“Buenos Aires, 1810: La <revolución> y el dilema de la legitimidad y de las
representaciones de la soberanía del pueblo”
Noemí Goldman
El propósito es presentar las principales disputas en torno a la legitimidad y a las representaciones
de la soberanía del pueblo.
En primer lugar, la vinculación de los acontecimientos de mayo con los sucesos inesperados e
inéditos ocurridos a ambos lados del Atlántico entre 1808 y 1810, y donde se fueron presentando
acá da paso distintas y diversas opciones para salir de la crisis de acefalia producida por la invasión
francesa a la península ibérica y el cautiverio del monarca. En segundo lugar, el reconocimiento de
la inexistencia de naciones previamente constituidas y el difícil tránsito hacia la creación de
estados-naciones en el amplio territorio del virreinato del rio de la plata.
Así, el recorrido se iniciara con una breve introducción al periodo de las reformas borbónicas, las
invasiones inglesas de 1806 y 07, y las primeras reacciones a la crisis de acefalia de 1808 en el
conjunto del virreinato. Para centrarnos a continuación en la creación de la Primera Junta, sus
disposiciones, disyuntivas y desafíos.
1. 1808: una crisis de consecuencias imprevisibles
Las reformas borbónicas más las invasiones inglesas introdujeron grandes cambios, cuyos efectos
sin embargo se acentuarían de manera imprevisible a partir de la crisis de acefalía que conmovió al
conjunto de la Monarquía en 1808.
Las reformas habían conducido aun reformulación de las relaciones entre la metrópoli y sus
provincias por medio de una reestructuración del gobierno y la administración de los territorios.
De la conmoción producida por las invasiones inglesas surgió un nuevo actor político en la ciudad
de Buenos Aires, las milicias urbanas. En la incertidumbre creada por la acefalía real,
la nueva presencia de milicias criollas se convirtió en un importante factor de
poder de cuyo apoyo ya no se pudo prescindir tanto para garantizar la
legalidad monárquica como para promover el movimiento de mayo de 1810.
Asimismo, la confusión e incertidumbre creadas por la acefalía real en las distintas provincias,
proporcionó mayores márgenes de autonomía para dirimir rivalidades y disputas por el control del
poder y de los recursos entre las distintas provincias.
2. 1810: La <revolución> de Buenos Aires.
Cuando a mediados de mayo de 1810 llegaron las noticias de una posible pérdida total de España
en manos de las tropas francesas, la situación cambió radicalmente. Al disolverse la Junta Central
el virrey, Cisneros quedo definitivamente privado de su fuente de legitimidad, y las dudas iniciales
entre los jefes milicianos respecto al rumbo a tomar ante la crisis termino inclinando la balanza en
favor de la formación de una junta de gobierno local. Cornelio de Saavedra, jefe del Regimiento de
Patricios tomó la iniciativa, y junto con él se alinearon el resto de los oficiales.
El 22 de mayo de 1810 se reunía en la ciudad de Buenos Aires un cabildo abierto. La mayoría de los
asistentes apelaron al principio de reasunción de la soberanía por parte de los pueblos,
noción que remitía a la antigua doctrina del <pacto de sujeción>, mediante el cual, suspendida la
autoridad del monarca, esta volvía a sus depositarios originarios. La moción de que <es el pueblo
el que confiere la autoridad y mando> favoreció la votación por la destitución del virrey. Lo cierto
es que esta invocación introducía un principio activo por fuera de las pautas
legales existentes para fundamentar la variación de gobierno que se correspondía, a su vez,
con la agitación promovida por las milicias en el ámbito urbano.
Sin embargo, el cabildo trato de impedir el cambio, y el 24 de mayo reo una Junta integrada por el
virrey Cisneros en calidad de presidente. El intento fracaso en la misma noche del 24 debido al
descontento que produjo en los mismos cuarteles milicianos la permanencia de Cisneros en el
gobierno.
Lo sucedido el 25 de mayo de 1810 es bien conocido ya: Ese día un petitorio presentado
< por sí y a nombre del pueblo> elevaba la lista de los nueve miembros que
iban a integrar la junta Provisoria Gubernativa. Cornelio Saavedra aparecía como
Presidente y Comandante General de Armas, Mariano Moreno elegido secretario de
departamento de Gobierno y Guerra, Juan José Paso fu designado Secretario a cargo del despacho
de Hacienda, y Junto con ellos se proponían a seis vocales: Juan José Castelli, Manuel Belgrano,
Miguel de Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Mateu y Juan Larrea.
Pero lo que se reasumía no era la titularidad de la soberanía sino su ejercicio debido al cautiverio
del monarca, cuya soberanía y derechos se preservaban. ESTO
NOS ADVIERTE SOBRE LOS
LIMITES INICIALES EN LOS OBJETIVOS DE LOS PROTAGONISTAS QUE
PARTICIPARON EN EL CABILDO ABIERTO.
La destitución del virrey y el explícito desconocimiento del Consejo de Regencia, colocaron de
hecho a la Junta y a sus promotores del lado de los territorios de América del Sur considerados
<insurgentes> por las autoridades españolas.
De lo anterior se desprende que la retroversión de la soberanía en
condiciones excepcionales iba a plantear una serie de desafíos a la
gobernabilidad. En primer lugar, La junta debió fundamentar la legitimidad
de su formación ante los demás pueblos del virreinato y las potencias antes
enemigas y ahora aliadas de España (Inglaterra y Portugal), por medio de la negociación,
la persuasión y las armas. En segundo lugar, la Junta se enfrentó al problema de la
Vacatio legis derivado de la vacatio regis que dejaba a los reinos sin la
garantía de la justicia real, y junto con ello a las incertidumbres respecto al
ejercicio del patronato real.
3. Las primeras disposiciones de la junta: <que el pueblo se reserva el derecho de supervisar
sus procederes>
La primera Junta asumió en carácter de provisoria hasta tanto se creara una <Junta General del
Virreinato> y afirmo que fue el <pueblo> quien le confirió su poder. Dispuso invitar a los pueblos a
elegir diputados, que debían contar <con el solemne compromiso de no reconocer ningún otro
sobreaño excepto Fernando VII, para integrar un congreso que debía establecer un gobierno
supremo y representación de la soberanía real.
Por otra parte se aclaraba que la Junta no ejercería acto algún de poder judicial, cuya investidura
mantenía la Real Audiencia.
La noticia de la instalación de la Junta produjo inmediatamente apoyos y fuertes reacciones
adversas. El gobernador intendente de la Provincia de Córdoba, la provincia de Paraguay y el
cabildo de Montevideo, desconocieron al nuevo gobierno y juraros fidelidad al Consejo de
Regencia.
La relación de la Junta con los tradicionales cuerpos coloniales – Audiencias y cabildo-,
responsables de administrar la justicia y por lo tanto de garantizar la gobernabilidad, fue ambigua
en el inicio del movimiento, como bien lo señalo Ternavasio. Por una parte, la Junta excluyo del
ámbito del ejercicio de la soberanía a los asuntos judiciales; por otro, depuro la institución. En el
mes de junio los oidores de la Real Audiencia, que se habían mostrado reticentes a prestar el
juramento de fidelidad a la Junta, fueron destituidos y expulsados del territorio, al igual que el
depuesto virrey Cisneros.
La relación entre la Junta y el cabildo capitalino sería más compleja: ambos se atribuían la
representación del pueblo. El cabildo <en virtud de las facultades conferidas por el pueblo; la
Junta, por <una representación inmediata del Pueblo>.
Lo que estaba en juego era la extensión que se le iba a dar a la retroversión de la soberanía entre
<las incertidumbres> de la misma y los derechos de autonomía que se consideraban
recientemente recuperados por una coyuntura que invitaba a abrirlos; lo que al mismo tiempo dio
lugar a nuevas representaciones de la comunidad política-.
4. Las expediciones al interior y la legitimidad en disputa
La creación de la Junta se acompañó del envió de expediciones militares al Alto Perú y a Paraguay
para garantizar el proceso de elección de los representantes de los pueblos y provincias y
conservar el orden público. La junta no vacila en exhibir su determinación incial de mantener
unido el virreinato.
El avance de las tropas porteñas produjo un reacomodo delas fuerzas en el Alto Perú y modifico el
sistema de lealtades existentes. En efecto, el virrey del Perú, quien había desconocido a la Junto
de Buenos Aires y preparaba fuerzas para sofocarla, considero que ese avance modificaba
abruptamente el equilibrio del poder entre los dos virreinatos. Por su parte, el presidente de la
Audiencia de Charcas, Vicente Nieto, desconoció a la Junta de Buenos Aires y convenció al
máximo tribunal de declarar la reincorporación del Alto Perú al virreinato del Perú. Así mismo, y
en combinación con el Gobernador intendente de Potosí, Francisco de Paula Sanz, se enviaron
fuerzas para castigar a los pueblos que expresaban su adhesión a Buenos Aires. Mientras tanto
Cochabamba, Santa Cruz y Oruro se pronunciaron a favor de la junta porteña. Castelli pronuncio,
frente a las ruinas de Tiahuanaco, su solemne proclama sobre el fin de la servidumbre indígena,
mientras propagaba entre la oficialidad <el sistema de la igualdad e independencia>.
La expedición al Paraguay bajo el mando de Manuel Belgrano, termino en un gran fracaso ante la
negativa de las autoridades españolas de esa provincia a reconocer a la junta porteña.
En Montevideo encabezaba ahora la resistencia contra el gobierno de Buenos Aires y solicitaba al
Consejo de Regencia el envió de un nuevo virrey para el Rio de la Plata con tropas y armas para
someter a la <revoltosa> junta capitalina, que llevo hasta el bloqueo, el 24 de agosto, del puerto
de Buenos Aires. Pero en 1811 las zonas rurales de la Banda Oriental iban a iniciar la resistencia a
las autoridades españolas bajo el liderazgo de Artigas y con el apoyo inicial de Buenos Aires.
No habría de escapar a los observadores del proceso la existencia de una real <división de las
opiniones> entre los opositores de la Junta, que acusaban a los criollos de aspirar a la
<independencia>, y estos últimos que acusaban a los españoles europeos de querer someter a las
provincias a José Bonaparte.
Es esta diferente percepción del posible desenlace final de la crisis en España la que llevo a la Junta
a fundamentar legítimamente su constitución frente a la situación extrema en la que se
encontraba la metrópoli.
La crisis de la Monarquía española había tambien exacerbado las tensiones en el ámbito
económico, así como las rivalidades comerciales entre las provincias del virreinato. LA
administración colonial se encontraba, a su vez, debilitada por la dificultosa comunicación con
España y los crecientes apuros financieros de la administración local, que habían obligado a las
autoridades virreinales a tolerar el comercio con buques de países neutrales y aliados hasta su
legalización por medio del reglamento de comercio libre de noviembre de 1809.
La junta trato de mejorar la comercialización de los llamados frutos del país rebajando los
derechos de exportación de los cueros de ganado, de los de caballo del sebo y de los demás frutos.
Por una parte, Buenos Aires se afirmaba en el ejercicio autónomo del gobierno local pero sin dejar
de reconocer la fidelidad al rey cautivo; por la otra, se invitaba a los representantes de los pueblos
a reunirse en un congreso constituyente y simultáneamente se los incorporaba en el gobierno
provisorio. Estas cuestiones de difícil resolución en el corto plazo, iban a llevar al primer grave
enfrentamiento en el seno de la Junta entre s presidente, Saavedra, y el secretario, Moreno.
5. Mariano Moreno: pensar la <emancipación>
Mariano Moreno, quien se ocupaba de fundamentar cada una de las nuevas medidas
tomadas por la junta. Quien
esbozo un nuevo concepto de soberanía
popular. Para luego afirmarse, según las preferencias de Mariano
Moreno, en los <principios> de razón y justicia, para lo cual
introdujo y adoptó los singulares principios del contrato social de
Jean Jacques Rousseau. Es decir, si bien, por un lado, la teoría de la soberanía popular
esbozada por el secretario para justificar el nuevo poder extraía todas las consecuencia del pacto
de sujeción; por el otro, terminaba por reemplazarlo por un nuevo contrato social, el de sociedad,
que unía a los hombres libres entre si independientemente de toda legitimidad exterior.
CON LA AFIRMACION DE QUE LOS <VINCULOS QUE UNEN A UN HOMBRE
CON OTRO EN SOCIEDAD> , MORENO DABA EXISTENCIA A LA COMUNIDAD
AMERICANA COMO PRINCIPIO CONSTITUTIVO DE TODA AUTORIDAD, Y
DESIGNABA AL PACTO COLONIAL COMO UN FALSO CONTRATO QUE HABIA
RESULTADO DE <LA FUERZA Y LA VIOLENCIA>. MORENO CONSIDERABA
ILEGITIMA LA AGREGAION DE LAS PROVINCIAS AMERICANAS A LA CORONA
DE CASTILLA.
De manera que si se aceptaba el principio de la retroversión de la soberanía
del Rey a los <pueblos>, era para fundar un nuevo pacto social que fijase las
condiciones más convenientes a los mismos, y este acto, afirmaba Moreno, se
denomina <constitución del Estado>.
Pero la división de la soberanía que se expresaba en el uso generalizado del
plural de pueblos, iba a limitar los alcances de los novedosos ensayos
constitucionales que pretendían fundarse en la soberanía del <pueblo> o la
<nación>, como el esbozado por Moreno. Junto con ello las reivindicaciones soberanas
de los pueblos cristalizaron a poco andar en las dos tendencias que iban a predominar en la escena
pública rioplatense durante la primera mitad del siglo XIX: la que sostuvo la existencia de una
única soberanía como base para la creación de un estado-nación unitario, en oposición a la que
defendía la creación de tantas soberanías como pueblos habría en el virreinato.
6. El decreto de supresión de los honores y la postergación del congreso.
Moreno vs Saavedra.
En el curso de los festejos un oficial le obsequio una corona de azúcar que recibió primero su
mujer y luego se la paso a Saavedra, lo cual llevo a propalar el rumor en la ciudad de que este
festivo acto simbolizaba el coronamiento de Saavedra como nuevo monarca de un imperio
americano. La respuesta de Moreno fue contundente: el 6 de diciembre publico el decreto de
supresión de los honores que el presidente de la Junta conservaba aun del depuesto virrey, con el
objetivo de quitarle a Saavedra el mando del ejército para transferirlo al pleno de la Junta, al
mismo tiempo que se establecía una absoluta igualdad entre todos sus miembros.
Se enfrentaban dos posturas respecto al ejercicio de la soberanía y a la representación del pueblo;
las dos eran legitimas pero se basaban en concepciones contrapuestas del derecho: unos siguieron
el modelo juntista español y la participación que le correspondía a cada pueblo en la integración
de un gobierno general, aunque fuese provisorio; otros consideraron que los diputados habían
llegado a Buenos Aires para ejercer el derecho de representación en una asamblea que debía
reunir el voto de todas las provincias para expresar la <voluntad general> y decidir sobre la suerte
política del virreinato.
7. Reflexiones finales
Hoy está más claro que los habitantes del Virreinato del Rio de la Plata se enfrentaron, al igual que
en el resto de Hispanoamérica, ante todo, con un problema de legitimidad: ¿Cómo, cuándo y con
qué extensión fundar una nueva autoridad legítima supletoria de la soberanía del monarca
cautivo? A la confusión inicial le sucedió un proceso de politización creciente en las acciones y en
los lenguajes que pudieron, indistintamente, nutrirse de una combinación de tradiciones y
concepciones que derivaban conjuntamente de la tradición hispánica, de las teorías del derecho
natural y de gentes y de la Ilustración; pero donde predominaron claramente las ideas pactistas,
según las cuales era necesario el consentimiento de los integrantes de una sociedad, ya fueran
individuos o pueblos, para difundir una nueva autoridad política.
A medida que avanzaba la crisis, como reacción a la actuación de los gobiernos metropolitanos
(Junta central, Regencia y Cortes), pero asimismo en uso de los <derechos originarios o los
derechos imprescriptibles>, los criollos rioplatensenses tendieron a legitimar la reasunción
completa de la soberanía en los pueblos.
En tal sentido, no fue menor la inicial divergencia en la interpretación de la
retroversión de la soberanía entre los que la concibieron como reasunción
del poder originario del pueblo en el cabildo- único cuerpo tradicional
capacitado para asumirla dentro del régimen institucional vigente en el
momento de la crisis-, y los que la conceptuaron como recuperación del
poder por el <pueblo> que la delegaba <inmediatamente> en la Junta, y que
dio lugar a las sucesivas tensiones y enfrentamientos entre el cabildo de
Buenos Aires y los gobiernos centrales durante la primera década
revolucionaria.