones sacerdotales.
La ayuda que en este campo se debe prestar a los sacerdotes pueda encontrar un
sólido apoyo en diversas Asociaciones sacerdotales.
Se trata de Asociaciones que, teniendo estatutos aprobados por la autoridad
competente, estimulan a la santidad en el ejercicio a la santidad y favorecen la unidad
de los clérigos entre sí y con el propio Obispo (Cf. PO,8).
En este campo, para los presbíteros diocesanos resulta de mucha utilidad la Unión
Apostólica del Clero (UAC), que promueve la fraternidad y ayuda mutua en
comunidades de vida y ayuda, entre los ministros ordenados diocesanos. Además,
colabora en la formación permanente y busca poner en practica la caridad fraterna en
el servicio a los hermanos más necesitados (Cf. Estatutos UAC, 18,25,28).
8.2.12 El seminario
Es impulsor de la formación permanente del clero y corazón para el presbiterio y para la
Diocesis. Prepara a los seminaristas para insertarse en la vida de presbiterio y para que
inicien bien su ministerio. Por otra parte, colabora en los programas de la pastoral
presbiteral diocesana.
Además,
Desde el seminario mayor es preciso preparar la futura formación permanente y fomentar
el ánimo y el deseo de los futuros presbíteros en relación con ella, demostrando su
necesidad, ventajas y espíritu, y asegurando las condiciones de su realización (PDV, 71; RF,
80-88).
Es necesario hacer comprender la pastoral presbiteral a los seminaristas; y la formación
inicial a los presbíteros. Hay que realizar, con los seminaristas de teología y de la etapa
pastoral, talleres sobre la pastoral presbiteral
Desde el seminario mayor es preciso preparar la futura formación permanente y fomentar
el ánimo y el deseo de los futuros presbíteros en relación con ella, demostrando su
necesidad, ventajas y espíritu, y asegurando las condiciones de su realización (RF, 56).
La designación de un formador como coordinador para cada dimensión (Cf. RF, 137),
pedida por la Ratio al Seminario, podría aprovecharse como fuente, estructura y apoyo
para la iniciación a la formación permanente en los seminarios y para apoyar la pastoral
presbiteral diocesana.
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Una particular etapa para la integración entre el Seminario y la pastoral presbiteral se
puede hacer entorno a la etapa pastoral, con las materias ministeriales. Dentro de ella
convendría hacer la preparación e iniciación a la vida de presbiterio, al ministerio y a la
formación permanente (Cf. RF. n. 176 – 185).
Se necesita lograr la participación del Obispo, de presbíteros y de seminaristas, en
algunas actividades conjuntas de formación inicial y permanente.
8.2.13 la comunidad eclesial
La condición de hermano y pastor (Cf. PO,3) fundamenta la vida y comunión del
presbítero, con los demás hermanos y su ministerio en favor de ellos; además, es el
principio con el cual la pastoral presbiteral promueve la comunión y ayuda recíproca
entre el presbítero y los fieles laicos en la comunidad local (Cf. PO, 3).
La Presbyterorum Ordinis pide a los fieles cristianos:
…Sentirse obligados para con sus presbíteros y, por ello, profesarles un amor filial, como
a sus padres y pastores; y, al mismo tiempo, siendo participes de sus desvelos, ayuden a
sus presbíteros cuanto puedan con su oración y su trabajo, para que estos logren superar
convenientemente sus dificultades y cumplir con más provecho sus funciones. (PO, 9).
La participación de vida entre el presbítero y la comunidad, si se ordena y lleva a cabo
con sabiduría, hace una aportación fundamental a la formación permanente (Cf. PDV,
79). Todos los miembros del Pueblo de Dios pueden y deben ofrecer una valiosa ayuda
a la formación permanente de sus sacerdotes. A este respecto deben dejara los
sacerdotes espacios de tiempo para el estudio y la oración; pedirles aquello para lo que
han sido enviados por Cristo y no otras cosas.
Ofrecerles colaboración en los diversos ámbitos de la misión pastoral, especialmente
en lo que atañe a la promoción humana y al servicio de la caridad; establecer relaciones
cordiales y fraternas con ellos (PDV, 78). Están llamados a dar apoyo, personal y
comunitario, con su oración y otros apoyos a la vida y al ministerio de sus pastores.
Son muchas las Congregaciones e Institutos Religiosos que, por carisma, cumplen una
misión de apoyo espiritual y pastoral a los presbíteros. La pastoral presbiteral habrá de
apoyar y animar su misión.
Corresponde a las familias, con fe de discípulos de Jesús y con afecto de hermanos,
como la familia de Betania (Cf, Lc 10, 38 – 42), acoger y apoyar a sus pastores. Además,
hacen una colaboración muy importante a la pastoral presbiteral los Grupos de laicos y
las Familias que se dedican directamente a apoyar a los sacerdotes con su oración,
servicios y aporte material.
En particular, la familia de origen, en el más absoluto respeto de su hijo… debe seguir
siendo siempre testigo fiel y alentadora de su misión, sosteniéndola y compartiéndola
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con entrega y respeto (PDV, 79). De ella, el presbítero recibe afecto, animo espiritual y
apoyo a su ministerio. Conviene promover y animar los grupos de padres y madres de
sacerdotes, que ofrecen un apoyo espiritual muy grande a sus hijos sacerdotes y a
todos los de la Diocesis.
8.2.14 Colaboración entre las iglesias particulares
La programación de los diferentes medios de formación permanente y de sus
contenidos concretos puede ser establecida –sin perjuicio de la responsabilidad del
Obispo respecto a su circunscripción – de común acuerdo entre varias iglesias
particulares, tanto a nivel nacional y regional – a través de las respectivas Conferencias
de los Obispo- como, principalmente, entre Diocesis limítrofes o más cercanas.
Así, por ejemplo, se podrían utilizar- si se consideran adecuadas – las estructuras
interdiocesanas, como las Facultades y los Institutos teológicos y pastorales, y también
los organismos y las federaciones empeñados en la formación presbiteral. Tal unión de
fuerzas, además de realizar una autentica comunión entre las Iglesias particulares,
podría ofrecer a todos posibilidades más cualificadas y estimulantes para la formación
permanente (DMVP2, 109).
8.2.15 Colaboración de centros académicos y de espiritualidad.
Los Institutos de estudio, de investigación y los Centros de espiritualidad, así como los
Monasterios de observancia ejemplar y los Santuarios, constituyen otros puntos de
referencia para la actualización teológica pastoral, porque son lugares para cultivar el
silencio, la oración, la práctica de la confesión y de la dirección espiritual, el saludable
reposo incluso físico y facilitan momentos de fraternidad sacerdotal.
De este modo, también las familias religiosas podrían colaborar en la formación
permanente y contribuir a la renovación del clero exigida por la nueva evangelización
del Tercer Milenio (DMVP2, 110).