Qué es un hueso?
Matriz ósea (Matrix ossea); Imagen:
Médula ósea roja (Medulla ossium rubra); Imagen:
Un hueso es un órgano constituido de tejido conectivo calcificado. Su sustancia fundamental y
las fibras de colágeno son capaces de crear una matriz que contiene osteocitos. Estas células
son las más comunes que se pueden encontrar en el hueso maduro, quienes son las
responsables de mantener el crecimiento y la densidad del hueso. Dentro de la matriz ósea
encontramos abundante calcio y fosfato, componentes que refuerzan y densifican la
estructura ósea.
A excepción del hioides, los huesos están conectados entre sí a través de estructuras conocidas
como articulaciones. En conjunto con los tendones y la musculatura, el esqueleto actúa como
una palanca que dirige la fuerza del movimiento generado por los músculos. La porción interna
de cada hueso (la médula) contiene médula ósea roja (lugar principal de la hematopoyesis) o
está ocupada por médula ósea amarilla, llena de tejido adiposo.
El proceso de formación y desarrollo de un hueso es conocido como osteogénesis. En el caso
de los humanos, este proceso culmina con la osificación. A pesar de que existen varios tipos, la
mayor parte de nuestro esqueleto se forma mediante dos tipos de osificación: endocondral e
intramembranosa.
El tipo de osificación en conjunto a la morfología general del hueso, se utilizan para clasificar a
los huesos del sistema esquelético en cinco tipos que son:
Huesos largos
Huesos cortos
Huesos planos
Huesos sesamoideos
Huesos irregulares
Tipos de huesos
Huesos largos
Húmero (Humerus); Imagen: Irina Münstermann
Ulna; Imagen: Irina Münstermann
Húmero
Humerus
Estos huesos se desarrollan a través del proceso de osificación endocondral, en el cual una
matriz de cartílago hialino formada a partir del tejido conectivo embrionario o mesénquima, se
sustituye lentamente por tejido óseo. Un cuerpo, o diáfisis, conecta los dos extremos
conocidos como epífisis. La cavidad o canal medular está encapsulada por el cuerpo, que está
formado por hueso grueso y compacto. La epífisis es principalmente hueso esponjoso, cubierto
por una capa fina de hueso compacto. Aquí se localizan normalmente las superficies
articulares, cubiertas por fibrocartílago.
La metáfisis está situada en el límite de la diáfisis y la epífisis en el cuello del hueso, siendo el
lugar de crecimiento durante el desarrollo.
Algunos ejemplos de este tipo de hueso incluyen:
El húmero
La fíbula
La tibia
Los huesos del metatarso
Las falanges
El radio y la ulna
Aprende todo sobre el sistema esquelético en la siguiente unidad de estudio:
Huesos cortos
Los huesos cortos por lo general, suelen ser tan largos como anchos. Podremos encontrarlos
en el carpo de la mano y en el tarso del pie.
En los huesos cortos, una capa fina externa de hueso compacto cubre al hueso esponjoso y a la
médula, dándole una forma generalmente cuboide.
La función principal de los huesos cortos es proveer estabilidad, soporte de cargas y un cierto
grado de movimiento.
Algunos ejemplos de estos huesos son:
El escafoides
El semilunar
El calcáneo
El talus
El navicular
Huesos planos
En los huesos planos, las dos capas de hueso compacto cubren tanto al hueso esponjoso como
al espacio de la médula ósea. Estos crecen sustituyendo directamente al mesénquima, sin
pasar por la etapa de cartílago hialino. Este grupo incluye a los siguientes huesos:
El parietal
Las costillas
El esternón
La escápula
La función principal de los huesos planos es proporcionar protección a los órganos internos,
como el cerebro, el corazón y los órganos pélvicos. Asimismo, ya que poseen una forma plana,
estos huesos proporcionan áreas grandes de inserción para varios músculos.
Huesos irregulares
Ilion
Isquion (Os ischiiIlion
Debido a su forma y estructura variable e irregular, los huesos irregulares no pueden ser
clasificados dentro de otra categoría. En los huesos irregulares, una capa fina de hueso
compacto cubre una masa irregular de hueso esponjoso.
La forma compleja de estos huesos les ayuda a proteger a estructuras internas. Por ejemplo,
los huesos irregulares de la pelvis protegen el contenido que encontramos dentro de la misma.
Algunos ejemplos de este tipo de huesos incluyen a:
Vértebras
Huesos de la pelvis (ej. ilion, isquion y pubis)
Huesos sesamoideos
Los huesos sesamoideos se desarrollan y por tanto se encuentran incluidos dentro de algunos
tendones. Muchos de estos huesos son pequeños y de forma ovalada, y deben su nombre a su
similitud con una semilla de sésamo.
Los huesos sesamoideos se pueden encontrar en el extremo de los huesos largos de las
extremidades superiores e inferiores, donde se cruzan los tendones.
Los huesos sesamoideos pequeños son inconstantes (de aparición y existencia variable), sin
embargo existen sesamoideos constantes, como son la rótula o patela (en la rodilla), o el
hueso pisiforme (del carpo).
La función principal de los huesos sesamoideos es proteger a los tendones del exceso de
tensión y desgaste, reduciendo la fricción.
Funciones
Los huesos aportan principalmente estabilidad estructural al cuerpo humano. Debido al
desarrollo complejo de las estructuras óseas (por ejemplo, el desarrollo de la columna
vertebral), el ser humano es capaz de mantener una postura erguida (bipedestación o postura
bípeda), de caminar sobre dos pies y de mantener los órganos nobles protegidos de
numerosas potenciales amenazas.
Debido a su estructura rígida, los huesos son clave en la protección de los órganos internos y
de otras estructuras internas. Incluso, algunos huesos protegen otras estructuras al reducir la
tensión y la fricción (por ejemplo, en los huesos sesamoideos), mientras que otros se unen
para conformar estructuras más complejas que encapsulan o rodean a órganos vitales y los
protegen (por ejemplo, el cráneo, la caja torácica y la pelvis).
Los huesos también contienen médula ósea, la cual es crucial para la producción de células
sanguíneas en los adultos. Asimismo, el tejido óseo puede actuar como lugar de
almacenamiento de células sanguíneas y minerales como calcio y fosfato.
El hueso proporciona forma y soporte al cuerpo, protege a los órganos internos frente a los
traumatismos, facilita la locomoción y actúa como lugar de almacenamiento de minerales,
especialmente calcio y fósforo, que a su vez pueden ser liberados para mantener el equilibrio
entre los líquidos corporales. Además, proporciona médula ósea, imprescindible para el
desarrollo y almacenamiento de las células sanguíneas.
El esqueleto humano está compuesto por 206 huesos, sin contar los dientes: 80 huesos axiales,
que incluyen los huesos de la cabeza, cara, hioideos, auditivos, del tronco, las costillas y el
esternón; y 126 huesos apendiculares, que incluyen los de los brazos, hombros, muñecas,
manos, piernas, caderas, tobillos y pies. Existen dos tipos de hueso:
– Cortical o compacto. Forma la capa externa y más dura de los huesos, aunque la mayor parte
se encuentra en las diáfisis (parte central) de los huesos largos. Supone el 80% de la masa
esquelética. Proporciona protección, sostén y resiste los esfuerzos que se producen en los
movimientos.
– Trabecular o esponjoso. Forma la mayor parte del cuerpo vertebral, las epífisis (extremos) de
los huesos largos y está presente en otros lugares. Consta de unas laminillas dispuestas en red
llamadas trabéculas; dentro de cada trabécula se encuentran las células que reciben
directamente los nutrientes de la sangre que circula por las cavidades medulares. Es la parte
metabólica más activa del esqueleto
Componentes del hueso
– Matriz ósea o inorgánica. El componente mineral está principalmente compuesto por los
cationes calcio y magnesio y por el anión fosfato, en forma de hidroxiapatita. La dureza del
hueso se debe a las sales de calcio, que forman parte fundamental de su estructura.
– Matriz orgánica. También se denomina osteoide; representa el 25% del peso y el 38% del
volumen del hueso adulto. La mayor parte de la matriz orgánica la constituye el colágeno
(94%); la otra parte, o sustancia fundamental, está formada por líquido extracelular y complejo
carbohidratoproteína. La osteocalcina es la segunda proteína más abundante en los huesos
después del colágeno; se cree que influye en la mineralización ósea, uniéndose en parte el
componente mineral del hueso, la hidroxiapatita.
– Células del hueso:
a) Osteoprogenitoras y osteógenas: células madre, las únicas con capacidad de división cuyas
células hijas se transforman en osteoblastos.
b) Osteoblastos: sintetizan las fibras de colágeno y suponen la sustancia fundamental del
hueso. Tienen la función de formar el tejido óseo.
c) Osteocitos: son los osteoblastos ya incorporados a la matriz ósea ya calcificada y son los
encargados de mantener vivo el tejido óseo.
d) Osteoclastos: son las células encargadas de la resorción y eliminación del tejido óseo no
deseado, imprescindibles para el desarrollo, crecimiento, mantenimiento y reparación normal
del hueso.
La formación del hueso
El hueso está formado por tejido activo que se forma y destruye continuamente, es decir,
parcelas de hueso viejo son destruidas y reemplazadas por hueso nuevo. Para favorecer la
formación de hueso nuevo (metabolismo óseo), es necesaria una ingesta adecuada de
nutrientes y minerales como el calcio y la vitamina D, aunque no sólo influye este aspecto, ya
que el metabolismo óseo está regulado por intrincadas interacciones entre el potencial
genético del individuo, el ambiente y, por supuesto, los factores nutricionales.
Se puede hablar de tres procesos formativos:
– Modelado. En esta etapa el hueso adquiere y mantiene su forma. Está asociado al
crecimiento en la infancia y adolescencia.
– Reparación. Respuesta ante la factura.
– Remodelado. Ciclo continuo de formación y destrucción que se produce a lo largo de la vida.
¿Qué son los huesos?
Los huesos son un conjunto de estructuras orgánicas rígidas, mineralizadas mediante la
acumulación de calcio y otros metales. Constituyen las partes más duras y resistentes del
cuerpo humano y de otros animales vertebrados (únicamente superados por el esmalte
dental).
El conjunto de todos los huesos del cuerpo conforma el sistema óseo o esqueleto, soporte
físico del organismo. En el caso de los vertebrados este soporte se encuentra adentro del
cuerpo (endoesqueleto), en vez de afuera (exoesqueleto) como en el caso de los artrópodos y
otros filos animales.
Además, dentro de los huesos se halla la médula ósea, que cumple con funciones
hematopoyéticas o de creación de glóbulos rojos sanguíneos. Es decir que se trata de un
conjunto de órganos de funciones complejas, que cuentan con tejido adiposo, vasos
sanguíneos e incluso nervios en su interior.
Los huesos son mucho más que simples estructuras de soporte del cuerpo, aunque tengamos
la idea contraria, consecuencia seguramente de que son lo último en descomponerse del
cuerpo humano luego de la muerte.
Los huesos se solidifican paulatinamente a medida que el individuo crece, durante la primera
infancia, y crecen junto con él hasta alcanzar su tamaño definitivo. De manera similar, los
huesos pueden regenerar sus propias roturas (fracturas) mediante un proceso llamado
consolidación ósea, y se hallan en constante proceso de remodelación dentro del cuerpo.
Ver también: Sistemas del cuerpo humano
Tipos de huesos
Dependiendo de su forma y apariencia, los huesos del cuerpo humano pueden clasificarse en
cuatro categorías, que son:
Huesos largos. Tal y como su nombre indica, poseen una longitud predominante a la anchura y
al espesor, y son huesos densos, fuertes, dentro de los cuales se alberga la médula roja y la
amarilla.
Huesos cortos. Se trata de los huesos cuyas tres dimensiones (largo, anchura y espesor) son
prácticamente iguales.
Huesos planos. En estos huesos predomina notoriamente la longitud y el ancho por sobre del
espesor, dado que suelen constituir el marco de las distintas cavidades del cuerpo.
Huesos irregulares. En esta última categoría entran todos los huesos cuya forma les impide ser
clasificados en cualquiera de las tres anteriores.
Función de los huesos
Los huesos cumplen diversas funciones en el organismo, que pueden resumirse en:
Brindan soporte estructural al cuerpo, conservan su forma y protegen los órganos internos del
afuera.
La médula ósea produce glóbulos rojos que realizan el transporte del oxígeno en la sangre.
Junto a los músculos, articulaciones, ligamentos y tendones, los huesos permiten el
movimiento voluntario del cuerpo.
Los huesos son una importante región de almacenamiento de recursos, no sólo el calcio y el
fósforo, necesarios para su endurecimiento, sino también ciertos tipos de lípidos y recursos de
uso de último minuto.
Estructura de los huesos
Los huesos están compuestos por tres porciones, llamadas diáfisis (porción central del cuerpo
del hueso), epífisis (extremos de los huesos largos) y metáfisis (porción intermedia del hueso).
De manera similar, desde adentro hacia afuera, están compuestos por:
Cavidad medular. La región “hueca” del hueso en donde se alberga la médula ósea, ubicada
generalmente en la diáfisis.
Endostio. Es una membrana delgada de tejido conjuntivo que tapiza el interior de la cavidad
medular de los huesos largos.
Arteria nutricia. La arteria que surte de sangre al hueso, a través de sus agujeros nutricios y
que luego se distribuye por el hueso a través de capilares cada vez más delgados.
Tejido óseo. El componente principal del hueso, conformado por células óseas (osteocitos,
osteoblastos, osteoclastos y células madre) en un 2% del tejido, y por un 70% de sustancia
extracelular resistente (hidroxiapatita) segregada por ellos, a partir de calcio y fósforo, además
de alrededor de un 30% de colágeno.
Periosto. La membrana de tejido conectivo fibroso y resistente que cubre los huesos en su
región externa.
¿Cuántos huesos tiene el cuerpo humano?
El sistema óseo del cuerpo humano está compuesto por 206 huesos diferentes, articulados de
distinta manera a los cartílagos, ligamentos, músculos y tendones.
Enfermedades de los huesos
Como otras partes del cuerpo, los huesos pueden sufrir lesiones (fracturas, traumatismos) o
bien pueden ser víctima de enfermedades. Las más conocidas de éstas son:
Cáncer. El cáncer de médula ósea se produce, como otros tumores, por la multiplicación
anormal de las células de su parte blanda (tumores llamados mielomas), o a veces entre las
células endurecidas de su parte rígida (llamados sarcomas). Conduce al debilitamiento de la
estructura y a dolorosos entumecimientos locales.
Osteoporosis. Esta enfermedad consiste en una pérdida crónica de calcio en los huesos,
ocasionando el adelgazamiento de los mismos y el incremento de su fragilidad. Está muy
asociada a la edad avanzada y a otros procesos propios del cuerpo, de modo que requiere de
un tratamiento combinado, mediante suplementos de calcio y ejercicio físico.
Enfermedad de Paget. Este es el nombre de una dolencia congénita, que causa un
funcionamiento anormal de las células que originan el hueso, ocasionando un engrosamiento y
ensanchamiento anormal de la estructura del esqueleto, que atenta contra la salud del
paciente.
Raquitismo. Una enfermedad derivada de la deficiencia de vitamina D en la dieta, o también de
algún problema endógeno que impide la absorción de dicho nutriente, indispensable para la
calcificación de los huesos. Por ello las personas aquejadas con esta enfermedad sufren de un
debilitamiento progresivo de los huesos, que se tornan así dolorosamente frágiles y
quebradizos.