Figurillas Masculinas Con Atributos de Rango Del Centro de Méxic
Figurillas Masculinas Con Atributos de Rango Del Centro de Méxic
7-20-2020
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Barcelona 2019. Actas. by an authorized administrator of DigitalCommons@University of Nebraska - Lincoln.
Figurillas masculinas con atributos de rango,
del Centro de México, durante el Formativo
Patricia Ochoa Castillo
Instituto Nacional de Antropología e Historia, Museo Nacional de Antropología, México.
[email protected]
Publicado en Congreso internacional sobre iconografía precolombina, Barcelona 2019. Actas, Victòria Solanilla Demestre, editora
(Lincoln, Nebraska: Zea Books, 2020). https://doi.org/10.32873/unl.dc.zea.1243
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más importantes fueron el sedentarismo, la práctica de la En las culturas regionales, el desarrollo de redes de
agricultura, y el inicio de la elaboración de cerámica, que intercambio de mercancías y de conocimientos, estimuló
fue la actividad más importante y que alcanzó altos gra- y unificó creencias; el evento más importante entre 1200
dos de perfección en su manufactura que se aprecia tanto a 600 a.C. fue el desarrollo de la cultura Olmeca del sur
en las vasijas como en las figurillas. Otras de las caracte- de Veracruz y el norte de Tabasco, cuyas manifestacio-
rísticas relevantes de este tiempo es el surgimiento de la nes se aprecian en gran parte de Mesoamérica, especial-
escultura portátil y monumental, así como el desarrollo mente en el Altiplano Central.
de la tecnología de piedra tallada y pulida, entre otras.
En el aspecto social se van marcando diferencias Tlatilco y Tlapacoya
tanto en el tipo de actividad como en jerarquía; se da una
transformación de la práctica de cultos individualistas y Estos sitios se encuentran dentro del Centro o Cuenca
prácticas chamánicas, pasando por los cultos comunita- de México, y forman parte de la gran área cultural co-
rios, hasta la religión institucionalizada y las primeras nocida como Altiplano Central (Mapa 1). Tlatilco, cuyo
evidencias de dioses. En este tiempo dio lugar al desa- apogeo se extendió de 1200-600 a.C., está ubicado en el
rrollo desde aldeas simples a centros ceremoniales, de occidente de la Cuenca de México, en una zona aluvial,
casas hechas con materiales perecederos a basamentos con un medio ambiente favorable para su desarrollo1;
para sostener templos. en cuanto a Tlapacoya, al sur, localizado en una isla en el
1. Tlatilco, en la actualidad forma parte de la zona metropolitana de la Ciudad de México, en cuanto a Tlapacoya se encuentra en
el sur de la capital.
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lago de Chalco, contó también con abundantes recursos sociedades, ya que muestran diversos aspectos de la vida
faunísticos y vegetales. Ambos sitios han proporcionado cotidiana y de sus creencias, además de que son exce-
información relevante para el conocimiento del Forma- lentes marcadores cronológicos, así como de relaciones
tivo; por un lado, Tlatilco desde su descubrimiento en entre diversos sitios y regiones.
los años 30´ proporcionó, a través de cuatro temporadas Estas pequeñas esculturas han sido agrupadas, para
de excavaciones, aproximadamente 500 entierros con su estudio, de la siguiente manera: por su técnica de ma-
rica y abundante ofrenda asociada con cerámica y otros nufactura, su decoración, la pasta con que fueron elabo-
objetos que han llamado la atención por su asociación a radas, los rasgos faciales y la forma del cuerpo 2
la civilización Olmeca, entre 1200-800 a.C. Fue precisamente en Zohapilco-Tlapacoya, donde se
En cuanto a Tlapacoya, que fue excavado desde los descubrió la famosa “figurilla Zohapilco”, la más antigua
años 50´, cuando se identificó una ocupación del Forma- de Mesoamérica, con una fecha estimada de 2300 años
tivo tardío (Barba de Piña, 1957), pero posteriormente a.C., pero no es sino hacia 1400 a.C. que se empiezan a
las excavaciones de los 60´ en Zohapilco-Tlapacoya producir abundantemente.
(Niederberger, 1976) dieron como resultado una larga Es importante señalar que estas figurillas, aunque
secuencia cronológica que abarcó desde aproximada- son parte de un estereotipo, cada una muestra una gran
mente 5,500 años a.C. hasta finales del Formativo (2300 individualidad, especialmente en las representaciones fe-
a.C.-100 d.C.) Esta cronología, apoyada con fechamien- meninas que fueron finamente modeladas con facciones
tos de radiocarbono, ha servido como marco de refe- faciales muy finas, de tal manera que algunas de ellas son
rencia para ubicar cronológicamente diversos sitios de conocidas como “mujeres bonitas”, concebidas princi-
la Cuenca de México. palmente desnudas resaltando sus atributos femeninos,
Tlatilco y Tlapacoya, al parecer, fueron el centro de a veces de manera exagerada, con cintura pequeña, ca-
una configuración formalizada de autoridad política y deras amplias, presencia de senos, piernas bulbosas y
sagrada, así como de ceremonias públicas y que cons- en algunas se puede apreciar las diferentes etapas del
tituyeron un punto focal en la elaboración, recepción y embarazo; todas éstas características propias de su pa-
redistribución de información sagrada y secular (Nieder- trón de belleza. Algunas portan faldillas o pantalones de
berger, 1996: 92). Lo anterior se manifiesta en objetos de cascabeles posiblemente hechos de semillas, pero siem-
tipo suntuario, así como en una simbología compleja plas- pre con el torso descubierto.
mada principalmente en su cerámica, así como en ciertas En menor cantidad se elaboraron las figurillas mas-
figurillas de barro (Niederbeger, 1976; Ochoa, 2005). culinas, y su atuendo consistió en una especie de calzón
Niederberger considera que ambos sitios funciona- o braguero, generalmente con el torso desnudo aunque
ban como capitales regionales, con un control econó- las hay con indumentaria diversa. La presencia de estas
mico a través de poblaciones satélites en gran parte de piezas ha sido un elemento importante para inferir cómo
la Cuenca, favorecidos también por una ubicación privile- se fueron dando los cambios en la organización social
giada que les permitió participar en el amplio intercam- del momento, ya que se representan personajes como
bio interregional que existía en ese tiempo (Niederber- posibles chamanes, acróbatas, personajes duales, músi-
ger, 1996: 92 y 2000: 177). cos, e individuos con atuendos elaborados, entre los que
podemos mencionar a los que consideramos jugadores
Las figurillas del Formativo: características de pelota (Ochoa C., 2015)3.
En estas pequeñas esculturas se aprecian las prácti-
Y son las figurillas antropomorfas elaboradas en arci- cas culturales aplicadas al cuerpo, como la deformación
lla una fuente importante de conocimiento de estas craneana, la mutilación dentaria, la pintura corporal y
2. Tipología. Gracias a los trabajos de George C. Vaillant, en los años 30´ (1930, 1931, 1935 y Vaillant y Vaillant, 1934) contamos con
una clasificación tipológica tanto de figurillas como de cerámica. A las figurillas las distinguió por las letras del abecedario de
la A a la O, pero no las ubicó cronológicamente aunque posteriormente otros investigadores han hecho algunas modificaciones,
en lo general continúa vigente esta clasificación.
3. Varios investigadores como Piña Chán (1950) y Covarrubias (1957), mencionan la presencia de representaciones de jugadores
de pelota en figurillas; por su parte Coe (1965: 83, 84, 86, 87) y Niederberger (1996: 90) se refieren a posibles jugadores de
pelota con los atributos aquí tratados: máscaras, cinturones y protectores, tocados y cubre bocas.
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facial. Por otro lado, a falta de indumentaria, el arreglo formato; y, por otro lado, Lesure presenta un catálogo de
del cabello y el uso de bandas, tocados y turbantes fue patrones típicos de figurillas del Formativo, y en donde
de suma importancia, así como el uso de ornamentos, en uno de sus puntos destaca, para el análisis simbólico,
como collares, orejeras, pulseras, pectorales, entre otros la necesidad de compararlas con la escultura monumen-
(Ochoa C., 2005: 528). tal (Lesure, 2011: 119).
Es importante mencionar que, a partir de 600 a.C.,
durante el Formativo tardío, la elaboración de figurillas Atributos:
de arcilla pierde su importancia como vehículo utilizado
para la transmisión de mensajes. Esta ruptura en la tra- Tocados. En las figurillas de Tlatilco y Tlapacoya que lle-
dición probablemente obedeció a la imposición de las van atuendos elaborados, están las que portan grandes
nuevas ideologías de los grupos en el poder, aunadas, tocados (Fig. 1), que pueden ser en forma de carrete alto,
en definitiva, a una reestructuración geopolítica que, algunos con base redondeada, más corto y otros con un
durante este tiempo, conllevó a un cambio radical en la cilindro largo en forma de torre y que en la parte supe-
estructura social y económica de las sociedades estable- rior están coronados con un motivo curvo, posiblemente
cidas en la Cuenca de México. vegetal (Niederberger, 1996: 90).
En el Altiplano Central, además de las figurillas de Tla-
Figurillas con atributos de rango tilco y Tlapacoya, se aprecian estos tocados en algunos de
los famosos relieves de Chalcatzingo, en Morelos, tanto
Las figurillas, aquí analizadas, forman parte de la colec- en el relieve 1, conocido como “El Rey”, y en el relieve 2,
ción del Preclásico del Museo Nacional de Antropología, o “Los olmecas caminantes” (Fig. 2, e), en donde tres de
constituidas por un total aproximado de 3000 ejempla- los cuatro personajes representados, llevan altos tocados
res; después de una revisión exhaustiva, se seleccionaron, con motivos de plantas, que al parecer simbolizan el maíz.
para su estudio, 30 figurillas que presentan atavíos com- En el área olmeca, varias hachas ceremoniales de ja-
plejos, así como ciertos atributos considerados de estatus, deíta, como es la de Arroyo Pesquero, Veracruz, presenta
ya mencionados anteriormente. En este trabajo se mues- un tocado complejo con un motivo de maíz (Fig. 1, e), así
tran sólo las figurillas más representativas, agregando como la figurilla de Río Pesquero, Veracruz, también de
para fines comparativos algunas que están publicadas piedra verde (Fig. 1, f). El maíz que sale de la parte media
y que, por cierto, proceden de colecciones particulares. del tocado, está relacionado con la agricultura, o con un
Para entender con más certeza el significado de estos rito agrícola4; Según Bradley y Joralemon (1992: 17-18),
rasgos, se considera indispensable la comparación de es- los jugadores que portan estos tocados tienen el poder
tos atributos con la iconografía presente en esculturas, del Dios del Maíz. Velásquez, se refiere a los elementos
relieves, y figurillas, entre otras manifestaciones, que presentes en los tocados y menciona que: “… grandes to-
provienen tanto de sitios contemporáneos del Altiplano cados de plumas y cabezas de animales que servían para
Central, como de la cultura olmeca, así como otras más que los jugadores personificaran a entidades numinosas”
tardías. Este método comparativo ha sido aplicado por (Velásquez, 2015: 283).
otros especialistas, como es el caso de Bradley y Jorale- Los tocados elaborados son rasgos comunes en varias
mon (1992), en el análisis de unas figuras de Tlapacoya; culturas y periodos, y están presentes constantemente en
estos investigadores consideran necesaria la asocia- diversas manifestaciones como son relieves y escultura
ción con la vestimenta en la escultura monumental de monumental, entre otros. Por ejemplo, en ciertos códices,
la costa del Golfo y, en su exámen iconográfico, hacen como es en el Nuttall5 (Carmona, 2014:30), se observan
evidentes las semejanzas y contrastes entre la tradición a los gobernantes que participan en el juego ritual por-
pan-mesoamericana olmeca y la del Altiplano Central. tando el equipo de protección e insignias como son estos
De la misma manera, Follensbee (2009: 95-96) compara grandes tocados y orejeras.
figurillas cerámicas del Formativo de la Costa del Golfo Es así, que vemos que los grandes tocados llevan insig-
con figuras de piedra tanto de pequeño como de gran nias de estatus y por lo tanto están asociados a personajes
4. “El maíz era el alimento básico y Durán (I:135) llama a la divinidad de este cereal la “diosa de todas las mieses y de todas las
semillas y verduras” (Heyden, 1983: 137).
5. Corresponde a la cultura mixteca, posiblemente siglo XV.
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Fig. 1. Tocados a) Tlatilco, MNA; b) Tlatilco, MNA; c) Tlapacoya (Niederberger, 1996: 434); d) Tlapacoya (Coe, 1965: 84); e)
Hacha de Arroyo Pesquero (Benson y de la Fuente, 1996: 258); Figurilla de Río Pequero, Veracruz (Benson y de la Fuente, 1996:
216-217 ).
de “alto rango”, como lo plantean varios investigadores. que proceden de Tlapacoya, que sólo cubren la boca o la
Heyden (1983: 134-135), por su parte, menciona que: “El parte baja de la cara (Fig. 2, d), y los rasgos faciales del
tocado es una especie de síntesis del carácter del dios. Po- personaje se repiten en ellas permitiendo, al que las usa,
dríamos compararlo con las insignias que lleva un militar asumir las cualidades del ser sobrenatural representado
y que explican sintéticamente sus funciones”. mientras preserva su identidad; en Tlatilco, por el con-
Es preciso señalar que en varias escenas mayas, los trario, cubren toda la cara de la figurilla (Fig. 2, b).
personajes llevan grandes tocados, como se puede obser- La presencia de máscaras elaboradas en barro son
var en el panel de juego de pelota de Chichén Itzá (Fig. muy comunes dentro del conjunto artefactual de Tla-
4, j). Al respecto, Velásquez advierte que: “… en varias tilco (Fig. 2, c); las antropomorfas presentan decoración
escenas mayas de jugadores de pelota los contendientes geométrica en rojo o amarillo sobre el color natural del
portan tocados que posiblemente indican que personi- barro, aunque también se destacan las que representan
ficaban dioses, idea que, […] se confirma en los textos a seres fantásticos. Estas máscaras, tienen tres perfora-
jeroglíficos” (Velásquez, 2015: 286). ciones: dos en los extremos a la altura de las orejas y la
otra en la parte superior que indican que eran usadas
Máscaras en figurillas. En figurillas de Tlatilco y Tlapa- seguramente para colocarse en la cara, como se aprecia
coya con atuendos complejos, es posible apreciar másca- en las figurillas de Tlatilco y Tlapacoya.
ras sobrepuestas sobre sus caras; es interesante destacar Respecto a máscaras provenientes de Zohapilco-Tla-
que entre ellas se observan diferencias, como es en las pacoya, Niederberger observa unos fragmentos que les
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Fig. 2. Máscaras. a) Hacha, estado de Guerrero (Benson y de la Fuente, 1996: 270); b) Tlatilco, MNA; c) Máscara de Tlatilco,
MNA; d) Colección Kennedy Easby (Niederberger, 1987: 438); e) Relieve 2, Chalcatzingo, Morelos (Gay, 1971: 51).
llama “discos convexos de barro, con rasgos humanos…” de Guerrero (Benson y de la Fuente, 1996: 270), entre
(1976: 234), y que son de 9 a 13 cms. de diámetro. Sin muchos otros ejemplos.
embargo, Michael Coe, refiriéndose a estos mismos frag- Orejeras. Las grandes orejeras de disco se distinguen en
mentos, opina que corresponden a máscaras funerarias, algunas de las figurillas tanto de Tlatilco (Fig. 1, b; 2, a),
por cierto, Coe ilustra una máscara completa procedente como de Tlapacoya (Fig. 1, c; 4, b) y se relacionan con
de este sitio (1965: 54). las figurillas que presentan atuendos complejos. Sin em-
Vemos así que las representaciones de individuos bargo, la mayoría de estas pequeñas esculturas de barro
que portan máscaras es un tema recurrente, como se del Formativo muestran orejeras de pequeño tamaño en
puede apreciar en el relieve 2 de Chalcatzingo, Morelos, forma de botón7, y que aparentemente son como las que
en que los individuos portan máscaras, y como ya se se han recuperado en las excavaciones de Tlatilco y Tla-
mencionó, altos tocados, posiblemente asociados con el pacoya, de arcilla, de pequeño tamaño y que, se ubican
maíz, así como grandes orejeras6 (Fig. 2, e). También se cronológicamente en las fases tardías de ambos sitios, es
observa el uso de máscaras en representaciones olmecas decir no corresponden cronológicamente a las figurillas
como es en un hacha ceremonial (Fig. 2, a) procedente aquí analizadas.
6. La presencia de las orejeras circulares se aprecia en un personaje del relieve 2 de Chalcatzingo, Morelos (Fig. 2, e), mientras
el resto de los personajes poseen orejeras cmpuestas, es decir, la sección colocada directamente sobre el lóbulo es una placa
circular y en su sección inferior llevan añadida una parte colgante con ligera curva.
7. En San José Mogote, las figurillas localizadas en un entierro de alcurnia, de la fase San José, que corresponde al Formativo tem-
prano, llevan pequeñas orejeras circulares (Marcus y Flannery, 2001: 117).
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Fig. 3. Espejos. A) Tlatilco, MNA; b) espejo de Tlatilco, MNA; c) Monumento 34, San Lorenzo (Castro Leal, 2011: 130-131);
d) Figurilla D4 Tlatilco, MNA; e) Figurilla de La Venta, Tabasco (Benson y de la Fuente, 1996: 216); f) Figurilla de Tlatilco,
MNA.
Orejeras. g) Figurilla de Tlapacoya (Niederberger, 1996: 91); h) Altar 5, La Venta, Tabasco (Covarrubias, 1957, fig. 26); i)
orejeras de La Venta, Tabasco (Benson y de la Fuente, 1996: 244 ); j) Hacha (Benson y de la Fuente, 1996: 200)
La única evidencia de orejeras de jadeíta en Tlatilco no tenía acceso, es decir, es un bien restringido por la
son las que forman parte del ajuar del entierro 154, de la comunidad para uso exclusivo de algunos de sus miem-
última temporada de excavaciones de este sitio, y consis- bros, por lo que esta distinción identifica a este tipo de
ten en dos orejeras de jadeíta de forma tubular; otras dos objetos como marcadores de estatus y autoridad (Clark
orejeras elaboradas en hueso también formaron parte de y Colman, 2014).
los objetos asociados a este individuo. Estas orejeras grandes de jadeíta, recuerdan a las ore-
Este entierro, al parecer, se trata de un chamán por jeras de disco que fueron descubiertas en 1947, como
la parafernalia asociada a él, por lo que la presencia de ofrenda de la Tumba C de La Venta, Tabasco (Benson y
estas orejeras de jadeíta hay que considerarlas como de la Fuente, 1996: 244), manufacturadas también en
un caso único en Tlatilco, ya que se trata de un bien de jadeíta (Fig. 3, i). Por otro lado se encuentran represen-
consumo diferencial al que la mayoría de la población tadas las grandes orejeras, en personajes presentes en
8. Ekholm (1972: 133-134) plantea que los espejos fueron usados como pectorales, con perforaciones para colgar, usualmente
sobre el pecho, como se aprecia en la figurilla de La Venta, Tabasco.
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algunas hachas (Fig. 3, j) y relieves (Fig. 3, h), de varios relacionados con los símbolos del sol; Carlson sugiere
sitios de la costa del Golfo. “un origen olmeca o del Formativo Temprano para un
Espejos. Un elemento importante en el atuendo de los culto espejo tradición pan-mesoamericana de linaje real
personajes que aquí se muestran, es lo que parece ser y de poder” (Carlson, 1981: 130).
un espejo de mineral de hierro usado como un pectoral8 Por otro lado, y según diversos investigadores, los
(Figs. 3, a, 4, d; 5, d y e) o, como un adorno en el cintu- espejos también tuvieron diferentes usos, como fue en
rón (Figs. 1, a, c y d; 2 b y d; 3, g; 4, a, b; 5, a) como hace los rituales de producción de humo o de fuego, así como
referencia Niederberger (1996: 90). En Tlatilco, es inte- con fines adivinatorios (Ekholm, 1973: 133-134; Carlson,
resante mencionar la presencia de espejos de mineral 1981); por otro lado, también pudieron estar asociados
de hierro (Fig. 3, b). con el chamanismo y la curación.
En las figurillas, las evidencias de espejos se relacio-
nan con algunas del tipo D4, que son típicas de Tlatilco, Protectores de cintura. Una de las principales caracterís-
y que presentan estos espejos de pirita como pectorales; ticas de los jugadores de pelota fue el uso de un yugo
una de ellas (Fig. 3, d), corresponde a una pequeña figu- o cinturón acolchado, de paño, mimbre, cuero, algodón
rilla femenina (se hace referencia a ésto, ya que como trenzado u otras fibras de caña dura, en cuya confec-
es posible observar, las que son objeto de este estudio, ción quizás pudo incluirse madera, y que servía para
son todas masculinas), de 9.4 cm. de altura y que formó desviar el esférico y proteger los huesos de la cadera y
parte de la ofrenda de un entierro de Tlatilco. Es impor- las costillas, de los impactos de las pesadas pelotas de
tante hacer referencia a otra pequeña figurilla -5.6 cm. hule. El yugo tenía forma de herradura y debajo de él
altura- también con espejo de pirita sobre su pecho y, se usaba un delantal, faldón o faldellín de tela gruesa y
que tiene rasgos típicos olmecas (Fig. 3, f) ésta, está aso- otros materiales (Schele y Miller, 1986) ya que esa área
ciada también a otro entierro de Tlatilco. Esta última, de del cuerpo estaba expuesta a contacto frecuente y sufría
tipo olmecoide, recuerda a la celebre figurilla de piedra gran desgaste.
verde de La Venta, Tabasco (Fig. 3, e). En la muestra estudiada, algunas figurillas presentan
Es así que vemos cómo los espejos constituyen un estos protectores (Figs. 4, a, b y d) y corresponden a las
elemento que es compartido principalmente por Tlatilco, figurillas que portan grandes tocados. En la cultura maya
con grupos olmecas. se aprecian estos protectores en ciertas figurillas (Fig. 4,
En cuanto a Tlapacoya, existen fragmentos de he- h, i), y en relieves (Fig. 4, j). También en nuestra muestra,
matita correspondientes a la fase Manantial (1000-800 hay figurillas que llevan bandas cruzadas (Fig. 3, a; 4, c
a.C.), y que Niederberger (1976: 79) considera que son y d y 5 d y e) seguramente utilizadas para protección;
similares a los fragmentos de mineral de hierro de otros es necesario mencionar que éstas, ostentan un tocado
sitios formativos; en una publicación posterior, esta in- más bajo.
vestigadora ilustra un espejo completo de Tlapacoya
(Niederberger, 2000: 177). Protectores de brazos y piernas. Los antebrazos de algu-
En otros sitios fuera del Altiplano central se encuen- nos jugadores estaban protegidos por una serie de pul-
tran monumentos con personajes que ostentan lo que po- seras superpuestas que probablemente estaban hechas
drían ser espejos, tal es el caso del monumento 34 de San de tela acolchada (Schele, 1997: 121); ésto se distingue
Lorenzo Tenochtitlan (Fig. 3, c), que ha sido considerado claramente en una figurilla de Tlatilco (Fig. 4, g), aunque
como un jugador de pelota, y que porta un espejo sobre otras, en esta muestra, también lo llevan. En personajes
su pecho, además de sus protectores; Cyphers considera del Posclásico Temprano, como es en la Estela 1 de Tula
que se trata de un personaje de alto rango (1994: 62). (de la Fuente et al., 1988: fig. 98), así como en los juga-
A los espejos se les han conferido varios atributos. dores de pelota representados en los paneles con relie-
John B. Carlson, quien ha estudiado los espejos del For- ves del principal Juego de Pelota de Chichén Itzá, llevan
mativo a la luz de la evidencia mesoamericana de épocas protegido precisamente uno de sus brazos mediante una
posteriores, asienta que los espejos cóncavos de mineral prenda (usualmente el izquierdo). Esto es precisamente
de hierro, son generalmente emblemas de alto estatus, a lo que Piña Chán se refiere como “manga abullonada
una marca de poder, simboliza la autoridad política y re- (1990: 44).
ligiosa y eran usados por los nobles, además de que están También es posible observar la presencia de
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Fig. 4. Protectores de cintura. A) Tlatilco, MNA; b) Tlapacoya (Coe, 1965: 83); c)Tlatilco, MNA; d) Tlatilco (Coe, 1965: 67);
e) Tlatilco, MNA; h, i) figurillas Jaina, Campeche (Fernando [coord.], 1992: 98 y 102).
Protectores de brazos y piernas. f) Yugo, Tlatilco, MNA; g) Tlatilco, MNA; j) relieve del Juego de Pelota de Chichén Itzá,
Yucatán (Fernando [coord.], 1992: 200).
rodilleras, a veces en tan solo una extremidad y en oca- Estos rasgos consisten en: tocados complejos, másca-
siones en ambas, ya que, a juzgar por las escenas y figu- ras que cubren los rostros de las figurillas, grandes ore-
rillas de terracota de jugadores de pelota mayas (Figs. jeras, espejos utilizados como pectorales y protectores
4, d, e, i), solian apoyarse en una rodilla para contestar de cintura-cadera y brazos y piernas. El estudio de estas
el servicio (Fig. 4, h). En nuestras figurillas, se pueden características nos permitieron distinguir diferencias
observar estos protectores en las piernas (Figs. 1, a; 2, d; entre las figurillas, y en base a las cuales se proponen
3, a; 4, d, e; 5, a, d y e), pero además, en Tlatilco se cuenta las siguientes variantes:
con pequeños yugos de piedra que simbolizan estos pro-
tectores de brazos y piernas (Fig. 4, f) y que evocan a 1. Jugadores con atuendo complejo y que presentan atri-
los que hemos mencionado, elaborados en materiales butos de rango: Altos tocados, máscaras, grandes
perecederos como el cuero. orejeras, pectoral-espejo y protectores de cadera,
brazos y piernas (Fig. 5, a, b, c). Cronología: 1200-
Consideraciones finales 900 a.C.
2. Jugadores de pelota con atuendo ceremonial, con to-
Las figurillas del Formativo son una fuente de informa- cados bajos, cubre-bocas, pectoral-espejo, bandas
ción indispensable para el conocimiento de la sociedad cruzadas para cubrir el torso, protectores de brazos
de estos grupos tempranos. Algunas muestran atributos y piernas (Fig. 5, d, e, f). Cronología: 1200-900 a.C.
iconográficos, los que, a través de su análisis, es posible (jugadores de menor prestigio)
identificarlas como jugadores de pelota. 3. Jugadores de pelota, sin atuendo y con una pelota en
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la mano. Se encuentran en todas las fases del Forma- sido objeto de estudio por un gran número de especialis-
tivo (Fig. 5, g, h, i). tas. Eduard Seler y Walter Krickeberg fueron los pioneros
El primer grupo representa a los jugadores que te- en proponer el significado cósmico del juego de pelota
nían cierta posición dentro de la sociedad, posiblemente (Galindo Trejo, 2015: 19, aput. en Seler y Krickeberg).
se trataba de gobernantes, líderes religiosos, etc.; estos Sin embargo, para el Formativo, no es posible llegar a
personajes estaban investidos con este atuendo, más aceverar que haya tenido este sentido.
complejo, para formar parte de eventos de carácter ce-
remonial. Y son los altos tocados los que confieren este Otros evidencias del juego de pelotas en Tlatilco y
carácter de estatus, además de que las grandes orejeras, Tlapacoya y sitios contemporáneos:
las máscaras y los pectorales de espejo son otros de sus
atributos exclusivos. Por otro lado, el uso de protectores, Además de las figurillas, es muy escaza la información
definitivamente los asocian con los jugadores de pelota. con la que se pueda contar para tener mayor conoci-
Hay que aclarar que muchas figurillas portan lo que pa- miento del juego y cómo se practicaba, como es la falta
rece ser espejos como pectorales, que esto se deba a las de espacios dedicados al juego ya que son muy pocas las
varias atribuciones que éstos tienen. canchas reportadas para el Formativo, por lo que es muy
El segundo grupo, que se distingue por tocados más probable que haya sido efectuado en espacios abiertos.
bajo, algunos con los pectorales-espejos y protectores Una de estas canchas, tal vez la más temprana es la que
de cintura-cadera y brazos y piernas y que posiblemente se descubrió en Paso de la Amada, en la costa de Chiapas,
también participaban con los de alto rango en el juego con fecha de 1400 a.C. (Hill y Clark, 2001).
ritual. Algunos de estos individuos llevan un protector Otras de los testimonios son las pelota de piedra loca-
de cintura en forma de bandas cruzadas y se relacionan lizadas tanto en Tlatilco y Tlapacoya y que podrían sim-
con los que provienen de Tlatilco. Algunos presentan una bolizar a las que debieron haberse elaborado en caucho
banda bucal, que no llega a ser máscara. o hule, como son las pelotas recuperadas en las excava-
El grupo tres, se trata de jugadores, identificados ciones del Manatí, Veracruz (Ortíz y Rodriguez, 1989b).
porque portan una pelota en su mano, siendo el único En Tlatilco, por su parte, se recuperaron los pequeños
atributo que los caracteriza. Los ejemplares con los que yugos de piedra, mencionados anteriormente.
contamos no portan ningún tipo de atuendo en particu- En el Occidente de Mesoamérica, un hallazgo rele-
lar, sólo una especie de braguero. Y es interesante aclarar vante fue la ofrenda depositada dentro de una tumba
que los que aquí se ilustran provienen de diferentes fases de tiro de El Opeño, en Michoacán, en que un grupo de
del Formativo, como es la figurilla: 5 h, correspondiente figurillas, constituyen una de las escenas más tempranas
al tipo D4, que es característico del Formativo Medio de de jugadores de pelota, y que tienen una antigüedad de
Tlatilco, aproximadamente 1200-1000 a.C. En cambio la alrededor de entre 1300-800 a.C. (Oliveros, 1974). Por
figurilla: 5 g es semejante a otra localizada en Cuicuilco, cierto, estas figurillas no llevan atuendos complejos, sin
importante centro ceremonial, al sur de la Cuenca, co- embargo, la información de muy valiosa porque deja muy
rrespondiente al Formativo tardío: 600-100 a.C.; por otro claro que fue una actividad dentro de esta comunidad.
lado, la figurilla: 5 i, también es de esta época y corres-
ponde al tipo E. Cronología y función de las figurillas:
Es necesario aclarar que muchas figurillas portan lo
que parecen ser espejos como pectorales, y esto, segura- Desafortunadamente las piezas objeto de este estu-
mente se debe a las varias atribuciones que éstos tienen. dio no presentan datos arqueológicos por lo que no hay
El juego de pelota, como al principio se mencionó, es información de su obtención, aunque sólo tenemos infor-
una característica de las culturas mesoamericanas, que mación sobre su origen: Tlapacoya y Tlatilco. Esto hace
se origina durante el Formativo, al parecer, en la costa difícil, ubicarlas dentro de la secuencia cronológica de
del Golfo, cuando floreció la cultura Olmeca. Esta activi- estos sitios y, por otro lado, tampoco tienen información
dad perduró durante toda la época prehispánica y aún sobre su contexto arqueológico, por lo que hace difícil
hoy en día se juega, con ciertas variaciones, por grupos poder llegar a hacer suposiciones sobre su función. Sin
indígenas de México. embargo, gracias a que su tipología está muy bien defi-
Durante la época prehispánica fue una actividad sa- nida, se tiene la certeza de su temporalidad.
grada, por lo que su simbología es muy compleja y ha
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Fig. 5. Jugadores de pelota. A) Tlatilco, MNA; b) Tlapacoya, MNA; c)Tlapacoya (Niederberger, 1987: 434); d) Tlatilco, MNA;
e) Tlatilco (Coe, 1965: 67); f) Tlatilco, MNA; g) Cuenca de México, MNA; h) Tlatilco, MNA; i) Ticomán, MNA.
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Tipología de Tlatilco. Aunque desafortunadamente, las En cuanto a la función de las figurillas en los ritos
figurillas aquí analizadas no cuentan con información domésticos, es más probable que esté relacionado a las
estratigráfica que permitan ubicarlas temporalmente, figurillas femeninas, que son mucho más abundantes en
sin embargo sí es posible atribuirles una cronología a estos sitios del Formativo, sobre todo en las primeras
través de sus características tipológicas y que muestran fases, cuando se ha pensado que las mujeres tuvieron un
las características propias del grupo D, específicamente papel relevante dentro de la sociedad.
el tipo DC-9, y que se distingue porque la cabeza mues- Es así que con la información anterior, podemos
tra una cierta inclinación hacia adelante (Laporte, 1971; plantearnos los siguientes cuestionamientos sobre sitios
Ochoa C., 2005: 563-564). tempranos de la Cuenca de México, tales como Tlatilco y
Tlapacoya: ¿qué tipo de organización social prevaleció en
Tipología de Tlapacoya. En cuanto a las figurillas de Tla- estas sociedades? ¿Cuáles son las evidencias arqueológi-
pacoya, aunque son semejantes a las anteriores, compar- cas de su estructura social? ¿Cuáles fueron sus entidades
ten rasgos con los tipos olmecas y que, por cierto, Nie- políticas y religiosas específicas? No obstante, aunque
derberger les denomina como tipos Pilli “noble” e Isla, todavía estamos lejos de dar respuestas definitivas a ta-
caracterizadas por el tratamiento realístico de los ojos en les cuestionamientos, tenemos la certidumbre de que el
los que la pupila inclinada, está formada por dos arcadas estudio de las figurillas aquí analizadas, puede darnos
incisas (Niederberger, 1976: 209, 210, 221). Tanto las fi- pautas para identificar a ciertos personajes específicos
gurillas de Tlatilco, como las de Tlapacoya corresponden de estas tempranas organizaciones sociales.
a la fase Ayotla (1200-1000 a.C.), tiempo en que se deja Como ya hemos visto, Tlatilco y Tlapacoya fueron los
sentir fuertemente la presencia olmeca en gran parte de dos sitios del Formativo Temprano y Medio(1400-600
los materiales del centro de México. Es así que aún con a.C.), más importantes de la Cuenca de México y, que fun-
la falta de registro de campo, con el apoyo de la tipología, cionaron como capitales regionales, teniendo el control
podemos estar seguros de su cronología, pero sobre todo en el centro de México. Además, de que formaron parte
por su veracidad. de la compleja de red de intercambio pan-mesoameri-
cano que tuvo lugar durante esta época. Sus relaciones
Función. En cuanto a su función, desafortunadamente, incluyeron regiones como la costa del Golfo y, en particu-
y como arriba se menciona, ninguna figurilla tiene con- lar para Tlatilco, el Occidente mesoamericano, así como
texto, por lo que es dificil hablar de su uso. Sin embargo, los estados de Puebla, Morelos y la parte norte del estado
muchas de éstas presentan un sostén posterior que in- de Guerrero.
dica que se podían mantener de pie, ésto es posible ver Este intercambio incluyó materias primas, productos
en las siguientes figurillas: Figs. 1, a y d; 2, b; 3, a; 4, a, terminados, así como conceptos e ideas, que se vieron
c; 5, a y d. Es interesante referirnos a lo que Cyphers reflejados tanto en su iconografía, como en gran parte
menciona al respecto: “se usaban las figurillas en ritos de su vida y su organización social.
domésticos, mientras que el arte monumental los tuvo en Tlapacoya, en particular, llega a ser un centro ce-
los dominios públicos y sagrados” (Cyphers, 1988: 93). remonial de gran relevancia para el Formativo tardío.
Sin embargo, tomando en cuenta lo anterior, hay que En cambio Tlatilco, para esta época, ya no tuvo la im-
aclarar que Cyphers, se refiere a las figurillas proceden- portancia que logró alcanzar para el Formativo Medio.
tes de Chalcatzingo, Morelos, sitio que, además de que es Tlatilco fue una comunidad aldeana, en que, al parecer,
más tardió, presenta arquitectura y arte monumental, al la producción cerámica fue la actividad artesanal más
contrario de lo que sucede en nuestros sitios de estudio importante, pero por otro lado, en Tlatilco las actividades
(los monumentos y relieves se fechan aproximadamente de carácter ritual fueron muy complejas, destacando la
en 700 a.C.). Por lo anterior, aunque estamos de acuerdo práctica del chamanismo, el tratamiento del muerto, así
hasta cierto punto con Cyphers, es posible que “nuestras como una serie de ritos de carácter doméstico (Ochoa C.,
figurillas” por su reducido tamaño, sean versiones a es- en prensa). Por otro lado, las evidencias de la práctica del
cala de personajes con funciones específicas que permi- juego de pelota también son muy evidentes, en especial
tieron ser transportadas con suma facilidad, y que pudie- por las figurillas, aquí analizadas, que portan atuendos
ron mantenerse de pie por la presencia de soporte; o sea, con atributos propios de los jugadores.
que hasta cierto sentido ejercían las mismas funciones de Por su parte, en Tlapacoya, tenemos también algunos
los monumentos presentes en sitios como Chalcatzingo. materiales de uso ritual, sin llegar a tener la complejidad
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que existe en Tlatilco, aunque comparte las figurillas con COE, M. D., 1965. The Jaguar´s Children: Pre-Classic Central
atuendos complejos. Mexico. The Museum of Primitive Art, New York.
Como se ha podido apreciar a lo largo de este tra- COVARRUBIAS, M., 1957. Indian Art of Mexico and Central
America. Alfred A. Knopf, ed. New York.
bajo, son las figurillas masculinas las protagonistas de
CYPHERS GUILLEN, A., 1988. Las figurillas C8 de
este análisis, las que portan atuendos complejos, por lo
Chalcatzingo, Morelos. En: Ensayos de alfarería
que es interesante referirse a lo que menciona Cyphers prehispánica e histórica de Mesoamérica: homenaje a
(1988: 92), en cuanto a que: “…los cargos más impor- Eduardo Noguera Auza. Mari Carmen Serra Puche y Carlos
tantes de la religión fueron ocupados por hombres. Y Navarrete Cáceres (Eds.), pp. 85-96. UNAM.
éstos se identifican principalmente por sus insignias…”. CYPHERS GUILLEN, A., 1994. San Lorenzo Tenochtitlan. En:
Aunque Ann Cyphers se refiere a figurillas procedentes Los Olmecas en Mesoamérica, John E. Clark (coord.), pp.
de Chalcatzingo, que son más tardías que las que aquí 43-68. El Equilibrista, México, Turner, Madrid.
se estudian. Si se recuerda, constantemente se hace re- DANNEELS, A., 2010ª. El Golfo después de los olmecas. En:
Uriarte Castañeda, Maria Teresa (coord.). De la antigua
ferencia a los relieves de Chalcatzingo, con fines compa-
California al desierto de Atacama. Textos de arte, historia y
rativos, por lo que es indispensable hacer mención que
arqueología de la América prehispánica, IIE/DGP-UNAM,
éstos son posteriores cronológicamente a las figurillas México, pp. 137-51.
de Tlatilco y Tlapacoya. DE LA FUENTE, B., S. TREJO y N. GUTIERREZ SOLANA,
Pero cómo funcionaba la organización en Tlatilco, 1988. Escultura en piedra de Tula. Catálogo. Instituto de
específicamente? Aunque se trata de una comunidad Investigaciones Estéticas. UNAM, México.
agrícola, dedicada casi exclusivamente a la producción DI CASTRO, A., 2018. Espejos de San Lorenzo. En: Arqueología
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una organización social compleja, en la que había segu- DIEHL, R. A., 1996. The Olmec World. En: Olmec Art of Ancient
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