Las Malvinas: los sobrevivientes del incendio.
Informalidad, desigualdad y otras tragedias [Capítulo 1]
Item Type info:eu-repo/semantics/bookPart
Authors Calsina, Gian
Citation Calsina, G. (2019). Los que perdieron. En Calsina, G., Las
Malvinas: los sobrevivientes del incendio. Informalidad,
desigualdad y otras tragedias (pp. 1-20). Lima: Universidad
Peruana de Ciencias Aplicadas.
DOI 10.19083/978-612-318-231-1
Publisher Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC)
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3.0 United States
Download date 02/10/2022 17:15:11
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Link to Item http://hdl.handle.net/10757/625849
Gian Calsina Calixto
Las Malvinas:
los sobrevivientes
del incendio
Informalidad, desigualdad y otras tragedias
Lima, junio de 2019
Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas
© Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC)
Impreso en el Perú-Printed in Peru
Autor: Gian Calsina Calixto
Editora: Diana Félix
Corrector de estilo: Luigi Battistolo
Diseño de cubierta: Erika Giuliana Salvador Huárniz
Diagramación: Erika Giuliana Salvador Huárniz
Fotografía de portada: David Huamaní Bedoya (publicada en Diario Perú 21)
Editado por:
Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas S. A. C.
Av. Alonso de Molina 1611, Lima 33 (Perú)
Teléfono: 313-3333
www.upc.edu.pe
Primera edición: junio de 2019
Tiraje: 350 ejemplares
Este libro se terminó de imprimir en el mes de junio de 2019, en los talleres
gráficos de Aleph Impresiones S.R.L., Jr. Risso 580, Lince, Lima, Perú.
Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC)
Centro de información
Calsina Calixto, Gian. Las Malvinas: los sobrevivientes del incendio. Informalidad,
desigualdad y otras tragedias
Lima: Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), 2019
ISBN (versión impresa): 978-612-318-231-1
Palabras clave: INCENDIOS, VÍCTIMAS DE DESASTRES, INFORMALIDAD,
CENTROS COMERCIALES, LIMA (PERÚ, ÁREA METROPOLITANA)
363.379 CALS
Registro de Proyecto Editorial en la Biblioteca Nacional del Perú n.° 31501401900580
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú n.° 2019-06928
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guna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, elec-
troóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, de la editorial.
El contenido de este libro es responsabilidad del autor y no refleja necesariamente la opi-
nión de los editores.
A mi familia, por quedarse.
A mi tío Richard, por seguir hablándome
aunque ya se haya ido.
Esto no es solo una tragedia... es un crimen también.
Por la informalidad, por la irresponsabilidad,
porque todo lo que hay ahí es inflamable.
Carlos Basombrío, ministro del Interior,
en la galería Nicolini el día del incendio.
ÍNDICE
Agradecimiento 11
Prólogo 13
Prefacio 15
Sobre la tragedia 17
Capítulo 1. Los que perdieron 19
Un jueves maldito 21
DJ Jovi 25
Dos amigos de barrio 30
Capítulo 2. Las culpas 37
Zona cero 37
Jonny y Vilma 43
La espera 50
Falacias de un mito 55
Línea de tiempo 57
Relación de fuentes 61
Referencias 63
Álbum fotográfico 69
AGRADECIMIENTO
Siempre quise que esta página estuviese al comienzo, pues habla sobre la participa-
ción de todas las personas que aportan a la materialización de un proyecto. Primero,
quisiera agradecer a mi maestro y hoy amigo, Joseph Zárate, quien siempre confió en
que pueda escribir este libro y como buen artesano de las palabras supo compartir sus
saberes a través del ensayo-error de la práctica. Mis agradecimientos también a quien
fuera mi jefa en la Unidad de Investigación del diario El Comercio, Graciela Villasís,
por mostrarme que una historia nunca acaba si no se han explorado los detalles más
profundos de su interior. A Rossana Echeandía, directora de la Carrera de Periodismo
de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, por creer en mí. A Diana Félix, mi
editora del libro, por su paciencia y comprensión.
Quiero darles las gracias a mis compañeras del diario Rosa Vallejos, quien me
dio ánimos en uno de los momentos más difíciles de mi vida, y Karla Ramírez, por su
fuerza y carisma inquebrantables. Gracias a mis amigos en el diario El Comercio.
Gracias a Manuel Coral González, Daniel Robles, Jairo S. Ramos, Diego Morales,
Fernando Merino, Edwin Montesinos, María Claudia Bravo, Mariana Nicolini, Ángela
Valdivia, Sophia Wong y a todos mis amigos de la universidad, por su inteligencia, fran-
queza y lealtad.
Gracias a Angelo Costa, Renzo Ugarelli, Jean Pierre Requena, Rodrigo Rachitoff,
Álvaro Díaz, Jorge Casanova, Carlos Lezameta y a mis amigos de la escuela por estos
años de hermandad.
Gracias a mis primos Fabio, Francesco y Juliette, por devolverme la alegría de
estar en familia.
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Las Malvinas: los sobrevivientes del incendio | Gian Calsina Calixto
Gracias a todos mis tíos y primos, por comprender mis ausencias los fines de
semana para invertirlos en el desarrollo de este libro.
Gracias a mis padres y a mis hermanos, por todo su cariño.
Gracias a mi tío Richard, por haber sido parte de mi vida.
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PRÓLOGO
Lo que no podrá borrar el fuego
Me he preguntado tantas veces si lo que un cronista investiga y escribe puede cambiar
algunas cosas. A veces me he hecho esa pregunta en voz alta, en medio de un salón de
clases junto a mis alumnos, y siempre nos encontramos lejos de hallar una respuesta
única. Entonces intento convencerme de que, aun cuando es imposible medir cuánto
de lo que publicamos llega a tener una utilidad, un impacto visible en la vida de las per-
sonas, es urgente insistir. Porque es necesario. Porque nos permite conocer realidades
que los medios masivos no suelen considerar noticia. Vidas de hombres y mujeres que
la cultura predominante ubica en ese lugar llamado periferia- marginalidad-pobreza.
Vidas que de otro modo pasarían sin dejar huella ante la Historia.
Gian Calsina ha escrito un libro que, en sus pocas páginas, intenta reflejar esa
voluntad.
Todavía recuerdo la conversación que tuvimos hace un año, una tarde mientras
buscábamos sin éxito dónde almorzar en los comedores de la universidad. Al igual que
el resto de sus compañeros del Taller de Periodismo Literario, Calsina debía investigar,
escribir y editar un libro periodístico a lo largo de dos semestres. El reto no era menor,
por supuesto. Él tenía muchas dudas sobre cuál era la historia que quería contar. Pero
teníamos claro que su libro, aunque breve y escrito contra el reloj, debería alejarse del
lugar común de lo que se considera una “buena crónica”: comprender que no solo se
trata de escribir con fuegos artificiales, sino de transmitir experiencia y conocimiento;
contar una historia real y particular que nos permita discutir cómo somos como
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Las Malvinas: los sobrevivientes del incendio | Gian Calsina Calixto
sociedad. Y fue así, en esa conversación, que Calsina se impuso el desafío de contar una
historia de la que hoy ya casi nadie habla: el incendio que, en junio de 2017, consumió
el centro comercial Las Malvinas y la vida de dos muchachos que apenas rozaban la
veintena, Jovi Herrera y Jorge Luis Huamán —o DJ Jovi y Tubito, como les decían sus
amigos.
Durante más de un año, Calsina habló con medio centenar de personas para
contarnos esta historia. Visitó el edificio Nicolini donde, el día del incendio, Jovi y Jorge
Luis falsificaban por unos soles la marca de unos fluorescentes, encerrados con can-
dado en un container. Caminó los cerros de Independencia para conocer a las familias
que ellos dejaron, los sobrevivientes, que aún esperan alcanzar justicia. Asistió a las
audiencias, habló con abogados y economistas, con los fiscales del caso y los bomberos
que intentaron rescatarlos sin éxito. Acompañó a una madre a dejar flores en la tumba
de su hijo. Calsina recogió sus testimonios con un profundo respeto y las contó con una
empatía que rara vez puede respirarse en este tipo de historias, que más bien suelen
caer en el peligroso cliché del miserabilismo y la victimización.
Y esto sucede porque este libro no habla solo de las víctimas. Habla también de
nosotros. Del papel que cumplimos en tragedias como la de Las Malvinas. En tiempos
donde hablar de las cifras de informalidad en el Perú es casi un lugar común y una
abstracción —empresarios y economistas insisten en que más del 70% de los traba-
jadores son informales (no tienen contrato ni salario mínimo ni seguro social, entre
otros derechos laborales) y que eso nos aleja del Primer Mundo—, este relato nos per-
mite darle una dimensión humana a esos datos fríos: discutir la idea que tenemos del
progreso, cuestionar el sistema en el que vivimos, un sistema que privilegia nuestra
condición de consumidores antes que la de ciudadanos.
Quiero creer que la crónica periodística a veces logra que un edificio en llamas
no borre del todo las vidas de gente como Jovi y Jorge Luis. Hay que leer este libro de
Gian Calsina para comprobarlo. Para no olvidar quienes se fueron y quiénes se queda-
ron. Y para comprender que, aunque no lo notemos, nuestras vidas están unidas a las
de ellos.
Joseph Zárate
Periodista y docente universitario
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PREFACIO
Casi al aterrizar la idea de este libro sobre la tragedia ocurrida en Las Malvinas, recibí la
noticia que nunca quise oír: mi tío Richard, el menor de los hermanos de mi padre y el
mayor en mi casa, en los años que vivió con nosotros, había perdido el duelo que libró
por meses contra un terrible y agresivo cáncer. Ese día entendí que lo peor de morir es
el impacto que se genera en las personas que uno quiere: un vacío, una ausencia, que el
tiempo solo anestesia pero no puede borrar. Desde el día en que mi tío Richard dejó de
ser un cuerpo, se volvió palabras, anécdotas, recuerdos. Se volvió memoria. Y el tiempo
dejó de ser una ley que lo rige pues regresaba a mí en sus años jóvenes, en los que me
enseñaba a analizar los partidos de la selección, a celebrar un gol de Universitario, a
repartir las fichas del Monopolio. Yo aprendía todo de él excepto esa habilidad que
poseía con los números, que a mí siempre se me rebelaban y rehuían a cobijarse en
mi mente. Mi tío Richard no podía comprender la razón de que algo tan simple fuese
tan difícil para mí. Y al revés, yo renegaba de que no tuviese la paciencia necesaria
para tolerar mis debilidades. Aun así, ausente, me dejó la lección de cómo hablar con
personas que también han perdido, y es por eso que este libro ha podido ser escrito. A
él le dedico estas palabras, que puedan alcanzarlo a donde quiera que esté, y que sepa
que Fabio y Francesco, sus hijos mayores, siempre le llevan flores frescas cada vez que
tienen la ocasión de visitar el cementerio; y que Juliette, la última, ya aprendió a hablar
y cada día que pasa se parece más a él.
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SOBRE LA TRAGEDIA
El jueves 22 de junio de 2017, en el conglomerado comercial Las Malvinas del Cer-
cado de Lima, minutos después del mediodía, un almacén del tercer piso del edificio
Nicolini se prendió en fuego y no tardó en invadir el resto de los almacenes contiguos
y, pronto, la construcción entera. En un contenedor de la azotea, que no contaba con
ninguna medida de seguridad ni licencia de funcionamiento, Jovi Herrera Alania, de
20 años, y Jorge Luis Huamán, de 19, se encontraban encerrados con candado por su
empleador, Jonny Coico Sirlopu. Fueron las dos únicas personas que no pudieron salir
con vida. El incendio tardó una semana en controlarse. Obtuvo la categoría más alta en
la clasificación de siniestros por la gran cantidad de material inflamable almacenado,
pero, sobre todo, marcó una impresión en todo el país porque la agonía y muerte de los
dos jóvenes que fallecieron encerrados fue transmitida en vivo por señal abierta en los
principales canales de televisión peruanos. La historia que se contará a continuación
es el testimonio de los familiares y de las personas relacionadas con el incendio Nico-
lini, los sobrevivientes1.
1 Algunos nombres se han mantenido en reserva por la sensibilidad de la información compartida y
porque el caso todavía se viene resolviendo en diversas instancias del Poder Judicial.
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CAPÍTULO 1
Los que perdieron
Hoy, 18 de febrero de 2019, como ciertos lunes en los que no le dan las fuerzas ni las
ganas para trabajar, Bertha Villalobos da vueltas por un edificio alto y obsoleto insta-
lado en la segunda cuadra de la avenida Argentina, en el Cercado de Lima.
Ningún nuevo visitante que vea ese edificio sucio, desteñido e inhabitado podría
dar fe de que, hasta hace dos años, era una galería emblemática entre las cincuenta que
aquí se reúnen formando el conglomerado electroferretero más importante de la ca-
pital. Menos de que en su primer piso se distribuían más de mil puestos y se reunían a
diario cinco mil comerciantes, o de que los ingresos diarios del centro comercial alcan-
zaban y pasaban el millón de soles. Resulta difícil imaginar que aquel primer nivel en el
que se ofrecían productos a precios mayoristas, con puestos enumerados y ordenados,
con permisos y licencias, con comprobantes de pago, que los mostraba como ejemplo
de superación y éxito, escondía en sus cuatro pisos superiores depósitos en los que se
guardaban de manera negligente varias toneladas de material combustible; y que en
los almacenes metálicos tipo contenedor de la azotea, que relucían en la fachada que
daba a la calle, dos jóvenes, sin ningún tipo de contrato, eran encerrados durante el día
para trabajar.
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Las Malvinas: los sobrevivientes del incendio | Gian Calsina Calixto
En Las Malvinas, como se les conoce a las primeras ocho cuadras comerciales
de la avenida Argentina y donde el metro cuadrado puede alcanzar los 13 000 dóla-
res, lo mismo que ganaría un peruano con salario mínimo en cuatro años sin gastar
un céntimo, los 15 000 metros cuadrados de Nicolini son vistos como un estorbo. Un
desperdicio de dinero.
Un cuidador de autos ha sabido darle uso a lo que queda y cobra a los choferes
que se estacionan alrededor del edificio. Estuvo antes de la tragedia y es el único que
genera dinero por Nicolini. “Es recio, así como lo ves, sus columnas no se han hecho
nada”, me dice viendo lo que alguna vez fue un lugar vivo, como si no se enfocara en
el hollín negro que ha teñido el interior de la estructura, ni en las paredes con pintura
destartalada. “¿Hueles? —me pregunta—. Huele como a plástico, plástico quemado.
Hay días en los que se siente más fuerte”.
Las informaciones iniciales convergían en que los dueños de las galerías Ni-
colini eran los comerciantes del primer piso y JPEG S. A. C. como propietaria de los
pisos superiores. La empresa ha negado las acusaciones y ha presentado una serie
de documentos en los fueros judiciales para sostener que desde hacer varios años los
espacios habían sido vendidos a terceros.
En la esquina de la avenida Guillermo Dansey, la señora Bertha Villalobos mira
el edificio a la sombra de un puesto ambulante de golosinas. “¿Sabe quién es ella?”, le
pregunto al cuidador. “Sí… Siempre viene. Es la mamá del muchacho… del que murió
arriba encerrado”.
Desde que perdió a su hijo en el incendio de Nicolini, el jueves 22 de junio del
año 2017, Bertha Villalobos deja de trabajar ciertos lunes. A veces, por el dolor intenso
que sufre en la espalda, que la deja tumbada en cama un día entero; otras, por ese dolor
acumulado que le estruja el pecho y la hace llorar al recordar el rostro de Jorge Luis
Huáman —Luis para ella—. Cuando eso ocurre se va a Las Malvinas a dar vueltas. No
sabe bien qué buscar: ¿una respuesta, una anécdota, una voz que le cuente algo nuevo
sobre Luis? Si no consigue hablar con nadie se compra una gaseosa en la esquina de
Guillermo Dansey y se queda mirando el edificio por un rato. Llora, se calma, en oca-
siones se alegra al recordar una vivencia con su hijo y se va.
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