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Sermon La Ley Dominical

1) El documento habla sobre la ley dominical y cómo ha sido vista en la escatología adventista como un evento del fin de los tiempos que distinguirá a los que pertenecen al reino de Dios de los que eligen al gobierno de la bestia. 2) Explica cómo las profecías de Daniel y Apocalipsis muestran que la decisión de unirse a la bestia traerá consecuencias eternas. 3) Argumenta que la "imagen de la bestia" representa la forma de protestantismo apóstata que se desarrollará cuando las iglesias
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1) El documento habla sobre la ley dominical y cómo ha sido vista en la escatología adventista como un evento del fin de los tiempos que distinguirá a los que pertenecen al reino de Dios de los que eligen al gobierno de la bestia. 2) Explica cómo las profecías de Daniel y Apocalipsis muestran que la decisión de unirse a la bestia traerá consecuencias eternas. 3) Argumenta que la "imagen de la bestia" representa la forma de protestantismo apóstata que se desarrollará cuando las iglesias
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SERMON “LA LEY DOMINICAL”

Ley dominical: la lealtad al Dios Creador es


puesta a prueba – Parte 1
Desde los primeros adventistas sabatistas, la ley dominical es

vista en la escatología adventista como un evento del fin del

tiempo. A partir de la idea de “la marca de la bestia” y la del

“sello de Dios” en Apocalipsis, se entiende que la ley dominical

distinguirá a los que pertenecen al reino de Dios de los que

eligen el gobierno de la bestia.

La elección de obedecer la ley de Dios implicará la exposición a

un estado de intolerancia y persecución momentánea. Por otro

lado, la decisión de unirse a la bestia traerá consecuencias

eternas. Estas cuestiones están bien claras en las visiones

proféticas de Daniel y Apocalipsis.

Lea también:

 “Y se maravilló toda la tierra” con el Papa

Las profecías y la ley de Dios


En Apocalipsis 13, dos metáforas proféticas representan la

actuación del papado en la Edad Media y en los Estados

Unidos en el tiempo del fin. La comprensión de estas visiones

muestra la perspectiva de los pioneros adventistas con respecto

a la ley mencionada.

Curiosamente, ambas metáforas apocalípticas retoman

símbolos de Daniel. La primera bestia de siete cabezas y diez

cuernos (Apocalipsis 13:1) se construye a partir de los cuatro

animales: león, osos, leopardo de cuatro cabezas y el animal

terrible de diez cuernos (Daniel 7:3-7). La bestia no solo

presenta elementos de esos animales, sino también sus siete

cabezas que son la suma de las cabezas de las cuatro bestias

de Daniel. Eso indica que Juan vio la bestia como un

despliegue del poder perseguidor que ya había sido

representado en esos animales figurativos de los imperios

babilónico, persa, griego y romano.

Se observa que las características humanas retratadas en ese

“cuerno pequeño” (Daniel 7:8) y en la bestia (Apocalipsis 13:5-


6) indican que esas entidades incorporan tanto una dimensión

política como religiosa. De hecho, el papado medieval era un

poder político y religioso. Es la religión que, al manipular al

poder político, lo lleva a perseguir al pueblo de Dios, como se

ve en la visión de la mujer “montada” sobre la bestia en

Apocalipsis 17. En Daniel, el “cuerno pequeño” hace guerra

contra los “santos” (Daniel 7:21) e intenta “cambiar los tiempos

y la ley” (7:25).

De la misma manera, la bestia persigue a los “santos”

(Apocalipsis 13:7), que guardan los “mandamientos de Dios”

(14:12). Se nota que la investida tanto del “cuerno pequeño”

como de la “bestia” contra los “santos” tiene su motivación en la

adhesión de ellos a la ley de Dios, en aquel punto en que esa

ley implica una diferencia social: la práctica del sábado. Es

importante recordar que tanto el Imperio Romano como el

papado medieval sostuvieron una ley dominical contraria a la

ley de Dios.

Apocalipsis 13 y Daniel 8
Por otro lado, la bestia de dos cuernos que parece cordero

(Apocalipsis 13:11) retoma el carnero de Daniel 8. Los cuernos

indican que los símbolos representan un poder que resulta de la

unión de dos entidades, y que en principio son aliados del

pueblo de Dios, pero después son perseguidores. Los persas

hicieron alianza con los medos y, así se formó el Imperio Medo

persa. Con esa coalición, Ciro logró tomar la Babilonia de

Belsazar (Daniel 5). Él liberó a los judíos y les permitió volver a

su tierra (Isaías 44:28; 45:1-7) y gozar de libertad civil y

religiosa (Esdras 7:21-26). Sin embargo, en el tiempo de la

reina Ester, Persia llegó a emitir un decreto de muerte contra

los judíos (Ester 3:8-9). En Apocalipsis, la región denominada

como “tierra” es lugar de protección y guarida para la “mujer”

después de los 1.260 días-años (Apocalipsis 12:1, 14-16). No

obstante, en esta misma “tierra”, después se levanta la bestia

de dos cuernos para perseguir a los que no tienen la “marca de

la bestia” (Apocalipsis 13:11, 17).


Hay un paralelismo entre Apocalipsis capítulos 12 y 13, que

muestra el antagonismo de la bestia de dos cuernos a los que

no tienen la marca. En Apocalipsis 12, después de la mención

del hecho de que la mujer encuentra refugio en la “tierra”

después de los 1.260 años, se dice que el dragón la embiste y

hace guerra contra sus descendientes “que guardan los

mandamientos de Dios”. En Apocalipsis 13, después de los 42

meses (1.260 días) de actuación de la bestia (Apocalipsis 13:5),

ella es herida de muerte, y entonces regresa por medio de “la

imagen de la bestia” que impone el boicot económico y la

persecución a los que no tienen la “marca de la bestia”. Eso

indica que los que guardan los mandamientos de Dios son los

mismos que no tienen la marca.

El surgimiento de la imagen de la bestia

La segunda visión de Apocalipsis 13 se puede dividir en dos

fases. Al principio, la bestia “obra” señales (v. 13), “seduce” a

las personas (v. 14) y da “aliento” a la imagen de la bestia (v.


15). En esta fase inicial, es, por lo tanto, un poder religioso, o

sea, actúa como el “falso profeta” (Apocalipsis 16:13; 19:20).

Después de que ese poder religioso da aliento a lo que está

muerto en el contexto, o sea, a la primera bestia, se levanta “la

imagen de la bestia”. De hecho, la bestia herida de muerte

resucita, pero por medio de “la imagen de la bestia”. De esta

manera, en esta segunda fase de la visión, la imagen “hace”

morir (v. 15), impone una marca (v. 16) y controla la economía

(v. 17). Ahora, se trata, por lo tanto, de un poder político: “un

rey” (según Apocalipsis 17:11; 19:20).

Elena de White, pionera adventista, profetisa y escritora, explica

la formación de la imagen de la bestia a partir del acercamiento

de los poderes religioso y civil. “La imagen es hecha por la

bestia de dos cuernos y es una imagen de la primera bestia”.

Por eso, “para que los Estados Unidos formen una imagen de la

bestia, el poder religioso debe dominar de tal manera al

gobierno civil que la autoridad del estado sea empleada

también por la iglesia para cumplir sus fines”[1]


Para ella, la “imagen de la bestia” representa “la forma de

protestantismo apóstata que se desarrollará cuando las iglesias

protestantes busquen la ayuda del poder civil para la imposición

de sus dogmas”´.  En esa línea, el poder religioso toma la


[2]

iniciativa para la formación de la imagen de la bestia, puesto

que, “por el mismo hecho de imponer un deber religioso con

ayuda del poder secular, las mismas iglesias estarían elevando

una imagen a la bestia”. [3]

Es importante señalar que el poder civil opresor de la crisis

final, según Apocalipsis 13:11-18, es denominado “imagen de la

bestia”. Es esa entidad la que impone la marca, impone y hace

morir. La primera bestia, de hecho, regresa, pero solamente por

medio de su imagen reproducida en los Estados Unidos

protestantes.

En este caso, lo que Juan revela es que “la autoridad medieval

de la primera bestia nuevamente será ejercida por medio de la

bestia que surge de la tierra”. Además, está claro que “la

segunda bestia substituirá a la primera bestia en poder y


autoridad universales y actuará como el poder opresivo global

del tiempo del fin”. [4]

De esta forma, el conflicto desencadenado en el tiempo del fin

por la “imagen de la bestia” contra los fieles de Dios tiene su

motivación en la observancia de sus mandamientos. Elena de

White afirma que “El último gran conflicto entre la verdad y el

error no es más que la última batalla de la controversia que se

viene desarrollando desde hace tanto tiempo con respecto a la

ley de Dios”. [5]

De hecho, la embestida de Satanás contra los mandamientos

de Dios atraviesa toda la historia. A lo largo de la historia, por lo

tanto, identificamos marcas de ese conflicto entre la ley y la

bestia (el poder imperial) y la ley de Dios.

Este aspecto es tratado en la segunda parte de este texto.

Vanderlei Dorneles es  doctor en Ciencias de  la Religión,

coordinador del posgrado en Teología y profesor.


Este artículo fue escrito originalmente para el e-book

titulado Eventos finales,  producido por la editora Safeliz.

Vea el estudio sobre Apocalipsis 13 – La bestia de la tierra

Ley dominical: la lealtad al Dios Creador


puesta a prueba – Parte 2
¿Qué muestran los posibles escenarios proféticos, presentados por el autor
basados en la Biblia y los escritos de Elena de White, sobre el decreto
dominical en el futuro?
A lo largo de la historia, ha habido un pueblo o comunidad de

fieles que mantiene un pacto con Dios y reivindica su ley en la

Tierra, el principado usurpado por Satanás. El enemigo de Dios

intenta afirmar su gobierno, anulando la ley de Dios en la Tierra.

Sin embargo, un remanente fiel mantiene viva la llama del

decálogo divino.

¿Qué evidencias ofrecen las Sagradas Escrituras y la historia

para esta batalla contra la ley de Dios? Esos eventos históricos

sirven como un anticipo de lo que será la lucha contra la ley de

Dios en el fin del tiempo. Pero, ¿será posible que los regímenes
democráticos del estado actual de derecho logren asumir una

postura de intolerancia tal contra los que guardan la ley divina?

Lea también:

 Ley dominical: la lealtad al Dios Creador es puesta a prueba –


Parte 1

La ley dominical en la historia

Desde el antiguo Egipto, hay evidencias de que los imperios, en

diversos momentos, persiguieron al pueblo de Dios por la

observancia del sábado.

Al principio, en el Egipto antiguo, hubo intolerancia a los

israelitas debido a la ley de Dios. Cuando eran un pueblo

autónomo, los hijos de Israel podían guardar la ley de Dios en

libertad. Sin embargo, llegó un tiempo en el que estuvieron bajo

la ley del estado egipcio. En ese contexto, por determinación

del Faraón, los israelitas estuvieron privados del “descanso”

sabático. El término traducido como “cesar” (Éxodo 5:5) es el

verbo hebreo shabath.
En el reino de Persia donde muchos judíos permanecieron

después del cautiverio babilónico, el oficial Amán convenció al

rey Asuero de hacer un decreto contra los judíos. Su motivación

no deja dudas: “Hay un pueblo esparcido y distribuido entre los

pueblos en todas las provincias de tu reino, y sus leyes son

diferentes de las de todo pueblo […] Si place al rey, decrete que

sean destruidos” (Ester 3:8, 9). Ante la manipulación de Amán,

Asuero “quitó el anillo de su mano, y lo dio a Amán” el “enemigo

de los judíos” (Ester 3:10). Excepto el sábado, los demás

mandamientos de la Ley de Dios no tenían una distinción

significativa entre los judíos y los pueblos de Persia. De hecho,

Elena de White afirma que el decreto de muerte a ser expedido

por la “imagen de la bestia” “será muy semejante al que

promulgó Asuero contra los judíos” (Profetas y reyes, p. 444).

Siglos después, en el 321 d.C., se emitió en el Imperio Romano

el Edicto de Constantino: “Que todos los jueces, y todos los

habitantes de la ciudad, y todos los mercaderes y artífices

descansen en el venerable día del Sol”. Durante la Edad Media,


también prevaleció la ley católica romana que ordenaba

“guardar domingos y fiestas”, el tercer mandamiento, en

detrimento del sábado de la ley de Dios (Éxodo 20:8-11).

Día del Señor

En la Edad Moderna, los protestantes ingleses fueron los

primeros que promovieron la observancia del día del Señor. Eso

resultó de la traducción de la Biblia de William Tyndale (siglo

XVI). El reformador se impresionó mucho con el tema del pacto,

sobre el cual hizo varias notas de margen en el Pentateuco.

Más tarde, con el establecimiento de la iglesia de la corona

británica se llevó a los protestantes ingleses a verse a sí

mismos como los sustitutos de los antiguos israelitas, como

herederos del Pacto. De esta forma, las notas de Tyndale y la

noción de un pueblo elegido llevaron a los protestantes ingleses

a redescubrir el día del Señor como una señal del Pacto. A

principios del siglo VVII, el ministro anglicano Nicholas Bownd

comenzó a enseñar que “profanar el sábado era profanar a

Dios”.  Así los puritanos ingleses pasaron a enseñar que


[1]
“trabajar en sábado era un pecado tan grave como matar o

cometer adulterio”,  porque sería romper el Pacto con Dios. El


[2]

posterior retorno de la corona británica al catolicismo dejó a los

protestantes celosos por la ley de Dios expuestos a la

intolerancia.

Sin embargo, a pesar de leer el Pentateuco, los protestantes

ingleses guardaban el día del Señor en el primer día de la

semana y llamaban a ese día “sábado”. No pasó mucho tiempo

para que algunos concluyeran que el sábado de descanso

debería guardarse el séptimo día. Los puritanos John Trask y

su esposa Dorothy comenzaron a guardar el sábado del

séptimo día ya a principios del siglo XVII, razón por la cual

fueron perseguidos.

El 19 de junio de 1618, Trask fue “sentenciado a ser golpeado,

ridiculizado, mutilado y condenado a prisión perpetua” acusado

de “conspiración”. Él era el líder de una secta de separatistas

que creían que “el sábado del séptimo día y la ley dietética

mosaica continuaban en vigencia para los cristianos”. Por


desgracia, Trask se retractó y fue absuelto. Pero, su esposa

Dorothy “quedó presa por 25 años por no renunciar a su

creencia del sábado como séptimo día”. [3]

Los puritanos celosos del “sábado”, que guardaban el primer

día de la semana, no pudieron tener paz en Inglaterra bajo la

influencia posterior de Roma. Por eso, deseaban una tierra

donde poder guardar los “mandamientos de Dios” bajo

protección de la ley civil. La colonización americana fue la

salida que encontraron.

En 1620, los puritanos llegaron a Estados Unidos “a fin de

establecer una nueva Jerusalén que conservara el sábado en

su integridad”.  Considerando el papel de los protestantes


[4]

puritanos y su motivación en el desarrollo de los Estados

Unidos, debe asumirse que “la observancia del santo día

sábado es una de sus poderosas piedras angulares”.  Bajo ese


[5]

ímpetu, las colonias puritanas, en América del Norte, pronto

desarrollaron una “legislación dominical contra la profanación


del día del Señor, con pesadas y graves penalidades a las

violaciones”. [6]

La llamada Nueva Inglaterra aprobó leyes que prohibían “no

solo crímenes sexuales, sino también blasfemia, embriaguez,

juegos de azar y violación de la santidad del sábado”.  Sin [7]

embargo, esos puritanos continuaron observando el sábado en

el primer día de la semana.

En función de eso, una ley dominical a ser desarrollada por los

países cristianos, por lo tanto, tiene claros precedentes y

motivaciones históricas.

El domingo en el horizonte global

En las décadas recientes, los movimientos en favor de la

observancia del domingo se están fortaleciendo en las

encíclicas papales sobre el asunto. La llamada European

Sunday Alliance defiende la observancia del domingo como

camino para la renovación de la familia y de la sociedad.  A su


[8]

vez, la Lord’s Day Alliance, en los Estados Unidos, propone que


la observancia del domingo es compatible con la Declaración

Universal de los Derechos Humanos, porque los empleadores

deben “honrar las necesidades de los trabajadores por

observancias de fe oportunas, tratamiento justo y descanso

regenerativo”. [9]

En mayo de 1998, el papa Juan Pablo II emitió la encíclica Dies

Domini (“Día del Señor”), en la cual defiende que la observancia

del domingo es el medio para la “reforma social”, el

fortalecimiento de la familia y la restauración de la iglesia. Él

cita “la ley civil del Imperio Romano”, que reconoció el “día del

Sol”, para que todos en ese día dejaran de trabajar. En el

párrafo 67, se afirma que “es natural que los cristianos se

esfuercen para que, también en las circunstancias específicas

de nuestro tiempo, la legislación civil tenga en cuenta

su deber de santificar el domingo”. [10]

En 2017, el papa Francisco emitió la encíclica Laudato

Si (alabado seas), en donde defiende que el ecosistema

necesita un descanso dominical. En el párrafo 71, basa su


argumentación en la ley divina sobre el “sábado”. Para él, la

necesidad de descanso de la tierra y de sus habitantes en el

domingo “está patente, por ejemplo, en la ley del Shabath”.

Pues, “en el séptimo día, Dios descansó de todas sus obras.

Dios ordenó a Israel que cada séptimo día debía celebrarse

como un día de descanso, un Shabath (cf. Génesis 2:2-3;

Éxodo 16, 23; 20, 10)”. [11]

Evidentemente, los que defienden la ley dominical, tanto

católicos como protestantes, afirman que la misma tendrá

coherencia con el estado de libertad mantenido por la Carta de

los Derechos Humanos. Sin embargo, el contexto de

inestabilidad y las situaciones actuales de emergencia, cuando

la supervivencia de la humanidad se coloca en perspectiva, una

ley así difícilmente mantendría derechos de minorías contrarias.

En vista de eso y de las previsiones proféticas, no hay duda de

que la ley dominical contribuirá a provocar oposiciones e

intolerancia.
En esa línea, Elena de White afirma que, en el contexto de la

ley dominical, se afirmará que “la corrupción que se va

generalizando más y más, debe achacarse en gran parte a la

violación del así llamado “día del Señor” (domingo), y que, si se

hiciese obligatoria la observancia de este día, mejoraría en gran

manera la moralidad social” (Elena de White, El gran Conflicto,

574).

Los Estados Unidos, poder civil representado por la “imagen de

la bestia” será el primer país en aprobar esa ley. Pero, como

consecuencia de su influencia y poder sobre las demás

naciones, esa misma ley se reproducirá por el mundo. “Cuando

los Estados Unidos, el país de la libertad religiosa, se una con

el papado para forzar la conciencia y obligar a los hombres a

honrar el falso día de reposo, los habitantes de todo país del

globo serán inducidos a seguir su ejemplo” (Elena de

White, Maranata, el Señor viene, p. 220).

Se debe observar que la observancia del domingo, por millones

de cristianos sinceros, no es en sí la marca de la bestia. “La


observancia del domingo no es aún la marca de la bestia, y no

lo será sino hasta que se promulgue el decreto que obligue a

los hombres a santificar este falso día de reposo” (Elena de

White, Eventos de los últimos días, p. 228). De esta forma, es la

ley dominical impuesta lo que determina la condición de la

marca de la bestia. En el contexto de Apocalipsis 13 queda

claro que la bestia pretende, a ejemplo de Nabucodonosor

(Daniel 3:15), asumir el lugar de Dios.

Por lo tanto, seguir la ley de la bestia y tener su marca será una

condición para vivir en la Tierra y tener la protección de la ley

del Estado. Por otro lado, seguir la ley de Dios y tener el sello

de Dios es la condición de la ciudadanía celestial y de la

protección divina. La elección ante este dilema definirá el hecho

de una filiación a la bestia o a Dios.

Los guardadores del sábado deben tener en mente que la ley

dominical, a nivel mundial, es el último evento escatológico.

Pues, “a sustitución de leyes humanas en lugar de la ley de

Dios, la exaltación del domingo prescrita por una simple


autoridad humana en reemplazo del sábado bíblico constituye

el último acto del drama. Cuando esta sustitución sea universal,

Dios se revelará” (Elena de White, Joyas de los testimonios, t. 3

p. 142, 143).

Conclusión

La revelación profética, por lo tanto, se presenta cubierta de

persuasión en el tiempo actual. En efecto, el mundo camina

hacia un evento escatológico de grandes proporciones en que

la lealtad al Dios creador será puesta a prueba. Las profecías

señalan un regreso a la relación entre Iglesia y el Estado como

camino para la emergencia de un nuevo y último estado de

intolerancia y persecución religiosa.

Esa intolerancia tiende a manifestarse en el mismo punto donde

la ley de Dios se distingue de la ley de los hombres: el día de

descanso y culto, el día cuando se celebra a Dios creador como

digno de adoración y fidelidad. La observancia de ese día

marca una relación entre criatura y Creador, es un eslabón

entre Dios y su creación (Génesis 2:1-3). Por lo tanto, como


parte del esfuerzo satánico contra Dios, el decreto pretende

romper esa unión. El pueblo de Dios, sin embargo, no debe

temer las consecuencias de su lealtad, pues la adhesión al sello

de Dios garantiza la ciudadanía celestial y la protección divina.

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