Modelo de Tesis - Cualitativa
Modelo de Tesis - Cualitativa
ESCUELA DE POSGRADO
AUTOR:
ASESOR:
Enero, 2020
i
RESUMEN
ii
ÍNDICE
RESUMEN .................................................................................................................... ii
ÍNDICE ........................................................................................................................ iii
INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………………1
CAPÍTULO I: EL DERECHO A LA OCUPACIÓN EFECTIVA Y LA DETERMINACIÓN
DE SU RANGO CONSTITUCIONAL ............................................................................ 3
1. Contenido constitucional de los derechos fundamentales .............................. 3
1.1. Importancia de los derechos fundamentales en el escenario jurídico actual .... 3
1.2. El contenido constitucional de los derechos fundamentales .............................. 6
1.3. Pautas para determinar el contenido constitucional de un derecho
fundamental ...................................................................................................................... 13
2. Contenido constitucional del derecho al trabajo. Delimitación actual .......... 15
2.1. El derecho al trabajo en las normas internacionales. ........................................ 16
2.2. Delimitación del contenido constitucional del derecho al trabajo por parte del
TC peruano ....................................................................................................................... 18
2.3. Delimitación por parte de la doctrina nacional del contenido constitucional del
derecho al trabajo............................................................................................................. 21
3. La ocupación efectiva: derecho y deber .......................................................... 24
4. El derecho a la ocupación efectiva ¿forma parte del contenido constitucional
del derecho al trabajo?............................................................................................. 27
4.1. Posición de la doctrina sobre el rango constitucional del derecho a la
ocupación efectiva............................................................................................................ 27
4.2. Posición de la jurisprudencia sobre el rango constitucional del derecho a la
ocupación efectiva............................................................................................................ 28
4.3. El derecho a la ocupación efectiva como efectivización de la dignidad humana
29
4.4. El derecho a la ocupación efectiva como contenido implícito de un derecho
constitucional preexistente .............................................................................................. 30
5. Relación del derecho a la ocupación efectiva con el ius variandi del
empleador ................................................................................................................. 32
6. Conexión del derecho a la ocupación efectiva con otros derechos
fundamentales .......................................................................................................... 35
7. Trascendencia de reconocer el rango constitucional del derecho a la
ocupación efectiva.................................................................................................... 36
CAPÍTULO II: LIMITACIONES AL DERECHO A LA OCUPACIÓN EFECTIVA......... 38
1. Limitaciones administrativas ............................................................................ 38
iii
1.1. Paralización de labores ordenado por la Inspección Laboral ante
incumplimientos en materia de Seguridad y Salud en el Trabajo ................................ 39
1.2. Cierre temporal por incumplimientos tributarios................................................. 43
1.3. Otros cierres administrativos regulados en normativas especiales ................. 44
2. Limitaciones empresariales .............................................................................. 46
2.1. Suspensión perfecta de labores por causa fortuita o fuerza mayor ................. 46
2.2. Suspensión de labores por cursado de carta de preaviso de despido por la
comisión de falta grave .................................................................................................... 47
2.3. Suspensión de labores impuesta por el empleador o acordada entre las
partes 49
CAPÍTULO III: VÍAS PROCESALES Y PROCEDIMENTALES DE PROTECCIÓN DEL
DERECHO A LA OCUPACIÓN EFECTIVA................................................................ 51
1. Proceso de amparo............................................................................................ 51
1.1. Que se afecte el contenido constitucional del derecho fundamental ............... 51
1.2. Que la agresión del derecho a la ocupación efectiva sea manifiesta .............. 52
1.3. Que no exista una vía ordinaria igualmente satisfactoria que el proceso de
amparo .............................................................................................................................. 54
2. Proceso laboral .................................................................................................. 58
3. Procedimiento de fiscalización laboral ............................................................ 59
3.1. La fiscalización laboral como mecanismo de protección de los derechos
fundamentales laborales.................................................................................................. 60
3.2. Carácter de subsanable de la infracción por vulneración del derecho a la
ocupación efectiva............................................................................................................ 62
3.3. Suspensión de la fiscalización laboral en caso exista un proceso judicial en
trámite................................................................................................................................ 64
CONCLUSIONES ....................................................................................................... 66
BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................................... 68
NORMATIVA NACIONAL E INTERNACIONAL ......................................................... 74
JURISPRUDENCIA .................................................................................................... 76
iv
INTRODUCCIÓN
Aunque desde un plano teórico parezca esta situación que indicamos poco probable
de presentarse (¿qué empleador le pagaría un sueldo a un trabajador que no labora?),
la realidad nos ha mostrado que se llega a cuestionar la viabilidad de esta licencia en
ejemplos como los siguientes:
Un trabajador mantiene una incapacidad para trabajar luego del plazo máximo
que la ley contemplada como período subsidiable (11 meses 10 días) pero
ninguna autoridad competente declara su invalidez permanente (que permitiría
que el empleador cese válidamente al trabajador) ni la AFP ni la ONP le
reconocen el derecho a una pensión. No obstante, el empleador no puede
mantenerlo en el limbo así que le otorga una licencia con goce de haber.
1
finalmente, el empleador cumpliría su obligación de pagar la remuneración pese a que
el empleador no cumpla con prestar sus servicios.
Consideramos que este análisis es insuficiente e ignora que, como parte de las
obligaciones que asume el empleador, existe una que consiste en brindarles trabajo
efectivo a sus trabajadores, es decir, utilizar de manera real la fuerza de trabajo que
ponen los trabajadores a su disposición.
Este deber del empleador tiene su contraparte en el derecho que tiene el trabajador a
que se le asigne trabajo efectivo, lo cual es denominado derecho a la ocupación
efectiva y es, precisamente, el objeto de estudio de la presente investigación, que
hemos estructurado de la siguiente manera.
2
CAPÍTULO I: EL DERECHO A LA OCUPACIÓN EFECTIVA Y LA
DETERMINACIÓN DE SU RANGO CONSTITUCIONAL
1
Ver el artículo 7 literal d) de la Ley N° 26566, Ley del futbolista profesional.
2
Ver los artículos 37 numeral 1 y 50 numeral 1 del Proyecto de la Ley General de Trabajo.
3
Sobre el modelo de Estado Social en la Constitución de 1993, ver BLANCAS BUSTAMANTE,
Carlos. La cláusula de Estado Social en la Constitución. Análisis de los derechos
fundamentales laborales. Fondo Editorial PUCP, Lima, 2011, pp. 122-136.
3
derechos fundamentales son una clase especial de derechos subjetivos cuya
diferencia específica estriba en su carácter fundamental” (Bernal, 2015, pág. 1571).
Sostiene la doctrina, en efecto, que “(l)os derechos fundamentales son los derechos
esenciales que se han cimentado y robustecido dentro de un ordenamiento
constitucional y que están conformados por las libertades, que, además de ser
derechos subjetivos que protegen la dignidad de la persona humana, son derechos
objetivos que dan solidez a la sociedad y el Estado” (Ortecho, 2006, págs. 25,26).
4
En el caso peruano, el Tribunal Constitucional ha precisado que, en cuanto norma suprema
del ordenamiento, la Constitución prevalece sobre todas las demás y en ese sentido condiciona
al resto de las normas, por cuanto determina la invalidez de aquellas que formal o
materialmente contradigan las prescripciones constitucionales. Por ello que la Constitución
termina convirtiéndose en el fundamento de validez de todo el ordenamiento instituido, de
manera que una vez que entra en vigencia, cualquier producción normativa de los poderes
públicos e, inclusive, los actos y comportamientos de los particulares, deben guardarle lealtad y
fidelidad. Ver: STC Exp. N. º 0014-2003-AI/TC.
5
Prieto Sanchiz ha señalado que el necoconstitucionalismo alude a una nueva cultura jurídica
que se desarrolla dentro del Estado Constitucional del Derecho y cuyos rasgos esenciales son:
a) el reconocimiento de la plena fuerza normativa de la Constitución; b) la rematerialización
constitucional, esto es, la incorporación al texto de un denso contenido material de principios y
derechos fundamentales que no solo regulan quién manda y cómo se manda (normas de
competencia y procedimiento) sino también en buena medida qué puede mandarse y no
mandarse (normas sustantivas); c) la garantía judicial de la Constitución a través de la justicia
ordinaria y constitucional; y d) la rigidez constitucional. En PRIETO SANCHIZ, Luis. Justicia
Constitucional y Derechos Fundamentales. Trotta, Madrid 2003, p. 101.
4
Una consecuencia de lo anterior, sino la más importante, es que los derechos
fundamentales reconocidos en la Constitución vinculan al poder político (eficacia
vertical) y a los particulares (eficacia horizontal)6. En tal sentido, deriva hoy un lugar
habitual, en el pensamiento jurídico (y político) más solvente, que la Constitución es
medida jurídica soberana, jurisdiccionalmente ajustable, que responde la restricción
del Poder para consolidar que éste, en cuanto procede del pueblo, no se imponga
implacablemente sobre la condición libre de los ciudadanos propios. Es decir, la
Constitución es la juridificación de la democracia, que debe ser captada así (Aragón ,
1998, págs. 163-169).
Pero no solo se exige al Poder Público y a los particulares, en este modelo, una actitud
abstencionista (de no lesionar los derechos fundamentales), sino que, como ha
señalado nuestro Tribunal Constitucional “(…) el Estado Social y Democrático de
Derecho promueva (…) la existencia de condiciones materiales para alcanzar sus
objetivos, lo cual exige una relación directa con las posibilidades reales y objetivas del
Estado y con una participación activa de los ciudadanos en el quehacer estatal (…)
(Sentencia del Tribunal Constitucional, 2005).
Ahora bien, para determinar el nivel de respeto y promoción que debe exigirse al
Poder Público y a los particulares en relación a los derechos fundamentales, es
necesario, previamente, determinar cuál es el contenido de dichos derechos; esto es,
su “contenido constitucional”, el cual no puede ser desconocido ni por el poder político
ni por los particulares.
6
Se trata de constituciones que no se limitan a establecer competencias o a separar a los
poderes públicos, sino que contienen altos niveles de normas materiales o sustantivas que
condicionan la actuación del Estado por medio de la ordenación de ciertos fines y objetivos,
además de contener amplios catálogos de derechos fundamentales, lo que viene a suponer un
marco muy renovado de relaciones entre el estado y los ciudadanos, sobre todo por la
profundidad y el grado de detalle de los postulados constitucionales que recogen tales
derechos. CARBONELL SANCHEZ, Miguel. El canón neoconstitucional. Primera Edición
Bogotá 2010, Universidad Externado de Colombia, p. 161-162
5
inconvenientes es el de establecer el contenido constitucional de los derechos
fundamentales (Castillo , 2004, págs. 9-14); precisamente, a continuación,
procederemos a definir qué es el contenido constitucional de un derecho fundamental,
pauta fundamental para definir los alcances de un derecho de este rango.
6
efectivamente protegidos. De este modo, se rebasa o se desconoce el contenido
esencial cuando el derecho queda sometido a limitaciones que lo hacen impracticable,
lo dificultan más allá de lo razonable o lo despojan de la necesaria protección
(Sentencia Constitucional, 1981).
Acerca del contenido constitucional de los derechos fundamentales existen dos teorías
sostenidas por la mayor parte de la doctrina: la teoría absoluta y la teoría relativa.
a) Teoría absoluta
7
Esta teoría apunta a la explicación del contenido principal de los derechos desde la
frase normativa que comprende el derecho. El contenido esencial en la teoría absoluta
es una magnitud establece, existiendo un límite que se resiste a toda prueba de
limitación. El contenido adyacente de los derechos no es imprescindible, lo que puede
deducirse que si esquematizamos el núcleo rígido como un circulo cuya circunferencia
conforma la frontera o el término que el legislador no puede pasar nunca, no obstante,
el anillo periférico surge como una zona de penetración libre por el legislador, en
consecuencia puede afectar en forma independiente dicho aro periférico, casualmente
en forma injusta o arbitraria (…) (Nogueira, 2005, págs. 15-64).
Como bien resume Castillo (2010, pág. 100), la teoría absoluta parte de elaborar un
concepto de derechos fundamentales que tiene los elementos siguientes: los derechos
fundamentales son preceptos de optimización, ya que tienen un contenido propenso a
expandirse infinitamente; pero en la medida que no es dable una tranquila convivencia
con base en derechos ilimitados, surge la obligación de refrenar la expansión y en tal
sentido reducir el contenido amplificado hasta llegar al punto que se haga viable la
convivencia humana. Entonces el derecho originalmente daría derecho a todo (sería
un derecho prima facie), pero su contenido exigible se determinaría luego de haberse
limitado sacrificado o lesionado el contenido constitucional de los derechos
fundamentales con los que se resistía7.
b) Teoría relativa
Sobre este teoría, Sánchez (2007) menciona que el contenido de los derechos
fundamentales no es fijo y predispuesto, sino que es identificable de manera casuística
en atención de las situaciones del caso.
7
En efecto, Alexy señala que los principios son mandatos de optimización que están
caracterizados por el hecho de que pueden ser cumplidos en diferente grado y que la medida
debida de su cumplimiento no sólo depende de las posibilidades reales, sino también de las
jurídicas. El ámbito de las posibilidades jurídicas es determinado por los principios y reglas
opuestos. Cfr. ALEXY, Robert. Teoría de los derechos fundamentales. Traducción de Ernesto
Garzón V., CEPC, Madrid 2002. p. 86
8
función a la valoración de los otros bienes jurídicos resguardarlos constitucionalmente
(Nogueira, 2005, págs. 15-64).
Como casi todo planteamiento en el ámbito del derecho, las dos teorías analizadas no
se encuentran exentan de cuestionamientos a su validez.
Así por ejemplo, Castillo (2002) nos dice que las dos teorías parten del hecho de
distinguir en todo derecho fundamental tanto una dimensión propia o subjetiva, como
otra institucional u objetiva. La primera de las señaladas teorías plantea que el objeto
de amparo de la garantía es solamente su ámbito de libertad o individual, o sea, el
derecho subjetivo primordial de cada persona, con las consiguientes capacidades de
actuación que ello implique. Por otro lado la teoría objetiva formula como objeto de
resguardo solamente la medida institucional u objetiva de los derechos fundamentales,
o sea, que no existirá inconstitucionalidad en una acción del Legislador, si ésta deja a
salvaguardo el derecho fundamental tomado como institución, aunque presuma la
ignorancia total del derecho principal individual.
En ese sentido, concluye este autor que si el contenido constitucional de los derechos
fundamentales efectivamente es una garantía, no debería sólo proteger una parte de
dicho contenido, sino que debe estar encaminada a la defensa tanto del ámbito
objetivo como subjetivo del mismo.
Por ello es que el error primordial que se indica en estas dos teorías, es partir de
aceptar que el derecho esencial pueda estar compuesto por un contenido (parcial o
total, conforme a que teoría se refiera) que pueda ser idóneo para el legislador,
9
abriendo la posibilidad de que el derecho esencial pueda ser vaciado de contenido y
desnaturalizado puesto, que finalmente, queda su contenido (parcial o total) a
disposición del legislador, a quien jamás le carecerá una justificación para limitar
derechos fundamentales (…) (Castillo, 2007, págs. 241,242 y 245 ).
En igual sentido, Cianciardo menciona que las dos teorías no toman en consideración
–o, al menos, no valoran suficientemente- la dimensión institucional de los derechos
fundamentales. Esto conlleva a la reducción de la función del contenido esencial en
aras de la constitucionalidad de las intervenciones legislativas limitadoras de los
derechos fundamentales. De modo que si para la consecución de alguna finalidad
constitucional se regula el ejercicio de un derecho fundamental, dicha regulación no
puede afectar el contenido esencial de ese derecho. El punto de partida es siempre,
por tanto, una relación entre bienes públicos, que constituyan finalidades a perseguir
por el legislador, y derechos fundamentales. El contenido esencial no servirá, desde
este entendimiento del problema, para un análisis de la relación de los diferentes
derechos entre sí (2000, págs. 273-274).
d) La tesis armonizadora
Coincidimos con autores como Serna y Toller o Castillo Córdova en cuanto buscan
una postura armonizadora que tome como punto de partida el hecho de que la
interpretación de los derechos constitucionales debe fundarse siempre en su armonía
y no en su aparente contradicción. En efecto, las teorías armonizadoras afirman que
“los criterios de solución a las diferentes controversias que involucren derechos
fundamentales, pasan necesariamente por la determinación del contenido jurídico
constitucional o esencial de los mismos” (Serna & Toller , 2000, pág. 37).
Castillo defiende con acierto que si la naturaleza es una unidad y los derechos
humanos son la traducción jurídica de una sucesión de mandatos de la naturaleza del
hombre y su dignidad, entonces no hay manera que aquellos derechos lleguen a ser
incompatibles entre sí; en cambio, si tales derechos son evidentemente derechos
humanos, la única forma que tienen de subsistir y de ser ejercitados es bajo una
afinidad armónica entre ambos. No solo porque así lo admite la naturaleza de la
persona humana, sino incluso porque esta así lo requiere para la consecución del
pleno desarrollo de la persona humana (2005, págs. 99-119).
10
En ese escenario, es posible aseverar que los derechos surgen ajustados entre sí y en
armonía con los componentes que constituyen el bien de la sociedad política en que
viven sus titulares; por ende, si los derechos son el término de la regla de coexistencia
entre los sujetos, los problemas entre estos no solo son eludibles sino que, en rigor,
son improbables (García O. , 2017).
Por tanto, en la realidad de los casos concretos, los verdaderos conflictos no se dan
entre los derechos fundamentales o derechos constitucionales, sino que se verificaran
a nivel de las pretensiones de las partes que enfrentadas en un litigio, invoca cada una
de ellas un derecho fundamental diferente, como basamento o justificación de su
pretensión o interés (Castillo, 2005, pág. 112).
Es importante precisar lo que sostiene García (2017, págs. 37-38) cuando afirma que
en definitiva, la solución a los conflictos de derechos (que en realidad son conflictos de
pretensiones), no pasa por buscar una jerarquización de los mismos, sino que radicar
en buscar formas de compatibilidad que respeten el contenido esencial de cada uno
de los derechos, solucionando del modo más ajustado posible la controversia y
evitando que se vea frustrado el ejercicio legítimo de alguno de ellos (como pretenden
las posturas conflictivistas).
Por lo tanto, se trata de entender cada derecho desde su contenido esencial, es decir
“mirar hacia los límites internos de cada libertad en conflicto, hacia su naturaleza,
hacia el bien que protegen, hacia su finalidad y su ejercicio funcional” (Serna & Toller ,
2000, pág. 42).
11
diferenciarlo de un aparente contenido constitucional no primordial, sino para significar
que todo él surge del fundamento del derecho que se trate, esto quiere decir, de
aquello por lo que el derecho es el que es y no es un derecho distinto. Por establecer
la esencia del derecho, el contenido único y exclusivo no puede ser limitado ni
sacrificado, pues sacrificar la esencia de la cosa conjeturará su desaparición; o sea, el
sacrificio de la esencia del derecho fundamental supondría su transgresión.
Este contenido esencial o constitucional del derecho fundamental, que es uno sólo,
está conformado por una serie de atribuciones o facultades que tienen una finalidad
que ilumina y da sentido a su existencia y a su alcance. Tal finalidad es satisfacer una
necesidad o exigencia humana para permitir una mayor realización o
perfeccionamiento humano, de modo que el contenido esencial del derecho
fundamental estará compuesto por aquellos elementos que hagan posible la
consecución del bien humano que, se ha de insistir, no sólo es individual, sino también
social, y no sólo es material, sino también espiritual (Castillo 2004:149).
Por ello, es transcendental definir cuál sería el contenido constitucional del derecho al
trabajo para determinar si, como parte de dicho contenido8, encuentra acogida el
derecho a la ocupación efectiva; o, si, por el contrario, este es un nuevo derecho
fundamental o en realidad no tiene rango constitucional sino legal o infralegal.
8
Esta inserción del derecho a la ocupación efectiva como parte del contenido constitucional del
derecho fundamental al trabajo implicaría, tal como lo ha precisado la doctrina constitucional y
nuestro TC (STC Exp. 895-2001-AA/TC), reconocer un “nuevo contenido implícito de un
derecho fundamental expreso”. Ver sobre esta figura: CASTILLO CORDOVA, Luis.
“Justificación y significación de los derechos constitucionales implícitos”. En: Gaceta
constitucional, N° 05, Lima, 2008, pp. 31-48.
12
1.3. Pautas para determinar el contenido constitucional de un derecho
fundamental
13
Como ha perfilado nuestro Tribunal Constitucional, el operador jurisdiccional debe
considerar que la Constitución no es una norma (en singular), sino, en realidad, un
ordenamiento en sí mismo, compuesto por una pluralidad de disposiciones que forman
una unidad de conjunto y de sentido. Desde esta perspectiva, el operador
jurisdiccional, al interpretar cada una de sus cláusulas, no ha de entenderlas como si
fueran compartimentos estancos o aislados, sino cuidando de que se preserve la
unidad de conjunto y de sentido, cuyo núcleo básico lo constituyen las decisiones
políticas fundamentales expresadas por el Poder Constituyente (…) (Sentencia del
Tribunal Constitucional, 2003).
Este principio de unidad prohíbe “(...) una interpretación aislada de cada derecho
fundamental –y de la norma constitucional en que se reconoce– que lo convierta en
contradictorio con otras normas constitucionales o que vacíe de contenido a éstas
últimas” (Martínez, 1997, pág. 68). Y es que las normas constitucionales no pueden
ser comprendidas como átomos desprovistos de interrelación, pues ello comportaría
conclusiones incongruentes. Por el contrario, su sistemática interna obliga a apreciar a
la Norma Fundamental como un todo unitario, como una suma de instituciones
poseedoras de una lógica integradora uniforme (Sentencia del Tribunal Constitucional,
2003).
“(…) acudir a la norma internacional sobre derechos humanos vinculante para el Perú.
La determinación del contenido constitucional de un derecho pasa necesariamente por
lo que se haya dispuesto en la norma internacional vinculante para el Perú y la
jurisprudencia de los Tribunales internacionales que han interpretado y aplicado esa
norma internacional. Así lo ha dispuesto el Constituyente peruano en la IV Disposición
final y transitoria de la Constitución, y el legislador peruano (artículo V CPC) (pág. 147).
14
constitucionalmente un derecho? Preguntarse por la finalidad del derecho es
preguntarse “por los bienes humanos que se intentan proteger con la libertad de que
se trata”, y sirve para determinar qué pretensiones o facultades calzan dentro del
contenido constitucional del derecho y cuáles quedan sin cobertura constitucional
(Castillo, 2005, pág. 147).
9
“Artículo 2°.- Toda persona tiene derecho: (…) 15. A trabajar libremente, con sujeción a ley”.
“Artículo 22°.- El trabajo es un deber y un derecho. Es base del bienestar social y un medio de
realización de la persona”.
“Artículo 23°.- El trabajo, en sus diversas modalidades, es objeto de atención prioritaria del
Estado, el cual protege especialmente a la madre, al menor de edad y al impedido que
trabajan. El Estado promueve condiciones para el progreso social y económico, en especial
mediante políticas de fomento del empleo productivo y de educación para el trabajo. Ninguna
relación laboral puede limitar el ejercicio de los derechos constitucionales, ni desconocer o
rebajar la dignidad del trabajador. Nadie está obligado a prestar trabajo sin retribución o sin su
libre consentimiento”.
15
TC y a la no menos considerable tarea que asume la doctrina constitucional. Creemos
que a estos corresponde dilucidar, allí donde no lo hace la Magna Carta, sobre el
contenido esencial de un derecho o libertad (Rodríguez-Armas, 1996, pág. 76).
Precisaremos, por lo tanto, cuál ha sido la definición del contenido constitucional del
derecho fundamental al trabajo perfilada por ambos a continuación, haciendo un previo
repaso por las normas internacionales que se refieren al derecho al trabajo.
El Pacto de San José de Costa Rica se refiere principalmente a derechos de tipo civil y
político, circunstancia que motivó la adopción posterior del Protocolo de San Salvador,
10
Artículos 23 y 24 de la Declaración.
16
instrumento que complementa a la Convención Americana sobre Derechos Humanos
en materia de derechos económicos, sociales y culturales (García V. , 2011, pág. 2),
entre los que se encuentran los derechos laborales.
El Protocolo reconoce como contenido del derecho al trabajo el de obtener los medios
para llevar una vida digna y decorosa a través del desempeño de una actividad lícita
libremente escogida o aceptada. Un grupo de medidas tendientes a lograr el pleno
empleo, y brindar orientación vocacional y para el desarrollo de proyectos de
capacitación técnico-profesional, son identificadas por el Protocolo para hacer
plenamente efectivo el derecho al trabajo (Salvioli, 2004, pág. 115).
17
obtener mejoras en su puesto de labores, como desarrollaremos en las líneas
siguientes.
2.2. Delimitación del contenido constitucional del derecho al trabajo por parte
del TC peruano
Tal como señala Alexy, las órdenes constitucionales tienen un campo normativo
constituido por normas directamente instituidas y por normas adscritas. Las iniciales,
generalmente, tienen una estructura indeterminada o abierta que demanda ser
detallada para manejar efectivamente. Este planteamiento no se opone a la tesis
armonizadora del contenido constitucional de los derechos fundamentales, a la que
nos hemos aunado, en tanto como hemos señalado el contenido constitucional es un
contenido delimitable y, en tal sentido, lo que hace el tribunal a través de sus
interpretaciones es “delimitar” este contenido limitado (1993, pág. 61-63).
En esa línea, las normas adscritas del TC son concreciones de la norma directamente
determinada. Se conoce, en este caso, “de una norma constitucional que solo existía
in nuce en la disposición constitucional y que, una vez realizada la interpretación por
parte del Tribunal Constitucional, la norma resulta manifestada (exteriorizada) y, por
tanto, plenamente vinculante” (Alexy, 1993, págs. 61-63).
11
El Tribunal Constitucional tiene en el ordenamiento jurídico peruano la posición de supremo
controlador y supremo intérprete de la Constitución, por mandato expreso del artículo 201 de la
Constitución de 1993 que a la letra dice: “El Tribunal Constitucional es el órgano de control de
la Constitución”. Con base en las atribuciones del Tribunal Constitucional recogidas en el
artículo 202, es posible concluir que el mencionado Tribunal es el órgano de control de la
constitucionalidad de los actos públicos (tanto normativos, ejecutivos como judiciales) y
privados que contravengan la Constitución, en el fondo o en la forma. Así, se ha reconocido a
este Tribunal la posibilidad de derogar normas con rango de ley que contravengan la
Constitución; la posibilidad de invalidar en última instancia los actos públicos o privados que
contravengan el contenido constitucional de los derechos fundamentales; y la posibilidad de
anular decisiones y actuaciones públicas que signifiquen el ejercicio inconstitucional de
atribuciones y competencias de los órganos públicos. CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “Las
18
Por ello, autores como Smend, haciendo referencia al ordenamiento alemán – lo que
resulta predicable en el nuestro– señala que “en la práctica, la Ley Fundamental vale
tal como la interpreta el Tribunal Constitucional Federal” (1971, pág. 16).
Sin embargo, esta afirmación no nos debe llevar a concluir que la facultad del TC de
crear normas adscritas con rango constitucional es ilimitada. De acuerdo con Carpizo
(Carpizo, 2009, pág. 51), todo poder constituido tiene y debe tener límites. El único
poder, en principio, jurídicamente ilimitado es el poder constituyente, e incluso este, si
persigue construir una constitución democrática, no puede desconocer ni infringir el
derecho internacional de los derechos humanos. Todo poder constituido, por
consiguiente, debe ser susceptible de ser controlado para que se aseguren las
libertades de las personas (págs. 758-759).
19
Asimismo, no debe olvidarse que la propia constitución ha dispuesto que “las normas
relativas a los derechos y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretan
de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y con los tratados
y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por el Perú”12.
En palabras de Neves Mujica, lo que esta Disposición establece es que “si un precepto
de la Constitución reconoce un derecho, que es objeto de regulación también por un
tratado de derechos humanos, aprobado y ratificado por el Perú, aquel precepto se
interpreta de conformidad con dicho tratado” (1999, pág. 196).
12
Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución.
20
(….) [éste] implica dos aspectos: El de acceder a un puesto de trabajo, por una
parte y, por otra, el derecho a no ser despedido sino por causa justa. En el primer
caso, el derecho al trabajo supone la adopción por parte del Estado de una política
orientada a que la población acceda a un puesto de trabajo; si bien hay que precisar
que la satisfacción de este aspecto de este derecho constitucional implica un
desarrollo progresivo y según las posibilidades del Estado. El segundo aspecto del
derecho trata del derecho al trabajo entendido como proscripción de ser despedido
salvo por causa justa. (Sentencia del Tribunal Constitucional, 2012).
Como podemos ver, a partir de la revisión de estas sentencias del TC, el contenido
constitucional del derecho al trabajo estaría definido por los siguientes aspectos: a) el
derecho de acceder a un puesto de trabajo; b) el derecho a no ser despedido por
causa justa; y, c) la libertad de trabajo.
Con respecto a la libertad de trabajo en el seno de una relación laboral, Neves (2002,
pág. 12) menciona que ésta se ejecuta en dos periodos: fase inicial y fase final. En la
fase inicial, el empleado ejecuta su libertad para determinar si labora o no, en qué
ámbito ha de trabajar, si lo realiza por cuenta ajena o propia y en este último asunto, al
21
servicio de quién ejecuta sus servicios. En la última fase, la libertad de trabajo le
concede el derecho a dejar la labor por su sola decisión.
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La estabilidad laboral de entrada se centra en el momento inicial de la relación laboral
y vincula la duración del contrato con la naturaleza de las labores. En tal sentido,
implica una relación causal entre la naturaleza permanente o temporal de las labores
para las que se contrata, con la duración indefinida o a plazo fijo del contrato que se
debe suscribir para llevarlas a cabo (Villavicencio, 2013, pág. 318).
El régimen laboral peruano se rige, entre otros, por el principio de causalidad, en virtud
del cual la duración del vínculo laboral debe ser garantizado mientras subsista la fuente
que le dio origen. En tal sentido, hay una preferencia por la contratación laboral por
tiempo indefinido respecto de la de duración determinada, la que tiene carácter
excepcional y procede únicamente cuando el objeto del contrato sea el desarrollo de
labores con un alcance limitado en el tiempo, sea por la concurrencia de determinadas
circunstancias o por naturaleza temporal o accidental del servicio que se va a prestar.
Como resultado de ese carácter excepcional, la ley establece formalidades, requisitos,
condiciones y plazos especiales para este tipo de contratos, e incluso sanciones
cuando a través de estos, utilizando la simulación o el fraude, se pretende evadir la
contratación por tiempo indeterminado. Dentro de estos contratos, a los que el Texto
Único Ordenado del Decreto Legislativo N.° 728 denomina Contratos de Trabajo
Sujetos a Modalidad, se encuentra el llamado contrato temporal y el accidental-
ocasional. El primero corresponde cuando deben realizarse actividades que no pueden
ser satisfechas por el personal permanente de la entidad, y el segundo, cuando se
requiera la atención de necesidades transitorias distintas a las actividades habituales
de la empresa. Para ambos, la ley establece plazos máximos de duración, así como la
exigencia de que las causas objetivas determinantes de la contratación consten por
escrito. (Sentencia del Tribunal Constitucional, 2003).
23
Según la doctrina, la estabilidad de salida puede ser de dos clases: absoluta y relativa.
La primera obliga a que, ante un despido improcedente o injustificado, el trabajador
sea reincorporado en su puesto de trabajo. La segunda permite que, ante un despido
improcedente o injustificado, el empleador pueda no reponer al trabajador en su
puesto de trabajo. Entonces, la protección del trabajador será alternativa, o la
declaración del despido como nulo y la reanudación de la relación laboral sin que el
trabajador preste efectivamente servicios, a lo que se denomina estabilidad relativa
propia, o el pago de una indemnización al trabajador a cambio de la ruptura definitiva
del vínculo laboral, a lo que se llama estabilidad relativa impropia (Herrera, 2011, pág.
137)13.
A día de hoy, se entiende de manera casi uniforme y según lo que manifiesta Blancas
Bustamante, que la inactividad forzosa del trabajador, derivada de la falta de
asignación de tareas o funciones específicas, salvo que esta obedezca a situaciones
objetivas, de carácter general y ajenas a la voluntad del empleador, es considerada
contraria al “derecho al trabajo” aún cuando ella no afecte la percepción del salario por
el trabajador. Por ello, la moderna doctrina del contrato de trabajo, atribuye a este,
cuando menos, una doble finalidad: la económica, que se satisface con el pago del
salario, y la humana y profesional, que solo puede cumplirse si a través del trabajo la
persona desarrolla sus capacidades y perfecciona su formación profesional. De allí
que el solo pago del salario a un trabajador a que se obliga a permanecer inactivo, no
satisface todos los fines del contrato de trabajo y vulnera, por consiguiente, el derecho
al trabajo (2003, pág. 101).
13
El artículo 27 de nuestra Constitución hace recaer en el legislador la obligación de otorgar la
adecuada protección al trabajador contra el despido arbitrario, sin predeterminar la o las
modalidades de dicha protección ni las características que permitan calificar a ésta como
adecuada.
24
Es por ello que cuando una persona somete su fuerza de trabajo -inescindible a su
propia persona- al poder de dirección de su empleador lo hace, independientemente
de la finalidad de percibir un pago por sus servicios, con el objeto de que las labores
que desarrolle le permitan mejorar su nivel profesional, lo que redunda finalmente en
su proyecto de vida mismo (De Lama, 2012, pág. 16).
(…) (d)e allí que el inciso 1 del artículo 2 de la Constitución Política del Perú consagra
el derecho a la integridad moral, psíquica y física y a su libre desarrollo y bienestar, lo
que solo puede ser logrado a través de una actividad que permita desarrollar todas las
capacidades mentales y psíquicas innatas y para las que una persona está preparada.
No cabe duda que dicha actividad es el trabajo y, por ello, el artículo 22 del citado texto
Constitucional establece que el trabajo es un deber y un derecho que es base del
bienestar social y medio de realización de la persona, significando que en la relación
laboral se debe respetar el principio de igualdad de oportunidades sin discriminación
(artículo 26 de la Constitución Política del Perú) y sin que dicha relación laboral limite el
ejercicio de los derechos constitucionales ni desconozca o rebaje la dignidad del
trabajador (artículo 23 de la Constitución Política del Perú). (Sentencia del Tribunal
Constitucional, 2006).
Pero la ocupación efectiva no es solo un derecho del trabajador, sino que, también,
pone de manifiesto el hecho de que las obligaciones del empleador no se agotan en el
pago de la remuneración. En ese mismo sentido, Montoya nos indica que:
25
reclamarlo no bastando con que el empleador solvente el pago de la remuneración.
Resulta infundado y contrario a la buena fe no hacer utilidad de la fuerza de trabajo
que el trabajador pone a disposición del empleador. Y, en tal sentido, el deber de
ocupación incluye, a su vez, la obligación empresarial de otorgar las herramientas y la
materia prima necesarias y todos los instrumentos indispensables para el trabajo
(2005, pág. 663).
Hay quienes han señalado también que este derecho genera para el empresario todas
aquellas obligaciones de hacer y no hacer que sean necesarias pura su satisfacción:
todo aquello que haga posible la efectiva prestación de servicios del trabajador Así
obliga al empresario a asignar al trabajador un puesto concreto de trabajo, dar las
órdenes e instrucciones concretas para su ejecución, proporcionar la información, los
útiles y las herramientas necesarias y cuidar que las circunstancias ambientales sean
las adecuadas para la efectiva prestación de seivicios De otra parte, el empresario
está obligado a eliminar aquellos obstáculos o impedimentos que repercutan en el
desarrollo de la actividad laboral (Martín, 1980, pág. 501).
26
4. El derecho a la ocupación efectiva ¿forma parte del contenido constitucional
del derecho al trabajo?
Como hemos podido observar, tanto del desarrollo que ha efectuado el TC como la
doctrina que hemos reseñado anteriormente, consideramos -a manera de resumen
gráfico- que el derecho al trabajo tendría actualmente el siguiente contenido
constitucional:
Sin embargo, pese a esta delimitación mayoritaria del contenido constitucional del
derecho al trabajo, existen autores que han señalado que, “(e)n efecto, si se sostiene
que este derecho garantiza el acceso a un empleo, genérico o específico, y una
protección contra ceses arbitrarios o injustificados, cabe sostener válidamente que
“brilla por su ausencia”, una perspectiva de aquel que parta del mismo transcurso,
devenir y subsistencia de la relación” (De Lama, 2012, pág. 16).
En un mismo sentido, se ha indicado que nuestra Constitución predica del trabajo que
es “base del bienestar social y un medio de realización de la persona” (Const. 93, Art.
22°), lo que conlleva asumir una perspectiva más amplia del trabajo, no solo como
factor esencial de la economía, sino, igualmente, como vehículo para que la persona
27
se «realice», esto es, despliegue sus capacidades, potencialidades e iniciativa, y,
asimismo, encuentre satisfacción en lo que hace, (…) lo que, en definitiva significa que
el desempeño efectivo y permanente de una ocupación es requisito esencial de su
desarrollo profesional (Blancas, 2003, pág. 810).
[A] pesar de la desidia legislativa, (…) es la propia Constitución la que impone el deber
de ocupación efectiva al empresario. (…) cuando el artículo 1 de la Constitución señala
como prioridad del Estado de Derecho el respeto de la dignidad de la persona, está
protegiendo al trabajador de cualquier acto que rebaje su consideración social y que
obstaculice su realización personal. Además, según la doctrina, el derecho de
ocupación efectiva debe buscarse también en la constitucionalización del derecho al
trabajo (artículo 22)” (2013, págs. 405-406).
28
DÉCIMO: Que, en el caso de autos, la demandante señala haberse sentido afectada en
su dignidad en tanto no se le asignaron funciones a realizar, las mismas que si bien se
ha señalado están especificadas en la Hoja de Descripción de cargo, sin embargo, no
se apareja medio de prueba de que el Jefe Inmediato le haya asignado una o algunas
funciones, menoscabando su dignidad, al crearle sentimiento de insatisfacción que
atenta a su buen equilibrio emocional, al mantenerla durante largos períodos de tiempo
sin realizar labor alguna, hecho contraproducente además para la institución.
14
El TC ha reconocido que pueden existir “contenidos nuevos de un derecho escrito”,
precisando que existen determinados contenidos de derechos fundamentales cuya necesidad
de tutela se va aceptando como consecuencia del desarrollo normativo, de las valoraciones
sociales dominantes, de la doctrina y, desde luego, de la propia jurisprudencia constitucional”.
Ver EXP. N. º 0895–2001–AA/TC, F. J. 5.
29
persona y a lograr de él un medio de supervivencia. Si éste es el objeto, en tal caso,
forma parte del contenido constitucional del derecho al trabajo el trato meritorio del
trabajador, con respeto incondicional a sus derechos fundamentales (Castillo, 2005,
pág. 147).
30
medio familiar), que se encuentra reforzado por la especial protección reconocida por
la Constitución a la madre trabajadora” (Sentencia del Tribunal Constitucional, 2014).
En esa misma línea, señala Bidart Campos que cuando hablamos de derechos no
enumerados tenemos que afrontar una doble implicitud: la de los derechos que no
tienen norma de constancia, y la de muchos contenidos que confieren desarrollo a
derechos enumerados, y que van sumándose a los contenidos tradicionalmente
conocidos. En este último espacio de los contenidos implícitos siempre ponemos como
ejemplo el de la libertad de prensa que ya no puede limitarse a los medios gráficos,
sino que ahora acopla todos los que el avance tecnológico va aportando
aceleradamente; más la búsqueda, la recepción y la difusión de información hasta
cubrir cuanto la comunicación social pone en circulación en el circuito de la expresión
libre (2002, págs. 256-257).
31
Este contenido implícito del derecho al trabajo operaría como límite al ius variandi del
empleador, con suficiente entidad y trascendencia para ser alegado incluso en sede
judicial y dejar sin efecto decisiones unilaterales del empresario que impliquen una
inactividad profesional no deseada, sin que resulte necesario que el trabajador
afectado demuestre algún tipo de perjuicio por la decisión (Guanche, 1993, págs. 33-
34).
Este poder de dirección, también conocido como ius variandi, es la potestad del
patrono para modificar, por necesidades empresariales, la prestación del trabajador.
De acuerdo con este concepto, el empresario racionaliza o planifica el trabajo,
mediante una estimación de la capacidad de cada operario, de las necesidades
permanentes y de la actividad productiva con relación al desenvolvimiento del
establecimiento (Cabanellas, 1988, pág. 600).
32
[L]a potestad del empleador de emitir directivas a los trabajadores mediante órdenes e
instrucciones relativas a la forma y modalidad del trabajo, según los fines y
necesidades de la empresa. Se trata de un poder jerárquico, ya que tiene su
fundamento en la desigual posición de las partes en el contrato, resultando su
contracara el deber de obediencia del trabajador. Debe ser ejercido con carácter
funcional y dentro de los límites legales y convencionales” (2005, pág. 291).
Este poder de dirección confiere, para Ardón Acosta, tres facultades que vendrían a
ser las siguientes: “facultad decisoria: entendida como la facultad de decidir
ejecutivamente, que también se conoce como decisiones ejecutivas; facultad de
ordenación: consistente en la facultad de dictar órdenes e instrucciones, sean las
funciones ordenadoras o instruccionales; facultad de control: que ha de ser la
capacidad de establecer medidas de control y vigilancia dentro del marco de la
empresa” (1999, pág. 54).
Existe acuerdo en que el poder de dirección no puede ser considerado ilimitado, por el
contrario, se encuentra sujeto a limitaciones. El propio artículo 9° de la Ley de
Productividad y Competitividad Laboral señala que debe enmarcarse dentro de
criterios de razonabilidad y en atención a las necesidades del centro de trabajo.
Blancas Bustamante refiere que estos límites del poder de dirección pueden ser
internos o funcionales y externos o jurídicos. Los límites internos, son los relativos al
carácter funcional y a la razonabilidad. Los primeros, significan que el poder de
dirección tiene el carácter de “función” en cuanto este es conferido al trabajador para
“la (auto) tutela y para la ejecución de su interés económico mercantil –el
perfeccionamiento del rendimiento económico productivo de las asistencias de trabajo
en el conjunto de su organización-”. En este aspecto, el poder de dirección acata a una
carencia social que, en este sentido, se fundamenta en el uso correcto de la fuerza de
trabajo, conduciendo y coordinando sus actividades, de tal forma que esta ayude, de la
manera más eficaz, a lograr los resultados y utilidades que todo inversionista espera
obtener al fundar una compañía (Blancas, 2007, pág. 113).
El poder de dirección no tiene más función que esta por lo que no puede ejercerse
para finalidad distinta, ajena al contenido propio de la conexión de trabajo, porque está
vinculada a dos personas dotadas de libertad e igualdad jurídica que, como personas y
ciudadanos, se encuentran relacionadas por vínculos de coordinación y no de
subordinación ni de su supraordenación. No le es licito, por ello, “extenderse,
33
indebidamente hacia aspectos propios de la vida de cada trabajador, ajenos a su
actividad laboral” (Blancas, 2007, pág. 107).
Así las cosas, de acuerdo con este límite la aplicación del poder de dirección sólo se
justifica cuando tiene por finalidad el uso adecuado de la fuerza de trabajo. En tal
sentido, una disposición unilateral del empleador que imponga una inactividad forzosa
a determinado trabajador y que no tenga justificación en el manejo adecuado del
personal disponible en la empresa, rebasaría esta limitación interna y por lo tanto sería
inválida por vulnerar el derecho a la ocupación efectiva.
Siguiendo a Blancas Bustamante, debemos analizar el otro límite interno que el poder
de dirección debe respetar que vendría a ser el relativo al contenido razonable de sus
decisiones, las cuales, por consiguiente, incluso las de carácter discrecional, deben
excluir la arbitrariedad. En este caso, el parámetro para juzgar la licitud del ejercicio de
dicho poder reside en el principio de razonabilidad, el cual, como lo señala Plá
Rodríguez, “(…) actúa como cauce, como límite, como freno de ciertas facultades cuya
amplitud puede prestarse a la arbitrariedad. Por ello, las decisiones del empleador
deben estar legitimadas por una causa objetiva y razonable, así como por el criterio de
proporcionalidad, especialmente cuando se ejerce el poder disciplinario” (Blancas,
2007, págs. 108-109).
Finalmente, Blancas Bustamante nos indica que los límites externos o jurídicos, son,
en cambio, aquellos que restringen el poder directivo del empleador desde “afuera”,
desde el ordenamiento jurídico, y lo obligan a sujetarse y a respetar las normas que
inciden sobre la relación laboral: la Constitución, las leyes, los convenios colectivos y
otras. Entre estos límites, el primer lugar corresponde a los derechos fundamentales
del trabajador, como tal, y como persona y ciudadano. (Blancas, 2007, págs. 108-109).
34
producirse esa inactividad forzada injustificada, el trabajador estaría habilitado para
calificarla e impugnarla como acto de hostilidad tanto en la vía judicial como en la vía
administrativa.
35
Por lo tanto, una afectación del derecho a la ocupación efectiva sería pluriofensiva ya
que no solo atentaría contra el derecho fundamental al trabajo, sino que conllevaría a
la lesión de otros principios y derechos fundamentales y eso justificaría la invalidez de
dicha lesión por su evidente inconstitucionalidad.
Por ello, el hecho de que el derecho a la ocupación efectiva forme parte del contenido
constitucional al trabajo implica que ni el legislador (a través de una ley), ni el Poder
36
Ejecutivo (cuando reglamenta una norma) ni el Juez (cuando resuelve un caso)
puedan desconocer su contenido. En efecto, si el legislador, que es un poder
constituido, y por tanto limitado, suprimiera de su contenido esencial a un derecho
fundamental, lo derogara o lo vaciara de contenido, estaría rebasando sus
competencias, y realizando una auténtica función constituyente, al modificar o derogar
la cláusula constitucional en virtud del cual se reconoce un derecho fundamental. Y
porque el legislador ordinario no puede modificar la Constitución, sino siguiendo el
trámite de la reforma constitucional; y de no seguir tal trámite, su actividad limitadora
se encontraría al margen de lo establecido por el ordenamiento constitucional (Parejo,
1981, pág. 178).
Agregado a ello, ante una lesión del derecho a la ocupación efectiva, se habilita que el
trabajador pueda acudir al proceso constitucional de amparo a demandar el cese en la
afectación de este derecho de rango constitucional.
37
CAPÍTULO II: LIMITACIONES AL DERECHO A LA OCUPACIÓN EFECTIVA
Luego de explicar las razones por las que consideramos que el derecho a la
ocupación efectiva tiene rango constitucional al constituir un (nuevo) contenido
implícito del derecho fundamental al trabajo, resaltaremos, en esta parte de nuestra
investigación, algunas limitaciones que sufre este derecho en nuestro medio y
verificaremos si ellas resultan válidas.
De la revisión de situaciones en las que este derecho puede verse limitado, creemos
que estas pueden clasificarse principalmente según el sujeto que las ejecute. Así, las
limitaciones pueden ser administrativas (impuestas por la Administración Pública) o
empresariales (dispuestas por el empleador); y ambas procedemos a detallarlas a
continuación.
1. Limitaciones administrativas
15
Cfr. GUANCHE MARRERO, Alberto. Ob. cit., pp. 44-45.
38
Esta doble condición justifica que sobre el empleador recaigan los riesgos de la
actividad productiva y, por ende, a responder directamente de cualquier evento que
imposibilite al trabajador la prestación de sus servicios salvo que la misma sea
imputable al propio trabajador o se deba a un acontecimiento de fuerza mayor
autorizado por la Autoridad Administrativa Laboral.
Esta paralización como se indica Ley General de Inspeccion del Trabajo (2006): “(…)
se entenderá en cualquier caso sin perjuicio del pago del salario o de las
indemnizaciones que procedan a los trabajadores afectados así como de las medidas
que puedan garantizarlo” (art. 15).
Como puede verse, en caso exista un riesgo grave y de alta probabilidad de que se
produzca una afectación a la seguridad y salud de los trabajadores en una empresa
debido al incumplimiento de esta última en la Gestión del Sistema de Seguridad y
Salud, la Inspección del Trabajo podrá paralizar el funcionamiento de la empresa, lo
16
Ver los artículos 5° numeral 5.6 y 15° de la Ley General de Inspección del Trabajo, Ley N°
28806; los artículos 96° literal h y 102° de la Ley de Seguridad y Salud en el Trabajo, Ley N°
29783; y el artículo 21° del Reglamento de la Ley General de Inspección del Trabajo, Decreto
Supremo N° 019-2006-TR.
39
que conlleva a que esta última no pueda cumplir con su obligación de asignarle
labores a sus trabajadores.
17
Esta disposición, al 22 de enero del 2020, aún no tiene vigencia, ya que se espera el Decreto
Supremo que reglamente este cambio normativo.
40
que exige someter la medida o acto cuya proporcionalidad se pretende evaluar a un
triple juicio. Ese triple juicio está conformado por el juicio de idoneidad, el juicio de
necesidad y el juicio de proporcionalidad sensu estricto. Para que una medida sea
calificada de proporcionada o razonable, debe necesariamente superar cada uno de
estos tres juicios. Es decir, debe ser idónea, necesaria y proporcionada en sentido
estricto (2005, pág. 138).
41
Analicemos, en segundo lugar, si la referida medida es adecuada para alcanzar este
objetivo. Si nos preguntamos si es posible que el impedimento de ingreso de los
trabajadores al local de trabajo que presenta un riesgo grave de afectación a su
seguridad y salud puede coadyuvar a preservar su vida y su integridad física, la
respuesta es, sin lugar a dudas, afirmativa. Entonces, podemos concluir igualmente
que también se supera este segundo elemento del juicio de idoneidad.
De lo señalado, se puede inferir que para superar este análisis debemos primero
intentar encontrar otras medidas que sean igualmente eficaces para preservar la vida y
la integridad física de los trabajadores que laboren en un centro de trabajo expuesto a
riesgos graves. Al respecto, debemos señalar que, después de múltiples intentos, no
hemos logrado encontrar medidas que garanticen, con igual eficacia que la no
asistencia, la salud e integridad física de los trabajadores por lo que se debe concluir
que la suspensión de labores es una medida necesaria y por lo tanto supera este
segundo juicio o sub principio del test de proporcionalidad.
42
Veamos entonces cuál es el grado de afectación que la suspensión de labores por
riesgos para la seguridad y salud puede generar en el derecho a la ocupación efectiva
y el derecho al trabajo en general. En esa línea, consideramos que la afectación de
estos derechos constitucionales es proporcional al objetivo que se pretende con ello,
que es preservar la vida y la integridad física de los trabajadores. Incluso creemos que
es aún mayor el grado de satisfacción del derecho a la vida y a la salud que la
afectación al derecho a la ocupación efectiva, componente del derecho al trabajo, más
aún si se tiene en cuenta que la normativa es clara cuando excluye de esta limitación
al derecho fundamental a la remuneración, el que se mantiene intacto y, por tanto,
genera que el empleador se encuentre obligado al pago de la remuneración mientras
dure la suspensión de labores.
18
Artículo 183 del Código Tributario aprobado mediante Decreto Supremo N° 133-2013-EF.
43
sancionadora de la Administración. Como toda potestad en el contexto de un Estado
de Derecho, está condicionada, en cuanto a su propia validez, al respeto de la
Constitución, de los principios constitucionales y en particular a la observancia de los
derechos fundamentales de la persona (Sentencia del Tribunal Constitucional, 2003).
44
comercio (…)” y el “cierre temporal o definitivo de empresas o sus instalaciones” (art.
130).
De la revisión de toda esta normativa sectorial, podemos ver que subyace el mismo fin
lícito que se ha analizado en relación con la paralización de labores ordenada por la
inspección laboral, esto es, la preservación de la seguridad y salud de los
trabajadores, por lo que podemos concluir que la limitación resultaría siendo válida
debido a que existe un principio fundamental que la avala y que debe ser protegido.
Sin embargo, no debe dejar de mencionarse que la normativa que regula estas
medidas disciplinarias no ha regulado, como sí ha ocurrido en los casos anteriores,
qué sucede con el derecho a la remuneración de los trabajadores que no prestaran
sus servicios mientras dure el cierre temporal del negocio.
45
En caso sucediera lo contrario, los trabajadores pueden hacer valer su derecho ante la
Autoridad de Trabajo o el Poder Judicial reclamando el pago de sus remuneraciones.
2. Limitaciones empresariales
Por lo tanto este Colegiado considera que subsistiendo y estando vigente el vínculo
laboral entre las partes, la sociedad emplazada debe proceder a la inmediata
19
De acuerdo con lo establecido en el artículo 1315° de nuestro Código Civil vigente caso
fortuito o fuerza mayor es la causa no imputable, consistente en un evento extraordinario,
imprevisible e irresistible, que impide la ejecución de la obligación o determina su cumplimiento
parcial, tardío o defectuoso.
46
reincorporación del demandante, debido a que el procedimiento de suspensión
temporal perfecta de labores concluyó el 9 de agosto de 2008.
En caso contrario se estaría frente a una vulneración del contenido del derecho al
trabajo, toda vez que el propio empleador impide que el trabajador preste el servicio,
pese a existir vínculo laboral. Por tanto, comprobándose la negativa y omisión de la
empresa demandada de reincorporar al demandante, se ha producido la vulneración de
su derecho al trabajo. (Sentencia del Tribunal Constitucional, 2012).
Por lo tanto, una vez que la Autoridad Administrativa de Trabajo apruebe una
suspensión perfecta de labores por causa fortuita o fuerza mayor, el empleador puede
válidamente dejar de cumplir con su obligación de pagar la remuneración y brindar
trabajo efectivo a sus trabajadores al existir una causa que justifica dicha medida.
47
Como vemos, la norma otorga una facultad discrecional al empleador el que, ante la
sospecha de la comisión de una falta grave por parte del trabajador, puede
“exonerarlo” de asistir al centro de labores. Creemos que se trata de una medida
válida en tanto es admisible que quien tenga razones fundadas para creer que su
empleado ha cometido algún acto desleal que lo ha perjudicado y puede seguir
afectándolo, decida no permitirle el acceso a fin de preservar el buen funcionamiento
de la empresa. A su vez, esta exoneración sirve al trabajador para que pueda
dedicarse exclusivamente a la elaboración de sus descargos correspondientes.
En tal sentido, al existir duda sobre la integridad del trabajador resultaría legítimo que
el empleador restrinja el derecho de ocupación efectiva mientras dure el trámite previo
al despido o absolución, teniendo como límite siempre la razonabilidad de la medida
además de que, como señala la norma, si resulta estrictamente necesario para
garantizar el derecho de defensa, el empleador deberá permitir el acceso del
trabajador a la empresa. Obviamente el abono de la remuneración y demás derechos
y beneficios que pudieran corresponderle al trabajador durante este periodo, deben ser
garantizados.
Ahora bien, sobre el plazo que debe durar esta restricción la Corte Suprema ha
establecido en la Casación N° 011355-2014-LIMA, cuál es la correcta interpretación
del segundo párrafo del artículo 31 de la LPCL señalando que debe ser el siguiente:
A esto habría que agregar que la norma establece, en su parte final, que en el
procedimiento previo al despido debe observarse el principio de inmediatez; por lo
tanto, si el referido procedimiento se prolonga de forma irrazonable sin que el
empleador emita carta de absolución o despido y se insiste en el no acceso, nos
48
encontraríamos frente a una afectación al derecho a la ocupación efectiva y al debido
procedimiento, pudiendo el trabajador impugnarlo como acto de hostilidad.
Nosotros creemos que tanto la suspensión perfecta como la imperfecta de labores que
se presente en supuestos distintos a los habilitados en la norma laboral, sea dispuesta
unilateralmente por el empleador o acordada entre ambas partes, implica una
limitación al derecho a la ocupación efectiva del trabajador ya que, como es evidente,
durante el tiempo que dure la suspensión el empleador no brindará trabajo efectivo a
sus trabajadores; y, debido a eso, debe exigirse que dicha limitación sea razonable
(que exista una causa que justifique la suspensión), temporal (90 días como máximo
como lo contempla el artículo 15 del Decreto Supremo N° 003-97-TR) y que cuente
con el asentimiento del trabajador.
49
Por ello, se debe aclarar que aunque la suspensión imperfecta no afecta directamente al
interés del trabajador de recibir su remuneración regular, esto no tendría por qué
acarrear que el empleador cuente con total libertad para establecer suspensiones de
labores sin justificación alguna, ya que con estas medidas podrían verse afectados otros
derechos como el derecho a la ocupación efectiva, el derecho a la igualdad, a la
formación profesional, y, en general, se podría afectar la dignidad del trabajador. Incluso,
se podrían afectar otros derechos de manera indirecta, como los derechos colectivos
(negociación colectiva, libertad sindical, y huelga) (…)20 (el resaltado es nuestro).
20
Ver el Informe N° 118-2013-MTPE/2/16.1 de la Dirección de Regulación y Supervisión del
Sistema de Inspección del Trabajo.
50
CAPÍTULO III: VÍAS PROCESALES Y PROCEDIMENTALES DE PROTECCIÓN DEL
DERECHO A LA OCUPACIÓN EFECTIVA
1. Proceso de amparo
Sin embargo, para esto, el trabajador, previamente, deberá tener en cuenta tres
exigencias propias del proceso de amparo:
51
condición de proceso constitucional estrictamente referido a la protección de derechos
constitucionales; y de proceso excepcional, distinto a los procesos judiciales ordinarios
o especiales de otra índole. El fundamento de esta norma es corregir una grave
distorsión observada en la utilización e instrumentación indebida del amparo en los
últimos años; pues a menudo los litigantes recurrían a esta vía solo para sustentar una
pretensión que no tiene carácter estrictamente constitucional o que tampoco forma
parte del contenido esencial del derecho protegido constitucionalmente, sino a
aspectos de regulación legal o de naturaleza secundaria, o incluso estatutaria, que no
deben tutelarse por medio del amparo o que solo indirecta o lejanamente se respaldan
en la Constitución (Sosa, 2012, pág. 9).
En base a lo visto, consideramos que un eventual reclamo por la vía del proceso
constitucional de amparo vinculado a la vulneración del derecho a la ocupación
efectiva superaría este primer filtro puesto que como anteriormente lo hemos
precisado, el derecho a la ocupación efectiva forma parte del contenido constitucional
del derecho fundamental al trabajo.
52
En un mismo sentido se ha mencionado que la insuficiencia de estación probatoria en
los procesos constitucionales de amparo encuentra su enunciado justificatorio en la
interpelación de que el motivo constitucional de amparo no se encuentre sujeto a la
amplia discusión probatoria de las razones ante la jurisdicción ordinaria, en vigilancia a
la condición de tutela imperiosa que este tipo de proceso requiere. (Figueroa, 2012,
págs. 1-23).
Por lo tanto, el hecho de que la norma señale que en el proceso de amparo no existe
etapa probatoria no significa que no se puedan presentar pruebas, sino que éstas
tienen que ser de actuación inmediata, preferiblemente documentales.
Así lo ha señalado también el TC cuando nos indica que si bien el artículo 9º del
Código Procesal Constitucional prescribe literalmente que no existe etapa probatoria
en los procesos constitucionales, no implicaría que no puedan aceptarse demandas en
las que se adjunte medios probatorios de actuación inmediata. Esto se debe a la
naturaleza de los procesos constitucionales, en los que no se pretende acreditar un
mejor derecho, sino establecer si determinado acto ha vulnerado algún derecho
constitucional (Resolución del Tribunal Constitucional, 2011).
En tal sentido, cuando se pretenda demandar por la vía del amparo una lesión al
derecho a la ocupación efectiva, el trabajador debe tener presente que la referida
53
vulneración debe estar adecuadamente demostrada, de ser posible a través de medios
documentales (memorandums, cartas, emails, etc), a fin de poder superar este
segundo filtro.
1.3. Que no exista una vía ordinaria igualmente satisfactoria que el proceso de
amparo
Como hemos tenido oportunidad de señalar en otra investigación (2011), los escritores
que elaboraron el CPC manifiestan la razón de ser de este motivo de improcedencia
en el deficientemente uso que, en la práctica, se hizo del proceso de amparo antes de
la vigencia de esta norma. Así, la intención del anterior legislador era, pues, facilitar la
procedencia del amparo y del hábeas corpus, evitando que estas acciones fueran
declaradas improcedentes por el órgano judicial, como sucedió muchas veces en el
pasado, arguyendo (sin verdadero fundamento jurídico o por sometimiento al poder
político de turno) que existían “otras vías judiciales disponibles y más apropiadas (pág.
21).
Sin embargo, los creadores del CPC examinaron que si bien el propósito de la Ley Nº
23506 (Ley de Habeas Corpus y Amparo) era meritorio y se asentaba en la práctica,
su adaptación, finalmente, trajo nuevos dilemas y dificultades. Con ese fin, dicha
norma proporcionó la ilícita utilización del amparo por varios litigantes, beneficiando su
carácter de proceso de tutela de urgencia, para la cuestión de asuntos que, en estricto,
no presumían la protección del contenido constitucionalmente protegido de un derecho
o, siquiera, ni inclusive de un derecho directamente constitucional.
Este contexto buscó, por lo tanto, ser modificado a través de la instauración del motivo
de improcedencia contemplado en el artículo 5 inciso 2 del CPC, gracias al cual el
amparo será originario para la tutela de urgencia de un derecho constitucional a falta
de distintas vías judiciales concretas, equivalentemente satisfactorias y protectivas.
54
De este modo, el propósito del grupo de escritores del CPC era edificar en nuestro
sistema un amparo de orden residual, esto quiere decir, un sistema en el que el juez
constitucional ante una demanda de amparo (o hábeas data), debía revisar si en la
jurisdicción ordinaria existía un proceso so judicial equivalentemente satisfactorio que
el proceso constitucional, pues de producirse esto debía expresar improcedente dicha
demanda. Esto, aparentemente, causaría que los despachos judiciales no se vean
colmados de incontables demandas de amparo, escenario que sucedía hasta antes de
la circulación del CPC.
55
del derecho; ii) Que la resolución que se emita brinde tutela adecuada; iii) Que no
exista riesgo de que se produzca irreparabilidad; y iv) Que no exista necesidad de una
tutela urgente derivada de la relevancia del derecho o de la gravedad de las
consecuencias.
Pues bien, sobre lo igualmente satisfactorio, según Castillo Córdova, se define desde
un punto de vista material, es decir, atendiendo al objeto de protección (la igual
protección del derecho constitucional que se obtendría a través del amparo), como
desde un punto de vista formal, es decir, atendiendo al mecanismo procesal previsto
para lograr el objeto de protección (la previsión de un proceso que asegure la igual
protección) (2006:293).
De estos dos criterios, podemos extraer algunas exigencias que permitan definir a una
vía procedimental específica como igualmente sastisfactoria.
Primero, que la vía judicial no debe servir solo para conseguir el resultado de salvación
del derecho constitucional afectado, sino que dicha salvación debe mantener una
relación de igual con la salvación que dispensa el proceso de amparo. La doctrina, al
respecto, ha señalado que “la sola existencia de una vía judicial como mecanismo de
protección de un derecho fundamental, no significa per se que la misma sea, en todos
los casos o supuestos igualmente satisfactoria, que la estrictamente constitucional.
Dicha vía, debe cuando menos y entre otras cosas, dispensar la misma dosis de tutela
o satisfacer con igual intensidad la pretensión reclamada” (Sáenz 2005:135).
Tercero, la vía judicial debe ser una vía especialmente eficaz. Sobre este elemento,
hay que anotar que el proceso de amparo no sólo es idóneo para alcanzar la
protección de un derecho constitucional en un plazo corto, sino que, además, lo hace
de una manera especialmente eficaz. Esa especial eficacia se manifiesta en tres
situaciones (Castillo 2006: 296): a) en la posibilidad de plantear medidas cautelares; b)
en que permite reponer las cosas al estado anterior a la violación o amenaza de
56
violación de un derecho constitucional; y, c) en la pronta ejecución o actuación de la
sentencia firme.
Sin embargo, se debe analizar las materias que pueden ser tramitadas en el proceso
abreviado laboral para determinar si podría considerarse vía igualmente satisfactoria
en el caso de una vulneración al derecho a la ocupación efectiva. En efecto, el proceso
abreviado laboral puede ser iniciado ante el juez especializado de trabajo o ante el
juez de paz letrado laboral. En el primer caso, esto dependerá de un criterio
puramente material y, en el segundo, se tendrá en cuenta un criterio cuantitativo.
El artículo 2 de la Ley N° 29497, Nueva Ley Procesal del Trabajo menciona que el juez
de trabajo conocerá, por medio del proceso abreviado laboral, “la reposición cuando
esta se plantea como pretensión principal única” (inciso 2) y “las pretensiones relativas
a la vulneración de la libertad sindical” (inciso 3). Esta repartición de competencias
está, se puede observar, guiada por un juicio material y, asimismo, por la
contemplación de que estos dos asuntos guardan tal importancia que su tutela
requiere mecanismos breves y expeditivos.
Se puede apreciar, entonces, que el proceso abreviado laboral, que por sus
caracterísiticas sí podría ser vía igulamente satisfactoria, se ha previsto
exclusivamente para pretensiones de reposición, relativas a la libertad sindical o que
tengan contenido patrimonial y no superen las 50 URP.
57
En tal sentido, se corrobora que en ninguno de dichos supuestos se podría encuadrar
una pretensión de cese de la vulneración al derecho a la ocupación efectiva y,
consecuentemente, la vía para hacer valer este derecho sería la del proceso ordinario
laboral. Sin embargo, esta vía contiene una serie de actos y diligencias, además de
plazos más extensos que el proceso de amparo, por lo que no puede ser considerada
como una vía igualmente satisfactoria.
2. Proceso laboral
21
El acto de hostilidad en este caso estaría tipificado en el literal g) del artículo 30 del Decreto
Supremo N° 003-97-TR que establece que “son actos de hostilidad equiparables al despido los
siguientes: (…) g) Los actos contra la moral y todos aquellos que afecten la dignidad del
trabajador”.
58
En efecto, en el Decreto Supremo antes citado se ha establecido que se consideran
actos de hostilidad equiparables al despido los siguientes:
En este caso, una lesión al derecho a la ocupación efectiva del trabajador puede
perfectamente ser encuadrado en el supuesto previsto en el inciso g) del artículo 30
citado, dado que se trata de un acto que afecta la dignidad del trabajador. Por lo tanto,
el trabajador, frente a dicha hostilidad, puede, tal como lo establece la normativa
laboral, dar por extinguida la relación laboral (autodespido) y reclamar su
indemnización por despido arbitrario o demandar el cese del acto hostilizatorio.
22
Según las reglas de competencia señaladas en el Decreto Supremo N° 015-2013-TR, que
precisa el ejercicio de la función inspectiva de trabajo a cargo de los Gobiernos Regionales.
59
Esta competencia para fiscalizar y sancionar al empleador cuando lesione este
derecho permitirá que la Autoridad Inspectiva de Trabajo imponga la sanción por la
infracción muy grave contemplada en el artículo 25 numeral 25.14 del Decreto
Supremo N° 019-2006-TR23 que implicaría una multa que iría de 0.23 a 0.68 Unidades
Impositivas Tributarias (UITs) si la empresa fiscalizada es una microempresa; 0.77 a
7.65 UITs si la empresa fiscalizada es una pequeña empresa; y 2.25 a 45 UITs si la
empresa es una no MYPE (que no es ni micro ni pequeña empresa). En todos estos
casos, los rangos de multas serán precisados dependiendo del número exacto de
trabajadores afectados.
Uno de los mecanismos que permite velar por el cumplimiento de la normativa laboral
es la inspección laboral24. Según el Convenio 81 de la OIT, ratificado por nuestro país
el 1 de febrero de 1960, la inspección del trabajo se encarga de: a) velar por el
cumplimiento de las disposiciones legales relativas a las condiciones de trabajo y a la
protección de los trabajadores en el ejercicio de su profesión (…); b) facilitar
información técnica y asesorar a los empleadores y a los trabajadores sobre la manera
más efectiva de cumplir las disposiciones legales; y, c) poner en conocimiento de la
autoridad competente las deficiencias o los abusos que no estén específicamente
cubiertos por las disposiciones legales existentes (Convenio sobre la inspección del
trabajo, 1947).
23
“Artículo 25.- Son infracciones muy graves, los siguientes incumplimientos:
(…) 25.14 Los actos de hostilidad y el hostigamiento sexual, así como cualquier otro acto que
afecte la dignidad del trabajador o el ejercicio de sus derechos constitucionales”.
24
Sobre el particular puede verse HUAMAN ESTRADA, Elmer; EGUSQUIZA PALACÍN, Beatty.
Cómo afrontar una Inspección de Trabajo. Editorial Gaceta Jurídica, Primera Edición:
Setiembre 2016. pp. 11-12
60
la eficacia de dicha legislación, ya que disponen de extensas facultades y funciones
cuyo ámbito rebasa ampliamente el campo de los procedimientos estrictamente
disciplinarios (Oficina Internacional del Trabajo, 2010, pág. 9).
Resulta, pues, bastante clara la importancia de los sistemas de inspección del trabajo
en la protección y búsqueda del trabajo decente, el respeto de la dignidad del
trabajador y la protección de los derechos fundamentales en el plano internacional y
nacional, más aún en el actual escenario en el que la globalización y la recesión
económica ha generado un aumento en la precarización del empleo. Por ello, estos
últimos cambios en el ámbito industrial y social, a escala nacional e internacional,
“requieren de los inspectores actuaciones en torno a nuevas prioridades, con
diferentes métodos de investigación y acción” (Vega 2013:9).
61
3.2. Carácter de subsanable de la infracción por vulneración del derecho a la
ocupación efectiva
“(…). Las infracciones son subsanables siempre que los efectos de la afectación del
derecho o del incumplimiento de la obligación, puedan ser revertidos (…)” (art. 49).
La norma antes reseñada precisa que una infracción será subsanable cuando, pese a
haber producido una afectación de un derecho laboral de los trabajadores, dicha
afectación puede ser revertida en sus efectos; es decir, se reconoce que la infracción
subsanable es aquella en la que ya se afectó un derecho del trabajador, pero, aún a
pesar de ello, los efectos de dicha afectación puedan ser revertidos.
62
afectación al trabajador que no recibió su gratificación en la oportunidad
correspondiente.
En este sentido, debe precisarse, y así lo establece el artículo 49 del Decreto Supremo
N° 019-2006-TR, que una infracción será subsanable cuando los efectos de la
afectación o el incumplimiento pueden ser revertidos. En el ejemplo detallado en el
punto anterior, los efectos de la afectación o incumplimiento pueden ser revertidos, ya
que el empleador puede aún pagar la gratificación de diciembre 2016 debida al
trabajador.
63
aparato inspectivo, dando por concluido el procedimiento si dicha subsanación se da
antes de la emisión del acta de infracción.
Ahora, ¿qué ocurriría si, en plena fiscalización laboral sobre una posible infracción
laboral por afectación a la ocupación efectiva, se toma conocimiento de que existe un
proceso de amparo o un proceso laboral en el que se cuestiona la existencia de dicha
afectación?
64
como manfiestaciones del Estado, por lo que la contradicción provendría de una
misma fuente.
65
CONCLUSIONES
1. Como parte del contenido constitucional del derecho fundamental al trabajo debe
reconocerse, con la calidad de nuevo contenido implícito, al derecho a la
ocupación efectiva, ya que esta trascendencia constitucional ha sido reconocida
por la doctrina (comparada y nacional) y por la Corte Suprema de Justicia de Lima.
66
la ocupación efectiva y también el derecho a la remuneración al encontrarse
basadas en una situación permitida por la ley.
6. Pero también existen otros casos en los que se produce una suspensión
(imperfecta o perfecta) de labores en supuestos distintos a los contemplados en la
ley laboral; y que para resultar válidos -al afectar el derecho a la ocupación
efectiva- exigirían que la suspensión sea: a) razonable, b) temporal y, c)
aceptada por el trabajador.
67
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