Lessons In Cartography
Por: crazy_like_a
NOTA DE TRADUCTORES:
“Lecciones de Cartografía” es una obra escrita por crazy_like_a utilizando material canon
que Nora subió a su página de tumblr. No todo en esta historia es Canon, si quieren saber qué cosas
lo son les recomendamos leer el contenido extra primero.
TRIGGER WARKINGS (ADVERTENCIAS DE
CONTENIDO SENSIBLE)
Éste contenido extra posee elementos que pueden resultar chocantes
para algunas personas. Muchos pueden ser spoiler de cosas que sucederán
en la trama así que si consideran que les da igual eviten leerlos. De lo
contrario, acá los enumeramos:
• Suicidio
• Tortura física (explícita)
• Violencia psicológica
• Uso de drogas
• Abuso sexual (semi-explícito)
• Uso de armas.
Esto no significa que estos temas sean recurrentes a lo largo de
TODA la historia pero pueden estar presentes en ciertas ocasiones o ser
mencionados así que les recomendamos leer con discreción.
Capítulo 1
El pasado muere y los fantasmas se alzan
Neil sospechaba que el siempre dormir con un ojo abierto todos
esos años fue lo que había mantenido las pesadillas al margen.
Luego de su victoria contra los Ravens, luego de que la vida de Riko
se hubiese extinguido para bien, los Foxes atraparon unas horas de sueño en
un hotel y luego se dirigieron de vuelta a Carolina del Sur a la última hora
de la mañana con amigos y familia siguiéndoles en autos rentados. Kevin se
quedó atrás al oeste de Virginia para el funeral y Wymack se mantuvo con
él para tratar de mantenerlo unido. Incluso después de una noche en el hotel
y unas pocas siestas en el viaje a casa, los Foxes estaban exhaustos para
cuando se arrastraron de regreso a la Torre. Neil cayó de cara sobre su
colchón y se hundió como una piedra en un sueño pesado y entumecedor. El
sentimiento de un cálido alivio, la fresca posibilidad de un futuro real
desplegado ante él, liberó la tensión que había zumbado en sus venas desde
que tenía memoria.
El padre de Neil estaba muerto. Riko estaba muerto. Todas las
personas que Neil alguna vez pretendió ser también lo estaban. Se
levantaban como fantasmas vengativos en la subconsciencia vulnerable de
Neil. Recuerdos manchados de sangre y agonizantes eran arrastrados hacia
el primer plano de su sueño, uno después de otro. Cuchillos. Una plancha
caliente. El peso de un hacha en su garganta. Los ojos de su padre. Los
dedos de Andrew aferrándose a una cabecera. El horrible último aliento
que su madre tomó. El ‘‘4’’ en su cara. ‘‘0’’ en la pantalla de su celular.
Esposas. Manos crueles arrastrándolo lejos de los Foxes. Miedo. Dolor.
Fuego. No pude despedirme.
Neil se despertó de un susto, jadeando y empapado en sudor frío. El
recuerdo de sus propios gritos resonó por unos momentos antes de dar paso
al sonido de los ligeros ronquidos de Nicky y Erick al otro lado de la
habitación. Su corazón golpeó furiosamente contra la pared de hielo que era
su pecho.
Volver a dormir envuelto en sábanas sudorosas y el terror persistente
sonaba menos atractivo que mover su cuerpo dolorido. Como de costumbre,
lo primero que pensó fue en el pequeño portero del loft de arriba, que estaba
tan agotado como él. Molestarlo era algo inevitable, pero Neil sabía que si
Andrew no quería levantarse, no lo haría. Una vez que su respiración estuvo
tranquila y su corazón ya no se sintió como si fuera a salir de su pecho, Neil
retiró las mantas y puso los pies sobre el borde. Todo su cuerpo palpitaba
como un hematoma gigante mientras se movía. Contuvo la respiración. El
dolor se disparó desde las plantas de los pies hasta las caderas y luego se
astilló en líneas al rojo vivo por su espalda mientras se deslizaba por la
alfombra.
No volvió a respirar hasta que estuvo en la sala de estar. Encontró el
camino a la cocina en la oscuridad y encendió la luz, esperando que no
brillara por las rendijas alrededor de la puerta del dormitorio y molestara a
los demás. Su cabeza se sentía tapada por demasiadas horas de sueño
intermitente. El reloj decía que eran las dos de la madrugada y no estaba
seguro de si realmente valía la pena quedarse despierto para evitar sus
pesadillas y arruinar aún más su horario de sueño.
Las manos de Neil temblaron mientras llenaba un vaso con agua y se
lo tomaba para tratar de aliviar la opresión en su garganta. Casi todavía
podía sentir la fuerte presión de una hoja desafilada contra su cuello y un
fuerte estremecimiento lo recorrió al pensarlo.
Se acabó, se recordó a sí mismo. Todas las mentiras, todas las
carreras desesperadas por mantenerse con vida, quedaron atrás para
siempre. Ahora tenía un hogar, tenía a los Foxes, a Andrew y un nombre
real. Sintió como si finalmente hubiera llegado a la cornisa de la que había
estado colgando durante años.
Sin embargo, la adrenalina que lo había mantenido lo suficientemente
agudo para sobrevivir estaba saliendo de su sistema, y eso significaba
problemas para su psique medio derrumbada. Sabía que tendría que lidiar
con las consecuencias psicológicas de todo lo que había pasado. Solo
esperaba poder hacerlo tranquilamente.
No debería haber sido una sorpresa cuando Andrew apareció en la
puerta, con una cara arrugada por el sueño y entrecerrando los ojos a
contraluz. Su camisa de manga larga le quedaba lo suficientemente bien
como para insinuar la forma de sus brazos y pecho; sus piernas eran ideas
vagas perdidas en la holgura de sus pantalones de chándal y los dobladillos
se agrupaban alrededor de sus pies lo suficiente como para que sólo
sobresalieran los dedos descalzos. Todavía tenía líneas de almohadas en la
mejilla y algunos mechones de cabello estaban erguidos. Verlo fue
suficiente para aflojar algunos de los nudos en el pecho de Neil.
Una disculpa se posó en la punta de la lengua de Neil, pero antes de
que pudiera salir de su boca, Andrew se volvió y se dirigió hacia la sala
principal. Neil abandonó su agua y lo siguió. La televisión estaba
encendida, el volumen estaba casi demasiado bajo para oírlo y Andrew
estaba hundido en un puf. Se quedó mirando adormilado el programa que se
estaba presentando y no le echó una mirada a Neil mientras se hundía en un
puf junto a él. Mientras Neil se quedaba dormido con el zumbido de las
charlas de la televisión, no se centró en toda la injusticia, el tormento y el
miedo de su pasado, sino en lo bien que se sentía tener a Andrew a su lado
y la felicidad surrealista de seguir vivo. Su calidez no pudo ahuyentar todas
las sombras desagradables que acechaban en su cráneo, pero fue suficiente
para permitirle algo de paz.
Cuando Neil volvió a despertar eran las ocho y podía oler el café que
se preparaba. Una manta que no recordaba haber agarrado cubría su cuerpo
pulcramente y el puf en el que Andrew había dormido estaba pegado al
suyo. Andrew ya no estaba a su lado, pero Neil podía escucharlo
arrastrando los pies por la cocina. Sonriendo suavemente, Neil se subió la
manta sobre los hombros y cerró los ojos, permitiéndose unos momentos
más de descanso.
Capítulo 2
Dispersandose por el verano
El año escolar había terminado pero la vida de Neil aún no. Los Foxes
partieron en diferentes direcciones con acuerdos no hablados de enviar
mensajes de texto y llamar a menudo. Incluso el lote de Andrew se separó
en lugar de permanecer juntos donde Abby. Aaron se fue a casa de Katelyn
para pasar unas semanas con la familia de ella en su ciudad natal. Nicky fue
a Alemania para disfrutar de un merecido tiempo de calidad con Erik.
Cuando Neil lo vio por última vez, Nicky lo había abrazado con tanta
fuerza que le tomó casi un minuto completo para que sus pulmones se
inflaran correctamente de nuevo. Neil trató de aplastar la puñalada de la
soledad cuando pensó en los demás con sus familias. Hizo todo lo posible
por concentrarse en los exámenes finales en lugar de en los recuerdos de su
madre que salieron a la superficie sin que nadie se lo pidiera y que el
aguijón de la pérdida nunca desaparecería.
Kevin se quedó donde Abby y, a pesar de haber intentado ocultarlo,
todavía estaba luchando con la muerte de Riko. Los otros todavía no
entendían su duelo — Aaron estaba abiertamente resentido y Nicky no se
avergonzaba de expresar sus opiniones. Neil y Andrew, sin embargo,
estaban silenciosamente satisfechos con su muerte y ambos estaban listos
para dejarlo atrás. Neil repitió el recuerdo de la bala perforando un agujero
en el cerebro sádico de Riko como si fuera su película favorita, pero nunca
se lo mencionó en voz alta a nadie.
Neil no tenía un plan en mente para las pocas semanas de vacaciones
de verano. De lo único que estaba seguro era de que dondequiera que fuera
Andrew, él también iría. Quizás era al revés. En algún momento, un acuerdo
tácito se había solidificado entre ellos; nunca se separarían, no si pudieran
evitarlo. Fuera de las clases y las citas de Andrew con Bee, estaban unidos
por la cadera como Andrew y Kevin lo habían estado el año anterior.
Unos días antes del cierre de los dormitorios, Andrew y Neil estaban
juntos en el techo de la Fox Tower. Andrew tenía un cigarrillo entre los
labios. El de Neil estaba sostenido entre sus dedos. El campus que se veía
de abajo estaba lleno de actividad mientras los estudiantes se preparaban
para irse.
Andrew se quitó el cigarrillo de la boca y simplemente dijo:
—Estoy pensando en ir a Columbia por un rato —estudió el cigarrillo
por un momento antes de dejarlo caer. No había una invitación obvia en sus
palabras, pero Neil la escuchó de todos modos.
—Columbia suena bien —dijo —. ¿Cuánto tiempo es un rato?
Andrew se encogió de hombros, apagó el cigarrillo y volvió a entrar.
Neil apagó su propio cigarrillo y lo siguió. No pasó mucho tiempo antes de
que empacaron en el auto de Andrew y dejaron a Palmetto State detrás de
ellos.
—¿Conoce algún buen lugar para correr cerca de la casa? — Preguntó
Neil. Estarían lejos de la cancha, pero a Neil no le importaba tanto como
pensaba. Tenía a Andrew y todo el tiempo del mundo.
—Correr es tu especialidad, no la mía —respondió Andrew.
—Puedes venir conmigo si quieres.
—¿Qué mierda te hace pensar que me gustaría hacer eso?
Neil sonrió.
— Podrías mirarme el trasero.
— Podría empujar tu trasero hacia el tráfico.
Neil se volvió hacia la ventana para ocultar su sonrisa. Apoyó la
cabeza contra el cristal y sintió la vibración en sus dientes mientras veía el
paisaje pasar borroso. Era algo tan extraño tener un para siempre
desplegado ante él, un para siempre con una familia y un hogar y Andrew,
un para siempre en el que podía caer de cabeza sin preocuparse por su padre
o los otros demonios que siempre habían estado persiguiendole los talones
mientras corría. Podía quedarse, podía irse, pero nunca tendría que correr,
esconderse, luchar como el infierno y volver a correr.
— Oye, idiota, ¿por qué el suspiro?
Neil levantó la cabeza para mirar a Andrew, que todavía parecía
aburrido y distante. Sin embargo, el hecho de que estuviera preguntando
delataba su curiosidad.
—Sólo estoy pensando —respondió Neil vagamente, para que
Andrew tuviera que volver a preguntar.
La mandíbula de Andrew se apretó y los ojos de Neil se concentraron
en el músculo que trabajaba debajo de la mejilla bien afeitada de Andrew.
Le invadió la necesidad de besarlo allí. Brevemente sopesó los pros y los
contras de inclinarse y presionar sus labios en ese lugar, pero decidió no
hacerlo.
— ¿Acerca de? —La voz de Andrew era áspera, irritada.
Neil estuvo muy tentado a contestar simplemente: "Cosas". En
cambio, dijo:
— El futuro. Es un poco extraño no tener que preocuparme de que se
me acabe el tiempo.
— Sí, puedes jugar Exy hasta que tu corazón de drogadicto se agote.
— Puedo hacer todo tipo de cosas —respondió Neil, algo
sugestivamente.
La ceja de Andrew se movió, pero esa fue la única señal que dio de
que lo había escuchado. Neil no insistió en el tema. Se acomodó contra su
asiento y miró hacia atrás por la ventana.
Andrew estacionó el auto en el estacionamiento de un centro
comercial que se extendía desde los lados de un Walmart y el teléfono de
Neil comenzó a sonar. Lo abrió y frunció el ceño al oír el nombre de Kevin
mientras Andrew metía el coche entre una camioneta y una minivan.
— ¿Si?
— ¿Dónde demonios estás? ¿Ustedes se fueron?
Desafortunadamente, el dolor de Kevin por Riko solo agudizó su
impulso para entrenar. Neil se preguntó si estaba decidido a correr
irregularmente en la cancha hasta que pudiera jugar sin ver el fantasma de
Riko.
— Estamos en Columbia — Andrew lo miró mientras apagaba el
motor. Neil articuló el nombre de Kevin y Andrew suspiró haciendo un
alarde de sentirse cómodo en su asiento.
— ¿Por qué?
Neil suspiró y estudió la línea de la mandíbula de Andrew.
— Porque queremos estar en Columbia.
— Bueno, ¿cuánto tiempo van a estar allí?
— No lo sé. Un rato.
Andrew resopló ante el tono petulante de Neil. Neil inclinó la cabeza
y arrastró los ojos por el cuello de Andrew antes de que Andrew le apartara
la cara a la fuerza con los dedos clavándole en la mejilla llena de cicatrices.
— Qué diablos, Neil. Si crees que vas a aflojar solo porque ...
La irritación se disparó fuerte y rápidamente en la garganta de Neil.
— Sí, Kevin, eso es lo que estoy haciendo. Estoy holgazaneando.
Dios, relájate, ¿quieres? Estaremos de vuelta pronto.
— ¿Cuando? — Kevin demandó.
— Pronto — espetó Neil. Desconectó la llamada y cerró el teléfono
de golpe, murmurando "Idiota".
— ¿Vas a quemar tu carpeta fanboy ahora?
Neil lo golpeó antes de que salieran del auto y se dirigieran al interior.
Compraron lo básico: pasta, arroz — “¿Sabes cocinar, Andrew? Porque ...
—Cállate. Un mono podría hacerlo ". Bolsas de pretzels y papas fritas, una
caja de puré de papas instantáneo, un par de comidas congeladas con
imágenes engañosamente apetitosas, algo de fruta fresca a pedido de Neil y
unas pintas de helado. ’’¿Caries? Ya deberías haber tenido toneladas de
caries ". “Te atropellaré con el auto, Neil.” —, antes de dirigirse al pasillo
de licores y recoger algunas botellas de vodka. Neil trató de no reír cuando
la cajera se burló y exigió la identificación de Andrew, cuya mirada podría
haber congelado el infierno. La cajera se rindió después de un minuto de
gélido silencio.
En la casa, Neil llevó los comestibles y Andrew llevó sus bolsas de
lona. Con una cálida oleada de intriga, Neil notó que Andrew se llevó
ambas bolsas a su dormitorio. Sonrió para sí mismo mientras repartía la
comida entre la alacena y el congelador. El vodka lo dejó en el mostrador
junto a la botella de whisky a medio terminar.
Andrew apareció en la puerta de la cocina y por un momento los dos
hombres guardaron silencio, mirándose el uno al otro. Se había quitado la
chaqueta y las mangas, lo que dejaba sus brazos con un aspecto
curiosamente vulnerable y desnudo. Neil también había renunciado a sus
mangas. Ambos iban vestidos con sencillez, cómodamente desarmados y
sin vigilancia. La casa estaba en silencio, pero ese silencio era un suspiro de
alivio, un aislamiento seguro, en lugar del tenso silencio antes de que se
desatara el infierno. No habían enemigos escondidos en las sombras.
La excitante extrañeza le carcomía las entrañas. De repente, Neil
pudo ver toda una vida de esto: de pie en la cocina, guardando las compras,
preguntándose qué hacer para la cena, con los zapatos uno al lado del otro
en la puerta. Una casa con dos nombres en la hipoteca, dos juegos de llaves,
dos coches en el camino de entrada, dos almohadas en la cama. Una casa.
Un hogar con Andrew. El latido de su corazón se aceleró cuando la
posibilidad de eso se hundió. Estoy en casa, estoy en casa, estoy en casa.
— Deja de mirarme así — gruñó Andrew con un pequeño ceño
fruncido entre sus rubias cejas.
Se sintió demasiado cálido, demasiado expuesto para hacer un
comentario inteligente. Neil hizo un gesto con la cabeza hacia un lado para
mirar el fregadero vacío y preguntó.
— ¿Tienes hambre?
En lugar de responder, Andrew cruzó la cocina y rozó el pecho de
Neil mientras lo rodeaba para agarrar una bolsa de papas fritas y una botella
de vodka. Neil no pudo ocultar su escalofrío, lo que le valió una ceja
arqueada. Siguió a Andrew hasta el sofá. De repente, las papas fritas y el
vodka parecían un buen bocadillo.
Una sitcom de la que ninguno se reiría estaba puesta en la televisión.
Andrew se sentó en el lado izquierdo del sofá con los controles remotos y el
vodka en la mesita a su lado. En un solo estallido de pensamientos de
pánico, Neil decidió sentarse en el lado derecho y dejó el cojín del medio
abierto entre ellos. Dejar que Andrew tomara la iniciativa parecía la mejor
opción. Robó algunas fichas y se acomodó contra el reposabrazos, metiendo
las piernas a su lado. Periféricamente, vio que Andrew se volvía para
mirarlo.
Se sintió incómodo y durante unos minutos Neil entró en pánico en
silencio. Frotó sus sudorosas palmas contra sus gastados jeans,
preguntándose si había cometido un error al sentarse separado de Andrew.
Sentirse inseguro de sí mismo con el otro hombre no era realmente nuevo,
siempre se detenía para medir los límites invisibles mientras estaban juntos,
pero ahora estaba francamente nervioso. Estarían solos durante todo el
tiempo que Andrew quisiera permanecer en la ciudad. Seguramente se
besarían, pero ¿qué más?
Ahora que ya no tenía que preocuparse por planificar constantemente
rutas de escape, comprobar y volver a comprobar sus posesiones y tener en
cuenta las amenazas potenciales, la mente de Neil se volvió loca con
pensamientos de dientes mordiéndose el labio inferior, una lengua cálida
contra la suya y el repentino tirantez en sus jeans. Cálmate, se dijo con
severidad.
La risa de una audiencia del estudio se derramó por los altavoces del
televisor. Una mujer rubia en la pantalla esperó con los brazos cruzados
sobre su pecho hasta que la risa se calmó para decir su siguiente línea al
hombre sonriente a su lado.
Andrew se movió primero. Se acercó y se inclinó para enganchar los
dedos en el cuello de Neil, diciendo silenciosamente ven aquí. Los pies de
Neil cayeron al suelo. Estaba ansioso por obedecer. Andrew lo acercó lo
suficiente para presionar sus labios, todavía retorciendo sus dedos en el
cuello de la camiseta de Neil. Neil apoyó un antebrazo contra el respaldo
del sofá detrás de la cabeza de Andrew, deslizó sus dedos por el suave
cabello de Andrew y apoyó la otra mano contra el apoyabrazos para
preservar los habituales centímetros de espacio seguro entre sus cuerpos.
Andrew sabía a vodka y papas fritas saladas y besó a Neil con un tono
tenue de su urgencia habitual. Su otra mano se deslizó debajo de la camiseta
de Neil para trazar las gruesas y elevadas líneas que atravesaban el
estómago de Neil. Neil gimió en la boca de Andrew y lo besó con más
fuerza, agarró su cabello con más fuerza. La mano de Andrew se deslizó
más arriba, sobre los cicatrices desgarradas por la grava en el pecho de
Neil, y Neil se apartó de la boca de Andrew para arrastrar besos por un lado
de su cuello. Andrew se estremeció y tiró bruscamente de su cuello.
Se apartó y tiró del dobladillo de la camiseta de Neil. ’’Fuera",
ordenó con brusquedad.
Neil soltó el cabello de Andrew. Sus ojos se clavaron en los de
Andrew mientras buscaba detrás de su cabeza para tomar un puñado de su
camiseta y quitársela con un movimiento suave. La expresión de Andrew
no cambió, pero extendió la mano para tomar el costado del cuello de Neil y
tiró de él para darle otro beso acalorado. Neil le abrió la boca
inmediatamente y chupó la lengua de Andrew brevemente. Andrew
respondió retirándose y hundiendo sus dientes en el labio de Neil.
—Hacia atrás —murmuró Andrew contra su boca, empujando sus
hombros hasta que Neil se recostó en el sofá. Andrew lo siguió,
manteniéndose lo suficientemente elevado por encima del cuerpo de Neil
para que no estuvieran completamente apretados. Una de las rodillas de
Neil estaba torcidamente doblada, pero moverla significaba tocar a Andrew,
así que se quedó quieto y agradeció el dolor que pronto seguiría.
Andrew presionó calientes besos a lo largo de la mandíbula de Neil
hasta que llegó a su oído. Le raspó los dientes sobre el lóbulo de la oreja
antes de preguntar:
— ¿Sí o no?
Neil presionó su cabeza hacia atrás en el cojín, exponiendo su
garganta a los dientes y labios de Andrew, y gimió.
— Sí.
Andrew chupó un moretón en el costado del cuello de Neil antes de
deslizar una mano por las llanuras llenas de cicatrices de su pecho y
abdomen hasta la hebilla de su cinturón. Neil estaba perdido en un placer
vertiginoso antes de que Andrew deslizara sus hábiles dedos debajo de la
banda elástica de su ropa interior y sacara su dolorida erección al aire libre.
Brevemente, Neil recordó todas las ventanas, miró todo el espacio abierto a
su alrededor en la sala de estar y se sintió increíblemente expuesto. Su
pánico solo duró hasta que los dientes de Andrew le rozaron el pezón y Neil
tuvo que reprimir un gemido con un par de nudillos metidos en la boca. Se
mordió los dedos mientras la mano de Andrew lo movía rápidamente.
Andrew lamió, besó y mordió los bordes de las cicatrices y las pocas partes
de piel intacta hasta que su pecho fue un campo floreciente de moretones
carmesí, marcas dejadas por el deseo en lugar de la ira. La idea arrancó otro
gemido de los pulmones temblorosos de Neil.
Andrew levantó la cabeza para lanzar una mirada acalorada hacia él y
desaceleró su mano por un momento.
— Estamos solos, idiota. Puedes hacer ruido.
Neil soltó un aliento entrecortado y racheado.
— Está bien —susurró. Andrew apretó la punta de su erección y Neil
soltó un áspero—. Uf, mierda, sí.
Andrew mordió el borde afilado del hueso de la cadera de Neil. El
dolor y el placer parpadearon juntos de una manera confusa, pero
delirantemente placentera, y Neil dejó que otro gemido raspara su garganta
y saliera al aire vacío. Para sus propios oídos, sonaba entrecortado y
extraño, delgado y débil, y se preguntó si Andrew podía oír lo destrozado
que estaba por el deseo. Se preguntó si a Andrew le gustaba.
— Andrew —suspiró, poniendo a prueba su voz. Fue recompensado
con un mordisco en el otro hueso de la cadera. Parecía que Andrew
apreciaba los sonidos que estaba haciendo, por lo que abandonó su control
para siempre y gimió—. Andrew. — Las sílabas se estiraron como caramelo
en su boca, largas y dulces.
Andrew tomó a Neil en su boca, chupándole la punta mientras su
mano bombeaba frenéticamente el resto de su longitud. Sacó el aire de los
pulmones de Neil.
— Mierda, Andrew — gruñó Neil. Enterró los dedos en el cabello de
Andrew y le rascó el cuero cabelludo con las uñas desafiladas. El placer
creció rápidamente, desplegándose como una ola candente y de repente Neil
estaba balbuceando—. Tu boca es increíble. Eres increíble. Oh Dios.
Andrew, estoy cerca.
Cada músculo de su cuerpo se tensó deliciosamente y su visión se
puso blanca. El dolor atravesó su rodilla doblada. Arqueó la espalda, hundió
la cabeza en el cojín y un lamento agudo rompió en su garganta cuando
entró con fuerza en el calor húmedo de la boca de Andrew. Por unos
momentos después, estuvo congelado y jadeando hasta que lentamente flotó
desde su altura. Andrew lo chupó suavemente hasta que gimió
silenciosamente de dolor. Luego, se quitó, tragó y se arrastró de nuevo por
el cuerpo de Neil para besarlo profundamente. Neil le devolvió el beso
descuidadamente, lamiendo el sabor de sí mismo de la boca de Andrew y
sin importarle un poco la amargura. Suspiró de perezosa felicidad y acercó
a Andrew por su cabello. Quería dormir así con Andrew casi pegado a él.
Quería permanecer despierto y besar a Andrew durante horas. Quería
devolver el favor y ver si podía sacar el mismo tipo de ruidos de Andrew.
Su cabeza cayó hacia atrás, rompiendo el beso y suspiró
profundamente. Parpadeó un par de veces para aclarar su visión borrosa y
trató de concentrarse en la mirada de Andrew. Neil esperó a que Andrew lo
regañara por mirarlo "así", pero nunca lo hizo. En cambio, se inclinó para
atrapar sus labios en un beso lento y prolongado antes de sentarse erguido, a
horcajadas sobre las caderas de Neil. A Neil no le importaba que sus jeans y
ropa interior todavía estuvieran tirados hasta la mitad de su trasero o que la
televisión todavía estuviera encendida. Todos los demás pensamientos
fueron borrados al ver a Andrew desabrocharse el cinturón, el botón y la
cremallera.
Neil estaba boquiabierto, pero no pudo evitarlo porque Andrew estaba
sacando su pene y acariciándolo. Entonces se le ocurrió que nunca había
visto otras partes del cuerpo de Andrew y estaba fascinado por los destellos
que captaba aquí y allá alrededor de la mano en movimiento de él. Miró sin
pestañear la punta brillante mientras su mente reunía desesperadamente
todos los detalles que podía. Las palabras cayeron en un montón en la parte
posterior de su cráneo. Andrew se apoyóy su peso se hundió. Esto es real.
Esto no es un sueño. Neil podía sentir el estremecimiento de los muslos de
Andrew contra sus costados.
Neil miró el rostro de Andrew, que era casi tan pasivo como siempre,
excepto por la mirada vidriosa en sus ojos. Andrew se mordió el labio
inferior y siseó entre dientes, incluso en este momento de vulnerabilidad
parecía listo para la violencia.
— Mierda —susurró Neil con reverencia. Metió las manos en su
propio cabello para evitar estirarse mientras Andrew comenzaba a ondular
un poco las caderas, balanceándose con el rápido movimiento de su mano.
Neil quería moverse con él. Quédate quieto, se ordenó a sí mismo— Eres
increíble.
— Cállate —gruñó Andrew.
— Podría haber una manera de mantener mi boca ocupada, ya sabes
—Neil no podía creer que dijera eso, prácticamente ronroneó. Pensó que tal
vez el orgasmo hizo que se aflojaran algunos tornillos de su cabeza.
— Recuérdame matarte más tarde —respondió Andrew. Sin embargo,
en lugar de estrangularlo, se inclinó y deslizó bruscamente dos dedos en la
boca de Neil. Neil parpadeó sorprendido, pero rápidamente cerró los labios
alrededor de ellos y chupó ligeramente. A Andrew pareció gustarle y
presionó las yemas de los dedos en la lengua de Neil. Su mirada era pesada
y ardiente. Neil curvó su lengua alrededor de los dedos, sintiendo los callos
y cicatrices, e imaginó chupando otra parte del hombre que estaba encima
de él.
La respiración de Andrew se aceleró bruscamente y pronto Neil sintió
que algo cálido y húmedo le salpicó el vientre. Juguetonamente clavó los
dientes en las yemas de los dedos de Andrew mientras se retiraba de la
boca. Andrew rápidamente reemplazó sus dedos con sus labios nuevamente,
besando a Neil con la habitual urgencia áspera.
Los besos se redujeron a perezosos roces de labios y suspiros
lánguidos mezclándose en el espacio entre sus bocas. Después de que Neil
notó el temblor exhausto en los brazos de Andrew, se movió lo más que
pudo para que Andrew pudiera colocar su cuerpo entre el costado de Neil y
el respaldo del sofá. Una gota de semen amenazó con deslizarse por su
cadera, pero Neil la atrapó con los dedos y se la untó en las costillas para
evitar que goteara sobre la alfombra. Los ojos de Andrew se cerraron y Neil
aprovechó la oportunidad para mirar de cerca sus rasgos. El ángulo del
cuello de Andrew hizo que Neil deseara tener una almohada para poner
debajo de su cabeza. No podría ser cómodo.
Estaba a punto de decir algo, pero antes de que pudiera, su estómago
gruñó. Los ojos de Andrew se abrieron lentamente y se movieron hacia el
abdomen desnudo de Neil, donde la evidencia de su orgasmo se estaba
secando en líneas gruesas sobre su ombligo.
— Vete a la ducha —ordenó, sonando perfectamente aburrido—.
Haré algo de cenar.
— Lávate las manos —bromeó Neil mientras torpemente se ponía de
pie.
— Cállate.
Capítulo 3
Días perezosos
Neil admitió en voz baja para sí mismo que le gustaba el peso del
cuerpo de Andrew sobre el colchón, su calor bajo las mantas, su suave
respiración contra la almohada. Le gustaba abrir los ojos para ver el rostro
de Andrew, con los ojos nublados y arrugado por la almohada. Le gustaba
saber cómo Andrew siempre dormía: de costado, de espaldas a la pared y
con el brazo acurrucado debajo de la almohada. Le gustaba mirar el valle
del lado de Andrew y la colina de su cadera debajo de la manta. Neil
todavía dormía de cara a la pared a pesar de que ya no necesitaba ponerse
rápidamente sus contactos a primera hora. Quizás ese hábito también se
desvanecería con el tiempo, quizás algún día dormiría con Andrew
acurrucado a su espalda.
Lo que no le gustaba era el estremecimiento que inevitablemente se
producía cada vez que los vigilantes instintos de supervivencia de Andrew
sentían a otra persona en la habitación. Andrew se quedó dormido mirando
a Neil, sabiendo que Neil estaba a su lado, pero el sueño lo hacía olvidar. Si
Neil se movía o suspiraba, Andrew se despertaba sobresaltado con ojos
duros y planos que no reconocían a Neil al principio. Neil no sabía si había
un cuchillo o no debajo de su almohada.
Neil aún no había descubierto cómo evitar el estremecimiento más
que despertarse en segundo lugar.
En su primera mañana en Columbia, Neil se despertó primero y se
quedó tan quieto como pudo. Había suficiente luz filtrándose a través de las
persianas de plástico para ver, pero no lo suficiente como para molestar.
Puso todo en un brillo agradable que hizo que el cabello pálido de Andrew
pareciera dorado. La mente de Neil ya estaba trabajando, preguntándose
qué harían ese día. Quería salir a correr. Quería correr con Andrew.
También quería pasear por las canchas de Exy del lugar, pero sabía lo que
diría Andrew. Si le pedía a Andrew que practicara Exy con él, existía una
gran posibilidad de que Andrew aceptara quedarse completamente quieto en
el área del portero hasta que Neil estuviera completamente irritado. Pedir ir
a un gimnasio para hacer ejercicio era la opción más segura.
Andrew inhaló con fuerza, se tensó, abrió los ojos y se relajó de
nuevo en un solo suspiro. Los ojos color avellana somnolientos lo miraron
durante un largo momento antes de que Andrew murmurara:
— Mirando de nuevo.
Neil hizo un ruido desdeñoso y rodó sobre su espalda.
Después de un pequeño desayuno, Neil salió a correr por el barrio.
Andrew estaba molesto, pero fue con él de todos modos. Después, se dieron
una ducha juntos. Andrew permaneció vestido hasta que Neil se lavó y
salió. Neil puso una taza de café recién hecho mientras Andrew terminaba.
Habría sido un día bastante ordinario para una persona promedio,
pero fue la lentitud, la paz y la normalidad lo que lo hizo memorable para
Neil. Tomaron café, vieron televisión, almorzaron y dieron una vuelta por la
ciudad. Cenaron juntos. Bebieron juntos. Lavaron los platos juntos. Andrew
presionó a Neil contra el borde húmedo del fregadero con besos bruscos y
una mano fuerte se enroscada alrededor de su cuello. Neil alejó sus manos
enjabonadas. Después comieron helado juntos en el porche y Neil luchó por
recordar lo que sabía sobre las estrellas hasta que Andrew lanzó un suspiro
aburrido y recitó una lista de constelaciones.
A la mañana siguiente, Andrew salió de la ducha y se dejó caer en el
sofá junto a Neil mientras el canal de noticias local estaba proyectado por la
televisión. En lugar de hacer un comentario burlón sobre la elección de Neil
para entretenimiento, Andrew se volteó de lado y puso sus pies descalzos en
el regazo de Neil mientras se recostaba contra los cojines.
— Odio correr —fue todo lo que dijo.
— Por la forma en que fumas, no me sorprende —respondió Neil a
pesar de que ambos sabían que Andrew estaba en buena forma. Miró los
pies en su regazo, momentáneamente distraído por la pequeña cantidad de
piel desnuda. No había nada particularmente excitante en los pies de
Andrew, eso no fue lo que hizo que sus pensamientos se dispararan. Neil
había pasado años temiendo las heridas, las balas y las espadas, y siempre
había sido particularmente paranoico con sus pies. Podía correr con una
herida ensangrentada en el costado, las costillas magulladas, la cabeza
golpeada, pero sabía que no podría correr si algo le pasaba a los pies. Antes
de que pudiera aplastarlo, el recuerdo de su padre amenazando con arruinar
los pies y las piernas de Neil brilló detrás de sus ojos. Neil tragó saliva
contra la oleada de bilis y le preguntó a Andrew:
— Masaje de pies. ¿Si o no?
Andrew no lo miró y respondió:
— Sí.
Neil envolvió con sus manos uno de los pies de Andrew, apretando y
masajeando la planta con los pulgares. Nunca le había dado un masaje en
los pies, no había pasado ningún tiempo prestando atención a los pies antes,
pero este era Andrew y esto era un poco de confianza ofrecida y esta era
una oportunidad para tocarlo para que hiciera todo lo posible. Los nuevos
detalles se anotaron en silencio y se archivaron en la mente de Neil: sus
delgados y huesudos tobillos, la ligera capa de cabello rubio a través de los
puentes, la peca en el arco interno de su pie izquierdo, el dedo meñique
torcido de su derecha, la piel áspera de sus talones.
La tensión en las piernas de Andrew desapareció lentamente cuando
Neil intentó su primer masaje en el pie. Cuando Neil miró a Andrew, su
cabeza estaba apoyada en el apoyabrazos y miraba la televisión con los ojos
entrecerrados. Parecía relajado y Neil decidió que no le importaba frotar los
pies si hacía que Andrew se viera así.
— ¿Algún otro fetiche que deba conocer?—Andrew arrastró las
palabras sin mirarlo.
Neil frunció los labios, sopesando dos respuestas en su mente antes de
responder:
— Supongo que lo averiguaremos.
— ¿Lo haremos ahora?
— ¿Lo haremos?"
Andrew resopló sin comprometerse. Neil clavó juguetonamente su
pulgar en el empeine de Andrew, pero luego Andrew gruñó: "No lo hagas".
y Neil dejó caer el pie como si lo quemara.
Una expresión oscura y de odio cruzó el rostro de Andrew por un
breve momento. Neil observó su rostro con atención y se mantuvo
perfectamente quieto hasta que Andrew pareció volver a sí mismo. Luego,
Andrew clavó los dedos del pie en la ingle de Neil y advirtió:
— No me gusta que me hagan cosquillas.
Neil no quería responder al pie que empujaba contra su pene, pero
sintió ese familiar apriete bajo su ombligo que Andrew se había vuelto tan
bueno provocando.
— Lo siento —exhaló Neil —. ¿Puedo seguir haciéndolo o quieres
que me vaya?
— Puedes tocarme los pies, maldito pervertido.
Cuando Neil continuó con el torpe masaje de pies, se aseguró de que
cada toque fuera cuidadosamente lento y lo suficientemente fuerte para que
Andrew se relajara nuevamente. Incluso después de que el cuerpo de
Andrew se fundiera con los cojines, la mente de Neil zumbó con la aguda
advertencia que había recibido.
Sin Exy y sin clases, sin peligro de ningún tipo, el ritmo de sus días
parecía lento. No hicieron nada significativo. Sus conversaciones eran
bastante simples: reflexiones sobre un hipotético apocalipsis o sugerencias
para películas o comidas. Neil recibió mensajes de texto de varios Foxes y
le contó todo a Andrew: "Matt hizo salto en bungee". "Renee dice hola".
“Dan está pensando en hacerse un tatuaje con una de sus hermanas del
escenario”, a pesar de que Andrew reaccionó solo con un desinteresado
“hmm”. Neil recibió un par de mensajes de texto de Wymack sobre el
nuevo distribuidor ofensivo que había llegado y se estaba quedando en casa
de Abby.
Por supuesto, también hubieron más llamadas telefónicas enojadas de
Kevin: "Traigan sus traseros perezosos de vuelta aquí". Al cuarto día,
Andrew le arrebató el teléfono a Neil y dijo: “Cada llamada agrega otro
día de práctica que Neil pierde. Vete a la mierda." Y luego cerró el teléfono
de golpe y lo arrojó sobre el sofá. Neil lo vio rebotar en la alfombra con
extraño deleite antes de que Andrew lo arrastrara por la muñeca hasta el
dormitorio, donde procedió a desnudar a Neil y desarmarlo hasta que Exy y
Kevin fueron las cosas más lejanas de su mente.
Capítulo 4
Vicios y capitanes
Era obvio la primera vez que los Foxes se reunieron, los viejos y los
nuevos, que el camino por delante iba a ser difícil. Dos nuevas
incorporaciones en particular, Jack y Sheena, tardaron toda una semana en
meterse por completo bajo la piel de Neil y causar estragos en sus nervios.
Luchó por controlar su mal genio, trató de ser mejor que el imbécil tacaño
que era el año anterior, pero todo lo que hizo fue convertir su sangre en
gasolina y cada latido de su corazón lanzaba chispas.
Jack miraba a Neil con desprecio y les hacía saber a todos los que
estuvieran escuchando que no creía que Neil tuviera derecho a estar en la
cancha. Por supuesto, Jack adoraba a Kevin como un dios que acababa de
bajar del cielo y a Kevin no le importaba la terrible actitud de Jack siempre
que mostrara potencial. Sheena estaba más que feliz de respaldar a Jack con
palabras crudas y retorcidas lanzadas a Neil como metralla. Neil reprimió
su temperamento y puso más fuerza detrás de cada golpe de su raqueta.
Tomó carreras más largas y caminatas aún más largas tratando de aclarar su
mente.
Ni siquiera había pasado un mes y sentía que estaba perdiendo la
cabeza.
— Siempre es difícil con los novatos —le dijo Dan en voz baja —.
Dales tiempo para adaptarse. Lo estás haciendo bien. Solo sigue así.
Matt, Renee y Nicky mostraron su apoyo cediendo a Neil en la
cancha. Si tenían algún desacuerdo o inquietud, lo abordaban en privado, lo
que Neil apreciaba inmensamente. Aaron le dijo una vez: "Deja de
enfurruñarte como una perra". a pesar de que Neil no le había pedido su
opinión. Allison se encogió de hombros y le preguntó si realmente esperaba
algo diferente.
Neil cometió el error de expresar sus sentimientos frente a Kevin una
vez y se encontró con una mirada mordaz. "Si no puedes manejar tanto,
fracasarás miserablemente como capitán". Neil se alejó sintiéndose como
un idiota por desear que algo pudiera ser simple por una vez. El equipo
acababa de comenzar a funcionar como debería hacerlo un equipo real al
final de la última temporada y ahora se sentía como si se hubieran devuelto
al punto de partida. ¿Cómo diablos se las había arreglado para que todos
lo respaldaran la primera vez? ¿Cómo diablos iba a hacerlo de nuevo?
Andrew no dijo nada. Ni siquiera pareció darse cuenta de que había
más gente en la cancha de lo habitual.
Neil odiaba cuestionarse a sí mismo. Después de todo, no sobrevivió
a su padre y a los Moriyama para sentarse en una esquina, pero a veces los
comentarios hechos por Jack y los demás le dolían lo suficiente como para
quedarse después de la práctica. Tal vez había estado lleno de adrenalina o
la emoción de finalmente tener una oportunidad real en la vida cuando
pensó que todo esto era una buena idea.
Su duda se hizo espesa en su mente hasta que hubo una ira constante
zumbando en el fondo de ella. Se sentía como una tormenta que se
oscurecía cada día más, amenazando con romperse en cualquier momento.
— Estás de mal humor —le dijo Andrew un viernes por la tarde
mientras Neil se sentaba encorvado sobre su escritorio, esperando que la
aspirina calmara los bordes irregulares de su dolor de cabeza.
— ¿Algún problema? —Neil espetó sin darle una mirada.
— Vamos a Columbia esta noche —Andrew dejó caer una bolsa de
plástico junto a la silla de Neil y se fue. Neil no tuvo que mirar adentro para
saber que contenía un nuevo atuendo. Su irritación estalló de repente.
Apretó los puños, clavó las uñas en las palmas de las manos y contó hasta
diez en todos los idiomas que conocía. Lo último que quería hacer en ese
momento era salir y ver a los demás emborracharse en un club lleno de
gente, pero sabía que discutir con Andrew no tendría sentido.
Unas horas más tarde, cuando llegó el momento de irse, Neil estaba
en el baño sintiendo como si pudiera incendiarse en cualquier momento.
Sus pulmones estaban calientes y demasiado rígidos para respirar
adecuadamente. Había palabras ácidas burbujeando en la punta de su
lengua. Cuando se miró en el espejo, vio a su padre.
No miró a los demás a los ojos cuando se encontró con todos en el
pasillo. Siguió a Andrew en silencio e ignoró los exuberantes intentos de
Nicky de entablar conversación. Kevin estaba al otro lado, hablando por
sobre la emoción de Nicky acerca de los varios errores de Neil la semana
anterior.
— Jack simplemente te pisoteará si no te acostumbras —dijo Kevin
mientras se apilaban en el auto de Andrew. Neil estaba ignorándolo, lo que
pareció poner a Kevin de un humor aún peor. Aaron resopló desde el
asiento trasero. Al menos Aaron y Kevin no estaban a por el cuello del otro
esa noche. Neil trató de pensar en ello como una bendición; escuchar a los
dos pelearse solo habría empeorado su ya palpitante dolor de cabeza.
Nicky saltó en defensa de Neil.
— La única razón por la que puedes soportarlo, Kevin, es porque
constantemente te besa el trasero. Podría darle una bofetada yo mismo
pronto si no calla. Neil, estás bien. No dejes que los haters te desanimen.
Neil respiró hondo un aire que quedó atrapado en sus pulmones. Le
dolía el pecho, estaba caliente y apretado, y pasaron casi treinta segundos
antes de que pudiera expulsarlo. Quería meter el puño por la ventana. El
equipo estaba desequilibrado, terriblemente desequilibrado, lo que hizo que
la ansiedad de Neil aumentara brutalmente cuando pensó en el primer
juego. Todavía había tiempo, pero no los veía capaces de arreglar sus cosas
antes de entonces. ¿Cómo diablos se habían unido para vencer a los
Ravens? ¿Cómo habían logrado esto el año pasado? Neil no podía recordar
y estaba empezando a sospechar que el "potencial de liderazgo" que
Wymack veía en él no era más que una ilusión.
Su verdadero miedo estaba asomándose cuando llegaron a Sweeties,
pero no quería pensar en eso. Prácticamente se arrojó a sí mismo del auto en
el estacionamiento y se metió las manos en los bolsillos mientras se dirigía
adentro delante de los demás. En el recibidor, se hizo a un lado para que
Andrew pudiera decirle a la mujer que necesitaban una mesa para cinco.
— Neil, ¿no vas a comer? —Nicky preguntó gentilmente.
Neil miraba fijamente su helado. Había tomado dos bocados y su
estómago se revolvió ante el primer sabor de su dulzura enfermiza.
— No tengo hambre —dijo.
— Cristo, no vinimos aquí para una fiesta de lástima —escupió
Kevin.
— Al menos no está abriendo su maldita boca —gruñó Aaron.
— Chicos, vamos —suplicó Nicky —. Neil, ¿estás bien?
— Está bien —se burlaron Kevin y Aaron al unísono.
Neil levantó los ojos hacia Andrew al otro lado de la mesa. Andrew le
devolvió la mirada sin comprender mientras tomaba pequeños bocados de
la monstruosidad de chocolate que tenía ante él. Lamentó haber salido con
ellos esta noche. Seguramente, podría haberle dicho a Andrew "no" y
disfrutar de una noche a solas en el dormitorio.
Pasaron al Eden’s Twilight sin conseguir polvo de galleta1. La música
parecía demasiado fuerte esta noche y estaba más concurrida de lo que Neil
recordaba. Las sonrisas amistosas y la voz alegre de Roland lo irritaban.
Alguien golpeó con fuerza a Neil contra el borde de la barra y, al mismo
tiempo, le dio la bienvenida al dolor físico que lo distraía y maldijo
mentalmente al responsable. ¿Cómo alguien disfrutaba esto? No recordaba
que alguna vez le haya gustado ese lugar.
Ayudó a Andrew a llevar las bebidas a la mesa y miró fijamente los
vasos de shots. El ron en su garganta era espeso y caliente; hizo que su
cuerpo se sintiera incómodamente caliente y zumbido después del tercer
shot. Kevin bebió como si estuviera tratando de ganar algo y Neil pensó que
era desagradable, pero al menos lo hizo callar por un tiempo. Nicky sorbió
algunos brebajes coloridos mientras Aaron miraba malhumorado a la
multitud, esperando que su propio entusiasmo se activara. Todavía estaba
amargado por la falta de polvo en sus vidas últimamente y Neil estaba
medio tentado de frotar sal en la herida.
Después del cuarto trago, había bebido suficiente ron para admitir que estaba
molesto por el silencio de Andrew. Por lo general, a Neil no le molestaba la fría apatía del
otro hombre, pero quería ... algo. Quería palabras o acciones o alguna señal que Andrew
notara. Andrew tenía que haber notado lo que estaba pasando con Neil. Era fácilmente la
persona más perspicaz que Neil había conocido. Es lo que lo convirtió en un protector
capaz y un enemigo mortal. Neil no esperaba ni quería simpatía ni esperaba que Andrew lo
respaldara en la cancha, pero Neil sintió que se estaba resbalando y necesitaba
desesperadamente algo que lo estabilizara. Quería que Andrew lo estabilizara.
No pasó mucho tiempo antes de que Andrew notara que los ojos de
Neil permanecían fijos en él. Se puso de pie y se inclinó cerca del oído de
Neil para preguntar:
— ¿Sí o no?
El deseo encendió sus huesos y por un momento Neil pensó que en
realidad había estallado en llamas allí mismo. "Sí", respondió, poniéndose
de pie también. Andrew lo arrastró a través de la multitud, más allá del bar
y a través de una puerta marcada como "solo empleados" que requería un
código de cuatro dígitos ingresado en un teclado descolorido, que Andrew
conocía. Neil supuso que Roland era la razón.
Entraron en un pasillo corto con estantes de almacenamiento
alineados en las paredes y tan pronto como la puerta se cerró detrás de ellos,
la música palpitante del club se ahogó en un pulso vago y amortiguado que
era lo suficientemente silencioso como para que Neil pudiera escuchar el
zumbido de las luces fluorescentes en el techo. Sus oídos sonaron
agudamente por unos momentos mientras seguía a Andrew hasta el final del
pasillo y a través de otra puerta marcada como "oficina". La oficina era una
habitación pequeña, que lo era aún más gracias a los estantes, un pequeño
sofá y un escritorio desordenado que se amontonaba en las paredes. Andrew
encendió las luces y cerró la puerta antes de empujar a Neil contra ella.
— ¿Qué— comenzó Neil.
Andrew acercó su rostro al suyo con una mano áspera en la nuca y
dijo:
— Ya he visto suficiente de tu autocompasión. Para.
El temperamento de Neil cobró vida.
— Vete a la mierda — espetó, temblando y furioso —. Si me
arrastraste hasta aquí para hacerlo, hazlo, pero no me vengas con esa
mierda.
— No importa si esos pequeños imbéciles te respetan o no — la nariz
de Andrew estaba prácticamente presionada contra la de Neil. Sus palabras
fueron bocanadas de aire caliente que se derramaron sobre los labios de
Neil —. Has estado reprimiendo tu mala actitud para intentar ser más como
el entrenador, Kevin o Dan. La próxima vez que uno de esos inútiles te diga
una mierda, golpéalos en el culo y enséñales quién es Neil Josten. Ambos
sabemos que quieres.
Algo de la furia en el pecho de Neil se calmó. Presionó su frente
contra la de Andrew y sintió que se quemaba de una manera diferente. Esto,
pensó, esto es lo que necesitaba.
Finalmente pudo controlar su miedo y encontrar las palabras para
expresarlo. Las habló entre el estrecho espacio entre sus bocas.
— Siempre pensé que los nombres falsos, las mentiras y las huidas
me convertían en nada. Pensé que mi mala suerte me había robado lo que
podría haber sido — tragó saliva antes de continuar —. Pero últimamente
he estado pensando que tal vez no habría sido nada de cualquier manera. Tal
vez estaba delirando al pensar que podría tener esto, al pensar que algún día
podría ser el capitán. Tal vez, tal vez ni siquiera me recluten después de
graduarme y los Moriyama simplemente me matarán. Siento que me estoy
perdiendo, Andrew, y no sé qué hacer.
Los ojos de Andrew se clavaron en los suyos.
— Usualmente no eres tan patético.
— Eso es lo más lindo que me has dicho —susurró Neil. Se sentía
mucho más ligero ahora que el veneno había salido de sus pulmones.
— Cállate.
— Cállame.
Andrew lo besó con fuerza, empujando bruscamente su lengua en la
boca de Neil. Neil inhaló bruscamente por la nariz y gruñó. Sus manos
alcanzaron instintivamente el cabello de Andrew, pero Andrew lo agarró
por las muñecas y sujetó los brazos de Neil contra la puerta. La fuerza del
beso, la fuerza del cuerpo de Andrew contra el suyo, hizo que la erección de
Neil se contrajera y se tensara. Su vientre se apretó con vehemencia cuando
Andrew le mordió el labio con la fuerza suficiente para romper la piel.
Incluso con sus bocas fusionadas, Neil sintió que era más fácil respirar de lo
que había sido en semanas.
— Tócame —suplicó Neil contra la boca de Andrew.
Andrew se echó hacia atrás lo suficiente como para darle una mirada
aburrida. Soltó una de las manos de Neil y respondió:
— Tócate a ti mismo.
Neil parpadeó sorprendido y se apoyó contra la puerta.
— ¿Qué?
— Me escuchaste — había un tono irritado en su voz, realmente había
visto suficiente de la autocompasión de Neil y esta era su forma de castigo.
No es que a Neil le importara. Su ingle se tensó y la lujuria se llenó de
espuma sobre sus pensamientos. Las manos de Andrew estaban apoyadas a
ambos lados de la cabeza de Neil, encerrándolo con su cuerpo. Lanzó una
mirada expectante a la cremallera de los nuevos jeans de Neil.
Con manos temblorosas, Neil se desabrochó los pantalones y se los
bajó lo suficiente como para sacar su erección hinchada, sintiéndose
extrañamente emocionado por la intensa mirada de Andrew sobre él.
Andrew vio a Neil tocarse a sí mismo con la misma apatía que usaba
durante los juegos, las clases y la vida, y Neil no quería nada más que ver la
máscara romperse un poco.
Gimió el nombre de Andrew y movió las caderas con el movimiento
de la mano en un intento de sacar algo de Andrew: un labio mordido entre
los dientes, una respiración agitada, cualquier cosa. Su pecho palpitaba y
ardía más mientras Andrew miraba, nada impresionado. La única reacción
que Neil recibió por su pequeño programa fue el bulto revelador en los
jeans de Andrew.
Su actitud fría lo había irritado más temprano en la noche, pero ahora
calmaba sus bordes al rojo vivo. Fue como clavar las manos ardientes en la
nieve y Neil suspiró aliviado. Podría explotar y quejarse y gemir y Andrew
todavía estaría allí. A Andrew no le importaba si Neil atravesaba con el
puño una pared o la cara de Jack. Neil recordó entonces con un destello de
vergüenza que ni siquiera estaban en el punto de partida de la temporada.
Comenzaba este año escolar con mucho más de lo que tenía el verano
pasado. Su mano se movió más rápido y sus ojos se cerraron. No importaba
que el equipo tuviera un comienzo difícil. Saldrían adelante de alguna
manera porque eran Foxes y eso era lo que los hacía Foxes. Incluso si el
mundo volviera al infierno, Andrew seguiría estando a su lado. Había
perdido de vista eso y se sintió tonto por ello. Tenía exactamente lo que
necesitaba. Todavía tenía un hogar y un futuro y Andrew. Y Andrew tenía
razón, no importaba si esos idiotas lo respetaban o no. Se había ganado su
lugar allí y nadie se lo quitaría.
Con un gemido tartamudo que sonaba como el nombre de Andrew,
Neil llegó en sus manos y el placer quemó todo el estrés de la semana
pasada. Le temblaron las rodillas, amenazando con fallarle, y se dejó caer
pesadamente contra la puerta. Lentamente, abrió los ojos y miró a Andrew.
— ¿Estás excitado? — suspiró.
— Si — Andrew se apartó de la puerta y se acercó al escritorio a
buscar unos pañuelos de papel de una caja junto a una lámpara. Una vez
que Neil se hubo limpiado las manos, Andrew hizo una bola con los
pañuelos y los tiró a la papelera.
Neil estaba confundido. Sus ojos volvieron a bajar al bulto en los
pantalones de Andrew y se preguntó por qué Andrew no estaba haciendo
nada. Por un momento se quedaron a un respiro, respirando juntos
tranquilamente y mirando.
— ¿Quieres una mano? —bromeó.
Entonces, Andrew dijo en voz baja:
— De rodillas. No me toques, todavía estoy molesto.
Neil cayó de rodillas y dócilmente puso sus manos ligeramente
pegajosas en su regazo, mirando a través de sus pestañas a Andrew para
recibir más instrucciones. Andrew no dijo nada. En cambio, simplemente se
bajó los jeans y la ropa interior y se palmeó hasta que estuvo
completamente excitado. Neil alternaba entre ver su mano trabajar y mirar
su rostro. Andrew se mordió el labio mientras miraba a Neil, tratando de
ocultar su respiración acelerada.
— Quiero correrme en tu boca —dijo Andrew —. ¿Si o no?
— Mierda, sí.
Andrew le agarró la barbilla con su mano libre e inclinó su rostro
hacia arriba para que estuviera en línea con su erección. Puso el pulgar y el
índice entre los dientes de Neil y mantuvo la boca abierta lo más que pudo,
acercando su pene mientras gruñía y se derramaba en la lengua de Neil.
Neil se atragantó un poco al principio. El sabor era más amargo de lo que
esperaba, pero luchó por mantenerse quieto hasta que Andrew terminó y
soltó la boca de Neil. Andrew jadeó y se metió de nuevo en sus pantalones
mientras Neil tragaba y se humedecía los labios.
— Deberíamos volver — dijo Andrew cuando Neil se puso de pie.
— ¿Tengo algo en mi cara? — Neil sonrió y Andrew le empujó el
brazo.
Los demás estaban demasiado borrachos para notar que Neil regresó
de mucho mejor humor. Andrew y Neil llevaron a Kevin, Aaron y Nicky al
auto y luego a la casa. Kevin cayó de cara en el sofá, gimiendo por la
inclinación de la tierra. Nicky tuvo que agarrarse a las paredes para
mantenerse en pie mientras caminaba hacia su dormitorio. Aaron le dio un
golpe descuidado a Neil cuando se ofreció a arroparlo. Neil lo dejó para
encontrar el camino a su cama por su cuenta. Una vez que Andrew se lavó
los dientes y se cambió, Neil fue al baño para limpiarse y cambiarse para la
dormir.
Neil se detuvo en el pasillo frente a la puerta cerrada del dormitorio
de Andrew, preguntándose si Andrew esperaba que durmiera allí o no.
Habían compartido cama varias veces, pero Andrew estaba molesto desde
antes. Neil bajó la cabeza y se pasó una mano por la cara, avergonzado por
su propio comportamiento. Debió haber sido tan malo que incluso Andrew
lo criticó.
La puerta se abrió antes de que pudiera tomar una decisión y allí
estaba Andrew con una camiseta holgada y pantalones cortos de baloncesto.
Neil le miró las pantorrillas.
— ¿Vas a dormir de pie? — Andrew preguntó en voz baja.
— ¿Quieres que duerma contigo?
Andrew se dio la vuelta y regresó a la habitación, dejando la puerta
abierta en una invitación silenciosa. Ya estaba en la cama, pegado a la
pared, cuando Neil entró y apagó las luces. Lentamente, cruzó la habitación
oscura y se metió en la cama.
— Gracias — murmuró en las sombras.
Andrew gruñó algo y luego se acercó para presionar sus labios contra
los de Neil. Lo besó lentamente, lo probó profundamente y dejó a Neil sin
aliento pero sin arder. Aún saciados, se besaron por el mero hecho de
besarse sin escalar al ritmo frenético habitual que los enviaba a toda
velocidad hacia el orgasmo. Andrew, de alguna manera, había
desencadenado la furia explosiva de Neil con besos fuertes y palabras duras
y lo había dejado temblando y callado. Neil estaba tan abrumadoramente
agradecido por Andrew que se sintió aliviado de que la oscuridad ocultara
lo que pudiera haber mostrado en su rostro. Había una palabra para el calor
que crecía en el pecho de Neil, pero no estaba listo para enfrentarlo, así que
se concentró en los mechones sedosos del cabello de Andrew entre sus
dedos, la suavidad de sus labios y los suspiros superficiales compartidos
entre sus pulmones.
Después de unos minutos, Andrew deslizó su mano por el brazo de
Neil y tiró de su muñeca hacia su cuerpo. Guió la mano de Neil para que
descansara plana contra el centro de su pecho. Esta vez, Andrew no se tensó
bajo su toque.
— ¿Si o no? — Neil susurró. Necesitaba escucharlo —. Andrew, ¿es sí
o no?
— Sí
por ahora —Andrew lo puntuó con un único beso fuerte—. Solo
sobre mi camiseta".
El corazón de Neil se aceleró mientras se apoyaba en un codo
mientras Andrew se dejaba caer sobre su espalda. En la oscuridad, Neil no
podía ver mucho del hombre bajo su mano, así que escuchó la respiración
tranquila y lenta de Andrew y aprendió cuidadosamente la sensación de su
pecho duro y cálido bajo el algodón suave y gastado. Andrew se estremeció
cuando las yemas de los dedos de Neil rozaron sus pezones, su respiración
se detuvo cuando la mano de Neil se curvó alrededor de su costado y se
deslizó hacia arriba, y su vientre se tensó bajo la presión de la palma de
Neil. Sin embargo, no se detuvo en estos puntos y no buscó provocar más
reacciones porque todavía estaba decidido a mantener esta primera
exploración del cuerpo de Andrew lo más casto posible. No hubo una
oleada de lujuria o agitación en su ingle, solo había un profundo asombro,
demasiado vasto para identificarlo verdaderamente, asentado en la boca de
su vientre. Su mano viajó hasta la parte inferior de su dobladillo donde la
camiseta se sobreponía a la cintura de los pantalones cortos de Andrew,
luego hasta la curva del cuello de Andrew y luego sobre los hombros de
Andrew dentro de los límites de sus mangas holgadas. Apretó suavemente
los bíceps de Andrew y resistió la tentación de besar su cuello.
Durante un largo rato solo se escuchó el sonido de su respiración
tranquila y el suave susurro de la palma de Neil y las yemas de los dedos
trazando el algodón. Cuando Neil hizo su tercer viaje por el centro del
abdomen de Andrew, Andrew dejó escapar un ruido bajo y estrangulado y
una de sus manos tocó la mejilla arruinada de Neil, tanteando con
brusquedad el tejido cicatrizado de allí.
—Soy yo. Estoy aquí —espetó Neil sin pensar, quitando la mano del
estómago de Andrew—. ¿Quieres que encienda la luz?
Por supuesto, en la oscuridad, en una cama, en Columbia, estaba el
denso recuerdo del horror que se cernía sobre Andrew. Su cuerpo reaccionó
con miedo incluso si su mente estaba adormecida. Neil se maldijo a sí
mismo por no dejar la luz encendida.
—Estás bien — prometió—. Estás seguro. Te tengo. Sólo soy yo. Es
solo Neil.
— Cállate — siseó Andrew, respirando fuerte y rápido. Una fría
punzada de dolor atravesó el pecho de Neil mientras escuchaba y esperaba a
que el pánico de Andrew disminuyese. Se sentía completamente inútil,
especialmente después del hábil desmantelamiento de Andrew de la
confusión de Neil esa misma noche. Deseó poder ofrecer tranquilidad de
alguna manera. Quería encender las luces para que Andrew pudiera ver por
sí mismo que no había nada en la habitación que pudiera dañarlo, pero
cuando Andrew presionó sus dedos en las cicatrices de Neil, se dio cuenta
de que Andrew no necesitaba verlo ni escucharlo. Las cicatrices lo hacían
único y reconocible bajo las yemas de los dedos de Andrew y de repente se
alegró mucho de llevarlas. Si sentirlas ayudó a aterrizar a Andrew después
de una ola de pánico, entonces no le importaba cuántas otras personas lo
miraban boquiabiertas o cuántas veces las palabras "cirugía plástica" fueron
lanzadas a sus pies.
Neil frotó su mejilla contra la palma húmeda de Andrew y rozó sus
labios sobre la muñeca de Andrew, esperando que la respiración de Andrew
se hiciera más lenta. Los dedos en sus mejillas recorrieron su cuello y luego
se levantaron por completo antes de reaparecer en sus caderas para
deslizarse debajo de su camiseta y sentir las cicatrices más antiguas allí.
Presionó su mano contra el estómago de Neil y dejó escapar un suspiro
tembloroso que parecía más fuerte y más frágil de lo que debería.
Sin decir palabra, Neil se sentó lo suficiente para quitarse la camiseta
antes de volver a sentarse junto a Andrew y guiar su mano sobre las
cicatrices en su pecho y hombros. Andrew besó a Neil de nuevo, fuerte y
casi enojado, hasta que los labios de Neil se sintieron magullados y
zumbando. La frágil ternura entre ellos fue reemplazada por un calor más
familiar, uno que dejó líneas rosadas raspando el pecho de Neil y un nuevo
moretón en su hombro, y la mente de Andrew se calmó gradualmente.
Cuando el sueño finalmente los tomó, todavía estaban uno frente al
otro con una de las manos de Andrew metida debajo de la mejilla de Neil.
Capítulo 5
Life’s a Beach
Los Foxes perdieron su primer partido de la temporada. Estuvieron
cerca, sólo dos puntos, pero eso fue poco consuelo para cuando todos
entendieron en cierto nivel que hubiera sido una victoria fácil si no fuera
por la tensión entre las distintas piezas del equipo. Estaban frágiles y en su
punto de ruptura cuando se dirigieron a las duchas arrastrando los pies. Neil
estaba agradecido de que hubiera sido un partido en casa; si se hubieran
subido juntos a los espacios reducidos del autobús, podría haberse
derramado sangre.
Kevin enfureció y escupió críticas a Neil en francés frente a los
casilleros. Jack se burló y se encogió de hombros ante la reprimenda de
Wymack. ’’No estás jugando solo ahí fuera, Jack. Resuelve tu mierda.’’
Aaron y Nicky discutieron en la puerta en un alemán rápido y enojado. Matt
les gritó a todos que se calmasen, lo que solo empeoró el dolor de cabeza de
Neil. La voz de Allison se apoderó de la de todos mientras caminaba hacia
el pasillo justo afuera, lanzando insultos como granadas y alejándose antes
de que el daño subsiguiente pudiera tocarla. Andrew era el ojo de la
tormenta, como de costumbre; se movió en silencio entre sus furiosos
compañeros de equipo para recoger sus cosas y dirigirse a las duchas.
Los otros salieron de la habitación lentamente, dejando a Kevin y
Neil siseando como gatos salvajes. Wymack finalmente puso sus manos
sobre sus hombros y los apartó, gruñendo.
— Ya es suficiente. Ambos apestan. Vayan a las duchas. Nos
ocuparemos de esta mierda mañana.
— Sí, entrenador — dijo Neil con voz apagada, soltándose de su
agarre.
— Esto no ha terminado — dijo Kevin en francés.
— Vete a la mierda — respondió Neil en inglés mientras se alejaba
rápidamente.
La noche era agradablemente fresca y había estrellas asomándose
entre los manchones de nubes de color púrpura ceniza en el cielo cuando
Neil alcanzó a Andrew en la acera. Salieron al estacionamiento en silencio
sin esperar a Aaron o Kevin, que todavía estaban adentro. El nuevo
entrenador de los Ravens le había regalado a Kevin un elegante auto negro,
que todos sospechaban que había pertenecido a Riko, y lo calificó como un
gesto de "buena voluntad" hacia la prensa. Los Foxes sabían que era una
forma enfermiza de meterse con la cabeza de Kevin, pero Kevin insistió en
conducirlo solo para demostrar que no le molestaba. Neil pensó que era
estúpido al principio, se había ofrecido a prenderle fuego, pero ahora estaba
agradecido de no estar atrapado yendo y viniendo de la cancha con el otro
delantero. Aaron se dirigió a la cancha con Katelyn, y probablemente
pasaría la noche con ella.
Nicky estaba medio dormido en el asiento trasero del Maserati.
Cuando Neil y Andrew subieron, abrió los ojos nublados y dijo:
— Necesitamos algunos ejercicios serios de trabajo en equipo.
— Podríamos turnarnos para golpear a Kevin en su gran boca —
espetó Neil.
Andrew enarcó una ceja cuando puso en marcha el motor, pero no
dijo nada.
— ¿Podríamos ir a acampar? — Nicky sugirió débilmente. Andrew
salió en marcha atrás del espacio de estacionamiento y guió el automóvil
fuera de éste.
— Odias la naturaleza, Nicky — dijo Neil.
— Oh, claro — murmuró el hombre mayor—. ¿Quizás una noche de
cine? Maratón de Die Hard, ¿alguien?
— Diviértete con eso — dijo Andrew.
— Vamos, Andrew. No hemos hecho algo juntos en una eternidad —
Nicky se quejó.
— Acabamos de jugar un partido completo juntos.
— Oh Dios mío. Neil, ayuda — Nicky le hizo un gesto con la mano
—. Haz que venga a la noche de cine.
Neil le lanzó una mirada cansada por encima del hombro.
— No puedo obligar a Andrew a hacer nada.
Una vez que estuvieron estacionados en la Fox Tower y Nicky entró
con dificultad, Neil se volvió hacia Andrew y le dijo:
— Podría hacer que valga la pena.
— ¿Oh? — La voz de Andrew era plana, desinteresada. Se
desabrochó el cinturón de seguridad sin siquiera mirar en dirección a Neil.
— Podría pensar en algo.
Andrew se burló y salió.
Neil apretó la mandíbula y salió también, haciendo una mueca por el
dolor que ya se hundía profundamente en sus muslos. Su cuerpo rogaba por
una superficie horizontal sobre la cual caer y la fatiga presionó pesadamente
contra su mente. Lentamente, siguió a Andrew al interior del edificio y
hasta el tejado.
Neil no se molestó en reprimir su dolorido gemido mientras se
agachaba para sentarse junto a los pies de Andrew en el cemento. No sabía
cómo seguía de pie el portero, pero tampoco le sorprendió del todo. Andrew
encendió dos cigarrillos y le pasó uno a Neil.
Estaba empezando a relajarse cuando su teléfono vibró en su
bolsillo.Tomándolo, lo abrió y exhaló un pequeño suspiro de alivio cuando
vio el nombre de Matt en la pantalla.
— ¿Si? — respondió él.
— Oye, hombre, ¿estás bien? No sé lo que Kevin te estaba diciendo
allí, pero no parecía alentador.
— Kevin volvió a meterse la raqueta en el trasero, eso es todo — Neil
se burló.
— Perder esta noche no nos va a paralizar. Nos recuperaremos.
— Sí — asintió Neil. Sabía que los Foxes se recuperarían, pero
escucharlo en voz alta era como un ungüento para su orgullo herido—.
¿Cómo está Dan?
— Decepcionado, pero lidiando con ello — dijo Matt. Neil pudo
escuchar el cariño en su tono—. Ella está en el pasillo dando más consejos
a algunos de los estudiantes de primer año.
— Los pondremos en forma.
— Demonios que si. ¿El almuerzo de mañana sigue en pie?
— Sí, te veré entonces. Hasta luego, Matt.
— Hasta luego.
Neil se guardó el teléfono en el bolsillo y clavó los ojos en la delgada
cinta de humo que salía de la punta del cigarrillo. Se quedó mirando hasta
que su visión se volvió borrosa y sus pensamientos se volvieron borrosos en
una niebla de ira que se desvanecía, amargura y los comienzos de la
satisfacción y la calma provocados por la presencia constante y silenciosa
de Andrew a su lado.
— Estoy cansado —murmuró. Respiraba con dificultad debido al
peso en su pecho.
Andrew no dijo nada. Simplemente puso su mano sobre la cabeza de
Neil y lo guió para que se apoyara en su pierna. Neil se puso el cigarrillo en
la mano derecha y rodeó la pantorrilla de Andrew con el brazo izquierdo.
Todavía no estaba en el punto en el que podía tocar a Andrew con intención
sexual, pero poco a poco se estaban suavizando en toques casuales como
este. Andrew se estaba relajando gradualmente en lo que sea que esto fuera
y el corazón de Neil se aceleraba cada vez que pensaba en ello. Podía tocar
las manos de Andrew, presionar besos en sus nudillos partidos después de
sus sesiones con Renee, y podía ahuecar su afilada mandíbula cuando se
besaban. Podía poner su mano en su brazo sin que Andrew se tensara o
lanzara un puñetazo. A veces, después de que ambos lo hacían, Andrew
guiaba las manos de Neil hacia su pecho y le dejaba trazar patrones sobre su
camiseta.
Era este progreso en el que a Neil le gustaba concentrarse. Había muy
poco progreso en todas partes para su agrado y eso lo ponía ansioso. Era
mejor dejar ir su rabia antes de que se convirtiera en veneno en sus venas,
pero su temperamento aún ardía más de lo que le gustaría. A veces
quemaba demasiado cerca de Nathaniel.
Sin promesas que cumplir, sin la necesidad motriz de proteger y
proporcionar, Andrew parecía estar saliendo de la órbita. Rara vez hablaba
con su vivaz primo o su malhumorado gemelo. Aparecía cada vez menos al
lado de Kevin. De hecho, Neil no había visto a Kevin y Andrew interactuar
mucho más que en las prácticas nocturnas. Nicky trató de ocultar su
preocupación, pero Neil se dio cuenta de que todavía estaba desesperado
por perder a su familia. Aaron pasaba tiempo con Katelyn y Neil estaba tan
feliz como podía por ellos, pero todavía estaba desesperado por ver a los
gemelos llegar a una especie de término medio.
La relación de Andrew con Aaron todavía estaba cargada de tensión a
fuego lento, una banda elástica tirada demasiado y lista para romperse ante
la menor provocación. Ambos gemelos sabían que quien soltara primero
infligiría un daño inconmensurable al otro, incluso si ninguno lo admitiría
abiertamente a nadie ni a ellos mismos. Sin embargo, estaban mejorando,
incluso si nadie podía decirlo. El hecho de que ambos asistieran juntos a las
sesiones semanales era prueba suficiente de que existía cierto potencial de
curación. Incluso si la mayoría del equipo no pensaba que tenían la
oportunidad de reconstruir su vínculo, Neil aún se aferraba a la frágil
esperanza de que lo resolverían de alguna manera.
La relación de Kevin con el equipo y Wymack seguía siendo
turbulenta en el mejor de los casos. A principios de la semana, Allison
había atrapado a Kevin, borracho y desplomado en el pasillo, trazando
lentamente un "2" en su muñeca con tinta negra. Los demás fueron sacados
de sus dormitorios por los gritos. Andrew se interpuso entre Kevin y Aaron,
que estaba furioso y listo para comenzar a tirar puños, mientras Neil
arrastraba a Kevin a su habitación. “El dolor es complicado. Él y Riko
estuvieron juntos toda su vida ”, había dicho Renee con dulzura. Neil la
escuchó a través de la puerta. “Seamos pacientes con él. Necesita tiempo ".
Neil guió silenciosamente a Kevin a su cama antes de sentarse con Andrew
junto a las ventanas de la habitación principal, fumando y sin hablar. Dan
advirtió a los estudiantes de primer año que mantuvieran la boca cerrada
sobre lo que habían presenciado. Nadie volvió a mencionar el incidente.
Neil acarició el costado de la rodilla de Andrew y suspiró contra el
raspado de la mezclilla en su mejilla. Sintió los ojos de Andrew sobre él,
pero no apartó la mirada del cigarrillo. Apoyarse en Andrew no era un
hábito que pretendiera formar, pero estaba demasiado perdido para intentar
sacarlo de su sistema. Finalmente, Andrew se sentó detrás de él y se
quedaron así, espalda con espalda, por lo que sus cigarrillos duraran. Neil se
derritió, arqueándose ligeramente para encajar contra la espalda encorvada
de Andrew, y dejó que su cabeza cayera hacia atrás sobre el hombro de
Andrew para poder mirar las estrellas.
— Las cosas no están bien — dijo Andrew en voz baja mientras
molía su cigarrillo en el cemento.
— No, no lo están — estuvo de acuerdo Neil.
— El equipo lo superó el año pasado ... bueno, la mayor parte del
equipo, de todos modos.
Neil realmente no podía recordar cómo era Seth, no podía recordar
qué era lo que le ponía de los nervios a Seth. Todo lo que quedó fue un vago
recuerdo, la forma de una persona con un nombre adjunto. Neil frunció el
ceño al cielo. Una pequeña piedra de culpa se hundió en sus entrañas.
— No seríamos Foxes si no estuviéramos acostumbrados a vivir en la
mierda — continuó Andrew —. Deja de preocuparte por eso.
Neil suspiró y trató de acercarse a Andrew a pesar de que ya estaba
presionado contra él. Momentos como este hicieron que su codicioso
corazón suplicara más, más, más y más. La necesidad corría ardientemente
por sus venas. Neil se acercó y pasó los dedos por el cabello de Andrew.
— A veces, ser una persona real es más trabajo que ser una mentira
— confesó. Lo odiaba, pero era verdad—. Siempre había elaborado algún
tipo de guión y nunca me quedé lo suficiente ni me involucré lo suficiente
como para tener este tipo de problemas.
— ¿Quieres huir?
— No — respondió Neil rápidamente, volviéndose para presionar un
beso en la parte frágil de la oreja de Andrew —. Me quedaré. Quiero
quedarme. Yo solo ... es un gran cambio, ser permanente, ser real. — Tragó
saliva contra el nudo ardiente en su garganta. Había dicho las palabras en
Baltimore, había elegido quedarse y había elegido a Neil sobre Nathaniel,
pero ahora le quedaba la tarea de construir su nueva vida. Pieza por pieza.
Crecer era un hermoso tipo de dolor.
— Adelante, vete — murmuró Andrew —. Sería bueno tener algo de
paz y tranquilidad por aquí sin que tu tonto trasero cause problemas.
Neil sonrió lentamente y le mordió el lóbulo de la oreja antes de
susurrar:
— Si me voy, te llevaría conmigo. Te mostraría todos los lugares en
los que he estado y luego podríamos instalarnos en una playa en algún lugar
cálido.
— California no.
— No, no California — Neil lamió la suave piel justo debajo de su
oreja—. Quizás Italia o Grecia. Podríamos beber vino y tumbarnos en la
arena. Te verías tan bien.
— No soy fanático de las quemaduras solares, el vino o la natación.
Neil se movió para poder besar el costado del cuello de Andrew y
Andrew se estremeció, apretando los dientes.
— Si estuviera desnudo, ¿vendrías a nadar conmigo? Pareces ser un
fanático de mi trasero. Admítelo, te gustaría verme correr desnudo por la
playa.
— Te ahogaría en el océano. Deja que los tiburones tengan tu trasero.
— Sí, pero antes de eso podrías tomarme en la orilla — murmuró
Neil, dejando que su aliento lave la piel húmeda que acababa de besar.
Andrew se estremeció de nuevo. Esto era lo más parecido a una discusión
sobre sexo que habían tenido. Neil estaba contento con su ritmo,
aprendiendo lentamente el cuerpo de Andrew y siguiendo su ejemplo.
Después de todo, no tenía experiencia, pero la idea de Andrew, desnudo y
bañado por la luz del sol moribundo, empujándose dentro de él mientras las
olas cálidas se estiraban lo suficiente para deslizarse alrededor de sus
cuerpos unidos era muy atractiva. Neil pasó unos momentos tranquilos
perdido en su fantasía hasta que Andrew habló de nuevo.
— Se te metería arena en el culo y probablemente harías algo
estúpido como ser mordido por un cangrejo o cualquier mierda que tengan
allí.
Neil se rió.
— También los Moriyama te matarían.
— ¿Los dejarías?
— Primero me matarían a mí. Sin embargo, nada de eso importa,
porque nunca dejarías el Exy — Andrew se volvió para presionar su nariz
contra el cabello de Neil —. Drogadicto.
Neil tarareó de acuerdo.
— Parece que tengo una segunda adicción.
— Ugh — Andrew se sentó y se volvió para morder el labio de Neil
—. Ciento tres.
Neil no se resistió cuando Andrew se subió a él para inmovilizar su
espalda contra el cemento. Masajeó la nuca de Andrew con las yemas de los
dedos mientras se besaban con frustrada y dolorosa necesidad. Neil se
quedó sin aliento y mareado de felicidad en cuestión de minutos, pero a
pesar de su agotamiento, su fuerza se sintió renovada. Sentía que podía
jugar otro partido esa noche y ganar. Las manos de Andrew se hundieron
debajo de su camiseta, tanteando su piel caliente y agarrando sus caderas
como si se estuviera anclando.
Kevin ya estaba profundamente dormido cuando se metieron en la
cama.
Capítulo 6
Doce días
Al estilo típico de los Foxes, todo se fue al diablo a la misma
vez. Las notas de Neil se estaban hundiendo peligrosamente a pesar de los
mejores esfuerzos de su tutor. La madre de Matt se resbaló de una escalera
mientras hacía algunas mejoras en el hogar y se rompió una pierna. Erik
había contraído una desagradable cepa de gripe y estaba postrado en cama
en Alemania. Kevin y Thea tuvieron dos peleas a gritos por teléfono entre
esos días. Un estudiante de primer año llamado Brian comenzó a tener
pesadillas particularmente horribles e impidió que Jack y Colby, sus
compañeros de habitación, durmieran adecuadamente. Parecía que solo la
mitad del equipo podía concentrarse durante la práctica y el partido se
acercaba rápidamente.
Un partido contra Edgar Allan.
Durante dos semanas, Neil pasó casi todos los momentos libres de su
tiempo corriendo entre dormitorios, revisando a sus compañeros de equipo
y dirigiéndose a la cancha para practicar más con los estudiantes de primer
año y Kevin. Dan y él apenas podían mantenerse al día con todo. Dan tenía
que estar ahí para Matt, quien estaba legítimamente estresado porque no
podía permitirse faltar a clases para visitar a su madre. Matt la llamó por
video tan a menudo como pudo y pasó el resto del tiempo preocupado.
Nicky amenazaba en voz alta y repetidamente con viajar a Alemania para
cuidar de Erik hasta que Aaron le recordó que Erik tenía su propia familia y
le ordenó que se callara.
Neil todavía no era un fanático de la psiquiatría, pero arrastró a Brian
a la oficina de Betsy más de una vez y lo animó a hablar con ella.
Kevin empujó a Neil contra una pared cuando Neil dijo que las
prácticas nocturnas debían detenerse hasta que todos se recuperaran un
poco.
— ¡No podemos permitirnos aflojar!, jugamos contra los Ravens en
una puta semana, Neil, ¡y somos más descuidados que nunca!
Neil lo empujó hacia atrás, gruñendo.
— Tirarlos al suelo no ayuda, Kevin. No todo el mundo se obsesiona
como tú. Algunos necesitan dormir un poco.
Unos días después, Lizzy, la nueva defensora, se quebró bajo la
presión. Una vez que las amenazas de muerte comenzaron a llegar por parte
de los fanáticos de los Ravens, la chica más joven había comenzado a
encerrarse en sí misma. Los estudiantes de primer año estaban todos
conmovidos por el lío en el que habían entrado; no era ningún secreto que
los Ravens se habían derrumbado un poco después de perder el
campeonato, su maestro y su rey, todo de una sola vez. El hecho de que
todos culparan a Kevin y Neil tampoco era un secreto. No le importaba
mucho a Neil, estaba perfectamente bien con cómo salieron las cosas y no
se avergonzó de expresar sus opiniones cuando los periodistas le
preguntaban, pero Kevin todavía estaba luchando por mantener la cabeza
erguida. La idea de dirigirse al territorio de los Ravens para jugar con ellos
de nuevo hizo que todos se sintieran tensos.
Lizzy había desaparecido del campus el lunes por la tarde y todo el
equipo salió a buscarla. Con las recientes amenazas, a todos los Foxes se les
ordenó viajar en grupos y no meterse en problemas. No iban a bares ni al
cine. Ni siquiera ordenaban comida para llevar por temor a invitar a un
extraño demasiado cerca de la Torre. Los estudiantes de primer año no
sabían lo que le pasó a Seth, pero los Foxes mayores lo recordaban y todos
empezaban a temer lo peor.
Afortunadamente, Neil y Andrew encontraron a la chica tratando de
hacer autostop al costado de la interestatal.
— Un estudiante idiota de primer año que intenta hacer autostop. ¿A
quién me recuerda eso? — Andrew había arrastrado las palabras cuando se
detuvieron para atraparla.
Había accedido a dormir en casa de Abby esa noche para que Abby y
Wymack pudieran vigilarla. Neil también se había quedado unas horas; no
se sentía exactamente cómodo con una conversación de corazón a corazón,
pero hizo su mejor esfuerzo. Lizzy pareció reconfortada cuando Neil no se
inmutó ante las duras partes de la verdad que le dio. A su vez, le ofreció un
poco de la historia detrás de los Ravens, tratando de explicar por qué las
cosas habían progresado hasta tal hostilidad para ayudarla a comprender a
qué se enfrentaban.
—Edgar Allan tendrá que aprender a perder — le había dicho Neil —.
Porque no iremos a ninguna parte. El viernes va a ser un desastre, pero lo
afrontaremos como equipo.
Pasada la medianoche, Neil se arrastró hasta el ascensor de la Torre
Fox. Cuando las puertas se cerraron, el teléfono de Neil sonó. Lo abrió y
encontró un mensaje de texto de Andrew.
¿Dónde estás?
En el ascensor, respondió Neil. Andrew y él no habían tenido tiempo
juntos a solas en semanas. Era deprimente pensar en cuánto tiempo había
pasado desde la última vez que Neil sintió la boca de Andrew contra la
suya. Al principio, se empujaban el uno al otro en rincones oscuros para
robar momentos y murmuraban cosas en alemán cuando estaban fuera del
alcance del oído de Aaron y Nicky. A medida que el agotamiento de Neil
empeoraba, sus esfuerzos por robar besos se habían detenido.
Neil extrañaba sentir las manos y los labios de Andrew sobre él. Se
preguntó si Andrew ansiaba tanto la liberación como él. Había intentado
masturbarse en la ducha un par de veces después de despertar de los sueños
febriles de la boca de Andrew, pero todavía se sentía como una tarea cuando
estaba solo. Quería a Andrew.
El teléfono volvió a sonar. El ascensor pasó por el tercer piso.
¿Sí o no?
Neil de repente se sintió menos cansado de lo que había estado hace
unos momentos.
Siempre sí. ¿Techo?
Las puertas se abrieron y Neil salió al pasillo, esperando la respuesta
de Andrew.
Dormitorio. K está con N.
Neil se metió el teléfono en el bolsillo y corrió hacia la puerta,
buscando a tientas las llaves. Tropezó con sus propios zapatos cuando
tropezó con el umbral y cerró la puerta detrás de él. Andrew estaba
esperando en la sala principal, hundido en un puf con una lata de cerveza en
la mano. Se volvió cuando escuchó a Neil entrar y por un momento los dos
se miraron, congelados.
— Hola — dijo Neil en voz baja, inseguro de sí mismo.
Andrew se puso de pie. Si Neil no lo supiera mejor, confundiría el
ligero rizo de su labio superior con un gruñido. Caminó hacia el dormitorio
y dijo:
— Quítate la maldita ropa, Josten.
Neil dejó un rastro de ropa detrás de él mientras seguía a Andrew a su
cama. Andrew se quitó la sudadera con capucha y le hizo un gesto a Neil
para que se tumbara en sus sábanas arrugadas. Neil estaba dolorosamente
duro y se balanceaba contra su estómago cuando rodeó a Andrew para caer
sobre el colchón. No tenía ganas de avergonzarse cuando Andrew recorrió
con los ojos su cuerpo desnudo.
— Ni siquiera te he tocado — dijo Andrew, levantando una ceja ante
la erección de Neil.
— No me has tocado en semanas — resopló Neil, apoyándose en los
codos.
— Solo han pasado doce días, drama queen2 — Andrew se quitó las
bandas y los calcetines y se arrastró encima de Neil en camiseta y
pantalones de chándal, presionando un rastro de besos calientes por el
estómago y el pecho de Neil mientras avanzaba. Descansó su peso
ligeramente contra el cuerpo de Neil cuando sus labios finalmente
encontraron los de Neil. El beso inicial fue descuidado, demasiado ansioso
y lleno de lenguas y dientes. Andrew se apoyó en Neil hasta que él cayó de
espaldas. Metió los dedos en el cabello de Andrew y lo tiró hacia abajo para
darle otro beso áspero que lo dejó jadeando. La ropa de Andrew rozó la piel
de Neil y cada terminación nerviosa ardía de necesidad. Quería las manos y
la boca de Andrew en todas partes a la vez.
— Drogadicto — siseó Andrew.
— Sí — asintió Neil con un suspiro tembloroso.
Andrew besó y mordió el cuello de Neil mientras Neil trataba de
reprimir sus gemidos arrastrando una esquina de su almohada sobre su boca
y manteniéndola ahí. Esperaba que Andrew estuviera atento al regreso de
Kevin porque su pulso estaba rugiendo en sus oídos demasiado fuerte para
que pudiera escuchar cualquier otra cosa. Su corazón palpitaba de emoción
y necesitó toda su fuerza de voluntad para no mover sus caderas contra las
de Andrew.
Todo su mundo se redujo a la succión húmeda de la boca de Andrew
mordiendo su pecho, el deslizamiento caliente de su lengua entre sus
dientes. El sonido que salió de los pulmones de Neil fue más animal que
humano. Andrew rodó sus caderas hacia abajo con fuerza, presionando el
bulto de sus pantalones contra el de Neil. El pecho de Neil se agitó, su
cuerpo tembló.
— Andrew — gimió en voz baja.
— Mírame.
Neil apartó la cara de la almohada para mirar a Andrew. Las persianas
estaban abiertas y la luz de la luna era lo suficientemente brillante como
para distinguir los rasgos de Andrew. Los labios de Andrew brillaban, sus
pupilas se ensancharon. Su cabello estaba desordenado gracias a que Neil
había pasado los dedos por él.
— ¿Andrés?
— Pon tus manos sobre mis hombros.
Neil vaciló. Había tocado los hombros y el pecho de Andrew sobre su
camisa varias veces, pero nunca se había aferrado a Andrew en momentos
frenéticos y acalorados como este. Se obligó a respirar lentamente, para
alejarse de la apasionada necesidad que ardía en su estómago, y lentamente
apoyó las manos en los hombros de Andrew.
Se quedaron callados mientras Neil frotaba con los pulgares la suave
piel de la clavícula de Andrew y masajeaba los músculos de los hombros de
forma experimental.
— ¿Está bien esto? — susurró, rozando su nariz contra la de Andrew.
Andrew bajó las caderas de nuevo y la deliciosa presión hizo que Neil
se estremeciera y apretara sus hombros con más fuerza.
— Esta noche, si — murmuró Andrew contra los labios de Neil —.
Por sobre la camiseta.
— ¿Tu espalda?
Andrew asintió y mordió el labio inferior de Neil. Neil suspiró en su
boca y deslizó sus brazos alrededor de la cintura de Andrew, extendiendo
los brazos para sentir los fuertes planos de su espalda, trazar las líneas
afiladas de sus omóplatos y frotar sus dedos sobre las duras crestas de su
columna. Mientras trataba de memorizar la sensación de la espalda
musculosa de Andrew a través de su delgada camiseta, Andrew cambió
suavemente sus posiciones para quedar entre las piernas de Neil. Metió una
mano debajo de la rodilla de Neil y enganchó su pierna alrededor de su
cintura mientras juntaba sus caderas. Su respiración se entrecortó
silenciosamente a medida que aumentaba la fricción, quemándolos a ambos
de adentro hacia afuera. Neil dejó escapar un pequeño gemido y se aferró a
la cintura de Andrew, perdido en la oleada de un orgasmo inminente.
— Estoy cerca — susurró en el cuello húmedo de Andrew.
Andrew soltó la rodilla de Neil para poder quitarse la sudadera y la
ropa interior. Envolvió su mano alrededor de sus penes y rápidamente los
juntó. Neil llegó primero con un gemido ahogado.
— Neil — gruñó Andrew, mordiendo su hombro mientras cabalgaba
su propio orgasmo. Su semen cayó sobre el estómago desnudo de Neil. Neil
todavía era lo suficientemente coherente como para mantener la camiseta de
Andrew levantada y lejos de ellos.
Neil jadeaba con fuerza y sus párpados estaban demasiado pesados
para mantenerlos abiertos.
— Oh, Dios mío — murmuró.
Andrew dejó caer la cabeza sobre el hombro de Neil mientras se
estremecía y recuperaba el aliento.
— No esperemos doce días de nuevo — dijo Neil.
— No lo hagamos — coincidió Andrew, levantándose para besar los
labios de Neil.
Justo cuando el corazón de Neil se estaba asentando en un ritmo más
tranquilo, oyeron la puerta cerrarse. Los ojos de Neil se abrieron de golpe y
Andrew se tambaleó de la cama. Kevin había regresado y se dirigía hacia el
dormitorio. La puerta se abrió un centímetro antes de que Andrew estuviera
allí para cerrarla de golpe en la cara de Kevin.
— ¿Qué carajo? — la voz de Kevin sonaba molesta —. Chicos,
vamos.
— Danos un minuto — dijo Andrew.
Neil se apresuró a limpiarse con la primera camiseta que pudo
encontrar y luego corrió para ponerse la ropa interior, los pantalones de
chándal y la camiseta grande con la que dormía. Una vez que Neil estuvo
vestido, Andrew abrió la puerta y cruzó la habitación como si nada hubiera
pasado. Y subió a su loft.
Kevin entró y encendió la luz, frunciendo el ceño.
— Dejaste tu ropa por todo el dormitorio — le dijo a Neil antes de
arrugar la nariz con disgusto—. ¿Estaban haciéndolo? Huele a semen aquí.
— Acabas de responder a tu propia pregunta — respondió Neil —.
¿Necesitas el baño? Necesito quitarme todo este semen.
— Ugh, adelante. Mierda, Neil, ¿no tienes vergüenza?
Neil pasó junto a él y respondió:
— La perdí en algún lugar de la I-20. Te avisaré si alguna vez la
encuentro.
Capítulo 7
¿Qué es lo que hay en un nombre?
Después de que los Foxes vencieran a los Ravens por dos puntos, la
tormenta pasó. La madre de Matt se recuperó de su infección y se quedó
con amigos mientras su pierna sanaba. Erik pateó cualquier cepa de gripe
que lo había mantenido postrado en cama. Betsy ayudó a Brian a encontrar
algo para dormir que lo ayudara a pasar la noche y comenzaron las sesiones
semanales. La victoria contra Edgar Allan impulsó la moral del equipo lo
suficiente como para que estuvieran en un tipo de orden. Kevin y Thea
dejaron de pelear por teléfono; Neil no sabía que ella se había colado en la
ciudad hasta que un día Kevin regresó al dormitorio luciendo como nuevo y
más relajado de lo que nunca lo había visto.
Neil pasó de hablar de los Ravens a presumir de los Foxes frente a las
cámaras, lo que le valió más reacciones negativas por parte de los fans de
Riko y el respeto tácito de algunos de los estudiantes de primer año. El
cambio de actitud fue sutil, pero Neil pudo sentir que finalmente se unían
en un equipo real. La única pieza que quedaba por resolver era Jack.
El Día de Acción de Gracias estaba en el aire y las menciones de la
festividad sacaron a la luz horribles recuerdos en las mentes de los cinco
hombres que habían ido a esa casa en Columbia el año anterior. Además de
eso, el juicio de Aaron se acercaba rápidamente y cuanto más se acercaba,
más parecía cerrarse Aaron. Se había quedado callado y con los ojos
hundidos durante varios días seguidos. Los gemelos Minyard eran
realmente idénticos con sus rostros en blanco y ojos desinteresados y los
estudiantes de primer año solo podían distinguirlos cuando uno de ellos
estaba defendiendo la portería.
Kevin no mencionó a Columbia ni el Día de Acción de Gracias ni el
juicio, ni tampoco Neil. Ambos intentaron ocultar el hecho de que estaban
preocupados, pero el resto del equipo notó lo distraídos que parecían en las
prácticas. Wymack le lanzó a Neil una mirada de complicidad cuando notó
que se estaba acercando más al lado de Andrew estos días, pero el hombre
mayor no dijo nada.
Nicky, que había luchado durante tanto tiempo por aferrarse a sus
padres con la esperanza de recuperar su amor, soltó silenciosamente la
atadura que los unía. No pudo perdonar a Luther, no pudo ver más allá de
una traición tan enorme y fea, y no estaba dispuesto a intentarlo más. Todo
eso le confesó a Neil una noche después de que Nicky visitara su dormitorio
borracho por tequila. Luchó contra su tristeza con su habitual exuberancia.
Sus bromas eran más ruidosas, más frecuentes y, a menudo, más
inapropiadas y tenía más alcohol a mano de lo habitual. Allison visitó el
dormitorio de Matt y Nicky solo para beber con él las noches que Andrew
estaba demasiado molesto para estar en su compañía.
Una noche, el equipo estaba sentado en el vestíbulo, esperando a
Wymack, cuando Jack olió sangre en el agua y mostró sus feos dientes.
— Entonces, Lizzy, ¿estás lista para reemplazar a Aaron a tiempo
completo cuando lo envíen a prisión?
El aire fue succionado fuera de la habitación y durante un tiempo
nadie, excepto Andrew, pudo respirar. Aaron parecía a punto de vomitar.
Matt y Dan miraron preocupados el lote de Andrew. Lizzy mantuvo sus
ojos en sus propias manos, negándose a mirar a nadie.
Neil fue el primero en recuperarse.
— Jack, hemos soportado muchas de tus cosas este semestre, pero eso
está demás. Nunca vuelvas a bromear así.
— ¿Quién dijo que estaba bromeando, vicepresidente? — Jack se
burló.
— Cuidado, Jack — advirtió Dan. Los puños de Matt estaban
apretados sobre sus rodillas, sus nudillos estaban completamente blancos.
— No va a ir a prisión — dijo Renee en voz baja, aunque su sonrisa
se había desvanecido en ese momento.
— No, no lo hará— asintió Neil.
Jack puso los ojos en blanco.
— Mató a un tipo. La gente generalmente va a la cárcel por ese tipo
de cosas. ¿Olvidaste eso, Nathaniel?
— Oh, Dios mío — susurró Nicky. Tenía la cara entre las manos.
— Hijo de puta — siseó Dan.
Neil sintió como si alguien le echara agua fría en la cabeza. Andrew
estaba sentado lo suficientemente cerca como para que Neil notara que todo
su cuerpo se puso rígido. Kevin apretó las yemas de sus dedos y miró
fijamente a Jack por encima de ellos, casi como si estuviera asimilando
prematuramente la pérdida del delantero más nuevo.
— Vaya, debes estar desesperado por llamar la atención — respondió
Neil cuando su lengua se despegó del paladar. Había hielo en su voz y
fuego en su pecho—. ¿Qué te hizo ser así? ¿Tus padres no te amaban o algo
así? Puedo entender si no lo hicieron.
Jack soltó una risa aguda.
— No sabes una mierda sobre mis padres, hombre, pero he oído todo
sobre los tuyos.
— Jack, yo misma te cortaré las pelotas — espetó Allison.
— Estoy sorprendido —dijo Neil —. No pensé que pudieras escuchar
mucho de cualquier cosa con la cabeza tan metida en el culo.
Jack se cruzó de brazos y se inclinó hacia atrás con alta arrogancia.
— Oh, he escuchado mucho sobre tu papá y lo que pasó en Baltimore.
— No puedes creer todo lo que escuchas — Neil lucía una sonrisa tan
afilada como el cuchillo de su padre —. Si quieres, puedo llevarte a algún
lugar tranquilo y mostrarte. Quizás podríamos igualar — hizo un gesto
hacia una de sus mejillas llenas de cicatrices.
Andrew casualmente le ofreció a Neil uno de sus cuchillos,
inclinándolo justo para que la luz fluorescente lo opacara.
Jack se rió con dureza.
— No me asustas.
— Sé cómo hacerte daño, estés asustado o no. Kevin, ¿tienes algo que
decir? Es tu culpa que estemos atrapados con este montón de mierda.
Kevin inhaló profundamente por la nariz, dilatando las fosas nasales.
— Jack, hacer enojar a tu futuro capitán y al resto del equipo es un
movimiento estúpido.
Jack se burló y le lanzó un gesto desdeñoso a Neil.
— Al diablo con eso. Es solo un imbécil al azar que tuvo suerte y un
poco de fama. ¡No debería ser capitán! Quiero decir, ¿lo estás respaldando
en serio? — Kevin no dijo nada, lo que significaba que sí. Jack se puso de
pie de un salto, la rabia emanaba de él en oleadas —. ¡Bueno, entonces vete
a la mierda también! No voy a besarle sólo porque el entrenador se
compadeció de su lamentable trasero. No anota lo suficiente como para
compensar la mierda que siempre le dice a la prensa.
Neil se puso de pie lentamente, aún ignorando la cuchilla de Andrew.
— Tienes razón. No anoto tanto como Kevin. Tengo un problema de
actitud. ¿Pero sabes que? Todavía voy a ser tu capitán. Si no te gusta puedes
irte. Quemaré tu contrato yo mismo. De hecho, tal vez lo haga de todos
modos. Estás empezando a ponerme de los nervios.
Jack dio el primer golpe, pero cada fibra del ser de Neil estaba lista
para la pelea. Neil bloqueó el descuidado gancho de derecha y lo devolvió
con uno propio, aterrizando su puño justo en la mejilla de Jack. El joven
cayó hacia atrás debido a la fuerza y Neil se paró sobre él, todavía
sonriendo.
—Aprende a vivir conmigo o vete. No voy a ninguna parte.
— ¿Qué diablos está pasando aquí? — Wymack preguntó desde la
puerta.
— Unión de equipo — bromeó Neil mientras se sentaba de nuevo.
— El puño de Neil se unió al rostro de Jack — dijo Nicky, riendo en
su mano.
Matt también estaba sonriendo mientras Jack se ponía de pie y se
frotaba la mejilla adolorida.
— Esto fue divertido, muchachos — dijo Dan alegremente.
Allison asintió.
— Deberíamos hacer esto de nuevo en algún momento. Andrew, tal
vez podrías llevar a Jack a Columbia para unir más el equipo — Allison
asintió.
Andrew la miró, fingiendo confusión.
— ¿Quién es Jack?
Matt se aguantó la risa.
— Bien — resopló Wymack —. Bueno, si los Looney Toons
terminaron de joder, tenemos algunas cosas de las que hablar. Solo Exy, ya
saben, eso de lo que dependen tus becas. Nada importante.
— Te estamos esperando, entrenador — dijo Neil.
— Cállate, Josten.
— Sí, entrenador.
Esa noche, Andrew y Neil se abrigaron y compartieron cigarrillos y
cerveza en el techo. Neil miró más allá de la cinta de humo que se elevaba
entre sus dedos hacia el campus iluminado que se extendía ante ellos. La
multitud de la tarde seguía dando vueltas; Algunas risas y voces fuertes
llegaron desde la acera de abajo.
Andrew exhaló una larga corriente de humo con los labios fruncidos.
— Finalmente le pegaste — dijo secamente. Fue lo más cerca que
estuvo Andrew de sonar divertido.
— Es una pena que haya caído tan fácilmente. Quería golpearlo unas
cuantas veces más.
— Podrías haber tomado el cuchillo.
Neil se encogió de hombros.
— Soy bueno con mis manos — le sonrió con un brillo travieso en
sus ojos —. Puedo mostrarte lo bueno que soy con mis manos si quieres.
Andrew le lanzó una mirada aburrida.
— El único pene que has tocado es el tuyo y ni siquiera te gusta
hacerlo. No inspira mucha confianza.
— Es aburrido cuando estoy solo — chocó su hombro contra el de
Andrew —. Me gusta mirar tu linda cara.
— Cállate.
— También pensabas que yo era lindo cuando llegué aquí. Admítelo.
Pensaste que era lindo.
Andrew frunció el ceño.
— Siempre has sido horrible. ¿Por qué crees que me esfuerzo tanto
por vestirte?
Neil resopló y abandonó el tema, mirando hacia las luces del campus
por un momento. Arrojó cenizas al cemento a su lado y se estremeció
cuando la voz de Jack resonó en su cabeza. Nathaniel. Su pasado siempre
estaría allí, codificado en sus cicatrices y brillando en sus ojos, pero
escuchar ese nombre en voz alta lo había desconcertado hasta la médula. No
podía huir del horror que se hundía profundamente en su cabeza. Nathaniel.
La voz de Jack se convirtió en la de Nathan. ¿Cuántos otros lo llamarían
así? Nathaniel. La verdad estaba fuera y ahora mucha gente estaba armada
con la herramienta adecuada para lastimarlo. No lo mataría, no lo rompería,
pero le abrió la vieja herida en la cabeza y era difícil pensar más allá del
dolor ardiente.
— Oye — dijo Andrew, rodeando con una mano fría la nuca de Neil
—. Neil.
Neil parpadeó, se sobresaltó y giró la cabeza para mirar a Andrew.
— Lo siento. ¿Estabas diciendo algo?
— Sólo tu nombre — respondió Andrew. Inclinó la cabeza, buscando
el rostro de Neil—. ¿Sí o no?
Después de que Neil asintió, Andrew tiró a un lado los cigarrillos y
empujó a Neil para que se tumbara en el cemento. Andrew pasó un dedo
por una cicatriz en su mejilla y mordió su nombre en su mandíbula. El calor
ardía detrás de sus ojos y su garganta se contrajo. Neil mantuvo los puños
apretados a los costados, sin confiar en que su mente desgastada mantendría
su cuerpo codicioso bajo control. Andrew no hizo ningún comentario al
respecto mientras lamía y mordía la piel expuesta por encima del cuello de
Neil. Neil se estremeció e inclinó la barbilla hacia abajo para atrapar los
labios de Andrew contra los suyos. Andrew le devolvió el beso, lento y
ardiente, y no dejó de besarlo hasta que se olvidó del mundo que existía
más allá de ellos dos.
Capítulo 8:
Juicios y aflicciones
Después del juicio de Aaron y el silencioso viaje de regreso al
campus, Andrew desapareció con Bee y Neil regresó a la Torre Fox con los
demás. El aire entre Neil y Aaron y los demás hervía con rabia compartida
y cosas horribles no dichas. "Mataría a Drake de nuevo", decía la tensión
entre los hombros de Aaron. “Ojalá pudiera haberlo matado yo mismo”,
gritaba el brillo en los ojos de Kevin.
El resto del equipo estaba esperando en el pasillo. Los Foxes mayores
llevaban su preocupación de diferentes maneras. Matt parecía perdido, Dan
estaba de pie con la mandíbula apretada ferozmente y sus hombros tensos,
Allison se apoyó contra la pared y escudriñó a los cuatro hombres que
salían del ascensor. Renee era la única que parecía abiertamente
preocupada. Nicky comenzó a sollozar de nuevo y fue directo hacia Renee,
doblando su cuerpo más grande alrededor del de ella y dejando que ella lo
abrazara. Katelyn había esperado con Matt y Dan en el dormitorio y se
arrojó a los brazos de Aaron. Neil podía oírla murmurar palabras
tranquilizadoras.
Los Foxes más jóvenes observaban a los mayores con obvia
curiosidad, pero se apartaron de Neil cuando éste les pasó una mirada dura;
no fue a su vice-capitán a quien vieron en ese momento, sino al hijo del
Carnicero. Neil atravesó a Jack con una mirada venenosa, desafiándolo en
silencio a decir algo. Por una vez, el delantero más joven mantuvo la boca
cerrada.
A Neil no le importaba si la violencia en su pecho se mostraba en su
rostro. Todo lo que quería entonces era romper a todos los que rompieron a
Andrew, dejando líneas de fractura en su alma con el peso de sus egoísmos.
Si hubiera podido, habría resucitado a los culpables muertos y les habría
dado la muerte lenta que se merecían. Quería regresar a Columbia y
desarmar a Luther con una espada. Alejarse de él en la sala del tribunal sólo
fue posible debido a la voz de advertencia de Kevin en su oído y la
abrumadora necesidad de Neil de mantener sus ojos en Andrew todo el
tiempo que pudiera.
Matt se acercó a Neil cuando Kevin abrió la puerta y entró furioso en
su suite.
— Estamos aquí si lo necesita.
Neil asintió aturdido y Matt le apretó el hombro antes de dejarlo
entrar solo. Recordar que su familia estaba allí hizo que fuera un poco más
fácil respirar alrededor del huracán en su corazón. La puerta se cerró con un
clic detrás de él y ahogó las conversaciones que se iniciaban en el pasillo.
Neil estaba de pie en la oscura sala principal, mirando la pared sin verla a la
misma vez. Kevin salió de la habitación en jeans y una camiseta y se arrojó
a su escritorio para abrir su computadora portátil.
Neil no podía moverse.
El pasado de Andrew había sido desgarrado y descubierto para que un
tribunal lo viera y especulara. Aaron se vio obligado a justificar su acto de
violencia en una habitación llena de gente que nunca había conocido el
horror, que no podía entender lo que se necesitaba para asesinar a un
monstruo para proteger a la familia. Nicky había sido un desastre en la
primera fila mientras sus primos eran interrogados, boquiabiertos y
juzgados. Abby y Bee tomaron sus manos mientras sus padres se sentaban
al otro lado de la habitación. Neil observó a Andrew cambiar entre estar
moviendo un bolígrafo nerviosamente en su mano y quedarse
inquietantemente quieto. Todas las palabras, todas las verdades horribles, se
hundieron en el cerebro de Neil y estaba luchando por ver algo a su
alrededor. Todo era demasiado.
Cass y Richard también habían estado allí, tratando de parecer lo más
pequeños posible. La idea de Cass había llevado a Neil a la oficina de Betsy
el día anterior. Había concertado una cita sólo para asegurarse de que ella
estaría allí en el juicio, de que estaría allí para llenar el espantoso vacío que
Andrew le había abierto a Cass tantos años atrás. Después, en la acera, Neil
sostuvo un cigarrillo entre los dedos y se permitió unos momentos para
extrañar a su propia madre.
Neil había pasado el juicio alternando entre mirar a Andrew y mirar a
Cass. No se había molestado en disfrazar el hecho de que la estaba mirando,
pero ni ella ni su marido se dieron cuenta. Cass tenía los ojos hinchados,
encorvada, luchando contra las lágrimas todo el tiempo, y no miró a
Andrew ni a Aaron ni una vez. Llevaba un vestido negro con un pequeño
sombrero negro sobre su cabello corto y castaño con un trozo de malla
sobre los ojos. Parecía apta para un funeral y Neil sabía que era su hijo en
quien estaba pensando, su propio hijo de carne y hueso, no el chico que era
casi su hijo, no el chico que casi se mataba tratando de quedarse con ella. El
corazón de Neil dolía tan brutalmente que pensó que cedería por el dolor.
Andrew se merecía una madre. Andrew merecía una madre que lo amara,
que lo protegiera, que matara a cualquiera que se atreviera a ponerle una
mano violenta encima. La idea de que alguien como Drake fuera llorado y
llorado por una madre amorosa mientras Andrew era ignorado puso a Neil
furioso.
Quería abrir su esternón y dejar que el infierno en su corazón
quemara el maldito mundo.
Inquieto, esperó a que Andrew regresara. Ansiaba estar cerca de él de
nuevo, mirarlo a los ojos. Sin embargo, no sabía cómo ayudarlo, y sabía que
Bee era la mejor persona para estar con Andrew en ese momento.
Así que se paseó por la suite varias veces antes de detenerse en el
dormitorio para empacar una bolsa de viaje. Llenó una hielera prestada de
Dan con hielo y helado y una botella de vodka que Wymack le había dado
esa mañana. Recogió cada caja de cigarrillos en el dormitorio y los puso en
una pila sobre el escritorio. Ignoró a Kevin cuando le dijo que se sentara.
Finalmente, Kevin se molestó y se fue, cerrando la puerta detrás de él.
Pareció una eternidad antes de que la cerradura se abriera y la puerta
crujiera. Neil se levantó de la silla del escritorio tan rápido que se sintió
mareado mientras Andrew entraba silenciosamente a la suite, todavía con el
traje que Bee le había convencido que usara, y se quitó los zapatos de vestir
junto a la puerta. Su corbata se había ido, probablemente tirada en un bote
de basura en alguna parte. Al estar ya dentro se dio cuenta de que la nevera
estaba en el suelo y la tocó con la punta del pie.
— ¿Qué es esto?
— Pensé que podríamos ir a alguna parte.
Los ojos color avellana de Andrew estaban aburridos. Su cabeza se
inclinó hacia un lado mecánicamente.
— ¿Crees que querría ir a algún lado contigo?
Neil se estremeció y bajó los ojos a la alfombra. El tono frío de
Andrew lo dejó sin aliento. La vergüenza lo atravesó, el fuego salvaje se
apoderó rápidamente de su cruda necesidad y desesperación. Cada idea que
había juntado sobre cómo ser alguien en quien Andrew pudiera apoyarse se
convirtió en humo.
— Te ves como un pez con la boca abierta así.
La boca de Neil se cerró de golpe y su mandíbula se apretó con tanta
fuerza que le dolían los dientes. No soy suficiente, siseó su mente que se
odiaba a sí misma. Alguien como yo no puede apoyar a nadie. No soy nada.
— Lo siento — dijo una vez que hizo entrar suficiente aire en sus
pulmones —. ¿Quieres que vaya? No quiero... me iré si tú quieres. Yo ...
podría pedirle a Matt que me deje dormir en el sofá o ...
— ¿Ya tienes una maleta empacada?
Neil asintió y su estómago se hundió con frialdad, seguro de que
Andrew le estaba pidiendo que se fuera.
— La tomaré y ...
— Dame diez minutos — y luego Andrew entró en el dormitorio,
cerró la puerta suavemente detrás de él y dejó a Neil sumido en la
confusión.
En su bolsillo, su teléfono sonó. Neil lo sacó con dedos rígidos y lo
abrió para ver que era un mensaje de texto de Nicky.
— Lo vi en el pasillo, ¿están bien?
— No lo sé, te mantendré informado — respondió Neil.
Cerró su teléfono por un momento antes de maldecirse y volver a
abrirlo para enviar:
— ¿Tú estás bien?
Unos segundos más tarde, llegó la respuesta:
— Estoy llorando. viendo películas con los demás y bebiendo si
quieres unirte.
— No lo creo, pero gracias.
— Está bien.
Mientras esperaba a Andrew, envió mensajes de texto coincidentes a
Dan, Renee y Wymack, pensando que esos tres transmitirían el mensaje a
todos los demás: Andrew está de vuelta en la Torre.
Las respuestas llegaron de inmediato:
— Gracias por hacérmelo saber. Me alegro de que te tenga, Neil.
Ambos están en mis oraciones como siempre.
— Bueno saberlo. Estoy en la habitación de Matt si nos necesitas.
— Mantén tu teléfono encendido. Sabes dónde estoy si necesitas algo.
No te preocupes por la práctica de mañana.
La puerta se abrió y el corazón de Neil saltó a su garganta como un
salmón que se dirigía río arriba. Se quedó mirando mientras Andrew salía
con jeans y una sudadera con capucha negra, una bolsa de lona colgada del
hombro. Sus ojos se alzaron hacia Neil, todavía fríos y vacíos como canicas
sin tocar.
— ¿Dónde? — preguntó, apenas por encima de un susurro.
El corazón de Neil se aceleró. Esto era huir. Esto, él sabía cómo
hacerlo.
— Nos dirigiremos hacia el norte — dijo sin pensarlo realmente —.
Pararemos en la primera estación de servicio que encontremos para obtener
un mapa y algunos suministros.
Andrew asintió con la cabeza y fue a tomar la hielera mientras Neil se
precipitaba al dormitorio a buscar su bolso. Metieron sus pies en las
zapatillas y salieron juntos de la Torre. Andrew tiró sus cosas en el asiento
trasero del Maserati y se sentó al volante, empujando la llave en el motor.
En el asiento de pasajero, Neil envió un mensaje de texto masivo a sus
Foxes: ‘‘nos vamos por esta noche’’ . Luego, guardó el teléfono en el
bolsillo de su sudadera con capucha y centró su atención en Andrew.
El rugido del motor sonó en los bordes del denso silencio que llenaba
el interior del coche. Andrew parecía contento de ver los coches a su
alrededor mientras esperaban en el semáforo. Neil estaba contento de ver a
Andrew. Giraron hacia el oeste en lugar de hacia el este en la carretera,
alejándolos de la ruta familiar que conducía a Columbia, y condujeron
durante veinte minutos antes de detenerse en una gasolinera como sugirió
Neil. Andrew llenó el tanque con gasolina mientras Neil entró a comprar un
mapa, algunas botellas de agua y un montón de bocadillos. Cuando volvió a
deslizarse en su asiento, Andrew ya estaba detrás del volante con los
pulgares enganchados sobre la parte inferior del volante.
— ¿Dónde? — Andrew preguntó de nuevo, mirando por el parabrisas
a una madre que conducía a sus tres hijos pequeños hacia un sedan beige en
la bomba adyacente.
Neil desdobló el mapa y examinó las ciudades que se encontraban al
norte. No importaba a dónde fueran. Dudaba que su destino les
impresionara siquiera. Andrew parecía demasiado distraído y la mente de
Neil estaba doblada al revés, todo el enfoque hacia adentro. El viejo consejo
de su madre resonó débilmente en sus oídos.
Neil negó con la cabeza y miró con más atención las líneas y las
palabras que tenía delante. No se estaban escondiendo ni corriendo. Solo
estaban poniendo unas horas entre ellos y los lugares manchados de malos
recuerdos.
— ¿Gatlinburg? — el sugirió —. Parece que faltan unas tres horas.
Andrew puso en marcha el motor y se alejó de la gasolinera. Neil
recitó algunas direcciones y pronto se dirigieron hacia Tennessee.
La carretera era tortuosa y amurallada con pinos abarrotados. Ésta
conducía más alto hacia las montañas, lo que Neil notó sólo cuando sus
oídos estallaron por la presión. El crepúsculo flotó alrededor de ellos
después de un tiempo, oscureciendo el aire en gris azulado antes de apagar
el sol en el oeste. Las nubes borraban las estrellas y los árboles se
convertían en una mancha oscura que se recortaba vagamente contra el
cielo cada vez más oscuro. Neil miró por la ventana sin ver mucho. Andrew
no dijo nada.
Pasaron lentamente tres horas. Las únicas palabras dichas fueron las
silenciosas instrucciones de Neil y nada más. Finalmente, el automóvil se
detuvo en los límites de la ciudad de Gatlinburg y Neil examinó las señales
y las calles laterales en busca de posibles hoteles para pasar la noche. Las
farolas brillaban intensamente a ambos lados de la carretera, iluminando a
los pares y tríos de turistas y lugareños que caminaban en las aceras. Pronto,
Andrew giró a la derecha en el estacionamiento pequeño e irregular de una
posada llamada Quiet Cub. Neil entró solo y encontró a una mujer regordeta
de mediana edad con un vestido floral sentada detrás de un escritorio
ornamentado y tallado. El interior olía a cedro, clavo y perfume. Parecía un
lugar bastante agradable sin ser demasiado caro. La alfombra era de un
granate intenso con un patrón descolorido de enredaderas de color crema
con hojas afiladas. El papel tapiz verde estaba descolorido y se estaba
pelando en algunos lugares.
— Hola — saludó la mujer con un agradable acento de Tennessee —.
¿Necesitas una habitación, cariño?
— Sí, señora. Solo una habitación, por favor — dijo Neil, imitando su
acento sin realmente quererlo. Era un viejo hábito que aprendió desde el
principio para ayudarlo a integrarse.
— Tenemos una con cama tamaño queen y dos con camas dobles.
¿Cuál te gustaría?
El corazón de Neil latió con fuerza. No sabía si Andrew querría
compartir la cama con él o no. Rápidamente, repasó los riesgos de suponer
que Andrew lo querría cerca e inintencionalmente haber puesto distancia
entre ellos al haber pedido camas separadas. A la mierda, dormiré en el
suelo si él no quiere dormir conmigo.
— La cama tamaño queen suena perfecta. Gracias señora.
Ella asintió con la cabeza una vez, lo que hizo que sus pendientes
colgantes se balancearan y captaran la luz, y anotó algunas palabras en una
libreta. Neil pagó en efectivo por la habitación y tomó la llave, sonriendo y
agradeciendo a la mujer nuevamente.
— Tu habitación está justo arriba de esas escaleras a la derecha. El
desayuno se sirve de seis a ocho en el pasillo aquí en la sala — llamó a la
figura de Neil que se estaba retirando —. Si necesitas algo, grítame a mí o a
Jared, ¿de acuerdo?
Neil se volvió para sonreírle cortésmente cuando llegó a la puerta.
— Sí, señora.
Andrew estaba de pie contra el coche con un cigarrillo colgando de la
boca y las manos hundidas en los bolsillos. Había suficiente luz para ver
que Andrew estaba temblando y Neil casi lo regañó por no traer su abrigo
antes de recordar que él también se olvidó del suyo.
— Estamos en la habitación 7 —dijo Neil en voz baja. Andrew apagó
su cigarrillo y recogieron sus bolsas y la hielera antes de entrar. La mujer
frunció el ceño al ver a los dos subiendo las escaleras juntos, pero no abrió
la boca para decir nada. Neil estaba silenciosamente agradecido; no estaba
en el estado de ánimo adecuado como para disfrutar gritarle a alguien.
Su habitación era pequeña, pero lo suficiente. Inmediatamente a su
derecha había un baño equipado con una bañera estrecha; una hilera de
bombillas desnudas zumbó ruidosamente sobre el espejo cuando Neil
accionó el interruptor. La cama parecía ocupar la mayor parte del espacio
del piso con pequeñas mesitas de noche a cada lado con lámparas, relojes y
folletos de “Bienvenido a Gatlinburg” a juego. Sobre la cama había una
pesada colcha de retazos, que mostraba principalmente verdes y marrones,
tensada sobre las sábanas y almohadas. Había un televisor viejo sobre una
cómoda amplia y desportillada frente a la cama. Las puertas corredizas de
vidrio detrás de unas gruesas cortinas verdes se abrían a un pequeño balcón
con pintura azul desteñida.
Andrew dejó su bolso en un lado de la cama sin mirar a Neil, quien
estaba en la pequeña entrada cambiando su peso de una pierna a otra y
tratando de mantener su respiración constante.
— Um, no sabía si querías dormir juntos o no. Dormiré en el suelo si
quieres, o podría, eh, pedirle que nos cambie de habitación. Algunas tienen
camas separadas. Lo que quieras.
Andrew arrastró sus ojos hacia los de Neil.
— Compartiremos la cama.
Neil asintió.
— Está bien.
Andrew asintió una vez con la cabeza y sacó la hielera al balcón.
Dejó la puerta abierta y se sentó junto a ella sobre el suelo pintado. Neil
agarró una caja de cigarrillos, un encendedor, la bolsa de bocadillos de la
gasolinera y arrastró la colcha de la cama. El aire frío ya entraba en la
habitación por la puerta abierta y Andrew estaba sacando su helado para
comérselo. Neil pensó que la manta sería necesaria si no planeaban morir
congelados allí afuera.
— Toma — dijo, arrojando los cigarrillos y el encendedor en el
regazo de Andrew. Envolvió la mitad de la colcha alrededor de los hombros
temblorosos de Andrew y se sentó a su lado, tirando de la otra mitad
alrededor de su propio cuerpo. Se sentaron lo suficientemente cerca para
compartir el calor corporal sin realmente tocarse. Neil sacó el vodka de su
lecho helado y tomó un trago, mientras Andrew encendía dos cigarrillos.
Pasaron por un recipiente de helado de chocolate, una bolsa de M&M
de mantequilla de maní, dos barras de chocolate Hershey, media bolsa de
pretzels cubiertos de chocolate y una cuarta parte de la botella de vodka
antes de que Andrew hablara.
— Cass estaba allí — su tono era plano y Neil sabía que no había
nada debajo de él.
— Sí — respondió Neil, colocando la esquina de la colcha más
apretada sobre su cuerpo. Su estómago protestaba por toda la comida
chatarra azucarada que había comido —. Quería decirle algo.
— ¿Qué le hubieras dicho?
— Nada agradable — había querido sacudirla, preguntarle cómo vivía
en esa casa sin saber qué estaba haciendo su hijo, gritarle y gritarle hasta
que su rabia fundida se derramara y quemara a todos en la habitación—.
Probablemente la hubiera hecho mirarte.
— No tiene sentido preocuparse por esto — dijo Andrew antes de
tomar un largo trago de vodka—. No me importa.
— Bueno, a mí me importa. Quería que Cass te mirara, te dijera algo.
Quería ir tras Luther también. Las cosas que pensé en hacerle habrían
enorgullecido a mi padre. Lo he pensado mucho: dónde lo cortaría primero,
qué tipo de cuchillas usaría — admitió Neil —. Lo llevaría donde nadie lo
oyera gritar y lo haría durar horas.
Era como meter la mano en los pulmones y arrancar largas y
espinosas hebras de horrible honestidad, goteando sangre y un odio
aceitoso. Los pensamientos vinieron de lo más profundo de él, donde
enjauló al monstruo que hizo su padre. Era escalofriante dejar libres estas
horribles palabras, pero sabía que Andrew no huiría de él.
Andrew puso los ojos en blanco, lo que pareció gastar casi toda la
energía que le quedaba. Se balanceó un poco, golpeando su hombro contra
el de Neil.
— No tiene sentido.
Andrew veía la violencia como una medida estrictamente preventiva
y la venganza como una pérdida de tiempo. Tilda habría vuelto a golpear a
Aaron. Esos tipos habrían lastimado a Nicky. Por lo que Neil sabía, Luther
no tenía violadores para poner en el camino de sus sobrinos, por lo que
Andrew no veía el sentido en lastimarlo. Sin embargo, Neil todavía quería
que él sufriera. Vagamente consideró dedicarse a la religión solo para poder
consolarse con el pensamiento de Luther y los demás ardiendo en el
infierno.
— No esperaba nada de ella — murmuró Andrew, entrecerrando los
ojos contra el viento helado que se levantaba.
El estómago de Neil se revolvió. Pensó en lo que había pasado,
entregándose a Riko y manteniéndose firme cuando Lola vino por él, y
cómo había sabido que los Foxes valían cada gota de sangre, cada
hematoma, cada quemadura. Se aferró a ellos con una fuerza que no sabía
que tenía y ellos se habían aferrado a él a cambio. Elegir quedarse fue la
mejor decisión que había tomado en su vida. La elección de quedarse con
Cass casi mata a Andrew y ella ni siquiera podía dedicarle una mirada
después de todo lo que hizo para ser parte de su familia.
— Sueño de pipa — se burló Andrew. Sus palabras se tambalearon en
los bordes, borrosas por el alcohol trabajando en su sistema. Tomó otro
trago de vodka.
— Yo no...— Neil se detuvo cuando Andrew le dio una mirada
mordaz y se dio cuenta de que Andrew no estaba hablando de él. En voz
baja, le dijo —. Siempre me tendrás. Puedes elegir creer eso o no, pero esa
es la verdad.
— Siempre, siempre, siempre es 'siempre' — Andrew suspiró —. Te
odio.
— ¿Tienes frío? — Neil volvió a enroscar la tapa en el vodka y lo
dejó a un lado. Andrew no respondió, pero se volteó y se acercó más a Neil
para que pudiera envolverlos por completo con la colcha, formando una
especie de capullo de retazos que atrapó el calor entre ellos. Andrew
enganchó dedos fríos en el cuello de Neil y tiró de él hacia adelante para
besarlo. Neil se estremeció cuando la lengua de Andrew se deslizó en su
boca y sus dedos rozaron su cuello.
Se quedaron en el balcón, abrazados y besándose hasta que sintieron
calor de nuevo. Luego, empacaron todos sus envoltorios de dulces y basura
en la hielera y la llevaron adentro, arrastrando la colcha detrás de ellos.
Después de que se turnaron en el baño, se metieron en la cama y se
durmieron con sólo unos centímetros de espacio silencioso entre ellos.
Capítulo 9
Una ráfaga de afecto
Una guía de ruso para principiantes apareció en la almohada de Neil a
mediados del primer miércoles de diciembre. Neil lo notó cuando regresó al
dormitorio por un par de calcetines limpios después de caminar por un
charco que era más profundo de lo que parecía. Andrew y Kevin estaban en
clase, pero no hizo falta pensar mucho para averiguar quién era el
responsable del extraño regalo.
Neil sacó su teléfono y le envió un mensaje de texto a Andrew.
¿Ruso?
Mientras se ponía los calcetines secos, le llegó la respuesta:
A & N hablan alemán.
Neil todavía estaba confundido. Volvió a meterse los pies en las
zapatillas y volvió a escribir: ¿Y?
Tengo mierda que decir a veces.
¿Que no quieres que ellos escuchen?
Lo nuestro es lo nuestro.
Neil se detuvo en la puerta del dormitorio, mirando las palabras en su
pantalla sin poder absorberlas correctamente al principio. Se quedó mirando
la palabra "nuestro" sin parpadear hasta que sus ojos ardieron. Andrew
quería algo que lo conectara con Neil, algo de lo que su hermano y su primo
no tuvieran conocimiento. Para alguien que había pasado tanto tiempo
negando que la relación significara algo, esto se sintió como un gran paso
en una dirección maravillosamente aterradora. Andrew no le hablaba
mucho a Neil delante de los demás, no había tenido mucho más que decirle
a nadie desde que volvió a estar sobrio. ¿Hablaría más si estuviera hablando
con Neil a solas?
Molestaría a los demás, al igual que les molestaba cuando los primos
cambiaban de idioma al alemán y cuando Neil y Kevin peleaban en francés,
pero Neil no podía encontrar en sí mismo que le importara. Poder tener una
pequeña burbuja de privacidad con Andrew en todo momento era algo que
él también quería.
Mordiéndose el labio, envió: ¿Quieres estudiar juntos?
Intenta seguir el ritmo.
Neil sonrió para sí mismo y se dirigió a su próxima clase.
Capítulo 10
Tongue tied3
Comparado con el primer banquete de Navidad de Neil, el segundo
fue prácticamente dócil. Estaba la animosidad esperada entre los Foxes y
los Ravens, pero habían perdido sus garras cuando perdieron a su amo y
rey. Los Ravens eran Ravens, sin embargo, y todavía hacían todo lo posible
por intimidar y acosar. Neil respondió con brusquedad a todas sus amenazas
e insultos, mientras Andrew permanecía de pie y arrastraba su fría mirada
sobre ellos. Neil y Andrew se habían juntado con Allison y Renee en una
especie de acuerdo para hacerse compañía, ya que ninguna de las chicas
tenía ganas de tener citas. Sin embargo, las damas bailaron entre sí en lugar
de los hombres. Neil y Andrew habían dejado las bebidas a un lado y
estaban atentos a los signos de violencia. La mayoría de los Foxes lo
pasaron decente, al parecer. Los estudiantes de primer año encontraron
formas de adquirir bebidas. Matt y Dan pasaron una buena media hora
besándose en la pista de baile. Kevin trató su ansiedad y enojo con copiosas
cantidades de alcohol, dejando a Neil y Andrew responsables de llevar su
cuerpo de regreso a su habitación cuando finalmente regresaran a la Fox
Tower en las primeras horas de la mañana. Ninguno de los Foxes había
querido pasar la noche en la escuela anfitriona a unas pocas horas de
distancia, pero después de que la mitad de ellos terminaron casi demasiado
borrachos para caminar, Neil deseó haber elegido otra cosa.
Dejaron a Kevin en su cama y Andrew se quitó la corbata para no
estrangularse. Luego, la pareja regresó a la sala principal para desplomarse
en los sillones puf. Sus trajes estaban irremediablemente revueltos y el
cabello de Neil se levantaba en mechones salvajes gracias a los borrachos
despeinados de Matt y Dan. El lápiz labial de Allison se untó en la mejilla
de Neil, donde presionó torpemente un beso que olía fuertemente a tequila.
Andrew todavía tenía un aspecto bastante ordenado, excepto por el cuello
suelto y la chaqueta arrugada. A pesar de las avanzadas horas, ninguno
parecía dispuesto a irse a la cama todavía. Neil luchó por quitarse la
chaqueta y se quitó la camisa de los pantalones.
—¿Quieres ver una película o algo? —preguntó Neil.
Andrew emitió un zumbido evasivo y miró alrededor de la habitación
a oscuras.
—Kevin empacó bastante alcohol.
— Creo que su cuerpo lo almacena para más tarde. Como un camello
con vodka.
—Podríamos hacer estallar una bomba aquí sin siquiera despertarlo
— Andrew asintió.
—Esa sería una gran forma de evadir los entrenamientos— Neil se
quitó los zapatos de vestir.
Andrew puso los ojos en blanco y se arrastró hacia Neil. Con los
dedos enganchados en la cintura de sus pantalones, Andrew tiró de él del
puf hasta la alfombra y se inclinó sobre él.
—Ya que no te das cuenta, te lo explicaré: podría hacerte todo tipo de
cosas y tú podrías hacer todo tipo de ruidos sin despertar a Kevin.
Neil miró a Andrew, los ojos muy abiertos y la mandíbula floja.
—Oh — dijo tontamente. Tragó saliva; su garganta estaba
repentinamente pegajosa y seca—. Eso es... eso es, sí, hagámoslo.
Andrew negó con la cabeza y gruñó.
— Idiota — luego, bajó en picada para agarrar la boca de Neil con la
suya mientras sus ágiles dedos abrían rápidamente los botones de la camisa
de Neil. La abrió para lamer una línea firme a través del estómago
tembloroso de Neil. Neil se aferró al cabello de Andrew, casi abrumado por
el alivio de tener la oportunidad de perder el tiempo. Finalmente, su mente
suspiró. No habían pasado doce días entre besos de nuevo, pero se habían
acercado. Neil no quería convertir eso en un hábito.
—¿Sí o no?
—Sí, Andrew. Dios, sí.
Andrew tiró de la corbata de Neil sobre su barbilla. Apretó el nudo
entre los dientes de Neil y le metió un poco del material extra en la boca,
amordazándolo.
—No quiero que el resto del campus escuche lo que voy a hacer
contigo — murmuró, mordiendo suavemente una sección de la mejilla de
Neil—. Puedes sacarte la corbata de la boca si es necesario, ¿de acuerdo?
Me detendré si quieres que me detenga. No me pongas los ojos en blanco.
Asiente si lo entiendes.
Neil asintió, ansioso por cualquier cosa que Andrew tuviera en mente,
y Andrew miró fijamente a Neil a los ojos durante un largo momento hasta
que encontró lo que estaba buscando. Luego, se movió hacia abajo para
quitarle los pantalones, la ropa interior y los calcetines de Neil. La alfombra
le rascó el trasero desnudo y la espalda baja mientras se movía para abrir las
piernas para que Andrew pudiera arrodillarse entre ellas. Se apoyó en un
codo para poder ver como Andrew comenzaba a acariciar su endurecida
erección. La cantidad de espacio abierto a su alrededor hizo que Neil se
sintiera vulnerable y Neil esperaba que se hubieran acordado de cerrar la
puerta. Entonces, Andrew aplastó su lengua contra la parte inferior de las
bolas de Neil y sofocó efectivamente sus pensamientos.
Andrew comenzó con un paso rápido, tomando a Neil por completo
en su boca y succionando con tanta fuerza que los ojos de Neil se volvieron
hacia atrás y se humedecieron. Su cabeza cayó hacia atrás y dejó escapar un
largo gemido. El placer creció rápidamente y Neil estaba preocupado de que
terminara demasiado pronto, pero luego Andrew desaceleró. Sacó su boca
de el pene de Neil y presionó un beso lento y firme en su punta, mirándolo a
través de sus pálidas pestañas. Neil estaba temblando por todos lados y fue
vagamente consciente de una línea de baba que se deslizaba por la comisura
de su boca. Andrew arrastró las manos hacia arriba y hacia abajo por la
tierna parte interior de los muslos de Neil, sacando gemidos y gemidos
ahogados, y Andrew lo observó de cerca.
Neil gimió de nuevo y se lanzó hacia Andrew, desesperado por más,
pero Andrew empujó suavemente sus caderas hacia abajo y las mantuvo
allí.
—Neil, mírame — dijo Andrew en voz baja. Neil de alguna manera
encontró la fuerza para levantar la cabeza —. Quiero tocarte. Asiente con la
cabeza si estás de acuerdo con eso.
Neil asintió con furia y pasó los dedos por el cabello de Andrew.
Andrew mordió suavemente la parte interna del muslo de Neil.
—Vuelvo enseguida — Andrew se puso de pie y se dirigió al baño.
Neil se sintió frío y expuesto en su ausencia. Miró hacia la puerta del
dormitorio y se estremeció al imaginar la vista que Kevin habría tenido para
ver si se despertaba entonces. No creía que Kevin volvería a mirarlo a los
ojos si lo veía así.
Unos momentos después, Andrew regresó con una botella de plástico
oscura y se recostó entre sus piernas. Estudió el rostro de Neil mientras se
untaba un poco de lubricante en los dedos y preguntó:
—¿Todavía sí?
Neil asintió y respiró hondo por la nariz. Un escalofrío de
nerviosismo lo recorrió, pero no tenía miedo. Tumbarse debajo de Andrew
era el lugar más seguro del mundo para él. Allí nada podría hacerle daño.
Se apoyó sobre ambos codos, ignorando el dolor que le ardía en los brazos,
y miró con atención. Andrew se inclinó hacia adelante y besó el vientre de
Neil antes de envolver una mano alrededor de su pene y frotar lentamente
su apretado agujero con la punta de su dedo.
—Abre tus piernas un poco más para mí —dijo Andrew en voz baja.
Neil tragó saliva nerviosamente mientras levantaba las rodillas y las
dejaba abrirse lo más que podía. El dedo de Andrew empujó suavemente
hacia adentro y se detuvo cuando el cuerpo de Neil se puso tenso. Esperó
hasta que Neil se relajó antes de comenzar a abrir su trasero con
movimientos superficiales y experimentales de su dedo. Andrew siguió
acariciando su pene, aliviando la incomodidad con placer, hasta que la
cabeza de Neil cayó hacia atrás y gruñó ruidosamente contra la tela húmeda
en su boca. Andrew metió otro dedo dentro de él y empujó más profundo,
haciendo tijeras con los dedos y pinchando. Neil se mordió con fuerza la
corbata e inhaló profundamente por la nariz. Andrew se acercó y bajó la
cabeza para chupar la punta del pene de Neil mientras doblaba los dedos.
La mente de Neil estaba borrosa y se desvaneció de placer, pero su cuerpo
sabía lo que quería y eso era más profundo, más duro, más. Se recostó
contra la alfombra y levantó las caderas para animar a los dedos de Andrew
a hundirse más profundamente. Sus manos se enterraron en el cabello de
Andrew y le rascaron la parte posterior de su cuero cabelludo mientras
intentaba empujar su pene en la boca de Andrew. Andrew obedeció. Hundió
su boca en Neil mientras agregaba un tercer dedo y los curvó, los curvó a la
perfección y golpeó un punto dentro de Neil que envió un rayo caliente de
éxtasis a través de todo su cuerpo. El grito de sorpresa del nombre de
Andrew que salió de sus pulmones lo hizo agradecer el tener la mordaza.
Andrew encontró gradualmente el equilibrio perfecto entre chupar, acariciar
y tocar con los dedos que hizo que Neil se retorciera y se deshiciera por los
lados. Sus caderas se movieron a un ritmo primitivo, empujando hacia la
boca de Andrew antes de retroceder contra sus dedos, mientras sus dedos se
aferraban al cabello de Andrew. Los ojos de Neil se llenaron de lágrimas y
se filtraron por la intensidad y sonidos ininteligibles se hicieron añicos en
su garganta mientras el placer lo recorría.
Neil se corrió más duro de lo que nunca lo había hecho, arqueándose
y sollozando y gimiendo en la boca de Andrew sin pensar mientras su
orgasmo dejaba sin sentido sus sentidos. Los dedos de sus pies se curvaron
y sus piernas se tensaron con tanta fuerza que un destello de dolor atravesó
su muslo. Se estremeció y se quedó sin aliento mientras se enfriaba
suavemente, relajando sus músculos tensos gradualmente, y luego levantó
la cabeza para mirar a Andrew. Andrew se mantuvo perfectamente quieto
por unos momentos más antes de dejar que la erección de Neil se deslizara
de su boca. Neil gimió cuando los dedos de Andrew se retiraron, dejándolo
sintiéndose vacío e incompleto.
—Mierda —susurró Andrew, más para sí mismo que para Neil
mientras veía los muslos de Neil temblar. Volvió a mirar a Neil a los ojos y
le preguntó—. ¿Estás bien?
Neil asintió adormilado y se estiró para sacar la corbata empapada de
su boca. Tragó con dificultad.
—Estoy... estoy bien.
Andrew lo miró sin creerlo.
—Neil.
—Puede que tengas que ayudarme a caminar —se rió débilmente.
Aún le temblaban las piernas como si acabara de terminar un maratón.
—Dame un minuto —Andrew se encorvó y se desabrochó los
pantalones para poder soltarse. Neil miró fijamente el rostro de Andrew y
luchó por mantenerse despierto. Andrew no tardó mucho en terminar. Su
mano libre agarró la rodilla de Neil y se mordió con fuerza el labio cuando
se derramó en su palma.
Neil estaba abrumado por un delicioso agotamiento hasta los huesos y
casi quería dormir allí, medio desnudo en la alfombra de la habitación
principal. Moverse parecía demasiado esfuerzo hasta que Andrew le
recordó de Kevin.
—Pareces de una porno —comentó Andrew. Tiró de Neil para que se
pusiera de pie y lo agarró cuando se tambaleó—. Eres un desastre.
—Uf, mis piernas, la última vez que me sentí tan débil fue en el
partido del campeonato.
Andrew lo ayudó a entrar en la ducha y fue al oscuro dormitorio para
recoger sus pantalones de chándal, camisetas y ropa interior limpias
mientras Neil se lavaba. Neil se vistió y esperó afuera mientras Andrew
rápidamente tomó su turno y cuando Andrew salió del baño lleno de vapor,
Neil lo presionó contra la pared con besos intensos y agradecidos y manos
reverentes rodeando su mandíbula.
—Eso fue increíble —murmuró, chupando el labio de Andrew en su
boca.
—Suenas borracho.
—Siento como si me hubiera comido el sol — Neil suspiró y le besó
la comisura de la boca—. El mejor orgasmo de todos los tiempos.
Andrew puso los ojos en blanco.
—Nunca te volveré a tocar.
—Te gusta tocarme —bromeó Neil, sonriendo contra sus labios.
Los dedos de Andrew se clavaron en las caderas de Neil.
—Te odio.
—Mentiroso.
—Adicto.
Capítulo 11
Vacaciones de navidad: Parte I
Los Foxes pasaron la primera semana de vacaciones de Navidad
separados. Aaron se fue a casa con Katelyn para pasar una Navidad
tradicional y festiva con su familia y Kevin voló a México con Thea.
Después de dejar a Nicky en el aeropuerto el sábado por la mañana, Neil y
Andrew se dirigieron a Columbia solos.
Mientras conducían en silencio, Neil luchó contra una oleada de
recuerdos de Riko y la Navidad en Evermore. "—¿Tienes mi boleto,
Kevin?" Se pasó una mano por la cara. Estoy bien, estoy bien, estoy bien.
Neil se volvió hacia Andrew y miró su perfil. Una barba pálida cubría su
mandíbula y sus ojos estaban rojos, señales reveladoras de una noche
inquieta. Neil se preguntó si Andrew también estaría teniendo pesadillas
sobre la Navidad. Estaba infinitamente agradecido de que estuvieran juntos,
a salvo, vivos, y que se les diera una semana entera para pasar juntos a
solas.
Después de comprar algunos alimentos para la semana: "—¿Crema
batida? —Saca tu mente esa idea, Josten. Es para el chocolate caliente. ”-
regresaron a la casa y se acomodaron en el sofá sin encender la televisión.
Neil se acurrucó alrededor de uno de los cojines de Nicky y miró la pared.
—Cass me compró una media para mi primera Navidad con ellos",
dijo Andrew—. Tenía mi nombre y todo.
Neil no supo qué responder a eso. Imaginó una chimenea con medias
colgando del manto; se preguntó si Drake solía estar junto a la de Andrew y
el pensamiento casi le hizo vomitar la barra de granola que se comió en el
desayuno. Trató de imaginarse a un Andrew más joven y tierno celebrando
tentativamente la Navidad con Cass y Richard, abriendo regalos ante un
enorme árbol adornado con guirnaldas y luces, sintiéndose como parte de
una familia, quizás por primera vez. Sentía como si su pecho fuera a
derrumbarse.
—Tu turno — dijo Andrew.
La cabeza de Neil se apoyó contra el respaldo del sofá para enfrentar
a Andrew. Hurgó en sus recuerdos durante un minuto antes de decidirse por
uno.
—Los primeros dos años que estuvimos en la carretera, mi mamá
compraba un par de bastones de caramelo en Nochebuena y los poníamos
en tazas de chocolate caliente en restaurantes baratos.
—No es una mala idea —comentó Andrew.
—Fue agradable —Neil se frotó la muñeca llena de cicatrices,
trazando las líneas curvas que le habían clavado las esposas en la carne.
Se distrajeron con repeticiones de partidos en la televisión, viajes al
centro comercial local donde Neil compró pequeños obsequios para el
equipo y Andrew convenció a Neil de invertir un poco más en su
guardarropa: “—Estos jeans son obscenamente ajustados. ¿Estás seguro de
que debería conseguirlos? "—Tienes que darme algo por lo que quedarme,
Josten". "—¿Qué, te quedarías para mirarme el culo?" “—Estoy
jodidamente seguro de que no me quedaría por esa actitud”. Y caminatas
por el vecindario con cigarrillos en la mano. Prepararon la cena y bebieron
chocolate caliente lleno de crema batida esponjosa. Andrew se la comía con
una cuchara mientras Neil dejaba que se le untara la nariz y las mejillas
cada vez que tomaba un sorbo. Andrew insistió en que no le gustaba comer
cosas sucias, pero lamió la crema batida del pene de Neil de todos modos
después de unos tragos de whisky. Después, tocó a Neil en la ducha y los
gritos de Neil resonaron tan fuerte en las baldosas que su rostro ardió toda
la noche.
Por la noche cayeron en la cama, saciados y calientes. Neil tuvo un
día completamente agradable llenando su mente como suaves plumas, pero
una vez que se durmió, las garras aparecieron. Su mente subconsciente cayó
en la cama de un dormitorio en Evermore mientras Riko se inclinaba sobre
él, mirándolo lascivamente y empuñando una espada. Podía sentir el metal
frío clavándose en la esquina de sus labios, podía saborear la saliva viscosa
que Riko escupía en su boca. Cuando sus ojos se abrieron de par en par, vio
a Riko en lugar de Andrew a su lado y retrocedió con tanta fuerza que cayó
al suelo con un grito de sorpresa.
Andrew tiró de él hacia el colchón y le puso una mano alrededor del
cuello, gruñendo.
—Respira, Neil. Estás bien.
Neil asintió y envolvió su mano sin apretar alrededor de la muñeca
desnuda de Andrew mientras recuperaba el aliento. Andrew lo sujetó
firmemente, atándolo al presente. El roce de los dedos de Andrew en la
parte posterior de su cuello y el calor de su palma fue suficiente para
ahuyentar los persistentes destellos de horror que se proyectaban detrás de
sus párpados.
—Riko está muerto —le recordó Andrew.
Neil pensó en los cojines del sofá y en una pared pintada con la
sangre y el cerebro de Riko.
—Ese bastardo no sufrió tanto como se merecía.
—Nunca lo hacen.
Riko, Drake, su padre, todos recibieron muertes misericordiosamente
rápidas y el corazón de Neil hirvió por lo injusto que era todo.
Andrew le dio un pequeño empujón al hombro de Neil y juntos
salieron de la cama y se dirigieron a la cocina. Compartieron café
descafeinado, un par de cigarrillos y algunos besos calientes contra la pared
antes de intentar dormir de nuevo.
A pesar de las noches inquietas, la semana fue un maravilloso cambio
de ritmo. El último día, Andrew mantuvo sus toques suaves y dóciles para
permitir que el cuerpo de Neil descansara, a pesar de que Neil protestó. —
Estoy bien, Andrew.
Andrew recorrió con desdén el cuerpo desplomado de Neil.
—Si te presentas en los dormitorios así, nunca escucharé el final ello
y no quiero lidiar con esos bastardos más de lo que ya hago.
Neil intentó sentarse correctamente en la silla de plástico.
—Aunque estoy bien. Podríamos relajarnos hoy. Es nuestro último
día a solas por un tiempo.
—Pareces un zombie. Parece como si literalmente te hubiera cogido
hasta los sesos.
—Podrías haberlo hecho, ya sabes.
Andrew lo miró con frialdad, dando una larga calada a su cigarrillo y
echando humo a la agradable brisa cálida que barría el porche. Todavía no
habían progresado al sexo con penetración, pero después de varios
orgasmos intensos alrededor de los dedos de Andrew, Neil estaba más que
listo para ello. Sin embargo, supuso que se sentía un poco fuera de lugar.
Andrew todavía no le había dado permiso tocarlo y todavía no había
llegado al punto en el que se sintiera cómodo desnudándose frente a Neil.
—Estoy bien con esperar—agregó Neil en buena medida—. Pero
quiero que sepas que la respuesta es sí cuando sea que estés listo".
—Anotado —dijo Andrew rotundamente.
Al día siguiente recogieron a Nicky, Kevin y Aaron en el aeropuerto y
escucharon historias sobre Alemania y México hasta la estación de esquí.
Kevin fue lo suficientemente inteligente como para guardar silencio sobre
el furioso moretón carmesí que se asomaba por el cuello de Neil, pero
Nicky no lo fue. Fue una suerte para él que Andrew estuviera conduciendo
y no pudiera llegar lo suficientemente atrás para tocarle con su cuchillo.
Aaron solo hizo un ruido de repulsión.
La cabaña de esquí era una enorme cabaña de troncos con enormes
ventanas iluminadas desde dentro por candelabros relucientes. Era el tipo de
lugar en el que Allison se veía como en casa con su abrigo de piel y botas
de diseñador. En el vestíbulo, el equipo se reunió con fuertes abrazos y
bromas "—Maldita sea, Neil, ¿Andrew trató de comerte?" antes de dirigirse
al escritorio principal para recoger las llaves de la habitación. Matt puso una
mano sobre el hombro de Neil y gentilmente lo apartó para preguntarle.
—¿Estás bien? Sé que esta época del año debe ser difícil para ustedes
dos.
Neil le dedicó una pequeña sonrisa.
—Lo estamos haciendo bien. ¿Cómo están Dan y tú?
Matt generalmente respondía con un simple "Estamos bien" o "Ella es
increíble", pero en lugar de eso, una extraña vulnerabilidad brilló en los
ojos del hombre mayor y susurró:
—Creo que quiero casarme con ella —parecía que le asustaba decirlo
en voz alta.
Neil se quedó helado.
—Oh wow. Eso es genial, hombre. Felicidades.
—No hemos hablado de eso. Ni siquiera he mirado anillos ni nada —
balbuceó Matt—. Mantén eso entre nosotros, ¿de acuerdo? ¿Por favor?
Mierda. No quise decir eso.
—Está bien. No diré nada. Aunque creo que deberíamos volver con
los demás. Parecen sospechar.
Matt asintió y trató de borrar la mirada de asombro de su rostro antes
de que se reunieran con el resto del grupo. Andrew entrecerró los ojos hacia
Neil, esperando una explicación, pero Neil no dijo nada.
Matt pagó dinero extra en una de las habitaciones más grandes
diseñadas para una escapada romántica en pareja para él y Dan. Neil cubrió
el costo del lote de Andrew, por lo que consiguió una habitación para él y
Andrew y una habitación más grande para que los otros tres hombres
compartieran. Allison y Renee terminaron compartiendo una suite con una
cocina completamente equipada con el dinero de Allison. Antes de la cena,
acordaron dejar sus maletas en las habitaciones y refrescarse un poco antes
de reunirse en el espacioso salón.
La habitación de Andrew y Neil estaba amueblada con una cama
tamaño king cubierta con suaves almohadas y un grueso edredón que
parecía una nube, dos sillones junto a una chimenea de piedra, un pesado
armario de madera con dos puertas que se abrían para revelar un gran
televisor y algunos cajones debajo. El baño tenía una bañera grande y un
cabezal de ducha de aspecto caro. Un surtido de pequeñas botellas llenas de
gel de baño y champús se formaron en la encimera de mármol junto al
fregadero. Neil se miró en el espejo y se encogió. Había círculos oscuros
debajo de sus ojos por un par de semanas de sueño interrumpido y el
chupetón que Andrew dejó en su cuello se veía peor bajo las luces
brillantes. Al menos su atuendo no estaba tan gastado como de costumbre.
Había pensado en ponerse una camisa gruesa de manga larga que se le
pegaba al torso y un par de pantalones oscuros que Andrew le había
comprado hacía mucho tiempo.
Andrew apareció en la puerta del baño.
—¿Mirándote a ti mismo?
—Tratando de averiguar por qué te gusta tanto mi trasero.
Andrew se acercó más, curvó su mano alrededor de la nalga de Neil y
la apretó ligeramente antes de encogerse de hombros y alejarse de nuevo.
Neil se lavó las manos y trató de domar su cabello antes de apagar la luz y
salir para unirse a Andrew.
El equipo acercó algunos sillones de cuero a uno de los sofás del
salón junto a las ventanas y se pusieron cómodos para intercambiar historias
de sus vacaciones. Neil y Andrew escucharon en silencio y Neil lanzó un
comentario o una pregunta aquí y allá solo para participar en la
conversación. Estar allí con sus Foxes era tranquilizador y el corazón de
Neil se atascó en su garganta cuando pensó en ellos graduándose y tomando
caminos separados. Trató de concentrarse en el hecho de que estaban todos
juntos por el momento y estaban más relajados y felices de lo que los había
visto en meses. Sin los estudiantes de primer año allí para mirar
boquiabiertos o burlarse o tratar de hacerlos tropezar, la próxima semana
prometía ser buena.
Cuando fueron al comedor para cenar, las laderas nevadas fuera de las
ventanas se volvieron índigo al caer la noche. Los pinos eran formas negras
dentadas en las crestas de las colinas y algunas luces se encendieron afuera
para ayudar a los que aún estaban fuera a encontrar el camino. Los Foxes
permanecieron juntos hasta las once y luego decidieron dar por terminada la
noche. Acordaron desayunar a las ocho de la mañana siguiente y comenzar
las lecciones de esquí a las diez, para luego separarse en distintos lugares.
Neil se fue a la cama sintiéndose en paz, pero no fue lo mismo para
Andrew.
Irse a la cama había sido lo mismo de siempre. Andrew presionó a
Neil contra el grueso edredón con manos fuertes sobre sus hombros y pecho
y besos duros y calientes durante unos minutos o tal vez una hora. Luego se
arrastraron bajo las mantas y se quedaron uno frente al otro en la oscuridad,
separándose suavemente en mundos de ensueño separados.
Neil soñó con todos sus sentidos: escuchó la risa de Dan burbujeando
sobre una discusión amistosa entre Matt y Nicky, vio la sonrisa serena de
Renee mientras un rayo de sol se curvaba sobre su suave mejilla, sintió
cálidas piezas de metal sobre su palma, olió el cigarrillo de su madre ,
probó gotas saladas de sudor en el cuello de Andrew después del juego
contra los Ravens. El sueño cambiante se derramó sobre su mente como
miel, dorado y cálido por la luz del sol atrapada. No podía formar las
palabras con su lengua torpe en el sueño, pero su corazón latía
constantemente: estoy en casa, estoy en casa, estoy en casa.
Algo sacudió la cama al lado de él y Neil se despertó de un tirón por
viejos instintos. Su brazo se sacudió bajo la almohada en busca de una
pistola antes de recordar dónde estaba. Andrew se estremeció con fuerza
contra el colchón. Neil rápidamente se dio cuenta de que eso era lo que lo
había despertado.
—¿Andrés? —murmuró sin llegar al hombre que estaba a su lado.
Andrew aspiró un siseo agudo entre los dientes.
—Andrés — El pánico se apoderó del pecho de Neil—. Andrew,
¿estás bien? Andrew, háblame.
Lentamente metió la mano en la oscuridad donde sabía que estaría la
cabeza de Andrew, con la intención de tocar el cabello de Andrew, pero tan
pronto como sus dedos rozaron la sien de Andrew, un puño se clavó con
fuerza en el estómago de Neil.
—Suéltame.
La voz de Andrew era una cosa destrozada, temerosa y furiosa. Neil
se escabulló y golpeó la lámpara de la mesita de noche hasta que la luz lo
cegó. Parpadeando rápidamente para aclarar su visión, se volteó y miró a
Andrew con los ojos entrecerrados. Los ojos vacíos de color avellana le
devolvieron la mirada y el cuerpo de Andrew estaba completamente flácido
bajo las mantas.
—¿Andrew? —la voz de Neil era aguda y estrangulada—. Andrew,
soy yo. Es Neil.
Andrew miró a través de él, sin pestañear, como si su alma hubiera
salido de su cuerpo hacia el colchón. Cuando Neil puso los pies en la
alfombra, casi esperaba encontrar el espíritu de Andrew en un charco allí.
Se paró junto a la cama y volvió a llamar a Andrew
—Estás a salvo, Andrew. Sólo soy yo. Andrew, Andrew, mírame.
Todavía no hubo respuesta. El corazón de Neil se sentía como si la
mano de alguien le arrancara la vida. Su estómago latía por la fuerza del
puñetazo de Andrew y luchó por respirar. Después de unos momentos de
puro pánico, Neil rodeó la cama hasta la mesita de noche de Andrew y sacó
su teléfono. Llevó el teléfono al baño y cerró la puerta. Con manos
temblorosas, la abrió y encontró el número de Betsy.
—¿Andrew? —la voz somnolienta de la mujer respondió después de
unos tonos.
—Betsy, soy Neil.
Hubo una larga pausa y el crujido de los resortes del colchón.
—¿Neil? ¿Qué pasó? ¿Dónde está Andrew?
—Él está, um— tragó saliva—. Creo que tuvo o está teniendo una
pesadilla y no puedo lograr que ... no me responde. Ni siquiera puedo decir
si está realmente despierto. No se que hacer.
—Respira profundo, Neil. Va a estar bien. Dale a Andrew algo de
tiempo y espacio, ¿de acuerdo? Saldrá de eso. Todo irá bien.
No se sentía como si estuviera bien. Un escalofrío recorrió sus brazos
y su espalda. Neil sintió que iba a vomitar y no sabía si eso era el golpe que
recibió o su miedo.
—Bueno. Perdón por llamar tan tarde —comprobó la hora en la
pantalla. Apenas pasaban de las dos—. Erm, temprano, eso es. Lo siento.
—Puedes llamar en cualquier momento, Neil. Estoy aquí si me
necesitas.
—Gracias —dijo Neil en voz baja antes de colgar. Se clavó las
palmas de las manos en los ojos hasta que vio estrellas y trató de convencer
a su cuerpo de que dejara de temblar. Después de unos momentos, abrió la
puerta del baño y casi chocó con Andrew.
Andrew entrecerró los ojos y le preguntó con brusquedad.
—¿Por qué mierda están todas las luces encendidas?
—Tuviste una pesadilla —exhaló Neil, demasiado aturdido para
pensar en algo más.
—Tú eres una pesadilla —respondió Andrew, frotándose un ojo—.
Regresa a la cama —le arrebató el teléfono de la mano a Neil y se alejó.
Neil se mantuvo cuidadosamente cerca del borde de la gran cama y
trató de calmar su asustado corazón. Pasaron horas antes de que el cuerpo y
la mente de Neil se relajaran lo suficiente como para volver a dormirse.
Aún alarmado, se quedó dormido hasta que sonó la alarma.
Andrew no dio indicios de que recordara lo que había sucedido y Neil
tampoco quiso mencionarlo, sintiéndose mareado al pensar que había
cometido un enorme error. Tocó a Andrew sin pensarlo. Le contó a Betsy lo
que pasó. Neil temía que Andrew lo viera como una traición a su confianza.
Quería disculparse o preguntar cómo podía arreglarlo, pero tenía la lengua
muerta en la boca. No se alejaron mucho el uno del otro, pero Andrew
nunca miraba a Neil a los ojos. Parecía ausente, mentalmente controlado en
cada conversación, lo que los demás no veían como extraño. Ninguno de
ellos hizo preguntas, por lo que Neil estaba agradecido. Neil se preguntó si
Andrew había escuchado mucho de su conversación con Betsy; lo vio
revisar su registro de llamadas durante el desayuno con su teléfono medio
escondido en su regazo. Se preguntó si debería ser sincero acerca de
llamarla. Después de su primera ronda de lecciones de esquí con una
instructora animada llamada Erica, Neil notó que Andrew se quitaba los
guantes cada diez minutos más o menos para enviar un mensaje de texto.
Neil no podía pensar en una razón para que Andrew le enviara un mensaje
de texto a Wymack, así que eso dejaba a Betsy. Quería hacer preguntas,
pero no lo hizo. Esperaba que Betsy pudiera ayudar a Andrew y se
reprendió mentalmente por no saber qué hacer.
Su preocupación creció sobre su cuerpo como hierbajos durante todo
el día y cuando el equipo fue a cenar, estaba demasiado entumecido para
hablar y demasiado vacío para comer más que unos pocos bocados.
Descartó las miradas de preocupación que recibió, odiando que el equipo
mostrara más preocupación por él que por Andrew.
Cuando él y Andrew finalmente estuvieron solos en su habitación,
Neil estaba listo para correr. Se imaginó vívidamente empacando su bolso y
saliendo a algún lugar para pasar la noche. Podía permitirse otra habitación
para él. Sin embargo, antes de que pudiera convencer a su cuerpo de que se
moviera hacia su bolsa de lona, Andrew se acercó a él y le levantó el
dobladillo de la camiseta hasta las costillas. Inclinó la cabeza para mirar el
moretón violeta que florecía allí y luego se encontró con la mirada de Neil
por primera vez ese día.
—No pude verte —dijo Andrew.
La habitación había estado con las luces apagadas, pero eso no fue lo
que quiso decir Andrew y Neil lo sabía. Andrew al dormir había sido
arrojado hacia algún lugar del viejo trauma todavía presente en su mente y
su mente se encerró allí. Era un lugar donde Neil no existía e incluso si la
luz hubiera estado encendida, Andrew habría visto el rostro de otro sobre el
suyo. El recuerdo lo dominaba con demasiada firmeza.
Neil asintió y murmuró.
—No debería haberte tocado. No lo haré la próxima vez.
—Lo sé —Andrew agarró la parte posterior del cuello de Neil y lo
arrastró hacia adelante en un beso amoratador y adormecedor. Neil mantuvo
las manos a los costados y dejó que Andrew lo besara, mordiera y lamiera
hasta que sus labios se pusieron de un rojo cereza y ligeramente hinchados.
Sus dedos se deslizaron ligeramente sobre el moretón de Neil antes de que
Andrew lo llevara a la cama.
Capítulo 12
Vacaciones de Navidad: Parte II
Los Foxes eran, en la generosa opinión de Neil, bastante buenos
esquiando considerando que solo Matt sabía cómo hacerlo antes de ir allí.
Una vez que Neil y Kevin dejaron atrás sus temores de lesionarse,
empezaron a competir quién era más rápido por una de las pendientes más
difíciles. Andrew miraba el telesilla como si personalmente le ofendiera,
pero nunca se echó atrás para subir. Cada vez que aterrizaba de pie con el
ceño fruncido en su cara debajo de sus gafas de plástico procedía a acelerar
hasta el fondo como un hombre con algo que demostrar. Nunca admitió
haber competido con Neil y Kevin y los dos delanteros estaban tan
doloridos por haber sido derrotados por el portero que no admitieron que en
secreto estaban tratando de competir con él también.
Nicky casi apagó su diversión cuando preguntó.
—Oye, ¿y si Kevin realmente se hubiera roto la mano esquiando? —
Andrew empujó rápidamente a Nicky a una montaña de nieve cercana
mientras Matt le sermoneaba sobre lo que era y no era apropiado decir en
voz alta.
Renee bajó por las laderas varias veces cada mañana antes de alejarse
y hacer muñecos de nieve bajo la cubierta de pinos. Andrew se sentaba con
ella a veces a fumar y metía cigarrillos en las sonrisas de los muñecos de
nieve cuando Renee se distraía enviando mensajes de texto a Jean. Allison
no se acercó a ellos después de que se le pegara una bola de savia de pino
en el pelo.
El martes, Dan sufrió una fuerte caída y quedó con algunos
hematomas en el muslo. Se sentó adentro el resto del día para poner hielo
sobre su pierna y Matt se quedó a su lado, por supuesto, acurrucado con ella
en una colcha junto a la chimenea en el salón.
Aaron había tratado de ocultar el hecho de que enviaba mensajes de
texto y llamaba a Katelyn todas las mañanas antes del desayuno y todas las
noches antes de acostarse, pero Nicky lo anunció el martes por la noche en
la cena después de unas cervezas y proclamó:
—¡Me gustaría hacer un brindis por el amor hetero! —Aaron lo
empujó de su silla.
Nicky pasó el miércoles por la mañana buscando oportunidades para
poner nieve en el cuello de Neil y, a la una, Neil estaba desagradablemente
húmedo y tiritando. Kevin lo regañó por tratar de quedarse afuera así y
correr el riesgo de enfermarse justo antes del comienzo de los campeonatos
de primavera. Irritado, Neil regresó a la habitación y decidió tomarse la
tarde libre. Se quitó la ropa pesada y mojada y fue al baño a ducharse.
Permaneció bajo el poderoso chorro de agua caliente hasta que el doloroso
entumecimiento en sus dedos y mejillas disminuyó. Mientras se secaba con
la toalla y se ponía la ropa seca, escuchó la puerta del dormitorio cerrarse de
golpe.
Neil salió del baño humeante, frotándose el pelo mojado con una
toalla, para encontrar a Andrew empujando la pila de ropa desechada con su
bota. Las mejillas y la nariz de Andrew estaban manchadas de rojo por el
frío y había algunos mechones de nieve derritiéndose en su cabello y en sus
hombros.
Andrew explicó:
—Kevin seguía intentando que yo compitiera con él.
—Creo que he terminado por hoy. Kevin es demasiado molesto para
lidiar con él hoy —dijo Neil—. Dan dice que el chocolate caliente aquí es
realmente bueno. ¿Quieres un poco?
Andrew inclinó la cabeza, considerándolo.
—Más tarde. Quiero una ducha.
Neil asintió y se hizo a un lado.
—El baño es todo tuyo.
—Limpia tu desastre, Josten —dijo Andrew mientras entraba al baño.
Neil colgó su abrigo para que se secara y metió la ropa mojada en la
bolsa de plástico para lavarla luego y se acostó boca abajo en la cama.
Cogió un bolígrafo con el nombre de la cabaña impreso en él y un bloc de
notas para hacer garabatos sin rumbo fijo mientras esperaba a que Andrew
volviera a salir. Dibujó algunas huellas de patas de zorro y un pequeño
garabato en la parte de atrás de su camiseta con "JOSTEN" escrito en letras
irregulares sobre el número "10".
La ducha se cortó y un minuto después se abrió la puerta. Neil no
levantó la vista del bloc de papel hasta que Andrew se subió al colchón y se
tumbó boca arriba a su lado. Todo en Neil se quedó quieto cuando sus ojos
se posaron en el pecho y el estómago desnudos de Andrew. Había un
mechón escaso de cabello rubio blanquecino en el medio de su pecho entre
dos pezones de color rosa polvoriento que estaban endurecidos por el aire
frío y más cabello caía desde su ombligo. Neil recordó vívidamente el nido
de cabello dorado alrededor del miembro de Andrew que había vislumbrado
un par de veces. Fue esculpido finamente por los años que pasó en el
gimnasio y en la cancha con solo algunas cicatrices aquí y allá. Los ojos de
Neil se engancharon en las sombras que se acumulaban en los huecos de los
fuertes hombros y la clavícula de Andrew. Se le hizo agua la boca mientras
imaginaba dejar marcas allí.
Los latidos de su corazón se volvían más pesados en su pecho cuanto
más miraba y se preguntaba si Andrew se había acostado voluntariamente
semidesnudo al lado de alguien antes. Neil se sintió humillado, asombrado
y terriblemente indigno.
—Mis ojos están aquí —dijo Andrew secamente después de dejar que
Neil mirara durante unos minutos.
Los ojos de Neil volaron hacia su rostro y captó lo que casi parecía
diversión en los ojos de Andrew.
—Hola —dijo a la ligera.
La expresión de Andrew cambió sutilmente.
—No me mires así.
Neil lo ignoró y recorrió con la mirada el torso de Andrew de nuevo.
Le picaban los dedos por el deseo de tocar, pero la idea de todas las manos
puestas sobre Andrew de todas las formas incorrectas le hizo dudar. Neil no
quería quemar a Andrew con su deseo; quería reemplazar los fantasmas en
la piel de Andrew con algo amable y simple. Sosteniendo su bolígrafo,
preguntó:
—¿Sí o no?
Andrew entrecerró los ojos ante el bolígrafo durante un largo
momento.
—¿Parezco un jodido libro para colorear?
Neil se encogió de hombros.
—Un lienzo en blanco.
—No puedo decir lo mismo de ti —dijo Andrew.
—Grosero.
—¿Acaso me equivoco?
Neil puso los ojos en blanco.
—¿Puedo dibujar en ti o no? Se saldrá luego.
Andrew lo miró fijamente.
—Me acabo de duchar. Tendrá que quedarse hasta mañana.
—¿Eso es un sí o un no?
—Sí —suspiró Andrew—. Sin dibujar penes en mi cara.
Neil sonrió y presionó la punta del bolígrafo sobre el ombligo de
Andrew. Andrew se mordió el estómago y refunfuñó:
—Se siente raro.
—¿Quieres que pare?
Andrew levantó la cabeza para mirar la mancha azul que estropeaba
su piel con recelo.
—Continúa, Picasso.
Neil presionó suavemente su mano plana contra el estómago de
Andrew y rezó para que el bolígrafo no le hiciera cosquillas mientras
comenzaba a dibujar el contorno de una pequeña pata de zorro que estaba
seguro de que a Andrew le molestaría ver. Neil casi podía oír su siseo
insultante de "adicto". Sin embargo, eso no le impidió comenzar un sinuoso
rastro de huellas de patas azules por el vientre de Andrew.
Los ojos de Andrew se habían cerrado a la deriva cuando Neil estaba
coloreando la huella de la pata debajo de su pezón derecho. Neil contuvo la
respiración y se mordió una sonrisa horriblemente complacida que tiró de
sus labios. No pudo resistirse a arrastrar ligeramente el extremo del
bolígrafo sobre el pezón de Andrew. Andrew se estremeció y abrió los ojos,
pero no se quejó. Neil no dejó de notar la piel de gallina que se extendió por
sus brazos y sobre su pecho después de eso. Hizo una nota mental de la
reacción para recordarla más tarde.
Neil terminó el rastro de huellas de patas con un pequeño garabato de
un zorro acurrucado sobre el corazón de Andrew. Una vez que terminó, se
sentó y miró su trabajo, asintiendo con apreciación.
—Quizás me convierta en tatuador.
Andrew se incorporó apoyándose en los codos para mirar los dibujos
de Neil. Su cabello húmedo se le pegaba a la frente y su piel clara estaba
ligeramente enrojecida y cubierta de parches elevados de piel de gallina.
Incluso con huellas de patas azules sobre él, la vista le hizo cosas horribles
en el pulso de Neil.
—Eres peor que Kevin. Eres el peor. Me sorprende que aún no te
hayas montado a tu raqueta —Andrew dijo.
—La raqueta realmente no hace nada por mí —bromeó Neil —. El
portero, sin embargo...
—Escuché que te va a matar.
—No, él solo dice eso porque es tímido acerca de lo mucho que me
desea —Neil negó con la cabeza.
—Vas a despertar con ese bolígrafo metido en tu cerebro.
—Si me despierto, significa que lo hiciste mal.
Andrew se abalanzó y tenía a Neil inmovilizado sobre su espalda
antes de que Neil pudiera procesar que se el se movió en primer lugar.
—Esa maldita boca —gruñó Andrew, aplastando sus labios contra los
de Neil. Neil sonrió y no pudo evitar reírse en el beso, pero cambió a un
profundo gemido cuando Andrew aprovechó la oportunidad para empujar
su lengua profundamente en la boca de Neil. Hundió los dedos en el cabello
de Andrew y se aferró mientras la euforia nebulosa destrozaba sus sentidos.
Andrew colocó sus caderas entre las piernas de Neil y se pegó a él hasta que
encontraron su alivio. El sudor de Andrew le manchó la piel con tinta y
manchó la camiseta blanca de Neil, pero ninguno de los dos le prestó
atención.
Capítulo 13
Año Nuevo
Los Foxes esperaron el año nuevo en la habitación de Allison y Renee
con los tragos que trajeron Nicky y Allison y una montaña de bocadillos
que Matt y Neil compraron en una tienda cercana. Neil sospechaba que
Matt le pidió acompañarlo específicamente sólo para tener la oportunidad
de hablar con él a solas.
—Entonces, ¿cómo te va con...? —había completado el nombre con
un vago gesto de la mano.
—Todo está bien, hombre —había respondido Neil con una sonrisa
que resultó mucho más fácil de lo que solía hacerlo.
Los que estaban bebiendo estaban razonablemente borrachos a eso de
las once y los que planeaban emborracharse lo lograron a la medianoche.
Andrew y Neil tomaron cada uno unos tragos de whisky, pero se detuvieron
allí. Se sentaron juntos frente a la cama de Renee en la alfombra, viendo los
fuegos artificiales transmitidos por televisión. Matt y Dan bailaban
lentamente de una manera inestable al ritmo de la canción de Katy Perry
que cantaba Nicky. La canción en su mayor fue cantada con las palabras
arrastradas y un poco desafinada, lo que pareció irritar más a Kevin.
—Nicky, estás en el tono equivocado —se quejó Kevin—. Esas ni
siquiera es la letra. Si te sentaras en lugar de tropezarte...
Aaron le tiró un calcetín a Kevin y falló.
—Ya tenemos suficiente de que nos mandes en la cancha, cara de
verga.
—¿Cómo me llamaste?
—¡Un cara de verga! —Aaron gritó en respuesta —. ¡Como alguien
con una cara de forma de verga!
—¡Dime eso en la cara, hijo de perra!
Aaron, borracho, trepó por la cama de Renee para acercarse a Kevin,
que estaba sentado en el espacio de alfombra que había entre las dos camas.
Neil gruñó cuando el pie de Aaron golpeó la parte posterior de su cabeza y
Andrew empujó el pie de su hermano lejos.
—Chicos, chicos, paren —se rió Dan.
—Que se maten entre ellos —gimió Allison—. Esa es la única forma
en que alguna vez seremos libres.
—Aaron, sal de encima de Kevin— Dan agitó un brazo en su
dirección.
—¡Aaron, sal de encima de Kevin! —vitoreó Nicky.
Los hombros de Neil se sacudieron con una risa silenciosa. Se cubrió
la cara con las manos mientras sus compañeros de equipo peleaban.
Andrew se sirvió otro trago de whisky y murmuró.
—Voy a quemar esta habitación con todos dentro.
—Aw, yo también quiero tener a alguien encima —se quejó Matt
antes de soltarse en carcajadas—. Dan, vamos a hacer esos bebés de los que
hablamos antes.
—¡Matt! —chilló Dan.
Renee se acercó para sentarse junto a Andrew. Ella les sonrió a los
dos y abrazó sus rodillas contra su pecho. Estaba vestida con un vestido
rosa pálido que le llegaba a las rodillas y medias con rayas color crema y
gris. Llevaba una cinta verde salvia en su cabello teñido de colores pastel.
Parecía un arco iris inclinado hacia la nube de tormenta que era Andrew
Minyard.
—Voy a llamar al entrenador y ponerlo en el altavoz —dijo.
Andrew sacó su propio teléfono y envió un mensaje de texto rápido a
Betsy. Renee presionó algunos botones y luego sostuvo el teléfono en la
palma de su delgada mano. Tres timbres después, llegó la voz de Wymack.
—Será mejor que me hayan llamado para desearme un feliz año
nuevo y no para decirme que uno de ustedes, imbéciles, está en peligro de
nuevo.
—¡Hola, entrenador! —Renee cantó —. Estás en el altavoz. Andrew
y Neil están conmigo. Los demás están ... bueno, están un poco borrachos,
pero también están aquí. Todos están sanos y salvos.
—Aaron, ¡te mataría aquí y ahora si ese estudiante de primer año no
fuera una mierda jugando!4 —Kevin gritó detrás de ellos.
—¡Vete a la mierda, idiota!
—Eso escuché. Neil, Andrew, ¿ustedes dos se mantienen alejados de
los problemas?
—Sí, entrenador", respondió Neil.
—Manténlo de esa manera. Oh, hola, Abby. Renee, Neil y Andrew
están al teléfono. Chicos, aquí está Abby.
—¡Hola a todos! ¡Feliz año nuevo! —Abby parecía mucho más feliz
de saber de ellos.
—¡Hola, Abby! ¡Feliz año nuevo! —Renee dijo, radiante—. ¿Tú y el
entrenador la están pasando bien?"
—Oh, Renee, intenté hacer ese pastel del que te hablé, pero lo eché a
perder. Sin embargo, la estamos pasando bien. Es muy silencioso aquí sin
todos ustedes.
—Es jodidamente celestial sin todos ustedes aquí—dijo Wymack lo
suficientemente alto como para que el celular lo captara.
— Que bien, porque voy a asesinar a tu equipo —respondió Andrew.
—Por favor, no lo hagas, Andrew —se rió Abby.
—Déjame un par, Minyard. No firmé suficientes estudiantes de primer
año.
—Ambos son horribles. No sé cómo es que los aguanto.
—No tires de ese hilo, Abby —bromeó Neil.
—¿Tienes algo que decir, Josten? —Wymack espetó.
—Nada, entrenador.
—Es lo que pensaba.
—Nos lo estamos pasando muy bien —dijo Renee—. El lugar está
muy bonito y hay nieve por todas partes.
—No hay accidentes de esquí misteriosos —murmuró Andrew.
—Vi las fotos que me enviaste, Renee. Se ve hermoso ahí fuera —dijo
Abby.
—Les llevaremos algunos recuerdos —prometió Renee.
—Mejor traigan mejores temperamentos —dijo Wymack —.
Especialmente tú, Josten.
—Sí, entrenador —sonrió Neil.
—Bueno, los dejaremos ir —dijo Renee—. ¡Fue agradable conversar
con ustedes! ¡Nos vemos pronto!
—Hasta pronto —respondieron Abby y Wymack juntos. Renee sonrió
para sí misma y desconectó la llamada.
Mientras tanto, Nicky se había deslizado para colgarse boca abajo del
costado de la cama de Allison y estaba cantando "Hey, Mickey" con su
propio nombre insertado en la letra y aplaudiendo fuera de ritmo. Kevin y
Aaron estaban viendo quién podía beber más vodka y más rápido, una
carrera que terminó con un Kevin victorioso ya no pudiendo sentarse
erguido. Matt y Dan estaban acurrucados juntos contra la puerta con Dan
acurrucada entre las piernas de Matt y envuelta en sus fuertes brazos.
Allison estaba descansando en uno de los sillones tomándose selfies con su
teléfono.
Neil deslizó su mano en la de Andrew y Andrew lo dejó.
Capítulo 14
Cumpleaños y días malos
Unos días antes del cumpleaños de Nathaniel Wesninski, Neil se
despertó con un sudor frío y la voz de su padre taponando sus oídos.
Tropezó en el baño para vomitar en el inodoro, temblando y luchando por
recordar dónde estaba realmente. Después de haberse calmado lo suficiente
como para ponerse de pie, se duchó a pesar de que volvería a ducharse
después de la práctica. Se frotó todo el cuerpo con jabón y la fuerza
suficiente para poner su piel rosada, con la esperanza de eliminar la
sensación manchada que le quedaba de su pesadilla. Cuando salió del baño,
Andrew lo estaba esperando en la cocina con dos tazas de café en las manos
y sin preguntas en la lengua.
Se levantaron quince minutos antes de que suene la alarma de Kevin,
así que desayunaron en silencio. Neil sintió que se estaba deshilachando y
no quería acercarse a besar a Andrew cuando se sentía mal y tenso. Andrew
pareció comprender y mantuvo las distancias.
La práctica salió mal en casi todos los sentidos. La cabeza de Neil
estaba llena de estática y la paciencia de Kevin se agotó incluso más rápido
de lo habitual. El equipo jugó un juego horrible que hizo que todos se
sintieran extraños. La indiferencia de Andrew irritaba a todos menos a Neil,
a quien no podía molestarse en preocuparse cuando sentía que su cuerpo era
dos tamaños más grande. No podía poner sus pensamientos juntos y sus
palabras eran cosas torpes que se enganchaban en sus dientes y tropezaban
con su lengua. Renee estaba en el área del otro portero, distraída por un
mensaje de texto perturbador que había recibido de Jean la noche anterior.
Jack escupía palabras crueles cada vez que estaba al alcance de Neil "—
Oye, Nathaniel, apuesto a que tampoco puedes anotar fuera de la
cancha5’’. Neil no tuvo ni siquiera que intentar imaginar qué tipo de cosas
diría Jack si alguna vez notaba la relación de Neil con Andrew porque
Sheena había empezado a lanzar insultos intolerantes a Brook;
aparentemente, había encontrado a Brook besando a una animadora en su
dormitorio la tarde previa.
La práctica terminó temprano cuando Brian audazmente golpeó a
Aaron contra la pared en un intento de hacer un gol contra Renee y se
necesitaron cuatro estudiantes de último año para romper la pelea que
siguió.
Wymack llamó al equipo de regreso al vestíbulo y estaba furioso.
Todos entraron arrastrando los pies después de las duchas, hoscos y
silenciosos, y se sentaron para ser regañados como niños traviesos
sorprendidos tirando barro en el recreo. Neil estaba encajado entre el
reposabrazos del nuevo sofá y el cuerpo de Andrew. El calor del duro muslo
de Andrew se filtró a través de sus jeans y quemó la piel de Neil mientras
Wymack irrumpía arriba y abajo a lo largo de la habitación, destrozando la
actitud de mierda de su equipo y la exhibición descuidada que acababa de
presenciar.
—¡La mierda personal manténganla para su tiempo personal! —
Wymack gritó —. ¡Cuando estén aquí, espero que estén aquí! No abras esa
boca, Kevin. Me importaría un carajo lo que cualquiera de ustedes tuviera
que decir si contrajera amnesia y olvidara cada una de sus tontas caras.
Jugamos contra Blackwell en unos días. Los campeonatos están en marcha
y no permitiré que ustedes, imbéciles, me avergüencen a mí o a esta escuela
en la televisión, ¿entendido?
Los oídos de Neil zumbaban. Es sólo el entrenador, se recordó a sí
mismo, pero sus ojos vieron la forma imponente de su padre. El pánico
convirtió sus músculos en piedra y dejó en blanco su mente. Luchó por
convertir su rostro en una expresión neutral y se negó a mirar a ningún lado
cerca de sus compañeros de equipo. Escóndelo. Escóndelo. Escóndelo.
Cuando Wymack se volteó hacia él de nuevo, Neil supo que podía ver los
ojos muertos de horror en su rostro porque dejó de hablar por un segundo.
Los demás no lo entendieron, pero Neil pudo escuchar los bordes
apaciguados de la ira de Wymack cuando continuó.
—Esta noche espero que todos hagan lo que sea necesario para sacar
la cabeza de sus traseros y regresar mañana listos para jugar como se
supone que deben hacerlo.
Neil podía sentir los ojos de Andrew sobre él. En silencio oró para
que el suelo se abriera y se lo tragara entero.
—Josten —dijo Wymack, cruzando la habitación hacia él —, llévale
esto a Abby —arrancó una hoja de papel en blanco de su portapapeles, la
dobló una vez y se la arrojó a Neil.
Neil lo tomó con dedos entumecidos y salió disparado por la puerta.
Cuando la puerta se cerró tras él, Neil oyó a Wymack gruñir.
—¡Andrew, siéntate! Todavía no te he dejado ir.
La visión de Neil era blanca y acuosa en los bordes. Se apoyó contra
la fría pared mientras luchaba por respirar poco a poco. Su pecho colapsaba,
su corazón se apagaba. El pulso le latía con fuerza en las sienes. El mundo
se estaba inclinando peligrosamente, amenazando con volcarlo por el borde.
De alguna manera terminó encajado en un espacio vacío y sombrío
debajo de un conjunto de escaleras ubicadas cerca de las oficinas de
seguridad de la Foxhole Court, escondido fuera de la vista. No podía
recordar cómo encontró ese espacio o cuánto tiempo había estado allí. Sabía
que Andrew ya debía estar buscándolo —su teléfono había vibrado en su
bolsillo más de una vez— pero de todos modos se quedó allí con la frente
pegada a la rodilla. Todo era demasiado ruidoso, demasiado grande,
demasiado. Hundió los dedos en su cabello y tiró hasta que le dolió.
No se dio cuenta de los pasos que se acercaban hasta que el chirrido
de una zapatilla contra las baldosas atravesó la neblina de su mente. Neil se
echó hacia atrás y se golpeó la cabeza contra la escalera que tenía detrás.
—Ow —gimió lastimosamente, agarrándose la cabeza.
Andrew se arrastró hacia adelante y casualmente se insertó entre Neil
y el resto del mundo, arrodillándose entre las piernas de Neil y tirando de la
cabeza de Neil hacia su pecho. Sus brazos rodearon la espalda de Neil y sus
dedos se clavaron en los músculos con fiereza. Neil sabía que no era un
abrazo o una señal de cálido afecto, sino la forma en que Andrew protegía
su cuerpo, ya que no podía proteger su mente. La barbilla de Andrew
descansaba sobre el cuero cabelludo dolorido de Neil y esperó hasta que los
brazos rígidos de Neil se relajaron lo suficiente como para rodear su cintura.
—Los demás no harán preguntas —dijo Andrew en voz baja.
Neil podía sentir el bajo retumbar de la voz de Andrew con su rostro
presionado contra su pecho. Cerró los ojos y acarició con más fuerza la
sudadera de Andrew; olía a humo y al detergente para ropa que compartían.
Sus brazos se apretaron alrededor de la cintura de Andrew antes de
detenerse, inseguro de sí mismo.
—¿Esto está bien? —preguntó.
Andrew se movió para apoyar la mejilla en el cabello de Neil debido
al reducido espacio.
—Sí.
—Gracias.
Se abrió una puerta en algún lugar por encima de ellos y dos hombres
bajaron las escaleras. Andrew miró hacia arriba para mirar a través de los
espacios en las escaleras y curvó una mano protectoramente alrededor de la
parte posterior de la cabeza de Neil. Una vez que los guardias llegaron al
piso y sus voces desaparecieron por el pasillo, Neil pudo respirar
correctamente de nuevo. Andrew le pasó los dedos por el pelo y el hielo en
el pecho de Neil se rompió. Se quedaron envueltos uno alrededor del otro,
dos niños rotos anudados juntos, hasta que Neil sintió que sus piezas
irregulares volvían lentamente a su lugar.
—No sé qué me pasa —murmuró contra el hombro de Andrew.
—Estás teniendo un mal día —explicó Andrew simplemente —.
Vamos. Nicky se llevó a los demás en mi auto. Tendremos que caminar.
—Caminar me parece bien —murmuró Neil. Andrew se alejó de él,
pero Neil aún podía olerlo y sentir su calor. Sus articulaciones protestaron
después de haber estado bloqueadas en la misma posición durante tanto
tiempo. Se estiró hasta que su columna estalló y luego miró a Andrew en
busca de dirección.
Andrew pasó una mano por la muñeca de Neil y lo condujo por los
pasillos hasta la puerta principal. Neil se dejó llevar, concentrándose en la
sensación de los dedos de Andrew clavándose en donde pudiera encontrar
el pulso de Neil, mientras cruzaban el estacionamiento y se dirigían hacia la
Fox Tower. Neil recorrió con la mirada los rostros de los otros estudiantes
de la PSU que se arremolinaban por las aceras a lo largo del camino
perimetral. La mayoría estaban en parejas o en grupos, riendo, hablando y
agarrando libros de texto. Algunos estaban solos, con manchas de cansancio
debajo de los ojos y agarrando tazas de café de una de las cafeterías
cercanas. Neil se preguntó qué veían cuando miraban hacia él y Andrew.
Dos hombres con sudaderas con capucha a juego, uno en blanco y otro
afectado, uno como un punto fijo y el otro tratando de arrastrarse de nuevo
a su órbita.
Cuando llegaron a la Fox Tower, Matt salía del ascensor y una
expresión de sorpresa y preocupación apareció en su rostro cuando los vio a
los dos.
—Oye, Neil. ¿Estás bien?
Neil le dio un asentimiento brusco y una sonrisa nerviosa, pero Matt
no insistió en el tema. Apretó el hombro de Neil al pasar, ignorando la
advertencia en los ojos de Andrew.
Kevin estaba en la habitación principal del dormitorio viendo un
juego de Exy en su computadora portátil con audífonos gigantes con
cancelación de sonido sobre sus oídos. Les dio una mirada aburrida por
encima del hombro cuando entraron, pero se volteó hacia la pantalla sin
decir una palabra. Andrew encontró las llaves del auto en la encimera de la
cocina donde las dejó Nicky y le dio a Neil un minuto para que tomara una
botella de agua y una manzana del refrigerador antes de salir de allí
nuevamente.
Condujeron durante media hora en dirección este ‘‘—A la mierda.
Conduzcamos directamente hacia el océano’’, antes de que Andrew dijera.
—Puedes usar mi celular si quieres llamar a Bee.
—¿Tu celular?
—Supuse que no tendrías su número.
Neil frunció el ceño.
—La llamaste desde mi celular en Columbia para pedir ayuda —
explicó Andrew, deslizando los ojos de la carretera para mirar a Neil. Neil
tragó saliva, sin saber si debería haberse sentido avergonzado o no. Se
preguntó si esta era la forma indirecta de Andrew de reconocer que Neil
trató de cuidarlo. Andrew nunca le agradecería, en realidad nunca
necesitaría a nadie de la misma manera que otros lo necesitaban a él, y tal
vez se divirtió en su propia manera por el torpe intento de Neil de ayudarlo.
Pero tal vez en el fondo lo vio por lo que era y aceptó que Neil se
preocupaba por él, incluso si era solo un destello en el abismo de Andrew.
—No necesito llamarla —dijo finalmente Neil.
—¿Porque estás bien? —Andrew adivinó con un despectivo
arqueamiento de la ceja.
—No estoy bien —admitió Neil —, pero ya tengo lo que necesito.
Capítulo 15
Noches en Columbia
Cuando los Foxes finalmente tuvieron un viernes por la noche libre,
se separaron en todas direcciones, desesperados por encontrar formas de
aliviar el estrés de los campeonatos de primavera. Con más gente en el
equipo y mayor experiencia fue más fácil el mantenerse a flote este año,
pero el estrés estaba desgastando los nervios de todos. Matt y Dan echaron
a Nicky de la habitación por un tiempo a solas, Aaron desapareció con
Katelyn y Kevin insistió en un viaje a Columbia. Nicky rogó en voz alta y
repetidamente a Andrew que los llevara a todos a Eden's Twilight para una
noche de diversión. Neil se había agotado con rutinas privadas de
suicidios6, prácticas adicionales durante el día con los estudiantes de primer
año y prácticas nocturnas con todo el equipo además de las prácticas y
entrenamientos programados regularmente. No le importaba mucho el ir a
Columbia siempre y cuando no tuviera que permanecer de pie por mucho
tiempo.
Acordaron irse a las siete y a esa hora Neil todavía luchaba por
ponerse la ropa. Sospechaba que los jeans negros que había decidido usar
esa noche se habían encogido con el lavado, pero no tenía la energía mental
para encontrar algo más. Después de forzar el material rígido sobre su
trasero, jaló los lados lo suficientemente fuerte como para poder abrochar la
cremallera y abrocharla. Tenía los párpados caídos mientras se ponía una
camiseta negra de manga larga hecha de un material ligero que se le pegaba
como una segunda piel. Todavía hacía frío afuera por la noche, pero sabía
que el interior del club estaría hirviendo. La sola idea del ruidoso club fue
suficiente para provocar un dolor de cabeza en las sienes de Neil.
—¡Neil, mueve tu trasero! —Kevin llamó desde la sala principal.
Neil puso los ojos en blanco y murmuró en voz baja.
—¡Neeeil! —cantó Nicky—. ¡Deja de arreglarte! ¡Trae ese culo
caliente aquí!, ¡ay! Andrew, maldita sea.
Neil hizo una mueca de dolor y se arriesgó a mirar en el espejo,
comprobando rápidamente lo suficiente de su apariencia para tener una idea
general de cómo se veía. Su ropa era ajustada, Allison le había cortado el
pelo pero lo había dejado un poco más largo y rebelde en la parte superior,
las sombras se curvaban bajo sus ojos y colgaban en los huecos de sus
mejillas. No es tan malo, pensó. Es solo otra noche en Columbia.
Salió del baño y se dirigió a la habitación principal donde los demás
esperaban. Nicky había marcado un poco de delineador oscuro en las
esquinas exteriores de sus ojos y Neil pensó que vio un poco de brillo
rozando sus pómulos. Nicky vestía su ropa oscura como un pecado mientras
que Kevin la usaba como una cadena perpetua. Se veía tenso y nervioso;
tenía la mandíbula apretada y las manos metidas profundamente en los
bolsillos de su abrigo. Andrew estaba vestido con ropas más caras de las
que solía elegir para él y, como siempre, parecía que la oscuridad se había
filtrado de su alma y se había adentrado en la tela.
Neil negó con la cabeza y apartó sus pensamientos.
—Ya era hora —se quejó Kevin—. Estaba empezando a pensar que te
quedaste dormido ahí dentro.
—Pobre Neil. Quizás deberíamos dejarlo dormir en su lugar — Nicky
hizo un puchero.
Neil metió los pies en las pesadas botas que solía llevar a Columbia y
miró a Andrew a través de sus pestañas a tiempo para ver al otro hombre
bajando la mirada por su cuerpo. El incómodo ajuste de sus jeans de repente
importaba menos. Los ojos de Andrew se clavaron en los suyos y Neil tragó
saliva.
—Toma —dijo Andrew, arrojando a Neil su abrigo. Neil lo cogió y se
lo puso.
—Mierda, por fin —gruñó Kevin. Nicky abrió la puerta y alzó las
cejas hacia Neil antes de que Kevin lo empujara al pasillo. Andrew siguió a
Neil y cerró la puerta detrás de ellos.
—¿Te preocupa que se les acabe el vodka o algo así, Kevin? —Neil
preguntó bruscamente.
—Acordamos siete. Ahora son como las siete y diez —Kevin le envió
un ceño fruncido por encima del hombro.
—Ahí va lo que será toda la noche —dijo Neil inexpresivo. Kevin se
alejó de él mientras Andrew se acercaba.
—¿Si o no? —murmuró, mirando a su primo y al otro delantero.
—Sí —respondió Neil y luego una mano se metió en el bolsillo
trasero de sus jeans. Neil se sacudió y miró a Andrew, quien miraba
casualmente hacia adelante como si no estuviera tanteando el trasero de
Neil. La presión solo estuvo allí por un momento antes de que Andrew
sacara su mano y caminara hacia adelante para reunirse con los demás. Neil
tardó un momento en recordar cómo caminar.
Nicky apretó el botón del ascensor y suspiró teatralmente.
—Kevin, ¿vas a estar así toda la noche?
—Solo hasta que esté lo suficientemente borracho como para manejar
la actitud de Neil".
—No hay suficiente vodka en el mundo —Andrew comentó
sombríamente.
—No sé de qué están hablando todos ustedes. Soy un encanto de
persona —dijo Neil. Una puerta se abrió al final del pasillo y Neil miró
hacia atrás para ver la cabeza de Matt asomando por la puerta.
—Pensé que los había escuchado —dijo Matt—. ¿Ustedes se dirigen
a Columbia?
—Sí —respondió Neil—. ¿Necesitas algo?
—¿Aaron va contigo?
Nicky bufó.
—No, ese imbécil se queda con su amante. No te preocupes, Matt,
dudo que muestre su cara por aquí hasta el lunes. ¡Tú y Dan son libres de
pecar todo lo que quieran! Sin embargo, use protección. ¡No voy a criar
bebés!
Matt puso los ojos en blanco.
Otra puerta se abrió de golpe y Allison salió con el teléfono pegado a
la oreja y el ceño fruncido, obviamente irritada por todo el ruido.
—¿Les importa, bastardos?
—¡No realmente! —Nicky respondió, sonriendo.
Allison lo apuñaló con una mirada fría antes de desaparecer dentro de
su habitación. La puerta de Matt se cerró tan deprisa como la voz de Dan
llegó hasta ellos.
—¡Diviértanse, muchachos!
El ascensor sonó y las puertas se abrieron. Lizzy y Brook salieron y
miraron a los cuatro hombres vestidos de negro que estaban allí.
—¿Quién murió? —Brook se rió.
—Mi vida sexual —respondió Nicky.
Lizzy resopló.
—No corrompas a los niños, Nicky —dijo Kevin en el mismo
momento en que Lizzy dijo—. ¿La princesa Kevin aún no ha oído sobre el
sexo aún?
Lizzy igualó el ceño fruncido de Kevin con el suyo. Andrew puso una
mano en la espalda de Neil y lo empujó hacia el ascensor. Nicky trató de
contener la risa con una mano.
—Cállate la boca, estudiante de primer año —espetó Kevin.
—Cálleme usted mismo, Su Alteza.
La risa aguda de Brook rebotó en las paredes. Lizzy caminó hacia
atrás con los brazos abiertos en una invitación a pelear y una burla en sus
ojos.
—Te estamos esperando, Kevin —dijo Neil. Por un momento pareció
que Kevin dejaría pasar la oportunidad de emborracharse sólo para iniciar
una pelea con Lizzy, quien se había vuelto más audaz dentro y fuera de la
cancha a medida que mejoraba sus habilidades como defensora. Kevin entró
en el ascensor y Andrew metió la mano dentro para que las puertas pudieran
cerrarse. Esperaron en silencio. Nicky se esforzaba demasiado por no reírse
de Kevin como para hablar hasta que todos estuvieron amontonados en el
Maserati. Neil sintió que había empujado el temperamento de Kevin lo
suficiente como para deslizarse en la parte de atrás antes de que Kevin
pudiera pedir el asiento del pasajero. Nicky despeinó el cabello de Neil
antes de que Andrew estuviera a la vista.
—Tu cabello se ve bien, Neil —dijo.
Neil asintió y cubrió un bostezo con la mano.
—Allison lo cortó.
—Debería conseguir que ella corte el mío.
—¿Cortar qué? —preguntó Kevin.
—Mi cabello —respondió Nicky.
Andrew prendió el motor y salió marcha atrás. Neil apoyó la cabeza
contra la ventana mientras Nicky parloteaba sobre peinados y lo que le
quedaría bien y lo que no a Neil. Kevin aconsejó algo simple y breve, pero
Neil ya no estaba prestando atención.
Neil durmió un poco y, antes de darse cuenta, el auto se detuvo y el
motor se apagó. Abrió los ojos y vio que estaban estacionados fuera de
Sweetie's. La mano de Nicky en su brazo lo hizo estremecerse.
—Lo siento —dijo Nicky en voz baja.
Andrew miró hacia atrás y pasó una mirada entre los dos.
Neil negó con la cabeza.
—Está bien. Estoy un poco fuera de sí —se desabrochó el cinturón de
seguridad y salió al frío estacionamiento.
—No tienes ninguna razón para estar tan cansado —dijo Kevin
mientras caminaban hacia la puerta principal.
—He estado revisando estrategias con Brian y practicando con Brook
además de sesiones de tutoría adicionales y práctica nocturna —la irritación
crujió por la espalda de Neil.
—¿Brook? ¿Por qué no viene a las prácticas por la noche?
Kevin rara vez reconocía a Brian, el otro delantero novato, porque no
creía que mereciera la atención todavía. Cualquier potencial que hubieran
visto en el archivo de Brian el año anterior parecía haber desaparecido y
Kevin estaba enojado con él o fingía que no existía.
—Porque ella piensa que eres un imbécil —respondió Neil con
sinceridad.
La risa de Nicky se derramó antes de que pudiera detenerla.
—Eso no importa. Necesita practicar con el resto de nosotros —
Kevin pareció ligeramente molesto.
Neil asintió.
—Le dije que el resto de nosotros también pensamos que eres un
imbécil, pero aún así nos las arreglamos. Aparentemente le recuerdas a
alguien o algo ... No sé, fue una conversación extraña. Realmente no puedo
recordar.
Andrew intercambió algunas palabras con la recepcionista y pronto
los llevaron a un lugar reservado. Había menos gente y era un poco más
agradable sin Aaron allí, pero era obvio que Nicky estaba sintiendo su
ausencia intensamente. Neil se sentó en un extremo con Kevin a su derecha
mientras Nicky se sentó en el otro extremo con Andrew a su lado. Neil
apenas resistió las ganas de quedarse dormido en la mesa y trató de
mantener a raya su fatiga masticando cubitos de hielo que pescó de su vaso
de agua.
—Se siente mal estar sólo nosotros cuatro —Nicky cruzó los brazos
sobre el pecho y logró parecer un niño a pesar de su tamaño y edad—. No
puedo creer que esté eligiendo una animadora sobre nosotros.
Andrew no dijo nada, pero Neil sabía que no estaba sorprendido en lo
más mínimo de que Aaron pasara la mayor parte de su tiempo libre con
Katelyn.
—Tienes suerte de que no esté aquí —dijo Kevin—. Toda esa mierda
brillante en tu cara simplemente lo enojaría y nunca escucharíamos el final
de ello.
—Matt y yo apenas lo vemos en nuestra habitación. Me sorprende
que aún no consigan un apartamento juntos.
—Estar juntos todo el tiempo puede ser un poco sofocante —Kevin
respondió.
—No lo sabría —refunfuñó Nicky antes de animarse—, Andrew,
¿podemos pedir polvo esta noche? Por favor. Realmente me vendría bien un
estímulo.
Andrew no dio ninguna señal de que estuviera escuchando.
—Te estarías drogando solo —dijo Kevin—. Eso es simplemente
triste.
Nicky puso los ojos muy abiertos, implorando a Neil.
—¿Neil? ¿Quieres unirte a mí? Vamos, será divertido. No será como
la última vez, lo juro. Mantendré mis manos y todo para mí.
Neil no se dio cuenta del error de Nicky hasta que la voz aguda de
Andrew cortó el aire.
—¿Qué se supone que significa eso, Nicky?
Los ojos de Neil volaron hacia arriba para ver a Nicky alejándose de
su primo. La tensión aumentó en el aire sobre la mesa. Kevin miró entre
Nicky y Neil, su pregunta claramente escrita en su rostro. Andrew parecía
dispuesto a herir a alguien.
—Nicky —dijo Andrew. Su voz era peligrosamente baja.
—¿Neil? ¿Ayuda? —la voz de Nicky estaba llena de pánico.
Incluso si ya hubieron dejado atrás esa noche, el recuerdo dejó un
regusto amargo en la boca de Neil que lo hizo menos comprensivo. Había
olvidado hasta ese momento que Andrew no había estado allí cuando Nicky
le obligó a besar a Neil en medio de una pista de baile llena de gente. Era
un viejo recuerdo para Neil, pero nuevas noticias para Andrew.
Sin embargo, Andrew mantuvo los ojos clavados en su inquieto
primo.
—Te lo estoy preguntando a ti, Nicky.
—¿Qué pasó? —Kevin le susurró a Neil en francés, pero Neil lo
apartó.
Llegó la camarera con sus tazones de helado y todos esperaron en
doloroso silencio hasta que ella los volvió a dejar solos.
—En el primer viaje de Neil a Columbia —comenzó Nicky
lentamente—, me dijiste que lo llevara a la multitud y lo mantuviera allí
hasta que regresaras.
—Sí, dije que lo mantuvieras allí —confirmó Andrew—. Parece que
hiciste otra cosa.
Nicky se negó a mirar a los ojos a nadie. Miró su regazo y Neil
supuso que estaba mirando el cuchillo con el que Andrew, sin duda, lo
estaba amenazando debajo del mantel.
—Él estaba luchando, como, realmente luchando, y yo estaba
drogado, así que... —tragó saliva con dificultad—. Tenía algo de polvo en
la boca y lo besé para que lo tomara.
—¿Cuántas veces? —Andrew siseó.
—Unas cuantas veces —confesó Nicky en voz baja.
Andrew se volvió hacia Neil, los ojos ardiendo con una ira que no
había visto en algún tiempo.
—¿Algo más que deba saber?
No tenía sentido mentir y tampoco tenía sentido proteger a Nicky.
Ambos hombres habían tomado sus decisiones: Andrew había orquestado
esa noche horrible y Nicky se había aprovechado. Sin embargo, Neil lo
había dejado todo atrás, y estaba más molesto por el hecho de que todo
estaba siendo arrastrado de nuevo cuando solo quería una noche tranquila.
No quería abrir viejas heridas a menos que hubiera un punto para eso y no
podía verlo.
—No lo sé, Andrew —dijo con ligereza—. Las drogas que tú pusiste
en mi sistema hicieron que todo fuera un poco borroso. ¿Por qué importa de
todos modos? Fue hace casi dos años.
Andrew parecía furioso, pero a Neil realmente no le importaba. En su
mente, Andrew no tenía derecho a enfadarse tanto. Andrew sabía lo que
Nicky había estado diciendo sobre Neil cuando llegó por primera vez, sabía
cómo se sentía y aún así dejó a Neil en sus manos esa noche.
—No hice nada más —dijo Nicky, luchando por mantener la voz baja
—. Neil, lo juro, no pasó nada más. Te llevamos a la casa después de que el
camarero te dejara inconsciente y luego nos quedamos dormidos. Eso es
todo.
Neil mantuvo sus ojos en los de Andrew cuando respondió
sarcásticamente:
—La hospitalidad sureña en acción.
—Sabes por qué lo hice —espetó Andrew en ruso.
Nicky y Kevin parecieron desconcertados por aquello. Fue la primera
vez que salió algo ruso de una de sus bocas. Ninguno de los dos hablaba
con la suficiente fluidez como para tener una conversación completa, pero
sabían lo suficiente para decir palabras.
—Sí —respondió Neil en ruso—. Lo sé.
En ese entonces, Andrew estaba empeñado en proteger a Kevin y Neil
había levantado banderas rojas sin querer. Riko luchó sucio, usó tácticas
clandestinas y cruzó las líneas de su propia familia solo para lastimar a
Kevin y a su nuevo equipo. Neil no había pensado que Riko fuera capaz de
infligir un daño real hasta que Seth fue asesinado. Neil entendió por qué
Andrew lo había hecho, pero eso no lo justificaba. No tenía sentido decirle
a Andrew que lo que hizo estuvo mal. Andrew lo sabía y no le importaba.
Habría hecho lo que fuera necesario para proteger a su familia.
—Prometió que no lo haría —dijo Andrew.
—Supongo que se olvidó. Se acabó. Déjalo —Neil se encogió de
hombros, fingiendo indiferencia para ocultar su ira.
—¿Hablan ruso ahora? —Preguntó Kevin.
—No pediremos polvo hoy —dijo Andrew en inglés, lanzando otra
mirada oscura a Nicky.
Nicky asintió y ese fue el final de la conversación. Neil se comió una
cucharada de helado y se preguntó por qué Andrew reaccionó con tanta
crueldad. Neil no había estado bajo su protección entonces, así que supuso
que Andrew estaba más molesto por la promesa rota de Nicky que el hecho
de que todo eso ocurrió bajo la tutela de Andrew. Pensó que en realidad no
tenía mucho que ver con él personalmente, así que trató de sacárselo de la
cabeza.
Neil dejó la mayor parte de su helado para que se derritiera en el
tazón mientras los demás terminaban el suyo. Después de que terminaron,
salieron y Andrew prácticamente tiró a Neil en el asiento del pasajero.
Nicky trató de trepar detrás de él, obviamente no quería sentarse
directamente detrás de Andrew, pero se movió cuando Andrew le lanzó otra
mirada de advertencia.
El auto permaneció en silencio mientras se dirigían a Eden's Twilight.
Neil miró a Andrew por el rabillo del ojo a pesar de que no necesitaba mirar
para notar las palpables oleadas de rabia rodando por su cuerpo. Agarró el
volante como si estuviera tratando de estrangularlo y su mandíbula estaba
tan apretada que era una maravilla que sus dientes no se rompieran bajo la
fuerza. Detrás de él, Nicky parecía pequeño y pensativo.
Roland estaba feliz de verlos, pero su sonrisa se apagó cuando se dio
cuenta de la hostilidad que irradiaba Andrew. Fue lo suficientemente
inteligente como para no hacer preguntas mientras preparaba una bandeja
para ellos. Cuando Neil gritó por encima del retumbante bajo de la canción
que estaba maltratando el aire que no bebería esa noche, Roland protestó.
—Oh, ¿estás seguro? Te mereces un ...—lo que sea que vio en los
ojos de Andrew lo detuvo en seco. Roland parecía visiblemente
conmocionado—. Bueno. Lo que quieras.
Se añadió una botella de agua a la bandeja mientras Neil miraba la
nuca de Andrew. Su ira podría haber tenido varias fuentes y Neil estaba
demasiado cansado para jugar a las adivinanzas. Cuando la bandeja estuvo
llena, Neil ayudó a despejar el camino mientras Andrew la llevaba de
regreso a la mesa que Nicky y Kevin habían encontrado para ellos. Un poco
de whisky se derramó sobre el borde de un vaso cuando Andrew dejó la
bandeja con demasiada fuerza. Nicky no miró a los demás antes de empezar
a beber. Su ritmo habría parecido un poco desesperado si no coincidiera con
el normal de Kevin. Los dos pasaron por sus porciones de tragos en muy
poco tiempo.
Cuando la bandeja estuvo vacía, Neil y Andrew regresaron con
Roland para reponerlos. Después de algunos shots más, Nicky de alguna
manera logró convencer a Kevin con súplicas a medio formar y halagos
incoherentes para bailar con él y los dos desaparecieron entre la multitud.
—No pensé que Kevin bailara —dijo Neil.
—No lo hace —respondió Andrew.
Neil se volteó y se inclinó hacia él, estudiando sus ojos.
—Oye, ¿puedo tomar un turno?
Su juego de verdad por verdad casi había quedado atrás por completo,
pero Neil quería ver si Andrew lo dejaba jugar.
Cuando Andrew asintió, Neil preguntó
—Todo eso con Nicky, ¿por qué estás tan enojado por eso?
“Estoy enojado porque estoy enojado —respondió Andrew
simplemente.
Era simple y evasivo y Neil de repente se sintió demasiado frustrado
por toda la noche como para intentar sacarle algo más, por lo que miró
fijamente la luz rota atrapada en la botella de agua medio vacía entre sus
manos. Se sentaron en silencio así durante horas. Nicky y Kevin volvían de
vez en cuando para beber antes de alejarse de nuevo. Nicky todavía era lo
suficientemente consciente de su primo como para tener miedo incluso en
su borrachera. Kevin estaba demasiado felizmente divorciado de la realidad
como para preocuparse por la incómoda energía de su equipo; celebró su
libertad en voz alta, gritando que nunca volvería. Neil no sabía si se refería
a volver a Palmetto o volver a la sobriedad, pero sabía que Kevin se
despertaría maldiciéndose a sí mismo.
La música espesa vibró en los huesos de Neil y volvió su corazón
confuso. Finalmente, los gritos, las risotadas y la música se desdibujaron en
una gruesa capa de sonido y Neil comenzó a quedarse dormido debajo de
ella con la cabeza apoyada en los brazos sobre la mesa pegajosa. Un susurro
de aire caliente le rozó la parte baja de la espalda, donde se le había subido
la camisa, antes de que Andrew se estirara y la bajara con firmeza.
Neil no sabía cuánto tiempo había pasado antes de que Andrew
deslizara su mano por su columna vertebral y se inclinara hacia su oído,
diciendo:
—Es hora de irse.
—¿Hm? —Neil gimió y dejó que Andrew lo pusiera de pie. Tropezó
detrás de Andrew mientras lo llevaba por la muñeca a través de la multitud
hasta donde Nicky y Kevin prácticamente bailaban pegados con extraños
alegres. Andrew llamó su atención y apartó a Neil antes de que pudieran
protestar o negarse. Cuando estuvieron afuera y los oídos de Neil dejaron de
sonar, pudo escuchar las quejas arrastradas de Kevin.
—Es apenas medianoche —se quejó Kevin—. Andrew, ¿por qué estás
tan enojado esta noche?
Nicky se balanceó peligrosamente sobre sus pies, pero de alguna
manera todos llegaron al auto sin que Kevin o Nicky se plantaran en la
acera. Neil se acurrucó en el asiento del pasajero y dejó de escuchar la voz
de Kevin mientras Andrew conducía.
Cuando finalmente llegaron a la casa a oscuras, Neil se sentó y se
frotó los ojos llorosos. Lentamente, salió del auto y se arrastró hacia la
puerta detrás de Nicky y Kevin, quienes se apoyaban el uno en el otro para
caminar. Andrew abrió la puerta y tiró a Kevin adentro, llevándolo hacia el
dormitorio de Aaron.
—¿Estás bien, Nicky? —Neil preguntó a través de otro bostezo.
Nicky asintió y lo miró con los ojos desenfocados por un momento
antes de acariciar su cabello y dirigirse al baño. Neil lo vio desaparecer
detrás de la puerta y luego se acercó al sofá para colapsar sobre los cojines.
Cerró los ojos y escuchó los sonidos del agua corriendo a través de las
tuberías y la risa borracha de Kevin seguida por el murmullo bajo de
Andrew. Su respiración se hizo más lenta y, finalmente, su mente se sumió
en un sueño ligero.
—Neil.
Sus ojos se abrieron de golpe para ver que Andrew estaba de pie junto
a él.
—¿Hm? —Neil murmuró—. Lo siento. ¿Necesitas algo?
—Vamos —Andrew tiró de un mechón puntiagudo del cabello de
Neil y luego lo agarró por los brazos para ayudarlo a ponerse de pie—. ¿Por
qué estás tan cansado?
Neil se encogió de hombros.
—Todo se me está acumulando a la vez, supongo —dijo mientras se
dirigían por el pasillo.
Andrew acompañó a Neil al baño y lo dejó solo para que se lavara
antes de ir a la cama. Cuando Neil terminó, cruzó la puerta abierta de
Andrew y lo encontró sentado y esperándolo.
—¿Dormir? —preguntó Neil.
Andrew asintió y se acostó, cubriéndose con las mantas. Neil cerró la
puerta y apagó las luces. Se acurrucó bajo las mantas y en la almohada, que
olía a Andrew. Sus sueños no eran más que destellos de luz y sonidos
apagados; era como ver un sueño bajo el agua.
El movimiento en el colchón lo despertó de nuevo un tiempo después.
Andrew gateaba ágilmente sobre él para levantarse de la cama. La ventana
estaba demasiado oscura para que fuera de mañana y el cuerpo de Neil se
sentía demasiado pesado por el sueño para moverse.
—¿Andrew?
Andrew se inclinó sobre él y lo besó profundamente en la boca.
—No pasa nada. Vuelve a dormir.
Neil asintió contra el segundo beso y se dejó caer contra su cálida
almohada. La puerta se abrió y se cerró y el sueño se apoderó de su mente
antes de que pudiera preguntarse qué estaba haciendo Andrew.
La próxima vez que se despertó estaba solo y el reloj de su teléfono le
dijo que eran las nueve y media. La casa se sentía extrañamente tranquila a
su alrededor, pero supuso que era porque Kevin y Nicky todavía estaban
durmiendo. Neil se sentó y estiró los brazos sobre su cabeza, suspirando
ante el satisfactorio pop de su columna. Le dolía la cabeza como siempre le
dolía después de una noche en el Eden’s Twilight y su garganta se sentía
como si se hubiera tragado un bocado de arena en la noche.
Fue entonces cuando notó la barra de granola, un vaso de agua, una
botella de aspirina y un termo de PSU en la mesita de noche. Neil parpadeó
un par de veces como si parpadear fuera a cambiar de alguna manera lo que
estaba allí antes de alcanzar el termo. El café en el interior todavía estaba
bastante caliente y ayudó a alejar el sueño que jugaba en los bordes de su
mente.
Neil terminó el café, se comió la barra de granola y se tomó dos
aspirinas con agua antes de levantarse de la cama y aventurarse en la casa
en busca de sus compañeros de equipo. La cafetera de la cocina estaba
vacía y limpia. Había indicios de que Nicky había hecho tostadas; siempre
dejaba migas en la encimera y un cuchillo cubierto de mantequilla y
mermelada en el fregadero. El lío siempre era significativamente peor
cuando Nicky tenía resaca.
—¿Chicos? —Neil llamó.
No hubo respuesta. Neil se acercó a la ventana del frente y miró por
las persianas. El Maserati se había ido. Todos se habían ido, pero ¿por qué?
Neil sabía que Andrew no lo habría dejado allí sin una razón. Neil dejó de
tratar de descubrir a sus infinitamente confusos amigos y fue a tomar una
ducha. Por lo que él sabía, todavía no había motivos para preocuparse.
Se quitó la ropa y abrió el agua lo más caliente que pudo antes de
entrar y poner la cabeza bajo el chorro de agua. Por un momento se quedó
quieto, temblando levemente mientras su cuerpo se ajustaba a la
temperatura. Los nudos en sus hombros se derritieron lentamente mientras
masajeaba el champú de Andrew en su cuero cabelludo. Mientras se
enjuagaba el cabello, alguien llamó a la puerta del baño.
Neil asomó la cabeza por la cortina para escuchar mejor.
—¿Si? —llamó, confundido.
—Soy yo —respondió Andrew—. ¿Puedo entrar?
—Adelante. El agua es genial —bromeó Neil, tirando de la cortina
contra la pared. Terminó de enjuagar la espuma de su cabello y sintió una
corriente fría cuando Andrew entró en la pequeña habitación. Unos
momentos después, Andrew entró en la ducha detrás de él y Neil casi se
atragantó con su lengua cuando se volvió y vio que Andrew estaba
completamente desnudo. Neil estaba tan acostumbrado a verlo cubierto con
ropa oscura que la interminable cantidad de piel pálida conmocionó su
mente en un estúpido silencio. Su mirada se deslizó sobre el fuerte cuerpo
de Andrew durante unos segundos antes de recuperar algunos de sus
sentidos.
Neil apartó los ojos de la ingle de Andrew y fijó la mirada en su
rostro. Andrew lo miró con calma, los brazos flácidos a los costados. La ira
de la noche anterior se había ido. Neil mantuvo sus ojos en el rostro de
Andrew mientras el agua caliente golpeaba su espalda y por un rato los dos
solo se miraron el uno al otro. Este momento fue demasiado pesado,
demasiado grande, para manejarlo descuidadamente. Neil quería mirar,
tocar y besar, pero lo que quería aún más era que Andrew supiera que Neil
no veía un medio para un fin egoísta cuando lo miraba, no veía algo para
tomar y usar y descartar, no veía una presa para ser devorada. Sin embargo,
no sabía cómo expresarlo con palabras, así que Neil se dio la vuelta y
recogió la botella de gel de baño. Se mordió el labio inferior, tratando de
convencer a su corazón de que se desacelerara, mientras procedía a lavarse
el pecho y los brazos antes de frotar la espuma sobre sus caderas y muslos.
—¿Sí o no, Neil?
Neil tragó saliva.
—Sí.
Andrew se acercó a él para tomar la botella del estante y Neil dio un
paso más en el rociador para darle espacio a Andrew. Andrew frotó el gel
frío en los omóplatos de Neil con dedos duros y fuertes. Neil se congeló
cuando las manos de Andrew bajaron, masajeando círculos ásperos en los
músculos tensos de su espalda antes de deslizarse sobre su trasero. Neil se
inclinó hacia el agua para dejar que se lavara el jabón y Andrew lentamente
hundió los pulgares en los hoyuelos en la base de la columna vertebral de
Neil.
—Um —chilló Neil—. ¿Dónde están los otros?
Andrew apoyó la boca en la parte posterior del hombro de Neil y
raspó con los dientes la piel húmeda antes de responder:
—Están de vuelta en los dormitorios.
Neil entrecerró los ojos en la pared de azulejos frente a él, calculando
mentalmente a qué hora les quedaban.
—¿Cómo los sacaste de la cama? Debes haberte ido como a las cuatro
o cinco.
—Ya no los quería aquí —dijo Andrew simplemente antes de morder
otro punto en la espalda de Neil—. Nicky me estaba haciendo enojar.
Neil pensó en lo que había dicho: "—Estoy enojado porque estoy
enojado", y las palabras hicieron clic de una manera diferente a como lo
habían hecho antes. Supuso que Andrew estaba evitando la pregunta, pero
ahora sentía que Andrew podría haber estado diciendo la verdad honesta en
su manera inusualmente simple. Andrew, que ya rara vez sentía nada, se
había enojado cuando se enteró de lo que Nicky había hecho y el hecho de
que se sintiera afectado en absoluto solo lo enfureció más. Estaba enojado
por su propia reacción. Neil no sabía qué hacer con eso.
—Te traje un poco más de ropa —Andrew tiró de Neil contra él y la
mente de Neil se acortó por la sensación de piel desnuda presionada contra
la suya. Podía sentir la erección de Andrew endureciéndose contra su
trasero.
Neil soltó una risa débil.
—¿Cuánto tiempo vamos a estar aquí? Ambos tenemos clase el lunes.
—Ya veremos —dijo Andrew vagamente. Sus manos se deslizaron
por el estómago de Neil y tocó los músculos definidos de su pecho.
—Uh, oye, puedo ... puedo salir si quieres la ducha para ti solo —Neil
luchó por respirar.
Andrew lo agarró por los brazos y lo giró para que Neil pudiera ver la
expresión de enojo en su rostro.
—Estoy desnudo.
—Si. Me di cuenta.
—Y estoy duro.
Los ojos de Neil se deslizaron hacia abajo para mirar de Andrew por
un segundo.
—Bueno.
—Quiero que me toques.
Neil tragó saliva con nerviosismo.
—Necesito las cosas detalladas, ¿recuerdas?
Andrew agarró la parte de atrás de su cuello y aplastó sus bocas en un
beso duro y enojado. Chupó el labio de Neil con su boca y lo mordió hasta
que Neil gimió en voz alta.
—Quiero que me masturbes, idiota.
Neil sonrió contra sus labios y enterró sus manos en el cabello
húmedo de Andrew. Andrew extendió la mano para agarrar el trasero de
Neil y acercarlo más. Neil gruñó y golpeó una mano para apoyarse contra la
pared y evitar caer. Andrew bajó la otra mano de Neil hasta la mitad de su
pecho.
Neil suspiró su pregunta en la boca de Andrew.
—¿Si o no?
Andrew mordió la mandíbula de Neil y gruñó:
—Sí.
—Bueno —Neil puso sus manos sobre los hombros de Andrew y
apretó suavemente—. Dime que pare y voy a parar.
—Mhm —Andrew tarareó mientras chupaba y mordía un doloroso
moretón en la piel debajo de la oreja de Neil. El latido del dolor resonó con
vehemencia en la erección de Neil. No le importaba que todos pudieran
verlo cuando regresaran al campus. Éstos eran el tipo de moretones que no
le importaba lucir.
Andrew retrocedió y mantuvo los brazos a los lados mientras le daba
tiempo a Neil para deslizar sus manos por sus brazos y por las duras líneas
de su pecho y abdomen. Andrew se estremeció cuando Neil pellizcó
experimentalmente sus pezones y se mordió el labio cuando Neil arrastró
sus manos desde sus caderas hasta sus costillas. Entrecerró los ojos,
acalorados, cuando Neil se inclinó cautelosamente hacia atrás para trazar las
afiladas líneas de sus omóplatos. Inclinó la cabeza para darle a Neil espacio
para trazar líneas por el costado de su sensible cuello. Un rubor rosado se
extendió desde el cuello de Andrew hasta su pecho y su respiración se
entrecortó cuando Neil palpó la V esculpida de sus caderas y rozó el rastro
de pelo áspero que bajaba entre sus piernas.
Neil hizo una pausa para besar los labios de Andrew una vez y
preguntar: —¿Todavía sí?
—Aún así, sí.
Neil tragó saliva y miró la erección de Andrew rozando la suya. Su
inexperiencia le temblaba en la punta de los dedos y se le hacía un nudo en
el estómago.
—Muéstrame cómo hacerte sentir bien —dijo en voz baja contra el
oído de Andrew.
Andrew no se burló de él como esperaba Neil. Tomó la mano de Neil
en la suya y la guió hacia abajo para envolverla en él.
—Así —dijo mientras movía la mano de Neil hacia arriba y hacia
abajo unas cuantas veces. Neil comenzó a moverse por su cuenta y Andrew
lo soltó para agarrar los bíceps de Neil con un agarre de hierro. Se
estremeció cuando Neil lo agarró con más fuerza y luchó por ocultar lo
fuerte que estaba respirando.
Neil presionó besos en la mejilla de Andrew mientras comenzaba a
acariciarlo más rápido y con más fuerza, tratando de imitar lo que Andrew
le había hecho incontables veces. Andrew gruñó y mordió con fuerza la
clavícula de Neil y Neil lo tomó como un estímulo.
—Te ves increíble —murmuró Neil contra la mandíbula de Andrew
—. Déjame verte así, Andrew.
Andrew gruñó algo que podría haber sido una amenaza antes de
agarrarse a los bíceps de Neil y estremecerse fuertemente contra él cuando
se corrió. Neil lo acarició durante su orgasmo, tarareando apreciativamente
contra su garganta enrojecida mientras jadeaba por respirar. Andrew se
estremeció y miró hacia abajo. Neil siguió su mirada y vio las gruesas
franjas de semen deslizándose por su propia cadera hasta su muslo. La vista
envió un rayo de orgullo a través de su pecho. Hice esto.
Los labios de Andrew estaban mordidos y enrojecidos, separados
alrededor de jadeos superficiales en busca de aire, sus mejillas estaban
manchadas de rosa y sus ojos estaban distantes. Las manos de Andrew
estaban temblando con fuerza contra los brazos de Neil y antes de que Neil
pudiera decir algo, empujó su boca contra la de Neil en un beso duro y
frenético. Sus dedos se clavaron en los bíceps de Neil con tanta fuerza que
Neil sabía que quedarían moretones púrpuras, pero no le importó. Se quedó
quieto y le devolvió el beso hasta que el agua se enfrió contra su espalda.
Cuando Neil trató de alejarse sutilmente del rocío que se enfriaba
rápidamente, Andrew rompió el beso y rápidamente limpió el lío de la
cadera de Neil. Luego cerró la ducha y salió sin mirar atrás. Neil se quedó
detrás de la cortina, aturdido, mientras Andrew se vestía rápidamente y salía
del baño. Una sensación de malestar se acurrucó dentro del estómago de
Neil cuando la puerta se cerró de golpe.
Aturdido, Neil se secó y se vistió antes de arrastrarse lentamente al
pasillo y quedarse allí por lo que pareció una eternidad. No podía oír ni ver
a Andrew y trató de controlar el pánico que le subió a la garganta. Neil se
mordió el labio y entró en la cocina para prepararse otra taza de café. Su
teléfono vibró en el bolsillo de sus pantalones de chándal mientras llenaba
la máquina con agua.
—¿Si? —respondió, sujetándose el teléfono a la oreja con el hombro.
—¿Neil? —era Matt—. Acabo de ver a Nicky y Kevin. Dijeron que
Andrew los sacó de la cama en medio de la noche y los trajo aquí. ¿Sigues
en Columbia? ¿Volvió o necesitas que te traiga?
Neil puso un filtro en la canasta y le echó una generosa cantidad de
granos molidos. Andrew ha vuelto ahora. Puede que nos quedemos aquí
otra noche.
—¿Pasó algo? Nicky parecía bastante asustado cuando entró.
—Drama habitual. Todo está bien.
—No estarás mintiendo de nuevo, ¿verdad? Pensaba que habías
dejado el hábito —el tono de Matt era ligero y burlón, pero Neil podía
escuchar el trasfondo de preocupación.
—Todo está bien por mi parte. Sin embargo, Nicky podría sentirse
diferente, así que pregúntale a él.
—Entendido. Espera, creo que está ... oh, definitivamente está
llorando en la ducha ahora. Jesús. Tengo demasiada resaca para esto.
Llámame más tarde, ¿de acuerdo?
—Lo haré. Buena suerte con Nicky —Neil se rió entre dientes.
La risa de Matt sonó baja y áspera en su oído antes de que se
escuchara un clic seguido del tono de marcar. Neil cerró su celular y se lo
guardó en el bolsillo. Apoyó las manos en el mostrador y bajó la cabeza,
suspirando profundamente. La cafetera gorgoteó en respuesta.
Se quedó allí así, esperando a que se preparara el café, y trató de no
dejarse llevar por el pánico por el hecho de que no sabía dónde estaba
Andrew o si estaba bien. Se permitió un poco recordar el peso de Andrew
en su mano por unos momentos de culpa, pero dejó de pensar en eso una
vez que sus pantalones comenzaron a sentirse un poco apretados.
El miedo ahuecó su pecho, lo limpió de todo el calor y la adoración
que había sentido hacia Andrew cuando entró por primera vez en la ducha.
Su terror arañó líneas heladas por su espalda mientras trataba de recordar
cada momento previo al primer momento en que puso su mano alrededor de
Andrew. Dijo que sí, ¿no? Su corazón se detuvo y sus ojos se abrieron de
golpe. Oh, Dios, ¿y si había cambiado de opinión?
Necesitaba encontrar a Andrew. La cafetera siseó y chisporroteó hasta
detenerse cuando Neil se dio la vuelta y comenzó a cruzar la cocina. No
llegó muy lejos antes de que Andrew cruzara la puerta y todos los
pensamientos de Neil se detuvieran. Neil recorrió con la mirada a Andrew
como si cualquier daño mental que pudiera haberle infligido apareciera en
su cuerpo. Andrew le devolvió la mirada, tranquilo y en blanco como
siempre. En silencio, rodeó a Neil para sacar una taza de la alacena y
servirse una taza de café. Neil podía oler el humo del cigarrillo pegado a su
cabello y su camiseta.
—Andrew.
El otro hombre se volteó y apoyó la cadera contra el mostrador,
levantando una ceja en una pregunta sin palabras.
—¿Quieres que vaya? —preguntó Neil, tratando de tragar lo
suficientemente fuerte como para hacer que su corazón volviera a su lugar
—. Si no me quieres aquí, me iré.
Andrew bebió con cuidado antes de preguntar:
—¿Estás planeando volver a hacer autostop al campus?
—¿Quieres que lo haga?
—Eres incluso más tonto de lo que le dije a Bee.
Neil frunció el ceño y contó hasta diez en su cabeza antes de admitir
en voz baja:
—Estaba preocupado por ... por ...
—Dije que sí y lo dije en serio.
Y así, Neil pudo volver a respirar. Asintió una vez y sintió que toda la
tensión en su cuerpo se disolvía lentamente.
Andrew lo miró por encima del borde de su taza mientras tomaba otro
trago.
—Esto es demasiado fuerte. Tienes que aprender a medir la cantidad
como un jodido adulto.
—Estaba un poco distraído —murmuró Neil mientras iba a servirse
una taza de café.
—¿Te distrajo eso en tus pantalones?
Neil apartó su cuerpo de la mirada aguda de Andrew.
—No puedo evitarlo.
—Mantén tu mente clara la próxima vez que hagas café o nos matarás
a todos.
—No puedo evitarlo —repitió a la defensiva.
Antes de que Neil pudiera retirarse a la sala de estar, Andrew
enganchó dos dedos en la pretina de los pantalones deportivos de Neil y tiró
de él hacia el mostrador.
—Vuelve aquí, imbécil ¿Sí o no?
Neil cedió y se dejó caer contra el mostrador con una mirada
petulante en su rostro.
—Sí.
Andrew dejó a un lado las tazas de ambos y se hundió de rodillas,
arrastrando la sudadera y la ropa interior de Neil alrededor de sus muslos.
Andrew lo acarició hasta que estuvo completamente duro de nuevo y se lo
llevó a la boca. Los dedos de Neil estaban apretados, con los nudillos
blancos, en el borde del mostrador mientras gemía y temblaba. La boca y
las manos de Andrew trabajaron rápidamente para avivar el placer de Neil
hasta que se estremeció y se corrió en la lengua Andrew.
Andrew lo soltó cuando estuvo agotado y débil de rodillas. Se puso de
pie y tiró de los pantalones y calzoncillos de Neil alrededor de sus caderas
antes de besarlo perezosamente. Neil suspiró y deslizó sus manos alrededor
del cuello de Andrew, presionando sus pulgares contra la suave piel justo
debajo de las orejas de Andrew. Después de unos momentos, se separaron y
llevaron su café al sofá para ver las noticias, ambos demasiado
somnolientos para hacer mucho más.
Capítulo 16
Auxilio
Neil estaba sentado solo en la biblioteca con dos libros de texto y
varias hojas de papel extendidas ante él sobre la mesa. Mordió la punta de
su bolígrafo, mirando inexpresivamente las palabras en la página sin
absorber la información. Pasó el bolígrafo al otro lado de la boca y suspiró
alrededor. Una madrugada con Andrew en el techo y una práctica matutina
lo dejaron con sólo unas pocas horas de sueño y ya había sufrido dos
exámenes parciales. Concéntrate, se dijo a sí mismo. Mierda, concéntrate.
Los dos exámenes parciales que había tomado ese día habían dejado su
cerebro lleno de pensamientos estáticos y fragmentados, ninguno de los
cuales tenía que ver con Estadísticas.
Pasaron unos días antes de que comenzaran las vacaciones de
primavera de Palmetto y los Foxes habían hecho planes por separado. Matt
y Dan iban a pasar la semana con las hermanas de Dan del escenario. Jack,
Brian y Lizzy se estaban quedando en los dormitorios, Neil no preguntó por
qué, y Kevin se quedaría con ellos para realizar prácticas adicionales. Erik
se había ausentado del trabajo unos días y estaba volando desde Alemania
para pasar tiempo con Nicky en Columbia, así que Neil pensó que él y
Andrew irían a otro lugar durante la semana.
Una mano le quitó el bolígrafo de la boca y el aliento de Andrew
sopló contra su oído.
—La gente está mirando.
Se giró en su silla para mirar al otro hombre.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Buscándote —Andrew lo dijo como si fuera obvio. Tiró de la silla
junto a la de Neil y se dejó caer en ella. Sus ojos recorrieron el resto de la
habitación antes de volver al rostro de Neil.
—Dijimos que nos reuniríamos a las cinco. Ahora son sólo casi las
cuatro y media.
—Terminé mi examen temprano y Kevin no deja de molestarme para
que haga ejercicios con Johnny esta noche.
Neil resopló. Andrew había descubierto que llamar a Jack por el
nombre equivocado era una manera sorprendentemente efectiva de meterse
bajo su piel, así que naturalmente era lo único que hacía.
—Jack necesita toda la práctica extra que pueda conseguir. No creo
que los Trojans nos lo vayan a poner fácil de nuevo.
—Dices eso como si me importara.
—No, simplemente me gusta oírme hablar —dijo Neil con ironía.
—Típico deportista.
Neil asintió y se frotó el poco vello que crecía a lo largo de su
mandíbula.
—¿Qué haremos para las vacaciones de primavera? ¿Quieres ir a
algún lado o quieres quedarte aquí con Kevin?
—¿Quieres quedarte aquí con Kevin?
—Mierda, no.
Andrew se encogió de hombros.
—¿Qué estás pensando para las vacaciones?
—Bueno, si quieres ir a algún lado, iré contigo. Si te quieres quedar
aquí con nuestra prima-donna, veré si Nicky me deja ir a Columbia.
—Nicky no te aceptará.
—¿Y por qué no?
—Él sabe que si te mira demasiado, lo degollaré.
Neil puso los ojos en blanco.
—¿Sabes que? Tú y Kevin pueden permanecer juntos durante las
vacaciones de primavera y ver cuál de ustedes puede ser la reina del drama
más grande. Envíame un mensaje de texto con los resultados.
—No vas a ir a ningún lado sin mí —no fue una amenaza, solo una
simple declaración. Andrew y Neil sabían que dondequiera que fueran, irían
juntos.
Eso no impidió que Neil se burlara:
—Tal vez haga autostop hasta Evermore y pase el rato con los
Ravens. Sería menos estresante que pasar la semana con Kevin.
Andrew retorció la mano en la parte posterior del cuello de Neil y tiró
lo suficiente para estrangularlo ligeramente.
—Ni siquiera bromees sobre eso. Toma tus libros. Nos Vamos.
Neil recogió sus cosas y metió todo en su bolso. Andrew ya estaba a
medio camino de la puerta cuando lo alcanzó. Regresaron a la Fox Tower y
encontraron a Kevin medio enterrado en un sillón con su computadora
portátil abierta en su regazo.
Kevin se quitó un lado de los auriculares de la oreja y preguntó.
—Ustedes se quedarán aquí durante las vacaciones de primavera,
¿verdad? Andrew, necesito que practiques con Jack. Necesita mejorar antes
de nuestro partido contra Edgar Allan.
Andrew se metió las manos en los bolsillos y dijo:
—Haz que valga la pena mi tiempo.
Kevin ni siquiera se detuvo antes de mirar a Neil con las cejas
levantadas expectantes.
Neil puso los ojos en blanco y pasó sobre Kevin para dejar sus cosas
sobre el escritorio.
—¿Por qué la mirada, Kevin?
—Neil, te preocupas por los campeonatos tanto como yo. Haz algo
para convencer a Andrew de que nos ayude.
—Deja de intentar engañarme para que Andrew haga cosas.
Kevin frunció el ceño.
—Deja la actitud. Ambos se quedarán.
Andrew se sentó en el puf al lado del de Kevin y puso las manos
detrás de la cabeza. En ruso, preguntó:
—¿Estás dispuesto a darme algo?
Kevin miró entre ellos, obviamente curioso.
—Lo que sea —respondió fácilmente Neil—. ¿Qué quieres?
Andrew entrecerró los ojos y tarareó un poco, pensándolo bien.
Luego, le dijo a Kevin:
—Nos quedaremos en dos condiciones.
—¿Condiciones? —Kevin repitió.
—Llevarás a los niños hacia y fuera de la cancha y dormirás en la
habitación de Nicky.
No puedes estar hablando en serio —Kevin se quitó los auriculares de
la cabeza y los tiró a un lado.
—Lo digo en serio.
—¿Por qué no toman prestado el dormitorio de Nicky? Ustedes son
los que quieren privacidad para hacer estupideces.
—Tienes razón —entonó Andrew sombríamente—. Supongo que
encontraremos un hotel en algún lugar. Quizás Florida.
—¡Está bien! Está bien. Me quedaré en el dormitorio de Nicky, pero
no tengan sexo en mi cama —señaló con un dedo de advertencia a Neil,
quien se burló y volteó a su tarea.
—No te preocupes, Kevin —dijo Neil —. Nadie tendrá sexo en esa
cama hasta que te gradúes y quizá alguien con mejor suerte se mude.
—Vete a la mierda.
—No en tu cama, ¿verdad? —Neil replicó. Podía sentir la mirada de
Kevin ardiendo en la parte posterior de su cabeza.
—Voy a estrangularte uno de estos días —gruñó Kevin.
—Ponte en la fila—dijo Andrew.
El viernes le ganaron a Belmonte. El sábado celebraron con juegos de
cartas, bebida y comida china para llevar. El domingo, los Foxes se
separaron. Matt, Dan y Renee tenían vuelos temprano, por lo que Nicky los
acompañó al aeropuerto pidiendo prestada la camioneta de Matt. Wymack
transportó a Sheena y Brook al aeropuerto más cerca de las once, mientras
que Allison condujo sola y dejó su coche en un estacionamiento de largo
plazo. Justo antes de la una, Nicky y Erik pasaron por los dormitorios para
saludar a los miembros restantes del equipo, pero Nicky se aseguró de
apartar a su novio del camino de Andrew. Neil todavía estaba un poco
sorprendido por lo calmado y genuinamente feliz que estaba Nicky cuando
estaba con Erik; era como si todas sus preocupaciones se le escapara de los
hombros cuando Erik estaba cerca. Se preguntó cuánto tendría que
esforzarse Nicky para estar de buen humor el resto del tiempo. Después de
que se fueron, Aaron asomó la cabeza al dormitorio de Neil para despedirse
rápidamente de los tres hombres que descansaban en la sala principal.
Aaron y Katelyn estaban pasando sus vacaciones en una casa de campo que
los padres de Katelyn les alquilaron en Tybee Island.
—Diviértete —le dijo Neil.
—No olvides hacer ejercicio. ¡No vuelvas aquí fuera de forma! —
Kevin llamó.
—Sí, creo que lo tienen cubierto —dijo Neil después de que se cerró
la puerta.
Se quedaron en su dormitorio viendo imágenes de los campeonatos
del año pasado mientras afuera la mayoría del cuerpo estudiantil abandonó
el campus. Andrew se abrió camino lentamente a través de una bolsa de
pretzels cubiertos de chocolate y miró al techo. Neil se sentó en la alfombra
junto al sillón puf de Andrew y comió arándanos con los ojos pegados a la
pantalla del portátil de Kevin. El partido de semifinales del año pasado
entre los Ravens y los Trojans estaba en marcha y Neil quería precisar
exactamente qué salió mal y le costó el partido a los Trojans.
Un mensaje de texto de Wymack llegó una hora después: No manches
con sangre mi cancha esta semana.
Neil tecleó, sí, entrenador.
Después de que los Trojans en la pantalla perdieran, Kevin hizo una
pausa antes de reproducir el siguiente archivo de video. Fue un constante
cambio entre ver a su equipo derrotar a los Ravens o ver el partido más
reciente entre los Ravens y los Jackrabbits. Neil pensó que fue interesante
cuando Kevin eligió este último. Le hizo preguntarse si Kevin había visto
alguna vez las imágenes de la victoria de los Foxes la primavera pasada, si
revivió el último partido que jugó Riko, si Kevin realmente lo estaba
haciendo tan bien como les había hecho creer al resto de ellos.
El grado de aburrimiento de Andrew se hizo evidente cuando
comenzó a hacer rebotar pretzels en la parte posterior de la cabeza de Neil.
Neil tardó unos momentos en darse cuenta de que Andrew estaba tratando
de colocar los pretzels en la capucha de su sudadera.
Su teléfono volvió a sonar después de que los Ravens hicieran su
tercer gol contra los Jackrabbits. Neil se metió los últimos arándanos en la
boca y abrió el teléfono. Era una palabra de Lizzy.
Aburrida.
Otro pretzel golpeó su cabeza mientras tecleaba, Si dices eso
demasiado fuerte K te dará ejercicios adicionales para hacer.
J y B están intentando hacer explotar cosas en el microondas.
Neil hizo una mueca. La herida no los salvará de K. confía en mí.
¿Y qué sobre la muerte?
No cuentes con eso tampoco.
Neil todavía no veía el sentido de intentar acercarse a los nuevos
Foxes cuando ya tenía a toda la familia que necesitaba, pero algunos de
ellos no le importaban. Con Lizzy y Brook era bastante fácil llevarse bien la
mayor parte del tiempo. Brook estaba contenta de hablar todo el tiempo
cuando ella y Neil practicaban juntos solos. A veces, cuando hablaba de su
novia Riley, parecía que estaba tratando de que Neil se abriera sobre su
relación con Andrew, pero él nunca le dio mucho a cambio. Lizzy no
hablaba con Neil a menudo, por lo general, sólo intercambiaban
comentarios inteligentes sobre Kevin o sus oponentes en los juegos, y a
veces salían a correr juntos si estaban fuera al mismo tiempo. Neil no le
preguntó acerca de la gruesa cicatriz que se curvaba hasta la mitad de su
cuello o las líneas en su antebrazo izquierdo o las tres marcas circulares de
quemaduras en su mejilla derecha. Lizzy tampoco preguntó por las
cicatrices de Neil.
Un pretzel aterrizó en su capucha y lo sacó de sus pensamientos. Neil
se volvió y otro rebotó en su mejilla. Andrew sostuvo un tercero en un
lanzamiento abortado y desafió a Neil a que dijera algo con una mueca de
ceja.
—Un malgasto—dijo Neil.
—Malgastas el tiempo. Yo malgasto pretzels.
Neil se dio la vuelta para mirarlo completamente y lo desafió:
—Trata de tirarme uno en la boca.
Andrew cerró un ojo y apuntó y Neil abrió la boca lo más que pudo.
Cuando el pretzel voló por el aire hacia él, se inclinó para atraparlo y sonrió
victorioso mientras masticaba.
Kevin los miró de mal humor.
—Si ustedes dos sólo se van a dedicar a molestar, se pueden ir.
—Gracias por el permiso —dijo Neil inexpresivo, poniéndose de pie
—. Voy a asegurarme de que los estudiantes de primer año no estén
provocando incendios.
Andrew se puso de pie con fluidez y lo siguió, dejando a Kevin solo
para ver los viejos juegos de Exy. Sin embargo, en lugar de ver cómo
estaban Jack y Brian, subieron al techo. Andrew sacó los pretzels de la
capucha de Neil y se los comió mientras fumaban.
Comieron una cena ligera una hora antes de recibir a los estudiantes
de primer año y dirigirse a la corte. El campus parecía inquietante y sin vida
ahora que estaba casi vacío. Estacionaron cerca de las puertas del tribunal y
Neil los dejó entrar al edificio con el código más nuevo y sus llaves.
Kevin parecía distraído mientras se preparaban y apenas dijo nada
mientras reunían el equipo para llevarlo a la cancha. Andrew no se cambió
de ropa. Sino que en vez de eso, subió a las gradas para mirar a pesar de su
acuerdo de ayudarlos a practicar.
—¡Oye, imbécil, se supone que debes practicar con nosotros! —Jack
gritó mientras Lizzy y Brian entraban a la cancha. Neil se detuvo en la
puerta y se volvió para mirar a Jack, que seguía mirando a Andrew.
—Oye, pon tu trasero en la cancha — dijo Neil.
—Pero necesitamos a alguien en la portería, idiota.
—Tu trabajo es apuntar a la portería, no al portero.
—En algún momento de hoy estaría bien, Jack —dijo Kevin mientras
cargaba una canasta de pelotas junto a Neil a través de las puertas. Jack
puso los ojos en blanco y lo siguió. Neil entró en la cancha de último y
cerró la puerta con cerrojo detrás de él. Kevin se quedó en silencio en la
línea central, mirando fijamente a la portería lateral. Lizzy miró a Neil a los
ojos y se encogió de hombros.
—Vamos a empezar con algunas vueltas de calentamiento —dijo
Neil, tomando la delantera.
Kevin se recuperó durante elentrenamiento. Neil y Lizzy jugaban
contra Jack y Brian después de haber corrido vueltas y estirarse. Permitió
que Neil los llevara a todos a través de los ejercicios estándar que Kevin le
había enseñado a Neil el año anterior, pero sus críticas se hicieron más
fuertes, lo que le dijo a Neil que había despertado de su estupor. Andrew
permaneció levantado en las gradas hasta que terminaron dos horas después
y solo bajó para seguirlos al vestuario.
Neil recogió su ropa y se dirigió a una ducha para limpiarse, pero la
voz de Jack lo detuvo.
—El vicepresidente nunca cambia con nosotros, Brian, ¿te diste
cuenta? No puedo imaginar cómo se verá el resto de él si su cara está tan
hecha mierda.
—Jack, deja de ser un idiota. Estoy demasiado cansado para esto —se
quejó Brian.
—No, pero, si tú puedes cambiarte con el resto de nosotros luciendo
tan desagradable como tú, entonces él debe estar realmente hecho mierda si
tiene que ocultarlo.
Neil nunca se había quedado tanto tiempo en el vestuario. Se volteó
cuando Brian se quitó la camiseta y vio lo que quería decir Jack: la mayor
parte del torso de Brian estaba arrugado y oscurecido con enormes
cicatrices de quemaduras.
Brian lo sorprendió mirando y explicó.
—Mi mamá pensó que el gobierno había puesto micrófonos en
nuestra casa, así que la quemó. Yo tenía seis. Ella y mi papá murieron. Yo
no.
Neil asintió en reconocimiento y se encontró con los ojos de Andrew
al otro lado de la habitación antes de tomar una decisión. Dejó su paquete
de ropa y trató de ocultar el temblor en sus manos mientras comenzaba a
cambiarse con los demás. Andrew negó con la cabeza lentamente y Neil
supo que estaba molesto porque Neil estaba haciendo esto por el bien de
otra persona. Kevin se estremeció al ver su carne destrozada, pero los dos
estudiantes de primer año miraron con diversos grados de interés.
—¿Qué mierda te pasó? —preguntó Jack con disgusto entrelazando
sus palabras.
—La vida.
—Eres un tipo jodido, ¿lo sabías?
—No me había dado cuenta —dijo Neil inexpresivo antes de dirigirse
a las duchas.
Se quedó bajo el chorro de agua un poco más de lo necesario para
refrescarse la cabeza y cuando salió de nuevo, Kevin y los estudiantes de
primer año se habían ido. Andrew lo estaba esperando contra el fregadero,
bañado por las sucias luces fluorescentes del techo. Se miraron el uno al
otro durante un minuto antes de que Neil cruzara los pocos pies entre ellos
para presionar un beso prolongado en los labios de Andrew. Las manos de
Andrew se retorcieron en la parte delantera de la camiseta húmeda de Neil y
su lengua se metió en la boca.
—Podríamos irnos de la ciudad si solo te vas a sentar sobre tu trasero
durante la práctica —Neil susurró.
—Kevin va a asaltar contenedor de alcohol de emergencia de Nicky y
tendrá un colapso —respondió Andrew y sonaba perfectamente aburrido
por el pensamiento. Raspó con los dientes el labio hinchado por el beso de
Neil y tiró de él hacia adelante hasta que las caderas de Neil se apoyaron
contra las suyas.
Sin embargo, Neil se distrajo un poco con sus palabras. Se había dado
cuenta de que Kevin estaba actuando de manera extraña, pero no había sido
capaz de simplificar la situación tan claramente como Andrew. Apoyó más
su peso contra el cuerpo de Andrew, inmovilizándolo contra la encimera, y
ahuecó ligeramente sus manos alrededor del cuello de Andrew. Sus dedos
acariciaron la parte posterior de su cuello y sus pulgares rozaron las
esquinas de su fuerte mandíbula. Los brazos de Andrew cayeron alrededor
de su cintura y sus manos bajaron para agarrar el trasero de Neil.
—Por eso le hiciste conseguir la llave de la habitación de Nicky—
dijo Neil.
—Es mejor terminar con esto ahora.
Neil asintió. Durante todo el año, Kevin había tratado de lidiar con
sus problemas por su cuenta, pero su próximo partido contra los Ravens se
acercaba y la mente de Kevin se estaba desmoronando. Desde la muerte de
Riko, Andrew había dejado atrás a Kevin a propósito para permitirle
descubrir cómo estar solo sin estar rodeado constantemente de Ravens o
Foxes. Sin embargo, algo iba a romperse pronto, y Kevin nunca había sido
particularmente hábil para afrontarlo. Andrew no había accedido a quedarse
en el campus para ayudar a Kevin a realizar prácticas con los estudiantes de
primer año, se quedó para que él y Neil pudieran recoger los pedazos
cuando Kevin se derrumbara.
—Podríamos besarnos en mi cama hasta que Kevin aparezca borracho
—sugirió Neil.
—Soy consciente de mis opciones —puso sus manos en las caderas
de Neil y lo empujó hacia atrás—. Vamonos.
Acababan de acomodarse en el colchón de Neil, Neil estaba tendido
de espaldas con Andrew encima de él, cuando la puerta del cuarto se abrió
de golpe y alguien cayó al suelo con un gemido de dolor. Neil abrió los ojos
sin separarse de la boca de Andrew y dejó escapar un pequeño gemido
propio. Andrew se mordió el labio una vez más y salió de la litera.
—Sólo dame un minuto —dijo Neil, presionando la base de sus
manos en sus ojos. Andrew se aclaró la garganta y se quedó quieto. La idea
de que Andrew también tuviera una erección no ayudó a que el cuerpo de
Neil se calmara.
Unos minutos más tarde, Neil apartó las manos de la cara y parpadeó
para eliminar los puntos negros de su vista. Andrew todavía lo estaba
mirando, esperándolo. Podían oír a Kevin refunfuñar algo al final del
pasillo.
—Todo bien. Vamos a buscarlo —suspiró Neil, poniéndose de pie.
Kevin estaba tendido en la alfombra donde se había caído en la
entrada. Una mano estrangulaba el cuello de una botella de vodka casi vacía
y la otra sujetaba una fotografía arrugada. Sus ojos sin pestañear estaban
fijos en el techo de arriba, tan vacío y opaco como los cuencos de cerámica
baratos del armario. Si no fuera por la constante subida y bajada de su
pecho, Neil podría haber asumido que estaba muerto. Andrew metió los
pulgares en los bolsillos y le dio un codazo al costado de Kevin con los
dedos de los pies.
Neil se inclinó sobre él para mirarlo a los ojos.
—Kevin, ¿te has vuelto a dibujar números?
—No —gruñó Kevin. Su voz sonaba como si se hubiera gritado a sí
mismo—. Había algo en la guantera del Lexus cuando me lo dieron.
—¿Qué era?
Kevin levantó la fotografía arrugada y dejó que Neil se la quitara.
Neil la desdobló e hizo una mueca cuando vio la imagen de un joven Kevin
de pie junto a una igualmente joven Riko, vestida con pantalones negros a
juego y camisetas de Ravens de tamaño infantil con números dibujados en
sus mejillas. No sonreían, probablemente ya no tenían ese hábito a esa edad,
pero la redondez infantil de sus rostros y la luz en sus ojos los hacían
parecer más suaves, tal vez más felices, para la cámara. Neil no tuvo que
preguntar para saber que Kevin había estado llevando esta foto en su
bolsillo desde el verano. Estaba manchada con huellas dactilares y
desgastada en los bordes. Había pliegues sobre pliegues en el centro, tanto
que se veían fibras blancas en algunos lugares.
Neil se la entregó a Andrew, quien la dejó caer sobre el estómago de
Kevin.
—Lo convirtieron en lo que era —dijo Kevin, con la voz acuosa y
espesa—. No fue su culpa.
Neil se agachó junto al hombro de Kevin y se rascó la nuca.
—No lo conocía como tú, Kevin, pero vi su cara cuando me estaba
cortando. Lo disfrutó. Apuesto a que también disfrutó haciéndote daño a ti
y a Jean.
Neil no necesitaba mencionar que Riko se regodeaba por el horror
que infligió a Andrew.
—No siempre fue malo —Kevin resopló con fuerza. Todavía no
estaba llorando, pero sus ojos estaban comenzando a verse vidriosos y rojos
en las esquinas—. De hecho, nos divertíamos juntos cuando éramos más
jóvenes. Él era ... él era la única familia que me quedaba.
—Wymack es tu padre —le recordó Neil, presionando con fuerza
contra el creciente ardor de ira. Irritarse con Kevin cuando estaba borracho
y llorando no le haría ningún bien a nadie.
La risa de Kevin se deshizo en los bordes, al abismo de la histeria.
—No sé qué significa eso, hombre. Nada ha cambiado entre nosotros.
¿Qué diablos se supone que debo hacer con un padre?
—Qué mierda crees que sé yo —dijo Neil, mirando a Andrew. El
concepto de padre era algo feo y distorsionado en la mente de Neil. Su
padre era su mayor temor. El recuerdo de un hierro caliente le quemaba el
hombro. Trató de imaginarse tener a Wymack como padre y no pudo.
—Riko era mi hermano —murmuró Kevin. Una lágrima finalmente
se deslizó por el rabillo del ojo y se deslizó por su cabello—. Pensé que
estábamos juntos en esto hasta que ... él cambió un día. Solo quería hacerse
notar. Todo lo que quería era que su padre lo mirara una vez, que lo hicieran
sentir real o valioso. No tener un padre parecía más fácil que tener uno
fuera de su alcance.
La piel de Neil se erizó de incomodidad. Estaba acostumbrado a ver a
Kevin como una máquina feroz e implacable construida para el Exy, no
como un hombre afligido. Andrew se inclinó para quitarle el vodka de la
mano a Kevin. Se sentó junto a Neil y tomó un sorbo de la botella.
—Todavía siento que les pertenezco —susurró Kevin, cerrando los
ojos. Sus cejas se fruncieron como si tuviera un dolor físico admitiendo esto
—. La única vez que no me siento como algo de ellos es cuando estoy
vestido de naranja en la cancha. Me dieron el maldito auto de Riko, Neil.
—Sí, lo hicieron para joderte la cabeza, Kevin. Toda tu vida te han
estado jodiendo la cabeza, convirtiéndote en lo que querían que fueras. Ya
no eres de ellos.
Kevin se frotó los ojos húmedos y soltó otra risa débil.
—Estoy tan cansado de sentirme como una mierda.
Neil suspiró profundamente y se puso de pie.
—Haz que se levante, Andrew. Vamos al techo .
Andrew tomó otro trago de vodka antes de dejar la botella a un lado.
Neil entró en el dormitorio para agarrar el encendedor de Andrew y sacar su
vieja carpeta de su caja fuerte. También sacó la cortavientos del equipo de
Kevin. Era espantosa y gloriosamente naranja incluso en las sombras del
oscuro dormitorio. Se puso los zapatos y siguió a los otros dos hasta la
puerta.
Llevaron a Kevin al techo y lo sentaron en el centro del cemento. Los
tres se sentaron en un círculo suelto y Neil puso la fotografía y la carpeta
entre ellos antes de arrojar la cortavientos en el regazo de Kevin. Kevin se
la puso apresuradamente y apretó los lados sobre su pecho.
La noche era vasta y estaba llena de estrellas. La primavera suspiró
suavemente sobre nuevos comienzos. Los tres hombres estaban envueltos
por el mar oscuro y silencioso de la medianoche, salpicado de luces tanto
arriba como abajo. En la oscuridad, en el techo, solo los cielos podían ver
las heridas abiertas en sus corazones y las cicatrices en sus mentes.
—Vas a quemar esto —le dijo Neil a Kevin, agitando la mano hacia la
pila de papeles —. Y vas a dejar ir a los Ravens. Va a apestar y de vez en
cuando te sentirás como una mierda, pero esto no es algo a lo que debas
aferrarte.
—Pero los Ravens son ...
—Eres un Fox —dijo Neil, mirándolo fijamente—. Andrew le había
dicho estas palabras una vez y sabía que Andrew recordaba incluso si no lo
mostraba. Estas palabras habían sido una vez un ancla para el corazón
perdido de Neil.
—Se suponía que era un Raven.
—Se suponía que yo era un Wesninski. Que se vayan a la mierda
todos. Nosotros mismos elegimos lo que somos.
Kevin tomó el mechero de la palma de Neil y los tres se quedaron
hasta que los recuerdos no fueron más que cenizas. Al ver las llamas
devorar el papel en líneas anaranjadas, Neil pensó vagamente en su madre y
en el coche que era su pira improvisada. Pensó en sus huesos escondidos en
la arena, sus cenizas entregadas al viento.
Pensó en cómo a veces el fuego podía limpiar en lugar de devastar, un
nuevo comienzo en lugar de un final. Mientras observaba cómo las cenizas
se elevaban, brillando brevemente, en la columna de humo caliente, Neil se
sintió dolorosamente agradecido por lo que había encontrado y por lo que
había decidido conservar.
No hablaron cuando regresaron a su dormitorio, oliendo a humo y
aire primaveral. Andrew condujo a Kevin a su dormitorio y arrastró su
cuerpo más grande a la cama. Neil se quedó de pie en el pasillo por un
momento, sintiéndose crudo y sucio después de la agitación emocional. Su
mente estaba demasiado llena para dormir, así que fue al baño a ducharse.
Dejó la puerta abierta por si Andrew quería cepillarse los dientes y se quitó
la ropa para meterse en la ducha. El vapor se elevó a su alrededor mientras
el rocío caliente le picaba en el pecho. Agradeció el calor molesto y
punzante contra su cuerpo lleno de cicatrices. Después de unos momentos
de ordenar sus pensamientos, se untó en el gel de baño barato de menta que
compartían con Andrew y se enjuagó de nuevo. La puerta se abrió
silenciosamente y el aire frío se deslizó por los bordes de la cortina,
enviando un fuerte escalofrío por su espalda. Hizo una pausa para escuchar
el sonido de Andrew lavándose para irse a la cama, pero en su lugar
escuchó una cremallera abriéndose y el crujido de la ropa cayendo sobre la
alfombra.
Andrew corrió la cortina y entró detrás de Neil.
Los ojos de Neil se posaron en las caderas desnudas de Andrew.
—¿El bebé está dormido? —preguntó secamente.
—Puedes tener la custodia total de ese idiota.
Neil resopló.
—Quizás Nicky y Erik quieran adoptar.
Andrew dio un paso adelante y colocó sus dedos sobre los agujeros de
la cicatriz de plancha caliente de Neil. Luego dijo:
—Creo que tengo cenizas en el pelo.
—¿Sí o no? —Neil preguntó en voz baja.
—Sí.
Neil mordió brutalmente su sonrisa y guió a Andrew bajo el chorro de
agua. El espacio estrecho hacía imposible moverse sin rozarse entre sí. Neil
se agarró a la pared cuando comenzó a resbalar y la mano de Andrew se
disparó para agarrar su cadera para ayudarlo a estabilizarse.
Andrew inclinó la cabeza hacia atrás en el agua, manteniendo su
mirada encapuchada en el rostro de Neil mientras Neil miraba los
riachuelos de agua correr por el fuerte pecho de Andrew. Se aclaró la
garganta y parpadeó para alejar sus fantasías de caer de rodillas y llevarse a
Andrew a la boca. Cogió la botella de champú y apretó una generosa
cantidad en su palma, concentrándose en la tarea que tenía entre manos.
Acercándose, empezó a pegarlo en el pelo mojado de Andrew hasta
que gruesas burbujas azuladas rezumaban entre sus nudillos llenos de
cicatrices. Andrew mantuvo los ojos fijos en su rostro mientras Neil
estiraba la mano para masajear el champú en la parte posterior de la cabeza.
Sólo quedaban unos centímetros entre sus cuerpos y Neil hizo todo lo
posible para mantener a raya su excitación, sabiendo que si se ponía duro,
Andrew lo sentiría de inmediato. Los ojos de Andrew se cerraron y un
pequeño zumbido de placer retumbó en su garganta mientras Neil
masajeaba su cuero cabelludo. Neil observó fascinado cómo la tensión
desaparecía de los hombros del otro hombre. Era difícil respirar y Neil
deseaba más que nada prolongar este momento, así que deslizó las manos
hacia abajo para frotar círculos pequeños y firmes en la parte posterior del
cuello de Andrew de la forma que a Andrew siempre le gustaba. Otro
zumbido de satisfacción salió de los pulmones de Andrew y Neil se sintió
secretamente orgulloso de ello. Guió la cabeza de Andrew bajo el spray
para enjuagar el champú de su cabello. Andrew lo miró adormilado
mientras apartaba con atención las gotas de espuma para que se deslizaran
lejos de sus ojos.
Durante un largo y pesado momento se miraron el uno al otro. Neil
esperó a que Andrew lo apartara con dos dedos empujando su mejilla, para
decirle bruscamente que dejara de mirarlo así, que hiciera algo que lo
distrajera del calor dorado que se hinchaba en su pecho y que
obstinadamente no le podría poner nombre. Se sentía como un sueño, como
en casa, como para siempre y para un ex fugitivo ese era un concepto
sorprendentemente nuevo y aterrador. Ya había vivido un año más de lo que
pensaba. ¿Cuántos años más obtendría? ¿Cuánto más grande crecería este
sentimiento en su pecho? ¿Podía realmente permitirse el seguir con esto?
Neil avanzó para presionar sus bocas juntas y el cálido deslizamiento
de la lengua de Andrew contra la suya calmó su miedo.
—Pregúntame —murmuró Andrew contra él.
—¿Sí o no?
Andrew guió la mano de Neil entre sus piernas y respondió:
—Sí.
Una vez que Neil comenzó a acariciarlo, los besos se volvieron
calientes y duros. Andrew lo inmovilizó contra las frías baldosas y tomó a
Neil en su mano, estableciendo un ritmo brusco que dejó sin aliento a los
pulmones de Neil. Trató de igualar los movimientos de Andrew y descubrió
que cuando torcía la muñeca de cierta manera, Andrew se quedaba sin
aliento. Neil enterró sus propios sonidos contra el cuello de Andrew, apretó
su agarre y aceleró el paso. La racha competitiva en él quería hacer que
Andrew se corriera primero, pero su entusiasmo no era rival para la
experiencia de Andrew. Sus manos sabían cómo poner a Neil en un frenesí
y el placer creció rápidamente. Unos momentos después, Neil llegó con un
grito ahogado. Mientras se estremecía por su orgasmo, Andrew envolvió su
mano alrededor del puño de Neil para mantenerlo firme y lo mantuvo hasta
que se corrió con un suspiro de alivio roto. Intercambiaron besos duros y
sin aliento mientras lentamente se calmaban juntos.
Cuando las manos de Andrew dejaron de temblar y las piernas de
Neil dejaron de temblar, se lavaron rápidamente y luego salieron de la
ducha. Neil frotó una toalla sobre el cabello de Andrew hasta que Andrew
lo apartó, molesto, y se secó.
—¿Crees que Kevin escuchó eso? —Neil preguntó mientras se ataba
el cordón de sus pantalones deportivos alrededor de sus caderas.
Andrew se sacó la camisa por la cabeza y miró a Neil.
—Solías ser más tranquilo.
—Siéntete libre de ponerme algo en la boca la próxima vez.
—Cállate.
Capítulo 17
Moretones
Andrew observó ligeramente con disgusto mientras Neil
mordía un durazno y chupaba el jugo de sus labios antes de que pudiera
gotear sobre su barbilla. Se quedaron en la cocina debatiendo sobre qué
preparar para el almuerzo, ya que Andrew había decidido que pasarían el
viernes en su dormitorio hasta que Kevin estuviera listo para practicar por
la noche. Durante toda la semana habían dependido de restaurantes
cercanos y comida rápida para sus comidas, ya que el comedor estaba
cerrado por las vacaciones de primavera y Andrew se negó a ir donde Abby
ya que ahí era donde los estudiantes de primer año iban en busca de comida.
Neil dio otro mordisco a su durazno, sus ojos se encontraron
desafiantes con los de Andrew, y esta vez dejó que el jugo se deslizara por
su barbilla.
—¿Algún problema? —Neil desafió después de que tragó. Se
pasó el dorso de la mano por la barbilla pegajosa.
—Si vas comportarte como un animal, puedes comer afuera —
Andrew se volteó hacia la alacena para mirar los escasos ingredientes que
habían allí. Habían estado tratando de decidir qué hacer durante la última
media hora sin suerte. El que Neil estuviera comiéndose ese durazno
pareció molestar a Andrew y finalmente tomar una decisión. Abrió la puerta
del refrigerador de golpe y sacó una bolsa de ravioles antes de agacharse
frente a un armario bajo para buscar la olla.
—Hemos estado aquí por años. Estoy hambriento —Neil tomó
otro desagradable bocado de durazno y sonrió cuando Andrew lo miró por
encima del hombro.
—Podrías haber cocinado algo.
—¿Por qué cocinar cuando hay duraznos? —observó a Andrew
llenar la olla con agua y ponerla sobre el fuego. Echó un poco de sal y subió
el fuego.
—Espero que te ahogues con eso.
Neil puso los ojos en blanco.
—Puedes sacar uno si quieres.
—Odio los duraznos.
—¿Alguna vez has probado uno o simplemente eres terco?
El silencio de Andrew significaba no a la primera pregunta y sí a
la segunda. Neil no tuvo tiempo de borrar la sonrisa de suficiencia de su
rostro antes de que Andrew se volteara y la viera. Manteniendo su mirada,
Neil lentamente dio otro bocado y los labios de Andrew se crisparon.
Andrew cruzó la cocina, apretó la mano alrededor de la mandíbula de Neil
y lo arrastró hacia abajo para que pudiera lamer un poco del jugo de la
barbilla de Neil.
—Asqueroso —dijo Andrew antes de empujarlo lejos de nuevo y
regresar a la estufa.
La cerradura hizo clic y la puerta del cuarto se abrió. Neil se
limpió la boca con una toalla y tiró el último bocado de melocotón mientras
Kevin entraba arrastrando los pies a la cocina. Se paró en la puerta y
observó a Neil lavarse las manos con cansado desinterés hasta que
finalmente explicó.
—No sé cuándo es el Día del Padre.
Neil y Andrew intercambiaron una mirada aburrida. Ellos tampoco
lo sabían.
—Creo que es en verano —supuso Neil.
—¿Se suponía que debía esperar que las cosas fueran diferentes?
—Kevin tenía los ojos hundidos.
—¿Quieres que las cosas sean diferentes?
—No sé lo que quiero.
—No sé qué decirte.
—Gracias, imbécil —Kevin se burló.
—Cuando quieras, idiota.
El mal humor de Kevin no le impidió sentarse con Andrew y Neil
mientras comían sus tazones de ravioles frente al televisor. Kevin hojeó los
canales, hambriento de noticias relacionadas con Exy, antes de que Andrew
tomara el control remoto y se decidiera por un programa de preguntas. No
dijo nada, pero Neil supo por la forma en que los ojos de Andrew se
entrecerraban un poco después de cada pregunta que estaba adivinando las
respuestas en su cabeza y que probablemente estaba acertando cada una de
ellas.
A las dos y media, el sonido de tres golpes tentativos en la puerta
les llamó la atención. Neil y Kevin se miraron el uno al otro, con los ojos
entrecerrados el uno al otro en una orden silenciosa "No, ve a abrir tú".
Finalmente, Kevin se burló y se puso de pie para abrir la puerta. Neil se
acurrucó de nuevo en su puf, triunfante.
Unos momentos después, Kevin volvió a sentarse en su asiento y
Nicky revoloteó nervioso en la entrada con las manos retorcidas en el
dobladillo de su camiseta, que era más grande de lo que solía usar y tenía
algo escrito en alemán en la parte delantera. . Cuando Andrew no lo miró ni
lanzó una amenaza, Nicky le dio a Neil una sonrisa temblorosa y dijo:
—Hola.
—Hola —respondió Neil, confundido—. ¿Erik ya se fue?
Sintió que fue incorrecto decir eso por temblor de respuesta en el
labio inferior de Nicky. Neil apretó los labios con fuerza como si eso
pudiera evitar otro paso en falso.
Nicky sollozó un poco.
—Sí, um, tiene un par de escalas así que no volverá a casa hasta
dentro de otros, como, mil millones de años. Pensamos que sería mejor si
tenía un día entero para descansar antes de ir a trabajar el lunes.
Neil asintió.
—Me preguntaba si querían salir a beber esta noche —Nicky hizo
todo lo posible por sonreír—. Aaron también ha vuelto. Dijo que vendría
con nosotros esta vez.
Todos miraron a Andrew, sabiendo que la última palabra era suya.
Andrew seguía mirando la pantalla de televisión y no dio indicios de que
estuviera escuchando hasta que por fin inclinó la cabeza hacia Neil.
—Suena como un plan —respondió Neil.
—Vámonos a las nueve —sugirió Kevin—. Todavía podemos hacer
una práctica ligera después de la cena.
Nicky se sintió visiblemente aliviado y la sonrisa que les dio esta vez
fue más genuina. Lentamente se acercó a los tres.
—¿Los niños se han portado bien esta semana?
—Brian está progresando —dijo Neil.
—Demasiado lento, demasiado tarde —refunfuñó Kevin.
—¿Jack sigue respirando?
Neil puso los ojos en blanco.
—No vale la pena matarlo.
Detrás de Nicky, la puerta se abrió y Lizzy se arrastró unos metros
hacia el dormitorio de hombres con una mirada cansada en sus ojos. Su
cabello negro hasta la barbilla estaba sucio y desordenado y sus estrechos
hombros caídos.
—¿Tienen ron?
Kevin la miró como si esperara que se desvaneciera como un
espejismo. Neil no podía recordar qué licor estaba escondido alrededor del
cuarto; no podía imaginar que quedara mucho después de la semana que
tuvo Kevin.
Nicky fue quien habló primero.
—¿Algo va mal, chica?
—Facebook es el diablo —entonó Lizzy sombríamente.
—Todavía tenemos práctica esta noche. No puedes jugar borracha —
dijo Kevin.
—Si puedo lidiar contigo sobria, puedo hacer cualquier cosa —
respondió Lizzy.
Nicky se acercó a ella, le pasó un brazo por los hombros y la condujo
al pasillo, diciendo:
—Te conseguiremos algo. ¿Te gusta el Malibú? La puerta se cerró
con un clic detrás de ellos y Kevin se quejó en voz alta.
A las cinco, fueron a la cancha para practicar y encontraron a Aaron y
Nicky esperando en el estacionamiento. Aarón no le dijo nada a su
hermano, pero no hubo hostilidad en el aire entre ellos cuando todos se
cambiaron. Después de que se estiraron y corrieron vueltas para calentar,
los delanteros mayores se quedaron al margen mientras Aaron, Nicky y
Lizzy defendían el arco de Andrew contra los delanteros de primer año.
Lizzy estaba solo un poco achispada y lo que sea que se le había metido
antes en la piel la llevó a correr más rápido y balancearse más fuerte.
Andrew se paró en su portería, pero no había mucho que hacer porque ni
Jack ni Brian pudieron pasar el balón más allá de la furiosa estudiante de
primer año o los dos de tercer año. Lizzy fue tras los dos chicos como si
fueran los responsables de su mal humor y si la superaban, los otros dos les
impedían alinear un tiro. Parecía imposible para Jack y Brian, pero Kevin
tenía la intención de que así fuera.
—Deberíamos emborracharla y enojarla más a menudo —dijo.
Neil empujó su codo en las costillas de Kevin.
Finalmente, Neil intercambió lugares con Lizzy para que Kevin
pudiera hablar con ella al interior de la cancha. Los delanteros de primer
año no tuvieron mejor suerte contra él y Nicky. En un momento, Andrew
decidió sentarse con las piernas cruzadas y la raqueta sobre el regazo.
Aaron se paró a un lado, apoyado en su raqueta y mirando a los demás
pelear por la pelota. Cualquier tiro hacia la portería fallaba por al menos un
pie.
La práctica se detuvo bruscamente cuando Jack se volvió hacia Neil
de repente y golpeó su raqueta directamente contra el muslo de Neil. Neil
tropezó. El dolor explotó a través de músculos, tendones y nervios. Luego,
un entumecimiento borroso bajó fríamente hasta su pie. Nicky atrapó a Neil
con un brazo alrededor de su costado un segundo antes de que los gemelos
estuvieran allí. Aaron no se detuvo, arrojó su cuerpo contra el de Jack con
la fuerza suficiente para derribarlo de espaldas con un horrible crujido de su
casco contra la madera brillante. Andrew instantáneamente se interpuso
entre su primo y Neil, soportando su peso mientras Neil intentaba devolver
la conciencia a su pierna entumecida. Kevin corrió hacia la cancha, furioso.
—¿Qué diablos fue eso? —él gritó. Fue directamente hacia Jack
donde todavía estaba tirado en el suelo y se alzó sobre él.
—Estoy bien —gruñó Neil. No hizo ninguna diferencia.
—Podrías haberle roto la maldita pierna —gruñó Aaron.
Neil puso su mano sobre el hombro de Andrew y suavemente se
apartó de él para pararse solo. La sensación estaba volviendo a su
extremidad y el dolor fue un cambio que dio bienvenida a la estática.
Andrew lo miró sin comprender, pero había una tensión en su postura que
era peligrosa para todos los demás.
—Esto es serio, Jack. Podrías matar a alguien con una raqueta —dijo
Nicky.
—Sólo si tu nombre es Aaron Minyard —espetó Jack.
Todo el cuerpo de Aaron se sacudió de sorpresa. Todo el mundo
pareció hablar a la vez después de eso.
—¿Qué mierd—
—Jack, eso es tan...—
—Herir a un compañero de equipo es—
—¡Suficiente! —gritó Neil. Su voz rebotó en las paredes.
Andrew se volteó para enfrentar al resto de ellos completamente, la
furia rodando de él como calor.
—Es solo un moretón —continuó Neil —, lo cual es una suerte para
ti, Jack. Herirme no te hará ningún bien. Si vuelves a hacer cosas así, te
dejaré en la banca hasta que me gradúe y te conviertas en el problema de
otra persona. Te lo prometo, a nadie, ni siquiera a Wymack, le importaría
una mierda. Si vas a atacar a tus propios compañeros de equipo, entonces
eres demasiado volátil para tenerte en la cancha.
Jack comenzó.
—Si dejan que Andrew… — Jack comenzó.
—Andrew no es violento sin una razón. Eres sólo un niño tonto que
está haciendo una rabieta.
—No puedes mandarme a la banca de forma permanente.
—Kevin y yo mantuvimos la línea por nuestra cuenta el año pasado.
No cometas el error de pensar que te necesitamos allí.
—Nosotros tampoco te necesitamos —escupió Jack—. Kevin,
siempre estás molesto por él...—
—Si trabajaras el doble de duro, todavía no valdrías la mitad de lo
que vale Neil para esta cancha —Kevin se erizó.
—Solo mátalo ya —le dijo Aaron a Andrew en alemán.
Andrew miró a Neil.
Neil negó con la cabeza y, en ruso, respondió.
—Todavía no.
Kevin anunció que la práctica había terminado y todos se dirigieron a
los vestidores. Neil se mordió el interior de la mejilla y luchó por ocultar su
cojera. Andrew no lo tocó, pero se acercó lo suficiente como para poder
atrapar a Neil si su pierna fallaba. Kevin se acercó al otro lado y le susurró
en francés.
—¿Estás seguro de que es solo un moretón? No lo minimices.
—Estoy seguro —respondió Neil—. Sin embargo, estoy demasiado
adolorido para bailar, así que no te molestes en preguntar.
—Vete a la mierda.
—Tú y Nicky parecía que se estaban divirtiendo la última vez ...
—Vete a la mierda.
Neil se cambió solo en la ducha y se tomó unos minutos más para
pinchar la línea ennegrecida que cruzaba la parte exterior de su muslo.
Estaría adolorido por unos días, lo que le molestaba más que nada. En
privado, estaba agradecido de que Jack no usara una raqueta más pesada y
por un momento casi pudo escuchar las cuerdas silbando en el aire.
Cuando salió de la ducha, todavía húmedo y vestido con una sudadera
holgada, Andrew lo esperaba con los brazos cruzados sobre el pecho. No
había señales de los demás alrededor.
—¿Qué tan mal se siente? —preguntó Andrew.
—Si digo que muy mal, ¿me llevarás al auto?
—¿Sabes lo que hacen con los caballos cojos?
—No te preocupes, todavía puedes montarme.
Andrew frunció el ceño y un músculo de su mejilla se contrajo.
Neil sonrió y dio un paso adelante, deseando un beso, pero el dolor en
su pierna lo detuvo en seco. Andrew lo encontró a mitad de camino y le
puso una mano en el pecho. Arqueó una ceja, cuestionando.
—Me dolerá por unos días, pero realmente estoy bien —respondió
Neil.
Andrew deslizó su mano hacia arriba para agarrar la barbilla de Neil y
lo inmovilizó con una mirada grave.
—Una pierna rota podría arruinar tu carrera.
No necesitaba decir que una carrera arruinada significaba una
sentencia de muerte. Neil tragó saliva y asintió. Después de un momento
tranquilo y pesado, Andrew tiró de él para darle un beso fuerte que estaba
lleno de una promesa de protección. Andrew ya había tenido suficiente de
ver a Jack enemistarse con Neil desde fuera.
De camino a Columbia, Neil fingió dormir en el asiento del pasajero
para que Nicky y Kevin lo dejaran en paz. La ira de Andrew se mostró en
su forma de conducir, la fuerte aceleración que hizo gruñir el motor en
protesta, la forma en que se metió en el carril izquierdo para acelerar
alrededor de los autos que tenían la audacia de conducir en el límite de
velocidad, y Aaron reflexionó en silencio en el asiento trasero entre los
otros dos.
A quince minutos del club, Lizzy le envió un mensaje de texto a Neil.
¿Temporada abierta para J?
Neil envió de vuelta, compórtate.
A la orden, capitán.
Dentro del club, Andrew se tomó un momento para decidir entre
mantener a Neil a su lado y dejarlo sentarse en la mesa con los demás para
descansar su pierna. Eligió lo último. Hizo que Nicky lo acompañara a la
barra para tomar algo. Kevin vio primero una mesa despejada y Aaron robó
sillas hasta que quedaron cinco. Ninguno de ellos habló mientras se
sentaban y miraban a la multitud retorciéndose de bailarines vestidos de
oscuro. Las luces de colores parpadearon y barrieron sobre ellos mientras la
música sacudía el aire.
Andrew y Nicky regresaron finalmente con una bandeja llena de
tragos. En su mayoría eran tragos de vodka o whisky o tequila con algunos
tragos combinados (aparentemente a Nicky le había gustado el té helado
Long Island) y un par de latas de refresco. Neil tomó un trago de vodka y lo
acompañó con soda.
Nicky necesitó cuatro tragos de tequila para preguntarle a Aaron
sobre sus vacaciones de primavera y, sorprendentemente, Aaron respondió.
Les contó un poco sobre los padres de Katelyn y la cabaña en la que se
habían alojado. Katelyn había pasado un día entero comprando collares para
regalarle a las otras Vixens, pero a Aaron no parecía importarle seguirla de
tienda en tienda.
—Puede que nunca vuelva a comer mariscos —dijo Aaron después de
que terminó de hablar sobre las lujosas cenas que habían tenido.
Nicky asintió con la cabeza y el movimiento lo hizo balancearse
borracho en su asiento.
—Una vez me intoxiqué con una langosta.
—Intoxicación por alimentos, Nicky —corrigió Kevin, arrastrando las
palabras también en ese punto.
—¡¿Qué?! —Nicky gritó por encima de la música.
—¡Intoxicación por alimentos!
—¿Necesitas ir al baño? ¿Vas a vomitar? —Nicky respondió,
inclinándose sobre la mesa hacia Kevin con las cejas fruncidas en
confusión.
—¡No! —Kevin gimió—. Tú— oh, mierda, no importa.
—Nooo —se quejó Nicky—, cuéntame tus problemas, Kevin. Ya casi
ni hablamos.
Kevin puso su cabeza entre sus manos.
—Jesús, Nicky.
Aaron negó lentamente con la cabeza hacia los dos y tomó otro trago.
Nicky bebió hasta que su confusión por el comportamiento de Kevin
desapareció y Kevin bebió hasta que ya no se sintió frustrado por Nicky.
Ambos terminaron lo suficientemente borrachos como para pensar que
bailar era una buena idea. Kevin hizo caso omiso del mordaz insulto de
Aaron y siguió a Nicky entre la multitud.
Aaron miró la bandeja vacía y preguntó.
—¿Otra ronda?
—Sí —dijo Andrew—. Neil, quédate aquí.
Neil se tocó la sien con dos dedos y los gemelos se levantaron para
llevar la bandeja a la barra. Desde su asiento, Neil no podía ver a ninguno
de ellos. Solo había un mar ondulante de extraños. Movió la lengüeta de
metal de la lata de refresco de un lado a otro hasta que se rompió y luego
jugueteó con ella en sus manos, desesperado por no pensar en Jack, en
piernas rotas y la idea enfermiza de que su vida terminaría porque su carrera
lo hiciera. Las náuseas se agitaron en su estómago y el sudor frío le goteó a
lo largo de la línea del cabello.
—¡Neil! —la voz de Nicky se estrelló en su oído y lo sobresaltó. El
hombre mayor se dejó caer en el asiento de Andrew y se pasó las manos por
el pelo sudoroso.
Kevin se dejó caer en un asiento al otro lado de la mesa y puso la
cabeza entre dos vasos de shot vacíos.
—Neil, alguien me tiró su trago encima —se quejó Nicky. El alcohol
volvió sus palabras líquidas—. No puedo encontrar el baño. Creo que lo
movieron de su lugar.
Nicky sonaba al borde de las lágrimas. Neil miró a la multitud de
nuevo, buscando un destello de cabello rubio familiar. Kevin estaba
demasiado lejos para acompañarlo, así que Neil se puso de pie y tiró de la
muñeca de Nicky hasta que lo siguió. Se mantuvieron al borde de la
multitud y finalmente Neil logró navegar hasta el baño de hombres. Habían
otros tres en el baño, uno en el urinario y dos en el lavabo. Uno tiraba de su
cabello con las manos mojadas y fruncía el ceño ante su reflejo.
Neil se paró junto al dispensador de toallas de papel y estudió las
baldosas oscuras del suelo mientras Nicky orinaba y luego se dirigía al
fregadero para lavarse las manos. Sus movimientos eran lentos y torpes y
cuando terminó de frotar el jabón entre sus palmas, los otros hombres se
habían ido.
Neil mojó unas cuantas toallas de papel en el fregadero y trató de
limpiar el pegajoso alcohol de los brazos desnudos de Nicky, mientras la
mirada desenfocada de Nicky vagaba por encima de su hombro.
—Creo que beber fue un error esta noche —la voz de Nicky vaciló y
las lágrimas brotaron de sus ojos.
Neil lo atrapó cuando se tambaleó hacia atrás y lo llevó para que se
apoyara contra el fregadero.
—¿Estás bien?
Nicky exhaló un gran suspiro y negó con la cabeza.
—Erik se fue a casa.
Las tres palabras pesaron lo suficiente como para quebrantarlo. Nicky
se deslizó hasta el suelo y abrazó sus rodillas, temblando por todas partes.
No sollozó ni gimió ni se quejó como Neil hubiera esperado que lo hiciera.
En su desesperación, Nicky se encogió y se quedó en silencio. De alguna
manera fue peor. Neil se agachó a su lado a pesar de que el dolor brotó de
su moretón cuando lo hizo. No tocó a Nicky ni dijo nada. Simplemente
esperó hasta que Nicky estuviera listo para hablar.
—Estuvimos de acuerdo con la distancia, ¿sabes? —Nicky hipo y se
pasó una mano por la cara—. Pensé que valdría la pena estar cerca de mis
primos, pero a veces siento que la graduación no llega lo suficientemente
rápido. Estoy tan harto de estar tan lejos de él.
Nicky no estaba mirando a Neil, así que no vio el pánico estallar en
las facciones de Neil. De repente, su cabeza se llenó de cuentas regresivas:
las chicas se graduaban en mayo, Matt se graduaba en un año, el grupo de
Andrew se graduaría en dos. Neil pasaría su quinto año solo en Palmetto
State. Tendría a Wymack y Abby, pero todos sus Foxes estarían en lugares
separados, viviendo vidas separadas. ¿Alguien además de Kevin lo apoyaría
al jugar Exy? El terror se apoderó de él. ¿Los volvería a ver?
—Siempre duele. Siento tanta nostalgia cuando él no está cerca.
¿Tiene sentido?
—Sí —dijo Neil débilmente—. Así es como me sentí cuando estaba
lejos de ustedes.
Nicky lo miró, con los ojos hinchados y serio.
—Eso es muy dulce, Neil. Nosotros también te amamos.
—Va a apestar estar aquí sin todos ustedes.
—Sí, pero seguiremos visitando y esas cosas —Nicky acarició el
cabello de Neil—. Somos familia, ¿verdad?
—Así es —Neil asintió.
La puerta se abrió de golpe y los ojos de Nicky se abrieron. Andrew
irrumpió y tiró de Neil para que se pusiera de pie y se alejara de Nicky.
Aaron revoloteó con curiosidad en la puerta.
—Cálmate —siseó Neil en ruso—. No necesito más moretones.
Andrew lo soltó de inmediato, pero no se apartó hasta que Nicky pasó
junto a Aaron. El otro Minyard enarcó una ceja a Neil y preguntó.
—¿Ruso? ¿Cuándo sucedió eso?
Neil se encogió de hombros. Aaron lanzó una mirada fría entre Neil y
Andrew antes de dejarlos solos. Dos hombres se cruzaron con él al entrar y
se dirigieron a los urinarios, riéndose de algo. Andrew y Neil salieron del
baño y se dirigieron a la mesa, donde Kevin se abría camino a través de más
tragos de vodka como si su vida dependiera de ello.
Se quedaron en el club hasta las tres. Nicky tuvo que conducir hasta
el aeropuerto a la una para recoger a Matt y Dan ya que todavía tenía la
camioneta de Matt y Aaron quería estar de regreso en el campus a las diez y
media para encontrarse con Katelyn para un desayuno tardío. Aaron todavía
estaba demasiado borracho cuando llegaron a la casa para comentar cuando
Neil desapareció en el dormitorio de Andrew después de su turno en el
baño.
Neil dejó la luz encendida y miró hacia el techo mientras escuchaba a
los demás tropezar, reír y gritar incoherentemente unos a otros. Andrew
entró más tarde y apagó las luces antes de encontrar el camino hacia la
cama en la oscuridad. Trepó sobre el cuerpo de Neil para llegar a su lado
junto a la pared y accidentalmente le dio un rodillazo en las costillas a Neil.
Neil se agarró el costado, gimiendo.
La mano de Andrew encontró su codo en la oscuridad y siguió la
línea de su antebrazo hasta donde su mano estaba frotando el nuevo punto
dolorido. Sus dedos se deslizaron entre los de Neil y presionaron. Era lo
más parecido a una disculpa que podía conseguir. Neil pasó el pulgar por la
muñeca de Andrew e hizo la pregunta que había estado rondando su mente
toda la noche.
—¿Qué va a pasar cuando te gradúes?
—Me voy a ir y tú te vas a quedar.
El corazón de Neil dolía con fuerza y un escalofrío incómodo se
extendió por su pecho. No había nada más que pura verdad en las palabras
de Andrew.
Pero Andrew continuó, todavía pinchando las costillas de Neil.
—Te comprarás tu propio auto. Nos encontraremos a mitad de camino
cuando tengamos tiempo.
Neil respiró hondo y se sintió como un tonto por preocuparse.
Capítulo 18
Expedición Hacia el Sur
La pierna de Neil estaba rígida y dolorida cuando se despertó.
Andrew lo metió en la ducha ya que los demás aún estaban profundamente
dormidos y tenían media hora antes de que tuvieran que salir a la carretera.
Intercambiaron algunos besos bruscos mientras se lavaban juntos, pero no
pasó nada más allá de eso. Andrew salió primero y le dijo a Neil que se
quedara bajo el chorro de agua caliente mientras él iba a despertar a los
demás. El calor de la ducha alivió el dolor lo suficiente como para que
pudiera caminar sin cojear. Para cuando se secó y vistió, los demás se
dirigían hacia la puerta principal, aturdidos y de mal humor por haber sido
despertados tan temprano.
A las ocho en punto, estaban todos amontonados en el Maserati y
salieron del estacionamiento para poder regresar al campus a las diez.
Andrew se detuvo en el primer lugar de comida rápida que encontraron para
dejar que los tres hombres con resaca en el asiento trasero tomaran
desayunos grasientos y cafés helados grandes en un intento desesperado por
volver a sentirse humanos. Andrew pidió café helado para él y Neil también
y mientras esperaban su comida en la segunda ventana, Andrew sacó una
botella de aspirina de la guantera. Lo arrojó al regazo de Neil con la orden
de tomar dos.
—Se arrepentirá —dijo Andrew en voz baja y Neil supo a quién se
refería.
Jack no había tenido suficiente espacio para golpear a Neil con la
fuerza de un golpe completo y Jack no podría saber que matar la carrera de
Neil literalmente mataría a Neil, pero a Andrew no le importaba. Jack
aprendería su lugar o desaparecería. A Neil no le gustaba la idea de emplear
la violencia física como un medio para someter a un compañero de equipo
rebelde, su mente le proporcionaba recuerdos de Riko haciendo
precisamente eso, pero la idea del potencial mortal de una raqueta Exy y el
recuerdo del odio sin fondo en los ojos de Jack mantuvo a Neil tranquilo.
A las diez y cuarto, llegaron a la Fox Tower y tomaron caminos
separados: Aaron se fue a encontrarse con Katelyn en un restaurante, Nicky
fue a tomar una siesta antes de que él tuviera que ir al aeropuerto con la
camioneta de Matt y Kevin se subió a su propia cama y volvió a quedarse
dormido. Neil y Andrew hicieron las maletas en silencio, usaron el baño y
prepararon un desayuno rápido antes de salir del campus nuevamente.
Andrew los llevó al suroeste por la ruta 285 sin ningún destino en
mente. El día era brillante, el sol estaba completamente sentado en su
posición de mediodía, y en el cielo había algunas nubes blancas. Echaron
un vistazo a la carretera a través de unas gafas de sol que Nicky les había
comprado en su último viaje a Alemania. El tráfico estaba congestionado
cerca de los pueblos y ciudades más grandes, como solo se podía esperar el
fin de semana después de las vacaciones de primavera. Después de la
segunda vez que el tráfico se redujo lentamente, Andrew salió de la
interestatal y comenzaron a tejer una ruta complicada pero relativamente
clara hacia Atlanta utilizando carreteras más pequeñas y atravesando
ciudades. Neil desplegó el mapa a través del tablero y le dio a Andrew
suficiente orientación para mantenerlos en la dirección general que Andrew
había elegido.
Cuando se detuvieron en una gasolinera, Neil se levantó de su asiento
para estirar las piernas y se aventuró a entrar en la pequeña tienda para
pagar en efectivo la gasolina suficiente para llenar el tanque del Maserati.
Luego, deambuló y finalmente compró botellas de agua, bocadillos y una
caja de cigarrillos antes de salir. La humedad flotaba en el aire, pegajosa y
sofocante, y un calor resplandeciente se desprendía del asfalto empapado de
sol. Neil volvió a caer en el coche y suspiró agradecido cuando Andrew
puso en marcha el motor y el aire frío se derramó por las rejillas de
ventilación, secando la fina capa de sudor en sus brazos y rostro. Neil tiró
de su camiseta lejos de su pecho húmedo y atrapó la mirada de Andrew en
él. Neil escaneó el estacionamiento en busca de posibles testigos y, al no
encontrar ninguno, se inclinó sobre la consola central para plantar un firme
beso en los labios de Andrew. Cuando volvió a hundirse en su asiento,
Andrew puso el coche en marcha y arrancaron de nuevo.
Se abrieron paso entre el tráfico que coagulaba la autopista cerca de
Atlanta, rodearon el borde de la ciudad y terminaron en un pequeño pueblo
llamado Powder Springs. Andrew encontró la calle principal y la siguió
hasta que encontraron el Second Helping Buffet, que parecía un lugar tan
bueno como cualquier otro para detenerse a almorzar. Casi todas las mesas
estaban ocupadas y el aire bullía con la charla emocionada de los lugareños.
Neil pagó y se dirigió primero al buffet en la parte de atrás mientras
Andrew les aseguraba una mesa cerca de las ventanas. Cuando Neil se
sentó, Andrew fue a llenar un plato. Algunas personas se volvieron para
mirar al hombre con cicatrices que obviamente era de fuera de la ciudad y
Neil trató de no inquietarse bajo el peso de su curiosidad. Se tiró de las
bandas para asegurarse de que sus antebrazos estuvieran cubiertos y solo
miró hacia arriba cuando Andrew se deslizó en su asiento frente a él. Un
barrido de los ojos helados de Andrew ahuyentó las miradas curiosas de los
demás.
Neil se comió rápidamente su rosbif y pan de maíz mientras Andrew
picaba un trozo de pollo y tomaba unos pequeños bocados de una cacerola
de macarrones con queso. A mitad de la comida, Neil revisó su teléfono
para encontrar algunos mensajes de texto de las chicas.
Noche de cine mañana, ¿sí? preguntó Dan. Neil supuso que nadie les
había hablado todavía del violento estallido de Jack.
¡Espero que ustedes dos lo estén pasando muy bien! dijo Renee.
Consigue un puto smartphone, idiota, dijo Allison.
Neil le envió un mensaje de texto con "sí" a Dan y "gracias" a Renee.
Tomó otro bocado de rosbif antes de enviar un mensaje de texto a Allison:
¿Para qué?
Mis selfies son un regalo. Tienes que apreciarlas, mierda, respondió
ella de inmediato.
—¿Quién es? —preguntó Andrew, señalando el teléfono con su
tenedor.
—Allison quiere que tengamos mejores teléfonos.
—¿A quién le importa?
Neil se encogió de hombros.
—Mañana tendremos una noche de cine. Órdenes de Dan .
Andrew asintió con la cabeza en lugar de rechazarlo, lo que a Neil le
pareció un poco extraño. Neil terminó su comida rápidamente y luego se
dirigieron hacia afuera.
Deteniéndose cerca del capó del Maserati, Neil preguntó:
—Oye, ¿quieres que conduzca un rato?
—No realmente —Andrew se quitó las gafas de sol del cuello de la
camiseta y se las puso antes de volver a ponerse al volante.
Neil se subió a su lado mientras Andrew encendía el aire
acondicionado. Una vez que el interior estuvo cómodamente fresco, dieron
marcha atrás y Andrew tomó la calle principal de Powder Springs.
Condujeron hacia el sur por la ruta 278 durante mucho tiempo y cuando se
encontraron con una pequeña ciudad llamada Palmetto, Neil deseó por
primera vez que su teléfono tuviera una cámara para poder enviar una foto
del letrero al equipo.
Finalmente, Andrew encontró la 85 y se volvió hacia Atlanta. Cuando
volvieron a encontrar un poco de tráfico desagradable, Andrew dijo en voz
baja.
—Nunca aprendí a nadar.
La suya era engañosamente tranquila, uniformemente medida, como
si esta admisión fuera algo simple, pero Neil sabía cuánto significaba. Sabía
que era un punto débil que Andrew estaba exponiendo voluntariamente para
que Neil lo mirara, lo considerara y hiciera con él lo que quisiera.
Cuidadosamente, Neil dijo:
—No sé cómo pelear. Quiero decir, nunca aprendí a boxear realmente
ni nada más allá de la defensa personal básica.
Andrew lo miró.
—¿Cómo no sabes boxear?
—Mamá y yo siempre teníamos armas o ... algo, pero ella trató de
mantenerme fuera del camino cuando teníamos problemas.
—Ella luchó, tú huiste —asumió Andrew.
—Solía decir que saber cuándo y cómo salir era la mejor defensa —
Neil se aclaró la garganta y dijo —. Dejaré que me enseñes a pelear si me
dejas enseñarte a nadar. Hay una piscina en el gimnasio. Podría abrir las
cerraduras o podrías robar las llaves del entrenador. Sería divertido.
Andrew lo miró durante un largo rato, estudiándolo, antes de tomar
una salida para incorporarse a la 285, que los llevaba al este. Rodearon el
Aeropuerto Internacional Hartsfield-Jackson de Atlanta antes de lanzarse
hacia el sur por la 75. Neil vio un avión despegar hacia el cielo a través de
la ventana de Andrew.
—¿Tu madre estaría orgullosa?
Se sintió como una patada en el pecho.
—Ella me daría una paliza. Prometí que seguiría huyendo.
Las manos de Andrew se apretaron en el volante.
—Fue una tontería firmar con los Foxes.
—Lo sé, pero no me arrepiento. Incluso en Baltimore, nunca me
arrepentí de haber decidido quedarme.
—Idiota —siseó Andrew.
Betsy también le había preguntado por su madre el día antes del juicio
de Aaron. Neil todavía sentía su fría confesión sentada como una piedra en
su estómago. Se alegraba de que estuviera muerta, se alegraba de que no
pudiera ver los riesgos que había corrido. Estaba agradecido por los eventos
que lo llevaron a Palmetto State y a los Foxes. Si ella hubiera vivido, eso no
habría sucedido y ¿dónde estaría él? Un fugitivo con un nombre escrito a
lápiz, a la espera de ser borrado y reescrito. Un conejo en un mundo de
lobos.
—Estos han sido los mejores años de mi vida —dijo Neil en voz baja,
apoyando la espalda en el reposacabezas y mirando los trozos de áreas
boscosas y edificios y estacionamientos medio vacíos.
—Me alegro de que lo estés pasando bien. Estoy harto de ti —le dijo
Andrew.
—Obviamente —Neil dijo inexpresivamente —. Déjame adivinar:
todo este viaje por carretera fue solo para dejarme solo en medio de la nada
para que finalmente puedas asesinarme.
—Estrella de oro para Josten.
Neil puso los ojos en blanco y se movió en su asiento hasta que pudo
acurrucarse cómodamente. Viajar en automóvil siempre hacía que su cabeza
se sintiera tapada y estar sentado durante horas le producía rigidez en las
articulaciones. El hematoma estaba empezando a palpitar de nuevo. Sin
embargo, no quería pedirle a Andrew que se detuviera para poder quitarse
la tensión de las piernas.
Cuando las señaléticas comenzaron a mencionar a Macon, Neil se
quedó dormido de forma incómoda. La oscuridad del sueño rodeada por el
estruendo de un coche jugaba demasiado cerca de la oscuridad de un
maletero, y cuando despertó su mente esperaba metal frío alrededor de sus
muñecas y un nuevo dolor carcomiendo sus nudillos. Su mente tardó unos
momentos en procesar su entorno. El coche estaba aparcado en una
gasolinera y el motor estaba en silencio. Andrew ya estaba saliendo del
auto, así que no se dio cuenta de que Neil se frotaba las cicatrices y fruncía
el ceño aturdido en el tablero.
Neil no tenía idea de dónde estaban. Esta estación de servicio se
parecía a todas las demás con camiones polvorientos y minivans abollados
estacionados escasamente a su alrededor. La carretera se extendía en
cualquier dirección desde la entrada, bordeada de tiendas de abarrotes,
bancos, restaurantes de comida rápida y pequeñas tiendas que esperaban
turistas. El sol se hundía por el oeste, las farolas parpadeaban y el reloj
marcaba las siete y treinta y dos.
Neil se desabrochó y salió del coche para estirar los brazos por
encima de la cabeza. Sobre el techo, preguntó.
—¿Dónde estamos?"
—Justo en las afueras de Augusta —respondió Andrew.
—Nos dirigíamos hacia Macon la última vez que verifiqué.
Andrew asintió con la cabeza una vez.
—Llegamos a Macon y luego tomé una decisión.
—¿Sobre qué?
—Vamos a Columbia.
Neil parpadeó dos veces, sin comprender.
—¿De regreso a Columbia? Podríamos detenernos en cualquier lugar.
—La casa está vacía. Realmente no tengo ganas de quedarme en un
motel. Nicky probablemente dejó algo de comida y alcohol allí.
—¿Quieres que conduzca? —Neil preguntó con un bostezo
inoportuno.
Andrew lo miró y arqueó una ceja.
—No. Ve a caminar para estirar las piernas.
Neil refunfuñó en voz baja sobre estar bien para conducir, pero hizo
lo que le dijeron de todos modos. La ráfaga de aire acondicionado le hizo
temblar y cruzó los brazos sobre el estómago. La piel de gallina le picaba
los brazos y el cuello. Pasó junto a un padre con una hija adolescente en el
pasillo de los bocadillos; evitó los ojos del hombre cuando lo recorrieron.
Se dirigió directamente a la sección refrigerada para ver cafés helados y
bebidas energéticas. Tres adolescentes con pantalones cortos holgados y
snapbacks estaban cargando Red Bulls y Gatorade. Neil se paró a unos
metros de ellos y fingió mirar la selección de bebidas de Starbucks hasta
que se fueron. Odiaba las bebidas energéticas, pero de todos modos eligió
una lata grande de Monster. El café solo le haría daño al estómago, ya que
aún no habían cenado y no quería volver a dormirse en caso de que Andrew
realmente lo necesitara para conducir. Mientras pagaba, Andrew entró por
las puertas y recogió una bolsa de pretzels antes de acercarse a Neil.
Subieron de nuevo al auto. Neil sintió como si su cerebro se hubiera
derretido a un lado de su cráneo y su garganta se sentía como si hubiera
comido bolas de algodón mientras dormía. Todo se sentía extraño y como
un sueño. Abrió la lata de Monster y bebió la mitad tan rápido como pudo.
Sabía a gasolina y azúcar.
—No bebas esa mierda solo para demostrar un punto. Estoy bien para
conducir.
Neil lo fulminó con la mirada.
—Llevamos conduciendo desde las once y media. Probablemente
estés más exhausto que yo.
Andrew puso en marcha el motor y condujo. Neil se acurrucó contra
la puerta y apoyó la cabeza en la ventana. Las vibraciones del coche
zumbaban en sus dientes, pero no le importaba. El cielo estaba oscuro y
estaba a medio camino hipnotizado por el paso periódico de las farolas
cuando llegaron a Columbia. Quería saber qué había hecho cambiar de
opinión a Andrew, por qué necesitaba un viaje de ocho horas a una ciudad a
la que sólo le habría tomado un par de horas llegar por su ruta normal.
Los ojos de Neil se llenaron de lágrimas con la fuerza de su bostezo
cuando caminaron por el estacionamiento de la entrada de la casa.
Temblando, se arrastró fuera del auto y sacó su bolso del asiento trasero.
Primero llegó a la puerta, por lo que sacó las llaves del bolsillo y abrió la
puerta. Andrew se acercó silenciosamente a su lado y le dio un codazo antes
de robar su bolso para llevarlo a su dormitorio. Neil se frotó los ojos y se
quitó los zapatos. Se quitó las bandas, las dejó caer sobre sus zapatillas y
fue al sofá para acostarse. El recuerdo de una voz jugó en el borde de su
conciencia, no lo suficientemente pronunciada para que él reconociera de
quién era la voz, pero lo suficientemente presente como para ponerlo un
poco nervioso. Los viejos instintos susurraban: Cuidado.
Neil miró hacia el techo, su cerebro distraído encontró patrones
involuntarios en la textura, y no se dio cuenta de que estaba temblando
hasta que una manta cayó sobre su torso. Sus ojos se posaron en el rostro de
Andrew y su mirada fija.
—¿Cena? —preguntó Andrew.
El estómago de Neil todavía se sentía un poco mareado después de la
bebida energética.
—Probablemente solo coma una tostada.
Andrew hizo un gesto con la cabeza, haciendo señas a Neil para que
lo siguiera. Envolviendo la manta alrededor de sus hombros, Neil se puso
de pie y caminó hacia la cocina desordenada detrás de él. No habían puesto
un pie allí porque no habían tenido tiempo ni energía esa mañana y ambos
hicieron una pausa para asimilar el desastre. Los platos se amontonaron en
el fregadero y las migas cubrieron la encimera. En el refrigerador había
algunas cajas de poliestireno llenas de sobras de los restaurantes en los que
Nicky y Erik habían estado durante la semana junto con una caja medio
vacía de fresas de buen aspecto y una caja de pizza manchada de grasa con
cuatro rebanadas de pizza rancia con pepperoni. y aceitunas. Andrew arrugó
la nariz un poco ante eso y tiró todo a la basura. No había pan que no
tuviera manchas azul verdosas en las esquinas, así que Neil se conformó
con una porción única de lasaña congelada cocinada en el microondas.
Andrew horneó un montón de papas fritas congeladas y nuggets de pollo
para él.
Mientras esperaba que terminaran de hornear, Andrew llamó a Nicky
para decirle una sola frase.
—No dejes que la comida se pudra aquí la próxima vez.
Comieron de pie en lados opuestos de la cocina. Andrew tomó unos
sorbos de whisky mientras Neil solo bebía agua. Neil terminó de comer
primero, así que comenzó a lavar los platos que quedaban en el fregadero y
Andrew pronto se unió a él para secarlos y ponerlos de nuevo en la alacena.
Una vez ordenada la cocina, salieron al porche para sentarse y
compartir cigarrillos. Unas cuantas luciérnagas parpadearon en el suave aire
índigo y hubo una brisa fresca que pasó suavemente y calmó el calor
persistente. El brillo de la punta del cigarrillo hizo que el estómago de Neil
se retorciera y durante los primeros segundos el humo olía a carne
quemada. Neil negó con la cabeza para aclararse y apartó el cigarrillo de su
cara hasta que pasó la oleada de náuseas.
Andrew exhaló una fina corriente de humo antes de preguntar.
—¿Algo anda mal?
—No, solo me siento un poco mal. No debería haber dormido en el
coche.
—Vete a la cama si estás cansado.
Neil dejó caer el cigarrillo y lo apagó bajo su zapato.
—No estoy cansado.
Andrew asintió con la cabeza y apagó su propio cigarrillo contra la
suela de goma de su zapato, guardándose el resto para más tarde. Se puso
de pie y miró a Neil.
—¿Sí o no?
Neil se levantó de su silla antes de que Andrew pudiera terminar la
pregunta.
—Sí.
En el dormitorio, Andrew le quitó la camiseta a Neil y la tiró a un
lado antes de empujar a Neil hacia la cama con las manos enérgicas contra
su pecho. Los dedos de Neil entraron en el cabello de Andrew mientras
trepaba sobre él para sentarse a horcajadas sobre sus caderas e inclinarse
para aplastar sus bocas. El peso de su boca y el firme deslizamiento de su
lengua contra la de Neil encendieron rápidamente un fuego que quemó el
cuerpo de Neil y aceleró su corazón. Se olvidó de su pierna magullada y de
la sensación de relleno de algodón en su cabeza. Todo lo que existía en su
mente era Andrew y sí, sí, sí. Andrew arrastró los dedos por el pecho
desnudo de Neil, rascando lo suficientemente fuerte como para dejar líneas
rosadas. Neil gimió en la boca de Andrew y trató de acercarlo más con un
fuerte tirón de su cabello.
Andrew agarró las muñecas de Neil y las empujó por encima de la
cabeza de Neil, aplastándolas contra la almohada. Mordió el labio de Neil
lo suficientemente fuerte como para sacar una gota de sangre. De repente,
todo el mundo se inclinó hacia un lado y arrojó a Neil por el borde. Estar
encerrado en una cama, el sabor metálico de la sangre, la fatiga, las briznas
de terror que persisten de su sueño olvidado en el automóvil, fueron todos
los ingredientes de una bomba que devastó los sentidos de Neil. Su cuerpo
se bloqueó por el pánico y ya no pudo ver a Andrew. Vio una mueca cruel y
el número "1" y el extremo brillante de un encendedor del tablero.
—No —jadeó.
El peso sobre él desapareció en un instante. Andrew se apartó de la
cama y se tambaleó por la mitad de la habitación. Neil luchó por respirar.
Sus pulmones estaban congelados y su corazón tartamudeaba como una
brasa luchando contra un viento sofocante. Sus manos tantearon las
almohadas y la cabecera, tratando de levantarse.
—Ayuda.
Andrew se acercó para sujetar sus manos alrededor de los hombros de
Neil y ponerlo en pie.
—Basta —ordenó Andrew, sosteniendo la cabeza de Neil entre sus
rodillas. Las manos de Neil sujetaron las muñecas de Andrew, sosteniendo
sus manos contra su cuello, suplicándole en silencio que se quedara.
—Neil, respira.
—No puedo... —jadeó.
—Neil —Andrew le dio un fuerte empujón.
Neil se atragantó con un ruido desquiciado e hipo antes de que
pudiera llevar aire a los pulmones. Andrew se sentó en el borde de la cama
y acercó la cara de Neil a su hombro.
—Estás bien —dijo contra el oído de Neil. Presionó la mano de Neil
contra sus costillas—. Respira conmigo.
Neil se concentró en la sensación de las costillas de Andrew
expandiéndose y contrayéndose con respiraciones constantes y trató de
imitarlas lo mejor que pudo. Una vez que Neil respiró profundamente,
Andrew lo soltó y se alejó de nuevo. Tenía los puños apretados a los
costados y la furia oscurecía su rostro. Por un momento pareció que
Andrew se iba a ir y Neil odiaba la idea.
—No te vayas —gruñó Neil —. Lo... lo siento, yo—
Andrew lo miró fijamente como si al hacerlo pudiera darle una idea
del interior de la mente de Neil. Una mirada conflictiva apareció
brevemente en su rostro antes de sentarse junto a Neil nuevamente,
negándose en silencio a tocarlo. Su ira era como olas de calor brillando en
el aire entre ellos, pero Neil sabía, incluso en su estado desmoronado, que él
no era el objetivo de la ira de Andrew.
Sin embargo, Neil estaba molesto consigo mismo. Nunca había
querido decirle que no a esto, a Andrew. Nunca quiso negarle nada a
Andrew, pero se sintió asombrosamente aliviado de que Andrew se
detuviera cuando Neil se lo pidió y estaba aún más angustiado al imaginar
lo que era para Andrew cuando esos otros hombres no lo habían hecho.
Hipó y se estremeció, se metió las manos en el pelo y apoyó la frente en su
rodilla.
—Lo siento. No sé qué ...
—Cállate —gruñó Andrew —. Deja de disculparte.
Neil se acurrucó más sobre sí mismo, luchando contra las burlas de
Lola y la risa de Riko y las órdenes de su padre. El terror había llegado de
forma espontánea, inesperada, y Neil sintió como si lo hubieran arrojado
por la borda al tormentoso mar de su arruinada subconsciencia. Nunca
había imaginado que podría arrebatarlo de estar con Andrew.
La mano de Andrew en la parte posterior de su cuello lo hizo
retroceder nuevamente.
—Sólo respira.
—Salió de la nada —susurró Neil—. Mierda. Mierda, estoy tan
cansado de esto.
—¿Qué necesitas? —la voz de Andrew era un trueno que raspaba el
cielo de Neil.
—Quédate. Solo ... solo dame un minuto. Puedo ... podemos seguir ...
—Dijiste que no. Es no.
—¡No! No era mi intención… —Neil levantó la cabeza y luchó por
encontrar las palabras—. No quise arruinar esto. Yo sólo ...
—¿Quieres beber algo? —Andrew lo interrumpió.
Neil asintió con la cabeza y hundió las palmas de sus manos en sus
ojos. El peso de Andrew desapareció y sus pasos recorrieron el pasillo. Un
minuto después regresó con la botella de whisky y se la entregó a Neil. El
espeso ardor deslizándose por su garganta y acumulándose en su vientre
ayudó a distraerlo, traerlo de regreso al presente.
—Gracias —Neil miró la botella—. Quiero hacer lo que sea que
tenías en mente. Realmente lo quiero. ¿Podemos volver a eso?
—Todavía estás temblando.
Neil se arriesgó a mirarlo. Todavía había una tensión peligrosa en los
hombros de Andrew y una mirada hirviendo en sus ojos que no era solo
pura ira. Parecía que estaba dando vueltas a un problema en su cabeza y
Neil deseaba poder ver qué era.
—No soy como ellos —la mandíbula de Andrew se apretó con fuerza
y se miró el puño.
—Nunca pensé que lo fueras. Sabía que te detendrías si te lo decía...
—Sigues diciéndome esa mierda de 'siempre sí' — Andrew lo miró
con furia.
—Diría que no si no lo quisiera.
—Ahora lo sabemos.
Neil respiró hondo y tembloroso y se rascó la nuca mientras Andrew
se levantaba y recogía la camiseta que había tirado. Neil le cambió la
botella de whisky por ella y se la volvió a poner.
—Vamos —dijo Andrew al salir de la habitación.
Neil se desdobló y se dirigió a la sala de estar donde Andrew estaba
acurrucado en un extremo del sofá. Cogió el control remoto y encendió la
televisión mientras Neil se sentaba con cuidado en el cojín del medio,
dejando unos centímetros de espacio entre ellos. Andrew mantuvo sus ojos
en la pantalla mientras tomaba la manta del piso y la arrojaba sobre el
regazo de Neil. Los dedos de Neil estaban entumecidos, su corazón se
sentía frío. Murmuró un suave "gracias" y se envolvió con la manta.
Durante dos horas se sentaron en silencio mientras se reproducía
publicidad sobre licuadoras y aspiradoras, una tras otra. Poco a poco, el
pánico se desvaneció y Neil se sintió empapado y blando en sus bordes
generalmente ásperos. Para cuando comenzó el tercer infomercial, la mente
en recuperación de Neil comenzó a anhelar una proximidad más cercana a
Andrew nuevamente. El deseo que había sido pisoteado bajo su terror
asomó por la cabeza y pronto no pudo apartar los ojos de Andrew.
—¿Quieres dormir? —Andrew preguntó.
—No quiero dormir —dijo Neil—. Quiero cambiarlo a sí. ¿Puedo
hacer eso?
Los ojos de Andrew finalmente se deslizaron hacia él, buscando en el
rostro de Neil signos de una mentira. No encontró ninguno. Su mandíbula
se movió por un momento y Neil pudo ver la guerra en su corazón antes de
que finalmente dijera.
—Sí.
La respiración de Neil lo dejó en una gran ráfaga. Se inclinó y se
encontró con Andrew a mitad de camino, aliviado al sentir sus labios sobre
los suyos de nuevo. Ahuecó la mandíbula de Andrew mientras el beso se
profundizaba lentamente con suaves suspiros y persistentes apretones de
labios. Neil asintió apreciativamente y deslizó sus dedos por el cabello de
Andrew. Andrew lo empujó hacia adelante tomándolo de los hombros y
Neil lo siguió obedientemente hasta que estuvo acostado encima de
Andrew, apoyado sobre las rodillas, clavándose en los cojines alrededor de
las caderas de Andrew y los codos apoyados contra el apoyabrazos. Andrew
aprovechó la oportunidad para arrastrar sus manos por el pecho de Neil e
inclinarse para encontrarse con él a mitad de camino para besos largos y
acalorados.
A pesar del peso de su boca, Andrew estaba siendo cuidadoso y Neil
sabía que era para probar sus límites en caso de que el pánico acechara en
alguna parte. Estos besos tenían la habitual presión enloquecedora, pero sin
mordedura, sin ira o frustración. Fue una serie de preguntas y respuestas
silenciosas intercambiadas entre ellos. La intensidad, el renovado
recordatorio de que estaban a salvo, de que estaban en casa, dejó a Neil sin
aliento y fundido en su interior.
Los labios de Andrew se aflojaron mientras jadeaba contra los de
Neil. Luego, murmuró.
—Quiero que lo chupes.
—¿Qué? —los ojos de Neil se abrieron de golpe.
—Hazlo —Andrew respiró las palabras en la boca abierta de Neil y
su lengua las siguió para lamer sus dientes. El corazón de Neil latía con
fuerza y sus pensamientos patinaban y chocaban entre sí.
—No me dejarás tomar la iniciativa sólo porque tuve un ataque de
pánico antes, ¿verdad? —preguntó tragando saliva.
—No seas idiota. Tomé mi decisión hace horas —la molestia brilló en
sus ojos.
Oh. Se sintió mareado de asombro. Recordó a Andrew diciendo algo
sobre una decisión cuando pasaron por Macon. Se preguntó si Andrew
había estado pensando en esto durante todo el viaje. Neil tragó saliva y bajó
los ojos al pecho de Andrew, sin saber cómo se merecería esto.
—Podemos dormir si no quieres —dijo Andrew.
Neil negó con la cabeza.
—No, quiero. Realmente, realmente quiero hacerlo. Es sólo que...
¿Qué pasa si...?
—Te detendrás si te digo que te detengas —las palabras no eran
amenazantes, sino confiadas.
—Sí —asintió Neil. Estaba abrumado—. Bueno. ¿Quieres quedarte
con la ropa puesta?
Andrew asintió y guió a Neil hacia atrás para que estuviera
arrodillado en el suelo. Andrew se volvió y se deslizó hasta el borde del
sofá. Enganchó sus pies alrededor del trasero de Neil y dijo.
—Puedes quitarme los pantalones.
Andrew le estaba dando confianza, dándole el control. Con dedos
temblorosos, Neil desabrochó el botón y la cremallera de los jeans de
Andrew. Andrew levantó las caderas para poder tirar de ellas hacia abajo
alrededor de los muslos de él. Neil miró hacia arriba y esperó hasta que
Andrew asintió de nuevo para tirar de la cintura de los calzoncillos negros
hacia abajo y por sobre su erección. Neil los bajó lo suficiente para darle
acceso a Andrew y se tomó un momento para mirarlo de cerca. Vagamente,
pensó, debería haber googleado esto.
La mano de Andrew se curvó sobre la parte superior de la cabeza de
Neil y su respiración acelerada sonaba casi nerviosa.
—No sé cómo hacer esto —Neil lo miró a los ojos y admitió en voz
baja.
—Dame tu mano —Neil levantó su mano y Andrew la tomó entre las
suyas para envolver los dedos de Neil alrededor de la base de su pene —.
No uses tus dientes. Recuerda respirar.
Neil asintió y se humedeció los labios.
—¿Así que todavía es un sí?
—Aún, sí.
—Está bien —Neil exhaló temblorosamente. La otra mano de
Andrew agarró el hombro de Neil mientras éste le daba un lento beso.
Andrew se quedó sin aliento y sus dedos se hundieron más en su hombro,
pero no dijo que no. Neil apretó su mano alrededor de él y lo acarició arriba
y abajo un par de veces antes de llevárselo a la boca. Era más grande de lo
que esperaba y era un poco incómodo mantener los dientes alejados de la
piel sensible. El sabor era más agudo, más fuerte y casi le provocó arcadas,
pero reprimió obstinadamente el impulso. Por un momento se quedó quieto,
succionando la punta para acostumbrarse, y dejó que la saliva se acumulara
a su alrededor para facilitar el movimiento. Esta gotearon por la comisura
de su boca, pero no se molestó en limpiarla.
Andrew suspiró en voz alta y Neil lo tomó como un estímulo.
Lentamente, trató de meterse unos centímetros más en la boca. Los dedos
de Andrew se enredaron en su cabello y se aferraron a un lado de su cuello
con tanta fuerza que Neil sospechó que le quedarían moretones.
Neil inhaló profundamente por la nariz. Se hundió hasta que de
repente se atragantó con fuerza e hizo un ruido ahogado.
Andrew tiró bruscamente de su cabello.
—Tranquilo —siseó.
Neil asintió en respuesta y la vibración hizo que los muslos de
Andrew se apretaran debajo de él por lo que empujó más de él hacia su
boca y gimió en voz baja. Andrew dejó escapar un siseo y le rascó la parte
superior de la espalda a través de la camiseta.
A medida que Neil ganaba confianza, aceleró el paso y encontró un
ritmo torpe de caricias y succiones. Andrew no gimió ni gritó como lo hizo
Neil, pero su respiración escurrida e irregular y el áspero agarre de sus
dedos hicieron que la erección de Neil doliera en los confines de sus jeans.
Suspiró un poco alrededor de la erección de Andrew de nuevo y
secretamente se deleitó en la forma en que rompió el suspiro de placer de
Andrew.
Andrew curvó la parte superior de su cuerpo hacia adelante cuanto
más se acercaba a su orgasmo y sostuvo la cabeza de Neil en sus brazos.
Sus jadeos calientes y pesados enviaron un escalofrío de emoción por la
columna de Neil, y sus dedos le arañaron los duros músculos de su espalda.
Neil empujó más en su boca y lo acarició más rápido hasta que por fin su
cuerpo se tensó de golpe. Andrew dejó de respirar por completo cuando se
acercó con fuerza a la ansiosa lengua de Neil, que lamió su punta hasta que
el orgasmo había seguido su curso. Andrew dejó escapar un gruñido
exhausto y todo su cuerpo se relajó. Neil lo soltó, tragó saliva y se recostó
para recuperar el aliento. Se limpió las gotas de saliva o semen de su
barbilla con el interior de su camiseta y miró hacia arriba. Andrew se dejó
caer contra el sofá, con los ojos vidriosos, ruborizado y jadeante, y miró a
Neil.
—Te odio malditamente tanto —gruñó.
—Lo sé —Neil se masajeó el dolorido borde de su mandíbula.
—Necesito un cigarro —Andrew se estremeció y volvió a subirse la
ropa interior y los jeans.
—¿Café? —preguntó Neil.
—Descafeinado —dijo Andrew.
Neil asintió y se alejó para que Andrew pudiera ponerse de pie.
Permaneció en su lugar hasta que escuchó cerrarse la puerta principal.
Luego, se dirigió a la cocina. El estómago de Neil se hizo un nudo por la
ansiedad, pero trató de alejarlo, su deseo por seguridad no era tan
importante como la necesidad de Andrew de tiempo para procesar. Después
de lavarse las manos y enjuagarse la boca, sacó su teléfono y presionó el
botón de marcación rápida adjunto al número de Matt.
—¡Oye, Neil! —Matt bajó el volumen de la música que se escuchaba
de fondo—. ¿Todo bien?
Neil se sujetó el teléfono a la oreja con el hombro y rebuscó en la
alacena en busca de filtros.
—Hola, Matt. Todo está bien. Solo chequeando. ¿Volvieron sin
ningún problema?
—¡Si! Ahora estamos pasando el rato en el cuarto de las chicas —la
risa de Dan burbujeó en el fondo, lo que hizo que los labios de Neil se
torcieran en una pequeña sonrisa. Metió un filtro en la canasta y buscó la
bolsa de descafeinado escondida detrás del café normal y la bolsa de azúcar.
—Siento no haber estado allí para verlos cuando regresaron —dijo.
—No te preocupes hombre. Te veremos en la noche de cine, ¿verdad?
—Sí.
—¿Estará Andrew allí? Aaron dijo que vendrá.
Neil entrecerró los ojos ante la bolsa de café que tenía en la mano.
Que Andrew no descartara la idea de una noche de cine en equipo era
extraño, pero que Aaron también asistiera voluntariamente era igualmente
inesperado.
—Eso es genial. Sí, creo que Andrew también irá.
—Dan estará feliz de escucharlo. Nicky consiguió que todos los
estudiantes de primer año estuvieran de acuerdo. Sin embargo, no sé cómo
vamos a encajar a todo el equipo en el dormitorio de las chicas.
Neil sonrió con ironía mientras medía cuidadosamente los granos de
café en la canasta.
—Lo harán funcionar.
—¿Qué está haciendo Andrew ahora?
—Está afuera fumando. ¿Ya has elegido esa cierta pieza de joyería
para Dan?
—Espera —dijo Matt. Neil pudo escucharlo decir algunas palabras a
los demás antes de salir de la habitación en la que estaban. La música se
desvaneció y Matt susurró—. Está bien, he estado pensando y no estoy
realmente seguro de que sea una buena idea todavía... Quiero decir que las
cosas están muy, muy bien, pero todavía me queda otro año en Palmetto.
—Sí —dijo Neil solo para hacerle saber a Matt que todavía estaba
escuchando. Llenó una jarra con agua en el fregadero y vertió lo suficiente
para llenar seis tazas en la parte trasera de la cafetera mientras Matt
hablaba.
—Creo que esperaré hasta después de graduarme. Eso le dará a Dan
un año libre. ¿Sabes que ya tiene una oferta para ser entrenadora asistente
en Maryland? ¿Puedes creerlo?
—Dan sería una entrenadora increíble.
—Ella va a ser la mejor. De todos modos, sí, voy a darle un año y
proponerle cuando los dos estemos fuera de la universidad.
Neil asintió con la cabeza a pesar de que Matt no podía verlo estando
de acuerdo.
—Eso suena inteligente. Eso te dará mucho tiempo para elegir un
anillo.
—Oh, Dios mío, cometí el error de pedir consejos a Allison y Renee
anoche. Creo que Allison ya tiene planeada toda la boda.
—Ojalá Renee pueda volver a calmarla—Neil resopló y encendió la
cafetera.
—Sí claro. Deberías haber visto la mirada en los ojos de esa chica.
Ni siquiera he propuesto matrimonio y probablemente ya esté pensando en
la boda más cara de este siglo.
—Buena suerte con eso.
—Oh, por favor, vas a estar ahí para ayudarme a lidiar con eso.
—Oh, ¿estoy invitado? —Neil preguntó en broma.
—Pequeña mierda —se rió Matt—. Debería volver allí. ¿Estás
seguro de que todo está bien?
—Estoy seguro. Volveremos mañana. Que tengas una buena noche.
—Tú también, hombre.
Neil se guardó el teléfono en el bolsillo y soltó un largo suspiro. El
reloj de la pared hizo un tictac ruidoso y Neil comenzó a contar. Diez
minutos hasta que la cafetera gorgoteó y se detuvo. Cuarenta y cinco
segundos para prepararse una taza de café. Ocho minutos hasta que estuvo
lo suficientemente frío para beber.
El reloj marcó treinta y tres minutos hasta que la puerta principal se
abrió de nuevo. El cuerpo de Neil tomó conciencia. Andrew se quitó los
zapatos en la entrada con suficiente fuerza que chocaron contra la pared y
luego se dirigió a la cocina. Mientras estaba de pie en la puerta, Neil sacó
una segunda taza y le sirvió una taza de café a Andrew. Se la entregó antes
de retirarse para apoyarse en la nevera.
Los ojos de Andrew se posaron significativamente en su entrepierna.
—¿Te encargaste de eso?
—No —respondió Neil.
Andrew dejó la taza a un lado y cruzó la cocina para enganchar los
dedos en los bordes del cinturón de Neil. Tiró de las caderas de Neil hacia
adelante y se inclinó para besarlo con avidez.
Neil le devolvió el beso durante unos momentos, aliviado de que
regresó, antes de que se alejara lo suficiente para decir:
—Podemos ir a la cama si quieres. No lo necesito.
—¿Estás diciendo que no?
—Simplemente no quiero que te sientas obligado o...—Neil negó con
la cabeza.
Andrew lo besó con fuerza y le mordió el labio antes de gruñir.
—Eres un maldito idiota. ¿Sí o no?
—Sí —murmuró Neil contra los labios de Andrew. Jadeó con fuerza
cuando Andrew apretó la palma de su mano contra la parte delantera de los
pantalones de Neil. Andrew no dudó en quitarle la camiseta y arrojarla
hacia la puerta. Los dedos de Neil se aferraron al cabello de Andrew sin
aliento, contra la puerta fría del refrigerador mientras Andrew arrastraba sus
manos pesadas y frenéticas sobre cada centímetro de su torso lleno de
cicatrices, siguiendo los toques con dientes y besos húmedos que
probablemente dejarían marcas. Neil gimió en voz alta su agradecimiento ,
acariciando y rascando la cabeza de Andrew, mientras Andrew
desmantelaba su mente con destreza. Cuando tomó a Neil en su mano fue
brusco y rápido y Neil cayó por el borde en poco tiempo, demasiado
eufórico para avergonzarse de lo rápido que llegó.
Mientras recuperaba el aliento, Andrew lamió un lado de su cuello y
le mordió el lóbulo de la oreja.
—No le debo nada a nadie y nunca toco a nadie que no quiera. No lo
olvides nunca —gruñó acaloradamente contra la de Neil oreja.
Neil asintió con impotencia.
Andrew se enderezó y untó el semen de su mano sobre el pecho de
Neil. Sus ojos se clavaron en los de Neil, ardientes y casi enojados.
—Necesitas ducharte.
Neil tuvo suficiente conciencia como para apagar la cafetera antes de
seguir a Andrew al baño.
Capítulo 19
Pobre Johnny, Parte I
Neil y Andrew regresaron a Fox Tower el domingo por la tarde para
encontrar la puerta de la habitación de Dan abierta y rebosante de mantas.
Dejaron sus maletas en su propia habitación antes de que Neil fuera a
investigar con Andrew detrás de él con indiferencia.
Dan, Renee y Allison estaban sentadas en el respaldo del sofá,
apoyadas contra la pared, como tres reinas con vistas a un continente de
montañas de almohadas, llanuras de mantas de lana y pequeños pueblos de
bocadillos y botellas de alcohol. Sus súbditos encontraron lugares cómodos
alrededor de la sala de estar. Matt estaba sentado en el sofá con las piernas
de Dan sobre sus hombros. Kevin estaba sentado en un puf en el suelo junto
a los pies de Matt. Aaron estaba enfurruñado en el sofá entre las piernas de
Allison y Renee. Nicky estaba sentado en el apoyabrazos al lado de Renee,
jugando un juego en su teléfono. Brook y Lizzy estaban tumbados boca
abajo frente al televisor. Colby y Brian estaban sentados con las piernas
cruzadas a ambos lados de una pirámide de latas de cerveza en la esquina.
Jack estaba bebiendo un vaso de whisky no muy lejos de sus compañeros de
cuarto, pero obviamente apartado de ellos. Sheena estaba acostada con la
cabeza apoyada en el muslo de Jack, aunque ninguno parecía
particularmente feliz por eso.
—Wow —fue todo lo que dijo Neil y eso fue suficiente para llamar la
atención de Dan y Matt.
El alegre grito de su nombre alertó al resto del equipo de su llegada.
—¡Ustedes están aquí! Aww —balbuceó Nicky, agarrando su teléfono
sobre su corazón.
—Estás borracho bastante temprano, Nicky —Neil negó con la
cabeza.
—Todavía está borracho desde anoche —dijo Allison. Neil no podía
decir si hablaba en serio o no.
Neil logró agacharse para sentarse junto a Kevin sin hacer una mueca
al sentir el dolor en su muslo. Andrew se sentó a su otro lado y tomó una
botella de vodka cercana. Por un momento, todo pareció tranquilo y normal.
Dan y Renee se reían. Brook se rió del cronómetro en su teléfono mientras
cronometraba a Lizzy para ver cuántas palomitas de maíz podía comer en
un minuto. Aaron estaba enviando mensajes de texto a alguien, pero parecía
más tranquilo de lo que solía ser en el equipo.
Matt estaba hablando con Neil sobre el próximo juego contra
Vermont cuando fueron interrumpidos.
—¿Tu pierna estará bien, Neil? —Nicky preguntó en voz alta,
frotándose uno de sus ojos.
La mayor parte del equipo se quedó en silencio y se volteó para mirar
a Neil, en busca de signos de lesión.
Los ojos de Dan se clavaron en él.
—¿Qué le ha ocurrido a tu pierna?
—Johnny decidió darle un golpe con su raqueta el viernes —
respondió Aaron con una voz tan aburrida como la de su hermano sin
levantar la vista del teléfono en su regazo—. Escuché que quedó un
hematoma desagradable.
Neil entrecerró los ojos. Aaron nunca había llamado a Jack así antes.
—Amigo, ¿qué diablos? —dijo Colby, que por lo general guardaba
silencio frente a los Foxes mayores.
Brook le arrojó un puñado de papas fritas.
Los estudiantes de primer año no se dieron cuenta de que los Foxes
mayores se habían puesto peligrosamente tensos. Neil se encontró con la
mirada pétrea de Matt y ni siquiera se molestó con su habitual "Estoy bien".
De todos modos, no lo escucharían. Lo habían visto entrar, ni siquiera
cojeaba notablemente, pero todos vieron el desastre que Neil había evitado
por poco. Sabían lo que podría haber sucedido, lo que aún podría suceder.
Los puños de Dan estaban apretados sobre sus rodillas y había fuego
infernal en los ojos de Allison. Renee intercambió una mirada sombría con
Dan y luego Dan miró a Kevin, cuya expresión Neil no podía ver.
—No te molestes —dijo Aaron—. Nicky ya le dijo al entrenador.
Mañana vamos a tener una pequeña reunión sobre la violencia en la cancha
y sobre que 'las raquetas son armas' y bla, bla, bla.
Jack puso los ojos en blanco. Neil miró a Aaron. Algo parecía mal. Se
sentía como si estuviera en su periferia pero no podía volverse para mirarlo
correctamente todavía. El simple hecho de que Aaron estuviera allí fue
suficiente para despertar sus sospechas, pero su anuncio casual de lo que
había sucedido y la desestimación igualmente casual fue discordante.
—Me sorprende que lo dejes vivir, Andrew —dijo Allison. Fue casi
un desafío.
—¿Por qué le importaría una mierda? —Jack se burló.
Dan y Matt lo miraron con lástima.
—¿No es obvio? —preguntó Allison, mirándolo desde arriba en más
de un sentido.
Lizzy rodó sobre su espalda y luego se sentó, mirándolos a los dos
con los ojos entrecerrados. Colby ladeó la cabeza, desconcertado. Neil miró
hacia atrás sin comprender.
—Están enamorados —suspiró Nicky soñadoramente antes de
levantar su teléfono en el aire triunfalmente—. ¡Já! ¡Superé el nivel! Y
ustedes, perras, dijeron que no podía jugar a Candy Crush borracho.
Aaron arrugó la nariz con disgusto.
—¿Ustedes dos están teniendo sexo? —gritó Jack.
Sheena se enderezó de golpe, mirándolos boquiabierta con evidente
disgusto. Brook empujó algunos M & M más en su boca y se sentó al lado
de Lizzy, que todavía estaba entrecerrando los ojos.
—Estúpidos estudiantes de primer año —murmuró Allison.
—Uf, ¿dónde encuentra el entrenador todos estos homosexuales? —
Sheena se burló.
—Ebay —respondió Nicky rotundamente.
—En la granja —dijo Brook.
Lizzy levantó el dedo índice de una manera borracha y grandiosa y
explicó
—Mira, Sheena, si reúnes suficientes personas homosexuales —hizo
un gesto amplio hacia el resto de la sala—. Obtienes una edición especial,
bisexual —hizo un gesto hacia sí misma con ambas manos y se habría caído
si Brook no la hubiera agarrado del hombro.
—Perra, por favor, eres del montón. Yo soy el bisexual de edición
especial —Brian se burló.
Lizzy lo clavó en la frente con un Cheeto con una puntería
sorprendentemente buena a pesar de tanto nivel de alcohol en su sistema.
Una mancha de polvo naranja quedó atrás sobre su ceja.
—Por un bisexual, obtén uno gratis —Nicky jadeó teatralmente y
susurró.
—Ustedes le batean a ambos lados. Neil batea —dijo Matt como si
estuviera haciendo cálculos mentales—. Se equilibra de alguna forma —
miró a Dan en busca de aprobación y ella se inclinó para palmear su pecho.
—Colby no batea—ofreció Brian, dándole una palmada en la espalda
al chico tranquilo—. Si jugara al Exy de la forma en la que se juega la vida,
nadie anotaría jamás —Colby pareció pensativo por un momento y luego
asintió.
Sheena hizo un ruido ahogado, todavía concentrada en sus
compañeros de cuarto.
—No puedo creer que duerma en la misma habitación que ustedes
dos. Voy a mantener spray de pimienta debajo de mi almohada o algo así.
—Tu personalidad es lo suficientemente repulsiva —dijo Lizzy—.
Pero ¿esa cara encima? No me acostaría contigo si tuviera los ojos
vendados y me pagaran una montaña de dinero en efectivo.
Brook soltó una risita y abrió otro vino rojo.
—Cállate, puta —gruñó Sheena.
Los ojos brillantes de Jack seguían fijos en Neil y Andrew. Esperó
hasta que la habitación se hubo asentado hasta que dijo.
—Me pregunto cómo les gustaría a los medios enterarse de que Neil
Josten es un maricón.
—Muy bien, dejen la mierda homofóbica, los dos —espetó Dan—.
No toleramos esa basura y ya estás metido en una mierda lo suficientemente
profunda, Jack. Quiero decir, ¿qué demonios estabas pensando?
La cabeza de Andrew se inclinó y su voz baja y suave como la miel
detuvo a todos los demás.
—¿Vas a llamar a la prensa, niño Johnny?
—Deja de llamarme malditamente así —el labio de Jack se curvó.
—Porque si vas a llamar a la prensa aquí, yo también tengo una
historia divertida que contar —continuó Andrew—. Pobre Johnny, de sólo
doce años, encontrado encerrado en un armario después de que mamá dejó
sus medicamentos y se suicidó. ¿Cuántos días estuviste ahí, Johnny? ¿Dos
días? ¿Tres? ¿Cuánto tiempo pasaste sentado en tu propia orina mientras el
cuerpo de tu madre colgaba del ventilador de techo justo afuera? No es de
extrañar que después te engancharas a las pastillas de tu padre adoptivo.
—Jesús —Matt se estremeció.
—Hablando de pastillas —continuó Andrew—. ¿Qué altura tenías
cuando te subiste al volante a los dieciséis años y atropellaste a ese niño en
tu vecindario?
—Nunca me acusaron de ...
—Me pregunto si todavía oyes un pequeño crujido de vez en cuando
cuando te subes a un coche —Andrew lo interrumpió.
—Andrew, basta —advirtió Dan.
—Creo que me voy a enfermar —susurró Brook. Lizzy estaba
demasiado borracha para hacer otra cosa que palmearla en la cabeza para
consolarla.
—¿Robaste mi maldito archivo? —preguntó Jack, con voz ronca.
—Una búsqueda simple en internet —respondió Andrew—. Buen
intento cambiar tu nombre, pero conozco todos los trucos del libro gracias a
Neil.
El rostro de Jack se veía pálido y sus ojos estaban llenos de pánico.
Neil miró a Andrew. Todo en él era tranquilo, controlado, y Neil no tardó
mucho en darse cuenta de por qué los gemelos accedieron a ir a la noche de
cine sin protestar, por qué Aaron de repente estaba usando el apodo de
Andrew para él y por qué Nicky había estado bebiendo tanto después de
reunir a todos los estudiantes de primer año para la noche de cine. Estaba
empezando a ver los alambres y engranajes metálicos de una trampa bien
orquestada y sabía que esto era sólo el principio de cualquier espectáculo de
terror que Andrew hubiera planeado.
—Los medios adoran a los jugadores con un pasado trágico, ¿sabes?
—señaló Aaron—. Neil y Kevin realmente les dieron un gusto el año
pasado.
—Pobre Johnny —Nicky se pasó las manos por la cara con tristeza y
cerró los ojos con fuerza—. Tal vez tú ... deberías hablar con Bee sobre esas
cosas, hombre. No queremos que termines como Riko, ¿sabes?
Jack se puso de pie y salió disparado por la puerta. Andrew lo dejó
irse sin decir una palabra más.
El resto de los Foxes tomaron el alcohol más cercano a ellos y
bebieron hasta que se sintieron mejor con lo que acababan de presenciar.
Nicky bebía más que la mayoría, como si pudiera esterilizar su lengua
después de las cosas que dijo. Neil tomó dos tragos de vodka, pero no
alcanzó a llenar la sensación de vacío en la boca su estómago. Esta
animosidad no era lo que quería para su equipo. No quería amenazar y
atormentar a los otros jugadores para que se sometieran. No quería
convertirse en Riko y perder su sentido común ante el efecto que venía con
el poder.
Andrew sabía esto, por supuesto, pero a Andrew nunca le importó
ensuciarse las manos para proteger lo que era suyo.
El silencio se rompió diez minutos después cuando Renee dijo.
—¿Qué tal si vemos algo divertido? Matt, ¿por qué no pones algo?
Matt asintió con rigidez y cruzó la habitación para poner un DVD en
el reproductor. Sheena abrazó sus rodillas contra su pecho y se mordió la
uña del pulgar, evitando los ojos de los demás. Todo el año Jack había sido
su contraparte, su socio cuando decidía hacer un alboroto. Ahora estaba sola
en un territorio poco amigable y marcharse mostraría debilidad.
Allison se enroscó un mechón de pelo brillante alrededor de su dedo y
estudió la forma en que la luz se reflejaba en los mechones.
—Oye, Brook, vi tus fotos de Facebook, por cierto. Tú y quién-
quiera-que-sea son adorables.
—Gracias. Riley y yo lo pasamos muy bien en Florida. Prácticamente
vivimos en la playa toda la semana —Brook sonrió de repente y se pasó los
dedos por la cara con timidez.
Lizzy cayó de espaldas y se llevó una botella de ron a los labios.
—¿Publicaste fotos? —Nicky arrastraba las palabras, parpadeando
adormilado.
Allison presionó algunos botones en su teléfono y lo empujó en su
dirección.
—Aww —arrulló, señalando con un dedo la pantalla.
—El delineador de ojos de Riley siempre está de diez—comentó
Allison—. Lástima que Sheena sea demasiado perra para que la vuelvas a
traer.
—Todavía estoy aquí —espetó Sheena con maldad.
—Lo sé ¿pero por qué aún? —Allison respondió sin inmutarse.
Kevin se levantó y apagó las luces cuando la película comenzó a
reproducirse en la gran televisión. Los Foxes agradecieron la distracción,
pero Neil no pudo concentrarse. Estaba demasiado distraído por lo que
había sucedido y lo que Andrew posiblemente podría tener reservado.
Capítulo 20
Pobre Johnny, Parte II
El lunes, Jack no se presentó a la práctica y nadie se sorprendió.
Wymack se llevó a Neil a un lado de camino a la cancha y le preguntó
qué había sucedido. Hubo una contracción de enojo en su mandíbula
cuando Neil le contó lo que había sucedido en la práctica del viernes. Le
dijo a Wymack que era solo un moretón y que Jack no había puesto tanta
fuerza detrás de él, pero no hizo mucho para calmar al hombre mayor.
Antes de que se les permitiera entrar en la cancha, Wymack los reunió
y anunció.
—Jack me envió un mensaje de texto antes y dijo que estaba enfermo
o algo así. Nos ocuparemos de él mañana. Les recordaré al resto de ustedes
—señaló con el dedo a los estudiantes de primer año—. Que golpear con
una raqueta a alguien puede ser mortal y no permitiré ninguna de esas
tonterías, ¿de acuerdo? Estoy condenando a Jack hasta que tenga ganas de
dejarlo volver a mi cancha. Me importa una mierda que hayan
campeonatos. No vamos a arriesgarnos a que alguien resulte gravemente
herido sólo porque Jack no puede controlar su puto temperamento como un
adulto.
Al otro lado de la habitación, Colby sacó su teléfono y escribió un
mensaje rápido. Después de presionar enviar, Neil sintió dos vibraciones
entrecortadas donde su muslo estaba presionado contra el de Andrew. El
sonido de la notificación y la incorrecta forma del teléfono en el bolsillo de
Andrew hicieron que Neil estuviese seguro de que era el de Jack. El rostro
de Andrew no traicionó nada.
La práctica continuó como de costumbre y Neil hizo todo lo posible
por ignorar el nudo en su estómago y la resignación en el rostro de Kevin.
Era poco probable que Kevin estuviera involucrado en el plan de Andrew,
pero tenía que tener alguna idea de por qué faltaba Jack. Aaron reflejó el
aburrimiento indiferente de su gemelo, mientras que la sonrisa de su primo
parecía forzada y vacilante. La resaca de Lizzy la puso de mal humor y
después de la tercera vez que golpeó a Sheena contra la pared, Wymack
dejó de pensar que podría ser accidental.
Golpeó el plexiglás para detener la práctica y abrió la puerta para
gritar
—Oye, ¿qué acabo de decir sobre lastimar a tus compañeros de
equipo?
Después de que la puerta se cerró con pestillo nuevamente, la práctica
continuó de manera desordenada. Neil se detuvo y suspiró cerca de la línea
central. Aaron y Nicky estaban hablando cerca de la portería de Andrew en
lugar de hacer sus ejercicios. Lizzy y Sheena intercambiaban insultos.
Kevin estaba disparando sin piedad a Colby en la portería visitante,
demostrándole a Brian. Matt intentaba gritarle algo alentador a Colby,
mientras Allison negaba con la cabeza.
—Anímate, vice-cap, este tipo de mierda suele pasar. Al menos estos
imbéciles aparecen en los juegos —Dan se acercó sigilosamente a Neil y
golpeó su cadera contra la de él.
Neil resopló y vio a Kevin irrumpir hacia Colby en la portería
visitante para gritarle por permitirle anotar tan fácilmente.
—Sabes, mirándonos ahora no sabrías que tenemos un partido
importante este viernes.
—Podemos dominar a los Catamounts. Regresaremos a la normalidad
mañana. Con suerte, Jack dejará de enfurruñarse para entonces. No puedo
creer que ese pequeño hijo de puta se haya saltado la práctica —Dan
resopló.
—Fue humillado —murmuró Neil.
—Se cavó en un agujero gigante él mismo. Diviértete con eso el
próximo año —ella le dio una palmada en el hombro y se alejó trotando
para gritar órdenes a los demás para que volvieran a enfocarse.
La última media hora de práctica pareció prolongarse durante días.
A partir de ahí, la mañana avanzó con normalidad. No había señales
de problemas, nada fuera de lo normal, pero tampoco señales de Jack. Brian
y Colby no parecían preocupados cuando Neil se cruzó con ellos de camino
los dormitorios después de su primera clase. Sheena parecía un poco
molesta, como de costumbre, cuando la vio al otro lado del comedor. El
rostro de Andrew permaneció en blanco y no dijo nada mientras comía
lentamente su almuerzo. Cuando Neil se llegó a sentar al último asiento de
su clase de las dos y media, sacó su teléfono y le envió un mensaje de texto
a Brian, ¿has visto a Jack?
Me envió un mensaje de texto hace 10 minutos. Dijo que se está
saltando la clase.
Le habría tranquilizado no saber que Andrew había robado el teléfono
de Jack. Realmente no le importaba si Jack aparecía al día siguiente o no,
pero le preocupaba la posibilidad muy real de que arrestaran a Andrew por
lo que fuera que estuviera haciendo. La tensión recorrió su estómago.
Odiaba no saber lo que estaba pasando, pero sabía que Andrew no le diría
los detalles hasta que estuviera listo.
Trató y no pudo concentrarse.
La clase terminó temprano y Neil rápidamente regresó a la Fox
Tower. En un tramo vacío de la acera a lo largo del camino perimetral,
Aaron casi chocó con él y empujó un bulto en el pecho de Neil. Neil agarró
la tela enrollada instintivamente. Aaron estaba vestido con una camiseta
negra holgada y jeans negros con el cabello despeinado y desordenado. Neil
lo vio alejarse, confundido. Aaron metió la mano en su bolso y sacó la
sudadera con capucha de su equipo, la que tenía "MINYARD" impreso
sobre el número "05", y se la puso justo cuando un grupo de jugadores de
fútbol salía de los dormitorios.
Neil miró hacia abajo y vio que en su mano había una pequeña
grabadora envuelta una banda que hacía juego con las que cubrían su
propios antebrazos llenos de cicatrices.
El tono de llamada del entrenador sonó desde su bolsillo. Sacó su
teléfono y respondió.
—¿Qué pasa, entrenador?
—¿Has visto a Andrew?
Neil se dio cuenta de que algo andaba mal por el sonido de su voz.
—No, recién estoy regresando de clase. No lo he visto desde el
almuerzo. ¿El está bien?"
—Nicky acaba de encontrar a Jack fuera del edificio Powell.
El estómago de Neil se enfrió. La esquina noroeste del edificio
todavía estaba siendo remodelada. El área estaba bastante aislada y Andrew
había mencionado una vez que pensó en esconder el cuerpo de Neil en el
concreto húmedo allí. Nicky y Allison tenían una clase de marketing en ese
edificio, por lo que era razonable creer que Nicky simplemente se había
tropezado con el estudiante de primer año. Sin embargo, Neil no creía en las
coincidencias.
—¿Está muerto?
—No, él estará bien. Parece que tuvo un ataque nervioso y trató de
hacerse daño. Betsy lo lleva al hospital ahora. Escucha, si Andrew tuvo
algo que ver con esto ... —
—Tenía clase. Puedes preguntarle a su profesor si estuvo allí —
Apretó con más fuerza las bandas de Andrew
Neil sabía lo que diría el profesor de Andrew, lo que dirían las
docenas de personas en esa clase. Por lo que sabían, todos habían visto a
Andrew esa tarde.
—Está bien. No tuerzas tus calzones. Parece que Jack permanecerá
en el hospital bajo vigilancia de suicidio durante un tiempo. Te mantendré
informado.
—Gracias —murmuró Neil antes de terminar la llamada.
Neil no sabía cómo sentirse.
Encontró a Andrew en el techo, tendido de espaldas con un cigarrillo
en la boca. La luz del sol se reflejaba en sus antebrazos desnudos y su rostro
pálido. La camiseta negra y los jeans negros que vestía hicieron que Neil se
sintiera sobrecalentado con solo mirarlos. Neil cruzó el techo para pararse
junto a la cabeza de Andrew y esperó que los ojos de Andrew se abrieran.
Andrew se quitó el cigarrillo de los labios y lo miró en silencio. Neil
dejó caer las bandas y la grabadora sobre el estómago de Andrew. La
grabadora se apagó y golpeó contra el cemento, pero a Andrew no le
importó.
—¿Vas a decirme lo que le hiciste a Jack? —preguntó Neil.
—¿Estás preguntando? —Andrew lo desafió.
Neil se sentó con las piernas cruzadas junto al hombro de Andrew y
se encendió un cigarrillo antes de decir:
—Dime.
—Sale a correr por el campus todas las mañanas —comenzó Andrew
—. Lo atrapé cerca del edificio Powell. Hay un armario de conserje vacío
cerca del sitio de construcción en un pasillo en el que nadie entra.
—Lo encerraste en un armario —dijo Neil suavemente. Recordó lo
que Andrew había dicho sobre el pasado de Jack. Estar encerrado en un
armario oscuro todo el día explicaba el ataque de nervios que Wymack
mencionó—. Robaste su teléfono para que la gente no sintiera la necesidad
de ir a buscarlo.
Andrew lo confirmó con un elegante movimiento de la mano.
—Su teléfono tenía contraseña, pero era aburrida. Cero-uno-cero-dos.
Típico fanático de los Ravens.
Por eso Nicky mencionó a Riko. Andrew probablemente les había
dicho a su hermano y primo qué decir el domingo por la noche para golpear
a Jack donde le dolía.
—¿Le cortaste las muñecas?
—Un poco —Andrew se encogió de hombros.
—Entonces Aaron fue a tu clase para ayudarte con tu coartada y
Nicky llamó a Betsy después de que terminaste.
—No tenías para qué preguntar si lo sabías todo —Andrew dio otra
calada a su cigarrillo y mantuvo el humo en sus pulmones por un momento
antes de dejarlo salir lentamente. Volteó la cabeza para mirar a Neil
completamente, todavía entrecerrando los ojos un poco a pesar de que Neil
proyectaba una sombra sobre su rostro. Luego, preguntó.
—Prueba sorpresa: ¿qué es peor que ser odiado?
—Ser compadecido.
Y de repente todo encajó en su lugar. Matar a Jack nunca había sido la
intención de Andrew, aunque probablemente hubiera sido más simple.
Wymack se tomaría la pérdida de otro jugador duramente y Neil no quería
la muerte de Jack en su conciencia, por lo que Andrew había tomado un
camino diferente.
Jack se había pintado a sí mismo como un villano desde la primera
vez que conoció a Neil. Jack aprovechó el odio que recibió, le pareció
emocionante antagonizar y burlarse. Se hizo más grande de lo que
realmente era con su arrogancia y su boca inteligente. Andrew lo había
reducido a una cosa pequeña y patética.
Todos lo verían como una víctima, un niño herido. Si los medios de
comunicación se enteraban de su supuesta crisis nerviosa, cosa que
probablemente pasaría, se lo atribuirían a que Jack no podía manejar el
estrés de los campeonatos de primavera y discutirían extensamente si Jack
Porter realmente podría o no ser un Exy jugador. En lugar de demostrar lo
bien que podía jugar, pasaría años intentando demostrar que podía jugar.
Neil no estaba seguro de que Jack sobreviviría a eso.
—Pobre Johnny —murmuró, sintiéndose un poco impresionado.
Andrew asintió de acuerdo y tiró su cigarrillo. Se apoyó en un codo y
agarró el cabello de Neil para arrastrarlo a un beso áspero. Neil inclinó la
cabeza para tener un mejor ángulo y lamió el sabor del humo de la boca de
Andrew.
Capítulo 21
Susurros
El viernes por la mañana, los Foxes se metieron a ellos y su equipaje
en varios vehículos lo mejor que pudieron y se dirigieron al Upstate
Regional para tomar su vuelo de las doce y media a Vermont. Las manos de
Andrew agarraron el volante como si quisiera estrangularlo y Neil sabía que
estaba pensando en el largo viaje que les esperaba. Para llegar a Vermont,
tenían dos escalas, lo que significaba tres vuelos cortos en total. Iba a ser un
día largo para todos, pero para Andrew iba a ser un infierno.
Los tres hombres en el asiento trasero no parecieron notar el oscuro
cambio en el estado de ánimo de Andrew. Nicky se había mantenido a
distancia desde que participó en la crisis nerviosa de Jack y su posterior
hospitalización. Jack había regresado al campus el día anterior, pero solo se
presentó a una breve reunión de equipo en el vestíbulo antes de irse
arrastrando los pies con Dan para ver a Betsy. Se estaba quedando en
Palmetto ese fin de semana porque no jugaba y todavía necesitaba la
supervisión de un profesional de salud mental. Neil casi no había
reconocido la versión encorvada y de ojos apagados de Jack. Parecía como
si alguien lo hubieran puesto a lavar y le hubieran quitado la agresiva
hostilidad, dejándolo descolorido y raído. Nicky no podía mirarlo en
absoluto.
Aaron era el único que había mirado abiertamente a Jack el jueves por
la mañana. No había dicho nada, pero cualquiera que supiera leer a Aaron
sabía que estaba un poco complacido de haber jugado un papel en su caída.
Jack sabía que no debía perseguir a Andrew directamente, pero había
subestimado gravemente al gemelo Minyard "normal".
Andrew presionó el acelerador y el Maserati gruñó mientras giraban
alrededor de la camioneta de Matt. A la velocidad a la que iba,
probablemente podrían haber recorrido las mil millas hasta Vermont en muy
poco tiempo.
Cuando llegaron al aeropuerto, aparcaron en el aparcamiento
nocturno y se dirigieron al interior. Andrew tenía los nudillos blancos en la
correa de su bolso y fruncía el ceño ante todo lo que se movía. Neil no sabía
cómo aliviar el miedo de Andrew a volar, por lo que se mantuvo cerca de su
lado mientras atravesaban el aeropuerto e intentaba distraerlo con charlas
ociosas. Cuando el equipo llegó al final de la larga fila para el check-in,
Andrew y Neil se pararon en la parte de atrás con unos pocos metros entre
ellos y los demás.
—Podrías elegir dos figuritas para Bee ya que nos detendremos en
dos lugares —sugirió sin esperar respuesta—. Tal vez me teñiré el pelo de
naranja para que combine con nuestras camisetas. No me he teñido el pelo
desde hace mucho tiempo. Sin embargo, probablemente el FBI esté
mirando. Dudo que les guste eso.
La línea avanzó y los Foxes avanzaron arrastrando los pies con ella.
—Tal vez me haga un tatuaje —dijo Neil, inclinando la cabeza hacia
atrás para mirar las vigas de metal arqueadas que se deslizaban con gracia
por el techo alto—. Realmente no recuerdo mucho sobre el primero, pero
creo que me gustaría tener una marca que elegí yo mismo.
Los ojos de Andrew se movieron rápidamente hacia su rostro y se
alejaron con la misma rapidez.
—Dan sugirió que cubriera mis cicatrices con tatuajes, pero eso
probablemente consumiría el resto de mi dinero —Neil miró pensativo su
camiseta e intentó imaginarse su torso cubierto de patrones y colores
entintados en lugar de tejido cicatrizado. Andrew estaba mirando la pared
de ventanas.
Después de que sus maletas fueron registradas y quitadas del camino,
el equipo pasó por seguridad y llegó a la puerta veinte minutos antes de que
comenzara el abordaje. Andrew y Neil estaban de pie junto a las ventanas y
Andrew seguía las trayectorias de los aviones con los ojos mientras Neil
estudiaba la forma en que la luz se curvaba a través del pómulo de Andrew
y se reflejaba en sus pestañas claras como polvo de oro.
El miedo apretó el cuerpo de Andrew cuando subieron al avión y
encontraron sus asientos. Neil, Andrew y Kevin se pusieron juntos en la
misma fila cerca de la parte trasera del avión. Neil cayó en el asiento de la
ventana y se movió para tirar del cinturón de seguridad debajo de él
mientras Andrew se sentaba fluidamente al medio. Kevin se sentó en el
extremo e inmediatamente sacó su iPod y auriculares. Desde el domingo,
Kevin no había hablado mucho con ninguno de los dos, indudablemente
molesto porque tenían una desventaja de un delantero menos a mitad de
campeonato. Era obvio para todos que Kevin consideraba que su temporada
había terminado a pesar de que todavía habían tres delanteros en la
alineación. A Kevin ni siquiera parecía importarle que Wymack hubiera
logrado fichar al delantero que había elegido.
—No puedo creer que seremos dieciocho de nosotros el año que viene
—dijo Neil, lo suficientemente alto como para escucharse por sobre el
sonido de los motores.
Andrew mantuvo sus ojos en el bolígrafo con el que estaba jugando.
—El entrenador le va a dar el número anterior de Seth a la nueva
delantera. Yvonne Harris, la chica de Buffalo. Te hablé de ella. Vi las cintas
que envió su entrenador—su puntería podría ser mejor, pero es rápida y
puede recibir un golpe.
Una azafata avanzó decidida por el pasillo, comprobando los
compartimentos superiores y los cinturones de seguridad. Cuando pasó
junto a ellos, Neil volteó la cabeza hacia la ventana, fingiendo estudiar a los
hombres con chalecos reflectantes y equipo de protección en la pista. La
última vez que volaron, Neil se había convertido en el objetivo de la
preocupación de una azafata de mediana edad. La mujer ni siquiera había
prestado atención a la mirada asesina de Andrew mientras hablaba de la
"pobre cara bonita" de Neil.
Cuando la azafata se había ido, Neil apoyó el codo contra su costado
y se acercó lo más que pudo a Andrew. Le contó todo sobre los seis
estudiantes de primer año entrantes para el próximo año escolar. Estaba
Tara Edwards de Tampa, Tommy Vasquez de Colorado Springs, Eddie
Stevens de un pequeño pueblo de Utah llamado Alpine, Holly Gray de
Cincinnati y Joel Dunn de Jasper, Arkansas. Habló sobre un tiro imposible
que Tara bloqueó durante su tercer año y cómo Eddie se había roto la pierna
cuando tenía catorce años, según el entrenador, pero se había recuperado
por completo. Kevin había visto a Eddie como una inversión sin valor hasta
que Neil lo calló señalando la mano llena de cicatrices de Kevin.
Un fuerte ping llamó la atención de todos hacia la azafata en la parte
delantera del avión, sonriendo y sosteniendo un panfleto como los que
estaban en todos los bolsillos de los asientos. El otro asistente tomó el
pequeño teléfono y comenzó a divagar con la charla habitual sobre
seguridad, cinturones de seguridad y suministros de oxígeno de emergencia.
Los dedos de Andrew se volvieron fantasmalmente blancos cuando apretó
el bolígrafo. El zumbido de los motores cambió a un tono más alto y
Andrew se quedó sin aliento cuando el avión comenzó a rodar suavemente
hacia atrás alejándose de la puerta.
Mientras Neil comenzaba a divagar sobre los Catamounts y el
próximo juego, trató de pensar en un tema de conversación más divertido.
A Andrew no le importaba Exy, pero era una de las únicas cosas de las que
Neil se sentía cómodo hablando al alcance del oído de los demás. Aaron y
Nicky estaban sentados en la fila frente a ellos con Lizzy, por lo que el
alemán también era un riesgo.
El avión se alineó con la pista. Los mecanismos ocultos zumbaron. El
sonido del motor cambió de nuevo. Andrew parecía que había dejado de
respirar por completo.
Desesperado, Neil decidió probar las nuevas frases en ruso que había
estado practicando por su cuenta.
—¿Recuerdas cuando te tenía en la boca? —preguntó en voz baja.
Los ojos de Andrew volaron hacia los suyos, comprensivos,
incrédulos y ligeramente enojados. El avión avanzó. La inercia los empujó
cada vez más hacia sus asientos a medida que el avión ganaba velocidad
rápidamente.
Neil tembló de vergüenza mientras hablaba más fuerte para ser
escuchado por encima del rugido.
—A veces todavía puedo saborearte.
Las fosas nasales de Andrew se ensancharon un poco y tragó. Su
mano apretó el apoyabrazos entre ellos. Casi iban lo suficientemente rápido
como para despegar.
Justo cuando la nariz del avión se levantó y llevó la nave del suelo,
Neil dijo
—Quiero tenerte en mi boca de nuevo, Andrew.
Con solo decir las palabras, la ingle de Neil se tensó. Su vergüenza lo
abandonó cuando vio lo oscuros que estaban los ojos de Andrew. Sus
pupilas se ensancharon por el hambre y su garganta se sacudió mientras
tragaba con fuerza.
—Te necesito tanto— Neil no pudo evitarlo.
Andrew dejó caer la pluma para poner su mano alrededor de la
garganta de Neil. Arrastró a Neil más cerca y gruñó.
—Cállate la boca.
El inglés de Andrew hizo que Aaron se volviera para mirarlos a través
del espacio entre su asiento y el de Nicky.
—¿Finalmente lo vas a matar, Andrew? Te tomó el tiempo suficiente.
Neil siguió mirando fijamente a los enojados ojos color avellana de
Andrew y susurró en ruso.
—¿Me dejarás hacerlo de nuevo?
La mano de Andrew se apretó y Neil pudo sentir su propio pulso
palpitar contra los dedos de Andrew. No soltó a Neil hasta que el avión
finalmente se niveló a una altitud estable. Neil movió un poco su mandíbula
para hacer que sus orejas estallaran.
—Te odio —murmuró Andrew.
—Te pude distraer un poco, por lo menos—Neil se encogió de
hombros.
—Deja de hablar.
—Todavía estoy esperando una respuesta, por cierto.
—Ciento cuatro.
Capítulo 22
Érase una vez una noche de partido terrorífica
El estadio de Castle Evermore se llenó de un mar embravecido de
fanáticos vestidos de negro, interrumpido por una pequeña sección de
jubiloso naranja. El juego había durado una eternidad, devoró hasta la
última gota de fuerza que los Foxes tenían para dar. La jerarquía que se
desmoronaba de los Ravens los transformó en una máquina furiosa e
inestable empeñada en destruir todo a su paso en su miserable dolor. Incluso
con las cinco personas más en su alineación y otro año de experiencia, los
Foxes todavía tenían que luchar duro por cada punto y pase.
El mundo se detuvo vertiginosamente y delirando cuando sonó el
timbre final. Todos los ojos volaron hacia el marcador, pero Neil soltó una
risa histérica cuando lo vio. Fue 8-7 a favor de los Foxes. Fue suficiente
para llevarlos a las semifinales. Fue suficiente para terminar la temporada
de los Ravens.
Neil escuchó el grito victorioso de Dan por encima del rugido de su
pulso. Temblando, se quitó el casco y se volteó hacia la portería donde
estaba Andrew. A través de una brecha entre los grupos de jugadores
exhaustos, incluso desde tres cuartos de la cancha, Neil pudo ver el temblor
en las rodillas del portero. Matt fue el primero en darle un fuerte abrazo.
Nicky se arrojó sobre ellos y casi los derriba cuando Dan corrió hacia ellos.
Neil se rió y les gritó "—¡Vamos a las semifinales!", mientras se soltaba de
sus manos. Lizzy apareció justo a tiempo para golpear su cadera contra la
de él antes de salir de su grupo de celebración para dirigirse hacia la
portería visitante. Sus rodillas temblaron debajo de él mientras cruzaba el
tramo vacío de la cancha. El fuego en sus piernas llenó sus pulmones de
humo, sofocando sus débiles intentos de respirar. Todo en él se sentía en
carne viva y a punto de sangrar.
El cambio de lenguaje corporal de Andrew alertó a Neil del peligro
un segundo antes de que un cuerpo se estrellara contra su espalda y lo
enviara al suelo brillante de la cancha. Una mano agarró la parte delantera
de su camiseta y la otra se estrelló contra su mejilla. El dolor estalló a un
lado de su rostro y su visión se puso blanca. Andrew estuvo allí en un solo
latido del corazón y en una ráfaga de naranja los dos Ravens fueron
arrojados fuera de Neil, dejándolo sin aliento. Las puertas de la corte se
abrieron de golpe, permitiendo que el estruendo de la multitud sedienta de
sangre y gritos se filtrara al interior. La saliva goteaba de su boca mientras
tosía violentamente. Andrew lo puso en pie de un tirón y Neil vio que los
otros Foxes estaban enzarzados en una pelea sin cuartel en la cancha.
Andrew arrastró a Neil alrededor del borde de la pelea y hacia el
interior de la corte, donde Wymack lo atrapó y lo empujó para que se
sentara en el banco junto a Aaron para que Abby pudiera ver cómo estaba.
Neil vio como el portero se lanzaba de regreso a la cancha para asegurar a
su primo y también a Kevin. Los gritos de la multitud en el estadio hicieron
temblar el aire y pusieron nervioso a Neil. Estaban rodeados de personas
que querían desesperadamente verlos sangrar.
Los árbitros y los guardias de seguridad tardaron al menos cinco
minutos en separar a los equipos rivales. Mientras Abby estaba revisando a
Neil en busca de signos de huesos rotos o una conmoción cerebral, Lizzy
salió de la cancha a trompicones, sosteniendo el casco debajo del brazo y le
dio una sonrisa maníaca y manchada de sangre. Una comisura de su boca
estaba rodeada por el comienzo rojo furioso de un moretón y había un
pequeño corte en una de sus oscuras cejas.
—¡Eso fue divertido! —dijo alegremente.
—Espero que el otro tipo se vea peor que tú —dijo Aaron.
—Naturalmente —respondió Lizzy.
Abby determinó que Neil estaba bien además de su mejilla hinchada y
algunos moretones en las costillas, así que pasó a ver cómo estaban Lizzy y
los demás. No pasó mucho tiempo antes de que Andrew regresara con
Nicky y Kevin a cuestas. Los apartó a un lado y se acercó a Neil para
inspeccionar su rostro.
—Estoy bien —dijo Neil.
Andrew soltó su rostro y lo miró con frialdad. El resto del equipo se
reunió allí mismo, algunos magullados pero ninguno con algo roto, y Abby
declaró que nadie resultó gravemente herido. Como equipo, salieron de la
cancha interior y se dirigieron a los vestuarios. Los gritos de los fanáticos
de los Ravens los persiguieron hasta las puertas.
Wymack envió a Brook y Dan a hablar con la prensa, ya que no
confiaba en que Neil mantuviera su temperamento dentro de las paredes de
Evermore y no era lo suficientemente cruel como para enviar a Kevin a las
cámaras. Por mucho que trató de ocultarlo, Kevin se veía pálido y
conmocionado por estar nuevamente en esta cancha. Ser atacado por sus
antiguos compañeros de equipo probablemente tampoco le había hecho
ningún favor a su estabilidad mental. Afortunadamente, Kevin había estado
entre Matt y Nicky y la única evidencia de la violencia fue un solo moretón
esparcido alrededor de su brazo.
Andrew se quedó al lado de Neil mientras se cambiaba de ropa. Sus
ojos trazaron los nuevos moretones que se extendían por las costillas de
Neil y todo su cuerpo irradiaba una rabia silenciosa. Después de todo, la
noche había transcurrido tal como Neil esperaba desde que Wymack les dijo
que su último combate a muerte sería contra los Ravens en su propio
territorio. Para un equipo que nunca había fallado en llegar hasta la final,
Neil podía imaginar el precio que este juego le cobraría a los Ravens y eso
lo hizo sonreír un poco para sí mismo.
El equipo salió de Castle Evermore rodeado por un equipo de
guardias de seguridad. Andrew estaba callado, pero cualquiera que lo
mirara a los ojos veía la amenaza de violencia ardiendo allí. El aire de la
noche era fresco y el estacionamiento estaba lleno de fanáticos disgustados
vestidos de negro. Neil no podía oírse a sí mismo pensar en los gritos y su
mente agotada y empapada de pánico saltó de nuevo al motín que lo apartó
de su equipo el año anterior. Se balanceó sobre sus pies y tropezó con
Andrew. Andrew lo agarró con un brazo de hierro y lo estabilizó,
frunciendo el ceño.
—¿Estás bien, hombre? —preguntó Kevin, levantando la voz para ser
escuchado.
Neil asintió y tiró de la correa de su bolso sobre su hombro. Andrew
mantuvo su mano retorcida en la parte de atrás de la sudadera con capucha
de Neil, guiándolo hacia adelante y manteniéndolo cerca. El equipo cargó
sus maletas y Andrew no perdió tiempo en empujar a Neil a la parte trasera
del autobús. Con un firme empujón, puso a Neil en el asiento junto a la
ventana y se sentó a su lado, presionado contra él desde el hombro hasta el
muslo a pesar de que había mucho espacio para extenderse. Kevin se sentó
con los estudiantes de último año en la mitad del autobús mientras que los
de primer año se sentaron al frente cerca de la pequeña pantalla de
televisión. Wymack entregó bocadillos y botellas de Gatorade al equipo
junto con bolsas de hielo para aquellos que sufrieron los peores moretones.
Abby maniobró el autobús para salir del estacionamiento y el equipo se
preparó para el largo viaje de regreso a Carolina del Sur, felices de dejar el
territorio de los Ravens.
Neil se desplomó en el asiento y lentamente persuadió a sus pulmones
para que respiraran nuevamente. Andrew lo miraba cada dos minutos antes
de volver a enojarse. Arrancó el paquete de hielo de la mano de Neil y se lo
metió debajo de la camiseta para sujetarlo contra el lugar que recordaba que
tenía los peores moretones. Neil siseó contra el impacto del frío en su piel
caliente y trató de retorcerse hasta que Andrew lo tuvo completamente
inmovilizado en una esquina sin ningún lugar adonde ir.
—Duele —se quejó Neil.
—Has tenido peores —Andrew miró su mejilla magullada y negó con
la cabeza—. ¿Por qué diablos te quitaste el casco?
—Bueno, obviamente porque sabía que se me iban a tirar encima de
la nada —dijo Neil inexpresivo.
—Pensé que habías dejado de ser estúpido.
—No puedo luchar contra mi verdadera naturaleza —Neil suspiró.
—Uno de estos días voy a matarte yo mismo —gruñó Andrew.
—¿No es eso lo que estás haciendo ahora? —Neil hizo una mueca
cuando presionó la bolsa de hielo con demasiada fuerza.
—Cállate.
Neil trató de relajarse bajo las manos firmes de Andrew y dejó que
sostuviera el hielo contra sus costillas sin más quejas. Su adrenalina y
pánico dieron paso al hambre, por lo que desenvolvió su barra de granola.
Rompió un pequeño trozo del extremo y lo acercó a la boca de Andrew,
ofreciéndole un bocado, ya que lo más probable es que también se estuviera
muriendo de hambre. Andrew lo miró fijamente por un momento antes de
inclinarse para tomarlo de entre las yemas de los dedos de Neil con su boca.
Neil tomó el siguiente bocado e hizo una mueca mientras masticaba.
Neil vio cómo la luz amarilla de las farolas de la carretera se
deslizaba sobre el rostro de Andrew mientras aceleraban hacia el sur. Los
ojos color avellana de Andrew brillaron dorados cuando la luz se reflejó en
sus iris a la perfección y Neil se sintió extrañamente fascinado por eso en su
estado semi-delirante.
La cabeza de Kevin apareció sobre el respaldo del asiento frente a
ellos y tenía una expresión grave. Sus ojos bajaron hacia donde la mano de
Andrew estaba metida debajo de la camiseta de Neil, pero a ninguno de
ellos le importó lo suficiente como para moverse.
—Wymack acaba de decirme que ERC está pensando en disolver a
los Ravens —dijo Kevin—. Aparentemente lo han pensado por algún
tiempo.
El ERC había estado investigando a los Ravens todo el año, vigilando
de cerca todos los movimientos del nuevo entrenador, husmeando por el
campus de Edgar Allan. Neil no podía imaginar que encontraran algo
bueno. Los Ravens habían sido condicionados psicológicamente, aislados
de sus compañeros y torturados por su difunto rey. Jean no hablaría en
contra de los Ravens, pero el estado en el que había dejado el nido el año
anterior hablaba por sí solo.
—No crees que lo hagan, ¿verdad? —Neil preguntó en voz baja.
Ichirou nunca pareció preocuparse por el Exy, pero los ingresos generados
por los Ravens y Castle Evermore eran demasiado para que él lo ignorara
por completo.
—Ojalá lo hicieran, pero el jefe tiene demasiada gente en el bolsillo.
No creo que salga nada de esa idea —Kevin parecía perdido.
—No tiene nada que ver con nosotros —señaló Neil.
—Lo sé, pero debemos tener cuidado en caso de que crea que
necesitemos que nos lo recuerden —su mirada hacia Andrew fue breve,
pero significativa. El corazón de Neil se heló.
—Mientras ustedes dos no les den una razón, no harán nada. Hay
demasiado dinero que ganar con sus carreras —Andrew parecía aburrido.
Kevin asintió y se dio la vuelta para sentarse frente a ellos en lugar de
regresar con los demás. Estaban a salvo, sí, pero a veces parecía que sus
cabezas descansaban sobre una tabla de cortar. El hacha podría caer en
cualquier momento. Lo peor era la idea de que algo le ocurriera a Andrew o
a los Foxe por un paso en falso de Neil. Se tragó el ardiente impulso de
vomitar.
—No les daré una razón —dijo Neil resueltamente en alemán.
—Me importa una mierda lo que hagas. De cualquier manera, no
podran tenerte.
Era reconfortante, incluso si le dolía. Andrew se quedó junto a Neil
porque estaban atados por una cosa grande e irreconocible que debilitaba
las rodillas de Neil pero fortalecía su corazón. Quería decirle a Andrew que
huyera, para mantenerse a salvo si las cosas empeoraban. Quería pedirle a
Andrew que se quedara sin importar nada. Al final, no dijo nada porque
sabía que Andrew ya había tomado una decisión y no tenía sentido intentar
cambiarla. Ya sea que vivieran o murieran, estarían juntos.
Neil se movió para sentarse un poco más y tomó la bolsa de hielo de
manos de Andrew para sostenerla contra sí mismo. Los ojos de Andrew
observaron la mano de Neil moverse debajo de su camiseta.
—¿Puedo besarte? —Neil preguntó en voz baja.
Andrew extendió la mano y frotó el parche escamoso de sangre seca
cerca de la esquina de la boca de Neil donde su labio se había agrietado.
—Duerme un poco, estúpido. Es un largo viaje de regreso al campus.
Neil asintió y bostezó. Estaba agotado y Kevin estaba justo frente a
ellos de todos modos. Si los sorprendía participando en algo remotamente
cercano al afecto, soltaría su conferencia bien ensayada sobre las
dificultades de ser un atleta gay, que Neil no quería volver a escuchar. Tomó
algunos dolorosos bocados más de barra de granola antes de hundirse en la
esquina entre el asiento y el marco de metal de la ventana para dormir un
poco.
Unas horas después, la desaceleración del autobús lo despertó. Tenía
la garganta seca y los hematomas hinchados de la mejilla le palpitaban
dolorosamente. Gimiendo silenciosamente, volteó su rostro hacia la dura
almohada debajo de su cabeza. Sus ojos se abrieron de golpe y su visión se
llenó con el grueso material gris de los pantalones deportivos de Andrew.
Había estado durmiendo sobre el muslo de Andrew con un brazo doblado
debajo de la rodilla, pero no recordaba haberse quedado dormido de esa
manera. Levantó la cabeza y vio que Andrew se había deslizado lo
suficiente como para darle a Neil espacio para acostarse de lado y una de
sus manos descansaba sobre el hombro de Neil. Andrew dormía erguido
con la barbilla apoyada en el pecho y una pequeña arruga hundiéndose entre
las cejas. Mientras Neil trataba de sentarse, Andrew se despertó y parpadeó
con lágrimas en los ojos.
—Lo siento —dijo Neil con voz ronca mientras se movía de nuevo a
su propio asiento. Cada músculo estalló de dolor en protesta. Andrew estiró
los brazos frente a él, golpeando su hombro y su columna.
El autobús siguió un camino estrecho que conducía a una parada de
descanso vacía, que era poco más que un pequeño edificio compuesto por
baños con tres máquinas expendedoras y algunos bancos de metal en el
frente. Más allá de los pasillos pavimentados se extendía una zona de
césped salpicada de algunas mesas de picnic de madera, bebederos y botes
de basura. Un bosque sombrío estaba detrás de todo, formando una pared
siniestra que no había sido tocada por las farolas.
Abby estacionó el autobús en uno de los espacios inclinados más
largos del lote designado para vehículos más grandes. El ruido del motor
paró y el repentino silencio despertó a la mayor parte del equipo.
—Nos estamos tomando un descanso —anunció Wymack en voz baja
—. Abby va a dormir una siesta, así que es mejor que todos se callen.
Andrew captó los ojos de Neil e inclinó la cabeza hacia la parte
delantera del autobús en una pregunta silenciosa. Neil asintió con la cabeza
y se pusieron de pie para caminar por el pasillo y seguir a Wymack afuera.
Cruzaron el estacionamiento vacío y se sentaron en la acera al lado de su
entrenador con Neil en el medio. Andrew encendió dos cigarrillos y le
entregó uno a Neil mientras Wymack encendía el suyo.
—¿Cómo te sientes, chico? —preguntó Wymack.
—Como si alguien me hubiera golpeado en la cara.
—Oh, bien, por un minuto me preocupé que hubieran roto esa boca
tuya. Que alivio.
Andrew echó la cabeza hacia atrás y abrió la boca, dejando que el
humo formara una nube deforme y perezosa. Neil se mordió el labio y se
obligó a apartar la mirada de la pálida garganta de Andrew y la afilada
protuberancia de su manzana de Adán.
—¿Qué ha oído sobre el ERC y los Ravens? —Neil se aclaró la
garganta y preguntó.
Wymack hizo un gruñido que significaba que no quería hablar de eso,
pero respondió de todos modos.
—No están entusiasmados con lo que están encontrando, pero no van
a emprender ninguna acción seria contra Edgar Allan. No puedes husmear
allí sin chocar con el dinero. Sin embargo, van a conseguir un nuevo
entrenador. No le digas eso a nadie. Se supone que debe mantenerse en
silencio por un tiempo.
—Déjeme adivinar, ¿otro ex Raven? —Neil resopló.
—No, un forastero esta vez. El ERC no se está moviendo en eso.
Incluso Andrew parecía algo intrigado.
—Los Ravens se lo comerán vivo —murmuró Neil.
—No es nuestro problema —Wymack tiró su cigarrillo al asfalto,
esparciendo migas de naranja brillante. El hombre mayor se puso de pie,
gimiendo cuando sus rodillas estallaron, y dijo—. Oh, toma. Andrew dijo
que querías estas este fin de semana —dejó caer un juego de llaves junto al
zapato de Neil.
Neil cogió las llaves y miró a Andrew, quien se encogió de hombros y
respondió.
—Querías ir a nadar.
—¿No me vas a amenazar para que me lo tome con calma?
—Nunca has escuchado a nadie antes, dudo mucho que vayas a
empezar ahora.
—Mis costillas no están tan mal. Apenas consiguieron una buena
patada —Neil sonrió.
Andrew exhaló un suspiro humeante. Desde donde estaban sentados,
pudieron ver a algunos de los otros Foxes bajarse del autobús para estirar
las piernas; el color brillante de las sudaderas con capucha de su equipo los
hizo fáciles de detectar. Algunos se dirigieron a los baños mientras que los
demás se quedaron alrededor del autobús.
Andrew pasó la yema del dedo suavemente por las cicatrices
sombreadas en el dorso de la mano derecha de Neil. Neil giró el cigarrillo
hacia la izquierda para que Andrew pudiera estudiar mejor las marcas.
—¿Cuándo es su juicio? —preguntó.
—No lo sé todavía —Neil no pudo ocultar su estremecimiento.
Andrew asintió pensativo antes de apartar la mano de la de Neil.
Después de que sus cigarrillos se quemaron hasta los filtros, los tiraron a un
lado y se reunieron con sus compañeros de equipo. Después de que todos
tuvieron la oportunidad de usar el baño y comprar un bocadillo de las
máquinas, Wymack se subió al volante y continuaron su camino.
Capítulo 23
Flotando
Los Foxes pasaron el sábado durmiendo, estirando los músculos
doloridos y regodeándose. Dan y Kevin vieron las noticias en el dormitorio
de las chicas y Dan envió actualizaciones a todos por mensaje de texto para
que todos supieran lo que los medios decían sobre los Ravens.
Neil y Andrew tomaron un desayuno tardío en Georgie’s Dinner antes
de regresar a su dormitorio y holgazanear en los sillones puf viendo la
televisión. Neil tomó obedientemente una aspirina para el dolor y mantuvo
las compresas de hielo presionadas contra sus costillas y su mandíbula sin
una palabra de protesta. Andrew nunca dijo que cambiaría de opinión
acerca de ir a la piscina en medio de la noche si Neil se portaba mal, pero
Neil no estaba dispuesto a correr riesgos. Pasaron la tarde alternando entre
ver las películas que se proyectaban en la televisión y estudiar para los
próximos exámenes.
A la hora de la cena, Neil estaba más aburrido de lo que podía
recordar haber estado. Se unieron al equipo en el comedor para cenar a las
seis y luego Neil se sentó con Kevin y Dan para repasar las estrategias para
el juego contra Penn State. Andrew se quedó en su sillón puf, sosteniendo
una lata de cerveza y mirando la pared.
Las venas de Neil zumbaban de emoción cuando Kevin finalmente
estuvo listo para irse a la cama. Si notó la mirada medio salvaje en los ojos
de Neil, no lo mencionó. Andrew y Neil esperaron en la cocina hasta la una
antes de salir del dormitorio tan silenciosamente como pudieron. Bajaron
las escaleras hasta la planta baja y salieron a la cálida noche. Unos pocos
grupos de estudiantes borrachos se reían y caían unos sobre otros en las
aceras y calles mientras luchaban por llegar a sus dormitorios o su próxima
fiesta. Neil y Andrew se mantuvieron en las sombras mientras cruzaban el
campus hacia el gimnasio. Fue Andrew quien insistió en caminar en lugar
de conducir. Un automóvil estacionado afuera llamaría la atención y
Andrew no quería arriesgarse a que el olor a cloro se instalara en el interior
del automóvil.
Andrew apenas le había dicho dos palabras a Neil en todo el día, pero
cuando lograron evitar con éxito a los guardias de seguridad y lograron
entrar a salvo dentro del edificio, dijo.
—Esto es una tontería.
Neil fingió no haberlo oído y se dirigió hacia la piscina, deslizando la
mano contra los bloques de cemento pintados de la pared para encontrar el
camino en la oscuridad. El equipo había usado el gimnasio allí
innumerables veces, pero esta era la primera vez que Neil nadaba allí. Los
silenciosos pasos de Andrew lo siguieron hasta las puertas de las duchas.
Encendieron las luces y se abrieron paso entre el laberinto de casilleros,
bancos y duchas comunes hasta que salieron a la cavernosa sala de la
piscina. Andrew arrugó la nariz ante el olor a químicos en el aire. El techo
tenía tres pisos por encima de una gran piscina de entrenamiento y un pozo
de buceo con tres trampolines fijados en lo alto. Las luces subacuáticas
iluminaban el agua quieta de la piscina y Andrew fue directamente al borde
para mirar hacia abajo.
Neil se quitó los zapatos y los calcetines antes de quitarse las bandas
y la camiseta. Después de pensarlo un momento, se quitó los pantalones de
chándal y los dobló sobre los zapatos. La temperatura fresca y la emoción
de andar a escondidas después del anochecer hicieron que su piel se erizara
como piel de gallina.
—¿Vas a nadar con todo eso puesto?— preguntó en voz baja,
acercándose sigilosamente al lado del otro hombre.
—Todavía estoy decidiendo —Andrew se volteó y recorrió con la
mirada su forma casi desnuda.
—Tu elección —Neil se sentó en el borde y sumergió los pies en el
agua, moviendo los dedos de los pies. Las luces le daban a su piel un tinte
verdoso inquietante. Después de darse unos momentos para adaptarse a la
temperatura, se apartó del borde y dejó que el agua fría envolviera su
cuerpo. Contuvo la respiración y se dejó hundir en la pacífica quietud antes
de patear el fondo de la piscina y nadar de nuevo en busca de aire. Cuando
salió a la superficie y se secó el agua de los ojos, Andrew todavía estaba
parado en el borde.
—Podemos regresar si no quieres hacer esto —dijo Neil.
Andrew lo miró sin comprender. Neil volvió a agacharse bajo el agua
y pataleó lejos de la pared, deslizándose fácilmente por el agua con
poderosos golpes de sus brazos. La punzada en las costillas fue bastante
fácil de ignorar después de un día de bolsas de hielo y aspirina. Neil nunca
había disfrutado de la natación cuando era un adolescente más joven: su
madre lo hizo practicar en ríos fríos o piscinas frías del vecindario en las
que habían entrado después del anochecer. Sus instrucciones frenéticas y
siseadas fueron menos que tranquilizadoras. Neil aprendió a mantenerse a
flote y a atravesar el agua con tanta velocidad como su delgado cuerpo se lo
permitía, tan rápido como podía para que sus lecciones terminaran.
Sin disparos y los gritos de su madre a sus espaldas “—¡Nada!
¡Fuera de aquí, Stefan! ”— nadar era realmente agradable. Bajo el agua
estaba tranquilo y silencioso y su cuerpo se sentía agradablemente ligero. A
mitad del camino, se detuvo y se dejó flotar de espaldas durante uno o dos
minutos. El agua le lamió los oídos mientras miraba al techo e inhalaba
profundamente. Suspendido en la superficie, Neil se sintió relajado de una
manera a la que no estaba acostumbrado.
Después de un rato, nadó de regreso a Andrew y cuando llegó a la
cornisa de hormigón, Andrew se había quitado los zapatos y los calcetines.
Tomando eso como una señal positiva, Neil comenzó a darle consejos sobre
cómo mover sus brazos y piernas. Demostró cómo flotar en el agua
mientras Andrew se quitaba las bandas. Mientras Neil seguía los
movimientos de los pocos tipos de nado que le enseñó su madre, Andrew se
quitó la sudadera, la camiseta y los pantalones deportivos. En solo sus
calzoncillos, se sentó en la repisa y tocó la superficie ondulante del agua
con los dedos de los pies, haciendo una mueca. Neil se levantó del agua lo
suficiente para apoyar los codos en la cornisa y mirar a Andrew a los ojos.
—Realmente te odio —se quejó Andrew.
—Lo sé —dijo Neil.
Andrew mantuvo una mano sujeta al borde mientras se deslizaba en el
agua. Neil se apartó de la cornisa y se mantuvo lo suficientemente cerca
para atrapar a Andrew si se hundía. A regañadientes, Andrew soltó el
cemento a favor de agarrar el hombro de Neil mientras se sumergía por
completo. Tenía el pelo pegado a la frente y jadeó un poco cuando volvió a
levantarse. Andrew se secó los ojos y lo miró con el ceño fruncido debajo
de sus pestañas mojadas mientras Neil los mantenía a ambos a flote.
—¿Si o no? —Neil susurró, rozando su nariz contra la de Andrew.
—Sí —respondió Andrew en voz baja.
Neil inclinó la cabeza y le dio un firme beso a lugar donde podía
sentir el pulso de Andrew y sintió su miedo revolotear allí.
—Te voy a matar —le recordó Andrew. Neil asintió y besó la dura
pendiente de su hombro. Andrew no pudo ocultar el escalofrío que lo
sacudió, así que empujó a Neil y dijo.
—Enséñame cómo hacer esto para que podamos irnos.
Neil lo dejó agarrarse a la cornisa de nuevo antes de soltar el brazo de
Andrew y patear la pared para dejar unos pocos pies de espacio entre ellos.
La memoria perfecta y el orgullo obstinado dieron lugar a una curva
de aprendizaje sorprendentemente empinada. Neil se sorprendió de que
Andrew no hubiera intentado nadar antes porque solo le llevó diez minutos
conseguir un control sólido del concepto. Andrew tardó treinta minutos en
desafiar en silencio a Neil a una carrera por los carriles hacia el otro
extremo de la piscina. Andrew tardó cuarenta y cinco minutos en sentirse lo
suficientemente cómodo bajo el agua para sumergirse y tirar de Neil por el
tobillo. A las tres en punto, los dos estaban entrelazados contra una escalera
de metal al otro lado de la piscina, intercambiando besos. Andrew pasó un
brazo alrededor del poste curvo y Neil se mantuvo en pie con una mano en
el primer escalón.
El calor había desaparecido de su piel en el agua fría, pero el peso de
la boca de Andrew sobre la suya lo mantuvo caliente. Intercambiaron besos
somnolientos en la oscuridad, bañados por una luz verdosa desde abajo y
cubiertos por las sombras de arriba. Los dedos arrugados de Andrew
trazaron sus cicatrices debajo de la superficie y cuando Neil presionó sus
labios fríos contra el pulso de Andrew de nuevo, sintió el ritmo tranquilo
del corazón de Andrew.
—No está tan mal, ¿verdad? —murmuró, sumergiéndose para besar la
clavícula de Andrew.
—No es lo peor del mundo —Andrew apretó los hombros de Neil.
—¿Algo que harías de nuevo?—
—Sólo para ahogarte —la voz de Andrew era tranquila y su aliento
susurraba a través de los labios de Neil, lo que borraba cualquier malicia
que las palabras pudieran haber tenido en diferentes circunstancias. Andrew
le abrió la boca a Neil cuando se inclinó para darle otro beso y le pasó la
lengua por el labio mientras se llevaba una de las manos de Neil al
estómago.
—¿Es esto un sí? —Neil susurró.
—Sí.
No pudo encontrar ninguna vacilación en los ojos de Andrew, por lo
que aplanó su mano contra el abdomen de Andrew y la deslizó lentamente
hasta su pecho. Andrew se estremeció un poco cuando Neil le pasó los
dedos a propósito por la yema endurecida de su pezón. A pesar de todo lo
que habían hecho, Neil no había tenido muchas oportunidades de tocarlo
así, sin prisas y sin obstáculos por la ropa, desde la primera vez que a Neil
se le permitió llevar a Andrew al orgasmo en Columbia. Sabía que esto no
se convertiría en nada sexual en un lugar público y abierto donde pudieran
ser atrapados, así que se centró en simplemente sentir y memorizar el
cuerpo de Andrew. Finalmente, Andrew interrumpió el beso para ver la
mano de Neil moverse lentamente por sus costillas.
—¿Puedo tocarte la espalda? —Preguntó Neil, haciendo una pausa
con su mano doblada contra el costado de Andrew.
Cuando Andrew asintió con la cabeza, Neil deslizó su mano hacia
arriba para volver a aprender la línea de su omóplato. Lentamente, comenzó
a masajear líneas duras a los lados de la columna de Andrew, presionando
hacia abajo con más firmeza cuando encontró nudos de tensión aquí y allá.
Andrew se estremeció de nuevo y Neil pudo ver la piel de gallina inundar
su cuello y parte superior de los brazos. Cuando la mano de Neil descendió
hacia sus caderas, Andrew se alejó ligeramente de la escalera para dejarle
más espacio. Neil enganchó su rodilla alrededor de la mitad inferior de uno
de los postes de la escalera para evitar hundirse mientras tomaba ambas
manos y apretaba las caderas de Andrew. Hubo un cambio sutil en la
expresión de Andrew. Sus ojos se oscurecieron con algo distante antes de
parpadear y desaparecer de nuevo. Sin embargo, fue suficiente para que
Neil se detuviera.
—¿Sigue siendo sí?
En silencio, Andrew tomó una de las manos de Neil y la movió hacia
abajo para presionar contra la curva de su trasero sobre sus calzoncillos.
Los ojos de Neil siguieron el movimiento a través del agua cambiante.
—Necesito un sí de verdad, Andrew —murmuró—. De lo contrario,
es no.
Andrew no dijo nada, por lo que Neil apartó las manos del cuerpo de
Andrew por completo.
—Nunca he estado en una piscina —dijo Andrew de repente, mirando
la extensión de agua a su alrededor. Neil entendió lo que quería decir:
nunca le había pasado nada malo en el agua.
—Podemos volver el próximo fin de semana si quieres —ofreció Neil
y le besó la comisura de la boca.
—Estoy cansado.
Neil asintió y salieron del agua al áspero cemento. Dejaron rastros de
pisadas oscuras y húmedas a través del cemento hasta sus pilas de ropa y
comenzaron la lucha de tirar la ropa seca sobre la piel mojada.
—¿Quieres ducharnos juntos cuando volvamos? —preguntó Neil—.
Creo que estoy mejorando con mi mano.
—¿Qué te dio esa idea?
—Tu cara la última vez que lo probamos.
Andrew le dio una mirada aburrida después de ponerse la sudadera.
Su cabello mojado se erizó en púas en algunos lugares y se quedó pegado a
su piel en otros. Neil se secó los pies con la sudadera antes de ponerse los
calcetines, mientras que a Andrew no parecía importarle meterse los pies
mojados en los calcetines y los zapatos. Andrew se puso las bandas por
último mientras Neil se las metió en el bolsillo.
Cerraron con llave al salir y se dirigieron de regreso a través del
campus, que estaba notablemente más tranquilo ahora que la mayoría de los
estudiantes borrachos habían llegado a casa o se habían desmayado en los
bancos. Andrew alejó a Neil de los guardias de seguridad itinerantes y,
finalmente, regresaron a la Fox Tower sin incidentes.
Una vez que estuvieron dentro de su dormitorio, Neil se quitó la
sudadera húmeda y dejó caer las llaves al suelo junto a los zapatos. Andrew
fue al dormitorio oscuro para buscar ropa para que ambos se pusieran
mientras Neil entraba al baño y se desnudaba. Estaba temblando y tratando
de adaptarse al calor de la ducha, cuando Andrew entró detrás de él.
Andrew tenía los hombros encorvados y los brazos cruzados con fuerza
sobre el pecho. Claramente estaba enojado por tener frío y apestar a cloro.
Neil reprimió una sonrisa y lo dejó rodearlo para pararse debajo del cabezal
de la ducha para calentarse. Los dientes de Andrew castañeteaban mientras
el agua caliente quemaba y alejaba el frío instalado en su piel. Neil
aprovechó la oportunidad para recorrer la espalda de Andrew con la mirada.
Notó por primera vez tres pecas formando un triángulo justo debajo de su
omóplato izquierdo y una cicatriz ancha acortada por encima de la parte
posterior de la cadera derecha. Su mirada se desvió hacia la curva del
trasero de Andrew por un momento antes de que Andrew dijera, ‘‘—Deja de
mirar’’, por encima del hombro.
Neil mantuvo los ojos cerca de la cabeza de Andrew el resto del
tiempo. Se turnaron para lavarse el cabello y luego se ayudaron
mutuamente a limpiar el olor del agua de la piscina con jabón antes de que
la limpieza diera paso a más besos. No escapó de la atención de Neil que
toda la noche los besos de Andrew habían estado ligeramente descentrados,
dirigidos lejos del lado adolorido de su boca.
—Entonces sobre mi mano... —comenzó Neil antes de que su propio
bostezo lo interrumpiera.
Andrew negó con la cabeza y mordió suavemente la mandíbula de
Neil.
—Demasiado cansado.
El propio agotamiento de Neil lo estaba agobiando. Eran cerca de las
cuatro de la mañana y ambos se levantarían de nuevo en unas horas debido
a la alarma de Kevin. Se demoraron unos minutos más, presionando besos
contra la garganta y bebiendo los suspiros del otro, antes de cerrar el grifo.
Se frotaron para secarse, se vistieron y luego se metieron en la cama tan
silenciosamente como pudieron para no despertar a Kevin.
Capítulo 24
El final de la temporada
Los Foxes perdieron ante Penn State en las semifinales y una semana
después perdieron ante USC. Ambas derrotas fueron decepcionantes, pero
los Foxes habían jugado demasiado bien y los puntajes estaban demasiado
cerca para que se sintieran fracasados. Incluso en la derrota, nadie pudo
negar el progreso imposible que los Foxes habían logrado en el transcurso
de solo dos años.
Después del timbre final, los Foxes y los Trojan se reunieron en el
centro de la cancha del Foxhole, un grupo cansado de rojo, dorado, naranja
y blanco para celebrar, felicitar y reír a pesar de su agotamiento. Renee
había estado en la portería durante el último cuarto en lugar de Andrew.
Neil no podía verlo a través de las paredes de plexiglás mientras Jeremy,
Dan, Matt y Laila lo empujaban y le daban palmaditas. Radiante, Jeremy
pasó su brazo alrededor del cuello de Jean y sutilmente lo sacó del montón
de sus compañeros de equipo. Para la completa sorpresa de Neil, el ex-
Raven no se inmutó ante el toque de su nuevo capitán y en realidad sonrió
un poco ante lo que sea que Jeremy se estaba riendo. Renee encontró su
camino entre los demás y pronto Jean y Renee entablaron una conversación
privada, sonriéndose amablemente el uno al otro, en medio de la multitud.
Jeremy le dio una palmada en el hombro a Neil antes de alejarse para hablar
con Kevin y Dan inmediatamente atrapó a Neil en un fuerte abrazo.
—Lo conseguirás el año que viene, chico —dijo ella, sonriéndole
detrás de la rejilla de su casco, y de repente Neil recordó que este era el
último juego de las chicas. Su sonrisa se desvaneció cuando una fuerte
punzada de dolor golpeó su pecho con más fuerza que cualquier puñetazo.
No podía pensar en nada que decir, pero no tenía que hacerlo porque
Matt tomó a Dan en sus brazos, levantándola de sus pies.
—¡Jugaste genial, bebé! —Matt gritó por encima del ruido que los
rodeaba.
—¡Bájame, Boyd! —Dan se rió y le dio un manotazo en la espalda.
—¡Sí, capitana!
Neil todavía estaba tratando de tragarse el nudo en su garganta
cuando Matt y Dan se volvieron hacia él.
—¿Neil? —Matt preguntó, acercándose un poco más.
—Ese fue el último partido de Dan —espetó Neil. Era su último
partido y ya había terminado.
—Lo averiguaste, ¿verdad? —Dan se rió y golpeó suavemente con su
puño enguantado sobre el casco de Neil.
—Fue un partido divertido, ¿verdad? —Matt le dio un codazo a Dan,
todavía sonriendo como si hubieran ganado.
Ha sido divertido. Ambos equipos llegaron a la cancha con un respeto
mutuo y una pasión compartida por el juego. No hubo tácticas sucias o
peleas en la cancha o insultos con púas. Ambos equipos jugaron con todo el
corazón y solo hubo unos pocos puntos entre ellos al final. Neil no podía
decir que se sentía muy mal por la derrota, los Trojans eran un equipo
increíble y los apoyaría en el juego final de la próxima semana, pero aún
deseaba haber llegado al final nuevamente por las chicas. Se merecían otra
victoria después de todo lo que habían pasado.
Gradualmente, los equipos se separaron para dirigirse a sus vestuarios
separados. Neil y Brian fueron a hablar con la prensa, aunque la mayoría de
las preguntas estaban dirigidas hacia Neil. Andrew permaneció cerca de la
puerta, con los brazos cruzados y los ojos entrecerrados, mientras los
reporteros acosaban a los dos delanteros con preguntas. Neil trató de
demostrar confianza cuando les dijo que, sí, estaba listo para ser el capitán
de los Foxes el próximo año y, no, no se tomarían demasiado a pecho la
derrota de esta noche. Habló de los méritos de los Trojans como equipo y
les deseó suerte en la final. Mantuvo sus respuestas civilizadas cuando la
controversia sobre los Ravens surgió inevitablemente.
—No es que sea mi lugar decirlo, pero no creo que sea justo cerrar el
equipo cuando todavía hay una posibilidad de recuperación y mejora —
dijo. Pensó en la sonrisa de Jean. Pensó en Kevin sosteniendo una
fotografía sobre una llama. Si podían sobrevivir, quizás también hubiera
esperanza para el resto de los Ravens.
—¿De verdad crees que los Ravens merecen una segunda oportunidad
después de todo lo que ha pasado? —el reportero pareció sorprendido.
—Creo que merecen todo un equipo de psiquiatras —dijo Neil,
mirando a Andrew a los ojos por un momento—. Pero no sería un Fox si no
creyera en las segundas oportunidades.
Después de algunas preguntas más, la entrevista terminó y los
delanteros siguieron a Andrew al vestuario de hombres para cambiarse y
ducharse.
De vuelta en la Fox Tower, los Foxes estaban reuniendo botellas de
alcohol y cualquier bocadillo que tuvieran a mano para una fiesta de
consolación improvisada en una de las salas del sótano. Neil y Kevin se
unieron de inmediato para ayudar a llevar cajas de comida y botellas
mientras Andrew se fue a su cuarto. A pesar de su pérdida, las chicas
sonreían, Matt y Nicky se reían, y Lizzy y Brian estaban al final del pasillo
tratando de rebotar una pelota de goma de las paredes en un tazón grande
que Colby sostenía contra su pecho como si fuera una noche normal entre
semana. Brook estaba con Riley, una pequeña animadora con una coleta
esponjosa de rizos dorados y mejillas ruborizadas espolvoreadas con brillo.
Neil no había reconocido el nombre, pero recordaba haberla visto en los
partidos. Los dos estaban enredados juntos contra una pared, riéndose en la
boca del otro. Katelyn estaba pegada al lado de Aaron, sonriendo
brillantemente como la otra animadora.
Andrew no apareció en el sótano cuando Foxes y Vixens se reunieron
para beber y comer y celebrar el final de otra temporada emocionante. La
habitación estaba nublada densamente con perfume, pero Neil respiró
hondo y se aguantó para sentarse con Renee y Dan durante casi una hora.
Después de la tercera cerveza de Dan, ella sugirió que el equipo hiciera un
viaje y Renee asintió con entusiasmo, lo que llamó la atención de Allison
desde el otro lado de la habitación.
—¡Oye! ¿De qué están hablando? —gritó Allison por encima de la
conversación en lugar de acercarse a ellos.
—¡Vacaciones de verano! —Dan gritó en respuesta, ahuecando una
mano alrededor de su boca—. ¡Neil quiere ir a la playa!
Neil parpadeó para borrar las visiones de un coche en llamas y se
recordó a sí mismo: No volverán el año que viene. Consigue todo el tiempo
que puedas.
—¡Vamos a la maldita playa, hombre! ella vitoreó —el exagerado
grito de alegría de Allison selló la decisión.
—Aunque no por mucho tiempo. Algunos de nosotros tenemos que
volver para empezar a practicar el próximo año —Kevin levantó la vista de
su teléfono el tiempo suficiente para decir.
Allison tomó una bolsa casi vacía de chips de maíz y se la arrojó a la
cabeza de Kevin.
—No seas una perra, Kevin. Nadie te obligará a venir esta vez.
Renee sonrió angelicalmente y palmeó el brazo de Neil, inclinándose
para hablarle a un volumen razonable.
—¿Cómo suena eso? Puedes decir que no si no tienes ganas de ir a la
playa.
Allison y Dan seguían gritándose y la emoción de Matt y Nicky
alimentaba la de ellas. Los planes se multiplicaron antes de que nadie
pudiera esperar detenerlos. En cuestión de minutos, Allison les gritaba a
todos que se callaran mientras llamaba a su agente de viajes.
Neil suspiró y sonrió un poco a sus compañeros borrachos.
—La playa suena bien.
Mientras estuvieran todos juntos, Neil estaba seguro de que podría
lidiar con cualquier fantasma que lo esperara en la orilla. Mientras Andrew
estuviera allí para atraerlo de nuevo, no le importaba aventurarse en un
territorio potencialmente desagradable. Renee envolvió su brazo alrededor
de sus hombros y lo apretó brevemente como si pudiera ver la ansiedad que
él intentaba mantener oculta.
—¿Pueden ir las novias? —preguntó Katelyn, apoyando su cabeza
contra la de Aaron.
—Mi novio estará allí, así que no veo por qué no —respondió Dan,
guiñando un ojo a Matt—. ¡También llevaremos a los estudiantes de primer
año! Hola, estudiantes de primer año, ¿quieren ir a la playa?
Brook y Riley soltaron gritos ininteligibles, lo que significaba que sí.
Lizzy estaba en la esquina con Brian y Colby. Los tres intercambiaron
miradas sobre los bordes de sus vasos de plástico rojo y luego se encogieron
de hombros.
—Espera, espera, ¿qué pasa con Jack y Sheena? —preguntó Matt.
Ninguno de los dos estaba presente, notó Neil. Jack no había estado
en ninguna práctica o juego desde que salió del hospital. Veía viejas cintas
con Wymack en el salón mientras el resto del equipo estaba en la cancha y
se reunía con Betsy al menos dos veces por semana. Sheena también estaba
haciendo todo lo posible por mantenerse fuera del radar del equipo y Neil
supuso que era porque estaba tratando de evitar incurrir en la ira de Andrew
accidentalmente.
—Los invitaremos —dijo Dan.
—Y se los daremos de comer a los tiburones —añadió Allison.
—Un momento de silencio por los tiburones —dijo Lizzy lo
suficientemente fuerte como para ser escuchada y Allison levantó su botella
de tequila hacia ella en señal de acuerdo.
Por mucho que Neil quisiera quedarse con sus compañeros de equipo,
ya no podía ignorar la idea de Andrew sentado solo en su dormitorio. Se
despidió de la habitación de los borrachos, cogió una botella de vodka
medio vacía y subió las escaleras.
La habitación principal del cuarto estaba a oscuras excepto por la luz
que salía oblicuamente de la cocina. Andrew estaba sentado en el escritorio
junto a la ventana abierta con un cigarrillo colgando de la boca y el humo se
filtraba al aire fresco de la noche. Neil entró y cerró la puerta detrás de él,
se quitó los zapatos y fue al lado de Andrew para ofrecerle el vodka. La
botella tenía la intención de ser una disculpa por dejarlo solo durante tanto
tiempo, pero sabía que a Andrew realmente no le importaba de cualquier
forma. Cogió la botella y se sentó en el escritorio junto a él.
Neil se sentó en la silla del escritorio y estudió la costura de los jeans
de Andrew por la parte exterior de su muslo. Rompió el silencio diciendo
en voz baja.
—El equipo quiere ir a la playa después de la graduación de las
chicas.
—Eso se ve como una mala idea—Andrew se quitó el cigarrillo de
los labios y exhaló una larga bocanada de humo.
—Quiero ir.
—Y dicen que yo soy autodestructivo —murmuró Andrew.
Finalmente se volteó para fijar la vista en Neil con una mirada escrutadora
—. Me contaste un poco sobre la cremación casera de tu madre. ¿Crees que
tu mente permanecerá en una pieza tan pronto como enciendan una
hoguera?
—No lo sé —Neil tragó saliva y miró hacia otro lado.
—¿Y todavía quieres ir?
—Sí.
Andrew lo estudió durante un largo rato antes de decir.
—Puedes volver a unirte con cinta adhesiva si te desmoronas. Estoy
jodidamente seguro de que yo no voy a hacerlo
—¿Vendrás? ¿Tengo que sobornarte?
—¿Quieres sobornarme?
Los ojos de Neil se posaron en la cremallera de los jeans de Andrew
por un momento.
—Seguro.
—¿Qué estás dispuesto a darme? —Andrew apagó el cigarrillo contra
el alféizar de la ventana y tiró las cenizas a la alfombra.
—Lo que quieras.
—Los últimos dos años de mi vida —Andrew se movió sobre el
escritorio para mirarlo un poco mejor.
—Te iba a ofrecer una chupartelo o algo, pero si eso es lo que quieres
—
—¿Cuánto has bebido?
—Solo un trago de whisky —Neil respondió.
—Al dormitorio —dijo Andrew mientras se levantaba del escritorio.
Neil se puso de pie y lo siguió a la otra habitación, cerrando la puerta
detrás de ellos. Andrew no se molestó en encender la luz. En lugar de eso,
se acercó a la ventana y abrió las persianas para dejar entrar la luz del
exterior. Era suficiente para distinguir las formas de los muebles entre ellos.
—¿Cómo me quieres? —Neil se paró frente a la escalera de la cama
de Andrew y preguntó.
Ni siquiera se habían tocado y su corazón estaba acelerado. No tener
que partido por completo esa noche lo dejó con suficiente energía para
excitarse dolorosamente.
—De rodillas —Andrew respondió en voz baja.
Neil se humedeció los labios y se arrodilló, ignorando el ardor en los
muslos. Se quedó mirando la figura en sombras de Andrew, esperando
pacientemente a que hiciera el siguiente movimiento. Andrew se acercó a
los ganchos de la parte trasera de la puerta y buscó en el bolsillo de la
chaqueta. Los oídos de Neil captaron el sonido del metal tintineando y
frunció el ceño cuando Andrew le pasó su llavero a Neil.
—¿Para qué es esto?
—Sostén estas. Si quieres detenerte en algún momento, sueltalas —
Andrew le ofreció las llaves a Neil.
—Bueno —Neil arrancó las llaves de la palma de Andrew con la
mano derecha y las apretó lo suficiente para que los dientes se le clavaran
en la piel. Satisfecho, Andrew se desabrochó los jeans y los empujó hasta
las rodillas antes de sacar su erección de sus calzoncillos. La garganta de
Neil tragó convulsivamente, recordando vívidamente el peso Andrew en su
lengua.
Andrew se tocó hasta que estuvo completamente duro y luego pasó
los dedos por el cabello de Neil, mirándolo a los ojos.
—Quiero cogerte por la boca —dijo en un ruso ronco y bajo.
—Sí —dijo Neil antes de que Andrew pudiera preguntar.
—Dame tus manos.
Apretando su agarre en las llaves, Neil levantó sus manos sobre su
cabeza. Esperaba que el agarre de Andrew fuera áspero y caliente, pero en
su lugar, los dedos de Andrew se envolvieron lentamente alrededor de sus
muñecas y las sostuvieron contra la litera con cuidadosa firmeza. Neil sabía
que podía liberarse con un mínimo esfuerzo si quería. Andrew puso los pies
a ambos lados de las piernas dobladas de Neil y se acercó. Los ojos de Neil
se vieron atraídos por la franja de luz de la luna que brillaba en él. Le dolían
los hombros de una manera que se sentía placentera, como un estiramiento
muy necesario después de un largo día, y podía sentir la sangre bajando de
sus manos.
—Abre la boca.
Neil volvió a humedecerse los labios antes de separarlos. Después de
un momento, las caderas de Andrew empujaron hacia adelante y Neil ajustó
el ángulo de su cabeza para guiar a Andrew dentro de su boca. Gimió
suavemente alrededor de la intrusión y deslizó su lengua contra la parte
inferior, buscando el borde de la vena hinchada que comenzaba cerca de
allí. Andrew se deslizó solo un par de pulgadas dentro de la boca de Neil y
se detuvo, respirando temblorosamente sobre él, mientras ambos se
adaptaban. Neil inhaló por la nariz y trató de enrollar su lengua alrededor de
Andrew, humedeciendo su suave piel con su saliva. Con otra exhalación
aguda, Andrew soltó la muñeca izquierda de Neil y hundió sus dedos con
fuerza en el rebelde cabello castaño rojizo de Neil mientras comenzaba a
moverse lentamente dentro y fuera de la boca de Neil.
Como no había obtenido permiso para tocarse y no estaba dispuesto a
detener esto para preguntar, Neil dejó caer su mano a la entrepierna de sus
pantalones deportivos donde su propia erección estaba ansiosa por obtener
alivio. Mientras Andrew se movía en su boca con embestidas superficiales
y controladas, Neil se palmeó la gruesa tela de sus pantalones y apretó las
llaves con la otra mano. Los ojos de Neil se cerraron y gimió cuando el
paso de Andrew aceleró. Se concentró en mantener su propia respiración
uniforme, sofocando el impulso de vomitar cuando Andrew
accidentalmente empujó demasiado lejos y frotándose lo suficiente para
mantenerse distraído del dolor en su mandíbula y la escalera de madera de
la litera que se clavaba en su espalda. Andrew estaba jadeando y su control
se estaba deslizando. Neil lo supo por la forma en que apretó la muñeca de
Neil y tiró de su cabello. Neil apretó las llaves con tanta fuerza que estaba
seguro de que se le rompió la piel.
Andrew estaba cerca y Neil lo sintió en la forma en que se hizo más
pesado contra su lengua. Chupó más fuerte, ahuecando sus mejillas y se
olvidó de mantener la respiración uniforme. Arrastraba su lengua
bruscamente contra Andrew cada vez que retrocedía y soltaba pequeños
gemidos cuando empujaba hacia adelante. Con un gruñido agudo, Andrew
soltó la muñeca de Neil, salió de la boca de Neil con un suave pop y se tocó
con fuerza una, dos veces, antes de correrse. Neil cerró los ojos y se quedó
sin aliento mientras el semen de Andrew rayaba sus mejillas y labios,
goteando desde la punta de su nariz y deslizándose cálidamente por su
cuello. Algunas gotas aterrizaron en la lengua de Neil, un par se enganchó
en sus pestañas. Neil se mantuvo perfectamente quieto hasta que los dedos
de Andrew soltaron su despiadado agarre sobre su cabello. Le quemaba el
cuero cabelludo. Le dolía el brazo cuando lo bajó a su costado. Con manos
temblorosas, se limpió con el interior del cuello de su camiseta antes de
mirar a Andrew con una sonrisa de satisfacción.
Mientras recuperaban el aliento, se estudiaron el uno al otro en la
tenue luz que brillaba débilmente a través de la ventana de su dormitorio.
Neil podía sentir el los latidos de su corazón latiendo en su pecho, su
excitación cantando en sus venas. Andrew se volvió a meter en la ropa
interior y se puso los jeans. Los ojos de Neil siguieron sus dedos mientras
subían la cremallera y deslizaban hábilmente el botón en su ranura.
Entonces, Neil se encontró con la mirada de Andrew nuevamente y
lentamente se estiró para devolverle las llaves, desplegando su apretado
puño para liberar el metal caliente. Andrew tomó las llaves en una mano y
giró la palma de la mano de Neil hacia arriba con la otra para inspeccionar
las hendiduras rosadas que quedaron atrás.
Entonces Andrew pasó sus ojos indiferentes por su rostro empapado y
dijo:
—Ve a lavarte.
Se agarró a la escalera para levantarse. Sus pies privados de sangre
hormigueaban agudamente y sus piernas ardían. Enderezándose, hizo una
mueca cuando sus rodillas estallaron. Andrew se quedó atrás mientras Neil
sacudía la sensación y se dirigía cojeando al baño. Neil entrecerró los ojos
contra las fuertes luces fluorescentes, ahuecó las manos debajo del grifo y
se frotó la cara y el cuello con agua jabonosa hasta que estuvo limpio. Por si
acaso, se cepilló los dientes y se enjuagó con enjuague bucal hasta que el
sabor amargo de Andrew fue un leve recuerdo en la parte posterior de la
lengua. Olfateando el cuello de su camiseta, se la quitó y la llevó de regreso
al dormitorio.
Andrew estaba de pie en medio de la habitación con su teléfono en la
oreja cuando Neil regresó. Encendió las luces y se puso la sudadera con la
que solía dormir. Vio a Neil arrojar su camisa en la cesta y miró fijamente el
pecho desnudo de Neil mientras decía por el celular.
—Media hora, sí. Está bien. Duerme en la escalera si quieres, Kevin.
Me importa una mierda.
Neil se sorprendió de Andrew al haberse quedado en la habitación en
lugar de irse a fumar solo, como solía hacer. Rápidamente sacó una
camiseta limpia y se la puso mientras Andrew cerraba su teléfono.
—¿Kevin? —preguntó Neil antes de bostezar en su mano.
—Le dije que se mantuviera alejado del dormitorio un poco más —
había hambre en los ojos de Andrew mientras lo miraba.
—¿Para qué?
—No seas estúpido. ¿Si o no?
—Sí.
Andrew pisó el borde del colchón de Neil para alcanzar su propia
cama y recuperar su almohada. También tomó la almohada de Neil y le dijo:
—Acuéstate.
Confundido, Neil se movió a su alrededor para subirse a su cama y
acostarse de espaldas. Andrew desató el nudo del cordón de los pantalones
deportivos de Neil y se los quitó antes de quitarse también la ropa interior.
La erección de Neil se contrajo bajo Andrew.
—Levanta las caderas.
Neil obedeció y Andrew colocó las dos almohadas debajo de su
espalda baja. Andrew se arrastró hasta el colchón y empujó las rodillas de
Neil hacia su pecho. Con las almohadas sosteniéndolo, su cuerpo se dobló
fácilmente. Sus piernas dobladas se abrieron y el aliento salió de sus
pulmones. El pulso le latía con fuerza en las sienes.
Las cálidas y ásperas palmas de Andrew se deslizaron por el interior
de los muslos de Neil y se estremeció. Se sintió aliviado al notar que las
manos de Andrew no temblaban. Sus ojos desenfocados miraron hacia el
fondo de la litera de Andrew mientras los dientes de Andrew se hundían
lentamente en la piel suave y fina al lado de la dura cresta de su cadera.
Los brazos de Neil estaban doblados y deshuesados sobre su cabeza,
descansando sobre la fría sábana donde debería haber estado su almohada.
El sueño llamó a su cuerpo relajado, pero la excitación que se acumulaba
densamente en su vientre lo mantuvo lo suficientemente alerta como para
concentrarse en la sensación de los dedos de Andrew arrastrándose sobre su
piel sensible, aventurándose cada vez más cerca de donde más los deseaba.
Andrew agachó la cabeza para lamer una línea desde la base de Neil hasta
su punta, enviando una sacudida caliente a través de la ingle de Neil.
Su respiración se aceleró cuando Andrew finalmente comenzó a
tocarlo. La fatiga llenó sus ojos de lágrimas y derritió la tensión en sus
piernas. Sin darse cuenta, sus ojos se cerraron mientras Andrew trabajaba
más rápido y más duro. El calor lamió a través de su cuerpo, quemando sus
sentidos y los recuerdos del día. El chasquido familiar de una botella de
plástico al abrirse le devolvió la atención al presente. Levantó la cabeza lo
suficiente para ver a Andrew exprimiendo lubricante en sus dedos.
—¿Sí o no, Neil?
La cabeza de Neil cayó hacia atrás cuando respondió.
—Sí.
No había vergüenza en el margen de ensueño entre el agotamiento y
el placer. No le importaba lo expuesto que estaba o que su cuerpo estuviera
expuesto y severamente iluminado por la luz del dormitorio. Sus ojos
estaban desenfocados y miraban hacia el fondo de la litera de Andrew
mientras Andrew empujaba su trasero con la punta de su dedo. El cuerpo de
Neil recordó esto y anticipó con entusiasmo el placer que Andrew le daría.
—Andrew —suspiró Neil.
Las palabras se derramaron fácilmente de su boca cuando Andrew
deslizó un segundo dedo, doblándolo para abrirlo. Neil gimió por lo
apretado que se sentía alrededor de los dedos de Andrew. Su cuerpo se
apretó con avidez, deseando más. Andrew inclinó la cabeza y se tragó a
Neil entero mientras empujaba un tercer dedo dentro de él. Los ojos de Neil
se cerraron con fuerza cuando Andrew curvó los dedos y rozó el lugar que
desenredaba la mente de Neil. Una lágrima se filtró por el rabillo del ojo y
su vocabulario se redujo a una palabra.
—Andrew.
Apenas podía escuchar su propia voz sobre su pulso latiendo en sus
oídos. El mundo entero era una bruma de tinta de placer que se construía
rápidamente, una ola del océano que se hinchaba a medida que se acercaba
a la orilla. Andrew empujó sus dedos dentro de él más rápido, más fuerte y
se hundió en su longitud antes de tragar, dejando que su garganta se aprieta
acaloradamente a su alrededor. Una luz blanca floreció detrás de sus
párpados. El orgasmo de Neil se estrelló contra su cuerpo, lavando su mente
y dejándolo lleno de espuma marina. Temblando, soltó la boca de Andrew y
dijo su nombre.
Respiraciones entrecortadas tropezaron con sus labios mientras bajaba
flotando desde su altura y Andrew continuó gentilmente con sus
movimientos hasta que la última de las oleadas se desvaneció. Otro suave
gemido se curvó en su garganta cuando Andrew retiró los dedos y la
sensación de vacío y estiramiento que había dejado atrás lo hizo temblar.
Neil logró abrir sus ojos llorosos y ver a Andrew limpiarse las manos
con una toalla. Luchó por sentarse, pero la forma en que se levantaron sus
caderas lo hizo infinitamente más difícil. Cuando Andrew se dio cuenta,
sacó las almohadas de debajo de él y lo levantó por el codo.
—Tan cansado —murmuró. Quería besar a Andrew, quería saborearse
allí en la lengua de Andrew, pero no podía hacer que su cuerpo cooperara.
—Es tarde —coincidió Andrew.
Andrew guió las piernas de Neil de nuevo a sus pantalones de chándal
y volvió a colocar la almohada en la cabecera de la cama antes de
empujarlo hacia abajo de nuevo. La manta, el colchón, la almohada, todo se
sentía infinitamente más suave como si Neil no hubiera dormido en una
cama en meses.
Andrew salió de la habitación para lavarse los dientes y,
obstinadamente, Neil luchó contra el tirón del sueño hasta que Andrew
regresó.
—Andrew —murmuró Neil cuando se abrió la puerta. Había algo
importante que necesitaba decirle. Andrew apagó las luces, ensombreciendo
la habitación antes de subir a su litera.
—Andrew —Neil intentó de nuevo.
—¿Hm? —fue la respuesta de Andrew.
Esa palabra que todavía no podía entender se le quedó atascada en la
garganta. Tragándoselo de nuevo, dijo.
—Eso fue ... eso fue realmente ...
—Ve a dormir, Neil.
Capítulo 25
Peleas
Los Foxes se reunieron en el salón de la Foxhole Court para ver el
partido de campeonato entre Penn State y USC. Kevin llevaba su camiseta
favorita de los Trojans y rechazó con altivez los comentarios burlones de
sus compañeros de equipo. Se sentó en un extremo del nuevo sofá,
inclinado hacia adelante con los codos clavados en las rodillas y los ojos
pegados a la pantalla mientras comenzaban las entrevistas previas al juego.
Andrew se sentó en el otro extremo con Neil en el medio. Nicky y Aaron se
sentaron juntos en el suelo en un semicírculo de latas de cerveza. Allison,
Renee y Matt se sentaron en el otro sofá con Dan sentada de lado en el
regazo de Matt. Renee también vestía una camiseta de los Trojans que era
un poco más grande en su cuerpo y no parecía importarle que los pies de
Dan descansaran en su regazo.
Los estudiantes de primer año estaban sentados en el suelo, algunos
sentados en cojines que habían pensado traer con ellos y otros tirados en el
duro suelo. Brian y Colby se sentaron a ambos lados de Lizzy, que estaba
jugando con su teléfono. De vez en cuando, uno de los chicos le murmuraba
algo al oído y ella se reía. Brook yacía boca abajo con la barbilla entre las
manos y los tobillos cruzados perezosamente en el aire. Jack y Sheena se
sentaron lo más lejos que pudieron sin que pareciera obvio que no querían
estar allí. Jack se parecía más a su antiguo yo, pero su boca estaba sellada.
Sheena hizo girar un rizo moreno alrededor de su dedo y bebió de una
botella de vino que había convencido a uno de sus compañeros de clase
para que le comprara.
Abby trajo suficientes bocadillos como para alimentar a los atletas
hambrientos dos veces. Antes que empezara, Wymack se paró frente al
televisor, ignorando el grito de protesta de Kevin y dijo.
—Sé que todos están decepcionados de que no llegamos al final como
el año pasado, pero en comparación con los años anteriores todavía lo
hicimos bastante bien por nosotros mismos. No empiece con los 'podría
haber' y 'debería haber'. Guarden esa mierda para usarla como motivación
para el próximo año. Ahora, tres de ustedes se graduarán pronto y el resto
de sus lamentables traseros será mejor que estén entre la multitud cuando
estas mujeres crucen ese escenario, ¿me oyen? Sí, me refiero a ti, Sheena.
No me pongas esa cara. Somos un equipo. Ya es hora de que empieces a
actuar como en uno. Dan, Renee, Allison, ustedes patearon traseros estos
últimos cinco años y estoy muy orgulloso de haber sido su entrenador. Sí,
Kevin, veo qué hora es. Contrólate , he terminado. No se emborrachen
demasiado esta noche y limpien su maldito desastre antes de irse, ¿me
oyeron?
—Sí, entrenador —todos murmuraron al unísono.
Wymack se sentó junto a Abby justo a tiempo para que vieran a los
Trojans servir y comenzar el juego. Se repartieron cuencos de papas fritas y
dulces y todos terminaron con un vaso de plástico lleno de alcohol o
refresco en las manos. Kevin luchó por contener su emoción. Neil pudo ver
lo fuerte que tenía las manos apretadas desde donde estaba sentado. Por otro
lado, Andrew estaba en el extremo opuesto del espectro. Miró la pantalla
como si estuviera en blanco, completamente inmóvil con las manos
envueltas sin apretar alrededor de su bebida.
Allison y Matt apostaron por USC mientras Nicky y Aaron apostaron
en contra, aunque Neil sospechaba que solo apostaban de esa manera para
provocar a Kevin y funcionó. Kevin se lanzó una charla sobre la historia de
los Trojans y sus méritos como equipo, pero dejó de hablar una vez que
Nicky comenzó a imitar una mamada y a reír.
Neil siguió el movimiento en la pantalla con interés, tratando de
averiguar la estrategia de cada equipo. Ambos equipos funcionaban como
una máquina bien engrasada y Neil no podía sofocar el anhelo que ardía en
su pecho. Quería eso para los Foxes. Quería que fueran conocidos como
uno de los mejores. Simplemente no sabía si podría llevarlos allí. En
cuestión de semanas, regresaría a la Foxhole Court como capitán del equipo
y una vez más se preguntó si realmente era apto para ese papel.
Sin embargo, cualquier emoción que había tenido por el juego se
estaba desvaneciendo rápidamente de su sistema. No podía olvidar que su
tiempo con los Foxes tenía fecha de vencimiento y pronto su atención pasó
de la televisión a su equipo.
Wymack se fue después del primer cuarto de tiempo para terminar
algunos trámites. Abby se fue poco después, murmurando algo sobre dejar a
los chicos solos. Sheena y Jack estaban hablando en voz baja entre ellos.
Lizzy miraba entre su teléfono y la televisión mientras los chicos a cada
lado de ella masticaban dulces perezosamente, haciendo observaciones por
ociosas aquí y allá.
Dan estaba jugando con el cabello de Matt, que por una vez estaba
libre de gel, y murmurando algo en su oído. Matt la miraba con abierta
adoración y sus dientes tiraban de la esquina de su tímida sonrisa. Renee
estaba agarrando su teléfono en sus manos, pero estaba concentrada
intensamente en el juego en apoyo silencioso de cierto defensor. Allison le
daba un codazo en el costado y sonreía con picardía cada vez que Jean
realizaba un movimiento inteligente y defendía con éxito la portería
visitante.
La idea de despedirse de ellos hizo que Neil quisiera vomitar. Lo
habían hecho sonar como algo tan casual y cotidiano: “—¡Nos
mantendremos en contacto! Te visitaremos cuando tengamos la
oportunidad. ”— pero nunca había conocido un adiós que no estuviera
manchado por la muerte. Después de la graduación, vaciaban sus
dormitorios y se iban en diferentes direcciones para vivir vidas separadas.
Se preguntó si alguna vez dejaría de tener miedo por ellos, temiendo que
uno de sus demonios perdidos los encontrara una vez que dejaran la
seguridad de la Fox Tower.
No estaba listo para dejarlo ir. No pensó que alguna vez estaría listo.
Andrew se movió de modo que sus muslos se presionaron juntos y el
moretón que Neil había recibido durante la lección de boxeo de la noche
anterior palpitaba sordamente. Se inclinó hacia el dolor y lo usó para anclar
su mente al presente. Todas las noches de esa semana dejaban que Kevin
fuera solo a la cancha mientras cruzaban el campus hasta el gimnasio con
las llaves del entrenador. Durante una hora cada noche, Andrew le enseñaba
a Neil a sostenerse: “—Mantén las manos en alto. Codos adentro. Cabeza
abajo. ” —y cómo atacar— “Pon todo tu cuerpo en ello. No lances un
golpe fuerte a menos que estés seguro de que aterrizará. Tampoco vayas
solo por la cabeza " —A pesar de que Andrew se lo tomó con calma con
Neil, Neil todavía se iba de cada lección con un par de nuevos moretones.
Había unas cuantas manchas deformes de color amarillo verdoso
estampadas en sus costillas y una mancha púrpura en su muslo debido a una
caída. Sus antebrazos también estaban salpicados de marrón púrpura. A
Neil no le importaba, la temporada había terminado y las prácticas no
comenzarían de nuevo hasta junio, así que no importaba si estaba dolorido.
Sin embargo, no pudo evitar notar que Andrew había descendido a un
silencio que se volvía más tenso cada día y Neil no podía reconstruir
ninguna posible razón para ello.
—Presta atención. Te perdiste un gol increíble —Kevin le dio un
codazo en las costillas y siseó.
Neil miró la televisión. El marcador era 3-2 a favor de los Trojans,
pero la concentración de Neil seguía estancada en otra parte. El hematoma
aumentó su conciencia de la dura línea del muslo de Andrew contra el suyo.
Se arriesgó a mirar a Andrew, pero seguía mirando con indiferencia al
frente.
Los Lions se adelantaron por algunos puntos en el medio tiempo y
Kevin prácticamente vibraba de tensión. Las cámaras recorrieron el
rugiente estadio de Pride Court mientras dos comentaristas revisaban el
juego hasta el momento. Kevin se burló cuando uno de ellos se preguntó en
voz alta si Jean Moreau encajaba realmente bien con los Trojans después de
que casi estallara una pelea poco después de que él entrara a la cancha. Ha
sido el tema de debate favorito durante casi todo el año. Los Trojans eran
conocidos por su excelente deportividad y el ex-Raven parecía tener
problemas para adaptarse a las actitudes de sus nuevos compañeros de
equipo. Esta noche no había sido la primera vez que Jeremy tenía que
apartar a Jean.
—Ya sabes lo que dicen sobre los viejos hábitos —bromeó el primer
comentarista.
—De hecho, John. Me interesa ver si esos hábitos dañan las
posibilidades de los Trojans de ganar el premio Day Spirit este año.
—Hijos de puta —escupió Kevin.
Renee fruncía el ceño y se mordía el labio entre los dientes. Una de
sus uñas golpeó con impaciencia la pantalla de su teléfono. Pasaría más de
una hora antes de que pudiera llamar a Jean.
—Deberían dejar que los ganadores golpeen a los comentaristas en la
cara— murmuró Lizzy alrededor del Twizzler que colgaba de su boca.
—Es mejor motivación que un trofeo —Brian dijo mientras Colby
asentía con la cabeza.
Brook se sentó y arrastró una bolsa de papas a su regazo.
—Solo intentan ser entretenidos provocando drama —luego miró a
los silenciosos estudiantes de último año y preguntó—. ¿Saben lo que le
pasó a Jean el año pasado? Escuché que se estaba recuperando aquí por un
tiempo.
Kevin se tensó notablemente. Neil se encontró con los ojos de Renee
brevemente y luego miró a Dan en busca de una señal de qué hacer, quien
solo arqueó una ceja como si dijera ‘‘Ahora tú eres el capitán’’.
Neil se aclaró la garganta y respondió.
—Solo estábamos ayudando a un compañero —No fue una respuesta
real, pero pareció satisfacer la curiosidad de la joven.
—Creo que es bueno que esté en SoCal —suspiró Brook mientras se
volvía hacia la pantalla—. Eso es lo más lejos posible de Edgar Allan.
—Estará bien —dijo Renee en voz baja—. Ya lo está haciendo mucho
mejor.
Cuando comenzó la segunda mitad, el equipo volvió a concentrarse
en la televisión y Neil y Kevin se relajaron, aliviados de que la
conversación hubiera terminado.
Cuarenta y cinco minutos después, sonó el timbre final y los Trojans
habían ganado 10-8. El rostro de Kevin se transformó con una rara sonrisa
genuina. Nicky y Aaron fingieron estar decepcionados, pero nada podía
hacer mella en el deleite de Kevin. Neil también estaba feliz por los
Trojans, aunque su victoria no le infundió vida como lo hizo a Kevin. Dan,
Matt y Allison vitorearon e hicieron tragos de tequila mientras Renee
sonreía hacia su teléfono y tecleaba un largo mensaje de texto. Andrew ni
siquiera reconoció que el juego había terminado. Lizzy levantó sus puños
en el aire y luego procedió a dejar que Brian intentara arrojar un cuenco de
M & M's rojos y amarillos que Colby había hecho llegar a su boca. La
mayoría se derramaron al suelo y Lizzy se reía tanto que Neil estaba medio
preocupado de que se ahogara. Brook se tapó la boca con la mano y soltó
una risita antes de gatear sobre ellos y recoger algunos de los dulces caídos
de los pliegues de los holgados pantalones deportivos de Lizzy para comer.
—Ustedes son repugnantes —se quejó Sheena.
—Sí, uno pensaría que tu encajarías mejor con el papel —respondió
Lizzy.
Neil aceptó un trago de whisky de Nicky y pudo sentir los ojos de
Andrew perforando un lado de su cráneo mientras se lo metía en la boca.
Nicky se retiró al lado de Aaron y no le ofreció más de alcohol a Neil
después de eso.
Dan besó a Matt profundamente en la boca antes de ponerse de pie y
declarar.
—Llevaremos esta fiesta a los dormitorios. ¡Los niños deben limpiar!
Kevin, ¿está bien si puedes cerrar después de ellos?
—¿Por qué el nuevo capitán no puede quedarse al final? —preguntó
Kevin.
—Porque eso significa que Andrew se quedará atrás y no creo que
queramos eso, ¿verdad? —Dan lanzó una mirada significativa hacia Jack,
quien fingió no darse cuenta.
—Tenemos más vodka en el cuarto de las chicas y estaríamos
dispuestos a compartir —Matt agregó.
—Está bien —Kevin suspiró.
Dan le dio unas palmaditas en la cabeza cuando ella pasó a
trompicones junto a él y se rió mientras él trataba de apartar su mano de un
golpe. Matt, Allison y Renee siguieron a Dan. Renee les deseó a todos una
alegre buena noche.
Nicky y Aaron se pusieron de pie, apoyándose un poco el uno en el
otro debido a su embriaguez, y se dirigieron hacia la puerta. Neil y Andrew
los siguieron. Regresaron a la Fox Tower en el Maserati en total silencio,
subieron juntos a su piso y se separaron. Nicky le dio a Neil una sonrisa
temblorosa, pero no intentó decir nada. Andrew no le había estado
advirtiendo activamente sobre Neil, pero era obvio que Nicky no estaba
listo para probar su suerte todavía. Andrew buscó lentamente sus llaves
mientras su hermano y su primo iban a su dormitorio.
Una vez que la puerta de Nicky y Aaron se cerró detrás de ellos,
Andrew se giró y caminó por el pasillo hasta la escalera. Neil lo siguió
hasta el techo y se paró con él en el centro, mirando al cielo. Las estrellas
estaban cubiertas por nubes largas e irregulares como cicatrices y la luna era
una fina franja blanca. Andrew le entregó un cigarrillo y puso el suyo entre
los labios.
—¿Quieres ir al gimnasio más tarde? —Neil preguntó.
No esperaba que Andrew dijera:
—Déjame enseñarte a usar cuchillos.
—No. No, no quiero… —todo en él retrocedió a la vez.
—Entonces cómprate un arma —dijo Andrew con dureza.
—No necesito un arma.
Andrew dio una larga calada a su cigarrillo y se rascó entre las cejas,
agitado.
—Eres una mierda defendiéndote.
—Sé lo suficiente como para seguir adelante —dijo Neil, encogiendo
un hombro—. Tengo tiempo para aprender el resto antes de que te gradúes.
Antes de que Neil pudiera parpadear, Andrew tiró su cigarrillo a un
lado y tiró a Neil de espaldas, la cabeza le daba vueltas y el dolor brotaba de
su cráneo y hombros. Sujetó las muñecas de Neil al arenoso cemento con
hierro en su agarre y una de sus rodillas se hundió en el estómago de Neil.
Ambos cigarrillos rodaron inútilmente.
—Esto es menos divertido sin el tapete —dijo Neil, parpadeando
como un búho.
—Defiéndete.
—¿Qué?
—Dijiste que sabes lo suficiente como para sobrevivir —escupió
Andrew—. Pruébalo. Defiéndete.
Incluso en la oscuridad, Neil pudo ver algo acechando bajo la
superficie de la mirada de Andrew. Algo no estaba bien y sospechaba que
era lo que bajó el volumen de Andrew durante toda la semana hasta que se
quedó en silencio por completo. La verdad era que Neil sabía cómo salir de
eso. Su madre le había enseñado a escapar, a liberarse. Los dedos de
Andrew se apretaron alrededor de las muñecas de Neil, pero en lugar de
voltearlo y correr, Neil se relajó. Sus manos se desenroscaron, rindiéndose,
y esto solo sirvió para enfurecer aún más a Andrew.
—Defiéndete —la voz de Andrew era áspera, gutural, teñida por una
ira oscura y peligrosa que normalmente dormía en el fondo del océano de
Andrew.
—¿Por qué estás haciendo esto? —Neil preguntó manteniendo su voz
tranquila.
—Estás desarmado e indefenso, Neil. ¿Tienes idea de lo que podría
hacerte?
Las manos de Neil se estaban volviendo borrosas por la falta de
circulación y la ira estaba espumeando ardientemente en su pecho ahora que
comenzaba a comprender la fuente de la agitación de Andrew. Toda la
semana, había estado dejando moretones pintados en el cuerpo de Neil,
mientras que Neil solo había logrado dejar una marca en el bícep de
Andrew con un golpe de suerte. El desequilibrio le molestaba, le hacía
dudar de su propio control ahora que veía lo fácil que era dominar a Neil en
una pelea.
—No te tengo miedo —dijo Neil y lo decía en serio.
Andrew se burló. Era lo más parecido a una risa que Neil había
escuchado desde que Andrew se volvió sobrio y era algo quebradizo y roto.
Se inclinó más cerca, con desprecio y lívido, hasta que su aliento se apoderó
de los labios de Neil.
—Podría tenerte aquí mismo, ahora mismo. Podría destruirte. ¿Por
qué no usas los malditos cuchillos?
Neil disparó su brazo izquierdo, destrozando su piel contra el
cemento, y empujó sus caderas contra las de Andrew para hacerle perder el
equilibrio. Un segundo después, Neil estaba arriba, a horcajadas sobre las
piernas de Andrew y sujetándolo. Después de algunos latidos fuertes, Neil
soltó las muñecas de Andrew y presionó sus palmas contra el cemento
alrededor de la cabeza de Andrew, manteniendo su cuerpo fuera de él por
completo. Gotas de sangre brotaron del rasguño ardiente en su antebrazo.
—Podrías hacerme muchas cosas —estuvo de acuerdo—. Me has
hecho muchas cosas, pero te detuviste cuando dije que no.
—Neil...
—No eres un monstruo. No necesito estar protegiéndome de ti.
Andrew guardó silencio durante mucho tiempo y Neil esperó. Sus
brazos comenzaron a temblar mientras su sangre ardía con ira y luego fría
con ansiedad. Odiaba que Andrew dudara de sí mismo. Temía que Andrew
nunca confiara lo suficiente en sí mismo como para adaptarse
completamente a lo que sea que tuvieran, que siempre se mantendría
alejado de Neil para protegerlo de su potencial. Neil estaba repentinamente
furioso con todos los que alguna vez miraron a Andrew como un animal
salvaje fuera de su jaula. Andrew no era un arma, era un escudo.
—No eres un carnicero. No debes tener miedo de lo que harás con un
cuchillo —Andrew dijo finalmente.
Neil no se dio cuenta de lo mucho que necesitaba escuchar esas
palabras hasta que sintió que algo se soltaba en su pecho. Eran más que los
hombres que alguna vez los lastimaron.
Su frustración fue eliminada por algo cálido y de floración lenta. Le
hormigueó la piel e inundó su estómago. Lo sacudió hasta el fondo y de
repente el aire entre ellos cambió.
Tragó saliva y preguntó:
—¿Sí o no?
—Sí —Andrew parpadeó lentamente.
Neil se dejó caer sobre sus antebrazos, ignorando el dolor de sus
moretones y raspaduras, y aplastó sus bocas. Besó a Andrew con fiereza,
profundamente, y Andrew respondió con amabilidad. Las manos de
Andrew tiraron de las caderas de Neil contra las suyas antes de deslizar sus
dedos fríos bajo el dobladillo de la camiseta de Neil. Le rascó líneas
calientes en la espalda y se tragó su áspero gemido de aprobación. Neil no
pudo evitar mover sus caderas hacia abajo, desesperado por fricción, y
Andrew lo alentó agarrándole el trasero y empujándolo contra él. Se
endurecieron el uno contra el otro mientras se movían juntos. Sus labios se
partieron y se quedaron sin aliento. Neil estaba mareado de excitación.
—Alguien está emocionado de estar arriba —murmuró Andrew
contra la boca de Neil.
—Cállate —gruñó Neil antes de arrastrar besos por la mandíbula de
Andrew y bajar por su cuello. Andrew se estremeció y hundió los dedos en
la mitad del trasero de Neil, como si estuviera tratando de encontrar su
entrada a través de sus gruesos pantalones de chándal. La áspera fricción de
la tela junto con el magullado agarre de Andrew lo hizo gemir y empujar
hacia atrás contra las manos de Andrew.
Lamió y besó la columna de la garganta de Andrew mientras los
dedos de Andrew lo llevaban a un frenesí acalorado. Movió el cuello de la
camiseta de Andrew hacia abajo y le mordió el borde de la clavícula.
—¿Puedo dejar una marca? —él susurró.
—Sí —Andrew tiró de él hacia abajo con más fuerza, aplastando sus
erecciones a través de sus pantalones. Ambos necesitaban más, querían
más, pero ambos eran demasiado tercos para separarse todavía para tomar
lo que necesitaban. Los dedos de Andrew se deslizaron por debajo de la
cintura de los calzoncillos de Neil para agarrar su trasero desnudo mientras
Neil hundía los dientes en la base del cuello de Andrew y succionaba un
moretón en la piel, lamiendo su lengua sobre él después para calmar el
escozor. Cuando Andrew volvió a mover sus manos, finalmente llegó a ser
demasiado.
Neil se incorporó apoyándose en las manos para poder rodar las
caderas hacia abajo con más fuerza.
—Andrew —jadeó —. Andrew, necesito ...
Andrew se movió bajo él y Neil se movió para darle espacio para
moverse. Rápidamente, Andrew les bajó los pantalones lo suficiente como
para tomarlos a ambos en su mano y los tomó a la vez. Neil inclinó la
cabeza mientras temblaba y se movía en la mano de Andrew, deslizándose
bruscamente contra él Andrew.
—Toma mi camiseta —Andrew ordenó sin aliento.
Neil empujó la camiseta de Andrew hasta su cuello momentos antes
de que su orgasmo lo golpeara. Llegaron unos momentos el uno del otro,
derramándose sobre el estómago tembloroso de Andrew. La arenilla del
cemento se clavó en las palmas de Neil y supo que todavía descansaba la
mayor parte de su peso contra los muslos de Andrew, pero no podía
obligarse a moverse mientras temblaba y jadeaba para respirar. A Andrew
no pareció importarle. Sus ojos se cerraron y su mandíbula se aflojó en el
resplandor brumoso de su orgasmo. Fue lo más relajado que Neil lo había
visto en su vida.
—Mierda —murmuró Neil.
—Deberíamos tener una toalla aquí —Andrew exhaló un gran suspiro
y abrió los ojos.
Neil miró el lío que habían hecho en su piel. Andrew no podía
caminar hasta el dormitorio de esa manera. Quizás su mente todavía estaba
nublada por el placer, pero Neil solo podía ver una solución. Retrocedió un
poco y bajó la cabeza para lamer los fluidos en el abdomen de Andrew.
Andrew se sacudió y hundió ambas manos en el cabello de Neil, pero sus
dedos lo acercaron más en lugar de empujarlo.
—Jesús —maldijo Andrew—. Maldito animal.
—Lo siento —Neil respiró mientras perseguía una gota que se
deslizaba por sus costillas. Una vez que lo atrapó con su lengua, tragó y
levantó la cabeza para mirar a Andrew a los ojos—. ¿Eso estuvo bien?
—Te habría dicho que te detuvieras si no fuera así.
Neil asintió, aliviado. Al ver que Andrew estaba razonablemente
limpio, se apartó de él y se tumbó en el cemento a su lado. En silencio,
ambos se enderezaron la ropa y observaron cómo las nubes de color gris
púrpura se deshacían lentamente sobre sus cabezas.
Capítulo 26
Graduación, pero no un adiós
La ceremonia de graduación tuvo lugar un soleado sábado en el salón
de actos. La clase de graduados se sentó en una sección en el centro,
zumbando con nerviosa anticipación y alivio, y sus amigos y familiares se
filtraban en las filas a su alrededor. El escenario estaba adornado con blanco
y naranja y habían tres filas de personas de aspecto importante ataviadas
con sus atuendos académicos. Según el boletín, la ceremonia duraría mucho
más de lo que esperaba Neil y lamentaba no haber comido un desayuno más
abundantemente esa mañana.
Los Foxes, menos tres, se sentaron junto con Wymack, Abby y Bee a
una distancia razonablemente buena del escenario. Wymack no se había
tomado en serio obligar a los estudiantes de primer año a venir, pero los seis
estaban presentes de todos modos por orden de Allison. Neil sospechaba
que estaba compensando porque sus padres no iban a estar allí. Wymack
trató de lucir como su yo brusco habitual, pero Neil notó que sus ojos se
veían un poco empañados. Abby le dio unas palmaditas en el brazo al
entrenador y le sonrió a Neil cuando vio que los estaba mirando. Andrew no
se había quejado de haber venido, pero estaba claro que su mente estaba a
un millón de millas de distancia. Kevin estaba en su teléfono, mirando
artículos de noticias relacionados con Exy y revisando su correo
electrónico. Matt se veía orgulloso, feliz y con un poco de náuseas al mismo
tiempo, que era lo que sentía Neil. No había escuchado a Matt decir que
temía que Dan dejara Palmetto para siempre, pero no fue difícil de entender.
Charles Whittier, el presidente de la universidad, subió al podio y
comenzó la ceremonia dando la bienvenida a todos al campus. Hubieron
tres oradores principales y cuatro estudiantes, cuyos discursos prolijos
llevaron el mismo mensaje esperanzador sobre mirar hacia el futuro y
mantenerse fiel a uno mismo, y luego el coro se puso de pie para cantar el
himno de Palmetto State. La mente de Neil estaba aturdida por el
aburrimiento cuando se leyeron los nombres y se entregaron los diplomas.
Pasó una eternidad antes de que llegaran a las R y la mente de Neil
volvió a enfocarse justo a tiempo para escuchar el nombre de Allison. Sus
ojos la encontraron justo cuando ella subía los escalones y caminaba con
orgulla por el escenario. Incluso con el atuendo sin forma y el sombrero
aplastando su cabello, se veía tan glamorosa como siempre. Se les había
ordenado que guardaran sus aplausos hasta el final, así que Neil pudo
escuchar el tranquilo pero orgullos "vamos, chica" de Wymack desde unos
asientos más abajo.
Neil sintió como si alguien estuviera tratando de exprimirle el
corazón como una esponja. Estaba egoístamente molesto por la idea de que
se fueran y no quería nada más que tener a su familia con él dondequiera
que fuera. Pero sabía de sus vidas, sus infancias rotas, cómo habían luchado
por sobrevivir hasta este punto, y estaba profundamente agradecido de que
estuvieran avanzando. Siempre llevarían sus cicatrices, pero se dirigían
hacia cosas mejores.
Así que Neil se tragó el nudo que ardía en su garganta y sonrió.
Trató de no pensar en cómo se sentiría estar de regreso aquí dentro de
dos años, rodeado de Foxes más jóvenes que probablemente siempre se
sentirían como extraños y verían graduarse a los primos. Al menos Andrew
le ahorraría el dolor de verlo cruzar ese escenario; probablemente estaría en
el techo fumando en su lugar.
Renee fue llamada. Su cabello color pastel flotaba alrededor de sus
hombros y su capa ondeaba alrededor de sus piernas mientras se deslizaba
por el escenario con una sonrisa angelical en su rostro. En algún lugar de la
audiencia estaba Stephanie Walker y Neil sabía que estaba
desesperadamente orgullosa. Cuando se leyó el nombre de Dan, Dan sonrió
abiertamente a la multitud, primero a sus hermanas del escenario, luego a
sus Foxes, y ella cruzó el escenario como si fuera a la cancha, intrépida y
lista para lo que fuera.
Estas tres mujeres eran tenaces e inquebrantables. Estarían bien.
Después, se dirigieron al anfiteatro y al día azul claro para tomar
fotografías. En su mayor parte, Neil se mantuvo al lado de Andrew, pero
finalmente las chicas lo ataron en una ronda de fotos. Andrew miró con
indiferencia desde un lugar sombreado con un cigarrillo entre los labios
hasta que llegó el momento de una foto de grupo con todo el equipo. Se
paró al lado de Neil, inexpresivo y con los brazos cruzados. Neil trató de
dedicar cada recuerdo al detalle para poder recordar claramente ese día en
el que estaban todos apiñados así, cuando estaban todos juntos en Palmetto
para lo que podría ser la última vez.
Pidieron pizzas y almorzaron tarde juntos en el salón de la Foxhole
Court con Stephanie y las hermanas del escenario de Dan mientras los
estudiantes de primer año se escapaban del grupo para irse solos. A nadie
parecía importarle realmente su ausencia. Neil dejó las cortezas de su pizza
en su plato y Andrew las rompió en trozos metódicamente pequeños para
comer. Mientras los demás escuchaban a una de las hermanas de Dan contar
una historia, Renee voló hacia donde Andrew estaba sentado. Él se movió
sobre la silla plegable de metal y le permitió sentarse en el borde. Neil miró
por el rabillo del ojo mientras pretendía concentrarse en la historia de Dan
mientras Renee le murmuraba algo dulcemente a Andrew antes de sacar su
teléfono y tomar una foto de los dos. Andrew no dijo nada, pero se inclinó
un poco hacia ella y esa fue la respuesta más entusiasta que cualquiera
podría haber esperado del hombre.
Neil no los había mirado directamente, pero Renee pareció notar su
interés.
—Te enviaré una copia de esta —dijo, sonriéndole.
—No la necesita —le dijo Andrew—. Él mira lo suficiente.
—Es bueno tener fotos de sus seres queridos —respondió Renee con
serenidad—. Ayudan cuando están lejos.
Neil le devolvió la sonrisa a pesar de que se sintió como una patada
en el pecho. Ella bailó de regreso al otro lado de la habitación,
acomodándose junto a Stephanie, y no vio la sonrisa de Neil caer.
Esa tarde, los Foxes empacaron sus cosas y se mudaron de los
dormitorios todos a la vez. Matt y Allison cargaron sus cosas en sus autos
junto con las pertenencias de Dan y se dirigieron a Maryland. Allison había
elegido un apartamento cerca del nuevo trabajo de Dan y Matt había pagado
el depósito de seguridad y el alquiler de los primeros meses. Se instalarían
antes de regresar el lunes para las vacaciones del equipo. Renee voló a casa
en Dakota del Norte con Stephanie por la noche. Allison le aseguró a Renee
otro boleto de avión de regreso a Carolina del Sur el lunes por la mañana
temprano y la recogería de camino a la costa. Los estudiantes de primer año
llevaron sus maletas a la casa de Abby, donde se quedarían todos hasta el
lunes. Lizzy, Brian, Colby y Jack estaban planeando quedarse en la ciudad
durante el verano, pero Brook y Sheena solo se quedarían para el viaje a la
playa antes de regresar a casa con sus familias.
El grupo de Andrew fue el último en mudarse. Los cinco se dirigían
juntos a Columbia y Neil no pudo evitar preguntarse si realmente era una
buena idea. Aaron no le había causado ningún problema por su relación con
Andrew últimamente, pero Neil pasaría todas las noches en la cama de
Andrew y Aaron seguramente tendría algo que decir al respecto
eventualmente. Esperaba que en la cabaña que Allison les había asegurado,
Aaron estaría demasiado preocupado por Katelyn como para prestarle
atención.
Neil llenó su bolso rápidamente, doblando eficientemente su ropa y
metiendo sus otras posesiones a los lados, y estaba más que un poco
perturbado al descubrir que ya no había suficiente espacio para caber todo.
Se quedó mirando un montón de camisetas en su colchón desnudo con las
manos colgando inútilmente a los costados. No recordaba haber necesitado
un segundo bolso antes. Era algo tan pequeño, pero en aquel entonces le
pareció monumental. “—Las cosas te pesan. Conservamos sólo lo
absolutamente necesario".
Neil tragó con dificultad cuando la vergüenza se deslizó por su cuello.
Lo siento mamá.
Andrew apareció a su lado, silencioso como siempre, y con calma
recogió la pila de camisetas y las metió en su propio bolso.
—Demasiados problemas —murmuró, alejándose de nuevo.
Neil parpadeó y cerró la cremallera de su bolso.
En el pasillo encontró a Nicky mirando un montón de bolsos,
rascándose la nuca y torciendo los labios en una sonrisa irónica. Cuando
notó a Neil, se rió y dijo.
—Típico Fox, ¿verdad? Demasiado equipaje.
Aaron salió de su dormitorio en ese momento y le lanzó una mirada
fría a Neil. Neil esperó a que Aaron desapareciera en la escalera antes de
ofrecerle una mano a Nicky con algunas de sus maletas. Juntos tomaron el
ascensor hasta el vestíbulo y se dirigieron al Lexus y al Maserati. Nicky y
Aaron decidieron viajar a Columbia con Kevin, por lo que Neil estaba
agradecido. Todavía no tenía ganas de conversar y el único que prometía
silencio fue Andrew. Muy pronto se estuvieron incorporando a la
interestatal mientras los últimos destellos de luz naranja se apagaban en el
horizonte.
Primero, fueron a la casa para dejar sus equipajes y luego viajar
juntos en el auto de Andrew. Se tomaron su tiempo en Sweetie's y Neil
estaba tan empapado en la tristeza que logró comerse un tazón entero de
helado con sabor a expreso mientras Nicky no hablaba con nadie en
particular sobre lo emocionado que estaba de que Erik estaría en la ciudad
durante dos semanas. Se las arregló para obtener una respuesta de Kevin
cuando le preguntó por Thea: nadie se sorprendió al escuchar que el ex-
Raven no se unía a los Foxes en sus vacaciones.
Como era sábado por la noche, Eden's Twilight no estaba tan lleno
como de costumbre. Neil y Andrew esperaron a Roland en la barra mientras
los demás aseguraban una mesa y suficientes sillas para el grupo. Las cejas
de Roland se alzaron cuando Neil pidió algunos shots para él mismo.
Andrew no dijo nada.
Cuando regresaron a la mesa y comenzaron a beber, Nicky observó
con ojos redondos cómo Neil rápidamente se bebía dos tragos de whisky sin
apenas un aliento entre ellos. Aaron también parecía un poco curioso. Kevin
estaba demasiado concentrado en saturar sus entrañas con alcohol lo más
rápido humanamente posible para notar que Neil estaba bebiendo con ellos
para variar.
Los labios de Neil hormiguearon cuando el whisky y el ron
comenzaron a quemar su sistema. Hizo un cuarto trago y luego parpadeó
hacia el vaso vacío, mordiéndose el labio inferior. No podía pensar en la
última vez que estuvo tan borracho. Comenzó a sopesar los pros y los
contras de emborracharse esa noche, pero Nicky interrumpió sus
pensamientos deslizándole sobre uno de sus propios tragos con una sonrisa
alentadora.
—Ha bebido lo suficiente —Andrew puso su mano plana sobre el
vaso y niveló a Nicky con una mirada helada.
Nicky levantó las manos en una dócil rendición. Neil miró el perfil
sombrío de Andrew y se olvidó de todas las ventajas de beber más. Su
mente borracha recordaba dónde dormiría más tarde y con quién dormiría.
Tomó la interferencia de Andrew como una orden indirecta para mantenerse
en control de sí mismo.
Andrew notó que lo estaba mirando y le dijo en ruso.
—Hay más en la casa.
Neil frunció el ceño porque eso no encajaba con lo que supuso que
Andrew había querido.
—Dijiste que ya había bebido lo suficiente —respondió, hablando
también en ruso.
—No confío en él.
—Yo confío en él —dijo Neil, volviéndose en su asiento para mirar a
Andrew de lleno—. Pero no beberé con él si eso te molesta.
—Nada me molesta.
—¿Todavía no soy nada? —Neil sonrió con aire de suficiencia
cuando Andrew le frunció el ceño—. Puedo hacerte sentir realmente
agradable y molesto más tarde si estás de humor.
—Puedes dormir en el suelo —Andrew negó con la cabeza y tomó
otro trago de whisky.
Neil resopló y se frotó los ojos. El alcohol se le había subido a la
cabeza.
—Es mejor que no usen el ruso para ser asquerosos —Aaron puso los
ojos en blanco y se metió otro trago de vodka en la boca.
Kevin se balanceó en su asiento y miró a Neil, escandalizado.
—No lo harían ... Oh, Dios, ¿de qué han estado hablando?
—No es asunto tuyo —replicó Neil, arrastrando las palabras un poco
—. Y, Aaron, no tienes jodido espacio para hablar. El resto de nosotros
tenemos que aguantarte mientras te coges con los ojos a Katelyn durante los
juegos y metes tu lengua en la garganta de la pobre chica frente a todos.
Uno de estos días ustedes dos van a concebir en el entretiempo.
Nicky se rió tan fuerte que resopló y casi se cae de la silla.
—¿Tienes algún problema, hijo de puta? —Aaron espetó.
—No tendría ningún problema si ya te sacaras la cabeza del trasero.
—Solo quería beber y pasar un buen rato. No quiero estar cerca de
toda esa mierda gay.
—Tu primo y tu hermano son homosexuales, hombre. Acostumbrate
—Neil movió la mano entre Andrew y Nicky.
—Miren al señor Yo-no-bateo ondeando la puta bandera del orgullo
—se burló Aaron—. Sólo porque te conformaste con la primera persona
dispuesta a besar ese choque de trenes al que llamas cara...
El alcohol en las venas de Neil se incendió.
—Andrew no fue la primera persona en besarme, para tu información,
y no es asunto tuyo, así que cállate la boca.
—Es asunto mío cuando estás hablando mal delante de mí.
—No sabes nada de lo que decíamos. No hablas ruso —Neil deseaba
estar sobrio. Su lengua se sentía torpe y sus pensamientos eran inestables.
Tenía la sensación de que esta discusión le habría ido mejor si no hubiera
tomado ningún shot.
Nicky agitó los brazos para llamar su atención.
—Espera, espera, Andrew no fue el primero… Oh, Dios, no te
refieres a mí, ¿verdad? Yo no ... eso no fue...
—¿Tú y Neil se besaron? —Aaron gritó—. Jesús, joder, tu trasero si
que se mueve, ¿no es así, Josten?
Neil estaba más concentrado en tratar de calmar a Nicky. Habían
lágrimas brillando a lo largo de las pestañas inferiores del otro hombre en
las luces parpadeantes del club y sus manos se taparon la boca.
—Nicky, no estaba hablando de… Dios, besé chicas antes. Quiero
decir, no mucho, no tuve tiempo y mi mamá casi me mata cuando se enteró,
pero besé a algunas chicas cuando era más joven. Detente, vamos, no llores,
hombre.
—No los entiendo a ustedes dos. ¿Cómo diablos funciona eso? —
Kevin miraba intensamente a Neil y señalaba entre él y Andrew.
—¿Te gustaban las chicas? —preguntó Nicky.
—¡Última llamada! —alguien gritó.
—¿Podemos irnos? —Neil gimió y se pellizcó el puente de la nariz.
Toda esa noche se sintió como un gran desastre.
Nadie dijo nada en el viaje de regreso a la casa y nadie dijo nada
cuando cruzaron la puerta y se fueron en direcciones separadas. Kevin se
llevó una botella de vodka al sofá con él. Nicky y Aaron se turnaron en el
baño antes de dirigirse a sus habitaciones. Andrew y Neil se quedaron en la
cocina, esperando en silencio hasta que oyeron que las puertas se cerraban
de golpe. Luego, Andrew sacó una botella de whisky de la alacena y llevó a
Neil a su dormitorio.
—Siéntate —ordenó mientras entraba y cerraba la puerta detrás de
ellos.
Neil se sentó en el borde de la cama y un momento después Andrew
se unió a él y le entregó la botella.
—Bebe.
Neil le quitó la tapa y la puso sobre la mesita de noche antes de tomar
un trago y hacer una mueca. El zumbido en su sangre se había calmado
durante la pelea en el club, pero volvió a la vida cuando el alcohol calentó
su estómago.
—Bebe —repitió Andrew cuando Neil se detuvo después de un trago.
—No quiero emborracharme. No quiero arriesgarme a perder el
control de mí mismo y…
—Si intentaras algo, lo cual no harías, sería como luchar contra una
polilla bebé. Está bien. Bebe tanto como quieras.
—No lo necesito. De todos modos, odio tener resaca —Neil negó con
la cabeza.
Andrew asintió y tomó la botella de sus manos. Volvió a ponerle la
tapa y la dejó en el suelo antes de volver a sentarse junto a Neil, cruzando
las manos entre las piernas.
—Voy a tomar un turno—anunció en voz baja.
—Bueno.
—Dijiste que tu mamá casi te mata por besar chicas. ¿Es por eso que
no bateas?
Neil luchó por un momento antes de responder.
—No lo sé, honestamente. No recuerdo si quería besar a esas chicas
porque me atraían o si era solo besar por besar.
—¿Cómo se enteró tu mamá?
—Era como si estuviera escrito en mi frente. Nunca pude ocultarle
nada —Neil se burló y luchó por evitar que el recuerdo aflorara y lo
lastimara—. Estaría adolorido durante una semana después. Ella me arrancó
un poco el cabello una vez, tuve esta pequeña parte calva por un tiempo —
Neil se golpeó un lado de la cabeza para indicar dónde y por un segundo
pudo sentir el dolor abrasador de nuevo. Sintió que era necesario agregar—.
Sin embargo, ella solo estaba tratando de mantenerme con vida. No creo ...
quiero decir, no creo que realmente ...
—Te golpeó —dijo Andrew con firmeza—. No me importa el porqué.
Neil no sabía qué decir, así que se encogió de hombros.
—No le has dicho a Bee —asumió.
—No hablo con Bee.
—Correcto.
Neil se mordió el labio y miró a Andrew a los ojos. La idea de que
Andrew pudiera comparar a su madre con Tilda lo irritaba, pero sabía que
era inútil tratar de defenderla más. Su madre lo había amado a su manera,
tanto si Andrew lo creía como si no. No sintió la necesidad de hablar con
Bee sobre eso o sentir lástima por sí mismo. Se había acabado. Estaba
detrás de él. Mientras no lo pensara demasiado, no le haría daño.
—¿Puedo tener un beso? —preguntó Neil.
—¿No quieres probarlo con una chica para ver si bateas después de
todo?
Neil puso los ojos en blanco.
—No te vas a deshacer de mí.
—Todavía podría asesinarte, ¿sabes?
Neil se rió y se recostó en la cama, con los brazos abiertos en una
invitación.
—Te gusta besarme demasiado como para matarme.
—Dices un montón de estupideces —dijo Andrew rotundamente—.
No extrañaría eso.
—A mí también me gusta besarte, por cierto, y no es solo porque
besar se sienta bien. Eres el único al que quiero besar.
Andrew hizo una mueca y negó con la cabeza.
—Cállate.
—Cállame —se atrevió Neil.
Andrew rodó encima de él y lo besó hasta que su mente se adormeció
agradablemente. Neil entrelazó los dedos en la manta, conteniéndose
porque el alcohol confundía sus pensamientos, y Andrew hundió los dedos
en el cabello de Neil. Pinchó el lugar que Neil había señalado durante su
historia y se frotó el cuero cabelludo como si pudiera encontrar una cicatriz.
Se besaron hasta quedar sobrios y somnolientos. Luego se arrastraron juntos
bajo las mantas y se durmieron.
Capítulo 27
Negro y Dorado
El lunes, Andrew dejó a Nicky en el lugar de alquiler de autos cerca
del aeropuerto en Columbia antes de regresar a la casa para cargar el auto y
conducir hacia la costa. Kevin tenía las instrucciones en su teléfono, así que
Andrew siguió el Lexus hacia el sureste y se quejó en voz baja sobre la
conducción cuidadosa de Kevin.
La Isla de las Palmeras era una parte de la costa en ruinas de Carolina
del Sur que se había ganado el título de isla debido a un río que atravesaba
la posible península. Siguieron la ruta 517 a través del agua hasta Palm
Boulevard y ambos autos se detuvieron en una licorería en la esquina para
abastecerse de más alcohol.
Cuando entraron en el camino llano de su cabaña de vacaciones, Neil
de repente comprendió por qué Allison había pedido tanto dinero. Llamarla
"cabaña" era quedarse corto y casi cruel. Una amplia escalera conducía al
segundo piso y a cada lado había espacios de estacionamiento escondidos
de forma segura debajo de la amplia terraza. La mansión parecía estar
apoyada sobre pilotes y se elevaba cuatro pisos en el aire, majestuosa y
elegante.
El convertible de Allison estaba estacionado debajo de la casa. Kevin
se detuvo en el otro espacio de estacionamiento cubierto, por lo que
Andrew estacionó al lado de la camioneta de Matt al aire libre.
Andrew apagó el motor y preguntó.
—¿Cuánto dinero te pidió Allison que aportes?
—Quince mil —respondió Neil.
—Tu sentimentalismo sin duda aflojó tu billetera —Andrew se burló.
Allison los había visto detenerse y estaba parada en lo alto de las
escaleras con los brazos cruzados.
—¡Les tomó bastante tiempo! Kevin, Aaron, traigan sus traseros aquí
y escojan sus habitaciones. Neil, Andrew, ustedes dos están en el último
piso.
A ambos lados de las puertas dobles de cristal había una amplia
terraza amueblada con sillas y mesas de mimbre. El interior de la casa era
todo amarillos mantequilla y blancos cremosos, suave, acogedor y cómodo.
El piso principal estaba revestido de piedra dorada de aspecto rústico con
discretos mosaicos florales cada cinco baldosas. De frente, un pasillo
estrecho conducía a una sala de estar grande y soleada con mesas bajas y
sillas mullidas frente a una pared de ventanas. Las puertas corredizas de
vidrio en el centro daban a la terraza trasera. A la izquierda de la entrada
había un salón de color crema con un enorme televisor de pantalla plana
montado en la pared sobre otra chimenea y, a través de un arco, parecía
estar el comedor principal. A la derecha había una escalera brillante que se
elevaba hacia los niveles más altos.
Dan se inclinó sobre la barandilla del segundo piso y gritó.
—¡Neil, este lugar es genial!
El segundo y tercer nivel tenían cada uno cinco dormitorios en
amplios pasillos. Matt y Dan se habían quedado con una habitación con una
cama tamaño king en el segundo piso, mientras que Allison y Renee tenían
sus propias habitaciones con camas tamaño queen en el tercero. Lizzy y
Sheena, que habían viajado con Allison, compartían una habitación con dos
camas gemelas en el tercer piso entre las habitaciones de las chicas
mayores.
La mansión se redujo en la parte superior, por lo que el cuarto piso
solo contaba con dos dormitorios enormes que compartían una terraza entre
ellos en la parte trasera, ofreciendo una vista del océano. La habitación de
Neil y Andrew era la más grande de las dos con una cama tamaño king y
una alcoba amueblada con un sofá, un televisor y un mini refrigerador. La
habitación en sí era casi tan grande como su suite en la Fox Tower. La cama
estaba cubierta con un lujoso edredón blanco con grandes almohadas
blancas detrás de un arreglo de almohadas decorativas más pequeñas de
color verde espuma de mar. Andrew rápidamente las tiró al suelo,
declarándolas ridículas, antes de ir a la sala de estar para poner las botellas
de whisky que había comprado para Neil y para él en el mini refrigerador.
Su baño estaba hecho con azulejos de color azul verdoso oscuro con
una gran ducha de vidrio transparente en el extremo más alejado. Una
bañera profunda con patas adornadas se encontraba fuera de la ducha,
debajo de una ventana con cortinas blancas de gasa sobre dos helechos en
macetas sobre soportes delgados en cada extremo.
—Quince mil —murmuró Andrew para sí mismo mientras abría las
puertas del balcón y salía a la luz del sol que brillaba intensamente en su
cabello.
Neil lo siguió y se apoyó contra la puerta. Podía oler el agua salada
del mar en la brisa y una gaviota solitaria gritó en alguna parte. Más allá de
la barandilla de madera, pudo ver el océano rodando oscuramente hacia el
horizonte, vasto, azul e irreconocible. Neil observó cómo el viento
despeinaba el cabello rubio de Andrew y trató sin éxito de mantener su
mente alejada de la noche de la muerte de su madre. Andrew miró por
encima del hombro, entrecerrando los ojos contra la luz que destellaba en la
pintura blanca, y notó su expresión mareada.
—¿Trajiste tu cinta adhesiva? —bromeó secamente.
Neil se alejó de la puerta y salió de la habitación para encontrar a los
demás abajo.
Lizzy y Sheena estaban sentadas juntas en la terraza trasera, que se
extendía a lo largo de la casa y estaba llena de sillones y mesas pequeñas.
Neil encontró a Matt y Dan con Allison en la cocina, una maravilla
moderna de acero inoxidable y mármol blanco. La cocina estaba escondida
debajo de las escaleras, justo al lado del pasillo principal que conducía a la
entrada, con una barra de desayuno larga y una isla. Dan estaba sentada en
uno de los mostradores brillantes con sus talones desnudos golpeando
contra las puertas del armario, comiendo fresas de un tazón mientras
Allison y Matt apostaban sobre si Aaron dejaría embarazada a Katelyn
antes de la graduación o no.
—¡Ahí está el capitán! —gritó Dan, sonriendo y extendiendo los
brazos como si esperara que Neil saltara y le diera un abrazo.
—¡Hey hombre! Mucho tiempo sin verte —Matt también le lanzó una
gran sonrisa.
—Sí, toda una vida —Neil soltó una risa ronca.
Allison apoyó la cadera contra el borde del mostrador y cruzó los
brazos sobre el pecho.
—¿Qué piensas de tu habitación?
—Está realmente buena —Neil abrió el refrigerador y encontró un
pequeño ejército de botellas de agua, cartones de plástico con fruta fresca y
varias botellas de cerveza y licor en los estantes de la puerta.
—Hice que Lizzy y Sheena durmieran juntas para que la habitación
contigua a la tuya esté vacía. Pagaste la mitad, así tú y tu monstruo mascota
puedan tener privacidad
Neil se enfureció por su apodo para Andrew, pero decidió no
comenzar una pelea el primer día de sus vacaciones. "
—¿Dónde están los otros? —preguntó mientras sacaba una botella de
agua y rompía el sello.
—Aaron está sentado en los escalones de la entrada esperando que
aparezca el amor de su vida. Espero que haya acordado de recoger a Brook
y Riley. Por cierto, ¿cómo llegarán los demás chicos? —Allison respondió.
—Creo que Colby tiene un coche —Neil se encogió de hombros.
Dan asintió de acuerdo.
—Creo que tiene una porquería de sedan. Kevin está revisando la
piscina con Renee. ¿Lo has visto?
—¿Hay una piscina?
—Por supuesto que hay una piscina —Allison se burló.
—¿Por qué necesitamos una piscina? Hay un océano entero ahí fuera.
Allison parpadeó de una manera que lo hizo sentir como si se
estuviera perdiendo algo obvio y lo compadeciera por ello.
—La piscina está climatizada, limpia y es privada —explicó Matt—.
También hay una bañera de hidromasaje.
Dan se metió otro trozo de fresa en la boca y sonrió ampliamente.
—Estas serán las mejores vacaciones de mi vida.
La puerta principal se abrió y el alegre "—¡Hola, hola!" De Katelyn.
sonó desde la entrada.
—¡Katelyn! —Dan cantó—. ¿Cómo estás bebé?
—¡Estoy bien, cariño! ¿Cómo estás? —Katelyn volvió a llamar.
—¡Fantásticamente!
—Este lugar es asombroso —Brook apareció en la entrada de la
cocina con los ojos muy abiertos.
Neil pudo escuchar a Aaron y Katelyn hablando entre ellos mientras
se dirigían escaleras arriba a su habitación. Riley se estrelló contra Brook y
echó los brazos alrededor de su cintura, mirando por encima del hombro
hacia las espaciosas habitaciones.
Allison hizo un gesto de espanto con la mano.
—Vayan a buscarse una habitación, ustedes dos. Las buenas se están
yendo rápido.
—Por la cantidad de dinero que pagamos, será mejor que solo hayan
buenas habitaciones —dijo Matt, riendo. Dan asintió con entusiasmo.
Neil bebió la mitad de la botella de agua antes de salir a la terraza y,
efectivamente, había una piscina debajo. Kevin y Renee ya estaban en traje
de baño. Renee estaba sentada en el borde con los pies en el agua y Kevin
nadaba, sin duda ya ansioso por la falta de un gimnasio a una distancia
razonable. Neil bajó las escaleras y descubrió que debajo de la cubierta
principal había una mesa de ping-pong, una parrilla, un jacuzzi cubierto y
más sillones. Al otro lado de la piscina había más escalones que conducían
a un césped y más allá había una pasarela de madera que cortaba hasta la
playa.
Los chicos de primer año llegaron una hora más tarde; Nicky y Erik
llegaron media hora después de ellos, y luego todos los Foxes se reunieron
en la sala de estar para discutir qué hacer con la comida. Andrew se sentó
en el brazo de la silla de Neil y no aportó nada a la conversación. Nicky
sugirió hamburguesas y hot dogs, para darle a Erik la "experiencia culinaria
totalmente estadounidense", pero Kevin protestó y sugirió opciones más
saludables.
Después de una pelea de diez minutos, Matt les gritó a ambos.
—Oigan, oigan, dejen que el nuevo capitán decida. ¿Capitán? ¿Qué
será?
El estómago de Neil se revolvió cuando todos los ojos lo miraron.
Incluso los que no eran Foxes parecían expectantes.
—No lo sé. Matt, ¿por qué no van tú y Kevin a escoger algo juntos?
Hay una tienda de comestibles por aquí en alguna parte. Matt, compra unas
hamburguesas y lo que sea y, Kevin, compra algunas verduras. Ya hay fruta
en la nevera.
—Riley y yo podríamos encargarnos del postre —sugirió Katelyn
dulcemente.
—Claro —dijo Neil—. Nicky, Andrew, ¿pueden empezar con las
bebidas?
Nicky asintió firmemente y le habló en voz baja a Erik, traduciendo
las partes de la conversación que no había podido entender. El grupo se
separó poco después de eso y Neil siguió a Andrew a la cocina. Se sentó en
el mostrador mientras Andrew y Nicky comenzaban a mezclar bebidas en
las licuadoras. Erik se quedó en la puerta, mirando a su novio e irradiando
satisfacción.
—Entonces, Erik, ¿cómo va tu trabajo? —Neil preguntó en alemán.
No había hablado mucho con Erik durante las pocas veces que lo había
visto, pero se sentía comprensivo, sabiendo lo incómodo que podía ser
pasar el rato con los Foxes como un forastero.
Erik parpadeó y miró como si no hubiera notado a Neil allí antes de
que una sonrisa se dibujara en las comisuras de su boca y comenzara a
contarle a Neil sobre su carrera. Neil sabía todo esto por Nicky, por
supuesto, pero fingió que era la primera vez que lo escuchaba. Una vez que
Andrew y Nicky llenaron algunos vasos, Neil y Erik comenzaron a llevar
las bebidas a los demás.
Fue agitado, más aún después de que el alcohol comenzó a fluir, y las
risas y las conversaciones ruidosas parecieron llenar cada rincón de la
enorme casa. Casi se sentía acogedor. Lizzy y Brian bebieron dos cervezas
cada uno y luego corrieron en una carrera desde la puerta principal hasta la
orilla. Aaron pareció seguir a Katelyn y Neil lo vio sonreírle de una manera
que nunca lo hacía con sus compañeros de equipo. Nicky y Erik pasaron las
últimas horas de la tarde en la piscina mientras Matt le enseñaba a Kevin a
usar la parrilla. Dan se apoyó en el costado de Matt y tuvo una conversación
con Renee, quien estaba acurrucada en un sillón a la sombra debajo de la
cubierta principal. Brook y Riley estaban acurrucados en un sofá, jugando
con el control remoto del televisor con Colby sentado en el suelo frente a
ellos.
Andrew subió al balcón a fumar un cigarrillo después de un rato, pero
Neil se quedó solo en la cocina. Las magdalenas que hicieron Katelyn,
Riley y Brook todavía estaban horneándose en el horno y Neil se había
ofrecido a sacarlas cuando sonara el temporizador. Se contentaba con tomar
un sorbo de agua y escuchar los sonidos de su familia rebotando en las
paredes y arrastrando la brisa a través de las ventanas y puertas abiertas.
Para su sorpresa, Jack entró y se apoyó contra la puerta, luciendo
hosco y vacilante. Había sombras colgando bajo sus ojos y en los huecos de
sus mejillas, su ropa estaba holgada en su delgada figura. Algunos
miembros del equipo sospechaban que había perdido algo de peso y Brian
había dicho que últimamente no comía con el resto. Sin embargo, su estado
miserable no trajo piedad en el pecho de Neil.
—¿No vas a llamar a tu perro? —Jack preguntó después de un largo
silencio.
Neil tamborileó con las yemas de los dedos contra el mármol.
—No tengo perro.
—¿Ese monstruo al que llamas novio?
—Tiene un nombre.
Jack frunció el ceño y casi se parecía a su antiguo yo. Se bajó las
mangas largas para sujetar los extremos con los puños, mirando por encima
del hombro en busca de señales del gemelo Minyard más violento.
—¿No puedes decirle que retroceda?
—No esperes que te haga ningún favor después de toda la mierda que
hiciste este año. Nadie te apoyará si constantemente intentas golpearnos la
espalda.
—¿Eso es todo? La jodí una vez, ¿y vas a dejar que me mate?
Neil levantó un hombro y tomó otro trago de agua.
—Si quieres perdón gratis, busca una iglesia. Si quieres mi ayuda,
tendrás que arreglar tus cosas y actuar como si supieras lo que significa ser
parte de un equipo.
Jack aspiró fuerte y frunció el ceño a la pared.
—Kevin es el mejor jugador. Toda su vida ha sido Exy. ¿Cómo
diablos decidió el entrenador que tu trasero inexperto merecía ser capitán?
—Kevin es el mejor delantero que he visto, pero molesta a todos. Él
piensa que todos necesitan lo que él necesita y terminaría haciendo que
todos sobrepasen sus puntos de ruptura. Ser capitán no se trata de ser el
mejor jugador, se trata de si puedes o no lograr que la gente te escuche y
coopere entre sí.
—Sigo pensando que no vales nada.
—Sigo pensando que eres un niño petulante. Sin embargo, cuando
volvamos a la cancha en junio, estamos en el mismo equipo, ¿entiendes?
—Está bien.
—Excelente.
Andrew rodeó a Jack y le lanzó una mirada de advertencia antes de
abrir el refrigerador para tomar una cerveza. Jack palideció y salió de la
cocina sin decir nada más. Cuando sonó el temporizador, Neil saltó de la
encimera y se puso unos guantes de cocina antes de sacar las bandejas del
horno. Las dejó a un lado en rejillas de enfriamiento y luego fue al lado de
Andrew para robarle un beso mientras todavía tenían un momento para
ellos.
Juntaron las sillas reclinables en un grupo desordenado alrededor del
extremo poco profundo de la piscina para cenar con los platos en el regazo
y las bebidas entre los pies descalzos. Mientras el cielo se oscurecía, Dan
les contó todo sobre su nuevo apartamento y Allison les habló de Nueva
York. Renee habló un poco de cómo estaba considerando ingresar al
Cuerpo de Paz. Nicky no duró mucho antes de renunciar a su hamburguesa
a medio comer para meterse en el regazo de Erik, lo que a Erik no pareció
importarle en absoluto. Hablaron en alemán en voz baja mientras los demás
los ignoraban y seguían hablando sobre qué país podría disfrutar más
Renee.
Mientras hablaban, Neil descubrió que podía ignorar el olor del
océano y las sombras que caían constantemente. Escuchar a las chicas hacer
planes para sus nuevas vidas lejos de Palmetto dolía, pero ese dolor era
preferible a los recuerdos de gasolina y huesos quemados.
Después de la cena, las dos animadoras repartieron los cupcakes que
habían decorado. Habían mezclado un extraño tono de naranja con
colorante rojo y amarillo y usaron una bolsa de plástico para sándwiches
con una esquina cortada para colocar patas de zorro encima del glaseado
blanco. Andrew no miró a Katelyn cuando ella le ofreció uno, así que Neil
le dijo cortésmente que Andrew no quería postre. Mientras Neil comía
lentamente el suyo, sorprendió a Andrew mirando la mancha de glaseado en
la comisura de su boca y su mente fue en una dirección traviesa. Sin
embargo, Aaron estaba demasiado cerca para que él siquiera considerara
actuar según sus pensamientos lascivos. Nicky y Erik todavía estaban
felizmente abrazados el uno en el otro y Neil no quería arriesgarse a
arruinarlo provocando el temperamento de Aaron.
Neil estaba empezando a pensar que tal vez el viaje a la playa estaba
bien después de todo cuando alguien sugirió que hicieran una hoguera ahora
que estaba oscuro. Allison había pedido mucha leña cuando reservó la casa
y Matt había pensado en comprar suministros para hacer s'mores cuando
saliera con Kevin, así que todos estuvieron de acuerdo en que una hoguera
era una gran idea. Cuando la rodilla de Andrew chocó contra la suya, Neil
supo que Andrew no diría nada en su nombre. Dependía de él decidir si
bajarían a la playa o subirían a su habitación.
Obstinadamente, Neil ignoró las campanas de advertencia en su
cabeza y ayudó a llevar un montón de madera por el césped, por la pasarela
de madera y hasta la arena. Matt y Brian colocaron la madera en una
especie de pirámide irregular y colocaron leña en los espacios de la parte
inferior. Aparentemente, los estudiantes de primer año conocían bien la
fascinación de Brian por el fuego, por lo que Lizzy y Colby corrieron
descalzos hacia las olas para llenar un par de cubetas con agua solo para
estar seguros.
Neil miró fijamente sus zapatos, medio enterrados en oro en polvo,
pero todo lo que pudo ver era una mochila llena de huesos y arena negra.
"—¿Por qué nos detenemos aquí, mamá?" Neil miró hacia las llamas que se
enredaban alrededor de los troncos y en su lugar vio un infierno enojado
alimentado por gas devorando las entrañas de un automóvil viejo, el marco
de metal una silueta negra y delgada contra el fuego naranja infernal. “—
Recuerda lo que te enseñé. Dilo. No mires hacia atrás. No te detengas.
No…’’ El vómito le revolvió el estómago. Su garganta se cerró con fuerza.
Podía sentir la fuerza abandonar la mano de su madre, ver la vida
desapareciendo de sus ojos. Un tronco estalló y una brasa se arremolinaba
en el aire. Podía oler a su madre ardiendo. Estaba desconsolado y
completamente solo.
Andrew le dio un codazo en las costillas a Neil y el estallido de dolor
recorrió la prisión mental de Neil. Su mirada era pesada y dura.
—Entra —gruñó.
Neil se alejó tambaleándose de la hoguera y del inquietante roce de
las olas. Se movió en piloto automático, atravesó el césped y subió los
escalones hasta el cemento. Subió las escaleras y entró rápidamente en la
casa. No mires atrás. No te detengas.
No se detuvo hasta que estuvo en el dormitorio que él y Andrew iban
a compartir. Afortunadamente, las puertas del balcón estaban cerradas y la
habitación olía a velas de lavanda que estaban en las mesitas de noche en
lugar de aire del océano y humo de cigarrillo. Andrew lo había visto venir,
preparado para ello. Los temblores se estremecieron a través del cuerpo
mareado de Neil y apenas logró llegar a la mitad de la habitación antes de
colapsar de rodillas, hiperventilando. Se dobló sobre las rodillas, se tiró del
cabello y presionó la frente contra la suave alfombra. Su mente estaba
atrapada en una marejada que rugió con la ira de su madre y llenó su boca
con el sabor de la sangre y el humo.
—No mires atrás. No te detengas.
—No confíes en nadie —susurró, terminando el mantra en voz alta.
Un sollozo ahogado se escapó de su pecho mientras continuaba repitiendo
las promesas que le había hecho a su madre, las promesas que había roto.
Dos manos lo agarraron por los hombros y lo pusieron de pie en un
abrazo que olía a detergente para ropa, colonia y humo de fogata. Los
hombros eran demasiado anchos, el torso demasiado largo, la voz
demasiado suave para ser la única otra persona en la que Neil podía pensar
a pesar de su pánico.
—Neil, está bien. Estas bien. Te tengo, hombre.
Neil se dio cuenta tardíamente de Matt. Sus ojos ardían y su pecho se
sentía como si estuviera hundido, pero estaba demasiado desarmado para
sentirse avergonzado. Se agarró a la parte de atrás de la camiseta de Matt y
la sostuvo con ganas de vivir.
Matt acarició la nuca de Neil y siguió murmurando palabras
tranquilizadoras.
—Todo irá bien. Sólo respira. Estás bien. Vas a estar bien.
Neil tragó grandes bocanadas de aire contra el hombro de Matt y
parpadeó rápidamente hasta que la habitación que los rodeaba volvió a estar
enfocada. Lentamente, todas sus piezas se asentaron en un montón
desordenado en el presente. Matt no lo dejó ir hasta que Neil se apartó e
incluso entonces mantuvo una mano firme en su hombro. Matt agachó la
cabeza para mirar a Neil a los ojos.
—¿Estás conmigo?"
Neil asintió y se estremeció.
—Mi... es la playa. Mi madre murió en la playa —la historia se le
escapó de la boca antes de que pudiera volver a reprimirla y se preguntó
cuándo sus secretos se desataron tanto.
Matt escuchó e hizo todo lo posible por enmascarar su sorpresa
cuando Neil le dijo que el cuerpo de su madre se había pegado al asiento
delantero de vinilo con su propia sangre, que rápidamente había decidido
quemar todo excepto lo que absolutamente necesitaba.
Cuando Neil terminó de hablarle de la mochila llena de huesos, Matt
parpadeó para eliminar las lágrimas y dijo en voz baja.
—Nunca te habríamos traído aquí si lo hubiéramos sabido. Podemos
... mierda, podemos empacar e irnos mañana si quieres. Si estás preocupado
por el dinero, Allison y yo ...
—No —gruñó Neil—. No, no quiero irme. Quería que todos lo
pasaramos bien, las chicas se van y no sé cuándo las volveré a ver y solo
quería un último viaje como equipo.
Matt lo atrajo hacia otro abrazo, uno que fue menos desesperado que
el primero.
—Vas a verlas todo el tiempo, Neil. Somos una familia. Podemos ir a
visitar a Dan los fines de semana si quieres. Puedes chatear por video con
Renee en mi teléfono. Allison probablemente te llamará todos los días para
quejarse de tu ropa de mierda.
Neil se rió con rudeza en el hombro de Matt.
—Todavía estoy averiguando estas cosas, supongo.
—Está bien —se rió Matt.
Neil miró hacia la puerta, medio esperando que los demás también
estuvieran allí, y se sintió aliviado al ver que la puerta todavía estaba vacía.
Matt se dio cuenta de donde estaba mirando y dijo.
—Andrew me dijo que viniera aquí.
—¿Él lo hizo?
—Bueno, no con tantas palabras, como que me miró, ¿sabes? No creo
que los demás se dieran cuenta. Nicky untó un malvavisco en la camisa de
Aaron, por lo que probablemente la guerra estalló allí.
Neil se pasó una mano por la cara.
—Deberías volver allí. Lo siento, yo ...
—Está todo bien. ¿Estarás bien?
—Si gracias —Neil asintió y logró esbozar una pequeña sonrisa
temblorosa.
—Todo bien. La oferta todavía está sobre la mesa, por cierto. Di una
palabra y nos largamos de la playa. Y no te preocupes por los demás, les
diré que estás borracho o cansado o algo así.
Neil le dio las gracias de nuevo y Matt le revolvió el pelo antes de
dejarlo solo. Cuando dobló la esquina, Neil lo escuchó decir en voz baja:
“—¡Jesús, Andrew! Use una campana o algo así.
Un momento después, Andrew apareció en la puerta con las manos
metidas en los bolsillos.
—Gracias —Neil dijo y tragó saliva.
—No hice nada —respondió Andrew con desdén. No era cierto y
ambos lo sabían.
Andrew fue al mini refrigerador y sacó una botella de whisky. Se
sentó frente a Neil, con las rodillas juntas, y pasaron el whisky de un lado a
otro hasta que los bordes irregulares de Neil fueron lo suficientemente
suaves como para tocarlos. Andrew enganchó los dedos en el cuello de Neil
para ponerlo de pie y empujarlo hacia la cama. Neil se entregó a las manos
calientes y besos profundos de Andrew, su forma rápida y áspera de
consuelo. Andrew despojó a Neil de su ropa y quemó cualquier
pensamiento persistente de su pasado mientras besaba y lamía el cuerpo de
Neil. Una vez que Neil estuvo duro y jadeando por él, Andrew se arrastró
hacia abajo para tragarlo entero. No lo soltó hasta que Neil se estremeció y
se deshizo por completo.
Capítulo 28
Donde hay humo
Nadie preguntó por qué Neil evitó la playa después de la primera
noche. Los Foxes más jóvenes no se arriesgarían a hacerlo tampoco con
Andrew acechando constantemente al lado de Neil. Los Foxes mayores
conocían a Neil lo suficientemente bien como para saber que algo andaba
mal y respetaban su privacidad lo suficiente como para guardar silencio al
respecto. Después de un día o dos, Neil descubrió que le era más fácil
respirar.
Por las mañanas bajaban arrastrando los pies a la cocina, algunos con
más resaca que otros, y preparaban desayunos separados de barras de
granola o cereales. Erik y Nicky cocinaban el uno para el otro día por medio
y, a veces, Katelyn hacía panqueques para los madrugadores. Las dos
animadoras y Brook salieron a la playa al amanecer para hacer pilates o
yoga, según Dan, que solo había estado despierta porque el tequila le
dificultaba quedarse dormida. Neil y Kevin empezaron a reunirse en el
frente a las ocho y media para correr por la mañana, utilizando el GPS del
teléfono de Kevin para navegar por diferentes rutas por la ciudad. A veces
se detenían a ver a los pequeños restaurantes para determinar a cuáles iban a
almorzar o cenar.
Mientras Neil se mantuviera alejado de la arena, podría mantener a
raya a sus demonios.
Andrew y Neil pasaron su tiempo en silencio. Cuando el resto de la
gente de la casa irritaba los nervios de Andrew, se iban en auto por la
ciudad o de regreso al continente. Compartieron cigarrillos en su balcón
después de la cena y vieron las estrellas parpadear en el cielo de la tarde
antes de regresar a la planta baja para beber con el equipo.
Lizzy y Brian se encargaron de comenzar torneos diarios de ping-
pong y en su mayor parte sus oponentes eran Brook y Riley o Nicky y Erik.
Una vez que Neil y Kevin se unieron y, después de un partido
particularmente agotador, Lizzy tiró su paleta y anunció que nunca volvería
a jugar con ellos. Colby vio los partidos de ping-pong y mantuvo la
puntuación en su mayor parte, pero a veces tomó el lugar de Lizzy al lado
de Brian y una vez lograron derrotar a Allison y Dan. Ninguno de los Foxes
mayores había oído hablar mucho de Colby en todo el año, pero se rió
alegremente cuando Brian lo atrapó en un abrazo victorioso después de que
ganaron juntos. Dan estaba tan sorprendida por eso que ni siquiera pareció
importarle perder ante el tranquila chico de diecinueve años.
Sheena comenzó a recolectar conchas por sí misma antes de que
Renee finalmente se uniera a ella. Durante el almuerzo del miércoles, Neil
los escuchó discutir sobre la posibilidad de hacer joyas con algunas de las
piezas que habían encontrado. Jack se quedaba en su habitación la mayoría
de los días, y solo salía cuando Sheena lo llamaba o cuando Kevin lo
invitaba a correr rápido por la tarde. Neil no iba con ellos.
Allison vivía en bikini, parecía que tenía uno nuevo para cada día.
Dedicaba sus mañanas a recuperarse de la resaca y luego pasaba las tardes
al aire libre bajo el sol, nadando en el océano con Matt y Dan o
recostándose en un sillón para broncearse. Cuando el aire se volvía fresco
después de la puesta del sol, se sentaba en el jacuzzi o nadaba en la piscina
climatizada con los demás.
Neil no habría prestado mucha atención al nuevo guardarropa de
Allison si Andrew no hubiera enganchado los dedos debajo de la barbilla de
Neil para girar la cabeza hacia ella, probando una reacción. Neil apartó la
mano y le dijo que no necesitaba ni quería mirar. La segunda vez que
Andrew lo intentó, estaban solos en la cubierta principal y fuera de la vista
de todos, así que Neil le dio un fuerte beso y apretó la mano de Andrew
contra su ingle con la suficiente firmeza para que pudiera sentir el
inconfundible tirón de excitación allí. Se separaron justo a tiempo para
evitar ser vistos por Kevin.
El viernes por la noche, el equipo se dirigió a la playa para una
segunda fogata y Neil se excusó en silencio mientras reunían suministros.
Dan bajaba las escaleras con una manta envuelta en sus brazos y lo detuvo
mientras trataba de rodearla.
—Oye, Neil, ¿estás bien? Te ves un poco asustado.
—Estoy bien —no pudo evitar decirlo e hizo una mueca tan pronto
como las palabras quedaron en el aire.
Dan dejó caer la manta y se puso las manos en las caderas.
—Suéltalo.
Neil se rascó la nuca y miró hacia las escaleras en las que estaba
parado.
—Yo solo ... no soy un gran fanático del fuego —hizo un gesto vago
como si la historia de su madre pudiera verse flotando en el aire detrás de
él.
La comprensión apareció en el rostro de Dan.
—¿Quieres salir? Matt y yo podríamos llevarte al cine o algo así.
—No, está bien. Voy a mirar televisión en mi habitación por un rato.
Quizás este fin de semana podríamos ir al cine o algo así.
—Salgamos nosotros dos. Puedo darte toda mi sabiduría —Dan le
sonrió.
—Claro —se rió Neil—. ¿Qué te parece el domingo?
Dan lo abrazó con un solo brazo y dijo:
—El domingo será —luego recogió la manta enrollada y continuó
bajando las escaleras. Neil esperó hasta que se fue antes de correr el resto
del camino hasta el cuarto piso, dando dos pasos a la vez. Se encerró en su
habitación y en la de Andrew y se apoyó contra la puerta, recuperando el
aliento.
Cruzó la habitación y abrió las puertas del balcón antes de que
pudiera pensarlo mejor, dejando que el olor del océano lo invadiera. La
determinación corría por sus venas, electrizando su sangre. Acumularía
recuerdos de la vida con su familia tras la muerte de su madre y tal vez
algún día pudiera estar de pie en la playa sin romperse. Sus ojos siguieron a
los demás mientras caminaban por el césped, riendo a carcajadas juntos, y
se obligó a memorizar todo sobre ese momento. Neil se inclinó y pudo
distinguir a Lizzy con su camiseta gris claro a la luz del crepúsculo,
haciendo un gesto teatral hacia lo que sea que Allison les gritara. La risa de
Nicky y Erik superó a las de los demás.
Su teléfono vibró en su bolsillo. Al abrirlo, encontró un mensaje de
texto de Andrew.
¿Sí o no?
Neil no dudó en responder: Sí.
Unos momentos después, el teléfono volvió a sonar. Dúchate.Todo.
Neil se mordió el labio nerviosamente mientras guardaba el teléfono
en el bolsillo y se dirigía al baño para hacer lo que le dijeron. Dejó su ropa
en un montón y entró en la ducha de vidrio para abrir el grifo. La presión
del agua en la casa era más fuerte que en la casa de Columbia o en la Fox
Tower, por lo que Neil se tomó unos momentos más para disfrutar de la
forma en que golpeaba contra sus hombros y le quitó un poco el aire de sus
pulmones cuando esta golpeó su espalda. Se frotó todo el cuerpo con jabón
dos veces, lavándose bien la ingle y el trasero, antes de cortar el agua y
envolver una toalla alrededor de su cintura.
Encontró a Andrew en el balcón de pie junto a una de las sillas de
mimbre, reflejado en un marcado relieve contra el cielo negro por la
brillante luz exterior que brillaba desde los aleros sobre las puertas abiertas.
Una suave brisa nocturna jugueteó suavemente con su cabello y barrió el
humo que se entretejió en el aire alrededor de su cabeza.
Cuando Andrew lo notó parado allí solo con su toalla, recorrió con la
mirada el cuerpo empapado de Neil y dijo.
—Apaga las luces y ven aquí.
Neil apretó la toalla y caminó hacia la pared para apagar todas las
luces. La oscuridad repentina y completa fue un shock, pero sus ojos se
adaptaron rápidamente mientras caminaba hacia el balcón para unirse a
Andrew. Estaban protegidos de las luces brillantes de la cubierta principal,
pero la luz de la luna brillaba suavemente, sin obstáculos, y proyectaba a
Andrew en un extraño resplandor azul.
Andrew dio una larga calada a su cigarrillo antes de sacárselo de la
boca y acercarse a Neil. Inclinó la barbilla hacia arriba y miró a Neil con
ojos entornados, ofreciéndole un beso en silencio. Neil acortó la distancia
entre ellos y gimió ante el sabor de la ceniza picante en la lengua de
Andrew. Andrew suspiró lentamente en su boca. El humo se filtró de su
beso y Neil inhaló con avidez, llenándose los pulmones con la ofrenda de
Andrew y saboreando el áspero ardor en su pecho. Andrew apagó el
cigarrillo en el pequeño cenicero de la barandilla y agarró las caderas de
Neil para acercarlo más.
El fuerte olor del humo de la fogata se trasladó lentamente a ellos,
mezclándose con el aire salado del océano y el olor acre de los cigarrillos,
pero Neil no podía recordar la gasolina y los huesos con la lengua de
Andrew metiéndose en su boca y los dedos de Andrew cavando moretones
en la parte baja de la piel. su espalda. Los ojos de Neil se cerraron cuando
Andrew comenzó a besar su pecho. Sus dientes se arrastraron sobre una de
las cicatrices de Neil y sus manos se deslizaron debajo de su toalla. Andrew
se puso lentamente de rodillas y luego se sentó sobre los talones y esperó a
que Neil abriera los ojos de nuevo.
Cuando lo hizo, Andrew observó su rostro mientras continuaba
acariciando sus muslos de manera burlona de la manera que siempre
conducía a Neil rápidamente hacia la locura. El deseo se desplegó
ardientemente en su vientre y rodó por su piel, encendiendo cada
terminación nerviosa y acelerando su corazón. Neil estaba casi avergonzado
de que solo esto, la sensación de las yemas de los dedos de Andrew
viajando cada vez más cerca de sus centro, fuera suficiente para hacer que
quisiera suplicar.
—¿Sabes qué es el rimming? —Andrew preguntó.
Neil asintió una vez. Andrew inclinó la cabeza inquisitivamente y
Neil admitió.
—Yo, eh, una vez busqué algunas cosas en Internet.
—¿En serio escribiste 'rimming' en Google? —Andrew casi sonaba
divertido.
Neil se inquietó. Los dedos de Andrew distraían terriblemente.
—Me tropecé con él cuando estaba ... buscando otras cosas. Solo
quería estar preparado en caso de que lo hiciéramos ...
—¿Cosas? —Andrew terminó burlándose.
—Sí, cosas —Neil suspiró y se pasó las manos por la cara.
Andrew asintió. Luego, ahuecó las bolas de Neil antes de estirar la
mano para deslizar un dedo sobre su ano, lo que provocó que Neil se
sacudiera y maldijera entre dientes.
—Entonces sabes lo que es. ¿Tu respuesta es sí o no?
Neil se quedó sin habla. A pesar de que Andrew lo había mencionado,
no pensó que se estaba ofreciendo a hacerle eso. Trató de encajar a él y
Andrew en las imágenes que había traído accidentalmente a la pantalla de la
computadora en la biblioteca y la imagen mental hizo que su erección
palpitara.
—Sí —suspiró Neil.
Andrew dejó caer las manos y dijo:
—Date la vuelta y apoya la rodilla en el brazo de la silla.
Cuando Neil se volteó, pudo ver el resplandor rojo brillante de la
hoguera entre los delgados troncos de las palmeras que rodeaban el césped.
Sus compañeros de equipo eran sombras oscuras que se movían a su
alrededor. Tragó saliva por su nerviosismo y apoyó la rodilla en el brazo de
la silla. Andrew se puso de pie y envolvió un fuerte brazo alrededor de su
cintura mientras guiaba su otra pierna hacia afuera para extenderlo más.
Luego guió las manos de Neil hacia la barandilla, inclinándolo hacia
adelante lo suficiente como para que su peso no fuera todo sobre sus
piernas.
—Mantén tus ojos en el fuego —ordenó Andrew. Sus dedos desataron
la toalla de Neil y la arrojó a un lado—. Los demás están todos ahí fuera
ahora, pero podrían volver, así que mantén la voz baja.
Neil asintió. De todos modos, pensó que no sería capaz de hablar. Era
extrañamente emocionante, estar completamente desnudo e inclinado con
Andrew arrodillado detrás de él y una brisa cálida rozando sus piernas. Se
sintió vulnerable y horriblemente excitado al mismo tiempo.
Andrew le pasó las manos por el trasero y la anticipación de lo que
Andrew estaba planeando hizo que Neil se mareara. Sus manos apretaron la
barandilla y su respiración tartamudeó en su pecho cuando el pulgar de
Andrew dio un toque en su agujero.
—Mira el fuego, Neil —le recordó Andrew.
Sus brazos temblaron. Su erección se movió dolorosamente. Le tomó
toda su fuerza de voluntad mirar hacia atrás al fuego y concentrarse en él
con el aliento de Andrew en la parte posterior de sus bolas. Se obligó a
recordar cómo se veía el lunes por la noche, las llamas se retorcían a
medida que crecían. Recordó el coche, ennegrecido, roto y lleno de cenizas.
Los recuerdos eran ahora imágenes débiles y distantes para Neil.
Su rodilla casi cedió cuando algo cálido y húmedo rozó ligeramente
su agujero. Neil jadeó cuando Andrew repitió el movimiento, esta vez más
duro y más seguro de sí mismo. Las palmas callosas de Andrew separaron
más su trasero y empujó la entrada de Neil con su lengua. Durante unos
minutos agonizantes, Andrew alternó entre lamidas suaves y una punzada
firme y exploratoria, y el único fuego del que Neil estaba remotamente
consciente era el que tenía en el estómago.
—Joder —susurró débilmente, dejando caer la cabeza entre sus
brazos.
Andrew empujó dentro de él con un dedo y lamió con brusquedad
alrededor del borde antes de comenzar a meter el dedo dentro y fuera, pero
sin pasar de su nudillo. Neil dejó escapar un sonido agudo antes de cerrar
los labios con fuerza y morderlos. Andrew trabajó gradualmente con dos
dedos dentro de él para aflojar su agujero durante los tres minutos más
largos de la vida de Neil. Una vez que estuvo satisfecho, mantuvo a Neil
abierto con dos dedos y metió la lengua dentro. Sorprendido, Neil se
atragantó con el nombre de Andrew. Su lengua se curvó y masajeó justo
dentro de su entrada mientras Neil jadeaba y el sudor caliente subía en
pequeñas gotas por su piel. El deseo que quemaba su sangre estaba
devorando sus sentidos, convirtiéndolo en una cosa desesperada y
necesitada, pero no le importaba. Arqueó la espalda y se apoyó en la boca y
los dedos de Andrew.
—Andrew —gimió—. Andrew, déjame tocarme.
Andrew inclinó la cabeza para morder el suave pliegue entre el
trasero de Neil y su muslo.
—Mira el fuego, la playa y el océano, Neil. La próxima vez que
salgas, pensarás en esto.
—Mierda, sí —gimió Neil, temblando. Andrew le quitó los dedos,
extendió la mano entre las piernas de Neil para acariciar su erección y
presionó su lengua más allá.
Neil quería empujar en el puño de Andrew, quería empujar hacia atrás
para engatusar su lengua más profundamente, pero sabía que si se movía
bien podría colapsar. Así que se mantuvo quieto y se mantuvo erguido
mientras Andrew lo conducía al borde con su áspero agarre y su lengua. El
orgasmo fue lento y absorbente. El cuerpo de Neil se curvó hacia adelante y
se tensó cuando se soltó con fuerza sobre la madera pintada debajo de él. Su
boca se abrió, pero su llanto murió en sus pulmones. Sus ojos estaban
húmedos y borrosos. Andrew se mordió la parte de atrás del muslo cuando
los últimos temblores se desvanecieron y Neil gruñó por el impactante
dolor.
Se quedó así, inclinado y demasiado adormecido por la intensidad de
su orgasmo para moverse, mientras Andrew se ponía de pie. Sus manos
sujetaron los hombros de Neil y lo empujaron hacia arriba antes de sostener
su cintura para poder levantarse de la silla. Andrew arrastró la toalla con el
pie y dejó que Neil se hundiera en ella antes de encender dos cigarrillos.
Agachándose a su lado, puso uno entre sus labios y le dio a Neil el otro para
que lo sostuviera.
Después de un largo silencio, Neil miró hacia arriba y parpadeó como
si nunca antes hubiera visto el cielo nocturno. Sentía que no lo había hecho.
A raíz de lo que Andrew le acababa de hacer, todo se sentía rehecho y
ligeramente diferente.
—Mierda —fue todo lo que se le ocurrió decir.
Andrew asintió una vez con la cabeza y sacó una botella de whisky de
debajo de la silla. Neil se rió entre dientes ante la preparación de Andrew y
movió su cuerpo dolorido y todavía hormigueante para poder estirar las
piernas frente a él. Los músculos a lo largo de la parte interna de los muslos
le dolían y temblaban de estar de pie con las piernas abiertas durante tanto
tiempo. Sus hombros se sentían estirados y agradablemente doloridos
también.
Neil sorprendió a Andrew mirándole los muslos.
—¿Algún dolor? —Andrew preguntó en voz baja.
—Solo del bueno —se cubrió los ojos con una mano y murmuró—.
Mierda.
Andrew susurró algo antes de tomar un trago de whisky y entregar la
botella. Después de que Neil tomó un trago, Andrew dijo:
—Parecía que lo disfrutabas.
—Si alguna vez vuelvo a poner un pie en esa playa, me correré en mis
pantalones.
—Reina del drama.
Neil respiró hondo, esperando que el olor a humo y sal en el aire le
arrancara la mente del momento. Sin embargo, no pasó nada. No había nada
lo suficientemente fuerte para alcanzarlo a través del resplandor.
—¿Oye, Andrew?
—¿Qué?
—¿Sí o no?
Andrew exhaló una fina corriente de humo antes de responder.
—Sé específico.
Neil se puso de rodillas y se colocó frente a Andrew, mirándolo a los
ojos en la oscuridad.
—¿Puedo besarte?
Andrew arqueó una ceja, sin sentirse impresionado.
—Sí.
Neil apoyó las manos a ambos lados de las piernas de Andrew y lo
besó ferozmente, profundamente, como si pudiera transmitir todas las
palabras abarrotadas en la vanguardia de su mente pasando los dientes por
el labio de Andrew y chupando su lengua en su boca. Cuando ambos se
quedaron sin aliento, Neil deslizó su mano sobre la de Andrew y tocó el
borde de sus bandas. ¿Puedo sacarlas?
Andrew asintió con la cabeza y dejó su cigarrillo en el cenicero junto
al whisky mientras Neil le quitaba suavemente el juego de bandas. Luego,
quitó a las demás y sostuvo las muñecas de Andrew, girando sus antebrazos
llenos de cicatrices hacia arriba a la luz de la luna azul. Pasó sus pulgares
sobre las líneas gruesas y elevadas con reverencia, sabiendo que estas líneas
pálidas representaban la sangre que Andrew sacrificó para sobrellevar su
dolor y mantenerse con vida.
—¿Puedo besarte aquí? —preguntó Neil, presionando su pulgar en el
pulso de Andrew.
Cuando Andrew asintió de nuevo, bajó la boca y besó como un
fantasma las hileras de cicatrices. Besó desde la muñeca de Andrew hasta el
pliegue de su codo antes de moverse para darle al otro brazo la misma
atención. Cuando encontró una gran peca, medio arruinada por una cuchilla,
hizo una pausa para pasar la lengua sobre la marca.
—Muérdeme —siseó Andrew.
Neil levantó la cabeza y le tomó un momento comprender que no era
una burla, sino una solicitud genuina. Parpadeando sorprendido, Neil volvió
a la peca y mordió, chupando el trozo de carne cicatrizada. El cuerpo de
Andrew se puso rígido.
—Detente. Detente.
Neil retrocedió y levantó las manos donde Andrew pudiera verlas.
Andrew tembló y respiró con fuerza por la nariz durante unos minutos,
mirando a Neil con un ceño fruncido para otra persona.
La tensión paralizó a Neil y le impidió moverse mientras la mente de
Andrew recuperaba lentamente el camino de regreso al momento que tenían
entre manos. Neil se relajó gradualmente mientras los rasgos de Andrew se
suavizaban hasta su habitual expresión neutral.
—Yo… —Andrew comenzó, antes de detenerse para ordenar sus
pensamientos—. Pensé—
—No me debes una explicación —le aseguró Neil.
—Proust las arruinó —dijo Andrew, pasando su pulgar sobre las
débiles hendiduras dejadas por los dientes de Neil.
La mente de Neil se quedó tan en blanco como un lienzo intacto antes
de que la ira roja goteara desde su cabeza hasta su corazón, pintándolo con
un tono espantoso y violento. Su boca se sentía como si estuviera llena de
escoria y de repente su desnudez parecía vulgar. Rígido, tomó la toalla y la
colocó sobre sus muslos. No podía pensar en una sola palabra que fuera lo
suficientemente fuerte como para resistir la pesadez de lo que Andrew le
había dicho. Como Neil, había intentado cubrir una vieja herida con algo
nuevo, pero había fallado y Neil no sabía cómo ayudarlo.
Andrew fue quien rompió el silencio al final.
—Puedes besar mis cicatrices, pero no uses tus dientes.
Neil asintió, pero había perdido el deseo de besar, saborear y explorar.
Lamentó su intento de descubrir a Andrew. Ahora todo lo que quería hacer
era protegerlo de todo y de todos.
—No voy a suplicar —siseó Andrew y la cabeza de Neil se levantó de
golpe. Todavía había un bulto en los pantalones de chándal de Andrew,
todavía había hambre en sus ojos. La simpatía de Neil no era deseada.
—Dentro —dijo Neil, señalando con la cabeza hacia las puertas
abiertas detrás de Andrew.
Andrew se puso de pie con fluidez y se acercó a la cama. Se sentó en
el borde y observó a Neil luchar por pararse sobre sus piernas debilitadas,
agarrando la toalla sobre su ingle en un lamentable intento de modestia. Se
rindió cuando estuvo de pie frente a Andrew y dejó que la toalla cayera al
suelo.
El portero se apoyó en las manos y arqueó una ceja en señal de
desafío.
—¿Qué será, capitán? —su voz estaba empapada de desprecio, pero a
Neil le gustó el sonido de todos modos.
—Quiero chuparte—dijo claramente.
Andrew tarareó, fingiendo considerarlo.
—¿Sí o no? —preguntó Neil.
—Sí —la respuesta fue inmediata.
Neil se acercó y pasó los dedos por los lados del cuello de Andrew,
enganchándolos justo dentro del cuello de su camiseta.
—¿Puedo quitarme esto?
—Sí.
Neil tomó con cuidado el dobladillo inferior y le quitó la camiseta sin
tocar la piel de Andrew. Luego la puso al alcance de Andrew sobre la cama
y se tomó un momento para mirar su tonificado pecho y estómago. Andrew
se apoyó de nuevo en sus manos y dejó que Neil lo mirara sin hacer
comentarios.
Cuando estuvo satisfecho, se arrodilló a los pies de Andrew y golpeó
suavemente con un dedo el lazo en el cordón de los pantalones de chándal
de Andrew.
—¿Puedo quitarme estos también?
—Sí.
Neil tiró de uno de los extremos hasta que el nudo se deshizo.
—Levanta las caderas —Andrew se incorporó para que Neil pudiera
bajar los pantalones y la ropa interior. Miró el rostro de Andrew para ver el
momento en que su sí se convirtió en un no mientras se tiraba la ropa hasta
los tobillos. Los ojos de Andrew permanecieron tranquilos, su sí no cambió.
Se liberó de los pantalones de una patada y Neil sintió que su ingle se
tensaba de nuevo ahora que estaba frente al cuerpo desnudo de Andrew.
Apoyó las manos en el borde de la cama alrededor de las caderas de
Andrew y respiró hondo y estabilizado.
—¿Puedo hacerlo?
—¿Puedes? —Andrew se burló—. Te estás tardando una eternidad.
Podría haberme masturbado dos veces hasta ahora.
Neil apretó los labios en una línea tensa y molesta por un momento
antes de preguntar:
—¿Es sí o no?
—Si —Andrew se movió más cerca del borde para darle a Neil un
ángulo más fácil mientras se movía entre sus piernas y tomaba a Andrew en
su mano. Neil lamió con la lengua mientras tocaba el resto de la longitud de
Andrew con brusquedad, de la manera que Andrew parecía preferir. Cuando
comenzó a mover la cabeza hacia arriba y hacia abajo al mismo tiempo que
su mano, Andrew se agarró el cabello con la fuerza suficiente para arrancar
algunos mechones. A Neil no le importó el hormigueo que le recorría el
cuero cabelludo, lo tomó como un estímulo. Andrew respiró hondo para
mantener el control de sí mismo, pero perdió el ritmo cuando Neil lo llevó
más profundo que antes. Se apartó justo antes de sentir arcadas y se deleitó
con el suave gruñido de Andrew.
Las manos de Andrew se movieron desde el cabello de Neil hasta sus
mejillas llenas de cicatrices, trazando las líneas y la cicatriz de quemadura
deforme y Neil lo miró a través de sus pestañas mientras se detenía para
masajearlo con la lengua. Su corazón dio un vuelco impotente en su pecho
cuando vio cómo Andrew estaba jadeando y tratando de ocultarlo como lo
hacía después de un partido particularmente agotador. La mirada vidriosa en
los ojos de Andrew hizo que Neil gimiera mientras se hundía de nuevo
sobre él. Pronto la habitación se llenó con el sonido de la respiración
agitada de Andrew. Neil envolvió su propia erección con su mano libre y se
acarició mientras conducía gradualmente a Andrew hacia su orgasmo.
—¿Te estás tocando? —Andrew preguntó sin aliento—. Te has vuelto
tan malditamente codicioso.
Neil solo asintió y apretó la base de Andrew un poco más fuerte en
represalia por sus burlas. Cuando la respiración de Andrew se volvió
irregular y se volvió un poco más rígido en la mano de Neil, Neil supo que
estaba cerca. Neil lo tocó más rápido hasta que Andrew estaba temblando y
tirando de su cabello. Neil lo abrazó y continuó chupando mientras se
corría, tratando de prolongar el placer tanto como pudo, hasta que
finalmente Andrew le siseó para que lo soltara. Neil se recostó y se apartó
rápidamente, derramándose débilmente en su mano.
En lugar de burlarse de él, Andrew lo levantó por el pelo y lo besó
como si quisiera librar una guerra. El beso supo a humo, whisky y sexo.
Neil se sintió borracho, exhausto y regocijado al mismo tiempo. Andrew se
puso de pie, obligando a Neil a ponerse de pie y le rascó el pecho mientras
Neil jadeaba en su boca. La mente de Neil estaba nublada y desorientada, y
sus dedos todavía estaban cubiertos de su semen, así que dejó que sus
manos colgaran flojas a los costados mientras Andrew lo besaba sin
sentido.
—Creo que necesito otra ducha —murmuró Neil.
Andrew mordió el labio inferior de Neil antes de llevarlo al baño por
la muñeca.
El cuarto de ducha era lo suficientemente grande como para albergar
a varias personas y Neil estaba demasiado agotado para molestarse en estar
de pie, así que mientras Andrew frotaba un jabón espumoso entre sus
palmas, Neil se sentó y descansó contra la fría pared de azulejos. Observó
cómo los músculos se movían y se relajaban bajo la piel suave y pálida de
Andrew y pensó que el capullo humeante de la ducha no sería el peor lugar
para quedarse dormido.
Se quedó dormido poco después de que el pensamiento cruzara por su
mente y el fuerte chorro de agua lo devolvió a la alerta unos minutos
después. Andrew sostenía el cabezal de la ducha con solo un leve destello
de picardía en los ojos. Apuntó el rociador a los pies de Neil y dijo:
—Tú eres el que necesitaba una ducha. Levántate.
—Uf, debería haberme dado un baño —refunfuñó Neil mientras se
ponía de pie. Sus rodillas estallaron y sus piernas protestaron mientras se
estiraba.
—Te habría dejado ahogarte —dijo Andrew.
—Si, seguro.
Capítulo 29
La evolución de una tormenta
Neil se despertó el sábado sintiéndose placenteramente adolorido. La
luz del sol entraba a raudales a través de las puertas abiertas del balcón y el
aire fresco olía levemente a lluvia. Su cuerpo se sentía demasiado pesado
para moverse y la cama era demasiado cómoda para irse, así que le envió un
mensaje de texto a Kevin para que saliera a correr sin él y se permitió el
lujo de dormir hasta tarde. Los ojos de Andrew se abrieron cuando Neil
cambió de posición, pero rápidamente se volvió a dormir también.
A las diez y cuarto, el teléfono de Neil sonó con un mensaje de texto
preocupado de Matt preguntándole si estaba bien y si quería desayunar. Él y
Dan se habían despertado con una resaca terrible, según el texto, e iban a un
restaurante local a comprar comida. Neil les respondió que estaba bien y les
pidió que les trajeran panqueques para él y Andrew.
Para cuando Matt y Dan regresaron a la casa, Neil se había duchado,
vestido y bajó a trompicones las escaleras hasta el piso principal. Al menos
la mitad del equipo parecía tener resaca mientras tropezaban por la sala de
estar y se quejaban sobre qué ver en la televisión. Neil se sirvió una taza de
café y le dio los buenos días en silencio a Erik, quien sostenía a Nicky
medio dormido. Lizzy estaba acurrucada en la despensa con los brazos
cruzados sobre la cabeza y Brian de pie junto a ella tratando de decidir qué
cereal sonaba mejor para su estado de resaca.
—Oye, ¿cómo estuvo tu noche? —preguntó Dan mientras se acercaba
sigilosamente a Neil con una pila de contenedores de poliestireno para
llevar en los brazos.
—Estuvo bien. Fumamos un rato en el balcón —Neil se encogió de
hombros.
—Eso suena más inteligente que lo que nosotros hicimos —dejó los
contenedores en el mostrador y abrió algunos para encontrar los de Neil y
Andrew y se los entregó. Todavía se sentían calientes. Neil bebió
rápidamente el resto de su café, tomó un par de tenedores y llenó otra taza
antes de llevar el desayuno al piso de arriba al hombre que había dejado en
su cama.
Los ojos de Andrew estaban abiertos cuando Neil se hundió en el
borde del colchón. El sonido de la puerta probablemente lo había
despertado. Neil colocó una de las cajas de comida para llevar y un tenedor
en la manta entre ellos mientras Andrew se sentaba y bostezaba. Cuando
Andrew extendió la mano para tomar el café, Neil se la dio. Andrew tomó
un pequeño sorbo, haciendo una mueca por la temperatura, antes de dejarlo
a un lado en la mesita de noche para que se enfríe. Desayunaron en silencio.
Neil comió rápidamente con grandes bocados de panqueques con
mantequilla esponjosos, mientras que Andrew se tomó su tiempo con
bocados más lentos y pequeños. Neil dejó la caja vacía y su tenedor a un
lado y se acostó boca abajo, caliente, lleno y satisfecho, al alcance de
Andrew mientras esperaba a que terminara de comer.
Andrew se volteó para sentarse frente a él y puso su caja de
panqueques en la espalda de Neil.
—Finalmente eres útil.
—¿Qué, como una mesa?
—Mhm —Andrew asintió alrededor de su tenedor.
Neil se quedó quieto hasta que Andrew comió hasta el último bocado.
Solo se dio la vuelta cuando Andrew dejó la caja a un lado y tomó su café.
El zumbido de su teléfono debajo de la almohada lo distrajo del rostro de
Andrew. Al sacarlo, Neil vio que era de Allison.
Película más tarde. Será mejor que sus traseros estén en el salón a
las 7 o los encontraré.
Neil preguntó: ¿Qué veremos?
El resto de nosotros veremos una película y tú verás a tu chico como
lo haces normalmente.
La cara de Neil se sintió cálida. Él envió de vuelta, ???
No te hagas el tonto. Te he visto, Josten.
—El equipo verá una película más tarde. Tengo que estar allí,
aparentemente.
Andrew puso su taza vacía encima de la caja sobre la mesa.
—¿Dan? —supuso.
—Allison. ¿Quieres unirte?
—No realmente.
Neil asintió y se sentó.
—¿Qué quieres hacer hasta las siete?
—Nad...— Andrew se detuvo cuando vio la sonrisa de Neil—. No
quiero hacer nada.
Neil miró alrededor de la habitación y movió las caderas. Todavía
podía sentir las sensaciones fantasmales de la lengua y los dedos de Andrew
y su cuerpo se agitaba con un deseo renovado. Ahora no, se dijo. Andrew lo
había seguido hasta el borde de lo que más le aterraba, lo ancló y diluyó lo
malo con algo tan poderosamente bueno. Cuando Andrew le dio a Neil sus
cicatrices y un doloroso secreto, Neil no pudo pensar en cómo ayudarlo a
cambio. Ahora, sin embargo, había algo más que quería probar, una idea
que había llegado a la orilla de su mente cuando se despertó. Esperaba con
todo en él que fuera un éxito.
Salió de la cama y se acercó a su bolso para recuperar un bolígrafo
negro. Girándose, lo levantó con una ceja enarcada en pregunta.
Andrew miró del bolígrafo a la cara y suspiró.
—Está bien.
Neil reprimió una sonrisa mientras gateaba por el colchón para
sentarse cerca de las piernas de Andrew. Cuando estuvo sentado, con las
piernas cruzadas y cómodo, preguntó.
—¿Puedo dibujar en tus brazos?
Hubo un momento de tenso silencio. Preguntar fue como dejar caer
un centavo en un pozo y esperar el eventual chapoteo en el fondo. Este
centavo pareció caer para siempre.
Andrew inhaló bruscamente por la nariz y miró a Neil con dureza.
—Sí —dijo lentamente. Neil escuchó la advertencia en su tono.
Neil sujetó suavemente el brazo de Andrew con una mano mientras la
otra arrastraba el bolígrafo por su piel. Convirtió las líneas en relieve de
tejido cicatrizado en llaves superpuestas con líneas suaves y dientes
irregulares, pensando en todas las veces que había presionado la llave de
Andrew en su palma y deseaba que su forma quedara impresa para siempre
allí. Podía sentir los ojos de Andrew en su rostro mientras se concentraba
intensamente. De vez en cuando inclinaba la cabeza para soplar sobre la
tinta, alentando a que se secara rápidamente, y Andrew trataba de ocultar
sus escalofríos.
Cuando Neil le dio los toques finales al último, Andrew apartó el
brazo y se quitó la camiseta. Envolviendo la camiseta alrededor de su
antebrazo entintado, se volvió y se acostó boca abajo con la cabeza apoyada
en los brazos cruzados.
—¿Está bien esto? —Neil preguntó en voz baja.
—Al menos no podré ver tus dibujos de mierda allí —murmuró
Andrew.
Neil miró fijamente la extensión de la piel de Andrew, paralizado por
lo relajado y suave que se veía rodeado por el edredón y las almohadas
arrugadas.
En cambio, preguntó:
—¿Puedo besarte la espalda?
—No —Andrew se movió, tensándose y relajándose de nuevo con la
misma rapidez.
—Está bien —Neil se pasó los dientes por el labio, haciendo a un
lado su decepción.
No sabía qué dibujar. Por un momento, apoyó ligeramente la mano
sobre la piel cálida y suave de la espalda baja de Andrew y disfrutó
simplemente de que le permitieran tocarlo así. Tragando saliva, puso el
bolígrafo en la piel de Andrew y sacó lo que se le ocurriera: una raqueta, un
cartón de cigarrillos, un depósito de agua en un pequeño pueblo de
Minnesota que una vez vio a través de una ventana mientras yacía en la
cama con moretones, el signo de un pueblo francés medio cubierto de
nieve, la matrícula arrugada de un coche suizo. Cuando se quedó sin cosas
para dibujar, escribió sus secretos: sus viejos nombres, el nombre del parque
que su niñera lo llevó a pasear en trineo un invierno cuando tenía ocho
años, la canción favorita de su madre, el nombre de la primera persona que
vio morir desangrado. Por último, debajo de la maraña de palabras,
escribió: Quiero esto para siempre.
Neil se recostó y miró el lío de tinta en la espalda de Andrew. Por un
momento, Andrew se quedó tan quieto que Neil casi pensó que se había
quedado dormido, pero luego abrió los brazos y se incorporó para sentarse
de rodillas. Sus ojos estaban vidriosos y somnolientos y allí como una
huella estaba lo dibujado en su brazo en su mejilla ahora.
—Me voy a duchar —murmuró—. Quiero más café.
Andrew entró tranquilamente en el baño y Neil bajó su taza para
rellenarla. Se tomó su tiempo en la cocina, hablando con Allison y
aprendiendo lo que el resto del equipo estaba planeando para el día, y
cuando regresó a su habitación, Andrew estaba vestido y sentado en el sofá
con la televisión encendida. Neil le entregó su café y se sentó a su lado para
ver el canal de noticias local.
Algo era diferente, Neil podía sentirlo en el aire. Algo había
cambiado, salió mal, en el tiempo que le tomó a Andrew ducharse y
vestirse. Andrew estaba inclinado hacia adelante con los codos clavados en
las rodillas y una mano enroscada sin apretar alrededor de su taza de café,
con los ojos apagados clavados en la pantalla de enfrente. Su espalda y
hombros estaban tensos y estaba usando sus bandas nuevamente.
Neil se movió inquieto en su lado del sofá y se mordió la uña del
pulgar mientras la ansiedad le anudaba el estómago. Se arriesgó a mirar a
Andrew y lo recorrió con la mirada como si pudiera encontrar una pista.
Había una mancha de tinta en la base de su pulgar y otra mancha justo
encima de la parte de atrás de su cuello. Había borrado los dibujos y las
palabras que Neil le había dejado, lo cual no era una sorpresa, pero luego se
le ocurrió que Andrew podría haber echado un vistazo a su espalda en un
raro momento de curiosidad. El corazón de Neil dio un vuelco. Quiero esto
para siempre. Nunca había tenido la intención de admitírselo a Andrew.
Para un hombre que apenas logró esquivar su fecha de vencimiento y un
hombre que apenas se atrevía a preocuparse por el presente, "para siempre"
era una palabra demasiado grande. A Neil le gustaba cómo sonaba, la
seguridad de ensueño, pero no entendía lo que realmente significaba.
Neil salió corriendo de la habitación. Andrew no lo siguió. Lo
arruiné. Pasó junto a Riley y Brook en el pasillo del tercer piso. Lo arruiné.
Ignoró a Nicky en el pasillo principal cuando le preguntó si Neil quería
unirse a él y Erik en la piscina. Lo arruiné. Se ató los cordones de los
zapatos demasiado apretados y apenas registró a Dan preguntando si tenía
su teléfono. No escuchó a Matt preguntar si estaba bien.
Neil cerró la puerta de entrada detrás de él y corrió.
Un viento fuerte empujaba contra las copas de los árboles, llevando
consigo la húmeda promesa de una tormenta. Las nubes grises se juntaron
en lo alto cuando Neil se detuvo para estirar las piernas al final del camino.
Sus bolsillos estaban vacíos, su cabeza estaba demasiado llena. Una vez que
sus músculos se aflojaron lo suficiente, trotó por Ocean Boulevard, una
carretera delgada de dos carriles que cortaba entre palaciegas casas de playa
en prados dispersos y arenosos con destellos del océano gris pizarra entre
ellos. En el primer cruce, se dirigió a Palm Boulevard y corrió por el carril
para bicicletas vacío.
La tormenta avanzó rápidamente, rodando fuera del agua con los
fuertes vientos fríos y amontonándose en una pesada tormenta. Neil corría
hacia el puente sobre el agua cuando las nubes desataron un aguacero
torrencial, le golpearon la cara y los brazos desnudos y le pegaron el cabello
y la ropa a la piel en cuestión de un minuto. A su alrededor se extendía el
océano picado de viruelas con unos pocos barcos desafortunados que se
balanceaban sobre la superficie agitada.
Se detuvo a la mitad del camino y se quedó un momento,
entrecerrando los ojos cuando gotas le salpicaron la cara y rodaron
fríamente por sus sienes y mejillas, goteando por su nariz y barbilla. Su
ropa era pesada en su cuerpo y el ardor en sus piernas rápidamente dio paso
al frío del viento y la lluvia.
El trueno rodó por el cielo, reverberando en su corazón.
Andrew quiere esto, se recordó a sí mismo. Andrew le había dicho
que se quedara y le había dado innumerables razones para hacerlo. Andrew
había ardido de furia cuando Neil desapareció. Andrew había dejado a su
hermano ir para aferrarse a lo que sea que esto fuera. Pensó en dedos
enganchados en su cuello y los sí o no, el peso de las llaves en su mano y el
no vas a ir a ningún lado.
Pero Andrew se iba a ir, al igual que las chicas se iban, al igual que
los demás se irían y Neil se preguntó si se disolvería en la nada una vez que
estuviera solo de nuevo. Andrew había dicho que se encontrarían a mitad de
camino, pero ninguno de ellos sabía realmente qué era el compromiso sin
que la muerte o el peligro los arrinconara. Con tantas opciones nuevas en el
mundo más allá de Palmetto, ¿Andrew todavía lo elegiría?
¿Por qué me elegiría?
La pregunta no tenía respuesta que pudiera encontrar. ¿Qué era él? Un
hombre hecho pedazos, desigual, manchado y con las costuras tensas. Un
conejo con ropa de zorro. ¿Valía la pena conservarlo? Neil miró
impotentemente hacia la tormenta, encontrando una simetría agridulce entre
la interrupción en la superficie del océano y la confusión en su corazón.
Neil se voteó y siguió corriendo. La lluvia lo cegó, lo adormeció.
Corrió hasta que le dolieron las piernas más que el corazón y todos sus
huesos se sintieron como si se hubieran convertido en gelatina. Corrió hasta
que los árboles espesos llenaron el camino y las casas parecían
indescriptibles y normales con camionetas estacionadas torcidamente en los
caminos de grava.
Finalmente, redujo la velocidad a un trote y admitió para sí mismo
que estaba un poco perdido en más de un sentido. Salir de la casa fue un
error, concluyó mientras seguía caminando. Tenía la habilidad de ir en
espiral demasiado lejos y siempre le tomaba el doble de tiempo regresar si
estaba solo. Cruzó los brazos mojados sobre la camiseta mojada y se
estremeció, pero no podía ganar calor. Sus dientes castañeteaban mientras
caminaba a través de los parches de sombra debajo de árboles viejos y
anchos. Incluso bajo la lluvia fría, los relámpagos se bifurcaban y el viento
doblaba los árboles, no podía obligarse a darse la vuelta. ¿Qué diría cuando
regresara? ¿Cómo podía explicar que se sentía como un trozo de algo, una
idea de una persona, en lugar de un ser sólido? ¿Cómo le explicaría a
Andrew que sentía que era demasiado y no lo suficiente a la vez? ¿Cómo
podía admitir, después de todo este tiempo, después de la noche anterior,
que temía que la estadía de Andrew se volviera obsoleta algún día?
Se detuvo y apoyó las manos en las rodillas a medio camino de una
intersección abandonada mientras la lluvia golpeaba contra su espalda.
Estaba tan cansado de sentir que el mundo bajo sus pies se desmoronaba.
Odiaba que a veces el saber que tenía una vida plena por delante fuera
abrumador y demasiado en lugar de un alivio. Se odiaba a sí mismo por
dudar de Andrew y los Foxes. Deseó que su pasado dejara de roer su paz
mental.
Enderezándose, se protegió los ojos de la fuerte lluvia con la mano y
trató de averiguar dónde estaba. No reconoció los nombres de las calles y
no podía recordar qué ruta había tomado en su desesperación por alejarse lo
más posible de la casa. Metió la mano en el bolsillo, queriendo pedir ayuda,
pero luego recordó que había dejado su teléfono en la habitación con
Andrew.
Neil se clavó los puños en los ojos y soltó una risa débil y arrugada.
Y luego algo se estrelló contra su costado y lo envió desparramado
por el pavimento arenoso. La gravilla le raspó las palmas de las manos, no
lo suficiente como para romper la piel, junto con los antebrazos desnudos.
El dolor estalló a lo largo de su costado donde había sido golpeado en el
estómago por su duro aterrizaje. Parpadeó rápidamente por la cercanía del
suelo, luchando por procesar lo que había sucedido, cuando escuchó una
voz.
—Oh Dios mío, ¿estás bien?
Neil hizo una mueca de dolor, se puso de rodillas y miró por encima
del hombro. Primero vio la bicicleta, volcada con una rueda aún girando, y
luego vio al hombre de mediana edad con una cazadora de color amarillo
brillante, pantalones cortos negros y un casco. Lo había atropellado una
bicicleta. Preocuparse por su futuro de repente pareció inútil cuando se dio
cuenta de lo fácil que podría haber sido un automóvil, podría haber sido
fatal. La conmoción y el dolor soltaron lo último de su ansiedad y se lavó
con la lluvia mientras la sangre manaba de los cortes frescos en sus manos.
—Estoy bien —respondió Neil secamente, levantando la voz para ser
escuchado por encima del rugido de la lluvia y poniéndose de pie. El
hombre no parecía herido en absoluto. Trató de alcanzar a Neil, pero Neil se
apartó antes.
—¿Estás seguro? Dios, no estaba mirando. La lluvia... no se puede
ver una mierda aquí.
Neil asintió y comenzó a alejarse, ignorando al hombre mientras
decía.
—¡Mi casa justo por este camino!¡Puedo conseguirle unas vendas!
Para cuando regresó a la casa, estaba sin aliento y entumecido. Sintió
que el pánico le había limpiado el corazón, le había sacado la mente y lo
había dejado vacío. Lo que fuera que lo había echado de la casa era un
recuerdo lejano.
Cuando cruzó la puerta, fue golpeado primero con el escozor del aire
caliente en su piel fría y empapada y luego con la voz de Nicky.
—¡Neil! ¿Qué diablos, es eso sangre? ¿Estás herido?
Neil parpadeó mudo y luego miró sus antebrazos donde diminutas
gotas de sangre salían de los rasguños. Erik salió del salón y puso una mano
sobre el hombro de Nicky. Lizzy, Brian y Katelyn se filtraron hacia el
pasillo principal desde la sala de estar, curiosos.
—Me caí. No es nada —dijo.
—¿Ese es Neil? —gritó Matt desde la cocina.
Se oyeron pasos por las escaleras y Dan apareció a unos metros de él
un momento antes de que Allison pasara a su lado.
—¿Qué diablos, Neil? —Allison espetó.
—Salí a correr —dijo Neil. Matt y Renee salieron de la cocina y no se
le escapó a la atención de Neil que ambos llevaban zapatos y chaquetas. Sus
hombros estaban manchados de lluvia. Habían salido a buscarlo, lo que
hizo que Neil se sintiera mareado por la culpa.
Allison puso los ojos en blanco.
—Olvidaste tu maldito teléfono, idiota.
Nicky se frotó las palmas con ansiedad.
—Bueno, pensamos que como Andrew no ... bueno, él ...
—Este ... —señaló con el pulgar hacia Nicky —, trató de
convencernos de que no pasaba nada solo porque tu monstruo se quedó en
su jaula.
—Deja de llamarlo así —espetó Neil, provocando que tanto Nicky
como Dan se sobresaltaran ante su repentino tono oscuro—. Estoy harto de
escuchar esa mierda".
La ceja de Allison se levantó con altivez, pero no dijo nada.
—¡Kevin! ¡Neil ha vuelto! —Dan se volteó para gritar escaleras
arriba.
Kevin bajó las escaleras trotando en dos segundos y pasó junto a
Nicky y Renee para empujar su dedo en la cara de Neil.
—¿Crees que la neumonía es una maldita broma, Neil? ¡Estuviste ahí
fuera durante horas! Jesús, ¿qué demonios estabas pensando?
—Cálmate, Kevin. Solo ... necesitaba aclarar mi mente — Neil dijo y
apartó el dedo.
—Necesitas una ducha caliente —le dijo Dan con severidad.
—Haré té —dijo Renee.
—Tenemos un botiquín de primeros auxilios en nuestro baño y
puedes usar nuestra ducha. Ven acá —dijo Nicky y dio un paso adelante
para agarrar la muñeca de Neil y tirar de él escaleras arriba.
Allison le dio un codazo a Kevin.
—Ve a decirle al novio de Neil que ha vuelto y tráele ropa limpia.
—¿Problemas en el paraíso, Neil? —Aaron preguntó sarcásticamente
desde el salón, lo suficientemente fuerte como para que Neil lo oyera a
mitad de camino del segundo piso. Neil se erizó y Nicky le dio una sonrisa
comprensiva por encima del hombro.
—Aaron —regañó Katelyn.
Nicky lo llevó al tercer piso al dormitorio que él y Erik compartían.
La maleta de Nicky estaba abierta y su ropa esparcida por la alfombra,
mientras que el otro bolso estaba cuidadosamente escondida en algún lugar.
Supuso que la ropa de Erik estaba guardada en los cajones y el armario. La
botella de lubricante junto a la caja de condones en la mesita de noche hizo
que Neil parpadeara sorprendido. Pensó que Nicky y Erik estarían teniendo
sexo, pero ver la evidencia a la luz era un poco sorprendente.
La encimera del baño era un desastre de botellas de jabón y latas de
crema de afeitar y otros productos que Nicky siempre intentaba que Neil se
pusiera en el pelo. El aire olía levemente a la loción para después del
afeitado de Erik y la colonia de Nicky. Nicky cerró la tapa del inodoro y
guió a Neil para que se sentara mientras sacaba el botiquín de primeros
auxilios.
—¿Nicky? —Kevin llamó desde el dormitorio.
—¡Aquí! —Nicky respondió.
Kevin apareció en la puerta con un puñado de ropa de Neil.
—Toma —dijo Kevin, colocando la ropa en un pequeño espacio cerca
del borde—. Andrew está hablando por teléfono con Bee, pero le dije que
habías vuelto en una pieza.
—Gracias, Kev —dijo Nicky cuando Kevin los dejó. Neil pensó en
por qué Andrew sintió la necesidad de llamar a Betsy y se le revolvió el
estómago. Nicky se limpió cuidadosamente los antebrazos y las manos con
antiséptico y examinó el daño menor en la piel. Se mordió la comisura de la
boca antes de preguntar— ¿Estás bien?
—No lo sé — suspiró Neil—. ¿Cómo ... haces para estar bien con
tantas cosas cambiando a la vez?
—¿Se trata sobre que las chicas se van o algo está pasando con
Andrew?
Neil se frotó el rabillo del ojo con los nudillos.
—Nunca se me ocurrió que no siempre estaríamos juntos y siento que
estoy perdiendo la maldita cabeza.
—Sabes, Erik y yo acordamos que debería estar aquí para Aaron y
Andrew y estaba bien con eso hasta que estuve aquí y finalmente me hundí.
Estuve destrozado durante un maldito mes al menos, llorando todas las
noches y apenas capaz de comer cualquier cosa que no fuera chocolate o
alcohol. No puedes obligarte a estar de acuerdo con la mierda, Neil. Lo
tomas día a día y eventualmente apesta menos.
Neil suspiró y bajó la cabeza, maldiciendo su corazón nervioso y
deshecho.
Nicky deslizó los dedos por el cabello de Neil y dijo.
—En cuanto a Andrew, quiero decir, eres una de las únicas cosas en
su radar. No creo que debas preocuparte por lo que sea que tengan.
—Lo sé —gruñó Neil—. Lo sé, de verdad. Simplemente ... a veces es
como si solo la mitad de mí realmente lo creyera.
—Es normal asustarse por cosas de vez en cuando —le aseguró
Nicky. Luego se puso de pie y dijo—. Debes tener hambre. ¿Quieres un
sándwich o algo?
—Eso suena bien —respondió Neil y cuando Nicky alcanzó el pomo
de la puerta, agregó—. Gracias por ... todo.
—Cuando quieras, chico. Ahora toma una ducha. Eres un desastre.
Después de estar limpio, abrigado y alimentado, Neil se sentó de
costado en el sofá frente al televisor con las rodillas pegadas al pecho y una
taza de té acunada en sus tiernas manos contra su estómago. Andrew no
bajó las escaleras y Neil no se sintió presionado para buscar una
confrontación todavía. Sus compañeros de equipo se reunieron a su
alrededor, discutiendo sobre si ver la televisión o una de las películas que
Matt traía. Dan se sentó en el apoyabrazos detrás de la espalda de Neil
mientras Allison estaba sentada a sus pies, reclinada contra sus espinillas y
jugando con su cabello sedoso. Matt se sentó en el otro extremo del sofá
con las pantorrillas de Allison descansando sobre su regazo. Renee se sentó
en el suelo frente al sofá con un cuenco de sus conchas marinas en el que
había hecho pequeños agujeros. Estaba ensartando conchas y cuentas con
hilo de pescar para hacer collares con Sheena a su lado, tratando de
averiguar cómo lo hacía con tanta facilidad.
Erik se sentó en el suelo contra el sillón en el que Kevin estaba
sentado con las piernas cruzadas y Nicky se sentó entre las piernas de Erik,
descansando contra su pecho luciendo perfectamente contento y cómodo.
Aaron se sentó al otro lado de la habitación en un sofá de dos plazas con su
brazo alrededor de Katelyn y sus ojos apartando deliberadamente la mirada
de su primo. Brook y Riley estaban sentados en almohadas con una manta
envuelta alrededor de ellos, susurrando algo, mientras los estudiantes de
primer año se sentaban juntos en el sofá más pequeño con Lizzy aplastada
entre Brian y Colby.
Rodeado de ellos, Neil se sintió como si lo hubieran vuelto a pegar y
las pocas horas que había pasado perdido en la tormenta se sentían
surrealistas y distantes.
Finalmente, decidieron ver un reality show que les gustó a Katelyn y
Allison hasta que llegó la hora de cenar. Estuvieron de acuerdo con comida
china y algunos de ellos aportaron dinero para cubrir el costo. Dan llamó
para pedirla y Matt se fue a recogerla poco después. Mientras comían,
Allison discutió con Matt y Nicky sobre lo que iban a ver esa noche.
La larga carrera y el pánico explosivo dejaron a Neil perezoso, por lo
que se quedó en el sofá y se quedó dormido mientras las películas se
proyectaban en la pantalla y el grupo a su alrededor hablaba y reía. Era
vagamente consciente de que Allison lo llamaba un "abandonado" por
quedarse dormido y la mano de Dan acariciaba su cabello y Brook
preguntaba si Neil estaba bien cuando ella pensaba que él no podía oír. La
voz de Matt era acuosa en sus oídos mientras explicaba que Neil estaba bien
y que no deberían preocuparse.
Después de eso, Neil se durmió y perdió la noción del tiempo.
Un suave toque en su brazo lo despertó a las dos y media de la
mañana. La luz del pasillo principal se filtró en la habitación a través del
ancho arco. Renee estaba sentada a su lado, inclinada y hablándole.
—Neil, hola —dijo, riendo suavemente—. Perdón por molestarte,
solo quería hacerte saber que todos nos vamos a la cama ahora. ¿Quieres
dormir aquí abajo? Puedo agarrarte una manta del armario.
Neil se frotó los ojos y trató de tragar un par de veces para mojar su
garganta seca.
—Um, no, subiré en un rato. Gracias —se sentó y vio que estaban
solos—. Lo siento, no quise—
—Está bien. Estabas cansado.
—Sí.
—Andrew bajó a comer hace unas horas —Renee juntó las manos
sobre su regazo.
—Oh.
—Puedes hablar conmigo si pasa algo, Neil. Incluso cuando estemos
separados, espero que sepas que siempre puedes enviarme un mensaje de
texto o llamarme.
—Gracias, Renee —la garganta de Neil ardía.
Renee lo envolvió en sus brazos y lo sostuvo por un momento antes
de decir.
—Buenas noches, Neil. Espero que duermas bien.
—Igualmente —la vio salir de la habitación y luego se volvió para
poner los pies en la alfombra, suspirando con cansancio. La idea de subir
con Andrew se sintió como algo más grande de lo que debería. Después de
evitarlo todo el día, después de huir de él, ¿qué podría decir? Ni siquiera
estaba seguro de que Andrew quisiera verlo. Quizás Andrew ya estaba
dormido y acostarse ahora solo lo molestaría.
—Ciento cinco.
La voz de Andrew era baja, suave y envió escalofríos a la columna de
Neil. Ya no podía esconderse.
—Huí —confesó Neil, cerrando los ojos con fuerza y preparándose
contra la culpa fría y líquida que le corría por la espalda. No escuchó a
Andrew acercarse, pero sintió su peso hundirse en el cojín a su lado.
—Fuiste a correr —corrigió Andrew.
Neil abrió los ojos y lo miró, pero no encontró la censura que
esperaba.
—Ya no eres un callejero. Supuse que volverías a casa cuando te
apeteciera —Andrew no estaba hablando de la cabaña y el corazón
atribulado de Neil finalmente se calmó. Se sintió tonto por no saber cómo
dar esos últimos pasos para volver al lado de Andrew, se sintió tonto por
pensar que la presencia de Andrew lo haría sentir peor cuando solo lograba
que Neil se sintiera estable. Ya podía sentir el miedo profundamente
arraigado relajándose en su pecho y disipándose.
Neil se tragó el nudo en la garganta.
—Necesitaba pensar en algunas cosas. Estaba tratando de decidir si
debería subir o no.
—Sí, me cansé de esperar.
—Adicto —bromeó Neil, los labios se curvaron hacia arriba en una
sonrisa fácil.
—Cállate.
—Te gusta —se rió.
—Te odio.
Neil se volteó hacia él con una réplica de su lengua, pero Andrew la
mató con un beso fuerte y lamió su boca para limpiarla de toda arrogancia.
Una mano agarró su cuello, lo retorció alrededor de sus nudillos tanto que
apretó un poco la garganta de Neil, y la otra se hundió en su cabello para
acercarlo más. Hogar, le susurró el corazón y la palabra fue suficiente para
iluminar los rincones oscuros y dudosos de su pecho. Neil descansó
cuidadosamente una mano en el hombro de Andrew y la otra en su rodilla
para estabilizarse mientras se inclinaba hacia el beso.
Justo cuando su mano se deslizó por el cuello de Andrew hacia su
cabello, un ruido de sobresalto vino de varios pies detrás de ellos.
Andrew rompió el beso y giró la cabeza ante la mirada. Matt estaba
parado allí en el arco, congelado a medio paso con los ojos muy abiertos y
sin parpadear. Neil tragó con dificultad, tratando de que su mente volviera a
funcionar correctamente. El agarre de hierro de Andrew sobre la camiseta y
el cabello de Neil se tensó casi posesivamente y su boca era de alguna
manera desdeñosa, indiferente, a pesar de que sus labios estaban
enrojecidos y húmedos por la saliva de Neil.
Para su crédito, Matt intentó hablar. Su boca se abrió, se cerró, se
abrió de nuevo pero no salió ningún sonido y, después de un minuto,
Andrew perdió la poca paciencia que tenía.
—Pareces perdido, Boyd.
La mandíbula de Matt se cerró de golpe y giró sobre sus talones,
apresurándose hacia las escaleras. Andrew miró fijamente su figura en
retirada mientras Neil estudiaba su perfil, observaba la forma en que
trabajaba su mandíbula. Una vez que Andrew estuvo satisfecho de que
estaban realmente solos de nuevo, se encontró con los ojos de Neil por un
momento antes de inclinarse hacia atrás para besarlo.
—Arriba —dijo Andrew, dándose un fuerte tirón de pelo—. A menos
que estés pensando en dormir aquí.
Neil sintió como si alguien hubiera vertido cemento sobre su mitad
inferior, pero no estaba dispuesto a pasar la noche solo después del día que
tuvo.
—Soy un desastre —murmuró contra la boca de Andrew.
—¿Qué más hay de nuevo? —Andrew respondió.
Con una risa seca, Neil se apartó y apoyó la cabeza en el respaldo del
sofá, sujetando la mano de Andrew detrás de él. Podía sentir su cuerpo
implorando por dormir, podía sentir que todo comenzaba a desacelerarse, le
gustara o no.
—¿Puede ser solo besos esta noche? —preguntó en voz baja—. Estoy
tan cansado. Podría hacer café o ...
Andrew lo hizo callar y apretó los labios contra los suyos.
—Sólo eso —estuvo de acuerdo.
—Supongo que no hay ninguna posibilidad de que me cargues por
todas esas escaleras, ¿eh?
—Ni una sola oportunidad —respondió Andrew antes de levantarse y
dirigirse hacia las escaleras.
Neil sonrió levemente antes de ponerse de pie lentamente. Su pecho
se sintió pesado mientras tropezaba tras Andrew a través de la casa a
oscuras. Andrew ya estaba fuera de la vista cuando alcanzó el primer
escalón. Para cuando llegó a las escaleras del segundo piso, lamentó no
haber ido a tomar una última taza de café. Llegar al cuarto piso fue nada
menos que un milagro.
Neil entró y cerró la puerta de su dormitorio detrás de él y se tomó un
momento para recuperar el aliento. Andrew estaba de pie cerca de la cama,
se quitó las bandas y las dejó sobre la mesita de noche. Observó cómo Neil
se arrastraba hasta la cama y hasta el centro de esta, acostado de espaldas y
suspirando profundamente de alivio.
—El atleta que resultaste ser.
Neil encontró la fuerza para levantar la cabeza y arquear una ceja.
—Puedo pensar en algunas cosas que podemos hacer para mejorar mi
resistencia.
—Puedes caminar de regreso a Palmetto.
—Eres hilarante
Andrew se subió al colchón y trepó por el cuerpo de Neil, apoyándose
en sus manos y rodillas sobre él.
—¿Sí o no, Neil?
Neil deslizó las manos sobre las almohadas frías, con las palmas hacia
arriba y los dedos abiertos, y dijo:
—Sí.
Andrew levantó una mano para sujetar la muñeca de Neil antes de
volver a pensarlo. En cambio, deslizó sus palmas juntas y entrelazó sus
dedos. Pronto siguió la otra mano. Andrew apoyó los codos justo por
encima de los hombros de Neil y se inclinó para besarlo. Las caderas de
Andrew bajaron a continuación, descansando ligeramente contra las suyas
sin buscar nada más que un simple contacto. Había algo delirantemente
embriagador en tener el cuerpo de Andrew descansando sobre el suyo así,
conectado desde las caderas hasta sus manos. Neil estaba cubierto, apretado
contra el colchón, pero no atrapado. Había una nueva intimidad en esto que
encontraba peligrosamente adictiva.
Neil se estremeció cuando los labios de Andrew se arrastraron sobre
los suyos. Su lengua rozó suavemente su labio inferior y luego se movió
justo debajo del superior. Neil era una fotografía sumergida en la llama de
una vela, rizándose, fundiéndose y devorándose lentamente. Los latidos de
su corazón se agitaron débilmente, quiero, quiero, quiero, cuando Andrew
trazó el paladar con la lengua. Después de besarlo a fondo, Andrew mordió
la esquina de la mandíbula de Neil y aplanó su lengua contra la sutil capa de
piel raspillada que crecía. Neil inclinó su mandíbula hacia arriba para darle
a Andrew un acceso más fácil a su cuello, ansiando más, y Andrew no lo
decepcionó. Andrew besó bruscamente la columna de su garganta antes de
lamer el otro lado de su oreja. Neil se estremeció y suspiró
entrecortadamente al sentir el deslizamiento húmedo de su lengua. La
excitación de Andrew era evidente en la forma en que apretó las manos de
Neil con más fuerza, las empujó más profundamente en las almohadas y la
forma en que sus caderas se elevaron para que Neil no pudiera sentir su
erección en sus pantalones de chándal.
Mordió el lóbulo de la oreja de Neil y su voz era áspera como la grava
cuando dijo.
—Quiero tener sexo.
Ambos se quedaron completamente quietos mientras las palabras
flotaban en el aire. Andrew se había puesto tenso y Neil podía sentir su
respiración tartamudear contra su oído. Tenía la boca seca. Andrew no
sacaría a relucir algo como esto si no estuviera absolutamente seguro y Neil
podía sentir su exhausta mitad inferior moviéndose solo ante la sugerencia
de ello.
Neil volvió su rostro contra el cabello de Andrew.
—Déjame tomar un café y estaré listo.
—No lo estoy diciendo por esta noche —Andrew soltó sus manos y
se sentó con fluidez, descansando ligeramente sobre los muslos de Neil.
—Quiero hacerlo también —Neil luchó por sentarse, ansioso por
acortar la distancia entre ellos nuevamente.
—Quiero que lo pienses —dijo Andrew con severidad, empujándolo
hacia abajo—, para que estés listo cuando te lo pida.
Neil había estado pensando en ello, ya estaba seguro de lo que quería,
pero sabía que esto era importante para Andrew, así que asintió y respondió.
—Lo pensaré.
La tensión en los hombros de Andrew se suavizó un poco. Los ojos
de Neil se posaron en el bulto de sus pantalones. Afuera, la lluvia comenzó
a caer, salpicando suavemente las puertas de vidrio y susurrando por el
techo.
—Regresaré en unos minutos —dijo Andrew, moviéndose para
bajarse del cuerpo de Neil.
—¿Puedo masturbarte? —preguntó Neil.
Andrew se quedó helado, con la boca en una línea dura.
—Estás cansado.
—Todavía puedo hacerlo. Quiero hacerlo —Neil se incorporó
apoyándose en los codos y Andrew observó cómo la camiseta se estiraba
sobre su pecho—. ¿Quédate?
Lentamente, Andrew se movió hacia arriba por el cuerpo de Neil, de
modo que se sentó a horcajadas sobre su cintura y su ingle quedó
cómodamente al alcance de Neil. Desabrochó el cordón de sus pantalones
de chándal y salió antes de inclinarse hacia adelante, con las manos a ambos
lados de la cabeza de Neil. Sus ojos eran de oro fundido a la tenue luz de la
lámpara mientras veían a Neil girarse y rozar sus labios ligeramente contra
una muñeca llena de cicatrices y manchada de tinta.
Neil murmuró su pregunta en la piel de Andrew.
—¿Si o no?
—Sí —dijo Andrew, con los ojos fijos en la boca de Neil.
Neil le dio otro beso sobre el lugar donde dos cicatrices gruesas se
superponían mientras envolvía cuidadosamente su mano alrededor de la
erección de Andrew y la tomaba ligeramente. Andrew cambió su peso hacia
atrás sobre sus piernas y deslizó una mano debajo de la cabeza de Neil,
poniendo la presión suficiente allí para guiar la boca de Neil más cerca de
su muñeca. Neil sintió el escalofrío que recorrió el cuerpo de Andrew
cuando volvió a besar las cicatrices y no pudo evitar sonreír. Apretó su
agarre alrededor de Andrew y comenzó a tirar de él con golpes cortos y
duros. Andrew tembló y se puso rígido en su mano. En un instante, la boca
de Andrew estuvo en el cuello de Neil, besando justo debajo de la línea del
cabello en un intento de sofocar su silencioso gemido de placer. Neil
suspiró e inclinó la boca para besar un par diferente de cicatrices más arriba
del antebrazo de Andrew. Podía sentir los labios de Andrew separándose
debajo de su oreja, casi podía sentir a Andrew luchando con su deseo de
dejar un moretón allí.
—Márcame —susurró Neil en el antebrazo de Andrew—. Me importa
una mierda si lo ven.
Andrew dejó escapar un suspiro lento y controlado contra el cuello de
Neil antes de morder. El dolor era diferente cuando no iba acompañado de
placer, pero Neil no estaba dispuesto a quejarse. Frotó a Andrew más rápido
y respiró hondo mientras Andrew aspiraba tres nuevos moretones en su
piel. Las caderas de Andrew se movieron hacia adelante, indicando que
estaba cerca, y Neil aceleró. Presionó besos en la muñeca de Andrew,
teniendo cuidado de mantener la boca firmemente cerrada y la presión
suave. Andrew empujó la camiseta de Neil hasta su cuello un momento
antes de gruñir y derramarse sobre las cicatrices de Neil y los moretones
oscuros que había tenido antes.
Se quedó acurrucado sobre Neil durante un minuto, respirando con
dificultad en la curva del hombro de Neil mientras se estremecía y volvía a
bajar de su altura. Neil lo acarició durante unos segundos más, antes de
desenrollar su mano entumecida y esperar pacientemente.
Andrew se sentó y parpadeó hacia Neil, mirando desde los moretones
que se oscurecían en su cuello hasta el semen que brillaba en su pecho.
Metiéndose de nuevo en sus pantalones.
—Espera —dijo.
Neil se quedó quieto mientras Andrew gateaba por el borde de la
cama para enganchar la caja de pañuelos de la mesita de noche. Sacó tres o
cuatro y limpió cuidadosamente el pecho de Neil, dejándolo lo
suficientemente seco. Cuando estuvo satisfecho, hizo una bola con los
pañuelos y los tiró a la papelera. Antes de que Neil se bajara la camiseta,
Andrew pasó los dedos por el lado magullado de Neil.
—¿Quién hizo esto? —exigió, voz tranquila pero tensa.
—Me atropelló una bicicleta —respondió Neil hoscamente—. No
podía verme por la lluvia y yo no estaba prestando atención.
Andrew le dirigió una mirada larga y poco impresionada y tiró de la
camiseta de Neil hacia abajo para cubrirlo. Se bajó de la cama y Neil lo
siguió hasta el baño para lavarse y prepararse para la cama.
Mientras la lluvia continuaba golpeando suavemente contra el techo y
las ventanas, se deslizaron juntos bajo las mantas y se durmieron.
Capítulo 30
Oh, Hermano
El domingo por la mañana, Neil se duchó primero y bajó a la cocina
para desayunar mientras Andrew tomaba su turno en la ducha. Se puso las
bandas sobre los brazos llenos de cicatrices y raspaduras, pero no hizo nada
para ocultar las marcas en su cuello. Había tres manchas carmesí justo
encima del cuello de su camiseta y Neil descubrió que si las presionaba lo
suficiente, casi podía sentir los dientes y la lengua de Andrew allí.
Las únicas otras personas en la cocina cuando Neil bajó eran Aaron y
Katelyn, quienes estaban parados en la isla de la cocina desayunando tarde
juntos, y Nicky, quien estaba tomando su segunda o tercera taza de café
mientras esperaba que Erik regresara de su baño matutino. Neil les dio los
buenos días a los tres mientras arrastraba los pies hacia el armario para
bajar un par de tazas.
—¿Son esos chupones? —Aaron preguntó con veneno en su voz.
Neil miró por encima del hombro al gemelo de Andrew y respondió
—Sí.
—Ya sabes como son, amor —Katelyn despeinó el cabello de Aaron
y le sonrió burlonamente.
La atención de Aaron pareció desviarse con éxito de las marcas.
Katelyn se rió y le susurró algo a Aaron mientras Neil llenaba ambas tazas
con café y trataba de ignorarlos. Añadió un poco de azúcar a una y metió la
mano en la nevera para sacar un poco de leche.
Nicky rodeó la larga barra de desayuno y se apoyó contra la mitad
cerrada del refrigerador de acero inoxidable, sonriendo con picardía.
—¿Le gustaría compartir con la clase, Sr. Josten?
—Vi los condones en tu habitación, Nicky —dijo Neil en voz baja,
vertiendo la leche suficiente para que el café de Andrew tuviera el tono
adecuado de marrón medio—. No creo que tenga que explicarte estas cosas.
Aaron no pudo haber escuchado lo que dijeron, pero aun así les llamó
en alemán.
—Oigan, saquen esa mierda gay afuera, ¿por favor? Algunos de
nosotros estamos tratando de comer.
El estremecimiento de Nicky fue apenas visible. Neil no lo habría
captado si no hubieran estado tan cerca. Sin embargo, antes de que Neil
pudiera abrir la boca para darle a Aaron una parte de su mente, Erik estaba
allí del otro lado de la barra del desayuno con una toalla colgando de sus
hombros bronceados y una tranquila ira creciendo en sus ojos.
—¿Qué acabas de decir? —Erik preguntó, hablando también en
alemán.
Katelyn frunció el ceño, sin entender lo que se decía, pero
percibiendo claramente la tensión que se acumulaba en la habitación. Miró
entre su novio y Erik y Neil. Aaron miró a Erik, la mandíbula congelada a
mitad de mordida. Nicky había soportado la mala actitud de Aaron durante
años. Neil peleaba con Aaron con regularidad, pero también estaba
acostumbrado. Andrew apenas lo tomaba en cuenta. Erik, por otro lado, era
una historia diferente y ninguno de ellos sabía cómo reaccionaría.
Nicky plasmó una sonrisa desesperadamente brillante en su rostro que
no alcanzó a sus ojos.
—¡Esta bien bebe! Está bromeando. No es la gran cosa.
Aaron pareció un poco aliviado por la interferencia de Nicky. Es
posible que Erik no se haya criado en la violencia como los Foxes, pero
todavía era bastante intimidante con su altura imponente y su físico
musculoso. Era posible que Aaron tuviera más experiencia, pero el tamaño
y la potencia bruta de Erik le daría una ventaja.
Caminó lentamente hacia la cocina para pararse al lado de Nicky,
goteando agua sobre las baldosas de piedra, y sus ojos permanecieron fijos
en Aaron.
—Es la gran cosa.
—Está realmente bien, Erik. No te preocupes por eso —la sonrisa de
Nicky vaciló.
Aaron volvió a masticar lo que estaba comiendo y Neil prácticamente
pudo verlo eligiendo sus siguientes palabras. Katelyn le puso la mano en el
brazo y le preguntó si todo estaba bien.
—¿Por qué no se lo explicas, Aaron? —Neil desafió en alemán.
—Mantente malditamente fuera de mis asuntos —advirtió Aaron.
—Deberías haberte quedado fuera de los míos.
—Trajiste la convención de maricones a la cocin—
—Ya es suficiente —Erik enfureció, apretando los puños.
Aaron se burló, haciendo a un lado la preocupación de Katelyn.
—Tener sexo con Nicky no te da derecho a entrometerte así. Estás
haciendo un gran problema con nada, así que ¿por qué no te calmas?
—Nicky y yo estamos en una relación comprometida a largo plazo.
Lo hemos estado durante años. No te atrevas a tratar de trivializar eso —
dijo Erik—. He oído lo suficiente sobre ti, Aaron, para saber que
comprendes lo que es ser rechazado y golpeado por tu propia familia.
Cuando Nicky decidió volver a Carolina del Sur por tu bien, lo apoyé
porque pensé que podría fortalecer el vínculo con su familia como siempre
quiso. Ahora veo que sobreestimé tu humanidad.
Neil volvió a guardar la leche en el refrigerador y se apoyó contra la
encimera. La máscara sonriente de Nicky finalmente se desmoronó y su
dolor quedó al descubierto para que todos lo vieran. Con su alegría
despojada, parecía mayor de lo que era y más cansado de lo que Neil lo
había visto nunca. Neil sabía lo agotador que era esconderse todo el tiempo.
Nicky lo hizo parecer casi sin esfuerzo la mayor parte del tiempo.
—¿Podemos hablar en inglés, por favor? —Katelyn preguntó con una
risa débil.
Los hombres la ignoraron.
Aaron se enderezó y sus manos se cerraron en puños a los lados.
—No sabes una mierda sobre mí —escupió—. Ya es bastante malo
que —
Erik se movió ligeramente hacia adelante, tensándose en preparación
para una pelea.
—No te volveré a advertir.
—No te hice ni una puta cosa. ¿Cuál es tu problema?
—Lo estás hiriendo—gruñó Erik, con los ojos destellando.
Las manos de Nicky estaban temblando cuando las puso alrededor del
brazo de su novio.
—Bebé, por favor, vámonos, podemos salir a almorzar o algo así.
Solo vámonos.
Erik lo miró fijamente por un momento y Neil sintió que se
entrometía en algo intensamente íntimo. Se alejó un paso de la pareja como
para darles más privacidad. Desafortunadamente, eso lo acercó un paso más
a Aaron.
—Vuelve a casa, Nicky —murmuró Erik, doblando los dedos bajo la
barbilla de Nicky—. No puedo soportar ver cómo tu familia te rompe de
nuevo. Puede abandonar la universidad o transferirse. Ven a casa conmigo.
—Él no solamente va a arreglar sus cosas e irse —el labio de Aaron
se curvó de nuevo en un feo gruñido.
—Lo tratas como una mierda —interrumpió Neil —. Sería más feliz
en Alemania.
Nicky estaba conmocionado y sin habla. Dan y Matt vinieron de la
cubierta principal en ese entonces, envueltos en toallas y chorreando agua
de la piscina, y sus sonrisas desaparecieron de sus rostros cuando notaron la
escena en la cocina.
—¿Qué está pasando? —preguntó Dan.
Neil la miró y negó con la cabeza, advirtiéndole que se mantuviera al
margen. Si más personas ajenas al pequeño círculo social de Aaron se
involucraban, la ira de Aaron solo aumentaría. Frunció el ceño, pero dejó
que Matt la guiara por el pasillo principal hasta las escaleras.
Dado que las escaleras estaban justo encima de la cocina, Neil podía
escuchar las pisadas de Matt y Dan que se dirigían al segundo piso y
también podía distinguir un tercer par de pies, descendiendo
silenciosamente. Nadie más se dio cuenta, pero Neil reconoció el ritmo de
Andrew. También reconoció la furia violenta que se estaba gestando en los
ojos de Aaron. La rabia de los gemelos era diferente: Aaron era una chispa
perdida que se encendía en un campo asolado por la sequía, mientras que
Andrew era una cerilla sostenida sobre un rastro de gasolina vertido a
propósito.
Según la estimación de Neil, Andrew ya había bajado la escalera
inferior cuando Aaron se volteó hacia él y le dijo:
—No eres más que la puta de mi hermano. Deberías aprender tu lugar
y mantener la boca cerrada.
Nicky miró boquiabierto a Aaron y Erik pareció ofendido en nombre
de Neil.
—Aaron —dijo Nicky suplicante—. Solo para.
Andrew guardó silencio en el pasillo, pero Neil pudo verlo detenerse
en la esquina de la pared para escuchar.
—Aaron, ¿qué está pasando? ¿Qué están diciendo chicos? —Katelyn
se retorció las manos con ansiedad.
Neil sabía por qué Aaron cambió al alemán. Katelyn era dulce y
buena y Aaron quería mantenerla oculta la fealdad de su corazón ya que no
podía apagarla.
—Katelyn, tu novio es un idiota homofóbico —dijo Neil—. Eso es lo
que está pasando.
Andrew salió a la vista y Neil vio la reacción furiosa de Aaron por el
rabillo del ojo. Sabía que se acercaba el puñetazo, sabía cómo levantar los
brazos para defenderse, pero en la fracción de segundo antes de que el puño
de Aaron volara, decidió algo mucho más cruel: dejó que Aaron lo
golpeara.
Todo se oscureció por un segundo entre el puño que aterrizó contra el
costado de su nariz y su cabeza golpeando la esquina del refrigerador. El
mundo floreció en blanco, luego explotó en rojo, luego sus ojos se abrieron
de golpe para ver la cocina, borrosa, inclinada y bajo el agua.
Nadie notó a Andrew hasta que golpeó a Aaron contra el mostrador
con un cuchillo en la garganta. El chillido de Katelyn fue distante y se
ahogó en la mente aturdida de Neil. Nicky dio un paso adelante, ya sea para
tratar de estabilizar a Neil o para llegar hasta sus primos en guerra, pero
Erik lo tiró hacia atrás. Neil parpadeó para quitarse el agua de los ojos, se
apretó la nariz sangrante y se hundió contra el refrigerador.
Los gritos de los demás mientras corrían para ver qué era la
conmoción picaron los oídos de Neil. Se encogió ante la abrumadora luz y
el sonido.
El cuerpo de Neil se sentía ligero y distante. Podía saborear su propia
sangre rezumando entre la costura de sus labios y en la parte posterior de su
garganta, donde su pulso era espeso y palpitante. Cuando trató de moverse
demasiado pronto, la habitación se inclinó bruscamente hacia un lado y
tuvo que agarrarse al mostrador junto a los gemelos para apoyarse.
—Sabes que es mejor no tocar lo que es mío —canturreó Andrew
dulcemente, presionando la hoja afilada con más fuerza en el cuello de
Aaron. La sangre se filtró por donde el cuchillo se había deslizado contra su
piel.
—And...—Neil cerró la boca con fuerza cuando su estómago se
apretó.
—¿Qué diablos está pasando? —preguntó Dan.
—¡Andrew, quítate de encima de Aaron! —gritó Matt.
—¡Para! ¡Déjalo ir! —gritó Katelyn.
La voz de Kevin sonó desde las escaleras.
—¿Chicos? ¿Qué pasa con todo el ruido?
Neil agitó la mano para tratar de llamar la atención de Andrew, pero
luego vio la curvatura hacia arriba de sus labios y el terror en los ojos de
Aaron. Hoy se las había arreglado para escalar más alto en el negro abismo
de su mente y eso significaba problemas para su hermano.
—¡Renee! —Dan llamó—. ¡Renee! ¡Te necesitamos aquí!
—Neil, joder, estás sangrando —Matt se dirigió hacia él de
inmediato, pero Neil levantó la mano para detenerlo.
—Solo quédense atrás —logró decir Neil a través de la presión que
golpeaba su cráneo—. Todos, simplemente váyanse.
—Oh, Dios mío —sollozó Katelyn—. Por favor, haz que se detenga.
Un escalofrío furioso recorrió los hombros de Andrew.
Nicky trató de alejarse de Erik cuando lo sacó de la cocina.
—Andrew —llamó Nicky —. Neil está herido. Andrew, Neil está
sangrando. Él necesita ayuda.
No era correcto para recordarle a Andrew. Sus labios se estiraron en
una sonrisa fría y cruel y apoyó todo su peso sobre su hermano,
inclinándolo hacia atrás sobre el fregadero como si estuviera planeando
abrir la arteria de Aaron por el desagüe. Neil concentró toda su energía en
inhalar profundamente para estabilizarse y puso las manos sobre el
mostrador para estabilizar su cabeza mareada.
—Andrew —susurró antes de cambiar al ruso—. Llévame arriba.
—Te lastimó —dijo Andrew lentamente—. Se ve tan sorprendido.
—Lo lastimaste de vuelta, están a mano. Quiero ir arriba ahora.
—¿Están hablando ruso? —preguntó Dan —. ¿Qué mierda?
Andrew clavó su pulgar en el hueco de la garganta de Aaron,
manteniendo sus ojos en el rostro pálido de su hermano.
—¿Qué tan malo es?
Neil se tomó un momento para evaluarse. Sintió como si su cabeza
estuviera llena de agua, todo estaba distante y demasiado brillante y
demasiado ruidoso al mismo tiempo. El dolor le gritaba por un lado de la
cabeza y latía en su nariz. Sin embargo, no se desmayó ni vomitó.
Rápidamente repasó las preguntas habituales en su cabeza: la fecha, la
dirección de la casa, el nombre del presidente actual, y aún tenía respuestas
para todas.
—Tengo una contusión leve —respondió finalmente, recurriendo al
inglés por falta de un mejor vocabulario ruso —. No es algo serio.
—¿Qué mierda? Neil, ¿qué está pasando? —Kevin rodeó a Matt,
furioso.
—Aaron le dio un puñetazo —respondió Nicky—. Se golpeó la
cabeza con bastante fuerza.
Renee apareció en el borde de la cocina con los demás y miró entre
Neil y Andrew.
—Andrew, ¿puedes decirme qué pasa?
Andrew la ignoró.
—Llévame arriba o le pediré a tu primo que me ayude —Neil se
acercó y dijo.
Andrew se apartó de Aaron, volvió a deslizar el cuchillo en su funda
debajo de los brazaletes y volvió sus ojos furiosos hacia Neil. Aaron se
deslizó hasta el suelo, tosiendo y agarrándose el corte superficial de su
cuello, antes de trepar hacia Katelyn y arrastrarla fuera de la habitación.
Andrew agarró la barbilla de Neil y lo miró a los ojos, asegurándose de que
sus pupilas estuvieran uniformes. Neil no se atrevía a preocuparse de que
los demás todavía los estuvieran mirando.
—¿Qué tan malo es? —preguntó Kevin.
—Tengo una contusión leve —repitió Neil.
—¿Una contusión cerebral?
—Dijo que era pequeña, Kevin —dijo Renee—. Neil todavía está de
pie y no vomitó. Eso es bueno.
—Cristo, Neil —suspiró Nicky —. Lo siento. Es mi ...
—No es culpa tuya —interrumpió Erik.
Matt se aclaró la garganta justo cuando Andrew empezó a pinchar la
nariz de Neil para ver si estaba rota. Neil se estremeció por el dolor, pero
Andrew lo agarró por la nuca con la otra mano para mantenerlo quieto.
—¿Necesita ir al hospital? —preguntó Matt —. Yo lo llevaré o ... o
Andrew lo haría, supongo. ¿Neil?
—No necesita un hospital —respondió Andrew. Sus ojos se clavaron
en Nicky—. Consigue hielo y una aspirina y tráelo a nuestra habitación.
—Andrew, necesita ir al maldito hospital. Una contusión cerebral es
grave — dijo Kevin.
—Y tú no necesitas una lengua para jugar Exy, Kevin —siseó
Andrew. Kevin cerró la boca de golpe, frunciendo el ceño.
Andrew envolvió su mano alrededor de la muñeca de Neil y lo sacó
de la cocina. Neil se apretó la nariz para cerrarla y trató de no gotear sangre
en las escaleras o la alfombra de su dormitorio. Sus confusos pensamientos
se quedaron atrás mientras Andrew lo conducía a través del dormitorio
hasta el baño. Sentó a Neil en el frío suelo de baldosas contra la pared y
mantuvo las luces apagadas, dejando la puerta abierta para que la luz
entrara sin tocar a Neil directamente. Neil estaba silenciosamente
agradecido. Su cabeza palpitaba y ardía y sentía que su cráneo estaba listo
para estallar como un globo inflado.
Observó a Andrew mojar un paño en el fregadero y luego agacharse a
su lado, balanceándose fácilmente sobre las puntas de sus pies. Los
movimientos de Andrew fueron rápidos y agitados. Su ira todavía estaba
hirviendo en sus hombros tensos, moviéndose en su mejilla y agudizando su
mirada, pero su mano fue cuidadosa mientras ahuecaba la mandíbula de
Neil. La otra mano limpió la sangre de sus labios y barbilla con el paño frío.
Aturdido, Neil se apoyó en la sutil presión de la palma de Andrew y dejó
que sus ojos se cerraran. El suave roce de las yemas de los dedos de
Andrew bajo su oreja hizo que su pulso saltara. La piel de gallina rodó por
sus brazos.
Abriendo los ojos, se sorprendió por la intensidad de los ojos de
Andrew mientras limpiaba la cara de Neil e inspeccionaba el moretón que
se desarrollaba por el costado de su nariz y se extendía debajo de su ojo. El
sabor de la sangre todavía colgaba de su lengua, pero todavía quería
inclinarse hacia adelante y besarlo.
—No —gruñó antes de que su mente desorientada pudiera procesarlo.
—¿No? —Andrew se quedó congelado.
Neil luchó por pensar en por qué había dicho eso, a quién se había
propuesto decírselo. Frunciendo el ceño, murmuró.
—No ... no sé.
Era lo suficientemente consciente para recordar que esto, la distancia
que se extendía entre sus pensamientos, era lo que más odiaba de las
lesiones en la cabeza. Las brechas lo dejaban débil y vulnerable.
—¿Quieres que deje de tocarte? —preguntó Andrew, levantando la
barbilla de Neil para atrapar su mirada.
—Me gusta —respondió Neil—. Necesito mantener mis manos
quietas.
Los dedos de Andrew se apretaron alrededor de su barbilla.
—Dijiste que fue una contusión menor. ¿Me estabas mintiendo?
—No estaba mintiendo. Estaré bien. Yo solo ... no puedo pensar con
claridad.
La suave voz de Nicky llegó desde la puerta.
—Sé cómo se siente eso—bromeó en voz baja.
Los ojos de Andrew se posaron en su primo. Neil observó cómo se le
tensaba la mandíbula y apenas reprimió el deseo de presionar sus labios allí.
—Erm, aquí —dijo Nicky con torpeza, entrando en la habitación para
entregarle a Andrew una bolsa de hielo y una botella de aspirina. Cuando
Andrew no lo amenazó de inmediato con salir, preguntó—.¿Cómo está
Neil?
—Lo escuchaste —dijo Andrew con firmeza.
—Correcto. Um, ¡oh! —salió del baño y Neil pudo escucharlo
hablando en voz baja con Erik antes de que regresara y dejara dos tazas en
el suelo junto a sus pies. “Aquí está tu café. Neil lo dejó ahí abajo. No sé si
lo quiere, pero sí. Ahí está. Pueden enviarme un mensaje de texto si
necesitan algo más, ¿de acuerdo?
Tenía un pie fuera de la puerta cuando Neil dijo:
—Espera.
—¿Si? —Nicky preguntó en voz baja.
—No te vas a ir tú también, ¿verdad? —Neil lo miró con los ojos
entrecerrados.
—Cierto. Erik me dijo eso. Yo no ... no sé si debería. Tal vez sería
mejor que me fuera —la sonrisa de Nicky decayó.
No miró a Andrew, pero Neil sabía en el fondo de su mente que
Nicky estaba desesperado por que Andrew le diera algún tipo de
reconocimiento de que las cosas no estaban completamente destrozadas
entre ellos. Neil empujó el tobillo de Andrew con el pie y lo miró.
—Tus cinco años aún no han terminado, Nicky —Andrew dijo entre
dientes, con los ojos fijos en el rostro de Neil.
—Eso es cierto —dijo Nicky en voz baja, pero sonaba aliviado—.
Envíame un mensaje de texto si me necesitas, ¿de acuerdo?
—Está bien —respondió Neil.
Una vez que Nicky se fue, Andrew empujó a Neil hacia adelante para
sostener la bolsa de hielo a un lado de su cabeza y Neil se desplomó contra
él, apoyando su frente en el hombro de Andrew. Sus manos cayeron
flácidamente sobre sus muslos y por un momento sólo respiró el aroma de
su gel de ducha en la piel de Andrew, deseando que la presión en su cabeza
disminuyera.
—Lo siento —murmuró—. Mi cabeza se siente muy pesada.
Andrew no respondió, pero tampoco lo apartó.
—Dejé que me golpeara.
—Lo sé.
Neil levantó la cabeza y presionó su frente contra la de Andrew,
suspirando contra su mejilla.
—Yo lo provoqué.
—Lo sé —murmuró Andrew—. Voy a tener que coserte la boca para
tu quinto año.
—No quiero pensar en eso —respondió Neil, gimiendo.
—Lo sé.
Capítulo 31
Sobre el camino de los nuevos comienzos
Como no estaba dispuesto a perder a Neil de su vista mientras estaba
vulnerable y aturdido, Andrew le dijo a Dan que sus planes de salir con Neil
tenían que esperar. Neil pasó el domingo tendido en el sofá de su
dormitorio, mirando la televisión apagada mientras esperaba que su mente
se despejara. Nicky y Renee traían comida o té cada pocas horas a petición
de Andrew, pero no se quedaban mucho tiempo para visitar. Kevin
sabiamente se mantuvo alejado del cuarto piso y se guardó sus reprimendas
para sí mismo. Andrew solo se fue del lado de Neil para usar el baño o
fumar en el balcón y cuando estaba en la sala de estar se sentaba en el suelo
fuera del alcance de Neil. No importa cuán seriamente Neil le aseguró que
su mente estaba lo suficientemente presente como para consentir en besar,
Andrew lo ignoró.
El lunes por la mañana, el rostro de Neil estaba salpicado de un
moretón oscuro y feo en el costado de la nariz y todavía le dolía la cabeza,
pero la niebla de la conmoción cerebral se había disipado. Andrew no dijo
nada cuando Neil dijo que él y Dan iban a almorzar, pero Neil pudo ver la
tensión en su mandíbula.
En las escaleras, pasó junto a Kevin, que tenía el teléfono pegado a la
oreja. Neil respondió a la mirada interrogante de Kevin con una pequeña
sonrisa y un pulgar hacia arriba. Kevin, satisfecho, continuó su camino,
hablando en voz baja en francés. Brook y Riley miraron a Neil con
curiosidad cuando entró en el salón y Brian le preguntó si su cabeza estaba
bien. Matt le dio unas palmaditas en el hombro a Neil y dijo:
—Verlos a todos golpeados no es algo que extrañara. ¿Estás bien?
—Estoy bien —respondió Neil antes de mirar a Dan—. ¿Estás lista?
Dan dejó la revista y se levantó del sillón. "Sip. Matt, asegúrate de
que los niños se porten bien. Regresaremos más tarde ".
Matt la besó en la mejilla y regresó con los Foxes más jóvenes,
diciendo:
—Está bien, ¿quién está listo para que le pateen el trasero en el ping-
pong?
El día estaba nublado y más fresco gracias a la gran tormenta que
pasó el sábado y Neil se sintió aliviado en privado de que el sol estuviera
escondido donde no podía empeorar su dolor de cabeza. Se subieron a la
camioneta de Matt con Dan detrás del volante, ya que no quería arriesgarse
a que Neil condujera. Pronto condujeron lentamente por la ciudad en busca
del restaurante que Dan había elegido. Dan entrecerró los ojos ante los
letreros de las calles y se mordió el labio mientras intentaba recordar dónde
se suponía que estaba el restaurante, suspirando disgustada de vez en
cuando cuando tomaba un giro equivocado.
—Podemos detenernos en cualquier lugar —dijo Neil.
—Silencio, Neil.
A Neil no le importaba conducir sin rumbo fijo por la isla y observar
el paisaje, así que mantuvo la boca cerrada después de eso. Veinte minutos
después, Dan finalmente logró encontrar el Rusty Anchor, un pequeño
restaurante de mariscos cerca de un puerto deportivo lleno de elegantes
veleros y transbordadores cuadrados. El estacionamiento era irregular y
pequeño y solo estaba medio lleno. Sobre la puerta colgaba un ancla de
madera con el nombre del restaurante pintado en ella.
En el interior, el restaurante estaba decorado tal como esperaba Neil:
un par de remos se cruzaron sobre un salvavidas descolorido justo detrás
del puesto del recibidor y un bote de remos partido a la mitad se fijó justo
encima de las puertas dobles que conducían al comedor principal. Cuadros
enmarcados de peces de agua salada y fotografías de famosos barcos de
pesca colgados de las paredes entre las ventanas y redes de pesca decoradas
con anzuelos emplumados colgaban de las vigas. El aire olía a pasta frita,
vinagre de malta y cerveza, y el suelo se pegaba a las zapatillas de Neil en
algunos lugares, pero en general no le importaba.
Se sentaron rápidamente y se les dieron menús que estaban gastados
en las esquinas. La camarera les trajo vasos de agua con rodajas de limón
metidas entre los cubos de hielo antes de revolotear para atender otra mesa.
Los ojos de Dan recorrieron el menú, tomando rápidamente sus opciones,
antes de decidirse por algo y dejar el menú, cruzando los brazos sobre él
con una sonrisa ansiosa en su rostro.
—Entonces —comenzó, apartando la atención de Neil de la lista de
sopas—, ¿cómo están las cosas?
—¿Las cosas?
—Las cosas —repitió Dan enfáticamente—. ¿Cómo van las cosas con
el chico que te dio esos chupetones?
La mano de Neil los alcanzó automáticamente antes de que pudiera
detenerse.
—Oh, eh, las cosas están bien.
—Matt dijo que los atrapó a ustedes dos besándose la otra noche —su
sonrisa estaba complacida y rodeada de profundos hoyuelos—. Quería que
me contaras los detalles ayer, pero luego ocurrió el torbellino Minyard y
Andrew te encerró en su torre.
—No hay muchos detalles para contar —dijo Neil de manera
uniforme, volviendo su atención al menú—. Quiero decir, tú y Matt se
besan todo el tiempo. Tu sabes como va.
—Vamos, es Andrew. No puedes culparnos por ser curiosos .
—No es como si fuera una especie diferente —dijo Neil en voz baja.
Sabía que los demás no entendían a Andrew, pero aun así le resultaba
irritante cuando hablaban de él como si fuera una máquina o un sociópata.
—Todo bien —Dan levantó las manos en señal de rendición—. Pero
dime, ¿estás contento con él?
Cuando Neil la miró de nuevo, había una preocupación genuina
brillando en sus ojos.
—Sí —respondió—. ¿Podemos cambiar de tema ahora?
—Claro, chico —se rió —. ¿Qué hay de los Trojans?
La camarera apareció un momento después y tomó su pedido. Dan
pidió camarones rebozados con cerveza con pan de maíz y papas fritas y
Neil pidió un plato de sopa de almejas. A pesar de que Dan no se tomó en
serio su pregunta, sí hablaron de los Trojans y los Lions mientras esperaban
que apareciera su comida.
Una vez que llegó la comida, el tema pasó a los Foxes entrantes y al
año que enfrentaba Neil. Dan le recordó que Wymack nunca esperaba que
nada saliera bien con los Foxes y que ella solo estaría a una llamada de
distancia si necesitaba un consejo. Neil tragó un bocado de sopa espesa y
trató de mantener su expresión neutral, pero Dan atrapó el tirón hacia abajo
de sus labios.
—¿Está todo bien, Neil? —preguntó en voz baja—. He notado que te
ves un poco decaído últimamente.
—No sé qué voy a hacer sin ustedes —Neil se rascó el cuello.
—Sabes, estaba muy feliz de dejar mi ciudad natal después de que
Wymack me contrató —dijo Dan en voz baja—. Me sentí muy, muy feliz de
salir de allí y empezar de nuevo en un nuevo lugar. Estaba aterrorizada de
estar atrapada en un parque de casas rodantes por el resto de mi vida.
Neil dejó de comer y escuchó con atención, sin entender por qué le
estaba contando eso.
—Pero, a pesar de lo bueno que era estar lejos de ese lugar, me costó
mucho dejar atrás a mis hermanas del escenario —ella sonrió con tristeza y
tomó un sorbo de agua antes de continuar—. Me sorprendió la añoranza que
sentía. Las cosas ya estaban mal por los imbéciles que tuve que aguantar y
el equipo era un desastre total y me sentí ... perdida sin mis hermanas
alrededor. Finalmente me derrumbé y las llamé para decirles lo mal que
estaban las cosas y solo el hacer que me escucharan y saber que se
preocupaban por mí fue suficiente para calmar la nostalgia. Es difícil estar
lejos de la familia, pero hay una gran diferencia entre estar por ti mismo y
estar completamente solo.
El corazón de Neil estaba lleno y pesado.
—No estarás solo, Neil, porque el resto de nosotros no te lo dejará
estar. Todo estará bien. Y además —Dan se rió—, vas a tener las manos
ocupadas con el resto de esos idiotas. Estarás demasiado ocupado para
deprimirte.
Neil esbozó una pequeña sonrisa.
—¿Vendrás a vernos ganar la final el año que viene?
—¡Ni siquiera lo digas! Por supuesto que lo haré. Me teñiré el pelo de
naranja y todo.
Después del almuerzo, recorrieron la isla un rato más, hablando sobre
el nuevo trabajo de Dan y las estrategias de Neil para el entrenamiento de
verano, y luego regresaron a la casa. Dan estacionó la camioneta junto al
Maserati y, cuando salieron a la acera, notaron que Nicky estaba sentado a
la mitad de las escaleras delanteras con una taza de café en las manos.
Dan intercambió un saludo alegre con Nicky antes de que ella entrara
a buscar a Matt. Neil se metió las manos en los bolsillos de los jeans y se
sentó al lado del hombre mayor. Su silencio fue suficiente para que Nicky
se explicara.
—Erik y Aaron salieron a comprar alcohol juntos —dijo
rotundamente—. Como hace una hora.
—Oh.
—Le dije a Erik que no volvería con él a Alemania, así que quería
tener una charla con Aaron sobre ... bueno, ya sabes.
Neil asintió. No podía recordar si había visto algún signo de
remordimiento en el rostro de Aaron cuando Erik expuso el dolor de Nicky,
pero Neil sabía el horror de saber que un ser querido sufría de heridas
invisibles. Aaron tenía una lengua afilada y, tanto si tenía la intención de
causar un daño real como si no, había reabierto la peor de las viejas heridas
de Nicky: las heridas que Erik había cosido y curado después de que Nicky
fuera por primera vez a Alemania. Sin embargo, era difícil decir con el
temperamento relajado de Nicky y las sonrisas brillantes que alguna vez
había sufrido. Neil no sabía si Nicky era mejor actor de lo que se le atribuía
o si el amor y la devoción de Erik le habían dado la fuerza suficiente para
seguir sonriendo a lo largo de los años.
—Pensé que Aaron estaba mejorando con todo —dijo Neil—. Me
sorprende que haya ido a por ti así ayer.
—Todo lo que Aaron quiere es construir una buena vida para sí
mismo y dejar atrás su pasado, pero es más complicado de lo que esperaba.
En su mente, no está progresando lo suficientemente rápido y Andrew
todavía lo deja fuera. Estaba ansioso por pelear, así que apuntó a lo que vio
que era el objetivo más fácil y disparó. Siempre ha tenido problemas para
dejar sus malos hábitos.
Neil asintió, entendiendo.
—¿Dejó a Katelyn en la casa con Andrew?
—Mierda, no —se rió Nicky—. Ella y Allison están de compras.
—Probablemente lo mejor. ¿Pelearon o algo ayer?
—Oh, sí —Nicky tomó un sorbo de café y sonrió—. Escuché un
poco. Ella le dijo que está decepcionada y que quiere que él se esfuerce por
estar más cerca del resto del equipo.
—No puedo esperar para eso—refunfuñó Neil.
Nicky resopló y negó con la cabeza, pero se olvidó de lo que quería
decir a continuación cuando unos pasos suaves vinieron detrás de ellos.
Andrew bajaba las escaleras con un paquete de cigarrillos en la mano,
deslizando una mirada aburrida entre los dos. Neil se volteó para sentarse
de lado mientras Andrew se bajaba para sentarse un par de pasos por
encima de él. Nicky miró a su primo con los ojos muy abiertos y
expectantes mientras Andrew encendía dos cigarrillos con calma y le
pasaba uno a Neil. Dio unas bocanadas rápidas y entrecerró los ojos en el
camino de entrada, pero no dijo nada.
Lentamente, Nicky se relajó y siguió bebiendo su café. No tuvieron
que esperar mucho para que el coche alquilado de Nicky apareciera a la
vista y aparcara a un lado detrás del Lexus. Aaron conducía y se tomó su
tiempo para apagar el motor y salir. Para cuando salió del auto, Erik estaba
a medio camino de Nicky con las bolsas de la licorería en sus manos.
Aaron vio a Erik subir los escalones hasta donde estaba sentado
Nicky y agacharse para besar su mejilla. Su expresión estaba en blanco,
pero su silencio era tan fuerte como el de su hermano. Neil se dio cuenta de
que era aceptación y solo eso era un comienzo prometedor.
Capítulo 32
La Costa Opuesta
A las tres de la mañana del miércoles, Neil todavía estaba
completamente despierto incluso después de estar acostado en la cama
durante una hora escuchando la respiración tranquila de Andrew. Antes,
finalmente había logrado convencer a Andrew de que la contusión cerebral
leve que había sufrido el domingo había terminado, pero Andrew todavía se
había negado a ponerle las manos encima. Sin embargo, no era solo la
excitación insatisfecha que salía de su cuerpo lo que lo mantenía despierto.
La playa parecía hacerse más ruidosa cada día, más difícil de ignorar,
y los recuerdos de su madre se hincharon con ella. A los Foxes solo les
quedaba media semana en la cabaña antes de separarse para el resto de sus
cortas vacaciones de verano. La próxima vez que Neil entrara a la cancha lo
haría como su capitán.
A las tres y cuarto, Neil decidió que estaba demasiado inquieto para
quedarse allí. Tan silenciosamente como pudo, se levantó de la cama y
atravesó la oscura habitación. No cerró la puerta del todo por miedo a
molestar a Andrew más de lo que probablemente ya lo había hecho. Con las
yemas de los dedos arrastrando ligeramente las paredes lisas, bajó las
escaleras, atravesó la casa y salió sin tropezar en las sombras ni chocar con
nada.
El cielo era una extensión interminable de terciopelo negro sembrado
de migajas de luz blanca de estrellas y una media luna brillante. El agua era
una masa susurrante y rodante con luz rota bailando sobre la superficie. El
olor a agua salada y hierba empapada de rocío lo inundó mientras caminaba
descalzo por el césped fresco. Los tablones de madera de la pasarela eran
ásperos contra las plantas de sus pies, pero pronto pisó arena rocosa y
hierba espinosa. Neil respiró hondo el aire del océano mientras sus pies lo
llevaban hacia la arena dura y húmeda. Se detuvo fuera del alcance de la
marea para subirse los pantalones de chándal hasta las rodillas, lo
suficientemente apretados para que no se cayeran, y luego caminó para
encontrarse con la siguiente ola que llegaba a la orilla. El agua estaba
refrescantemente fría y suave mientras envolvía sus pies por un breve y
relajante momento antes de alejarse.
El miedo instintivo se agitó en su pecho mientras parpadeaba ante los
fragmentos de luz de la luna en las olas lejanas. No mires atrás. No te
detengas. No confíes en nadie. La voz de su madre sonaba frenética en sus
oídos, pero ya no podía sentir la ferocidad de sus dedos agarrando su brazo.
Por una vez, sus pies no picaron con el terrible y entrenado deseo de correr
y la voz de otro hizo eco en su mente, diciéndole que se quedara.
Había sido atrapado por un contrato ofrecido, detenido por una
raqueta hasta las costillas. Había sido atraído por un brillante juego de
llaves e hipnotizado por la corte más hermosa que había visto en su vida. Lo
habían convencido para negociar y luego anclado por su ardiente deseo de
quedarse, ganar, tener algo real por una vez.
—Lo siento mamá —su susurro fue más fuerte que su recuerdo de
ella.
Podía recordar lo pequeño que se sentía, lo perdido, cuando se fue a
San Francisco sin ella. Recordó la aplastante desesperanza mientras
deambulaba sin nadie que lo cuidara. Su cuerpo podía recordar el dolor de
dormir en un piso duro en una casa vacía. Su lengua todavía podía saborear
todos los pensamientos tácitos que se oxidaban detrás de los labios sellados.
También podía sentir la boca de Andrew sobre la suya, lista para
captar hasta el más mínimo suspiro. Recordó las gotas de lluvia sobre los
hombros de Matt y Renee, la preocupación en sus ojos. Todavía podía sentir
a Wymack sosteniéndolo, cosiéndolo. Tenía toda una familia que se percató
de su desaparición, que escuchaban cuando él hablaba, y se mantenían a su
lado cuando sus demonios lo acechaban.
Neil estaba a años de la tumba sin nombre de su madre y el olor a
gasolina que se mezclaba con carne quemada. Estaba de pie en la costa
opuesta, por su cuenta, pero no solo. Inhalando profundamente, dejó a un
lado las advertencias de su madre y sus promesas incumplidas para siempre.
Miró hacia su futuro como capitán de los Foxes y un año más en Palmetto
State University.
Unos pasos suaves se hundieron en la arena detrás de él. Neil no tuvo
que mirar para saber quién era.
—Estoy bastante seguro de que se supone que debes llenarte los
bolsillos con piedras o algo así —Andrew hizo una pausa mientras daba una
larga calada a su cigarrillo—. Aunque probablemente tengas suficientes
problemas como para hundirte.
Neil puso los ojos en blanco e inclinó la cabeza hacia atrás para mirar
las estrellas.
—No dejarías que me ahogara.
—Pruébame.
Su nueva paz se apoderó de su pecho como una brisa fresca de
primavera y lo hizo sentir más ligero, más audaz. Neil dio unos pasos fuera
del alcance del agua y se quitó la camiseta con un movimiento suave. El
cigarrillo de Andrew se hundió en su boca, la única señal de que Neil lo
había sorprendido. Sin decir palabra, vio a Neil arrojar su camiseta a la
arena y quitarse los pantalones de chándal y los calzoncillos también.
Hizo una pausa bajo la mirada fija de Andrew. El aire fresco de la
noche y la nebulosa luz de la luna acariciaban su piel desnuda y, aunque
estaba oculto del resto del mundo, Andrew podía verlo todo. El rubio
permaneció a unos metros de distancia, sin avanzar ni retroceder, mientras
Neil regresaba al agua. El escalofrío inundó su piel con la piel de gallina
mientras caminaba más, más profundo, hasta que una ola fue lo
suficientemente alta como para tocar su boca y nariz. Se quedó allí en la
cómoda profundidad, donde podía tocar la arena entre las olas, pisando el
agua y tratando de acostumbrarse a la extraña sensación de estar
completamente desnudo. A la deriva en el agua fría del océano, en la
tranquila oscuridad, Neil se sintió como un niño imprudente.
Un siseo detrás de él lo rompió de su tranquila observación de las
estrellas. Echó la cabeza hacia atrás y vio a Andrew, despojado de su ropa
interior y medio sumergido con un ceño de odio pintado en su rostro. Neil
podía ver que sus hombros temblaban mientras luchaba por adaptarse a la
temperatura más fría del agua.
—¿Vienes a nadar? —bromeó Neil.
—Sólo para ahogarte.
Neil escuchó los dientes de Andrew castañetear mientras se acercaba.
—Está más helado que el culo de un fantasma aquí —continuó
Andrew con amargura.
Cuando estuvo a su alcance, Neil puso su mano alrededor del cuello
de Andrew y lo acercó más, murmurando.
—Puedo mantenerte caliente.
Andrew lo empujó lejos.
—Pensé que habías dicho que tu cabeza ya no estaba hecha mierda —
siseó bruscamente de nuevo cuando una ola pasó sobre sus hombros,
rozando justo debajo de su barbilla. Neil se rió y se inclinó hacia la
siguiente, dejando que lo levantara del suelo arenoso.
—Te acostumbrarás —dijo Neil antes de levantar las piernas y nadar
en aguas más profundas. Estaba más helada de lo que le gustaría, pero con
la mayor parte de su cuerpo sumergido, el frío se sentía normal y casi
cómodo. A varios metros de Andrew, flotaba sobre su espalda, confiando en
su flotabilidad, y miraba los cúmulos de estrellas en el cielo. El universo
estaba más cerca de lo que nunca había estado, perpetuamente indiferente
pero hermoso de todos modos.
Sintió el agua moverse antes de sentir la mano de Andrew deslizarse
por su estómago. Neil levantó la cabeza y metió el cuerpo, girándose de
modo que estuviera erguido y flotando en el agua con Andrew, que había
dejado de temblar.
—Puede que hayan tiburones aquí —dijo Neil.
—¿Te preocupa nadar con cosas mortales? —Andrew deslizó una
mirada pasiva a través de la superficie en sombras.
—Fui criado por cosas mortales.
—Sí, bueno, y aún así creciste para ser una presa.
Neil tarareó e inclinó la barbilla hacia abajo en el agua por un
momento.
—Ya no me persiguen.
—Hiciste un trato con los Moriyama, no con los tiburones.
—Probablemente no muerdan si no hay sangre en el agua.
Andrew extendió la mano para tocar el hematoma que se estaba
curando en la cara de Neil.
—No tengo que recordarte lo bueno que eres sangrando.
—Te tengo a ti para curarme —Neil se inclinó hacia adelante y lo
besó.
—Eres estúpido —murmuró Andrew contra su boca antes de
profundizar el beso. Su lengua estaba caliente contra los labios fríos de Neil
y Neil se abrió a él de inmediato, deseando más de su calor. Andrew rodeó
con una mano el cuello de Neil y puso algo de su peso en su hombro. Los
dedos de Neil entraron en el cabello de Andrew, humedeciendo los
mechones suaves y tersos. Andrew empujó su lengua contra la de Neil,
gruñendo en su boca. Sus cuerpos se deslizaron juntos bajo la superficie y
sus piernas amenazaron con enredarse. Una ola bañó sus rostros,
derramando agua salada entre sus labios, y Neil contuvo la respiración justo
a tiempo para evitar el escozor del agua en la nariz. Tal vez estarían tan
entrelazados que no podrían mantenerse a flote, tal vez se arrastrarían el
uno al otro hacia abajo. Neil sabía que nadie se sorprendería. La destrucción
mutua asegurada era lo que la mayoría de la gente esperaba de Andrew. Sin
embargo, justo a tiempo, Andrew soltó el cuello de Neil y tiró de las piernas
de Neil alrededor de sus caderas, soportando su peso. Se ajustaron y
sobrevivieron.
Neil cruzó los tobillos detrás del cuerpo de Andrew, evitando
cuidadosamente aferrarse con demasiada fuerza, y sus manos se enterraron
en el húmedo cabello rubio. Quizás fue el peligro adicional, los
pensamientos de depredadores que se hundían o nadaban, lo que hizo que el
beso fuera desesperado. Andrew lo besó como si solo le quedaran unos
minutos en lugar de toda una vida, como si su única esperanza de oxígeno
viniera de los pulmones de Neil. A su vez, la mente de Neil se quedó en
blanco y acercó a Andrew por puro y bien fundado instinto de
supervivencia. Sus lenguas y labios empujaron más fuerte, los dientes se
encontraron con dureza, los dedos agarraron hombros, caderas y cabello.
Neil ardía de deseo. Quería a Andrew más cerca, rodeándolo, dentro de él.
No tenía ninguna duda de cuál sería su respuesta cuando Andrew
finalmente estuviera listo para pedir ese último pedazo de él. Su sí le
atravesó el pecho como miel, dulce y lento.
Andrew se quedó sin aliento y arrastró una mano por la espalda de
Neil, mirando a los ojos de Neil.
—Hace mucho frío aquí fuera —susurró.
Los labios de Neil tiraron hacia arriba en una pequeña sonrisa.
—¿Café?
Andrew negó con la cabeza.
—Ducha.
—Mm, estoy demasiado cansado para pararme en la ducha —se
apretó contra Andrew para darle otro breve beso.
—Si estás demasiado cansado para ducharte, no deberías estar aquí
nadando, idiota —Andrew echó la cabeza hacia atrás, molesto.
—Seré sabio eventualmente.
—Tienes dos años para sacarte la cabeza de tu trasero.
—Si no puedo para ese entonces, ¿te quedarás? —la sonrisa de Neil
se ensanchó.
—Ugh —Andrew lo empujó y comenzó a nadar hacia la orilla.
—¿Eso es un sí o un no? —Neil lo llamó, riendo.
De regreso a la playa, se estremecieron y se vistieron lo más rápido
que pudieron. La arena se les pegaba a los pies, caía de los pliegues de sus
pantalones de chándal y se pegaba obstinadamente a sus manos mojadas
mientras intentaban quitársela. Siguieron la pasarela de madera de regreso
al césped y al área de concreto alrededor de la piscina. Escondidos junto a
la bañera de hidromasaje cubierta había un par de duchas al aire libre, que
usaban para lavarse la arena de los pies antes de secarse lo más posible con
una toalla.
El frío se había hundido profundamente en el cuerpo de Neil. Todavía
estaba temblando cuando regresaron a su habitación, así que se dirigió
directamente al baño y se quedó un momento en medio del suelo de
baldosas. Neil miró de la ducha a la bañera, debatiendo unos momentos
antes de decidirse a probar la bañera. No se había tomado el tiempo para un
baño en años. En la carrera, limpiarse siempre había sido cuestión de
simplicidad y eficiencia, y nunca se había tomado el tiempo de sumergirse
en la bañera de su dormitorio. Sin embargo, cuando era niño, los baños eran
algo que disfrutaba. Podía recordar a su niñera frotando cuidadosamente
champú en su cabello y dejándolo tener diez minutos extra para jugar con
su submarino de juguete.
Eran más de las cuatro y estaba empezando a sentir la sensación
asquerosa y ahuecada que siempre llenaba su boca y estómago cuando se
saltaba el sueño, pero todavía estaba zumbando por la extraña emoción de
nadar desnudo en el océano. Mientras al menos esté probando cosas
nuevas, pensó mientras abría los grifos de cobre y soltaban un chorro
palpitante. Sostuvo los dedos bajo el agua y ajustó los grifos hasta que
encontró una temperatura lo suficientemente alta como para descongelar su
cuerpo frío, pero no lo suficiente para cocinarlo.
—¿Qué diablos estás haciendo? —Andrew refunfuñó desde la puerta
justo cuando Neil estaba poniendo el tapón en el desagüe.
—Me estoy bañando.
—No me di cuenta de que eras tan anfibio.
Neil se puso de pie y comenzó a quitarse la ropa húmeda. Le picaba la
piel al aire libre. Para su sorpresa, Andrew entró y cerró la puerta. Encendió
el ventilador antes de apoyarse contra la pared y ver a Neil desnudarse.
—Deja de mirarme así —bromeó Neil, tratando de imitar el tono de
Andrew.
Andrew inclinó la cabeza y miró a Neil sin inmutarse, aunque sus
ojos habían estado estudiando los muslos esculpidos de Neil
descaradamente sólo un momento antes.
Neil se metió en la bañera y se sentó con los brazos cruzados sobre
las rodillas. La porcelana estaba demasiado fría para apoyarse en ella y el
agua estaba lo suficientemente alta como para filtrarse por sus caderas.
Trató de ocultar su escalofrío, pero se le puso la piel de gallina en parches
en la espalda y los brazos. Andrew permaneció contra la pared, demasiado
desinteresado o demasiado terco para moverse.
—No recuerdo la última vez que me di un baño —reveló Andrew
cuando el agua estaba en la cintura de Neil.
Neil trató de no mostrar que estaba aliviado.
—Me gustaban cuando era niño —dijo en voz baja—. Pensé en darle
otra oportunidad.
—¿Ya que eres estúpido y estás privado de sueño?
—Ya que soy estúpido y estoy privado de sueño—confirmó Neil,
volviéndose para descansar su sien sobre su rodilla para poder mirar a
Andrew—. ¿Quieres acompañarme?
—Quería dormir.
Él era bueno para desviar. Neil debería haber esperado tanto de un
portero.
—Es una bañera grande —intentó Neil, apuntando desde un ángulo
diferente.
—Es una bañera grande —coincidió Andrew con neutralidad.
Neil extendió los brazos frente a él, curvando la espalda hasta que
sintió la placentera quemadura de músculos bien estirados. El agua estaba
justo debajo de sus brazos ahora. Había terminado de intentar atraer a
Andrew para que se uniera a él en el agua caliente, así que se echó hacia
atrás. Respiró silenciosamente cuando el punto dolorido en la parte
posterior de su cabeza se encontró con la pared dura de la bañera, pero trató
de ocultar su dolor hundiéndose más en el agua. Solo la mitad superior de
su cabeza era visible por encima de la pared alta de la bañera y estar
mayormente escondido lo ayudó a no mirar a Andrew. En cambio, sus ojos
estudiaron la espesa columna de agua que caía del grifo. Tuvo que apuntar
los dedos de los pies y estirar las piernas para llegar al otro extremo de la
bañera.
Justo cuando el agua le llegaba por la barbilla y le rozaba el labio
inferior, Andrew estaba allí, al lado de la bañera, cerrando el grifo. Neil vio
como Andrew se quitaba la camisa y dejaba caer la ropa interior y la
sudadera.
—Muévete —ordenó Andrew.
Neil se sentó y se deslizó hacia adelante para darle espacio a Andrew
detrás de él.
—No me voy a sentar con el puto grifo clavándome la cabeza —
explicó Andrew a pesar de que Neil no había preguntado, ni siquiera había
pensado en preguntarse.
Mantuvo la mirada hacia adelante mientras Andrew se metía
lentamente en la bañera. Andrew dobló las piernas alrededor de las caderas
de Neil y, temblando, tiró de Neil contra su pecho. La cabeza de Neil cayó
hacia atrás sobre el hombro de Andrew hasta que se sentó un poco más para
arreglar el incómodo ángulo de su cuello. Un poderoso temblor atravesó el
cuerpo de Andrew.
—Solo estoy haciendo esto porque casi me congelo las pelotas —
gruñó Andrew.
—Bueno.
—Nadar fue una idea tonta.
—No tenías que entrar —los labios de Neil se crisparon.
—Parecía que estabas teniendo un ataque nervioso.
—Estaba bien.
—Seguro.
—Lo estaba —Neil volvió la cabeza para mirar a Andrew—. Estoy
bien.
Andrew empujó los moretones que se desvanecían a lo largo del
costado de Neil antes de deslizarse por su pecho y curvar sus dedos
alrededor de la garganta de Neil. Su pulgar empujó la barbilla de Neil hacia
arriba hasta que su garganta quedó alargada y expuesta, increíblemente
frágil bajo la fuerte mano de Andrew. La mirada de Neil viajó por el techo
mientras Andrew le mordía lentamente la oreja y trazaba la carótida de Neil
hasta que sus dedos encontraron su pulso tranquilo. Una gota cayó del grifo
y el agua de la bañera se estremeció. Con la espalda presionada contra el
pecho de Andrew, Neil podía sentir el latido del corazón de Andrew entre
sus omóplatos, podía sentirlo expandirse y contraerse con respiraciones
profundas. Podía sentir la pregunta hinchándose en los pulmones de
Andrew antes de que la boca de Andrew se abriera contra su cuello para
preguntar.
—Te diré que no si es necesario —Neil habló primero.
Después de una pausa agonizante, Andrew metió la otra mano entre
las piernas de Neil y empujó un beso mordaz y doloroso en la curva de su
cuello sin el habitual sí o no. Neil necesitaba que supiera que no tenía que
tocar cuando tenía una llave. Sus avances eran bienvenidos y deseados.
La barba rubia de Andrew raspó la piel húmeda de su cuello. Neil
tragó saliva, su garganta se sacudió bajo la presión de la palma de Andrew y
dejó escapar un suspiro tembloroso. Su pulso se aceleró, su deseo se apretó
fuertemente en su ingle. La boca de Andrew reemplazó las marcas que se
habían desvanecido.
Andrew hundió el pulgar debajo de la mandíbula de Neil, apretó a
Neil en su mano y dijo:
—Podría matarte.
La respiración de Neil era escasa bajo la mano de Andrew.
—Lo sé —respondió. No hizo ningún movimiento para liberarse y no
pensó en ningún plan para escapar.
Andrew empujó la cadena del tapón con el pie hasta que el desagüe se
abrió y el agua inundó las tuberías. Cuando el nivel del agua descendió,
Andrew tocó a Neil más rápido y mantuvo la presión suficiente alrededor
de la delicada columna de su garganta para que sintiera el potencial de daño
en ella. Sin embargo, aunque el potencial siempre estuvo ahí. Neil fue
criado, entrenado, para ver el potencial de peligro en todo. Cada espada
puede hacer que sangre. Cada mano podría doler.
Pero el potencial sin intención, sin motivación, era inofensivo. Neil
estaba a salvo.
Andrew mordió el hombro de Neil y empezó un ritmo más duro.
—Sí —Neil jadeó con voz extraña y se estiró. Empujó contra el pecho
de Andrew y se movió en su mano. El aire frío bañó su piel mientras el
agua tibia bajaba y lo dejaba expuesto. Su ardiente y floreciente placer
luchó contra el frío.
Para cuando el agua estaba poco profunda y gorgoteaba alrededor del
desagüe, Neil estaba cayendo al borde de su orgasmo y soltándose
espesamente en la palma de Andrew. Los dedos acariciaron su pulso
martilleante mientras recuperaba el aliento y se recuperaba. Después de
unos momentos, Andrew los inclinó hacia adelante para lavarse la mano
con los pocos centímetros de agua que quedaban en el fondo de la bañera.
Neil se quedó encorvado sobre las rodillas, respirando con dificultad y
temblando, mientras Andrew salía de la bañera y buscaba una toalla para
secarse.
Neil también se lanzó fuera de la bañera, mareado y decidido, justo
cuando Andrew estaba envolviendo la toalla alrededor de su cintura.
—¿Sí o no?
Andrew se detuvo con la camiseta en las manos y miró a Neil
entrecerrando los ojos.
—Sí.
El agua goteó del cuerpo de Neil sobre las baldosas frías cuando se
arrodilló frente a Andrew y presionó una fila de besos en su estómago. Los
dedos de Andrew abrieron la toalla y dejaron que se juntara alrededor de
sus pies. El sueño llamaba. Neil pudo ver el cansancio en la forma en que
Andrew se hundió contra la encimera, así que inhaló profundamente y tomó
la mayor parte de Andrew en su boca y estableció un ritmo áspero y
desesperado. Andrew dejó escapar un sonido estrangulado y agarró la
cabeza de Neil, acercándolo más. Inseguro de dónde se le permitió tocar,
Neil colocó sus manos sobre las de Andrew y enredó sus dedos en su propio
cabello mientras lo tomaba más profundamente. El cansancio borroso que
jugaba alrededor de los límites de su mente y el escozor de su propia mano
rozando su dolorido cráneo ayudaron a distraerlo de la necesidad de vomitar
mientras se tragaba a Andrew entero.
Andrew gruñó algo que sonó como el nombre de Neil mientras
temblaba y se derramaba en la boca de Neil un par de minutos después. Neil
se mantuvo quieto hasta que el orgasmo de Andrew se desarrolló por
completo y luego se retiró lentamente, tragando. Andrew rascó el cuero
cabelludo de Neil con sus uñas opacas y dejó escapar un gran suspiro.
—Mierda.
—¿Bueno? —Neil se secó la boca con la mano.
—Es tarde —dijo Andrew, frunciendo el ceño—. Cepíllate los dientes
y ven a la cama.
Capítulo 33
Un Nuevo Day
Neil se despertó con una melancolía agridulce acumulada en su
estómago como un jarabe el sábado por la mañana. El sol ya había salido y
la luz que se filtraba a través de las cortinas era de un naranja tenue y suave.
El hombro de Neil proyectaba una tenue sombra en el corto espacio entre su
cuerpo y el de Andrew. El rubio dormido tenía la nariz dada vuelta hacia la
almohada con los labios entreabiertos, la mandíbula floja y las pálidas
pestañas doradas ondeando sutilmente mientras continuaba soñando. Unos
pocos dedos de su mano extendida temblaron y Neil metió sus propias
manos entre sus muslos para evitar estirar la mano para trazarlos. Andrew
sólo tuvo unos momentos más de paz antes de que Neil tuviera que
levantarse de la cama para encontrarse con Kevin en el piso de abajo para
su corrida matutina.
Era su último día completo en la casa. El domingo por la mañana,
empacarían sus vehículos para ir por caminos separados y solo algunos de
los Foxes regresarían a la Fox Tower en junio. Neil ya no lo temía, pero no
podía evitar desear poder clavar sus talones y quedarse en este último día
tanto como pudiera. Luchó por no contar las horas y los minutos hasta su
inevitable partida.
En la mesita de noche, el teléfono de Neil vibró con el mensaje de
"despierta" de Kevin y los ojos de Andrew se abrieron, perturbados por el
pequeño ruido.
—Estás mirando —se quejó antes de voltear su rostro hacia la
almohada.
Neil asintió en reconocimiento y salió de debajo de las mantas. Se
estiró, suspirando por los profundos estallidos de sus articulaciones, y
sacudió la rigidez del brazo en el que había dormido. Después de ir al baño,
se puso una camiseta gris descolorida y unos pantalones cortos y luego se
puso las bandas y los calcetines. Enganchando los dedos en la parte de atrás
de sus zapatos para correr, miró por última vez a Andrew, que parecía estar
profundamente dormido de nuevo, y luego se dirigió hacia abajo para
encontrarse con Kevin.
Kevin estaba jugando con su nuevo reloj que registraba su frecuencia
cardíaca, los pasos dados y calculaba las calorías quemadas. Neil pensó que
era ridículo, pero sus comentarios no afectaron la resolución de Kevin de
seguir usándolo.
Neil se sentó en el último escalón y se puso los zapatos, escuchando
la charla tranquila que flotaba en el pasillo desde la cocina.
—¿Listo? —Kevin preguntó mientras Neil se levantaba.
—Vámonos.
Estiraron las piernas en el camino de entrada, temblando levemente
en las húmedas sombras de la mañana, antes de empezar a bajar por Ocean
Boulevard en un trote lento. Aceleraron cuando llegaron a Palm y, por una
vez, los dos delanteros se contentaron en correr uno al lado del otro en lugar
de en una carrera. Kevin generalmente comenzaba a hablar una vez que
llegaban al puente hacia la isla de Sullivan, ya sea sobre Exy o sus
compañeros de equipo, pero ese día estaba extrañamente callado. Neil se
dio cuenta de que algo estaba en la mente de Kevin y supuso que tenía algo
que ver con todo el francés murmurado que Neil había estado escuchando
durante toda la semana.
Un pasillo reluciente de luz solar dividía el océano desde el horizonte
hasta la mitad del puerto. La niebla se disipó y la temperatura subió a
medida que el sol subía más. Después de llegar a la isla de Sullivan, Kevin
viró a la izquierda sin previo aviso y los pies de Neil se voltearon para
seguirlos instintivamente, cruzando la 703 hacia Middle Street. Las casas se
alzaban detrás del camino estrecho con césped arenoso y seco cubierto de
robustas palmeras y árboles cortos y redondeados. Neil aceleró su ritmo y
Kevin aceleró para igualarlo. Corrieron hacia un territorio más salvaje y
verde con paredes espinosas de árboles a ambos lados interrumpidos aquí y
allá con vislumbres de casas. El sudor rodó por la espalda de Neil y le goteó
a lo largo de la línea del cabello mientras corrían hacia donde Kevin los
estaba llevando.
Neil supuso que no debería haberse sorprendido cuando Kevin redujo
la velocidad para caminar y giró por el camino de ladrillos rojos que
conducía a la entrada de Fort Moultrie. Lo habían pasado varias veces
durante las dos semanas que habían estado allí y, aunque Kevin nunca lo
había mencionado, Neil pensó que querría mirar a su alrededor en algún
momento.
Kevin cubrió la tarifa de entrada para ambos con un deslizamiento de
su tarjeta de crédito y Neil asintió en agradecimiento al asistente, quien
frunció los labios ante sus sudorosas apariencias. Kevin avanzó como si
fuera el dueño del lugar con la confianza para la que había sido entrenado.
Durante un rato vagaron, leyendo placas que detallaban el papel del fuerte
en la defensa del puerto a lo largo de los años y parados junto a los cañones
en los parapetos. Siguieron una acera deslizante hasta llegar al fuerte de
troncos de palmetto original construido en 1776 y allí Kevin finalmente
habló.
—Sabes, este fuerte estaba incompleto cuando fue atacado por buques
de guerra británicos —dijo, recorriendo pensativamente la estructura con la
mirada—. No estaba listo para pelear, pero sobrevivió de todos modos.
Neil supuso que era extrañamente apropiado que Kevin se sintiera
atraído por eso.
Kevin respiró hondo y reveló en voz baja.
—Kathy Ferdinand quiere que Jean y yo estemos en su programa.
Neil soltó una risa amarga. No tenía más que recuerdos desagradables
de Kathy y su programa de entrevistas. Fue la primera batalla de una guerra
sangrienta.
—Le dije a Jean que dijera que sí.
La sonrisa en el rostro de Neil se marchitó.
—¿En serio? ¿Van a hacerlo?
—No es como si pudiera sorprendernos con Riko de nuevo —dijo
Kevin con ironía, acercándose para leer una placa sobre la primera batalla
con los británicos—. A menos que ella haya descubierto la nigromancia.
Con mi suerte, probablemente lo haya hecho.
—¿Cómo se siente Jean al respecto?
—No importa cómo se sienta —Kevin levantó un hombro.
—Kevin—
—Los medios de comunicación han estado llamando a Jean la
'mancha negra en la reputación de oro de Jeremy'. Necesita hacer esto.
Neil suspiró profundamente y se pasó una mano por el cabello
húmedo.
—Jean es un buen jugador. Los troyanos acaban de ganar la final. Eso
debería...—
—Verlo jugar no es lo mismo que escucharlo hablar. Tiene que
cambiar la opinión pública sobre él —Kevin lo interrumpió con un
movimiento despectivo de la mano.
—Sabes que va a sacar a relucir a Riko. Te mantuviste tranquilo el
verano pasado y ella se moría por picar esa herida.
—Ella también quiere tenerte en el programa. Creo que deberías
quedarte en los dormitorios para ir a lo seguro.
—Está bien —Neil miró a las otras personas que se arremolinaban a
su alrededor, asegurándose de que nadie notara su agitación. Acercándose a
Kevin, dijo—. No es necesario correr el riesgo de sufrir un ataque de pánico
en la televisión nacional para ayudar a Jean.
—No lo dejaré atrás de nuevo —dijo Kevin en voz baja.
Quería decir que la culpa y el arrepentimiento eran pendientes
resbaladizas. Quería recordarle a Kevin que él no era responsable del horror
que Riko infligió a Jean. Quería decirle que Jean estaba siendo cuidado en
California.
Pero recordó la mirada en los ojos de Jean, recordó lo roto que estaba
Jean cuando Renee finalmente lo alejó de Evermore, y de repente no pudo
hablar.
Afortunadamente, Kevin no lo necesitaba.
—Jean no hablará sobre su futuro —dijo Kevin, su calma se deshacía.
Esa oración estaba cargada de cosas que a Kevin le aterrorizaban y Neil
solo podía adivinar algunas—. Están tratando de ayudarlo, pero ... pero no
lo saben. No pueden llegar a él como yo. Tengo que ser yo quien se lo
muestre.
—¿Mostrarle qué? —preguntó Neil.
—Que se vuelve más fácil —Kevin exhaló y se alejó de Neil como si
con decir esa oración estuviera divulgando un gran y terrible secreto. Por un
breve momento pareció loco de emoción y lentamente repitió—. Se vuelve
más fácil.
Neil asintió y se mordió el interior de la mejilla. La verdad de esas
tres palabras también lo había sorprendido, probablemente los había
sorprendido a todos.
—Volaré en avión a buscarlo cuando llegue el momento —continuó
Kevin. Era como un niño corriendo cuesta abajo con demasiado impulso
para detenerse—. Volaré solo a California.
Neil abrió la boca para hablar, pero Kevin lo interrumpió de nuevo.
—Tal vez… tal vez yo… —Kevin frunció el ceño, dudando de sí
mismo—. No lo sé. Tal vez debería preguntarle a mi ...preguntarle a
Wymack o ...o a Andrew.
—Tienes tiempo para pensar en ello —dijo Neil—. Sin embargo,
probablemente deberías volver a pintar el Lexus si vas a traer a Jean aquí.
—No lo voy a pintar de naranja —Kevin le dirigió una mirada
sesgada y desdeñosa.
Neil chasqueó la lengua y se volvió hacia donde recordaba que estaba
la entrada.
—Te reto en una carrera devuelta a la cabaña. El ganador elige el
color.
—Vete a la mierda, Josten.
—Atrápame primero, Day —y Neil salió corriendo.
Kevin era más alto y fuerte, pero Neil llegó primero a las puertas de
cristal de la cabaña. Se derrumbó en la cubierta, jadeando con una risa
trastornada y completamente exhausto. Sus pulmones estaban en llamas y
su garganta se sentía como si estuviera llena de ceniza fría. El sudor le
corría por la cara y oscurecía su camiseta en horribles y crecientes manchas,
pero no le importaba. Kevin llegó unos minutos después en una condición
similar. Apoyó las manos en las rodillas y se tiró en seco al pie de las
escaleras.
Neil hizo acopio de sus últimas fuerzas para gritarle a Kevin.
—¡Naranja!
—Ugh —gimió Kevin.
Capítulo 34
Las Chicas
Finalmente, alguien notó que el capitán del equipo yacía afuera de la
puerta principal. Matt golpeó el cristal con los nudillos y Neil se apartó de
la puerta para dejar que Matt saliera.
Se paró junto a Neil con el ceño fruncido y arrugando el rostro.
—¿Qué pasó?
—Puede que nos hayamos pasado de la raya —murmuró Neil. Todo
su cuerpo se sentía como cemento húmedo y no necesitaba mirar para saber
que Kevin todavía estaba sentado en el último escalón tratando de recuperar
la sensibilidad en sus piernas.
Lizzy miró alrededor del brazo de Matt y Neil la escuchó gritar en la
casa.
—¡Son solo el Capitán Crunch7 y el Conde Jock8-ula! Sí, mamá,
parecen estar bien.
—Está bien. Vamos arriba. Kevin, ¿necesitas ayuda? —Matt se
agachó para pasar el brazo de Neil sobre sus hombros.
—Como si alguna vez necesitaría tu ayuda, Boyd —respondió Kevin.
Matt murmuró algo en voz baja mientras ayudaba a Neil a ponerse de
pie. Sostuvo a Neil en posición vertical mientras él entraba cojeando y
juntos lograron tropezar todo el camino hasta el cuarto piso.
—¿Está Andrew aquí? —Neil jadeó mientras se acercaban a la puerta
del dormitorio.
Matt giró el pomo y dejó que la puerta se abriera.
—No, está junto a la piscina con Renee. ¿Quieres que vaya a
buscarlo?
Neil le indicó que se fuera y se apoyó contra el marco de la puerta.
—No, no lo molestes. Gracias. hombre.
—Como desees. ¿Estás bien?
Neil asintió. Después de que Matt desapareció por las escaleras, se
dirigió al baño para limpiarse. Todo su cuerpo temblaba por el esfuerzo,
pero finalmente logró desvestirse y meterse en la bañera. El suelo de la
bañera fría le picaba la piel desnuda mientras esperaba que el agua caliente
lo envolviera. Cuanto más tiempo permanecía allí, más profundo se
asentaba el dolor en sus músculos. El vapor creciente y el calor lo arrullaron
en una neblina somnolienta, amenazando con mandarlo a dormir. Los
minutos pasaron perezosamente hasta que finalmente el agua cubrió la
mayor parte de su cuerpo. Gimiendo, se inclinó hacia adelante para cerrar
los grifos. Se tapó la nariz y se sumergió en el agua para enjuagarse el sudor
del cabello antes de sentarse y tomar la barra de jabón. En algún lugar de su
ardua búsqueda para limpiarse, se quedó dormido con la cabeza apoyada
contra la pared de la bañera.
Los dedos chasqueando frente a su rostro lo despertaron. El agua
estaba tibia y su cuerpo se había convertido en piedra. Andrew estaba de
rodillas junto a la bañera con los brazos cruzados sobre la pared y desprecio
en los ojos. Le entregó a Neil una botella de agua, que Neil aceptó con
gratitud. Su cabeza estaba borrosa por la deshidratación.
—Kevin me dijo que corriste cinco millas.
—Gané —dijo Neil débilmente.
—¿Y qué ganaste? Además de joderte las piernas, quiero decir.
Neil bostezó en voz alta antes de responder.
—Puedo elegir de qué color pinta su auto.
—Naranja —supuso Andrew.
—Naranja —confirmó Neil.
—Deportistas —El labio de Andrew se curvó con disgusto.
Neil asintió con la cabeza, demasiado somnoliento para escudriñar su
mente en busca de una réplica, y se agarró a los lados de la bañera para
levantarse. Andrew no lo ayudó a salir de la bañera, no lo ayudó a secarse y
vestirse, pero permaneció cerca. Afortunadamente, Neil mantuvo el
equilibrio y se vistió sin incidentes.
En la barra del desayuno, Lizzy y Brian intentaban adivinar la
película favorita de Colby. Aaron y Katelyn estaban sentados en la cubierta
principal; su tranquila conversación flotaba a través de las puertas abiertas
con la brisa. Allison estaba de pie junto a la estufa, mirando por encima del
hombro de Renee lo que estaba cocinando. Olía dulce y mantecoso y Kevin
gritó desde uno de los sofás en la otra habitación que era mejor que no
engordaran a los miembros restantes del equipo.
Neil se dejó caer en una silla en la barra y le agradeció a Renee
cuando le trajo una taza de café. Andrew se sentó en el asiento junto a él y
cruzó las manos con calma sobre el frío mármol.
—¿Quieres cereal o algo? —ella preguntó amablemente.
Lizzy y Brian reprimieron la risa en sus manos.
Neil los ignoró, recordando el apodo de Lizzy para él de antes, y dijo
que sí a los cereales. Un bowl de algo que Kevin había comprado apareció
frente a él dos minutos después. Mientras comía, notó los ojos de Allison
sobre él y le devolvió la mirada pensativa con una interrogante propia. A
pesar del buen tiempo, Allison no llevaba bikini, sino una camiseta holgada
que colgaba inclinada de sus delgados hombros y un par de pantalones
cortos de mezclilla que mostraban sus piernas bronceadas. Neil pensó que
tenía algo planeado.
Ella inclinó la cabeza y lo miró con los ojos entrecerrados antes de
decir:
—Necesitas otro corte de pelo, Josten.
—¿Lo hago?
—Sí.
—Bueno.
Andrew se pasó el pulgar por el labio inferior y dijo en alemán:
—Diviértete subiendo esas escaleras.
Neil suspiró profundamente y rápidamente terminó su desayuno,
queriendo terminar el corte de pelo. Una vez que su bowl vacío estuvo en el
fregadero, Allison lo arrastró a su habitación con sus piernas débiles y
temblorosas y lo sentó en una silla junto a su bañera. Ella inclinó su cabeza
hacia un lado y tomó la regadera de mano que estaba conectada al grifo
para mojar su cabello. En silencio, frotó un poco de champú y
acondicionador de olor afrutado por su cabello. Neil reprimió un gruñido de
dolor cuando ella raspó el punto que aún le dolía en la parte posterior de la
cabeza.
Después de enjuagar las burbujas de su cabello, lo levantó y le apretó
el hombro para evitar que se volcara cuando se balanceó bruscamente hacia
un lado. Cogió las tijeras y el peine de la encimera junto al fregadero y
empezó a trabajar.
—Iba a decir que una nueva mirada podría darte algo de acción, pero
según Dan y Matt lo estás haciendo bien en ese departamento.
—¿Qué? —preguntó Neil.
—Por cierto, no aprecio que Andrew y tú lo hagan en el sofá. El resto
de nosotros tenemos que sentarnos ahí. Es malditamente grosero —Allison
inclinó la cabeza hacia adelante con un fuerte empujón.
—No lo hicimos ... —balbuceó Neil—, no hicimos nada. Fue solo un
beso.
—Cosas intensas por lo que escuché.
Neil puso los ojos en blanco e inclinó la cabeza hacia atrás cuando
Allison le dio un tirón autoritario a un mechón de cabello húmedo.
—¿Por qué el interés repentino? ¿Están apostando a si realmente me
toca o no?
—Habría habido una apuesta si alguno de nosotros hubiera pensado
que podíamos ganarla —Allison resopló.
—Correcto.
—¿Entooooonces?
Neil se negó a ceder a sus pinchazos incluso si ella tenía un par de
tijeras peligrosamente cerca de su oreja.
—Así que deberías haber hecho la apuesta.
—Hijo de puta.
—En realidad—
—Ugh, detente. No quiero saber más —ella golpeó ligeramente el
costado de su cabeza—. Dile a Andrew que me apuñale si alguna vez
empiezo a extrañar esa boca inteligente.
Neil se rió entre dientes.
—¡ToC Toc! —Dan cantó mientras se inclinaba hacia la puerta
abierta—. Ooh, te ves bien, Neil.
Allison rascó la parte superior de la cabeza de Neil, arrastrando su
peludo flequillo hacia atrás.
—El equipo se va a ir directo a la mierda ahora que nos hemos ido,
pero al menos el capitán de los Foxes será el más ardiente de la cancha.
—Eso siempre estuvo en la parte superior de mi lista de prioridades
como capitana —dijo Dan secamente.
—Él mantendrá tu legado si puede cumplir con las citas que le he
reservado.
—¿Citas? —repitió Neil.
—Síp —dijo Allison, chasqueando los labios para hacer que la p
sonara como un pop—. Dejé a Nicky con el horario. Él es el responsable de
hacerte ir a la peluquería. También te he dejado instrucciones, ya que no
sabrás qué corte pedir.
—No sé por qué esperaba algo diferente de ti, Allison.
—Yo tampoco sé por qué lo hacías, Neil.
—Me alegro de que hayamos venido aquí. Ha sido divertido —Dan
se apoyó en el mostrador y le sonrió.
—No te pongas cursi conmigo, Wilds —advirtió Allison, apuntando
con sus tijeras a su antigua capitana—. Lleva esa mierda afuera.
La otra mujer puso los ojos en blanco.
—Vete a la mierda, Reynolds. Los últimos cinco años fueron una
locura, pero ... hemos recorrido un largo camino.
—Te cortaré. Lo digo en serio.
—¡Lo hemos hecho! Apenas podíamos soportar estar en la misma
cancha hace cinco años y ahora ... quiero decir, pasamos de ser el equipo
más mierda a ganar la final el año pasado. Pateamos traseros.
Allison se quedó callada por unos momentos y Neil se preguntó si sus
pensamientos estaban con Seth.
—Si pateamos traseros —dijo Allison por fin, peinando otra sección
del cabello de Neil—. Continuaremos pateando traseros mientras Neil y el
resto de esos perdedores intentan ser la mitad de increíbles que nosotras.
—No hables mierda. Kevin lo sentirá y vendrá a quejarse de nosotras.
—Oh, déjalo —susurró Allison—. Me estoy quedando rápidamente
sin oportunidades para cortarle las pelotas.
Allison se movió frente a Neil, bloqueando casi todo su campo de
visión, y pasó el peine por su flequillo. Comenzó a cortar justo cuando la
voz de Renee flotaba desde el dormitorio.
—¿Están aquí ustedes?
—¡Entra, cariño! —Dan llamó—. Estamos recordando un poco
mientras Allison termina el cabello del capitán.
La voz de Renee estaba más cerca esta vez.
—¡Oh, se ve bien, Allison! Neil, te verás tan guapo para cuando
conozcas a los nuevos Foxes.
—Cincuenta dólares a que Andrew apuñala a alguien en el ojo por
comerse a Neil con la mirada —dijo Allison y Neil pudo escuchar la sonrisa
maliciosa en su voz.
—Es una apuesta —se rió Dan—. Apuesto a la pobre alma tendrá una
caída desafortunada en la práctica y, en cambio, se queda fuera por un
esguince de tobillo.
Neil suspiró.
—Andrew no le haría daño a nadie menos que intentaran lastimar a
Neil —dijo Renee.
—No lo sé sobre eso —respondió Allison—. Parecía que quería
cortar a Brian un par de veces a principios de año.
—¿Qué? —preguntó Neil, sorprendido—. ¿Por qué?
Las manos de Allison dejaron de moverse en su cabello.
—¿En serio? El verano pasado, Brian se centró más en tu trasero que
en cualquier otra cosa en la práctica.
—Te lo estás inventando
—Oh, Dios mío, Neil —se rió Dan.
La voz de Renee era compasiva cuando dijo:
—Me temo que Allison tiene razón. Brian parecía bastante ...
cautivado por ti al principio.
—Te compraría un segundo par de ojos si pensara que eso te ayudaría
—dijo Allison seriamente—. Dan, dile a tu novio que ayude a Neil a ser
menos despistado el año que viene.
Allison se apartó de él para admirar su trabajo y se golpeó los labios
con las tijeras cerradas. Renee le dio a Neil una dulce sonrisa por encima
del borde de su taza. Luego, Allison fue a su bolso y sacó una cortadora de
cabello eléctrica. Los siguientes minutos estuvieron llenos del zumbido del
dispositivo que funcionaba con baterías mientras Allison retocaba el corte
de pelo de Neil. Cuando terminó, se volteó hacia las otras dos y extendió el
brazo como un mago.
—La Increíble Allison lo hace de nuevo —dijo Dan, mostrando una
sonrisa llena de dientes.
Allison se sacudió el cabello y se palmeó para limpiarse de regreso al
mostrador para guardar la recortadora.
—¿Lo hiciste? —Preguntó Neil.
—¿Contigo? Nunca —bromeó Allison, metiendo las tijeras en su
funda protectora.
—Ven aquí, chico. Echa un vistazo —Dan le hizo una seña para que
se acercara.
Neil se puso de pie, le lanzó otra mirada a Allison y se acercó a Dan
frente al espejo. Su cabello parecía más corto de lo que había sido, excepto
por la parte superior, que Allison volvió a dejar desgreñada. No sabía una
mierda sobre moda o lo que se suponía que debía verse bien, pero Dan y
Renee se estiraron para despeinar su cabello húmedo y le dijeron que se
veía elegante. Neil accidentalmente se encontró con sus propios ojos en el
espejo y se alejó.
—Gracias, Allison —murmuró, frotándose la parte posterior de su
cuello.
Allison le pasó un brazo por el hombro y tiró de él bruscamente
contra su costado para poder presionar un beso rápido y fuerte en la cicatriz
de la quemadura.
—Me vas a extrañar, pequeño idiota, y vas a venir a Nueva York esta
Navidad.
—Ooh —arrulló Dan—. ¿Navidad en Nueva York otra vez? Suena
como una fiesta.
—¿Acción de Gracias en Maryland? —la voz de Allison se elevó
hacia arriba como si fuera una pregunta, pero su tono era dominante.
—Por supuesto, por supuesto. Tal vez ustedes puedan conocer a mi
nuevo equipo —Dan asintió una vez con la cabeza.
—Creo que será encantador. Puedo ir temprano para ayudarte a
hornear, si quieres —Renee tomó un sorbo de té y luego agregó.
—Eres un ángel —dijo Dan, tirando de Renee en un abrazo con un
solo brazo—. Neil, eres responsable de que Andrew y los suyos vengan. Mi
apartamento es apenas más grande que el culo de un ratón, por lo que serán
necesarias habitaciones de hotel.
Allison mantuvo un firme agarre sobre el hombro de Neil mientras
continuaban haciendo planes para las lejanas vacaciones. Neil trató de
agregar información aquí y allá, pero estaba feliz de apoyarse en el
mostrador y escucharlas hablar. Pronto tenían planes que se extendían hasta
las próximas vacaciones de verano de Neil. Allison y Dan discutieron sobre
si deberían o no interrumpir el viaje de equipo de los Foxes. Dan pensó que
sería mejor dejar que el nuevo equipo vacacionara juntos y tratara de unirse,
lo que Allison pensó que era una mierda. Renee, siempre la voz de la razón,
les recordó que tenían un año para pensar en ello y los Foxes podrían
decidir más tarde, pero las otras dos estaban decididas a tomar una decisión
allí mismo.
—¿Sabes qué? Estoy demasiado sobria para ganar esta discusión.
Hagamos unas margaritas y luego aceptarán mi brillante idea —dijo
Allison, finalmente.
—No vamos a pasar un mes en Hawai, Allison —respondió Dan
mientras la seguían fuera de su habitación. Neil las siguió, perdido en sus
propios pensamientos.
—¿Por qué no? —Allison se burló—. ¿Qué tienes contra un buen
momento, Wilds? Piensa en toda la mierda romántica que tú y tu chico
podrían hacer.
Renee pasó su brazo por el de Neil mientras caminaban de regreso al
piso principal. Las discusiones de Dan y Allison se hicieron más fuertes
cuando entraron en la cocina. Matt miró de ellas dos a Neil y Renee con una
pregunta en su rostro. Andrew todavía estaba en la barra de desayuno,
luciendo algo molesto porque Riley y Katelyn estaban tratando de enseñarle
a Brook una rutina de porristas en la sala de estar. Lizzy y Brian intentaban
seguirla, pero los dos claramente se habían metido en la cerveza y en su
mayoría solo estaban tratando de sostenerse el uno al otro. Kevin estaba en
uno de los sofás hablando en francés por teléfono de nuevo. La risa de
Nicky sonó desde el área de la piscina afuera y, por lo que Neil pudo
escuchar, sonó como si Erik y Aaron estuvieran discutiendo sobre fútbol.
Neil se sentó junto a Andrew, haciendo una mueca por el dolor en sus
piernas, y apoyó la cabeza en la barra de mármol. Cuando nadie miraba en
su dirección, Andrew se acercó y le dio un tirón al cabello de Neil.
Capítulo 35
Letras de cuatro palabras
Las palabras "última" y "hoguera" se lanzaron alrededor de la mesa
sobre hamburguesas a la parrilla y platos llenos de verduras. Dan le apretó
el hombro y le aseguró en voz baja que nadie haría preguntas si se acostaba
temprano esa noche, pero Neil no estaba seguro de querer hacerlo.
Después de la cena, Neil subió al balcón del cuarto piso con Andrew
a fumar un cigarrillo. Inclinándose sobre la barandilla, Neil pudo ver a
Matt, Kevin y Brian llevando brazos llenos de leña por el césped hacia la
playa. Andrew se quitó el cigarrillo de la boca e inclinó la cabeza hacia
atrás para lanzar humo hacia el cielo azul.
—Tienes esa mirada extraña en tu cara —dijo Andrew—. Estás
pensando en hacer algo estúpido.
Neil levantó su propio cigarrillo e inspeccionó el brillo de la punta.
—Tal vez.
Andrew se burló y tomó la botella de whisky de la pequeña mesa
entre ellos para tomar un trago.
—Deja de rasgar viejas heridas por los demás. Es patético.
—No lo hago por ellos.
—Empezaste a cambiarte con el equipo sólo para que quien-quiera-
que-sea no sea el chico con más cicatrices en el vestuario.
Un lado de la boca de Neil tiró hacia arriba.
—Sabes su nombre.
—¿Cuál nombre?
—Apuesto a que tiene un archivo completo sobre Brian Hathaway.
Andrew tomó otro trago y no lo negó.
—Entonces, ¿vas a ir allí o vas a ser inteligente por una vez?
El sol se estaba poniendo, dejando el cielo pintado con filas de suave
naranja y rosa a su paso, y largas sombras azules se extendían. Neil miró
hacia el césped donde Lizzy estaba saltando, agitando los brazos y gritando
algo a quienquiera que estuviera en la cubierta principal. Brook estaba junto
a ella, inclinado y riendo. La voz de Kevin cortó el aire un momento
después y Neil pensó que Lizzy se estaba peleando con él de nuevo. Dan y
Renee aparecieron a la vista poco después, llevando platos, sacos de
plástico y fajos de largos tenedores metálicos para asar. Renee miró hacia su
balcón, su cabello pálido lucía casi azul en la luz tenue, y los saludó.
—Creo que puedo hacer esto —dijo Neil en voz baja, devolviéndole
el saludo.
Andrew murmuró algo en respuesta alrededor de su cigarrillo, que
Neil no escuchó del todo pero pudo adivinar qué era. Pensaba que Neil
estaba siendo un tonto por lanzarse de lleno a sus detonantes y esperar un
nuevo resultado. ¿Cuántas veces se quemaría con los abrasadores pedazos
de su pasado antes de que finalmente dejara de intentar cruzar al otro lado?
Una vez más, se decía siempre. Sólo una vez más. Ya no era una mentira,
pero seguía siendo un mentiroso. Quizás realmente era un adicto y
simplemente no sabía cuándo dejarlo.
Neil no se molestó en recordarle a Andrew que no tenía que
acompañarlo si no quería. Andrew no hacía las cosas a menos que quisiera.
No sonreía a la gente, no respondía a preguntas curiosas, no cuidaba el arco
a menos que pudiera arruinarle el día de alguien. Si era una forma de
reclamar su autonomía o simplemente estar demasiado agotado por el
esfuerzo que le costaba vivir, nadie lo sabía.
Cuando Neil bajó las escaleras, Andrew lo siguió.
Allison les dirigió una mirada por encima del hombro mientras
caminaba hacia la cubierta. Su cabello estaba recogido y sujeto en la parte
superior de su cabeza y llevaba algo que la hubiera dejado congelada en un
par de horas si no hubiera una hoguera para mantenerla caliente. Jack y
Sheena se sentaron juntos en la barra del desayuno. Su tranquila
conversación se detuvo una vez que Jack vio a los dos hombres caminando
por el pasillo hacia las puertas traseras abiertas.
Kevin estaba de pie junto a la barandilla de la cubierta principal,
mirando las sombras que caían y a las figuras encogidas de Allison, Lizzy y
Brook. La risa de Riley burbujeó por la casa detrás de ellos, perseguida por
la voz de Katelyn. La animadora mayor estaba explicando cómo su
hermano mayor conoció a su nueva novia durante una noche de karaoke
borracho. Neil y Andrew se detuvieron al lado de Kevin y esperaron hasta
que las dos chicas que reían tontamente los pasaron, seguidas por un
silencioso Aaron. Los gemelos apenas se miraron, pero Neil pudo notar que
el nivel de hostilidad entre ellos era relativamente bajo esa noche.
Kevin olfateó el aire y arrugó la nariz.
—¿Hueles eso?
Neil se había distraído con Andrew y sus pensamientos sobre el
fuego, pero ahora que Kevin lo mencionaba se percibía un olor distintivo en
el aire.
—Una de las porristas trajo marihuana —dijo Andrew rotundamente.
Neil miró al trío que avanzaba por el césped. Todavía no conocía bien
a Katelyn, pero sabía que era poco probable que participara en algo más
fuerte que una aspirina con su novio.
Sabía aún menos sobre la otra pareja. Brook había ofrecido algunas
piezas de su pasado con la esperanza de que Neil correspondiera durante
algunas prácticas juntas. Ser la única superviviente de un accidente
automovilístico dejó a Brook fracturada por el dolor y se había deslizado en
el mundo de las sustancias que alteran la mente en la escuela secundaria
unos años después de mudarse con su tía.
—Es el más ruidosa —dijo Andrew, que se refería a Riley.
Kevin siseó con desaprobación.
—La hierba no es peor que el polvo —señaló Neil, manteniendo la
voz baja para que Jack y Sheena no lo oyeran—. Y Riley no está en el
equipo.
Ambos hombres lo miraron con frialdad e indiferencia. Si Riley había
decidido drogarse, lo más probable era que Brook se uniera a ella. No había
forma de saber si a Riley le gustaba algo más fuerte que la hierba, pero
darle el beneficio de la duda sería un riesgo demasiado grande cuando salía
con una ex adicta, una ex adicta que era una Fox.
—Tal vez el capitán debería tener una charla con Brook sobre lo
malditamente estúpido que sería traer cosas así al equipo. No voy a permitir
que estemos aflojando este año porque un montón de Foxes se cayeron del
vagón y si yo fuera tú, Josten, estaría especialmente preocupado al ver que
este es tu primer año a cargo. Si el equipo lo arruina, caerá sobre ti —dijo
Kevin.
—Soy consciente —refunfuñó Neil, erizándose ante el desagradable
recordatorio. Por primera vez, dudaba de su decisión de mantener a la mujer
más joven al margen durante todo el año. No sabía qué haría ella si Riley
intentaba desviarla.
—Vamos —dijo Kevin—. No quiero quedarme aquí toda la noche.
Neil y Andrew siguieron al delantero mayor por las escaleras hasta la
playa. Brian encendía fósforos y los arrojaba estratégicamente a los
espacios entre los troncos. Las toallas y mantas se colocaron en círculo
alrededor de la pila de leña. Allison estaba sentada sobre una toalla rosa
brillante con una copa de champán en la mano. Renee se sentó a su lado,
vistiendo algunas de sus joyas de conchas marinas y bebiendo una lata de
refresco de naranja. Matt estaba sirviendo una copa de champán para Dan,
que estaba acurrucada contra su costado y miraba soñadoramente las olas.
Kevin abrió la hielera y sacó dos latas de cerveza. Le entregó una a Andrew
antes de sentarse sobre una colcha vieja. Al otro lado del círculo estaban
sentados Aaron y Katelyn, abrazados con una manta alrededor de sus
hombros. Brook y Riley se sentaron junto a Katelyn, balanceándose y
cantando algo demasiado bajo para que Neil realmente las escuchara.
Mientras Neil se acomodaba entre Kevin y Andrew, Nicky y Erik
salieron tropezando por la pasarela de madera hacia el resto de ellos. Erik
llevaba a Nicky de espaldas con los brazos enganchados debajo de las
rodillas de Nicky. Nicky sostenía dos botellas de cerveza y se reía en el
cuello de Erik. Erik sonrió al resto de ellos mientras trataba de evitar
empujar demasiado a su novio. Sin embargo, siguió caminando y no se
detuvo hasta que el agua llegó a la mitad de sus pantorrillas desnudas. Lizzy
y Colby también se estaban metiendo en el agua. Colby asomó una cámara
digital y tomó fotos de Lizzy mientras ella se agachaba en el agua poco
profunda y trataba de atrapar peces pequeños que se lanzaban a la velocidad
de la luz.
Nicky jadeó con fuerza.
—¿Estás pescando?"
La cabeza de Lizzy se levantó de golpe y una amplia sonrisa borracha
apareció en su rostro.
—¡Solo intento ser su amiga, hombre!"
—Aww —susurró Nicky—. ¡Erik, deberíamos conseguir un pez
mascota!
Erik solo se rió en respuesta.
—Toma, bebe más y luego cederás —dijo Nicky, tratando de llevar
una de las botellas a la boca sonriente de Erik. La mayor parte de la cerveza
se derramó por el frente de Erik, pero se las arregló para tragar un poco.
La atención de Neil volvió al fuego cuando el olor a humo lo inundó.
Se congeló y se preparó para una ola de pánico, pero nunca llegó. Su mente
permaneció firmemente anclada al presente. Andrew alargó la mano y le
clavó dos dedos en la muñeca, sintiendo su pulso.
—Estoy bien —dijo en voz baja. Si Kevin también lo escuchó, no dio
indicios de ello.
Andrew retiró la mano, aparentemente satisfecho de que Neil no
estuviera a punto de caer en pedazos.
Brian se quedó de pie un momento, mirando hacia las llamas que se
elevaban antes de levantar los puños en el aire triunfalmente y gritar.
—¡Soy el maldito fénix!
Allison resopló y negó con la cabeza, mientras Renee sonreía
perezosamente. Las llamas subieron más alto, girando brillantemente
alrededor de las gruesas cuñas de roble. Cuando se apagó la última luz del
día, Erik llevó a Nicky al círculo de mantas y lo depositó con cuidado sobre
una colcha. Se sentó a su lado, tomó una de las botellas de cerveza medio
vacías de las manos de Nicky y le revolvió el pelo. Brian se sentó en una de
las únicas mantas desocupadas que quedaban y pronto Colby y Lizzy se
acercaron a sentarse con él, temblando y medio empapados.
Kevin tomó un sorbo de cerveza lentamente y dedicó toda su atención
a su teléfono, que sonaba con una frecuencia cada vez mayor. El canto de
Brook y Riley se convirtió en risas. En algún momento, Jack y Sheena se
acercaron al resto de ellos también y se sentaron de espaldas al océano,
completando el anillo.
Nicky todavía estaba lo suficientemente coherente como para pedir
s'mores. Renee y Dan habían traído los suministros, por lo que comenzaron
a repartir tenedores para asar y platos llenos de barras de chocolate, galletas
Graham y malvaviscos. Neil aceptó un plato de Renee y miró los
ingredientes, desconcertado. Nunca había hecho s'mores en su vida y no le
gustaban los dulces, pero estaba dispuesto a intentarlo.
Nicky se dio cuenta de la vacilación de Neil y agitó su mano en
dirección a Neil para llamar su atención susurrándole.
—Te enseñaré, Neil. Lo haces como ... oh, mierda —Nicky dejó caer
un malvavisco en su regazo y casi hundió las afiladas puntas del tenedor en
su brazo mientras buscaba a tientas.
Erik le quitó el palo de metal antes de que pudiera lastimarse. Besó la
nariz de Nicky y colocó suavemente el malvavisco en las puntas afiladas
antes de deslizarse hacia adelante para sostener el malvavisco cerca de las
llamas. Nicky le hizo un gesto a su novio, borracho y orgulloso, antes de
deslizarse para envolver sus brazos alrededor de la cintura de Erik y
murmurar algo en alemán sobre el "lado heroico" de Erik.
—¿Alguna vez has comido s'mores, Neil? —Dan preguntó
gentilmente. Estaba cómodamente metida bajo el brazo de Matt mientras
Matt sostenía dos malvaviscos en el fuego para ellos.
Neil negó con la cabeza y Allison chasqueó la lengua con
desaprobación.
—Dios, Neil, me pones triste —dijo Allison con un suspiro de
sufrimiento—. Luego me tendrás cortando los bordes de tu sandwiches y
leyéndote 'Buenas noches, Luna.
—¿Eh?
Dan se rió y Matt apoyó la mejilla contra su cabeza, dándole a Neil
una sonrisa suave y casi comprensiva.
—Incluso para nuestros estándares, está malditamente triste —
murmuró Allison antes de tomar otro sorbo de champán. Luego, empujó su
vaso en la mano de Renee y se arrastró hasta donde él y Andrew estaban
sentados. —Aquí, mierda. Rompe el chocolate y ponlo en una maldita
galleta. Bueno. Ahora, pon el maldito malvavisco en la maldita cosa. Si. De
acuerdo, mételo en el maldito fuego. Cuando esté todo quemado, sácalo.
Andrew puso los ojos en blanco y tomó un largo trago de cerveza
mientras Neil seguía sus instrucciones. El malvavisco se encendió y pasó
rápidamente de un marrón tostado a una ceniza negra. Neil lo apartó y
Allison se puso de rodillas para soplarlo con una fuerte bocanada de aire.
Luego, le mostró cómo aplastarlo entre dos galletas y sacar el tenedor.
—¡Así! —gritó, levantando una mano—. Hiciste un maldito s'more.
Bienvenido a la vida normal.
Dan levantó su copa de champán y dijo:
—Me gustaría proponer un brindis por los instintos maternos de
Allison.
Matt se rió y levantó la botella a modo de saludo antes de tomar un
trago.
—Váyanse a la mierda —respondió Allison remilgadamente,
acomodándose de nuevo en su lugar—. Ustedes dos no se reirán cuando sus
hijos me amen más que a ustedes.
Renee escondió su sonrisa en el hueco de su codo. Nicky aplaudió
débilmente por el primer s'more de Neil o tal vez por los cuestionables
instintos maternales de Allison antes de frotar su rostro con la camiseta de
Erik.
Neil apretó las dos galletas más juntas, arrugando la nariz ante el
malvavisco caliente que rezumaba por todos lados. Tomó un bocado de
malvavisco que sobresalía para evitar que se le cayera en las manos e hizo
una mueca ante la dulzura quemada. Neil a continuación tomó un bocado
adecuado del bocadillo y masticó, tratando de encontrar algo sobre el sabor
que le gustara. Al final, decidió que uno era suficiente. Migajas de galletas
se agruparon en los pliegues de sus pantalones cortos y malvavisco se untó
en sus labios y dedos. Los ojos de Andrew vieron cómo su lengua se
deslizaba un trocito pegajoso de malvavisco de la comisura de la boca.
Cuando Neil notó la mirada encapuchada de Andrew, se chupó un poco de
malvavisco de su pulgar y el labio de Andrew se torció en un gruñido.
Brian y Lizzy estaban compitiendo para ver quién podía quemar más
su malvavisco sin que cayera al fuego mientras Colby les tomaba fotos a la
fogata y los demás. Allison y Renee hicieron algunos s'mores y lograron
comérselos sin ensuciar como Neil. Kevin continuó mirando su teléfono y
bebiendo tranquilamente. Jack y Sheena compartieron una botella de ron y
una bolsa de pretzels.
Neil renunció a los s'mores, contento con el único y se dispuso a
romper el resto de la barra de chocolate en trozos individuales. Para cuando
Andrew terminó su cerveza, la barra de chocolate se redujo a filas de
pequeños rectángulos y malvaviscos partidos en cuartos. Neil chupó un
poco del azúcar pegajoso de su dedo mientras Andrew agarró algunos
trozos de chocolate y se los metió en la boca.
Nicky hizo el mayor lío con sus s'mores. Neil vio como Nicky se reía
y trataba sin éxito de quitarse los malvaviscos y el chocolate derretido de la
cara. Erik arrugó la nariz y murmuró algo sobre el chocolate americano,
pero aun así apartó con un beso una mancha de la barbilla de Nicky. Neil
apartó la mirada de su momento privado y sus ojos se posaron en Lizzy y
Brian. Lizzy estaba tratando de equilibrar una barra de chocolate en su
pequeña y redonda nariz mientras Brian sostenía una galleta cerca del fuego
en un intento de derretir el chocolate encima.
—Ey, Brian, idiota—dijo Jack antes de que Neil pudiera abrir la boca
—. Te vas a quemar la puta mano.
Brian no parecía desconcertado por el apodo o el daño potencial que
podría sobrevenirle.
—A Colby le gusta más con el chocolate derretido y esa mierda.
Tengo esto bajo control.
Kevin levantó la vista de su teléfono por fin.
—Hathaway, saca las manos del fuego. Ya te cuesta bastante jugar sin
quemaduras de tercer grado.
—¿Capitán? —Brian miró a Neil con los ojos muy abiertos.
Neil negó con la cabeza.
—Si sostienes el tenedor plano, podrías equilibrar la galleta en las
puntas.
—Inteligente —Colby asintió con aprobación.
Lizzy levantó la cabeza y agarró la barra de chocolate en su mano
cuando cayó.
—Sin embargo, no puede equilibrar una mierda. Mejor déjame
hacerlo.
—Vete a la mierda, Cho.
—Oblígame, Hathaway.
Colby puso los ojos en blanco y dejó la cámara a un lado para intentar
el truco de equilibrio de galletas de Neil por su cuenta.
—No puedo creer que tenga que volver a estar contigo este año —
gruñó Jack antes de tomar otro trago de ron.
—Realmente puedo sentir el amor, idiota. Gracias —respondió Brian.
—Tienes mucho trabajo por delante, Neil. Dile a Wymack que
necesitará más extintores —Dan se rió
Matt sonrió y le besó la coronilla.
—Neil hará un gran trabajo como capitán —dijo Renee en voz baja
—. Ha estado haciendo un buen trabajo uniendo al equipo desde que llegó a
Palmetto.
—Jesús, pasamos tanto tiempo en el fondo que teníamos que mejorar
en algún tiempo —Allison gimió.
—¿Alguna vez escucharemos toda esa historia? —Brook preguntó
adormilado.
—No —los Foxes mayores parecieron responder a la vez.
Durante un buen rato, Neil observó a su familia mientras se relajaban
y disfrutaban de la agradable velada. Matt abrió otra botella de champán y,
con la espuma corriendo por su antebrazo, volvió a llenar los vasos de Dan
y Allison. Renee inclinó la cabeza hacia atrás y silenciosamente señaló
constelaciones a Allison. Kevin volvió a enviar mensajes de texto y beber.
Aaron y Katelyn intercambiaron pequeños besos, que Neil solo alcanzó a
vislumbrar antes de apartar la mirada. Nicky y Erik se acurrucaron juntos en
el calor del fuego. Las sonrisas de Jack y Sheena se hicieron más grandes
cuanto más ron bebían y en un momento lograron mantener una
conversación agradable con Lizzy y los dos chicos a su lado.
Las manos y la boca de Neil estaban pegajosas, su mente todavía
estaba agradablemente a gusto con el whisky en el balcón y los sorbos de la
cerveza de Andrew. Se sintió lleno de esa palabra de nuevo, la que no quiso
nombrar, la que tenía cuatro letras que podía comprender solas pero no
juntas. Se sentía tan lleno de ella que estaba seguro de que brillaba en sus
ojos, como una vela sostenida detrás de un vitral.
Neil volvió a concentrarse en Andrew, que lo miraba con ojos
penetrantes. Andrew casi se partió en dos por la sombra y la luz del fuego.
Uno de sus ojos planos color avellana captó la luz, una mejilla estaba
afilada por el truco de la luz y la sombra que jugaba en la cresta de su
pómulo. La mitad de su cabello estaba dorado y brillante.
Andrew vio que la palabra se hinchaba dentro de Neil, pero no apartó
la mirada. Solo inclinó la cabeza y le dio una mirada cómplice y desdeñosa
que decía "Te odio".
Los labios de Neil tiraron hacia arriba en una pequeña sonrisa de
complicidad.
Más tarde, en la intimidad de su habitación, Andrew besó y lamió
tanto la sonrisa como las persistentes manchas de malvavisco de la boca de
Neil. Su ropa y cabello todavía olían a humo, pero cuando Neil hundió la
nariz en el cuello de Andrew e inhaló, solo olió a fogata en lugar de
gasolina. Aliviado, Neil le dio un beso duro y húmedo debajo de la oreja de
Andrew. Andrew se apartó rápidamente, tratando de parecer molesto
incluso mientras le quitaba la camiseta a Neil y se adelantaba para besarlo
de nuevo.
Intercambiaron un sí por un sí, un suspiro por un jadeo, mientras se
desnudaron y trazaron la piel desnuda como si fuera un territorio
inexplorado. Andrew apretó sus caderas contra las de Neil mientras Neil
deslizaba sus cálidas palmas por las costillas de Andrew. Sus bocas se
encontraron en un beso feroz cuando Andrew los tomó a ambos en su
mano, guiándolos expertamente hasta el borde. Neil clavó sus uñas en los
hombros de Andrew y gimió su agradecimiento contra los labios húmedos
de Andrew. Cuando ambos estaban temblando y cerca, la mano libre de
Andrew se enterró en el cabello de Neil y le echó la cabeza hacia atrás para
que Andrew pudiera enterrar un gruñido contra la piel sonrojada de Neil. El
roce de sus dientes y el sonido áspero y cortante fueron suficientes para
volcar a Neil por el borde y, estremeciéndose, arrastró a Andrew con él.
Capítulo 36
Hábitos
En un día bochornoso de junio, Neil esperó veinte minutos fuera del
Terminal A en el Aeropuerto Regional Upstate antes de ver a la nueva
estudiante de primer año que se suponía que debía recoger. Holly Gray era
unos centímetros más alta que él, pero la forma en que encorvaba los
hombros e inclinaba la cara hacia abajo para esconderse en su cabello
castaño claro hizo posible pasar por alto ese hecho. Agarró la correa de su
gran mochila y miró a la multitud a su alrededor como si esperara que
alguien sacara un cuchillo.
Era una mirada que Neil conocía muy bien.
Cuando lo vio con sus ojos oscuros, se interpuso entre dos familias
pequeñas y se detuvo a medio metro frente a él.
Torpemente, Neil extendió la mano y dijo:
—¿Holly Gray? Soy—
—Ya sé quien eres — respondió ella, ignorando su mano extendida.
Hace solo unos años, esas palabras habrían enviado a Neil corriendo
hacia la puerta. Ahora era extraño escuchar esas palabras sin sentir que las
paredes se estaban cerrando.
—¿Algún otro equipaje?
—Esto es todo —respondió Holly, tirando de la correa de su bolso.
Neil asintió y se volvió para caminar de regreso al estacionamiento,
sabiendo que la mujer más joven no tenía más remedio que seguirlo.
Mientras subían al Maserati y Neil metía la llave en el encendido, se
preguntó si Wymack alguna vez se cansó de comenzar de nuevo cada año
con nuevos Foxes con problemas profundamente arraigados bajo capas de
desconfianza y tejido cicatrizado. Todos eran piezas de un rompecabezas
deformes con colores contradictorios y bordes arrugados, pero Wymack
veía una imagen más grande que de alguna manera los incluía a todos. Neil
no estaba seguro de que alguna vez fuera capaz de tener ese tipo de fe u
optimismo, o como sea que lo llamara Wymack.
Neil no pudo pensar en nada que decir mientras conducían hacia el
campus —no se sentía mejor para entablar conversación que cuando él
mismo era nuevo en Palmetto. Holly era la tercera estudiante de primer año
que conocía ese día y era, con mucho, la más callada. Joel Dunn y Tommy
Vasquez habían recitado las estadísticas de Exy de Neil y Kevin cuando
Neil los recogió en el aeropuerto a las nueve de la mañana. Neil no había
necesitado pensar en nada que decirles desde que ellos fueron todos los que
hablaron. Holly no parecía interesada en hablar pronto, por lo que la pareja
manejó en silencio.
Había pasado casi un mes desde que los Foxes se separaron en la
cabaña y, aunque todos se habían mantenido en contacto, el mundo de Neil
todavía se sentía fuera de lugar. Matt había llegado a la Fox Tower a las
ocho y media, justo después de que el lote de Andrew apareciera para
mudarse, y Neil estaba casi avergonzado de lo aliviado que se sentía de
volver a verlo. Matt prometió mostrarle a Neil todas las fotos del nuevo
apartamento de Dan y su nueva ciudad sin que se lo pidiera.
Era difícil dirigir su atención hacia los estudiantes de primer año
entrantes cuando su teléfono estaba lleno de actualizaciones de las chicas.
Después de que Neil estacionó en los dormitorios, Holly lo siguió
hasta su piso. Le mostró su nuevo dormitorio y le presentó a Lizzy y Brook,
que ya estaban preparando la habitación principal de su cuarto. Una vez que
Holly estuvo en sus manos, regresó a su propia cuarto para relajarse un
poco. Wymack recogería a dos estudiantes de primer año más en tres horas
y el último conducía desde Tampa, que llegaría alrededor de las ocho o las
nueve de esa noche.
Nicky estaba tendido en el suelo de la sala principal entre los sillones
puff y una vez que oyó entrar a Neil, gimió.
—Odio el día de mudanza. Mi trasero materialista no está destinado a
vivir como un nómada.
—Apenas hiciste nada —dijo Kevin desde la cocina.
—¡Llevé cosas, Kevin! ¡Eso es algo! —Nicky se quejó.
Neil se quitó los zapatos y se dirigió al dormitorio donde Andrew
estaba sentado en un escritorio con un cigarrillo en la boca. El aire cálido
del verano entraba por la ventana abierta, pero a Andrew no pareció
importarle ni siquiera con sus jeans oscuros y mangas largas. Neil levantó el
dobladillo de su camisa para limpiarse la fina capa de sudor de su frente,
consciente de los ojos de Andrew sobre él.
A pesar del calor de junio, Neil se acercó a la ventana para apoyarse
en el marco, justo al alcance de Andrew. Andrew dio una larga calada al
cigarrillo y mantuvo el humo en los pulmones mientras se lo pasaba a Neil,
quien arrojó un poco de ceniza al cenicero que estaba en el alféizar de la
ventana.
Su teléfono sonó antes de que pudiera pensar en algo que valiera la
pena decir, así que devolvió el cigarrillo y revisó sus mensajes.
Había uno de Dan, que no había visto antes, que decía, Muéstrales
quién es el jefe, chico ¡Mucha suerte!
El mensaje más reciente era de Brian. El chico nuevo Joel
definitivamente está ofendiendo a alguien por aquí.
Neil envió un mensaje de texto con un sincero gracias a Dan antes de
dirigirse al mensaje de Brian con un simple, ¿Qué?
Sin embargo, Brian no tuvo que explicar, porque un momento
después Nicky llamó.
—¡Neil! —justo cuando Kevin gritó— ¿Qué mierda?
—El deber llama —Andrew murmuró, inclinando la cabeza y
exhalando una bocanada de humo.
Neil suspiró en voz baja y salió al pasillo donde Jack empujaba a Joel
Dunn, el nuevo distribuidor ofensivo, y gritaba algo sobre las asignaciones
del dormitorio y lo que sucedería si Joel volvía a abrir la boca. Matt ya
estaba arrastrando a Jack lejos del hombre más joven y Neil empujó
suavemente a Lizzy y Holly para preguntar qué diablos pasó.
Neil no podía decir que estaba sorprendido. Los foxes serían foxes,
después de todo.
Esa pelea en el día de la mudanza marcó la pauta para las primeras
semanas de práctica, lo cual fue tan desafortunado como sorprendente.
Como capitán del equipo, Neil se encontró de repente en medio de todo. En
el primer día de práctica, se le encomendó la tarea de explicar a los Foxes
más nuevos cómo iban las cosas y qué podían esperar durante el verano.
Cuando anunció a qué hora comenzarían las prácticas una vez que
comenzara el año escolar, descubrió qué tan poco mañanera era Yvonne
Harris. La mayoría de las siguientes preguntas dirigidas a Neil eran del tipo
"—¿Es cierto que formabas parte de una pandilla?" y "¿Alguna vez has
asesinado a alguien?" y todas estas preguntas se encontraron con una
mirada en blanco de Neil y Wymack diciéndoles que se ocuparan de sus
malditos asuntos.
En el cuarto día de práctica, un estudiante de primer año llamado
Eddie se acercó a Neil y le preguntó si tenía algún consejo para las
relaciones a larga distancia. Neil no lo tenía. Eddie tomó el silencio de Neil
como una invitación a hablar sobre su novia, que iba a ir a Ohio State este
año, y cómo estaban decididos a hacer que las cosas funcionaran. Eddie,
aparentemente, pasó un par de años en el juzgado y no le importó compartir
los detalles en absoluto. Neil podía decir que Eddie quería que Neil se
sincerara sobre su presunto historial criminal a cambio, pero Neil solo le
agradeció por su honestidad y terminó de cambiarse. Andrew se quedó
parado durante todo el intercambio en el vestuario, molesto y poco
impresionado.
En el sexto día de práctica, Neil se llevó a Brook a un lado y la invitó
a tomar una taza de café. Estaba confundida, pero lo suficientemente
encantada como para estar de acuerdo y durante todo el camino hasta la
cafetería parloteó sobre su tía y todo lo que había hecho desde la última vez
que los Foxes estaban juntos en la playa. Una vez que estuvieron sentados
en una mesa con sus bebidas, Neil fue al grano.
—Brook, necesito saber qué drogas está consumiendo Riley y
necesito saber si tú también lo haces.
La emoción de Brook se enfrió más rápido que su café con leche.
Al final, se enteró de que Riley estaba usando su tiempo libre para
experimentar con todo tipo de drogas (aparentemente, había encontrado
algunos amigos bastante aventureros en Palmetto) y le dio a Brook una
breve pero severa conferencia sobre cómo ser consciente de su propia vida
y sus vulnerabilidades como ex adicta y cómo necesitaba recordar que había
otros ex adictos en el equipo. Brook asintió con la cabeza, dijo que entendía
mientras se negaba a mirarlo a los ojos y arrojó todo su café con leche a la
basura al salir. Más tarde, Neil permaneció despierto en su litera,
preguntándose si tal vez su enfoque había sido demasiado directo, pero no
se atrevía a sentir remordimiento por sus modales bruscos. Después de todo,
su trabajo como capitán era mantener el equipo a flote.
Allison le envió a Neil un mensaje de texto a la mañana siguiente que
decía simplemente, Matt nos dijo que tuviste que darle a Brook la charla de
Solo di no. Avísame si tengo que ir para patear algunos cráneos.
No estaba seguro de qué hacer con eso. Está bien.
Ha. La típica frase.
Ese viernes, el lote de Andrew fue a Columbia y cuando Aaron
mencionó el polvo de las galletas, Neil quiso partir su cuchara de helado
por la mitad. Andrew le lanzó una mirada dura a Nicky antes de recordarle
a su hermano que ya no pedirían polvo polvo.
La relación de Joel y Jack solo pareció empeorar, pero Jack todavía
estaba demasiado asustado de Andrew como para comportarse mal en la
cancha. Resultó que Joel era un fanático de los Foxes y conocía la
reputación de Neil y Andrew lo suficientemente bien como para mantener
la boca cerrada y concentrarse en Exy mientras estaba con el equipo.
Cualquier pelea que tuvieran en su cuarto no era asunto de Neil siempre y
cuando no afectara su forma de jugar.
Neil trató de lidiar con el estrés de su nueva posición en el equipo,
pero fue imposible evitar que su estómago se enredara en un nudo apretado
cuando pensó en lo que podría significar para su reputación y valor como
jugador Exy si el equipo fallaba y perdía durante su primer año como
capitán. Intentó limitarse a llamar a Dan los fines de semana para pedirle
consejos, ya que ella estaba ocupada con su nuevo equipo. A veces le
enviaba un mensaje de texto a Allison, pero sus sugerencias siempre
parecían un poco extremas. Pero sobre todo, seguía a Andrew hasta el
tejado en medio de la noche y bebía vodka hasta que sus pensamientos se
volvían un poco confusos y dejaba que Andrew lo besara sin sentido. Esta
rutina pareció ayudar a mantener a raya sus preocupaciones en su mayor
parte.
Los domingos, Wymack lo llevaba a un restaurante que servía
desayuno todo el día. No importaba a qué hora fueran, Neil siempre pedía
waffles de arándanos y Wymack pedía papas fritas y huevos revueltos. A
veces no decían nada, otras veces Neil se permitía desahogarse sobre lo
terca que era Holly o cómo no sabía si Brook estaba siguiendo sus consejos
sobre Riley y sus actividades recreativas o cómo Eddie no podía
comunicarse en la cancha. Wymack asintió con la cabeza mientras Neil
divagaba y, cuando terminaba de hablar o se quedaba sin energía,
simplemente decía:
—Mantén la barbilla en alto y la mirada hacia adelante. Esos
pequeños bastardos se alinearán eventualmente.
Cuando no cenaban donde Abby o en los dormitorios, el lote de
Andrew se iba al restaurante que servía los mejores helados. La mayoría de
las noches Matt se les unía y pasaba la mayor parte del tiempo cotilleando
con Nicky sobre los estudiantes de primer y segundo año. Kevin intervenía
aquí y allá con críticas sobre su desempeño en la cancha, pero Neil estaba
feliz de escuchar. Aaron y Andrew miraron las paredes, sin importarles en
absoluto los jugadores más jóvenes. Matt pensaba que Tara Edwards tenía
el peor auto que existía y dijo que era "un milagro legítimo" que
sobreviviera al viaje desde Tampa. Nicky había escuchado a Brook y
Tommy hablando en español durante las vueltas un día y estaba pensando
seriamente en aprender el idioma. Neil no pensó mucho en eso hasta que
Matt le preguntó si solo estaba buscando algo para ocupar su tiempo para
no pensar en Erik. Cuando Nicky balbuceó un incómodo "—Estoy bien",
Matt alzó una ceja y dijo: "—Iba a ir a la biblioteca de todos modos. Te
recogeré algunos libros si quieres."
En las prácticas nocturnas, Kevin y Neil discutieron las debilidades
del equipo y desarrollaron estrategias para mejorar. Yvonne, la nueva
delantera, se estaba formando bien, lo que casi mantuvo el ánimo de Kevin
a pesar del hecho de que Jack no había vuelto a donde estaba antes de su
supuesta "crisis". Kevin no se contuvo cuando criticó a Neil, pero después
de dos años completos de jugar al lado de Kevin, Neil estaba acostumbrado.
Todavía era desagradable escuchar todas sus faltas recitadas como una lista
de compras, pero Kevin nunca dijo que Neil no mereciera el ser capitán y
eso era suficiente para ser considerado un cumplido.
Andrew era una sombra silenciosa, casi siempre presente al lado de
Neil, pero nunca presionaba para llamar la atención ni trataba de sacar a
Neil del campus. No había mucha privacidad en su cuarto. La ansiedad de
Kevin se estaba convirtiendo en una tormenta magnífica a medida que la
fecha de su entrevista con Kathy Ferdinand se acercaba cada vez más.
Nicky estaba prácticamente rebosante de alegría que rayaba en la
desesperación, tratando de llenar el vacío de Erik a su lado con
conversaciones incoherentes, un suministro interminable de vodka y nuevos
intereses en los que estuvo obsesionado durante unos días antes de ser
abandonados.
Andrew evitó que Kevin cayera en una espiral de pánico mientras
Neil trataba de controlar los gastos de Nicky. Parecía que quería aprender a
hacer todo lo que se podría hacer al interior de una habitación: crochet,
yoga y cocinar comidas gourmet, así como aprender a hablar español. En
más de una ocasión, Neil tuvo que esconder los zapatos de Nicky para
evitar que se escapara a una tienda de abarrotes abierta las 24 horas a buscar
más suministros para hornear en medio de la noche. Durante dos semanas,
el cuarto estuvo lleno de hilos enredados y olor a queso quemado y ajo
hasta que Aaron comenzó a aparecer en su dormitorio con regularidad con
videojuegos y películas que tomaba prestados de la extensa colección de
Matt.
Sin mucho tiempo para ellos mismos, Neil y Andrew se robaban
momentos juntos siempre que podían en rincones oscuros o en el techo o en
la cocina cuando sus compañeros de cuarto se desmayaban borrachos en el
dormitorio. Una o dos veces, Andrew acompañó a Neil en su corrida
matutina y lo usó como excusa para ducharse con él cuando regresaron al
dormitorio.
Antes de que Neil se diera cuenta, había pasado un mes entero y
sentía que se estaba quedando sin humo. Estaba agotado mental y
físicamente. Eddie, Yvonne y Joel siempre parecían estar pidiéndole un
consejo o intentando que saliera a tomar un café, mientras que Tara, Holly y
Tommy se negaban a seguir los consejos que él les daba de buena gana.
Brook parecía como si no estuviese allí. Lizzy estaba inquieta de una forma
que Neil no la había visto desde que intentó huir el invierno anterior. Jack
estaba ansioso en la cancha cuando Andrew estaba en la portería. Según
Brian, Sheena estaba tratando de convencer a los estudiantes de primer año
de que Neil era una broma.
No le molestó hasta que tomó prestada la computadora portátil de
Kevin y encontró un titular que decía: ‘‘Neil Josten: ¿Una maravilla real o
solo de una vez?"
Dan le había advertido que se mantuviera alejado de la Internet tanto
como pudiera porque la mayor parte de lo que vería solo lo desanimaría.
Neil lamentó mirar.
Una vez que lo vio, todo el estrés que había estado reprimiendo
explotó desordenadamente en todas sus costillas, inundándole los pulmones
y obstruyendo su corazón. ¿Y si no podía hacer esto? ¿Y si lo arruinó todo
y destruyó su valía como jugador? ¿Y si los Foxes volvían a ser el
hazmerreír?
¿Qué pasa si Ichirou decidía poner una bala en su cráneo tan pronto
como se gradúe?
Una vez que se formó la pregunta en su mente, se quedó ahí. Cortó su
sueño y lo dejó sin aliento y temblando a las tres de la mañana. Ya había
pasado la mitad de julio. Se acercaba agosto, trayendo consigo el inicio del
año escolar y la nueva temporada. Solo había sido capitán durante un mes,
pero sentía que el tiempo se le escapaba de los dedos.
Incapaz de dormir, decidió salir a correr.
Todo estaba oscuro y tranquilo en el camino perimetral, pero en lugar
de sentirse en paz como solía sentir, Neil se sintió inquieto. Visto. Cazado.
Algo viene. Redujo la velocidad y miró a su alrededor, odiándose a sí
mismo por ser paranoico. No había nadie alrededor, ningún sonido más que
su respiración agitada y algunos pájaros cantando entre sí en los árboles.
Corre, susurró esa vieja voz en su cabeza y la palabra rebotó desde su
cráneo hasta los dedos de los pies como una canica fría. Había mejorado en
reconocer los signos de una tormenta que se acumulaba en su propio
cráneo: el temblor en sus manos, la falta de aliento, el dolor de cabeza que
se hinchaba detrás de sus ojos. En medio del camino, Neil giró sobre sus
talones y corrió de regreso a la Fox Tower como alguien que acaba de ver
una nube en forma de embudo comenzar a girar.
No importa cuán silencioso estuviera Neil durante su rutina matutina,
Andrew siempre se despertaba tan pronto como llegaba a la puerta, por lo
que ya estaba en la cocina preparando café cuando Neil regresaba al
dormitorio. Neil se detuvo en la puerta de la cocina y miró a Andrew a
plena luz. Todavía llevaba los pantalones de chándal holgados y la camiseta
enorme con la que dormía, pero sus bandas estaban puestas. Fuera lo que
fuera lo que había soñado, lo había hecho alcanzar sus cuchillos.
Andrew lo miró con ojos apagados y las manos colgando sin fuerzas a
los costados. Su calma era engañosa, tanto como una advertencia como el
pulso rápido de Neil. Podían oler la amenaza de problemas entre ellos como
cualquiera podía oler la lluvia en el viento y sentir el deslizamiento de la
electricidad en sus brazos antes de que los cielos desataran el infierno.
Algo viene.
Corre, corre, corre.
Andrew podría haberse destruido a sí mismo. Neil podría haber
metido su vida en una bolsa y caer en el olvido. Pero en lugar de ceder a los
viejos hábitos, Andrew abrió la boca y preguntó en voz baja.
—¿A dónde?
—Birmingham —Neil repasó la lista en su cabeza.
Andrew asintió con la cabeza una vez y Neil supo que había gastado
todas sus palabras durante el día, así que tomó el relevo.
—¿Podríamos irnos después del almuerzo el viernes y regresar el
domingo?"
Andrew respiró lenta y profundamente y relajó los hombros.
—Está bien —dijo Neil sin aliento. El nudo alrededor de su corazón
se estaba soltando—. Buscaré hoteles para que no tengas que conducir para
siempre como la última vez.
La cafetera gorgoteó y resopló cuando terminó. Andrew sacó dos
tazas del armario, una roja y otra gris, y las llenó de café humeante. Neil se
movió a su alrededor para conseguir un vaso de agua. Se tragó la mitad
mientras Andrew agregaba azúcar y crema a la taza roja. Cuando Neil se
volvió, Andrew le entregó la taza gris.
—Gracias —murmuró Neil, dejando su vaso de agua en el mostrador.
Andrew se apoyó contra el mostrador a su lado y bebió en silencio. Neil
miró el borroso reloj digital que se movía sobre la estufa y vio que solo eran
las cuatro y supo que la alarma de Kevin no sonaría hasta las seis. También
sabía que no había forma de que Nicky estuviera despierto antes de esa
hora.
La promesa del viernes había suavizado los bordes de su ansiedad,
pero la sensación seguía carcomiendo su columna. No sabía dónde estaba
Andrew en su escala emocional, pero no parecía odiar tener a Neil a su
lado. Neil tomó un sorbo de café con cuidado y preguntó en voz baja.
—¿Sí o no?
Andrew dejó su taza de café sobre el mostrador y alcanzó el cuello de
Neil. Su sí fue un susurro de aire contra la boca de Neil antes de que los
labios de Andrew aplastaran los suyos. Neil dejó su taza junto a la de
Andrew para poder enterrar ambas manos en el cabello rubio que estaba
áspero y todavía un poco húmedo por el sudor del sueño. Andrew lo besó
con fuerza y enganchó los dedos ferozmente en su cuello como si Neil
pudiera escabullirse si no lo agarraba lo suficiente. Si Neil hubiera podido
encontrar la fuerza de voluntad para sacar su lengua de la boca de Andrew,
romper la fuerza magnética que mantenía sus labios apretados, le habría
asegurado a Andrew que no iría a ninguna parte.
El viernes no podía llegar lo suficientemente rápido.
Capítulo 37
Casas, hoteles y hogares
Durante el resto de la semana, Andrew hizo un esfuerzo mínimo en la
práctica. Hizo su entrenamiento lentamente, tomó una siesta en varios
rincones del gimnasio e ignoró los regaños de Kevin. Se apoyó en su
raqueta como una muleta en la portería y observó con indiferente
aburrimiento cómo los delanteros más jóvenes hacían todo lo posible por
molestarlo. Neil hizo la vista gorda ante su falta de voluntad para participar,
ya que comprendió que era más probable que fuera un agotamiento mental
que un antagonismo. Algo pesaba sobre Andrew, algo que lo hacía
mantener sus cuchillos a mano incluso cuando se estaban relajando en su
dormitorio detrás de una puerta cerrada. El viernes, cuando Sheena decidió
preguntarle a Neil por qué estaba ‘‘dejando que Andrew se saliera con la
suya”, se acercó a la portería con la promesa de hablar con Andrew sobre
su actitud. Todos vieron a Andrew deslizar casualmente su mano fuera de
su guante para voltear a Neil, pero nadie estaba lo suficientemente cerca
para escuchar que Neil solo había dicho: "—Oye, el café que hiciste esta
mañana sabía a mierda."
La conducta de Andrew no cambió después de eso, pero el equipo
pareció sentirse mejor al pensar que Neil al menos trató de hacer que
cooperara.
Al salir de la Foxhole Court después de la práctica del viernes, Neil
pasó por la oficina de Wymack para decir.
—Andrew y yo saldremos de la ciudad el fin de semana. Deberíamos
estar de regreso en algún momento del domingo.
Wymack lo miró por un momento, estudiando su rostro y postura en
busca de signos de problemas, antes de agitar la mano con desdén y decir.
—Mantén tu teléfono encendido.
—Sí, entrenador.
De vuelta en la Fox Tower, Neil comenzó a empacar para el fin de
semana cuando les dijo a Kevin y Nicky que él y Andrew se irían hasta el
domingo. Esto no les cayó bien a ninguno de los dos, ya que ambos
asumieron que irían a Columbia esa noche como grupo. Kevin podría haber
conducido su Lexus a Columbia, pero afirmó que era una "monstruosidad"
ya que había sido repintado de naranja. El hecho de que Nicky, Aaron y
Kevin no podían imaginarse ir al Eden’s Twilight sin Andrew para evitar
problemas no se dijo.
—Tal vez ustedes podrían ir a emborracharse con Matt —sugirió Neil
mientras metía apresuradamente su ropa en su bolso, que comenzaba a
romperse por las costuras. Frunció el ceño cuando notó los mangos
deshilachados y las puntadas tensas en un lado. Hizo una nota mental para
reemplazarlo pronto.
—¿Boyd? —Kevin se burló.
—Se va a Maryland durante el fin de semana para hacerle el amor
hetero a Dan —Nicky suspiró teatralmente y se apoyó contra el marco de la
puerta.
—Está bien, bueno, supongo que solo tendrán que ser adultos y
entretenerse entonces —dijo Neil. Miró la bolsa abierta y repasó su lista
mental una vez más para asegurarse de que no se olvidaba de nada.
Nicky chasqueó la lengua y dijo.
—¡Oh, bueno, supongo que no podemos culparlos a ustedes dos por
querer una pequeña romántica— ¡mierda, Andrew! Ponte una campana,
maldita sea.
Sus quejas cesaron cuando los silenciosos pasos de Andrew cruzaron
el dormitorio hasta su litera. Se subió a la escalera para sacar su bolsa llena
de su colchón y levantó los ojos hacia los de Neil con una pregunta
silenciosa en ellos.
—Estoy listo —respondió Neil en voz baja.
Kevin cruzó los brazos sobre el pecho y pareció disgustado cuando
Neil pasó junto a él.
—¡Que se diviertan! —Nicky llamó.
En el estacionamiento, acomodado en el asiento de pasajero del
Maserati, Neil sintió que podía respirar adecuadamente por primera vez en
una semana, tal vez un mes. Andrew deslizó la llave en el encendido y lo
giró, dando vida al motor. La tormenta que se cernía amenazadoramente
sobre sus cabezas se estaba despejando y alejándose antes de que pudiera
hacerles daño.
—Necesito conseguir algo de la casa —Andrew hizo una pausa y lo
miró.
—Bueno. Puedo hacerme cargo de conducir hasta allá si ...
—No, yo conduciré hoy.
Neil asintió y se guardó sus preguntas para sí mismo. Conducir,
fumar, beber y golpear cosas, ayudaba a Andrew a pensar. Fuera lo que
fuera en lo que tenía que pensar, Neil sabía que Andrew hablaría de ello
eventualmente si quería.
Cuando Andrew dio marcha atrás con el coche para salir del
estacionamiento, Neil se sacó el cinturón de seguridad para poder cambiar a
una posición más cómoda. La luz del sol del verano horneaba el tablero y
desafiaba el aire acondicionado con calor mientras Andrew conducía hacia
la interestatal. Incluso con las gafas de sol y las viseras bajadas, la luz del
sol era dura y parecía rebotar en todo. Neil subió el aire acondicionado y
apuntó las rejillas de ventilación del lado derecho hacia su cara antes de
girar las del centro hacia Andrew. Cuando la tensión en su espalda comenzó
a relajarse, Neil se quitó las bandas e inclinó un poco su asiento hacia atrás,
lo suficiente para estar más cómodo pero no demasiado porque todavía
quería mirar el camino.
Aceleraron por la interestatal hacia Columbia. Las manos de Andrew
se aflojaron lentamente alrededor del volante. Su conducción perdió su
agresividad y el Maserati se movió con fluidez alrededor de los vehículos
más lentos en lugar de ir y venir entre carriles. Su espalda y hombros se
fundieron en el asiento; su mandíbula se relajó lo suficiente como para que
un suspiro silencioso escapara de sus labios. Neil cerró los ojos y saboreó el
alivio. Andrew ya no parecía confuso y subyugado como había estado toda
la semana. Sus ojos estaban claros y enfocados y su respiración ya no se
recuperaba como lo hacía cuando su depresión le dificultaba respirar. Neil
se mostró cautelosamente optimista por su fin de semana e ignoró todos los
mensajes de texto sugerentes que Nicky seguía enviando.
Como Andrew claramente no iba a hablar pronto, Neil sacó su
teléfono y le envió un mensaje de texto a Matt, que tengas un buen fin de
semana. saluda a Dan de mi parte.
Un poco después, Matt respondió, ¡¡lo haré !! te habló más rato.
Hojeó sus mensajes y encontró uno sin leer de Allison. Tomé el metro.
¿Cuántas duchas hasta que me sienta limpia de nuevo?
Neil tecleó, ¿finalmente te quedaste sin dinero?
Dan apostó a que no podría hacerlo.
Neil soltó una risita ante eso. 50 dólares a que no puedes lamer la
acera.
No me hagas volver allí solo para golpear tu linda cara porque lo
haré.
Andrew lo miró, moviendo sus ojos entre el rostro de Neil y el
teléfono en sus manos, pero no dijo nada acerca de la sonrisa que todavía
estaba en su rostro.
Era temprano en la tarde cuando entraron en la casa de los Columbia.
Comieron un almuerzo rápido en la cocina y Neil charló sobre varios
hoteles en Birmingham sólo para llenar el silencio. Andrew no le dijo que
se detuviera, lo cual fue tanto aliento como el que iba a recibir. Estaban a
solo un par de horas de Palmetto, a solo un puñado de horas de su última
práctica con el equipo, pero Neil ya se sentía significativamente mejor.
Neil lavaba los platos mientras Andrew subía a recoger lo que fuera
que había dejado en su armario. Para cuando Neil lavó, secó y guardó sus
platos y cubiertos, Andrew todavía no había vuelto a bajar. Después de unos
minutos de espera, Neil decidió ir a buscarlo.
La puerta del dormitorio estaba abierta, así que Neil entró
silenciosamente. Andrew estaba de pie en medio del suelo sosteniendo una
botella de lubricante en una mano y una caja azul en la otra. Neil tardó unos
momentos en juntar las palabras "Trojan" y "lubricante premium" de una
manera que tuviera sentido.
La boca de Neil se secó.
—¿Has estado pensando en tu respuesta? —Andrew lo miró.
Tenía el corazón en la garganta y podía sentir un latido resonante al
sur de su ombligo. La voz de Andrew inundó sus oídos. No lo habían
hablado desde la casa de la playa. Neil había estado tan ocupado tratando de
averiguar cómo hacer que el nuevo equipo encajara en la cancha que no lo
había pensado mucho. A veces, en los raros momentos en que Andrew y él
se permitían los besos y las manos codiciosas del otro, Andrew le lanzaba
una mirada hambrienta y se frotaba entre las piernas de Neil como si
estuviera probando algo, pero nunca fue más allá de eso.
—Pregúntame.
—Sí o—
—Sí —Neil cerró la puerta de una patada y se quitó la camiseta
mientras cruzaba la habitación. Sus dedos se deslizaron por el cabello de
Andrew y Andrew levantó la cara para encontrarse con la boca de Neil en
un beso furioso y descentrado. Duró un momento abrasador antes de que
Andrew arrojara la botella y la caja al suelo cerca de la mesa de noche y
empujara a Neil hacia la cama. A ciegas, Neil trepó hacia atrás sobre el
colchón mientras Andrew estaba de pie junto a él, mirando hacia abajo con
fría indiferencia mientras se quitaba las bandas y las dejaba a un lado.
El calor recorrió su cuerpo, crepitante y rápido como la pólvora. La
emoción tensó el cuerpo de Neil como una goma elástica y cada latido de su
corazón reverberó a través de él. Los ojos de Andrew examinaron el paisaje
en ruinas del torso de Neil antes de quitarse lentamente su propia camiseta y
golpear la parte interna del muslo de Neil con la rodilla.
—Retrocede un poco.
Neil se arrastró hacia atrás para acostarse en el centro de la cama, con
la cabeza descansando en el valle entre las almohadas. Andrew se subió al
colchón y pasó una pierna por encima de las caderas de Neil. Se dirigían
hacia un nuevo territorio, pero este era un terreno familiar. La gravedad de
Andrew hizo que Neil se alineara con facilidad. Sus caderas se balancearon
juntas, sus labios empujaron y tiraron, sus pulsos se aceleraron entre sí. La
mente de Neil se quedó en silencio mientras su sangre rugía. Su cuerpo
siguió el ejemplo de Andrew como lo había hecho tantas veces antes. La
palabra finalmente susurró a través de él como una brisa primaveral.
Andrew lo besó hasta que Neil se quedó sin aliento y luego se echó
hacia atrás para mirarlo sombrío.
—Lo voy a hacer.
—Lo sé —los dedos de Neil fueron a los botones de sus jeans,
buscando a tientas para abrirlos. No sabía qué esperar, pero quería esto. Los
artículos en Internet iban desde clínicos hasta francamente pornográficos,
pero ninguno de ellos lo dejó sintiéndose preparado. Sin embargo, no estaba
preocupado mientras estuviera en manos de Andrew.
Andrew se bajó de él lo suficiente para bajar sus jeans y ropa interior
por sus piernas con suficiente fuerza que Neil tuvo que agarrarse a la
cabecera para evitar ser arrastrado fuera de la cama también. Andrew le
arrancó los calcetines a Neil y los tiró a un lado. Luego, estaba de nuevo
encima de Neil y parecía como si sus labios y manos estuvieran en todas
partes a la vez. Sus dientes rasparon la clavícula de Neil, sus uñas se
clavaron en las cicatrices entrecruzadas de su vientre, sus labios besaron su
pecho y dejaron un rastro refrescante a su paso, sus manos frotaron el
interior de los muslos de Neil. Neil retorció sus manos en las almohadas
alrededor de su cabeza y trató de respirar lo suficientemente profundo para
pensar correctamente. Había dejado atrás su mente.
—¿Dónde —jadeó—, dónde puedo tocarte?
Andrew aplastó su lengua sobre el pezón de Neil, su aliento caliente y
húmedo, y mordió mientras contemplaba la pregunta. Sus dedos se
envolvieron alrededor de la erección de Neil y la acariciaron hasta que Neil
dio un pequeño jadeo estremecedor. Mordió la piel suave debajo de la oreja
de Neil y pareció encontrar su respuesta allí.
—No me toques el trasero. Cualquier otro lugar está bien por ahora
—murmuró.
Neil quiso decir "está bien", pero todo lo que salió fue un gemido.
Sus dedos agarraron los hombros de Andrew mientras Andrew enganchaba
las piernas de Neil alrededor de su cintura y las aplastaba contra él. El
rasguño de la mezclilla dolía, pero Neil estaba desesperado por la fricción,
desesperado por sentir lo duro que estaba Andrew.
De repente, todo el peso de Andrew descansaba sobre Neil y su brazo
se esforzaba por alcanzar la botella de lubricante en el suelo. Neil podía
sentir la hinchazón de la respiración de Andrew y los fuertes latidos de su
corazón latiendo en su pecho caliente. El calor se acumuló entre su piel
desnuda. Neil envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Andrew y
rascó su espalda. Presionó lentos y húmedos besos por el cuello de Andrew,
le rascó los omóplatos y enganchó los tobillos detrás de los muslos de
Andrew para poder rodar sus caderas hacia arriba mientras Andrew estiraba
su brazo hacia la botella. Neil estaba hundiendo los dientes en la dura línea
del hombro de Andrew cuando Andrew se sentó, con el ceño fruncido y la
botella de lubricante en la mano.
Las manos de Neil cayeron a su estómago mientras observaba a
Andrew exprimir una buena porción del gel en sus dedos. Cuando Andrew
le dio un empujón a uno de sus muslos, Neil acercó las rodillas a su pecho y
respiró hondo antes de obligar a su cuerpo a relajarse. Andrew besó y
mordió sus muslos internos mientras lentamente introducía un dedo en él.
El deseo ya estaba hirviendo dentro de él, enviando ondas calientes
por sus brazos y piernas y burbujeando en sus dedos. Los dedos de sus pies
se curvaron en la sábana cuando Andrew curvó un segundo dedo dentro de
él, encontrando ese lugar dentro de Neil que había memorizado la ruta hacía
meses. Neil cerró los labios con fuerza y se tragó un gemido.
Andrew le mordió el interior de la rodilla y dijo.
—Déjame escucharte.
Sacó un gemido entrecortado del pecho de Neil con una presión firme
y fuera de ritmo en la próstata y recompensó el sonido con un beso con la
boca abierta por la parte inferior de su pene. El placer se abrió como
semillas y raíces vacilantes desenrolladas que se extendieron desde su
vientre hasta sus miembros y su columna vertebral. Cuando Andrew agregó
un tercer dedo, su nombre comenzó como un grito ahogado y se convirtió
en un gemido gutural en la parte posterior de la boca abierta de Neil. Su
cuerpo se tensó y se sacudió contra las manos de Andrew.
Neil acunó la cabeza de Andrew en sus manos, trazando círculos sin
sentido en su cabello, mientras Andrew lamía una línea gruesa a lo largo de
él y se sumergía para tragarlo entero. Luego, se retiró con un sonido
obscenamente húmedo y le mordió un moretón en el muslo. El dolor
parpadeó tenuemente como un rayo de verano enterrado en las nubes.
Podía sentir el orgasmo amenazando con florecer en su vientre y
levantó la cabeza para decirlo. Los ojos de Andrew se lanzaron a la caja de
condones y Neil pudo sentir su vacilación. Se incorporó apoyándose en los
codos y miró a Andrew con atención, tratando de alejar la bruma
parpadeando. Una de las manos de Andrew seguía agarrando la parte
posterior del muslo de Neil. Manchas rosas pintaban su pecho desnudo. La
determinación brilló como oro macizo en sus ojos.
—Oye —dijo Neil. Se estremeció cuando los dedos de Andrew se
movieron repentinamente dentro de él—. Uh, um, podemos... yo—
La mano de Andrew se movió desde su muslo hasta su pene,
apretando alrededor de la cabeza mientras frotaba su pulgar sobre él.
Andrew observó el rostro de Neil mientras jadeaba y temblaba.
—¿Estabas diciendo? —Andrew preguntó perezosamente con una
desafiante inclinación de cabeza. Curvó sus dedos con fuerza y los empujó
más profundamente, arrancando un agudo áspero del pecho de Neil.
—Ugh —gruñó Neil, cayendo de nuevo sobre las almohadas y
moviendo las caderas—. Solo hazlo ya.
—Todavía estás un poco apretado —Andrew retorció los dedos y
arqueó una ceja engreída cuando Neil hizo un ruido que estaba
peligrosamente cerca de un gemido.
—¿Quieres que rogue? —Neil apretó los dientes.
La tranquila fachada de Andrew estaba perfectamente intacta excepto
por sus ojos oscuros y hambrientos y el rubor que le subía por el cuello.
Todavía estaba en sus jeans, todavía en completo control, todavía a
distancia.
—Siempre estás hablando —dijo Andrew en voz baja, bajando los
ojos para ver sus dedos entrar y salir de Neil—. He aprendido a
desconectarte.
—¿Lo has hecho? —Neil desafió.
Andrew lo ignoró como para probar su punto.
Neil arqueó la espalda e inclinó la cabeza hacia atrás sobre las
almohadas para gemir el nombre de Andrew lo suficientemente alto como
para que se ruborizara avergonzado en sus propias mejillas. Sin embargo, la
vergüenza consciente de sí mismo que sintió valió la pena, porque a
Andrew se le entrecortó la respiración.
—Estás mirando —bromeó Neil, su voz ronca y baja como si el
nombre de Andrew le hubiera raspado la garganta. No pudo evitar sonreír
con suficiencia cuando la mandíbula de Andrew se apretó.
Andrew sacó los dedos y Neil gruñó ante la repentina pérdida. En
silencio, Andrew se bajó de la cama para quitarse los jeans y la ropa
interior. Mientras se desnudaba, Neil estiró las piernas; sus muslos siempre
le quemaban un poco cuando estaba abierto para Andrew de esta manera.
Andrew tomó la caja de condones y le dio la vuelta en sus manos. La
cabeza de Neil se estaba aclarando y su cuerpo se estaba enfriando y ver a
Andrew abrir una caja de condones con la misma expresión aburrida que
tenía cuando abría una caja de cereal era extraño. Durante una eternidad,
ambos miraron el cuadrado de papel de aluminio brillante que sostenía entre
los dedos de Andrew.
Estaba demasiado silencioso. Todo lo que Neil podía oír era su propia
respiración irregular. Andrew volvió a subir a la cama con la tensión
acumulada en sus hombros. El aire acondicionado había estado funcionando
el tiempo suficiente para enfriar las habitaciones de la casa, pero no fue por
eso que Neil se estremeció. Andrew estaba desnudo, duro, deseándolo y
arrodillado entre sus piernas dobladas. Unos hormigueos de piel de gallina
estallaron en la piel de Neil mientras bebían de la vista el uno del otro.
Después de leer cosas en Internet y vivir en un mar de estudiantes
universitarios, Neil sabía que era común hacer este tipo de cosas en la
oscuridad. Mientras la mirada de Andrew recorría el campo de batalla de la
piel de Neil, Neil supuso que podía entender el atractivo de acostarse con
un amante bajo el manto de las sombras. Tampoco podía arrepentirse de
estar tumbado en el polvoriento rayo de sol que entraba oblicuamente a
través de las persianas. Él y Andrew todavía se escondían del mundo,
enterraban sus cicatrices y sus bordes afilados bajo ropa negra y palabras
despectivas, pero habían dejado de esconderse el uno del otro hace mucho
tiempo.
Buscaron durante mucho tiempo y perdieron impulso. La
incertidumbre de Andrew era casi una barrera palpable entre ellos y Neil no
estaba seguro de si debía intentar avivar las llamas o sofocar las brasas.
Ninguno de los dos sabía lo que estaban haciendo. Por un momento, Neil
estuvo seguro de que terminaría. Se dijo a sí mismo con severidad que
podría calmarse, que detenerse ahora cuando le dolía el cuerpo por la
liberación no sería su muerte. Si Andrew cambiaba de opinión, se decía a sí
mismo que tomaría la ducha más fría de su vida y continuarían camino a
Birmingham como habían planeado.
Andrew abrió la boca, pero en lugar de cambiar de rumbo, murmuró.
—Di algo.
—¿Qué quieres que te diga?
—Cualquiera que sea de la mierda que sueles decir cuando ... cuando
nosotros … —elaboró Andrew, con el ceño fruncido.
Andrew odiaba estar inseguro, inseguro de sí mismo, y Neil se dio
cuenta de que estaba tratando de volver a tierra firme, así que se sentó y tiró
a Andrew en un beso porque besar era familiar y fácil. Andrew empujó
hacia adelante, tomando el control deslizando su lengua en la boca de Neil
y acomodando a Neil contra el colchón. Neil asintió apreciativamente y
pasó las manos por la espalda de Andrew.
—Quiero que lo hagas, Andrew —murmuró Neil contra sus labios,
mirando hacia sus ojos entrecerrados—. ¿Sí o no?
—Te odio —suspiró Andrew, mordiendo la esquina de la mandíbula
de Neil—, pero sigue siendo sí.
—Podría solo masturbarme si no quieres —Neil envolvió una mano
alrededor de sí mismo y movió la mano con fuerza una, dos veces, pero
luego Andrew se apoyó en un codo y agarró su muñeca.
—No te gusta hacertelo a ti mismo—señaló Andrew mientras besaba
el cuello de Neil hasta su hombro.
Neil enganchó sus tobillos alrededor de las pantorrillas de Andrew y
exhaló temblorosamente cuando la lengua de Andrew se hundió en el hueco
en la base de su garganta. Su corazón estaba acelerado de nuevo y el calor
se extendía por su cuerpo, ahuyentando el frío. El condón cayó sobre el
vientre de Neil, momentáneamente olvidado, mientras Andrew besaba y
lamía su pecho. Los muslos de Neil sujetaban la cintura desnuda de
Andrew, el estómago de Andrew se deslizó contra el suyo y la gran
cantidad de piel desnuda hizo que Neil se mareara.
—No duraré mucho si sigues haciendo eso —Neil jadeó.
—¿Haciendo qué? —Andrew murmuró antes de cerrar la boca
alrededor de la cicatriz de plancha caliente y succionar húmedamente.
Los dedos de los pies de Neil se curvaron y se clavaron en los duros
músculos de las pantorrillas de Andrew. Soltó su erección para agarrarse a
los costados de Andrew y Andrew se apretó contra el trasero de Neil.
—Andrew —gruñó Neil—. solo ... hazlo ya —deslizó los talones por
la parte posterior de las rodillas de Andrew y los presionó contra sus
muslos, tratando de tirar del cuerpo de Andrew más fuerte contra el suyo.
Andrew le dio un último mordisco a su hombro y retrocedió.
Enganchó sus manos debajo de las rodillas de Neil y las separó para poder
deslizar su erección firmemente a lo largo de la de Neil.
—Andrew —Neil estaba palpitando y mareado y su corazón iba a
salir de su pecho—. Necesito ... solo ponte dentro de mí, maldita sea. Haré
lo que quieras. No tienes que ir a práctica el lunes. Tiraré esos jeans que
odias. Cualquier cosa. Solo hazlo.
Andrew bajó por su pecho y chupó un moretón justo dentro del borde
del hueso de la cadera de Neil mientras sus dedos buscaban a tientas el
paquete de aluminio donde Neil no podía ver. Neil enterró sus dedos en su
cabello y continuó hablando, diciéndole lo bien que se sentía tener sus
dedos dentro de él y cuánto deseaba esto. Cuando Andrew finalmente tuvo
el condón enrollado en él, le dijo a Neil que se callara.
La contracción en la mejilla de Andrew delató su nerviosismo. Tenía
la boca tensa y los ojos fríos, pero Neil podía sentir que su pulso se agitaba
con miedo cuando deslizaba los dedos por el cuello de Andrew. Neil abrió
las piernas y se mantuvo quieto para ahorrarle a Andrew la responsabilidad
de sujetarlo. Andrew respiró hondo mientras frotaba su punta cubierta de
látex contra el Neil.
—Quiero esto —le recordó Neil —. Te lo diré si quiero parar, lo
prometo. Quiero ... mierda—
Andrew había entrado hasta la mitad y se detuvo cuando Neil gritó.
La intrusión fue diferente de lo que Neil había esperado: los dedos de
Andrew eran inteligentes y se curvaban y se movían, pero el grosor duro de
él hizo que Neil se sintiera lleno de una manera que no había hecho antes.
De repente, Neil se sintió muy agradecido de que Andrew se hubiera
tomado mucho tiempo para prepararlo para esto.
Una de las manos de Andrew presionó el vientre de Neil y dijo en voz
baja:
—Respira, Neil.
Todo su cuerpo se había congelado por la impactante novedad de
Andrew dentro de él y Neil tuvo que forzar el aire a salir de sus pulmones.
Lentamente, sus otros músculos se descongelaron y relajaron también, lo
que hizo que le doliera menos cuando Andrew retrocedió una pulgada más
o menos y se deslizó hacia adentro hasta que estuvo completamente dentro
de Neil.
Una arruga se hundió en la frente de Andrew y su respiración salió en
ásperas bocanadas por la nariz. Apretó los labios con fuerza y sus ojos
brillaron con algo parecido a la ira cuando miró a Neil. Donde Andrew
estaba tenso y comedido, Neil era todo lo contrario: con la mandíbula floja
y los ojos nublados.
—Oye —susurró Neil, solo para llamar su atención, y luego levantó
la barbilla en una petición silenciosa de un beso. Para su sorpresa, Andrew
se inclinó hacia él. Neil soltó sus piernas, se incorporó sobre un codo y
deslizó su mano libre en el cabello de Andrew mientras Andrew lo besaba
lentamente y se retorcía dentro de él. Cuando la lengua de Andrew rozó la
suya, una pequeña y agradable sacudida atravesó su centro.
—Habla —la voz de Andrew era tranquila y tensa.
—Se siente un poco raro —admitió Neil, moviendo las caderas—. Es
diferente a tus dedos, pero no duele. Puedes moverte ahora, estoy bien.
Andrew intentó asentir, pero su frente chocó contra la nariz de Neil.
Los mantuvo así, apretados y respirando juntos, mientras echaba las caderas
hacia atrás y empujaba hacia adelante de nuevo. Los ojos de Neil se
cerraron y perezosamente besó la frente húmeda de Andrew mientras se
adaptaba a la pesada sensación de Andrew moviéndose dentro de él.
Andrew rompió su ritmo lento para empujarlo con fuerza y un ruido agudo
salió de la garganta de Neil. El brazo de Neil temblaba bajo su peso y su
abdomen estaba apretado por estar curvado, así que se dejó caer sobre las
almohadas y parpadeó hacia Andrew.
—Quizá, um, tal vez ... uh, el ángulo es ...
Andrew pareció entender a qué se refería antes de que pudiera
articularlo. Se retiró casi por completo antes de inclinar las caderas y
empujar hacia adentro, deslizándose bruscamente contra Neil. Neil se tensó
y jadeó el nombre de Andrew, ahogándose entre las dos sílabas mientras el
placer crepitaba ardientemente a través de su cuerpo.
—¿Así? —Andrew gruñó, casi engreído.
—Sí, sí, allí mismo —Neil asintió frenéticamente.
Andrew empujó dentro de él de nuevo y se dejó caer para atrapar el
"mierda" de Neil con un beso embriagador. Después de algunas embestidas
más torpes, un rápido experimento de velocidad y fuerza, Andrew se
acomodó en un ritmo de embestidas lentas y duras que hicieron que el
cerebro de Neil luchara por encontrarle sentido a todo. El empuje y tirón de
las caderas de Andrew entre sus muslos fue hipnótico. Su vientre estaba
lleno de calor y el pesado rizo de un orgasmo atrasado se apretó en él, su
cuerpo estaba doblado y estirado y vulnerable de una manera que era
aterradora y maravillosa, la piel de Andrew golpeaba contra la suya, las
manos de Neil luchaban por agarrarse. en la espalda de Andrew, los sonidos
que salían de su boca sonaban distantes y desesperados para sus propios
oídos. Andrew se acurrucó sobre él y hundió la cara en el cuello sudoroso
de Neil, gruñendo en su piel. Su paso tartamudeó y sus caderas se movieron
bruscamente hacia adelante mientras luchaba por mantener el control.
—Andrew, mierda. Oh Dios. Andrew —jadeó Neil. Su vocabulario se
redujo a unas pocas palabras—. Andrew, sí. Te sientes muy bien.
—Eres tan—ugh, molesto —El tono severo de Andrew perdió su
efecto cuando gimió.
—Te sientes increíble. Estoy tan cerca —balbuceó—. Hazlo más
fuerte. No puedo soportarlo."
Mientras divagaba, Neil pasó una mano entre sus estómagos
sudorosos y Andrew se arqueó hacia arriba para darle suficiente espacio
para acariciarse mientras se movían. Solo tomó unas pocas caricias de su
mano antes de que una luz blanca y caliente inundara su cuerpo. Su visión
se volvió borrosa, la presión sonó en sus oídos, temblores lo recorrieron
mientras se corría en sus dedos. Apenas podía escucharse a sí mismo sobre
su pulso atronador, pero podía sentir el fuerte gemido retumbar en su pecho.
Lentamente, Neil se dio cuenta de que todavía lo estaban haciendo.
Sus sentidos estaban confusos y su cuerpo estaba fundido, inmóvil. La
frente de Andrew descansaba sobre su clavícula y respiraba con dificultad
contra el pecho de Neil. Cada embestida enviaba una punzada casi dolorosa
de algo cercano al placer a través de su cuerpo exhausto, pero no estaba
dispuesto a decirle a Andrew que se detuviera. Sus ojos miraban vagamente
hacia el techo soleado. El sudor le pegaba la sábana a la parte baja de la
espalda y se le acumulaba ardientemente detrás de las rodillas y en el pelo.
Los dientes de Andrew de repente mordieron su cuello y fue lo único claro
en el mundo desenfocado de Neil.
Andrew cambió de ángulo, inclinándose hacia adelante y enterrando
sus manos en las almohadas alrededor de la cabeza de Neil. Neil le acarició
el antebrazo lleno de cicatrices, gimiendo silenciosamente contra la piel
arruinada mientras el deslizamiento resbaladizo de Andrew comenzaba a
sentirse verdaderamente placentero de nuevo. Un ruido suave y
estrangulado se atascó en la garganta de Andrew cuando Neil comenzó a
besar las cicatrices que tenía a su alcance. Mordió el cuello de Neil de
nuevo y se estremeció con fuerza, empujando frenéticamente mientras
perseguía su orgasmo en el cuerpo de Neil. Cuando terminó, se derrumbó,
tiritando. Jugó con el cabello de Andrew y masajeó la base de su cráneo
mientras las últimas oleadas de placer lo recorrían.
Andrew besó la mandíbula de Neil e hizo un sonido breve y bajo en
su garganta. De alguna manera, Neil entendió lo que quería y se volvió para
encontrar los labios de Andrew con los suyos. Se besaron somnolientos,
deteniéndose cada pocos segundos para respirar o temblar, mientras bajaban
de sus euforias y Neil medio sospechaba que solo se estaban besando
porque Andrew no quería mirarlo correctamente todavía. Los labios de
Andrew eran suaves, lentos y perezosos y Neil podría haber estado ahí
debajo de él para siempre. Neil estaba borroso en los bordes y se derritió en
el medio. Sus pensamientos estaban enredados y pesados como un hilo sin
enrollar que se deja caer en cera caliente. Sus muslos estaban calientes con
la promesa de estar exquisitamente doloridos en unas pocas horas.
Cuando Andrew finalmente salió de él, Neil se estremeció y trató de
reconciliarse con la sensación de vacío que dejaba atrás. Andrew lo besó
con fuerza como si estuviera puntuando una frase incoherente y se apartó
para poder quitarse el condón, hacer un nudo y tirarlo a la papelera. Neil
recorrió con la mirada el cuerpo de Andrew mientras se movía. Su fuerte
abdomen estaba temblando un poco y su pecho todavía estaba cubierto de
un rubor rosado. Su cabello estaba sudado y despeinado en mechones
desordenados gracias a los dedos de Neil que lo recorrían. Sus mejillas
también estaban enrojecidas, sus labios de un rojo oscuro y húmedos. El
orgullo atravesó el pecho de Neil al ver a Andrew desnudo, sudoroso y
lento de satisfacción.
Después de desechar el condón, Andrew regresó a la cama. Neil estiró
las piernas para dejarle espacio en el colchón e hizo una mueca cuando el
dolor le chamuscó la parte interna de los muslos. Los ojos de Andrew se
volvieron agudos y alerta a la vez mientras se sentaba en el borde de la
cama, buscando más signos de dolor y esperando que Neil hablara. La
atmósfera tranquila y relajada se nubló de inmediato con la tensión.
—Me duelen un poco las piernas —explicó Neil, gesticulando
vagamente.
Andrew asintió una vez, pero no pareció tranquilizarse en absoluto.
En voz baja, dijo.
—Te puedes duchar primero.
Era una despedida y Neil sabía que era mejor no tomársela como algo
personal. Sabía que cuando se moviera, Andrew lo observaría de cerca, así
que se incorporó y se puso de pie como si no tuviera dolores persistentes en
la mitad inferior.
—Haré café después —dijo.
Andrew observó la forma desnuda de Neil mientras caminaba con
piernas temblorosas para recoger su ropa. No había nadie más en la casa,
pero Neil todavía se puso la ropa interior antes de aventurarse al baño. No
importaba si sus piernas se doblaban bajo su peso, se sentía lento, dulce y
dorado como la miel y no cambiaría la sensación por nada. Mientras abría
la ducha y bostezaba ampliamente, pensó que tener sexo con Andrew era
algo que quería hacer todos los días por el resto de su vida. Estaba cubierto
de sensaciones fantasmas, Andrew todavía estaba sobre él. Neil podía sentir
los labios de Andrew presionados contra los suyos, podía sentir sus dientes
en el moretón oscureciéndose a un lado de su cuello. Un escalofrío lo
recorrió.
Se lavó el cuerpo lo más rápido que pudo y luego salió, se secó y se
vistió. Andrew estaba acostado en la cama, mirando al techo con la manta
colocada sobre su ingle, cuando Neil llamó a la baranda de la puerta y dijo.
—Todo tuyo.
Neil no se quedó esperando una respuesta. Fue directamente a la
cocina y sacó la bolsa de granos de café y un filtro. Sus oídos se animaron
cuando escuchó el suave crujido de las tablas del piso, pero mantuvo la
mirada hacia adelante mientras preparaba la cafetera. Poco tiempo después
cobró vida y poco después el olor a café llenó el aire.
Neil bebió un vaso de agua lentamente y se paseó de un lado a otro a
lo largo de la cocina. Andrew todavía estaba en la ducha. Su cuerpo se
sentía tan deliciosamente relajado y nebuloso que no quería arruinarlo con
preocupación, pero no era una opción.
Había pasado semanas, meses, preguntándose cómo sería tener a
Andrew dentro de él y ahora todo había terminado. Ahora se preguntaba si
Andrew querría volver a hacer eso alguna vez, se preguntaba si Andrew
estaba bien.
Sabía que Andrew había estado pensando en ello, planificándolo,
durante al menos un mes. La palabras todavía sonaban en sus oídos. Sabía
que Andrew no haría algo que no quisiera, pero el hecho era que ninguno de
los dos sabía qué esperar exactamente. A pesar de la actitud fría de Andrew,
Neil sintió que le temblaban las manos.
Era imposible evitar pensar en la violenta, desgarradora y errónea
introducción de Andrew al sexo, una introducción que se hizo demasiado
pronto en su vida, contra su voluntad, que alteraría para siempre su
percepción de la intimidad física. No importa cuánto quisiera Neil destrozar
el universo y reorganizarlo en una forma que fuera más amable con
Andrew, no podía cambiar el pasado. Ninguno de los dos podiá liberarse de
sus cicatrices. Todo lo que podían hacer era recolectar suficientes buenos
recuerdos para tratar de superar los malos. Tenían toda una vida para
hacerlo.
Hubo un tiempo en el que Neil no podía imaginarse estar agradecido
de haber conocido a Andrew Minyard, ahora su gratitud lo abrumaba.
No miró cuando escuchó los pasos de Andrew. Se dijo a sí mismo que
Andrew saldría a fumar unos minutos o unas horas y regañó a su corazón
por saltar como lo hizo.
—Neil.
Levantó la cabeza de golpe. Andrew estaba en la puerta, mirándolo
con los ojos entrecerrados.
—Hola —murmuró Neil.
—Hola. —Andrew enarcó una ceja burlonamente.
—El café estará listo en un minuto.
—Tráeme una taza —entonces Andrew se volteó y se dirigió al
porche.
Neil miró fijamente la puerta vacía hasta que el café terminó.
Mecánicamente, sacó dos tazas del armario. Puso leche y una generosa
cucharada de azúcar en la de Andrew y solo un poco de azúcar en la suya
antes de servir el café. Con las tazas humeantes en la mano, se dirigió a la
puerta principal. Andrew la había dejado entreabierta para que Neil pudiera
abrirla con el pie. Andrew estaba sentado en los escalones con dos
cigarrillos, uno en la boca y otro entre los dedos. Neil le dio a Andrew su
café y se agachó con cuidado para sentarse a su lado. Trató de ocultar su
mueca mientras el dolor en sus muslos y caderas estallaba, pero Andrew
nunca se perdía de nada. Neil pudo ver que las paredes de Andrew se
levantaban y su corazón se hundió. Neil recordó a Andrew subir al asiento
del auto de Wymack, su rostro un desastre de colores violentos y diciendo
"Ouch". Su estómago dio un vuelco. Quería decir que estaba bien, pero
Andrew podía leer su postura, podía ver que sentía algo de dolor. Mentir
ahora solo empeoraría las cosas.
Todo el cuerpo de Andrew se puso tan rígido que a Neil le
preocupaba que la taza de café se rompiera en su agarre de hierro. Se sacó
el cigarrillo de la boca lentamente, pero Neil habló primero.
—No me hiciste daño, Andrew.
—Porque estás bien, ¿verdad? ¿Es eso lo que siempre vas a decir,
Neil? —los ojos de Andrew lo atravesaron, oscuros y distantes.
Las palabras destilaban veneno. Neil sabía que el movimiento en falso
terminaría con los dos heridos.
—Habría dicho que no si no lo hubiera querido.
Cuando Andrew aplastó su cigarrillo contra el escalón de cemento, le
temblaba la mano. Regresó adentro. La puerta se cerró con un ruido sordo
detrás de él.
—Mierda —murmuró Neil para sí mismo. También apagó el
cigarrillo antes de volver a meter las tazas de café. Sacó los termos de PSU
y a uno le echó el café de Andrew para llevarlo a la carretera. Luego, limpió
la cafetera y ordenó la cocina.
Andrew todavía no había reaparecido, así que una vez más Neil fue a
su habitación en busca de él. La puerta del dormitorio estaba abierta, lo que
Neil consideró una señal relativamente buena, y Andrew estaba de pie en
medio del suelo mirando la cama con las manos metidas en los bolsillos. El
colchón estaba desnudo y las sábanas estaban agrupadas en un rincón para
lavarlas más tarde. Tenía los hombros tensos, arrugados casi hasta las
orejas, y la rabia que prácticamente lo desprendía en oleadas.
Varias frases subieron y bajaron en la mente de Neil como olas. Dije
sí. Yo lo quería. No me hiciste daño. Estuviste increíble. Ya te quiero de
nuevo. No hiciste nada malo. Ninguno de ellas se quedó.
En cambio, preguntó:
—¿Sí o no
Andrew no se volvió para mirarlo, pero dijo.
—Sí —su voz se tensó y Neil sabía que ese sí no llegaba muy lejos.
Cuando estaba de pie frente a Andrew, Neil se inclinó para darle un
simple beso. Trató de transmitir sus sentimientos a través de lentas
presiones de sus labios y suaves roces de su lengua. Andrew le devolvió el
beso como si estuviera demasiado entumecido para moverse correctamente,
empujando hacia atrás con la presión suficiente para que Neil supiera que
estaba presente. Las manos de Andrew permanecieron a sus lados, sin
querer tocarlo, así que Neil se conformó con un simple roce de sus dedos
por el cabello de Andrew antes de meter las manos en los bolsillos.
Un mordisco en el labio inferior de Neil señaló el final del beso. Neil
se echó hacia atrás para encontrarse con los ojos de Andrew
inquisitivamente.
—Dime qué tan mal estás—dijo Andrew con fuerza, apretando los
dientes—. Ni siquiera pienses en mentirme.
—No me gustaría montar a caballo ahora mismo, pero no lo sentiré
mañana —Neil levantó un hombro.
—No estaba prestando atención —Andrew parecía dispuesto a coger
un cuchillo. Esta rabia no estaba dirigida a Neil, pero de alguna manera era
peor. ¿Cómo se suponía que Neil iba a defender a Andrew de sí mismo?
—Nunca dije que no —le dijo Neil—. Te habrías detenido si te lo
hubiera dicho.
La mirada apagada de Andrew envió un escalofrío enfermizo a través
del pecho de Neil.
—No deberías asumir las cosas.
—Sé cuando estoy en peligro —siseó Neil—. Sé que estoy a salvo
contigo.
Sin previo aviso, sus manos rodearon la garganta de Neil. La mirada
de Andrew todavía estaba vacía, ahuecada por los pensamientos que lo
estaban devorando vivo. Incluso cuando su agarre se apretó, Neil no se
defendió ni luchó por escapar del agarre de Andrew; correr no era una
opción que estuviera dispuesto a considerar.
—Debería haberte matado esa primera noche en Columbia —gruñó
Andrew. El fuego en su voz fue un cambio bienvenido de su apatía.
—No voy a ninguna parte, Andrew —susurró Neil.
—Odio esto —la voz de Andrew tembló. Frunció el ceño a sus manos
como si fueran las culpables de su incapacidad para arrancarle la vida a Neil
—. Te odio.
—Lo sé.
Hubo un destello de dientes y un gruñido bajo.
—Sería mucho más fácil sin ti.
Andrew lo decía en serio, pero ambos sabían que lo que era más fácil
no era necesariamente mejor. Ambos habían luchado con uñas y dientes
para mantener las cosas buenas en sus vidas, corrieron harapientos para
llegar a lugares mejores. No se darían por vencidos por nada.
Era cariñoso, el acto de abrir su pecho para hacer espacio para
alguien, lo que lo lastimaba y lo dejaba vulnerable a la pérdida. Era un
punto débil que había sido la causa de un dolor insoportable antes. A
medida que Neil llenaba más espacio en su pecho, el odio de Andrew más
grande crecía como una bestia que alimentaba y alimentaba. Sin embargo,
no importa qué tan grande se volviera, no podía sacar a Neil y sellar las
grietas de su armadura.
Ambos sabían esto.
Andrew se lanzó hacia delante, furioso, y le besó los labios. Neil se
tambaleó hacia atrás por la fuerza, pero mantuvo el equilibrio y empujó
hacia adelante. Este beso fue una pelea justa, fuego encontrándose con
fuego, dos fuerzas iguales chocando. Estaba enojado y desesperado y
perfectamente entendido por ambos lados. Las uñas arañaron la clavícula de
Neil, los dientes se clavaron en el labio de Andrew. Había una gota de
sangre en la lengua de Neil, pero no podía decir de quién era. Un gemido
tembló por el aire que compartieron.
La vida los había dejado dañados y con cicatrices, por dentro y por
fuera, pero de alguna manera todavía encajaban perfectamente. Nadie más
podía entender el horror que pendía de las costillas de Neil, nadie más podía
ver las formas en la oscuridad de Andrew.
Neil se sintió lleno y fuerte y, cuando Andrew lo acercó más, cinco
letras encajaron en su lugar.
Lo amo.
Como si pudiera sentir esas tres palabras, Andrew lo empujó y se secó
la boca hinchada con el dorso de la mano.
—Birmingham —gruñó.
Neil asintió y miró la caja a sus pies.
—¿Traemos los condones?
—¿Crees que quiero hacerlo de nuevo?
—Paquete de oferta —leyó Neil con una sonrisa—. Nos quedan
treinta y cinco y un fin de semana completo.
—Te odio.
—Pero no odias hacerlo conmigo.
Andrew le arrebató los condones y el lubricante del piso y salió
furioso mientras Neil se mordía los labios para no sonreír. Una vez que se
recuperó, tomó el termo de la cocina y siguió a Andrew afuera, cerrando la
puerta principal detrás de él. Neil se subió al asiento del pasajero y levantó
el termo como ofrenda.
—Puedo conducir si quieres.
Andrew tomó un largo trago de café y lo ignoró. Encendió el motor y
pronto se dirigieron a Birmingham.
Neil se desplomó en su asiento y apoyó la cabeza contra la ventana.
Estaba saciado y dolorido, somnoliento y aliviado, pero sabía que la
inquietud de Andrew aún acechaba en algún lugar debajo de la superficie.
Por ahora, sin embargo, estaban bien y estaban en camino de distanciarse de
sus problemas.
El Maserati gruñó cuando Andrew presionó el pedal del acelerador
para acelerar alrededor de autos que se movían más lentamente en la I-20.
Neil estudió su perfil bajo la brillante luz del sol de la tarde: su mandíbula
fuerte, su mirada en blanco medio oculta por sus gafas de sol, su cabello
claro que se había secado de una manera despeinada. No había evidencia de
que hubiera tenido relaciones sexuales ni siquiera hace una hora y Neil casi
deseaba haber dejado una marca en algún lugar que coincidiera con la que
estaba luciendo. Casi. Después de pensarlo un poco, Neil decidió que era
mejor que Andrew se alejara ileso y sin marcas.
Neil revisó su teléfono y encontró algunos mensajes de texto
esperándolo. Kevin le recordó que tenía que pensar en una manera de crear
solidaridad entre los defensores antes de que comenzara la temporada,
Lizzy le envió una broma sobre una langosta y una parada de autobús que
no entendió, Tommy quería saber por qué escuchó a Wymack comprando
tres boletos de avión a California, y Nicky envió cinco mensajes
emocionados sobre cómo él y Kevin iban al dormitorio de Aaron para una
noche de tragos y videojuegos.
Su madre le había enseñado a olvidar los pueblos, las habitaciones,
los nombres que dejaban. Ella le enseñó a soltar días y meses de recuerdos
como si no fueran nada. A veces, el horizonte se sentía como si lo estuviera
arrastrando hacia el olvido, amenazando con alejarlo de su nuevo hogar. A
veces sentía que podría disiparse en vapor y flotar en el viento. Fue durante
estos tiempos que apreciaba tener una bandeja de entrada llena de
vislumbres al azar de las vidas en curso de sus Foxes, vislumbres de lo que
volvería. Estaban yendo por la carretera lejos de sus compañeros de equipo,
pero no se sentía como si huyeran mientras Neil pudiera mirar hacia atrás,
reducir la velocidad y confiar en que estaban allí para él.
Neil respondió a Nicky, nos vemos el domingo. Luego se acomodó en
su asiento y miró a Andrew hasta que sus ojos se volvieron pesados.
El viaje a Birmingham duró cinco horas y Neil durmió tres de ellas.
Sueños vagos y cambiantes jugaban detrás de sus párpados mientras dormía
y, cuando sus ojos se abrieron, fueron olvidados. Sentado, notó que el auto
estaba estacionado y en silencio. Andrew se había ido. Su boca se sentía
seca y pegajosa, sus pensamientos eran lentos, su cuello estaba rígido por
estar apoyado contra la ventana.
El Maserati estaba estacionado frente a las puertas de un hotel cuyo
nombre no reconoció. Árboles y algunos arbustos bajos intentaron bloquear
la vista de la concurrida calle a su izquierda y a su derecha, podía ver a
través de las puertas de vidrio hacia el elegante vestíbulo del hotel. La
alfombra era azul marino con un intrincado diseño hecho en oro. Había
columnas color crema a intervalos regulares hasta la parte trasera, donde
había una fila de ascensores relucientes a cada lado de una escalera que se
dividía en ambas direcciones. La recepción estaba escondida, pero podía
ver a algunos clientes pululando con atuendos infinitamente más agradables
que los que Neil usaba actualmente. Se destacarían sin dudar y Neil no
podía pensar en una sola razón por la que Andrew quisiera quedarse en un
lugar como este durante el fin de semana.
Unos minutos más tarde, Andrew salió a zancadas con las manos
metidas en los bolsillos de sus jeans oscuros y las miradas sospechosas de
tres hombres con trajes bien hechos a medida clavándose en su espalda.
Una vez que Andrew estuvo en el asiento del conductor, puso el
motor en marcha y condujo hacia adelante para seguir el carril en curva
hacia el estacionamiento a la vuelta de la esquina del hotel.
—¿Aquí es donde nos quedamos? —preguntó Neil.
—Puedes pagarlo —dijo Andrew. Se levantó de su asiento para coger
el boleto que la máquina escupió para él y luego condujo bajo el brazo
levantado más adentro del garaje. En el tercer nivel, encontraron un espacio
vacío para estacionar. Una vez que el motor se quedó en silencio, salieron
para recoger sus bolsos del maletero y luego se dirigieron hacia una puerta
en la esquina más alejada que estaba marcada como la entrada al hotel. A
través de la puerta, se encontraron en un rellano en una amplia escalera con
un ascensor frente a ellos. Neil siguió en silencio a Andrew por las
escaleras hasta el quinto piso.
Andrew lo llevó a la habitación al final del pasillo y abrió la puerta
con una tarjeta de acceso. La habitación era grande y olía a estéril como la
mayoría de las habitaciones de hotel. La cama era grande, hecha de madera
oscura bellamente tallada, con un edredón blanco mullido y cuatro
almohadas grandes y frente a la cama había una ventana ancha bloqueada
por cortinas pesadas. En la esquina, en ángulo para mirar al resto de la
habitación, había una gran televisión colocada sobre una cómoda. Cerca de
la pared del fondo había dos sillones de cuero con un minibar entre ellos y
una mesa baja y redonda con una prolija pila de folletos de atracciones
turísticas y restaurantes de la ciudad.
Neil dejó caer su bolso a los pies de la cama y estiró los brazos por
encima de la cabeza. Andrew arrojó su bolso al lado del de Neil antes de
desaparecer en el baño. Un minuto después, el inodoro se descargó y el
lavabo se abrió. Neil se volteó, esperando que Andrew volviera a salir, pero
luego escuchó el familiar golpe del agua golpeando el piso de una bañera.
Andrew nunca había mostrado mucho interés en los baños antes, pero Neil
supuso que quizás querría relajarse después del día que tuvieron.
Esperando una larga espera, Neil se quitó los zapatos y se sentó en la
cama. Su teléfono vibró con un mensaje entrante, pero lo dejó a un lado en
la mesita de noche sin revisarlo. Cogió el mando a distancia y encendió el
televisor para cambiar de canal. Sin embargo, antes de que pudiera decidir
qué ver, Andrew salió del baño y lo miró.
—Entra aquí.
—¿Qué? —Neil frunció el ceño.
Andrew lo miró fijamente durante un segundo y volvió a desaparecer
en el baño. Confundido, Neil lo siguió.
El baño era más grande de lo que esperaba Neil, hecho en mármol y
azulejos azul real con accesorios de acero inoxidable. Había un regulador
de intensidad en las luces y toallas blancas inmaculadas cosidas con el
logotipo de la cadena hotelera. En un plato plateado alargado entre dos
lavabos había una pequeña colección de lujosos jabones envueltos en papel
fino frente a una fila de botellas llenas de champú, acondicionador, gel de
baño y humectante. El vapor se elevó de la bañera medio llena, que era lo
suficientemente grande y profunda como para caber al menos dos personas
en ella. Andrew estaba a su lado, con los brazos cruzados y un dedo
golpeando con impaciencia sus brazaletes.
—Estás adolorido —dijo, burlándose.
Neil miró de Andrew al baño humeante, comprendiendo por fin por
qué había elegido un hotel mejor para este fin de semana.
—¿Vas a unirte a mí? —preguntó, aunque no tenía muchas
esperanzas. Andrew parecía que preferiría estar en cualquier otro lugar.
—Yo no soy el que recibió todo —escupió Andrew, pasando junto a
él. Se volvió bruscamente para evitar rozar el hombro de Neil y Neil trató
de no dejar que le doliera.
Estaba construyendo un muro entre ellos tan rápido como podía,
excluyendo a Neil y manteniendo su rabia. Los besos que habían
compartido, las palabras de consuelo que Neil le había ofrecido, habían sido
un pequeño vendaje en una herida grave. Neil sintió que la sombra de la
tormenta interna de Andrew se extendía fríamente sobre él, pero no podía
comprender su verdadera forma ni podía sondear su inmensidad. Sintió
pánico y no estaba preparado para enfrentar lo que fuera, pero recordaba a
alguien que podía hacerlo.
—Andrew —llamó Neil, asomándose fuera del baño.
Andrew levantó la vista de donde estaba sentado en el borde de la
cama. No escapó a la atención de Neil que su teléfono estaba apretado con
fuerza en su mano.
—¿Vas a llamar a Bee?
Había hielo en los ojos de Andrew.
—Puedes contárselo —dijo Neil, su voz se suavizó—. No me importa
si ella lo sabe.
—Te puedes ahogar en esa bañera.
Neil puso los ojos en blanco y regresó al baño, cerrando la puerta
pero sin bloquearla. Se quitó la ropa y se metió en el agua caliente. La
temperatura le picó la piel, pero mientras bajaba lentamente su cuerpo, se
adaptó rápidamente. Cuando el agua estuvo lo suficientemente alta, cerró el
grifo y se apoyó contra la pared de la bañera fría.
Mientras el calor calmaba las punzadas persistentes en la espalda baja
y las piernas, Neil trató de calcular cuánto tiempo necesitaba pasar en la
bañera para que Andrew se convenciera de que le ayudaba. No le importaba
el dolor, casi quería quedárselo como recuerdo junto con el moretón que
Andrew le dejó en el cuello. Cada leve pulso de dolor era un recuerdo de lo
que habían hecho y Neil no sabía si lo volverían a hacer alguna vez, así que
pensó que bien podría intentar aferrarse al dulce dolor tanto como pudiera.
Se preguntó si eso lo volvería egoísta.
Cuando escuchó la voz de Andrew, murmurando en voz baja, aguzó
el oído para entender lo que estaba diciendo. Los pasos de Andrew se
acercaron a la puerta y luego apenas pudo oír a Andrew decir algo.
—...asuntos. ¿Sí bien? Cállate, Bee. Él ... espera.
Neil dio un salto cuando Andrew golpeó la puerta con los nudillos.
—U-um, ¿sí?
—Voy a salir —dijo Andrew.
—Bueno.
Todo estaba demasiado silencioso después de que la puerta de la
habitación del hotel se cerró de golpe. El estómago de Neil se sentía vacío y
no podía engañarse pensando que era hambre.
No había ningún mapa existente para el terreno salvaje de Andrew
Minyard. Renee tenía puntos de referencia similares, Betsy entendió su
topografía después de años de entrenamiento. Hace más de un año, Andrew
le había dado a Neil una brújula y una mirada que decía inténtalo. Desde
entonces, Neil había aprendido a predecir las tormentas en sus ojos, había
explorado la cálida caverna de su boca, conocía los páramos llenos de
cicatrices de sus brazos, había trazado las cálidas llanuras de su pecho y
estómago desnudos. Lentamente, estaba aprendiendo a navegar por el
paisaje de Andrew y cuanto más aprendía, más se sentía como en casa al
lado de Andrew.
Pero ahora se encontraba nuevamente a la deriva en un territorio
desconocido, perdido sin una sola estrella o señal que lo guiara. Estaba
exhausto y con frío a pesar del agua caliente que lo envolvía.
En un intento desesperado por calentar sus entrañas, desenvolvió con
atención el secreto que se había guardado antes y lo mantuvo en su corazón
como una cosa tierna. Lo amo. No era nuevo, por supuesto, pero ahora lo
había nombrado, ahora lo había reclamado, ahora no podía apartar la
mirada. Fue lo que lo mantuvo alineado todo el tiempo, supuso, mientras
avanzaba con Andrew.
Fue inesperado, pero no tan sorprendente, cuando la voz de su madre
resonó desde la tumba para tratar de apagarla. Neil se quedó sin aliento por
el recuerdo de sus dedos retorciéndose en su cabello y su palma dura
golpeando su oído. El amor era una mentira peligrosa, advirtió. El amor era
el cebo irresistible en una jaula terrible.
—¿Cómo pudiste ser tan estúpido, Abram? ¿Qué te he dicho
siempre?
No mires atrás. No te detengas. No confíes en nadie.
Neil se limpió de viejas lecciones y promesas secas y dejó que todas
se escurrieran por el desagüe. No sintió ningún remordimiento cuando salió
de la bañera y sacó a su madre de su mente.
Una vez que estuvo seco, se puso la ropa interior y dejó el resto de su
ropa en el suelo, sabiendo que el desorden molestaría a Andrew. El aire de
la habitación era agradablemente fresco y la televisión seguía encendida.
Neil caminó por la suave alfombra y se subió a la enorme cama. El edredón
era suave y frío contra su piel desnuda y se acomodó sobre él, temblando un
poco.
Después de cuarenta y cinco minutos, Neil todavía estaba solo y
sentía frío por todas partes. Andrew estaba inmóvil y extrañamente
silencioso la mayor parte del tiempo, pero su presencia era algo que nadie
podía ignorar. Su silencio era palpable, su mirada era pesada. Hizo que su
ausencia fuera aún más desconcertante. Era preferible que Andrew lo
mirara furioso a que Andrew se fuera. Sin él, Neil se sintió desequilibrado.
Neil soltó una risa extraña y entrecortada en la almohada antes de
maniobrar bajo el edredón. Se lo subió a la barbilla y luego sacó el teléfono
de la mesita de noche para distraerse del vacío que se extendía y le corría
las entrañas.
Apareció un nuevo mensaje de Kevin y solo empeoró su estado de
ánimo. No puedes simplemente huir cada vez que las cosas se ponen un
poco estresantes. No estaré para ayudarte el año que viene.
El pulgar de Neil se cernió sobre los botones, congelado por la
conmoción. Los problemas que había intentado dejar de lado durante un
tiempo volvieron corriendo a arañar su garganta. Racionalmente, sabía que
Kevin probablemente solo estaba amargado o aburrido, pero no podía evitar
que la parte de su mente que estaba retorcida por el odio a sí mismo
estuviera de acuerdo con él. Los Foxes se merecían un capitán que no
necesitara escapar cada pocas semanas. Los Foxes se merecían un capitán
totalmente dedicado a la mejora del equipo. En cambio, su capitán estaba
acurrucado en una habitación de hotel tratando de calcular sus posibilidades
de volver a tener relaciones sexuales con su arquero principal.
Borró el texto de Kevin y envió un mensaje a Wymack.
¿Y si lo arruino todo?
Diez minutos después, llegó una respuesta. No seas un idiota.
Neil parpadeó ante las palabras durante un minuto antes de guardar el
teléfono. La respuesta de Wymack no lo había asentado como esperaba.
Tal vez fue solo porque se sentía confuso por su siesta en el auto o
porque todavía estaba temblando por la forma áspera en que Andrew lo
había tomado o porque se encogió de hombros al recordar a su madre como
si fuera un abrigo andrajoso, pero Neil se sintió tembloroso e inestable de
una manera que no lo había hecho en mucho tiempo, como si incluso el más
mínimo empujón pudiera hacer que se tambaleara en un ataque de pánico
en toda regla. Fueron las miradas comprensivas, casi de lástima, de Matt y
Nicky durante todo el mes, los tres espacios vacíos en la cancha con forma
de Dan, Allison y Renee, la forma en que la mitad de los Foxes más jóvenes
se burlaban de sus torpes intentos de liderazgo y la forma en que Kevin
todavía le hablaba como si fuera un niño enfurruñado en la esquina. Un
centenar de colores diferentes se fundieron entre sí y pintaron su corazón de
un marrón oscuro.
Se suponía que era más fácil, pensó miserablemente, escondiéndose
más profundamente bajo las sábanas.
Estaba cansado de dudar de sí mismo, cansado de temer al fracaso,
cansado de desear a Andrew cuando no estaba allí. Había estado acostado
en la cama solo durante una hora y media, escuchando la televisión y
sintiéndose mal él mismo. Él también estaba cansado de eso.
Quería separarse, zafarse de todo, y este deseo le devolvió los viejos
hábitos. Su mente rápidamente catalogó los artículos en su bolso y lo poco
que podía robar de la habitación. No había mucho allí que pudiera serle útil.
Llevaba ropa y una botella de agua, pero solo unos pocos billetes de dólar
arrugados. Habían utilizado la tarjeta de Andrew. Hacer autostop sería
complicado sin dinero que ofrecer y Neil ni siquiera sabía en qué dirección
estaba la interestatal. Andrew tenía el mapa.
Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, Neil se estremeció y
hundió el rostro en la almohada con vergüenza mordiéndose la garganta.
Andrew volverá, se dijo.
Dos horas después de que Neil se escondiera por primera vez debajo
del edredón, la cerradura emitió un pitido y la manija de la puerta giró. El
corazón de Neil saltó en su pecho. Se quedó bajo las sábanas y escuchó con
atención. Los zapatos de Andrew golpearon contra la pared mientras se los
quitaba. La puerta se cerró pesadamente. Las bolsas de plástico crujieron y
las llaves del coche chocaron contra la cómoda. Pasos suaves se acercaron a
su lado de la cama.
El edredón se apartó de su cabeza y Andrew lo miró parpadeando con
los ojos vacíos. Neil lo miró, demasiado entumecido para hablar.
—Tengo la cena —dijo Andrew como si no se hubiera ido por dos
horas, como si fuera una noche normal.
Neil lo miró fijamente mientras se giraba y caminaba de regreso al
lugar donde había dejado las bolsas de plástico de los recipientes para
llevar. Las palabras que Neil quería decir estaban enterradas en mármol y su
lengua estaba demasiado pesada y aburrida para cancelarlas. En cambio, se
sentó y observó a Andrew sacar tenedores de plástico y servilletas del fondo
de la bolsa que tenía impresa una carita sonriente amarilla extrañamente
alegre.
Cuando Andrew le trajo una caja de chow mein y una lata de cerveza,
sus ojos se posaron en los hombros desnudos de Neil y fue entonces cuando
Neil recordó que solo estaba en ropa interior, lo que lo hizo sentir más
vulnerable de lo que debería. Andrew lo había visto desnudo muchas veces
antes, había tenido a Neil desnudo y retorciéndose debajo de él solo unas
horas antes, pero la forma en que se había ido y sus ojos vacíos ahora
hicieron que Neil se sintiera rechazado y avergonzado. No sabía si eso era
realmente por el comportamiento de Andrew o si era solo su orgullo herido
llenando los espacios en blanco.
Andrew llevó su caja de pollo agridulce y su cerveza al sillón que
daba a la cama. Cuando se dio cuenta de que Neil no estaba comiendo,
arqueó una ceja.
Neil puso su comida en la mesita de noche junto a la cerveza y
lentamente puso los pies en el suelo. Podía sentir la mirada de Andrew
viajar por su forma casi desnuda mientras comenzaba a caminar.
—¿Frío? —Andrew adivinó.
Neil pensó que le estaba dando una salida.
—Erm, sí.
Andrew se levantó de repente y Neil se quedó helado. Cuando pasó,
Neil pudo oler el fuerte olor a humo de cigarrillo adherido a la ropa de
Andrew. Al otro lado de la habitación, Andrew presionó con el pulgar un
botón del termostato para aumentar la temperatura unos grados.
—Dale un minuto —dijo Andrew.
Como todo lo que hizo Andrew, significaba algo y Neil no estaba
demasiado perdido en su espiral de autocompasión como para perdérselo.
—Gracias —respondió Neil con torpeza.
Andrew lo ignoró y volvió a sentarse para comer.
Neil volvió a su lugar en la cama y comenzó a comer su propia cena.
Se sirvió bocados de fideos suaves, verduras y tiras de ternera para que su
boca nunca estuviera lo suficientemente vacía como para llenarse de
palabras. ¿Dónde estabas? ¿Por qué te sientes tan lejos? Cuando su
estómago estuvo lleno, Neil dejó la caja a un lado y abrió su cerveza. Lo
tomó lentamente y trató de evitar que su mirada volviera demasiado a
Andrew. Mientras tanto, Andrew miraba fijamente su comida mientras
tomaba bocados lentos. Parecía relajado, notó Neil, lo que probablemente se
debía a su conversación con Betsy y los cigarrillos.
Te quiero. Las palabras subieron a su garganta como un vómito. Las
ahogó en cerveza, las sintió desmoronarse y morir en su vientre como
brasas enfriadas. Luego, dejó la lata a un lado y se colocó el edredón sobre
los hombros.
—Hay botellas de agua y aspirina en la bolsa —le dijo Andrew en
voz baja.
—No voy a tener resaca por una cerveza.
Andrew apretó los labios en una línea apretada y exhaló lentamente
por la nariz antes de explicar.
—No es para tu cabeza. Cuando estaba dormido en el coche, sonaba
como si tuvieras dolor.
El sueño de Neil volvió a él en pedazos y el calor subió por su cuello.
—No tenía dolor.
El labio de Andrew se curvó.
—Te dije que no me mintieras.
—No estoy mintiendo —Neil no pudo evitar la molestia en su voz—.
No me hiciste daño.
—Te viniste y luego te quedaste ahí mientras yo seguía moviéndome
como un animal —gruñó Andrew, su voz tan áspera como la grava. Se
inclinaba hacia adelante, como un gato y un depredador, pero los instintos
de lucha o huida de Neil permanecían tranquilos.
Neil igualó la mirada obstinada y acalorada de Andrew con la suya
propia.
—Me gustó —siseó, sentándose hacia adelante y dejando que el
edredón cayera hasta su cintura—. Me corrí más fuerte que nunca. Si
hubieras seguido probablemente me habría corrido dos veces. Apuesto a
que si vienes aquí y lo haces de nuevo, podría hacerlo sin tocarme en
absoluto.
—Eres un idiota.
—Eres bueno en la cama. Si quieres castigarte esta noche, tendrás que
elegir una razón diferente —Neil, agitado, se bebió el resto de la cerveza y
se levantó. Pateó la sábana lejos de él cuando amenazó con envolver su
tobillo. Tenía la intención de tirar su lata de cerveza, pero Andrew se puso
de pie de un salto y agarró el brazo de Neil cuando intentó pasar.
—Sé lo mucho que puede doler. Sangré, tú lo viste, y dolió durante
días —gruñó Andrew. Su aliento olía a cerveza—. Si me estás mintiendo…
Neil quería sacudirlo, quería arrojarlo contra la pared si eso le hacía
entrar en razón, pero sabía que no era así. Tiró la lata a un lado y se acercó
al espacio de Andrew sin tocarlo.
—No eres como ellos —susurró Neil y su voz tembló—, y vete a la
mierda si piensas por un segundo que te mentiría sobre eso.
Andrew levantó la barbilla y Neil se encontró con él a mitad de
camino en un beso corto y doloroso que fue lo suficientemente fuerte como
para romper el hielo entre ellos. La mano de Andrew se apretó alrededor del
brazo de Neil, pero Neil sabía que era solo para enmascarar su temblor.
Neil apoyó la frente contra la de Andrew y suspiró.
—¿Es porque no confías en mí, Andrew? ¿O es porque no confías en
ti mismo?
—Suenas como Bee —gruñó Andrew.
Neil lo besó lentamente y rodeó el cuello de Andrew con una mano.
—Estuviste tan bien, Andrew.
—Tienes dolor —le recordó Andrew, apretando su brazo con tanta
fuerza que Neil pensó que habría un moretón en la forma de su mano.
—Estoy un poco adolorido, pero… pero me gustó —admitió Neil,
tragando saliva—. Es como si aún pudiera sentir que te mueves dentro de
mí. No me hiciste daño. Dije que sí y mi respuesta nunca cambió.
—Neil— apartó
Neil sacó la mano de Andrew de su brazo y guió sus dedos hacia las
cicatrices en su estómago.
—Sé lo que es el dolor. Te habría dicho que te detuvieras si me
hicieras daño. Si no confías en ti mismo, confía en mí.
Andrew examinó el paisaje devastado por la guerra del pecho de Neil.
—¿Confiar en ti? Eso fue contraproducente antes.
—Tenía buenas intenciones.
Andrew suspiró brevemente, impasible.
—Tuve un sueño...sexual en el auto —espetó Neil—. No tenía dolor.
Se acercó a Neil y se mordió la comisura de la mandíbula.
—Estás muy ansioso por como para ser un hombre que no batea a
ningún lado.
—Es como el tenis individual y tú eres el único con el que quiero
jugar —dijo Neil, sonriendo.
—Me sorprende que no lo hayas convertido en una metáfora de Exy.
—Eso es un deporte de equipo —respondió Neil, girando la cabeza
para atrapar los labios de Andrew en un beso rápido—. Sé que no eres
fanático de compartir.
Andrew puso los ojos en blanco.
—Te dejaría en un abrir y cerrar de ojos.
—¿Mi trasero no estuvo a la altura de tus expectativas?
—Es tu boca el problema —murmuró contra los labios de Neil.
—Uh huh, seguro —Neil se rió entre dientes antes de que Andrew
intentara quitarle la sonrisa con un beso. Un profundo gemido retumbó en
su pecho cuando Andrew deslizó su lengua en su boca. Sus manos se
curvaron alrededor de las caderas desnudas de Neil y lo empujaron hacia
adelante. No podía ocultar su erección cuando solo estaba en calzoncillos,
por lo que Neil movió las caderas hacia adelante y chocó contra los jeans de
Andrew.
Pasó una mano por la parte posterior de la cabeza de Andrew y
rompió el beso para preguntar:
—¿Sí o no?
—Neil —advirtió Andrew.
—¿Es eso un no? —Neil empujó su nariz contra la de Andrew.
—Neil —suspiró, molesto.
—Puedo gemir más fuerte, si quieres. Puedo suplicar para que sepas
lo mucho que lo quiero —Neil tomó la mandíbula de Andrew entre sus
manos y lo besó lentamente. No retrocedió hasta que logró que Andrew
soltara un gruñido—. Soy bueno con las palabras. Puedo contarte todo
sobre lo mucho que me encanta que me lo hagas, cómo quiero que lo hagas
tan duro que camine divertido en la práctica el lunes. Dime lo que quieres,
Andrew.
—Neil —los dedos de Andrew se hundieron en sus caderas.
Neil sopló la pregunta contra el oído de Andrew.
—¿Sí o no?
—Te voy a tirar por la ventana.
—Creo que están cerradas, así que buena suerte con eso.
—Podría cortarte la garganta.
—Odias el desorden.
Andrew se mordió el labio inferior.
—Hablando de eso, dejaste un montón de ropa en el baño otra vez.
—Lo sé.
—Te odio.
—Cada centímetro de mí —asintió Neil con un movimiento de
cabeza—, pero eso no significa que no me tomarías.
—Sí, y después de coser esa puta boca —escupió Andrew.
—¿Es un sí? —Neil sonrió.
—Sí.
Neil inclinó la cabeza hacia la cama con las cejas arqueadas. Andrew
se pasó la lengua por los dientes antes de asentir una vez. La emoción
recorrió la columna vertebral de Neil mientras se dirigía a la cama y se
recostaba sobre el edredón arrugado. Andrew se acercó lentamente,
mirando como Neil arqueaba la espalda para hacer que su columna se
torciera.
Neil entrelazó los dedos detrás de la cabeza y miró expectante a
Andrew.
—Lo que quieras, Andrew. Te diré si tengo que parar o si algo no me
gusta.
Andrew se retorció los dedos en el dobladillo de su camiseta y vaciló.
—Tenemos aspirinas y una bañera muy bonita, ¿recuerdas? —Neil
dio marcha atrás cuando vio que Andrew apretó la mandíbula—. Estaré
bien para ir a correr mañana por la mañana y todo. No me vas a hacer daño.
Andrew tragó saliva antes de quitarse la camiseta por la cabeza y
arrojarla a un lado. Se subió a la cama, sentándose a horcajadas sobre las
piernas de Neil, y trepó por el cuerpo de Neil hasta que pudo alcanzar sus
labios. Besó a Neil hasta que perdió la noción del tiempo, hasta que le
ardieron los pulmones, hasta que su mente estuvo lo suficientemente
confusa como para dejar que el estrés que había traído consigo se
desvaneciera en la nada. Sus manos alcanzaron el cabello de Andrew por
puro instinto, pero se congeló a unos centímetros de la cabeza de Andrew.
—Andrew —murmuró—. Andrew, mm, ¿puedo tocarte?
Andrew volvió su rostro hacia la palma de Neil.
—No toques mi trasero.
—Bueno —Neil deslizó su mano alrededor de la parte posterior de la
cabeza de Andrew y tiró de él hacia abajo en otro beso embriagador. Le
dolía, le zumbaba, pero no quería nada más en ese momento que seguir
besando a Andrew durante horas. Manteniendo una mano enterrada en el
cabello de Andrew, Neil deslizó la otra sobre el hombro de Andrew y trazó
líneas de luz por la suave piel de su pecho. Sus dedos se encontraron con el
borde de la mezclilla y se retiraron para pellizcar el pezón de Andrew,
retorciéndolo un poco hasta que Andrew gimió en voz baja.
Entonces, Andrew se echó hacia atrás, frunciendo el ceño. Se sentó
sobre el estómago de Neil y deslizó sus manos por los brazos de Neil para
empujar ligeramente sus muñecas en la suave ropa de cama sobre su
cabeza, más una sugerencia que una orden. Neil hundió los dedos en el
edredón, accediendo en silencio a quedarse quieto por un rato, y Andrew
comenzó a besar un rastro por el lado sin marcas de su cuello. Después de
cada aliento caliente contra su piel, Neil esperaba un mordisco, esperaba la
fuerza magulladora de los dientes de Andrew, pero nunca llegó. Cada tercer
beso fue seguido por un breve deslizamiento de la lengua de Andrew y la
suavidad húmeda fue sorprendente. Neil se movió contra la cama, ya duro y
casi listo para rogar por la liberación, y dejó que sus suspiros de placer se
hicieran más fuertes mientras Andrew continuaba lamiendo y besando su
piel caliente.
Andrew se bajó suavemente para poder aplastar el bulto de sus jeans
contra la cadera de Neil mientras continuaba siguiendo el camino invisible
hasta la clavícula de Neil. Mordió la dura cresta y presionó su lengua en el
hueco en la base de la garganta de Neil. Cuanto más lento iba, más rápido
latía el corazón de Neil.
La tentadora demostración de control de Andrew fue interrumpida por
dos vibraciones entrecortadas en el bolsillo de sus jeans, presionadas entre
sus muslos. Neil hizo un ruido de sobresalto ante la inesperada sensación y
Andrew se incorporó sobre su codo para mirar el objeto ofensivo. Cuando
no se movió, Neil sacó el teléfono con dos dedos hábiles y lo sostuvo entre
sus pechos para ofrecerlo.
Andrew se sentó, abrió el teléfono y miró el mensaje.
—Kevin —suspiró Andrew su nombre con gran irritación ‘‘quisiera
que supieras que los niños se están portando mal".
Neil puso los ojos en blanco y se levantó para besar el pecho de
Andrew.
—Los niños siempre se están portando mal. Me ocuparé de ellos
cuando regresemos.
—Kevin está de mal humor porque lo dejamos atrás.
Neil tarareó un poco y besó bajo la mandíbula de Andrew.
—Dile que te siga enviando mensajes de texto. Eso se sintió un poco
divertido.
Andrew murmuró algo en voz baja y dejó caer el teléfono a un lado
de la cama. Le dio un empujón al hombro de Neil y lo tiró de espaldas
nuevamente, siguiéndolo hacia abajo para continuar trazando el mapa del
cuello y los hombros de Neil con su boca. Neil puso sus manos sobre su
cabeza, rindiéndose a la exploración minuciosa de Andrew.
Para cuando Andrew se abrió paso con besos a través de la gran
cicatriz informe dejada por un áspero encuentro con la grava, Neil estaba
jadeando y sin paciencia.
—Más fuerte —suplicó—. Muérdeme. Márcame de nuevo.
Andrew presionó con el pulgar el hematoma que había dejado antes
en el cuello de Neil, ejerciendo suficiente presión sobre él para que Neil
sintiera un leve destello de dolor. Suspiró y levantó la barbilla, estirando el
cuello de manera tentadora. Andrew reemplazó su pulgar con sus labios
antes de pellizcar la mancha carmesí con los dientes.
—No quería dejar marcas —exhaló su admisión directamente sobre el
moretón.
—Me gusta —confesó Neil.
Andrew se mordió el lóbulo de la oreja antes de besar la comisura de
la mandíbula.
—No quiero que vean lo que te he hecho.
—¿El equipo? No me importa…
—No quiero que vean mis marcas y piensen así en ti.
—¿Cómo que?"
Andrew trató de enterrar las palabras en la suave parte inferior de la
mandíbula de Neil.
—Como si fueras algo para usar y tirar.
Neil frunció el ceño y trató de captar los ojos sombríos de Andrew.
—¿De quién estás preocupado? Brian? No creo que él ...
—Eres un idiota inconsciente. No ves la forma en que la gente te
mira.
Neil abrió la boca y la cerró, sofocando el impulso de discutir. Se dio
cuenta cuando alguien en el campus usaba gafas de sol o un sombrero muy
bajo en un día nublado, cuando alguien se quedaba quince pasos detrás de
él y hacía los mismos giros que él, cuando una llamada telefónica crepitaba
de forma extraña, cuando un compañero de clase o de equipo preguntaba
demasiadas. preguntas sobre su pasado. Andrew era similar en su búsqueda
constante de depredadores, pero buscaba diferentes signos.
La vanidad nunca había sido el vicio de Neil, pero no pudo evitar
preguntarse por qué alguien lo miraría con hambre. Distraídamente, se frotó
las cicatrices de su mejilla y miró fijamente el hombro de Andrew,
desenfocado. Dedos duros enganchados bajo su barbilla volvieron su
atención a Andrew.
—A veces te mira en el vestuario —siseó Andrew—. Esa chica de
Florida, la de la risa desagradable, ha estado coqueteando contigo desde que
llegó a ese pedazo de mierda que llama auto.
Neil se resistió.
—¿Tara? No, ella… Se detuvo cuando recordó que ella lo revisó en la
cadera después de la práctica del martes y le preguntó si quería cenar con
ella en algún momento—. Oh.
—¿Cómo pudiste sobrevivir solo? —Andrew le dio un beso caliente
con la boca abierta en el hombro.
—Besar o criticar, elige uno.
Andrew respondió lamiendo una línea en la columna de su garganta.
Neil gimió y levantó las caderas.
—Me cambiaré en la ducha hasta que las marcas desaparezcan —
ofreció mientras Andrew salpicaba besos debajo de su oreja—. No les
dejaré ver.
Andrew se movió hacia abajo para poder poner su boca en el pecho
de Neil. Colocó su boca sobre parte de la cicatriz deforme dejada por la
grava y hundió los dientes en ella, alternando entre succionar y masajear el
lugar con la lengua hasta que estuvo seguro de que quedaría un bonito
moretón. La respiración de Neil era débil y temblorosa y sus manos se
apretaron en las sábanas sobre su cabeza. Andrew dejó una marca
coincidente dos pulgadas más abajo, provocando un gemido entrecortado. A
través de su neblina, Neil pensó que sintió a Andrew sonreír contra su piel
antes de continuar.
La séptima marca se colocó justo encima de la cintura de la ropa
interior de Neil y, en este punto, Neil no pudo evitar empujar sin pensar sus
caderas contra la barbilla de Andrew.
—Compórtate —ordenó Andrew, poniendo su antebrazo sobre el
vientre de Neil para sujetarlo.
—Andrew — Neil susurró.
—Soy consciente —Andrew se raspó los dientes justo debajo del
ombligo de Neil antes de moverse para morder la protuberancia de su
cadera.
Un dolor placentero resonaba en los moretones que Andrew había
dejado en el pecho de Neil. Su corazón latía con fuerza, su pulso latía en la
parte posterior de su garganta y profundamente en su vientre. El ritmo
agonizante era por el bien de Andrew, algo que Andrew necesitaba
demostrarse a sí mismo, por lo que Neil se tragó la mayoría de sus ruegos
de más rápido e hizo todo lo posible por ser paciente.
Cuando Andrew pasó ligeramente sus dientes sobre la erección de
Neil a través del algodón negro, lo suficientemente fuerte como para
sentirlo pero no lo suficiente como para doler, Neil arrastró un puñado del
edredón sobre su boca para sofocar su fuerte gemido. La televisión
parloteaba de fondo, pero aún era consciente de que podría haber gente al
otro lado de la pared. No quería necesariamente que escucharan los ruidos
que Andrew le estaba provocando.
Andrew separó las piernas de Neil para que pudiera arrodillarse entre
ellas. Neil dobló las rodillas y dobló los dedos de los pies contra el colchón.
—Quiero...—comenzó Andrew, deslizando sus manos por el interior
de los muslos de Neil. Abrió la boca para continuar, pero luego frunció el
ceño a las caderas de Neil y apretó los labios con fuerza.
—Dime —le pidió Neil en voz baja.
—No quiero no querer esto.
—Está bien querer—
—Lo sé —espetó.
Neil se preguntó si lo que pasó en la casa fue un error. Había incitado
a Andrew a hacer algo rápido y primitivo para que ninguno de los dos se
quedara atascado en el lodazal de los segundos pensamientos. Quería que
Andrew se perdiera en el momento.
Los latidos de su corazón se ralentizaron por la sensación de
hundimiento en el pecho.
—Andrew —murmuró Neil. Se incorporó y estiró las piernas a ambos
lados de Andrew—. No tenemos que hacer nada.
—Todavía es sí —susurró Andrew antes de besarlo con fuerza.
Luego, se echó hacia atrás y asintió con la cabeza hacia el regazo de Neil—.
Quítate esos.
Neil parpadeó tontamente mientras Andrew se levantaba de la cama y
caminaba hacia su bolsa de lona. Por un momento, Neil se distrajo con el
movimiento de los músculos de la espalda y los hombros desnudos de
Andrew mientras se movía antes de recordar que le habían dado una orden.
Mientras Andrew rebuscaba en su bolso, Neil empujó su ropa interior por
sus piernas y se trasladó al centro de la cama.
Su corazón saltó a su garganta y su estómago se retorció. Andrew
arrojó la botella de lubricante y un condón envuelto sobre la cama a los pies
de Neil antes de gatear hacia él.
Se arrodilló frente a Neil y lo inmovilizó con una mirada dura.
—Mis términos. ¿Sí o no?
—Sí —respondió Neil de inmediato.
—Manos a ti mismo. Mantén el ruido bajo, tenemos vecinos .
—Bueno. ¿Quieres con algo?
Los ojos de Andrew se posaron en las cicatrices de la muñeca de Neil.
—No.
Cuando volvió a tocar a Neil, sus manos estaban firmes y seguras.
Neil se recostó con las manos por encima de la cabeza mientras
Andrew se acercaba, deslizando las manos sobre las tonificadas piernas de
Neil. La erección menguante de Neil fue revivida con besos mojados y
moratones mordidos en la parte interna del muslo junto con una mano firme
ahuecada debajo de sus bolas. Neil apretó su labio inferior entre sus dientes
mientras su vientre se apretaba con calor. Una vez que estuvo
dolorosamente duro de nuevo, Andrew no perdió tiempo en exprimir
lubricante en sus dedos y presionar uno en el agujero de Neil.
Esta vez fue más fácil. Su cuerpo recordó y cumplió rápidamente con
las solicitudes tácitas de Andrew. La pierna de Neil se tensó y apretó
alrededor del hombro de Andrew, desesperado por acercarlo, pero Andrew
lo reprendió con un fuerte mordisco en el interior de la rodilla. Neil
convirtió su rostro en una almohada y gimió suavemente cuando Andrew
curvó un tercer dedo dentro de él. El placer provocó un cortocircuito en su
cerebro y todo en él pareció tartamudear en estado de shock. Su corazón se
aceleró, sus pulmones se paralizaron.
Andrew se retiró rápidamente y Neil contuvo un ruido de protesta.
Mantuvo los ojos en el techo, parpadeando aturdido, pero sus sentidos se
pusieron alerta cuando escuchó el cierre de Andrew. La anticipación hervía
a fuego lento bajo su piel, la excitación quemaba a través de su núcleo.
Papel de aluminio rasgado. Neil inhaló profundamente y relajó su cuerpo
mientras exhalaba. Escuchó a Andrew abrir la botella de lubricante y luego
cerrarla un momento después.
Neil lo miró y asintió con la cabeza cuando se detuvo con la mano en
la cadera de Neil. Con cuidado, Andrew empujó dentro de él y la boca de
Neil se abrió con un gemido entrecortado mientras se estiraba y llenaba.
Después de que Andrew estuvo completamente dentro, le dio a Neil unos
momentos para adaptarse. Se sentía extraño con el dolor que había dejado
antes, pero Neil descubrió que le gustaba. Una vez que le dijo a Andrew
que estaba bien, Andrew retrocedió y rápidamente se acomodó en un ritmo
de embestidas superficiales y brutalmente controladas en ángulo justo que
enviaban pulsos de placer candente a través de su vientre. Andrew se
inclinó hacia adelante y se apoyó en sus manos mientras aceleraba.
—Te sientes tan bien —susurró Neil, con voz temblorosa—. Andrew.
Andrew dejó caer la cabeza y gimió en voz baja:
—Cállate.
La espalda de Neil se arqueó cuando su cuerpo trató de empujar
contra el de Andrew, pero Andrew se echó hacia atrás para evitar hundirse
completamente en Neil. Pronto, el silencioso jadeo de Neil se convirtió en
gemidos que intentó amortiguar con la almohada. Su orgasmo comenzó a
aumentar, un peso entre sus caderas se hacía más pesado y más caliente a
cada segundo. Su cuerpo se tensó como un resorte esperando ser liberado.
Se inclinó para acariciarse a sí mismo, pero Andrew apartó la mano.
Cuando Neil miró hacia abajo, medio loco e interrogativo, Andrew
dijo.
—Me dijiste que pensaste que podrías correcte sólo conmigo —
levantó la cabeza e inmovilizó a Neil con una mirada dura y desafiante.
—Mierda —suspiró Neil. Giró sus caderas en los empujes de Andrew
mientras Andrew lo conducía al borde. Andrew aceleró, deslizándose hacia
él con brusquedad. El sudor brillaba a través de la piel de Andrew y goteaba
desde su frente hasta el pecho de Neil. La sensación era extraña, el placer
era lo suficientemente diferente como para que el cuerpo de Neil vacilara en
el borde, tensándose pero incapaz de encontrar la liberación que buscaba
desesperadamente. La respiración de Andrew tartamudeó mientras miraba
el rostro de Neil.
Neil estaba casi en pánico, casi enloquecido por la necesidad animal.
—Andrew ... Andrew, necesito ... déjame tocarme. No puedo ... lo
siento, no puedo correrme como ...
Andrew tenía la mano alrededor de Neil antes de que Neil pudiera
terminar de rogar por ella, acariciándolo fuerte y rápido. El estalló. El alivio
barrió sus sentidos cuando llegó. Neil se mordió el dorso de la mano
mientras se inclinaba humildemente. Andrew lo guió a través de él,
meciéndolo suavemente, y gradualmente trajo a Neil de regreso con sus
manos acariciando los muslos de Neil. Una vez que Neil abrió los ojos
llorosos y su visión se aclaró, pudo ver que el pálido cuerpo de Andrew
estaba manchado de rosa y su cabello se pegaba a su frente sudorosa. Tenía
la mandíbula apretada y los ojos vidriosos de excitación.
Andrew estaba temblando cuando sacó y deslizó el condón. Se inclinó
sobre Neil y se sacudió con movimientos rápidos y desesperados. Unos
momentos después, se estremeció y se corrió en sus dedos con un grito
ahogado.
Respirando con dificultad, se encontró con los ojos de Neil, luciendo
tan destrozado como Neil se sentía.
Mientras la mente de Neil se calmaba, se dio cuenta de una pequeña
pila de hechos: le dolía el cuerpo, su corazón latía fuertemente contra su
esternón, la mano de Andrew estaba caliente contra su cadera. El toque de
Andrew arrastró la mente de Neil lejos de las secuelas vertiginosas de su
orgasmo y pronto sus pensamientos se centraron por completo en el hombre
entre sus piernas. Andrew estaba sonrojado, tiritando y con la mandíbula
floja mientras trataba de recuperar el aliento. Parpadeó hacia el pecho de
Neil con ojos somnolientos y apagados.
Una gota de sudor rodó por su sien. Neil se preguntó si así era
Andrew debajo de su equipo cuando defendía la portería.
De alguna manera, Andrew reunió la fuerza suficiente para tropezar
con la papelera con las piernas temblorosas y tirar el condón y el envoltorio
de aluminio. De camino al baño, fue al termostato para bajar la temperatura
nuevamente. Neil se dio cuenta de lo cálida que se había vuelto la
habitación mientras se limpiaba la barriga con un puñado de pañuelos
extraídos de la caja de la mesita de noche. Mientras Andrew usaba el baño,
Neil se limpió el exceso de lubricante de su trasero y la parte interna de los
muslos lo mejor que pudo. El inodoro se descargó. El fregadero funcionó
durante una docena de segundos. Entonces, Andrew emergió con sus jeans
abiertos y con parches de color rosa descolorido que aún teñían su fuerte
pecho. Regresó a la cama y, golpeando la botella de lubricante contra el
suelo, se derrumbó junto a Neil en el colchón.
—Podría quedarme en esta cama para siempre —dijo Neil,
envolviendo los pañuelos sucios en uno limpio y dejando caer el fajo al
suelo.
—¿Qué hay de tu precioso Exy?—Andrew arrastró las palabras.
Neil reprimió un bostezo.
—¿Qué es Exy?
—Kevin va a querer matarte cuando sepa que dijiste eso.
Neil gruñó de acuerdo mientras luchaba por sentarse. Su cuerpo se
sentía suave y estirado como caramelo. Después de algunos intentos, logró
ponerse de pie y caminó con cautela hacia el baño, perfectamente
consciente de que los ojos de Andrew seguían su forma desnuda. Una vez
que usó el baño y se limpió un poco, Neil salió y sacó ropa limpia de su
bolso. Se apoyó contra el borde de la cama para mantener el equilibrio
mientras se vestía y luego miró por encima del hombro a Andrew.
—¿Necesitas un cigarrillo? —preguntó.
—¿Necesitas aspirina? —Andrew respondió.
Neil negó con la cabeza.
—No. Sin embargo, un poco de aire fresco suena bien.
Andrew asintió con la cabeza y salió de la cama. Se subió la
cremallera de los jeans, se guardó el teléfono en el bolsillo y se puso la
camisa y las bandas. Neil también se puso las bandas y luego se pusieron
los zapatos y salieron de la habitación. el ascensor hasta el vestíbulo, que
afortunadamente estaba casi vacío. A un lado había un bar y un comedor,
que bullía con la charla de los clientes y la música suave de jazz. Al otro
lado había una sala con sillones mullidos, una chimenea, y un televisor
grande montado en la pared. La mujer en el escritorio brillante escondido a
un lado de las puertas les dedicó una sonrisa tensa mientras pasaban a
grandes zancadas hacia las puertas.
El aire de la noche se refrescaba con una brisa constante. El
resplandor de Las farolas y los letreros de neón de los hoteles cuadrados y
los bancos competían con los puntos de luz de las estrellas en el cielo negro
y despejado. Las rodillas de Neil aún estaban débiles, pero logró
mantenerse erguido mientras seguía a Andrew hasta una pequeña cafetería
que estaba cerrada. Se sentaron en unas sillas de bistro al frente de unas
oscuras ventanas y Andrew encendió dos cigarrillos para ellos. La acera
estaba casi vacía, excepto por algunos grupos de personas que entraban y
salían del restaurante de al lado. Cada vez que las puertas se abrían, se
filtraba una música tenue y un olor a comida india. Neil se encorvó en su
silla y se llevó el cigarrillo a los labios, aspirando una bocanada de humo
picante.
—Pensé que querías aire fresco —comentó Andrew.
Neil exhaló lentamente y observó cómo la nube gris se disipaba en la
brisa fresca que barría la calle.
—Es una ocasión especial —bromeó.
—Te he tenido dos veces. Ahora son todo noticias viejas.
—¿Pasarás a tu próxima conquista? —Neil resopló y lo miró.
Andrew asintió y exhaló una bocanada de humo.
—Debería, pero es más difícil deshacerse de ti de lo que esperaba.
—Bueno, Kevin probablemente me estrangulará por ignorar sus
mensajes de texto, así que no seré un problema por mucho tiempo.
Andrew sacó su teléfono y lo abrió. Dio la vuelta a la pantalla para
que Neil pudiera ver que había cinco mensajes nuevos de Kevin. Luego
escribió una respuesta corta y dejó caer su teléfono sobre la mesa.
—¿Qué le dijiste?
—Le dije que no.
—¿A qué?
—A todo —respondió Andrew antes de dar otra calada a su cigarrillo.
Sus ojos se movieron rápidamente hacia la calle para ver un Camaro
amarillo brillante que se detenía en el semáforo en rojo. Música pesada y
risas borrachas salían de las ventanas abiertas. Andrew observó cómo el
conductor tiraba un cigarrillo al pavimento. Neil tomó nota de la matrícula
por instinto.
Una vez que el semáforo se puso verde y el Camaro se alejó, Andrew
preguntó.
—¿Por qué ignoras a Su Majestad?
Neil se encogió de hombros.
—Solo puedo manejar a uno de ustedes en mi trasero a la vez. Me
ocuparé de él mañana.
—Habla con él el domingo por la noche.
Neil se tapó la boca con los dedos para cubrir su sonrisa. Andrew era
un extraño al afecto, nunca admitiría obtener ningún tipo de placer de la
compañía de Neil, pero daba pistas de vez en cuando y Neil aprendía a
saborearlas.
—Cállate —dijo Andrew cuando notó que Neil sonreía.
Se quedaron en la acera hasta que los cigarrillos se quemaron hasta
los filtros. Luego, sin prisas y sin preocupaciones, Neil y Andrew
regresaron a su habitación de hotel, se limpiaron el sabor a humo de
cigarrillo y cerveza de la boca y se acomodaron juntos en la cama. El
volumen de la televisión se redujo y el temporizador de apagado se fijó en
cuarenta y cinco minutos. Neil se quitó los brazaletes y luego los de
Andrew con su permiso. Los dejó sobre la mesa de noche y apagó la
lámpara.
La luz azulada de la televisión proyectaba sombras sobre el rostro de
Andrew y brillaba extrañamente en su cabello pálido. Neil lo estudió
abiertamente mientras Andrew miraba a través del espacio vacío entre ellos.
A Neil nunca le había gustado especialmente alojarse en hoteles,
moteles o posadas cuando estaba huyendo. Dormir en una cama de verdad
siempre era agradable, pero intentar dormir en una cama que no era la suya
solía hacerle sentir nostalgia.
El hogar era un concepto difícil para Nathaniel y Neil y todos los
chicos que habían estado en el medio. Para Nathaniel, el hogar era donde
vivía tranquilamente y otros morían ruidosamente. Fue el lugar donde se
familiarizó con el dolor. El hogar era donde había aprendido a usar
cuchillos y tragarse las ganas de llorar.
Durante años, el hogar no fue algo feliz.
Luego, se convirtió en nada más que un recuerdo con el que jugaba a
veces en carreteras solitarias, en rincones oscuros de comensales, en
habitaciones extrañas llenas de olores extraños. La palabra "hogar" nunca le
encajó bien en la boca, sin importar en qué idioma la dijera.
Para Neil, el hogar era la Fox Tower, el Foxhole Court y la casa en
Columbia. El hogar era un grupo de camisetas naranjas, el asiento del
pasajero de un Maserati y una azotea. El hogar eran los fríos ojos color
avellana, las cálidas llaves y los calientes besos.
Neil se estiró para pasar la punta del dedo por el labio inferior de
Andrew. Andrew respondió pellizcando ligeramente el dedo de Neil entre
sus dientes.
—Estás mirando —murmuró Andrew cuando Neil se apartó.
—Te gusta —respondió Neil.
Andrew puso su mano sobre los ojos de Neil y Neil inclinó su rostro
para rozar con un beso la muñeca llena de cicatrices de Andrew. En la
mesita de noche, el teléfono de Neil vibró con otro mensaje de uno de sus
Foxes. Su sonrisa fue lenta y se dio cuenta en ese momento que estaba
perfectamente contento. Cuán silenciosamente se había apoderado de la
felicidad.
Andrew lo besó una vez más y dijo.
—Ciento seis.
Neil amaba su vida.
Notas
[←1]
tipo de droga a base de polvo.
[←2]
reina del drama
[←3]
Juego de palabras entre ‘tímido’ y ‘lengua atada‘
[←4]
Se refiere a que no podría poner a otra persona de reemplazo
[←5]
refiriéndose a que piensa que Neil no tiene pareja
[←6]
tipo de entrenamiento
[←7]
un tipo de cereal
[←8]
deportista