0% encontró este documento útil (0 votos)
216 vistas15 páginas

La Historia de La Navidad

El documento habla sobre la historia de la Navidad y su relación con tradiciones paganas. Explica que la fecha del 25 de diciembre fue elegida por la iglesia católica para apropiarse de festividades paganas como las Saturnales romanas. También describe algunas tradiciones navideñas como el árbol de Navidad y los Reyes Magos, relacionándolas con costumbres paganas adoptadas por el cristianismo. Finalmente, incluye breves secciones sobre la historia de Belén y el significado del término Navidad.

Cargado por

Christian Cosco
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
216 vistas15 páginas

La Historia de La Navidad

El documento habla sobre la historia de la Navidad y su relación con tradiciones paganas. Explica que la fecha del 25 de diciembre fue elegida por la iglesia católica para apropiarse de festividades paganas como las Saturnales romanas. También describe algunas tradiciones navideñas como el árbol de Navidad y los Reyes Magos, relacionándolas con costumbres paganas adoptadas por el cristianismo. Finalmente, incluye breves secciones sobre la historia de Belén y el significado del término Navidad.

Cargado por

Christian Cosco
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 15

HISTORIA DE LA NAVIDAD Y

ALGO MÁS DE LA BIBLIA


Dr. Adolfo La Roche

DICIEMBRE DE 2020
CEFASI
CARACAS VENEZUELA
LA HISTORIA DE LA NAVIDAD Y ALGO MÁS SOBRE LA BIBLIA

Dr. Adolfo La Roche

Descubre qué dice la historia de estas fechas importantes: 25 de diciembre, 28 de diciembre, 1 de


enero y 6 de enero.

Alrededor de dos mil millones de personas celebran cada año el nacimiento de Jesús de Nazaret en
la Palestina ocupada por los romanos hace dos milenios. Según los Evangelios de Mateo y Lucas,
escritos entre 70 y 90 años después de los hechos, nació de madre virgen, se salvó de ser asesinado
y fue adorado por peregrinos de lejanas tierras guiados por una estrella.

Estos hechos se reflejan en nuestro calendario, que celebra el nacimiento del bebé (25 de
diciembre), la matanza de los inocentes (28 de diciembre), la circuncisión del niño (1 de enero) y la
visita de los Reyes Magos (6 de enero).

La historia de la Navidad persigue engrandecer los orígenes de Jesús de Nazaret. Para resaltar el
nacimiento del hijo de un carpintero, es presentado como concebido virginalmente, del mismo
modo que otros grandes personajes (Alejandro Magno, Augusto y Platón). Y es elegida la aldea de
Belén para vincular a Jesús con la profecía de Miqueas (5, 1-3): Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres,
no, la menor entre los principales clanes de Judá porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a
mi pueblo Israel.

La historia de los Reyes Magos, que sólo cuenta Mateo, pretende universalizar al Mesías con
extranjeros entre sus primeros adoradores. Jesús trasciende así el universo judío. La entrega de 1
presentes entronca con la tradición judía de hacer regalos a los niños después de la circuncisión.

Y con la celebración de la Navidad el 25 de diciembre, decidida en 350 por el papa Julio I, la Iglesia
católica se apropia de la festividad pagana romana del nacimiento del sol invicto, Mithras, el
alargamiento del día frente a la noche invernal, la victoria de la luz Jesús sobre las tinieblas.

La estrella que guía a los magos responde a la costumbre de incluir un fenómeno astronómico en
el nacimiento o muerte de todo personaje importante (Julio César).

Por tanto, no hay que forzar una explicación a la estrella de Belén, como han hecho
algunos astrónomos desde tiempos de Kepler, quien la relacionó con una triple conjunción de
Júpiter y Saturno.

En su mezcla de hechos históricos, mitos, tradiciones y símbolos judíos, Mateo presenta a Herodes
como un inútil incapaz de localizar a Jesús, que debe ordenar una matanza infantil de la que no hay
constancia como hizo el faraón en tiempos de Moisés, con el propósito de presentar a Jesús como
el nuevo Moisés, el nuevo Israel, objetivo final de todo el relato.

La Navidad, la conmemoración del nacimiento de Jesucristo, que se celebra el 25 de diciembre,


guarda muchas similitudes con las Saturnales, las fiestas paganas que celebraban los romanos en
honor a Saturno, el dios de la agricultura y la cosecha, y que originalmente transcurrían entre el 17
y el 23 de diciembre, coincidiendo con el solsticio de invierno, el período más oscuro del año, cuando
el Sol sale más tarde y se pone más pronto.
También los romanos celebraban el 25 de diciembre la fiesta del Natalis Solis Invicti o asociada al
nacimiento de Apolo. 15. El 25 de diciembre fue considerado como día del solsticio de invierno, y
que los romanos llamaron bruma. Cuando Julio César introdujo su calendario en el año 45 a. C., el
25 de diciembre debió ubicarse entre el 21 y 22 de diciembre de nuestro Calendario Gregoriano. De
esta fiesta, se tomó la idea del 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Jesucristo.

Navidad proviene de la palabra latina nativitas que significa nacimiento y se refiere particularmente
al nacimiento de Cristo que se celebra cada 25 de diciembre; sin embargo, en ninguna parte de la
Biblia se menciona la fecha exacta del nacimiento de Jesús. La fiesta de Navidad fue reconocida 300
años después de su muerte, cuando el emperador Constantino permitió el cristianismo en el Imperio
romano, después de haber sido perseguido desde tiempos de Nerón, porque la fecha había
encontrado popularidad entre los romanos cristianos al tratarse de la fecha del "renacimiento" del
Dios Sol.

JULIO I FIJÓ LA FECHA DE NAVIDAD

Los antecedentes de la Navidad habría que situarlos en los años 320-353, durante el mandato del
papa Julio I, que fijó la solemnidad de Navidad el 25 de diciembre, a pesar de la creencia de que
Jesucristo nació durante la primavera, quizá con la intención de convertir a los paganos romanos en
cristianos. Posteriormente el año 440, el Papa León Magno estableció esta fecha para la
conmemoración de la Natividad casi un siglo más tarde, en 529 el emperador Justiniano la declara
oficialmente festividad del Imperio.

La Sagrada Escritura sólo señala que la muerte de Cristo se produjo durante la Pascua judía. Por otro 2
lado, la primera representación del Belén, que escenificaba el nacimiento de Cristo, la realizó San
Francisco de Asís en la Nochebuena de 1223, en una cueva próxima a la ermita de Greccio, en Italia.

EL ARBOL DE NAVIDAD

Jeremías, el profeta del siglo VII a.C., dice que "las costumbres de los pueblos son vanidad" porque
un leño "con plata y oro lo adornan; con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva".
Jeremías se refiere a la vanidad de adorar "objetos sin valor", propia de los paganos, en vez de
venerar al Señor, "el Dios verdadero". El árbol de Navidad no existía como tal, pero estos versículos
revelan una costumbre ancestral: cortar un árbol para adornarlo o, como hacían los babilonios, para
dejar regalos debajo del mismo. Tertuliano, un cristiano que vivió entre los siglos II y III d.C., critica
los cultos romanos paganos, imitados por algunos de sus correligionarios, de colgar laureles en las
puertas de las casas y encender luminarias durante los festivales de invierno. Los romanos
adornaron las calles durante las Saturnales, pero fueron sobre todo los celtas quienes decoraron
los robles con frutas y velas durante los solsticios de invierno. Era una forma de reanimar el árbol y
asegurar el regreso del sol y de la vegetación. Desde tiempos inmemoriales, el árbol ha sido un
símbolo de la fertilidad y de la regeneración.

TALLIN Y RIGA SE DISPUTAN EL PRIMER ÁRBOL DE NAVIDAD

El cristianismo adoptó y transformó estas costumbres paganas ante la imposibilidad de erradicarlas.


Cuenta la leyenda que en el siglo VIII había un roble consagrado a Thor en la región de Hesse, en el
centro de Alemania. Cada año, durante el solsticio de invierno, se le ofrecía un sacrificio. El
misionero Bonifacio taló el árbol ante la mirada atónita de los lugareños y, tras leer el Evangelio, les
ofreció un abeto, un árbol de paz que "representa la vida eterna porque sus hojas siempre están
verdes" y porque su copa "señala al cielo".

A partir de entonces se empezaron a talar abetos durante la Navidad y por algún extraño motivo se
colgaron de los techos. Se cuenta que el teólogo Martin Lutero puso unas velas sobre las ramas de
un árbol de Navidad porque centelleaban como las en la noche invernal. Dos ciudades bálticas se
disputan el mérito de haber erigido el en una plaza pública: Tallin (Estonia) en 1441 y Riga (Letonia)
en 1510. Unos comerciantes locales instalaron un abeto en la plaza del mercado de Riga, lo
decoraron con rosas artificiales, bailaron a su alrededor y finalmente le prendieron fuego. Hoy se
iluminan con , como en esta fotografía de la plaza de la Ciudad Vieja de , donde la ceremonia de
encendido atrae cada año a miles de personas.

SEGÚN LEENDANIK RESUMEN

Los dioses creadores enviaron las simientes creadoras del hombre original por vías energéticas de
luz a todo el universo, y en la zona de las Plaleides solo se desarrollaron en tres globos: terrestres
fueron los que se llamaron después: Edén, Ispanie y Nigeriazi. Observaron que en el globo llamado
Edén, la simiente del hombre fructificó a partir de un árbol muy especial que sólo allí crecía. Era
semejante a un roble o una encina -bien grande y frondosa-. El fruto de dicho árbol era de tamaño
considerable y parecido en su aspecto externo a una granada más también tenía ciertas 3
características recordando al higo. El árbol que les dio la vida fue tenido por ellos como símbolo
sagrado de su origen y recibió -entre otros nombres- el de Árbol de la Vida. En el centro mismo de
la capital de Edén hay uno de gran tamaño y belleza.

A este árbol se le dio el nombre de Arbeol queriendo decir: "Hacedor de los ancestros Be",
refiriéndose a los primeros hombres creados. Esta denominación se le dio en nuestro globo
terrestre, la Tierra, más no en Edén. Luego, con el paso del tiempo, este vocablo sirvió para
denominar primero al roble, pues se creyó que este árbol era el origen de los hombres de raza blanca
provenientes de Edén. Después, esta palabra pasó a designar cualquier otro árbol dándose en este
globo.

En Edén su capital es Baleden: Baleden significa: “globo Edén”. La palabra Bal o Bale se utiliza para
expresar una esfera, un globo o un planeta, siendo este último término no utilizado en este libro ya
que su origen etimológico expresa otra cosa. Utilizaremos en esta obra los términos Globo o Mundo
para referirnos a la Tierra o a cualquier otro globo celeste.

En Ispanie: “es Propiedad de Pa”. Pa se identifica con Padre y con el Dios Creador, identificado por
los Pales por la Estrella de Fuego, el Sol. Los “de la tierra de Pa” es decir, los Pale adoraban al Sol Pa,
también llamado Râ. En muchas ocasiones era denominado Para significando: “Padre Creador”.

Y, por último, en este Globo terrestre que ahora habitamos, llamado Nigeriazi en un principio, más
también Leleput y Uniberse después, surgió otra raza de humanos
Nigeriazi significa: “los de semilla negra”, es decir aquellos que poseían un aspecto de piel oscuro.
Leleput es la denominación dada por los Pale a la Tierra. Su significado es: “es la pequeña tierra muy
productiva o exuberante”.

Uniberse es otra denominación dada a la Tierra. Es el nombre dado por los Bere, queriendo decir:
“es la primera de los Ber” más también: “es distante de los Ber”, ya que este Globo era considerado
como el más lejano de entre los pertenecientes a los de la Confederación Eduen

El término Dios provine de Adi-os: “nuestra Inteligencia”, refiriéndose al aspecto elevado de la


Suprema Sabiduría. Para denominar a Dios también se utilizó el término Go que significa: “elevado,
arriba”, refiriéndose también al espíritu que se denominó Gogo.

EL NACIMIENTO DE IEZUS o Dios Be

Los de raza blanca (los Bere) creían en dios todopoderoso, llamado también JAUNGOIKO: "Señor de
los Cielos". Se denominaba así a Aquel de entre los más sabios del Cielo, quien había conseguido
desentrañar los misterios de Râ siendo capaz de crear como él y perfeccionar sus creaciones. Para
los Bere, Jaungoiko era el Gobernante de los Cielos al cual debían obediencia en honor a su
demostrada sabiduría y justeza. También creían en Dios BE (Dios "Segundo" en lengua EDUEN),
quien siendo el ZAR de los ELE era el Heredero al Trono del Reino de los Cielos.

La raza blanca en esta Tierra fue generada a partir del esperma del Zar de los ELE (estirpe blanca de
hombres que habitan los Globos antiguamente conocidos como ELISEO) al cual, el
mismísimo Jaungoiko le encomendó la Misión de crear la raza blanca en este Globo terrestre.
4
Para llevar a cabo dicha Misión, el Señor de los Cielos bendijo la boda del Zar de los Ele con su Hija
MAISTATU, la cual sería luego conocida en la Tierra con el nombre de MARIA. El zar de los Ele,
Eleazar, en su viaje a Nigeriazi, con las tres Marías, o Xurides, Maista, Marta y Margode, en su
recorrido tiene un accidente y fallece, siendo recogido su simiente y es guardado en un recipiente
conservador o huevo, preparado para tal fin, Con el pasar del tiempo, el Huevo “conservador” del
semen del Be pasó a ser un símbolo que aún hoy se conserva sin entender muy bien su significado.
Es el Huevo de Pascua, símbolo también utilizado por casi todas las religiones de la Tierra. Y la
simiente es implantada a Maista, María, Maistatu, (la hija de Dios) o Mariak (significa cosmonauta),
La operación biológica de la concepción del Be fue llevada a cabo sin mediación de hombre alguno
y de la siguiente manera: El semen conservado de Eleazar fue introducido por medios técnicos en la
vagina de Maistatu, la hija de Dios. Así, el semen fecundó un óvulo de Adama, la cual, nueve meses
después concibió al BEBE: "el pequeño Be". Así pudo volver a tomar cuerpo (por transmigración
anímica) el Zar de los Ele quien, de esta manera, fue el primer Hombre blanco nacido en esta Tierra
y Hacedor después de toda la raza María es, por tanto, la Abuela de la Humanidad Blanca.

En el año 10.876 antes de nuestra Era, la nave estelar de Baleden tripulada por las
tres MARIAS (palabra queriendo decir "Cosmonautas") aterriza en este Globo terrestre, en el lugar
actualmente conocido como México y no muy lejos de su capital. A esta región se la llamó
después AMERIK que en lengua Eduen significa "El contacto final", o sea la tierra donde finalmente
se posó la nave después de dar siete vueltas en torno a la Tierra.
Maistatu: Mujer o hembra que despide Rayos de Luz. Es un nombre figurativo y hay que entenderlo
como una metáfora

Adama significa: Ella es la Madre. Adama es otro de los apelativos que recibió la hija de Dios y la
Madre de toda la raza blanca en la Tierra. La actual Biblia cristiana, muy interpolada por los Lore,
confunde Adama o Adam, interpretando ésta palabra por el nombre del macho procreador cuando,
en realidad Adama o Dama quiere decir lo que en la actualidad en castellano o francés. Adama
significa: es la Madre. El personaje de Eva de las Biblias cristianas deriva de las palabras del texto
original: “Eube ezuri”, queriendo decir “el semen del Be”. Eube se escribió con el tiempo Ebe que,
al final del Imperio Paien, quedó en Eva. La cuestión es que los teólogos antiguos, no entendieron
muy bien todo lo escrito en las ya bastante retocadas versiones de la Bibele original, y pensaron que
Adama debía ser el hombre y Ebe o Eva la mujer, pareciéndoles esto lo más lógico. Así es como Iezus
se convirtió en Adam o Adama y su madre, es decir María, se identificó como Eva, la primera mujer.

Después en el tiempo, los paganos de Roma separaron Iezus y María de Adam y Eva para, de esta
forma, encajarlos mejor en el cuento de sus leyendas. En cuanto a la palabra Ezuri, queriendo decir
"semen" se le quiso dar otro significado para que nadie pensase que, en la Creación del hombre
hubiese intervenido algún tipo de semen. Esa idea habría restado "pureza" a la concepción de Dios
-según la versión de los hechos contada por los Kures-. Observando la similitud de esta palabra con
la otra de Ezur, la cambiaron por esta última que quiere decir: "hueso”. Bien pronto, en las versiones
de las Biblias paganas de los Judas (Judíos) Ezur se traduciría por costilla inventando esa fábula de
niños que habla de la costilla de Adam, etc.… Con el pasar de los siglos, los personajes de Adam y
Eva tomaron vida independientemente de María y de Iezus dándoles un extraño papel como 5
"padres" de la Humanidad. María y Iezus, siendo los auténticos padres, pasaron a ser la primera la
madre de un tal Jesucristo de Nazaret, y el segundo como este mismo. De esta manera, los Pares de
Roma (pues los Evangelios que ahora conocemos, y que no son los únicos, fueron escritos por familia
descendiente de los Flavianos y del Rey Herodes en tiempos de Vespasiano y después) y los Kures
(Curia) de hace unos cuantos siglos mataban dos pájaros de un tiro al divinizar la figura de Cristo o
Karistio cuya versión de la Bibele les venía a bien reconocer como verdadera. El llamado Karistio era
un enviado de Roma que predicó la confraternidad y convivencia entre las diferentes razas

A Maistatu se la llamó –como a las otras Xurides- María, nombre que aún hoy conserva aunque
desconociéndose su significado primero. De esta manera, María concibió al Bebe sobre la Tierra,
siendo por lo tanto la abuela de todos los hombres blancos de Uniberse.

ALGO MÁS SOBRE LA BIBLIA Y NO LA BIBELE

Fernando Conde Torrens, ingeniero bilbaíno, profesor en la Universidad de La Rioja. Decidió


averiguar la veracidad o no de sus convicciones profundas sobre temas importantes de la vida.
Comenzó a estudiar a las personas que han dejado huella en la Historia de nuestra sociedad debido
a las ideas que propugnaron, y esas investigaciones nace este libro, Año 303. Inventan el
Cristianismo.

La acción se inicia en el otoño del año 302. El hombre de la idea expone su plan para crear una
religión nueva al Augusto Diocleciano. Éste rechaza la proposición. Pero en la entrevista está
presente un joven tribuno, Constantino, hijo del César de Occidente. Y a Constantino le atrae el plan
que ha oído.

El libro narra, año a año, su ascenso al poder, convertido ya en el protector de Lactancio, que así se
llama el hombre de la idea. Y éste va escribiendo libros y libros falsos, entre ellos las Epístolas de
Pablo, sin poder citar los Evangelios, aún no escritos. Para poder escribirlos hace falta el concurso de
un historiador, hombre de confianza de Constantino. Cuando el equipo se completa, el año 307, con
Constantino ya César de Occidente, se escriben los Evangelios. El historiador escribe el de Marcos, y
Lactancio copia de él los de Mateo y Lucas, ampliándolo. Finalmente, el historiador escribe el de
Juan.

La novela describe en paralelo las empresas guerreras y los problemas familiares de Constantino –
empeñado en hacerse con todo el Imperio, para implantar en todo él el Cristianismo – y la actuación
del equipo redactor, preparando los falsos textos para los Concilios de Arlés (Francia), que se celebra
el año 114, y Nicea, en Oriente, el año 325. En la novela vemos morir a Constantino el año 336. La
novela propiamente dicha termina en la página 720.

En un Epílogo, de unas 80 páginas, se relatan más resumidamente las actuaciones de los hijos de
Constantino, de Teodosio y sus descendientes, hasta el fin del Imperio romano de Occidente, el año
476, aunque se prosigue la historia de los textos y de las manipulaciones que sufrieron durante la
Edad Media y hasta el siglo XX.

“AÑO 303: Inventan el cristianismo” Libro 5, Capítulo 6: “Recapitulación de la Antigüedad”

Por Fernando Conde Torrens


6
Para poner fin a la Antigüedad, y antes de entrar en un breve repaso a acontecimientos relacionados
con los Evangelios durante la Edad Media y más modernamente, resumamos cuanto llevamos visto.

Las fantasías de un solo hombre, Lactancio, iban a encontrar acogida en el joven Constantino,
cuando éste residía en calidad de "invitado forzoso" junto a Diocleciano, hacia el año 303. Nadie en
la corte de Diocleciano, como nadie en su propia patria, hizo el menor caso de tales ideas, salvo el
joven Constantino. Este, desconocedor de todo lo relacionado con la variada ideología existente en
la Antigüedad, se sintió deslumbrado por la novedad, originalidad y encanto de las doctrinas que le
exponía Lactancio. Abandonado por el poder supremo y sin esperanzas, Lactancio se vio apoyado
sólo por aquel joven, que encerraba la promesa de ser el hijo del Augusto de Occidente.

La tesis de Lactancio, que Constantino asumió por entero mientras vivió aquél, era la necesidad
urgente de sustituir las demás creencias y religiones por el Cristianismo, para evitar el fin del mundo
que, de no hacerse así, era inminente. Esta preocupación por el fin del mundo y por su inminencia
se trasladó a los Evangelios, aun cuando, supuestamente, habían sido escritos 250 años antes . Hasta
ese momento, sólo había una visión, la necesidad de implantar cuanto antes y en todo el Imperio la
versión del Cristianismo de Lactancio, su inventor. Y con tal visión iban a ser escritos más de la mitad
de los "textos sagrados” cristianos, los redactados por Lactancio.

Pero hacia 307 entró en escena Eusebio, quien, apercibido del desastre que para el Conocimiento -
esparcido hasta cierto punto por el Imperio - iba a suponer la implantación obligatoria del
Cristianismo, modificó los "textos sagrados" del Cristianismo, en cuya elaboración intervenía,
posibilitando la versión de que Jesucristo no era exactamente Hijo de Dios, sino más bien un Maestro
del Conocimiento, compatible éste con las doctrinas del Helenismo, lo mejor salido de mente
humana hasta aquel momento. Con Eusebio, por tanto, surgió la segunda versión del Cristianismo,
la versión tolerante y respetuosa con el Conocimiento griego.

El año 314 en el Sínodo de Arelate (Arlés) se puso en marcha en Occidente -la parte del Imperio bajo
el mando de Constantino - la versión fuerte del Cristianismo, la de Lactancio. Pero Constantino tenía
que ir con prudencia, ya que le quedaba aún el otro medio Imperio por ganar para su nueva doctrina,
y no debía forzar la marcha, ni realizar acciones que pudieran generar resistencia a la aceptación de
su nueva religión por parte de Licinio, su cuñado. Como éste no accedió a implantar la religión de su
cuñado en sus Prefecturas, Constantino marchó contra él y lo derrotó definitivamente el año 324.
Al año siguiente, 325, Constantino se dispuso a repetir en Nicea lo que ya había hecho con pleno
éxito en Arelate once años antes.

Pero Lactancio había muerto el 317. Eusebio había interpolado con su versión tolerante incluso los
Evangelios redactados originariamente por Lactancio, y preparado una campaña de resistencia a la
versión de Lactancio, apoyando su versión del Cristianismo, con Jesucristo como Maestro del
Conocimiento. Arrío, desde Alejandría, sería el cabeza y propagandista de la nueva versión.

En el Concilio de Nicea se puso en evidencia la pugna irreconciliable entre ambas versiones. Triunfó,
lógicamente, la versión apoyada por el Emperador, y los pocos defensores finales de la versión
tolerante fueron depuestos y desterrados.

Así pues, en Nicea se produjo una ruptura dentro del Cristianismo. Los que siguieron la versión de 7
Lactancio, la original, se llamaron a sí mismos "ortodoxos" y también "nicenos". Y llamaron a sus
adversarios "arrianos" y también "herejes". Los seguidores de Arrío, estaban defendiendo el
Conocimiento, el Helenismo, intentando que el Cristianismo no lo destruyera en un futuro próximo.

Pero apenas año y medio después de Nicea, Constantino pasó por el drama familiar, al ordenar la
muerte de su hijo Crispo y de su esposa Fausta. Este trauma trajo como consecuencia su pase a la
versión tolerante del Cristianismo. Despidió a Osio como asesor y tomó a Eusebio, el depuesto y
desterrado obispo de Nicomedia, la capital. Este cambio en las preferencias del Emperador trajo
consecuencias muy importantes, e iba a ser el origen de reacciones violentas futuras.

Del mismo modo que Constantino se ocupó de la uniformidad de creencias en Nicea, hizo lo mismo,
pero imponiendo a todos los obispos la versión que los "nicenos" llamarán “arriana". Los que se
resistieron a modificar sus creencias sobre el Hijo de Dios fueron depuestos y desterrados, como ya
se hizo en Nicea con unos pocos "arrianos". Un ejemplo de la purga fue Atanasio, el nuevo obispo
de Alejandría.

La mayoría aceptó las nuevas directrices del Emperador, de quien eran – digámoslo crudamente -
empleados, o funcionarios. Otros se negaron y pagaron por ello. Y otros simularon aceptar, pero
defendieron a escondidas la versión fuerte del Cristianismo. Los que antes pasaron por "herejes",
ocupaban ahora todas las sedes como obispos, tenían todo el apoyo del poder, y los "nicenos" puros
habían caído en la desgracia del Augusto. Se había dado un cambio total de la situación, con la
particularidad de que los nuevos perdedores eran los más intolerantes y decididos.
Murió Constantino el año 337 y sus hijos, en especial Constancio II, que fue el que pervivió como
Augusto único, favorecieron la opción tolerante del Cristianismo. Esta situación se mantuvo hasta
el año 361, en que murió Constancio II. Su primo Juliano accedió al mando supremo del Imperio. Y
Juliano favoreció los cultos tradicionales y relegó a los cristianos de ciertos puestos de influencia,
como maestros y preceptores. La ruptura era también entre cristianos y no cristianos.

Cuando Juliano visitó diversas partes del Imperio en Oriente la ruptura social que había supuesto el
Cristianismo resultó evidente. Pero Juliano fue muerto oportunamente por un cristiano durante su
campaña contra los Partos, a finales del 363, y fue sustituido por Joviano, un general difuso que
intervino en el complot contra Juliano. Joviano, a su vez, duró sólo unos pocos meses, hasta que la
expedición romana estuvo en territorio propio y, ya en él, murió asesinado el año 364. Tomaron el
poder otros dos generales de la expedición, Valentiniano y su hermano Valente.

Empezó a resultar evidente para las autoridades de las dos tendencias que lo importante era captar
el favor del Emperador. Eso daría el triunfo a las propias ideas. Los Emperadores que siguieron
tuvieron que ser tolerantes con las creencias establecidas, porque bastante trabajo tenían con
repeler las agresiones del exterior a que estaba sometido el Imperio y porque el colega en el mando
era de la otra tendencia.

Valentiniano, niceno, fijó su capital en las Galias y reprimió las incursiones de Germanos en el Rhin
y el Danubio. Pero murió el año 375, víctima de una enfermedad. Le sustituyó su débil hijo Graciano,
un joven sin preparación para gobernar. Valente, arriano, tuvo que hacer frente a los Godos, que el
año 378, cuando iba con todo el ejército del Este a impedir su invasión del Imperio, lo derrotó
en Adrianópolis y lo mataron.
8
Oriente quedó sin apenas soldados que lo defendieran, a merced de los Godos y
1os Hunos. Graciano no tuvo otra opción que elegir a un general enérgico para tapar el agujero
creado en Oriente. Este general fue Teodosio.

Teodosio resolvió la situación, oponiendo a unos bárbaros contra otros, y contratando los servicios
de otros más, a los que dio el mando de algunas Legiones. Pero su principal actuación de cara a esta
historia fue su decisión de restituir al Cristianismo "niceno" sus preferencias, retirándolas de los
"arrianos" y legislando también contra los cultos romanos tradicionales. Bajo su mando, sólo el
Cristianismo "niceno" iba a ser tolerado.

En esta labor Teodosio fue ayudado por Ambrosio, obispo de Milán, la capital de Graciano. Si
Graciano era tolerante con los diversos cultos, Ambrosio le presionó para que volviera sus favores
al Cristianismo "niceno" y se opusiera a los cultos paganos. Graciano, débil y piadoso, cedió y el año
382 legisló en contra de los "nicenos" y de los cultos romanos clásicos. Un año más tarde el joven
Graciano fue asesinado por Máximo, un general usurpador de Britania, que se había dado cuenta
de la debilidad de su superior, y se hizo con el poder en Occidente. Teodosio, ocupado en el Este
con los Partos, tuvo que aceptar la situación en el Oeste, al menos por un tiempo. Algo más tarde,
en el 388, marchó contra el general usurpador, lo derrotó y lo mató.

Teodosio generó una verdadera ruptura social, la del Cristianismo "niceno" - el de Lactancio,
intolerante y agresivo hacia todas las demás creencias - contra todos los demás, tanto "arrianos",
como seguidores de las creencias ancestrales de Roma. Estos serán llamados por los cristianos
nicenos "paganos", personas del pagus (campo). Y ello porque las directrices del Augusto tenían
menor efecto en el campo, y sus habitantes tenían más oportunidades de resistir sus órdenes sobre
qué versión del Cristianismo debía aceptar.

Y los cristiano "nicenos", con la impunidad que les dio el Emperador al mando, Teodosio,
arremetieron contra los Templos y los bosques sagrados "paganos", las estatuas y las ceremonias
que llamaban "paganas", y destruyeron todo a su paso. La ruptura social tomó la forma de casi una
revolución. Y se dio la aparente paradoja de que los cristianos, que "eran" dóciles y carne de
matadero en tiempos de los mártires, en los escritos creados por Lactancio, cuando se hicieron con
el poder se comportaron de una forma diametralmente opuesta, agrediendo y quitando de en
medio a todo el que no era de su bando.

La Cultura y el Saber sufrieron un duro golpe, pero el Imperio Romano de Occidente tenía los días
contados. Teodosio murió el año 395. Le sucedió su hijo Arcadio, el mayor, en Oriente. Su otro hijo,
Honorio, el nuevo Augusto de Occidente, sólo tenía 10 años. Ambos eran débiles, no sabían legislar
con visión, ni tomar las decisiones correctas. Como guardianes de ambos había dos generales,
Rufino y Estilicón, puestos por Teodosio, pero estallaron rivalidades y ambos generales pelearon al
mando de sus ejércitos, en una muestra de insensatez sin par.

El año 404 en tiempos de Honorio se trasladó la capital de Milán a Rávena - más al Sur y más fácil
de defender, por estar en una zona pantanosa - y se llamó a las Legiones de Britania, para poder
defenderse de los Godos. El año 406 los Suevos y otros pueblos Germanos atravesaron el Rhin y
llegaron hasta Hispania, estableciéndose en ella. El año 410 Alarico, jefe de los Visigodos, tomó y
saqueó Roma. El año 476 un jefe Ostrogodo, Odoacro, destituyó al último Emperador romano,
Rómulo Augústulo. El Imperio Romano de Occidente había dejado de existir. Desde el año 390, por
9
orden de Teodosio, la religión del Imperio era el Cristianismo "niceno", el de Lactancio. Y así va a ser
hasta nuestros días.

Quedaba el Imperio Romano de Oriente. Pero a este Imperio, tan romano como el Occidental,
Occidente le cambió de nombre y en la Historia que llega a nosotros se le llama “Imperio bizantino",
como si no fuera romano. Durará hasta 1.543, cuando Constantinopla sea tomada por los cañones
musulmanes de Mohamed II, arma para la que las murallas erigidas mil doscientos años antes por
Constantino y Teodosio no estaban preparadas.

En Occidente, los bárbaros procedentes de la Germania tenían religiones menos elaboradas que el
Cristianismo. Tanto los Visigodos como los Ostrogodos, Godos del Oeste y Godos del Este,
respectivamente, eran en gran parte cristianos "arrianos", convertidos por un fraile "arriano" de
tiempos de Constancio II. Y acabaron por pasarse a la versión “nicena". Y cuando los europeos
descubrieron y colonizaron América, llevaron allá su religión "nicena".

Añadamos por último unas líneas sobre los historiadores, porque a ellos debernos las noticias que
nos han llegado sobre lo sucedido en aquellos siglos.

El lector está leyendo una relación de los hechos que en absoluto se corresponde con la versión
oficial, versión que hunde sus raíces en los "historiadores" de la época de los hechos, el siglo IV. Para
entender esta discrepancia debemos definir algunos errores serios que se cometen cuando se da
crédito a los "historiadores" que escriben sobre el siglo IV, sobre Constantino.
En primer lugar, consideremos a los dos historiadores contemporáneos, Eusebio de Cesárea y
Lactancio. Ponemos historiadores en cursiva porque a ningún historiador profesional se le oculta
que Lactancio no fue un historiador. Escribió un libro sobre historia contemporánea, pero era un
ideólogo, un teórico, no un historiador. Su relato está tarado, porque escribe al servicio de su
ideología. Deforma todo lo que le conviene. Porque, como harán muchos después de él, pone su
ciencia al servicio de los desvaríos que le dicta su conciencia.

Y eso un profesional debiera captarlo, por comparación con lo que dicen los demás y la realidad
histórica, por ejemplo, de Diocleciano. Da lástima ver libros de historiadores modernos que toman
a Lactancio como referencia y citan sus palabras, dando por buenas sus afirmaciones.

El otro autor citado sí es historiador, Eusebio de Cesarea. Lo atestiguan otros libros que escribió al
margen de su Historia Eclesiástica. Pero era amigo de Constantino, escribía todos los discursos con
motivo de sus aniversarios. Y el libro "De Vita Constantini" es sólo una letanía laudatoria, alejada
por completo de toda realidad creíble. Y eso también lo debiera ver un profesional.

No es el autor de estas líneas el primero que ha sospechado que Eusebio podría ser el primer
interpolador para dar base a la realidad del Cristianismo en el siglo I. Es decir, hablando con claridad,
el primer falsificador. Porque "interpolar" es un eufemismo para no decir “falsificar''. En efecto,
Eusebio falsificó todo lo que escribió sobre Constantino y el Cristianismo, porque era, en parte, su
creador fraudulento. Estaba obligado a mentir, porque estaba obligado a falsificar. En su descargo
diremos que dejó una prueba bien visible de su falsificación, las firmas de SIMON, puestas por él
para ser descubiertas.
10
Sobre todo su Historia Eclesiástica fue una falacia integral, de principio a fin. Era la obra que iba a
consagrar la gran mentira de Lactancio; obra para la que Lactancio no estaba preparado, y hubo que
recurrir a un historiador profesional de confianza, de la confianza de Constantino, Eusebio. Y Eusebio
llevó a cabo la ingente tarea de escribir una "Historia a la carta”, bajo pedido. Una Historia de 300
años. Toda ella cuajada de relatos falsos y de listas de Obispos inventadas, incluida la de los obispos
de Roma, inexistentes hasta el Sínodo de Arelate, del año 314.

Los servidores del poder ideológico alaban el valor de esta obra, diciendo que rescata numerosos
documentos que, de otro modo, se hubieran perdido. Están errados. Expone numerosos
documentos, todos falsos, inventados por el autor para servicio de quien le ordenaba, el Augusto
Constantino. Ahora ya lo sabemos.

Veamos qué autores siguen el "relato" de Eusebio. Los "historiadores" siguientes son Sozomeno
(400-450) y Sócrates (380-hacia 440), los dos de ideología cristiana. Ambos escriben hacia el año
425, en plena descomposición del Imperio, según acabamos de ver. Sozomeno es más ferviente
cristiano que Sócrates. Este es algo más imparcial, pero ninguno de los dos escribe sobre hechos
que hayan vivido. Ninguno de los dos plantea la menor duda sobre los relatos de Eusebio y Lactancio.
Al contrario, los prosiguen, dando por bueno todo lo que en ellos se contiene. Y su Cristianismo, en
una época en que hay una pugna ideológica con los últimos restos del mal llamado "paganismo", les
impide todo lo que no sea seguir abonando la veracidad y la realidad del inmenso montaje en el que
han nacido y se han educado.

Los mal llamados "Santos Padres", contribuían, también por aquella época, a hacer más creíble y
moderno el milagroso relato de la Vida, Pasión y muerte de Jesucristo. Y todo ello contaba con el
apoyo del Emperador reinante, ya sea Teodosio, sus hijos, Arcadio y Honorio, o su nieto,
Valentiniano III.

Hubo algún historiador - como algún literato o pensador - no cristiano, pero eran pocos, estaban
asfixiados por la mayoría cristiana, apoyada por el poder, escribían de hechos sucedidos antes de
nacer ellos, el Imperio se descomponía, y hubo siglos y siglos para hacer desaparecer o embellecer
sus textos, y que no fueran demasiado molestos. En consecuencia, la mentira triunfó.

Pero hay otra acción que han repetido los historiadores eclesiásticos, casi todos 1os que se han
interesado por la figura de Constantino, siempre para ensalzarla. Atribuyen a Constantino prácticas
que se pusieron en marcha con Teodosio, tales como destrucción de templos paganos, quema de
bosques, destrucción de imágenes paganas, persecución de "arrianos" y "paganos", etc. Estas
acciones son propias de los cristianos fuertes, los "nicenos", y se realizaron sólo cuando contaban
con el pleno apoyo imperial, con Teodosio y en años posteriores. No se olvide que Constantino fue
"niceno" sólo doce meses, desde el Concilio de Nicea hasta el drama familiar.

Otra deformación que imprimen los historiadores interesados consiste en ignorar el tiempo que
Constantino y sus sucesores favorecieron la versión "arriana" del Cristianismo.No hablan de tales
períodos, o incorporan a los mismos actuaciones de otras épocas. El objetivo es adornar con las
mejores virtudes al fundador del Cristianismo y difuminar, hasta casi hacer desaparecer, sus
vaivenes doctrinales.

Hay que reconocer que la tarea de Lactancio y Eusebio fue ciclópea. Pero la ingente obra tenía fallos.
Fallos que los trabajos de muchas personas durante siglos no han sido capaces de disimular. Y que 11
ahora están al descubierto para todo el que tenga interés en profundizar.

Nota del Autor. Cuando por primera vez el autor de este libro defendió que todo era un montaje
literario, una colección de obras falsificadas, se levantaron voces que decían que era imposible que
Eusebio, un solo autor - realmente, eran dos - hubiera escrito tal cantidad de libros. Pero así fue.

*****

AÑO 303: INVENTAN EL CRISTIANISMO


12
Pero conforme avanza el relato, el autor se encarga de demostrar que la trama que expone en este
libro no es una ficción, ni una invención suya, sino la exacta descripción de lo que sucedió. Para ello
aporta pruebas documentales irrefutables, presentes en los propios textos, en el Evangelio de
Marcos, en el de Mateo, en el de Lucas, en el de Juan y en varios escritos más del Nuevo Testamento,
que demuestran que todos ellos son obra de la misma persona, deuno de los miembros del equipo
redactor reunido por Constantino.

Constantino, Eusebio y Lactancio

Son muchos los fieles e incluso los clérigos que se extrañan de que el emperador Constantino
presidiese el Concilio de Nicea en el año 325. Se preguntan por qué razón no presidió el Concilio el
Papa, que hubiera sido lo propio. La razón es evidente: en primer lugar, aún no existía la figura del
Papa como tal; se supone que el Papa era Silvestre I, pero históricamente nada se sabe de él, salvo
por los escritos eclesiásticos que se redactaron con carácter retroactivo y que alegan que Silvestre
mandó una delegación al Concilio.

En segundo lugar, Constantino presidió el Sínodo de Nicea porque él fue en realidad el creador de
la Iglesia y nombró los primeros cincuenta epískopos, a gran parte de los cuales reunió en el año
313 en la ciudad de Arelate (hoy Arlés, Fancia) para instruirles acerca de sus funciones. Más tarde
les suministraría copias de los escritos sagrados institucionales que Constantino ordenó inventar y
escribir a sus grammateos, quienes incluyeron no pocos textos religiosos egipcios. La idea de
Constantino era implantar una religión monoteísta única en todo el Imperio, a fin de evitar las
constantes disputas entre los presbíteros de las diferentes religiones, algo que él pensaba que
socavaba la paz romana.

A Nicea acudieron en el año 325 sesenta y cuatro epískopos de los que había nombrado Constantino,
cuyo número fue ampliado después del año 313. Notorios en esta magna asamblea fueron Eusebio
de Cesarea, Eusebio de Nicomedia, Osio, Atanasiao y Arrio. El tema a discutir era si a Jesucristo se
le consideraba Hijo de Dios o simplemente un Maestro del Conocimiento. Quedó establecido lo
primero y solamente tres epískopos no estuvieron de acuerdo con el fallo, entre ellos Arrio.

Eusebio de Cesarea era uno de los mejores grammateos o escritores del Imperio, bibliotecario oficial
que fue de la ciudad de Cesarea, persona eminentemente culta, docto en varios idiomas y en
Historia y gran defensor del Conocimiento y la Sabiduría de los antiguos maestros griegos.
Eusebio escribió, entre otros libros, la ‘Historia eclesiástica’ y las cartas de los ‘padres apostólicos’,
de quienes guarda absoluto silencio la Historia, así como también guarda sospechoso silencio de las
persecuciones de cristianos. En los relatos de Eusebio, algunos de los cuales se sabe que eran de
Lactancio y que Eusebio interpoló, se relacionan varios emperadores que persiguieron a los
cristianos, como Nerón, de quien se dice que hizo que los cristianos fueran devorados por fieras en
el Coliseo de Roma. Pero resulta que el Coliseo no existía en tiempos de Nerón, que murió en el año
68 y el Coliseo fue inaugurado por Tito en el año 80.

Al emperador Diocleciano le presentan la ‘Historia eclesiástica’ de Eusebio y los escritos de Lactancio


13
como uno de los peores perseguidores de cristianos; pero está comprobado históricamente que
Diocleciano fue uno de los mejores emperadores que existieron y que instauró la Tetrarquía de
cuatro Augustos más sus Césares, dejando libertad de religión a todos sus súbditos, como siempre
había sido el caso en el Imperio. Solamente a Constantino, que usurpó el poder de la parte oriental
del Imperio, no le agradaba la diversidad de religiones.

Eusebio, costeada su manutención y gastos por el propio Constantino, tuvo a sus órdenes a varios
copistas. Estos escribieron en griego los primeros cincuenta códices del Nuevo Testamento, que
fueron distribuídos entre los epískopos nombrados por el emperador. Ello indica que hasta el siglo
IV no conocían los epískopos los evangelios ni las epístolas, lo cual resulta lógico al comprobar que
tales clérigos fueron nombrados por el emperador en ese tiempo, pues no había epískopos
cristianos anteriormente, a pesar de lo que Eusebio se obligó a escribir en su Historia.
Estos cincuenta códices, que incluían el libro ‘El Pastor de Hermas’, que se consideraba tan inspirado
como los demás del Nuevo Testamento, estaban amparados por los textos de Eusebio y de
Lactancio.

A este último nombró Constantino tutor de su hijo Crispo, asesinado después por su propio padre.
Uno de los libros de Lactancio, ‘La muerte de los perseguidores’, habla de los emperadores, incluído
Diocleciano, que se ensañaron con los cristianos, de lo cual no existe constancia histórica. Eusebio
tomó de un resentido Lactancio la idea de las persecuciones, que plasmó en su libro ‘Historia
eclesiástica’.
Algo insólito contendrían los códices griegos de Eusebio para que en el año 382 el epískopo de Roma,
Dámaso, los mandase traducir al latín a Jerónimo de Estridón. Probablemente contuvieran algún
tipo de acróstico continuo que disgustaba a los pastores de la Iglesia y que ponía en entredicho la
veracidad de lo escrito. Lo cierto es que la traducción al latín de la Vulgata deshizo la disposición del
texto griego. Casi todos los códices griegos fueron destruídos y sustituídos por copias de los latinos.
La Vulgata de Jerónimo aprovechó gran parte de los códices de Eusebio, aunque el mismo Jerónimo
confesó que se había visto obligado a reestructurar parte de los evangelios.

Se cree que el Códice Sinaíticus, el más antiguo de todos, pudiera ser uno de aquellos cincuenta
códices de Eusebio; pero el Sinaíticus ha sufrido innumerables borrados y sobrescritos a lo largo de
los siglos, para tratar de adaptar los textos a la versión de la Vulgata latina. El Códice Sinaíticus es
muy diferente de los demás que vieron la luz a partir del siglo V y que tenían como modelo a la
Vulgata. Tan diferente es el Códice Sinaíticus que muchos eclesiásticos afirman que se trata de una
auténtica herejía, ya que no incluye los textos del nacimiento de Cristo ni su resurrección y
apariciones ni su ascensión al cielo. Tampoco incluye el capítulo 21 de Juan ni los pasajes de Lucas
9:51 a 18:14, éstos desconocidos antes del siglo XV y conocidos por los teólogos como ‘la gran
inserción’.

En los tiempos atribuidos a Jesucristo vivió el historiador Filón de Alejandría, uno de los principales
cronistas de entonces. Sorprendentemente, Filón, gran conocedor de lo que sucedía en Judea, nada 14
escribió sobre Jesucristo. La Iglesia alude que a Filón no le interesaba la figura de Jesús, a pesar de
que su fama trascendió las fronteras debido a que curaba a enfermos y resucitaba muertos. Los
anales y la Historia de Roma tampoco dan razón de Jesucristo. Y con respecto al historiador Josefo,
las pocas líneas que se leen en su ‘testimonio flaviano’ sobre Jesús resulta que son espurias,
insertadas posteriormente. Y muchos teólogos se preguntan que por qué no se conocen códices
evangélicos anteriores al siglo IV, tiempo en que Eusebio de Cesarea y Lactancio formaban el equipo
redactor de Constantino.

También podría gustarte