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Vivienda Colectiva

Los espacios públicos cumplen funciones esenciales como acceso, iluminación, aparcamiento y sociabilidad, influyendo en la calidad de vida urbana. La vivienda colectiva, al integrar espacios comunes, promueve la cohesión social y la regeneración urbana, enfrentando los retos de la dispersión y el deterioro. La vitalidad urbana, impulsada por la diversidad y la interacción social, es crucial para el bienestar de los residentes y la salud de la ciudad.

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Vivienda Colectiva

Los espacios públicos cumplen funciones esenciales como acceso, iluminación, aparcamiento y sociabilidad, influyendo en la calidad de vida urbana. La vivienda colectiva, al integrar espacios comunes, promueve la cohesión social y la regeneración urbana, enfrentando los retos de la dispersión y el deterioro. La vitalidad urbana, impulsada por la diversidad y la interacción social, es crucial para el bienestar de los residentes y la salud de la ciudad.

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Espacio público

Los espacios públicos pueden reunir diversas funciones que los convierten, según su
densidad y variedad, en lugares de significado y utilización muy diferente, consta de
cinco funciones:

1.- La función más elemental y genérica es la de servir de acceso a las distintas parcelas
y edificios que se alinean al borde de las calles. Sin embargo, la densidad y relativa
cercanía o, a la inversa, la escasez de tales accesos origina espacios públicos diversos.

2.- La segunda función genérica de los espacios públicos es facilitar la iluminación,


ventilación y soleamiento de los edificios y sus diferentes dependencias: la generosidad
o cicatería con que se dimensionen influirá sin duda en el confort de los usos que a ellos
se asoman.

3.- La tercera, asimismo bastante generalizada, es servir de soporte al aparcamiento de


vehículos, al tránsito rodado y, en su caso, al transporte público.

4.- Una cuarta función de las calles, cada vez más extraña en los nuevos barrios
periféricos, es servir de acceso a usos complementarios generalmente instalados en las
plantas bajas: comercio de proximidad, pequeños servicios o equipamientos urbanos.

5.- La quinta y última función, la más compleja, atrayente a la vez que problemática, es
configurar el espacio de las relaciones sociales de proximidad, de la sociabilidad a nivel
local o distrital.
(Vivienda colectiva. Evolución y crisis en el diseño de tejidos residenciales Espacio
público y Ciudad 1860-2010, Ramon López de Lucio, pag.15).

Vivienda Colectiva
Para poder hablar de regeneración urbana a partir de la vivienda colectiva, primero
debemos asentar qué entendemos por ciudad y su relación con la vivienda. La
transformación del modelo de ciudad ha supuesto la desaparición de algunos de los
lugares que permitían identificar las primeras agrupaciones urbanas. La ciudad medieval
se configura a partir de la construcción de las viviendas que van definiendo la forma
urbana. La vivienda y sus habitantes se apoderan de la calle: trabajan en ella, comercian,
juegan y, en definitiva, viven en la calle entendida como un lugar de relación social.

Las ciudades del siglo XIX, en cambio, se planifican. La vivienda pasa a ser parte de
una entidad formal previamente configurada. La calle se convierte en un elemento de un
ámbito a escala más grande. La relación entre la vivienda y su entorno se distancia. La
calle deja de ser una extensión de la vivienda y, progresivamente, se va convirtiendo en
un lugar destinado esencialmente a la circulación.

La vivienda colectiva es la que permite el alojamiento de los ciudadanos que habitan las
ciudades y, en el propio concepto de vivienda colectiva, aparece un ámbito nuevo
situado entre el privado y el público, se trata del ámbito colectivo.
Los espacios comunes de este ámbito colectivo son los responsables de la relación que
se establece entre las viviendas y, también, de la relación que establece el edificio y sus
habitantes con el entorno urbano, es decir, de la integración en la ciudad.
Las ciudades del s.XXI tienen el reto de cohesionar los tejidos urbanos allí dónde la
desocupación o el deterioro haya podido generar vacíos de actividad; de integrar las
nuevas actuaciones, tanto si se trata de rehabilitación como de obra nueva, en los tejidos
urbanos existentes; y de garantizar la accesibilidad a los servicios y equipamientos
necesarios para el desarrollo de la vida en sociedad.

En los tres casos, la explotación de los espacios comunes en los edificios de vivienda
colectiva es una magnífica herramienta para conseguir los objetivos. La importancia que
tiene el tejido residencial en cualquier actuación de regeneración urbana supone una
oportunidad de desarrollar los espacios comunes como lugares de relación social. Los
espacios comunes son capaces de crear ambientes que integren las viviendas, la
actividad colectiva y la actividad urbana.

La ciudad definida como el lugar de la vida colectiva ha venido experimentando un


proceso de reestructuración a causa de la urbanización acelerada de la población. Se
sabe que el uso que predomina en la ciudad son las viviendas y estas generan excesivo
crecimiento en la ciudad, estos patrones de crecimiento urbano pueden ser determinados
por una oferta inmobiliaria fuertemente segregada y por las preferencias individuales de
las personas.
Poco a poco las ciudades han seguido el modelo de una “ciudad dispersa” que tiende a
la expansión donde se desbordan los tejidos originales hacia la periferia.
Como resultado de esta “ciudad dispersa” tenemos:
 Mayor ocupación del suelo.
 Dispersión de edificaciones e infraestructuras.
 Segregación social.
 Reducción del espacio público y sustitución por espacios privados.
Debería considerarse una solución el utilizar terrenos existentes en lugar de utilizar
nuevas extensiones urbanas, de esta manera de controlaría las acciones privadas y que el
estado actúe en su rol planificador y regulador, por lo que es necesario construir dentro
del casco urbano, fomentando la densificación de este.
La vivienda colectiva con espacio público permite que se promueva la consolidación
habitacional, generando lugares que proporcionen un mejoramiento integral de la
vivienda entendiéndola no solo como un prototipo arquitectónico, sino que se responda
a actividades sociales, culturales y económicas.

Como dice Acosta-Guacaneme, S. y Bautista-Bautista, la necesidad de prever una


adecuada evolución de la vivienda en zonas urbanas que requieren de una trasformación
del territorio, entender la vivienda desde una perspectiva sostenible que se enfoque en la
apuesta de una resiliencia comunitaria es esencial para resolver la problemática de
vivienda en urbanizaciones informales, tener en cuenta la forma urbana y el contexto
que de manera empírica se ha generado en dicho entorno.
LA IMPORTANCIA DE LA VITALIDAD URBANA (Maria Beatriz Rodriguez)
La vitalidad permite que los lugares públicos sean imprescindibles para las relaciones
sociales, por lo que se plantea como una cualidad que habla de las personas
colocándolas como elemento prioritario en la teoría urbana y el diseño del espacio
público.
Una de las grandes virtudes de una ciudad que a la larga conlleva muchos beneficios es
una red de espacios públicos bien diseñados y administrados (Jacobs, 1961). Los
cambios y nuevos desarrollos están provocando la desaparición de los espacios públicos
vitales, por lo que esta morfología ha provocado la ruptura de la escala de barrio, que
casi poco encontramos ya en el centro de algunas ciudades o en tejidos más antiguos y
compactos.
Al desaparecer la escala de espacio público también desaparecen las actividades
cotidianas que realizamos diariamente, los encuentros fortuitos y espontáneos, además
la generación de identidades colectivas y espacios de representación comunitaria.
Desaparece el street ballet, que describía Jane Jacobs en sus libros, donde se explica el
sentido de pertenencia al barrio y la cohesión social, inherentes a barrios bien definidos
y delimitados y con calles de tamaño mediano o pequeño y que gozan de variedad de
usos y actividades.
Por otro lado, se define como vital a aquello que está dotado de gran energía o impulso,
vivo, enérgico, activo, vivaz, exuberante, animado, bullicioso, etc. La vitalidad como
algo que va más allá de lo físico, y que incluye de forma simultánea, conceptos como
vida, energía, actividad, sociabilidad, convivencia, sostenibilidad social y económica o
tolerancia.
Es importante entender por qué debería preocuparnos la falta de vitalidad, ya que
muchas veces no nos interesa que nuestros espacios públicos cotidianos estén faltos de
vida entonces se puede concluir que una red de espacios públicos vitales tiene multitud
de beneficios demostrados, por ejemplo:
 Incremento de interacción social.
 Mayor diversidad y equidad.
 Incremento del capital social.
 Menor índice de delincuencia.
 Mayor sentido de pertenencia, identidad vecinal y sentido de comunidad.
 Creación de lugares más atractivos.
La vitalidad es importante porque más allá de una razón estética o económica, se parte
de la base de que los espacios públicos “saludables”, gozan de un alto grado de vitalidad
(Ewing & Clemente, 2013), por lo tanto, la vitalidad debería preocuparnos, como algo
que afecta directamente a nuestra salud.
Existen investigaciones donde se habla de la fuerte conexión que existe entre la calidad
de la infraestructura social y el bienestar de los residentes de una zona, por la razón que
los seres humanos somos fundamentalmente sociales, por lo que las relaciones son
esenciales para nuestro bienestar y nuestra salud.
¿Qué hace a un lugar vital?
Definiciones:
Peter Bosselmann (2009) destaca en sus investigaciones en distintos barrios de todo el
mundo, que uno de los “sellos” de la vida en las ciudades es el beneficio que se obtiene
de la presencia de otras personas en el entorno cercano.
Jacobs ahonda en la definición y habla de la vitalidad urbana como consecuencia de la
“variedad de personas”. Si hay diversidad de personas en una red de espacios públicos
(ya sea porque vivan o trabajen cerca), es más probable que la interacción entre ellas de
lugar a más ideas, más sectores de demanda y también más recursos para cubrir esos
sectores. Todo ello por tanto acaba teniendo un efecto positivo en el barrio, en sus
vecinos e incluso en su economía.
Jan Gehl (2011), conocido por liderar el proyecto de peatonalización del centro de
Copenhague, y por extender sus ideas sobre revitalización y rehabilitación de centros
urbanos por todo el mundo, defiende la importancia de un urbanismo para las personas.
Sin quedarse sólo en la forma final (peatonalizar, en su caso), ahonda también en el
fondo, en los mecanismos legales para crear políticas integradas que coloquen a los
ciudadanos en el centro. Gehl aúna el diseño y lo legal, como nexo imprescindible en la
creación de entornos vitales, de ciudades llenas de vida, seguras, sostenibles y
saludables, contribuyendo a los objetivos que él considera esenciales de sostenibilidad
social y sociedad abierta y democrática.

AUTOR QUÉ FOMENTA LA


VITALIDAD
Peter BOSSELMANN presencia de personas
(arquitecto y urbanista)
Jane JACOBS variedad de personas
(activista social)
N. J. HABRAKEN intervención activa de personas
(arquitecto)
Sanford IKEDA lo espontáneo
(catedrático economía)
David HARVEY la creatividad social
(geógrafo y antropólogo)
William H. WHYTE lo que trasciende al diseño
(urbanista y periodista)
Jan GEHL la sostenibilidad social
(arquitecto y urbanista)
Jaime LERNER los espacios en continuo
(arquitecto y urbanista, politico) cambio

Tabla 1. Aspectos que fomentan la vitalidad urbana según distintos estudiosos de la


ciudad.
Zukin (2010) critica cómo los responsables políticos se han olvidado de los “orígenes”
reales de la ciudad. Cuando habla de “orígenes” no hace referencia al grupo que se
instaló primero en un barrio, que sería difícil de probar, ya que la ciudad se construye de
capas de migraciones históricas; sino de “origen” como derecho moral a la ciudad,
como posibilidad de echar raíces en un barrio. Zukin enfatiza el derecho a “habitar” un
espacio y no sólo a “consumirlo” como experiencia. Critica las políticas de muchos
gobiernos que utilizan la supuesta “autenticidad” de un lugar como estrategia de
marketing y el estilo de vida de algunos como un producto con el que lucrarse.
Jane Jacobs, te diría que una calle vital es aquélla que, no sólo no está desolada y vacía,
sino que es aquélla en la que cualquiera se puede sentir incluido, se puede sentir
integrado; por lo tanto, medirá la vitalidad no por el número de personas y su nivel
socioeconómico, sino por la variedad de personas, y la percepción que éstas tengan
sobre aspectos como “seguridad”, “comunidad”, etc.
Madanipour (1998), cuando habla sobre la exclusión social en el espacio urbano, habla
de un tipo de espacio, el mental, equivalente a este nivel, el sensorial, y ejemplifica
cómo puede moldear el comportamiento de las personas: alguien que no puede
permitirse comprar en determinada tienda, lo más probable es que al verla, al ver sus
características físicas, perciba inconscientemente que está por encima de sus
posibilidades, y esto se traducirá en una reticencia automática a entrar en dicha tienda,
al sentirse incómodo socialmente.
Finalmente, la aproximación a un lugar de forma “social” es interactuar con lo que ya
hay, una vez se ha percibido, para transformarlo e interiorizarlo.
Esta investigación defiende la aproximación al espacio público no sólo como algo que
tiene límites, o algo que produce sensaciones, sino algo que puede llegar a estar
compuesto de relaciones sociales, de acciones, de forma impredecible y cambiante, y
estos aspectos son precisamente los que lo hacen vital.
El diseñador o estudioso que se queda superficialmente en el nivel espacial se servirá
sólo de mapas y números para diseñar un lugar. Aquel que mira, que va al lugar, al
menos se deja llevar por sus sensaciones del lugar, y su diseño del lugar será un poco
más válido. Sin embargo, sólo aquel que interactúa con las personas que habitan o van a
habitar ese espacio, que conecta empáticamente con ellos, está de verdad ejerciendo su
trabajo correctamente. El último es el menos habitual ¡pero hoy en día, muy necesario!
Como profesionales o estudiosos de la ciudad, debemos analizar espacios en relación
con la gente. Debemos aprender a ser conscientes de que una cosa es cómo percibimos
nosotros los espacios como diseñadores (o políticos o empresarios) y otra muy distinta
cómo los pueden percibir aquellos que los van a utilizar, aquellos que viven en el barrio.
La perspectiva colectiva del espacio
Un enfoque ciudadano a la hora de entender la vitalidad del espacio público hace
referencia a la perspectiva ciudadana, aquélla que todos tenemos debido a la historia de
nuestras ciudades, las políticas y los comportamientos culturales a los que pertenecemos
como parte de una sociedad. Este segundo punto de vista adquiere mayor relevancia
cuando hablamos del usuario, del residente, del conjunto de personas que van a utilizar
el espacio diseñado. Bajo este enfoque, esta investigación distingue otros 3 niveles de
perspectiva colectiva del espacio: “idear”, “construir” y “mantener”.
Soja (2000) defiende que el tratamiento del espacio está inevitablemente ligado a los
procesos históricos y sociales. En definitiva, que el espacio social del que nos rodeamos
nos influye como personas.
A la hora de “construir” un espacio colectivo, se debe involucrar a la gente. Si la gente
se siente involucrada en el proceso de construcción, si hace un esfuerzo por construir
algo con sus propias manos, inconscientemente, se estará apoderando de ese objeto, de
ese espacio, y en futuro, lo verá como algo suyo, algo que respetar, cuidar y por
supuesto, utilizar (Hester, 1984).
La capacidad de los arquitectos y diseñadores urbanos para producir una imagen
integradora y equilibrada de la ciudad está estrechamente relacionada con la capacidad
que tienen de hacer que la gente imagine su espacio público y se sienten representados
en él.
Dado que la gestión normalmente va asociada al agente financiador, el verdadero reto
para arquitectos y urbanistas es crear funcionalidad e integración ciudadana.
La vitalidad urbana es transversal a estas tres condiciones. No es algo que se pueda
cultivar desde un solo frente. La realidad de las ciudades, así como el comportamiento
de las personas en ella, son profundamente complejos, y, por tanto, la vitalidad es un
fenómeno que convive con esa complejidad, que depende de múltiples factores. En
conclusión, y resumiendo las ideas principales de esta investigación, no puede
entenderse sólo desde lo particular, con una sola lente ni en un solo lugar. Sólo
mediante un acercamiento en la línea transversal del que este trabajo propone, podría
ahondarse en la complejidad de la vitalidad, para poder mejorar los espacios que nos
rodean y mejorar nuestro bienestar social y nuestra salud.
Los espacios públicos pueden ser espacios abiertos o cerrados, los cuales son utilizados
por grupos sociales, gran parte de estos espacios son contenedores de inconformidad o
protesta, identificación e interacciones sociales, culturales y económicas, estos espacios
no poseen un sentido único ya que varían según la necesidad de las personas; permiten
reconstruir vínculos de pertenencia e incrementa la experiencia urbana.
Facilitan el contacto con las personas, la intensidad y la calidad de las relaciones
sociales, ya que, están pensados como elementos de comunicación o como constructores
de ciudadanía (Ramírez Kuri,2003).

Cuatro cualidades de los espacios públicos según Project for Public Spaces (2018):

• Accesos y Conexiones: un espacio público debe de ser fácil de alcanzar y atravesar,


debe ser visible tanto desde lejos como de cerca.
• Comodidad e Imagen: son aquellos espacios que generan percepción de seguridad,
limpieza y disponibilidad de lugares para sentarse.
• Usos y Actividades: Las actividades son aquellas que promueven un lugar, es decir,
tener algo que hacer hace que la gente tenga razones para ir a un lugar y regresar.
• Sociabilidad: Cuando las personas ven amigos, conocen y saludan a sus vecinos y se
sienten cómodos interactuando con extraños, tienden a sentir un mayor sentido de lugar
o de apego a su comunidad, y al lugar que fomenta este tipo de actividades sociales.
Intervención en la ciudad: Relación Urbano – Arquitectura

La ciudad al presentar problemas de dispersión y aislamiento de actividades, abandono


y subutilización de predios, movilidad y sostenibilidad, donde, se configuran áreas
separadas que se esparcen por el territorio, generan una falta de eficiencia urbana y a la
vez un consumo innecesario del territorio, lo que no permite la interacción entre estas
áreas siendo vivienda, comercio, industria, entre otras, que conllevan a la disminución
de la calidad de vida; por ello, es necesario generar ciudades compactas, donde las
distancias de movilidad, de convivencia, de trabajo o estudio sean cortos y permitan una
mezcla de usos de suelo, espacios de socialización y una mayor densidad de actividades
aumentando así la eficiencia urbana.
Para ello, es necesario realizar intervenciones de integración, tanto en áreas urbanas
como arquitectónicas, a través del análisis de la forma urbana, ya que, influye en la
calidad de vida de los habitantes, el objetivo es revitalizar las zonas que presentan
problemas, por medio de estrategias como la compacidad, la porosidad y la acupuntura
urbana, para reactivar y redensificar sectores, con flujos de comunicación eficientes que
favorezcan el entorno, al generar sostenibilidad y al aumentar las relaciones sociales del
sector.
Sin duda, estas estrategias para revitalizar tienen una participación constructiva y
transformativa del entorno, donde los objetos se ordenan y vinculan a partir del
equilibrio entre las áreas construidas y las áreas libres, dando paso a las dinámicas
sociales, al refuerzo de la identidad cultural y la recuperación de la memoria histórica.

Donde, la importancia que la arquitectura tiene como dispositivo que responde a


situaciones y momentos dados, transforman el territorio de manera morfológica,
funcional y en la creación de formas de urbanidad, lo que contribuye a las aplicaciones
de decisiones de carácter estratégicas
para recuperar áreas obsoletas y/o vulnerables de la ciudad.
Revitalización urbana
La revitalización urbana es un modelo que nos permite revalorizar los espacios abiertos,
conocer las oportunidades de la diversidad urbana para encontrar estrategias
ambientales, sociales y económicas, es decir, la revitalización se basa
fundamentalmente en conceder vitalidad o vigor una ciudad, barrio, sector, lugar o cosa
su objetivo es proporcionar fuerza, vida o movimiento, donde la vivienda posibilita la
convivencia por lo que juega un papel fundamental para conseguir una ciudad
compacta y viva.
Los elementos importantes para una revitalización urbana son el reciclaje del suelo y la
redensificación. Donde la reutilización y el aprovechamiento del suelo se desarrolla con
cierta compacidad que promociona más espacio abierto, más densidad de viviendas,
más proximidad entre habitantes y actividades económicas, donde el reciclaje del suelo
urbano presenta la posibilidad de promover la estabilidad social, conjugar usos, resolver
economías de aglomeración y conservar la biodiversidad (Bartorila & Rosas, 2018)
La revitalización urbana permite la potencialización y diversidad de usos, la
transformación de los sectores urbanos, la regeneración y recuperación de los espacios
abiertos y sobre todo el incremento de la población de un sector.

Estrategias de revitalización urbana


• Relación de actividades generando estabilidad urbana.
• Transformación sostenible del contexto urbano.
• Compacidad para una eficacia urbana.
• La porosidad para generar espacios flexibles.
• La acupuntura urbana actuaciones pequeñas o grandes.

Por ello, Rojas (2004) señala la importancia tanto de las estructuras institucionales
lideradas por el sector público con participación privada. El espacio público, la
arquitectura como dispositivo de redensificación y la vivienda tiene la capacidad de
reconfigurar la ciudad, por lo tanto, la innovación implica diseñar propuestas de
hibridación, incrementando la calidad de vida de la población del sector.

Intervención en entornos urbanos

El diseño de entornos en la ciudad busca crear una nueva imagen en los ciudadanos, con
el fin de satisfacerlos en sus gustos, inclinaciones o circunstancias que rodean su vida
cotidiana en un ambiente como el de la ciudad y a su vez llegar a generar un valor
simbólico por los mismos cambios o por la creación de nuevos entornos urbanos. Estos
cambios constituyen elementos de variedad dentro del paisaje urbano e incorporan
servicios que favorecen su actividad cotidiana (Hernández,1987)

Niveles de intervención según Oriol Bohigas (1985):

• Intersectorial: implica la ordenación de conjuntos urbanísticos más extensos que el


de un barrio o una zona de la ciudad, estos proyectos de intervención suponen cambios
fundamentales en la estructura de una parte de la ciudad o la totalidad de la misma,
generan cambios en los ejes de circulación.
• Sectorial: afectan a una zona urbanística delimitada, es decir, es la recuperación de
zonas concretas y reconocibles que han sido degradadas con el paso del tiempo o por
inadecuadas decisiones urbanísticas.
• Intrasectorial: es la que permite una actuación puntual, mediante la introducción de
un nuevo diseño en el entorno sea la reconstrucción o reordenación de entornos-
edificios ya existentes, pero sin afectar a la totalidad de la zona en cuestión.
• Elementos de equipamiento urbano: se refiere a nuevo mobiliario urbano como
basureros, asientos, parterres ornamentales, locales públicos; en la señalización urbana,
entre otras.

La forma urbana

Es el proceso y resultado de la organización, distribución y disposición de los elementos


(emplazamiento, topografía, trama, manzana,
edificaciones, espacios abiertos, etc.) que forman la ciudad, donde la capacidad de
densificación de un tejido está ligada a la trama del viario, para Panerai y Mangin hacen
referencia al juego de intereses contradictorios que van tomando una lógica dentro del
tejido consolidado bajo un conjunto de disposiciones que aseguran de manera dialéctica
la interdependencia de las partes y su cohesión; de tal forma que aun en las variaciones
que presenta este tipo de tejido, se reconoce la identidad del conjunto.
Cabe destacar, que las características geométricas de la organización de estos tejidos
son las que han permitido su permanencia, así como la adaptación de su estructura ante
procesos cambiantes de ocupación del suelo y saturación de este.
Esto se debe a que dentro de la evolución de un tejido urbano las actividades, usos del
suelo y de los edificios se modifican, siendo las estructuras parcelarias y la red viaria las
que pueden durar por muchos siglos, es por ello que el tejido del ensanche mantiene su
carácter de permanencia y de adaptabilidad, bajo el cual se ha dado una evolución
natural de su tejido.
Es por ello, que un estudio de crecimiento es importante, ya que, ofrece una visión
global de la aglomeración urbana y revela los puntos fijos de transformaciones
anteriores, lo que permite una compresión de la estructura urbana y su funcionamiento,
dando paso para intervenciones futuras; este crecimiento se debe a hechos que pueden
dar progreso o decadencia a una ciudad, estos pueden ser producto de guerras,
migraciones, comercio, concentración industrial, entre otras (Panerai,Depaule,
Demorgon, & Veyrenche, 1983) , por lo que se caracteriza en dos tipos de crecimientos
los que se describen a continuación:

• Crecimiento continuo: en cada etapa de desarrollo, las extensiones se hacen en


prolongación directa de las partes ya construidas, la forma de la aglomeración sigue
siendo única, determinada por un límite identificable, por ejemplo, la calle constituye
una línea de crecimiento, y su elemento es la parcela construida.
• Crecimiento discontinuo: se presenta como una organización más global del territorio,
realizando cortes (vegetación / agrícolas) entre las partes antiguas y las extensiones, por
ejemplo, una autopista y el elemento pueblo, el agrupamiento residencial o la zona
industrial.
Hoy en día con el fin de renovar los tejidos históricos, es importante la reutilización de
terrenos liberados en los centros de las ciudades tradicionales y sus periferias, terrenos
industriales o ferroviarios, antiguos cuarteles, entre otros; pero comprendiendo que tarde
o temprano el tejido urbano deberá de poder responder a las demandas y cambios que se
establecerán en los barrios, por ejemplo: el comercio se establecerá en los barrios
residenciales, la evolución de la forma de
trabajo, los cambios de uso de suelo, la densificación, entre otras.
Para ello es necesario profundizar en la planificación en el lugar en el que se va a
realizar un proyecto, sea de uso individual o colectivo, donde la capacidad de pasar de
una escala a otra, dependen de la relación de programas diferentes, la mezcla de
tipologías, las técnicas y la parcela; pero hay que entender que, un proyecto de escala
urbana, tiene como objetivo crear condiciones para la edificación y la gestión del tejido
urbano, de modo que participa de forma natural en la complejidad de la ciudad (Panerai
& Mangin, Proyectar la ciudad, 1999).

Desde el punto de vista de Aldo Rossi (1966), en su publicación la arquitectura de la


ciudad, una intervención debe de ser sobre una parte definida de la ciudad, ya que esta
se distingue por las diversas formas que lo conforman y el proceso de crecimiento,
donde cada barrio adquirió características propias tanto físicas como sociales. Es por
ello por lo que, es necesario realizar un estudio del área de manera particular, donde el
conjunto de las observaciones da lugar a una autentica y real ecología urbana, la cual es
necesaria para analizar la ciudad. Por eso, Rossi se basa en dos rasgos distintivos para
configurar que son la masa y la densidad que se manifiestan a través de la continuidad
de la ocupación del espacio tanto el horizontal y el vertical (Rossi, 1966)

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