Articulos Liturgia Angel Pazos
Articulos Liturgia Angel Pazos
ISBN : 978-84-669-3606-4
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Pintado en la pared: el muro
como soporte visual en la Edad Media
Santiago Manzarbeitia Valle,
Matilde Azcárate Luxán
e Irene González Hernando (eds.)
EDICIONES
COMPLUTENSE
Índice
11-20 Prólogo
SANTIAGO MANZARBEITIA VALLE
7
8 Pintado en la pared: el muro como soporte visual en la Edad Media
219-239 Las pinturas de la nave de Santa María del antiguo Hospital de la Santa
Creu de Barcelona
CARMEN DOMÍNGUEZ RODÉS
395-416 La pintura mural y sus analogías con las miniaturas bíblicas en el marco
de la reforma gregoriana: función, tipos iconográficos y fórmulas de
representación
MARÍA RODRÍGUEZ VELASCO
ÁNGEL PAZOS-LÓPEZ1
El ritual completo de dedicación del templo se compone, a partir del siglo IX,
de algunas ceremonias invariables cuyo orden se altera según las fuentes
documentales, que son principalmente libros litúrgicos (Harington 1844;
Repsher 1998). El esquema de los ritos más comunes nos evoca una elabo-
241
242 Pi ntado en la pared: el muro como soporte visual en la Edad Media
En este sentido, algunos t rabajos de fi nales del siglo XIX y principios del XX reconstruyen
las estructu ras rituales de la consagración del tem plo siguiendo estos esquemas, entre los
cuales podemos citar a: Harington (1844); Duchesne (1 889, 385-403); Foulkes (1908 , 426-
432); y De Pun iet (1920, 374-405).
Los simbolismos del ritual son explicados detal ladamente por: Méhu (2008 , 15-48) ; Méhu
(2016a, 83- 11 O) ; Méhu (2016b, 259-277). En relación con las fuentes alegóricas: Bowe n
(1941, 469-479). Sobre las conexiones de protección atribuidas a las marcas en las paredes
de las iglesias: Champion (2015, 15-38).
Pintura mural y liturgia. El trazado de las cruces de consagración en los rituales de dedicación.. . 243
mente desde la historia de la liturgia sino también desde la historia del arte
medieval. El carácter performativo de esta ceremonia, en la que intervienen
diversas expresiones artísticas, se hace presente también a partir del canto,
proporcionándose indicaciones musicales que sirven para remarcar el ritual
y deben cantarse en este momento (Kozachek 1995, 197). Por ejemplo, el
bendicional del arzobispo Robert prescribe la antífona Lapides pretiosi para
el momento de la unción de las cruces 5 •
Tune demum presul egrediens, hoc ipsum extra cum crismate in circuitu ecclesie faciat,
canendo antiphonam Lapides pretiosi ... (Wilson 1903, 86).
244 Pintado en la pared: el muro como soporte visual en la Edad Media
A lo largo de finales del siglo XIX y principios del siglo XX destacan algunas publicaciones
centradas en el foco inglés: Middleton (1885, 456 -464); Marshall (1898, 25-27); Johnston
(1901 , 220-251 ); Atkinson (1906, 255-62); Dewick (1908, 1-34); Atkinson (1911 , 143-155);
Dewi ck (1911, 177-193); Anderson (1924, 117-118); Eeles (1930, 22-27). También se han
registrado publicaciones que mencionan el valor de las cruces de consagración en otros
ámbitos geográficos: Gros (1969, 368-37 4); Codo u (2008, 253-282); Barbet-Massin (2011 ,
- -39). Sin embargo , resta por realizarse un completo inventario de estos vestigios crucífe-
•cs e los tem plos del Occidente medieval, que posibilite el estudio de las cruces de consa-
;;;-ac · de manera comparativa con los rituales propios de cada área geográfica.
Pintura mural y liturgia. El trazado de las cruces de consagración en los rituales de dedicación... 2~
Deinde in circuitu ecclesie eat episcopus intus, incipiens a dextera parte orientis et faciat
crucem cum poi/ice suo de ipso crismate in XII locis in quibus debent esse totidem cruces
depicte introrsus, ita dicens in unoquoque loco: 'Sanctificetur hoc temp/um' (Goullet, Lobri-
chon y Palazzo 2004, 230-231).
Deinde in circuito aecc/esiae per parietes de dextra in dextro, faciens crucem cum poi/ice de
ipso chrismate (Greenwell 1853, 40).
246 Pintado en la pared : el muro como soporte visual en la Edad Media
ungidas con crisma"9 , es decir, dos partes del mismo rito consistente en pintar
primero las cruces y ungirlas con crisma más tarde. Teniendo en cuenta la plu-
ralidad de variedades rituales, comprender la factura de las cruces de consa-
gración debe ir siempre de la mano del estudio concreto de las fuentes y de la
liturgia celebrada en el lugar que se está consagrando, sin extrapolar elementos
tradicionales que son comunes a otras costumbres locales o que están activos
en cronologías diversas al origen de los edificios de culto (Baudot 1909; For-
neck 1999; Hamilton 2005, 105-137; Wünsche 2006,113-142).
Por lo que a aspectos formales podemos referimos, el número, el color y la
factura de las cruces varia notablemente dependiendo de la cronología y del área
geográfica donde se localice el templo objeto de dedicación, obedeciendo no
solamente a prescripciones litúrgicas sino también a componentes tradicionales
y regionales. De esta manera, en el ámbito de influencia del rito romano, es fre-
cuente que el número de cruces sea doce y se ubiquen segrnentadamente en las
paredes de las naves de la iglesia (Dewick 1908, 1-34). El Pontifical de la Curia
Romana del siglo XIII sigue esta tradición al indicamos que se pintan en nú-
mero de doce, en color rojo y a la misma distancia: "son pintadas alrededor del
templo al fondo en las cuatro paredes doce cruces rojas, a la misma distancia,
bajo las cuales son sostenidos doce ganchos de hierro, en los que son colocadas
doce velas gruesas" 1º. En otro pontifical, ya del siglo XVI, se señalan aspectos
muy detallados y concretos como la distancia del suelo a la que se debe ubicar
cada cruz, la distribución espacial entre las paredes del templo, así como el nú-
mero preciso de cruces: "también, se pintan en las paredes interiores alrededor
de la iglesia doce cruces; a unos diez palmos por encima del suelo, a saber, tres
por cada una de las cuatro paredes" 11 • El número de doce cruces se vinculaba
al número de los apóstoles, que ayudaban a sostener física y simbólicamente el
templo, en clara alusión a su función como sustento de la Iglesia. Esta es la idea
recogida en las iglesias de Saint-Martín de Branches y de San Juan Bautista de
Sacy, donde los apóstoles sostienen las cruces de consagración en las pinturas
murales (Caffin 2007, 16-21). A pesar de que lo más frecuente es que estas cru-
ces se sitúen pintadas directamente sobre tondos circulares en las paredes del
12 Duodecim cruces pictae foris et duodecim intus; viginti quatuor cereoli et totidem clavi qui-
bus cereoli infingantur, duodecim foris et duodecim intus super singulas cruces (Henderson
1875, 53).
•3 v~ ta . ·or.
248 Pintado en la pared : el muro como soporte visual en la Edad Media
Figura 1. El obispo bendice una cruz de consagración en la parte exterior del templo.
Bréviaire al 'usage du p rieuré Saint-Ló de Rouen, Biblioteca de Sainte-Genevieve,
París, h. 1505, ms. 1266, f. 293v. Foto © Biblioteca de Sainte-Genevieve.
Sane crismato altari, duodecim cruces in parietibus ecclesie depiete crismantur. Depingun-
tur autem ipse cruces, primo propter demonum terrorem, ut scilicet demones qui inde ex-
pulsi sunt videntes signum crucis terreantur et illuc regredi non presumant; secundo propter
triumphi ostensionem, cruces namque sunt vexilla Christi et signa triumphi sui Merito ergo ut
ste datur quod /ocus ille Christi dominio subiugatus est ibidem cruces depinguntur (Davril
·bodeau 1995, 73).
Pintura mural y liturgia. El trazado de las cruces de consagración en los rituales de dedicación... _.!g
Figura 2. El obispo bendice una cruz de consagración en una placa circular, antes
de ser colocada en la pared. Decretum, h. 1284, Biblioteca Municipal de Angers,
ms. 0371, f. 28lr. Foto © Biblioteca Municipal de Angers.
15 Ver nota 7, donde se incorpora la fuente latina. La rúbrica alude claramente a dos fases
dentro del ritual: una primera donde se pintan las cruces sobre las paredes y una segunda
en la que se iluminan y se ungen con crisma.
16 Pastea eat episcopus infra ecc/esiam, et faciat crucem cum poi/ice intincto crismate in XII
circu/is infra ecclesiam [... ] (Barnes 1847, 22).
17
El canto se corresponde con la exclamación de Jacob al contemplar en su sueño la escale-
ra del cielo: Terribilis est /ocus iste: hic domus dei est, et porta caeli: et vocabitur aula (Gen
28, 17). En el mismo pasaje veterotestamentario, y tras la revelación del Señor, Jacob eleva
una piedra del suelo y la consagra en aquel lugar, ungiéndola con aceite. De ahí que estén
presentes en la liturgia de consagración del templo estos signos -el canto, la unción, la
piedra y la escalera- en relación con su evocación en las Sagradas Escrituras.
254 Pintado en la pared: el muro como soporte visual en la Edad Med ia
4. Conclusiones
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262 Pintado en la pared : el muro como soporte visual en la Edad Media
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Mª Victoria Herraéz, Mª Concepción
Cosmen, Mª Dolores Teijeira y José Alberto
Moráis Morán (eds.).
Obispos y catedrales.
Arte en la Castilla
bajomedieval
Bishops and Cathedrals.
Art in Late Medieval Castile
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Nationalbibliografie; detailed bibliographic data is available in the internet
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6 Índice
ÁNGEL PAZOS-LÓPEZ
'Vestidos de Pontifical'. La iconografía de las insignias
litúrgicas episcopales en la Castilla bajomedieval
'Dressed in Pontifical Clothes '. The Iconography of the
Liturgical Insignia of the Castilian Late Middle Ages Bishops .. .. ... ..... 355
Índice 7
RESUMEN: En este capítulo se analiza el impacto visual de las insignias litúrgicas propias
de los obispos en la Baja Edad Media castellana, a partir del análisis de fuentes escritas e
iconográficas. La diversidad de soportes plásticos en la que se plasma la imagen del obispo
castellano - escultura exenta y relieves de portadas y sepulcros, pintura mural, vidrieras,
artes suntuarias, libros litúrgicos y otros manuscritos ... -, se convierte en un interesante
corpus para estudiar la iconografía litúrgica pontifical. Los atributos iconográficos de la
figura del obispo son principalmente la mitra, el báculo y el palio, además de las vestidu-
ras litúrgicas para la eucaristía. La evolución y morfología de dichas insignias litúrgicas
pueden analizarse tanto desde los numerosos ejemplos artísticos conservados en la Co-
rona de Castilla, como desde las diversas fuentes textuales, especialmente manuscritos
pontificales. De esta manera, imágenes de obispos como Teodomiro en el Tumbo A de la
catedral de Santiago de Compostela, Mauricio en la portada del Sarmental de la catedral
de Burgos, Martín Femández en las vidrieras de la catedral de León, la escultura de Lope
de Barrientos en actitud orante o el Pontifical de Luis de Acuña, nos permiten abordar la
singularidad de las insignias pontificales en la Corona de Castilla y cuáles elementos de esa
configuración iconográfica son también compartidos con otras áreas geográficas.
ABSTRACT: This chapter analyses the visual impact ofliturgical insignia used by Late Mid-
dle Ages Castilian bishops. This study is founded on written and iconographic sources. The
diversity ofmaterials where tbe images oftbe Castilian bishops were depicted-sculptures and
relieves of facades and sepulchres, wall paintings, stained glasses, sumptuary arts, liturgical
books and other manuscripts ... - provides an interesting corpus to start the study of pontifical
liturgical iconography. Main bishop's iconographic attributes are the mitre, the crosier, the
pallium, and the liturgical vestments for tbe Eucharist. The liturgical insignia morphology
and evolution can be analysed not only thanks to tbe artistic examples preserved in the Crown
of Castile, but also through different textual sources, more specifically through the pontifical
manuscripts. In that way, images ofbishops such as Teodorniro in the "Tumbo N.' ofSantiago
356 Ángel Pazos-López
Ibi Moyses et A aron, hic rex et episcopus, ve! episcopus repraesentans utrumque; in
baculo regem, in mitra pontificem 1•
"Allí Moisés y Aarón, aquí rey y pontífice respectivamente, el obispo [en ausencia
del rey, en la liturgia actúa] representando a ambos: con el báculo al rey; con la
mitra al pontífice." (Trad. libre del autor). S. DE CREMONA, " Brevis recapitulatio
missae", Mitrale, sirve, de officiis ecclesiasticis summa, Lib. 3, Cap. IX. Edición de
J.-P. MIGNE, Patrologia latina, vol. 213, París, 1855, col. 145.
2 Sobre la imagen del obispo hispano se editó la monografía M. AURELL y A GARCÍA
DE LA BORBOLLA, La imagen del obispo hispano en la Edad Media , Pamplona, 2004,
a pesar de que no ha abordado el tema con un carácter global, dedica un capítulo de E.
Palazzo a la liturgia episcopal, "La liturgie épiscopale au Mayen Age et sa signification
théologique et politique", pp. 61-74.
3 El abad de Montecassino, Bruno de Segni (1047-1123), enumera las vestiduras ponti-
ficales con sinúlares significaciones. B. DE SEGNI, De sacramentis ecclesiae, mysteriis
atque ecclesiasticis ritubus, Lib. 3. J.-P. MIGNE, Op. cit., vol. 165, París, 1854, cols.
103- 1108. Otras interpretaciones basadas en G. Durando fueron estudiadas por B.
BROWN, 'Enigmata Figurarum '.A Study ofthe Third Baok ofthe 'Rationale Divinorum
Officiorum 'of William Durandus and Its Allegorical Treatment ofthe Christian Liturgi-
cal Vestments, Tesis doctoral defendida en la Universidad de New York, 1983. También
existe una monografía dedicada al origen de estas insignias: T. KLAUSER, Der Ursprung
der bischOfiichen Insignien und Ehrenrecht, Krefeld, 1950.
'Vestidos de Pontifical' 357
4 Se utiliza esta denominación para referirse a cómo debe vestir el obispo para celebrar
las ceremonias que le son propias y que están contenidas en los Liber Pontificalis,
incluyendo ornamentos e insignias litúrgicas que únicamente pueden ser utilizadas
por prelados (mitra, báculo, palio -si es arzobispo o le ha sido concedida la dignidad
de llevarlo-, cáligas, quirotecas y cruz pectoral), junto a ornamentos que también
pueden identificar a presbíteros, diáconos y subdiáconos (alba, cíngulo, estola, maní-
pulo, casulla o tunicela entre otros). Ver las ediciones de M. ANDRIEU, Le pontifical
romain au Moyen-Áge, Citta del Vaticano, Vol. 1-4, 1938-1941.
358 Ángel Pazos-López
5 "El obispo celebrará quitándose la ropa diaria, y cubriéndose con vestidos limpios
y sagrados. Y en primer lugar se calza las sandalias, para recordar la Encamación
del Señor. En segundo, se impone el amito, con el fin de reprimir el movimiento
de su boca y su lengua, para hacerse un corazón puro, percibiendo el espíritu recto
renovado en sus entrañas. En tercer lugar, [se viste] el alba talar, para obtener la
limpieza constante de la carne. En cuarto lugar, el cíngulo, para refrenar el impulso
de la lujuria. En el quinto, la estola, como signo de obediencia. En el sexto, la túnica
blanca, es la conversión del cielo. El séptimo, la dalmática, o sea, la santa religión y la
mortificación de la carne. En el octavo, quirotecas, para apartarse de la vanagloria. En
el noveno, el anillo, para que ame a la Esposa [la Iglesia] como a sí mismo. Décimo,
la casulla, es decir, la caridad. Undécimo, el sudario, para que cualquier cosa en lo
que peque por fragilidad o ignorancia, lo limpie con la penitencia. En el duodécimo
lugar, se pone por encima el palio, para demostrarse imitador de Cristo, que tomó
nuestras enfermedades. En el décimo tercero, la mitra, para lograr ser merecedor de
la corona eterna. En el décimo cuarto lugar, toma el báculo, que significa la autoridad
del poder y de la doctrina." (Trad. libre del autor). G. DURANDO, Rationale divinorum
officiorum. Lib. III, Cap. l. v. l. Edición de A. DAVlfil y T. M. THrBODEAU, Guille/mi
Duranti Rationale Divinorum Officiorum !- IV, Turnholti, 1945, p. 178.
6 Sobre los procesos de evolución de las distintas vestimentas litúrgicas podemos referir
los trabajos de F. BocK, Geschichte der liturgischen Gewéinder der Mittelalters, Bonn,
1856-1871; A. FORTESCUE, The Vestments of the Roman Rite, London, 1914; P. BATI-
FFOL, "Le costume liturgique romain", en Etudes de Liturgie et d 'Archéologie Chré-
tienne, Paris, 1919; C. E. PoCKNEE, Liturgical vesture, its origins and development,
London, 1960; y más recientemente la completa monografía de S. PrccoLO PACI, Storia
delle vesti liturgiche. Forme, Jmmagine e funzione, Roma, 2007.
'Vestidos de Pontifical' 359
Novem autem sunt ornamenta pontificum specialia, videlicet caligae, sandalia, suc-
cinctorium, tunica, dalmatica, mitra et chirothecae, annulus et baculus. Quia munia
novem sunt, in quiibus specialis episcoporum potestas consistit, videlicet clericos
ordinare, virgines benedicere, pontifices consecrare, manus imponere, basilicas de-
dicare, degradandos deponere, synodos celebrare, chrisma conficere, vestes et vasa
consecrare 11 •
10 Ver nota 3.
11 "Nueve son los ornamentos especiales del obispo, a saber: cáligas, sandalias, sub-
cintorium, túnica, dalmática, mitra, quirotecas, anillo y báculo. Como también son
nueve las atribuciones conferidas por el poder episcopal, a saber: ordenar sacerdotes,
bendecir vírgenes, consagrar obispos, imponer las manos, dedicar basílicas, degradar
órdenes, celebrar sínodos, confeccionar el Crisma y consagrar vestiduras y vasos sa-
grados." (Trad. libre del autor). l NOCENCIO rn, "De communibus et specialibus indu-
mentis pontificum et sacerdotem", De sacro altaris mysterio, Lib. 1, Cap. X. Edición
de J.-P. MIGNE, Patrologia latina, vol. 217, París, 1855, col. 780-781.
12 Debemos citar algunos trabajos que analizan este aspecto: R. L. BENSON, The bishop
e/ect. A study in Medieval Ecclesiastical Office, New Jersey, 1968; R. E. REYNOLDS,
Clerical Orders in the Early Middle Ages: Duties and Ordination, Aldershot, 1999
y R. E. REYNOLDS, Clerical Orders in the Early Middle Ages: Hierarchy and Jmage,
Aldershot, 1999.
13 Es necesarío mencionar los trabajos de D. ELLIOTT, "Dressing and Undressing the
Clergy: Rites of Ordination and Degradation", en E. J. BURNs, Medieval Fabrica-
tions: Dress, Textiles, Clothwork, and Other Cultural Jmaginings, New York, 2004,
pp. 55-69; y de V. DE CADENAS Y VrcENT, "Las armas y los símbolos de los Obispos
y Abades que renuncian al Gobierno de su Diócesis o Abadía'', Revista Hidalguía,
nº 139, 1976, pp. 815-841.
'Vestidos de Pontifical' 361
14 Tomando el criterio de Righetti, existe una clara diferencia entre insignias mayo-
res y menores. M. RrGHETTI, Manuale di Storia liturgica, Vol. 1, Milano, 1950,
p. 1016.
15 Según Righetti, lo citan entre los primeros autores como San Isidoro o San Gregario
en sus escritos. Jbidem, p. 1029.
16 F. CABROL y H. LECLERCQ, "Pallium", en Dictionnaire d "Archéologie Chrétienne
et de Liturgie. Vol. 13-1 , Paris, 193 7, pp. 931- 940. Sobre la significación del palio,
también puede verse el trabajo de S. A. SHOENIG, Bonds of Wool: The Pallium and
Papal Power in the MiddleAges, Washington, 2016, pp. 483-488.
17 En castellano, una relativamente reciente y sucinta obra analiza esta cuestión: J. M.
MAR.Tí BoNET, El palio. Insignia pastoral de los papas y arzobispos, Madrid, 2008.
362 Ángel Pazos-López
Fig. 1. Efigies de los tres obispos confesores Eugenio, Isidro y Gregario en las pinturas
murales de la Iglesia de San Román de Toledo, Museo de los Concilios y de la Cultura
Visigoda. Siglo XIII. Foto del autor.
Una variante del palio, aunque con forma claramente diferente es el racio-
nal, que funciona como una insignia litúrgica independiente en la Plena y
Baja Edad Media, pero que cae en desuso en los siglos posteriores 18• Braun
ha identificado el uso del racional por aquellos obispos a los que no se les
ha concedido el palio por parte del Papa y traza diferencias estructurales
entre el racional bajomedieval y el referido en las fuentes litúrgicas altome-
dievales19. Sea como fuere, visualmente encontramos manifestaciones muy
escasas del racional, pues la cuestión de su desaparición posterior complica
18 Son muy abundantes los estudios en alemán sobre este desaparecido ornamento epis-
copal medieval. Los trabajos más destacados corresponden a: L. ErSENHOFER, Das
bischO.ftiche Rationale, seine Entstehung und seine Entwicklung, München, 1904;
B. KLEINSCHMIDT, "Das Rationale. Ein liturgischer Ehrenschmuck des Bischofs von
Paderbom", Der katholische Seelsorger, nº 20, 1908, 131-136; K. HoNSELMANN,
Das Rationale der Bischofe, Verein far Geschichte und Altertumskunde Westfalens ,
Paderbom, 1975.
19 J. BRAUN, "Das Rationale", Zeitschriftfar christliche Kunst, nº 16, 1903, pp. 97- 124
' Vestidos de Pontifical ' 363
Fig. 2. El obispo Mauricio, con el racional al cuello sobre la casulla. ca. 1230- 1240.
Portada del Sarmental, catedral de Burgos. Foto del autor.
'Vestidos de Pontifical ' 365
Mitra sumitur a lege; quae tiara, cidaris, ínfula, pileum appellatur, ex bysso confici-
tur, auro et gemmis ornatur, habes duo cornua, duasque linguas posterius, etfimbrias
dependentes inferius24 •
26 Así se detalla, por ejemplo, en el inventario del siglo XIII de la catedral de Sala-
manca, recogido por A. PABLOS VILLANUEVA, Los ornamentos sagrados en España:
su evolución histórica y artística, Barcelona, 1935, pp. 120-121. También Ángel
Riesco lo estudia en: A. Rmsco TERRERO, "Un inventario de la catedral de Sala-
manca del siglo XIII'', Espacio, Tiempo y Forma, Serie !JI, Hª Medieval, nº 9, 1996,
pp . 277- 302.
27 A este respecto, cabe consultar el clásico texto de F. CABROL y H. LECLERCQ, "Cros-
se", en Op. cit., Vol. 3-2, Paris, 1914, pp. 3144--3148; y más recientemente en es-
pañol: Á. PAzos-LÓPEZ, "Báculo episcopal'', Base de datos digital de iconografia
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bdiconografiamedieval/baculo-episcopal>.
28 P.-C. BARRAULT y A. MARTIN, "Le bil.ton pastoral. Étude Archéologique'', en Mélan-
ges d 'archéologue, d'histoire et de litterature, Paris, 1856, pp. 8- 106; también re-
ferimos a D. GABORIT-CHOPIN, "Taux et crosses. Bátons pastoraux", en Trésors des
abbayes normandes, Rouen, 1979, pp. 233-243 .
368 Ángel Pazos-López
que se produce la obra29 . Se hace necesario señalar que los ministros que
sostienen el báculo cuando el obispo no lo porta en la liturgia, lo hacen
siempre sin tocarlo directamente y con la ayuda de un paño litúrgico.
Esto hace que algunos artistas, de forma confusa, plasmen la imagen
de los obispos sosteniendo el báculo con algún tipo de paño para evitar
el contacto directo con el objeto. Esta cuestión es equivocada desde el
punto de vista litúrgico, pero puede inducirse a error por la aparición en
algunas iconografías de paños para sostener estas piezas en manos de
los obispos, como puede verse - entre otros casos- en el sepulcro de Luis
Acuña y Osorio, obra de Diego de Siloé, en la Capilla de la Concepción
de la catedral de Burgos30•
Mientras que cada obispo puede tener diversas mitras y báculos en
el ajuar litúrgico de su catedral, hay dos insignias propias del obispo que
se le confieren en el momento de su consagración episcopal y que cada
prelado conserva hasta su muerte: el anillo pastoral y la cruz pectoral.
En los manuscritos pontificales se vincula la función del anillo con la
virtud de la Fe31 • Su simbolismo está muy relacionado con las alianzas
conyugales del sacramento del matrimonio 32 • En esta misma línea escri-
be Rugo de San Víctor:
Annulus sacramentum fidei significat, qua sponsa Christi Ecclesia subarrata est,
cuius custodes et paedagogi episcopi sunt et praelati, pro signo ferentes hoc in
testimonium illum. 33
Fig. 4. Un obispo vestido de pontifical, ayudado por dos monjes, bendice a tullidos, ancia-
nos y peregrinos. Siglo XIll. Capilla de la Virgen de la Esperanza, catedral de León, Rosa
superior de la ventana central. Foto: © J. Femández Arenas y C. J. Fernández Espino.
Las insignias litúrgicas pontificales están muy presentes en las obras ca-
tedralicias bajomedievales y, en general, en todos aquellos programas de
promoción llevados a cabo por parte de los obispos donde pretenden dejar
' Vestidos de Pontifical' 371
37 Sobre la Misa de San Gregorio como tema iconográfico: L. RODRÍGUEZ PEINADO, "Misa
de San Gregorio", Base de datos digital de iconografia medieval, Madrid, 2015, con-
sultado el 11 de octubre de 2017. URL: <www.ucm.es/bdiconografiamedieval/misa-
de-san-gregorio>; M. Á. lBAÑEZ GARCÍA, "La Misa de San Gregorio: Aclaraciones
sobre un tema iconográfico. Un ejemplo de Pisón de Castrejón (Palencia)", Norba:
Revista de Arte, nº 11, 1991, pp. 7-17; A. DOMÍNGUEZ RODRÍGUEZ, Aproximación a la
iconografía de la Misa de San Gregario a través de varios Libros de Horas del siglo XV
en la Biblioteca Nacional, Madrid, 1976, pp. 757-772.
38 También en P. S. del Pozo CoLL, "Intercambio artístico y relaciones iconográficas
en Castilla: la Misa de San Gregorio", en C. CosMEN, M. V. HERRÁEz y M. PELLÓN
(coords.), El Intercambio artístico entre los reinos hispanos y las cortes europeas en la
Baja Edad Media, León, 2009, pp. 191- 201; R. RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, "Acerca de la
Misa de San Gregorio", XX Siglos, vol. 9, 38, 1998, pp. 24-29.
39 L. CAMPBELL y J. J. PÉREZ PRECIADO, "Fray Lope de Barrientos'', en L. CAMPBELL
(ed.), Rogier van der Weyden y los reinos de la Península Ibérica. Catálogo de la ex-
posición, Madrid, 2015, pp. 166--1 72; de forma colateral también hemos de citar a
Á. FUENTES ÜRTIZ, "La Capilla de Gonzalo de Illescas en el Monasterio de Guadalupe:
un proyecto de Egas Cueman recuperado'', Archivo Español de Arte, nº 358, 2017,
pp. 107- 124.
372 Ángel Pazos-López
Fig. 5. Egas Cueman. Escultura del Obispo Fray Lope de Barrientos, en actitud orante.
1447- 1454. Museo de las Ferias, Medina del Campo (Valladolid). Foto: Museo Nacional
del Prado.
puntea con detalle, simulando estar llena de gemas. Las ínfulas son in-
usualmente largas y semejan estar llenas de piedras. El racional que lleva
con un galón circular en el pecho ha sido confundido por algunos historia-
dores del arte con una estola, que en la Edad Media siempre estaría bajo
'Vestidos de Pontifical ' 373
Fig. 6. Preparación del obispo para la misa Pontifical. Pontifical de Luis de Acuña.
Siglo XV. Madrid. Foto: ©BNE, ms. Vitr. 18-19, fol. Xllr.
47 Mencionadas en el trabajo del profesor H. GoN ZÁLEz ZYMIA, "El transi tomb. Ico-
nografía del yacente en proceso de descomposición", Revista Digital de Iconografía
Medieval, vol. VII, nº 13, 2015, pp. 67- 104.
48 D. PIAZZI, "Comunicare con le cose: arredi e vesti per la liturgia", Rivista di Pastora-
le Liturgica, nº 235, 2002, pp. 30- 35.
ISBN 978-3-0343-3333-7
111111111111111111111111111111
9 783034 333337
Culto y vestimenta en la Baja Edad Media. Ornamentos clericales… Ángel Pazos-López
Recibido: 27/4/2015
Aceptado: 20/5/2015
Resumen: El presente artículo analiza la iconografía de las vestiduras litúrgicas del clero a partir
de su codificación y regularización en la Baja Edad Media, recalcando la importancia del
conocimiento del aparato ritual para la interpretación de la imagen. Las fuentes escritas de los
siglos XII y XIII, y en especial el Rationale divinorum officiorum de Guillermo Durando, nos
aportan referencias textuales esenciales para conocer la evolución de los ornamentos y sus
simbolismos. De forma paralela, la sistematización de los colores litúrgicos por parte del Papa
Inocencio III (1161-1216) en su obra De sacro altaris mysterio nos aporta datos que son
fundamentales para interpretar la evolución cromática del vestuario en relación con el año
litúrgico y sus fiestas. Vestiduras interiores como el amito, el alba, el cíngulo, el roquete o el talar
están presentes en la iconografía medieval; por su parte la casulla, el pluvial, la dalmática o la
sobrepelliz, aparecen cubriendo a las anteriores. Especial mención merecen las insignias clericales
(estola y manípulo) por su elevada carga simbólica y representativa en la Baja Edad Media.
Palabras clave: Ornamentos; Liturgia; Colores; Rito Romano; Baja Edad Media.
Abstract: This article analyses the iconography of the clerical liturgical vestments through the
study of its codification and regularisation in the Late Middle Ages, laying stress on the
importance of understanding ritual apparatus for the correct interpretation of images. Some 12th-
and 13th-century written sources, especially the Rationale divinorum officiorum by Guillaume
Durand, provide us references to understand the evolution of the ornaments and their symbolism.
At the same time, the systematisation of liturgical colours made by Pope Innocent III (1161-1216)
in his De sacro altaris mysterio, displays some important facts to interpret the colour evolution of
costumes related to the liturgical year and its feasts. Interior ornaments such as the amices, albs,
cinctures, rochets or talars can be found in medieval iconography, along with the chasuble, the
cope, the dalmatic and the surplice. Clerical insignia (stole and maniple) require a specific
attention due to its symbolism in the Late Middle Ages.
Keywords: Vestments; Liturgy; Colours; Roman Rite; Late Middle Ages.
INTRODUCCIÓN
Las vestiduras son uno de los elementos esenciales para las celebraciones
litúrgicas, al igual que el ministro que las celebra, el altar, los libros o los vasos sagrados.
El origen de la utilización de vestimentas especiales para las dignidades de la Iglesia
Cristiana en el uso litúrgico viene referenciado por dos focos: la utilización de ropas
litúrgicas en el Antiguo Testamento (tradición judía) y la evocación de la indumentaria de
los apóstoles, primeros discípulos de Cristo (tradición apostólica)1. Sin embargo, el uso de
1
Muchas fuentes medievales hacen constar este origen dual. Véase también BATIFFOL, Pierre (1919);
JAMES, Raymund (1934); NORRIS, Herbert (1950); y ROSSI, Pietro (2003).
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e-ISSN: 2254-853X
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ornamentos sagrados específicos para las celebraciones litúrgicas no fue una constante
común en los primeros siglos de la Iglesia –coincidiendo con una época de amplia
diversidad en los ritos litúrgicos–, de forma que cada lugar y tradición tenía sus propias
costumbres con respecto a la ropa litúrgica 2 . Por una parte, los ritos de las familias
litúrgicas orientales (antioqueno-jerosolimitano, persa, bizantino, armenio, copto y
abisinio) presentan, en trazos generales, una mayor complejidad ritual y ceremonial, lo
que incluye un desarrollo más amplio de los ornamentos sagrados, con más presencia de
ricos materiales y telas preciosas. Por el contrario, en los ritos occidentales (romano,
galicano, celta, hispánico, ambrosiano, africano, beneventano y aquilense) prima la
sencillez ceremonial generalizada, incluyendo un menor despliegue de vestiduras sacras3.
Esto no implica que en toda la historia de los ritos antes mencionados las
vestiduras sagradas tuviesen la misma importancia. Así, en el caso del rito romano, se
hace interesante apreciar la tendencia a una multiplicidad de fórmulas textuales creativas
que se plasmaban en diversos modos celebrativos, especialmente durante los siglos IV-VI,
lo que conduce a la ausencia de uniformidad en las vestiduras sagradas y los códigos que
reglamentan su uso4. La falta de un criterio común para la indumentaria clerical en el rito
romano se hizo extensiva hasta el siglo XI y las fuentes previas que mencionan el uso de
ornamentos sagrados muestran distintas tradiciones vinculadas, sobre todo, a la realidad
geográfica5.
El proceso decisivo para comprender la tradición litúrgica romana de las vestiduras
sagradas en la Baja Edad Media fue, sin lugar a dudas, la Reforma Gregoriana. A partir de
las intervenciones del Papa León IX (1049-1054) y especialmente con Gregorio VII
(1073-1085), se compusieron normas comunes que facilitaron una cierta uniformidad
teórica en el rito, y con ello unos cánones concretos para las vestiduras litúrgicas, en
contraste con otros ritos occidentales y orientales. La creciente importancia del poder
episcopal necesitaba el refuerzo de vestiduras e insignias propias que exteriorizasen el
poder y las atribuciones pontificales frente a las sacerdotales. Así, los escritos de los
Padres de la Iglesia difundidos en los siglos XI-XII supusieron una suerte de
recomendaciones litúrgicas prácticas para las iglesias locales, con abundantes referencias
a la forma, uso y significado de los ornamentos litúrgicos, que se convertirán en la
práctica habitual de gran parte del cristianismo occidental hasta bien entrado el siglo
XVI6. El período bajomedieval se cierra con las directrices del Concilio de Trento (1545-
1563), que codificará la liturgia cristiana con una profunda remodelación desde el siglo
2
RIGHETTI, Mario (1950): v. 1, pp. 967-973; y también JARDINE GRISBROOKE, William (1992): pp.
543-545.
3
RIGHETTI, Mario (1950): v. 1, pp. 217-222.
4
Una síntesis muy adecuada de la historia de las vestiduras sagradas del rito romano puede encontrarse en
PICCOLO PACI, Sara (2007): pp. 83-129, que es, sin duda, el último manual publicado de referencia sobre
vestiduras sagradas. También debemos referenciar la última aportación de MILLER, Maureen C. (2014) a
la que he podido acceder gracias a Francisco de Asís García.
5
Destacan en el siglo IX los escritos que ilustran las vestimentas sagradas atribuidos a Alcuino de York
(Officia per ferias), su discípulo Amalario de Metz (Opera liturgica omnia), Rábano Mauro (De
institutione clericorum) o Walfrido Estrabón (De rebus ecclesiasticis).
6
Tres son los escritos fundamentales de este período: el Mitrale, sive, de officis ecclesiasticis summa de
Sicardo de Cremona, De sacro altaris mysterio escrito por Inocencio III y el Rationale divinorum
officiorum de Guillermo Durando.
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XVI hasta la posterior reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, con muy pocas
variaciones en cuanto a las vestiduras sagradas en todo ese período.
La percepción contemporánea de las vestimentas sagradas medievales tiene una
doble vía: por una parte, la evidencia material de piezas conservadas con tejidos y
bordados de diversa calidad y estado de conservación; por otra, la representación
iconográfica de dichas vestiduras en diversos soportes plásticos. De esta forma, una de las
dimensiones a tener en cuenta para la lectura de las imágenes de contenido litúrgico es la
identificación de las vestimentas, su colocación, disposición y la interpretación del
desarrollo litúrgico. Asimismo, estas vestiduras sagradas se incorporan muy ampliamente
a temas políticos y otros motivos de carácter religioso no litúrgico, donde la utilidad de
los ornamentos no está vinculada al aparato ritual. Identificar y relacionar las distintas
prendas y atuendos presentes en la cultura visual bajomedieval puede ayudarnos a
determinar y encuadrar las múltiples escenas ceremoniales y estructuras del culto donde
eran necesarias, o acotar la categoría eclesiástica de quien las porta para permitir una
mejor caracterización de los distintos personajes presentes en una imagen7.
FUENTES ESCRITAS
Las fuentes escritas que nos permiten comprender la diversidad de ornamentos
litúrgicos bajomedievales –con su forma, usos y funciones– son de muy diversa índole.
Por una parte, la documentación conciliar y sinodal aporta en algunas ocasiones
indicaciones de prácticas que deben ser corregidas. Por otra, los propios libros litúrgicos
–en especial los pontificales, como textos de la liturgia episcopal, y los sacramentarios,
como compendio de las celebraciones rituales y la misa– nos consignan rúbricas sobre
ritos que requieren ciertos ornamentos litúrgicos, permitiendo comprender su
funcionamiento en las ceremonias8. También los Ordines romani X-XV correspondientes a
la liturgia papal entre los siglos XIII-XV nos aportan breves referencias contextuales de la
utilización de vestiduras concretas.
Además de esto, hay algunos textos representativos de alegoristas bajomedievales
que describen vestiduras litúrgicas o comentan sus simbolismos, entre los cuales podemos
citar:
• Los cuatro libros De gemma animae compuestos por Honorio de Autun (1080-1153),
además de ser una fuente para la creación de los edificios sagrados, nos mencionan el
uso y simbolismo de algunos ornamentos litúrgicos. Dedica el final del libro primero
(cap. 198-234) a enumerar cada una de las principales vestiduras litúrgicas,
enunciando su forma y significado, junto con descripciones de las vestiduras del
obispo, presbítero, diácono y subdiácono, prestando especial atención a lo que cada
vestidura sagrada significa en términos alegóricos. Así, sobre la simbología del ornato
de las vestiduras sagradas expresa:
Vestes vero, quibus corpus exterius decoratur, sunt virtutes quibus interior
homo perornatur. Septem autem vestes sacerdotibus ascribuntur, qui et septem
7
Una publicación que propone esta misma línea de trabajo utilizando el método iconográfico es WETTER,
Evelin (2010). De un aspecto más local, con ejemplos regionales, debemos destacar los trabajos de
HOGARTH, Sylvia (1986) y WARR, Cordelia (2010). Más centrado en la función sacerdotal de las
vestiduras sagradas, encontramos el capítulo de REYNOLDS, Roger Edward (1999).
8
La obra clave en las fuentes litúrgicas medievales sigue siendo VOGEL, Cyrille (1986).
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• Por otra parte, la Summa de ecclesiasticis officis escrita por el liturgista Juan Beleth
de París (1135-1182) es un interesante texto con abundantes referencias históricas que
nos narra, entre otras estructuras rituales, el Officio altaris –es decir, el ritual de
acercamiento al altar y preparación del sacerdote– reforzando, al igual que otras
fuentes, el sentido de las vestiduras sagradas como armas sacerdotales:
Sacerdos ergo tanquam advocatus et pugil cum antiquo hoste pugnaturus,
vestibus sacris quasi armis induitur11.
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ab apostolis sanctis, tam hae quam illae virtutes significant, vel opera justitiae,
vel mysterium Incarnationis Dominicae13.
• Por su parte, el De sacro altaris mysterio de Lotario di Segni –después Papa Inocencio
III (1161-1216)– tuvo mucho impacto en la tradición litúrgica posterior (especialmente
en lo que se refiere a la codificación de los colores litúrgicos) ya que resumió las
costumbres ceremoniales de la diócesis de Roma antes de su pontificado, sirviendo de
modelo a otras áreas geográficas en los siglos sucesivos. Es peculiar, sin embargo, la
relación que establece entre las funciones que son propias del sacerdote y del obispo, y
las vestiduras que le son propias a cada rango. De esta forma, Lotario nos dice:
Haec autem communitas et specialitas potestatum inter episcopos et
presbyteros, ipso numero communium et specialium vestium designatur.
Sex autem sunt indumenta communia episcopis et presbyteris, videlicet
amictus, alba, cingulum, stola, manipulus et planeta. Quia nimirum sex sunt, in
quibus communis episcoporum et presbyterorum potestas consistit: videlidet
catechizare, baptizare, praedicare, conficere, solvere et ligare14.
13
“Háganse las vestiduras sagradas para tu hermano Aarón, y para sus hijos (Éx. 28, 4). […] Se asume el
uso de vestiduras sagradas que se ve en la antigua ley, cuando el Señor ordenó a Moisés hacer vestiduras
santas en gloria y belleza para Aarón y sus hijos; sin embargo, otras se han tomado de los santos apóstoles,
significando sus virtudes o las obras de la justicia o bien el misterio de la Encarnación del Señor”
(traducción libre del autor). SICARDO DE CREMONA, “De vestibus sanctis”, Mitrale, sive, de officis
ecclesiasticis summa, Lib. 1, Cap. V.
14
“Los obispos y los sacerdotes tienen atribuciones especiales en común, en el mismo número que las
vestiduras que comparten. Seis son los ornamentos comunes entre obispos y presbíteros: amito, alba,
cíngulo, estola, manípulo y casulla (planeta). Porque hay seis responsabilidades comunes a los obispos y
sacerdotes: catequizar, bautizar, predicar, enterrar, absolver y casar” (traducción libre del autor).
INOCENCIO III, “De communibus et specialibus indumentis pontificum et sacerdotem”, De sacro altaris
mysterio, Lib. 1, Cap. X.
15
“Y hay que tener en cuenta que los ostiarios, lectores, exorcistas y acólitos visten vestiduras blancas, es
decir, sobrepelliz, amito, alba y cinturón; como ángeles de Dios y para imitar la pureza de la castidad en su
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carne gloriosa, se les asocian vestiduras blancas como efecto espiritual. Por eso prefieren hacer uso de
prendas de lino, porque así como el lino se llevó mediante el trabajo hacia el blanco brillante, también es
necesario pasar por muchas tribulaciones para alcanzar la gloria del reino” (traducción libre del autor).
GUILLERMO DURANDO, Rationale divinorum officiorum, Lib. III, Cap. 1. v. 15.
16
Este libro del Rationale ha sido el foco del estudio de la tesis doctoral de BROWN, Bartan (1983).
17
REYNOLDS, Roger Edward (1999): 1-16. En lo que respecta a las normas que rigen el uso de los
colores litúrgicos bajomedievales, hay que hacer referencia al trabajo de IZBICKI, Thomas M. (2005).
18
Para un estudio del color en la Edad Media debemos citar a BRUSATIN, Manlio (1983);
PASTOUREAU, Michel (1987) y (2004). En cuanto a los colores litúrgicos, es importante mencionar las
aportaciones de COPE, Gilbert (1962); LEGG, John Wickham (1882); PASTOUREAU, Michel (1989) y
(1997).
19
INOCENCIO III, De sacro altaris mysterio, Lib. 1, Cap. LXV.
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20
GUILLERMO DURANDO, Rationale divinorum officiorum, Lib. III, Cap. 18.
21
Existe un intenso debate en esta cuestión, ya que la codificación del azul como color litúrgico es
posterior al período medieval. Sin embargo, tal y como atestiguan las fuentes iconográficas y según nos
ilustra el joven investigador Rafał Ojrzyński, en la iconografía bajomedieval encontramos muchas escenas
donde aparecen casullas y capas pluviales de dicho color. La hipótesis que, tal vez, pueda resultar más
adecuada es que al no existir una normativa de colores litúrgicos universal en esta cronología, salvo ciertos
textos de aplicación en ámbitos locales, no existe una unidad clara que restrinja el uso de este color entre
los siglos XII al XIV. Si conservamos tantos ejemplos visuales de vestiduras litúrgicas de color azul,
debemos entender que no es un error del miniaturista o pintor, sino más bien una multiplicidad de prácticas
en cuanto a los colores utilizados. Véase la interesante contribución de OJRZYNSKI, Rafał (2015).
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Culto y vestimenta en la Baja Edad Media. Ornamentos clericales… Ángel Pazos-López
1. Vestiduras interiores
1.1. El alba
Se denomina alba (linea, camisia) a la vestidura interior más habitual utilizada por
todos los ministros, presbíteros, diáconos y obispos en la liturgia bajomedieval. Su
denominación hace referencia a su color blanco, ya que eran elaboradas en lana, lino o
seda sin teñir. La referencia más antigua que se localiza de esta vestidura es una breve
indicación de cómo debe vestir el diácono en el ofertorio y la proclamación de la palabra
en los Statuta ecclesiae antiqua (c. 476-485)24.
Por lo que respecta a su simbología, la tradición veterotestamentaria relaciona el
color blanco con la purificación del pecado y la pureza, de ahí la vestidura blanca del
sacramento bautismal. Por otra parte, los alegoristas medievales vinculan el alba con la
castidad:
Dehinc Alba induitur, quae in lege tunica linea vel talaris, apud Graecos podis
dicitur: per hanc castitas designatur, qua tota vita sacerdotis decoratur. Haec
descendit usque ad talos, quia usque in finem vitae debet in castimonia perseverare
sacerdos25.
En cuanto a la forma, sin duda su origen se vincula a las túnicas talares
tardorromanas, pese a que se detecta una evolución en la Baja Edad Media que hace que
la tela llegue hasta los tobillos y posea más anchura en la parte inferior de la falda que en
22
Para esta cuestión, remitimos a la obra de referencia de SALMON, Pierre (1955).
23
Esta distinción la realiza MARTIMORT, Aimé-Georges (1984).
24
MUNIER, Charles (1960): Cn. 60.
25
“Después de eso se pone el Alba, que debe ser una túnica de lino o talar; como decían los griegos: lo que
se designa por castidad, que adorne toda la vida del sacerdote. Esta desciende hasta los tobillos, así como el
sacerdote debe perseverar en la castidad hasta el fin de su vida” (traducción libre del autor). HONORIO DE
AUTUN, Gemma animae, lib. 1. Cap. CCII.
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las mangas y el talle26. La decoración de las albas, que comienza a desarrollarse hacia el
siglo X, consistía originalmente en adornos con bordados y telas preciosas (parurae,
grammata, plagulae), pero debido a la incomodidad de estos añadidos se fueron
reduciendo hasta conservarse únicamente como dos fragmentos de tela en la parte inferior
del alba (delante y detrás), uno en el extremo de cada manga y, en algunos casos, en el
pecho. La cultura visual bajomedieval representa muy fidedignamente dichos adornos,
como en el caso de los ministros que asisten a la consagración episcopal de San Agustín
en la tabla con Escenas de la vida de San Agustín de Hipona (Nueva York, The
Metropolitan Museum of Art, c. 1490).
La evolución de la morfología del alba hace que con el paso de los siglos sea cada
vez más amplia y tenga más vuelo. De esta forma, mientras que las albas del siglo XIII se
ajustaban a las mangas y no dejaban demasiados pliegues en el costado, las costumbres
del siglo XV nos indican un mayor ensanchamiento de la base y unas mangas más amplias
que forman plegados naturales con la caída del tejido. Un buen ejemplo son las albas
utilizadas por los acólitos ceroferarios y turiferario en la procesión de san Gregorio
representada en Las muy ricas horas del Duque de Berry (Chantilly, Musée Condé, Ms.
65/1284, fol. 72r, c. 1411-1416), sin embargo no nos resulta difícil localizar esta
vestimenta en otros ejemplos visuales, ya que prácticamente en todas las escenas de
temática litúrgica bajomedieval los clérigos van ataviados con alba bajo otros ornamentos.
1.2. El cíngulo
El alba debe sujetarse a la cintura de los clérigos según las prescripciones litúrgicas
medievales con un cíngulo (cingulum, zona), que deriva del ceñidor de túnica romano.
Generalmente, adopta en la Baja Edad Media forma de tira de tela estrecha, que se
sujetaba anudada o mediante una hebilla, aunque en cronologías cercanas al siglo XV
puede verse también en forma de cordón. Su simbología es clara: custodiar la mente del
sacerdote, indicando su necesaria continencia en el obrar. En cuanto a su función, no es
otra que la de recoger y ajustar el alba, especialmente cuando esta tiene mucho vuelo.
Cabe mencionar también la presencia del subcíngulo, una especie de faja secundaria
citada por la documentación medieval27 que servía para fijar la estola al cíngulo y que
acabó derivando en el gremial papal a finales del siglo XV. Ambos complementos son
difícilmente perceptibles en la imagen medieval y generalmente detectamos su presencia a
partir de los pliegues que se forman en el alba, evidenciando el uso de un ceñidor. Más
visibles son los cabos de los extremos del cíngulo, que suelen colgar a los lados de la
estola.
26
SICARDO DE CREMONA, Mitrale, sive, de officis ecclesiasticis summa, lib. 1, Cap. V.
27
HONORIO DE AUTUN, Gemma animae, lib. 1. Cap. CCVI.
Revista Digital de Iconografía Medieval, vol. VII, nº 14, 2015, pp. 1-26. 9
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Culto y vestimenta en la Baja Edad Media. Ornamentos clericales… Ángel Pazos-López
únicamente al culto. Podía concebirse a modo de sotana para el clero secular, o como una
túnica con los atributos propios de cada orden monástica, en el caso del clero regular. En
la mayoría de las representaciones litúrgicas medievales podemos ver a clérigos con ropas
simples, a modo de traje talar.
1.4. El amito
Por encima del talar o el hábito de la orden religiosa correspondiente, se colocaba
en algunos casos el amito (anagolaium, anagolagium), especialmente si el alba que iba
encima no tenía el cuello cerrado. Esta prenda es una pieza de lino blanco que se
acomodaba sobre los hombros y el cuello por debajo del alba, sujetándola por la espalda.
A partir del siglo XIII se popularizó la costumbre –entre dominicos y franciscanos– de
cubrirse la cabeza con el amito durante la procesión de entrada en la Misa, hasta llegar al
altar. Dicha costumbre se extendió, sobre todo en Francia, dando lugar a amitos con
bordes superiores lujosos bordados en oro o con galones de telas preciosas (recibiendo el
nombre de parura o frisium) que sobresalen de las prendas superiores adoptando forma de
collarín, como en el caso de los santos Esteban, Clemente y Lorenzo en el portal
occidental de la fachada sur de la catedral de Notre Dame de Chartres (c. 1210-1220).
1.5. El roquete
Otra pieza fundamental del vestuario interior es el roquete (rochettum, subta,
sarcos, sarcotium), ornamento de color blanco derivado del alba que era utilizado por los
clérigos como hábito diario –fuera de las celebraciones– por encima del talar o hábito
regular. Su denominación aparece por primera vez en el siglo XII28, aunque su forma y
tamaño varían cronológica y geográficamente. En algún caso es difícil distinguirlo del
alba, ya que en época bajomedieval compartían forma y tamaño; y también de la
sobrepelliz, que sí estaba prescrita como vestidura litúrgica y de la que hablaremos más
adelante. Desde el Concilio de Trento está reservada a Prelados y dignidades, siendo muy
común en la imagen de los retratos cardenalicios a partir del siglo XVI.
2. Vestiduras exteriores
2.1 La sobrepelliz
La sobrepelliz (superpelliceum, cotta, manstruche, renoni) es una vestidura de
color blanco, muy similar al roquete, pero concebida como prenda exterior originaria de la
Roma del siglo XII. Estaba confeccionada en lino o algodón, no se ceñía al cuello ni a las
mangas, y tampoco llegaba a cubrir toda la parte inferior del talar. A partir del siglo XIII
se comienza a utilizar sobre el hábito para impartir los sacramentos sustituyendo al alba, y
desde el siglo XIV se populariza como prenda de las órdenes menores y del servicio
litúrgico, especialmente fuera de la eucaristía29. Podemos señalar algún ejemplo visual: la
vestidura exterior del asistente del sacerdote que imparte la extremaunción en el panel
derecho del Tríptico de los Siete Sacramentos de Rogier van der Weyden (Amberes,
Koninklijk Museum voor Schone Kunsten, c. 1448) o en la representación de un acólito
28
En el Sínodo de Tréveris (1238) se prescribía que el roquete, al igual que el alba, llegasen hasta los pies
del sacerdote. También en el Sínodo de Colonia (1260) se lo menciona, para insistir en su tamaño,
cubriendo las prendas inferiores. RIGHETTI, Mario (1950): v. 1, pp. 985-986.
29
DEARMER, Percy (1908): pp. 127-132.
Revista Digital de Iconografía Medieval, vol. VII, nº 14, 2015, pp. 1-26. 10
e-ISSN: 2254-853X
Culto y vestimenta en la Baja Edad Media. Ornamentos clericales… Ángel Pazos-López
turiferario en uno de los Siete episodios de la vida de la Virgen de Simone di Filippo detto
“del Crocefissi” (Bolonia, Pinacoteca Nazionale, c. 1396-1398), entre otras muchas obras.
2.2. La dalmática
Otra de las vestiduras superiores es la dalmática (dalmatica), reservada
tradicionalmente a los diáconos. Se trata de una túnica amplia con las mangas anchas y
muy cortas que proviene de una vestidura imperial utilizada en la región de Dalmacia en
el siglo II d.C., de ahí su denominación. Es una de las vestiduras litúrgicas más antiguas,
ya que su utilización se remonta a una disposición del Papa Silvestre en el siglo IV como
distintivo de honor hacia los diáconos de Roma, y acaba por generalizarse su uso en todo
el Rito Romano hacia el período carolingio.
El simbolismo de la prenda está vinculado al color blanco de las primeras
dalmáticas en alusión a la inocencia y la pureza que debían representar los diáconos al
llevarla. Así, aunque es la vestidura superior propia del ministerio diaconal, se incorpora
en la indumentaria de los obispos bajo la casulla cuando estos celebraban misa pontifical,
recordándole al prelado la pureza que debe preservar su dignidad episcopal. Hacia el siglo
IX las dalmáticas comenzaron a tomar otras tonalidades, cambiando de color según las
festividades litúrgicas (al igual que la casulla, la estola, el manípulo o la capa pluvial) y
pasando a convertirse en símbolo de alegría, restringiéndose su uso en los tiempos de
Cuaresma y Adviento. La forma que adopta, caracterizada por su composición en “T”, se
relaciona también con la carga simbólica que posee dicha vestidura:
Unde et dalmaticam formam crucis habentem induit, per quam Christi passio
designatur30.
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e-ISSN: 2254-853X
Culto y vestimenta en la Baja Edad Media. Ornamentos clericales… Ángel Pazos-López
2.3. La casulla
La casulla (casula, paenula, planeta) es la vestidura propia de la celebración
eucarística, reservada ya en la Baja Edad Media a los sacerdotes y obispos dentro de la
liturgia31. Se trata de una pieza amplia de tela de forma redondeada que cubre totalmente
las vestiduras inferiores, y que presenta una abertura para dejar salir la cabeza. Las
primeras referencias están vinculadas a la paenula, especie de manto con capucha de
origen romano similar a un poncho, de la que se cree que evolucionó la casulla medieval.
El simbolismo de la casulla se concreta en tres factores: el primero relativo a
representación de la caridad, porque cubre el resto de vestiduras litúrgicas; el segundo en
relación con su colocación sobre los hombros del sacerdote, simbolizando el yugo de
Cristo; el tercero vinculado a la conjunción entre las tradiciones antigua y nueva, según
nos dice Inocencio III:
Quod autem casula, cum unica sit et integra, extensione manuum in anteriorem et
posteriorem partem quodam modo dividitur, designat et antiquam Ecclesiam, quae
passionem Christi praecessit, et novam, quae passionem Christi subsequitur. Nam et
qui praeibant et qui sequebantur, clamabant, dicentes: Hosanna filio David,
benedictus qui venit in nomine Domini32.
Desde las primeras paenulas –acabadas en punta y más cortas en la parte delantera
que la trasera– hasta las casullas bajomedievales, se traza una paulatina evolución
consistente en ampliar el vuelo de la tela que cubría los brazos para facilitar su
movimiento. Como consecuencia, hacia el siglo XII la forma de la casulla era ya
totalmente acampanada e igual de larga por delante y detrás. A partir del siglo XIII se
aprecia una evolución tendente a realizar dos cambios principales: aumentar el vuelo de la
prenda e igualar su longitud en la parte anterior y posterior. Este formato será denominado
“gótico”, en paralelo al estilo artístico de la misma cronología. Con posterioridad al siglo
XV se acabó por recortar más la tela que cubre los brazos de las casullas para facilitar la
movilidad del clero.
En cuanto a la decoración bajomedieval de la prenda, era tradicional el bordado de
una cenefa de tela en forma de collar amplio –de hombro a hombro– de cuyo centro
pendía otra tira de tela formando una “Y”, que se prolongaba verticalmente en toda la
extensión de la vestidura. A partir del siglo XIII, en algunas regiones europeas se
sustituyó la cenefa en forma de “Y” por una cruz en la parte posterior del ornamento,
mientras que en la parte delantera bien se mantenía el estilo del siglo anterior, bien se
decoraba con una cenefa vertical que recorría toda la pieza a modo de galón.
31
Para una visión histórica de la casulla y sus simbolismos es esencial acudir a VALENZIANO, Crispino
(1990).
32
“En cuanto a la casulla, siendo una única, está dividida en parte delantera y parte posterior, designando a
las antiguas iglesias que precedieron a la Pasión de Cristo y a la nueva, que la sigue de cerca. Porque así
mismo los que iban delante y los que le seguían clamaban diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David: bendito el
que viene en nombre del Señor!” (traducción libre del autor). INOCENCIO III, De sacro altaris mysterio,
Lib. 6, Cap. XLII.
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Culto y vestimenta en la Baja Edad Media. Ornamentos clericales… Ángel Pazos-López
La eucaristía era el único sacramento para el que estaba prescrita la casulla, de ahí
que la prenda nos permita diferenciar distintos momentos de la misa del resto de
sacramentos, como ocurre en el programa iconográfico desarrollado en el Fragmento de
un capillo de capa pluvial atribuido a la escuela de van der Weyden (Museo Histórico de
Berna, 1463-1478). Además, podemos encontrar representaciones de casullas en todos los
ciclos que desarrollan monográficamente la eucaristía, como es el caso de la Misa de San
Gil (Londres, The National Gallery, c. 1500) o la Misa de San Gregorio de Pedro
Berruguete (Museo de Burgos, c. 1490), donde puede verse el estilo de cruz en la parte
posterior de la vestidura. Por otra parte, y dado que la casulla solo la porta el celebrante,
puede ayudarnos a distinguir al sacerdote u obispo que preside la ceremonia, como en el
grupo sacerdotal que oficia el funeral en la Lápida sepulcral de Margarida Cadell
(Barcelona, MNAC, siglo XIV).
33
BISHOP, Edmund (1897).
34
“Con la capa pluvial se puede también representar la gloriosa inmortalidad del cuerpo, y por esto
solamente se pone en las festividades mayores, para celebrar la resurrección futura, cuando los elegidos,
desprovistos de su carne mortal, endosen las dos estolas de la paz del alma y de la glorificación de la carne.
Por eso la capa está completamente abierta por delante y ausente de costuras, a excepción de la fíbula, en
tanto que los cuerpos, transformados espiritualmente, ya no serán afligidos por el sufrimiento. Está
adornada con franjas, porque entonces nada impedirá nuestra perfección, y porque, si ahora solo
comprendemos en parte, entonces conoceremos y seremos completamente conscientes” (traducción libre
del autor). GUILLERMO DURANDO, Rationale divinorum officiorum, Lib. III, Cap. 1. v. 13.
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3. Insignias sacerdotales
Recogemos en este apartado las insignias sacerdotales, denominadas de esta forma
por las fuentes en atención a que fueron instauradas en sus orígenes mediante la concesión
de ciertos privilegios otorgados a distintos sectores clericales. Sin mencionar las insignias
episcopales (anillo, palio, mitra, báculo, etc.), las reservadas en época bajomedieval a
sacerdotes, diáconos y subdiáconos eran dos: el manípulo y la estola35.
3.1. El manípulo
El manípulo (manipulus, sestace, brachiale, fano, mappula) es una tira de tela
estrecha y corta que se colgaba de la muñeca izquierda del clero para las celebraciones de
los sacramentos y sacramentales en época bajomedieval. Su origen lo vincula a la
mappula, pañuelo honorífico de los trajes de gala romanos, y fue concedido originalmente
como un privilegio papal en el siglo IV a los diáconos de Roma para el servicio litúrgico,
que posteriormente sería extendido a los subdiáconos en todo el Rito Romano.
En la Alta Edad Media estaba diseñado para portarlo entre los dedos y no en la
muñeca, por lo que su forma era cuadrada. Sin embargo, hacia el siglo XIII se codifica en su
versión definitiva como una tira estrecha sujetada por un prendedor al antebrazo, de forma
paralela a la extensión de su uso por parte de presbíteros y obispos durante la misa, muy
seguramente por cuestiones de comodidad. Compuesto del mismo tejido que la casulla y la
estola, el manípulo solía fabricarse de forma similar a esta última, pero de una menor
35
Otras insignias clericales como el humeral, que aparecerán después del siglo XVI, tienen un origen
medieval incierto ya que las fuentes iconográficas no nos permiten reconocer directamente su presencia.
Los textos, por otra parte, tampoco son más claros ya que al referirse a humerale están evocando al racional
de uso episcopal (llamado después superhumeral). SICARDO DE CREMONA, Mitrale, sive, de officis
ecclesiasticis summa, Lib. 2, Cap. V.
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3.2. La estola
La estola (stola, orarium, mapa) es una tira de tela estrecha y larga que se colgaba
del cuello de los ministros ordenados como obispos, presbíteros o diáconos. Su origen no
está claro pero puede tener dos inspiraciones. Por una parte, el orarium romano, pañuelo
que las personas distinguidas llevaban al cuello, designándose con ese mismo nombre a la
estola con anterioridad al siglo XII. Por otra, la mappula, paño que llevaban al cuello los
servidores domésticos, en alusión a los orígenes de la eucaristía como convite.
En lo que respecta al uso de la estola, desde el siglo XII se hace indispensable en la
celebración de la eucaristía y demás sacramentos, así como en las bendiciones y
sacramentales. Sin embargo, al ser un ornamento básico tan general podemos encontrarlo
como vestidura fundamental del clero en cualquier representación litúrgica bajomedieval.
Al igual que el manípulo, comienza siendo una insignia diaconal que acaba por
generalizarse al resto de las órdenes mayores medievales, salvo el subdiácono que no
podía vestirla. Un aspecto de especial interés es que el modo de colocación de la estola
variaba según el rango eclesiástico: los diáconos la llevaban sobre el hombro, sujetándola
en la cintura en el lado contrario; los obispos, colocada sobre la nuca dejándola caer
verticalmente sobre el pecho; y los presbíteros, al igual que el episcopado pero cruzada
sobre el pecho y sujeta con el cíngulo. Simbólicamente, los dos extremos que cuelgan se
relacionan con la obediencia, la humildad y la justicia. Sicardo de Cremona nos ilustra en
el pasaje siguiente:
Stola reflectitur ab humero sinistro in dextrum; quia, cum obedientia incipit ab
activa per dilectionem proximi, transit in contemplativam per dilectionem Dei; vel
quia oportet sacerdotem esse munitium a dextris et a sinistris per arma justitiae, qui
crucem gerit in pectore, dum passionem Christi cuius minister est imitatur in mente36.
36
“La estola va de vuelta desde el hombro izquierdo al derecho; porque así como la obediencia comienza
con el amor al prójimo, pasa por la vida contemplativa, el amor de Dios. Porque es necesario que un
sacerdote esté defendido a derecha e izquierda por la armadura de la justicia, con la cruz en el pecho imita
mentalmente la Pasión de Cristo” (traducción libre del autor). SICARDO DE CREMONA, Mitrale, sive, de
officis ecclesiasticis summa, Lib. 2, Cap. II.
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largas y estrechas evoluciona hacia el siglo XII, comenzando a hacerse más cortas y
ligeramente más anchas. Encontramos estolas con remate trapezoidal a partir del siglo
XIII, aunque no llegan a popularizarse verdaderamente hasta el siglo XVI, siendo la forma
recta la más común en los siglos XIV y XV. La decoración de la estola va de la mano de
la del manípulo y hace juego con la casulla, componiéndose con la misma tela y
adornándose con galones y bordados a juego. También es frecuente encontrarnos estolas
bajomedievales representadas con adornos en forma de cruz en las puntas y en la doblez
del cuello.
Existen abundantes representaciones iconográficas de estolas en el arte de los
siglos XIII al XV. Ciertos ritos sacramentales –como procesiones y bendiciones– no
requerían de otras vestimentas litúrgicas superiores, por lo que se desarrollaban a estola
descubierta. De esta manera, en una miniatura del Libro de horas de Catalina de Cleves
(Nueva York, The Pierpont Morgan Library, Ms. M. 945, fol. 169r, c. 1440) vemos cómo
un grupo de tres clérigos imparte la absolución final a un féretro. Mientras que el
sacerdote (en el centro) lleva la estola cruzada sobre el pecho, el diácono que porta el
incensario (derecha) lleva la estola lateral y el subdiácono (izquierda) que actúa de
cruciferario no lleva estola pero sí manípulo, como estaba prescrito. Por su parte, el rito de
la imposición de la estola dentro de la ceremonia de ordenación diaconal fue el motivo
iconográfico principal de la tabla de la ordenación del diácono san Esteban del Retablo de
Sant Esteve de Granollers (Barcelona, MNAC, c. 1495-1500), apreciándose a la
perfección su colocación desde un hombro al otro por parte del obispo que lo consagra.
CONCLUSIONES
La importancia del conocimiento de las vestiduras litúrgicas es clave para
comprender las ceremonias que se llevaban a cabo en época bajomedieval. Los motivos
litúrgicos representados en manuscritos, desarrollos pictóricos y soportes escultóricos
incluyen, muy frecuentemente, la presencia de clero ataviado con las ropas que les
corresponden de acuerdo a la época y ceremonia representada. De esta forma, los códigos
de color de la vestimenta y jerarquía entre los distintos grados del clero o funciones dentro
de un rito pueden ser analizados a partir de la aplicación del método iconográfico en las
imágenes medievales, objeto del presente artículo.
El estudio de las fuentes escritas de este período nos permite concluir interesantes
datos sobre los significados, usos y funciones de las prendas litúrgicas del clero. Pese a
esto, su ámbito de aplicación está restringido a áreas geográficas concretas y se hace
patente la falta de una codificación universal de las vestimentas sagradas medievales,
impidiendo utilizar estas fuentes como argumentos definitivos para ampliar el
conocimiento sobre los usos y simbolismos de las prendas litúrgicas entre los siglos XIII y
XV. Aún con esto, no debemos obviar el gran valor que supusieron para la liturgia de esta
época obras como el Rationale divinorum officiorum de Guillermo Durando o De sacro
altaris misterio escrito por Lotario de Segni. Gracias a estos escritos, y a algunos otros de
similar cronología que hemos abordado, podemos sistematizar el estudio de los
ornamentos en las mismas categorías que los liturgistas medievales, descargando los
significados alegóricos propios de la época, acercándonos a la comprensión más profunda
de sus orígenes y patrones evolutivos.
La aplicación del método iconográfico a los ornamentos clericales bajomedievales
tiene dos funciones principales: por una parte, determinar qué vestimentas fueron
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SELECCIÓN DE OBRAS
- Jamba izquierda del portal occidental del transepto meridional de la catedral de
Chartres (Francia), c. 1210-1220.
- Lápida sepulcral de Margarida Cadell, primer cuarto del siglo XIV. Barcelona,
MNAC, inv. 004366-000.
- Tabla central del retablo de Klosterneuburg (Austria), 1331. Klosterneuburg,
Stiftsmuseum.
- Guillermo Durando, Le Rational du devin office (traducción de Jean Golein), París
(Francia), c. 1380-1390. París, BnF, Ms. Fr. 176, fol. 36r.
- Simone di Filippo detto “del Crocefissi”, Siete episodios de la vida de la Virgen, c.
1396-1398. Bolonia, Pinacoteca Nazionale.
- Breviario de Martín I el Humano, c. 1400, París, BnF, Ms. Rothschild 2529, fol. 248v.
- Las muy ricas horas del Duque de Berry, c. 1411-1416. Chantilly, Musée Condé, Ms.
65/1284, fol. 72r.
- Hubert y Jan van Eyck, Políptico de la Adoración del Cordero Místico, 1432. Gante,
catedral de San Bavón.
- Rogier van der Weyden, La exhumación de san Huberto, c. 1435-1440. Londres, The
National Gallery.
- Libro de Horas de Catalina de Cleves, Utrecht (Países Bajos), c. 1440. Nueva York,
The Pierpont Morgan Library, Ms. M. 945, fol. 169r.
- Rogier van der Weyden, Políptico del Juicio Final, 1445-1450. Beaune, Hôtel-Dieu.
- Rogier van der Weyden, Tríptico de los Siete Sacramentos, c. 1448. Amberes,
Koninklijk Museum voor Schone Kunsten.
- Maestro de San Juan y San Esteban, San Juan Bautista y san Esteban, c. 1450.
Barcelona, MNAC, inv. 015845-000.
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Lápida sepulcral de Margarida Cadell, primer cuarto del siglo XIV. Barcelona, MNAC, inv. 004366-000.
http://www.museunacional.cat/sites/default/files/004366-000.JPG [captura 18/4/2015]
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▲ Acólito turiferario
con sobrepelliz. Simone
di Filippo detto “del
Crocefissi”, Siete episo-
dios de la vida de la
Virgen, c. 1396-1398.
Bolonia, Pinacoteca
Nazionale. [Foto: autor]
◄ El obispo sostiene la
custodia en la procesión
del Santísimo Sacra-
mento, ataviado con
capa pluvial. Breviario
de Martín I el Humano,
c. 1400, París, BnF, Ms.
Rothschild 2529, f. 248v.
http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/b
tv1b52000996s/f498.image
[captura 18/4/2015]
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Revista Digital de Iconografía Medieval, vol. VII, nº 14, 2015, pp. 1-26. 24
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San Valero impone la dalmática a San San Esteban ataviado con alba, dalmática roja, en señal de
Vicente, vestido con alba, estola cruzada y martirio, y estola cruzada. Maestro de San Juan y San
manípulo. Jaume Huguet, Retablo de Sant Esteban, San Juan Bautista y san Esteban, c. 1450. Barcelona,
Vicenç de Sarrià, c. 1455-1460 (detalle). MNAC, inv. 015845-000.
Barcelona, MNAC, inv. 015866-000. http://www.museunacional.cat/sites/default/files/015845-000.JPG
http://www.museunacional.cat/sites/default/files/01586 [captura 18/4/2015]
6-000.JPG [captura 18/4/2015]
Acólitos ataviados
con amito y alba
de plágulas y
grámatas rojas.
Maestro de San
Agustín, Escenas
de la vida de san
Agustín de
Hipona, c. 1490
(detalle). Nueva
York, The
Metropolitan
Museum of Art,
inv. 61.199.
http://images.metmuseu
m.org/CRDImages/cl/or
iginal/DT200613.jpg
[captura 18/4/2015]
Revista Digital de Iconografía Medieval, vol. VII, nº 14, 2015, pp. 1-26. 25
e-ISSN: 2254-853X
Culto y vestimenta en la Baja Edad Media. Ornamentos clericales… Ángel Pazos-López
◄ Imposición de la estola
diaconal a San Esteban.
Taller de Vergós, Retablo de
Sant Esteve de Granollers, c.
1495-1500, detalle de la
ordenación de san Esteban
como diácono. Barcelona,
MNAC, inv. 024144-000.
http://www.museunacional.cat/sites/d
efault/files/024144-000_024863.jpg
[captura 18/4/2015]
Revista Digital de Iconografía Medieval, vol. VII, nº 14, 2015, pp. 1-26. 26
e-ISSN: 2254-853X
MISCELÁNEA
De Medio Aevo
ISSN: 2255-5889
https://dx.doi.org/10.5209/dmae.66823
Resumen. El artículo presenta algunos apuntes sobre la incorporación de las vestiduras litúrgicas a las
representaciones iconográficas del culto cristiano en la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media. Para
ello se señalan los principales problemas historiográficos y las fuentes más relevantes para reconstruir
los orígenes de las prendas litúrgicas del rito romano. A continuación, se propone un recorrido por
algunos ejemplos figurativos que permiten trazar la primera historia visual de los ornamentos sagrados,
prestando especial atención a tres focos. En primer lugar, la presencia de las vestiduras litúrgicas en los
programas pictóricos murarios y musivarios de los primeros siglos. En segundo lugar, la representación
de los clérigos y sus ornamentos en pequeñas piezas altomedievales de marfil. Finalmente, la codificación
del atuendo sagrado en el desarrollo de la incipiente iluminación litúrgica de los siglos IX y X.
Palabras clave: Ornamentos; Liturgia; Iconografía; Antigüedad Tardía; Alta Edad Media
Cómo citar: Pazos-López, Á. (2019), “La aparición de las vestiduras litúrgicas del cristianismo
occidental en la iconografía tardoantigua y altomedieval”, De Medio Aevo 13, 247-281.
1
Departamento de Historia del Arte, Universidad Complutense de Madrid (España)
E-mail: [email protected]
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4551-1483
2
Una interesante introducción es el trabajo de Schimansky, Dobrila-Donya, 1971, “The Study of Medieval Ec-
clesiastical Costumes: A Bibliography and Glossary”, The Metropolitan Museum of Art Bulletin, New Series,
29, nº 7, 313-317.
3
Vogel, Cyrile, 1986, Medieval Liturgy. An Introduction to the Sources, Washington, The Pastoral Press, 163-
164; Miller, Maureen C., 2016, “The Sources of Textiles and Vestments in Early Medieval Rome”, en Garver,
Valerie L. y Owen M. Phelan, Rome and Religion in the Medieval World. Studies in Honor of Thomas F.X.
Noble, London, Routledge, 83-100.
4
Isidoro de Sevilla, s. VII, Etymologiae, edición en castellano de Oroz, José y Manuel A. Marcos, 2004, Madrid,
Biblioteca de Autores Cristianos, 1294-1299.
5
Gregorio Magno, s. VI, Regula pastoralis, edición en castellano de Holgado Ramírez, Alejandro y José Rico
Pavés, 1993, Regla pastoral, Madrid, Ciudad Nueva, 80-81; Beda El Venerable, s. VIII, Exegetica genuina, in
Pentateuchum comentarii, edición de Migne, Jacques Paul, 1862, Patrologia latina, vol. 91, París, Garnier, cols.
324-330; Amalario de Metz, s. IX, “De non utendis vestibus sacratis in quotidiano usu”, en De Ecclesiasticis
Officiis, Lib. 2, edición de Migne, Jacques Paul, 1851, Patrologia latina, vol. 105, París, Garnier, col. 1094;
Rábano Mauro, s. IX, “De vestibus sacerdotalibus”, en De institutione clericorum, Lib. 1, Cap. 14, edición de
Migne, Jacques Paul, 1864, Patrologia latina, vol. 107, París, Garnier, col. 306.
Pazos-López, Á. De Medio Aevo (Rev.) 2019: 247-281 249
6
Para el primero, Munier, Charles, 1960, Les statuta ecclesiae antiqua. Édition, études critiques, Paris, Presses
Universitaires de France. En el caso de la segunda fuente, seguimos Ratcliff, Edward Craddock, 1971, Expositio
Antiquae Liturgiae Gallicanae, London, Henry Bradshaw Society.
7
Un breve análisis de algunos textos de dichas fuentes, así como sus referencias completas se ha realizado ya para
las vestiduras de la Baja Edad Media en Pazos-López, Ángel, 2015, “Culto y vestimenta en la Baja Edad Media.
Ornamentos clericales del rito romano”, Revista Digital de Iconografía Medieval, 14, 1-26; otras fuentes en
relación con las vestiduras pontificales se recopilaron en Pazos-López, Ángel, 2018, ““Vestidos de Pontifical”.
La iconografía de las insignias litúrgicas episcopales en la Castilla bajomedieval”, en Herráez, Mª Victoria, Mª
Concepción Cosmen, Mª Dolores Teijeira y José Alberto Moráis Morán, Obispos y Catedrales. Arte en la Cas-
tilla Bajomedieval / Bishops and Cathedrals. Art in Late Medieval Castile, Bern, Peter Lang, 355-376. Por otra
parte, en lo que se refiere a la consideración de las imágenes para esos autores: Mambelli, Francesca, 2004, “Il
problema dell’immagine nei commentari allegorici sulla liturgia. Dalla “Gemma Animae” di Onorio d’Autun
(1120 ca.) al “Rationale divinorum officiorum” di Durando di Mende (1286-1292)”, Studi Medievali, 45, 121-
158.
8
Guillermo Durando, s. XIII, Rationale divinorum officiorum, edición de Davril, Anselme y Timothy M.
Thibodeau, 1995-2000, Guillelmi Duranti Rationale divinorum officiorum, Vols. I y III, Turnhout, Bre-
pols.
9
El estudio de este libro lo realiza para su tesis doctoral Brown, Bartan, 1983, “Enigmata Figurarum”: A Study
of the Third Book of the “Rationale Divinorum Officiorum” of William Durandus and Its Allegorical Treatment
of the Christian Liturgical Vestments, New York University, Tesis doctoral inédita.
10
Ioannis Stephani Duranti, 1591, De ritibus Ecclesiae Catholicae, Roma, Typographia Vaticana, 126-142.
11
Según comenta Salmon, Pierre, 1955, Étude sur les insignes du pontife dans le rite romain, Roma, Officium
Libri Catholici, 7-8.
250 Pazos-López, Á. De Medio Aevo (Rev.) 2019: 247-281
12
Bonanni, Filippo 1720, La gerarchia ecclesiastica considerata nelle vesti sagre, e civili usate da quelli, li
quali la compongono, espresse e spiegate con le immagini di ciascun grado della medesima, Roma, Giorgio
Placho
13
Resulta de gran interés el trabajo de C. Borgioli al analizar algunos de estos dibujos realizados por J. Talman en:
Borgioli, Cristina, 2008, “A History of Church Vestments and Textiles through John Talman’s Drawings”, en
Sicca, Cinzia M. (ed.), John Talman. An Early Eighteenth-Century Connoisseur, London and New Haven, Yale
University Press, 247-266.
14
Bock, Franz, 1856-1871, Geschichte der liturgischen Gewänder der Mittelalters, Bonn, Henrij & Cohen. (Fig.
1.1)
15
Rohault de Fleury, Georges, 1883-1889, La Messe, études archéologiques sur ses monuments, 1-8, Paris, Vve
Morel. Los volúmenes dedicados a las vestiduras litúrgicas son el 8 y el 9. (Fig. 1.2)
16
Barbier de Montault, Xavier, 1899-1901, Le Costume et les usages ecclésiastiques selon la tradition romaine,
1-2, Paris, Letouzey et Ané. (Fig. 1.3)
17
Es el caso de obras como: Fortescue, Adrian, 1914, The Vestments of the Roman Rite, London, Catholic
Truth Society; James, Raymund, 1934, The Origin and Development of Roman Liturgical Vestments, Exeter,
Catholic Records Press; Norris, Herbert, 1950, Church Vestments: their Origin and Development, London,
Dent; o bien Pocknee, Cyril Edward, 1960, Liturgical Vesture, its Origins and development, London, Mow-
bray.
Pazos-López, Á. De Medio Aevo (Rev.) 2019: 247-281 251
26
Johnstone, Pauline, 2002, High Fashion in the Church: The Place of Church Vestments in the History of Art from
the Ninth to the Nineteenth Century, Leeds, Maney Publishing.
27
Piccolo Paci, Sara, 2007, Storia delle vesti liturgiche. Forme, Immagine e funzione, Roma, Àncora.
28
Wetter, Evelin, 2010, Iconography of Liturgical Textiles in the Middle Ages, Riggisberg, Abegg-Stiftung.
29
Miller, Maureen C., 2014b, Vestire la Chiesa. Gli abiti del clero nella Roma medievale, Roma, Viella.
30
Miller, Maureen C., 2014a, Clothing the Clergy: Virtue and Power in Medieval Europe, c. 800-1200, New York,
Cornell University Press.
31
Una interesante panorámica que se adivina ya en su introducción: Kapustka, Mateusz y Warren T. Woodfin,
2015, “Clothing the Sacred: An Introduction”, en Kapustka, Mateusz y Warren T. Woodfin (eds.), Clothing the
Sacred: Medieval Textiles as Fabric, Form, and Metaphor, Berlin, Imorde, pp. 7-11.
32
Entre las últimas aportaciones debemos citar la monografía de conjunto: Coatsworth, Elizabeth y Gale R. Owen-
Crocker, 2017, Clothing the Past: Surviving Garments from Early Medieval to Early Modern Western Europe,
Leiden-Boston, Brill. También, la interesante introducción conceptual e histórica al catálogo de la exposición
Heavenly Bodies del Metropolitan Museun of Art de New York, publicada por Cataldi Gallo, Marzia, 2018,
“Sacred Vestments: Color and Form”, en Heavenly Bodies: Fashion and the Catholic Imagination, catálogo de
la exposición, New York, Metropolitan Museum of Art, 17-24, muy en la línea con sus publicaciones sobre la
historia de la vestimenta papal. Finalmente, se ha tenido noticia de la aparición de una ingente y muy reciente
Pazos-López, Á. De Medio Aevo (Rev.) 2019: 247-281 253
Vestes etiam sacerdotales per incrementa ad eum, qui nunc habetur, auctae sunt
ornatum. Nam primis temporibus communi indumento vestiti missas agebant, si-
cut et hactenus quidam Orientalium facere perhibentur. Stephanus autem, vices-
imus quartus [pontifex], constituit sacerdotes et levitas vestibus sacratis in usu
quotidiano non uti, nisi in ecclesia tantum. […] Statutum est autem concilio Bra-
carensi: Ne sacerdos sine orario celebret missam34.
publicación que ahonda en abundantes ejemplos textiles conservados en colecciones europeas, especialmente
italianas: Pertegato, Francesco, 2019, Vestiarium. Le vesti per la liturgia nella storia della Chiesa. Antichità e
Medioevo, Firenze, goWare.
33
Sin ánimo de prolijidad en la discusión, teniendo en cuenta las fuentes medievales, podían diferenciarse dos teo-
rías en torno a la génesis de las vestiduras litúrgicas: la primera, sustentada por Rábano Mauro, aludía al origen
mosaico y veterotestamentario de la indumentaria, vinculando el culto judío con la codificación de la liturgia
romana; la segunda, propuesta por W. B. Marriott a partir del análisis de textos de San Jerónimo o San Clemente
y de imágenes de la época, propone que las primeras vestiduras se importan directamente de la ropa más digna
del mundo romano. Para profundizar en la cuestión, sigue vigente en gran medida el trabajo: Marriott, Wharton
Booth, 1868, Vestiarium Christianum: The Origin and Gradual Development of the Dress of Holy Ministry in
the Church, London, Rivingtons.
34
“La ornamentación que ahora tienen las vestimentas sacerdotales se fue agregando a lo largo de los años. Desde
sus orígenes, los sacerdotes celebraban la misa vestidos con ropas comunes, como lo hacen todavía hoy algunos
clérigos orientales. Esteban, el vigésimo cuarto Papa, estableció que “los sacerdotes y los diáconos no deben
usar ropa consagrada para el uso diario, excepto en la iglesia”. […] Fue prescrito por el Concilio de Braga (s. VI)
que ningún sacerdote pueda celebrar misa sin estola.” (Trad. libre del autor), ver: Walfrido Estrabón, s. IX, Liber
de exordiis et incrementis quarundam in observationibus ecclesiasticis rerum, edición bilingüe de Harting-
Correa, Alice L., 1993, Walahfrid Strabo’s Libellus De Exordiis Et Incrementis Quarundam in Observationibus
Ecclesiasticis Rerum: A Translation and Liturgical Commentary, Leiden, Brill, 152-153.
35
Sobre las pinturas de las catacumbas, con un gran valor por sus ilustraciones: Northcote, James Spencer y Wi-
lliam R. Brownlow, 1879, Roma sotterranea: die römischen Katakomben, Freiburg, Herder.
254 Pazos-López, Á. De Medio Aevo (Rev.) 2019: 247-281
Antes de abordar los primeros ejemplos plásticos en los que se evidencia una clara
presencia de vestiduras litúrgicas del cristianismo occidental, conviene que se re-
flexione sobre la finalidad y utilidad de las imágenes religiosas en época tardoan-
tigua. Siguiendo la tradición judía, los primeros siglos del culto cristiano eran pro-
fundamente anicónicos: no se encuentran imágenes humanizadas de la divinidad,
sino que se evoca su presencia a través de símbolos o representando temas de la
vida cotidiana y de los evangelios. Sin embargo, una vez permitido el culto público
cristiano, los seguidores de Jesús debían competir con las tradiciones paganas en el
uso de la imagen. En palabras de Jaś Elsner, “hay cierta ironía en la forma en que el
36
“¿En qué ofende a Dios, el que un obispo, un presbítero, u diácono o cualquier otro miembro de un orden
eclesiástico, aparezca con una vestidura blanca en el servicio de los sacrificios?” (Traducción libre del autor),
Jerónimo de Estridón, s. V, Dialogus contra pelagianos, lib. 1, cap. 8, edición de Migne, Jacques Paul, 1883,
Patrologia latina, vol. 23, París, Garnier, col. 524.
37
En relación con la codificación de la vestimenta litúrgica de las iglesias cristianas orientales podemos referir-
nos a: Macalister, Robert Alexander Stewart, 1896, “The Vestments of the Easter Churches”, en Ecclesiastical
Vestments: their Development and History, London, Stock, 175-191; más recientemente a Woodfin, Warren
T., 2012, The Embodied Icon: Liturgical Vestments and Sacramental Power in Byzantium, Oxford, Oxford
University Press; y a Woodfin, Warren T., 2015 “Disjuncture between Text and Image. Mystagogy and the Em-
broidered lconography of Byzantine Vestments”, en Kapustka, Mateusz y Warren T. Woodfin (eds.), Clothing
the Sacred: Medieval Textiles as Fabric, Form, and Metaphor, Berlin, Imorde, 13-32.
256 Pazos-López, Á. De Medio Aevo (Rev.) 2019: 247-281
38
Elsner, Jaś, 2003, “Inventing Christian Rome: The Role of Early Christian Art”, en Edwards, Catherine and
Greg Woolf (eds.), Rome the Cosmopolis, Cambridge, Cambridge University Press, 71-99.
39
Brown, Peter, 1995, Authority and the Sacred: Aspects of the Christianisation of the Roman World, London,
Routledge, 55-56.
40
Sobre este conjunto pictórico: Hobbs, Richard y Ralph Jackson, 2010, Roman Britain Life at the Edge of Empi-
re, London, British Museum Press, 118.
41
Meates, Goeffrey Wells, 1987, The Roman Villa at Lullingstone, vol. II, The Wall Paintings and Finds, Maids-
tone, Kent Archaeological Society, 36-41.
42
“Si un obispo, presbítero o diácono es injustamente degradado, y es encontrado inocente por un sínodo, sin
embargo, no podrá ser lo que era antes, a menos que reciba los grados que ha perdido; al obispo, de manos de
los obispos delante del altar se le vuelva a entregar la estola, el anillo y el báculo; al presbítero, la estola y la
casulla; al diácono, la estola y el alba; y al subdiácono, el cáliz y la patena; y así los restantes grados han de re-
Pazos-López, Á. De Medio Aevo (Rev.) 2019: 247-281 257
cibir en reparación aquello que recibieron en su ordenación” (Trad. libre del autor), ver: IV Concilio de Toledo,
633, “De ordine, quo depositi iterum ordinantur”, cán. 28, en Martínez Díez, Gonzalo y Félix Rodríguez, 1992,
La colección canónica hispana V, Concilios Hispanos, segunda parte, Madrid, CSIC, 217-218. En este caso, la
fuente se refiere a la práctica de la Iglesia hispana de degradar a ciertos clérigos al orden clerical inmediatamente
anterior al que habían sido consagrados y, en los casos en los que procedía restituir al orden superior, devolver
también las insignias que le eran propias de su rango. Este proceso, común en otras áreas, sin hacer referencia
a la fuente anterior puede analizarse a partir del trabajo de: Elliott, Dyan, 2004, “Dessing and Undressing the
Clergy: Rites of Ordination and Degradation”, en Burns, E. Jane (ed.), Medieval Fabrications: Dress, Textiles,
Clothwork, and Other Cultural Imaginings, New York, Palgrave Macmillan, 55-69.
43
El conjunto musivario se menciona en el interesante texto de: Schweinfurth, Sophie, 2013, “Creating Sacred
Space as Cosmic Liturgy in Late Antiquity. Two Case Studies from Ravenna”, en Neuner, Stefan and David
Ganz, Mobile Eyes: peripatetisches Sehen in den Bildkulturen der Vormoderne, Paderborn, Wilhelm Fink Ver-
lag, 61-89.
44
En relación con los orígenes de esta prenda: Valenziano, Crispino, 1990, “Usi e invenzione, reinvenzioni e senso
della casula”, La casula: materiali e progetti della mostra concorso, Vicenza, Koinè, 18-27.
45
Sobre el calzado litúrgico: Tugwell, Simon, 2007, “Caligae and Other Items of Medieval Religious Dress: A
Lexical Study”, Romance Philology, 61, 1-23.
258 Pazos-López, Á. De Medio Aevo (Rev.) 2019: 247-281
Fig. 4. Detalle del mosaico del ábside (Iglesia de San Apolinar, Classe-Ravenna, s. VI).
Foto: autor.
46
Algunos siguen considerando la atribución al diácono San Esteban: Goll, Jurg, Matthias Exner y Susanne
Hirsch, 2007, Müstair: Die Mittelalterlichen Wandbilder in der Klosterkirche, München, Hirmer Verlag, 103-
108; por su parte, una tesis doctoral aborda también este problema figurativo, posicionándose a favor de la
hipótesis virgiliana: Ataoguz, Jenny Kirsten, 2007, The Apostolic Commissioning of the Monks of Saint John in
Muestair, Switzerland: Painting and Preaching in a Churraetian Monastery, Cambridge, Harvard University,
tesis doctoral inédita, 107-114.
Pazos-López, Á. De Medio Aevo (Rev.) 2019: 247-281 259
mientras que el clérigo inclinado que recibe la imposición, porta igualmente ambas
vestiduras. Por ello, y pese a que existen evidencias escritas para soportar el uso de
la casulla por los diáconos en esta época, queda bastante claro que el palio es, desde
antiguo, una insignia generalizada entre el episcopado y después restringida para los
arzobispos. Teniendo en cuenta esto, la atribución a san Virgilio parece más certera.
Sea como fuere, el análisis de las vestimentas litúrgicas es esencial para la resolución
de este tipo de filiaciones.
Fig. 5. San Ursicino (San Apolinar, Classe-Ravenna, s. VI), Foto: autor; Papa Símaco
(Sant´Agnese fuori le mura, Roma, s. VI), Foto: autor; San Mauro (Battistero lateranense,
Roma, s. VII). Foto: autor.
del ábside de la Basílica de Sant’Ambrogio en Milán que muestra al santo titular del
templo celebrando la eucaristía (Fig. 7)47. San Ambrosio mira hacia las ofrendas del
altar, vestido con alba, estola, dalmática, casulla y palio. Conectando la composición
con los fieles se encuentran dos diáconos ataviados con dalmáticas sobre el alba,
que hacen juego con la propia del santo. Uno de los diáconos se encuentra subido al
estrado del ambón –que podría ser el mismo de la propia basílica–, mientras que el
otro conecta la palabra de Dios con el sacrificio del altar, señalando ambos factores
como partes de una misma realidad eucarística. Los fieles aguardan a la derecha,
contemplando la acción litúrgica. Observamos aquí una codificación mayor de las
vestimentas litúrgicas: el mosaico no se limita a plasmar únicamente las prendas ex-
teriores –con mayor visibilidad–, sino que repara en matices al permitir vislumbrar
las puntas de la estola de san Ambrosio, o al conjuntar con teselas rojas las dalmáti-
cas de los diáconos con la del obispo de la sede milanesa48. Por su parte, este mosaico
nos sirve también para comparar la indumentaria del clero con la de los seglares
allí presentes, que muestran, en este caso, unas prendas claramente diferenciadas.
Mientras que los primeros poseen una cierta unidad visual en sus vestimentas, los
segundos evidencian la pluralidad del pueblo, con mantos y adornos de diferentes
colores sobre túnicas con motivos variados.
Fig. 7. Misa de San Ambrosio, mosaicos del lateral inferior derecho del ábside (Basilica de
Sant‘Ambrogio, Milano, s. IX). Foto: autor.
47
Reggiori, Ferdinando, 1956, “Il mosaico della grande abside di sant’Ambrogio alla luce di recentissime os-
servazioni”, en Studi in onore di Aristide Calderini e Roberto Paribeni, vol. 3, Milano, Ceschina, 799-817;
y más recientemente Ivan Foletti, 2012, “Del vero volto di Ambrogio. Riflessioni sul mosaico absidale di
Sant’Ambrogio a Milano in epoca carolingia”, Arte Lombarda, 166 (3), 5-14.
48
Una tesis reciente ahonda también en la identificación de las vestiduras de este conjunto musivario: Beretta,
Manuela, 2016, Il mosaico absidale della Basilica di Sant’Ambrogio in Milano. Storia dei restauri e nuove
ipotesi interpretative, Milano, Università Cattolica del Sacro Cuore, tesis doctoral inédita, 244-249.
Pazos-López, Á. De Medio Aevo (Rev.) 2019: 247-281 261
49
Debemos referirnos a: Gaborit-Chopin, Danièle, 1993, “Les ivoires du Ve au VIIIe siècle”, en Durant, Jan-
nic (ed.), Byzance, l’art byzantin dans les collections publiques françaises, catálogo de exposición, Musée du
Louvre, Paris, 42-45; Olovsdotter, Cecilia, 2005, The Consular Image: An Iconological Study of the Consular
Diptychs, Oxford, John and Erica Hedges; y también Cameron, Alan, 2013, “The Origin, Context, and Function
of Consular Diptychs”, Journal of Roman Studies, 103, 174-207.
50
“Solemos secarnos con el sudario la secreción de los ojos y de las narices, así como la saliva que fluye de los
labios: significa la consideración de los pensamientos mundanos; se lleva en la mano izquierda, para mostrar
que en esta vida temporal sufrimos el fastidio de los humores superfluos”. (Traducción libre del autor), ver:
Amalario de Metz, s. IX, “Quid significent vestimenta ecclesiae”, en Migne 1851, col. 1244.
51
A favor de esta hipótesis se encuentran, por citar dos ejemplos: Merati, Augusto, 1963, Il tesoro del Duomo di
Monza, Monza, Comune di Monza, 47; y Koenen, Ulrike, 2003, “Spätantik oder karolingisch? Zur Datierung
der Elfenbeintafeln mit “Roma” und “Constantinopolis” und des Diptychons mit dem hl. Gregor und König
David”, Jahrbuch für Antike und Christentum, 46, 84-105.
262 Pazos-López, Á. De Medio Aevo (Rev.) 2019: 247-281
rolingia que imitaba los códigos visuales de la Antigüedad Tardía52. Aunque la figura
guarda gran similitud con la caracterización tradicional de los cónsules – mantiene
la mappa en su mano, está situado sobre un pequeño escabel y aparece la figura del
águila–, las mutaciones en los atributos marcan el cambio interpretativo: la figura
aparece con tonsura clerical, sostiene un báculo episcopal crucífero en lugar del
cetro con remate de águila y en sus vestiduras no se reconoce tan directamente la im-
pronta de las bandas características de la túnica consular. En su lugar, se muestra un
manto plegado con forma de casulla que deja adivinar por la parte inferior la punta
central del palio arzobispal53.
52
Mortara Ottolenghi, Luisa Bona, 1964, “Il Dittico di Davide e San Gregorio nel Tesoro del Duomo di Monza”,
Arte Lombarda, 9, nº 1, 55-60; seguida también por Cutler, Anthony, 2007, “Il linguaggio visivo dei dittici ebur-
nei. Forma, funzione, produzione, ricezione”, en David, Massimiliano, Eburnea Diptycha. I dittici d’avorio tra
antichità e medioevo, Bari, Edipuglia, 131-161.
53
Sobre la presencia del palio, otro interesante testimonio plástico es el marfil conservado en el Tesoro de la
Catedral de Tréveris en el que se muestra una procesión de traslado de reliquias. Su cronología, retrasada en
los últimos años hasta el s. IX, nos muestra que la prenda está ya generalizada como una insignia episcopal en
esa época. En relación con este marfil, puede verse el reciente trabajo de: Calahorra Bartolomé, Alfredo, 2018,
“El marfil de Tréveris: una iconografía clave en el contexto de la propaganda político-religiosa del Triunfo de
la Ortodoxia”, Erytheia, 39, 9-53. Por lo que respecta al palio, ver: Cabrol, Fernand y Henri Leclercq, 1937,
“Pallium”, Dictionnaire d’Archéologie Chrétienne et de Liturgie, vol. 13-1, Paris, Letouzey-Ané, 931-940; y
Schoenig, Steven A., 2016, Bonds of Wool: The Pallium and Papal Power in the Middle Ages, Washington, The
Catholic University of America Press.
Pazos-López, Á. De Medio Aevo (Rev.) 2019: 247-281 263
54
P. Turpin lo compara estilística e iconográficamente con otra pieza de marfil del Museo de Viena: Turpin, Pierre,
1938, “À propos d’un ivoirien qui aurait appartenu a l’abbaye de Marchiennes”, Bulletin de Comite Flamand de
France, XI, 5, 123-136; sigue esta idea también: Knop, Eva-Maria, 1990, “Der Liturgiker als Liturge. Zu den
Elfenbeintafeln mit Darstellungen der Messfeier in Cambridge und Frankfurt”, Ecclesia Orans, 7, 23-42.
55
El dato sobre la explicación ritual de la composición visual lo aporta Turpin, 1938; por lo que respecta a la
significación musical, puede acudirse a Palazzo, Eric, 1993, Histoire des livres liturgiques. Le moyen âge: des
origines au XIIIe siècle, Paris, Editions Beauchesne, 100-101.
56
Sobre esta pieza de marfil: Euw, Anton von, 1985, “Liturgische Handschriften, Gewänder und Geräte”, en
Ornamenta ecclesiae. Kunst und Künstler der Romanik, catálogo de la exposición, vol. 1, Koln, Museums in
der Josef-Haubrich-Kunsthalle, 385-414; y Surmann, Ulrike, 1990, Studien zur ottonischen Elfenbeinplastik
in Metz und Trier: Nordenfalks Sakramentar- und Evangeliargruppe, Bonne, Wehle, 22-103. En relación con
la interpretación iconográfica, seguimos a Palazzo, Eric, 2014, L’invention chrétienne des cinq sens dans la
liturgie et l’art au Moyen Âge, Paris, du Cerf, nota 349; en donde se mencionan los trabajos de: Martin Patino,
José María, 1958, “El relieve litúrgico de la Stadtbibliothek de Francfort y su contribución al estudio de la
misa romana en el periodo otónico”, Miscelánea Comillas: Revista de Ciencias Humanas y Sociales, 16, nº 29,
75-108; y años después: Hanssens, Jean-Michel, 1967, “Une pseudo-concélébration presbytérale de la messe”,
Recherches de science religieuse, 55-3, 393-412.
264 Pazos-López, Á. De Medio Aevo (Rev.) 2019: 247-281
en los libros litúrgicos programas visuales más elaborados que nos permiten analizar
las vestiduras sagradas.
Un primer ejemplo interesante para comentar es el Sacramentario de Raganaldo,
abad de Marmoutier, datado entre los años 845-850. En los primeros folios de este
libro (2r-4v; 12r-14v) se compilaron dos pequeños libelli que contienen el rito de
ordenación de las órdenes menores (ostiario, lector, exorcista, acólito y subdiácono)
y los textos de ordenación de obispos, presbíteros y diáconos. La ilustración del f. 1v
muestra la jerarquía eclesiástica dividida en dos segmentos: en la parte superior, el
obispo en su sede, con un sacerdote sentado a su derecha, y el diácono con el evan-
geliario a su izquierda; en la parte inferior, una interesante composición en forma de
podio en la que se ordenan cada uno de los rangos de las órdenes menores, recono-
cibles gracias a sus atributos objetuales (Fig. 10)57. El ostiario, encargado de abrir
y cerrar la iglesia, sostiene unas llaves en su mano; el lector, por su parte, sujeta el
leccionario de forma ostensible; el acólito porta un candelabro haciendo referencia a
su función como ceroferario; mientras, el exorcista encargado de recitar las plegarias
de expulsión de demonios se presenta con un libro abierto y su mano hacia arriba.
En un escabel superior, la figura del subdiácono sostiene el cáliz y una vinajera para
evocar su función como responsable de los vasos sagrados.
57
Reynolds, Roger E., 1971, “The Portrait of Ecclesiastical Officers in the Raganaldus Sacramentary and its
Liturgico-Canonical Significance”, Speculum, 46, 432-442; Reynolds, Roger E., 1983, “Image and Text: The
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266 Pazos-López, Á. De Medio Aevo (Rev.) 2019: 247-281
Primum est amictus, secundum camisia, tertium cingulum, quartum stola, quintum
et sextum duae tunicae, septimum casula, octavum pallium60.
58
Gregorio Magno, s. VI, Epistolae, Lib. 9. Ep. 12, edición de Migne, Jacques Paul, 1851, Patrologia latina,
vol. 77, París, Garnier, col. 956. Citado en: Righetti, Mario, 1950, Manuale di Storia liturgica, Vol. 1, Milano,
Àncora, 1001.
59
Palazzo, Eric, 1989, “L’enluminure à Metz au Haut Moyen Age (VIIIe-XIe siècles)”, en Metz enluminée. Autour
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Leuven, Spicilegium sacrum Lovaniense, 470-473, 497-498; Palazzo, Eric, 2010, “Le livre- corps à l’époque
carolingienne et son rôle dans la liturgie de la messe et sa théologie”, Quaestiones aevi medii novae, 15, 31-63.
60
“Primero es el amito, segundo el alba, tercero el cíngulo, cuarto la estola, quinto y sexto dos túnicas [dalmática y
tunicella], séptimo la casulla y octavo el palio”. (Trad. libre del autor), ver: Amalario de Metz, s. IX, “De tunica
quam sacerdos induit super camisiam”, en Migne 1851, col. 1098.
Pazos-López, Á. De Medio Aevo (Rev.) 2019: 247-281 267
esta, cuelga una estola con dos puntas que se aventuran bajo la túnica, que guardan
relación formal con los manípulos61; con respecto a esta túnica, dalmática o tunicella
–ya hemos indicado que morfológicamente son similares–, pueden verse tanto sus
mangas anchas de las que emergen las extremidades superiores, como sus bandas
verticales que recorren la pieza acompañadas de motivos decorativos rúbeos; sobre
lo anterior, se descuelga la casulla, pieza de tela con abertura para introducir la ca-
beza que se descuelga por el pecho y la espalda –la parte frontal, en esta época, es
marcadamente más corta que la trasera–; encima de la casulla se endosan el palio,
cuyo extremo delantero sobresale con un remate cuadrangular un poco por debajo
del borde de la casulla, permitiendo la identificación de las figuras como obispos.
No menciona Amalario, sin embargo, la presencia del manípulo, sujetado por cada
obispo en la mano izquierda, y al que ya hemos hecho alusión al hablar de las repre-
sentaciones en marfil.
Fig. 11. Sacramentario de Carlos el Calvo (Ms. Lat. 1141, f. 2v, Bibliothèque nationale de
France, Paris, h. 869-870). Foto: ©Bibliothèque nationale de France.
61
Si bien estas puntas pudieran ser identificadas por algunos como los flecos colgantes del cíngulo, no se ha de-
tectado ningún vestigio visual de que los cíngulos utilizados en la liturgia tengan, en época altomedieval, esta
morfología. Más bien poseían la forma de un cinturón de tela sin puntas colgantes. A partir del siglo XIV se
incorporarán los cíngulos de tela y, con ellos, la costumbre de sujetar la estola a este elemento, dejando caer las
puntas a ambos lados. Puede verse: Braun, 1907: 101-115.
268 Pazos-López, Á. De Medio Aevo (Rev.) 2019: 247-281
Fig. 12. Biblia de Vivien o Primera Biblia de Carlos el Calvo (Ms. Lat. 1, f. 423r,
Bibliothèque nationale de France, Paris, h. 875). Foto: ©Bibliothèque nationale de France.
62
Alibert, Dominique, 1989, “La majesté sacrée du roi: images du souverain carolingien”, Histoire de l’art, 5-6,
23-36; Kessler, Herbert L., 1977, The illustrated Bibles from Tours, Princeton, Princeton Univ. Press; Palazzo,
Eric, 2013, “Une copie moderne du “Sacramentaire” de Charles le Chauve (Paris, BNF, Lat. 9447 et Lat. 1141),
témoin du goût des collectionneurs du XVIIe siècle pour le Moyen-Âge”, en Elfassi, Jacques; Cécile Lanéry y
Anne-Marie Turcan-Verkerk, Amicorum societas, mélanges offerts à François Dolbeau pour son 65e annivers-
aire, Firenze, Sismel, 501-514.
63
En relación con este interesante tema iconográfico: Walker Vadillo, Mónica Ann, 2014, “La presentación o
dedicación de manuscritos en la miniatura”, Revista Digital de Iconografía Medieval, vol. VI, nº 11, 53-64.
Pazos-López, Á. De Medio Aevo (Rev.) 2019: 247-281 269
A menudo, la filiación del rango clerical está condicionada por la correcta ca-
racterización de las prendas litúrgicas. El palio, al igual que el báculo o la mitra
posteriormente, funciona como atributo de la dignidad episcopal. En otros casos, no
resulta posible señalar la presencia del palio, por confundirse con adornos en el cue-
llo y bandas de la casulla. Es el caso de la ilustración no finalizada de la dedicación
de una iglesia en el Bendicional de San Æthelwold (Fig. 13), hacia la segunda mitad
del siglo X64. En este caso, debemos inferir que el clérigo que bendice el espacio es
un obispo porque solamente a ellos les estaba reservada la potestad de consagrar
iglesias. Sus vestiduras, entre las que reconocemos el alba, la estola y la casulla, no
permiten discernir si estamos ante un sacerdote o un prelado.
Fig. 13. Bendicional de San Æthelwold (Add MS 49598, f. 118v, British Library, London,
h. 963-984). Foto: ©British Library.
Otro aspecto de especial interés al que podemos aludir siguiendo esta ilustración
tiene que ver con el uso de los colores litúrgicos. Desde las primeras referencias tex-
tuales en el siglo IV, la presencia de determinados colores en las prendas litúrgicas
está ausente de un prolijo detalle. El color predominante en los tejidos sacros podía
ser el blanco del lino, aunque la progresiva tendencia a la ornamentación y al uso
de los más dignos materiales podía proponer prácticas alternativas65. De cualquier
manera, no existía ninguna recomendación unívoca en el rito romano sobre qué co-
lores debían exhibir los ornamentos, más allá de algunas referencias en los Ordines
Romani, como la que sigue:
64
Sobre este manuscrito y su iconografía: Warner, George F. y Henry A. Wilson, 1910, The Benedictional of St
Æthelwold, Bishop of Winchester 963-984, Oxford: Roxburghe Club; Brown, Thomas J., 1960, “The Benedic-
tional of Æthelwold”, The British Museum Quarterly, 22, 57-59; Deshman, Robert, 1995, The Benedictional of
Æthelwold, Princeton, Princeton University Press; y en relación con la liturgia: Lowden, John, 2003, “Illumina-
ted Books and the Liturgy: Some Observations”, en Hourihane, Colum, Objects, Images, and the Word: Art in
the Service of the Liturgy, Princeton, Princeton University Press, 17-53.
65
Cope, Gilbert, 1962, “Liturgical Colours”, Studia Liturgica, 1, 40-49.
270 Pazos-López, Á. De Medio Aevo (Rev.) 2019: 247-281
Ordo qualiter in Purificatione sanctae Mariae agendum est […]. Interim ingre-
ditur pontifex sacrario et induit se vestimentis nigris, et diaconi similiter planitas
induant nigras66.
Dadas las multiplicidades simbólicas de cada color en relación con las fiestas
litúrgicas y con las costumbres de los diversos lugares, hasta el siglo XII no quedaría
fijado un código que siguiese de forma general para el rito romano. Por consiguiente,
las representaciones iconográficas de los colores en las vestiduras altomedievales no
guardan similitud con las costumbres de uso de estos colores allá donde se elabora-
ban los manuscritos y quedaban, según muchos autores, a la elección del iluminador
del manuscrito67. Por ello, no puede inferirse de la ilustración de la consagración del
templo del Bendicional de San Æthelwold que se utilizasen vestimentas azules o
verdes para esta ceremonia.
Lo mismo ocurre en el folio que da comienzo al Te igitur del Sacramentario de
Warmund d’Ivrea (Fig. 14), en el que aparece un sacerdote con las manos extendi-
das, portando una casulla a juego con el color áureo que ornamenta las capitales de
todo el manuscrito68. Esta ilustración reviste bastante interés desde el punto de vista
ritual. Por una parte, el Te igitur es uno de los momentos más importantes de la misa
que antecede a la consagración: el sacerdote extiende las manos para pedirle a Dios,
por intercesión de Jesucristo, que acepte y bendiga los dones que se le ofrecen en
la eucaristía69. Por tanto, hay una correspondencia entre la gestualidad del clérigo
representado en el f. 13r con la consiguiente escenificación del rito. Por otra parte,
hay un nuevo detalle que no hemos destacado hasta el momento: detrás de la cabeza
del sacerdote se despliega una prenda cuadrangular que la rodea, como una especie
de casco. Pese a que se ha localizado referencia explícita a este elemento en los
estudios previos sobre dicha ilustración, es posible que se trate de una versión muy
desarrollada del anagolaium que, al igual que ocurría en el ámbito de influencia de
la liturgia de Lyon mientras estuvo activa, se elevaba tras la cabeza semejándose a
una mitra o gorro70.
66
“Disposición de la fiesta de la Purificación de Santa María […]. Mientras, el Papa entra en el santuario y se viste
vestiduras negras, e igualmente los diáconos se pongan planetas [dalmáticas] negras” (Trad. libre del autor),
Ordo Romanus XX (s. VIII), edición en apéndice de Duchesne, Louis, 1919, Christian Worship: its Origin and
Evolution: a Study of the Latin Liturgy up to the Time of Charlemagne, London, Society for Promoting Christian
Knowledge, 479-480.
67
En relación con los colores litúrgicos, debemos hacer mención de: Pastoureau, Michel, 1989, “L’Église et la
couleur. Des origines à la Réforme”, Bibliothèque de l’École des chartes, 147, 203-230; y Reynolds, Roger E.,
1999, “Clerical Liturgical Vestments and Liturgical Colors in the Middle Ages”, en Clerics in the Early Middle
Ages. Hierarchy and Image, Aldershot, Ashgate, VI, 1-16.
68
Abordan algunos aspectos del manuscrito: Magnani, Luigi, 1934, Le miniature del Sacramentario d’Ivrea e
di altri codici warmondiani, Cità del Vaticano, Biblioteca Apostolica Vaticana; Deshman, Robert, 1971, “Otto
III and the Warmund Sacramentary: A Study in Political Theology”, Zeitschrift für Kunstgeschichte, 34, 1-20;
Figurski, Paweł, 2016, “Das sakramentale Herrscherbild in der politischen Kultur des Frühmittelalters”, Früh-
mittelalterliche Studien, 50-1, 129-162; Henry Parkes, 2015, The Making of Liturgy in the Ottonian Church.
Books, Music and Ritual in Mainz, 950–1050, Cambridge, Cambridge University Press, 113, 177.
69
Te igitur es el comienzo de la parte central de la plegaria eucarística más generalizada en la Edad Media, hoy de-
nominada Canon Romano: Te igitur, clementissime Pater, per Iesum Christum Filium tuum Dominum nostrum,
supplices rogamus ac petimus […].
70
Detalla esta costumbre: Buenner, Denys, 1934, L’ancienne liturgie romaine: le rite lyonnais, Paris, Vitte, 147-
148.
Pazos-López, Á. De Medio Aevo (Rev.) 2019: 247-281 271
Fig. 14. Sacramentario de Warmund d’Ivrea (ms. LXXXVI, f. 13r, Biblioteca Capitolare,
Ivrea, h. 966-1002). Foto: ©Biblioteca Capitolare di Ivrea.
71
“Los subdiáconos regionarios según su orden reciben las vestimentas para vestir al Prelado, uno el alba, el otro
el cíngulo, el otro el anagolaium –que es el amito–, el otro la túnica dalmática [tunicella], el otro la gran dal-
mática, el otro la casulla, y así por orden visten al Pontífice”. (Trad. libre del autor), Ordo Romanus I, s. VIII,
“Ordo ecclesiasticus Romanae Ecclesiae, qualiter Missa pontificalis celebretur”, edición de Migne, Jacques
Paul, 1849, Patrologia latina, vol. 78, París, Garnier, col. 937.
72
No le parece así a B. Brenk, que habla del obispo con un nimbo rectangular y no identifica la prenda: Brenk,
Beat, 1994, “Roma, Biblioteca Casanatense, Cas. 724 (BI 13), 2, Bendizionale”, en Cavallo, Guglielmo; Giulia
Orofino y Oronzo Pecere, Exultet. Rotoli liturgici del medioevo meridionale, Roma, Libreria dello stato, 89.
73
Sobre este rollo litúrgico: Belting, Hans, 1968, Studien zur beneventanischen Maleri, Wiesbaden, Steiner, 153-
166; y también la ficha completa de: Brenk, Beat, 1994, “Roma, Biblioteca Casanatense, Cas. 724 (BI 13), 2,
Bendizionale”, en Cavallo 1994, 87-90.
272 Pazos-López, Á. De Medio Aevo (Rev.) 2019: 247-281
con palio sobre la casulla derrama un líquido sobre la cabeza del neófito, pudiendo
tratarse tanto de agua bendita desde una redoma como de crisma desde una crismera
(Fig. 15). El niño es sostenido por otro sacerdote que está revestido con alba y estola.
La secuencia de la entrega del niño aparece multiplicada en tres escenas, permi-
tiéndonos apreciar los matices performativos de la liturgia del bautismo y, a la vez,
sirviendo de rúbricas visuales para los propios clérigos.
Fig. 15. Rollo del Bendicional de Landolfo (cas. 724 [B I 13], Biblioteca Casanatense,
Roma, h. 969). Foto: ©Biblioteca Casanatense di Roma.
74
Abordan el estudio del manuscrito: Belting 1968, 144-152; y Brenk, Beat, 1994, “Roma, Biblioteca Casanaten-
se, Cas. 724 (BI 13), 1, Pontificale”, en Cavallo 1994, 75-77.
75
Gallart indica que el obispo está mitrado, para referirse al ornamento con forma de casco que hemos identificado
con una variante del amito muy desarrollada; no parece probable que se trate de una mitra, pues esta insignia
episcopal no se codifica en la imagen figurativa hasta, al menos, dos siglos después. Gallart Pineda 2017, 588.
Ver unos breves apuntes sobre la mitra en: Pazos-López, Ángel, 2016, “Mitra episcopal”, Base de datos digital
de iconografía medieval, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, en línea: www.ucm.es/bdiconografia-
medieval/mitra-episcopal [consultado: 11/05/2019].
76
Explican este programa figurativo en relación con la ordenación: Reynolds 1983, 27-38; Reynolds, Roger E.,
1990, “The Ritual of Clerical Ordination of the Sacramentarium Gelasianum saec. viii: Early Evidence from
Pazos-López, Á. De Medio Aevo (Rev.) 2019: 247-281 273
Fig. 16. Rollo del Pontifical de Landolfo (cas. 724 [B I 13], Biblioteca Casanatense, Roma,
h. 969-970). Foto: ©Biblioteca Casanatense di Roma.
Quando presbitero induat stola dicat: Accipe stolam tuam, imple ministerium
tuum, potens est enim Deus ut augeat tibi gratiam78.
Southern Italy”, en Palazzo, Eric y Paul de Clerck, Rituels: mélanges offerts au Pére Gy, OP, Paris, Cerf, 437-
445; y Gallart Pineda, Pascual Ángel, 2017, La visualidad artística del sacramento del orden en la liturgia de
la Iglesia Latina (ss. XIII-XVIII), Valencia, Universitat de Valencia, tesis doctoral inédita, 587-593.
77
Para estudiar esta práctica ritual, nos referimos a: Lameri, Angelo, 1998, La Traditio Instrumentorum e delle in-
segne nei riti di ordinazione. Studio storico-liturgico, Roma, Centro Liturgico Vicenziano–Edizioni Liturgiche;
se hace mención a ello también, aunque para explicar otra obra bajomedieval, en: Pazos-López, Ángel, 2017,
“Imagen y presencia de la liturgia sacramental medieval en el Tríptico de la Redención del Museo del Prado”,
Eikón Imago, 12, 169-200.
78
“Cuando el presbítero viste la estola, [el obispo] dice: Recibe tu estola, cumple con tu ministerio, que poderoso
es el Señor para acrecentar en ti su gracia” (Trad. libre del autor), Cas. 724 (BI 13), 1, Pontifical, Roma, Biblio-
teca Casanatense.
274 Pazos-López, Á. De Medio Aevo (Rev.) 2019: 247-281
6. Conclusiones
La relevancia que posee comprender los usos y significados de las vestimentas litúr-
gicas es esencial para analizar las ceremonias rituales del cristianismo en toda su ex-
tensión geográfica y cronológica. Los temas litúrgicos de manuscritos, de conjuntos
escultóricos o de pintura mural y de mosaicos, incorporan con frecuencia clérigos
ataviados con vestimentas sacras que concuerdan –en mayor o menor medida– con
la época y el ritual que se está representando. La historia de las primeras vestiduras
litúrgicas del cristianismo occidental cobra un nuevo sentido a la luz de las eviden-
cias plásticas conservadas, gracias al contraste también con las fuentes documenta-
les. Por una parte, la identificación, el análisis de la fisionomía o el reconocimiento
de la singularidad de determinadas prendas en soportes figurativos aporta las claves
para filiar temas iconográficos, identificar tradiciones locales y regionales79, corregir
hipótesis ya superadas, así como plantear nuevas posibilidades de investigación80.
Por otra, los testimonios escritos a los que se ha aludido –tratados homiléticos y pa-
renéticos de Padres de la Iglesia, reglas o disposiciones conciliares, textos litúrgicos
como los Ordines Romani o los presentes en libros como el sacramentario o los ri-
tuales, así como obras de incipiente crítica litúrgica– permiten constatar una falta de
codificación de las vestiduras litúrgicas en época altomedieval, que contrastará con
las diversas reordenaciones propias de la Baja Edad Media.
Es de gran interés señalar la correspondencia entre los primeros vestidos
propios de los obispos con los que llevan en la vida civil los ciudadanos de un
cierto estatus81. Ya desde las primeras evidencias artísticas diferenciamos, por una
parte, un vestido largo y blanco (tunica); sobre este, una segunda prenda adornada
propia de los senadores (dalmatica), así como una capa amplia de lana que cubría
los brazos (paenula). A partir del siglo V, se les añade una banda blanca larga de lana
(pallium) que les cae sobre los hombros. Solo en época carolingia se añade la estola a
la indumentaria, por influencia de la liturgia hispánica y galicana en el rito romano82.
Esta distribución es la génesis de la vestimenta de pontifical (amito, alba, cíngulo,
estola, dalmática o tunicella, casulla, palio, mitra y báculo) que caracterizará el ves-
tuario de los obispos desde el siglo XIII.
No se debe dejar de mencionar el valor de la materialidad. Si bien las prendas
litúrgicas más antiguas que conservamos podrían ser la conocida como dalmática de
Carlomagno (Tesoro de San Pedro del Vaticano, s. IX o XV) –si se confirmase su
factura altomedieval–, o el manípulo de San Cutberto (Catedral de Durham, s. X), la
ausencia de los otros muchos ornamentos utilizados para el culto se explica tanto por
la degradación de los materiales, como por la sucesión de modas y estilos diferentes
que motiva la reconversión de las piezas o su reutilización para otros fines83. Esta
ausencia de ornamentos altomedievales contrasta con la presencia de las insignias
79
Keefer, Sarah Larratt, 2007, “A Matter of Style: Clerical Vestments in the Anglo-Saxon England”, en Netherton,
Robin y Gale R. Owen-Crocker (eds.), Medieval Clothing and Textiles, 3, Woodbridge, The Boydell Press, 13-40.
80
Grisbrooke, William Jardine, 1992, “Vestments”, en Jones, Cheslyn (et al.), The Study of Liturgy, New York,
xford University Press, 542-547.
81
Vitella, Maurizio, 2006, “Sull’origine dei paramenti sacri”, en Palmeri, Liborio, Calogero Piro y Maurizio Vite-
lla, Omnia parata. Le vesti liturgiche tra passato, presente e futuro, Trapani, Liber Artis, 2006, 15-18.
82
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83
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Centuries)”, Espacio, Tiempo y Forma. Serie VII, Historia del Arte, 6, 169-196.
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Ángel PAZOS-LÓPEZ, Imagen y presencia de la liturgia sacramental medieval
en el Tríptico de la Redención del Museo del Prado
Ángel PAZOS-LÓPEZ
Universidad Complutense de Madrid.
Departamento de Historia del Arte
[email protected]
Recibido: 02/10/2017
Aceptado: 27/11/2017
Palabras Clave: liturgia, sacramentos, iconografía, pintura bajomedieval, Museo del Prado.
Abstract: This paper studies the genesis of iconographic programs of sacramental themes
between the 14th and 15th centuries, with special focus on the pictorial program of the
Redemption Triptych of the Prado Museum. The sacraments, as sensitive signs that help the
faithful to reach salvation, are paced with the milestones of the Christian's life. Taking into
account the ritual and the theological traditions of the sacraments in the Late Middle Ages, the
Redemption Triptych is related to other compositions that combine sacramental practices and
the Passion of Christ, as a basis for achieving the Christian idea of salvation. Finally, the
meaning of the ritual signs embodied in the liturgical scenes present in the work of the Prado
Museum will be explained, putting them in relating them to sources and liturgical or
paraliturgical practices of the time.
Key Words: Liturgy, Sacraments, Iconography, Late Medieval Painting, Prado Museum.
1
Arnold VAN GENNEP, Les rites de passage: étude systématique des rites, Paris, Emile
Nourry, 1909.
2
Se ha estudiado ampliamente el valor y dimensiones de la sacramentalidad en la Edad
Media. A modo testimonial, podemos referirnos a los trabajos de Joseph MARTOS, Doors to the
Sacred. A Historical Introduction to Sacraments in the Christian Church, Garden City, Image
Books, 1981; y de Martin R. DUDLEY, “Sacramental Liturgies in the Middle Ages”, en Thomas
J. HEFFERNAN y E. Ann MATTER, The Liturgy of the Medieval Church, Kalamazoo, Western
Michigan University, 2005, pp. 215-244; y también los primeros capítulos de James MONTI, A
sense of the sacred. Roman catholic Worship in the Middle Ages, San Francisco, Ignatius Press,
2012, pp. 23-257.
3
«Siete son los principales sacramentos que se administran en la Iglesia, de los que cinco
son generales, sin distinción de sexo, edad ni condición: bautismo, confirmación, eucaristía,
penitencia, unción de enfermos. Dos son particulares, por el hecho de que no se confieren a
todos y solo a algunos hombres: órdenes y matrimonio». (Trad. libre del autor). Pseudo Roberto
PAULULO, “De sacramentis ecclesiasticis”, en De officiis ecclesiasticis, Lib. I, Cap. XII. Ed. de
Jacques-Paul MIGNE, Patrologia latina, vol. 177, París, 1854, col. 388.
Fig. 1. Jean Pucelle, Breviario de Belleville, v. 1, h. 1323-1326, ms. lat. 10483, f. 17v. Bibliothèque nationale de France, Paris.
Imagen tomada de la BNF: gallica.bnf.fr
Una de las primeras fórmulas para representar los siete sacramentos como
parte de un mismo programa iconográfico la encontramos en las iluminaciones
de algunos bas-en-page del Breviario de Belleville (1323-1326)10 y reproducidas
después en el Breviario de Carlos V (1340-1380)11, citados ya por Émile Mâle12.
En estos manuscritos se opta por evocar los sacramentos en la parte central,
sucedidos por la virtud a la que se asocian, en la parte derecha, y precedidos de
una escena que evoca un vicio contra la misma virtud, en la parte izquierda. De
esta manera, el bautismo se relaciona con la virtud de la fe y el pecado original;
la extremaunción, con la virtud de la esperanza y el pecado del suicidio de Judas
(Fig. 1); la eucaristía, con la caridad y el pecado del fratricidio de Caín; las
sagradas órdenes, con la virtud de la prudencia y un rey destronado; la
confirmación, con la fortaleza y la escena de Dalila cortándole el pelo a Sansón;
el matrimonio, con la templanza y la escena de la decapitación de Holofernes; y,
finalmente, la penitencia, con la virtud de la justicia y el pecado de la condena
injusta13.
9
A este respecto resulta muy valioso el estudio de Ann E. Nichols, que recopila no solo
multitud de ejemplos visuales sino también textuales de la iconografía sacramental. Ann
Eljenholm NICHOLS, Seeable Signs: The Iconography of the Seven Sacraments, 1350-1544,
Woodbridge, The Boydell Press, 1994.
10
Bibliothèque nationale de France, Paris, ms. Lat. 10483 (parte de invierno), f.7r
(bautismo), f.17v (extremaunción), f.24v (eucaristía), f.31r (órdenes sagradas), f.37r
(confirmación), f.45v (matrimonio) y f.53r (penitencia).
11
Bibliothèque nationale de France, Paris, ms. Lat. 1052, f.207r (bautismo), f.217r
(extremaunción), f.226r (eucaristía), f.232r (órdenes sagradas), f.238r (confirmación), f.245v
(matrimonio) y f.252r (penitencia).
12
Émile MÂLE, L'art religieux à la fin du Moyen-Age en France, Paris, Colin, 1908, p. 332.
13
Según L. Sandler, una miniatura perdida de dicho manuscrito podría explicar la filiación
de los sacramentos con la sangre que mana del costado de Cristo, una vez muerto. Lucy
Freeman SANDLER, “Jean Pucelle and the Lost Miniatures of the Belleville Breviary”, en The
Art Bulletin, vol. 66, nº 1 (1984), pp. 73-96. Por otra parte, la iluminación de este manuscrito ha
sido relacionado con los escritos tomistas en: Frances G. GODWIN, “An Illustration to the De
Sacramentis of St. Thomas Aquinas”, en Speculum, Vol. 26, nº 4 (1951), pp. 609-614.
14
En relación con la decoración de las pilas bautismales, no podemos olvidar el importante
trabajo gráfico de Combe y Paley, así como los estudios de investigación posteriores de
Nordström y más recientemente Altvater. Thomas COMBE y Frederick Apthorp PALEY,
Illustrations of Baptismal Fonts, London, John van Voorst, 1844; Folke NORDSTRÖM,
Mediaeval baptismal fonts: an iconographical study, Umeå y Stockholm (Sweden), Universitet
i Umeå y Almqvist, 1984; y Frances ALTVATER, Sacramental Theology and the Decoration of
Baptismal Fonts: Incarnation, Initiation, Institution, Newcastle, Cambridge Scholars
Publishing, 2017.
15
Ann Eljenholm NICHOLS 1994: 159-184.
16
Frederick Charles HUSENBETH, “On Sacramental Fonts in Norfolk”, en Journal of the
British Archaeological Association, vol. 14 (1858), pp. 51-56; Alfred C. FRYER, “Additional
Notes on Fonts with representations of the Seven Sacraments”, en The Archaeological Journal,
Fig. 3. Dos fragmentos del Tapiz de los Sacramentos, h. 1435-1450. Metropolitan Museum of Art, New York.
Imágenes tomadas de la web del Metropolitan Museum: www.metmuseum.org
nº 70 (1913), pp. 141-144; Harold S. SQUIRRELL, “The Seven Sacrament Fonts of Norfolk”, en
Norfolk Archaeology, nº 25 (1932-34), pp. 83-94.
17
Sobre estos y otros ejemplos se han publicado los trabajos de Alfred C. FRYER, “On Fonts
with Representations of the Seven Sacraments”, en The Archaeological Journal, nº 59 (1902),
pp. 17–66; Alfred C. FRYER, “On Fonts with representations of Baptism and the Holy
Eucharist”, en The Archaeological Journal, nº 60 (1903), pp. 1-29; Alfred C. FRYER, “Fonts
with Representations of the Seven Sacraments: Part II”, en The Archaeological Journal, nº 87
(1930), pp. 24-59.
18
Eric P. BAKER, “Seven-Sacrament Fonts in Germany”, en The Archaeological Journal, nº
91 (1934), pp. 221-240.
19
Analizados y estudiados por Luisa BECHERUCCI, “I relievi dei sacramenti nel campanile
del duomo di Firenze”, en L’Arte, nº 30 (1927), pp. 214–223; y también en Gert KREYTENBERG,
“The Sculpture of Maso di Banco”, en The Burlington Magazine, vol. 121, nº 911 (1979), pp.
72-78, 81-82.
Metropolitan Museum de New York (Fig. 3), el Museo Victoria & Albert de
Londres y la Colección Burrell de Glasgow, conocido como Tapiz de los
Sacramentos20. En el registro inferior del tapiz se muestran, ordenadas, las
escenas de los siete sacramentos; mientras que, en el superior, se muestran las
prefiguras de los mismos, relacionadas según este orden: el bautismo, con la
limpieza de Naamán en el Jordán (II Reyes 5, 1-14); la confirmación, con la
bendición de Jacob a Efraín y Manasés (Génesis 48, 10-20); la ordenación
sacerdotal, posiblemente con la unción de Moisés a Aarón (fragmento no
conservado, pero seguramente inspirado en Levítico 8, 10-13); la eucaristía, con
la ofrenda de pan y vino de Melquisedec a Abraham (Génesis 14, 17-20); la
penitencia, posiblemente con la confesión del pecado de David a Natán
(fragmento no conservado, pero seguramente inspirado en II Samuel 12); el
matrimonio, con la unión de Adán y Eva por parte de Dios (Génesis 2: 22-25); y
la extremaunción, con la unción de David como rey en Hebrón (II Reyes 2, 4; 5,
3). La funcionalidad del tapiz es desconocida, aunque se cree que pudo haberse
colgado en las naves de algún templo para recordar los sacramentos de la
Iglesia21. También se conserva este tipo de programas iconográficos en las
ilustraciones de la edición de L'art de bien vivre de Antoine Vérard, realizada en
149222.
Además de los tres tipos ya mencionados, la fórmula de representación de los
programas sacramentales más frecuente en los siglos XIV y XV está vinculada al
sacrificio de Cristo en la cruz, relacionándose la institución de los sacramentos
con la sangre que mana del costado de Cristo después de su muerte 23. Uno de los
ejemplos más interesantes lo constituye la ilustración que abre el manuscrito Der
spiegel des lidens Christi (Fig. 4), de principios del siglo XV, conservado en la
Biblioteca Municipal de Colmar. Cristo camina con el leño de la cruz a cuestas
mientras la sangre brota de su costado y pisa las uvas en un lagar, tiñendo así sus
vestiduras de color rojo. De la parte inferior de la prensa de vino sale la sangre de
20
Los primeros trabajos que estudian este tapiz son: Bashford DEAN, “A Suite of Early
Gothic Tapestries (Burgundian)”, en The Metropolitan Museum of Art Bulletin, vol. 2, nº 3
(1907), pp. 40-45; George Leland HUNTER, “The Burgundian Tapestries in the Metropolitan
Museum”, en The Burlington Magazine for Connoisseurs, vol. 12, nº 57 (1907), pp. 181 y 184-
187. También son importantes los descubrimientos posteriores de Bashford DEAN, “Recent
Accessions and Notes: The Tapestries of the Sacraments”, en The Metropolitan Museum of Art
Bulletin, vol. 6, nº 6 (1911), pp. 140; Henry Charles MARILLIER, “Sir William Burrell’s
‘Sacrament’ Tapestry”, en Archaeological Journal, vol. 93 (1936), pp. 45-50.
21
Esta reconstrucción en cuanto al orden y a los fragmentos no conservados se basa en los
trabajos de síntesis de Cavallo, que a su vez tienen en cuenta las aportaciones de Rorimer y
Wells. Adolfo Salvatore CAVALLO, “Seven Scenes from the Story of the Seven Sacraments and
Their Prefigurations in the Old Testament”, en Medieval Tapestries in The Metropolitan
Museum of Art, New York, The Metropolitan Museum of Art, 1993, pp. 156-173; James J.
RORIMER, “A XV Century Tapestry of the Seven Sacraments”, en The Metropolitan Museum of
Art Bulletin, vol. 35, nº 4 (1940), pp. 84-87; William WELLS, “The Seven Sacraments Tapestry -
A New Discovery”, en The Burlington Magazine, vol. 101, nº 672 (1959), pp. 97-103 y 105.
22
Adolfo Salvatore CAVALLO 1993: 157.
23
Mencionan esta cuestión San Agustín, San Juan Crisóstomo, Pedro Lombardo, Santo
Tomás de Aquino y San Buenaventura, entre otros. En relación a estas fuentes, puede
consultarse Frances G. GODWIN 1951: 612-614.
Cristo, que se conecta con cada uno de los siete sacramentos en sus
representaciones rituales24.
Fig. 4. Modus consecrationis electi in episcopum: extractus a pontificali secundum ritum sancte Romane ecclesie, s. XV, Ms. 306,
f.0v. Bibliothèque municipale, Colmar. Imagen tomada de la Bibliothèque Virtuelle des Manuscrits Médiévaux: bvmm.irht.cnrs.fr
sobre tabla, además de las obras flamencas que tendremos ocasión de comentar
más adelante, también destaca el Retablo de Fray Bonifacio Ferrer, atribuido a
Gherardo Starnina para la Cartuja de Porta Coeli a finales del siglo XIV y
conservado actualmente en el Museo de Bellas Artes de Valencia, en cuya tabla
central se disponen los sacramentos inscritos en tondos alrededor de la cruz26, o
el Retablo de la Infancia y la Pasión de Cristo, de comienzos del siglo XVI,
conservado en el Museo de Cluny.
Fig. 5. Miscelánea cartujana, h. 1460-1500, Add MS. 37049, f.0v. British Library, London.
Imagen tomada de la British Library: www.bl.uk/manuscripts
26
Interpretado originalmente en Eric P. BAKER, “The Sacraments and the Passion in
Medieval Art”, en The Burlington Magazine, nº 66 (1935), pp. 81–89; y más recientemente en
Francesc RUIZ I QUESADA, “Starnina en Valencia. Iconografías y una obra inédita procedente
del antiguo retablo mayor de Alpuente”, en Retrotabulum. Estudis d’art medieval, nº19 (2016),
pp. 2-61.
27
Además del Tríptico de la Redención, destacan por sus representaciones sacramentales La
comunión en el Retablo de la leyenda de Santa Lucía del Maestro de Estamariú (1357 -1385), la
Misa de San Gregorio de una de las tablas del Retablo del arzobispo don Sancho de Rojas de
Juan Rodríguez de Toledo (1415-1420), el Bautismo de Conan en presencia de Santa Ursula y
su padre (1425-1450) y la eucaristía en El devoto y el distraído en misa (h. 1500).
28
Lorne CAMPBELL y José Juan PÉREZ PRECIADO, “La Crucifixión, tabla central del Tríptico
de la Redención”, en Lorne CAMPBELL, Rogier van der Weyden, catálogo de la exposición,
Madrid, Museo del Prado, 2015, pp. 120-127.
29
Lorne CAMPBELL, “Tríptico de los Siete Sacramentos”, en Lorne CAMPBELL 2015: 98-
105. Sobre dicho tríptico, debemos señalar también: Lorne CAMPBELL y Griet STEYAERT, “The
Seven Sacraments”, en Lorne CAMPBELL y Jan VAN DER STOCK, Rogier van der Weyden, 1400-
1464, Master of Passions, catálogo de la exposición, Leuven, M-Museum, 2009, pp. 528-534.
30
En este sentido, José Juan Pérez Preciado ha señalado que el Tríptico de la Redención se
convierte en un decálogo doctrinal de mayor elaboración y complejidad que el del Tríptico de
los Siete Sacramentos, al otorgarle a las figuras sacramentales un carácter escultórico y
desarrollar el ritual de los sacramentos de forma más elocuente: José Juan PÉREZ PRECIADO,
“En torno al Tríptico de la Redención del Museo del Prado”, en Lorne CAMPBELL y José Juan
PÉREZ PRECIADO, Rogier Van Der Weyden y los reinos de la Península Ibérica, Madrid, Museo
Nacional del Prado, 2015, pp. 114.
Fig. 6. Maestro de la Redención del Prado, Tríptico de la Redención: tabla central con la Crucifixión, h. 1450. Museo Nacional del
Prado, Madrid. Imagen tomada de la web del Museo del Prado: www.museodelprado.es
Museum de Oxford que claramente siguen las mismas estructuras formales 31. Por
otra, se ponen en relación con los fragmentos de una capa pluvial conservada en
el Historisches Museum de Bern32.
Fig. 7. Rogier van der Weyden, Tríptico de los siete Sacramentos, h. 1450.
Koninklijk Museum voor Schone Kunsten, Amberes.Imagen del autor.
Fig. 8. Maestro de la Redención del Prado, Detalle de tres momentos de la Eucaristía, Tríptico de la Redención: la Crucifixión, h.
1450. Museo Nacional del Prado, Madrid.
Imagen tomada de la web del Museo del Prado: www.museodelprado.es
Las fuentes litúrgicas no recogen hasta el siglo XVI ninguna rúbrica sobre el
uso de esta vela encendida, al tratarse de un elemento de carácter devocional: la
lámpara iluminaba la hostia consagrada permaneciendo iluminada desde el Te
igitur hasta el final de la doxología. Sin embargo, es frecuente su aparición en
miniaturas e imágenes de la eucaristía, constatando su uso fehaciente que será
codificado a finales de la Edad Media35. A este respecto, un documento
barcelonés de 1326 nos recuerda:
34
Sobre la aparición de la costumbre de la elevación del pan, pueden verse los trabajos de:
Josef Andreas JUNGMANN, El sacrificio de la misa. Tratado histórico-litúrgico, Madrid,
Biblioteca de Autores Cristianos, 1963, pp. 795, 875-880; Peter BROWE, “Die Elevation in der
Messe”, en Jahrbuch für Liturgiewissenschaft, nº 9 (1929), pp. 20-66. En relación al culto a la
hostia consagrada, es clave el trabajo de: Patricia Sela DEL POZO COLL, “La devoción a la hostia
consagrada en la Baja Edad Media castellana”, en Anales de Historia del Arte, nº 16 (2006), pp.
25-58.
35
Para comprender el significado del cirio de la elevación, puede leerse a Hans
NIEDERMEIER, “Die Sanktus-oder Wandlungskerze im kirchlichen Brauchtum des Mittelalters”,
Fig. 9. Detalle de la consagración del pan. Decretum, h. 1380-1395, ms. 1290, f. 391v. Bibliothèque Mazarine,
Paris. Imagen tomada de la Bibliothèque Virtuelle des Manuscrits Médiévaux: bvmm.irht.cnrs.fr
en Bayerisches Jahrbuch für Volkskunde, nº 17 (1968), pp. 135-138; a Hans Bernhard MEYER,
“Die Elevation im deutschen Mittelalter und bei Luther”, en Zeitschrift für Katholische
Theologie, nº 85 (1963), pp. 162-217; y el ya mencionado Peter BROWE 1929: 20-66.
36
«El rector de la iglesia tiene la obligación de mantener una vela para iluminar la eucaristía
mientras esta es elevada en la misa» (Trad. libre del autor). Fuente extraída de Josep BAUCELLS
I REIG, Vivir en la Edad Media: Barcelona y su entorno en los siglos XIII y XIV (1200-1344),
Barcelona, Institución Milá i Fontanals–Departament d'Estudis Medievals y CSIC, 2005, p. 41;
sirvan de ejemplo las restantes fuentes recogidas por Baucells sobre la presencia de cirios de
consagración en el área barcelonesa de los siglos XIII y XIV, Josep BAUCELLS I REIG 2005:
839-842.
37
La ausencia de casulla nos confirma que no se trata del mismo clérigo que consagra el pan
en la escena derecha, si bien puede tratarse de un acólito asistente revestido con alba o
sobrepelliz.
38
En relación a la iconografía eucarística y su origen, debemos referirnos a: Joseph
WILPERT, Fractio panis: la plus ancienne représentation du sacrifice eucharistique à la
“Capella gre a”, Paris, Firmin-Didot, 1896. Por lo que respecta a las representaciones y tipos
iconográficos hispánicos, debemos citar a: Manuel TRENS, La Eucaristía en el Arte Español,
Barcelona, Aymá, 1952.
La fusión de las tres escenas dentro del mismo concepto eucarístico es algo
netamente original, pues en la mayor parte de representaciones iconográficas de
la eucaristía en la Edad Media se opta únicamente por plasmar el momento de la
consagración, descartando el valor de la proclamación del Evangelio o de la
comunión. Precedente de esta composición tripartita de la eucaristía, aunque con
un ciclo temático más corto, es la solución iconográfica adoptada para introducir
la consagración en un manuscrito francés realizado entre 1380 y 1395 (Fig. 9),
donde se alude a las tres partes del sacrificio: ofertorio, consagración y elevación.
Fig.10. Maestro de la Redención del Prado, Detalle del sacramento del bautismo, Tríptico de la Redención: la Crucifixión, h. 1450.
Museo Nacional del Prado, Madrid. Imagen tomada de la web del Museo del Prado: www.museodelprado.es
39
Pierre-Marie GY, “La notion chrétienne d'initiation”, en La Maison-Dieu, nº 132 (1977),
pp. 39-44; Maciej ZACHARA, L’ordi e dei sa rame ti dell’i i ia io e ristia a. La storia del
loro conferimento nella liturgia romana fino alla fine del XIII secolo, Lublin, Wydawnictwo
Drukarnia Liber, 2003; Maxwell E. JOHNSON, The Rites of Christian Initiation. Their Evolution
and Interpretation, Lavergne, Liturgical Press, 2016.
Fig.11. Maestro de la Redención del Prado, Detalle del sacramento de la confirmación, Tríptico de la Redención: la Crucifixión, h.
1450. Museo Nacional del Prado, Madrid. Imagen tomada de la web del Museo del Prado: www.museodelprado.es
40
Bart Fransen relaciona la pila bautismal del Tríptico de los Siete Sacramentos con la pila
de la Iglesia de San Martin in Halle, obra de Guillaume Lefebvre, hacia 1446. Bart FRANSEN,
Rogier van der Weyden and Stone Sculpture in Brussels, London-Turnhout, Harvey & Miller,
2013, p. 67.
41
Andéas HEINZ, “Die Firmung nach römischen Tradition. Etappen in der Geschichte eines
abendländischen Sonderwegs”, en Liturgisches Jahrbuch, nº 39 (1989), pp. 67-88; sobre la
historia del sacramento de la confirmación en el Occidente medieval: Maciej ZACHARA, “Il
sacramento della confermazione nel primo millennio in Occidente”, en Ephrem CARR, La
cresima. Atti del VII Congresso Internazionale di Liturgia, Roma, Pontificio Istituto Liturgico,
2007, pp. 103-132; y también Paul DE CLERCK, “La Confirmation au long du premier
millénaire: La fracture de l’incitation chrétienne”, en Carlo BRAGA (ed.), Chrismation et
Co irmatio questio s autour d’un rite post-baptismal, Roma, Edizioni Liturgiche, 2009, pp.
61-74.
42
La unción crismal con la que aparece ilustrado el sacramento de la confirmación no era, en
su origen, el signo principal de este sacramento, sino la imposición de manos. Sin embargo, los
primeros pontificales sí recogen el rito de la unción con crisma dentro del desarrollo de la
liturgia de la confirmación. Así, en el Pontifical de Egberto ya se encuentra perfectamente
codificado, según la edición de Harry M. J BANTING (ed.), Two Anglo-Saxon Pontificals (the
Egbert and Sidney Sussex Pontificals), London, The Boydell Press, 1989, pp. 14-15.
43
Louis TRICHET, La Tonsure. Vie et mort d'une pratique ecclésiastique, Paris, Ed. du Cerf,
1990.
44
«Suelen algunos preguntar cuánto tiempo deben mantener la unción crismal en su cabeza,
para que no se laven la cabeza quienes han recibido la imposición de manos, sin el tiempo del
baptisterio. A los cuales se les puede responder que es conveniente que la venida del Espíritu
Santo junto a cada uno que lo recibe se celebre durante tanto tiempo como el tiempo con que la
Iglesia celebra la venida del Espíritu Santo junto a los apóstoles, es decir, siete días .» (Trad.
libre del autor). Hugo DE SAN VÍCTOR, “De confirmatione”, en De sacramentis, Lib. II, Parte
VI, Cap. VI. Ed. de Jacques-Paul MIGNE, Patrologia latina, vol. 176, París, 1880, col. 462.
Desde el siglo XIII, se establece en algunos lugares una edad mínima para el
sacramento de la confirmación que, en cualquier caso, variaba según las
costumbres locales y las necesidades más diversas entre las cuales, sin duda, se
encontraba la disponibilidad de un obispo para administrarlo48. Si seguimos la
idea que nos expone la tabla flamenca, es posible que dichas consideraciones se
extiendan también hasta el siglo XV.
45
Paul DE CLERCK, “La dissociation du baptême et de la confirmation au Haut Moyen-Age”,
en La Maison-Dieu, n°168 (1986), pp.47-75.
46
La cuestión del origen del bautismo de niños es abordada en: Jean-Charles DIDIER, Faut-il
baptiser les enfants? La réponse de la tradition, Paris, Cerf, 1967.
47
«El que recibe a un niño para el bautismo, podría también (man)tener a este mismo [niño]
para la confirmación» (Trad. libre del autor). Honorio DE AUTÚN, “De patrinis”, en De gemma
animae, Lib. III, Parte III, Cap. CXV. Ed. de Jacques-Paul MIGNE, Patrologia latina, vol. 172,
París, 1854, col. 674.
48
Sirvan de ejemplo las prescripciones del Sínodo de Colonia (1280), donde establece una
edad de siete años o más para recibir el sacramento de la confirmación. Johannes Dominicus
MANSI (ed.), Sacrorum conciliorum nova et amplissima collectio, vol. 24, Venecia, 1780, col.
349. A esto alude también Roger BERAUDY, “Initiation chrétienne”, en Aimé-Georges
MARTIMORT (ed.), L'Eglise en Prière. Introduction à la liturgie. Vol. III. Les Sacrements, Paris,
Desclée, 1961, p. 559.
49
Salvo en determinados, donde al anularse o perder efecto el sacramento que santificó la
unión previa, puede esa persona recibir las órdenes sagradas al haber quedado ya sin efecto el
matrimonio por viudedad o anulación canónica.
50
Philip REYNOLDS, How Marriage Became One of the Sacraments: The Sacramental
Theology of Marriage from its Medieval Origins to the Council of Trent, Cambridge,
Cambridge University Press, 2016.
Fig.12. Maestro de la Redención del Prado, Detalle del sacramento del matrimonio, Tríptico de la Redención: la Crucifixión, h.
1450. Museo Nacional del Prado, Madrid. Imagen tomada de la web del Museo del Prado: www.museodelprado.es
aunque el velo es sustituido por la estola sacerdotal que cubre las manos en señal
de santificación53. A este respecto, un ritual de finales del siglo XVI nos indica:
53
Hanns BÄCHTOLD, “ um Ritus der verh llten Hände”, en h ei eris hes r hiv r
Volkskunde, nº 20 (1916), pp. 6-15; y también Édélestand DU MÉRIL, “Des formes du mariage
et des usages populaires qui s’y rattachent surtout en France, pendant le Moyen Age”, en Études
sur quelques points d'archéologie et d'histoire littéraire, París, Franck, 1862, pp. 1-84.
54
«Después de eso el sacerdote imponga la estola o rodee con ella las manos del esposo y la
esposa que hasta entonces ambos tienen juntas, diciendo: Dios confirme el matrimonio
contraído entre vosotros, y yo lo apruebo y en presencia de la Iglesia lo solemnizo. En el
nombre de la Trinidad una y santa. » (Trad. libre del autor), Ordo ad matrimonium sollenniter
celebrandum del Ritual Augustano de 1587, recogido en Adalb DANIEL, Codex liturgicus
ecclesiae universae in epitomen redactus, Vol. 1, Lipsiae, Weigel, 1847, p. 264.
55
Para la evolución iconográfica del sacramento del matrimonio en la Edad Media, puede
verse Chiara FRUGONI, “L’iconografia del matrimonio e della coppia nel medioevo”, en VV.
AA., Il matrimonio nella società alto-medievale, Spoleto 22-28 aprile, Spoleto, Centro italiano
di studi sull'Alto Medioevo, 1977, pp. 901-966.
56
Se refiere a esta escena Edwin HALL, The Arnolfini Betrothal. Medieval marriage and the
E igma o Va Ey k’s Double Portrait, Berkeley y Los Angeles, University of California Press,
1997, pp. 44-47.
57
Para comprender la estructura litúrgica y la evolución de las órdenes sagradas en la Edad
Media: Paul F. BRADSHAW, “Medieval Ordinations”, en Cheslyn JONES (et al.), The Study of
Liturgy, New York, SPCK, 1992, pp. 369-379; Roger E. REYNOLDS, Clerical Orders in the
Early Middle Ages: Duties and Ordination, Aldershot, Ashgate, 1999; Joseph LÉCUYER, Le
sa reme t de l’ordi atio , París, Beauchesne, 1983; Antonio SANTANTONI, L’ordi a io e
epis opale. toria e teologia dei riti dell’ordi a io e elle a ti he liturgie dell’O ide te,
Roma, Editrice Anselmiana, 1976; y John BLIGH, Ordination to the Priesthood, New York,
Sheed and Ward, 1956.
Fig.13. Maestro de la Redención del Prado, Detalle del sacramento de las órdenes sagradas, Tríptico de la Redención: la
Crucifixión, h. 1450. Museo Nacional del Prado, Madrid. Imagen tomada de la web del Museo del Prado: www.museodelprado.es
59
Sobre la entrega de objetos e insignias en las ordenaciones, puede verse: Angelo LAMERI,
La Traditio Instrumentorum e delle insegne nei riti di ordinazione. Studio storico-liturgico,
Roma, Centro Liturgico Vicenziano–Edizioni Liturgiche, 1998.
60
«Este [el subdiácono] cuando es ordenado, recibe del obispo el cáliz vacío y la patena, y
del archidiácono la jarra con agua y la toalla para las manos, mientras el obispo le dice: observa
el ministerio que te ha sido entregado» (Trad. libre del autor). Sicardo DE CREMONA, “De
ordinibus”, en Mitrale, sive, de officis ecclesiasticis summa, Lib. 2, Cap. II. Ed. de Jacques-Paul
MIGNE, Patrologia latina, vol. 213, París, 1855, col. 63. Otras versiones y variantes de la
traditio en las ordenaciones pueden encontrarse en Edmond MARTÈNE, De antiquis Ecclesiae
ritibus, vol. 2, Antverpiae, J. B. de La Bry, 1736, col. 136.
61
Sobre los temas más representativos en la iconografía de la ordenación medieval: Roger E.
REYNOLDS, Clerical Orders in the Early Middle Ages: Hierarchy and Image, Aldershot,
Ashgate, 1999; Roger E. REYNOLDS, “Image and Text: The Liturgy of Clerical Ordination in
Early Medieval Art”, en Gesta, nº 22 (1983), pp. 27-38.
62
En este sentido, Vogel apunta a la existencia en los primeros siglos de una penitencia
pública precedida de la confesión privada de los pecados: Cyrille VOGEL, Le pécheur et la
pénitence au Moyen âge: Textes choisis, traduits et présentés, Paris, Éditions du Cerf, 1969, pp.
17-18. Parcialmente editado en castellano como: La penitencia en la Edad Media, Barcelona,
Centre de Pastoral Liturgica, 1999.
63
Entre los trabajos más recientes sobre los orígenes de la penitencia debemos citar: Rob
MEENS, Penance in Medieval Europe, 600-1200, Cambridge, Cambridge University Press,
Fig.14. Maestro de la Redención del Prado, Detalle del sacramento de las órdenes sagradas, Tríptico de la Redención: la
Crucifixión, h. 1450. Museo Nacional del Prado, Madrid. Imagen tomada de la web del Museo del Prado: www.museodelprado.es
2014; Karen WAGNER, “Penitential Experience in the Central Middle Ages”, en Abigail FIREY,
A New History of Penance, Leiden y Boston, Brill, 2008, pp. 201-218; Sarah HAMILTON, The
Practice of Penance, 900-1050, London, Boydell & Brewer, 2001.
64
Pierre-Marie GY, “Histoire liturgique du sacrement de pénitence”, en La Maison-Dieu, nº
56 (1958), pp. 5-21.
65
La edición más citada de dichos manuales es la de John Thomas MCNEILL y Helena
Margaret GAMER, Medieval Handbooks of Penance. tra slatio o the Pri ipal ‘Libri
Poe ite tiales’, New York, Columbia University Press, 1938.
Fig.15. Maestro de la Redención del Prado, Detalle del sacramento de las órdenes sagradas, Tríptico de la Redención: la
Crucifixión, h. 1450. Museo Nacional del Prado, Madrid. Imagen tomada de la web del Museo del Prado: www.museodelprado.es
Fig.16. Maso di Banco (?), Placa romboidal esculpida con el sacramento de la extremaunción, h. 1343-1360,
Campanile del Duomo, Florencia. Imagen tomada de Wikimedia Commons: http://commons.wikimedia.org
5. Conclusiones
68
Joseph AVRIL, “La pastorale des malades et des mourants aux xIIe et xIIIe siècles”, en
Herman BRAET y Werner VERBEKE, Death in the Middle Ages, Leuven, Leuven University
Press, 1983, pp. 88-106.
69
Para las formas diversas de unción de enfermos en la Edad Media ver: Placid MURRAY,
“The Liturgical History of Extreme Unction”, en The Furrow, Vol. 11, Nº 9, (1960), pp. 572-
593; la mayor parte de los datos recopilados por los benedictinos Cabrol y Leclercq siguien
estando vigentes: Henri LECLERCQ, “Extrême-Onction”, en Fernand CABROL y Henri
LECLERCQ, Dictionnaire d"Archéologie Chrétienne et de Liturgie. Vol. 5-1, Paris, 1922, col.
1029-1037.
70
Edward MUIR 1997: 20-21.
71
Joseph MARTOS 1981: 34-47.
72
Gordon McNeil RUSHFORTH 1929: 83-100.
73
Ann Eljenholm NICHOLS 1994: 90-99.
74
En la línea de los ejemplos ya señalados en su día por Eric P. BAKER 1935: 81-89 y del
trabajo de Barbara G. LANE, The Altar and the Altarpiece: Sacramental Themes in Early
Netherlandish Painting, New York, Harper and Row, 1984.
75
Mario RIGHETTI 1953: 1-11.
76
Lorne CAMPBELL 2015: 120-127 y Griet STEYAERS 2013: 146-153.
Fuentes
Bibliografia
77
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