0% encontró este documento útil (0 votos)
475 vistas175 páginas

Revista Historia Uam Interesantate

Cargado por

Alvaro Timon
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
475 vistas175 páginas

Revista Historia Uam Interesantate

Cargado por

Alvaro Timon
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 175

REVISTA HISTORIA AUTÓNOMA

REVISTA MULTIDISCIPLINAR
DE LA
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID

SEPTIEMBRE 2020
Nº 17
e-ISSN: 2254-8726
REVISTA HISTORIA AUTÓNOMA
REVISTA MULTIDISCIPLINAR DE LA
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID
Número 17
Septiembre 2020
e-ISSN: 2254-8726

Dirección: Aida Rodríguez Campesino y Lucía Ruano Posada (Universidad Autónoma de Madrid).

Asesoría Editorial: Alba San Juan Pérez (Universidad de Salamanca).

Comité de Redacción: Aurora González Artigao (Consejo Superior de Investigaciones Científicas),


David San Narciso (Universidad Complutense de Madrid), Débora Madrid Brito (Universidad Autónoma
de Madrid), Francesco Caprioli (Universidad de Milán), Javier Revilla Canora (Universidad Autónoma
de Madrid), Mar Rodríguez Alcocer (Universidad Complutense de Madrid), Marcos Marina Carranza
(investigador independiente), Miriam Cera Brea (Universidad Autónoma de Madrid), Lucía Cotarelo
Esteban (Universidad Complutense de Madrid), Susana de Luis Mariño (Museo Arqueológico Nacional).

Comité Asesor: Andrés María Adroher Auroux (Universidad de Granada), Ángel Alloza Aparicio
(Consejo Superior de Investigaciones Científicas), Izaskun Álvarez Cuartero (Universidad de Salamanca),
Fernando Andrés Robres (Universidad Autónoma de Madrid), Miguel Ángel del Arco Blanco (Universidad
de Granada), Carlos de Ayala Martínez (Universidad Autónoma de Madrid), Isabel Baquedano Beltrán
(Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid), Juan Francisco Blanco García (Universidad
Autónoma de Madrid), Miguel Cabañas Bravo (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), Guillermo
Carrascón Garrido (Universidad de Torino), Carmen del Cerro Linares (Universidad Autónoma de Madrid),
Manuel Cruz Rodríguez (Universidad de Barcelona), Pilar Díez del Corral Corredoira (Technische
Universität Berlin), Antonio Duplá Ansuategui (Universidad del País Vasco), Dolores Fernández Martínez
(Universidad Complutense de Madrid), Víctor Manuel Fernández Martínez (Universidad Complutense
de Madrid), César Fornis Vaquero (Universidad de Sevilla), Borja Franco Llopis (Universidad Nacional
de Educación a Distancia), Jacobo García Álvarez (Universidad Carlos III), Javier García Rodríguez
(Universidad de Oviedo), Alejandro García Sanjuán (Universidad de Huelva), Daniel Gómez Castro
(Kwansei Gakuin University), Ignacio Grau Mira (Universidad de Alicante), Yolanda Guerrero Navarrete
(Universidad Autónoma de Madrid), Fernando Hernández Sánchez (Universidad Autónoma de Madrid),
Mariela Insúa Cereceda (Universidad de Navarra), Paul Michael Johnson (Universidad DePauw), Félix
Labrador Arroyo (Universidad Rey Juan Carlos), Juan Manuel Martín García (Universidad de Granada),
Darina Martykánová (Universidad Autónoma de Madrid), Santiago Martínez Hernández (Universidad
Complutense de Madrid), Alfredo Mederos Martín (Universidad Autónoma de Madrid), Soledad Milán
Quiñones de León (Universidad Autónoma de Madrid), Fermín Miranda García (Universidad Autónoma
de Madrid), David Moriente Díaz (Universidad Internacional de Cataluña y Universidad Pompeu Fabra),
Fernando Negredo del Cerro (Universidad Carlos III), Julia D’Onofrio (Universidad de Buenos Aires),
Felipe Pereda Espeso (Universidad de Harvard), Juan Carlos Pereira Castañares (Universidad Complutense
de Madrid), Lola Pons Rodríguez (Universidad de Sevilla), Juan Ignacio Pulido Serrano (Universidad de
Alcalá de Henares), Fernando Quesada Sanz (Universidad Autónoma de Madrid), José Luis de los Reyes
Leoz (Universidad Autónoma de Madrid), Wifredo Rincón García (Consejo Superior de Investigaciones
Científicas), Martín Ríos Saloma (Universidad Nacional Autónoma de México), Agustín Ramón Rodríguez
González (Real Academia de la Historia), José Antonio Rodríguez Marcos (Universidad de Burgos), Isabel
Rubio de Miguel (Universidad Autónoma de Madrid), Agustín Sánchez Andrés (Universidad Michoacana
de San Nicolás Hidalgo), Raquel Sánchez García (Universidad Complutense de Madrid), Eduardo Sánchez
Moreno (Universidad Autónoma de Madrid), Thomas X. Schuhmacher (Universidad de Otto Friedrich de
Bamberg), Pilar Toboso Sánchez (Universidad Autónoma de Madrid), Raquel Torres Jiménez (Universidad
de Castilla-La Mancha), Elena Trapanese (Università degli Studi di Napoli “Federico II”), Fernando
Valdés Fernández (Universidad Autónoma de Madrid), Margarita Vallejo Girvés (Universidad de Alcalá
de Henares), Jaime Vizcaíno Sánchez (Universidad de Murcia), José Yravedra Sáinz de los Terreros
(Universidad Complutense de Madrid).

Corrección de estilo: Irene Arroyo, Alicia Niño, Erica Blanco, Nerea Cortázar, Laura Lee, Reyes Luján,
Esther Martín, Aida Rodríguez y Lucía Ruano.

Edición: Lucía Ruano.

Maquetación: Nerea Cortázar Muñoz.

Imagen de portada: Una fábula, El Greco, © Museo Nacional del Prado.


Índice

Fernando Marías, historia del arte a contracorriente.............................5


Relación de autores.....................................................................................7

Artículos:
Luchas políticas y legitimación religiosa en Esparta tras la guerra del Peloponeso (404-
371 a. C.)
Javier Jara Herrero........................................................................................................ 11
Tracios en Hispania
José Ortiz Córdoba.........................................................................................................31

Venta de Borondo (Daimiel, Ciudad Real). Actuaciones arqueológicas para la recuperación


de un bien singular
Miguel Torres Mas, David Cejudo Loro, Mª Isabel Angulo Bujanda y Honorio Álvarez
García.............................................................................................................................51

El Greco en la historia del arte occidental en Japón


Keiko Ozaki.....................................................................................................................75
Los inicios de un partido nuevo: la creación del PSOE en Navarra (1974-1976)
Mikel Bueno Urritzelki....................................................................................................93
Recuperación y resignificación del Barroco histórico en exposiciones de arte
contemporáneas
Patricia Manzano Rodríguez........................................................................................ 111

Reseñas:
El mirage espartano en la historia
José Manuel Alonso Dapica.........................................................................................133

Paseos por la Toledo que confortó al Greco


Óscar Alonso López......................................................................................................139
¡Exijo una satisfacción! Te desafío a un duelo
Diego Cameno Mayo....................................................................................................145
Las diferentes imágenes del General Baldomero Espartero. Su contribución al siglo XIX
en España
Ángel Ramón Poveda Martínez....................................................................................149
La batalla de Teruel y la nueva historia militar: complejidad, interpretación y frescura
Raül González Devís.....................................................................................................155
Antiamericanismo e imperio a ambos lados del Atlántico
Eloy Romero Blanco.....................................................................................................159
Detroit y el techno, una historia cultural de lo urbano
Sergio Cuartero Miranda..............................................................................................163

Crónicas:
IX Seminario Internacional Historia Comparada-Red Sucesión “Gobierno de palabras.
Las lenguas de la monarquía de España, 1556-1725”
Alejandro Sell Maestro.................................................................................................167

Seminario “Problematizar el Catastro”


Raúl Ruiz Álvarez..........................................................................................................171
Fernando Marías, historia del arte a contracorriente

En un mundo acostumbrado a los homenajes post mortem resulta necesario dedicar


también unas palabras a aquellos que no solo no han fallecido, sino que tienen aún
mucho que decir y aportar. Es el caso del profesor, académico de la Real de la Historia
y, ante todo, eminente e incansable investigador Fernando Marías, miembro esencial del
Departamento de Historia y Teoría del Arte de la Universidad Autónoma de Madrid desde
hace más de cuatro décadas y catedrático desde 1993, recientemente nombrado profesor
emérito. A pesar de que su nombre ya no figure en la entrada al despacho 3.07 del módulo
Xbis —pues, como él siempre ha afirmado, no tiene ningún problema en abrir paso a las
nuevas generaciones—, su legado en un departamento del que fue director entre 1995 y
1999 es imborrable. También lo es la huella que ha dejado en numerosas generaciones
de alumnos a los que, año tras año, y no siempre del todo comprendido, ha tratado de
enseñarles a mirar el arte de la Edad Moderna también con los ojos de la cara, como él
mismo diría.
Mencionar en unas pocas líneas su trayectoria investigadora resultaría tan imprudente
como imposible. En este sentido, preferimos destacar, de manera general, la renovada
mirada, crítica y desprejuiciada, que ha aplicado sobre sus numerosas investigaciones,
entre las que se cuentan temas de la relevancia del Greco, Velázquez o la arquitectura
de la Edad Moderna, y que lo han elevado a la categoría de autoridad. Quienes hemos
tenido y tenemos la fortuna de tratarlo sabemos que su conocimiento y su perspicacia
trascienden cualquier límite, cronológico y temático. Tal vez por ello, obras como El
largo siglo xvi (Taurus, 1989), su presencia y sus palabras han hecho sentir incómodo a
más de uno. Marías siempre ha huido de la mitificación de los objetos de estudio y de las
conclusiones apresuradas, ha rebatido con contundencia apoyándose en las propias obras
de arte y en una documentación en la que ha sabido leer entre líneas. Sus investigaciones
y el arrojo con el que las ha difundido —desde Harvard hasta Tokyo y desde Creta hasta
Vicenza, por mencionar solo una breve muestra— han contribuido de manera definitiva a
situar el arte español en la cartografía de la investigación internacional.
Estas breves líneas, que se suman a verdaderos homenajes del calado de la reciente
publicación La mirada extravagante. Arte, ciencia y religión en la España Moderna.
Estudios en homenaje a Fernando Marías (2020, Marcial Pons), editado por M.ª Cruz
de Carlos, Felipe Pereda y José Riello —y cuyo elenco de especialistas, nacionales e
internacionales, es verdaderamente abrumador—, no pretenden sino rendir tributo a
décadas de dedicación docente y congratularse por las aportaciones de Marías que están
aún por llegar.
Precisamente, en relación con la órbita de Toledo y el Greco, tan trabajados por
Marías, versan dos textos del presente número 17 que aquí presentamos. En concreto, el
artículo “El Greco en la historia del arte occidental en Japón”, a cargo de Keiko Ozaki; y
una reseña del libro La Toledo que alentó al Greco, realizada por Óscar Alonso López y
con el título “Paseos por la Toledo que confortó al Greco”.
Contamos, además, en esta ocasión, con un conjunto de artículos dentro del
contexto de la historia antigua y la arqueología: “Luchas políticas y legitimación religiosa
en Esparta tras la guerra del Peloponeso (404-371 a. C.)”, redactado por Javier Jara
Herrero; “Tracios en Hispania”, de José Ortiz Córdoba y “Venta de Borondo (Daimiel,
Ciudad Real). Actuaciones arqueológicas para la recuperación de un bien singular”, un
texto colectivo de la mano de Miguel Torres Mas, David Cejudo Loro, Mª Isabel Angulo
Bujanda y Honorio Álvarez García. La sección de artículos se cierra con dos trabajos
enmarcados en el periodo contemporáneo y son “Los inicios de un partido nuevo: la
creación del PSOE en Navarra (1974-1976)” de Mikel Bueno Urritzelki y “Recuperación
y resignificación del Barroco histórico en exposiciones de arte contemporáneas”, a cargo
de Patricia Manzano Rodríguez.
En la sección de reseñas, además de la ya mencionada, se incluyen “El mirage
espartano en la historia” realizada por José Manuel Alonso Dapica; “¡Exijo una satisfacción!
Te desafío a un duelo”, de Diego Cameno Mayo; “Las diferentes imágenes del General
Baldomero Espartero. Su contribución al siglo xix en España”, redactada por Ángel
Ramón Poveda Martínez; “La batalla de Teruel y la nueva historia militar: complejidad,
interpretación y frescura”, de la mano de Raül González Devís; “Antiamericanismo e
imperio a ambos lados del Atlántico”, a cargo de Eloy Romero Blanco y, por último,
“Detroit y el techno, una historia cultural de lo urbano”, de Sergio Cuartero Miranda.
Cerramos el número, como es habitual, con una sección de crónicas: en primer lugar,
un texto dedicado al IX Seminario Internacional Historia Comparada-Red Sucesión,
“Gobierno de palabras. Las lenguas de la monarquía de España, 1556-1725”, realizado
por Alejandro Sell Maestro. En segundo lugar, una crónica del Seminario “Problematizar
el Catastro”, a cargo de Raúl Ruiz Álvarez.
Esperamos, una vez más, que las páginas que siguen sean del agrado de todo aquel
que se acerque a leer este número 17 de la Revista Historia Autónoma, que no habría
sido posible sin el trabajo y colaboración de todos los autores participantes, a quienes
aprovechamos para agradecer su contribución.

Miriam Cera y Débora Madrid


Relación de autores

Javier Jara Herrero. Graduado en Historia por la Universidad de Salamanca (2018). Máster
en Estudios Avanzados e Investigación en Historia (Sociedades, Poderes, Identidades) en
el Itinerario de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología (2019). Actualmente inscrito
en el Programa de Doctorado en Prehistoria y Ciencias de la Antigüedad de la Universidad
de Salamanca bajo la dirección del Dr. César Fornis Vaquero, catedrático de Historia
Antigua de la Universidad de Sevilla. https://orcid.org/0000-0001-9486-0930

José Ortiz Córdoba. Licenciado en Historia por la Universidad de Granada (2007-2012)


con premio a la Excelencia en el Rendimiento Académico y Máster en Arqueología por la
misma Universidad (2012-2013). También posee el Máster de Profesorado de Educación
Secundaria (2013-2014). Ha recibido varios premios al mejor expediente académico
otorgados por la Universidad de Granada en los cursos 2009-2010 y 2010-2011 y por
la Real Maestranza de Caballería de Ronda al finalizar sus estudios de licenciatura en
2012. Ha sido investigador predoctoral FPU de la Universidad de Granada (2015) y
del Ministerio de Educación (2015-2019) para la realización de la tesis “Las colonias
romanas de Hispania y los movimientos de población (siglos I-II d.C.)”, defendida en la
Universidad de Granada en marzo de 2019. Actualmente disfruta de un contrato puente
para doctores otorgado por el Plan Propio de la Universidad de Granada y desarrolla su
labor docente e investigadora en el Departamento de Historia Antigua de dicha institución.
Sus líneas de investigación se centran en el estudio de la Hispania romana, prestando
especial atención a la colonización romana y los procesos de movilidad geográfica y social
protagonizados por los habitantes de la Península Ibérica. Ha participado en más de una
veintena de congresos de carácter nacional e internacional y publicado diversos trabajos
en revistas especializadas del área de conocimiento de Historia Antigua. Ha tomado parte
también en excavaciones y trabajos arqueológicos realizados en España e Italia. https://
orcid.org/0000-0003-3737-1115

Miguel Torres Mas. Arqueólogo, doctorando por la UCLM. Actualmente es director del
yacimiento de la Motilla del Azuer (Daimiel, Ciudad Real). También ha dirigido diversas
campañas arqueológicas como en la Venta de Borondo. Ha participado como director y
codirector en numerosos proyectos de investigación, siendo autor de libros y artículos
científicos y de divulgación. Ha sido ponente, conferenciante y miembro del comité de
organizador del Congreso LEGATUM.

David Cejudo. Arquitecto y presidente de la AC Venta de Borondo.

Mª Isabel Angulo Bujanda. Restauradora de Bienes Culturales Arqueológicos. Entre


otras actuaciones, desde el año 2015 dirige los trabajos de conservación y restauración
en la Motilla del Azuer (Daimiel). En su CV destaca en 2018, una beca en IPCE en
el departamento de Materiales Pétreos o los proyectos de rehabilitación en la Venta de
Borondo.

Honorio Álvarez García. Arqueólogo, Premio Extraordinario de Licenciatura de Geografía


e Historia. Ha participado en múltiples proyectos de investigación. Actualmente es
director del yacimiento Mentesa Oretana (Villanueva de la Fuente, Ciudad Real).
Keiko Ozaki. Doctoranda en el Departamento de Historia y Teoría del Arte de la UAM
desde el curso 2016-2017 con la tesis “Interpretación de los retablos de El Greco en
España ”. Máster en la Facultad de Filosofía y Letras por la Universidad de Kioto en
Japón con TFM “Reconstrucción del retablo del colegio de Doña María de Aragón de
El Greco” (2009) y Máster en Estudios avanzados de la historia del arte español en la
Facultad de Geografía e Historia por la Universidad de Complutense de Madrid con
TFM “La evangelización de los jesuitas en Japón y el intercambio cultural entre oriente
y occidente” (2012).

Mikel Bueno Urritzelki. Licenciado en Historia (UPV/EHU, 2013); Máster en Estudios


Avanzados en Historia, Espacio y Patrimonio (UPNA, 2014); Máster en Profesorado de
Secundaria (UPNA, 2017) y Doctor en Humanidades y Ciencias Sociales (UPNA, 2020).
Autor de diversas publicaciones científicas, ha publicado un libro en Argentina titulado
Amnistía ’77. La lucha del pueblo vasco, y ha participado en la coordinación del libro
La represión estatal en Navarra: 1936-2016. Un análisis multidisciplinar. Asimismo,
ha participado en diversos congresos tanto nacionales como internacionales. http://orcid.
org/0000-0002-5348-8930

Patricia Manzano Rodríguez. Doctoranda en la Universidad de Durham (Reino Unido)


desde octubre de 2019. Es graduada en Historia del Arte (2018, UAM) y realizó un
máster en Historia del Arte Contemporáneo y Cultura Visual (2019, UCM y Museo Reina
Sofía). Es especialista en el barroco español durante el reinado de Felipe IV; ha estudiado
las misiones diplomáticas de Rubens y Velázquez, así como la relación entre barroco,
identidad nacional y el contexto expositivo contemporáneo. Además, tiene experiencia
profesional en diferentes museos e instituciones, incluyendo: el Museo Centro de Arte
Reina Sofía, el Centro de Investigación de Colecciones de la Universidad de Edimburgo
y la Fundación de Amigos del Museo del Prado. https://orcid.org/0000-0002-5463-2228

José Manuel Alonso Dapica. Licenciado en Historia (2008-2013) por la Universidad


Complutense de Madrid con especialidad en Historia Antigua. Máster Interuniversitario
en Historia y Ciencias de la Antigüedad (2013-2014) por la Universidad Complutense de
Madrid y la Universidad Autónoma de Madrid, con la especialidad de Historia antigua
de Grecia. Máster en Formación del Profesorado de educación secundaria y bachillerato
(2016-2017) por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente ejerciendo de
docente de educación secundaria y bachillerato desde 2017. https://orcid.org/0000-0002-
4906-2929

Óscar Alonso López. Licenciado en Historia por la Universidad de Castilla-La Mancha


(2000-2005). Especialista Universitario en Servicios de Biblioteconomía y Documentación
(2007). Director de Biblioteca Pública Municipal de Arcicóllar, Toledo (2007-2020).
Gestor Técnico de Biblioteca, Universidad de Castilla-La Mancha (2020).

Diego Cameno Mayo. Graduado en Historia y con estudios de máster en Historia


Contemporánea (Máster Interuniversitario de Historia Contemporánea) cursados en la
Universidad Complutense de Madrid. Actualmente estudiante de doctorado en dicha
Universidad, en la facultad de Geografía e Historia, departamento de Historia Moderna e
Historia Contemporánea. Es autor de “El bicentenario del general Prim y la polémica sobre
su asesinato en los medios de comunicación españoles”, RIHC: Revista Internacional de
Historia de la Comunicación, 13 (2019), pp. 107-128 y “La Historia Pública en España: el
ejemplo de Astorga y la Guerra de la Independencia”, en Zurita Aldeguer, Rafael y Adam
Abbou Francés (coords.), Historia pública de la guerra de 1808-1814, Biblioteca Virtual
Miguel de Cervantes, 2020. Su área de investigación es la historia social del ejército,
concretamente los valores, conductas y carreras profesionales de los militares del ejército
español del siglo xix. https://orcid.org/0000-0003-1204-6236

Ángel Ramón Poveda Martínez. Diplomado en Formación del Profesorado EGB (Ciencias
Humanas) por el Centro Superior Universitario La Salle en Aravaca (Madrid) perteneciente/
inscrito a la Universidad Autónoma de Madrid. Licenciado en Geografía e Historia
(Historia de España) por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en
Madrid. Licenciado en Ciencias Religiosas y Catequéticas (Especialidad Catequética)
por el Instituto Pontificio San Pío X en Madrid perteneciente/inscrito a la Universidad
Pontificia de Salamanca. Máster Oficial Interuniversitario en Historia Contemporánea
por la Universidad Autónoma de Madrid. Doctorando en Historia Contemporánea en la
Universidad Autónoma de Madrid, actualmente. https://orcid.org/0000-0003-4488-1594

Raül González Devís. Doctor por la Universitat Rovira i Virgili (Tarragona) y profesor de
Geografía y Historia. Especializado en la resistencia armada antifranquista y en procesos
de violencia política, sus líneas de investigación le han llevado de la dictadura de Primo de
Rivera al franquismo; también ha trabajado sobre la didáctica y la enseñanza de la historia,
así como en estudios locales y comarcales centrados en las comarcas del País Valenciano.
Es autor de los libros Maquis i masovers: entre la resistència, la supervivència i el terror
y Tragèdies Silenciades. Repressió franquista i maquis en les comarques del nord del
País Valencià, así como de diferentes artículos y colaboraciones en obras colectivas.

Eloy Romero Blanco. Contratado predoctoral (FPU) en la Universidad Pompeu Fabra en


el Departamento de Humanidades. Es miembro del grupo de investigación en Imperios,
Metrópolis y Sociedades Extraeuropeas (GRIMSE). Su tesis doctoral gira en torno al
vínculo entre expansionismo americano y filibusterismo en Nueva Orleans durante el siglo
XIX. Recientemente se le ha concedido una beca Fulbright para continuar sus estudios de
doctorado en University of Pittsburgh. https://orcid.org/0000-0002-5332-3298

Sergio Cuartero Miranda. Doctorando en Historia y Arqueología en la Universidad


Complutense de Madrid y miembro del Grupo de Investigación “Espacio, Sociedad
y Cultura en la Edad Contemporánea” de la misma universidad. Su proyecto de
investigación para tesis doctoral pretende comprender los procesos de metropolitización
y suburbanización que se gestaron en los municipios colindantes a Madrid desde finales
del siglo XIX hasta la Guerra Civil española, tomando como caso de estudio el municipio
de Getafe. Ha participado en diversos congresos y ciclos de conferencias, así como ha
dirigido mesas de debate y seminarios. Además, es autor de diferentes artículos y reseñas
en revistas académicas, así como es coautor de un capítulo en el libro La escuela y la
despensa: indicadores de modernidad, España, 1900-1936 (2018). https://orcid.org/0000-
0001-9744-4123

Alejandro Sell Maestro. Estudiante de postgrado en la Universidad Autónoma de Madrid.


Titulado en el Máster de Historia Moderna “Monarquía de España” (siglos xvi-xviii), su
principal área de estudio se centra en las relaciones políticas, religiosas y culturales entre
España y Gran Bretaña durante la Edad Moderna. Actualmente, está redactando su Trabajo
de Fin de Máster, cuya temática gira en torno a la diplomacia cultural desarrollada por el
embajador inglés William Godolphin en Madrid. Ha participado en dos obras colectivas
sobre las relaciones políticas y diplomáticas entre la Monarquía de España y los Países
Bajos españoles, publicadas por el Centro Europeo para la Difusión de las Ciencias
Sociales (CEDCS). Ha publicado también sendos artículos comparando la incidencia de
los tópicos de la Leyenda Negra antiespañola en los Países Bajos e Inglaterra durante el
siglo xvi (Tiempos Modernos: Revista electrónica de Historia Moderna, vol. 10, n.º 40,
junio 2020) y las perspectivas pedagógicas de Priestley y Jovellanos (Historia y Memoria
de la Educación, nº. 10, junio 2019). https://orcid.org/0000-0002-1554-302X

Raúl Ruiz Álvarez. Licenciado en Historia por la Universidad de Granada, Máster


Universitario de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato, Formación Profesional
y Enseñanza de Idiomas. Especialidad Ciencias Sociales  y  Máster Universitario en
Historia Moderna por la UGR. Amplió sus estudios en la Universidad Internacional de
Andalucía y la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla cursando el Máster Universitario
en Relaciones Internacionales. En el ámbito de la comunicación es postgrado en experto
universitario en Comunicación Digital y Redes por la Universidad Nacional de Educación
a Distancia, y posgrado en especialista universitario en Conservación del Patrimonio y
Gestión Cultural por dicha universidad. En la actualidad está realizando su tesis doctoral
en el Departamento de Historia Moderna y de América de la Universidad de Granada,
centrando sus estudios en los caminos y caminantes en el Reino de Granada, con recientes
publicaciones sobre las hospederías en el reino de Granada (s. xviii), el imaginario
morisco en el contexto internacional y las migraciones en la Edad Moderna. Asimismo es
secretario del Centro de Estudios Históricos del Valle de Lecrín y La Alpujarra y miembro
del Grupo de Investigación Catastro-Lecrín. https://orcid.org/0000-0003-0614-7428
Luchas políticas y legitimación religiosa en Esparta tras la guerra
del Peloponeso (404-371 a. C.)

Political struggles and religious legitimacy in Sparta after the


Peloponnesian War (404-371 BC)

JAVIER JARA HERRERO


Universidad de Salamanca
[email protected]

Resumen: El final de la guerra del Peloponeso confirió a los espartanos la hegemonía


política sobre la Hélade y la posibilidad de interferir más allá de las fronteras griegas.
Sin embargo, el siglo iv a. C. fue también testigo de la agudización de las tensiones en
el seno de la clase dirigente de Esparta y de la unión de diversos estados en contra del
dominio lacedemonio. Mediante el análisis de las fuentes antiguas y con el apoyo de las
investigaciones de la historiografía moderna, este artículo trata de examinar la influencia
ejercida por la religión en Esparta hasta la batalla de Leuctra, tanto en su política exterior
como en las diversas luchas políticas internas.

Palabras clave: Esparta, religión, legitimación, luchas políticas, hegemonía.

Abstract: The end of the Peloponnesian War conferred on the Spartans the political
hegemony over Hellas and the option of interfering beyond Greek border areas. However,
the 4th century BC also was a witness of the tensions’ aggravation within the ruling elite
of Sparta and the union of various states against the Spartan domain. This paper tries to
analyse, through the study of ancient sources and with the support of investigations from
modern historiography, the influence exerted by religion in Sparta up to the Battle of
Leuctra, both in its foreign policy and in the various internal political struggles.

Keywords: Sparta, Religion, Legitimacy, Political struggles, Hegemony.

Recibido: 9 de marzo de 2020; aceptado: 13 de julio de 2020; publicado: 30 de septiembre de 2020.


Revista Historia Autónoma, 17 (2020), pp. 11-29
e-ISSN: 2254-8726; https://doi.org/10.15366/rha2020.17.001
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 12
1. Introducción

La rendición de Atenas en la primavera del 404 a. C. marcó el final de la guerra del


Peloponeso y, con ello, el comienzo de la preponderancia espartana a través de la Hélade1.
Los lacedemonios difundieron, ya desde antes del comienzo de la guerra que centró la obra
del historiador Tucídides, una propaganda en la que se presentaban como liberadores de los
griegos frente a la tiranía ejercida por los atenienses y su imperio talasocrático materializado en
la liga ático-délica. No obstante, el mundo helénico tardó poco en percatarse de que la victoria
de las armas espartanas, lejos de constituir tal libertad, solo significó un cambio de dueño en
la mayoría de las poleis afectadas, pues Lisandro, el arquitecto del triunfo final de Esparta al
dirigir la escuadra peloponesia que venció a la ateniense en la batalla naval de Egospótamos
(405 a. C.), estableció progresivamente regímenes de naturaleza oligárquica (fieles no solo a
Esparta, sino al propio Lisandro), las llamadas “decarquías”2, en las ciudades que tomó. La
implantación de estos sistemas políticos, integrados por diez individuos, fue acompañada de un
incesante caudal de riquezas hacia una polis que procuraba mantener el espejismo de armonía e
igualdad socioeconómica de sus ciudadanos3. Una de las primeras acciones emprendidas por las
autoridades espartanas y, en concreto, por el artífice de la victoria de Egospótamos merced a la
llegada de capital tras la guerra fue la de inmortalizar su victoria en un formidable monumento
levantado en el santuario de Delfos, un complejo escultórico en el que se mostraba a Lisandro
acompañado de cada uno de los navarcos de la escuadra peloponesia junto a dos estrellas de oro
en honor de los Dioscuros4.
Los espartanos tenían motivos para celebrar su triunfo en Delfos. El santuario se había
convertido en uno de los centros religiosos más importantes de la Hélade y, tras la segunda
guerra médica, el mundo griego pareció olvidar la sospechosa inclinación medizante del
oráculo para convertirlo en un escaparate en el que los diferentes estados escribían su historia
y exhibían su poder. Esta tendencia se fue agudizando conforme avanzó el siglo v a. C., de
manera que, en las últimas décadas de esta centuria, las poleis más poderosas hicieron lo
posible por procurarse el respaldo de Apolo a su causa, bien mediante donaciones económicas,
bien mediante suntuosas construcciones que dejaran en evidencia a las ofrendadas por aquellas
que pudieran disputar la hegemonía, conscientes de que el control del santuario de Delfos
implicaba casi inexorablemente el control político sobre Grecia5. Por ello, el monumento con
1
Vid. Parke, Herbert W., “The Development of the Second Spartan Empire (405-371 B. C.)”, en Journal of Hellenic
Studies, 50 (1930), pp. 37-79, quien acuñó, al respecto, la etiqueta de “segundo imperio espartano”, ya en desuso.
2
En lo que respecta a las decarquías y a su naturaleza, es útil Carlier, Pierre, Le IVe siècle grec jusqu’à la mort
d’Alexandre, París, Éditions du Seuil, 1995, pp. 15-17.
3
Cf. Xen., Lac. 7.
4
Plut., Lys. 18, 1; Paus., 10, 9, 9.
5
Dicho control en relación con el oráculo ya desató la “segunda guerra sagrada” a mediados del siglo v a. C.,
en la que Esparta disputó a la Atenas de Pericles su hegemonía en torno al lugar sagrado y, consecuentemente,
sobre Grecia central: Gómez Espelosín, F. Javier, “El santuario de Delfos y la guerra”, en Pérez Jiménez, Aurelio
13 Javier Jara Herrero, “Luchas políticas y legitimación religiosa en…”
el que Esparta honró a Lisandro triplicaba en tamaño al instalado décadas antes por Atenas
tras la batalla de Maratón, manifestando a los peregrinos quiénes eran los artífices del nuevo
orden geopolítico6. Las razones de los lacedemonios, sin embargo, tenían raíces más profundas.
Esparta fue una de las poleis que más abusó del recurso a la religión para legitimar sus medidas
políticas, ya fueran estas en materia interna o externa. Su organigrama constitucional, atribuido
al mítico legislador Licurgo y compilado siglos después por Jenofonte en su Constitución de
los lacedemonios7, fue hipotéticamente refrendado por la sacerdotisa délfica y dotado de un
carácter sacro que le permitió una cierta inmutabilidad frente a los intentos de reforma8. Los
lacedemonios fueron además los únicos que contaban con unos personajes responsables de la
relación con el santuario, unas figuras encargadas de realizar las consultas y de custodiar las
profecías oraculares denominadas “pitios” por Heródoto9.
Así, Esparta trató en todo momento de mantener activos sus vínculos con Delfos, al tiempo
que la clase sacerdotal del santuario, como forma pragmática de garantizar su supervivencia,
supo obtener réditos de esta relación bilateral. Se estableció, por lo tanto, una simbiosis entre
ambas entidades que explica que, al comenzar la guerra del Peloponesoen el 431 a. C., las
autoridades délficas se encontraran en plena sintonía con los intereses peloponesios. Prueba
de ello es el apoyo manifestado por la pitia al ser interpelada acerca de la pertinencia de una
declaración de guerra espartana, cuya respuesta, según Tucídides, fue que “si combatían con
todas sus fuerzas, la victoria sería suya, y les declaró que Apolo mismo les ayudaría, tanto si era
invocado como sin serlo” (ὁ δὲ ἀνεῖλεν αὐτοῖς, ὡς λέγεται, κατὰ κράτος πολεμοῦσι νίκην ἔσεσθαι,
καὶ αὐτὸς ἔφη ξυλλήψεσθαι καὶ παρακαλούμενος καὶ ἄκλητος)10. Las fuentes indican, incluso, el
patronazgo económico de Delfos a los esfuerzos bélicos espartanos durante la primera fase de
la guerra, lo que se desprende del discurso corintio de la asamblea de la liga del Peloponeso que
el mismo Tucídides recogió en su obra11. No es de extrañar, teniendo en cuenta estos hechos,
que el final de la guerra del Peloponeso representara el apogeo de la conexión entre Esparta y
el oráculo délfico. Ambas entidades se beneficiaban mutuamente: los lacedemonios mediante
los vaticinios píticos favorables a sus intereses, y el colegio sacerdotal délfico a través de las
donaciones que, desde Esparta, llegaban al santuario12.

y Gonzalo Cruz Andreotti (eds.), La religión como factor de integración y conflicto en el Mediterráneo, Madrid,
Ediciones Clásicas, 1996, pp. 26-53. Sobre el oráculo en general: Scott, Michael, Delfos. Historia del centro del
mundo antiguo, Barcelona, Editorial Ariel, 2015.
6
Ibídem, p. 137.
7
Vid. David, Ephraim, “Xénophon et le mythe de Lycurgue”, en Ktéma, 32 (2007), pp. 297-310.
8
Tyr., 3 Diehl; Hdt., 1, 65, 3; Pl., Leg. 691D-E; Plut., Lyk. 6, 1-2.
9
Hdt., 6, 57, 2-4.
10
Th., 1, 118, 3.
11
Th., 1, 121.
12
Para profundizar en los obsequios ofrendados a Delfos por Esparta y el resto de estados griegos en la segunda
mitad del siglo v a. C., vid. Scott, Michael, Delfos… op. cit., pp. 157-179.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 14
2. La relación lacedemonia con el santuario de Olimpia tras el 404 a. C.

El triunfo espartano sobre Atenas representó asimismo un punto de inflexión en las


relaciones de Esparta con instituciones religiosas. Especialmente tensos eran los contactos
con el otro santuario panhelénico del momento, el de Zeus en Olimpia (situación de la que
Delfos salió beneficiada al acaparar toda la atención lacedemonia)13. En el 421 a. C., poco antes
de que la “paz de Nicias” paralizara las hostilidades, Élide, el estado democrático en el que
se encontraba el santuario olímpico, sufrió la defección de Lépreo, una de sus comunidades
periecas, que decidió interrumpir el pago de su tributo poniendo como pretexto las operaciones
de la guerra. Cuando los eleos intentaron imponerse mediante la fuerza, la localidad perieca se
acogió al arbitraje espartano y consiguió el apoyo de Esparta, que estableció una guarnición y
animó a otros colectivos periecos a seguir el ejemplo. En consecuencia, Élide se negó a firmar
la “paz de Nicias” y las relaciones entre este estado y el lacedemonio se congelaron14, hasta el
punto de que los espartanos llegaron a ser expulsados de los Juegos Olímpicos del 420 a. C.15.
Reanudadas las hostilidades entre Esparta y Atenas, los eleos se mantuvieron neutrales hasta el
final de la conflagración y recuperaron Lépreo, una vez que los espartanos necesitaron utilizar
los servicios de la guarnición que estableció anteriormente. En la última fase de la guerra, los
eleos volvieron a humillar a las autoridades espartanas:
τούτων δ᾽ ὕστερον καὶ Ἄγιδος πεμφθέντος θῦσαι τῷ Διὶ κατὰ μαντείαν τινὰ
ἐκώλυον οἱ Ἠλεῖοι μὴ προσεύχεσθαι νίκην πολέμου, λέγοντες ὡς καὶ τὸ ἀρχαῖον
εἴη οὕτω νόμιμον, μὴ χρηστηριάζεσθαι τοὺς Ἕλληνας ἐφ᾽ Ἑλλήνων πολέμῳ:
ὥστε ἄθυτος ἀπῆλθεν.

Cuando Agis fue enviado para sacrificar a Zeus de acuerdo con un oráculo, los
eleos le impidieron rogar por la victoria alegando que incluso desde antiguo
estaba prescrito así: que los griegos no consultaran un oráculo en una guerra
contra griegos. En consecuencia, se marchó sin sacrificar.16

13
Parke, Herbert W. y Donald E. Wormell, The Delphic Oracle. Volume I: The History, Chicago, Ares Publishers,
1956, p. 203. Acerca de las relaciones entre Esparta y el santuario de Olimpia, consúltese Thommen, Lukas,
“Spartas Verhältnis zu Elis und Olympia”, en Birgalias, Nikos et al., War-peace and panhellenic games: in memory
of Pierre Carlier, Atenas, Institut du livre A. Kardamitsa, 2013, pp. 329-344, https://doi.org/10.3917/dha.hs92.0013
14
Vid. Fornis, César, “Esparta y la Cuádruple Alianza”, en Memorias de Historia Antigua, 13/14 (1992-93), pp. 77-
103 y Fornis, César, “Corinto, Beocia y la alianza argiva tras la Paz de Nicias”, Habis, 26 (1995), pp. 47-66. Sobre
las relaciones entre Élide y Esparta en la guerra del Peloponeso, sirvan Alonso Troncoso, Víctor, Neutralidad y
neutralismo en la guerra del Peloponeso (431-404 a. C.), Madrid, Ediciones de la Universidad Autónoma de
Madrid, 1987, pp. 88-91 y Bauslaugh, Robert A., The Concept of Neutrality in Classical Greece, Berkeley-Los
Ángeles, University of California Press, 1991, pp. 168-192.
15
Th., 5, 50.
16
Xen., Hell. 3, 2, 22. Traducido por Orlando Guntiñas Tuñón, Madrid, Editorial Gredos, 1994.
15 Javier Jara Herrero, “Luchas políticas y legitimación religiosa en…”
Tras el conflicto contra Atenas, Esparta declaró la guerra a la democrática Élide. En los
últimos años del siglo v a. C.17, los espartanos exigieron la independencia de las comunidades
periecas. Ante la negativa elea, Esparta acometió la invasión del territorio del norte del
Peloponeso, en una contienda que, para César Fornis, casi podría ser considerada una guerra
sagrada por el dominio del santuario olímpico, si bien oficialmente no tuvo tal carácter y
trascendieron motivos estratégicos como el dominio sobre los puertos de Cilene y Feax, dado
el escaso desarrollo militar de los muelles mesenios18. La paz llegó dos años después y, aunque
Élide pudo conservar su régimen democrático y no se implantó una guarnición lacedemonia
en su territorio, fue obligada a firmar una alianza con Esparta que, con seguridad, otorgaría
a esta última un trato más favorable en lo referente al santuario de Olimpia, pese a que su
presidencia siguió en manos eleas porque los pisatas, que también reivindicaban la prostasia,
“eran unos campesinos incapaces de administrarlo” (ἀντιποιουμένους χωρίτας εἶναι καὶ οὐχ
ἱκανοὺς προεστάναι) y no merecía la pena abrir un debate sobre la dirección del santuario que
en nada beneficiaría a Esparta19. Por lo demás, tras este enfrentamiento se produjo la expulsión
de Cefalonia y Naupacto de las poblaciones mesenias, que continuaron su particular diáspora
hacia Sicilia o las costas del norte de África20, pasando sus antiguos territorios a integrar las
fronteras de la confederación aquea, para desgracia tanto de corintios como de tebanos: los
primeros por la merma de la salud de su economía, al reducir su influencia sobre el golfo de
Corinto21; los segundos, debido a su cada vez mayor aislamiento en la zona central de Grecia,
rodeados de aliados de los espartanos22.
La nueva posición, claramente más ventajosa, de la que disfrutaría Esparta en el santuario
de Olimpia no fue el único fruto de su aplastante victoria. El tributo impuesto al estado
democrático como miembro de la symmachia liderada por los espartanos pasaría a engrosar
aún más su tesoro. Si hemos de creer a Diodoro de Sicilia, en los primeros años del siglo iv a.
C. el sistema impositivo sobre los aliados (entendiendo como tales no los miembros de la liga
del Peloponeso, sino aquellos que precisaron de la intervención de los hoplitas lacedemonios)
reportaba a Esparta la nada desdeñable cantidad de “más de mil talentos cada año” (ἐνιαυτὸν

17
Diod. Sic., 14, 17, 5 lo fija en el año 402 a. C. Si bien Xen., Hell. 3, 2, 23 retrasa la fecha al 400/399 a. C., Plut.,
Ages. 40, 3 respalda la cronología que ofrece Diodoro.
18
Fornis, César, Esparta. La historia, el cosmos y la leyenda de los antiguos espartanos, Sevilla, Ediciones
Universidad de Sevilla, 2016, p. 200.
19
Los términos del tratado de paz pueden encontrarse en Xen., Hell. 3, 2, 30-31. Sobre la prostasia en manos de
Élide: Sordi, Marta, “Le implicazioni olimpiche della guerra d’Elide”, en Lanzillotta, Eugenio (coord.), Problemi
di storia e cultura spartana, Roma, Giorgio Bretschneider Editore, 1984, pp. 145-159. Vid. también Fornis, César,
Esparta. La historia,… op. cit., p. 201.
20
Cf. Domínguez Monedero, Adolfo J., “Locrios y mesenios: de su cohabitación en Naupacto a la fundación de
Mesene. Una aproximación al estudio de la diáspora y el ‘retorno’ de los mesenios”, en Polis, 18 (2006), pp. 39-73.
21
Pascual González, José, “Corinto y las causas de la guerra de Corinto”, en Polis, 7 (1995), pp. 188-217; Fornis,
César, Estabilidad y conflicto civil en la guerra del Peloponeso: las sociedades corintia y argiva, Oxford, British
Archaeological Reports, 1999, pp. 11-12.
22
Para profundizar en la política beocia durante este periodo: Pascual González, José, Tebas y la confederación
beocia en el periodo de la guerra de Corinto (395-386 a. C.), tesis doctoral, Universidad Autónoma de Madrid,
1995, pp. 469-505.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 16
πλείω τῶν χιλίων ταλάντων)23. Esta recaudación, obviamente, chocaba frontalmente con el
carácter liberador que los espartanos se arrogaron durante la guerra del Peloponeso y contribuyó
notablemente al descontento de las poleis “liberadas”24.

3. Legitimaciones religiosas en las luchas políticas de Esparta tras la guerra


del Peloponeso

3.1. “Una realeza coja”: la sucesión de Agis II

La victoria sobre la liga ático-délica en el 404 a. C. transformó Esparta no solo


económicamente, como vemos, sino también socialmente. Una de las señas de identidad de la
Esparta de principios del siglo iv a. C. es la radicalización de las diferentes facciones políticas
de la clase dirigente espartiata y su conversión en grupos cada vez más antagónicos como
resultado de las discrepancias en la gestión de la victoria25. Precisamente, uno de estos bandos26,
a favor del imperialismo lacedemonio fuera de sus fronteras tradicionales peloponesias, fue
el encabezado por Lisandro y sus seguidores, detentadores, a la sazón, de los puestos de
administración de las decarquías establecidas por el primero27. Las tensiones se pusieron de
manifiesto tras la muerte del diarca euripóntida Agis II, el que fuera humillado por los eleos en
el transcurso de la guerra del Peloponeso (vid. supra). Su hijo Leotíquidas era el primero en la
línea de sucesión, pero Lisandro, como representante del nuevo imperio espartano, modeló un

23
Diod. Sic., 14, 10, 2.
24
Pascual González, José, Tebas y la confederación… op. cit., pp. 458-463.
25
Estudios relacionados con las crecientes disensiones sociales en la Esparta posterior a la guerra del Peloponeso
son los de David, Ephraim, “The Influx of Money in Sparta at the End of the Fifth Century B. C.”, en Scripta
Classica Israelica, 5 (1979), pp. 30-45; Cartledge, Paul, Agesilaos and the Crisis of Sparta, Baltimore, Duckworth,
1987, pp. 99-115; Hodkinson, Stephen, Property and Wealth in Classical Sparta, Swansea, The Classical Press of
Wales, 2000, pp. 427-446; Birgalias, Nikos, “La cohésion sociale à Sparte au IVe siècle”, en Dialogues d’histoire
ancienne, 11 (2014), pp. 13-21. El sector escéptico de la historiografía lo encabeza Flower, Michael, “Revolutionary
Agitation and Social Change in Classical Sparta”, en Flower, Michael y Mark Toher (eds.), Georgica: Greek
studies in honour of George Cawkwell, London, University of London, Institute of Classical Studies, 1991, pp.
78-97, cuya investigación concluye que las fricciones sociales fueron leves hasta el siglo iii a. C.
26
Hamilton, Charles D., “Spartan Politics and Policy, 405-401 B. C.”, en American Journal of Philology, 91,
3 (1970), pp. 294-314, https://doi.org/10.2307/292953, describe tres proyectos distintos en la Esparta posterior
a la guerra del Peloponeso: uno inmovilista en lo referente a las relaciones espartanas con los aliados, liderado
por Pausanias; un segundo esquema a favor de aprovechar la hegemonía para ejercer un férreo control sobre los
aliados, encabezado por Agis, y, por último, el esgrimido por Lisandro y Agesilao, consistente en aprovechar los
restos del imperio ateniense para construir un régimen talasocrático espartano.
27
Hodkinson, Stephen, “Warfare, Wealth, and the Crisis of the Spartiate Society”, en Rich, John y Graham Shipley
(eds.), War and Society in the Greek World, London, Routledge, 1995, pp. 151-161, indaga en la alta extracción
social de los ocupantes de los puestos de gobierno de las decarquías y apunta que estos cargos se convirtieron en
objeto de las ambiciones de la ciudadanía más privilegiada, que vio en estos servicios en el extranjero una forma
de enriquecimiento rápido al margen de las estrictas leyes espartanas.
17 Javier Jara Herrero, “Luchas políticas y legitimación religiosa en…”
verdadero grupo de presión política y social que vertió sobre el aspirante rumores que apuntaban
a su ilegitimidad. En concreto, se alegaba que el hipotético legítimo heredero era fruto de la
unión de la reina espartiata Timea con el general ateniense Alcibíades. Según el testimonio de
Plutarco, “la sedujo de tal modo, mientras Agis estaba fuera en una expedición, que incluso no
negó estar embarazada de Alcibíades y al niño varón que parió, de puertas afuera, lo llamaba
Leotíquidas” (τοῦ βασιλέως στρατευομένου καὶ ἀποδημοῦντος οὕτω διέφθειρεν ὥστε καὶ κύειν ἐξ
Ἀλκιβιάδου καὶ μὴ ἀρνεῖσθαι, καὶ τεκούσης παιδάριον ἄρρεν ἔξω μὲν Λεωτυχίδην καλεῖσθαι)28.
Es probable que el supuesto hijo bastardo del difunto diarca participara de las
conservadoras ideas que sostenían la vuelta a las antiguas costumbres espartanas en materia de
política exterior, si bien no encontramos fuentes que informen del alineamiento de Leotíquidas.
Sí sabemos, por otra parte, que Agesilao, el hermano de Agis, estaba comprometido con la
opinión que propugnaba la actitud agresiva de Esparta en el extranjero y que representaría
un magnífico contrapunto al rey agíada Pausanias29, ferviente defensor de la reducción de la
esfera de influencia lacedemonia al Peloponeso. Sea como fuere, Lisandro utilizó su influencia
(quizá mermada tras el desmantelamiento de las decarquías) para que, finalmente, el designado
fuera Agesilao, con quien, al margen de compartir similares objetivos políticos dentro de un
proyecto imperialista, mantuvo una relación amorosa en su juventud con la plausible intención
de obtener ulteriores privilegios políticos30.
Agesilao era el candidato perfecto para Lisandro: al no ser descendiente directo de Agis,
había realizado la agoge y se había convertido en un hombre con un carácter honorable, pero
también violento y amante de la guerra. Las dudas sobre los objetivos de Lisandro al adoptar el
rol de erastes del futuro diarca se disipan al tomar en consideración que Agesilao, además, hacía
gala de un físico poco agraciado y una notable cojera31, defecto este último que fue aprovechado
por la facción contraria. Un tal Diopites, partidario de la entronización de Leotíquidas y reputado
por su capacidad de interpretación de profecías32, sacó a la palestra un presunto oráculo délfico
referente a los problemas que conllevaría una realeza coja en Esparta:
φράζεο δή, Σπάρτη, καίπερ μεγάλαυχος ἐοῦσα, μὴ σέθεν ἀρτίποδος βλάστῃ
χωλὴ βασιλεία. δηρὸν γὰρ μόχθοι σε κατασχήσουσιν ἄελπτοι φθερσιβρότου τ᾽
ἐπὶ κῦμα κυκωόμενον πολέμοιο.

28
Plut., Alc. 23, 7. Sobre los problemas sucesorios, vid. Pascual González, José, Tebas y la confederación… op.
cit., pp. 506-511 y Fornis, César, Esparta. La historia,… op. cit., pp. 207-209. Pausanias (3, 8, 8-10) asegura que
el rey Agis solo reconoció a Leotíquidas como heredero legítimo en su lecho de muerte.
29
Fornis, César, Esparta. La historia,… op. cit., p. 207.
30
Murcia Ortuño, Javier, Esparta, Madrid, Alianza Editorial, 2007, p. 289. A propósito de la pederastia
institucionalizada en Esparta, sirvan Cartledge, Paul, “The Politics of Spartan Pederasty”, en Proceedings of the
Cambridge Philological Society, 27 (1981), pp. 17-36; Link, Stefan, “Education and Pederasty in Spartan and
Cretan Society”, en Hodkinson, Stephen (ed.), Sparta: Comparative Approaches, Swansea, The Classical Press of
Wales, pp. 89-102; Singor, Henk W., “Admission to the Syssitia in Fifth-Century Sparta”, en Hodkinson, Stephen
y Anton Powell, Sparta. New Perspectives, Swansea, The Classical Press of Wales, 2009, pp. 67-91.
31
Plut., Ages. 2, 3-4. El biógrafo de Queronea describe al Euripóntida como un hombre “pequeño y de apariencia
despreciable” (μικρός τε γενέσθαι καὶ τὴν ὄψιν εὐκαταφρόνητος), si bien “más encantador que los jóvenes hermosos”
(τῶν καλῶν καὶ ὡραίων ἐρασμιώτερον).
32
Fornis, César, Esparta. La historia,… op. cit., p. 207.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 18
Vigila, Esparta, aunque seas orgullosa, no sea que a ti, de pies fuertes, te nazca
una realeza coja. Pues durante mucho tiempo penas inesperadas te dominarán,
en las olas agitadas de una guerra que hace perecer a los mortales.33

El oráculo apolíneo, poco ambiguo para lo que el santuario de Delfos acostumbraba a


ofrecer, deja abierta la posibilidad de que se tratara de una invención o un soborno al colegio
sacerdotal de Delfos por parte del bando conservador, conocedor de la observancia de los
designios délficos en Esparta, y que podría haber servido para que los devotos espartanos
desestimaran la idoneidad de Agesilao para ocupar el trono lacedemonio. Sin embargo, la
religión no jugó el determinante papel que los seguidores de Leotíquidas deseaban: Lisandro
arregló fácilmente la situación aduciendo que la mencionada profecía hacía referencia no a una
dolencia física, como la cojera de Agesilao, sino a la posibilidad de que en Esparta reinase un
personaje de dudosa ascendencia, en clara referencia a la ilegitimidad que se podría acreditar
contra Leotíquidas.

3.2. El episodio de Áulide

La controversia en torno a la sucesión del rey Agis II puso en evidencia las luchas
intestinas de la clase dominante espartiata. En el año 396 a.C., poco después de su entronización
y persuadido por Lisandro, Agesilao II respondió a los rumores que advertían de la construcción
de una armada persa que hiciera frente a la lacedemonia con el envío de un ejército a Asia
Menor encabezado por el mismo rey34, en una campaña no exenta de polémica religiosa. Un
buen ejemplo del talante personalista del nuevo diarca lo constituye el episodio de Áulide, que
evidenció también las crecientes tensiones con la confederación beocia. De acuerdo con el
relato de Plutarco, estando el ejército espartano en el promontorio eubeo de Geresto, Agesilao
descendió a Áulide, en la costa de Beocia donde, según Homero, se reunió la gran flota de los
griegos en su guerra contra Troya35. Allí pasó el diarca la noche y, según el relato de Plutarco
(obviamente adornado de elementos místicos), una voz le habría hablado en sueños:
ὦ βασιλεῦ Λακεδαιμονίων, ὅτι μὲν οὐδεὶς τῆς Ἑλλάδος ὁμοῦ συμπάσης
ἀπεδείχθη στρατηγὸς ἢ πρότερον Ἀγαμέμνων καὶ σὺ νῦν μετ᾽ ἐκεῖνον, ἐννοεῖς
δήπουθεν ἐπεὶ δὲ τῶν μὲν αὐτῶν ἄρχεις ἐκείνῳ, τοῖς δὲ αὐτοῖς πολεμεῖς, ἀπὸ δὲ
τῶν αὐτῶν τόπων ὁρμᾷς ἐπὶ τὸν πόλεμον, εἰκός ἐστι καὶ θῦσαί σε τῇ θεῷ θυσίαν
ἣν ἐκεῖνος ἐνταῦθα θύσας ἐξέπλευσεν.

33
Paus., 3, 8, 9. Traducción de María Cruz Herrero Ingelmo, Madrid, Editorial Gredos, 1994.
34
La bibliografía sobre la campaña asiática de Agesilao II es ingente: Carlier, Pierre, Le IVe siècle grec jusqu’à la
mort d’Alexandre… op. cit., pp. 26-28; Lévy, Edmond, Sparte. Histoire politique et sociale jusqu’à la conquête
romaine, Paris, Points, 2003, pp. 254-257; Fornis, César, Esparta. La historia,… op. cit., pp. 214-219. Ruzé,
François, “The Empire of the Spartans (404-371)”, en Powell, Anton, A Companion to Sparta, Hoboken, Blackwell,
2018, pp. 326-331 son solo algunos ejemplos.
35
Hom., Il. 2, 303; Cf. Murcia Ortuño, Javier, Esparta… op. cit., p. 294.
19 Javier Jara Herrero, “Luchas políticas y legitimación religiosa en…”
Rey de los lacedemonios, que nadie ha sido reconocido general de toda la
Grecia unida, salvo antes Agamenón y ahora tú después de él, lo sabes de
sobra; puesto que mandas sobre los mismos que él, combates a los mismos
enemigos, y partes hacia la guerra desde los mismos lugares, es lógico que
también tú hagas en honor de la diosa el mismo sacrificio que hizo él antes de
zarpar.36

El diarca tenía la intención de establecer un paralelismo entre su expedición asiática y la


legendaria lucha de los aqueos de Agamenón que dotase de cobertura ideológica su imperialista
política exterior37. No obstante, mientras el Euripóntida imitaba el sacrificio del rey micénico a
Artemisa (sustituyendo, eso sí, el objeto de ofrenda, que en el caso de Agamenón fue su propia
hija Ifigenia, por una cierva), los beotarcos enviaron rápidamente un escuadrón de caballería
que interrumpió la ceremonia alegando que el rey espartano no había observado la mántica
oficial beocia. Desde este momento, Agesilao guardó un profundo rencor hacia los tebanos38.
No fue el único problema al que tuvo que hacer frente el diarca en los primeros años
del siglo iv a. C. La campaña asiática también fue el escenario de las desavenencias entre
Agesilao y Lisandro, otrora amantes. Plutarco continúa su biografía del primero describiendo
su llegada a Éfeso, ya en Asia Menor, donde “la gran consideración y el poder de los que gozaba
Lisandro le resultaron enseguida odiosos e insoportables” (εὐθὺς ἀξίωμα μέγα καὶ δύναμις ἦν
ἐπαχθὴς καὶ βαρεῖα περὶ τὸν Λύσανδρον, ὄχλου φοιτῶντος ἐπὶ τὰς θύρας ἑκάστοτε καὶ πάντων
παρακολουθούντων καὶ θεραπευόντων ἐκεῖνον)39. La fidelidad de las clientelas políticas de
Lisandro superó la egolatría de Agesilao, que, viendo cómo disfrutaba de los agasajos propios
de un rey, quiso humillar al primero nombrándole su despensero40. Lisandro, consciente
del cariz que había tomado la situación, solicitó al rey el mando de una misión militar en el
lejano Helesponto, a lo que Agesilao accedió41. En palabras de Fornis, “Agesilao mandaba el
claro mensaje de que a partir de entonces, él y no otro sería con quien tratarían, y de quien
dependerían, las clases acomodadas de los aliados lacedemonios en estas vitales y prósperas
áreas geopolíticas del segundo imperio espartano”42.

36
Plut., Ages. 6, 4. Traducción de Jorge Bergua Cavero, Salvador Bueno Morillo y Juan Manuel Guzmán Hermida,
Madrid, Editorial Gredos, 2007.
37
Cf. Bommelaer, Jean-François, “Le songe d’Agesilas: un mythe ou le rêve d’un mythe?”, en Ktèma, 7 (1983),
pp. 19-26; Ragone, Giuseppe, “L’imitatio Agamemnonis di Agesilao fra Aulide ed Efeso”, en Miscellanea Greca
e Romana, 20 (1996), pp. 21-49.
38
Plut., Ages. 6, 9-10. Vid. también Hamilton, Charles D., “Thebes and Sparta in the Fourth Century: Agesilaus’
Theban Obsession”, en Ktèma, 19 (1994), pp. 239-258; Pascual González, José, Tebas y la confederación beocia…
op. cit., pp. 581-583; Fornis, César, Esparta. La historia,… op. cit., pp. 214-215.
39
Plut., Ages. 7, 1.
40
En Plut., Lys. 23, 7 se define el oficio como “repartidor de carne” (κρεοδαίτην).
41
Plut., Ages. 7-8, 43. El biógrafo bebe de la tradición del historiador ateniense Jenofonte (Hell. 3, 4, 7-10), quien,
en cambio, no alude al humillante ordenamiento de Lisandro como despensero real.
42
Fornis, César, Esparta. La historia,… op. cit., p. 215.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 20
4. El recurso a la religión en los planes políticos de Lisandro

Fue tras esta vergonzosa afrenta cuando Lisandro decidió llevar a cabo su particular
desquite. Su intento de controlar a uno de los reyes espartanos con la designación de Agesilao
II había fracasado y el vencedor de Egospótamos pensó en un método más radical: modificar
el ordenamiento constitucional licurgueo para terminar de un plumazo con la diarquía o, en
su lugar, convertirla en una institución de carácter electivo. Los revolucionarios planes de
Lisandro no debieron de ser consecuencia directa del trato vejatorio dispensado por Agesilao
en Asia Menor, pues Plutarco asegura que fue ese el momento aprovechado para “ponerse
manos a la obra y dedicarse sin demora al plan que había pergeñado y maquinado tiempo atrás”
(καὶ τὰ πάλαι δοκοῦντα συγκεῖσθαι καὶ μεμηχανῆσθαι πρὸς μεταβολὴν καὶ νεωτερισμὸν ἐγνωκὼς
ἐγχειρεῖν τότε καὶ μὴ διαμέλλειν)43, mientras que Diodoro de Sicilia data los acontecimientos en
el año 403 a. C. El recurso a la religión por parte de Lisandro es bien descrito por el siciliota:
θεωρῶν δὲ τοὺς Λακεδαιμονίους μάλιστα τοῖς μαντείοις προσέχοντας, ἐπεχείρησε
τὴν ἐν Δελφοῖς προφῆτιν διαφθεῖραι χρήμασιν: ἐνόμιζε γάρ, εἰ χρησμὸν λάβοι
σύμμαχον ταῖς ἰδίαις ἐπιβολαῖς, ῥᾳδίως ἄξειν ἐπὶ τέλος τὴν προαίρεσιν. ἐπεὶ
δὲ παμπληθῆ χρήματα τοῖς περὶ τὸ μαντεῖον διατρίβουσιν ὑπισχνούμενος οὐκ
ἔπειθε, ταῖς ἐν Δωδώνῃ περὶ τὸ μαντεῖον οὔσαις ἱερείαις […]. οὐδὲν δὲ πρᾶξαι
δυνάμενος ἐξεδήμησεν εἰς Κυρήνην, πρόφασιν μὲν ὡς εὐχὰς ἀποδιδοὺς Ἄμμωνι,
τῇ δ᾽ ἀληθείᾳ διαφθεῖραι βουλόμενος τὸ μαντεῖον […].

Viendo que los lacedemonios prestaban una extraordinaria atención a las


respuestas de los oráculos, trató de corromper con dinero a la sacerdotisa de
Delfos; pensaba que si obtenía una respuesta favorable a sus planes, podría
fácilmente llevar a término su proyecto. Pero, al no lograr convencer a quienes
se ocupaban del oráculo, pese a no dejar de prometerles enormes sumas de
dinero, hizo proposiciones del mismo género a las sacerdotisas de Dodona
[…]. No pudiendo tampoco conseguir nada, partió a Cirene, con el pretexto
de cumplir los votos hechos a Amón, pero en realidad con la intención de
corromper el oráculo […].44

La desarticulación de las decarquías habría despojado a Lisandro de la relevancia política


adquirida tras la batalla de Egospótamos, de modo que el artífice de la victoria sobre Atenas hubo
de buscar alternativas que le brindasen apoyo para llevar a cabo sus planes y, en este sentido,
un eventual respaldo religioso resultaría adecuado. Para la consecución de sus pretensiones,
Lisandro habría tenido en cuenta los precedentes de otros reyes espartanos como Demarato, que

43
Plut., Lys. 24, 2.
44
Diod. Sic., 14, 13, 3-5. Traducción de Juan José Torres Esbarranch, Marid, Editorial Gredos, 2008.
21 Javier Jara Herrero, “Luchas políticas y legitimación religiosa en…”
fueron depuestos mediante la intervención religiosa de los santuarios de Delfos y Olimpia45. En
cualquier caso, tal como continúa Diodoro, la negativa de estos centros sagrados hizo fracasar
sus planes. De hecho, fue el colegio sacerdotal de Amón el que envió la correspondiente
embajada a Esparta para acusar a Lisandro de haber intentado corromper a su oráculo46. Con
todo, el espartiata consiguió articular una férrea defensa que le valió la absolución en el juicio
al que le sometieron los éforos y que no agradó a los dignatarios africanos, quienes, antes
de partir de vuelta, espetaron “seremos mejores jueces nosotros cuando vosotros, espartanos,
vengáis a vivir con nosotros en Libia” (ἀλλ᾽ ἡμεῖς γε βέλτιον, ὦ Σπαρτιᾶται, κρινοῦμεν, ὅταν
ἥκητε πρὸς ἡμᾶς εἰς Λιβύην οἰκήσοντες)47, en referencia a un antiguo oráculo que vaticinaba que
los lacedemonios emigrarían algún día a sus tierras y que se asemeja sospechosamente al que
recibieron los habitantes de Tera antes de fundar la colonia de Cirene, compilado por Heródoto
de Halicarnaso48. Plutarco se hace eco asimismo de otro ardid de Lisandro para terminar con
la realeza en Esparta y que con anterioridad habría recogido Éforo: en el Helesponto, donde el
espartiata fue destinado tras su encontronazo con Agesilao, existía una mujer que decía estar
encinta de la semilla de Apolo, lo que fue vinculado por Lisandro con un hipotético vaticinio
de Delfos, que afirmaba que existían antiguas profecías que los sacerdotes del santuario tenían
taxativamente prohibido examinar hasta que no llegara un hijo del dios. El hijo de la mujer, al
que llamó Sileno, habría acudido al lugar para, en calidad de semidios, leer los oráculos ante la
multitud, estipulando uno de ellos que “lo mejor y lo preferible para los espartanos era que los
reyes fueran elegidos entre los mejores ciudadanos” (ὡς ἄμεινον εἴη καὶ λώϊον Σπαρτιάταις ἐκ
τῶν ἀρίστων πολιτῶν αἱρουμένοις τοὺς βασιλέας)49. Al parecer, dice Plutarco, la treta no llegó a
buen puerto porque uno de sus colaboradores finalmente se echó atrás.
Solo después de su muerte, en el 395 a. C., se encontraron en su casa diversos documentos
que revelarían su conspiración, en concreto, un elaborado discurso que habría preparado para
persuadir a la sociedad espartana de que los gobernantes deberían ser elegidos de entre todos
los ciudadanos50. Dicho discurso habría sido redactado por un tal Cleón de Halicarnaso, del que
solo sabemos que lo habría cobrado a un alto precio, tal como hacían los sofistas cotizados51.
Según las fuentes antiguas, el discurso de Cleón era tan peligroso que los éforos recomendaron
al diarca Agesilao que no lo sacara a la luz y destruyera las pruebas52. La destrucción de esta
documentación antes de darse a conocer, como es evidente, plantea el interrogante de la veracidad
de esta trama. La enemistad que se fraguó en Asia Menor entre Agesilao y Lisandro pudo dar

45
Parke, Herbert W., “The Deposing of Spartan Kings”, en Classical Quarterly, 39/3 (1945), pp. 106-112, https://
doi.org/10.2307/626162; Pascual González, José, Tebas y la confederación beocia… op. cit., p. 710.
46
Diod. Sic., 14, 13, 7.
47
Plut., Lys. 25, 3.
48
Hdt., 4, 150. Cf. Malkin, Irad, Myth and territory in the Spartan Mediterranean, Cambridge, Cambridge
University Press, 1994, pp. 195-196.
49
Plut., Lys. 26, 3.
50
Diod. Sic., 14, 13, 8.
51
Cf. Plut., Lys. 25, 1; Nep., Lys. 3.
52
Fornis, César, Esparta. La historia,… op. cit., p. 216.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 22
lugar a la creación de una “leyenda negra”, recogida por los autores antiguos, especialmente
notable en la obra de Jenofonte, y a la que pertenecería también la anécdota de Sileno y los
oráculos délficos que debía leer, en torno a la figura de este último que, si bien influyente, no
dejaba de estar subordinado al primero. Lisandro fue también el primer griego al que algunas
ciudades rindieron culto y levantaron altares, una heroización que chocaba frontalmente con
los principios espartanos de igualdad entre sus ciudadanos y que podría haber motivado el
recelo de las autoridades lacedemonias53. Así, resulta natural el escepticismo de parte de la
historiografía moderna al respecto de las ambiciones de Lisandro y de su proyecto de transformar
el ordenamiento político espartano54, pero, aun así, un amplio sector considera plausible que
tratara de reformar la Gran Retra tras la humillación sufrida en Éfeso55.

5. La guerra de Corinto. Fundamentos religiosos espartanos en el conflicto

La muerte de Lisandro se enmarca en una campaña de castigo que Esparta quiso emprender
contra Tebas por su posicionamiento en el conflicto locrio-focidio que precedió la invasión
lacedemonia. Comenzada ya la guerra Beocia (395-386 a. C.) 56, los tebanos, cuyas simpatías
por los lacedemonios habían ya desaparecido por completo, persuadieron a sus aliados locrios
para que cesaran su tributo a los focidios. Las represalias no se hicieron esperar y, mientras los
locrios pidieron el auxilio beocio, las autoridades focidias hicieron lo propio con los espartanos.
Deseosa de quebrar el espíritu tebano, Esparta movilizó dos ejércitos y envió antes al mismo
Lisandro para que comandara las tropas aliadas focidias con órdenes de esperar al contingente
lacedemonio bajo el mando de Pausanias en Haliarto. Pero Lisandro, quien mantenía una vieja
rivalidad con el rey, quiso acaparar la gloria de la victoria y atacó las murallas, a cuya sombra
pereció al tiempo que sus hoplitas se batían en retirada57.
A pesar de su enemistad, Pausanias quiso recobrar el cadáver del que fuera héroe de las
armas espartanas (junto con el resto de los cuerpos sin vida de los combatientes lacedemonios)
bajo acuerdo, pues su localización hacía prácticamente imposible atacar la posición sin sufrir

53
Plut., Lys. 18, 4, basado en Duris de Samos; Hesych., s.v. Λυσάνδρεια; testimonios corroborados por la basa de
una estatua de un tetracampeón en la prueba del pancracio de la competición de las Lysandreia, nombre con el que
se pasó a conocer la fiesta en honor a la diosa Hera, las Heraia. Cf. también Bommelaer, Jean-François, Lysandre
de Sparte. Histoire et traditions, París-Atenas, Bibliothèque des Écoles Françaises d’Athènes et de Rome 240,
1981, p. 16.
54
Flower, Michael A., “Revolutionary Agitation and Social… op. cit., pp. 81-83; Keen, Antony G., “Lies about
Lysander”, en Papers of the Leeds International Latin Seminar, 9 (1996), pp. 289-290.
55
Este sector lo encabeza Hamilton, Charles D., “Spartan Politics and Policy, 405-401 B. C.”, en American Journal
of Philology, 91 (1970), p. 311.
56
Un completo estudio sobre el conflicto: Fornis, César, Grecia exhausta: Ensayo sobre la Guerra de Corinto,
Göttingen, Vandenhoeck & Ruprecht, 2008.
57
Vid. Lévy, Edmond, Sparte… op. cit., p. 180-181; Murcia Ortuño, Javier, Esparta… op. cit., pp. 297-298.
23 Javier Jara Herrero, “Luchas políticas y legitimación religiosa en…”
cuantiosas bajas. Los tebanos, conscientes, solo aceptaron entregar el cuerpo de Lisandro si
las tropas de Esparta se retiraban inmediatamente de Beocia. Contraviniendo los deseos de la
gerousia, Pausanias recuperó el cadáver, pero fue acusado de cobardía en Esparta y llamado
a juicio58. El Agíada prefirió no presentarse al proceso, y los éforos le condenaron a muerte
por rebeldía, tras lo que hubo de retirarse al templo de Atenea Alea de Tegea como suplicante,
donde terminó sus días tras una enfermedad no antes del año 381 a. C.59 El cuerpo de Lisandro,
por su parte, fue sepultado en el camino que iba de Coronea a Delfos sin que se conozcan más
detalles.
Después de la derrota espartana en Haliarto, algunas de las poleis más poderosas de la
Hélade contemplaron oportuno el momento para acabar con la hegemonía que el final de la
guerra del Peloponeso había otorgado a Esparta. Atenas, Corinto, Tebas y Argos concretaron
de este modo un conjunto de symmachiai bilaterales60 aprovechando el momento de debilidad
institucional que había provocado el exilio del rey Pausanias y la muerte de Lisandro61. Los
éforos, alarmados, se vieron obligados a solicitar la vuelta a Grecia del rey Agesilao, quien estaba
consiguiendo unas decisivas victorias en el interior del reino persa que le permitieron extender
la influencia espartana en Asia Menor y, más importante, el reclutamiento de contingentes de
griegos minorasiáticos que acompañaron al diarca en su vuelta a Lacedemonia en el 394 a. C.62.
En una fecha cercana al 14 de agosto de ese año63, los espartanos se enfrentaron en igualdad
numérica a la coalición antilacedemonia en Coronea. A pesar de la victoria de Esparta, Agesilao
debió retirarse para curar sus heridas en Delfos, donde ofreció a Apolo el diezmo del botín
capturado en Asia y que Jenofonte cifra en “no menos de cien talentos” (οὐκ ἐλάττω ἑκατὸν
ταλάντων)64 con motivo de los juegos pitios. Las victorias espartanas en Grecia contrastaban
con las malas noticias procedentes de Asia, donde Agesilao había dejado una guarnición de
cuatro mil guerreros y una flota al mando del navarco Pisandro, hermano de su mujer, con
nula experiencia militar. La armada persa, dirigida por Farnabazo, derrotó a la de Pisandro en
las cercanías de Cnido en el verano del 394 a. C. y costeó Asia Menor para liberar la mayoría
de las ciudades con guarniciones espartanas. En ese momento, Esparta había renunciado a

58
Fornis, César, Esparta. La historia… op. cit., p. 222 matiza que el proceso judicial fue sin duda auspiciado por
los seguidores del fallecido Lisandro y por Agesilao, contrarios a las políticas conservadoras de Pausanias. Fue el
segundo al que se enfrentó el diarca. Paus., 3, 5, 2 informa de la llamada a consultas por parte de las autoridades
espartanas tras su infructuosa invasión del Ática en el 403 a. C.
59
Xen., Hell. 3, 25.
60
Es difícil catalogar la naturaleza de este sinedrio antilacedemonio. Para profundizar en la cuestión de este y otros
pactos de alianza griegos, vid. Alonso Troncoso, Víctor, “Para un corpus de los tratados de alianza de la Grecia
clásica”, en Dike, 4 (2001), pp. 219-232.
61
Las fuentes antiguas que informan de la alianza son Xen., Hell. 4, 2, 1; Diod. Sic., 14, 82, 1. Vid. asimismo Fornis,
César, “La configuración política y jurídica del synédrion de Corinto (395-394 a. C.)”, en Revue Internationale des
Droits dans l’Antiquité, 54 (2007), pp. 65-81.
62
Pascual González, José, Tebas y la confederación… op. cit., p. 711.
63
Xen., Hell. 4, 3, 10 informa de un eclipse de sol que la astronomía ha fechado en ese preciso día. Plut., Ages.
17, 4-5 se limita a asegurar que el ejército espartano se encontraba acampado en la localidad el día del fenómeno.
64
Xen., Hell. 4, 3, 21. Cf. Plut., Ages. 19.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 24
la preponderancia naval en el Egeo y a la forja de un imperio más allá de las fronteras del
Peloponeso para defender Grecia continental65.
Con la aventura asiática en un segundo plano (pues Agesilao mantuvo en Oriente un
ejército de cuatro mil hoplitas al mando del espartiata Euxeno66), Esparta se centró finalmente
en el conflicto que amenazaba la península peloponesia. En el año 387 a. C., los espartanos
hicieron los preparativos para atacar Argos, sempiterna rival de Esparta desde el siglo vi a.
C.67 e integrante del conjunto de poleis que se habían levantado en armas contra la hegemonía
lacedemonia. Los diarcas quisieron aprovechar la celebración de las Carneas, fiestas religiosas
dorias en honor a Apolo, para llevar a cabo la ofensiva68. La táctica de Argos radicaba en
aprovechar la inexactitud de su calendario para poder alegar la tregua (o negarla, según las
necesidades del momento69). Los argivos no imaginaron que los ciudadanos de Esparta, en
tanto que dorios y devotos, fueran a violar los preceptos que establecían la prohibición de
actividades militares durante este festival70, pero las autoridades lacedemonias urdieron una
inteligente estratagema: Agesípolis, otro diarca en el trono lacedemonio, viajó a Olimpia, al
santuario de Zeus, para preguntar al dios “si le era lícito no aceptar las treguas de los argivos,
ya que alegaban como pretexto los meses sagrados, no cuando era su época, sino cuando los
lacedemonios se disponían a atacarlos” (εἰ ὁσίως ἂν ἔχοι αὐτῷ μὴ δεχομένῳ τὰς σπονδὰς τῶν
Ἀργείων, ὅτι οὐχ ὁπότε καθήκοι ὁ χρόνος, ἀλλ᾽ ὁπότε ἐμβάλλειν μέλλοιεν Λακεδαιμόνιοι, τότε
ὑπέφερον τοὺς μῆνας)71.
Cabe recordar que el santuario olímpico se encontraba en Élide, estado aliado, si bien
forzoso, del lacedemonio tras la guerra que ambos mantuvieron en los últimos años del siglo v
a. C. (vid. supra), por lo que los sacerdotes del lugar sagrado se veían prácticamente obligados
a emitir vaticinios favorables a los intereses espartanos. Como era de esperar, el oráculo de
Zeus otorgó la aprobación del ataque. Agesípolis viajó entonces a Delfos, menos controlado
por Esparta, para preguntar simplemente a Apolo “si pensaba lo mismo que su padre” (καθάπερ
τῷ πατρί)72. Resultaba complicado que Apolo, siendo hijo de Zeus, no estuviera de acuerdo
con su padre, el dueño del Olimpo, y, por extensión, con el oráculo que Agesípolis recibió en
Olimpia73. Gracias a esta manipulación, pudo llevarse a cabo el ataque contra Argos. Siguiendo
la crónica de Jenofonte, después de la victoria espartana se produjo un terremoto que algunos de

65
Murcia Ortuño, Javier, Esparta… op. cit., pp. 302-303.
66
Fornis, César, Esparta. La historia… op. cit., p. 225.
67
Vid. Fornis, César y Adolfo J. Domínguez Monedero, “El conflicto entre Argos y Esparta por la Tireátide y el
culto a Apolo Piteo”, en Gerión, 32 (2014), pp. 79-103.
68
Acerca del festival de las Carneas, consúltese Richer, Nicolas, “Les ‘Karneia’ de Sparte”, en Cataldi, Silvio et al.,
Salvare le poleis, costruire la concordia, progettare la pace, Alejandría (It.)., Edizioni dell’Orso, 2012, pp. 39-69.
69
Th., 5, 54, 2 describe cómo Argos utilizó su impredecible calendario para atacar y saquear Epidauro en el 419 a.
C., en el transcurso de la “paz de Nicias”.
70
Lupi, Marcello, L’ordine delle generazioni. Classi di età e costumi matrimoniali nell’antica Sparta, Bari,
Edipuglia, 2000, pp. 61-64; Cartledge, Paul, Los espartanos: una historia épica, Madrid, Ariel, 2009, pp. 107-108.
71
Xen., Hell. 4, 7, 2.
72
Ibídem.
73
Parke, Herbert W. y Donald E. Wormell, The Delphic Oracle… op. cit., pp. 209-210; Scott, Michael, Delfos…
op. cit., pp. 184-185.
25 Javier Jara Herrero, “Luchas políticas y legitimación religiosa en…”
los soldados lacedemonios atribuyeron a la ira de Poseidón, encolerizado por el atrevimiento de
su comandante. Mientras los hoplitas entonaban el peán para calmar a la deidad, Agesípolis se
apresuró a replicar que “si hubiera provocado el terremoto cuando se disponía a invadir, habría
reconocido que se lo impedía, mas una vez que había invadido, consideraba que lo animaba”
(εἰ μὲν μέλλοντος αὐτοῦ ἐμβάλλειν σείσειε, κωλύειν ἂν αὐτὸν ἡγεῖτο: ἐπεὶ δὲ ἐμβεβληκότος,
ἐπικελεύειν νομίζοι)74. Los hoplitas espartanos, envalentonados, saquearon los campos de la
Argólide al día siguiente, pero no consiguieron establecer una base permanente75.
Después del episodio concerniente al ataque espartano a Argos del 387 a. C., las fuentes
parecen enmudecer en lo que a los contactos entre Esparta y las instituciones religiosas más
importantes durante la guerra de Corinto se refiere. Durante el primer cuarto del siglo iv a. C.,
Esparta pudo mantener su supremacía y fue conocida por constituir el estado con los vínculos
más fuertes con Delfos76. La paz de Antálcidas, con la que los espartanos dieron victoriosamente
carpetazo a la guerra de Corinto77, supuso también el final de la célebre sintonía entre ambas
entidades. Si en el siglo anterior las victorias espartanas fueron acompañadas del levantamiento
de sofisticados y costosos monumentos en el santuario délfico, tras esta contienda Agesilao
II rehusó erigir un memorial en el espacio sagrado, al estilo de su predecesor Agis II tras la
victoria sobre Élide78, “por considerarlo más propio de hombres ricos que de hombres buenos”
(καὶ τὸ μὲν πλουσίων, τὸ δὲ τῶν ἀγαθῶν)79. La negativa del diarca, quien para Jenofonte encarna
la austeridad propia de un auténtico espartiata y el ideal panhelenista, es quizá una evidencia
de que, avanzada la primera mitad del siglo iv a. C., las relaciones con el oráculo de Delfos
se habían convertido en una cuestión secundaria para los espartanos, probablemente porque el
mantenimiento de su hegemonía hacía menos necesaria la intervención política de la sacerdotisa
de Apolo para legitimar sus pretensiones.

6. El “principio del fin” de la supremacía espartana y la creación del mito


délfico

La “paz de Antálcidas”, como imposición del estado hegemónico espartano sobre las
poleis vencidas80, tuvo como consecuencia la expulsión de la guarnición espartana de la Cadmea
74
Xen., Hell. 4, 7, 4.
75
Paus., 3, 5, 8.
76
Parke, Herbert W. y Donald E. Wormell, The Delphic Oracle… op. cit., p. 216.
77
Cf. Fornis, César, “La paz enviada por el Rey (387/6 a. C.)”, en Dike, 10 (2007), pp. 155-183.
78
Jacquemin, Anne, “Sparte et Delphes du IVe siècle av. J.-C. au IIe siècle av. J.-C. Un déclin inscrit dans l’espace
sacré”, en Dialogues d’histoire ancienne, 11 (2014), p. 136.
79
Xen., Ages. 11, 7.
80
Un estudio de los matices de “paz de Antálcidas”, sus cláusulas y sus consecuencias es el de Fornis, César, “La
paz enviada por el rey… op. cit.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 26
y la derrota de la facción laconizante en Tebas, lo que acabó redundando en la refundación de la
Liga Beocia, una asociación de ciudades de la región homónima que quedó bajo el liderazgo de
esta polis81. El conflicto entre espartanos y beocios alcanzó uno de sus momentos más célebres
en el año 371 a. C., en el que se libró la batalla de Leuctra, donde las armas lacedemonias fueron
vencidas por el ejército del beotarco Epaminondas y se asestó un duro golpe a la supremacía
espartana82. Las fuentes nos muestran la indiferencia que los lacedemonios parecían mostrar
hacia los dioses, pues parecía que la divinidad daba claras muestras de lo que estaba por
acontecer en Esparta. El acontecimiento de Leuctra, aciago momento en la historia espartana,
fue anunciado por el santuario de Delfos, como si el propio Apolo hubiera decidido el final de
la suerte espartana. Así, Diodoro de Sicilia escribió al respecto:
[…] τὸ θεῖον προεσήμαινεν αὐτοῖς τῆς ἀρχῆς τὴν ἀποβολήν· ὤφθη μὲν γὰρ κατὰ
τὸν οὐρανὸν ἐπὶ πολλὰς νύκτας λαμπὰς μεγάλη καομένη, ἀπὸ τοῦ σχήματος
ὀνομασθεῖσα πυρίνη δοκίς· μικρὸν δ’ ὕστερον ἡττηθέντες οἱ Σπαρτιᾶται
παραδόξως μεγάλῃ μάχῃ τὴν ἡγεμονίαν ἀπέβαλον ἀνελπίστως

[…] Un presagio enviado por la divinidad les anunció la pérdida de la


supremacía; se vio arder en el cielo durante muchas noches una gran antorcha,
que, a causa de su forma, fue llamada “la viga de fuego”; y, poco tiempo
después los espartiatas fueron derrotados contra toda expectativa en una gran
batalla y perdieron inesperadamente su hegemonía.83

Plutarco, quien, como hemos visto, se nutre de fuentes susceptibles a la “leyenda negra”
forjada en torno a la figura de Lisandro, enlaza el enojo de Apolo con el otrora navarco,
haciéndole, quizá, responsable de la decadencia espartana:
ὀφθαλμοὶ τοῦ ἀνδριάντος, οἱ δ᾽ ἀστέρες ἠφανίσθησαν οὓς Λύσανδρος
ἀνέθηκεν ἀπὸ τῆς ἐν Αἰγὸς ποταμοῖς ναυμαχίας. ὁ δ᾽ αὐτοῦ τοῦ 1 Λυσάνδρου
λίθινος ἀνδριὰς ἐξήνθησεν ἀγρίαν λόχμην καὶ πόαν τοσαύτην τὸ πλῆθος, ὥστε
κατακρύψαι τὸ πρόσωπον.

[…] Se le saltaron los ojos a su estatua, y desaparecieron las estrellas que


Lisandro dedicó con motivo de la batalla naval de Egospótamos y de la estatua
de piedra del propio Lisandro brotó una salvaje espesura y hierba en tal
cantidad que ocultó su rostro.84

81
Esta asociación, en la que Tebas ejercía la hegemonía de su territorio circundante, ya existió con antelación y fue
disuelta en el año 386 a. C. Acerca de esta Liga y de su temporal desaparición, vid. Buck, Robert J., Boiotia and
the Boiotian League, 432-371 B. C., Alberta, University of Alberta Press, 1994.
82
Cf. Fornis, César, Esparta. La historia… op. cit., pp. 262-272.
83
Diod. Sic., 15, 50, 2.
84
Plut., Mor. 397F. Traducción de Mercedes López Salvá, Francisca Pordomingo Pardo y José Antonio Fernández
Delgado, Madrid, Editorial Gredos, 1995.
27 Javier Jara Herrero, “Luchas políticas y legitimación religiosa en…”
Este parece ser el final de las anteriormente fluidas relaciones entre Esparta y el oráculo
de Delfos85. A lo largo de su historia, desde su configuración como polis y por motivaciones
esencialmente políticas, los espartanos vincularon su trayectoria con el santuario délfico. En
esta ocasión, en la que el poderío lacedemonio pareció tocar fondo, los espartiatas eligieron,
también, interpretar su decadencia a través del oráculo mediante paranormales, pero simbólicos,
acontecimientos que representarían el sentir generalizado tras la derrota de Leuctra y que fueron,
posteriormente, recogidos por los autores de la Antigüedad. Curiosamente, las mismas fuentes
que nos informan de las señales de la providencia hacia la caída de Esparta tienen en cuenta una
vieja y famosa profecía, también délfica, convertida tras el 371 a. C. en proverbio. Dicho oráculo
(evidentemente, una construcción post eventum) advertía sobre los peligros que entrañaría el
apego de Esparta por la riqueza. Atendiendo a Diodoro, “el mismo Licurgo recibió de Delfos
un oráculo respecto a la codicia, el cual se ha conservado en forma de proverbio: «La codicia,
y ninguna otra cosa, será la ruina de Esparta»” (Ὅτι ὁ αὐτὸς Λυκοῦργος ἤνεγκε χρησμὸν ἐκ
Δελφῶν περὶ τῆς φιλαργυρίας τὸν ἐν παροιμίας μέρει μνημονευόμενον, ἁ φιλοχρηματία Σπάρταν
ὀλεῖ, ἄλλο δὲ οὐδέν)86. Plutarco, por su parte, escribió que “a los reyes Alcámenes y Teopompo
se les había dado un oráculo: «El amor a la riqueza matará a Esparta»” (Ἀλκαμένει γὰρ καὶ
Θεοπόμπῳ τοῖς βασιλεῦσι χρησμὸς ἐδόθη ἁ φιλοχρηματία Σπάρταν ὀλεῖ)87.
Ambos autores, que escribieron sus obras respectivamente en los siglos i a. C. y entre
finales del i y principios del ii d. C., relacionan el oráculo con la instauración de la Gran Retra
y del sistema normativo espartano, aun con diferencias en su relato. La tradición refleja la
crisis sociopolítica de Esparta tras la guerra del Peloponeso, que terminó por estallar una vez
configurado el imperio espartano. En cualquier caso, parece que tanto el Sículo como el de
Queronea escribieron bajo una fuerte influencia de la obra de Jenofonte quien, en el siglo iv a.
C., compiló las normas del orden licurgueo en su Constitución de los lacedemonios y creó la vía
moralizante por la que se explicó el fracaso de Leuctra, contraponiendo la Esparta “decadente”
de su tiempo al modelo de virtud que habría representado siglos atrás88. Sirva, para cerrar este
estudio, uno de los últimos fragmentos de este documento, extenso pero ilustrativo, en el que el
historiador ateniense se lamenta de la degeneración de las costumbres espartanas y atribuye sin
dudar la decadencia del poderío espartano a la insolencia de los lacedemonios hacia los dioses:
οἶδα γὰρ πρότερον μὲν Λακεδαιμονίους αἱρουμένους οἴκοι τὰ μέτρια ἔχοντας
ἀλλήλοις συνεῖναι μᾶλλον ἢ ἁρμόζοντας ἐν ταῖς πόλεσι καὶ κολακευομένους
διαφθείρεσθαι. καὶ πρόσθεν μὲν οἶδα αὐτοὺς φοβουμένους χρυσίον ἔχοντας
φαίνεσθαι: νῦν δ᾽ ἔστιν οὓς καὶ καλλωπιζομένους ἐπὶ τῷ κεκτῆσθαι. ἐπίσταμαι δὲ
καὶ πρόσθεν τούτου ἕνεκα ξενηλασίας γιγνομένας καὶ ἀποδημεῖν οὐκ ἐξόν, ὅπως
μὴ ῥᾳδιουργίας οἱ πολῖται ἀπὸ τῶν ξένων ἐμπίμπλαιντο: νῦν δ᾽ ἐπίσταμαι τοὺς

85
Jacquemin, Anne, “Sparte et Delphes… op. cit.”, p. 145.
86
Diod. Sic., 7, 12, 5.
87
Plut., Mor. 239F.
88
Fornis, César, El mito de Esparta. Un itinerario por la cultura occidental, Madrid, Alianza Editorial, 2019, p. 45.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 28
δοκοῦντας πρώτους εἶναι ἐσπουδακότας ὡς μηδέποτε παύωνται ἁρμόζοντες ἐπὶ
ξένης. καὶ ἦν μὲν ὅτε ἐπεμελοῦντο ὅπως ἄξιοι εἶεν ἡγεῖσθαι: νῦν δὲ πολὺ μᾶλλον
πραγματεύονται ὅπως ἄρξουσιν ἢ ὅπως ἄξιοι τούτων ἔσονται. τοιγαροῦν οἱ
Ἕλληνες πρότερον μὲν ἰόντες εἰς Λακεδαίμονα ἐδέοντο αὐτῶν ἡγεῖσθαι ἐπὶ τοὺς
δοκοῦντας ἀδικεῖν: νῦν δὲ πολλοὶ παρακαλοῦσιν ἀλλήλους ἐπὶ τὸ διακωλύειν
ἄρξαι πάλιν αὐτούς. οὐδὲν μέντοι δεῖ θαυμάζειν τούτων τῶν ἐπιψόγων αὐτοῖς
γιγνομένων, ἐπειδὴ φανεροί εἰσιν οὔτε τῷ θεῷ πειθόμενοι οὔτε τοῖς Λυκούργου
νόμοις.

Yo sé que antiguamente los lacedemonios preferían vivir todos juntos en su


patria con lo justo y no exponerse a las corruptas influencias y lujos como
gobernantes de estados vasallos. Y también sé que en épocas pasadas temían
que se les descubriera en posesión de oro, aunque hoy hay algunos que incluso
se jactan de sus muchas posesiones. Igualmente sé que antes se recurría a
expulsar a los extranjeros y que los lacedemonios consideraban ilegal viajar al
extranjero para que los ciudadanos no se contaminaran con su molicie; ahora,
por el contrario, no tengo dudas de que la mayor ambición de algunos consiste
en conseguir ser gobernante en cualquier ciudad de fuera. Hubo un tiempo en
que se ufanaban de ser auténticos líderes; ahora en cambio se interesan más
por mandar que por merecer el mando. Hace años los griegos acudían a los
lacedemonios para pedirles que tomaran el mando contra quienes les habían
agraviado; y en cambio ahora son muchos los que se unen para impedir que
renazca la hegemonía de Esparta. Pero es natural, y no hay que extrañarse de
que se les haga este tipo de reproches, pues está absolutamente claro que ahora
no obedecen al dios ni a las leyes de Licurgo.89

7. Consideraciones finales

La victoria de Esparta en la guerra del Peloponeso supuso un punto de inflexión no solo


en su política interna, sino también en su idiosincrasia religiosa. Las fuertes disensiones de
su clase dirigente, anunciadas ya desde décadas atrás, motivaron un cambio en las relaciones
que la polis lacedemonia mantenía con las instituciones religiosas: la otrora sintonía que la
vinculaba, particularmente, con el oráculo délfico dio paso a un uso partidista de sus profecías
en pos de las ambiciones políticas de las diferentes facciones que se disputaban el devenir de
la política exterior espartana. El triunfo de un punto de vista imperialista estuvo acompañado
de un flujo de capital y de una nueva generación de espartanos, enardecida por el ejemplo de

89
Xen., Lac. 14, 2-7. Traducción de Antonio Guzmán Guerra, Madrid, Alianza Editorial, 2007.
29 Javier Jara Herrero, “Luchas políticas y legitimación religiosa en…”
Lisandro y dispuesta a superar los viejos valores tradicionales (fundamentados en el refugio
dentro de las fronteras del Peloponeso y en un ordenamiento constitucional hipotéticamente
inmutable) para abrir una nueva etapa, revolucionaria en la política interna y agresiva en
el plano exterior, en la que no había cabida para las limitaciones impuestas por los grandes
oráculos. Abandonado el espíritu bajo el cual los espartiatas se convirtieron en indiscutibles
dueños del destino de la Hélade, resulta comprensible que Jenofonte encontrara una relación
entre una supuesta decadencia espartana y la renuncia a seguir los férreos dictados licurgueos;
perspectiva esta que ha trascendido a través de los autores posteriores. No obstante, el principio
del fin de la preponderancia lacedemonia sobre Grecia no es más que la prueba de que el mirage
espartano, la ilusión de una supuesta igualdad socioeconómica entre los ciudadanos de la polis,
distaba mucho de representar una realidad. Esparta continuó constituyendo una potencia a tener
en cuenta, pero las pugnas por el poder y por asumir el mando de las relaciones exteriores
fueron un lastre durante el siglo iv a. C.90. En este sentido, no deja de resultar interesante la
transformación experimentada por el recurso a la religión que, si bien contribuyó a consolidar
el dominio peloponesio en la centuria anterior, pasó a convertirse en un arma arrojadiza en el
nuevo escenario geopolítico.

Tal y como apunta Jones, Arnold Hugh M., Sparta, Oxford, Barnes & Noble Inc., 1967, p. 148, tras la batalla de
90

Leuctra y la muerte de Agesilao “Esparta casi desaparece de la historia”.


Tracios en Hispania1

Thracians in Hispania

JOSÉ ORTIZ CÓRDOBA


Universidad de Granada
[email protected]

Resumen: Este trabajo tiene como objetivo principal la recopilación y estudio de la


documentación epigráfica relacionada con la presencia de inmigrantes de origen tracio
en la península ibérica. Pretendemos ofrecer un catálogo epigráfico actualizado y una
síntesis de esta emigración. Entre otros elementos se estudiarán las causas que motivaron
los desplazamientos, la onomástica de los inmigrantes detectados y la actividad que
desarrollaron en Hispania.

Palabras clave: emigración, movilidad, Tracia, Hispania, epigrafía.

Abstract: The main objective of this article is to compile and study the epigraphic
documentation related to the presence of Thracian immigrants origin in the Iberian
Peninsula. We aim to offer an updated epigraphic catalogue and a synthesis of this
emigration. Among other elements, the causes that motivated the displacements, the
onomastics of the detected immigrants and the activity that they developed in Hispania
will be studied.

Keywords: emigration, mobility, Thrace, Hispania, epigraphy.

1
Ayuda puente doctores Plan Propio. Departamento de Historia Antigua, Universidad de Granada. Este
trabajo se enmarca en las líneas de estudio del grupo de investigación HUM-215 dirigido por el Prof. Dr.
C. González Román y deriva de la tesis doctoral Las colonias romanas de Hispania y los movimientos de
población (siglos I-II d.C.), defendida en la Universidad de Granada en marzo de 2019. Asimismo, forma
parte del proyecto de investigación Veterani et milites en las colonias romanas de Hispania, otorgado a
quien suscribe estas líneas por el Plan Propio de Investigación de la Universidad de Granada en el marco
del Programa de Proyectos de Investigación para Jóvenes Investigadores.

Recibido: 19 de noviembre de 2019; aceptado: 13 de julio de 2020; publicado: 30 de septiembre de 2020.


Revista Historia Autónoma, 17 (2020), pp. 31-50
e-ISSN: 2254-8726; https://doi.org/10.15366/rha2020.17.002
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 32
1. Introducción

Tracia conformaba una amplia región situada en el extremo sureste de la península de


los Balcanes. Sus habitantes, famosos por su habilidad para cabalgar, constituían un complejo
conglomerado de tribus organizadas de forma autónoma. Por su estratégica situación geográfica,
la región se convirtió desde muy pronto en una zona clave para controlar el paso entre Europa
y Asia a través del Bósforo. Durante el siglo  ii  a. C., Roma, tras la anexión de Macedonia,
procedió a extender su influencia sobre la zona costera de Tracia con el objetivo de garantizarse
un corredor marítimo que le permitiera enlazar con la provincia de Asia. Los contactos con
el mundo tracio se intensificaron durante el siglo i a. C., momento en que Roma se aseguró
un mejor control de las tierras del bajo Danubio mediante la anexión de la vecina región de
Moesia. Durante ese periodo Tracia fue reducida a la categoría de reino cliente, un paso previo
a su definitiva conversión en provincia romana durante el gobierno del emperador Claudio (46
d. C.)2.
La peculiar posición geográfica de este territorio condicionó su evolución histórica,
marcada por su carácter de tierra de frontera. Las relaciones entre Tracia y la península ibérica
no fueron tan estrechas como las mantenidas con otras regiones geográfica y culturalmente
más próximas, como el norte de África, la Galia o la propia Italia. No obstante, el estudio de
la documentación epigráfica permite constatar la existencia de ciertos contactos entre ambos
territorios. Estos presentan un carácter unidireccional, ya que la presencia de individuos de
origen tracio en Hispania no fue replicada con la llegada de hispanos a Tracia. Se trata, en
cualquier caso, de una movilidad de carácter limitado en la que el ejército tuvo un papel
destacado y que cronológicamente remite a los siglos i y iii d. C.
La llegada a la península ibérica de gentes procedentes de otros territorios del Imperio
ha tenido una notable proyección en la historiografía3. Semejante proceso histórico debe ser
analizado en el contexto general de los movimientos de población originados tras la conquista
romana de Hispania. Este hecho conllevó el establecimiento de un notable flujo inmigratorio
compuesto principalmente por itálicos, cuya presencia favoreció la romanización de los
territorios ocupados4. En los años siguientes la llegada de población itálica a Hispania se

2
Dalla Rosa, Alberto, “Tracia e Mesia”, en Letta, Cesare y Simonetta Segenni (a cura di.), Roma e le sue province.
Dalla prima guerra punica a Diocleziano, Roma, Carocci editore, 2015, pp. 171-176.
3
Albertini, Eugène, “Les étrangers residant en Espagne á l’epoque romaine”, en Mélanges Cagnat, Paris, 1912,
pp. 297-318; Balil, Alberto, “La economía y los habitantes no hispánicos del levante español durante el Imperio
romano”, en Archivo de Prehistoria Levantina, 5 (1954), pp. 251-273; García y Bellido, Antonio, “El elemento
forastero en Hispania romana”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, 144 (1959), pp. 119-154; Haley,
Evan W., Foreigners in Roman Imperial Spain: investigations of geographical mobility in the spanish provinces of
the Roman Empire (30 B.C. – A.D. 284), Columbia University, 1986, pp. 175-237; Haley, Evan W., Migration and
economy in Roman Imperial Spain, Barcelona, Universidad de Barcelona, 1991, pp. 27-52.
4
Marín Díaz, Mª. Amalia, “La emigración itálica a Hispania en el siglo II a. C.”, en Studia Historica. Historia
Antigua, 4-5 (1986-1987), pp. 53-63; Marín Díaz, Mª. Amalia, Emigración, colonización y municipalización en
la Hispania republicana, Granada, Universidad de Granada, 1988; Barreda Pascual, Adela, Gentes itálicas en
33 José Ortiz Córdoba, “Tracios en Hispania”
incrementó, alcanzando su máximo volumen durante la colonización cesariana y augustea5. El
final de las guerras civiles que marcaron la última etapa de la República favoreció el desarrollo de
la movilidad geográfica, que alcanzó un notable grado de complejidad y una enorme diversidad
durante los siglos del Principado. Gracias a la epigrafía conocemos la llegada a Hispania de
numerosos inmigrantes, entre los que destacaron por su número itálicos6, galos7 y africanos8.
A ellos debemos sumar otros grupos de población procedentes de regiones más lejanas como
Grecia, el este mediterráneo y las zonas fronterizas del Rhin y el Danubio9.
El estudio de estos colectivos ha tenido una proyección desigual. Algunos de ellos, como
sucede con los itálicos, los africanos o los orientales, han recibido una notable atención por
parte de los investigadores, mientras que otros han pasado prácticamente desapercibidos como
consecuencia, podemos imaginar, de su escaso volumen. Entre estos últimos se encuentra la
inmigración de origen tracio. Su presencia en el ámbito historiográfico se limita a las breves
consideraciones realizadas por A.  García y Bellido y E. W. Haley en sus trabajos sobre la
emigración en la península ibérica10. Carecemos, por tanto, de un estudio específico sobre
la movilidad relacionada con este territorio en el que se recoja un listado actualizado de la
documentación epigráfica y de las referencias bibliográficas relacionadas con la misma.
Hispania Citerior (218-14 d.C.). Los casos de Tarraco, Carthago Nova y Valentia, tesis doctoral, Universidad de
Barcelona, 1998; Le Roux, Patrick, “L’emigration italique en Citérieure et Lusitanie jusqu’à la mort de Néron”, en
Beltrán Lloris, Francisco (ed.), Roma y el nacimiento de la cultura epigráfica en occidente, Zaragoza, Institución
Fernando el Católico, 1995, pp. 85-95; Navarro Caballero, Milagros, “Notas sobre algunos gentilicios romanos
de Lusitania: una propuesta metodológica acerca de la emigración itálica”, en Gorges, Jean-Gérard y Trinidad
Nogales Basarrate (eds.), Sociedad y cultura en Lusitania romana. IV Mesa Redonda Internacional, Mérida, Junta
de Extremadura, 2000, pp. 281-297; González Román, Cristóbal, “Romanos e itálicos en la Hispania republicana”,
en Pons Pujol, Lluís (ed.), Hispania et Gallia: dos provincias del Occidente romano, Barcelona, Universidad de
Barcelona, 2010, pp. 13-32.
5
Para un estado de la cuestión sobre la colonización romana en Hispania ver Ortiz Córdoba, José, Las colonias
romanas de Hispania y los movimientos de población (Siglos I-II d.C.), tesis doctoral, Universidad de Granada,
2019, p. 69-531.
6
Ver nota 4.
7
García y Bellido, Antonio, “El elemento forastero… op. cit., pp. 129-131; Haley, Evan W., Foreigners in…
op. cit., pp. 146-152; Haley, Evan W., Migration and… op. cit., pp. 33-37; Beltrán Lloris, Francisco, “Galos en
Hispania”, en Acta Archaeologica Academiae Scientiarum Hungaricae, vol. 57, 1-3 (2006), pp. 183-200, https://
doi.org/10.1556/AArch.57.2006.1-3.13; Ortiz Córdoba, José, “De Gallia a Hispania. La inmigración gala en la
península ibérica a través de las evidencias epigráficas”, en Hispania Antiqua, 43 (2019), pp. 155-201, https://doi.
org/10.24197/ha.XLIII.2019.155-201
8
García y Bellido, Antonio, “El elemento forastero… op. cit., pp. 144-150; Haley, Evan W., Foreigners in… op.
cit., pp. 162-174; Haley, Evan W., Migration and… op. cit., pp. 44-51; Gozalbes Cravioto, Enrique, “Documentos
epigráficos acerca de las relaciones entre Hispania y Mauretania Tingitana”, en Akerraz, Aomar et al. (eds.),
L’Africa romana. Mobilità delle persone e dei popoli, dinamiche migratorie, emigrazioni ed immigrazioni nelle
province occidentali dell’Impero romano, vol. II, Roma, Carocci editore, 2006, pp. 1337-1349; Lefebvre, Sabine,
“Les migrations des Africani en Péninsule Ibérique: quelle vérite?”, en Caballos Rufino, Antonio y Ségolène
Demougin (eds.), Migrare. La formation des élites dans l’Hispanie Romaine, Burdeos, De Boccard, 2006, pp.
101-203, https://doi.org/10.4000/books.ausonius.7605; Ortiz Córdoba, José, “Africani en las colonias romanas de
la Hispania Citerior (siglos I-II d.C.)”, en Cartagine. Studi e Ricerche, 4 (2019), pp. 1-22.
9
García y Bellido, Antonio, “El elemento forastero… op. cit., pp. 131-144; Haley, Evan W., Foreigners in… op.
cit., pp. 152-162; Haley, Evan W., Migration and… op. cit., pp. 37-44; Gascó Lacalle, Fernando, “Presencias
griegas en el sur de la península ibérica desde la época helenística al tiempo de los Severos”, en González Román,
Cristobal (ed.), La sociedad de la Bética. Contribuciones para su estudio, Granada, Universidad de Granada,
1994, pp. 211-239; Gallego Franco, Henar, “Pannonios en Hispania romana”, en Hispania Antiqua, 21 (1997), pp.
341-362; Beltrán Fortes, José, “Greco-orientales en la Hispania republicana e imperial a través de las menciones
epigráficas”, en De Hoz, Mª Paz y Gloria Mora (eds.), El Oriente griego en la Península Ibérica: epigrafía e
historia, Madrid, Real Academia de la Historia, 2013, pp. 185-204.
10
García y Bellido, Antonio, “El elemento forastero… op. cit., pp. 137-139; Haley, Evan W., Foreigners in… op.
cit., pp. 154-155; Haley, Evan W., Migration and… op. cit., p. 39.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 34
Nuestra contribución pretende ayudar a superar ese vacío. Para ello, presentamos un trabajo
donde abordamos el estudio de los inmigrantes de origen tracio llegados a la península ibérica.
A través del análisis de la documentación epigráfica trataremos de determinar las ciudades
o pueblos de origen de estos inmigrantes, las causas que motivaron su desplazamiento y el
papel que jugaron en Hispania. Prestaremos igualmente atención a otros elementos como el
status social, la naturaleza de las inscripciones reunidas o las peculiaridades onomásticas que
presentan los personajes estudiados.

2. Estudio de la documentación

La documentación epigráfica disponible en estos momentos, que constituye nuestra


principal fuente de información, revela que, en el contexto general de las relaciones económicas
y de movilidad establecidas entre las provincias del Imperio, la comunicación entre Hispania y
Tracia fue bastante modesta y se produjo en un único sentido. Este hecho se refleja claramente
en la ausencia de hispanos en esta provincia y en el escaso volumen de la inmigración tracia
documentada en la península ibérica. Conviene reseñar, no obstante, que el registro epigráfico
es siempre parcial y está sujeto a una continua ampliación y reinterpretación que, llegado el
caso, podría variar algunas de las reflexiones recogidas en este trabajo.
Para la recopilación de la información epigráfica hemos empleado esencialmente dos
criterios:
a) La mención explícita en las inscripciones estudiadas de una origo de carácter foráneo.
Este término hace referencia a la comunidad cívica o entidad territorial a la que
pertenece un individuo y generalmente es diferente a la del lugar de hallazgo de su
inscripción. La mención de la origo indica el interés de la persona que la emplea por
conservar una cierta vinculación con su patria de origen, con la que probablemente
siguiera manteniendo importantes lazos afectivos y, en algunos casos, también
económicos y sociales11.
b) La presencia en la documentación revisada de nomina y cognomina de escasa
implantación en la península ibérica. A partir de ellos podemos plantear la procedencia
foránea de sus portadores y, en algunos casos, su vinculación con Tracia. No obstante,
es importante indicar que este criterio debe ser empleado con prudencia al no resultar
tan preciso como la indicación de la origo.

Sobre la origo ver Lassère, Jean-Marie, Manuel d’ Épigraphie Romaine, París, Picard, 2005, pp. 128-136; Grüll,
11

Tibor, “Origo as identity factor in Roman epitaphs”, en Cupcea, George y Rada Varga (eds.), Social Interactions
and Status Markers in the Roman World, Oxford, Archaeopress, 2018, pp. 139-150.
35 José Ortiz Córdoba, “Tracios en Hispania”
En otras ocasiones, para la realización de estudios similares a este, hemos empleado
un tercer criterio basado en la presencia de tribus poco frecuentes en Hispania. La tribu
conformaba el elemento jurídico/administrativo mediante el que los ciudadanos quedaban
inscritos en el censo de su civitas. Por ello, cuando en una ciudad hispana encontramos una
tribu que no se corresponde con la de sus habitantes, tendemos a identificar al individuo que
la porta con un inmigrante, ya sea de origen hispano o extrapeninsular. Esta metodología, que
resulta bastante certera gracias a la sistematización de las tribus hispanas realizadas en diversas
contribuciones12, no es útil para este trabajo, puesto que ninguno de los inmigrantes tracios que
hemos documentado presenta adscripción tribal.
Tomando como base los parámetros mencionados, hemos revisado tanto los índices
de CIL II, con sus diversas actualizaciones conventuales (CIL II2/5, CIL II2/7 y CIL II2/14),
como los distintos corpora provinciales de la península ibérica. La documentación reunida
mediante este procedimiento ha sido completada con la información incluida en publicaciones
especializadas de carácter periódico, como Hispania Epigraphica (HEp) o Année épigraphique
(AE), y en bases de datos de tipo informático, como Epigraphik-Datenbank Clauss-Slaby
(EDCS), Epigraphic Datenbank Heidelberg (EDH) o Hispania Epigraphica Online (HEpOL).
A partir de estas fuentes de información hemos elaborado un corpus epigráfico compuesto
por siete inscripciones que aluden a diez personajes. Para llevar a cabo su estudio, estos
individuos han sido distribuidos en dos grupos: por un lado, los inmigrantes cuyo origen tracio
resulta indiscutible; por otro, aquellos individuos cuya vinculación con Tracia presenta mayores
dudas. Dentro de cada grupo los personajes estudiados han sido dispuestos en orden alfabético.
Dado que en la lista que presentamos se combinan nombres únicos con tria nomina, agnomina
y estructuras bimembres, en los dos apartados de nuestro trabajo hemos situado en primer lugar
a los individuos con tria nomina, ordenados en función de su nomen; posteriormente, aparecen
dispuestos el resto de personajes en función de sus cognomina.

2.1. Inmigrantes cuyo origen tracio podemos determinar con seguridad

En este primer apartado hemos incluido las inscripciones de cinco individuos cuya origo
podemos vincular con total seguridad con la región de Tracia.

12
Wiegels, Rainer, Die Tribusinschriften des romischen Hispanien, Walter de Gruyter & Co., Berlín, 1985; González
Fernández, Julián, “Urso, ¿tribu Sergia o Galeria?, en González Fernández, Julián (ed.), Estudios sobre Urso
Colonia Iulia Genetiva, Sevilla, Alfar, 1989, pp. 133-154; Stylow, Armin U., “Apuntes sobre las tribus romanas
en Hispania”, en Veleia, 12 (1995), pp. 105-123; Fasolini, Donato, Le tribu romane della Hispania Tarraconensis.
L’ascrizione tribale dei cittadini romani nelle testimonianze epigrafiche, Milán, Vita e Pensiero, 2012.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 36
2.1.1. Marcus Aurelius Victor

Su inscripción fue encontrada en 1913 durante la realización de unas obras en la Real


Colegiata de San Isidoro de León, en cuyo museo se conserva actualmente. Se trata de una
lápida funeraria que ha adquirido forma de paralelepípedo tras ser reutilizada como sillar13. M.
Aurelius Victor sirvió como miles durante 20 o 25 años en la legio VII Gemina. Tras su muerte,
acaecida cuando contaba con 45 años, fue enterrado en Legio, campamento permanente de su
unidad en Hispania. Como consecuencia de su mal estado de conservación, la pieza presenta
problemas de lectura en las líneas donde figura la origo. Esta fue reconstruida inicialmente
por G. Forni como natio(ne) Sax[o], lo que implicaba asignar una procedencia germana a
este personaje14. Su propuesta fue seguida por otros autores15, aunque la mayor parte de la
historiografía se decanta actualmente por restituir la origo de este legionario como natio(ne)
[Th]rax, asignándole, en consecuencia, un origen tracio16.
En lo que se refiere a la cronología, aunque la inscripción ha sido fechada por algunos
autores en el siglo ii d. C.17, parece más correcto ubicarla en la primera mitad del siglo iii
d. C.18. Esta última fecha encajaría mejor con el epíteto Pia que ostenta la legio VII. Este
apelativo le fue concedido en el año 197 por el emperador Septimio Severo y conforma de
esta manera un claro terminus post quem, ya que tras este momento la legión suele aparecer
en las inscripciones con el título completo de Gemina Pia Felix19. Esta circunstancia permite
suponer que el reclutamiento de M. Aurelius Victor habría tenido lugar durante la dinastía de

13
AE 1928, 173: D(is) M(anibus) s(acrum) / M(arcus) Aurel(ius) Victor / [m(iles)] leg(ionis) VII G(eminae) P(iae)
F(elicis) natio(ne) / [Th]rax anno(rum) XLV st(ipendiorum) XX / opt(io) eqq(uitum) L[---] / p(edes) VIIII a[---]
14
Forni, Giovanni, Il reclutamento delle legioni da Augusto a Diocleziano, Roma, Bocca, 1953, p. 227.
15
Entre ellos se encuentra García y Bellido, Antonio, “El elemento forastero… op. cit., p. 133, quien asignó a M.
Aurelius Victor una procedencia sajona (natione Saxo). Esta origo aparece también en Diego Santos, Francisco,
Inscripciones Romanas de la Provincia de León (IRPLE), León, Institución Fray Bernardino de Sahagún, 1986,
inscripción nº 149, aunque posteriormente fue corregida en Rabanal Alonso, Manuel A. y Sonia Mª. García
Martínez, Epigrafía romana de la provincia de León: revisión y actualización (ERPLE), León, Universidad de
León, 2001, inscripción nº 129. De forma reciente también aparece referida en la entrada que esta inscripción tiene
en la base de datos Epigraphische Datebank Heidelberg bajo la referencia HD023842.
16
Le Roux, Patrick, L’armée romaine et l’organisation des provinces iberiques d’Auguste a l’invasion de 409,
París, De Boccard, 1982, pp. 232 y 330; Haley, Evan W., Foreigners in… op. cit., pp. 154-155; Haley, Evan W.,
Migration and… op. cit., p. 39; ERPLE, 129; Palao Vicente, Juan José, Legio VII Gemina (Pia) Felix. Estudio
de una legión romana, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2006, pp. 132 y 176; Hernández Guerra, Liborio,
“Veterani et milites alieni in Hispania”, en Aquila Legionis, 9 (2007), p. 51, nº 10; Santos Yanguas, Narciso,
“Soldados legionarios de origen astur en el ejército romano”, en Studia Zamorensia, 10 (2011), p. 201. No faltan
otras propuestas como la formulada en los años ochenta por Rabanal Alonso, Manuel A., “La Legio VII: mandos
y soldados”, en Studia Historica. Historia Antigua, 6 (1988), p. 149, nº 3, corregida posteriormente (ERPLE,
129), de considerar a este personaje originario de la ciudad de Sexi (Natione Saxetana), la actual Almuñécar, o la
enunciada por Roldán Hervás, José Manuel, Hispania y el ejército romano, Salamanca, Universidad de Salamanca,
1974, p. 312, nº 654, para quien M. Aurelius Victor procedería de la ciudad norteafricana de Saxum Fabr.
17
Rabanal Alonso, Manuel A., “La Legio VII… op. cit., p. 149, nº 3; ERPLE, 129; Santos Yanguas, Narciso,
“Soldados legionarios… op. cit., p. 200.
18
García y Bellido, Antonio, “El elemento forastero… op. cit., p. 133; Le Roux, Patrick, L’armée… op. cit., pp.
230 y 233; Palao Vicente, Juan José, Legio VII Gemina… op. cit., p. 176.
19
Rodríguez González, Julio, Historia de las legiones romanas, Madrid, Signifer Libros, 2001, pp. 250-251.
37 José Ortiz Córdoba, “Tracios en Hispania”
los Severos20. Es posible que también en este mismo periodo hubiese accedido a la ciudadanía
romana, quizás en época de Caracalla, como reflejan su praenomen y su nomen21.
El servicio de un personaje tracio en una unidad tan vinculada a Hispania como era la VII
Gemina debe relacionarse con los cambios en la composición de esta legión detectados por J.J.
Palao Vicente durante el siglo iii d. C., periodo en que el reclutamiento de la VII Gemina parece
abrirse a regiones y gentes del Imperio que hasta ese momento no se habían caracterizado por
su alto grado de romanización22.

2.1.2. Iulius Longinus Doles

En Calahorra (La Rioja), la antigua Calagurris, fue encontrada en 1788 la inscripción


de Iulius Longinus Doles23. Apareció en la zona del Paseo del Mercadal, hacia la parte
meridional del circo romano y durante años se conservó empotrada en el antiguo ayuntamiento,
aunque actualmente se encuentra perdida. Conformaba una estela funeraria con una cabecera
semicircular donde fue esculpida la figura de un jinete que portaba en su mano izquierda un
broquel y en la derecha una lanza corta con la que atravesaba a un hombre caído; el caballo
apoyaba sus patas sobre un pequeño podio similar a la base de una estatua24. La inscripción fue
dedicada por Sulpicius Susulla y Fuscus Bitius en memoria de Iulius Longinus Doles. De él
sabemos que pertenecía al pueblo tracio de los besos y que su llegada a la península ibérica fue
consecuencia de su servicio en el ejército romano, que abarcó un periodo de 22 años.
El nombre de su unidad ha generado diferentes interpretaciones. Desde la lectura realizada
por E. Hübner (CIL II, 2984) su nomenclatura fue restituida como ala Tauto(rum) Vic(trix)
C(ivium) R(omanorum), considerándose durante largo tiempo como el único testimonio conocido
de esta unidad auxiliar25. A partir de la onomástica de los tres individuos documentados en la
inscripción, A. García y Bellido consideró que el ala Tautorum sería un cuerpo de origen tracio,
llegando incluso a plantear que la unidad hubiese formado parte de los auxilia de la VI Victrix
en Hispania26. Se basaba para ello en el hallazgo en Calagurris de una inscripción relativa a esta
legión (CIL II, 2983). Su hipótesis fue continuada por J. M. Roldán, que asumió sus mismos

20
Le Roux, Patrick, L’armée… op. cit., p. 330; Palao Vicente, Juan José, Legio VII Gemina… op. cit., p. 176.
21
Le Roux, Patrick, L’armée… op. cit., p. 233. Para García y Bellido, Antonio, “El elemento forastero… op. cit.,
p. 133, la onomástica de este legionario debería relacionarse con Marco Aurelio o Cómodo, bajo cuyos reinados
consideraba que habría sido reclutado.
22
Palao Vicente, Juan José, Legio VII Gemina… op. cit., pp. 131-132.
23
CIL II, 2984: Iulius Lon/ginus Doles / Biticenti f(ilius) Bes/sus eques alae / Tautor(um) Vic(tricis) c(ivium)
R(omanorum) f(idelis?) / an(norum) XL aer(orum) XXII h(ic) s(itus) e(st) / Sulpicius Susulla / et Fuscus Bitius /
h(eredes) ex t(estamento) f(aciendum) c(uraverunt.
24
Esta imagen representaría, a juicio de San Vicente, José Ignacio, “Galba, el Ala Tauriana y el Ala Sulpicia”, en
Hispania Antiqua, 31 (2007), p. 92, al dios Caballero-Héroe, divinidad principal de los tracios.
25
Sobre la misma ver Roldán Hervás, José Manuel, Hispania y el… op. cit., pp. 215-216; Le Roux, Patrick,
L’armée… op. cit., pp. 87-88.
26
García y Bellido, Antonio, “El Exercitus Hispanicus”, Archivo Español de Arqueología, vol. 34, 103-104, 1961,
pp. 135-136.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 38
planteamientos27. De ella se desprendería que el ala Tautorum habría servido en Hispania con
anterioridad al año 69-70 d. C., momento en que la VI Victrix abandonó la península ibérica28.
Por su parte, P. Le Roux, aunque no dudaba de la presencia del ala Tautorum en Hispania,
encuadraba su estancia con posterioridad al año 68 d. C. Consideraba que el título honorífico
de civium Romanorum exhibido por la unidad y la presencia en la inscripción de un Sulpicius
permitirían llevar la pieza hasta época flavia29.
La primera variación importante en la lectura de esta inscripción la encontramos en la
obra de P. A. Holder, que desarrolló el nombre de la unidad como ala Tau(riana) Tor(quata)
Vic(trix) c(ivium) R(omanorum), vinculándola de esta forma con otro cuerpo ya conocido, el
ala Gallorum Tauriana30. Esta lectura ha sido también recogida en varios trabajos recientes que
conforman los últimos aportes sobre la trayectoria histórica de esta unidad31. Es posible que su
presencia en Hispania se remontase a un momento temprano, aunque resulta más destacable su
participación en los acontecimientos desencadenados tras la muerte de Nerón. En ese contexto
habría respaldado inicialmente la causa de Galba y posteriormente la de Vitelio, siendo enviada
más tarde por Vespasiano a la frontera del Rhin para reprimir la revuelta de Iulius Civilis,
acción en la que pudo haber obtenido alguno de los cognomina que adornan su nomenclatura,
particularmente los relativos a su valentía en el combate (torquata y victrix). Es posible que en
este momento sus miembros hubiesen sido también recompensados con la ciudadanía romana
como reconocimiento a su valor (civium Romanorum)32. Tras el fin de la revuelta el emperador
Vespasiano la trasladó a Hispania, donde habría llegado entre los años 70 y 75 d. C., periodo en
el que ya ostentaría los títulos honoríficos anteriormente mencionados33.
En este complejo contexto debió desarrollarse el servicio de Iulius Longinus Doles en
este ala Tau(riana). Su inscripción debe fecharse con posterioridad a la llegada de la unidad
a la península ibérica (70-75 d. C.) y con anterioridad a su traslado a la Mauretania Tingitana
(88 d. C.), lo que permitiría situar su reclutamiento, teniendo en cuenta los 22 años de servicio
consignados, a mediados del siglo i d. C.34. Doles falleció a los 40 años de edad, probablemente
mientras se encontraba en activo, y recibió sepultura de manos de sus herederos y seguramente
compañeros de armas, Sulpicius Susulla (2.2.4) y Fuscus Bitius (2.2.3). Su onomástica carece

27
Roldán Hervás, José Manuel, Hispania y el… op. cit., p. 215.
28
Rodríguez González, Julio, Historia de las… op. cit., p. 221.
29
Le Roux, Patrick, L’armée… op. cit., pp. 88 y 216, nº 157. También Haley, Evan W., Foreigners in… op. cit.,
p. 154; Migration and… op. cit., p. 39, sitúa esta inscripción en época flavia, mientras que Roldán Hervás, José
Manuel, Hispania y el… op. cit., p. 215, la adscribe de forma genérica a la segunda mitad del siglo i d. C.
30
Holder, Paul A., Studies in the Auxilia of the Roman Army from Augustus to Trajan, Oxford, BAR International
Series, 1980, p. 275, nº 452, https://doi.org/10.30861/9780860540755. El nombre completo de esta unidad sería el
de ala I Flavia Gallorum Tauriana Torquata Victrix Civium Romanorum (CIL XVI, 169, 173, 181).
31
Christol, Michel y Patrick Le Roux, “L’aile Tauriana Torquata et les relations militaires de l’Hispania et de
la Maurétanie tingitane entre Claude et Domitien”, en Antiquités Africaine, 21 (1985), pp. 15-33, https://doi.
org/10.3406/antaf.1985.1108; San Vicente, José Ignacio, “Galba, el ala… op. cit., p. 99-103. Aparece asimismo
recogida en las bases de datos informáticas HEpOL (8818) y Clauss Slaby (EDCS-05502383).
32
Holder, Paul A., Studies in the… op. cit., pp. 32, 36 y 39.
33
Christol, Michel y Patrick Le Roux, “L’aile Tauriana… op. cit., p. 19; San Vicente, José Ignacio, “Galba, el ala…
op. cit., p. 103.
34
Ibídem, p. 20, nota 39.
39 José Ortiz Córdoba, “Tracios en Hispania”
de praenomen y en ella destaca el gentilicio Iulius, que aparece acompañado de dos cognomina,
el primero de ellos, Longinus, de origen latino y el segundo, tradicionalmente leído como Doles,
pero para el que también poseemos la variante Dolens, de ascendencia indígena35. Este cognomen
ha sido considerado por J. I. San Vicente como el nombre tracio de nuestro protagonista36. Sin
embargo, ni las inscripciones empleadas por este autor como ejemplo ni el resto del registro
epigráfico de este apelativo justifican su afirmación, ya que la vinculación del cognomen Doles
con Tracia se constata únicamente en AE 1929, 211, donde figura la correspondiente origo.
Igualmente limitado es el registro epigráfico de la variante Dolens, cuya relación con Tracia
solo aparece explicitada en AE 1977, 722 y quizás podría suponerse en CIL III, 6255.
En relación al status jurídico de Doles podríamos plantear la posibilidad de que, dado
sus años de servicio, hubiese participado en la lucha contra Civilis, donde habría recibido la
ciudadanía romana junto al resto de su unidad. Sin embargo, resultaría sorprendente que alguien
que hubiese accedido a la ciudadanía romana en época de Vespasiano eligiese el nomen Iulius
en lugar del gentilicio Flavius, vinculado al emperador que le otorgó dicho privilegio. Por ello,
parece más lógico pensar que Doles hubiese sido ciudadano con anterioridad. Esta circunstancia
contrastaría con su servicio en una cohorte auxiliar, un hecho poco común pero que cuenta con
algunos paralelos, como ha recogido P. A. Holder37.

2.1.3. Fuscus Dorilsis

Su inscripción fue encontrada en 1905 en Astorga (León) durante un derribo en la muralla


sur de la ciudad, donde había sido reutilizada para cubrir una cloaca. Actualmente se conserva
en el Museo de los Caminos, ubicado en dicha localidad. Conforma una estela funeraria cuya
cabecera semicircular está decorada con una roseta o florón hexapétalo en relieve cuyas hojas
parten de un botón central. En ella se recoge el epitafio de Fuscus Dorilsis, originario de
Serdica (domo Serdus), ciudad que debemos identificar con la actual Sofía (Bulgaria)38. Su
procedencia quedaría reflejada igualmente a través de su filiación, ya que el nombre de su padre,
Eptaecentus, aunque poco frecuente, figura en la onomástica de un individuo de origen tracio
documentado en un diploma militar de Mogontiacum (Mainz, Alemania)39. La onomástica de
Fuscus Dorilsis carece de praenomen y conforma un buen ejemplo de estructura onomástica
de doble idiónimo. En ella conviven un cognomen latino, Fuscus, y otro indígena, Dorilsis,
quizás el antiguo nombre tracio de este personaje, un extremo que no podemos confirmar al

35
Lörincz, Barnabás (ed.), Onomasticon Provinciarum Europae Latinarum, vol. II: Cabalicius-Ixus, Viena, 1999,
p. 104.
36
San Vicente, José Ignacio, “Galba, el ala… op. cit., p. 95 y nota 34.
37
Holder, Paul A., Studies in the… op. cit., pp. 49-50.
38
ERPLE, 82: Fuscus Dori/lsis / Eptaece/nti f(ilius) miles ex / cohorte T(h)rac/um |(centuria) Iul(i) Martial(is) /
dom(o) Serdus ann(orum) / XXV aer(orum) VIIII h(ic) s(itus) e(st).
39
García y Bellido, Antonio, “El elemento forastero… op. cit., p. 137; Le Roux, Patrick, L’armée… op. cit., p. 89.
La inscripción mencionada es CIL XIII, 6821: Mucapori Eptacentis f. Thrac.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 40
no contar con ninguna otra referencia epigráfica de este cognomen40. Todo ello indicaría que,
probablemente, nos encontramos ante un peregrinus que habría latinizado parcialmente su
onomástica. En este ámbito su caso presenta importantes similitudes con el de Fuscus Bitius
(2.2.3).
Dorilsis falleció en Asturica Augusta con 25 años y tras haber servido durante nueve
en una cohors Thracum. Estas cifras tan bajas indicarían que su muerte habría tenido lugar
mientras se encontraba en activo. Su unidad formaba parte de los cuerpos auxiliares del ejército
romano, aunque la ausencia de numeral en su nomenclatura dificulta su identificación. Para
A. García y Bellido y J. M. Roldán Hervás pudo tratarse de la cohors IIII Thracum equitata,
unidad que habría formado parte del ejército con el que Augusto culminó la conquista del norte
peninsular y cuya estancia en Hispania ponían en relación con la de la legio IV Macedonica41.
Junto a ella pudo haber abandonado la Península en el año 39-40 para instalarse en el limes
renano, donde conocemos la presencia en época julio-claudia de una cohors IV Thracum en
Germania Inferior42. Contrario a esta propuesta se mostró P. Le Roux, para quien los argumentos
esgrimidos no permitirían asimilar la cohors IIII nombrada en la inscripción de Fuscus Dorilsis
con la cohors IV Thracum documentada en Germania. En su lugar, planteaba la posibilidad de
que se tratase de una unidad diferente de la que solo conocemos esta inscripción. Dicha tropa,
compuesta fundamentalmente por tracios, habría llegado a la península ibérica en época de
Claudio43, periodo en el que la mayoría de los autores ha situado esta inscripción44.
La presencia de Fuscus Dorilsis en Asturica Augusta podría relacionarse con el rango
de capital conventual ostentado por esta ciudad, que pudo haber conformado durante un
tiempo la residencia de uno de los legados del gobernador provincial. Por tanto, sería posible
vincular algunas de las inscripciones de militares allí encontradas, entre ellas la de Dorilsis,
con la actividad desarrollada por este legado45. No obstante, tampoco debe obviarse la posible
vinculación de la cohors Thracum con la legio X Gemina, cuyo campamento principal se
encontraba a cuarenta kilómetros de Asturica46.

40
Lörincz, Barnabás (ed.), Onomasticon Provinciarum… op. cit., p. 108.
41
García y Bellido, Antonio, “El elemento forastero… op. cit., p. 137, nota 1; Roldán Hervás, José Manuel,
Hispania y el… op. cit., p. 223. Ambos autores realizaron esta identificación a partir de las inscripciones de dos
prefectos que comandaron esta unidad encontradas en Tarraco (CIL II2/14, 1010 y 1132).
42
Roldán Hervás, José Manuel, Hispania y el… op. cit., p. 223.
43
Le Roux, Patrick, L’armée… op. cit., pp. 89-90.
44
Le Roux, Patrick, L’armée… op. cit., p. 90; Haley, Evan W., Foreigners in… op. cit., p. 154; Haley, Evan W.,
Migration and… op. cit., p. 39. Una cronología similar se ofrece en EAstorga, 30 e ILAstorga,40, donde toman
como referencia el año 39-40 d. C., momento en que la IIII Macedonica, unidad con la que vinculan a la cohors
IIII Thracum, abandonó Hispania. Por su parte, Roldán Hervás, José Manuel, Hispania y el… op. cit., p. 342, nº
478, la sitúa de forma genérica en el siglo i d. C., mientras que en ERPLE,171 la fechan en un momento avanzado
el siglo i d. C.
45
Le Roux, Patrick, L’armée… op. cit., p. 122; Ortiz Córdoba, José, “De Gallia a… op. cit., pp. 165-168.
46
Palao Vicente, Juan José, “La Res Militaris en Hispania durante la época de la Naturalis Historia de Plinio”, en
Ciprés, Pilar (ed.), Plinio el Viejo y la construcción de la Hispania Citerior, Vitoria, Universidad del País Vasco,
2017, p. 172.
41 José Ortiz Córdoba, “Tracios en Hispania”
2.1.4. Nusatita

Del territorio de Ossigi Latonium (Cerro Alcalá, Jaén) procede la estela funeraria de un
joven esclavo llamado Nusatita47. La inscripción fue encontrada en las cercanías de Albánchez
(Jaén), en un lugar denominado “El Campanil”, aunque actualmente se conserva en el Museo
Arqueológico Nacional. Su cronología fue fijada inicialmente por J. Mangas y C. González
Román en época de Trajano (CILA III, 351). Sin embargo, en la revisión de la pieza realizada
por el propio C. González en CIL II2/7, 24 se ha optado por llevar la cronología hasta el siglo
iii d. C.

La mencionada estela fue colocada en la tumba de Nusatita tras su prematura muerte,


acaecida cuando contaba con más o menos tres años de edad. El texto epigráfico lo define
como puer serv(a)e pronatus natione Tracie. A través de esta expresión podemos constatar su
carácter esclavo (puer serv(a)e) y también su ascendencia tracia (pronatus natione Tracie). En
ella destaca el empleo del término pronatus, seguramente una mala transcripción del correcto
prognatus, con el significado de “descendiente” u “oriundo de”, como señalaron J. Mangas y C.
González Román (CILA III, 351). Este hecho, unido a su escasa edad, permite suponer que la
verdadera emigrante habría sido su madre, de nombre desconocido pero seguramente también
de origen tracio (2.2.6). Desde esta región se habría desplazado, suponemos que no de forma
voluntaria dado su status servil, hasta la localidad bética de Ossigi. A partir de ahí se abren dos
posibilidades en relación con Nusatita. Por un lado, que hubiera nacido en Tracia y llegado con
su madre a la Bética, opción complicada, aunque no improbable, si pensamos en los enormes
riesgos que implicaría la realización de un viaje tan largo con un niño tan pequeño; por otro, que
hubiese nacido ya en territorio hispano, por lo que estaríamos realmente ante un descendiente
de inmigrantes, de tal modo que la presencia en su inscripción de la expresión natione Tracie
pudo haber tenido como objetivo mantener el recuerdo y la vinculación sentimental con la
patria de origen.
Con relación a la onomástica de Nusatita debemos reseñar su carácter sumamente
simple, como corresponde a la población de ámbito servil. Su nombre carece de paralelos en
la epigrafía latina, por lo que se ha planteado la posibilidad de que se trate de un apelativo de
origen hispano48.

47
CIL II2/7, 24: D(is) M(anibus) s(acrum) / Nusatita / puer serv(a)e / pronatus na/tione T(h)ra/cie plus mi/nus
anno/rum III ia/cet petito be/neficio in / locum Cam/panianen/sem.
48
Albertos Firmat, Mª. Lourdes, La onomástica personal primitiva de Hispania, Salamanca, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, 1966, p. 171.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 42
2.1.5. ¿Simp(lex)?

En Cádiz fue encontrado en el siglo xvii el epitafio de un gladiator del tipo hoplomachus
que murió en esta ciudad durante el siglo i d. C.49. La inscripción, actualmente perdida, presenta
problemas de lectura en su primera línea, donde la mayor parte de los autores consideran que
habría figurado el nombre corrompido de este gladiador. Quizás pudiera tratarse de Simp(lex)
o Simp[le]cs, aunque quienes han abordado el estudio de la inscripción toman este nombre con
prudencia o directamente lo rechazan50. Junto a la onomástica se encuentra la abreviatura LERT,
de difícil interpretación. Inicialmente, A. García y Bellido y P. Piernavieja consideraron que
podría tratarse de una mala lectura del término LIBER(atus), una expresión que indicaría que
este gladiador ya no estaba sometido a la disciplina de un ludus y que, por tanto, podía alquilar
sus servicios a cualquier editor que quisiera contratarlos51.
Esta propuesta ha sido descartada por otros autores posteriores, como F. Gascó, para quien
estas letras podrían hacer referencia a la condición libertina de este gladiador, o A. Ceballos,
que piensa que en esta línea podría restituirse el término VET(eranus) en lugar de la abreviatura
LERT52. También J. Gómez-Pantoja considera improbable la hipótesis planteada por A. García
y Bellido y P. Piernavieja, ya que la forma habitual de expresar la manumisión solía ser lib(er) o
l(iber), por lo que no descarta que LERT pudiera ser realmente una mala lectura del agnomen53.
Estas limitaciones no nos impiden conocer otros datos de la trayectoria vital de este
luchador, como su edad de fallecimiento, 35 años, o su número de victorias, 20. Tras su muerte
fue su esposa, cuyo nombre no figura en el texto, la encargada de levantar el monumento
funerario, donde se indicó el origen de su cónyuge: natione Bessus. Gracias a esta referencia
sabemos que este gladiator perteneció al pueblo de los besos, que habitaban en la Tracia
central. Su muerte en Gades pudo haber sido consecuencia de algún combate54. De ser cierta
dicha hipótesis podríamos suponer que este hoplomachus habría llegado hasta esta ciudad de la
Bética formando parte de las familiae gladiatoriae alquiladas para participar en los espectacula

49
CIL II, 1739: Simp(lex) C(ai?) s(ervus) LERT / (h)opl(omachus) palmaru(m) / XX natione / Bessus an(norum)
XXXV / ucsor viro b(ene) m(erenti).
50
Al respecto ver Piernavieja, Pablo, Corpus de inscripciones deportivas de la España romana, Madrid, Instituto
Nacional de Educación Física, 1977, p. 152; Ceballos Hornero, Alberto, Los espectáculos en la Hispania romana:
la documentación epigráfica, Cuadernos Emeritenses 26, Mérida, 2004, p. 490; Gómez-Pantoja, Joaquín, Epigrafia
anfiteatrale dell’occidente romano, VII. Baetica, Tarraconensis, Lusitania, Roma, Quasar, 2009, p. 103. Por su
parte, García y Bellido, Antonio, “El elemento forastero… op. cit., p. 137 y “Lapidas funerarias de gladiadores de
Hispania”, Archivo Español de Arqueología, vol. 33, 101-102 (1960), p. 139, nº 12, consideró que el nombre de
este gladiador era ilegible.
51
García y Bellido, Antonio, “Lapidas funerarias de…” op. cit.,p. 139; Piernavieja, Pablo, Corpus de inscripciones…
op. cit., p. 152.
52
Gascó Lacalle, Fernando, “Presencias griegas en…”op. cit., p. 234;Ceballos Hornero, Alberto, Los espectáculos
en la…op. cit., p. 490.
53
Gómez-Pantoja, Joaquín, Epigrafia anfiteatrale… op. cit., p. 104.
54
García y Bellido, Antonio, “El elemento forastero…”op. cit.p. 137.
43 José Ortiz Córdoba, “Tracios en Hispania”
locales; no obstante, también existe la posibilidad de que fuese un esclavo tracio formado como
gladiador en el supuesto ludus bético55.

Tabla 1: Inmigrantes de origen tracio documentados en Hispania.

Lugar del
Onomástica Cron. Origo Status Función Social Referencia
hallazgo
Marcus Natio(ne) Civis [m(iles)] leg(ionis) VII
Siglo iii d. C. Legio AE 1928, 173
Aurelius Victor [Th]rax Romanus G(eminae) P(iae) F(elicis)
Fuscus Dom(o) Asturica
Siglo i d. C. Peregrinus Miles ex cohorte T(h)racum ERPLE, 82
Dorilsis Serdus Augusta
Iulius Eques alae Tau(rianae)
Civis
Longinus Siglo i d. C. Bessus Calagurris tor(quatae) Vic(tricis) CIL II, 2984
Romanus
Doles c(ivium) R(omanorum)
Natione
Nusatita Siglo iii d. C. Ossigi Servus CIL II2/7, 24
T(h)racie
Natione
¿Simp(lex)? Siglo i d. C. Gades ¿Liberatus? Gladiator (hoplomachus) CIL II, 1739
Bessus

2.2. Inmigrantes de posible origen tracio

En este segundo bloque hemos incluido aquellos personajes cuyo origen tracio resulta
dudoso o no puede ser determinado con seguridad debido a la ausencia de origo o al mal estado
de conservación de algunas inscripciones.

2.2.1. Marcus Aurelius Achaicus

Su inscripción fue descubierta hacia 1985 junto al Camino Viejo de Granada, unos 6 km
al sudeste de Baena (Córdoba), en terrenos pertenecientes al ager del antiguo municipio romano
de Iponoba. Actualmente se conserva en un domicilio particular de Baena. Se trata de un ara
funeraria realizada en piedra caliza que presenta un importante desgaste y numerosas roturas
que dificultan su lectura e interpretación. Fue dada a conocer por A. U. Stylow, que pudo verla
personalmente y fotografiarla en el año 1990, en CIL II2/5, 37556. En su comentario reseñaba
las dificultades existentes para restituir correctamente las líneas 3-5 de la inscripción. Entre las
consideraciones que realizó estaba la posibilidad de situar ahí la origo del personaje, que por
las letras conservadas y la disposición del texto se aventuró a reconstruir como Astigit(anus).
La inscripción ha sido datada en el siglo iii d. C. a partir de la paleografía y de la onomástica
de su protagonista.
55
Piernavieja, Pablo, Corpus de inscripciones…op. cit., p. 152; Ceballos Hornero, Alberto, Los espectáculos en
la…op. cit., p. 491.
56
CIL II2/5, 375: M(arcus) Au(relius) / Ac(h)aicu/s ISI IA(?) / CETA / V(?)[---]II / (h)ic s[it]u/s est / sit tibi t/er(ra)
l(e)v(i)s.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 44
La lectura realizada por A. U. Stylow ha sido parcialmente rechazada por A. Canto
en el comentario de la inscripción recogido en Hispania Epigráfica, donde se propone una
nueva lectura de la pieza57. Según la misma, el texto contaría con dos líneas más, primera y
última, donde se incluirían la dedicación a los dioses manes (Dis M(anibus) y la onomástica,
parcialmente conservada, del dedicante de la pieza: [- - -] balus f(ecit). Asimismo, esta autora
apuesta por precisar la edad de fallecimiento de M. Aurelius Achaicus, que fija en 23 años y un
mes, y por modificar su origo, que considera debería leerse como nat(ione) Geta. Según esta
hipótesis, M. Aurelius Achaicus sería un inmigrante de origen tracio, pues la origo propuesta
aludiría al pueblo de los Getas, una de las tribus que habitaban junto al Danubio, en territorios
que actualmente se corresponden con el norte de Bulgaria y los distritos rumanos de Munteniana
y Dobruja.
Esta propuesta, aunque sugerente, debe ser tomada con prudencia, ya que la expresión
nat(ione) Geta cuenta con muy pocos paralelos en la epigrafía. De hecho, solo hemos podido
encontrar esta fórmula en una inscripción de Beverston (Inglaterra)58. Tampoco la onomástica
de este personaje presenta especificidades propias que nos permitan vincularlo con Tracia. Al
contrario, el nomen Aurelius es un gentilicio imperial muy extendido en algunas provincias
danubianas tras el reinado de M. Aurelio y, sobre todo, tras la promulgación de la Constitutio
Antoniniana59, mientras que Acaicus o Achaicus es un cognomen griego que presenta una
limitada difusión60.

2.2.2. Caius Valerius Avitus

Su inscripción está compuesta por un fragmento de placa de mármol que se encuentra


fracturado en sus partes superior, inferior y derecha. El campo epigráfico aparece rehundido y
está rodeado por una moldura decorada con motivos vegetales. Fue encontrada en Córdoba a
mediados del siglo xviii y posteriormente donada al Museo Arqueológico Nacional, donde se
conserva actualmente. En ella fue grabado el epitafio de C. Valerius Avitus61, que muestra la
particularidad de ser una composición parcialmente poética, ya que al praescriptum en prosa le
siguen tres versos hexamétricos conservados fragmentariamente y cuya interpretación resulta
complicada62. La pieza fue datada por A. U. Stylow entre finales del siglo ii y comienzos del

57
HEp 8, 1998, 146: Dis M(anibus) / M(arcus) Aur(elius) Ac(h)aicu/s [- - -]i f(ilius) nat(ione) / Geta / v(ixit)
a(nnos) XXIII / me(n)s(em) I p(ius) i(n) sui/s e(s?) h(ic) / s(itus) e(st) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis) [- - -]/balus f(ecit).
Esta lectura aparece recogida también en HEpOL (2275) y Clauss-Slaby (EDCS-19100787).
58
RIB, 136: D(is) M(anibus) / Metti n/ation(e) / Geta / vixit / ann(os) XXXV / h(eres) p(osuit).
59
Lörincz, Barnabás (ed.), Onomasticon Provinciarum Europae Latinarum, vol. I: Aba-Bysanus, Budapest, 2005,
pp. 99-105.
60
Solin, Heikki, Die griechische Personenamen in Rom. Ein Namenbuch, Berlin-Nueva York, Walter de Gruyter,
1982, p. 571; Lörincz, Barnabás (ed.), Onomasticon Provinciarum… vol. I. op. cit., p. 18.
61
CIL II2/7, 394: D(is) [M(anibus) s(acrum)] / C(aius) Val(erius) Avitus [- - -] / natione Ta[- - -] / gemma quod est
AV[- - -] / quod tenebris[- - -] / sic inter A[- - -] / - - - - - -
62
Para un mayor detalle remitimos al comentario de Fernández Martínez, Concepción y Remedios Carande
Herrero, en Fernández Martínez, C., Carmina Latina Epigraphica de la Bética Romana. Las primeras piedras de
45 José Ortiz Córdoba, “Tracios en Hispania”
iiid. C. (CIL II2/7, 394), aunque C. Fernández Martínez y R. Carande Herrero consideran que
podría remitir a un momento más tardío (CLEBetica, CO04).
En lo que a este trabajo se refiere debe reseñarse la procedencia foránea de C. Valerius
Avitus, cuya origo confirma que no era un cives Cordubensis. Por desgracia, parte de la línea
donde figura el origen de este personaje ha desaparecido, por lo que resulta complicado
determinar con certeza su lugar de nacimiento. De la origo, que comienza con el término natio,
se conservan únicamente una T y el comienzo de una segunda letra que E. W. Haley consideró
una A. De esta forma, restituyó la origo de Avitus como natione Ta[porus?], vinculando a
este personaje con el populus lusitano de los Tapori63. Los planteamientos de Haley fueron
considerados válidos por A. U. Stylow en la revisión de esta inscripción realizada en CIL II2/7,
394, donde también se restituye la origo como natione Ta[- - -]. Sin embargo, en nuestro caso
creemos que esta reconstrucción debería tomarse con prudencia, ya que el concepto natio alude
generalmente a una entidad territorial más amplia que la conformada por un simple populus
como eran los Tapori.
Por ello, C. Fernández Martínez y R. Carande Herrero han ofrecido una lectura diferente
(CLEBetica, CO04). Para estos autores la letra existente tras la T no sería una A, sino una H,
lo que permitiría restituir la origo como natione Th[- - -]. De ello derivaría la posibilidad de
reconstruir la parte perdida del texto como Th(rax) o Th(racius), un término que sería más
verosímil por las letras conservadas y encajaría mejor con el empleo del concepto natio. Esta
propuesta cuenta con un paralelo cercano en la inscripción de Nusatita, cuya procedencia fue
indicada mediante la fórmula natione T(h)racie (CIL II2/7, 24).
Conviene reseñar, igualmente, que el empleo del término natio seguido del nombre de la
región de origen se documenta en Corduba en el epitafio de varios gladiadores. Sin embargo,
la posibilidad de considerar a C. Valerius Avitus como un gladiador debería descartarse por dos
razones: la primera es su tria nomina, circunstancia que aleja su onomástica de las estructuras
simples que solemos encontrar en el mundo gladiatorio; la segunda es el lugar de procedencia
de su inscripción, que no presenta ninguna relación con el Camino Viejo de Almodóvar, donde
han aparecido prácticamente todas las inscripciones gladiatorias de Corduba.

2.2.3. Fuscus Bitius

La información que poseemos sobre Fuscus Bitius es muy escasa. Fue uno de los
dedicantes del epitafio del eques Iulius Longinus Doles (2.1.2), lo que permite suponer que
habría sido compañero de armas del difunto en el ala Tau(riana). Su posible origen tracio fue
sugerido por A. García y Bellido tomando como base su cognomen, que este autor consideraba

nuestra poesía, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2007, referencia CO04.


63
Haley, Evan W., Foreigners in… op. cit., p. 229, nº 320; Haley, Evan W., Migration and… op. cit., p. 66, nº 332.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 46
propio de Tracia, y su designación como heredero de Longinus Doles64. Sus planteamientos
han sido seguidos en buena medida por otros autores posteriores, que han atribuido también un
origen tracio a este personaje65.
La onomástica de Fuscus Bitius presenta algunas similitudes con el caso ya comentado
de Fuscus Dorilsis (2.1.3). Nuevamente volvemos a ver la combinación del cognomen latino
Fuscus con un segundo elemento de raíz indígena que ha sido tradicionalmente restituido como
Bitius, aunque consideramos que no pueden descartase otras formas como Bithus o Bitus, que
cuentan con un mayor número de testimonios en el área del bajo Danubio66. El análisis de la
onomástica de este personaje plantea dos posibles interpretaciones. Por un lado, podríamos
estar ante una estructura de doble idiónimo, propia de un peregrinus. Por otro, sería posible
considerar también que nos encontremos ante una onomástica invertida que responda a la
fórmula cognomen más nomem, de tal manera que el cognomen sería Fuscus y el gentilicio,
Bitius, un esquema onomástico compatible con la ciudadanía romana o latina. Este fenómeno se
documenta en varias inscripciones hispanas67 y, de hecho, Bitius ha sido registrado en posición
de nomen en algunas ocasiones, por lo que esta opción no sería descartable68.
Estas diferentes interpretaciones tienen su correspondiente reflejo en el status jurídico del
personaje. La primera posibilidad apuntaría a Bitius como un peregrinus que habría latinizado su
onomástica incluyendo un término latino que habría desplazado a su antiguo nombre indígena,
situado ahora como cognomen69. Esta peculiar estructura onomástica indicaría, a juicio de J.I.
San Vicente, que el apelativo c(ivium) R(omanorum) otorgado al ala Tau(riana) y el acceso
a la ciudadanía que este conllevaba afectaron únicamente a los miembros que componían la
unidad en el momento de su concesión, mientras que aquellos que se incorporaron al ala con
posterioridad, como pudo ocurrir con Bitius, habrían seguido manteniendo su status peregrino
hasta el momento de su licenciamiento70. Por el contrario, si aceptamos la propuesta de una
onomástica invertida podría plantearse la posibilidad de que Fuscus Bitius hubiese recibido la
ciudadanía romana tras ayudar a reprimir la revuelta de Civilis. Esta interpretación encajaría
con la onomástica de Sulpicius Susulla, que, como detallamos a continuación, también pudo
haber sido un ciudadano romano.

64
García y Bellido, Antonio, “El elemento forastero… op. cit., p. 138; García y Bellido, Antonio, “El Exercitus…
op. cit., p. 136.
65
Le Roux, Patrick, L’armée…op. cit., p. 88; Haley, Evan W., Foreigners in… op. cit., p. 154; Haley, Evan W.,
Migration and… op. cit., p. 39; Christol, Michel y Patrick Le Roux, “L’aile Tauriana… op. cit., p. 20; San Vicente,
José Ignacio, “Galba, el ala… op. cit., p. 95.
66
Lörincz, Barnabás (ed.), Onomasticon Provinciarum… vol. I. op. cit., p. 121; Dana, Dan, “L’impact de
l’onomastique latine sur les onomastiques indigenes dans l’espace thrace”, en Dondin-Payre, Monique (ed.), Les
noms de personnes dans l’Empire romain. Transformations, adaptation, évolution, Bordeaux, Ausonius Éditions,
2011, p. 54.
67
Álvarez Melero, Anthony y Manuel Parodi Álvarez, “Notes sur une inscription de la Baie de Cadix: l’épitaphe
d’Optata Erennia”, en SPAL, 19 (2010), pp. 199-200. https://doi.org/10.12795/spal.2010.i19.09
68
Solin, Heikki y Olli Salomies, Repertorium nominum gentilium et cognominum Latinorum, Hildesheim, Olms-
Weidmann, 1988, p. 35; Lörincz, Barnabás (ed.), Onomasticon Provinciarum… vol. I. op. cit., p. 121.
69
San Vicente, José Ignacio, “Galba, el ala… op. cit., p. 98.
70
Ibídem. Sobre esta cuestión ver, asimismo, Holder, Paul A., Studies in the… op. cit., p. 32.
47 José Ortiz Córdoba, “Tracios en Hispania”
2.2.4. Sulpicius Susulla

Sulpicius Susulla fue el segundo dedicante de la inscripción de Iulius Longinus Doles


(2.1.2). Al igual que ocurre con Fuscus Bitius (2.2.3), podemos suponer que también habría
sido compañero de armas de Doles en el ala Tau(riana). Su onomástica carece de praenomen y
presenta, nuevamente, un elemento latino y otro indígena, aunque, a diferencia del caso anterior,
tiene una estructura clara de nomen más cognomen. En ella destaca el gentilicio Sulpicius, que
permite considerar la posibilidad de que nos encontremos ante un ciudadano romano. Esta
es la postura defendida por J.I. San Vicente, para quien Susulla habría recibido la ciudadanía
romana en tiempos de Galba tras haber culminado los 25 años de servicio reglamentarios y con
anterioridad a que su unidad hubiese ganado el título de civium Romanorum en la lucha contra
Civilis71. Sin embargo, dada la escasa información que poseemos sobre el personaje, conviene
ser prudentes en este sentido, ya que no conocemos sus años de servicio ni tampoco el momento
en que tuvo lugar su reclutamiento, por lo que no podemos descartar que se hubiese alistado
cuando el Ala Tauriana era ya una unidad de ciudadanos romanos.
El origen tracio de Susulla fue sugerido por A. García y Bellido siguiendo los mismos
motivos expuestos en el caso anterior (ver. 2.2.3 y notas 64 y 65). Sin embargo, conviene tomar
nuevamente con prudencia esta afirmación, ya que la designación como heredero no es por sí
misma indicativa de un origen común. De igual modo, el cognomen Susulla conforma un unicum,
por lo que no contamos con otros paralelos que permitan establecer una clara asociación entre
este cognomen y la región de Tracia, invalidando así su empleo como un elemento indicativo
del origen de este personaje.

2.2.5. Ignota

En última instancia nos queda por referir en este apartado el caso de la madre de Nusatita
(2.1.4), cuya onomástica desconocemos. Esta mujer aparece mencionada de forma indirecta
en el epitafio de este pequeño esclavo cuando el texto epigráfico subraya su status servil (puer
serv(a)e). Dada las dificultades del viaje y la corta edad de Nusatita es muy posible que ella
hubiese sido la verdadera itinerante72. Por ello, podemos suponer que también sería de origen
tracio y que habría llegado a la Bética junto a su hijo o poco antes del nacimiento de este.

71
San Vicente, José Ignacio, “Galba, el ala… op. cit., pp. 96-97.
72
García y Bellido, Antonio, “El elemento forastero…”op. cit.p. 138; Mirón Pérez, Mª. Dolores, “La movilidad
espacial de mujeres y su identificación en la Bética romana”, Hispania Antiqua, 37-38 (2013-2014), p. 312.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 48
Tabla 2: Inmigrantes de posible origen tracio documentados en Hispania.

Onomástica Cron. Origo Domicilio Status Función social Referencia


Marcus ¿Libertus?
¿Natione CIL II2/5,
Aurelius Siglo iii d. C. Iponoba / ¿Civis
Geta? 375
Achaicus Romanus?
Peregrinus Miles ¿alae Tau(rianae)
Fuscus Bitius Siglo i d. C. Calagurris / ¿Civis tor(quatae) Vic(tricis) CIL II, 2984
Romanus? c(ivium) R(omanorum)?
Caius Valerius Transición siglo Natione Colonia CIL II2/7,
Civis Romanus
Avitus ii al iii d. C. Th[- - -] Patricia 394
Miles ¿alae Tau(rianae)
Sulpicius ¿Civis
Siglo i d. C. Calagurris tor(quatae) Vic(tricis) CIL II, 2984
Susulla Romanus?
c(ivium) R(omanorum)?
Ignota Siglo iii d. C. Ossigi Serva CIL II2/7, 24

3. Conclusiones

La presencia de individuos de origen tracio en Hispania resulta bastante modesta


atendiendo a la documentación epigráfica disponible actualmente. Esta conforma un elenco
limitado de inscripciones, todas ellas funerarias, que nos han permitido documentar con certeza
a cinco individuos de origen tracio (tabla 1). A ellos podríamos sumar otros cinco casos donde
la procedencia tracia de sus protagonistas no está totalmente clara (tabla 2). Las inscripciones
estudiadas se concentran en las provincias Citerior y Baetica y han sido datadas en los siglos
i y iii d. C. Dentro de los individuos que podemos considerar con seguridad de origen tracio

observamos que tres de ellos han sido localizados en la Hispania Citerior, concretamente en
Legio, Calagurris y Asturica Augusta, mientras que los dos individuos restantes proceden de la
Bética, donde han sido hallados en Gades y Ossigi.
Por el contrario, muy poco podemos decir sobre los centros emisores, ya que entre las
inscripciones estudiadas solo contamos con una referencia a una ciudad concreta, en este
caso Serdica (domo Serdus), mencionada en el epitafio de Fuscus Dorilsis (2.1.3). El resto de
individuos identificados indican su origo empleando el término natio (ablativo natione) seguido
de una referencia geográfica o étnica. Esta puede aludir a la propia región de Tracia, como
ocurre con M. Aurelius Victor (2.1.1) y Nusatita (2.1.4), que emplean las fórmulas Natio(ne)
[Th]rax y Natione T(h)racie, respectivamente, o bien hacer referencia a algunos de los pueblos
que habitaban en esa provincia, como los besos en los casos de Iulius Longinus Doles (2.1.2)
y ¿Simp(lex)? (2.1.5) o los getas, siempre que aceptemos la propuesta de una procedencia
49 José Ortiz Córdoba, “Tracios en Hispania”
tracia para M. Aurelius Achaicus (2.2.1). Esta forma de indicar la origo era frecuente entre los
peregrini, aunque en ocasiones también fue empleada por los ciudadanos romanos, sobre todo
con posterioridad al siglo ii d. C.73. En el caso que nos ocupa el uso de esta fórmula reflejaría
bastante bien la situación del mundo tracio, incorporado a Roma de forma tardía y donde la
difusión de la vida urbana y la ciudadanía romana se produjeron de forma gradual.
La principal causa de movilidad entre los personajes estudiados fue su servicio en el
ejército, dado que la mayoría de los tracios documentados en Hispania fueron militares. Casi
todos sirvieron en unidades auxiliares, como sucede con Fuscus Dorilsis (2.1.3), enrolado en una
cohors Thracum, y también con Iulius Longinus Doles (2.1.2), que sirvió junto a sus herederos,
Fuscus Bitius (2.2.3) y Sulpicius Susulla (2.2.4), en el Ala Tauriana. Por el contrario, hemos
identificado únicamente un legionario. Se trata de M. Aurelius Victor (2.1.1), reclutado para la
VII Gemina durante el siglo iii d. C. Junto a estos militares, que se presentan ante nosotros como
el grupo más homogéneo, debemos añadir la existencia de otras casuísticas puntuales, como
la del gladiator ¿Simp(lex)? (2.1.5), llegado a Gades en el contexto de la realización de unos
juegos gladiatorios, o la del esclavo Nusatita (2.1.4), documentado junto a su madre (2.2.5) en
el municipio de Ossigi. Todos estos casos reflejan una movilidad que no podemos calificar de
voluntaria, dado que los militares estuvieron sujetos a las exigencias del servicio y se vieron
obligados a desplazarse en función de las directrices emanadas del poder central, mientras
que los gladiadores y los esclavos desarrollaron una movilidad que obedecía a los intereses,
principalmente económicos, de sus respectivos propietarios y que estuvo condicionada por la
existencia de fuertes lazos de dependencia personal.
Para finalizar, realizamos algunas consideraciones sobre la onomástica y el status jurídico
de los personajes estudiados. Dejando a un lado los casos de Nusatita (2.1.4) y ¿Simp(lex)?
(2.1.5), que presentan nombres sencillos propios del ámbito servil, encontramos en nuestro
trabajo una notable variedad onomástica que debemos señalar y de la que podemos extraer tres
ideas básicas:
a) Contamos con solo tres casos de onomástica con tria nomina, los de M. Aurelius Victor
(2.1.1),C. Valerius Avitus (2.2.2) y M. Aurelius Achaicus (2.2.1). Los dos primeros son
ciudadanos romanos, una condición que también podríamos extender a M. Aurelius
Achaicus, aunque su cognomen griego permite plantear también la posibilidad de que
se trate de un liberto.
b) Son mayoría los individuos con estructuras onomásticas bimembres donde conviven
un elemento latino y otro indígena. Así lo observamos en los casos de Fuscus Dorilsis
(2.1.3), Fuscus Bitius (2.2.3) y Sulpicius Susulla (2.2.4). Los dos primeros antepusieron
el cognomen latino Fuscus a sus posibles nombres indígenas, aunque en el caso de
Bitius no es descartable que nos encontremos ante una onomástica invertida. Ambos

73
Lassère, Jean-Marie, Manuel d’Épigraphie… op. cit., pp. 132-134.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 50
personajes serían probablemente dos peregrini que habrían latinizado parcialmente
sus nombres. Por su parte, Sulpicius Susulla porta un gentilicio imperial que podría
estar reflejando su acceso a la ciudadanía romana en época de Galba. En este ambiente
podríamos situar también a Iulius Longinus Doles (2.1.2), ya que su onomástica, que
se compone de tres elementos, presenta un nomen seguido de dos cognomina, uno
latino y otro indígena. De su gentilicio se desprende que Doles estaba en posesión de
la ciudadanía romana, una circunstancia que contrasta, sin embargo, con su servicio en
una unidad auxiliar.
c) Existe una notable diferencia entre los inmigrantes tracios del siglo i y los del siglo
iii, ya que los primeros —Fuscus Dorilsis, Iulius Longinus Doles, Fuscus Bitius y

Sulpicius Susulla— conservan aún en su onomástica ciertos rasgos indígenas, mientras


que los del siglo iii d. C. —M. Aurelius Victor y M. Aurelius Achaicus— adoptaron una
onomástica plenamente romana en la que destaca el empleo del gentilicio Aurelius,
que muy posiblemente debamos relacionar con los efectos jurídicos derivados de la
promulgación de la Constitutio Antoniniana.
Venta de Borondo (Daimiel, Ciudad Real). Actuaciones
arqueológicas para la recuperación de un bien singular

Venta de Borondo (Daimiel, Ciudad Real). Archaelogical


perfomances for the restoring of a singular asset

MIGUEL TORRES MAS


Motilla del Azuer/Ayuntamiento de Daimiel
[email protected]

DAVID CEJUDO LORO


Asociación Cultural Venta de Borondo
[email protected]

M.ª ISABEL ANGULO BUJANDA


[email protected]

HONORIO ÁLVAREZ GARCÍA


[email protected]

Resumen: La Venta de Borondo (Daimiel, Ciudad Real) es uno de los últimos exponentes
de una tipología arquitectónica representativa de la época bajomedieval-moderna, como
lo fueron las ventas de llanura. En su conjunto, en el que destaca el torreón occidental,
se pueden identificar las particularidades que atesoraron estas manifestaciones y que,
entre otras consideraciones, pudieron servir de inspiración a Miguel de Cervantes para su
recreación dentro de la celebérrima obra Don Quijote de la Mancha.

A pesar de su trascendencia, la ausencia de labores de mantenimiento en su interior ha


causado el deterioro progresivo de sus estructuras, con riesgo de colapso en determinadas
zonas. Por estas razones, desde el año 2017, se están emprendiendo diversas acciones con
el objetivo de estudiar, preservar y difundir este conjunto patrimonial tan emblemático.
A través de este artículo tratamos de dar a conocer las singularidades de este inmueble,
así como describir las actuaciones que se están llevando a cabo en torno al mismo y que
tratan de fomentar un legado excepcional.

Palabras clave: construcción civil, sitio histórico, torre, tapial, Daimiel.

Recibido: 17 de enero de 2020; aceptado: 25 de mayo 2020; publicado: 30 de septiembre de 2020.


Revista Historia Autónoma, 17 (2020), pp. 51-73
e-ISSN: 2254-8726;https://doi.org/10.15366/rha2020.17.003
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 52
Abstract: Venta de Borondo (Daimiel, Ciudad Real, Spain) is one of the last exponents of a late
medieval and early modern architectural typology, as were the plains inns. In this historic site,
in which the western tower stands out, it is possible to identify the particularities of these kind
of constructions, which could have inspired Miguel de Cervantes to recreate one of them in its
worldwide known work Don Quixote of La Mancha.

Despite its transcendence, the lack of maintenance works has caused a progressive deterioration
of its structures, with a serious risk of collapse in certain areas. For these reasons, since 2017,
several actions have been undertaken with the aim of studying, preserving and communicating
this emblematic heritage site. Through this article, we try to raise awareness of the singularities
of this building, as well as to describe the works that are being carried out to preserve this
exceptional legacy.
Keywords: civil construction, historical site, tower, rammed earth, Daimiel.

1. La Venta de Borondo en su contexto territorial

La Venta de Borondo se encuentra emplazada a unos 16 km al sur del núcleo urbano de


Daimiel, en el extremo meridional de su término, razón por la que se encuentra muy próxima al
límite con otros municipios como Manzanares, Almagro y Bolaños, todos ellos en la provincia
de Ciudad Real (Castilla-La Mancha). Además, durante un tiempo llegó a constituir el límite
entre la encomienda de Ureña y la población de Moratalaz, actualmente desaparecidas. Se
localiza dentro del paraje localmente conocido como “Campo de Ureña” y cercana a la falda
norte de la Sierra Pelada, en pleno Campo de Calatrava.
Figura 1: Mapa con la localización de la Venta de Borondo.

Fuente: Elaboración propia.


53 Miguel Torres, David Cejudo, M.ª Isabel Angulo, Honorio Álvarez, “Venta de Borondo…”
A lo largo de la historia ha representado un punto estratégico a nivel comarcal, ya que
en torno a la Venta discurren diversas rutas e itinerarios de cierta trascendencia. Así, por sus
inmediaciones se sitúa el “Camino Real de Alicante”, que unió Ciudad Real con aquella ciudad,
correspondiendo concretamente al tramo denominado “Camino de Almagro”, que permitió
durante varios siglos la conexión entre esta villa y las de Bolaños y Manzanares. Unos 100 m
al norte transita el “Camino de las Carretas”, conocido también como Ureña o del Pardillo, que
tuvo un importante tráfico carretero durante determinadas etapas.
Hacia el sur, al otro lado de las estribaciones de Sierra Pelada, encontramos la “Cañada
Real Soriana Oriental”, una de las vías de uso tradicional dentro de los circuitos trashumantes,
en vigencia desde época medieval. Este movimiento, basado en el desplazamiento de ganado
entre el norte y el sur peninsular para aprovechar la idoneidad del pasto según la época del año,
implicó la configuración de un sistema cíclico de traslado de animales y personas. Asimismo,
esta actividad necesitó el desarrollo de infraestructuras viarias que facilitaran el abastecimiento
de una logística precisa. Estas instalaciones presentaron unas dimensiones heterogéneas
adaptadas al medio físico, así como a las exigencias de un sector productivo concreto: el
ganadero1. Igualmente, fue importante la disposición de una corporación que reglamentase
pautas y procedimientos considerados esenciales en esta tarea, expresada en la articulación del
Honrado Concejo de la Mesta2.
En los mismos términos, la red de comunicaciones diseñada entre diferentes regiones
favoreció la habilitación de establecimientos que permitieran el descanso, alojamiento y provisión
de los viajeros. A esta demanda parece que respondieron las ventas de fase bajomedieval-
moderna, que se extendieron a lo largo de diversos puntos de España como la actual Castilla-La
Mancha3. La relevancia de estas edificaciones facilitó su referencia en fuentes documentales de
la época, como sucedió con el ejemplo daimieleño.
Los cambios experimentados a nivel político, económico y social a partir del siglo xix,
pero sobre todo la introducción de innovaciones en los medios de transportes y la redefinición
de las rutas configuradas, implicaron el ocaso de estos “referentes camineros”, por lo que
muchos de ellos acabaron abandonándose. Esta situación significó el fin progresivo de estas
construcciones, contribuyendo a su desaparición del espacio físico y simbólico en el que
surgieron. Por desgracia, en la actualidad, la mayor parte de los casos pertenecientes a esta
1
Las cañadas reales castellanas se subdividían en bifurcaciones menores llamadas cordeles y veredas. No obstante,
se puede documentar la existencia de un alto número de vías más estrechas, de denominación heterogénea y
carácter local, generando una red de vasos comunicantes en la que los pastores trashumantes optaban por un
trazado en virtud del contexto climático, político o económico de cada momento. García Martín, Pedro, “Cañadas,
trashumancias y cultura mesteña”, en Ambienta: La Revista del Ministerio de Medio Ambiente, 120 (2017), pp.
14-23.
2
Así, en 1273, el rey Alfonso X “el Sabio” constituyó el “Honrado Concejo de la Mesta”, como un gremio
constituido como marco legal para todos los ganaderos, con el que se intentaba evitar, entre otras cuestiones, los
conflictos latentes entre agricultores y ganaderos por el tránsito de los rebaños por las tierras de los primeros. Arcos
Domínguez, Mª Carmen y Manuel Molina Cañadas, Montes Norte. Un patrimonio por descubrir, Ciudad Real,
Gráficas Garrido, 2011, p. 42.
3
García Sáez, Joaquín Francisco, Las Ventas: Una arquitectura rural singularizada por su función. Las ventas en
la provincia de Albacete, Toledo, Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla-La Mancha, 2008.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 54
tipología se encuentran desaparecidos, en mal estado de conservación o tienen alterada su
composición, siendo la Venta de Borondo uno de los escasos testimonios que mantiene la
integridad y singularidad de estos inmuebles4. Además, en su estructura se pueden advertir las
características que han conformado la arquitectura vernácula de esta región5. Estas fortalezas,
así como todas las singularidades que atesora, permitieron su catalogación como Bien de Interés
Cultural en el año 20076.

2. La Venta de Borondo en la historia

Desconocemos con exactitud el origen del actual edificio, aunque podemos situar su
génesis en torno a los estadios finales del mundo medieval o inicios de la época moderna. A
este respecto, la primera mención documental la encontramos en las Relaciones topográficas de
Felipe II, concretamente en la contestación 25 sobre el término de Daimiel7.
No obstante, en sus alrededores se han podido localizar elementos materiales que
inferirían en la ocupación de su espacio físico desde fechas anteriores. Así, por ejemplo, se
han documentado fragmentos de cerámica asociados al horizonte crono-cultural íbero regional.
Destaca el hallazgo de diversos galbos con la típica decoración de bandas geométricas-circulares
con engobe de tonalidad vinosa8. También se han localizado piezas de adscripción romana,
como terra sigillata, tegula y material latericio. De todos modos, el carácter parcial y secundario
de estos descubrimientos, bien localizados de manera superficial, bien formando parte de los
tapiales de los paramentos de la venta, no permiten concretar el tipo de establecimiento que se
configuraría en torno a estas etapas. A este respecto, quizás podría relacionarse con las vías de
comunicación peninsulares articuladas durante este período, algunas de las cuales transitarían
por esta comarca9. Igualmente, tampoco es posible determinar si este poblamiento estaría ya en
vigencia durante el contexto oretano de la Edad del Hierro o, en cambio, se trataría de modelos

4
Cejudo Loro, David, “Venta de Borondo: origen y evolución hasta nuestros días”, en II Jornadas de Historia de
Daimiel, Ayuntamiento de Daimiel, 2013, p. 71.
5
Jérez García, Oscar, Arquitectura Popular Manchega, Ciudad Real, Diputación de Ciudad Real, 2004.
6
Resolución publicada en DOCM con fecha 14-12-2007. Su catalogación se debe a que responde a un inmueble
“singular y destacado dentro del patrimonio de esta región”. Queda recogido como Monumento, al corresponder
con una “construcción u obra producto de la actividad humana, de sobresaliente interés histórico, artístico,
arquitectónico o arqueológico”.
7
Viñas Mey, Carmelo y Ramón Paz, Relaciones histórico-geográficas-estadísticas de los pueblos de España
hechas por iniciativa de Felipe II. Ciudad Real. Biblioteca virtual de la Universidad de Castilla-La Mancha, 1971,
p. 13, «www.uclm.es/ceclm/b_virtual/libros/Relaciones_CR/index.htm» [Consultado 29 de septiembre de 2019].
8
Rodríguez González, David, “Notas sobre el poblamiento de época ibérica en Daimiel (Ciudad Real)”, en III
Jornadas de Historia de Daimiel, Ayuntamiento de Daimiel, 2015, p. 36.
9
Torres Mas, Miguel, “El poblamiento protohistórico y la romanización en los Ojos del Guadiana”, en Desde el
Árbol Gordo, 11 (2013), pp. 34-38.
55 Miguel Torres, David Cejudo, M.ª Isabel Angulo, Honorio Álvarez, “Venta de Borondo…”
de pervivencia de la cultura indígena íbera, que tuvo continuidad durante las primeras fases de
la romanización de este territorio10.
Siendo conscientes de las limitaciones de los resultados obtenidos, las interpretaciones nos
señalarían la importancia de este lugar para el asentamiento humano desde tiempos pretéritos.
En virtud de estas ventajas, quedó definido un establecimiento de características desconocidas
en la actualidad, que podría estar relacionado con los itinerarios que a nivel peninsular se venían
formalizando desde etapas protohistóricas11.
Este emplazamiento propicio estuvo presente también en época bajomedieval, cuando el
fortalecimiento de las conexiones entre Castilla y Andalucía generó la necesidad de habilitar
hospederías en el recorrido, razón por la cual surgiría la Venta de Borondo. Su funcionamiento
se situó dentro de una cronología, siglos xv y xvi, en la que estos albergues fueron extendiéndose
por diferentes regiones12, pasando a convertirse en referentes distintivos del paisaje. Así, en las
Relaciones topográficas de Felipe II encontramos alusiones a la existencia de ventas en el entorno
de Daimiel y su contexto geográfico más próximo. Gracias a este texto conocemos el nombre
de algunas, como en este caso, y ciertas particularidades de su arquitectura, como sus paredes
encaladas y zócalos de color añil, que quedarían integrados en “el horizonte manchego”13. No
menos indicadoras son las profusas referencias efectuadas por Miguel de Cervantes a estas
construcciones en su obra Don Quijote de La Mancha14:
[...] vió no lejos del camino por donde iba una venta, que fue como si viera una
estrella, que a los portales, si no a los alcázares de su redención, le encaminaba.
Dióse priesa a caminar, y llegó a ella a tiempo que anochecía [..] luego que vió
la venta se le representó que era un castillo con sus cuatro torres y chapiteles de
luciente plata, sin faltarle su puente levadizo y honda cava, con todos aquellos
adherentes que semejantes castillos se pintan.15

En suma, parece atestiguado que la Venta de Borondo, al menos desde el siglo xvi,
cumplió funciones de albergue en relación con diferentes recorridos que transitaban por este
paraje. Fueron, además, arterias que permitieron el tránsito de personas, ganados, mercancías,
o incluso también de ideas, aspectos que potenciaron su trascendencia a lo largo del tiempo.
Esta orientación marcó su arquitectura, generando una huella que se ha mantenido hasta
nuestros días. El paso del tiempo, las eventualidades y las modas fueron introduciendo cambios
o reformas en su construcción, bien con el objetivo de adaptarse a nuevas necesidades o en

10
Rodríguez González, David: “Notas sobre… op. cit., p. 41.
11
Carrasco Serrano, Gregorio, “Aportación al estudio de las vías romanas de Toledo y Ciudad Real”, en Hispania
antigua, 36 (2012), pp. 151-162.
12
Cejudo Loro, David, “Venta de Borondo: … op cit., p. 75.
13
Viñas Mey, Carmelo y Ramón Paz, Relaciones histórico-geográficas… op. cit.
14
De todos modos, no podemos inferir con certeza que Miguel de Cervantes Saavedra se basara específicamente
en esta edificación para trasladar los episodios de las andanzas del “Caballero de la Triste Figura”, aunque debido
a los numerosos viajes emprendidos por el autor, existe la posibilidad que conociera de primera mano esta venta.
15
Cervantes Saavedra, Miguel, 1605, El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha, parte I, capítulo 2.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 56
virtud de las posibilidades técnicas, económicas y estéticas de las gentes vinculadas con el
inmueble16.
Una fecha importante en su historia lo encontramos en el año 1674, ya que sus paredes
fueron testigos de un acontecimiento notable, acogiendo a representantes de las villas de
Almagro, Daimiel, Manzanares y Moral para acordar amojonar y deslindar el término de
Moratalaz17, cuyos límites se situaban cercanos18.
Durante el siglo xviii encontramos menciones a su recinto, como en la obra del geógrafo
Tomás López, con la plasmación de varios mapas cartográficos sobre La Mancha y el Campo
de Calatrava19. En ellos aparece recogido su nombre y localización. Incluso, este autor llegó
a situar en este punto el episodio del Quijote donde el personaje literario Alonso Quesada fue
armado caballero. Asimismo, en el “Itinerario Español, o Guía de Caminos” de José Matías
Escribano es nombrada esta edificación20.
Durante la segunda mitad del siglo xix, las rutas históricas mencionadas perdieron la
trascendencia que habían ostentado. La aparición de nuevos trazados con mejores firmes
alteró su consideración como centros camineros referenciales. En este caso, el impulso de una
carretera a unos 2,5 km al norte21, significó el traslado del volumen del tráfico a este recorrido,
implicando el abandono progresivo de los caminos antiguos. Por esta razón, la circulación
quedó reducida al tránsito de propietarios de las fincas del contorno, como sigue ocurriendo
hoy en día.
Este escenario implicó una reorientación en la concepción de la venta como alojamiento. A
partir de este momento pasó a tener una dedicación agropecuaria más exclusiva, con el objetivo
de aprovechar las potenciales posibilidades que ofrecía el entorno. Esta circunstancia provocó
la modificación de espacios interiores, sustituyendo habitaciones empleadas como alojamientos
por salas dedicadas a cuadras, pajares o abrevaderos. No obstante, mantuvo buena parte de
la arquitectura primitiva, como dimensiones de espacios, materiales y técnicas constructivas.
De todos modos, es probable que conservara alguna prerrogativa con respecto a su uso
16
Cada transformación experimentada en el inmueble ha generado una nueva arquitectura que inexorablemente
respondió a aquellas variables funcionales, constructivas o formales que justificaron su modificación. De la misma
forma, en cada proceso se produce un contexto diferente en el que los materiales conservados del diseño precedente
se integran en el proyecto ex novo.
17
Moratalaz fue una entidad de origen islámico, época en la que parece que constituyó una unidad territorial que
contó con una población dispersa y orientación eminentemente agrícola. A partir del siglo xiii pasó al control de
la Orden de Calatrava, reduciendo progresivamente sus límites y número de vecinos hasta quedar prácticamente
despoblada en el siglo xvi. Este abandono generó un escenario de conflictos por su territorio entre las localidades
próximas. Almagro Vidal, Clara, “Un trayecto de doble sentido: relaciones entre Daimiel y Moratalaz a finales de
la Edad Media”, en II Jornadas de Historia de Daimiel, Ayuntamiento de Daimiel, 2013, pp. 59-69.
18
García-Consuegra García-Consuegra, Mariano, “La Venta que parecía castillo”, en Revista el Olivo, (2010), pp.
18-19.
19
López, Tomás, Mapa de una porción del Reyno de España que comprehende los parages por donde anduvo Don
Quijote, y los sitios de sus aventuras [Material cartográfico] / Delineado por D. Tomás López Geógrafo de S. M.
según las observaciones hechas sobre el terreno por D. Joseph de Hermosilla Capitán de Ingenieros‎, Madrid, Se,
1780.
20
Escribano, José Matías, Itinerario Español o Guía de Caminos para ir desde Madrid a todas las Ciudades y
Villas importantes de España: y para ir de unas ciudades à otras; y à algunas Cortes de Europa, Madrid, Imprenta
de Miguel Escribano, 1767.
21
Esta carretera aparece ya ilustrada en el Mapa Topográfico Nacional de 1888, hoja 785.
57 Miguel Torres, David Cejudo, M.ª Isabel Angulo, Honorio Álvarez, “Venta de Borondo…”
anterior. Así, según testimonios orales, se tiene constancia del estabulamiento ocasional en los
exteriores de rebaños procedentes de los páramos sorianos, sur de la provincia de Ciudad Real
o de Extremadura22. Incluso, según estas fuentes, las gentes asociadas a esta práctica, quizás
acogiéndose a derechos tradicionales, podían utilizar para su descanso las infraestructuras
auxiliares de este complejo. El retroceso de este modus viviendi, la introducción de innovaciones
en las fórmulas de circulación, con la mecanización de medios de transporte y vehículos,
y la progresiva intensificación de la ganadería, así como los cambios experimentados en el
paradigma económico y social español en las últimas décadas de la centuria pasada, acabarían
definitivamente con el tránsito trashumante por estos parajes.
Figura 2: Fotografía Venta de Borondo, 1953.

Fuente: Familia López Bautista.

22
Así nos lo comentan los herederos familiares de los antiguos propietarios. La incorporación de fuentes orales
para la investigación histórica ha sido un tema que ha generado un cierto debate entre los especialistas. En España
la década de 1980 significó un periodo de eclosión de esta materia, con la organización de los primeros congresos
y proyectos a nivel nacional. Desde entonces se han celebrado multitud de conferencias, seminarios y cursos,
configurándose un número importante de equipos de trabajo como el Seminario de Fuentes Orales de Madrid,
GIFO de Valencia, Seminario de Fuentes Orales y Gráficas de la UNED, entre otros, incluso dentro de instituciones
no académicas, como la pionera Sección de Historia Oral del Instituto Municipal de Historia de Barcelona. La
creación en 1989 de la revista Historia y Fuente Oral, posteriormente Historia, Antropología y Fuente Orales,
representó todo un hito para esta área. En la actualidad son numerosos los proyectos que encontramos en torno
a esta temática como Seminario de Fuentes Orales de la Universidad Complutense de Madrid, AHOA, Mujer y
Memoria, Banc Audiovisual de Testimonis o el Archivo de la Palabra. En líneas generales, se trata de un método
de investigación basado en la grabación de testimonios orales en el marco de entrevistas. Ferrando Puig, Emili,
Fuentes orales e investigación histórica: orientaciones metodológicas para crear fuentes orales de calidad en
el contexto de un proyecto de investigación histórica, Barcelona, Ediciones del Serbal, 2006. Aunque es cierto
que a nivel nacional se lamenta la falta de un debate teórico más profundo y un movimiento de renovación
historiográfica, el desarrollo de esta técnica ha permitido grandes avances en el campo de la historia sociopolítica.
A este respecto, puede resultar interesante para reconstruir el pasado, sobre todo para aportar otros enfoques y
puntos de vista, aunque sin obviar la crítica epistemológica. Alía Miranda, Francisco, Técnicas de investigación
para historiadores. Las fuentes de la Historia, Madrid, Síntesis, 2017. En este caso se optó por una entrevista no
dirigida (libre) sobre los actuales propietarios de la Venta de Borondo. Por edad, todos ellos recuerdan aspectos
interesantes sobre el funcionamiento de la Venta de Borondo durante la segunda mitad del siglo xx.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 58
El fin de las actividades relacionadas con la historia de esta construcción, con la pérdida
de la funcionalidad para la que fue concebida, implicó su declive progresivo. Esta situación
resultó más evidente a principios del siglo xxi, cuando la prolongada ausencia de labores
de mantenimiento, unida al impacto de agentes erosivos ambientales sobre su composición,
provocó el deterioro paulatino de todo su conjunto, con el riesgo de colapso de estructuras y la
amenaza de ruina absoluta23. Por estas razones, varios ciudadanos de Daimiel en el año 2016
decidieron constituir la Asociación Cultural “Venta de Borondo y Patrimonio Manchego”, con
el objetivo fundamental de promover la salvaguarda y la valorización de este inmueble.

3. La edificación de la Venta de Borondo

Grosso modo, en la actual propiedad podemos apreciar buena parte de las características
de las “ventas de llanura” de cronología bajomedieval-moderna. Además, como hemos
comentado supra, representa una de las últimas manifestaciones existentes en estos momentos.
Por otra parte, su diseño, evolución y configuración responde a las directrices propias de las
construcciones vernáculas manchegas, por lo que constituye también un modelo óptimo para
identificar las particularidades de esta tipología.
La venta se encuentra articulada por un edificio principal de planta rectangular. Cuenta
con dos alturas, un patio interior y torreón en la esquina suroeste, punto icónico del sitio. En
torno a esta construcción se distribuyen una serie de estancias secundarias, erigidas para una
función agropecuaria.
Al interior del ámbito preferencial se accedía desde la fachada oriental, a través de una
puerta de doble hoja en su punto central, flanqueada por un pórtico de sillería decorado con
basas, medias columnas adosadas al paramento, capitel, friso y escudo de armas sobre el
dintel. Por desgracia, algunas de estas piezas han sido expoliadas. Constituye la sección que
cuenta con una ornamentación más relevante, destacando la presencia de unas ménsulas con
simbología de arpías o arpíos. El desarrollo actual de las investigaciones no permite establecer
si se trataría de una composición ex professo, lo que denotaría un importante nivel económico
de sus propietarios, o pudo trasladarse íntegramente desde otro lugar, como pudo ser la ermita
de Nuestra Señora de Ureña, santuario que se situaba relativamente cercano a esta zona. A
partir del siglo xviii, este templo experimentó una progresiva decadencia hasta que quedó
prácticamente en ruinas durante el siglo xix24. Su ocaso favoreció que elementos presentes en
23
De hecho, llegó a estar situado en la “Lista Roja del Patrimonio Hispania Nostra”, clasificación que mantuvo
hasta el año 2018. Actualmente, debido a las acciones realizadas desde el 2017, ha pasado a formar parte de la
“Lista Verde” https://listarojapatrimonio.org/ficha/venta-de-borondo/ [Consultado 17 de octubre de 2019].
24
Cejudo Loro, David, “Venta de Borondo:… op. cit., p.73.
59 Miguel Torres, David Cejudo, M.ª Isabel Angulo, Honorio Álvarez, “Venta de Borondo…”
el mismo fueran trasladados hacia otros sitios. Por ejemplo, la talla de la Virgen venerada en
esta iglesia pasó a la parroquia de San Pedro Apóstol de Daimiel, ocupando la parte central
del retablo, ubicación que denota la relevancia otorgada por su adquisición25. Con respecto a
los motivos iconográficos, la arpía o harpía simboliza un ser fantástico clasificado entre los
entes “híbridos y monstruosos”, generalmente asociado a unas connotaciones negativas. Su
representación es heterogénea, como así puede advertirse tanto en las descripciones como en sus
expresiones formales, ya que habitualmente suele confundirse con la iconografía de la mujer-
ave o sirena26. Por regla general, se conforma con una cabeza de mujer, cuerpo femenino o de
ave y cola de serpiente o escorpión, pudiendo tener incluso patas de ave de presa. Esta temática
parece tener su origen en las culturas orientales27, desde las que fue adoptada por el mundo
grecorromano, en el que gozó de cierta repercusión. Posteriormente, la Iglesia Católica, dentro
de la disposición que otorgó a los espacios sagrados de un sentido didáctico y moralizante
para la instrucción de los fieles, contribuyó a la asimilación artística de motivos provenientes
del mundo clásico, en el que las divinidades mitológicas recogían los vicios y la depravación
de la sociedad de la época28. Por esta razón, estas figuras participaron de manera activa como
elementos simbólicos de los recintos de culto. Fue el caso de los capiteles de la otra parroquia
local, Santa María29. En su interior, en las molduras de estas piezas se advierte la presencia
de seres monstruosos, como una sirena, una cara humana grotesca, niños jugando de manera
“indecorosa” con un perro, o formas monstruosas. Se trataría de elementos que ostentarían
un carácter pedagógico y moralizante para la comunidad religiosa, sin descartar un sentido
devocional integral, contando con un significado específico dentro del período en el que fueron
proyectados30. La vinculación de estos ornamentos con lugares de culto reforzaría la tesis de
la pertenencia del grupo de la Venta de Borondo con un santuario, como podría suceder con el
próximo de Nuestra Señora de Ureña, que, ante el abandono del mismo, determinados objetos
y ornamentos fueran depositados en este inmueble.

25
Esta disposición central resaltaría la importancia de esta imagen, puesto que queda en un punto preferencial para
la vista del fiel, dentro de una jerarquización del recinto sagrado en el que las representaciones devocionales son
distribuidas en planos alegóricos según su trascendencia. Moreno Moreno, Andrés J., Milagros y exvotos de un
pueblo manchego, Ciudad Real, Biblioteca de Autores Manchegos, 1989, p. 89.
26
García-Consuegra García-Consuegra, Mariano, “La sirena varada”, en IV Jornadas de Historia de Daimiel,
Ayuntamiento de Daimiel, 2018, p. 66.
27
Afirma Diana Oliveros que en las antiguas civilizaciones de Mesopotamia, Egipto e India estos seres híbridos
contaron con cierta aceptación. Desde estas culturas fueron recogidas por la mitología griega y romana, para
posteriormente integrase en los espacios sagrados del mundo románico, como en canecillos y capiteles, e incluso
en el arte y literatura islámica. Olivares Martínez, Diana, “Las arpías”, en Revista Digital de Iconografía Medieval,
6, 11 (2014), pp. 1-12.
28
Minerva Saenz señala que las arpías pasaron a la Edad Media como alegorías de pecados de culpa y castigo,
como la codicia, el fraude y la falsedad. Sáenz Rodríguez, Minerva, “La imagen de la mujer en la escultura
monumental románica de La Rioja”, en Berceo, 147 (2004), p. 210.
29
Junto con San Pedro Apóstol es una de las administraciones parroquiales en las que se encuentra dividida
eclesiásticamente la ciudad de Daimiel. Se trata de una iglesia de origen gótico de planta basilical con tres naves
paralelas y torre a los pies.
30
Torres Mas, Miguel, Expiración. Los blancos en la Historia y la Semana Santa de Daimiel, Cofradía del Cristo
de la Expiración y Nuestra Señora de los Dolores, 2016, p. 111.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 60
Figura 3: Detalle de puerta en fachada principal.

Fuente: Autores.

Retomando la descripción arquitectónica, en la fachada oriental, a ambos lados de la


entrada, encontramos ventanas rectangulares de proporciones verticales con rejas de hierro
salientes. También encontramos alrededor de la puerta dos poyetes o bancos de fábricas. La
composición exterior presenta un dibujo con hueco central con dos ventanas laterales y tres
vanos superiores de la cámara que coinciden aproximadamente con las oquedades inferiores.
Se advierte una composición sencilla, pero en la que se distingue cierto nivel de planificación.
Asimismo, delante de este punto, en relación con su importancia como zona de paso, aparece
un pavimento formado por piedras calizas de mediano-pequeño tamaño trabadas con tierra
apisonada.
Desde la nave oriental se tiene acceso al patio central. Este espacio abierto, siguiendo
parámetros habituales en esta arquitectura, tuvo una función preferencial como distribuidor de
estancias, a partir del cual se accedía a diferentes habitaciones interiores. En la planta más baja,
en su último uso en el tiempo, fueron habilitadas salas destinadas a cocinas, cuadras, almacenes
y habitaciones domésticas. Mientras el piso superior, al cual se accedía mediante dos escaleras,
una interior de dos tramos al noreste y otra exterior de un tramo al sureste, fue aprovechado
como dormitorios y cámaras. El suelo del patio fue dispuesto por un empedrado con tierra batida,
61 Miguel Torres, David Cejudo, M.ª Isabel Angulo, Honorio Álvarez, “Venta de Borondo…”
similar al referenciado en la parte delantera de la fachada principal. Entre los objetos presentes
en su perímetro es destacable una pila labrada en piedra, junto con una prensa o un brocal de
pozo realizados en el mismo material. A pesar de su representatividad, es difícil estimar una
cronología precisa de estos objetos pétreos debido a su evidente descontextualización.
Al suroeste de la construcción principal se dispone la torre, sin duda alguna el recurso
emblemático del monumento. En origen pudo ostentar un papel estratégico como mirador que
controlaba el entorno y las vías de comunicación que vertebraban este espacio. En este sentido,
constituye un apreciable referente visual observable desde una larga distancia. Disponía de
ventanas en los cuatro lados de los dos pisos superiores, aunque todas ellas, salvo las situadas
en la pared meridional, fueron cegadas con posterioridad. La techumbre estaba formada por
una estructura de madera sobre la que se habilitó una formación de pendiente a cuatro aguas
mediante tableros de madera y tejas curvas de barro cocido. Destaca en su parte inferior el
alero, realizado con yeso y cuerdas de esparto trenzadas. En pleno siglo xx su interior fue
transformado como palomar, perdiendo la funcionalidad para la que fue concebido y alterando
su disposición.

Figura 4: Primera planta edificio principal.

Fuente: David Cejudo.


Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 62
Figura 5: Segunda planta edificio principal.

Fuente: David Cejudo

En sus paredes se instalaron nidales para albergar a las aves, quedando todo el interior
diáfano. Entre estos llamativos elementos se han documentado dos tipos diferenciados, unos
de obra ejecutados de forma rectangular y otros elaborados a partir de arcaduces cerámicos.
Estas piezas cerámicas, por sus dimensiones y características, se sabe que fueron generadas ex
professo para tal fin. Fue curiosa la elaboración de un sistema para la salida y entrada de estos
animales, a través de un procedimiento que permitía la apertura y cierre de la ventana superior,
mediante tres poleas y una cadena metálica, de manera eficaz y precisa, evitando el acceso de
depredadores.
Por su parte, las naves fueron levantadas con mampostería de piedra caliza, tapial
calicostrado enlucido con cal, junto con verdugadas y alero superior de ladrillo. La cubierta
fue acoplada mediante tableros, pares y tirantes de maderas, con cañizo y argamasa sobre los
mismos y cierre final con tejas curvas de barro cocido.
63 Miguel Torres, David Cejudo, M.ª Isabel Angulo, Honorio Álvarez, “Venta de Borondo…”
Figura 6: Alzados edificio principal Venta de Borondo.

Fuente: David Cejudo.

Anexas a la edificación principal, hacia el norte y oeste, fueron erigidas una serie de
instalaciones con una clara vinculación agropecuaria. Estuvieron formadas por cuadras,
corrales y almacenes, así como por aposentos de las personas vinculadas con estas faenas.
Fueron dispuestas con paredes de zócalo de mampostería de piedra y alzados de tapial, con
una cubrición con techumbres de estructura de madera y cerramiento de teja curva a dos aguas.
Quedaron distribuidas a partir de dos patios de dimensiones considerables con accesos a través
de grandes puertas de madera, una sobre la nave oriental y otra sobre la occidental. En el patio
situado más al este destaca la presencia de restos de un empedrado antiguo, compuesto por
materiales calizos de mediano-pequeño tamaño trabados con tierra apisonada, similar a los
otros apreciados en el inmueble.
Al noreste, aunque exento al recinto, se documenta un palomar de construcción reciente
en el tiempo y de características similares al definido en la última fase de la torre. De igual
manera, relacionado con esta casa, a unos 25 m hacia el norte se encuentra un pozo con noria y
alberca, al estilo tradicional de los utilizados en toda la comarca, que permitió el abastecimiento
de agua.
Por último, es mencionable un puente situado unos 100 m hacia el sur. Esta edificación
está levantada sobre un arroyo que ha perdido su curso, pero que en épocas de gran pluviosidad
ha llegado a recuperar su cauce hídrico, como ocurrió en el año 2013. Está formada por dos arcos
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 64
de medio punto ejecutados con mampostería, al igual que los estribos, mientras que las bóvedas
fueron levantadas mediante ladrillos. Todavía conserva, aunque no en muy buenas condiciones,
la capa de rodadura, comprendida por piedras calizas trabadas con tierra apisonada. En líneas
generales, su ergología constructiva es similar a la venta, aunque en este caso no se puede
documentar la existencia de importantes transformaciones en el tiempo. El funcionamiento
de esta infraestructura pudo estar relacionada con los caminos habilitados en esta zona y su
comunicación con la Cañada Real Soriana Oriental, así como también para la explotación de los
cultivos en sus inmediaciones, entre los que destacan olivares de cronología centenaria.

4. Estado de conservación de la Venta Borondo

A pesar de la representatividad y singularidad de este recurso, incluso su catalogación


como BIC, el sitio no había sido objeto de ningún proyecto arqueológico o de rehabilitación
hasta el año 2017. Hasta esa fecha únicamente son mencionables las tareas de mantenimiento
realizadas por los propietarios, aunque desde hacía dos décadas no tenían continuidad. Por
tanto, las condiciones en las que se encontraba el inmueble eran más que deficientes desde el
punto de vista patrimonial.
Esta precaria situación era evidente en buena parte de su arquitectura, con lesiones
especialmente notorias en determinadas partes como la torre central, la nave oeste y las cubiertas.
Además, el desprendimiento progresivo de materiales de los paramentos estaba generando una
pérdida de volúmenes en los mismos. Esta circunstancia implicaba un riesgo potencial para
toda la composición, pudiendo llegar a significar un derrumbe definitivo. Asimismo, la abertura
de vanos había generado filtraciones de agua pluvial, que a su vez generaba un mayor peso
sobre los muros de carga.
De manera preliminar y pese a la ausencia de diagnósticos más exhaustivos, se percibían
lesiones con un riesgo potencial para la integridad física y formal de la edificación, por lo que
resultaba necesaria la intervención de manera urgente. Estas patologías eran más significativas
en la torre central. En el tramo derecho de su fachada exterior oeste se observaba una pérdida
de material de la sección del muro de tapial, llegando incluso a provocar que quedaran visibles
capas internas, como puede advertirse en la figura 7.
La afección comprendía desde la parte más alta situada en el dintel del ventanal superior
cegado hasta la planta baja. Esta pérdida suponía un riesgo manifiesto para la estabilidad de la
torre, al afectar a los forjados y estructuras interiores. Además, se documentaba la caída de parte
del alero y tejas de la cubierta.
65 Miguel Torres, David Cejudo, M.ª Isabel Angulo, Honorio Álvarez, “Venta de Borondo…”
Como se ha comentado, había notables desprendimientos en la fachada exterior de la
nave oeste. A grandes rasgos, se trataba de una lesión muy similar al caso anterior, con una
importante pérdida de sección del tapial calicostrado desde el alero hasta la primera planta,
llegando a distinguir los niveles interiores sin su capa de protección. Incluso, este impacto
había dejado al descubierto la cara posterior de los arcaduces del palomar. De manera análoga,
esta merma transmitía presiones sobre la viga-cargadero de la torre, así como se atestiguaba el
desgaste y caída de aleros, caballetes y materiales de las cubiertas, especialmente en las naves
oriental y occidental. Estos perjuicios favorecieron la desaparición de tramos del cerramiento,
dejando a la vista el cañizo y la argamasa empleados en el cubrimiento y facilitando la apertura
de vanos por los que entraba el agua pluvial. Igualmente, este problema estaba generando una
sobrecarga en los forjados y la pudrición de las maderas.

Figura 7: Detalle de torre y exterior nave oeste antes de la intervención.

Fuente: Autores.

También era significativo el precario estado de las dos escaleras que permiten la subida
desde el patio central al primer piso. La exterior, situada en el sector sureste, había perdido
progresivamente buena parte de su cubierta de teja curva, por lo que se encuentra prácticamente
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 66
abierta a la intemperie. Mientras, la emplazada al noreste, presenta un colapso casi completo de
todos sus componentes, manteniéndose únicamente en pie algún peldaño de madera.
Ante esta realidad, resultaba necesario acometer una serie de labores que evitaran su ruina
efectiva, participando de un programa amplio de actuaciones que facilitaran su conservación
preventiva y revalorización. Por esta razón, desde el año 2017 se han emprendido diversas
acciones relativas al estudio, preservación e interpretación de este bien tan excepcional.

5. Actuaciones en la Venta de Borondo

5.1. Los primeros trabajos

La degradación de todo el conjunto debido a la ausencia de labores mínimas de


mantenimiento, había provocado la proliferación de elementos vegetales en prácticamente todo
su perímetro. Ante esta perspectiva, los primeros trabajos fueron enfocados a una limpieza
integral y a un desbrozado exhaustivo de toda la superficie. Se trató de una tarea preliminar,
llevada a cabo durante el año 2017, que facilitó la visualización del recurso, a la vez que
permitió aplicar medidas preventivas más efectivas y elaborar un diagnóstico más preciso sobre
su estado.
Una vez retirada la vegetación existente fue instalada en determinados puntos una valla
metálica a modo de cerramiento. Su objetivo fue el de evitar la entrada desde el exterior a
zonas con problemas de desprendimiento de materiales o incluso con riesgo de desplome de
paramentos. Se trataba de áreas que suponían un riesgo físico para la integridad de las personas,
por lo que fue necesario habilitar un sistema disuasorio para impedir el acceso a sectores
potencialmente peligrosos.
Concluida esta campaña se pudo evaluar la situación de la venta, comprobando de manera
directa los daños y alteraciones que presentaban determinados tramos, al igual que permitió
establecer las líneas prioritarias de actuación.

5.2. Intervención de urgencia

Acometidas estas primeras operaciones, limitadas desde el punto de vista de las


necesidades del bien, se estimó la prioridad de ejecutar unas serie de tareas que permitieran
detener la degradación de zonas con riesgo potencial de derrumbe y/o pérdida irreparable.
67 Miguel Torres, David Cejudo, M.ª Isabel Angulo, Honorio Álvarez, “Venta de Borondo…”
En líneas generales, se pretendía potenciar una valorización efectiva de todo el monumento.
Analizadas y definidas las actuaciones más urgentes, se decidió enfocar los esfuerzos hacia la
torre y a la fachada exterior de la nave occidental31.
Con respecto a la actuación, de manera previa se efectuó una documentación exhaustiva
de los sectores a intervenir, incluyendo una lectura de paramentos de los tramos abordados.
Igualmente, fue realizado un análisis sobre las características funcionales, constructivas
y formales del inmueble, o de los diferentes procesos históricos edilicios, incluyendo la
identificación de aquellos materiales tradicionales empleados, con el objetivo de poder respetar
sus características y componentes en la nueva intervención. En todo momento, se ha tratado
de salvaguardar la configuración original de la venta, respetando aquellos parámetros que han
permitido reconocer un legado tan singular para el patrimonio cultural castellano-manchego.
Asimismo, el proyecto se ha adaptado a las peculiaridades del edifico, consolidando aquellas
alteraciones manifestadas sin modificar o alterar su fisonomía.
El proyecto ha seguido aquellos criterios definidos como imprescindibles para trabajos
de restauración y rehabilitación32, como el principio de mínima intervención, actuando solo en
aquellas zonas previstas y respetando en todo momento los materiales y técnicas que configuran
el monumento; reversibilidad de los tratamientos, con la utilización de productos y métodos que
no han alterado las propiedades físico-químicas de los materiales constructivos; discernibilidad
de los trabajos, a través de la instalación de un “estrato o línea de intervención” de malla de
fibra de vidrio, entre los paramentos originales y las zonas rehabilitadas o en aquellos puntos
donde ha sido necesaria la aplicación de un “estrato de sacrificio”. En la actuación se ha tratado
de preservar los rasgos distintivos de la estructura original, conservando aquellos componentes
posibles o empleando materiales que fueran lo más afines a la composición histórica del
inmueble. Igualmente, se prescindió del uso de morteros con cementos, utilizando mezclas con
cal, que cuenta con propiedades más precisas para estas labores y representa una sustancia más
respetuosa con la arquitectura existente.
Con respecto a las operaciones acometidas durante esta campaña, destacaron las acciones
para la reposición de los paramentos de tapial y mampostería perdidos en la fachada exterior de
la torre y la nave oeste. La caída de materiales y volúmenes había originado grandes oquedades
en estas paredes, llegando incluso a dejar al descubierto niveles interiores del tapial. Stricto
sensu, esta circunstancia suponía un riesgo importante de colapso de estos sectores. En virtud
de estas debilidades, fue oportuno aplicar de manera inicial una capa ligera de mortero de cal
sobre la zona a intervenir, con el fin de fijar todo el ámbito para poder trabajar con las mejores
garantías de seguridad, así como para lograr una transpiración más efectiva de los materiales.

31
Las operaciones se incluyeron dentro del “Proyecto de consolidación y rehabilitación de torre y fachadas exterior
oeste y cubiertas en Venta de Borondo”, que contó con la aprobación de la Viceconsejería de Cultura de la Junta
de Comunidades de Castilla-La Mancha.
32
Angulo Bujanda, M.ª Isabel, “Conservación y restauración en el yacimiento arqueológico de la Motilla del
Azuer, campañas 2015 y 2016”, en IV Jornadas de Historia de Daimiel, Ayuntamiento de Daimiel, 2018, p. 33.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 68
Una vez estabilizado el lienzo, y colocado el estrato de intervención, se fue recomponiendo la
pared de mampostería y tapial, siguiendo los mismos parámetros de la tipología presente en
el resto de la fachada. La solución propuesta fue una argamasa con una fórmula compuesta
por tierra del entorno, arena, grava y cal, en diversas proporciones en función del espesor y
volumen a reintegrar, que lograba mantener una textura y tonalidad similar a la tradicional. La
disposición del relleno ha sido variable en función de la realidad existente en la composición,
incorporando incluso estacas de madera hidrófugas, a modo de cosido, como refuerzos en las
zonas de mayor pérdida de volumen. Esta solución ha logrado reforzar esta área, sin que ello
constituyera un mayor peso para su estabilidad.

Figura 8: Imagen durante el desarrollo de los trabajos.

Fuente: Autores.

El proceso de restitución se ha efectuado de abajo hacia arriba, sin necesidad de introducir


ningún tipo de encofrado. En la mampostería se han empleado las propias piedras caídas. Por su
parte, en los tramos de verdugadas de ladrillos se han recuperado aquellas piezas válidas o se han
incorporado nuevas bajo las mismas características, prolongando el mismo patrón compositivo.
La reposición ha tratado de igualar la sección de muralla con respecto a la superficie presente.
El revoco final del muro se ha realizado con un preparado de cal hidráulica, continuando con
69 Miguel Torres, David Cejudo, M.ª Isabel Angulo, Honorio Álvarez, “Venta de Borondo…”
la misma técnica de las unidades preexistentes, con la ligera variación de dejarlo levemente
rehundido, apenas unos milímetros, con el objetivo de poder distinguir de manera precisa el
ámbito restaurado del no intervenido. También se estimó en la aplicación del mortero respetar
un tiempo prudencial para el secado de la cal, favoreciendo la adecuada carbonatación de este
material.

Figura 9: Fachada nave oeste tras la intervención.

Fuente: Autores

Otra de las grandes actividades proyectadas fue la intervención en las cubiertas,


concretamente las pertenecientes a la torre y las naves adyacentes. En este sentido, se estimó
prioritario proceder a renovar aquellos componentes de madera que se pudieran encontrar
dañados. La retirada de tejas permitió evaluar la situación real del interior de la cubrición,
incluyendo toda la estructura de madera que soporta la misma. Una grata noticia fue advertir
que casi la totalidad de las maderas se encontraban en buenas condiciones, por lo que sólo fue
preciso retirar y sustituir uno de los pares, el situado más al sur. Posteriormente, fue instalado
un tablero de ripia de pino gallego, con aislante tipo poliestireno extruido adherido mediante
banda. Por encima fue aplicado un mortero de cal y arena, sobre el cual se han ido colocando
progresivamente las tejas, recuperando aquellas unidades originales en los costados de las
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 70
hiladas de tejas soleras, así como relleno bajo la cobija. Concluidos estos procesos, se efectuó
el emboquillado de las situadas en el alero. Asimismo, la moldura del alero de la torre ha sido
reparada y repuesta en aquellos puntos en los que había desaparecido o en los que se había
detectado la presencia de grietas que suponían un riesgo para su morfología. En los fragmentos
cuarteados se ha procedido a reintegrar la escayola, mientras que en las partes perdidas se ha
reproducido en el mismo material una moldura ex novo, obteniendo los volúmenes y dimensiones
de aquellas piezas que se encontraban saneadas. Las secciones añadidas han sido sujetadas con
esparto, respetando la técnica original a través de cuerdas trenzadas que cumplían esta función.

Figura 10. Vista de la Venta después del proyecto de actuación.

Fuente: Autores.

Igualmente, se ha procedido a la restitución de dos cubiertas correspondientes a la nave


meridional y occidental, concretamente en los puntos de contacto con la torre. La degradación
de estos espacios estaba provocando el traslado de presiones sobre la estructura de la madera
y la entrada de agua a los muros laterales. Debido a esta realidad se apreció conveniente la
reparación integral de estos sectores, siguiendo las mismas directrices que las planteadas en la
torre. Así, fue retirada la teja existente para establecer un diagnóstico preciso del interior. Se
constató las buenas condiciones que presentaban la mayoría de estructuras de madera, aunque sí
71 Miguel Torres, David Cejudo, M.ª Isabel Angulo, Honorio Álvarez, “Venta de Borondo…”
fue oportuno retirar la ripia de madera, el yeso y el cañizo. También fue acomodado un tablero
de similares características al de la torre. Sobre estos elementos ha sido aplicado un mortero de
cal y arena sobre el que se han ido reponiendo las tejas, siendo posible aprovechar buena parte
de las originales, ya que se encontraban en buen estado de conservación.
Además, la presencia del andamiaje de seguridad facilitó llevar a cabo una serie de
reparaciones de carácter menor. Se trataba de componentes que se estaban viendo afectados
por la acción de agentes erosivos y que debido a la ausencia de labores de mantenimiento o
reparación, en parte por la dificultad de acometer esos trabajos, se consideró oportuno proceder
a su renovación. Por ejemplo, se emprendió la reparación de la veleta, emblema de este sitio
histórico, que fue limpiada y pintada con pintura negra de forja. El propio mástil de madera
que sostiene la veleta fue tratado con una resina específica y recubierto con pintura especial
para resina. Asimismo, fue rehabilitada la reja de la ventana del segundo cuerpo de la fachada
meridional.

6. Conclusiones. Las posibilidades patrimoniales de la Venta de Borondo en la


actualidad

La Venta de Borondo por su arquitectura, significado histórico y representatividad supone


un bien excepcional para Daimiel y la provincia de Ciudad Real. Constituye uno de los últimos
exponentes de unas expresiones particulares y notorias como fueron las ventas de llanura,
testimonios materiales del pasado de esta región durante varios siglos.
Una posición privilegiada en virtud de los paradigmas de cada época, junto con la
presencia de superficies aptas para su explotación agropecuaria, favorecieron el establecimiento
humano desde tiempos pretéritos. Se han evidenciado vestigios de la ocupación de este paraje
desde la Edad del Hierro, que nos pueden inferir en el desarrollo de un asentamiento desde el
mundo íbero-oretano con continuidad en el horizonte romano, aunque la falta de investigaciones
específicas supone una limitación para su definición completa. Este establecimiento pudo
articularse en relación con diferentes arterias de comunicación que transitaban en este territorio
y posiblemente vinculado con uno de los grandes oppida de esta comarca como Cerro de Las
Cabezas (Valdepeñas), Oreto (Granátula de Calatrava), Alarcos (Ciudad Real) o Los Toriles-
Casas Altas (Villarrubia de los Ojos/Daimiel).
Sobre esta ocupación, aunque sin identificar una secuencia de continuidad en el tiempo, a
partir del período bajomedieval-moderno fue habilitada una hospedería para el descanso y reposo
de los viajeros, participando de las diversas rutas que vertebraban la península desde la Meseta
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 72
Norte a Andalucía. También tuvo cierto vínculo con los movimientos de ganados trashumantes,
de importante trascendencia económica y social para ciertos territorios. Esta orientación,
unida al referente visual que simbolizaba dentro del paisaje, facilitó su reconocimiento por los
habitantes de la zona, así como por las personas que recorrían este ámbito. Uno de ellos pudo
ser Miguel de Cervantes, que quizás se inspiró en su imagen a la hora de representar estas
construcciones en su obra. Indudablemente, no afirmamos que se trate exactamente del lugar en
el que este escritor situó varios pasajes literarios de Don. Quijote de La Mancha, ni es el motivo
de este trabajo, pero la Venta de Borondo representa un inmueble de la tipología recogida en esa
novela, cuyas características todavía son apreciables en este caso.
En definitiva, la gran representatividad de este monumento es que ha logrado conservar
buena parte de su arquitectura histórica, en la que se distinguen las particularidades de las
construcciones vernáculas de la región. Las técnicas y materiales constructivos, la distribución
de espacios, el aprovechamiento de recursos naturales o su adaptación al entorno geográfico,
visibles todos ellos en la venta, también reflejan las pautas de estas expresiones.
No obstante, a pesar de la singularidad que atesora y de su clasificación como BIC en el
año 2007, en las últimas décadas no se habían realizado tareas de mantenimiento y conservación
en su interior. Por esta razón, en el año 2016 se encontraba en peligro de ruina inminente.
Esta situación provocó la movilización de un colectivo ciudadano para la defensa de este
recurso, razón por la cual se constituyó la Asociación Cultural Venta de Borondo y Patrimonio
Manchego, con la misión fundamental de luchar por el estudio, preservación y difusión de un
activo patrimonial tan importante. Esta agrupación, a pesar de sus escasos medios económicos y
humanos, está consiguiendo detener el deterioro progresivo y facilitar su comprensión, aunque
todavía queda un largo recorrido en su protección e interpretación.
Los trabajos emprendidos en las campañas de 2017 y 2018 ha resultado un éxito desde el
punto de vista de la valorización de este monumento. En este sentido, han permitido desarrollar
una documentación exhaustiva de todo su conjunto, estableciendo un diagnóstico certero de
patologías y afecciones existentes. En los mismos términos, se ha acometido un análisis sobre
los rasgos constructivos, funcionales y formales del inmueble, favoreciendo determinar los
diferentes procesos históricos documentados. En todo momento, se ha tratado de salvaguardar
la configuración original, respetando los rasgos que han permitido reconocer un legado
excepcional del patrimonio cultural de Castilla-La Mancha. Por esta razón, en la intervención
se han respetado los materiales tradicionales, con el objetivo de mantener sus propiedades y
componentes. Igualmente, en los últimos meses se están efectuando estudios que permitan
avanzar en la compresión y preservación de la Venta de Borondo, entre los que destaca la
digitalización integral de sus espacios o la aplicación de un encalado todos los años.
En líneas generales, corresponde con actuaciones muy positivas para el conocimiento,
conservación y divulgación de este recurso, dentro de una concepción rigurosa, activa y amplia
73 Miguel Torres, David Cejudo, M.ª Isabel Angulo, Honorio Álvarez, “Venta de Borondo…”
de las operaciones emprendidas. Estas tareas participan de una estrategia integral, que fomente
una gestión adecuada y eficaz de un bien extraordinario como el mostrado en estas páginas.
El Greco en la historia del arte occidental en Japón

El Greco in the History of Western Art in Japan

KEIKO OZAKI
Departamento Historia y Teoría del Arte
Universidad Autónoma de Madrid
[email protected]

Resumen: El Museo de Arte Ohara de Japón conserva La Anunciación del Greco,


adquirida en París en 1922. En la era Meiji (1868-1912), los pintores japoneses de estilo
occidental pusieron el foco de atención en Francia como modelo pictórico. Paralelamente,
la revalorización del Greco comenzó en Francia y fue extendiéndose progresivamente
por Europa. En el presente trabajo se trata de mostrar el itinerario histórico en el que
los pintores japoneses conocieron al Greco a través de sus contemporáneos franceses,
llegando a interpretar las obras del Greco en su propio contexto.

Palabras clave: El Greco, Suda Kunitarō, Shirakaba, Museo de Arte Ohara.

Abstract: The Ohara Museum of Art in Japan preserves The Annunciation by El Greco,
which was purchased on 1922 in Paris. During the Meiji era (1868-1912), the Japanese
painters with western style focused their attention on France as a pictorical reference. At
the same time, the re-evaluation of El Greco began in France and gradually was spread
throughout Europa. This paper attempts to show the historical itinerary in which those
Japanese painters discovered El Greco through their contemporary French painters and,
finally, came to interpret El Greco’s works by their own context.

Keywords: El Greco, Suda Kunitarō, Shirakaba, Ohara Museum of Art.

1. El arte español en Japón. Introducción

En Japón resulta complicado tener la oportunidad de contemplar de manera directa


obras de arte españolas, especialmente aquellas anteriores al siglo xviii. De hecho,
actualmente solo podemos encontrarlas en la Colección Suma del Museo de Arte de

Recibido: 19 de marzo de 2020; aceptado: 23 de abril de 2020; publicado: 30 de septiembre de 2020.


Revista Historia Autónoma, 17 (2020), pp. 75-91
e-ISSN: 2254-8726; https://doi.org/10.15366/rha2020.17.004
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 76
la Prefectura de Nagasaki1, junto con las obras Santa Catalina de Alejandría de Bartolomé
Murillo en el Museo de Arte de la Prefectura de Mie2, La Crucifixión del Greco en el Museo
Nacional de Arte Occidental en Tokio3 y La Anunciación del Greco en el Museo de Arte Ohara
en Kurashiki (fig. 1)4.
Casi todas estas obras llegaron a Japón después de la Segunda Guerra Mundial. No obstante,
La Anunciación del Greco del Museo de Arte Ohara había sido adquirida con anterioridad,
justo después de la Primera Guerra Mundial, en 1922. Antes de la obra del Greco, tan solo dos
pinturas españolas habían llegado a Japón: una de Murillo y otra de Goya. La obra de Murillo,
Virgen María, llegó a Japón en 1912 gracias a un japonés, pero en el mismo año de su llegada
se puso en duda su procedencia y, actualmente, no conocemos su paradero. Por otra parte, la
obra de Goya, Retrato de un niño, llegó a Japón como una parte de la colección de Matsukata
Kōjirō 松方幸次郎 en 1920 y fue presentada al público poco después. Sin embargo, esta obra
se puso a la venta en el Museo Metropolitano de Tokio en 1929 y, de nuevo, desconocemos su
paradero actual5. En este contexto, La Anunciación del Greco fue la única obra maestra de “los
pintores españoles” en Japón hasta los años sesenta, orientando a los japoneses sobre la idea
del arte español.

1
Esta colección fue donada póstumamente al museo por Suma Yakichirō 須磨弥吉郎 (1892-1970), el ministro de
la embajada de Japón en España desde 1940 hasta 1946. Contiene obras del arte español desde el siglo xv hasta
la primera mitad del siglo xx. Fukumitsu, Yoko (ed.), The Suma Collection Revisited: 500 Years of Spanish Art,
catálogo de la exposición (Nagasaki Prefectural Art Museum, del 23 de abril al 5 de junio de 2005), Nagasaki,
Nagasaki Prefectural Art Museum, 2005.
2
La obra fue adquirida por el museo en 1991. Pérez Sánchez, Alfonso E. y Benito Navarrete Prieto (eds.), El joven
Murillo, catálogo de exposición (Museo de Bellas Artes de Bilbao, del 19 de octubre de 2009 al 17 de enero de
2010, Sevilla, Museo de Bellas Artes de Sevilla, del 18 de febrero al 30 de mayo de 2010), Bilbao, Museo de Bellas
Artes de Bilbao, 2009.
3
La Crucifixión del Museo Nacional de Arte Occidental (en adelante MNAO ) perteneció en un primer momento
a Bernheim-Jenue en París y, en 1926, pasó a manos del Dr. Hermann Eissler de Viena (aunque Harold Wethey
indicó Eiser y el MNAO escribió Eisner, Fernando Marías advirtió que ambas grafías eran erróneas). En 1961
pasó por Wildenstein & Co en Nueva York. En 1973 fue trasladada a Wildenstein en Tokio y, posteriormente, fue
adquirida por MNAO en 1974. Wethey consideró que era una obra del taller del pintor y sugirió la posibilidad de
que procediese de la colección de Ramón Díaz de Jerez de la Frontera, mientras tanto el MNAO identificó que
el primer propietario de esta obra fue el Duque de Alba. Wethey, Harold, El Greco y su escuela, vol. 2, Madrid,
Guadarrama, 1967; Marías, Fernando, “Luces y sombras de una pasión: Zuloaga y el Greco”, en Cuadernos de
Arte de la Universidad de Granada, 40 (2009), pp. 317-352; Yamada, Chisaburoh F., “Nouvelles acquisitions
(catalogue)”, en Bulletin Annuel du Musée National d’Art Occidental, 9 (1974), pp. 6-7.
4
Esta obra tiene casi la misma composición que otras dos Anunciaciones en el Museo de Bellas Artes de Budapest
y el Museo de Arte de Toledo (Ohio). Solo en la obra de Ohara la Virgen María tiene la corona de doce estrellas.
Wethey explicó que ni el Greco ni su discípulo representaron este tipo de nimbo. Algunos investigadores como
Marianne Haraszti-Takzics sospechan que esta obra fue realizada por Jorge Manuel. A pesar de que todavía hay
margen para la reconsideración del autor de esta obra, voy a tratarla como obra del Greco dentro de este artículo
según la estimación de 1922. En Wethey, Harold, El Greco y su… op. cit., pp. 49-50; The National Museum of
Western Art (ed.), El Greco Exhibition, catálogo de la exposición (Tokio, The National Museum of Western Art,
del 18 de octubre al 14 de diciembre de 1986; Nara, Nara Prefectural Museum of Art, del 6 de enero al 1 de marzo
de 1987; Aichi, Aichi Prefectural Art Gallery, del 11 al 24 de marzo de 1987), Tokio, Tokyo Shimbun, 1986, p. 197.
5
Sobre la procedencia de las obras de Goya y de Murillo ver Matsuda, Keiji y Tsukasa Machida, “La recepción
del arte español en el Japón de las primeras tres décadas del siglo XX”, en Cabañas Bravo, Miguel y Wifredo
Rincón García (eds.), Imaginarios en conflicto “lo español” en los siglos XIX y XX, Madrid, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, 2017, pp. 97-116.
77 Keiko Ozaki, “El Greco en la historia del arte occidental en Japón”
Figura 1: El Greco, La Anunciación, hacia 1600, óleo sobre lienzo, 108,5 x 79,5 cm, Museo de Arte Ohara,
Kurashiki.

Fuente: Museo de Arte Ohara.

La primera transculturación clara de la obra del Greco en Japón se produjo en 1910. El


pintor de estilo occidental Yuasa Ichirō 湯浅一郎 (1868-1931) presentó por primera vez al
Greco en la revista Bijutsu shnipō 美術新報 (La nueva noticia del arte), doce años antes de
la llegada de La Anunciación. Después de su artículo, algunas personas cultas, sobre todo los
pintores japoneses que realizaron su aprendizaje en Europa, empezaron a mostrar interés en el
Greco. En la primera mitad del siglo xx, la mayor parte de los pintores de estilo occidental en
Japón intentó asimilar la teoría artística a partir de los pintores contemporáneos en Francia. En
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 78
este contexto, la adquisición del Greco fue el resultado del desarrollo de la interpretación del
arte español en Francia y el progreso rápido dentro del mundo de arte en Japón.

2. Transculturación del arte occidental en Japón: desde 1543 hasta 1906

En este contexto, conviene que nos retrotraigamos al comienzo de la relación entre Japón
y Occidente en el siglo xvi. En 1543 los portugueses arribaron por casualidad a una isla del
sur de Japón, Tanegashima. En ese momento, Portugal intentaba extender su territorio en Asia,
habiendo tomado previamente posesión de Goa (India) en 1510 y Malaca (Malasia) en 1511.
Aprovechando esta oportunidad, los barcos comerciales portugueses llegaron a Japón en 1550.
A España, el país que se disputó con Portugal la hegemonía del “Nuevo Mundo”, le costó
tiempo dominar Filipinas y comenzó a comerciar con Japón en 15846.
El intercambio comercial entre Japón y ambos países ibéricos se vinculó estrechamente
con la evangelización católica. En 1549 el jesuita Francisco Javier llegó a Kagoshima y empezó
su misión. Después del éxito de los jesuitas, franciscanos, dominicanos y agustinos empezaron
a su vez la evangelización en Japón. Sin embargo, la buena relación entre el gobierno de
Japón y la Iglesia Católica duró menos de un siglo. En 1613 Shogunato Tokugawa (1603-
1868) anunció oficialmente la expulsión de los misioneros extranjeros y la prohibición del
cristianismo para evitar el aumento del poder de los católicos en Japón7. Además, en 1624
rechazó a los barcos españoles y, en 1639, a los portugueses. Esta política supuso la ruptura de
las relaciones diplomáticas e interrumpió las relaciones culturales entre Japón y la península
ibérica hasta el siglo xix.
Aunque la relación duró menos de un siglo, la influencia de Portugal y España dio
lugar a una nueva producción artística, la laca Namban 南蛮漆器8. Además, los misioneros
construyeron seminarios para educar a los cristianos japoneses y en algunos de ellos llegó a
enseñarse la técnica de la pintura occidental y del grabado. Las pinturas religiosas realizadas en
Europa llegaron entonces a Japón, al mismo tiempo que los cristianos de este país intentaron

6
Ochi, Yūjirō (ed.), Via Orientalis, catálogo de la exposición (Tokio, Sezon Museumof Art, del 8 de abril al 23
de mayo de 1993, Shizuoka, Shizuoka Prefectural Museumof Art del 1 de junio al 4 de julio de 1993, Kioto, The
Museum of Kyoto, del 13 de julio al 31 de agosto de 1993, Oita, Oita Prefectural Hall of Arts, del 11 de septiembre
al 11 de octubre de 1993), Tokio, 1993.
7
En 1587 Toyotomi Hideyoshi 豊臣秀吉 (1537-1598) intentó expulsar a los misioneros; sin embargo, solo prohibió
el cristianismo y fomentó el comercio con Portugal y España. Por esta razón la prohibición del cristianismo en ese
momento resultó en vano: Kobe City Museum, Namban Arts Selection, Kobe, 1998, pp.106-107.
8
Las lacas Namban son objetos realizados en laca japonesa, denominada laca urushi. La mayor parte de ellos
fueron manufacturados para la exportación: Kawamura, Yayoi et al., Laca Namban. Brillo de Japón en Navarra,
catálogo de la exposición (Pamplona, Museo de Navarra del 29 de octubre de 2015 al 28 de febrero de 2016),
Pamplona, Museo de Navarra, 2016.
79 Keiko Ozaki, “El Greco en la historia del arte occidental en Japón”
realizar pinturas religiosas con estilo occidental. Sin embargo, después de la prohibición del
cristianismo estas pinturas de estilo occidental declinaron rápidamente9.
Figura 2: Shiba Kōkan, Ryogokubashi (TWEELANDBRUK), 1787, grabado calcográfico, 27,1 x 40,7 cm., Kobe
City Museum, Kobe.

Fuente: Kobe City Museum.

Por otra parte, Holanda empezó a expandirse poco después de que lo hicieran los países
ibéricos. Los holandeses llegaron a Japón en 1600 y, en 1609, consiguieron que el shogunato
Tokugawa les otorgara el permiso de comercio. Aquel país separó la evangelización del
comercio, correspondiendo este último al gobierno japonés. Después del rechazo a Portugal
y a España, los barcos holandeses siguieron llegando a una zona limitada de Japón y algunos
pintores —como Hiraga Gennai 平賀源内 (1728-1780) o Shiba Kōkan 司馬江漢 (1847-
1818)10 (fig. 2)— comenzaron a aprender la perspectiva o el claroscuro a través de las pinturas
y los grabados traídos por los holandeses.
En el siglo xix, Estados Unidos instó a Japón a que abriese los puertos al extranjero
como escala del viaje a través del Pacífico. En 1854 se firmó el Tratado de Kanagawa con

9
Sakamoto, Mitsuru et al., Namban bijutsu to yōfuga (Arte Namban y la pintura de estilo oriental), Genshoku
Nihon no bijutsu (Reproducciones de a todo color de arte japonés), vol. 25, Tokio, Shōgaku-kan, 1970, pp. 192-
196.
10
El estudio de las pinturas holandesas nació durante la primera mitad del siglo xviii. El octavo shōgun, Tokugawa
Yoshimune 徳川吉宗, permitió importar libros holandeses, con la excepción de aquellos relativos al cristianismo,
y fomentó la investigación en campos como la medicina, la astronomía y las ciencias naturales europeas a través
del idioma holandés. Las ilustraciones dentro de estos libros tuvieron gran impacto y algunos vasallos empezaron a
aprender la pintura desde estos libros: Sakamoto, Mitsuru et al., Namban bijutsu to yōfuga… op. cit., pp. 198-233.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 80
Estados Unidos y en 1858, el Tratado de Amistad y Comercio. En el mismo año, Japón concertó
un tratado similar con Holanda, Rusia, Reino Unido y Francia, comenzando así el comercio
occidental. En 1868, cuando se derrocó al shogunato Tokugawa, el nuevo gobierno japonés
(gobierno Meiji) comenzó el comercio con España. El nuevo gobierno tuvo su mira puesta
en el fortalecimiento del país para hacer competencia a las potencias del mundo y fomentó
activamente la asimilación del régimen político, el conocimiento y la cultura occidentales. El
gobierno invitó a profesores, ingenieros y medios extranjeros a Japón para aprender y difundir
su conocimiento. Si consideramos el número de extranjeros por nacionalidades, podemos
entender que el nuevo gobierno veía con buenos ojos a países como Reino Unido, Francia,
Estados Unidos y Alemania11.
Aunque la mayor parte de los extranjeros eran ingleses y además el pionero japonés en el
ámbito la pintura de estilo occidental en la época moderna, Takahashi Yuichi 高橋由一 (1828-
1898)12, era discípulo del artista y caricaturista inglés Charles Wirgman, el primer país que los
pintores japoneses tomaron como modelo fue Italia. En 1876 abrió sus puertas en Tokio Kōbu
Bijutusu Gakkou 工部美術学校, la primera escuela estatal de bellas artes de Japón y el gobierno
invitó a arquitectos, escultores y pintores de Italia para educar a los alumnos japoneses13.
Matsuoka Hisashi 松岡壽 (1864-1892)14, uno de los alumnos de esta escuela, fue a estudiar a
Italia en 1880 y se graduó en la Academia di Belle Arti di Roma. Tras regresar a Japón, en 1889
estableció Meiji Bijutusu Kai 明治美術会 (Asociación de Arte Meiji). Matsuoka dedicó su
carrera a enseñar a los jóvenes pintores el estilo occidental en diversos institutos de bellas artes.
Por otra parte, en la primera etapa del siglo xix, los artistas japoneses centraron su atención
en Francia como el epicentro de la modernidad. Kuroda Seiki 黒田清輝 (1866-1924) fue a
estudiar a Francia en 1884 y se hizo discípulo de Louis Joseph Raphael Collin. Durante sus
nueve años en Francia aprendió el estilo impresionista. En 1896 formó un grupo de pintores,
Hakubakai 白馬会 (Asociación de Caballo Blanco), y estableció un estilo del plenairismo
influido por la escuela impresionista. En el mismo año Tōkyō Bijutsu Gakkō 東京美術学校,
la escuela de Bellas Artes de Tokio, creó el departamento de la pintura occidental y Kuroda
empezó a enseñar en él. Sus discípulos mejor conocidos fueron Fujishima Takeji 藤島武二
(1867-1943), Okada Saburōsuke 岡田三郎助 (1869-1939) y Wada Eisaku 和田英作 (1876-
1959).
11
Según la investigación de Shoji Uemura, el número total de empleados extranjeros hasta 1890 era de 2690.
La mayor parte eran ingleses (1127), estadounidenses (414), franceses (333), chinos (250) y alemanes (215). En
consecuencia, casi la mitad de los empleados era ingleses. Uemura, Shoji, “Salaries of Oyatomi (Japan’s Foreign
Emplyees) in Early Meiji”, en Journal of the University of Marketing and Distribution Sciences. Distribution
sciences & business administration, vol. 21, 1 (2008), pp. 1-24.
12
Takahashi Yuichi nació en la última época del shogunato Tokugawa y aprendió la pintura al óleo en el departamento
de arte de Yōsho Sirabesho 洋書調所 (Instituto para el estudio de los libros occidentales) del shogunato. En 1866
se hizo discípulo de Charles Wirgman, que vivía en Yokohama en ese momento.
13
Kawakami, Mari, “Italia nel campo delle Belle Arti: Hisashi Matsuoka, pittore e KingoTatsuno, architetto
(Intellectual encounters with Italy: 2. Italian travels and Aesthetic sense)”, en Ritsumeikan studies in language and
culture, vol. 20, 2 (2008), pp. 85-99.
14
Su maestro era el pintor italiano de paisajes Antonio Fontanero (1818-1882). Fontanero trabajó como profesor
en la escuela desde 1876 hasta 1878.
81 Keiko Ozaki, “El Greco en la historia del arte occidental en Japón”
2. El Greco y el arte español en Japón

Al inicio del desarrollo del arte occidental en Japón, los países de referencia para los
pintores nipones eran Italia y Francia. Sin embargo, algunos artistas o intelectuales, si bien en
menor número, fijaron su mirada en la pintura española al tiempo que se formaban a través del
arte italiano o francés.

2.1. Yuasa Ichirō

La primera persona que tuvo parte en la divulgación del arte español en Japón fue
Yuasa Ichirō. Era discípulo de Kuroda Seiki y Kume Keiichirō 久米桂一郎 (1866-1934)15 en
la Escuela de Bellas Artes de Tokio. Desde 1950 hasta 1954 estuvo en Europa aprendiendo
pintura y permaneció en España durante un año y medio. Cuando se alojó en Madrid, copió seis
obras de Velázquez y dos de Murillo en el Museo del Prado. Sus copias incluyeron Marte, Las
Meninas, Menipo y Las Hilanderas. Después de regresar a Japón, expuso una obra realizada
en París, El paisaje de España, en Nikaten 二科展 —la exposición de Nika Asociación—.
Mientras duró su estancia en España, conoció algunos pintores japoneses y se esforzó para
que ellos pudiesen copiar las obras de Velázquez. Por ejemplo, el pintor de paisajes Yoshida
Hiroshi 吉田博 (1876-1950) realizó un viaje entre 1903 y 1906 en el que visitó Estados Unidos,
algunos países europeos, Marruecos y Egipto. En los últimos momentos de este viaje, Yoshida
pasó por España y conoció por casualidad a Yuasa. Gracias a su ayuda, Yoshida realizó una
copia de Menipo de Velázquez en el Prado16. Por otra parte, Yamashita Shintarō 山下新太郎
(1881-1966), el discípulo de Kuroda Seiki, se formó en París desde 1905 y estudió con Louis
Joseph Raphael Collin y Fernand Cormon. En 1907 Yamashita viajó a España con el apoyo de
Yuasa y copió obras de Velázquez, como La rendición de Breda.
Además de ayudar a los pintores japoneses a aprender el arte español, sobre todo el de
Velázquez, Yuasa escribió algunos artículos en las revistas japonesas sobre los pintores en
España como el Greco, Ignacio Zuloaga o el propio Velázquez17. La actitud de Yuasa, que
15
Kume Keiichirō fue uno de los pintores que estuvieron en París y aprendieron el plenairismo. Permaneció siete
años en Francia y en su segundo año en este país (1888) tuvo la oportunidad de visitar España como administrativo
del Pabellón Japonés en la Exposición Universal de Barcelona (1888). En España tuvo dos ocasiones para visitar el
Museo del Prado. En este museo bosquejó las obras de Rubens, Veronese, Guido Reni, Van Dyck y Murillo. Este
pintor centró la atención a las obras de los pintores italianos y flamencos. En el caso de los pintores españoles, no
dejó ningún bosquejo de Velázquez pero sí realizó algunos de Murillo: Kawase, Yusuke (ed.), Velázquez and the
celebration of painting: the Golden Age in the Museo del Prado, catálogo de la exposición (Tokio, The National
Museumof Western Art, del 24 de febrero al 27 de mayo de 2018, Hyogo, Hyogo Prefectural Museum of Art, del
13 de junio al 14 de octubre de 2018), Tokio, The National Museumof Western Art, 2018, pp. 295-298.
16
Ibídem, p. 296; Kojima, Kaoru, “Fujishima Takeji ni yoru Kuroda Seiki, Kume Keiichirō ate shokan ni tsuite,
3, (Sobre las cartas de Fujishima Takeji a Kuroda Seiki, Kume Keiichirō, 3)”, en The Journal of Art Studies, 417
(2016), pp. 78-85.
17
Takaoka, Chikako, “Japan and El Greco”, en NHK Promotion Inc. (ed.), El Greco’s Visual Poetics, catálogo
de exposición (Osaka, The National Museum of Art, del 16 de octubre al 24 de diciembre de 2012; Tokio, Tokyo
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 82
mostró un gran interés por el arte español, así como el hecho de que se alojara en España
durante un periodo largo, era poco habitual para los pintores japoneses contemporáneos.
[…] Por ejemplo, (Yuasa) coleccionó los calzados o los peines, los objetos que
normalmente la gente no suele coleccionar. En el caso de su viaje a Occidente,
solo Yuasa fue a España e investigó Velázquez, como sabemos, aunque en esa
época todo el mundo se dirigió a Francia. En estos días, no es muy raro la gente
que investigue el Greco o Velázquez, pero era un punto de genialidad de Yuasa
que estudiase Velázquez en aquel momento.18

2.2. Revista Shirakaba 白樺

Hacia 1910, un grupo de escultores de clase alta con estilo humanista y gusto occidental
accedió al mundo literario. Eran Mushanokōji Saneatsu 武者小路実篤 (1885-1976), Arishima
Takeo 有島武郎 (1878-1923) y Shiga Naoya 志賀直哉 (1883-1971). Todos ellos publicaron
una revista con el nombre de Shirakaba (abedul blanco) y los miembros que presentaron sus
obras y críticas en este lugar se denominaron Shirakabaha 白樺派 (la sociedad de Shirakaba).
La gran contribución de esta revista fue dar a conocer el arte occidental, sobre todo a Paul
Cézanne, Paul Gauguin, Vincent Van Gogh y François Auguste René Rodin. Una costumbre
extraordinaria de los miembros de Shirakaba era el intercambio epistolar con los artistas
europeos. Aquellos con los que se comunicaron fueron Rodin, Johann Heinrich Vogeler, Max
Klinger y Henri Matisse19.
Aunque la revista Shirakaba presentó algunos pintores alemanes o ingleses, claramente
mostró un gusto hacia los pintores franceses en el campo de arte moderno. Los artistas occidentales
a los que se dedicó el número especial de la revista son Van Gogh (en once ocasiones), Cézanne
(en nueve) y Rodin (en siete). En contraste, no aparecieron demasiados artistas españoles,
aunque sí contamos con algunos casos como el de Goya (en tres ocasiones), el Greco (en
una) y Picasso, que aunque no contó con un número especial, su obra fue presentada en una
ocasión20. En 1914, Koizumi Magane 小泉鐵 (1886-1954) escribió un breve artículo sobre
el Greco consultando la investigación de August Liebmann Mayer21. Koizumi era traductor
y escritor, y su especialidad era el idioma alemán22. Aunque no era experto en arte español,

Metropolitan Art Museum, del 19 de enero al 7 de abril de 2013), Osaka, The National Museum of Art, 2012, pp.
15-20.
18
Shirataki, Ikunosuke, “Bōyū Yuasa (Yuasa, difunto amigo)”, en Atelier, vol. 8, 4 (1931).
19
Kyoto Bunka Hakubutsukan (ed.), “Shirakaba”- pilots of art in modern Japan, catálogo de exposición (Kioto,
The Museum of Kyoto, del 6 de junio al 20 de julio de 2009, Tochigi, Utsunomiya Museum of Art, del 26 de junio
al 6 de septiembre de 2009, Hiroshima, Hiroshima Museum of Art, del 13 de septiembre al 25 de octubre de 2009,
Kanagawa, The Museum of Modern Art, del 3 de Noviembre al 20 de diciembre de 2009), Kioto, The Museum of
Kyoto, 2009, p. 152.
20
Ibídem, pp. 193-194.
21
Koizumi, Magane, “El Greco”, en Shirakaba, vol. 5, 9 (1914), pp. 169-182.
22
Sus artículos en la revista Shirakaba son la traducción de Noa, Noa de Gauguin (traducido a su vez de la versión
alemana) y la presentación de Klinger, Klimt, Edvard Munch y Rembrandt: Shimizu, Yasutsugu, “Western Art in
83 Keiko Ozaki, “El Greco en la historia del arte occidental en Japón”
tuvo un compañero en Shirakaba, Kojima Kikuo 児島喜久雄 (1887-1950), investigador de
la historia del arte occidental, que contaba con El Greco. Siebenfarbige Wiedergabenseiner
Gemälde (1913) de August Liebmann Mayer en su biblioteca. Por este hecho, podemos suponer
que Kojima asesoró a Koizumi. Por otra parte, Mushanokōji escribió una reseña del artículo
de Koizumi y mencionó la influencia que había tenido la pintura del Greco para Julius Meier-
Graefe23. Mushanokōji era uno de los fundadores de Shirakaba y también dominaba el alemán.
Por todos estos datos podemos deducir que la mayor parte de las fuentes de la interpretación del
Greco en Shirakaba era los investigadores alemanes (figs. 3.1 y 3.2).
Figura 3.1: El Greco, La Sagrada Familia con Santa Ana, detalle, ca. 1595-1596, óleo sobre lienzo, 127 x 106 cm,
Hospital de Tavera, Toledo, en Shirakaba, vol. 9, 3 (1918).

Figura 3.2: La portada de Shirakaba vol. 9, 3 (1918).

Fuente: Erin Schoneveld, Shirakaba and Japanese Modernism, Leiden, Brill, 2019, pp. 40 y 46.

En 1916 Kimura Shōhachi 木村荘八 (1893-1958), pintor y miembro de Shirakaba,


publicó un libro sobre el Greco influido por la investigación de Albert Frederick Calvert y
Catherine Gasquoine Hartley24. Según este libro, consultó a Hugo Kehrer25, Manuel Bartolomé

Shirakaba: Focusingon Western Art Introduction in the First Years”, en Memoirs of the Graduate School of Letters,
Osaka University, 57 (2007), pp. 113-184.
23
“Cuando pensamos sobre Cézanne, inmediatamente recordamos El Greco. Quizá gracias a Meier-Graefe”.
Reseña en Shirakaba, vol. 5, 9 (1914), p. 183.
24
“Escogí la biografía del pintor según lo que está en El Greco de A. F. Calvert y C. G. Hartley. Además, seguí el
orden de los capítulos de este libro”. En Shōhachi, Kimura (ed.), El Greco, Tokio, 1916, p. III. El libro de Calvert
y Hartley que consultó Kimura era El Greco, An account of his life and works, London, 1909.
25
Kehrer, Hugo, Die Kunst des Greco, München, 1914.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 84
Cossío y Carl Justi26. Por otra parte, también consultó los artículos japoneses de Koizumi y
Mushanokōji en Shirakaba y el artículo “Eru Gureko ni tsuite (Sobre el Greco)” escrito por
Satō Sōnosuke 佐藤惣之助 (1890-1942) en la revista Ego27. Satō era un poeta y su artículo
sobre el Greco tuvo una emocionante interpretación.
[…] Cuando veo la obra del Greco, no puedo interpretarlo como solo un pintor
histórico. Era un religioso fuerte lleno de sentimiento puro y sus pinturas
son poder y belleza espiritual que no pudo dejar de pintar cuando recibo la
revelación […]. Quizá lo que he escrito podrá ser mi ensueño arbitrario, pero
voy a dejar lo que he pensado.28

Además, la mayor parte de los miembros de Shirakaba no era investigadores de historia


del arte y en la revista se echaba en falta dicha especialidad, aunque intentaron interpretar
las obras del Greco consultando los estudios más novedosos de aquel momento. Concedieron
mucha importancia a la humanidad de los artistas y podemos entender cómo interpretaron al
Greco a través de las palabras de Mushanokoji: “El Greco era uno de los mejores pintores
espirituales que más nos gustan”29.

2.3. Suda Kunitarō 須田国太郎 (1891-1924)

Suda Kunitarō fue uno de los pintores que excepcionalmente se quedaron en España
durante un largo periodo para estudiar el arte español. Al principio estudió historia del arte
en la Universidad de Kioto y se especializó en la teoría y la técnica del arte. Por otra parte,
aprendió las técnicas de pintura sin ningún maestro. En 1917 ingresó en Kansai Bijutsuin
関西美術院 (Instituto de Arte Kansai) y empezó su aprendizaje como pintor. En 1919 llegó
a Madrid y vivió allí hasta 1923. Durante su estancia en España dedicó su tiempo a copiar
las obras del Museo del Prado. Al principio, Suda observó la técnica de pintura al óleo y
el color de la escuela veneciana. Su principal objetivo en el Prado fue imitar las pinturas
italianas del siglo xvi30. En España, Suda copió Venus recreándose en la Música de Tiziano,
El rapto de Helena de Tintoretto o La Resurrección del Greco31 (fig. 4).

26
El libro consultado cuyo título aparece en el libro exactamente es Kehrer, Hugo, Die Kunst des… op. cit. El resto
podían haber sido Cossío, Manuel, El Greco, Madrid, Victoriano Suáres, 1908; y Justi, Carl, Diego Velázquez und
sein Jahrhundert, Bonn, Cohen, 1888.
27
Satō, Sōnosuke, “Eru Gureko ni tsuite (Sobre El Greco)”, en Ego, vol. 2, 7 (1914), pp. 107-113.
28
Ibídem.
29
La reseña en Shirakaba, vol. 5, 9 (1914).
30
“La razón más grande de mi viaje a España era visitar al Museo del Prado. Es que, por supuesto, para ver varias
obras españolas en este lugar. Pero mas que esto, sabía que tiene muchas obras maestras italianas”. En Suda,
Kunitarō, “Purado Bijutsukan (el Museo del Prado)”, en Bijutsutecho, 25 (1950), pp. 16-17.
31
Shimada, Yasuhiro y Hidetsugu Yamano (eds.), SUDA Kunitaro: Exhibition, catálogo de exhibición (Kioto, The
National Museum of Modern Art, del 1 de noviembre al 18 de diciembre de 2005, Tokio, The National Museum of
Modern Art, del 13 de enero al 5 de marzo de 2006, Fukushima, Fukushima Prefectural Museum of Art, del 8 de
abril al 14 de mayo de 2006), Kioto, The National Museum of Modern Art, 2005.
85 Keiko Ozaki, “El Greco en la historia del arte occidental en Japón”
Figura 4: Suda Kunitarō, copia de La Resurección de Cristo, del Greco, 1921, óleo sobre lienzo, 209,5 x 96,5 cm.,
Kyoto City Museum, Kioto.

Fuente: Shimada, Yasuhiro y Hidetsugu Yamano (eds.), SUDA Kunitaro… op. cit., p. 44.

Después de su regreso a Japón, Suda publicó muchas investigaciones sobre el arte español
como “El color del Greco”, “Claroscuro de la pintura barroca”, “La maja desnuda y vestida”
o “Escuela veneciana”32. Suda intentó interpretar al Greco y al arte español, no solo desde el
punto de vista de un pintor, sino también del de un investigador. Su interpretación del Greco
32
Suda, Kunitarō, Kindaikaiga to rearisumu (La pintura moderna y el realismo), Tokio, 1963.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 86
era la del creador de la pintura moderna en España y entendió que el color del Greco era algo
muy especial.
En España el Greco era la maravilla desde principio. Se dice que Velázquez
tuvo obras del Greco y en realidad el color de Velázquez es una referencia
directa del Greco. El color de Goya no tuvo la técnica de escuela veneciana,
pero tuvo la claridad natural del Greco. Su color es nuevo hoy y será nuevo
siempre.33

2.4. Kojima Torajirō 児島虎次郎 (1881-1929) y la colección de Ohara Magosaburō


大原孫三郎 (1880-1943)

Kojima Torajirō fue un pintor del estilo occidental y discípulo de Kuroda Seiki y
Fujishima Takeji. En 1902 fue admitido en la Escuela de Bellas Artes de Tokio y se hizo
becario del presidente de hilandería en Okayama, Ohara Magosaburō. Ohara reconoció el
talento de Kojima y se convirtió en su mejor mecenas de por vida. Después de su graduación,
en 1908 Kojima fue a estudiar a Europa con ayuda de Ohara. Primero se quedó en París y
luego estudió en la Escuela de Bellas Artes de Gante. En 1912, tras regresar a Japón, Kojima
obtuvo el permiso de Ohara para comprar una obra de Edmond Aman-Jean, con el objetivo
de enriquecer el mundo del arte en Japón. Esta obra fue exhibida en Tokio justo después de la
vuelta de Kojima y tuvo mucha repercusión34. Tras esta experiencia, Kojima sintió la necesidad
de llevar más pinturas occidentales a Japón y empezó a adquirir obras europeas con el apoyo
de Ohara. Las pinturas adquiridas por Kojima fueron la base para el futuro Museo de Arte
Ohara. En 1919, justo después de la Primera Guerra Mundial, Kojima fue a Europa y compró
más de 20 obras, incluyendo piezas de Henri Matisse y Monet. En 1921, regresó a Europa para
una segunda compra, consiguiendo obras del Greco, Gustave Courbet, Édouard Manet, Jean-
Baptiste Camille Corot, Edgar Degas, Alfred Sisley y Henri de Toulouse-Lautrec35. Kojima fue
un pintor que tuvo gran influencia de los impresionistas y, en sus adquisiciones, se observa su
gusto por los pintores franceses.
La del Greco es la única obra que representa la España del siglo xvi y la compra de su
pintura fue posible gracias al encuentro con Suda. Durante su primer viaje a Europa, visitó
España y conoció a Suda. Ambos viajaron juntos por España y, en 1920, hicieron un viaje en el
que recorrieron Bélgica y Holanda. En su diario del día 23 de diciembre de 1919 escribió: “El
Museo de la casa del Greco era lo más impresionante”36. También Suda escribió lo siguiente:

33
Ibídem, pp. 174-185.
34
Sanyo Shinbunsha (ed.), Yume kakeru: Ohara bijutsukan no kiseki (La historia del Museo de Arte Ohara),
Okayama, Sanʼyō Shinbunsha , 1991, pp. 316-326.
35
Yanagisawa, Hideyuki, “Ohara Bijutsikan: Sono Rekishito Gensai (El Museo de Arte Ohara: Su historia y
actualidad)”, en Journal of Ohara Institute for Social Research, 606 (2009), pp. 22-31.
36
Sanyo Shinbunsha (ed.), Yume kakeru: Ohara… op. cit., p. 42.
87 Keiko Ozaki, “El Greco en la historia del arte occidental en Japón”
“[…] es la Anunciación del Greco. Esta obra siempre estuvo en la entrada de la galería de
Bernheim-Jeune y era muy familiar para mi. El señor Kojima la consiguió fácilmente tan pronto
como se volvió del viaje a España”37.
Gracias a la influencia de Suda, en 1922 Kojima compró la obra del Greco por
175 000 francos. Esta pintura se convirtió en la obra más importante para la interpretación de
la historia del arte español en Japón. Después de la muerte de Ohara, en 1930, se construyó
el Museo de Arte Ohara para exponer la colección conseguida por Kojima, en el que aún se
encuentra La Anunciación del Greco.
El impacto del Greco en Japón ha sido tratado por intelectuales como Kimura Shōhachi,
Koizumi Magane o Suda Kunitarō. En estos últimos años, el estudio más concreto sobre este
tema es “Japan and El Greco” de Chikako Takaoka, publicado en 201238. En este trabajo, se
menciona la influencia del libro El Greco o El secreto de Toledo, de Maurice Barrès, publicado
en 1911 en París. Kuroda Jūtarō 黒田 重太郎 (1887–1970)39 realizó unas traducciones
fragmentarias de Barrès al japonés. Barrès puso un especial énfasis en el aspecto místico
y espiritual del Greco y la interpretación de este autor francés influyó en investigadores
japoneses como Nakai Sotaro 中井 宗太郎 (1879-1966), historiador del arte. Por otra parte,
el estudio de Takaoka nos muestra una progresiva aceptación del Greco entre los pintores
nipones: parece que en Japón no existían muchos artistas que intentaran aprender el estilo
del Greco, aunque se emocionaron con las obras de este pintor. Solo algunas obras, como
Ichishudoso no zou 一修道僧の像 (Retrato de un monje) por Kuroda en 1922 (colección
privada) o Zugaikotsuo moterujigazou 頭蓋骨を持てる自画像 (Autorretrato con la calavera)
por Nakamura Tsune 中村 彝 en 1923 (Museo de Arte Ohara), insinúan la influencia indirecta
del Greco. La actitud de los pintores japoneses hacia el Greco es muy distinta de la actitud
hacia los pintores franceses, cuya técnica intentaron introducir activamente. Esta diferencia
podría ser clave para entender la interpretación del arte español en Japón.

3. La revalorización del Greco en Europa

Como hemos visto, entre 1906 y 1922, la mayor parte de los pintores japoneses se dirigió
a París para conocer la técnica y la teoría del arte, y algunos se vieron influenciados por el arte
español. En ese momento es evidente el impacto de Francia y parte de Alemania en el desarrollo
de la historia del arte español en Japón pero, sobre todo, en la valoración del Greco.
37
Suda, Kunitarō, “Oharakorekushon ni tsuite (Sobre la colección de Ohara)”, en Bijutsutecho, 80 (1954), pp. 9-10.
38
Takaoka, Chikako, “Japan and El Greco”… op. cit, pp. 15-20.
39
Pintor del estilo occidental que visitó París en dos ocasiones, 1918 y 1921, viéndose influenciado por el cubismo
francés y por autores como André Lhote. Establecido en París, viajó a Toledo en 1922.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 88
El pintor candiota falleció en 1614 en Toledo. Francisco Pacheco, quien lo conoció,
escribió que fue un gran filósofo de agudos dichos40. Sus contemporáneos, como Alonso de
Villegas o Francisco de Pisa, tuvieron palabras positivas sobre las obras del Greco41. Jusepe
Martínez utilizó los términos “extravagante” y “caprichoso” para definir el arte del Greco en
sus Discursos del nobilísimo arte de la pintura, escrito en 1675, pero, aún así, prevaleció la
valoración positiva42. Sin embargo, este tipo de opiniones desapareció durante el siglo xvii, ya
que en el siglo xviii aquellos que escribieron sobre historia del arte tuvieron una estimación
negativa del Greco, tal y como refleja Antonio Palomino en su libro El museo pictórico y
escala óptica (1715-1724)43. Ceán Bermúdez empleó las palabras de Palomino en Diccionario
histórico de los más ilustres profesores de las bellas artes en España (1800)44, si bien en sus
últimos escritos se aprecia una progresiva valoración de este pintor45. La opinión negativa sobre
el Greco se asentó durante el siglo xviii, si bien pintores españoles como Vicente López, José
Aparicio, José de Madrazo, Juan Antonio de Ribera o Mariano Fortuny siguieron apreciando el
arte del Greco en los siglos xviii y xix46. Además, el descubrimiento que se hizo de este pintor
fuera de España atrajo el interés no solo de Japón, sino también de otros países europeos.
Un gran momento en el redescubrimiento del Greco tuvo lugar durante la invasión
del ejército napoleónico, entre 1802 y 1812, con sus saqueos en España. Asimismo, la
Desamortización de Mendizábal de 1836 abrió la puerta a la salida de gran cantidad de arte
español hacia Francia47. Muchas obras de arte españolas fueron recogidas en el Museo del
Louvre y, entre 1838 y 1848, se construyó la Galería Española en este museo por orden de Luis
Felipe I de Francia48, donde las obras del Greco fueron bien valoradas49. En ese sentido, aunque
la galería se cerró en 1848 y la mayor parte de la obra fue vendida en Londres en 1853, el arte
español se difundió dentro de Europa.

40
Pacheco, Francisco, El Arte de la Pintura, Madrid, Cátedra, 2001 (ca.1638), p. 537.
41
Pisa, Francisco de, Apuntamientos para la II parte de la “Descripción de la imperial ciudad de Toledo”, Toledo,
Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios Toledanos, 1976 (1ª ed. 1605); Villegas, Alonso de, Flos
Sanctorvm: tercera parte: y historia general, en qve se escriven las vidas de santos extravagantes, y de varones
ilustres en virtud, Madrid, 1674 (1ª ed. 1588).
42
Martínez, Jusepe (notas por Julian Gallego), Discursos practicables del nobilísimo arte de la pintura, Madrid,
Akal, 1988, pp. 270-271.
4342
Palomino, Antonio, El museo pictorico y escala óptica, Madrid, Aguilar, 1947, p. 841.
44
Ceán Bermúdez, Juan Agustín, Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las bellas artes en España,
tomo V, Madrid, 1800.
45
Cera Brea, Miriam, “El Greco desde la Ilustración: la mirada de Ceán Bermúdez”, en Almarcha Núñez-Herrador,
María Esther et al. (eds.), El Greco El Greco en su IV Centenario: patrimonio hispánico y diálogo intercultural,
Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 2016, pp. 1295-1308.
46
Barón Thaidigsmann, Francisco Javier, “La influencia del Greco en la pintura moderna, del siglo XIX a la
difusión del cubismo”, en Barón Thaidigsmann, Francisco Javier (coord.), El Greco y la pintura moderna, catálogo
de exposición (Madrid, Museo Nacional del Prado, del 24 de junio al 5 de octubre de 2014), Madrid, Museo
Nacional del Prado, 2014, pp. 101-197.
47
Martín González, Juan José, “Problemática de la Desamortización en el arte español”, en El Arte de siglo XIX: II
Congreso Español de Historia del Arte,11-14 de diciembre de 1978, vol. 1, Valladolid, Comité Español de Historia
del Arte, 1978, pp. 23-33.
48
Buces Aguado, José Antonio, “Un Zurbarán de la colección de Luis Felipe, rey de Francia, en la iglesia de Santa
Bárbara de Madrid”, en Bienes Culturales, 6 (2006), pp. 135-138.
49
Gutiérrez Marcos, María del Rosario, “Recorrido por las fuentes historiográficas rehabilitadoras de la figura del
Greco”, en Alcántara, 70 (2009), p. 28.
89 Keiko Ozaki, “El Greco en la historia del arte occidental en Japón”
Por otra parte, en el siglo xix se dio la tendencia entre los intelectuales, sobre todo franceses
e ingleses, de viajar por curiosidad y búsqueda de lo desconocido y de lo pintoresco. España fue
el destino ideal para este tipo de viajes. Como consecuencia, en la segunda mitad del siglo xix
se publicaron muchos libros acerca de los viajes a España, entre los que destacan los de Richard
Ford y Théophile Gautier50. Aunque el principal objetivo de estos viajes era la búsqueda de lo
exótico, según la idea del romanticismo, el interés hacia España impulsó la investigación del
arte español fuera del país. Además, el Greco empezó a tener una revaloración entre los artistas
que buscaban nueva inspiración. Los románticos, como Théophile Gautier, Gustave Doré y el
Barón Davillier, empezaron a considerar al Greco como anti-academicismo y anti-clasicismo51.
Esta interpretación fue aceptada por pintores como Eugène Delacroix, Jean-François Millet y
Manet, quienes se inspiraron en el Greco52.
Desde 1870, los investigadores de la historia del arte empezaron a poner en valor al
pintor, y autores como Paul Lafort o Carl Justi presentaron estudios sistemáticos sobre el Greco.
A pesar de que, en un primer momento, los pintores japoneses recibieron la influencia del
redescubrimiento del Greco desde Francia, los investigadores españoles, como Elías Tormo o
Francisco Navarro Ledesma, intentaron aclarar hechos históricos sobre este pintor. Sobre todo,
Manuel Bartolomé Cossío empezó a investigar sobre el Greco desde 1886 y realizó una primera
exposición de su obra en 1902. En 1908 publicó el primer catálogo de las obras del Greco. En
este libro, Cossío presentó al pintor como un místico que personificaba la idea de misticismo en
la España del siglo xvi, así como el espíritu español53. Sin embargo, el Greco no pudo escapar
del contexto del arte moderno, ya que desde el siglo xix hasta la primera mitad del siglo xx
las investigaciones sobre este pintor avanzaron a marchas forzadas. En este sentido, podemos
recordar a Paul Lafort o Maurice Barrès en Francia, a Meier-Graefe, August Liebmann Mayer
y Hugo Kehrer en Alemania o a Roger Fry en Reino Unido. También Max Dvořák representó
al Greco como un pintor del manierismo y un místico en su libro publicado en 192154. Aunque
la estimación negativa se había fortalecido en el siglo xviii, el Greco seguía siendo uno de los
pintores más representativos del siglo xvi en España. Sin embargo, la investigación del Greco
que más influyó a los pintores japoneses fue la revalorización realizada en Francia o Alemania,
sobre todo la de los pintores románticos.
A pesar de que la interpretación del Greco como un pintor místico tuvo buena acogida
entre los investigadores en la primera mitad del siglo xx, en los años ochenta tuvieron lugar dos
descubrimientos definitivos: los manuscritos encontrados en el margen de dos libros, Las vidas

50
Sanz Serrano, María Jesús, “Viaje de franceses e ingleses por España en la segunda mitad del siglo XIX. Su
aportación a la historia del arte”, en El arte del siglo XIX: II Congreso Nacional de Historia del Arte. Valladolid,
11-14 de diciembre de 1978, vol.1 , Valladolid, Comité Español de Historia del Arte, 1978, pp. 65-68.
51
García Rodríguez, Fernando y María Victoria Gómez Alfeo, “La valoración del Greco por los críticos del ’98”,
en Anales de la Historia del Arte, 12 (2002), pp. 199-225.
52
Barón Thaidigsmann, Francisco Javier, “La influencia del Greco… op. cit., pp. 16-17.
53
Rozalén Medina, José Luis, “Manuel B. Cossío: Un siglo del Greco”, en Catedra Nova, 28 (2009), pp. 167-184.
54
Dvořák, Max, The history of art as the history of ideas, London, Routledge & Kegan Paul, 1984, pp. 105-108.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 90
de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos de Vasari y Diez libros de arquitectura
de Vitruvio. Los manuscritos fueron traducidos y publicados por Xavier de Salas, Fernando
Marías y Agustín Bustamante55. Gracias a sus trabajos, el Greco fue valorado como un artista
que tuvo la conciencia de expresión del color de Tiziano y de la descripción del cuerpo humano
de Michelangelo56. De este modo, podemos interpretar que el Greco fue un pintor influido no
solo por el misticismo español sino también por artistas italianos, sobre todo Tiziano, y que
representó su obra de acuerdo a su idea de la descripción de lo natural.

4. Conclusión

La revalorización del Greco que arrancó desde Francia se expandió rápidamente dentro
de Europa. Casualmente, en ese momento, los pintores japoneses viajaron a Europa, sobre
todo a Francia. Los intelectuales nipones intentaron asimilar la teoría del arte más moderno
de Europa e imitaron ávidamente la técnica de los pintores franceses. En este contexto, es
indudable que los japoneses fueron conscientes de la creciente atención que se estaba dando a la
obra del Greco en Europa. Después de la exposición del Museo del Prado, se publicó el primer
catálogo del Greco en 1908, tuvo lugar la exposición en la Real Academia de Bellas Artes de
San Fernando en 1909 y se inauguró el Museo del Greco en Toledo en 191157.
En Japón, los miembros de Shirakaba estudiaron las obras del Greco a través de los
investigadores alemanes. Aunque sus trabajos supusieron una gran contribución para la
divulgación del arte occidental en ese país, prefirieron los mitos de los genios a la interpretación
más rigurosa desde la óptica histórico-artística. Para ellos, la interpretación del Greco, que
comenzó por los pintores franceses y a los que sucedieron los investigadores alemanes, era
ideal: la historia de un artista que tuvo un espíritu moderno y que fue rescatado de la ignorancia
anticuada, coincidiendo con la figura de “artista occidental” para los Shirakabaha.
Aunque la facción dominante de la interpretación del Greco se adhirió al gusto romántico,
algunos investigadores o pintores intentaron analizarlo desde un punto de vista estético o desde
la historia del arte. Por ejemplo, dentro de la colección de los libros de Suda, existen no solo
investigaciones de los alemanes, sino también estudios sobre el Greco de Cossío, Francisco

55
Salas, Xavier de, Cuatro obras maestras: Vicent Macip, El Greco, Van Dyck, Goya, Madrid, Sociedad de Estudios
y Publicaciones, 1966; “Un examplaire des Vies de Vasari annoté par Le Greco”, en Gazette des Beaux-Arts, serie
6, 69 (1967), pp. 177-180; Miguel Ángel y El Greco, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando,
1967; “Las notas del Greco a la Vida de Tiziano de Vasari”, en El Greco: Italy and Spain, Studies in the History of
Art, Washington, National Gallery of Art, 1984; Marías, Fernando y Agustín Bustamante, Las ideas artísticas del
Greco, Madrid, 1981.
56
Salas, Xavier de, Miguel Angel y… op. cit..
57
Beruete, Aureliano de, Catálogo del Museo del Greco en Toledo, Madrid, 1912.
91 Keiko Ozaki, “El Greco en la historia del arte occidental en Japón”
de Borja San Román (1910) o José Ramón Mélida (1915). Además, Koike Masao tuvo una
entrevista con Cossío para pedirle permiso para traducir al Greco al japonés58.
Las obras del Greco empezaron a aparecer en el mercado europeo con frecuencia desde
1900. A pesar de que la adquisición de la obra del Greco en 1922 pudo ser fortuita, parece ser
el resultado del intento de los japoneses de asimilar el arte occidental. Su obra impresionó
muy notablemente a los japoneses, que solo habían visto sus pinturas en las fotos en blanco y
negro de los catálogos. Indudablemente, La Anunciación del Museo de Arte Ohara orientó la
interpretación del arte español en Japón.
Después de la Segunda Guerra Mundial, en el Museo Nacional de Arte Occidental se
celebró una exposición dedicada al Greco, entre 1986 y 198759, aunque la exposición de Goya
se habría celebrado en 1971-197260 y la de Velázquez, en 198061. Después, entre 2012 y 2013, se
organizó la exposición El Greco’s Visual Poetics para celebrar el cuarto centenario de su muerte,
bajo la supervisión de Fernando Marías, Yoji Yukiyama y Yusuke Kawase62. Ha pasado casi un
siglo desde la llegada de La Anunciación a Japón y, desde entonces, nuestra interpretación sobre
el Greco ha vivido un progresivo desarrollo.

58
Takaoka, Chikako, “Japan and El Greco”… op. cit, p. 17.
59
The National Museum of Western Art (ed.), op. cit.
60
Goya ten kataroguiinkai (Comité de la exposición de El arte de Goya) (ed.), El arte de Goya, catálogo de la
exposición (Tokio, The National Museum of Western Art, del 16 de noviembre de 1971 al 23 de enero de 1972,
Kioto, Kyoto Municipal Museum of Art, del 29 de enero al 15 de marzo de 1972), Tokio, The National Museum
of Western Art, 1971.
61
Bunkacho (Agencia para Asuntos Culturales) (ed.), Velázquez y la Pintura Española de su Tiempo, catálogo de
la exposición (Tokio, The National Museum of Western Art, del 29 de octubre al 21 de diciembre de 1980), Tokio,
The National Museum of Western Art, 1980.
62
NHK Promotion Inc. (ed.), El Greco’s Visual… op. cit.
Los inicios de un partido nuevo: la creación del PSOE en Navarra
(1974-1976)

The beginning of a new party: the creation of the PSOE in Navarra


(1974-1976)

MIKEL BUENO URRITZELKI


Universidad Pública de Navarra
[email protected]

Resumen: A mediados de 1974, un conjunto de personas redactaron el acta de


constitución del PSOE de Navarra sin ningún tipo de unión con el partido desaparecido
tras la guerra civil española. Se trataba de una quincena de militantes, procedentes de
movimientos cristianos de base, que fueron desarrollando, no sin dificultades, el PSOE
en tres localidades navarras. Pese a su escasa militancia, se formaron tres sectores
ideológicos, dos de los cuales compitieron entre sí por la dirección del Partido. El sector
revolucionario se hizo con el control de las Juventudes Socialista de la provincia, dentro
de un contexto de debate interno entre posicionamientos reformistas y revolucionarios.
Los otros dos sectores eran de ideología socialdemócrata, aunque diferenciados por el
carácter rupturista o reformista de cada uno de ellos en torno a cómo debía desarrollarse
la transición. El estudio de los inicios del PSOE en Navarra se sustenta, especialmente,
en la historia oral, tras la realización de entrevistas a diversas personas que participaron
en la construcción de un partido nuevo con siglas históricas.

Palabras clave: PSOE, Navarra, transición, reforma, ruptura.

Abstract: In the middle of 1974 a group of people drafted the act of incorporation of the
PSOE of Navarra. They were about fifteen members from Christian grassroot movements
with no connection to that party, which had disappeared after the Spanish Civil War.
Despite some difficulties, they managed to develop the PSOE in three locations of
Navarra. Three ideological currents emerged within the group, two of which competed
against each other to get the control of the Party. The revolutionary sector took control of
the Socialist Youth of the province in the midst of an internal debate between reformist
and revolutionary positions. The other two currents were representative of the social
democratic ideology, but they were differentiated by the way they thought the spanish
transition should be. The study of the beginnings of the PSOE in Navarra is mainly based
on oral history, after conducting several interviews with people that participated in the
creation of a new party with historical acronyms.

Keywords: PSOE, Navarra, transition, reform, breakup.

Recibido: 29 de febrero de 2020; aceptado: 16 de septiembre de 2020; publicado: 30 de septiembre de 2020.


Revista Historia Autónoma, 17 (2020), pp. 93-109
e-ISSN: 2254-8726; https://doi.org/10.15366/rha2020.17.005
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 94
Introducción

El presente artículo se acerca a los primeros meses de vida de la Agrupación Socialista


de Navarra (ASN) del PSOE, iniciada en el estertor del franquismo, cubriendo así un vacío
historiográfico existente en esta materia. Si bien es cierto que existen unos pocos trabajos en
donde se tratan los inicios del PSOE en Navarra, estos estudios no abarcan de forma endógena
la cuestión, sino que se enfocan más en su vertiente externa1. Así, a lo largo de este artículo,
se va a observar el proceso interno vivido en el seno del PSOE en Navarra. Este estudio puede
enmarcarse junto a otros existentes acerca de la constitución de diferentes Agrupaciones y
Federaciones socialistas a mediados de la década de 19702. Navarra era una tabula rasa en
lo que se refiere a la existencia de partidos socialistas estatales. Es por ello que no se produjo
ninguna confluencia entre el PSOE histórico y el Partido Socialista del Interior (PSI), ni la
reunificación de los PSOEs en 1976, ni tampoco la absorción del PSI —renombrado ya Partido
Socialista Popular— por el PSOE en 1978. La constitución del Partido en Navarra guardaba
ciertos paralelismos con Castilla-La Mancha, Valencia, Málaga o Almería3. Obviando la

1
Asiain Ayala, José Antonio, “El PSOE y la Autonomía de Navarra (1975-2000)”, en Pascual Bonis, Ángel,
Navarra durante el siglo xx: la conquista de la libertad, Pamplona, Fundación Encuentro con Navarra, 2001, pp.
189-205; Baraibar Etxeberria, Álvaro, Extraño federalismo. La vía navarra a la democracia (1973-1982), Madrid,
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2004. Un trabajo que sí tiene un enfoque más centrado en la
vertiente interna del Partido en Navarra, a diferencia de los dos anteriores, es el de Arbeloa Muru, Víctor Manuel,
“Los socialistas navarros y el Partido Socialista de Euskadi (1976-1979). I 1976-1977”, Letras de Deusto, 132
(2001), pp. 129-163.
2
En este sentido, disponemos de, entre otras las obras de Colomé, Gabriel, “El Partit dels Socialistes de Catalunya”,
en VV.AA., Los partidos socialistas en Europa, Lleida, ICPS, 1991, pp. 41-69, https://doi.org/10.5565/rev/papers/
v33n0.1551; Triginer, Josep M., Memoria de una transición inacabada. De la clandestinidad a la unidad socialista,
Barcelona, Ediciones La Lluvia, 2018; Martín Ramos, José Luis, “Los primeros pasos del Partit dels Socialistes de
Catalunya. Del Partit Socialista de Catalunya al PSC (PSC-PSOE)”, en Mateos, Abdón y Antonio Muñoz Sánchez
(eds.), Transición y democracia. Los socialistas en España y Portugal, Madrid, Pablo Iglesias, 2015; Geniola,
Andrea, “Un ‘partido de partidos’ para una ‘nación de naciones’. Los socialistas catalanes y el socialismo español
de la dictadura a la democracia (1974-1979)”, en Pasado y Memoria. Revista de Historia Contemporánea, 17
(2018), pp. 43-79, https://doi.org/10.14198/PASADO2018.17.02; Carbajo Vázquez, Judith, El Partido Socialista
Galego (PSG) y el discurso de los derechos del franquismo a la transición democrática, Salamanda, Universidad
de Salamanca, 2016; González Díaz, Gabriel y Félix González Insua, Os 110 anos da Agrupación Socialista
de Vilagarcía (1908-2018), Vilagarcía, 2019; Grandío Seoane, Emilio, “Nación y socialdemocracia en Galicia:
PSG-PSdG”, en Pasado y Memoria. Revista de Historia Contemporánea, 17 (2018), pp. 183-207, https://doi.
org/10.14198/PASADO2018.17.07; Zimmerman, Patrick W., “Cuando otra Asturias parecía posible: regionalismo
y la izquierda heterodoxa en la Transición”, en Pasado y Memoria. Revista de Historia Contemporánea, 17 (2018),
pp. 155-182, https://doi.org/10.14198/PASADO2018.17.06; Serrano Lacarra, Carlos, “El socialismo aragonés,
entre la obediencia territorial, el federalismo y el posibilismo autonómico (1976-1983)”, en Pasado y Memoria.
Revista de Historia Contemporánea, 17 (2018), pp. 127-153, https://doi.org/10.14198/PASADO2018.17.05.
Sobre el PSOE y las Juventudes Socialistas en Aragón pueden consultarse, respectivamente, Sáenz Lorenzo, José
Félix, “Crónica del PSOE de Aragón (1974-1983)”, en VV.AA., Memoria de los partidos. Crónica de los partidos
políticos aragoneses en la época de la Transición, Gobierno de Aragón, 2003; Arbués Castillo, Francisco Javier,
“Crónica de la refundación de las Juventudes Socialistas en Aragón”, en VV.AA., Memoria de los partidos… op.
cit.
3
Ávila Francés, Mercedes, Organización e ideología del PSOE en Castilla-La Mancha (1976-1997), tesis doctoral,
Universidad Complutense de Madrid, 2002; Sanz, Benito, Los socialistas en el País Valenciano (1939-1978),
València, Edicions Alfons el Magnànim, 1988, pp. 288-293; Castelló, Joan Martí, Socialistes d´un país imaginat.
Una historia del Partit Socialista del País Valencià (1974-1978), València, Adés & Ara, 2017; Caro Cancela,
Diego, Cien años de socialismo en Andalucía (1885-1985), Cádiz, Quorum Editores, 2013; Ruiz Romero, Manuel,
“La dialéctica andalucismo/socialismo en el contexto del sistema de partidos de la Transición. La emergencia
nacionalista y la asunción estratégica de sus aportaciones por el PSOE (1977-1982)”, en Pasado y Memoria.
95 Mikel Bueno Urritzelki, “Los inicios de un partido nuevo: la creación del PSOE…”
cuestión, nada baladí, de la dimensión territorial y el carácter uniprovincial de Navarra, la
semejanza con el caso castellano-manchego es que en ambos territorios la creación del Partido
se produjo de forma exógena, es decir, por dirigentes del PSOE que fueron a desarrollar el
Partido sin que hubiese un grupo autóctono previo. Eso sí, en Castilla-La Mancha el proceso
se realizó dos años después4. La problemática existente en Navarra con militancia denominada
trotskista también ocurrió en la provincia de Valencia. En este sentido, lo interesante es que la
entrada de grupos trotskistas tanto en el PSOE como en UGT y las Juventudes Socialistas sí se
dio, al parecer, en Valancia, pero no en Navarra. En este sentido es acertada la idea de Benito
Sanz quien afirma que “a veces se decía trotskista a militantes que eran simplemente «radicales
y exaltados»”5.
Una mención aparte debe tener la conformación del PSOE en Andalucía, de forma diversa
en las diferentes provincias, pero con especial importancia en Sevilla, ya que es ahí donde surge
el núcleo que fue haciéndose con el control del PSOE federal, con Felipe González y Alfonso
Guerra al frente6. Si de buscar similitudes se tratase, veríamos que, al igual que en Navarra, en
Málaga habría que esperar hasta 1974 para hablar de la existencia del PSOE, aunque con la
diferencia de que en esta provincia andaluza sí existió una militancia histórica. Otra similitud
entre el PSOE navarro y el malagueño fue el problema que tuvieron las direcciones provinciales
con las Juventudes de su territorio, realizándose expulsiones de militantes en la organización
juvenil en ambos casos7. Tardío fue también el caso del PSOE almeriense, que data de 1976
y que no estuvo exento de graves problemas organizativos y, tras la absorción del PSP, de
diversos conflictos internos8.
Para el caso concreto que nos ocupa, el mayor problema ha sido el acceso a las fuentes,
ya que ha resultado imposible examinar la documentación generada por la ASN debido a la
inexistencia de un archivo propio, así como la ausencia de documentación en diferentes archivos
consultados. Para subsanar este vacío, se han empleado fuentes orales, entrevistando a diversas
personas que fueron partícipes de los primeros pasos dados por la ASN.

Revista de Historia Contemporánea, 17 (2018), pp. 81-102, https://doi.org/10.14198/PASADO2018.17.03; Tello


Reyes, Miguel, El PSOE en Málaga durante la transición (1974-1977), Málaga, Editorial Sarriá, 2004; Fernández
Amador, Mónica, Los socialista de Almería durante la transición. De la clandestinidad al poder, Mojácar, Arráez
Editores, 2006.
4
Ávila Francés, Mercedes, Organización e ideología… op. cit.
5
Sanz, Benito, Los socialistas en el… op. cit.; Castelló, Joan Martí, Socialistes d´un país… op. cit.
6
Caro Cancela, Diego, Cien años de socialismo… op. cit.; Ruiz Romero, Manuel, “La dialéctica andalucismo/
socialismo… op. cit.
7
Tello Reyes, Miguel, El PSOE en Málaga… op. cit.
8
Fernández Amador, Mónica, Los socialista de Almería… op. cit.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 96
1. Los inicios del PSOE en Navarra

Reunidos un grupo de compañeros de Navarra, de Tudela, Estella y otros


lugares, comprometidos en la lucha por la libertad y justicia para nuestra clase
trabajadora, y coincidiendo con las aspiraciones del PARTIDO SOCIALISTA
OBRERO ESPAÑOL, hemos decidido constituir la Federación de Navarra del
Partido Socialista Obrero Español con secciones locales en Tudela y Estella, y
así lo comunicamos a la Comisión Ejecutiva del P.S.O.E.9

Con este breve comunicado realizado en Tudela en mayo de 1974 se constituía de nuevo
el PSOE en Navarra, después de haber desparecido tras la guerra de 1936 y la consiguiente
represión franquista. En ese mismo momento, lugar y forma quedó constituida también la
UGT en Navarra. Ambos documentos fueron firmados por Joaquina Burgaleta, Antonio Bueno,
Francisco Simón, Alberto Tantos, Javier Monzón, María Jesús Aranda, Fernando Pérez Sola
y Francisco Álava, todos ellos de Tudela; por Jesús Echávarri, José María Satrústegui, Jesús
Valentín y Jesús Marañon, estos cuatro de Estella; de Pamplona, Merche Pascual y Gabriel
Urralburu; y, de Tafalla, Ángel Montes. Es posible que alguna de las firmas no fuesen reales por
cuestiones de seguridad, ya que la constitución de ambas organizaciones se hizo en el epílogo
del franquismo10.
Según narra la historiadora Manuela Aroca Mohedano la constitución de las dos
organizaciones se llevó a cabo tras la realización de “un curso de formación en Tudela impartido
por los socialistas Enrique Múgica, Txiki Benegas y Gregorio Peces Barba, con la intención de
poner las bases de un núcleo socialista en Navarra”11. Sin embargo, los inicios no fueron ni tan
directos, ni tan sencillos, ya que, al parecer, no hubo gran comunicación entre los socialistas
vascos y la dirección del Partido ni, incluso, dentro de esta última. Tanto Javier Sáenz de
Cosculluela como Virgilio Zapatero tuvieron un papel destacado en los momentos previos a la
constitución del PSOE y la UGT de Navarra, realizada en mayo de 1974. Sáenz de Cosculluela
recuerda que:
[…] a partir de mi entrada en el PSOE, en el otoño de 1972 si no recuerdo
mal, mantuve una relación muy directa y frecuente con los socialistas del País
Vasco, sobre todo con el PSOE y la UGT de la margen izquierda de Vizcaya
y muy particularmente con los de Guipúzcoa. En aquella época mi relación
con Enrique Múgica y su hermano fue intensa, ya que Enrique era un líder
muy cualificado del PSOE y bien conocido. Fue él quien, sabiendo de mi
9
Archivo Fundación Pablo Iglesias. Archivo de la C.E. del PSOE. Acta de constitución de la Federación de
Navarra. Signatura: AE-610-4.
10
Arbeloa, Víctor Manuel, “Primeros pasos del PSN-PSOE (1973-1977)”, en Príncipe de Viana, 263 (2015), p.
1262.
11
Aroca Mohedano, Manuela, El sindicalismo socialista en Euskadi (1947-1985). De la militancia clandestina a
la reconversión industrial, Madrid, Biblioteca Nueva, 2013, p. 228.
97 Mikel Bueno Urritzelki, “Los inicios de un partido nuevo: la creación del PSOE…”
disponibilidad y de las relaciones que me proporcionaba mi bufete de abogado,
me propuso que me ocupara —supongo que no era el único— de promover la
constitución de la Agrupación Socialista de Navarra.

Los primeros contactos se establecieron en Estella con personas que estaban


muy relacionadas con el PSOE histórico, pero tenían dificultades para expandir
actividades.

Se logró por esa misma época contactar con personas que claramente se
comprometieron con el impulso y difusión del socialismo democrático. En ese
contexto se realizaron diversos viajes a Navarra para ir conociendo grupos y
personas con las que plantear la necesidad de organizar el PSOE. Algunos de
esos viajes los hicimos conjuntamente Nicolás Redondo, Enrique Múgica y
yo mismo, tratando cada uno de adentrarse en círculos y grupos que cada uno
consideraba más proclives al contacto o en donde cada uno se desenvolvía
mejor. Más tarde, con contactos ya establecidos, se incorporó Gregorio Peces-
Barba.12

El propio Sáenz de Cosculluela afirma desconocer qué informaciones daba Múgica a


la dirección del Partido, o si Felipe González y Alfonso Guerra estaban al corriente de los
movimientos que se estaban produciendo, aunque asegura que por “la actividad que entonces
desplegaban me hace pensar que Guerra sí recibía información de Múgica. Es muy probable
que conocieran las gestiones que realizábamos con gran entusiasmo, pero ellos en ese periodo
no participaron directamente”. Asimismo, desconoce si Virgilio Zapatero o Pablo Castellano
ejercieron alguna labor en Navarra en aquella época13. Quien sí realizó un intento fallido meses
antes de la constitución del PSOE en Navarra fue Nicolás Redondo, que se reunió con varias
personas sin que lograse el objetivo de configurar el Partido en Navarra14.
Por su parte, Virgilio Zapatero asegura que la dirección surgida en Toulouse en 1972
“inició una política de mayor presencia de sus escasas fuerzas y, sobre todo, de expansión
de la propia organización”. Zapatero comenzó la colaboración con Francisco Bustelo, quien
entonces era secretario de formación, participando en la “constitución del partido en Navarra,
siguiendo el mismo esquema que aplicábamos en otras provincias”. La forma de proceder en la
creación de las nuevas agrupaciones socialistas era:
[…] a través de contactos personales: alguien de una provincia conocía a
alguien de la dirección federal del partido o alguien del partido socialista
conocía a alguna persona de un pueblo y una provincia. Sobre esta base se
organizaba en unos casos alguna conferencia o conferencias o un cursillo a
los que el impulsor local (en este caso, Víctor Manuel Arbeloa por ejemplo)
comprometía la presencia de algunos conocidos para asistir a la conferencia,
el cursillo o el seminario (sobre historia del socialismo, líderes históricos del

12
Sáenz de Cosculluela, Javier, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, vía e-mail, 27 de mayo de 2019.
13
Ibídem.
14
Redondo, Nicolás, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Madrid, 25 de abril de 2019.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 98
socialismo español o teorías sobre el socialismo y también el marxismo). Estas
reuniones servían para establecer contactos entre los posibles interesados y
para que desde la Ejecutiva conociéramos a las personas interesadas. El cursillo
o conferencia solía terminar con una reunión más restringida (en el mismo
local, en un bar o en un restaurante) con quienes de los asistentes estuvieran
interesados en ingresar en el partido socialista. Y allí se constituía, unas veces
formal y otras veces informalmente, la organización local o provincial del
PSOE.

Enrique Múgica, Nicolás Redondo y Javier Sáenz de Cosculluela habían hecho


ya unos primeros contactos; pero fue el 24 y 25 de mayo de 1974 cuando
Víctor Manuel Arbeloa, con la ayuda de Gabriel Urralburu, miembro de la
orden del Verbo Divino, consiguió reunir a algunos militantes de la HOAC,
de la JOC y de alguna comunidad de cristianos de base en un seminario o
convento de Pamplona. Víctor Manuel Arbeloa, dada su obra e investigaciones,
era una persona muy respetada y querida por nosotros; de total confianza. Y
la Ejecutiva del PSOE nos envió a Gregorio Peces Barba y a mí a constituir
formalmente el partido en Navarra. Dimos el oportuno seminario en aquel
convento o seminario y, sin mayores requisitos, procedimos a constituir la
Federación Navarra del Partido Socialista; con dos secciones: una en Tudela y
otra en Estella.15

Virgilio Zapatero, aunque se equivoca al indicar Pamplona y no Tudela como el lugar de


ese seminario, señala a Víctor Manuel Arbeloa como la persona clave en la constitución del
PSOE en Navarra. Arbeloa contactó en febrero de 1973, en el funeral de la esposa de Julián
Besteiro, con los dirigentes Pablo Castellano y Gregorio Peces-Barba, animándoles a acudir
a Navarra porque “sonaban todas las músicas políticas, menos la socialdemócrata”16. Para el
sacerdote natural de Mañeru:
[…] casi todos los jóvenes y adultos que se movían políticamente en Navarra
de esos años se decían comunistas, marxistas, leninistas, maoístas, castristas,
marxistas autogestionarios…, así sin más o en las más diversas combinaciones
entre tales calificativos ideológicos. Todo menos socialdemócratas.17

Debido a que Arbeloa no conocía bien la coyuntura política del momento en Navarra,
ya que había estado residiendo una temporada en Madrid, decidió hacer de enlace entre la
dirección del PSOE y diferentes personas navarras. Tras un intento fallido en Tafalla,
[…] el encuentro en Tudela con un grupo relacionado con el movimiento de
la editorial cristiana y obrerista ZYX y en Estella con militantes de la HOAC
y algunos afines, a quienes yo conocía bien, fue un éxito. En Pamplona,
sólo conseguí animar a mis amigos Gabriel Urralburu y Merche Pascual, la

15
Zapatero, Virgilio, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, vía e-mail, 11 de marzo de 2019.
16
Arbeloa, Víctor Manuel, “Primeros pasos del… op. cit., p. 1261.
17
Ibídem.
99 Mikel Bueno Urritzelki, “Los inicios de un partido nuevo: la creación del PSOE…”
secretaria posterior de la Casa del Pueblo hasta su muerte. Otros se quedaron
en solo palabras y promesas.18

Los intentos de formar el PSOE en Navarra iniciados en febrero de 1973, culminaron


en mayo de 1974 con la redacción de ambas actas indicadas anteriormente. El trabajo de más
de un año consiguió que apenas quince personas, procedentes de círculos cristianos de base y
organizaciones católicas, así como varios sacerdotes, se convirtieran en los fundadores de un
nuevo partido con siglas históricas. No habían logrado que militantes del PSOE durante la II
República se les uniera, ni apenas obreros o campesinos. Se puso la primera piedra pero aún
estaba todo por hacer, con tres focos desde donde iniciar la construcción del Partido: Tudela,
Estella-Lizarra y Pamplona.

1.1. Tudela

La base de la creación del PSOE en la Ribera estuvo tanto en la HOAC como en las
comunidades cristianas de base y, también, en los curas obreros. Aunque había personas que
habían sido militantes del PSOE durante la II República, como Liberto Barral o Julio Pérez,
estos no tuvieron ningún papel en la creación del Partido en 1974. El núcleo de la Ribera estaba
formado por Javier Monzón, Joaquina Burgaleta, Francisco Álava, Alberto Tantos, Mª Jesús
Aranda, Francisco Simón, Fernando Pérez Sola y Antonio Barrena. La persona que aglutinó al
grupo fue Francisco Álava, quien ya tenía contactos con Pamplona que se iniciaron en la sede
del Verbo Divino, poco antes de la reunión fundacional de mayo de 197419. Con quien también
había realizado contactos previos fue con militantes de Tafalla y Estella, pese a que en la ciudad
del Cidacos no se logró conformar ningún grupo20. Este núcleo, con Tudela como epicentro,
tenía, a juicio de Pérez Sola, una ideología de socialismo moderado21.
No obstante, según Mª Jesús Aranda y Alberto Tantos, en los inicios el núcleo de Tudela
se mostró partidario del socialismo autogestionario. Hacían una diferenciación entre marxismo
y comunismo, siendo este la representación de la ideología imperante en la URSS, al que
consideraban antidemocrático. Su referente internacional era la Yugoslavia del mariscal Tito,
país que veían como el modelo a imitar a la hora de implantar el socialismo autogestionario. Que
en un principio considerasen que los socialdemócratas eran revisionistas e, incluso, no fuesen
bien vistos por este núcleo no fue óbice para que en un breve lapso evolucionasen, sin traumas,
del socialismo autogestionario a la cogestión obrera y, de ahí, a la socialdemocracia. Este
proceso fue posible por el inicio de las relaciones políticas con la socialdemocracia europea22.

18
Arbeloa, Víctor Manuel, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, vía e-mail, 21 de mayo de 2019.
19
Pérez Sola, Fernando, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Tudela, 21 de mayo de 2019.
20
Aranda, Mª Jesús y Alberto Tantos, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Tudela, 7 de mayo de 2018.
21
Pérez Sola, Fernando, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Tudela, 21 de mayo de 2019
22
Aranda, Mª Jesús y Tantos, Alberto, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Tudela, 7 de mayo de 2018.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 100
Ni en Tudela ni en la Ribera la actividad política era importante. Más bien el Partido
estaba desaparecido hasta que las Juventudes comenzaron a realizar diversos actos como hacer
pintadas o poner pegatinas en lugares públicos23. Se intentó captar a militantes que pertenecían
a otras organizaciones políticas para potenciar al PSOE, especialmente a personas referenciales
que tuviesen contactos políticos y personales, debido a que en los pueblos de la Ribera no tenían
presencia a pesar de la gran represión que sufrió la militancia del PSOE y, especialmente, la
UGT tras el golpe de Estado del 18 de julio de 193624.

1.2. Pamplona

En Pamplona las tres personas relevantes desde el inicio fueron Víctor Manuel Arbeloa
y Gabriel Urralburu, junto a Merche Pascual. Tanto Urralburu como Pascual fueron captadas
por Arbeloa, siendo las únicas personas a quienes logró convencer para integrarse en el PSOE
en la capital navarra25. Además de la vía abierta por Arbeloa, desde la margen izquierda de
Bizkaia se produjeron contactos con estudiantes navarros que querían ingresar en el PSOE. Fue
el caso de Emilio Huerta y Carlos Artundo, quienes contactaron con Nicolás Redondo y este
les facilitó una reunión con Arbeloa y Gabriel Urralburu26. A través de Carlos Artundo entró
nueva militancia en el Partido como Alberto Arregui, Eduardo Urralburu, José María Torres o
José Ramón Ganuza.
El centro neurálgico del núcleo de Pamplona se encontraba en la parroquia del barrio de
Etxabakoitz, donde desarrollaba su labor de cura Gabriel Urralburu quien, a su vez, pertenecía
a la congregación del Verbo Divino, cuyo local estaba en Casa Sarasa27. La congregación del
Verbo Divino se instaló en el barrio pamplonés y, desde entonces, comenzó a colaborar con el
Club Juvenil Udaberri, fundado en 1972. Los dos miembros verbitas que se incorporaron como
monitores al Udaberri fueron Laurentino Fernández y Gabriel Urralburu. Estos no hicieron
ningún tipo de proselitismo político en un principio, aunque los contactos que Urralburu hizo en
el Udaberri le sirvieron para desarrollar, posteriormente, el PSOE en Pamplona. Asimismo, la
celebración de la Misa Mayor de los domingos en la parroquia de Etxabakoitz por Víctor Manuel
Arbeloa y Gabriel Urralburu les dio a ambos gran repercusión social. Por un lado, Arbeloa hacía
lecturas del Evangelio con un marcado carácter social, pegado a la realidad político-económica
que se vivía en el barrio. Por otro, Urralburu realizaba diversos cánticos tocando la guitarra.
Estas cuestiones les granjearon mucha popularidad, que les sirvió posteriormente para captar
militancia28.

23
Jimeno, Javier, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 7 de junio de 2018.
24
Oliver, Ángel, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 29 de junio de 2018.
25
Arbeloa, Víctor Manuel, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, vía e-mail, 21 de mayo de 2019.
26
Artundo, Carlos, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 14 de mayo de 2019.
27
Colín, Aladino, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 22 de marzo de 2018.
28
Dallo, Jorge, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 24 de julio de 2019.
101 Mikel Bueno Urritzelki, “Los inicios de un partido nuevo: la creación del PSOE…”
Así pues, entre Casa Sarasa y la parroquia de Etxabakoitz se fue gestando la Agrupación
Socialista de Pamplona, la cual fue oficialmente constituida en el Verbo Divino por Enrique
Múgica29. Pese a que Arbeloa fue el impulsor del PSOE en Navarra, no participó ni la constitución
del mismo, ni en la reunión fundacional de Tudela, aunque sí lo hizo en la constitución de la
Agrupación en Pamplona. Su participación solo se produjo inicialmente junto con Urralburu,
Huerta, Artundo y el Padre Julián, el director del Verbo Divino en Pamplona. Poco tiempo después
ingresaron en el Partido los hermanos José Antonio y Javier Asiain30. La poca participación de
Arbeloa en estos momentos no fue óbice para que tuviese una gran relevancia en los primeros
compases, convirtiéndose en un referente político para una parte de la militancia31.
En el plano ideológico tanto Arbeloa como Urralburu tenían una posición de
socialdemocracia moderada, aunque el primero más acentuada que el segundo. La única
diferencia significativa entre ambos era que Arbeloa se posicionó contra la integración de
Navarra en Euskadi, mientras que Urralburu no tenía una posición definida, sino que se dejaba
llevar por la coyuntura política32. No obstante, quien se iba a convertir en el ideólogo de lo que
iba a ser en un futuro cercano el sector oficialista era José Antonio Asiain, perteneciente a una
familia con gran presencia en la Diputación franquista desde el comienzo de la dictadura. La
práctica totalidad de las personas encuestadas señalan a Asiain como el arquitecto en la sombra
de la ideología del PSOE navarro, así como la persona que diseñaba la táctica y la estrategia
a seguir según la coyuntura política del momento. Eso sí, con visión a medio-largo plazo.
Urralburu, por su parte, era la imagen del Partido, muy apoyado en Asiain. Eran el tándem
que iba a liderar el PSOE durante muchos años. No significa esto que Urralburu tuviese una
dependencia política o ideológica de Asiain, sino que, por el contrario, lograron una simbiosis
que se desarrolló sin obstáculos cuando lograron el control total del Partido a partir de 197733.
La opción de Asiain por el PSOE habría sido desde la perspectiva de la asunción del poder
por parte de la socialdemocracia que se estaba construyendo, careciendo de una conciencia
de clase pero viendo la alternativa de futuro que el PSOE podría desarrollar34. El liderazgo
de Urralburu, por su parte, era una correa de transmisión de Felipe González en Navarra35. Al
igual que Arbeloa, José Antonio Asiain siempre tuvo posiciones anti-integracionistas. Ambos
defendían una Navarra diferenciada de Euskadi, es decir, una posición navarrista españolista.
Hasta la celebración de las elecciones de 1977 el peso de esta postura en el seno del PSOE
navarro careció de fuerza, entre otras cuestiones porque el ala izquierda del Partido recelaba
de esa posición política por provenir de la socialdemocracia del mismo. El gran resultado

29
Artundo, Carlos, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 14 de mayo de 2019.
30
Arbeloa, Víctor Manuel, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 21 de mayo de 2019.
31
Colín, Aladino, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 22 de marzo de 2018.
32
Dallo, Jorge, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 24 de julio de 2019.
33
Bueno Urritzelki, M. (2020): El PSOE y la UGT en Navarra (1974-1982): creación, formación y desarrollo,
tesis doctoral, Universidad Pública de Navarra.
34
Valentín, Andrés, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 15 de junio de 2018.
35
Ganuza, José Ramón, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 21 de marzo de 2019.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 102
cosechado en las primeras elecciones después de la muerte de Franco, además de la entrada
de nueva militancia de ideología moderada, sirvieron de apoyo para el desarrollo de estas tesis
navarristas dentro del PSOE navarro36.
A pesar de ser unas siglas históricas, el PSOE en Pamplona no tenía militantes veteranos
a excepción de Rafael Zalacain. El grueso de la militancia eran jóvenes de entre 25 y 30 años
de ideología socialista moderada, muy próxima a la socialdemocracia. No había en los núcleos
iniciales ningún componente revolucionario, salvo en la militancia de las Juventudes donde sí
existía un grupo marxista bajo el liderazgo de Alberto Arregui37.

1.3. Estella-Lizarra

En la ciudad del Ega, Víctor Manuel Arbeloa contactó con Jesús Echavarri para que
impulsase el PSOE en la localidad. Echavarri, que había pertenecido tanto a la HOAC como al
sindicato USO, no solo participó en la creación del PSOE en la reunión de Tudela, sino que, a
su vez, creó la Agrupación Socialista de Estella en 1974. La primera militancia de la agrupación
procedía del movimiento obrero, destacando la figura de Andrés de Miguel en el desarrollo
tanto del PSOE como de la UGT en Lizarra38, y de movimientos cristianos de base39.
Las Juventudes Socialistas de Estella se crearon a principios de 1976, siendo el sector
marxista el mayoritario en las mismas. Desde sus inicios, como reflejo de lo que ocurría en el
resto de Navarra, existió un enfrentamiento ideológico entre los sectores oficialista y marxista
que concluyó con la expulsión de estos últimos tras año y medio de constantes amenazas
de expulsión. Estas amenazas procedieron de José Antonio Asiain, quien coaccionó a los
militantes del sector marxista para que abandonasen su postura, así como de Carlos Artundo si
seguían vendiendo el Nuevo Claridad. Víctor Manuel Arbeloa también trató de reconducir a los
marxistas hacia las tesis oficialistas aunque sin las técnicas de Asiain o Artundo40.

2. Las Juventudes Socialistas de Navarra

Prácticamente a la vez que el Partido se crearon las Juventudes Socialistas de Navarra,


aunque, eso sí, con una militancia diferente debido a cuestiones de edad. Existieron tres núcleos:

36
Dallo, Jorge, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 24 de julio de 2019.
37
Urralburu, Eduardo, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 04 de febrero de 2019.
38
Echavarri, Pedro, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Estella-Lizarra, 3 de abril de 2019.
39
Montoya, Javier y Aransay, Aurelio, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Estella-Lizarra, 3 de abril
de 2019.
40
Montoya, Javier y Aransay, Aurelio, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Estella-Lizarra, 3 de abril
de 2019.
103 Mikel Bueno Urritzelki, “Los inicios de un partido nuevo: la creación del PSOE…”
uno en Etxabakoitz, otro en Antsoain y el tercero en el barrio de San Juan-Donibane41. Carlos
Artundo fue la persona de enlace entre el PSOE y un grupo de jóvenes que entraron a militar
dentro de la organización socialista en mayo de 1974. Tras una charla realizada por Virgilio
Zapatero en el Verbo Divino en Pamplona, Artundo juntó a una decena de jóvenes en el bar
Toki Ona del barrio pamplonés de Donibane. Estos, tras la charla de Zapatero, decidieron entrar
en el PSOE como un grupo organizado con el objetivo de influir en el Partido e “impedir un
previsible giro a la derecha” en el mismo42. Entre ellos se encontraba Alberto Arregui, quien
iba a ser el dirigente más destacado de las Juventudes Socialistas de Navarra. Según Arregui,
eran conocedores de los debates que se habían dado en Suresnes y de que había un sector del
Partido, encabezado por Enrique Múgica, que pretendía pactar con organizaciones no obreras
con el objetivo de neutralizar la ruptura democrática. Asimismo, creían que el PSOE iba a ser
uno de los espacios donde se jugaría la ruptura, con el apoyo a esta tanto de Felipe González
como de Alfonso Guerra43.
Pese a que este grupo de jóvenes tenía decidida su entrada en el Partido, quisieron testar
la posición política del mismo preguntando a Virgilio Zapatero cómo garantizaba que el PSOE
no iba a integrarse en la democracia burguesa, que presumiblemente se intentaría instaurar tras
la muerte de Franco, y que iba a mantener la ideología revolucionaria. Zapatero respondió a los
futuros militantes de Juventudes Socialistas que eso lo garantizaba la propia historia del PSOE:
al igual que el Partido había estado con la democracia burguesa durante la II República, pero
que estuvo también en la Revolución de Asturias de 1934. La idea esgrimida por Zapatero fue
que el PSOE aceptaba la lucha democrática sin olvidar la revolución, por la que se lucharía
si las condiciones se daban. En esta misma línea recordó que el PSOE optaba por la ruptura
democrática mientras que el PCE hablaba de reforma y de llegar a acuerdos con diversos
sectores de la burguesía. También, según Arregui, Zapatero se mostró partidario de, una vez
caída la dictadura, realizar juicios públicos a los fascistas44.
En otoño de 1974, tras la constitución de las Juventudes Socialistas de Navarra, estas
acudieron a Madrid a una reunión de la Comisión Nacional de las Juventudes. El enviado a
dicha Comisión fue el propio Alberto Arregui a instancias de Gabriel Urralburu, quien le indicó
que de tratarse la cuestión del “Frente Común de Clase” debía manifestar la posición contraria
de Navarra al mismo. Pudiera parecer una cuestión carente de importancia política, pero el
Frente Común de Clase era el leitmotiv de las discusiones que se estaban desarrollando en el
seno de las Juventudes y que desde el Partido se estaba intentando cortar45.

41
Dallo, Jorge, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 24 de julio de 2019.
42
Arregui, Alberto, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 26 de diciembre de 2018.
43
Arregui, Alberto, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 26 de diciembre de 2018.
44
Ibídem.
45
Ibídem.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 104
En mayo de 1975 las Juventudes editaron un panfleto titulado “La Juventud es la
vanguardia de la lucha anticapitalista y democrática”, llamando a un “Frente Común de clase”
criticando la falta de unidad de acción al señalar que:
La existencia de comisiones obreras y Comités de Empresa luchando disgregada
y descoordinadamente de centrales sindicales afines ideológicamente como
USO y UGT pero separadamente en la práctica, merma fuerzas, diluye
energías que de emplear unitariamente asestarían fuertes golpes de muerte a
la Dictadura.
[…]
Vemos la tarea urgente de unir y organizar a los trabajadores, a los jóvenes
obreros, estudiantes en LAS ORGANIZACIONES DE CLASE, en EL
PARTIDO SOCIALISTA OBRERO ESPAÑOL, en la UNION GENERAL
DE TRABAJADORES, en LAS JUVENTUDES SOCIALISTAS, para que
la correlación de fuerzas en este momento sea favorable a los trabajadores.46

La Federación navarra de las Juventudes propugnó “un Frente Común de todas las
organizaciones del proletariado español”, oponiéndose a “los oportunistas social-demócratas,
que rechazan una estrategia global de clase, por un practicismo inmediato” que “olvida los
intereses finales del proletariado y que integra en definitiva al movimiento obrero en los
aparatos de la burguesía”. Finalmente, advertían que no consentirían que el PSOE “renuncie
nunca a sus principios marxistas revolucionarios, por una práctica oportunista, reformista o
social-demócrata”47. Tan pronto como en mayo de 1975, ya había un sector de las Juventudes
de Navarra que veía un peligro de viraje ideológico en el seno del PSOE hacia posiciones
socialdemócratas y reformistas48. De ahí que redactasen ese texto de reafirmación ideológica,
alertando a su vez de que si la “clase trabajadora es integrada por la política social-demócrata
burguesa puede perder, aunque no permanentemente, sí por un considerable período histórico,
gran parte de su capacidad revolucionaria”. Ante este peligro que consideraban probable
aseguraron que estaban “luchando en y con el PSOE, para impedir que éste pueda jugar la baza
integradora del reformismo social-demócrata”49.
Conforme pasaron los meses las Juventudes se fueron distanciando ideológicamente del
Partido. Si en los inicios estaban muy supeditados a la dirección del mismo, la entrada de
Arregui y los hermanos Javier, Ricardo y Camino Jimeno supuso un revulsivo ideológico que
derivó en la realización de debates políticos e ideológicos de gran envergadura, los cuales se
trasladaron enseguida al mismo Partido. Además de marcar el debate ideológico, Arregui y
los hermanos Jimeno, constituían el núcleo intelectual contrario al sector oficialista del PSOE
navarro. La confrontación que surgió durante el año 1976, y cuyo máximo exponente se vivió

46
Archivo Personal Carlos Artundo.
47
Archivo Personal Carlos Artundo.
48
Arregui, Alberto, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 26 de diciembre de 2018.
49
Archivo Personal Carlos Artundo.
105 Mikel Bueno Urritzelki, “Los inicios de un partido nuevo: la creación del PSOE…”
en la preparación de las ponencias al XXVII Congreso50, tenía como objetivo la creación de
un PSOE seguidor del oficialismo de González y Guerra o, por el contrario, un PSOE marxista
revolucionario que fuese una punta de lanza dentro del PSOE estatal contra las tendencias de
González y Guerra51.

2.1. El Congreso de las Juventudes Socialistas en Lisboa (1975)

A diferencia de lo indicado por Arbeloa52, quien afirma que las Juventudes Socialistas de
Navarra se reunían en el piso de los hermanos Jimeno, estas se celebraban, inicialmente, en el
Verbo Divino. Es ahí, también, donde se redactó la ponencia que la Federación navarra de las
Juventudes presentó al Congreso celebrado en Lisboa en 1975. En la elaboración de la ponencia
política participaron tanto los hermanos Jimeno, como Alberto Arregui o Carlos Artundo,
siendo todos ellos delegados en la capital portuguesa. La discusión de fondo del congreso fue
la conveniencia o no de realizar el mencionado Frente Común de Clase, que vendría a ser
una Unidad de Acción a nivel estatal de todas las organizaciones de clase en pro de la ruptura
democrática53.
Dentro de la organización juvenil existían dos posiciones encontradas entre quienes
creían que únicamente se debía pactar con organizaciones obreras y quienes abrían el abanico
a diferentes organizaciones burguesas. Ante esta tesitura, el Congreso aprobó la Resolución
Política presentada por Navarra en detrimento de otras. Esa ponencia afirmaba que:
[…] nuestro programa debe ser de independencia de clase, sin que un
compromiso coyuntural con otras fuerzas antifranquistas, que tenga como
finalidad la ruptura democrática, hipoteque en ningún momento nuestra
estrategia revolucionaria.
[…]
En esta lucha hacia la ruptura democrática, debemos incluir puntos
programáticos anticapitalistas, que pongan en tela de juicio desde ahora, ese
régimen de Democracia Burguesa, y que dirija a las masas hacia la revolución
Socialista, impidiendo que sean llevadas por planteamientos reformistas de
consolidación de un régimen burgués.
Es por esto que propugnamos dentro de nuestra estrategia global: Consecución
de la Sociedad Socialista, la formación de un Frente Común Anticapitalista,
entendido esto como la unidad de acción en la base de las organizaciones
obreras y el establecimiento de coordinadoras obreras unitarias de lucha, que
deben ir encaminadas a la consecución de la movilización obrera y popular,

50
Bueno Urritzelki, Mikel, “La batalla ideológica en el PSOE navarro durante 1977”, en Príncipe de Viana, nº 276,
(2020).
51
Jimeno, Camino, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 16 de julio de 2019. Urralburu,
Eduardo, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 04 de febrero de 2019.
52
Arbeloa, Víctor Manuel, “Primeros pasos del… op. cit., p. 1265.
53
Arregui, Alberto, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 26 de diciembre de 2018.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 106
que puedan abocar en la Huelga General Revolucionaria, que produzca la
caída de la Dictadura, con un balance favorable a la clase obrera.54

La ponencia navarra tuvo dos repercusiones. La primera fue el intento de Ramón Jauregui
y José Antonio Maturana para que se rebajase el contenido político de la misma. La segunda, y
más importante, que la frase “sin que un compromiso coyuntural con otras fuerzas antifranquistas,
que tenga como finalidad la ruptura democrática, hipoteque en ningún momento nuestra
estrategia revolucionaria” podía interpretarse de varias formas. Esta ambigüedad no planeada
no resolvió el debate existente en las Juventudes, ya que un sector consideraba que mientras no
se hipotecase la estrategia socialista se podía pactar con organizaciones burguesas, mientras que
otro sector consideró que pactar con partidos burgueses hipotecaría dicha estrategia55.
Ante esta división de pareceres la dirección del PSOE decidió evitar un cisma tanto en
el Partido como en las Juventudes disolviendo la Ejecutiva salida del Congreso, creando una
Gestora que dinamizaría un debate estatal para dirimir ambos posicionamientos. El aparato
del Partido se volcó en favor de Pedro Viana “Gora”, logrando que las tesis pactistas con la
burguesía ganasen dicho debate, aunque manteniéndose la división en dos grandes sectores
dentro de las Juventudes.
Tras el debate estatal que duró aproximadamente dos meses, los miembros del sector
derrotado no fueron incluidos en la nueva Ejecutiva, pese a que contaban con el apoyo de casi el
30 % de la organización, por un 57,26 % para el sector de “Gora” y un 13 % de abstenciones56.
Una vez que el sector derrotado es alejado de la Ejecutiva de las Juventudes es cuando
este sector se hace fuerte tanto en Álava como en Navarra, donde habían sido muy mayoritarios
durante el debate estatal. Y es también después de este debate cuando el sector encabezado por
Alberto Arregui y los hermanos Jimeno tienen el primer contacto con las juventudes del Partido
Laborista británico, los militant.

3. El PSOE navarro ante la coyuntura política

El Comité Provincial de la Agrupación Socialista de Navarra publicó un panfleto en


1976 bajo el título Pablo Iglesias y la dictadura del proletariado. Se trataba en realidad de
la reimpresión de un artículo publicado en el periódico largocaballerista Claridad escrito por
Luis Araquistain como motivo del X aniversario de la muerte del fundador del PSOE. El sector

54
Juventudes Socialistas de España, Resoluciones VI Congreso, Lisboa, 1975, pp. 11-12.
55
Arregui, Alberto, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 26 de diciembre de 2018.
56
Juventudes Socialistas, XIII Congreso de las Juventudes Socialistas. Memoria de la gestión de la Comisión
Ejecutiva, Sa, p. 19.
107 Mikel Bueno Urritzelki, “Los inicios de un partido nuevo: la creación del PSOE…”
marxista de los socialistas navarros creyó necesario reproducir el “artículo de uno de los más
famosos líderes del PSOE para contribuir al debate que hoy como siempre se mantiene en el seno
del movimiento obrero respecto a un problema tan fundamental para el marxismo, sintiéndonos
totalmente identificados con los planteamientos que en él se defienden”. Este artículo plateaba
tanto la revolución socialista como la instauración de la dictadura del proletariado57.
Los socialistas navarros estaban, desde sus inicios, a favor de la ruptura democrática y
apostaban por la instauración de la III República aunque sin un programa elaborado de cómo
alcanzar ambos proyectos políticos58. Sí había, en cambio, un gran debate entre dos grandes
posturas, una revolucionaria y otra reformista, que se podría traducir en el histórico debate en
el seno del PSOE entre largocaballeristas, besteristas y prietistas59. Sin embargo, esas corrientes
internas tradicionales se habían modificado dando lugar a un triángulo ideológico formado
por dos sectores socialdemócratas, uno reformista-felipista y otro rupturista, y un sector
marxista revolucionario, rupturista también, largocaballerista. Ese sector reformista-felipista
era lo que comúnmente se conoce dentro del PSOE como el aparato, el cual estaba formado,
principalmente por Gabriel Urralburu, Javier Lora, Carlos Artundo y Francisco Álava quienes,
al parecer, tomaban diversas decisiones de importancia sin consultar con el resto de la dirección.
Este sector era también denominado “corriente vaticanista” por estar liderado internamente por
Urralburu, con apoyo externo de Arbeloa, ambos sacerdotes60.
Conforme fue avanzando 1976 la militancia iba aumentando poco a poco, llegando casi al
centenar a finales de año. El Partido fue creciendo y a su vez se iban intensificando los debates
políticos en su seno. Según recuerda Eduardo Urralburu, el sector oficialista tenía un gran
déficit ideológico y formativo, cuestión que les hacía perder la mayoría de los debates que se
realizaban. Esto, unido a la preparación que tenía el sector marxista, propiciaba que el sector
oficialista quedase en minoría en los diversos debates que se producían. Asimismo, Urralburu
asegura que, desde que se formó el sector marxista dentro del Partido, el sector oficialista estaba
decidido a llevar a cabo la expulsión del marxista61.
Con la designación de Adolfo Suárez como presidente del Gobierno español en sustitución
de Arias Navarro, en julio de 1976, los socialistas navarros vieron en este movimiento el fracaso
de la reforma auspiciada desde la dictadura. Para los socialistas navarros la democracia no
se podía “implantar por medio de instituciones que nacieron para acabar con la misma, ni
por hombres ni grupos que han servido fielmente a la dictadura, disfrutando de privilegios
y beneficios que, bajo la más descarada corrupción, ésta les ha proporcionado”. Enfatizaron
que únicamente eran los demócratas quienes podrían implantar la democracia. Asimismo, para

57
Archivo Personal Alberto Arregui.
58
Colín, Aladino, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 22 de marzo de 2018.
59
Ganuza, José Ramón, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 21 de marzo de 2019.
60
Goñi, Juan José, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 19 de junio de 2019. Urralburu,
Eduardo, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 04 de febrero de 2019.
61
Urralburu, Eduardo, entrevista realizada por Mikel Bueno Urritzelki, Pamplona, 04 de febrero de 2019.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 108
los socialistas “las clases trabajadoras y populares no están dispuestas a admitir democracias
otorgadas desde el Poder que intentan prolongar los privilegios de quienes lo detentan”. Debido
a estas cuestiones, creían que la reforma política fracasaría porque estaba “planteada contra
las fuerzas políticas que representan la voluntad democrática de los hombres y pueblos del
Estado español”. Denunciaban que los reformistas detenían y encarcelaban a líderes políticos y
sindicales, reprimían manifestaciones pacíficas e impedían “como en los peores tiempos de la
Dictadura, el ejercicio de los derechos fundamentales”.
Para el PSOE navarro, la designación de Suárez no era más que un factor de unos ensayos
“seudodemocráticos que pretenden obstaculizar la irreversible marcha hacia la libertad”.
Entendía la ruptura democrática como el único modo de combatir a una dictadura que estaban
“derrumbando”. Una dictadura que no había sido “obra individual de su jefe; [ya que] la
dictadura tiene su fundamento en una determinada forma de explotación: el Capitalismo”. Por
ello, el franquismo no era sino “la explotación al desnudo, impidiendo por la fuerza la toma
de conciencia de la clase trabajadora”. Siguiendo este argumentario, los socialistas navarros
veían que no era posible “una auténtica libertad dentro de un sistema económico que tiene por
fin la explotación de la clase trabajadora”. Ante este sistema explotador ofrecían la alternativa
“que signifique el fin del sistema capitalista y la implantación de una sociedad socialista de
autogestión”. Mirando a Navarra, para los socialistas la ruptura democrática se traduciría en una
“autonomía foral, basada en su personalidad y peculiaridad propias”, y en la “democratización
de las instituciones forales y su puesta al servicio de todo el pueblo navarro”62.
Cuando en diciembre de 1976 se convocó el Referéndum para la Reforma Política
impulsada por Suárez, Gabriel Urralburu se posicionó a favor de la abstención en la consulta.
Las razones para esta postura estaban en que el líder socialista sostenía que la Ley de Reforma
Política mantenía “residuos autocráticos del régimen franquista impidiendo una alternativa
democrática limpia”. Tampoco consideraba que se diesen las garantías mínimas necesarias,
ya que no se observaban las “condiciones de credibilidad exigibles en cualquier consulta
popular: reconocimiento de todas las libertades, acceso igualitario a todos los medios oficiales
de comunicación de masas, control del censo electoral y, finalmente, control de la votación y
resultados”. Ante estas circunstancias, el líder socialista entendía que “todos los ciudadanos
que queremos la democracia, podemos y debemos abstenernos en el próximo referéndum”63.
Urralburu no habló a título personal, sino que expresó la opinión del Comité Central Socialista
de Euskadi64.

62
Lazkaoko Beneditarren Fundazioa, Por la democracia hacia el socialismo. Federación Socialista de Navarra-
PSOE. Signatura: Krono 003.05.
63
Diario de Navarra (12 de diciembre de 1976).
64
Archivo Fundación Francisco Largo Caballero, Declaración política del Comité Central Socialista de Euskadi,
septiembre de 1976. Signatura: 4055-006.
109 Mikel Bueno Urritzelki, “Los inicios de un partido nuevo: la creación del PSOE…”
Conclusiones

En 1974 se creó en Navarra un partido totalmente nuevo con siglas históricas. Este
partido se desarrolló con una militancia joven, procedente de comunidades cristianas de base y
sin nexos de unión con el PSOE anterior a la guerra civil ni con el exilio. Fueron unos inicios
difíciles, en los que la presencia del PSOE en el antifranquismo navarro era residual o, incluso,
inexistente.
La constitución de la organización facilitó que un grupo de jóvenes de ideología marxista
constituyese un núcleo revolucionario que tuvo fuertes enfrentamientos ideológicos con los
postulados socialdemócratas existentes en los fundadores del Partido. De este modo, y pese
a la escasa militancia existente entre ambas organizaciones, que apenas llegó al centenar de
personas a principios de 1976, se desarrollaron dos sectores ideológicos diferenciados entre
sí, uno de ellos de carácter reformista y otro rupturista en relación a la transición que se iba a
producir desde la dictadura. En estos inicios el sector reformista se encontraba en minoría, por
lo que la posición política del PSOE navarro era favorable la ruptura democrática aunque, para
finales de 1976, las tesis de la reforma pactada comenzaban a imponerse poco a poco.
En estos primeros meses de vida de la ASN se fueron configurando las distintas corrientes
ideológicas que se disputaron el control del Partido y de la organización juvenil. La batalla
ideológica tuvo su momento álgido entre finales del año 1976, con la preparación de las ponencias
políticas de cara al XXVII Congreso del PSOE, y el primer semestre de 1977, cuestión que ha
sido ya tratada65. En definitiva, los inicios del PSOE en Navarra, pese a la escasa militancia
y la poca presencia pública del Partido, fueron meses de lucha ideológica endógena, con dos
proyectos políticos enfrentados y contrapuestos.
De esta manera, se pusieron las bases para un proyecto político que se fue desarrollando
y consolidando tras las elecciones de 1977, a rebufo de la dirección federal del PSOE, una vez
que el sector marxista fue expulsado de la Agrupación Socialista de Navarra en el segundo
trimestre de 1977.

65
Bueno Urritzelki, Mikel, “La batalla ideológica en el PSOE navarro durante 1977”, en Príncipe de Viana, 276
(2020).
Recuperación y resignificación del Barroco histórico en
exposiciones de arte contemporáneo

Recovery and resignification of the historical Baroque in


contemporary art exhibitions

PATRICIA MANZANO RODRÍGUEZ


Universidad de Durham
[email protected]

Resumen: Con el fin de entender cómo se manifiesta el interés por el Barroco en los
discursos curatoriales dentro de nuestro país, se han analizado tres exposiciones celebradas
en la primera década del siglo xxi que evidencian la relación entre el arte contemporáneo
y el Barroco histórico. Los casos de estudio elegidos son: Barrocos y Neobarrocos,
Principio Potosí y El d_efecto barroco. A partir de estas exposiciones, se estudian
las estrategias discursivas seguidas por dichos proyectos curatoriales en su intento de
resignificación y recuperación del Barroco histórico desde la modernidad. Por un lado,
en ellos se aprecia cómo el Barroco se ha convertido en un medio para la construcción
de identidades, a través de temáticas como la relación entre España y América Latina o
el uso de la imagen al servicio del poder como instrumento de propaganda. Por otro, las
muestras han introducido el Neobarroco como una respuesta al posmodernismo en los
discursos expositivos de nuestro país.

Palabras clave: Barroco, Neobarroco, identidad nacional, comisariado, poscolonialismo.

Abstract: In order to understand how the interest in Baroque art is manifested in the
Spanish curatorial discourses, this article analyses three exhibitions held within the first
decade of the twenty-first century for the purpose of demonstrating the relationship
between contemporary art and the historical Baroque. The chosen case studies are
Barrocos y Neobarrocos, The Potosi Principle and El d_efecto barroco. This article
covers the discursive strategies followed by these curatorial projects in their attempt to
re-signify and recover Baroque art from a modern point of view. On the one hand, they
show how the Baroque has become a means for the construction of identities, through
themes such as the relationship between Spain and Latin America or the use of images as
an instrument of propaganda. On the other hand, the exhibitions have introduced the Neo-
Baroque as a response to postmodernism in the Spanish exhibition context.

Keywords: Baroque, Neo-Baroque, national identity, curated, postcolonialism.

Recibido: 27 de enero de 2020; aceptado: 25 de mayo de 2020; publicado: 30 de septiembre de 2020.


Revista Historia Autónoma, 17 (2020), pp. 111-131
e-ISSN: 2254-8726; https://doi.org/10.15366/rha2020.17.006
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 112
El escritor cubano Severo Sarduy escribió en sus ensayos sobre el Barroco que “no es
posible pensar en la modernidad, aunque sea de un modo crítico, sin dejar de lado su momento
barroco”1. Desde entonces, el interés por relacionar el Barroco y el arte contemporáneo ha ido
en aumento y recientemente se ha trasladado a museos y galerías.
Con el fin de entender cómo se manifiesta el interés por el Barroco en los discursos
expositivos dentro de nuestro país, se han elegido tres exposiciones celebradas en la primera
década del siglo xxi que evidencian la relación entre el arte contemporáneo y el Barroco
histórico. Los casos de estudio escogidos son: Barrocos y Neobarrocos. El infierno de lo bello,
Principio Potosí: ¿cómo podemos cantar el canto del Señor en tierra ajena? y El d_efecto
barroco. Políticas de la imagen hispana. En estas exposiciones el arte del siglo xvii conversa con
propuestas artísticas actuales. Las muestras se han seleccionado en base a criterios geográficos y
temporales: todas fueron celebradas en instituciones públicas de diferentes ciudades españolas
en un periodo de cinco años. Además, cada uno de los ejemplos elegidos muestra aspectos
originales sobre nuestra forma de repensar el pasado.
Barrocos y Neobarrocos, visible del 3 de octubre de 2005 al 8 de enero de 2006, fue
comisariada por Francisco Javier Panera Cuevas, el entonces director del Domus Artium 2002,
y se centró en el aspecto transgresor del Barroco. La exposición contaba con la colaboración de
más de setenta artistas nacionales e internacionales que produjeron obras que citan literalmente
el Barroco histórico y lo reinterpretaban desde el presente, obras que desde un punto de vista
formalista podrían ser consideradas barrocas por elementos como la ornamentación o la tendencia
al exceso, y obras “conceptualmente barrocas” que promovían el tipo de juegos laberínticos que
Deleuze y Calabrese identifican con el Neobarroco2. Así, se establecía el Barroco como un
arte de periodos de transición a través de conceptos clave como el Neobarroco, el mestizaje, la
metáfora y la alegoría.
Principio Potosí y El d_efecto Barroco se llevaron a cabo en un ambiente distinto,
pero también cargado de connotaciones políticas. En 2010 se celebró el bicentenario de la
independencia de algunas colonias latinoamericanas: México, Venezuela, Argentina, Ecuador,
Colombia, Chile y Bolivia. Principio Potosí fue una exposición comisariada por un grupo
de teóricos internacionales de perfiles variados: la artista y teórica alemana Alice Creischer,
el filósofo y escritor brasileño Max Jorge Hinderer y el historiador del arte alemán Andreas
Siekmann. La muestra se pudo visitar en el Museo Reina Sofía del 12 de mayo al 6 de octubre
de 2010 y después itineró por la Casa de las Culturas del Mundo (Haus der Kulturen der Welt)
de Berlín y por el Museo de Etnografía y Folklore de La Paz. Principio Potosí buscaba repensar
la modernidad a partir de la pintura colonial barroca, producida en parte gracias a la plata que se

1
Panera Cuevas, Francisco (ed.), Barrocos y Neobarrocos: el infierno de lo bello, catálogo de la exposición
(Salamanca, Domus Artium 2002, del 3 de octubre de 2005 al 8 de enero de 2006), Salamanca, Fundación
Salamanca Ciudad de Cultura, 2005, p. 5.
2
Ibídem, pp. 29-31.
113 Patricia Manzano Rodríguez, “Recuperación y resignificación del Barroco…”
extraía del Cerro Rico de Potosí, que llegó a ser una de las ciudades más importantes del mundo
durante la Edad Moderna.
La relación entre arte contemporáneo, Barroco y colonialismo también está presente en
El d_efecto barroco, muestra comisariada por los historiadores del arte Jorge Luis Marzo y
Tere Badia. El tema principal de la exposición, que ocupó el Centro de Cultura Contemporània
de Barcelona (en adelante CCCB) del 9 de noviembre de 2010 al 27 de febrero de 2011, fue la
gestión de las políticas culturales de nuestro país y la imagen que proyectamos en el extranjero.
El Barroco aquí se entendía no como un movimiento artístico sino como una herramienta de
propaganda, identificando lo hispano como una cualidad intrínsecamente barroca que conecta
España con Latinoamérica3.
El objetivo del presente trabajo es estudiar cómo y por qué se le ha concedido tanto
protagonismo al Barroco en exposiciones de arte contemporáneo en la primera década del siglo
xxi. Para ello, estas exposiciones permitirán reflexionar sobre dos cuestiones principales que,

como vemos, se repiten en cada una de ellas. En primer lugar, la articulación del discurso
barroco como medio para la construcción de identidades, estudiando la relación entre el Barroco
y la hispanidad. Para esto, es imprescindible entender la conexión entre España y América
Latina —durante la Edad Moderna y actualmente— y las consecuencias del colonialismo. El
“relato barroco”, por tanto, se aleja de lo meramente artístico para convertirse en una nueva
política cultural. En las tres exposiciones, con matices, el Barroco se presenta como un sistema
sociopolítico (más que cultural) en el que la imagen está al servicio del poder y sirve para
proyectar el concepto de hispanidad fuera de España. La segunda cuestión será determinar si
estas exposiciones pueden considerarse “neobarrocas”, con todo lo que eso conlleva. Estas
muestras surgen del deseo de revisar el Barroco desde la modernidad y pretenden legitimar el
discurso neobarroco como una respuesta al posmodernismo mediante un lenguaje artístico que
se ajusta de forma consciente al arte del siglo xvii.
Uno de los aspectos más arduos a la hora de abordar el tema que nos ocupa ha sido la
definición de términos como “Neobarroco” o “hispanidad”. Conscientes de que estos conceptos
están abiertos a varias interpretaciones, las definiciones con las que hemos trabajado están sujetas
a la visión de los comisarios de las exposiciones tratadas dentro de la presente investigación.
Dicho esto, el término “Neobarroco” se consolidó durante los años ochenta dentro del campo
de la semiótica para definir el gusto de nuestro tiempo. Calabrese en La era neobarroca buscaba
encontrar cualidades que definieran nuestra época y ante el declive del posmodernismo propuso
este nuevo concepto, entendiendo el Barroco no como un periodo histórico, sino como una
actitud4. Desde finales de los años ochenta, esta idea la han continuado autores como Severo

3
Marzo, Jorge Luis, La memoria administrada. El Barroco y lo hispano, Madrid, Katz, 2010, p. 59. https://doi.
org/10.2307/j.ctvm7bc7j
4
Calabrese, Omar, La era neobarroca, Madrid, Cátedra, 1999, p. 31.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 114
Sarduy, Peter Wollen o Gilles Deleuze, fundamentales para definir el Neobarroco no como un
estilo artístico sino como un producto de la posmodernidad5.
La mayoría de los ensayos sobre Neobarroco parten de la Monadología del filósofo
alemán Gottfried Leibniz, que establece que todo está relacionado para formar una unidad
total6. A partir de este texto, publicado por primera vez en 1720, Deleuze elaboró una teoría
filosófica centrada en el pliegue barroco. Sin embargo, no se entiende el pliegue como el alarde
de maestría a la hora de representar ropajes que hizo famosos a Bernini o Zurbarán. El pliegue
deleuziano es una cualidad metafísica que trasciende las obras de arte y llega hasta el infinito.
En España, el Círculo de Bellas Artes celebró en 1990 un ciclo de conferencias bajo el
título “El Barroco y su doble”7. Con excepción de este debate y de las publicaciones de José Luis
Brea sobre el Barroco en la contemporaneidad8, el Neobarroco como corriente teórico-crítica ha
tenido poco recorrido en nuestro país. Sin embargo, fuera de nuestras fronteras recientemente se
ha definido una “segunda ola” neobarroca que surge a partir de finales del siglo xx y principios
del siglo xxi9. Este nuevo Neobarroco se presenta como el resultado de las transformaciones
culturales en la era digital, en un proceso similar al del siglo xvii. Esta es también la concepción
que tiene Panera Cuevas sobre el Neobarroco, que lo define como:
Una categoría estética […] con estrategias de representación propias. Una
metáfora de nuestro tiempo que retoma y redefine —a veces de un modo
contradictorio— comportamientos estéticos y socioculturales que se extienden
desde la antigüedad clásica hasta hoy.10

En cuanto a la relación entre el Barroco, América Latina y el colonialismo, este proyecto


ha seguido las premisas del programa de investigación de modernidad/colonialidad de la
Universidad de Carolina del Norte11, ultimando: primero, que la colonialidad es un rasgo de
la modernidad y por tanto no puede haber una sin la otra; que el mundo moderno/colonial se
origina en el siglo xvi con el descubrimiento o invención de América y su vertiente visible es el
Renacimiento europeo; y, por último, que el capitalismo es esencial para entender modernidad
y colonialidad. A esto hay que sumarle los cambios geopolíticos que describe Mignolo en The
idea of Latin America (2005), concluyendo que algunas de las consecuencias del proceso de

5
Ver: Sarduy, Severo, Barroco, París, Editions du Seuil, 1975; Wollen, Peter, “Baroque and Neobaroque in the age
of spectacle”, en Point of Contact, 3 (1993), pp. 9-21; Deleuze, Gilles, El pliegue. Liebniz y el barroco¸ Barcelona,
Paidós, 1989.
6
Ver: Leibniz, Gottfried Wilhelm, Monadología: principios de filosofía, Madrid, Biblioteca Nueva, 2001.
7
Buci-Glucksmann, Christine (ed.), Volumen 2 de cuadernos del Círculo: Barroco y Neobarroco, Madrid, Círculo
de Bellas Artes, 1993.
8
Brea, José Luis, Nuevas estrategias alegóricas, Madrid, Tecnos, 1991.
9
Ndalianis, Angela, Neo-baroque aesthetics in contemporary entertainment, Cambridge, MIT Press, 2004, p. 17.
https://doi.org/10.7551/mitpress/4912.001.0001
10
Panera Cuevas, Francisco, Barrocos y Neobarrocos… op. cit., 2005, p. 10.
11
Escobar, Arturo, “Mundos y conocimientos de otro modo”, en Tabula Rasa, 1 (2003), pp. 51-86. https://doi.
org/10.25058/20112742.188
115 Patricia Manzano Rodríguez, “Recuperación y resignificación del Barroco…”
conquista y colonización fueron la expansión geográfica del mundo, el desarrollo de métodos
de control de producción y trabajo y la creación de maquinarias de control del Estado12.

1. Barrocos y Neobarrocos: qué significa ser barrocos en el siglo xxi

¿Podemos encontrar características comunes que definan el arte de nuestro tiempo?


Esta es la cuestión principal que intenta responder el semiólogo italiano Calabrese en La era
Neobarroca. Esta, también, es la pregunta que se hizo Panera Cuevas a la hora de plantear una
exposición como Barrocos y Neobarrocos. El infierno de lo bello de la mano de setenta artistas
nacionales e internacionales en el Domus Artium 2002 de Salamanca. El objetivo era que
Barrocos y Neobarrocos se convirtiese en “un dispositivo de reflexión sobre las contradicciones
del presente y sus síntomas, pero al mismo tiempo que fuese una exposición para el disfrute”13.
Tal y como se concibe en Barrocos y Neobarrocos, el Neobarroco puede ser muchas
cosas: desde internet hasta la cirugía plástica, pasando por el cine o los cómics de Batman. Es
más, la reedición del catálogo de la muestra no duda en comparar la famosa escultura clásica
del Laocoonte con una imagen del monstruo de la película Aliens: El regreso (James Cameron,
1986), o los famosos frescos de Pietro da Cortona en el Palazzo Barberini de Roma (1639)
con la obra del artista alemán Franz Ackermann. Todo ello es arte (neo)barroco aunque se
realizara mucho antes o de forma posterior a lo que identificamos como el Barroco histórico.
Actualmente, la tendencia al exceso, la dramatización en nuestra vida diaria y los dispositivos
de propaganda política a los que estamos expuestos simbolizan que vivimos, como explica
Panera Cuevas, en un mundo Neobarroco.
La muestra, inaugurada en 2005, contaba con Paco Barragán y Omar-Pascual Castillo
como comisarios invitados y se diseñó como una vanitas divida en tres espacios administrados
por el ayuntamiento salmantino. La exposición se celebró coincidiendo con el 250 aniversario
de la construcción de la Plaza Mayor de Salamanca, centro neurálgico de la ciudad e inspiración
de este proyecto. Pero el Barroco salmantino es solo el punto de partida. Para entender el
concepto de Neobarroco con el que se trabajó en el Domus Artium es imprescindible definir
primero este fenómeno cultural.
El Neobarroco no pretende volver al arte que se hacía en la Edad Moderna. Si Calabrese
usa el prefijo “neo-” para denominar a este movimiento —y quizás lo primero tendría que ser
determinar si es un movimiento, un estilo o una corriente— es porque reconoce que ciertas
12
Mignolo, Walter, The Idea of Latin America, Oxford, Blackwell, 2005, p. 46.
13
Panera Cuevas, Francisco (ed.), Barrocos y Neobarrocos: el infierno de lo bello, reedición del catálogo de la
exposición (Salamanca, Domus Artium 2002, del 3 de octubre de 2005 al 8 de enero de 2006), Salamanca, 2007,
p. 64.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 116
formas de varios fenómenos culturales evocan el Barroco histórico14. Esta premisa se basa
en las afirmaciones de Eugenio d’Ors, que en una conferencia en Pontigny en 1931 llegó a
identificar veintidós variaciones del Barroco a lo largo de la historia basándose en el sistema
de clasificación de seres vivos ideado por Linneo en el siglo xviii15. En base a esto, d’Ors habla
en clave formalista de, por ejemplo, un barroco macedonio en época de Alejandro Magno o un
barroco basado en el gótico internacional. Lo que tienen en común estos periodos históricos tan
dispares es que son momentos de apertura y globalización. En este sentido, tanto el Barroco
como el Neobarroco se han definido como periodos que surgen en momentos de crisis o como
estados de transición entre dos sistemas, ya sean sociales, políticos o culturales16.
Por ejemplo, a nivel global, la revolución tecnológica de finales del siglo xx y principios
del xxi no es diferente a la que se vivió en el siglo xvii. La observación sistemática del satélite
por Galileo, Thomas Harriot y sus contemporáneos desveló imperfecciones en los cuerpos
supralunares que supusieron un profundo cambio epistemológico que desembocó, por un lado,
en la primera Revolución Científica y, por otro, en una profunda crisis de fe. Esto, unido al
conocimiento sobre un nuevo continente y el cisma religioso que provocó la Reforma en el
siglo xvi, es precisamente la pérdida de “integridad, globalidad y sistemización ordenada”17
a la que se refiere Calabrese al definir el Neobarroco y produce la misma inestabilidad que
encontramos hoy en día en la era post-internet. Al igual que en el siglo xvii, es el progreso lo
que provoca la crisis del conocimiento. En este caso, el momento de transición que estamos
viviendo desde finales del siglo xx es el paso de una sociedad analógica a una completamente
digital. El avance tecnológico es imparable pero la sensación de crisis que vivimos en el cambio
de siglo no se ha desvanecido, y es que el Barroco es un lenguaje de contradicciones.
Esta noción se remonta a la propia etimología del término, que viene de la palabra
portuguesa berrueco, usada para denominar las perlas deformes e imperfectas18. De ahí también
que lo barroco tradicionalmente se haya identificado con otros términos peyorativos como
exceso, extravagancia, caos. La dicotomía es inevitable, especialmente cuando tenemos en
cuenta que el Barroco, asociado desde el siglo xix a la construcción de la identidad hispánica,
constituye por un lado nuestro Siglo de Oro pero, por otro, estuvo marcado por una fuerte crisis
política y económica que desembocó en la pérdida definitiva de la hegemonía española en
Europa.
En muchos aspectos, Barrocos y Neobarrocos fue una exposición pionera en España. El
Neobarroco no tuvo la misma repercusión aquí que en el resto de Europa y Latinoamérica y no
es de extrañar, pues aún sin haber digerido la modernidad entramos directamente en el debate

14
Calabrese, Omar, La era Neobarroca… op. cit., p. 31.
15
D’Ors, Eugenio, Lo barroco, Madrid, Tecnos, 1993, pp. 59-100.
16
Panera Cuevas, Francisco, Barrocos y Neobarrocos… op. cit., 2005, pp. 20-21.
17
Calabrese, Omar, La era Neobarroca… op. cit., p. 10.
18
Pérez Bazo, Javier, “El Barroco y la cuestión terminológica”, en Panera Cuevas, Francisco, Barrocos y
Neobarrocos… op. cit., 2005, pp. 92-123.
117 Patricia Manzano Rodríguez, “Recuperación y resignificación del Barroco…”
posmoderno19. Pese a todo, este fue el primer proyecto de nuestro país en introducir el concepto
de Neobarroco como eje principal de un discurso expositivo. También cabe destacar que de las
tres exposiciones analizadas en el presente trabajo, Barrocos y Neobarrocos fue la única que
no incluyó obras producidas durante la Edad Moderna (o copias de las mismas). El discurso se
elaboró exclusivamente a partir de obras contemporáneas. En la exposición se contaba con todo
tipo de géneros y formatos, principalmente pintura, escultura, instalación y fotografía (fig. 1).
Con el fin de ilustrar este arte de tiempos de transición y crisis, en Barrocos y Neobarrocos se
presentaron obras que “traducían” el Barroco histórico o bien de forma literal, o bien a través
de lo que el comisario denominó premisas “metabarrocas”, para referirse a un arte barroco
conceptual20.
Figura 1: Sala de exposición de Barrocos y Neobarrocos. El Infierno de lo bello.

Fuente: Fotografía cedida por Francisco Javier Panera Cuevas, comisario de la muestra.

Conscientemente, algunos de los artistas se ajustaron a los géneros más practicados de la


pintura barroca: el retrato, la pintura religiosa y el bodegón. En cambio, algunos de los aspectos
formales que recuerdan de forma conceptual al estilo del Siglo de Oro son la tendencia al exceso,
la alegoría, la ornamentación y los juegos de espejos. Esta interpretación del Neobarroco, la

19
Marzo, Jorge Luis y Patricia Mayayo, Arte en España (1939-2015). Ideas, prácticas, políticas, Madrid, Cátedra,
2015, pp. 504-517.
20
Panera Cuevas, Francisco, Barrocos y Neobarrocos… op. cit., 2005, pp. 30-31.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 118
menos literal, es la que interesaba a los comisarios. Así, además de los conceptos clave que
usa Calabrese para definir el Neobarroco (límite, exceso, ritmo, repetición, metamorfosis,
laberinto) a la exposición se le añaden algunas de las preocupaciones de los artistas barrocos
que siguen vigentes hoy en día. Por ejemplo, la relación entre el Neobarroco y la posmodernidad
o contramodernidad, la sensorialidad, la metáfora de la perla deformada.
Lo neobarroco va indudablemente unido a factores socioculturales que sobrepasan
lo puramente estético. La importancia del factor social va a ser de vital importancia en la
exposición y en todo el movimiento neobarroco. Unido a la noción de crisis y transición, una
de las principales preocupaciones de Barrocos y Neobarrocos era la de reflejar una visión
del Neobarroco más conforme al cambio de paradigma que se ha producido desde finales de
los ochenta y sus consecuencias en las prácticas artísticas contemporáneas. El malestar y la
turbación van a ser los detonantes de estos artistas.
En Barrocos y Neobarrocos quedó reflejada la lucha constante entre la teatralidad
barroca y la crítica. La trampa, como nos explica el comisario, está en confiar en la belleza. El
subtítulo de la exposición (“el infierno de lo bello”) en una clara referencia a la Estética de lo
feo de Rosenkranz (1853)21, nos advierte sobre la belleza culpable, aquella capaz de hacer que
nos olvidemos del aparato crítico que rodea una obra o una exposición. Esto es algo que los
comisarios querían evitar, pues Barrocos y Neobarrocos es, ante todo, una exposición crítica con
las corrientes teóricas de finales del siglo xx y su repercusión en el arte. Por esta razón, aunque
el Neobarroco no es una recuperación de un estilo del pasado, sí que supone la reactivación del
imaginario barroco en todo su esplendor.
La vertiente del Barroco que se recupera en Barrocos y Neobarrocos es la del estilo
artístico que nace en Europa tras la Contrarreforma. La transformación y la transición de un
sistema a otro es, como hemos visto, una de las características principales de todos los momentos
barrocos a lo largo de la historia, pero es que además algunos artistas contemporáneos van a ver
en el ritual católico barroco una fuente de inspiración para sus obras22.
Algunas de estas referencias eran bastante claras, ya que muchas de las piezas que se
expusieron en el Domus Artium introdujeron motivos religiosos, ya fuera como elementos
simbólicos o en forma de vanitas. Otras, en cambio, pretendían recrear el rito barroco desde
la contemporaneidad. Esto se hizo posible gracias a la vertiente más teatral del Barroco
histórico, que en el lenguaje neobarroco se traduce en elaboradas puestas en escena. Barrocos
y Neobarrocos apostó por obras que convierten el arte en una experiencia sensorial. Tal y como
se explicita en el catálogo, lo más parecido hoy en día a una misa católica sería “la celebración
una fiesta tecno aderezada con sustancias psicoactivas”23.

21
Rosenkranz, Karl, Estética de lo feo, Madrid, Julio Ollero Editor, 1992.
22
Por mencionar algunos: Jan Fabre, Candida Höfer y Jake y Dinos Chapman.
23
Panera Cuevas, Francisco, Barrocos y Neobarrocos… op. cit., 2007, p. 52.
119 Patricia Manzano Rodríguez, “Recuperación y resignificación del Barroco…”
La unión entre arte y tecnología que se ha producido en la era post-internet ha conseguido
recrear lo máximo posible el misticismo barroco a través de la transformación del espacio. El
espacio programado ha sido definido por el historiador y especialista dedicado a los medios
de comunicación Norman Klein como un “espacio [que] permite al espectador/usuario entrar
y sentirse como si tuviera opciones ilimitadas, incluso cuando la realidad del espacio está
diseñada con extrema precisión para un objetivo o «modo de ver» concreto”24. De esta forma se
describe Internet como una especie de trompe l’oeil; una ilusión a modo de trampantojo.
Algunas de las vídeo-instalaciones de la exposición, como Walking on thin air del colectivo
Assume Vivid Astro Focus (2003), buscaban, dentro de lo posible, recrear esta situación de
inmersión a través de pintura, vídeo y sonido. En una época en la que la cultura visual ha
entrado en una crisis marcada por la sobreinformación y la saturación de imágenes, la vídeo
instalación se ha convertido en el nuevo bel composto berniniano. La preocupación ilusionista
del Barroco es equiparable a la búsqueda de la inmersión total de las nuevas tecnologías25. Hay
varias formas de hacer que el espectador se olvide del medio para centrarse en el mensaje a
través de la inmersión. Internet se ha convertido en una de las plataformas de desarrollo del
Neobarroco.
Lo que tienen en común el arte de los nuevos medios y la escenografía barroca es que
ambos pretenden difuminar la barrera entre realidad y ficción en una mezcla entre ilusionismo
e intertextualidad26. La instalación de Assume Vivid Astro Focus, igual que un trampantojo
barroco pintado con cuadratura, se ha convertido en un lugar donde el espacio ficticio transciende
el espacio físico a través de la ilusión.
La exposición, como sus obras, desdibujaron las fronteras entre realidad y ficción
explotando al máximo la escenografía barroca. El espacio expositivo se convierte en la alegoría
del mundo como gran teatro que tanto fascinó a los dramaturgos del siglo xvii. Ni el bel
composto de Bernini ni la Gesamtkunstwerk de Wagner son ya relevantes. La obra de arte total
es neobarroca.

2. Subvertir el discurso: capitalismo y colonialismo en Principio Potosí

Una de las consecuencias principales de la conquista de América fue la creación de


un nuevo sistema económico basado en la explotación indígena que permitió que el Imperio
español financiara tanto guerras como empresas artísticas. Esto se hizo posible, entre otros,

24
… op. cit., 2007, p. 297.
25
Ndalianis, Angela, Neo-baroque aesthetics… op. cit., pp. 81-96.
26
Ibídem, p. 152; Virilio, Paul, “El instante real”, en Buci-Glucksmann, Christine, Volumen 2… op. cit., pp. 81-87.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 120
gracias a la riqueza del Cerro Rico de Potosí, “octava maravilla del mundo”27. En España la
explotación de América y el florecimiento cultural del Siglo de Oro son dos caras de una misma
moneda. Por esta razón, el Museo Reina Sofía decidió realizar una exposición con motivo de
la celebración del bicentenario de los procesos de independencia de la mayoría de las antiguas
colonias americanas.
La Villa Imperial de Potosí, en la actual Bolivia, fue una de las ciudades más importantes
del mundo durante la época de ocupación colonial. Debido a la explotación minera llegó a tener
una población superior a la de Londres o París, pero los trabajadores indígenas, controlados por
la población criolla, subsistían en condiciones inhumanas que en la exposición se compararon
con otros abusos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que se llevan a cabo
hoy en día. Los comisarios de Principio Potosí denunciaban el poder que ejercieron los
colonizadores sobre los pueblos indígenas. Esta relación de poder se impuso en 1573 en las
Ordenanzas del Perú para un buen gobierno promulgadas por el Virrey Francisco de Toledo.
En ellas, se restablecía la mita, un sistema de regulación del trabajo que condenaba a los mineros
—mitayos— al trabajo forzoso28.
Los procesos de explotación minera que trajeron consigo la conquista y colonización
de América y el dominio de los medios de producción por parte de los colonizadores podrían
determinarse como el inicio de la modernidad. Descubrir territorios más allá de Europa supuso
la apertura de nuevas rutas comerciales. El sistema feudal dio paso a la globalización y la
instauración de un nuevo modelo económico, el capitalismo. En este contexto, la plata extraída
en Potosí fue clave para el mantenimiento de un imperio en decadencia con frecuentes problemas
económicos29.
Los comisarios de Principio Potosí buscaron la confrontación de obras de artistas
contemporáneos con otras producidas durante la presencia española en el Virreinato de Perú.
El mensaje que manda la exposición es claro: el mercado global nació como consecuencia
del colonialismo. En esta línea, en uno de los ensayos del catálogo de la exposición Fátima
Olivárez introduce brevemente un concepto en el que merece la pena profundizar. Al hablar de
las distintas representaciones del apóstol Santiago, Olivárez introduce la versión de “Santiago
como empresario moderno”30.
La importancia de esto reside, primero, en que Santiago era el patrón de Potosí y, segundo,
en que el apóstol constituye uno de los mitos fundamentales en la construcción de la identidad de
la monarquía hispánica. Santiago fue una de las figuras clave en la evangelización de América.

27
Cita de fray Diego de Ocaña en Álvarez, Arturo (ed.), Un viaje fascinante por la América Hispana del Siglo xvi,
Madrid, Studium, 1969, p. 185.
28
Choque Canqui, Roberto, “La Mit’a”, en Creischer, Alice et al., Principio Potosí: ¿cómo podemos cantar el
canto del Señor en tierra ajena?, catálogo de la exposición (Madrid, Museo Reina Sofía, del 12 de mayo al 6 de
septiembre de 2010), Madrid, Museo Reina Sofía, 2010, pp. 233-234.
29
Ver: Lopezosa Aparicio, Concepción (coord.), El oro y la plata de las Indias en la época de los Austrias, Madrid,
Fundación ICO, 1999.
30
Creischer, Alice et al., Principio Potosí… op. cit., p. 34.
121 Patricia Manzano Rodríguez, “Recuperación y resignificación del Barroco…”
La archiconocida historia de la aparición de Santiago —santo militar por excelencia— en la
batalla de Clavijo se adaptó durante la conquista de Cuzco a las necesidades de los españoles.
Santiago “Matamoros” pasó a convertirse en Santiago “Mataindios”, pero lo más interesante
es que los incas identificaron la figura del apóstol con la de su dios del trueno, Illapa31. Este
sincretismo, manifestado en pintura colonial desde aproximadamente finales del siglo xvi, fue
el resultado del cruce entre el cristianismo europeo y lo que quedaba de la cultura prehispánica.
La figura del santo acusa la relación entre arte, religión y economía que los comisarios
revelan en el propio subtítulo de la exposición —“¿cómo podemos cantar el canto del Señor en
tierra ajena?”— tomado de uno de los salmos del Antiguo Testamento. Santiago es, además, uno
de los nexos de unión entre España y Potosí. No solo por ser el santo patrón de los dos sitios,
sino por configurarse como mito fundacional en ambos lugares. El milagro legitimador que se
usa para intimidar a los indios es el mismo tipo de propaganda que se empleaba en España para
justificar el poder de la monarquía y la supremacía del catolicismo. La iconografía de Santiago
se adaptó siguiendo las necesidades de la corona, ya fuera a “Matamoros”, “Mataindios” o,
como describe Olivárez, a “empresario moderno”.
Durante la Edad Moderna, la imagen de Santiago se puso al servicio del poder para
representar los intereses de la Corona y la Iglesia al otro lado del Atlántico. Actualmente, la
bandera y el eslogan son el nuevo caballo blanco. La instrumentalización ideológica del arte
fue uno de los temas clave en las exposiciones contemporáneas que, como Principio Potosí
o El d_efecto barroco, ahondaban en la vertiente colonial del Barroco histórico. El papel
propagandístico de la cultura hizo posible la colonización del imaginario americano.
Es más, la sincretización del apóstol Santiago con dioses locales y otras advocaciones
cristianas hizo posible el mito de América como tabula rasa que los españoles tuvieron la
oportunidad de rellenar a su gusto, idea que expone por primera vez Pedro Mártir de Anglería
(humanista italiano al servicio de los Reyes Católicos) en sus Décadas del Nuevo Mundo
publicadas entre 1494 y 152532. Edmundo O’Gorman da un paso más e indica que América no
se descubrió, sino que es una invención europea33. Tanto el mito de la tabula rasa como el de
la invención de América responden a la “arrogancia inconsciente” del europeo, que radica en
creer que todo lo que se escapa a su control y le resulta desconocido no existe hasta que no tiene
consciencia de ello34. Lo desconocido —y por tanto inexistente— se convierte, por necesidad,
en nuevo.

31
Rivera Cusicanqui, Silvia, Ch’ixinakax utxiwa: una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores,
Buenos Aires, Tinta Limón, 2010, p. 30; Mújica Pinilla, Ramón, La imagen transgredida. Ensayos de iconografía
peruana y sus políticas de representación simbólica, Lima, Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2016, pp. 60-
85.
32
Gruzinski, Serge, La guerra de las imágenes. De Cristóbal Colón a Blade Runner (1492-2019)¸ México D. F.,
Fondo de Cultura Económica, 1994, p. 40.
33
O’Gorman, Edmundo, La invención de América. La universalización de la cultura occidental, México,
Universidad Nacional de México, 1958.
34
Mignolo, Walter, The idea of… op. cit., p. 264.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 122
Este tipo de afirmaciones explican las estrategias utilizadas para justificar los procesos
de aculturación que pusieron en marcha los españoles tras la conquista. Como consecuencia,
la circulación de imágenes fue clave para hacer efectiva la colonización y evangelización de
América. No obstante, sin los creadores indígenas hubiera sido imposible la integración de las
formas de arte híbridas en el imaginario popular35. La estructura divisoria de centro/periferia
que durante tanto tiempo se ha utilizado para definir las manifestaciones artísticas americanas
hechas en la Edad Moderna es insuficiente para representar el contexto americano. El Barroco
que se produce en América es una amalgama de influencias europeas (española, italiana,
francesa y holandesa, sobre todo) unido a una tradición local preexistente y que no desapareció
del todo tras la conquista. Principio Potosí pretendía evitar la fetichización del Otro americano
y la idea de arte colonial como “arte de segunda” no comparando la pintura colonial andina
con pintura europea de la misma época. De hecho, la exposición El Tornaviaje, programada
para noviembre de 2020, será la primera en combatir desde el Museo del Prado este tipo de
afirmaciones y recuperar el arte colonial como parte esencial del arte hispánico.
Principio Potosí se produjo en un contexto muy distinto a Arte en Iberoamérica. La
muestra fue comisariada por Creischer, Hinderer y Siekmann. Hasta el año 2009, la socióloga y
activista Silvia Rivera Cusicanqui también formó parte del equipo curatorial. Esta fue una de las
primeras exposiciones dedicadas a activar políticas decoloniales dentro del museo, renegando
del discurso hegemónico de la Historia del Arte en favor de las Historias del Arte que subvierten
el eje norte-sur para poner en valor prácticas político-artísticas latinoamericanas. La idea era
repensar América Latina desde la institución museística articulando el debate en torno a los
temas tratados en la exposición: la acumulación originaria, la globalización, la exclusión social
y la precariedad laboral.
Sin embargo, Principio Potosí se ha definido como un proyecto fallido36. Para empezar,
la exposición buscaba problematizar la relación entre España y las colonias, pero solo eran
latinoamericanos nueve de los treinta colectivos y artistas contemporáneos que participaron37,
eliminando la posibilidad de ejercer la capacidad enunciatoria que demanda Spivak para
subvertir el discurso hegemónico38. Si bien es cierto que en la exposición participaron artistas
y colectivos pertenecientes a minorías no europeas más allá de Latinoamérica, el grueso de los
artistas contemporáneos era de origen europeo, muchos de ellos alemanes, como los propios
comisarios.

35
Gruzinski, Serge, La guerra de… op. cit., p. 180.
36
De Diego, Estrella, “Principio Henri Rousseau”, en El País, 28 de agosto de 2010. «https://elpais.com/
diario/2010/08/28/babelia/1282954356_850215.html» [Consultado el 2 de abril de 2019].
37
Creischer, Alice et al., Principio Potosí… op. cit., pp. 297-299.
38
Spivak, Gayatri C., “Can the subaltern speak?”, en Nelson, Cary y Larry Grossbe (eds.), Marxism and the
interpretation of culture, Londres, Macmillan Education, 1988, pp. 271-313. https://doi.org/10.1007/978-1-349-
19059-1_20
123 Patricia Manzano Rodríguez, “Recuperación y resignificación del Barroco…”
Pero sin duda el aspecto más criticado fue el montaje “esquizoide” de la exposición39.
Principio Potosí se concibió como una cámara de maravillas leibniziana40. La Monadología
del filósofo Gottfried Leibniz —que será la base de El pliegue de Deleuze, fundamental para
entender el análisis de los fenómenos culturales que abarca el Neobarroco— establece que
todo está interconectado a partir de mónadas. Las mónadas, en este caso, eran los objetos de
la exposición que se juntaban para formar una yuxtaposición de discursos. En el montaje,
esta idea se tradujo en un sistema de barras a modo de andamios del que colgaban las obras,
dejando vacíos los muros perimetrales de la sala (fig. 2). La exposición contaba, además, con
dos plataformas a las que el espectador podía subir, sillas de árbitro y una escalera41.
Figura 2: Vista de la exposición Principio Potosí: ¿cómo podemos cantar el canto del Señor en tierra ajena?

Fuente: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

Incluso el catálogo es un caos de ensayos y entrevistas fragmentadas que continúan en


otras partes del libro. Como se puede ver en la elaboración del índice, la lectura se interrumpe
continuamente y de forma deliberada. Tanto el catálogo como la pequeña guía explicativa que
guiaba al visitante reivindicaban el policentrismo42 y se dividían en cuatro recorridos temáticos,

39
Batalla, Juan, “Ezquizoide. Vejámenes, desalineación e histeria crítica. Post-it city + Principio Potosí”, en Sauna.
Revista de arte, 1 (2014). «http://www.revistasauna.com.ar/01_01/05.html» [Consultado el 14 de mayo de 2019].
40
Creischer, Alice et al., Principio Potosí… op. cit., p. 4.
41
Godoy Vega, Francisco, La exposición como recolonización. Exposiciones de arte latinoamericano en el estado
español (1989-2010), Badajoz, Fundación academia europea e iberoamericana de Yuste, 2018, p. 394.
42
Calabrese, Omar, La era Neobarroca… op. cit., pp. 62-63.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 124
haciendo de Principio Potosí un palimpsesto: “Existe una acumulación originaria que solo se
llama así”; “existen los derechos humanos para tener derechos sobre los humanos”; “¿cómo
podemos cantar el canto del Señor en tierra ajena?” y “mundo al revés”. Principio Potosí
fue una exposición confusa y así lo refleja la crítica43. No había cartelas, el espectador debía
orientarse únicamente con ayuda de la guía, por lo que uno de los aspectos más criticados fue
la direccionalidad impuesta de la exposición.
El problema radicó en que todas estas estrategias discursivas —más o menos acertadas—
buscaban subvertir el discurso colonial, pero la exposición perpetuaba una visión única de
la verdad, convirtiéndose así en una exposición fallida en el contexto del bicentenario44. Un
contexto, además, al que no se alude para nada ya que la exposición no incide en el proceso
independentista del siglo xix, sino que se centra en el periodo colonial de los siglos xvii y xviii.
No obstante, como indica Francisco Godoy, “el montaje también se presentó a modo de réplica
de la pintura barroca, donde presentación y ocultamiento impiden la existencia de una única
narrativa o linealidad espacial, al menos en términos de formalización de la exposición”45.
La superposición de los recorridos, la confusión que generaba y la concepción liebniziana
de la exposición son, precisamente, lo que la convierte en un dispositivo barroco. Fue una
exposición sobrecargada, construida pliegue sobre pliegue, siguiendo las premisas básicas del
Neobarroco y la filosofía del mundo al revés con la idea de revertir la historiografía colonial46.
El Barroco de Principio Potosí no solo está presente en la pintura colonial andina que se exhibía
y que ayudaba a articular el discurso curatorial, sino que también forma parte del propio display
de la muestra.

3. Políticas culturales en El d_efecto barroco: Barroco, hispanidad, Latinoamérica

Jorge Luis Marzo y Tere Badia fueron los comisarios El d_efecto barroco. Políticas de
la imagen hispana, que se pudo visitar entre el 9 de noviembre de 2010 y el 27 de febrero
de 2011 en el CCCB antes de que itinerara a Quito, Ecuador. Los comisarios apostaron por
una exposición documental (fig. 3). El proyecto buscaba criticar el concepto de hispanidad
que el Estado español promueve en las Cumbres Iberoamericanas y ejercer una mirada crítica
sobre las políticas culturales españolas en Latinoamérica, especialmente cuando se cumplía el
bicentenario de las independencias de algunas de las antiguas colonias americanas.
43
Jiménez, José, “Potosíes”, en ABC Cultural, 5 de mayo de 2010. «http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/
hemeroteca/madrid/cultural/2010/06/05/030.html» [Consultado el 2 de abril de 2019].
44
Godoy Vega, Francisco, La exposición… op. cit., p. 414.
45
Ibídem, p. 394.
46
Rivera Cusicanqui, Silvia, Sociología de la imagen: miradas ch’ixi desde la historia andina, Buenos Aires, Tinta
Limón, 2015, pp. 243-249.
125 Patricia Manzano Rodríguez, “Recuperación y resignificación del Barroco…”
Figura 3: Sala de exposición de El d_efecto barroco. Políticas de la imagen hispana.

Fuente: CCCB.

La muestra fue la culminación de seis años de investigación en España, México, Chile


y Perú. El videoarte y arte de nuevos medios fueron los elegidos para elaborar un discurso
expositivo. Con el fin último de mostrar “los mecanismos que han hecho posible la creación
de un imaginario oficial de lo hispano”47, El d_efecto barroco, igual que Principio Potosí,
ahondaba en la idea del arte como medio propagandístico, pero esta vez asociado al concepto de
hispanidad. Debemos hacer notar que el concepto de hispanidad —término que, parafraseando
a Jorge Luis Marzo, lo dice todo sin decir nada—48 que manejan los comisarios surge en el
periodo de conquista, unido al mestizaje y la evangelización de los colonizados. Como se indica
en el catálogo, “hablar de lo hispano significa hablar de los indios”49. Tal y como se entiende el
término en El d_efecto barroco, la hispanidad es un constructo del siglo xix que nace unido a
la concepción del Barroco.
La hispanidad, por tanto, no es un concepto ajeno a España, pero tampoco podemos hablar
de hispanidad como algo intrínsecamente español. De hecho, con motivo de la exposición el
politólogo Francisco Carballo comentaba que, tras la entrada de España en la Unión Europea,
“toca ir a América a ver la verdadera hispanidad”50. Por esta razón la exposición no trataba el

47
Marzo, Jorge Luis y Tere Badia (eds.), El d_efecto barroco. Políticas de la imagen hispana, catálogo de la
exposición (Barcelona, Centre de Cultura Contemporània, del 9 de noviembre de 2010 al 27 de febrero de 2011),
Barcelona, Centre de Cultura Contemporània, 2010, p. 62.
48
Marzo, Jorge Luis, La memoria administrada… op. cit., p. 13.
49
Marzo, Jorge Luis y Tere Badia, El d_efecto barroco… op. cit., p. 78.
50
Marzo, Jorge Luis, La memoria administrada… op. cit., p. 356.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 126
Barroco como un estilo artístico suscrito a los siglos xvii y xviii, sino como el momento de
gestación de algunas políticas culturales que todavía están vigentes en el presente.
Para ello, se puso especial interés en el “mito del arte barroco”, que en el catálogo de la
exposición se describe como: “pieza articular de la hispanidad, uno de los mitos culturales mejor
trabados y más resistentes, que en cierto modo forma parte de los sobreentendidos colectivos,
y que se ha incorporado incluso a los rituales políticos”51. La exposición veía en el Barroco una
herramienta política empleada por primera vez en la Edad Moderna pero que se ha mantenido
vigente hasta nuestros días.
Para desmantelar el mito barroco Marzo y Badia buscaron obras que manifestaran su
inestabilidad. Sin embargo, existe una razón por la que el mito barroco sigue vigente y es que,
en España, el Barroco ha tenido un papel importante como propaganda para la construcción de
la identidad nacional.
Uno de los motivos por los que el Barroco no ha pasado de moda es su asociación con
un periodo de esplendor cultural. Así, uno de los acontecimientos históricos en los que hace
hincapié El d_efecto barroco es en el uso de reproducciones del Museo del Prado en las Misiones
Pedagógicas de la Segunda República. En la exposición se podían ver copias de algunos de los
cuadros de este Museo del Pueblo, así como fotografías de la época. Esta iniciativa llevada a
cabo entre 1931 y 1936 la protagonizaron las obras de los considerados grandes maestros de
la pintura española: Velázquez, Goya, El Greco, Murillo, Ribera, Zurbarán… Muchos de ellos
representantes del Barroco español52.
Precisamente, las obras del Siglo de Oro funcionaban porque el Barroco fue,
simultáneamente, un arte popular y burgués, de colonizadores y colonizados53. Recientemente,
justo en los años precedentes a la exposición, el Barroco volvió a conquistar el imaginario
colectivo. Una de las últimas salas de la exposición contaba con un collage de imágenes
de prensa de cuando la Selección Española de Fútbol ganó la Eurocopa en 2008. Como la
imagen de Santiago “Mataindios”, las conquistas de la Selección se constituyeron como mitos
perpetuadores de la hispanidad y la historia triunfal de nuestro país. La victoria en época de
crisis es una contradicción plenamente barroca, aunque luego precisamente fuera la actitud
barroca lo que criticara la prensa deportiva54.
Para rematar esta sección dedicada —aunque no sin cierta ironía— al fútbol, se encontraba
una reproducción prácticamente a escala del cuadro La rendición de Breda de Velázquez,
popularmente conocido como Las lanzas. Pero no era una copia exacta del cuadro original.
La imagen que se expuso en El d_efecto barroco formaba parte de la campaña publicitaria

51
Marzo, Jorge Luis y Tere Badia, El d_efecto barroco… op. cit., p. 58.
52
Dennis, Nigel, “Ramón Gaya y el Museo del Pueblo de las Misiones Pedagógicas”, en Escritura e imagen, 7
(2011), pp. 15-26. https://doi.org/10.5209/rev_ESIM.2011.v7.37771
53
Gruzinski, Serge, La guerra de… op. cit., p. 159.
54
Besa i Camprubí, Ramón, “Demasiado barrocos”, en El País, 17 de junio de 2010. «https://elpais.com/
diario/2010/06/17/deportes/1276725602_850215.html» [Consultado el 10 de abril de 2019].
127 Patricia Manzano Rodríguez, “Recuperación y resignificación del Barroco…”
que lanzó CEPSA para patrocinar a España en el Mundial de Fútbol de 2010 bajo el lema “El
mundo vuelve a ser nuestro”. En ella, los soldados españoles que aparecen en el cuadro vestían
camisetas y bufandas de la Selección y ondeaban una gran bandera de España. Esta imagen
se ha llegado a calificar como “profética” ya que, aunque la campaña publicitaria se lanzó
antes de que se conocieran qué equipos se iban a disputar la final, vaticinó el encuentro entre
España y Holanda55. La imagen siempre se ha usado como un sistema de control e instrumento
ideológico. En la Edad Moderna, la imagen tenía valor testimonial y servía como documento
legitimador de políticas e historias, como se pretendía hacer entender en la exposición. Ni la
obra de Velázquez ni la reinterpretación de CEPSA son imágenes apolíticas.
Las obras audiovisuales, las entrevistas dirigidas por los comisarios a artistas, intelectuales
y políticos, las imágenes de la Selección y el Museo del Pueblo compartían el espacio expositivo
para elaborar un discurso crítico sobre la apropiación política de la cultura. Esto se refleja tanto
en las obras escogidas que hemos mencionado como en el propio display de la exposición. El d_
efecto barroco critica que España se haya vendido al turismo y se haya convertido en una marca,
hasta el punto de convertir la cultura en un producto de consumo subordinado a la maquinaria
política. A este capitalismo cultural —término que se ha puesto recientemente de moda para
hablar de la mercantilización de la cultura—56 se ha llegado a través del Barroco, que se vende
como los ideales de la hispanidad. Así, estudiando de forma crítica el papel de la monarquía,
la brecha entre lo popular y lo moderno y los mitos fundacionales de nuestro país a través de
la relación con América Latina, se llega a la conclusión de que el arte —principalmente el
producido en el Siglo de Oro— se ha convertido en una herramienta legitimadora de la política
nacional.
Desde finales de los años setenta se ha producido un proceso “barroquizador” en toda
Latinoamérica impulsado, sobre todo, por instituciones privadas, pero también por las dictaduras
militares de Chile, Perú y Bolivia. El Barroco colonial se recuperó como símbolo de estatus
cultural y como reclamo turístico57. Olvidado queda el siglo xix cuando se quemaban iglesias
y demás edificios barrocos en México en señal de protesta contra el régimen colonial. A partir
de los sesenta, “el Barroco [en América Latina] ya no es un lastre farragoso, es simplemente un
negocio”58.
Además, con el surgimiento de los estudios poscoloniales y el renovado interés por
el Barroco y su relación con la modernidad, surgió también una línea de investigadores que
afirmaban que América ya era Barroca antes incluso de que llegaran los españoles. El escritor
cubano Alejo Carpentier dictaminó en 1979: “nuestro arte siempre fue barroco: desde la

55
Ctrl ControlPublicidad, “Y CEPSA acertó…”. «http://controlpublicidad.com/campanas-publicitarias/y-cepsa-
acerto/» [Consultado el 5 de junio de 2019].
56
Llopis Goig, Ramón, “La cultura en la época del capitalismo cultural. Tendencias y controversias”, en Culturas.
Revista de gestión cultural, 1 (2014), pp. 46-60. https://doi.org/10.4995/cs.2014.3180
57
Marzo, Jorge Luis, “Neo, post, ultra, pre, para, contra, anti. Modernidad, Barroco y capitalismo en el arte
contemporáneo mexicano”, en Estudios culturales, 1 (2012), pp. 81-94.
58
Marzo, Jorge Luis, La memoria administrada… op. cit., pp. 179-197.
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 128
espléndida escultura precolombina y el de los códices, hasta la mejor novelística actual de
América”59. Lo mismo afirmaba otro literato argentino, Alfredo Roggiano, cuando dijo que
“América es barroca antes del barroquismo europeo y por mucho tiempo después: lo es y lo
seguirá siendo” 60.
Si durante la Edad Moderna las imágenes barrocas habían servido como medio
propagandístico, ahora es el propio discurso el que se usa con fines identitarios. Hasta el
momento hemos visto dos tipos de estrategia a la hora de usar el relato barroco como instrumento
ideológico y de propaganda. La primera, llevada a cabo por la historiografía española hasta
prácticamente nuestros días, pasa por ignorar por completo la relación entre el Barroco español
y la expansión colonial. La segunda, la de los intelectuales latinoamericanos de apropiarse del
discurso del colonizador y hacerlo suyo para subvertir las relaciones de poder tras el auge de
los estudios poscoloniales.
Este cambio de mentalidad puede haber estado influenciado por los estudios sobre
lo neobarroco que, como hemos visto, surge a finales de los años setenta, a la par que la
apropiación nacional del Barroco por parte de los teóricos latinoamericanos con el objetivo
de identificar América Latina con la posmodernidad61. El Neobarroco de Sarduy se ha leído en
clave revolucionaria y para algunos autores surge en el contexto del boom latinoamericano y
la Transición española como una apropiación crítica de la historia para reescribir los códigos
impuestos por los colonizadores62. Pero sobre todo, en la exposición se recalca el sentido de arte
en periodo de transición.
Si la hispanidad es una característica intrínseca del Barroco y Latinoamérica es barroca,
cabe preguntarse qué significa ser hispano, si es que sigue significando algo. Este es el trasfondo
de El d_efecto barroco, que todavía hoy sigue planteándonos interrogantes sobre la prevalencia
de la hispanidad, el uso político del arte y la efectividad del Barroco como instrumento político
y de propaganda. Es más, el mejor resumen de las políticas culturales de nuestro país en los
últimos años es el trabalenguas que plantearon los comisarios de la exposición en la portada del
catálogo: “Lo hispano está embarrocado, / ¿quién lo desembarrocará? / El desembarrocador que
lo desembarroque / buen desembarrocador será”.

59
Carpentier y Valmont, Alejo, Tientos y diferencias, Montevideo, Arca, 1979, p. 207.
60
Bustillo, Carmen, Barroco y América latina. Un itinerario inconcluso, Caracas, Monte Ávila Editores, 1988, p.
22.
61
Marzo, Jorge Luis, “Neo, post, ultra… op. cit., p. 82.
62
Ndalianis, Angela, Neo-baroque aesthetics… op. cit., pp. 12-14.
129 Patricia Manzano Rodríguez, “Recuperación y resignificación del Barroco…”
4. El vigesimotercer momento barroco

Desde finales del siglo xx se advierte un fuerte interés por la recuperación del Barroco
histórico que ha llevado a su resignificación. La recuperación y resignificación del Barroco que
se ha producido en el siglo xxi se ha trasladado a los discursos expositivos de galerías y museos
contemporáneos, lo que demuestra el interés del mundo curatorial por revisar el seicento español.
Barrocos y Neobarrocos. El infierno de lo bello, Principio Potosí: ¿cómo podemos cantar el
canto del Señor en tierra ajena? y El d_efecto barroco. Políticas de la imagen hispana son tres
ejemplos de ello. El análisis de estas exposiciones (celebradas todas en instituciones públicas y
cercanas en el tiempo) ha aportado más información sobre preocupaciones contemporáneas que
sobre el Barroco histórico. Las muestras tratan la relación entre España y Latinoamérica cuando
se cumplían doscientos años de la independencia de las colonias, el rechazo a la posmodernidad
en un momento de declive y los momentos de transición y crisis en la era de la sobreinformación
y la saturación de imágenes.
Estas exposiciones han aportado tres maneras distintas de incorporar el imaginario barroco
en muestras de arte contemporáneo, pero todas las muestras coinciden en que el Barroco ha
trascendido la etiqueta de categoría estilística y se ha convertido en una corriente transhistórica.
Las muestras, además, presentan el Barroco, a través del Neobarroco, como el epítome de la
posmodernidad en nuestro país.
El Neobarroco que hemos visto en estas exposiciones es, ante todo, una forma de repensar
nuestra relación con el pasado a través de tropos que se usan para construir narraciones sobre
el presente. Una de las características que Calabrese identifica como propias del movimiento
Neobarroco y que podemos observar en las tres muestras es el policentrismo. Esta cualidad está
presente en el marco teórico de Barrocos y Neobarrocos, en el montaje en forma de palimpsesto
de Principio Potosí y en el rechazo al modelo de centro/periferia de los academicistas
latinoamericanos. Como resultado, la barroquización de la imagen contemporánea surge a partir
de la recuperación de conceptos barrocos (o conceptualmente barrocos) como el trampantojo, la
belleza de lo imperfecto, la transmutación del cuerpo y, sobre todo, la puesta en escena que ha
hecho posible la concepción del mundo como un gran teatro.
Además, esta resignificación del Barroco histórico también pasa por la inclusión de
América Latina en la historiografía, algo que hasta el momento se había excluido del discurso
oficial. Este es uno de los aspectos más novedosos de las muestras, ya que el interés por el Barroco
latinoamericano se ha manifestado principalmente en proyectos curatoriales contemporáneos,
exceptuando la labor de difusión del Museo de América en Madrid. El Neobarroco se ha
constituido como un nuevo medio de construcción de políticas identitarias, igual que lo fue
el Barroco histórico en su momento y no se presenta como una corriente aislada, sino que
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 130
está estrechamente relacionado con la resignificación del Barroco como algo propiamente
americano.
El relato barroco se ha convertido en una herramienta política de doble filo. La recuperación
barroca en la que se basaban estos proyectos expositivos se centraba en el bicentenario de
las declaraciones de independencia de las antiguas colonias americanas. No obstante, ninguna
de las exposiciones aquí tratadas celebradas en este contexto hizo alusión a los procesos
revolucionarios del siglo xix. El caso americano en Prinicpio Potosí y El d_efecto barroco (y,
en menor medida, también en Barrocos y Neobarrocos) se ajustaba a un periodo concreto: la
colonización en los siglos xvii y xviii.
El Barroco se presenta pues, como una política cultural. Desde la Edad Moderna la
imagen barroca se ha convertido en uno de los mecanismos de propaganda al servicio del poder.
El Barroco se ha asociado con el mito de la hispanidad en repetidas ocasiones a lo largo de la
historia, un tema en el que ahondan las exposiciones analizadas en el presente trabajo. Pero,
como se explicita en estas exposiciones, numerosos teóricos e historiadores latinoamericanos
han defendido la identidad barroca del continente americano, cualidad que dicen estaba presente
en América antes incluso de la conquista y colonización.
La apropiación del Barroco en Latinoamérica ha supuesto la deconstrucción del relato
oficial y ha ayudado a subvertir el modelo centro/periferia que ha dominado la historiografía
hasta finales del siglo xx y que presentaba el arte producido en América durante el periodo
colonial como un “arte de segunda” incapaz de compararse al arte producido en Europa en la
misma época. El mito de la hispanidad, hasta ahora síntoma del Barroco, se ha subvertido para
convertirse en algo intrínsicamente latinoamericano, lo que plantea serias reflexiones sobre la
vigencia del término “hispanidad”, la prevalencia del Barroco como instrumento político y de
propaganda y el uso político del arte. De esta forma, estas exposiciones celebraron el proceso
de independencia problematizando el periodo colonial, algo que hasta el momento solo se ha
hecho en instituciones de arte contemporáneo.
Barrocos y Neobarrocos, Principio Potosí y El d_efecto barroco fueron exposiciones
críticas con la doble vertiente del Barroco, que por un lado marca el Siglo de Oro de la cultura
española y, por otro, un periodo de explotación colonial. La apropiación neobarroca del
discurso colonizador fue clave en la elaboración de estos proyectos, que incorporaron el mito
barroco como mediador en la relación entre España y América Latina y como medio para la
administración de la memoria. Pero, sobre todo, estas exposiciones plantean el Barroco como
algo más que una etiqueta estilística. El Barroco como se plantea síntoma y diagnóstico de
nuestra sociedad, como ejemplo y como excusa. La etiqueta de “barroco” es independiente de la
fecha de producción de una obra pues, aunque estas exposiciones presentaban obras realizadas
antes, durante y después del siglo xvii, todo se enmarca en la categoría de (neo)barroco.
131 Patricia Manzano Rodríguez, “Recuperación y resignificación del Barroco…”
Estableciendo paralelismos con la sociedad, política y cultura de la España del Siglo
de Oro, Barrocos y Neobarrocos, Principio Potosí y El d_efecto barroco activaron el debate
sobre lo que significa ser barroco en el siglo xxi, ya fuera de manera conceptual, confrontando
obras coloniales con otras de factura moderna, o de forma documental. Las exposiciones aquí
tratadas se han convertido en espacios para la reflexión en torno a la relación entre el Barroco
histórico y el arte contemporáneo a través de dos estrategias discursivas: la subversión del mito
de la hispanidad y el Neobarroco. Así, la persistencia del Barroco histórico solo se entiende
al hablar del Barroco en términos de adicción, como si fuera una droga de la que no podemos
prescindir63. Eso explicaría la persistencia de los momentos barrocos de Eugenio d’Ors y la
retombée de Severo Sarduy. En esta línea, se podría argumentar incluso que estamos viviendo
el vigesimotercer momento barroco de la historia, pues estas exposiciones son la prueba de que
hemos vuelto a recaer en el Barroco.

63
Marzo, Jorge Luis, La memoria administrada… op. cit., p. 117.
El mirage espartano en la historia

The Spartan mirage in history

Reseña de: Fornis, César: El mito de Esparta. Madrid, Alianza Editorial.


2019, 386 pp. ISBN: 978-84-9181-6126.

JOSÉ MANUEL ALONSO DAPICA


Docente de secundaria y bachillerato
[email protected]

Toda aquella persona que se ha enfrentado a la investigación sobre Esparta se ha


topado con un importante problema: la escasez de fuentes escritas de los espartanos.
Esta situación conlleva la dependencia en exceso de fuentes externas, principalmente
atenienses, lo que nos ofrece una imagen contaminada, siendo positiva o negativa
dependiendo de la afinidad del autor. Esto fue denominado por François Ollier en los
años 30 y 40 como el Mirage espartano1, ya que el uso de los textos ha creado una imagen
distorsionada, un espejismo de Esparta, transformándola más en un mito que en una
realidad. Este mito se ha adaptado en función de las mentalidades del momento histórico,
adecuándose y sobreviviendo a todo tipo de circunstancias hasta llegar a la actualidad.
La evolución de dicha imagen mítica espartana, así como su peso en la sociedad, en la
política y en la historiografía, es el objeto de estudio de César Fornis en su último libro,
El mito de Esparta (2019).
Fornis, helenista especializado en Esparta, es uno de los mayores expertos en esta
polis a nivel internacional. Autor de gran cantidad de artículos sobre este tema y de dos
manuales de referencia sobre los espartanos (uno de 20032 y otro actualizado en 20163,
en el que se incluye un pequeño adelanto de la presente obra), ha dirigido su labor de
investigación principalmente al estudio de la historia política de esta polis, así como los
usos, costumbres y religión de sus habitantes. En los últimos diez años ha enfocado su
producción a la investigación sobre la recepción de Esparta en los diferentes periodos
1
Ollier, Françcois, Les mirage Spartiate. Étude sur l´ ideálisation de Sparta dans l´antiquité grecque. 2
vols, París, Annales d´ Universite de Lyon, 1933-1943.
2
Fornis, César, Esparta: Historia sociedad y cultura de un mito historiográfica, Barcelona, Crítica, 2003.
3
Fornis, César, Esparta: La historia, el cosmos y la leyenda de los antiguos espartanos, Sevilla, Editorial
Universidad de Sevilla, 2016.

Recibido: 29 de febrero de 2020; aceptado: 9 de junio de 2020; publicado: 30 de septiembre de 2020.


Revista Historia Autónoma, 17 (2020), pp. 133-137
e-ISSN: 2254-8726; https://doi.org/10.15366/rha2020.17
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 134
históricos y su peso en las diferentes corrientes intelectuales y sociales de la historia. Esta
obra sintetiza todo este trabajo de investigación, mostrándonos un recorrido del mito espartano
a lo largo de la historia, la idealización o denostación de su pasado, costumbres, personajes
y organización sociopolítica, para lo que Fornis recurre a una ingente cantidad de fuentes
historiográficas.
El mito de Esparta se ha centrado especialmente en ciertos aspectos citados por autores
antiguos: la supuesta mezcla equilibrada de sistemas políticos en la constitución espartana
(monarquía, democracia, aristocracia), la inmutabilidad del sistema a lo largo de los siglos,
la agogé, las cualidades militares, su sobriedad o la omnipresencia de Licurgo como perfecto
legislador que crea el sistema espartano. Todos estos son elementos recurrentes que sirven
como fuentes de inspiración durante los diferentes periodos históricos. Esto no ha hecho más
que contribuir a potenciar el mito y a mantenerlo a lo largo del tiempo. De este modo, Fornis
nos muestra eventos o personajes históricos, como los revolucionarios americanos y franceses
que se sirven de la inspiración que brinda Esparta para crear nuevos modelos políticos o cómo
los prusianos y nazis recurren a la fama militar espartana para compararse militarmente. Son
ejemplos del uso de la imagen de Esparta a modo de fuente de inspiración, contemplada siempre
desde una óptica contemporánea.
Esta obra se divide en una introducción, un epílogo y catorce capítulos, la mayoría de
ellos distribuidos de forma cronológica (aunque con algunas alteraciones al comienzo del
libro). Los últimos capítulos se distribuyen de forma temática, atendiendo a cómo ha afectado
el mito en el feminismo, la esclavitud o la cultura popular, finalizando con un apartado dedicado
exclusivamente a Leónidas.
Fornis plasma en esta obra las variaciones de la visión del mito, prácticamente nunca
cuestionada hasta el siglo xx. La esencia del mismo es creada en la Antigüedad, proceso que
se nos muestra en los tres primeros capítulos. El primero de ellos comienza con el origen, la
construcción de la imagen de Esparta en el periodo clásico, cuando los autores del momento,
atenienses como Tucídides, Platón o Jenofonte entre otros, proporcionarán una base general
sobre la que se levantará el mirage. Para ello, considerarán como su raíz elementos originados
en el periodo arcaico, como se nos muestra en el segundo capítulo. Las obras de Tirteo o Alcmán,
junto a eventos mitificados, como la batalla de los Campeones, las acciones de Otríades, la vida
de Licurgo o la propia creación de Esparta, servirán de eje de desarrollo del espejismo. En el
tercero, se nos muestra el surgimiento de los elementos decisorios para la consolidación de esta
imagen y su transmisión a lo largo de la historia. Autores como Pausanias, y esencialmente
Plutarco (destacando los aforismos espartanos), son mostrados como los responsables del
surgimiento del mito definitivo. La visión que desarrolla este último autor de los espartanos
será vital, ya que predominará hasta el siglo xx sin cuestionamientos.
135 José Manuel Alonso Dapica, “El mirage espartano en la historia”
Tras una muy breve exposición del mito en la Edad Media, el autor continúa con el
resurgimiento del mito en el Renacimiento, con la recuperación de Plutarco como principal
fuente sobre Esparta (capítulo cuarto). La imagen que desprende en sus obras se empleará como
inspiración para nuevas ideas políticas, tomándose elementos como la Eforía como un ejemplo
de limitación del poder real, lo que muchos autores tomarán como modelo para nuevas filosofías
humanistas que buscaban establecer límites al poder de los monarcas. Con el desarrollo de
estas ideas y el surgimiento de la Ilustración, Fornis nos muestra en el quinto capítulo cómo
esta polis (o más bien el mito espartano) también tiene su lugar entre los filósofos del periodo,
principalmente Montesquieu y Rousseau, sobre todo este último debido a las exaltadas muestras
de laconofilia que hace en los fragmentos que recupera el autor.
Los capítulos séptimo, octavo y décimo nos muestran el uso del mito y su influencia en
procesos y nuevos modelos políticos: las revoluciones americanas, la francesa y la creación del
Estado nazi. El peso de Esparta se centra en los dos primeros casos en la búsqueda de un modelo
en el que inspirarse en el momento de crear un nuevo sistema sociopolítico, teniendo una mayor
aceptación en el caso francés. En relación con el capítulo décimo, se nos relaciona el mito con
el desarrollo nazi, que usa a los espartanos para entroncarlos en sus teorías raciales, sirviéndoles
como inspiración, del mismo modo en que lo hizo su modelo educativo para desarrollar un
ejército imbatible.
La obra tiene también espacio para analizar el mito en otras vertientes o movimientos
sociales. Esto sucede en el capítulo sexto, donde el autor recoge las plasmaciones artísticas
que emplean a Esparta como modelo, proporcionando una imagen literaria, teatral o visual al
mito durante el siglo xviii. Los capítulos decimoprimero y decimosegundo se reservan para
la recepción de la imagen de los espartanos en movimientos sociales como el feminismo o
la defensa de los derechos de los grupos oprimidos. En el sexto capítulo la mujer espartana
se convierte en protagonista por su peculiar consideración durante la Antigüedad, sirviendo
como ejemplo a autoras como Simone de Beauvoir, mientras que en el segundo capítulo son
los ilotas, a los que se compara con los esclavos y campesinos feudales de época moderna y
contemporánea, en referencia a su precaria situación frente una potencia opresora.
La actualidad del mito se recoge en el capítulo decimotercero, en el que Fornis nos muestra
cómo se ha transformado mediante elementos de la cultura popular, con ejemplos como el
cómic, pero esencialmente a través del cine. Es destacable la película 300 de Zack Snyder,
causante de la imagen generalizada extendida de Esparta, la cual destaca principalmente por
la dureza de los habitantes de la mencionada polis. Un último capítulo es destinado al análisis
de la figura de Leónidas, figura clave en la construcción del mito por la admiración que causó
su acto en las Termópilas. La obra finaliza con un epílogo en el que Fornis nos transmite un
optimista mensaje sobre la historiografía de Esparta, ya que se ha generado en las últimas
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 136
décadas una labor investigadora que pretende separarse del mito para redescubrir una Esparta
más realista e histórica.
En el desarrollo de estos catorce capítulos Fornis recurre a una ingente cantidad de fuentes
para analizar el desarrollo del mito a través de la historia. Entre ellas, únicamente están presentes
en la bibliografía del libro una parte de esta, incluyendo las obras clásicas y las historiográficas,
mientras que el resto es necesario consultarlas en la página web personal del autor. El empleo
de todas estas de fuentes hace que en cada capítulo se sucedan una gran cantidad de autores y
visiones sobre esta polis, algo que, aunque necesario para comprender el desarrollo del mito de
Esparta a lo largo de la historia, puede llegar a abrumar al lector.
Esta ingente cantidad de fuentes también impide un desarrollo amplio de autores y obras,
ya que sería imposible desarrollar todos y cada uno de aquellos que se incluyen en el libro.
Aun así, hay algunos puntos en los que la información se limita bastante, como la relación del
mito con las tendencias socialistas y comunistas, las cuales adaptaron Esparta a sus propias
ideologías, especialmente aquellos aspectos relacionados con la “igualdad” de los espartanos y
el reparto de lotes de tierra.
Aunque posee un carácter divulgativo, este trabajo requiere que el lector domine la
historia de Esparta, ya que sin este conocimiento El mito de Esparta podría resultar difícil de
seguir. En este caso, se recomienda consultar previamente el manual del propio autor de 2016
y después seguir con este volumen. De este modo se entenderán las alusiones que Fornis hace
sobre la historia de esta polis, para posteriormente poder reconocer los elementos del mirage
que siguen manteniéndose en la concepción actual de los espartanos.
El mito de Esparta se enmarca dentro de la tendencia iniciada en los años 70 por Paul
Cartledge4, en la que la historiografía comenzó a crear una imagen de la polis lacedemonia que
ha pretendido dejar atrás los tópicos e imágenes erróneas. En este contexto aparecerán otros
historiadores que han intentado despojar a Esparta de sus mitos, aunque muchos de ellos se
mantienen. Obras como la presente son necesarias para la historiografía para saber identificar
esas capas de mito que tenemos sobre los espartanos, convirtiéndolos en actores históricos
verosímiles. Fornis contribuye a esta desmitificación al mostrarnos cómo son y de dónde
proceden estas imágenes míticas.
La obra contribuye de forma positiva a completar el análisis sobre la recepción y
transformación del mito a lo largo de toda la historia, un aspecto que anteriormente se ha
centrado en la época contemporánea, concretamente en el periodo revolucionario de finales del
xviii, el imperio británico o la Alemania nazi. Gracias a ello se cubre un vacío temporal que

nos permite entender cómo se ha transformado este mito hasta la actualidad, evolucionando en
periodos anteriores. A ello hay que añadir que Fornis es el único autor en España que desarrolla
esta vía de estudio, convirtiéndole en el máximo exponente de la misma.
4
Cartledge, Paul, Sparta and Lakonia: a regional history 1300-362 BC, Londres-Boston-Henley, Routledge and
Kegan Paul, 1979.
137 José Manuel Alonso Dapica, “El mirage espartano en la historia”
No es una obra con la que iniciarse en el mundo de Esparta, ya que requiere el dominio
de su cosmos para poder adentrarse en ella, pero sí es una obra para a destacar al adentrarse en
la investigación sobre cualquier aspecto espartano, ya que permite conocer cuáles son aquellos
vicios que la historiografía ha mantenido a lo largo de los siglos para no volver a caer en ellos.
Paseos por la Toledo que confortó al Greco

Walking through the town that encouraged El Greco

Reseña de: Aranda Pérez, Francisco José y David Martín López: La Toledo
que alentó al Greco, Toledo, Antonio Pareja Editor, 2017, 423 pp. ISBN.
978-84-95453-82-2

ÓSCAR ALONSO LÓPEZ


Gestor Técnico de Biblioteca. Universidad de Castilla-La Mancha
[email protected] / [email protected]

Cuando en la segunda mitad del siglo xix fue aumentando a pasos agigantados el
interés por la obra del Greco, gracias en parte a los impresionistas franceses, se produjo
también el debate sobre la aportación ambiental de la ciudad de Toledo en su visión y
desarrollo artístico, culminándose la revalorización del pintor cretense en los años previos
a 1914, fecha de la conmemoración del tercer centenario de su muerte.
El intento de mostrar una visión integral y panorámica del Toledo de la segunda
mitad del xvi y primeras décadas del xvii, desde un amplio prisma tanto conceptual como
temático, es el objetivo marcado en esta obra por un colectivo de historiadores relacionados
de una u otra manera con la Universidad de Castilla-La Mancha y con la “causa” de la
ciudad de Toledo. Conscientes de que su obra no es definitiva, nos ofrecen un estudio
de lo que pudo ser la ciudad a caballo entre dos siglos desde un enfoque claramente
divulgativo buscando un público amplio, hablando incluso de estilo ensayístico “rozando
a veces lo literario”. En este sentido, es destacable la ausencia de notas a pie de página,
siempre útiles, pero que pueden hastiar al lector no especializado. Se ha suplido con la
puntual indicación de los autores en cada tema y un capítulo final compuesto por un
listado de obras de referencia, primando criterios de actualidad y relevancia, atendiendo
también a los clásicos en la materia. Todo ello, estructurado en 14 capítulos asumidos por
12 especialistas.
Asistimos al viaje hipotético que pudo seguir Theotocopoulos desde Italia hasta
Toledo en 1577, haciendo una prolija descripción de todos aquellos oficios, localizaciones,
productos y ocupaciones que contribuyen a conocer con mayor acierto la economía y la

Recibido: 20 de enero de 2020; aceptado: 3 de julio de 2020; publicado: 30 de septiembre de 2020.


Revista Historia Autónoma, 17 (2020), pp. 139-143
e-ISSN: 2254-8726; https://doi.org/10.15366/rha2020.17
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 140
fiscalidad de la época, su conformación reglamentaria en los gremios, verdaderos núcleos de
organización de la vida socioeconómica, cuya configuración en calles y barrios salpican la
toponimia actual: agricultores y ganaderos, comerciantes, arquitectos y constructores, artistas y
artesanos (“Toledo, trajinera”).
Estamos ante una ciudad cosmopolita, variada y compleja, poblada por gente de
credos diversos, lugares muy dispares, de estratos sociales con enormes diferencias. Así, nos
encontramos un tratamiento más o menos sistemático de este ambiente a lo largo del libro:
pongamos por ejemplo los capítulos que detallan la descripción de las características de la
potente y orgullosa nobleza urbana y los linajes a los que estaba unida desde un pretendido
pasado remoto (“Toledo, caballera”); frente a aquella otra poblada de menesterosos y desvalidos,
menos “luminosa y radiante” (“Toledo, mísera”), necesitada de toda una estructura asistencial
y sanitaria conformada en la ciudad especialmente a partir de los Reyes Católicos y bien
estudiada en sus espacios (parroquias, cofradías y hospitales) y características en la obra. Del
mismo modo, en la ciudad confluyen mozárabes, conversos, moriscos, renegados, cristianos
nuevos y viejos, esclavos procedentes de la guerra de las Alpujarras y de África, comunidades
importantes de griegos desplazados debido a la presión otomana, cuyo tratamiento se encuentra
más diseminado en la obra (“Toledo, saturada”, “Toledo, jolgorio”, por ejemplo). Esta urbe
bulliciosa que conoció el pintor se analiza también ligeramente a nivel demográfico. Siguiendo
los estudios de Martz y Porres, se observa la evolución que va desde los 80 000 habitantes de
la década de 1570, pasando a hablar de más de 60 000, siguiendo las estimaciones por vecinos,
para concluir en un declive constante en el cambio de siglo. De este modo, a la altura de 1630,
una década después de la muerte del pintor, la ciudad estaría habitada por unas 30 000 personas.
Toledo, perdida de forma paulatina su gran influencia política tras la marcha de la
Corte, siempre continuó teniendo una gran proyección religiosa, siendo considerada la capital
espiritual del reino. Es así que se nos muestra cómo estaba organizado el estamento clerical,
su omnipresencia en la vida de la ciudad, su papel dinamizador principal en la vida artística y
cultural (“Toledo, segunda Roma” y otros). Fue un foco de influyentes miembros eclesiásticos
de todos los niveles: el Greco conoció cuatro arzobispos diferentes, además de cargos del
cabildo catedralicio, obispos, dignidades, así como miembros de un nutrido clero regular.
Sin duda, el ambiente humanístico y cultural es el de mayor peso en la obra. Se nos
habla con profusión del conjunto de grandes intelectuales y humanistas al que estaría vinculado
el cretense: conforman el grupo encargado del gobierno de la ciudad integrando su sistema
administrativo y burocrático local; constituyen el pilar central del entramado educativo; y
forman parte de la oligarquía eclesiástica y las familias de linaje noble. Consumidores principales
de arte y libros —este último, el sector editorial, ya claramente en recesión, con escasez de
títulos y pobreza de materiales, pese a la tardía introducción de los grabados calcográficos—
y renovadores del mundo estético y literario. Con sus inquietudes contribuyeron a formar
141 Óscar Alonso López, “Paseos por la Toledo que confortó al Greco”
grandes bibliotecas, impulsar el estudio de las lenguas clásicas y promovieron el teatro y la
poesía de nuestro Siglo de Oro (“Toledo, humanista”, “Toledo, imprenta”, “Toledo, ¡y cierra
España!”). Siempre a instancias de la potente Iglesia y su cabildo catedralicio, sirvieron de
palanca en su origen y evolución de un conglomerado de instituciones educativas que, con
la Real y Pontificia Universidad de Santa Catalina a la cabeza, se va creando entre 1485 y
1583 un tejido académico que comprendía otras tres instituciones educativas: los colegios de
Doncellas y el de Infantes, dotados por el cardenal Silíceo en 1551 y 1557, respectivamente;
y el Colegio de San Bernardino, vinculado a los estudios jurídicos universitarios. También
habría que sumar la estrecha relación de la sociedad toledana con la Universidad Complutense
y los diferentes trasvases bidireccionales que tuvieron lugar desde entonces con nuestra ciudad
(“Toledo, academia”).
Existe también un esfuerzo por dar cobertura al ámbito de lo que podríamos llamar
“ciudad de los papeles”, es decir, el estudio de las distintas instituciones, oficiales y funcionarios
encargados de la redacción y la tramitación de la masa documental producto de la gestión
administrativa corriente. Es aquí donde se nos habla de la documentación notarial relacionada con
el artista, así como de la significación social de la masa de escribanos de número y amanuenses,
de la documentación municipal y de los escribanos del concejo, la documentación judicial y los
escribanos receptores, de la documentación eclesiástica y de los notarios que conformaban una
élite socioprofesional propia junto a jurados y regidores (“Toledo, documentada”).
El verdadero hecho axial que atraviesa e imbuye toda la vida del mundo católico se
produce tras el Concilio de Trento (1545-1563). La pintura toledana siguió la serie de exigencias
formales “características de la sensibilidad contrarreformista: sencillez en las formas, claridad
de expresión, brevedad, simplicidad, llaneza o sentido claro y directo del lenguaje” (“Toledo,
trentina”). Sabemos que el Greco tuvo un modo particular de interpretar dichos postulados,
motivo que ha propiciado que su particularismo sea el camino hacia su inmortal reconocimiento
posterior, pero todo ello es fruto de su maniera de ver y entender lo que se le imponía en modelos
y concepciones de la nueva piedad emanada en el concilio ecuménico. Hubo toda una serie de
artistas toledanos consagrados en la época, como Luis de Velasco, Blas de Prado o Luis de
Carvajal, influidos por el espíritu escurialense y oficialista. También merecen ser destacados el
iluminador Hernando de Ávila, Antón Pizarro y Luis Tristán. No podemos olvidar el interés que
despertaron entre los artistas los objetos inanimados como protagonistas de sus composiciones,
las naturalezas muertas, cuyo destacado representante toledano es Sánchez Cotán. Todo ello,
junto a la presentación del oficio de pintor como sinónimo de artista y no de artesano, aparece
ampliamente representado en el capítulo “Toledo, manierista”.
El impacto que tuvo la reforma católica de Trento, tanto en cuestiones doctrinales como
de disciplina, rebatiendo las posturas establecidas por los protestantes, cristalizó en Toledo en
la celebración de concilios provinciales y diocesanos para la revisión en el cumplimiento de lo
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 142
allí establecido. El resultado de aquellos cónclaves sería la reforma del episcopado controlando
sus residencias, el impulso de las predicaciones a lo largo de la amplia diócesis y la formación
sacerdotal a través de la creación de los seminarios. Esta última cuestión no se llevó a cabo
hasta mediados del xix, siendo la universidad de Santa Catalina la encargada de hacer sus
funciones. De cara a la sociedad, hubo un repunte de la piedad externa, caracterizada por el
auge de las procesiones, bien dentro del calendario litúrgico, bien a causa de beatificaciones y
canonizaciones. Ello, acompañado de la utilización del libro como vehículo de transmisión de
los valores católicos a través de la literatura moralista y edificante.
Mención especial merece el estudio y tratamiento que tiene en la obra la precursora
historiografía toledana a partir de la segunda mitad del xvi, que la convierte en fuente documental
para la confección del libro. En Toledo comenzó un trabajo de estudio y glorificación del pasado
histórico de la ciudad que luego tuvo enorme repercusión en otras historias urbanas posteriores:
comenzando por el trabajo más espiritual y menos rigorista de Pedro de Alcocer (1554), de
objeto e inspiración patriótica; y continuando con el más documentado y preciso del canónigo
Francisco de Pisa (1604), que vino a completar al primero, haciendo un gran esfuerzo en el
acopio documental en pro de una mayor veracidad y queriendo aspirar a convertirse en una
versión oficial de la historia toledana. Además, en la década del noventa del Quinientos había
visto la luz la obra del jesuita Juan de Mariana, cuya Historia General de España, de carácter
más filosófico e identitario, buscaba, también, mayor objetividad. Contemporáneo a este fue el
también jesuita Román de la Higuera, cuya obra ha arrastrado a lo largo de la historia el efecto
de los “falsos cronicones”. Al igual que esta última, que no llegó a pasar a la imprenta, de poco
crédito se juzgaron entre los sectores intelectuales de finales del xvii y los ilustrados del xviii
las historias de Pedro de Rojas, conde de Mora, y del capellán Cristóbal Lozano por su cercanía
a los manuscritos higuerianos.
El cambio de la capitalidad a Madrid en 1561 no produjo un inmediato impacto en la
dinámica de la ciudad en sus distintos ámbitos, sino que sus efectos comenzaron a notarse de
forma paulatina hasta que podemos hablar de una dinámica de franco retroceso y declive en
las primeras décadas del Seiscientos. Pese a los últimos grandes proyectos arquitectónicos que
configuran la ciudad que podemos contemplar en nuestros días (su skyline que diríamos hoy),
y en los que participan nuestro pintor y su hijo Jorge Manuel, la obra termina mostrándonos
los esfuerzos de la que posteriormente la historiografía denominaría “Escuela de Toledo”.
Estaba formada por una pléyade de arbitristas y reformistas toledanos que intentaron buscar
diagnósticos y posibles soluciones a los males económicos de la ciudad y la Monarquía Hispánica
en su conjunto (desvelos de Sancho de Moncada, Jerónimos de Ceballos o García de Herrera
Contreras) y que se concretaron en los famosos tratados y memoriales que tan útiles, a la postre,
se mostraron en el devenir de medidas concretas muy posteriores (“Quo vadis, Toletum?).
143 Óscar Alonso López, “Paseos por la Toledo que confortó al Greco”
En conjunto, la obra ofrece un completo fresco de la realidad toledana dentro del marco
general de la Monarquía Hispánica que corre paralela a la vida del que es considerado como el
primer pintor moderno. Es notable el esfuerzo por abarcar los distintos espacios de una realidad
compleja y en constante cambio, de la cual el cretense constituyó una parte sustancial y de la
que, sin duda, fue artífice desde su parcela creativa y contribuyó como pocos a perpetuar para
siempre la imagen de aquella Toledo que se encuentra inextricablemente unida a su figura para
la eternidad.
¡Exijo una satisfacción, te desafío a un duelo!

I demand satisfaction, I challenge you to a duel!

Reseña de: Sánchez, Raquel y José Antonio Guillén Berrendero (coords.):


La cultura de la espada. De honor, duelos y otros lances, Madrid, Dykinson,
2019, 412 pp. ISBN 978-84-13240-76-3

DIEGO CAMENO MAYO


Universidad Complutense de Madrid
[email protected]

Transcurridas dos décadas del siglo xxi, el honor, y más particularmente la práctica
del duelo, sigue llamando la atención de nuestra sociedad. Como prueba bastaría citar
su frecuente presencia en series y películas de ficción. Sin embargo, este tema es mucho
más profundo y va más allá de la típica escena de dos hombres, uno enfrente del otro,
dispuestos a quitarse la vida a causa de alguna ofensa. Precisamente ese el objetivo de esta
obra colectiva: desentrañar todo aquello que se encuentra detrás del duelo, familiarizando
al lector con un concepto tan complejo como el del honor y su evolución con el paso
del tiempo. Este es uno de los aciertos del libro: al contar con especialistas en Historia
Moderna e Historia Contemporánea, el lector puede conocer con facilidad la manera en
que fueron transformándose una práctica y un concepto que no significaban lo mismo a
comienzos del siglo xvi —cuando se inicia este estudio— que a finales del xix —cuando
concluye—.
La obra se estructura de forma cronológica, intercalando los estudios de caso con
capítulos más generales, a fin de facilitar la comprensión de su objeto de estudio. El
primer capítulo, a cargo de Paulo Catarino Lopes, relaciona la creación de una identidad
europea, a comienzos de la Edad Moderna, con la práctica del duelo. En este apartado,
el autor ya presenta algunos ejemplos de pendencias para reforzar su teoría, metodología
que se emplea en toda la obra y que constituye otro de sus grandes aciertos. José Antonio
Guillén Berrendero firma el siguiente escrito. En él, informa al lector de la importancia
que tenía la reputación en el estamento nobiliario, una cualidad que, en la Edad Moderna,
era hereditaria. El texto a cargo de Miguel Metelo de Seixas está ligado al anterior pero

Recibido: 25 de octubre de 2019; aceptado: 19 de mayo de 2020; publicado: 30 de septiembre de 2020.


Revista Historia Autónoma, 17 (2020), pp. 145-147
e-ISSN: 2254-8726; https://doi.org/10.15366/rha2020.17
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 146
introduce un elemento nuevo: la heráldica. Seixas estudia la nobleza portuguesa a través de la
heráldica como forma de identificación y jerarquía en el estamento nobiliario desde la época
medieval.
Con Miguel F. Gómez Vozmediano la obra se traslada a España con el objetivo de analizar
la evolución del duelo —y los duelistas— desde el reinado de Carlos II hasta el de Carlos III. El
autor destaca la tarea, puesta en marcha por las autoridades civiles, militares y eclesiásticas, en
contra de los lances de honor. Sin embargo, como él mismo reconoce, los desafíos, anticuados
ya en la mentalidad de la sociedad de finales del xviii, experimentarán una revitalización durante
el Romanticismo y los años centrales del siglo xix, aunque cambiando sus protagonistas. El
trabajo firmado por Adolfo Carrasco tiene como elemento principal a la espada —como símbolo
de nobleza— y, unido a ella, el arte de la esgrima. La importancia de este último es fundamental
como nexo entre nobleza y honor. Conocer y dominar dicho arte otorgaba una distinción que
todo noble debía adquirir, de ahí la importancia de las distintas escuelas que el profesor Carrasco
también aborda en este capítulo. Samuel Pufendorf es el protagonista del texto a cargo de Gijs
Versteegen. Valiéndose de la obra de dicho autor, Versteegen analiza la definición de honor,
poniendo en valor el mérito —en contra del honor hereditario— y el discurso o la palabra como
medio más honorable y pacífico para resolver conflictos. Ligado a esto último se presenta el
siguiente capítulo, elaborado por Juan Hernández Franco y Francisco Precioso Izquierdo. Para
estos autores, la discusión “armas vs. letras” estuvo presente durante toda la Edad Moderna y
estrechamente ligada al debate acerca del origen de la nobleza, con el mérito o virtud personal
como reforzamiento de la condición de noble por nacimiento.
Dentro de la contemporaneidad, los siguientes cuatro capítulos se basan en estudios de
caso, buscando transmitir al lector la consideración que tanto el honor como los desafíos tenían
en la sociedad decimonónica española. El trabajo de David San Narciso analiza los duelos
entre los embajadores de Estados Unidos y Francia por un lado, y los del duque de Alba y el
hijo del embajador estadounidense, por otro. A través de estos lances, el autor ejemplifica los
distintos significados que podían tener los duelos: en primer lugar, la pendencia como defensa
del honor nacional y, en segundo, como forma de defender el honor de la mujer ultrajada —tarea
que, como puede apreciarse, era responsabilidad del varón—. Alberto José Esperón estudia
uno de los duelos más conocidos del siglo xix español: el desafío a pistola entre el duque de
Montpensier y su pariente, Enrique de Borbón, dos miembros de la familia real que recurrían a
la práctica del duelo para defender su honor. Además, en línea con el capítulo anterior, el autor
muestra —gracias a las fuentes hemerográficas consultadas— cómo la prensa hizo una lectura
en clave nacional de este duelo en el que se enfrentaban un francés y un español. Sin abandonar
a la familia real, David Martínez Vilches analiza el “asunto Valcarlos”, un duelo evitado gracias
a Antonio Cánovas del Castillo, en un momento muy delicado (Restauración de la Corona en
la figura de Alfonso XII). El papel de Isabel II como desencadenante del duelo, a causa de su
147 Diego Cameno Mayo, “¡Exijo una satisfacción, te desafío a un duelo!”
vida privada, y la preocupación de Cánovas por que se celebrase un lance con la reina (madre
de Alfonso XII) de por medio, muestra la influencia que este tipo de acciones podían tener en
las esferas políticas y diplomáticas. A través del desafío entre dos periodistas republicanos, la
profesora Raquel Sánchez estudia la complicada relación entre el derecho al honor y la libertad
de imprenta. Además, la autora pone de relieve dos aspectos interesantes: la celebración de
duelos entre partidarios de la misma opción o ideología política y la importancia que tenía esta
práctica —a finales del siglo xix— entre los periodistas, que a menudo recurrían a ella para
ascender profesionalmente.
Para finalizar, Ainhoa Gilarranz emplea en su capítulo una metodología diferente, mezcla
de la historia de las mentalidades con análisis más propios de la Historia del Arte. De esta
manera, la autora estudia las representaciones pictóricas del duelo desde el siglo xvi hasta el
xix, llegando a la conclusión de que, a día de hoy, las formas de reproducir un desafío siguen

siendo muy similares a las de aquellas centurias —si bien adaptadas a nuevos formatos como
el cine—. Jorge Pajarín cierra la obra con un trabajo en el que se analizan tanto el concepto de
honor como la práctica del duelo en los escritos de los grandes autores de nuestra literatura:
Bécquer, Galdós, el Duque de Rivas, Valera, entre otros.
En definitiva, se trata de un trabajo que aborda cuestiones tan complejas como el honor, y
lo hace desde múltiples ópticas y metodologías, uniendo los estudios de caso con los análisis de
obras pictóricas y literarias. El empleo de fuentes primarias —entre las que destacan la prensa
histórica, los tratados y leyes, y las obras de arte y literatura— se combinan perfectamente con
las secundarias y, aunque estas últimas suelen coincidir, el libro no se hace repetitivo. De nuevo,
hay que recalcar el acierto de contar con expertos en los períodos históricos tratados, ya que
facilita enormemente la comprensión del concepto de honor y su evolución a lo largo de los
siglos. Quizás se eche en falta algún trabajo que analice la forma en que se vivía y pensaba el
honor en diferentes colectivos —religiosos, clases populares o militares— o entre las mujeres,
aspectos que son abordados superficialmente pero que, ampliados, podrían redondear un libro
que cumple lo que promete: el lector reflexiona acerca de un concepto —el honor— que,
aunque sigue presente en la actualidad, ha variado extraordinariamente, y sobre una práctica
—el duelo— que hoy llama la atención pero que parece ya alejada de nuestra sociedad.
Las diferentes imágenes del general Baldomero Espartero. Su
contribución al siglo XIX en España

The different images of the General Baldomero Espartero. His


contribution to the 19th century in Spain

Reseña de: Shubert, Adrian, Espartero, el Pacificador, traducción de Eva


Rodríguez Halffter, Barcelona, Galaxia Gutenberg, S.L., 2018, 760 pp. ISBN
978-84-17747-63-3

ÁNGEL RAMÓN POVEDA MARTÍNEZ


Universidad Autónoma de Madrid
[email protected]

El siglo xix español sigue acaparando la atención de numerosos historiadores que,


a través del género literario de la biografía, nos están acercando a diferentes personajes
de dicha centuria con el fin de alumbrar, no solamente sus vidas, sino también ayudar a
la comprensión de un periodo agitado, con profundos cambios, en el contexto geográfico
peninsular. En dicho ecosistema, asistimos, poco a poco, al cese de un imperio oceánico
mientras nos movilizamos hacia la construcción de un Estado nación, en el tránsito del
Antiguo Régimen al Liberalismo.
Isabel II (Isabel Burdiel, Taurus 2010), Fernando VII (Emilio La Parra, Tusquets
Editores, 2018), Emilia Pardo Bazán (Isabel Burdiel. Taurus, 2019), el Duque de Ahumada
(Eduardo Martínez Viqueira. La Esfera de los Libros, 2019) constituyen algunos ejemplos
recientes en esta dirección historiográfica. Es, en este ámbito, donde también debemos
situar a Adrian Shubert y su biografía acerca del general Baldomero Espartero.
Adrian Shubert es catedrático de Historia en la Universidad de York, Toronto. Entre
sus principales publicaciones figuran The Road to Revolution in Spain: The Coal Miners
of Asturias, 1860-1934 (1987), A Social History of Modern Spain (1990) y A las cinco
de la tarde, una historia social del toreo (2002). Ha dirigido junto a José Álvarez Junco
Nueva historia de la España contemporánea (2018). Es miembro de la Royal Society of
Canada y comendador de la Orden del Mérito Civil. Con la publicación de dicha obra,

Recibido: 19 de agosto de 2019; aceptado: 25 de febrero de 2020; publicado: 30 de septiembre de 2020.


Revista Historia Autónoma, 17 (2020), pp. 149-153
e-ISSN: 2254-8726; https://doi.org/10.15366/rha2020.17
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 150
culmina un trabajo que nos permite visualizar, de manera más precisa y en toda su complejidad,
el semblante de esta figura histórica.
Noveno hijo de un carretero de un pequeño pueblo de Castilla-La Mancha (Granátula
de Calatrava), Espartero consiguió ascender en la carrera militar hasta ser designado general
en jefe del Ejército del Norte en la primera guerra carlista. Después de Luchana, tiene lugar su
acceso a la escena política: alcanzó reiteradas veces la presidencia del Consejo de Ministros,
asumió la regencia e incluso su nombre se barajó como sucesor de Isabel II, tras la Revolución
de 1868. Pocos hombres en la historia de España llegaron tan alto partiendo desde tan bajo
(alcanzó el grado de teniente en la guerra de la Independencia y brigadier general tras su periplo
por la guerra de Independencia americana).
En la introducción, se nos ofrece de manera sintética lo que luego se expone, a lo largo
del libro, en los diferentes capítulos. Partiendo del hecho histórico clave que convertirá este
“oscuro militar conocido solo de su familia, amigos y compañeros de armas” en un héroe
nacional (Luchana) y, tras un recorrido sobre las biografías escritas hasta el momento del citado
personaje, A. Shubert —sin alejarse del acercamiento a la figura de Espartero desde el modo
tradicional— ha diseñado una biografía que pretende ayudar también a comprender mejor el
siglo xix. El rigor y carácter científico de la obra, que han supuesto más de 20 años de trabajo
e investigación, están sustentados en el uso del propio archivo familiar y personal, unido a todos
los archivos españoles de relevancia, varios ingleses y americanos, en lo que respecta a las
fuentes primarias utilizadas.
Como consecuencia, el culto a la figura de Espartero como héroe nace “desde arriba”
después de la victoria de Luchana. Es nombrado conde de Luchana y, el Gobierno, a través de
la Iglesia, que posee mayor capacidad de comunicación que el Estado, se sirve para cantar
las glorias del militar victorioso frente a los carlistas, representantes del absolutismo más
exacerbado. Tres años más tarde, después de Vergara, el Gobierno interrumpe esta maniobra
porque los políticos ya tienen miedo de Espartero como competidor (no le ven dócil y cercano
a sus planteamientos y propuestas bélicas-políticas; sus partidarios o próximos “ayacuchos”
tienen mucha presencia en sus decisiones y la influencia en el ejército y el apoyo del pueblo
es muy significativa). A pesar de ello, este culto crece y se mantiene, pero “desde abajo”. Se
nota en el hecho de padres que ponían el nombre de Baldomero a sus hijos o les contaban las
glorias de Espartero en casa, junto a la proliferación de artículos recordatorios como mapas,
litografías, estampas donde aparece Espartero como figura central u obras de teatro donde se
exalta su papel en Luchana y como Pacificador, tras la firma del Convenio de Vergara.
Por ello, una de las contribuciones más importantes de esta obra es poder describir y analizar
los elementos que sustentan el culto de Espartero, un culto que se mantuvo “desde abajo”,
sin apoyo de la maquinaria del Estado durante muchas décadas y a pesar de sus fracasos en la
política. La base de este fue el hecho de haber terminado la guerra carlista, “la guerra fratricida
151 Ángel Ramón Poveda Martínez, “Las diferentes imágenes del general Baldomero…”
de siete años”, como decían muchos por entonces. No conviene infravalorar las ansias de la paz
que tenía la gente, por lo que esa fama de ser el “Pacificador de España” duró décadas. Se puede
ver en las muchísimas cartas de apoyo que recibió de todo el país y en las 270 peticiones que se
mandaron a las Cortes Constituyentes entre 1869 y 1870, reclamando a Espartero como rey. Le
llamaban el Pacificador, como si fuera un título oficial. Este fenómeno fue un hecho insólito en
España. Por eso, Adrian Shubert titula el libro de esta manera.
No obstante a todo lo dicho anteriormente, habría que añadir otros factores como el origen
humilde de su persona, “hijo del pueblo”; el hecho de su deseo de vivir en Logroño apartado
de la vida de la corte perturbada por las intrigas palaciegas y disputas políticas, “el modesto
retirado de Logroño”; sus cualidades personales que le hacían digno de ser rey, tras la caída de
los Borbones y la búsqueda de un nuevo monarca, con el triunfo de la Revolución Gloriosa en
1868, “honradez, modestia, desinterés, abnegación y ausencia de ambición”; además de otras
referencias históricas no menos frecuentes, (“noble sucesor de los Cides y Guzmanes”, “el
Capitán del Siglo”, “el Cincinato”, etc.).
En los doce capítulos que componen el cuerpo del trabajo, donde el análisis del contexto
político-social de la época se entrecruza con las nuevas responsabilidades y decisiones tomadas por
parte del militar-político observamos, en algunos casos, momentos de apogeo de su popularidad
(al inicio de la Regencia) y, en otros, pérdida de carisma y ostracismo de nuestro biografiado
(en la marcha al exilio a Inglaterra en 1843, etc.). En dicha situación, es muy importante la
referencia a su esposa Jacinta Martínez de Sicilia y Santa Cruz, especialmente significativa las
620 cartas que Espartero le escribió durante la guerra carlista y de ella, a su marido, unas 210
cartas. Tuvo un papel clave en su vida pública, como intermediaria de Espartero, con el Gobierno
y María Cristina. Además, Jacinta le daba consejos y le criticaba cuando le parecía que había
que hacerlo. Fue una consejera muy importante. A través de dicha correspondencia, se ve que
Espartero fue emocionalmente dependiente de ella. Su muerte supuso un gran golpe, desde el
punto de vista anímico, que afectó a su ya mermada salud y alteró sus últimos días de vida por
los disgustos originados por los parientes de su mujer, respecto a los bienes de ella.
Y, por otra parte, es conveniente destacar el grupo de personas constituido por los miles de
ciudadanos corrientes de toda España que, con motivo de la celebración de su cumpleaños, el
aniversario de la batalla de Luchana o el Convenio de Vergara, se dirigían hacia su persona bien
para felicitarle, pedirle opinión sobre algún aspecto de la vida política-social o recabar su apoyo
y disposición para su vuelta a la arena política (donde también podríamos incluir a los políticos
lejanos o distantes de sus planteamientos políticos y los periódicos de la época).
Es importante resaltar, en el uso de las citadas fuentes históricas , la actitud de Adrian
Shubert por recoger tanto aquellos ejemplos en los cuales el contenido es positivo hacia la
figura del duque de la Victoria, como negativo o poco afectuoso. Ello supone, en definitiva,
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 152
insistir y resaltar lo controvertida que era su persona, incluso en su vida retirada y hogareña en
Logroño.
Según Shubert, fue la figura más importante del siglo xix español, por sus actuaciones
y por la influencia que tuvo. No hubo un solo Espartero, coherente y consistente. Como jefe
militar, destacaba por su disciplina y preocupación por sus hombres a los que denominaba
“compañeros”, la lealtad hacia sus amigos, incluso en la vida política, le supuso graves
contratiempos. Como general en jefe, consideraba que la solución militar no siempre era la
mejor. Fue un nacionalista español (la unidad nacional era clave en sus presupuestos políticos),
además de un monárquico ferviente, aunque respaldó la República cuando llegó. Quizás, la frase
muchas veces pronunciada “Cúmplase la voluntad nacional” o lo que es lo mismo, el respeto a
la legalidad reflejado en las Cortes, tenga mucho que ver en todo ello. Después de su muerte,
recibió un entierro de Estado y se levantaron estatuas en Madrid y Logroño pero la memoria de
Espartero se desvaneció rápidamente. Por último, fue un marido fiel y cariñoso hacia su esposa
en todo momento.
En la siguiente descripción de Shubert, se recoge lo más importante sobre la personalidad
de Espartero: “aunque le encantaba la adulación no era ambicioso, al menos no del modo que lo
eran muchos de sus contemporáneos, civiles y militares. No ansiaba cargos ni poder, y desde
luego no disfrutaba con el pesado trabajo de la vida política. No entendía a los políticos, pero
tampoco ellos le entendían a él. El general que podía enfervorizar a sus hombres con sus arengas
y cuya audacia era decisiva en el campo de batalla se quedaba casi sin palabras en el Parlamento
y vacilaba en momento de crisis políticas, pero se aproximó más que nadie —antes de 1870—
a ser un jefe de Estado verdaderamente constitucional”. Es interesante la comparación que el
autor realiza con el presidente de los Estados Unidos de América, Ulysses S. Grant, mostrando
muchos puntos de conexión entre sus vidas, además de la referencia a modelos como Cincinato
o Washington.
Shubert concluye afirmando que Baldomero Espartero fue un fenómeno sin precedentes
en la historia de España. Nunca antes hubo tanta gente tan estrechamente identificada con una
sola persona, ni tantas esperanzas depositadas en ella durante tanto tiempo y, desde luego, en
nadie que no fuera un monarca reinante. A pesar de todo ello, ni siquiera se le ha distinguido
jamás con el modesto reconocimiento de un sello de correos. En el contexto de la guerra civil de
los años treinta, Espartero y el Convenio de Vergara, fueron considerados de manera negativa por
ambos bandos. Este mismo espíritu pervive durante la dictadura franquista y el posfranquismo
debido a la valoración negativa que se hace de la tradición liberal como elemento asociado al
fracaso, que deriva en un conflicto violento por la división y lucha partidista además de obstruir
el camino hacia la democracia por ser el instrumento de poder de un grupo oligárquico.
En definitiva, Adrian Shubert no solo ha conseguido mostrar las múltiples vidas de
Espartero en una biografía que servirá como referencia para aquellos que deseen asomarse a la
153 Ángel Ramón Poveda Martínez, “Las diferentes imágenes del general Baldomero…”
vida de su protagonista o aquellos que simplemente quieran hacerlo a la fascinante época que
le tocó vivir, una época cuya lectura es fundamental y conveniente para entender, comprender
y enseñar adecuadamente el siglo xix a las próximas generaciones en el presente y en el futuro.
La batalla de Teruel y la nueva historia militar: complejidad,
interpretación y frescura

The Battle of Teruel and the new military history: complexity,


interpretation and freshness

Reseña de: Alegre Lorenz, David, La batalla de Teruel. Guerra total en


España, Madrid, La Esfera de los Libros, 2018, 493 pp. ISBN 978-84-9164-
255-8.

RAÜL GONZÁLEZ DEVÍS


IES Sos Baynat, Castelló de la Plana
[email protected]

Nuevos aires y abundante frescura destila el libro La batalla de Teruel. Guerra Total
en España del joven turolense, David Alegre Lorenz. Se trata de una obra enmarcada en
la llamada nueva historia militar o historia social de la guerra que representa una gran
aportación a los estudios existentes. El análisis complejo y comparativo de dicha batalla,
considerada como paradigma de guerra total, y la insistencia en la cotidianidad y en su
afectación humana enriquecen notablemente la historiografía sobre la batalla de Teruel
y la guerra de España. Lejos de limitarse a un análisis exclusivo de la evolución militar,
Alegre se adentra en el día a día, en el sufrimiento, en la miseria y en la muerte de
soldados y civiles.
Es una obra con un gran esfuerzo interpretativo que supera la descripción erudita y
se depura de tópicos. Un encomiable trabajo de vaciado, crítica y contraste de diferentes
tipos de fuentes (archivísticas, bibliográficas y orales) sobre un prolífico campo de estudio
(la guerra de España) que, no por ello, resta pendiente de revisión, especialmente, la
relativa a aspectos militares. Ya lo advierte el autor en la cita de Severino Pallaurello en la
introducción: “las vivencias de los que combatieron o sufrieron la guerra pueden parecer
enormemente diferentes e incluso contrapuestas a la evolución militar, las batallas o las
alianzas internacionales”. Por ello, parece necesario conjugar las experiencias personales
y las claves militares para conformar un análisis exhaustivo y complejo de un episodio,

Recibido: 4 de noviembre de 2019; aceptado 29 de abril de 2020; publicado: 30 de septiembre de 2020.


Revista Historia Autónoma, 17 (2020), pp. 155-158
e-ISSN: 2254-8726; https://doi.org/10.15366/rha2020.17
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 156
la batalla de Teruel, que así lo merece. Su papel clave en el devenir de la guerra o el carácter de
guerra total defendido por el autor lo justifican.
El rigor y la honestidad que deben caracterizar toda investigación histórica asumen, en
ocasiones, riesgos. No siempre se cuestionan tesis clásicamente sostenidas, defendidas por
historiadores prestigiosos, ni tampoco es fácil, aunque sí necesario, acercarse a los fenómenos
de guerras civiles o de violencia política despojándose del componente emocional que los
componen. En el caso de España, las controversias vigentes (más sociales y políticas que
historiográficas) sobre la Guerra Civil, la dictadura de Franco o el desconocimiento de buena
parte de la sociedad de pasado histórico reciente son indicadores del peso de la emoción y de la
propaganda en la configuración del saber histórico de la población.
Seguramente, si se leyera más, especialmente aquello que puede cuestionar ciertos
prejuicios o ideas previas, o se diera una mayor divulgación histórica, no existiría la enorme
distancia que separa a la producción historiográfica del conocimiento ciudadano. Y libros como
el de La batalla de Teruel son de los que acercan el intrincado conocimiento histórico y erosionan
los mitos sostenidos por la propaganda. Su seriedad, contraste y complejidad sacuden dichas
concepciones, al mismo tiempo que no dejan de cuestionar o de superar ciertas interpretaciones
asumidas por parte de la historiografía.
La batalla de Teruel resulta un libro ambicioso tanto por el análisis poliédrico y complejo
de los diferentes elementos asociados a dicha batalla, como por las categorizaciones, los
ejercicios comparativos presentes y el esfuerzo interpretativo dado. Y es que a medida que el
lector se adentra en las páginas del libro, observa como el autor matiza, debate o afirma tesis
no solo correspondientes a dicha batalla, sino también relativas al conjunto del enfrentamiento
bélico español sin perder de vista el ámbito europeo y mundial. De hecho, el paralelismo de
la batalla de Teruel con la de Stalingrado por marcar un antes y un después en las respectivas
contiendas y por el carácter de guerra de desgaste, puede resultar a la par de sugerente, arriesgado.
Asimismo, en el libro se pone en duda que la guerra de España se alargara deliberadamente por
la estrategia de desgaste y de ocupación lenta del territorio por parte de las tropas sublevadas,
tesis defendida, entre otros, por Ángel Viñas o Paul Preston (véase la trilogía La República
Española en Guerra y la biografía Franco. Caudillo de España, respectivamente). Lejos de esto,
se atribuye a la incompetencia militar, más que al plan intencionado de Franco, la supuesta no
deseada dilatación del conflicto bélico. De la misma manera, matizan las teorías, especialmente
vigentes en estudios locales, sobre el supuesto carácter foráneo de la violencia revolucionaria,
disiente con las tradicionales versiones autocomplacientes que achacan a los forasteros la plena
responsabilidad de los excesos ligados al proceso colectivizador. Igualmente, cuestiona el mito
construido en torno al modo brutal de actuar de las tropas marroquíes, perpetuado tanto por
la escasez de trabajos al respecto como por la irremediable pérdida de fuentes orales. Según
David Alegre, sin negar actuaciones de ese tipo, primó más la intención (elaboradas sobre
157 Raül González Devís, “La batalla de Teruel y la nueva historia militar…”
concepciones racistas) de exculpar o no atender los desmanes cometidos por combatientes de
origen peninsular o la pretensión de intimidar al enemigo.
Estas aseveraciones, que van mucho más allá que la misma batalla que da título al libro,
estampan tanto el esfuerzo analítico de la obra como su dimensión global. Junto a esto, el libro
no deja de acercarse al aspecto más humano de la batalla, ejercicio que no suele ser asumido por
la historia militar clásica. Mediante un análisis microscópico y un relato fresco, se incorpora la
vida cotidiana a partir de las experiencias de soldados y de la población civil: cómo vivieron,
cómo padecieron y qué lejos estuvieron de la narración propagandística. Se exponen las duras
vivencias marcadas por el frío extremo, las enfermedades o las congelaciones, junto con las
evacuaciones de población o los mismos refugios creados. Por otra parte, la evolución de las
estrategias militares nace de una minuciosa descripción de los ataques y defensas, acompañada
de mapas ilustrativos de las maniobras; además, se narra la dureza y el encarnizamiento de los
combates, los ataques con minas subterráneas, los incendios provocados o los combates cuerpo
a cuerpo. Una radiografía que no se queda allí ya que el autor se explaya en las fricciones
de las unidades militares mediante el estudio de las deserciones, las capturas de prisioneros,
los batallones de trabajadores o los mismos conflictos internos de los golpistas, producidos
especialmente entre los militares de carrera y aquellos que promocionaron partiendo como
conscriptos o voluntarios.
El exhaustivo análisis de las múltiples dimensiones de la batalla de Teruel nos proporciona
una mejor comprensión de la Guerra de España. El fugaz éxito militar, y sin valor estratégico,
obtenido por las tropas republicanas pudo suponer una mancha en el mito de la imbatibilidad de
Franco; por ello, se intentó ganar Teruel por todos los medios y preservar el relato de la Cruzada
victoriosa desviando la atención de las responsabilidades del general Varela y obtener un chivo
expiatorio en la persona del gobernador militar, el coronel Rey d’Harcourt. Se caracterizó
como modelo de guerra de posiciones forzada por la escasa preparación de los oficiales, por
el aprendizaje progresivo y por el equilibrio de fuerzas existentes. El hecho de que toda la
potencia de fuego y de medios destructivos disponibles se dispusiera al efecto de tomar Teruel
y se buscara la rendición del enemigo por todos los medios posibles, diluyéndose las fronteras
entre civiles y combatientes, la convirtieron, para Alegre, en paradigma de guerra total. Pasó de
ser una operación de distracción, sin demasiada importancia estratégica, a una larga batalla de
desgaste que decantó la guerra. Para el autor, las enormes pérdidas materiales y humanas del
ejército republicano, incapaces de ser repuestas, convirtieron la batalla de Teruel en crucial en
el devenir del conflicto bélico.
Es apreciable el ritmo narrativo y la frescura de una narración elaborada a partir del
estudio exhaustivo de fuentes archivísticas, memorias, diarios o testimonios orales. Un relato
donde se pone en jaque la inevitabilidad de la guerra, resaltando los mecanismos y respuestas
concretas que la hacen posible, y concluyendo que los ejércitos de masas no son maquinarias
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 158
perfectas exactas y eficientes ya que su funcionamiento depende de una gran variedad de
factores. Situando al centro las experiencias humanas de los sujetos, incluso las motivaciones,
se cuenta magistralmente los rigores del frío turolense y de sus enfermedades, los problemas
logísticos, la variedad de actitudes de los combatientes, la explotación de los batallones de
trabajadores, la heterogeneidad en el interior de las unidades, los efectos de los bombardeos en
la población civil, las huidas de refugiados o las inmensas bajas humanas. Todo ello, rematado
con la descripción de los efectos devastadores que para Teruel y los pueblos del entorno tuvo
tanto la referida batalla como la guerra y la dictadura. El resultado fue una posguerra marcada
por el empeoramiento de las condiciones de vida, constatable a partir de los datos de precios,
de productos básicos o de vivienda y de la ruptura de la convivencia mediante la división entre
vencedores y vencidos.
En conclusión, La batalla de Teruel. La guerra total en España es una obra que advierte
de las futuras aportaciones de su joven autor, el cual ya es algo más que una promesa.
Muy atentos, pues, a lo que pueda cocer David Alegre, convertido, sin duda, en uno de los
máximos renovadores de la historia militar y una de las principales referencias del panorama
historiográfico español. Su recorrido, que no ha hecho nada más que empezar, promete. Es
un libro que consigue retratar una fotografía completa de la realidad humana y material de la
batalla y que, por sus aportaciones, se convierte en referencia obligada para el estudio de la
Guerra Civil española.
Antiamericanismo e imperio a ambos lados del Atlántico

Anti-Americanism and empire on both sides of the Atlantic

Reseña de: López Zapico, Misael Arturo e Irina Feldman, Resistiendo al


imperio: nuevas aproximaciones al antiamericanismo desde el siglo XX
hasta la actualidad, Madrid, Sílex Ediciones, 2019, 277 pp. ISBN 978-84-
77379-99-7

ELOY ROMERO BLANCO


Universitat Pompeu Fabra
[email protected]

Desde el funesto 11 de septiembre de 2002, el antiamericanismo ha sido, de


nuevo, una de las cuestiones más abordadas por parte de las disciplinas humanas. Las
interpretaciones han oscilado entre las mantenidas por aquellos acérrimos defensores del
excepcionalismo americano que subrayan la incomprensión de su modelo más allá de
Estados Unidos, y las de quienes sostienen que la consolidación de Estados Unidos como
primera potencia global explica el ascenso del antiamericanismo. Desde estos debates, a
falta de una definición uniforme, las investigaciones coinciden en señalar el concepto de
antiamericanismo como sinónimo de rechazo, odio u hostilidad hacia Estados Unidos.
Como consecuencia de este hecho, en los últimos años, la bibliografía especializada ha
tendido a contextualizar y analizar el uso dado al concepto a fin de comprender los intereses
que subyacen detrás del mismo. Fiel reflejo de esta nueva corriente la encontramos en
Max P. Friedman y su obra Rethinking Anti-Americanism: The History of an Exceptional
Concept in American Foreign Relations (2012). En esta misma línea debemos enmarcar la
obra que tenemos entre manos. No obstante, el libro no es ajeno a los debates planteados
anteriormente; el antiamericanismo es analizado desde un enfoque multidisciplinar como
fórmula para entender el término en su sentido amplio. El propósito del estudio es abordar
diversas expresiones de antiamericanismo por parte de sectores culturales, políticos y
económicos en Estados Unidos, América Latina y España.
El libro plantea reexaminar el significado del término “antiamericanismo”,
principalmente en el mundo hispano, desde las últimas décadas del siglo xix hasta la

Recibido: 1 de junio de 2020; aceptado: 9 de junio de 2020; publicado: 30 de septiembre de 2020.


Revista Historia Autónoma, 17 (2020), pp. 159-162
e-ISSN: 2254-8726; https://doi.org/10.15366/rha2020.17
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 160
actualidad. Este periodo de análisis y su vínculo con el entorno hispanoamericano atienden tanto
a razones trazadas desde un punto de vista histórico, así como también las de un mero análisis
metodológico. Las primeras responden al intervencionismo histórico de Estados Unidos en los
asuntos latinoamericanos tras 1898. En concreto, la obra pretende examinar el vínculo entre
expansionismo y antiamericanismo. En el ámbito metodológico se denuncia principalmente
la falta de estudios especializados en lengua castellana que analicen este fenómeno desde el
prisma hispanoamericano.
La obra bien puede dividirse en tres bloques en base a criterios geográficos. En los cinco
primeros capítulos, el antiamericanismo es analizado desde el contexto latinoamericano. Por
ello, el primer bloque se abre con el trabajo de la doctora Aida Rodríguez Campesino, dedicado
al análisis de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Latinoamérica a través del
panamericanismo durante las primeras décadas del siglo xx. Su estudio reformula la postura
de los gobiernos latinoamericanos frente al creciente intervencionismo estadounidense en
sus asuntos internos. Rodríguez vincula este expansionismo americano con la oposición de
determinados gobiernos a formar parte del movimiento unionista panamericano impulsado por
Estados Unidos.
En el siguiente capítulo, el doctor Misael Arturo López Zapico nos invita a reflexionar
sobre el vínculo entre antiamericanismo y violencia en América Latina durante la Guerra Fría.
A través de los sucesos registrados por el Bureu of Diplomatic Security norteamericano, el
autor se interroga sobre si las acciones violentas contra empresarios, diplomáticos y ciudadanos
norteamericanos pueden ser tildadas netamente de antiamericanas. El capítulo evidencia la
necesidad de analizar la complejidad de este binomio, dado que en ocasiones se entremezcla el
rechazo a Estados Unidos con pugnas entre élites locales por consolidar y legitimar su poder.
El tercer capítulo tiene como objeto de estudio la película boliviana Yawar Malku (1969) del
director Jorge Sanjinés. La película se ha constituido como uno de los símbolos de la resistencia
indígena en Bolivia frente a los excesos del imperialismo estadounidense. La doctora Irina
Alexandra Feldman analiza detalladamente tanto los aspectos técnicos como la simbología que
rodea a Yawar Malku, elementos que pueden pasar desapercibidos para cualquier espectador y
que nos aclaran las fórmulas empleadas por Sanjinés para alejarse de los modos de las exitosas
películas de Hollywood.
La cultura también es la protagonista del cuarto capítulo. La doctora Ksenija Bilbija
analiza el papel de las editoriales cartoneras latinoamericanas para desafiar el modus operandi
de las grandes editoriales internacionales que siguen el modelo norteamericano. La autora nos
plantea la dialéctica entre ambos modelos a través de los personajes shakesperianos de Calibán
y Ariel. Frente a la primacía de la rentabilidad, Bilbija subraya que las editoriales cartoneras
o Calibán plantean la “solidaridad en la práctica relacional” como fórmula para subvertir el
sistema. El último de los capítulos que forman este bloque es obra de Gonzalo Vitón. Desde
161 Eloy Romero Blanco, “Antiamericanismo e imperio a ambos lado del Atlántico”
la óptica del análisis del discurso, Vitón examina los discursos políticos de Hugo Chávez y
Evo Morales en clave antiimperialista. De su estudio se deriva cómo el rechazo a Estados
Unidos constituye una de las piedras angulares para la consolidación de la nueva izquierda
latinoamericana. Ello ha permitido, señala Vitón, la proyección de una identidad que haga
frente al histórico intervencionismo estadounidense.
El segundo bloque comprende los cuatro siguientes capítulos y tiene el foco en el contexto
español. El primero de estos, el capítulo seis, lleva la firma de la doctora Ángela Pérez del
Puerto. La autora examina la postura crítica de los sectores católicos respecto de las películas
de Hollywood durante las primeras décadas de la dictadura franquista. A partir de la revista de
Acción Católica Ecclesia, Pérez señala el temor de estos grupos a la difusión de unos ideales
muy distantes de sus principios católicos. Su estudio subraya que los críticos se ensañaron
principalmente con las películas en las que el rol femenino no era acorde a sus principios de
maternidad, obediencia y familia. En el capítulo siete, el estudio de Carmen de la Guardia
Herrero gira en torno a los republicanos exiliados en Estados Unidos desde 1939 hasta los
Pactos de Madrid en 1953. La autora evidencia que el acercamiento de Estados Unidos a España
con estos pactos generó grandes fracturas en la frágil unidad republicana en el país del norte. El
antiamericanismo en este caso afloró entre aquellos exiliados que denunciaron la postura oficial
del gobierno de Estados Unidos de establecer relaciones formales con el régimen de Franco.
El tercer capítulo de este bloque, elaborado por Cristina Ortiz Ceberio, nos sugiere
que Estados Unidos también se puede convertir en polo de atracción y fuente de inspiración
para ciertos sectores del nacionalismo vasco. En concreto, el modelo de encaje territorial de
Puerto Rico en Estados Unidos. Ortiz subraya que la defensa de esta alternativa para Euskadi
responde más bien a un discurso partidista que no tiene en cuenta aspectos menos benévolos
como la imposibilidad de votar en las elecciones presidenciales. En el último capítulo de esta
serie, José Luís Neila analiza las exposiciones relacionadas con Estados Unidos que albergó el
Museo Reina Sofía desde los inicios del régimen franquista hasta 1982. Su estudio evidencia
la falta de una unidad discursiva a favor o en contra de la cultura americana. Más bien, las
exposiciones permanentes del museo reflejaron, según el autor, un constante diálogo entre
posiciones enfrentadas: desde el antiamericanismo a la atracción de lo americano como símbolo
de modernidad.
El tercer y último bloque analiza el antiamericanismo dentro y fuera de Estados Unidos
tras la llegada de Donald Trump al poder. En el capítulo diez, Patricia Saldarriaga sostiene
que el ascenso de Trump está destruyendo el relato dominante con el que se ha tendido a
identificar a la sociedad norteamericana desde la Guerra Fría, entre otros: cosmopolitismo,
igualdad racial, democracia liberal. Por lo tanto, Saldarriaga defiende que Trump debe ser
considerado como antiamericano al atacar aquellos principios identitarios que hasta entonces
han definido a Estados Unidos. El último capítulo de este bloque y del libro aborda los efectos
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 162
del “trumpismo” en Estados Unidos y Occidente. David N. Coury sugiere que la nueva política
“anticosmopolita” de Trump está generando una doble oleada de antiamericanismo. Por un
lado, éste crece entre países que han continuado el antiguo modelo norteamericano en base
al cosmopolitismo cultural y al liberalismo económico. Por otro lado, el antiamericanismo,
como sinónimo de antiglobalización, también se incrementa entre gobiernos que comparten la
política de Trump, tales como los de Hungría o Austria. En este contexto, Coury nos advierte de
la necesidad de hallar una fórmula que supere la creciente polarización entre ambas posiciones.
En su conjunto, Resistiendo al imperio: nuevas aproximaciones al antiamericanismo
desde el siglo xx hasta la actualidad debe ser considerada como una obra innovadora en el
panorama investigador en lengua castellana. Uno de los puntos fuertes del libro se basa en
su diversidad de enfoques; cada capítulo abre nuevas vías para futuras investigaciones que
permitan entender el antiamericanismo. Sin embargo, podría haber sido de interés la inclusión de
un capítulo final en el que dialoguen los diversos enfoques. O tratar la diversidad del fenómeno
del antiamericanismo desde un mismo ámbito. Por último, para futuras ediciones podría ser de
utilidad incorporar otros contextos más allá del mundo hispano, o centralizar la investigación
directa y exclusivamente en ese contexto. Pese a estos breves apuntes, sin duda el libro consigue
el objetivo que se propone: evidenciar la versatilidad y adaptación del antiamericanismo en
función del contexto y del sujeto que lo utiliza.
Detroit y el techno, una historia cultural de lo urbano

Detroit and Techno music, an urban cultural history

Reseña de: Sicko, Dan, Techno Rebels. Los renegados del funk electrónico,
Barcelona, Alpha Decay, 2019, 239 pp. ISBN 978-84-94821-08-0

SERGIO CUARTERO MIRANDA


Universidad Complutense de Madrid
[email protected]

A primera vista, podría pensarse que Techno Rebels es el típico libro de culto
destinado a vanagloriar o mitificar el techno, sobredimensionando el impacto real y el
seguimiento que de facto tuvo este género musical en los primeros años de su existencia.
Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Con una escritura crítica, a la vez que fluida,
el periodista Dan Sicko nos presenta su investigación histórica sobre los orígenes y la
evolución del techno de Detroit. Una investigación que, originalmente, fue publicada por
la editorial de la Wayne State University de Detroit en 1999 y que el mismo autor amplió
y actualizó en 2010, justo un año antes de fallecer. No obstante, quizá por no haber sido
traducido al castellano hasta 2019 o tal vez por el mayor interés que han despertado
en nuestro país otros movimientos culturales como la Movida Madrileña, el libro que
aquí reseñamos ha gozado de escasa repercusión en España hasta que el año pasado fue
publicado por la editorial Alpha Decay.
Estructurado en siete capítulos, donde se abordan desde los orígenes del techno
hasta las influencias y transferencias que afectaron al nuevo género musical de un lado
al otro del océano Atlántico, Sicko realiza una historia del techno de Detroit que sitúa su
punto de partida a finales de la década de 1970. Su objetivo, explica el autor en el prefacio
a la segunda edición, no es analizar la relación entre el techno y el concepto de “rave”,
las pastillas de éxtasis o los sintetizadores. Al contrario, Sicko especifica que es la ciudad
de Detroit y que, por eso, su meta ha sido desentrañar por qué surgió el techno en la
cuna del Motown. Quizá por este motivo, en el primer capítulo, que podríamos clasificar
como introductorio, el autor reflexiona sobre el papel que han jugado tanto los anuncios

Recibido: 18 de febrero de 2020; aceptado: 24 de julio de 2020; publicado: 30 de septiembre de 2020.


Revista Historia Autónoma, 17 (2020), pp. 163-166
e-ISSN: 2254-8726; https://doi.org/10.15366/rha2020.17
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 164
de televisión y el cine en la difusión de la música electrónica en general, como las compañías
discográficas y algunas estrategias de marketing en la aceptación inicial del techno.
El resto del libro se puede dividir en tres apartados bien diferenciados. El primero,
compuesto por los capítulos segundo, tercero y quinto, se centra exclusivamente en el desarrollo
del techno en Detroit y constituye el núcleo central de la obra. En el segundo capítulo, aquel que
Sicko denomina “la prehistoria del techno”, analiza los factores que durante la segunda mitad
de la década de 1970 sentaron las bases para su posterior surgimiento. Lejos de estructurar el
capítulo bajo un discurso de causalidad, Sicko expone cómo influyeron en este proceso elementos
tales como la escasa regulación municipal al impulso urbanístico, el progresivo proceso de
desindustrialización y despoblación que afectó al centro de Detroit tras la Segunda Guerra
Mundial, la falta de espacios de sociabilidad para los jóvenes, la influencia del Italo Disco y
de grupos como Kraftwerk, etc. Todos estos factores, explica, incentivaron que los jóvenes
de Detroit creasen clubes sociales elitistas, que organizasen fiestas privadas a las que asistían
mayoritariamente varones —apunta que rara vez acudían grupos de chicas— o que pudiesen
escuchar diversas aportaciones musicales, gracias a los sonidos New wave que surgieron a
finales de la década. En relación a todo esto, pone como ejemplo el club Park Avenue, sito en
la tercera planta del Women’s City Club de Detroit, un edificio histórico que durante los años
veinte fue lugar de reunión de grupos de mujeres activistas pero que, sin embargo, en los años
setenta se había reconvertido y albergaba diversas escenas musicales, desde grupos y bandas
synthpop hasta el Detroit Jazz Center.
El tercer capítulo, centrado en la década de 1980, entra de lleno en lo que para Sicko
constituye los tres pilares básicos del surgimiento y difusión de la escena techno. En primer
lugar, analiza las trayectorias de los primeros músicos y productores, todos ellos de origen
afroamericano, entre los que destaca a Juan Atkins, Derrick May y Kevin Saunderson. En
segundo lugar, muestra la importancia que tuvieron las emisores locales de radio en la difusión
de aquellos primeros temas, a través de programas como los de The Electrifying Mojo o Jeff
Mills. Y, en tercer lugar, pone en valor el papel que jugó el club Music Institute (MI), explicando
que por un breve periodo de tiempo los disc jockeys de Detroit pudieron pinchar libremente
sus producciones para un público homosexual mayoritariamente masculino. Finalmente,
Sicko estudia en el quinto capítulo, primero, la aparición en la década de 1990 de nuevos
disc jockeys que ya no eran ni exclusivamente afroamericanos ni oriundos de Detroit (como
Richie Hawtin, Daniel Bell o John Acquaviva) y, segundo, por qué los incipientes y pequeños
sellos discográficos de Detroit, tras la difusión del género musical por Reino Unido y Bélgica
entre 1988 y 1991, desarrollaron estrategias de resistencia y recularon hacia lo underground.
En concreto, explica que el proceso de mercantilización del techno generó el retraimiento de
los músicos autóctonos, quienes capitaneados por Mike Banks y Jeff Mills se integraron en
165 Sergio Cuartero Miranda, “Detroit y el techno, una historia cultural de lo urbano”
el colectivo musical Underground Resistance, un movimiento que defendía —y que sigue
defendiendo— la lucha anticapitalista contra la comercialización del género.
Por otro lado, junto al análisis de Detroit, en el segundo apartado —compuesto por
los capítulos cuarto y sexto— analiza tanto las primeras influencias que llegaron a Europa
a finales de la década de 1980, como la posterior huella que dejó el género y el crecimiento
que experimentó en el viejo continente durante la década de 1990. En este proceso, Sicko
destaca el papel de Neil Rushton, un coleccionista de discos que no solo fue responsable de la
elaboración de un recopilatorio con los primeros hits techno en 1988, sino que lo fue también
del origen del término en sí (ese primer recopilatorio llevaba por título Techno! The New Dance
Sound of Detroit). A su vez, examina por qué se vinculó la llegada del techno al Reino Unido
con el consumo de drogas (aun cuando los disc jockeys de Detroit no las consumían y hasta
se oponían a ellas) o la importancia que tuvo el sintetizador Roland TB-303 en la aparición de
nuevos géneros musicales como el acid house o el bleep de Sheffield. Por último, cierra este
apartado analizando qué factores provocaron el proceso de descentralización del techno —con
respecto a Detroit— en la década de 1990, el cual tuvo como consecuencia que Berlín se situase
como capital europea del mismo (se trata de un fenómeno sobre el que puede leerse con mayor
profundidad en la obra Der klang der Familie, escrita por Sven von Thülen y Felix Denk).
Finalmente, el libro termina con un tercer apartado que, pese a tratarse del séptimo
capítulo, podríamos considerarlo un apéndice. En este, Sicko especula sobre el papel o, mejor
dicho, sobre el posible nicho de mercado para los sellos discográficos techno en el futuro,
augurándoles un mayor éxito de no intentar competir a escala global. A su vez, también
reflexiona sobre el posible alcance de otros géneros musicales como el drum ‘n’ bass, el jazz o
el post-rock, en un ejercicio que actualmente puede resultar anacrónico pero que en su momento
debió de barajarse como posible. Démonos cuenta de que, pese a haberse traducido al castellano
en 2019, el libro salió por primera vez a la venta en 1999. Y, como bien apunta Javier Blánquez
en el prólogo, Sicko no pudo ser testigo de todo lo que sucedió después, desde la creciente
popularidad del sonido big room a comienzos de la década de 2010 hasta la feminización de la
escena techno global en los últimos años, pasando por el importante papel que han jugado en la
difusión de la música electrónica tanto las plataformas digitales —véase Beatport— como los
masivos festivales veraniegos.
En cualquier caso, aunque Sicko ni pudo ni supo predecir el futuro, el libro que aquí
reseñamos representa un trabajo metodológicamente impecable. Ya no solo porque haya
adoptado un enfoque transnacional, por la mirada microhistórica o por el análisis urbano, sino
porque además hace uso de bibliografía especializada (véanse los estudios de Jon Savage,
Pascal Bussy o Jerry Herron) y se aleja de los trabajos tradicionales que por regla general se han
focalizado o bien en el mero análisis musical dentro de un amplio marco cronológico-espacial
o bien en las biografías de disc jockeys. Fue él quien constató —hace más dos décadas— el
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 166
proceso de mercantilización del techno y quien dejó abiertas algunas cuestiones que aún están
por analizarse en profundidad, como los vínculos e influencias entre el house de Chicago y el
techno de Detroit. Y, sin embargo, pese a las virtudes que presenta el libro, los principales obras
de referencia sobre música(s) electrónica(s), como Loops de Javier Blánquez y Omar León o
Techno Rebelde de Ariel Kyruo, ni siquiera lo citan entre su bibliografía. Quizá por ello nuestro
conocimiento sobre estas aún adolezca de sombras, al habernos centrado más en el desarrollo
instrumental y en las vivencias de unos u otros disc jockeys que en el contexto espacio-cultural
en el que se gestaron. En cualquier caso, Techno Rebels se sitúa como una lectura obligatoria en
las investigaciones culturales y urbanas sobre música(s) electrónica(s) y nos obliga a repensar
cómo debemos interpretar o qué factores debemos tener en cuenta a la hora de investigar los
movimientos culturales contemporáneos.
Dicho esto, pese a las múltiples cualidades que presenta este trabajo, cabe destacar algunas
críticas y posibles vías de investigación para el futuro. Por ejemplo, siendo un trabajo que pone
su mirada en el ámbito urbano, se echan en falta mapas de la ciudad de Detroit y de su área
metropolitana, que ilustren tanto la ubicación de los sellos discográficos como de los clubes
y lugares de fiesta. Utilizando el mapeo ya no solo para ubicar sino como una herramienta de
análisis, se hubieran podido alumbrar cuestiones espaciales que a priori escapan a nuestro ojos,
como la existencia de espacios en la ciudad (y en el área metropolitana de Detroit en general)
que hubiesen sido resignificados, es decir, que se hubiese producido una especialización
funcional de determinadas áreas o barrios de Detroit en torno a la industria del techno. Al
mismo tiempo, también se podrían haber analizado con mayor profundidad algunas cuestiones
de género que Sicko no examina, como, por ejemplo, si existió segregación basada en el sexo
durante las primeras décadas de existencia de este género. No pasa desapercibido que hasta
el último lustro la escena techno —ya no solo de Detroit, sino a escala global—, a diferencia
de otros géneros musicales como el pop, ha adolecido de una escasa igualdad. En general, ha
sido un género desarrollado por y para hombres. Y los factores, lejos de haberse pensado, aún
no han sido investigados. Por último, cabe destacar que tanto en este trabajo como en otros
que han estudiado la(s) música(s) electrónica(s) en general (por ejemplo, el ya citado Loops
de Javier Blánquez y Omar León) existe una completa omisión a los receptores, al público
que escuchaba, bailaba y que, en definitiva, consumía el sonido techno. ¿Eran diferentes las
fiestas techno a las de otros géneros musicales? ¿Variaban las formas de sociabilidad de los
jóvenes —o del público en general— debido a la propia música? ¿Cómo se bailaba? Estas son
solo algunas de las preguntas que un lector minucioso se plantea y que en futuros trabajos de
investigación sobre el techno (o sobre otros géneros musicales) deberán ser resueltas.
IX Seminario Internacional Historia Comparada-Red Sucesión
“Gobierno de palabras. Las lenguas de la monarquía de España,
1556-1725”, 25 y 26 de febrero de 2020. Universidad Autónoma
de Madrid, Madrid.

ALEJANDRO SELL MAESTRO


Universidad Autónoma de Madrid (UAM)
[email protected]

Los días 25 y 26 de febrero de 2020 se celebró en la Facultad de Filosofía y Letras de


la Universidad Autónoma de Madrid el IX Seminario Internacional Historia Comparada-
Red Sucesión “Gobierno de palabras. Las lenguas de la monarquía de España, 1556-
1725”, organizado por los profesores Antonio Álvarez-Ossorio, Cristina Bravo y Roberto
Quirós. El objetivo del evento fue el de subrayar la importancia del lenguaje en los
distintos niveles del Gobierno y de la Administración española entre los siglos xvi y
xviii,prestando especial atención a la problemática del multilingüismo como realidad
enriquecedora y condicionante del transcurso histórico de la Monarquía. Partiendo de
esta premisa, participaron en el seminario dieciséis ponentes, todos ellos profesores de
trece universidades de ámbito internacional, agrupados en seis paneles, cada uno de
ellos dedicado a un espacio sociocultural concreto dentro del amplio y diverso campo de
estudio que constituye la Monarquía de España.
En primer lugar, el seminario comenzó con un panel centrado en los Países Bajos.
Por un lado, Alexandra Merle (UniCaen) ofreció una panorámica más global, desde la
perspectiva de la tratadística política, sobre la utilidad de la lengua como herramienta
de gobierno. Tras explicar las visiones de varios autores en torno a la relevancia del
castellano como lengua imperial y a su vinculación con los otros idiomas de la Monarquía,
concluyó que la cuestión lingüística no fue prioritaria para ellos y resaltó la paradoja
de que los grandes defensores del castellano como lengua de gobierno procedieran de
la periferia peninsular. Por otro lado, José Manuel Carretero Zamora (UCM) discurrió
sobre las fallidas iniciativas de Fernando el Católico para que su nieto Carlos de Gante
aprendiera castellano. Ello supuso que las Cortes castellana y flamenca tuvieran que
comunicarse entre sí a través de traductores, si bien dichos contactos se limitaron de
forma casi exclusiva al ámbito de la contabilidad, debido a que Bruselas requería dinero
castellano para paliar la falta de liquidez de la Corte flamenca. Por último, René Vermeir

Revista Historia Autónoma, 17 (2020), pp. 167-170


e-ISSN: 2254-8726; https://doi.org/10.15366/rha2020.17
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 168
(UGhent), partiendo de la compleja situación multilingüe de los Países Bajos en tanto que
punto de cruce político, comercial y cultural de diversas nacionalidades, explicó que, si bien la
lengua administrativa de la Corte era el francés, el idioma en el que se escribían los documentos
variaba en función de la lengua del destinatario.
El segundo panel estuvo dedicado a espacios periféricos de habla minoritariamente
castellana como Sicilia, Vascongadas o Portugal. Por un lado, Valentina Favarò (UNIPA) señaló
que la diversidad lingüística siciliana no supuso ningún problema para la interactuación entre
la Administración insular y los altos cargos españoles. No se produjo una castellanización de
la política siciliana, sino que se terminó imponiendo el italiano como lengua del Parlamento,
mientras que entre los cargos españoles y la Administración siciliana se empleó arbitrariamente
tanto esta lengua como el castellano. Por otro lado, Susana Truchuelo García (UC) adujo
que la situación lingüística en Guipúzcoa fue de diglosia porque el vasco desapareció de los
oficios públicos a causa del prestigiado castellano. Con todo, se compusieron ciertos textos en
vascuence, predominante en el ámbito oral. De hecho, era común que los concejos ejercieran
como intermediarios lingüísticos entre las autoridades y los grupos populares. Por último, Ana
Isabel López-Salazar Codes (UCM) se refirió a la importancia de la lengua en la Inquisición,
por una parte, como recurso para determinar indicios de herejía y, por otra, en tanto que medio,
a través de la traducción, para establecer comunicación entre tribunales peninsulares. En
este sentido, se pusieron de manifiesto las tendencias castellanizadoras de las autoridades, al
asegurarse de que los documentos transmitidos a la Inquisición portuguesa estuviesen escritos
únicamente en su lengua o en portugués, y al tratar de convertir, durante la época de la anexión
(1580-1640), a dicha institución en un brazo político más de la Monarquía permitiendo a los
castellanos integrarse en su consejo.
El tercer panel estuvo circunscrito al ámbito de las relaciones lingüísticas con los poderes
del Mediterráneo suroriental: el mundo griego y musulmán. Por un lado, José Manuel Floristán
Imízcoz (UCM) analizó el papel de los trujamanes como intermediarios culturales entre dichas
autoridades y la Monarquía. Traductores del griego al latín o al castellano, procedían de las
regiones helenas de Chimarra, Epiro y Maina, y entraron en contacto con los españoles a través
de Nápoles y Sicilia, desarrollando su máxima actividad entre 1612 y 1615. El profesor, además,
insistió en la heterogeneidad de los documentos transcritos: desde textos político-diplomáticos
hasta inquisitoriales. Por otro lado, Claire Gilbert (SLU) centró su ponencia en el panorama
de bilingüismo derivado de la conquista de Granada por parte de Castilla a finales del siglo
xv, concluyendo que, ante la necesidad de establecer nexos comunicativos entre castellanos y

musulmanes, se erigieron en la zona una serie de familias de traductores que monopolizaron


durante el siglo xvi los intercambios entre ambas lenguas a nivel cortesano.
En el cuarto panel se discutió el papel de la lengua como herramienta de gobierno en los
espacios multilingües de los virreinatos americanos. Por un lado, Atzin Bahena Pérez (UNAM)
169 Alejandro Sell Maestro, “IX Seminario Internacional Historia Comparada-Red…”
presentó el complejo panorama lingüístico de la región de Chiapa, donde los castellanos tuvieron
que gobernar sobre una población plurilingüe. Los contactos se produjeron especialmente en
el ámbito mercantil y el judicial, donde se optó por emplear el náhuatl como lengua franca, o
directamente el castellano a través de los indios ladinos, asiduos traductores en las audiencias.
Por otro lado, Rafael Gaune Corradi (UC) subrayó la contradicción entre el optimismo
universalista que pregonaron los jesuitas en Europa a favor de las misiones americanas y el
eventual fracaso práctico de estas. Esto vino acompañado de un proceso silenciador de los
aspectos más negativos de las misiones, roto con la Histórica Relación del Reyno de Chile
(1646), donde Alonso de Ovalle pretendió transmitir una imagen real del estado del territorio.
Por último, Carlos Garatea Grau (PUCP) defendió que, durante la época virreinal, existió una
política oficiosa de imposición lingüística por parte de la Corona a través de los misioneros, los
soldados y las propias instituciones. Con todo, dicha política no fue homogénea, sino que contó
con variaciones territoriales e incluso en la obra de autores plurilingües como Huamán Poma.
En todo caso, no alcanzó su objetivo de unificar lingüísticamente América.
El quinto panel se dedicó a explicar la situación lingüística de la Corona de Aragón. Por un
lado, Joan-Lluís Palos Peñarroya (UB) argumentó que la disputa sobre el empleo del catalán o
del castellano en Cataluña durante los siglos xvi y xvii respondió a motivos de carácter político,
más que utilitario. Frente al castellano, la lengua catalana constituyó, especialmente durante la
revuelta de 1640-1652, un factor clave en la reivindicación de una conciencia política contra
Castilla. Por otro lado, Eduardo Pascual Ramos (UIB), desde una posición contraria, defendió
que, en el marco del gobierno y de la administración del reino de Mallorca, el manejo del
castellano, el catalán o el latín varió en función de su utilidad: si bien la lengua administrativa
interna era el catalán y la lengua judicial, el latín, cuando el rey se comunicaba con sus
súbditos baleares lo hacía en catalán y, cuando estos querían dirigirse a su soberano, lo hacían
en castellano. En este sentido, los secretarios insulares, merced a su plurilingüe formación
humanista, ejercieron de traductores entre una lengua y otra dependiendo del destinatario. Por
último, Amparo Felipo Orts (UV) señaló, a partir de ejemplos documentales, que si bien Carlos
I impuso el castellano como lengua de gobierno en el reino de Valencia, en la práctica se siguió
empleando el valenciano tanto en la administración como en la justicia, con la excepción de los
virreyes, que al ser castellanos se comunicaban en su idioma con el rey.
El último panel se dedicó de nuevo a un territorio en el que el castellano era minoritario:
Cerdeña. Según Raffaella Pilo (UNICA), si bien en este plurilingüe territorio hubo iniciativas
de crear una sintonía lingüística entre el piamontés y el castellano como lenguas de gobierno
y de administración, lo cierto es que, de facto, los misioneros jesuitas y otras autoridades
españolas tuvieron que aprender sardo por ser la lengua materna de la población autóctona. Para
finalizar, Pedro Álvarez de Miranda (UAM-RAE) ofreció a modo de conferencia de clausura
una perspectiva global de la situación de las lenguas ibéricas periféricas durante el siglo xviii,
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 170
comenzando por aludir a la voluntad de la Real Academia Española por recuperar los vocablos
provinciales en su Diccionario de Autoridades (1726-39). Aunque durante el siglo xviii las
autoridades impusieron una castellanización de la Administración, la política y la justicia que
venía dándose espontáneamente desde la centuria anterior, lo cierto es que los grupos populares
de las regiones periféricas continuaron hablando sus respectivas lenguas regionales. Asimismo,
aludió a la heterogeneidad territorial: mientras que el catalán continuó existiendo como lengua
escrita, el gallego quedó relegado al ámbito oral, y el vasco creció en el uso literario. En cualquier
caso, todas ellas fueron revalorizadas en el marco ilustrado, como demuestra la proliferación de
diccionarios bilingües y de gramáticas regionales.
En definitiva, las ponencias reflejan la variedad de enfoques historiográficos y filológicos
que pueden adoptarse para investigar el tema lingüístico, aunque partiendo generalmente de unos
presupuestos derivados de la historiografía social de la Escuela de los Annales, que focalizan el
estudio sobre el ser humano como ente historiable (hablantes, autores, intérpretes) y se basan en
un escrupuloso análisis interpretativo de las fuentes, enriquecido con el énfasis interdisciplinar
e inductivo propio de las últimas décadas. Han demostrado que la lengua fue objeto, como
instrumento de gobierno y administración, de una serie de problemáticas comunes en todos
los territorios de la Monarquía. En cada reino periférico se dieron situaciones de bilingüismo o
plurilingüismo que generaron tensiones: por un lado, para obtener el favor del rey era necesario
dirigirse a él en su lengua, el castellano; pero a la vez, el monarca, como soberano de cada uno
de dichos territorios, debía comunicarse con sus súbditos en sus respectivos idiomas maternos.
Como en la práctica la inmensa mayoría de las poblaciones nativas empleaban su idioma con
independencia del oficial y, además, era imposible que el rey fuera conocedor de todas las
lenguas, la comunicación entre soberano y súbditos se produjo a través de intermediarios que
contribuyeron a tender puentes interculturales y a garantizar el buen gobierno. En conclusión,
las propuestas de los ponentes podrían resumirse en tres claves: el complejo mosaico lingüístico
de los territorios suponía, a priori, un obstáculo para el gobierno; el papel de los intermediarios
lingüísticos para lograr la práctica gubernativa y administrativa fue fundamental, y la lengua
fue empleada generalmente como instrumento cohesivo en las regiones plurilingües.
Seminario “Problematizar el Catastro”, 6 a 8 de febrero de 2020.
Lanjarón.

RAÚL RUIZ ÁLVAREZ


Universidad de Granada
[email protected]

Durante los días 6, 7 y 8 de febrero de 2020 se celebró en las localidades de Lanjarón


y Bubión el seminario Problematizar el Catastro, organizado por el Departamento de
Historia Moderna y de América de la Universidad de Granada (UGR), por el Centro
de Estudios Históricos del Valle de Lecrín y La Alpujarra (CEHVAL), por el Proyecto
HAR2017-84226-C6-2-P Familias, Trayectorias y Desigualdades Sociales en la España
centro-meridional, 1700-1930 —que financia el actual Ministerio de Asuntos Económicos
y Transformación Digital— y por el grupo de investigación de Estudios de las Mujeres
(HUM603) de la Universidad de Granada.
Dirigido por la profesora Margarita M. Birriel Salcedo —presidenta del CEHVAL—
y por Marta Marín Sánchez —miembro también del CEHVAL—, esta reunión científica
abrió un espacio de reflexión y análisis crítico de las herramientas utilizadas por la
historiografía en la interpretación del Catastro de Ensenada y su utilidad para estudiar el
pasado.
La iniciativa surgió como una necesidad inherente al Grupo de Investigación
Catastro-Lecrín liderado por la profesora Birriel, que desde 2009 trabaja sobre esta fuente
primaria. En una década de estudios sobre esta comarca granadina, son numerosos los
problemas interpretativos que han ido surgiendo; de ahí la necesidad de buscar respuestas
que posibiliten un acercamiento más efectivo y riguroso a un elenco documental como es
el Catastro.
La originalidad de este encuentro científico se basó en el formato empleado,
seminario, donde se puso énfasis en la presentación de problemas de investigación y
debate intensivo de los materiales elaborados al efecto. También cabe destacar el lugar de
celebración, Lanjarón y Bubión (La Alpujarra), que permitió no solo la descentralización
de una actividad académica, sino también la transferencia activa de conocimiento en el
medio rural, al programarse actividades concretas más allá del propio espacio de debate
experto.

Revista Historia Autónoma, 17 (2020), pp. 171-174


e-ISSN: 2254-8726; https://doi.org/10.15366/rha2020.17
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 172
Se estructuró en cinco sesiones consecutivas en las que se cumplió notablemente la ardua
tarea de indagar, relacionar y discutir las cuestiones planteadas. Se analizaron minuciosamente
las quince propuestas presentadas por diecinueve investigadores de múltiples universidades
españolas que en la actualidad trabajan desde diferentes disciplinas y ópticas los catastros del
siglo xviii.
Junto a las directoras, el acto de apertura estuvo presidido por el director del Departamento
de Historia Moderna y de América de la UGR, Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz y el
Investigador Principal del Proyecto Familias, trayectorias y desigualdades, Francisco García
González, de la Universidad de Catilla-La Mancha (UCLM).
La conferencia inaugural fue impartida por la catedrática Concepción Camarero Bullón
(UAM), que versó sobre los catastros españoles y europeos en el siglo xviii. Sirvió para
contextualizar el marco político y socioeconómico en el que se encuadra la producción de
diferentes catastros en Europa, mostrándonos las similitudes y diferencias en los planteamientos
ideológicos, así como en los procesos de elaboración de este tipo de fuentes catastrales. Con
su afirmación: “Los Catastros están de moda en Europa” puso en valor el estudio de esta
tipología de fuentes en la actualidad. Asimismo, insistió en la necesidad de que todos los grupos
de investigación que estudian los catastros desde diferentes perspectivas trabajen de forma
coordinada. Por último, por destacar una propuesta concreta, Camarero insistió en la pertinencia
de desterrar el uso de la terminología “respuestas particulares” y concretar las referencias más
exactas a cada uno de los libros y documentos que componen el Catastro de Ensenada.
En las sesiones se analizaron los procesos históricos de construcción de catastros, aunque
hubo un mayor peso de las exposiciones centradas en la comparación de los efectuados por
Patiño y Ensenada, teniendo en cuenta los vicios y agravios de la contribución directa en el
siglo xviii y primera mitad del siglo xix (María José Vilalta-UDL; Fernando López Castellano-
UGR). Así, se propuso avanzar hacia el estudio de los catastros desde una perspectiva de la
historia social, y se enumeraron algunos de los problemas que plantea la documentación para el
desarrollo esta tarea (Francisco García González-UCLM).
Entre las líneas de indagación sobre las que se discutió, además de las clásicas (economía
y demografía), se plantearon las posibilidades que presenta el Catastro de Ensenada para la
historia de las mujeres y de género, así como para el análisis del trabajo (Margarita M. Birriel-
UGR/CEHVAL); o para los estudios cartográficos, proponiendo instrumentos concretos para la
realización de mapas a partir de los datos catastrales (Pablo Banco Carrasco-UNEX).
También se reflexionó sobre las categorías socio-profesionales, y se subrayó la necesidad
de contrastar y cruzar la documentación catastral con los datos que proporcionan otras fuentes
con el fin de profundizar en la dimensión socioeconómica del trabajo o los patrimonios familiares
(Marta Marín Sánchez-CEHVAL; Jesús Manuel Fernández Beltrán-UCA; Elena Paoletti Ávila-
UNEX; Ramón Cózar Gutiérrez-UCLM).
173 Raúl Ruiz Álvarez, “Seminario “Problematizar el catastro”, 6 a 8 de febrero…”
Se pusieron en común las dificultades encontradas en el tratamiento de la fuente: las
que presenta metrológicamente, territorialmente, etc., e incluso las que derivan de su propia
naturaleza fiscal (Rubén Castro Redondo de la Universidad de Cantabria-UNICAN; Raquel
Tovar Pulido-UNEX; Alberto Jábega Bonilla- UCLM).
Es indiscutible que el Catastro de Ensenada tiene un gran potencial para la Historia Social,
pero el tratamiento de la documentación presenta algunos inconvenientes por su abundancia y
heterogeneidad. Estos son comunes a todos los grupos de investigación, por lo que se puso de
manifiesto la necesidad de contar con herramientas informáticas concretas para la recogida de
datos que permitan el trabajo coordinado de los diferentes grupos, así como la importancia de
compartir estos datos entre investigadores con garantías de propiedad intelectual para poder
hacer comparaciones entre territorios y evitar que se repitan tareas ya realizadas (Daniel
Maldonado Cid- UCLM; Carlos Vega Gómez-UCLM; M.ª. Carmen Marial Jiménez-Archivo
Municipal de Málaga).
En el transcurso de las sesiones se fue desgranando transversalmente el uso que se ha
realizado de la fuente, incidiendo en el método empleado por la numerosa literatura sobre
catastros. Igualmente, se presentó un balance historiográfico sobre el uso del Catastro de
Ensenada para la investigación del reino de Granada (Pilar Pezzi Cerezo-UMA; Francisco
Hidalgo Fernández-UMA; Raúl Ruiz Álvarez-UGR/CEHVAL; María José Ortega Chinchilla-
UGR/CEHVAL).
Para cerrar la jornada, las directoras del seminario expusieron las principales conclusiones,
entre las que destacaron la necesidad de colaboración entre las personas que trabajan el catastro,
abordando las cuestiones desde diferentes disciplinas, enfoques y metodologías, la importancia
de cruzar los datos entre los diferentes documentos del catastro entre sí y con otras fuentes, y
el compromiso de convocar un nuevo seminario en un tiempo suficiente para poder avanzar en
las tareas convenidas.
El sábado se realizó una salida de campo al Barranco de Poqueira, dirigida por el
arqueólogo Agustín Sánchez, cuya metodología propició que el grupo entablara un diálogo
intenso y fructífero con el paisaje histórico.
El espacio de discusión científica centrado en los catastros históricos ha resultado muy
fructífero. Queda clara la necesidad de seguir colaborando entre los distintos profesionales que
trabajan el catastro, abordando desde diferentes disciplinas y enfoques los problemas que se nos
plantean para la investigación.
Es indudable que la historiografía sobre el Catastro de Ensenada se ha enriquecido
significativamente en la última década. Tampoco cabe duda de la validez y excelencia de este
corpus documental para conocer la Corona de Castilla a mediados del xviii: hogares y familias,
clase social, propiedad, trabajo, profesiones, líneas tradicionales en la investigación catastral;
pero también, nuevos campos como la metrología, la cartografía, la movilidad social y espacial,
Revista Historia Autónoma, 17 (2020), e-ISSN: 2254-8726 174
el urbanismo y la vivienda, por citar algunos, además de las nuevas preguntas en torno a la
fuente: ¿cómo categoriza el catastro la clase, el género, la edad?, o bien, ¿cuál es la relación entre
el poder, la fiscalidad y el desarrollo de la tecnología estadística? Por lo tanto, el balance del
seminario me parece positivo por el tenor de las discusiones sobre la utilidad de la fuente para
la investigación futura, la puesta en común de los problemas que se han encontrado en la ardua
tarea investigadora, el análisis crítico de los mismos desde diferentes disciplinas, territorios y
experiencias, así como el consenso de aspectos tan importantes como el uso de la terminología
referente a la documentación. Además, debo resaltar la bondad de la fórmula organizativa de
esta reunión científica (seminario intensivo de expertos debatiendo en torno a una batería de
preguntas previas y de propuestas de soluciones a los problemas de investigación) no siempre
valorado por los ministerios, evaluadores y financiadores pero muy enriquecedora para quienes
estuvieron allí y cuyos resultados verán pronto la luz en diferentes publicaciones.
En definitiva, problematizar, como dice el diccionario, es pensar algo como problema,
en este caso el catastro; además, problematizar es un rasgo que define la acción de historiar en
nuestra tradición historiográfica, por tanto, el seminario “Problematizar el Catastro” demostró
una vez más la importancia que, además de los resultados concretos de la investigación, se debe
otorgar a pensar sobre cuál es el estado del arte, es decir, donde estamos como historiadores e
historiadoras y hacia dónde vamos; la importancia de la investigación empírica y sus resultados,
pero también, qué preguntas hacemos a las fuentes y qué reglas interpretativas utilizamos.
Finalizo destacando el buen ambiente y la generosidad que fue el común denominador
en todas las discusiones, fomentándose un espíritu de cooperación entre investigadores digno
de mención. Solo queda reiterar las felicitaciones a las directoras del seminario y a todos
los participantes por el buen discurrir de las sesiones y por el esfuerzo realizado para que la
metodología de trabajo planteada, con la que desafortunadamente no estamos familiarizados,
resultase un éxito.

También podría gustarte