LA MEMORIA COMO VIENTRE Y LA NECESIDAD DEL OLVIDO PARA LA
SALUD EN SAN AGUSTIN Y EN NIETZSCHE
• El texto que leí de Historia del mundo y salvación de K. Löwith aparece en la
pág. 202.
• Los dos libros que he usado para la preparación de la clase:
CHRÉTIEN, J-L. Saint Augustin et les actes de parole, p. 52-54. *
GUITTON, J. Le temps et l’éternité chez Plotin et chez Saint Augustin.
Memoria en San Agustín
“Grande es esta energía de la memoria, grande sobremanera, Dios mío. Santuario
amplio y sin fronteras. ¿Quién ha llegado a su fondo? Pero, con ser esta energía propia
de mi alma y pertenecer a mi naturaleza, no soy yo capaz de abarcar totalmente lo que
soy. De donde se sigue que es angosta el alma para contenerse a sí misma. Pero ¿dónde
puede estar lo que de sí misma no cabe en ella? ¿Acaso fuera de ella y no en ella?
¿Cómo es, pues, que no se puede abarcar?” Las confesiones X, VIII, 15.
“Mucha admiración me causa esto y me llena de estupor. Viajan los hombres por
admirar las alturas de los montes, y las ingentes olas del mar, y las anchurosas
corrientes de los ríos, y la inmensidad del océano, y el giro de los astros, y se olvidan
de sí mismos 8, ni se admiran de que todas estas cosas, que al nombrarlas no las veo
con los ojos, no podría nombrarlas si interiormente no viese en mi memoria los
montes, y las olas, y los ríos, y los astros, percibidos ocularmente, y el océano, sólo
creído; con dimensiones tan grandes como si las viese fuera. Y, sin embargo, no es
que haya absorbido tales cosas al verlas con los ojos del cuerpo, ni que ellas se hallen
dentro de mí, sino sus imágenes. Lo único que sé es por qué sentido del cuerpo he
recibido la impresión de cada una de ellas”. Las confesiones, X, VII, 15.
“¿Es acaso la memoria como el vientre del alma, y la alegría y tristeza como un manjar,
dulce o amargo; y que, una vez encomendadas a la memoria, son como las cosas
transmitidas al vientre, que pueden ser guardadas allí, mas no gustadas? Ridículo sería
asemejar estas cosas con aquéllas; sin embargo, no son del todo desemejantes” Las
confesiones X, XIV, 21.
“¿Quizá, pues, son sacadas de la memoria estas cosas recordándolas, como del vientre
el manjar rumiando (ruminando)? Mas entonces, ¿por qué no se siente en la boca del
pensamiento (in ore cogitationis) del que disputa, esto es, de quien las recuerda, la
dulzura de la alegría o la amargura de la tristeza?” Confesiones X, XIV, 22.
“Todo esto lo hago yo interiormente en el aula inmensa de mi memoria. Allí se me
ofrecen al punto el cielo y la tierra y el mar con todas las cosas que he percibido
sensiblemente en ellos, a excepción de las que tengo ya olvidadas. Allí me encuentro
con mí mismo y me acuerdo de mí y de lo que hice, y en qué tiempo y en qué lugar,
y de qué modo y cómo estaba afectado cuando lo hacía. Allí están todas las cosas
que yo recuerdo haber experimentado o creído. De este mismo tesoro salen las
semejanzas tan diversas unas de otras, bien experimentadas, bien creídas en virtud
de las experimentadas, las cuales, cotejándolas con las pasadas, infiero de ellas
acciones futuras, acontecimientos y esperanzas, todo lo cual lo pienso como
presente” Confesiones X, VIII, 14.
Memoria en Nietzsche
“Cuando alguien no se libra de un ‘dolor anímico’ („seelischen Schmerz“), esto no
depende, para decirlo con tosquedad, de su ‘alma’ (Seele); es más probable que
dependa de su vientre (Bauche) (hablando con tosquedad, como he dicho: con lo
cual no manifiesto en modo alguno el deseo de que también se me oiga con
tosquedad, se me entienda toscamente…). Un hombre fuerte y bien constituido
digiere sus vivencias (Seine Erlebnisse) (incluidas las acciones, las fechorías) de
igual manera que digiere sus comidas, aun cuando tenga que tragar duros bocados.
Cuando ‘no acaba’ (nicht fertig) con una vivencia, tal especie de indigestión es tan
fisiológica como la otra – y muchas veces, de hecho, tan solo una de las
consecuencias de la otra” Genealogía de la moral, III, 16.
“Ese algo autoritario a lo que el pueblo llama ‘el espíritu’ quiere ser señor y sentirse
señor dentro de sí mismo y a su alrededor: tiene voluntad de ir de la pluralidad a la
simplicidad (aus der Vielheit zur Einfachheit), una voluntad opresora, dominadora,
despótica y realmente señorial. Sus necesidades y capacidades son en esto las mismas
que los fisiólogos que atribuyen a todo lo que vive, crece y se multiplica. La fuerza
del espíritu para apropiarse de cosas ajenas (Fremdes sich anzueignen) se revela en
una tendencia enérgica a asemejar lo nuevo a lo antiguo, a simplificar lo complejo, a
pasar por alto o eliminar lo totalmente contradictorio: de igual manera, el espíritu
subraya, destaca de modo arbitrario y más fuerte, rectifica, falseándolos, determinados
rasgos y líneas de lo extraño, de todo fragmento de ‘mundo externo. Su propósito se
orienta a incorporar a sí nuevas ‘experiencias’ (Einverleibung neuer „Erfahrungen“),
a ordenar cosas nuevas bajo órdenes antiguos, – es decir, al crecimiento (Wachsthum),
o dicho de otro modo aún más preciso, al sentimiento (Gefühl) de fuerza
multiplicada”522 Más allá del bien y del mal, § 230.
“Igualdad (Gleichheit) y similitud (Ähnlichkeit). 1) el órgano526 más basto ve mucha
igualdad aparente. 2) el espíritu quiere igualdad, es decir, subsumir una impresión
sensorial bajo una serie existente: del mismo modo en que el cuerpo asimila lo
inorgánico.
Para la comprensión de la lógica::: la voluntad de igualdad es la voluntad de poder.
⎯ la creencia de que algo es de tal y cual manera, la esencia del juicio, es la consecuencia
de una voluntad de que debe ser lo más igual posible”
Fragmentos póstumos, otoño 1885 - otoño 1886, 2 [90].
“hay que desaprender (umlernen) lo que se piensa de la memoria: es el conjunto de todas
las vivencias de toda la vida orgánica (die Menge aller Erlebnisse alles organischen
Lebens), que viven, que se ordenan, que se forman en interdependencia, luchando entre sí,
simplificando, comprimiendo y transformándose en muchas unidades”
Fragmentos póstumos, 1884, 26 [94].
Olvido en Nietzsche
“resulta visible en seguida que sin capacidad de olvido no puede haber ninguna felicidad,
ninguna jovialidad, ninguna esperanza, ningún orgullo, ningún presente. El hombre en el
que este aparato de inhibición se halla deteriorado y deja de funcionar es comparable a un
dispéptico (y no sólo comparable-- ) ese hombre no digiere íntegramente nada…”
Genealogía de la moral, II 1.
“imaginemos el caso extremo de un hombre que careciera de la facultad del olvido y
estuviera condenado a ver en todo un devenir: un hombre semejante no creería en su propia
existencia, no creería en sí, vería todo disolverse en una multitud de puntos móviles,
perdería pie en ese fluir del devenir” Segunda consideración intempestiva, 1.
Olvido en San Agustín
El texto de San Pablo al que San Agustín hace referencia: Filipenses 3, 12-14 “continúo mi
carrera por si consigo alcanzarlo, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús.
13.Yo, hermanos, no creo haberlo alcanzado todavía. Pero una cosa hago: olvido lo que
dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante, 14. corriendo hacia la meta, para alcanzar
el premio a que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús”
https://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/filipenses/3/
“ buscar como teniendo que encontrar y a encontrar como teniendo que buscar (sic ergo
quaeremus tanquam inventuri; et sic inveniamus tanquam quaesituri)” De Trinitate, IX,
I, I.
“Vacía (exinani) lo que ha de ser llenado. Ha de ser llenado de bien, vierte (funde) el mal.
Imagina que Dios quiere llenarte de miel. Si estás lleno de vinagre, ¿dónde pones la miel?
Hay que verter lo que llevabas en el recipiente, hay que limpiar (mundandum) el mismo
recipiente, incluso con esfuerzo (cum labore), frotando (cum tritura), con el fin de hacerlo
apto para una cierta realidad”. In Joannis Epistulam IV, 6.
“Porque mil años ante tus ojos, son como un ayer que pasó. Por eso debemos dirigirnos,
desde estos días que pasan y desaparecen, a tu refugio, donde tú estás sin cambio alguno;
porque por muy larga que esperemos sea nuestra vida, mil años en tu presencia son como
un ayer que pasó. Ni siquiera, al menos, como el día de mañana, que aún está por venir;
todo lo que termina con el tiempo, ha de tenerse por pasado. De ahí que el Apóstol le quitó
importancia (unde et ea sibi Apostoli postposuit intentio) y se olvidó de las cosas pasadas,
en las que conviene entender todas las cosas temporales, fijando su atención en las
realidades que estaban por delante, es decir, nos indica el deseo de las eternas”
Enarrationes in psalmos, 89, 5.