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La Parábola de Lázaro y el Rico

El documento resume una homilía dominical que habla sobre la necesidad de ayudar a los pobres y marginados como lo enseña Jesús en la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro. Insta a los fieles a no ignorar a los que sufren a su alrededor y a abrir los ojos para ver a los muchos "lázaros" que piden limosna a nuestras puertas, como los refugiados, desterrados, enfermos, ancianos y niños sin hogar o escuela. Concluye pidiendo
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La Parábola de Lázaro y el Rico

El documento resume una homilía dominical que habla sobre la necesidad de ayudar a los pobres y marginados como lo enseña Jesús en la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro. Insta a los fieles a no ignorar a los que sufren a su alrededor y a abrir los ojos para ver a los muchos "lázaros" que piden limosna a nuestras puertas, como los refugiados, desterrados, enfermos, ancianos y niños sin hogar o escuela. Concluye pidiendo
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HOMILÍA DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO

Título: ¡Alégrate hijo de buen padre!


Tema: La conducta social

Queridos hermanos continuamos en este mes de septiembre mes de la Biblia como


nos lo propone la Madre Iglesia, en las lecturas de este domingo nos encontramos con
textos hermosos sobre como amar al prójimo, al que sufre, al oprimido, al vulnerable a
través de las injusticias de los grandes. En la primera lectura el profeta Amós critica la vida
que llevan los ricos que sólo piensan en ganar más, en gastar más, en “pasarlo bien”, y se
olvidan del necesitado y no socorren al pobre y al desvalido. No pasemos por la vida dando
la espalda a los marginados y excluidos. No nos mostremos indiferentes ante los “pueblos
crucificados” del mundo, ni ante tantas personas que sufren sin que nadie les preste ayuda.
Así mismo, el salmista nos exhorta, por una parte, a no poner la confianza en los
poderosos de la tierra porque no pueden salvar al hombre y a la mujer desde sus raíces más
profundas, y, por otra, nos invita a volvernos a Dios ya que Él es nuestro refugio y nuestra
salvación. A su vez san Pablo exhorta a Timoteo a que huya de las riquezas porque “el afán
de dinero es la raíz de todos los males”. Le ruega que se esfuerce para “alcanzar la justicia,
la piedad, la fe, la caridad, la paciencia en el sufrimiento, la dulzura”, y que realice las
obras de estas virtudes.
Con este preámbulo podemos tomar el santo Evangelio de este domingo, según san
Lucas, que nos presenta la parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón (hombre que come
mucho o que disfruta mucho comiendo). Al hombre rico de esta parábola le gustaba mucho
banquetear, y su pecado más que el de la gula, era ignorar al pobre Lázaro que yacía a la
puerta de su casa con hambre y cubierto de llagas. Ese es el motivo por el cual, al morir,
Lázaro va al seno de Abraham y el rico va al lugar eterno de tormento. (cfr. Lc 16, 19-22).
De igual manera, Jesús narra una historia conmovedora e interpelante ante la que no
podemos ni debemos pasar indiferentes mirando para otra parte para no ver a los pobres
tomando otro camino para no encontrarnos con los heridos. Esta historia no es una historia
de un pasado que nada tenga que ver con nosotros. De ninguna manera. Es una historia
actual. Abramos los ojos de nuestra cara, de nuestra mente y de nuestro corazón y veremos
que son muchos los “lázaros” que están a nuestra puerta pidiendo una limosna, suplicando
las migajas que caen de nuestras ricas mesas, rogando un trozo de pan, un poco de agua, un
vestido para cubrirse, una palabra y un gesto de misericordia y de perdón...Son los “nuevos
pobres”.
Sin pretender dar cifras completas ni ofrecer todos los rostros de pobreza, quiero
hacer mención de algunos de ellos por su importancia: los refugiados que no tienen
donde ir; los desterrados a quienes se les cierra la puerta; los que no tienen “papeles”;
los hambrientos que nada tienen y buscan comida por todos los sitos; los
empobrecidos que mueren de hambre; los enfermos que viven solos su dolor; los
ancianos que no tienen una mano amiga que les muestre profundo respeto y caridad,
ni reciben una caricia; tantos niños que no tienen escuelas, familia..; los que no tienen
trabajo, ni hogar...;los marginados y excluidos, los que no cuentan, los irrelevantes.. En
resumidas cuentas, ya lo decía Jesús en otro pasaje bíblico “Dichosos los pobres porque de
ellos será el Reino de los cielos” pidamos al buen Dios por aquellos hermanos que sufren y
que sean reconfortados en el amor maternal de la santísima virgen María.

Edilson Blanquez aragonés


I de Discipulado

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