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Obispo Melitón de Sardes (Apologista

El documento presenta un resumen y fragmentos de la Homilía sobre la Pascua escrita por Melitón de Sardes, obispo del siglo II. La homilía explora la tipología del relato bíblico de la Pascua judía y su significado en relación a Cristo.

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Obispo Melitón de Sardes (Apologista

El documento presenta un resumen y fragmentos de la Homilía sobre la Pascua escrita por Melitón de Sardes, obispo del siglo II. La homilía explora la tipología del relato bíblico de la Pascua judía y su significado en relación a Cristo.

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Obispo Melitón de Sardes.

Introducción:

Melitón, obispo de Sardes, en Lidia, es una de las figuras más venerables


del siglo II, Polícrates de Efeso le nombra entre los “grandes luminares” del Asia que
gozan ya del descanso eterno. Le llama “Melitón, el eunuco (célibe), que vivió
enteramente en el Espíritu Santo, que yace en Sardes, aguardando la visita del cielo
cuando resucite de entre los muertos” (Eusebio, Hist. eccl. 5,24,5). Poco más sabemos
de su vida. Melitón escribió mucho sobre los temas más variados, en el transcurso de
la segunda mitad del siglo II.

1. Hacia el año 170 dirigió una apología en favor de los cristianos al


emperador Marco Aurelio. Subsisten tan sólo unos pocos fragmentos conservados por
Eusebio y en el Chronicon Paschale. Entre estos fragmentos se encuentran unas frases
que son importantes para conocer cómo enfocaba Melitón la cuestión de las relaciones
entre la Iglesia y el Estado. Es el primero en abogar en favor de la solidaridad del
cristianismo con el Imperio. El imperio universal y la religión cristiana son hermanos de
leche; forman, si vale la frase, como una pareja. Además, la religión cristiana representa
para el Imperio una bendición y prosperidad.

«En efecto, nuestra filosofía floreció primeramente entre los bárbaros y se


extendió entre tus gentes bajo el glorioso imperio de tu antecesor Augusto y se ha
convertido en una cosa de buen agüero. Porque desde entonces el poder de Roma ha
aumentado en extensión y en esplen-dor. Tú eres ahora su sucesor deseado y seguirás
siéndolo junto con tu hijo, si defiendes la filo-sofía que creció con el Imperio y empezó
con Augusto. Tus antepasados la honraron también junto a las demás religiones. La
prueba más convincente de su bondad es que el florecimiento de nuestra doctrina ha
coincidido con el feliz principio del Imperio y que a partir del reinado de Augusto no ha
ocurrido nada malo, antes bien todo ha sido brillante y glorioso de acuerdo con las
oraciones de todos »(Eusebio, Hist. eccl. 4,26,7-8).

2. De esta Apología, como de todas sus demás obras, no teníamos hasta


hace poco sino pequeños fragmentos, o tan sólo el título, conservados por Eusebio
(Hist. eccl. 4,26,2) y por Atanasio el Sinaíta (Viae dux 12,13). Por eso mismo cobra
mayor interés un hallazgo reciente (1940). Campbell Bonner descubrió y publicó una
Homilía sobre la Pasión de Melitón casi completa. Aunque Eusebio no la mencione en
su catálogo, se conocía el título de esta homilía, citado por Anastasio el Sinaíta en el
siglo VII. Existían fragmentos sin identificar en siríaco, copto y griego. (Quasten)

Obras:
Homilía sobre la Pascua
Fragmentos de la Apología y otros escritos

Homilía sobre la Pascua.

Prólogo: Introducción al significado tipológico de la Pascua

(1) El relato del éxodo de los hebreos ha sido leído (cf. Ex 12,1-32), y los
términos del misterio han sido explicados en profundidad: cómo el cordero es inmolado
y cómo el pueblo es salvado (cf. Ex 12,21. 27).

(2) Entiendan, pues, queridos; así es: nuevo y antiguo, eterno y temporal,
corruptible e incorruptible, mortal e inmortal (cf. 1 Co 15,53 ss.): (3) así es el misterio de
la pascua; antiguo según la Ley, nuevo según el Logos (cf. Jn 1,16-17; 2 Co 3,1-16);
eterno por la gracia; corruptible por la inmolación del cordero, incorruptible por la vida
del Señor; mortal por la sepultura en tierra, inmortal por la resurrección de entre los
muertos.

(4) Antigua (es) la Ley, nuevo, en cambio, el Logos; temporal la figura,


eterna la gracia; corruptible el cordero, incorruptible el Señor; inmolado corno cordero,
resucitado como Dios. Porque "cual oveja fue conducido a la inmolación" (Is 53,7; cf.
Hch 8,32), pero no era una oveja; y cual cordero sin voz, pero no era un cordero. En
efecto, la figura ha pasado y la verdad ha sido encontrada (= realidad)
(5) Porque en lugar del cordero es Dios quien ha venido y en lugar de la
oveja un hombre y en el hombre Cristo que contiene todo.

(6) Así pues, la inmolación de la oveja y el rito de la pascua y la letra de la


ley han culminado en Cristo Jesús, por el cual sucedió todo en la antigua Ley, y más
aún en el nuevo Logos (= Testamento).

(7) En efecto, la Ley se ha convertido en Logos y lo antiguo en nuevo -


habiendo salido ambos de Sión y de Jerusalén (cf. Is 2,2 ss.; Mi 4,2)-, y el mandamiento
en gracia, y la figura en realidad, y el cordero en Hijo, y la oveja en hombre, y el hombre
en Dios.

(8) Porque alumbrado como Hijo, y conducido como cordero, e inmolado


como oveja, y sepultado como hombre, resucitó de entre los muertos como Dios, siendo
por naturaleza Dios y hombre.

(9) El cual (Cristo) es todo: ley en cuanto que juzga, Logos en cuanto que
enseña, gracia en cuanto que salva padre en cuanto que engendra u Hijo en cuanto
que es engendrado, oveja en cuanto que sufre, hombre en cuanto que es sepultado,
Dios en cuanto que resucita.

(10) Este es Jesús, el Cristo; "a Él la gloria por los siglos. Amén" (2 Tm 4,18;
Ga 1,5; cf. 2 P 3,18).

(11) Este es el misterio de la pascua, según ha sido descrito en la Ley como


ha sido leído poco ha.
I. La tipología de la Pascua

A) El relato explicativo del pasaje de Ex. 12,3-28

1) Repetición abreviada del relato bíblico

Voy a explicar detalladamente las palabras de la Escritura: cómo Dios


ordena a Moisés en Egipto, cuando quiere, de una parte someter al faraón bajo el látigo,
y de otra parte librar a Israel del látigo por la mano de Moisés.

(12) En efecto, dice: "He aquí que tomarás un cordero sin defecto y sin
tacha y al atardecer lo inmolarás con los hijos de Israel, y a la noche lo comerán con
prisa, y no romperán ninguno de sus huesos.

(13) Así, dice, harás: en una sola noche lo comeréis por familias y por tribus,
ceñidos sus lomos y los bastones en sus manos. Porque esta es la pascua del Señor,
memorial eterno para los hijos de Israel.

(14) Habiendo tomado la sangre de la oveja, unten las puertas exteriores


de sus casas colocando sobre los montantes de la entrada la señal de la sangre para
intimidación del ángel. Porque he aquí que yo heriré a Egipto y en una sola noche será
privada de hijos, desde el ganado hasta el hombre" (Ex 12,3-27; cf. 1 P 1,19).

(15) Entonces Moisés, habiendo degollado la oveja y habiendo cumplido de


noche el misterio con los hijos de Israel, marcó las puertas de las casas para protección
del pueblo y para intimidación del ángel.
2) Desarrollo retórico de la calamidad

(16) Cuando la oveja es degollada y la pascua es comida y el misterio es


cumplido y el pueblo alegrado e Israel marcado, entonces llega el ángel para herir a
Egpito, no iniciado en el misterio, ni partícipe de la pascua, ni marcado por la sangre, ni
protegido por el espíritu, el enemigo, el incrédulo, (17) en una sola noche, después de
herirlo, lo privó de sus hijos. Porque el ángel, habiendo merodeado en torno a Israel y
habiéndolo visto marcado con sangre de la oveja, se dirigió contra Egipto y dominó por
el luto al Faraón de dura cerviz, después de haberlo envuelto no de un vestido sombrío
ni de una capa ruinosa, sino de todo el Egipto totalmente desgarrado, llorando a sus
primogénitos.

(18) Todo Egipto, en efecto, sumergido en penas y plagas, en lágrimas y


golpes de pecho, vino todo enlutado, al Faraón, no sólo en su vestimenta, sino también
en su alma, desgarrado no sólo en cuanto a su externo vestir, sino también en cuanto
a sus delicados senos.

(19) Y se podía contemplar un espectáculo nuevo: aquí los que se


golpeaban el pecho, allí los que exhalaban gritos de dolor, y en medio el faraón en
duelo, sentado sobre saco y cenizas, envuelto en una oscuridad que lo embargaba a
modo de fúnebre vestido, ceñido por todo Egipto cual si fuera una túnica de luto.

(20) Porque Egipto estaba en torno al faraón como una capa de


lamentación. Tal era la túnica tejida para el cuerpo del tirano; tal era el vestido con que
el ángel de justicia había vestido al duro faraón: duelo amargo, y oscuridad impenetrable
y privación de hijos. Y el ángel dominaba a los primogénitos de Egipto, porque la muerte
de los mismos era rápida e insaciable.

(21) Y se podía ver un nuevo trofeo ante los muertos caídos de un solo
golpe. Y la derrota de quienes yacían vino a ser alimento de la muerte.
(22) Si escuchan, se asombrarán ante una desgracia inaudita. Esto era, en
efecto, lo que embargaba a los egipcios: una noche larga y una oscuridad impenetrable
y una muerte vacilante y un ángel exterminador y un infierno engullendo a sus
primogénitos.

(23) Pero les queda aún por escuchar lo más inaudito y lo más terrible.

En la impenetrable oscuridad, la muerte insaciable se escondía; y esta


oscuridad, los desgraciados egipcios la palpaban, pero la muerte acechando atrapaba
a los primogénitos de los egipcios a las órdenes del ángel.

(24) Si alguno palpaba la oscuridad era conducido a la muerte. Si un


primogénito estrechaba en su mano un cuerpo oscuro arrastrando en su alma espanto
y temor, gritaba: "¿A quién toca mi mano? ¿A qué especie de oscuridad rodea todo mi
cuerpo? Si es mi padre, ¡ayúdame! Si es mi madre, ¡compadécete! Si es mi hermano
¡dime algo! Si es un amigo ¡pórtate bien conmigo! Si es un enemigo ¡apártate! Que yo
soy un primogénito".

(25) Pero antes que callara el primogénito, el gran silencio se apoderaba


de él diciéndole: "Primogénito, ¡eres mío! Yo estoy destinado para ti, yo, el silencio de
la muerte".

(26) Y el primogénito, habiéndose apercibido de la captura de los


primogénitos, renegaba de sí mismo para no morir tan cruelmente: "Yo no soy
primogénito, he sido engendrado como tercer fruto del matrimonio". Pero (la muerte) no
pudiendo ser engañada, atrapaba al primogénito; cabeza en alto caía silenciosamente.
De un solo golpe perecía el fruto primogénito de los egipcios: el primer engendrado, el
primer nacido, el deseado, el mimado era aplastado en tierra, no sólo el de los hombres,
sino también el de los animales irracionales.
(27) En las llanuras del país se escuchaba el alarido de los animales
lamentándose sobre sus crías: porque la vaca teniendo un ternero y la yegua un potrillo
y las demás bestias pariendo y amamantando se lamentaban amarga y lastimosamente
por sus primeras crías.

(28) Hubo lamento y golpe de pecho por la pérdida de los hombres, por la
de los primogénitos muertos. Porque todo Egipto apestaba a causa de los cadáveres
sin enterrar (cf. Sb 18,12).

(29) Era para ver un espectáculo tan terrible: por parte de los egipcios las
madres desmelenadas, los padres perdido el seso, aullando terriblemente en lengua
egipcia: "¡Desgraciados de nosotros, que hemos sido privados de nuestros hijos, de
nuestro primer retoño, de un solo golpe!". Y se golpeaban el pecho, tocando con sus
manos instrumentos sonoros en una danza macabra.

(30) Tal era la desgracia que se enseñoreaba de Egipto: en un instante lo


privó de hijos.

3) Interpretación tipológica: la protección de Israel por la sangre del cordero


prefigura la salvación del nuevo pueblo preservado por la sangre de Cristo (cf. Ex 12,13.
23; Sb 18,6-9)

Israel, en cambio, estaba protegido por la inmolación de la oveja, y al mismo


tiempo iluminado por la sangre vertida; y la muerte de la oveja resultaba ser una muralla
para el pueblo.

(31) ¡Oh misterio sorprendente e inexplicable! La inmolación de la oveja


resultó ser salvación de Israel, y la muerte de la oveja llegó a ser vida del pueblo y la
sangre intimidó al ángel.
(32) Dime, ángel, lo que te ha intimidado: ¿la inmolación de la oveja, o la
vida del Señor? ¿la muerte de la oveja o el espíritu del Señor?

(33) Es claro que estás intimidado por haber visto el misterio del Señor
realizado en la oveja, la vida del Señor en la inmolación de la oveja, la prefiguración del
Señor en la muerte de la oveja. Por esto no castigaste a Israel sino que privaste de sus
hijos sólo a Egipto.

(34) ¿Cuál es este misterio inesperado: que Egipto haya sido golpeado para
su perdición Israel, en cambio, protegido para su salvación? Oigan la dinámica del
misterio: (35) lo que se ha dicho y lo que ha ocurrido no es nada, amadísimos, sí se
separa de su simbolismo y de su proyecto. Todo lo que se realice y se diga, participa
del simbolismo -la palabra, del simbolismo; el hecho, de la prefiguración- para que, así
como el hecho se manifiesta por la prefiguración, así también la palabra se ilumine por
el simbolismo.

(36) Si no es sobre un modelo, una obra no se construye. ¿O no se ve lo


que ha de ser a través de la imagen que prefigura? Por eso el proyecto a realizar se
elabora con cera, o con arcilla o con madera: a fin de que se pueda ver lo que va a ser
construido más alto en grandeza más fuerte en resistencia y bello de forma y rico en
instalación (37) gracias a una pequeña y deleznable maqueta. Pero cuando se ha
realizado aquello para lo que (había) sido destinada la figura, entonces, lo que hasta
aquí llevaba la imagen del futuro es destruido, por haberse hecho inútil, al haber cedido
su imagen a una realidad verdadera. Pues aquello que en otro tiempo era de valor se
devalúa una vez aparecido lo que es válido por naturaleza.

(38) Efectivamente a cada cosa su propio tiempo; al modelo su propio


tiempo, al material su propio tiempo.
Haces el modelo de la obra real. Lo deseas porque ves en él la imagen de
lo que va a ser. Suministras el material para el modelo. Lo deseas por lo que se va a
construir gracias a él.

Ejecutas la obra, a ella sola la deseas, a ella sola quieres, viendo en ella
sola el modelo y el material y la realidad.

Prefiguraciones del Antiguo Testamento realizadas en el Nuevo


Testamento

(39) Pues como sucede en las (realidades) corruptibles, así también ocurre
en las incorruptibles; como sucede en las realidades terrestres, así también en las
celestiales.

En efecto, la salvación del Señor y la verdad han sido prefiguradas en el


pueblo (de Israel), y las prescripciones del Evangelio han sido proclamadas de
antemano por la Ley.

(40) El pueblo, pues, vino a ser como el esbozo de un proyecto, y la Ley


como la letra de una parábola, pero el Evangelio víene a ser como explicación y
cumplimiento de la Ley y la Iglesia el ámbito de la realización.

(41) El modelo era, pues, valioso antes de la realidad y la parábola


admirable antes de la interpretación. Es decir: el pueblo (de Israel) tenía su valor antes
que la Iglesia fuese edificada y la Ley era admirable antes de que el Evangelio fuese
iluminado.

(42) Pero cuando la Iglesia fue edificada y el Evangelio propuesto, la figura


se desvaneció después de transmitir su fuerza a la realidad; y la Ley finalizó después
de transmitir su fuerza al Evangelio. Al modo que la figura se desvanece después de
transmitir la imagen a la realidad verdadera, y h parábola se desvanece al ser iluminada
por la interpretación, (43) así también la Ley fue culminada en su función una vez que
el Evangelio fue puesto en luz, y el pueblo se desvaneció una vez que fue erigida la
Iglesia, y la figura fue disuelta una vez que el Señor se manifestó, y hoy lo que otrora
era valioso se ha devaluado una vez que se ha manifestado lo que es valioso por
naturaleza.

(44) Porque preciosa fue entonces la inmolación de la oveja, pero ahora sin
valor a causa de la vida del Señor; preciosa la muerte de la oveja, pero ahora sin valor
a causa de la salvación del Señor; preciosa la sangre de la oveja, pero ahora sin valor
a causa del espíritu del Señor; precioso el cordero mudo, pero ahora sin valor a causa
del Hijo irreprochable; precioso el templo de abajo pero ahora sin valor a causa del
Cristo de lo alto; (45) preciosa la Jerusalén de abajo, pero ahora sin valor a causa de la
Jerusalén de arriba; preciosa la herencia corta, pero ahora sin valor a causa de la gracia
amplia.

Porque no hay ni un solo lugar ni un pequeño fragmento de tierra en el que


la gloria de Dios no se haya establecido, sino que a todos los confines de la tierra se ha
expandido la gracia divina, y allí ha plantado su tienda el Dios omnipotente; por
Jesucristo, que tiene la gloria por los siglos. Amén.

B) La estructura de la salvación

(46) Han escuchado la explicación de la prefiguración y de su


correspondencia; escuchad también la estructura del misterio.

¿Qué es la pascua? El vocablo proviene en efecto de lo que ha sucedido:


de "pazein" (= haber sufrido) viene "pásjeien" (celebrar la pascua). Aprenden, pues,
quién es (47) el paciente, y por qué el Señor aparece sobre la tierra; para que, una vez
revestido del que sufre lo eleve hacia las alturas de los cielos.

1) El pecado en Edén y sus consecuencias, causa de la pasión de Cristo


Dios, habiendo hecho al principio por el Verbo el cielo y la tierra a y todo
cuanto en ellos hay, configuró al hombre de la tierra y en esta forma le infundió un sople
vital (cf. Gn 1,1; 2,4-7; Sb 9,1; Sal 32,6; Jn 1,3). Lo colocó en el paraíso, hacia el Este,
en Edén, para ser feliz (Gn 2,8). Como ley le propuso este mandamiento: "De todo árbol
del paraíso comerán para (su) sustento, pero del árbol del conocimiento del bien y del
mal no comerán, pues el día en que comieren, morirán (Gn 2,16-17).

Siendo el hombre por naturaleza capaz para el bien y para el mal, (como
bola de tierra para semillas de dos caras), escuchó el consejo enemigo y voraz y,
habiendo tocado el árbol, transgredió el mandato y desobedeció a Dios. Fue arrojado
en consecuencia a este mundo como a una cárcel de condenados (cf. Gn 3; Mt 13,24-
30).

Después que se hizo prolífico y avanzado en años, y habiendo retornado a


la tierra por haber gustado del árbol, dejó a sus hijos una herencia (cf. Gn 2,17. 25; 3,16
ss.; 4,1). En efecto, dejó en herencia a sus hijos: no castidad, sino impudor, no
incorruptibilidad, sino corruptibilidad, no honor, sino deshonor, no libertad, sino
esclavitud, no realeza, sino tiranía, no vida, sino muerte, no salvación, sino perdición.

(50) Inédita y terrible vino a ser efectivamente la perdición de los hombres


sobre la tierra. Pues he aquí lo que les ocurrió: eran arrastrados por el pecado tiránico
y empujados hacia los ámbitos de las pasiones, donde quedaban inundados por los
placeres insaciables: por el adulterio por la fornicación por la impudicia, por el mal
deseo, por la avaricia, por los homicidios, por la efusión de sangre, por la tiranía de la
maldad, por la tiranía contraria a las leyes.

(51) En efecto, el padre sacó la espada contra su hijo, y el hijo alzó la mano
contra el padre, y el impío golpeó los pechos lactantes, y el hermano mató al hermano,
y el huésped hizo injusticia al huésped, y el amigo asesinó al amigo, y el hombre degolló
al hombre, con mano tiránica.

Todos, pues, sobre la tierra vinieron a ser; unos, asesinos; otros, fratricidas;
otros, parricidas; otros en fin infanticidas.

Se registró, empero, algo más terrible e inaudito: una madre tocó las carnes
que ella había engendrado, tocó a quienes había alimentado a sus pechos, y tragó en
sus entrañas al fruto de sus entrañas, y la desventurada madre se convirtió en horrible
tumba, al haber devorado al hijo que portara en su seno (cf. Dt 28,53-57).

(52) Todos, pues, sobre la tierra vinieron a ser; unos, asesinos; otros,
fratricidas; otros, parricidas; otros en fin infanticidas.

Se registró, empero, algo más terrible e inaudito: una madre tocó las carnes
que ella había engendrado, tocó a quienes había alimentado a sus pechos, y tragó en
sus entrañas al fruto de sus entrañas, y la desventurada madre se convirtió en horrible
tumba, al haber devorado al hijo que portara en su seno (cf. Dt 28,53-57).

(53) ¡No proseguiré! Pero otras muchas cosas extrañas se registraron más
terribles y más impúdicas entre los hombres.

Un padre (codiciaba) el lecho de su hija, un hijo el de su madre, un hermano


el de su hermana, un hombre el de otro hombre, y "cada uno codiciaba la mujer de su
vecino" (cf. Jr 5,8).

(54) De esto se regocijaba el pecado. Siendo el colaborador de la muerte,


se iba introduciendo el primero en las almas de los hombres y le iba preparando como
pasto los cuerpos de los muertos. En toda alma el pecado imprimía su huella y en
cuantos la imprimiera debía producirse el final.

(55) Toda carne, pues, iba cayendo bajo el pecado, y todo cuerpo bajo la
muerte, y toda alma era expulsada de su morada corporal, y lo que de la tierra había
sido tomado a la tierra se iba reduciendo, y lo que había sido donado procedente de
Dios se hundía en el Hades, y la disolución de la bella armonía se iba produciendo, y
disgregándose el hermoso cuerpo.
(56) Porque el hombre estaba dividido por la muerte. En efecto, un
infortunio y una captura extraña lo cercaban. Era arrastrado cautivo por las sombras de
la muerte, la imagen del Padre yacía solitaria. Por esta causa el misterio de la pascua
se ha realizado a plenitud en el cuerpo del Señor.

2) Prefiguración y anuncio de la pasión de Cristo, de aquel "que


compadece", en la Ley y en los profetas

(57) Pero ya el Señor previamente había dispuesto sus propios sufrimientos


en los patriarcas y en los profetas y en todo el pueblo, habiéndolos marcado como con
un sello por la Ley y por los profetas (cf. Lc 24,25-27; Hch 3,18; 8,32-35; 17,2). Porque
lo que había de suceder de una manera tan nueva y grandiosa, esto precisamente ha
sido preparado mucho tiempo antes para que cuando se realizara, obtuviera crédito por
haber sido prefigurado con mucha antelación.

(58) Así también el misterio del Señor -que había sido prefigurado mucho
tiempo antes, y hecho visible hoy- obtiene su crédito porque ha sido cumplido, aunque
es considerado nuevo para los hombres. En efecto, antiguo y nuevo es el misterio del
Señor: antiguo por la figura, nuevo por la gracia. Pero si diriges tu mirada hacia estas
figuras verás la verdad a través de su realización.

(59) Pues si quieres que el misterio del Señor aparezca, dirige tu mirada
hacia Abel similarmente matado (cf. Gn 4,8), hacia Isaac similarmente atado (cf. Gn
22,9), hacia José similarmente vendido (cf. Gn 37,28), hacia Moisés similarmente
abandonado (cf. Ex 2,3), hacia David similarmente perseguido (cf. 1 S 18,6-11. 19-31),
hacía los profetas similarmente sufrientes por causa de Cristo (cf. Mt 5,12; 23,31).

(60) Dirige tu mirada también hacia la oveja que fue inmolada en Egipto,
hacia aquél que hirió a Egipto y que salvó a Israel por la sangre (cf. Ex 12,3 ss.).
(61) Además, también por la voz de los profetas ha sido anunciado el
misterio del Señor. En efecto, Moisés n dice al pueblo: "Verán su vida suspendida ante
sus ojos, noche y día, y no creerán en ella" (Dt 28,66).

(62) Y David, a su vez, dice: "¿Para qué se amotinaron las naciones y los
pueblos tramaron vanos proyectos? Se pusieron en marcha los reyes de la tierra y los
príncipes se confabularon contra el Señor y contra su Ungido" (Sal 2,1-2).

(63) Y Jeremías: "Yo (soy) como cordero inocente conducido para ser
inmolado. Maquinaron contra mí maldades diciendo: ¡Ea! metámosle madera en su pan,
y extirpémoslo de la tierra de los vivientes, y su nombre ciertamente no será recordado"
(Jr 11,19).

(64) Isaías por su parte: "Ha sido conducido como una oveja al matadero,
y como cordero sin voz delante del que lo trasquilaba, Él no abre su boca. Su generación
¿quién la narrará?" (Is 53,7-8).

(65) Otras muchas cosas han sido anunciadas por numerosos profetas en
vistas al misterio de la pascua, que es Cristo, a quién la gloria por los siglos. Amén.

3) La realización en la Encarnación y la Pasión

(66) Este es quien, una vez bajado de los cielos a la tierra por el que sufre,
y habiéndose revestido de este mismo mediante un seno virgen, y habiendo salido,
asumió los padecimientos del que sufre a través de un cuerpo capaz de sufrir y destruyó
los sufrimientos de la carne; con su espíritu incapaz de morir mató a la muerte homicida.
(67) Él es, en efecto, quien por haber sido conducido como un cordero e
inmolado como una oveja, nos libró de la servidumbre del mundo como de la tierra de
Egipto, nos desató los lazos de la esclavitud del demonio como de la mano del faraón,
y selló nuestras almas con su propio Espíritu y los miembros de nuestro cuerpo con su
propia sangre.

(68) Él es el que cubrió la muerte de vergüenza y quien enlutó al diablo,


como Moisés al faraón. Él es quien golpeó la iniquidad y quien privó de descendencia
a la injusticia como Moisés a Egipto. El es quien nos arrancó de la esclavitud a la
libertad, de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida, de la tiranía al reino eterno, y
quien nos constituyó en sacerdocio nuevo y en pueblo elegido y eterno.

(69) Él es la pascua de nuestra salvación (cf. 1 Co 5,7). Él es quien soporta


mucho en muchos. Él es quien fue matado en Abel (cf. Gn 4,8), atado en Isaac (cf. Gn
22,9), mercenario en Jacob (cf. Gn 28,1 ss.), vendido en José (cf. Gn 37,28),
abandonado en Moisés (cf. Ex 2,3), inmolado en el cordero (cf. Ex 12,1-28), perseguido
en David (cf. 1 S 18,6-11. 19-31; 2 S 15,13 ss.), y deshonrado en los profetas (cf. Mt
5,12; 23,29-35; Hch 7,52).

(70) Él es quien se hizo carne en una virgen (cf. Is 7,14; Mt 1,23. 25; Lc
1,31), quien fue colgado en un madero, quien fue sepultado en tierra, quien resucitó de
entre los muertos, quien fue elevado a las alturas de los cielos.

(71) Él es el cordero sin voz, Él es el cordero degollado, Él es el nacido de


María, la buena cordera, Él es el elegido del rebaño, el arrastrado a la inmolación, el
sacrificado al atardecer, el sepultado al anochecer, el que no fue triturado sobre el
madero, el que no se corrompió en la tierra, el que resucitó de entre los muertos y el
que resucitó al hombre del fondo de la tumba.

II) Negativa de Israel. Reproches


(72) Él es quien fue muerto. Y ¿dónde fue muerto? En medio de Jerusalén.
¿Por qué? Porque curó a los lisiados, porque limpió a los leprosos, porque condujo los
ciegos a la luz, porque resucitó a los muertos. Por esto padeció.

Está escrito en algún lugar de la Ley y de los Profetas: "Me han devuelto
males por bienes y han puesto en abandono mi alma, habiendo maquinado contra mí
malamente diciendo: Atemos al justo, porque nos resulta embarazoso" (Sal 34,12; Is
3,10).

a) El Crimen inaudito

(73) ¿Por qué Israel, has cometido este crimen inaudito? Deshonraste a
quien te honró, despreciaste a quien te apreció, renegaste de quien te confesó,
repudiaste a quien te proclamó, asesinaste a quien te dio la vida. ¿Qué has hecho,
Israel? ¿O no se ha escrito para ti: "No verterás la sangre inocente, no sea que mueras
miserablemente" (Jr 7,6; 22,3)?

Yo, en efecto, dice Israel, maté al Señor ¿Por qué? Porque convenía que
él sufriera. Te has equivocado, Israel, elaborando tales sofismas sobre la inmolación
del Señor.

(75) Convenía que Él padeciese, pero no por tu incumbencia, convenía que


Él fuese deshonrado, pero no por ti, convenía que Él fuese juzgado, pero no por ti,
convenía que fuera suspendido, pero no por tu mano.

(76) He aquí, Israel, las palabras que hubieras debido decir a Dios: "Oh
Señor, si convenía que tu Hijo padeciese y es esta tu voluntad, padezca, pero no bajo
mi incumbencia, padezca a manos de hombres de otras razas, sea juzgado por los
incircuncisos. Sea clavado por una mano tirana, pero no por mi" (cf. Mt 26,42; Jn 18,31;
19,6s.; Mt 12,9-13).
(77) Pero tú, Israel, no dijiste esto a Dios, ni te has purificado ante el Señor,
ni te has intimidado por sus obras.

(78) No te han intimidado la mano desecada que se volvió sana para el


cuerpo (cf. Mt 12,9-12), ni los ojos de los enfermos reabiertos por su mano (cf. Mt 9,27-
31; 11,5), ni los cuerpos paralizados enderezados por su voz (cf. Lc 5,18-26), ni te ha
intimidado el más inaudito milagro, un hombre muerto resucitado del sepulcro después
de cuatro días (cf. Jn 11,1-44).

(79) Por el contrario, tú desdeñaste todo esto. Cuando la inmolación del


Señor al atardecer preparaste clavos puntiagudos y falsos testigos, cuerdas, látigos,
vinagre, hiel, espada y aflicción como para un bandido sanguinario. Porque habiendo
dado látigos a su cuerpo y espinas a su cabeza, ataste también sus preciosas manos,
que te configuraron de la tierra, y diste de beber hiel a su preciosa boca que te había
infundido la vida (cf. Mt 27,26 ss.; Jn 19,2; Sal 68,22), y enviaste a la muerte al Señor
el día de la Gran Fiesta.

(80) Tú estabas en deleites, Él en cambio hambriento. Tú bebías vino y


comías pan, Él en cambio vinagre y hiel. Tú estabas radiante en tu rostro, Él en cambio
mustio. Tú estabas regocijándote, Él en cambio afligido. Tú entonabas salmos, Él en
cambio estaba siendo condenado. Tú dabas órdenes, Él en cambio estaba clavado. Tú
danzabas, Él en cambio estaba sepultado. Tú estabas reclinado sobre blando lecho, Él
en cambio en una tumba y en un ataúd.

b) Injusticia e ingratitud de Israel

(81) ¡Oh Israel criminal! ¿Y por qué has cometido esta injusticia inaudita de
precipitar a tu Señor en sufrimientos sin nombre, a tu Dueño, a quien te formó, a quien
te creó, a quien te honró, a quien te llamó Israel? (cf. Mi 6,3-4).
(82) Tú, en cambio, no has sido encontrado "Israel", porque tú no has visto
a Dios (cf. Gn 32,31; 35,10); tú no has reconocido al Señor; tú no has sabido, oh Israel,
que éste es el Primogénito de Dios (cf. Hb 1,6), el que fue engendrado antes del lucero
del alba, el que hizo surgir la luz, el que hizo brillar el día, el que separó las tinieblas, el
que fijó un primer límite, el que suspendió la tierra, el que desecó el abismo, el que
desplegó el firmamento, el que organizó el mundo, (83) el que combinó los astros en el
cielo, el que hizo brillar los luceros (cf. Gn 1,2 ss.; Sal 135,6-9), el que creó los ángeles
en el cielo, el que allí fijó los tronos (cf. Col 1,16), el que modeló al hombre sobre la
tierra (cf. Gn 2,7).

Éste es el que te acogió, el que te guió, de Adán a Noé, de Noé a Abrahán,


de Abrahán a Isaac y Jacob y a los doce Patriarcas.

(84) Éste es el que te condujo a Egipto, el que te protegió, el que allí te


alimentó con solicitud. Este es el que te iluminó con una columna de fuego, y el que te
cubrió con una nube, el que abrió el mar Rojo, y el que te condujo a través de él, y el
que dispersó a tu enemigo (Ex 12 ss.).

(85) Éste es el que te dio el maná desde el cielo, el que te dio de beber de
una roca, el que te dio la Ley en el Horeb, el que te dio en herencia la tierra (prometida)
[cf. Ex 16 ss.], el que te envió los profetas, el que suscitó tus reyes.

(86) Éste es el que viene a ti, el que alivió a los tuyos que padecían, el que
resucitó tus muertos. Éste es contra el que tú te comportaste impíamente, Éste es
contra el que tú te comportaste injustamente, Éste es a quien tú asesinaste, Éste es a
quien tú ajustaste por unas monedas de plata, después de haber exigido de él los
didracmas por su cabeza (cf. Mt 26,14-15; Mt 17,24-27).

c) Alegato contra Israel


(87) ¡Oh ingrato Israel, ven aquí y sé juzgado en mí presencia de tu
ingratitud! (cf. Jr 2,4-13). ¿Cuánto has estimado su dirección? ¿Cuánto has estimado la
elección de tus padres? (cf. Gn 12,1 ss.). ¿Cuánto has estimado el descenso de Egipto
y la subsistencia allí gracias al buen José? (cf. Gn 37-48). ¿Cuánto has estimado las
diez plagas? (cf. Ex 7,14-12,36). ¿Cuánto has estimado la columna (de fuego) nocturna
y la nube diurna y el paso del mar Rojo? ¿Cuánto has estimado el don del maná del
cielo y la provisión de agua brotando de la roca y la promulgación de la Ley en Horeb y
la herencia ele la tierra, y los dones de allí? (cf. Ex 13 ss.; Jos 11,23; Sal 77,55;
135,21s.).

(89) ¿Cuánto has estimado a los pacientes a quienes Él curó estando


presente? ¡Tenme en estima, pues, la mano seca que Él restituyó al cuero!

(90) ¡Tenme en estima a los ciegos de nacimiento a quienes Él, con una
palabra, volvió a la luz! ¡Tenme en estima a los muertos sepultados, a quienes Él
resucitó de la tumba teniendo ya tres o cuatro días! (cf. Mt 9,27 ss.; 11,5; 15,30; Jn 9,1
ss.; 11,1 ss.). Inapreciables son los dones que Él te ha hecho. Y tú, lejos de honrarlo,
no le has testimoniado a cambio sino ingratitud: devolviéndole mal por bien y aflicción
por alegría y muerte por vida, (91) [a Él] por quien hubiera convenido incluso que tú
murieras.

d) Los paganos lo tratan mejor

Porque sí el rey de una nación es capturado por los enemigos, por él se


emprende una guerra, por él se rompe un muro, por él se destruye un pueblo, por él se
envían rescates, por él se despachan embajadas a fin de ser recuperado, a fin de que
o sea devuelto a la vida o, si ha muerto, sea sepultado.

(92) Tú por el contrario llevaste el voto contra tu Señor. En efecto, Aquel


ante quien las naciones se prosternaban, y los incircuncisos admiraban, y los
extranjeros glorificaban, por el que el propio Pilato se lavó las manos (cf. Mt 27,24), a
Éste has matado en la Gran Fiesta.

e) Las hierbas amargas, figura del castigo de Israel

(93) He aquí, pues, por qué la fiesta de los ácimos te es amarga, según
está escrito para ti: "Comerás los ácimos con hierbas amargas" (Ex 12,8). Amargos
para ti los clavos que tú afilaste, amarga, para ti la lengua que tú aguzaste, amargos
para ti los falsos testimonios que presentaste, amargas para ti las cuerdas que
preparaste, amargos para ti los látigos que entretejiste, amargo para ti Judas a quien
pagaste a sueldo, amargo para ti Herodes a quien obedeciste, amargo para ti Caifás de
quien te fiaste, amarga para ti la hiel que preparaste, amargo para ti el vinagre que
cultivaste, amarga para ti la espina que recogiste, amargas para ti las manos que
ensangrentaste. Mataste a tu Señor en medio de Jerusalén.

f) Invitación a las naciones para contemplar la muerte de Cristo

(94) Escuchen todas las familias de los pueblos y vean: Un homicidio


inaudito ha tenido lugar en medio de Jerusalén, en la ciudad de la Ley, en la ciudad de
los hebreos, en la ciudad de los profetas, en la ciudad considerada justa, ¿Y quién ha
sido asesinado? ¿Y quién es el asesino? Me avergüenzo de decirlo, pero me siento
obligado a hablar. Si el homicidio hubiera acaecido de noche o si la matanza hubiera
sucedido en desierto, cómodo sería callar; ahora bien, en medio de la plaza y de la
ciudad, en medio de la ciudad, a la vista de todos, allí se perpetró la muerte injusta del
Justo.

(95) Y así es elevado sobre un madero y se pone una inscripción delante


señalando al asesinado (cf. Jn 19,9s.; Mc 15,26). ¿Quién es éste? Cosa dura de decir,
pero no decirlo es cosa mucho más temible. Pero escuchad temblando en presencia de
aquel por quien la tierra tiembla.
(96) El que suspendió la tierra es suspendido en alto, el que fijó los cielos
es fijado (en la cruz), el que consolidó todo es retenido sobre el madero, el que es dueño
de todo es ultrajado, Dios ha sido asesinado. El rey de Israel ha sido descartado por
una mano israelita.

(97) ¡Oh asesinato inaudito! ¡Oh injusticia jamás vista! El Señor ha


cambiado en su aspecto, desnudo su cuerpo, y ni siquiera ha sido juzgado digno de un
vestido que impidiera su visión. Por eso los astros se trastornaron y el día se oscureció
con ellos para ocultar al que estaba desnudo sobre el madero, para ensombrecer no el
cuerpo del Señor, sino los ojos de estos hombres.

(98) En efecto, no temblando el pueblo, tembló la tierra; no sobrecogido de


terror el pueblo, se sobrecogieron los cielos; no desgarrando el pueblo sus vestidos, el
ángel se desgarró; no lamentándose el pueblo, "el Señor tronó desde el cielo y el
Altísimo dio una voz" (Sal 17,14).

g) La actitud de Israel, prueba de su rechazo

(99) He aquí por qué Israel, delante del Señor no temblaste, delante del
Señor no te atemorizaste, delante del Señor no te lamentaste, delante de tus
primogénitos lanzaste gritos de dolor, delante del Señor colgado tú no te desgarraste,
delante de los tuyos asesinados te desgarraste.

Abandonaste al Señor, no fuiste encontrado por Él. Aniquilaste al Señor,


fuiste atropellado por tierra.

(100) Y tú yaces muerto; y mientras que Él resucitó de entre los muertos y


subió a lo más alto de los cielos (cf. Mc 16,19; Hch 1,2. 11. 22; Rm 8,34).
Epílogo

a) Triunfo de Cristo resucitado

Como Señor, que habiendo revestido al hombre, y habiendo sufrido a causa


del que sufría, y habiendo sido atado a causa del que estaba detenido, y habiendo sido
juzgado a causa del culpable, y habiendo sido sepultado a causa del que estaba
sepultado, (101) resucitó de entre los muertos y profirió en voz alta: ""¿Quién disputará
contra mí? ¡Que se ponga frente a mí!" (Is 50,8-9; cf. Mi 6,1 ss.). A Yo que he rescatado
al condenado a; Yo que he vivificado la muerte; Yo que he resucitado al
sepultado.¿Quién es mi contradictor?".

(102) "Yo, dice él, el Cristo, Yo, el que destruí la muerte, y triunfé del
enemigo, y pisoteé el infierno, y amordacé al fuerte, y arrebaté al hombre a las cumbres
de los cielos. Yo, dice, el Cristo".

b) Llamada a las naciones para recibir el perdón de los pecados

(103) "Vengan, pues, todas las familias de los hombres amasadas en


pecado y reciban el perdón de los pecados. Porque yo soy su perdón, yo la pascua de
la salvación, yo el cordero inmolado por ustedes, yo su rescate, yo su vida, yo su
resurrección, yo su luz, yo su salvación, yo su rey. Yo los conduzco hasta las cumbres
de los cielos. Yo les mostraré al Padre que existe desde los siglos. Yo los resucitaré por
mi diestra".

c) Apoteosis final de Cristo, Creador, Salvador, Juez y Dios


(104) Éste es el que hizo el cielo y la tierra, el que formó al principio al
hombre, el que fue anunciado por la Ley y los profetas, el que se encarnó en una Virgen,
el que fue colgado en un madero, el que fue sepultado en tierra, el que resucitó de entre
los muertos, el que subió a las alturas de los cielos, el que está sentado a la derecha
del Padre, el que tiene el poder de juzgar y de salvar todo, por quien el Padre hizo
cuanto existe desde el principio hasta los siglos.

(105) Éste es "el Alfa y la Omega" (Ap 1,8; 21,6; 22,13), este es "el principio
y el fin" (Ap 21,6; 22,13), principio inexplicable y fin incomprensible.

"Éste es el Cristo" (Jn 7,26. 41; Hch 9,22), éste es el rey, éste es Jesús!
Éste es el estratega, éste es el Señor, éste es el que resucitó de entre los muertos, éste
es el que está sentado a la derecha del Padre, Él lleva al Padre y es llevado por el
Padre, "a Él la gloria y el poder por los siglos. Amén" (Ap 1,6).

[Paz a quien escribió y a quien leyó y a quienes aman al Señor en


simplicidad de corazón]

Fragmentos de la Apología y otros escritos.

(1-2) Apología de Melitón a Antonino (ver fuentes 1)

[4] "En el librito dirigido al emperador cuenta Melitón que, bajo éste, se dieron contra nosotros
cosas tales como éstas:
[5] "Porque esto jamás había ocurrido; ahora se persigue al linaje de los adoradores de Dios,
afectados en Asia por nuevos edictos. Efectivamente, los desvergonzados acusadores (sicofantes)
y amadores de lo ajeno, tomando pie de las prescripciones, andan robando abiertamente, y de
noche y de día expolian a los que nada malo cometieron".

[6] Y después de otras cosas dice:


"Y si esto se hace porque tú lo has mandado, bien hecho está, porque nunca un emperador justo
podría querer algo injustamente, y nosotros soportamos con gusto el honor de tal muerte. Una
sola petición, sin embargo, te dirigimos: que tú mismo examines primero a los causantes de
semejante rivalidad y juzgues con justicia si son dignos de muerte y de castigo, o bien de quedar
salvos y tranquilos. Pero si no proceden de ti esta determinación y este nuevo edicto -que ni
siquiera para enemigos bárbaros sería conveniente-, con mayor razón te pedimos que no nos
abandones, indiferente en semejante latrocinio público".

[7] A lo dicho añade aún estas palabras:


"En efecto, nuestra filosofía alcanzó primeramente su plena madurez entre los bárbaros, pero
habiéndose extendido a tus pueblos bajo el gran imperio de tu antepasado Augusto, se ha
convertido, sobre todo para tu reinado, en un buen augurio. Porque desde entonces la fuerza de
los romanos ha crecido en grandeza y esplendor; de ella has venido tú a ser el heredero deseado y
lo seguirás siendo con tu hijo, si proteges a la filosofía que se crió con el Imperio y comenzó a la
vez que Augusto, y a la que tus antepasados incluso honraron al par que a las otras religiones.
[8] La prueba mayor de que nuestra doctrina floreció para bien junto con el Imperio felizmente
comenzado es que, desde el reinado de Augusto, nada malo ha sucedido, antes al contrario, todo
ha sido brillante y glorioso, según las plegarias de todos.
[9] Entre todos, solamente Nerón y Domiciano, persuadidos por algunas personas malévolas,
quisieron calumniar a nuestra doctrina; y ocurre que de ellos derivó, por costumbre irracional, la
mentira calumniosa contra tales personas.
[10] Pero tus piadosos padres enmendaron la ignorancia de aquéllos, habiendo reprendido por
escrito muchas veces a cuantos se atrevieron a hacer innovaciones acerca de los cristianos. Entre
ellos se destaca tu abuelo Adriano, que escribió a muchas y diferentes personas, incluido el
procónsul Fundano, gobernador de Asia; también tu padre, incluso en los tiempos en que todo lo
administrabas junto con él, escribió a las ciudades sobre no innovar nada acerca de nosotros.
Entre esos escritos se encuentran los dirigidos a los habitantes de Larisa, a los de Tesalónica, a los
de Atenas y a todos los griegos.
[11] En cuanto a ti, que, sobre todo acerca de estos asuntos tienes su misma opinión y hasta
mucho más humana y filosófica, estamos persuadidos de que realizarás todo cuanto te pedimos""
(HE IV,26,4-11).

(3) Eclogae (Extractos)

[12] "En los Extractos por él escritos, el mismo Melitón, al comenzar el prólogo hace un catálogo
de los escritos admitidos del Antiguo Testamento, catálogo que es necesario reproducir aquí.
Escribe así:
[13] "Melitón a su hermano Onésimo: salud. Puesto que muchas veces, valiéndote de tu celo por
la doctrina, has podido tener para ti extractos de la Ley y de los Profetas acerca del Salvador y de
toda nuestra fe; más aún, puesto que has querido saber de los libros antiguos con toda exactitud
cuántos son en número y cuál es su orden, yo he puesto mi diligencia en hacerlo, sabiendo tu celo
por la fe y tu afán de saber acerca de la doctrina, ya que, en tu lucha por la salvación eterna y en tu
ansia de Dios, prefieres eso más que todo.
[14] Así, pues, habiendo subido a Oriente y llegado hasta el lugar en que se proclamó y se realizó,
una vez informado con exactitud de los libros del Antiguo Testamento, los he ordenado y te los
envío. Sus nombres son: cinco de Moisés: Génesis, Éxodo, Números, Levítico, Deuteronomio; Jesús
de Navé, Jueces, Rut; cuatro de los Reyes, dos de los Paralipómenos; Salmos de
David; Proverbios de Salomón, o también Sabiduría; Eclesiastés, Cantar de los Cantares, Job; de los
profetas, Isaías, Jeremías, los doce en un solo libro, Daniel, Ezequiel; Esdras. De estos libros saqué
yo los Extractos que distribuí en seis libros"" (HE IV,26,12-14).

(4) Sobre la Pascua

"Al comenzar, pues, el libro "Sobre la Pascua" (Melitón) indica el tiempo en que lo compuso, en
estos términos: "Bajo el procónsul de Asia Servilio Paulo, tiempo en que Safaris (un obispo) sufrió
martirio, hubo en Laodicea una gran disputa acerca de la Pascua, que precisamente caía en
aquellos días, y se escribió esto"" (HE IV,26,3).

(5) Acerca del diablo y del Apocalipsis de Juan (ver fuentes 2)

"Melitón de Asia, al menos, dice que "él (Absalóm) [cf. 2 S 15-17] es figura del diablo que se ha
erigido contra el reino de Cristo". Habiendo evocado solamente esto, él (Melitón) no acabó el
pasaje" (Orígenes, Ad Ps. 3, ins.; PG 12,1120 A).
(6) Sobre la Encarnación de Cristo

"En el tercer libro Sobre la Encarnación de Cristo, Melitón... responde así (a Marción):
"Para quienes tienen inteligencia no hay ninguna necesidad de establecer, a partir de las acciones
realizadas por Cristo después del bautismo, la verdad y la realidad de su alma y de su cuerpo, de
(su) naturaleza (semejante) a la nuestra. Porque las acciones realizadas por Cristo después del
bautismo y, sobre todo, los milagros ponían de manifiesto su divinidad escondida en la carne y el
mundo era testigo de ellos. Efectivamente, ya que Él era Dios y a la vez hombre perfecto, Él mismo
nos dio a conocer sus dos substancias: su divinidad por los milagros realizados en el trienio
posterior al bautismo, su humanidad durante los treinta años anteriores al bautismo, en los que
ocultaba los signos de su divinidad por las imperfecciones propias de la carne, si bien es Dios
verdadero desde la eternidad"" (Anastasio el Sinaita, La Guía, cap. XIII; PG 89,228 D-229 B).

(7) Sobre la Pascua (CPG: De passione)

"De Melitón, obispo de Sardes, (sacado) del libro para la pasión: "Dios ha padecido por la mano de
Israel"" (Anastasio el Sinaita, La Guía, cap. XII; PG 89,197 A).

(8a) De los escritos de Ireneo y Melitón

"Porque ¿quién desconoce los libros de Ireneo, de Melitón y de los restantes libros que proclaman
a Cristo Dios y hombre?"… (HE V,28,5).

(8b) Sobre el bautismo

[1] "¿Cuál es el oro o la plata o el cobre o el hierro que no es bautizado con agua una vez que ha
sido purificado por el fuego? El uno para volverse brillante por la coloración? el otro para acerarse
por el temple. Toda la tierra es lavada por las lluvias y por los ríos, y después de lavada es labrada
en buenas condiciones. De modo semejante también la tierra de Egipto una vez lavada por el río
crecido (el Nilo) hace aumentar el trigo, llena la espiga, produce el céntuplo gracias al lavado
beneficioso. Y hasta el mismo aire es lavado también por las gotas de lluvia que caen de lo alto.
Invitada por el viento promotor del agua, también es lavada la madre de las lluvias, de muchas
flores, cuando curva ríos desde las aguas superiores.
[2] Si quieres ver que los seres celestiales son bautizados, vuélvete ahora al lado del océano y allí
te mostraré un espectáculo nuevo: el mar ampliamente desplegado, el mar sin límites, el abismo
insondable, el océano inmensurable, el agua pura, el baptisterio del sol, el lugar donde se vuelven
a encender los astros, el baño de la luna: aprende de mí de una manera fidedigna cómo se bañan
misteriosamente.
[3] Montado sobre el carro de caballos de fuego, el sol completa el curso del día. Por el
movimiento del curso toma el aspecto de fuego y brilla como una antorcha. Inflama el ámbito de
su carrera: cuando se le ve más de cerca, es como si consumiera a la tierra con diez relámpagos
fulminantes. Intimidado, desciendo ahora hacia el océano. Igual que una esfera de cobre, cargada
en su interior de fuego, centelleante de luz, se sumerge en agua fría, resonando ampliamente y
resplandeciendo por su luminoso brillo; y sin embargo su fuego interior no se extingue, sino que
brilla de nuevo hermoso. Así ocurre con el sol. Inflamado como un relámpago, se lava
completamente en agua fría sin extinguirse, ya que posee un fuego que no se adormece. Lavado
en un bautismo misterioso, se alegra enormemente, teniendo como alimento el agua. Siendo
único y el mismo, para los hombres el sol se eleva como nuevo; intensificado por el abismo,
purificado por el baño. Ha expulsado las tinieblas de la noche y ha engendrado al día luminoso.
Imitando el curso del sol, el movimiento tanto de los astros como de la luna actúa (evoluciona)
naturalmente. Como buenos discípulos, luna y astros se bañan en el baptisterio del sol. En efecto,
los astros, por tener una luz pura, persiguen con la luna los rastros del sol.
[4] Ahora bien, si el sol se lava con los astros y la luna en el océano, ¿por qué Cristo no se lavará
también en el Jordán? Él, rey de los cielos y jefe de la creación, sol del oriente, que se apareció
tanto a los muertos en el Hades, como a los mortales en el mundo; Él, el único sol que viene del
cielo".

(9-11) De obras inciertas

(9) "Porque ha sido atado como un carnero (cf. Gn 22,9) -dice acerca de Nuestro Señor Jesucristo-
y ha sido esquilado como oveja y ha sido conducido como un cordero (cf. Is 53,7), y ha sido
crucificado como una oveja, y llevó el madero sobre sus espaldas, conducido para ser inmolado
como Isaac por su padre (cf. Gn 22,6). Pero Cristo padeció, Isaac, en cambio, no padeció, porque
era figura de Cristo que padecería. Pero habiendo venido a ser la figura de Cristo, inspira a los
hombres admiración y espanto. Se podía efectivamente contemplar un misterio inaudito: un hijo
conducido por su padre a la montaña para ser inmolado, hijo al que colocó, con los pies atados,
sobre el leño del sacrificio, después de haber preparado cuidadosamente lo que era necesario
para su inmolación. E Isaac calló, atado como un carnero, sin abrir la boca y sin pronunciar
palabra. Sin temer al puñal, ni aterrarse ante el fuego, ni entristecerse por el sufrimiento,
animosamente, era la figura del Señor. Estaba, pues, Isaac colocado en medio, atado como un
carnero, y a su vera Abrahán, el puñal desenvainado, sin avergonzarse de asesinar a su hijo (cf. Gn
22,6-10)".

(10) "En lugar de Isaac, el justo, apareció un carnero para ser inmolado, para que Isaac sea
desligado de sus ataduras (cf. Gn 22,13). Por su inmolación él rescató a Isaac; asimismo también el
Señor nos salvó por su inmolación; atado nos liberó y enviado a la muerte nos rescató".

(11) "En efecto, el Señor era el cordero a la manera del carnero que vio Abrahán aprisionado en el
zarzal de Sabec (cf. Gn 22,13). Pero el zarzal designaba la cruz, y aquel lugar Jerusalén, y el cordero
al Señor "atado" para ser inmolado".
(12) Fragmento sobre Gn 22,13

"La expresión "aprisionado por los cuernos" (Gn 22,13), el sirio y el hebreo la traducen por
"colgado", indicándose así más claramente la cruz. En cambio el vocablo "carnero" corresponde
exactamente. Efectivamente, no se dice "cordero", joven, como Isaac, sino "carnero", adulto,
como el Señor. Lo mismo que el zarzal de Sabec, es decir "del perdón", indicaba la santa cruz, así
también Ezequiel (cf. Ez 47,3) hacía el final llamó "agua del perdón" a la que prefigura al santo
bautismo. Dos medios, en efecto, son los que proporcionan el perdón de los pecados: el martirio
por Cristo y el bautismo".

(13) Sobre el alma y el cuerpo

""He aquí por qué el Padre envió desde el cielo a su Hijo incorporal: para que, una vez que se
hubiera encarnado en el seno de una virgen y hubiera nacido hombre, vivificara al hombre y
conjuntara sus miembros que habría dispersado la muerte dividiendo al hombre".
Y posteriormente:
"La tierra tembló y sus fundamentos se tambalearon, el sol huyó y los elementos se derribaron (cf.
Mt 27,51. 54; Lc 23,44), el día se transformó, porque no pudieron soportar que su Señor estuviera
colgado de un madero. Y la creación, horrorizada y turbada, gritó: '¿Qué misterio inaudito es éste?
El Juez es juzgado y permanece inmutable; el Invisible es visto y no se ruboriza; el Incomprensible
es tomado y no se indigna; el Inconmensurable es medido y no lo rehusa; el Impasible padece y no
se venga; el Inmortal muere y no responde una palabra; el Celestial es sepultado y lo tolera. ¿Qué
misterio nuevo es éste?'. La creación se sobrecoge de estupor. Cuando el Señor resucitó de entre
los muertos y pisoteó a la muerte, ató al fuerte y libró al hombre, entonces la creación entera
comprendió que por el hombre el Juez había sido juzgado, el Invisible había sido visto, [el
Incomprensible había sido tomado], el Inconmensurable había sido medido, el Impasible había
padecido, el Inmortal había muerto, y el Celestial había sido sepultado. En efecto, nuestro Señor,
habiendo nacido hombre, ha sido juzgado para que dispensara su misericordia; ha sido atado para
que salvara; ha sido tomado para que aliviara; ha padecido para que tuviera compasión; ha
muerto para que vivificara; ha sido sepultado, para que resucitara".

(14) Sobre la cruz

"Esta es la razón por la que ha venido a nosotros. Esta es la razón por la cual, siendo Él incorporal,
se tejió un cuerpo de nuestra naturaleza. Quien ha sido visto como cordero, ha quedado como
pastor; quien ha sido considerado como esclavo (cf. Flp 2,7), no ha renunciado a su dignidad de
Hijo; ha sido llevado por María y se ha revestido del Padre; pisando la tierra y llenando el cielo,
apareciendo como un niño y sin engañar en cuanto a la eternidad de su naturaleza, revistiéndose
de un cuerpo (cf. Flp 2,7) y sin destruir la simplicidad de la naturaleza divina; visto pobre y no se
despojó de sus riquezas (cf. 2 Co 8,9), necesitando, en cuanto hombre, de alimento, y sin dejar de
alimentar, en cuanto Dios, al mundo (cf. Mt 6,26); revistiéndose de la figura de esclavo (cf. Flp 2,7)
y sin cambiar su semejanza con el Padre. Él era todo por su naturaleza inmutable. Estaba en pie
ante Pilatos (cf. Mt 27,2s.) y estaba sentado con su Padre; estaba fijado en el madero y sostenía el
universo".

(15) Sobre la fe
"Hemos seleccionado de la Ley y de los Profetas aquello que ha sido predicho acerca de Nuestro
Señor Jesucristo a fin de que demostremos a vuestra caridad que él es inteligencia perfecta, el
Verbo de Dios que ha sido "engendrado antes del lucero de la mañana" (cf. Sal 109,3). Él es el
Creador [con el Padre], el autor del hombre, que era "todo en todo" (cf. 1 Co 15,28): patriarca en
los patriarcas, Ley en la Ley, príncipe de los sacerdotes en los sacerdotes, jefe en los reyes, profeta
en los profetas, príncipe de los ángeles en los ángeles, Verbo en la palabra, Espíritu en los
espíritus, Hijo en el Padre, Dios en Dios, rey por los siglos de los siglos. Porque Él fue en Noé piloto,
Él quien condujo a Abrahán, Él quien con Isaac fue atado, Él quien con Jacob fue extranjero, Él
quien con José fue vendido, Él quien con Moisés fue caudillo, Él quien dio la Ley al pueblo, Él quien
con Josué hijo de Nun dividió la heredad, Él quien en David profetizó y quien en los profetas
predijo sus sufrimientos, Él quien se encarnó en una Virgen, Él quien nació en Belén, Él quien, en el
pesebre, fue envuelto en pañales, Él quien fue visto por los pastores, Él quien fue alabado por los
ángeles, Él quien fue adorado por los magos, Él quien fue señalado por Juan, y fue bautizado en el
Jordán, Él quien fue tentado en el desierto, Él quien fue encontrado Señor, Él quien congregó a los
Apóstoles, Él quien predicó el reino, Él quien curó a los paralíticos, Él quien limpió a los leprosos, Él
quien dio la luz a los ciegos, Él quien resucitó a los muertos, Él quien fue visto en el templo, Él
quien no fue creído por el pueblo. Él quien fue entregado por Judas, Él quien fue apresado por los
sacerdotes, Él quien fue conducido a Herodes, Él quien fue juzgado por Pilatos, Él quien en su
carne fue atravesado por los clavos, Él quien fue suspendido en un madero, Él quien fue sepultado
en la tierra, Él quien resucitó de la mansión de los muertos, Él quien se apareció a los Apóstoles, Él
quien fue elevado a los cielos, Él quien está sentado a la diestra del Padre que lo ha glorificado.
Este es el descanso de los difuntos, el que encuentra a los perdidos, la luz de quienes están en las
tinieblas, el redentor de los cautivos, el guía de los extraviados, el refugio de los afligidos, el pastor
de quienes se salvan, el esposo de la Iglesia, el conductor de los Querubines, el príncipe del
ejército de los ángeles, Dios de Dios, Hijo del Padre, Jesucristo, rey por los siglos. Amén".

(16) Sobre el día domingo (De die dominica)


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(17) Himno

"¡Alaben al Padre con un himno, santos!


¡Canten en honor de la Madre (= la Iglesia), vírgenes!
Cantamos himnos, exultamos (nosotros) los santos.
Han sido exaltadas, esposas y esposos,
Porque han encontrado a su esposo, Cristo.
Beban el vino (mejor: en alabanza), esposas y esposos".

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