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Giro Linguistico

Este documento discute el "giro lingüístico" en la filosofía europea de los años 1950, en el que el lenguaje se considera fundamental para dar significado al mundo. Argumenta que, según este enfoque, el sujeto está determinado por las estructuras lingüísticas y no puede escapar de la red de significados. Sin embargo, también sugiere que es posible tener un conocimiento del mundo más allá del lenguaje a través de la experiencia directa, y que la filosofía, la ciencia y el psicoanálisis deben interactuar para

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Este documento discute el "giro lingüístico" en la filosofía europea de los años 1950, en el que el lenguaje se considera fundamental para dar significado al mundo. Argumenta que, según este enfoque, el sujeto está determinado por las estructuras lingüísticas y no puede escapar de la red de significados. Sin embargo, también sugiere que es posible tener un conocimiento del mundo más allá del lenguaje a través de la experiencia directa, y que la filosofía, la ciencia y el psicoanálisis deben interactuar para

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GIRO LINGUISTICO.

17/6/22

Las cosas se nos presentan primariamente en su forma de realidades (sean


sueños, lapsus o las aventuras de Don Quijote): son el contenido que la
experiencia nos ofrece. Esta captación es una necesidad psíquica pero no da
a conocer ni ordena las dignidades diferenciales reales de los objetos. Para
eso necesitamos las denominaciones del lenguaje. De ahí que derivamos por
discernimiento operacional del entendimiento, su ubicación bajo diferentes
categorías (serán objetos fantasmagóricos, ficcionales o puramente
conceptuales, axiológicos y artísticos respectivamente considerados). Esta es
la importancia del “giro lingüístico” de la mayor parte de la filosofía europea
en los años 50 del siglo pasado. Como dijera Greimas ( en su Tratado de la
Semántica), “si la ciencia de la naturaleza se pregunta ¿Cómo es el mundo?,
las ciencias del hombre se preguntan ¿Qué significa?”. La Lingüística asumió
así, ya hace tiempo, ese punto como la disciplina paradigmática más
elaborada y formalizada en su tratamiento. “Mundo” es mundo de
significaciones dadas por el lenguaje. “Significación” es el denominador
común y toda investigación racional la supone, cualquiera sea su área (dijo
Lacan, “…veinticinco años después…del escrito La significación del Falo, es un
pleonasmo no hay en el lenguaje otra Bedeutung que el falo”, clase 9, del
9/6/1971. Cabe consignar que Bedeutung se traduce del alemán al español,
como “significado” y al francés como “representación”, según Dictionary
Concise Cuyas, Capitol”s ); de hecho preguntamos qué significa la fórmula
e=m.c2, en el universo del discurso de la Física. Para algunos autores como
Graham Hartman( Hacia el realismo especulativo) este giro incidió sobre la
filosofía del lenguaje que tuvo como consecuencia “la tarea de reemplazar,
una obsoleta filosofía de la conciencia”. El sujeto ya no puede escapar de la
red de significaciones lingüísticas bajo la supremacía dada al significante, en
la subversión del signo saussureano operada en psicoanálisis y las
proyecciones historicistas. Incluso bajo la ortodoxia marxista, el ser social
determina la conciencia. La misma postura comparten autores diversos como
Foucault, Derrida el mismo Saussure. En conclusión, no hay autonomía de un
sujeto cognoscente y la función de la conciencia filosófica queda reducida y
absorbida por los “contenidos” de la conciencia empíricamente considerada
como un yo psicológico. En definitiva el supuesto lingüístico de la época, ha
sido sustituir una teoría del conocimiento filosófico (sea cual sea el ámbito de
la realidad de que se trate) por el Modelo hermenéutico interpretativo). Por
otra parte, responder a la pregunta ¿qué significan las cosas? , es enunciar de
algún modo su significado y entrar en el terreno semántico. Si somos capaces
de formular estos interrogantes respecto a los fenómenos, objetos físicos, o
psíquicos etc. reaparece un sujeto del conocimiento en el plano filosófico. En
efecto, la filosofía ha ido dejando cosas, lo inanimado en manos de los físicos,
el misterio de la vida en los biólogos, la realidad psíquica inconsciente en el
psicoanálisis y así diversas disciplinas que parcelan el campo de la realidad en
divisiones casi gremiales, que se corresponden con departamentos
universitarios de los reductos académicos. De tal manera que no hay un
enlace de las particularidades con lo general del conocimiento y se ha
renunciado a tener una relación con el mundo en sí mismo. En el hiato entre
el sujeto y el mundo se arroja la filosofía lingüística pretendiendo la
dominancia exclusiva de ese intervalo. Pero mientras siguen los debates y
excomuniones, incluso si la filosofía del lenguaje que reduce las realidades a
las narraciones que hacemos de ella y sus posibles antagonistas reaccionarios
del positivismo lógico que “cantan victoria al unísono, el teatro del mundo
está siendo recorrido por diversos objetos que desatan sus fuerzas en
soledad”… pero yacen en el “afuera” (si lo hubiera) al que se opone el
hombre interior, el nómade atormentado determinado por su contexto
lingüístico incapaz de trascender las estructuras de su entorno. Pero como
afirma MMP en el Prólogo a PP, “no hay hombre interior el hombre está en el
mundo y es en el mundo donde conoce”, o sea la verdad no solo habita en el
hombre interior, sino que también hay “veritas in exteriore”. También en
Signos (p 204 ): “el movimiento de retorno a nosotros mismos (como quería
San Agustín)… está como desgarrado por un movimiento inverso que
suscita”. Si se pretendiera resolver este problema mediante la reducción
fenomenológica como reverso de la intencionalidad…ir hacia…dirigida
orientada hacia el afuera de sí, ambos movimientos coincidirían en el saber
absoluto de corte hegeliano. Pero MMP, plantea que no hay saber absoluto,
puesto que la exterioridad provoca un contagio perpetuo con la fuerza de la
vida. Es en esa exterioridad que debemos plantearnos ¿Qué es un objeto? De
lo que se trata es de tener un contacto con el mundo, sin que ello se torne en
una ciencia experimental positiva, entre otras, como pueden creerlo tanto los
seguidores de Popper, como los del materialismo dialéctico. Ambas
epistemologías se presentan como una superciencia, lo cual reintroduce el
problema porque ¿qué clase de actividad es la ciencia?. Lo que planteo es
que no se trata del contacto experimental con el mundo, sino de un saber de
la experiencia del mundo, puesto que ¿no es ya un escándalo que haya un
mundo para el ente hablante? El psicoanalista, el hombre de ciencia, y el
hombre común comparten esa misma “fe perceptiva y su oscuridad”, dice
Merleau Ponty, al comienzo de Lo visible y lo invisible. Pero a su manera,
cada uno de ellos, quiere que las cosas le respondan desde el fondo de su
silencio, lo cual los reconduce al “adentro”, de sí y de las cosas. Podemos
partir desde allí para fundar una nueva ontología de retorno a un ser bruto
que es ser de promiscuidad con los objetos, ser de proximidad; pero ese
“adentro” no es lo mismo que interioridad, por el contrario se trata de
superar falsas oposiciones (filosofía materialista e introspectiva, filosofía pura
y del exterior). Soy permanentemente llevado fuera de mi a ese mundo
compuesto de la misma estofa de la que estoy hecho. El concepto de carne
en lo Visible y lo Invisible, indica no solo la opacidad de un cuerpo propio, si
no la condición de mi ser en el mundo. Abre la posibilidad para reflexionar
una ontología no cosificante, como reflexión del medio donde están las
cosas. Se trata de un nuevo realismo que restituye al mundo su resistencia y
potencialidades, en contacto con el constante fluir de oposiciones y
opacidades con que se enfrenta el conocimiento de la realidad. En ese
sentido resulta indispensable la acción recíproca, entre la ciencia, la filosofía
y el psicoanálisis tal como lo revelaría el análisis conectivo de los conceptos
que tomemos como próximos adyacentes.

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