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Movilidad Territorial y Migraciones Globales

Este documento describe tres tipos principales de desplazamientos de la población: 1) la movilidad cotidiana, que incluye los movimientos diarios entre el hogar y el trabajo; 2) los desplazamientos turísticos temporales para ocio; y 3) las migraciones, que implican un cambio más permanente de residencia para buscar mejores condiciones de vida.
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Movilidad Territorial y Migraciones Globales

Este documento describe tres tipos principales de desplazamientos de la población: 1) la movilidad cotidiana, que incluye los movimientos diarios entre el hogar y el trabajo; 2) los desplazamientos turísticos temporales para ocio; y 3) las migraciones, que implican un cambio más permanente de residencia para buscar mejores condiciones de vida.
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Se denomina "movilidad territorial de la población" al desplazamiento de los seres humanos


en el espacio geográfico. Estos movimientos pueden ser masivos o individuales, abarcar largas o
cortas distancias y tener una duración temporal variable; se los realiza con algún objetivo. Los
movimientos de la población tienen una gran importancia demográfica y fueron, a lo largo de la
historia de la humanidad, el medio por el que se poblaron distintos territorios. El continente
americano, por ejemplo, fue poblado por la llegada de millones de seres humanos a lo largo de
los últimos 20.000 años.
Desde hace unos dos siglos, se verifican los mayores movimientos poblacionales en el mundo,
tanto por el número de personas como por la variedad de los traslados. Ello se relaciona, entre
otras cosas, con las mejoras en el transporte y las comunicaciones, con la búsqueda de mejores
condiciones de vida, con el crecimiento de las ciudades y, más recientemente, con la posibilidad
de conocer otras sociedades y otros espacios.
A esta variedad de movimientos la clasificaremos en tres grandes tipos: la movilidad
cotidiana, la turística o de recreación, y las migraciones.

LA MOVILIDAD TERRITORIAL COTIDIANA O PENDULAR

En la actualidad, la mayor parte de la población mundial vive en áreas urbanas cuya


extensión varía entre unos pocos y miles de kilómetros cuadrados. En esos espacios urbanos, se
registran las mayores densidades poblacionales. También encontramos allí la mayor cantidad y
variedad de actividades industriales, de servicios y comerciales.
la expresión "movilidad cotidiana" hace referencia a los desplazamientos habituales realizados
por los habitantes con el objetivo de desarrollar sus actividades y, por eso, está acotada temporal
y espacialmente.
En general, las áreas residenciales no coinciden con las de localización de las actividades
laborales y, por tal motivo, las personas deben desplazarse; los movimientos relacionados con el
trabajo son repetitivos y cíclicos, por lo cual se los suele denominar "pendulares".
Los movimientos cotidianos se incrementan con el crecimiento de las ciudades. El transporte
terrestre y su infraestructura son los medios utilizados para el desplazamiento.
En las grandes áreas urbanas, estos movimientos involucran a millones de personas de
distintos niveles de ingreso. Esto se expresa, por ejemplo, en los medios de transporte utilizados
por cada sector: el transporte público de pasajeros - el ferrocarril y el autobús- y el automóvil
particular expresan esas diferencias.

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LOS DESPLAZAMIENTOS TURÍSTICOS

Los desplazamientos turísticos son temporarios y discontinuos en el tiempo; cubren distancias


variables y son practicados por millones de personas en todo el mundo.
Podemos considerar el turismo como una actividad de descanso y recreación que se lleva a
cabo en sitios acondicionados para tal fin y alejados del lugar de residencia de quienes lo
practican. Surge en el siglo XIX, en parte como una necesidad de los sectores más ricos de los
países industrializados de distenderse de las presiones que les imponía la actividad laboral propia
de las sociedades capitalistas en ascenso.
En los comienzos deL siglo XX, se dictaron leyes que mejoraron las condiciones de los
trabajadores y, por ejemplo, se reglaron períodos de vacaciones pagas; esto, sumado al
incremento de los ingresos, derivó en una práctica masiva del turismo.
En las últimas décadas, se incrementaron la oferta turística y su demanda. El desarrollo de
las comunicaciones, de los medios de transporte y de las políticas específicas implementadas para
el sector hizo posible que el turismo se transformara en una de las principales actividades
económicas en algunas regiones y algunos países del mundo.
Por tratarse de una actividad mercantilizada, relacionada con la disponibilidad de tiempo libre
y de su gestión, el turismo se encuentra restringido a aquellos sectores de la población mundial
con ingresos monetarios suficientes y tiempo disponible.

LAS MIGRACIONES

Las migraciones son otro de los tipos de desplazamiento territorial de la población. Estos
movimientos suelen ser masivos, relativamente definitivos, y cubrir grandes distancias.
Las migraciones implican un cambio de residencia más o menos permanente, es decir, se
abandona un lugar o se emigra y se arriba o inmigra a otro. En general, quien migra espera
encontrar en la nueva sociedad mejores condiciones de vida. Podemos pensar, entonces, que la
migración es un fenómeno que involucra tanto una decisión individual como las condiciones
políticas, económicas o culturales de la sociedad que motivan tal decisión.
Según la UNESCO, en la actualidad viven fuera de su país de origen por decisión propia unos
l00 millones de personas: son los migrantes internacionales. La mayoría de ellos se desplaza
desde países con profundos problemas económicos y sociales hacia los más desarrollados o los
de mayor crecimiento económico.
También puede identificarse un tipo de migración que depende de persecuciones políticas,
étnicas, religiosas, o de las catástrofes; son las migraciones forzadas; los migrantes, llamados
"refugiados", suman unos 20 millones en todo el mundo. Por ejemplo, en la década de 1990, en
Colombia, los enfrentamientos armados entre la guerrilla, las fuerzas armadas y los
narcotraficantes provocaron el éxodo de millones de colombianos hacia regiones más seguras.

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Además se producen migraciones dentro del territorio de un país: quienes viven en el campo
se desplazan a la ciudad, y viceversa.
Ya vimos que los movimientos migratorios fueron una constante en la historia; sin embargo,
las transformaciones sociales, económicas y territoriales del capitalismo los tornaron masivos y
planetarios. Pueden identificarse, en síntesis, cuatro grandes tipos de movimientos migratorios
que analizaremos en los apartados siguientes:
➢ migraciones transitorias;
➢ migraciones rural - urbanas;
➢ migraciones internacionales;
➢ migraciones forzadas.

LAS MIGRACIONES RURAL - URBANAS


Las migraciones rural - urbanas, también llamadas "éxodo rural", son la principal fuente de
los procesos de urbanización. Fueron masivas en todo el mundo a partir de los cambios
introducidos por el capitalismo en las distintas sociedades. Sin embargo, el fenómeno no fue
similar en los distintos continentes, ni se produjo al mismo tiempo.
En la mayor parte de Europa y América del Norte, las migraciones rural - urbanas se
produjeron entre los siglos XVIII, XIX y principios del XX. En América latina se dieron a lo largo
del siglo XX, aunque resultaron más o menos incompletas según los países. En Asia son un
fenómeno en curso, salvo en el Japón. En África, el proceso afecta actualmente la organización
social tradicional, en especial, la tribal.
Si bien todas estas migraciones se producen a partir del desarrollo del capitalismo, la forma
que adoptan en cada país y las respuestas sociales de sus habitantes dependen, en parte, de la
historia de cada sociedad.
Las causas de las migraciones rural - urbanas son dos: el cambio y el estancamiento.
Los factores de cambio están constituidos por las transformaciones del medio rural a causa
de la modernización y la mecanización de la agricultura. Al elevarse la productividad del trabajo
por la introducción de máquinas y técnicas modernas de cultivo, se libera mano de obra.
Los factores de cambio prevalecen en Europa, América del Norte y Australia, y fueron la
principal causa de las migraciones rural - urbanas junto con la Revolución Industrial. En algunas
áreas del Brasil y la Argentina, también cedieron esos factores.
Los factores de estancamiento devienen de la presión ejercida por el crecimiento demográfico
sobre la cantidad de áreas cultivables, cuando éstas están limitadas por la falta de tierras y por
el monopolio de los grandes propietarios. Esos factores no están ligados a la industrialización,
sino a un crecimiento poblacional que no es absorbido por la región, en la medida en que la oferta
de trabajo es inferior a la demanda. La principal causa de las migraciones por estancamiento es

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la estructura social, es decir, la existencia de grandes latifundios improductivos. Estos factores
prevalecen en las regiones poco desarrolladas del mundo.

LAS MIGRACIONES INTERNACIONALES


Es habitual designar con este nombre a los desplazamientos definitivos por los que se
atraviesan límites políticos entre países. Además, por las características que tuvieron y los
procesos que los originaron, el término "migraciones internacionales" hace referencia a los
movimientos poblacionales del sistema capitalista entre principios del siglo XIX y mediados del
XX.
Teniendo en cuenta la distancia recorrida y los ámbitos de origen y destino de los migrantes,
se diferencian dos tipos de migraciones internacionales: las interocéanicas y las
intracontinentales.
Las migraciones interoceánicas se producen como consecuencia de la transformación
capitalista de Europa y la conformación de un mercado mundial caracterizado por la
especialización productiva de los países: la periferia capitalista producía materias primas, mientras
que los países centrales las industrializaban. Como vimos, en el siglo XIX se produjo un importante
crecimiento demográfico en Europa, que implicó que un gran número de personas tuviera pocas
posibilidades de mejorar su calidad de vida; por un lado, la creación de puestos de trabajo en las
industrias crecía menos que la población, y por el otro, los campesinos no podían acceder a la
propiedad de la tierra. Además, un gran número de empresarios de ese continente, poseedor de
mucho capital para invertir, buscó hacerlo en lugares en los que obtuviera una mayor tasa de
ganancia que en Europa.
De este modo, tanto la población en busca de mejores condiciones de vida como los capitales
en busca de mejores negocios encontraron las posibilidades para su desarrollo en los nuevos
países de América y Oceanía. Desde 1830 y durante un siglo, emigrar de Europa "para hacer la
América" se trasformó en el sueño de millones de personas.
Se denomina "migraciones intracontinentales" a las ocurridas a partir de la gran crisis
económica que se abatió sobre el mundo en 1930. Dicha crisis provocó que el mercado mundial
se desarticulara, ante lo cual, cada país intentó una vía propia para crecer económicamente. Así,
comenzó el periodo en el que los países con un incipiente grado de industrialización intentaron
profundizar el sector industrial, apoyándose en el mercado interno y elevando los ingresos de la
población para fomentar el consumo.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, y hasta la década de 1970, este proceso se aceleró
por el impulso de los Estados Unidos que, transformados en la primera potencia capitalista,
orientaron sus inversiones industriales hacia el exterior, dinamizando la economía de numerosos
países.

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Atraídos por las mejores condiciones de vida, muchos jóvenes de países poco desarrollos
emigraron hacia aquellos, más dinámicos. Dentro de este contexto, predominaron las migraciones
limítrofes: países como Alemania, Suiza y Gran Bretaña fueron los receptores de los migrantes
provenientes de países del mismo continente, como Italia, España, Grecia y Portugal. En América,
los Estados Unidos, el Canadá y la Argentina son ejemplos de países receptores de grandes
contingentes de migrantes de países vecinos.

LAS MIGRACIONES FORZADAS


Algunos acontecimientos extremos, como las guerras, las percusiones políticas y las
catástrofes naturales (inundaciones o erupciones volcánicas), pueden llevar a la migración
obligada a grandes contingentes de personas. En el sistema jurídico internacional, se reconocen
distintas categorías de migrantes forzados: los refugiados, los desplazados y los exiliados.
Estos desplazamientos suelen ser masivos y concentrados en el tiempo. Una vez que se
supera el acontecimiento que originó la migración, una parte de los migrantes retorna a su lugar
de residencia. Otros, en cambio, deciden permanecer en el lugar de acogida o trasladarse a otro.
Sin embargo, los problemas familiares, laborales o sociales que desencadenan en los migrantes
esos acontecimientos no se superan con la desaparición del fenómeno. Entre otras cosas, se
produce la ruptura del entramado social del que formaban parte en su lugar de origen; para los
que no regresan, se presentan problemas de carácter laboral y cultural. El siglo XX está lleno de
ejemplos de migraciones forzadas en todos los continentes. En Europa, la Primera Guerra Mundial
y la Segunda Guerra Mundial desplazaron a decenas de millones de personas; más recientemente,
lo hicieron las guerras étnicas libradas en los Balcanes.
En América del Norte, las catástrofes naturales, como las inundaciones por las crecidas de
los grandes ríos o la actividad volcánica recurrente en México, produjeron el mismo fenómeno.
En América Central y América del Sur, predominan los desplazamientos forzados por las
persecuciones políticos - militares.
En África, las guerras entre tribus que fueron obligadas a vivir juntas después de la
colonización europea, como sucede en el caso de Ruanda, llevaron al éxodo de dos millones de
personas. En Asia, los motivos fueron las catástrofes y las persecuciones.
La ONU estima que, en la actualidad, unos 25 millones de personas se ven forzadas a vivir
en lugares distintos de los que desearían.

LA VIDA DEL INMIGRANTE


A pesar de la posibilidad de encontrar un trabajo mejor pago que en su país, la vida del
inmigrante puede llegar a ser muy dura en otros aspectos. Muchas veces, el inmigrante es tratado
como un habitante "de segunda". En la mayoría de los casos, realiza tareas poco calificadas,
trabajos pesados que los nativos rechazan. También, en ocasiones, el inmigrante es discriminado

5
por su condición de extranjero pobre, por su apariencia diferente o porque posee costumbres
distintas de las de la sociedad que lo recibe. La discriminación se evidencia no solo en las actitudes
violentas que se publicitan, sino principalmente en las actitudes cotidianas de desprecio o de
recelo hacia los extranjeros.

De igual a Igual - León Gieco Si me pedís que vuelva otra vez donde nací
yo pido que tu empresa se vaya de mi país
Soy bolita en Italia, Y así será de igual a igual
soy colombo en Nueva York, Y así será de igual a igual.
soy sudaca por España
y paragua de Asunción. Tico, nica, el boricua,
arjo, mejo, el panameño
Español en Argentina, hacen cola en la Embajada
alemán en Salvador, para conseguir un sueño.
un francés se fue pa' Chile,
japonés en Ecuador. En tanto el gran ladrón,
lleno de antecedentes,
El mundo está amueblado si lo para inmigración
con maderas del Brasil pide por el presidente.
y hay grandes agujeros
en la selva misionera. Los llamados ilegales
que no tienen documentos
Europa no recuerda son desesperanzados
de los barcos que mandó sin trabajo y sin aliento.
Gente herida por la guerra
esta tierra la salvó. Ilegales son los que
dejaron ir a Pinochet
Inglaterra se jactaba
de su honor y de su ley.

Por otra parte, el inmigrante enfrenta situaciones que lo afectan emocionalmente. En primer
lugar, sufre el desarraigo, debe adaptarse a una nueva sociedad, a menudo con otra lengua,
otras costumbres, otros códigos de comportamiento. Muchas veces, debe afrontar esta
adaptación sin su familia, que puede haber permanecido en su país de origen. Por eso, tiende a
buscar otros compatriotas con quienes compartir sus experiencias y cultivar sus tradiciones, lo
que lo mantiene afectivamente unido a su tierra.
En el espacio urbano, este hecho se refleja en la constitución espontánea de barrios donde
predominan inmigrantes de una misma nacionalidad, porque el grupo les da mayor seguridad.
En estos barrios se construye un paisaje urbano semejante de alguna manera al del país de
origen. Este paisaje urbano está constituido por representaciones visuales -íconos-, la venta de
ciertas comidas, la celebración de fiestas tradicionales. Este tipo de barrios son comunes en las
ciudades de los países que reciben grandes cantidades de inmigrantes. La ciudad de Nueva York,
en los EE.UU., donde existen barrios de chinos, de italianos, de judíos, de puertorriqueños, es el
principal ejemplo. Si bien estos barrios responden a una necesidad de agrupamiento con los

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connacionales, a veces su existencia puede ser contraproducente, cuando se convierten en
verdaderos guetos que acentúan la eventual segregación que la sociedad de acogida plantea y
dificultan aun más la integración.

LOS EFECTOS DE LAS MIGRACIONES

Más allá de los beneficios o perjuicios que la migración implica para los propios migrantes,
existen consecuencias que afectan globalmente tanto a las áreas de partida como de llegada.
En las áreas de partida, se produce una disminución de la población joven y de la tasa de
natalidad hacia el futuro, por pérdida de personas en edad reproductiva. Ocurre entonces un
envejecimiento de la población y una desaceleración de la producción y el consumo.
Sin embargo, es importante señalar que para algunos países en situaciones de estancamiento
económico, la emigración constituye un alivio frente a la presión demográfica que soportan. En
los casos en que existen corrientes migratorias permanentes y organizadas -especialmente hacia
países ricos- se verifica el traspaso de las ganancias de los inmigrantes hacia sus familias
residentes en el país de origen. Estas remesas de dinero constituyen un importante aporte a las
economías de los países de partida.
En las áreas de llegada, se produce un rejuvenecimiento de la población, puesto que los
inmigrantes son, en su mayoría, jóvenes y es posible que tengan allí sus hijos.
La economía puede beneficiarse por la disponibilidad de mano de obra barata y porque una
mayor cantidad de personas dinamiza el mercado y, por lo tanto, estimula la producción de bienes
de consumo y servicios básicos (alimentos, vestimenta, transporte). Sin embargo, la mayor oferta
de mano de obra puede producir un descenso general del promedio de salarios, situación que
perjudica al conjunto de los trabajadores.

LAS POLÍTICAS MIGRATORIAS

Los gobiernos implementan dispositivos legales para limitar o alentar las migraciones. Estas
políticas tienen objetivos diversos y parten de concepciones distintas en relación con el tema del
inmigrante. En algunos casos, el aliento a la inmigración se basa en razones económicas, como,
por ejemplo, la falta de trabajadores especializados; en otros, se debe a razones humanitarias.
Las limitaciones al ingreso de extranjeros tienen otras motivaciones, algunas de las cuales,
como la xenofobia y el temor a la baja salarial, ya fueron analizadas.
En América, durante el siglo XIX, muchos países implementaron políticas migratorias
explícitas para atraer europeos y poblar sus territorios. Estas políticas se basaban en otorgarle al
inmigrante distintos beneficios, como pasajes en barco sin cargo y parcelas de tierra gratuitas
para desarrollar la agricultura. En la Argentina, esa política se tradujo en la creación de numerosas
colonias agrícolas. En los Estados Unidos, permitió la ocupación y la explotación agropecuaria de
las llanuras centrales.

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En los países desarrollados, actualmente, la migración es vista como un problema; por eso,
genera un debate que resulta muy tenso. En la Unión Europea, por ejemplo a la vez que se
reconoce la necesidad de inmigrantes calificados como fuerza laboral, surgen propuestas de cierre
de la inmigración para todas las personas que no provengan de los países miembros.

ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS

PARADOJAS DE LAS POLÍTICAS MIGRATORIAS


Según proyecciones de la ONU, la población total en edad productiva de los países desarrollados
está disminuyendo por primera vez desde 1950.

12/07/2022. Clarín.com. Opinión. Lelio Mármora

Las políticas migratorias que se están desarrollando en una parte importante del mundo

podrían entenderse en forma general como basadas en una visión negativa del aporte de las

migraciones.

Esta supuesta visión negativa se enfrenta a tres paradojas: por un lado, la demográfica,

explicitada en el rechazo a la migraciones por una parte de los países del mundo con un

decrecimiento y el envejecimiento de su población; por otra parte, la económica, en la

contradicción entre la de las políticas anti-migratorias y los beneficios económicos aportados por

los migrantes; y por otro lado la de las políticas internacionales, a través de las incongruencias

entre los acuerdos regionales e internacionales de libre circulación de personas con las políticas

migratorias de los Estados miembros.

A raíz de las crisis petroleras de principios de la década de 1970 ,-luego de treinta años de

políticas de promoción de mano de obra extranjera- ,como estrategia de crecimiento económico

,se produjo una ruptura de políticas migratorias. Duramente cuestionadas, por un lado, por el

neo-malthusianismo que lanzó su alerta sobre la “explosión demográfica” , y por las teorías

económicas que comenzaron a relativizar el “crecimiento hacia adentro” y privilegiaban la

búsqueda de mercados externos, para lo cual no sería necesaria una población numerosa que

sirviera de demanda nacional para los productos, las migraciones dejaron de ser percibidas como

un aporte para pasar a ser miradas como un “agregado” de población no necesario que iba,

además, a incidir negativamente en términos de su presión sobre los mercados de trabajo y

servicios sociales existentes, salvo si esa inmigración fuera calificada.

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Las políticas migratorias giraron hacia una línea restrictiva promovida por una creciente

xenofobia, por grandes negocios alrededor del “control migratorio” y plasmada en más de 17000

Km de vallas y muros fronterizos en distintas partes del mundo. Paradójicamente, esta aparente

“disfuncionalidad” poblacional fue aceptada en forma generalizada a pesar que la realidad del

proceso demográfico de gran parte de los países del mundo demuestra lo contrario.

Según proyecciones de la Organización de las Naciones Unidas, la población total en edad

productiva de los países desarrollados está disminuyendo por primera vez desde 1950, y en 2050

habrá reducido 5%, incrementándose a su vez la población de más de 65 años. En esa

perspectiva, en 2050 los países desarrollados tendrán el doble de personas mayores de 60 años

que de niños.

Los países que lleguen a esta etapa tendrán un mayor gasto público y privado en servicios

sociales (salud, jubilaciones) y un mayor índice de dependencia económica por una reducción

de la población económicamente activa que estaría compensada por los migrantes.

La segunda paradoja es que esas migraciones no deseadas estarían beneficiando a los

países receptores, desde una perspectiva económica por su contribución al desarrollo.

En esa perspectiva pueden observarse efectos positivos de las migraciones internacionales

en la producción total, ya que el libre movimiento permite moverse hacia donde se es más

productivo e importantes efectos en la pobreza global y la inequidad, porque la población pobre

es relocalizada desde áreas de baja productividad hacia áreas de alta productividad,

enriqueciendo al mundo, escapando a la pobreza y equilibrando la distribución de ingresos; y

efectos en el presupuesto de los países de llegada, ya que los migrantes pobres usan menos los

servicios sociales que los nativos pobres.

Por otra parte la posibilidad de fronteras abiertas para la movilidad de las personas

incrementaría la producción mundial , reduciría drásticamente la pobreza y la inequidad global y

permitiría a las personas moverse donde se es más productivo; es más probable que el migrante

traiga nuevas ideas e inicien sus propias empresas y que sean menos proclives que los nativos

a depender de las finanzas locales, que ocupen empleos que los residentes no quieren ocupar,

producir soluciones originales, como también de cuidar a los otros .

La tercera paradoja es que si bien en el ámbito de los acuerdos internacionales y regionales

el desarrollo humano del migrante aparece como el objetivo fundamental; a nivel de políticas

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nacionales las restricciones al movimiento regular de las personas se han incrementado en

diferentes países en función de una soberanía excluyente.

Por un lado, han aumentado los convenios y reuniones internacionales sobre los derechos

humanos de los migrantes, de los cuales vale destacar en especial el “Pacto Mundial para una

migración segura, y ordenada y regular”, en cuya base los gobiernos acuerdan el respeto por los

derechos humanos de los migrantes.

Por otro lado, se ha ido desarrollando una tendencia a la adopción de políticas unilaterales

que en muchos casos entran en abierta contradicción con lo que los gobiernos aprueban en

dichos foros. Un ejemplo es el de la “Convención de las Naciones Unidas para la protección de

los trabajadores migrantes y sus familias” aprobada en 1990 y recién dos décadas después

ratificada con el número mínimo de gobiernos necesarios, sin contar que ningún país

desarrollado receptor de migrantes la ha ratificado.

Es difícil pronosticar si los espacios multilaterales lograrán imponerse sobre las prácticas y

políticas migratorias unilaterales o quedarán congelados en la “hipocresía diplomática” o si los

avances bilaterales lograrán superar las trabas de las administraciones legales o si, aun

cumpliéndose los acuerdos bi o multilaterales, se conseguirá un verdadero pasaje de la

“exhortación” a la norma; o cuál será el verdadero efecto sobre el migrante, ¿más libertad de

movimiento? ¿más respeto a sus derechos humanos? o ¿más restricciones?.

Qué es el Síndrome de Ulises y cómo afecta a los migrantes


5 agosto 2022. Alicia Hernández @por_puesto. BBC News Mundo

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"No debiera arrancarse a la gente de su tierra o país, no a la fuerza", decía el poeta
argentino Juan Gelman.
Sin embargo, en el mundo hay alrededor de 281 millones de migrantes internacionales (el 3,6
% de la población), según los datos de 2020 de la ONU.
Hay quienes emigran porque así lo desean, pero también quienes se ven obligados a ello. A
finales de 2019, las personas desplazadas a la fuerza eran más de 79,5 millones según ACNUR.
Sea algo elegido o no, los migrantes, con las raíces a miles de kilómetros, puede que nos
sintamos como decía Gelman: como una "planta monstruosa". Y habrá circunstancias en nuestra
llegada a destino que suavizarán esa condición o la empeorarán.
En la frontera entre la salud mental y el trastorno
El psiquiatra español Joseba Achotegui trabaja con temas relacionados con migración en la
Asociación Mundial de Psiquiatría, de la que es secretario. A partir de 2002 empezó a ver que algo
cambiaba. "Se cerraron las fronteras, empezaron políticas más duras contra la migración, la gente
dejó de tener acceso a papeles, había una enorme lucha por la supervivencia", cuenta a BBC
Mundo.
Y esto se reflejó en cómo acudían los pacientes a su consulta: "Estaban indefensos, asustados,
sin poder salir adelante".
En concreto, vio que muchos migrantes que viven situaciones difíciles presentaban "un cuadro
reactivo de estrés muy intenso, crónico y múltiple".
Achotegui le puso nombre: Síndrome de Ulises.
Aclara el psiquiatra que esto no es una patología, ya que "el estrés y el duelo son cosas
normales en la vida", pero sí remarca la peculiaridad del síndrome que deja al migrante, de nuevo,
en la frontera. Pero esta vez entre la salud mental y el trastorno.
Duelo migratorio vs. síndrome de Ulises
Normalmente asociamos la palabra "duelo" al sentimiento tras la muerte de un ser querido. Los
psicólogos lo relacionan con cualquier pérdida que tenga el ser humano, como dejar un trabajo,
la separación de una pareja o cambios en nuestro cuerpo.
"Cada vez que experimentamos una pérdida, tenemos que acostumbrarnos a vivir sin eso que
teníamos y adaptarnos a la nueva situación. Es decir, hay que elaborar un duelo", explica la
psicóloga experta en duelo migratorio Celia Arroyo.
Así, el duelo migratorio está asociado a este gran cambio en la vida de una persona. Pero tiene
características que lo hacen especial, ya que es un duelo "parcial, recurrente y múltiple".
Parcial porque no es una pérdida total como ocurre con la muerte de alguien; recurrente porque
con cualquier viaje, comunicación con el país o echar un simple vistazo a una fotografía en
instagram puede reabrirse; y múltiple porque no es solo una cosa la que se pierde, sino muchas.
Joseba Achotegui agrupó estas pérdidas en 7 categorías. La más evidente suele ser la pérdida
de la familia y los seres queridos. También está la pérdida de estatus social, algo que, dice Arroyo,

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suele pasar por la condición de migrante pero si, además, "el país de origen es xenófobo, supone
una gran adversidad".
Otro duelo que el migrante pasa es el de la pérdida de la tierra. Por ejemplo, extrañar un paisaje
montañoso o los días llenos de sol.
Se suma el duelo del idioma, que será más fuerte en la medida en que se migre a un país con
otra lengua. Puede ser una verdadera barrera para, por ejemplo, hacer un trámite burocrático y
mandar un simple correo electrónico.
Por último, está la pérdida de los códigos culturales, que puede significar algo tan sencillo
como no tener con quién "echar un pie" y bailar salsa o con quien compartir un mate.
Y, asociado a esto, y como último duelo, está la pérdida de contacto con el grupo de
pertenencia, con aquellos con quien podemos hablar en los mismos códigos, que entenderán
nuestros modismos y forma de ver la vida.
El síndrome de Ulises es cuando, además de tener que pasar estos siete duelos normales para
un migrante, se hace en condiciones difíciles, explica Achotegui.
Cuáles son los detonantes
"Cuando hay dificultades o se rechaza a la persona en la sociedad de acogida puede darse
este síndrome", explica Guillermo Fauce, profesor de Psicología en la Universidad Complutense
de Madrid y presidente de Psicología sin Fronteras.
No es lo mismo llegar a un país nuevo con un trabajo ya estable que sin nada en firme; tener o
no un techo y comida asegurados, entrar ya con visa o con un estatus legal por definir. Tener o no
ciertas condiciones suma puntos y estrés.
"El rechazo que puede tener más impacto es no tener papeles o no poder acceder a
determinados recursos", dice el psicólogo.
A su vez, Achotegui explica que esta situación hace que los migrantes no puedan salir adelante
y genera tensión y problemas de supervivencia, otro detonante más.
Al coctel puede sumarse el no tener personas a nuestro alrededor que nos brinden apoyo, no
solo material (donde vivir, comer, dormir), sino también emocional. "Muchos migrantes sufren
situaciones de soledad, están aislados", remarca Achotegui.
Fauce señala que también hay un apoyo simbólico que, de no darse, es otro detonante más.
Se trata de que el entorno del migrante entienda y reconozca su condición, "que está pasando por
un situación complicada, transitando muchos duelos y que se le permita un periodo de transición
en la sociedad de acogida".
A veces puede pensarse que "lo peor" ha pasado tras cruzar una frontera en malas condiciones,
pero, en el país de acogida, la sensación de indefensión, de estar sin derechos y los posibles
abusos laborales y sexuales pueden dar lugar a un cuarto detonante: el miedo.
Los expertos consultados añaden que esta situación de vulnerabilidad que puede dar lugar al
síndrome de Ulises se hace mayor cuando se es mujer.

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Qué nos puede pasar y cuándo estar alerta
Los síntomas pueden ser los mismos, dice Achotegui, que podemos tener cuando pasamos
una mala época: dormimos mal, nos cuesta relajarnos, dolores musculares o de cabeza, enfado,
nerviosismo, tristeza.
Fauce señala que, por un lado, se puede entrar en una suerte de estado depresivo y de tristeza,
de encerrarnos en nosotros mismos y, por otro, estar hiperactivos y ansiosos, algo que al final
nos va a quitar energía.
Esto puede hacer que el síndrome de Ulises se confunda con otras enfermedades mentales
como depresión o estrés postraumático y que trate de medicalizarse.
Pero, en este caso, cuando se solucionan los obstáculos que dieron lugar al síndrome (hay
trabajo, cierta estabilidad, menos estrés, etc,), desaparece.
"Si se sigue adelante, se consigue trabajo y hay una cierta estabilidad pero sigue habiendo
síntomas, ahí hay algo más que evaluar y hay que intervenir de otra manera, porque puede que
haya otra cosa ya del plano psiquiátrico, como un cuadro depresivo", sostiene Achotegui.
Así, cuando el malestar se convierte en permanente o impide que hagamos nuestra vida, hay
que prender las alarmas. Otras muestras de alarma que señala Fauce son si aparecen ataques
de ira, nuestras relaciones personales se ven afectadas o "se cogen atajos, como consumir
drogas, alcohol, hay gastos desmesurados o se hacen deportes de riesgo".
Qué hacer y qué no hacer
"Es fundamental crear una red de apoyo social, estar en contacto con otros inmigrantes y
compartir vivencias", señala Celia Arroyo. Para esto es bueno buscar migrantes de nuestra
nacionalidad o grupos de apoyo específicos donde vivamos.
Al respecto, Achotegui dice que esto hace que haya "menos riesgo de trastorno mental",
pero quedarse muy anclado con nuestra comunidad puede hacer que se prospere menos.
"Si no te metes en la sociedad de acogida, costará progresar. Es un equilibrio".
Al final se trata de mantener "la raíz" con agua, pero no olvidarnos de nuestras hojas, del lugar
donde reciben el sol.
También recomienda Achotegui hacer ejercicio y actividades que bajen el estrés.
Fauce remarca que "los cortes radicales no funcionan, ni las decisiones drásticas" ya sea
respecto al país de origen o al de acogida y a las relaciones creadas en ambos.
Arroyo señala que, aunque es complicado dar un tiempo preciso, si tres meses después de
haber conseguido una estabilidad el sufrimiento que sentimos no ha disminuido, es buen momento
para pedir ayuda psicológica.
Qué pueden hacer los demás
La sociedad de acogida juega un papel importante, pero quien no ha vivido esta situación puede
que no entienda qué implica el duelo migratorio ni el estrés sostenido que deriva en el síndrome
de Ulises. Esto puede hacer que no sepamos cómo ayudar, qué decir o hacer.

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Celia Arroyo recomienda que el entorno permita a quien esté esta situación que se exprese
libremente y pueda hablar de qué le pasa y cómo se siente.
"Es importante no minimizar su sufrimiento ni generar falsas esperanzas" ante un futuro que es
incierto cuando, por ejemplo, hay una visa o un trabajo que no llega.
Como en cualquier duelo, hay que evitar frases del estilo "ya se te pasará", "no es para tanto",
"eso son miedos tuyos" o "todo saldrá bien".
Achotegui sugiere ni compadecer ni victimizar: "Hay que acercarse con respeto, incluso con
cierta admiración. El migrante es una persona fuerte, alguien que está yendo hacia adelante".
A la vez, es importante respetar su cultura, mentalidad y cosmovisión.
Si nos cuesta conectar emocionalmente con alguien en esta situación, Fauce recuerda que
todos hemos sufrido alguna pérdida y que es un buen ejercicio conectar con la emoción que
tuvimos para empatizar con el migrante. Y pensar que, como escribió la uruguaya Cristina Peri
Rossi, emigrar, partir al fin, es siempre partirse en dos.

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