“AÑO DE LA UNIDAD, LA UNIDAD Y EL DESARROLLO”
ESCUELA NACIONAL DE FORMACION POLICIAL
Ciencias Administrativas y Policiales
Escuela de Educación Superior Técnico
Profesional Policial de Piura
TEXTO ARGUMENTATIVO
VIOLENCIA Y RESISTENCIA A LA AUTORIDAD
UNIDAD DIDACTICA
DOCENTE:
ESTUDIANTE:
A1 PNP
CURSO:
SECCIÓN:
“ ”
PIURA – PERÚ
2023
INTRODUCCIÓN
En los últimos meses se vienen manifestando conductas –supuestamente–
delictivas contra los miembros de la Policía Nacional del Perú, lo que viene
generando un fuerte impacto en la sociedad, más aún si del quantum de la
pena se trata; lo que en muchos casos obedece a actos arbitrarios al momento
de determinar la sanción penal. Ello, sin duda, demanda un análisis, en estricto,
dogmático; y en relación con criterios de política criminal, con el objeto de
determinar una idónea aplicabilidad del tipo penal que permita evaluar su
verdadera naturaleza jurídica.1
Por su parte, el exdecano del Colegio de Abogados de Lima, Mario Amoretti;
refiriéndose a los hechos materia del delito de violencia y resistencia contra la
autoridad policial, opinó que la ley que establece las penas para este tipo de
comportamientos “es muy dura y no es proporcional”: “La ley está muy dura y
no es proporcional, porque si un Policía golpea y causa lesiones graves a una
persona, a un ciudadano común y corriente, el máximo de la pena es de ocho
años (…) y el resistirse, en este caso, a la imposición de una papeleta, la pena
no es menor de ocho y máximo de 12 años”. 2
Es de conocimiento público que los integrantes de nuestra comunidad, en los
últimos años, no solo vienen desarrollando sus vidas en un ambiente de
inseguridad ciudadana sino también de inseguridad jurídica, el cual
mayormente es propiciado por la mala aplicación de la política criminal que
ejecutan los operadores de la argumentación jurídica 3: (i) la función legislativa;
(ii) la aplicación de las normas jurídicas, y; (iii) el conocimiento dogmático.
La Corte Suprema de Justicia de la República, en el II Pleno Jurisdiccional
Extraordinario de las Salas Penales Permanentes y Transitorias, expidió el
Acuerdo Plenario Extraordinario N° 1-2016/CIJ-116. El asunto fue “La
1
Hancco Lloclle, Ronal. El delito de violencia y resistencia contra un policía. Aspectos sustanciales de su
¿victimización? En Actualidad Penal, Instituto Pacifico. Lima, mayo del 2016, Vol.23, p. 75.
2
Rpp.pe. Lima, 21 de diciembre del 2015.
3
Véase ATIENZA RODRÍGUEZ, Manuel. Las razones del Derecho. Teorías de la argumentación jurídica.
Lima: Palestra, 2015, pp. 28-29.
agravante del delito de violencia y resistencia contra la autoridad policial:
Tipicidad y determinación judicial de la pena”; que se publicó en el diario oficial
“El Peruano”, el día 4 de agosto de 2016. En concreto, se analiza la agravante
configurada en el inciso 3 del segundo párrafo del artículo 367 del Código
Penal.
El delito se encuentra previsto en el artículo 368 del Código Penal, que
sanciona la conducta del agente que no cumple u obstruye la orden impartida
por la autoridad en el ejercicio de sus funciones. Estas figuras penales tienen
como finalidad combatir las conductas obstruccionistas de las personas frente a
los actos ejecutivos de la administración pública, que pone en marcha el
aparato estatal para lograr el buen funcionamiento de la administración pública
y el bien común de las personas. Estos delitos se invocan con frecuencia en
todas las instituciones y se denuncian ante el Ministerio Público; sin embargo,
en la vida práctica para su configuración se requieren ciertas formalidades.
MARCO CONCEPTUAL
Conforme se puede observar al revisar en el Código Penal peruano el capítulo
concerniente a los delitos contra la administración pública contempla no solo
aquellos ilícitos penales en los que pueden incurrir los funcionarios públicos en
el ejercicio de sus
funciones, sino también las figuras delictivas que atentan contra la correcta
administración pública, cometidos por sujetos particulares.
El delito de violencia y resistencia a la autoridad forma parte de los delitos
contra la administración pública cometidos por particulares —entendidos estos
como personas naturales que actúan como tal o en representación de una
persona jurídica—, pero también puede ser cometido por funcionarios o
servidores públicos, siempre que estos se encuentren obligados de acatar la
orden determinada impartida por un funcionario público en el ejercicio legal de
sus funciones.
Es decir, se trata de un ilícito penal que puede ser cometido tanto por
particulares o extraneus —que no tienen relación funcional con la
administración pública— como también por funcionarios o servidores públicos
distintos —extraneus— de la autoridad que imparte una orden o mandato de
cumplimiento obligatorio; para cuya configuración es condición necesaria la
existencia de una orden o mandato impartidos por funcionario competente en
ejercicio legítimo de sus funciones y que necesariamente debe ser de cabal
conocimiento y cumplimiento por parte del sujeto activo, quien, pese a conocer
su deber de acatamiento, incumple el mandato emanado por el funcionario
estatal con poder de decisión.
Al sancionar la conducta rebelde frente a un mandato emanado de la autoridad
estatal
pertinente, se concluye entonces que la finalidad del tipo penal de
desobediencia y resistencia a la autoridad es proteger el correcto desarrollo de
la administración pública, procurando evitar que los ciudadanos entorpezcan la
función ejecutiva de una orden emanada de la administración pública —
funcionario público dotado de poder de gobierno o mandato sobre los
miembros de la sociedad—. Es así que la administración pública impone su
fuerza coactiva racional frente a los ciudadanos obligados a cumplir un
mandato, por encontrarse dentro de una sociedad jurídicamente organizada.
Pues, si acaso las decisiones-órdenes de la administración pública no llegasen
a materializarse o ejecutarse debido a la contraria voluntad de los
administrados, el orden jurídico público se convertiría en un caos,
produciéndose
el desgobierno.
La existencia del tipo penal de desobediencia y resistencia a la autoridad no
solo obedece a un hecho social, que es el comportamiento marginal ciudadano
que dificulta la plena labor directriz, organizativa y ejecutiva de la
administración pública, tipificando ello como un tipo de criminalidad cometido
por un ciudadano frente a la administración estatal y sus componentes
funcionariales dotados de mandato, que conllevaría al desgobierno y el caos;
sino también se pretende dotar a la administración pública de una norma que
garantice la efectividad de la ejecución de sus órdenes.
Se trata pues de una figura penal muy frecuente en la práctica judicial, tanto a
nivel de la investigación como del juzgamiento, por lo cual es de mucha
importancia contar con un profundo análisis del injusto penal materia de
comentario, a fin de poder distinguir en la praxis entre un hecho típico respecto
del delito de desobediencia y resistencia a la autoridad, y un hecho que no lo
es.
1. TIPO PENAL
1.1. Del tipo básico y las circunstancias agravantes
El tipo base del delito, se encuentra tipificado en el artículo 365 del
Código Penal, el cual prescribe lo siguiente:
Artículo 365.- El que, sin alzamiento público, mediante violencia o
amenaza, impide a una autoridad o a un funcionario o servidor público
ejercer sus funciones o le obliga a practicar un determinado acto de sus
funciones o le estorba en el ejercicio de estas, será reprimido con pena
privativa de libertad no mayor de dos años.
En tanto el artículo 367 del Código Penal regula las formas agravadas
para las conductas contempladas en los artículos 365 (violencia contra
un funcionario público) y 366 (violencia contra la autoridad para impedir
el ejercicio de sus funciones), la cual refiere:
Artículo 367.- En los casos de los artículos 365 y 366, la pena privativa
de libertad será no menor de cuatro ni mayor de ocho años cuando:
1. El hecho se realiza por dos o más personas.
2. El autor es funcionario o servidor público
La pena privativa de libertad será no menor de ocho ni mayor de doce
años cuando:
1. El hecho se realiza por dos o más personas.
2. El autor es funcionario o servidor público.
La pena privativa de libertad será no menor de seis ni mayor de doce
años cuando:
1. El hecho se comete a mano armada.
2. El autor causa una lesión grave que haya podido prever.
3. El hecho se realiza en contra de un miembro de la Policía Nacional o
de las Fuerzas Armadas, Magistrado del Poder Judicial o del Ministerio
Público, en el ejercicio de sus funciones.
4. El hecho se realiza para impedir la erradicación o destrucción de
cultivos ilegales, o de cualquier medio o instrumento destinado a la
fabricación o transporte ilegal de drogas tóxicas, estupefacientes o
sustancias psicotrópicas.
1.2. Bien jurídico
En términos de Abanto Vásquez, el bien jurídico está “constituido
siempre por el correcto funcionamiento de la Administración pública.
Para que la Administración pública funcione correctamente, el
funcionario debe decidir libremente y los interesados deben advertir
también que esa libertad existió al momento de decidir” 4. Así, entonces,
se tiene que, de manera inmediata, el bien jurídico es la “libertad de
determinación del funcionario público en el ejercicio de sus funciones; el
sujeto activo quiere superponer (imponer) su voluntad a la voluntad del
funcionario”.5
Abanto Vásquez6, refiriéndose al bien jurídico en este delito, refiere que
es la libertad de determinación del funcionario en el ejercicio de sus
funciones; pues el sujeto activo quiere superponer (imponer) su voluntad
a la voluntad del funcionario.
El bien jurídico tutelado es el libre ejercicio de la función pública, sin el
cual no es posible el normal desenvolvimiento de la administración. De
manera que, cuando el agente impide, obliga o estorba el ejercicio de las
funciones públicas, utilizando medios violentos físicos o psíquicos; no
hace más que atacar la libertad con que se debe prestar la
administración pública7.
1.3. Sujeto activo y pasivo
4
Abanto Vásquez, Manuel A., Los delitos contra la Administración pública en el Código Penal peruano,
2.a ed., Lima: Palestra, 2003, pp. 141 y 142.
5
Abanto Vásquez, Los delitos contra la Administración pública en el Código Penal peruano, ob. cit., p.
142.
6
Abanto Vásquez, Manuel. Citado por Hancco Lloclle, Ronal en El delito de violencia y resistencia contra
un policía. Aspectos sustanciales de su ¿victimización? Instituto Pacifico, Actualidad Penal. Lima, mayo,
vol. 23, p. 75.
7
Hugo Álvarez, Jorge. El delito de violencia y resistencia a la autoridad. Instituto Pacifico, Actualidad
Penal. Lima, mayo, vol. 23, p. 51.
El sujeto activo puede ser cualquier persona, mientras que el sujeto
pasivo debe ser una autoridad, servidor público o funcionario, sobre
quien se ejerza la violencia o amenaza.
Dato: El delito de violencia y resistencia contra un policía en España tiene
una pena privativa de libertad de 4 a 6 años, mientras que en Chile tiene
una pena de 2 años a 500 días.
1.4. Tipicidad subjetiva
El delito en comentario implica una conducta en estricto dolosa, por lo
que se exige pleno conocimiento e intencionalidad de ejercer violencia o
amenaza contra un miembro policial, lo contrario, significaría que no
habría delito, ni siquiera en el grado de tentativa, pues el injusto requiere
siempre una violencia o amenaza idóneas (grave, seria e inminente) que
solamente existirán, objetiva y subjetivamente, cuando el sujeto pasivo
las haya conocido8.
1.5. Conducta típica
Verbos rectores La conducta típica de este delito se representa en dos
verbos rectores, con la debida aclaración de que el tipo penal hace
referencia al nexo “o”, ya que un hecho calificado como delito, para ser
tal, no requerirá la concurrencia de ambas conductas.
Siguiendo a Celis Mendoza, señalaremos:
Que la violencia será grave si se tiende a lesionar intereses vitales del
sujeto pasivo y que no admita una reparación más o menos rápida del
8
Cfr. Creus, Carlos, Derecho Penal. Parte especial, t. II, 1.a reimpr. de la 6.a ed. (1997), Buenos Aires:
Astrea, 1998, p. 218
bien jurídico. No configuraría, por ejemplo, si la violencia ejercida por el
sujeto activo, para impedir o trabar el acto de autoridad, es vencida.
Que sea seria, implica que debe ser idónea para impedir o trabar la
ejecución del acto funcional; para ello, es necesario ponderar la
intimidación o violencia que emplea el sujeto activo con la capacidad de
fuerza habilitada del operador estatal. Nunca podría equipararse la
violencia descontrolada de un ebrio, con el acto de fuerza organizada y
controlada del funcionario estatal.
Que sea actual, supone que el acto de intimidación o violencia se
produzca en el momento en que el funcionario público está realizando un
acto propio de su función y con riesgo cierto de su no ejecución.
Por su parte, la intimidación es la amenaza (vis compulsiva) de un mal a
la persona del funcionario, a sus derechos o intereses; debe ser idónea,
con arreglo a las circunstancias del hecho, para infundir miedo, justo
temor en el funcionario y de suficiente entidad para doblegar la voluntad
del agente estatal. Este medio típico requiere, para su configuración,
también de la concurrencia de los requisitos de gravedad, seriedad e
inminencia; por ejemplo, la amenaza con una pistola para impedir o
trabar la realización del acto de autoridad 9.
El delito de violencia y resistencia a la autoridad es un delito de
resultado.
1.5.1. Uso de violencia La violencia
“Consiste en una energía física que desarrolla o ejerce el autor sobre la
persona del funcionario o servidor público (víctima) tendiente a obligar o
impedir realice sus funciones”10. Por su parte, la jurisprudencia ha
9
Mendoza Ayma, Celis. Análisis Típico del delito de “violencia contra la autoridad para impedir el
ejercicio de sus funciones”. En Legis.pe
10
Peña Cabrera Freyre, Alonso R., Derecho penal. Parte especial, t. V, Lima: Idemsa, 2010, p. 116. Énfasis
agregado.
considerado que la violencia debe ser “entendida como el despliegue de
una fuerza física, ha de orientarse a coartar los mecanismos de defensa
del funcionario o servidor público, en el sentido de imposibilitar la
concreción de la voluntad de la Administración, que es sustituida por la
voluntad del particular”. La jurisprudencia, aún desde los años 90,
indicaba que “[...] la violencia debe ser entendida como la fuerza
irresistible empleada contra un funcionario para que se abstenga de
realizar sus funciones [...]”11 .
1.5.2. Uso de amenaza
En cuanto a la amenaza, esta “debe ser grave, inmediata e idónea para
conseguir los fines perseguidos por el agente; la cual puede recaer
sobre el funciona- rio mismo o sobre tercero vinculado, siempre y cuando
exista posibilidad real de que este último sea afectado” 12.
Al respecto, la Corte Suprema, todavía en 1998, indicaba que “la
amenaza, se presenta en aquellos casos en que se infiere al funcionario
un temor fundado de sufrir un mal inminente y grave en su persona,
libertad, honra o bienes, o de su cónyuge, ascendiente o descendente
[...]”13.
Definidas la violencia y la amenaza, se tiene como colofón que la
“violencia” descrita en el tipo penal, se refiere a la violencia “física” y la
“amenaza” a la “violencia psíquica”, que consiste en un mal que se
anuncia de manera “inmediata” y “grave”. Asimismo, debemos aclarar
que la violencia, para que se configure en un caso concreto, debe ser
capaz de impedir, obligar o estorbar la función del policía.
Así por ejemplo, si en un caso concreto el policía interviene un vehículo
para imponerle una papeleta y, en el preciso momento en que se viene
imponiendo la misma, el conductor le arrebata la papeleta, entonces, si
11
Ejecutoria Suprema del 13 de agosto de 1998, recaída en el Exp. N.° 8831-97 Lima, en Sala- zar
Sánchez, Nelson, Delitos contra la Administración pública. Jurisprudencia penal, Lima: Jurista, 2005, p.
79. (El resaltado es agregado).
12
Peña Cabrera Freyre, Alonso, Derecho penal. Parte especial, t. V, ob. cit., p. 116. (El resaltado es
agregado)
13
Ejecutoria Suprema del 13 de agosto de 1998, recaída en el Exp. N.° 8831-97 Lima, en Salazar Sánchez,
Delitos contra la Administración pública. Jurisprudencia penal, ob. cit., p. 79. (El resaltado es agregado).
bien se podría argumentar que la conducta del conductor está
“impidiendo” la función del policía, no existiría la conducta de violencia o
amenaza, ya que la misma se dirigió contra la papeleta, es decir,
estaríamos frente a una violencia “real”. Ahora bien, si el caso fuera que,
ante la intervención policial, existe un intercambio de palabras, ello de
ninguna manera podrá configurar delito por cuanto “la violencia debe ser
entendida como la fuerza irresistible empleada contra un tercero para
que haga aquello que no quiera o se abstenga [...] que siendo así, el
intercambio de palabras entre los pro- cesados y los efectivos policiales,
que llegó [a una falta] de respeto a estos últimos, hecho de por sí
censurable, no constituye elemento probatorio suficiente de la existencia
de violencia o amenaza”14.
Como se observa, entonces, la propia jurisprudencia existente reconoce
que la falta de respeto por palabras e improperios no configura delito
alguno. Asimismo, es preciso tener en cuenta que para que se
configuren los delitos de violencia y resistencia a la autoridad, “es
necesario demostrar la existencia de una rebeldía u oposición abierta,
hostil y maliciosa, en contra del funcionamiento de un mandato de una
autoridad en el ejercicio de sus funciones”15.
Dato: En el artículo 600 del proyecto de ley que propone un nuevo Código
Penal se incluye al “inspector municipal” como parte de las circunstancias
agravantes cualificadas por el sujeto pasivo que merecen una pena
privativa de libertad no menor 8 ni mayor de 12 años.
1.6. Impedir, obligar o estorbar
14
Ejecutoria Superior de la Sala Penal de Apelaciones para procesos sumarios con reos libres de la Corte
Superior de Justicia de Lima del 13 de julio de 1998, recaída en el Exp. N.° 137-98, en Baca Cabrera,
Denyse; Fidel Rojas Vargas y Marlene Neira Huamán, Jurisprudencia penal: procesos sumarios, Lima:
Gaceta Jurídica, 1999, p. 493. Véase también en Urquizo Olaechea, José, Código Penal, t. I, Lima: Idemsa,
2010, p. 999. (El resaltado es agregado).
15
Sentencia de la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Huaura, del 27 de abril de 1998, recaída
en el Exp. N.° 413-96, en Academia de la Magistratura, Serie de jurisprudencia 4: sentencias de derecho
penal especial, Lima: Academia de la Magistratura, 2000, pp. 415- 419. (El resaltado es agregado).
La modalidad de “impedir” y “obligar”, consisten en “[...] imponer la
voluntad del autor al funcionario que todavía no ha obrado, para que
realice u omita actos propios de su función [...]” 16.
La primera conducta persigue una omisión del funcionario (impedir);
mientras que la segunda busca que el funcionario haga algo (obligar).
Conforme indica Abanto Vásquez, obligar implica que “el funcionario toda-
vía no ha actuado y el sujeto activo busca que lo haga en el sentido que él
quiere. Impedir implica hacer que el funcionario no realice la función
pública que quería realizar”17; mientras que “estorbar” solamente se trata
de poner obstáculos superables al ejercicio funcionarial”. Como si lo
desarrollado no fuera suficiente, reiterada jurisprudencia ha indicado que
“la violencia debe ser entendida como la fuerza irresistible empleada
contra un tercero para que haga aquello que no quiera o se abstenga de
lo que sin ello se quería o no se podía hacer” 18.Por otro lado, ha
mencionado que “el comportamiento en el delito de violencia y resistencia
a la autoridad, en cuanto su tipicidad objetiva, consiste en una negativa
abierta al cumplimiento de la orden impartida por un funcionario público,
en donde al tratarse de un delito de acción, la negativa tiene que quedar
claramente expresa”19. Véase que, aunque se trata de jurisprudencia de
los años 90, esta nos permite afirmar que, en esos años, la verdadera
naturaleza jurídica del delito bajo análisis, era comprendida y aplicada de
mejor manera.
1.7. La función policial
16
Fontán Balestra, Carlos, Tratado de derecho penal. Parte especial, t. VII, Buenos Aires: Abeledo Perrot,
p. 155. (El resaltado es agregado).
17
Abanto Vásquez, Los delitos contra la Adminis- tración pública en el Código Penal peruano, ob. cit., p.
148. Énfasis agregado.
18
Ejecutoria Superior de la Sala Penal de Apelaciones para procesos sumarios con reos libres de la Corte
Superior de Justicia de Lima del 13 de julio de 1998, Exp. N.° 137-98, en Baca Cabrera; Rojas Vargas y
Neira Huamán, Jurisprudencia penal: procesos sumarios, ob. cit., p. 493. (El resaltado es agregado).
19
Ejecutoria Superior de la Sala Penal de Apelaciones para procesos sumarios con reos libres de la Corte
Superior de Justicia de Lima, del 16 de marzo de 1998, recaída en el Exp. N.° 8080-97, en Rojas Vargas,
Fidel, Jurisprudencia penal comentada, Lima: Gaceta Jurídica, 1999, p. 835. (El resaltado es agregado).
Es común observar con esta ola delincuencial que sufre el país, que con
frecuencia se vienen dando operativos policiales; sin embargo, todo
operativo conlleva una finalidad, vale decir que, si el operativo consiste
en verificar documentos de los conductores, la función policial estará
comprendida por la solicitud de documentos, revisión y devolución de los
mismos, entonces, la función será la esfera de actuación que la ley
permite y, por tanto, protege.
En ese mismo sentido, si además de los documentos, el policía busca
una razón para que el conductor caiga en alguna falta, ello no es otra
cosa que una “provocación”, por lo que podría ser calificada como una
actuación arbitraria del policía. Por este motivo, el reclamo del
ciudadano, y eventualmente la falta de respeto, automáticamente no se
puede afirmar que configura el delito de violencia y resistencia, sino que
estaríamos frente a un acto arbitrario que convierte sujeto activo del
delito a quien verdaderamente era víctima de la función del policía.
Precisamente esto último, viene sucediendo con frecuencia y en la
mayo- ría de casos además de falta de respeto, hubo empujones y
golpes, lo que para el juez configuró el delito bajo análisis.
Así las cosas, considero que, para analizar el delito, lo primero a tenerse
en cuenta es la verdadera comprensión de la “función policial”,
definiéndola de la siguiente manera:
La función policial es la actividad operativa que en un momento
determinado realiza lo que determinará su esfera de protección; por
cuanto lo ajeno a dicha esfera de actuación; no será protegido por la ley
como ejercicio de su función.
Definida la función policial, y teniendo presente los verbos rectores, será
más sencilla la aplicabilidad del tipo penal, ello porque incluso
exagerando, un policía con el uniforme maltrecho puede ejercer su
función.
IMPORTANTE Para que se configure en un caso concreto, la violencia
debe ser capaz de impedir, obligar o estorbar la función del policía.
1.8. La Pena
La pena privativa de libertad para este delito es no menor de ocho ni
mayor de doce años. Como es de verse, en primer término, las penas a
imponerse para este delito, en comparación con otros tipos penales aún
más gravosos, resulta elevada. Asimismo, en cuanto a la legislación
comparada —tomando como referencia a dos Estados— muestra que el
delito de violencia y resistencia contra un policía en España tiene una
pena privativa de libertad de 4 a 6 años, mientras que en Chile tiene una
pena de 2 años a 500 días. En segundo término, de la compa- ración de
penas resaltan dos aspectos de suma importancia: (i) vivimos en un país
donde el ciudadano no respeta a la policía y, por tanto, cabe imponerles
penas muy altas, o (ii) se trata de un Estado que prefiere aplicar el
derecho penal del enemigo, siendo que su principal aliado es el derecho
penal mediático. Se considera que ambas son la manifestación de
nuestro —supuesto— Estado de derecho, que hoy más que nunca es
débil en todas sus estructuras, principalmente en el sector justicia.
En este punto, la Corte Suprema, ha establecido principios
jurisdiccionales que merecen la atención de los operadores jurídicos.
Pena por delito de violencia y
Conducta resistencia contra la autoridad
policial
1) Si es que la violencia ejercida No sobrepasa la pena mínima
contra la autoridad policial NO fijada para las lesiones leves en
ocasionó siquiera lesiones leves. el artículo 122 inciso 3 literal a del
Código Penal.
2) Si el agente con las violencias La pena será privativa de libertad
ejercidas produjo dolosamente no menor de tres ni mayor de
lesiones leves a la autoridad seis años. Artículo 122 inciso 3
policial. literal a del Código Penal.
3) Si el agente con las violencias La pena privativa de libertad no
ejercidas produjo dolosamente menor de seis años ni mayor de
lesiones graves a la autoridad doce años. Artículo 121 segundo
policial. párrafo del Código Penal.
Prado Saldarriaga20, maestro sanmarquino, ilustrándonos respecto a
este tema nos indica:
El órgano jurisdiccional es una sentencia penal emite hasta tres juicios
importantes. En un primer momento él se pronuncia sobre la tipicidad de
la conducta atribuida al procesado (juicio de subsunción). Luego, a la luz
de la evidencia existente decide sobre la inocencia o culpabilidad de
éste (declaración de certeza). Y, finalmente, si declaró la
responsabilidad penal deberá definir la calidad e intensidad de las
consecuencias jurídicas que corresponde aplicar al autor o participe de
la infracción penal cometida (individualización de la sanción). La
determinación judicial de la pena tiene relación con esta última decisión
judicial. Su función, por tanto, es identificar y medir las dimensiones
cualitativas y cuantitativas de las consecuencias jurídicas que
corresponde aplicar al autor o participe de un delito.
Agrega Prado Saldarriaga que la determinación judicial de la pena, alude
a “toda actividad que desarrolla el operador jurisdiccional para identificar
de modo cualitativo y cuantitativo la sanción a imponer en el caso sub
judice”.
El punto de la determinación judicial de la pena, en el delito de violencia
y resistencia contra la autoridad policial, era el más debatible a nivel de
la opinión pública.
20
Abanto Vásquez, Manuel. Citado por Hancco Lloclle, Ronal en El delito de violencia y resistencia contra
un policía. Aspectos sustanciales de su ¿victimización? Instituto Pacifico, Actualidad Penal. Lima, mayo,
vol. 23, p. 75.
Las penas a imponerse para este delito, en comparación con otros tipos
penales aún más gravosos, resulta elevada. Asimismo, la legislación
comparada –tomando como referencia a dos Estados- muestra que el
delito de violencia y resistencia contra un policía, en España, tiene
privativa de la libertad de 4 a 6 años; mientras que en Chile, tiene una
pena de 2 años a 500 días[10].
Considero vital citar a Yenissey Rojas[11], quien señala que el concepto
de proporcionalidad de las penas es producto de una evolución histórica,
introducida para limitar al ius puniendi. Este principio ha sido
denominado también como prohibición de exceso, razonabilidad o
racionalidad, proporcionalidad de medios, proporcionalidad del sacrificio
o proporcionalidad de la injerencia. Tiene su razón de ser en los
derechos fundamentales, cuya dogmática lo considera como límite de
límites; con lo que pretende contribuir a preservar la “proporcionalidad”
de las leyes, ligándolo con el principio de “Estado de derecho” y, por
ende, con el valor justicia. El principio de proporcionalidad caracteriza la
idea de justicia en el marco de un Estado de derecho.
El legislador peruano modificó, en cuatro oportunidades, el artículo 367
del Código Penal; siendo la primera oportunidad por Ley 27937,
publicada el 12 de febrero del 2003; la segunda ocasión por Ley 28878,
publicada el 17 de agosto del 2006; la tercera vez por el Decreto
Legislativo 982 publicada el 22 de julio del 2007; y la cuarta oportunidad,
fue por la Ley 30054, publicada el 30 de junio del 2013.
Es en la segunda modificación, Ley 28878, que se incorpora el inciso 3
del artículo 367 del Código Penal: “El hecho se realiza en contra de un
miembro de la Policía Nacional o de las Fuerzas Armadas, magistrado
del Poder Judicial o del Ministerio Público, en el ejercicio de sus
funciones”.
Por otro lado, la pena también fue distinta en cada modificatoria:
DECRETO
LEY 28878 LEY 30054
LEGISLATIVO 982
La pena privativa de La pena privativa de La pena privativa de
libertad será no menor libertad será no menor libertad será no menor
de cuatro ni mayor de de seis ni mayor de de ocho ni mayor de
siete años. doce años. doce años.
En consecuencia, la agravante del inciso 3 del artículo 367 se aplicará
para las conductas del tipo básico de los artículos 365 y 366 del Código
Penal, cuyo contenido es el siguiente:
Violencia contra la autoridad para Violencia contra la autoridad para
obligarle a algo impedir el ejercicio de sus
funciones
Artículo 366.- El que emplea
intimidación o violencia contra un
Artículo 365.- El que, sin alzamiento
funcionario público o contra la
público, mediante violencia o
persona que le presta asistencia
amenaza, impide a una autoridad o
en virtud de un deber legal o ante
a un funcionario o servidor público
requerimiento de aquél, para
ejercer sus funciones o le obliga a
impedir o trabar la ejecución de un
practicar un determinado acto de
acto propio de legítimo ejercicio de
sus funciones o le estorba en el
sus funciones, será reprimido con
ejercicio de éstas, será reprimido
pena privativa de libertad no menor
con pena privativa de libertad no
de dos ni mayor de cuatro años o con
mayor de dos años.
prestación de servicio comunitario de
ochenta a ciento cuarenta jornadas.
1.9. Incongruencias en la aplicación del tipo penal
Como aspecto preliminar debemos señalar que, evidentemente, golpear
a cualquier persona —según la gravedad médico legal— constituye
delito o falta, conducta que, al estar dirigida contra un miembro de la
Policía, evidentemente merecerá un mayor reproche —siempre que esté
en ejercicio de sus funciones— dado que estamos frente a una
autoridad. No obstante, lo dicho, lo que me- rece un mayor análisis es si
la acción de “golpear” es suficiente como para con- figurar conducta
delictual, por cuanto ello significaría estar frente al delito de lesiones. Al
respecto, considero que, evidentemente, para ser tal, necesaria- mente
debe existir un examen médico legal (días de descanso médico legales)
que determine que el golpe producido, jurídicamente configura el delito
de lesiones, lo contrario significa que tan solo estaríamos frente a una
falta, la cual de ninguna manera conllevaría a una pena privativa de
libertad.
2. PROBLEMAS QUE SE VIENEN PRESENTANDO EN LA ACTUALIDAD
2.1. Desconexión entre la dogmática penal y la política criminal
Lo que viene sucediendo en la realidad es que, al momento de analizar
las conductas ilícitas, se evidencia una absoluta desconexión entre la
dogmática penal y la política criminal. Si bien dentro de un tipo penal la
tarea exclusiva de la dogmática es la de conceptualizar la conducta
delictual propiamente dicha; sin embargo —en términos estrictamente
personales—, en el plano específico de la imposición de las penas,
considero que uno de los factores determinantes para establecer los
estándares de pena, sin lugar a dudas, es la política criminal. No
obstante, ello, necesariamente ambas ciencias deben estar conexas.
Bajo esa línea, la praxis judicial y los diversos casos que se vienen
sentenciando muestran una separación de estas, ya que el tipo penal —
tal y como se encuentra— merece un análisis dogmático real, que
permita definir con propiedad lo que implica la conducta de “violencia” o
“amenaza” y dejar el plano de estándares de pena aun análisis político
criminal, de tal forma que, como lo refería Zaffaroni, no estemos frente a
una dogmática que: En lugar de superarse por vía de perfeccionamiento,
están casi abandonados, en homenaje a teorías que se enroscan sobre
sí mismas en función de meros requerimientos sistemáticos y que evitan
toda contaminación con el plano óntico, combinadas con otras tesis que,
receptando como telón de fondo la politización total del derecho penal,
reducen toda la estructura dogmática a una hueca formulación de
protección y conflicto de intereses y criterios que deciden sobre la
conveniencia de aplicar pena, sin ninguna base realista que los sustente
en un espléndido aislamiento idealista que vuelve a apuntalar renovadas
estructuras analíticas originarias del positivismo 21.
Por todo lo afirmado, a todas luces el marco de penas para dicho delito
es sumamente desproporcional, ya que si un policía lesiona a un
ciudadano, la pena máxima será de 8 años; mientras que, si el
ciudadano agrede a un policía, la pena mínima será de 8 años,
pudiéndose imponer una pena máxima de hasta 12 años, lo cual es
absolutamente falto de proporcionalidad.
2.2. La problemática de la pena: ¿es un problema de legalismo penal
imponer penas por debajo del mínimo legal?
Bruckmann22, todavía en los años setenta, indicaba que la
individualización judicial de la pena en Alemania era defectuosa,
afirmando que “en definitiva la ley no regula el Derecho de la
individualización judicial de la pena puesto que de él no resulta una
indicación válida para proceder en la práctica”. Ello evidentemente
mostraba, y muestra en la actualidad, que en la praxis no existía ni
existe una predictibilidad jurídica, considerando que si bien, en mérito al
principio de legalidad, la pena de los delitos se encuentra debidamente
determinada, es un problema vigente que el órgano jurisdiccional sepa
imponer una pena, la misma que también guarde proporcionalidad con la
conducta desplegada. La problemática descrita va acompañada de
21
Zaffaroni, Política criminal latinoamericana Perspectivas, disyuntivas, ob. cit., p. 61.
22
Cfr. Bruckmann, Ernst-Otto, “Vorschlag zur Reform des Strafzumessungsrechts”, pp. 30-34, citado por
Demetrio Crespo, Eduardo, “No- tas sobre la dogmática de la individualización judicial de la pena”, en
Prado Saldarriaga, Víctor Roberto; Eduardo Demetrio Crespo; Fernando Velásquez Velásquez y Alex van
Weezel y Jaime Couso, Determinación judicial de la pena, Lima: Instituto Pacífico, 2015, p. 84.
realidades palmarias, como el caso específico, v. gr., de que el delito de
homicidio tenga una pena mínima de 6 años de pena privativa de
libertad, con lo que se podría afirmar que, en ocasiones cada vez más
comunes, una simple obstaculización de la función policial recibe mayor
pena (8 a 12 años), que un homicidio, por lo que, en términos
penológicos, podría concluirse que una vida vale menos que una mera
obstaculización de una función, como si de esto último dependiera la
vida de un ser humano como fin ulterior de protección del derecho. En
correlación con lo ya dicho, es indispensable también referirse al impacto
que se pretende al momento de la imposición de la pena, es decir, la
resocialización. ¿La imposición de penas tan altas genera el fenómeno
de la resocialización? Evidentemente, las altas penas no aseguran per
se la resocialización, por el contrario, generarán frustración en el
ciudadano que reacciona a un acto arbitrario, v. gr., si se viene
imponiendo una papeleta de forma arbitraria.
En este sector de ciudadanos, a diferencia del ciudadano que ha hecho
de la delincuencia una forma de vida, el impacto será una frustración y
decepción del Estado de derecho, dado que por una circunstancia
malhadada debe cumplir una pena privativa de libertad. Esto último no
quiere decir que la conducta no sea sancionada, sino que la sanción a
imponerse, simple y llanamente sea proporcional. Por lo afirmado, la
resocialización como finalidad de la pena, tiene que “ser la base para
decidir el sí y cómo una pena debe ser ejecutada, lo cual es
independiente del problema de la cantidad de pena” 23.
Por tanto, el órgano jurisdiccional debería —por medio de un análisis en
estricto jurídico— imponer sanciones por debajo del mínimo legal 24. No
obstante ello, de lege ferenda es imperativo, (i) disminuir el marco
punitivo, y (ii) establecer penas alternativas a este tipo de conductas.
23
Demetrio Crespo, “Notas sobre la dogmática de la individualización judicial de la pena”, art. cit., p. 85.
(El resaltado es agregado).
24
En la jurisprudencia podemos encontrar casos como el de la periodista Magaly Medina Vela, en la cual
se impuso una pena por debajo del mínimo legal.
2.3. Razones por las que se vienen configurando estos delitos
En los casos que se vienen presentando en la actualidad, es imperativo
distinguir las razones por las que se configuran estos delitos. En unos se
da como reacción a la intervención de parte de la policía y, al estar
incursos en una conducta irregular ante la intervención de las
autoridades, la forma de repelerla es reaccionando de forma violenta; sin
embargo, existe una gran mayoría de casos donde las situaciones
obedecen a reacciones de los —supuestos— sujetos activos frente a
actos arbitrarios de la autoridad por quienes son intervenidos, en donde
se exageran conductas que ter- minan siendo sancionadas como delitos,
pese a no serlas.
Así, por ejemplo, si en un supuesto de hecho, 2 jóvenes son intervenidos
por la Policía en un operativo de requisitorias y, ante la negativa de estos
de presentar sus documentos, se les pretende imponer una papeleta por
supuestamente haberse pasado una luz roja, evidentemente es- taremos
frente a un acto arbitrario que demandará una reacción negativa de parte
de los intervenidos, lo que incluso es provocado por la propia Policía.
¿Podría, entonces, constituir delito el hacer caer la papeleta, en el
momento de su imposición, por parte de uno de los intervenidos y el
policía lo recoge? Indudablemente considero que no, ya que no se
afecta la “libre determinación del servidor público”, sino que fue una
respuesta ante un acto que se consideró arbitrario. Entonces, ¿ello
merece una pena de 8 años como mínimo? Así, entonces, existen casos
donde es fácilmente demostrable la existencia de provocación por parte
de la PNP a los supuestos sujetos activos, quienes reaccionaron ante
una medida que consideraron a todas luces arbitraria; sin embargo, ello
de ninguna manera afecta a la “libre determinación” de la PNP; por el
contrario, excediendo sus funciones, pretenden imponer sanciones que
muchas veces se intenta realizar con fines de lograr actos irregulares.
Véase entonces que, en el ejemplo citado, de ninguna manera se podría
siquiera pretender sostener afectación alguna al bien jurídico.
2.4. Algunos criterios para evaluar la cantidad de pena: El
comportamiento de la víctima
Si bien en el Perú, constantemente se ha discutido el tema de la
“determinación judicial de la pena” y estando a que mientras se
encuentre vigente la norma que impone la pena de no menor de 8 ni
mayor de 12 años y no exista modificatoria de la pena del tipo penal en
comentario, considero que el órgano jurisdiccional debería considerar
dos factores preponderantes al momento de determinar la pena, los
cuales son los siguientes:
2.4.1. La responsabilidad del autor
Este elemento es la base para la determinación de la pena, para lo cual
deben observarse aspectos tales como la peligrosidad y la relevancia del
hecho, a efectos de determinar una pena elevada, o incluso bajo reglas
jurídicas, imponer una pena suspendida.
2.4.2. El comportamiento de la víctima
Como lo afirma Bruckmann25, el comportamiento de la víctima puede
añadir o restar pena, ya que en si no modifica el hecho, pero puede
relativizarlo. En ese sentido, considero que en el segmento de los
agentes delictuales que no tienen de la delincuencia su modo de vida,
este aspecto debe ser de suma relevancia, lo que debería permitirles ser
pasibles de una pena suspendida o por lo menos no tan severa, que
antes que sancionarla, se trata más de un acto arbitrario.
IMPORTANTE: A todas luces, el marco de penas para este delito es
sumamente des- proporcional, ya que, si un policía lesiona a un
ciudadano, la pena como máximo será de 8 años, mientras que si el
ciudadano agrede a un policía la pena mínima será de 8 años,
pudiéndose imponer hasta una pena máxima de 12 años.
25
Cfr. Bruckmann, “Vorschlag zur Reform des Strafzumessungsrechts”, pp. 30-34, citado por Demetrio
Crespo, “Notas sobre la dogmática de la individualización judicial de la pena”, art. cit., p. 85.
3. PROPUESTAS DE LEGE FERENDA: EL DELITO DE VIOLENCIA Y
RESISTENCIA EN EL PROYECTO DE LEY DEL NUEVO CÓDIGO PENAL
En el nuevo Código Penal —en la Sección XXIII (delitos contra la Ad-
ministración pública), Título I (delitos cometidos por particulares), Capítulo II
(violencia y resistencia a la autoridad), artículo 598— se encuentra regulado el
tipo penal base, el cual no tiene modificatoria alguna respecto al tipo penal
vigente, más que un burdo cambio literal de la individualización judicial de la
pena”, art. cit., p. 85. de “será” reprimido, por “es” reprimido. Ello significa que
los verbos rectores son los mismos y la pena también, por lo que la tan ansiada
y anunciada reforma del Código Penal, en su Proyecto de Ley no recoge la voz
de diversos expertos que se han pronunciado porque dicho tipo penal sea
modificado.
En cuanto al tipo agravado, en el artículo 600 de dicho Proyecto de Ley (formas
agravadas de violencia y resistencia contra la autoridad) la pena privativa de
libertad continúa siendo no menor de 8 ni mayor de 12 años, siendo la
diferencia con el tipo penal vigente, que en dicho Proyecto de Ley contempla
pena, además de la pena privativa de la libertad, pena de “inhabilitación de
conformidad con el artículo 41 y de doscientos a trescientos días multa”. Ahora
bien, respecto a una diferencia sustancial —si cabe el término— es que en el
Proyecto de Ley, se incluye como sujeto pasivo al “inspector municipal”, por
tanto, si dicho Proyecto de Código Penal lograra aprobarse, todo hace pensar
que la problemática a futuro seguiría siendo la misma.
4. ¿LA ENVESTIDURA DE LA POLICÍA MERECE UNA MAYOR PENA?
Conforme lo prescribe la Constitución Política del Estado (art. 166 del CP), la
Policía Nacional “garantiza el cumplimiento de las leyes”. Entonces, cabe
preguntarse si por la prerrogativa que le otorga la Constitución es suficiente
para que al ser sujeto pasivo del delito bajo análisis, es justificable una mayor
pena. Es cierto que la Policía Nacional, en el ámbito interno representa al
Estado, cuyo fin es “garantizar, mantener y restablecer el orden interno” (art.
166 de la Constitución), por ello, es indudable que atentar contra la integridad
de los policías merece una mayor protección. Sin embargo, ello tampoco
guarda correspondencia para que la sanción sea mucho mayor a la de un
homicidio, ya que desconocer la envestidura policial sería negar la existencia
de un Estado de derecho y, a contrario sensu, sancionar con mayor pena por el
simple hecho de tratarse de un policía, también sería un despropósito.
Así, entonces, cuando una persona en su rol de ciudadano atenta por medio de
“violencia” o “amenaza” contra un policía, deberá asumir la consecuencia de
sus actos, regido por el Código Penal. En el supuesto inverso, es decir, si se
tratara de un miembro de la policía que actuará en ejercicio de sus funciones 26
y en contra de un ciudadano, entonces deberá ser sancionado bajo el Código
Penal Militar Policial (D. Leg. N.° 1094, art. VIII).
Por lo tanto, se considera que la envestidura que poseen merece respeto, no
obstante, ello, de ninguna manera puede justificar que sea razón suficiente
para que las penas que contempla en Código Penal sean demasiado elevadas.
5. ANÁLISIS DEL ACUERDO PLENARIO EXTRAORDINARIO 1-2016/CIJ-116
Base legal Artículo 116 TUO LOPJ
La agravante del delito de violencia y resistencia a la autoridad
Asunto
policial: tipicidad y determinación judicial de la pena
Doctrina Fundamentos jurídicos 16 al 23
legal
La Corte Suprema de Justicia de la República, en el II Pleno Jurisdiccional
Extraordinario de las Salas Penales Permanentes y Transitorias, expidió el
Acuerdo Plenario Extraordinario N° 1-2016/CIJ-116. El asunto fue “La
agravante del delito de violencia y resistencia contra la autoridad policial:
Tipicidad y determinación judicial de la pena”; que se publicó en el diario oficial
26
Artículo XIV, literal d del Código Penal Militar Policial: “[…] el delito de función previene y sanciona
todo acto de los efectivos […]policiales que atente contra el cumplimiento de las funciones, la existencia,
organización y operatividad de las Fuerzas Armadas o la Policía Nacional”.
“El Peruano”, el día 4 de agosto de 2016. En concreto, se analiza la agravante
configurada en el inciso 3 del segundo párrafo del artículo 367 del Código
Penal.
Lo primero que habría que tomar en cuenta, es que la Corte Suprema
considera que el problema principal, en el marco de la aplicación de los
artículos 366 y 367 del CP, fue el no apreciar adecuadamente la aplicación del
“principio de proporcionalidad” (fundamento 12), como “ayuda a la verificación
constitucional de la norma”; en tanto “no solamente se compone de elementos
normativos y descriptivos, en la misma cohabitan derechos fundamentales”,
debiendo estar sujeta y conforme a la Constitución.
El Supremo Tribunal sugiere hacer un test de proporcionalidad para determinar
la constitucionalidad de la norma (fundamento 13), pasando por un triple filtro:
el primero de adecuación o idoneidad (si la norma coadyuva a un fin
constitucionalmente legítimo); el segundo de necesidad (verificación de si no
existe un mecanismo alternativo que permita lograr el fin constitucional); y el
tercero de proporcionalidad (implica la evaluación de los efectos positivos o
negativos de la norma, de ello dependerá su constitucionalidad).
Asimismo, se resalta que el sistema penal está sometido a la Constitución
(fundamento 14), debiendo interpretarse las normas que la componen (sean de
naturaleza material o procesal), de acuerdo a sus principios (se mencionan el
de legalidad, el de lesividad y el de culpabilidad). De esta manera, la
característica de última ratio de la norma penal (reiteramos cualquiera sea su
naturaleza), no es meramente enunciativa, sino que el comportamiento
reprimido “cause un impacto lo suficientemente importante para que se
justifique la intervención penal”27.
El Acuerdo señala en su fundamento jurídico 21:
La aplicación de una sanción más severa exige siempre la existencia de
un plus de lesividad que hace que la conducta realizada se diferencie
del tipo básico. La diferenciación, en este caso, reside en la idoneidad
de la acción violenta para impedir el ejercicio de la función pública de
27
Vega Llapapasca, Rafael. Breves Reflexiones en Relación al Acuerdo Plenario Nº 1-2016/CIJ-116.
quien es efectivo policial, Por tanto, aquellas otras acciones que en el
caso concreto pueden significar un acto de intimidación o de violencia
contra una autoridad policial en el ejercicio de sus funciones, y estar
destinadas a evitar que ella las cumpla, pero que por las condiciones
particulares de quien las ejecuta o por el contexto donde éstas se dan,
no resultan idóneas para impedir o frustrar el cumplimiento efectivo de
las actuaciones policiales no podrán configurar la agravante que regula
la ley y sólo pueden realizar el tipo penal del artículo 366º o ser una
falta.
Un detalle muy importante, señalado en el Acuerdo, es respecto a hechos que
NO pueden ser considerados como formas agravadas, conforme al artículo 367
inciso 3 del Código Penal (F.J.21):
Empujar a un miembro de la Policía Nacional del Perú cuando ejerce sus
funciones.
Insultos o lanzar escupitajos a un miembro de la Policía Nacional del
Perú.
Concluye, por tanto, la Corte Suprema:
Dichas conductas no son suficientemente idóneas para afectar el bien jurídico
con una intensidad o fuerza adecuadas para impedir que la autoridad cumpla
sus funciones.
Por otro lado, concuerdo con el Acuerdo cuando refiere que el juez debe aplicar
la responsabilidad restringida regulada en el artículo 21 del Código Penal: “En
los casos del artículo 20, cuando no concurra alguno de los requisitos
necesarios para hacer desaparecer totalmente la responsabilidad, el Juez
podrá disminuir prudencialmente la pena hasta límites inferiores al mínimo
legal”; si el caso amerita aplicar la suspensión de la ejecución de la pena,
artículo 57 del Código Penal; así como la pena limitativa de derechos, artículo
31 del Código Penal. Señala, por otro lado, las reducciones de las
bonificaciones procesales por: confesión sincera, terminación anticipada,
conclusión por conformidad de la audiencia.
Finalmente, los magistrados de las Salas Penales Supremas recomiendan al
presidente del Poder Judicial, hacer una propuesta de lege ferenda para
modificar el artículo 367 del Código Penal, y se incluya una circunstancia
atenuante específica: “La pena será no menor de seis meses ni mayor de dos
años de pena privativa de la libertad o prestación de servicios a la comunidad
de veinticuatro a ciento cuatro jornadas, cuando los actos de intimidación o
violencia no revisten gravedad”.
CONCLUSIONES
Mientras no exista modificatoria de la pena, consideramos que el órgano
jurisdiccional debería considerar dos factores preponderantes al
momento de determinar la pena, los cuales son la responsabilidad del
autor y el comportamiento de la víctima, por cuanto esta última puede
añadir o restar pena, ya que si bien no modifica el hecho, puede
relativizarlo. Son aspectos que deben valorarse para aplicar penas por
debajo del mínimo legal.
Todos los problemas que se presentan en la sociedad deben analizarse
en estricta conexión entre la dogmática penal y la política criminal, de
forma tal que un problema sea visto desde un panorama amplio a fin de
realizar propuestas de lege ferenda, ello porque en la actualidad al
momento de analizar los tipos penales, se evidencia una absoluta
desconexión entre la dogmática penal y la política criminal, lo que
genera —entre otros problemas— penas desproporcionales.
En el delito de violencia y resistencia contra un policía, el bien jurídico es
la libertad de determinación para ejercer su función, por lo que para que
configure el delito, el sujeto activo debe superponer (imponer) su
voluntad a la voluntad del funcionario, lo que necesariamente debe
realizarse con violencia o amenaza.
Este delito exige el dolo para su configuración; por tanto, la violencia
como despliegue de una fuerza física, debe estar orientada a coartar los
mecanismos de defensa del Policía, imposibilitando la concreción de la
voluntad de la administración, es decir del ejercicio de su función,
sustituyéndola con la voluntad del particular. Por su parte la amenaza,
debe ser grave, inmediata e idónea para conseguir los fines perseguidos
por el agente.
Debe tenerse presente que la violencia y la amenaza, descrita en el tipo
penal, se refiere a la “violencia física” y, la “amenaza” a la “violencia
psíquica”, que consiste en un mal, que se anuncia de manera
“inmediata” y “grave”.
La jurisprudencia vigente pareciera desconocer la jurisprudencia de los
años 90,ya que esta última era sumamente clara en diferenciar un delito
de una mera falta de respeto por palabras e improperios, por lo que para
configurar delito, se analizaban de forma debida la concurrencia de las
circunstancias descriptivas del tipo penal: impedir, obligar o estorbar,
entendiéndolas como la intención de imponer la voluntad del policía que
todavía no ha obrado, para que realice u omita actos propios de su
función.