AUTORES
José Luis y Silvia Cinalli
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La versión de Biblia utilizada en este libro es Reina
Valera 1960, salvo que se especifique lo contrario.
PDT: Biblia Palabra de Dios para Todos
TLA: Biblia Traducción al Lenguaje Actual
NVI: Biblia Nueva Versión Internacional
NBLH: Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy
DHH: Biblia Dios Habla Hoy
LBLA: La Biblia de las Américas
NTV: Biblia Nueva Traducción Viviente
RVA: Biblia Reina Valera Actualizada
LPD: El Libro del Pueblo de Dios
VM: Biblia Versión Moderna
SRV: Spanish Reina Valera 1909
BAD: Biblia Al Día
JER: Biblia Jerusalen
NT Pesch: Nuevo Testamento Peshitta en español
ÍNDICE
1. Especialista en restauración.
2. Principios para el éxito.
3. Oraciones que producen resultados.
4. Recibes lo que dices.
5. Declárale la guerra al temor.
6. Ámate a ti mismo.
7. Libres de la culpa.
8. Experimenta el abrazo del padre.
9. La imposible tarea de agradar a todo el mundo.
10. Qué hacer para que Dios te acepte.
11. Espera cosas buenas.
12. ¿Conformarse con lo bueno o buscar lo mejor?.
13. Sueña grandes sueños.
14. Dios siempre llega a tiempo.
15. Cuando Dios demora la contestación de una oración.
16. Lágrimas que sanan.
17. Todo va bien, todo irá bien.
18. Dios no está enojado contigo.
19. Mira por encima de tus dificultades.
20. No retrocedas jamás.
21. Realiza oraciones atrevidas.
22. Recuérdale a Dios sus promesas.
23. El poder de la fe.
24. La obediencia es recompensada.
25. ¿De qué lado estás?.
26. Deja de estudiar tus problemas.
27. El favor de Dios.
28. Posees lo que confiesas.
29. No es para los que quieren sino para los que creen.
30. Deja de sufrir.
Epílogo.
Bibliografía citada.
Bibliografía consultada.
1.
Especialista en restauración
“Jesús fue llevado al cielo y ahora está a la derecha de Dios. El Padre, según su
promesa, le dio el Espíritu Santo. Jesús lo ha derramado sobre nosotros; eso es
lo que ustedes ven y oyen ahora”, Hechos 2:33 (PDT).
Pedro fue el mensajero en el culto inaugural de la primera iglesia cristiana.
Seguramente nosotros no lo hubiéramos elegido. Negó a Jesús abiertamente con
juramentos y maldiciones, y lo abandonó cuando había prometido no hacerlo.
Sencillamente no tenía autoridad moral para ser el predicador de semejante
evento.
La portera del sumo sacerdote Anás, horas antes de la crucifixión de Jesús, le
preguntó a Pedro si era uno de los discípulos del Nazareno y él contestó: “No lo
soy”, Juan 18:17. Minutos después, mientras se calentaba, uno de los siervos
insistió en que era uno de los seguidores de Jesús, a lo que Pedro respondió: “No
conozco a este hombre”, Mateo 26:72. Finalmente, alguien lo reconoció y con
juramentos dijo que no sabía quién era ese hombre, Marcos 14:71.
Sin embargo, algunos días después, con total desparpajo le dijo a sus
conciudadanos: “Ustedes lo ataron y lo entregaron a los romanos para que lo
mataran”, Hechos 2:23 (TLA). Acusó a los judíos de matar a Jesús cuando él no
había hecho nada para impedirlo. Más adelante en su discurso expresó: “Por
tanto, sépalo bien todo Israel que a este Jesús, a quien ustedes crucificaron...”,
Hechos 2:36 (NVI). Al día siguiente, frente al pórtico de Salomón, volvió a
insistir: “Ustedes entregaron a Jesús para que lo mataran”, Hechos 3:13 (PDT).
En Hechos 3:14 dice: “Ustedes... rechazaron al Santo y Justo”, NVI.
Pedro no vivió con la cabeza gacha todo el tiempo. Superó su pasado de dolor
porque permitió que Jesús lo restaurara. Debemos admitir que, en más o en
menos, todos hicimos cosas que no estuvieron bien. No permitas que las
frustraciones, los resentimientos y las decisiones equivocadas del pasado
condicionen tu presente y aborten los propósitos de Dios. El poder para
experimentar la restauración está disponible para todo aquel que lo necesite.
Pese a su traición, Pedro se convirtió en uno de los pilares fundamentales de la
iglesia primitiva. La restauración que experimentó fue total, definitiva y rápida.
Veamos algunas características de la restauración:
1. Arrepentimiento. No hay restauración sin arrepentimiento. Algunos dicen:
“el tiempo lo borra todo”; puede que sea cierto en algún sentido, menos respecto
del pecado. El tiempo puede acallar la conciencia, pero nunca borrar la culpa.
El primer paso en el camino a la sanidad pasa por la estación del
arrepentimiento. Pedro se arrepintió. ¿Cuándo? Cuando su mirada se encontró
con la de Jesús. “Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de
la palabra del Señor, que le había dicho: antes que el gallo cante, me negarás
tres veces”, Lucas 22:61. Si después de haber pecado nuestros ojos se
encuentran con la mirada de Jesús, el resultado será el arrepentimiento. Nadie
queda incólume ante la mirada escrutadora del Señor. ¿Cómo te das cuenta que
la mirada de alguien no se ha encontrado con la del Señor? Cuando esa persona
justifica sus acciones equivocadas mediante excusas; cuando eso ocurre, nada
ocurre. Cuando eso pasa la restauración resulta imposible.
Muchos quieren ser usados por Dios para transformar la vida de otros, pero
ellos mismos no quieren ni permiten ser transformados. Dios no dará su
unción a personas que no se dejen dominar enteramente por Él. A menos que
seas transformado por el Espíritu, Él no te usará para transformar a otros. ¡Así de
sencillo! Cash Luna, en su libro En honor al Espíritu Santo, comenta acerca de
una iglesia que estaba en el proceso de decidir quién sería su pastor. Unos de los
directivos, un hombre mayor, insistía en invitar a un joven que demostraba tener
la unción sobre su vida y Dios lo acompañaba con señales y prodigios. Fue tal la
insistencia que otro integrante de la comisión se enojó y dijo: “¿Por qué tiene
que ser ese joven? Pareciera como si tuviera el monopolio del Espíritu Santo”, a
lo que el anciano respondió: “Seguramente no, pero el Espíritu Santo sí tiene el
monopolio del joven”.1 Jamás podrás tener el control del Espíritu Santo,
pero procura ser una persona de quien el Espíritu Santo tenga el control.
2. El tiempo de la restauración. La restauración de Pedro fue rápida. Jesús
estuvo con los discípulos cuarenta días después de la resurrección. El día de la
ascensión, cuando volvieron al aposento alto, Pedro sugirió que se eligiera a un
hombre que ocupara la vacante dejada por Judas. Después de solamente cuarenta
días desde la infame negación, Pedro ya estaba de pie nuevamente y su autoridad
como líder fue reconocida por el resto de los apóstoles. Él sería el predicador en
el día de Pentecostés y también ante el Sanedrín. No hay dudas de que Pedro
había sido restaurado en su liderazgo. La restauración espiritual (no siempre la
ministerial) suele ser simultánea al perdón que Dios concede después del
arrepentimiento.
También es cierto que Pedro fue restaurado cuando aprobó el examen. Cuarenta
días atrás Pedro había deshonrado a Jesús, negándolo vilmente. Ahora tenía una
nueva oportunidad para vindicarse. Dios puso a Pedro detrás del pupitre
nuevamente. Enfrentó la misma prueba, pero esta vez aprobó. La única manera
de superar el problema es rendir el examen nuevamente.
No hay un período definido para la restauración. Los cuarenta días no
dependieron de haber cumplido el tiempo, sino de haber cambiado el carácter. A
veces el cambio de carácter lleva más tiempo debido a nuestra obstinación. El
Gran Maestro trata de crear en nosotros un estado de arrepentimiento que
permita la rehabilitación. La formidable lección que se aprende caminando con
Jesús es que, si no abandonamos, no podemos desaprobar.
Si te has equivocado no abandones la escuela, rinde el examen nuevamente.
Persevera, no te des por vencido. El fracaso no es tu enemigo. A veces se
aprende más de los errores que de los aciertos. No aprender del fracaso es mortal
y esa clase de ignorancia es un enemigo del cual tienes que huir.
Si desapruebas el examen, eso no frustra a Dios. Él tiene todo el tiempo del
mundo. Puede llevar un trecho más, pero a su debido tiempo, Él te llevará al
mismo lugar para que puedas volver a rendir la misma prueba. Te será dada
una nueva oportunidad para rendir el examen.
¿Necesitas restauración? Anímate. Su poder no tiene límites. Si Dios pudo
restaurar a un hombre como Pedro, puede restaurarte a ti. Podrías estar sumido
en la noche más oscura de tu vida; podrías encontrarte en la más gélida prisión
de la desesperanza y, sin embargo, Dios podría estar armando la escena de tu
reaparición y restaurarte al punto de partida sin que lo sepas todavía. Tu
restauración está en camino. La inesperada e inexplicable segunda oportunidad
brindada a Pedro será tuya también. ¡De eso estamos seguros!
3. Los resultados de la restauración. “Por tanto, para que sean borrados sus
pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios”, Hechos 3:19 (NVI). Pedro vivía lo
que predicaba. Cuando se arrepintió Dios lo perdonó, borró sus pecados y lo
llenó de su Santa Unción. El resultado fue un hombre saturado de poder,
capacitado para ejercer el ministerio que le había sido encomendado. Por eso
Pedro pudo decir: “Jesús fue llevado al cielo y ahora está a la derecha de Dios.
El Padre, según su promesa, le dio el Espíritu Santo. Jesús lo ha derramado
sobre nosotros; eso es lo que ustedes ven y oyen ahora”, Hechos 2:33 (PDT).
El Padre le dio a Jesús el Espíritu Santo y Jesús nos lo dio a nosotros. ¿Por qué?
Porque así lo quiso. La Biblia dice que Él nos desea. “¿Creen que la Escritura
no tiene ningún significado? La Escritura dice: “El Espíritu que Dios nos dio
nos ama celosamente”, Santiago 4:5 (PDT). La versión Reina Valera dice que
‘nos anhela celosamente’. Esta es la razón por la que creemos que Dios está más
interesado en darnos la unción que nosotros en recibirla. No tengas miedo. Dios
desea tu restauración, y con ella, derramar toda su unción. Su deseo de
concederte su unción sobrepasa a tu deseo por tenerla.
Finalmente, una perla más: cuando algo es restaurado siempre crece, mejora y se
multiplica, de manera que su condición final supera a su estado original. Dios
restauró a Job y le dio el doble de lo que había perdido; lo bendijo más
abundantemente en sus últimos días que en los primeros. Pedro fue mucho más
influyente después de su restauración que antes de ella. Precisamente esto te
pasará a ti. Lo que Dios hará por y a través tuyo será más grande de lo que
alguna vez imaginaste, porque quien experimenta la gracia de la restauración
fluye en la plenitud de Dios. ¡Él es el máximo especialista en restauración!
2.
Principios para el éxito
“Jehová había dicho a Abram: vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de
tu padre, a la tierra que te mostraré”, Génesis 12:1.
He aquí algunos principios espirituales que bendecirán tu vida:
1. Lo mejor siempre está por venir.
Dios invitó a Abram a dejar todo lo que amaba a cambio de una tierra que no
conocía, Génesis 12:1. No sabía a dónde iba, pero Abram partió creyendo que lo
mejor estaba por venir. Quizás Dios está tratando de guiarte a un nuevo lugar o
darte un ministerio en que puedas serle más útil y servirlo mejor que en la
actualidad. No dejes que la comodidad y la seguridad de tu posición actual te
hagan perder el propósito de Dios para tu vida.
2. La obediencia antecede a la revelación.
Abram obedeció parcialmente, Génesis 11:31. Los afectos naturales impidieron
que Abram respondiera completamente al llamado de Dios. Se llevó parte de la
familia y se detuvo en un sitio que Dios no quería. Se contentó con menos de lo
que Dios tenía para él. Sucede exactamente lo mismo cuando no nos rendimos
totalmente a su voluntad.
¿Cuáles fueron las consecuencias de la obediencia parcial? Abram no recibió
revelación mientras estuvo en Harán. Para tener mayor discernimiento
espiritual es preciso estar en el lugar donde Dios quiere que estemos, haciendo lo
que Dios quiere que hagamos.
¿Estás en el último lugar que Dios te pidió? Recuerda que el amor de Dios es
incondicional, pero su presencia y bendición dependen de tu obediencia.
3. Las circunstancias actuales no limitan a Dios.
Abram llegó a la tierra de la promesa. “Y pasó Abram por aquella tierra hasta el
lugar de Siquem... y el cananeo estaba entonces en la tierra”, Génesis 12:6.
Ahora compara: “El cananeo estaba en la tierra” y “Apareció Jehová a Abram
y le dijo: a tu descendencia daré esta tierra”, Génesis 12:7. Abram se encontró
con los cananeos, símbolo de Satanás. Estaba el enemigo, pero también estaba
Jehová. Abram vivía en un desierto, de prestado y junto al enemigo; en medio
de problemas y dificultades, pero tenía a Dios y con ello le bastaba. Estaba en el
lugar que Dios quería y pronto su desierto se convirtió en un hermoso oasis.
El lugar en el que estás no es tu límite. Las circunstancias a tu alrededor no
limitan a Dios. No te rindas ante las adversidades. No digas: “de ésta no voy a
salir” o “nunca se me dan las oportunidades” o “jamás podré sanear mi
economía”. Debes creer que lo bueno llegará. Debes creerlo antes de verlo.
Debes actuar como si ya estuvieras bendecido, Efesios 1:3. Abram pudo
pensar que se encontraba en una situación imposible de solucionar, pero eligió
confiar en Dios. Creyó que Dios podía prosperarlo aun en medio de un
desierto. Y Dios lo hizo. Sus cultivos y sus rebaños se multiplicaron a tal punto
que llegó a ser un hombre riquísimo.
¿Sabes cuál es el principio espiritual? El lugar en el que estás no determina el
grado de tu bendición. El nivel de tu prosperidad está determinado por tu obe-
diencia, no por tus circunstancias. Abram obedecía y, donde él estaba, la
bendición lo acompañaba. Tú eres una bendición. Si te mantienes aferrado a
Dios, honrando su Palabra y obedeciendo sus mandamientos la bendición estará
donde estés. Eso le sucedió a José; sin importar donde lo ponían, él prosperaba y
ascendía porque el favor de Dios estaba con él.
“Al igual que Abram, tal vez no te encuentres ahora en el lugar perfecto. Tal vez
no tengas un matri-monio perfecto, un trabajo perfecto ni un vecindario perfecto.
Pero recuerda, el lugar donde estás no determina el grado de
bienaventuranza. Los demás no determinan la gracia que recibes. Y lo cierto
es que, cuando tú llegaste, llegó también la bendición. Avanza con fe ya que
Dios tiene guardadas grandes cosas en el futuro para tu vida”.2
4. No siempre la prosperidad es bendición.
Abram desobedeció una vez más. “Hubo entonces hambre en la tierra y
descendió Abram a Egipto para vivir allí; porque era grande el hambre en la
tierra”, Génesis 12:10. “Subió pues Abram de Egipto... y Abram era riquísimo
en ganado, en plata y en oro”, Génesis 13:1-2.
En Canaán había hambre, cierto; aun más, a su alcance estaba Egipto,
ofreciéndole socorro; pero el sendero del siervo de Dios estaba claro. “Más le
hubiera valido morir de hambre en Canaán, si necesario fuera, que vivir en la
abundancia de Egipto. Más vale sufrir en el camino de Dios, que holgarse en el
de Satanás. Más vale ser pobre con Cristo que rico sin Él”.3
A veces creemos que un camino fácil y libre de problemas es señal de que
Dios nos está guiando por él. Esto es un gran error. El sendero de la
obediencia es a menudo penoso para que nosotros no nos apoyemos en
ninguna otra persona que no sea Dios.
Dios quería que Abram permaneciera en Canaán, pero en ese sitio había
“hambre”, Génesis 12:10. Pablo fue llamado por Dios a Macedonia y lo primero
que encontró fue la cárcel. Un corazón que no estuviera en comunión con Dios
habría visto en esa prueba un golpe fatal a su misión.
Abram tuvo en Egipto “ovejas, vacas, asnos, siervos, criadas, asnas y camellos”,
prueba evidente, dirá el corazón natural, que Abram hizo bien al descender a
Egipto. Pero ¡ay!, en Egipto no tuvo altar ni comunión con Dios. El país de
Faraón no era lugar de la presencia de Jehová y al descender allí, Abram perdió
más de lo que ganó.
Así sucede siempre, nada puede sustituir la comunión con Dios. La salvación
de una calamidad temporal y la adquisición de las riquezas más grandes son
pobres sustitutos de la presencia del Señor, porque se pierde mucho más al
alejarse del sendero de la obediencia que lo que puede ganarse en él. Velemos
contra esta tendencia de abandonar el camino de la obediencia sencilla y
completa, camino estrecho, pero siempre seguro, a veces áspero, pero siempre
feliz y bendito. Si nos viene la prueba, en lugar de volver atrás en pos de Egipto,
acojámonos a Dios; y así la prueba, en lugar de sernos motivo de caída, nos será
ocasión de manifestar nuestra obediencia.4
Abram finalmente fue restaurado a la comunión con Dios cuando retornó al
lugar que Dios quería. Tuvo que desandar el camino de la desobediencia y,
cuando lo hizo, volvió a tener revelación de Dios, Génesis 13:4.
Cuando estés en el lugar donde Dios quiere que estés, haciendo lo que
quiere que hagas, independientemente de las circunstancias a tu alrededor,
su revelación, comunión y bendición jamás te faltarán.
3.
Oraciones que producen resultados
¡Acostúmbrate a hacer oraciones poderosas!
A continuación, algunas oraciones para que las repitas todos los días:
Oración por revelación
“Señor, me pongo de acuerdo contigo para traer del cielo las revelaciones que
necesito para enfrentar este día. Viviré en el “rhema” de tu Palabra. Declaro una
unción fresca sobre mi vida. Activo todas las bendiciones espirituales con que
me has bendecido en Cristo Jesús, según Efesios 1:3. Profetizo sobre mis hijos
que todos tus propósitos se cumplirán en ellos y nadie los estorbará para que te
amen y te sirvan. Destrabo todos los recursos que necesito para cumplir con la
misión de mi vida, Efesios 4:12. Mi victoria es inevitable. Soy portador de tu
unción. Me apropio de la sabiduría del cielo para tomar las mejores decisiones y
declaro que creceré en tu conocimiento. Sólo recibo lo que es comunicado por el
Espíritu Santo y desecho todo pensamiento que no provenga del cielo. Declaro
que todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo
amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de
alabanza, en esto pensaré, Filipenses 4:8. Renuncio a todo espíritu que afecte mi
discernimiento espiritual. Declaro tener la capacidad para descifrar las
estratagemas del diablo y bloquear toda artimaña de la oscuridad. Declaro que
Jehová derrotará mis enemigos; si por un camino vienen contra mí, por siete
caminos huirán de delante de mí, Deuteronomio 28:7. Declaro que nada
impedirá que mi comunión contigo crezca. Todas las bendiciones que tienes para
mí en este día las recibo por fe en el nombre de Jesús. Amén”.
Oración por prosperidad
“Señor, tú eres mi proveedor, Salmo 23:1. Declaro que estoy bajo la economía
del cielo y libre de la economía del mundo. Declaro que comienza la época de
mayor crecimiento económico de mi vida, Deuteronomio 28:8. Declaro que mi
destino no es sobrevivir sino progresar. Prosperaré pese a cualquier dificultad
que venga, porque Tú estás conmigo. Estoy listo para recibir tu generosa
bendición y compartir con otros todo lo que me das, conforme a Romanos 12:13.
Proclamo que las sobreabundantes riquezas del cielo están llegando a mi familia.
Declaro que tú estás obrando a mi favor y que el bien y la misericordia me
seguirán todos los días de mi vida, Salmo 23:6. Declaro que me das la capacidad
para hacer riquezas, Deuteronomio 8:18. Renuncio al temor de no tener.
Renuncio al temor de perder lo que me has dado y renuncio al espíritu de miseria
y pobreza. Ato toda distracción financiera. No me someto a “mamón” (el dios
dinero) y rechazo la codicia, 1ª Timoteo 6:10. Renuncio a las deudas y a pedir
prestado, Deuteronomio 15:6. No viviré endeudado. El fracaso no será mi
destino. La pobreza no tocará mi hogar. Rehúso poner mis esperanzas en las
riquezas y decreto que ninguna crisis podrá detenerme en mi camino a la
bendición. Ninguna situación económica, por más difícil que sea, podrá limitar
mi prosperidad, 3ª Juan 2. Todo lo que me fue robado me será devuelto y
multiplicado siete veces más. Fluyo en la unción de los buenos negocios y en la
economía del cielo. Sé, Dios amado, que acelerarás los procesos y me pondrás
de cara a la mejor etapa de mi vida, en el poderoso nombre de Jesucristo el
Señor. Amén”.
Oración por protección
“Toda confesión o decreto maligno que se haya hecho en contra de mi familia
queda anulado y nunca prevalecerá porque Romanos 16:20 dice: “El Dios de paz
aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies”. Todas las relaciones que tengo
con personas cercanas quedan purificadas. Declaro que se alejan de mí las
personas que no han sido enviadas desde el cielo. Confieso que el espíritu de
unidad sella mi hogar, conforme al deseo de Jesús en Juan 17:21. El acuerdo con
Dios y con los que me rodean será el fundamento de la visión en mi ministerio,
Josué 23:10. Declaro que estoy libre del temor y que el miedo no tiene poder
sobre mi vida, Romanos 8:15. Usaré mi energía para creer en Dios y no para
preocuparme. Me despojo de todo pensamiento negativo y desalentador. No
permito que el espíritu de confusión me toque, porque 1ª Corintios 14:33 dice
que Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Ordeno a toda presencia
demoníaca asignada para estorbarme que se aleje de mí, en el nombre de Jesús.
Le ordeno a toda fuerza de oscuridad soltada para confundirme que deje de
operar en mi contra. Desarticulo todo plan demoníaco contra mi familia y lo
reemplazo por los planes del Espíritu Santo. Declaro que ningún arma forjada
por el enemigo prosperará, Isaías 54:17. Desbarato todo engaño oculto.
Dondequiera que mi familia resida la sangre de Jesucristo nos cubrirá y ningún
daño se acercará a nosotros. Estoy firme y estable en mi llamado y ejerceré sin
temor el alto ministerio de Dios en mi vida, conforme a la palabra de Colosenses
4:17. Declaro que superaré cualquier obstáculo, sobreviviré a todo desafío y
saldré de cada dificultad mejor que cuando entré en ella, porque de ninguna cosa
hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi
carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio
del evangelio de la gracia de Dios, Hechos 20:24. Amén”.
Oración por sanidad
“Renuncio a rencores, resentimientos, amarguras y envidias que existan en mi
vida en acuerdo con el consejo de Efesios 4:31. Camino en la sanidad divina, el
perdón ilimitado y el fluir del Espíritu Santo. Renuncio a los malos hábitos que
comprometen mi salud. Declaro que soy sano desde la coronilla hasta la planta
de mis pies, conforme a lo proclamado en Isaías 53. Viviré una vida satisfactoria
y plena por el poder de Dios sobre mí. No recibo ninguna enfermedad de mis
antepasados. Declaro que Dios es mi Gran Médico y me someteré solamente a su
diagnóstico. Confieso el favor de Dios en mi salud y la de mi familia porque el
que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también nuestros cuerpos
mortales, Romanos 8:11. Renuncio a la tristeza y la depresión. Ya no viviré
amargado. Soy feliz porque soy bendito. Soy sano y transporto la sanidad a otras
personas. Según 1ª Corintios 6:19 mi cuerpo es templo del Espíritu Santo, por lo
tanto, lo trataré con cuidado. No permitiré que nadie indebido lo toque ni lo
dañe, 1ª Tesalonicenses 4:3,7. Rechazo todo pensamiento de enfermedad.
Renuncio a las ligaduras emocionales que me atan al pasado porque donde está
el Espíritu del Señor hay libertad, 2ª Corintios 3:17. Los recuerdos indeseados,
las experiencias traumáticas, los secretos, abusos y toda forma de rechazo que
haya experimentado a lo largo de mi vida ahora son cubiertos por la sangre de
Jesucristo. Ya no tienen el poder para dañarme. Declaro que recibo las nuevas
fuerzas que promete Isaías 40:31 y que libre correré hacia el cumplimiento de
todo lo bueno que Dios ha preparado de antemano para este día. Amén”.
Oración por la familia
“Declaro que mi matrimonio está bajo cielos abiertos y también lo estarán los
matrimonios de mis hijos, ya que estoy bajo la promesa hecha en Génesis 12:3.
Ellos serán benditos por mil generaciones. Mis finanzas son benditas. Anulo
toda maldición sobre mi hogar. Todo ataque del enemigo es neutralizado por el
poder y la sangre de Jesucristo. Declaro que mi matrimonio crece y avanza.
Declaro que el amor y la unidad sellan mi hogar, Deuteronomio 32:30.
Quebranto toda maldición que se haya hecho en contra de mi familia. Declaro
que los propósitos de Dios se cumplirán, Salmo 138:8. Toda perversión sexual
queda excluida de mi casa. La pornografía no entra. El adulterio no tiene lugar.
Renuncio a todos los ídolos y declaro que Jesús es el Señor de mi vida y el Señor
de mi casa, Josué 24:15. Libero el favor y la perfecta voluntad divina. Hoy
declaro un legado de fe sobre todos los que viven bajo mi techo. Declaro que el
sueño de Dios para mi familia se está cumpliendo. Nada ni nadie lo podrá
detener. Declaro que, como familia, entramos en un tiempo de favor sobrenatural
de Dios como nunca antes hemos visto. Todo esto lo proclamo y lo recibo en el
nombre de Jesucristo. Amén”.
4.
Recibes lo que dices
Jesús dijo: “Cualquiera que dijere... y no dudare en su corazón, sino creyere
que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”, Marcos 11:23.
En otras palabras, recibes lo que dices.
Si llevas mucho tiempo con tu problema a cuestas, tal vez te parezca que todo
cambio para bien es, sencillamente imposible. Pero debes saber que las
bendiciones de Dios pueden llegar en cualquier momento, por ello crea una
atmósfera de fe que permita el obrar de Dios. Aunque la solución se tarde,
aprende a disciplinar tu boca para que declare las maravillas de Dios. Tu
situación adversa no será para siempre. Dios te sorprenderá y te elevará por
encima de las circunstancias difíciles. Te bendecirá más allá de toda expectativa
humana. Todo cambio comienza con la fe, porque para ver debes creer y, ¡de
repente!, las cosas cambiarán a tu favor.
1º Reyes 17 narra la historia de la viuda de Sarepta, una mujer muy pobre a la
que Elías le pidió de comer. Ese acto, incomprendido por muchos, establece un
orden para alcanzar la provisión sobrenatural de Dios. La viuda tenía el sustento
necesario para una única y posiblemente última comida, pero acepta darle la
primera parte al profeta, el enviado de Dios. En vez de satisfacer su propia
necesidad, satisfizo el requerimiento del profeta. Aquí existe un principio muy
importante: a Dios debe dársele primero. Cuando tus primeros pensamientos, tus
primeras palabras y tu primera oración son para Dios; cuando la primera
ofrenda, el primer cheque, la primera canción y lo mejor de tus energías las
rindes de corazón al Señor, el resto será bendecido.
Recuerda, lo que hagas con lo primero determina lo que pasará con el resto que
queda en tu mano. Si Él es primero, todo lo demás lleva bendición.
Si le das el primer tiempo de tu día a Dios, el resto de tu jornada quedará
bendecida y uno nunca sabe hasta dónde se extenderá esa bendición: un nuevo
cliente, una nueva revelación, una nueva unción, algo nuevo, fresco y bello que
enriquecerá tu existencia y no añadirá tristeza con ella; una nueva amistad, el
más grande negocio y la lista podría continuar hasta el infinito. ¿Quién puede
limitar a Dios?
El principio espiritual a practicar es: lo primero rendido a Dios lleva el poder
de la redención sobre todo lo que queda.
La viuda de Sarepta hizo exactamente aquello que el profeta le había
pedido. Observa qué sucedió después: “Ella, él y la casa de ella comieron por
muchos días”, versículo 15 (LBLA). La Biblia al día dice: “Y los tres (la viuda,
su hijo y el profeta) siguieron comiendo de la provisión de harina y aceite todo
el tiempo que fue necesario”. ¿Cuánto tiempo? Todo el tiempo. No importaba
qué cantidad usara, siempre quedaba todo lo suficiente en los depósitos tal
como el Señor lo dijo por medio de Elías. Dar a Dios lo primero hizo que la
bendición alcance para MUCHOS DÍAS, TODO EL TIEMPO, TODO LO
SUFICIENTE.
Posiblemente el curso de los acontecimientos de tu vida no están ocurriendo
como tú quisieras. Quizás no vislumbres crecimiento, tus deudas sean
demasiadas y tus posibilidades económicas escasas. Eso es lo que ocurre en el
terreno de lo visible, pero en el mundo espiritual Dios ya ha soltado bendiciones
sobre tu vida. No las has visto todavía, pero el favor de Dios se ha desplegado
sobre tu economía. La Biblia dice muchos días, todo el tiempo y todo lo
suficiente. La sobreabundante gracia de Dios llegará. Las bendiciones
explosivas y repentinas te llevarán más lejos de lo que imaginas. Su favor te
catapultará muchos años por delante. ¡Ríndele lo primero y experimentarás la
prosperidad sobre el resto!
Quizás digas: “si ustedes supieran de dónde provengo”. No importa qué tan
derrotada estaba tu familia en el pasado. Este es un nuevo día y declaramos
confiadamente que eres más que vencedor, Romanos 8:37. No vivirás bajo las
ataduras que has heredado de generaciones anteriores. Harás la diferencia entre
tus familiares. Atravesarás las barreras del ayer. No importa qué tan pobres
hayan sido o cuán alejados hayan vivido de Dios, la Biblia declara que prestarás
y no pedirás prestado, Deuteronomio 15:6. Tú eres parte de la familia de Dios,
eres su hijo/a; eres cercano, querido y amado. No importa qué tan grandes sean
tus obstáculos, declaramos que ningún arma forjada contra ti prosperará, Isaías
54:17. No importa qué tan poderosos sean tus enemigos, mayor es el que está en
ti que el que está en el mundo, 1ª Juan 4:4. No eres una víctima. Tienes la
victoria. Eres bendecido y no podrás ser maldecido. Deuteronomio 23:5 dice:
“Jehová tu Dios te convirtió la maldición en bendición, porque Jehová tu Dios
te amaba”. Dios te hizo para ganar, te creó para la plenitud. Tienes espíritu de
campeón.
Declara: “Hoy es un día extraordinario. La bendición de Dios llega a mi vida.
Por el poder del Nombre de Jesucristo se rompe toda maldición. Soy libre de la
opresión del enemigo. Dios ensancha mi camino. Se activan en mi interior ideas
creativas. Recibo del trono de Dios la paz, el gozo y el sentido de superación que
sólo Él puede darme. Declaro que persistiré, seré diligente y no me rendiré. Por
mi obediencia a Dios todos mis familiares serán bendecidos y verán la luz de
Dios. Declaro que avanzaré aun en medio de las adversidades. Me apropio de la
salud y la victoria que Cristo alcanzó al entregar su propia vida para librar la
mía. Declaro que me domina el Espíritu Santo y no camino conforme a este
mundo de fracaso; camino con los códigos de éxito escritos desde la eternidad.
Viviré todos los días atento a la agenda de Dios; obediente a su propósito,
porque no nací para perder, nací para ganar. Mi vida está escrita por la mano de
Dios y, por lo tanto, la victoria está asegurada. Veré los propósitos de Dios
cumplidos en esta tierra porque estoy predestinado para alcanzar los sueños de
Dios en mi corazón”.
5.
Declárale la guerra al temor
Muchas personas viven en la cárcel de sus miedos. Temen a la muerte, al
rechazo, al futuro, a la oscuridad, a contraer una enfermedad, a ser despedidos, a
no encontrar pareja, al fracaso, a enfrentar nuevos desafíos y la lista continúa
hasta el infinito.
¿Qué cosas te provocan sentimientos de temor? En otras palabras, ¿a qué le
tienes miedo?
La dificultad más grande que tendrás que enfrentar en el camino hacia la
realización personal será tu propio temor. El miedo es real y debes conquistarlo.
Si no lo haces perderás oportunidades, limitarás tu potencialidades e hipotecarás
tu porvenir. El miedo enferma a los individuos y acorta la existencia.
La única forma de vencer el miedo es enfrentándolo. Un verdadero guerrero
puede ‘domar la cobra’ del miedo. ¡Presta atención! No dijimos matar a la cobra,
no dijimos librarse, ni desde luego, huir de ella, dijimos ‘domar a la cobra’.
Debes usar la acción para derrotar el miedo y ganar confianza. Toma la decisión
de empezar una cosa y no abandonarla hasta que hayas tenido éxito. No dejes
que el temor sea la razón por la que no comiences o no termines el trabajo que
Dios te encomendó. No permitas que el miedo te noquee. Muévete en fe,
muévete por encima de tus dificultades. Si para tomar la decisión de accionar
esperas a que se disipen tus temores, nunca te moverás. Actívate, emprende la
tarea, realiza ese viaje, comienza ese ministerio, concreta ese negocio, pega el
salto y alcanza tus metas. Ve tras tus sueños. Arriésgate y lo lograrás. No te
detengas. La derrota no es tu destino final.
¡Atrévete! Enfrenta el desafío. La falta de disposición a aceptar riesgos ha
hundido a más personas que ninguna otra cosa. Muchas de las oportunidades
perdidas no se habrían perdido si hubieran estado dispuestas a dejar a un lado el
miedo y aceptar lo que podría haber sido. Lo que más temen las personas es
fracasar a la hora de hacer que las cosas avancen. No tengas miedo de lanzarte a
una nueva oportunidad. No puedes tener éxito sin correr riesgos; y no correrás
riesgos sin enfrentar el miedo. El valor y la valentía son fundamental para
alcanzar los sueños. Tú debes estar preparado para las nuevas oportunidades
porque, por lo general, las oportunidades llegan sin anuncio, se presentan de
repente y te toman por sorpresa. Esto despierta temor, pero esa reacción natural
debe ser doblegada por el Espíritu de Dios. 2ª Timoteo 1:7 dice: “Porque no nos
ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio
propio”.
Vale más un fracaso momentáneo por intentar un triunfo que dejar de
triunfar por temor a un pequeño fracaso.
No permitas que el temor a lo desconocido te aleje de tus mayores victorias.
Peor que el fracaso es vivir lamentándose de no haber dado nunca el paso de fe
para seguir la visión. No necesitas echarte hacia atrás en la conquista de tus
sueños. No necesitas librarte del miedo para tener éxito. La gente rica tiene
miedo, la gente próspera tiene dudas y la gente exitosa tiene preocupaciones,
sólo que no dejan que estos sentimientos detengan sus sueños. La gente sin éxito
tiene miedos, dudas y preocupaciones y dejan que esos sentimientos detengan su
camino.
Piénsalo de esta manera; pasar la vida con miedo, sin explorar tus sueños, es
cruel. Transitar por esta vida sabiendo que podrías haber logrado grandes cosas
pero que no las conseguiste por temor, es triste. Por lo tanto, no huyas del
miedo, corre hacia él y enfréntalo con la ayuda de Dios. Isaías 41:10 dice:
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te
esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi
justicia”. La Madre Teresa de Calcuta expresó: “Podemos transitar por los
lugares más terribles sin temor, porque Jesús en nosotros nunca nos
decepcionará. Jesús es nuestro amor, nuestra fuerza, nuestra alegría y nuestra
compasión”. La conclusión es obvia: ¡con Dios siempre se gana, con Dios nunca
se pierde!
David dijo: “En el día que temo, yo en ti confío”, Salmo 56:4 (JER). Cuando
surja el temor, construye confianza. Sustituye tus sentimientos negativos por
promesas positivas de la Biblia. Recuerda el poder que existe en la Palabra de
Dios. Dios cumple sus promesas. La confesión de Su Palabra nos alinea con el
lenguaje del cielo y acerca todo lo bueno que Dios tiene para nosotros.
Gálatas 5:1 dice: “Permanezcan, pues, firmes en la libertad con la cual Cristo
nos hizo libres, y no se sujeten otra vez al yugo de esclavitud”, NT Pesh
(Español). Por tanto, queda prohibido no emprender un desafío por temor a
perder. Queda prohibido no luchar por lo que se quiere y quedarse a mitad del
camino por miedo a no llegar. Queda prohibido no arriesgarse a emprender cosas
nuevas, tener dudas todo el tiempo y no vivir cada día como si fuera el último.
Queda prohibido no alcanzar la plenitud por permanecer en la prisión del temor.
6.
Ámate a ti mismo
Algunas personas no están contentas consigo mismas y desearían ser otra
persona. ¿Cómo te ves? ¿Cómo te sientes? ¿Estás contento/a con lo que eres?
¿Has intentado ser alguien diferente? ¿Vives comparándote? ¿La imagen que
tienes de ti mismo está de acuerdo con lo que Dios dice acerca de ti?
Oscar Wilde expresó: “Sé tú mismo, porque todos los demás puestos ya están
ocupados”. Si intentamos ser otra persona estamos condenados a sentirnos
frustrados, porque estamos intentando lo imposible. Aunque otros puedan ser un
ejemplo para nosotros, nunca han de ser nuestra norma.
Dios espera que tú seas un original, no la imitación de alguien que anda por ahí.
Si quieres disfrutar verdaderamente de la vida tienes que aprender a ser
plenamente tú mismo/a. Mejórate, arréglate, supérate, pero quiérete. Mejora tu
aspecto físico, pero mejora también tu capacidad de aprender, de relacionarte, de
bendecir, de ayudar a quienes te rodean, a fin de que cuando pase el tiempo de tu
vida todos puedan recordarte como una persona hermosa en el sentido pleno de
la palabra.
¿Cómo sentirse a gusto con uno mismo? Cuando te entregues al servicio de los
demás descubrirás tu propio valor. Nadie sabe lo que vale hasta que saca lo
mejor de sí en beneficio de otros.
El ocuparte de ti mismo todo el tiempo sólo aumentará tu desdicha y te volverá
más insensible a los que te rodean. Acéptate, ámate, pero entrégate a una causa
que valga la pena y tu valor aumentará como el oro.
Raúl Follerau solía contar una historia emocionante. Visitando un hospital de
leprosos se sorprendió que, entre tantos rostros apagados hubiera alguien que
conservara los ojos claros y la sonrisa franca. Cuando preguntó qué era lo que lo
mantenía tan unido a la vida, alguien le dijo que observara su conducta por las
mañanas.
Apenas amanecía, aquel hombre acudía al patio y se sentaba frente al alto muro
de cemento que rodeaba el hospital y esperaba. Esperaba hasta que, en algún
momento de la mañana, aparecía durante unos cuantos segundos el rostro
sonriente de una mujer ya entrada en años. Entonces el hombre le devolvía la
sonrisa y, tras unos segundos, la mujer desaparecía. Esa anciana era su esposa.
Cuando lo internaron en el hospital para leprosos, su esposa lo siguió y buscó
vivir muy cerca, en un poblado a pocos kilómetros de distancia. Cada mañana,
sin faltar un día, acudía a la cita en el muro de cemento para expresarle su amor.
“Al verla cada día”, comentaba el leproso, “sé que estoy vivo porque alguien me
ama”.5
La peor tragedia de la vida es sentirse no querido. La soledad tiene el poder de
matarnos en vida y, sin tan sólo pudiéramos entender que más que cosas, las
personas necesitan nuestro amor, dejaríamos de pensar tanto en nuestros
complejos y actuaríamos más en aliviar la carga de los demás.
La ayuda que brindas a otros cambiará destinos, no sólo de quienes reciben tu
compasión sino también de ti mismo.
Efesios 2:10 dice que “somos hechura suya”. La palabra hechura encierra la
idea de originalidad y de acción continua. Eres una “obra en progreso”. No te
detengas demasiado tiempo en tus complejos, errores o vulnerabilidades.
Desarrolla tus fortalezas, conviértete en un puente que conduzca a otros hacia
Dios, refleja el amor de Cristo a los que te rodean, haz algo por los demás y tu
propia aceptación será la recompensa.
El problema del consumismo voraz es que provoca vacío, tanto en los que
quedan fuera del sistema y sufren privaciones, como en los que dándose los
gustos no encuentran en ello sentido de plenitud. Nunca en la historia hubo tal
disponibilidad de ropa, calzado y bienes de consumo, pero nunca hubo tantos
enfermos del alma.
El ocuparse sólo de uno mismo no conduce más que al egoísmo y a la sensación
de vaciedad. Saca el máximo provecho de lo que Dios te ha dado. Comparte con
otros; ayuda, bendice, ama. Conviértete en un agente de bendición para este
mundo.
Nuestro Dios omnisciente observa todo acto de servicio motivado por amor,
cada ocasión en la que se da algo para edificar su reino; cada sacrificio hecho en
su nombre. Además, él promete darnos una recompensa: “Porque Dios no es
injusto como para olvidarse de las obras y del amor que, para su gloria, ustedes
han mostrado sirviendo a los santos, como lo siguen haciendo”, Hebreos 6:10.
¿Es difícil hacer el bien sin importar qué obtendremos a cambio? Si tenemos a
Jesús como modelo, sabremos en quien inspirarnos y, de ese modo, no resultará
difícil ayudar, sonreír y servir. El amor hacia un Dios que nos amó primero
constituye la motivación de nuestro servicio. Amar a Dios es lo que, en última
instancia, nos habilita para amar a otros. El apóstol Juan lo dijo así: “Nosotros
amamos a Dios porque él nos amó primero”, 1ª Juan 4:19. Como consecuencia
de ese amor, Pablo expresó: “Sírvanse unos a otros con amor”. Esta es la clave.
Sin amor, el servicio no cuenta a los ojos de Dios. El mismo apóstol dice en 1ª
Corintios 13:3: “Pero si no tengo amor, nada gano con eso”. Es decir, no
importa qué digamos, qué creamos o hagamos; sin amor, estamos en bancarrota.
Dios está tan interesado en por qué sirves a otros como en lo bien que sirves a
los demás. Él siempre está observando tu corazón y tus acciones con el deseo de
que todo servicio te produzca plenitud y alegría y, si el amor es el motivo, esa
será la consecuencia.
No veas el servir a otros como una obligación. Sirve de buena gana, por amor a
Jesús. Una vida de servicio es el mejor canto de gratitud y la mejor manera de
vivir.
7.
Libres de la culpa
Sucedió anoche, en Paraguay. De todas las personas que concurrieron, y fueron
muchas, él fue el pri-mero en acercarse después de nuestra conferencia. Venció
los mandatos culturales, atravesó la barrera de la vergüenza y decidió hablar.
“Soy pastor, esposo y padre de una preciosa nena. Nunca le conté a nadie lo que
voy a confesar. Ni siquiera mi esposa lo sabe. Fui iniciado en el mundo del sexo
cuando era apenas un niño. Una vecina me llevó por juegos sexuales que
despertaron precozmente en mi algo que no puedo explicar. Después de eso
abusé repetidas veces de una niña del barrio en el que vivíamos. La nena habló,
me denunciaron y yo negué todo. Era un niño. Ahora que soy adulto estoy
profundamente arrepentido. Sabe Dios la infinidad de veces que lloré pidiéndole
perdón, pero aún me siento sucio; estoy lleno de sentimientos de culpabilidad.
Jamás olvidé lo sucedido. Actualmente estoy en una intensa búsqueda de Dios,
quiero alcanzar la libertad de mi alma, pero necesito ayuda; no puedo vivir más
con esta profunda carga en mi corazón”.
Todo lo relacionado con lo sexual toca las fibras más íntimas de la vida. El
abuso sexual infantil tiene facetas muy diversas: desde la ira a la vergüenza,
desde el deseo de venganza hasta la autoflagelación. La culpa que genera, el
odio que despierta y los recuerdos evocados de las experiencias vividas no
ayudan a sanar el alma.
En su niñez, muchas víctimas de abuso repiten los mismos actos con otros
menores y eso no los deja vivir. Si este es tu caso, queremos llevarte esperanza.
El que hayas hecho lo mismo que otros hicieron contigo cuando todavía no
podías comprender lo que te sucedía, no te convierte en abusador. Distinta sería
la historia si quien fue abusado, ya siendo adulto, se hubiera transformado en
abusador. Las personas adultas saben qué está bien y qué está mal. Jamás se
puede justificar un abuso perpetrado hacia un menor, ni siquiera diciendo que
uno fue abusado, porque en vez de abusar puede buscar ayuda. Pero eso no se
aplica cuando quien perpetra un abuso es un niño que está siendo abusado. Si
este es tu caso, hoy es tiempo para cerrar esa herida.
Detrás de un pasado de dolor siempre existe una batalla espiritual. El diablo
buscará destruir tu futuro recordándote tus errores.
Debes hacer las paces con el pasado. No tienes control sobre lo ocurrido. Sí, es
cierto, fuiste dañado y dañaste a otros, pero si la culpa que sientes se la entregas
al Señor, la buena noticia es que Dios te perdona. Él sabe lo que viviste. Él
no tiene nada contra ti. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que
están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu”, Romanos 8:1.
La Biblia dice que la sangre de Jesucristo su hijo nos limpia de TODO pecado,
1ª Juan 1:9. Cuando Dios perdona, Dios olvida, Hebreos 10:17. Es decir,
después del arrepentimiento y la confesión Dios hace borrón y cuenta nueva. No
obstante, el diablo buscará que te sientas condenado y lleno de culpa. Todos los
pecados son vergonzosos, pero debes saber que Dios no trae a la memoria las
cosas malas que hiciste. Eso hace el diablo, que buscará que te amargues y vivas
lamentándote. Si Dios no te condena, no te condenes a ti mismo.
Todavía no has llegado a la meta, estás en el proceso de santificación. No
abandones porque todavía no llegaste a ser todo lo que Dios quiere que seas.
Hay algo más para ti y, para alcanzarlo, debes atravesar la culpa que te provoca
tu pasado.
La culpabilidad y la condenación no te ayudan a mejorar; no rindes mejor
sintiéndote culpable.
¿Estás obsesionado con el recuerdo de algún pecado cometido muchos años
atrás? ¿Vives con el temor creciente de que alguien descubra tu pasado?
¿Procuras servir más a Dios para atemperar la culpa? ¿Tratas de demostrarle a
Dios lo arrepentido que estás haciendo buenas obras?
Jerry Bridges dijo acerca de la culpabilidad y la conciencia: “Hay dos tribunales
con los que debemos tratar: el tribunal de Dios en los cielos y el tribunal de la
conciencia en nuestras almas. Cuando confiamos en Cristo por primera vez para
salvación, el tribunal de Dios queda satisfecho para siempre. Nunca más volverá
a producirse una acusación de culpabilidad contra nosotros en los cielos. Nuestra
conciencia, sin embargo, nos declara culpables continuamente. Esa es la función
de la conciencia; por tanto, debemos por la fe poner el veredicto de la conciencia
en consonancia con el veredicto de los cielos. Lo hacemos al estar de acuerdo
con nuestra conciencia acerca de nuestra culpabilidad, pero entonces le
recordamos que nuestra culpabilidad ya ha sido llevada por Cristo”.6
Nada puedes hacer respecto a tu pasado, pero mucho en relación a tu
futuro. Recibir la misericordia de Dios y seguir adelante queda ilustrado en la
siguiente historia. Tres hombres llevaban dos bolsas cada uno; una adelante,
hacia su pecho; otra detrás, en su espalda. Un extranjero preguntó al primer
caballero qué había en las bolsas. El hombre respondió: “La bolsa que llevo en la
espalda está llena de todas las cosas buenas que me han sucedido y, en la bolsa
que llevo adelante tengo todas las cosas malas que me han ocurrido”. El
extranjero pensó: “Este hombre se enfoca constantemente en las cosas malas
que ha vivido y ni siquiera puede ver las buenas que lleva en su espalda”.
Luego, le hizo la misma pregunta al segundo caballero y recibió la respuesta
contraria: “La bolsa que llevo atrás está llena de todas las cosas malas y, la que
llevo adelante, está repleta de las cosas buenas que he vivido”. El extranjero
pensó: “Al menos puede ver lo bueno y no centrarse en lo negativo. Pero
ambas bolsas atiborradas de cosas lo agotan y hacen que su paso sea lento y
pesado”.
Finalmente, aquel extranjero formuló la misma pregunta al tercer hombre.
Entonces éste respondió: “En la bolsa que llevo en mi pecho he colocado todos
mis logros y victorias y, la bolsa que llevo en mi espalda está vacía”. “¿Por qué
está vacía?”, inquirió. El hombre contestó: “Puse todos mis errores, fracasos,
culpas y vergüenzas, luego hice un agujero en el fondo para perder esas cosas
por el camino. De ese modo, lo bueno que veo a cada instante me da ánimo para
seguir y, la bolsa vacía de atrás es como una vela al viento que me lleva más
rápido a mi destino, impulsándome con fuerza hacia adelante”.
¿Dónde llevas tus recuerdos malos? ¿Tienes en tu mente una colección detallada
de lo que has hecho mal? ¿No sería bueno que perdieras esas cosas en el camino
de la vida? ¿Qué te impide recibir el perdón de Dios? Imita al tercer hombre de
la historia. Suelta lo malo, quédate con lo bueno y sigue adelante. Alcanza los
sueños de Dios para tu vida. ¡Con Cristo todo lo puedes!
8.
Experimenta el abrazo del padre
Tuve un padre maravilloso (escribe José Luis). Conservo recuerdos preciosos de
él. Ha sido un ejemplo para mí. Fue un papá cariñoso, cercano y proveedor.
Siempre tenía tiempo para jugar conmigo y me llevaba a pasear todos los fines
de semana. Me orientaba a tomar buenas decisiones y me ayudaba con las tareas
del colegio. Estuvo presente, incluso, cuando cursaba mis estudios
universitarios. Cada vez que me encerraba en mi habitación para estudiar, él me
acompañaba cebándome algunos riquísimos matecitos. Estos pequeños gestos
han quedado grabados para siempre en mi memoria.
Quizás tu experiencia haya sido muy diferente. Probablemente tuviste un padre
odioso, abusivo, mezquino y ausente. Quizás creciste en medio de una atmósfera
de insultos y peleas y nunca te sentiste aceptado ni protegido. Quizás tu padre
haya sido demasiado duro y nunca hayas estado a la altura de sus expectativas.
Probablemente te sentiste rechazado e intentaste lograr su aceptación haciendo
cosas para él. ¿Necesitas una “sobredosis” de gestos y palabras cariñosas de la
gente para sentirte bien? Si tu respuesta es “sí”, esto indica el dolor de tu alma.
La buena noticia que tenemos es que no es demasiado tarde. No importa cuán
doloroso haya sido tu pasado, Dios puede darte un nuevo comienzo. Dios puede
restaurarte. Él puede rectificar el curso de tu vida para que llegues a ser todo lo
que Dios quiere que seas. Definitivamente puedes ser libre de aquellas desafor-
tunadas experiencias del pasado. Ya no necesitas vivir con temor porque Dios te
cuidará en todo momento. Ya no necesitas probar tu valor haciendo cosas para
lograr aceptación. Él es amoroso, bueno, perdonador, generoso, paciente y fiel.
Él no te abandonará. Nunca será grosero contigo. Te amará siempre, todo el
tiempo. Con Dios puedes iniciar una relación saludable de amor y cuidado. Él
enderezará lo que se haya torcido. Confiarás en Él como nunca pudiste hacer con
tu papá terrenal. Él es honesto y confiable. ¡Él es un padre bondadoso!
Cuando David derrotó a Goliat, el rey preguntó al general del ejército: “¿Quién
es el papá de este muchacho?”, 1º Samuel 17:55 (PDT). El jovencito había
matado al gigante y conquistado la victoria para toda la nación; el pueblo estaba
eufórico y la gente vitoreaba su nombre y lo único que parece interesarle al rey
es quién era su padre. Como nadie podía dar respuesta a su inquietud, el rey tuvo
que preguntarle personalmente: “Muchacho, ¿quién es tu papá?”, versículo 58.
Y la respuesta de David revela honra: “David le contestó: —Soy hijo de tu siervo
Isaí, de Belén”. ¡Qué orgulloso se sentía David por ser hijo de Isaí! Es muy
probable que una de las razones por las que David enfrentara a Goliat fuera por
amor a su padre. Lo había visto tan preocupado a causa de que sus hermanos
estaban en la batalla que decidió hacer algo para aliviar su angustia. Si te
preguntaran quién es tu papá, ¿podrías levantar la cabeza y decir con orgullo
como David: “Mi papá es....”?
Es probable que si la relación con tu padre no fue buena, tu voz no se escuche
con claridad. Si sufriste abandono, abuso o maltrato quizás no puedas decir con
orgullo quién es tu padre. Si no sentiste el cariño y el cuidado amable de un
padre bondadoso necesitas experimentar por primera vez un padre diferente. No
te preocupes. Todavía hay esperanzas. No es demasiado tarde. Hoy mismo
comenzarás a experimentar la restauración. Dios cerrará esas heridas y
comenzarás a vivir tu vida como alguna vez la soñaste. La paz llegará, la alegría
se extenderá y vivirás en abundancia. Dios cortará el circuito de dolor y te traerá
libertad. Basta ya de estar amargado. Basta de culpar a otros. Basta ya de
preguntarte el porqué y, basta ya de dudar de Dios. No trates de entender lo que
sucedió. El rechazo que experimentaste en el pasado ya no te daña. Las
maldiciones sobre tu vida quedan sin efecto. Los mandatos familiares de
destrucción se anulan. Los sentimientos de inseguridad se van. El temor a no ser
querido o, el miedo a no formar una familia mejor de la que tuviste, se disipan en
el poderoso nombre de Jesús. No eres un fracaso. No hay nada malo en ti. Tu
autoestima mejorará. Tus capacidades crecerán y tus talentos se desarrollarán.
Tus sueños se cumplirán.
Renuncia al rencor. Libérate de la desconfianza. Aléjate de los sentimientos de
venganza. Perdona a tu padre. No permitas que el dolor por el rechazo
condicione tu futuro. Hoy es el día de tu sanidad. Hoy comienzas una nueva
relación de amor con tu papá Dios. Él es especial. Él te ama. Él te cuidará como
nunca nadie lo ha hecho. No te mentirá, no te defraudará ni te golpeará. Estarás
seguro en sus brazos. Te sentirás aceptado y protegido. Él te bendecirá
abundantemente. Te elevará por encima de tu dolor. Te conectará con personas
correctas y te guiará a tomar decisiones acertadas. Por último, estará a tu lado
para quedarse; sí, Él nunca te abandonará, nunca te dejará y nunca te rechazará.
9.
La imposible tarea de agradar a todo
el mundo
No puedes agradar a todas las personas. Si tu aceptación o valía personal
depende de la aprobación de la gente, entonces, estás es serios problemas.
Una cosa es innegable: vas a tener críticos y gente que no te querrá. Hay
personas que hagas lo que hagas nunca las agradarás. No desperdicies tu tiempo
tratando de ganártelas. Tienes una tarea que lograr y un destino por alcanzar. No
malgastes el tiempo pelecon tus críticos. Hay gente que te criticará y te sentirás
tentado a desahogar tus emociones. En ese caso, pregúntate: ¿vale la pena?
Reconoce que algunos desafíos que salen a tu encuentro son simplemente
distracciones que quieren alejarte de tu destino. Proverbios 20:3 dice: “Evitar la
pelea es una señal de honor”, NVI. ¡Hay batallas que no valen la pena pelear!
Tú debes agradar a Dios aunque esto implique que muchos se molestarán. La
persona que busca constantemente aprobación en otras no vive su propia vida
sino, la de los demás. Y créenos, todo el mundo tiene un plan para tu vida.
Cuando te rindes a la voluntad de otros deshonras a Dios.
Al principio del ministerio buscaba la aprobación de todos (escribe José Luis),
quizás por inexperiencia o porque inconscientemente buscaba el reconocimiento
de la gente. Si alguien quería que lo visitara en la casa hacia el esfuerzo e iba. En
los comienzos del trabajo pastoral era fácil cumplir con ese requerimiento, pero
en cuanto la iglesia creció se me hizo imposible consentir a todos. Entonces
empezaron los comentarios negativos. Yo me sentía culpable y desgastado física
y emocionalmente. Me enojaba conmigo mismo por no poder hacer todo lo que
la gente esperaba de mí. Me sentía frustrado porque nunca llegaba a la altura de
sus expectativas. ¿Te has sentido alguna vez así? ¿Eres sensible a lo que la gente
piensa de ti? Jesús también se sintió tironeado por aquí y por allá. Los
evangelios cuentan que la gente de Galilea no quería que él se fuera, Lucas 4:42-
44. ¿Por qué? Porque Él solucionaba muchos problemas y hacía que las
personas se sintieran bien. Sin embargo, Jesús rechazó la invitación y se fue
de aquella ciudad, Marcos 1:35. ¿Por qué dijo “no”? Porque había dicho “sí”
a algo mejor. Jesús no lo hacía todo, por todo el mundo, todo el tiempo. La
razón de su negativa fue cumplir con su propósito. Él debía avanzar hacia su
meta. Jesús tenía un destino, una orientación clara para su ministerio y no
aceptaba ser desenfocado.
Jesús dijo “no” porque ya había dicho “sí”. ¿Te cuesta decir “no”? ¿Qué es lo
que te ha dicho decir “sí”? Porque no puedes decir “no” hasta que no hayas
dicho “sí” a algo mejor”.7
Las multitudes presionaban a Jesús. La gente tenía expectativas con Él y lo
“tironeaban” para que hiciera la voluntad de ellos. Pero Él no se dejó vencer por
sus deseos. Él sabía qué tenía que hacer y lo hacía. Cuando Jesús se retiraba
para estar solo y encontrarse con Dios era para mantenerse enfocado y
asegurarse que esas voces no lo sacaran del verdadero camino. Jesús nunca hizo
algo por obligación ni para agradar a la gente. Él nunca dejó de hacer algo
por temor de la gente. Sabía qué quería y nadie lo sacó de su propósito. No
permitió que los deseos de los demás dirigieran su camino. Nunca se lo vio a
Jesús estresado o preocupado porque haya decepcionado a la gente o afligido por
lo que la gente pensara de Él.
Tu dignidad y valor personal no está en lo que logras ni en la aceptación de la
gente sino en lo que eres. Eres hijo/a de Dios. Y por eso vales. Imita a Jesús. No
trates de hacerlo todo. No trates de ser todo para todos. Centra todas tus
energías sólo en aquellas cosas que hacen al cumplimiento de tu misión.
Jesús dijo que había venido a hacer la voluntad del Padre (Juan 9:4) y la hizo
(Juan 17:4) y espera que también nosotros la hagamos (Juan 14:12). Cuando
aprendas a decir “sí” a las pocas cosas importantes que Dios te está pidiendo,
estarás en condiciones de decir “no” a otras que intentarán moverte de tu lugar.
Vive una vida sencilla, centrada y disciplinada en la cual puedas obtener las
pocas cosas que realmente valen la pena. En eso consiste el propósito y, en su
cumplimiento se encuentra la felicidad.
10.
Qué hacer para que Dios te acepte
Anoche se acercó una líder de nuestra iglesia y nos dijo que su hija le confesó
que no podía perdonarse a sí misma. Verónica, su hija, fue una fiel servidora de
Dios por muchos años. Los jóvenes la seguían y tenía mucha influencia. Un día
se sintió sola y cayó ante la tentación de relacionarse con un chico no creyente
con quien tuvo un hijo. Se apartó y pese a los esfuerzos que hicimos por
restaurarla, ella permaneció lejos de Dios y de la iglesia por largos años.
Verónica todavía se siente culpable. Aunque sabe que Dios la perdonó, ella
misma no puede perdonarse y todos los días trata de hacer cosas buenas con el
anhelo de ganarse nuevamente el favor de Dios.
Muchas personas como Verónica creen que tienen una deuda que deben saldar
para lograr la aprobación de Dios. Creen que cuantas más buenas obras hagan,
más cerca estarán de lograr la aceptación divina. Lo cierto es que llegan a la
noche sintiéndose agotadas porque no han podido alcanzar la medida de la
aprobación. Nadie puede hacer el bien suficiente como para pagarle a Dios por
sus errores. El bien que hagas debe surgir de un corazón que se sabe perdonado.
La noticia del evangelio es que Cristo pagó por nuestros pecados en la cruz y
debemos aceptar ese rescate.
“Nadie puede salvar a nadie, ni pagarle a Dios rescate por la vida. Tal rescate
es muy costoso, ningún pago es suficiente”, Salmos 49:7-8.
Joyce Meyer dijo: "No puedes vivir así. Tus fracasos, errores o pecados no le
toman a Dios por sorpresa. Dios no deja de amarte cuando te equivocas. Sus
planes para tu vida permanecen intactos a pesar de todo lo que has vivido. Dios
no se siente decepcionado contigo. Te sigue teniendo en cuenta. Podrá tenerte en
la banca por un tiempo hasta que seas restaurado totalmente, pero eso no
significa que te haya eliminado del equipo. Él sigue siendo tu Dios y tú sigues
siendo la niña de sus ojos".
Dios no usa el método de las “buenas obras” para salvarnos ni para amarnos
más. Efesios 2:9 dice: “La salvación no es por obras, para que nadie se gloríe”.
En la ley humana la ‘Señora Justicia’ es representada con los ojos vendados y
una balanza en la mano. Los ojos vendados representan la imparcialidad con la
que va a juzgar y, la balanza, el método de las ‘buenas obras’. Muchos creen que
Dios pone las ‘buenas obras’ y también las ‘malas’ en una balanza y, las obras
que pesan más determinarán si ese hombre se salva o se pierde. PERO NO ES
ASÍ. Cuando se trata de la salvación, las obras humanas no tienen más peso que
el aire o el humo. Dios rehúsa en absoluto aceptar la justicia del hombre como
crédito por la salvación de su alma: “Por las obras de la ley ninguna persona
será justificada”, Romanos 3:20.
No se puede vivir tratando de que Dios nos acepte. Hay personas que buscan
hacer todo el bien que pue-den para lograr que Dios las quiera un poco más. Tú
no puedes hacer nada para que Dios te quiera más, Él te quiere. Tú no puedes
hacer nada para que Dios te ame menos, Él te ama. No vivas de esa manera.
Dios te ama porque eres su hijo/a. El precio que pagó para tenerte fue muy
grande como para descartarte cuando tú te equivocas. No trates de cumplir con
Dios para lograr su aplauso y aceptación. Él te mira a través del sacrificio de
Cristo. Tú no eres perfecto, pero Cristo sí lo es. Acepta que Dios te ama y te
seguirá amando pase lo que pase contigo.
Tu verdadera motivación para servir a Dios debería ser el amor. Después que
Pedro negara al maestro tres veces, Jesús le preguntó: “¿Me amas?”. El Señor no
le preguntó si amaba a sus ovejas o si amaba al mundo, le preguntó si lo amaba a
Él. Jesús quería que su discípulo supiera que la verdadera motivación para el
servicio y para toda buena obra es el amor a Dios.
No te agotes haciendo buenas obras con el objetivo de lograr el favor y la
aceptación de Dios. Él te ama y te acepta. Recibe esta gracia con el corazón
abierto, sé humilde y acepta su regalo. Luego, entrégate en amor y haz todo el
bien que puedas por amor a Él. El amor como motor de tus acciones llenará tu
alma de gozo. ¡Nunca lo olvides!
11.
Espera cosas buenas
“Estoy convencido de que Dios empezó una buena obra entre ustedes y la
continuará hasta completarla...”, Filipenses 1:6 (PDT).
Si Dios promete algo, lo cumple. Abraham recibió la promesa de que sería padre
de muchas naciones. “Aun cuando no había motivos para tener esperanza,
Abraham siguió teniendo esperanza porque había creído en que llegaría a ser el
padre de muchas naciones... Y la fe de Abraham no se debilitó a pesar de que él
reconocía que, por tener unos cien años de edad, su cuerpo ya estaba muy
anciano para tener hijos, igual que el vientre de Sara. Abraham siempre creyó
la promesa de Dios sin vacilar. De hecho, su fe se fortaleció aún más y así le dio
gloria a Dios”, Romanos 4:18-20 (NTV).
Mientras más optimistas seas, más estarás en la corriente de Dios. Abraham
sopesó su situación (no ignoró los hechos), consideró la fragilidad de su propio
cuerpo, la esterilidad de su esposa y aunque la razón humana no le permitía
albergar esperanzas, él esperó en fe. El final de la historia es bien conocida.
Después de 25 años de espera tuvo su hijo. El apóstol Pablo nos aconseja que
permanezcamos gozosos en la esperanza, Romanos 12:12, porque la esperanza
en el Señor halla frutos abundantes.
Hebreos 6:19 dice que la esperanza es el ancla del alma. La esperanza nos
mantiene estables en el tiempo de las pruebas. Jamás dejes de tener esperanza. Si
lo haces, tendrás una vida opaca y triste. Si ya estás llevando una vida
desgraciada, elige creer, elige cultivar en el jardín de tu alma la semilla de la
esperanza. Vence el temor. No te pongas de acuerdo con el diablo. Por más
difícil que sea la crisis, en Dios siempre hay futuro. Supera tus limitaciones
mentales. Recibe por la fe el milagro que estás necesitando.
“Dios nuestro Padre, en su generoso amor, les dio consuelo eterno y una
esperanza firme. Que nuestro Señor Jesucristo llene su corazón de valor y que
les dé fortaleza en todo lo bueno que digan o hagan”, 2ª Tesalonicenses 2:16
(PDT). ¡Espera cosas buenas y cosas buenas te sucederán!
“Pero el Señor los espera, para tener compasión de ustedes; él está ansioso por
mostrarles su amor, porque el Señor es un Dios de justicia. ¡Dichosos todos los
que esperan en él!, Isaías 30:18 (DHH).
Medita acerca de este pasaje y aumentará tu esperanza. Dios dice que está
buscando a alguien con quien ser misericordioso. Tú puedes ser esa persona si
decides darle lugar para que Él se exprese.
¿Por qué tener malos presagios? Proverbios 15:15 dice: “Todos los días del
afligido son malos, pero el de corazón alegre tiene un banquete continuo”,
LBLA. Vivirás con ansiedad y zozobra si permites que los malos presagios se
arraiguen en tu mente. Los pensamientos pueden envenenar tu perspectiva
robándote la capacidad de disfrutar de la vida y ver los días buenos.
Entregué mi vida al Señor a los 13 años (escribe Silvia). Desde entonces tuve el
sueño de servir a Dios como médica en algún lugar del mundo. Obtuve el título
universitario estando ya casada, mientras pastoreábamos una iglesia a tiempo
completo. Cuatro años después nos trasladamos a Resistencia, ciudad en la que
actualmente servimos al Señor. Me sentí confundida. Creí que el viejo sueño de
ser misionera empleando mi profesión nunca se cumpliría. Sin embargo, el
Señor fue guiándome y hoy recorremos el mundo como misioneros temáticos,
llevando sanidad y restauración en el área sexual, algo que tantos necesitan. Las
personas que están siendo sanadas es prueba de que Dios no se da por vencido.
El cumplimiento de mi sueño como niña llegó y de una manera más grande y
hermosa de lo que hubiera esperado. ¿Estás preparado para aceptar cambios
hacia el cumplimiento de tu sueño?
Dios no se ha olvidado de los anhelos que ha plantado en tu corazón. Aunque
algunas circunstancias hayan tratado de robarte esos sueños y algunos errores te
hayan llevado por la dirección equivocada, debes permanecer convencido de que
el que comenzó la buena obra, será fiel en terminarla, Filipenses 1:6. No
abandones. No te dejes dominar por las malas noticias. No permitas que los
profetas del desaliento minen tu corazón con pensamientos de incredulidad.
Concéntrate en Dios y enfócate en sus promesas. El Dios de toda la gloria te
conoce. Sabe tu dirección, tu mail y teléfono. Él puede hacer contactos
sobrenaturales para que cumplas con la misión de tu vida. A Dios no le faltan
recursos y, si a ti no te falta fe, Él cumplirá todos sus propósitos en ti.
12.
¿Conformarse con lo bueno o buscar
lo mejor?
Busca lo mejor. Busca la excelencia por encima de lo común. “Por la fe Abel
ofreció a Dios un sacrificio superior al de Caín. Por ello recibió testimonio de
ser justo, pues Dios dio testimonio al aceptar sus ofrendas. Y por medio de la fe,
aunque murió, habla todavía”, Hebreos 11:4 (RVA).
A Dios no le impresionan las cantidades sino la excelencia. La dos blancas de la
viuda impactaron en el mundo espiritual, así como el inadvertido pero fiel
trabajo pastoral que hacía David con unas pocas ovejas en el desierto.
La mediocridad es enemiga de la excelencia. La mediocridad está ligada a la
falta de empeño y a una entrega por debajo del potencial, con escasos resultados
en su tarea. Desde tiempos antiguos Dios exigía que las ofrendas presentadas
fueran sin defectos, Levíticos 1:3. Dios no aceptó ni acepta los sacrificios que no
sean excelentes porque lo regular o “lo más o menos” no lleva gloria a Dios.
¿Cómo es posible que miles de personas sean tan cumplidoras en sus trabajos
seculares, exageradamente puntuales, extraordinariamente disciplinadas, pero a
la hora de servir a Dios, son impuntuales y descuidadas? Hay un llamado urgente
a servir a Dios con excelencia. No puedes impactar con tu vida si en el mundo
espiritual haces las cosas a la mitad. Nadie impacta a Dios con descuido.
Definitivamente es un pecado presentar a Dios lo que nos sobra. ¡Da lo mejor y
lo mejor de Dios vendrá a tu vida!
Daniel Goleman, autor del libro Inteligencia Emocional, ha pasado gran parte de
su tiempo analizando por qué un porcentaje de líderes desarrollan su potencial al
máximo mientras la mayoría se queda en una meseta, por debajo de lo que
podría esperarse de ellos. La diferencia tiene que ver con el liderazgo de uno
mismo. Las personas exitosas no se quedan en lo bueno, van por lo mejor. Él lo
llama autocontrol emocional. Esta forma de autocontrol se ve en los líderes
cuando perseveran en el liderazgo a pesar de la abrumadora oposición o
desilusión, cuando se niegan a claudicar en momentos de crisis, cuando logran
mantener su ego a raya y, cuando permanecen enfocados en su misión en lugar
de distraerse con la agenda de otros. En otras palabras, para alcanzar el éxito en
lo que te propongas no puedes detenerte, debes avanzar y luchar por lo mejor.
Si quieres alcanzar nuevos niveles tienes que abandonar la zona de comodidad.
Lo ‘bueno’ no es tu destino, lo mejor sí lo es. Lo bueno nunca es suficientemente
bueno. Lo bueno no es lo mejor. No cometas el error de conformarte con menos
de lo que Dios ha planeado para ti. Es tiempo de avanzar. Dios tiene nuevos
horizontes, nuevas oportunidades, nuevas relaciones y, también, nuevos niveles
de crecimiento y victoria.
Jesús le dijo a Pedro: “Boga mar adentro”, Lucas 5:4. ¿Por qué adentro? Si
Jesús iba a hacer un milagro, bien podía hacerlo en la orilla. La razón de esta
invitación es darnos la siguiente enseñanza: para experimentar los milagros de
Dios hay que tomar riesgos. En otras palabras, sal de tu comodidad si quieres ver
lo extraordinario de Dios. Pescar en la orilla es fácil; no implica riesgo, pero
tampoco hay grandes peces. Si quieres lo mejor, debes arriesgarte. Sólo allá,
“mar adentro”, pueden verse los portentos de Dios. “Tomar riesgo es la única
forma de crecer. Es irónico pero también es cierto: ¡jugar a la segura es la forma
más arriesgada de vivir! Cuando vencemos nuestros miedos y corremos riesgos
espirituales es que experimentamos realmente la aventura de ser cristiano”, L.
Ostrobel. ¡Si quieres ver a Dios obrar, arriésgate! Si no estás viendo demasiado
es porque no te estás arriesgando demasiado.
Tiempo atrás nos encontramos con una jovencita que está llevando un pésimo
noviazgo. Ella sabe que con ese hombre no va a ninguna parte, pero no puede
dejarlo porque tiene miedo a quedarse sola. Es lo mismo que decir: “yo nunca lo
lograré”, “nada mejor puede venir a mi vida” o “estoy destinada al sufrimiento y
al fracaso” o, en otras situaciones de la vida equivale a decir: “nunca bajaré estos
kilos de más”, “nunca venceré mi adicción”, “nunca superaré aquel trauma”. Tú
eres la única persona que puedes estorbar tu futuro. No bajes los brazos. No te
quedes a mitad de camino. No te resignes, no te conformes con ser simplemente
un promedio. Tu destino no es sobrevivir. Jesús dijo que tu destino es la vida
abundante. Tienes que creer que hay algo más allá de lo que hoy estás viendo.
Lo que Dios declaró sobre tu vida, lo que te prometió una vez, lo que te susurró
en silencio; sí, esos sueños ocultos, hará que se cumplan.
Un profesor universitario estaba haciendo a sus alumnos la prueba más
importante del año. Antes de darles el examen les dijo que estaba orgulloso de
ellos porque habían trabajado muy duro. Les hizo una oferta especial: “Todo el
que quiera obtener un aprobado levante su mano y le daré un aprobado. Ni
siquiera tendrá que hacer el examen. Una mano se levantó lentamente, y después
otra y otra más, hasta que casi la mitad de los alumnos optaron por no hacer el
examen. Salieron de la clase aliviados y muy contentos.
Después el profesor distribuyó los exámenes al resto de los alumnos. Puso una
hoja sobre cada escritorio y pidió que no la diesen vuelta hasta que él les dijera.
Durante los siguientes minutos los alentó. Les dijo que harían grandes cosas en
la vida y que siempre deberían esforzarse por mejorar su desempeño. Entonces
les pidió que diesen vuelta las hojas y comenzasen. Cuando ellos miraron el
examen había sólo dos frases: “Felicidades. Acabas de sacar un sobresaliente”.9
No te conformes con un simple aprobado. No vayas por la vida con la actitud de
simplemente “zafar”. No te apoltrones a la comodidad. Dios tiene un
sobresaliente para aquellos que no se doblegan antes los desafíos de la vida y
que se levantan después de una caída. Si aceptas “el aprobado” no podrás ver ni
disfrutar de los “sobresalientes” de Dios. Pedro se animó, dejó la orilla y apostó
al desafío de pescar mar adentro. Y, lo más impresionante, tuvo una pesca
sobresaliente y un llamado eterno. Tú también puedes lograrlo. La Biblia dice:
“Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las
que Dios ha preparado para los que le aman”, 1ª Corintios 2:9. En otras
palabras, lo que Dios tiene preparado en el futuro para tu vida sobrepasará y, en
mucho, a lo que tú has visto en el pasado.
13.
Sueña grandes sueños
Los años arrugan la cara, la falta de sueños arruga el alma.
Tu visión tiene que ser grande. Tus sueños tienen que ser dignos del Dios que los
da. No tengas sueños pequeños, pues no apasionan los corazones de nadie.
Marco Aurelio dijo que sólo los grandes sueños tienen la fuerza necesaria para
mover el alma del hombre.
Observa lo que dijo Jesús: “El que cree en mí también va a hacer las obras que
yo hago. Y hará obras más grandes...”, Juan 14:12 (PDT). Al principio muchos
de tus sueños te parecerán imposibles, luego te parecerán improbables, y
después, cuando te alineas con Dios, se convertirán en inevitables.
Dios se deleita en cumplir sueños grandes. Pedro soñaba con caminar sobre las
aguas y Jesús se lo concedió; Abraham y Sara con tener un hijo en su vejez y lo
tuvieron; David con matar a un gigante sólo con una honda, y lo hizo. La Biblia
está repleta de historias de personas que soñaron sueños del tamaño de Dios y
que dependieron de su poder y sus promesas para alcanzarlos. ¿Lo ves? Siempre
debe tratarse de sueños que nazcan en el corazón de Dios y que le lleven gloria.
Si tú aspiras a lograr algo que puedes hacer sin la ayuda de Dios, entonces,
no es un sueño que valga la pena. “Dios se deleita en hacer cosas imposibles, a
través de gente improbable para impartir gracia abundante a receptores
indignos”, Chip Ingram. No se trata de realizar sueños que te “engrandezcan”
humanamente. No tiene nada que ver con hacerte famoso ni reconocido. No se
trata de ti, se trata de Dios. Si Dios no se glorifica en tu sueño, entonces, ese
sueño no es de Dios.
Luis Palau y Timothy Robnett, en su libro Contamos la historia, dicen que
Cristo nos desafía a soñar grandes sueños, a hacer grandes planes, a orar grandes
oraciones y a obedecer sus grandes mandamientos. Si tus sueños no van más allá
de terminar tu educación, pagar las cuentas o criar a tus hijos, entonces tu visión
no es divina.10 Tal vez sea tiempo de considerar cómo podría usarte Dios para
producir un cambio en las vidas de los demás. ¿Tienes sueños y planes de lo que
Dios podría hacer a través de tu vida o sencillamente estás atareado con la rutina
de todos los días? ¿Te has convertido en una persona que abre caminos o en
alguien que se sienta para mirar lo que otros hacen?
Las grandes obras casi siempre comienzan con grandes sueños.
Otoniel Font, en su libro Dios te creó para dominar, dice: “Si hoy no sientes
deseos de alcanzar mayores cosas, alguien ha cortado tus raíces. La primera vez
que resonó un mandato para el hombre fue el de fructificar y multiplicarse. Así
que quieras o no quieras, si tú no fructificas, estás yendo en contra de una
palabra que se dio a tu vida hace millones de años. O te alineas con esa palabra o
tendrás que pelear con ella por el resto de tus días”.
Por último, recuerda que los grandes sueños requieren tiempo. Nadie alcanza sus
sueños de un día para otro. José esperó más de una década. David esperó,
después de ser ungido rey, más de trece años antes de serlo definitivamente y,
Abraham esperó veinticinco años antes de ver concretado su sueño de tener un
hijo. Los soñadores de Dios tienen la capacidad de esperar largos períodos de
tiempo confiados en que Dios, tarde o temprano, cumplirá su promesa. No te
desesperes. No te impacientes. Hasta Dios mismo tuvo paciencia para recibir su
propio sueño. Dios prometió en Génesis 3:15 que un salvador vendría y le tomó
cuatro mil años enviar a Cristo Jesús. No cometas el error de renunciar a tus
sueños en el tiempo de la espera. Si Dios lo prometió se cumplirá; tus sueños se
harán realidad. ¿Cómo lo sabemos? Porque Dios siempre cumple sus promesas y
porque jamás alguien ha sido defraudado por Él.
14.
Dios siempre llega a tiempo
Hechos 27:20 dice: “Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y
acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza
de salvarnos”.
David, nuestro hijo, repentinamente se sintió muy enfermo. Nos llamó al templo.
Recién terminaba el primer culto y estábamos ministrando a las personas.
Cuando finalmente pudo hablar con nosotros, su voz al teléfono sonaba
apesadumbrada y sufriente. Rápidamente regresamos a casa y lo llevamos al
centro médico. Quedó internado. No se sabía cuál era la afección, pero su estado
general estaba comprometido. Esto ocurrió un domingo y, a pesar de que no
estaban todos los especialistas, se dio curso a distintos estudios e interconsultas.
Para la mañana siguiente supimos que se trataba de una enfermedad viral cuya
presentación era atípica.
No había un tratamiento específico, sólo mantener-lo hidratado. Su cuadro febril
y de dolor abdominal continuó sin variaciones. Los días fueron pasando. Los
análisis mostraban un compromiso hepático en aumento; los marcadores subían
como por ascensor. ¿Hasta qué punto llegarían? ¿Cuál sería el pronóstico? Nadie
podía saber. Superó la primera semana. Seguía con fiebre elevada y muchos
síntomas. Estaba decaído en extremo. No podía levantarse de la cama sin ayuda
y no podía caminar sin sentir mareos o taquicardia.
Llegó el día 13 y la fiebre continuaba. No teníamos un diagnóstico claro. Ese
día, una médica amiga que había sido el nexo con infectología y hematología nos
sugirió esperar hasta el día 14 y, de seguir igual, lo internarían nuevamente.
Nuestro corazón, al ver tan mal a David, se estremeció.
El apóstol Pablo vivió una experiencia parecida. Durante muchos días no vio
cambios en medio de una situación adversa que comprometía su vida, hasta el
punto de perder toda esperanza. Hechos 27 relata una tormenta que se mantuvo
en el tiempo y, Hechos 27:27 habla de la decimocuarta noche.
Del mismo modo que nosotros esperábamos un cambio en el día decimocuarto,
el escritor de Hechos deja ver que la decimocuarta noche fue clave en la crisis
que vivía Pablo.
La decimocuarta noche representaba el tiempo límite máximo que podía
esperarse. Era la línea de tiempo fijado para cambiar el curso de las acciones.
Era el punto final, tanto para Pablo como para David.
La gran enseñanza que nos deja el libro de los Hechos y que aprendimos como
familia en el tiempo de enfermedad de nuestro hijo es que ¡Dios siempre llega a
tiempo!
El día 13 la iglesia y el consejo pastoral se unieron para pedir por un milagro.
Alguien muy querido organizó un ayuno por las redes sociales a favor de David.
Muchos dejaron su cena y se pusieron a orar por él. Algo ocurrió. La fiebre no
llegó al pico de cada noche y no duró hasta la madrugada. Observamos un
pequeño cambio, suficiente para inyectar nuevas esperanzas en medio de la
incertidumbre.
Probablemente estás atravesando la peor tormenta de tu vida y las fuerzas, la fe y
la esperanza parecen desaparecer. Las horas pasan y no hay mejoría, los días
pasan y todo parece empeorar y, conforme transcurre el tiempo, las expectativas
se esfuman. No te angusties en extremo, no bajes la guardia, no te recrimines por
lo que hiciste o dejaste de hacer, no luches en tus fuerzas. Dios está disponible
para intervenir. Su demora no significa indiferencia, significa mayor gloria. Dios
sacará de tu alma la mayor alabanza, Él te mostrará su poder y su amor. Tu
Señor no se ha olvidado de ti ni desconoce lo que estás viviendo.
En el caso de Pablo, su crisis lo condujo a la isla de Malta con la finalidad de
que el evangelio fuera predicado. En el caso de David, el tiempo de su
enfermedad fue de reflexión y avivamiento.
De la misma manera que Dios se glorificó en nues-tra crisis y en la de Pablo, lo
hará en tus circunstancias. Antes del tiempo límite, antes de ese “decimo-cuarto
día”, Dios intervendrá. ¿Cómo lo sabemos? Porque la historia demuestra que
Dios siempre llega a tiempo.
15.
Cuando Dios demora la contestación
de una oración
La oración es un medio para encontrarnos con Dios. David dijo: “Que mi
oración suba a ti como el incienso; que mis brazos levantados hacia ti sean
como el sacrificio de la tarde”, Salmo 141:2 (PDT).
La oración rápidamente sube a los cielos y, una sola palabra pronunciada en la
tierra, inmediatamente es escuchada en el Paraíso. Los irlandeses solían decir:
“Que la tierra se vaya haciendo camino ante tus pasos. Que el viento sople
siempre a tus espaldas. Que el sol brille cálido sobre tu cara. Que la lluvia caiga
suavemente sobre tus campos y, hasta tanto volvamos a encontrarnos, Dios te
guarde en la palma de su mano”. ¡Qué hermosa oración! ¡Deseamos que esta
bendición alcance tu vida!
Ahora bien, no te frustres si tus plegarias no son contestadas inmediatamente.
Jesús enseñó acerca de la perseverancia en la oración mediante la parábola del
juez injusto, Lucas 18.
La demora en la respuesta a una oración nunca debe ser tomada como una
negativa definitiva, por lo tanto, nunca dejes de pedir. Será un “todavía no”, pero
no es un “rotundo no”. No lo ves “todavía”, pero Dios lo ha planeado todo para
ti. Sí, tu situación económica mejorará, las personas correctas llegarán a tu vida,
el crédito saldrá a tu favor y te darán la beca que tanto necesitas. Tú debes seguir
confiando, debes seguir creyendo, debes seguir orando. “Dios hace todo por
medio de la oración, y no hace nada sin ella”, John Wesley.
La demora en la contestación a una oración no siempre es la razón de un pecado
no confesado. Job era un hombre recto y su relación con Dios no tenía fisuras;
sin embargo, sus amigos creyeron equivocadamente que el silencio de Dios era a
causa de algún pecado no confesado. Otro caso es el de Lázaro. Jesús demoró la
visita a su casa y no dijo la razón. María y Marta le pidieron a Jesús que viniera
a ayudar a su hermano, pero hubo silencio. Jesús no respondió de inmediato; no
hubo contestación sino hasta después de su muerte. ¿Por qué? María quería que
su hermano enfermo fuera sanado; en cambio, Jesús quería que Lázaro resucitara
de los muertos. Cuando Dios retrasa la respuesta es porque quiere hacer un
milagro más grande. Además, María y Marta tuvieron una revelación más
completa de la persona de Jesús. Ellas conocieron que Jesús era la resurrección y
la vida. ¿Qué sucedería con nosotros si Dios respondiera siempre y rápidamente
a todas y cada una de nuestras oraciones?
Dios conoce tu futuro y un “no por ahora” podría ser la antesala a una más
grande bendición mañana. Cuando nos cerraron las puertas a la campaña Todos
contra el abuso infantil en una provincia de la Argentina nos decepcionamos. El
tiempo pasó y puertas más grandes comenzaron a abrirse. En este momento 16
países tienen la sesión de derechos para imprimir los libros Cuentos que no son
cuentos en sus propios territorios, en muchos casos con apoyo gubernamental y
alto impacto social. Aunque hubo gente que se opuso a una propuesta tan loable,
Dios preparó miles de corazones receptivos y sensibles para llevar adelante esta
causa a favor de los niños. Un solo “no” se transformó en cientos de “sí”. ¡Qué
favor nos hace el Señor al no concedernos todas nuestras peticiones! ¡De cuántos
sufrimientos nos estará librando! ¡Cuántas puertas estará abriendo!
Debemos aprender a dar gracias por las puertas que se abren, pero también por
las que Dios cierra. Nuestra oración debería ser: “que se haga a tu manera, o de
lo contrario, que no se haga”. Sea cual fuere la respuesta que recibamos del
cielo, creamos que Dios está en per-fecto control y, que lo que hace, lo hace por
nuestro bien.
Una puerta cerrada nos llevó a tener nuestra casa. Por años buscamos un terreno
para edificar nuestro hogar. En una oportunidad estábamos a punto de cerrar la
compra de un terreno de 200 metros cua-drados. Al momento de la firma el
dueño retrocedió y no pudimos acceder al mismo. Fue una decepción. Dos meses
después encontramos una propiedad impen-sada, en una zona de la ciudad en
pleno crecimiento. La ubicación era excepcional, su tamaño más del triple que la
anterior y, como si fuera poco, el costo muchísimo menor.
Nuestro Dios también es tu Dios. Él tiene mucho más de lo que tú puedes soñar
y esperar. Si tus oracio-nes no fueron respondidas del modo que querías y según
tu calendario, no te preocupes, no te desanimes. La demora implica que Él tiene
algo mejor en tu futuro. Si no es un terreno, será una casa; si no es la persona
con la que sales actualmente, será otra con la que serás feliz y; si no es éste el
trabajo, hay uno nuevo que Dios está preparando. Recuérdalo, será lo mejor
para ti o Dios no responderá esa oración.
16.
Lágrimas que sanan
Dios no trae el dolor, pero tiene sobradas razones para permitir que él
llegue a nosotros. Hay ocasiones en que Dios permite que suframos. ¿Por qué?
Para purificarnos. 1ª Pedro 1:6-7 dice: “...Alégrense, aunque sea necesario que
por algún tiempo tengan muchos problemas y dificultades. Porque la confianza
que ustedes tienen en Dios es como el oro: así como la calidad del oro se prueba
con fuego, la confianza que ustedes tienen en Dios se prueba por medio de los
problemas. Si ustedes pasan la prueba, su confianza será más valiosa que el oro,
pues el oro se puede destruir. Así, cuando Jesucristo aparezca, hablará bien de
la confianza que ustedes tienen en Dios, porque una confianza que se ha
probado tanto, merece ser muy alabada”, TLA. De modo que estemos
contentos, no por los problemas sino, a pesar de los problemas. Disfrutar del
dolor por el dolor mismo y de las heridas por las heridas en sí es una perversión;
pero regocijarnos a pesar de estar sufriendo, convencidos de que Dios sacará
algo bueno de lo malo que nos acontece, eso es muy distinto, ¡eso es fe
verdadera!
Otras veces el sufrimiento tiene el propósito de corregirnos o entrenarnos.
Hebreos 12:5-6 dice: “... Hijo mío, no tomes mis correcciones como algo sin
importancia. Ni te pongas triste cuando yo te reprenda. Porque yo corrijo... a
todo aquel que amo...”. Dios permite que las dificultades se nos crucen en el
camino para prepararnos. No hay progreso sin crisis. Si estás pasando
momentos difíciles, no reniegues ni te desanimes, aprovéchalos para aprender.
Cristo aprendió la obediencia a través del sufrimiento. Los dolores pueden
contribuir a tu bien. No protestes amargamente cuando algo te lastime. No te
desconciertes cuando aparezcan problemas. Las dificultades, peligros y
enfermedades pueden pulir tu carácter, mejorar tu personalidad y reforzar tu fe.
Las dificultades nos ayudan a madurar. No es posible alcanzar el triunfo sin
encontrar oposición, contrariedades y reveses. Lo importante es utilizar las
adversidades para conquistar la victoria. Encuentra la lección en cada crisis, es el
precio por la experiencia. Aplica lo que aprendes, mira más allá de la derrota y el
futuro te sonreirá.
En ocasiones Dios pone a nuestro alrededor personas difíciles para pulirnos. No
se trata de pedir que Dios las cambie o las saque de nuestro camino, se trata de
que nosotros cambiemos. Relacionarnos con esas personas nos permite crecer en
paciencia y bondad. Ellas no representan al enemigo, son instrumentos en las
manos de Dios para sacar lo mejor de nosotros. No se trata de hacer desgraciada
nuestra vida sino de desarrollar los frutos del espíritu. No te frustres ni guardes
rencor hacia personas difíciles con las que has tratado. Aprende a pasar por alto
la ofensa y otorga perdón. Si tú sigues molesto hoy por las mismas cosas que te
molestaban ayer, entonces no has crecido demasiado. Deja de quejarte. Deja de
rezongar. Abandona la crítica y no discutas más. No des-perdicies tu tiempo
dando vueltas y vueltas a un mismo asunto. Eso hizo el pueblo de Israel en el de-
sierto. Si dejas de dar círculos, criticando y refunfuñando, entrarás en la tierra de
la promesa. Reconoce que Dios te está llevando a la tierra de tu bendición y,
mientras lo hace, puede que haya un poco de sufrimiento. Soporta. Confía en
Dios. Sé moldeable, flexible y dispuesto a cambiar. Y pronto, sí, más pronto de
lo que imaginas, estarás disfrutando de lo que Dios ha preparado para ti.
Esto no significa que no pidamos ser prosperados. La voluntad de Dios es que
gocemos de bendición. Él nos quiere fuertes y vigorosos, proclamando la
victoria y la sanidad. “...Yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas...”,
3ª Juan 2. Pidamos por el milagro, anhelemos ser sanos; pero, mientras tanto,
permitamos que el Espíritu Santo trabaje en nuestras vidas porque para alcanzar
y disfrutar de las victorias que Dios ya tiene preparadas, según Efesios 2:10,
necesitarás más amor, mayor alegría y mucha paciencia. La bondad, la humildad
y el control de tu propia persona son requisitos indispensables para que, luego de
alcanzada la cima, puedas permanecer en constante avance hacia nuevos niveles
de bendición.
Permite que el Espíritu Santo enjugue las lágrimas de cada día y, por cada una de
ellas, haga surgir lo mejor de tu persona. Él puede hacerlo, Él quiere hacerlo.
17.
Todo va bien, todo irá bien
Quizás estás pasando por un mal tiempo o pienses que tienes demasiados
problemas, demasiados obstáculos y demasiadas puertas cerradas. Puede que no
veas más que un futuro sombrío delante de ti. Ese fue el sentimiento del pueblo
de Israel cuando Dios le ordenó acampar frente al mar Rojo. La situación era
extremadamente crítica: el mar adelante, el ejército egipcio detrás y las
montañas alrededor. Israel se encontraba ante una dificultad abrumadora e
insuperable. En medio de ese escenario desolador llegó la Palabra de Dios: “No
tengan miedo. Manténganse firmes y fíjense en lo que el Señor va a hacer hoy
para salvarlos... Ustedes no se preocupen, que el Señor va a pelear por
ustedes”, Éxodo 14:13-14 (DHH).
Cuando es Dios quien fija nuestra posición en la vida podemos estar seguros que
ha sido escogida con sabiduría y aun cuando la hayamos escogido nosotros
locamente, Dios domina nuestra locura y hace que las fuerzas de las
circunstancias en las cuales nos hemos colocado trabajen a nuestro favor.
Al igual que el pueblo de Israel solemos preguntarnos: “¿Por qué tengo que
pasar por esta dificultad?”. Nos atormentamos por comprender la razón por la
que nos vemos expuestos a tal o cual prueba. Cuánto mejor haríamos si
inclináramos la cabeza con humilde sumisión, exclamando: “Todo va bien, todo
irá bien”.
Los hombres de Dios en la Biblia han tenido pruebas difíciles y momentos de
duda. David, en cierta ocasión, expresó: “Al fin seré muerto algún día por la
mano de Saúl”, 1ª Samuel 27:1. Y, ¿cómo se desarrollaron los acontecimientos?
Saúl fue muerto y David estableció su trono para siempre. Elías también tuvo su
momento de debilidad. Sintió miedo por las palabras de Jezabel y huyó para
salvar su vida. Y, ¿qué pasó al final? Jezabel murió estrellada contra el suelo y
Elías fue arrebatado al cielo en un torbellino, sin atravesar por la experiencia de
la muerte.
Algo parecido sucedió con Israel en el pasaje bíblico que estamos considerando.
Creyeron que Dios los había rescatado de Egipto con el fin de hacerlos morir en
el desierto. Así razona siempre la incredulidad; nos induce a interpretar a Dios
en presencia de la dificultad, en lugar de interpretar la dificultad en
presencia de Dios. La fe se coloca más allá del alcance de la dificultad y allí
encuentra a Dios con toda su fidelidad, amor y poder. Para Dios no hay
inconveniente demasiado grande, para Él son todos igualmente posibles de
resolver. Quizás pienses que has llegado al límite de tus fuerzas. Si no puedes
lidiar con tus hijos, una persona querida te ha traicionado, tu situación
económica está peor que nunca y tu salud no mejora, no cometas el error de
desalentarte. En lugar de ello piensa de esta manera: cuanto mayor sea la
dificultad, mejor ocasión se le ofrece a Él para intervenir como un Dios benigno
y todopoderoso. Di: “Todo va bien, todo irá bien”.
Deja que sembremos esta palabra en tu corazón. Tus mejores días no han
llegado. En tu futuro hay ascenso, bendición, crecimiento, bienestar y victoria.
¿Cómo lo sabemos? Porque eso es lo que le esperaba al pueblo de Israel al otro
lado del mar. Como ellos, tú estás a punto de entrar en tu mejor etapa. Nadie
podrá impedir que se cumplan los planes de Dios. Nadie podrá detenerte. Tu
familia saldrá a flote. Tus hijos se encaminarán, tus negocios crecerán y tu
ministerio llegará a naciones que nunca imaginaste.
Ninguna circunstancia, por más difícil que parezca, puede limitar a Dios. Quizás
digas: “Ustedes no saben. No tengo educación, mi familia está fragmentada, no
tengo contactos ni dinero”. Dios no está limitado por tu educación ni por la
forma en que te criaron. Dios tiene todos los recursos que necesitas y ya ha
enviado personas que te mostrarán su favor. Deja de mirar lo que no tienes y lo
que no puedes. No está bien mirar demasiado tiempo a los problemas cara a cara.
En lugar de eso, mira a Dios. Él lo puede todo. Él puede con tu enfermedad. Él
puede con tus hijos. Él puede con tus negocios. Si Dios está contigo, ¿quién
puede estar en tu contra?
Por otra parte, no desaproveches tus pruebas. Tus crisis te permitirán entrar en
una nueva relación con Dios. Mares tranquilos nunca forjaron marineros hábiles.
Dios permite que pases por sufrimientos porque contribuyen a tu provecho
espiritual. Él hace que todas las circunstancias adversas trabajen a tu favor.
En el tiempo de la dificultad es cuando uno experimenta un inmenso e indecible
gozo al estar en la presencia del Señor. Cuando el barco se desliza suavemente
sobre la superficie del lago tranquilo, apenas se siente la presencia del Maestro,
pero se experimenta poderosamente cuando la tempestad brama y las olas
amenazadoras cubren la débil embarcación. Sentir que el corazón de Dios
simpatiza con nosotros es descanso para nuestra alma. La presencia del Señor
nunca es tan dulce como en los momentos de mayor dificultad.
¿Qué hacer en medio de la prueba? Permanecer en quietud, Salmo 46:10. Estar
quietos es el primer acto de la fe en presencia de la prueba.
Nuestra naturaleza inquieta querrá hacer algo como resultado directo de nuestra
incredulidad. Nada adelantamos con nuestros esfuerzos e inquieta agitación. No
podemos hacer que uno de nuestros cabellos sea blanco o negro, ni añadir un
centímetro a nuestra estatura.
¿Qué podía hacer el pueblo de Israel? ¿Podía secar el mar? ¿Destruir el ejército
de Faraón? ¿Allanar las montañas? Nada de eso. Estaba rodeado por un muro
impenetrable de dificultades. Del mismo modo podemos encontrarnos
nosotros, pero la más grande lección es aprender a descansar en las manos de
Dios y permanecer quietos en medio de la adversidad, sabiendo que nuestro gran
Dios intervendrá a nuestro favor.
Te preguntarás: “¿No debería hacer algo o al menos intentarlo?”. ¿Y qué
puedes hacer? Si el Señor obra por nosotros, ¿no haremos bien permaneciendo
detrás? ¿Correremos delante de Él? Dios nos invita a serenarnos, a entrar en el
silencio y la quietud. Desea que aflojemos nuestros controles, que tomemos las
cosas con calma y optemos por la tranquilidad. Dios nos pide que nos sentemos
y lo miremos. Dios es el que nos protege y defiende. ¡Del Señor es nuestra
causa y la victoria!
De la misma manera que el brazo extendido del Señor calmó las tormentas del
mar, puede calmar los torbellinos de nuestro corazón. Dios es capaz de calmar
nuestras emociones, curar nuestras ansiedades y apagar todos nuestros temores.
Deja que la bendición de paz descienda ahora sobre tu atribulado corazón; en el
silencio de la admiración y la quietud de la fe sabrás que Él es Dios y con
absoluta confianza podrás decir: “Todo va bien, todo irá bien”.
18.
Dios no está enojado contigo
“El Señor es tan bueno con los que lo respetan como un padre con sus hijos”,
Salmo 103:13 (PDT).
Hay individuos que creen que Dios está enojado con ellos. Si bien es cierto que
el pecado enoja a Dios también es cierto que Él no es un Dios enojado.
Quizás escuchaste decir: “Dios odia el pecado pero ama al pecador”. Es cierto.
La desobediencia más que hacerle daño a Dios nos hace daño a nosotros
mismos. El enojo de Dios es por nuestro comportamiento peca-inoso y no contra
nosotros. Y eso es bueno. Es para nuestro bien. La mano del Padre nunca
causaría en su hijo una lágrima innecesaria. Todo vale para hacernos más sabios
y mejores personas. Jerónimo dijo: “La peor ira de Dios sería que dejara de
enfadarse con nosotros cuando pecamos”.
La buena noticia que tenemos para darte es que Dios te perdonó todo. Te
perdonó TODO, por lo tanto no tiene NADA contra ti. “Ninguna
condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme
a la carne, sino conforme al Espíritu”, Romanos 8:1. Si arrepentido te vuelves
de tus malos caminos Dios te perdona, acepta y restaura.
Cuando cometas errores en lugar de escuchar la voz del diablo, escucha la voz
de Dios. El acusador te dirá que estás terminado, Dios te dirá que hay
esperanzas. Si te arrepientes, Dios te perdona y se olvida de tu pecado. No traerá
a la memoria aquellas cosas que hiciste mal en el pasado. Eso hace el diablo,
pero no Dios, Hebreos 10:17. El diablo buscará que te amargues y vivas
lamentándote, pero Dios buscará restaurarte. El diablo hará todo lo posible para
que te sientas condenado y lleno de culpa, Dios te llevará al arrepentimiento y al
abandono del pecado. 2ª Corintios 7:10 dice: “La clase de tristeza que Dios
desea que suframos nos aleja del pecado y trae como resultado salvación. No
hay que lamentarse por esa clase de tristeza. Pero la tristeza del mundo, a la
cual le falta arrepentimiento, resulta en muerte espiritual”, NTV. Las palabras
de Jesús a la mujer pecadora están disponibles para cada uno de nosotros: “Ni yo
te condeno, vete, y no peques más”, Juan 8:11. Por lo tanto, si Dios no te
condena, tampoco tú te condenes.
Joyce Meyer escribió un libro titulado Dios no está enojado contigo. Y tiene
razón. Aunque Dios se enoja por el pecado y la maldad, no es un Dios enojado.
Dios es todo amor. “El Señor es tierno y compasivo; es paciente y todo amor.
No nos reprende en todo tiempo ni su rencor es eterno”, Salmo 103:8-9 (DHH).
El mejor remedio para el pecado es el arrepentimiento y la confesión. La Biblia
asegura que la sangre de Jesucristo su hijo nos limpia de todo pecado, 1ª Juan
1:9.
El libro de jueces podría resumirse de la siguiente manera: desobediencia,
esclavitud, clamor y liberación. Cada vez que el pueblo de Israel desobedecía
haciendo lo malo, Dios los entregaba en esclavitud a un pueblo extranjero. Ni
bien el pueblo clamaba, Dios los perdonaba y les daba libertad. Vivían en
libertad hasta que volvían a hacer lo malo y el círculo vicioso de desobediencia,
esclavitud, clamor y liberación empezaba nuevamente.
¡Qué Dios tan bueno tenemos! No importa lo malo que hayas hecho o el tiempo
que permaneciste alejado. No estás terminado. Dios no se ha olvidado de ti. Su
perdón sigue disponible. Él te espera con los brazos abiertos. Dios tiene sus
maneras para atraerte con su amor. ¡Dios nunca tira la toalla!
“Cuando Dios se enoja, no se debe a que le estamos haciendo algo malo a Él. Se
debe a lo que nos estamos haciendo a nosotros mismos por no seguir sus
caminos. Incluso se podría decir que su enojo está a favor de nosotros y no
contra nosotros. El amor de Dios es eterno, e incluso su enojo y su desagrado
tiene intención de alejarnos del pecado y hacernos regresar a Él. Todo lo que
Dios nos manda que hagamos, o que no hagamos, es para nuestro bien. Nuestra
obediencia a Él nos dará la vida que verdaderamente deseamos. La Biblia es un
registro de lo bendecidas que son las personas cuando siguen a Dios, y de cuán
miserables y desdichadas son cuando no lo hacen”, Joyce Meyer.
Quizás tú pienses que has dejado pasar mucho tiempo, que ya es demasiado
tarde y que tu restauración es muy difícil. Entonces no conoces a Dios. El Dios
de la Biblia lo puede todo. Él no ha terminado contigo. Él no ha dejado de
amarte. Él no te abandonará aunque tú lo hayas dejado. Cambia tu enfoque.
Confía en Dios. Él nunca llega tarde, nunca deja de ser fiel, nunca es cruel,
nunca está ausente, nunca le falta amor, nunca está equivocado y, ¡nunca se dará
por vencido contigo!
19.
Mira por encima de tus dificultades
Los problemas forman parte de nuestro destino. Las crisis y las pérdidas suelen
ser acompañantes indesea-dos en nuestro viaje por la vida. Las malas noticias no
respetan a nadie. Los mensajeros de la fatalidad suelen golpear las puertas de
nuestro hogar en el momento menos oportuno. Y parece mentira, cuando más
necesitamos fe es cuando menos la tenemos.
Si bien es cierto que muchos de los acontecimientos penosos son el resultado de
nuestras desacertadas elecciones e intenciones egoístas; muchos no lo son. La
vida de Job se desmoronó de repente, sin causa aparente. Los sufrimientos que
atravesó no fueron la consecuencia de algún pecado oculto y sin confesar. Su
carácter no tenía defecto. No merecía sufrir. Su historia es una muestra evidente
de que se puede ser santo y justo y, al mismo tiempo, padecer desgracias.
Quizás, aunque en menor escala, sientas que la vida de Job es tu reflejo. Tus
sueños se han destruido y tu fe se ha debilitado. La muerte de un ser querido, una
relación de años que terminó abruptamente, una traición o un diagnóstico
negativo han hecho añicos tus esperanzas. No te desanimes tan pronto. Job
aprendió que cuando sus sueños morían, los planes de Dios para la restauración
habían comenzado. Y cuando Dios restaura, lo hace a lo grande. Job recibió
mucho más de lo que había perdido. Su postrer estado llegó a ser superior al
primer tiempo de bendición. “Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que
el primero; porque tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de
bueyes y mil asnas, y tuvo siete hijos y tres hijas...”, Job 42:12-13.
Lo importante no es comprender todo sino confiar en aquel que lo sabe
todo. Conéctate a la fuente de toda esperanza. La restauración es un derivado de
la relación con Dios. Si quieres mantener la restauración, mantente en comunión
con tu creador. “La presencia de Dios puede transformar tu hora más oscura en
tu momento más brillante. No lo olvides, tu restauración está conectada a tu
adoración”.11 Nunca subestimes un encuentro con la presencia de Dios, porque
tiene el potencial de cambiar el mundo y también el tuyo.
No abandones en medio de la tormenta. Todos los titanes de la fe bíblica han
tenido que perseverar en medio de tiempos difíciles. Ellos se han graduado en la
escuela de los sufrimientos. Los líderes del mañana corren la misma suerte; se
abren camino hacia el futu-ro y su destino, aun cuando tengan que usar sus
manos y avanzar arrancando espinas y moviendo afiladas piedras. Tienen futuro
precisamente por eso. Nunca se detienen, nunca abandonan. No importa el
tamaño de los problemas, ellos saben que su Dios es más grande y, con esa
confianza, avanzan.
Puede que alguien haya querido detenerte. Quizás algunas puertas se han cerrado
de repente. Tal vez todo lo que intentas parezca imposible, pero Dios dice: “Este
no será tu final”. Recupera tu fuego. Reaviva tu fe. Si te sacudes el dolor y no
pones entre paréntesis tus pensamientos Dios te llevará a lugares que nunca
imaginaste, aumentará tu influencia y te lanzará a un nuevo nivel en el
cumplimiento de tus sueños.
¿Has sentido alguna vez que los problemas hacen fila en la puerta de tu casa?
¿Has enfrentado vientos huracanados que llevaron mar adentro tus esperanzas?
Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia”, Juan 10:10. Llama la atención el lugar donde está colocada la
coma. La vida abundante existe del otro lado de la coma. Antes de ella, la gente
subsiste, es mera existencia. Tommy Tenney dice que posiblemente hemos
vivido en el lado equivocado de la coma. La vida que Jesús promete no es sólo la
que respiramos, sino una en la que somos completamente libres, destacados y de
regreso a lo mejor. Si confías en Dios tendrás nuevas fuerzas. La vida nacerá
nuevamente. Las cosas sucederán mucho más rápido de lo que supones. Vamos,
restaura tu esperanza, ¡renueva tu inspiración! Échale alas a tu ilusión.
Sólo los soñadores reinan. Todas las pesadillas jun-tas en tu vida no deben ser
más reales que el sueño que Dios ha depositado en ti. “La lección no es que no
se puede, sino que sólo se puede en Él y con Él. La lección no es que no lo
puedes lograr, es que sólo puedes lograrlo con Él. La lección no es que no lo
puedes lograr porque no tienes amigos, la lección es que lo puedes lograr por
encima de tus amigos. La lección no es que no lo puedes lograr porque tu familia
no cree en ti, la lección es que lo puedes lograr aunque tu familia no crea en ti.
Porque sólo Dios; sí, sólo Dios te puede dar la victoria”.12
20.
No retrocedas jamás
“Pero ustedes, esfuércense y no desmayen, porque hay recompensa por sus
obras”, 2º Crónicas 15:7 (NBLH).
Las personas que prosperan han superado grandes obstáculos. No es posible
alcanzar el triunfo sin encontrar oposición, contrariedades y reveses. Lo
importante es utilizar las adversidades para conquistar la victoria. Encuentra la
lección en cada crisis, explota tus fortalezas para superar el dolor, deja que Dios
sane tu alma. Recuerda que cada adversidad puede ser capitalizada. Aplica lo
que aprendes, mira más allá de la derrota y el futuro te sonreirá.
El secreto de la victoria está en no retroceder, la clave de la bendición está
en permanecer. Resiste a la tentación de rendirte; probablemente no estés donde
quieras estar, pero tampoco estás donde estabas. Permanece inquebrantable
frente a la promesa que has recibido. Pablo dijo: “No quiero decir que ya llegué
a la perfección en todo, sino que sigo adelante. Estoy tratando de alcanzar esa
meta, pues esa es la razón por la cual Jesucristo se apoderó de mí”, Filipenses
3:12 (PDT).
No siempre somos librados de nuestras angustias en el momento en que
clamamos al Señor. A veces, debemos soportar por un tiempo, ser pacientes,
perseverantes en nuestra fe y obedientes a su Palabra. Pero por favor, sigue
confiando. No te dejes vencer por los problemas. Nada ni nadie puede obligarte
a vivir derrotado. Tu actitud frente a los desafíos cotidianos debería ser:
“Aunque las circunstancias a mi alrededor parezcan imposibles de arreglar, yo
seguiré adelante. Aprenderé a descansar en mi buen Dios y seré paciente. No
permitiré que mi ánimo decaiga. Iré al encuentro de la presencia del Señor, pues
ha prometido no abandonarme en medio de la necesidad y yo sé en quién he
creído. Él es fiel para sostener mi vida y aunque una puerta se haya cerrado, sé
que abrirá una mejor y más grande para mí”.
Vamos, deja de acariciar tus heridas. Deja de sentir autoconmiseración. Elévate
por encima de tus problemas. No permitas que el dolor por una experiencia
desagradable te haga vivir amargado. Aunque te hayan ofendido, sigue haciendo
tu mejor esfuerzo. Aunque te hayan defraudado, sigue mostrando tu mejor cara.
Aunque el reporte médico no sea el mejor, sal de la casa y sigue sirviendo a
Dios. Cualquiera encuentra motivos para abandonar. Cualquiera encuentra
excusas para no seguir. Pero la victoria es para los que continúan, para los que a
pesar del dolor deciden seguir adelante con la vida.
Un gran amigo, en un tiempo en que estábamos muy mal de salud, nos dijo:
“Esto también pasará”. Y esas mismas palabras las sembramos en tu corazón:
“No importa cuán difícil parezca tu problema, esto también pasará”.
La persistencia hace que nuestros fracasos se conviertan en escalones para subir.
Los que perseveran ganan; y los ganadores nunca renuncian. La
perseverancia es una marca esencial de un buen creyente. “Mas la que cayó en
buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra
oída y dan frutos con perseverancia”, Lucas 8:15.
Es sorprendente ver el progreso mundial de la cadena de restaurantes Mc
Donalds. Ellos tienen un lema: “Insiste, nada en el mundo puede tomar el lugar
de la persistencia. No lo hará el talento, nada en el mundo es más común que
hombres de talento sin éxito. El genio no lo hará, el mundo está lleno de ruinas
educadas. Solamente la persistencia y la determinación son omnipotentes”.
Los grandes vendedores deben aprender esta lección. Los que venden más son
los que insisten después que sus potenciales clientes dicen “no”. Thomas Edison
dijo: “La cualidad más importante de tu vida será la insistencia en alcanzar el
objetivo, utilizando lo que sabes y demostrando perseverancia en probar, sin
importar las veces que se haya fallado”.
John Maxwell, en su libro Actitud de Vencedor, dice: “No conquistamos por la
inteligencia; conquistamos por la perseverancia. ¡Por lo tanto, persevera!”.
Michael Jordan lo expresó de esta manera: “He fallado más de 9.000 tiros en mi
carrera. He perdido alrededor de 300 juegos. En 26 ocasiones me han depositado
la confianza para hacer el tiro que define el juego y he fallado. He fallado una y
otra vez en mi vida; y es por eso que he tenido éxito”.
De una u otra manera, la perseverancia siempre produce frutos. “Un arquero
quiso cazar la luna. Noche tras noche, sin descansar, lanzó sus flechas hacia el
astro. Los vecinos comenzaron a burlarse de él. Inmutable, siguió lanzando sus
flechas. Nunca cazó la luna, pero se convirtió en el mejor arquero del mundo”,
Alejandro Jodorowsky.
Las personas de éxito son las que han sabido hacer lo que debían hacer,
cuando debían hacerlo y sin importarles si les gustaba o no. Muchísimas
personas comienzan algo y nunca lo terminan. Si quieres ver avances debes
comprometerte con un proyecto y perseverar en él. No encontramos a ninguna
persona en la Biblia que haya tenido éxito sin perseverancia. Recuerda, si
quieres terminar primero, primero debes terminar.
“Esto también pasará”. Nuestros años de dolor y enfermedad pasaron, también
tus dificultades pasarán. La depresión pasará. El dolor por la pérdida y el
desengaño pasará. Habrá un mañana diferente. Un nuevo tiempo te espera.
Levántate, sécate las lágrimas y regresa a la vida. Lo mejor está por delante. Tu
mejor canción no se ha cantado. Tu mejor negocio no se ha concretado. Tu
mejor libro está punto de escribirse. “Si permaneces en el partido, Dios siempre
tendrá un “después de esto”, para ti. Después de la pérdida, conocerás a la
persona correcta. Después del despido, obtendrás un mejor empleo. Después de
la enfermedad, saldrás más fuerte; después del desengaño, vivirás una vida
bendecida, plena y feliz... A pesar del dolor, a pesar de la adversidad, debido a
que sigues en el partido, Dios va a hacer que el resto de tu vida sea lo mejor de
tu vida”.13
21.
Realiza oraciones atrevidas
Dios no se molesta cuando tú haces oraciones audaces.
Pedro hizo una oración atrevida. Un día vio a Jesús caminar sobre las aguas y él
quiso hacer lo mismo. Jesús podría haber dicho: “Pedro, no sabes lo que estás
pidiendo”. Sin embargo, Jesús le otorgó su deseo.
Tu Dios es el Dios de Pedro. Tu Dios es el Dios de la Biblia. Este Dios no
conoce límites, puede hacer cualquier cosa. Cuando pides algo grande, la mayor
fuerza del universo sopla en tu dirección. Cuando crees, ningún desafío te
resultará difícil, ningún enemigo demasiado grande, ninguna enfermedad
demasiado grave y ningún sueño demasiado lejano. Anímate a soñar con
grandiosos amaneceres. No te conformes con planes pequeños. Cuando pienses
en tu ministerio, piensa en el mundo. Cualquier cosa que sea menos que eso no
resulta ni digna del Señor ni digna de su voluntad para tu vida. Pide en grande,
porque grande es tu Dios.
Cuando haces oraciones fuera de lo común invitas a Dios a obrar de maneras
sobrenaturales.
Moisés oró una oración fuera de lo común y el mar se dividió.
Sansón oró, el templo cayó y su mayor victoria alcanzó.
Elías oró y fuego del cielo descendió.
Elías oró y el hijo de la sunamita resucitó.
Ezequías oró y Dios modificó una profecía, lo sanó y extendió su vida quince
años más.
Jesús oró y los enfermos fueron sanados, las tormentas sosegadas y los
endemoniados liberados.
La iglesia oró y Pedro quedó libre de la prisión con la intervención del ejército
celestial y de modo sobrenatural.
Pablo y Silas oraron y los cimientos de la cárcel temblaron, el carcelero y su
familia se convirtieron y todos los presos vieron el gran poder del Dios que ellos
predicaban.
Como verás, la oración siempre es la puerta a la bendición, a la promoción y a la
manifestación del poder de Dios. No molestas a Dios haciendo oraciones
imposibles. Lo que pidas puede resultar difícil para ti, pero no es demasiado
grande para Dios. Él puede llevarte más lejos de lo que piensas, elevarte a
nuevos niveles espirituales y abrirte puertas de oportunidades como nunca antes
tuviste. Sólo atrévete a pedirlo y si lo crees, sucederá.
La Biblia dice: “No te pongas límites...”, Isaías 54:2 (BAD). El único ser sobre
la tierra que podría opacar tu futuro eres tú mismo. Pablo le aconsejó a Timoteo
cuidarse de sí mismo, 1ª Timoteo 4:16. En otras palabras, podrías convertirte en
tu peor enemigo. Alguien dijo: “Los problemas pueden detenerte por un tiempo,
pero sólo tú puedes detenerte a ti mismo en forma permanente”.
“No te pongas límites”, significa que nosotros somos los únicos que podríamos
estorbar el crecimiento, el progreso y el éxito que Dios ha destinado para nuestro
futuro. Los límites autoimpuestos interrumpen las bendiciones sobrenaturales de
Dios.
El error más común, y uno de los más costosos, es pensar que no lograremos
algo grande. Si te miras a ti mismo y confías en tus propias fuerzas, es probable
que fracases; pero si te extiendes ante los desafíos de la vida apoyándote en
Dios, ¿quién podrá hacerte frente?
Hudson Taylor, misionero a la China, expresó: “Muchos cristianos evalúan las
dificultades a la luz de sus propios recursos y, por lo tanto, se atreven a muy
poco, y siempre fallan. Todos los gigantes han sido hombres débiles que hicieron
grandes cosas para Dios porque confiaron en que su poder y su presencia
estarían con ellos”.
Si te unes a Dios, todo será posible. ¡Vamos!, anímate, desata una fe fuera de lo
común, realiza oraciones del tamaño de Dios y prepárate... porque lo que vendrá
sobre tu vida será digno del Dios que tienes.
22.
Recuérdale a Dios sus promesas
“... Ustedes, los que hacen que el Señor se acuerde, no se tomen descanso”,
Isaías 62:6 (LPD). “... ¡Los que recordáis a Jehová sus promesas, no toméis
vosotros descanso...” (VM).
Dios no necesita que le recuerdes permanentemente tus problemas, pero sí sus
promesas. Hay personas que utilizan las oraciones como una sesión de
autocompasión y queja. Está bien que le hagas saber a Dios cuáles son tus
peticiones, pero no cometas el error de enfocarte demasiado tiempo en ellas.
Debes encontrar una promesa bíblica por cada problema que tengas; luego,
párate en ella y recuérdasela a Dios.
Cuando estaba gravemente enfermo de mi columna (escribe José Luis) me
levantaba cada mañana recordándole a Dios que Él era mi sanador, Éxodo 15:26.
Cuando recién nos casamos atravesamos un tiempo de suma estrechez
económica. Nuestra cena típica consistía en tomates y tortas fritas. Sin embargo,
siempre reconocíamos que Él era nuestro proveedor, Filipenses 4:19. Dios nunca
nos abandonó. Él proveyó para nuestras necesidades más sentidas y jamás dejó
que pasáramos un día sin comer. En cierta ocasión, llegó la hora del almuerzo y
no teníamos nada sobre la mesa, de pronto, alguien golpeó la puerta y nos
entregó frutas, verduras y otros alimentos que había comprado para nosotros.
Sólo Dios sabía que no teníamos para comer.
Durante ocho años trabajé como obrero en una empresa de papel. Por las tardes
estudiaba en la Universidad y por las noches en el seminario bíblico. Los fines
de semana pastoreábamos con Silvia una iglesia a más de 60 kilómetros de
distancia. Con tantas actividades aprendí a disciplinarme. Utilizaba el tiempo
que me daban para el desayuno para repasar mis apuntes de la Universidad y,
antes de rendir mis materias le recordaba a Dios que recibiría su favor,
Proverbios 12:2 (NVI). ¡El Señor siempre me ayudó!
En nuestro hogar tenemos promesas bíblicas en muchos sitios de la casa. Las
leemos y se las recordamos a Dios permanentemente. A continuación, algunas
que te ayudarán:
- En los momentos de debilidad recuérdale a Dios que Él es quien te da las
fuerzas, Salmo 27:1.
- Cuando sientas temor recuérdale a Dios que Él es quien te da el poder para
vencer el miedo, 2ª Timoteo 1:7.
- Si presencias demoníacas te molestan recuérdale a Dios que Él te protege de
todo mal y que el infierno no puede tocarte, 1ª Juan 5:18.
- Cuando te sientas derrotado recuérdale al Señor que Él prometió llevarte
siempre de triunfo en triunfo en Cristo Jesús, 2ª Corintios 2:14.
- Cuando tengas que tomar decisiones importantes recuérdale a Dios que Él es tu
sabiduría, 1ª Corintios 1:30.
- Si estás enfermo recuérdale a Dios la promesa: “Por su llaga fui curado”
(Isaías 53:5) y “Jesús mismo tomó mis enfermedades y llevó mis dolencias”,
Mateo 8:17.
- Cuando las preocupaciones agobien tu alma recuérdale a Dios que Él cuida de
ti, 1ª Pedro 5:7.
- Si alguno de los tuyos lucha con alguna adicción recuérdale a Dios: “Porque el
Señor es el Espíritu y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”, 2ª
Corintios 3:17.
- Cuando te sientas perseguido y acusado por tus pecados del pasado declara la
siguiente promesa: “No existe la condenación para aquellos que están en
Cristo”, Romanos 8:1.
- En tiempos difíciles recuérdale a Dios que Él prometió no dejarte ni
desampararte, Hebreos 13:5 y que Él siempre estaría contigo, Mateo 28:20.
Estas promesas están para ser reclamadas. ¡Los recursos de Dios son ilimitados!
No molestas al Señor cuando le recuerdas su Palabra, cuando la declaras, cuando
la crees, cuando la vives con esperanza. Dios cumple lo que dice: “El que los
llama es fiel, y así lo hará”, 2ª Tesalonicenses 5:24 (NVI) y nosotros decimos:
¡Amén!
23.
El poder de la fe
“Verán también lo grande que es el poder que Dios da a los que creen en él”,
Efesios 1:19 (PDT).
El ilimitado poder de Dios está en aquellos que creen.
Pablo nos invita a vivir una aventura permanente de fe.
Muchas veces escucharás que alguien logró su obje-tivo porque tuvo fe,
entendiéndose la fe como la perse-verancia, el empuje, las agallas y, si bien esta
acepción es buena, en esta reflexión queremos invitarte a ver la fe desde otra
óptica. La fe bíblica es creer que pasará algo que Dios dijo, antes que pase.
Por eso la fe co-mienza por escuchar a Dios. ¿Cómo escuchamos a Dios? Entre
otras maneras, leyendo su Palabra. Debes saber qué es lo que Dios dijo en la
Biblia para luego creer que eso también sucederá en tu vida. Cuando tienes
confianza absoluta en Dios y conoces que Él es fiel en cumplir su Palabra te
atreves a todo. La fe es creer que tendrás lo que necesitas aun cuando no veas la
solución a cada uno de tus problemas.
La fe escucha a Dios, obedece a Dios y espera en Dios.
Cuando crees, el poder ilimitado de Dios se libera a tu favor. No hay nada
que pueda arrancar una sonrisa a Dios más que la fe. Si has vivido mucho tiempo
pensando negativamente necesitas cambiar tu mentalidad del “no puedo” a “con
Cristo todo lo puedo”. No digas: “es difícil que mi situación cambie”, en lugar
de ello declara: “mi situación cambiará”, “mis finanzas prosperarán”, “mi salud
mejorará”, “mis sueños se concretarán”. ¡Con Cristo todo lo puedes lograr!
Hebreos 11:1 dice: “Confiar en Dios es estar totalmente seguro de que uno va a
recibir lo que espera. Es estar convencido de que algo existe, aun cuando no
podamos verlo”, TLA. Por la palabra de fe puedes conseguir un milagro, hacer
visible lo invisible y crear algo que no existe. Debes creer que encontrarás los
fondos para emprender ese sueño. Debes creer que tus hijos volverán al Señor,
que vivirás sin dolor, que superarás ese mal hábito y que la soledad no será tu
compañera de por vida. Simplemente créelo. Cuando tú crees, todas las
fuerzas del infierno no pueden evitar que Dios haga por ti lo que Él ha
decidido hacer.
No te sientas intimidado por el tamaño de tu problema, tu Dios es más grande.
Los sueños podrán parecerte imposibles; sin embargo, de tu lado tienes al Dios
de lo imposible. Marcos 5:35 dice: “Mientras él aún hablaba, vinieron de la
casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto, ¿para qué
molestas más al Maestro?”. ¡Qué noticia tan desalentadora para un padre! Todo
el esfuerzo de Jairo parecía inútil. ¿Habrá sido tentado a recriminar a Jesús por
las veces en las que se retrasó en el camino? No lo sabemos. Lo que sí
conocemos es que Jesús escuchó dicha noticia y respondió diciendo: “No temas,
cree solamente”, versículo 36. En otras palabras: “Jairo, no te rindas, todavía
hay esperanza”. No hay situación o circunstancia difícil en la que Dios no pueda
intervenir. No hay problema que Jesús no pueda solucionar.
¿Alguna noticia desalentadora te preocupa? ¿Crees que Dios puede obrar en tu
favor? ¿Por qué no dejar que Jesús tome el control de la situación?
“No sabes cuán cerca estás de recibir la promesa que has estado esperando. Sólo
porque las cosas parecen empeorar no significa que Dios no ha escuchado tu
petición. A medida que más te acerques a la victoria, más fuerte tendrás que
luchar. A menudo, cuando todo parece estar peor es cuando te encuentras más
cerca de recibir aquello que buscas”, Myles Munroe.
¡Prepárate! Levanta las manos al cielo en posición de recibir. La bendición ya ha
sido liberada. La sanidad, restauración y prosperidad están de camino.
Simplemente porque Dios lo ha dicho, a ti te irá bien.
24.
La obediencia es recompensada
“Supongamos que uno de ustedes tiene un siervo que ha estado arando el campo
o cuidando las ovejas. Cuando el siervo regresa del campo, ¿acaso se le dice:
‘Ven en seguida a sentarte a la mesa’? ¿No se le diría más bien: ‘Prepárame la
comida y cámbiate de ropa para atenderme mientras yo ceno; después tú podrás
cenar’? ¿Acaso se le darían las gracias al siervo por haber hecho lo que se le
mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les ha
mandado, deben decir: ‘Somos siervos inútiles; no hemos hecho más que
cumplir con nuestro deber’“, Lucas 17:7-10 (NVI).
El pastor Cash Luna, en su libro En honor al Espíritu Santo, dice que Jesús
imparte una gran enseñanza acerca del trabajo y el servicio que debemos dar a
nuestras autoridades.
La obediencia en tu trabajo es un requisito que se espera de ti. No se trata de
hacer lo que tú quieres sino lo que se te pide y punto. Las personas que, en
contraposición a una orden, quieren demostrar su ‘creatividad e ingenio’ en
realidad demuestran una resistencia a la autoridad. Si quieres crecer en tu
trabajo, haz puntualmente lo que se te pide. No significa que está mal que des tu
opinión, pero en primer lugar, debes esforzarte por cumplir con excelencia las
tareas que te asignaron. Tus jefes promoverán a personas en quienes puedan
confiar, por lo que la obediencia te convierte en receptor de bendición.
Jesús dijo que aquellos que hacen lo que se les orde-na son ‘siervos inútiles’.
Seremos útiles cuando hagamos más de lo que se espera de nosotros.
“Recuerda que una persona obediente es quien tiene la capacidad de hacer lo que
se le ordena y útil es quien ofrece más de lo que se le pide. Jesús busca personas
útiles y obedientes”.14
¿Haces lo que te corresponde? ¿Eres de cuestionar las órdenes que recibes?
Recuerda que Jesús está buscando discípulos útiles y obedientes.
Esta debería ser tu actitud: obedece siempre. No cuestiones lo que te ordenan y,
además, pregunta a tu jefe si necesita alguna otra cosa aunque no te la haya
pedido. Cuida a tu jefe y no sólo al trabajo que te otorgó, así como atiendes al
Señor y no sólo a la obra a la que te llamó.
El pastor antes mencionado dice que el pasaje encierra otra lección aun más
importante. Al final de la parábola, el amo no le pregunta al siervo si está
cansado, sino que le pide que prepare la cena y se la sirva. Si al final del día el
siervo se retiraba, su comida sería la de los jornaleros. Pero al quedarse en la
casa del amo y servirle la cena tuvo la oportunidad, mientras disfrutaba de su
compañía, de comer en su casa y sentado a su mesa. ¡Qué gran enseñanza! El
siervo que obedece y atiende a su señor, al final del día recibe mejor alimento y
mayor bendición. Esto implica un esfuerzo extra, porque exige hacer algo que no
le corresponde, pero significa también recompensa extra.
¡Da más de lo que te pidan! Atiende de la mejor manera a quien te da las
órdenes, que no te importe lo que piensen o digan los demás. Demuestra siempre
tu compromiso y sé útil para quien te contrató porque, a su debido tiempo, una
mayor bendición llegará a tu vida. Si no es de parte del ser humano, vendrá de
Dios, pero seguro llegará.
Mientras estamos escribiendo este capítulo una bendición repentina vino a
nosotros. Estamos regresando de Brasil. Estuvimos todo el fin de semana
ministrando. Cuando despachábamos las maletas en el aeropuerto nos
percatamos que en el mostrador estaba el pastor Satirio Dos Santos. ¡Qué
‘casualidad’! Viajaría en el mismo vuelo hacia Buenos Aires. Como su próximo
tramo aéreo estaba demorado compartimos proyectos ministeriales que
enriquecieron no sólo nuestro ministerio sino, también, nuestras vidas.
Marisa, la coordinadora del ministerio que suele viajar con nosotros, estuvo
expuesta a la grandeza. Ella es muy servicial y ha relegado mucho por servir al
Señor y ayudarnos de maneras prácticas. Su servicio incondicional fue
recompensado. Ella también fue enormemente bendecida.
Sé lo más servicial que puedas. Muéstrate disponible siempre. Atiende a tus jefes
con deferencia y solicitud. Recuerda que los que sirven se llevan toda la
bendición.
25.
¿De qué lado estás?
“Pero ahora yo les digo que amen a sus enemigos y pi-dan en sus oraciones por
los que los persiguen. De esta forma, ustedes serán hijos del Padre que está en
el cielo. Él hace que el sol salga tanto para los malos como para los buenos. Él
es también quien hace que la lluvia caiga tanto para los que hacen el bien como
para los que hacen el mal. Si ustedes solamente aman a quienes los aman,
¿creen que merecen alguna recompensa por eso? Incluso los cobradores de
impuestos aman a sus amigos. Y si ustedes sólo son buena gente con sus amigos,
¿creen que están haciendo algo fuera de lo común? Hasta los que no están con
Dios, son buena gente con sus amigos. Por esto, ustedes deben ser perfectos
como su Padre que está en el cielo”, Mateo 5:44-48 (PDT).
Jesús dijo: “Pasemos al otro lado”, Marcos 4:35. Del otro lado del lago se
encontraba la región de Decápolis. Se decía que allí se habían establecido las
siete naciones de Canaán. Era territorio enemigo y sus habitantes paganos.
Estaba lleno de templos idolátricos; se destacaba por una exaltación de la
violencia, los excesos sexuales y la codicia, todo lo que Israel execraba. Los
judíos consideraban “el otro lado” como el lugar en el que vivía Satanás. Era
oscuro, perverso, opresivo y demoníaco. Nadie iba al “otro lado”, menos un
rabino. Jesús, de manera casual, sugirió un día: “Pasemos al otro lado”.
El pastor John Ortberg hace un estudio muy profundo de este pasaje.
Los discípulos no se alegraron por la invitación de Jesús, pero fueron. El
Maestro quería enseñarles algo nuevo. Cuando Jesús expresó: “Pasemos al otro
lado”, en realidad quería decir que ambos lados le pertenecían o, que Él mismo
pertenecía a ambos lados.
“Del otro lado” no fueron recibidos por una multitud como estaban
acostumbrados sino, por un solo hombre poseído por demonios, loco,
atormentado, que vivía en los sepulcros y se mutilaba a sí mismo. Estaba tan
desquiciado que había sido expulsado de su propia comunidad.
Jesús preguntó al espíritu malo: “¿Cómo te llamas?”, Marcos 5:9. Y la respuesta
fue: “Legión me llamo; porque somos muchos”, Marcos 5:9. Había una legión
de soldados extranjeros que vivía allí. La palabra legión era un recordatorio de
que había venido a tierra de enemigos. El demonio quiso intimidar a Jesús
diciéndole que estaba rodeado por seres que no lo querían.
Cuando la gente supo lo que había sucedido, corrieron al lugar y echaron a Jesús.
El hombre que había estado poseído por el demonio le rogó que lo dejara ir con
él. Jesús, que hasta ese momento había dicho a todos: “Síganme”, le respondió
que no; y agregó: “Ve a tu casa y cuéntale a tu gente lo que el Señor ha hecho
por ti. Cuéntales que el Señor ha sido bueno contigo”, Marcos 5:19 (PDT). Él
obedeció y “toda la gente estaba muy asombrada”, Marcos 5:20.
Poco tiempo después Jesús volvió a la región de Decápolis. En esta ocasión
grandes multitudes acudieron a verlo. “Entonces todos empezaron a correr y a
contarles a los demás que Jesús estaba allá. Por toda la región empezaron a
cargar a los enfermos en camillas hasta donde estuviera Jesús. Jesús visitó
varios pueblos, ciudades y campos. La gente llegaba con sus enfermos a las
plazas donde él estaba. Le rogaban que los dejara tan sólo tocar el borde de su
capa. Todos los que tocaron la capa de Jesús fueron sanados”, Marcos 6:55-56
(PDT).
La primera vez que Jesús fue al “otro lado” no encontró a nadie, excepto a un
mísero y patético lunático. La segunda vez que visitó esa región se produjo una
de las reacciones más espectaculares de todo el Nuevo Testamento. La gente
resultó más receptiva hacia Jesús que en cualquier otro lugar al que hubiera ido.
¿Cuál fue la razón? Habían oído que Jesús se preocupaba por la gente; Él estaba
también con los “del otro lado”. Jesús dejó bien en claro que su amor abarcaba a
los de “este lado” y a los del “otro lado”.
En Marcos 6, Jesús alimentó a una multitud en la orilla del lago que pertenecía a
Israel. Sobraron doce canastas de comida; pensemos en las doce tribus de Israel.
Dios se preocupa por su pueblo.
En Marcos 8, Jesús alimentó a una multitud “del otro lado” y sobraron siete
canastas de alimentos, que bien podrían representar a las siete naciones de
Canaán. ¿Por qué la variación? ¿Podría interpretarse como un simbolismo de
amor y gobierno? Es como si Jesús estuviera diciendo: “Vienen buenas noticias
para las doce tribus, pero también hay buenas noticias para las siete naciones de
Canaán. Doce tribus, siete naciones. Yo las amo a todas. Son buenas noticias
para “este lado” y son buenas noticias para el “otro lado”.
Tenemos la tendencia de separar entre nosotros y ellos, los de “este lado” y los
del “otro lado”. La siguiente historia nos hará reflexionar:
Un hombre caminaba por el puente Golden Gate de San Francisco cuando
observó a una mujer, a la que obviamente le pesaba la soledad y los problemas.
Corrió para decirle que Dios la amaba. A ella se le llena-ron los ojos de
lágrimas. Entonces él le preguntó:
- ¿Eres cristiana, judía, hindú, o qué?
- Soy cristiana, - dijo ella. Él agregó:
- ¡Yo también! Qué mundo más pequeño. ¿Protestante o católica romana?
- Protestante.
- ¡Yo también! ¿De qué denominación? - volvió a preguntar el hombre.
- Bautista.
- ¡Yo también! ¿Bautista del Norte o Bautista del Sur?
- Bautista del Norte. Él dijo:
- ¿Bautista del Norte conservadora o Bautista del Norte liberal?
- Bautista del Norte conservadora.
- ¡Es asombroso! ¡Yo también! ¿Bautista del Norte conservadora
fundamentalista o Bautista del Norte conservadora reformada?
- Bautista del Norte conservadora fundamentalista.
- ¡Asombroso! ¿Bautista del Norte conservadora fundamentalista de la región de
los grandes lagos o Bautista del Norte conservadora fundamentalista de la región
oriental?
- Bautista del Norte Conservadora Fundamentalista de la región de los grandes
lagos.
- ¡Milagro! - exclamó él. ¿Bautista del Norte conservadora fundamentalista de
los grandes lagos concilio de 1879 o Bautista del Norte conservadora
fundamentalista de la región de los grandes lagos concilio de 1912?
- Bautista del Norte conservadora fundamentalista de la región de los grandes
lagos concilio de 1912, - dijo ella. Él gritó:
- ¡Muere hereje! - y la empujó por sobre la baranda.
Para Jesús la tendencia de excluir al otro era pecado. Y eso sorprendió a los
discípulos. Un día, camino a Jerusalén, Jesús quiso detenerse en una ciudad
samari-tana y no fue bien recibido. Sus discípulos preguntaron: “Señor, ¿quieres
que ordenemos que baje fuego del cielo para destruirlos?”; Lucas 9:54 (PDT).
Pensaban que a Jesús le agradaría esa propuesta. Ellos querían estar del lado de
Jesús; sin embargo, Él los regañó. Se puso del lado de los samaritanos. Jesús
trató a los del “otro lado” como si fueran de “nuestro lado”. No sólo nos ama a
nosotros, ama a los samaritanos. Y no sólo a ellos, también al mundo entero.
Cuando los soldados se acercaron a Jesús para arrestarlo, Pedro sacó la espada y
le cortó la oreja a un hombre llamado Malco, Juan 18:10. Jesús le dijo a Pedro
que guardara la espada, luego recogió la oreja y se la volvió a unir a la cabeza de
Malco. Imaginemos el diálogo: “Lamento lo que hizo mi discípulo Pedro. He
estado trabajando con él durante tres años, pero no ha avanzado gran cosa.
Disculpa el asunto de la oreja”. Figurémonos lo que habrá sucedido cuando
Malco llegó a su casa esa noche y su esposa le preguntó: “¿Cómo te fue en el
trabajo hoy?”. Malco le habrá respondido: “Pues bien, me cortaron una oreja,
pero sucedió algo extraño: El hombre al que debía arrestar para ser crucificado
me sanó. ¿Por qué habría de hacer eso?”.15
¿Acaso no es la tendencia actual la de excluir a los que son o piensan diferentes?
Para Jesús las categorías no se dividen en Nosotros y Ellos. Jesús ama a los de
“este lado” y ama a los del “otro lado”. Cuidémonos de caer en el error de los
discípulos, mostremos el amor incondicional de Dios hacia todos, sin distinción.
26.
Deja de estudiar tus problemas
El pasaje de 2º Reyes 4:1-7 está repleto de principios espirituales. Tres aspectos
son dignos de destacar:
1. La viuda.
La mujer dijo: “Tu sierva ninguna cosa tiene en casa”, versículo 2. ¿Te resulta
familiar? La primera reacción de la viuda se parece a la nuestra: “No tengo”. En
lugar de dar gracias por lo que sí tenía, se enfocó en lo que no tenía. Esta actitud
es típica de todo ser humano.
Hace unos días terminamos de leer el libro titulado El legado de una pareja. El
autor remarca la influencia del matrimonio de Ruth y Billy Graham. Dice que en
una oportunidad Ruth estaba preocupada por uno de sus hijos que se estaba
alejando de Dios y no podía conciliar el sueño. Dios le habló y ella lo relata así:
“De repente el Señor me dijo: “Deja de estudiar tus problemas y comienza a
estudiar mis promesas”. Aunque Dios nunca me ha hablado de una manera
audible, no tengo dudas cuando Él habla. Así que encendí la luz, saqué mi Biblia
y el primer versículo con el que me topé fue con Filipenses 4:6: “Por nada estén
afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias,
sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios”, NBLH. El versículo 7
expresa: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus
corazones y sus mentes en Cristo Jesús”, NBLH. De repente me di cuenta de
que el ingrediente que había estado faltando en mis oraciones había sido la
gratitud. Ahí fue cuando aprendí que la adoración y la preocupación no
pueden vivir en el mismo corazón, sino que ambos se excluyen mutuamente”.
Para recordarse a sí misma que tenía que empezar cada día alabando a Dios,
colgó en su casa el siguiente letrero: ¡Alaba, ora y no desistas!16
Temer que no tendremos lo suficiente en tiempos de necesidad es un insulto a
Dios, ya que Él se ha revelado como Jehová – Jireh, es decir, el Señor Nuestro
Proveedor. Y para que no quedaran dudas de que era Dios quién suplía sus
necesidades, el milagro de la multiplicación del aceite tuvo lugar en la propia
casa de la viuda y en ausencia del profeta. Cuando te sientas en necesidad
invita a Dios a usar su ilimitado poder para multiplicar tus limitados
recursos.
2. El milagro.
Los milagros siempre requieren participación humana. La mujer debió
buscar vasijas, verter el aceite y luego venderlo. Si la mujer no hubiera buscado
el contenedor, el aceite no se hubiera multiplicado. El aceite, es decir el
contenido, depende de Dios; las vasijas, de nosotros.
¿Podemos malograr una promesa de Dios? Claro que sí. La cantidad de aceite
dependía de la cantidad de vasijas y, la cantidad de vasijas dependía de la mujer.
El aceite fluyó mientras ella tuvo vasijas vacías. Una sola vasija no podía
contener todo lo que Dios deseaba darle. Por eso el profeta le dijo: “Pide para
ti vasijas vacías, no pocas”. La provisión era proporcional a la fe de la
mujer. Si la mujer hubiese tenido más fe hubiera buscado más vasijas; como
consecuencia, habría alcanzado mayor prosperidad.
La multiplicación de la bendición, es decir la continuidad de la prosperidad,
dependía de la cantidad de vasijas que trajera la mujer.
Isaías registra una promesa parecida: “Agranda tu casa; construye una
ampliación. Extiende tu hogar y no repares en gastos. Pues pronto estarás llena
a rebosar...”, 54:2-3 (NTV). Dios está dispuesto a enviar sus bendiciones hasta
hacernos rebosar, pero debemos hacer nuestra parte. Cuando le dices a Dios:
“Quiero más de ti”, Dios dice: “Amén, agranda el contenedor, extiéndete más
allá de tus límites”. Tienes a tu disposición crecimiento, unción, oportunidades,
incremento laboral, prosperidad, aumento de ingresos, mayor revelación, más
sabiduría, proyectos desarrollados, cumplimientos de sueños, aperturas de
nuevos ministerios y mucho más. Todo esto viene. Créelo. No es poquito, es a
rebosar.
3. El aceite.
El aceite representa la bendición, ¡pero cuidado!, la prosperidad es una
bendición de Dios sólo cuando Dios sigue siendo tu Dios y no tan sólo tu
proveedor.
El pastor Mraida dice que para muchos creyentes la prosperidad es provisión
pero no es bendición, porque cuando estaban en necesidad buscaban a Dios,
oraban, ayunaban, clamaban y servían; pero pronto prosperaron y Dios dejó de
ser el primero, y ya no sirven, no ayunan, ni claman; no son sensibles a lo que
Dios les quiere hablar o mandar. Se cumple lo que Dios dice en Jeremías 22:21:
“Te he hablado en tus prosperidades, mas dijiste: No oiré”.
Si bien es cierto que Dios le dio a la viuda mucho más de lo que pretendía,
también es cierto que perdió su gran oportunidad. Ella esperaba solamente saldar
la deuda, pero si hubiera tenido más fe su prosperidad hubiera alcanzado para
vivir en abundancia mucho tiempo más.
“No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite”. El aceite no esperó a que la
mujer buscara otras vasijas. Cuando llega la oportunidad no hay tiempo para
prepara-se. Hay oportunidades que sólo pasan una vez por nuestra vida. Y la más
grande oportunidad que tenemos los seres humanos es aceptar la amistad que
Dios nos ofrece. Si nunca has entregado tu vida a Jesús, hoy es la mejor
oportunidad que tienes.
Cierta vez un mendigo vio que se acercaba el rey. “Esta es mi oportunidad”, se
dijo a sí mismo. “Le voy a pedir que me ayude; seguramente me dará mucho”.
Cuando estuvo cerca, le suplicó: “Su majestad, ¿me regalaría una moneda?”,
aunque en su interior tenía la expectativa de que el rey le diera mucho más. El
rey lo miró y le dijo: “¿Por qué no me das algo tú? Acaso, ¿no soy yo el rey?”.
El mendigo no sabía qué hacer y dijo: “Pero su majestad... yo no tengo nada”. El
rey respondió: “Algo debes tener... busca”. Asombrado y enojado el mendigo
buscó entre sus cosas y encontró una naranja, un bollo de pan y unos granos de
arroz. Pensó que el pan y la naranja eran mucho para darle al rey, así que en
medio de su ira tomó cinco granos de arroz y se los dio. Complacido el rey dijo:
“¡Ves como tenías algo para mí!”. El rey le dio 5 monedas de oro, una por cada
grano de arroz. El mendigo, al ver la reacción del rey, dijo: “Su majestad,
disculpe pero creo que aquí tengo otras cosas”. El rey, entonces, le contestó:
“Solamente de lo que me has dado de corazón te puedo yo dar a ti”.
¿Por qué retacearle a Dios lo que tenemos? ¿Por qué no entregarnos por entero?
El problema no es el aceite, es el contenedor. Dale a Dios tu propia vasija, es
decir, tu vida y Él la llenará del aceite de la unción hasta rebosar.
27.
El favor de Dios
Había amanecido despejado y con sol radiante. ¡Ideal para la excursión! No se
trataba de un simple paseo sino de observar muy de cerca una de las maravillas
del mundo.
Partimos inmediatamente después del desayuno. Las calles y autopistas se
cruzaban en todas las direcciones y, justo en ese momento, el GPS dejó de
funcionar.
En medio de una frenética carrera de autos y transportes públicos llegamos a la
estación de tren Do Corcovado. Necesitábamos un sitio para estacionar. Unos
jóvenes, a la misma usanza de nuestro país, nos dirigieron ‘amablemente’ hacia
un espacio libre para dejar el automóvil. Cuando bajamos nos exigieron una cifra
sideral de dinero a cambio de su servicio. Antes de que pudiéramos pestañear
estábamos rodeados de jovenzuelos que, con voz de mando, reclamaban el pago.
La actitud prepotente de los muchachones nos dio miedo. Pagamos, pero nos
subimos al auto y salimos de ahí apresuradamente. No sabíamos que hacer.
Decidimos ir lo más cerca posible de la estación de tren que, dicho sea de paso,
estaba atiborrada de gente. Filas interminables de personas de más de una cuadra
al sol, esperando su turno para subir al morro. Entre el tumulto de coches sin fin,
miles de personas de todos los países y decenas de buses transportando gente de
varios cruceros que habían desembarcado ese día, preguntamos a un policía
dónde podíamos estacionar. El oficial nos dijo que sería muy difícil cerca de la
estación. Nos sugirió alejarnos. En medio de esa corta charla, el auto que estaba
delante de nosotros partió y nos dejó libre el estacionamiento. Si has estado en
Río de Janeiro para la fiesta de fin de año sabrás de qué estamos hablando.
¡Estacionar se transforma en una tarea titánica! El agente de policía, con una
sonrisa, dijo: “Han tenido suerte, esto no es nada frecuente”. Primer obstáculo
superado.
Caminamos los escasos metros que nos separaban de la estación y, al hacer la
fila para comprar el boleto al Cristo nos informaron que el primer tren con
asientos libres sería para las 18:20, ¡y eran las 11 de la mañana! No existiendo
otra posibilidad, optamos por la compra y la larga espera de siete horas.
Los viajes, programados cada 20 minutos, salían con puntualidad. Así ocurrió
una vez a las 11:20 y, luego, a las 11:40. Compramos un refresco y nos sentamos
apiñados en un pequeño banquito, en medio de un mar de gente que iba y venía.
Mientras esta escena transcurría sin variantes, notamos que el tren del mediodía
anunciaba, una y otra vez, que estaba a punto de partir, pero no lo hacía.
En esa situación y rodeados por cientos de personas literalmente hablando, se
acercó una joven del personal de la empresa y nos dijo si queríamos viajar en ese
preciso instante, ya que había dos lugares disponibles. Le dijimos que éramos
tres y nos dijo que, si aceptábamos, uno podía viajar parado.
Fuimos elegidos de entre toda una multitud, cientos de personas de pie en una
fila serpenteante y agotadora. Distintos idiomas, demasiados rostros y mucho
ruido era el paisaje que gobernaba la estación de tren El Corcovado. Nosotros,
que estábamos sentados a una distancia considerable, como queriendo mantener
lejos ese ensordecedor espectáculo, fuimos interrumpidos por esa joven que
primero habló en portugués, luego en inglés y finalmente en español
invitándonos a cumplir con nuestro sueño, sin demora ni contratiempos. ¿Qué
hizo que ella nos viera y nos quisiera favorecer?
Sin pensarlo, saltamos de nuestro banquito, nos pusimos de pie y corrimos al
último vagón en busca de ‘nuestros’ lugares. Nos tomamos una foto para
recordar la enorme sonrisa que se dibujó en nuestros rostros.
Antes de una hora de que todo comenzara estábamos en lo alto del monte, a los
pies del Cristo contemplando la vista panorámica de la ciudad de Río de Janeiro.
¿Suerte? ¿Casualidad? Nosotros lo llamamos favor de Dios.
Tal vez tu situación diste mucho de un paseo, un contratiempo para tomar un
tren o una espera durante las vacaciones pero, al igual que nosotros, te en-
cuentras en medio de un mar de gente que no te ve ni te ayuda y ahí estás tú en
soledad, con problemas por resolver y a nadie a quien acudir. Quizás estás
sentado en un pequeño banquito, esperando que las horas pasen y algo bueno
suceda. Quizás has perdido toda esperanza de ayuda o solución. Quizás creas
que nadie advierte siquiera tu presencia, pero hay alguien que está pendiente de
ti, alguien que quiere favorecerte porque te ama de manera intensa y profunda,
alguien para quien nada de lo que te ocurra es secundario, banal o sin sentido.
Todo lo que es importante para ti, lo es también para Él. Nada es poco espiritual
o demasiado mundano como para que Él se desentienda. Él hará que una persona
que tiene el poder para ayudarte te vea y te favorezca de pura gracia y como
demostración de su gran amor.
Relájate un poco, no tienes por qué cargar con toda una vida de pesar, no tienes
que hacerle frente tú solo a todo lo que viene a tu vida. Puedes permitir que el
Cristo verdadero, el que siente, se emociona, escucha, ve y obra intervenga en tu
presente y futuro. Conocer al Cristo de Brasil ha sido bueno, pero conocer al
Cristo vivo, real y tierno es muchísimo mejor. No es necesario viajar ni recorrer
un camino de sacrificio, sólo dejarse amar y ser consciente de todos los regalos
que, a lo largo del día, Él ofrece como favores inmerecidos y como expresiones
de su tierno amor.
El Cristo de Río de Janeiro, parado en el morro del Corcovado, se presenta ante
el pueblo como una estatua sorda, ciega y muda. Nada que dar, nada para
ofrecer. ¡Qué distinto es el Cristo verdadero! Deseamos que tú puedas
experimentar el favor de Dios y la comunión de un Cristo activo en medio de las
luchas de tu vida. Él te escucha, te observa con amor y desea abrazarte con
dulzura.
28.
Posees lo que confiesas
Joel 3:10 expresa: “Diga el débil: fuerte soy”. No dice que el débil debe orar
sino decir. Para que los débiles reciban ayuda deben cambiar lo que están
diciendo. Este pasaje reconoce el poder de la declaración. Por ello:
- El frágil diga: “El Señor es mi fortaleza”, Habacuc 3:19.
- El enfermo exprese: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió
nuestros dolores... y por su llaga fuimos nosotros curados”, Isaías 53:5.
- El que necesita perdón proclame: “La sangre de Jesucristo su Hijo me limpia
de todo pecado”, 1ª Juan 1:7.
- El atribulado declare: “Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios
mío, fortaleza mía, en él confiaré”, Salmo 18:2.
- El que siente soledad recite la promesa: “Yo estaré con ustedes todos los días
hasta el fin del mundo”, Mateo 28:20 (PDT).
- El quebrantado económicamente confiese: “Mi Dios, pues, suplicará todas las
necesidades conforme a sus riquezas en gloria...”, Filipenses 4:19.
- Aquel que está en problemas diga: “Muchas son las aflicciones del justo, pero
de todas ellas le librará Jehová”, Salmo 34:19.
- El temeroso exprese: “Jehová es mi pastor; nada me faltará...Aunque ande en
valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo”,
Salmo 23:1-4.
- El desalentado declare: “Jehová es mi luz y mi salva-ción; ¿de quién temeré?
Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”, Salmo 27:1.
- El que duda proclame: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino
de poder, de amor y de dominio propio”, 2ª Timoteo 1:7.
- El débil exprese: “Fuerte soy”, Joel 3:10.
- El que tiene dolor haga suya la promesa: “Yo soy Jehová tu sanador”, Éxodo
15:26.
- Aquel que se siente alejado de Dios confiese con sus labios: “Ya no soy
extraño ni extranjero sino miembro de la familia de Dios”, Efesios 2:19.
Cuando comiences a declarar la Palabra estarás dando lugar a lo sobrenatural de
Dios. No te desanimes ni te rindas si aparentemente nada cambia. El hecho de
que no estés viendo resultados no significa que Dios no está trabajando a tu
favor.
Recuerda, todas las promesas que acabas de leer se cumplirán porque 2ª
Corintios 1:20 dice: “Todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén...”;
es decir, son ciertas y seguras. Dios promete en Hebreos 13:5 que nunca te
dejará, de modo que confiadamente puedes esperar que todas las cosas saldrán
bien. “No te dejaré”, es una realidad en tu vida. Dios conoce el informe médico,
sabe de tu crisis económica y no le es desconocida la situación en tu hogar. “No
te dejaré” significa: “si me das lugar, si me dejas actuar, yo me encargaré de la
situación... yo puedo con todo eso, puedo crear un camino bueno para tu vida,
aunque hoy parezca imposible”. ¿Por qué decimos esto? Porque la Biblia
asegura que Dios abrirá caminos donde no los hay (Isaías 43:19); cambiará las
tinieblas en luz y lo escabroso en llanuras (Isaías 42:16); asegura que cuando
pases por las aguas, Él estará contigo; y si por los ríos éstos no te anegarán.
Cuando pases por el fuego no te quemarás, ni la llama arderá en ti (Isaías 43:2).
La Biblia afirma que Dios te dará fuerzas, sabiduría y victoria.
Deja de angustiarte, deja de llenar de sombras tu vida. No intentes entender por
qué sucede lo que sucede. Descansa en Él. Despreocúpate. Dios ha dejado
plasmada en la Biblia cientos y cientos de promesas para que te aferres a ellas.
Puedes confiar en el Señor, Él nunca ha fallado antes y tampoco fallará.
Proclama y confiesa su Palabra. ¡Declara una realidad de bendición y
prosperidad! Alimenta tu fe con el lenguaje del cielo porque Jesús dijo:
"conforme a tu fe te será hecho".
29.
No es para los que quieren sino para
los que creen
“Por eso les digo esto: pidan a Dios y él les dará, hablen con Dios y
encontrarán lo que buscan, llámenlo y él los atenderá. Porque el que confía en
Dios recibe lo que pide, encuentra lo que busca y, si llama, es atendido”, Lucas
11:9-10 (TLA).
“Les aseguro que si dos de ustedes se ponen de acuerdo, aquí en la tierra, para
pedirle algo a Dios que está en el cielo, él se lo dará”, Mateo 18:19 (TLA).
“Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que
quieran, y se les concederá”, Juan 15:7 (NVI).
“... Así, mi Padre les dará lo que ustedes le pidan en mi nombre”, Juan 15:16
(TLA).
“¡Pídeme lo que quieras! Te daré como herencia las naciones; ¡todo el mundo
será tuyo!”, Salmo 2:8 (TLA). “Pídeme que te dé las naciones como herencia y
hasta el último rincón del mundo en propiedad, y yo te los daré”, DHH. “Sólo
tienes que pedirlo, y todas las naciones serán tuyas. El mundo entero será tuyo”,
PDT.
“Y aquella noche apareció Dios... y dijo: Pídeme lo que quieras que yo te dé”,
1º Crónicas 1:7.
A continuación, algunas lecciones prácticas relacionadas con estos pasajes:
- Recibimos lo que pedimos. Por regla general, en su ministerio terrenal, Jesús
daba lo que se le pedía. La mujer cananea pidió que su hija, gravemente
atormentada por un demonio, fuera liberada (Mateo 15:21-28); María y Marta
rogaron por la salud de su hermano Lázaro; el leproso clamó para ser limpio
(Mateo 8:1-4); Jairo imploró que su hija fuera resucitada (Mateo 9:18-26) y el
padre de un muchacho lunático se arrodilló ante Jesús pidiendo misericordia
(Mateo 17:14-18). Si queremos recibir, debemos pedir. “Pidan y recibirán,
para que su alegría sea completa”, Juan 16:24 (TLA). “Y cualquiera cosa que
pidiéramos la recibiremos de él..., 1ª Juan 3:22. Levanta ya mismo una oración a
Dios y hazle conocer cuáles son tus necesidades. Recuerda, por regla general,
sólo recibirás lo que hayas pedido.
- Obtenemos lo que esperamos. “Si ustedes creen, recibirán todo lo que pidan
en oración”, Mateo 21:22 (NVI). No es para los que quieren sino para los que
creen. La mujer con el flujo de sangre esperaba tocar el borde del manto de
Jesús para ser sanada, y así ocurrió, Mateo 9:20-22. Los ciegos creían que Jesús
tenía el poder para devolverles la vista, y obtuvieron su milagro, Mateo 9:27-30).
“Pida con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y
llevadas de un lado a otro por el viento. Quien es así no piense que va a recibir
cosa alguna del Señor”, Santiago 1:6-7 (BAD). La oración eficaz siempre va
acompañada de fe. Este tipo de oración tiene un poder extraordinario: “Les
aseguro que, si tienen confianza y no dudan del poder de Dios, todo lo que
pidan en sus oraciones sucederá”, Marcos 11:23 (TLA).
- Conquistamos los milagros que buscamos. Oraciones concretas obtienen
respuestas concretas. Los milagros extraordinarios son, con gran frecuencia, el
resultado de oraciones muy específicas. Zacarías y Elizabeth oraron por un hijo,
Lucas 1:13. De la misma manera, Ana rogó por Samuel, 1° Samuel 1:27.
Ezequías suplicó ser sanado, Isaías 38; y Pedro pidió caminar sobre las aguas,
Mateo 14:28-29. Todos ellos, sin excepción alguna, recibieron lo que
pidieron.
- Recibimos más de lo que pedimos. Los discípulos pidieron denuedo para
predicar la Palabra, y además de ello recibieron la llenura del Espíritu Santo,
Hechos 4:29-31. Dado que Dios es extravagantemente generoso, la respuesta a
nuestras oraciones es más plena y completa de lo que podemos imaginar: “Dios
tiene poder para hacer mucho más de lo que le pedimos. ¡Ni siquiera podemos
imaginar lo que Dios puede hacer para ayudarnos con su poder!”, Efesios
3:20.
Los apóstoles ocupaban su tiempo en la oración y el ministerio de la Palabra,
Hechos 6:4. Estaban persuadidos de que la comunión íntima por medio de la
oración modificaba todas las realidades. Efesios 6:18 dice: “Oren en el Espíritu
en todo momento...”.
La oración permite la renovación continua del Espíritu de Dios sobre nuestra
vida. En otras palabras, la novedad de vida y el vigor espiritual permanecen y
crecen en una vida ferviente de oración. La oración activada por la fe introduce
la dimensión sobrenatural de Dios en las batallas de nuestras vidas.
30.
Deja de sufrir
“... Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea
desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y
que sea muerto, y resucite al tercer día”, Lucas 9:22.
Jesús compartió con sus discípulos que, antes de morir, debía sufrir. La frase “es
necesario” indica que hay sufrimientos de los cuales no podremos escapar; sin
embargo, también implica que existen sufrimientos que pueden evitarse.
No es Dios quien determina cuánto tiempo pasará un hombre en el desierto. Los
hijos de Israel permanecieron cuarenta años en el desierto por no obedecer a
Dios; mientras que Jesús, debido a su fidelidad al Padre, pasó solamente
cuarenta días. Evitar muchos sufrimientos podría estar en nuestras manos.
“Puedes atravesar el desierto en cuarenta días como lo hizo Jesús o desperdiciar
cuarenta años como lo hicieron los hijos de Israel”.17
Sea cual sea la razón por la que estás en el desierto, lo cierto es que allí Dios
probará tu corazón. El desierto prueba el carácter de una persona. Saca a la luz lo
que realmente es y descubre lo más profundo del ser.
El desierto prueba hasta qué punto permanecerás fiel al Señor. En el desierto uno
mira cara a cara sus propias debilidades y queda “desnudo” delante de Dios.
¡Todo eso es necesario! El desierto es necesario. Sí, inevitable para probarnos
delante de Dios y conocernos a nosotros mismos.
El pastor Sam Him, en su libro Desde hoy en adelante, dice: “En el tiempo de la
prueba, puede ser que le pidas al Señor algunas respuestas, pero que todo lo que
recibas sea silencio. No te desanimes. ¿Te acuerdas de la época de exámenes en
la escuela? El profesor hablaba durante días y semanas. Entonces aprendías,
tomabas notas, hacías las tareas y practicabas lo que se había enseñado. Luego,
venía la prueba. El profesor estaba contigo en el aula, pero en silencio. No era el
tiempo de hablar; era el tiempo de demostrar en el examen lo que habías
aprendido”.18
Los hijos de Israel desperdiciaron cuarenta años por no aprender las lecciones
que Dios les daba. No cometas el mismo error. Muchas personas se dejan vencer
demasiado rápido al enfrentar algún desierto. No quieren aprender. Prefieren dar
vueltas y vueltas en lugar de hacer lo que tienen que hacer. El desierto sería una
mera fatalidad si no aprendiéramos a extraer los innumerables beneficios que
trae. Dios quiere bendecirnos aun en medio de las pruebas; son ellas las que nos
hacen fuertes, nos ejercitan en la fe, templan nuestro carácter y nos ayudan a ver
las áreas de nuestras vidas que necesitan ser corregidas o afirmadas.
No te dejes vencer por los desiertos. No te quejes. Asimila las enseñanzas y
mantén una actitud abierta. Declara: “aunque las circunstancias a mi alrededor
parezcan imposibles de arreglar, yo seguiré gozoso, examinaré mi vida y me
pondré a cuentas con el Señor. Aprenderé a descansar en mi buen Dios y seré
paciente. No permitiré que mi ánimo decaiga. Iré al encuentro de la presencia de
Jesús, pues ha prometido no abandonarme en medio de la necesidad y yo sé en
quién he creído. Él es fiel para sostener mi vida conforme a su propósito. Y
aunque una puerta se haya cerrado, sé que abrirá una mejor y más grande para
mí. Sé que esta adversidad no lo toma por sorpresa y forma parte de mi
entrenamiento. Declaro que, una vez superada la dificultad, tendré mayor
claridad, revelación y unción de Dios sobre mi vida. Amén”.
Epílogo
Hemos llegado al final de este libro, que bien puede representar el principio de
tu mejor tiempo. Nuestro anhelo ha sido activar tu fe y desafiarte a creer, con el
deseo ardiente de compartirte que estos principios espirituales funcionan. La
confianza en Dios, la fe en lo que Él es y en su carácter, además de honrarlo, te
bendicen.
Muchas bendiciones exigen que des el primer paso, que tomes el primer riesgo,
que batalles con el primer gran temor. No es fácil, pero si lo haces, al abrir las
puertas a lo sobrenatural de Dios verás que su deseo es apoyarte, extenderte,
bendecirte, amarte y prosperarte. Debes creerlo, debes vivir conforme a sus
promesas. Algo por debajo de eso le quita gloria y te roba progreso.
Dios quiere manifestarse al mundo y aspira a que seas su representante, su
embajador, su hijo amado, el que cuida sus intereses y el que se ocupa de que su
reino crezca. Despierta, despabílate, ponte en pie. ¡Este es tu gran día! Día de
nuevos comienzos, de grandes bendiciones, de sobrenaturales restauraciones.
Abandona el dolor, olvida los errores. Tú cuentas con el Dios de toda la gloria
como padre, amigo y especialista en restauración.
Bibliografía citada
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2. OSTEEN, J. ¡Dé el salto! Casa Creación. 2013.
3. 4. MACKINTOSH, C. M. Estudios sobre el Pentateuco. Cuernavaca, México.
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5. 6. MEYER, J. Dios no está enojado contigo. Casa creación. Nueva York.
2013.
7. BELL, R. Nooma. Shells/020. Rob Bell.
8. BEVERE, J. Acércate a Él. Una vida de intimidad con Dios. Editorial Casa
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9. OSTEEN, J. ¡Dé el salto! Casa Creación. 2013.
10. PALAU, L Y ROBNETT, T. Contamos la historia. Editorial Unilit.
Colombia. 2006.
11. 12. TENNEY, T. En la búsqueda de Dios. Editorial Unilit. Miami. Florida.
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13. 14. LUNA, C. En honor al Espíritu Santo. Editorial Vida. Miami. 2010.
15. ORTBERG, J. ¿Quién es este hombre? El impacto impredecible del Jesús
ineludible. Editorial Vida. Miami. Florida. 2014.
16. NUESCH, H. Ruth y Billy Graham. El legado de una pareja. Editorial Clie.
Barcelona. España. 2012.
17. 18. HIM, S. Desde hoy en adelante. Peniel. Bs. As. Argentina. 2011.
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