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Marco Teórico y Contexto

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En 1967, Rodolfo Walsh publica el relato Esa mujer en un libro de cuentos

homónimo. El texto narra el encuentro de un periodista con un general militar. El


diálogo que mantienen gira en torno al cadáver de una mujer. Esa mujer es Eva
Perón. Pero, por decisión del autor, no es nombrada en ningún momento. Es
justamente esa omisión, mediante el uso de pronombres y determinantes, la
que da lugar a un enriquecido análisis con gran valor e importancia en la historia
de la literatura argentina ya que sintetiza en un relato un período político
violento e inestable en torno a una de las figuras más significativas del siglo XX.
Mi propuesta es utilizar los contenidos bibliográficos de la cátedra lingüística del
texto y análisis del discurso para releer y analizar el relato escrito por Rodolfo
Walsh y de esta manera generar una propuesta interpretativa pensando a Esa
mujer como un discurso dentro de un contexto histórico determinado.

El análisis del discurso es una disciplina que parte de la lingüística y se permite


funcionar como un instrumento para entender las prácticas discursivas que se
producen en las distintas esferas de la vida social, ya sea de forma oral, visual o
escrita (Arnoux, 2019, p. 14). Esas esferas de la vida social a las que puede
aplicarse el análisis del discurso pueden ser tan divergentes como la
comunicación, la publicidad, la divulgación del saber, el arte o cualquier espacio
que permita o implique la puesta en práctica de un texto, teniendo en cuenta la
definición que propone Van Dijk (1992) sobre el texto: todo aquello que produce
sentido.

Un discurso es la puesta en práctica del lenguaje en el habla, como dijimos, ya


sea de forma oral o escrita. Desde esta perspectiva, nosotros podemos describir
al discurso como práctica social y esto propone una dialéctica entre el discurso y
las situaciones, instituciones y estructuras que lo enmarcan. Y, esta relación, al
ser dialéctica, propone un intercambio bidireccional. Es decir, el discurso
modifica al marco social y lo social moldea al discurso (Arnoux, 2019, p. 15).
Así, teniendo en cuenta el aspecto social, podemos pensar al análisis del
discurso como una disciplina crítica que nos permite articular una mirada desde
perspectivas diversas e interdisciplinares que aborden problemáticas
coyunturales como el racismo, el género, la sexualidad, la relación entre las
minorías y el poder, entre otras. Sobre esto, Dominique Maingueneau (1999)
señala:

“El interés que gobierna el análisis del discurso es el de aprehender el


discurso como una articulación de un texto y un lugar social, es decir que
su objeto no es la organización textual ni la situación de comunicación,
sino aquello que los anuda a través de un modo de enunciación” (p. 65).

Aquello que anuda al discurso es lo que nosotros tratamos de reconstruir


sirviéndonos de los distintos recursos que nos ofrece el análisis del discurso y los
estudios lingüísticos en particular y las distintas disciplinas sociales y culturales,
de forma interdisciplinaria, en general. El análisis del discurso es una práctica
interpretativa que, dependiendo del discurso, recurrirá a una u otra disciplina.
Por eso, lo interdisciplinario deviene de un proceso natural de la intersección
entre lo discursivo y lo social (Arnoux, p. 18). Teniendo en cuenta el contexto
sociohistórico y las tensiones puestas en evidencia, para el análisis de Esa mujer
consideraremos algunas ideas y conceptos provenientes principalmente de la
historia, la política argentina y los estudios de género.

Retomando, cuando Maingueneau habla de un lugar social hace referencia a


aquellos aspectos intrínsecos al discurso que marcan la relación entre el “texto”
y el “contexto”. Esos aspectos funcionan como una institución discursiva.
También, como señalaba Arnoux, es necesario reconocer qué elementos del
discurso y qué elementos del marco social establecen relaciones entre sí de
forma dialéctica. Esa mujer es un relato que reconstruye un período de violencia
e inestabilidad política en constante interacción entre la ficción y la realidad, tal
y como lo ha hecho en toda su bibliografía Rodolfo Walsh. Muchos de los
elementos presentes en el texto se resignifican en cuando se ponen en
perspectiva con el contexto de época. Considero que el análisis del contexto
sociohistórico no sólo es pertinente para la comprensión y enriquecimiento de la
lectura del texto sino, en este caso en particular, para la consolidación de la
entidad de los personajes que, como hemos señalado, no están nombrados de
forma directa. Para el análisis del cuento, considero pertinente adentrarnos en el
contexto, para reconstruir las relaciones y tensiones entre el discurso y lo social;
un apartado referido al uso de pronombres y determinantes, para señalar cómo
algunas de esas tensiones se marcan en el lenguaje; y un apartado final para
pensar el rol y funcionamiento del cuerpo de la mujer en el relato.
Texto y contexto

El 26 de julio de 1952 a la edad de 33 años muere Eva Perón. Su cuerpo fue


embalsamado y exhibido en el edificio de la CGT. En 1955, cuando la
autodenominada Revolución Libertadora derrocó, mediante un golpe de estado,
a Juan Domingo Perón, el cadáver fue secuestrado y desaparecido durante 14
años. A ello, se le suma una proscripción decretada en 1956 que prohibía tanto
la existencia del peronismo como la mención de los nombres “Eva” y “Perón”.

Tal y como señalamos, el relato acerca del secuestro del cadáver de Eva Perón
se construye desde la omisión de nombres propios y referencias explícitas al
contexto. Sobre esto, Ricardo Piglia (2001) dice:

“Por supuesto, todos sabemos que se habla de ella, pero aquí Walsh
practica el arte de la elipsis, el arte del iceberg a la Hemingway. (...) Esa
elipsis implica, claro, un lector que restituye el contexto cifrado, la historia
implícita, lo que se dice en lo no dicho. La eficacia estilística de Walsh
avanza en esa dirección: aludir, condensar, decir lo máximo con la menor
cantidad de palabras”.

Nosotros, desde el análisis del discurso, podemos reconstruir ese “contexto


cifrado”, esa “historia implícita” y lo “no dicho” desde el lenguaje. Para Van Dijk
(1988), un contexto se reconstruye teóricamente a partir de una serie de rasgos
de una situación comunicativa. Si bien esta perspectiva está enfocada en
analizar las estructuras internas de un texto, considero que también podemos
pensar y señalar qué vínculos existen y si establecen o no una relación entre el
texto y el contexto sociohistórico. Esos vínculos que señalaremos reciben el
nombre de expresiones indiciales y son “expresiones que remiten a componentes
del contexto comunicativo”, véase tiempo, lugar, referencias del mundo real,
etc. Entonces, teniendo en cuenta la omisión de nombres propios ¿Qué
expresiones indiciales podemos rastrear en Esa mujer para confirmar la relación
contextual con el período de desaparición del cuerpo de Eva Perón entre 1956 y
1971?

El primer indicio y más obvio que podemos señalar en el relato es el espacio en


el que transcurren los hechos: en un décimo piso en la capital argentina: “Desde
aquí es fácil amar, siquiera momentáneamente, a Buenos Aires”. Esa será la
única información que se nos dará de forma expresa. Pero, también podemos
marcar como expresiones indiciales las referencias a Eva y Juan Domingo Perón
que se dan de forma tácita, es decir, sin mencionarlos directamente. De las
menciones y calificaciones a Eva nos ocuparemos luego ya que merecen un
análisis aparte. En cuanto al entonces exiliado ex presidente, podemos marcar
un diálogo en particular en el cual se hace mención a él de forma indirecta. En el
transcurso de la conversación, el coronel confiesa haber sacado él el cadáver del
país. “¿El Viejo sabe?” pregunta el periodista y el coronel responde “Si”. Esa
nominación, el “Viejo”, con mayúscula, es una referencia al ex presidente Juan
Domingo Perón. Era un apodo muy común para referirse a él que incluso
trascendió hasta nuestra época:

“Escuchar de nuevo ese apodo: ¡El Viejo! Es decir, el mismo que utilizaba
la izquierda peronista para referirse a Perón” (Halliday, 1996).

También podemos señalar a dos personajes fundamentales del trasfondo de esta


historia. Está el mencionado como “mayor X” quien “tuvo un accidente, mató a
su mujer”. Este personaje se refiere a Eduardo Arandía, un asistente de Moori
Koenig quien tuvo al cadáver en su casa y tal y como sugiere el relato disparó
contra su esposa embarazada creyendo que alguien entraba en su casa. Por
último, está la presencia de “el gallego que la embalsamó” en referencia a Pedro
Ara Sarriá.

Si bien estas referencias reconstruyen el contexto, hay un dato más que


resignifica las tensiones entre la ficción y la realidad que son comunes en la
literatura de Walsh. Carlos Moori Koenig fue un militar jefe del Servicio de
Inteligencia del Ejército durante la dictadura, según algunos testimonios e
historiadores fue el responsable del secuestro y captura del cadáver de Eva
Perón mediante una operación secreta:

“En la noche del 22 de noviembre de 1955, el teniente coronel


Carlos Eugenio Moori Koenig (...), jefe del Servicio de Inteligencia del
Ejército (SIE), y su lugarteniente el mayor Eduardo Antonio Arandía
ordenaron a los capitanes Lupano, Alemán y Gotten que abandonaran sus
puestos de guardia en la CGT sobre la puerta que separaba al cadáver de
Eva Perón del mundo exterior. El coronel, el mayor y la patota que los
acompañaba traían la orden emanada de las más altas autoridades de la
llamada “Revolución Libertadora” de secuestrar el cadáver de la mujer
más amada y más odiada –aunque no en las mismas proporciones– de la
Argentina. Y así, por aquellas cosas de la obediencia debida y del propio
odio de clase, cumplieron acabadamente con su misión…” (Pigna).

A la vez, también contamos con el testimonio de la hija y la mujer de Moori


Koenig registradas en el documental Evita (Pistarini, 1995): “Papá lo iba a traer
a casa, pero mamá se puso celosa” dice Susana Moori Koenig, a lo que su
madre, María, agrega: “Lo quiso traer, yo dije que no. En casa, el cadáver no”. A
esta información se le suma el hecho de que Rodolfo Walsh realizó una
entrevista nunca publicada a Carlos Moori Koenig:

“Entre fines de los años 50 y principio de los 60 Rodolfo Walsh


entrevistó al coronel Carlos Eugenio Moori Koenig, jefe del Servicio de
Inteligencia del Ejército, uno de los responsables del secuestro y
desaparición del cadáver de Eva Perón. En la entrevista el militar apenas
proporcionó referencias difusas al respecto (...). Walsh no escribió una
crónica, ni transcribió la conversación como una entrevista convencional,
sino que la tomó como base para Esa mujer, uno de sus cuentos más
conocidos” (Diario Perfil, 2020).

Es esta información la que nos permitirá registrar las expresiones indiciales más
significativas para reconstruir el contexto, lo que da lugar a el juego ficción-
realidad que tan bien domina el autor. El encuentro entre Walsh y Moori Koenig
realmente sucedió, pero el hecho de estar leyendo un cuento ficcional es lo que
pone en juego la veracidad de lo narrado. Así, podemos reconocer que los
protagonistas del diálogo son proyecciones ficcionales del propio Walsh, quien
narra en primera persona, y Moori Koenig, ese coronel de “apellido alemán”.

Hemos recolectado hasta aquí las expresiones indiciales que nos permiten
reconstruir no solo a los personajes no nombrados sino al período preciso que
incluyen la proscripción del peronismo y su simbología representante, el período
de desaparición del cadáver y el encuentro entre Walsh y Moori Koenig. Ahora,
tendremos que focalizar de forma más precisa en el juego de pronombres y
determinantes que refieren a Eva Perón, su omisión de forma tácita y cómo eso
se resignifica en el juego literario.

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