Papeles del Psicólogo, 1989. Vol. (39-40).
EL ASESORAMIENTO VOCACIONAL COMO RELACION DE AYUDA TECNICA
REFLEXIÓN TEÓRICA Y RESULTADOS DE INVESTIGACIÓN
FRANCISCO RIVAS MARTINEZ.
Universidad de Valencia
Desde hace tiempo una de las líneas de investigación en las que vengo trabajando es la
psicología vocacional, y en concreto, en la faceta más relevante de ella, cual es el
asesoramiento vocacional. Pues bien, cada vez que tengo que exponer o dar a conocer lo
que hacemos, invariablemente, si el medio en el que me muevo es de divulgación, hay
que empezar diciendo «que lo nuestro no tiene nada que ver con lo de las vocaciones»; si,
por el contrario, el contexto es el educativo, y lo mismo sucede, por desgracia, incluso en
el psicológico, hay que explicar que psicología vocacional no es «otra de las psicologías
recientes», y sobre todo que el asesoramiento vocacional no es equivalente a la
orientación tal como se ha entendido y realizado en estos pagos. Malentendidos que se
repiten una y otra vez y avisan de la necesidad de clarificar y dejar sentado qué serán
estas actividades que tienen por denominador común la relación de ayuda psicológica,
que se particulariza y concreta en el desarrollo de la conducta vocacional.
Si en un contexto con tanta historia y experiencia en psicología aplicada como son los
Estados Unidos de Norteamérica (Super, 1985), considera oportuno dedicar un primer
capítulo a la precisión de conceptos (tarea, puesto, carrera ... ) en una obra sobre
psicología vocacional, con mayor motivo aquí me vi con la obligación de hacer lo propio
(Rivas, 1988a) al tratar el tema en nuestro medio arrancando de la consideración
psicológica de la conducta vocacional, y que aquí, por razones muy difíciles de tratar
condensadamente en este ensayo, sólo apuntaré que tradicionalmente a lo vocacional se
ha hecho una interpretación etimológica o léxica del término y se ha escamoteado un
planteamiento psicológico de estudio. Por nuestra parte caracterizamos a lo vocacional
como «un conjunto de procesos psicológicos que una persona concreta moviliza en
relación al mundo profesional en el que pretende incardinarse o ya está instalados (Rivas,
1988, pág. 15), y en el mismo sentido se pronuncian Super (1983) y Castaño (1983). Ello
nos lleva a considerar la conducta vocacional como parte del proceso de socialización,
que realiza un individuo que aporta sus motivaciones, capacidades, intereses,
expectativas y se apoya o dirige a un entorno social adulto en el que se desea participar
activamente a través de las actuaciones productivas o laborales para las que se ha estado
formando a lo largo del tiempo.
Podemos afirmar que durante mucho tiempo, inexistentes los estudios y profesionales de
la psicología, algunas de sus funciones y tareas han sido ejercidas, por suplencia, por
otros estudios con formación no específica en la relación de ayuda. Así, ante la demanda
del sistema escolar de diversificación en los cambios de niveles de enseñanza, o no se
hizo nada o se siguieron planteamientos puntuales de intervención que, con técnicas más
acordes a los modelos de selección de personal sirvieron más a las exigencias del sistema
que a una auténtica ayuda personal al estudiante. Ciertamente que un sistema educativo
excesivamente rígido y tempranamente diferenciador en grandes ramas separadas
(ciencias, letras, BUP, FP) implica un deficiente e incluso contradictorio tratamiento de lo
que se pudiera hacer con respecto a la conducta vocacional. Sin entrar en más
consideraciones, no es de extrañar que por esas actividades, que se denominaron en
muchas ocasiones orientadoras, no se sintieran particularmente proclives ni interesados
los que por su formación psicológica entendieran de manera muy diferente la relación de
ayuda en el terreno de la conducta vocacional.
Sin embargo, las cosas no pueden seguir estando, ni están, como sucintamente las
describimos. La estructura del sistema escolar está lentamente cambiando; los psicólogos
van reencontrando especialidades que son plenamente vigentes desde hace tiempo en su
profesión en otros lugares con mayor tradición en la relación de ayuda, y a ellos les cabe
la responsabilidad de hacer valer su formación en estas actividades del asesoramiento
vocacional. Sirvan estos primeros puntos de reflexión teórica sobre las notas que
inequívocamente tomadas de la psicología vocacional sirvan de ayuda a ese empeño de
reencuentro con una de las actividades psicológicas propias el asesoramiento vocacional.
Posteriormente presentaremos sucintamente un conjunto de investigaciones hechas sobre
asesoramiento vocacional universitario, que desearía tener el honor de compartir con
todos los psicólogos, al habérsenos otorgado por ellas el Premio del Consejo de
Universidades 1988 a la investigación en el nivel universitario precisamente sobre esta
temática.
Notas de la conducta vocacional
Tomando la conducta vocacional como un proceso complejo de socialización que
trabajosamente cada persona va haciéndose en un medio sociocultural determinado, de
inmediato se ponen en relación dos aspectos en principio diferentes: el desarrollo del
individuo como persona y las necesidades sociales. En efecto, decimos trabajosamente
porque ocupa muchos años de la vida de la persona, de hecho ocupa buena parte de la
escolaridad como preparación para su integración social adulta plena, y ésta en nuestro
medio cultural occidental, se logra en buena medida a través del trabajo y esa tarea de
inicio o progreso en el desarrollo, la sociedad la vehicula a través de los sistemas
escolares. También podemos añadir trabajosamente, porque se trata de conciliar dos
principios, uno de satisfacción individual y otro de cobertura de necesidades sociales,
contando con la aportación individual de cada cual.
Y llegado a este punto, la literatura de la psicología vocacional la podemos resumir en dos
posiciones extremas. Por una parte, l a que cifra exclusivamente en la autogratificación por
la realización personal a través de una actividad seria o laboral libremente elegida, de
manera que se enfatiza sobre todo lo demás, esta concepción de desarrollo y satisfacción
personal, teñido de un cierto aire de ingenuidad romántica; y, por la otra, la que
atendiendo de forma prioritaria o exclusiva a la división del trabajo como medio de
satisfacer necesidades productivas sociales, prima sobre todo lo demás (incluido el
significado personal del trabajo), aspectos sobre los que los individuos apenas tienen
alguna posibilidad de control, tales como la oferta y demanda de empleo, la
reestructuración económica o tecnológica, etc.
Las centradas en la dimensión personal, elaborada desde distintas teorías psicológicas en
lo fundamental, vienen a recabar la responsabilidad y el control de la conducta vocacional
en el propio sujeto que la realiza. No desconoce el efecto condicionante de variables
supraindividuales, pero nunca les asigna el papel de determinantes. Se tiende a
considerar la conducta vocacional como una manifestación que acompaña al desarrollo
personal a lo largo de la vida productiva del sujeto, de ahí el concepto de carrera (career)
o desarrollo en el que se aprecian o se pueden diferenciar en diferentes etapas con notas
e implicaciones conductuales bien caracterizadas.
Sin negar el carácter interdisciplinar de lo vocacional, vemos con preocupación el
predominio de las aportaciones sociológicas, si tenemos en cuenta, por ejemplo, los datos
comparados sobre prestigio profesional y movilidad social, políticas de empleo,
reconversión, etc., hechas en base a un modelo predominantemente económico. La
cuestión desborda los planteamientos ideológicos o de actuaciones diferenciadas
políticamente, ya que aparece un viejo y peligroso reduccionismo: la recompensa
económica como la principal o casi exclusiva dimensión explicativa de la conducta
vocacional.
El planteamiento de lo vocacional como proceso de socialización rompe con la idea
tradicional que se ha mantenido de lo que fuera la vocación como inspiración individual y
en absoluto se puede sustituir por una planificación de la «fuerza del trabajo». Conciliar
adecuadamente ambas necesidades y exigencias es quizá el reto o la utopía por la que
hay que esforzarse. Y aquí ya estamos en el punto clave de la conducta vocacional: «Esta
relación dialéctica entre la persona (dotada de libertad y conciencia) y la sociedad (que
organiza los valores culturales, distribuye las oportunidades educativas, cuenta con la
división del trabajo, etc.) nunca está resuelta de forma definitiva y satisfactoria para ambas
partes. Es por el contrario, fuente de tensiones, inseguridades y desajustes que afectan
hondamente a los términos de esa relación. Contar con ese difícil equilibrio inestable es un
principio realista para plantearse el estudio de la conducta vocacional» (Rivas, 1988, pág.
18).
Dejando por sentado que todavía no disponemos de la necesaria articulación entre los
aspectos teóricos, metodológicos y aplicados en el estudio y tratamiento de la conducta
vocacional (Rivas, 1988 b), nos podemos arriesgar a señalar las acotaciones teóricas y
tecnológicas, que extraídas de la psicología vocacional, sirven al propósito de guiar la
relación técnica de ayuda que en definitiva es el asesoramiento vocacional.
Notas teóricas:
a) La conducta vocacional se dirige a la autorrealización personal en el mundo
ocupacional adulto (implica capacidad de demorar las recompensas en función de metas
valiosas para el individuo y la sociedad; la conducta está orientada por estas metas. La
tendencia al logro y a la realización máxima de las capacidades y potencialidades
personales es el impulsor de la conducta vocacional);
b) La conducta vocacional es un proceso gradual y acumulativo de experiencias más o
menos organizadas, a los que el individuo trata de integrar dotándolas de significado
personal (parten del propio medio desde la familia y la infancia, junto con otras
informaciones e influjos menos próximos y aun siendo procesos distintos, es problemático
desde la adolescencia el distinguir el desarrollo personal del vocacional);
c) El desarrollo vocacional lleva a la autonomía y al compromiso personal y social ( así
entendida, la carrera de un individuo empieza en el contexto escolar, mediante el nivel de
preparación que va adquiriendo, las dificultades que va superando, las alternativas de
estudios que va haciendo y continúa en el contexto laboral, desde el primer puesto que
obtiene, su progresión y perfeccionamiento, a la jubilación: en suma, las experiencias de la
vida profesional);
d) La conducta vocacional está modulada por la fase o etapa evolutiva en que se
encuentra el individuo (del concepto de desarrollo vital (life span) también se pueden
formular períodos o etapas bien establecidas (Rivas, 1988, capítulo 6) que en resumen
podemos identificar como: a) Preparación, b) Exploración e iniciación, c) Especialización,
d) Establecimiento, e) Mantenimiento, f) Declive y g) Retiro. A cada uno de estos períodos
le corresponden un tipo de conducta vocacional, que con matices diferenciales siguen o
comprenden etapas de edad más o menos variables, con aspectos de crisis más o menos
profundas en los cambios de cada período);
e) Multipotencialidad vocacional ( este apartado puede verse como la contestación a dos
tipos de errores diferenciados y por desgracia muy extendidos. El primero hace referencia
a la pretendida idea de encajar en una profesión concreta como única posibilidad de
desarrollo vocacional adecuado. El segundo a la aplicación de las cualidades personales
de una persona a una sola profesión o carrera específica. En ambas cuestiones
disponemos de abundante investigación como para poder negarlas. Así, no es necesario
que haya o exista una decisión ni un desarrollo vocacional que convenga inequívoca e
inexorablemente a cada persona, de tal manera que si el sujeto yerta o no la descubre a
tiempo, se frene irremisiblemente en su proyecto de vida. Por fortuna la cuestión
vocacional no está regida por el destino ni por fuerzas ocultas; es una faceta humana más,
y como tal, las disyuntivas rotundas o absolutas sólo aparecen en situaciones límite y no
todos los días. Por otra parte, la forma de desempeñar una profesión es muy variada y la
manera de entenderla o viviría, también. Una vez superados los niveles mínimos de
competencia exigidos para una preparación o un desempeño eficaz, hay que confiar en los
recursos personales de cada cual para desempeñar los roles profesionales de muy distinta
manera. En otras palabras: personas muy diferentes pueden encajar en la misma
profesión y a la par, un mismo individuo puede realizarse y desarrollarse como ser
humano en distintas áreas o facetas vocacionales y profesionales);
f) Integración, congruencia y eficacia personal diferencial (dado que la conducta
vocacional es una de las dimensiones más extensas a lo largo del tiempo [desde la
preparación profesional a la jubilación] y que afecta a muchas facetas del comportamiento
individual y social, la persona tiende a encontrar en la conducta vocacional el máximo de
satisfacciones posibles. De ahí que el sujeto pretenda actualizar sus expectativas de todo
tipo, y en todo caso, procura seleccionar los refuerzos que gratifiquen su conducta. El
proceso es idiosincrásico, tanto en la selección de gratificaciones y recompensas
individuales y sociales como en la asignación de valores a las actividades y a las
recompensas);
g) Intencionalidad, libertad y dirección de la conducta vocacional (variando según la etapa
evolutiva, el sujeto asigna un determinado grado de intencionalidad y motivación a su
conducta vocacional. Y como mecanismo de dirección del comportamiento, la personal: es
capaz de posponer gratificaciones inmediatas, a cambio de metas diferidas en el tiempo
que considera valiosas para él; concilia satisfactoriamente los principios de placer y del
trabajo; procura dar sentido y coherencia a su conducta social, y las realizaciones
vocacionales afectan a la propia estima y al autoconcepto);
h) El proceso de enseñanza/aprendizaje no formal y más o menos reglado, es la manera
en que se consolida y manifiesta conducta vocacional (en efecto, con las matizaciones que
sean precisas, el sujeto en cada momento o fase de su desarrollo vocacional parte de una
situación y desea o necesita pasar a otra de otro nivel, maneja informaciones de distinto
calibre y procedencia y va resolviendo paso a paso su carrera vocacional. Ese cambio
intencional es susceptible de ser estructurado como un proceso de enseñanza y
aprendizaje. Este proceso varía según la madurez de los sujetos y las ayudas o
asistencias que la escuela o la organización les presta a sus miembros);
i) La madurez resume la calidad del desarrollo personal y vocacional (implica la existencia
de procesos de toma de decisiones parciales, pero concatenadas y con grados de libertad
variables según planes estructurados de forma coherente y realista por el sujeto; el
manejo de información vocacional pertinente y la experiencia personal más o menos
directa o extensa, según objetivos personales que el individuo acepta o valora
vocacionalmente de forma positiva, y el contar con la forma de utilizar o superar los
condicionantes socioeconómicos o individuales, favorecen el desarrollo vocacional y
personal).
Las implicaciones tecnológicas que afectan al estudio de la conducta vocacional las
podemos cifrar en las siguientes:
● Las manifestaciones vocacionales son aspectos comportamentales observables,
susceptibles de ser analizados y tratados de forma objetiva
● Son fuentes de información para el estudio de la conducta vocacional, t anto
los elementos subjetivos individuales como las caracterizaciones objetivas de
desempeño p rocedentes de grupos vocacionales bien establecidos y los elementos o
factores del medio ambiente socioeconómico, laboral, educativo, etc., que condicionan
el desarrollo vocacional individual;
● Flexibilidad y permanencia (en la conducta y el desarrollo vocacional se combinan
tanto el mantenimiento temporal de determinados patrones como la necesaria
adecuación temporal [evolutiva] de la conducta)
● La elección vocacional es u n aspecto puntual del desarrollo vocacional, que según la
trascendencia, se resuelve mediante un proceso de toma de decisiones que el propio
sujeto controla
● Son elementos claves de la conducta v ocacional el manejo e integración de la
información vocacional, la autoevaluación que hace el propio sujeto de sus
posibilidades inmediatas y futuras en relación a los referentes vocacionales
seleccionados, el análisis de las opciones y sus consecuencias, el establecimiento de
planes de acción y finalmente la toma de decisiones
● El individuo busca el ajuste según el significado personal que da al hecho vocacional
en sí (implica la existencia de patrones vocacionales externos válidos de referencia, a
los que el individuo prevé poder ajustarse contando con un proceso de acomodación);
● Dado el período evolutivo e n que se encuentre, es especialmente importante la
autodirección, libertad y responsabilidad de la propia conducta vocacional
j) El modelo de enseñanza/aprendizaje provee un valioso esquema de actuación para el
asesoramiento vocacional como ayuda técnica que pretende favorecer y desarrollar la
conducta vocacional (la necesidad de dar significado personal y seguridad a la conducta,
exige el facilitar informaciones objetivas de la propia conducta y exponerse a la
experiencia respecto a grupos vocacionales de referencia válida).
El asesoramiento vocacional
Las reseñas de la literatura científica, tanto clásicas (English, 1958; Wrenn, 1965; Shertzer
y Stones, 1972 ... ) como modernas (Tolbert, 1978; Healy, 1982; Super 1985 ...), coinciden
en cifrar en el asesoramiento de la conducta vocacional, tarea propia y destacada de la
psicología vocacional. Amén de todo ello, de lo hasta aquí expuesto se puede argumentar
también que: psicológico es todo el proceso de plantear la conducta vocacional c omo
núcleo del problema de una persona concreta en el proceso de su
socialización; psicológica es la actividad que los protagonistas de la ayuda ( asesor y
asesorado) realizan en las situaciones de comunicación interpersonal analizando el
problema vocacional; psicológicas son las técnicas e instrumentos utilizados, d esde los
test estandarizados a las técnicas de evaluación psicológica y entrevistas; psicológicas
son los planes de actuación, c omo la reestructuración cognitiva, comprensión y aceptación
de posibilidades y limitaciones personales por parte del propio s ujeto, la toma de
decisiones, los planteamientos alternativos de cambios, etc., desplegadas durante el
proceso de ayuda vocacional.
En mi opinión, y coincidiendo con Crites (1969, 1981), todavía no disponemos de teorías
vocacionales en el sentido pleno de la palabra, ya que como dimensión aplicada hasta el
presente no se han hecho suficientes esfuerzos por dotarnos de tales formulaciones. Ello
no implica ninguna situación de excepcionalidad o minusvalía que le afecte a la psicología;
únicamente le añade dificultad y exige de nosotros esfuerzos tentativos para guiar
nuestras intervenciones. Así, por el momento, es menos pretencioso, pero más adecuado
y preciso, hablar de enfoque vocacional (approach), entendiéndolo Rivas (1988a, 1989)
como «esquema o plantilla conceptual que utilizado a modo de herramienta heurística sea
capaz de organizar la información del proceso de la relación e ayuda vocacional,
procurando la congruencia entre la fundamentación teórica y la correspondiente aplicación
tecnológica. Dicho esquema facilita y permite tanto la evaluación interna como la
contrastación entre otras formas diferentes de entender el asesoramiento».
En síntesis, como esquema vacío de contenido, el enfoque vocacional consta de dos
grandes apartados los correspondientes subapartados:
I) Fundamentación teórica
- Teorías psicológica! generales.
- Supuestos teóricos operativos de la conducta vocacional.
- Objetivos del asesoramiento.
II) Fundamentación tecnológica
- Diagnosis
- Proceso de relación interpersonal.
- Técnicas de entrevista y exploración psicológica.
- Interpretación de la información.
- Uso de ayudas externas.
- Toma de decisiones.
Dotados de esa plantilla hemos podido analizar las formulaciones en asesoramiento
vocacional tanto desde la fundamentación teórica como de sus realizaciones, según
diversos enfoques, que entre otros posibles, por su vigencia y relevancia, hemos
seleccionado: teoría del rasgo, psicodinámico, rogeriano, evolutivo conductual-cognitivo.
Por último, siendo el asesoramiento un aspecto extenso de la psicología aplicada por lo
que atañe a la ilación del hombre con el mundo del trabajo, su acervo científico acumulado
procede de cuatro especialidades, según Super (1983, pá. 6): la psicología vocacional
(Vocational Psychology), la psicología del personal (Personnel Psychology), la psicología
del factor humano (Engineering o Human Factors Psychology) y la psicología de las
organizaciones (Organizational Psychology), siendo notables sus mutuas interrelaciones.
En la obra que he hecho mención (Rivas, 1988,a) se detallan las aportaciones, autores,
instituciones de ámbito internacional, prueba de una realidad científica y profesional bien
establecida.
Síntesis investigadora
La elección de estudios universitarios, un sistema de asesoramiento universitario basado
en indicadores y vocacionales eficaces. Director de investigación: Dr. Francisco Rivas.
Equipo de investigación: Dra. Esperanza Rocabert, Dr. Juan R. Martínez y Dra. Isabel
Ardit. Universidad de Valencia, Departamento Psicología Evolutiva y de la Educación.
La elección de los estudios universitarios representa la culminación de la línea de
investigación que sobre «psicología vocacional, asesoramiento universitario» y desde
hace años venimos impulsando en el Departamento de Psicología Evolutiva y de la
Educación de la Universidad de Valencia. A partir de las aportaciones concretas, que en
forma de tesis de licenciatura y doctorales realizaron los miembros del equipo de
investigación. Un paso más significó la utilización de los instrumentos y resultados
globales dentro de un esquema de asesoramiento vocacional. La puesta a punto del
Sistema de Autoayuda Vocacional (SAV), dirigido a los estudiantes de secundaria y COU,
que se plantean como opción vocacional la entrada en la universidad, es esta nueva
tecnología de asesoramiento vocacional universitario.
La elección de estudios universitarios es la justificación científica del mencionado sistema
(SAV) que hacemos desde la psicología vocacional. La obra de 230 páginas está
estructurada en dos partes mutuamente imbricadas: I) Fundamentación teórica de la
conducta vocacional universitaria y II) Tecnología del asesoramiento vocacional
universitario. Incluye una bibliografía seleccionada y anexos con los instrumentos
utilizados en la investigación. Sucintamente describiremos los aspectos más relevantes de
esta obra.
I) La conducta vocacional universitaria
Centrando el análisis en la elección de estudios universitarios y tomando como base de
estudio trabajos relevantes realizados en nuestro entorno sociocultural, se puede concluir
que los estudiantes a las puertas de la institución universitaria: a) manifiestan una muy
limitada experiencia para analizar su situación de elección; b) ven la elección como un
hecho puntual exigido por el sistema escolar, ajeno a su experiencia personal, y donde
finalmente juega un papel muy importante el fortuismo o la improvisación; c) están
fuertemente condicionados en el planteamiento de la situación de elección, tanto por
factores internos (desconocimiento de sí mismo, características psicológicas de la
adolescencia, etc.) como por elementos externos o del medio sociocultural (recursos
familiares, oportunidades, etc.), y d) en síntesis, se puede constatar una falta de madurez
vocacional, casi generalizada en la mayoría de estos estudiantes.
II) Tecnología del asesoramiento vocacional universitario
Esta parte la podemos diferenciar en dos momentos o apartados: A) Investigación básica
sobre la elección y conducta vocacional universitaria y B) Tecnología del asesoramiento
vocacional universitario
Investigación básica sobre la elección y conducta vocacional universitaria
La investigación sobre asesoramiento vocacional universitario parte del modelo teórico
que sustenta el enfoque conductual-cognítivo (Crites, 1981; Dixon y Glover, 1984; Rivas,
1988) y que cifra en la solución de un problema vocacional, percibido como tal por el
estudiante, que tiene que decidir ante la oferta de estudios de la universidad una opción
vocacional concreta.
Los indicadores vocacionales seleccionados y su correspondiente instrumentación en
forma de cuestionarios, test o pruebas se agrupan en torno a los siguientes aspectos y
contenidos de medida:
aracterización individual: a) Problemática vocacional
1. Desarrollo vocacional., 1.1. C
individual y b) Biodatos; 1.2. Motivación. a) Intereses vocacionales y b) Preferencias
vocacionales.
) Patrones cognitivos vocacionales y b) Aptitudes básicas.
2. Cognición: a
3. Condicionantes: a) Madurez vocacional; b) Factores condicionantes; c) Estilos de
decisión, y d) Alerta/Indecisión.
Nueve son los instrumentos utilizados, unos creados específicamente para esta línea de
investigación y los menos adaptados de otros ya existentes que previamente habían sido
examinados en nuestra problemática y medio sociocultural. En conjunto, arrojan
información sobre ochenta y seis variables medidas. Tras la correspondiente aplicación y
analizado su comportamiento psicométrico, tomaremos como base de la investigación
treinta y dos de ellas, aquellas que mayor capacidad discriminativa manifestaron en los
pertinentes análisis estadísticos.
Tecnología del asesoramiento vocacional universitario
Contando con los instrumentos y resultados de la investigación, los estructuramos en un
marco de referencia teórico, cual es el asesoramiento vocacional universitario en el que
desde hace venimos trabajando. El resultado final es el Sistema de Autoayuda Vocacional
(SAV), que se basa en un doble principio. Por un lado, considera que el estudiante que se
plantea la elección de estudios universitarios es capaz, mediando la oportuna
instrumentación de analizar responsablemente su propia conducta vocacional. Por otro, el
estudiante podrá comparar la información individual con otra que sirve de comparación o
referencia válida diferenciada en grupos vocacionales. La toma de decisiones
vocacionales resulta favorecida por el manejo de informaciones bien contrastadas
Son supuestos o notas del SAV partir de,
a) La necesidad del estudiante de Secundaria o COU de recibir ayuda técnica para
resolver una situación de duda o confusión ante la elección de los estudios
universitarios.
b) Libertad del estudiante para recibir o no este apoyo.
c) Confianza y responsabilidad en la autoayuda, y
d) Autoaplicación, autocorrección e interpretación de la información de los
indicadores vocacionales.
El SAV está editado en forma de «cuadernos de trabajo» que permiten el trabajo personal
sin ayuda externa, estando prevista la intervención del psicólogo o asesor si el estudiante
lo desea o el sistema, en función de determinados resultados, lo indicara. Hasta llegar a la
confección definitiva del SAV, medió la investigación y mejora de las instrucciones y
formatos con estudiantes de últimos cursos de Secundaria; se tuvo en cuenta la
evaluación que los propios usuarios hicieron del sistema, las observaciones de los
psicólogos que participaron en los programas, etc. En la actualidad, el SAV ha sido la
tecnología de asesoramiento utilizada en el Servicio de Asesoramiento Universitario (SAU)
realizado en la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia en el mes de
septiembre de 1988 para los estudiantes de nuevo acceso. Y desde este curso, los
Servicios Psicopedagógicos Escolares (Enseñanza Media) de la Consellería de Cultura,
Educación y Ciencia de Valencia, han adoptado el SAV en sus planes de trabajo y ayuda
técnica para los centros de su responsabilidad.
Para probar la eficacia de los indicadores vocacionales seleccionados, se procedió a un
tratamiento experimental de los mismos, partiendo de dos situaciones vocacionales
naturales bien diferenciadas: A) Acceso a la Universidad f ormada por 789 estudiantes que
en el curso 1986-87, finalizado el COU, realizan la elección de estudios universitarios,
colectivo que caracterizaremos de aquí en adelante, y B) Criterial, que cuenta con 269
estudiantes universitarios que en ese momento están en cuarto de carrera, y de los que
tenemos suficiente información como para constatar el buen ajuste vocacional a los
estudios que en su día eligieron.
Los estudiantes de ambas situaciones participaron en la exploración de forma voluntaria, a
raíz de un ofrecimiento abierto por parte del departamento, para aquellos estudiantes que
deseasen participar en programas de orientación y asesoramiento ante la elección de
estudios universitarios. Todos los estudiantes fueron examinados con los mismos
instrumentos. El grupo Criterial participó del Programa de Asesoramiento Universitario
(PAU 84) que en el curso 1983-84 puso en marcha la Universidad de Valencia; de estos
estudiantes hemos tenido información vocacional obtenida mediante seguimiento a lo
largo de sus estudios universitarios y se seleccionaron aquéllos que en función de todos
los indicadores podían ser tomados como sujetos criterio por su buen ajuste a la carrera
elegida.
Sendas muestras se agrupan en seis grupos vocacionales universitarios, caracterizados
en investigaciones previas y que agrupan la mayor parte de las carreras hoy existentes en
la Universidad, y que resultan ser: I) Humanístico, II) Psicopedagógico, III) Económico
Social, IV) Bioterápico, V) Científico Tecnológico y VI) Artístico. En general podemos decir
que los estudios y actividades profesionales se ordenan en un continuo que va de «Letras
a Ciencias», excepto el grupo Artístico, que participa prácticamente de todos los demás.
En apretada síntesis como resultados experimentales más revelantes de la conducta e
indicadores vocacionales, destacamos los siguientes:
i) El mejor indicador del desarrollo vocacional es el área motivacional, medida como
intereses y preferencias. Estos aspectos son consistentes tanto en los estudiantes de
Acceso como criterio¡. La permanencia temporal de los mismos se hace sentir con fuerza
en la elección.
ii) La estructuración cognitiva, que son patrones con l os que se percibe la conducta
vocacional, resulta ser especialmente adecuada para explicar la toma de decisiones de
estudios universitarios.
iii) Las aptitudes por ellas mismas no explican la elección vocacional. L a capacidad
general es muy similar entre los grupos y existe muy poca base diferencial para dilucidar
las distintas opciones universitarias.
iv) Los factores condicionantes del medio, tal como son percibidos por los estudiantes,
inciden más en la formulación personal de los planes vocacionales que los que proceden
de los agentes externos.
v) En la indecisión en la elección de estudios queda caracterizada por comportamientos
individuales de índole psicoemocional que interactúan con aspectos de información y
madurez vocacional. El nivel de indecisión es variable, según los grupos vocacionales.
vi) Las funciones discriminantes o btenidas en Acceso y Criterial desvelan la permanencia
clasificatoria y validez predictiva de similares indicadores vocacionales.
vii) Los resultados de buena clasificación en los seis grupos vocacionales son los
siguientes:
Los excelentes resultados de la reclasificación teórica (función discriminante) y real (grupo
vocacional al que pertenecen los estudiantes) avalan el papel diferenciador de los factores
de decisión considerados en la investigación en un campo en el que superar porcentajes
de correcta asignación por encima del 60 por 100 con tantas categorías (Rivas, 1984;
Rivas y Ardit, 1986) hay que considerarlo como prometedor.
Es interesante analizar que el error de clasificación entre los grupos vocacionales no es
simétrico ni azaroso, sino que el error se asigna categorías o grupos vocacionales
cercanos entre sí. A grandes rasgos o como telón de fondo, se aprecia la tendencia a
agruparse eficazmente en relación a tipos de estudios que comparten prestigio
socioacadémico más que similitud de currícula. Los mejores resultados se obtienen en el
grupo de Artísticas, Psicopedagógico, Científico Tecnológico y Bioterápico; los peores,
Económico Social y Humanístico.
La eficacia clasificatoria en este caso aún queda más realzada por el tipo de variables que
entran en las funciones discriminantes y por la constancia de las mismas en las dos
muestras objeto de estudio. En concreto, en el acceso a la Universidad, los resultados del
78,75 por 100 como correcta asignación a lo que los estudiantes están realmente
cursando, tiene un interés de primer orden para el asesoramiento, toda vez que esos
resultados se superan y llegan al 92,44 por 100 con los estudiantes que efectivamente
están cursando con eficacia y ajuste vocacional probado las carreras de los grupos
vocacionales que actúan como categorías de clasificación.
Las implicaciones para el asesoramiento vocacional son evidentes, ya que conociendo la
ponderación y permanencia de los factores que afectan en la decisión vocacional de la
elección del grupo vocacional para los estudios universitarios, estamos en condiciones de
ofrecer información objetiva al estudiante y plantear programas de intervención vocacional
que incidan sobre los factores que afectan a la decisión vocacional eficaz.
Ver Tablas 1 y 2.
Coincidiendo con la publicación de este artículo, su autor ha sido galardonado con el
Premio Consejo de Universidades 1988, el jurado, compuesto por el ministro de educación
y ciencia, Javier Solana, y por Enrique Balmaseda, Juan Velarde, Antonio López, Cipriano
Ciscar, José Romero, Pedro Jesús Burillo y Elías Pérez Vera, dio a conocer su fallo el 12
de abril de 1989, fallo al que llegó la unanimidad de los componentes del jurado. A
Francisco Rivas le fue concedido, el de la modalidad «investigaciones en materia de
enseñanza superior de carácter metodológico sobre cualesquiera de las distintas áreas de
conocimiento en su doble vertiente, docente e investigadora». Había concurrido con el
trabajo «La elección de estudios universitarios, un sistema de asesoramiento universitario
en indicadores vocacionales eficaces».
Comentario de cierre
La conducta vocacional está ligada y se desarrolla desde el sistema escolar, pero no se
reduce o circunscribe a esas etapas de formación básica. Ciertamente es en la
adolescencia donde se concentran y acentúan las tomas de decisiones vocacionales y
donde el desarrollo toma rumbos más consistentes, pero el asesoramiento se perfila como
una ayuda técnica a la que el sujeto puede acudir a lo largo de su vida productiva y
laboral.
El deficiente tratamiento que la conducta vocacional ha tenido en nuestro país,
posiblemente ha retraído el interés investigador y hasta profesional de los psicólogos,
hecho singular en la historia de la psicología vocacional en relación a otros países y que el
urgente subsanar.
Procede reorientar este área de intervención desde la misma formación que debe dar en la
Universidad, a la puesta al día de los profesionales que no la recibieron. No se trata sólo
tanto de una cuestión teórica o gremial sobre quién deba hacer las funciones de
asesoramiento, sino que la respuesta viene de la misma formación o manera de realizar
esa misma ayuda en la conducta vocacional.
Por último, sin entrar en otras diatribas, el trabajo de investigación acumulado a lo largo de
unos anos parece que ha sido una vía eficaz de progresar en este área, y es de esperar
que se supere y mejore desde una mayor concienciación profesional e institucional, ya que
está en juego poder cubrir una demanda social importante, cual es el poder contribuir al
desarrollo vocacional de millones de personas, especialmente los jóvenes. Nosotros
hemos trabajado con la conducta y el asesoramiento, teniendo como referente el mundo
universitario. Pero ese no es el único al que te afecte el desarrollo y la conducta
vocacional... como puede apreciarse, la tarea por hacer es inmensa.
Tablas I y II. Eficacia clasificatoria en la
muestra de Acceso y en la muestra
Criterial.
BIBLIOGRAFIA
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Material adicional / Suplementary material