Responsabilidad civil por daño ambiental
Introducción a la Unidad 3
Unidad 3. "Elemento subjetivo de la responsabilidad ambiental (Culpa o dolo)". Elaborada por Felipe Arévalo.
Abogado y Profesor de Derecho Ambiental y Recursos Naturales.
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Objetivos:
Tras realizar esta unidad el alumno será capaz de:
Conocer el alcance y sentido del elemento subjetivo de la responsabilidad ambiental.
Comprender los efectos jurídicos derivados de la procedencia de la presunción de culpabilidad del artículo
52 de la Ley Nº 19.300.
Responsabilidad civil por daño ambiental
Glosario Unidad 3
Omisión: No haber ejecutado un determinado comportamiento o acción, que jurídicamente se debía efectuar
en razón de una calidad o posición determinada, que parte de la doctrina a denominado “posición de
garante”, la cual emana de una fuente de obligaciones que impone un deber típico de conducta que
originalmente no se tenía.
Deber de cuidado: El deber de diligencia exigible a una persona determinada en el cumplimiento de las
obligaciones que le resulten exigibles.
Culpa infraccional: Criterio de atribución de responsabilidad civil extracontractual o categoría especial de
culpabilidad que consiste en imputar la contravención de una norma jurídica específica del ordenamiento
que establece un deber de cuidado (Bassi, Francisco).
Responsabilidad civil por daño ambiental
Elemento subjetivo de la responsabilidad ambiental
En el inicio de esta Unidad estudiaremos las dos modalidades del elemento subjetivo: la culpa y el dolo, sus
fundamentos y características especiales.
Elemento Subjetivo: culpa o dolo
El eje rector que inspira el modelo de responsabilidad civil ambiental se trata de un régimen subjetivo de
responsabilidad 1, esto es, de un estatuto fundado en la culpa o el dolo del infractor.
Del mismo modo, salvo en relación con la presunción legal de culpabilidad establecida en el artículo 52 de la Ley
N° 19.300 (la que se desarrolla más adelante), se mantiene la regla general del ordenamiento común, en cuanto
que la carga de la prueba de todos y cada uno de los elementos de la responsabilidad recae en quien los alega,
resultando plenamente aplicable el artículo 1698 del Código Civil.
El carácter subjetivo de la responsabilidad ambiental se reconoce expresamente en el artículo 3º de la Ley Nº
19.300, el que dispone al respecto:
TeTodo el que culposa o dolosamente cause un daño al medio ambiente, estará obligado a repararlo
materialmentexto_de_la_cita".
Ley N° 19.300 sobre Bases Generales del Medio Ambiente.
De acuerdo con lo previsto en los artículos 2314 y 2329 del Código Civil, así como con el inciso 1° del artículo 51
de la Ley N° 19.300, para que exista responsabilidad es imprescindible que concurra o pueda atribuirse culpa o
dolo al sujeto activo del daño, esto, en cuanto la responsabilidad ambiental se sitúa precisamente dentro de en un
sistema de responsabilidad subjetiva, y no objetiva o estricta, que requiere de texto expreso del legislador.
Principales críticas formuladas el sistema subjetivo en materia ambiental
La elección realizada por el legislador, respecto a que el sistema de responsabilidad ambiental correspondería a
uno subjetivo, ha sido fuente de variadas críticas, especialmente proveniente de las organizaciones asociadas a
la protección del medio ambiente. Dichas críticas pueden resumirse en que:
a El sistema subjetivo sería contradictorio con el Principio Preventivo propio del Derecho Ambiental, ya que no
permitiría darle una adecuada protección al medio ambiente 3.
b Resulta muy difícil probar o acreditar la negligencia o conducta dolosa, lo que dificulta la acreditación y
subsecuente reparación del daño ambiental.
c El mayor conocimiento técnico asociado al potencial daño ambiental habitualmente se radica en el agente
dañador ya que él es el que desarrolla la actividad dañosa, lo que pone en una posición difícil de superar por
parte del demandante.
d Existiría en la mayoría de los casos, una desproporción significativa en las capacidades de los demandantes
y demandados, lo que se traduciría en una limitación relevante por parte del demandante en producir y
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generar prueba para demostrar el elemento subjetivo.
La conducta imputada debe ser ilícita
Para que una conducta (acción u omisión) de origen a cualquier tipo de responsabilidad legal, es preciso que ésta
revista caracteres de ilicitud. Así, para el académico Alberto Bueres, el actuar debe ser entendido como “una
conducta humana, voluntaria e involuntaria, comitiva u omisiva, atribuible al sujeto y productora de un cierto
resultado”4.
En tal sentido, se trata del comportamiento de un sujeto de derecho, calificado por la
ley como jurídicamente relevante en función de contravenir un precepto de conducta
que le resulta obligatorio.
De tal suerte que no toda conducta servirá para dar origen a la responsabilidad y, en el caso de estudio, solo
tendrán la potencialidad de generar responsabilidad ambiental aquellas conductas que efectivamente sean ilícitas
o antijurídicas.
Tomando en cuenta el requisito de la ilicitud:
Cualquier imputación que se pretenda hacer respecto de un acto negligente o doloso, necesariamente debe
suponer un quebrantamiento de algunas de las obligaciones que le resulte exigible a un sujeto
determinado.
Así, por ejemplo, se ha fallado que “no hay culpa del dueño de un fundo, al cual penetra un animal ajeno, en no
alimentarlo ni entregarlo en el acto a su propietario, porque no pesaba sobre él la obligación de darle de comer y
de cuidarlo, ni constaba que dicho propietario hubiera exigido su entrega”5.
En otras palabras, según se ha resuelto desde lo antiguo, la acción u omisión imputada no es ilícita o antijurídica –
y por tanto no genera responsabilidad – si no existe al mismo tiempo una obligación infringida.
Dicho de otro modo, para la procedencia de la responsabilidad ambiental resulta necesario acreditar:
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¿Cómo es que la acción resulta efectivamente ser contra ley y, en consecuencia, capaz de ocasionar un
perjuicio que deba ser resarcido?
El mencionado análisis de ilicitud corresponde a un “análisis de derecho” que se debe efectuar sobre la conducta
(activa u omisiva), que no es otra cosa que verificar una exigencia perentoria de la misma para poder ser
considerada como ilícita, esto es, comprobar la antijuridicidad del comportamiento que se pretende reprochar al
demandado.
Conducta omisiva
Considerando que en la acreditación de la responsabilidad ambiental, la figura omisiva genera más dudas que la
acción, conviene detenerse en esta segunda forma en que se puede presentar la conducta, es decir, la conducta
omisiva o simplemente la “omisión”.
La omisión puede ser entendida como el no haber ejecutado un determinado comportamiento o acción, que
jurídicamente se debía efectuar en razón de una calidad o posición determinada, que parte de la doctrina a
denominado “posición de garante”, la cual emana de una fuente de obligaciones que impone un deber típico de
conducta que originalmente no se tenía. Pero si no se tiene tal calidad o deber de conducta, el comportamiento
omisivo no es ilícito o antijurídico 6.
De esta manera, en palabras de profesor Enrique Cury “omite quien no hace ello que de él se esperaba, porque
era su deber hacerlo. Y como desde el punto de vista jurídico sólo se está obligado a lo que el derecho manda, la
omisión en este ámbito consiste en no hacer aquello que jurídicamente se debía hacer. El concepto es, pues,
valorativo y su significado depende de las normas jurídicas vigentes”7.
Culpa y deber de cuidado
Respecto a la determinación de los criterios para establecer cuando un comportamiento activo u omisivo puede
considerarse realizado con culpa, debe recurrirse a la figura del deber de cuidado.
El deber de cuidado puede ser conceptualizado como el deber de diligencia exigible a una persona
determinada en el cumplimiento de las obligaciones que le resulten exigibles.
Será el juez quien definirá en el caso en concreto, si la acción u omisión imputada fue diligente o no. Para esto,
los jueces, podrán recurrir a los siguientes criterios:
a En razón del cumplimiento o no de la normativa aplicable a la actividad en la que se enmarca la acción u
omisión imputada. En el caso de incumplimiento normativo se presumirá la culpa.
b Aún cuando se haya cumplido la normativa aplicable deberá determinarse si en el comportamiento realizado
se empleó el debido cuidado, el que se determinará en gran medida por los estándares de la industria en la
que se enmarca la actuación imputada.
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c La calificación o preparación técnica de quien resulta acusado de tener una conducta negligente.
d Por su parte, también serán considerados los estándares genéricos de debida diligencia proveniente desde
el derecho civil.
Habiendo desarrollado las principales características del elemento subjetivo de la responsabilidad ambiental, se
puede concluir que la responsabilidad ambiental requiere necesariamente para su configuración la concurrencia
del elemento subjetivo, es decir, la culpa o dolo del causante del daño, lo que es concordante con el principio de
responsabilidad extracontractual establecido en el Código Civil.
El supuesto del elemento subjetivo corresponde a la voluntariedad de la acción u omisión realizada, atribuible a
su autor quién actuó negligente o intencionadamente. Por su parte, no existe una ponderación normativa respecto
del deber de cuidado exigible a una persona acusada de daño ambiental, por lo que corresponderá a los jueces
determinarlo en cada caso específico.
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Presunción de culpabilidad establecida en la Ley Nº 19.300
A continuación, analizaremos la presunción de culpabilidad, de acuerdo a lo que contempla el artículo 52 de la
Ley N° 19.300 sobre Bases Generales del Medio Ambiente.
Presunción de culpabilidad aplicable a la responsabilidad ambiental
Con el objeto de atenuar o mitigar las dificultades probatorias existentes dado el sistema de responsabilidad
ambiental subjetiva, el legislador estableció en el artículo 52 de la Ley Nº 19.300 una presunción de culpabilidad.
El referido artículo 52 establece que:
Se presume legalmente la responsabilidad del autor del daño ambiental, si existe infracción a las normas
de calidad ambiental, a las normas de emisiones, a los planes de prevención o de descontaminación, a
las regulaciones especiales para los casos de emergencia ambiental o a las normas sobre protección,
preservación o conservación ambientales, establecidas en la presente ley o en otras disposiciones
legales o reglamentarias".
Ley N° 19.300 sobre Bases Generales del Medio Ambiente.
Inicialmente, el proyecto de ley radicaba en la existencia de una infracción normativa la generación de la
responsabilidad ambiental. Dicho concepto fue sustituido luego por la redacción que quedó plasmada en la
norma promulgada en definitiva: Así la Historia Fidedigna de la Ley Nº 19.300 señala respecto a su origen, que:
Esta norma fue modificada en el sentido de sustituir la idea de que la responsabilidad nace por la
infracción de las normas de carácter ambiental, siguiendo el denominado principio de responsabilidad
objetiva, por una presunción en virtud de la cual la persona de que se trate se presume responsable si el
daño ambiental tiene lugar por infracción […]” a las normas de carácter ambiental vigentes en el
ordenamiento jurídico".
Ley N° 19.300 sobre Bases Generales del Medio Ambiente.
Así, de verificarse la procedencia de la presunción del artículo 52, no haría falta probar la culpabilidad del agente
causante del daño ambiental cuando actúa contraviniendo la normativa que menciona el citado artículo, ya que la
ley, a partir del hecho de esta contravención normativa, presume legalmente su culpabilidad.
Sin embargo, se está ante una presunción simplemente legal, por lo que cabe desvirtuarla mediante prueba en
contrario. Si se acredita que la pretendida infracción del ordenamiento jurídico-ambiental no tuvo lugar, falla la
base de la presunción y el causante del daño queda exonerado de la responsabilidad.
¿Presunción de responsabilidad?
De la lectura del artículo 52, puede advertirse que en la nomenclatura utilizada por el legislador en el referido
artículo refiere a una presunción de responsabilidad del autor del daño.
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Lo anterior ha sido considerado por la doctrina como un error de técnica legislativa,
debiendo entenderse que la presunción corresponde al elemento subjetivo de la
responsabilidad.
Estimar lo contrario, nos llevaría a la conclusión forzosa que de existir una infracción de una normativa ambiental
(cualquiera sea la entidad de esta infracción), el demandado se vería en la necesidad de probar que no existe
daño ambiental, que no existe una acción u omisión, culposa o dolosa y que no existe nexo causal entre la
mencionada acción u omisión y el daño generado 2.
Presupuestos de procedencia de la presunción
Para que sea aplicable la referida presunción de responsabilidad es necesario que concurran ciertos
presupuestos, lo que además deben ser interpretados de manera estricta.
En este sentido, el artículo 52 de la Ley N° 19.300 establece en forma clara que, para que se configure la
mencionada presunción:
Debe existir una infracción a una norma ambiental: Dentro de dichas normas, el referido artículo incluye dentro
de éstas:
Normas de calidad ambiental.
Normas de emisión.
Planes de Prevención o de descontaminación.
Regulaciones especiales para casos de emergencia ambiental.
Normas sobre protección, preservación o conservación ambientales establecidas, tanto aquellas de rango
legal como aquellas de naturaleza reglamentaria 3.
Debe ser acreditada por quien la alega (la parte demandante): Corresponde al demandante la carga de probar
la existencia de una infracción en los términos del artículo 52.
Esto corresponde simplemente a la regla general del derecho civil. Basta tener a la vista lo señalado por el
Código Civil, en su artículo 1698 el que dispone que en lo que importa al efecto que incumbe probar las
obligaciones o su extinción al que alega aquéllas o ésta.
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Características de la presunción del artículo 52
Dada su condición particularísima, la presunción de culpabilidad tiene ciertas características jurídicas importantes
de considerar. Dentro de ellas destacan las siguientes:
1 Corresponde a una presunción legal: Es decir, que se encuentra contemplada en la ley, a diferencia de las
“presunciones judiciales” que son aquellas que deducen los jueces.
2 Es una presunción simplemente legal: Dentro de las presunciones legales4, esta presunción corresponde a
una simplemente legal, lo que se traduce en que puede ser desvirtuada por medio de prueba en contrario.
3 No constituye un medio de prueba: Al respecto, conviene tener presente lo señalado por Raúl Diez en el
sentido que “las presunciones legales tanto absolutas como relativas o simplemente legales no constituyen
un medio de prueba, sino que son solo una dispensa de la obligación de probar”5. Agrega citando a su vez a
Claro Solar que, la presunción “difiere de toda prueba propiamente tal, en que la prueba común da fe
directamente y por sí misma de una cosa, mientas que la presunción hace fe por una consecuencia lógica,
deducida de un antecedente conocido o probado en autos”6.
Culpa infraccional
La figura establecida en el inciso 1° del artículo 52 se corresponde con una clásica presunción de “culpa
infraccional” o “culpa contra legalidad”. En palabras de Alessandri: “Cuando así ocurre, hay culpa por el solo
hecho de el agente haya ejecutado el acto prohibido o no haya realizado el acto ordenado por la ley o el
reglamento, pues ello significa que omitió las medidas de prudencia o precaución que una u otro estimaron
necesarias para evitar un daño”7.
La culpa infraccional se encuentra expresamente recogida en el artículo 52 de la ley, en virtud de la cual, el mero
incumplimiento normativo genera una presunción de culpabilidad. En palabras de Barros, dicha culpa infraccional
acepta como límite que “el daño sea de aquellos que la norma general o específica infringida tenía por fin evitar”8.
Respecto a posibles eximentes o excusas de la debida diligencia proveniente de la culpa infracción corresponden
al caso fortuito o fuerza mayor. Dentro de estas eximentes habitualmente se mencionan:
Los actos de autoridad.
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Los hechos de terceros por los cuales no se debe responder.
Acontecimientos naturales imprevisibles y extraordinarios, ajenos al control del demandado.
Alcance de la presunción del artículo 52
Dejando de lado interpretación literal de la norma, que podría entenderse que la presunción alcanzaría todos los
elementos de la responsabilidad (interpretación ya analizada previamente), en la doctrina nacional ha habido un
interesante debate respecto al alcance que tiene la presunción del artículo 52: si alcanza solo al elemento
subjetivo o si también cubre el elemento de causalidad.
Presunción alcanzaría solo a la Culpa
En opinión del profesor Bermúdez9, la presunción del artículo 52 solo invertiría la carga de la prueba respecto de
la culpa y no alcanzaría a la causalidad.
Jorge Bermúdez Soto, señala al respecto que “la presunción sólo exime de la prueba del elemento subjetivo (dolo
o culpa), con lo que será necesario acreditar tanto el daño al medio ambiente, como la relación causal de aquél
con la infracción. A ello se refiere el citado inc. 2° del art. 52 LBGMA, el cual dispone que: “Con todo, sólo habrá
lugar a la indemnización, en este evento, si se acreditare relación de causa a efecto entre la infracción y el daño
producido”10.
En el mismo sentido, aportando un criterio complementario desde una pers-pectiva del derecho civil, Barros ha
sostenido que “a pesar que la norma del artículo 52 I de la Ley del medioambiente parece indicar que la infracción
a normas legales o administrativas da lugar a una presunción general de responsabilidad, lo cierto es que esa
disposición reitera los principios generales que rigen en materia de culpa infraccional (Supra N° 586). La única
norma pertinente de la ley en materia de causalidad se limita a reiterar el principio general de responsabilidad
civil, esto es, que debe ser acreditada una relación causal entre la infracción y el daño (Ley del medioambiente,
artículo 52 II, supra 29)”11.
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Presunción se extendería también a la causalidad
De acuerdo a una parte de la doctrina, la presunción del artículo 52 solo tendría sentido si alcanza también a la
relación de causalidad.
Respecto a la cobertura de la causalidad por parte de la presunción del artículo 52, uno de los argumentos
esbozados corresponde a lo dispuesto en el inciso segundo de tantas veces mencionado artículo 52, el que
dispone que “con todo, sólo habrá lugar a la indemnización en este evento si se acreditaré relación de causa a
efecto”, por lo que a contrario sensu, para la configuración de la responsabilidad ambiental no sería necesario
acreditar la causalidad acredita la infracción de norma.
Parte de la doctrina, representada entre otros por Arturo Alessandri Rodríguez, sostiene que uno de los efectos de
la presunción de culpabilidad es, que establecidos los hechos que dan lugar a la presunción “quedan
establecidas esa culpa y la relación causal entre ella y el daño, es decir, que este tiene por causa la culpa de
dicha persona; de lo contrario; la presunción no serviría de nada”12.
Al respecto, el Segundo Tribunal Ambiental de Santiago ha dispuesto que corresponde presumir la relación de
causalidad en aquellos casos en que se ha provocado el efecto ambiental que precisamente ha querido evitar la
norma infringida. Sobre el particular, este Ilustre Tribunal sostuvo que:
[ ... ] todas las infracciones que dan origen a la presunción lo son respecto de normativa que busca
proteger, preservar o conservar el medio ambiente, es decir tienen una finalidad específica. No se trata de
cualquier disposición, sino de aquellas cuyo objetivo es evitar que se produzca un daño, no cualquiera,
sino ambiental. Por lo tanto, desde un punto de vista del sujeto pasivo de la acción, éste infringe un deber
específico que se le exige para un fin determinado, evitar un daño ambiental".
Segundo Tribunal Ambiental de Santiago.
Como corolario, respecto al alcance de la presunción del artículo 52, incluso para aquella parte de la doctrina que
sí considera que la presunción del artículo 52 se extiende a la causalidad, reconoce como requisito para que ésta
proceda que “el daño se haya producido con ocasión de la infracción del instrumento en cuestión, esto es que con
motivo de la infracción de, por ejemplo, una norma de protección ambiental contenida en la LBGMA, se haya
verificado el daño ecológico puro. Luego si la causa del daño no es la infracción de uno de los referidos
instrumentos, no surge, a nuestro entender, la mentada presunción”14.
De lo desarrollado se puede concluir que la presunción de culpabilidad establecida en el artículo 52 de la
Ley 19.300 tuvo como principal fundamento de existencia el intentar atenuar los problemas probatorios con
motivo del elemento subjetivo contemplado en los artículos 3 y 51 de la misma ley.
Por su parte, se pudo identificar las principales características de dicha presunción, resaltando el concepto de
culpa infraccional contenido en ella, y la discusión doctrinal y jurisprudencial respecto al alcance de la misma
respecto de la causalidad.
Responsabilidad civil por daño ambiental
Resumen Unidad 3
Resumen
La responsabilidad ambiental requiere necesariamente para su configuración la concurrencia del elemento
subjetivo, es decir, la culpa o dolo del causante del daño, lo que es concordante con el principio de
responsabilidad extracontractual establecido en el Código Civil.
El supuesto del elemento subjetivo corresponde a la voluntariedad de la acción u omisión realizada, atribuible a
su autor quién actuó negligente o intencionadamente. Otros sistemas comparados han optado por
responsabilidades estrictas u objetivas, en las que el mero hecho de existir un daño al medio ambiente permite
imputar responsabilidad a la persona causante del mismo.
El sistema nacional contempla como principal mecanismo para atenuar los problemas de acreditación o prueba
judicial del elemento subjetivo, la presunción de culpabilidad contemplada en el artículo 52 de la Ley Nº 19.300.
Responsabilidad civil por daño ambiental
Referencias bibliográficas Unidad 3
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Jurisprudencia citada
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Responsabilidad civil por daño ambiental
Material de Profundización Unidad 3
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