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25533-Texto Del Artículo-25552-1-10-20110607 (1) - 1

El documento analiza las últimas repercusiones del Cisma de Occidente en España durante el pontificado de Martín V. Aborda cuestiones como la necesidad de apagar los últimos focos de benedictismo, otorgar reconocimientos a quienes apoyaron la elección de un único Papa, y resolver las secuelas generadas durante los años de división.
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25533-Texto Del Artículo-25552-1-10-20110607 (1) - 1

El documento analiza las últimas repercusiones del Cisma de Occidente en España durante el pontificado de Martín V. Aborda cuestiones como la necesidad de apagar los últimos focos de benedictismo, otorgar reconocimientos a quienes apoyaron la elección de un único Papa, y resolver las secuelas generadas durante los años de división.
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Ultimas repercusiones del Cisma de Occidente

en España

La problemá tica planteada por el Cisma de Occidente es tan su-


mamante complejaa y la solució n que se le dio —política, no canó ni-
ca— es tan inestable que, tras la elecció n de Martín V, fueron muchas
las cuestiones que quedaron pendientes. En primer Iugar, la clausu-
ra del Concilio; la Asamblea ha derivado por tales cauces revolucio-
narios que urge su disolució n. Fue posible, en gran parte, por el can-
sancio general que se ha producido; el problema conciliar, sin embar-
go, será uno de los asuntos que pende sobre el difícil pontificado de
Martín V. Podrá ser sorteado con cierta habilidad en la convocatoria
de Pavía-Siena (1423-1424) y la Asamblea se clausurará en medio de
la apatía general; pero se planteará con toda su crudeza en Basilea,
convocado con tanto disgusto por parte de Martín V.
Pero otras muchas cuestiones retienen su atenció n. Es preciso re-
hacer las rentas de la Cá mara apostó lica, maltrechas por añ os de di-
visió n: el nombramiento de colectores apostó licos constituye una
de las primeras preocupaciones. Tambié n es preciso recompensar a
quienes, de una forma u otra, han favorecido la elecció n de un Pon-
tífice ú nico, y atraerse voluntades, acaso vacilantes.
Toda una serie de secuelas de los añ os de divisió n habrá n de ser
resueltas; entre otras, la devolució n de bienes indebidamente ocupa-
dos, la provisió n de beneficios disputados o de nombramientos para
los que se busca una ratificació n, la recomposició n de comunidades
moná sticas rotas por el vendaval del Cisma. Un conjunto de heridas
a curar que exigen, sin duda, un estudio en profundidad.
Pero ningú n problema tan grave como la necesidad de apagar los
ú ltimos focos de benedictismo y, sobre todo, de impedir que se rea-
viven. A medida que se estudia má s detenidamente la documentació n
de la é poca se ve con mayor nitidez que la estancia de Benedicto XIII

En la España Mediei al. Tomo V. Editorial de la Universidad Gomplutense. Madrid 198Ó


54 Vicente Angel Alvarez Pnierizuela

en Peñ íscola no es simplemente un retiro que aguarda la extinció n


bioló gica de un problema.
Tanto en Castilla como en Aragó n son muchos los que siguen sien-
do fieles al inquebrantable Papa y actú an a su favor pú blicamente.
La postura má s frecuente parece ser la de aquellos que no ponen en
duda la legitimidad de Pedro de Luna, aunque estíman que, en las
presentes circunstancias, lo má s conveniente para la Iglesia sería su
abdicació n. No desconocen las decisiones de Constanza, pero apre-
cian sus graves deficiencias, el peligro que corre la unió n lograda
mientras exista otro Papa legítimo, y el hecho indudable de que éste
no pLiede ser destituido ni forzado a abdicar.
Por estas razones se envían sendas legaciones a Aragó n y Castilla
cuyo resultado fue muy poco positivo ’; transcurridos unos añ os de
pontificado, seguramente porque el problema no manifiesta síntomas
de extinguirse por sí mismo, es preciso diseñ ar aetuaciones concre-
tas que la muerte de Benedicto XIII parece facilitar: quienes habían
sido sus partidarios hasta el momento final podían sentir ahora su
conciencia totalmente libre.
Lo que tiene lugar en Peñ íscola tras la muerte de Benedicto XIII
constituye un suceso de índole distinta, ú nicamente sustentado por
la política de Alfonso V: es una amenaza contra el Papa de Roma
por cuestiones derivadas de los intereses aragoneses en Italia. Su ex-
tinció n se produce simplemente cuando la voluntad real lo desea '
Desde luego, no habría sido posible tal acció n del monarca aragonés
si no hubiera hallado un clima favorable; ni su conclusió n podría ha-
berse alargadc› durante tanto tiempo.

Apenas había transcurrido mes y medio desde su elecció n, cuando Martín V


nombrada uri legado en Aragó n. El 1 de enero de 1418, en Constanza, era nom-
brado legado el obispo de Pisa, Alamá n Ademar, caré lenal de S. Eusebio. A. V.
Reg. Vat. 352, fols. 62 r.-64 r.; y se le dotaba de importantes poderes y diversas
ins t i-tic c iones. A. V. Reg. Vat, 352, 64 r.-87 r. Cfr. V. A. ALVARF.z PALfixt L rI..\: La
l‹ - gación de.1 cardenal Pedro me Foix en ATa ón (I425-14?0), Madrid, 1977. En
ade- lan te, citado únicamente: La Negación..., p. 9.
El 10-IV-1419 era nombrado legado en Castilla Pedro de Fonseca, cardenal de
Santú ngelo. A. V. Reg. Vat. 353, fols. 8 r.-11 r. Este cardenal, promovido pol
Beneclicto XII 1 el 14 de diciembre de 1412, es uno de los cuati'o qtic le aban-
donan tras el requerimiento de abdicació n que los prelados aragoneses le hicie-
ron el 27 de diciembre de 1418. Prestó obdiericia a Martín V el 17 de marzo
de 1419 y casi inmediatamente recibe el encargo de extirpar los nú cleos beiicdic-
tistas en Castilla. Uid. La le gación..., pp. 9-11. Cfr. L. Sz’ÁREZ FrRNÁ NDEZ: K0.S filial,
cl Ci.ema y la crisis conciliar, Madrid, 1960, p. 102. En adelante citado: Cast illa.
Estas legaciones están reclamando una monografía que esperamos abordar eri
el futuro.
En todo lo referente a esta cuestión hemos de remitir a nuestro trabajo,
ari iba ci tado, sobre la legació n de Pedro de Foix, cardcnal de S. Esteban en el
Monte Celio, en la que nos ocupamr›s ampliamente de toda csta problemätica.
Pedro de Foix había Sido creado cardenal por Juan XX III en 1414; incorporado›
desde febrero de 1416 al Concilio de Constanza será uno de los hombres de con-
fianza del papa allí electo.
Ultimas re pe rcusiones del Cisrna de Occident c• en Fe puña 55

Es evidente que el temor a un retorno pujante del benedictismo


constituye uno .de los hechos dominantes del Pontificado de Martín V.
Cualquier choque político, sin contar las sinceras voluntades que el
anciano Papa concita durante toda su vida, puede degenerar en un
rebrote de la divisió n. Nuestro estudio tiene como objeto señ alar al-
gunos restos de benedictismo, estudiar parte de esas situaciones que,
dcsconociendo la tarea desarrollada en Constanza, podían significar
un retorno al pasado, y apuntar los que parecían problemas de má s
perentoria solució n en los reinos hispanos.

El conclave ha decidido con rapidez sorprendente, dado lo com-


plejo del procedimiento electoral; no era posible esperar la elecció n
de Papa en só lo tres días ’, pero esa celeridad no significa unanimidad
ni ausencia de tensiones. Hemos de pensar que algunos votos no se
lograron sino tras apasionadas polémicas; y aquello era só lo una pe-
queñ a parte de la tormenta.

I. GRATI FICACI ONES Y RECO NOCI M IENTO DE AYUDAS

Sin que el orden en el aná lisis signifique prelació n cronoló gica


o de importancia, vamos a comenzar analizando algunas de las prue-
bas de reconocimiento que realiza Martín V: agradecer apoyos y ga-
nar voluntades para el futuro no era la menor de las empresas.
La incorporació n de Castilla al concilio de Constanza ha sido tar-
día y, en gran manera, efectuada a regañ adientes ‘, pero decisiva. Con
la misma dificultad con que se suma a las tareas conciliares se con-
vertirá luego en defensora de la autoridad pontificia, actuará contra
los planes revolucionarios de los extremistas reformadores y sacará
adelante los proyectos electorales del Colegio cardenalicio 5. Esta cau-
tela castellana tiene su explicació n en el temor, bien fundado, de que
ciertos sectores reunidos en Constanza sostenían ideas de muy dis-
CLitible ortodoxia, y tambié n en el hecho de que en Castilla no se
3 Para lo referente al procedimiento electoral, su problemática elaboración
y las votacic›nes del conclave puede rendirse a nuestro trabajo: Of Cisma de
Occidente, Madi'id, 1982, pp. 289-295.
' Castilla sus trae teóricamente obediencia a Benedicto XII I el 15 de enero
de 1416; pero queda, en realidad, sin efecto y se trata de una concesió n a la
presión que ejerce Fernando de Antequera. Hasta el 24 de octubre de ese aito
no ‹itr›rga Juan II podercs a sus embajadores destinados al concilio: A.G. S.,
Patrc›natf› Real, Leg. 21, fol. 9. Pob. L. SuJsEz: Castilla..., doc. 92, pp. 301-303.
La marcha de esta delegació n se desarrolla con lentitud tan extraordinaria que
es preciso admitir que se debe a uri proyecto deliberado.
Para todos estos acontecimientos se debe acudir a la obra de L. SUIREZ
Fr.RÑÁNDEZ: Cast illa... , repetidamente citada.
56 Vicente Angef Alvarez Palenzuela

sentía la necesidad de reforma como en otros reinos, porque aquí la


reforma se había iniciado hacía ya bastante tiempo ‘.
El esfuerzo castellano había de tener su recompensa material, ade-
má s de convertirse, en el futuro, en el má s só lido apoyo del pontifi-
cado romano. Las muestras de deferencia y la atenció n que se presta
a las peticiones de Juan II son innumerables. Por el momento, Mar-
tín V otorga al monarca castellano 80.000 florines de oro de Aragó n
por los gastos que ha soportado durante el Cisma, segú n le han in-
formado los embajadores eastellanos ante el Concilio 7. La cifra será
reclamada a lo largo de los pró ximos dos añ os del clero castellano
eximié ndose ú nicamente del pago los beneficios de los cardenales y
los profesores dominicos; de su recaudació n se encargará n don San-
cho de Rojas, arzobispo de Toledo; don Lope de Mendoza, arzobispo
de Compostela, y don Diego de Anaya, arzobispo de Sevilla, en este
momento presidente de la embajada castellana en Constanza.
Ciertamente la cifra solicitada por los embajadores ascendía a
150.000 florines, pero, aú n rebajada en esa forma, constituía una ci-
fra voluminosa. De todas formas no debió resultar fá cil recaudarla
porque en 1421 el asunto seguía pendiente. Efectivamente el 8 de sep-
tiembre de este añ o Martín V ordena que se ejecute el cobro, que
no se ha realizado hasta el presente, en la forma otorgada en su día,
encargá ndose en esta ocasió n la recaudació n a los mismos arzobispos
de Toledo y Compostela y a Diego Gó mez de Fuensalida, obispo de Za-
mora. Oueda, por tanto, relevado de su misió n don Diego de Anaya,
arzobispo de Sevilla, hecho al que nos referiremos má s adelante ’.
Ese mismo día una bula concedía a Juan II el cobro de las tencias
con destino a la guerra contra Granada, subrayando, eso sí, el ú nico
fin al que puede ser destinado el dinero así obtenido 9.
6
La reforma, efectivamente, se había iniciado en el reinado de Juan I con
la adopció n de diversas medidas tendentes a elevar el nivel del clero, a repri-
mir abusos en 1a utilizació n del privilegio eclesiá stico y a salvaguardar los bie-
nes eelesiásticos. Pero especialmente la reforma se apoya en la creación de
nuevos centros de irradiació n espiritual: jeró nimos —Lupiana, 1374, y Guadalu-
pe, 1389—, cartujos —El Paular, 139a y benedictinos —S. Benito de Vallado-
lid, 139a; L. SUÁREZ FERNANDEZ: Historia del reinado de man I de Cast illa,
Madrid, 1977, tomo I, pp. 362-372. Sobre los jerónimos ha realizado un estudio
decisivo J. M. REVUHLTn S OMALO: Los j erónimos, Guadalajara, 1982. Este mis-
mo autor ha dedicado páginas fundamentales al estudio de la reforma en gene-
ral: Renovación de la vida es piri tual, en Hiptoria de Es paña y América, Edito-
rial Rialp., tomo V, pp, 189-270. Para S. Benito de Valladolid, entre otros, M. ALA-
M0: Valladolid, congregación de San Benito de, Diccionario Espasa, 6ó (1929),
pp. 930 987.
7 La bula, con completas instrucciones sobre recaudación y exenciones, etc.,
A. V. Reg. Vat. 354, fols. 71 r.-72 v. Pub. L. SUAREZ ERNÁHDEZ: Cas t illa... , doc. 94,
pp. 304-307.
8
de octubre de 1421. Roma. A. V. Reg. Vat. 354, fols. 71 r-71 v.
° A. V. Reg. Val. 354, fols. 86 r.-87 r. Es muy interesante que se exima del pago
Ultimas repercusiones del Cisma de Occidente en Es paña 57

La misma deferencia muestra en lo que se refiere a la provisió n


de sedes episcopales, como en los casos de Toledo, Salamanca, Palen-
cia y Zamora 1', atendiendo siempre las peticiones reales, aunque ofre-
ciesen dificultades especiales.
A lo largo de todo el pontificado mantendrá iguales muestras de
deferencia con Juan II, accediendo a peticiones " o dando explicacio-
nes ante quejas castellanas como en el caso de la entrada de tropas
aragonesas en Castilla acompañ adas del legado Pedro de Foix ’2.
La situació n interior de Castilla preocupa a la Curia Romana: el
1 de septiembre de 1423, Martín V dirige una amplia exhortació n a

de cantidades por este concepto a S. Benito de Valladolid, Santa María del


Paular y Santa María de Montamarta, piezas claves en la reforma a que nos
referíamos antes, y a la Universidad de Salamanca.
° Breve sin fecha. A. V. Reg. Vat. 359, fols. 11 v.-12 v. Comunica la designació n
realizada cu las sedes de Toledo y Salamanca de acuerdo con la voluntad del
rey y pide paciencia sobre los asuntos de Palencia y Zamora. Sabemos que el 2
de julio de 1423 fueron provistas las sedes de Toledo, Salamanca y Zamora en
las personas de Juan Martínez de Contreras, Sancho López y Gutierre Gómez de
Toledo, respectivamente. El breve en cuestió n tiene que ser de esa mismo fe-
cha o poco posterior a ella. Ignoramos a qué se refiere cuando pide paciencia
respecto a la provisió n de Palencia; en cuanto a Zamora debe referirse a las
dificultades a que se enfrenta Diego Gómez de Fuensalida para tomar posesión
do la sede de Avila: nombrado el 22 de diciembre de 1424 se ve impedido de
tomar posesión de la sede abulense por Gonzalo, cantor de la misma, que se
pretende electo. En consecuencia, Martín V ordena que siga siendo obispo de
Zamora hasta que pueda tomar posesió n pacífica de su nueva sede y que, Pedro,
abad de Santa María de Alfaro, no se titule, entretanto, obispo zamorano. Su
nombramiento tendrá lugar, efectivamente, el 19 de marzo de 1425. C. EUBfiL:
Hierarcliia catholica mcdii oevi, Regensburg, 1913, tomo I, pp. ó 7 y 539.
1' En 1425 accede a dispensar al obispo de Astorga de acudir al pró ximo con-
cilio y le permite su retorno a Castilla, donde le reclama el rey. A. V. Reg. Vat.
15 r.-15 v. Mantiene una correspondencia intensa en la que el papa comunica al
rey los má s diversos aspectos, en particular las incidencias de la política ita-
liana y las acciones de Alfonso V. Cuando cita a Alfonso a comparecer en Roma
(vid. A. A. Arm. I-XVIII, 1285, fols. 48 r.-57 v.), escribe a Diego Rapado, nuncio apos-
tó lico y obispo de Orense, para que informe detenidamente a Juan II de las
razones de esta dura medida, adoptada en julio de 142ó. A. V. Reg. Vat. 359,
fols. 36 v.-37 r.; A. A. Arm. I-XVI II, 1272, fols. 54 v.-55 v.; ibid., Breves, Arm. 39,
tomo 5, fols. 307 r.-308 r.
'* En junio de 1429 Alfonso V irrumpía en Castilla con su ejé rcito. El fraca-
so de la expedición sólo fue salvado por la intervención del legado, en compen-
sación por el abandono de Aragón a Clemerite VII I. Además, mantendrá con-
versaciones con Juan II, en los primeros días de julio, tratando de detener
la contraofensiva castellana. La presencia del legado produjo gran malestar en
el rey y en todos los que pretendían lograr la eliminació n de los infantes de
forma decisiva, especialmente don Alvaro. Por eso protesta Juan II ante el papa
y éste le responde con toda clase de explicaciones. A.V.A.A. Arm. I-XVIII, tomo
1272, fols. 80 r.-80 v.; ibid. Reg. Vat. 359, fols. 53 v.-54 r.; ibid., Breves, Arm. 39,
tomo 5, fols. 340 r.-340 v. Martín V dirigió una dura recriminación al legado a la
que respondió éste explicando sus razones; el papa hubo de reconocer la acer-
tada gestión de Pedro de Foix. Ambos breves en A.V.A.A. Arm. I-XVIII, tomo
1272, fols. 80 r.-80 v. y 86 v.-88 v., respectivamente. Más ampliamente hemos tra-
tado este incidente en la legaciórt..., pp. 115-125.
58 Vicente Angel Alvarez Palenzuela

Juan II para que conserve la paz en su reino “. Dadas las repercusio-


nes que cualquier contienda tenía, no resultaba descabellado pensar
que la guerra civil castellana pudiese derivar en un rebrote de bene-
dictismo. Ello era tanto má s grave cuanto que las relaciones entre
Alfonso V y Martín V habían naufragado dramá ticamente en el mes
de junio de este añ o debido a la sublevació n de Ná poles ’4; el rey ara-
goné s preparaba su vuelta a la Península dispuesto a enderezar la
situació n política de la rama menor de los Trastú mara cn cl á mbito
castellano " Si se lograba imponer —lo quc no parecía en absoluto
imposible— nada impediría un vuelco en la postura castellana res-
pecto a Roma ’6. Esa era la gran amenaxa: que Castilla y Aragó n pu-
diesen tener la misma orientació n de gobierno.
Tambié n adoptó una postura benevolente respecto a Alfonso V;
la presencia de sus embajadores en Constanza y la unanimidad de
votos en la nació n españ ola eran indicios de que Aragó n era piel a
Martín V; indicios afirmados por la solicitud de la investidura de
Sicilia, Có rcega y Cerdeñ a, feudos de la Santa Sede. Así lo solicitó
Alfonso V y Martín V accedió efectivamente ’7. No obstante, la poco
clara actitud del aragoné s erifriarú pronto las relaciones. Debió de
haber petició n de compensació n econó mica por los gastos durante
el Cisma, exactamente como lo hicieron los embajadores castellanos 1'
Es significativo que en las negociaciones de Valencia, de agosto de
1427, entre Pedro de Foix y Alfonso V, la petició n tercera del rey sea
una indemnizació n de 150.000 florines a cobrar del clero de Aragó n ",
es decir, la misma cantidad solicitada por los emba jadores castellanos
y en parte concedida ^. Pedro de Foix volvió efectivamente de Roma

13 A. V. Reg. Vat. 359, fols. 12 v.-13 r. Pub. L. SUÁREZ JERNÍNDEZ1 COS t tllGt, , .
doc. 102, pp. 320-321.
* La respuesta de Alfonso V a las dificultades que la diplomacia pontificia le
crea será la elecció n de un nuevo Papa, Clemente VI II, a poco de la muerte tic
Benedicto XI II, sobre la cuestió n de Ná poles y la decisió n de Clemente VIII.
Uid. La Negación. ., pp. 12-22.
15 Vid, ü. Sii:tREZ: «Los Trastámara de Castilla y Aragón en el siglci xv», en
el tomo XV de la Hist orta de Es paña, dirigida por Menéndez Pidal, pp. 80-92.
El mismo, «La epoca de los infantes de Aragon••, en cl tomo V de historia ‹me
E.s paña y América, Ed. Rialp, pp. 356-360.
'° En efecto, del mismo modo que había hecho que Aragó n, tras una con-
ducta equívoca, apoyase a Clemente VI II, podría lograr, si triun faba, un re-
torno de Castilla al benedictismo, Los núcleos benedictistas eran fuertes, por
lo menos en vida del gran Pedro de Luna.
17 Sabemos estos acontecimientos por la detallada relsción de los agravios
aragoneses a la Santa Sede que Martín V hace en un amplio breve dirigido
a Juan Im El documento no lleva fecha, pero debe fecharse, a nuestro juicio,
en julio de 1426, coincidiendo con la citación dcl rey de Aragón a comparecer
en Roma. Cfr. nota 10. A. V. Reg. Vat. 359, fols. 3 v.-5 v. Pub. L. SL.íREZ, COS-
tilla..., doc. 107, pp 326-328
!8 Vid so pra. Cfr, notas 7 y 8.
' V. AI.V.\ REZ P4LEN2UELA: La Negación. .., p. 86.
Cfr. nota 7.
Ultimas repercusiones del Crema de Occidente en Es paña 39

con poderes especiales para otorgar esta petició n 2', pero el cobro cho-
có con tantas dificultades, al menos, como en Castilla. El legado llevó
la cuestió n al concilio que, tras la sumisió n de Clemente VIII, presi-
de en Tortosa y que abre sus sesiones el 19 de septiembre de 1430.
En la sesió n cuarta el clero aragoné s, alegando su extrema pobreza,
rebajó considerablemente esa suma a 60.000 florines, a los que sumó
otros 23.000 para el legado personalmente ^. Tanto Alfonso V como
Pedru de Foix aceptaron la propuesta.
La laboriosa elecció n de Martín V era la conclusió n de un comple-
jo proceso para cuyo éxito se había requerido el concurso de muchas
pcrsonas. Era obligado compensar tanto esfuerzo y era humano ma-
nifestar el reconocimiento de la Santa Sede. Es muy difícil valorar la
extensió n y difusió n de tales compensaciones; no obstante, tenemos
algunas muestras interesantes referentes a castellanos y aragoneses.
Los pr esidentes de ambas delegaciones en el concilio recibieron mues-
tra de agradecimiento del nuevo Papa.
Muy especial fue la participació n del presidente aragoné s, Juan
Ramó n Folch, conde de Cardona; en efecto, su adhesió n al plan elec-
toral de los cardenales había dotado a la nació n españ ola de la nece-
saria unanimidad y había significado la ruptura del empate en las se-
siones conciliares respecto a la forma de proceder en la cuestió n de
la Reforma y en la elecció n del nuevo Papa. Gracias a ello los caste-
llanos se incorporaron efectivamente al Concilio y se conjuró el peli-
gro revolucionario que representaban los conciliaristas a ultranza.
Este servicio había sido recompensado esplé ndidamente " y Mar-
tín V dispensó tambié n sus favores al aragoné s. Antes de concluir el
concilio, el 3 de enero de 1418, expedía una bula por la que se otor-
gaba al conde una renta anual de 2.000 florines en compensació n a
los trabajos que había realizado y realizaba en el concilio en favor de
la unió n de la Iglesia y de la Santa Sede '4. Es muy probable que esta

2 A.V.A.A. Arm. I-XVIII, tomo 1279, fols. 34 v.-35 v.; ifizd. Reg. Vat. 351,
fols. 102 r.-103 r. Unicamente se prohíbe la venta de libros y objetos de culto
para pagar las peticiones de los colectores, como en el caso castellano; V. AL-
VAREZ PnrENZUELA: La Negación..., p. 96.
Para el concilio de Tortosa, véase La Negación..., pp. 137-148. Las sumas in-
dicatlas, ibid., pá g. 142.
El precio de la adhesió n habían sido 30.000 ducados; en la negociació n
intervino como intermediario Gonzalo García de Santamaría, miembro de la
delegació n aragonesa. Los acontecimientos fueron estudiados por B. FltOMME:
Das Spanisclie Nation und das Konstanzer Konzil, Munster, 1891, p. 71; cfr.
L. S BIÁ R EZ: LOS Í tHO. . ., pp. 93-95.
*4 La cantidad se pagaba con cargo a las rentas de la Cá mara a rcCatidar en
el reino de Aragó n. A.V. Reg. Vat. 352, fo1. 31 r. Con esta misma fecha, otra bula
ordenaba a los obispos de Urgel, Vich y Concordia, disponer el pago de esta
suma por los colecctores de las rentas. A.V. Reg. Vat. 352, fols. 31 r.-31 v. La
dió cesis italiana de Concordia es suf ragá nea de la de Aquileya.
60 Vicente Angel Alvarez Palenzuela

concesió n pontificia sea solamente la conversió n de la recompensa


acordada por los cardenales en una renta anual ^.
El agradecimíento pontificio queda nuevamente de manifiesto un
mes después: dos bulas ordenan retrasar la solució n de sendos con-
tenciosos, sobre distintas herencias, que mantenía el conde ". La de-
cisió n responde a petició n expresa del conde, que, sin duda, espera
alcanzar soluciones má s favorables para él.
La participació n personal de Diego de Anaya, presidente de la
delegació n castellana, y la importancia de la posició n defendida por
esta embajada en su conjunto no hubieron de quedar sin la oportuna
compensació n. De no haber sido por los castellanos, hay que pensar
que las ú ltimas sesiones de Constanza habrían tenido otro rumbo.
La primera muestra de agradecimiento hacia don Diego de Anaya
fue su promoció n a la dignidad arzobispal, nombrá ndole para ocupar
la sede de Sevilla " que se hallaba vacante, en realidad, desde 1408.
Aunque, tal vez, econó micamente la archidió cesis sevillana se hallaba
por debajo de la importantísima sede conquense, el nombramiento
venía a ser la culminació n de la ya dilatada carrera del ilustre obispo.
Pocos días despué s de este nombramiento se le otorgaba una im-
por tante concesió n al Colegio de San Bartolomé de Salamanca, fun-
dació n de don Diego, al que siempre atendió con verdadera predilec-
ció n. Se trata de la cesió n de una cantidad de unos doscientos flori-
nes que el Colegio debía a la Cá mara apostó lica en concepto de la
media annata por unos bienes que poseía en la dió cesis de Cuenca;
cantidad ímportante —los bienes habían de serlo tambié n— que le
es cedida a petició n del recié n nombrado arzobispo sevillano ^. La si-

Dada la extrema penuria de la Cámara, es de suponer que sería proble-


mático el cobro de los 30.000 ducados. La posible conversión en renta anual,
que aquí creemos adivinar, posibilitaría el cobro aunque aplazado; no hay for-
ma de saber si se disminuye o amplía la jugosa concesió n, ya que se hace anual
«usque ad beneplacitum sedis...».
El conde de Cardona se halla todavía en Constanza, y es muy posible que
su ausencia per judicase la solución de los plcitos que se veían en Barcelona.
El Papa ordenaba su suspensió n en espera de que cl legado Alam/an Adcmar
pudiese alcanzar una solució n amistosa. La primera bula se refiere a la dispu-
ta con Pedro de Argensola sobrc la atribución del importe de un castillo,
A.V. Reg. Vat. 352, fol. 54; la segunda se refiere a una compleja cuestión de
herencia. A.V. Reg. Vat. 352, fols. 54 v.-56 v. Ambas expedidas en Constanza el
16 de febrero de 1418.
El 16 de marzo de 1418 Martín V nombraba arzobispo de Sevilla a Diego
de Anaya. La sede se hallaba administrada, desde el 20 de septiembre de 1408,
por Alfonso de Egea, por nombramiento de Benedicto XII I; C. EuBri: Hie-
rarchia..., tomo I, p. 278.
1418, marzo, 22. Constanza. A.V. Reg. Vat. 352, fols. 105 v.-106 r. Los bienes
a que se refiere el pago de la media annata habían siete distrutados por cl
cardenal de S. Esteban en el Monte Celio de la obediencia benedict isla—
Pedro Ravat. Este cardenal, obispo de Toulousse, había sido creado por Bene-
Ultimas repercusiones del Cisma de Occidente en España 61

tració n de los bienes en la dió cesis de Cuenca, de la que don Diego


ha sido obispo, y su preocupació n constante por el Colegio de San
Bartolomé, nos permite pensar que tambié n hubo de tener decisiva
participació n en la atribució n de estos mismos bienes al Colegio ".
Tambié n reciben compensaciones otros miembros de las delega-
ciones castellana y aragonesa y otras personas que han colaborado en
alguna forma en la consecució n de la feliz solució n alcanzada en Cons-
tanza. En concreto, al dominieo fray Luis de Valladolid, licenciado en
Teología, se le otorga una renta anual de 150 florines con cargo a las
rentas de la Cá mara apostó lica en Castilla ^.
En Aragó n, tenemos constancia de la concesió n de los diezmos
sobre Onteniente y Biar, que producen una renta anual de unos 600
florines, a Pablo Nicolá s, secretario de Alfonso V, en compensació n
por los servicios prestados a la embajada enviada por el concilio al
reino de Aragó n ".

dicto XIII en Perpiñán en la promoción del 22 de septiembre de 1408; muere


en Barcelona entre el 22 de marzo y el 5 de junio de 1417. Benedicto XI II
ordenó, el 11 de julio de 1417, reservar todos los beneficios del cardenal difun-
to, durante un año, para establecer sufragios por él. EUBEL' O p. Cit., tOmo I,
página 30.
^ Vacantes estos bienes por muerte de su usufructuario son cedidos perpe-
tuamente al Colegio. Del mismo modo que tenemos constancia de la interven-
ción de don Diego en la dispensa del pago de la annata, hemos de suponerla,
con más razón, eri la cesión de los bienes; es casi seguro que se respetó la
reserva hecha por Benedicto XIII, por otra parte una de sus últimas decisiones
anteriores a su deposición en Constanza, que tuvo lugar el 27 de julio de 1417.
La fecha de concesión de la exención de pago de annata coincide sensiblemente
con el aniversario de la muerte de Pedro Ravat.
!* i 418, julio, ó. A.V. Reg. Vat. 352, fols. 128 v.-129 r. Con esta misma fecha
se da orden al colector en Castilla, Juan de Bodravilla, de que efectúe el pago,
así como instrucciones para su realización. A.V. Reg. Vat. 352, fols. 129 r.-129 v.
En la concesión se indica expresamente que se trata de una compensación
por su actuación en el concilio.
31 El 23 de enero de 1418 se expedía en Constanza la bula que otorga esta
concesión. los diezmos pertenecen al obispo de Valencia y han sido cobrados
hasta ese momento por Pedro Dartcs, quien recibiera esa concesión de Cle-
mente VII. A.V. Reg. Vat. 352, fols. 59 r.-39 v. La embajada a que se refiere debe
ser la que el concilio decidió enviar a Castilla, Navarra y Aragó n, en su Sesió n
de febrero de 1416, para inducirles a enviar Si2s representantes en la Asamblea.
Sabemos que Alfonso V mostró la mejor disposición v no sólo designó sus
delegados (10 de julio de 1416), sino que desplcgó una fuerte acción diplomá-
tica que obtuvo el desplazamiento de la Corte castellana de los agentes bene-
dictistas —entre ellos Francisco Climent, legado de Benedicto XI II— y el nom-
bramiento de la delegación castellana (24 de octubre de 1416). Cfr. L. SUAREZ
FERNÁNDEz' Cas t illa..., pp. 85-88. Es de suponcr que Pablo Nicolás tuvo una
parte importante de responsabilidad en este cxito. Con esta misma fecha se
dirigen sendas bulas al obispo de Segorbe, Juan de Tauste, a Felipe de Medalla,
canónigo de Barcelona, y a Francisco Martorell, canónigo de Valencia, orde-
nándoles la eiecución de esta concesión y velar por el cumplimiento de su con-
tenido. A.V. Reg. Vat. 352, fols. 39 v. 40 r.
62 Vicente Angel Alvare z Palenzuela

I I. NO MB RA M IENTO DE CO LECTO RES

Son extraordinariamente frecuentes las ocasiones en que se indi-


ca la difícil situació n econó mica por la que atraviesan las finanxas
pontificias ”. No es preciso argumentar lo má s mínimo para que tal
afirmació n resulte creíble tras tantos anos de divisió n. El despliegue
diplom5tíco que se realiza durante el pontificado de Martín V con-
vierte en endú mica la precariedad de la Cá mara.
Es ló gico que la organizació n de una red de colectores apostó licos
constituya otra de las cuestiones de primer interes para el nuevo Papa.
Los nombramientos de colectores de que disponemos —utiliza
una Í‹›rrriulu idé ntica en todos ellos— constan de dos partes di Geren-
tes. La primera la componen un conjunto de facultades que le son
otorgadas al colector; en la segunda se detallan una serie de instruc-
ciones sobre la forma de proceder.
Despues de la indicació n de las provincias eclesiá sticas o dió cesis
que abarca la colectoría, y óe la revocació n de cualquier otro nom-
bramiento antericir de colector o subcolectores, se otorgan las si-
guientes facultades: de exigir y cobrar las cantidades debidas a la
Cá mara apostó lica, bien personalmente el colector o quienes Este de-
legue al efecto; la de actuar, mediante censuras eclesiú sticas, arresto
y secuestrar de bienes, contra los rebeldes, insolventes o quienes difi-
culten de alguna horrnu la actividad del colector, llegando si fuere
prcciso a la excomunió n; podrá n, si lo considera necesario citar a com-
parecer a los contumaces ante el tribunal pontificio o ante el Cama-
rero; finalmente, dispone de autoridad para absolver, en la forma
acostumbrada por la Iglesia, a quienes soliciten el perdó n, de cuan-
tas sentencias hubieran recaído sobre ellos, incluso excomunió n, con
imposició n de la penitencia oportuna.
En lo que se refiere a instrucciones, las fundamentales son: no
conceder moratorios superiores a un ano para el pago de las cantida-
des que son debidas a la Cá mara; en cuanto al nombramiento de sub-
colectores, que sea uno por dió cesis solamente, cuando é sta sea gran-
de y, si se trata de dió cesis pequeñ as, un subcolector para cada dos;
deberá , asimismo, comunicar los nombres y apellidos de los subco-
lectores a quienes ha nombrado y, cada dos añ os enviar a la Cú mara
una detallada relació n de sus actividades y de los fondos recaudados;
respecto a lo recaudado deberá hacerlo llegar a la Cá mara lo má s rá -
pidamente posible mediante letras de cambio o por cualquier otro
medio scguro. Antes de iniciar su gestió n deberá prestar juramento
de realizarla fielmente ante el arzobispo de Narbona, Camarero apos-
!! Un ejemplo bien cercano constituye la bula dirigida al colector apostólico,
Alfonso García de Santa María, el 18 de febrero de 1420, en la que se hace una
razonada exposición de la penuria económica. A.V. Reg. Vat. 349, fols. 17 r.-18 v.
Ultimas re percusione.s del Cisma de Occidente en K,s paha 63

tó lico; del mismo modo procederá n los subcolectores ante el colec-


tor respectivo 3’. No se indica la duració n del nombramiento, pero,
a juzgar por las instrucciones que contiene, parece que debe ser al
menos de dos añ os; todo parece indicar que, de no mediar alguna cir-
cunstancia que así lo aconseje, el nombramiento se prolongaba con-
siderablemente.
El reino de Castilla aparece dividido en dos grandes colectorías
cuya línea divisoria puede situarse, a grandes rasgos, en el Sistema
Central. En la mitad meridional recibe cl nombramiento de colector
apostó lico Alfonso García de Santa María ’4 en las dió cesis situadas
al norte de csa línea será nombrado colector Juan de Bodravilla, ar-
mediano de Lorca ”.
El reino de Aragó n —las provincias eclesiá sticas de Zaragoza y
Tarragona— en su conjunto, compone una ú nica colectoría que, en
febrero de 1418, es encomendada al obispo de Cittá di Castcllo, Ber-
nardo *. De su jurisdicció n se exceptú a, sin embargo, la dió cesis de
Mallorca, que, unos días antes, ha sido encomendada a un canó nigo
de la misma, Juan Humberto ”.
Los anteriores nombramientos tuvieron una duració n de só lo tres
añ os, ya que, en 1421, el nombramiento de colector en las provincias
eclesiiistica.s de Tarragona y Zaragoza, y en las dió cesis de Mallorca
y Pamplona —que ahora se citan expresamente— recae en Mirarnaldo
Denbú m %
Dos añ os despué s —quizá por divisió n del territorio de la colecto- ría
— se nombra a Francisco Martorell, canó nigo valenciano, colector

*' Cualquiera de los nombramientos que se citan a continuación incluye la


formula quc hemos detallado. Como e jemplo remitimos al de A.V. Reg. Vat. 348,
fols. 13 v.-15 v.
*4 1417, diciembre, 13. Constanza. Sólo un mes después de su elección, Mar-
tín V nombra a Alfonso García de Santa María colector apostolico en las dió-
cesis de Toledo, Sevilla, Plascncia, Badajoz, Cádiz, Córdoba, Jaén, Cartagena,
Cuenca, Sigüenza, Segovia y Coria. A.V. Reg. Vat. 348, í'ols. 13 v.-15 v. El nom-
brar iento debió ser ratificado un año dcS]3u Forque en el margen se hace
constar una segunda fecha de expedición, en Mantua, a 24 de diciembre de
1418.
El 8 de enero de 1418, eri Constanza, se expedía la bula de nombramiento
de Juan de Bodravilla, arcediano de Lorca, como colector en las diócesis de
Orcnse, Lugo, Mondoñedo, Tuy, Oviedo, Artorga, León, Zamora, Salamanca,
Palcncia, Burgos, Calahorra, Avila, CiEldad Rodrigo y Osma. A.V. Reg. Vat. 348,
fols. 26 r.-28 v. lis te nombramiento se inserta abreviado en A.V. Reg. Vat. 352,
Im. 25 v.
1418, febrero, 16. Constanza. AV. Reg. Vat. 348, lot. 40 r. Sc registra de
forma .ihreviada. En la colcc Moría se incluye con toda seguridad la diócesis de
Pamplona, que es sufragánca de Zaragoza; no so la menciona expresamente,
aunque sí se hace en el nombramiento de 1421, sid. rubro.
37 1418, fcbrcro, 11. Const alza. Nombramiento con la formu J a habitual de
colector, aunque se le cla título de subcolcctor. A.V. Reg. Vat. 348, fols. 37 v.-39 r.
1421, septiembre, 20. Roma. A.V. Reg. Vat. 349, fols. 168 v.-170 r.
64 Vicente Angel Alvarez Palenzuela

en la provincia eclesià stica de Tarragona, en el reino de Navarra, y en


las islas de Mallorca y Menorca 3’
Si la labor fiscal de los colectores plantea con frecuencia dificul-
tades y reclamaciones, no puede sorprendernos que ahora los proble-
mas fueran mayores. En primer lugar, por la resistencia a pagar a la
Cá mara de un Papa cuya autoridad desconoeían amplios grupos que,
como veremos en seguida, se proclamaban benedictistas pú blicamen-
te; pero, ademá s, se planteaban ahora problemas sobre cuestiones di-
versas que requieren una aclaració n pontificia.
Conocemos la problemá tica a travé s de una importantísima bula
que Martín V dirige desde Florencia a Alfonso García de Santa Ma-
ría, uno de sus colectores en el reino de Castilla ^, aunque las dudas
han sido planteadas también por otros colectores. Dudan en cobrar
ciertas cantidades a causa de algunas constituciones redactadas por
el Concilio de Constanza; también sobre la posibilidades de recaudar
lo que se debe a la Cá mara, por cualquier concepto, con anterioridad
a la elecció n de Martín V y, muy en particular, las derivadas de com-
promisos contraídos personalmente por prelados, eclesiá sticos y Or-
denes Militares, con Benedicto XIII mientras permanecían en su obe-
diencia, y las rentas de beneficios detentados por el propio Pedro de
Luna, personalmente o por otros en su nombre.
Intrincados problemas jurídicos, complicados sin duda por fuer-
tes intereses econó micos y por serios problemas de disciplina que
debieron motivar mú ltiples consultas. La respuesta pontificia se basa
en tres argumentos fundamentales: 1.°, que las mencionadas consti-
tuciones conciliares no tienen cará cter retroact'ivo; 2.°, que todas las
cantidades a las que han hecho referencia las consultas —procedan
del derecho que procedan— deberían haber sido ingresadas con an-
terioridad a la elecció n de Martín V, y 3.°, sobre todo, el hecho de que
la Cá mara se halla exhausta por los casi ocho lustros de Cisma que ha
desgarrado a la Iglesia.
Por todo ello ordena el Papa a Alfonso García de Santa María
que cobre cuantas cantidades sean debidas, por cualquier persona,
sea cual sea la dignidad eclesiá stica que ostente y, en particular, que
recupere las cantidades que han sido depositadas en custodia en ma-
nos de algunos mercaderes u otras personas. La orden se acompañ a
de la facultad de absolver a quienes satisfagan sus deudas de cuantas
penas hayan recaído sobre ellos, incluso excomunió n, por haberse ne-
gado a hacerlo anteriormente; y tambié n se otorgan los habituales
*° 1423, mayo, 10. Roma, A.V. Reg. Vat. 349, fols. 269 v.-271 r. No hace refe-
rencia a la provincia eelesiástica de Zaragoza; por ello nos atrevemos a pensar
que quizá la coleetoría en esta provincia siguiera encomendada a Mirarnaldo
Denbúm en tanto que los territorios segrcgados de la antigua colectoría sc cn-
comendaban ahora a Francisco Martorell.
1420, febrero, 18. Florencia. A.V. Reg. Vat. 349, fols. 17 r.-18 v.
Ultimas repercusiones del Cisma de Occidente en Es paña ó5

poderes —penas eclesiá sticas, secuestro de bienes y beneficios y arres-


to— para actuar contra los rebeldes que se nieguen al pago, apelando
incluso al brazo secular.
La solució n, pese a todo, debía parecer sumamente compleja y
acaso se confiaba poco en los medios de fuerza como forma de obte-
ner una solució n que fuese satisfactoria para todos. Por eso se ex-
tendían facultades al colector para negociar la deuda, con los propios
deudores o con los banqueros, a fin de llegar a una «concordia y so-
lució n real» del problema. La voluntad de zanjar la cuestió n queda
de manifiesto en el hecho de que se autorice a Alfonso García de
Santa María a condonar a los interesados hasta una tercera parte de
la cantidad adeudada 4'.

I II. REPRESIÓN DE BENEDICTISTAS

Impedir que el Cisma se reavivase hubo de ser la cuestió n de ma-


yor interé s; ahora bien, no parece un problema que obsesione a Mar-
tín V en los primeros momentos del Pontificado. Es posible que, siem-
pre que se mantenga dentro de ciertos límites, no preocupe demasia-
do la existencia de focos benedictistas: faltos de apoyo oficial, la
muerte de Benedicto XIII habría de señ alar la hora de su extinció n
final. Así podía pensarse.
Las dos legaciones enviadas a Aragó n y Castilla, de Alamá n Ade-
mar y de Pedro de Fonseca, respectivamente, parecen má s una toma
de contacto con la realidad que una decidida acció n contra focos cis-
má ticos 4’. En los primeros añ os del pontificado de Martín V, só lo se
producen reacciones en casos concretos, acaso porque el nú mero de
desobedientes o la gravedad del escá ndalo provocado por los cismá -
ticos requiriese una respuesta pú blica por parte del Papa; es el caso
de la dió cesis de Burgos, que, por alguna razó n que no conocemos,
aconseja una actuació n contra los recalcitrantes.
El 20 de diciembre de 1418, desde Mantua, Martín V ordena a Pa-
blo de Santa María, obispo de Burgos, que, previa admonició n canó -
Sc apuntan aquí una serie de problemas para cuyo estudio completo sería
prcciso acudir pormenorizadamente a la ingente documentación de los «Fondos
de Cámara» del Archivo Vaticano; el sólo enunciado de los apartados Que
contiene este fondo nos da idea de su importancia: Introitus et exitus; Collec-
toriac; Rcgistri Avcnionensi; Obligationes ct solutiones; obligationes eommu-
nes; obligationes particulares.
4* Cfr. nota 1. Alamán Ademar salió de Constanza el 17 de febrero de 1418
y se incorpoi ó de nuevo a la Corte Pontificia en Florencia el 20 de abril de
1419. Unos días antes Pedro de Fonseca, recientemente reconciliado con Mar-
tín V, había sido nombrado legado cn Castilla. C. EUBEL: Hiera rcliia..., tomo I,
p.. 32. ( Es posible pensar que Martín V conceder ía una misión realmente deli-
cada a un cardenal recien reconciliado? No es posible contestar, por el mo-
mento, afirmativamente; o si se trataba de una concesió n honorífica.
óó Vicente Angel Alvaro z Palen duela

nica, proceda contra aquellas personas que en su dió cesis turban la


paz de la Iglesia despreciando lo sucedido en Constanza ”. Parece
apre- ciarse que lo que determina esta medida es que existen personas que
realizan una actividad pú blica tendente a arrastrar al pueblo contra
las decisiones de Constanza ". Es muy probable que, de no manifes-
tar esta actividad, no se produjese respuesta por parte de la autoridad
pontificia; en la misma bula se indica que el objeto de la actuació n
que se encomienda al obispo de Burgos es extinguir estas actividades
antes de que induzcan a otros a error.
Esa misma actividad pú blica a favor de Benedicto XIII y contra
las actuaciones conciliares de Constanza motivará nueva reacció n de
Martín V tres añ os despué s. En esta ocasió n la actividad propagan-
dística debía ser intensa y con un radio de acció n muy grande, puesto
que afecta a todo el reino de Aragó n. El 28 de agosto de 1421, desde
Roma, Mart ín V escribe sendas bulas a Francisco Climent —Francis Climent
— patriarca de Jerusalé n y administrador apostó lico de la dió cesis de
Barcelona 4’; a1 azorbispo de Zaragoza, Alfonso de Argü e- llo; al
arzobispo de Tarragona, Dalmau de Mur, y al obispo de Ma- llorca,
Luis de Prades ". Se les encarga la represió n de dos importan- tes
agentes benedictistas 4’ cuya actividad debía ser de enorme impor- tancia,
no só lo por abarcar a todas las dió cesis de Aragó n, sino por la
dureza de las medidas que se ordena adoptar.
La alarma debió ser importante para motivar una reacció n tan
considerable. La personalidad de uno de ellos —Juan Carrer— avala
la importancia de lo sucedido. Es probable que la recompensa por
esta actividad sea su promoció n al cardenalato que Benedicto XIII
realizó en noviembre de 1422 ®. En ese momento se hallaba refugiado

*3 A.V. Reg. Vat. 352, fo1. 220 r.-220 v. Pub. L. SU.tREZ HERNÁNDEZ: Castilla...,
doc. 96, pp. 309-310.
** Ihiá. •‹ , .sint nonnulle perdone. . paci et tranquillitati ecclesie Dei invi-
dcntcr que in gcncralis Constancoiensis concilii ciusque ordinacionum et dc-
tcrminacionum derogacionem nonnulla temerc ct sinistre docmatizare ac su-
persticioso asserere et pia» fidelium simplicium mentes diversis periculosis et
hereticix crroribus involucre mobuntur...».
°5 A.V.A.A. Arm. I-XVI11, 1284, fols. 23 v.-28 v.
** Ih ill., fol. 28 v. Estas tres ultimas bulas se copian únicamente en regesto,
indicándose que su contenido es idéntico al anterior. Se trata de un libro
de registro copiado en el pontificado de Paulo V (1605-1621), y contiene ligeros
errores de lcctura de abreviaturas.
4' Uno de cl los es un notario apostó lico —Grugum Flandrum, así aparece
cn el documento— y cl otro es Juan Carrer, canónigo de Rodcz. Este segundo
es personaje harto conocido: capellán dcl conde de Armagnac, en cuyos estados
es colector apostólico y vicario general de Benedicto XII I.
*' El 27 dc noviembre de 1422, en cl curso de la grave enfermedad que puso
en graví simo peligro la vida de Benedicto XIII —hasta el punto de que algunos
autores hayan fi jado en esta ocasión la muerte dcl Papa— Pedro de Luna pro-
movió a cuat ro car dcnalcs, LiflO de ellos Juan Carrer, cl único dc los nombrados
en csc momcntO qi2c no rcsidía en Períscola; V, A. AL¥’fiREz PALENZUELA: / €/s-
mv..., pág. 307.
Ultimas repercusiones del Cisma de Occidente en Es paña ó7

en el castillo de Turé ne, probablemente huyendo de las medidas que


comentamos. Naturalmente, su entrada en Aragó n só lo puede produ-
cirse a finales de 1423, es decir, cuando Alfonso V —muerto ya Pedro
de Luna— ha roto con Martín V y apoya abiertamente el cisma de
Peñ íscola ^. La obstinació n cismá tica de Juan Carrer y la sumisió n
del conde de Armagnac hacen posible la captura del activo colector,
que morirá en prisió n en fecha incierta .
Martín V ha conocido que estas dos personas predican activamen-
te la legitimidad de Benedicto XIII y la invalidez de las decisiones de
Constanza, arrastrando a algunos a sus puntos de vista; juzgados y
condenados como cismá ticos y herejes por el deá n de Burdeos, por
delegació n pontificia, ratifica ahora esta condena y ordena a los cita-
dos obispos que publiquen esta sentencia en sus dió cesis con las so-
lemnidades acostumbradas. Por ello decide la adopció n de las má s
duras penas previstas: privar de bienes, honores, y beneficios a los
dos citados; desligar de sus juramentos a quienes les hayan presta-
do fidelidad y obediencia; ordenar que sean capturados, si es posible,
y que le sean remitidos si no se estima que exista peligro de fuga o,
en caso contrario, que sean sometidos a prisió n hasta que reciban
nuevas instrucciones.
Se prevén iguales penas para quienes se sumen a su partido y
les apoyen; se declara el entredicho sobre las ciudades en que los
condenados residan y hasta tres días después de su partida. Asimismo,
se amenaza con penas de excomunió n y privació n de bienes a todos
los que le presten ayuda, les reciban en sus ciudades o les proporcio-
nen víveres o cualquier otro tipo de bienes. Las ó rdenes se cierran con
amplios poderes para actuar mediante prisiones y penas corporales
contra los resistentes "
Las medidas está n, desde luego, a la altura de las graves circuns-
tancias. Pero lo que puede resultar llamativo es que la represió n de
estos benedictistas sea encomendada, entre otros a Francisco Cli-

4• El 28 de junio de 1423, Alfonso V ordena a sus Sú bditos que no obedezcan


las bulas de Martín V. El cambio de postura del rey dejaba sin aplicació n
posible las medidas ordenadas por Martín V; por eso Juan Carrer podía llegar
a Pcñíscola en noviembre de 1423 incorporándose a la Curia de Clemente VI I I.
Las relaciones no debieron ser buenas porque, considerando simoníaca la elec-
ción del Papa de Pcñíscola, designó, en noviembre de 1425, a un subcolector
suyo, Bcrnai do Garnier, como Papa, con el nombre de Benedicto XIV. De mo-
mento no hizo pública su «elección», pero en marzo de 1426 ya había abando-
nado Peñíscola.
50 El nuevo «Papa› y su cardenal vivieron bajo protección del conde de Ar-
magnac hasta 1429, en que se sometió éste a Martín V. En 1433, Juan Carrer
fue hecho prisionero y encerrado en cl castillo de Foix, donde muere en fc•cha
incierta. Ero cardenal del título de San Esteban en el Monte Celio, el mismo,
gr un partido jet, Que cl dcl car dcnal de Foix; V. A. AI.V AltE7. P xcExz¥iELA: EL Cis-
co..., pp. 308-309.
*1 Documento cit ado, nota 45.
68 Vicente Angel Alvarez Palenzuela

ment, que fuera durante añ os el gran agente benedictista en Castilla


y a cuyas actividades se debe en gran parte la fidelidad castellana a
Pedro de Luna ". Su expulsió n de la corte castellana significa la adhe-
sió n de Catalina de Lancaster a las iniciativas del concilio de Cons-
tanza, aunque el nombramiento de la delegació n castellana se retrase
todavía unos meses "; Francisco Climent es uno de los cabecillas de
la protesta de Barcelona de 1416 por el nombramiento de la delegació n
aragonesa en Constanza *. Martín V anula su traslado a la silla arzo-
bispal de Zarago3a, lo que, a primera vista, podría ser interpretado
como una destitució n ”. No obstante creemos poder asegurar que ac-
tú a como verdadero agente de Martín V, como antes de la elecció n de
é ste lo fuera de Benedicto XIII. Sinduda el retorno de Francisco Cli-
ment a Barcelona es fruto de un acuerdo, cuyas razones no es posible
precisar.
La acció n iniciada en el reino de Aragó n en el verano de 1421 debió
tener resultados esperanzadores porque, en noviembre de 1422, se em-
prende una nLieva ofensiva que debe conducir a la reducció n de los
cismá ticos; es de notar que la iniciativa coincide con la grave enfer-
medad por la que atraviesa Benedicto XIII en esos momentos.
El 7 de noviembre Martín V nombraba a Alfonso de Argü ello, ar-
zobispo de Zaragoza, nuncio en su dió cesis y provincia eclesiá stica por
un período de cuatro añ os *; la dureza de las acciones previstas hace
unos meses era completada ahora con un plan de reconciliació n. Se
le concedían facultades para perdonar a quienes hubieran incurrido

*2 La actividad como agente benedictista de Franseisco Climent, en L. Suá-


REZ FERNÁNDEZ' Ü6IStiI!a. .., pp. 46, 74, 79-81.
5* No fue fácil desbanear a los agentes benedictis tas de Castilla, y se logró
a instancia de Alfonso V, en julio de 1416. No obstante, el nombramiento
de la delegación castellana no se produce oficialmente hasta el 24 de octubre
de ese añ o; L. SUAREZ FEltN tNDEz: ibid., pp. 87-88.
L. SUÁREZ FERNÁNDEZi lOC. cit. Cabe la posibilidad de que la protesta de1
arzobispo se realizase de acuerdo con el monarca que tendría siempre un argu-
mento para retroceder si eonvenía.
S* El 13 de noviembre de 1415, Benedicto XIII premió los buenos servicios
de su legado en Castilla nombrándole arzobispo de Zaragoza, trasladándole
desde la silla de Barcelona. Martín V anula este traslado, el 19 de junio
de 1419, y le nombra admiriistrador apostólico de Barcelona asignáridole una
renta de 3.000 florines sobre las rentu s de la diócesis de Sigüenza, de la que
procede Alfonso de Argüello que va a sustituirle. No lo interpretamos como
una destitución; tiene todo el aspecto de un pacto, bien compensado económi-
camente. El 4 de noviembre de 1429, a la muerte de Alfonso de Arizü el lo, volverá
Francisco Climent a ser nombrado arzobispo de Zaragoza; C. EtiaxL: Hierar-
chia..., tomo I, pp. 128 y 153. Una valoració n má s documentada de estos acon-
tecimientos —que aquí no podemos hacer— nos explicaría la confianza que
Martín V deposita cn é1 y las razones de lo que consideramos acuei do para
encomendarle la administració n de Barcelona.
1422, noviembre, 7. Roma. A.V. Reg. Vat. 354, fols. 142 r.-143 r. No se omi-
te la apelació n a las sanciones cancinicas habituales, pero se insiste alii'umado-
camente cu las medidas de gracia y en la atrib£lció n a nuevas personas etc car'-
gos y beneficios.
Ultimas repercusiones del Crema de Occidente en Es paña 69

en penas de excomunió n, entredicho y privació n de bienes, beneficios


y dignidades, con tal que muestren su arrepentimiento y presten jura-
mento de fidelidad, con los debidos controles, ceremonias y peniten-
cias; del mismo modo podrá perdonar a los pertinaces que han des-
obedecido tanto las sentencias de Constanza, como las del legado Ala-
má n Ademar. En cuanto a los que permanezcan en su obstinació n,
actuará contra ellos en la forma prevista en los cá nones y procederá
a proveer los bienes y beneficios de é stos con tal que no sean dignida-
des, en otras personas idó neas, cuidando que tomen efectivamente
posesió n de sus beneficios, sean recibidos en é stos y cobren realmen-
te sus frutos y rentas, comunicando, ademá s, a la Cá mara y al colec-
tor los nombres de los nuevos ocupantes. Resulta evidente que exis-
ten voluntades que se han captado y que se han entrevisto posibilida-
des reales de aislar a los resistentes; labor de aislamiento que se com-
pletaría creando un círculo de nuevos ocupantes interesados en el
despojo final de los benedictistas inasequibles.
El tono conciliador queda aú n má s de manifiesto en nueve bulas,
de la misma fecha todas ellas del nombramiento, en que se otorgan
al nuncio diversos poderes y facultades: atraer personas a su acció n
y reformar aspectos diversos de la vida religiosa del reino constitu-
yen su contenido.
Con objeto de ganar apoyos podrá otorgar el derecho a disponer
de altar portá til, hasta un nú mero de cuarenta ". Con esa misma fina-
lidad y la de zanjar disputas en torno a la posesió n de beneficios, po-
drá otorgar cuarenta, siempre que la renta anual de cada uno no su-
pere las ochenta libras torinesas ". Los añ os de Cisma han dejado lar-
gas secuelas de excomuniones, entredichos, irregularidades y deposi-
ciones que podrá hacer desaparecer con los oportunos perdones, re-
habilitaciones y restituciones ^, así como iglesias y cementerios pro-
Ganados, que podrá rehabilitar ".
A.V. Reg. Vat. 354, fol. 144 r. La finalidad de ganar apoyos se manifiesta
aquí expresamente: «...per que aliis te possis reddere gratiosum...»; podrá
otorgar altares a nobles, magnates o doctores, siempre con las cautelas y condi-
ciones habituales.
Esta facultad se refiere a los beneficios cuya provisión, según los esta-
tutos lateranenses corresponde a la Santa Sede. Es evidente que estos benefi-
cios, vacantes en derecho, no lo está n de hecho, ya que se precisa la nccesidad
de expulsar de ellos a sus ilícitos detentadores v se insiste, por ello en hacer
efectiva la toma de posesió n, recepció n y cobro de rentas. Estos beneficios po-
drá n ser disfriitados simultá neamentc con hasta otros tres de los denominados
compatibles, pero los beneficiados deberá n previamente renunciar a cualquier
otro incompatible que distruten, así como a expectativas o demandas sobre
otros beneficios de este tipo. A.V. Reg. Vat. 354, fols. 145 r.-14ó r.
*° A.V. Reg. Vat. 354, fol. 144 v.
A.V. Reg. Vat. 354, fol. 143 v. Se refiere a cualquier profanación por vio-
lencias o por haber sepultado excomulgados; se realizárá la rehabilitació n con
las medidas habituales, aun en ausencia de obispos o en presencia de los mis-
mos, aunque se opongan a ello sin causa oportuna.
70 Vicente Angel Alvarez Palenzuela

Es también preciso la renovación y reforma de la Iglesia tras los


pasados acontecimientos: visitar monasterios y reformar aquellos as-
pectos de la vida moriástica que lo requieran 61; estudiar y publicar
nuevos estatutos y constituciones " y, sobre todo, proceder a una re-
novación del clero promoviendo a nuevas personas ^ incluso habiendo
de salvar, temporal y excepcionalmente, ciertas barreras canónicas “.
Esta importante actuación requiere el concurso de personas para
cuya retribución el nuncio podrá nombrar hasta diez colaboradores
que perciban las rentas de sus beneficios sin la obligación de residir
en ellos o no ocuparlos con otros nombramientos, si vacasen, rete-
niendo en cambio las rentas quc produzcan ‘5.
Sólo un mes después se conferían al arzobispo de Toledo " y a
Diego de Zúniga, obispo de Calahorra, el oficio de inquisidores para
actuar contra Benedicto XIII, sus partidarios y quienes en cualquier
forma les apoyen, ayuden o reciban en tierras cspañolas ’7. Las fa-
cultades otorgadas son tan amplias como las conferidas eri su día al
patriarca de Jerusalén, y las penas a imponer, como entonces, las má-
ximas previstas ".

°1 A.V. Reg. Vat. 354, fol. 145 r. Facultad para visitar o hacer visitar, por
maestros en teología o doctores cx decretos, los rnonasterios, tanto masculinos
como femeninos de la provincia, corrigiendo lo que estimen oportuno con
poder para provisíón v privación de dignidades.
6* A.V. Reg. Vat. 354, foI. 144 v. Su facultad se extiende también a la confir-
mación de cuantas constituciones líci tas han sido adoptadas por los prelados y
cabildos.
6* Podrá conferir órdenes mayores y menores en su diócesis a personas idó-
neas de la provincia eclesiástica aun cn ausencia de los prelados sufragáneos
e incluso en las diócesis de Estos, siempre que no se opongan. A.V. Reg. Vat. 354,
fo1. 145 r.
En efecto, queda facultado el nuncio, durante los cuatro años de su man-
dato para proveer, hasta 25 personas, iglesias parroquiales, dignidades y benefi-
cios que requieran orden sacerdotal, sin obligación de hacerse promover antes
de cinco años, con tal que sean ordenados subdiáconos durante el primer
año de la obtención del cargo o dignidad. A.V. Reg. Vat. 354, fols. 144 r.-144 v.
65 Solamente se excluyen de estas rentas las distribuciones cotidianas. A.V.
Reg. Vat. 354, fols. 143 v.-144 r.
^ Don Sancho de Rojas ha muerto el 24 de octubre de 1422. Es elegido para
sucederle Juan Martínez de Contreras, pero su nombramiento por el Papa no
tiene lugar hasta el 2 de )i21io de 1423; C. EL'BEL: Hie rarchia..., tomo I, p. 487,
°7 1422, diciembre, 8, Roma. A.V. Rcg. Vat. 354, fols. 160 r.-162 r. Ptlb. L. SuX-
REz FxnxXNDEZ: COs tilla..., pp. 315-319, doc. 100. Los límites de su actuación
son las «...Ispaniarum partibi2S...» que seúalábamos.
^ Vid. supra. Concretamente su misión es in9uirir y proceder, de forma
sumario contra los cismáticos; castigar, privúndoles de bienes y beneficios e
inhabilitándoles para recibir otros en el futuro, en caso de eclesiásticos y en
a quienes se la deben e inhabilitándoles para otorgar testamento; cap-
turar, detener y encarcelar a los culpables; excomulgar a cualquier persona
que les ayude en cualquíer manera, haciéndola incurrir en similares penas;
declarar el entredicho en las ciudactes en que habiten y sean recibidos; adver-
tir públicamente de las pcrias en que incurrirán quienes les presten cualquier
ayuda y castigar a quienes lo hagan.
t/ftim‹is repercusiones del Cisma de Occidente en Es paña 71

No es posible dejar de poner en relació n estos documentos con la


enfermedad dc Benedicto XIII, que anuncia un pró ximo desenlace.
En los pró ximos meses se hace un esfuerzo considerable para evitar
que, a su muerte, el cisma pueda cobrar nuevos vuelos. El 24 de abril
de 1423, Martín V encarga a André s Ros, inquisidor en el reino de Va-
lencia, que actú e contra los partidarios de Benedicto XIII ^. El docu-
mento es idé ntico al que acabamos de ver dirigido al arzobispo de
Tolcdo y al obispo de Calahorra; pero la adició n de un pá rrafo, en
este caso, da un nuevo matiz de gran intcrés: se plantea la posibilidad
tic quc algunos cismá ticos soliciten el perdó n, por lo que, en ese caso,
lcs rcstittiir/un en sus bienes, dignidades y beneficios y devolverá n la
libertad si estuvieren encarcelados. Todo ello con la debida notorie-
dad, rcdactando instrumentos pú blicos a1 efecto y con las formalida-
dcs habituales. Aunqiic se detallan las mismas durísimas sanciones
que en ocasiones anteriores podemos adivinar que algunos de los par-
ticlarios del Papa —cercano ya ’su final— daban muestras de recorici-
liarsc con el Papa romano.
Las acciones tienen ahora, efectivamente, otro tono. El ob jetivo
son má s los cardenales que rodean a Benedicto XIII que sus partida-
rios cn general. Se trata de desplegar Lina serie de medidas intimida-
torias a fin de que, muerto su senior, no realicen una nueva elecció n
perpeti:adora de la divisió n. De hecho Cn las bulas a que ahora nos
referimos no se hace referencia má s que a tres de Jos cuatro cardena-
les, Domingo de Bonafide, Jimeno Daha y Juliá n de Loba, es decir, los
que se hallan en Peñ íscola y pueden proceder a la temida elecció n.
El 1 dc abril de 1423, Martín V dirige sendas bulas a Dalmacio de
Mur, arzobispo de Tarragona 7’, y a Alfonso de Argü ello, arzobispo de
Zaragoza " para que en sus respectivas provincias impongan penas de
excomunió n, privació n de bienes y beneficios e inhabilitació n de quie-
nes acepten como cardenales a los citados, o colaboren con ellos en
cualquier forma, y declaren el entredicho en las villas y lugares en que
morcn.
Esta evidente ofensiva se secunda con amplias medidas de gracia
para todos los que se arrepientan y soliciten el perdó n, con las forma-
lidades y cautelas habituales, incluyendo en estas medidas a los pro-

** A.V. Reg. Vat. 354, fols. 2) 7 v. 220 r. El contenido del documento es idén-
tico al de Reg. Vat. 354, fols. 1b0 r.-1ó2 r., de 22 de diciembre de 1422. Cfr. nota 67.
Unicamcntc añ ade el pá rrafo que comcntamos y que contempla el caso de los
cismáticos que dar muestras de arrepentimiento.
70 A.V. Reg. Vat. 354, fols. 209 v.-210 v. Las penas son las habituales en su
máxima gravedad, pero, insistimos, destinados a aislar a los cardenales que
Benedicto XI II nombró en la ú ltima promc›ció n, excepdion hecha Mc .7ii in
Carrer, como sabcmos, ausente de Peñ íscola. Cfr. notas 48, 49 y 50.
71 A.V. Reg. Vat. 354, fol. 210 v.
72 Vicente Angel Alvarez Palenzuela

pios cardenales a los que, por otra parte, se les ofrecían tan negras
perspectivas 2g
Probablemente en esas fechas se podía ser optimista; era difícil
suponer que los intereses de la política italiana decidieran a Alfon-
so V, en ese momento en negociaciones con Martín V, a apoyar a los
de Peñ íscola y alentar la elecció n de Clemente VIII, a la muerte de
Pedro de Luna 7’.
No obstante todavía, en octubre de 1424 se realiza un nuevo inten-
to —el ú ltimo, que sepamos, antes de decidir el envío ,de Pedro de
Foix como legado— de conciliació n. Con idé ntico contenido que el de
la bula en que se encomendara el perdó n de los cismá ticos al arzobis-
po de Tarragona 7* se confiaba la misma misió n al obispo de Tortosa,
sin menoscabo de las funciones de aquél ”. En esta ocasió n se incluía
a Gil Sá nchez Muñ oz, elegido Clemente VII, como uno de los que po-
dían ser aceptados a reconciliació n.

IV. EL CASO DE DON DIEGO DE ANAYA

Consideració n específica merece el caso de don Diego de Anaya que


fuera obispo de Tuy, Orense, Salamanca y Cuenca y arzobispo de Se-
villa; puede ser una buena muestra de la utilizació n política de la di-
visió n creada por el Cisma. Díego de Anaya había sido maestro de En-
rique III, es un destacado universitario y, en ocasiones, aparece como
la verdadera cabeza de la Iglesia castellana 7‘.
Muerto Enrique III, Diego de Anaya figura siempre junto a quie-
nes representan la misma idea de monarquía, esto es, Fernando de
Antequera y el infante don Enrique; naturalmente se irá distanciando
del infante don Juan a medida que é ste represente la monarquía con-
trolada por los grandes.
En la divisió n de la Iglesia, la postura de Diego de Anaya no di-
fiere de la que sostiene Castilla antes y despué s de Constanza, es decir,
el apoyo a1 Papa que signifique la constitució n moná rquica de la Igle-
sia y la resistencia a las corrientes revolucionarias que pretenden so-
*° En la misma fecha, Martín V encomendaba al arzobispo de Tarragona
adoptar las medidas de gracia c›portunas para reconciliar y rehabilitar a todos
los que soliciten cl perdón y den muestras personales y notariales de su arre-
pentimiento, imponiendo la penitencia correspondiente. A.V. Reg. Vat. 354,
fols. 208 v.-209 v.
7* Sobre estos acontecimientos veasc V. A. ALVAREZ PALEMZUfiLa: El bi.sma. . . ,
pp. 304-309; del mismo autor, Lu Negación..., pp. 12-22.
*4 A.V. Reg. Vat. 354, fols. 208 v.-209 v., y A.V.A.A. Arm. I-XVIII, 1284, fo-
lios 130 r. 131 v.
°* 1424, octubre, 14. Roma. A.V.A,A. Arm. I-XVIII, 1285, fols. 105 r.-107 r.
7* Respecto a la actuació n de don Diego de Anaya en el Concilio de Cons-
tanza, remitimos a L. StJAREZ FrRNÁ NDEZ: Cas t iJJa..., en concreto, a las pp. 25,
75, 88, 89, 91, 98, 99-100, 102 y 103.
Afíims repercusiones del Cisma de Occidente en Es paña 73

cavarla. Habría que decir que era benedictista. Figura, en primer lu-
gar, entre los miembros de la delegació n castellana nombrada para
asistir al concilio ^ y actú a en todo momento como su presidente, tan-
to en Peñ íscola como en la sesió n de recepció n en Constanza y en to-
das las disputas y sesiones posteriores.
Con energía, pero tambié n con humildad, Diego de Anaya, al fren-
te de la delegació n, solicitará —esfuerzo final castellano— la cesió n de
Benedicto XIII, el envío de representantes al Concilio y la asistencia de
sus cardenales ”. Ante la negativa, Castilla se siente libre de sus com-
promisos y la delegació n acude a Constanza incorporá ndose a sus se-
siones, no sin condiciones *.
Forma parte de los electores de la nació n españ ola en el conclave
del 8 al 11 de noviembre de 1417; de acuerdo con los resultados hechos
pú blicos, sabemos que dos de los seis representantes españ oles votan
a favor de Otó n Colonna —naturalmente no sabemos quiénes— pero
en seguida la unanimidad estuvo a su favor: no hay elementos de jui-
cio que permitan suponer oposició n a Martín V. Má s bien al contra-
rio. En el apartado de gratificaciones nos referíamos al nombramiento
de don Diego como arzobispo de Sevilla, dió cesis vacante por traslado
de Alfonso de Egea, y las atenciones que el nuevo Papa le dispensa ".
No hemos de buscar ahí las raíces de las acciones que, por orden
del Papa, se adoptan, como veremos, contra don Diego, sino en la po-
lítica castellana. A su regreso del concilio, el nuevo arzobispo de Se-
villa encabeza, junto con Rodrigo Alonso Pimentel una embajada a
Francia. Su objeto era reafirmar la nueva alianza entre Castilla y
Francia que, temporalmente abandonada, había constituido el eje fun-
damental de la política exterior castellana ’1.
Su llegada a Tordesillas no puede ser má s oportuna: el 14 de julio
de 1420, precisamente el día en que el infante don Enrique se ha apo-

** 1416, octubre, 24. Valladolid. A.G.S. Patronato Real, leg. 21, fol. 9. Pub.
L. Scáprx HERNÁNDEZ: CdSt rita..., doc. 92, pp. 301-303.
El 15 de diciembre de 141 ó tiene lugar este requerimiento. No se discute
la legitimidad de Benedicto XII I, pero sí que su postura constituye un perjui-
cio para la Iglesia. Por eso se le abandona. Vid. H. FINKE: Acta Concilii Cons-
tanciensi.s, Vol. II I, pp. 579-581.
^ El propio don Diego pronuncia el sermón de recepción. L. SUAREZ: CffS•
t illa..., ç. 91. La incorporación efectiva no tiene lugar hasta el 18 de junio de
1417, aclarados asuntos capitales referentes a la destitución de Benedicto XIII
y la elección de nuevo Papa.
80 Cfr. notas 27, 28 y 29.
°1 L. SUAREZ FERNXxDEZ: «Los Trastámara de Castilla y Aragón en el si-
glo xv», en la Historia de Es paíia, dirigida por Mené ndez Pidal, tomo XV, p. 71.
Sobre la política exterior castellana en esta época puede acudirse a diversas
obras de este mismo autor, entre otras: «El Atlántico y el Mediterrá neo en
los objetivos políticos de la Casa de Trastú mara», Coimbra, 1951, tomo V de
la Revis ta portuguesa de Historia, «Homenagem a Gama Barros; también,
Al gunos da tos sob re la política exterior de Enriq ue III, Hispania (XL); o, sobre
todo, Nave$•ación y comercio en el Gol fo de Vizca ya, Madrid, 1959.
74 Vicente Angel Alvare z Palenduela

derado de la direcció n política del reino. Los dos embajadores se po-


nen de parte del infante *. A partir de ese momento don Diego sigue
cn la corte, controlada por el infante Enrique: está entre sus parti-
darios en Avila, desde el primer momento ”, e igualmente presente
en las cortes de Avila que legalizan el golpe de Estado de Tordesi-
llas ”. Sin embargo, no debe ocupar un puesto de importancia en el
gobierno castellano, ya que el partido de don Enrique, en realidad,
está n ú nicamente dirigido por el propio infante, Ruy Ló pez Dú valos,
Pedro Manrique y Garci Ferná ndez Manrique '5
Ya levantado el cerco del castillo de Montalbá n por el infante, llegó
a El don Diego, siendo recibido muy amistosamcnte por don Alva-
ro ”; con el rey se traslada desde este castillo hacia Talavera. Sc halla
presente en la entrevista con los infantes don Juan y don Pedro que
acuden a recibir al rey junto al paso del Tajo ’7 y se cuenta entre los
miembi-os del Consejo del rey en Talavera en enero de 1421 “
A partir de ese momento, don Diego desaparece de la corte, segu-
ramente por su distanciamiento respecto a don Alvaro ”. Lo cierto
es que, a comienzos de mayo, es uno de los principales del partido de
don Enrique a los que se pretende separar de cl mediante negociacio-
nes; y uno de los que se niega a abandonar le ^. No se lo perdonará
don Alvaro.
La aventura de la rebelió n armada quc intenta don Enrique des-
ata la venganza contra sus partidarios. Contra Ruy Ló pez D/ava1os,
condestable, se inventará la falsedad de su corrcspondcncia culpable
con Granada; contra don Diego se hará n llegar a Martín V noticias
de activismo benedictista. Se conseguiría que el Papa ordenase una
actuacirin contra el arzobispo sevillano y, naturalmente, esta fue en-
comendada a don Sancho de Rojas, conspícuo enemigo de don Enri-
NI:irclian esc día a pcrnoctar en Valladolicl por f aI t a de espacio en Tor-
cestí has. Rodrigo Alonso Pimcntel, conde de Bcnavcntc, era yerno tlel almiran te
Al fi›nso En ríqiiez; Al 'ar GARCÍA DE S.tNTA M.4Rí i: «Cró nica de Juan II», 1420,
cap. IV, en Cn ii ica s ‹le los Re yes de Cas t illu, B.A.E., tomo I I, Madrid, 1953. En
adelan te citado solament c Cr‹1ii ica... El conde de Bcnavente será atraído al
partido contrai'io, donde en realidad se hallaban sus verdadcros intereses.
” ÜI“fÍI7/Cá..., 1420, caF VI II.
' C ránica..., 1420, cap. VI II.
' Crínica..., 1420, cap. XXV.
Segú n la Cró nica unía el arzohi spo y a don Alvaro una «grantle ami stad»,
Cró nico, 1420, cap. XLI I.
Iñill., 1420, cap. XLVI.
Ihid., 1421, cap. 1.
'9 Probablemente las razones del enfrcntamient o scan pcrsonales y no alcan-
cemos a conocerlas con precisió n; pero es cvidcntc, por los acontecim icntos
post eriores, que tal enfrentamiento se produjo.
"' Las negociaciones se dcs‹irroI lau entre el 3 y el 6 c!e mayo de 1421. Entre l r›s
enriqucñ os a los que .se tantea figuran, ademá s, Garci Ferná ndez Mari rique, Peclro
Velasco› y Pedro Manriqu e; L. S ñsrx. FuRNINDP.x.. Lo s Ti‘astúiinara de fast illa. . .,
p. 81. Se nego a abanclonar a don Enrique. Cfr, ihid. 4s i se lo comunica Alt on so
de Cartagena a Juan II, 1421, mayo, ó. A.G.S. Estado, Castilla, leg. 1-1.‘, fol. 134.
Ultimas repercusiones del Cisma de Occident e en Es paña 75

que ”. El obligado fracaso del infante y su prisió n, el 14 de junio de


1422, permitieron el desmantelamiento de su partido: el despojo del
condestable fue completo y, aunque benefició a muchos, parte impor-
tante correspondió a don Alvaro que recibe el cargo de condestable.
¿Se intentó algo así contra don Diego? No es inverosímil. En 1431,
aprovechando la tensió n entre el arzobispo y el cabildo sevillano se
logra de Eugenio IV la suspensió n temporal y, poco despué s, Juan de
Cerezuela, hermanastro del condestable, recibe la administració n de
la archidió cesis ”.
Acaso don Alvaro pretendió en este momento situar a su
hermanastro en aquella silla ” sin conseguirlo. Por lo menos se le
forzaba a la docilidad.

De todas formas el objetivo político estaba conseguido y don Die-


go no resultaba peligroso. El mismo Juan II intervino a favor de
quien era maxima figura de la Iglesia castellana; la mediació n real
y de otras personas, y las propias cartas del arzobispo deciden a Mar-
tín V a ordenar nuevamente a Sancho de Rojas que le absuelva de
toda culpa y le reconcilie con la Santa Sede, no sin cumplía los for-
mulismos habituales, que, en este caso, hubieron de resultar bastan-
te humillantes: solicitar perdó n, reconocer culpas y jurar fidelidad
en el futuro. Ouedaba claro que cualquier incumplimiento daba fa-
cultad al arzobispo toledano para actuar de forma sumaria *.
Todo se desarrolló satisfactoriamente. El 13 de enero de 1423 Mar-
tín V rehabilitaba a Diego de Anaya ”. En la bula que le dirige se hace
una rá pida relació n de las acusaciones que contra é l se han hecho, de
las actuaciones emprendidas, de la intervenció n real a su favor —in-
cluso Juan II envió a Juan de Mella, dcá n de Coria como embajador

91 En la hu la de absolución du don Dicgo, de 13 de septiembre de 1422, que


estudiamos inmediatamente, se hace referencia a un encargo anterior a1 arzo-
bispo de Toledo de que se apodcrase de la persona de dos Diego, bajo la acu-
sación de que había intentado actuar contra las decisiones de Constanza, ccn-
surad‹i la elección de Martín V e inducido a mu chas personas a pcrseverar
en el Cisma mantcnicndo la (›bedicncia a Benedicto XI II. A.V. Rcg. Vat. 354,
lels. 113 r.-114 r., y A.V.A.A. Arm. I-XVI I I, 1284, ReiI S›. 118 V.-12 J r.
92 L. Ü U.I REZ, FrR.N NDE z: Los Tra.s tòni am de Cas t illa... , p. 144; ORTIZ Ds ZU-
ÑIfiA: Anal es..., çç. 30b-313. Don Diego es apar tadO dC sU diócesis por Euge-
rt io IV, recién coronado, cl 11 de m u rz.o 3c 1431; C. ELIBEL: Hie ra rcliia.
torno II, p. 165. El 7 de criei c› de 1433 encomenda Ia adminis tración a Juan
Lc Cei'ezucla que la reticne hasta su riombi-amient‹ como arzobispo de Toledo
el 8 de noviembre de 1434, ihid., terrier I I, pp. 165 y 252.
Juan ble Cerezucla era cu ese momento ahad secular de Castroieriz y fue
nombrado obispo de Osma cl 2 de oatuYre de este año 1422; C. EiiBfiL: Hier‹ir-
c mio..., tomo I, p. 383. Pc›siblcmcntc una compensación por la, todavía dema-
siado alta para ül, silla sevillana.
1422, noviembre, 13. A.V. Reg. Vat. 354, fols. 113 r.-114 r. y A.V.A.A, Arm. I-
XVI I I, 1284, foI s. 118 v.-121 r. Pub. L. S tJÁ REZ FbRNÁ .VDEZ: Ca.s t illa, . ., doc. 99,
pp. 313-315.
°* A.V. Reg. Vat. 354, fols. 167 r.-168 r., y A.V.A.A. Arm. I-XVI I I, 1284, 126 r,-
127 r. Pub. L. So:inrz: ibid., doc. 101, pp. 319-320.
76 Picenfe dngef Alvarez Palenzuela

para informar de la realidad al Papa "—, de las de otras personas y


de las sú plicas del propio acusado. Por todo lo cual se otorga el per-
dó n, esperando su mejor apoyo en el futuro a la causa de la unió n de
la Iglesia.
La acció n de don Alvaro —no es posible dudar de su protagonis- mo
— contra don Diego de Anaya se detenía, pero só lo temporalmen- te.
Se reproducirá ocho añ os después con los efectos que hemos re- ferido.

V. OTRAS CUESTI O NES PENDIENTES

En otras ocasiones la acusació n de benedictismo y de resistencia


a las decisiones conciliares no era simple maniobra política, sino que
respondía a una absoluta realidad. Es el caso de Gonzalo de Zú ñ iga,
obispo de Plasencia.
Nombrado para ocupar esta dió cesis por Benedicto XIII en 1415 ^
se mantuvo fiel a su obediencia pese a las decisiones conciliares de
Constanza. Por ello, Martín V ordenó su destitució n 9' e inmediata-
mente nombró a Gutierre Gó mez, arcediano de Guadalajara, adminis-
trador apostó lico de la dió cesis de Plasencia ".
La respuesta de Gonzalo de Zú ñ iga fue la resistencia armada al
administrador nombrado con la secuela de violencias y destruccio-
nes de que hace menció n la bula de absolució n del obispo a que lue-
go nos referimos ’^. Un añ o escaso duró esta resistencia, porque, en
septiembre de 1419, Martín V delegaba al obispo de Cuenca para que
rccibiera la abdicació n de Gonzalo que deseaba volver a la obedien-
cia romana ’01
El perdó n del obispo, cubiertas las formalidades habituales de pe-
tició n de perdó n e imposició n de penitencia por el cardenal Francis-
co Lando '^, y su rehabilitació n y reposició n en honores, dignidades

El retorno de Juan de Mella se hace a finales de febrero de 1423. El 23 de


ese mes expide el Papa un salvoconducto para el regreso de Juan de Mella y su
séquito. A.V. Reg. Vat. 354, fols. 188 v.-189 r.
°' 18 de diciembre de 1415. A.V. Reg, Vat. 327, foI. 39 v.; C. EUBEL, Hierar-
chia..., tomo I, p. 402.
10 de octubre de 1418; C. E IJBEL: Ibid.
El 14 de octubre encomendaba al arzobispo de Toledo, Sancho de Rojas,
y al obispo de Zamora, Diego Gómez de Fuensalida, que le tomasen juramento
como administrador apostólieo; C. EuBEL: Ibid.
Gonzalo de Zúñiga sigue ejerciendo sus funciones y cobrando rentas, pero,
ademá s, resistió por las armas, con la consiguiente secuela de muerte, incen-
dios y violencias. A.V. Reg. Vat. 354, fols. 128 v.-129 v.
01 A.V. Reg. Lat. 189, fol. 245, y Reg. Lat. 202, fol. 216; C. EUBEL: Ibid.
02 En la bula de absolución se hace referencia a la actuación previa del car-
denal del título de Santa Cruz en Jerusalén, para que considerados los excesos
del obispo, impusiese las penas oportunas y recibiese su sumisión. Vid. nota 103.
Ultimas repercusiones del Cisma de Occidente en Es paha 77

y beneficios, tiene lugar en octubre de 1422 ’03. No debía ser posible,


o conveniente, reponerle en Plasencia, por lo que, con esa misma fe-
cha, se le trasladaba a Jaé n '
La nueva provisió n de la dió cesis de Plasencia no fue fá cil; con
toda seguridad, la divisió n, que creara la resistencia de Gonzalo de
Zú ñ iga, y las violencias que produjera, fueron duraderas. Cuando, ya
reconciliado, se le traslada a Jaé n, recibe el nombramiento de obispo
placentino Diego de Bedan, hasta ese momento obispo de Cartage-
na '0’, que no pudo tomar posesió n pacífica de su nueva sede por la
oposició n hallada. Ya se preveían las dificultades porque en el pro-
pio nombramiento se supeditaba su efectividad a la aceptació n por
parte del designado ’*.
En vista de que la efectiva toma de posesió n se demoraba, Mar-
tín V nombró un nuevo obispo para Plasencia; en esta ocasió n el de-
signado era Gonzalo de Santa María, hasta ese momento obispo de
Astorga 1 A partir de ese momento hay dos nombrados obispos de
Plasencia, por lo que el Papa se ve obligado, el 19 de julio de 1423,
a otorgar a Diego el plazo improrrogable de un mes para tomar pose-
sió n de su dió cesis; de lo contrario se anulará su traslado y Gonzalo
de Santa María pasará a Plasencia. Si aqué l decidiese ocupar Plasen-
cia, el de Astorga pasará a Cartagena ' .
No le faltaba voluntad a Diego de Bedan para ocupar su nueva
sede, pero le fue imposible hacerlo hasta ese momento y tambié n en
los meses siguientes. Por eso solicitó su permanencia en Cartagena
—como así se le otorgó — y Martín V dispuso entonces el paso de
Gonzalo a Plasencia, que al parecer no planteó problemas '^. En cam-

Don Gonzalo de Zúñiga hubo de viajar personalmente a Roma para impetrar


el perdón. El 8 de julio de 1422 se expide salvoconducto a su favor para que
regrese a Jaén. A.V. Reg. Vat. 354, fo1, 162 v.
103 2 de octubre de 1422. Roma. A.V, Reg. Vat. 354, lois. i2g v.-129 v., y
A.V.A.A. Arm. I-XV II I, 1284, fols. 123 r.-126 r. Pub. L. Sc4REZ FERNÁNDEZ: Casti-
lla..., pp. 324-325, doc. 106.
En el documento de perdó n se le da el título de obispo en otro tiempo de
Plasencia y, aunque se le restituye en sus dignidades, no se indica que se le
devuelva Plaseneia. Desde esa misma fecha aparece, sin embargo, como obispo
de Jaen; C. EUBEL: HierarChia..., tomo I, p. 263.
0* C. E UBEL i Hie ra rcliia... tomo I, p. 402; cfr. notas 101-104.
1 En los documentos de Í9 de julio y 1 de octubre de 1423, inmediatamente
citados (notas 108-109), al hacer memoria de lo sucedido al respecto hasta en-
tonces, no deja de hacerse referencia siempre a esa condició n de aceptació n.
El riombramiento tiene fecha de 2 de julio de 1423; C. EUBEL: Hiernr-
cima..., tomo I, p. 402.
l^ 19 de julio de 1423. Roma. A.V. Reg. Vat. 354, fols. 258 r.-258 v. Se hace
relación del traslado de Diego de Bedan y del de Gonzalo de Santa María y se
otorga a aqué l un plazo de un mes para hacerlo efectivo, argumentando los
males que de esa incertidumbre se siguen a la diócesis de Plasencia y al obispo
de Astorga.
1 1 de octubre de 1423. Roma. A.V. Reg. Vat. 354, fols. 277 v.-278 v. Nueva-
mente se hace inventario de las anteriores circunstancias añ adiendo ahora la
78 Vicente Angel Alvare z Palenzuela

bio, consideró necesario ordenar al cabildo de Cartagena la recepció n


nuevamente de su obispo, advirtié ndoles que apoyará cuantas san-
ciones dicte Este contra los rebeldes 11'
No podemos precisar má s las razones de tal alteració n, pero no
dudamos que se trata de cuestiones relacionadas con la todavía in-
extinguida divisió n de la Iglesia.
Las huellas pueden seguirse tambié n en las alteraciones en la vida
de las comunidades religiosas y moná sticas y, así lo creemos, en vio-
lencias y usurpaciones de bienes de que son víctimas cabildos, igle-
sias, monasterios y eclesiá sticos en general.
Como ejemplo de la ruptura de comunidades moná sticas es un
caso notable el del monasterio de Montserrat. En enero de 1418, Mar-
tín V ordenaba al abad de este monasterio que recibiera nuevamente
en su claustro a los mon jes que lo habían abandonado a causa de las
disputas sobre obediencia al Papa 1".
En cuanto a bienes indebidamente ocupados disponemos de una
relació n bastante larga. En todos los casos se utilixa la misma fó rmu-
la para ordenar su devolució n, lo que dificulta el establecimiento de
los motivos concretos en cada caso y la identificació n de los ocupan-
tes: se citan genú ricamente personas laicas y eclesiá sticas de diversas
categorías que detectan indebidamente bienes, se relacionan los afec-
tados y se encarga la cuestió n a personas cclesiú sticas que se indican;
asimismo, se otorga un período de validez para el documento, varia-
ble segú n los casos, oscilando de tres añ os, cinco, siete o diez —lo mas
frecucnte— a incluso veinte y treinta; y en un caso con validez per-
petua.
Todas estas ó rdenes de devolució n se cursan en el período de
1419 a 1426; totalizan treinta y cuatro las que hemos hallado. De ellas
cuatro se reficren a particulares 1", uno de ellos es Juan de Bodravi-

tte la imposibilidad de Diego de ocupar su nueva dió cesis, su petició n de retor-


nar a Cartagena v la decisión de hacerle volver efectivamente a ella si todavía
no había tomado posesió n de ella Gonxalo de Santa María,
11° Al final del anterior documento se inserta, muv abreviada, la bula que,
con igual fecha, era rcmit ida al cabildo cartaginense. A.V. Reg. Vat. 354,
fo1. 278 v.
11' « ob ficlei ac credulitat is varictatcm erga romanas ecclesiam a memo-
rato monasterio disccssisse. .», A.V. Reg. mat. 352, fols. 27 x•.-28 r., 19 de enero de
1418, Constanza. La ruptura de la lglesia hubo de producir otras muchas dolo-
rosas divisiones en monasterios y cabildos, cuyo inventario nos daría idea de
la profundidad de los hechos.
1 1420, febrero, 12. A petició n del arcediano de Barcelona. Encargados de
rcsol ve r: arcedianos de Daroca, Conflent (dió cesis de El nc) y Tremp. A.V. Rr•g.
Vnt. 358, fols. 48 v.-49 r. Todos los documentos citados a continuació n se hallan
en el Registro 358; en lo sucesivo se cita solamente cl folio. 1421, noviembre, 24.
Bienes de Juan de Bodravilla. E jecutorcs: abad de Sahagú n, dean de Zamora
y cantor de Palenci a, ibid., fol. 7ó r. 1423, febrero, 20. Bienes do Felipe de Me-
dalla, deá n de Huesca. Ejecutores: arzobispo de Tarragona, obispo de Huesca
Ultirtias re perc siones del Cisma de Occidente en Es paña 79

lla, arcediano de Lorca y colector "’. Tres responden a reclamaciones


de obispos, los de Astorga, Burgos y Oviedo ” 4; cinco a demandas de
cabildos —Cartagena, Avila, Tarazona, Salamanca y Palencia ”'— y
dos a peticiones conjuntas del obispo y cabildo, precisamente Plasen-
cia y Sevilla ”‘. Tambié n presentan reclamació n el maestre de Alcá n-
tara 11’ y el director y colegiales del Colegio de San Bartolomé de Sa-
lamanca, fundado por Diego de Anaya "’.
El grueso fundamental de las demandas ha sido presentado por
monasterios, lo que les configura como víctima principal. En efecto,
conocemos dieciocho demandas que obtienen respuesta pontificia
ordenando a diversos obispos, abades y otras personas la recupCra-
ció n de los bienes usurpados. Los má s afectados son los benedictinos,
con siete monastcrios ii’; tambié n los Jeró nimos, con tres monaste-

y precept‹›i de Barcelona, ifiid., fol. 57 r. 1425, octubre, 19. Simón Salvadt›r,


canónigo de Valencia. Abades de Poblet y San Benito de Valencia y oficial de
Tat ra¿r›na, it› id., Eot. t04 v.
113
Había sido nombrado colectr›r en las dióces is de la mitad n or te de Cas-
tilla, el 8 de enero de 1418. A.V. Reg. Vat. 348, fols. 26 r.-28 v., y Reg. Vat. 352,
fol. 21; cfr. nota 35.
114
Toctas las citas en la sucesivo llevan este orden: fecha, reclamante, en-
cargados de ob tener la devolución y folio del regi s tro i'aticano 358; 1420, marzo,
29, Gonzalo de Santa María, obispo de Astorga, obispo de Lcún y Orcnsc v abad
de Morcruela, fol. 54 r.; 1421, julio, 23, obispo de Burgos, obispo de Calahorra,
arCcÜl £tUO de Mayoría y cscolástico de Osma, fo1. 74 v.; 1421, julio, 9, obispo
de Oi'ieclo, obispos de León v Mor doñedo y deún de Zamora, fo1. 74 v.
’* 1419, ríicicnabre, 1, cabildo de Cartagena, dcún de ,Iátiva i tcsorcros etc
Valencia y Cuenca, fol. 47 r.; 1420, abril, 22, Cabildo dc Avila, obispos de Zamora
t’ S.i1anaanca y abad de Santa María de Burgo, lot. 50 r.; 1423, enero, 28, cabildo
clc ’Fai'azona, pi'ior de Santa María la Mayor de Zaragoza, prior del Santo Se-
pu1cr‹a 3o C.al ata› ud › oficial de Pamplona, foI. 82 r.; 1423, febrero, 15, cabildo
de Sal.imanca, obispo de Avíla, abad de Santa María de VaJpai aíso y ai'ccdiario
de Zam‹ira, fo1. 82 v.; 1426, enero, 14, el demandante es múltiple en esta oca-
si‹in: cabildo, porcionarios, capcllancs y otras personas. Se encarga al obispo
de Osrna, abad de Santa Cruz de Monzón v al oficial de Burgos, fol. 110 v.
° 1424, mayo, 31, arzobispo y cabildo de Sevil la, arzobispo de Ttilcdo, obis-
po de Córdoba y deán de Sevilla, fO1- 88 r. Véase el apartado que hemos dedi-
cado a don Diego de Anava; 1426, febrero, 7, obispo y cabildo de Plascncia,
abad de Morcruela, cantor de Sa larnanca y arcediano de Cáceres, fo1. 108 r.
Véase cl párrafo que dedicamos a la difícil provisión de Plasencia, que acaba
recaycndo en Gonzalo de Santa María.
117 1426, agosto, 26. Deben procurar la recuperación los obispos de Plaseneia
y Córdoba y el abad dc Sahagún, fols. 113 r.-113 v.
"* 1425, agosto, 28. Son ejecutores el arcediano de Zamora y el eseolústico
y el cantor de la catedral de Salamanca, fols. 104 r.-104 v.
1* 1420, julio, 15. San Juan de Corias, abades de Valdediós y de Sahagún,
fo1. 52 r.; 1422, mayo, 29. San Juan de la Peña, obispo de Lérida, abad de Mon-
tearagó n y prior de Santa María la Real de Zaragoza, fel. 80 v.; 1423, octubre, 1.
San Benito de Valladolid, obispos de Palencia y Salamanca y abad de Saha-
gún, fol.s. 61 r.-6l v.; 1425, enero, 13. Santa María del Espino, abades de Santa
María de Obarenes y de Santa María de Herrera y arcediano de Calahorra,
fol. 96 r.; 1425, mayo, 12. San Claudio de León, abades de Sahagún y Santa Ma-
ría de Valladolid y arcediano de Campos, fo1. 100 r. ; 1426, febrero, 4. San Millú n
de 1s Cebolla, abades de Santo Domingo de Silos, Santa María de Valvanera y
prior de Santa María de Nájera, fol. 108 v.; 1426, abril, 26. San Pedro de Car-
80 Ytcenie Angel Alvarez Palenzuela

rios '^, aunque uno de ellos presente dos demandas, separadas por tres
añ os; otras tres demandas de canó nigos regulares ’°’, y una correspon-
diente al cabildo secular de Santa María de Valladolid 122
Los monasterios femeninos parecen menos afectados: dos de fran-
ciscanas menores observantes 1“ y nilo de cisterciellscs
Todo ello constituye una muestra, creemos que significativa, de
los diversos aspectos de la vida eclesiá stica que fueron alterados por
el Cisma y de la extraordinaria tarea que fue preciso acometer a par-
tir de la elecció n de Martín V.

Vicente Angel ALVAREZ PALENZUELA


(Universidad Autónoma de Madrid)

deña, abades de Santo Domingo de kilos, prior de Santa María de Nájera y


sacristá de la catedral de Burgos, fol. 110 r.
El monasterio de Santa María de Fresdclval obtiene dos mandatos de
devolución: 1.‘, 1421, noviembre, 17. Ejecutores, obispo de Palencia, abad de
Ona y arcediano de Palenzriela, fol. 81 v.; 2.°, 1424, abril, 18. Ejecutores, obispo
de Palencía y abades de Cervatos y San Quirce, fols. 63 r.-63 v.; 1424, julio, 24.
San Bartolomé de Lupiana, obispo de Osma y abades de Sahagún y de la Co-
legiata de Santa María de Valladolid, fols. 90 v.-91 r.; 1424, agosto, 7. Monasterio
de Canalla y otros monasterios jerónimos, obispos de Bolonia y Cartagena y
arcediano de Cuúllar, fols. 89 r.-90 v. Este documento no se refiere únicamente
a usurpación de bienes, sino también a las dificultades con que chocan los
jerúnimos para proceder a fundaciones y ancxiones de monasterios a su Orden.
San Isidoro de León recibe también dos mandatos de devolución de bie-
nes: 1.", 1421, diciembre, 3. E jecutores, abad de Sahagún, deán de León y es-
colástico de Salamanca, fo1. 77 r.; 2.", 1425, enero, 11. Ej eC£ltorcs, abad de Saha-
gún, escolástico de Salamanca y cantor de León, fol. 98 r.; 1424, abril, 2. Santa
María de Roncesvalles, arzobispo de Braga, obispo de Zamora y abad de San
Saturnino de Toulouse, fol. 86 v.
122
1425, febrero, 3. Ejecutores, obispo de Astorga, arcediano de Tolcdo y
abad de Cervatos, fols. 97 r. 97 v.
123
1420, febrero, 17. Santa Clara de Sevilla, prior de Santiago y arcediano de
Sevilla, fol. 52; 1421, octubre, 20. Santa Clara, extramuros de Zamora, obispo
de Salamanca v arcedianos de Zamora y Toro, fol. 76 v.
24 1424, septiembre, 11. Santa María la Real de Valladolid, obispos de Avila
y Calahorra y arcediano de Carrió n, lot. 67 v.

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