EL PROCESO DE HOMINIZACIÓN
DEFINICIÓN
El ser humano actual es el resultado de un largo proceso evolutivo que se conoce con el nombre de
proceso de hominización.
El proceso de hominización es la progresiva adquisición de las características que acabaron
diferenciando a los homínidos del resto de primates (monos). ¿Cuáles son las características que nos
diferencian de los primates? Las características propiamente humanas son:
la posición erguida
el bipedismo (caminar sobre dos piernas y no a 4 patas), lo que permitió la liberación de las
manos y la ampliación del campo de visión
el aumento del tamaño del cerebro y la disminución del tamaño de las mandíbulas y los
dientes.
el lenguaje simbólico, es decir, la capacidad de expresar ideas por medio de sonidos y
expresiones faciales.
Todas estas características se fueron adquiriendo poco a poco, como consecuencia de la evolución y la
selección natural (supervivencia de los que mejor se adaptaron al medio natural).
LA CUNA DE LA HUMANIDAD
Los primeros homínidos aparecieron en África (por ello se le llama la “cuna de la humanidad”) y desde
allí colonizaron todo el mundo. Al principio se alimentaban sólo de vegetales, pero los cambios
climáticos les obligaron a incluir la carne en su dieta y esto permitió el aumento del tamaño del
cerebro.
NUESTROS ANTEPASADOS
En este apartado podrás conocer algunas características de los homínidos, es decir, los antepasados
directos del ser humano actual. En los últimos años se han producido muchos descubrimientos sobre
nuestros antepasados, por lo que la información que encontrarás aquí tendrá que ser revisada cada
vez que se produzcan nuevos hallazgos. No obstante, se ha intentado incluir información actualizada y
al final de este apartado encontrarás una serie de enlaces con los descubrimientos más recientes.
LOS HOMÍNIDOS
Se incluyen en el género Homo todos los antepasados directos del ser humano. Para incluirlos en este
grupo una condición fundamental es la fabricación de herramientas, una de las características que
permiten diferenciarnos del resto de los animales.
HOMO HABILIS
Su nombre significa “habilidoso, mañoso”
Se le considera el primer representante del género Homo.
Los restos más antiguos tienen una antigüedad de unos 2,5 millones de años y se han
encontrado en el Este y Sur de África. Vivieron en un ambiente más cálido y para sobrevivir
tuvieron que cambiar de dieta.
¿Qué sabemos de ellos? El ambiente en el que vivieron era más cálido y para sobrevivir tuvieron
que cambiar de dieta, incorporando carne. Al principio se alimentaron de carroña (restos de
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animales muertos cazados por otros animales) y luego consiguieron cazar animales de pequeño
tamaño, con lo que su dieta se volvió omnívora y su adaptación a otros hábitats fue más fácil. Su
tamaño era parecido al de los australopitecos, pero su cerebro era el doble de grande (capacidad
craneal de unos 650 cc3). Fue el primer homínido que fabricó herramientas. Las herramientas eran
sencillas y no las conservaban: las fabricaban golpeando unas piedras contra otras, las usaban y las
abandonaban. Parece posible que usaran un lenguaje muy rudimentario.
HOMO GEORGICUS
Ésta es la primera especie de homínido más antigua encontrada fuera de África.
Los restos más antiguos son de hace 1,8 millones de años y se han encontrado en Dmanisi
(Georgia). De ahí deriva su nombre, que significa “homínido de Georgia”.
¿Qué sabemos de ellos? Su cerebro era un poco mayor que el de Homo habilis (entre 600 y 700
cc3). Parece ser que salieron de África siguiendo a los animales que habían emigrado hacia el Norte.
Las herramientas que fabricaban no eran muy diferentes de las fabricadas por los Homo Habilis.
HOMO ERECTUS
Erectus significa “que camina erguido”.
Es una especie exclusivamente asiática. Los restos más antiguos son de hace 1,8 millones de
años. Se han encontrado restos en Asia Oriental y el archipiélago de Indonesia.
HOMO ERGASTER
“Ergaster” significa “trabajador”.
Los restos más antiguos se han encontrado también en el Este de África y son de hace 1,8
millones de años.
HOMO ANTECESSOR
“Antecessor” significa “explorador”.
Los restos fósiles más antiguos de esta especie se han encontrado en el yacimiento de la
Sierra de Atapuerca, en Burgos. Tienen una antigüedad de unos 900.000 años, aunque en otros
yacimientos se han encontrado herramientas de hace 1,2 millones de años..
HOMO HEIDELBERGENSIS
Es una especie estrictamente europea. Se han encontrado fósiles en distintas partes de
Europa (Alemania, Francia, Reino Unido, Hungría y España)
Los restos más antiguos datan de hace unos 600.000 años.
HOMO NEANDERTHALENSIS
“neanderthalensis” significa “de Neanderthal”, el lugar donde se encontraron los primeros
fósiles de esta especie.
Vivieron fundamentalmente en Europa, aunque también se han encontrado restos en
Próximo Oriente y en Asia Occidental.
Los fósiles más antiguos son de hace unos 200.000 años los más recientes, de hace unos
25.000 años
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HOMO SAPIENS SAPIENS
Los fósiles más antiguos se han encontrado nuevamente en Etiopía y datan de hace unos
160.000 años.
Se extendieron por toda África hace entre 150.000 y 100.000 años. Después salieron de África
y se extendieron por Europa y Asia, desplazando a las otras especies de homínidos (Homo
erectus y Homo neanderthalensis). También colonizaron América y Oceanía:
- A Oceanía llegaron navegando en barcas de bambú a través de la Plataforma de la Sonda hace
unos 40.000 años, cuando el nivel del mar era más bajo.
- A América llegaron desde Asia caminando a través del Estrecho de Bering, que se encontraba
congelado (una especie de puente de hielo: puente de Beringia) hace unos 15.000 años.
Eran similares al ser humano actual. Su mejor capacidad comunicativa y organizativa les
permitieron adaptarse a todos los hábitats y convertirse en la única especie de homínidos que
sobrevive en la actualidad.
Hace 100.000 años al menos seis especies de humanos habitaban la Tierra. Hoy solo queda una, la
nuestra: Homo sapiens. ¿Cómo logró nuestra especie imponerse en la lucha por la existencia? ¿Por qué
nuestros ancestros recolectores se unieron para crear ciudades y reinos? ¿Cómo llegamos a creer en
dioses, en naciones o en los derechos humanos; a confiar en el dinero, en los libros o en las leyes?
¿Cómo acabamos sometidos a la burocracia, a los horarios y al consumismo? ¿Y cómo será el mundo
en los milenios venideros?
Yuval Noah Harari, traza una breve historia de la humanidad. Harari explora cómo las grandes
corrientes de la historia han modelado nuestra sociedad, los animales y las plantas que nos rodean e
incluso nuestras personalidades. ¿Hemos ganado en felicidad a medida que ha avanzado la historia?
¿Seremos capaces de liberar alguna vez nuestra conducta de la herencia del pasado? ¿Podemos hacer
algo para influir en los siglos futuros?
Tres revoluciones importantes conformaron el curso de la historia: la revolución cognitiva (marcó el
inicio de la historia hace unos 70.000 años), la revolución agrícola (la aceleró hace unos 12.000 años) y
la revolución científica (que se puso en marcha hace solo 500 años). Este libro cuenta el relato de
cómo estas tres revoluciones afectaron a los humanos y a los organismos que los acompañan.
Hubo humanos mucho antes de que hubiera historia. Animales parecidos a los humanos modernos
aparecieron por primera vez hace unos 2,5 millones de años. Pero durante innumerables generaciones
no destacaron de entre la miríada de otros organismos con los que compartían sus hábitats. No había
nada de especial en ellos. Eran animales insignificantes que no ejercían más impacto sobre su
ambiente que los gorilas, las luciérnagas o las medusas.
El Homo sapiens pertenece a una familia. Este hecho banal ha sido uno de los secretos más bien
guardados de la historia. Durante mucho tiempo, Homo sapiens prefirió considerarse separado de los
animales. Pero esto no es así. Nos guste o no, somos miembros de una familia grande y
particularmente ruidosa: la de los grandes simios. Hace exactamente 6 millones de años, una única
hembra de simio tuvo dos hijas. Una se convirtió en el ancestro de todos los chimpancés, la otra es
nuestra propia abuela.
El significado real de la palabra humano es «un animal que pertenece al género Homo», y hubo otras
muchas especies de este género además de Homo sapiens. La Tierra de hace cien milenios fue hollada
por al menos seis especies diferentes de hombres. Es nuestra exclusividad actual, y no este pasado
multiespecífico, lo que es peculiar… y quizá incriminador. Como veremos en breve, los sapiens
tenemos buenas razones para reprimir el recuerdo de nuestros hermanos.
A pesar de sus muchas diferencias, todas las especies humanas comparten varias características
distintivas. La más notable es que los humanos tienen un cerebro extraordinariamente grande en
comparación con el de otros animales. ¿Por qué es el género Homo el único de todo el reino animal
que ha aparecido con estas enormes máquinas de pensar? En Homo sapiens, el cerebro supone el 2-3
por ciento del peso corporal total, pero consume el 25 por ciento de la energía corporal cuando el
cuerpo está en reposo. Otro rasgo humano singular es que andamos erectos sobre dos piernas. La
humanidad pagó por su visión descollante y por sus manos industriosas con dolores de espalda y
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tortícolis. Las mujeres pagaron más: Una andadura erecta requería caderas más estrechas, lo que
redujo el canal del parto, (y ello precisamente cuando la cabeza de los bebés se estaba haciendo cada
vez mayor), convirtiéndolo en un riesgo importante para las hembras humanas. Por consiguiente, la
selección natural favoreció los nacimientos más tempranos, en comparación con otros animales.
Los bebés humanos son desvalidos, y dependientes durante muchos años para su sustento, protección
y educación. Este hecho ha contribuido enormemente tanto a las extraordinarias capacidades sociales
de la humanidad como a sus problemas sociales únicos. Para criar a un humano hace falta una tribu.
Así, la evolución favoreció a los que eran capaces de crear lazos sociales fuertes. Además, y puesto que
los humanos nacen subdesarrollados, pueden ser educados y socializados en una medida mucho
mayor que cualquier otro animal. Esta es la razón por la que en la actualidad podemos educar a
nuestros hijos para que se conviertan en cristianos o budistas, capitalistas o socialistas, belicosos o
pacifistas.
La posición del género Homo en la cadena alimentaria estuvo, hasta fecha muy reciente, firmemente
en el medio. Y solo en los últimos 100.000 años (con el auge de Homo sapiens) saltó el hombre a la
cima de la cadena alimentaria. Este salto espectacular desde la zona media a la cima tuvo
consecuencias enormes. La humanidad alcanzó tan rápidamente la cima que el ecosistema no tuvo
tiempo de adecuarse. Al haber sido hasta hace muy poco uno de los desvalidos de la sabana, estamos
llenos de miedos y ansiedades acerca de nuestra posición, lo que nos hace doblemente crueles y
peligrosos. Muchas calamidades históricas, desde guerras mortíferas hasta catástrofes ecológicas, han
sido consecuencia de este salto demasiado apresurado.
Un paso importante en el camino hasta la cumbre fue la domesticación del fuego. Pero lo mejor que
hizo el fuego fue cocinar. Alimentos que los humanos no pueden digerir en su forma natural (como el
trigo, el arroz y las patatas) se convirtieron en elementos esenciales de nuestra dieta gracias a la
cocción. El fuego no solo cambió la química de los alimentos, cambió asimismo su biología. La cocción
mataba gérmenes y parásitos que infestaban los alimentos. También les resultaba más fácil masticar y
digerir antiguos platos. Algunos expertos creen que hay una relación directa entre el advenimiento de
la cocción, el acortamiento del tracto intestinal humano y el crecimiento del cerebro humano.
El fuego abrió también la primera brecha importante entre el hombre y los demás animales. El poder
de casi todos los animales depende de su cuerpo (fuerza de sus músculos, el tamaño de sus dientes). El
poder del fuego no estaba limitado por la forma, la estructura o la fuerza del cuerpo humano. Una
única mujer con un pedernal o con una tea podía quemar todo un bosque en cuestión de horas. La
domesticación del fuego fue una señal de lo que habría de venir.
¿Cuál fue el secreto del éxito de los sapiens? ¿Cómo conseguimos establecernos tan rápidamente en
tantos hábitats tan distantes y ecológicamente tan diferentes? ¿Qué hicimos para empujar a las
demás especies humanas a caer en el olvido? El debate continúa abierto. La respuesta más probable es
lo mismo que hace posible el debate: Homo sapiens conquistó el mundo gracias, por encima de todo, a
su lenguaje único.
Revolución cognitiva
La aparición de nuevas maneras de pensar y comunicarse, hace entre 70.000 y 30.000 años, constituye
la revolución cognitiva. ¿Qué la causó?
La teoría más ampliamente compartida aduce que mutaciones genéticas accidentales cambiaron las
conexiones internas del cerebro de los sapiens, lo que les permitió pensar de maneras sin precedentes
y comunicarse utilizando un tipo de lenguaje totalmente nuevo. ¿Qué es lo que tenía de tan especial el
nuevo lenguaje de los sapiens que nos permitió conquistar el mundo?
No era el primer lenguaje. Cada animal tiene algún tipo de lenguaje. ¿Qué es, pues, lo que tiene de tan
especial nuestro lenguaje? Nuestro lenguaje es asombrosamente flexible. Podemos absorber,
almacenar y comunicar una cantidad de información prodigiosa acerca del mundo que nos rodea.
Nuestro lenguaje único evolucionó como un medio de compartir información sobre el mundo y acerca
de los humanos (“chismorreos»). Homo sapiens es ante todo un animal social. La cooperación social es
nuestra clave para la supervivencia y la reproducción. Pero la característica realmente única de nuestro
lenguaje no es la capacidad de transmitir información sobre los hombres y los leones. Más bien es la
capacidad de transmitir información acerca de cosas que no existen en absoluto. Esta capacidad de
hablar sobre ficciones es la característica más singular del lenguaje de los sapiens. ¿Por qué es eso
importante? La ficción nos ha permitido no solo imaginar cosas, sino hacerlo colectivamente. Lo que
confirió a los sapiens la capacidad sin precedentes de cooperar flexiblemente en gran número. Esta es
la razón por la que los sapiens dominan
Revolución agrícola
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La segunda gran revolución, la revolución agrícola, aceleró aún más el curso de la historia hace unos
12.000 años. El homo sapiens dejó de ser recolector y cazador para pasar a ser agricultor. Esta
transformación está llena de luces y sombras ya que, según asegura Harari, no trajo mayor bienestar al
ser humano. Según su teoría -ya que Harari no se limita a relatar de forma notarial el curso de la
historia, sino que también se aventura con sus propias interpretaciones y conclusiones a lo largo de las
casi 500 páginas del ensayo- a lomos de esta otra gran esta revolución, el homo sapiens deja atrás su
anterior vida del "buen salvaje" para atarse a una vida llena de obligaciones en la que la agricultura es
el centro.
"Aunque se aseguró mayor cantidad de alimento (trigo, arroz, patatas) la revolución agrícola no supuso
una mejora de las condiciones de vida; los cazadores-recolectores vivían mejor y tenían una dieta más
variada", indica el filósofo israelí. 'El mayor fraude de la Historia". La citadas plantas domésticas
"fueron las que domesticaron al hombre y no al revés". El cambio de modus vivendi trajo "dolencias
lumbares, artritis, reumas" y más violencia, derivada de la necesidad de cada propietario de vigilar sus
plantaciones. Además, a costa del éxito evolutivo del homo sapiens, esta revolución acarreó un
enorme sufrimiento a los animales domésticos.
Esta gran transformación, que traerá la mejora del ADN y el crecimiento demográfico, supone "un
cambio de inflexión en el que los homo sapiens se desprenden de la simbiosis con la naturaleza y
corren hacia la codicia y la alienación" (capítulo 6, 'Construyendo pirámides').
Para comprender el alcance del cambio demográfico que se produce, en el año 10.000 a.C. había en la
tierra entre 5 y 8 millones de cazadores-recolectores nómadas mientras que, en el s. I d.C., 1 ó 2
millones de cazadores y 250 millones de recolectores moraban la tierra.
Un orden imaginado
El cazador tenía prácticamente el mundo entero por morada, mientras que el agricultor -predecesor
directo del hombre contemporáneo- vive en una "isla artificial" que no puede abandonar por miedo a
perder sus posiciones, y vive pensando en el futuro (cosechas, clima...); más aún, "trabaja al servicio
del futuro".
Todo esto genera un nuevo "orden imaginado" vinculado a la agricultura, en el que surgen
gobernantes y élites que viven a costa de los excedentes. "Los pocos milenios que separan la
revolución agrícola de la aparición de ciudades, reinos e imperios no fueron suficientes para permitir la
evolución de un instinto de cooperación en masa" se lamenta Harari en la formulación de una de las
tesis más interesante
Otro hito en esta sucesión de transformaciones fue la evolución de la escritura hacia formas más
sofisticadas del almacenamiento de la información. Así, hacia 2500 a. C. los reyes mesopotámicos
empleaban la escritura cuneiforme para emitir decretos y, en la misma época, los egipcios desarrollan
otra escritura compleja, la jeroglífica.
En consecuencia, la supervivencia de la especie ya no se basa únicamente en la información codificada
en el genoma, y surge un sentido de cultura que permite que individuos extraños entre sí se pongan a
colaborar en pos de un fin común.
Ahora bien, se lamenta de nuevo Harari en ese contraste de luces y sombras que envuelve toda la
evolución humana, el mundo moderno que se iniciaba entonces no logrará nunca casar la libertad con
la igualdad.
El dinero y la revolución científica
Otro hito crucial en esta aventura fue el surgimiento del dinero, cuya primera variante fue el dinero de
cebada sumerio, en la misma época y lugar donde surgió la escritura. El dinero viene a sustituir al
trueque, una vez que se constata la imposibilidad de mantener un sistema de trueque abierto a
infinidad de variantes.
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Harari dedica gran parte de su ensayo en explicar la revolución científica y se pregunta por qué ésta
triunfa sobre todo en Europa, cuando había partes del mundo como India, China o el mundo del islam
con una tradición científica anterior. El matrimonio entre ciencia e imperio que se dio en Europa -y no
en otras partes del mundo- fue lo que permitió al continente, a comienzos de la Edad Moderna,
dominar el mundo. Y es que este afán imperialista no se dirigía a lejanas tierras exclusivamente en
busca de riqueza sino, sobre todo, en busca de nuevos conocimientos (pensemos en la expedición de
Darwin).
Harari explica que, en un momento entre el siglo XV y el XVI, los europeos empiezan a dibujar mapas
en los que aparecen vastas extensiones vacías, cuando hasta entonces las zonas desconocidas de los
mapas se rellenaban con monstruos, montañas imaginarias o cualquier otro elemento producto de la
fantasía.
Este cambio psicológico e ideológico -el reconocimiento de la propia ignorancia ante un mundo
desconocido- supuso un acicate para ir a explorar y conocer lo desconocido.
América
Así, en este periodo se produce el descubrimiento de América, el acontecimiento fundacional de la
revolución científica. Europa de este modo se adelanta al resto de culturas, que no adoptarían una
visión global del mundo hasta el siglo XX.
La Edad Moderna también traería la invención del crédito, “un nuevo sistema basado en la confianza
en el futuro, que nos permite construir el presente a expensas del futuro”.
Con este cambio se termina con siglos de economías congeladas, ya que no existía una confianza en un
futuro mejor e, incluso, existía el tabú religioso de que amasar mucho dinero era pecaminoso. El
economista Adam Smith es el primero que formula una idea que entonces era revolucionaria: “el
impulso egoísta de aumentar los beneficios privados es la base de la riqueza colectiva” (La Riqueza de
las Naciones, 1776). Y la nueva ética, añadió, consiste en reinvertir los beneficios en la producción.