1) Resignificación del Bolivarianismo:
Un militar mestizo, con boina roja y gran ímpetu de liderazgo, se atrevió a alzar su voz para
visibilizar y, posteriormente, reivindicar el legado de Simón Bolívar. Aquel carismático
personaje vestido de verde olivo, demostró que la imagen del Libertador trasciende vistosas
estatuas, dicho hombre se multiplicó en los ojos de los humildes de nuestro continente, su
nombre: Hugo Rafael Chávez Frías.
Chávez se atrevió a estudiar el pensamiento bolivariano desde sus bases: Independencia,
justicia social, igualdad, libertad, anticolonialismo e integración de los pueblos. Entendiendo
las condiciones desiguales de Venezuela y de naciones con dictaduras impuestas por Estados
Unidos (EE.UU.), originó que miles de humildes apostaran por un cambio de sistema más
humano e integracionista.
Rompiendo mitos y esquemas tradicionalistas.
Tras su elección como jefe de Estado en 1998, Hugo Chávez, emprendió a romper toda clase
de esquemas colonialistas en Venezuela.
El viraje de una democracia representativa a una participativa y protagónica visibilizó aquellas
personas residentes en zonas alejadas de las vistosas urbes, a los que Galeano catalogaba «Los
sin nadie».
El «árbol de las tres raíces» aludiendo el legado de Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora
es fundamental para encarar un modelo autóctono y enraizado en el dinamismo social de
Venezuela que propicie una verdadera integración y garantías de derechos fundamentales.
Ante las necesidades sociales del país, Chávez emprendió la creación de misiones sociales que
fortalecieron la salud, educación y la creación de viviendas para miles de venezolanos. Las
políticas sociales llegaron para reivindicar la base de justicia social y construcción de igualdad
del bolivarianismo.
Chávez y el integracionismo de los pueblos
La lucha por la corriente bolivariana del Comandante Chávez inspiró a pueblos
latinoamericanos a levantarse contra la opresión de la bota hegemónica de los EE.UU., grandes
proyectos continentales aún se mantienen vigentes, a pesar de la embestida derechista en
América Latina.
La creación de organismos como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), teleSUR,
Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y el Banco del Sur, son
proyectos internacionalistas conducentes a la libre determinación de los territorios sin
presiones de países imperiales.
«Debemos seguir pariendo nuestra nueva institucionalidad, debemos tener una Corte de
Derechos Humanos, así como una Corte Electoral, un Consejo de Defensa y el Banco del Sur»,
expresaba con visión amplia de independencia bolivariana el Comandante Chávez.
Sustento histórico y realidades
Imposible mencionar la misiones sociales y proyectos internacionales eludiendo los textos
proféticos pronunciados y escritos en puño y letra del Libertador.
Entre sus memorables legados, reseñamos el Manifiesto de Cartagena en 1812, la carta de
Jamaica de 1815, Congreso de Angostura en 1819 y el memorable discurso ante el Congreso
Constituyente de Bolivia de 1825.
Tras la desaparición física de Chávez, tanto Venezuela como otros pueblos latinoamericanos,
han padecido una guerra sin precedentes, difamaciones mediáticas y persecución judicial
contra dirigentes progresistas ha originado un escenario hostil para el bolivarianismo.
No obstante, la Venezuela bolivariana y la Cuba martiana se mantienen firmes a pesar de las
embestidas criminales por parte de EE.UU. con sanciones que afectan su dinamismo
económico.
Actualmente, el luchador incansable por la reivindicación bolivariana se convirtió en un
referente mundial de resistencia y lucha en medio de las adversidades.
El bolivarianismo, liderado por Chávez y aglutinado en el Polo Patriótico, llegó al poder en las
elecciones presidenciales de 1998, galopando sobre la crisis de la sociedad. Una economía
estancada y desorientada, descomposición del tejido social por el empobrecimiento, creciente
informalización de la población económicamente activa, tasas de desempleo abierto en
aumento, inseguridad y corrupción, minaron las bases de la democracia construida por
partidos políticos, instituciones y factores de poder desde 1958. Luego del Caracazo de 1989,
con la represión brutal que el Estado democrático ejerció contra las masas populares con el
respaldo de partidos, empresarios y organizaciones de la sociedad civil, se consolidó el rechazo
de la población a los actores hegemónicos. El desmoronamiento de AD y Copei en los años 90
abrió un espacio de oportunidades para actores emergentes y propuestas sociopolíticas
diferentes.
El primer beneficiado del derrumbe institucional fue el gobierno de Caldera y su movimiento
de Convergencia Nacional, que ganaron las elecciones nacionales de 1993 apoyados por un
discurso antineoliberal y antipartidista. Sin embargo, no respondieron a las expectativas
populares. Caldera, acosado por una crisis bancaria financiera de grandes proporciones, optó
en su primer año de gobierno por apoyarse en AD e implementó un segundo paquete de
ajustes y reestructuración de orientación neoliberal. Este expediente no detuvo las tendencias
al deterioro social e institucional que continuaron a lo largo de su mandato. Además, Caldera
continuó y profundizó la política petrolera de corte neoliberal conocida como Apertura
Petrolera, debilitando al Estado en su capacidad de formular y gestionar esa industria y
provocando una significativa reducción del ingreso fiscal petrolero.
En 1998, año electoral, se produjo un descalabro económico y fiscal provocado por la abrupta
baja de los precios petroleros en el mercado internacional, donde la política petrolera
venezolana de Apertura tuvo incidencia, pues contribuyó a una pérdida de control de la OPEP
sobre los volúmenes de producción de sus miembros. La renta petrolera cayó a su más bajo
nivel histórico, creando entre los venezolanos un sentimiento de frustración y profundizando
en ellos el rechazo a las elites tradicionales, a los partidos, y a soluciones moderadas. Esto dio
viabilidad a una salida política audaz en las elecciones presidenciales de ese diciembre. Chávez
con un discurso antineoliberal radical, ofreciendo freír las cabezas de las elites envejecidas y
corrompidas y sacar al país de la crisis, apoyado en la amplia plataforma electoral constituida
por movimientos y agrupaciones de distinto cuño pero todas identificadas como opuestas al
bipartidismo tradicional, el Polo Patriótico, ganó con 56,2 por ciento de los votos. A partir de
allí se comenzaron a concretar las difusas promesas electorales de un modelo nuevo de
democracia que, alejado de soluciones de corte neoliberal, sacara al país de la crisis.
La llegada de los bolivarianos al poder se produjo de manera rápida, por lo que muchas
propuestas de su proyecto eran vagas, con poca claridad y consenso sobre cómo se
implementarían. Aun así, el movimiento era vigoroso, abierto y dinámico, recogiendo y
expresando demandas que desde los 80 la sociedad venía debatiendo. En la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela (CRBV), sancionada en 1999 por referendo popular, se
incorporaron diversas aspiraciones de cambio que se estuvieron formulando y debatiendo en
los lustros anteriores en espacios institucionales como la Copre, en el seno de organizaciones
de la sociedad civil, o fueron expresadas en la lucha callejera (López Maya y Lander, 2001).
Algunas propuestas de participación directa habían sido ensayadas por gobiernos locales y
regionales de izquierda.
Tuvo centralidad y consenso importante la profundización de la democracia para hacerla
participativa y protagónica. La CRBV mantuvo la autonomía de los poderes públicos y los
instrumentos de la representación política liberal, pero combinándolas con nuevos
instrumentos para la participación ciudadana directa y semidirecta tanto para la toma de
decisiones como para la consulta y gestión de políticas públicas. Se incorporaron al texto
constitucional cuatro tipos de referendo popular (consultivo, aprobatorio, abrogatorio y
revocatorio), las iniciativas legislativas, asambleas y consejos locales de planificación pública
entre otras modalidades. Los partidos políticos pierden su nombre y pasan a llamarse
organizaciones con fines políticos, expresando el rechazo que hacia ellos tienen los nuevos
actores. Buscando asegurar su debilitamiento y prevenir la corrupción del pasado, se prohibió
su financiamiento con dineros públicos.
En lo concreto, el desempeño gubernamental hasta 2001 arrojó modestos resultados. Hubo
importantes logros políticos, con el cambio del marco constitucional y la elaboración de leyes
que institucionalizaron el principio de la participación y fortalecieron el cambio político que las
mayorías del país reclamaban. Ello contribuyó al aumento sostenido del caudal electoral de los
bolivarianos, que pasaron de controlar ocho gobernaciones en 1998 a diecisiete en 2000
(López Maya, 2005). Los cambios políticos ocurrieron, sin embargo, dentro de un clima de
intensa polarización y conflicto políticos, tanto por las importantes resistencias a perder sus
posiciones por parte de sectores económicos, políticos, mediáticos, religiosos o sindicales,
como también por las confrontaciones permanentes del gobierno y del Presidente con
gremios, intelectuales, grupos sin mayor poder en el pasado e incluso personas y partidos de la
alianza gubernamental (López Maya, 2002). Estas tensiones crearon las condiciones para el
golpe de Estado de abril de 2002 y los episodios violentos que caracterizaron el período entre
fines de 2001 e inicios de 2003, cuando la oposición tomó un camino insurreccional para
presionar la salida o renuncia de Chávez.
Hubo un crecimiento numérico de las cooperativas como formas de la economía social. A fines
de 2001 estas incipientes tendencias se paralizaron por la creciente conflictividad política, que
desencadenó una fuga de capitales presionando el tipo de cambio y afectando todo el proceso
productivo. En el segundo semestre de 2001 diversas encuestas presentaban un sostenido
debilitamiento del apoyo popular de Chávez (El Universal, 19-1-2002). Si bien las
encuestadoras también se dejaban influenciar por la polarización política reinante, la áspera
confrontación activaba miedos, rechazos y un debilitamiento del piso político del gobierno que
esos datos reflejaban.